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El que no escucha consejos no llega a viejo.

El que calla otorga.


Aunque la mona se vista de seda, mona se queda.
Donde manda capitán no manda marinero.
A buena hambre no hay pan duro.
El pez por la boca muere.
El valiente vive hasta que el cobarde quiere.
A caballo regalado no se le mira el diente.
La vida, como las motos, no tiene reversa.
Primero la obligación y luego la devoción.
En el modo de partir el pan se conoce al que es tragón.
Cae más rápido un hablador que un cojo.
Los borrachos y los niños siempre dicen la verdad.
El que con lobos anda a aullar se enseña.
Dos cabezas piensan más que una.
El que a los veinte no es valiente, a los treinta no es
casado, y a los cuarenta no es rico, es gallo que clavó el
pico.
Del árbol caído todos hacen leña.
El que a hierro mata a hierro muere.
El ojo del amo engorda el ganado.
Dios aprieta pero no ahoga.
El trabajo ennoblece.
Zapatero a tu zapato.
El que de santo resbala hasta demonio no para.
No hay mal que dure cien años, ni enfermo que lo resista.
¡Adentro ratones, que todo lo blanco es harina!
Músico pagado toca mal son.
Tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata.
Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido.
Lo poco gusta, lo mucho cansa.
El plato de la mesa ajena se antoja más que el propio.
Más vale paso que dure y no trote que canse.
Lento pero seguro.
El que la hace, la paga.
De limpios y valentones están llenos los panteones.
La necesidad aguza el ingenio.
No hay peor sordo que el que no quiere oír.
Después del conejo ido, pedradas al matorral.
Ojos que no ven, corazón que no siente.
No todo lo que brilla es oro.
Chancla que yo tiro no la vuelvo a recoger.
No hay mal que por bien no venga.
No está el horno para bollos.
En casa del herrero, cuchillo de palo.
Camina más una hormiga que un buey echado.
Cuando hay para carne, es vigilia.
El hombre no ha de ser de dichos sino de hechos.
Hombre prevenido vale por dos.
No hay caldo que no se enfríe.
Con dinero baila el perro.
Vísteme lento que tengo prisa.
El que mucho abarca, poco aprieta.
Al que por su gusto muere, la muerte le sabe a gloria.
El que da primero, da dos veces.
El que da y quita con el diablo se desquita.
Al que temprano se levanta un muerto lo espanta.
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Dime con quién andas y te diré quién eres.
Cada loco con su tema.
El que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija.
En arca abierta, hasta el justo peca.
Agua que no has de beber, déjala correr.
Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe.
Gallo viejo con el ala mata.
Más vale tarde que nunca.
Al mejor cazador se le va la liebre.
No hay loco que coma lumbre.
A la tercera va la vencida.
Nadie es profeta en su tierra.
Ande yo caliente y ríase la gente.
Cuando el río suena, agua lleva.
Me lo dijo un pajarito ya casi para volar, todo cabe en un
jarrito sabiéndolo acomodar.
Para que la cuña apriete debe ser del mismo palo.
Dime cuánto traes y te diré cuánto vales.
A comida de olido, pago de sonido.
Muerto el perro, se acabó la rabia.
El perro le manda al gato, y el gato a su cola.
Todo lo que sube tiene que bajar.
El hábito no hace al monje.
Al que no quiera taza, taza y media.
No te arrugues cuero viejo, que te quiero para tambor.
El tiempo es oro.
Gallina vieja da buen caldo.
Candil de la calle, oscuridad de su casa.
Ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón.
El que manda no se equivoca, y si se equivoca, vuelve a
mandar.
Barriga llena, corazón contento.
El comer y el rascar es cuestión de empezar.
Sobre advertencia no hay engaño.
No falta un burro en un mal paso.
Pueblo chico, infierno grande.
Dame pan y dime tonto.
A buen sueño no hay mala cama.
Cada perro tiene su hueso, aunque se levante tarde.
Mucho ayuda el que no estorba.
En el país de los ciegos, el tuerto es rey. ¡Cualquier tiempo
pasado fue mejor!
Sobre gustos no hay nada escrito.
Cada quien sabe lo que carga su costal.

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