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El documento argumenta que deberíamos usar un lenguaje que nos permita expresarnos libremente en lugar de uno neutro que limita nuestra libertad. Actualmente, solo reproducimos un lenguaje establecido en lugar de desarrollar nuestro propio lenguaje y forma de expresar el mundo. El autor propone que necesitamos un lenguaje que nos permita vivir y experimentar el mundo en lugar de simplemente objetivarlo.
El documento argumenta que deberíamos usar un lenguaje que nos permita expresarnos libremente en lugar de uno neutro que limita nuestra libertad. Actualmente, solo reproducimos un lenguaje establecido en lugar de desarrollar nuestro propio lenguaje y forma de expresar el mundo. El autor propone que necesitamos un lenguaje que nos permita vivir y experimentar el mundo en lugar de simplemente objetivarlo.
El documento argumenta que deberíamos usar un lenguaje que nos permita expresarnos libremente en lugar de uno neutro que limita nuestra libertad. Actualmente, solo reproducimos un lenguaje establecido en lugar de desarrollar nuestro propio lenguaje y forma de expresar el mundo. El autor propone que necesitamos un lenguaje que nos permita vivir y experimentar el mundo en lugar de simplemente objetivarlo.
El texto “una lengua para la conversación”, nos invita a utilizar un lenguaje
diferente que nos saque del encierro del lenguaje neutro, ese que es producido y genera una libertad restringida. El hombre se incorpora a la cultura a través del lenguaje, eso mismo que lo hace sujeto, pero que a su vez solo está siendo, no más, que un mero reproductor de un lenguaje, sin miramientos a la posibilidad de tomar su propio lenguaje y hacer su propia expresión del mundo, sin estar sujeto a lo que ya, a través del lenguaje, está establecido. Este texto nos invita entonces a una conversación que nos haga sentir igual, que nos permita escuchar y ser escuchados, una conversación que no de la sensación de tener un estatus, alguien que domine y otro que escuche, una que este arriba y otro abajo. El gran problema de nuestro lenguaje (además que no lo dominamos porque muchas veces hay expresiones que ni siquiera sabemos que significan), es que es un lenguaje ya elaborado en donde solo somos intérpretes de él, esto lleva a que el lenguaje se base en el conocimiento y no va desde lo personal, no hay singularidad, por lo tanto, no hay un lenguaje propio. Como lo expresa, Jorge La Rosa, en su texto-un lenguaje para la conversación- “a lo mejor lo que necesitamos no es una lengua que nos permita objetivar el mundo, una lengua que nos de la verdad de las cosas, sino una lengua que nos permita vivir el mundo, hacer la experiencia del mundo”. Y así haciendo uso de un lenguaje sin dominaciones, sin adoctrinamientos, un lenguaje que nos identifique al leer, hablar y escribir, un lenguaje que desde la experiencia sea propio y así podríamos, en conversación con otros, elaborar el sentido o sin sentido de lo que nos pasa.