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El Capital Ante La Crisis Epocal Del Capitalismo
El Capital Ante La Crisis Epocal Del Capitalismo
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Núm. de derechos de autor: 03-2015-102709264800-01
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*Esta contribución arbitrada por pares académicos, se privilegia con el aval de la institución
propietaria de los derechos reservados.
Directorio
ÍNDICE
Presentación 7
Bibliografía 193
7
Presentación
En este sentido, El Capital ante la crisis epocal del capitalismo es una obra que se
desdobla programáticamente en dos grandes secciones argumentales. La primera presenta
una evaluación panorámica del debate internacional contemporáneo y clásico sobre El
Capital. La segunda expone un desarrollo original de la crítica de la economía política
para escudriñar la crisis epocal del capitalismo y el trend del planetary management.
La polémica acerca de los claroscuros de la “nueva lectura” de El Capital en Ale-
mania –que empezó con la intervención de Hans-George Backhaus y ahora tiene a la
cabeza a Michael Heinrich–, la especificación de la trascendencia de la poderosa lectura
de El Capital de Bolívar Echeverría para repensar la historia del siglo XX y de América
Latina, así como la valoración de Rosa Luxemburgo en el marco del relanzamiento del
pensamiento crítico en este siglo, conforman una tríada de ensayos teóricos en acuerdo
a los cuales se articula el escudriñamiento de la capacidad explicativa de la crítica de la
economía política para descifrar la tendencia epocal de la mundialización capitalista.
La segunda tríada de ensayos desarrolla una evaluación crítica de la crisis epocal
del capitalismo del siglo XXI, indagando el trend de la crisis alimentaria global y,
más aún, el amenazante trend de la crisis ambiental mundializada, frente a los cuales
se da cuenta de las encrucijadas y los desafíos que encara el derecho moderno ante
esta crisis epocal.
Por este camino, el horizonte conceptual de El Capital se asume como una con-
vocatoria heurística indudablemente vigente que invita a desarrollar la crítica de la
economía política para el examen incisivo del capitalismo del siglo XXI.
Desde este mirador, nuestra era emerge como un tiempo de transición, complejo e
inédito, donde los alcances del entrecruzamiento esquizoide de progreso y devastación
activa la yuxtaposición de una doble encrucijada histórica.
La primera encrucijada la integra la disyuntiva en curso en la cual colisionan proyec-
tos contrapuestos de mundialización capitalista como respuesta ante su crisis epocal. En
ella vienen enfrentándose entre sí la tendencia que pugna por conformar un capitalismo
auténticamente liberal en el siglo XXI y el planetary management, que no cede ante la
gravedad de los desequilibrios en curso con tal de apuntalar el poder global del capitalismo.
La segunda encrucijada, que es distinta a la anterior pero que se yuxtapone sobre
ella, consiste en una disyuntiva de otro orden en la cual proyectos contrapuestos de
modernidad, ya no sólo de capitalismo, jalonean entre sí por definir el rumbo de la
historia contemporánea. En esta encrucijada en curso la potencialidad prometeica
de una modernidad alternativa emerge de la convocatoria ineludible que nuestra era
significa como tiempo de peligro que exige ser superado, subvirtiéndolo para hacer
de él un tiempo de oportunidades insospechadas.
8
Los claroscuros de la “nueva lectura” de
El Capital en Alemania
Con la crisis epocal del capitalismo en el siglo XXI, la Crítica de la economía política
está regresando. Ahora que estamos entrando en la crisis de mayores alcances en la
historia de la mundialización capitalista, el mito del progreso que proyectan tanto el
ethos realista como el ethos romántico, es decir, aquellos comportamientos cultura-
les identificados con la marcha del capitalismo, sea desde el plano del valor que se
autovaloriza o desde el plano de su valor de uso,1 está explotando. La crisis mundial
promueve y envuelve dentro de sí la crisis de la ilusión que identifica progreso y
capitalismo. La quimera de que nos encontramos insertos en una historia que inde-
fectiblemente apunta hacia adelante, trayendo consigo bienestar económico universal
para la sociedad y sistemas políticos cada vez más democráticos, se está tornando
insostenible en el tiempo de la combinación más radical de progreso y devastación
que está constituyendo el siglo XXI. Pertenecemos a la época del mayor progreso
tecnológico en la historia no de la modernidad sino de la civilización pero, al mis-
mo tiempo, de mayores riegos por la devastación que está desatando el capitalismo
mundializado. Hemos entrado en un tiempo en el que, se ha vuelto inocultable que
lo define –para decirlo evocando el principio de la totalidad de Lukács– una crisis
epocal, justo porque se cimbra y pone en jaque al mundo social in totto.
Incluyendo pero desbordando a la vez el arribo a una crisis cíclica de la acu-
mulación capitalista, en esta crisis se yuxtaponen, sobreponen o entrecruzan crisis
de distintos órdenes que al interactuar se retroalimentan entre sí complejizándose
para conformar la crisis de una era. Con los colapsos producidos por la persistencia
durante más de un cuarto de siglo de una configuración demagógicamente denomi-
1
Bolívar Echeverría, Modernidad, mestizaje cultural, ethos barroco, UNAM/El Equilibrista, México, 1994, pp.19-20.
9
Los claroscuros de la “nueva lectura” de El Capital en Alemania
nada “neoliberal”, –colapsos que tienen sus expresiones más dolorosas en la crisis
mundial alimentaria y en la mundialización de la pobreza, que no era mundial pero
se le llevó a esa medida con la vuelta de siglo–, la crisis contemporánea muy rápido
detonó y sobrepuso a la crisis de una forma del capitalismo, el estallido de una crisis
capitalista cíclica pero con un alcance nunca antes visto. La 4ª gran crisis en los ciclos
económicos de la historia capitalista –después de las crisis europea de 1870-1890, la
crisis intercontinental de 1929-1944 y la crisis cuasimundial de 1971-1989-1991–,
explotó en 2008, estrenando la primera crisis cíclica específicamente mundializada del
capitalismo. Y, si ya esa yuxtaposición configuró un escenario sumamente complejo,
la crisis contemporánea llega aún más lejos, ya que, para descifrar su especificidad es
imprescindible sumar la crisis ambiental mundializada y sus impactos. Juntas estas
tres crisis –las crisis o colapsos generados por el capitalismo cínico, la 4ª gran crisis
cíclica y la crisis ambiental mundializada– constituyen una crisis global única en la
que va en juego una era.
Sin que esto signifique que la historia es destino, justo porque el futuro nunca
puede estar decidido de antemano, de modo que ni el derrumbe ni la continuidad del
capitalismo son definibles a priori, hablar de que una era está en juego quiere decir
que nos encontramos insertos en una crisis epocal que funda tiempos de transición.2
Arribando a colapsos producidos por el capitalismo cínico, jalonean entre sí dos
tendencias que se contraponen por definir la configuración de la mundialización, al
menos para la primera mitad de este nuevo siglo. Por un lado, existe una tendencia
que reconoce que se ha llegado muy lejos en la ofensiva lanzada y propulsa una
reconfiguración de la mundialización que corresponde a lo que podríamos denomi-
nar el liberalismo del siglo XXI, no por filantropía sino debido a que se percata de
2
La especificación de la crisis mundial contemporánea de ninguna manera se logra señalando que constituye
una crisis multidimensional. La multidimensionalidad es decisiva pero requiere ser especificada en cuanto
tal. Multidimensionalidad en los impactos regresivos de la mundialización capitalista es algo que puede
rastrearse muy atrás, incluso antes de la crisis de 1971, pero esta yuxtaposición de crisis generada por el
cinismo histórico, la 4ª crisis cíclica y la crisis ambiental mundializada es una peculiaridad que establece la
diferenttia specifca entre ésta y todas las crisis previas del capitalismo. Coincidiendo en denunciar la explo-
sión de una crisis global, los conceptos crisis civilizatoria y crisis epocal no son idénticos. Mientras el primero
preponderantemente tiene versiones en las que el derrumbe del capitalismo se garantiza como un futuro
ineluctable para este siglo; el segundo reconoce ese derrumbe como una necesidad social pero no como
destino, asumiendo la complejidad de la era en curso, sus peligros y, con ellos, sus encrucijadas y retos. Luis
Arizmendi, “Crisis epocal del capitalismo y desmercantificación en el siglo XXI”, en Horizontes de la vuelta
de siglo, CIECAS, IPN, México, 2011.
10
Luis Arizmendi
3
Daniel Bensaid, Marx intempestivo. Grandezas y miserias de una aventura crítica, Ediciones Herramienta,
Buenos Aires, 2003.
4
Jaques Bidet ,Refundación del marxismo, Explicación y reconstrucción de El Capital, LOM, Santiago, 2007.
5
Riccardo Bellofiore y Roberto Fineschi, Re-Reading Marx. New Perspectives after the Critical Edition, Pal-
grave Macmillan, 2009.
11
Los claroscuros de la “nueva lectura” de El Capital en Alemania
hoy. Usar críticamente El Capital (que se vincula con El capital: razón histórica, sujeto
revolucionario y conciencia) de Juan Íñigo Carrera,6 a los que hay que agregar Más allá
de El Capital de Michael Lebowitz escrito desde Canadá,7 e incluso, desde EUA Marx
reloaded (vinculado con Tiempo, trabajo y dominación social. Una reinterpretación de
la teoría crítica de Marx) del historiador Moishe Postone8 y, en un mirador contrario al
de éste, La ecología de Marx de John Bellamy Foster,9 lo mismo que tempranamente
Circulación capitalista y reproducción de la riqueza social de Bolívar Echeverría,10
revelan el despliegue internacional de la nueva discusión acerca de la obra de Karl
Marx en la periferia pero también en los países metropolitanos del capitalismo global.
En el marco del debate internacional en torno a la Crítica de la economía política,
Alemania ha tenido varias de las más destacadas intervenciones. Elmar Altvater,11
6
Juan Iñigo Carrera, Conocer el capital hoy. Usar críticamente El Capital, Imago Mundi, Buenos Aires, 2007;
El capital: razón histórica, sujeto revolucionario y conciencia, Ediciones Cooperativas, Buenos Aires, 2003.
7
Michael Lebowitz, Más allá de El Capital. La economía política de la clase obrera en Marx, Akal, Madrid, 2005.
8
Moishe Postone, Marx reloaded. Repensar la teoría crítica del capitalismo, Traficantes de sueños, Madrid,
2007; Tiempo, trabajo y dominación social. Una reinterpretación de la teoría crítica de Marx, Politopías-Marcial
Pons, Madrid, 2006.
9
John Bellamy Foster, La ecología de Marx, El Viejo Topo, Madrid, 2004.
10
Temprana en el cuestionamiento de la crisis epocal de la vuelta de siglo es la intervención de Bolívar Echeve-
rría –de la que derivan diversas líneas de pensamiento crítico–, que ubica como el fundamento desde el que la
Crítica de la economía política hace estallar los marcos de intelección del discurso del poder moderno al valor
de uso. Desde Circulación capitalista y reproducción de la riqueza social (coedición Nariz del Diablo-UNAM,
Ecuador, México, 1995) –en cuya elaboración tuve el honor de apoyarlo–, busca dotar a la fundamentación
trazada por Ruy Mauro Marini de un carácter global que, desbordando su estudio puramente latinoamerica-
nista, sirva para descifrar la dominación centro-periferia en cualquier zona del capitalismo mundial y, luego,
va más lejos al especificar el trend secular de la mundialización capitalista y su vigencia. He construido esta
fundamentación en “Progreso y devastación en la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría” de próxima
publicación en un libro de homenaje póstumo a este inolvidable autor ecuatoriano.
11
En la discusión sobre la vigencia de El Capital, Elmar Altvater ha llevado a cabo una de las intervenciones
más enriquecedoras para el marxismo del siglo XXI. A partir de articular sólidamente la crítica de Marx en
clave de valor de uso con la perspectiva de Georgescu Roegen acerca de la interacción entre economía
y entropía, Altvater ha elaborado una demoledora crítica de la economía ambiental como expresión de la
economía convencional y ha explorado desarrollar El Capital para la crítica de la crisis ecológica global de
nuestra era en un brillante texto que lleva por nombre “Hacia una crítica ecológica de la economía política”,
cuya traducción al español realizamos y publicamos en los números fundacionales del proyecto editorial de la
revista internacional Mundo Siglo XXI (nos. 1 y 2, CIECAS, IPN, México, 2005) del Centro de Investigaciones
Económicas, Administrativas y Sociales del Instituto Politécnico Nacional.
Cabe informar a los lectores que, el último año del siglo XX, Elmar Altvater, junto con el mismo Michael
Heinrich, Rolf Hecker y Petra Schaper-Rinkel publicaron un comentario analítico capítulo por capítulo del Libro
Primero de El Capital. Kapital.doc. Das Kapital (Bd.I) von Marx in Schaubildern mit Kommentaren. Münster:
Westfählisches Dampfboot, 1999.
12
Luis Arizmendi
12
Alfred Schmidt y Walter Euchner, Kritik der politischen Okonomie heute. 100 Jahre “Kapital”, Europaische
Verlagsanstalt, Frankfurt, 1968.
13
De su creativa obra, sobre la crítica de la economía política en español están Introducción a la lectura de
El Capital, Materiales, Barcelona, 1978, y “Nuevas lecciones para la introducción a la lectura de El Capital”,
originalmente publicado en Das Argument (Berlín, 2006).
14
“Marxismo occidental”, como se sabe, es una expresión que diseñó Perry Anderson (Consideraciones sobre
el marxismo occidental, Siglo XXI, México, 1979) para referirse a la línea de pensamiento crítico que tiene en la
crítica de la cosificación, la filosofía de la praxis, la autogestión o el consejismo su fundamento. En tanto contrasta
con el “marxismo soviético” del “socialismo real”, al que implícitamente se le define como “marxismo oriental”,
tiene una cierta utilidad crítica. Sin embargo, la denominación que contiene este desdoblamiento geohistórico
suscita una doble confusión: por un lado, ensombrece que el “marxismo oriental”, por decirlo de este modo, se
occidentalizó, al cumplir su funcionalidad para las estructuras de poder establecidas por los partidos comunistas
en el capitalismo del 1er y del 3er Mundos el siglo pasado; por otro, proyectando cierto eurocentrismo, implica
que la única versión revolucionaria del marxismo se dio en Occidente, lo que obnubila las contribuciones para
el marxismo crítico realizadas desde Oriente (como las de Zeleny, Rubin, Kosík, Illienkov, Vygotsky, entre otros).
Bajo otra forma, la esencia de esa desespecificación geohistórica continúa cuando se habla de las lecturas
francesa, italiana o asiática de El Capital. En Francia, la lectura de Henri Lefebvre es opuesta a la de Althus-
ser, en Italia no coincide la lectura de Negri con la de Napoleoni, en Asia chocan las lecturas del “marxismo
soviético” con Rubin o Zeleny. Colocar como criterio de especificación de versiones del marxismo una base
geohistórica genera yuxtaposición de posiciones encontradas, efectos falseadores y, más bien, desespeci-
ficación, justo cuando de lo que se trata es de la especificación que, invariablemente, necesita realizarse
desde un fundamento político-epistemológico. En este sentido, es preferible el concepto “marxismo clásico”
para nombrar la línea de pensamiento heredera de Marx que va de Lukács a Benjamin, incluyendo nombres
como los de Korsch, Pannekoek, Gramsci, Adorno, Marcuse, Sartre o Reich.
15
Helmut Reichelt, Zur logischen Struktur des Kapitalbegriffs bei Karl Marx, Friburgo, 2001.
16
Helmut Brentel, Soziale Form und ökonomisches Objekt: Studien zum Gegenstands- und Methodenver-
ständnis der Kritik der politischen Ökonomie, Westdeutscher Verlag, 1989.
13
Los claroscuros de la “nueva lectura” de El Capital en Alemania
17
Diethard Behrens, Gesellschaft und Erkenntnis, Friburgo, 1993.
18
Nadja Rakowitz, Einfache Warenproduktion. Ideal und Ideologie, Friburgo, 2000.
19
Dialektik der Werthform. Untersuchungen zur marxschen Ökonomiekritik, Ça ira, Friburgo, 1997.
20
Hans-George Backhaus, Materialien zur Rekonstruktion der Marxschen Werttheorie en Gesellschaft. Beiträge
zur Marxschen Theorie 11, Frankfurt a. M, Suhrkamp, 1978, S. 16-177.
21
En ese año se publicó en Alemania el texto que un quinquenio ulterior, se editó en español como La re-
construcción del materialismo histórico (Taurus, Madrid, 1981).
14
Luis Arizmendi
22
Hans-George Backhaus, Dialektik der Werthform, cap. 1, pp. 9-40.
23
Op. cit., pp. 41-64.
15
Los claroscuros de la “nueva lectura” de El Capital en Alemania
24
Op. cit., pp. 299-333.
25
Georg Lukács, Historia y conciencia de clase, Grijalbo, México, 1969, p. 89.
26
Hans-George Backhaus, op. cit., pp. 421-430.
16
Luis Arizmendi
el modo en que Marx lo hizo estallar–, Heinrich abre en una medida mucho mayor el
objeto de su cuestionamiento –y esto lleva a la segunda coordenada de su interven-
ción– porque propulsa la superación de la totalidad de vertientes que integran lo que
denomina “marxismo ideológico”. Un corpus discursivo que, integrando dentro de
sí al “marxismo soviético” la lectura socialdemócrata de Marx pero también las
Teorías marxistas del Imperialismo, se caracteriza por impulsar y elogiar, en una u
otra forma, lo que cabe llamar determinismo histórico27 y, desde ahí, la negación del
sujeto. Sin ser idénticos en su funcionalidad y sus proyectos, la historia de la moder-
nidad con el capitalismo es leída por esos discursos como el recorrido de un devenir
predefinido o decidido de antemano por leyes objetivas ineludibles e ineluctables,
frente y dentro de las cuales a los sujetos y los movimientos sociales no les queda más
que su admisión y, en el mejor de los casos, su aceleramiento. Desde el “marxismo
soviético” el determinismo histórico se impulsó bajo la figura de presuntas “leyes de la
dialéctica”, imperecederas y naturales, que sólo podrían ser verticalmente descifradas
y transcritas en líneas de acción por el Mesías (Stalin) y las cúpulas de los partidos
comunistas; con la lectura socialdemócrata del marxismo (en especial con Hilferding)
el determinismo histórico adquirió la forma del mito de una metamorfosis espontánea
e indetenible del capitalismo en socialismo, gracias al crecimiento de los bancos y
los monopolios; con las Teorías del Imperialismo se enunció que desde principios del
siglo XX el capitalismo se encontraba en su “fase superior”, marchando en la direc-
ción impostergable de su derrumbe. Aunque no alcanza a trazar suficientemente la
differentia specifica entre cada uno de estos discursos, Heinrich percibe incisivamente
que, en el siglo XX, con ellos “lo que se propagó no fue la crítica de la economía
política de Marx”, sino la metamorfosis que hizo del marxismo un mito o una idea,
esto es, una crítica acientífica que, desde el determinismo histórico, autodestruye o
cercena su criticidad, volviéndose, cuando no cómplice, al menos impotente ante el
poder establecido.
Según Heinrich –y esto nos lleva a la tercera coordenada de su intervención–,
constatar la inviabilidad de la identificación de El capital con el determinismo histórico
puede lograrse mejor cuando se aprovechan las tesis trazadas por el mismo Marx en
sus escritos originales. Ahora que ya se han editado, aunque sea sólo en alemán, los
27
Michael Heinrich, Crítica de la economía política. Una Introducción a El Capital de Marx, Escolar y Mayo
Editores, España, 2008, p. 42.
17
Los claroscuros de la “nueva lectura” de El Capital en Alemania
28
El proyecto MEGA se encuentra en la 3ª fase de su historia. La 1ª fase, con la que nace el proyecto de una
edición científica en ruso y alemán de las obras completas de Marx y Engels, fue fundada y dirigida por David
Riazanov –a quien Lunacharsky llamaba “indiscutiblemente el hombre más culto” del partido bolchevique–.
Desde 1924, junto con un equipo de especialistas designado por él, se encargó de la recopilación tanto de los
textos en diferentes idiomas publicados por Marx y Engels como de la totalidad de sus manuscritos inéditos.
Organizando el enorme quantum de textos, ensayos y cartas, diseñó las obras completas en 42 tomos. Riazanov,
que era un consistente consejista y que había cuestionado directamente la estructura partidaria propuesta por
Lenin calificando su “centralismo democrático” más bien de “fetiche antidemocrático”, no tuvo reparo en publicar
los manuscritos de la dura crítica de Marx a la Rusia zarista que son decisivos para abrir sólidas y penetrantes
líneas de conceptualización crítica del stalinismo y su geopolítica totalitaria. Por este atrevimiento, que revela la
radicalidad de la oposición entre la perspectiva de Marx y la personificación del despotismo asiático en forma
capitalista que Stalin significó, éste ordenó detener a Riazanov y lo condenó al exilio, hundiéndolo en una ominosa
situación de hambre, para después decretar su asesinato y el de toda su familia. Como si borrando de la faz de
la tierra el apellido Riazanov, el pensamiento crítico que simbolizaba pudiera eliminarse para siempre. De 1931
a 1935, Adoratskii, intentando darle continuidad a esa labor, publicó otros seis de los volúmenes preparados por
Riazanov, quien sólo tuvo oportunidad de dejar editados 11 de su proyecto de 42 tomos. Finalmente, bajo el
simulacro de ediciones “populares” codificadas para su autolegitimación, Stalin –constatando la veracidad de la
expresión de Maximilien Rubel que define a Marx como un “autor maldito en Rusia” (Marx y Engels contra Rusia,
Libera, Buenos Aires, 1965)–, canceló el proyecto MEGA y “depuró” sus obras, mandó encarcelar y condenar a
muerte a sus colaboradores, y, por si fuera poco, además ordenó desmontar todas las bibliotecas públicas. Casi
a la par, el nazismo detuvo el proyecto MEGA en Alemania. La 2ª fase empezó, a mediados de los setenta del
siglo pasado, bajo la cooperación de los Institutos de Marxismo-Leninismo de Alemania del Este y la URSS, con el
programa de una edición histórico-crítica que, mediante un aparato de notas que señala correcciones y variantes,
documentara todos los cambios que se realizaron en la elaboración de El Capital y sus diversas traducciones. Sin
embargo, con el derrumbe de la URSS y el auge antimarxista del postmodernismo, el proyecto volvió a quedar
inconcluso. A partir de una iniciativa del Instituto Internacional de Historia Social de Ámsterdam se crea, en 1990,
la Fundación Internacional Marx-Engels (Internationale Marx-Engels-Stiftung) que, reagrupando estudiosos de
múltiples países, ha dado vida a la 3ª fase del proyecto MEGA, con el objetivo de publicar ahora sí definitiva-
mente las obras completas de estos autores, en un plan editorial que casi triplica el original de Riazanov con un
programa de 114 volúmenes. La fundación viene realizando una labor de suma importancia que ha tenido como
uno de sus principales resultados la publicación de los manuscritos originales de Marx sobre los Libros Segundo
y Tercero de El Capital. De esa publicación deriva la polémica europea entre reconstrucción o deconstrucción
de El Capital, que Re-Reading Marx, New Perspectives after the Critical Edition (Palgrave Macmillan, 2009), de
Riccardo Bellofiore y Roberto Fineschi, aborda las más de cinco mil intervenciones de redacción efectuadas por
Engels en la edición del Libro Tercero, del que apuntó que varios pensamientos se registraron en statu nascendi.
18
Luis Arizmendi
Las mismas tres coordenadas desde las cuales puede valorarse la trascendencia
de la contribución de Heinrich para la “nueva lectura” de El Capital constituyen, a
la vez, los parámetros desde los que cabe especificar sus límites. Al especificarlos
puede reconocerse que su “nueva lectura de El Capital” se encuentra atravesada por
una doble línea reflexiva que, más que entrecruzarse en zigzag, tensa los argumentos
traspasándolos por sentidos teóricos contrapuestos y contrarios: por un lado edifica su
“nueva lectura” desde un creativo programa de superación del marxismo ideológico,
comprometido con el renacimiento de la Crítica de la economía política en el siglo
XXI; por otro, sobrepone o yuxtapone a esa línea argumentativa otra que, a partir
de convertir el programa de la Crítica de la economía política en una continuación
acrítica del proyecto de la economía política, invisibiliza y anula apotegmas centrales
del discurso de Marx para el desciframiento del capitalismo del siglo XXI.
Desde esta doble línea argumentativa, emergen tres límites cardinales que
demarcan la especificidad de la intervención de Michael Heinrich y permiten dar
cuenta de su horizonte global. En primer lugar, al impugnar la lectura historicista
que circunscribe la vigencia de El Capital exclusivamente al siglo XIX, Heinrich
introduce un negativo efecto giratorio que lo lleva del historicismo a la ahistoricidad
en la lectura de El Capital. Dicho de otro modo, a una concepción que instala una
destotalización heurística o un hiato entre ese magnum opus y el desarrollo de la
modernidad capitalista. En segundo lugar, iniciando esa desconexión esencial entre
teoría/realidad al posicionar el concepto de werthform como fundamento nuclear
de El Capital, sin embargo lo define de un modo que desvanece o desdibuja su fun-
damento material y –esto es lo más delicado–, desde ahí, desemboca en la pérdida
de la contradicción valor/valor de uso como núcleo de la crítica a la modernidad
capitalista en la Crítica de la economía política. Y, en tercer lugar, last but not least,
desaprovechando convertirse en el primer comentarista de los manuscritos originales
de Marx sobre el Libro Tercero, Heinrich redondea el impacto de su desconexión
19
Los claroscuros de la “nueva lectura” de El Capital en Alemania
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Luis Arizmendi
21
Los claroscuros de la “nueva lectura” de El Capital en Alemania
29
Michael Heinrich, “Relevance and irrelevance of marxian economics”, en New School Economic Review,
Volume 1(1), 2004, p. 55.
30
Michael Heinrich, Crítica de…, p-49.
31
Para la especificación histórica de la URSS como capitalismo despótico, Luis Arizmendi, “La globalización
como mito y simulacro histórico” (primera parte), en eseconomía no. 2, ESE-IPN, México, 2002, pp. 34-41.
22
Luis Arizmendi
32
Bo Gustafsson, Marxismo y revisionismo, Grijalbo, México, 1975. Para la crítica al neoarmonicismo hilfer-
dingniano y sus consecuencias, Henryk Grossmann, La ley general de la acumulación y del derrumbe del
sistema capitalista (Siglo XXI, México, 1984, pp. 389-399).
33
La crítica a las Teorías del Imperialismo se formuló como programa, por primera vez, a partir de la interven-
ción de Giovanni Arrighi en La Geometría del Imperialismo (Siglo XXI, México, 1978). Ese texto, que no se
conoce mucho en nuestro país, se caracteriza por sostener que la hegemonía estadunidense en la postguerra
derrumbó el explicandum de las teorías clásicas del imperialismo, reveló que según Arrighi, la existencia de lo
que Hobson denominó una “federación experimental y progresiva”, mostró que el imperialismo de ningún modo
constituyó la fase “superior” o última del capitalismo. Aunque pone al descubierto la crisis de ese explicandum, la
intervención de Arrighi, más sugerente en sus preguntas que en sus respuestas, se extravió y terminó unificando
de modo ecléctico a Hilferding con Braudel mediante su formulación de los ciclos sistémicos de acumulación,
con los que, desplazando al capital industrial, retroproyecta hacia el pasado la supuesta centralidad del capital
financiero para dar cuenta de los “largos siglos” de las hegemonías sucesivas de Italia, Holanda, Inglaterra y
EUA en El largo siglo XX (Akal, Madrid, 1999). Después de él pero antes que Michael Heinrich, desarrollando
desde México la Teoría de la Subsunción introducida en América Latina por Bolívar Echeverría, Alberto Carrillo,
en La noción de desarrollo capitalista en Marx (Tesis de Maestría, UNAM, Facultad de Economía, 1982), y, en
especial, Jorge Veraza, en Para la crítica a las teorías del imperialismo (Itaca, México, 1987), construyeron
consistentemente el cuestionamiento global a las Teorías del Imperialismo por obnubilar la periodización del
desarrollo del dominio capitalista que proviene de Marx.
23
Los claroscuros de la “nueva lectura” de El Capital en Alemania
rectores de sus tendencias como era de la historia social.34 Descifradas desde la ley
del valor, para Marx son dos leyes, la ley general de la acumulación capitalista y la
ley de la tendencia descendente de la tasa de ganancia, las que revelan la tendencia
epocal de la modernidad capitalista.
Cuando Heinrich define la especificidad epistemológica de El Capital como la
concepción de la estructura media ideal del capitalismo, acercando esta obra a los
neokantianos tipos ideales de Weber, no delimita la diferencia epistemológica esencial
entre Marx y Kant, absorbiendo a aquel bajo el mirador de éste. En este sentido, el
estatuto de criticidad universal de la Crítica de la economía política se establece a
costa de cancelar su unidad indisociable con la historicidad de la modernidad. La
consecuencia mayor de esa cancelación va a ser la invisibilidad de la ley general de la
acumulación capitalista y de la ley de la tendencia descendente de la tasa de ganancia
para descifrar la tendencia epocal del capitalismo y su vigencia en el siglo XXI. Es
decir que la adjudicación de universalidad sin historicidad a El Capital genera una
contrafinalidad ineludible: a la hora de propulsar su vigencia la formulación se auto-
revierte y regresa, por la puerta de atrás, la caracterización de la falta de vigencia de
sus leyes históricas.
Desde esta ambivalencia en la especificación epistemológica de El Capital, Hein-
rich debilita su caracterización del marxismo ideológico puesto que ella es igualmente
ambivalente. Sin perder el alcance de su crítica al determinismo histórico, el principal
lado débil de su definición del marxismo ideológico35 consiste en que, desespecifi-
cando la caracterización epistemológica de Engels de la historicidad de El Capital,
indebidamente le adjudica ser el fundador de su lectura historicista.36 Cuando, en su
34
“En sí y para sí, no se trata aquí del mayor o menor grado alcanzado, en su desarrollo, por los antagonismos
sociales que resultan de las leyes naturales de la producción capitalista. Se trata de estas leyes mismas, de
esas tendencias que operan y se imponen con férrea necesidad”. Karl Marx, Prólogo a la 1ª edición de El
Capital, Libro I, Vol 1, Siglo XXI, México, 1975, p. 7.
35
Sin que deba hacerse caso omiso de su identificación acrítica de Lenin con el marxismo-leninismo que, en
verdad, fue un mito diseñado por el stalinismo para justificar la mundialización de las estructuras de poder de
los partidos comunistas a partir de adjudicarle a la polémica estrategia del “centralismo democrático” un carácter
universal, aplicable a cualquier tiempo y país, cuando la estrategia de un partido vertical en el que los campesinos
siguen a los obreros y éstos a una vanguardia de “revolucionarios profesionales” sólo es comprensible como el
intento específicamente ruso, o sea para nada mundializable, que Lenin ensayó para resolver un problema de
fondo irresoluble: el de la construcción de una revolución socialista en un país atrasado y esencialmente campesino
a principios del siglo XX. Rudi Dutschke, Lenin, Tentativa de poner a Lenin sobre los pies, Icaria, Barcelona, 1976.
36
Michael Heinrich, op. cit., p. 47.
24
Luis Arizmendi
37
C. Marx y F. Engels, Obras Escogidas, Vol. I, Progreso, Moscú, 1980, p. 528.
38
La desmaterialización del valor lleva a la desmaterialización del plusvalor en Bernstein: “Para medir el valor se
necesita una serie de abstracciones (…) De esta manera, el valor (…) pierde todo contenido y se convierte en una
construcción meramente lógica… Por esta razón es obvio que en el momento en que el valor trabajo se vuelve
únicamente una fórmula lógica o una hipótesis científica, con mayor razón el plusvalor se convierte en una mera
fórmula”. Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia, Siglo XXI, México, 1982, pp. 142-143.
25
Los claroscuros de la “nueva lectura” de El Capital en Alemania
saben realmente lo que hacen”, pero eso no cancela que la abstracción que se juega al
definir la equivalencia entre productos mercantiles constituya una “abstracción real”.39
Sin embargo, pese a percibir la realidad de la abstracción, el acercamiento de la
Crítica de la economía política a un tipo ideal bloquea la asimilación suficiente del
fundamento histórico-material de la forma valor.
Desde Backhaus, el proyecto de “reconstrucción” de la obra de Marx ha estado
estructurado por un dualismo esencial compuesto por líneas de reflexión no sólo
disímiles sino contrapuestas, con las que, por un lado, efectivamente se trata de res-
tablecer la Crítica de la economía política a contracorriente de su destrucción reali-
zada por el “marxismo ideológico”, pero por otro, también se trata de reconstruirla a
contrapelo del mismo Marx. Sosteniendo que la confusión que desdibuja la diferencia
entre la economía política y su crítica la inició Marx, Backhaus va a debilitar tesis
trascendentales que, después de ser extraídas, conducirán a una desespecificación del
horizonte epistemológico de El Capital, contradictoriamente cuando se apuntaba a
su reconstrucción.
Al heredar a Backhaus, Heinrich continúa con ese proyecto e imprime su pro-
pia versión de ese dualismo. Su cuestionamiento al neopositivismo economicista
confronta certeramente la reducción del valor a una sustancia, esto es a un tiempo
laboral inmanente a las mercancías, independientemente de la relación entre sí, pero
yerra al plantear que esa reducción la incita Marx cuando define al trabajo abstracto
como desgaste natural de fuerza fisiológica laboral. Cuando Heinrich escinde dua-
listamente a Marx, de modo que contraviniendo la revolución científica que realiza
el Marx crítico presuntamente existe otro Marx continuador de la economía política,
desliza un quid pro quo que califica como naturalización de werthform40 lo que, más
bien, constituye la especificación del contenido material que permite y efectiviza su
funcionamiento. Ciertamente, el trabajo abstracto abre una “relación de validez” de
mercancías disímiles para alcanzar su equivalencia, pero esto de ningún modo significa
que la objetividad abstracta que integra la forma valor surja ex novo, es decir de la
nada, al margen de toda determinación material del proceso de reproducción social.
Fue Bolívar Echeverría quien reveló que el contenido de la forma valor reconfigura
e hipostasia una determinación ya contenida en la forma concreta del proceso de
39
Michael Heinrich, op. cit., pp. 63-64.
40
Ibid., pp. 66-67.
26
Luis Arizmendi
41
Bolívar Echeverría, El discurso crítico de Marx, Era, México, 1986, pp. 79-80 (subrayados propios).
42
Antes de Marx las posiciones de la economía política se definían mediante dos polos en choque que unilateralizan
la concepción del valor. Reducir el valor a su sustancia, a un tiempo de trabajo privado contenido en las mercancías,
constituyó la peculiaridad de la teoría de Ricardo –cuyos contenidos frecuentemente son los que se le atribuyen a
Marx, desespecificando su teoría especialmente en el debate de la transformación de valores en precios–. El mirador
clásico pero fundado en la propiedad privada de Ricardo le impidió ver al tiempo de trabajo social, por eso, usó la
denominación “valor absoluto”. Implicando el absurdo de que entre más prolongada o enlentecida fuera la producción
de un objeto mercantil, más productos de otro tipo se podrían obtener en su intercambio. Resaltar ese absurdo
para oponerse al sustancialismo ricardiano fue la clave de la posición con que Bailey promovió el fenomenismo,
promulgando que el valor sólo existe como valor de cambio, o sea que únicamente existen intercambios mercantiles
sostenidos en proporciones regidas por el azar. Con este profundo retroceso la economía política vulgar condujo al
abandono del trabajo como fundamento del valor, preparando la muerte de la economía ricardiana que llevó al giro
hacia la teoría del valor-consumo con el marginalismo. Marx introdujo una revolución en la concepción del valor al
cuestionar la unilateralización contenida tanto en el sustancialismo como en el fenomenismo de la economía polí-
tica. De ningún modo, en su mirador persisten restos de economía política. Bolívar Echeverría, op. cit., pp. 89-96.
27
Los claroscuros de la “nueva lectura” de El Capital en Alemania
Con ella, desde la producción invidente o sin plan, sujetos atomizados generan un
tiempo de trabajo abstracto, es decir un desgaste físico-intelectual de energía laboral
en general específicamente efectuado por propietarios privados, como sustancia
del valor que, mediante el lanzamiento del objeto mercantil a la esfera comercial en
el marco de un proceso siempre incierto, explora ser reconocida como socialmente
necesaria obteniendo, de lograrlo, forma de expresión. Esto significa que la sustancia
de valor es sólo la premisa, condición imprescindible pero siempre insuficiente de la
forma valor (werthform), ya que el valor sólo se realiza si alcanza forma de expresión
(form des werths). Si el objeto mercantil es tratado como socialmente innecesario, si
nadie está dispuesto a adquirirlo, la sustancia de valor es desvalorizada y, por tanto,
destruida con la inutilización del producto. Si ese objeto es reconocido como social-
mente necesario y, por tanto, consigue adquirir forma de expresión como valioso
para el cambio, viene una redefinición, anónima pero efectiva, para determinar no
de acuerdo con el tiempo de trabajo privado sino según el tiempo de trabajo social
medio la proporcionalidad del intercambio. En consecuencia, sin la sustancia, tanto
la magnitud como la forma de expresión del valor serían sencillamente imposibles.
La sustancia del valor constituye condición funcional interna sine qua non para la
existencia de werthform.
En la historia de la discusión internacional en torno al trabajo abstracto como
sustancia del valor ha existido un triple desvirtuamiento: 1) la identificación, plan-
teada por Sombart y Bernstein, del trabajo abstracto como una abstracción puramente
teórica –lo que anula la realidad de su abstracción–; 2) la identificación, formulada por
Bogdanov y Diehl, del trabajo abstracto como trabajo simple –lo que es cancelarlo al
confundirlo con una forma del trabajo concreto–, y 3) la identificación, introducida por
Kautsky, del trabajo abstracto como desgaste natural de fuerza laboral. En la historia
de la polémica internacional no fue Marx sino Kautsky quien, suprimiendo la sustancia
del valor como condición interna de una forma histórica exclusivamente funcional
en sociedades privatizadas, fundó la definición naturalista del trabajo abstracto.43
Lo más delicado consiste en que posicionar pero cercenadamente werthform
como piedra angular de la Crítica de la economía política, esto es, desde una rede-
finición asustancialista, funciona como un espejo con el que, a través de un rodeo,
43
Isaac Illich Rubin cuestiona muy bien los dos últimos desvirtuamientos del trabajo abstracto en su clásico
Ensayo sobre la teoría marxista del valor (Cuadernos de Pasado y Presente, México, 1982, pp. 185-186).
28
Luis Arizmendi
44
Bolívar Echeverría, “Comentario sobre el punto de partida de El Capital” y “Valor y Plusvalor”, op. cit., pp. 64-101.
29
Los claroscuros de la “nueva lectura” de El Capital en Alemania
45
“Todo lo posible parece tener un precio –mercancías, servicios, trabajo, dinero, bienes muebles y terrenos– y
a un mayor número de medios de circulación se llama sin diferencia dinero: cambio, bienes, certificados banca-
rios, dinero en papel estatal y oro… La esencia debe aparecer, pero como aparece, no es la esencia: aparece
en forma invertida. En este sentido, Marx puede hablar de que la apariencia o forma oculta objetivamente las
relaciones sociales… La aplicación de la pareja de conceptos esencia y apariencia lleva a la transformación
de la teoría del valor en una teoría del dinero”. Hans-George Backhaus, “La crítica de la economía política”,
en revista Nueva Política, Vol. II, no. 8, 1980, pp. 243, 248 y 253.
30
Luis Arizmendi
de Marcel Mauss46 y Maurice Godelier47 con Engels y Marx–,48 más bien, descifran
la respuesta de las sociedades de escasez al surgimiento de la propiedad privada que
se activa como estrategia propiamente espontánea de sobrevivencia, dando pie a la
formación del mercado internacional. La mercancía y consigo la enajenación que
le es concomitante de ningún modo surge hasta la modernidad capitalista, aunque
no puede volverse universal y fundamento de una enajenación global hasta que se
desarrolla subordinada a ella. El mercado internacional tiene su origen desde la
Antigüedad, en el Mediterráneo en torno a Grecia y Roma. Pero en las sociedades
premodernas, las formas del valor acompañan y se insertan en formas históricas
de dominación no mercantiles. Sirven como medio de conexión entre Occidente
y Oriente de civilizaciones basadas en diferentes modalidades históricas de la
propiedad privada, a la vez que, especialmente en Occidente, sin ser preponderantes
pero tampoco secundarias o irrelevantes, son funcionales al desarrollo de formas de
dominación precapitalistas.49 Calificar El Capital como un tipo ideal de capitalismo
46
Marcel Mauss, Ensayo sobre el don. Forma y función del intercambio en las sociedades arcaicas, Katz
Editores, Buenos Aires, 2009.
47
Maurice Godelier, Antropología y Economía, Barcelona, Anagrama, 1976.
48
Hans-George Backhaus, op. cit., p. 235.
49
A la hora de conceptualizar y diferenciar los proyectos de esclavitud en la Antigüedad desde El origen de la
familia, la propiedad privada y el Estado de Engels y los Apuntes etnológicos de Karl Marx (Siglo XXI, México,
1988) –en los que se sustenta aquel texto de Engels–, puede distinguirse el proyecto de una esclavitud do-
méstica propia del periodo homérico –en el que las formas del valor aún no desmontan el fundamento agrícola
sedentario de la gens y, por tanto, las esclavas, como se describe en La Odisea, se remiten a cumplir funciones
de sirvientas–, del proyecto de una esclavitud artesanal-comercial o ateniense –en el que el desarrollo de las
formas del valor funda el mercado internacional, de modo que los esclavos se concentran en la pólis, no en el
campo, y se les explota específicamente para generar una diversidad de productos que se lanzan al mercado
mediterráneo pero con el objetivo no de producir ganancias y acumular capital sino de incrementar la riqueza
concreta de sus amos–. Lo peculiar de este segundo proyecto consiste en que sin ser dueños de su fuerza
de trabajo, de la que más bien otros son propietarios, los esclavos producen desde la ciudad para el mercado
internacional, dentro de una forma histórica en que las formas del valor se insertan y son funcionales a formas
sociales de dominación no mercantiles. Más aún, cabe diferenciar la esclavitud agrícola inespecífica o esparta-
na –en la que, sin dejar de existir un régimen sumamente violento, se conceden casa, medios de producción,
bienes y hasta la oportunidad de procrear familia a los esclavos, a cambio de rendir plusproducto agrícola no
mercantil al Estado, ya que son propiedad pública y no de un señor–, de la esclavitud agrícola específica o
romana –en la que, como resultado de un Estado militarista, se constituyen amplios latifundios, no comerciales,
que obtienen su fuerza de trabajo de la esclavización no de miles sino de millones de prisioneros de guerras
de conquista–. Aunque con esta última los esclavos no producen ante todo para el mercado mediterráneo, son
movilizados en cantidades masivas a través de sus circuitos de compra/venta internacionales, de modo que
las formas del valor son funcionales a la esclavitud romana. El centro internacional del comercio de esclavos
con Roma radicaba en Delos, que, desbordando los 4 mil esclavos al año que arribaban a Atenas, en sus mo-
mentos cumbre comerciaba diariamente 10 mil esclavos. Las formas del valor erosionan en tal magnitud la vida
31
Los claroscuros de la “nueva lectura” de El Capital en Alemania
social que, destruyendo el fundamento del comunismo arcaico, impulsan la mercantificación de la tierra –cuyo
surgimiento describe Hesíodo en Los trabajos y los días–, pero desde ella, en Roma, a diferencia de Grecia,
se propulsa la esclavización de ciudadanos libres sin que el Estado le ponga un límite legal. En el marco de la
esclavitud romana, el dinero está ahí como equivalente general que dinamiza la circulación de la riqueza, pero
al servicio de una forma de enriquecimiento centrada en una lógica no mercantil. Como puede constatarse des-
de esta interpretación de los textos de Marx y Engels, cuando conceptualizan la historicidad de las formas del
valor son enteramente concientes de que en su desarrollo concreto sucede su ininterrumpido entrecruzamiento
con formas sociales no mercantiles. De ningún modo retroproyectan hacia el pasado principios de cosificación
propios de la modernidad capitalista.
Antes del surgimiento de las sociedades antagónicas, en el curso del paleolítico, el entrecruzamiento de las
formas simple, total y general del valor con las formas comunitarias provoca que el principio del intercambio
mercantil entre y salga del escenario del mundo social arcaico sin conseguir consolidarse. Contradictoriamente,
es funcional al intercambio entre comunas, a la vez, que erosiona su fundamento centrado en el valor de
uso. En ese proceso, la equivalencia, a contrapelo de la retroproyección que Backhaus le atribuye a Marx,
no puede desplegarse más que como una tendencia siempre aproximativa e inestable. Al llegar el desarrollo
técnico a un punto que multiplica el excedente vuelve imprescindible, para dinamizar el juego de intercambios,
el origen de la forma dinero. La consolidación de esta forma, que la esclavización necesariamente propicia
con Grecia y Roma, va a suceder invariablemente manchada con sangre.
En conclusión, en la sección 1ª de El Capital al dar cuenta de la historicidad de las formas del valor, desde la
forma simple hasta la forma dineraria e, incluso, hasta la forma dinero mundial, para descifrar el fundamento
histórico-material que propicia el surgimiento de la mercancía y la tendencia que su desarrollo conlleva a
la formación del mercado internacional, Marx tiene que indagar la forma valor en términos de su desarrollo
general sin yuxtaponerla con su desarrollo específico singular, lo que no significa que desconozca la marcha
de sus complejos entrecruzamientos con formas sociales no mercantiles. Esta conceptualización la he plas-
mado como parte de un trabajo que aún no he publicado cuyo título es El antievolucionismo de Marx y Engels.
32
Luis Arizmendi
50
Michael Heinrich, op. cit., pp. 132-138.
51
Roman Rosdolsky fue el primero en saber resaltar la teoría de Marx sobre el salario relativo, Génesis y
Estructura de El Capital de Marx, Siglo XXI, México, 1978, pp. 329-332.
33
Los claroscuros de la “nueva lectura” de El Capital en Alemania
52
Prólogo a la 1ª edición alemana de El Capital, Libro I, vol. 1, Ed. Siglo XXI, México, 1975, p. 7.
34
Luis Arizmendi
53
Justo por la polémica implícita que contiene con la perspectiva braudeliana, no es casual que Bolívar
Echeverría expusiera este trend secular en una conferencia que impartió, al lado de Giovanni Arrighi, en
el Fernand Braudel Center en Nueva York. Véase la traducción que realicé, junto con Vianey Ramírez, de
“Renta Tecnológica y Capitalismo Histórico” (publicada originalmente en la revista de la que soy director,
Mundo Siglo XXI no. 2, CIECAS, IPN, México, 2005, pp. 17-20 y luego, con el título “Renta Tecnológica y
Devaluación de la Naturaleza” en su libro póstumo Modernidad y blanquitud, Era, México, 2010, pp. 35-41).
Para poner al descubierto todos sus alcances, esa fundamentación requiere unificarse triangularmente con
las tesis contenidas en el apéndice de Circulación capitalista y reproducción de la riqueza social (coedición
UNAM/Nariz del Diablo, Ecuador, México, 1995, pp. 96-101) y los últimos pasajes del ensayo “Clasificación del
plusvalor” de El Discurso crítico de Marx (Era, México, 1986, pp. 125-136).
54
Contrariando la afirmación con la que Heinrich cree que “el aumento tendencial del ejército de reserva supuesto
por Marx no se puede fundamentar de manera rigurosa” (op. cit., p. 136), la existencia de más de un cuarto de
millón de slums, es decir, de áreas urbanas hiperdegradadas, que conforman auténticos agujeros de degrada-
ción social como ciudades-miseria, se ha instalado y expandido tanto en el ex Segundo Mundo como en el ex
Primer Mundo, no sólo en lo que se conoció como Tercer Mundo el siglo pasado: es una prueba inapelable de
que constituye una peculiaridad del siglo XXI la mundialización de la pobreza. He abordado esa peculiaridad
histórica en “Concepciones de la pobreza en la fase del colapso del capitalismo neoliberal”, incluido en Verónica
Villarespe (Coord.), Pobreza: concepciones, mediciones y programas, IIEc, UNAM, 2010, pp. 15-30.
35
Los claroscuros de la “nueva lectura” de El Capital en Alemania
55
Paul Sweezy, Teoría del Desarrollo Capitalista, FCE, México, 1984, pp. 109-122; Joan Robinson, Introducción
a la economía marxista, Siglo XXI, México, 1986, pp. 57-64.
56
Roman Rosdolsky, op.cit., pp. 440-454.
57
“Si el número de fuerzas de trabajo disminuye (…), en algún momento disminuye también la masa de
plusvalor producida… Una masa de plusvalor decreciente sólo indica con seguridad una caída de la tasa de be-
neficio si el capital global (…) no cae a su vez… Si el capital constante no aumenta tanto como para igualar
la reducción del capital variable, entonces disminuye el capital global adelantado… Tenemos una masa de
plusvalor decreciente con capital decreciente. El que caiga la tasa de beneficio depende de qué caiga más
36
Luis Arizmendi
rápido, la masa de plusvalor o el capital adelantado. Si cae más rápido la masa de plusvalor, baja la tasa de
beneficio; si cae más rápido el capital adelantado, sube la tasa de beneficio, a pesar de la disminución de la
masa de plusvalor… Eso no significa que la tasa de beneficio no pueda caer, es perfectamente posible que
caiga, pero también puede aumentar… Al contrario de lo que Marx pensaba, no podemos partir de una ley
de la caída tendencial de la tasa de beneficio”. Michael Heinrich, op. cit., p. 157-158.
58
En los Grundrisse, Marx demuestra que la inevitabilidad del crecimiento del capital constante proviene de que el
progreso tecnológico tiene que ser sistemáticamente más poderoso para generar un ascenso efectivo aunque
cada vez más problemático de la tasa de plusvalor. La profunda divergencia que en la modernidad capitalista existe
entre la productividad concreta y la productividad abstracta funda la tendencia a una valorización crecientemente
ascendente pero gradualmente menor, ya que, el acrecentamiento del poder de las fuerzas productivas incrementa
el plusvalor, pero el plusvalor nunca crece en la misma medida en que aquellas incrementan su poder. Por ejemplo,
si se duplica la productividad concreta y concomitantemente se reduce a la mitad el valor necesario, correspondiente
al salario obrero, el plusvalor de ningún modo se duplica, sólo se acrecienta absorbiendo la otra mitad de lo que
previamente era valor necesario. En consecuencia, mientras mayor sea la tasa de plusvalor con anterioridad a la
multiplicación del poder de las fuerzas productivas, mayor dificultad tendrá el capital para incrementar esa tasa.
Contrariando la visión de Heinrich, la tendencia del progreso tecnológico de la modernidad capitalista exige un
sistemático crecimiento del capital constante para contrarrestar la tendencia a una valorización crecientemente
ascendente pero gradualmente menor. Karl Marx, Grundrisse, Libro 1, Siglo XXI, México, 1982, pp. 276-282.
59
Heinrich no diferencia el análisis de la relación de transfiguración entre tasa de plusvalor y tasa de ganancia
que se efectúa en el cap. 3º y la sección 3ª del Tomo III de El Capital. Demostrando la irresolución de esa
relación en el máximo ponente de la economía clásica, Marx muestra que una doble ambivalencia atraviesa la
concepción de Ricardo en torno a la tasa de ganancia. En primer lugar, Ricardo reconoce y desconoce la existencia
del plusvalor. Lo reconoce cuando explica a la clase dominante moderna el concepto ganancia, puesto que
de esa concepción derivan pautas de acción para desarrollar al dominio capitalista. Lo desconoce cuando
explica el concepto salario, puesto que mistifica para la clase dominada moderna la explotación definiendo
este ingreso como pago por todo el trabajo realizado. En segundo lugar, incluso cuando reconoce la explota-
ción, Ricardo de todos modos introduce una mistificación: como identifica la tasa de plusvalor con la tasa de
ganancia, escamotea el reconocimiento de la auténtica magnitud de la explotación de la que es objeto la clase
trabajadora moderna. Como mide la relación del plusvalor con el capital variable, no con el capital total como le
37
Los claroscuros de la “nueva lectura” de El Capital en Alemania
corresponde a la tasa de ganancia, la tasa de plusvalor es sistemáticamente mayor a aquella. Esa diferencia
es la que Ricardo desconoce. Ahora bien, la incoherencia de Ricardo es coherente porque los dos sentidos
de su ambivalencia se complementan para desarrollar el dominio capitalista. Una concepción científica de la
relación entre estas tasas en la Crítica de la economía política necesitaba ser firmemente coherente. Cons-
truir esa coherencia llevó a Marx a elaborar un doble análisis: un análisis puramente matemático o sincrónico
–esto es, sin cronos o devenir histórico– y un análisis diacrónico o tendencial de la relación entre las tasas
de plusvalor y ganancia. Dedicó el cap. 3 a su análisis sincrónico, demostrando que ambas tasas pueden
variar en el mismo sentido o en sentidos contrarios, así como en muy diversas proporciones, conforme varían
sus elementos constitutivos. Mientras que la sec. 3ª presenta el análisis diacrónico descifrando la tendencia
descendente de la tasa de ganancia como expresión transfigurada de la tendencia ascendente de la tasa de
plusvalor. Heinrich invisibiliza la diferencia y complementariedad crítica de estos análisis de distintos órdenes
por vaciar de historicidad el magnum opus de Marx.
38
Luis Arizmendi
de estos monopolistas”. Y, más aún, con la invención del Imperialismo como una fase,
para deslizar la justificación del determinismo histórico que anuncia un presunto colapso
indetenible, cuando “el interés global capitalista a nivel internacional por medio de la
presión económica, política y militar (…) no es un estadio particular en la evolución del
capitalismo”. De modo que, “lo que Lenin pretendió que fuera una continuación
del análisis de Marx tiene como resultado algo que ya no tiene casi nada que ver con su
crítica de la economía política”.60 Después de todas estas disquisiciones que constituyen
un significativo paso adelante, Heinrich titubea, formula una contradictio in objecto
y da un significativo paso atrás. Contraviniendo antitéticamente su cuestionamiento a
las Teorías del Imperialismo, reintroduce, pero sin nombrarlas, la tesis central de ellas
respecto de la existencia de una presunta discontinuidad histórica entre el siglo XIX
y el siglo XX que suscitó una mutación esencial para el capitalismo. Enarbolando esa
discontinuidad Hilferding, con su tesis en torno al imperialismo monopolista, enunció
la caducidad de la ley de valor y Lenin continuó en esa línea, pero sin formular de
modo explícito el ineludible reemplazo de la ley de la tendencia descendente de la tasa
de ganancia que esa caducidad de modo implícito presupone. Fueron Baran y Sweezy
quienes redondearon las Teorías del Imperialismo diseñando su reemplazo por la ley del
excedente creciente del capitalismo.61 Resulta paradójico que, pese a la crítica directa a
Sweezy, a través de un rodeo, Heinrich recaiga en su perspectiva. En conclusión, luego
de entrecruzarse, estas dos líneas de pensamiento dejan de hacerlo y, conformando
la peculiaridad de la reedición de las Teorías del Imperialismo en la versión Michael
Heinrich, terminan yuxtaponiéndose para desembocar en una contradictio in subjecto
que provoca el colapso de su proyecto heurístico cuando afirma: vigencia de la ley del
valor y del capitalismo medio ideal, pero caducidad tanto de la ley general de la acu-
mulación capitalista como de la ley de la tendencia descendente de la tasa de ganancia
o, lo que es lo mismo, actualidad inactual del concepto capitalismo de El Capital.62
60
Michael Heinrich, op. cit., pp. 219-220.
61
Paul Baran y Paul Sweezy, El Capital monopolista, Siglo XXI, México, 1986, pp. 47-66. Jorge Veraza es
quien ha dado cuenta consistente y puntualmente de las desventuras de la negación de la ley de la tendencia
descendente de la tasa de ganancia en las Teorías del Imperialismo. Véase su libro Para la crítica del Teorías
del Imperialismo, op. cit.
62
Desde la reedición de la discontinuidad histórica en el capitalismo, Heinrich se ve obligado a retroproyectar
esta explosiva contradictio in subjecto hacia el siglo XIX. Caracteriza, entonces, la teoría de la crisis de Marx
por una actualidad inactual no hasta el siglo XX sino desde su origen. Evidenciando su retroceso hacia las
Teorías del Imperialismo y contraviniendo su formulación de werthform y el capital industrial como fundamento,
39
Los claroscuros de la “nueva lectura” de El Capital en Alemania
Heinrich reposiciona al capital bancario como centro o, para decirlo en sus términos, como “instancia directiva
de la economía capitalista”. Desde ahí, desaprovecha tener al alcance los manuscritos originales de los Libros
II y III leyéndolos como la presunta prueba de que la teoría de la crisis de Marx es inconsistente desde su
nacimiento, supuestamente, debido a que dejó el análisis del sistema bancario y creditico más allá de
su proyecto crítico. Op. cit., pp. 168-178 y “Engels’ Edition of the Third Volume of Capital and Marx’s Original
Manuscript”, Science & Society, Vol. 60. No. 4, Winter 1996-1997, 452-466.
La compleja dialéctica entre sobreproducción y sobrefinanciamiento que, como coautores orgánicos de
la sección 5ª del Libro III, descifran Marx y Engels es, así, desafortunadamente invisibilizada. Heinrich hizo
esto justo en la antesala de la crisis mundial contemporánea que está constatando su vigencia. A diferencia
de la dislocación entre la teoría de la crisis y la ley de la tendencia descendente de la tasa de ganancia que
fundó Hilferding –llevándose el fundamento de aquella a una inadecuada proporcionalidad en la producción
sectorial que sería contrarrestable por la planificación al interior del “capitalismo organizado”–, la dislocación que
realiza Heinrich pretende mantener cierta conexión entre las teorías de la crisis y la sobreproducción. Pero
su conexión, aunque bajo otra forma, reposiciona con el capital bancario el centro de mando del capitalismo
en la circulación. Es la consecuencia final de su teoría monetaria de werthform o, mejor dicho, de una teoría
que ha perdido la centralidad de la contradicción valor/valor de uso como núcleo de la crítica al capitalismo.
Al interior del debate alemán en torno a El Capital, no es casual que Elmar Altvater, quien tiene una versión
propia del valor de uso como su plataforma, sin introducir choque con los manuscritos preparatorios originales
ni enfrentar a Engels con Marx, realice una lectura contrapuesta a la de Heinrich. Por la indudable importancia
de su contribución en torno a la vigencia de El Capital en el siglo XXI, debido a que conceptualiza con base
en la sec. 5ª del Libro III la dialéctica entre sobreproducción y sobrefinanciamiento y, a partir de ahí, analiza,
incisiva y pedagógicamente, las crisis financieras desde de la crisis de la deuda del Tercer Mundo hasta la
crisis actual, traduje su ensayo “Análisis crítico de la crisis financiera global” (Mundo Siglo XXI no. 20, CIECAS-
IPN, México, 2010, pp. 27-37).
63
Michael Heinrich, op. cit., p. 173-174.
40
Luis Arizmendi
41
Los claroscuros de la “nueva lectura” de El Capital en Alemania
64
Formulé una periodización de cuatro revoluciones tecnológicas entrecruzadas con cuatro grandes crisis
para conceptualizar la historia económica de la mundialización capitalista en “Modernidad y mundialización”,
economía siglo XXI no. 1, ESE, IPN, México, 1998, pp. 42-55.
65
Michael Heinrich, op. cit., pp. 128-132.
66
“Más que la idiosincrasia de un imperio, el ‘americanismo’ ha sido el imperio de una ‘idiosincrasia’: la del
ser humano cortado a imagen y semejanza de la mercancía-capital. El ‘americanismo’ no es una caracte-
rística identitaria de la nación ‘americana’ que haya sido impuesta en el planeta por los Estados Unidos de
América, sino un modo peculiar de vida civilizada que ‘se sirvió’ casualmente de la historia y la ‘sustancia’
norteamericanas para alcanzar su universalización… ‘Globalizada’, omnipresente, la ‘modernidad americana’
inunda desde todos lados el mercado mundial… Así como ‘lo alemán’ no basta para explicar causalmente la
realidad del nazismo, así también ‘lo (norte)americano’ resulta insuficiente para dar cuenta de la figura histórica
más radical de la modernidad capitalista… Si examinamos lo que distingue la modernidad ‘americana’ de la
modernidad europea –de la que es un desprendimiento histórico independiente–, su rasgo peculiar parece
estar en la disposición total o irrestricta a asumir el hecho del progreso... La entrega incondicional de la vida
norteamericana a la marcha automática del progreso implicaría esencialmente una clausura estructural de la
experiencia cotidiana frente a las determinaciones provenientes del pasado y del futuro… Una indiferencia lo
mismo frente a los compromisos históricos objetivados o cristalizados en el mundo de la vida…, que frente a
las expectativas proyectadas hacia el futuro desde la vida actual de la sociedad… Con la modernidad ‘ameri-
cana’…, la resistencia del ‘valor de uso’ al ‘valor’ mercantil se encuentra completamente desarmada… Fueron
pocos quienes advirtieron al `principio que tras la ingenua prepotencia con la que comenzó a exhibirse la ‘hybris
americana’ se escondía el triunfo catastróficamente peligroso de la contrarrevolución”. Bolívar Echeverría, La
americanización de la modernidad, Era, México, 2008, pp. 33-34, 36, 38-39 y 42.
42
La trascendencia de la lectura de
El Capital de Bolívar Echeverría
para América Latina
I
Estado autoritario y reconfiguración
del planetary management en la entrada al siglo XXI
1
Bolívar Echeverría, El discurso crítico de Marx, Era, México, 1986.
2
Arthur Rimbaud, Matinée d´ivresse, en Íd., Poesías Completas, Catédra, Madrid, 1996.
3
David Thomson, The era of Violence, Cambridge University Press, Cambridge, 1960.
4
Gianni Moriani, Il secolo dell´odio, Conflitti razziali e di clase nel Novecento, Marsilio, Padua, 1999.
5
Bolívar Echeverría, “Benjamin, la condición judía y la política”, ensayo introductorio a su propia traducción
de Walter Benjamin, Tesis sobre la Historia y otros fragmentos, Ediciones desde abajo, Colombia, 2010, p. 12.
43
La trascendencia de la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría para América Latina
44
Luis Arizmendi
6
Hannah Arendt, Los Orígenes del Totalitarismo, Taurus, España, 1974.
7
Originalmente, Bolívar Echeverría realizó, en 1980, la traducción del alemán de este relevante ensayo de
Horkheimer, que era prácticamente desconocido en América Latina, para la revista Palos de la crítica, no. 1,
México, 1980, p. 112-135. Ulteriormente, se reeditó, en 2006, con una profunda Presentación suya.
8
Refiriéndose a la URSS como economía explotadora de plusvalor, Horkheimer afirmaba: “la forma más
consecuente del Estado autoritario, la que se ha liberado de toda dependencia respecto del capital privado,
es el estatismo integral o socialismo de Estado… Los países fascistas constituyen en cambio una forma mixta.
También aquí, ciertamente, se extrae y se distribuye el plusvalor bajo el control estatal, aunque sigue fluyendo
todavía en grandes cantidades, bajo el antiguo nombre de ganancia, hacia los magnates de la industria y
los terratenientes… En el estatismo integral (…) los capitalistas privados son eliminados… El capitalismo de
Estado es el Estado autoritario del presente”. Estado autoritario, Itaca, México, 2006, pp. 45-46 y 31.
45
La trascendencia de la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría para América Latina
9
Ibid., p. 33.
10
Ibid., p. 29.
46
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47
La trascendencia de la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría para América Latina
sujeto social expropiado, negando otras posibilidades como rebelarse o morir, toma
posición y opta por asumirse como mercancía fuerza de trabajo, autoconduciéndose a
la explotacion laboral. Desplegando espontáneamente, así, como estrategia elemental
de sobrevivencia, es decir como plataforma histórico-material del ethos moderno,
una peculiar complicidad e integración de los dominados contemporáneos con la
modernidad capitalista.11
Sobre este atrevido desciframiento de la violencia económico-anónima como pla-
taforma permanente del sistema de convivencia global capitalismo, Bolívar Echeverría
desarrolló su conceptualización crítica del trend secular, es decir de la tendencia histó-
rica de largo plazo, que deriva de la modernidad capitalista. En este sentido, subrayó
que la dinámica epocal de la mundialización capitalista atraviesa por formas liberales
en las que el Estado interviene de modo efectivo como contrapeso ante la violencia
económico-anónima estructural de la acumulación pero que, en la medida en que el
capitalismo, desde la combinación cada vez más esquizoide de progreso y devastación,
desde el entrecruzamiento de modernización continua de la técnica planetaria y destruc-
ción creciente de los fundamentos social-naturales de la vida, apunta no sólo a generar
crisis económicas ciclícamente más agudas, sino que ha conducido éstas a desembocar
ya en una crisis civilizatoria sin precedentes, tiende a llevar la violencia capitalista à la
limite reeditando al Estado autoritario aunque bajo formas reconfiguradas que no operan
como la modalidad que Horkheimer denunció para el siglo anterior.
11
No es casual que sea en su obra dirigida precisamente a cuestionar el mito del progreso, Las ilusiones
de la modernidad, donde Bolívar Echeverría introduce esta radical reconceptualización de la violencia como
fundamento permanente de la modernidad capitalista. Lo que en la versión de 1989 de sus “Quince tesis
sobre modernidad y capitalismo” (publicada en Cuadernos Políticos no. 58) constituía la Tesis 11, en la versión
publicada en su obra Las ilusiones de la modernidad consituyó la Tesis 10, demostrando que la differentia
specifica en la violencia como fundamento de la esclavitud antigua y la esclavitud moderna reside, precisamente,
en que mientras aquella conforma una violencia política-concreta, donde es inmediatamente identificable el
dominador que la ejecuta y ejerce, ésta última adquiere forma y singularidad como violencia económico-
anónima. Esto le permite dotarse a sí misma de un dispositivo de “invisibilización” u ocultamiento porque en tanto
no la ejerce nadie sino el mercado, en tanto no tiene rostro pero surge una y otra vez de la estructra económica
del capitalismo, pareciera no existir. En palabras de Bolívar Echeverría: “la paz generalizada es imposible
dentro de una sociedad construída a partir de las condiciones históricas de la escasez… La creación de la
zona pacificada (el simulacro de paz interna generalizada) sólo puede darse cuando –además de los aparatos
de represión– aparece un dispositivo no violento de disuasión capaz de provocar en el comportamiento de los
explotados una reacción de autobloqueo… En el esclavo antiguo (…) la violencia implícita en su situación sólo
estaba relegada o pospuesta; la violación de su voluntad de disponer de sí mismo estaba siempre en estado
de inminencia… A la inversa, en el esclavo moderno (…) la violencia implícita en su situación está borrada”.
Las ilusiones de la modernidad, El Equilbrista/UNAM, México, 1995, pp. 177 y 179.
48
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49
La trascendencia de la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría para América Latina
El triunfo de las “democracias occidentales”, primero, sobre la versión nazi del capitalismo
de Estado y, después, con la “guerra fría” (que comenzó curiosamente con el fuego atómico
de las explosiones en Hiroshima y Nagasaki y en la que no faltaron otros momentos de
“alta temperatura”) sobre la versión soviética del mismo, pareció haber clausurado defini-
tivamente esas vías posibles del Estado autoritario… Corregida después de los sucesos, la
proyección de Horkheimer puede resultar válida. Puede decirse que, en esta vuelta de siglo,
después de la bancarrota catastrófica de la época “neoliberal” del capitalismo –cuando
éste recobró su antiliberalismo profundo, despidiéndose de la respuesta keynesiana (…)–,
es innegable que la imposición arbitraria de una diferenciación del “valor del trabajo” en
el “mercado globalizado” en marcado detrimento de los trabajadores “no civilizados” se
acerca a su manera a la “superación” del mercado de trabajo”...12
Cada vez más autores coinciden en la idea expuesta por Carl Amery (…),14 de que
Hitler, el vicario de la escasez, habrá sido el verdadero “precursor” del siglo XXI.15
Si damos el paso que sigue desde esa óptica, debería decirse que, subordinando al
grueso de Estados del orbe, sin todavía conformarse redondamente en un conjunto de
12
Presentación a Estado autoritario, pp. 19-20.
13
Bolívar Echeverría, “Violencia y Modernidad”, en Valor de uso y utopía, Siglo XXI, México, 1998, pp. 104-105.
14
Carl Amery, Auschwitz, ¿comienza el siglo XXI?: Hitler como precursor, FCE, Turner, Madrid, 2002.
15
Bolívar Echeverría, op. cit., p. 20.
50
Luis Arizmendi
instituciones que lo identifiquen como tal, pero marchando cada vez más en esa direc-
ción, el Estado autoritario del siglo XXI rebasa su versión nacional para configurarse
como Estado transnacional, es decir, propiamente como una especie de proto-Estado
global o planetario. Integrado con el Banco Mundial, el FMI, la ONU y el G-8 como su
plataforma básica, constituye la estructura institucional a través de la cual los grandes
capitales privados transnacionales de la mundialización capitalista gobiernan la economía
global de nuestro tiempo, definiendo y administrando el ejercicio y el despliegue sobre
ella tanto de la violencia económico-anónima como de la violencia político-destructiva.
Imprimiéndole nueva configuración al proyecto de la dominación tecnocrático-
autoritaria del planeta en la entrada al siglo XXI, dos son las concreciones inocultables
de la mundialización de la violencia económico-anómima, con su concomitante muti-
lación social, que asume y propulsa este proto-Estado global: el planetary management
de la pobreza global y el planet management del “cambio climático”.
El siglo XXI, mutatis mutandis, no ha aprendido nada del profundo dolor del siglo
pasado. Constituyéndose como el tiempo más avanzado en la marcha del progreso
tecnológico no simplemente en la historia de la modernidad sino en la historia de las
civilizaciones, con la informática, la robótica, la ingeniería genética y la nanotecnolo-
gía, el siglo XXI cuenta con la técnica planetaria más desarrollada, pero trágicamente,
a la vez, constituye el tiempo del mayor alcance en la devastación capitalista en curso
de los fundamentos tanto sociales como naturales del mundo de la vida.
Aproximándose desde un mirador consistentemente liberal al carácter cínico de la
economía mundial contemporánea, es decir a la denuncia de la combinación irrestricta
de progreso y devastación que la rige, el principal crítico del Banco Mundial desde
EUA, Thomas Pogge, economista de la Universidad de Yale, ha demostrado que la
“pobreza masiva y extrema coexiste con una prosperidad extraordinaria y creciente
en otras partes”. Cuestionando duramente al Banco Mundial, Pogge ha probado que,
entre 1990 y 2005, las muertes asociadas a la pobreza suman 300 millones: cerca de 20
millones por año, lo que significa más del doble anual de muertes que en la Segunda
Guerra Mundial (donde la media anual fue de 8 millones), y seis veces más que el total
de muertos en esa guerra (que fue de 50 millones).16 Convenir sin reparos que, con base
16
En este sentido, el abordaje de Thomas Pogge de la pobreza mundial como un problema de derechos
humanos es indudablemente certero, justo porque ubica que es la vida misma de los pobres la que está
realmente en peligro. Cfr. Hacer justicia a la humanidad, FCE, México, 2009, p. 526.
51
La trascendencia de la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría para América Latina
17
Luis Arizmendi y Julio Boltvinik, “Autodeterminación como condición de desarrollo en la era de mundialización
de la pobreza”, revista internacional Mundo Siglo XXI no. 9, CIECAS, IPN, México, 2007, pp. 32-53.
18
Esta es la expresión que una lead author del Quinto Informe del IPCC de la ONU, Asuncion Lera St Clair
–investigadora de la Universidad de Oslo, Noruega–, formuló explícitamente en la Conferencia Pobreza y
cambio climático: Perspectivas para una visión integral, impartida en El Colegio de México, en marzo de 2010,
y de la cual tuve el gusto de ser su comentarista. Véase la semblanza en Mundo Siglo XXI no. 20, CIECAS,
IPN, México, 2010, pp. 22-25. O la dirección web: http://www.mundosigloxxi.ciecas.ipn.mx/pdf/nov/01.pdf
52
Luis Arizmendi
53
La trascendencia de la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría para América Latina
19
IPCC, ONU, Informe especial sobre la gestión de los riesgos de fenómenos meteorológicos extremos y
desastres para mejorar la adaptación al cambio climático, Cambridge University Press, Cambridge, 2012, p.
8. Puede verse en la dirección web: https://www.ipcc.ch/pdf/special-reports/srex/IPCC_SREX_ES_web.pdf
20
Para mostrar la complejidad de la fase de transición en que estamos insertos, dando cuenta de la existencia
de un choque de proyectos tecnológicos al interior de EUA, traduje la crítica, elaborada desde la perspectiva
naciente en el debate ecológico mundial de la seguridad humana, de Stephen Gardiner, investigador de la
Universidad de Washington, al Premio Nobel de Química Paul Crutzen, quien acríticamente formula la falsa
disyuntiva tecno-ajuste con geoingeniería o catástrofe climática. “¿La geoingeniería es el ´mal menor´?”, en
Mundo Siglo XXI no. 23, CIECAS, IPN, México, 2010-2011.
54
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II
21
Bolívar Echeverría, “En la hora de la barbarie”, El Buscón no. 5, México, julio-agosto, 1983, p. 116.
22
Maurice Merleau-Ponty, Les aventures de la dialéctique, Gallimard, París, 1955, pp, 58-59 y 285.
55
La trascendencia de la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría para América Latina
Negarse a asumir, pese a todas las masacres y las catástrofes, un diagnóstico tan
contundente y condenatorio del siglo XX como siglo de la barbarie, insistir en voltear a
ver desde la ceguera ante la devastación la historia económico-política contemporánea
como una flecha que puede tener oscilaciones pero va hacia adelante, eso es, precisa-
mente, lo que define al marxismo progresista. Nacido de su integración y derrota bajo
las ilusiones del mito del progreso en el curso del siglo XX, el marxismo progresista
se desdobló en dos versiones desafortunadamente preponderantes y a través de las
cuales el marxismo se mundializó desfigurándose: el marxismo socialdemócrata y
el marxismo soviético.
Mientras el marxismo socialdemócrata emanó específicamente del Bernstein
Debate, antes de la “época de la guerra total” (1919-1945) –como la denomina
Hobsbawm–,23 pero luego de ella no sólo no retrocedió en sus ilusiones, sino que las
propagó con mayor amplitud, más que sólo por Europa, además por EUA, América
Latina y Asia –volviendo a plantear que la modernidad capitalista había dejado atrás,
en su historia decimonónica, la inevitable repetición cíclica de las crisis para entrar en
una era de progreso económico ad infinitum, que en todo caso requiere del diseño de
la política económica más ad hoc desde los Estados nacionales para ser irreversible–;
el “marxismo soviético” –para usar la expresión de Marcuse– desfiguró el marxismo
al hacer de él un discurso oficial funcional al Estado autoritario estalinista y, justo
por eso, persistió en una postura que combinó ceguera y amnesia ante los múltiples
horrores y atrocidades derivados del despliegue histórico de la violencia político-
destructiva ejercida por éste. Uno y otro se caracterizan como discursos en situación
ante la historia del siglo XX. Como discursos teórico-políticos que, ante la marcha
de una forma u otra de la barbarie, toman posición por evadir su reconocimiento y
asumir que la historia es destino, que un único camino hacia el porvenir la constituye
y que, pese a los vaivenes, el progreso económico-político está deterministamente
garantizado y es inquebrantable. Porque en un tiempo de muerte el marxismo pro-
gresista no tomó posición por los fundamentos de la vida social-natural que generó
la “crisis del marxismo”.
Sin embargo, ahí donde el marxismo progresista conducía la historia del mar-
xismo hacia su desfallecimiento y hasta casi su extinción, al mismo tiempo, a
23
Eric Hobsbawm, Historia del siglo XX, Ed. Crítica, Buenos Aires, 1998, pp. 29-61.
56
Luis Arizmendi
57
La trascendencia de la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría para América Latina
el marxismo soviético, tan contrarios a la teoría crítica de la enajenación y que tan pre-
ponderantes resultaron en América Latina. Su avanzada lectura de El Capital significó
una vía de acceso al marxismo clásico que logró alcances superiores a los efectuados
por las perspectivas sustentadas en la teoría de la enajenación en Hispanoamérica, re-
basando la gran contribución de Adolfo Sánchez Vázquez –debido a que su crítica a la
enajenación contemporánea en la mundialización capitalista no desliza ninguna medida
de acriticidad ante la URSS–,24 y el horizonte político de José Revueltas –debido a que
su crítica a la enajenación política contemporánea está fundamentada en una concepción
de la ambivalencia de la modernidad capitalista que no se hunde en el desencanto–.
Dentro del gran universo del marxismo clásico tanto en Occidente como en Orien-
te, a la hora de compararla con la lectura estructuralista de Althusser y Balibar,25 las
lecturas epistemológicas de Ilienkov,26 de Kosík27 o de gigantes como Grossmann28
y Rosdolsky,29 la lectura genético-estructural de Zeleny,30 la lectura crítica de la ena-
jenación global de Lukács31 o las lecturas histórico-concretas de Rosa Luxemburgo32
24
Combinando su profundo aniti-imperialismo gestado como latinoamericano crítico con su militancia en el
movimiento estudiantil de los sesenta en Alemania, Bolívar Echeverría, desde el Grupo del Tercer Mundo en
el que trabajaba con Rudi Dutschke en Berlín, contaba con la plataforma geohistórica adecuada para ver la
barbarie que provenía desde Occidente y Oriente. Por eso, desarrolló un incisivo cuestionamiento a la URSS
que definió como un “capitalismo subdesarrollado” cómplice de la barbarie. Véase Luis Arizmendi, “Bolívar
Echeverría o la crítica a la devastación desde la esperanza en la modernidad”, en Diana Fuentes, Isaac García
y Carlos Oliva (compiladores), Bolívar Echeverría: crítica e interpretación, Itaca, México, 2012, pp. 142-154.
25
Louis Althusser y Étienne Balibar, Para leer El Capital, Siglo XXI, México, 1985; Louis Althusser, La revolución
teórica de Marx, Siglo XXI, México, 1985.
26
E. V. Ilienkov, “Elevarse de lo abstracto a lo concreto”, en Pedro López (coordinador), El Capital, Teoría,
estructura y método, Ediciones de Cultura Popular, México, 1985, pp. 27-83; Lógica dialéctica, ensayos sobre
historia y teoría, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1978.
27
Karel Kosík, Dialéctica de lo concreto, Grijalbo, México, 1967.
28
Henryk Grossmann, La Ley de la Acumulación y del Derrumbe del Sistema Capitalista, Siglo XXI, México, 1984. El
comentario, poco conocido, publicado por Bolívar Echeverría para evaluar el alcance de la lectura grossmanniana de
El Capital, “La discusión de los años veinte en torno a la crisis: Grossmann y la teoría del derrumbe”, se encuentra
en Pedro López Díaz (coordinador), La crisis del capitalismo, Siglo XXI, México, 1984, pp. 173-193.
29
Roman Rosdolsky, Génesis y estructura de El Capital de Marx, Siglo XXI, México, 1978.
30
Jindrich Zeleny, La estructura lógica de El Capital de Marx, Grijalbo, México, 1978.
31
György Lukács, Historia y conciencia de clase, Grijalbo, México, 1969. Aunque no se concentra en evaluar
la lectura lukácsiana de El Capital, el dialógo crítico de Bolívar Echeverría con la perspectiva estratégica de
esta obra puede verse en “Lukács y la revolución como salvación”, Las ilusiones de la modernidad, UNAM/
El Equilibrista, México, 1995, pp. 97-110.
32
Rosa Luxemburgo, La Acumulación del Capital, Grijalbo, México, 1967. La evaluacion realizada por Bolívar
Echeverría de la lectura luxemburguista de El Capital se encuentra en el apéndice del libro en cuya preparación
tuve el honor de apoyarlo: Circulación capitalista y reproducción de la riqueza social, Ed. Nariz del Diablo/
UNAM, Ecuador, 1994, pp. 63-102.
58
Luis Arizmendi
y Ernest Mandel,33 la lectura de Bolívar Echeverría emerge como una desde la cual
pueden forjarse múltiples diálogos luminosos profusos y profundos con todas, pero,
sin duda, a la hora de evaluarla ante la complejidad del siglo XXI, la suya consigue
posicionarse como la más avanzada.
En la entrada al nuevo siglo, sencillamente es imposible valorar en todos sus
alcances al mirador Bolívar Echeverría si no se coloca por delante como plataforma
vital de la totalidad de sus contribuciones en historia, economía, sociología política,
filosofía, antropología, cultura, semiótica y arte, su innovadora y radical lectura de
El Capital, la llave epistemológica sine qua non para aprehender su crítica a la crisis
civilizatoria de nuestra era.
Dentro del universo del marxismo crítico o clásico, quizás lectura praxeológico-
concreta sea la expresión conceptual más adecuada para caracterizar y definir la
lectura echeverriana de El Capital.
A la hora de introducir la praxis como fundamento de la Crítica de la economía
política, es decir, al indagar el profundo choque entre el sentido del proceso de repro-
ducción social, dirigido a la afirmación de la vida social-natural, y el contrasentido que
impone el proceso de acumulación del capital, instaurando una legalidad abstracta en
la cual la producción está al servicio de la explotación productivista ininterrumpida e
incesante de plusvalor internacional –la legalidad de “la producción por la producción
misma” de la que hablaba Marx y que desemboca en la hybris del progresismo, del
progreso por el progreso económico en sí sin importar los fundamentos de la vida
de la sociedad y de la naturaleza–, Bolívar Echeverría llevó hacia su frontera más
avanzada la conceptualización praxeológica en la historia del marxismo crítico o
clásico, justo y ante todo porque posicionó como núcleo totalizador del horizonte
de intelección de El Capital la contradicción valor/valor de uso.34 Al posicionar
la praxis en clave de valor de uso como plataforma de la Crítica de la economía
política, fundó un horizonte radical que permite cuestionar en todos sus alcances la
combinación esquizoide de progreso y devastación que despliega la mundialización
capitalista en nuestra era.
33
Ernest Mandel, El Capital, Cien años de controversias en torno a la obra de Marx, Siglo XXI, México, 1981.
34
Frente a la excelente contribución de Adolfo Sánchez Vázquez, que coloca la praxis como núcleo del marxismo
clásico o crítico en América Latina –véase su Filosofía de la praxis, Grijalbo, México, 1967–, Bolívar Echeverría
efectuó un enorme paso adelante al conceptualizar la praxis desde el valor de uso como fundamento de la
crítica a la historia económica y política de la modernidad y la mundialización capitalistas.
59
La trascendencia de la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría para América Latina
35
Gilles Deleuxe y Felix Guattari, El Anti-Edipo, capitalismo y esquizofrenia, Paidós, Buenos Aires, 1985; Mil
mesetas (capitalismo y esquizofrenia), Pre-Textos, Valencia, 1998.
60
Luis Arizmendi
Nosotros, sujetos colocados en el siglo XXI, vivimos una era que constata como
nunca la vigencia de esta conceptualización crítica. A la vez que conforma la era
del mayor desarrollo en la historia de las civilizaciones, poniendo a descubierto la
complejidad de la relación entre capitalismo y esquizofenia, el siglo XXI constituye
el tiempo de mayores peligros para el mundo de la vida social-natural. Producir una
modernización cada vez más avanzada de la técnica planetaria, pero conducirla por
trayectorias que niegan otras trayectorias alternativas –ecológicas y autogestivas–
enteramente viables y posibles, bloqueándolas, cercenándolas o cerrándolas, con
el fin de garantizar que las trayectorias que se andan sean funcionales al apuntala-
miento continuo del poder planetario, sin detenerse en la devastación del proceso de
reproducción vital de la sociedad humana y de la naturaleza, es lo que hace que una
hybris o desmesura cada vez más ominosa norme la relación del capitalismo con la
modernidad. Vivir de un sabotage que hace que la modernidad realmente existente
multiplique los peligros de muerte, justo cuando mayores potencialidades contiene la
técnica planetaria para ser dirigida por trayectorias alternativas que afirmarán la vida
de la humanidad, en eso reside conducir a situaciones límite la legalidad esquizoide
del capitalismo en el siglo XXI.
La lectura praxeológico-concreta de El Capital de Bolívar Echeverría –haciendo
pedazos todas la interpretaciones provenientes del marxismo progresista que pretenden
reducir aquella a una obra decimonónica–, constituye la lectura más avanzada en la
historia del marxismo crítico o clásico, justo porque al posicionar la contradicción
valor/valor de uso como su fundamento totalizador permite descifrar, como no puede
lograrse desde ningún otro mirador contemporáneo, la radical ambivalencia que, en-
trecruzando progreso y devastación, rige los complejos y urgentes desafíos históricos
de la mundialización en el siglo XXI.
61
La trascendencia de la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría para América Latina
III
36
Ruy Mauro Marini, Dialéctica de la Dependencia, Era, México, 1973. Con total acierto, el IAEN ha propulsado
la obra de dos de los pensadores críticos más destacados en la historia de América Latina: Ruy Mauro Marini
y Bolívar Echeverría. En este sentido, el IAEN ha editado las Memorias de Marini, acompañadas por otros
ensayos políticos suyos, donde él mismo explora su biografía intelectual en conexión con su biografía política.
Ruy Mauro Marini, El Maestro en Rojo y Negro, IAEN, Ecuador, 2012, pp. 82, 92 y 102.
62
Luis Arizmendi
37
Ruy Mauro Marini, “Plusvalía extraordinaria y acumulación de capital”, en Cuadernos Políticos no. 20, Era,
México, abril-junio de 1979, pp. 18-39.
38
Ruy Mauro Marini, “Estado y Crisis en Brasil”, en Cuadernos Políticos no. 13, Era, México, julio-septiembre
de 1977, pp. 76-84.
39
Ruy Mauro Marini, “La acumulación capitalista mundial y el subimperialismo”, en Cuadernos Políticos no.
12, Era, México, abril-junio de 1977.
63
La trascendencia de la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría para América Latina
64
Luis Arizmendi
en una forma de dominio económico ejercida sin mediaciones y aprovechada por los
capitales de vanguardia.
Lanzando, como Presentación de Circulación capitalista y reproducción de la
riqueza social, un planteamiento que ahora no puede menos que emerger como de-
moledor, Bolívar Echeverría afirmó:
hasta hace unos cinco años (…) el énfasis que estas páginas ponen en la explotación de
plusvalor y en las exigencias de la propiedad rentista tenía que parecer, si no obsoleto,
sí al menos extemporáneo. Tal vez sea de esperarse que en el futuro próximo deje de
parecerlo… La victoria ahora incuestionable de la renta tecnológica sobre la renta
de la tierra es un hecho histórico que viene acompañado de otro no menos importante:
la ruptura ya indetenible de las barreras nacionales que obstaculizaron durante todo un
siglo la planetarización efectiva del mercado de trabajo. Burlados y sometidos por el
monopolio de la tecnología, los viejos monopolios –las viejas “soberanías”– nacionales
sobre el uso de determinadas características naturales de los medios de producción y
de la fuerza de trabajo ven desvanecerse en el aire su capacidad…40
40
Bolívar Echeverría, Circulación capitalista y reproducción de la riqueza social, Ed. Nariz del Diablo/UNAM,
Ecuador, 1994, pp. 1-2 y contraportada.
41
Bolívar Echeverría, “Clasificación del Plusvalor” (originalmente publicado como Cuadernos del Posgrado de
la Facultad de Economía, UNAM, México, 1978), incluído en El discurso crítico de Marx, p. 136.
65
La trascendencia de la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría para América Latina
42
Heredando la lectura echeverriana de El Capital, me planteé dar el paso imprescindible siguiente y desarrollé
la periodización crítica de la sobre-explotación laboral en la historia de la mundialización capitalista.
Si se lanza una mirada panorámica a la marcha de la interrelación entre sobre-explotación laboral y
mundialización en la modernidad capitalista, podría decirse que se desdobla en tres fases.
Entre 1735 y 1870, puede identificarse el periodo de la sobre-explotación concentrada en el capitalismo de
la metrópoli. Cuando la fundación de la modernidad industrial en Occidente, en lugar de la “tierra de la gran
promesa”, entrecruza progreso y devastación integrando la gran industria como plataforma de las ciudades
modernas en Europa y, dentro de ellas, un enorme ejército industrial de reserva. Ejécito multitudinario que
presionó al ejército en activo llevando hacia una desvalorización de la fuerza de trabajo en tal magnitud
que empujó hacia la incorporación de las mujeres y los niños al trabajo asalariado e, incluso, para estos
últimos, propició hasta su esclavización. En este sentido, 1848 constituye una fecha simbólica que revela la
legalidad capitalista de la modernidad europea en el siglo XIX: la tendencia a pagar masivamente salarios
por debajo del valor de la fuerza de trabajo nacional.
Entre 1870 y 1970, puede identificarse una segunda fase: el periodo de la sobre-explotación concentrada en
el capitalismo de la periferia. Cuando la modernidad europea y la modernidad americana se lanzan hacia su
belle époque, elevando los estándares de vida de sus poblaciones nacionales para proveerse de mercados
internos dinámicos, mientras la sobre-explotación laboral se cancela sobre sus trabajadores nacionales,
aunque de ningún modo sobre los migrantes, a la vez que se traslada espacialmente hacia los capitalismos
de la periferia. El siglo XX como siglo de mundialización de la gran industria capitalista, concentra la sobre-
explotación de la fuerza de trabajo en los Estados de sus periferias, que van a ver bloqueados y cerrados
todos sus intentos por convertirse en el doble de los Estados más avanzados.
De 1971/1980 en adelante ingresamos en una tercera fase: el periodo de mundialización de la sobre-
explotación laboral. La informatización del proceso de trabajo planetario fue convertida en un arma económica
del capitalismo cínico, propiciando que, pese a mantener formalmente desglobalizado al mercado laboral,
se impusiera la globalización de la sobre-explotación laboral ejercida por el capital de vanguardia. Sin
necesariamente emigrar, aunque a la vez los oleajes migratorios han crecido como nunca en esta vuelta de
siglo, los trabajadores de un Estado u otro, de un continente u otro, han agudizado la confrontación entre
sí mismos por el acceso al empleo disputándose los lugares que los capitales de vanguardia tecnológica
extremadamente volátiles les otorgan. Como estos capitales fácilmente emigran, en la insaciable búsqueda
por minimizar las tasas salariales para maximizar la tasa de ganancia internacional, la mundialización de la
sobre-explotación no sólo ha significado la derrota de lo que era monopolio de los capitalismos periféricos.
66
Luis Arizmendi
El segundo aporte, abriendo una perspectiva que resulta de primer orden para con-
ceptualizar lo que acontece actualmente en América Latina, Bolívar Echeverría insistió
en que la tendencia hacia la victoria de la renta tecnológica llevaba más allá: puso
énfasis en que conduce hacia la derrota radical de la renta natural como fundamento
de las resistencias que históricamente han hecho valer los Estados de las periferias.
Expuesta como conferencia que presentó no por casualidad en el Fernand Brau-
del Center de la Universidad de Binghamton, en 1998, denominó conceptualmente
trend sistémico a esa tendencia que rige la marcha centenaria de la mundialización
capitalista a polarizar la renta tecnológica y la renta de la tierra, para luego embestir
crecientemente a ésta desde aquella.43 Inconformes con el reparto ventajoso pero al
Desbordando la victoria de la renta tecnológica sobre los capitalismos periféricos, la nueva fase de la sobre-
explotación laboral ha traído consigo su reedición y expansión ofensiva al interior de los Estados de las
metrópolis sobre los conglomerados de sus propios trabajadores nacionales.
En este sentido, después de haber estado de uno u otro modo concentrada geohistóricamente en las fases
anteriores, la especificidad de la nueva fase reside, precisamente, en golpear el proyecto del Estado liberal
en todos lados e imponer la mundialización de la sobre-explotación laboral. Constatándola, en la vuelta de
siglo, puede verse no sólo en Burkina Faso sino en el Bronx, no sólo en Rocinha sino en Sachsen-Anhalt, no
sólo en Bangalore sino en San Petersburgo. Ha impactado en el ex Tercer, pero también en el ex Segundo
y en el ex Primer Mundos. Véase, Luis Arizmendi, “Concepciones de la pobreza en la fase del colapso del
capitalismo neoliberal”, Mundo Siglo XX no. 21, CIECAS, IPN, México, 2010, pp. 31-46. O la dirección web:
http://www.mundosigloxxi.ciecas.ipn.mx/pdf/v06/21/06.pdf
43
En la traducción de su magnum opus, Fernand Braduel insitió en que se mantuviera la expresión original
diseñada por él para conceptulizar la tendencia que rige la larga duración en la economía-mundo capitalista:
trend secular. Aunque rebasa con mucho los estrechos alcances de ciclos como el Kitchin (de 3 a 4 años),
el Juglar (ciclo intradecenal), el Labrousse (ciclo interdecenal) y hasta el Kondratieff (que es más del doble
de la temporalidad del Juglar), a la hora de conceptualizar el trend secular, es decir la tendencia que rige la
dinámica global del capitalismo visto a lo largo de los siglos de su historia, pese a haber colocado el valor de
uso como fundamento en su perspectiva, debilitando ese horizonte e incluso haciéndolo a un lado, Braudel
redujo el trend secular formalistamente a mera dinámica de los precios a largo plazo. Cfr. Civilización material,
economía y capitalismo, Tomo III, Alianza Editorial, Madrid, 1984, pp. 50-65.
Immanuel Wallerstein, buscando implícita pero notoriamente acercar la conceptualización braudeliana
del trend secular a la visión marxista de la tendencia descendente de la tasa de ganancia, reconceptualizó
el trend secular llevándolo más lejos al desdoblarlo en tres tendencias: el trend secular ascendente de los
salarios reales, el trend secular ascendente de los costos ambientales y el trend secular ascendente de
los impuestos. Aunque su concepción explora sugerentemente el acercamiento entre Marx y Braudel, pesa
mucho que coloca como soporte de estos tres trends lo que, más bien, era el fundamento ricardiano de la
tendencia descendente de la tasa de gananacia: la inexistente tendencia ascendente de la tasa salarial. Cfr.
la traducción que realicé de su profundo ensayo “¿Globalización o Era de Transición?”, eseconomía no. 1,
ESE, IPN, México, 2002, pp. 11-17.
Desde su poderosa lectura de El Capital, Bolívar Echeverría descifra la tendencia epocal de la mundialización
capitalista colocando como fundamento no sólo la sección 6ª del Libro III, dedicada a la renta de la tierra, sino
una conceptualización total del magnun opus de Marx, en la cual la dinámica global de la sobre-explotación
67
La trascendencia de la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría para América Latina
fin y al cabo reparto del valor y el plusvalor mundial entre los capitalismos metropolianos
y periféricos, aquellos han hecho uso y abuso del poder de la renta tecnológica para
tender a derribar y destruir las barreras que integran los monopolios defensivos de
los capitalismos periféricos sobre sus recursos naturales excepcionalmente ricos y su
renta natural. Convertida en plataforma para su resguardo ante el poderío de los domini
modernos, esto es de los capitales de vanguardia tecnológica, los domini antiguos,
basados en el monopolio sobre recursos naturales extremadamente ricos, han hecho
históricamente uso de la renta natural porque constituye la vía más rápida de acceso
a recursos financieros y a una cierta ganancia extraordinaria.
Un doble monopolio de auto-sostenimiento, frente y contra el tributo a cubrir para los
capitalismos metropolitanos a través de la renta tecnológica, mantuvo al grueso de
los Estados periféricos los últimos cien años: el monopolio en la sobre-explotación
de una fuerza de trabajo extremadamente barata y el monopolio sobre la renta natural
derivada de sus yacimientos naturales excepcionalmente ricos. Precisamente, ese es
el doble monopolio que el trend sistémico que propulsa la victoria de la renta tecno-
lógica apunta a hacer estallar.
laboral juega un papel decisivo: así surge lo que denomina la tendencia a la victoria de la renta tecnológica
contra la renta natural, que expuso sintéticamente, en inglés, como la Conferencia “Renta Tecnológica y
Capitalismo Histórico” en el Fernand Braudel Center y que, en colaboración de Vianey Ramírez, tradujimos
y publicamos en Mundo Siglo XXI no. 2, CIECAS, IPN, México, 2005, pp. 17-21. Puede verse en la dirección
web: http://www.mundosigloxxi.ciecas.ipn.mx/pdf/v01/02/02.pdf
44
Bolívar Echeverría, op. cit., p. 19. Para poder sacar a flote todos estos planteamientos pioneros de Bolívar
Echeverría en torno al trend sistémico que rige la sobre-explotación laboral y la renta tecnológica, una polémica
respetuosa pero fina y precisa tiene que desplegarse asumiendo como objetivo desarrollar el marxismo clásico
para la crítica del capitalismo del siglo XXI.
68
Luis Arizmendi
En ese campo constituye un obstáculo aquella visión que trata su concepción de la plusvalía extraordinaria
reduciéndola a “concepción circulacionista”. Consciente de que el plusvalor extraordinario puede adquirir
una de dos modalidades en función de su apropiación, siendo directo cuando se lo queda el capitalista
que lo extrae e indirecto cuando se transfiere de unos capitalistas a otros (cfr. Circulación capitalista…,
p. 98), para Bolívar Echeverría, “en el terreno real de la historia moderna y contemporánea, la ganancia
extraordinaria de unos capitalistas no proviene principalmente de la disminución de la ganancia media
de los demás capitalistas, sino de la existencia efectiva de una substancia de plusvalor extraordinario”
(cfr. El discurso crítico de Marx…, p. 134). Esto significa que, para él, el plusvalor extraordinario sí
constituye una explotación fuera de lo común impuesta por el capital a los trabajadores al interior de la
producción moderna.
Si se reduce la concepción echeverriana del plusvalor extra a “concepción circulacionista”, se integra un
obstáculo en triple banda: no se accede a lo que sí es su planteamiento de la plusvalía extra pero, además,
se bloquea captar sus contribuciones para el desciframiento de la sobre-explotación y la renta tecnológica.
Desde aquí cabría afirmar, en consecuencia, que lo polémico viene de que yuxtapone o sobrepone dos
modalidades diferentes de sustracción capitalista de valor a los dominados modernos, ya que asume como
plusvalor extraordinario lo que es sobre-explotación laboral. “La tasa extraordinariamente elevada de plusvalor
(…) a menudo es lograda mediante la sobre-explotación de la fuerza de trabajo” (op. cit., p. 135).
Si se percibe que lo que Bolívar Echeverría denomina plusvalor extraordinario constituye, más bien, sobre-
explotación laboral –sin dejar de ser relevante que la dinámica propia del plusvalor extra viene de la ventaja
estratégica que, desde la imposición del trabajo potenciado, aprovecha una y otra vez el capital de vanguardia
en la modernidad capitalista–, emerge que, precisamente, él fue pionero en avanzar hacia el desciframiento
de la interrelación entre sobre-explotación y mundialización capitalista.
Y no sólo, ya que, entonces, puede verse que la punta de lanza de su conceptualización crítica del poder
que emana del monopolio capitalista de la innovación tecnológica viene de su poderosa concepción de la
renta tecnológica.
Si se rebasa la yuxtaposición entre sobre-explotación laboral y plusvalor extraordinario, emergen las profundas
contribuciones que pueden identificarse y desarrollarse desde el mirador Bolívar Echeverría para descifar el
trend sistémico de la sobre-explotación laboral y el trend sistémico de la renta tecnológica.
69
La trascendencia de la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría para América Latina
de un proto-Estado global, tendencia que aquella suscita para luego potenciarse desde
ésta. Lejos de replegarse sobre sí mismo para constituir una especie de Estado mínimo,
esto es un Estado que lleva al límite o a cuasi cero su intervención en la economía, el
Estado del capitalismo “neoliberal” se caracteriza justamente por intensificar de modo
violento su intervención en la economía. Laissez faire laissez passer constituye un
apotegma que de ningún modo es sinónimo de Estado mínimo, más bien, corresponde
a una inversión de la realidad histórica que denomina como “libertad” (de mercado)
lo que es garantizar transferir a los capitales privados, ante todo transnacionales, el
dominio directo del sistema de naciones para desarrollo del poder planetario. Embestir
y arrebatar su soberanía a los Estados periféricos tan sólo es la premisa para lo que
termina siendo su refuncionalización como instituciones al servicio del apuntalamiento
de la ofensiva del capital transnacional globalizado. La tendencia a la derrota de los
monopolios defensivos de los Estados nacionales periféricos desde la vanguardia de
las revoluciones tecnológicas en la economía mundial no sólo significa que los Estados
periféricos, erosionados y vencidos, se abren al control directo de sus plataformas
productivas excepcionalmente ricas y la sobre-explotación multitudinaria directa de
su fuerza de trabajo excepcionalmente barata por el capital global. Significa que se
abre camino la tendencia a convertir el sistema de Estados periféricos en un medio
subordinado funcional a la conformación, inestable pero implacable a la vez, de un
proto-Estado planetario.
El cimbramiento y derrumbe de la soberanía de los Estados nacionales, lejos de
responder a la extinción del Estado, se incrusta dentro de un proceso de transición,
contradictorio pero creciente, hacia la conformación de la estructura básica del proto-
Estado global que hic et nunc integran, como ya habíamos señalado, el FMI y el BM,
complementándose con la ONU y el G8 (EUA, Alemania, Francia, Italia, Japón, Reino
Unido, Canadá y Rusia).45
45
Aunque no acaba de configurarse formalmente como un Estado global, puesto que no existe como una
única institución formal planetaria que se encargue de legislar normas y aplicar un derecho que determine
sanciones para todas las naciones, su principal proyección se da en el ejercicio de lo que se ha dado en llamar
global governance. Cuando se definen acuerdos de libre comercio que dotan a sí mismos de un estatus por
encima de las leyes constitucionales de los Estados periféricos, se establecen normas jurídicas que apuntan
a subordinar el sistema de Estados a la global governance. La global governance avanza imponiendo normas
informales o “blandas”, para luego impulsar modificaciones en las normas formales o “duras”, y a partir de
ahí, introducir modificaciones en las constituciones que consoliden una reconfiguración en la dominación que
ejerce el capital mundial sobre el sistema de Estados.
70
Luis Arizmendi
“La política informal también puede ampliar la formal respecto de los desafíos de la globalización. Ésta
trae aparejada una necesidad de regulación no satisfecha ni por las national jurisdictions ni por el derecho
internacional… Como el derecho formal internacional no es suficiente (…), “emergen” legislaciones jurídicas en
el ámbito global que son luego adoptadas en parte por las instituciones estatales formales… La informalidad
incluye la emergencia de sistema de reglas que primero son “blandas” y básicamente privadas, pero que
luego son formalizadas… Integrando regulaciones al derecho formal del Estado nacional”. Elmar Alvater y
Brigit Mahmnkopf, La globalización de la inseguridad, Paidós, Buenos Aires, 2008, p. 266.
46
Contrastando la victoria radical de la renta tecnológica, cuyo triunfo ha integrado en México quizás la forma
más avanzada en la relación de poder centro-periferia en la historia de América Latina –forma que denomino
subordinación global–, ante las diversas formas que pugnan por abrir paso a la defensa de la renta natural como
renta nacional, construí una porpuesta de clasificación del postneoliberalismo latinoamericano desdoblándolo
en Estados de postneoliberalismo específico (Ecuador, Venezuela y Bolivia), Estados de postneoliberalismo
circunscrito (Brasil, Argentina y Uruguay) y Estados de postneoliberalismo ambiguo (como Guatemala y El
Salvador). Desarrollé esta tipología para el ensayo que elaboré junto con Gordon Welty, “Latin America and
the Epochal Crisis of Capitalism”, en Berch Berberoglu (ed.), The Global Capitalist Crisis and Its Aftermath,
Ashgate, 2014.
71
La trascendencia de la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría para América Latina
Hacer uso de las diversas fuentes de la renta de la tierra (derivada del petróleo,
del gas o de la renta de minerales estratégicos) es lo que, ante todo, les permite a los
Estados contra-hegemónicos obtener recursos con mayor rapidez para contrarrestar el
trend de la sobre-explotación laboral, derramando la renta natural como renta nacional
para impulsar la defensa y el mejoramiento del proceso de reproducción de su nación
o, mejor aún, de sus diversas nacionalidades.47
A la par, contrarrestar el trend de la renta tecnológica lleva a que el Estado contra-
hegemónico deba intentar avanzar, paso a paso pero en la mayor medida de lo posible
en cada coyuntura según la rapport de forces en el enfrentamiento con el proto-Estado
global, para arrebatarle el dominio de la renta natural al capital transancional, im-
pulsando su canalización estratégica hacia proyectos de desarrollo tecnoenergético
alternativos, mejor aún de modernidades alternativas. Los Estados contra-hegemónicos
no pueden contar con posibilidades sólidas para edificar marcos para el ejercicio
efectivo de su soberanía económica, sin aprovechar estratégicamente la renta natural
para propulsar gradual pero crecientemente su soberanía tecnológica, la soberanía en
sus recursos naturales, su soberanía alimentaria, su soberanía educativa, su soberanía
en salud, etcétera. El avance multidimensional de su soberanía económica constituye
el fundamento ab initio de la construcción creciente de su soberanía política y, por
tanto, de su resistencia contra el proto-Estado global y el trend de la renta tecnológica.
En la economía mundial del siglo XXI, sencillamente, serían imposibles los pro-
yectos de Estado contra-hegemónico desde la periferia latinoamericana sin colocar
como uno de sus soportes estratégicos la renta natural. Puede identificarse que, en
la era de la tendencia hacia la victoria mundial de la renta tecnológica y la tendencia
hacia la radicalización mundial de la sobre-explotación laboral, Ecuador, Venezuela
y Bolivia encabezan las iniciativas de la contratendencia que propulsa el avance de
la autodeterminación del Estado periférico nacional y, más aún, plurinacional. El
postneoliberalismo contrahegemónico, claramente, se dirige a contrarrestar las mu-
tilaciones crónicas impuestas por el capitalismo global al proceso de reproducción
47
Es en esta perspectiva, como medidas funcionales a contrarrestar la sobre-explotación laboral, que deben
evaluarse líneas de acción estratégicas empleadas por los Estados específicamente postneoliberales como
el rechazo a firmar tratados de libre comercio con EUA, propulsión de proyectos de seguridad y soberanía
alimentaria, bonos que se conceden sin exigir la venta de la fuerza de trabajo como mercancía, control de la
especulación de precios por las transnacionales, reorganización estatal del mercado alimentario, subsidios a
la gasolina que derraman una baja general en el sistema de precios frente a la media internacional, etcétera.
72
Luis Arizmendi
vital de sus sociedades. Resiste, dentro de los marcos que va logrando conquistar,
contra la dinámica de la sobre-explotación laboral y la subordinación global de la
nación periférica bajo el capital metropolitano que empuja por llevar cada vez más
lejos el proto-Estado planetario.
Es sobre y dentro de este escenario que emerge la contradicción histórica, hasta
cierto punto inevitable, entre la tendencia contrahegemónica –personificada por el
Estado– y la tendencia anticapitalista –personificada por los movimientos sociales
autogestivos–.
Una polaridad ante la cual el mirador Bolívar Echeverría podría auxiliar para el
reconocimiento de principios guía en el diseño y la propulsión de una estrategia que
requiere ser antiimperialista y anticapitalista a la vez.
Firme heredero de uno de los proyectos político estratégicos más radicales y
aleccionadores en lo que concierne a la interrelación entre lucha por la autogestión
anticapitalista y lucha por la autodeterminación nacional, justo el de Rosa Luxem-
burgo, Bolívar Echeverría es uno de los marxistas latinoamericanos que mejor ha
demostrado que, para asumir los desafíos de encarar al poder planetario, la lucha por
la autodeterminación nacional requiere reconocer y apoyarse en la lucha anticapita-
lista, a la vez que la lucha por la autogestión anticapitalista no tiene posibilidades de
triunfar sin asumir la lucha por la autodeterminación nacional. La polaridad entre la
lucha por la autodeterminación nacional y la lucha por la autogestión anticapitalista
no puede más que conducir al debilitamiento de ambos frentes. Justo cuando el reto
parte de reconocer que la lucha por la autodeterminación nacional –que se despliega,
ante todo, desde el Estado– lucha contra el poder del capitalismo mundial, mientras
la lucha por la autogestión anticapitalista –que se despliega desde los movimientos
sociales– lucha contra el capitalismo en cuanto tal. Como proceso en situación, la
encrucijada que, bajo una u otra forma histórica, estas dos luchas frecuentemente en-
caran es justo la de tomar posición y tener que elegir entre su polarización debilitante
o la gestación de pactos que permitan producir la dialéctica de un fortalecimiento
contra-hegemónico y anticapitalista recíproco.
Subrayando los descubrimientos de Rosa Luxemburgo, Bolívar Echeverría escribió:
¿Qué significa autodeterminación de las naciones? ¿Cómo se conectan éstas con las
necesidades de autodeterminación revolucionaria? ¿Cómo se distinguen las necesidades
de autonomía de las de autodeterminación de las naciones?... Son dos los puntos de
73
La trascendencia de la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría para América Latina
48
Bolívar Echeverría, Prólogo a Rosa Luxemburgo, Obras Escogidas, Tomo II, Era, México, 1981, pp. 17,
22 y 19.
49
De ningún modo deben exacerbarse o confundirse las precauciones que Bolívar Echeverría tiene ante
una expresión como “Socialismo del siglo XXI” –que califica como resultado alcanzado lo que constituye una
meta por alcanzar mediante una lucha de largo plazo, que se adelanta denominando socialismo lo que es
una reconfiguración del capitalismo–, tratándolas como sinónimo de que fuera irrelevante la lucha contra
la sobre-explotación laboral y la renta tecnológica. En la medida en que la lucha anticapitalista no puede
triunfar inmediatistamente –como pretende la herencia de la Revolución Francesa que significa el “mito de la
revolución”–, la reconfiguración del capitalismo para mutar y producir otro terreno de lucha, favorable y fértil
para las diversas dimensiones de la lucha anticapitalista, es estratégicamente esencial: ahí es donde la lucha
por la autogestión anticapitalista y la lucha por la autodeterminacion nacional están convocadas a asumir el
desafío de crear sus pactos.
Por su inocultable relevancia en la lucha contra el poder planetario, Bolívar Echevería siempre valoró
–como me lo expresó en múltiples ocasiones– la red de alianzas geoestratégicas que podían forjarse al
interior de América Latina para propulsar la tendencia contra-hegemónica regional. Nunca vio en los Estados
postneoliberales proyectos que no hubiera que valorar.
74
Luis Arizmendi
50
“Landesselbstverwaltung”, es decir autogobierno del país, es el nombre que, en alemán, Rosa Luxemburgo
atribuyó al proyecto que, propulsando la autogestión comunista a través de diversas formas políticas como
fundamento del gobierno nacional, reconoce y legitima la autodeterminación de las comunidades espontáneas
de productores y consumidores como una forma política convergente con el consejismo anticapitalista. Op.
cit., pp. 19-23.
75
La trascendencia de la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría para América Latina
IV
El desafío de (re)pensar
la dialéctica capitalismo/precapitalismo y el barroquismo
51
Bolívar Echeverría, “La historia como desencubrimiento”, en Contrahistorias no. 1, México, 2003.
76
Luis Arizmendi
77
La trascendencia de la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría para América Latina
52
Bolívar Echeverría, “El ethos barroco”, en Modernidad, mestizaje cultural, ethos barroco, UNAM/El Equilibrista,
México, 1994, p. 18.
53
Roger Bartra, “Romanticisno y Modernidad. Variaciones sobre un tema de Bolívar Echevería”, en Bolívar
Echevería: crítica e interpretación…, p. 104.
78
Luis Arizmendi
realista.54 Al abrir el abanico e incluir, junto al ethos realista, los ethe romántico, clásico
y barroco, Bolívar Echeverría rebasó a Weber demostrando que el ethos protestante
sólo es una forma del ethos realista y que existen otros tipos de ethe que desbordan el
binomio weberiano. Dicho en otros términos, desde su origen mismo el capitalismo
cuenta con otros “espíritus” distintos del realismo protestante.
Pero esta formulación sólo puede ser efectiva si se observa que Bolívar Echeverría
no sólo está planteando que existan otros “espíritus del capitalismo” y, por tanto, otras
éticas además de la protestante.
En tanto el fundamento de su concepto de ethos es la unidad sujeto-mundo, lo
que está abriendo Bolívar Echeverría es enorme: a contrapelo del mito del progreso
y de la visión lineal de la historia capitalista presente en Weber, pone al descubierto
que las diferentes formas de ethos proyectan diferentes configuraciones históricas de
la modernidad y por tanto del capitalismo. Bolívar Echeverría cuestiona a Weber no
simplemente por no abrir el abanico y no identificar mínimo el cuádruple ethe de la
modernidad. Lo cuestiona por ser uno de los principales ponentes de una concepción
de la historia de la modernidad capitalista que la reduce a una sola línea, a una única
trayectoria en acuerdo a la cual se define y “avanza” el “progreso”.55 Llevando más
lejos a partir de Marx una perspectiva que enriquece con Braudel, para Bolívar Eche-
verría, la historia del capitalismo es la historia del choque de diversos proyectos o
configuraciones históricas de capitalismo, que se enfrentan entre sí, para prevalecer
una cancelando las trayectorias de las otras, en medio de un conflicto en el que sin
embargo la mundialización capitalista se origina y desarrolla sobre la presencia de
múltiples modernidades capitalistas.
Afinando un planteamiento original de Marx en El Capital –justo el que denuncia
que lo que distingue a la “esclavitud antigua” de la “esclavitud moderna” es la presencia
en esta última de una “complicidad” que deriva de que, una vez expropiado de medios
54
Bolívar Echeverría, “Imágenes de la blanquitud”, en Modernidad y blanquitud, Era, México, 2010, p. 57.
55
“En la nota preliminar a sus Artículos escogidos de sociología de la religión, Max Weber dejó planteada la
idea de que la capacidad de corresponder a la solicitación ética de la modernidad capitalista, la aptitud para
asumir la práctica ética del protestantismo puritano, puede tener un fundamento étnico y estar conectada
con ciertas características raciales de los individuos. Las reflexiones que quisiera presentarles intentan
problematizar este planteamiento de Max Weber a partir del reconocimiento de un “racismo” constitutivo de
la modernidad capitalista, un “racismo” que exige la presencia de una blanquitud de orden ético o civilizatorio
como condición de la humanidad moderna, pero que en casos extremos (...) pasa a exigir la presencia de
una blancura de orden étnico, biológico y cultural”. Op. cit., p. 58.
79
La trascendencia de la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría para América Latina
de vida, el sujeto introyecta la violencia capitalista al admitir coexistir con ella y, por
tanto, asumir la cosificación de su humanidad, esto es, la mercantificación de su fuerza
de trabajo–, la conceptualización echeverriana del cuadrúple ethe contemporáneo
desoculta los diversos modos de esa “complicidad” para vivir en y con el capitalis-
mo que despliegan los dominados modernos. E, incluso, va más allá porque con ese
cuádruple ethe también da cuenta de las estrategias histórico-culturales que pueden
desplegar para organizar su reproducción los dominadores modernos. Así, el cuádruple
ethe contemporáneo descifra las formas histórico-culturales de reproducción que
pueden compartir tanto dominados como dominadores en la modernidad capitalista.
Explicadas todas las configuraciones del ethe moderno desde la contradicción
entre el sentido vital del proceso de reproducción social y el contrasentido explotador
de la acumulación capitalista, para Bolívar Echeverría, mientras al ethos realista lo
caracteriza la asunción de que la modernidad no puede tener realidad histórica más
que siendo capitalista, por tanto que no procede más que entregarse abiertamente al
poder del dinero como capital y a la lógica de la insaciable explotación abstracta que
impone; al ethos romántico lo define la identificación con la modernidad capitalista
pero a partir de la ilusión de que constituye el fundamento imprescindible del bien-
estar y el progreso que llegará tarde o temprano para todos. Complementándolos, al
ethos clásico lo caracteriza no identificarse con el capitalismo en su dimensión de
valor –como hace el ethos realista– o en su dimensión de valor de uso –como hace el
ethos romántico–, pero sí asumir al capitalismo como un hecho ineludible e intras-
cendible a la vez, respecto del cual no procede más que su admisión pasiva o, mejor
aún, puramente el despliegue de compensaciones, ante todo filantrópicas.
Rebásandolos, pero también partiendo de imprimirle una forma a la complicidad
con el dominio moderno, el ethos barroco se caracteriza por una combinación o
entrecruzamiento inestable aunque promisorio entre resistencia e integración ante
la modernidad capitalista. Una dialéctica histórica que establece una doble marca,
por un lado, de la integración desde la resistencia y, por otro, de la resistencia desde
la integración, para generar una forma que no se remite a ser su suma, puesto que
se sustenta en “pactos” o concesiones en las que el capitalismo para prevalecer
debe admitir la persistencia de principios no capitalistas que, sin embargo, no lo
dejan indemne, constituye el fundamento del barroquismo. Esto significa que el ethos
barroco es tal, precisamente, porque en su surgimiento al entrecruzar la cultura de
los vencedores con la cultura de los vencidos para fundar una nueva forma histórica
80
Luis Arizmendi
ninguno de estos cuatro ethe que conforman el sistema puro de “usos y costumbres” o
el “refugio y abrigo” civilizatorio elemental de la modernidad capitalista se da nunca
de manera exclusiva; cada uno aparece siempre combinado con los otros… Puede, sin
embargo, jugar un papel dominante en esa composición, organizar su combinación
con los otros y obligarlos a traducirse a él para hacerse manifiestos. Sólo en este
56
Revela una palmaria incomprensión del concepto ethos moderno pretender cuestionar a Bolívar Echeverría
por dejar un presunto vacío al no construir la definición de un quinto tipo de ethos: el ethos revolucionario. En la
medida en que el carácter inercial o automático es condición sine qua non para la presencia de una estrategia
elemental histórico-cultural de sobrevivencia, que deviene como tal precisamente para no tener que descifrar
el mundo a cada paso, constituye un contradictio in adjecto una expresión como ethos revolucionario. Porque el
adjetivo revolucionario nunca constituye una acción de orden automático o irreflexivo, porque para revolucionar
el mundo subjetivo y objetvo el sujeto está enfrentado al reto de descifrar y producir un nuevo mundo a cada
paso, es que jamás podría condensarse como ningún tipo de ethos histórico. Al asumir reinventar la relación
sujeto-mundo, la acción revolucionaria se constituye a sí misma porque hace estallar la esencia de todas las
formas del ethos moderno. Incluso, tratándose del ethos barroco, para radicalizar su poder de autodeterminación
inventiva revolucionariamente tendría que adquirir la forma de un comportamiento post-barroco.
81
La trascendencia de la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría para América Latina
sentido relativo sería de hablar, por ejemplo, de una “modernidad clásica” frente a otra
“romántica”… Provenientes de distintas épocas de la modernidad, es decir, referidos a
distintos impulsos sucesivos del capitalismo el mediterráneo, el nórdico, el occidental y
el centroeuropeo, los distintos ethe modernos configuran la vida social contemporánea
desde diferentes estratos “arqueológicos” o de decantación histórica. Cada uno ha
tenido así su propia manera de actuar sobre la sociedad y una dimensión preferente de
la misma desde donde ha expandido su acción.57
En la medida en que, entre los siglos XVI y XVIII, “la modernidad europea
protestante o noroccidental presentaba (…) un alto grado de cristianización debido
a que se había gestado en un proceso de evangelización cuyo efecto devastador
había avanzado sin grandes obstáculos sobre las ruinas de las identidades y culturas
noreuropeas (celtas y germánicas)”, logrando imponerse “sin necesidad de hacer
ninguna concesión de principio y sin entrar en las complejidades del mestizaje”,58
para Bolívar Echeverría, a ella le corresponde ser la cuna del ethos realista y de la
“modernidad protestante”.
Es en la configuración de la modernidad de la Europa noroccidental del siglo
XVII donde ubica el proyecto de capitalismo que inicia la tendencia hacia la derrota
total del valor de uso, que llevará hasta sus últimas consecuencias la modernidad
americana en el siglo XX.
57
Bolívar Echeverría, “Modernidad y Capitalismo (Quince Tesis)”, en Las ilusiones de la modernidad, tesis 7, p. 166.
58
Bolívar Echeverría, “La modernidad americana (claves para su comprensión)”, en La americanización de
la modernidad, Era, México, 2008, p. 22.
59
Ibid., p. 23.
82
Luis Arizmendi
60
Ibíd.
83
La trascendencia de la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría para América Latina
marxismo progresista es impotente para descifrar el “performance sin fin del mestizaje”
no sólo racial sino civilizatorio que se ha desplegado en América Latina. Desde el mito
del progreso abre un gran hiato con el cual, así sea de modo tácito, los horrores del
genocidio y del ecocidio que trajo consigo la acumulación originaria del capital mundial
con la conquista de América Latina quedan adjudicados al feudalismo. Lo propio del
marxismo progresista, en nuestra región, siempre ha sido leer la historia de América
Latina en clave de una u otra forma de desmundialización del concepto capitalismo.61
Ya sea que se lea desde la visión del “constructo nacional”, la teoría de la “articulación
de los modos de producción”, la noción del “modo de producción latinoamericano” o,
incluso, desde la “desacumulación originaria del capital”, siempre se impone una u otra
forma de desmundialización del concepto capitalismo y, consecuentemente, se integra
un obstáculo infranquebale que bloquea descifrar el peculiar y complejo modo en que la
mundialización capitalista generó una configuración entreverada de la modernidad capi-
talista en América Latina destinada a ser el doble imposible de la modernidad europea.
Posicionándose, por principio, desde su poderosa lectura de El Capital, que asume
que la relación entre capitalismo y mundialización es permanente, desde la concepción
echeverriana del barroquismo, la acumulación originaria en América Latina jamás
es vista desde la desmundialización del concepto capitalismo. América Latina no
tiene que esperarse hasta los siglos XIX o XX para entrar en la modernidad capita-
lista, ingresa desde los siglos XVI y XVII, pero con una configuración sumamente
peculiar: quizás justo la que constituye la configuración más representativa de la
modernidad barroca.
61
Cuando efectúa el balance del debate internacional que desató la publicación de su magnum opus, El
moderno sistema-mundial, Wallerstein cuestiona directamente a Ernesto Laclau por desmundializar el concepto
capitalismo. Aunque Laclau –en “Feudalismo y Capitalismo en América Latina” (incluído en Política e Ideología
en la Teoría Marxista, Siglo XXI, 1978, pp. 10-52)– pretende que es a través del capital comercial que se vinculan
el capitalismo europeo y el feudalismo latinoamericano, paradójicamente, al cuestionar por circulacionista la
visión de Wallerstein, que según él no se da cuenta de que las relaciones de producción de América Latina son
precapitalistas, es el mismo Laclau quien proyecta su visión circulacionista. Incapaz de descifrar el impacto
que desde la circulación el capital tiene en las formas productivas y de explotación en América Latina, Laclau
está lejos de entender la mixtura entre capitalismo y precapitalismo que, a nivel del proceso de producción y
reproducción social, se constituye con la modernidad barroca. La crítica de Wallerstein a Laclau se expone
en El moderno sistema-mundial, Tomo I, Siglo XXI, México, 1999, pp. 178-179. Traduje su balance global
de la polémica internacional que suscitó su magnum opus, donde cuestiona la reducción del capitalismo a
“constructo nacional”, en “Debate en torno a la economía política de El moderno sistema-mundial”, en revista
Mundo Siglo XXI no. 24, CIECAS, IPN, México, 2011, pp. 5-12. Puede verse en la dirección web: http://www.
mundosigloxxi.ciecas.ipn.mx/pdf/v06/24/01.pdf
84
Luis Arizmendi
62
Immanuel Wallerstein, El moderno sistema-mundial, Tomo I, Siglo XXI, México, 1999, pp. 233-316.
85
La trascendencia de la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría para América Latina
después de la catástrofe político-religiosa que trajo para ella la Conquista, (donde) los
restos de la sociedad prehispánica no estaban en capacidad de funcionar nuevamente como
el todo orgánico que habían sido…, (desembocaron ante el desafío de una salida) que
ninguna de las dos podía construir sola o independientemente. Ambas experimentaban la
imperiosa necesidad de mantenerse al menos por encima del grado cero de civilización…63
En estas condiciones, la estrategia del apartheid tenía sin duda unas consecuencias inme-
diatamente suicidas… Inadecuado y desgastado, el esquema civilizatorio europeo era de
todos modos el único que sobrevivía… El otro, el que fue vencido (…), pese a no haber
sido aniquilado ni sustituído, no estaba en condiciones ya de disputar esa supremacía...64
63
Bolívar Echeverría, “La Compañía de Jesús y la primera modernidad de la América Latina”, en La modernidad
de lo barroco, Era, México, 1998, p. 82.
64
Bolívar Echeverría, “El ethos barroco”, op. cit, p. 34.
86
Luis Arizmendi
65
Bolívar Echeverría, “El ethos barroco”, op. cit., pp. 30-31.
66
En nítido contraste con una intervención tan erudita como la de Gilberto Argüello, que definió su posición
planteando que la acumulación originaria del capital mundial, justo porque benefició a Europa a partir de imponer
una enorme devastación sobre los recursos naturales y la población indígena, suscitó que se conformara, como
su polo opuesto pero complementario, una ineludible desacumulación originaria en América Latina, el mirador
Bolívar Echeverría afirma lo inverso, permitiendo percibir que la devastación sucedió pero que de ningún modo
bloqueó que la acumulación originaria de capital aconteciera en esta latitud. Lleva a comprender que lo que se
fundó fue un ethos y una civilización configuradas de forma barroca. Cfr. de Gilberto Argüello, "La acumulación
originaria en la Nueva España", en Historia y Sociedad, núm. 2, (2ª época), México, 1974, pp. 39-69.
87
La trascendencia de la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría para América Latina
La modernidad barroca como estrategia para soportar el capitalismo (…) pervive entre
nosotros con efectos en un cierto sentido positivos, por aligeradores de la vida, pero en
otro sumamente dañinos, por promotores de conformismo… La modernidad alternativa
como “negación determinada” que sería, tendría matices barrocos, si sale de la América
Latina, pero siendo necesariamente una modernidad post-barroca…67
Ahora bien, si desarrollamos los planteamientos de las dos lecturas más avanza-
das de El Capital en América Latina, la de Bolívar Echeverría y la de Ruy Mauro
Marini, podría decirse que, desde fines del siglo XIX comenzó una metamorfosis
que en el siglo XX se consolidó, llegándonos esencialmente así al siglo XXI: la
transición hacia formas de subsunción real capitalista más avanzadas con la gran
industria y las ciudades basadas en fábricas automáticas –dejando atrás los entrevera-
mientos entre formas capitalistas y formas feudales–, lejos de cancelar la existencia
del ethos barroco, sólo llevó a la reconfiguración de su fundamento económico.
Dentro de la modernidad latinoamericana, el impacto de la renta tecnológica como
tributo que rinden los capitalismos de la región ha propulsado que la preminencia
del ethos barroco por encima de las otras modalidades del ethe nunca desaparezca.
Resultado ineludible del poder de la renta tecnológica, porque los capitalismos
latinoamericanos compensan con la imposición de la sobre-explotación laboral
como dispositivo estructural de sus economías, porque pagan la fuerza de trabajo
tanto rural como urbana con salarios por debajo de su valor, es que la modernidad
capitalista en América Latina impone como violencia estructural pagar salarios
que no cubren la reproducción de la fuerza de trabajo nacional. Sobre este esce-
nario es que los dominados modernos en los capitalismos latinoamericanos deben
defenderse desplegando, espontánea pero ineludiblemente, estrategias mixtas de
reproducción vital de la fuerza de trabajo nacional. El entrecruzamiento de capi-
talismo y precapitalismo, es decir, de mercantificación de la fuerza de trabajo y
procesos de auto-reproducción comunitaria como complemento de aquella, cons-
67
“Barroco y Modernidad Alternativa. Diálogo con Bolívar Echeverría”, entrevista publicada en la revista Iconos
no. 17, FLACSO, Ecuador, septiembre 2003, p. 106.
88
Luis Arizmendi
68
Aunque el término pathos grotesco, que brillantemente formula Armando Bartra, capta ampliamente el collage
y el carnaval de formas que entrecruzan resistencia e integración, no cabe tratarlo como término que podría
sustituir mejorándolo el horizonte histórico que abre el concepto ethos barroco. Pathos grotesco constituye
una forma que por igual puede encontrarse en cualquier lugar del mundo. En este sentido, denota una realidad
diferente al barroquismo, aunque tenga ciertos cruces con ella. Ethos barroco, aunque puede encontrarse
en todos los lugares en donde surge la modernidad capitalista cada vez que construye acuerdos, silenciosos
pero efectivos, con principios no capitalistas de organización del mundo humano de la vida, en cambio, para
recordar una expresión sartreana, es un término totalizador en tanto abre una reconceptualizacion global de
la modernidad y su historia en América Latina.
89
La trascendencia de la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría para América Latina
90
Rosa Luxemburgo ante el relanzamiento del
marxismo crítico en el siglo XXI
I
La lectura histórico-concreta de El Capital de Rosa Luxemburgo
en el nacimiento del marxismo crítico
1
Luis Arizmendi, “Crisis epocal del capitalismo, encrucijadas y desafíos del transcapitalismo en el siglo XXI",
en Nuestra América y EU: Desafíos del Siglo XXI, coeditado por el Centro Internacional de Información Estra-
tégica y Prospectiva de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina y la Universidad Central de Ecuador,
2013. Puede verse en el link: http://www.asipress.ir/vdcdno0f.yt0956ml2y.txt
2
Perry Anderson, Consideraciones sobre el marxismo occidental, Siglo XXI, México, 1979.
91
Rosa Luxemburgo ante el relanzamiento del marxismo crítico en el siglo XXI
encuentra regida por una dinámica generalizable e irrefrenable que hace tanto del
progreso económico como del progreso político un camino ineluctable. Visto, así,
puede identificarse que la desfiguración introducida por el marxismo progresista se
desdobló incluyendo dentro de sí, además del “marxismo soviético” en Oriente, al
“marxismo socialdemócrata” en Occidente. Antes que Historia y conciencia de clase
de Georg Lukács3 o Marxismo y Filosofía de Karl Korsch,4 la fundadora teóricamente
más vigorosa del marxismo crítico –que tanta influencia ejerció para la célebre obra
de Lukács– fue, inapelablemente, Rosa Luxemburgo.
Apareciendo en la antesala de lo que Hobsbawn5 (1998, 26-61) ha dado en llamar
la “época de la guerra total” (1919-1945), en la historia internacional de las grandes
lecturas de El Capital –que cuenta con nombres inolvidables como Henryk Grossman,
Roman Rosdolsky, Ernest Mandel, Isaak Illich Rubin, Jindrich Zeleny y, por supues-
to, los mismos Lukács y Korsch–, sin duda alguna Rosa Luxemburgo ocupa un alto
lugar: ni más ni menos debe ser reconocida como la autora fundadora de la primera
lectura poderosa de la magnum opus de Marx.
Inspirada en un libro que ella no vio publicarse –la Introducción a la economía
política6 que editó en 1925 Paul Levi a partir de rescatar los manuscritos que pudo de
la casa de Rosa Luxemburgo después de ser asesinada–, La Acumulación del Capital,7
su obra maestra, publicada en 1913, expone ampliamente lo que, en el marco de la
caracterización epistemológico-política de las grandes lecturas de Marx, podría cla-
sificarse como la lectura histórico-concreta de El Capital.
En 1906 el Partido Socialdemócrata Alemán estableció en Berlín una Escuela Cen-
tral dirigida a la formación de cuadros. Menos de dos años después, en reemplazo de
Anton Pannekoek, Rosa Luxemburgo empezó a impartir una cátedra en la que buscó
llevar mucho más lejos la primera recuperación que efectuó de El Capital, cuando lo
empleó como plataforma de su obra (originalmente su tesis doctoral) El desarrollo
industrial de Polonia.8 Mientras ahí la teoría del desarrollo capitalista de Marx, que
va de la acumulación originaria a la gestación de la gran industria, es interpretada y
3
György Lukács, Historia y conciencia de clase, Grijalbo, México, 1969.
4
Karl Korsch, “Algunos supuestos básicos para una discusión materialista de la Teoría de las Crisis”, en
¿Derrumbe del capitalismo o sujeto revolucionario?, Cuadernos de Pasado y Presente no. 78, México, 1978.
5
Eric Hobsbawn, Historia del siglo XX, Ed. Crítica, Buenos Aires, 1998, pp. 29-61.
6
Rosa Luxemburgo, Introducción a la economía política, Cuadernos de Pasado y Presente no. 35, México, 1972.
7
Rosa Luxemburgo, La Acumulación del Capital, Grijalbo, México, 1967.
8
Rosa Luxemburgo, El desarrollo industrial de Polonia, Cuadernos de Pasado y Presente no. 71, México, 1979.
92
Luis Arizmendi
9
Rosa Luxemburgo, La Acumulación del Capital, Grijalbo, México, 1967, p. 9.
93
Rosa Luxemburgo ante el relanzamiento del marxismo crítico en el siglo XXI
10
Eduard Bernstein, Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia, Siglo XXI, México, 1982.
94
Luis Arizmendi
11
Rosa Luxemburgo, “¿Reforma o Revolución?”, en Obras Escogidas, Tomo I, Era, México, 1978a.
12
Rosa Luxemburgo, op. cit., 1967, pp. 404-454
13
Rudolf Hilferding, El capital financiero, Ed. Revolucionaria, La Habana, 1971.
95
Rosa Luxemburgo ante el relanzamiento del marxismo crítico en el siglo XXI
14
Roman Rosdolsky, Génesis y Estructura de El Capital, Siglo XXI, México, 1978, pp. 538-552.
15
Rosa Luxemburgo, op. cit., 1967, pp. 226-245.
16
Henryk Grossmann, La ley de la acumulación y del derrumbe del sistema capitalista, Ed. Siglo XXI, México,
1979a, pp. 389-401.
17
Karl Korsch, “Algunos supuestos básicos para una discusión materialista de la Teoría de las Crisis”, en ¿Derrumbe
del capitalismo o sujeto revolucionario?, Cuadernos de Pasado y Presente no. 78, México, 1978, pp. 128-129.
96
Luis Arizmendi
18
Immanuel Wallerstein, Después del liberalismo, Siglo XXI, México, 1996, p. 40.
19
Luis Arizmendi, “El Siglo XXI en la historia de la mundialización”, apartado IV “Capitalismo y Mundialización”,
en Horizontes de la vuelta de siglo, CIECAS-IPN, México, 2011, pp. 17-23.
97
Rosa Luxemburgo ante el relanzamiento del marxismo crítico en el siglo XXI
20
Tadeusz Kowalik, Teoría de la acumulación y del imperialismo en Rosa Luxemburgo, Era, México, 1971, pp. 135-141.
98
Luis Arizmendi
99
Rosa Luxemburgo ante el relanzamiento del marxismo crítico en el siglo XXI
21
Norman Geras, Actualidad del pensamiento de Rosa Luxemburgo, Era, México, 1980, pp. 14-38.
100
Luis Arizmendi
En conclusión, cabe decir que cuatro son las coordenadas que caracterizan y
articulan de modo global la lectura histórico-concreta de El Capital que fundó Rosa
Luxemburgo: 1) la conceptualización, sin reducirla a un constructo nacional, de la Ley
General de la Acumulación Capitalista desde la Teoría de la Economía Mundial; 2) la
fundación del estudio de la relación entre capitalismo y precapitalismo en la historia
del marxismo crítico; 3) la inauguración de la crítica a la interrelación estructural
entre capitalismo y militarización, y 4) el vigoroso relanzamiento de la encrucijada
Socialismo o Barbarie, originalmante formulada en el Manifiesto Comunista.
Distinguiéndose de aquellas lecturas posteriores del marxismo clásico que le
atribuyeron al concepto de capitalismo contenido en El Capital, ante todo, un alcan-
ce estructural,23 genético-estructural24 o una validez epistemológica universal desde
un método de aproximaciones sucesivas a la realidad concreta,25 Rosa Luxemburgo
produjo la primera lectura poderosa en el debate internacional en torno a El Capital,
generando una lectura histórico-concreta que, sin dejar de ser cuestionable y aleccio-
nadora a la vez, resalta porque intentó emplear y desarrollar este magnum opus para
descifrar la tendencia epocal de la mundialización capitalista.
II
La paradoja Luxemburgo y el barroquismo
22
Rosa Luxemburgo, Escritos Políticos, Grijalbo, Barcelona, 1977, pp. 270-1, 398-399.
23
Louis Althusser y Étienne Balibar, Para leer El Capital, Siglo XXI, México, 1969.
24
Jindrich Zeleny, La estructura lógica de El Capital, Grijalbo, México, 1978.
25
Henryk Grossmann, “La transformación de los valores en precios en Marx y el problema de las crisis”, en
Ensayos sobre la Teoría de las Crisis, Cuadernos de Pasado y Presente no. 79, México, 1979b.
101
Rosa Luxemburgo ante el relanzamiento del marxismo crítico en el siglo XXI
26
Henryk Grossmann, op. cit., 1979a, pp. 183-184.
27
Fritz Sternberg, El Imperialismo, Siglo XXI, México, 1979, pp. 60-84.
28
Bolívar Echeverría, Circulación capitalista y reproducción de la riqueza social, Coedición Nariz del Diablo/
UNAM, Ecuador, 1994a, p. 93.
29
Karl Marx y Friedrich Engels, Escritos sobre Rusia II. El porvenir de la comuna rural rusa, Cuadernos de
Pasado y Presente no. 90, México, 1980.
102
Luis Arizmendi
Empleado ante todo como una referencia puramente retórica, lo que Bernstein
denominaba “mal colonialismo”, el proyecto de dominación por Europa de otras
naciones para acrecentar sus ganancias capitalistas, le servía para que, a partir de
oponerse a él pudiera promover lo que llamaba un “buen colonialismo”. Es decir, la
ilusión de que la expansión del capitalismo europeo por el orbe que, al absorber y
refuncionalizar al precapitalismo, desplegaba la tendencia a mundializar “la cultura
y la civilización”. Promotora firme de esa versión del mito del progreso, al final del
camino la socialdemocracia europea se topó con la Primera Guerra Mundial, que
aunque Bernstein individualmente no apoyó, aquélla sí lo hizo.
Rechazando la idea de que el capitalismo se expande a través de un “crecimiento
por contagio”, que supuestamente al apoderarse de territorios no-capitalistas duplica
en ellos convirtiéndolos en su doble análogo o similar, la civilización europea, Lu-
xemburgo no sólo insistió en que esa era una ilusión del mito del progreso, sino que,
heredando de las cartas de Marx a Zasúlich la teoría de la mundialización capitalista
por “integración funcional bipolar”, esto es, formulando que el capitalismo se desdobla
estructuralmente en polos centrales y polos periféricos de modo que éstos se encuentran
imposibilitados para ser el doble de aquéllos, buscó llevar más lejos la crítica a esa
integración bipolar al incluir la relación capitalismo/precapitalismo pero como rela-
ción entre territorios. Al edificar, en La Acumulación del Capital, su conceptualización
de la economía mundial fundamentada en la presencia complementaria del proceso de
reproducción capitalista y el proceso de reproducción no-capitalista como sustento
imprescindible de aquel, Rosa Luxemburgo buscó heredar la problematización de la
relación entre capitalismo y no-capitalismo formulada por Marx e imprimirle una
nueva forma: la de una contradicción territorializada en la mundialización capitalista.
En este sentido, Rosa Luxemburgo cuestionó los esquemas de reproducción del
Libro Segundo de El Capital, pero pretendiendo heredar las cartas de Marx a la líder
narodniki para construir su teoría de la mundialización capitalista.
Brillante más por las problematizaciones de suma relevancia que abre que por
las soluciones que para las mismas aporta, habría que decir que son, ante todo, tres
los límites esenciales propios de la lectura luxemburguista histórico-concreta de El
Capital. Primero, como señaló Grossmann,30 se equivocó al repetir, aunque bajo otra
forma, la caracterización que la lectura neoarmonicista había efectuado del Libro
30
Henryk Grossmann, op. cit., 1979a, pp. 182-183.
103
Rosa Luxemburgo ante el relanzamiento del marxismo crítico en el siglo XXI
31
Gilbert Badia, Rosa Luxemburgo journaliste, polémiste, révolutionnaire, Ed. Sociales, París, 1975, p. 515.
104
Luis Arizmendi
32
René Zavaleta, Las masas en noviembre, Ed. Juventud, La Paz, 1983.
33
José Carlos Mariátegui, “El problema de la tierra”, en Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana,
Fundación Biblioteca Ayacucho, Venezuela, 1979.
34
Ruy Mauro Marini, Dialéctica de la Dependencia, Era, México 1973.
35
Ruy Mauro Marini, op. cit.
105
Rosa Luxemburgo ante el relanzamiento del marxismo crítico en el siglo XXI
36
Bolívar Echeverría, “Renta Tecnológica y Capitalismo Histórico”, (Traducción: Vianey Ramírez y Luis Ariz-
mendi), en Mundo Siglo XXI no. 2, CIECAS, IPN, México, 2005.
106
Luis Arizmendi
sino por una combinación peculiar de resistencia y funcionalidad para los capitalismos
dependientes de la región. Resistencia combativa y a la vez funcionalidad paradójica han
sido el fundamento de una prolongada persistencia, de orden podría decirse cuasi-estructural,
de las formas comunitarias indígenas precapitalistas en el capitalismo de América Latina.
Desde un diálogo implícito pero esencial con Marini, Bolívar Echeverría desarrolló
su propia concepción en torno a América Latina. Su innovadora y compleja perspectiva
en torno al barroquismo no puede mostrar todos sus alcances si se lee culturalistamente:
si la crítica a la cultura barroca se formula sin reconocer su crítica a la economía y la
política barrocas en el marco de la crítica a la mundialización capitalista.
Lo barroco en Bolívar Echeverría37 no refiere únicamente un entrecruzamiento
sumamente peculiar de la cultura de la Conquista con la cultura de la Contraconquista,
que surgió desde el siglo XVII en América Latina. Siempre presente en su mirador
la crítica a la mundialización capitalista, caracteriza la historia económica, política y
cultural de América Latina como una historia en la cual el capitalismo naciente no sólo
tuvo que acceder a entreverarse con formas sociales precapitalistas para prevalecer
y abrirse camino en su acumulación originaria, sino que, desde fines del siglo XIX
o principios del siglo XX –dependiendo de cada país–, una vez que la acumulación
originaria concluyó, admitió la existencia limitada, circunscrita y marginada, pero
cuasi-estructural del precapitalismo a su interior, precisamente para garantizar, con
base en estrategias mixtas, la reproducción de la fuerza de trabajo nacional y, desde
ahí, el funcionamiento de la acumulación de capital dentro de una configuración del
capitalismo imposibilitada para asegurar esa reproducción.
En este sentido, modernidad barroca es un término que Bolívar Echeverría38
inventó para dar cuenta de la especificidad de una configuración del capitalismo dis-
puesta a realizar concesiones a las formas no-capitalistas preexistentes con las que se
las tiene que ver, en su afán por absorberlas y refuncionalizarlas para ponerlas al
servicio de su poder. La modernidad barroca se tornó la peculiaridad del capitalismo
latinoamericano dentro de la economía mundial.39
37
Bolívar Echeverría, “El ethos barroco”, en Modernidad, mestizaje cultural, ethos barroco, UNAM/El Equi-
librista, México 1994b.
38
Bolívar Echeverría, “Barroco y Modernidad Alternativa”, entrevista publicada en la revista Iconos no. 17,
FLACSO, Ecuador, septiembre 2003.
39
Bolívar Echeverría, “La modernidad americana (claves para su comprensión)”, en La americanización de
la modernidad, Era, México, 2008, p. 23.
107
Rosa Luxemburgo ante el relanzamiento del marxismo crítico en el siglo XXI
III
Los principios estratégicos de la política revolucionaria luxemburguista
40
Bolívar Echeverría, “Prólogo”, en Obras Escogidas de Rosa Luxemburgo, Era, México, 1978, pp. 19-21.
108
Luis Arizmendi
41
Rosa Luxemburgo, “Problemas de organización de la socialdemocracia rusa”, en Obras Escogidas, Tomo I,
Era, México, 1978b.
42
Rosa Luxemburgo, “Huelga de masas, partido y sindicatos”, en Obras Escogidas, Tomo I, Era, México, 1978c.
43
Rosa Luxemburgo, “La huelga política de masas y los sindicatos”, en Obras Escogidas, Tomo I, Era,
México, 1978d.
109
Rosa Luxemburgo ante el relanzamiento del marxismo crítico en el siglo XXI
44
Rosa Luxemburgo, “El militarismo, la guerra y la clase obrera”, en Obras Escogidas, Tomo II, Era, México,
1981a.
45
Rosa Luxemburgo, “La acrobacia programática de los socialpatriotas”, en Obras Escogidas, Tomo II, Era,
México, 1981b.
110
Luis Arizmendi
46
Rosa Luxemburgo, “La cuestión nacional y la autonomía”, en Obras Escogidas, Tomo II, Era, México, 1981c.
111
Rosa Luxemburgo ante el relanzamiento del marxismo crítico en el siglo XXI
y las luchas genuinas por la soberanía nacional desarrollen formas tácticas y estra-
tégicas de convergencia desde alianzas eficaces y crecientes que permitan avanzar
hacia la edificación de lo que Rosa Luxemburgo llamaba el autogobierno del país.
De asumir ese desafío dependerá la capacidad para enfrentar la dominación tecno-
crático autoritaria cada vez más amenazante del capitalismo mundial del siglo XXI.
112
Crisis alimentaria y planetary management
del siglo XXI
I
La especificidad histórica de la crisis alimentaria mundial del siglo XXI
113
Crisis alimentaria y planetary management del siglo XXI
Con el surgimiento –que, más bien, significa la reedición aunque bajo una forma
nueva– del planetary management (esto es, de la dominación tecnocrático autoritaria del
orbe), el capitalismo de la vuelta de siglo preponderantemente se ha tornado, tanto en
términos políticos como económicos, cada vez más violento. Ha agudizado la violencia
económico-anónima que le es estructural. A partir de dejar atrás sin reparos su mediador
central en la administración de los antagonismos modernos, el Estado liberal ha llegado
ya al punto de admitir que la promesa del progreso universalizable que tanto promulgó
–la promesa del mejoramiento de la vida económica para todos– definitivamente ha
ingresado en su colapso. Para la modernidad capitalista del siglo XXI, el confort y la
opulencia hic et nunc sólo podrán ser si para asegurar que unos cuantos disfruten los
beneficios de la maximización de la acumulación y el concomitante apuntalamiento
del poder planetario, se asume y administra la propagación masiva de los heridos y los
muertos.1 Ese es el “sentido” del planetary management impuesto con la vuelta de siglo.
Nunca antes en la historia de la modernidad tantas oportunidades de afirmación
de la vida humana para la sociedad mundializada habían sido, más que simplemente
objeto de dilapidación o despilfarro, subsumidas y vencidas por una vorágine de
generación de muerte y devastación.
Si algo representaba de modo paradigmático la promesa del progreso con la mo-
dernidad capitalista era, precisamente, la certeza de que se alcanzaría la superación
histórica del hambre. Tratadas como flagelo de regímenes políticos anacrónicos e
irrepetibles, la modernidad capitalista promulgó que las hambrunas se acabarían con
la caída del Ancien Régime. Después de él, hambrunas y crisis alimentarias nunca más.
En la medida en que la industrialización estaba en curso en los capitalismos
americano y europeo y a la par los capitalismos periféricos no se encontraban indus-
trializados, el siglo XIX no pudo ser el tiempo de realización de esa promesa. Pero
el siglo XX, proyectándose a sí mismo desde la perspectiva del ethos romántico –es
decir, desde la perspectiva que mira el progreso tecnológico de la modernidad ca-
pitalista como sinónimo de progreso de la humanidad–, nació recibiendo la fase de
1
La primera configuración del planetary management la conformó el proyecto hitleriano de dominación
tecnocrático-autoritaria del orbe. En los “treinta gloriosos”, la fase de auge en la posguerra, la modernidad
liberal propagó la ilusión de que ese proyecto había llegado, desde fuera de la legalidad económica del capi-
talismo, como un interregno histórico en la marcha de la mundialización regida por un progreso prometedor e
indetenible. La historia de la vuelta de siglo ha hecho pedazos esa lectura ilusoria de la mundialización forjada
por el discurso liberal. Aproximándose a descifrar la tendencia que se juega en la reedición del planetary
management, Carl Amery escribió Auschwitz, ¿comienza el siglo XXI? (FCE, México, 2002).
114
Luis Arizmendi
2
Bolívar Echeverría, Las ilusiones de la modernidad, UNAM/El Equilibrista, México, 1995, pp. 138-140 y 156-161.
115
Crisis alimentaria y planetary management del siglo XXI
3
Eric Hobsbawn, Historia del siglo XX, Crítica, Grijalbo, Buenos Aires, 1998, pp. 29-61.
4
Keith Laybourn, Britain on the Breadline: A Social and Political History of Britain 1918 - 1939, Ed. Phoenix
Mill, Gloucester, England, 1998.
5
FAO, El Estado Mundial de la Agricultura y la Alimentación, Enseñanzas de los últimos cincuenta años,
ONU, Roma, 2000, p. 108.
6
Amartya Sen, Poverty and Famines: An Essay on Entitlements and Deprivation, Oxford University Press,
Nueva York, 1981, pp. 52-85.
116
Luis Arizmendi
tiene la virtud de que empezó a percibir que las hambrunas –el declive precipitado
del consumo alimentario hasta un nivel que condena a mucha gente al hambre, la
enfermedad y la muerte– ya no eran más un “acto” de la naturaleza o de la furia de
Dios. Demostró que, producidas socialmente, también en la periferia del sistema
mundial las hambrunas empezaban a explotar sin existir carestía real de alimentos.
Su estudio versó sobre la principal hambruna detonada para un país por la Segunda
Guerra Mundial: la Gran Hambruna de Bengala, en India, entre 1942-1943. El alza
en los precios del arroz –que hizo de este grano una excelente inversión– combinada
con la drástica caída de los ingresos de los más empobrecidos, generó un “holocausto
creado por el hombre”, como lo llamó Gideon Poyla, donde perecieron entre cuatro
y siete millones de personas.
Sin embargo, en este periodo el potencial de superación de las crisis alimentarias
estuvo propiamente circunscrito para los capitalismos metropolitanos. Resultado de la
inestabilidad política y la devastación producidas por la guerra, la ingesta de calorías
per cápita cayó en casi todos los países productores de arroz. Notoriamente en India,
Pakistán, Japón y Filipinas. Al inicio de la postguerra Asia experimentó una inversión
de su rol: pasó de ser excedentaria, a ser región netamente importadora de alimentos.7
Recayeron sobre los Estados periféricos los oleajes de drásticas hambrunas ma-
sivas que detonó la época de la guerra total. No es casual que rebasando el sitio de
Leningrado ordenado por Hitler,8 si no en sus horrores al menos sí en su impacto en
términos de magnitud de población afectada, las mayores hambrunas fueran las que
sucedieron en Estados periféricos invadidos. Además de las hambrunas en India y
Rusia, al inicio de la postguerra, en 1945, explotó una crisis alimentaria en Vietnam,
donde, como consecuencia ulterior de la devastación bélica francesa y japonesa sobre
la agricultura de Indochina, se amplificó el impacto de inundaciones que destruyeron la
cosecha produciendo, según informó Ho Chi Minh en su Declaración de Indepen-
dencia, la muerte de dos millones de personas.9 Todas éstas se encuentran entre las
peores crisis alimentarias del siglo pasado.
7
FAO, op. cit., p. 110.
8
John Barber y Andrei Dzeniskevich, Life and Death in Besieged Leningrad, 1941–44, Palgrave Macmillan,
New York, 2005.
9
Ho Chi Minh, Declaración de Independencia de la República Democrática de Vietnam, Hánoi, 1945, p. 2. Link:
http://www.matxingunea.org/media/pdf/ho_declaracion_de_independencia_de_la_republica_democrati-
ca_de_vietnam.pdf
117
Crisis alimentaria y planetary management del siglo XXI
10
Sobre-explotación es una forma que no representa una gran explotación de plusvalor. Da cuenta de la
yuxtaposición de dos procesos: del hecho de que sobre la explotación de plusvalor, distinguiéndose de ella
pero complementándola, el capital impone la expropiación de relevantes porcentajes de su valor al salario de
la fuerza de trabajo nacional e internacional. De modo que, instala una violencia económica peculiar: la ley
del valor en la relación capital-trabajo se viola para canalizar grandes masas de valor del fondo salarial de
consumo al fondo capitalista de acumulación.
Si se ve panorámicamente la historia capitalista de la sobre-explotación laboral, pueden identificarse tres
grandes fases. La primera corresponde a la fase de la sobre-explotación laboral concentrada en la metrópoli
(1740-1896). Cuando el surgimiento de la modernización industrial, trajo consigo la sobre-explotación para los
trabajadores metropolitanos. En Europa duró hasta la Larga Depresión de fines del siglo XIX, en EUA hasta el
cierre de su acumulación originaria. La segunda constituye la fase de la sobre-explotación laboral concentrada
118
Luis Arizmendi
en las periferias (1896-1971/91). Cuando los capitalismos metropolitanos mejoraron los niveles de vida de sus
ciudadanos nacionales, pero la mundialización capitalista no superó sino traslado la sobre-explotación para
instalarla estructuralmente en los países periféricos. Siguiendo el camino de una industrialización subordinada,
los capitalismos periféricos, pese a anhelarlo, jamás pudieron duplicar la forma de la relación capital-trabajo que,
en sus mejores tiempos, se ejerció en las metrópolis. Desde las últimas décadas del siglo XX asistimos a una
nueva fase: en lugar de hacer de la mundialización de la tecnología moderna fundamento para mejorar la vida
de todas las naciones, el capitalismo global fundó el periodo de mundialización de la sobre-explotación laboral.
Con él, ya no sólo los capitales de retaguardia la imponen, ahora la comandan los capitales de vanguardia
tecnológica de la economía global. Luis Arizmendi, “Concepciones de la pobreza en la fase del colapso del
capitalismo neoliberal”, en revista internacional Mundo Siglo XXI no. 21, CIECAS, IPN, México, 2010, pp. 35-37.
11
La forma de depredación inintencional aunque inevitable de la naturaleza que desplegó la subsunción
real capitalista de la tecnología productiva en el siglo pasado, fue acompañada por otra forma, regida por la
depredación programada pero inestable, que desarrolló la dominación real capitalista de la tecnología militar.
Una forma que, en el nuevo siglo, ha trasladado su lógica a las nuevas tecnologías productivas como la
ingeniería genética o la geoingeniería.
119
Crisis alimentaria y planetary management del siglo XXI
muy poco, y las personas se estaban muriendo de hambre aun cuando los alimentos se
vendían a precios no muy diferentes a los registrados antes de la sequía. El fenómeno
puede explicarse por la ausencia generalizada de prestaciones en varios sectores de
la población”.12 A su modo, Sen percibió que la economía mundial alimentaria tenía
ya la capacidad para contrarrestar las limitaciones productivas agrícolas que pudieran
presentarse en la periferia para su autoalimentación. Y que las hambrunas africanas
correspondían a un estado de escasez artificial instalado por la privación capitalista.
En consecuencia, en el curso de los trente glorieuses la potencialidad latente de
superación histórica de la privación de alimentos y del peligro del hambre para las
naciones de los Estados periféricos efectivamente se bosquejó, pero a juego de po-
nerla al servicio del apuntalamiento del poder planetario del capital, sin detenerse al
imponer una arrolladora devastación de la naturaleza con la Revolución Verde y sin
dejar de traicionar intermitentemente esa potencialidad con la dinámica excluyente
de la sobre-explotación laboral. La gran crisis de sobreacumulación capitalista que
estalló en los setenta para cerrar este periodo, acabó por redondear ese sabotaje.
Es importante precisar que en el curso de estas dos fases las dos hambrunas
más graves del siglo XX no acontecieron en Occidente. Fueron resultado de la
“colectivización forzosa” de la tierra en la URSS y en China. Si se les lee cues-
tionando la simulación histórica de que estatalización de la tierra como medio
esencial de producción es sinónimo de su socialización, se abre una ventana que
permite empezar a reconocer que lo que emergió en la URSS de ningún modo fue
el socialismo como sistema histórico, sino una configuración sumamente atípica y
peculiar del capitalismo con la que éste parecía inexistente porque no reeditaba su
configuración occidental: el capitalismo despótico, esto es, el capitalismo con el
Estado autoritario13 y la nomenklatura como personificaciones exclusivas del ca-
pital.14 Vista así, Holodomor, la hambruna en la que perecieron hasta diez millones
de seres humanos en Ucrania, entre 1932-33, para imponer mediante la violencia
política destructiva la expropiación de la tierra a los campesinos15 y devastar los
últimos restos de la comuna rural rusa como forma precapitalista, no fue producto
de una catástrofe natural que generó una mala cosecha ni sólo el enloquecido acto
12
Amartya Sen, op cit., p. 111-112.
13
Max Horkheimer, Estado autoritario, Itaca, México, 2006.
14
Luis Arizmendi, Horizontes de la vuelta de siglo, CIECAS, IPN, México, 2011, pp. 18-20.
15
Miron Dolot, Execution by hunger, The hidden holocaust, Norton & Company, EUA, 1985.
120
Luis Arizmendi
16
Frank Dikötter, Mao´s Great Famine. The history of China´s most devastating catastrophe, 1958-1962,
Walker & Co., Nueva York, 2010.
17
Felix Wemheuer, Femine politics in Maoist China + the Soviet Union, Yale University Press, USA, 2014.
18
Mike Davis, Génocides tropicaux, catastrophes et famines coloniales (1870-1900). Aux origines du sous-
développement, La Découverte, París, 2003.
121
Crisis alimentaria y planetary management del siglo XXI
19
Luis Arizmendi, op. cit., pp. 15-23.
122
Luis Arizmendi
epocal del capitalismo, ciertamente, imprimen a la crisis alimentaria global del siglo
XXI un carácter inédito y amenazador.
Los fundamentos históricos de la crisis alimentaria global se integraron con el sur-
gimiento del planetary management, su explosión la ha entrecruzado peligrosamente
con las demás dimensiones de la crisis epocal del capitalismo.
Desde fines de los setenta se abrió paso el trend que, a lo largo de todo el siglo
XX, enfrentando a los capitalismos metropolitanos contra las estructuras defensivas
de los capitalismos periféricos, pugnó por la victoria de la renta tecnológica. Los
capitalismos metropolitanos nunca se encontraron satisfechos con el tributo que,
por su supremacía instrumental, ineludiblemente los Estados-nación de las perife-
rias debían rendirles. Jamás les bastaron las formidables transferencias de masas de
valor y plusvalor a través de la renta tecnológica. Pero hicieron de ella un arma que,
primero, llevó a los capitalismos periféricos a subordinarse a la dinámica expoliadora
de la deuda externa, para luego, arrinconados y vencidos, obligarlos a ceder al capital
trasnacional el dominio directo de sus estructuras productivas y reproductivas. En
este sentido, con la vuelta de siglo lo que aconteció no fue simplemente el cambio
de un modelo económico, fue el triunfo del trend secular de la renta tecnológica.20
Una de las principales constataciones de su victoria reside en el drástico giro
de la configuración de la economía alimentaria mundial. Desde los treinta, durante
casi medio siglo, casi todos los Estados periféricos lograron establecer como forma
defensiva ante la sobre-explotación laboral de su fuerza de trabajo nacional, la so-
beranía alimentaria. Su capacidad de autoalimentación permitía que, ante la escasez
capitalista lanzada sobre los dominados modernos, si no se podía evitar la pobreza,
al menos se intentaba evitar la muerte por hambre.
Pero, en las últimas décadas del siglo XX la reproducción alimentaria mundial
pasó a ser subsumida directamente por el capital trasnacional, por delante por EUA,
y, así, quedó inserta en la violencia económico anónima de la acumulación global.
La reconfiguración “neoliberal” de la economía alimentaria, haciendo pedazos la
capacidad de autoalimentación de las naciones de las periferias, instaló una violencia
radical: la escasez alimentaria artificial al interior de ellas con un creciente exceso
de alimentos en la economía global.
20
Bolívar Echeverría, “Renta tecnológica y capitalismo histórico”, en revista internacional Mundo Siglo XXI
no. 2, CIECAS, IPN, México, 2005.
123
Crisis alimentaria y planetary management del siglo XXI
21
Michel Chossudovsky, Globalización de la pobreza, Siglo XXI, México, 2002, pp. 114-120.
22
Oxfam, Hambre y calentamiento global: cómo impedir que el cambio climático haga fracasar la lucha contra
el hambre, México, 2014, p. 9. Link: https://www.oxfam.org/sites/www.oxfam.org/files/mb-hot-hungry-food-
climate-change-250314-es_1.pdf
124
Luis Arizmendi
de mundializarse, ha estallado con la crisis alimentaria mundial del siglo XXI. Para
2015, así, Somalia ha llegado a la peor hambruna de su historia.
La dominación tecnocrático autoritaria de la economía alimentaria global consis-
te, entonces, en la asunción sin reparo alguno de que la nueva forma de dominación
capitalista de la reproducción alimentaria de las naciones trae consigo la explosión
de una drástica violencia económico anónima que no se va a enfrentar buscando
superarla, sino haciendo valer la admisión y la administración estratégica de la
multiplicación ineludible de millones de heridos y muertos. De este modo se gestó
la nueva geopolítica del hambre,23 y lo que Jan Breman denomina el “regreso del
darwinismo social”.24 Esa es la especificidad histórica del planetary management de
la crisis alimentaria global.
II
El mito del progreso en torno a la reducción del hambre mundial
23
Jorge Semprún y Olivier Longué, Geopolítica del hambre, cuando el hambre es un arma, Icaria Editorial,
Madrid, 1999.
24
Jan Breman, Fuerza de trabajo paria en Asia, IAEN, Ecuador, 2014, pp. 399-407.
25
Thomas Pogge, La pobreza en el mundo y los derechos humanos, FCE, México, 2002, p. 14.
26
Thomas Pogge, “Crítica al progreso cosmético de la pobreza y el hambre del Banco Mundial y los Objetivos
del Milenio”, en revista internacional Mundo Siglo XXI no. 34, CIECAS, IPN, México, 2014, pp. 16-18.
125
Crisis alimentaria y planetary management del siglo XXI
27
FAO, Declaración de Roma sobre la Seguridad Alimentaria Mundial, 1996. Link: http://www.fao.org/do-
crep/003/w3613s/w3613s00.HTM
28
Thomas Pogge, Hacer justicia a la humanidad, FCE, México, 2009, p. 251.
126
Luis Arizmendi
13.95% en 2015, desliza un efecto distractor. Simula programar reducir a la mitad los
pobres del mundo para desviar la mirada respecto de que la Declaración del Milenio
ha amputado la meta original: al volverla 1016.1 millones, excluye a 161.75 millones
de pobres extremos (véase Cuadro 1).
Cuadro 1
Cambio de la meta de reducción de la pobreza extrema para 2015
(millones)
Declaración del Milenio ODM
Proyecto original Proyecto modificado
Año Pobres Población Pobres Meta Cambio de Pobres Cambio de Cambio Cambio de
extremos mundial extremos 2015 año base extremos Población a Pobres Meta
(%) base a extremos Pobres
PMD de PMD extremos
(%) 2015
2000 1708.7 6123 27.90 1990 1908.6 4431 43.10
Exclusión
programada 335.1
de (48.38%)
DM a ODM
1016.1 1351.2
Fuente: elaboración propia con base en Thomas Pogge, “Crítica al progreso cosmético de la pobreza y el
hambre del Banco Mundial y los Objetivos del Milenio”, en revista internacional Mundo Siglo XXI no. 34,
CIECAS, IPN, México, 2014, p. 9.
127
Crisis alimentaria y planetary management del siglo XXI
Aunque se formularon el mismo año, los Objetivos del Milenio no son idénticos
a la Declaración del Milenio, introdujeron dos cambios sustanciales aún más re-
gresivos. Alterando el statu quo ante relativo cambiaron el año base y la población
base. Al modificar y correrlo hacia 1990, se amplía la masa de pobres en referen-
cia a la cual se calcula su reducción a la mitad para 2015. Al poner como base la
población de los países menos desarrollados se desliza una tasa de crecimiento
poblacional que equivale a más del doble de la que desplegó la población mundial
en ese período. En consecuencia, la reducción programada de 43.1% de pobres
extremos de 1990 a 21.55% para 2015, hace uso y abuso del efecto distractor:
simula disminuir la pobreza mundial a la mitad, para justificar la ampliación de
la exclusión programada de pobres en la población objetivo. Al volverla 1351.2
millones quedan fuera 335.1 millones en referencia a la meta de la Declaración del
Milenio (1016.1 millones); peor aún, 496.85 millones respecto de la Declaración
de Roma (854.35 millones). Esto significa que la meta fue mutilada excluyendo
58.15% de la población objetivo original. Más de la mitad de la meta originaria
de la Declaración de Roma, se esfumó.
En el paso de la Declaración de Roma a los Objetivos del Milenio, esta
metodología con efecto distractor también se introduce para alterar la meta de
reducción del hambre mundial. Al modificar el año base, corriéndolo de 1996 a
1990, cambia la magnitud de pobres con hambre que opera como referente: pasa
de 788 a 843 millones. Al modificar la población base, se introduce un porcentaje
mayor de pobres con hambre, puesto que su proporción es mayor en los países
menos desarrollados que en la población mundial. En consecuencia, estos dos
cambios, sutiles pero de fondo, deslizan un efecto distractor: simulan programar
una reducción de pobres con hambre (de 19% en 1996 a 9.5% a 2015), cuando
más bien establecen una acallada redefinición de la meta, es decir, una exclusión
programada de 202 millones de personas en crisis alimentaria. Se repite el efec-
to regresivo: en los Objetivos del Milenio respecto de la Declaración de Roma,
prácticamente la mitad de la población objetivo original ha sido excluida (véase
Cuadro 2).
128
Luis Arizmendi
Cuadro 2
Cambio de la meta de reducción del hambre para 2015
(millones)
Declaración de Roma (DR) Objetivo del Milenio
sobre Seguridad Alimentaria Mundial (ODM)
Proyecto original Proyecto modificado
Año Pobres Progreso Meta Cambio Pobres extre- Cambio de Cambio a pobres Progreso Cambio de meta
extremos (%) 2015 de año mos Población extremos ilusorio pobres extremos
con desnu- base con desnu- base a con desnutrición (%) con desnutrición
trición crónica trición crónica PMD crónica en PMD crónica 2015
en PMD (%)
1996 788 1990 843 4431 19.00
Exclusión 202
Programada (51.26%)
de DR a
ODM
394 596
Fuente: elaboración propia con base en Thomas Pogge, “Crítica al progreso cosmético de la pobreza y el
hambre del Banco Mundial y los Objetivos del Milenio”, en revista internacional Mundo Siglo XXI no. 34,
CIECAS, IPN, México, 2014, p. 1.
129
Crisis alimentaria y planetary management del siglo XXI
de que los 795 millones de personas subalimentadas que reconoce que existen ac-
tualmente, constituye una magnitud con la que sí se cubre la meta de reducción del
hambre mundial programada. Más que contradictio in terminis, entre la metodología
de la Declaración de Roma y el Informe de la FAO 2015 existe un auténtico oximorón,
puesto que prácticamente se terminó con el doble programado de pobres con hambre
(795 casi duplica la meta de 394 millones), pero el objetivo del milenio sí se cumplió.
La exclusión programada en las metas no sólo sucedió en el año 2000. Se repitió
en 2010 y ha continuado, instalando sobre la violenta crisis alimentaria del siglo
XXI el mito del progreso en la reducción de la pobreza del hambre a escala mundial.
Modificando la metodología en la medición de la pobreza extrema y el hambre,
el ex economista en jefe del Banco Mundial, Martin Ravallion, y Shaohua Chen,29
incluso se excedieron, propagando en los mass media globalizados la ilusión de que
ya en 2010, esto es un quinquenio previo al año programado, se había alcanzado el
objetivo de reducción a la mitad del hambre en el mundo.
Aunque también volvió a modificar su metodología en la medición del hambre global,
la FAO no fue tan atrevida. En su Informe 2015 sostiene que mientras en 1990 en las re-
giones en desarrollo la proporción de la población subalimentada correspondía al 23.3%,
en 2010-2012 llegó al 14.1%, de modo que para 2014-2016 asume será ya del 12.9%.30
Duplicó el mito del progreso en la reducción del hambre mundial, pero sin excederse,
como el Banco Mundial.
Pogge ha puesto al descubierto este oximorón. Demuestra que si la FAO le hubiera
dado continuidad a su metodología original, su propia evaluación concluiría que, entre
1969-1971 y 1995-1997, la magnitud de la población con desnutrición crónica fue
disminuyendo, pero que a partir de ahí la tendencia experimentó un cambio drástico al
alza. Cambio que, con la crisis alimentaria de 2005-2007, se ha agudizado. Invirtiendo
radicalmente ese diagnóstico, la modificación de 2012 en la metodología de medición
de la desnutrición crónica y extrema, difunde la ilusión de que, a partir de 1990-92, está
en curso la tendencia continua a la reducción del hambre mundial (véase Gráfica 1).
29
Martin Ravallion y Shaohua Chen, An update to the World Bank’s estimates of consumption poverty in the
developing World, Briefing note, World Bank, 2012. Link: http://siteresources.worldbank.org/INTPOVCALNET/
Resources/Global_Poverty_Update_2012_02-29-12.pdf
30
FAO, FIDA y PMA, El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2015. Cumplimiento de los objetivos
internacionales para 2015 en relación con el hambre: balance de los desiguales progresos, ONU, Roma, p.
9. Link: http://www.fao.org/3/a-i4646s.pdf
130
Luis Arizmendi
Gráfica 1
Indicador de la FAO para desnutrición crónica extrema
Comparación de la medición base entre el método nuevo y el previo
Fuente: elaborada por Thomas Pogge, Frances Moore Lappé, Jennifer Clapp, Molly Anderson, Robin Broad,
Ellen Messer y Timothy Wise, revista internacional Mundo Siglo XXI no. 36, CIECAS, IPN, México, 2015, p. 6.
131
Crisis alimentaria y planetary management del siglo XXI
Y tres, last but not least, el indicador puramente cuantitativo de ingesta de calorías
también es en sí mismo inadecuado porque reduce su medida en acuerdo al consumo
requerido para una forma de vida sedentaria. Indicador fuera de lugar dado que los
pobres extremos no realizan labores de esa forma de vida y, más bien, despliegan
procesos laborales propios de arduo trabajo físico o manual. Si se corrige sólo ésta
última limitación metodológica, la medida social del hambre mundial cambia dra-
máticamente: el número de personas desnutridas en 2010-2012 puede identificarse
en 1.33 mil millones –esto es, 53% mayor que la estimación oficial de 868 millones
para 2012 por la FAO–. Esto “pone en jaque la evaluación del hambre mundial”.31
En conclusión, el mito del progreso en la reducción del hambre mundial consti-
tuye una ilusión mediática funcional a la dominación tecnocrático-autoritaria de la
crisis alimentaria del siglo XXI. La verdadera historia del planetary management del
hambre global aún no ha sido contada.
31
Thomas Pogge, “Crítica al progreso cosmético de la pobreza y el hambre del Banco Mundial y los Objetivos
del Milenio”, en revista internacional Mundo Siglo XXI no. 34, CIECAS, IPN, México, 2014, p. 7.
132
Planetary management y
crisis ambiental mundializada
I
Planetary management y liberalismo ambientalista del siglo XXI
1
Denunciando este olvido de la naturaleza, Martínez Alier y Schlüpmann han sabido subrayar la ineludible
perspectiva inmaterial que resulta de la teoría subjetivista de la utilidad con la economía convencional. Según
recuerdan, la polémica que esta posición suscita, al interior de la London School of Economics, entre el biólogo
Lancelot Hogben y el economista Hayek, se decide indiscutiblemente a favor del primero. Oponiéndose desde
las ciencias naturales al psicologiscismo subjetivista de la economía convencional propulsada por Hayek, al
señalar que los alimentos no debían ser definidos por sus cualidades físicas sino exclusivamente “en términos
133
Planetary management y crisis ambiental mundializada
de las opiniones que los agentes económicos tuvieran acerca de ellos”, Hogben insistió en que “los economis-
tas neoclásicos eran sencillamente ridículos (…) porque pensaban tener una teoría del consumo sin estudiar
los orígenes de las necesidades humanas”. Su certero reproche revelaba que los economistas “neoclásicos”
“no se ocupaban de estudiar de manera real la relación entre necesidades humanas y recursos naturales”.
Aunque desliza un límite derivado de su concepción puramente biológica de las necesidades, es decir, que
no percibe el desarrollo histórico de la civilización que las produce, una crítica como la de Hogben resulta
valiosa justo porque sabe sacar a flote la perspectiva inmaterial de las necesidades que opera como platafor-
ma de todo el sistema teórico de la economía convencional. Naturalmente, a un biólogo no podía menos que
resultarle inmediatamente irracional una teoría de las necesidades humanas que se niega a tomar en cuenta
la especificidad material del cuerpo humano y de la relación metabólica sociedad/naturaleza. Joan Martínez
Alier y Klaus Schlüpmann, La economía y la ecología, FCE, México, 1991, pp. 182, 185-186.
Cuando, por fin, presionada por la agudización de la crisis ambiental mundializada, la economía convencio-
nal tuvo que reconocer la importancia de estudiar esta relación metabólica, forjó el discurso de la “economía
ambiental” que con sus nociones de “capital natural” o “espacio de medio ambiente” y “costos ecológicos
del crecimiento” o “internalización de externalidades” no hace sino reactualizar el olvido de la naturaleza,
paradójicamente, en el mismo momento en que se pretende asumir su reconocimiento. Nociones como éstas
revelan su carácter antiecológico en su intento imposible de reducir a la forma precio la estructura material del
mundo natural. Justo porque nuestro planeta no constituye una cosa, sino un auténtico sistema vivo, es que
se encuentra en proceso de desarrollo constante experimentando modificaciones cuantitativas y cualitativas
sin césar que tornan científicamente inviable inventariarlo. Si, por un lado, nociones como las de “capital
natural” y “espacio del medio ambiente” –como certeramente han mostrado Elmar Altvater y Birgit Mahnkopf
(Limitaciones de la globalización, Siglo XXI, México, 2002, pp. 321-326)– expresan una concepción mutilada
y mutilante de la naturaleza por cuanto se busca su cuantificación exclusivamente en consideración de los
recursos funcionales a la acumulación de las empresas nacionales y transnacionales, lo que deja sencillamente
como desechables múltiples formas de vida y recursos, por otro, nociones como las de “costos ecológicos
del crecimiento” o “internalización de externalidades” simulan que el crecimiento económico del capitalismo
contemporáneo puede fundamentalmente continuar y seguir adelante simplemente haciéndose acompañar
de compensaciones que desde el mercado se efectúen sobre los desequilibrios ambientales económicamente
generados. Desde el discurso de la “economía ambiental” la naturaleza nunca queda asumida en cuanto tal
y es insensatamente vista desde el positivismo cortoplacista.
134
Luis Arizmendi
135
Planetary management y crisis ambiental mundializada
2
Nicholas Stern, El Informe Stern, Paidós, España, 2007.
3
Donadl Brown, “El deber ético de las naciones ante el “cambio climático””, revista internacional Mundo Siglo
XXI no. 23, CIECAS, IPN, México, pp. 11-14.
136
Luis Arizmendi
137
Planetary management y crisis ambiental mundializada
II
Tendencia y escenarios de la crisis ambiental mundializada
4
World Bank, Turn Down The Heat, en: http://climatechange.worldbank.org/sites/default/files/Turn_Down_
the_heat_Why_a_4_degree_centrigrade_warmer_world_must_be_avoided.pdf
138
Luis Arizmendi
Gráfica 1
Dinámica histórica de los huracanes severos
139
Planetary management y crisis ambiental mundializada
Gráfica 2
Dinámica de la temperatura media mundial 1880-2002
Fuente: GISS
140
Luis Arizmendi
5
A principios de los noventa, el doctor Jeremy Leggett, Director de Ciencia de Greenpeace en el Reino Unido,
había alcanzado el reconocimiento de 17 de éstos factores de retroalimentación, pero con el inicio del nuevo
siglo van descubriéndose otros más. El calentamiento del planeta, FCE, México, 1996, pp. 34-51.
141
Planetary management y crisis ambiental mundializada
142
Luis Arizmendi
6
Brian Huntley, “Lecciones procedentes de los climas del pasado”, en J. Leggett, op.cit., pp. 156-160. A la luz
de las nuevas investigaciones, la suposición de que la probabilidad de un desbocamiento termal planetarizado
era aunque real, menor, está quedando auténticamente desbordada no sólo por la conformación de fracturas
en los hielos árticos, que desatan emisiones episódicas de metano producidas por una proceso más rápido de
transferencia convectiva de calor hacia los fondos helados –fenómeno que ya empezó a ser observado cerca
de las costas exsoviéticas–, sino, más grave aún, por la desestabilización del albedo y su tendencia a generar
un Ártico enteramente descongelado en verano. La notificación sobre la existencia de estas fracturas la realizó
E. G. Nisbet con su ensayo “Some northern sources of atmospheric methane” (Legget, op.cit, p. 50).
143
Planetary management y crisis ambiental mundializada
144
Luis Arizmendi
145
Planetary management y crisis ambiental mundializada
de metano, lo que no es nada comparado con los impactos que desataría la liberación de
los depósitos siberianos y, mucho peor aún, de los depósitos oceánicos. Con sólo la
liberación a la atmósfera del 1% contenido en Siberia, o sea 14 millones de tonela-
das de metano, el sobrecalentamiento planetario se retroalimentaría aceleradamente.
Ante esta dinámica de retroalimentación del sobrecalentamiento de ningún modo es
menor que, después de haberse mantenido estables, los científicos hayan encontrado
que, desde 2007, ha repuntado de modo brusco la concentración de metano a nivel
mundial, aunque todavía no precisan su procedencia (véase Gráfica 3).
Gráfica 3
Concentración de metano en la atmósfera (1995-2010)
Fuente: Advanced Global Atmospheric Gases Experiment y Australian Commonwealth Scientific and Industrial
Research Organisation.
146
Luis Arizmendi
III
La dinámica esquizoide de la mundialización fosilista en el siglo XXI
7
Op. cit., p. 159.
147
Planetary management y crisis ambiental mundializada
Dos líneas de temporalidad diferente una de larga, otra de media duración, se vienen
entrecruzando para propiciar la persistencia de este ascenso insensato y enceguecido.
En la media duración, esto es en lo concerniente a una temporalidad que apunta
a impactar en las primeras cuatro o cinco décadas del nuevo siglo, el ascenso de la
producción mundial de petróleo secundariza la necesidad global del sistema de esta-
bilizarse ambientalistamente y garantizar su continuidad histórica bajo la atribución de
mayor jerarquía a la disputa por la hegemonía mundial. Una necesidad coyuntural
del capitalismo se impone por encima de otra necesidad de orden histórico global de
él mismo. Jorge Beinstein ha demostrado que el abrupto ascenso en curso de la pro-
ducción de petróleo, detonante de la drástica caída de sus precios internacionales,
no proviene de Arabia Saudita, sino de EUA.8 Los datos estadísticos revelan que,
desde 2013, la producción energética árabe atraviesa por una dinámica descendente.
Recurriendo al fracking sin reparos, desde 2007 EUA viene mermando sus propias
reservas al incrementar cada vez más su producción de petróleo esquisto porque lo
emplea como arma geoestratégica para realizar un golpe en doble banda; por un lado,
para quebrar la fuerza geopolítica de Venezuela y derrotar la tendencia posneoliberal
en Sudamérica la única región del orbe donde existen Estados contrahegemónicos; por
otro, para desestabilizar la alianza estratégica entre Rusia y China, que constituye la
auténtica fuerza geopolítica contendiente en la disputa por la hegemonía mundial. Si
se desestabiliza suficientemente Venezuela, que en la renta petrolera tiene paradójica-
mente a la vez su fuerza y su debilidad, su configuración como Estado contrahegemó-
nico se podría derrumbar, detonando un profundo reacomodo en la rapport de forces
de la región. Y no sólo, puesto que, así, se abrirían las posibilidades para que EUA
pudiera propulsar su anhelado proyecto de subordinación directa de los importantes
yacimientos petroleros de Venezuela, que nada más equivalen al 20% de las reservas
globales. En el marco de una triangulación geoestratégica, junto con la apertura a la
inversión extranjera de las reservas energéticas mexicanas –donde se contiene la 4ª
reserva de gas más grande a nivel global– le serviría ampliamente para la disputa por
la hegemonía energética planetaria. En la ofensiva estadounidense sobre Venezuela no
esta en la mira sólo el posneoliberalismo latinoamericano, también la disputa por la
hegemonía mundial. A la par, mientras las sanciones occidentales por el conflicto en
8
Jorge Beinstein, “Crisis petrolera y declinación sistémica mundial”, Mundo Siglo XXI no. 36, CIECAS, IPN,
México, 2015, pp. 15-36.
148
Luis Arizmendi
Ucrania no han impactado mayormente la economía rusa, la caída del precio del “oro
negro”, en cambio, apuntala su recesión. Desestabilizando su poder como potencia
energética se debilitaría a Rusia, en términos económicos y políticos, tanto a escala
regional como a escala geoestratégica global, lo que mermaría la fuerza de su alianza
con China, que no posee fuentes de energía fósil y, por tanto, en términos energéticos
es dependiente. Justo cuando ambas potencias están siendo objeto de cercamiento
lógístico militar por EUA. No es casual que EUA, más que continuar, desde 2007,
incremente su producción petrolera cada vez en mayor medida. Sin embargo, la diná-
mica en la cual se ha embarcado tiene un límite: la EIA calcula que sus reservas sólo
permiten mantener ese ritmo hasta el año 2021 (véase Gráfica 4). En este sentido, el
segundo quinquenio de la segunda década del siglo XXI va a ser coyunturalmente
estratégico en la disputa por la hegemonía mundial.
Gráfica 4
Producción de petróleo de esquisto en los Estados Unidos de América
millones de barriles diarios
149
Planetary management y crisis ambiental mundializada
Gráfica 5
Producción mundial de petróleo
150
Luis Arizmendi
una auténtica fuente energética de efectos prometeicos.9 Su singular poder para con-
centrar, relativamente en pequeñas cantidades, descomunales quantums de energía,
aunado a su capacidad para rebasar –mucho mejor que el carbón, que fue el energético
que sostuvo el desarrollo de la 1ª Revolución Tecnológica (1735-1870-1882)– los
límites materiales que para la producción y el consumo global de energía significan
el espacio y el tiempo (ya que constituye un energético de fácil transporte mediante
barcos, pipas y oleoductos y, asimismo, de fácil almacenamiento mediante diversos
tipos de depósitos), hicieron del petróleo no un producto entre otros, sino el valor de
uso par excellence de la mundialización capitalista en el siglo pasado. En el marco de
la 2a (1882-1929), la 3a (1929-1952 y 1971-1982) y hasta la 4ª revoluciones tecnoló-
gicas (1982), de él ha dependido el funcionamiento dinámico de la red geoindustrial
y comunicativa global del capitalismo y, asimismo, un abanico sumamente abierto
de mercancías modernas que derivan directamente de su consumo productivo como
materia prima y/o fuente de energía. Los alcances vitales de sus funciones para la
acumulación mundial del capital hicieron del siglo XX el “siglo del petróleo” y, ante
él, el siglo XXI se ha negado a dejar de serlo, si bien avanza en la transición hacia la
tercera era del carbono.
La primera era del carbono la conformó la 1ª revolución tecnológica teniendo como
su energía estratégica al carbón. La segunda era del carbono, que tuvo como sopor-
tes la 2ª, la 3ª y lo que va de la 4ª revoluciones tecnológicas, colocó como su fuente
energética estratégica central al petróleo. La nueva era del carbono se está integrando
como el tiempo del petróleo y del gas no convencionales, es decir, de yacimientos
de energía fósil de difícil acceso porque se encuentran a mayor profundidad y cuya
sustracción se realiza recurriendo a la altamente contaminante técnica del fracking.
En el siglo XX, mientras los países del Primer Mundo fueron responsables de más
del 60 % de emisiones netas de carbono atmosférico, con EUA y la Unión Europa
a la cabeza, que sólo juntos se encargaron de más del 50% de esa emisión global,
los países del Tercer Mundo (que suman más de 140) contribuyeron con 37%, y la
URSS, que como subimperio asumió desde el capitalismo despótico la modernización
industrial del oriente europeo y del Segundo Mundo, contribuyó decisivamente con
el equivalente a un tercio de la contaminación atmosférica producida por EUA, que
se encargó de impulsar y dominar el desarrollo industrial del resto del mundo. Así,
9
Elmar Altvater y Birgit Mahnkopf, Limitaciones de la globalización, Siglo XXI, México, 2002, p. 310.
151
Planetary management y crisis ambiental mundializada
10
Renewables 2013, Global Status Report, Francia, p. 19.
152
Luis Arizmendi
11
Lo que sucede es que la tendencia a la reducción relativa de descubrimientos de nuevos yacimientos
petroleros –o sea, la tendencia a su reducción respecto de las exploraciones–, revela que, además de ele-
varse el tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de este energético, lo que incrementa
el valor generado en la producción del petróleo, el agotamiento tendencial de sus reservas eleva el margen
de la renta diferencial petrolera, que constituye una ganancia extraordinaria que se succiona a través de una
transferencia desde el mercado mundial.
153
Planetary management y crisis ambiental mundializada
Gráfica 6
Curva de Hubbert para la economía mundial del petróleo
Fuente: L.F. Ivanhoe, "Get ready for another oil shock", The Futurist, Junuary/Feb., 1997.
Aquí se encuentra el fundamento epocal que en el siglo XXI viene, más que atas-
cando, bloqueando la transición urgente hacia un patrón tecnoenergético alternativo.
Justo cuando el planetary management del “cambio climático” ha activado el trend
de una devastación de efectos equivalentes a una guerra atómica planetaria, el ca-
pitalismo mundial responde a la tendencia al agotamiento del petróleo detonando
la agudización de una competencia auténticamente esquizoide entre los diversos
Estados nacionales y los capitales privados, no sólo por eludir los costos econó-
micos que la transición postfosilista demanda, sino, peor aún, por intentar obtener
la maximización de las ventajas económicas derivadas del patrón fosilistas antes
de que se agoten las reservas del “oro negro”. No existe un solo Estado y capital
nacional y transnacional que en el siglo XXI esté asumiendo en serio los retos de
reestructuración del patrón tecnoenergético. La era del fin del petróleo barato tiene
al capitalismo mundial impulsando su crecimiento tecnoindustrial depredatorio
fosilista lo más aceleradmente posible y confrontándose militarmente en la disputa
por los yacimientos petroleros,12 pese al horizonte que anuncia el trend del planetary
management del “cambio climático”.
12
Michael Klare, Sangre y petróleo, Ediciones Urano, Barcelona, 2006; Guerras por los recursos, Ediciones
Urano, 2003, pp. 47-177.
154
Luis Arizmendi
IV
En torno a la complejidad de la fase actual de la
interacción entre modernidad y naturaleza
155
Planetary management y crisis ambiental mundializada
13
Esta es, precisamente, la fase que la Crítica de la economía política teoriza directamente, abriendo, por
primera vez, la ciencia económica hacia una perspectiva ecológica. Aproximándose a la conceptualización
de esta fase en El Capital, John Bellamy Foster ha demostrado la inapelable existencia del ecologismo en
Marx a partir de su abordaje de la imposición capitalista de la “fractura metabólica” en la relación sociedad/
naturaleza. La ecología de Marx, El Viejo Topo, España, 2004.
156
Luis Arizmendi
14
Heredando la encrucijada socialismo o barbarie con la que Karl Marx y Rosa Luxemburgo conceptualizaban
la disyuntiva global de la modernidad capitalista, Harry Rothman construyó su concepto de “barbarie eco-
lógica” mostrando que las armas atómicas producen devastación ambiental no sólo al ser empleadas para
las confrontaciones bélicas. “La guerra siempre ha tenido efectos devastadores sobre el medio ambiente.
Durante el siglo XVII, la guerra de los Treinta Años dejó inhabilitado durante décadas a una gran parte del
territorio alemán. Pero las modernas tecnologías militares han creado una nueva dimensión en el problema
del medio ambiente; pueden hacer daño aun cuando no son empleadas en la guerra y amenazan a aquellos
que pretenden defender… Además de su eventual empleo en la guerra, las armas atómicas plantean una
amenaza de contaminación para el hombre, tanto del presente como del porvenir”. Barbarie ecológica, Fon-
tamara, Barcelona, 1980, pp. 199-201.
Desde este periodo, la idea de un idílico Pacífico Sur es una ilusión. La devastación de este ex paraíso ha
dejado atolones inhabitables, armas nucleares perdidas en el mar, vertederos de desechos nucleares, almacena-
miento e incineración de armas químicas, éxodos y patologías por radiactividad. “En 1982, los EUA vertieron tierra
contaminada de Eniwetok, en Runit, cubriéndola con una cúpula de hormigón de 375 pies de ancho. A principios
de los noventa, la cúpula ya tenía grietas. Runit seguirá siendo radiactiva durante unos 25 mil años”. En la Polinesia,
los ensayos atómicos subterráneos de Francia han destruido los atolones, liberando contaminación radiactiva al
océano. Pero este no es un problema local. “Virtualmente, todas las bases militares de EUA están contamina-
das. Aceites, pinturas y disolventes contaminan las aguas subterráneas. Municiones y armas sin explotar hacen
inseguras grandes áreas. Algunos almacenes de armas químicas tienen fugas”. Al otro lado del orbe, barcos de
guerra nucleares rusos contienen cientos de reactores y producen una enorme masa de desechos nucleares por
año que, en su mayor parte, se arroja al mar. Atlas del Estado Medioambiental, Akal, Madrid, 2000, pp. 62-65.
157
Planetary management y crisis ambiental mundializada
158
Luis Arizmendi
159
Planetary management y crisis ambiental mundializada
de su agudización. Sin embargo, sin que el Norte esté a salvo del trend del sobre-
calentamiento planetario, los principales desequilibrios apuntan a vulnerar al Sur.
Con base en los informes del IPCC, las zonas de alta vulnerabilidad ya están recono-
cidas: son zonas de países pobres. De hecho, se espera que, en un periodo relativamente
breve, las víctimas por desastres “naturales” debidas al “cambio climático” aumenten de
modo dramático. El nuevo informe del IPCC calcula que 95% de las muertes sucederán
en los países del Sur. Lo que traerá, además de conflictos por acceso al agua potable y
alimentos, ecomigraciones. Si se toma en cuenta que, como constata la historia de la
Tierra, al elevarse el nivel del mar, lejos de ceder, persiste aproximadamente por mil
años, países pobres como Bangladesh y Burma (Myanmar) están expuestos a una alta
vulnerabilidad. Debido a la limitación de sus recursos, los Estados periféricos son los
que encaran mayores riesgos ante el sobrecalentamiento planetario.
Aunque la tendencia preponderante presiona porque el planetary management del
“cambio climático” responda a la crisis fosilista no con una transición postfosilista,
sino complementando el patrón tecnoenergético fosilista con geoingeniería, la siembra
de nubes o el empleo de aerosoles estratosféricos para reducir la radiación solar, tanto
en el Norte como en el Sur, no abren una puerta de salida. Los experimentos ilegales
con geoingeniería han acrecentado las precauciones contra los riesgos que podría
acarrear propiciando acidificación de los océanos, destrucción de la capa de ozono,
alteración de la fotosíntesis por oscurecimiento artificial y, ante todo, disrupción del
ciclo hidrológico y, por tanto, sequías sobre enormes extensiones de la Tierra. De ahí
que, como expresión de la tendencia que empuja por un capitalismo regido por un
genuino liberalismo ambientalista, la ONU aprobara en 2010 una moratoria que frena
las prácticas en curso a nivel internacional de la geoingeniería.15 Una moratoria crucial
pero inestable porque el choque entre la tendencia que empuja por un capitalismo
liberal ambientalista y el planetary mangement del “cambio climático” continua como
lo constata la presión de Rusia a la ONU a juego del 5º. Informe de IPCC.
15
Como expresión de la complejidad de la fase de transición en que estamos insertos, existe un choque de
proyectos tecnológicos al interior del establishment en EUA, en el que no sólo se enfrentan los proyectos
de una modernidad fosilista contra una modernidad postfosilista como formas del capitalismo, sino también
proyectos de propulsión y rechazo a la geoingeniría. Desde la perspectiva naciente en el debate ecológico
mundial sobre la seguridad humana Stephen Gardiner, investigador de la Universidad de Washington, ha
cuestionado duramente al Premio Nobel de Química Paul Crutzen, por postular la falsa disyuntiva tecno-ajuste
con geoingeniería o catástrofe climática. “¿La geoingeniería es el ´mal menor´?”, Mundo Siglo XXI no. 23,
CIECAS, IPN, México, 2010-2011.
160
Luis Arizmendi
16
En el marco de la función de las semillas transgénicas dentro del planetary management, inquietante es el
término adecuado para definir el libro de William Engdahl en torno a la historia de la fundación de este nuevo
patrón alimentario, Seeds of destruction, The Hidden Agenda of Genetic Manipulation, Global Research,
Canadá, 2007.
161
Planetary management y crisis ambiental mundializada
162
Luis Arizmendi
17
El cinismo del capitalismo tecnonuclear japónes es radical. Ya se ha vuelto público que, luego de la catás-
trofe de 2011, ante la imposibilidad de contratar trabajadores dispuestos a laborar en la “zona cero”, de alta
radiactividad, Tepco, la empresa propietaria de la central nuclear de Fukushima, recurrió a su alianza con la
mafia Yakuza, contratando personas endeudadas con la mafia, con salarios un tercio por debajo de la media
nacional, pero sometidos de forma violenta como cuasi-esclavos por los Yakuza, Tepco no tuvo reparo en
recurrir a trabajadores sin mayor capacitación en labores de descontaminación, con equipos de protección
insuficientes y expuestos a niveles peligrosamente altos de radiación. En 2013 Reuters reveló que alrededor
de 800 empresas subcontratistas de Tepco, no están registradas y emplean trabajadores no cualificados de
barrios pobres como Tokio y Osaka.
Pero eso no es todo. De comprobarse, como ha puesto a debate mundial Yoichi Shimatsu, la existencia,
en acuerdo geoestratégico con EUA, de instalaciones dedicadas con un programa secreto a la investigación
de bombas atómicas debajo de Fukushima, una vez más se tendría la prueba de que la tecnología nuclear
“civil” guarda permanentemente una estrecha relación con la tecnología militar atómica. Pueden verse en la
web del Centre Research on Globalization, donde es colaborador, sus ensayos “Secret Weapons Program
Inside Fukushima Nuclear Plant?”; “The Fukushima Nuclear Disaster: What Happened on “Day One”?” y
“Emergency Special Report: Japan’s Earthquake, Hidden Nuclear Catastrophe”.
163
Planetary management y crisis ambiental mundializada
una nueva fase de dominación de la naturaleza que apunta a tornar más aguda la crisis
ambiental mundializada.
164
Luis Arizmendi
XXI, están en curso, además, proyectos de abastecimiento con energía solar para
ciudades completas. Como la construcción en la llanura de Sanlúcar la Mayor, en
España, del más grande complejo solar termo-eléctrico de Europa: el PS10. Un au-
téntico laboratorio en la convergencia de todas las tecnologías solares posibles, que
ha empezado a ahorrar 600 mil tns de CO2 emitidas al ambiente, buscando cubrir las
necesidades energéticas de Sevilla, que cuenta con 180 mil hogares. Rebasándolo,
existe el proyecto de la miniciudad Masdar, para Abu Dabi en los Emiratos Árabes
Unidos: la primera ciudad solar en la historia de la modernidad. Que se encuentra
en construcción desde el año 2008 y está programada para ser terminada en el 2025,
o si lo logran en 2020. Muy superior a Curitibia, la ciudad sostenible brasileña
que recicla hasta 70% de sus deshechos, Masdar no realizará en ninguna medida
emisiones de CO2. Sus 50 mil habitantes no utilizarán automóvil, se desplazarán en
vagones sobre carriles magnéticos, mientras que las calles, todas sólo peatonales,
tendrán provistas sus sombras –imprescindibles para una ciudad levantada en medio
del desierto– mediante paneles fotoválticos. El agua potable será obtenida de agua
marina, desde una planta desalinizadora que operará puramente con energía solar. La
eco-aldea Lebensgarten, la Torre Solar PS10 y, más aún, Masdar son casos que ponen
al descubierto la potencialidad prometeica, germinal pero efectiva, con que cuenta el
siglo XXI para avanzar hacia una modernidad solar.18
18
Después de haber fundado la crítica ecológica de la economía política –una poderosa perspectiva de cues-
tionamiento a la dominación capitalista de la naturaleza que coloca como su plataforma la construcción de la
convergencia entre- la crítica al capitalismo desde la contradicción valor/valor de uso como su fundamento y
la economía entrópica de Georgescu-Roegen–, Elmar Altvater desarrolló una amplia propuesta estratégica
para propulsar la transición histórica en rumbo hacia una modernidad solar. Su mirador permite reconocer no
sólo el destacado papel jugado por la energía solar en la historia económica de la humanidad, además, ante
la crisis por sobrecalentamiento del planeta, permite visibilizar el potencial prometeico de la energía solar para
superar el progresismo fosilista. “La desventaja de los combustibles fósiles estriba en que, en primer lugar, a
diferencia del continuo fluir de rayos solares, son extraídos de una reserva finita (…); en segundo lugar, los
productos de la combustión (como el CO2) impiden la radiación de la energía solar hacia el universo, ocasio-
nando así el efecto invernadero. La cantidad de energía de la reserva de combustibles fósiles no es mayor
que la cantidad de energía que el sol irradia a Tierra en cuatro días… El discurso ecológico sólo puede tener
futuro si existe la perspectiva de que de él resulten nuevos arreglos institucionales de la relación social con
la naturaleza… El sol es una fantástica fuente de energía, pero en la forma de producción capitalista fosilista
se lo utiliza de manera insuficiente… El sistema energético sólo tiene un futuro posible si evoluciona de los
combustibles fósiles a la energía solar renovable”. Elmar Altvater y Birgit Mahnkopf, La limitaciones de la
globalización, Ed. Siglo XXI, México, 2002, pp. 311-312 y 317. Traduje el importante ensayo de Altvater “Hacia
una crítica ecológica de la economía política” para incluirlo en el libro del que soy coordinador Horizontes de
la vuelta de siglo, CIECAS, IPN, México, 2011, pp. 39-80.
165
Planetary management y crisis ambiental mundializada
166
Los retos del Derecho ante la crisis epocal
del capitalismo en el siglo XXI
I
Derecho y Modernidad Capitalista
1
Franz Neumann, Behemoth, Pensamiento y acción en el nacionalsocialismo, FCE, México, 1983, pp. 329-401.
2
Giorgio Agamben, Estado de Excepción, Homo sacer I, Adriana Hidalgo Editora, Argentina, 2007, pp. 24-25.
167
Los retos del Derecho ante la crisis epocal del capitalismo en el siglo XXI
prosperidad y el bienestar puedan existir sólo será para unos cuantos a partir de ad-
mitirse y administrarse la tragedia y hasta la muerte de muchos más–, la compleja
dinámica que existe entre la crisis epocal del capitalismo y los retos del Derecho
moderno imprescindiblemente necesita descifrarse.
Fundador de una de las lecturas más poderosas de El Capital producidas en la
historia del marxismo crítico o clásico, Lukács fue el primero en heredar la Teoría
de la Enajenación de Marx e interconectarla con el principio de la totalidad para
desarrollarla y avanzar en la crítica global a la modernidad capitalista en el siglo
XX. Su intervención hubiera sido sencillamente imposible sin la profunda influencia
que en él ejerció Rosa Luxemburgo, porque ella había cuestionado la historia de la
mundialización capitalista de modo muy radical en función de la encrucijada epocal
socialismo o barbarie y así Lukács pudo cuestionar la modernidad capitalista del siglo
XX como la era de la enajenación total. La cosificación o enajenación capitalistas
eran ab origine la plataforma de lo que en el extremo, como cul de sac, se tornaba
barbarie. El sin sentido de la marcha histórica de la mundialización subordinada a la
creciente confrontación global propulsada por la acumulación del capital denuncia-
do en la aguda lectura de El Capital de Rosa Luxemburgo abrió la posibilidad de la
ulterior lectura de Lukács.
Trazando una articulación sumamente incisiva entre los planteamientos de Marx,
en torno a la enajenación como fundamento esencial de la modernidad capitalista,
y los planteamientos de Max Weber, en torno a la “jaula de hierro” –alegoría con la
que designa el aparato de control racionalista burocratizado–, Lukács demostró que
la enajenación plasmada al interior de la estructura de la producción capitalista era,
precisamente, lo que se duplicaba y llevaba más lejos con la edificación del Estado
y el sistema jurídico modernos.
Presentando una concepción crítica que va al revés de aquella propulsada por
Hegel, Lukács se opuso a leer el Derecho moderno en clave del mito del progreso.
Desde el enaltecimiento de la modernidad capitalista como realización hasta antes
inédita del Reino de la Razón, en el Prefacio de la Filosofía del Derecho, planteando
que por primera vez en la historia política una constitución universalmente aplicable
regiría el sistema de convivencia social, de modo que el ejercicio del gobierno no
dependería de la racionalidad individual del monarca, Hegel definió el Derecho viendo
en él el fin al “calvario del Espíritu Absoluto”. La fuerza par excellence que permitiría
que, por fin, con la modernidad “lo que es racional” fuera “real y lo que es real” fuera
168
Luis Arizmendi
3
G. F. Hegel, Filosofía del Derecho, Juan Pablos, 1980, México, p. 33.
4
Comparando la perspectiva sobre el derecho que emerge de El Contrato Social de Rousseau –que se mantiene
al nivel de la sociedad civil sosteniendo como su fundamento la libertad burguesa que caracteriza al sujeto como
propietario privado, una libertad que Hegel define como “libertad negativa”–, con la concepción de la Filosofía del
Derecho –que enaltece al Estado, por encima e incluso en contra de la sociedad civil, como presunta institución
imprescindible para propulsar, a través del Derecho moderno, la “razón” que daría pie a una “libertad positiva”,
para impedir el caos y contrarrestar la anarquía–, Herbert Marcuse, uno de los más destacados miembros de
la Escuela de Frankfurt, elaboró su crítica del carácter autoritario de la concepción hegeliana del derecho en la
modernidad. Razón y Revolución, Alianza Universidad, México, Madrid, 1983, pp. 168-219.
5
Herbert Marcuse, “Nuevas fuentes para fundamentar el Materialismo Histórico”, incluido en Para una teoría
crítica de la sociedad, Tiempo Nuevo, 1971, pp. 7-72.
6
Karl Marx, Miseria de la Filosofía, Siglo XXI, México, p. 34.
169
Los retos del Derecho ante la crisis epocal del capitalismo en el siglo XXI
7
Esta es la tesis crítica del célebre capítulo central de Historia y conciencia de clase, “La cosificación y la
conciencia del proletariado”. Específicamente, el subapartado 1 del apartado I que se titula “El fenómeno de
la cosificación”, Historia y conciencia de clase, Grijalbo, México, 1969, pp. 90-100.
8
La articulación entre la “jaula de hierro” weberiana y la crítica lukácsiana a la modernidad capitalista se
encuentra en el segundo subapartado del apartado I, Historia y conciencia de clase, pp. 101-112. Es el pa-
saje que corresponde a la edición en español de Economía y Sociedad, FCE, México, 1984, pp. 1061-1062.
170
Luis Arizmendi
Es desde esta perspectiva que cita las palabras de Weber en Historia y conciencia
de clase:
Una empresa es exactamente igual al Estado moderno (…); y esa analogía es pre-
cisamente su especificidad histórica (…) La moderna empresa capitalista se basa
internamente ante todo en el cálculo. Necesita para su existencia una justicia y una
administración cuyo funcionamiento pueda en principio calcularse racionalmente según
normas generales fijas, igual que se calcula el rendimiento previsible de una máquina.
La empresa no puede… compadecerse con el juicio basado en el sentimiento de equidad
del juez ante el caso singular (…), igual que tampoco tolera la administración patriarcal
basada en el arbitrio y la gracia, sin duda sacrosantamente rígida en lo demás (…) Lo
específico del capitalismo moderno frente a las formas arcaicas de negocio capitalista es
la organización rígidamente racional del trabajo sobre la base de la técnica racional;
esa especificidad no ha nacido nunca en el terreno de aquellas entidades estatales irra-
cionalmente construidas, ni podía tampoco brotar en él. Pues estas modernas formas
de la empresa, con su capital fijo y su cálculo exacto, son para ello demasiado sensibles
a la irracionalidad del derecho y de la administración. Por eso no han podido brotar
más que donde (…) el juez es, como en el Estado burocrático con sus leyes racionales,
en mayor o menor medida, un autómata de aplicación de artículos; autómata en el que
se introducen los expedientes con las costas y las tasas para que entregue la sentencia
junto con unos fundamentos más o menos sólidos y concluyentes; un autómata, pues,
cuyo funcionamiento es en todo caso calculable en líneas generales.9
9
György Lukács, op. cit., pp. 103-104.
171
Los retos del Derecho ante la crisis epocal del capitalismo en el siglo XXI
10
Una perspectiva como la suya, interesada en la superación de la enajenación moderna, no es identificable
con la que proyecta el postestructuralismo de un pensador como Foucault. Aunque en la cuarta y la quinta con-
ferencias de La verdad y las formas jurídicas (Gedisa, Barcelona, 1980, pp. 93-148), Foucault plantea que el
Estado moderno instala una apropiación implacable de la verdad como peculiaridad de su forma de ejercer la
administración de la justicia, lo que significa que la sociedad disciplinaria renunció a dar cuenta de la génesis
del derecho al convertirlo en un sistema normativo que simple y llanamente hay que acatar, sin embargo, la
microfísica del poder desde su magnífica obra, más que ser divergente, contiene una profunda contraposición
con la teoría crítica de la enajenación. Si bien explora la filtración del poder en toda retícula de la estructura
social (la escuela, el hospital, el saber, el cuerpo, la sexualidad, el derecho, etcétera.), podría decirse que a
la hora de indagar la microfísica del poder destotaliza al poder macrofísico para terminar deslizando su onto-
logización, lo que significa que asume la microfísica del poder como históricamente insuperable.
Pese a que en pocos momentos aparece en Vigilar y castigar (Siglo XXI, México, pp. 168), al absorber la teoría
de la dominación capitalista de Marx desde su microfísica del poder, Foucault, más bien, termina disolviendo
aquélla. Convertida en una entre otras formas de ejercicio del poder microfísico, la crítica a la dominación capi-
talista es desplazada desde una teoría del poder que lo concibe como fuerza inmanente tanto a la subjetividad
como a la socialidad humana. Haciendo a un lado el fundamento de la teoría de Marx de la enajenación –que
descifra la especificidad histórica de la subsunción capitalista desde la complicidad de los dominados modernos
con el dominio establecido–, Foucault no trata la microfísica del poder como enajenación, es decir, como auto-
enajenación histórica. Introduce un delicado quid pro quo, frecuentemente desapercibido, justo cuando vuelve lo
que es introyección del dominio moderno por el sujeto social sinónimo de ontologización del poder microfísico.
Sin dejar de abrir múltiples líneas reflexivas sumamente sugerentes, dota de una versión propia a la identificación
nuclear del postestructuralismo: ser sujeto es sinónimo de ejercicio de sujeción. En consecuencia, anulando toda
172
Luis Arizmendi
ante todo el Derecho moderno tiene que ser evaluado en acuerdo a la doble dirección
que necesariamente lo atraviesa. En tanto pretende normar la ambivalencia de la mo-
dernidad capitalista, una de sus direcciones efectivamente responde a la tendencia a
universalizar la legalidad abstracta del capital y la lógica del entrecruzamiento cada
vez más amenazante de progreso y devastación, pero, a la vez, sin ser preponderante
hasta ahora, otra de sus direcciones no deja de responder a una contratendencia que
emerge de la resistencia por hacer valer los fundamentos concretos de la vida social-
natural, bosquejando desde ahí proyectos de otra modernidad enteramente posible.
Lukács pasa por alto que también existe una contratendencia histórica que presiona
para que la legalidad cualitativa de los fundamentos concretos de la vida de la sociedad
y de la naturaleza se abra camino,11 obteniendo conquistas que permitan protegerla y
desarrollarla en la legislación jurídica frente y contra la legalidad esquizoide de la
modernidad capitalista. Desde este mirador crítico, el Derecho moderno en el siglo
XXI puede ser visto como uno de los parámetros que mejor registra los marcos de
la derrota, la resistencia y los avances de la afirmación del proceso de reproducción vital
de la sociedad mundializada frente a la crisis epocal del capitalismo. No cabe duda,
en nuestra era el Derecho moderno necesita ser reconceptualizado iconoclastamente.
posibilidad genuina de desenajenación y por tanto de liberación histórica, la genealogía de la microfísica del poder
comienza por explorar la génesis de éste, pero desemboca en el vértigo de metamorfosis interminables con las
que la génesis del poder no hace más que reactualizarse una y otra vez. Conformándose como una genealogía
infinita. De ahí la conclusión con la que, proyectando su desencanto político, Foucault cierra Las palabras y las
cosas: “el hombre es una invención cuya fecha reciente muestra con toda facilidad la arqueología de nuestro
pensamiento. Y quizá también su próximo fin (…), podría apostarse que el hombre se borraría, como en los
límites del mar, un rostro de arena”. Las palabras y las cosas, Siglo XXI, México, 1985, p. 375.
11
Una formulación como la de Ernst Bloch, dirigida a recuperar la “forma natural” del proceso de reproducción
social como fundamento del Derecho, resulta sumamente sugerente y abre perspectivas. Su libro Derecho
natural y dignidad humana –poco discutido pero extremadamente importante para el renacimiento del marxismo
en el siglo XXI–, muestra que la criticidad histórica que el marxismo clásico sostuvo ante el iusnaturalismo –con
el que se caracterizó como Derecho natural a un amplio conjunto de normas sumamente diversas propias de
la dominación en la Antigüedad, en el Medioevo y también por supuesto en la Modernidad Capitalista–, no
procede hacerla a un lado cuando se introduce una redefinición crítica del “Derecho natural”. Sin embargo, la
desconfianza que el marxismo crítico ha tenido ante la “naturalización” de las diferentes configuraciones de
las relaciones de poder de cada época desde el Derecho natural, constituye una desconfianza necesaria que
no debe cancelar el reconocimiento de que sí existen derechos especificables desde un fundamento social-
natural. Para Bloch, desde su redefinición crítica, “Derecho natural” es aquel que posiciona no una forma de
dominación social u otra sino la “forma natural de la reproducción social”, o sea la vida humana, como su
fundamento. Incluso, si se va más lejos, de ahí emergen derechos que a partir de asumir la vida social-natural
como plataforma pueden impulsar la utopía. Vida y utopía se sintetizan, así, en la concepción blochiana de lo
que da en nombrar “Derecho natural”. Derecho natural y dignidad humana, Aguilar, Madrid, 1980.
173
Los retos del Derecho ante la crisis epocal del capitalismo en el siglo XXI
II
La crisis epocal del capitalismo del siglo XXI y los retos del Derecho moderno
Hace unos años, cuando parecía que llegábamos a una especie de situación límite
en las décadas del funcionamiento del capitalismo demagógicamente nombrado “neo-
liberal”, empezó a quedar claro que constituye una configuración del capitalismo que
está lejos de poder asegurar una situación de control y administración estable de las
complejas contradicciones económico-políticas que ha desatado y, asimismo, de
las nuevas formas de intensificación y polarización en la lucha mundializada de clases.
Esta imposibilidad para estabilizar la administración de la lucha nacional y
mundializada de clases, deriva de que el “neoliberalismo”, en verdad, no es tal, sino
la negación radical del liberalismo. Una negación que ha pretendido esconderse bajo la
simulación de su reconfiguración. Mientras el liberalismo se caracterizó por ser una
forma del capitalismo dirigida a estabilizar la lucha de clases y lograr la contención de
lo que Wallerstein califica como las “clases peligrosas”, impulsando desde el Estado
el ascenso de los salarios reales, alguna modalidad de funcionamiento de los sistemas
electorales y una u otra forma de ejercicio de la soberanía nacional;12 al capitalismo
inapropiadamente denominado “neoliberal” lo que lo ha definido ha sido lo inverso:
el abandono del Estado liberal como dispositivo de neutralización política y control
estratégico de los dominados modernos. Golpear de modo inédito los salarios reales,
tanto en su forma de salario directo –esto es, de ingreso monetario que se transforma
en un conjunto de valores de uso– como también en la de salario indirecto –es decir, en
la que el Estado cubre como servicios sociales–; desmontar la soberanía nacional
para conformar una “economía de mando” cuya estructura triangular integran las
corporaciones transnacionales, los organismos financieros internacionales y el Estado
autoritario; y hacer de la difundida transición a la democracia un simulacro, fueron las
tres peculiaridades que caracterizaron al Estado neoliberal de la vuelta de siglo. Un
Estado que, lejos de conformar un nuevo tipo de liberalismo, tiene en su especificidad
anti-liberal justo el fundamento que lo imposibilita invariablemente para concretar
una administración estable de la lucha mundializada de clases.
12
Immanuel Wallerstein, “El colapso del liberalismo”, en Después del liberalismo, Siglo XXI, México, 1996, pp. 231-249.
174
Luis Arizmendi
13
Noam Chomsky, Deterring Democracy, Hill & Wang, Nueva York, 1992, cap. 11, pp. 331-350.
175
Los retos del Derecho ante la crisis epocal del capitalismo en el siglo XXI
14
David Harvey, Breve historia del neoliberalismo, Akal, Madrid, 2007, pp. 91-92.
176
Luis Arizmendi
Crisis epocal del capitalismo del siglo XXI es una de las expresiones que resulta
más adecuada para poner al descubierto la compleja especificidad histórica de la crisis
mundial en la que estamos insertos y que está lejos de estarse rebasando.
Mientras crisis es un concepto que, por principio, cabe emplear para dar cuenta
de la instalación de una auténtica situación límite en el proceso de reproducción de la
vida de la sociedad planetaria, epocal es un adjetivo –proveniente de George Lukács,
quien tanto subrayó la centralidad del principio de la totalidad para el discurso
crítico– al que procede recurrir para poner énfasis en que, desbordando su carácter
puramente económico aunque a partir de él como su epicentro, con la crisis mundial
contemporánea ya no es sólo el proceso de reproducción vital social sino el capita-
lismo el que está puesto en cuestión in totto. Y lo está de tal modo que, detonando
lo que debe calificarse como auténticos colapsos, a partir de hundir en una delicada
situación límite el proceso de reproducción social-natural ha hecho de la crisis toda una
época, una compleja fase de transición que comprende muchas décadas y que es de
desenlaces inciertos.
177
Los retos del Derecho ante la crisis epocal del capitalismo en el siglo XXI
Rebasando con mucho el carácter cíclico de las crisis económicas, aunque inclu-
yendo como dimensión esencial suya la crisis de sobreacumulación contemporánea
–la primera de alcances propiamente mundializados en la historia del capitalismo–,
la crisis actual es epocal porque constituye en sí misma una era.
Si 2007-2008 constituye una fecha que ya pasó a la historia como el tiempo del
inicio de tres crisis convergentes entre sí –la crisis financiera global, la crisis mundial
alimentaria y la nueva crisis de sobreproducción capitalista–, el Informe sobre desarrollo
mundial 1990 del Banco Mundial –primera ocasión en que un organismo internacional
asumió la pobreza global como problema estratégico de la acumulación capitalista– da
fecha al nacimiento de la mundialización de la pobreza como peculiaridad de nuestra
era. Y, antes que él, el Informe del Club de Roma de principios de los setenta permite
fechar el inicio de la crisis ambiental mundializada. Integrando multidimensional pero
unitariamente la crisis epocal del capitalismo, la crisis financiera global, la nueva crisis
de sobreacumulación, la crisis mundial alimentaria, la mundialización de la pobreza pero,
ante todo, la crisis ambiental mundializada tornan inocultable que esta crisis comenzó
hace varias décadas y tiene muchas más que andar.15
Conformando la crisis de mayores alcances y peligros en la historia de la moderni-
dad –una crisis que rebasa los alcances tanto de la Larga Depresión (1873-1896) como
de la Gran Depresión (1929-1944)–, las tendencias que están colisionando por definir
la configuración del capitalismo y del Estado, constituyen tendencias que igualmente
están disputando entre sí la definición de nuevas normas jurídicas para cada una de
las dimensiones de la crisis epocal del capitalismo del siglo XXI.
15
Luis Arizmendi, “Crisis epocal del capitalismo, encrucijadas y desafíos del transcapitalismo en el siglo XXI”,
incluido en Nuestra América y EU: Desafíos del Siglo XXI, coeditado por el Centro Internacional de Informa-
ción Estratégica y Prospectiva de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina, y la Universidad Central
de Ecuador, 2013, pp. 99-131.
178
Luis Arizmendi
traicionando la promesa que tanto promulgó acerca de que el hambre sería un fenó-
meno del pasado, una tragedia que no iría más allá del Ancien Régime.
Cuando se mira panorámicamente la historia de la economía mundial alimentaria
pueden identificarse dos fases.
La primera, que comprende desde los treinta hasta inicio de los ochenta del siglo
pasado, tiene como particularidad la soberanía alimentaria del grueso de Estados
periféricos del sistema mundial. A lo largo de esta fase, Europa Occidental era la
única región importadora de cereales, mientras las exportaciones de cereales de La-
tinoamérica superaban prácticamente al doble las de Norteamérica y Europa Oriental
(incluyendo a la URSS). EUA no era el único exportador, ni siquiera el más impor-
tante. En ese periodo, sin duda, la plataforma de la economía mundial alimentaria la
constituyó la capacidad de múltiples naciones para autoalimentarse.
Pero con la mundialización del neoliberalismo, desde los setenta del siglo pasado
y cada vez más en las décadas ulteriores, se recrudeció un mecanismo de poder que
venía avanzando gradualmente en la postguerra, de modo que, el mercado mundial
alimentario cambio su configuración y sucedió un giro drástico: 70% de los países
subdesarrollados pasaron a convertirse, de modo innecesario, en países alimentaria-
mente dependientes.
La dependencia alimentaria se mundializó no como resultado de una incapacidad
tecnoeconómica del grueso de naciones para autoalimentarse, sino como producto de
la imposición de una dependencia alimentaria puramente artificial. Con base en una
ofensiva lanzada desde el Banco Mundial, que justo a partir de la negociación de la
deuda externa generalizó la aplicación de programas de ajuste estructural, se condicio-
naron préstamos a cambio de programas de desfinanciamiento del campo, es decir de
la asfixia de la producción nacional de alimentos en múltiples Estados, que quedaron
obligados, a la par, a llevar a cabo la apertura de sus mercados nacionales para la im-
portación de alimentos. Ante todo de aquellos provenientes de Estados Unidos, que por
esa vía garantizó posicionarse como hegemón del mercado mundial alimentario. En
la medida que los Estados periféricos paralizaron su capacidad autoalimentaria bajo el
pretexto de que importar los alimentos saldría más económico que auto-producirlos, la
especulación con sus precios mediante las commodities, que deriva del monopolio de
reservas futuras, ha desembocado en situaciones trágicas de hambre.16
16
Blanca Rubio, El dominio del hambre, Juan Pablos, México, 2014, pp. 31-66 y 194-244.
179
Los retos del Derecho ante la crisis epocal del capitalismo en el siglo XXI
Resulta revelador que esta compleja situación que ahora se está configurando
como una amenaza de alcance planetario fue justo la que empezó en África, desde la
década de los ochenta del siglo pasado. No como escenario de hambre gestado por
falta de alimentos, sino incluso existiendo exceso de ellos en el mercado.
En su libro Globalización de la pobreza, Michel Choussudovsky descifra el modo
en que África se convirtió en el continente a la vez laboratorio y pionero de esta forma
de dominación de la economía alimentaria. Dominación que después han mundializado
el FMI y el Banco Mundial. Ahí empezaron a instalarse un conjunto de normas que
procede denominar como “blandas”, precisamente, porque constituyen reglas infor-
males no aprobadas en ninguna constitución pero impuestas fácticamente a partir
de los convenios internacionales entre los Estados periféricos y el Banco Mundial.
Esas normas que integran el antecedente inocultable que luego va a derivar en nuevas
normas jurídicas que se estatuyen a nivel internacional en organismos como la OMC
y que, asimismo, dan lugar a su formalización mediante reformas constitucionales
regresivas al interior de los Estados.
Chossudovsky lo formula de una forma muy incisiva: “hay muchas Somalias en
el mundo en vías de desarrollo: el paquete de reformas económicas es similar en más
de cien países (…), el hambre no es consecuencia de una escasez de alimentos. Por
el contrario, las hambrunas se desataron como resultado de una sobreoferta global de
granos”.17 Con el objetivo de abrir y maximizar nuevas vías de generación de ganancias
extraordinarias para las corporaciones transnacionales del mercado alimentario, el
Banco Mundial y el FMI han tenido claro su objetivo: han puesto la alimentación de
las naciones al servicio de nuevos canales de una acumulación acelerada de capital,
de suerte que, se especula con el hambre.
La reconfiguración de la economía mundial alimentaria trajo consigo una reconfi-
guración antinacionalista del Estado y, desde ahí, del Derecho moderno. Comprender
en su magnitud global lo que está en juego con el Derecho en nuestro tiempo, exige
no solo analizar el Derecho formal. Requiere percibir la implementación de normas
“blandas” o informales que se hacen valer desde el funcionamiento de lo que podemos
llamar un proto-Estado global o mundializado.
En las últimas décadas ha venido configurándose una especie de proto-Estado pla-
netario que desborda y subordina a los Estados-nación. El cimbramiento de la soberanía
17
Michel Choussudovsky, Globalización de la pobreza y nuevo orden mundial, Siglo XXI, México, 2002, pp. 119.
180
Luis Arizmendi
de los Estados nacionales, lejos de estar acompañado por la extinción del Estado, se ha
incrustado dentro de un contradictorio proceso de transición hacia la edificación de un
Estado transnacional que integran el FMI y el Banco Mundial, además de la ONU y el
G-8 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia).
Aunque no acaba de constituirse redondamente como un Estado mundializado, puesto
que no existe como una institución política formal que se encargue de legislar normas
y ejercer un Derecho mundial que determine sanciones para todos, no cabe duda de que
la principal proyección del proto-Estado global se da desde el ejercicio de lo que se ha
dado en llamar la global governance, es decir, la gobernanza mundial. Cuando se definen
acuerdos de libre comercio por encima de las leyes constitucionales de cada Estado, se
establecen normas jurídicas que responden a la global governance como ejercicio del
proyecto del planetary management. La global governance avanza imponiendo normas
informales o “blandas”, para luego impulsar modificaciones en las normas formales o
“duras” y, a partir de ahí, introducir modificaciones en las constituciones y los códigos
jurídicos que consoliden una reconfiguración en la dominación que ejerce el capital
mundial sobre el sistema internacional de Estados.18
Llegando lejos con la global governance, la mundialización de una nueva con-
figuración de la economía alimentaria está desembocando en la generación de una
crisis de alcances inéditos. Según la FAO, 30 mil personas fallecen diariamente por
hambre, lo que al año significa la muerte de 6 millones de niños menores de 5 años.
Los cálculos del economista de la Universidad de Yale, Thomas Pogge, son más
delicados: evalúa que mueren por causas asociadas a la pobreza extrema 50 mil per-
sonas diariamente, entre las cuales se incluyen no 16,439 como derivaría del cálculo
de la FAO, sino 34 mil menores de cinco años. El funcionamiento de una economía
alimentaria mundial subordinada al neoliberalismo constituye una de las dimensiones
esenciales del planetary management.
El desafío que lanza el planetary management de la crisis alimentaria enfrenta los
Estados y el Derecho moderno a una compleja encrucijada: asumir la transición hacia
18
“La política informal también puede ampliar la formal respecto de los desafíos de la globalización. Ésta trae
aparejada una necesidad de regulación no satisfecha ni por las national jurisdictions ni por el derecho inter-
nacional… Como el derecho formal internacional no es suficiente (…), “emergen” legislaciones jurídicas en
el ámbito global que son luego adoptadas en parte por las instituciones estatales formales… La informalidad
incluye la emergencia de sistema de reglas que primero son “blandas” y básicamente privadas, pero que
luego son formalizadas… Integrando regulaciones al derecho formal del Estado nacional”. Elmar Alvater y
Birgit Mahnkopf, La globalización de la inseguridad, Paidós, Buenos Aires, 2008. p. 266.
181
Los retos del Derecho ante la crisis epocal del capitalismo en el siglo XXI
una reconfiguración del Estado y del Derecho que garantice la alimentación de las
naciones desde principios de seguridad humana –lo que no sólo significa estatuir el
derecho a la alimentación y la soberanía alimentaria como derechos constitucionales,
sino garantizar su cumplimiento–; o bien consolidar la transición que afiance a largo
plazo, mediante reformas constitucionales regresivas, la integración del Estado y
el Derecho moderno a la subordinación tecnocrático autoritaria del orbe. El Estado
autoritario podría responder, como ya lo ha hecho, a los motines de subsistencia con
violencia político-destructiva y represión.
Mundialización de la pobreza
19
UN-Habitat, The Challenge of Slums, Global Report on Human Settlements 2003, Earthscan Publication
Ltd, UK/USA. Texto que tiene un documento complementario, Slums of the World: The face of urban poverty
in the new millennium?, Nueva York, 2003.
20
The Challenge of Slums, pp. 40-41.
182
Luis Arizmendi
183
Los retos del Derecho ante la crisis epocal del capitalismo en el siglo XXI
Mientras el capitalismo del siglo XX hizo uso del Estado liberal como dispo-
sitivo de administración estratégica de la lucha de clases, propulsó la duplicación
de la ley del valor en la relación capital/trabajo en la legislación laboral. El sa-
lario se definió, tanto en términos económicos como constitucionales, tendiendo
a respetar la equivalencia con la dimensión histórico-moral de la reproducción
social-nacional, es decir, el derecho al acceso a las condiciones sociales medias
de reproducción vital en acuerdo a un cierto desarrollo tecnológico y cultural
concreto. En cambio, el capitalismo del siglo XXI ha propulsado, desde el Estado
neoliberal, reformas regresivas para estatuir leyes laborales que duplican a nivel
constitucional la violación de la ley del valor en la relación capital/trabajo. La
formalización legal de la violación de la ley del valor en este ámbito, agrega a la
explotación multimodal de plus-valor el establecimiento como norma constitu-
cional de la expropiación de fragmentos cada vez mayores de su valor al salario.
Lo que, a todas luces, sucede con la privatización legal de los fondos de las
pensiones tanto en los Estados del Sur como en los del Norte.21 La efectividad
del principio divide et impera le ha permitido al planetary management del siglo
XXI consolidar la tendencia neo-autoritaria a mundializar la sobre-explotación
de la fuerza de trabajo.
Nos encontramos ante un retroceso histórico en la marcha de la modernidad
capitalista: el planetary management ha impulsado la demolición de lo que, desde
Rousseau, se denominó el contrato social.
Frente y contra esa dinámica, existe otra tendencia, que responde al liberalismo
genuino del siglo XXI, proponiendo propulsar una legislación laboral que ofrezca
cierta certeza a la reproducción social-nacional de los trabajadores así como una
nueva jornada laboral menor. En su mejor versión, como lo hizo el liberalismo del
siglo XX, esta tendencia constituye una proyecto de capitalismo dirigido a dinamizar
el mercado de bienes de consumo y relanzar la capacidad adquisitiva social a nivel
internacional. El proyecto de un capitalismo genuinamente liberal en el siglo XXI
tiene propuesta para enfrentar la mundialización de la pobreza, otra vez, no por
filantropía sino por administración estratégica de la lucha global de clases.
21
James W. Russell, “La expropiación capitalista de los ahorros de jubilación en América Latina y EU”, en
Mundo Siglo XXI no. 32, CIECAS, IPN, México, pp. 25-31.
184
Luis Arizmendi
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Los retos del Derecho ante la crisis epocal del capitalismo en el siglo XXI
Si uno lanza una mirada panorámica al último medio siglo para periodizar la do-
minación del capitalismo sobre la naturaleza, lo que se puede observar es que en la
década de los setenta del siglo pasado emergió un periodo que cabe denominar fase
de depredación anti-funcional pero cínica.
Después de mucho tiempo de saquearla sin sufrir ningún daño relevante por la
devastación generada, la acumulación mundial del capital por primera vez empezó a
recibir –por recordar la expresión de Lovelock– “la venganza de la tierra”. Pese a saber
ya que la crisis ambiental mundializada marcha en el rumbo de un colapso ecológico
cada vez mayor, sin embargo, entrampados en la maximización de sus ganancias
extraordinarias y las rentas, los Estados y los capitales, ante todo, se niegan a asumir
la transición postfosilista, ya que hacerlo acarrearía un enlentecimiento ineludible de
su tasa de acumulación.
La muerte del Protocolo de Kyoto ha puesto al descubierto que, en lugar de un
desacuerdo, en verdad, existe un acuerdo –si se quiere silencioso pero efectivo– al
interior del sistema de Estados: el planetary management del “cambio climático”.
La administración tecnocrático-autoritaria de una voraz e insaciable acumulación de
capital basada en el patrón tecnoenergético fosilista, que no se plantea revertir sino
administrar la multiplicación de los ecodesastres por sobrecalentamiento del orbe y
sus miles o incluso millones de muertos.
Siendo muy radical el carácter esquizoide de este tiempo de transición, la de-
predación capitalista de la naturaleza no se detiene ahí. Todavía ni cierra la fase de
depredación antifuncional pero cínica y ya está impulsando la emergencia de una
nueva fase de domino de la naturaleza: una fase de depredación crecientemente pro-
gramada pero necesariamente inestable. Con ella, a diferencia de las formas previas
de contaminación de la naturaleza que derivaron de una devastación inintencional,
en el siglo XXI tanto el despojo como la devastación de los recursos responden cada
22
Giorgo Agamben, Estado de excepción, Adriana Hidalgo Editora, Argentina, 2003.
186
Luis Arizmendi
vez más a una devastación proyectada y programada. Por más que se formula que con
esta forma de dominación la modernidad capitalista tiene todo bajo control, los múl-
tiples ecodesastres revelan que la situación se le va amenazadoramente de las manos.
En especial son tres las tecnologías que sintetizan la especificidad esquizoide de
esta nueva fase: la ingeniera genética, la geoingeniería y la energía nuclear. Marcadas
por la peculiar e inevitable ambivalencia propia de la modernidad capitalista, justo
sus potencialidades prometeicas, sin dejar de estar ahí, están traicionadas y vencidas
por la legalidad de una dominación devastadora.
La ingeniería genética, que ha dotado a la modernidad de la posibilidad de cruzar las
fronteras entre las diversas formas de la vida y empieza a tocar las puertas del secreto
de la oxidación celular abriendo pronósticos impresionantes de mayor longevidad,23
está siendo usada para fundar monopolios inéditos en la historia del capitalismo: en
lugar de sobre terra nova, es el monopolio de ciertas dimensiones de la naturaleza,
históricamente inaccesibles, lo que el monopolio de la biotecnología moderna está
fundando. Subsumidos realmente bajo las biocorporaciones, 40 mil rasgos genéticos
del genoma humano, lo que equivale al 20% de nuestra constitución, se encuentran
ya apropiados de forma privada. Lo que está en juego es una vía muy peculiar pero
artificial de acumulación por desposesión: fuerzas materiales que pertenecen al ámbito
de la posesión genérica –es decir, que no son propiedad privada de nadie sino pose-
sión del género humano– están siendo, por primera vez, objeto de monopolización
privada capitalista. Este monopolio ineludiblemente artificial, que trata de estatuir
derechos de patentes sobre fuerza materiales genéricas, que no pueden dejar de ser
inmanentes al cuerpo humano, es lo que el Derecho moderno funcional al biopoder
contemporáneo pretende garantizar. Desde hace tres décadas, la Oficina de Patentes
y Marcas de EUA ha otorgado, por lo menos a cuatro mil compañías y universidades,
patentes sobre genes humanos.
Sobre los códigos genéticos de la vida vegetal, las semillas transgénicas responden a
la fundación de una nueva forma de dominación capitalista del campo, de la que deriva
un nuevo tipo de renta. En pleno siglo XXI, pese a todos los pronósticos realizados, el
capitalismo no ha generado la extinción definitiva de los campesinos, precisamente,
porque les deja a ellos el manejo de las tierras más adversas ante la crisis ambiental
mundializada. De ese modo, si la cosecha no se da, ellos corren con los costos, y si la
23
Tom Kirkwood, El fin del envejecimiento, Tusquets, Barcelona, 2000.
187
Los retos del Derecho ante la crisis epocal del capitalismo en el siglo XXI
24
Armando Batra, El Capital en su laberinto, De la renta de la tierra a la renta de la vida, Itaca/UACM, México,
2006, pp. 171-178.
25
Fernando Flores Trejo, Bioderecho, Porrúa, México, 2004.
188
Luis Arizmendi
El escenario del siglo XXI es extremadamente complejo debido a que los desa-
fíos que enfrentan el bioderecho y el nanoderecho ante la nueva fase de dominación
capitalista programada pero inestable de la naturaleza, se entrecruzan con los desa-
fíos que emergen de la fase inconclusa de dominación antifuncional pero cínica. La
yuxtaposición de estas dos fases integra un conjunto de retos insólitos pero urgentes
para el Derecho del siglo XXI.
La negativa del capitalismo mundial a disociarse de su patrón tecnoenergético
fosilista ha desembocado en dos líneas de acción histórica que no apuntan más que
a agudizar la crisis ambiental mundializada: la geoingeniería y la energía nuclear.
Regularmente definida de forma demagógica, la geoingeniería constituye una inno-
vación diseñada para manipular el ambiente natural a gran escala no con el objetivo de
contrarrestar sino de administrar los impactos del sobrecalentamiento planetario. La única
vía efectiva pero tardía para apuntar a contrarrestar el sobrecalentamiento del orbe vendría
de asumir aceleradamente la transición energética postfosilista, reestructurar la economía
mundial para dejar atrás la era del petróleo. Pero la geoingeniería nació justo para enlentecer
sobremanera esa transición. Después de especular con que bastaría crear una infraestructura
de protección ante el ascenso del nivel del mar para proteger al Norte de los impactos del
sobrecalentamiento, de modo que el Sur mantendría su vulnerabilidad a los ecodesastres,
las delicadas sequías y, en especial, el fallecimiento de 14 mil ancianos en Francia en el año
2003 demostraron la gravedad de los alcances del sobrecalentamiento sobre los Estados del
Norte y sus poblaciones. Pese a ello, en lugar de ceder, el capitalismo fosilista pasó de asumir
administrar los ecodesastres presuntamente concentrables en el Sur, a asumir administrar
cínicamente los ecodesastres en el orbe empleando la geoingeniería. Apostó a que el potencial
de protestas políticas podrá ser neutralizado haciendo uso de la geoingeniería para evitar la
repetición de fallecimientos en masa por olas de calor en el Norte. La infraestructura costera
y la geoingeniería se volvieron, así, la punta del proyecto del planetary management del
“cambio climático”, que se plantea sin reparos que los heridos y los muertos por ecodesastres
los ponga ante todo el Sur a cambio de que el capitalismo fosilista siga indemne su marcha.
La gravedad de esa tendencia histórica ha hecho que, desde 2010, la ONU haya declarado
una moratoria a los experimentos con geoingeniería, conformando un límite trascendental
pero inestable que la dinámica del planetary management insiste en derribar.26
26
El proyecto para contrarrestar mediante una gigantesca nube volcánica producida a partir de la inyección
de aerosoles azufrados en la estratosfera el punto más acelerado del sobrecalentamiento que desestabiliza
189
Los retos del Derecho ante la crisis epocal del capitalismo en el siglo XXI
el efecto albedo acarreando un impacto global, el Ártico, podría alterar seriamente el ciclo hidrológico tropical
disminuyendo gravemente las lluvias y desbocando olas de sequía en Asia, África y la Amazonía. Angus
J Ferraro, Eleanor J Highwood and Andrew J Charlton-Perez, “Weakened tropical circulation and reduced
precipitation in response to geoengineering”, Environmental Research Letters, No. 1, Vol 9, 8 de enero, 2014.
Link: http://iopscience.iop.org/1748-9326/9/1/014001/article
190
Luis Arizmendi
en los Estados del Sur como medio estratégico para el lanzamiento de una transición tec-
noenergética postfosilista plural (no nuclear) y el financiamiento del desarrollo humano.
En la era de la crisis ambiental mundializada, el Derecho encara desafíos que
lo llevan a tener que tomar posición ante la encrucijada ineludible del siglo XXI: el
proyecto del planetary management o proyectos de Estado contrahegemónico capaces
de propulsar modernidades alternativas sustentadas en la ecología, la democracia real
y el respeto a las formas de soberanía o autogestión social.
Conclusiones
191
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27
Luis Arizmendi, “Crisis epocal del capitalismo y desmercantificación en el siglo XXI”, ensayo contenido en
libro Horizontes de la vuelta de siglo, CIECAS, IPN, México, 2011, pp. 195-201.
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