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ÁNIMUS Y ÁNIMA
David Marcos Pérez Muñoz
Diplomado de Terapia Psicocorporal

La dimensión cotidiana
LOS TRES PILARES DE LA TEORÍA JUNGUIANA

El inconsciente personal creativo de Jung

Mientras que el inconsciente que concebía Freud tenía un cariz negativo, representado por todas
las cosas reprimidas del individuo, el inconsciente era para Jung también una fuente inacabable de
creatividad que puede ser transmitida a la conciencia en forma de fuerzas de renovación y de
transformación.

La Magnitud del Alma

Lo inconsciente se extiende hacia los estratos inferiores de la naturaleza animal del hombre, y
alcanza también, más allá de lo humano, un contacto significativo con los infinitos aspectos del
Principio Vital. La Magnitud del Alma es una aportación única de Jung y consta de tres elementos.

1. Vivencia Numinosa. Para Jung el vínculo con los hechos espirituales no tienen que ver con los
credos o dogmas, sino con la íntima relación entre el individuo y las vivencias de la realidad vital y
cósmica. (Numinoso: manifestación de un poder sagrado, espiritual, místico, mágico,…)

2. Individuación. Es un proceso que consiste en que el sujeto atienda el llamado de su naturaleza


misma a integrarse y construir una unidad a partir de los fragmentos desarticulados de su
personalidad, en un camino hacia el encuentro consigo mismo, para encontrar y vivenciar el
sentido de su vida, constituyéndose en el camino en un ser humano único, un individuo.

Lo que debe hacer el hombre en el lapso de su vida es desplegar esta integridad inherente
(potencialidad) hasta el máximo grado posible de diferenciación, coherencia y armonía. De hecho
una persona es un todo desde un comienzo, y no una reunión de fragmentos agregada por la
experiencia, producto del aprendizaje.

3. Los Arquetipos como enlace del hombre con el cosmos. Jung demostró que entre los
contenidos psíquicos, hay algunos cuya naturaleza esencial es la de dar al hombre una forma de
vincularse con el mundo como Cosmos. Estos contenidos, que son los símbolos más
profundamente enraizados y fundamentales del Inconsciente Colectivo, configuran una expresión
no sólo de procesos psíquicos, sino también de principios que actúan en el Cosmos. Lo que Jung
denomina arquetipos es una manifestación en el hombre de dichos principios, y constituye un
eslabón, un vínculo entre el sujeto y el Universo.

Enantiodromía o tensión y unión de los opuestos. Debemos entender por esta (enantios =
opuestos, contrario; dromos = carrera, recorrido) el fenómeno por el cual un polo dialéctico pasa
a ser opuesto. El poder creador de la personalidad (y el inconsciente) y la Magnitud de la Psique
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son dos pilares en el pensamiento de Jung. El tercer pilar de su teoría es este elemento dialéctico:
la idea fundamental de que, en todo opera el principio de los opuestos. Este principio es para Jung
la ley inherente a la naturaleza humana: La Psique es un sistema de autorregulación, y no hay
equilibrio alguno ni sistema de autorregulación sin lucha de opuestos. La función reguladora de los
opuestos, la Enantiodromía, fue considerada por Jung como fundamental entre todas las leyes
psicológicas.

Jung estudió al filósofo griego Heráclito, quien dice: "Lo contrario llega a concordar, y de las
concordancias surge la más hermosa armonía, y todo nace de la lucha". (fragmento 8). En el
fragmento 67 dice: "Dios es día y noche, invierno y verano, guerra y paz, saciedad y hambre." En
este tema el punto de partida de Jung es aquella imagen nietzscheana del árbol que, cuando sus
ramas alcanzan hasta el cielo, sus raíces se hunden hasta el infierno.

En este tema el punto de partida de Jung es aquella imagen nietzscheana del árbol que, cuando
sus ramas alcanzan hasta el cielo, sus raíces se hunden hasta el infierno.

De acuerdo a la enantiodromía se deben integrar:

• El Yo y La Sombra

• El Héroe y El Adversario

• El Personaje (y su rol de género) con su Animus/Ánima

• Y en el Sí-mismo se fusionan Consciente e Inconsciente


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LOS ROLES DE GÉNERO Y JUNG

Diferencias entre género

En todas las culturas, las expectativas que recaen sobre los hombres y las mujeres difieren. Estas
están basadas casi en su totalidad sobre nuestros diferentes papeles en la reproducción, el papel
dentro de la familia, el trabajo, y en otros aspectos que son casi exclusivamente tradicionales. En
nuestra sociedad actual, todavía retenemos muchos remanentes de estas expectativas
tradicionales. Jung creía que estas expectativas significaban que solo hemos desarrollado la mitad
de nuestro potencial.

Es decir, hombres y mujeres por igual tenemos la capacidad de manifestar al mismo tiempo todo
este cúmulo de cualidades sin importar nuestro género: afecto, sensibilidad, fuerza,
determinación, intuición, agresividad, racionalidad, calidez, etc. Las supuestas cualidades
“masculinas” o “femeninas” que manifestamos vienen condicionadas y determinadas
culturalmente. Esto lo ha demostrado ampliamente la antropología. Existen otras culturas donde
las cualidades que nosotros designamos como femeninas, las manifiestan los hombres, y las que
llamamos masculinas son desplegadas por las mujeres, incluyendo en ello la orientación sexual.

ANIMUS Y ÁNIMA

El Personaje, Animus, Ánima

Para Jung, el arquetipo del personaje conforma la cara exterior de la psiquis, dado que es el rostro
que se muestra al mundo. A la cara interior del psiquismo la designa bajo los términos “ánima” (en
el hombre) y “ánimus” (en la mujer).

El ánima y el animus

“Todo hombre lleva la imagen de la mujer desde siempre en sí, no la imagen de esta mujer
determinada (...) Esta imagen es, en el fondo, un patrimonio inconsciente (...) grabada en el
sistema vivo, constituye un arquetipo de todas las experiencias de la serie de antepasados de
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naturaleza femenina, un sedimento de todas las impresiones de mujeres, un sistema de adaptación


psíquica heredado (...) Lo mismo vale para la mujer; también ella tiene una imagen innata del
hombre.” Jung

Es decir, los hombres conviven con una dimensión femenina inconsciente; es el arquetipo del
Ánima. Para decirlo de otra forma, dentro de todo hombre hay una mujer. El Animus es el
arquetipo masculino que se haya presente en la mujer y opera a nivel inconsciente. Entonces
siguiendo con la misma línea de razonamiento, dentro de cada mujer existe un hombre.

Animus, es el arquetipo de lo masculino, se halla vinculado a su principio logos, y refleja la


naturaleza de su conexión con el mundo de las ideas y el espíritu, en contraposición a eros que
reflejaba la naturaleza de lo relacional. De ahí que Jung lo describiera como el arquetipo del
significado.

Las figuras animus no son representaciones de hombres concretos, sino fantasías revestidas de
necesidades y experiencias de naturaleza emocional. Algunas figuras animus características son las
figuras paternas, hombres famosos, figuras religiosas, figuras idealizadas, jóvenes y figuras de
dudosa moral (como criminales).

El arquetipo Ánima, vinculado a su principio eros, refleja la naturaleza de sus relaciones,


especialmente con mujeres. Descrito como el arquetipo de la vida, éste puede estar representado
como una mujer joven, espontánea, seductora e intuitiva, como una mujer malvada o como la
madre tierra. Usualmente se le asocia con una emocionalidad profunda y con la fuerza de la vida
misma. Las figuras ánima no son representaciones de mujeres concretas, sino fantasías revestidas
de necesidades y experiencias de naturaleza emocional. Algunas figuras ánima características son
las diosas, mujeres famosas, figuras maternas, doncellas, prostitutas, hechiceras y criaturas
femeninas (por ejemplo, la sirena).

¿Cómo se forman estos arquetipos en un sujeto?

En la conformación de estos dos arquetipos tienen una influencia muy grande el padre y la madre
del individuo, ya que son ellos el primer hombre y la primera mujer que los niños y niñas conocen.
De adulto, al proyectar un hombre su Ánima, tenderá a enamorarse de mujeres parecidas a la
madre, como la mujer tenderá a enamorarse de hombres parecidos a su padre. En general son
personas del sexo opuesto que fueron fundamentales en su infancia y desarrollo.

¿Te caen bien las personas del sexo opuesto?

La imagen interna femenina del Ánima que posee un hombre, será la resultante de las
experiencias primarias con su madre y en algunos casos, de otras mujeres que lo impactaron
fuertemente a una edad temprana. La imagen interna masculina que posee una mujer es el
resultado de las experiencias primarias con su padre así como de otros hombres importantes en su
infancia, como tíos, abuelos, hermanos, etc. Esa imagen se proyectará en personas del sexo
opuesto por las cuales sienta atracción o rechazo, según haya sido alimentada de aspectos
positivos o negativos. El origen de esa actitud tan básica estará condicionada por esas experiencias
primarias.
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El Animus y el Ánima están presentes en nuestra vida cotidiana de muchas maneras. De modo
general este arquetipo se manifiesta en las formas de relacionarnos con el sexo opuesto, con toda
la gama de hombres/mujeres que están presentes en nuestra vida, padre/madre,
hermanos/hermanas, amigos/amigas, parejas, compañeros de trabajo,...

En esas relaciones concretas con el otro, ¿hay dificultad? ¿Suspicacia y desconfianza abierta? ¿Ira y
resentimiento? ¿Hay confianza? ¿Nos ha ido mal en general en todas o la mayoría de nuestras
relaciones con el sexo opuesto? Si hemos tenido varias relaciones de pareja, ¿hay un patrón en
estas parejas y en la forma de relacionarnos? ¿Usamos clichés para describir el sexo opuesto?
¿Cómo nos llevamos con ese género en el trabajo, por ejemplo? ¿Hay alguna diferencia si la
relación es de pareja? ¿Nuestro universo de relaciones es predominantemente masculino o
femenino? ¿Soy hostil con el otro género? ¿Esa hostilidad es abierta o velada?

A veces el conflicto con el animus/ánima toma la forma de relaciones con el sexo opuesto
marcadamente ambivalentes, en el ámbito público nos podemos llevar muy bien con colegas,
colaboradores, subalternos, clientes y amigos,…, pero en el tema de las relaciones de pareja,
padre/madre, hermanos/hermanas, en las que hay más intimidad, pueden ser relaciones difíciles.

Revisando la homosexualidad

Jung manifestó una actitud tolerante hacia la homosexualidad. Para esa época, y más aún cuando
la iglesia y la religión eran la base de toda autoridad, la homosexualidad era considerada una
enfermedad. Para Jung la homosexualidad nada tiene que ver con enfermedades. Él pensaba que
era mejor entenderla desde el contexto histórico y cultural. Viéndolo desde este punto de vista se
le puede dar un giro a que la homosexualidad es un fenómeno psicológico sin dar a entender que
es una enfermedad.

Los seres humanos son esencialmente andróginos. La cultura va a influir y moldear la forma como
nos relacionamos sensual y sexualmente con el mismo sexo. Una sociedad más abierta y menos
machista da lugar a una expresión más abierta de la homosexualidad, como sucedió en la Grecia y
Roma clásicas. Algo semejante sucedió en China, Japón y la India antiguos. Hasta podría llegar a
considerarse que cierto grado de atracción sensual por el mismo sexo es una manifestación de que
hemos asumido de forma más abierta nuestro animus/ánima.

Jung considera que una identificación del hombre con su ánima como de la mujer son su animus,
puede derivar en algunos casos en asumir un rol homosexual.
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NARCISO REVISITADO: NOS ENAMORAMOS DE NOSOTROS MISMOS

Nos enamoramos de nosotros mismos. Este par de arquetipos son fundamentales en la adaptación
social de los géneros, en la adaptación sexual y también en la atracción hacia el otro sexo. Nos
sentimos atraídos sólo por algunas personas del sexo opuesto y no por el sexo contrario en
general. Esta atracción puede catalogarse como narcisista, ya que parecería como si cada
individuo, hombre o mujer, tendiera a enamorarse de partes inconscientes propias. En otras
palabras, nos enamoramos de personas del sexo opuesto que son como nosotros en lo interior: el
hombre y la mujer comienzan enamorándose de su Ánima o Ánimus proyectados en el compañero
erótico.
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El mecanismo de atracción del ánima explica también el papel de las musas en la poesía. El propio
Jung, en una entrevista, declaró:

<<Cuando alguien dice: “No puedo dejar a esa mujer aunque lo querría hacer”, eso es el
Ánima.>>

La Proyección y las relaciones

“No hay relación sin proyección.” Jung

Recordemos que La Proyección es una función psíquica por el cual un sujeto inconscientemente
“observa” sus vivencias internas con la personalidad de otras personas.

Romper con las proyecciones es una tarea muy ardua y compleja, porque siempre hay un Ánima o
Animus inconsciente que nos impone una visión del otro. Nuestra imagen del otro está matizada
por nuestra imagen del arquetipo que nos complementa. Nuestras nuevas o viejas relaciones
serán evaluadas a partir de este arquetipo. Algo semejante sucede con las amistades, el Ánima o
Animus influye en la elección de con quién nos relacionamos. Al acercarnos o alejarnos de
nuestros amigos o parejas, las proyecciones inconscientes del Ánima o el Animus ejercen un efecto
determinante.
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“No somos libres, en todo momento algo inconsciente elige por nosotros.”
- C. G. Jung
Las "proyecciones" guiarán para mal o para bien a la persona; y cualesquiera que sean las
consecuencias, el individuo las enfrentará aunque no esté dispuesto a asumir la responsabilidad
de su elección, porque en su inconsciencia, el problema está en su pareja y no en él.

Si pudiéramos acceder a nuestro inconsciente al momento de elegir pareja, eso significaría tener
presente que los rasgos físicos y psíquicos, carácter y demás cualidades de esta persona
corresponden a las vivencias o experiencias de nuestras proyecciones familiares que quedaron
internalizadas, que guardan un asunto pendiente de resolución y que no percibimos.

En otras palabras, si una persona elige a un compañero agresivo, castrante y no comprometido es


porque el Animus/Anima de ella, contiene esas mismas cualidades.
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El problema aparenta estar fuera, pero en realidad está adentro. Mientras esta persona no se dé
cuenta, y no lo hará a menos que vaya a terapia y sane de esta manera su Animus/Anima, seguirá
repitiendo sus relaciones con parejas abandonadoras, no comprometidas o destructivas.

La búsqueda cotidiana de nuestro animus/ánima

En nuestra vida cotidiana, este anhelo de realizar la fusión con nuestro hombre o nuestra mujer
interior, es tan fuerte, que adecuadamente el escritor y actor argentino Alejandro Dolina afirmó
categórico:

"Se ha dicho, que el hombre hace todo lo que hace con el único fin de enamorar mujeres."

Y las mujeres hacen lo que hacen día a día, en buena medida, motivadas por su deseo de atraer
hombres o a su hombre. En última instancia, en nuestro estado de ignorancia, andamos buscando
el “otro”, allá afuera, cuando siempre ha estado dentro de nosotros mismos. El enamoramiento es
más fuerte cuando el “otro” está más cerca de nuestro Animus o Ánima.

ANIMUS Y ÁNIMA EN UNA SOCIEDAD PATRIARCAL

La polarización de los sexos

Desafortunadamente la cultura occidental tiene un marcado tono patriarcal que polariza los
géneros. Menosprecia lo femenino en los hombres y los aspectos masculinos en la mujer. Ya desde
la infancia se acostumbra la burla de los niños que exteriorización sus aspectos femeninos y de las
niñas que demuestran algunos rasgos masculinos; son llamados despreciativamente “mariquitas”
y marimachos”, respectivamente. Esto suele conducir a que en el individuo el arquetipo del
personaje tome el control y sofoque al ánima en los hombres y el animus en las niñas.

Este desequilibrio podría ocasionar una rebelión del ánima o animus, en cuyo caso estaríamos
frente a una reacción excesiva: de un lado tendremos la homofobia y del otro el trasvestismo, por
ejemplo.

LA REPRESIÓN

Represión y Animus/Anima

Integrar nuestro animus o ánima es difícil, en cuanto socialmente:

“El hombre considera una virtud reprimir sus características femeninas, así como la mujer –hasta
hace poco- consideraba indeseable volverse “masculina”: el animus y el ánima representan el
inconsciente con todas las tendencias y contenidos hasta ahora excluidos de la vida consciente.”

- C. G. Jung

Esta represión hace que la función y el principio femenino y masculino adquieran características
degradadas o negativas, como sistema de defensa ante las incompatibilidades de las demandas
internas y externas sobre el individuo.

Para Jung el efecto de esta represión y de la proyección de una imagen distorsionada de lo


masculino y lo femenino es un formidable obstáculo para el conocimiento entre los géneros.
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En forma práctica esto se traduce en prejuicios y clichés sobre el sexo opuesto, generados en
forma inconsciente (chistes sexistas, juicios, descalificaciones misóginas o androfóbicas).

ANIMUS Y ÁNIMA II
La dimensión espiritual

Tres niveles el psiquismo

Jung distingue tres niveles en el psiquismo: la conciencia, el inconsciente personal y el


inconsciente colectivo. Para Jung, el arquetipo del personaje conforma la cara exterior de la
psiquis, dado que es el rostro que se muestra al mundo. A la cara interior del psiquismo la designa
bajo los términos “ánima” (en el hombre) y “ánimus” (en la mujer).

La trascendencia de ánima y ánimus

El hombre se puede poner en contacto con el Inconsciente Colectivo a través de su Ánima, como la
mujer lo hace a través de su Animus.

Más aun, los arquetipos del Ánimus y el Ánima constituyen un puente para que el Yo pase a través
del mar de arquetipos del Inconsciente Colectivo y pueda realizar el Sí-mismo.

En este sentido son únicos estos arquetipos.

Es a través del conocimiento, aceptación e integración de nuestra mujer


interior (para los hombres), o de nuestro hombre interior (para las mujeres)
que podremos acceder a un nivel de conciencia y de integración más
elevado y de esta manera ponernos en camino a la realización más elevada
de nosotros mismos, proceso denominado Individuación y representado por
el arquetipo del Sí-mismo.
Lo contrario también es cierto, si no haces las paces con tu animus u hombre interior (y por lo
tanto con los hombres en general) o con tu ánima o mujer interior (y por lo tanto con las mujeres
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en general) tu nivel de conciencia se mantendrá limitado y por lo tanto tu percepción del mundo
será muy limitada y distorsionada.

ÁNIMA

Jung la describe como «las imágenes arquetípicas de lo eterno femenino en el inconsciente de un


hombre, que forman un vínculo entre la consciencia del Yo y el inconsciente colectivo, abriendo
potencialmente una vía hacia el Sí-mismo».

ANIMUS

Para Jung es el conjunto de «las imágenes arquetípicas de lo eterno masculino en el inconsciente


de una mujer, que forman un vínculo entre la consciencia del Yo y el inconsciente colectivo
abriendo potencialmente una vía hacia el Sí-mismo».

YO

Recordemos que el Yo es el arquetipo organizador de la personalidad. Es el arquetipo de la


unificación que procura atraer y armonizar a los demás arquetipos, confiriendo a la personalidad
un sentido de unidad. En sentido metafórico, debemos recordar que no somos uno, sino somos
muchos. Estos muchos son nuestros arquetipos que actuamos. Es como si la vida se desenvolviera
usando para ciertos momentos una máscara de un juego de ellas. El Yo se encarga entonces de
indicarnos cuando debemos usar una máscara y no otra. Cuando una persona dice que se
encuentra en armonía con sí misma, en caso de que esta sensación sea verdadera, el arquetipo
del Yo está efectuando exitosamente su tarea.
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El inconsciente colectivo

El inconsciente colectivo es un depósito de predisposiciones y potencialidades para experimentar


y responder al mundo de acuerdo a ciertos patrones en la forma de vivir y experimentar la vida de
todos los humanos de todas las sociedades. Estos patrones son los arquetipos.

EL SÍ MISMO

El Sí-mismo es para Jung el arquetipo central del inconsciente colectivo, representa la totalidad del
hombre. El Sí-mismo constituye el fin último del proceso de individuación, es decir del proceso a
través del cual llega a ser un individuo, es decir, un ser único. El Sí-mismo es no sólo el «centro»,
sino también aquel ámbito que encierra la «consciencia» y lo «inconsciente»; es el centro de esta
«totalidad» como el «Yo» es «el centro de la consciencia». El Sí-mismo es también «la meta de la
vida», pues es la expresión más completa de la combinación del destino que se llama individuo.
Muy pocas personas recorren el camino de la individuación para lograr el Sí-mismo.

El Sí-mismo se logra mediante el conocimiento del Ánima o del Ánimus. Así de fundamental es el
conocimiento profundo de nuestro “otro”, de nuestra realidad interior en la forma de nuestra
mujer u hombre interior. Por consiguiente para toda persona con un anhelo de trascendencia (que
incluye a todo practicante espiritual comprometido) es una tarea fundamental de su proceso
reconocer, sanar e integrar a la mujer o al hombre (según sea el caso) que lleva interiormente.

Jung definió al Sí-mismo como el arquetipo central de lo inconsciente colectivo, el arquetipo de la


jerarquía. La totalidad del hombre. El Sí-mismo es una unión de los opuestos. Comprende no sólo
la «psique consciente», sino también lo «inconsciente»,...

“Sin la vivencia de los opuestos no existe experiencia de la totalidad y, por


ende, tampoco un acceso interior a las figuras sagradas.”
Jung. Psicología y alquimia
Esta es la vía de evolución propuesta por Jung. En términos arquetipales este es el camino para
desarrollar El Sí-mismo. Como proceso se llama Individuación. Es un programa de trabajo arduo
pero posible. En otras palabras el individuo neurótico es un individuo fragmentado, dividido,
escindido y enajenado de sí mismo y además separado del resto de la humanidad, a pesar de las
apariencias en el sentido opuesto. Pero en buena medida todo sujeto se halla en conflicto con el
sexo opuesto, debido a esa división interna, a ese desconocimiento de él mismo y a esa falta de
contacto íntimo con él mismo, tampoco puede acceder, relacionarse y conectarse
verdaderamente con el otro.

Ese estado de separatidad está representado simbólicamente por el mito de Adán y Eva cuando
son arrojados del Paraíso, un símbolo del estado de Unidad, a la Tierra desolada (con espinos y
cardos), símbolo de ese estado de separatidad del hombre y Dios, del Hombre y Natura, del
Hombre y la Mujer, del hombre y de sí mismo.
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SICIGIA

Individuación y sicigia

Individuación. En palabras de Jung, la individuación es: «… aquel proceso que engendra un


individuo psicológico, es decir, una unidad aparte, indivisible, un Todo».

“Individuación significa llegar a ser un individuo y, en cuanto por individualidad entendemos


nuestra peculiaridad más interna, última e incomparable, llegar a ser uno Mismo.”

Este es entonces el proceso mediante el cual cada uno de nosotros viene a ser lo que
intrínsecamente y potencialmente es, desde su nacimiento hasta la muerte. Este proceso no
siempre se logra, porque muchos prefieren renunciar a ser ellos mismos para alienarse en un rol,
conforme a un ideal externo y en favor de la aceptación, aprobación y reconocimiento social.
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Sicigia

A la unión del individuo con su arquetipo complementario, Ánima o Ánimus, se le conoce como
Sicigia; una vía de coincidencia entre un hombre y una mujer; el hombre y su "mujer interior
inconsciente" y una mujer y su "hombre interior inconsciente".

En astronomía, una sizigia o sicigia (del griego, «reunión», y después del bajo latín, syzygia) es una
situación en la que tres objetos celestes, o más, están alineados. En el sistema sol-tierra-luna,
sicigia es el momento en el cual la Luna está directamente en línea con la Tierra y el Sol, cuando la
luna llena (plenilunio) y la luna nueva (novilunio).

Jung utilizó el término Sicigia para denotar una unión o un apareamiento arquetípico de los
contrarios, que simboliza la fusión, integración y plena comunicación de las mentes consciente e
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inconsciente, la unión del Ánima con el hombre y del Ánimus con la mujer. También Sicigia puede
ser la conjunción de dos personas de diferente sexo sin la pérdida de identidad.

Sicigia es entonces la unión o alineación cósmica de nuestros dos polos para realizar la fusión
integradora. Ese deseo de unión trascendente con el otro ha sido un tema recurrente de la
literatura, la mitología y la historia está llena de muchos ejemplos. La Sicigia es una forma
particular de la ley general Enantiodromía.

Con la integración del anima-animus, el hombre y la mujer saben, por experiencia vivencial, que el
misterioso poder de atracción de su pareja procedía de su propia dimensión desconocida, de su
inconsciente, del aspecto no reconocido y no aceptado de su animus/anima. En eso se basa su
deseo de buscar en el otro algo que siempre ha estado presente en él. Una vez identificada esa
parte “perdida” en uno mismo, se pierde la urgencia de buscar en él o ella algo inefable que venga
a llenar el hueco afectivo de su ser.

De hecho la metáfora de la alineación sol-luna-tierra en la luna nueva y la luna llena es muy rica
en contenido. Por ejemplo, el sol representa el lado masculino, como la luna el femenino en tanto
que la tierra representa el Yo de nuestra realidad cotidiana. Necesitamos alinear o unir nuestra
luna (ánima/mujer) con nuestro sol (animus/hombre) desde nuestra tierra (nuestro Yo).

En la luna nueva, la luna se presenta en su fase oscura. En su etapa de transición la luna se


presenta parcialmente iluminada, representada por el cuarto creciente y, finalmente, la luna se
nos muestra en su fase luminosa, o luna llena, totalmente iluminada. Esto significa que en nuestro
camino de crecimiento iremos pasando gradualmente de la oscuridad a la luz, como de hecho la
luna pasa de luna nueva a luna llena. No hay saltos, sino una transición gradual. Jung fue muy
consciente de este hecho y eso lo llevó a introducir cuatro etapas como hitos en el proceso de
desarrollo y sanación del animus/ánima.
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Veremos que el develamiento de nuestro hombre interno o de nuestra mujer interna es más
doloroso en las primeras etapas, ya que enfrentaremos nuestros aspectos más primarios,
instintivos y en cierto sentido “oscuros”. Todo aquello que veíamos en el otro género,
generalmente “malo” e indeseable, en realidad estaba en nosotros. Toda esa “negatividad”
procede por lo general de nuestra infancia. Tenemos que volver a pasar por ese dolor para
recuperarnos y sanarnos. Dice el Dr. Eduardo Grecco: “El hombre, para seguir avanzando en su
camino de evolución, necesita conectarse profundamente con las emociones del ayer, ya que nada
puede ser dejado atrás sin antes vivirlo intensamente”.

ANDROGINIA

La androginia y la tradición religiosa y espiritual

Tradiciones de oriente y occidente, del norte y del sur, coinciden, con una extraña unanimidad, en
afirmar que el primer ser que vio la luz, carecía de diferenciación sexual: era, masculino y
femenino a la vez. Los griegos lo llamaron Andrógino, de Andros, hombre y Ginos, mujer.

Igualmente, todas las tradiciones, consideran que la “caída” -el pecado original del cristianismo-
que debió afrontar la humanidad fue la diferenciación sexual. De lo que se consideraba estado de
perfección originario, se descendió un peldaño. Para volver a recuperar la pureza primitiva y
reintegrar el ser andrógino se establecieron distintas vías : sexualidad, magia, hermetismo,
mística, alquimia, sistemas mistéricos e iniciáticos.

Platón en “El Banquete” (parágrafos XIV y XV) recoge a través de un diálogo entre Aristófanes y
Diotima, un mito que era anterior a él y que probablemente fue establecido por los presocráticos
del siglo VI antes de JC. Explica Platón que en el origen de la humanidad existió una raza primordial
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que contenía en sí misma las dos polaridades, masculina y femenina. Dicha raza era fuerte y
temida por los dioses del Olimpo.

San Pablo, que conocía los sistemas mistéricos griegos y romanos, introdujo ecos desfigurados del
mito del andrógino en su versión particular del cristianismo y así en la Epístola a los Gálatas (3 :28)
afirma que el bautismo borra las diferencias entre el hombre y la mujer. En ese mismo tiempo, los
cristianos gnósticos, veían un reflejo de la síntesis andrógina en la unión entre Cristo y María
Magdalena.

Gálatas 3:28 Reina-Valera 1960

“Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros
sois uno en Cristo Jesús.”

Cristianismo Gnóstico

En el Evangelio de Tomás, Jesús se dirge a sus discípulos diciéndoles: "¿Cuándo convertireis a los
dos (seres) en uno, y cuándo haréis a lo de dentro igual a lo de fuera y lo de fuera igual a lo de
dentro, y lo alto igual a lo bajo? Cuando consigáis que el varón y la hembra sean uno solo, a fin de
que el varón no sea ya barón y la hembra no sea hembra, entonces entraréis en el Reino".

Varios escritos incluyen pasajes sobre la unión de los sexos como condición del Reino.
"Interrogado por alguien sobre la venida del Reino, el Señor respondió: "Cuando los dos se hagan
uno, lo de dentro igual a lo de fuera y el varón con la hembra ni varón ni hembra." (Segunda
Epístola de Clemente). La cita que se encuentra en la Epístola de Clemente deriva probablemente
del Evangelio según los egipcios, de donde Clemente de Alejandría ha conservado este pasaje:
"Habiendo preguntado Salomé cuándo se llegarían a conocer las cosas a las que se refería, el Señor
dijo: "Cuando tú pisotees las vestiduras de la vergüenza y cuando los dos se conviertan en uno y el
varón con la hembra no sean ni varón ni hembra." (Stromates III, 13, 92; Doress, II, 158).
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Varios midrashim presentaban a Adán como originalmente andrógino. Según el Bereshit rabba,
"Adán y Eva fueron hechos espalda contra espalda y unidos por los hombros; después Dios los
separó de un hachazo, dividiéndoles en dos. Existen otras opiniones: el primer hombre (Adán) era
hombre en su mitad derecha y mujer en su mitad izquierda; pero Dios dividió las dos mitades".

Angeología

Ángeles, Arcángeles, Serafines y Querubines, no son sino seres andróginos y así han sido
representados insistentemente por la iconografía cristiana. En Lucifer, como en las demás
jerarquías celestiales, existe una completa ambigüedad sobre su identidad sexual.
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“La figura del andrógino representa la completitud de la creación que se alcanza después de
superar la dualidad de la creación caída.” Raimon Arola

HNDUISMO

Un devoto hindú vestido como la Diosa Kali pide limosna en la Isla Gangasagar a unos 150 km al
sur de Calcuta.
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Un hombre, vestido como la diosa hindú Kali, participa en una procesión religiosa hacia el Sangam,
la confluencia de los ríos Ganges, Yamuna y Saraswati mítico, en el marco del festival Mahakumbh
en Allahabad, India.

Un mito ruso afirma que ni Dios ni el Diablo fueron creados por nadie pues desde el principio de
los tiempos existían unidos. En “El Discurso Perfecto” de Hermes Trimegisto puede leerse: “Dios
no tiene nombre, o mejor dicho, los tiene todos, puesto que es conjuntamente uno y todo”; a lo
que Asclepio responde : “-¿Pretendes decir, oh Trimegisto, que Dios posee los dos sexos ?”. “Si, y
no solo Dios, sino todos los seres animados y vegetales”.

JESÚS
21

KRISHNA
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SHIVA

ARDANISHVARA
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BUDISMO
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ANIMUS Y ÁNIMA III


Las cuatro etapas de desarrollo

Jung distinguió cuatro etapas esenciales del desarrollo del ánima y del animus. Según Jung estas
etapas son esenciales en el desarrollo de nuestra psique, lo que determina nuestro
comportamiento en la vida.

Etapas del Animus: Hércules, Apolo, Sacerdote, Hermes.

• La primera etapa vendría representada como personificación del poder físico, el hombre
musculoso o el atleta. Su simbolismo recaería en Hércules.

• En la segunda etapa el Animus posee iniciativa, es capaz de realizar actos premeditados,


existiendo un deseo de independencia y un desarrollo intelectual, económico y
profesional: Apolo.

• Como tercera etapa se produce una transformación en Logos la palabra, la enseñanza y el


conocimiento, tomando la forma de profesor o sacerdote.
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• Como última y más elevada manifestación del Animus tenemos la capacidad de descifrar
el significado del símbolo, constituyéndose en el mediador entre consciente e
inconsciente: Hermes.

Etapas del Anima: Eva, Helena, María y Sofía.

• Eva (La Madre): Es la mujer en su aspecto puramente biológico, en su función reproductiva


y que la deja reducida a un útero aniñado y dependiente.

• Helena (La Mujer Seductora): Responde a la fantasía del ideal sexual. En su aspecto
negativo, es la imagen de La femme fatal, que seduce y atrapa (símbolo de la vagina
dentada)

• María (El Hada): Es la imagen de la mujer etérea, incorpórea e intangible; Es el ideal de


dulzura, belleza y suavidad, y está relacionado con la necesidad de expresar facetas
artísticas y una mayor sensibilidad.

• Sofía (La Sacerdotisa): Es la imagen relacionada al ser o guía interior, en un sentido


espiritual y la búsqueda de propósito y trascendencia.

ETAPAS DE DESARROLLO DEL ÁNIMA

El hombre y su Ánima. La imagen de este arquetipo interno se proyectará en las mujeres por las
cuales el hombre sienta atracción o rechazo, según se halla alimentado de aspectos positivos o
negativos. A través de la experiencia con otros vínculos femeninos, y con su propio componente
femenino interno, el Ánima pasará por un proceso de transformación y crecimiento.

Aunque primeramente vamos a revisar las cualidades de las mujeres que se hallan en cada una de
las fases esta revisión es útil tanto para hombres como para mujeres. Las mujeres podrán ver en
qué fase se encuentran, cuáles son sus cualidades más relevantes como mujeres, que las encasilla
en un estadio. En el caso de los hombres ellos tendrán la oportunidad de revisar el tipo de mujer
por el cual sienten más atracción o proximidad. Esta mujer reflejará en buena medida el estadio de
su ánima, y por lo tanto su nivel evolutivo.

I. El primer grado, Eva, Tierra (Gaia), remite a lo biológico y meramente impulsivo e instintivo. En
este estadio se da una identificación de la mujer solamente con su aspecto sexual, reproductivo y
materno, es decir, la mujer es nada más como una hembra que posee atractivo sexual y que debe
ser fecundada y cumplir así solamente con su función reproductiva. Corresponde a la mujer
llamada Eva en el relato bíblico del Génesis. En esta etapa es mujer objeto, su función consiste en
satisfacer los deseos y anhelos más básicos del varón. Existe pues en función de su compañero y
de su rol familiar y comunitario.
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Esta fase del ánima hace referencia primeramente al aspecto biológico de la mujer, y en segundo
lugar su necesidad de compartir y unirse a alguien, de ser protegida y cuidada y de cuidar y
proteger. En esta fase se establecen aspectos muy de apertura, receptividad y fidelidad, pero
también grandes obstáculos con la dependencia, la sumisión, la resignación y el menosprecio.

El control y posesión de la sexualidad femenina y de la reproducción a través del matrimonio es un


lastre que se ha impuesto a las mujeres, partiendo de intereses comunitarios y familiares o de la
necesidad básica del hombre de asegurarse que su “camada” es solo suya. Además esto se hace
sobre una negociación que establece la necesidad del hombre de asegurar su reproducción a
cambio de la necesidad de la mujer de apoyo y cuidado en la gestación y crianza de los hijos, pero
a cambio de la dependencia y sumisión de la mujer.
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En esta etapa el poder de la mujer está basado en su energía biológica, con su capacidad
reproductiva. En segundo lugar su poder reside en su atractivo físico en el nivel más primario. Por
eso etapa del ánima es una mujer frágil subordinada al principio masculino.

Eva, como imagen del ánima, deja al hombre reducido al papel de hijo,
aniñado y dependiente.
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II. En el segundo grado, representado por Helena de Troya, se mantiene el predominio sexual de
eros, pero se alcanza un nivel estético y romántico que permite disponer de algunos valores
individuales y de un mayor grado de libertad. En este grado se halla la cortesana europea, la
hetaira de los griegos o la geisha japonesa: una mujer culta con la cual se puede tener no sólo una
aventura sexual sino que además ella ha alcanzado su emancipación económica, es una mujer
cultivada, se puede hablar con ella de poesía y filosofía y no posee dueño.

Se trata entonces de una compañera sexual, romántica y con un toque de refinamiento. La mujer
ha asumido un papel menos pasivo, pero sigue haciendo uso de su erotismo como fuerza principal
en sus relaciones con los hombres. Un erotismo menos sometido y más participativo. No tiene
interés en formar una pareja estable ya que disfruta de su estado.

Su relación con el hombre

El vigor sexual del hombre se halla vinculado a su capacidad económica. El hombre con un ánima
de esta etapa despliega entonces ambas capacidades; esta etapa coincide con su vida productiva y
con su matrimonio.

Helena responde a la fantasía del ideal sexual que motiva y atrae al


hombre. En su aspecto negativo, es la imagen de La Seductora, que seduce,
somete, explota y atrapa (símbolo de la vagina dentada).
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30

III. En el tercer grado, María, una figura del cristianismo en la que eros se espiritualiza y, a
diferencia de Eva, la maternidad toma un matiz espiritual, deja de ser una maternidad puramente
biológica. María es La Virgen, forma suprema de espiritualidad demasiado elevada, desligada de lo
mundano y terrenal. Las Vírgenes santas: símbolos de madres que alumbran mágicamente sin
haber mantenido relaciones sexuales, consideradas como “puras” y “sin mancha” al haber
eliminado el aspecto sexual de la maternidad. María es, en efecto, la Virgen-esposa. Ante todo, su
doble condición de esposa, la ligada a José y la ligada al Espíritu Santo, es el símbolo de la
posibilidad de mantener íntegra (virgen) la fidelidad a lo humano y a lo divino.

En el caso de las vírgenes santas es la sexualidad la que se ve suprimida para alcanzar un “mayor
nivel de pureza”. Su amor se ha espiritualizado, al igual que su maternidad. En esta fase la mujer
tiene “hijos”, pero espirituales, como la Virgen. Se pone al servicio de los débiles, pobres,
enfermos y desposeídos del mundo. Se consagra a su servicio divino, y se “casa” con la divinidad.

En esta categoría del ánima, encontramos la multitud de sacerdotisas, las guardianas de los
valores sagrados (como las vestales de la antigua Roma) o las que pueden escrutar y revelar el
misterioso designio de la divinidad (profetisas, sibilas, etcétera).
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En el caso de las vírgenes santas del cristianismo es la sexualidad la que se ve suprimida para
alcanzar un “mayor nivel de pureza”. Su amor se ha espiritualizado, al igual que su maternidad. En
esta fase la mujer tiene “hijos”, pero espirituales, como la Virgen. Se pone al servicio de los
débiles, pobres, enfermos y desposeídos del mundo. Se consagra a su servicio divino, y se “casa”
con la divinidad.

En esta categoría del ánima, encontramos la multitud de sacerdotisas, las guardianas de los
valores sagrados (como las vestales de la antigua Roma) o las que pueden escrutar y revelar el
misterioso designio de la divinidad (profetisas, sibilas, etcétera).

Su virginidad esponsal señala además el emerger de un espíritu del tiempo verdaderamente


nuevo: aquel donde la materia y el espíritu lo humano y lo divino no son ya polaridades
antinómicas, sino que la realidad queda unificada en el encuentro entre lo divino y humano en la
persona y en el símbolo de la Virgen-esposa.

Su relación con el hombre

María es la imagen de la mujer etérea, incorpórea e intangible. Es el ideal de dulzura, belleza y


suavidad, y está relacionado en el hombre a la irrupción de los mundos emocionales; aspecto que
suele aparecer en la crisis de la mediana edad, junto con la necesidad de expresar facetas artísticas
y una mayor sensibilidad.
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IV. Y finalmente, como cuarto grado estaría Sofía, la sapientia o sabiduría. Representa la sabiduría
de Dios que ha bajado a la humanidad. Es la sabiduría que está cerca de la vida.

Proverbios capítulo 8, Sofía o La Sabiuría Personficada

27 Cuando asentó los cielos, allí estaba yo,


cuando trazó un círculo sobre la faz del abismo,

28 cuando arriba condensó las nubes,


cuando afianzó las fuentes del abismo,
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29 cuando al mar dio su precepto


– y las aguas no rebasarán su orilla –
cuando asentó los cimientos de la tierra,

30 yo estaba allí, como arquitecto,


y era yo todos los días su delicia,
jugando en su presencia en todo tiempo,

31 jugando por el orbe de su tierra;


y mis delicias están con los hijos de los hombres.”

32 “Ahora pues, hijos, escuchadme,


dichosos los que guardan mis caminos.

33 Escuchad la instrucción y haceos sabios,


no la despreciéis.

34 Dichoso el hombre que me escucha


velando ante mi puerta cada día,
guardando las jambas de mi entrada.

35 Porque el que me halla, ha hallado la vida,


ha logrado el favor de Yahveh.

36 Pero el que me ofende, hace daño a su alma;


todos los que me odian, aman la muerte.”

¿Quién es esta Sofía?

Existe un texto gnóstico descubierto en 1773 denominado Evangelio Valentiniano o “Pistis


Sophia”, escrito posiblemente en el siglo II y entonces anterior a los evangelios canónicos de la
Biblia. Relata las enseñanzas gnósticas de Jesús transfigurado a los discípulos reunidos (incluyendo
a su madre María, María Magdalena y Marta), cuando el Cristo resucitado había cumplido once
años hablando con sus discípulos. En él son reveladas las complejas estructuras y las jerarquías del
cielo, tan familiares en las enseñanzas gnósticas.

Se relata en detalle el descenso que el Cristo llevó a cabo a los mundos infiernos, al Hades
subterráneo, tras su muerte hace dos mil años en el Gólgota, a fin de modificar y reordenar el
status y poderes de las entidades que lo rigen y habitan en las esteras y planos ultraterrenos.
Además perfiló y condujo a esa alma, Sophia, en su camino de descenso y consiguiente ascensión
iniciáticos hacia la Luz. En tal sentido, Pistis Sophia constituye, además de la Biblia o Libro Sagrado
fundamental para los Gnósticos, un documento imprescindible y esencial para entender el
sacrificio del Mesías Cristo y la labor de redención y liberación de Sophia.

La divinidad femenina del gnosticismo es Sofía, un ser con muchos aspectos y nombres. Es
identificada a veces con el espíritu santo mismo pero, según sus diversas capacidades, es también
la Madre Universal, la Madre de la Vida o la Madre Resplandeciente, el Poder de lo Alto, la de la
mano izquierda (opuesta a Cristo, entendido como su marido y el de la mano derecha), como la
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Exuberante, la Matriz, la Virgen, la Esposa del Hombre, la Reveladora de los Misterios Perfectos, la
Sagrada Paloma del Espíritu, la Madre Celestial, la Errante,…

En una versión más temprana, más simple de Sofía, en el Códice de Berlín y también en un papiro
hallado también en Nag Hammadi, Egipto, el Cristo transfigurado explica la Pístis de una manera
bastante oscura:

De nuevo, sus discípulos dijeron: Dinos claramente, ¿cómo bajaron de las invisibilidades, desde lo
inmortal al mundo que muere?

El perfecto Salvador dijo: El Hijo del Hombre estuvo de acuerdo con Sabiduría, su cónyuge y
manifestó una gran luz andrógina. Su nombre masculino es denominado «Salvador, generador de
todas las cosas». Su nombre femenino es denominado «Sabiduría totalmente generadora».
Algunos la llaman, sin embargo, «Fe».

Para los valentinianos y los primeros gnósticos cristianos de los primeros siglos inmediatamente
posteriores a la venida, muerte y resurrección de Cristo, el Reino de la Luz estaba constituido por
quince pares de espíritus celestes, y uno de estos espíritus, Sophia, cayó en el pecado de
pretender abarcar con su inteligencia al Ser supremo, introduciéndose con ello la confusión en el
mundo de los Eones (los espíritus regidores de los planos superiores o esferas planetarias), y el
fruto fué Sophia Achamoth (una parte desglosada de Sophia), que arrojada del Pleroma (los planos
espirituales de unidad), se precipitó en el vacío (en la materia, los planos inferiores, en la Tierra, en
el Caos).

Con el fin de restablecer el orden, se produjo la descensión de una Entidad Salvadora procedente
del Mundo Luminoso, un “par” divino constituido por el Cristo y Espíritu Santo, quien instruyó a
los Eones sobre los límites de su conocimiento y de su labor jerárquica, a la vez que salvaba a
Sophia de las profundidades tenebrosas de la materia así como de la persecución de los seres y
señores kármicos y regentes zodiacales y planetarios, redimiéndola y reintegrándola, tras su
castigo y arrepentimiento, a su hogar celestial.

De esta manera tenemos una Sofía que era en principio una elevada criatura espiritual, una diosa,
que por orgullo y pretensión cayó de ese divino estado y mediante el esfuerzo de Cristo y de ella
misma recuperó su lugar celestial. Sofía se convierte así en una diosa que hace “el viaje del héroe”
y regresa como diosa reivindicada, sabia, integrada, conocedora de la luz y la oscuridad,
simbolizando el arquetipo del Sí-mismo en su versión femenina.

Sofía se ha convertido en un arquetipo de la sabiduría. El patriarcado se basa en la negación de la


autoridad espiritual de las mujeres y la negación de la divinidad femenina. El patriarcado hace
inferior a la mujer y desaparece a la diosa, de la misma manera que hace superior al hombre, dios
pasa a ser exclusivamente macho, incluyendo la trinidad masculina del cristianismo oficial, y
genera el monoteísmo. En el siglo IV se dio persecución a los cristianos gnósticos y se intentó
borrar su doctrina y la presencia herética de una diosa femenina en el seno del cristianismo.

De esta manera Sofía pasa a ser el arquetipo de la sabiduría espiritual con un matiz abiertamente
femenino, el saber del alma, una sabiduría intuitiva, aquella que conocemos a través de la gnosis.
Es decir, aquel conocimiento que resulta no de un conocimiento lógico y objetivo. Eso es
información. Pertenece al logos masculino. En cambio la gnosis es conocimiento del alma, basado
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en una certeza del sentimiento y del presentimiento, es una sabiduría que mora en nosotros y no
necesita por lo tanto de una aprobación o validación externa. Esa gnosis es particularmente
femenina, y la representa y encarna Sofía.

Su relación con el hombre

Cuando el ánima (o una mujer concreta) alcanza la fase de Sofía accede a una fuente de sabiduría
interior, y puede percibir la esencia de las cosas y las cualidades anímicas de los demás. También
alcanza experiencias numinosas, cualidad que revela haber alcanzado la mística. Una mujer se
convierte en mística a través de vivir una experiencia numinosa. Entonces conocer a Dios se
convierte en el anhelo central en la vida de esta mujer. Estas experiencias no pueden ser reveladas
más que a través de lenguaje metafórico. El ánima en esta cuarta etapa es entonces la mística
sabia representada arquetipalmente por Sofía.

Sofía es la imagen relacionada al ser o guía interior y a la búsqueda de


propósito y trascendencia en el hombre.
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ETAPAS DE DESARROLLO DEL ANIMUS

LA MUJER Y SU ÁNIMUS.

Las imágenes arquetípicas que se activan en el inconsciente a través de los sueños y fantasías, y
que se manifiestan en las relaciones cercanas que la mujer mantiene con hombres, expresan las
diversas etapas del desarrollo del Animus en la mujer. Jung distinguió cuatro etapas esenciales en
el desarrollo de este arquetipo.

I. La primera etapa vendría representada como personificación del poder físico, el hombre
musculoso o el atleta. Su simbolismo recaería en Hércules.
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Se trata del más célebre de los héroes griegos, el paradigma de la virilidad. Su mayor desafío fue
enfrentar los doce trabajos, que consistieron en enfrentar bestias mitológicas y hacer tareas
físicamente desgastantes e imposibles. Su extraordinaria fuerza es el principal de sus atributos,
pero también lo son el coraje, el orgullo, cierto candor y un formidable vigor sexual.

Entonces la primera etapa del animus vendría representada como personificación del poder físico,
el hombre musculoso o el atleta. En ella estamos principalmente preocupados por nuestra
apariencia, por la forma en que nuestro cuerpo se ve, de hecho literalmente podríamos
permanecer horas mirándonos y admirando nuestro reflejo en el espejo, porque mientras
permanezcamos en esta etapa nuestro cuerpo y aspecto son la cosa más importante para
nosotros, nada más.
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Para la mujer primitiva o la mujer joven, o para lo primitivo en cada mujer,


el hombre que se distingue por su capacidad física se convierte en figura del
animus.
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Su relación con la mujer

La mujer que vive esta etapa de su animus, da gran relevancia a su apariencia física (vestidos,
accesorios, deporte, sex appeal) y está muy conectada con su deseo sexual y la actividad física,
quizás en detrimento de los aspectos intelectuales, afectivos, profesionales y espirituales de su
vida.

II. En la segunda etapa el animus posee iniciativa, es capaz de realizar actos premeditados,
existiendo un deseo de independencia y un desarrollo intelectual, económico y profesional
encarnados en Apolo.

Apolo era el dios de la belleza, de la perfección, de la armonía, del equilibrio y de la razón, el


iniciador de los jóvenes en el mundo de los adultos y era protector de los pastores, marineros y
arqueros. Fue representado innumerables veces desde la Antigüedad, generalmente como un
hombre joven, desnudo y sin barba, en la plenitud de su vigor, a veces con un manto, un arco y un
carcaj de flechas, o una lira.
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Durante esta etapa del animus nuestra principal preocupación es salir y conquistar el mundo, y
hacerlo de la mejor manera posible, ser el mejor y conseguir lo mejor, actuando como guerreros.
Esta es una etapa en la que pensamos continuamente sobre las maneras de conseguir más de
todos los demás, una etapa de comparación, de derrotar a los que nos rodean para poder
sentirnos mejor porque hemos logrado más, porque somos guerreros valientes pero también
podemos realizar planificación y alcanzar metas.

Para la mujer más exigente, el animus es un hombre que actúa dirigiendo


su poder hacia una meta o empresa importante. El poder y la acción se
condicionan mutuamente.
Su relación con la mujer

La mujer que vive el animus de esta etapa, ha salido al mundo, se ha emancipado


económicamente, tiene metas de desarrollo profesional y académico. Es competitiva y exitosa,
escala posiciones y da resultados tangibles en su trabajo.
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Las imágenes del animus que simbolizan las fases de poder y acción son proyectadas en una figura
heroica. Pero hay también mujeres en las cuales este aspecto de masculinidad ya se encuentra
combinado armoniosamente con el principio femenino, que le es de gran ayuda. Estas son las
mujeres, enérgicas, activas, valientes y fuertes, pero sin menoscabo a su femineidad.

Pero hay también aquellas en las que la integración ha fallado, en las que la conducta masculina ha
avasallado y suprimido el principio femenino. Estas son las mujeres masculinas, brutales,
hiperactivas, salvajes, las Xantipas* que no son solo activas sino más bien agresivas, dominantes y
competitivas, aunque de apariencia femenina.

*Xantipa o Jantipa esposa de Sócrates y un personaje muy peculiar en su vida, quién por su mal
carácter y por el despectivo modo en que trataba a su esposo y padre de sus tres hijos varones ha
pasado a la historia por su insolencia y ferocidad.

En estas mujeres, esta masculinidad primitiva se expresa también en su vida erótica, por lo que su
enfoque del amor tiene un carácter masculino y no está determinado por el sentimiento, como es
natural en las mujeres, sino que funciona por sí mismo, separado del resto de la personalidad,
como ocurre en general con los hombres, desligando el sexo del amor y que pasan a “usar”
hombres, en un juego de seducción, de usar y ser usadas.

Son mujeres a las que les cuesta trabajo rendirse y entregarse al sentimiento amoroso y a la fusión
e integración con el hombre, funciones características del principio femenino. En ellas predomina
el animus en su forma del Guerrero, en lugar del principio femenino en la forma de la Doncella. El
trabajo que debe de realizar esta mujer es reconciliarse y asumir su principio femenino, al que
niegan y rechazan, al identificarse solamente con este aspecto combativo del animus.
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III. Como tercera etapa, en el animus se produce una transformación, ya no está solamente
centrado en sí mismo, como en las dos etapas anteriores, ahora está atento en buscar formas en
las que puede servir y guiar a otros, generalmente a través del uso de la palabra, transformándose
en maestro o sacerdote.

Un maestro ha cultivado su habilidad para transmitir información y habilidades prácticas y


académicas, da guía y consejo. En algunas religiones y tradiciones espirituales se usa el término
maestro para designar a los guías espirituales. Por ejemplo Sensei, Sifu, Gurú, etc.

El sacerdote da guía y enseñanza de tipo moral y religiosa y por lo mismo detenta poder y
autoridad.

En esta etapa el individuo se da cuenta de que lo que ha logrado hasta ahora no es suficiente para
que se pueda sentir realizado y feliz. En esta etapa hace el descubrimiento de que en el mundo
existe algo más que él mismo y empieza a ser consciente de los demás. Por ello comienza a buscar
maneras de hacer una diferencia en el mundo, maneras de servir a los que están a su alrededor. El
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dinero, el poder, las posesiones, etc., seguirán apareciendo en su vida pero ya no les otorgará el
mismo valor que antes, tendrá mucho menos apego a esas cosas. Descubre que en la vida hay algo
más que la feroz competencia por el éxito y la frenética búsqueda por la riqueza material. El
individuo deja de pensar solo en el mismo, y empieza a centrarse en una vida de servicio. Todo lo
que quiere hacer en esta etapa es dar. Ya sabe que dar es recibir y es hora de que deje de ser
egoísta, egocéntrico y ególatra y piense en maneras de ayudar a los necesitados, para dejar este
mundo mejor de lo que era cuando llegó.

Un hombre que tiene dominio sobre la “palabra” representa una tendencia


esencialmente intelectual dado que palabra y significado corresponden, por
excelencia, a la capacidad mental. Tal hombre personifica el animus en su
sentido más estricto, como un guía espiritual como representante de los
dones intelectuales de la mujer.
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Su relación con la mujer

La mujer de la tercera etapa del animus ha despertado su deseo de servir a los demás, de instruir y
compartir con otros sus haberes, materiales o intelectuales. Ella es activa y participativa en
proyectos de servicio altruista en su comunidad.

IV. Finalmente, como cuarta etapa y la más elevada manifestación del animus, se alcanza la
encarnación del significado, la capacidad para develar el significado del símbolo y del lenguaje
simbólico del mundo, constituyéndose en el mediador entre consciente e inconsciente, entonces
el animus viene representado por Hermes, el mensajero de los dioses.

En la mitología griega, Hermes es el dios olímpico mensajero, de las fronteras y los viajeros que las
cruzan, de los pastores, de los oradores, de la astucia, el ingenio y del comercio en general, jefe de
los sueños, espía nocturno, guardián de las puertas y heraldo de los dioses. En la mitología romana
su nombre es Mercurio. Sus sandalias son aladas, representando su agilidad y velocidad; se cubre
la cabeza con un sombrero de ala ancha (el pétaso) y empuñando el caduceo (una vara de oro),
símbolo de sus funciones de heraldo de los dioses.

El rasgo principal en las tradiciones sobre Hermes consiste en su papel de heraldo o mensajero de
los dioses, puesto éste en el que aparece incluso en los poemas homéricos. Un intérprete que
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cruza las fronteras con extraños es un hermeneus (έρμενευς). De Hermes procede la palabra
«hermenéutica» para el arte de interpretar los significados ocultos. Por extensión incluye otras
imágenes como al mago o al alquimista, quienes también cruzan otras fronteras y saben
interpretar señales que para otros carecen de significado.

Hermes era el dios mensajero y guía de los espíritus. En la mitología aparece viajando como una
especie de correo aéreo entre el inframundo y el Olimpo. Su arquetipo dominante pertenece al
hombre que profundiza en las riquezas del inconsciente y sabe transmitirlas. También presentan
una personalidad creativa, solidaria y amistosa. Se les asocia a la alquimia porque buscan
experiencias transformadoras. Su arquetipo dominante pertenece al hombre que profundiza en
las riquezas del inconsciente y sabe transmitirlas, que se destaca por su capacidad para
comprender el sentido oculto de las cosas. Hermes por lo tanto ve lo que está ahí pero que no es
evidente para los demás.

Según Jung, esta será la última etapa del animus, una etapa en la que nos damos cuenta de que
ninguna de estas etapas son realmente quién o qué somos. Nos damos cuenta de que somos más
que nuestro cuerpo, somos más que nuestras posesiones, más que nuestros amigos, nuestro país
y así sucesivamente. Llegamos a la conclusión de que somos seres divinos, seres espirituales
teniendo una experiencia humana y no seres humanos teniendo una experiencia espiritual. Ahora
somos capaces de observarnos a nosotros mismos desde una perspectiva diferente. Ahora somos
capaces de salir de nuestra propia mente, fuera de nuestro propio cuerpo y entender lo que
realmente somos, para ver las cosas como son. Nos convertimos en el observador de nuestras
vidas, y por consiguiente en observadores de la vida de los otros, hallando siempre los elementos
simbólicos y su significado.
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Su relación con la mujer

Hermes como Animus es la encarnación del significado, constituyéndose en el mediador entre


consciente e inconsciente: representa la capacidad de acceder al significado del lenguaje
simbólico. La mujer que ha conectado e integrado a su animus de esta cuarta etapa, obtiene como
recompensa un balance entre su intuición junto con una comprensión racional más balanceada y
profunda, penetración en el significado de las cosas, y un poder más elevado y más pleno.
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El caduceo de Hermes o Mercurio

En el centro y en la base del Pentagrama Esotérico, está el Caduceo de Mercurio, con sus Dos
Serpientes entrelazadas alrededor de la Vara de Moisés, de la Vara de Aarón, formando "El Santo
Ocho". Por el Centro de la Vara, Asciende la Serpiente de Fuego que Moisés levantó en la Vara
misma de su Columna Cerebro-Espinal en el Desierto Iniciático de Su existencia.

"El Caduceo de Mercurio simboliza la Médula espinal con sus dos Serpientes que indican los
canales de Idá y Pingalá, por donde ascienden los átomos solares y lunares hasta el cerebro. Estos
son los sostenidos y bemoles del Gran Fa que resuena en todo lo creado."

"El Akasha* asciende como el Fuego Flamígero por el Canal Medular y sus dos polos de Energía
fluyen por Idá y Pingalá. Del Canal Medular y de sus dos canales que como serpientes se enroscan
en la Espina Dorsal, se origina una circulación que parte del conducto central para distribuirse
luego por todo el organismo."

*En el hinduismo el akasha es el fundamento y la esencia de todas las cosas en el mundo material,
significa éter.

"Idá y Pingalá parten desde los órganos sexuales. Idá está a la izquierda del canal Medular y
Pingalá a la derecha. En la mujer este orden está invertido, las líneas terminan en la Médula
Oblongada. Este par de cordones son Semi-Etéricos, Semifísicos, corresponden a las Dimensiones
superiores del espacio."

"... Cuando los Átomos Solares y Lunares se unen en la Base de la Espina Dorsal, despierta la
Serpiente Ígnea de nuestros Mágicos poderes. Esta asciende lentamente entre las delicias
inefables del Matrimonio Perfecto. La Serpiente goza con el Encanto del Amor."

"Cuando la Serpiente llega a la altura del corazón, recibimos las Alas Ígneas, las Alas del Caduceo
de Mercurio. Entonces la Serpiente tiene plumas. Este es el Quetzal, el Pájaro Serpiente, la
Serpiente Emplumada."
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"Todo Iniciado que se convierte en Pájaro Serpiente puede Volar a los Mundos Superiores. Puede
entrar en los distintos departamentos del reino, puede viajar en Cuerpo Astral a Voluntad puede
viajar con los Vehículos Superastrales, puede viajar con su Cuerpo Físico por entre la Cuarta
Dimensión, es un Pájaro Serpiente..." (Samael Aun Weor, "El Matrimonio Perfecto").

"Hemos llegado pues, al Caduceo de Mercurio, con las alas del Espíritu maravillosamente
abiertas."

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