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CREDITOS:

Se escucha al violinista tocando, se escucha caer una moneda en


un frasco.

FUNDIDO:

Manos de personajes poniendo monedas en el frasco del


violinista.

José observa.

El guitarrista llega y se sienta.


Enrique observa.

El violinista culmina su melodía.

El guitarrista empieza a tocar.

JOSÉ: (A enrique) Usted y yo somos las páginas de este libro


abierto.
ENRIQUE (con nostalgia) Usted y yo somos de aquellos que nos
gusta todavía sentarnos a la orilla del rio a respirar su brisa y a
mirar a los niños jugar con sus sombras y sueños enredados en
una sonrisa de payaso de circo.
JOSÉ: Quizá no creemos en los juegos y el circo...
ENRIQUE: No, no vamos al circo...

José se levanta, se para frente a Enrique.


JOSÉ: No vemos el circo de una vida cotidiana, que pretende
hacernos reír de un paisaje desolador presentado como postre.
ENRIQUE: Como caramelo, como miel
JOSÉ: Mientras el niño llora por el juguete prestado
Enrique se levanta.
ENRIQUE: ! Y el sueño postergado!
FUNDIDO A NEGRO:

Entran por la izquierda caminando.


JOSÉ: Usted y yo somos de la otra orilla, de esa que prefiere
perderse en el horizonte, en la luz que alumbra al vacío y lo
llena.
Caminan siguiendo a la cámara.
ENRIQUE: Usted y yo somos dos y aunque se dé cuenta somos
un montón !usted y yo somos la canción!
JOSÉ: Usted y yo somos esa vida prometida, ese camino que
lleva las palabras al faro, las convierte en luz que guía y en
promesa que se cumple aun en la noche más oscura.
Se detienen frente a la puerta de una casa

Frente a la puerta de la casa


ENRIQUE: Usted y yo somos el fuego que quema, las cenizas que
se esparcen en las calles, en los bosques, en los llanos, en los
páramos y no desaparece, cambia, se transforma, se sumerge en
la tierra y vuelve al fuego.
JOSÉ: Usted y yo somos la nube que se derrite tan solo con la
mirada del sol y nos gusta ser la lluvia que moja la piel cansada
de la tarde de aquella canción que arrullo la niñez.

Tomas de nubes negras, se escuchan truenos.

José saca una llave de su bolsillo y abre la puerta de la casa,


hace una señal invitándole a Enrique a entrar.
ENRIQUE: Esa niñez que se fue quedando dormida mientras
llovía.
JOSE: (Con Enrique al mismo tiempo)! Mientras llovía la gente
simplemente reía!
Enrique entra a la casa seguido de José.

Detalles de la lluvia cayendo en el piso


Entran a una sala, José se para frente a un espejo
JOSÉ: El silencio, el tiempo se toma su tiempo a mi paso, me
mira, me toca, me siente perdido, sin brújula, sin norte, sin
puerto en que pueda desembarcar al menos una lagrima que
con ansiedad se desliza por mi piel reseca y envejecida …

Frente al espejo (FRENTE A LA CÁMARA)


JOSÉ: …marcada por las arrugas que me dicen no solo la edad,
sino también los sueños que se enredan en ellas cuando rio o
cuando lloro, cuando la nostalgia se convierte en espejo y me
deja ver con tanta claridad hasta lo más invisible.

Enrique entra por la derecha y se para frente a su amigo.


ENRIQUE: A ver, me deja ver las sombras que me cubren, que
me dan miedo, que me dan frio, aun en medio del fuego.
JOSÉ: Me deja ver la luz que se enciende o que se apaga, que me
deslumbra, que me deja ciego de amor.
ENRIQUE: Me deja ver la gente que se va, la que se queda, la
que me habla en silencio, la me teme, la que me agrada y le
agrado, me deja ver la nostalgia.

Frente al espejo (FRENTE A LA CÁMARA)


JOSÉ: Me deja ver la vida que se me va, o si se queda se pone
exquisita, me prueba, no me pone a prueba, me prueba. Y yo
simplemente le digo a la nostalgia que me quedo, que mi
tiempo no tiene tiempo porque soy otro, aunque, realmente
para usted, para usted yo sigo siendo el mismo.

Frente al espejo (TOMA POSTERIOR) Se miran con nostalgia


ENRIQUE: ¡Un lápiz y un papel urgente! Para escribir en mi
memoria algunos recuerdos, un niño, un regalo, un hombre, un
sueño, un paisaje, un árbol, un pájaro, un nido, un yo, un tú, un
nosotros un ellos, los libros llenos de imágenes amorfas y
confusas.
José se dirige a una puerta, entra y sale con una carpeta y un
lápiz que le entrega a Enrique (LA CÁMARA LO SIGUE).
Enrique asienta la hoja en una mesita y escribe. José solo lo
mira.
JOSÉ: Guarda caminos, huellas, arena, polvo. Guarda soledades
y palabras, que se repiten y las que las repiten las bocas que las
leen, antes del beso furtivo, del beso fugitivo, del beso perdido
entre los labios.

Enrique en la mesita
ENRIQUE: Guardan encuentros tomando agüitas con algún
aroma con algo de néctar de limón, leyendo de Neruda su
canción desesperada, de Benedetti su irreverente Padre Nuestro
Latinoamericano y a Oliverio Giorondo con su Espantapájaros,
enseñando a volar mis ansias de ser yo mismo guardado en tu
memoria.

José se acerca, toma la carpeta,

José mira el escrito con tristeza

José sale por la izquierda


José entra por la derecha y se sienta en un sillón
JOSÉ: A veces me invade la tristeza y quiero llorar y llorar. El
reloj me ha robado un pedazo de tiempo, y yo lo confundí con
un rabo de nube que se esparce con el viento…

José en el sillón, Enrique en la mesita


JOSÉ: … que se esparce con el viento. Dejo de caer una lágrima
tras otra que al pasar por mis labios unas me llenan de besos y
otras me sacan palabras para que se esparce con el viento. Dejo
de caer una lágrima tras otra que al pasar por mis labios unas
me llenan de besos y otras me sacan palabras para jugar a hacer
versos llenos de alegría para otros ojos. Otras bocas los llevan a
otros labios y le llaman poesía. ! Qué cosa no, que alegría!

Enrique en la mesita
ENRIQUE: Hay días buenos, días de sol, días de lluvia, días para
pensar, días para soñar, días para sentirse bien, días para poner
el hombro, días para buscar y escuchar…

José en el sillón
ENRIQUE: … También hay días de esos en los que quieres ver el
mundo con otros ojos y justo! Justo en esos días descubres que
estas ciego!
Silencio

A NEGRO:

Los dos sentados en el sillón


JOSÉ: (sollozando) No, no estoy llorando, solo estoy regando mi
alma que se tomó un descanso para florecer. No es llanto, es
lluvia suave y fría en medio de la noche la, larga como los
sueños, corta como los sueños.
Se levanta abruptamente se para frente al espejo (CÁMARA LE
SIGUE)
JOSÉ: No es llanto, es amor que se derrama y que cae al vacío en
calma para encontrarse con mi alma que dormida por fin
descansa, no ¡No es llanto, es un canto de pájaros y flores!
Se dirige hacia el primer baúl.(MUSICA DE VIOLINES)
Mano de José sacando una gabardina

José se coloca la gabardina y se dirige al segundo baúl (LA


CÁMARA LE SIGUE)

Mano de José sacando otra gabardina

Enrique sentado en el sillón, José entra por la izquierda,


Enrique se levanta y José le coloca la gabardina.

ENRIQUE: Sabes, la noche está silenciosa, ni un suspiro, ni un


arrullo, ni un canto a lo lejos ¡Ni un aplauso! Llueve; desde mis
ojos las gotas de lluvia inundan cada palabra que se escapa, que
te busca…
ENRIQUE: Que te llama ¿Dónde estás? Los pétalos de las
flores están tristes y el dulce sabor de la miel de tu sonrisa
me embriaga de la ausencia que se duerme con mis
cantos.
José sale por la derecha (hacia el espejo)

José entra por la izquierda al espejo (REFLEJO)


JOSÉ: En cambio, yo no se cambió, o si cambió el sentido de
cambiar
ENRIQUE: De ser yo mismo a ser otro, de ser otro a ser yo
mismo, de ser o no ser
JOSÉ: De verme desde afuera o desde afuera verme. Sin verme

Enrique entra por la derecha (REFLEJO)


ENRIQUE: En cambio yo; no sé si un pensamiento, mal pensado,
mal hablado, mal entendido, mal acostumbrado, me hace volver
a pensar
JOSÉ: En cambio yo; Solo cierro el cuaderno, invisible sin
cambiar una sola letra; ni si quiera aquella que está mal escrita,
para quedarme con la tentación de cambiarla

José y Enrique en el fondo


ENRIQUE: En cambio yo; yo no sé si cambio, o si cambió el
sentido de cambiar
Se dirigen a los baúles en primer plano
JOSÉ: Viví pensando que era un hombre bueno
ENRIQUE: Que pensaba distinto, pero que era bueno
Frente a los baúles
JOSÉ: Que miraba distinto, pero que era bueno
ENRIQUE: Que soñaba distinto, pero que era bueno
Entran a los baúles

De pie, dentro de los baúles


JOSÉ: Que actuaba distinto, pero que era bueno.
De pie, dentro de los baúles
ENRIQUE: y era bueno que piense así, y era bueno que mire así

JOSÉ: y era bueno que actuara así, y era bueno que sueñe así. Lo
malo era que todo eso no me servía
JOSÉ: (con Enrique, con énfasis)¡Morir de pena; a lo mejor esa
sea mi mayor alegría!
Dejan caer las tapas de los baúles con ellos adentro.

A NEGRO:

CREDITOS FINALES

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