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CUANDO TRUENAN LOS FUSILES

JOSE ALBERTO ALCALDE


1. LOS CACHORROS DEL “TROYA”

¡ Coño ¡ pensó Chento Arcadio, ¿y éste es Julio Escalona, el


famoso dirigente estudiantil de la resistencia a quien logramos
contactar para incorporarnos a las actividades conspirativas?

“Eso, mi General”, le cuenta Eulogio Pirela, soplón de la SN, “fue


lo primero que se le vino a la cabeza a ese bachiller apodado
Chento Arcadio”. Así me lo contaron mi suegra Asunción Araujo y
un locutor de radio, Baltazar Benítez quien recibe sus mesnadas del
mismísimo don Pedro Estrada para que le haga el seguimiento a
todos esos estudiantes que viven en pensiones de mala muerte en
los alrededores de la universidad más hermosa del mundo que usted
con su genio está construyendo, así como el Reactor Nuclear en los
Altos de Pipe que dirige el sabio Fernández Morán, a pesar de que
los enemigos suyos, adecos, copeyanos y urredecos, lo quieren
pintar como enemigo de la educación y de la ciencia. Le cuento mi
general que así están las cosas, me cuenta mi suegra Asunción que
en un apartamento anexo al suyo, me refiero a mi suegra, en el
edificio “Troya” de Los Chaguaramos habita también un trío de

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estudiantes de la UCV, tachirenses todos, enemigos suyos que se
han unido a la conspiración contra su régimen. Desconsiderados no
sólo porque son de allá, paisanos suyos, sino que como muchos
desagradecidos, no reconocen que este país, gracias a su gestión,
se ha convertido en la primera potencia de Sur América y de la
América Latina toda. El contacto con los conspiradores lo hizo
Jorge Murillo Amaya, el “carabina”, descendiente de un famoso
general Aurelio Amaya que usted debe saber quién es, que era brazo
derecho de Eustoquio Gómez allá en su tierra, Los Andes. El tal
“carabina”, es un flaco alto, Romulero hasta la pared de enfrente y,
por tanto, enemigo suyo a morir, mi general. Estudia Economía,
igual que Julio Escalona, y sus compinches son Alberto Alcalde,
(Chento Arcadio), hermano, figúrese usted, de Humberto, un
Teniente del mismo apellido, Alcalde Alvarez, oficial de Planta en
la Academia Militar, quien también frecuenta mucho el edificio
estudiantil, y, según parece, no sólo por visitar al familiar y sus
amigos, pero le estamos haciendo el seguimiento. Otro del grupo es
conocido como Pepito Duarte, estudiante de Medicina de quien
tenemos información que tiene más vocación para la política que
para curar enfermos. Sale el trío, cuenta Benítez, del “Troya”, el
edificio donde ocupan un pequeño apartamento de una sola
habitación. Pero, a mí, Jorge Murillo Amaya, por sorteo me
correspondió la cocina, donde me siento muy cómodo porque
puedo descansar mi pata izquierda sobre un saliente de tubería
porque ese cuarto, esa pieza como decimos los andinos, no es
ninguna cocina ni ¡qué carajo!, como va a ser cocina algo que no
cuenta con estufa ni lavaplatos ni ollas ni nada parecido, sólo una
camita que parece hecha a la medida para mí, para el flaco Murillo
Amaya, de lo estrecha que es esa camita que casi parece una cuna y
tan corta para mí, yo que soy tan largo, que los jodedores desde
cuando estudiaba bachillerato en el Colegio La Salle,allá “en la
patriecita”, me hacían coger tremendas arrecheras cuando me decían
que yo parecía una vara de puyar locos y es por eso que la otra pata,

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la derecha, me queda colgando en el aire y el que se lo pasa así, en
el aire, no soy yo sino un primo y cuñado mío, el Mayor Murillo
Guerrero, quien es paracaidista de la Aviación Militar en Maracay.
La pared externa de mi cuarto tiene unos huecos de ventilación que
convierten mi cocina, quiero decir mi habitación, en un observatorio
¡qué carajo!, ¡mejor que el de los Altos de Pipe, de Fernández
Morán!, desde donde puedo observar en el edificio de enfrente,
noche tras noche, a una bella catira que se desnuda en su cuarto, en
pelotica, ¡Dios mío!, lo que nos ponea sudar a mares, no a mí solo
sino también a mis compañeros de apartamento, entonces se arma
el forcejeo por el turno y por el tiempo que cada uno quiere
quedarse ahí fisgoneando cómo ese hembrón hace su ritual,
artística y calmadamente, dejando a los jóvenes “voyeurs” echando
más humo que radiador recalentado de un auto. Lo cumbre del caso
es que la catira, cuando nos la topamos en la calle, lo que sucede
frecuentemente, ni siquiera nos da unos < buenos días> o <buenas
tardes> ” Nada. Pasa a nuestro lado imperturbable, con una seriedad
que asombra.”

-“En la acera opuesta frente al Troya, en el sitio previamente


acordado, los estaban esperando, mi General.”, continúa Pirela.

Ese es Julio”, aclara “carabina”. La sorpresa de Alcalde y Pepito


no podía ser mayor: a diez metros divisan a un hombre flaco, de
corta estatura, que aparenta más edad de la que tiene. El rostro
pálido, macilento, es testigo de días de hambre y falta de sueño. Su
aspecto es desgarbado, de varios días de no afeitarse. Cabello
descuidado con un mechón rebelde que cae sobre su frente. Viste
un traje de color indescriptible, quizás gris obscuro, que muestra
signos de desgaste por el largo tiempo de uso. Las solapas del paltó
las lleva siempre cerradas, para protegerse del frío o quizás para
esconder una camisa arrugada que no puede cambiar
frecuentemente. Su mirada es penetrante, de unos ojillos fríos que

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constantemente escrutan el entorno como buscando algo. No es para
menos: es un perseguido de la Seguridad Nacional, la temida
policía política de su régimen, mi general, que hasta hace poco la
dirigía el no menos temible Pedro Estrada, antes del coronel José
Teófilo Velazco. Escalona no sonríe nunca. Aun así, en su boca se
nota la carencia de varias piezas dentales. De pié, sobre la acera se
realiza la conversación que prácticamente se limita a recibir
instrucciones: “Carabina será el enlace. Nos vemos esta noche a las
7 en el Cine Junín.” Al final de la película, a la salida de los
espectadores, se pega un grito, “abajo la dictadura”, o algo similar,
se tiran volantes al aire y hay que desaparecerse rápidamente,
mezclándose entre el tumulto: los esbirros de la policía secreta
pululan por estos sitios. ¡Y no olviden!, acuerden nombres falsos.
La siguiente misión es en el barrio La Charneca, adyacente a la
Avenida San Martín. “Aquí hay que echarle bolas de prisa”,
advierte “el ronco” Moleiro. “Remontaremos el barrio rápidamente,
convocando a la gente, en voz baja, a protestar en “El Silencio”,
mientras distribuimos los volantes. Cero miedo: los charnequeros
están todos contra la dictadura.

Moisés, Américo Martín, y otro estudiante de Derecho, de apellido


Rodríguez, forman un trío inseparable que, a diario, se lo pasan en
un constante recorrido por las aceras y pasillos de las diversas
Facultades, particularmente Humanidades, Derecho y Economía.
Américo es flaco y alto Sus ojos son de mirada triste, lánguida, y
su trato afable. Es el principal dirigente de AD en la resistencia. Es
admirado por eso y por otras razones. Los jóvenes debemos
atenernos a la concepción hispana del noviazgo. La novia es una
suerte de amiga especial cuya virginidad debe respetarse hasta
consumar el matrimonio. Entre tanto, hay que conformarse con
besos y abrazos y algún escarceo sexual más atrevido durante un
baile de carnaval o alguna cita clandestina. Américo, en cambio, es
objeto de envidia: ¡hasta duerme con su novia!, según comentario

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general entre los otros jóvenes. “El ronco”Moleiro, de voz grave
como órgano de catedral, es igualmente un tipo simpático, sin
poses de engreimiento. De aspecto desgarbado como Escalona, su
rostro, en cambio, es rojizo, encendido, como si viniera de echarse
unos tragos, por los cuales, por cierto, no sufre de asco. No tan
alto, tiene un caminado muy peculiar, lento, pesado, como
arrastrando un par de grillos gomecistas, sesenta libras de hierro
atadas a los pies. Moleiro no es cualquier hijo de vecino. Su padre,
del mismo nombre, es un famoso músico que ha hecho escuela de
la música venezolana y junto con Vicente Emilio Sojo, Juan
Bautista Plaza y José Antonio Calcaño, es fundador de la Orquesta
Sinfónica de Venezuela y del Orfeón Lamas. Y dos hermanos
suyos , Rodolfo y Carmencita, se perfilan ya, igualmente, como
músicos de renombre. Aun así, “el ronco” no presume de su
cultura. La tiene, y vasta. “La cultura no va en los genes,
compañeros, es necesario fajarse para adquirirla.”, comenta con su
voz gutural. A pesar de ser estudiante de Derecho, estudios que, al
igual que Américo, abandonará para irse a las guerrillas, tiene gran
inclinación por la lectura y es ya reconocido como orador y escritor
de fino estilo.

“Su gobierno, mi general, tengo que confesarle, ha impuesto un


silencio de cementerio que llega hasta la mudez, un toque de queda
virtual. Entre los mismos estudiantes hay desconfianza. Se rumora
que en un aula, el compañero que se tiene sentado al lado puede
ser un “soplón”, un confidente de la Seguridad Nacional o hasta un
agente de la misma. En la Facultad de Humanidades, adosados a la
pared del largo corredor que da hacia las aulas, se encuentran unos
pupitres que sirven de descanso antes de clases, o en sus
intermedios. Por las tardes, cuando tiene lugar el grueso de la
actividad docente, el pasillo en referencia se convierte en centro de
conversaciones, muchas de ellas a “soto voce”. También sirve de
pasarela de unas mi general, que son unos hembrones. Allí está

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representada la cremita de la “high” caraqueña y las muchachas de
muchos apellidos sonoros de la ciudad parecen competir entre sí en
belleza y elegancia. La situación es tal que a la Iglesia allí las cosas
se le han puesto color de hormiga. Autorizó a varios jóvenes
sacerdotes a inscribirse en esa Facultad.Varios de ellos no
resistieron el coqueteo de las mozuelas y colgaron los hábitos. En
ese mismo pasillo no falta a diario“El Heraldo”, el periódico
oficialista, único vespertino existente, obra de Laureano Vallenilla
Planchart, hijo de Laureano Vallenilla Lanz, quien desde su cargo
de Ministro de Relaciones Interiores se ha encargado de ganarle
enemigos a su régimen, mi General. Si hasta con la Iglesia Católica
se ha metido, ¡que bolas tiene el doctor Laureano conociendo el
poder de la Iglesia y el respeto que tiene la gente por Monseñor
Arias Blanco! Discúlpeme que le hable de esta manera, pero usted
me pidió que lo hiciera así, con franqueza, porque como caraqueño,
nacido y criado en el barrio La Pastora e informante del Servicio de
Inteligencia Militar, me conozco la vida y milagros de los
habitantes de esta ciudad y es mi deber informarle, porque, además,
durante los diez años que he servido como ayudante de doña Flor,
su honorable esposa, ustedes me han tratado como de la familia.
Usted me consiguió el apartamentico en el 23 de Enero y también el
fiador para el carrito que estoy pagando a cuotas. Por todo eso estoy
acá, en posición de firme, para lo que usted me necesite, en
defensa del Nuevo Ideal Nacional que tiene en usted a su máximo
dirigente. Le cuento, mi general, que esa idea del doctor Laureano
de darle placa oficial a los militares para sus vehículos particulares
fue un fiasco, una metida de pata del doctor Vallenilla Lanz. Al
comienzo los oficiales pisaron el peine porque en este país todo el
mundo le encanta la ostentación, los símbolos de poder, y con esas
placas a los oficiales militares les bajan las cadenas de las
alcabalas, sin pedirles identificación ni preguntarles nada, y por
añadidura los saludan militarmente con una cortesía que
asombraría a cualquiera. La Junta de Censura de la prensa escrita y

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hablada, manejada también por el doctor Vallenilla a través del
lápiz rojo del escritor Vitelio Reyes, con quien usted ha jugado
dominó en “ El Laguito” del Círculo Militar, también es causa de
resquemores en la población. Todo esto lo sabe usted, mi general,
pero yo entiendo, usted quiere la otra versión, no la que le llevan
sus adulantes, con su permiso, los “jalabolas”, para congraciarse
con usted. La Seguridad Nacional depende igualmente de
Vallenilla, pero Pedro Estrada, es mi pensar, goza de exagerada
autonomía.”

“Yo no necesité ir a la universidad, ni siquiera a una academia de


policía”, elucubra mientras tanto, Estrada, “pero quienes me
conocen de cerca me consideran un hombre bastante inteligente y
no un simple matón como pregonan los adecos. Eso sí. Tengo la
responsabilidad de garantizar la estabilidad del régimen y hasta la
vida del General Pérez Jiménez. No soy hablador de bolserías pero
quien intente conspirar contra el gobierno se topará conmigo y se
arrepentirá.”

-Francisco Vera Izquierdo”, coninúa el esbirro Pirela, “vecino auyo


ahí en El Paraíso, mi general, no es político pero tampoco amigo
del régimen. Es conservador, de los jóvenes que con Rafael Caldera
fundaron la U.N.E, la Unión Nacional de Estudiantes opuesta a los
comunistas y a los futuros adecos. Es gran parrandero, hombre de
bares y restaurantes, sitios que frecuenta y en los cuales suele hacer
ácidos comentarios sobre la labor de don Pedro: que si es
implacable en sus métodos policiales, que si en los calabozos de la
Seguridad Nacional la tortura es una práctica permanente y que en
su haber ya cuenta con el asesinato de varios dirigentes de la
resistencia, entre ellos el de Ruiz Pineda.”

Pirela no tiene pelos en la lengua y hasta comenta en esos sitios que


Estrada es un matón, un asesino a sangre fría.

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“Yo conozco al hombre”, piensa mientra tanto, el dictador, ese
Pancho Vera es un loco, de una familia de locos de atar, de esos
caraqueños de alcurnia que no le perdonan a Pedro que es una
persona de ademanes refinados, y hasta afrancesado en sus gustos y
exquisiteces. Pedro es un tipo elegante, “parece un artista de cine”,
comentan algunas muchachas y hasta jóvenes señoras casadas, de
esas “cucacalientes”, lo visitan ahí mismo en la Seguridad
Nacionalcon la excusa de que van a interceder por algún amigo.
Pedro, igual que Llovera, es un gran parrandero y hasta canta y lo
hace bien, se codea con la “high” caraqueña, con los amos del
valle, tiene una intuición especial para conocer el trasfondo de la
gente y goza de gran atractivo entre las damas. Hasta famosas
artistas y damas de la cremita de la sociedad capitalina han
desfilado por las oficinas de Pedro, y no sólo él, hasta Miguel Silvio
Sanz, que asusta a cualquiera, de lo feo que es ese negro, se levantó
a la catira esa de las telenovelas, la argentina Zoe Ducos. Además,
en definitiva, Pirela, Estrada conoce su oficio y por eso lo tengo
ahí. Mire, todo el mundo tiene sus fallas. Laureano también es un
loco, lo sé, pero igualmente se mueve en ciertos círculos sociales
que me interesan. Como periodista hasta trabajó en “ El Morrocoy
Azul”, un semanario humorístico, con Miguel Otero Silva, quien,
aun cuando no aparezca como director de El Nacional, lo es a
trastiendas, porque es el dueño y ese periódico, además de tener
prestigio nacional, mantiene estrechos contactos a nivel
internacional, entre otros con la S.I.P., la Sociedad Interamericana
de Prensa, por eso está en capacidad de echarnos mucha vaina, y
por eso yo mismo le he dado instrucciones a Laureano que le diga a
Vitelio que a esa gente no hay que quitarle la lupa. Laureano fue
quien convenció a Margot Boulton de Bottome, ¡una Boulton, nada
menos!, para que se encargara de fundar el F.E.I., el Frente
Nacional Independiente que será nuestro partido, aunque usted sabe
que yo no creo en los partidos y menos en los políticos que son

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todos una sarta de vagabundos. Margot, ella misma encabezará la
lista por Caracas al Congreso Nacional.

-“La Escuela Básica Militar, que es obra suya, mi general, donde


reciben instrucción por dos años todos los cadetes,
independientemente de la Fuerza en que se inscribirán después:
Ejército, Naval, Aviación o Guardia Nacional, se ha convertido en
una trampa: como allí conviven oficiales de las cuatro ramas
militares, la coordinación entre los golpistas se ha hecho más fácil.
En esta vida todo no puede ser rigor, dicen que comenta Pepito
Duarte, un bachiller adeco. Por eso el apartamento de los
conspiradores novatos, mi general, se ha convertido en el club de
los jóvenes tachirenses, en el sitio de reuniones, porque los demás
viven en pensiones estudiantiles. En las noches las conversaciones
giran en torno a la situación política, y a los planes existentes. Uno
de los asiduos visitantes, como le he dicho, es Humberto Alcalde
Alvarez, hermano de Alberto, Chento Arcadio. Humberto es un
Teniente del Ejército, alto, delgado, de negras cejas pobladas y de
barba tan cerrada que sus compañeros de la Academia lo apodan
“el felpudo”, una alfombra de grueso pelambre que se coloca a la
entrada de las casas para eliminar el polvo de la suela del calzado.
Ejerce como oficial de planta de la Escuela Mlilitar, que, en mi
opinión, se ha convertido en el principal centro de conspiración del
sector castrense, y comprometido con la rebelión que allí dirige el
propio director de la Academia, el coronel Pedro José Quevedo.
Humberto, junto con el Teniente de Fragata Brito Martínez, los
estamos vigiando, utilizan el apartamento estudiantil para vestirse
de civiles y de ahí salen a establecer contactos con otras
dependencias militares, con cualquier excusa.Hace unos días
Alcalde Alvarez fue al Batallón Bolívar solicitando a un oficial
disque para que le prestara una cucarda que necesitaba para el
desfile de la Semana de la Patria. El oficial de guardia le respondió:
¡qué raro, Teniente, que en la Academia Militar nadie pueda

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prestarle una cucarda! El ambiente de conspiración es a “soto voce”,
pero, en mi opinión, mi general, a eso hay que echarle un parao. Los
militares comprometidos son pocos. Los fines de semana, “el
laguito”, el bar del Círculo Militar, bajo la excusa de consumir
algunas cervezas y oír música, sirve de sitio de encuentro para
captar nuevos voluntarios.

Cuenta “El Carabina”: “nuestro apartamento estudiantil,


particularmente los fines de semana, se convierte en “La Casa
Táchira” de los jóvenes de la región. En las noches, botellas de
cervezas y de ron van y vienen junto a las cartas de ajiley, hasta el
amanecer, cuando nos corre el sol porque nuestra mansión
estudiantil no tiene cortinas. Más de un jugador no se despega de la
mesa de apuestas hasta agotar la quincena que recién ha recibido
de su familia pero, para su fortuna, y la de todos, Chento Arcadio
tiene un anillo de oro que le regaló su papá que se ha convertido en
el salvavidas de los perdedores. Cada semana el fulano anillo pasa
de mano en mano para depositarlo en una casa de empeños y así
cada uno, temporalmente, va solvento su situación. Durante la hora
de almuerzo en el Hospital Clínico Universitario Pepito le comenta
al también estudiante de Medicina Néstor Alvarez: numerosas
paisanas tachirenses se han incorporado a la Universidad, entre
ellas la bella Alba Parra, quien se ha convertido en “la novia” del
grupo pues nos acompaña en todas nuestras correrías, inclusive
cuando vamos a un restaurant o a algún bar a compartir unas
cervezas. Porque a los bonches que se arman en “El Troya” sólo
asisten varones. Vos sabés que por esa moral troglodita que nos ha
impuesto la Iglesia Católica y la tradición hispana no es bien visto
que las compañeras universitarias participen en estos eventos, no
por falta de ganas de algunas de ellas Entonces invitamos a otras
muchachas, entre ellas algunas amigas antiguas empleadas de
almacenes en San Cristóbal, quienes se han venido a la capital
buscando un mejor futuro y son más atrevidas que sus congéneres

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de la Universidad. Esas no le paran bolas a la murmuradera de la
gente. Así la rumba incluye diálogos, chistes, bailoteo y hasta
“shows”, como el deshabillé mímico intitulado “La danza de los
siete velos”, que protagoniza, con gran éxito, Chento Arcadio, “el
chatico” Alcalde. “El caldo ya se está poniendo morado”, se queja
el mismo Alcalde ante sus compañeros de vivienda. Eso es
problema de Pepito que esté de amores con “la corchadita”, apodo
que ustedes que son una pila de muérganos le han puesto a esa
muchacha por la zobaquera que tiene, sin considerar que a lo mejor
es que los reales no le alcanzan para comprar un desodorante y que
la vida en Caracas se ha puesto cara. Los amigos paisanos, continúa
su queja Alcalde, han convertido nuestro apartamento en casa de
citas. Cada vez que alguno hace un levante no sólo pide las llaves
sino que hasta exige que no entremos a la vivienda hasta cuando
él haya culminado la faena. Más aún, mi molestia es porque como
mi cama es la única que tiene buen colchón, o mejor dicho tenía, de
tanto uso erótico ya parece más una canoa que un lecho de dormir.
Y no se contentan con eso los amigos sino que andan por ahí con
esa jodedera de que por unanimidad han declarado mi cama en una
suerte de monumento a Eros, en“el nido del amor” de la bandada
estudiantil.

“El tal Chento Arcadio, mi General, y su pana, Pepito Duarte,


desde su llegada a Caracas no siempre vivieron en “El Troya”.
Chento lo hacía donde unos primos suyos de apellido Alvarez que
estaban pelando bolas porque quedaron huérfanos desde niños. Sin
embargo, el mayor de ellos, que son tres, Diógenes, estudia
Odontología. A pesar de que apenas cursa el 2º año de la carrera, ya
montó su consultorio y así, “matando tigres”, como dice él, de eso
vive la familia. Su otro hermano, Enrique, trabaja como vendedor
de telas en “El Gallo de Oro”, vendiendo telas y ya se ha aprendido
todos los trucos del oficio, los cuales se los ha enseñado un cuñado
suyo llamado Juan Raad, mejor conocido como Tito Raad, de

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origen libanés, quien es un gran mamador de gallo, y en materia de
telas le ha eneseñado todos los trucos a su cuñado Enrique. Un día
cualquiera el tal Pepito Duarte se apareció donde los Alvarez, donde
reside Chento y lo convenció para que se mudaran juntos a una
pensión en Los Chaguaramos, sector donde vive toda la patota de
amigos comunes del Táchira que ahora estudian acá en Caracas. Así
fue. Se mudaron para la quinta “Yolly” de una señora colombiana
llamada Alicia. Alicia es una mujer cuarentona, que en sus mejores
tiempos debió ser muy atractiva. Tanto es así que “el Carabina”,
quien vive en una pensión cercana, piensa que la mujer es “un
levante” fácil. Así que cualquier día nos cuenta la misma Alicia, “el
amigo ese de ustedes, el que llaman “Carabina”, andaba con unos
tragos en el buche. Era de madrugada y llegó a tocarme en la
ventana de mi cuarto que da a la calle. El “carabina”, agrega Alicia,
pretendía que le abriera la puerta me mi casa. Ese cuento lo echa
ella muerta de la risa. Y no es que Alicia tenga muchos prejuicios
porque no tiene problemas con que Freddy Celis, integrante de una
familia de la cremita merideña, comparta su cama y sea pareja de
otra residente de la pensión, una cubana muy atractiva, por cierto.
De la residencia estudiantil de doña Alicia, Chento y Pepito Duarte
toman la decisión de tomar un apartamento en alquiler, en el
edificio Troya. El “carabina” Murillo se decide a acompañarles en
esa aventura.

Al “carabina”, “Jorgito” por afecto, a veces no le paramos lo


suficiente porque sin afanes histriónicos, exagera un tanto las
situaciones políticas, sin ignorar que tiene razones para ello: su
primo hermano Valmore Acevedo Amaya, se encuentra preso
desde hace dos años en la eufemísticamente bautizada por el
régimen como “Cárcel Modelo”. Por su “ciudadanía” de tachirense,
“el carabina” ha logrado un cargo-beca en la Corporación
Venezolana de Fomento, situada ésta en El Silencio, en la esquina
de Mercaderes.Algunos amigos procedentes de ese Estado, el

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Táchira, residentes en Caracas, han adoptado esa esquina como
sitio de encuentro. Lo de “beca” del cargo, lo dice “el carabina”
riendo, es porque allí lo único que tengo que hacer es echarme
viento mientras me leo todos los diarios y revistas y selecciono los
artículos de índole económica para mantener actualizada la cartelera
informativa de la Institución.

El “Troya”, además de centro de conspiración, de bar, y club social


de los jóvenes tachirenses, también funciona como “peña cultural”,
de la cual forman parte, como de las demás actividades, otros
jóvenes de esa región, entre ellos Martín Carrillo, Omar Mezza
Ramírez, Vicente Gómez, “Meloca” Alviarez, Marco Tulio Carrero
y “el negro” Omar Amaya. La discusión de hoy gira alrededor del
origen de la dictadura actual, la de Marcos Pérez Jiménez. Toma la
palabra Chento Arcadio:

--“Temas como éste son mi obsesión y he tenido la suerte de contar


con brillantes profesores de la materia en la Facultad de
Humanidades de la U.C.V., entre ellos Luis Beltrán Guerrero, J.M.
Siso Martínez, Germán Carrera Damas y Miguel Acosta Saignes.
Acosta es un hombre delgado, de corta estatura y de facciones
indígenas, pétreas, a quien en raras ocasiones puede vérsele
sonreír. Parece un busto tallado en bronce. Más de uno le tiembla
durante sus clases. Suele pasar los alumnos al pizarrón, como se
acostumbra en los liceos y siempre comienza sus lecciones con
interrogatorios. Sus juicios son implacables. A los mismos no
escapan algunos médicos quienes, por ser profesores de Medicina,
han decidido seguir la carrera de Educación. <Es un coño ‘e madre
> me comenta en un pasillo uno de ellos, Roberto Selle, casado con
Milena Sardi. Acosta va por su tercer matrimonio. La actual es
Gladys Porras, venezolana, compañera de curso y por ende,
alumna de su marido. No sé si es una casualidad pero ella es la
única que recibe la calificación de 20. Yo no me quejo porque

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obtengo 17 que es la máxima nota a la que puede aspirar un
alumno que no sea Gladys Porras. Y también no sé si será
casualidad pero ella es la viva imagen de una indígena mexicana:
su rostro es hermoso, acerado, con largos cabellos que divide por la
mitad para tejerlo en dos crinejas que caen sobre sus hombros. La
casualidad viene en cadena porque ambos tienen apariencia
indígena, él es antropólogo indigenista y por añadidura estudió su
carrera en Mexico. Los misiles que Acosta Saignes lanza con sus
juicios no se limitan a sus alumnos. Carrera Damas excelente
historiógrafo y profesor, lo que recibe de su colega, en entrevista
dada a Agustín Blanco Muñoz, es un torpedo que, de paso, se
estrella también contra otro profesor, Félix Adam: <Félix Adam>,
dice Acosta, <no tiene capacidad personal, pero es muy hábil para
rodearse de gente que lo hace muy bien.. y por eso llegó a ser
Decano cuando la intervención gubernamental (de la U.C.V.) y se
rodeó de un grupo de servidores incondicionales como Germán
Carrera Damas> . Pero más aún, agrega: <Lo que sucede a Germán
Carrera es que, además de ser un mal escritor, ha sido siempre un
reaccionario disfrazado con posiciones progresistas y
revolucionarias>. <Esta es una gente muy necesitada de
reconocimientos…Y esto lo hace con una finalidad: promoverse.
Porque él es maestro en hacerse propaganda> Con Luis Beltrán
Guerrero, a mí, Alberto Alcalde, me ocurrió algo curioso. Guerrero
es un brillante intelectual: historiador, poeta, escritor. Cada día con
su voluminosa figura, trajeado todo de blanco y una eterna corbata
negra, se le puede ver por los alrededores de la Plaza Bolívar, con
su caminar bamboleante y de aire fatigado. El, personalmente, va a
llevar sus artículos a “El Universal”, del cual es columnista. Por su
apellido, Guerrero, cualquiera creería que es andino, pero no, es
caroreño. Su caso es como el de Héctor Mujica, quien en verdad
debería llamarse Héctor Oropeza porque es hijo del también
caroreño Pastor Oropeza, antes del matrimonio de éste. Mi tía
Carmen Alcalde Perera, <Tana>, quien reside en Carora, cuando

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viene a Caracas llega a la casa de Pastor Oropeza, en La Florida.
<Héctor nunca aceptó cambiar su apellido, aunque las relaciones
con su padre son excelentes. A Pastor se le hincha el pecho cuando
habla de su hijo. Se siente muy orgulloso de él>, me cuenta la tía.
En mi primera clase como alumno de Luis Beltrán Guerrero, al
final de la misma, con la lista de estudiantes en mano, el profesor
me llama aparte: ¿tú eres hijo de quién?, me interroga. Como yo
intuyo por donde viene la pregunta, le respondo: de<Toño> Alcalde
Perera. Porque en Carora a nadie lo llaman por su nombre sino por
una especie de contracción del mismo, así los <Antonio> son
<toño>, José es <Che> y así por el estilo. De ahí siguió una
conversación sobre Carora”. Pero vamos al grano, corta Alberto
Alcalde en la exposición a sus compañeros:

--“Las dictaduras y las tiranías casi nunca empiezan como tales. Así
sucedió aquí en Venezuela con Juan Vicente Gómez. Este inició su
régimen con una política de amplitud: la gente aspiraba a un
gobierno diferente al de Cipriano Castro. Y algo similar ocurrió con
Pérez Jiménez. Los cabecillas del derrocamiento del Presidente
Rómulo Gallegos, en 1948, los coroneles Marcos Pérez Jiménez,
Luis Felipe Llovera Páez y Carlos Delgado Chalbaud, integraron
una Junta Militar de Gobierno, presidida por Delgado Chalbaud.
Este último trató hasta el final de evitar el golpe: su padre había
permanecido encarcelado por Juan Vicente Gómez, y torturado, en
la tenebrosa cárcel de La Rotunda durante trece años. Liberado de
allí, Carlos acompañó a su padre en la famosa invasión a Cumaná,
contra Gómez, en el buque “Falke. Gallegos nombró a Carlos,
hijo, Ministro de la Defensa ¿Cual militar más indicado para el
cargo que Delgado, con esos antecedentes de víctima de una
dictadura? Además, ambos, Presidente y Ministro, habían
desarrollado una estrecha amistad, desde la época de Gómez,
cuando el Maestro Gallegos decidió radicarse en España y Delgado
visitaba con frecuencia ese hogar. Por eso para Delgado Chalbaud

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resultaba un poco cuesta arriba traicionar a Gallegos.Las quejas y
los resentimientos contra A.D. habían comenzado desde el día en
que este partido se había instalado en el gobierno, después del
golpe de Estado de octubre de 1945. Cuando el mismo, Betancourt,
político avezado al fin, había presionado para que la Junta
Revolucionaria de Gobierno se constituyera cuanto antes. Así logró
presidir la misma y que, de los siete miembros, cinco fueran
militantes de su partido y apenas dos militares, el capitán Mario
Vargas y el Mayor Delgado Chalbaud. Mario Vargas, además, era
visto con desconfianza por sus colegas de uniforme debido a su
abierta inclinación por Acción Democrática. Pérez Jiménez en ese
momento estaba preso, indiciado de atentar contra el gobierno de
Medina, lo que aprovecharon los nuevos dueños del poder para
descartarlo. A él, y demás líderes militares no les cayó nada en
gracia que esos políticos se hubieran apoderado del gobierno, sin
tomarlos en cuenta.Delgado Chalbaud ni siquiera los había
consultado. Cuando lo hizo, la respuesta de Pérez fue ¿para qué
carajo pregunta eso ahora, si ya está formada la Junta? El caldo de
cultivo para un nuevo golpe militar estaba vivo.

De pronto la tertulia estudiantil debe interrumpirse: el “carabina”


ha llegado más agitado que nunca: el brazo largo y tenebroso del
esbirro Estrada, comenta, “Don Pedro”, como lo llaman sus
acólitos y aduladores, está extendiéndose hacia todo el país. Hoy
me topé con el doctor Nicolás Rubio, de San Cristóbal, quien me
obsequió un ejemplar del periodiquito “Resistencia”, editado acá en
Caracas por el partido, en el que se narra cómo fue practicada la
detención de nuestro amigo el doctor Ramón Vicente Casanova.
Dice el semanario, lee Murillo: <En el país sobreviven a duras
penas dos universidades: una es la UniversidadCentral de
Venezuela, la U.C.V. En la aún pequeña ciudad de Mérida cubierta
de neblinas y enclavada en plena sierra andina, se yergue orgullosa,
en medio de su tragedia, la otra, la también colonial Universidad de

17
Los Andes. Hace unos días ocurrió allí un hecho que esto periódico
no puede soslayar porque es significativo de cómo andan las cosas
en Venezuela. En su casa de la Avenida Urdaneta, vive un
destacado abogado, profesor y antiguo Senador al Congreso
Nacional, el doctor Ramón Vicente Casanova. Casanova se apresta
para ir a dictar sus clases vespertinas.Suena el timbre de la casa. El
profesor, él mismo, abre la puerta: “¿es usted el doctor Ramón
Vicente Casanova?. Sí. ¿de qué se trata? Somos agentes de la
Seguridad Nacional. Tenemos una orden de detención contra usted
y debemos trasladarlo de inmediato a Caracas”. Hombre aplomado,
acostumbrado a estos avatares, lleva la política en sus venas. Su
padre, el General Maximiano Casanova, perteneció al ejército del
eterno guerrillero enemigo de Juan Vicente Gómez y jefe máximo
del Partido Liberal Amarillo del Táchira, Juan Pablo Peñaloza. Su
tío, el General Espíritu Santo Morales, fue Presidente del llamado
Gran Estado de Los Andes e igualmente líder de dicho partido en
esa zona. “Aguárdenme un minuto mientras preparo un maletín con
mis cosas”, les respondió a los esbirros el distinguido profesor. “
Nooo..doctor, no hay tiempo: el avión de don Pedro, el jefe, nos
espera en el aeropuerto para salir de inmediato” .

Ya en Caracas el doctor Casanova fue trasladado directamente a la


prisión sede de la Seguridad Nacional, en la Plaza Morelos. Al
momento de redactar esta nota, no tenemos otra información
respecto a este reprochable caso, algo que se ha hecho normal bajo
el actual régimen dictatorial.> En un viaje a Mérida, “Chento
Arcadio” decide visitar a su amigo el doctor Casanova, quién
continúa viviendo en esa ciudad después de su liberación, aunque
frecuentemente viaja a San Cristóbal donde residen unas hermanas
suyas. ¿Cuál fue su experiencia en la “Seguridad Nacional”, doctor
Casanova? El antiguo Senador, extrañamente responde riendo: lo
que el periodiquito clandestino “Resistencia” no podía informar fue
lo que realmente ocurrió: después de que me condujeron a aquella

18
tenebrosa edificación, la de que por sí sola inspiraba pánico, me
condujeron a la oficina del propio Estrada. “Siéntese ahí que ya
don Pedro lo va a interrogar”.Yo siempre he sido muy dormilón,
comenta Casanova. Pasaron horas y“el chacal de Güiria”, Estrada,
nada que aparecía. Total: me quedé profundamente dormido.En el
interin se apareció el hombre con sus matones. Yo aún dormía
profundamente. “Un acusado que se queda dormido en mi oficina
no puede deber nada. Suéltenlo”. Y así fue. Me liberaron de
inmediato. Pero eso no me salvó de que en otra oportunidad si tuve
que pagar cana durante dos años en la cárcel modelo de Caracas,
por las mismas razones por las cuales luchaba la resistencia: el
rescate del sistema democrático. Mi compromiso era mayor aun
considerando que durante la etapa democrática anterior había
representado a este Estado como Senador en el Congreso
Nacional”.

2. LA REBELION DE LA JUVENTUD
PARTIDISTA

Frente a los pasillos de la Facultad de Derecho, en la recién


inaugurada Ciudad Universitaria, de forma repentina se arma un
tumulto de estudiantes. Todos quieren saludar a un compañero
dirigente que se ha presentado así, de improviso. Por su gran
estatura, su cabeza sobresale por encima de la de todos los
compañeros. La tez de su rostro es color moreno claro, cabellos

19
negros y ojos brillantes, penetrantes. Es Manuel Alfredo “escalera”
Rodríguez, así apodado por su tamaño singular. El, junto a otros
estudiantes que se declararon en rebeldía frente al régimen, se
encuentra expulsado de la universidad desde el momento en que el
gobierno militar, del cual usted formaba parte, mi general, decretó
el cierre de la misma. Entonces aún funcionaba en el Palacio de las
Academias, frente al Congreso Nacional. Por momentos se respira
un aire de euforia, entre risas y gritos: ¡viva Manuel Alfredo! ¡viva
Acción Democrática! ¡abajo la dictadura¡ Por fin, la voz de trueno
de Manuel Alfredo se impone sobre el ensordecedor ruido:
“¡gracias, muchas gracias compañeros! Aquí estoy nuevamente con
ustedes, dispuesto a librar mil batallascontra la tiranía que nos
oprime. Si la bota militar contaba con que podía amilanarme al
condenarme al enclaustramiento durante dos años en la cárcel de
Ciudad Bolívar, se equivocaron de hombre. Aquí estoy con ustedes,
hoy, el primer día de mi libertad. No podía ser de otra manera.
Detrás de mí, en esa cárcel, como en la de acá de Caracas, en la de
San Juan de los Morros, y en las demás dispersas por toda la
geografía del país, cientos de dirigentes de la resistencia, cientos de
jóvenes como ustedes, no sólo sufren la privación de ser libres sino
que también son sometidos a un régimen de vejaciones y torturas
comparable sólo al practicado durante el régimen de Juan Vicente
Gómez. Ayer nomás, fue detenido cuando se trasladaba en su
motocicleta, Ulíses Merchán, un muchacho tachirense de apenas 17
años, a quien acusan de servir de enlace entre su cuñado Leonardo
Ruiz Pineda y otros supuestos conspiradores. Sin fórmula de juicio
alguna, Ulises ya fue trasladado al penal de San Juan de los Morros.
Y no se trata solamente de militantes de partido. Decenas de
campesinos, de obreros, de oficiales y suboficiales que se han
atrevido a insurgir contra el despotismo, también han debido sufrir
el mismo destino de nuestros compañeros universitarios y dirigentes
estudiantiles. No podría dejar de hacer un reconocimiento especial
para los alumnos de los liceos Andrés Bello y Fermín Toro, y de la

20
Escuela Normal Miguel Antonio Caro. Muchachos apenas
adolescentes, muchos de ellos casi unos niños, están dando una
muestra de coraje sin par. Con una valentía similar luchan en la
Avenida Principal de El Paraíso los estudiantes del Instituto
Pedagógico Nacional. Todos, con la tenacidad de un picapedrero,
armados apenas de chinas y pedruscos, se enfrentan a los cuerpos
armados: la Guardia Nacional, la policía municipal, a la misma
Seguridad Nacional, los cuales, lo vemos a diario, los reprimen
brutalmente a peinillazos y gas lacrimógeno. Pero no pedimos ni
daremos cuartel. La razón está de nuestro parte y no transcurrirá
mucho tiempo para que podamos vivir en un país libre y
democrático. Salud, compañeros.”

La gente, en especial los caraqueños, mi general, no se ha olvidado


del asesinato del Presidente de la Junta Militar de Gobierno,
Teniente-Coronel Carlos Delgado Chalbaud. Lo señalan a usted
como el gran beneficiario de esa muerte y critican que el régimen
apenas selimitó a emitir un comunicado , firmado por el Secretario
de la Junta, doctor Miguel Moreno:“La Junta Militar de Gobierno
informa a la Nación que el cabecilla de los asesinos del Teniente-
Coronel Carlos Delgado Chalbaud, Presidente de la Junta Militar de
Gobierno es el llamado general Rafael Simón Urbina, quien
acompañado de una veintena de criminales en estado de
embriaguez, asaltó a mano armada y a poca distancia de la casa de
habitación del Presidente en el Barrio Chapellín de esta ciudad, el
vehículo que conducía a éste con la sola compañía del Teniente de
Navío Carlos Bacalao Lara.” Los criminales “trasladaron a sus
víctimas a una casa deshabitada en la Urbanización Las Mercedes,
donde en la forma más alevosa y cobarde ultimaron a balazos por
la espalda al Presidente Delgado Chalbaud e hirieron gravemente al
Teniente Bacalao Lara. Tanto el cabecilla de los asesinos y algunos
de éstos, han sido capturados.”

21
El magnicidio contra Delgado Chalbaud no fue totalmente
aclarado. Algunas sospechas apuntaban hacia usted, mi General,
pero lo cierto, y usted lo sabe, es que Urbina, antiguogomecista,
aventurero de la política, acostumbrado a la violencia como medio
de lucha, se hizo enemigo del General Gómez cuando con Gustavo
Machado, el líder de los comunistas, participó en un asalto a la isla
de Curazao para apertrecharse de armas y así invadir a Venezuela
por Falcón. Urbina estaba resentido contra mi comandante Delgado
porque éste no acababa de autorizar la devolución de los bienes que
le fueron confiscados durante el trienio presidido por Rómulo
Betancourt.

En los barrios de San José y La Pastora, cerca del Panteón, mi


general, habitan algunas familias conocidas en la capital: los
médicos Eugenio de Bellard y Rómulo Aranguibel, los Duplat, Ruz
Nuñez, Noel, Mier y Terán, Narváez Chourión y la del pichón de
historiador Manuel Caballero.El doctor Aranguibel es medinista,
pero sus hijos mayores, estudiantes universitarios, son de tendencia
adeca, lo que no es de extrañar puesto que su madre, doña Zoyla
Egui, es prima hermana de doña Teotiste de Gallegos, la esposa del
novelista. Eduardo González Reyes, militante de Acción
Democrática (A.D), Presidente de la Federación de Centros de la
UCV, acordó con los jóvenes Aranguibel una reunión política en
la casa de habitación de éstos, de Remedios a Caridad, número 33.
Un nutrido grupo de universitarios asistió a la cita. González es un
muchacho alto, de tez morena clara, cabello y bigotes negros.
Sonríe frecuentemente y al hacerlo muestra una dentadura blanca
como el color de su partido. El objeto de esta reunión, compañeros,
comenzó González Reyes, es el de iniciar la reorganización de la
resistencia del sector estudiantil universitario, tarea en la cual nos
acompaña la juventud del Partido Comunista. Como es sabido por
todos, gran parte de nuestros líderes están presos o en el exilio. La
reestructuración del partido la ha asumido nuestro Secretario

22
General, el compañero Leonardo Ruiz Pineda. Debemos reconocer
que la defenestración de don Rómulo Gallegos de su cargo de
Presidente de la República, no produjo la reacción popular que se
esperaba, en particular la de los sindicatos. Peor aún, los partidos
URD y COPEI cometieron el gravísimo error de darle su apoyo al
gobierno militar y militantes de ellos como Fabricio Ojeda y Alirio
Ugarte Pelayo aceptaron cargos en el mismo. El caso de Ugarte
resultó altamente comprometedor para su partido pues fungió nada
menos de Director de Política del Ministerio de Relaciones
Interiores. Hoy están sufriendo en carne propia ese error por la
escalada de la represión del régimen militar.” Esta reunión, acota
Jesús Sanoja Hernández, merece una revisión de los
acontecimientos ocurridos en el pasado, para que en el futuro se
evite caer en los mismos errores. Aunque les duela a algunos de los
compañeros adecos, para Gallegos la política no era la
preocupación esencial de su vida y tuvo sus debilidades gomecistas.
En 1920, como medio de lograr la supervivencia de su revista
“Actualidades”, no escatimó elogios para el dictador: “su
laboriosidad…el ejemplo de su amor al trabajo y su espíritu de
orden y progreso.”Su socio en dicha revista, Laureano Vallenilla
Lanz, al presentar al Maestro Gallegos, además de referirse a sus
elevadas dotes intelectuales, lo calificaba como “decidido amigo
nuestro”. Lo cierto es que don Rómulo recibió donaciones para
dicha revista y para la publicación de su novela “Doña Bárbara”.
Otra circunstancia fue la enfermedad de su esposa, quien requería
un tratamiento médico costoso para el cual Gallegos no contaba
con los recursos del caso. Es necesario advertir que en la época
cualquiera que necesitara una ayuda debía recurrir al dictador, ese
era el sistema. Más aún si el solicitante era un funcionario público,
como en el caso del novelista, quien para entonces era director del
Liceo Andrés Bello. También es cierto que hacia el final de la
tiranía Gallegos renunció a su condición de parlamentario, y a las
prebendas que ésta conllevaba, y se marchó al exterior. Yo no me

23
regocijo en hacer estos señalamientos, porque, entre otras razones,
como ustedes saben, soy poeta y estudiante de la carrera de Letras,
y profeso gran admiración por nuestro primer gran novelista. Son
hechos que constan en el Archivo de Miraflores y los he traído a
colación sólo para respaldar nuestra tesis de que fue un error de
A.D. al llevar al Maestro a la Presidencia de la República,
considerando que él no era un político. Ello se confirmó cuando se
negó rotundamente a cualquier negociación con Pérez Jiménez y
los demás oficiales que habían acompañado a A.D. en el golpe de
1945. La defenestración de Gallegos no hubiera sucedido con un
Betancourt, por ejemplo, quien, con tal de salvar el régimen
democrático, seguramente habría sido más flexible y habría llegado
a algún acuerdo con los uniformados, inclusive hasta aceptar su
alejamiento temporal del país. La inflexibilidad de Gallegos nos
llevará a una dictadura militar y así ya lo estamos palpando.

24
3. PERO…EL BONCHE CONTINUA

Los que pensaron que con la caída de Gallegos, el país se iba a


poner de luto, se cayeron de un coco, mi general. Este es un país de
bonchones y la fiesta continuó como si nada hubiera ocurrido.
Bueno, la verdad es que desde cuando Billo llegó a Caracas, la
Ciudad noes la misma. Caracas es una fiesta. Ahora los envidiosos
acusan a Billo, y a otros artistas, de perezjimenistas, pero usted más
que nadie, mi general, sabe que él es simplemente un profesional
que toca con su orquesta para quien lo contrate. Chento Arcadio,
que es estudiante de periodismo y reportero de “Venezuela Gráfica”
que dirige Oscar Yanes, confirma lo que cuenta Yanes: que antes
de Billo Caracas no contaba con un cronista musical. Todo lo que
acontece en la capital, Billo lo convierte en música. Algunas de esas

25
composiciones las canta y las baila no sólo toda Venezuela y el
Caribe, sino hasta las Islas Canarias. Y no sólo eso, muchas se han
hecho inmortales como aquellas de: “Nuevo Circo, Nuevo Circo,
Nuevo Circo caraqueño”…o “Epa Isidoro, buena broma que me
echaste, el día en que te marchaste, sin decirme nada, sin decir
adios…Epa Isidoro, por las calles de los cielos, en tu coche grande
y viejo la cuerdita nuestra te recordará”… o “La burrita de Petare
tiene amores, con el burro de la finca de Dolores”…o como cuando
le reclama a Juan Vicente Torrealba nuestro gran arpista: “Vicente,
chico, compónmele algo a Caracas, un pasaje bien bonito, con arpa,
cuatro y maracas”…

Yo no sé mi General si usted conoce bien la historia de Billo por sus


ocupaciones y el largo tiempo que usted pasó en Perú. La gente
tiene una imagen suya de que usted es muy serio, que nunca sonríe
en público, pero, con su permiso, el pueblo venezolano tiene un
refrán para eso: “cara seria, culo rochelero”. Y de usted que me ha
hecho el honor de permitirme tanta intimidad, puedo dar fe de que
ciertamente es rochelero, pero de categoría, y a la isla de “La
Orchila” sólo han ido invitadas por usted mujeres de la categoría de
una Sofía Loren o Silvana Pampanini. Por eso mismo es gran
admirador de Billo Frometa. Billo, como se sabe, llegó a
Venezuela por la época de López Contreras. El le había pedido
opinión a Noro Morales que, como pianista y con sus orquestas, ya
era famoso en New York. Noro le dijo: bueno, Billo, tu banda suena
un poquito a cuartel pero vete a Venezuela, allí hay mucho futuro
para una orquesta de baile. Y así fue. Se vino y comenzó a tocar en
en el “ Roof Garden” y adquirió tanta fama que Margot Boulton de
Bottome dice que a “ese bar valía la pena ir sólo por oír tocar a
Billo”. Y no sólo era por verlo y oírlo, sino que con su orquesta él
rompió un tabú: con sus boleros se impuso el bolero y el baile
“pegao”, no sólo para el goce sexual de los varones sino también de
las damiselas. El competidor de Frómeta es Luis Alfonso Larrain,

26
pero lo de Luis Alfonso es otra cosa, su orquesta también es
excelente pero una imitación de la de ese norteamericano, Glenn
Miller. Ahora la fama de Billo está en la cúspide con sus
programas que transmiten por radio y Radio Caracas T.V., con esos
tremendos animadores que son Henry Altuve y el Musiú La
Cavalerie. “El Musiú”, usted lo ha visto, es un artista muy jocoso,
hace un programa conjunto con Henry y de pronto inicia así el
programa: ¿dónde está Henry? ¿No ha llegado? ¡Seguro que se
quedó dormido¡ Pero lo que si le puedo decir, mi General, es una
cosa: carnavales como éstos que hay ahora siendo usted Presidente,
no los ha habido en Caracas, ni creo que los habrá más nunca. Los
del Club Paraíso, el Hotel Avila con su famoso slogan “En el Avila
es la cosa”, el Casa Blanca. Mire este aviso publicitario del Club
Las Fuentes en uno de esos carnavales: “Sensacionales bailes de
disfraces con el mano a mano entre las dos orquestas favoritas de
Cuba y Venezuela: la “Gran Orquesta Aragón”, campeona del
Chachachá, con todo su elenco completo encabezado por su cuadro
de baile, ritmo y canto, y la Billo´s Caracas Boys, la orquesta más
popular de Venezuela, cantando y animando la sensacional
guarachera Candita Vásquez. Mire, aquí en un extremo del aviso
aparece la foto de Billo con una leyenda que reza “éste estrenará su
última guaracha <Ya salió Julián Pacheco>. Entrada, Bs. 20.” Y
agrega la publicidad: “Aviso Importante: La Gran Orquesta Aragón
como la Billo’s son exclusivas del Club Las Fuentes y actúan
conjuntamente dentro de nuestro local toda la noche por lo que se
garantiza al público asistente que podrá bailar con su orquesta
preferida a cualquier hora pues ninguna de las dos orquestas tiene
compromisos que cumplir fuera de nuestro local” A otra artista a
quien han acusado de perezjimenista es a “Ella la Inolvidable”. Era
una chilena extraordinariamente bella que actuaba en El Show de
las Doce que conducía Victor Saume. Graciela Luna, que era su
verdadero nombre, visitaba con frecuencia la Seguridad Nacional.
Además la vieron acompañada de Silvio Sanz en el famosísimo

27
night club “Pasapoga”. De Sanz se dice que sus condiciones de
torturador de presos políticos llegaba hasta la sevicia. Un hecho ha
conmovido a toda Caracas, y hasta Venezuela, particularmente a
los amigos de la farándula. Maribel Llorens, se metió en el bolsillo
a los asistentes al Patio Andaluz, el mejor sitio nocturno, sin duda
alguna. Maribel es de una belleza extraordinaria y gran estrella del
canto y del baile andaluz, y según parece propietaria del
establecimiento. Graciela Luna, demandó a Maribel porque había
botado a un personal. Total en prensa y televisión no se hablaba de
otra cosa que de la guerra entre las dos artistas. Seguramente lo que
había en el fondo era un problema de rivalidad, pero el caso es que
Maribel ganó el juicio. Además no es extraño que apareciera como
dueña de la empresa pues estaba empatada con un Branger, de
Valencia, hombre acaudalado, con quien terminó casándose.

En el Táchira, le cuento mi general, que nuestros paisanos también


son unos bonchones, y a eso no escapa ni siquiera el gobernador
del Estado, el doctor Antonio Pérez Vivas. A ese primo suyo
también le gusta la rochela y es gran animador de los carnavales.
En esas temporadas los clubes sociales organizan bailes de
disfraces que son muy animados, tanto que contratan a orquestas no
sólo de Caracas, como la Billo´s, sino también bandas
internacionales como la de Pacho Galán, colombiana, y la de Noro
Morales ¡ traída desde New York! ¡Imagínese usted¡ Como sería la
fama de Noro que ya apenas en sus comienzos el General Juan
Vicente Gómez la hizo su orquesta preferida. También vino mucho
al Zulia, tanto que compuso un mambo titulado “Maracaibo”. Noro
era un hombrón enorme, pesaba más de cien kilos, portorriqueño,
un pianista excepcional. Era diabético y sin embargo se bebía una
botella de ron diaria. Esto lo mató apenas a los cuarenta años. Estas
debilidades no constituyeron obstáculo para que se hiciera famoso
en New York donde competía con Xavier Cugat. Otros famosos

28
como Tito Puente y el otro, Tito Rodríguez, iban a los
espectáculos de Noro tan sólo por oírlo y verlo tocar.

El destape también llegó a San Cristóbal y su vecina Táriba, con las


disfrazadas de negritas. Las jovencitas, y hasta algunas señoras
casadas, aprovechan el disfraz para darle rienda suelta a los
impulsos eróticos, reprimidos por los convencionalismos sociales.
Los boleros de Billo se prestan para el baile “pegao”, desde las
mejillas hasta la punta de los piés. Algunos de esos clubes, como el
Demócrata, de San Cristóbal, tienen una inmensa terraza, con tenue
luz, lo que es aprovechado por las parejas para el rascabucheo,
apartadas de los ojos escrutadores de los curiosos.. En esa ciudad,
quizás por su condición fronteriza, no hace falta que sea carnaval
para que los burdeles, en particular los fines de semana, se llenen a
reventar. El más lujoso, llamado “Las Cibeles”, antes conocido
como “Escuela de Sirenas”, realmente concentra bellas sirenas
como arroz, ¡unos hembrones, mi general”. Le cuento que las hay
criollitas pero también colombianas, ecuatorianas, peruanas y
cubanas, importadas directamente desde esos países por la
propietaria del negocio doña Cecilia Quintana Arango, mejor
conocida como “la Pava Cecilia”. El mote se debe a que es una
mujer cuarentona que aún conserva rasgos de belleza de su juventud
pero que se maquilla y arregla estrafalariamente.Su cabello es de
color rojo incendiario, de tez muy blanca y unos inmensos ojos,
agrandados por la profusión de colorantes negro y verde en el
contorno de los mismos. Otro burdel “de primera categoría”, como
diría un amigo mío el doctor La Cruz, es el “Bello Campo”, de
doña Carmen Marquina, “la pavo real”, rival de la otra pava. La
lista de mabiles, como los llamaba mi abuela, sigue con el “Caballo
Blanco”, propiedad de “negro-blanco”, un sargento retirado de la
GuardiaNacional, de piel obscura pero que se las echa de “blanco”,
esto es, que ahora mira por encima del hombro, porque su nueva
profesión lo ha convertido en un “empresario” exitoso. Otro que

29
no puedo dejar de mencionar, mi general, es “el hoyo del obispo”,
así denominado por la ubicación de ese bar nocturno. Desde el
Palacio Obispal, la calle se convierte en unaprofunda bajada hacia
el Barrio Guzmán, lo que hace de éste un verdadero hoyo. En éste
bar, el jefe de la “Seguridad Nacional” en el Táchira, en un sitio
reservado departe noche a noche con Otilia Vergara, propietaria del
burdel. Esto le asegura a ella que las muchachas extranjeras del
negocio, en su mayoría indocumentadas, no sean molestadas por
los cuerpos policiales.Las aventuras de Cecilia Quintana Arango no
terminan allí. Después de unos meses en Cali reflexiona: “aquí hay
mucha competencia. No hay otra. Me vuelvo para Venezuela”.
Instala un burdel en Caracas, donde residen algunos de sus
clientes tachirenses. Su negocio es ahora más discreto, en un pent-
house por Sabana Grande. Pero no olvida del todo a San Cristóbal.
Las Ferias de San Sebastián, en el mes de Enero de cada año, se
encuentran en su apogeo. No es que ella sea gran aficionada a la
tauromaquia, pero estas fiestas son una mina para ganarse unos
buenos reales. Cada año, igualmente, doña Cecilia Quintana Arango
se traslada a San Cristóbal con su tropa de “muchachas alegres” y
toma en alquiler todo un piso del “Hotel Tamá”, el principal de la
ciudad. Todos los hoteles y las llamadas “casetas”, construcciones
provisionales con techo de lona, como las de los circos, que pueden
albergar más de mil personas, presentan diferentes espectáculos. La
rumba se arma en todos esos sitios hasta entrada la mañana con la
Billo’s Caracas Boys, “Los Melódicos” de Renato Capriles, la de
Pacho Galán y algunas locales como la Swing Melody o La
Caricuena. Se presentan cantantes y humoristas como “El Conde del
Guácharo”, Emilita Dago, Memo Morales, Felipe Pirela y muchos
más.

En uno de esos viajes a San Cristóbal, a la “pava Cecilia” le queda


en el asiento de al lado, en el avión, una bella muchacha,
perteneciente a una familia muy distinguida de esa ciudad. Ni corta

30
ni perezosa, doña Cecilia le entabló conversación a la muchacha,
Karina era su nombre. La colmó de atenciones durante toda la
travesía del vuelo, tanto que Karina quedó encantada de aquella
señora tan amable y simpática.

-“Yo no es que soy tan aficionada a los toros”, le comentó “la pava”
a Karina, pero me encanta la Feria y la ciudad y por eso vengo
todos los años y me traigo a mis “sobrinas”. Esas si no quieren
perderse un solo baile con Billo’s, Los Melódicos y Pacho Galán.
Nos alojamos en “El Tamá”, así que puedes ir un día a visitarme y
a lo mejor hasta nos tomamos un “cocktailito”.

Al llegar a la casa de sus padres, una de las primeras cosas que hizo
Karina fue contarle a su madre el encuentro con la señora tan
atenta. Doña Tula, la mamá, quedó tan bien impresionada y
agradecida que le dijo a su hija, que sí, que debían ir a “El Tamá”
como un gesto de reciprocidad por tanta amabilidad de la
desconocida dama. Subieron al piso 7del hotel y tocaron a la puerta
indicada. En el dintel de la misma se apareció una señora
cincuentona, bastante metida en carnes, con una abundante
cabellera rojo incendiario y un rostro profusamente maquillado que
contorneaba sus inmensos ojos verdes. Era la propia “pava
Cecilia”, en persona. Doña Tula quedó como petrificada. Muda. No
pudo ni balbucear palabra alguna. Cuando reaccionó, agarró a su
hija por un brazo y se la llevó casi a rastras por el corredor del hotel.
Hija: ¿Cómo pudiste ser tan inocente?. Esa mujer es la famosa
“pava Cecilia”, la antigua dueña del burdel más lujoso que ha
habido en esta ciudad en toda su historia”…- ¿Y cómo podía saber
yo eso, mamá?.¡Figúrate que hasta trabajo me ofreció¡

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32
4. UNA VUELTA DE PAGINA HACIA EL
PASADO

4.1 UNA CONSULTA OBLIGADA

En 1945, que Diógenes Escalante sería el nuevo Presidente de la


República se daba como un hecho, dado el pacto entre el partido del
gobierno, el P.D.V. (Partido Democrático Venezolano), y la
principal organización de oposición, Acción Democrática. Antes
del acuerdo, Betancourt, Raul Leoni y Gonzalo Barrios, habían
decidido consultar la idea con don Rómulo Gallegos.

-“Vamos a consultar con el Maestro”, les había propuesto


Betancourt a los otros dos dirigentes. “Recuerden que él fue
Ministro de Instrucción Pública con López Contreras. . Escalante
también formaba parte del gabinete. Hicieron buenas migas.
Gallegos siempre se ha expresado muy bien de él y me ha contado
que es un hombre de palabra en el que se puede confiar.”

En el viejo Ford de Betancourt, habían agarrado la carretera que


conducía a El Valle, donde vive el famoso maestro y novelista.
Betancourt es un hombre de rostro color moreno que acusa aún los
rastros de un acné juvenil. Usa unos perennes lentes de montura
negra de carey, de vidrios gruesos, que el vulgo llama “culo ‘e
botella. Su cabello, negro, es del tipo ensortijado, o “pelo malo”,
propio de las clases sociales que habitan en los barrios pobres de
las ciudades venezolanas. De voz atiplada, en sus discursos emplea
términos hirientes contra sus rivales, así como expresiones
anticuadas pero efectistas, las cuales extrae de una búsqueda
constante en los diccionarios. Al referirse a esta costumbre de
Betancourt, un rival suyo, Arturo Uslar Pietri, la califica de
“quincalla verbal”. El cuerpo de este Rómulo es bajo, regordete,

33
característica ésta que denuncia su voracidad gastronómica, la que
no esconde, pues en sus discursos políticos hace mención de su
debilidad por la comida criolla, a la que se refiere con creatividad
como cuando habla de las “multisápidas” , refiriéndose a las
hallacas, una especie de pastel típico venezolano de varios
ingredientes. Betancourt nació en Guatire, un pequeño pueblo
cercano a Caracas. Era hijo de un canario, Luis Betancourt,
comerciante de poca monta, y de Virginia Bello, mujer de muy
bajo nivel de instrucción. A los doce años de edad, Rómulo se
marcha a Caracas y se inscribe en el liceo que dirige su tocayo
Rómulo Gallegos. Terminado el bachillerato, se hace alumno de la
Facultad de Derecho de la Universidad Central de Venezuela, pero
pronto abandona los estudios para dedicarse de lleno, por el resto
de su vida, a la política. Forma parte de la llamada Generación del
28, de la que será su figura más prominente, grupo que detentará el
poder en Venezuela por más de cincuenta años. Betancourt
usualmente viste trajes de lino blanco, corbata negra y pantalones
anchos. Conspirador empedernido, a través de toda su vida deberá
andar ambulando por diversos países, ejerciendo varios oficios,
entre ellos vendedor de frutas, aún cuando se presenta como
periodista. En el trayecto, Rómulo, a pesar de su voz, no
agradable a los oídos, es el más conversador. Ese día había tomado
como tema su automóvil: se sentía fatigado de hablar de política. El
tema de la sucesión presidencial, desde hacía meses, se había
vuelto agotador.

-“Henry Ford, es un gran carajo pero no se le puede negar que es


un genio. Este perolito de carro mío, ya lleva sesenta mil
kilómetros recorriendo el país y hasta el momento no me ha echado
vaina, pura agua, gasolina y aceite. Desde cuando los alemanes
Damier y Benz lanzaron al mercado los automóviles, Ford se dió
cuenta de que ese invento iba a revolucionar el mundo,
particularmente a los Estados Unidos donde las distancias son

34
enormes. Pero Ford políticamente es un reaccionario. A pesar de
que a sus trabajadores les paga el doble del sueldo que pagan otras
industrias, eso lo hace no por sensibilidad social sino para mantener
estable su fuerza de trabajo. Es enemigo de la sindicalización, y
por añadidura, antijudío y hasta pro-nazi”

El , segundo viajero, Raul Leoni, es un abogado, reconocido


experto en Derecho Laboral.Proviene de Guayana, del Estado
Bolívar. Como Betancourt, pertenece a la generación del 28, los
estudiantes universitarios que se enfrentaron a la dictadura de Juan
Vicente Gómez. Leoni es alto de estatura, de aspecto desgarbado
Acusa una calvicie prematura pronunciada por lo que sus amigos,
y hasta su propio primo, Miguel Otero Silva, lo apodan “el
calvito”. Como Betancourt, es corto de vista por lo que también
debe portar lentes “culo ‘e botella. Quien ahora interviene en la
conversación, sobre el tema Henrey Ford es precisamente Leoni.

-“El hombre Henry Ford, no era ningún ingeniero, ni nada


parecido, como tú dices, Rómulo. Era un genio, un simple técnico
formado en las plantas industriales de Detroit. Inspirado en
Taylor, se le ocurrió que la forma de trabajo en cadena que
utilizaban los mataderos en dicha ciudad podría aplicarla para
fabricar autos en serie, en vez de uno por uno como hacían los
europeos. Así lo hizo. Ideó la cadena de montaje, a base de correas
de transmisión que iban desplazando el chasis sucesivamente hasta
los puestos donde un grupo de operarios cumplía una tarea
específica, p.ej. colocar el motor. El auto seguía desplazándose por
la correa y más adelante otros operarios cumplían otro trabajo, p.ej.
, montar la carrocería,

y así, por el estilo, hasta cuando al final de la cadena salía


totalmente terminado, inclusive pintado. Por cierto que en su afán
de reducir los costos al máximo, que se reflejaran en autos baratos,
refiriéndose al color de sus carros decía Ford: <el cliente puede

35
escoger su auto del color que quiera…siempre y cuando sea
negro>. Por eso Ford, en sus primeros años sólo producía autos
negros. Ha sido un devoto rígido del Taylorismo. Al limitar las
funciones del trabajador a tareas simples, mecánicas, la
cualificación de éste dejó de ser un elemento importante y así pudo
aprovechar las oleadas de trabajadores inmigrantes no
cualificados que llegaban a los Estados Unido en forma masiva.”

El Ford negro se estaciona, en la calle principal de la


“Urbanización Los Jardines de El Valle”, frente a una quintica
llamada “Teotiste”, nombre de la esposa del propietario del
inmueble. La llamada “Urbanización” en realidad era un barrio de
clase media y la “quinta”, una modesta casa, propia de gente de ese
estrato económico. Algunas personas solían denominar “quinta” a
cualquier casa que tuviera al menos un jardincito y reja, en vez de
pared, en su fachada principal. Gallegos ya ha alcanzado fama
internacional por sus novelas, sobre todo por “Doña Bárbara”, la
cual apenas dos años atrás había sido llevada al cine, protagonizada
por la bellísima mexicana María Félix. La película ha alcanzado un
impacto público tal, inclusive en el mismo Gallegos, que en
adelante la actriz será conocida como “la doña”. Con todo, el
brillante escritor ha preferido continuar viviendo en su casa de
profesor de liceo.

Cuando sonó el timbre, el mismo Maestro salió a recibirlos:

-“adelante compañeros, están en su casa”. Después de los abrazos


de rigor, Gallegos no esperó a explicaciones sobre el motivo de la
visita.

-“yo sé a lo que vienen. Ustedes saben que en este país el correo de


las brujas funciona mejor que su similar del gobierno. Así ha sido
siempre. Les adelanto que estamos en plena sintonía. Creo que con
Escalante no pelaremos el boche. No por mi amistad profunda con

36
él, sino porque, a través de los años, he podido auscultarlo a fondo.
No podemos olvidar que en su juventud militó en el Liberalismo
Amarillo con ese General de Generales que fue Juan Pablo
Peñaloza, y hasta enfrentó, militarmente, a Cipriano Castro.
Tenemos que tener sentido histórico, ser políticamente
pragmáticos. En las elecciones del 41, lanzamos mi candidatura,
conscientes de que no teníamos ninguna oportunidad. La gente sabe
que no lo hicimos por ingenuidad política, sino que era una forma
de salir a la palestra política como una fuerza organizada, la única,
aparte de los comunistas, porque el P.D.V. sigue siendo un
movimiento aluvional, no estructurado, sostenido por el liderazgo
de Medina, a quién además hay que reconocerle que ha sabido
ganarse las simpatías de gran parte de la intelectualidad y de gente
muy importante del País.” Mientras tanto Leoni semejaba una
estatua sentada. Arrellenado en el sillón del recibidor. Inmutable,
rígido, parecía no querer perderse ni una sola palabra del novelista.
A veces pasaba su mano derecha por la cabeza, como echando de
menos el cabello que había perdido casi completamente, a pesar de
su juentud. Quizás ni pestañeaba, pero esto era difícil de detectar
tras los cristales de sus lentes que lucían como remolinos de agua
de tantas vueltas que tenían. Betancourt, en cambio, daba la
apariencia de estar inquieto. Cruzaba una pierna. Después la otra,
como si no encontrara acomodo en el asiento.

-“Estos encendedores a gas no sirven pa’ un carajo. Cuando uno


más los necesita, ya se les ha acabado la bencina”, exclamó
Rómulo, el de Guatire, mientras infructuosamente trataba de
encender su pipa de fumar tabaco en picadura.

-“Ya te traigo unos fósforos”, dijo el escritor. Pero no fue


necesario. Desde la cocina doña Teotiste había oído la queja de
Betancourt. Así que a la bandeja con tres tazas de café negro, le
había agregado los fulanos fósforos.

37
-“Menos mal que todavía son de los suecos, de los de madera,
porque esos que salieron ahora, de papel encerado, o peor aún los
de cartón, para lo único que sirven es para quemarle a uno los
dedos.”

El espíritu de doña Rita Freire de Gallegos, la fallecida madre del


Maestro, andaba rondando por allí y pensó: “pobre
Romulito”,(Betancourt), “no se imagina que esa será precisamente
la venganza de su peor enemigo, <chapita> Trujillo: quemarle las
manos.”

Betancourt, en tono jocoso, (ya era popular su chispa


humorística),volvió al tema de los fósforos: “estos fósforos suecos,
son como los maridos fieles: no raspan sino en su propia cajita.”
Los tres hombres largaron la carcajada a rienda suelta, mientras
doña Teotiste, un tanto sonrojada, pero igualmente sonriendo, se
llevó las manos a la cabeza, agarró la bandeja vacía y exclamó:
“¡Hombres!, ¡No tienen arreglo! ¡Mejor me voy para mi cocina!
“Bueno”, terció Gonzalo Barrios, quien hasta el momento había
permanecido impasible, como en plan de observador: “creo que ya
le dimos bastante guerra a doña Teo y todo está claro como el agua
mineral “L’evian”.
Ya nuevamente en el auto, Barrios, reconocido como buen
“gourmet”, volvió a hablar: “señores, en el restaurant del Hotel
Guimerá me espera un “filet mignon”, acompañado de una copa de
Beaujolais. ¡Están todos invitados!
-“Verga, Gonzalo, ¿qué zancudo te picó hoy?, le repicó Betancourt,
nuevamente con su tono humorístico. El Forcito negro enfiló hacia
el centro de Caracas, hacia San Bernardino, donde estaba el Hotel y
Restaurant Guimerá, donde solían reunirse muchos dirigentes
políticos.

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39
4.2 UN VIAJE ATOSIGADO Y UNA
LECCION DE HISTORIA

Ya en el Restaurant, un negrito de La Guaira, trajeado de


“smoking”, se acercó a los recién llegados:

-¿Cómo esta, “dotor”?, saludó dirigiéndose a Barrios quien era


cliente “habitué”.

-¿Qué tal?, Anatolio, ¿cómo andan las cosas?. Mira estos son mis
amigos Rómulo Betancourt y Raúl Leoni. Me haces el favor y me
los atiendes bien.

-Usted sabe que usted manda aquí, y los que son sus amigos,
también. ¿Van a tomar algo antes de hacer el pedido?

-Lo mío, ya tú sabes qué es, dijo Gonzalo.

-Para nosotros, intercedió Betancourt, nos traes dos cervezas


Caracas, pero eso sí, que estén heladas porque el calor en esta
ciudad está insoportable.

El mesonero regresó al minuto con las bebidas. ¿Ya decidieron qué


van a comer?

-¡Sí!, respondió Betancourt: “tres churrascos término medio. Que


no se pasen de cocción. Al mío le pones de contorno caraotas
refritas con tajadas de plátano”.

-¡Coño, Rómulo!, le dijo Leoni. ¡Mejor es que antes te tomes una


cuchara de

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bicarbonato de sodio. Si no, ¡esa barriga se te va a poner como un
tambor!

-No se preocupen compañeros. En la casa de mis viejos, en Guatire,


comíamos tantas caraotas que yo pensaba que nos íbamos a poner
negritos, como Anatolio, el mesonero que nos está atendiendo.

-Barrios cortó la conversación. “Bueno, compañeros, ya no hay


excusas para posponer más el viaje de ustedes a Washington. Sólo
hay un problema: las finanzas del Partido están en cero. Estamos en
la carraplana”

-“Eso lo arreglo yo”, dijo Rómulo. “Ya tuve una conversación con
Antonio Bertorelli. Antonio es un experto para levantar cobres.
Sólo levanta el teléfono y dice: <Fulano, necesitamos que
colabores con diez mil bolívares para una actividad muy importante
del Partido>. Si es otro colaborador que le ofrece menos, y se trata
de una persona acaudalada, Betancourt le responde: <deja la
pichirrez. Estás anotado con los diez mil.> Al amigo no le queda
más remedio que aceptar. “La generosidad de Antonio es
inconmensurable.”, remata el guatireño, él nos va a financiar el
viaje de su propio bolsillo, así que le pedí que si nos quería
acompañar y aceptó gustoso.” Betancourt es un hombre de corta
estatura, moreno claro y de pelo ensortijado, característico de los
venezolanos mestizos, con alguna asecendencia africana. Tiene una
forma de caminar un tanto extraña, como los palmídeos, tirando los
pies hacia adelante, pero no en forma recta sino hacia los lados.
Desde su juventud ha usado lentes para ver, entonces del tipo de
lunas redondas, pero ahora los ha cambiado por unos de gruesa
montura negra, estilo que no volverá a cambiar por el resto de sus
días. Es autoritario. Hasta al mismo Leoni le reclama en una
oportunidad qué está haciendo en Caracas cuando, según Rómulo,
debía estar en el estado Bolívar, donde Leoni es dirigente. Esta
disciplina militarista, la había implantado Lenín en el Partido

41
Comunista. Braulio Jatar Dotti relata que en una reunión de
partidarios de AD en La Habana, había tenido algunas diferencias
de carácter ideológico con Betancourt. Al señalarle a éste que él no
era el dueño del Partido, la respuesta de Rómulo fue simplemente
que si no le gustaba se retirara de la Organización. Su
anticomunismo se hará visceral. Alfredo González Navas, eminente
médico y alto dirigente de AD, relata al respecto que en una
oportunidad, en La Habana, después de un almuerzo en el
apartamento de un compañero de partido, exilado allí, alguien le
llevó un recado a Betancourt. Gabriel Bracho Montiel, gran
caricaturista del famoso semanario humorístico “El Morrocoy
Azul”, quería tener una entrevista con el dirigente de AD. La
respuesta de Rómulo fue tajante: “díganle a Bracho que yo no me
reúno con comunistas.” A los comensales, todos adecos, aquella
respuesta les pareció desproporcionada e impropia de un dirigente
político, concluye González.

En Washington, como todos los días, cuando la temporada


climática lo permite, el Embajador Escalante sale por las tardes a
dar una caminata por el exclusivo sector de Georgetown, donde se
encuentra la sede de la Embajada y también la primera universidad
que se fundó en los Estados Unidos: “Georgetown University”, una
institución de los Jesuitas. Escalante suele hacer estos paseos
acompañado de su asistente Hugo Orozco. Ambos son “de allá”,
del Táchira, de donde han salido todos los Presidentes desde hace
casi medio siglo. Por más señas, provienen de la zona de los
páramos andinos, al norte de ese Estado.

-“Estos Jesuitas, Hugo, son <la berga de Triana>, unos “machetes”,


cualquier cura no puede formar parte de esa Congregación porque
se requiere tener un alto rango intelectual. Ya desde cuando
llegaron a América, durante la Conquista, emplearon técnicas de la
Antropología Cultural, el llamado “Método Jesuita”. Este consistía

42
en “camuflagearse”, esto es, no confrontar las creencias de los
indígenas, sino acompañarlos con ellas hasta donde fuera posible, o
sea hasta el punto que no significara una contradicción con la
ideología católica. Coincidían en algo: ambas religiones eran
monoteístas, creían en un solo Dios: los católicos en Cristo y los
indígenas en el sol. Y por ahí se les metieron los curas a los nativos
para evangelizarlos. ¡Fígurate!, aquí en esta Universidad, que, por
supuesto, es privada, los Jesuitas no sólo enseñan cualquier idioma
moderno sino hasta lenguas africanas como el Suahili y el Quechua
de nuestros indígenas de Sur América.¡ Cuentan con una famosa
Facultad de Medicina, con su propio hospital! Mientras tanto en
Venezuela apenas contamos con la Universidad Central y la de
Mérida. Al menos el Presidente Medina compró la Hacienda Ibarra
para construir la Ciudad Universitaria, a la altura de la de Mexico.
Raúl Villanueva es el autor del proyecto. Esto será una obra
monumental”.

“Durante la Colonia”, continuó Escalante, “la importancia de


Georgetown era fundamental por su condición de puerto principal
del río Potomac y como centro de actividad comercial. Después se
convirtió en el sector residencial de las elites, el más exclusivo de
la ciudad. Ahora muchas de estas casonas coloniales se están
convirtiendo en anexos administrativos de la Universidad o en
residencias universitarias que organizan y dirigen los mismos
estudiantes a través de las llamadas “cofradías”, una suerte de
fraternidades que tienen sus propios requisitos de admisión y
conducta. ¡Y funcionan de maravilla! Esto sería impensable en
nuestro medio.”

“Pero los jóvenes son iguales en todas partes. Si entráramos a


algunos de los restaurantes que funcionan aquí mismo frente a la
Universidad, te llevarías una sorpresa. Aunque apenas es
mediodía, están llenos de estudiantes que, supuestamente, van sólo

43
a tomar su “lunch” pero que acompañan con grandes jarras de
cerveza y hasta con consumo, clandestino, de Hachis y otras
drogas. Hacen de ese intermedio de clases una verdadera fiesta que
puede durar hasta la media noche. Con esto no quiero decir que no
cumplen con las exigencias académicas de la Universidad. ¡No!,
ahí el que no rinde lo sacan como tapón de champaña. Lo cierto es
que esos locales no tienen nada de inocentes comedores
estudiantiles. A toda hora funcionan comoauténticas discotecas,
con música de rock, profusión de luces multicolores ¡y vaya usted
saber qué más!”

-“A lo que si no podría yo acostumbrarme aquí es a esa vaina del


<lunch<. Usted sabe Embajador lo que es conformarse al mediodía
con un sándwich frío o una hamburguesa con una Coca-Cola como
almuerzo”. Menos mal que en la embajada tenemos a María Luisa,
esa tronco ‘e cocinera que se trajo usted del Táchira porque ¡yo sin
mi sopa de arvejas, el mute, las hallacas y las morcillas no podría
sobrevivir aquí entre los <gringos>!

-“Yo ya superé eso Hugo. Haber pasado casi toda mi vida fuera de
Venezuela me hizo adaptarme a las costumbres de los países donde
habitaba, que han sido muchos. Y hasta ha sido mejor así. Eso me
ha permitido conservarme tan flaco como López Contreras. Esas
comidas nuestras, las venezolanas, no son nada saludables.
¡Dígame esas morcillas, chinchurrias, sobrebarriga y chicharrones!
¡Eso es esencia pura de colesterol y triglicéridos! Así que, Hugo,
¡vas a tener que reflexionar sobre tu dieta porque espero tenerte
como mi colaborador por muchos años!

-“Ya que mencionó al General López Contreras, Embajador, esta


mañana llegó el cable confirmando la visita, para el próximo fin de
semana, de Rómulo Betancourt y Leoni. Vienen con Bertorelli.
Como éste está forrado en billetes, les reservé en el Hilton del
Dupont Circle. Allí, además, estarán en el centro de la ciudad y les

44
resultará fácil hacer un corto turismo por los sitios históricos de la
Ciudad.”

-A propósito, Embajador, ¿Betancourt es comunista de verdad o es


un comunista con piel de oveja?

-“Para comenzar, Hugo, te diré que esos políticos de la Generación


del 28, es la única que en Venezuela se puede llamar como tal, no
por el simple hecho cronológico, sino porque como tal coincidieron
en su lucha contra el General Gómez, y también en sus ideas
porque todos, salvo excepciones como Mariano Picón Salas,
formaron filas en una organización comunista clandestina, fundada
en 1931, como lo fue el Partido RevolucionarioVenezolano
(P.R.V.). Después el grupo A.R.D.I., los futuros adecos que
fundarán su partido en 1941, redactaron el famoso “Plan de
Barranquilla”, un verdadero proyecto de país que se trazaron, a
pesar de que sus posibilidades de llegar al poder eran remotas.”

-Pero, discúlpeme Embajador, ¡usted aún no ha respondido mi


pregunta¡

-“Mira, Hugo, esa historia del comunismo de Betancourt es larga y


complicada. Si en estos momentos él lo fuera, yo le sacaría el
fundillo, lo ignoraría, ¡porque tú sabes que a los rojos yo nunca los
he pasado ni con aceite de tártago! Betancourt no sólo fue
comunista sino que hasta dirigió ese partido en Costa Rica. Pero
hay que situarse en los tiempos. Los jóvenes de la llamada
Generación del 28 que estaban interesados en la política, los de la
izquierda, vieron en el Comunismo la doctrina que buscaba la
redención de las masas. Por eso Rómulo insta a sus compañeros
que, como él, están en el exilio, que hay que participar,
incorporarse al activismo en alguna organización de izquierda. Esa
posibilidad en algunos países de Latino América, para entonces, la
representa el Comunismo Revolucionario. . En Venezuela se ha

45
extendido la especie de que Betancourt se hace social-demócrata
por influencia de Haya de La Torre, el fundador del APRA en Perú.
Igualmente que los jóvenes del 28 no sabían de Marxismo, que lo
poco que saben de esta materia la aprenden en prisión de manos de
Pío Tamayo, otro mozalbete como ellos. Yo tengo mis dudas sobre
esa versión. Las tiranías no pueden ponerle alcabalas
impenetrables a las ideas. Para 1926, Alberto Adriani conoce el
Socialismo Revolucionario, el Comunismo, que se da
particularmente en la Europa continental. Pero igualmente conoce
el Socialismo Fabiano, que no es otra cosa que la Social
Democracia, el cual tiene su fuerte en Inglaterra. Adriani había
sido enviado a Europa por Esteban Gil Borges, uno de los
intelectuales de quienes se había rodeado Juan Vicente Gómez.
Alberto Adriani es gran amigo de Mariano Picón Salas, quién, con
menos recursos que su coterráneo merideño, debió conformarse
con irse a Chile. Picón Salas, a su vez, es también gran amigo de
Betancourt. Por eso yo si creo que Betancourt en alguna forma
llega a conocer la diferencia entre ambos tipos de Socialismo.
Tampoco acepta las conclusiones de la III Internacional Comunista
sobre un Partido Comunista Internacional, cuya sede Catedral es
Moscú, desde donde se impartirán las instrucciones a nivel
mundial. A Betancourt sus antiguos compañeros camaradas, los
que se contentaron con los dogmas aprendidos en la juventud,
hasta lo llamaron traidor. Yo creo que en él lo que ha habido es una
evolución. En una forma autodidacta, ha revisado la teoría con la
práctica, y a la hora de hacer rectificaciones, lo ha hecho sin
remilgos, sin dobleces.

El trío Betancourt, Leoni y Bertorelli, viaja a Washington.


Escalante los recibió en la propia sede de la Embajada para un
desayuno, tal como lo habían acordado el día previo por vía
telefónica. Los adecos no se sorprenden de la amabilidad con que
los ha recibido el Embajado. Su fineza y buenos modales gozan de

46
fama proverbial. Es verano y el calor de la capital de los Estados
Unidos en esa época del año es simplemente insoportable debido a
la gran humedad.

-“Afortunadamente para usted ya veo que no ha perdido la


costumbre de vestir siempre de blanco”, fue lo primero que le dijo
Diógenes a Rómulo, mientras estrechaba las manos de los
visitantes, “porque en el verano esta ciudad es un horno”

-“Menos mal, le respondió el líder de A.D., además de que he


rehusado a dejar de usar mi sombrero panamá, que, por lo que veo,
también me será muy útil en este viaje.”

“Aunque vienen ustedes de Venezuela, estoy enterado de su


debilidad por la comida criolla. Tengo una cocinera tachirense que
me acompaña desde hace más de veinte años, así que les aseguro
que van a saborear la mejor “pisca” del mundo. Lo que si no puedo
ofrecerle a usted, doctor Leoni, es sapoara, pero estoy seguro de
que María Luisa, mi “cheff”, no me hará quedar mal. Si ustedes
están de acuerdo, vamos a degustar este desayuno, pasar un buen
rato entre paisanos y aprovechar que me echen los cuentos de cómo
andan las cosas por el país. No es igual la información que uno
obtiene por la prensa y la vía diplomática a la que se obtiene de
primera mano. Mañana, aquí mismo en la Embajada, podríamos
conversar sobre los planteamientos que ustedes quieren hacerme.
Por supuesto, si a ustedes les parece bien…Entiendo que están
alojados en el Hilton, en el Dupont Circle. Así que mañana, a las 9,
un automóvil de la Embajada los recogerá allí”, concluyo
Diógenes.

-“Of course”, respondió Betancourt, ya en son de broma,


machacando el poco ingles que sabía. “We’ll see you tomorrow at
9 o’clock”, agregó. Escalante sonrió y se despidió de manos,
cortesmente, de los visitantes.

47
Al día siguiente, a las 8.45 de la mañana un Cadillac negro, con
placa diplomática y una banderita de Venezuela fijada en la antena
del auto, se estacionó frente a la entrada del hotel. El trío de
venezolanos ya esperaba en el vestíbulo y abordaron el automóvil.

-¿De dónde eres tú?, le preguntó de inmediato Betancourt al negrito


que hacía de conductor.

-“Pues yo soy doble paisano suyo, don Rómulo. Nacido en


Guatire, pero ya llevo cerca de treinta años fuera del País, con el
doctor Diógenes. Siempre he sido su chofer y me ha cargado por
todos esos países en que ha sido diplomático: Holanda, Inglaterra,
Alemania, Francia y ahora acá, en los Estados Unidos. También le
sirvo de guardaespaldas “ad honorem”, porque soy fanático del
judo, soy “cinta negra”, en esa especialidad. Eso sí, no me gustan
las armas. Nunca las he usado y, gracias a Dios, nunca hemos
tenido un incidente.”

En ese momento el Cadillac negro se desplazaba por la Avenida


Pensylvania. Exactamente, al pasar frente a la “White House”, un
policía de chaqueta anaranjada y guantes blancos, levantó su mano
en señal de que se detuvieran. Leoni se inquietó: ¿qué pasa?, le
preguntó al negrito.

-“Nada, doctor. Hoy viernes, cualquier persona puede visitar la


Casa Blanca y el agente va a darle el paso a un grupo de turistas.
Fíjese en esa larga cola que se ve al costado derecho de la Casa.
Todos esos son turistas.”

-“Mira lo que son las vainas, Raúl, intervino Rómulo. Yo no creo en


la Astrología ni en la Nigromancia, ni en nada de esas pendejadas.
Pero ahí, en estos momentos, en la Oficina Oval, debe estar
Truman. El mismo siempre se ha autodefinido como un campesino,
y de hecho, una foto suya vestido como tal, de “overall” con
tirantes, y camisa de vaquero, ha circulado profusamente por todo

48
el mundo. Pues ese campesino está dirigiendo la primera potencia
del mundo, en parte gracias a una casualidad, la muerte del
Presidente Roosvelt, siendo Truman para entonces el Vice-
Presidente. Con esto no pretendo restarle méritos porque ha sabido
manejarse con acierto.”

Ya en la sede de la Embajada, los visitantes son recibidos por Hugo


Orozco, del personal de la misma y mano derecha de Escalante.

--El Embajador los está esperando, dice Orozco, mientras


intercambia saludos con los recién llegados.

Diógenes Escalante es un hombre de edad madura, frisando los


cincuenta. Alto, delgado, luce un peinado singular: los cabellos
partidos por la mitad, con una raya por el centro de la cabeza. Usa
unos anteojos redondos, diminutos y un fino bigotito.

--Señor Embajador”, inició la conversación Rómulo. “Seguramente


usted estará en cuenta de que hemos estado buscando esta entrevista
como “palito ‘e romero”. Pero sabemos que además, de las
ocupaciones habituales de su cargo, la Alianza de las Naciones le ha
signado una serie de responsabilidades por medio mundo, lo que,
estamos seguros, le roba gran parte de su tiempo. Posiblemente le
sorprenderán los planteamientos que venimos a hacerle. Pero en
primer lugar debo aclararle que los mismos son el resultado de
largas deliberaciones que se han dado en el seno de nuestro partido.
Para nadie es un secreto que nuestro país atraviesa una crisis a
propósito de la designación del nuevo Presidente de Venezuela. La
situación es grave, particularmente porque el General López
Contreras ha lanzado su candidatura, apoyándose en la vieja cúpula
de generales provenientes del gomecismo, quienes, por añadidura,
como usted bien lo sabe, no son militares de carrera, son los que el
ingenio del pueblo venezolano ha bautizado como Generales
<chopo ‘e piedra>. Esto sería una involución histórica, un salto

49
atrás para el país, lo que, lógicamente, resulta algo realmente grave.
Tenemos información de que el General Medina está dispuesto a
aceptar su candidatura y Acción Democrática, haciendo un gran
sacrificio, porque estamos seguros de contar con la mayoría del
apoyo popular, a pesar de ser el primer partido de oposición,
también estamos dispuesto a respaldarlo, por supuesto bajo algunos
condiciones, con las que, estamos seguros, usted que ha pasado la
mayor parte de su vida en las grandes democracias mundiales,
estará de acuerdo. Para la principal de esas condiciones, la de que
para el período posterior al suyo el Presidente sea electo por
votación universal y secreta, el camino se encuentra allanado pues
usted nos ha manifestado su acuerdo y así lo ha hecho público
igualmente el Presidente Medina.

--Pues miren, les mentiría si no les digo que ésta es una gran
sorpresa. Yo les vengo siguiendo la pista a ustedes desde cuando
eran unos muchachos irreverentes ante el poder, y desde entonces
tuve la seguridad de que ustedes, los de la “generación del 28”,
estaban destinados a asumir posiciones de liderazgo en el País. Así
que, bienvenidos, es un gran placer tenerlos acá y no les digo que
ésta es su casa porque siendo la sede de una misión diplomática, de
hecho lo es de todos los venezolanos. De cualquier modo, durante
su estadía acá, yo, personalmente, y los funcionarios de la
Embajada, tendremos el placer de atenderlos en lo que esté a
nuestro alcance.En cuanto a su ofrecimiento de respaldar mi
candidatura a la Presidencia de la República, debo decirles que no
puedo aceptar. El General Medina, como ustedes lo saben, me hizo
el mismo ofrecimiento. Hace apenas unos días envió aquí a
Washington, con esa misión, a su hermano el doctor Julio Medina
Angarita,quien, por añadidura, forma parte del gabinete. Pero, de
un lado, yo entiendo que esa es la fórmula que él encontró para
quemar las aspiraciones del General López, dado que fue éste
quien se empeñó, desde el período anterior, en que su sucesor

50
fuera un civil, y en ese sentido siempre impulsó mi candidatura.
Parece que ahora ha cambiado de opinión y está decidido a
postularse, él personalmente, tanto es así, que entiendo que en un
acto, creo que fue en el Teatro Municipal, afirmó públicamente que
su uniforme lo tenía colgado pero no de adorno y que volvería a
usarlo si las circunstancias del país así lo demandasen. Por esas
razones tan delicadas para la evolución política del país, más las de
índole personal por mi amistad con el General y la confianza que él
depositó en mí, debo confesarles que me resultaría incómodo
enfrentarlo en una candidatura. De otra parte, de salir yo como el
candidato propuesto por el General Medina, todos los cargos de
alta jerarquía en el nuevo gobierno, incluyendo el gabinete, tendrían
que contar con la aprobación del P.D.V, vale decir de Medina. En
tales condiciones sería él quien tendría la sartén por el mango,
quien realmente tendría el poder, aunque, sería injusto negar que él
ha dado grandes muestras de respeto desde su cargo, y conmigo no
ha sido la excepción.

- Debo advertirle, señor Embajador, remató Betancourt, que la


suerte de la República está en sus manos. Tenemos información de
que los militares jóvenes están decididos a tirar la parada, a
derrocar al gobierno. Confiamos en que usted reflexione sobre su
decisión. Las amenazas de los viejos militares gomecistas, no
pasarán de eso, simples amenazas. Una de sus primeras medidas
pudiera ser pasarlos a retiro y para ello contaría con el apoyo de
los oficiales jóvenes, los militares de carrera.

Lo que los visitantes se guardaron “in pectore” fue que esos


mismos jóvenes militares habían invitado a A.D. a sumarse al
golpe de Estado. Entre tanto, en Caracas, en su despacho en el
Palacio de Miraflores, El Presidente reflexiona. Es un hombre alto
de estatura, pasado de kilos, obeso. Acusa una calvicie pronunciada,
para su edad, 48 años. Su tez es blanca y la cara, de pómulos

51
salientes. Su sonrisa diáfana, inspira confianza, serenidad. De
Presidente hace algo inusitado como pasearse por la Plaza Bolívar
de Caracas. Se siente cómodo entre la bohemia, los parranderos de
la capital, artistas y escritores, entre estos últimos el gran poeta
nacional Andrés Eloy Blanco. Otros amigos suyos importantes son
Pedro Sotillo, el eminente médico Félix Lairet y el no menos
famoso pintor Tito Salas. Con esos amigos suele visitar los bares
de “El Silencio”, en particular “La Península, “bar del que es
cliente asiduo. Su licor preferido es el whisky escocés, del que es
buen catador y mejor consumidor. Igualmente suele visitar “”El
Trocadero”, un sitio muy singular por múltiples razones. Su
propietario es un famoso francés expresidiario de la igualmente
famosa prisión de Cayena. El francés se las ha ingeniado para que a
su local asistan desde las gentes más encopetadas hasta mujeres de
reputación dudosa. Efectivamente, el local esta divido en dos
sectores, separados apenas por una espesa cortina. Una mitad es
visitada por profesionales de diversa índole: médicos, ingenieros,
oficiales militares, inclusive con sus esposas. La “cremita” de la
sociedad caraqueña tampoco se resiste a visitar el famoso bar-
restaurant. Algunas damas de este último estamento social no
resisten las ganas de correr un tanto la cortina para ver qué ocurre
del otro lado de la cortina fronteriza, donde, no con poca frecuencia,
resulta cazado algún marido desprevenido. Este sector es el visitado
por las “ficheras”, mujeres elegantes cuyo oficio es animar a los
clientes a consumir licor, por lo que ellas reciben un porcentaje de
ganancia. La división entre estas damas y las prostitutas, es una
delgada línea, casi imperceptible. La chismografía capitalina hace
correr historias relativas a que el Presidente tiene una quinta en El
Valle, donde suele reunirse con sus amigotes y mujeres de bella
estampa.

deMedina se devana los sesos por conocer los intríngulis de la


entrevista en Washington. “En esa reunión como que hubo <gato

52
encerrado>”, piensa. “Se me hace que Diógenes acordó una futura
alianza con A.D., una vez que se posesione del gobierno.”

4.3 GUERRA ENTRE QUENIQUEOS

En San Cristóbal, el comerciante J. A. Alcalde Perera, concejal de


la Cámara Municipal, y simpatizante del P.D.V., el partido de
Medina Angarita, llegó a su casa una noche muy emocionado:

--“ya está decidido”, le comunica a su familia, mientras despliega


un inmenso afiche con la foto del doctor Diógenes Escalante.“ Este
es el candidato. Es un internacionalista muy brillante, de aquí del
Táchira, con gran experiencia en la Administración Pública. López

53
Contreras también se quiere lanzar pero no se da cuenta de que su
tiempo ya pasó.”

En el Táchira igualmente ha tomado calor la disputa entre los


seguidores de Escalante y los de López. En una oportunidad llega
Alcalde Perera a la Cámara. Viste de traje blanco con zapatos y
sombrero negros. A las puertas del edificio está el médico y
concejal Patrocinio Peñuela Ruiz, partidario del Lopecismo. Al
ver a Alcalde, en tono de sorna grita: <está haciendo su entrada el
concejal “carreto de hilo”>. Todos los presentes largan la carcajada,
inclusive el afectado. Para la época el hilo blanco de coser venía en
unos carretos de madera cuyos extremos, dos ruedas grandes, eran
de color negro.

Aprovechando un intermedio de la sesión, Alcalde Perera


aborda al periodista y también concejal, “el gocho” Francisco
Guerrero Pulido:

--epa!, Pancho, ¿Cuál es el rollo ese que tienen ustedes los


camaradas en todo el país?

--Pues algo parecido al que tienen ustedes los medinistas. Este lío
de la sucesión presidencial también ha afectado a nuestro partido, el
de los comunistas agrupados en Unión Popular Venezolana
(U.P.V.), que como ustedes, los del P.D.V., también hemos apoyado
al General Medina Angarita. Por un lado está el grupo
“Machamiqui” (Machado-Miquilena), que se ha separado
abiertamente. Ese lo integran Gustavo Machado y su hermano
Eduardo, Luis Miquilena, Carlos Augusto León, Pompeyo Márquez
y Rodolfo Quintero. De otro lado están los que se denominan
Partido Comunista de Venezuela (P.C.V.), comandados por Juan
Bautista Fuenmayor y Ernesto Silva Tellería. El tercer grupo, el
“No”, lo dirigen Miguel Otero Silva y Eduardo Gallegos Mancera.

54
-En el P.D.V., comentó Alcalde Perera, la gran mayoría estamos
con Diógenes Escalante. Yo mantengo contacto permanente en
Caracas con dos viejos amigos, Pastor Oropeza y Francisco Manuel
Mármol, dirigentes nacionales de la organización, y eso es lo que
ellos me han ratificado. Esa idea del viejo López de volver a ser
Presidente es una locura. No sólo nosotros, también Acción
Democrática piensa que esto sería un paso atrás en la evolución
política del país. Los adecos también apoyan al embajador
Escalante, aunque con el compromiso, de parte del gobierno, de que
para el próximo período, el Presidente será electo por votación
universal, directa y secreta. Nadie niega que el general López
durante su mandato tuvo un comportamiento más o menos
democrático, pero la gente no olvida que él es hechura del
gomecismo. Su fortaleza está en los viejos militares “chopo é
piedra”, que aspiran a la continuación de la hegemonía militar
tachirense inaugurada por Cipriano Castro con su “Revolución
Restauradora”, hace casi cincuenta años atrás. El General López
anda por allí todo aspavientoso con sus fantasías, pregonando que
donde se decide la elección es en el Congreso Nacional y que él allí
tiene mayoría. Pero el mandado ya está hecho: en asamblea
nacional del P.D.V. el candidato de Medina, de un total de 259
delegados recibió el apoyo de 252. Los otros 7 votos fueron 2 para
Uslar Pietri, 3 para López Contreras y dos en blanco.

Medina no parece simpatizar totalmente con la candidatura de


Escalante: el decidido apoyo que Acción Democrática le ha dado a
éste le despierta suspicacias. “Pero es la mejor carta que tengo para
frenar las ambiciones de <el ronco>”, piensa el Presidente. De otro
lado, López Contreras también le da vueltas al asunto: “Medina está
jugando con fuego: ¡si hasta ha aceptado el respaldo de los
comunistas! Ahora apoya para la Presidencia a Escalante, mi amigo
y paisano de Queniquea, es cierto, pero el pacto de Diógenes con
Rómulo Betancourt y su gente nos puede llevar al despeñadero. Y

55
éstos, de llegar al poder, nos pasarán factura por las medidas que les
aplicamos en el pasado por su anarquía. Yo tengo mi ascendencia
en el ejército, y el apoyo de Corrigan y su gobierno. Si tengo que
enfrentar a Diógenes como candidato, no me quedará otro camino
que hacerlo.”

4.4. UNA SORPRESA DEL DESTINO

¡Velásquez! Usted que es tachirense, ¡váyase al Hotel Avila que ahí


está hospedado el próximo Presidente de la República, el doctor
Diógenes Escalante! ¡Y apúrese porque con esa entrevista vamos a
dar un tubazo! La orden venía de Kotepa Delgado, director del
diario caraqueño Ultimas Noticias. El reportero, Ramón J.
Velázquez, es un joven flaco de tez un tanto morena, con unos
anteojos de cristales muy gruesos que evidencian sus fuertes

56
problemas de visión, lo que no le impide que emplee todo su tiempo
libre, como ratón de bibliotecas, revisando archivos, en especial el
de la Academia de la Historia, el de la Biblioteca Nacional y el de
Miraflores. “En este ´último”, comenta en una de las tertulias en la
trastienda de la librería de un amigo, “hay verdaderos tesoros
escondidos que no han salido a la luz pública”. Recién se graduó de
abogado pero prefirió dedicarse al periodismo en el área de
política. Desde el centro de la ciudad toma el autobús que cubre la
ruta de San Bernardino. El viejo vehículo no llega hasta la parte alta
donde está ubicado el hotel por lo que el nobel reportero debe
caminar varios cientos de metros en una fuerte pendiente. Eso no le
fatiga. San Cristóbal, la ciudad donde ha vivido casi toda su vida, es
una suerte de escalinata para gigantes, de calles terriblemente
empinadas.

Para ese momento Escalante se desempeñaba como Embajador de


Venezuela en Washington, donde, por cierto, había entablado una
estrecha amistad con Harry S. Truman, quien luego llegaría a ser
Presidente de ese país, a raíz de la muerte de
FranklinDelanoRoosvelt, en plena segunda guerra mundial. Alguien
a quien evidentemente no le simpatiza nada Escalante, lo describe
como “figura tiesa de tachirense metido a Lord..de aire triste y
soñoliento”…Ramón J. se anuncia en la recepción del hotel. Pasa
una larga hora hasta ¡cuando por fin! el gerente se dirige a él:

--Puede subir a la suite número 2, joven. Lo están esperando.

.. “Coño”, pensó Ramón J. al nomás ingresar a la antesala que


servía de recibidor. No podía ocultar su asombro ante la gran
cantidad de baúles y maletas que conformaban el equipaje del
candidato. Al rato se apareció el hombre. Alto, delgado, lucía unos
anteojos redondos, pequeñitos. El cabello lo peinaba hacia los lados,
con una raya que lo partía por la mitad. “¿Cómo está Velásquez?, se
adelantó a saludar el embajador. “Ya sé que somos paisanos. Mi

57
hermana Lola me contó que conocía a su familia desde cuando ella
vivía en el Táchira”. Así es, señor embajador. Es un placer
conocerlo. Sé que tiene innumerables compromisos aquí en
Caracas, así que cuando guste podemos empezar la entrevista.

“Esta vaina no me convence”, pensó Ramón J. al terminar de


teclear su reportaje en la vieja Underwood. El hombre, o es muy
parco o no quiere soltar prenda. Si es un Presidente prácticamente
electo, diplomático desde la época de Juan Vicente Gómez, ¡cuántas
cosas no tendrá qué decir! ¡La gente estará ansiosa porque saber
cuáles son los proyectos que tiene para cuando le toque ejercer su
mandato! Para entonces Ramoncito como que empezaba a
aficionarse por las “entrevistas imaginarias”. Cuando fue a visitar
nuevamente a Escalante, éste, en tono cordial, le reclamó:

-¿Qué ocurrió Velásquez? ¡En ese reportaje que usted escribió


aparece una cantidad de cosas que yo no he dicho!.¿Usted es brujo
o qué? La verdad es que estoy asombrado. ¡Parece que usted
hubiera leído mi mente! Pero no se preocupe, ¡me pareció
estupendo!

--Voy confesarle la verdad, doctor Escalante. Yo conozco su


familia desde el Táchira. Así que como sabía que su hermana Lola
vive aquí en Caracas, me fui a visitarla antes de la entrevista. Por
cierto que me impactó el hecho de que ella tiene un verdadero
archivo con todos sus discursos y escritos, que son bastantes, todo
meticulosamente organizado.

Efectivamente, el doctor Escalante tenía toda una vida como


diplomático de Venezuela en el exterior. Además de Embajador en
Washington, para ese momento había sido incluido en un grupo
que tenía que ir por el mundo a explicar el inicio de la organización
de las Naciones Unidas, la O.N.U., la cual sustituiría a la Liga de las
Naciones. Por esta razón había tenido que viajar a muchos países

58
para dar conferencias sobrela nueva organización mundial. Ramón
j. se valió de su amistad con Lola, quien, sin pensarlo dos veces, le
facilitó el archivo. Así el novel periodista se pegó varios trasnochos
para conocer a fondo el pensamiento de Escalante, y con esa
información escribió su entrevista, en buena parte imaginaria.

Escalante no sólo no se molestó por el atrevimiento del periodista,


sino que le ofreció que actuara como su secretario. El necesitaba
una persona de confianza para enterarse de ese país que
prácticamente desconocía, y nadie más indicado que Ramoncito
quién además de tachirense, era amigo de la familia del futuro
Presidente. ”Los tiempos de Dios son perfectos”, suele repetir la
gente. Y tal parece que éste era el único que sabía que el destino de
Venezuela no era el que mucho gente estaba imaginando. Cuenta
Ramoncito que ya llevaba como un mes trabajando con el
candidato. Un día repicó el teléfono. El lo tomó. Era el jefe de
edecanes del Presidente Medina quien le informó que el Presidente
llevaba media hora esperandocon sus invitados, para un desayuno,
al doctor Escalante. Informado éste le respondió a Ramón J.:”no
puedo ir porque me robaron mis camisas”.

-Sus camisas están allí en el closet de su habitación, le dijo el


periodista.

-“No! Esas son de mi cuñado Alamo Ibarra. El se llevó las mías”.

Ramón J. le comunicó al jefe de edecanes, el extraño hecho que


había presenciado y del cual, sin querer, había sido coprotagonista.

-“No deje entrar a nadie”, le respondió a través del teléfono el


militar. En diez minutos estará allí una comisión presidencial.

Así fue. Al poco rato, cuenta Velásquez, llegó una comisión de


edecanes con el doctor Pedro Sotillo, Secretario General de la
Presidencia y el abogado Antonio José Carrillo, Consultor Jurídico

59
de la misma. El Presidente Medina quiso conocer los hechos de
primera mano. Ordenó que le comunicaran a Velásquez que quería
conversar con él. Ramón J. se trasladó a Miraflores y le echó el
cuento de las camisas al Presidente, tal como lo había presenciado.

“El doctor debe estar loco”, le respondió Medina. “Sus


compañeritos de escuela en Queniquea son los que están lanzando
su candidatura a la Presidencia”.

Algunos, como Rafael Pinzón y otros del Grupo Uribante, atribuían


la inesperada demencia del doctor Escalante al exceso de trabajo
que había tenido en Venezuela por su campaña electoral. Mientras
tanto, en la sede de Acción Democrática, Rómulo Betancourt
reflexionaba: “¡esta es la vaina que nos faltaba! Tanto esfuerzo para
llegar a un acuerdo y ahora el hombre se le quemaron los cables. No
aguantó la emoción de que verse sentado en la silla de Miraflores
era ya un hecho.”

En la sede del P.D.V. , el partido medinista, se habían reunido


varios de sus dirigentes: Pastor Oropeza, Fidel Rotondaro, Juan
Oropesa, Rafael Pisani y Arturo Uslar Pietri.

- “Arturo, tú serías el mejor candidato”, intervino Pastor Oropeza,


con cierto aire humorístico.“Pero como todos los demás que
estamos aquí, tenemos una gran limitación: no nacimos en el
Táchira. Los generales del alto comando han aceptado que sea un
civil con tal que sea de esa región. El único que reúne esas
cualidades es el doctor Angel Biaggini”. Y a título de chiste agregó:
“de los aquí presentes el que está más cerquita es el doctor Pizani,
que es de Mérida.”

-Refiriéndose a los hermanos Oropeza, Pastor y Juan, un poco en


son de broma comentó Rotondaro: “aquí tenemos a dos ilustres
intelectuales de Carora. ¡No es posible que hasta ahora ningún
Presidente de la República sea un nativo de esa ciudad!

60
Todos rieron de las salidas de Pastor Oropeza y de Rotondaro.
Mientras tanto Uslar Pietri meditaba: “yo si estoy jodido: además de
ser caraqueño no me puedo quitar el sanbenitoque me han cargado
de que soy gomecista. La amistad que tuve con los hijos del
General Gómez me ha costado muy cara.”

-Volviendo a la situación del doctor Escalante, intervino Juan


Oropesa:”algo grave en estas situaciones es que la gente se pone a
inventar cosas y hasta hacer humor negro de una situación tan triste.
Ahora andan comentando que Escalante dijo también que las
camisas habían salido volando por la ventana. Uno no sabe que
pensar pues Alamo Ibarra siconfirmó que en una oportunidad que lo
había visitado, su cuñado le había dicho que le habían robado las
medias y las corbatas. Es indudable que tenía una obsesión con ese
tema.”

Mientras tanto mucha gente se preguntaba: ¿Será cierto que esa


demencia le comenzó al doctor Escalante aquí en Caracas, cuando
ya se daba como cierto que sería el próximo Presidente de la
República? Tuvieron que pasar más de sesenta años para que este
enigma fuera descifrado.

Como se ha dicho, el doctor Escalante venía formando parte del


cuerpo diplomático desde la época de Gómez, y muchos de esos
años como embajador en Washington. Su secretario privado durante
todo ese tiempo había sido Hugo Orozco. Así que si alguien podía
conocer antecedentes sobre la salud de Escalante era Orozco. Pero
no hubo poder de Dios que durante esas seis décadas el secretario
privado se refiriera al tema. La lealtad a su antiguo jefe era tal que
se negaba a tratar el punto. Ramón J. cuenta que en numerosas
ocasiones le mandó recados sobre su interés en conversar al
respecto. Pero Orozco no respondió nunca. Ni siquiera porque el
solicitante era el doctor Velásquez, hombre de altas posiciones
gubernamentales y una, más que merecida, famacomo intelectual.

61
El enigma salió a la luz pública, ya hacia 2010, cuando Francisco
Suniaga publica su novela “El Pasajero de Truman.” Dice Suniaga
que él mismo no podía creer que Velásquez y Orozco no hubieran
tratado nunca el tema, dado que el primer había sido coprotagonista
y testigo del “affaire” del Hotel Avila, además de que en varias
ocasiones había escrito sobre el tema. Orozco fue convencido de
que su secreto formaba parte de la historia del país. De allí la
importancia de que relatara cual había sido la situación de Escalante
en Washington, desde el punto de vista de su salud mental.

“Sí”, comentó. “Sí tuvo síntomas, y graves. Allí había tenido una
obsesión de persecución, propia de los que sufren la enfermedad de
Alzheimer, entonces no conocida como tal. En su mente, ya
alterada, en ocasiones, asumía la manía de que lo querían matar.”
“En una oportunidad, en su propia casa, se había negado a tomar
una “boullabaise”, unasopa de langosta considerada una delicia por
la “cuisine” parisina. Pero según él, la langosta estaba
envenenada.” “Diógenes, yo misma te preparé este plato que tanto
te gusta”, le insistió su esposa. Nada. “Me quieren matar porque
saben que soy el candidato más fuerte para ser Presidente de
Venezuela.”

- Mira Hugo, le insistía a su secretario. “Esta campaña contra mí


viene desde Caracas, con complicidad de alguien en la Cancillería
porque, para mí, la valija diplomática viene violentada. Alguien allá
está husmeando mi correspondencia y eso no es con fines muy
santos.”

“A propósito Hugo, tú no estabas aquí, pero ayer sorpresivamente


se me presentó el General López Contreras. Yo creo que el General
como que no está bien del coco, le están pegando los años. ¿Cómo
es posible que se presentara así de improviso, sin que la Embajada
tuviera conocimiento oficial de su visita? Se trata de un militar del
más alto rango y, por añadidura, antiguo presidente de la República.

62
¡ El colmo es que estando en un país extranjero, viniera
uniformado! El hecho es que se presentó para ofrecerme su apoyo
para que me lanzara como Presidente de Venezuela. Le respondí
que yo estaba dispuesto a servir a mi país en cualquier destino que
se me asignara. Que consultaría con mi familia y que en tres días le
daría una respuesta, pero que pensaba que no habría problema
alguno.”

Orozco quedó muy intrigado. Era imposible que siendo él el


Secretario de la Embajada no se hubiera enterado de que estaba
programada una visita del General López, y peor aún, que éste se
hubiera presentado de improviso y, por añadidura, uniformado.
Desde entonces le quedaron serias dudas sobre la salud mental de su
jefe. Decidió no decir nada. Esperar, en virtud de que éstas habían
sido situaciones episódicas. Usualmente el comportamiento del
Embajador era normal, a excepción de que asumía su
responsabilidad con gran dedicación, trabajaba en exceso.

Un día cualquiera Orozco decidió hablar con la esposa del


diplomático. El Embajador y su familia vivían en la misma sede de
la Embajada, en el sector exclusivo de Georgetown, muy cerca de
la Universidad Jesuita de ese mismo nombre.

-“Buenas tardes, señora Escalante. Estoy tomando un curso aquí


cerca en la Universidad, así que aproveché para venir a saludarla.”

-Gracias Hugo, tú sabes que siempre eres bienvenido en esta casa.


Lamentablemente Diógenes no está. Salió con el chofer a hacer
unas diligencias.”

-“Bueno…Dios sabe cómo hace las cosas.Mejor aún que él no esté


acá porque tengo que conversar con usted algo muy delicado.”
Orozco estaba nervioso. No hallaba cómo empezar el asunto. Al fin
le echó toda la historia de la conducta inusual, aunque esporádica,
de su marido. . Le relató especialmente lo de la obsesión

63
persecutoria y lo de la supuesta visita del General López
Contreras.

- “Sí, Hugo, aquí en casa yo también he notado hechos inusuales en


él”. Entre otras cosas le relató lo de la langosta presuntamente
envenenada. “Pero ya Mister Truman lo puso en contacto con el
mejor psiquiatra que hay acá en Estados Unidos. Parece que todo se
debe altrabajo en exceso, así que con un descanso y el tratamiento
médico adecuado, podrá mejorar.Yo vivo pegada a la imagen del
Santo Cristo de La Grita, orándole, para que lo mejore. Lo que si te
agradezco en el alma, Hugo, es que no comentes con nadie este
asunto. Que este sea un secreto entre los dos.”

64
4.5 EL PRESIDENTE QUE NO PUDO SER

“Renunció el Ministro Angel Biaggini”, titulan en primera página


ese día los periódicos caraqueños “El Nacional” y “La Esfera”. A la
una de la tarde un bloque de periodistas aborda al funcionario, a su
salida del despacho, y lo acosan a preguntas. La antesala
resulta pequeña para contener a tanta gente deseosa de indagar
sobre los pormenores. Pequeño de estatura, blanco de tez, Biaggini
luce un fino bigote a lo Clark Gable, quien con su película “Lo que
el Viento se Llevó “, desde hace semanas tiene atestados los cines
de toda América y Europa. El hasta ahora Ministro, tras sus lentes
de montura al aire, luce una mirada atenta pero tranquila. Viste
traje gris oscuro de casimir inglés, de corte impecable. En el bolsillo
del paltó, a la altura del corazón sobresale un pañuelo que combina
con la corbata de seda color plata. De modales refinados, sostiene
en su mano derecha un sombrero marca Borsalino, el cual suele
utilizar para saludar a las gentes en señal de respeto. Es un abogado
reconocido y funcionario honesto. Lleva una carrera política de
veinte años, desde cuando fue designado Presidente de la Asamblea
Legislativa de su Estado natal. Ha sido Secretario de la Presidencia
de la República. Meses atrás fue electo por la Legistatura estadal
como Senador ante el Congreso de la República. Se le considera el
arquitecto de la Ley de Reforma Agraria que el gobierno de Medina
ha decidido impulsar.

-¿Por qué renunció Ministro? ¿Es cierto que tiene diferencias con el
Presidente de la República?, pregunta un periodista. Corren rumores
de que será el candidato presidencial por el P.D.V., ¿confirma esa
versión?, pregunta otro. ¿No le teme al apoyo del Partido
Comunista? Ese respaldo no sería bien visto en Washington…En

65
la estrecha antesala de recepción, bajo el calor sofocante de la
tarde, los reporteros lanzan al voleo decenas de preguntas.

-Ante todo, buenas tardes para todos. Calma que trataré de


responder a sus inquietudes. Ciertamente voy a optar por la
candidatura a la Presidencia, pero, como ustedes saben, en
definitiva es el partido el que tomará la decisión final. No he tenido,
ni tengo diferencia alguna con el Señor Presidente a quien le
agradezco la confianza que siempre ha depositado en mí. Más aún,
continuaré la misma política de fortalecimiento de nuestra
democracia que él ha puesto en marcha. Desde esa perspectiva,
respondiendo a una de sus preguntas, aceptaré el apoyo de cualquier
partido o sector político que acate las normas que sobre la materia
establecen nuestra Constitución y nuestras leyes. Por ahora, soy un
simple precandidato. De ser electo por la Asamblea de nuestra
organización política, tendré el mayor gusto de reunirme con
ustedes para que continuemos este diálogo. Creo profundamente en
lo que ya dijo alguien: <es preferible unos periódicos sin gobierno a
un gobierno sin periódicos>.

Entre tanto, el embajador de Estados Unidos en Venezuela, Frank


Corrigan, calificado por alguien como <borrachito impertinente, no
deja demover sus hilos para apoyar la candidatura del general López
Contreras quién, al igual que había sucedido anteriormente con
Escalante, era ahora el preferido del Departamento de Estado por
su rechazo a los comunistas. El viejo López había permanecido en
un extraño silencio. Le resultaba cuesta arriba oponerse a la
candidatura de Escalante de quien había sido mentor y promotor.
Pero ahora las cosas eran diferentes. Con el alegato de que el P.D.V.
no era más que una organización de funcionarios públicos
interesados sólo en conservar sus cargos, que la dirigencia de ese
partido lo atacaba y que Medina se había constituido en el decisor
sucesoral a la presidencia, había decidido lanzarse al ruedo.

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Contaba con que A.D. lo apoyaría para enfrentar a Biaggini, pero
este partido no dejaba de verlo como un descendiente directo del
gomecismo. Igual sucedía con un grupo de parlamentarios “de
lujo”, no adscritos al P.D.V., entre ellos JóvitoVillalba, Andrés Eloy
Blanco, Carlos Irazábal, Inocente Palacios y Pascual Venegas
Filardo. Dichos congresantes publicaron un comunicado rechazando
la posible candidatura del General. De otro lado, la mayoría
parlamentaria rechazó también públicamente los ataques contra el
P.D.V. Replicaban que en el Congreso el voto era secreto.
Adivinando lo que posteriormente sucedería, advertían que de
continuar la campaña de hacerlos aparecer, a ellos y al gobierno,
como transgresores de la Constitución y de las leyes, lo que se hacía
era estimular un brote subversivo.

López es un hueso duro de roer. Desde cuando asumió la


Presidencia del País, tras la muerte del dictador Juan Vicente
Gómez, decidió vestir de paisano para dar la imagen de que su
gobierno es un gobierno civil. El uniforme germano, de casco que
culmina en una suerte de aguja con penacho al aire, lo usó sólo para
los desfiles militares en las fiestas patrias. Ramón Urdaneta lo
describe así: “ De carácter flexible pero firme, nariz muy afilada
que llaman aguileña, alto,flaco, algo encorvado, cuello muy largo
con manzana de Adán pronunciada y de movimientos rápidos, mide
1.78 de estatura, pesa apenas 60 kilogramos, no come grasas, usa
espejuelos y su voz es baja, monótona, ronca y lenta. De sombrero a
la mano, fuera de los trajes de etiqueta gusta vestir de color blanco,
ya fuese dril de algodón egipcio o lino irlandés, ropa almidonada,
amplia, con saco cerrado de cuatro botones y pantalón de boca
ancha,”. López es un “pisa pasito”, el hombre que frente a las
individualidades y grupos que forcejean por el poder, se mueve en
forma soterrada. Así lo hizo a todo lo largo de la dictadura de
Gómez, tratando de mostrar una lealtad incondicional a éste, aún
cuando en oportunidades es señalado como conspirador lo que hace

67
que en una de ellas sea exiliado del centro del poder, hacia su tierra
natal, como Comandante en la Plaza de Capacho. Desde muy
joven, López acusa un largo historial médico. En general, registra
una composición de salud débil. Respira con cierta dificultad. Ha
tenido problemas hepáticos que le provocan fiebres intermitentes.
Paludismo. Malestares intestinales concretados en divertículos.
Vértigo y problemas de equilibrio. Infección venérea. Cálculos en la
vesícula. Molestias prostáticas. Dolores de cabez que le molestan
particularmente porque afectan su dedicación a trabajo. Mención
especial merece un problema pulmonar que le afecto desde cuando
tenía apenas unos venticinco años, lo que hace que el común lo
apode como “el tísico”. Con motivo de su tercer matrimonio, el
general Gómez le obsequia cien mil bolívares, unos treinta mil
dólares para la época, lo que le alcanza para adquirir una quinta en
Los Teques, entonces considerado un sitio ideal para “temperar”
por las bondades de su clima. Un recrudecimiento de la dolencia de
sus pulmones, tuberculosis leve, lo lleva a internarse por varios
meses en un sanatorio norteamericano, el Saranac Lake. Dolores de
cabeza que le molestan particularmente porque afectan su
dedicación al trabajo.

El partido lopecista reúne su Convención Nacional en el lujoso


Teatro Boyacá, de la urbanización El Conde. En las afueras del
edificio unos cartelones pintados a mano anuncian la exhibición de
la película “Citizen Kane” (“Ciudadano Kane“), dirigida por
OrsonWells. La cinta cinematográfica ha sido catalogada como la
mejor película realizada hasta entonces. Wells basa la historia, el
guión, en su propia vida y en la del dueño de una cadena de
periódicos de Estados Unidos, William Randolph Hearst. Hearsts
señalado por utilizar la prensa como instrumento de poder. Cuando
el “film” es estrenado en el país norteño, los periódicos de la cadena
no hacen la menor mención al mismo. El lopecismo también cuenta
con su ala luminosa: Caracciolo Parra Pérez, Jacinto Fombona

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Pachano, AmenodoroRangel Lamus y Néstor Luis Pérez, entre
otros. Realizada la votación, López Contreras obtiene 214 votos de
un total de 219. En una acción un tanto abusiva, algunos seguidores
del general se atreven a solicitarle al comercio que cierren las
puertas durante algunas horas, al siguiente día, pues López recibirá
en el “Boyacá” su designación como candidato presidencial. Pero ni
falta que hizo. El general está bravo y se pronuncia el mismo día
ante la comisión que va a informarle de los resultados de la reunión.

Ni Corrigan ni su gobierno habían mostrado en ningún momento


simpatías por Medina Angarita, por su tolerancia hacia los
camaradas. En sus informes diarios al Departamento de Estado, el
embajador no se para en mientes en sus versiones sesgadas, al punto
de caer en la chismografía. En una visita a Washington se entrevista
con el Sub-Secretario de Estado, DeanAcheson. Acheson, un
egresado de la reconocida Escuela de Leyes de la Universidad de
Harvard, es famoso en los medios políticos nacionales e
internacionales por su arrogancia. Miembro del Partido Demócrata,
algunos de sus enemigos lo califican como paniaguado frente a los
comunistas. El feroz diputado JoeMcCarthy se refiere a él como “un
pomposo diplomático sin los calzones bien puestos”.

-¿Cómo anda tu pequeño país petrolero, Frank?-Qué te diría, Dean.


Venezuela no es más que otro país bananero, con mucho petróleo.
También allí los militares tienen la sartén por el mango. El general
Medina Angarita hace denodados esfuerzos por mostrar un
liderazgo que no tiene. Siente que el tiempo se le acaba. La
candidatura de López va in crescendo.La frustración de Medina es
tal que ya se ha filtrado lo de su mal carácter. Su amistad con los
rojos lo puede llevar a cometer actos de locura como nacionalizar
el petróleo. Su liberalismo está llegando a límites peligrosos y él
parece no darse cuenta. Se comenta de buenas fuentes que hará
reformar la Constitución Nacional para legalizar al Partido

69
Comunista, sus aliados. En fin, ni Biaggini, ni ningún candidato del
oficialismo despiertan emoción alguna en la población.

Corriganno podía ocultar su resentimiento contra el Presidente


Medina. Este había expulsado a un miembro de la Embajada quién,
una vez terminada la 2ª guerra mundial, se había dedicado a recorrer
toda Venezuela para incentivar a los presidentes de Estado a que
apoyaran la expulsión de empresas alemanas asentadas en el país.
Esto había irritado a Medina quien, además, se quejó oficialmente
por la intromisión del embajador norteamericano en asuntos de
interés nacional y que, por ende, le estaban vedados, como
representante de un gobierno extranjero.

Es día domingo, 18 días antes del golpe del 18 de octubre y día de


carreras de caballos en el Hipódromo de El Paraíso. Desde cuando
lo construyó el general Gómez, éste se ha convertido en el sitio de
diversión vespertina de <la créme de la créme> caraqueña. Las
propias hijas del dictador habían hecho del mismo una suerte de
pasarela de modas donde las mujeres parecen competir en
elegancia. Doña Alida de Biaggini no se queda atrás. Es una mujer
hermosa, blanca y de cabellos negros. En la aún pequeña Caracas,
su rostro destaca en el asiento trasero del auto negro con chofer.
Muy temprano por la mañana, se celebra aquí en el hipódromo una
carrera, pero no hípica sino política. La asamblea del partido de
gobierno, el P.D.V., reunida en el pabellón del coso caballístico,
celebra elecciones para elegir el candidato del Partido para la
Presidencia de la República. Tal como lo había predicho
JóvitoVillalba, la opción Biaggini arrasa. La campaña contra el
candidato se desata como un resorte desde varios frentes. Rómulo
Betancourt, a través de la prensa lo señala como un personaje
desconocido para el país e impuesto, en forma autocrática por el
presidente Medina. En conversación con Miguel Otero Silva, éste
le recrimina a Betancourt así:

70
-como éste se había entendido con ustedes, entonces en ese caso
no considerabas que había autocracia. ¿Quién los entiende a
ustedes, ¡carajo¡, Rómulo!, vas a tener que buscarte otra excusa. Es
que Escalante, quien fue tu candidato hasta hace unos días, es
conocido por alguien? ¡Lleva cuarenta años fuera del país! Según
tu lógica, el caso de Biaggini sería idéntico al de Escalante, ¡pero
la posición de ustedes es incomprensible¡
El periódico “Ultimas Noticias”, en la columna “Doy Fe” del
periodista Nelson Luis Martínez, publica un mensaje que el ahora
candidato envía al pueblo de Venezuela. El escrito contiene un
dudoso error ortográfico, lo que es aprovechado por la oposición
para nuevos ataques. “La Esfera”, dirigida por el cáustico periodista
Ramón David León, enfila igualmente sus baterías contra Biaggini.
Sus argumentos coinciden con los de Acción Democrática, el
lopecismo y los informes de Corrigan: “Biaggini, por su condición
provinciana, no conoce el país”, señalan. A esto Betancourt le
agrega que el hasta hace poco ministro de agricultura, como
presidente,“ por ser el candidato de Medina, será un simple
testaferro de éste”.

-“Yo no soy ningún gran elector”, responde Medina, en mensaje


dirigido a sus críticos. “La candidatura del doctor Biaggini, como lo
fue la del embajador Escalante, no ha sido el producto de un
capricho del Presidente de la República. El fue electo por la
asamblea general del partido que es mayoría en el Congreso
Nacional y es este organismo, como lo he repetido en otras
ocasiones, el que decidirá entre los distintos candidatos que se
presenten. Además, tanto Escalante como el doctor Biaggini se
comprometieron a que el próximo Presidente de la República será
electo por votación universal, directa y secreta. Esa es nuestra tesis:
la evolución firme y segura hacia una democracia plena. Como
nunca, y el mundo entero es testigo de ello, el ´país, los partidos,
políticos, la prensa, han gozado de plenas libertades. Nadie ha sido

71
perseguido por sus ideas y en las cárceles venezolanas, puedo
decirlo con legítimo orgullo, no hay un solo preso político”.

El país no imagina que 17 días después su historia será cortada en


dos. Desinflada la candidatura de Escalante, la cúpula de A.D. había
vuelto a las andadas golpistas y reiniciado las reuniones con la
llamada Unión Patriótica Militar (U.P.M.), la logia de jóvenes
oficiales del ejército, entre los que se encontraban Carlos Delgado
Chalbaud y Marcos Pérez Jiménez, quienes preparaban un
cuartelazo. Desde la creación del ejército por Juan Vicente Gómez
se habían registrado alzamientos aislados pero nunca el ejército
como institución había irrumpido en la vida política, y menos de la
mano de un partido democrático, para hacerse del poder.

El 1o de octubre, en acto celebrado en el Teatro Municipal de


Caracas, Angel Biaggini se apresta a presentar su programa de
gobierno, en el acto de proclamación de su candidatura. –“ Cómo
podría imaginar que yo, un hombre nacido en un pueblecito
perdido en la cordillera andina, podría llegar a la máxima
magistratura de mi país?”, piensa el candidato. “Qué curioso.
Conmigo se repite el caso de Gómez, del General López y de
Escalante. ¡En verdad, el mundo sí puede dar vueltas!”. Más que la
asamblea de un partido político, aquello parece una convención de
la intelectualidad venezolana: los poetas Otto de Sola, Juan Liscano,
y Vicente Gerbasi. Historiadores como Augusto Mijares y Ramón
Díaz Sánchez. Escritores como Pedro Sotillo y José Rafael
Pocaterra, Los médicos Pastor Oropeza y Miguel Pérez Carreño. El
diplomático Julio Medina Angarita. Rafael Pizani, J.F. Reyes
Baena, Héctor Guillermo Villalobos.

Arturo Uslar Pietri tenía grandes deseos de ser Presidente de la


República. “Es lo único que me falta”, piensa.” He sido Ministro,
Diputado al Congreso Nacional. Qué más? Pero en la asamblea del
partido para elegir el candidato, apenas si había sacado dos

72
escuálidos votos. No era de extrañar. A pesar de su estrecha
vinculación con los regímenes andinos, desde cuando era “pana” de
los hijos de Juan Vicente Gómez. Y, por añadidura, es caraqueño y
no tachirense, requisito indispensable para el régimen de los
serranos de los Andes. Tuvo que hacer de tripas corazón, a pesar de
su estrecha amistad con el candidato electo.

Con su estilo aplomado, el doctor Biaggini se lanza con su


programa de gobierno: “ha llegado la hora de satisfacer la principal
aspiración de los venezolanos; la intervención directa del pueblo en
la elección de su primer magistrado. Por eso declaro en forma
solemne que traicionaría a mi partido y al país si, en caso de ser
llamado a regir los destinosde la nación no interpretase aquel anhelo
como un mandato expreso de propiciar cálidamente una reforma
constitucional que establezca la elección del Presidente de la
República por medio del voto directo y secreto.” “…conceptúo que
es más útil y fecundo extremar la tolerancia que contener el vuelo
de las ideas, dado que la libre expresión del pensamiento, bajo
cualquiera de sus formas, constituye sólido baluarte de la
democracia.” ..”El municipio debe ser fortalecido en su aspecto
económico pues su autonomía no será efectiva mientras los ingresos
no sean suficientes para atender a las necesidades locales. Este
fortalecimiento lo capacitará para cumplir muchas labores de
fomento urbano que hoy corren por fuerzas de las circunstancias a
cargo de los gobiernos nacional o estadales, y hará del municipio la
verdadera célula de nuestra democracia.”

Continuó Biaggini con sus promesas; establecimiento de la carrera


judicial, inamovilidad de los jueces y ascenso por riguroso
escalafón, una fuerza armada que no será instrumento de un jefe ni
de una casta sino institución moderna al servicio de la República y
de la ley. Conservar el constante ascenso de la cultura y moral de
los militares y procurarles seguridad social y económica. El

73
programa se extiende en ofertas para el desarrollo agropecuario, la
industria, vías de comunicación, puertos, aeródromos, fuentes de
energía. Años después, Luis Enrique Alcalá hace referencia a “la
visión integral que tenía el candidato.” Y Jorge Olavarría afirma:
“Leído cincuenta años después, este documento se revela…como un
notable proyecto de gobierno; progresista, realista, bien razonado y
fundamentado, con una innegable estructura de ideas y propósitos
democráticos…que de haberse puesto en práctica, habría
significado para Venezuela un notable avance económico, político y
social. Biaggini trataba de responder a las demandas de la
oposición. Pero ignoraba que la conspiración de una cúpula
partidista de ella y de una logia militarambiciosa, estaban al acecho
para, mediante un cuartelazo, acceder al poder. La fatal decisión de
esa dirigencia política se volvería contra ellos, con la traición, tres
años después, de sus socios militares. El país debió transitar por una
dictadura de diez largos años.

Durante la lectura de su programa de gobierno, el candidato es


interrumpido frecuentemente con estruendosas ovaciones, y al final,
los ciento ocho delegados al congreso del partido oficialista se
ponen de pié como un solo hombre. Los aplausos y los gritos de
clausura, duran minutos. Retumban los gritos: ¡viva Angel
Biaaggini! , ¡viva el General Medina!, ¡viva el PDV!

74
4.6. PREAMBULOS DE UNA
CONSPIRACIÓN.

En San Cristóbal, el viejo Toño Alcalde Perera está que baila en un


tusero. El gobierno del presidente Medina ha decidido vender las
casas que ha construido el Banco Obrero a quienes puedan pagarla.
Cada casa cuesta bs. 10.000 ¡y un obrero gana 2 bolívares diarios!.
¡Ni que fueran Mandrake! Comerciantes, oficiales del ejército,
médicos, abogados, ya se han instalado en las nuevas viviendas,
porque son quienes están en capacidad de comprarlas.

-¡La “virgen aparecida” se está tornando amarillenta!, le comenta


doña Trina de Mavarez a su vecina Dulce de Duque, en el Pasaje
Acueducto, del mencionado Barrio.

75
-Vos como sabés, Trina, que la “aparecida” está cambiando de color
si no podés ver?

-Los invidentes, Dulce, desarrollamos más nuestros otros sentidos.


Con sólo un ligero toque con la pared donde está la imagen percibí
un cambio. Pregunté y me confirmaron lo de la transformación del
color.

-¡Pero Trinita, y como no va a cambiar esa pared que es de de barro


con estos aguaceros que están cayendo en la ciudad! Figurate que
hasta unos ingenieros piensan que el río Torbes puede llevarse otra
vez el puente Libertador, como sucedió hace dos años!

-¡No seas incrédula, Dulce. Eso es un hecho sobrenatural. Te puedo


asegurar que en este país, para bien o para mal, va a ocurrir algo.

-¿Qué va a pasar Trina?. Lo que es en esta ciudad no ocurre nada.


Afortunadamente. Los muchachos nuestros, Ramírez, Solórzano,
Duque, Useche, Moncada, Jugo, Alcalde, se lo pasan jugando
béisbol, felizmente, en la calle y en la “plaza de los mangos”,
porque carros casi no hay un autobús que pasa cada hora. Ellos, los
muchachos, están muy orondos porque están estrenando el
uniforme de su equipo “Victoria” y por ahí vino un locutor muy
conocido, Abelardo Raidi, y les tomaron fotografías en el Estadio
Táchira para incluirlos en una colección de estampitas de
beisboleros. Y don Rafael León, aficionado al cine, les tomó una
película a color.

Dulce de Duque, quizás exageraba un poco.

-¿Cómo que no ocurre nada aquí?, terció Dilia de Alcalde. ¿Ya se


les olvidó el asesinato de Asunción?

Chento recuerda a Asunción: “¿Cómo no la voy a recordar si fue la


que me trajo al mundo?” Era menudita. Corta de estatura y

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delgadita. Aparentemente frágil pero muy solicitada como partera
porque para entonces las mujeres daban a luz en sus casas de
habitación. Sus ojos, los de la diminuta enfermera, eran grises, de
párpados encapotados. Reflejaban una mirada triste, aunque solía
sonreír quedamente. Fue víctima de un asesinato atroz. La mató su
propio marido quien la descuartizó, como a una res. Por la índole
de su trabajo, Asunción era ampliamente conocida en todo San
Cristóbal. Por ello, y por la brutalidad del homicidio, el hecho
conmovió profundamente a la ciudad. Ahora hasta le atribuyen
milagros y su tumba en el cementerio de la calle 16 está siempre
llena de agradecimientos, velas y flores.

Por los lados de la plaza de La Ermita, don Emeterio Tovar practica


la medicina empírica. No es brujo, hechicero, embaucador ni nada
parecido pero tiene una numerosa clientela que es envidia de
algunos médicos de academia. A la ciudad está aún recién llegado
un médico caraqueño, Alejandro Vera Díaz, quien ya es
considerado ya como el mejor cirujano local. Vera Díaz tiene porte
de actor cinematográfico y desborda simpatía a granel por lo que ya
está candidateado como presidente del Tennis Club, donde ha
quedado campeón de tennis de mesa o “ping pon”. Don Emeterio
suele enviarle pacientes. Vera Díaz, en los corros del citado club
Tennis, comenta jocosamente que cuando el curandero lo llama vía
telefónica, el lo trata de “colega”. Don Emeterio receta después de
examinar el cuerpo y la orina de sus pacientes. Nada de
intervenciones quirúrgicas. En Ejido, en el Estado Mérida, sí saldrá
un curandero que se dice “médium” de José Gregorio Hernández.
“A mí me operó con un bisturí de palo”, comentatambién en el Club
Tennis, en medio de estruendosas carcajadas, Antonio “el ciego”
Noguera. “Y aquí estoy, bien.” En el cruce de la calle 5 con carrera
7, frente al Club Táchira, los médicos Francisco Romero Lobo,
Ramón Márquez Morales y Marcelo Oquendo inauguran la “Clínica
Los Andes”. Cuando el viejo Alcalde Perera no anda de viaje, que

77
es la mayor parte del tiempo, a las cinco en punto cierra su oficina y
se va al citado club a jugar “poker” y echarse uno que otro trago de
brandy Henessy V.S.O.P. Estas significan “Very Special Other
People” pero el viejo Alcalde, siempre humorista, señala que lo que
quieren decir es “Vaya Sirviendo Otro Palo”. A eso de las 7 su
esposa Dilia se va en el auto a buscar al jefe de familia. La espera es
larga y de vez en cuando sale don Francisco Araujo, el
administrador del club, con un recado: “que ya va a terminar”, “que
ésta es la última mano” y que se tomen unos helados mientras tanto.
Por ello los muchachos no rezongan. Tampoco lo hace Antonio
“chocheco” Navarro, el chofer, quien aprovecha la espera para
enamorar, a través de una ventana, a Angela, una enfermera de la
mencionada Clínica Los Andes.

En el Táchira, de conspiraciones contra el régimen: nada. No se


trata sólo de que el Presidente Isaías Medina es nativo de ese
Estado. Contra todos los pronósticos, inclusivede los que temían un
comportamiento fascista de parte de Medina, hay consenso en que
es el presidente más demócrata que ha tenido el país en toda su
historia.

Entre tanto, Caracas también cuenta con su curandero y todo el


mundo no hace sino hablar de él, de Nerio Pérez, así se llama el
hombre.

-“Guá vale, tú nos ha oído hablar de Nerio Pérez, el curandero?”, le


pregunta Agustín Egui a su amigo y vecino Héctor Fagundez, quien
últimamente se lo pasa quejándose de que está “empavado”.

-“No pego una, vecino”. Se me han juntado todos los males, no me


ha valido ni el baño con cariaquito morado. Estoy en la carraplana
y son cinco muchachos a quienes no les pueden faltar los tres
golpes.”

78
-Esa palabra<golpe> es pavosa, Héctor, ni la repitas porque por ahí
andan rumores de que los militares jóvenes están descontentos.
Alegan que un bedel de la universidad gana más que un subteniente.

No estaba muy desandado don Agustín Egui. El mayor Santiago


Ochoa Briceño funge para el momento como Comandante de la
Policía de Caracas. Ochoa es un hombre blanco, alto, corpulento,
de corto y grueso bigote y una calvicie prematura. Igual que su
homólogo Pérez Jiménez, tiene un hablar un tanto enredado. Ochoa
de niño fue un aventurero que, con las largas escapadas de su
hogar, inclusive por meses, a Cúcuta, constituía un dolor de cabeza
para su madre. Tan rebelde era, que un amigo de la familia había
tenido que regresarlo a su hogar montado en un burro, amarrado,
como si fuera un preso, a pesar de que para el momento apenas
frisaba en los 14 años. Había logrado ingresar a la Academia
Militar, presentándosele de Improviso a Eustoquio Gómez, en
momentos en que éste supervisaba la construcción de un edificio
público, lo que pocos se atrevían a hacer por el temor que inspiraba
el tirano regional. A Ochoa la designación como jefe de la policía
de Caracas no le satisfacía en lo más mínimo. Eso significaba
sacarlo de los puestos de comando del ejército. Como jefe de la
seguridad de la capital, Ochoa le rinde cuenta diariamente al
Presidente Medina. Estas circunstancias propician que jóvenes
oficiales lleven sus quejas ante aquel, con la intención,
seguramente, de que les sirva de intermediario ante Medina. Por
esos días muere el coronel Manzanilla Paredes. En el funeral el
mayor Ochoa se topa con el capitán Marcos Pérez Jiménez,
señalado como el líder de los oficiales descontentos. Pérez Jiménez
acaba de cumplir un largo arresto disciplinario por una actitud
irrespetuosa con el Ministro de Guerra, general Manuel Morán.

-“¿cómo está, capitán,?”, saluda Ochoa a Pérez Jiménez. “No


hemos conversado con calma desde su regreso del Perú. Si le

79
parece, acompáñeme a mi oficina. Allí podremos hacerlo
cómodamente”.

-Con mucho gusto, mi mayor. Le acompaño.

Ya cómodamente sentados en la oficina del jefe de policía, Pérez


Jiménez se despepitó con su larga retahíla de quejas:

-“El ministro Morán no escucha a los oficiales y no guarda el


debido respeto que merecemos. Actúa como un caporal de
hacienda. En mi caso personal me atreví a hacerle una descripción
descarnada de la situación de estrechez económica en que nos
encontramos los oficiales; un empleado de segunda en el Congreso
Nacional gana más que un capitán. El resultado de haber hecho esa
denuncias fue un arresto por 30 días”.

Mientras el capitán expone sus quejas, Ochoa trata de memorizar


las mismas para llevarlas a cuenta del Presidente. Isaías Medina.
Como los tres Presidentes anteriores a él, Cipriano Castro, Juan
Vicente Gómez y Eleazar López Contreras, Medina igualmente es
oriundo del Táchira, concretamente, en su caso, de la capital, San
Cristóbal. Su padre fue el también General, aunque no de escuela,
Rosendo Medina, figura prominente del Liberalismo Amarillo,
condición que lo llevó a Presidente del Gran Estado Los Andes,
conformado por los actuales Estados Táchira, Mérida y Trujillo.
Rosendo Medina murió en combate, siendo su hijo apenas un niño,
frente a una invasión de colombianos, por la frontera tachirense,
comandada por el General y doctor venezolano Carlos Rangel
Garbiras, durante la presidencia de Cipriano Castro.A los quince
años de edad, Isaías se traslada a Caracas para ingresar a la
Academia Militar, ubicada en el cerro La Planicie de esa ciudad. Es
profesor de esa Academia y asciende a los diversos niveles
jerárquicos del ejército con normalidad. A los 43 años ya es General
y Secretario del Ministro López Contreras, lo que le permite seguir

80
con detalle la enfermedad y agonía de Juan Vicente Gómez. En lo
político-social, durante su presidencia tomó una serie de medidas
como la legalización de sindicatos y del Partido Comunista, que le
generaron desconfianza en el gobierno de los Estados Unidos y en
ciertos sectores nacionales. Creó su propia organización política, el
Partido Democrático Venezolano (PDV), con el ánimo, según él, de
que el mismo se constituyera en campo de discusión de las políticas
del gobierno. Sin embargo se le criticó que el mismo fue utilizado
para llenar la burocracia gubernamental. A su caída, una de las
primeras acciones de la llamada Junta Revolucionaria de Gobierno,
presidida por Rómulo Betancourt, fue ilegalizar el P.D.V.

Medina Angarita es un hombre simpático, de carácter bonachón.


Esto le facilita que muy pronto, en la capital, haga amistades entre
gente importante de la misma, en particular artistas e intelectuales,
entre ellos Pedro Sotillo, el famoso médico Felix Lairet, el no
menos famoso pintor Tito Salas, y Andrés Eloy Blanco, el poeta
nacional. Con estos amigos suele practicar deportes, en especial el
golf, en el Country Club. Igualmente con ellos acostumbra visitar
algunos bares de la ciudad, entre ellos “La Península”, de ambiente
español, y uno muy singular por diversas razones: “El Trocadero”.
El propietario del mismo es un francés, igualmente muy particular:
Pierre Deloffre, famoso por su espectacular fuga del también
famoso presidio francés de Cayena. Otra singularidad de “El
Trocadero” es que su local está dividido en dos sectores por una
espesa cortina. De un lado es bar para clientela en general, pero
particularmente para “ficheras”, bellas mujeres cuyo oficio allí es
que, valiéndose de sus atractivos femeninos, hacer que los clientes
consumanlicor, tarea por la cual perciben un porcentaje de las
ganancias. El otro sector del bar, más exclusivo, tiene como asiduos
visitantes a “la cremita” de la sociedad caraqueña. Algunas de las
encopetadas damas no resisten la tentación de correr discretamente
la cortina para fisgonear y ver quiénes son los acompañantes de las

81
“ficheras”. Así, más de un marido ha sido atrapado en esas lides. A
Medina sus enemigos políticos lo acusan de borrachín. En verdad
lo que gusta es de las tertulias con sus amigos hasta la media noche.
Su licor preferido es el whisky escocés. En ciertos sectores circula
la especie de que el General tiene una quinta en El Valle, utilizada
para las parrandas con sus amigotes, quinta que suele ser visitada
por hermosas damas. Días antes de asumir la Presidencia, Medina
Angarita se casa con Irma Felizola, hermosa dama hija de un
acaudalado ganadero del Estado Guárico y divorciada de Luis
Vegas.

Antes de la entrevista que Ochoa tenía pautada con el Presidente,


éste se enferma. Las posibilidades de transmitir las quejas de Pérez
Jiménez se cierran, aunque transitoriamente. Al mejorar Medina,
Ochoa le plantea la situación de la animadversión hacia el Ministro
de Guerra. El Presidente parece tomar en cuenta la sugerencia pero
nombra en el cargo al coronel Delfín Becerra, quien tampoco goza
de las simpatías de los uniformados.

4.7. EL GOLPE VA: LA “REVOLUCION DE


OCTUBRE”

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Edmundo, le confiesa el capitán Carlos Morales a su primo médico,
el doctor Edmundo Fernández: “un grupo de militares jóvenes
estamos interesados en tener contacto con la gente de Acción
Democrática. Coincidimos con ellos en que aquí se necesita un
cambio radical. La situación de las Fuerzas Armadas es
insostenible. El Presidente Medina, con todo y ser un militar de
carrera, no logra desprenderse de sus compromisos con los viejos
generales gomecistas. A ello se aúna la situación económica salarial
de los oficiales y las no menos deplorables de los soldados en los
cuarteles. Sin contar el retraso tecnológico de nuestras Fuerzas: el
ejército, la Naval y la Aviación.”

Entre tanto en la redacción del periódico “El Nacional”, su director,


Miguel Otero Silva, en mangas de camisa, arrolladas, y con su
eterno cigarrillo en la boca, le pregunta al periodista Francisco
Guerrero Pulido: “Mira Gocho, tu que eres tachirense, que se cuece
entre tus paisanos sobre la relación entre Medina y el General
López Contreras?”
-“Esa relación como que está color de hormiga Miguel, eso lo sabes
tú mejor que yo, que eres pana del Presidente. En una reunión en la
residencia del General Medina, en la quinta <La Quebradita>, el
viejo López admitió ante dos periodistas nuestros, el gordo
Francisco Edmundo Pérez, y Federico Pacheco Soublette, que había
un distanciamiento entre él y el Presidente”. “Considero una
traición del General Medina”, habría expresado López, “que el
Presidente haya cambiado la celebración del día del trabajo, el 24 de
Julio, natalicio de El Libertador Simón Bolívar, para el 1o de Mayo,
que es una conmemoración comunista. En mi opinión el Presidente
está estableciendo una relación peligrosa con los seguidores de
Marx.” Según lo que nos contó Pacheco, la reunión entre ambos
Generales se desarrolló en los siguientes términos:
-General Lópéz, le he invitado a esta reunión, porque, según mi
parecer, ambos debemos dialogar sobre el tema de la sucesión
presidencial.

83
-Como usted guste, señor Presidente. Estoy de acuerdo en que
debemos conversar el asunto.
-“General”, continuó Medina, con la tranquilidad que le es
característica, a diferencia de López, quien, durante su gobierno
pedía <calma y cordura> pero ahora frente a asuntos relativos a su
gestión, que no concuerden con su criterio, reacciona como un
fosforito. “Usted se ha ganado un sitio en la historia de nuestro país,
continúa el Presidente. Nadie podrá negarle que supo usted conducir
con mano sabia y ponderada la transición de la dictadura del
General Gómez a la democracia y que con espíritu igualmente
democrático, demostró que no quería aferrarse al poder al reducir su
mandato de siete a cinco años. Su aspiración a ser nuevamente
Presidente le restaría la autoridad moral que todo el mundo le
reconoce, inclusive sus enemigos. Yo llegué a la Presidencia de la
República por el apoyo político que usted me brindó. Pero su usted
me sucede a mí en el cargo, ante los ojos del mundo eso parecerá
como una componenda entre ambos. Por esa razón, y no por
ninguna otra, es que yo no puedo apoyar su candidatura. Yo he
aceptado la candidatura del doctor Diógenes Escalante porque creo
que ya ha llegado la hora de que el Presidente sea un civil y no un
militar. Acepté que fuera el doctor Diógenes Escalante porque es un
hombre suyo, alguien a quien usted ya ha propuesto para esa
magistratura en anterior oportunidad.”
-Yo no tengo ambiciones de mando, señor Presidente, pero tengo
mis quejas contra su gobierno. Lo de cambiar la conmemoración del
día del trabajo para el 1o de mayo lo considero una agresión
personal, fruto de su alianza con los comunistas, sobre lo que,
igualmente tengo mis reservas.
-El mundo ha cambiado, General López. Roosvelt, Presidente de la
primera potencia mundial, la democracia más firme que ha visto el
continente americano, no tuvo prejuicios a la hora de tener que
aliarse con Stalin y su Unión Soviética comunista. Lo que más
desean nuestros enemigos es vernos enfrentados porque así les
estaríamos sirviendo en bandeja de plata la oportunidad de irrumpir

84
contra la evolución democrática que usted inició y que yo he tratado
de seguir.
Un mes antes del golpe octubrista venezolano, el Primer Ministro
de Inglaterra, Winston Churchill, y el Presidente de los Estados
Unidos, Franklin Delano Roosvelt, se reúnen en Canadá para
evaluar la estrategia de los aliados en cuanto a la evolución de la
Segunda Guerra mundial que enfrenta a esos países, y otros más,
como Francia, contra la Alemania de Adolfo Hitler. La reunión ha
sido convocada por los norteamericanos. Su propuesta es destruir
todo el potencial industrial alemán y trasladar todo su equipamiento
y tecnología a los países aliados. Eso es lo que Alemania, según la
propuesta, deberá pagar por reparaciones de guerra. Churchill
acepta el plan, aunque a regañadientes, pues el contaba con una
Alemania fuerte para ayudar a frenar el avance del Comunismo en
Europa.La resistencia alemana, después de seis años, está tocando a
su fin. Más de dos millones y medio de soldados rusos, 8400
aviones y 6300 tanques, avanzan para tomar a Berlín. De la
hermosa ciudad, y de otras más, sólo quedan ruinas víctimas de los
bombardeos aliados. Hitler toma conciencia de lo irreversible de su
situación, y de la de Alemania. Empieza a tomar medidas
desesperadas. Incorpora al ejército a niños que apenas han
alcanzado los 14 años de edad. Ordena convertir al Reich en tierra
arrasada. En medio de su demencia, culpa de su derrota al pueblo
alemán, alegando que éste se había comportado de manera indigna
y no había sabido responder a su Fuhrer, como lo demandaban las
circunstancias. Venezuela, aún cuando no participa activamente en
la guerra, si lo hace por manpuesto,pues su petróleo es vital para
mantener en funcionamiento los tanques, aviones y en general, todo
el aparato industrial de guerra de los países aliados.
Un tiempo atrás del golpe de A.D. y los militares en Caracas,
jóvenes oficiales ya habían sostenido reuniones conspirativas con
dirigentes de ese partido. De cualquier modo, los adecos no se
habían comprometido a nada, daban por hecho que Diógenes
Escalante aceptaría ser igualmente el candidato de su partido, con
las condiciones que ellos le propondrían.

85
El capitán Carlos Morales, en vista de que las cosas parecían
enfriarse, decide llegarse hasta la casa de su primo, el médico
Edmundo Fernández, de tendencia adeca, para proponerle reanudar
las reuniones entre los dos sectores, el civil y el militar.

-“De acuerdo, Carlos”, le responde el médico a su primo, ante la


solicitud de éste de celebrar un nuevo encuentro. “Yo tengo
buenas relaciones con la dirigencia de AD y les haré el
planteamiento. Si aceptan, podemos hacer la reunión aquí en mi
casa. Es más seguro porque no sabemos si el gobierno está
vigilando las viviendas de los oficiales descontentos.”

La reunión se da tal como estaba pautada por el médico. Por AD


asisten sólo Rómulo Betancourt y Raúl Leoni. Betancourt le
advierte a su compañero: “el contenido de esta reunión, por lo
delicado de la misma, debe quedar, como diría Gonzalo Barrios,
que es tan amigo del idioma francés, en <petit comité>.” En
contraste, la asistencia de militares es numerosa: el Mayor Marcos
Pérez Jiménez, el capitán Carlos Morales, y los tenientes Martín
Márquez Añez, Francisco Gutiérrez y Horacio López Conde. Al
final Betancourt le advierte a los oficiales:

-Cómo ustedes saben, nuestro partido ha aceptado al candidato del


gobierno, el doctor Diógenes Escalante. El es una persona seria y
sabemos que está de acuerdo con que a los dos años se hagan
elecciones universales para Presidente de la República. Esto evita el
trauma de un golpe de Estado. Además, la guerra con Japón no ha
terminado. Un golpe de Estado acá podría complicarle las cosas al
país. “

-“Eso no nos garantiza nada, acota Pérez Jiménez. El doctor


Escalante, ciertamente, es un hombre muy preparado, con muchos
contactos internacionales, pero no deja de ser un delfín del General
López”.

86
Betancourt, efectivamente, no informó nada a su partido sobre la
conspiración de los militares. Mucho menos al gobierno. Tan sólo
se lo notificó a Gonzalo Barrios y al dirigente magisterial Luis
Beltrán Prieto Figueroa, también de la cúpula acción-democratista.

-“Compañeros, hemos estado reuniéndonos con los militares.


Ustedes saben quiénes son. No me cuadra el gangoso ese, Pérez
Jiménez. Es taimado, el prototipo del serrano tachirense, aunque yo
no me dejo llevar por prejuicios. Habla poco pero es el líder. No sé
si será porque es el de mayor graduación y eso es santa palabra
entre los militares. Creo que no pudimos convencerlos de que con
Escalante Presidente las cosas serían distintas. El problema esencial
para ellos es la situación interna del ejército. Están dispuestos a
hacer caída y mesa limpia con la vieja oficialidad gomecista. En eso
no dejan de tener cierta razón: ¡qué bolas las de Medina! ¡Ascender
a General a un tipo que es casi un analfabeta, ustedes saben a quién
me refiero, Luis Toro Díaz, que, además, llevaba cuarenta años de
Coronel! También alegan la rabia de la oficialidad por la firma del
tratado de límites con Colombia, por el cual se entregó a ese país
una parte importante de nuestro territorio, por el hecho de cómo se
cocinó ese tratado, en secreto, sin informar al país. Se sienten
humillados por la excusa empleada por el viejo López de que
nuestro ejército no estaba preparado para una confrontación militar
con los colombianos. Están conscientes de que la responsabilidad
de ese hecho no es de Medina sino de López, pero les preocupa la
aspiración de éste de volver a ser Presidente.

-¿En esa conspiración están metidos los sargentos?, pregunta el

doctor Edmundo Fernández. .

- No, Edmundo, le responde Betancourt, la llamada conspiración de


los sargentos es otra cosa. Eso ocurrió hace meses y ya es pan

87
comido. Un compañero nuestro, el ingeniero Víctor Camejo, tiene
un primo sargento del ejército. Este, a través de Víctor, nos invitó a
una reunión en la que nos expusieron su plan. Pensaban dispararle a
Medina cuando éste fuera a presentar su informe al Congreso
Nacional. Les insistimos en que eso era una locura.

- ¿Y el gobierno se enteró de ese plan?

-Por nosotros no. Afortunadamente no ocurrió nada.

Otros grupos de civiles y militares estaban en las mismas andadas


conspirativas. El Alférez de Navío Manuel Antonio Vegas contactó
al doctor Emilio Solórzano, adeco, para una reunión en el
Restaurant Plaza. A ésta asistieron también Antonio Leidenz y el
periodista Avila Chacin. Meses antes, el Teniente de Fragata
Armando López Conde había propuesto a sus colegas de
conspiración de la Naval que se reconociera a Rómulo Betancourt
como aliado del grupo militar, y que entendía que éste estaba
dispuesto a aceptar.

Contradictoriamente, meses atrás, ante unos rumores de que se


estaba gestando un golpe militar, Rómulo Gallegos, en su condición
de Presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de Acción
Democrática, le había hecho llegar una comunicación al gobierno
en la que le señalaba que “la dirección de nuestro partido ha
considerado oportuno y necesario hacer llegar a usted la categórica
declaración de que Acción Democrática repudia y condena todo
intento de ruptura o perturbación a mano armada y sediciosa del
orden constitucional.”

La conspiración continúa Ya no era sólo la cúpula adeca. Jóvenes


oficiales, entre ellos, Martín Carrillo Méndez, Horacio López
Conde, Manuel Antonio Vegas y Luis J. Ramírez buscan reuniones
con otros dirigentes de ese partido como Emilio Solórzano, Antonio
Leydenz y el periodista Avila Chacín. Días después, en una sencilla

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casa de la calle Cólombia, iluminada por unas luces amarillentas
que apenas si medio disipan las sombras de la noche, se efectúa
una nueva reunión, ahora más numerosa, de los uniformados. Allí,
los asistentes constituyen la llamada “Asamblea Militar
Revolucionaria”. Se juramentan para derrocar al gobierno los
Mayores Marcos Pérez Jiménez y Julio César Vargas; los capitanes
Mario Ricardo Vargas, Miguel Nucete Paoli, Teresio Contreras
Vivas, Martín Carrillo Méndez y Evelio Rosa Castro; los tenientes
Edito José Ramírez, Horacio López Conde, Francisco Gutiérrez,
Carlos Morales, Régulo Pacheco Vivas y el subteniente Martín
Márquez Añez. Quedan como directivos de la Unión Patriótica
Militar (UPM), los Mayores Marcos Pérez Jiménez y Julio César
Vargas, el teniente Horacio López Conde, de la Aviación, quién
serviría de enlace con este cuerpo, y el teniente Francisco Gutiérrez.

Pérez Jiménez parece liderar la nueva organización: “Señores


oficiales”, exclama con su clásico tartamudeo, por lo que lo que en
el ejército es conocido con el apodo de<Tarugo>: “tenemos que dar
el golpe con el mayor número de oficiales posible.”

-“Con su permiso mi Mayor”, interviene el teniente Edito Ramírez,


el fogoso y más radical de los asistentes: “el tiempo conspira contra
nosotros. Por eso considero que lo importante es tener bien claro
nuestros objetivos políticos para lograr el respaldo de la población,
de todo el país. No veo por qué tenemos que casarnos sólo con los
adecos. Si integramos un gobierno con personalidades de los
distintos sectores y regiones, nosotros continuaríamos teniendo el
poder.”

-“Eso ya está definido”, le responde Mario Vargas Los compañeros


que hemos venido reuniéndonos desde hace tiempo con Acción
Democrática llegamos a un acuerdo con los dirigentes de ese
partido. Ellos pusieron sus condiciones y nosotros las nuestras.

89
Como toda negociación, eso ha sido un proceso largo y nada fácil.
Les dimos nuestra palabra. Ya no es posible dar marcha atrás.”

-“Los uniformados quieren reunirse de nuevo con nosotros”, le


informó Luis Augusto Dubuc a Rómulo Betancourt”..

.”O.K. Convócalos para tu bufete” El bufete del abogado Dubuc


queda en pleno centro de Caracas, en la esquina de Gradillas, la que
inmortalizó Billo con su guaracha “En la Esquina de Gradillas Sale
un Muerto”.Después de los saludos de rigor, Betancourt fue al
grano: “¿cuáles son sus quejas y a qué aspiran?”

-No aspiramos nada personalmente, respondió el Alférez de Navío


Manuel Antonio Vegas. Entendemos que en el gobierno hay gente
brillante como los doctores Julio Diez y Arturo Uslar Pietri pero eso
no se refleja en una comprensión de la deplorable situación de las
Fuerzas Armadas, de todas. El Ministro de Guerra, el General
Morán, es un hombre muy capaz y de gran prestigio como militar
pero es dictatorial e inaccesible. Consideramos que ustedes, los
dirigentes de Acción Democrática, constituyen el grupo de relevo
más apropiado para dirigir el país.

En una reunión posterior, efectuada en casa del doctor Edmundo


Fernández, se definen las cosas. Un día antes del golpe, el
Presidente Medina se encuentra muy tranquilo en su oficina del
Palacio de Miraflores. Luce relajado. El día anterior estuvo
practicando el golf con algunos amigos en el Country Club, con
quienes compartió también una botella de whisky escocés marca
Old Parr, su licor preferido. Otros amigos le critican: “El Presidente
ya no es el hombre llano que, de capitán, se echaba palos con
nosotros en los bares de El Silencio”. Pero en el país cunde el
optimismo fruto del liberalismo puesto en práctica por Medina.
Como nunca antes, hay plena libertad de expresión y de reunión.
Son legalizados nuevos partidos como A.D. y el Partido Comunista.

90
El Presidente se ufana de que ya al final de su período
constitucional, no ha habido un solo preso político.

-“Con su permiso señor Presidente”, se presenta su edecán naval y


sobrino Elio Quintero. “Tengo algo muy grave que comunicarle.
Me llegó esta hoja anónima con una lista de oficiales que
supuestamente están conspirando”.La lista se la había entregado a
Quintero el Contralmirante Wolfgang Larrazábal, quién, a su vez,
la había recibido del abogado Miguel Moreno. Los nombres estaban
encabezados por los Mayores Marcos Pérez Jiménez, Carlos
Delgado Chalbaud y el capitán Mario Vargas. El Presidente Medina
de inmediato telefonea al Inspector General del Ejército, General
Antonio Chalbaud Cardona, quién, por añadidura es el suegro de
Pérez Jiménez.

-“General Chalbaud, lo llamo en virtud de su cargo y porque me ha


llegado una información sobre oficiales que preparan un golpe de
Estado y entre los que encabezan la lista está el Mayor Pérez
Jiménez”…

-“Yo le puedo dar fe, Señor Presidente, de que eso no es cierto. El


Mayor estuvo anoche en mi casa hasta la medianoche compartiendo
un cumpleaños familiar. Nos tomamos varios whisquies y en todo
momento sólo tuvo elogios para su forma de dirigir al país. Esas son
cosas de algunos políticos que andan buscando crear
distanciamientos entre usted y el ejército.”

Medina, aunque confiaba mucho en el ejército, no quedo satisfecho


con los argumentos de Chalbaud Cardona. De inmediato se
comunicó con el jefe de Inteligencia Militar: “Coronel Becerra, mi
sobrino y edecán, el Teniente de Navío Elio Quintero, le lleva una
lista de oficiales indiciados de estar conspirando. Abra de inmediato
una minuciosa investigación sobre el caso. La misma debe hacerse
con la mayor discreción pues se trata de una información anónima y

91
no quiero correr el riesgo de perjudicar la reputación de esos
oficiales, entre los cuales hay algunos de una brillante carrera
profesional.”

-“En seguida señor Presidente. Pierda cuidado. Todo se hará


cumpliendo estrictamente sus órdenes.”

De seguidas el Presidente deja su oficina y aborda el automóvil


presidencial, un Cadillac negro provisto de cortinas en los vidrios
de las puertas, cortinas que siempre mantiene descorridas para
poder saludar al pueblo. Como de costumbre, el carro va sin otros
autos acompañantes. Lo conduce Nemecio Moncada, su chofer de
confianza, un tachirense que se había criado en casa del General
Rosendo Medina, padre del Presidente, ya fallecido, como se ha
dicho. ”Nemesio, ordena el Presidente, “vamos a casa”. El auto
toma rumbo hacia la quinta “La Quebradita”, en la salida para
Antímano, casa que el pueblo jocosamente ha bautizado como “el
bloque 8”, en alusión a los siete bloques de que consta la
urbanización ”El Silencio”, una de las obras emblemáticas de la
gestión gubernamental medinista. El Presidente luce nervioso. De
vez en cuando saca un pañuelo para secar el sudor de una calvicie
muy avanzada, dada su su edad.

Ese mismo día, en casa del capitán Mario Vargas, cerca de la


Escuela Militar ubicada en La Planicie, se efectúa una reunión de
los conjurados de uniforme. Asisten Marcos Pérez Jiménez, Julio
César Vargas, Miguel de la Rosa y Francisco Gutiérrez. De
Maracay asisten Luis Calderón, por la Aviación, y José León
Rangel. De La Guaira asiste Tomás “el mono” Mendoza. En primer
término se dedican a oír la grabación del discurso de Rómulo
Betancourt en un mitin de AD en el Nuevo Circo, una plaza de toros
con aforo para 20000 personas. El circo está a rebosar, lo que
indica la popularidad que ha adquirido el partido blanco en la
capital.

92
-“Acción Democrática no irá jamás a un gobierno como el pariente
pobre por la puerta del servicio doméstico a ocupar dos o tres de
esos llamados <Ministerios Técnicos>, afirma con su característica
voz atiplada Betancourt. “Somos un partido político que se ha
organizado para que el pueblo venezolano vaya al poder. Pero
vamos a gobernar cuando tengamos en nuestras manos las
posiciones claves del Estado. En otras palabras, AD es un partido
para tomar el poder, todo el poder y no una simple parte de él”. Y
remata con una frase que refleja que la conspiración está ya
consumada: “Y cuando afirmo lo que vengo de mencionar, esas no
son palabras de un diletante. Lo afirmo porque tengo agarrado el
toro por los cachos”.

Julio César Vargas es el oficial de mayor antigüedad. Por ello dirige


la reunión: “Compañeros, ya oyeron las palabras de Betancourt:
Acción Democrática está con nosotros. Además, tenemos informes
confiables de que el General Medina está enterado de la
conspiración. Al llegar a sus cuarteles es posible que se encuentren
con la orden de acuartelamiento y que algunos compañeros hayan
sido hechos presos. Si esto es así, no esperen órdenes, sublévense
inmediatamente.”

Ese jueves 18 de octubre de 1945, diría “el chino” Valera Mora, el


poeta, “Caracas amaneció de bala”.

-¡Carajo¡ ¿qué fue esa explosión?, gritó agitado y nervioso don


Agustín Egui. Salió a la calle donde está situada su casa, en el
Barrio San José.

-“¡Eso es plomo parejo, don Agustín”, le dice su vecino Policarpo


Aparicio.” Esos tiros que se oyen son disparos de fusiles FN30, se
lo digo yo que presté servicio militar obligatorio, y por lo cercano
que se oyen, tienen que ser del Cuartel San Carlos.”

93
En eso los dos personajes ven que llega como alma que lleva el
diablo, en su destartalada camioneta pick-up, Aniceto Paredes, otro
vecino, quien tiene un kiosko de frutas y verduras, en las cercanías
del mencionado cuartel.

“ Recojan a sus familiares, vecinos. Se armó un berenjenal. Hay un


enfrentamiento a plomo limpio entre la policía y el ejército del
cuartel San Carlos, con granadas explosivas, ametralladoras y
fusiles. Dicen que es un golpe dirigido por el General López
Contreras. Otros afirman que son los oficiales jóvenes y hasta a los
adecos los tienen metidos en ese saco. Parece que la policía es leal
al gobierno y están tratando de recuperar el San Carlos.”

Tal como lo había previsto Julio César Vargas, muy temprano por la
mañana del 18, los oficiales indiciados, Marcos Pérez Jiménez, el
mismo Vargas y el capitán José Teófilo Velazco son hechos presos.
El Ministro de Guerra y Marina, Coronel Delfín Becerra, había
ordenado acuartelamiento general en todas las guarniciones del
país. El capitán José Teófilo Velazco es llevado a un calabozo del
cuartel Ambrosio Plaza. Allí se encuentra con sus colegas da armas
y de conspiración, Pérez Jiménez y Julio César Vargas.

El GeneralMedina había citado al Ministro de Guerra y Marinay a


los comandantes de todos los cuarteles de la zona metropolitana de
Caracas, a una reunión en el palacio presidencial de Miraflores, a
efectuarse muy temprano, a las 7 de la mañana, lo que no dejó de
extrañar a los convocados. Entre los asistentes está el General Juan
de Dios Celis Paredes, jefe de la guarnición de Caracas. El
Presidente les lee el papelito con el mensaje anónimo de la lista de
conspiradores. El Palacio de Miraflores en verdad es una quinta
ubicada en el centro de Caracas, construida por el General Joaquín
Crespo durante su mandato presidencial. La casona es conocida
también como el “palacio de misia Jacinta”, por el nombre de la
esposa de Crespo. Desde entonces, fines del siglo XIX, se la han

94
hecho numerosas reformas y ampliaciones por lo que en verdad ha
devenido en constituir un auténtico palacete. La cita con Medina se
efectúa en el salón donde suele reunirse el gabinete. Los
convocados ahora se sientan alrededor de una gran mesa ovalada de
caoba. El Presidente se ubica en uno de los extremos del mueble.
Luce cansado. No durmió bien la noche anterior. Como los dos
Presidentes anteriores,

-“Como ya le expresé, señor Presidente, dice el Coronel Becerra,


personalmente creo que esta es una maniobra política de algún
grupo o partido. De cualquier modo no hemos desestimado la
gravedad de la misma y, tal como usted lo ordenó, el Servicio de
Inteligencia Militar ya está haciendo las averiguaciones del caso.”

-“Reflexionando sobre la materia”, responde Medina, yo recuerdo


que los Mayores Pérez Jiménez y Julio César Vargas, recién
llegados de su curso de Estado Mayor en la Escuela de Chorrillos en
Perú, solicitaron permiso para, con el acompañamiento del Mayor
Celestino Velazco, dictar una conferencias, en los diferentes
cuarteles del país, sobre modernización del ejército. El Mayor
Velazco, responsable de informar sobre las mismas, siempre se
refirió a ellas como <excelentes>. Ahora he recordado que en una
reunión entre paisanos tachirenses, el doctor Ramón J. Velásquez,
que además de gran periodista es un magnífico historiador, me
advertía que debía tener en cuenta lo que estaba sucediendo en
América Latina, que se estaban implantando regímenes militares, o
con la participación de éstos por la vía de la fuerza. Y mencionaba
Ramoncito Velásquez los casos de Grau San Martín en Cuba,
Bustamante Rivero en Perú. En Bolivia, la oficialidad joven se unió
a la revolución del Movimiento Nacional Revolucionario, MNR, y
se quedaron con el control político del país. Me he preguntado,
pensando en voz alta, si estos oficiales nuestros pudieran haber sido
catequizados para esas corrientes antidemocráticas. Más aún si,

95
considerando que son oficiales jóvenes y brillantes, se les haya
subido el humo a la cabeza y que, con esa realidad ocurrida en
nuestros países vecinos, se les despertó la ambición de poder. Son
cosas sobre las que he estado reflexionando, repito, porque en
política no se debe descartar nada. Tampoco debemos subestimar la
opinión del General Célis Paredes que detrás de todo esto pudiera
estar una maniobra política de algún partido o grupo.”

-“Sí, mi General, ripostó Celis Paredes. Es posible que hayamos


pecado de ingenuos con estos oficiales. No es para menos. Todos
nos sentímos muy orgullosos de ellos. Pérez Jiménez le ganó a los
peruanos en su propio patio al quedar de primero del curso. Eso es
un indicador de su inteligencia, pero también de la calidad de
formación de nuestra Academia Militar. Reflexionando ahora, como
usted dice, en sus charlas en los cuarteles ellos no tocaban sólo los
temas estrictamente militares sino que hablaban también de que era
fundamental para el país que nosotros, los militares,
participáramos en el desarrollo del país, que el oficial debía conocer
la realidad económica, social y política del mismo.”

-“Bueno”, concluyó, el Presidente. Debo confesarles que esta


situación me preocupa y debemos tomar todas las previsiones del
caso. Ordene acuartelamiento en todos los Estados y alerta roja en
Caracas, Maracay, La Guaira y Puerto Cabello. A los jefes de Zona
instrúyalos que ante cualquier actitud sospechosa de un oficial, el
mismo debe ser detenido preventivamente. Más vale anticipar que
lamentar. Son exactamente las 10 a.m. Vámonos cada quién a su
despacho, también en actitud de alerta.

A la 1 de la tarde, el Ministro de Guerra y Marina regresó al


Palacio de Miraflores. “Debo ver con la mayor urgencia al
Presidente, no me haga esperar”, le dice al jefe de la Casa Militar.

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-“Señor Presidente”, le dijo el Ministro, “está confirmado. Hay una
conspiración en marcha. La información del papel anónimo es
cierta.”

La cúpula de Acción Democrática, Rómulo Betancour, Raul Leoni


y Gonzalo Barrios, se encontraba reunida en el bufete de éste
último, a la espera de los acontecimientos. De pronto timbró el
teléfono. Era el Mayor Carlos Delgado Chalbaud, quien, por
precaución, se dirige a Gonzalo Barrios en francés: “on peut dire a
vos camarades que la negotiation accordé est on marche” (Señor
Barrios, puede comunicarle a sus compañeros que la negociación
está en marcha).

Entre tanto, la Universidad Central de Venezuela, un grupo de


estudiantes, militantes de Acción Democrática, ya concluidas las
clases de la mañana, permanecen en la sede de la universidad, un
edificio con altos ventanales y puertas de arcos estilo gótico, que
mira hacia la sede del Congreso Nacional. Ambas construcciones,
copias parisinas, fueron levantadas durante uno de los varios
mandatos del afrancesado Presidente de la República Antonio
Guzmán Blanco. Al lado de la Universidad está otro icono de la
Ciudad, la iglesia de San Pablo, y frente a ésta, el venerado samán
de la época colonial. Ignorantes totalmente de los hechos políticos
en marcha, los estudiantes comentan el mítin de su partido en el
Nuevo Circo. La voz cantante la lleva José Angel Ciliberto, un
joven alto, fornido, de pelo alisado con abundante gomina y un
prominente lunar junto al lado izquierdo de su nariz, que lo hace
inconfundible. Ciliberto es dirigente juvenil de AD, la organización
política antes citada. “Ese mítin estuvo del carajo, compañeros,
comenta el fogoso estudiante. Todos los oradores, en especial
Leonardo Ruiz Pineda y Rómulo Betancourt, centraron sus
discursos, sin ambajes, por la calle del medio, en lo que se tenía
que decir y ese debe ser nuestro mensaje: < No nos calamos más las

97
autocracias andinas. Aquí lo que hace falta es un gobierno
provisorio que llame a una Asamblea Nacional Constituyente para
reformar los Poderes Públicos y la Nación toda. No podemos tolerar
más que un Congreso Nacional, dominado por el gobierno de turno,
sea el que elija al primer mandatario del país. Elecciones
universales por votación directa y secreta para todos los cargos, no
sólo el de Presidente, también para los del Congreso Nacional,
Asambleas Legislativas y Concejos Municipales. Esa fue la
consigna de nuestros máximos dirigentes. La altura conceptual, la
elegancia en el manejo del idioma, la elegancia en el decir de
nuestro gran novelista y copartidario, don Rómulo Gallegos,
merece nuestra admiración. Pero el discurso de nosotros los jóvenes
debe tener un tono coloquial, planteamientos sin medias tintas, tal
como lo hizo en su discurso-arenga el compañero Betancourt.”

Horas después, las aulas y corredores de la Universidad


permanecen vacíos. Han concluido las clases del día. Tan sólo un
pequeño grupo de estudiantes permanecen en el recinto, entre ellos
el mismo Ciliberto. Le acompañan, entre otros los bachilleres
Miguel Toro Alayón y Antonio Sotillo Arreaza. El trío labora
afanosamente para concluir la edición del próximo número de “La
Voz del Estudiante”, periódico informativo y de opinión de los
alumnos de la Facultad de Derecho. De pronto empiezan a llegar,
graneaditos, varios estudiantes : “compañeros en varios cuarteles de
la ciudad se está echando plomo del grueso.” “Eso es que se alzó
López Contreras con sus viejos Generales gomecistas”, apunta
Ciliberto, ignorante de las andadas en que andaba la cúpula de su
partido. El ambiente todo se llena de conjeturas y rumores, y de una
incertidumbre total. La situación tendió a complicarse. Cada vez
llegaban más estudiantes, y ahora también profesores de las diversas
Facultades. Igualmente hicieron su aparición algunos profesionales
destacados en la lucha cívica, entre ellos los militantes de AD Raúl
Ramos Giménez, Alberto López Gallegos y el historiador J.M. Siso

98
Martínez. La presencia de todas esas gentes no era de extrañar:
desde décadas atrás la Universidad se había convertido en el centro
de actos y manifestaciones políticas. Cada quien exponía sus
puntos de vista y se generaban las discusiones apasionadas,
candentes, pero dentro del mayor orden y espíritu de ciudadanía.
Esto no era de extrañar. Desde los tiempos de la llamada Oligarquía
Conservadora, encabezada por el héroe de la Independencia José
Antonio Páez, ese espíritu parecía reinar, no sólo en las
universidades, sino en todo el País. En esa época, los embajadores
de Inglaterra y Francia, en los informes a sus gobiernos, se referían
a que, a diferencia de otros países de Latino América, en Venezuela
era evidente el comportamiento cívico de la población y que las
discusiones entre los dirigentes y grupos políticos, aunque ardientes,
lo que era normal, se conducían dentro de un cauce de relativa
tolerancia, sin mayores traumatismos que lamentar. De pronto el
ruido de los disparos empieza a sentirse cada vez más cercano, al
punto que en un momento dado retumba en los propios corredores
de la Universidad, como si fuera allí que se estuviera combatiendo.
Es que desde el cuartel de policía, apenas a dos cuadras de la
Universidad, disparan contra soldados apostados en El Calvario,
que se ha convertido en trinchera de los insurrectos. La discusión
de los universitarios sobre lo que está aconteciendo va tomando
calor.

-“Esas son vainas del General López Contreras” afirma el bachiller


Carlos Andrés Pérez, estudiante en la Facultad de Derecho.” El
hombre quiere aferrarse otra vez al poder porque no pudo manipular
al General Medina, como eran sus planes.”

-“No creo que sea él”, responde su compañero de Facultad, Raúl


Ramos Giménez. ”Hay que reconocer que el viejo López ha dado
suficientes muestras de respeto a la Constitución. Pero si lo creo de

99
Delfín Becerra, Chalbaud Cardona y todo el rezago que queda de
oficiales gomecistas”.

La Universidad se va llenando ahora de curiosos que quieren


indagar allí sobre lo que está ocurriendo. El Rcctor preocupado por
el tumulto de gente agolpada en la Institución, levanta el teléfono y
se comunica con la Oficina de Seguridad y Vigilancia:

-“Señor Toribio”, le indica al jefe de esa oficina. Hágame el favor y


haga cerrar todos los accesos a la Universidad, incluyendo la puerta
de la Esquina de Pajaritos. Cuanto antes, estamos en emergencia”.
Entre la multitud que ha ingresado a la Universidad, un mensajero
enviado por Rómulo Betancourt logra colarse e informa a Alberto
López Gallegos sobre la realidad de lo que está sucediendo. En
seguida López se comunica con algunos estudiantes, militantes de
A. D., entre ellos Santos Acevedo y José Angel Ciliberto:

-“Compañeros”, les informa un López Gallegos pálido por lo


comprometedora y sorpresiva noticia. “No se trata de un simple
golpe de Estado. Ha estallado un movimiento revolucionario
respaldado por Acción Democrática. Vamos a abandonar la sede de
la Universidad en el momento en que las circunstancias nos lo
permitan. Hay que tener calma, serenidad, porque hay gente
disparando en las cercanías. Debemos concentrarnos en la sede del
Partido donde nos darán las instrucciones sobre lo que debemos
hacer:” El entusiasmo febril recorre los pasillos de la vieja
Universidad. Los más audaces hablan de tomar el Cuartel de
Policía, que, según se informa, está resteado con el gobierno.
“¿Están locos?”, responde entre el tumulto otro bachiller. “¿Con
qué armas vamos a pelear?. Ya nos dijeron que en la casa del
Partido nos indicarán cual será el puesto de combate de cada quien.
Y esa es la directriz.” Los estudiantes no se conforman con la idea
de permanecer inactivos, pasivos, en la sede del recinto
universitario. Buscan todas las formas de abandonar el mismo pero

100
todas las puertas, por orden del Rector están trancadas bajo siete
llaves. El pobre portero tiene que sufrir las presiones y hasta los
insultos por negarse firmemente a abrir las mismas. “Son ordenes
del Rector”, repite Toribio como una letanía y de allí no lo mueve
nadie. Por si acaso, y ante el nivel de efervescencia que toma el
comportamiento de algunos de los bachilleres, esconde el manojo
de llaves en un lugar seguro. Alguien sugiere escapar por los
tejados. “Tranquilos muchachos”, les aconseja el profesor Raúl
Ramos Giménez. “alguien en un tejado sería el blanco ideal para un
francotirador”. La masa estudiantil se convierte en un constante
deambular por aulas y corredores, mientras las campanas del reloj
del Alma Mater parece marcar las horas lentamente. Afuera los
disparos de armas continúan ruidosamente. El desánimo, ante lo
inútil de los esfuerzos por abandonar el plantel cunde entre la
muchachada. Por fin deben convencerse de que no les queda otra
alternativa que esperar. Así transcurre toda la noche. En horas de la
madrugada, por los lados de la esquina de Mercaderes, se oyen
gritos destemplados de hombres que ordenan a los transeúntes no
avanzar hacia la Plaza Bolívar donde está concentrado un tiroteo.
Un poco más lejos, por los contornos del Bloque 1 de El Silencio,
retruenan disparos de morteros acompañados del silbido de balas de
modernos fusiles automáticos, recién adquiridos por el régimen.

Entre tanto, el Coronel Ruperto Velazco, Director de Guerra, había


llegado a la sede de la Escuela Militar, ubicada en el barrio de La
Planicie. Se presenta ante el Teniente Coronel Antonio María
Arévalo, Director del plantel:

-“Comandante, traigo instrucciones superiores de detener al Mayor


Delgado Chalbaud, quien está indiciado de estar comprometido en
un golpe subversivo.”

-“Entendido mi Coronel, de inmediato haré que lo hagan venir a la


sala de reuniones.“

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Una vez presente Delgado, Ruperto Velazco le comunicó la orden:

-“Mayor, tengo instrucciones superiores de que me acompañe al


Ministerio de la Defensa”

-“Entendido, mi Coronel, con mucho gusto. ¿Puedo saber de qué


trata esta decisión?”, pregunta Delgado Chalbaud con aires de
fingida inocencia.

-“El Ministro conversará con usted al respecto. Es todo lo que


puedo informarle”.

Delgado entendió que también él estaba en la lista de los


subversivos. Por ello, actuando según lo que habían acordado en la
reunión dirigida por Julio César Vargas, pide permiso para buscar
su gorra y su guerrera, y algunas otras pertenencias. En realidad lo
que hace es aprovechar ese tiempo para dar la consigna acordada y
que la misma fuera transmitida a los cuarteles San Carlos y del
Palacio Presidencial de Miraflores. Otros oficiales de la Escuela se
encargan de detener al Comandante Arévalo y al Coronel Velazco.
El Comando de la insurrección había quedado instalado allí, en la
Escuela Militar.

A esas horas el Jefe de la Policía, el Mayor Ochoa Briceño,


descansaba tranquilamente en su casa, después de haber almorzado.
En eso repicó el teléfono: era el segundo Comandante del Cuerpo,
Ramón Andrade Niño:

-“Mayor, lo acaba de llamar el Presidente, que se ponga al frente de


la Policía porque el Cuartel San Carlos se sublevó”.

En esos momentos Ochoa no contaba con un vehículo para


trasladarse. Por casualidad pasaba frente a su casa su amigo Gabriel
Lovera, quien no duda en conducirlo hasta el cuartel policial. En el
sitio ya estaban Diego Nucete Sardi, Gobernador del Distrito

102
Federal, el Secretario General de Gobierno, Luis Henríquez Cedraro
y el Prefecto del Departamento Libertador, Octavio Rafael Neri.
Momentos después se presento el propio Presidente de la República.
Venía acompañado del General Juan de Dios Célis Paredes,
Ministro de Fomento, del Coronel Delfín Becerra, Ministro de
Guerra y Marina, del Coronel Aniceto Cubillán, Comandante de la
Guardia Nacional, y de los Capitanes Rodolfo León Portillo y
Simón Arenas. El Presidente Medina llama a su esposa por teléfono
para informarla de la situación y tranquilizarla. Se reune en privado
con el Gobernador del Distrito Federal y le ordena a Ochoa Briceño
que llame a formación al cuerpo de agentes.

-“Ustedes son agentes responsables de la seguridad de los


venezolanos y por tanto soldados civiles de la Patria”, comienza en
emocionada arenga el Presidente Medina Angarita. “Hoy un
pequeño grupo de militares, quebrantando el juramento que hicieron
de respetar la Constitución, alzaron en armas, acompañados por
algunos políticos ambiciosos que igualmente han escogido los
vericuetos de la asonada para alcanzar sus bochornosos
despropósitos. Pero no pasarán. La totalidad de las guarniciones del
país nos han informado de su apego al gobierno legítimo y
constitucional. Y sobre todo, contamos con el respaldo unánime del
pueblo venezolano que está consciente de los logros por él
alcanzados bajo el presente gobierno, en materia de derechos
políticos, de paz bienestar para todos los venezolanos. Aún
debemos someter algunos pequeños focos de insurrectos que
persisten en su acción antipatriótica. Consciente de la lealtad y el
apego que este Cuerpo ha demostrado siempre hacia el estado de
derecho, contamos con el apoyo de todos y cada uno de ustedes
para que asuman su responsabilidad para que la democracia y la
libertad sean las banderas que sigan ondeando en nuestra Patria”.

103
Para entonces numerosos funcionarios públicos, políticos y amigos
del régimen se habían hecho presentes en el cuartel policial, para
enterarse de los sucesos y para darle apoyo al mismo, conscientes
del riesgo que estaban corriendo. Entre los asistentes estaban el
doctor Angel Biaggini, Candidato a la Presidencia de la República,
el doctor Antonio Pulido Villafañe, Presidente de la Corte Federal y
de Casación, el General José Antonio González, Administrador de
la Aduana de Puerto Cabello, los doctores Ramón J. Velásquez,
Alberto Díaz González, Augusto Cárdenas Becerra, el periodista y
escritor Antonio Arráiz, Pedro Estrada, Coronel José Rosario
Moreno, y muchos más. Terminada su arenga, el Presidente se retira
del cuartel policial , sin informar hacia donde se dirige.

Rumores, más que noticias, comienzan a llegar al cuartel policial.


Lo más grave: que el alzamiento estaba encabezado por el General
Eleazar López Contreras, lo que pronto se desmintió, y por el
contrario, se pudo confirmar que el Ex Presidente ha sido detenido
por insurrectos en Miraflores, en momentos en que se había
presentado allí para enterarse de lo que estaba ocurriendo.
Ignorando igualmente que el cuartel Mirafiorino se ha alzado en
armas, Ministros del gabinete se acercan allí. Uno a uno van
cayendo Arturo Uslar Pietri, Ministro de Relaciones Interiores,
Antonio Chalbaud Cardona, Inspector General del Ejército y el
General Manuel Morán, Jefe del Estado Mayor. En vista de tal
información, Ochoa Briceño decide enviar un destacamento de
agentes para que hagan un recorrido por los alrededores del Palacio
Presidencial para que obtengan mayor información sobre los
atentados contra los funcionarios citados. Varias horas después el
oficial Arcángel Mora retorna al Cuartel: “Con la novedad mi
Mayor, de dos agentes fallecidos y tres heridos por proyectiles de
ametralladora y fusiles FN-30”. Una de las bajas falleció por efectos
de una granada fragmentaria”. Los sublevados, contando con una
radioemisora tomada por la fuerza, han estado enviando mensajes

104
para que soldados de La Reserva se presenten a Miraflores. Logran
reunir un contingente de varios cientos de voluntarios, bien
armados con el cuantioso arsenal de que dispone el cuartel del
Palacio Presidencial. Los agentes policiales, menos numerosos que
sus enemigos, atacan con bravura a las fuerzas atrincheradas en los
alrededores del Palacio Presidencial. En el Cuartel de Policía el
ambiente reinante es de confianza. Sumados los efectivos alzados
de la Escuela Militar y los del Palacio Mirafiorino no pasan de
doscientos hombres. El gobierno, en cambio, dispone de dos mil
efectivos. Sin embargo llegan noticias no alentadoras para el
Gobierno. Numerosos reservistas del ejército y civiles, hasta llegar
muy pronto a la cifra de ochocientos, se están sumando a las fuerzas
rebeldes de Miraflores, comandadas por el Mayor Celestino
Velazco, y de inmediato son provistos de armamento.

En el cuartel policial el Mayor Ochoa recibe una llamada del


Cuartel Ambrosio Plaza.

-“Mayor, le habla el Capitán Piñango, del Cuartel Ambrosio Plaza.


De órden del Presidente, necesitamos refuerzos, 100 hombres más
ametralladoras y fusiles FN 30, todo con sus municiones.

-“De inmediato, Capitán. Hare todo lo posible para hacerles llegar


lo solicitado.”

Pero el jefe policial se queda cavilando: “¡Cómo es posible que en


ese cuartel, donde ha instalado su comando el Presidente, estén
solicitando esa ayuda, además esa es la sede del Regimiento de
Caballería <Plaza>, ¡ la Guardia de Honor del Presidente de la
República! ” De allí en adelante a Ochoa se le cayó el optimismo.
“Las cosas no deben estar bien”, piensa. Y así era. Los ataques de
civiles armados y de militares contra la Policía arrecian. Ahora es
Ochoa quien debe pedir ayuda. Así lo hace, a los depósitos del
Cuartel San Carlos. Pide municiones y en especial armas

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automáticas de las que disponen los sublevados pero no la Policía.
Recibe las municiones pero no las armas automáticas que tanto
necesita. La situación se complica cada vez más para el gobierno.
La fuerza de la Aviación Militar, con base en Maracay, a quince
minutos de vuelo a la capital, también se ha declarado en rebeldía.
Del cuartel de policía se retiran el doctor Angel Biaggini, el
General José Antonio González y Jorge Ramírez Gandica. En la
prevención del edificio se encuentran con José Nucete Sardi,
Gobernador del Distrito Federal, quien llega acompañado de
Octavio Rafael Neri y el General Rafael Falcón. No es necesario
que el Gobernador diga algo. Su cara alargada, su mirada clavada
en el piso y su actitud de abatimiento lo dice todo: el Gobierno está
al borde de la rendición. El General Falcón, en tono vehemente, a
voz en cuello grita: “Yo no me rindo. Yo vine aquí a pelear y hacer
respetar la Constitución”. Igualmente Ochoa, decide permanecer en
su puesto. Intenta parlamentar con los asaltantes pero las descargas
de las armas de fuego no cesan. Reune a los agentes, desarmados,
en el Palacio de Justicia. En la medida que éstos van saliendo a la
calle son apresados y conducidos a Miraflores. Los aviones
militares lanzan panfletos conminando al jefe policial a rendirse.
Ochoa se encuentra ahora indefenso, acompañado apenas por
Ramón Andrade Niño, Santiago Molina Herrera, un capitán de
apellido Sosa y un pequeño número de agentes que, en gesto
admirable de valentía y lealtad, optan por permanecer en sus
puestos. Decide salir a la calle, frente a las turbas armadas, para
parlamentar llevando en mano la bandera blanca de la rendición. Un
agente, Adán Contreras, en gesto que lo ennoblece, le hace ver el
riesgo de entregarse a unas masas enloquecidas y que, con
seguridad, no podría escapar al asesinato. El mismo agente lo
convence de salir por una puerta segura y refugiarse en un edificio
en la cercana esquina de Las Gradillas. En la Esquina de San
Francisco, a media cuadra del cuartel policial de Las Monjas, Ochoa
se encuentra con el doctor Antonio Pulido Villafañe, Inocente

106
Quevedo, Enrique Pimentel Parilli y las fuerzas policiales que han
instalado allí un punto de resistencia. Continúa hacia la esquina de
Las Gradillas, como le había sugerido Adán Contreras, el leal
agente policial. Allí, en un edificio del mismo nombre, lo recibe
Carlos Forshay, el conserje, quién gustoso le ofrece refugio.
Forshay es un hombre inválido, le falta una pierna. Para trasladarse
utiliza una motocicleta que cuenta con un coche anexo para
transportar un pasajero. Forshay. Además, se ofrece gustoso para
llevarle un mensaje a la esposa del Mayor, en la Urbanización La
Florida, en virtud de que los Ochoa no cuentan aún con teléfono por
estar recién mudados. El Mayor se entera de que los rebeldes,
desaforados, le andan buscando. Teme entonces que pudiera ser
víctima de un linchamiento por lo que decide abandonar el edificio.
Tan pronto traspone el portal del mismo, por feliz coincidencia,
llega Forshay en su motocicleta, después de haber cumplido su
misión: “súbase rápido Mayor”. No acaba de abordar Ochoa
Briceño el vehículo, cuando se oyen unos gritos: “¡ahí va, ahí va!”,
mientras, a la par, truena una descarga de armas de fuego que no
logra dar en el blanco. Un automóvil con rebeldes los persigue y
disparan. En la esquina de San Jacinto reciben nuevos disparos,
siempre sin consecuencias. Los tiradores son civiles, aparentemente
poco duchos en el manejo de armas. En las instalaciones militares
de Caracas leales al régimen cunde el pánico, producto de la
amenaza de la metralla de los aviones, y las bombas que ellos
lanzan, aunque lejos del blanco. Despavorida la tropa del San
Carlos huye ante los ataques aéreos. Eufóricos por las arengas que
los rebeldes transmiten a través de la radio, civiles saquean el
parque de armamentos del citado cuartel y se unen a los insurrectos
en su ataque a las dos sedes policiales, la de “Las Monjas” y la que
está situada frente a la Plaza Bolívar.

Entre tanto en, al amanecer, los jóvenes de la Universidad habían


estado buscando alguna autoridad que ordenara abrir los pesados

107
portones. Nada. No encuentran a nadie. Por fin, a eso de las 9 de la
mañana, sin saber por orden de quien, Facundez, un bedel, poco
simpático, de malas pulgas, con ínfulas de autoridad, les informa
que la puerta de la esquina de Pajaritos ha sido abierta.Un grupo de
alumnos y de visitantes se dirige en tropel hacia esa salida.

-“Vámonos hacia la Iglesia de San Francisco, bien pegados a la


pared para escudarnos de los disparos”, le propone el bachiller
Ciliberto a su compañero Santos Acevedo. Así lo hacen y se
protegen del fuego de armas ubicándose detrás del grueso tronco de
la ceiba que está frente al templo. Desde allí, con gran sorpresa
observan que la anarquía, el desorden, cunde en la Comandancia de
la Policía, situada a escasos cincuenta metros. Montones de
efectivos huyen apresuradamente. Desde la esquina de Sociedad un
grupo de estudiantes llama a Santos a gritos y éste resuelve
dirigirse hacia allí. Ciliberto, en tanto, ve que, desde el portal del
cuartel policial, su compañero de partido Antonio Pinto Salinas, le
hace señas para que se dirija hacia ese sitio, y así lo hace. Se
encuentra con que un grupo de compañeros de partido ya está allí,
entre ellos Simón Ferrer, dirigente en el Estado Miranda. Ferrer se
dirige hacia el grupo:

-“Compañeros, es necesario detener al Mayor Ochoa Briceño”.


-“Acaba de pasar por la esquina de Sociedad, en el coche anexo de
una motocicleta, como las que usa el ejército alemán”, informa
alguien.
Los jóvenes adecos revisan los autos policiales que están aparcados
en la calle frente al comando policial. “Aquí hay uno con los cables
de encendido sueltos”, grita Ferrer. “Vámonos”. Pinto Salinas y
Ciliberto se montan en el auto. Al volante va Ciliberto, el único de
los tres que sabe conducir. El vehículo enfila hacia la esquina de
San Francisco y allí tuercen a la derecha hacia Sociedad. Al llegar a
la esquina de Monroy divisan la buscada motocicleta. Comienzan a
dispararle con revólveres que habían tomado del Cuartel de Policía,
durante el saqueo a que había sido sometido el mismo. Cuando los
disparos

108
suenan ya muy próximos, Ochoa le pide a Forshay que detenga el
vehículo. El Mayor corre el riesgo. Se baja de la moto y se dirige a
los tripulantes del auto: “lo que yo he hecho es cumplir con mi
deber”. Para suerte suya sus captores son estudiantes universitarios,
los cuales, es de suponer, actúan con mayor serenidad y equilibrio.
Y así es. Quien le responde es un joven alto, de tez muy blanca,
ojos verdes y ademanes suaves: Pinto Salinas, médico de
profesión.: “su vida corre peligro Mayor, por favor acompáñenos”.
Subió al auto de los muchachos el militar. Por el espejo retrovisor,
Ciliberto lo observa: luce fatigado, pálido, el rostro sin rasurar, con
ojeras producidas por noches sin dormir, la guerrera desabotonada y
sin ningún arma para protegerse. En el trayecto, hasta la esquina de
Socarrás, donde se encuentra la sede de Acción Democrática, el
prisionero no pronuncia palabra. Allí lo entregan a Ricardo Montilla
y a Luis Lander, Secretario General del Partido en el Distrito
Federal. Los jóvenes retornan al cuartel policial donde el saqueo de
armas continúa. Horas más tarde, Ochoa es trasladado al cuartel de
Miraflores por Leonardo Ruiz Pineda y Pinto Salinas, el médico.
Seis días permanece allí, al cabo de los cuales un subteniente
armado de ametralladora, para sorpresa del detenido, le notifica que
lo trasladarán a la Cárcel Modelo. En ésta encuentra que están
como presos los Generales Célis Paredes, José María García,
Manuel Morán y Andrónico Rojas, así como el doctor Luis
Gerónimo Pietri.
En el Cuartel Ambrosio Plaza, el Presidente al ver la cantidad de
muertos en Caracas y Maracay y que la Aviación se ha unido a la
insurrección, decide rendirse. Algunos de sus colaboradores más
cercanos no comparten esta decisión, pero Medina igualmente
piensa que sería un cargo de conciencia difícil de sobrellevar el
atacar a los jóvenes cadetes de la Escuela Militar. Ordena liberar a
los oficiales que están presos en el cuartel y los recibe en el casino
del mismo. Se dirige a Pérez Jiménez, el oficial de mayor rango
entre los insurrectos, en ese momento:
-“Estoy a su disposición Mayor. Quedan ustedes con la
responsabilidad de formar un nuevo gobierno.” Así culmina la
Presidencia de un hombre amado por el pueblo por su bonhomía y
sencillez. Locuaz, de grandes amigos. De ojos vivos, siempre
sonriente. Todo indica que no era muy amigo del matrimonio. Se
había casado con Irma Felizzola cinco días antes de asumir la
Presidencia. Para entonces, siendo soltero, contaba ya con dos hijos.
En el matrimonio con Irma tiene cuatro hijos más. Antes de casarse,
había tenido dos parejas: Carmen Luisa Duque, de ancestro andino,
mujer alta, atractiva y rostro pecoso. Después mantiene otra
relación amorosa con Carmen Julia Sarría, quien se suicida
presuntamente por celos con la Duque. Sus allegados cuentan que
este hecho afectó profundamente a Medina, conocido por su gran
sensibilidad.
En un camión militar son introducidos el Presidente y sus Ministros
Manuel Silveira y Arturo Uslar Pietri. También debe subir al mismo
el Mayor Francisco Angarita Arvelo, primo de Medina y Presidente,
hasta esos momentos, del Estado Táchira. “Pancho Angarita”, como
es conocido entre sus amigos, cojea de una pierna, resultado de un
disparo recibido durante la invasión armada del barco “Falke” a
Cumaná, contra Juan Vicente Gómez, diecisiete años antes,
insurrección dirigida por Román Delgado Chalbaud, quien murió
durante el enfrentamiento con las tropas del gobierno.
Los dos Generales, Medina y Lópéz Contreras son recluidos en la
Academia Militar, ubicada en el cerro de La Planicie. De López se
dice que cuando un joven oficial fue a detenerlo, apuntándole con
una pistola, el viejo militar le respondió “guarde esa arma,
jovencito”. El iniciado oficial no se inmutó y le replicó: “entregue
la suya, General”. Ya en la Academia Militar, a los dos
ExPresidentes se les asigna una habitación, de las destinadas para
oficiales. Es un cuarto, con piso de mosaico y una ventana que
facilita buena ventilación. Está amoblada en forma sencilla pero con
las comodidades necesarias: dos camas, un escaparate para la ropa y
sillas. Los dos Generales, hasta ahora enemistados, deben aceptar
compartir ahora una vida en común. Reciben un trato adecuado. Son
vigilados por unos jóvenes oficiales destinados al efecto. Ambos
gozan de buena salud. Medina luce más nervioso por todas las
situaciones traumáticas vividas. Lópéz, en cambio, parece más
reposado. A veces luce traje de civil. Otras viste simplemente
pijama y pantuflas. A las horas de comidas, apropiadas y
abundantes, les es permitido pasar al comedor. Compartir la misma
celda lleva a los prisioneros a reconciliarse. Mantienen largas

110
conversaciones. Mientras Medina se dedica a leer el Gil Blas de
Santillana, López prefiere las revistas nacionales y extranjeras.
Con Medina Angarita concluye el período de los presidentes
tachirenses, aunque no por mucho tiempo cuando pocos años
después ingresará al poder un nuevo hombre fuerte, de
características dictatoriales: Marcos Pérez Jiménez. Con Medina
concluyen igualmente las políticas de acercamiento a la izquierda
radical, al aceptar el apoyo del Partido Comunista al gobierno,
tolerar más de ciento cincuenta sindicatos, de los cuales más del 75
por ciento eran manejados por procónsules de esa organización
política. También había establecido relaciones diplomáticas con la
Unión Soviética, lo que en ese momento pudiera considerarse como
algo normal, dado que dicha Unión había formado parte de la
coalición de las potencias occidentales para enfrentar a la Alemania
de Adolfo Hitler durante la segunda guerra mundial. Sin embargo el
gobierno de Estados Unidos no lo ve así. Esos hechos, y otros
como que el gobierno medinista le hubiera subido el impuesto a
las compañías petroleras extranjeras, que nueve días antes del
golpe, el 9 de octubre, Medina había legalizado el Partido
Comunista de Venezuela (P.C.V.), habían logrado que el gobierno
norteamericano viera con ojeriza a Medina Angarita. En toda la
correspondencia del Cónsul americano Corrigan, se refleja esa
animadversión y su simpatía con el golpe de Estado protagonizado
por los militares jóvenes, encabezado por el Mayor Marcos Pérez
Jiménez, en connivencia con A.D. También nueve años después,
durante la celebración de la X Conferencia Interamericana se
aprueba una declaración contra el Comunismo, a proposición de los
Estados Unidos. Esto refleja lo sensible que era para los
norteamericanos el tema del Comunismo. En 1945 irrumpe en el
País una nueva forma de golpe de Estado: la alianza cívico- militar.
Hasta entonces habían sido golpes desde el poder o los patrocinados
por los caudillos regionales: desde el siglo XIX con Páez, Monagas,
Guzmán Blanco, Cipriano Castro, hasta los del siglo XX con Juan
Vicente Gómez. Desde López Contreras hasta Medina, los
Presidentes eran designados por el Congreso Nacional, dominado
por el Presidente de turno.

111
4.8. EL TRIENO DE LA BORRASCA

“Le jeux est fait” era la voz de la esposa de Delgado Chalbaud, de


nacionalidad francesa, quien le comunicaba a Gonzalo Barrios la
clave acordada para indicar que la subversión había triunfado. De
inmediato Barrios se comunicó con Betancourt, a través de un
emisario. El máximo dirigente de A. D. se encontraba enconchado
en una bodega de la Urbanización El Conde, al pié del cerro Marín.
La noche siguiente, el mismo emisario se encarga de trasladarlo al
Palacio de Miraflores.

-¿Cómo estás Acacio, que has visto? ¿Qué se comenta?

-Nada en particular don Rómulo. Ya la cosa está más o menos


tranquila, a excepción de algunos francotiradores partidarios del
gobierno que aún quedan por ahí. Por eso tenemos que extremar las
previsiones, por seguridad, e irnos por algunos atajos,
Afortunadamente la obscuridad está de nuestra parte.

-Sí, Acacio, el gobierno caído ordenó cortar la electricidad en


Caracas para impedir que la aviación militar siguiera bombardeando
la ciudad, además del cableado destruido por los tiroteos. .

De la urbanización El Conde al Palacio de Miraflores, la sede


Presidencial, apenas si se toma diez minutos en auto. Más aún
cuando la ciudad parece un gran cementerio, desierta por la
subversión y por la obscuridad que la llena de sombras fantasmales.
Todo el casco central parece un campo de batalla. Los cuarteles y
Miraflores están cercados por alambradas de púas, carros de
combates y soldados con metralletas y fusiles. De sombras y

112
leyendas fantasmales está llena también la sede presidencial,
conocida como el “Palacio de Misia Jacinta”, en alusión a que la
misma, entonces una quinta, fue construída por el General y
Presidente Joaquín Crespo, a fines del siglo XIX, para su esposa
Jacinta, quien, aseguran algunos viejos empleados del edificio, aún
suele hacer recorridos nocturnales por los largos corredores del
mismo. Doña Jacinta tenía fama de gustarle la política al punto de
entrometerse en asuntos de gobierno y que en tal materia ejercía
cierto dominio sobre Crespo, el bravo caudillo. Este a su vez tenía
su brujo y curandero oficial, Telmo Romero.Telmo quien ejercia
funciones de gobierno: controlaba varios hospitales, a los cuales
surtía de depurativos y jarabes de su propio laboratorio. A pesar de
ello, no pudo evitar que, caído Crespo, los estudiantes universitarios
incendiaran la “Botica Indiana”, de su propiedad.

Entre velas, por la ausencia de electricidad, Gonzalo Barrios,


abogado, ha redactado el acta de toma de posesión de la Junta
Revolucionaria de Gobierno, como la han bautizado sus integrantes.
La misma es presidida por Rómulo Betancourt, jefe indiscutido de
A.D. Le acompañan sus compañeros de partido Raúl Leoni, Luis
Beltrán Prieto Figueroa, Gonzalo Barrios y Edmundo Fernández.
Betancourt ha sabido cobrar factura: sólo dos militares forman
parte de los siete altos gobernantes: el Mayor Carlos Delgado
Chalbaud y el Capitán Mario Vargas, muy vinculado a A.D., éste
último. Ambos oficiales forman parte de la organización golpista
Unión Patriótica Militar, U.P.M. Presuntamente por estar preso, o
por timidez porque aún no se sentía preparado para desempeñar el
role de gobernante, Pérez Jiménez no ha sido incluído en dicha
Junta, pero eso sabrá cobrarlo con creces posterioremente. Al
integrarse el gabinete ministerial, el mismo queda constituído casi
en su totalidad por militantes adecos. Sin embargo, para dar
muestras de que la honestidad en el manejo de los dineros públicos
sería una de las banderas del nuevo régimen, la Junta nombra como

113
Contralor General de la República a un viejo guerrero: el General
Régulo Olivares. Los jóvenes militares son los que han dado el
golpe pero es A.D. la la que en verdad asume el poder. Esto, y
otros factores, no demorarán mucho en generar fricciones entre
ambos bandos, el civil y el de uniforme.

¿Quién es Rómulo Betancourt? Ramón David León, periodista del


diario “La Esfera”, de Caracas, le hace una entrevista al nuevo
Presidente. No se sabe cual de ambos es más cáustico. Por esta
época, los políticos en Latino América no escatiman vocabulario
denigrante para combatir a sus rivales o enemigos. Pero el director
de “La Esfera” está consciente de que, a quien ha adversado
duramente, a quien tiene ahora enfrente, es el nuevo primer
magistrado de la República. De otro lado, Betancourt es un hombre
prágmatico. Ramón David León es de los intelectuales que
honestamente ha defendido la tésis de “El Gendarmen Necesario”, y
como tal, y no sólo él, defendió la tiranía de Juan Vicente Gómez.

-“Señor Presidente. Usted es el líder de un movimiento político


joven. Consideramos conveniente, por tanto, que el país conozca
quien es su nuevo Presidente. ¿Cual sería su carta de presentación?

El Presidente es un hombre de baja estatura. No muy gordo,


tomando en cuenta su gran afición a la comida criolla, para la cual
hasta ha inventado calificativos como “la multisápida” hallaca. En
su mesa, al desayuno, no faltan las arepas, las caraotas refritas, y el
aguacate. Es aún un hombre joven: 37 años. Usa gruesos lentes en
montura negra de carey. No abandona su pipa, la cual enciende con
frecuencia, con palillos de fósforo. Habita en una casona colonial,
sencilla, en un conocido barrio caraqueño. Al fondo de la vivienda,
donde recibe al periodista, destaca una hamaca, en la cual suele
reposar para leer sus libros preferidos. Le interesan particularmente
los temas relativos a Venezuela, en particular el problema del

114
petróleo, la integración latino-americana, y la interamericana, con
Estados Unidos.

“Yo soy un venezolano común y corriente”, responde Betancourt,


transluciendo un cierto grado de intimidad, lo que no es frecuente
en él. Sabe que a un político lo que le interesa es ganar. Y a eso él
ha apostado siempre. “Nací en Guatire, Estado Miranda, un
pequeño pueblo apenas a dos horas de la capital. Contando yo 11
años de edad, nos trasladamos a Caracas. Mi padre, Luis
Betancourt, de origen canario, era contador, aunque con grandes
inquietudes intelectuales. Por él aprendí ese oficio, lo que me fue
muy útil en mis destierros. Igual sucedió con el periodismo. El
fundó un pequeño periódico, donde aprendí la profesión, la cual,
igualmente, ejercí en el extranjero, como exiliado político.El sueño
de mi madre, venezolana, Virginia Bello, era verme convertido en
un gran novelista.Y por allí se encaminaron mis derroteros hasta los
19 años, cuando un poco por azar, me convertí, definitivamente, en
político.

-Cómo fue eso Presidente?

-Usted recuerda…, cuando la Semana del Estudiante, en el carnaval


de 1928. El festejo era para recabar fondos destinados a la
construcción de la Casa del Estudiante. A mi me correspondió
pronunciar el discurso durante la coronación de la Reina Estudiantil,
Beatriz I, en el cine Rívoli. Pero en vez de un discurso festivo, se
me ocurrió aprovechar para hacerle fuertes críticas a la tiranía de
Juan Vicente Gómez. Esto fue muy aplaudido por los concurrentes.
De allí salimos varios estudiantes presos y mi decisión de
dedicarme a la política.

-Qué ocurrió después?

-“Con otros compañeros, fuimos trasladados, presos, a la cárcel


del Cuño, en Caracas, y luego al Castillo Libertador, en Puerto

115
Cabello. Esto último es una ironía”, ríe Betancourt, porque ese
“castillo” no es más que una fortaleza militar construida, durante la
colonia, por los españoles. Nos retuvieron en unos sótanos de
paredes de piedra que permitían filtrar el agua del mar. Por lo tanto,
tan helados y húmedos que es difícil imaginar. Dos meses nos
liberaron, pero ya yo era un objetivo de “La Sagrada”, la policía
política del régimen. En compañía de mi padre, quien fue a
despedirme, llegamos a La Guaira, ambos disfrazados de
campesinos. Allí tomé el buque, rumbo a Curazao. Ese fue mi
primer destierro. En esos años viví en Curazao, Santo Domingo y
Costa Rica. En este último me casé con mi actual esposa. Tuvimos
una hija: Virginia. En Barranquilla, junto a otros conocidos
compañeros como Valmore Rodríguez, Gonzalo Barrios, Raul
Leoni, entre otros, elaboramos el Plan de Barranquilla, un
diagnóstico socio-político y económico de Venezuela, el cual será
nuestra guía como gobierno.”

Betancourt no hece mención a su afiliación al Partido Comunista de


Costa Rica, del cual llega a ser hasta Secretario General. Esto le
valió entonces el reclamo airado de sus compañeros: “aclárenos lo
de esa sugerencia, en carta suya, esa contradicción de que
ingresemos al Partido Comunista.” Betancourt ahora oculta ese
pasado comunista que, aún cuando hasta cierto punto comprensible,
para él es muy difícil de explicar porque personalmente ha dado un
giro político de 180 grados. Ahora es un ferviente anticomunista. Su
pasantía con los comunistas, rescatada la democracia a la caída de
Pérez Jiménez, se convierte en un tema tabú: nadie en Venezuela
osa mencionar el tema mientras él esté en el poder. La explicación
betancourista radica en que en Costa Rica no había otro partido de
izquierda en el cual hacer una lucha militante. Pero, sus
“hermanitos” de Barranquilla, como él los llama, tienen una visión
diferente. El Proyecto de Barranquilla y el Comunismo son como el
agua y el aceite: incompatibles.

116
Un mes después del golpe la Junta decide expulsar del país a 16 de
los integrantes del gobierno derribado, encabezados por los
Generales Medina Angarita y López Contreras. El sub-teniente
Martín Márquez Añez, jefe encargado de la policía de Caracas,
envía una nota a los periódicos prohibiendo publicar la noticia.
Hasta el momento el nuevo gobierno había justificado tal medida
acusando a los indiciados de malversación de fondos. Ahora, la lista
es publicada en la Gaceta Oficial y se señala que es por razones de
“seguridad pública”, por “estar conspirando contra el régimen
usando métodos que pudieran llevar a la violencia.” Lo extraño de
esta acusación es que los señalados estaban todos tras las rejas, en
prisión. Al día siguiente una caravana de automóvles oficiales arriba
al aeropuerto de Maiquetía, el aeropuerto de Caracas. En el auto en
que viaja López Contreras, éste luce tranquilo y calmado, como
siempre. Esto lo confirmará después un funcionario de la Embajada
Americana quien pudo conversar con él. Cuando caminan sobre la
pista para subir al avión, quien va de primero es López. Le sigue un
Medina Angarita demacrado y que ha rebajado varios kilos de peso
en tan pocos meses.Algunos personas han podido conversar con el
ex Presidente. Todas coinciden en haber notado un estado depresivo
en él. Lucía demacrado, con el ceño fruncido y sin afeitarse. Al
despedirse de quienes han querido acompañarle hasta el último
momento en su forzado viaje al exilio, lo hace, antes de subir al
avión, volteando hacia ellos y saludando quitándose el sombrero de
civil, que, siendo Presidente, había preferido al kepis militar.

Chento Arcadio, de nueve años de edad, recuerda una


conversación, que meses atrás sostenía su padre con el abogado
Francisco Manuel Mármol, “Nenel”, para sus amigos de infancia. El
doctor Mármol es en ese momento el Secretario General de
Gobierno del Estado Tachira, presidido por el Mayor Francisco,

117
“Pancho”, Angarita Arvelo, primo del Presidente , General Isaías
Medina Angarita. Pancho Angarita no es de esos militares que se
mueren tranquilos en su cama porque él echó plomo cerrado contra
la tiranía de Juan Vicente Gómez, particularmente en la invasión a
Cumaná con el barco “Falke”. Nenel, como Toño Alcalde Perera, es
caroreño y compañero de infancia de éste último. De allí que por las
noches suelen tener largas conversaciones en las muy frecuentes
reuniones de las respectivas familias, generalmente en la casa de
habitación de Mármol, en San Cristóbal. Nenel es abogado, de la
generación de estudiantes llamada de 1928, año en que dichos
jóvenes se enfrentaron a la dictadura gomecista. Por esta razón el
doctor Mármol estuvo preso y llevó grillos en la tenebrosa cárcel
de “La Rotunda”. Así que es amigo y conoce de primera mano a
Rómulo Betancourt. Las conversaciones de Mármol y Alcalde,
ambos del P.D.V., el partido del gobierno, generalmente giran
alrededor de la política y de los recuerdos de la vieja Carora, en el
Estado Lara.

-Nenel, tú que conoces tan bien a Rómulo Betancourt ¿es cierto que
es comunista?

- “Mira Toño, esa es una historia un tanto larga. Es cierto que


Rómulo tiene sus antecedentes como tal . Fígúrate que hacia 1931,
hasta fue miembro, mentor y hasta jefe del Partido Comunista de
Costa Rica, lo cual, por su condición de extranjero, lo ocultaba,
por temor a ser expulsado de ese país, como en efecto lo fue. No así
ante sus compañeros de lucha: Leoni, Valmore Rodríguez y otros,
que eran exilados del gomecismo en Colombia. A ellos los animaba
a militar en un partido revolucionario para no aislarse de la lucha
política. No se trata sólo de Betancourt. En la generación del 28
hubo más de un comunista. Para entonces, ellos, como los que no lo
fuimos, eran unos idealistas, sin formación política. Habían oído
hablar de la Revolución Rusa en 1917 pero no sabían nada del

118
Marxismo-Leninismo. Hasta cuando estando presos por Gómez en
el Castillo de Puerto Cabello, Pío Tamayo, quién si tenía esa
formación, fue el primero que los aleccionó allí en el Castillo.
Betancourt lo que si ha continuado siendo es Marxista pero un
Marxista crítico, un estudioso de esa teoría pero tratándola como
intrumento para comprender los problemas de Venezuela, como
nación y desde cuando somos República. En tal sentido se interesó
en la propuesta de Haya de La Torre, en una izquierda nacionalista,
no vinculada al Comunismo internacional dependiente de Moscú.
La propuesta de Acción Democrática es el famoso Plan de
Barranquilla que no tiene nada de comunista, es sólo una propuesta
reformista. Pero Betancourt es un zorro en la política y no se sabe
que es lo que pueda tener bajo la manga.”

-¿Y es una leyenda, ¿no es así Nenel?

-¡Claro, Toño¡ Su historia es un libro de aventuras. Preso.


Perseguido por sus ideas.Es un hombre duro en sus posiciones, lo
que le ha creado bastantes enemigos, y hasta han tratado de
asesinarlo. Por eso, por su firmeza en sus posiciones, le han
inventado muchas cosas, entre ellas la de que es homosexual. Hay
una anécdota de él al respecto, narrada en un libro por una
compañera suya de partido.

. Cuenta ella que en una ocasión le servía de secretaria a Betancourt,


quién le dictaba un texto para que lo mecanografiara. En eso él
empleó un término determinado pero se arrepintió y le dijo: “Mira
chica, mejor borra esa palabra porque cuando la lean mis enemigos
se van a agarrar de eso para extenderme más esa fama de marico
que me han creado”. Yo no dudo que él y su grupo algún día
llegarán a gobernar este país. Tienen un proyecto y vienen
persistiendo en eso desde hace más de veinte años.

119
En Miraflores, ya instalada la electricidad y que la ciudad ha vuelto
a la normalidad, la Junta de Gobierno trabaja a todo dar. Tienen que
hacerle ver a la población que la asonada militar no ha sido en vano.
Corren ese riesgo porque en todo momento A.D., en particular su
Presidente Rómulo Gallegos, había pregonado que no respaldaban
golpes de Estado, y menos aún provenientes de los militares. En el
seno del partido, el Comité Ejecutivo Nacional (CEN), analiza la
situación.

-¿Cuál será nuestro programa de gobierno?, pregunta un joven


abogado, David Morales Bello, quién funge de Secretario de Actas.

-“Nuestro programa es lo que venimos ofreciendo desde 1936”,


responde Rómulo Betancourt: “el Plan de Barranquilla. Al respecto
pienso dirigirme por radio a la Nación para informar sobre las
medidas y decretos de emergencia para estabilizar el clima político
nacional, a la vez que avanza nuestra Revolución”.

Efectivamente, apenas transcurridos seis días del golpe, el


Presidente de la Junta se dirige al país, como lo había anunciado.
Para la mayoría constituye una novedad la voz atiplada del dirigente
y su estilo sarcástico cargado de humor negro que hace reir a los
oyentes.

-“Conciudadanos”, comienza el nuevo Presidente. “Ya superados


los días que permitieron al país alcanzar el tan ansiado cambio en la
vida política del mismo y lograda la absoluta estabilidad en todo el
territorio nacional, en nombre de la Junta Revolucionaria de
Gobierno me dirijo a todos los venezolanos para informarles sobre
las acciones que dicha Junta llevará a cabo durante la permanencia
transitoria de la misma y hasta tanto el pueblo pueda elegir sus
autoridades legítimamente constituídas. La Junta de Gobierno
garantiza las libertades públicas y el ejercicio pleno de la
democracia, con amplias garantías para los partidos políticos.

120
Convocaremos a una Asamblea Nacional Constituyente para la
reforma del Estado y para convocar a elecciones libres, universales
y secretas, para Presidente de la República y Congreso Nacional.
Para que no queden dudas de que sólo nos anima el interés público,
la Junta ha acordado que ninguno de sus miembros podrá ser
candidato para esas elecciones. Entre nuestros otros propósitos
están el adecentamiento de la administración pública y evitar, a toda
costa, el enriquecimiento ilícito de los funcionarios públicos. Al
respecto no nos temblará el pulso para crear un hampoducto para
todos aquellos funcionarios que caigan en ese tipo de delito. Igual
adevertencia le hacemos a todos aquellos sicofantes, cabezas
calientes, que pretendan valerse de la violencia para intentar
retornar a un pasado ya periclitado. Estamos conscientes de las
penurias económicas y sociales por las que atraviesa nuestro
pueblo, derivadas de la conflagración mundial recién terminada y de
erradas políticas económicas internas de los regímenes anteriores en
nuestro país. En tal sentido, el nuevo gobierno adelantará una
reforma agraria que permita a nuestros campesinos trabajar la tierra
y producir los alimentos que el pueblo necesita. De vital
importancia será para nosotros la reforma petrolera que permita
maximizar la renta que el Estado venezolano percibe por la
explotación de ese hidrocarburo. De igual interés será la nueva
política educativa, la cual buscará hacer realidad el decreto emitido
hace 75 años, según el cual no debe haber ningún venezolano que
no sepa leer y escribir. Ahora, implantada ya la democracia en
nuestro país, mantendremos una actitud firme ante los gobiernos
dictatoriales que aún sufren algunos de nuestros pueblos hermanos
de la América. En tal sentido nuestra política será de no mantener
relaciones diplomáticas con gobiernos de esa naturaleza.”

A pesar de que las medidas y decretos anunciados por el Presidente


no dejan de causar sorpresa porque afectan intereses políticos y
económicos, la vida en el país transcurre tranquila. Los partidos,

121
excepto el PDV, reconocen a la Junta de Gobierno y respaldan su
programa. Hasta el Partido Comunista, medinista hasta días antes,
asume igual posición. Lo mismo hacen líderes como Jóvito Villalba
y Juan Bautista Fuenmayor, aunque expresan sus dudas en cuanto al
sectarismo de AD. Rafael Caldera no sólo respalda al nuevo
gobierno sino que acepta el cargo de Procurador de la Nación, cargo
en el cual no durará mucho tiempo pues desde estudiante proviene
de la UNE, la Unión Nacional de Estudiantes, agrupación que se
inspira y se basa en las Encíclicas de los Papas de la Iglesia
Católica. Contradictoriamente a lo expresado por Betancourt en
cuanto a las libertades para el funcionamiento de los partidos
políticos, una de las primeras medidas de la Junta es ilegalizar al
P.D.V., el partido de Medina Angarita.Ello se explica seguramente
por el temor que le inspira al nuevo gobierno la popularidad del
gobernante defenestrado. Contradicciones de la vida también
porque había sido Isaías Medina Angarita quien, durante su
presidencia de la República había legalizado a Acción
Democrática.Igualmente, también contradictoriamente a lo
expresado, la Junta clausura los diarios “El Tiempo” y “Ahora” y el
famosísimo semanario humorístico “El Morrocoy Azul”.

La luna de miel nacional con A.D. empezó muy pronto a esfumarse.


Dos hechos que años después el mismo Betancourt reconocería
como los grandes errores de su gobierno, fueron los llamados
juicios de peculado y el Decreto 321, en materia de educación. Para
los supuestos delitos de peculado se creó un Jurado de
Responsabilidad Civil y Administrativa para presuntos
delincuentes, funcionarios gubernamentales de todo el ciclo de
Presidentes andinos, o sea desde casi cincuena años atrás con el
gobierno de Cipriano Castro. A muchos de esos supuestos reos se
les expulsó del país y por ende se les negó la posibilidad de
defenderse de las acusaciones de que eran objeto Otros simplemente
ya habían muerto.

122
Desde el exterior, expatriado, el brillante novelista y uno de los
acusados como reo, Arturo Uslar Pietri, declara sobre la materia:
“ese incalificable jurado desconoce la cosa juzgada, formula la
instrucción a espaldas del indiciado sin permitirle ninguna fórmula
de acceso al expediente, oye los testigos que bien le parece sin que
el testigo tenga oportunidad de repreguntarlos o tacharlos, no da al
acusado la oportunidad de promover ninguna prueba, su fallo es
inapelable, decide a su leal saber y entender de la honra y del
patrimonio de los hombres sin atenerse a leyes, ni principios ni
derechos.” A pesar de que el citado jurado era una negación de los
principios fundamentales del Derecho, muchos de los delitos
señalados no pudieron ser comprobados.Pero la mácula sobre los
acusados y sus familiares ya no podía ser borrada.

En la casa de Alcalde Perera, el padre de Chento Arcadio, se efectúa


una reunión de jóvenes estudiantes de bachillerato del Colegio La
Salle, de San Cristóbal. Asisten Pedro Pablo Aguilar, Rodolfo Josë
Cárdenas, Ceferino Medina Castillo, Valmore Acevedo Amaya,
Gabriel Gómez Irureta y Reinaldo Alcalde, hermano de Chento.

.” Este decreto 321 sobre el sistema de evaluación de los alumnos


no es más que un ensayo del gobierno adeco para estatizar la
educación”, comenta el más fogoso de todos los asistentes a la
reunión, Rodolfo José Cárdenas. “ Han comenzado por la
discriminación de los colegios privados. Argumentan que un
examen final no debe decidir la promoción o no de un alumno al
grado siguiente sino que la misma debe ser el resultado del
rendimieto del alumno durante todo el año escolar. En eso estamos
de acuerdo pero el gobierno exime del examen final a los alumnos
de los institutos públicos cuyo promedio de rendimiento de todo el
año sea de 10 puntos en cambio a los estudiantes de los colegios
privados se les exigen 15 puntos, lo que resulta inaceptable. De otra
parte, a estos colegios se les exigirá que el 75% de sus profesores

123
deben ser graduados del Instituto Pedagógico Nacional. Ni siquiera
los liceos oficiales cumplen con esta meta. Menos de la mitad de
sus profesores son egresados de esa Institución. La disposición es
absurda: ¿cuántos estudiantes de provincia pueden darse el lujo de ir
a cursar una carrera de cuatro años en Caracas?”

-Además de lo que señala Rodolfo José, agrega Ceferino Medina,


los alumnos de bachillerato no presentaremos el examen final en
nuestros propios institutos sino que deberemos hacerlo en los liceos
del gobierno, con un jurado de dos examinadores nombrado por éste
y el profesor que ha impartido la materia, el cual, evidenmente,
estará en minoría. Los estudiantes de bachillerato deciden no
presentar los finales en los planteles oficiciales. A las puertas del
Liceo Simón Bolívar, como en los otros del país se arman trifulcas
entre los que siguen la línea de no presentar y uno que otro que si lo
acepta, alegando que no quieren perder su año escolar.

La mecha se enciende por todo el país, el cual se divide en dos. En


el sector privado la Iglesia Católica toma el famoso decreto como
un ataque directo contra ella. En el colegio La Salle de San
Cristóbal, se nos hace formar en el patió a todos alumnos, aún los
que por la corta edad no entendemos mucho sobre la materia. La
convocatoria es para oir la arenga de alguien muy importante,
llegado de la capital del país para hablar sobre la mrateria. Chento
Arcadio no deja de sorprenderse cuando un hombre joven, de una
treintena de edad, se encarama sobre la cerca de ladrillo,
convertida ahora en tarima, que divide el patio de formación con el
largo corredor donde los curas lasallistas suelen caminar durante sus
largas meditacionens. El orador es un hombre un tanto alto, delgado
y de una palidez tal en el rostro que es lo que más le sorprende a
Chento. Con el tiempo se sabrá que esa palidez no es de susto ni
emoción sino producto de una afección renal. El orador,
ciertamente, hace gala de sus aptitudes como tal. El hombre en

124
referencia es nada menos que Rafael Caldera, que, aunque de
tendencia social-cristiana, ha apoyado, al menos hasta este
momento, a la Junta Revolucionaria presidida por Rómulo
Betancourt.

-“Detrás de ese decreto”, advierte Caldera, “está la mano de


dirigentes del sector educacional del gobierno, de ideas liberales
decimonónicas, ateos, enemigos de la religión, que pretenden que la
formación de nuestros niños y jóvenes es función que compete sólo
al Estado. No nos negamos a que haya una supervisión estatal que
garantice la calidadad de la educación, pero tampoco podemos
aceptar que no se reconozca que la educación es una
responsabilidad primaria de los padres de familia, quienes son los
que tienen el derecho de dar la formación inicial a sus hijos, de
acuerdo a la tradición, sus creencias y sus valores” El futuro líder
del social-cristianismo en Venezuela alude, fundamentalmente, a
Luis Beltrán Prieto Figueroa, ideólogo de Acción Democrática en
materia de educación. Detrás de Caldera, el cura Gelasio, director
del colegio, no puede ocultar su satisfacción. Es de esos religiosos
españoles que predican las bondades de Francisco Franco, el
dictador de su patria de origen, que apoya su poder en la Iglesia
Católica. Terminado el acto, Gelasio va curso por curso, aula por
aula, para explicar que con el apoyo de los padres y respresentantes
de los alumnos, como en todo el país, el colegio La Salle de San
Cristóbal en pleno, como los demás privados del país, saldremos a
protestar, niños incluídos, contra el famoso decreto. El 321. ha
logrado seccionar al país y hasta al mismo gobierno. Dirigentes
moderados como Gonzalo Barrios consideran que un gobierno que
no las tiene todas consigo, (el enfrentamiento con los militares ya es
evidente), no necesita buscarse más problemas, y menos aún con la
poderosa Iglesia Católica. En efecto, el padre Jesús María Pellín, en
el diario “La Religión”, de Caracas; Carlos Sánchez Espejo, director
de “El Diario Católico”, de San Cristóbal, así como el también

125
presbítero Parra León, en Maracaibo, desatan una verdadera batalla
periodística contra la Ley-Decreto aprobada por el gobierno.
Algunos, como Sánchez Espejo, de voz vibrante que retumba desde
el púlpito de la catedral de la capital tachirense, no se amilana en
epítetos y juicios sobre los peligros del Laicismo que el régimen
quiere imponer a la brava, con celeridad y sin consultas previas.
En el otro bando, alumnos, profesores y gremios que apoyan al
gobierno, en particular la Federación Venezolana de Maestros,
respaldan la medida del oficialismo y también ellos salen a
manifestar.

En el Palacio de Misia Jacinta no deja de reinar un ambiente de


cierto nerviosismo. Rómulo Betancourt golpea contra el escritorio
la pipa de fumar que nunca abandona. Las protestas de los institutos
privados en todo el país, y hasta en las mismas iglesias, han
altaerado sus nervios. Se ha reunido en “petit comité” con algunos
de sus compañeros de partido más vinculados al problema de la
educación y algunos parlamentarios, entre ellos Gonzalo Barrios,
Andrés Eloy Blanco, Luis Beltrán Prieto, y Humberto García
Arocha, Ministro de Educación.

“Compañeros. Ustedes me conocen bien y saben que yo sí tengo


tabaco en la vejiga, que a mí no se me enfría el guarapo fácilmente
y eso lo he demostrado en circunstancias más difíciles. Pero no es
poco lo que nos ha costado llegar al gobierno, arriesgando nuestro
prestigio como políticos al haber apoyado un golpe militar. Pero
veo la situación con gran preocupación. Nuestros opositores se han
aprovechado para tergiversar los principios que en materia de
educación están plasmados en nuestro programa, desde hace diez
años, en el Plan de Barranquilla. Hoy, más que nunca, estoy
convencido del derecho del Estado a orientar la educación para
poder alcanzar y sostener el sistema democrático republicano.
Lamentablemente, quienes adversan el 321 han logrado crear una

126
matriz de opinión en el sentido de que nuestro propósito es estatizar
la educación y con ésta, hacer desaparecer los institutos privados,
particularmente los de la Iglesia Católica y que de allí al
Comunismo no habría más que un paso, sobre todo considerando el
pasado de quien les habla, a pesar de los años transcurridos de mi
divorcio de esa orientación y de mi enfrentamiento a muerte con
los partidos súbditos de Moscú y de la Tercera Internacional
Comunista y su hermana menor el Foro de Sao Paulo. Todos los
aquí presentes estamos conscientes de que en nuestro país hay
dos instituciones con gran poder: la Iglesia y los militares. Y entre
estos últimos no faltan quienes quieran colmar sus ambiciones
personales. Sin temor a exagerar les puedo afirmar que la
estabilidad del gobierno está amenazada. Debido a lo avanzado de
la hora, no es conveniente que abramos un debate sobre la materia.
Como está prevista una manifestación opositora para mañana, los
espero en mi casa a las 7 a.m., en punto. Así que tenemos toda la
noche para descansar y amanecer con la cabeza y con ideas
frescas. Es todo compañeros. Buenas noches a todos.”

Al día siguiente, a las 6.30 a.m. ya estaba Rómulo enfundado en su


flux blanco de lino, corbata y zapatos lustrosos, negros como el
carbón. Recién se había tomado su taza de café, negro también,
preparado por Danila, su cocinera, para variar, negra, traída desde
Guatire, el pueblo natal del líder. Mientras espera la llegada de los
compañeros se da un paseo por el jardín de la casa, una de sus
aficiones. Observa con atención las rosas, las petunias pero sobre
todo el árbol de pomarrosas que le recuerda el lar nativo. Toma una
de esas frutas, sin desprenderla. Admira su color indescriptible,
enrtre rosado y amarillo sol. Con sus manos aprecia la tersura de la
fruta “¡que maravillosa es la naturaleza”¡, piensa absorto. Los
árboles de apamates dejan caer una lluvia de sus flores, formando
un inmenso mar, una alfommbra natural color lila Entonces se hace
presente su ayudante militar, quién le interrumpe: “Señor

127
Presidente, ya están acá sus invitados” “Hágalos pasar al comedor
Teniente Franchesqui. Ya voy para allá”. Sentados ya a la mesa del
comedor se encuentran Gonzalo Barrios, Andrés Eloy Blanco, Luis
Beltrán Prieto Figueroa y Humberto García Arocha, el Ministro de
Educación.Mientras los mesoneros sirven el menú predilecto del
anfitrión: caraotas negras refritas, carne mechada, arepas, queso de
cabra falconiano y una “pizca” andina, como entrada, el Presidente
va directo al grano.

-“Compañeros, como les informé ayer, he examinado


concienzudamente todo esta madeja que nos ha causado el decreto
321. He tomado la decisión de emitir un nuevo decreto que nos
permita salir de este atolladero, al menos provisionalmente. La
decisión es que, mientras se aprueba la nueva Ley de Educación, la
evaluación de los estudiantes de los institutos privados se regirá por
las mismas normas que se vienen aplicando en los institutos
oficiales. Con esto no estamos renunciando a nuestros principios
sobre la materia; que es al Estado a quien le corresponde orientar y
supervisar la enseñanza en los niveles de Primaria y Secundaria.
Esta nueva medida nos permitirá salir de este asunto en que nos
encontramos y ya le corresponderá a la Asamblea Nacional
Constituyente y al nuevo Congreso Nacional, legislar
definitivamente sobre la materia. Por supuesto, esta propuesta la
llevaré a consideración del Comité Ejecutivo Nacional del partido,
el C.E.N., y al Consejo de Ministros. De cualquier modo, quiero oir
la opinión de ustedes.”

Sólo Andrés Eloy Blanco y el Ministro de Educación consideran


que ese paso atrás se vería como una muestra de debilidad del
gobierno. Gonzalo Barrios, considerado el fantotum del partido en
materia politíca, por su cultura sobre la materia y su prudencia,
defiende ardorosamente la nueva propuesta, insistiendo que por
apego exagerado a los principios, se estaba colocando al régimen al

128
borde del precipicio. Situación similar se presenta tanto en el CEN
como en el Consejo de Ministros. Si bien la obsesión de
Betancourt ha sido formar un partido de masas, es considerado
como “el jefe” del mismo y sus propuestas, al menos por ahora, más
que como tales, son tomadas como órdenes. El gobierno publica un
nuevo decreto, el 344, que elimina el 321 y pone a los alumnos de
los institutos privados en igualdad de condiciones a los de los
planteles oficiales.La esencia de esas normas es que todo alumno
que lleve como nota previa 10, o más, durante el año, queda
eximido de presentar examen final, y por ende, automáticamente
promovido al curso siguiente. De allí que, jocosamente, la gente
bautiza a esa Promoción como “la Promoción Golilla”. La
situación política se tranquiliza un tanto, aunque no del todo.Los
errores del gobierno y el sectarismo de la dirigencia del partido,
que se transmite a su militancia, le restan notoriamente
popularidad al régimen.

Una de las preocupaciones de AD en el gobierno es organizar con el


mayor esfuerzo los sindicatos de obreros y campesinos, y apoyar
con igual ímpetu el fortalecimiento de la Federación Venezolana de
Maestros. La vinculación de AD con los sectores populares es casi
inmediata. Hasta ahora no ha existido en el País un verdadero
partido de masas organizado. De otro lado, AD moderniza la
relación caudillista que había caracterizado a la Venezuela rural que
está ya en vías de desaparición, por la migración de las masas
campesinas hacia las ciudades, producto de la aparición del
petróleo. El caudillo del siglo XIX era a la vez patrón de su hato o
haciendas, líder político y jefe militar, a veces hasta cuenta con su
propio ejército personal, constituído por los campesinos que, mas
que sus empleados, son sus siervos, a los que arma con machetes,
revólveres y hasta fusiles cuando las circunstancias así lo
demandan. La auto llamada Revolución de Octubre simplemente
moderniza esta relación. .Los militantes del partido, más que seguir

129
una doctrina, mantienen su adhesión personal a un jefe, y en AD,
Betancourt es el jefe indiscutido. Este jefe no es un patrón directo
pero si el representante personal del poder. Para afianzarse en el
poder, AD necesita el apoyo de este tipo de organizaciones, las
cuales devienen en simples brazos del partido gobernante en sus
respectivas áreas. El interés personal de Betancourt en el
fortalecimento de los sindicatos es contrarrestar la influencia de los
Comunistas en dichas organizaciones. El PCV controla 130
sindicatos y AD apenas 29. El interés político partidista y no el de
fortalecer esas clases sociales, con el tiempo se transforma en un
esfuerzo un tanto vano que pagará muy caro la Nación. Muchos
dirigentes sindicales dejarán de ser simples obreros o campesinos
para convertirse en burócratas y hasta ricos potentados, lo que
traerá graves consecuencias, no sólo para el Partido sino para el
sistema democrático en general.

Además de los ataques de COPEI y del PCV, y de los Medinistas


resentldos como Arturo Uslar Pietri, a la Junta se le preenta un
problema muy particular: la oposición y hasta la actitud
presuntamente golpista del General Eleazar López Contreras. El
Embajador Corrigan continúa manteniendo una amistad sincera con
el viejo General quien ha decidido fijar su residencia en Colombia,
preferiblemente cerca de la frontera con Venezuela. De inmediato el
mismo Betancourt reacciona y le hace ver al gobierno
neogranadino que la presencia del ExPresiddente en la frontera no
era bien vista por la Junta de Gobierno pues ello pudiera prestarse
para que López se dedicara a actividades conspirativas. López había
intentado congraciarse con el nuevo régimen ofreciéndose como
puente para “apaciguar” a los “muchachos” y que éstos no se
desvíen del camino correcto. Los “muchachos” a los quel se
refiere Lópea Contreras son nada menos que Pérez Jiménez,
Llovera Páez y los demás militares que habían protagonizado el
golpe de octubre.Igualmente el viejo General afirma que se ha

130
alejado completamente de los grupos gomecistas y del General
Medina y sus seguidores Por supuesto la Junta, a través de
Betancourt, rechaza la oferta, y denuncia las actividades de quien
califica como “personaje reaccionario y contumaz predicador de la
guerra civil”. ¿Acaso iba Betancourt a olvidar que era ¨López
Contreras quien años atrá lo había aventado del País y lo había
obligado a llevar en el exilio una vida llena de frustraciones y
pobreza? Medina, en cambio, se radica en New York, alejado de la
política activa de Venezuela.Además lo aqueja una enfermedad que
acabará a los pocos años con su vida.

Por instermedio de Corrigan, López Contreras hace en Estados


Unidos un contacto con el multimillonario Nélson Rockefeller,
quien le ofrece la administración de unas fincas en Fugasugá, en las
cercanías de Bogotá. López había hecho públlco que “quería
dedicarse a la agricultura para tener los medios de llevar una vida
modesta pero con el decoro de lo que él había representado para
Venezuela.” Esta declaración es vista por muchos con suspicacia:
¿Va a quedarse quieto López, políticamente, después de las
vejaciones que ha sufrido por parte de la Junta Revolucionaria,
particularmente el hecho de haber sido acusado de peculador y de
haberle arrebatado todos sus bienes? Además en declaraciones que
hace en la prensa colombiana califica como “monstruoso” el hecho
de que en la pena moral y material, por el juicio de peculado, el
tribunal írrito incluye a su esposa, su madre y hasta a sus hijas
menores. El viejo General, como lo ha advertido otras veces, está
dispuesto a desenvainar su espada. De hecho, con su actitud, le
declara la guerra a la Junta de Gobierno y de allí en adelante se
dedica a conspirar contra ésta. Como lo dice Manuel Caballero, es
difícil creer que aquel que llegó a ser la segunda figura, y el jefe
después de la muerte de Gómez, de un ejército no menos gomecista,
iba a aceptar fácilmente a perder su lugar bajo el sol.Los rumores de
conspiraciones contra la Junta se convierten en la comidilla del día

131
y en ellos se menciona siempre a López Contreras, aunque
usualmente esto no pasa de rumores. La guerra del General es más
que todo una guerra verbal. En todos los países que visita no deja de
hacer las declaraciones más feroces contra los gobernantes de su
país. “El País”, el diario fundado por AD, con las maquinarias
arrebatadas a El Heraldo, el periódico medinista, es el encargado de
responder las declaraciones de López a quien le enrrostran la actitud
de su gobierno contra los partidos y la permisividad con el suyo
propio, durante su mandato, las llamadas “Civicas Bolivarianas”.

En Colombia el General ciertamente no podrá dejar de enfrentar la


mano largo del espionaje de la Junta de Gobierno, el cual le ha
seguido sus pasos desde Washington hasta su periplo por diversas
ciudades colombianas: Barranquilla, Medellín y Cali. La súbita
aparición, inesperada, de López en la frontera colombo—
venezolana, reafirma en la Junta la sospecha de que aquel
ciertamente estaba en andanzas conspirativas. Por añadidura, el
Consul General de Venezuela en Colombia Gilberto Urdaneta
Nuñez, envía un informe al gobierno venezolano. Relata Urdaneta
que un sobrino suyo se encontraba en el bar del Hotel Regina, en
Bogotá. En la mesa anexa estaba ocupada por Fernando López, hijo
del General, Hernando Velazco y un señor Escalona, también
venezolano. El informante me cuenta, dice Urdaneta, que pudo oir a
Fernando López notificar a sus compañeros de mesa que en
Venezuela contaban con una cantidad importante de fusiles y que el
levantamiento debía estallar el próximo mes de Junio. Agrega
Urdaneta que en esa ciudad se ha concentrado la plana mayor de “la
reacción”, esperando la llegada del General López, quién de allí
seguiría a Cúcuta. Al menos en cuanto al itineraio del viejo militar,
el espionaje venezolano no andaba nada descarriado. Estaba al día.
No había dudas.

132
En su pereseverancia de enfrentar al régimen betancourista, López
apela también a los dos miembros militares que conforman la Junta
de Gobierno: Mario Vargas y Carlos Delgado Chalbaud. Un
comunicado de COPEI informa por esos días sobre el “trágico
balance” y hechos de sangre que habían ocurrido en el Nuevo Circo
de Caracas, durante un acto de ese partido. Sacando provecho del
hecho, el General se dirige a sus colegas citados utilizando la jerga
militar y en tono paternalista. “Como viejo soldado”, apunta,
“considero que dado que la juventud militar el 18 de octubre
decidió constituir un gobierno de facto, lo conveniente para el país
era llamar a colaborar con la Junta Militar nombres representativos
de los diversos sectores sociales…pero nunca entregar la dirección
política a un solo partido como Acción Democrática con tendencias
exclusivistas y movidos por violentas pasiones políticas”

El General llama a un gobierno de “integración nacional”. En esta


consigna coinciden con él sectores tan opuestos como los social-
cristianos y el Partido Comunista, además de Unión Republicana
Democrática (URD), el partido de Jóvito Villalba. Pero la Junta
Revolucionaria, o mejor AD y su dirigencia, no le paran bolas a
estas peticiones y mantienen el sistema monopartidista. Arrellenado
en su butaca presidencial en Miraflores, Betancourt piensa:
“seremos pendejos los adecos en habernos arriesgado en una
aventura golpista para traer a otros a participar en el poder”. De otro
lado ese poder le garantizaba a los adecos obtener la mayoría en la
Asamblea Constituyente convocada.

A un año del gobierno de la JRG, el asunto López Contreras


continuaba siendo una papa caliente, no sólo para el gobierno
venezolano sino también para Colombia y Estados Unidos. El 20 de
julio los diarios venezolanos informan que el gobierno de
Venezuela había proccedido a hacer algunas detenciones ante la
evidencia de un complot dirigido por López desde Colombia. Uno

133
de esos diarios señala que “entre los detenidos se encuentran
algunos promienentes miembros de la organización reaccionaria
COPEI. Aunque no tenían pruebas de nada, los adecos piensan que
los que están metidos en las andanzas del viejo General son, entre
otros, Hugo Parra Pérez, Roberto Picón Lares y Amenodoro Rangel
Lamus, ex Ministro de López, más otros lopecistas exiliados en
Cúcuta. Poco a poco la Embajada de Estados Unidos comienza a
dejar de enviar sus constantes informes sobre los movimientos de
López Contreras en Colombia. El viejo Eleazar ha decidido
abandonar este país y radicarse en Miami. Esto no parecía
suficiente al punto que el gobierno colombiano decide solicitar a los
lopecistas radicados en la frontera que se establezcan en sitios más
al interior del país.

A los meses se produce en el Cuartel Ambrosio Plaza, de Caracas,


un alzamiento que algunos llaman “la Rebelión de los Sargentos”.
El gobierno minimiza el asunto informando que algunos clases del
Regimiento de Caballería No 1, “en estado de embriaguez” se
amotinaron. El hecho es que a, eso de las 9 de la noche del día
anterior, se presentan al cuartel unos soldados comandados por
Sargentos, armados de ametralladoras, con las cuales disparan
contra los que les oponen resistencia. Entre éstos resulta muerto el
Teniente Antonio Dávila Célis, miembro de una relevante familia
merideña, y el Subteniente Pedro Delgado Suárez. Por los
amotinados resultan igualmente muertos un Sargento y un soldado.
El Jefe del la Guarnición de Caracas, Comandante Enrique Rincón
Calcaño es encargado de someter la sublevación. Hace rodear el
cuartel y conmina a los alzados a rendirse. Un soldado le apunta
con una ametralladora. El Comandante Calcaño, con absoluta
frialdad le recrimina: “puedes matarme pero recuerda que yo soy
uno de ustedes, de este Regimiento, el mismo que les acompaña a
caballo todos los días”. El Sargento respondió: “sólo queremos la
rendición de la Junta Revolucionaria de Gobierno”. Hasta allí llegó

134
todo. A las averiguaciones de los Tribunales Militares se les echó
tierra. Todo quedó en secreto, o suspendido porque vendrían nuevas
rebeliones.

Cumplía apenas un año el gobierno de la Junta, cuatro días después


de las elecciones para elegir a la Asamblea Nacional Constituyente:
el régimen informa que ha debelado un nuevo “tenebroso complot
terrorista” dirigido a asesinar a los miembros de la Junta y reponer
en el mando a los personeros derrocados por la Revolución de
Octubre”. El jefe de esta rebelión, notifica el informe oficial, es el
viejo General gomecista José Antonio González, Gobernador del
Estado Lara durante el régimen de Medina Angarita. Sin embargo,
la misma Oficina de Prensa del Ministerio de Relaciones Interiores
aclara que el verdadero inspirador del complot es el General Eleazar
López Contreras. El mismo remitildo informa que, en virtud de lo
acontecido han sido detenidos Camilo Arcaya, José Antonio
Tagliaferro, José Aguirre y el doctor Miguel Angel Olmeta. La
gente no toma muy en serio las acusaciones pues se trata de un
grupo que acostumbra reunirse para conversar y uno de sus temas
preferidos es hablar mal del gobierno pero no se les conocen
contactos con militares ni poseen armas.

Lo más interesante de este “complot” es que uno de los acusados


resulta Pierre René Deloffre, ya mencionado antes en esta obra
porque tenia su restaurante, “El Trocadero” dividido en dos sectores
por una gruesa cortina. Un sector era visitado por los caballeros de
la cremita de la sociedad caraqueña, con sus respectivas esposas. .
El otro sector permitía damas “ficheras”, cuya función era
acompañar a uno o varios caballeros y hacerles beber al máximo
para aumentar los ingresos del bar restaurant de Deloffre. Este ni
siquiera era su verdadero nombre. Se llamaba Gilbert Pommier, que
como otro compatriota suyo Henry Charrier, se había dedicado al
negocio de bares nocturnos. Henry Charrier alcanzó gran notoriedad

135
al pubicar sus hazañas en una novela titulada “Papillon” (“La
Mariposa”). Ambos delinlcuentes lograron escapar, cada uno por
su cuenta, y en épocas diferentes, de la famosa prisión de La Isla
del Diablo, en la Guayana francesa, hazaña que se consideraba
imposible de lograr. Se dedicaron, individualmente, a explotar la
vida nocturna de Caracas. Deloffre logró llegar al delta del Orinoco,
en canoa, y desde allí se trasladó a Caracas.Eso fue por los años
veinte, del mismo siglo veinte, en plena dictadura gomecista.
Comenzó trabajando como mesonero en un restaurante hasta
cuando logró montar su propio negocio, de esa misma índole,
aunque muy modesto. Para ese entonces en Caracas sólo existía un
buen sitio culinario, “La Suiza”, situado en la esquina de Piñango.
Deloffre fue creciendo en su actividad al punto de que pudo
contactar al dictador y Presidente Juan Vicente Gómez, para
organizar la red hotelera que éste había decidido desarrollar,
comenzando por el Hotel Miramar, en el litoral guaireño. También
se le ofreció para ser el orgnizador de todos los festejos y agasajos
que celebrara el gobierno, en especial cuando se trataba de actos o
visitas de personalidades importantes. Así el expresidiario fugado
de Cayena se conviritió en el mandamás de la vida alegre y
nocturna de Caracas. Algun enemigo o envidioso del auge de
Deloffre lo acusó, falsamente, de conspirar contra el régimen. Con
el arma poderosa que tenia, el dinero, en una noche de año nuevo
logro sobornar a los vigilantes dd presidio para introducir una caja
de champaña. Antonio Arraiz, quien fuera para ese momento preso
de “La Rotunda”, y posterior director de “El Nacional”, se quedó
de una sola pieza cundo en la noche de un 31 de diciembre un
guardia lo sorprendió con una taza de champaña, obsequio de otro
presididiario: René Deloffre. Un año antes de la muerte de Gómez,
Deloffre había sido encerrado en la terrible prisión de La Rotunda,
de la cual salió a la muerte del dictador. Entonces fundó un
“dancing” o club nocturno por Los Caobos. Su gran éxito fue el
“Longchamp” y el ya citado “El Trocadero”, con un pasaje secreto

136
de uno al otro pues en este último, como hemos dicho, se permitía
el acceso de muchachas “de la vida alegre”. Deloffre enseño a los
caraqueños de entonces el refinamiento de la comida francesa, en
particular la sopa de cebolla gratinada, la “soup d’onion gratinée”,
muy popular en el viejo mercado de París y sitios obligado de
atracción turística en esa ciudad. Y le enseñó igualmente a los
habitantes de la capital las delicias de la vida nocturna, los
espectáculos y las bebidas más refinadas como la champaña. En
“El Trocadero”, además de compartir con prostitutas, se comenta,
hasta era posible el consumo de drogas, algo no imaginable en la
sociedad caraqueña de la época. Deloffre continuó como la figura
encargada de los grandes festejos oficiales durante la presidencia
del General Medina Angarita. Por ello, cuando el golpe del 18 de
octubre, sus locales fueron saqueados por las turbas que apoyaban
el mismo. El gobierno de la Revolución acusó al fugado de Cayena
de conspirador y de que en ese local se preparaban bombas, de las
llamada “nipples”. Deloffre Fue expulsado del País y a su salida
declaró a la prensa que las únicas armas que él sabía preparar eran
la “soupe d’oignon”, el “coque au vin” y demás delicias de la
comida francesa. Deloffre se fue a Santo Domingo donde,
despechado por los ataques de la Junta de Gobierno conatra él, su
unió a un grupo que, respaldado por el dictador Rafael Leonidas
Trujillo, conspiraba para derrocar a dicha Junta Revolucionaria. “El
Trocaderoo “ fue “estatizado” por el régimen, con el argumento de
que el local pertenecía a los descendientes de Antonio Pimentel,
amigo intimo de Gómez, “su compadre”, y bajo cuya sombra
Pimentel había logrado hacer una inmensa fortuna. Así “El
Trocadero”, de ser centro de las delicias de la comida francesa y
nido del “amor”, bar de ficheras y prostitutas caraqueñas, fue
convertido en cárcel de la Junta de Gobierno, donde se cometieron
excesos policiales, inclusive torturas, aunque éstas no
necesariamente fueran autorizadas por el alto Poder Ejecutivo.
Después del golpe de noviembre de 1948, Deloffre pudo regresar a

137
Venezuela. Entonces declaró que lo hacía porque Venezuela era su
patria adoptiva, a la que quería entrañablemente. La duda quedaba
porque, como fugado de la prisión francesa de Cayena, no podía
regresar a Francia, su país natal. Ya en Caracas, fundó una “boite”
en Sabana Grande,” L’Intime”, sitio nocturno para oir música y
bailar Pero la época dorada de Pierre René Deloffre ya había
pasado. Murió quebrado, fracasado financiaremente, aunque
rodeado de las amistades que había logrado hacer durante sus
buenos tiempos.

Apenas si había transcurrido algo más de un año del 18 de octubre


se produce un alzamiento que está a punto de derribar a la Junta
Revolucionaria de Gobierno (JRG). En el mismo se implica nada
menos que al doctor Jóvito Villalba, líder del partido Unión
Republicana Democrática (URD) y eterno rival de Betancourt,
desde la época estudiantil. Entonces el principal líder era Jóvito,
debido en buena parte a sus cualidades como brillante orador. Jóvito
fue hecho preso. Allí, en la cárcel, Villallba se preguntaba: si
Betancourt llegó al poder mediante un golpe de cuartel, ¿ no tengo
yo el derecho a hacer lo mismo? Lo más grave del asunto es que en
la insurgencia estaban comprometidos varios altos oficiales,
Comandantes de diferentes Guarniciones Regionales, que no se
tragan a Beetancour, lo detestan. Entre los conspiradors está nada
menos que el Coronel Juan Pérez Jiménez, aplodado “La Múcura”,
hermano de Marcos, Ministro de la Defensa. Igualmemente está
involucrado el Teniente-Coronel Enrique Rincón Calcaño, Jefe del
Agrupamiento Militar de Caracas. El plan de los insurgentes era
apresar a la JRG, la cual asistiría el día siguiente al acto de
celebración de un nuevo aniversario de la Aviación Militar, en la
Base Aérea de Boca de Río, en Maracay. El día antes del acto en
referencia José Giacoppini Zárraga recibe una llamada en
Miraflores.

138
-Doctor Giacoppini, ¿cómo se encuentra? Le habla Francisco
Oliveros. Necesito hablar con usted sobre algo urgene y
extremadamente grave. El gobierno está amenazado.

-O.K. Francisco. De inmediato espérame allí en tu casa que yo salgo


para allá. ¿Todavía vives en la cada de los Magallanes?

. Sí doctor, este es mi barrio y de aquí no me saca nadie.

.Doctor Giacoppini, si no se tratara de algo tan grave no lo


molestaría. Está montada una gran conspiración, El plan es hacer
presos a los integantes de la JRG, durante el acto que se celebrará
mañana en la Base Aérea de Boca de Río. Un bojote de chivos
pesados está comprometido con la sublevación. Entre otros están el
Teniente Coronel Enrique León Calcaño, el Coronel Juan Pérez
Jiménez y el Mayor Carlos Maldonado Peña, Jefe de la Base Aérea,
donde está previsto hacer la celebración. Giacoppini de inmediato
se comunica con Delgado Chalbaud y los demás integrantes de la
Junta y les informa la novedad. El Palacio de Miraflores, por orden
del Minstro de la Defensa es rodeado de tanques y acordonado por
el Batallón Francisco Avendaño. Al amanecer un avión piloteado
por el Capitán Pedro Bolivar intenta bombardear el Palacio
Presidencial. Pero no contaba con que se iba a topar con el inmenso
poder de fuego de los tanques que allí estaban, por lo que tiene que
huir y regresar a Maracay. Al amanecer, Enrique Rincón Calcaño
igualmente se presenta con un batallón de soldados, con la
intención de tomar Miraflores. Su sorpresa no tiene límites cuando
se encuentra con que no podía enfrentarse al poder de fuego que
allí se había instalado. No le queda más remedio que rendirse.

139
4.9. EL CONTRAGOLPE: UNA GUILLOTINA PARA
GALLEGOS

140
Dos años después del golpe de octubre, A.D. celebra con gran
fanfarria el triunfo de su candidato a la Presidencia de la República:
el famoso novelista Rómulo Gallegos. Gallegos arropa a su rival,
Rafael Caldera con el 75% de los votos. En tercer lugar queda
Gustavo Machado, del Partido Comunista, con una cantidad ínfima
de votos. Machado perseverará a la espera del triunfo universal de
la Revolución Marxista-Leninista pero, según parece a los
venezolanos no les llama la atención la eliminación de la propiedad
privada, ni la guerra entre clases ni el sometimiento a Moscú.

A pesar de las medidas positivas que se toman, como la elección de


Presidente y Congresistas madiante voto universal, directo y
secreto, el estímulo a la industrialización y la expansión de escuelas
y liceos, la no otorgación de nuevas concesionens petroleras y el
incremento del ingreso nacional por concepto del petróleo, por
medidas aplicadas a las compañías petroleras, para el desagrado de
éstas, el descontento contra el gobierno de Gallegos comenzó desde
sus primeros inicios. Al fun de cuentas éste era una continuación de
la Junta Revolucionaria de Gobierno y de AD. Sus rivales lo acusan
de “hegemónico”, término mal empleado puesto la hegemonía sólo
se da en gobiernos de partido único. Sin embargo, no deja de ser
cierto que, como partido mayoritario, AD ejerce un evidente
sectarismo. Los cargos públicos, aún los de poca monta, son
reservados para militantes del partido. Igual sucede con lo relativo
a créditos públicos para proyectos agrícolas e industriales. También
acusan al gobierno de tener milicias populares armadas, dirigidas
por expertos republicanos españoles, exilados en Venezuela. Esto
no llega a comprobarse.Igualmente le señalan que ingresa jóvenes
como cadetes en las escuelas militares para “adequizar” el ejércto.
Estas últimas acusacionens provienen de miembros de las Fuerzas
Armadas. Partidos como COPEI y el PCV no cuentan con la
organización que a nivel nacional tiene AD. COPEI apenas si
domina en dos Estados: Táchira y Mérida, probablemente por el

141
acendrado catolicismo de ambas regiones y por ser el Táchira el
Estado natal de Isaías Medina Angarita, quien, como se ha dicho, es
hombre de afecto y prestigio muy arraigados entre la mayoría de los
venezolanos.

Los problemas del gobierno de Gallegos se extienden a otros


sectores, entre ellos los estudiantes universitarios, particularmente
los de la Universidad Central de Venezuela, la UCV. El mismo
Rector, doctor Santiago Vera Izquierdo informa a la prensa sobre
una reforma de la Institución, la cual es rechazada por el
estudiantado. Estos se declaran en huelga general, toman las
instalaciones de la Institutución y declaran que no cesarán la huelga
hasta tanto el Consejo Universitario no revoque la decisión de que
suspenderá a todas las unidades estudiantiles que apelen a la
violencia. La respuesta de las autoridades es clausurar la
Universidad temporalmente. Los jóvenes responden con una
manifestación que la prensa calcula en tres mil estudiantes y ocho
cuadras de largo. Es una manifestación silenciosa contra el cierre de
la Universidad. Los varones lucen pantalón negro y camisa blanca
con corbata negra, símbolos de luto. Algo similar hacen las
muchachas, trajeadas con blusa blanca y falda negra. La marcha
llega hasta el Parque Carabobo, donde varios dirigentes de la
Federación de Centros se dirigen a la multitud y exigen al gobierno
la destitución de las autoridades de la Universidad. Esta solicitud es
respaldada por varios Decanos de Facultades. A las autoridades no
les queda otro camino que presentar su renuncia. La recia oposición
viene no sólo de los partidos políticos. En nuevo enfrentamiento
con la Iglesia Católica, en San Cristóbal un Tribunal Penal
sentencia a seis meses de prisión al presbítero José León Rojas, un
popular sacerdote en la zona, quien además es el director del
“Diario Católico”, el periódico de dicha Iglesia. El juicio es
efectuado a requerimiento del Presidente Gallegos, quien había
alegado una falta de respeto a su autoridad. El Táchira constituye

142
una fortaleza católica y de los social-cristianos por lo que la
respuesta no se deja esperar y una nutrida manifestación sale en
respaldo del levita, quien, años más tarde, será designado obispo
del Estado Trujillo.

En una ocasión, Chento Arcadio tiene la oportunidad de conversar


ampliamente con José Giacopini Zárraga, lo que ya había hecho en
varias oportunidades. El doctor Giacopini fue actor y testigo
fundamental tanto del golpe de 1945 como del de 1948. Apoyó al
primero de esos dos golpes y fue nombrado gobernador de
Amazonas. Pero también respalda el del 48. Es un hombre de
pequeña estatura, muy dinámico y ágil. Rondando ya los ochenta,
un día voy a buscarlo a su la hostal en que se había hospedado, en
San Cristóbal, para ir a una charla que debía dar en la Universidad.
Trato de ayudarlo a subir al pescante de mi camioneta pero me
detiene sonriente “no te preocupes, Alcalde, yo monto a caballo.”
Giacopini tiene un profundo conocimiento de la historia y la política
contemporáneas de Venezuela, pero se ha negado a escribir un libro
al respecto, aunque no falta quien se lo haya insinuado. Por esos
días, precisamente, Chento Arcadio publica un libro sobre Juan
Vicente y Eustoquio Gómez. Al primer encuentro con el doctor
Giacopini, en tono amistoso me reclama: “ajá! Acabas de publicar
ese libro y no me habías dicho nada! El ciclo de los gobiernos
andinos es uno de los temas predilectos de Giacopini. Abogado de
profesión, ha ocupado altos cargos en la Administración Pública y
en el sector privado llegó a Presidente de la Shell de Venezuela. La
conversación con Chento tiene lugar en la Posada Pirineos, “la
posada de Josefina”, como se le conoce en San Cristóbal. Allí se
siente muy a gusto por ser una hostal con el calor familiar que
contrasta con la frialdad de los hoteles convencionales.

CH.A. “Cómo fue su participación en el golpe militar de octubre


de 1945 y en el de 1948?

143
JGZ. Mira Alcalde. Yo soy una suerte de militar frustrado,
inspirado quizás por mi tío abuelo, el General Francisco Linares
Alcántara, el único militar venezolano graduado en la famosa
Academia Militar de West Point, en los Estados Unidos, a
comienzos del siglo XX. Yo quería ser militar pero mi familia se
opuso y entonces seguí la carrera de Derecho. Pero desde joven me
he mantenido muy vinculado con los militares, quizás, además de
por la ya expresada razón, también inflluyó el hecho de que he sido
gran aficionado al tiro y a la equitación. Cuando Pérez Jiménez y
Llovera Páez regresaron de hacer el curso de Estado Myor en Perú,
me hice buen amigo de ambos. Llovera es un terciazo, muy
simpático, parrandero y aficiondo al whisky. Pérez Jiménez, en
cambio es recatado, no es bebedor pero si amigo de otro tipo de
parrandas, con mujeres bellas y mejor aún si son famosas. Cuando
estalló el golpe del 45 yo me puse del lado de los jóvenes militares.
Estuve entre los que, armado de un fusil, nos atrincheramos en el
Palacio de Miraflores que había sido tomado por el capitán
Celestino Velazco.

-Doctor Giacopini, ¿cómo fueron los hechos del 24 de noviembre


de 1948?. Usted fue testigo de los mismos.

Efectivamente. Yo estaba como Goberndor del Territorio Federal


Amazonas. Allí, en medio de la selva llevaba una vida muy
tranquila. Las informaciones de Caracas eran escasas, así que no
estaba muy enterado de las intimidades de lo que ocurría en
Caracas, y en especial del conflicto entre el sector militar y el
gobierno nacional. De pronto, un día cualquiera recibí un telegrama
urgente del propio Presidente Gallegos. El telegrama decía lo
siguiente: “Carlos y yo consideramos necesario tu presencia urgente
acá en Caracas. Mañana saldrá un avión a recogerte”. Gallegos se
referia a Carlos Delgado Chalbaud, Ministro de la Defensa, y gran
amigo del Presidente. Yo no me imaginaba lo complejo de la

144
situación. No era sólo un golpe militar el que estaba en marcha, eran
dos. El primero estaba comandado por “el mono” Mendoza, Tomás,
oficial ya famoso por sus ímpetus golpistas. Mendoza actuaba en
connivencia con el jefe del Cuartel Urdaneta, en Caracas, el Mayor
Pedro Molina Herrera. El dúo tenía entre sus planes designar como
Presidente de la República a Enrique Pérez Dupuy, un hombre de
peso en el mundo empresarial y para entonces Presidente del Banco
Venezolano de Crédito. La tésis del “mono” Mendoza era que ante
el desbarajuste económico en que se encontraba el país, se requería
a una hombre de reconocida capacidad gerencial como Pérez
Dupuy.

Un sábado por la noche, cuando me entrevisté con el Presidente


Gallegos quien me informó de la gravedad de la situación.

“José”, me dijo el Presidente. Te he mandado a llamar porque


estamos ante una grave crísis. Los comandantes Pérez Jiménez y
Llovera Páez, hablando a nombre de la oficialidad de las Fuerzas
Armadas, han presentado un pliego de peticiones, respaldado con
más de cien firmas de altos oficiales. Considero este pliego como
una especie de ultimátum. Por tu estrecha amistad con los militares,
Delgado y yo hemos pensado que tú eres la persona más indicada
para actuar como mediador. Los miitares se quejan del sectarismo
de Acción Democrática, de la fuerte ingerencia de Betancourt en el
gobierno y de la “adequización” de algunos altos oficiales, entre
ellos los Tenientes-Coroneles Mario Vargas y Jesús Gámez
Arellano. Entre las medidas solicitadas están 1) la expulsión de
Rómulo Betancourt del país por tiempo indefinido, por considerarlo
responsable del estado a que ha llegado la situación nacional. 2) el
desarme y disolución de las milicias armadas que Acción
Democrática, supuestamente ha organizado en todo el país, para
opónerse a las Fuerzas Armadas Nacionales 3) Reorganización del

145
gabinete, sustituyendo a los ministros adecos por gente
independiente.

Betancourt estaba dispuesto a irse del País por un tiempo,, mientras


se discutían las otras peticiones para tratar de llegar a un punto
conciliatorio. Ni Gallegos ni el Comité Ejecutivo Nacional, el
C.E.N, del partido aceptaban las peticiones. El Presidente me
había hecho llamar en virtud de la conocida amistad que yo tenía
con los militares, en particular con el trío Pérez Jiménez, Llovera
Páez y Delgado Chalbaud. Ya en Caracas, cuando yo entraba a la
quinta “Marisela”, en Los Palos Grandes, salía de allí Mario
Vargas, quien a pesar de estar en tratamiento médico en Estados
Unidos por estar muy enfermo de Tuberculosis, había retornado a
Caracas, seguramente llamado por la dirigencia de Accion
Democrática o por sus colegas militares golpistas. Llevaba cuatro
días en la capital pero con quienes se entrevista primero es con los
militares dirigentes de la rebelión. Mario Vargas se encuentra en la
casa presidencial con el Mayor Oscar Tamayo Suárez, comandante
de la Guardia Nacional quien había sido llamado por Gallegos para
tratar de obtener el respaldo de ese cuerpo. Vargas le informa a
Tamayo la inutilidad de su esfuerzo.Gallegos no acepta las
presiones de los militares. Yo me fui, intentando localizar a
Betancourt para tratar de que éste influyera en Gallegos en el
sentido de que adoptara una actitud más flexible y así evitar el
derrocamiento. A la mañana del mismo día en que se dará el golpe,
el Presidente recibe en su casa a Delgado, en quien tiene absoluta
confianza. Suben ambos a la biblioteca, ubicada en la segunda
planta. Desayunan y entre tazas de café y cigarrillos, duran
conversando más de cuatro horas. Gallegos le reitera su posición
intransigente a Delgado Chalbaud: no está dispuesto a ceder en lo
más mínimo a las exigencias hechas por los militares.Delgado se
retira, dispuesto a hacer presos a Pérez Jiménez y Llovera Páez. A
mediodía, repica el teléfono de su casa. Alguien le informa que

146
patrullas del ejército y de la policía tienen rodeado el Palacio
Presidencial. Todos los ministros del Gabinete Ejecutivo se
encuentran presos allí en Miraflores. Una cadena de radio,
transmitiendo desde el Ministerio de la Defensa, en la voz de
Gonzalo Veloz Mancera, da la primera información emanada del
Comando de las Fuerzas Armadas en la que se hace público que
éstas han asumido el gobierno. Hablan Pérez Jiménez y los
Comandantes de las diferentes fuerzas. Los dirigentes del golpe,
dado así, en frío, no dejan de mencionar que cuentan con la
colaboración del Ministro de la Defensa, Teniente Coronel Carlos
Delgado Chalbaud, y del Teniente Coronel Mario Vargas. Tanques
y camiones de artillería ocupan posiciones estratégicas en el centro
de la ciudad, en El Silencio. Los sistems de transporte suspenden
sus servicios, En minutos, Caracas parece un gran cementerio, con
todas sus calles desiertas. A las 6 de la tarde, el comandante Hernán
Albornoz Niño, con un grupo grande de efectivos militares rodea la
quinta “Marisela”. Penetra a la misma y encuentra al Presidente en
bata y pantuflas.

-“Señor Presidente: por orden del Alto Mando Militar queda usted
detenido y tengo instrucciones de trasladarlo a la Escuela Militar en
La Planicie”. Igual sucede con los demás dirigentes de A.D,
quienes son expulsados del ´país. Betancourt logra asilarse en una
Embajada y obtener, después, el salvoconducto para irse al
exterior. Gallegos se aposentará definitivamente en Mexico, donde
muere su esposa. No regresará a Venezuela hasta la caída de Pérez
Jiménez. Y regresa trayendo a su esposa, Teotiste, en su ataúd

El Mayor Mario Vargas y Delgado Chalbaud, para sorpresa de


A.D., junto con el grupo de altos oficiales, firman sin reservas el
acta según la cual se constituye la Junta Militar de Gobierno. Un
grupo de dirigentes adecos, Valmore Rodríguez, Luis Lander,
Ricardo Montilla y Raul Ramos Jiménez, se traslada a Maracay

147
para formar allí un gobierno, con respaldo del comandante de esa
Guarnición, Gámez Arellano. Estando éstos reunidos se presenta,
procedente de Caracas, el comandante José León Rangel, portador
de una carta de Mario Vargas para Gámez. Este no le leyó la misiva
a los asistentes, pero hasta allí llegó su respaldo a la resistencia. Los
dirigentes de A.D. fueron hechos presos y enviados a Caracas. Así
culminó el último foco de resistencia de Acción Democrática, en su
intento de sostener su gobierno.

4 .10. EL TRIO DE LOS SOLES

24 de noviembre de 1948. El diario “El Nacional” informa que “la


tensión política que venía confrontando el País desde hacía varios
días hizo crísis hoy cuando las Fuerzas Armadas asumeron el
control del gobierno. “Las tropas fueron desplazadas a las calles
durante el mediodía en resguardo del orden público. La Policía
Municipal, miembros de la Guardia y del Ejercito nacionales
recorren los barrios de ciudad en unidades móviles.” Los
dirigentes del golpe militar, hablando a nombre de las Fuerzas
Armadas, se constituyen en Junta Militar de Gobierno integrada por
los Tenientes-Coroneles Carlos Delgado Chalbaud, Marcos Pérez
Jiménez y Luis Fellpe Llovera Páez.

Se elabora un documento, refrendado por el mismo trío y el Alto


Mando, el cual consagra a la Junta como gobierno militar. De
inmediato se inicia la persecución y prisión de los líderes adecos. El
mismo Rómulo Betancourt dirá: “muy pocos pudimos eludir la

148
persecución y sumergirnos en la clandestinidad. Yo me encontraba
entre estos últimos hasta que solicité asilo en la Embajada de
Colombia, cuando estaba literalmente cercado por el acoso
policial.” Cuando Betancourt llegó a la Embajada colombiana se
encontró con que ya estaban asilados allí los docores Carlos
D’Ascoli y Dominog Alberto Rangel.

Por decreto de la Junta Militar se eliminan el Congreso Nacional,


las Asambleas Legislativas de los Estados, los Concejos
Municipáles y las Juntas Departamentales y Comunales. Poco
después le corresponde igual suerte a la Confederación de
Trabajadores y Ligas de Campesinos, cuyos dirigentes son hechos
presos. Utillizando como excusa una huelga petrolera, se decreta la
eliminación de los sindicatos petroleros, así como la confiscación de
sus bienes. Con el mismo argumento se ilegaliza al Partido
Comunista. En el orden económico se mantuvieron las mismas
políticas del régimen anterior. La Corporación Venezolana de
Fomento diseña un plan de inversiones y dispensa cientos de
millones de bolívares en créditos. La industria de la construcción
comienza a resurgir. Todas las actividades económicas siguen
creciendo por la explotación de los hidrocarburos y por las medidas
tomadas en esta materia por los gobiernos de Medina Angarita y
ahora, la Junta Militar de Gobierno. La resistencia a los militares
parece haberse quedado pasmada. Un grupo de estudiantes de la
Universidad Central de Venezuela, la U.C.V., todavía ubicada entre
las esquinas de Bolsa y San Francisco, intenta provocar unos
disturbios, los cuales son rechazados en un comunicado de la
Federación de Centros, alegando que las clases y las actividades de
investigación apenas si habían podido reiniciarse por la misma
razón del golpe militar. El comunicado es firmado por Filosofía y
Letra, Aquiles Monagas; por Derecho, Flavio Rosales; Agronomía,
Miguel Angel Granados; Ingenieria, Hugo Negrette; Economía,

149
Pedro Segnini La Cruz; Medicina, Rodolfo Selle y Odontología,
Miguel Angel Jiménez.

Muy pronto el gobierno de los Estados Unidos reconoce a la Junta


Militar. Esto no deja de causar un gran desagrado en la gente de
Acción Democrática, en virtud de las estrechas relaciones que su
gobierno había manatenido con el gobierno del país del norte. Ese
rápído reconocimienrto era de esperar: para ese momento
Venezuela era el segundo productor de petróleo en el mundo y su
principal cliente eran los Estados Unidos. . Varios dirigentes de
A.D., Betancourt y Gallegos, entre otros, se asilan en Cuba, donde
cuentan con la protección del Presidente de ese país, Grau San
Martín. Gallegos es conducido a Cuba en un avión expreso de la
Pan American, fletado por la Junta de Gobierno. Le acompañan su
esposa Teotiste, una hija y dos miembros más de la famili A su
llegada a Cuba, el derrocado Presidente da unas declaraciones a la
prensa de La Habana. Un periodista de “Bohemia”, la famosa
revista cuyo propietario Miguel Angel Quevedo, ha tenido
estrechas relaciones de amistad con Rómulo Betancourt, entrevista
a Gallegos.

-“Por Favor, Presidente, puede darnos algunos datos adicionales del


por qué de la caída de sugobierno?”

-“Les agradezco que me excusen”, le responde el novelista a los


reporteros. Apenas estamos llegando a su país y tenemos muchas
cosas que arreglar para instalarnos, pero les aseguro que muy pronto
converaremos con detalles sobre la materia”.

-“Además de Pérez Jiménez, y otros oficiales del ejército, se


comenta que hubo intervención del gobierno de los Estados Unidos
en su derrocamiento”, insiste el periodista.

-“Sobre esa materia lo que si puedo adelantarles es que


efectivamente si hubo participación del gobierno de ese país en los

150
hechos que comentamos. El ingeniero Edgar Pardo Stolk, quien era
mi Ministro de Obras Públicas para el momento de la rebelión, me
comentó que ese día había visto al Agregado Militar de la Embajada
de Estados Unidos en Venezuela, dando instrucciones en Miraflores
a las fuerzas golpistas”.

Esa versión no llegó a comprobarse y el mismo Gallegos, en carta


al Presidente del país norteamericano, presentaca sus excusas,
aceptando las aclaratorias que al respecto hace el Departamento de
Estado, de los Estados Unidos. Sin embargo Gallegos les riposta
que espera que no se reconozca al nuevo gobierno venezolano,
alegando que esto sería frustrar todo el esfuerzo que se había hecho
para mantener la política de buena vecindad y que no podría
considerare como buen vecino a quien, por motivos de orden
material condescendiera con los atropellos de la fuerza contra el
derecho. Para que no quedasen dudas de la posición de los
norteamericanos, el mismo Presidente Truman le escribe una carta
al ilustre novelista venezolano en la que le señala que “Desde la
administración del Presidente Jefferson, ha sido política general de
este gobierno, con alguns excepciones, mantener relaciones
diplomáticas con cualquier gobierno que maneje la maquinaria
administrativa de cualquier Estado, siempre que esté en disposición
de cumplir sus obligaciones internacionales y dar muestras de
estabilidad”. Pero Harry Truman no se queda allí. Hilando muy
fino le recuerda a Gallegos que apenas tres años atrás se le había
dado igual tratamiento al gobierno de facto del cual había surgido el
suyo, tanto más grave en aquel caso, cuando el régimen derrocado
en aquella oportunidad, no solamente era democrático, sino que su
destrucción había causado la muerte de muchos venezolanos y roto
una constitucionalidad ganada muy duramente.

Después de estar ya consolidado el gobierno militar, el Embajador


de los Estados Unidos en Caracas, Walter J.Donelly, informa al

151
Departamento de Estado que el Mayor Mario Vargas le había
comunicado que partía para ese país para continuar sus
tratamientos médicos y que pensaba instalarse en Washington D.C.

-¿Va usted a ocupar un cargo allí, en Washigton?, le pregunta


Donelly.

-No, Señor Embajador. Yo continúo en mi cargo de Inspector


General de las Fuerzas Armadas de Venezuela, pero he obtenido un
permiso indefinido del Ministro de la Defensa para continuar en su
país el tratamiento médico que he venido siguiendo allí.

-¿Cuál es su impresión sobre la situación de Venezuela?, le


pregunta el Embajador.

- La Junta ha adquirido una gran responsabilidad pero tomará


tiempo, paciencia e inteligencia para ganar la confianza y el
respaldo del pueblo. La Junta está consciente de que Acción
Democrática, recientemente abolida, bien sea abierta o
clandestinamente, se constituirá en un obstáculo para la pronta
estabilización del país. Por esa misma razón, por ahora la Junta
Militar no piensa eliminar al Partido Comunista pues entonces éste
se asociaría con los adecos, constituyéndose así un movimiento
muy fuerte contra el régimen.

El Embajador Donelly siempre había sostenido que los intereses


norteamericanos en Venezuela estaban más seguros en un gobierno
de Rómulo Betancourt, quien, pesar de haber sido militante de los
comunistas, ahora los combatía en forma implacable. En un viaje a
Washington, Donelly es requerido por el Secretario de Estado, Dean
Acheson, quien quiere saber de primera mano lo ocurrido en
Venezuela. Donelly se baja apresuradamente del avión de Pan
American que recién acaba de aterrizar en el aeropuerto John Foster
Dulles, en Washington D.C. Apenas si lleva una pequeña maleta
como equipaje. Un automóvil diplomático, un lujoso Cadillac

152
negro, le espera a la salida del edificio. “Tengo instrucciones de
conducirlo directamente al Departamento, señor Embajador”, le
dice el conductor. ” Mister Acheson quiere conversar con usted
cuanto antes”.

-Sí, gracias, Edward. Ya me habían dado esa información. Menos


mal porque debo regresar a Caracas mañana mismo. Tengo asuntos
urgentes que atender allí.

-“Good Morning”, Mister Acheson. Me vine lo más pronto que


pude…

-Está bien, Walter, vamos al grano directamente. Mañana debo


viajar muy temprano a Londres. Tengo una larga lista de asuntos a
discutir con Churchill. Dime, exactamente qué es lo que ocurre en
Venezuela y cómo eso puede afectar los intereses de nuestro país
allí.

-“Como usted bien sabe, la desconfianza entre los militares que


dirigieron el golpe y los líderes del partido Acción Democrática
fueron siempre evidentes. A excepción de Delgado Chalbaud y
Mario Vargas, el resto de oficiales no estaban conformes con
haber quedado fuera del poder. El meollo del asunto era la
animadversión hacia Betancourt, a quien acusaban de comunista y
de, a trastiendas, ejercer el verdadero poder. Gallegos es un
reconocido intelectual pero no un político y adoptó una actitud
intransigente ante las peticiones que hacía el ejército, la principal de
las cuales era sacar a Betancourt del país. Las tensiones entre
ambos bandos se agudizaron en los últimos meses, después de un
mítin realizado por A.D., en una amplia avenida en el centro de
Caracas. En esta concentración, Betancourt, prosiguió Donelly,
intentó hacer una demostración de fuerza ante el ejército
mostrándole a éste el presunto apoyo popular con que contaba AD
para reprimir cualquier intento de insurgencia. Además, AD publicó

153
una serie de artículos en los périodicos que ahondaron el
antagonismo con los militares. Uno, ridiculizaba a éstos. Otro
hablaba de que 300.000 campesinos estaban listos para defender la
democracia. El momento crucial, según el Embajador
norteamericano, fue cuando Alberto Carnevalli, dirigente adeco,
telefoneó al Ministro de la Defensa Pérez Jiménez para amenazar
con que los sindicatos obreros estaban listos para entrar a una
huelga general, si los militares no desistían de sus propósitos. De
fuentes del ejército, Pérez se había enterado que si ellos no hubieran
entrado en acción, AD hubiera llamado a la huelga general para
enfrentar a las Fuerzas Armadas, aún cuando ello significara una
guerra civil.” El Embajador no estaba muy desorientado en cuanto a
los posibles escenarios por venir. “Es posible que surja un gobierno
de dictadura militar, tipo latinoamericano”, comentó, lo que
ofrecería un campo fértil para el crecimiento subterráneo del
comunismo. De cualquier modo, agregó, cualquier tipo de gobierno
que surja será influenciado por las actitudes nacionalistas del
Teniente-Coronel Marcos Pérez Jiménez y su grupo.”

Desde el mismo día del zarpazo contra Gallegos, efectivamente


Marcos Pérez Jiménez se perfila como uno de los principales
líderes de la asonada. Como es habitual en él, se encierra en su
mutismo. No es amigo de estar dando declaraciones a la prensa, por
el miedo a las cámaras y por su voz un tanto gangosa que provoca
que sus compañeros lo hayan apodado “Tarugo”. En vano, al día
siguiente del golpe, los periodistas permanecen todo el día
apostados cerca a las oficinas del militar, simultáneamente Ministro
de la Defensa y Miembro de la Junta Militar de Gobierno. Al final
de la tarde accede a salir, para “comer un bocado”, aclara. El
Capitan Luis Croce entrega a los periodistas los comunicados de la
Junta. Entonces Pérez Jiménez, nervioso, perturbado ante los
flashes y las cámaras de los periodistas, lee ante un micrófono una
alocución dirigida a las Fuerzas Armadas. Es su primera aparición

154
en público. La televisión aún no ha llegado a Venezuela, aún así el
Comandante no puede ocultar su miedo escénico. Esto no le
impedirá llevar a cabo audaces maniobras políticas para hacerse al
poder. De cualquier modo, la alianza entre A.D. y los militares
había llegado a su fin. El gobierno cayó sin que se disparase un solo
tiro y las supuestas milicias armadas que defenderían al gobierno no
aparecieron por ningún lado. Al respecto, posteriormente Marcos
Pérez Jiménez declararía en su exilio en Madrid: “las tales milicias
armadas no nos preocupaban. ¿Qué podían hacer unos pequeños
grupos de hombres, mal armados, sin el debido entrenamiento,
frente a unas Fuerzas Armadas poderosas y altamente tecnificadas?

El Partido Comunista no es disuelto de inmediato para evitar, como


se ha dicho, que pudiera aliarse con los adecos y conformar un
frente común de resistencia. Sin embargo esto sirvió para que el
P.C.V. pudiera penetrar a muchos jóvenes adecos quienes vieron en
el Marxismo una ideología más cónsona con los principios de la
A.D. original. Durante la primera etapa de la Junta Militar y luego
durante la etapa de la resistencia, se da una estrecha colaboración
entre la militancia y los dirigentes medios de ambos partidos, lo
que es rechazado por la alta dirigencia de A.D., particularmente por
Rómulo Betancourt. Sin embargo, a mediano plazo se verá la
efectividad de esta coalición para enfrentar la dictadura, aunque elló
significará también la pérdida de gran parte de la juventud de A. D,
la cual, al surgir la democracia, en años posteriores, se aliará
definitivamente con la izquierda radical, inclusive en la lucha
armada o guerra de guerrillas, tanto urbana como rural.

Las diferencias entre los miembros de la Junta Militar, presidida por


Carlos Delgado Chalbaud, empiezan a aflorar desde un comienzo.
Delgado Chalbaud es partidario de la provisionalidad de dicha Junta
y después de un cierto lapso, llamar a elecciones. No así los otros
dos miembros quienes quieren seguir aferrados al poder. En su

155
primera alocución de año nuevo, Delgado Chalbaud, entre otras
cosas, al dirigirse a la Nación dice al referirse a lo que él considera
que la población “se ha alejado de la preocupación política para
dedicarse al quehacer diario con sentido profundo de
responsabilidad.” Esta actitud, agrega, “nos obliga aún más, a
cumplir con el deber fundamental de este gobierno: el deber de ser
transitorio, el deber de ser realmente provisional.” Las FAN
empiezan a emitir una serie de comunicados piediendo orden a la
población. En otros tratan de justificar el golpe atribuyéndolo,
esencialmente a que quien ejercía el verdadero poder era
Betancourt. Igualmente señalan que la fracción extremista de AD
pretendía dominar a las Fuerzas Armadas sembrando en ella la
discordia y la desunión. Al día siguiente de la asonada, el 25, el
diario “El Heraldo” informa sobre el nuevo gabinete. Aparecen allí
algunas figuras que habían ocupado cargos de Ministros durante los
gobiernos de López Contreras o el de Medina, entre ellos,
Amenodoro Rangel Lamus, General Juan de Dios Célis Paredes,
Augusto Mijares, Teniente Coronel Josué López Henríquez y
Gerardo Sansón. Pérez Jiménez, además de ser Miembro del trío
ejecutivo, se reserva el Ministerio de la Defensa, el verdadero
poder. En la misma edición el periódico anuncia que han sido
detenidos los dirigentes de A.D. Valmore Rodríguez, Raul Leoni,
Luis Lander, Ricardo Montilla, Edmundo Fernández, Guillermo
Lópéz Gallegos, el doctor Juan Pablo Pérez Alfonzo, Ex_Ministro
de Fomento, Carlos Andrés Pérez, Leonardo Ruiz Pineda. Estos
dirigentes políticos son trasladados a la Cárcel Modelo. El mismo
diario informa que, posiblemente, “se les permitirá abandonar el
País”. Esa no era otra cosa que decir, veladamente, que los
expulsarían hacia otros países, como en efecto se hará
posteriormente.

La reacción de los estudiantes es inmediata. Un grupo de ellos,


unos 30, se apostan frente a la Universidad. Al rato, se introducen

156
en sus instalaciones, cerrando las puertas tras de ellos. En uno de los
balcones izan la bandera nacional y comienzan a tocar la campana
del reloj con tañidos periódicos y contínuos. Así duran todo el dia.
De pronto aparece un tanque de guerra. Se detiene frente al edificio.
La campana deja de sonar. El tanque se retira y la campana
empieza de nuevo a repicar. A los pocos meses la Junta Militar
comienza a liberar a los presos políticos y le concede salvoconducto
a los que se habían refugiado en Embajadas extranjeras, entre ellos
Rómulo Betancourt. Entre los liberados están Domingo Alberto
Rangel, Gonzalo Barrios, Valmore Rodríguez y José González
Navarro, todos altos dirigentes del partido blanco. Los gobernantes
no se imaginan que entre los liberados está el que se constituirá en
el líder más aguerrido en la clandestinidad: Leonardo Ruiz Pineda,
quien, a pesar de tener poco tiempo de casado y dos pequeñas hijas,
opta por quedarse en el País para dirigir la resistencia, consciente de
que esto puede llevarlo a inmolarse, como en efecto sucederá.

El descontento que A.D. había provocado, particularmente en


ciertos sectores, permitió que desde un comienzo la Junta Militar
encontrara cierto respaldo. COPEI acepta las promesas de los
militares de que se respetarían los derechos ciudadanos y se harán
elecciones democráticas. URD asume una actitud similar y llama a
unirse para facilitar el cumplimiento de las promesas que ha hecho
la Junta. Igual posición asumen la Iglesia y los empresarios. Todos
dan por sentado que se trata de una transición hacia la
normalización de la instiltucionalidad y de la vida en general del
País. Este goza entonces de un período de bonanza económica que
le permite al gobierno el inicio de grandes obras, como la ya citada
autopista Caraca-La Guaira. El gran significado de ésta es que pone
a dicho puerto marítimo y al aeropuerto de Maiquetía, a escasos
veinte minutos de la capital. La construcción de la Avenida Bolívar,
se constituye en un gran logro, por la remodelación del centro de
Caracas y por las características mismas de la vía que incluye entre

157
sus novedades 400 metros de túnel. La guerra de Corea ha
incrementado la demanda de petróleo y con ello los ingresos
fiscales del nuevo gobierno. La inflación es casi nula y el bolívar
tiene un gran poder adquisitivo. Todo ello contribuye a afianzar la
estabilidad del régimen.

Varios hechos, sin embargo desperezan la rutinaria vida caraqueña.


En el Hogar Americano tiene lugar la presentación de unos poetas
españoles: Luis Rosales, el Conde Agustín Foxá, Leopoldo Panero
y Angel Zubiajurre. La organizadora del evento es la señora Alicia
Larralde de Ferrero quien gusta de aparecer constantemente en las
Páginas Sociales de “El Nacional”. Entre los asistentes al acto está
el conocido intelectual Pedro Sotillo, director del periódico”El
Heraldo”. En el momento en que uno de los poetas sube al
escenario, un certero tomatazo lanzado desde el público, le da en
pleno pecho. En seguida alguien apaga las luces del presídium,
donde además de los poetas, se hallan varios intelectuales
venezolanos, representantes diplomáticos y distinguidas damas de la
“créme” caraqueña, sobre quienes cae una lluvia de huevos y
tomates. Ahora en el ambiente lo que se oye no son poemas sino
gritos, carreras y silletazos. Alicia Larralde recibe un golpe en la
cara. Pedro Sotillo luce con su paltó rasgado en la espalda. El
Encargado de Negocios de España, Honorable señor Antonio de
Espinoza, cuando se restablece el alumbrado, se encuentra con que
su traje está manchado de huevos por todas partes. La mayor parte
de los autores de tan inusitado evento logran escapar pero la policía
puede hacer presos a algunos de ellos y publica la lista. Gran parte
de los invitados, después de hacerse la posible limpieza,
permanecieron en el lugar para disfrutar el brindis que estaba
programado, con el mejor whisky escocés. No hubo más
informaciones sobre el por qué de lo sucedido, lo que quedó en
incógnita.

158
Ha transcurrido algo más de un año y medio de que la Junta Militar
le echó mano al poder. Nuevos acontecimientos se suceden. La
”Seguridad Nacional”, la terrible policía política del régimen
informa que entre las esquinas de Aguacates y Lazarinos, en
Caracas, fue hallada una imprenta clandestina, más numerosas
resmas de papel impresas de una publicación titulada “Liberación”,
que, en forma clandestina, dirige Augusto Malavé Villalba, uno de
los líderes sindicales del ilegalizado partido Acción Democrática.
En los días siguientes es suspendido indefinidamente “Tribuna
Popular”, órgano del Partido Comunista, así como, pór tres días, “El
Gráfico”, el periódico de los social-cristianos.

A los pocos días estalla una huelga de los obreros petroleros en


diversos campos de los Estados Zulia y Monagas. Como
consecuencia de esta huelga, el gobierno, en Consejo de Ministros,
acuerda la disolución de varias organizaciones sindicales. El
Ministro del Trabajo informa que, tras la apariencia de lucha por
reivindicaciones salariales, los dirigentes de la huelga lo que buscan
es sembrar la desconfianza hacia las autoridades y utilizar los
sindicatos como instrumentos de subversión y de proselitismo
doctrinario. El Ministro atribuye los hechos a los partidos
Comunista y Acción Democrática, quienes actúan en la
clandestinidad. El mismo día de la disolución aludida, el Ministro
de Educación, Augusto Mijares, en palabras pronunciadas desde el
Palacio de Miraflores, notifica que “En vista de que los dirigentes
del extinguido partido Acción Democrática, en alianza, una vez
más, con el Partido Comunista, han pretendido extender al ambiente
estudiantil la agitación ilegal que han desatado en algunos campos
petroleros”..el despacho ha decidido suspender las actividades
estudiantiles en los institutos de Educación Secundaria. A los pocos
días, un comunicado de prensa de la Embajada de los Estados
Unidos informa que un grupo de jóvenes ubicados frente a la
Oficina de Información y Cultura de dicha Embajada, a los gritos

159
de “abajo del imperialismo yanqui”, lanzaron una verdadera lluvia
de piedras contra el edificio, rompiendo varios cristales del mismo,
y que una de las piedras casi le dio en la cara al propio Agregado
de prensa norteamericano.

Poco después del incidente frente a la Embajada de los Estados


Unidos, llegan a Venezuela dos personajes invitados por el
gobierno de Venezuela, lo que indica ya que la orientación de este
último no va por muy buen camino. Se trata del Coronel Anastasio
Somoza, hijo del dictador del mismo nombre que oprime al pueblo
de Nicaragua, desde hace varios lustros. A pesar de su juventud, el
mencionado coronel es Jefe del Estado Mayor y Director de la
Escuela Militar de su país. El otro visitante, el doctor Guillermo
Sevilla Sacasa, es yerno del dictador y Embajador de Nicaragua en
Washington. Los huéspedes del gobierno venezolano han venido al
país para tratar el tema de la “Legión del Caribe”. Según los “nicas”
dicha organización “es una amenaza para la democracia occidental”
y es dirigida por un venezolano: Rómulo Betancourt. El yerno del
dictador Somoza advierte que Betancourt es “el cerebro de la
Legión del Caribe”. Es muy inteligente, tiene capacidad y sabe
moverse….Yo lo vi de cerca en la Unión Panamericana”, agrega
Sevilla Sacasa.

La censura periodística, como se ha dicho, ya ha sido impuesta por


la Junta y varios diarios y periodistas han sido victimas de la
misma. Ahora “El Nacional” debe sufrir una nueva suspensión
temporal, debido a la “travesura” de un linotipista, supuestamente,
Napoleón Arraiz, hermano de Antonio Arraiz, para ese momento
director de dicho periódico y famoso novelista. En el país es muy
popular una manteca llamada “Los Tres Cochinitos”. En la lata de
la misma, en su etiqueta, aparecen bailando tres cochinitos muy
gordos, por lo que el humor popular no tardó mucho en aplicar ese
remoquete, “los tres cochinitos”, al trío militar gobernante. En una

160
crónica alusiva a la inauguración de un estadio de la Ciudad
Universitaria, por parte de la Junta Militar, el osado linotipista
cambió el texto y la noticia que aparece en el diario es: “Presentes
estaban los tres cochinitos de la Junta, personeros del Instituto
Autónomo de la Ciudad Universitaria”, etc.

La resistencia de AD contra el gobierno militar se acentúa al punto


de que algunos de sus miembros no paran en mientes en utilizar el
terrorismo como arma de lucha, en contra de la opinión de la
Secretaría General del Partido. Entre estos radicales destaca Salom
Meza Espinoza, a quien se indicia de actuar conjuntamente con
unos anarquistas españoles: Pedro Bertrán, expulsado de España y
otros países, por terrorista, y José Essaa. Su objetivo es eliminar a
los miembros de la Junta Militar. Se menciona como seguidores de
esta tendencia a Alberto Carnevli, Octavio Lepage, Rubén Charlita
Muñoz, José Manzo González y Castor Nieves Ríos.

Al comienzo de la resistencia, asume la Secretaría del partido


Octavio Lepáge. Pero entonces emerge la figura de Leonardo Ruiz
Pineda, quien, al asumir la Secretaría General de la organización, en
la clandestinidad, se opone al empleo de los métodos terroristas:
“la violencia se sabe cómo empieza pero no cómo termina. La
violencia sólo trae más violencia”, le expone a sus compañeros”.
Aún así, la cacería contra Ruiz Pineda, por parte de la policía
política, la tenebrosa SN, no cesa, durante más de tres años.
Matrimonios amigos lo esconden y, asumiendo todos los riesgos, lo
trasladan de una concha a otra. Su cuñado, Ulíses Merchán, un
muchacho de apenas 17 años, les sirve de correo empleando su
moto. La SN le sigue la pista y logra atraparlo con papeles
comprometedores. Ulíses debe pagar dos años de cárcen en la
Peniteniciaría de San Juan de los Morros, hasta cuando es
expulsado del país, hacia los Estados Unidos.

161
4.10.1. UN SOL DE CHARRETERA QUE
SE APAGA

En Venezuela no existían antecedentes sobre el asesinato de un


Presidente de la República, a excepción de los intentos fallidos
contra Simón Bolívar. Siendo éste Presidente de Colombia la
grande, se había proclamado Dictador en su intento por mantener la
integridad de esa Nación, constituida entonces por Nueva Granada,
Venezuela y Ecuador. Un grupo de militares, encabezados por el
venezolano Pedro Carujo, el mismo que posteriormente participará
en la rebelión contra el Presidente Constitucional de Venezuela, el
doctor José María Vargas, asalta el Palacio Presidencial en Bogotá a
los gritos de “muera el tirano”. Bolívar, ayudado por Manuelita
Saenz, logra escapar saltando a la calle por una ventana de la
habitación donde se encontraba. El otro caso del Libertador sucede
en Jamaica. Una persona cercana a él, de alpellido Amestoy, llegó
a buscarlo en la posada donde Bolívar estaba residenciado. Al no
encontrarlo, decidió esperarlo acostado en la hamaca en la que el
Libertador acostumbraba descansar. Uno de sus empleados de
confianza, conocido como “el negro Pío”, sobornado para asesinar
al Libertador, confundido, apuñaló, asesinándole, al hombre que
descansaba en la hamaca: Amestoy.

El caso del Presidente de la Junta Militar de Gobierno, Carlos


Delgado Chalbaud, reviste circunstancias particulares. Su vida
parece estar signada por un final trágico, igual que la de su padre,
del mismo nombre. Delgado Chalbaud padre, había sido un militar,
suerte de consentido de Juan Vicente Gómez, lo que le había
permitido amasar una buena fortuna, más la de su esposa. Pero
Delgado resulta implicado en una conspiración. Gómez lo llama a
palacio. En su lenguaje coloquial de campesino, lo único que le dice
es “no es culpa de la estaca si el sapo brinca y se ensarta”. De allí
pasa a preso de la tenebrosa “Rotunda”, durante catorce años. Es

162
liberado y se va a París. Carlos hijo cuenta apenas con diez y ocho
años. La ausencia de un padre quizá lo ha hecho inseguro de si
mismo. Se especula que ha sido miembro del Partido Comunista
del XV arrondisemant de Paris. Esto no es sorprendente. La reciente
Revolución Rusa ha despertado vivas emociones en la juventud
alrededor del mundo. Desde Paris, Delgado Chalbaud, padre,
organiza una invasión a Venezuela en un barco alquilado, el
“Falke”. Le acompaña su joven hijo. Este se queda en la
embarcación y sobrevive, mientras el padre muere en plena batalla
en la ciudad costera Cumaná. El joven Carlos se gradúa de
arquitecto en París. A la muerte de Gómez regresa a Venezuela. El
Presidente de entonces, General Eleazar López Contreras lo envía a
hacer ciertos estudios militares. Al regreso, es incorporado al
ejército, lo que no es bien visto por los oficiales de carrera. En
España había hecho amistad íntima con el novelista Rómulo
Gallegos. Por esto, como Ministro de la Defensa, de Venezuela,
trata de evitar el derrocamiento del Rómulo Gallegos, Presidente.
Por ser el oficial más antiguo, asume la Presidencia del nuevo
gobierno, una Junta Militar, integrada, además, por Marcos Pérez
Jiménez y Luis Felipe Llovera Páez. Para entonces, Delgado vive
en su residencia particular, la quinta “Lois”, ubicada en el Country
Club”, la zona más exclusiva de Caracas, donde habita la “créme”
de la sociedad capitalina. La Urbanización cuenta hasta con
extensos campos engramados para jugar al golf. A pocos metros de
la entrada del “Country” está el Puente Chapellín. Debajo de este
puente, corre la quebrada del mismo nombre, asiento en sus playas
de la otra Venezuela, la de ranchos y viviendas improvisadas de la
Venezuela miserable. Hasta entonces, los Presidentes de la
República solían vivir en Miraflores, el palacio de Misia Jacinta,
que el Presidene Joaquín Crespo había hecho construir para su
esposa. Son las ocho de la mañana. Como buen militar, a esa hora,
puntualmente, el Presidente sale de su residencia hacia Miraflores
en el auto presidencial, un lujose Cadilllac negro, acompañado

163
apenas por su edecán, el Teniente de Navío Bacalao Lara. En esos
momentos, viene llegando su esposa, quien viene de misa, de la
cercana iglesia de La Vírgen de la Chiquinquirá. El matrimonio
apenas si tiempo para despedirse. El Presidente, ya en el auto,
enciende un cigarrillo y se dispone a leer “El Nacional”, el diario
más prstigioso del país. Aponte, el único escolta del carro
presidencial, había llegado unos minutos antes en su motocicleta.
Todo le había parecido normal. Pero en los alrededores una docena
de hombres vigilan, agazapados, en unos cinco automóviles.
Figueroa, el chofer del auto presidencial, conduce hacia la salida de
la urbanización, para tomar el puente de Chapellín. Ambos, el
Presidente y su ayudante, van distraídos. El primero revisando los
periódicos del día, y el ayudante haciendo lo mismo con unos
documentos oficiales. Al superar un Packar negro, la conductora
del mismo, la esposa de Rafael Simón Urbina, toca tres cornetazos.
A los tripulantes del auto presidencial no les llama la atencion este
hecho, el cual es la consigna de los conspiradores para comenzar su
acción. Rafael Simón Urbina, también conocido como el “coronel”
Urbina, es un hombre de larga data en la historia de luchas
guerrilleras, de bandoleros e invasiones al país. En una una
oportunidad invadió a Venezuela desde Aruba, junto con Gustavo
Machado, el líder de los comunistas venezolanos. Ambos
fracasaron. También había acompañado a Román Delgado
Chalbaud, el padre del Presidente de la Junta, en la invasión a
Cumaná, en el barco “Falke”, con iguales resultados.

Cuando el carro presidencial avanza, de pronto otro auto, un Ford


conducido por un tal Carlos Mijares, se atraviesa en la via
impidiendo el paso del Cadillac presidencial. Simuláneamente,
otros tres autos, un Plymouth, un Hudson y un Chevrolet, trancan
las vías adyacentes. La gavilla de bandoleros de inmediato procede
a desarmar al Presidente, a su ayudante y al motorizado. En forma
violenta, sacan a Delgado de su automóvil y junto a su edecán y el

164
motorizado los introducen a la fuerza en el Ford conducido por
Mijares. Al Teniente Bacalalo Lara lo colocan al lado de Mijares,
En el asiento de atrás, en el centro, ubican a Delgado Chalbaud. A
sus lados quedan Rafael Simón Urbina y el motorizado Aponte. La
caravana de automóviles se devuelve hacia el Country Club, en
dirección hacia la futura Avenida Miranda, y de allí a la
urbanización Las Mercedes, hasta la quinta “Maritza”, propiedad de
Antonio Arangúren. Arangúren también es un personaje de vieja
data que se había hecho multimillonario a la sombra de las
concesiones petroleras que negociaba Juan Vicente Gómez con sus
amigotes. Rafael Simón Urbina había sido uno de los enjuiciados
por el Tribunal ad hoc creado por la Junta Revolucionaria de
Gobierno contra el enriquecimiento ilícito. Resultado de ello, le
habían sido confiscados unos bienes. Urbina había tratado el tema
con el Presidente de la Junta, sin que se le resolviera su situación.
Esto, posiblemente, lo había llevado a la actual determinación.
Durante el trayecto, el “coronel” montonero insulta al Presidente, le
quita las presillas de su uniforme y en tono amenazante le dice:

-“Usted ya no será más Presidente ni Teniente Coronel. Chalbaud,


usted es hombre muerto. Tengo tres meses cazándolo. Usted es un
coño ‘e madre. Estoy cansado de solicitarle audiencias y siempre se
ha hecho el loco. Ni siquiera ha querido recibirme.Yo no estoy
solo, Pérez Jiménez está en cuenta de todo esto”.

-“Usted se la da de valiente Urbina y no es más que en cobarde.


Entendámonos de hombre a hombre”.

Urbina le responde simplemente con una mirada de odio. La


caravana ya ha llegado a la Urbanización Las Mercedes. En el
momento preciso en que Mijares estaciona el auto frente a la Quinta
Maritza, a Pedro Antonio Díaz, otro de los secuestradores, se le
escapa accidentalmente un disparo. “Coño!, grita Urbina, mientras
se agarra la pierna derecha, en el sitio en que le ha dado la bala. En

165
medio de la confusión, Delgado Chalbaud saca un pañuelo para
tratar de contenerle la hemorragia a su secuestrador. Ya en el patio
de la casa, los bandoleros dirigen su rencor contra el Presidente.
Carlos Mijares y Díaz apuntan con sus armas a Delgado:

-“No sean cobardes, asi no se mata a un hombre”

Los pistoleros accionan sus revólveres contra el Presidente. El resto


de ellos hace lo mismo contra Bacalao Lara. Uno de los sicarios
intente asesinar igualmente al chofer y al motorizado.

“A esos déjendolos quietos”, ordena Urbina. “Amarrénlos”.

Los secuestradores abandonan la quinta. Rápidamente se montan en


los autos y se marchan. a toda velocidad. Bacalao ha logrado
escapar de la muerte. Gravemene herido como está, se arrastra hasta
la casa vecina y le pide a sus estupefactos habitantes que informen a
Miraflores de lo sucedido.

En Palacio ya estaban enterados de que algo extraño había ocurrido


cerca de la casa del Presidente, en el Country Club. El oficial de
guardia, el Teniente Ramírez llama a la casa de Delgado Chalbaud,
y pide que le acerquen a la señora al teléfono:

-“Señora Lucía, le habla el Teniente Ramírez, de Miraflores. ¿Esta


ustes enterada que por el Puente Chapellín mataron a un sargento
motorizado?

Doña Lucía se lleva las manos a la cabeza. No halla en qué pensar


pero intuye que algo grave ha ocurrido.

“No, no sé nada, pero de inmediato voy a averiguar”.

Se llega hasta la casilla de vigilancia de la Urbanización y le


pregunata a los vigilantes si han sabido algo.

166
“Precisamente ívamos para su casa, doña Lucía. Un señor acaba de
llegar corriendo y nos informó que ha visto que un grupo de
hombres ha secuestrado al Presidente, y que entre los
secuestradores pudo identificar a Rafael Simón Urbina.”

Lucía de Delgado corre hacia donde su vecina, Margot Boulton de


Bottome para solicitar ayuda, De inmediato ambas damas se dirige
hacia Miraflores. Allí les dan la trágica noticia: “a su esposo lo
mataron en una quinta en Las Mercedes.” Un auto oficial de
Miraflores trasladó a las damas a la quinta “Maritza”. Al entrar al
inmueble, la señora Delgado se encuentra con el Comandante
Llovera Páez, también miembro de la Junta Militar: “Está muy
grave Lucía. Le hicieron varios disparos. Está allí al fondo del
patio. Ya llamé al Hospital Militar para que se encarguen de todo”.
El tráfico caraqueño está un tanto congestionado. El conductor de la
ambulancia hace lo posible por llegar cuanto antes. Aún así, ya han
pasado más de dos horas desde cuando Delgado fue herido. Todavía
sigue con vida, pese a que recibió cuatro balazos. La Primera Dama,
evidentemente compungida, mantiene sin embargo la esperanza de
que sonbreviva. Dos horas más tarde, el doctor Paredes, el cirujano
jefe del equipo que atendió al Presidente, sale del pabellón para
hablar con ella: “Lo lamento mucho, señora Delgado. Su esposo no
pudo sobrevivir. Hicimos todo lo que pudimos pero las heridas eran
demasiado graves.”

En Miraflores habían recibido la llamada del Teniente Bacalao


Lara. En seguida camiones cargados de soldados empezaron a
recorrer la ciudad en busca de los asesinos. La policía política, la
Seguridad Nacional, se habpía llegado hasta la quinta “Maritza”
para realizar las experticias del caso y averiguar la posible ruta que
habían tomado los delincuentes. Pocos minutos después del intento
de asesinato, Antonio Arangúren llega a su casa. Se sorprende al
ver tanta gente arremolinada allí. Sin identificarse,le pregunta a un

167
policía qué había ocurrido. El agente le respondió que parecía que
habían matado al Presidente de la República y que aún estaba allí
dentro de la casa. Arangúren, aterrorizado, se va hacia donde su
amigo Franco Quijano, para averiguar si éste sabía algo. Quijano
le informa que, efectivamente, hacía pocos minutos Urbina había
estado allí en su casa, herido en una pierna, y que había tomado la
decisión de asilarse en la Embajada de Nicaragua. Tal como lo
había acordado con su esposo, en caso de que el intento fracasara,
ella debía irse de inmediato a esa Embajada y solicitar asilo al
Embajador. Estando hablando con éste, llegan a la sede diplomática
Carlos Mijares, Pedro Diaz y Domingo Urbina. Llevan en peso a
Rafael Simón Urbina quien, en tono altanero y vulgar no cesa de
reclamarle a Diaz el haberle herido. Dejan a Rafael Simón en la
Embajada. El resto se marcha con rumbo desconocido.

Más tarde, Simón Urbina le entrega una esquela a su esposa para


que se la haga llegar a Pérez Jiménez. En la misiva le decía, entre,
otras cosas: “Desde cuando llegué a Venezuela yo siempre desée
que usted fuera el Presidente. El Comandante Delgado Chalbaud
está gravemente herido y yo estoy en similares condiciones en la
Embajada de Nicaragua, donde le pido protección.” Más tarde
Pérez Jiménez aclarará que efectivamente él había recibido esa carta
y que había ordenado que fuera incluída en el expediente de Urbina.
“Que Urbina pretendía hacerlo llegar a la Presidencia, pero ¿quién
era Urbina, quien lo facultaba para decir eso. Acaso tenía votos? Ni
eso, ni capacidad. Era un bárbaro, vilolento, y tenía que terminar
como vivió. Nosotros le mandamos a decir al Embajador
nicaragüense: nos lo entrega o entraremos a la Embajada a la fuerza
y lo apresaremos. Eso se lo dijimos, a pesar de que teníamos
buenas relaciones con el gobierno de ese país.”

En la misma tarde del magnicidio, el jefe de la policía de Caracas y


el Prefecto de la ciudad se presentan a la Embajada. Le dicen al

168
Embajador que han recibido órdenes de solicitarle que les entregue
a Urbina. Que ellos lo llevarán a una clínica para que lo curen
Urbina había resultado herido de una bala que se le había escapadoa
a uno de sus compañeros. El Embajador se muestra renuente pero
les informa que consultará con su gobierno en Managua.
Efectivamente, a los minutos les comunica que le han autorizado a
entregarlo. Los funcionarios en vez de llevar a Urbina a una clínica
lo llevan a la cárcel llamada El Obispo. Ya es de noche. Urbina
lleva varias horas en la cárcel, cuando se presenta una comisión de
la Seguridad Nacional para, supuestamente, trasladarlo a la Cárcel
Modelo. A la mañana siguiente los diarios titulan: “Muerto a tiros
Rafael Simón Urbina cuando trató de escapársele a oficiales de la
SN que lo trasladaban a la Cárcel Modelo.” Esa era la versión del
gobierno, pero Caracas y el país todo, se llenó de rumores: ¿cómo
podía intentar escapar un preso gravemente herido en una pierna,
quién, además había sufrido gran cantidad de pérdida de sangre?
Las sospechas de la gente se enfocan en Pérez Jiménez, quién ahora
podría optar a presidir la Junta Militar de Gobierno. Interrogado por
un periodista sobre el asesinato de Urbina, Pérez Jiménez reveló
que la muerte de éste sí había sido intencional, “pero yo no participé
en la decisión de liquidarlo”, agregó. “No sé si fue por órden del
Alto Mando Militar. Urbina era un tipo muy violento y agresivo”.
En los días siguientes, un Tribunal Penal conoció del caso de todos
los implicados en el crímen. Carlos Mijares logró escaparse durante
dos semanas, hasta cuando al fin fue atrapado por la Seguridad
Nacional. Domingo Urbina, años después, logra fugarse de la
cárcel y se incorpora a las guerrillas que dirigía Douglas Bravo.
Desertó de éstas acusado de traidor. En su pueblo, Churuguara,
Estado Falcón, fue asesinado a tiros por la espalda. Sobre la muerte
de Rafael Simón Urbina, unos cuatro meses después del hecho, el
Juez de Primera Instancia en lo Penal, abogado J.E. Muñoz Rueda,
declara que el día anterior había decidido terminada las
averiguaciones que se adelantaban en ese despacho en relación am

169
la muerte del cabecilla de los asesinos del Coronel Carlos Delgado
Chalbaud. Agregó que en el expediente levantado no obraban
suficientes indicios para dictar la detección de los oficiales de la
SN, Ramón Onato Useche y Miguel Antonio Vivas, autores de los
disparos que ocasionaron la muerte de Urbina.

Lucía Levine, la esposa de Delgado Chalbaud, era de origen


rumano, judía y comunista. Siempre señaló a Pérez Jiménez como
el autor intelectual del asesinato, pero el misterio nunca pudo ser
develado. Cinco meses después del atentado, es decretada por un
tribunal la detención del doctor Franco Quijano. Quijano ya era
conocido desde la época del gobierno de Eleazar López Contreras,
cuando la oposición lo había acusado de tener una suerte de
Consejo Electoral paralelo fraudulento. La acusación ahora era que
existían pruebas de que Quijano había participado en los hechos
relacionados con el exPresidente de la Junta Militar. Esto explicaría
por qué después del atentado, ya herido, lo primero que había hecho
Urbina era irse a la casa de Franco Quijano. Otros sospechaban de
parte de la gente del grupo “Uribante”, profesionales tachirenses
radicados en Caracas, amigos desde su época liceísta en el Táchira
natal. Unos fueron fieles al sistema democrático. Otros apoyarán la
dictadura de Pérez Jiménez. A pesar de las diferencias políticas, en
el grupo sobreviven gestos de solidaridad. Siendo el abogado
Miguel Moreno Secretario de la Junta Militar, va a rescatar del
presidio a Ramón J. Velásquez. Este llega a ese mismo cargo con el
Presidente demócratico Rómulo Betancourt. Es entonces Velásquez
quien va a liberar al nuevo preso, Miguel Moreno.

170
10.2. EPOCA DE RESISTENCIA

Desde el momento mismo de la caída del Presidente Gallegos, el


partido A.D. pasa a la clandestinidad. Los que no son muy
relevantes logran continuar en sus trabajos y llevar una vida más o
menos normal. A veces pueden ser detenidos por algunos días,
como forma de hacerles saber que el gobierno los mantiene
vigilados. Los más relevantes son expulsados. Un grupo de ellos, en
forma individual, logra ingresar ilegalmente. Tal es el caso de Luis
Augusto Dubuc, Alberto Carnevalli, Luis Manuel Peñalver, y otros.
A Peñalver, por ejemplo, se le pone en contacto con un primo de
Alicia Vezga, viuda de Luis Troconis Guerrero, ambos tachirenses.
Le dan un neumático de repuesto para el vehículo y gastos para que
cruce la frontera con Colombia, vía Cúcuta. Carlos Andrés Pérez es
confinado al Táchira y luego expulsado a Colombia, a cambio del
famoso guerrillerode ese país, Cheito Velásquez. Otros buscan el
exilio por medio de la isla de Trinidad. Portan documentos de
identidad falsos, elaborados en la imprenta clandestina que tiene el
profesor Manuel Vicente Magallanes, en pleno centro de Caracas.

Desde ese mismo centro, en la conocida Parroquia de San José, AD


instala una radioemisora clandestina. Pedro Estrada y sus esbirros se
devanan los sesos tratando de localizar la estación,
infructuosamente. El Comité Coordinador, con sede en Costa Rica,

171
pretende dar instrucciones desde allí, sin conocer, a ciencia cierta,
lo que ocurre en Venezuela. Ruiz Pineda, después de las consultas
internas, les hace saber a aquellos sus errores. Cansado de la
situación, evita a veces los contactos con Betancourt y toma sus
propias decisiones. El permanente exilio del máximo líder blanco lo
ha justificado él mismo señalando que el Comité Ejecutivo
Nacional, (CEN), se lo había ordenado así. Algunos copartidarios,
si bien aceptan la necesidad de la sobrevivencia de Rómulo, dudan
de su versión. Le critican su actuación a la caída de Gallegos y
durante la Resistencia misma.

Pocos meses después del suceso de Delgado Chalbaud, “El


Nacional” reporta la noticia de que agentes de la Seguridad
Nacional habían detenido en Caracas al doctor Alberto Carnevalli,
destacado dirigente de A.D. y ex|-Gobernador del Estado Mérida.
Carnevalli es hecho preso en casa del comerciante Gustavo Alamo.
Junto con Carnevalli son detenidos otros antiguos dirigentes de ese
partido, entre ellos José Tomás Ramones, indiciado como agente
personal de Betancourt. Carnevalli, después del derrocamiento de
Gallegos, había sido expulsado del país. Logra ingresar nuevamente
con una cédula de identidad falsa. Según el informe de la policía
política, la SN, las personas indicadas formaban el “Comité de
Actividades Especiales”, encargado de las acciones relacionadas
con la fabricación y uso de explosivos. Anteriormente dicho
Comité había estado dirigido por el abogado César Morales
Carrero. La SN informa que estas personas fueron detenidas cuando
se tuvo información de que preparaban actos de sabotaje para
impedir las elecciones que el gobierno había autorizado a realizar
próximamente. En estas elecciones sólo participarían, por parte de
la oposición, los partidos que aún peramanecen legalizados: URD
y COPEI. El Partido Comunista y AD funcionan en la
clandestinidad.

172
Pero Carnevalli no pasaría más de dos y medio meses en prisión.
La prensa informa que durante su estadía en la cárcel el dirigente de
AD sufrió una caída, la que le ocasionó una posible fractura en la
cara. En virtud de esto fue trasladado a un centro de emergencia, el
conocido “Puesto de Salas”, ubicado entre las esquinas de Salas y
Caja de Agua, en la capital. El estado presuntamente delicado del
paciente, permite que su vigilancia se reduzca al mínimo. El médico
Alfredo Coronil, enterado del asunto va en búsqueda de Leonardo
Ruiz Pineda para informarle del hecho.

-¿Qué posibilidades hay de sacarlo de allí?, le pregunta Ruiz Pineda


a Coronil.

-“A eso he venido, Leonardo. Creo que eso es perfectamente


factible” y le explica su plan. En seguida, Ruiz Pineda autoriza a
José Manzo González, Secretario de Organización del CEN, el
Comité Ejecutivo Nacional, para que ejecute lo planificado. El
doctor Coronil entrena a un militante del partido para que se
presente al Puesto de Socorro, fingiendo una apendicitis aguda. Esto
se haría a la hora en que le corresponde guardia a dos médicos de
confianza. Así lo hace el supuesto paciente. Su actuación teatral es
tan perfecta que el doctor Jacir, que ha olvidado el asunto, ordena
que “el paciente” sea pasado de urgencia a quirófano. Cuando ya
Jacir esta a punto de iniciar el proceso médico, “el paciente” se las
ingenia para recordarle el asunto. Al rato, otro militante del partido,
Rubén Charlita Muñoz, disfrazado de médico, entra al Puesto
médico para hacer una exploracion del recinto. Llega a la habitación
número 10, donde está recluído Carnevalli. A la entrada de ésta
están dos oficiales de la SN. Charlita los saluda con la mayor
naturalidad. Habla con Carnevalli. Le toma la tensión y, en voz alta,
para que oigan los policías, le dice que volverá para tomarle la
temperatura. Efectivamente, a los minutos regresa acompañado de
Salom Meza Espinoza y de otro compañero de partido disfrazado

173
de enfermero. Este le ordena al “paciente” que se siente para
colocarle el termómetro. Meza encañona con su revólver a uno de
los policías, mientras los otros hacen lo mismo con el otro agente.
El grupo en pleno, Carnevalli en pijamas, sale del hospital y toman
los dos automóviles en los que habían venido. Se dirigen hacia San
Bernardino. Los asustados ahora son los policías: piensan que sus
captores los matarán. En un cierto momento los autos se detienen.
Los adecos les preguntan a los agentes si cargan dinero. Llorando a
lágrima viva responden que no. Los dejan libres y les dan un fuerte
para que tomen un taxi.

En Maracaibo, el médico Jesús Angel Paz Galarraga, drigente de


AD en el Estado Zulia, igualmente había protagonizado una
espectacular fuga en el aeropuerto de Grano de Oro. En horas de la
madrugada de un sábado, es capturado en una casa cercana al
estadio Olímpico. A Paz lo juzga un Tribunal Militar por el delito
de rebelión. A los pocos días de la detención del político zuliano,
la SN informa que en la calle Los Frailes, de Catia, en una casa
ubicada en esa misma calle, habían sido localizadas cuatro
personas, entre ellas el dirigente sindical de AD, Lucas Pérez,
quienes estaban dedicadas a la construcción de bombas caseras, de
las llamadas “niples”.

Por esos mismos días, el Ministro del Interior, Teniente Coronel


Luis Felipe Llovera Páez se dirige a la Nación para informar sobre
varios hechos vinculados al terrorismo. Aparte del caso de Lucas
Pérez y sus acompañantes, se refirió a otros hechos similares. Uno,
en una carpintería, en Cumarebo, Estado Falcón, donde habían
resultado dos muertos mientras manipulaban los artefactos
explosivos. El otro caso citado por el Ministro, se relaciona con otra
de esas fábricas clandestinas, situada en Caracas, en Marypérez. En
ésta resultó mutilado de una mano el ciudadano José Cherubini,
comenta Llovera. Igualmente informa de dos radioemisoras

174
clandestinas, una dirigida por el profesor Adelso González, en el
Zulia, y la otra muy cerca de la capital, Caracas. Tales hechos,
afirma LLovera Páez, se deben a una campaña insurreccional
emprendida por el partido AD. Probablemente porque el gobierno
considera que Jorge Maldonado Parilli ha tratado con mano muy
blanda a los presos políticos de la resistencia, y, sobre todo, debido
a la fuga de Carnevalli, Maldonado es designado Cónsul en los
Estados Unidos. Posteriormente, él asegurará públicamente que
había manejado la SN apegado a la ley, sin recurrir a la tortura.
Esto no podría afirmarlo su sucesor en la Dirección de la policía
política, Pedro Estrada, quién, desde este cargo, implantará un
verdadero régimen de terror.

Leonardo Ruiz Pineda ha logrado hacer unos contactos con


oficiales de la Escuela de Formación de Oficiales de la Guardia
Nacional, la EFOFAC. La Escuela tiene su sede en “Villa Zoila”, la
quinta que Cipriano Castro había hecho construir para su esposa
Zoila, en la urbanización El Paraíso. Un grupo de oficiales y
soldados se comprometen en el plan insurreccional propuesto por
Ruiz Pineda. Del lado de AD figuran implicados varios dirigentes,
entre ellos José Manzo González, Ramón Quijada y el mismo
Leonardo. El objetivo es liquidar a los miembros de la Junta de
Gobierno, tarea que le es asignada a Castor Nieves Ríos. Por
manipulación inadecuada de unas bombas, resulta destrozado un
militante de apellido Carías. De inmediato la SN despliega una serie
de allanamientos: en la redada caen presos numerosos activistas,
entre ellos Salom Meza Espinoza y Antonio Cruz Fernández. Todos
son sometidos a crueles torturas. Los amotinados esperan la ayuda
de unidades de la Aviación Militar pero éstas no se movilizan.
Alegan que su compromiso era insurreccionarse si previamente eran
liquidados Pérez Jiménez y Llovera Páez. En la EFOFAC son
acusados y detenidos una docena de cadetes y varios sub-oficiales.
En la UCV, también un grupo de estudiantes se declara en rebeldía.

175
Como consecuencia de todos esos hechos, el gobierno pone a
funcionar el que será considerado el más tenebroso centro
carcelario: el campo de concentración de la isla de Guasina, ubicado
en el Delta del Orinoco. El Delta constituye una ramificación de
multiples caños de ese río, ubicado en medio de la selva. Es un
lugar pantanoso, con temperaturas que bordean los 40 grados,
infestados por plagas de la más diversa índole. Sólo en la primera
hornada llegan a la isla, en el destarlatado vapor “Guárico”, 446
presos provenientes de las diversas cárceles del País.

Las universidades, la de Caracas y la de Mérida, no habían


estado muy tranquilas. La Junta de Gobierno emite un comunicado
en el que, refiriéndose a la U.C.V., señala que ”la misión de la
Universidad viene siendo entorpecida por actividades políticas
encaminadas a impedir el funcionamiento regular de dicho
Instituto” y que se han producido reprobables hechos que
culminaron en la agresión a la persona del Rector”. En virtud de
tales acontecimientos la Junta decide conformar un Consejo de
Reforma, presidido por el doctor Julio García Alvarez. Despues de
las averiguaciones del caso, el Consejo emite un Decreto mediante
el cual expulsa a alrededor de 130 estudiantes. Entre éstos se
encuentran los bachilleres Eduardo González Reyes, Pedro Miguel
Paredes, Carlos Emilio Muñoz Oráa, Manuel Alfredo Rodríguez,
Alejandro Izaguirre, Edilberto Moreno, Aníbal Nazoa, Reinaldo
Leandro Mora, Pedro Pablo Aguilar, Antonio Pizani Pardi, Otto
Marín Gómez y Emidgio Canache Mata. Casi todos ellos, la gran
mayoría, están vinculados al partido Acción Democrática.

El malestar también se ha entronizado en las Fuerzas


Armadas. La SN, dirigida por Pedro Estrada y el Ministro de
Relaciones Interiores, Laureano Vallenilla Lanz, actúa como un
organismo supramilitar que hostiga a los oficiales. A éstos se les
asigna una placa oficial especial para sus automóviles, lo que,

176
aparentemente, significa un símbolo de poder, y así lo toman al
comienzo los militares, hasta cuando caen en cuenta de que ello no
es más que un instrumento para tenerlos constantemente
identificados y vigilados.

En la Base Aérea de Boca de Río, en la ciudad de Maracay,


se produce una rebelión dirigida por el Capitán de Aviación
Wilfrido Omaña y el Teniente Héctor Navarro Torres, en conexión
con Ruiz Pineda. El alzamiento tiene vínculos en otras regiones
del País. Una madrugada, Wilfrido Omaña y el Teniente Torres
levantan a los soldados del Batallón de Defensa de la Fuerza Aérea.
Dejan el cuartel al mando del Capitan Pedro Díaz. Con un grupo de
soldados van a los otros cuarteles.Logran sublevar el Cuartel Sucre
y toman la Escuela de Aviación Militar. Los Tenientes Fernando
Paredes Bello y Gabriel Márquez proponen al Teniente Coronel
Simón Abreu Manzanilla como Jefe del Movimiento, lo que es
aceptado. Los aviadores se dirigen a la Base de Boca de Río para
poner en vuelo los aviones. Esta era la señal para los
comprometidos en el resto del País. Antes de llegar a la Base, se
enteran de que ésta ha sido recuperada para el gobierno por el
Comandante Abel Romero Villate. Omaña se va al Cuartel Páez
para buscar apoyo pero los oficiales ahora se niegan: sin la
Aviación, alegan, todo está perdido. A Wilfrdo Omaña no le queda
otra opción que pasar a la clandestinidad. Se une a la conspiración
con los dirigentes de AD. Ahora tiene un nuevo plan: que se
declare en rebeldía el Batallón de Motoblindados. Para ello cuenta
con el apoyo de su íntimo amigo el Capitán Tirado Alcalá, quién va
a ser designado Comandante de esa estratégica Unidad. “Con los
tanques, con ese póder de fuego”, piensa Omaña, “podremos atacar
el Palacio de Miraflores y así dominar el centro del poder del País.
Luego atacaremos a Conejo Blanco y así obligar al Batallón
Bolívar a rendirse.” El Batallón Bolívar es el principal bastión del
ejército con que cuenta el régimen para su defensa. Omaña aún

177
confía en la lealtad de su amigo Tirado Alcalá. Ignora que éste se ha
convertido en un confidente, en un espía de Pérez Jiménez. Tirado
ha estado informando al Servicio de Inteligencia toda la
información que ha recabado de Omaña, y a través de éste, de los
planes conspirativos de AD. Un día Wilfrido solicita entrevistarse
con su “gran amigo” Tirado Alcalá. Al efecto el enlace se hace a
través de su novia, la estudiante Carmen Luisa Ortega. Tirado le
envía un mensaje al Capitán Omaña: “Te espero el día 25 a las 8.30
de la noche en los Chaguaramos, detrás del edificio Cars, cerca de
la placita de Las Tres Gracias. Para no levantar sospechas, debes ir
solo.” Todo esto ha sido acordado por Tirado con Pedro Estrada, el
Jefe de la SN. A las 8 de la noche, uno de los connotados
conspiradores de AD, Santos Gómez, regoge a Wilfrido para
llevarlo al lugar de la cita. Omaña, habitualmente lleva consigo un
estuche de violín. Dentro del mismo porta su ametralladora ZK.
Omaña y Santos Gómez llegan al lugar de la cita a la hora
convenida, puntualmente. Omaña, por razones de seguridad, le pide
a Santos que primero den una vuelta por los alrededores para
asegurarse de que todo está en normalidad. Aparentemente todo
resulta así. En el Plymouth que conduce Santos Gómez regresan al
lugar de la cita.

-“Ve y le dices a Tirado que lo espero aquí”, le pide Wilfrido a


Santos. Así lo hace éste pero la respuesta de Tirado es: “No, que
venga él acá, donde yo estoy”.

Omaña acepta la propuesta de Tirado Alcalá. Apenas se baja del


vehículo, recibe las descargas de varias ametralladoras.Más de
setenta agentes de la SN estaban emboscados para cometer el
asesinato. Wilfrido es herido de muerte con cientos de balazos que
dan en su cabeza y el pecho. Ya sin vida, en el piso de la calle, el
cuerpo recibe la descarga completa de la cacerina de Braulio
Barreto, uno de los espías de la SN. Santos Gómez se ha tirado al

178
fondo del piso del automóvil. Los esbirros lo dan por muerto. Lo
conducen a la sede de la SN. Cuando se dan cuenta que el hombre
está vivo, lo someten a terribles torturas. Carmen Luisa Ortega, la
novia del Capitán Omaña, es detenida esa misma noche. Durante
tres años permanece presa en la Cárcel Modelo.

La persecución contra adecos y comunistas no amaina. Otro joven


dirigente de AD, Antonio Pinto Salinas, es detenido en Valle de la
Pascua. En una camioneta lo conducen, esposado, con las manos
hacia atrás, a Caracas. Durante el viaje, dos de los esbirros de la SN,
Braulio Barreto e Isidoro Marrero Méndez, no cesan de torturar al
detenido. Con la cacha de sus revólveres lo golpean en la cabeza.
Lo mismo le hacen en el estómago, con los cañones de sus armas.
Antes de llegar a San Juan de los Morros, Marrero Méndez le
ordena al chofer que detenga la camioneta. Los policías se bajan del
vehículo y obligan a Pinto Salinas a hacer lo mismo. Marrero
porta una ametralladora y Braulio Barreto un fusil. “Vamos a hablar
contigo”, le dicen, mientras lo encañonan y lo hacen caminar. De
pronto se oye una ráfaga de ametralladora y un disparo de fusil. El
chofer ve que Marrero regresa hacia la camioneta con su
ametralladora, con el cañón hacia abajo. En la otra mano lleva las
esposas que le acababan de quitar a Pinto Salinas.

Durante estos años de Resistencia, Leonardo Ruiz Pineda, como


otros dirigentes opositores, deben vivir en “conchas”, esto es, en
casas de amigos que les dan refugio. Un día Leonardo sale de la
concha en la cual reside. Va acompañado de su esposa, Aura Elena
Merchán, tachirense como él, y de Jorge Dáger y señora. En un
determinado sitio, Regina Gómez Peñalver, una abnegada activista
del partido, recoge en su auto a Ruiz Pineda para trasladarlo hasta
Catia. Hacen un recorrido para incorporar a otros dos miembros del
Partido, Leoncio Dorta y Segundo Espinoza. Toman rumbo hacia la
Plaza Pérez Bonalde donde les espera otro dirigente, el abogado

179
David Morales Bello. Los hombres abordan el auto de éste último.
Muy cerca, por simple casualidad, uno de los más terribles agentes
de la SN, Daniel Augusto Colmenares (a) “Suelespuma”, observa el
movimiento. Tripula una motocicleta, acompañado de otro policía.
Le indica a éste que sigan el automóvil Chevrolet, con placas del
Estado Miranda, que acaba de arrancar. “Suelespuma” espera a que
lleguen a un lugar con mejor iluminación para corroborar sus
sospechas de quienes son los que trilpulan el Chevrolet. Al llegar al
sector de San Agustín, cerca del popular “Pasaje de las Cocineras”,
una callejuela, encuentran una camioneta accidentada por lo que
tienen que detenerse. “Suelespuma” aprovecha la situación. Se
acerca al auto que conduce Ruiz Pineda. Observa detenidamente el
rostro de éste. Ya seguro de haberlo identificado saca su arma y
grita:

-“Está detenido, doctor Ruiz Pineda”.

Leonardo aparenta gran serenidad.

-“Usted está equivocado, amigo. Mi nombre es Eduardo Crespo.


Permítame mostrarle mi cédula.” Se la entrega. El agente duda,
parece convencido. David Morales Bello, quién viene en el asiento
del conductor, abre la puerta y logra escapar hacia el llamado
“Pasaje de las Cocineras”. Leonardo se mueve hacia el puesto del
conductor, para tratar de huir, él también. El policía da la vuelta al
vehículo, hacia el lado del chofer, impidiendo así que Leonardo
pueda abandonar el vehículo. A través del vidrio le hace dos
disparos. Uno hace impacto en el cráneo y otro en la cara. Segundo
Espinoza forcejea con los agentes. Ruiz Pineda, aunque herido, trata
igualmente de aprovechar la confusión. Sale del vehículo
caminando normalmente, para confundirse entre la gente que por
allí transita a esas horas. Los hombres de la SN lo persiguen y le
disparan nuevamente. El líder tachirense, el inspirador de la
resistencia heróica al régimen despótico, cae herido de muerte al

180
pavimento. La doctora Gómez Peñalver es detenida en la Plaza
Candelaria. El doctor Germán González, compañero de bufete de
Morales Bello, conocedor de que uno de los jefes de la SN
frecuenta el Bar Windsor, se dirige allí para tratar de salvar su
responsabilidad en los hechos. Le informa al policía que le han
robado su auto. González es el propietario del Chevrolet en el que
viajaba Ruiz Pineda y su grupo. De todas formas, el ardid de
Germán González no le funciona. La SN allana su residencia. Lo
hacen preso. Lo trasladan al cuartel de El Paraíso, y allí lo
asesinan.

El Partido Comunista también debe recibir los embates del


oficialismo. Comités y Células del mismo, en todo el país, que hasta
ahora han podido evadir la persecución, son arrasados. La lista de
presos es incontable. Enormes cantidades de militantes de los
partidos de la resistencia mueren de enfermedades en el campo de
concentración de Guasina o en los viejos barcos que los trasladan
hacia aquel infierno.

En sustitución de Delgado Chalbaud, se designa para presidir la


Junta de Gobierno, ahora llamada así por incluir un civil: el
abogado Germán Suárez Flamerich. Suárez Flamerich es un
caraqueño que había estudiado en el Colegio Alemán y en el Liceo
Caracas, dirigido éste último por don Rómulo Gallegos. Es un
hombre de pequeña estatura, frágil, pelo liso y voz ronca y
monótona. Para el momento se desempeña como Embajador de
Venezuela en Perú. Había participado en los hechos de la “Semana
del Estudiante” en 1928, por lo que, entonces, había sido detenido
en dos oportunidades por breves días. La Junta Militar había
pensado en designar a Arnoldo Gabaldón pero éste pone
condiciones que no son aceptadas. Suárez Flamerich es un sujeto
manipulable, a la medida de lo que necesita Pérez Jiménez. Por eso
es objeto de burla y de escarnio por parte del pueblo. Betancourt lo

181
llama “Presidente de Mentirijillas”. Los mismos militares, que al fin
y al cabo son los que verdaderamente mandan, después de un cierto
tiempo deciden terminar la pantomima con Suárez. De un solo
plumazo, sin pena ni gloria, sale el civil y asume la Presidencia,
directamente, Marcos Pérez Jiménez, en decisión tomada con los
otros integrantes del Alto Mando Militar.

La Junta llama a elecciones para elegir los representantes a una


Asamblea Nacional Constituyente, la cual elegiría,
provisionalmente, unos nuevos Poderes y un Presidente de la
República. Los únicos partidos reconocidos legalmente, en ese
momento, son Unión Republicana Democrática, (U.R.D.), y
COPEI. Ambos se debaten entre si concurrir a las elecciones o no.
Triunfa la tesis de sí participar. URD celebra un mítin a casa llena
en el Nuevo Circo.Se estima que es uno de los mitines más
concurridos que se han visto en la capital. El mismo es clausurado
por Jóvito Villalba, quién, una vez más, hace gala de sus dotes de
brillante orador. Jóvito propone como tema central y de fondo, una
“mesa redonda”, en condiciones de igualdad, de todos los partidos,
el Partido Comunista, AD, COPEI, URD e incluso el gobierno, para
para dar una salida satisfactoria a los momentos que está viviendo la
Nación. Pide el retorno de Isaías Medina Angarita y de Rómulo
Gallegos y garantías para elegir una verdadera Constituyente. “Los
problemas del País”, remata irónicamente Villalba, “no se
resuelven con la Seguridad Nacional, sino con ideas y
procedimientos.”

Jóvito y Rafael Caldera han estado recorriendo Venezuela, de punta


a punta. Con el voto, le dicen al pueblo, derrotaremos a la Junta
Militar. Una vez más, URD hace un multitudinario mítin en el Nueo
Circo, de Caracas. Las consignas contra la Junta son el cese de las
persecusiones y los asesinatos políticos. “Desde lo más profundo de
su ser”, exclama Villalba, el pueblo pide el retorno a la democracia.

182
Queremos una Venezuela sin perseguidos ni persiguidores.
Garantías para todas las corrientes políticas. Libre ejercicio de la
soberanía. Amnistía para todos los presos políticos y cierre del
campo de concentración de Guasina.”

Se celebran las elecciones. El gobierno piensa que puede perder en


Caracas pero los votos que obtenga en el resto del País le darán el
triunfo. Para su sorpresa, los resultados le dan un triunfo aplastante
a la oposición con las tarjetas amarillas de URD y las verdes de
Copei. Entre estos dos partidos suman casi 1millón y medio de
votos, mientras el Frente Electoral Independiente (FEI), el partido
del gobierno, apenas llega a 403.000. AD había ordenado a su
militancia abstenerse de votar, pero los electores prefieren ir a las
urnas y favorecer con su voto a Copei y URD, particularmente a
éste último. El régimen interviene el Consejo Supremo Electoral.
Su Presidente, el doctor Angel Grisanti, presenta su renuncia. El
gobierno informa que el FEI ha obtenido 1.789 votos. Esto le da 60
diputados a la Constituyente. A URD se le asignan 29 y 15 a Copei.
URD califica de espúrea a la Constituyente y anuncia que ni ese
partido ni Copei, se incorporarán a dicha Asamblea. No obstante, la
Asamblea se instala en los diás siguientes, con los diputados del FEI
y algunos traicioneros de Copei.

4. 11. PEREZ JIMENEZ EN EL TRONO


PRESIDENCIAL

183
El barrio “La Planicie” es un cerro, de no fácil acceso, ubicado en
pleno centro de Caracas. De allí, a Miraflores, apenas si dista un
disparo de fusil. En ese cerro, especie de fortaleza natural, decidió
Cipriano Castro construir, en 1902, el edificio para la Escuela
Militar. Para entonces, la sede del Poder Ejecutivo no estaba en
Miraflores sino en la llamada “Casa Amarilla”, después eterna
Cancillería, frente a la Plaza Bolívar. En el barrrio “La Planicie”,
ahora sede del Ministerio de la Defensa, se ha convocado una
reunión con la alta oficialidad. Aunque la reunión de los militares es
tumultuosa, pocos se pronuncian por aceptar el resultado de las
elecciones para una Asamblea Nacional Constituyente, (30 de
noviembre de 1952), en las que URD, con los votos de AD, ha
resultado ganadora. Percatado de la derrota, antes de culminarse el
conteo de los votos, el gobierno recurre al bochornoso expediente
de suspender el mismo y adulterar los resultados para hacer
aparecer al FEI como triunfador del evento. A AD y Copei se les
concede una pequeña proporción en dichos resultados, lo que ellos
no aceptan. La mayoría de la directiva del Consejo Supremo
Electoral no se presta a la patraña. Renuncian y son sustituidos por
funcionarios colaboracionistas que no dudan en cambiar los
resultados. En la reunión de los uniformados una evidente mayoría
es partidaria de que las Fuerzas Armadas asuman el gobierno. No
queda claro quien propone a Marcos Pérez Jiménez como
Presidente Provisional de la República, pero la lógica indica que el
cargo lo asuma él, puesto que es el actual Ministro de la Defensa y
candidato presidencial del FEI. El mismo Pérez Jiménez se encarga,
mediante telegrama, de comunicarle la decisión a URD, al propio
Jóvito Villalba, líder de esa organización política: “La Institución
Armada no está dispuesta a admitir que por manejos torvos se vaya
a lesionar el prestigio y el progreso de la Nación, seriamente
comprometido por el triunfo electoral de Acción Democrática y el
Partido Comunista, que URD ha propiciado.”

184
El 2 de diciembre de 1952, en horas de la noche, se efectúa el
solemne acto de toma de posesión, en el Salón Presidencial de
Miraflores. Por los micrófonos de la Radio Nacional, en cadena con
todas la emisoras comerciales del País, se anuncia la renuncia de la
Junta Militar de Gobierno, la aceptación de la misma, y la entrega
del poder a Pérez Jiménez como Presidente Provisional, quien
pronuncia su alocución, con su eterna voz gangosa y de parlante
roto. Entre los principales asistentes al acto están, además del
nuevo Presidente, el Coronel Luis Felipe Llovera Páez, pana de
Pérez Jiménez, a quien le hace las relaciones públicas por su
carácter simpático y hombre de farra; Coronel Félix Román
Moreno, Comandante de las Fuerzas Aéres y del Estado Mayor
General; Coronel Hugo Fuentes, Comandante del Agrupamiento
Militar de la Capital; el Jefe y oficiales de la Casa Militar; personal
del Ministerio de la Defensa y el Comandante de las fuerzas
armadas policiales. Además. Dirigentes del FEI, y del Consejo
Nacional Electoral. En el mismo acto se informa la integración del
gabinente. Entre esos destacan Laureano Vallenilla Lanz, Ministro
de Relaciones Interiores y Raul Soules Baldó, Secretario de la
Presidencia. Para que no queden dudas de sus intenciones, Pérez
Jiménez remata en su alocución: “me reservo el Ministerio de la
Defensa”. Días después, en horas de la madrugada, Jóvito Villalba
y todo el directorio de URD, con la ropa que llevan puesta y sin
dinero, son puestos en un avión expreso de la Línea Aeropostal
Venezolana y enviados como exilados al Perú. Vallenilla Lanz
conovoca a una reueda de prensa en la sede del Ministerio de
Relaciones Interiores, frente al viejo edificio de Correos, en la
esquina de Carmelitas de la Avenida Urdaneta. El Director de
Prensa informa a los periodistas que pueden hacer las preguntas al
Ministro Vallenilla Lanz. Los apellidos de éste en verdad son

185
Vallenilla Planchart, pero él ha tomado los de su padre, quien se
hizo famoso con su tésis de “El Gendarme Necesario”.

-<“Tiene la palabra el periodista Lossada Rondón de “El


Nacional”>, informa el Director de Prensa”. El Gordo Lossada
Rondón pregunta:

-Señor Ministro, ¿puede dar más detalles sobre la expulsión del


país, de los dirigentes de Unión Republicana Democrática?

-“Primero que todo quiere agradecer a los representantes de la


prensa que han aceptado nuestra invitación a esta rueda de prensa.
En segundo lugar, debo aclarar”, dice Vallenilla, el Gobierno
Nacional no expulsó de nuestras fronteras a esos dirigentes políticos
a que usted hace referencia. Los doctores Villalba, Luis Hernández
Solís, Ramón Tenorio Sifontes, Alfonso Medina Sánchez y Raúl
Díaz Legórburu, han sido invitados por el gobierno a abandonar el
País. A ellos se les planteó la posibilidad de permanecer en
Venezuela, si se comprometían a mantener la lucha política en un
plano de civismo. Pero los esfuerzos del Gobierno Nacional en tal
sentido han sido inútiles. Más aún, tenemos pruebas de que los
dirigentes citados están involucrados en actos de rebelión y de
terrorismo.” El gobierno “provisional”, a través de Vallenilla, no
muestra ninguna prueba de su acusación. Simplemente, sin
mayores escrúpulos, se desnuda ante el país como una autocracia
dictatorial. Las Fuerzas Armadas, han aceptado la “renuncia” de la
Junta Militar de Gobierno, de la cual forma parte Pérez Jiménez. El
joven militar es designado Presidente “Provisional” de la República,
apoyado por sus pares de uniforme. Una Asamblea Constituyente,
promovida y manejada por el mismo régimen, lo ratifica en el
cargo.Posteriormente, un Congreso Nacional espúreo lo designa
Presidente “Constitucional”. Esa Asamblea Constituyente se instala
en Enero de 1953, con los sólos seguidores del gobierno dictatorial,
en especial los del Frente Electoral Independiente (FEI), el partido

186
Pérez-Jimenista, fundado a nivel nacional por Margot Boulton de
Bottome y Aurelio Ferrero Tamayo. Bottome integrante de una de
las familias más prominentes de la aristocracia venezolana, y figura
obligada en las páginas sociales de los periódicos que reseñan
cotidianamente los frecuentes saraos y festejos de esa elite. Los
Boulton, de orígen alemán, radicados en Venezuela desde el siglo
XIX, constituyen una de las empresas comerciales más poderosas
del país, y grandes beneficiados del régimen. Ferrero Tamayo es un
abogado e intelectual tachirense, Diputado al Congreso Nacional
del oficialismo por ese Estado, gran promotor cultural allí, y
gobernador del Estado Aragua hasta la caída de Pérez Jiménez, en
1958.

La dictadura perezjimenista finge justificarse por una supuesta


necesidad del país de una paz social, que permita el desarrollo
económico del mismo. Esa paz, alega el régimen, sólo la puede
garantizar un “gobierno de las Fuerzas Armadas”. Su doctrina, el
Nuevo Ideal Nacional”, tiene como principal padre a Laureano
Vallenilla-Lanz, hijo del autor de la tésis de “El Gendarme, (lease
<el dictador>), Necesario”. El brazo político del perezjimenato es
el F.E.I, que después de una puja resulta sustituido por la Cruzada
Cívica Nacionalista, ésta liderada por el también tachirense, y
médico, J.T. Rojas Contreras. El Nuevo Ideal Nacional se
fundamenta igualmente en la tesis de que para lograr el desarrollo
económico y social es necesario el aumento del capital, del
consumo y de la inmigración de personas más capacitadas, y de más
disciplina, como las de los países europeos.En apenas dos décadas,
1951-1961, el Censo de Población registrón que dicha inmigración
se había multiplicado por diez: de 55.654 se había pasado a
541.563. Italianos, españoles y portugueses, ciertamente, dan una
enorme contribución al progreso del país en la industria de la
construcción y en la agricultura. Son gente que viene de la
hambruna y la miseria efectos de la Segunda Guerra Mundial.

187
Venezuela significa no sólo empleo sino, también, una moneda
fuerte frente a las devaluadas monedas europeas. El aporte de esos
inmigrantes se da no sólo en la economía, también en la cultura y
muchas costumbres. De simples obreros, a base de esfuerzo y
ahorro, muchos de ellos se convierten en grandes empresarios. La
mayoría, hombres, han venido solos y se casan con venezolas,
influyendo hasta en la integración racial.

Como en los regímenes anteriores, el petróleo continúa como


política condicionante del modelo de desarrollo económico. Sin
embargo, durante este período se diseñan los lineamientos gruesos
de la política de industrialización del País. Se inicia la construcción
y puesta en marcha de la Siderúrgica del Orinoco (SIDOR), así
como la formulación y ejecución de los planes de la industria
petroquímica. Esto acentúa la emigración del campo a la ciudad, y
el urbanismo. Este último fenómeno es notable en Caracas, la
capital. Pérez Jiménez, como el afrancesado antecesor suyo,
Antonio Guzmán Blanco, pone un especial empeño en modernizar
dicha ciudad. Esta es cruzada por autopistas y el centro de la misma
es demolido para dar crecimiento a verdaderos rascacielos. El
crecimiento interno exige grandes obras de infraestructura
(escuelas, hospitales, bloques residenciales para las clases bajas),
que perdurarán por décadas, por la calidad de las mismas, a pesar
de que ciertos políticos califican a algunas de ellas como
“suntuarias”. Esto no deja de ser cierto en el caso de los clubes
militares, en particular el lujosísimo Círculo de las Fuerzas
Armadas, de Caracas, al cual tienen acceso sólo los oficiales. Para
los suboficiales existe un modesto club, en una casona de la
Urbanización La Florida. Los soldados sólo sirven de cuidanderos
de dichos centros y de la oficialidad y sus invitados. La necesidad
de aumentar los gastos internos, lleva al gobierno a cambiar la
tradiciona política conservacionista en materia petrolera. Con
grandes beneficios para ellas, se otorgan nuevas concesiones a

188
compañías explotadoras. El cierre temporal del Canal de Suez,
facilita el crecimiento de la producción local.

La bonanza económica demanda un cambio en la política de


sustitución de importaciones, paso iniciaciado en los sectores de la
siderurgia y la petroquímica. Sin embargo, la camarilla de
privilegiados que se ha formado alrededor del régimen, se
constituye en obstáculo para ese cambio de política económica.
Ello, a su vez, impide el crecimiento de otros sectores y clases
sociales, en particular las clases medias. En el exterior, los Estados
Unidos empiezan a revisar su apoyo a las dictaduras
latinoamericanas, política auspiciada por el Secretario de Estado del
momento, John Foster Dulles. Resultado de ese apoyo, Pérez
Jiménez había sido condecorado por dicho gobierno con el grado
máximo de la Legión de Honor. En tanto, los partidos venezolanos,
particularmente el PCV y Acción Democratica continúan sus
esfuerzos para contribuir al derrocamiento de la dictadura Pérez-
Jimenista. Los principales centros de tales esfuerzos son Mexico y
Chile, donde dichas organizaciones políticas se organizan y hasta
mantienen respectivos órganos periodísticos.

Pérez Jiménez, físicamente es un hombre corto de estatura,


rechoncho por naturaleza. A pesar de su juventud, acusa inicios de
una calvicie pronunciada. Corto de vista, usa permanentemente
lentes de gruesa montura de carey. Es tímido aunque ambicioso.
Hombre de ideas, inteligente, astututo, cree que los militares
venezolanos son más aptos que los civiles para gobernar su país.
Tartamudea al hablar por lo que es enemigo de discursos en
público. No es buen lector. Su inclinación ha sido siempre hacia las
disciplinas vinculadas a la Matemática. Es abstemio. No fuma ni
bebe pero si es amigo de las francachelas con mujeres, en especial
si son bellas y famosas. En materia de juegos, sólo tiene una
afición, muy propia de los venezolanos: el dominó. Gusta de

189
conducir autos de gran cilindrada, al punto de que no duda en cerrar
una carretera de 900 kilómetros de largo para manejar a gran
velocidad su Mercedes Benz, color plata. En una oportunidad, invita
al famoso corredor mundial argentino Juan Manuel Fangio, para
correr con él como piloto y copiloto en el circuito de las Fuerzas
Armadas, en verdad una amplia y larga avenida mandada a
construir por el mismo Pérez para las paradas militares, y para
honrar a los héroes militares de la Nación. Probablemente también
fue la intención del mandatario concebir dicha avenida para
practicar el deporte de la alta velocidad.

Pérez Jiménez no se anda por las ramas. Desde su ascenso al poder,


está claro que para ejercer el mismo en forma omnímoda, como son
sus planes, requiere de eliminar toda oposición. Para ello cuenta
especialmente con Pedro Estrada, el jefe de la policía Seguridad
Nacional. Estrada es un sanguinario. Se inició como agente policial
durante la tiranía de Juan Vicente Gómez. Es capaz de toda clase de
atropellos, incluyendo las formas más horribles de tortura física y
mental.

El riesgo de la resistencia dentro del país lo asumen, además de


algunos del Partido Comunista, dirigentes de AD como Luis
Augusto Dubuc, Luis Manuel Peñalver y Raul Ramos Giménez. En
esa lucha aparecen ausentes los líderes principales, encabezados
por Rómulo Betancourt. A él se agregan Raul Leoni, Andrés Eloy
Blanco, Luis Beltrán Prieto, Luis Lander, y otros, quienes
permanecen en el exilio. Cuando dos dirigentes acosados por la SN
se acogen al mismo, Betancourt divulga una epístola en la que
critica esta actitud. Compañeros suyos, incluso de la alta dirigencia,
rechazan la crítica de Rómulo porque él no ha dado el ejemplo.
Más aún, permanecerá en el exterior durante todo el período
dictatorial. Ellos, sus críticos, señalan que, ciertamente, la seguridad
del máximo líder es necesaria, pero lo es más aún que encabece la

190
resistencia dentro del País. Igualmente se extrañan, hasta por
escrito, de la actitud de Betancourt, pues éste, durante toda su gesta
política había demostrado gran coraje.

1957 constituye el punto de quiebre para la dictadura. El inicio del


fin.

5. EL DERROCAMIENTO DE PEREZ
JIMENEZ

Jueves 21 de noviembre de 1957. La Huelga Estudiantil.

191
Chento Arcadio se encuentra en clase de 7 de la mañana, en el
curso de Redacción Periodística, que dicta el doctor Juan Francisco
Reyes Baena, director del diario ”El Nacional” en varias
oportunidades. De pronto un ruido estruendoso, como una manada
de novillos desatada, se deja oir a lo largo de los corredores de la
Facultad de Humanidades, edificio compartido con las Facultades
de Derecho y de Economía. El ambiente todo se caldea con los
gritos juveniles, el canto al Bravo Pueblo, el Himno Nacional, y el
llamado a ¡huelga! ¡huelga!. Los pisos de los pasillos están llenos
de “volantes”, papeletas que critican duramente a la dictadura,
justificando con ello la revuelta estudiantil. La razón política
fundamental expuesta es el plesbicito convocado por el dictador
Pérez Jiménez para atornillarse en el poder. La tromba humana se
inicia en Derecho. Pasa a Humanidades y a Economía. Desde ésta
se dirige a Ingeniería. Se cree que esta Facultad pueda ser más
reacia a declararse en rebeldía, pero igualmente se suma a la
protesta. El recorrido sigue hacia la Facultad de Medicina, junto al
Hospital Universitario. La distancia hasta esa Facultad es larga, lo
que obstaculiza un tanto la rebelión. Aún así, los estudiantes de
Medicina se suman igualmente a la huelga. De allí, todos los
estudiantes, corriendo como locos, pasamos al patio del Rectorado.
Chento Arcadio y otro estudiante caen en cuenta de que en las
oficinas de la Dirección de Cultura han dejado una ventana
entreabierta. Por allí nos colamos al interior. Un verdadero tesoro
nos espera: rumas de cartulinas apiladas y cajas de marcadores de
diseño de todos los colores. La producción de decenas de afiches
de protesta contra el régimen comienza. El edificio de Arquitectura
está aún en construcción. No hay aún pared perimetral hacia la
plaza de Las Tres Gracias, sino una malla ciclón que permite colgar
los afiches y que los mismos sean vistos por todos los transeúntes.
La policía no demora en llegar. En el terreno del edificio en
construcción hay cerros de piedras para elaborar el concreto las que
nos sirven para repeler a los uniformados. Desde el balcón del

192
Rectorado el Rector Emilio Spósito Jiménez, acompañado de
algunos Decanos, observa los acontecimientos. Las autoridades,
impuestas a dedo por el gobierno, toman notas de los huelguistas
que pueden reconocer, algunos de los cuales son expulsados de la
Institución. Nada detiene a la masa enardecida. Los gritos de
protesta se oyen por doquier: ¡abajo la dictadura! ¡Autonomía
universitaria ya! ¡libertad para los presos políticos! ¡Abajo la
Seguridad Nacional” En el salón de conferencias, junto a la
biblioteca, se efectúa un Congreso Internacional de Cardiología. En
la ruta hacia allí, un estudiante reconoce al sabio Torrealba,
descubridor del chipo como causa del Mal de Chagas. Torrealba
demuestra su simpatía hacia los estudiantes quienes lo rodean y lo
aplauden. La marcha, enfurecida, eufórica, continúa hacia la sala
donde se reúne el congreso de cardiólogos. Los vigilantes han
cerrados las puertas de cristal del recinto donde se efectúa el evento,
pero la vanguardia de la marcha no se detiene y rompe los cristales.
Irrumpimos en el recinto ante la cara atónita de los congresistas. La
Sala de Conferencias es un espacio diseñado para tales propósitos,
en forma semi-circular. El estudiante Román Uzcátegui, en vibrante
y emocionado discurso se dirige a los cardiólogos. Expone la
situación en que se encuentra el país bajo el régimen dictatorial y
les pide que comuniquen la misma a sus gobiernos. Por la forma de
diseño de construcción de la Sala, el altisonante mensaje del
estudiante puede ser oído con absoluta claridad por todos los
asistentes.

¡A la Plaza Venezuela!, grita alguien. Entonces la inmensa


procesión, la muchedumbre juvenil, armada de afiches, banderas
nacionales, y palos y piedras, se enrumba hacia esa Plaza. Antes de
llegar al puente que pasa por sobre la autopista se arma una
concentración, suerte de mítin improvisado. Una joven figura
emerge entre la masa juvenil y pronuncia un vibrante discurso,
denunciando las atrocidades del régimen. Es Manuel “escalera”

193
Rodríguez, dirigente juvenil así apodado por su gran estatura física,
no menor que su reconocida capacidad intelectual. Al tratar de
cruzar el puente para llegar hasta la Plaza, una sorpresa nos espera.
La Seguridad Nacional y la policía, portando armas largas y cortas
llegan por bandadas. Atacan con bombas lacrimógenas y planazos
con peinillas. Se apoderan de la entrada de la Ciudad Universitaria,
por lo que la procesión estudiantil queda entrampada entre dicha
entrada y el puente. Algunos jóvenes tratan de escapar huyendo
hacia las márgenes del río Guaire, pero de allí surgen más policías y
agentes de la SN. Cientos de estudiantes son apresados. Estos, en
las patrullas policiales conocidas como “jaulas”, son remitidos a la
sede de la SN en la Plaza Morelos y al Cuartel de Policía de Cotiza,
situado frente a un costado del Congreso Nacional. Chento
Arcadio le pide al chofer de un camión, que transita con el mismo
hacia la Plaza Venezuela, que le permita montarse en el vehículo,
para así evitar a los policías, pero el chofer se niega. En ese
momento parte de la masa juvenil, ante el ataque policial, retrocede
hacia la Universidad, aunque los uniformados y la SN han tomado
ésta. La multitud y la presión estudiantil es tal que logra rebasar a
los cuerpos policiales y así logramos reingresar a la Universidad por
la entrada de la Plaza Venezuela. Ahora se plantea el problema de
cómo abandonar la Universidad. Los esbirros ingresan a la
Institución. Algunos buscamos refugio en el Hospital Universitario.
Otros, como Omar Mezza, estudiante de Derecho, se meten a la sala
donde se guardan las togas y se esconden entre éstás. Los policías
tienen tomadas las entradas de la Plaza Venezuela y la de Las Tres
Gracias. Aún no han tomado la que da hacia la Escuela Técnica
Industrial y por allí logramos escapar un grupo, entre ellos los
“cachorros” del “Troya”, Pepito Duarte, Jorge Murillo Amaya y
Chento Arcadio.

Cuatro días después, un motorizado de la Policiá Militar, llega con


un sobre para la oficina de correos de la Universidad. Un grupo de

194
estudiantes hace preso al policía y lo encierran en dichas oficinas.
Al poco rato, un grupo armado de la temida Policía Militar,
conocida como “los patas blancas”, por el color de las guetas que
cubren sus piernas, invade la Ciudad Universitaria. Un grupo de
estudiantes nos colocamos tras una bandera nacional y empezamos
a entonar el Himno Nacional. Por una mera casualidad, el grupo
policial viene comandado por el Teniente Oscar Cabrera Hernández,
compañero del también Teniente Humberto Alcalde Alvarez,
hermano de Chento Arcadio. Cabrera reconoce a Chento entre los
rebeldes. Se dirige hacia él en tono de diálogo y le manifiesta que el
objetivo de ellos, los policiás, es sólo a rescatar a su compañero
preso por los estudiantes. El grupo acepta la explicación. El policía
es liberado y los “patas blancas” se retiran de la Institución.

Ese mismo día, o el lunes 25, cinco autobuses llenos de espías de la


SN, o “esbirros”, como se les conoce popularmente. Asaltan la
Universidad, con las armas desenfundadas. Los estudiantes se
defienden con piedras, las únicas armas de que disponen. Aún así
varios espias resultan heridos. Son hechos presos alumnos y
profesores y hasta el mismo Rector, Emilio Spósito Jiménez,
indudablemente que por equivocación, lo llevan detenido a la SN.
Entre tanto la policía distrital, fusiles y peinillas en mano, mantiene
rodeada la Ciudad Universitaria para evitar que alguien se escape,
lo que por supuesto no logran, dada la magnitud cuantiosa de los
huelguistas.

Nadie ingresa a las clases, excepto los profesores


colaboracionistas, los afectos al régimen o los que, simplemente, no
quieren poner en riesgo su cargo. Las autoridades universitarias
deciden suspender las actividades. El Rector Emilio Sposito
Jiménez es llamado a su despacho por el Ministro de Relaciones
Interiores, Laureano Vallenilla Lanz. Vallenilla quien conmina al
Rector a que ábra la Universidad. Sposito convoca a los profesores.

195
Esto manifiestan que no se reincorporarán a sus actividades mientra
persistan las actuales condiciones. Se refieren ellos a la persecución
de los universitarios por parte de los cuerpos policiales, y a los
profesores y estudiantes detenidos. La respuesta gubernamental es
hacer presos a nuevos profesores.

El Frente Universitario, organizador de la huelga es ampliado con


representantes de otros partidos, además de Acción Democrática y
el Partido Comunista. Ahora lo integran Antonio José Urbina
(Caraquita), Chela Vargas, Héctor Rodríguez Bauza, Julio
Escalona, Alfredo Maneiro e Hilarión Cardozo. El alzamiento de
los universitarios logra que Caracas pierda el miedo. La
conspiración se extiende a los barrios y otros sectores. Los
estudiantes hacen “volanteos” (tirar al aire papeletas de propaganda
política), y mitines relámpagos en cines, paradas de autobuses,
iglesias, mercados y demás lugares públicos, en particular la Plaza
de Capuchinos y el barrio El Guarataro. La gente se suma
entusiasmada a la protesta de los estudiantes y hasta nos protegen,
escondiéndonos en sus casas cuando llegan los cuerpos policiales.
Otros planteles educativos como el Instituto Pedagógico y el Liceo
Aplicación se suman a la huelga. “El Laguito”, el bar del Círculo
Militar, se convierte en sitio de concentración de los oficiales
descontentos. Se critica al régimen sin mayor recato. La Academia
Militar se convierte en el principal centro de conspiración por parte
de los militares. No es sólo la UCV. En la Universidad Católica,
situada en pleno centro de la ciudad, le meten fuego, públicamente,
a una foto de Marcos Pérez Jiménez, a la Ley Electoral y a un
ejemplar de “El Heraldo”, el periódico oficialista. Los liceos Fermín
Toro y Andrés Bello se encuentran cerrados porque los muchachos
salían a batirse con la policía a punta de piedras.

Antecedentes de la Huelga. Desde 1948 la juventud universitaria


enfrenta al régimen dictatorial. A partir de 1952 la resistencia toma

196
fuerza y se producen manifestaciones en las calles. Para entonces la
UCV aún funciona en el Palacio de las Academias, frente al
Congreso Nacional. Las manifestacines provocan la represión por
parte del gobierno, quien cierra la Universidad. Hay luchas
callejeras contra los cuerpos policiales. La Federación de Centros
Universitarios, presidida por el Br. Eduardo González Reyes es
clausurada. Sus dirigentes son detenidos en las cárceles del
gobierno y sometidos a torturas. AD y el PCV son los partidos que
enfrentan al régimen. En verdad, los jóvenes actúan aisladamente
porque los dirigentes de dichas organizaciones están presos o
exiliados y hasta algunos han sido aesinados. Los organismos
estudiantiles, como las Federaciones de Centros, aún no han
asumido la dirección de la lucha. Las acciones hostiles logran que,
poco a poco, los jóvenes se vayan integrando y nuevos partidos,
como Copei, se suman al enfrentamiento a la dictadura. Esa
disgregación, la desarticulación entre los partidos, plantea la
necesidad de conformar el Frente Universitario, el cual, en adelante,
asumirá la responsabilidad de dirigir la resistencia. Los primeros en
integrarlo son Américo Martín, de la Fracción Juvenil de AD,
Germán Lairet, por los Jóvenes Comunistas, y José de la Cruz
Fuentes por la Juventud Copeyana. Américo Martín y Germán
Lairet son hechos presos. Los reemplazan Héctor “el chivo” Pérez
Marcano, de AD, y Héctor Rodríguez Bauza del PCV. El Frente
Universitario, de la UCV, es el primer organismo unitario surgido
en la clandestinidad. Después aparecerán otros, como la Junta
Patriótica. El detonante que impulsa a los jóvenes a organizarse en
un frente unitario es el plesbicito convocado por Pérez Jiménez para
reelegirse como Presidente de la República. AD propone la
realización de la huelga, lo que es aceptado por los otros partidos.
Para entonces, Unión Republicana Democrática (URD), el partido
de Jóvito Villalba, también se ha integrado al Frente. Se organiza el
Comité de Huelga, con la participación de estudiantes
independientes, inclusive. Se fija como fecha de inicio el 21 de

197
noviembre, y como espacio físico, también de inicio, la Facultad de
Derecho. Se escoge esta Facultad porque varios de los dirigentes
estudiantiles como Américo Martín, Germán Lairet, “el ronco”
Moisés Moleiro, y otros, son alumnos de dicha Facultad.

En verdad no fueron los estudiantes universitarios los primeros en


alzarse contra el régimen. Desde antes del 21 de noviembre lo
habían hecho los alumnos de Secundaria de los liceos Fermín Toro,
Andrés Bello y de la Escuela Normal Migue Antonio Caro. Estas
tres instituciones están situadas en puntos estratégicos para provocar
al régimen. Los dos primeros se encuentran en pleno centro de
Caracas. El Fermin Toro en El Silencio y el Andrés Bello en La
Candelaria. La Normal Miguel Antonio Caro lo hace en la avenida
principal de Catia, una zona popular y la parroquia más grande y de
mayor población de toda la capital. Los liceístas enfrentan a la
policía en las calles, con palos y piedras. Por la ubicación de los
planteles, cada encontronazo entre estudiantes y policías crea un
caos en la ciudad. En Febrero de 1956, los alumnos del Fermín Toro
se declaran en huelga. Se lanzan a las calles armados de palos y
piedras. Obstruyen el tránsito en dichas vías, caracterizadas por su
intensa circulación. La policía interviene. Los adolescentes se
atrincheran en las instalaciones del liceo. Desde allí continúan su
ataque a la policía arrojando piedras. Los uniformados invaden el
plantel y detienen a varios estudianes. Un remitido conjunto de los
Ministerios de Relaciones y Educación informa que “quedaron
detenidos los instigadores, identificados en su mayoría como
miembros de la Juventud Comunista”.

En el mes de Enero, ante la clausura del Liceo Andrés Bello, los


profesores del mismo hacen una declaración pública, con el apoyo
de los docentes de otros liceos de la capital. Los profesores se
dirigen a la opinión pública, y en particular a los padres y
representantes de los alumnos, En el comunicado califican de

198
“temeraria” la decisión del Ministerio de Educación de querer
obligar a los alumnos a que asistan a clases, dados los graves
hechos que han estado ocurriendo en las altas esferas del gobierno.
Aclaran que ante las manifestaciones estudiantiles la SN, usurpando
funciones que no son de su competencia, acordó la expulsión de
grupos estudiantiles. Y que ´más aún, la respuesta de la policía ha
sido la violencia, al punto de que estudiantes del Liceo Aplicación
han sido atacados con armas de fuego por dicha policía. Los
profesores en su Manifiesto alegan que mantuvieron una actitud
cuidadosa frente a los hechos y que esperaban la medida prudente y
conciliadora del Ministerio de Educación pero que en lugar de eso
se encuentran sorprendidos por la desconcertante y agresiva
clausura del Liceo decretada por el Presidente de la República,
General Marcos Pérez Jiménez, y refrendada por el Ministro de
Educación. La lista de firmantes del comunicado profesoral la
encabezan conocidos docentes de esa Institución liceísta como Fidel
Orozco, Beatriz Marcano Coello, Maryluz Carrero, Josefina Fierro
de Ascanio, Olga Martin de Larralde, Lola de Fuenmayor, Aura
Celina Casanova, José Rafael Marrero, y cintos de firmás más.

La Unión Cívico-Militar.

José Luis Fernández es un joven Teniente, destacado como oficial


de planta en la Escuela Militar, la cual tiene como misión la
formación de los oficiales del ejército, o fuerzas terrestres. Un día
de octubre de 1957, como suele acostumbrar, se llega hasta la
Farmacia Gran Avenida, en la Avenida Lincoln, de Sabana Grande.
Es apostador al juego de caballos, lo que le ha llevado a hacer una
amistad íntima con el propietario de la farmacia, el doctor Oscar
Centeno Lusinchi, quien comparte la misma afición.

-¿Qué tal doctor Centeno, como andan las cosas?

199
-Pues en verdad, José Luis, para serte franco, no las veo bien. Estoy
consciente de que a ustedes les prohíben hablar de política, pero lo
cierto es que el país está revuelto. Al gobierno se le ha pasado la
mano con esa brutal represión contra muchachos liceístas, muchos
de los cuales son apenas unos niños. Esa agresión de la SN, con
arma de fuego contra el Liceo Aplicación es un exabrupto.

-No se preocupe doctor Centeno. Ese malestar ya ha cundido hasta


en las Fuerzas Armadas. Puedo asegurararle que nunca había oído
murmurar tanto contra el gobierno como ahora. Nosotros también
somos víctimas de la política de Vallenilla Lanz y Pedro Estrada. La
SN nos espía por todas partes como si fuéramos delincuentes. Yo
voy a ir tanteando a algunos compañeros oficiales de planta de la
Escuela Militar, a los de más confianza.

-De acuerdo José Luis. Aquí entre nos, yo cuento con un alumno, el
bachiller Getulio Carvallo y un profesor de la Universidad Santa
María, el doctor Juan Ortíz, que me pueden servir de enlace con
Héctor Rodríguez Bauza, quien mantiene contacto permanente con
la gente de la Junta Patriótica.

-Está bien doctor Centeno, pero no se olvide de echarme en


telefonazo cuando tenga algún dato para las carreras de caballos del
próximo domingo.

-Descuida José Luis. Mañanas sábado debo tener algo. De todos


modos estaré de turno aquí en la farmacia, así que te puedes echar
una vuelta por acá y nos echamos unos whiskisitos.

-OK, doctor Centeno, mañana a eso de las 5 le caigo por aquí.


Chao.

-OK, chao, vale!

200
A los días cada uno de ambos promotores había hecho sus
respectivos contactos. En la siguiente reunión en la farmacia
concluyeron que ya podían constituir lo que se llamaría el Comité
Cívico-Militar.

-¿Cuantos tienes tú en tu lista, José Luis?

-Yo tengo como diez oficiales. Todos de la Escuela Militar. No te


doy la lista por escrito porque tenemos que extremar precauciones,
pero hasta ahora están de acuerdo, el Comandante Arenas Vegas,
los capitánes Leal Morales, Angel Evelio Rodríguez Corro, Felipe
Párraga Nuñez, Guerrero Vivas, el Mayor Moncada Vidal, el Sub-
Teniente Acosta Bello, el Teniente de Fragata Márquez Planas, el
teniente Humberto Alcalde Alvarez y el Alférez de Navío Andrés
Eduardo Brito Martínez.

-Estamos más o menos empatados. En mi lista de civiles están el


doctor Manuel Egaña y sus dos hijos, Manuel Simón y Fernando:
los doctores Pedro Emilio Herrera, Leopoldo Manrique, Miguel
Angel Astor, Enrique Pérez Guanipa, Zurita Medina, y los señores
Andrés Falótico y y Emilio Lanza, y otros.

-Entonces,¡el Comité Cívico-Militar ya esta formado, doctor


Centeno!

-Así es José Luis. Para establecer la comunicación entre ambos


grupos, tú pódrías asistir a las reuniones de los civiles y yo a la de
los oficiales.

-Perfecto, doctor Centeno. Ustede le lleva esa prouesta a los suyos y


yo a los míos, Creo que no habrá ningún problema al efecto.

Otras conspiraciones paralelas van en marcha. En la Fuerza Aérea,


los Mayores Luis Evencio Carrillo y Martin Parada, íntimos
amigos, están de acuerdo en la necesidad de derrocar al gobierno y

201
establecer una Junta Cívico-Militar, presidida por un civil, para
enrumbar al país por la senda democrática. Parada mantiene
contactos, con el coronel Jesús María Castro León, también de la
Fuerza Aérea, quien a su vez anda en conversaciones de
conspiración con el teniente coronel Hugo Trejo, de las Fuerzas
Terrestres. Martín Parada y Hugo Trejo se reúnen y acuerdan el
golpe entre las dos Fuerzas, sin acordar fecha fija. El 31 de
diciembre de 1957 Castro León es hecho preso. Carrillo reúne a sus
compañeros y acuerdan iniciar la sublevación el 1º de enero
siguiente, a las 6 a.m. El teniente (R) Hugo Montesinos Castillo
instala una radio en el comando de Carrillo desde donde se dirige al
país:

-“Venezolanos, la Fuerza Aérea de Venezuela, consciente de su


responsabilidad de garantizarle a los venezolanos sus derechos a
vivir en libertad y en un sistema democrático, a partir de este
momento se declara en rebelión contra el régimen. En tal sentido,
aeronaves de nuestra flota están volando sobre el litoral para alertar
a las Fuerzas Navales. Igualmente otras aeronaves en estos
momentos han procedido a atacar el Palacio de Miraflores.”

En Maracay, todos los cuarteles y batallones se suman al


movimiento, excepto dos, el batallón blindado Bravos de Apure,
comandado por el mayor Hermes Salas, y el cuartel “El Rincón”,
encabezado por el coronel Rosario Araque. Martín Parada ordena
sobrevolar al Bravos de Apure y llama por teléfono a Salas: “o se
suman al movimiento o los bombardeamos”. Salas, no lo piensa dos
veces y de inmediato, se pliega al alzamiento. Algo similar ocurre
con el cuartel El Rincón. Parada llama a Araque: “Coronel,
asómese. Lo tenemos rodeado con tanques. O se rinde o lo
atacamos de inmediato.” Entre tanto, Hugo Montesinos Castillo
dirige la toma de Radio Maracay. En cadena con Radio Girardot y
Radio Central transmiten las proclamas revolucionarias. La Fuerza

202
Aérea cuenta con 16 aviones Vampiro, de propulsión a chorro, la
más poderosa arma de esa Fuerza.

Entre tanto en Miraflores cunde el pánico. Pérez Jiménez, con sus


más allegados, como Mazzei Carta, Rómulo Fernández, Llovera
Páez, Pulido Barreto, Pérez Morales, oficiales del Estado Mayor, y
los edecanes, decide instalarse en el refugio antiaéreo del cuartel
presidencial.

Afuera, los “Vampiros” bajan a vuelo rasante y ametrallan el


Palacio. Vidrios rotos y gente desesperada, militares, policías y
civiles, corren en tropel pegando gritos. Las baterías antiaéreas del
Palacio tratan de contener el ataque de los aviones sin mayor éxito.
En el palacio han quedado atascados, sorprendidos, entre otros,
Vallenilla Lanz, Raúl Soulés, Rafael Pinzón y José Giacopini
Zárraga, quien empieza a gritar:

-¡péguense a la pared! ¡todos pegados a la pared!

Vuelven los aviones. Las ráfagas de ametralladoras destrozan


techos y paredes. Pérez Jiménez se salva por un triz: de haber
estado en su escritorio hubiera sido alcanzado. El mueble queda
hecho astillas. El edificio de la Seguridad Nacional igualmente es
atacado. Los Vampiros regresan a Maracay.

El General Rómulo Fernández telefonea a su esposa y le


recomienda que ella y doña Flor, la esposa de Pérez Jiménez, se
asilen en una embajada. Pérez le pregunta a Fernández sobre la
llamada. La respuesta de éste no puede ser más lacónica: “estamos
perdidos”. El gobierno está en desbandada. Los oficiales han
escapado. Pedro Estrada pide asilo para él y su familia y la Embaja
del Perú informa que más de veinte personas han solicitado asilo
allí.

203
Pero entre la Fuerza Aérea y las Terrestres, comandadas por Hugo
Trejo, no han podido darse las comunicaciones. Trejo no ha podido
salir del Cuartel Urdaneta porque no ha reciñbido las municiones
para los tanques. Ya en la noche las recibe y, por fin, sale con los
carros de guerra. El pánico en Miraflores es ahora aún mayor. El
teniente-coronel Mármol, edecán de Pérez Jiménez, le dice a
Giacopini Zárraga:

-“Esta custión está muy grave, doctor Giacopini. Esto se perdió.


Aquí no hay más que rendirse. Alguien debe comunicárselo al
general antes de que sea tarde. Dígale la verdad, don José”.

Pérez Jiménez está consciente de la gravedad de la situación y le


manda un recado al coronel García Moreno: “si no hay nada que
hacer, no hay necesidad de causar víctimas”. El dictador está
dispuesto a entregar el poder, si Trejo así lo exige. En Miraflores
reina el pánico. Despues del ataque de la aviación, militares y
civiles tiemblan ante la posibilidad de un ataque por parte de las
unidades blindadas. Trejo, en vez de intentar tomar el Palacio
Presidencial, el centro del poder, inexplicablemente, con su
columna de tanques, toma rumbo hacia Los Teques. Miraflores se
llena de júbilo. Ya pueden respirar tranquilos. Los esfuerzos de los
aviadores rebeldes por comunicarse con Trejo han sido en vano. Al
ver que no han contado con el respaldo suficiente en las otras
Fuerzas, Luis Evencio Carrillo y Martín Parada, deciden abandonar
la conducción de la insurrección, por parte de la Fuerza Aérea, y
abandonan el país. Les acompañan los oficiales que
voluntariamente comparten esa decisión. Carrillo y Parada hacen
entrega de sus respectivos comandos. El mismo día del alzamiento,
en el avión presidencial “La Vaca Sagrada”, como se le denomina,
Parada y Carrillo parten hacia Colombia. En total va una veintena
de hombres, militares casi en su totalidad, entre ellos los mayores
Edgard Suárez Mier y Terán, Emiliano Peña Peña, Homero Leal

204
Torres, el teniente Fernando Paredes Bello (futuro Ministro de la
Defensa), y los capitanes de aviación civil Rafael Elías Guillot y
Milton Inciarte. El dia 2, a la 1de la madrugada, Hugo Trejo se
dirige hacia Maracay, donde es detenido por el comandante
Clemente Sánchez Valderrama. Se rinde y así lo anuncia, a través
de Radio Maracay, a los demás oficiales conprometidos. La acción
de Trejo resulta inexplicable. Todo se había perdido.
Aparentemente.

El régimen trata de aparentar normalidad. Sin embargo, los diarios


de Caracas se han negado a circular, excepto “El Heraldo”, el
órgano oficialista. Los periódicos son obligados a reaparecer y a
colocar información repudiando el golpe. En los sótanos de
Miraflores permanecen detenidos una veintena de oficiales, entre
ellos el mismo Hugo Trejo, el mayor Helí Mendoza Méndez, los
capitanes Luis Enrique Sucre Figarella, Luis Alberto Peña Peña y el
teniente Santiago Felipe Testamark. El ambiente de agitación reina
en la ciudad, en particular en barrios como “La Charneca”. A diario
los estudiantes recorrmos esas zonas convocando a la gente a
concentrarse: “en El Silencio” a las 5”, es la consigna. Y la gente de
los barrios baja puntualmente a protestar. La policía y la SN
reprimen con peinillas y bombas lacrimógenas. Algunos de los
protestantes tratan de refugiarse dentro de los negocios pero los
dueños de éstos empiezan a bajar las “santamarías”, como se
denomina a las puertas metálicas corredizas.

Las Fuerzas Navales también han estado conspirando, aisladamente.


El régimen se entera. Pérez Jiménez le ordena a Llovera Páez que
proceda a quitarle el armamento y las municiones a los buques. Los
comandantes de éstos, y otros oficiales de la Marina son arrestados.
Sin embargo, aparentemente este cuerpo se suma a la rebelión.
Cinco barcos destructores zarpan de La Guaira sin autorización. El
gobierno envía al Jefe del Estado Mayor, General Rómulo

205
Fernández y a Llovera Páez, al frente de una compañía de tanques
de guerra. Estos controlan la situación, prometiendo ciertas
garantías para las Fuerzas Armadas. Sin embargo, junto a 31
oficiales navales, es hecho preso el capitán de navío, Eduardo
Morales Luengo, quien luego se revelará como profundo
izquierdista y consuetudinario golpista.

Ese mismo día, Rómulo Fernández, junto con los comandantes de


las cuatro fuerzas le solicitan una entrevista a Pérez Jiménez. A las
5 en punto, los cinco oficiales se retiran en sus respectivos autos,
desde La Planicie, la antigua sede de la Escuela Militar, ahora
asiento del despacho de Defensa. El dictador los recibe en su
oficina, en el palacio de Misia Jacinta. Ya no confía en Rómulo
Fernández, pero desea averiguar quién más está detrás de éste.
Despues de los saludos de rigor los invita a sentarse.

-“Supongo que por la urgencia con que solicitaron esta reunión, y


representando ustedes a las cuatro Fuerzas Armada, debe tratarse de
algo serio”…plantea de entrada Pérez Jiménez.

La voz cantante por los visitantes la lleva Fernández, ahora Ministro


de la Defensa.

-“Así es mi general. No creemos necesario entrar en consideración


de los diferentes brotes subversivos registrados en los últimos días,
porque hasta su propia vida estuvo en peligro. Venimos sólo como
emisarios de las Fuerzas Armadas, de una serie de planteamientos
que las mismas nos han hecho llegar”.

Pérez Jiménez se queda mirando fijamente a Fernández. En


segundos por su cabeza pasan una serie de pensamientos: “En este
país no se puede confiar en los Rómulos. Aquí está éste que es
hechura mía. Bruto. Lo ascendí a General porque me inspiraba
confianza. Como no aprobó el curso de Estado Mayor en Chorrillos,

206
tuve que pedirle al Perú que se lo dieran Honoris Causa y ahora está
encabezando esta trama”

-Vamos al grano, General Fernández…¿de qué se trata?

Fernández se despepita con un largo y farragoso discurso:

“Ha llegado el momento, Señor Presidente, de que su amigo que le


probó de muchas maneras su lealtad, consideración y respeto, le
exprese con sinceridad lo que he venido viendo y veo actualmente,
que empaña la magnífica labor que en nombre de las Fuerzas
Armadas usted viene rindiendo. Y estoy seguro que en esta actitud
me acompáñan otros miembros del alto mando militar. Considero
que la situación económica del País es la mejor que éste haya
podido tener, dada su magnífica gestión administrativa.

Hay descontento en la oficialidad, señor presidente. Se quejan


particularmente de que usted no los recibe y del excesivo poder que
han tomado el Ministro de Relaciones Interiores, el doctor Laureano
Vallenilla Lanz, y el señor Pedro Estrada, jefe de la Seguridad
Nacional. De la política represiva que ha llevado a estos
funcionarios al extremo de acosar, mediante el espionaje, a un gran
número de oficiales, y a la Iglesia misma, además de practicar una
censura de prensa extrema que no le hace nada bien al régimen. Hay
descontento por los bajos sueldos de los oficiales, por la política de
ascensos y la escasa rotación en los altos cargos de las Fuerzas. Se
critica igualmente la corrupción existente entre algunos altos
personeros del gobierno y sus asociados. La solicitud en concreto es
que estos señores sean removidos de sus cargos y que se hagan los
cambios necesarios en el gabinete.”

Pérez Jiménez se queda pensativo por breves segundos…

-“Les agradezco que se queden concentrados allí en La Planicie. Ya


venía pensando en la necesidad de algunos cambios. Dentro de una

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hora los llamaré y les informaré de las decisiones que tome. Creo
que debemos hacer todo el esfuerzo necesario para mantener la
unidad militar”

Al día siguiente, Pérez Jiménez informa al país del cambio de


gabinete. En el mismo no aparecen varios de los antiguos ministros,
fundamentalmente Laureano Vallenilla Lanz. Pedro Estrada es
sustituído en la dirección de la SN por el coronel José Teófilo
Velazco. Velazco informa sobre la liberación de los cinco
sacerdotes y que ha recibido orden del Presidente de “armonizar
con el pueblo”. En la Escuela Militar, los cambios anunciados por el
dictador no satisfacen las expectativas de los oficiales
comprometidos. En verdad lo que el sector cívico-militar quiere es
el cambio de régimen. La Escuela Militar no cuenta con el
suficiente armamento para dar el golpe, por lo que tratan de ponerse
en contacto con la Infantería de Marina, en Catia La Mar, para
conocer con que armamento cuentan los infantes. Conocido esto, el
Teniente José Luis Fernández se entrevista con el sector civil del
Comité Cívico-Militar. Les informa del plan de los militares: hacer
preso a Pérez Jiménez en el acto de inauguración de la Escuela
Básica. Se desiste de dicho plan porque entre los posibles muertos
podrían estar representantes de los gobiernos extranjeros invitados a
dicha inauguración. Sin embargo, las reuniones entre militares y
civiles continúan. Caracas está alzada. Los cambios registrados en
el gabinete evidencian el desmoronamiento del régimen. Diversos
sectores publican sendos manifiestos, entre ellos: el Colegio de
Abogados, el Colegio Médico, el Colegio de Farmacéuticos, los
profesores del Liceo Andrés Bello, un grupo de intelectuales,
empresarios y notables, el Movimiento Sindical Venezolano y los
Trabajadores Petroleros. Todos Coinciden en sus planteamientos:
designación de los Poderes Publicos por el pueblo, libertad de
expresión, liberación de los presos políticos, regreso de los
exiliados, autonomía universitaria, respecto a las autoridades

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eclesiásticas, manejo transparentes de los dineros públicos,
cooperación respetuosa entre las Fuerzas Armadas y la Sociedad
Civil.

El 21 de enero la ciudad está conmocionada. En El Silencio y en los


barrios marginales, obreros y estudiantes se enfrentan a la policía
comandada por el coronel Eladio Nieto Bastos, con piedras, palos y
botellas. En el centro de la ciudad, los agentes son incapaces de
contener la protesta, a pesar de que han recibido orden de disparar.
Los hospitales se llenan de heridos de bala y por los gases
lacrimógenos. El gobierno decreta toque de queda a partir de las 6
de la tarde pero el pueblo hace caso omiso del mismo. Los
periódicos no circulan, a excepción del diario oficialista ”El
Heraldo”. El golpe militar no se produce. Los comprometidos no
entienden por qué. Al fin se tiene la información. El capitán Bred
Smith no había podido liberar de la cárcel a 11 aviadores militares,
quienes, según los planes, pilotearían unos aviones de guerra
aparcados en Maiquetía. Igualmente, Smith tampoco pudo enviar
300 guardias nacionales a la Escuela Militar para reforzar la misma
por carencia de armamento. Esta operación era crítica para enfrentar
al vecino Batallón Bolívar, donde el gobierno tiene concentrado la
mayor parte de sus armas. El Bolívar no se ha comprometido con la
sublevación, por lo que se espera un enfrentamiento sangriento con
el mismo. La Escuela Militar ha decidido jugárselas completo.
Alzarse aún si no cuenten con la cooperación de otros entes
militares. Así se lo comunica el oficial Brito Martínez a su colega
Azopardo, de la Marina. La buena noticia es que desde Puerto
Cabello, el capitán de fragata Azopardo le hace saber a la Escuela
Militar que ellos se alzarían esa noche, así nadie más lo hiciera.
Igualmente el Sub-Teniente Acosta Bello se entrevista con el
Comandante Gómez Calcaño, jefe de la Guardia Nacional y le
plantea el plan subversivo. Gómez Calcaño se suma al intento de
derrocar al régimen. A las 6 de la mañana la base naval de Puerto

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Cabello se declara en rebeldía. En La Guaira, varios buques
armados, con la infantería de Marina a bordo, están atentos a unirse
a la Escuela Militar y la Guardia Nacional, si Miraflores se niega a
rendirse. Los barcos bombardearían el Palacio si ello fuera
necesario. En la Escuela Militar el Teniente Fernández y el capitán
Leal Morales le infoman al coronel Quevedo, director de la Escuela,
sobre el alzamiento en marcha. Quevedo no duda en sumarse al plan
y en seguida sale a visitar los cuarteles que aún no se habían
comprometido. Ya en la madrugada del día siguiente, un grupo de
civiles y militares, entre ellos el doctor Centeno Lusinchi y el
capitán Ledezma se dirigen a Radio Caracas Televisión para emitir
un comunicado anunciando la caída del dictador. La emisora está
custodiada por la Seguridad Nacional, pero Ledezma se encarga de
ir apresando, uno por uno, a los agentes de ese cuerpo, a quienes
hace encerrar en una habitación. Pérez Jiménez, apresuradamente,
huye en “La Vaca Sagrada”, el avión presidencial, hacia Santo
Domingo, donde es acogido por el tirano de ese país Leonidas
“chapita” Trujillo. A Pérez Jiménez le acompañan sus familiares y
colaboradores más cercanos.

El 23 de enero, los periódicos destacan en primera plana la caída del


régimen y la constitución de una Junta de Gobierno, presidida por el
Contralmirante Wolfgang Larrazábal. El pueblo, eufórico, armado
de piedras y palos, ataca la llamada Cárcel del Obispo, donde se
encuentran alrededor de 500 presos por razones políticas. La
muchedumbre logra someter a los cuarenta guardias encargados del
penal y liberan a los detenidos. En tanto, frente al edificio de la
Seguridad Nacional, en la Plaza Morelos, se libra una verdadera
batalla entre pueblo y agentes de ese cuerpo. Algunos de éstos son
linchados y ejecutados inmisericordemente. Otros logran huir. Nada
ni nadie puede contener la ira popular. El pueblo de dedica a la caza
de los policías de la SN conocidos como torturadores y autores de
asesinatos.

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Entre tanto, en Miraflores se ha constituído la Junta de Gobierno,
integrada por cinco militares. Entre los mismos se encuentran los
Coroneles Abel Romero Villate y “el turco” Roberto Casanova,
connotados y detestados perezjimenistas. En la Escuela Militar se
celebra de inmediato una reunión entre militares y civiles, entre
estos el doctor Centeno Lusinchi. Los civiles reclaman que el
acuerdo había sido la integración de una Junta de gobierno cívico-
militar. Los capitanes Párraga, Leal Morales y Rodríguez Corro
ratifican lo expresado por los civiles. Un grupo de 15 oficiales,
encabezados por los citados, armados de ametralladoras, y
acompañados por los civiles, se dirigen a Miraflores. Se entrevistan
con Larrázabal.

-Con permiso, mi Contralmirante, expresa uno de los oficiales. El


acuerdo es que la Junta sería de carácter cívico-militar…

-Yo estoy de acuerdo, expresa Larrrazábal, “y tú, Casanova?”.


Agarrado de sorpresa “el turco” dice: “yo también”.

Larrazábal consulta con el Asesor Jurídico, doctor Edgar Sanabria:

-¿Es posible modificar el acta y agregar dos personas más a la


Junta?

-“No hay problema”, contesta Sanabria.

Son designados el empresario Eugenio Mendoza y el ingeniero Blas


Lamberti.

La Junta Patriótica y el Comité Cívico-Militar no aceptan la


inclusión de “el turco” Casanova y Romero Villate en la Junta. Un
grupo de militares, entre ellos el Teniente Josë Luis Fernández, el
capitánAzopardo y el Alférez de Navío Brito Martínez, con un
grupo de Infantes de Marina, se dirigen a Miraflores. Allí se
entrevistan con el coronel Romero Villate.

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El Teniente Fernández se dirige a Romero Villate:

“Mi coronel, debo informarle que ni la Junta Patriótica, ni el Comité


Cívico-Militar, ni la Escuela Militar, ni las demás instituciones
armadas comprometidas en el cambio de gobierno, no aceptan su
participación ni la del coronel Casanova en la Junta de Gobierno”…

-“Está bien, José Luis. Yo no voy a ser motivo de división en el


Ejército. En en La Carlota hay un avión listo para trasladarme al
exatranjero. Casanova se puede ir conmigo pero, eso sí, no tengo
dinero para ese viaje”…

De inmediatoFernández, Brito Martínez y Azopardo se dirigen a


hacerle la misma notificación al “turco” Casanova. El coronel mira
a su alrededor. Se siente perdido y acepta renunciar. Ambos
coroneles quedan desincorporados de sus cargos y obligados a salir
del país.

En Táchira También Conspiran.

Después de la huelga estudiantil, cerrada la Universidad Central,


dos de los “cachorros” del Troya, Pepito Duarte y Chento Arcadio,
junto a dos estudiantes más, Omar Mezza y Martín Carrillo León,
deciden trasladarse a San Cristobal. Allí entramos en contacto con
“el turco”, pero no el militar perezjimenista, sino Luis Baclini, un
comerciante ampliamente conocido en la ciudad. Lo de “turco” le
viene por la ascendencia de su familia, del Medio Oriente,
presumiblemente el Líbano. Bacilini es un hombre alto, delgado, de
tez morena clara. De amena charla, gran sentido del humor y de
una fama, no inmerecida, de apasionado parrandero. Nadie en la
ciudad, ni el mismo gobierno podría imaginar que Baclini está
metido en la conspiración para derrocar al régimen. Desde el mismo
mes de noviembre lo contactamos. El London Bar, situado a treinta
metros de la Plaza Bolívar, y ésta misma, son centros de reunión de
estudiantes universitarios y de conversadores en general. En la

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esquina de la Farmacia Sagrado Corazón de Jesús, en la citada
plaza, entablamos nuestra primera conversación con Baclini. El
tema: las críticas al gobierno perezjimenista.

-¿Ustedes quieren conspirar?

-¡Claro! A eso vinimos, le respondemos a coro.

En seguida Luis nos explica los métodos utiliados al efecto. Una


forma de reunirse, nos aclara, es hacerlo en un automóvil y
comenzar a pasear la ciudad. Así no se compromete la residencia de
nadie. La SN tiene fichados a los principales dirigentes opositores.
Así que

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