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KANTOR Divinos Tesoros
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DIVINOS TESOROS
Al pie de la letra
Manuel, por su parte, solo sueña con comprarse pilchas y zapatillas nuevas, y malvende
su ropa en inconfesables transacciones que aprendió a realizar para conseguir algo de
dinero.
Ema, su madre, dice que está cansada de la conducta de su hijo: desaparece de la casa
por varios días, está llevando por mal camino a su hermano menor, le hace perder a ella
días de trabajo por los problemas que tiene en la escuela y en la calle, se junta con lo
peor del barrio, etc. Ella ya no sabe que hacer y acusa: “en la villa todos saben quienes
comercian paco; la policía para en la puerta del local donde se lo venden a los pibes. Y
ustedes lo consienten mucho, profesora. Yo también le tuve paciencia, pero ahora
decidí que lo voy a curar a los golpes, como se hacía antes”.
Cuenta que el día anterior empezó a darle varillazos a Manuel, para que aprenda de una
vez por todas. Está cansada de comprarle las cosas que pide, sobre todo zapatillas, y eso
que le viene comprando las de verdad, las caras, no las truchas sino las originales.
Inclusive -dice- cuando él hace una changa se gasta la ganancia en eso, ya no se
conforma con las que se consiguen en la feria. Dice que le pegó para que tenga y
mientras cuenta sacude su brazo con fuerza como si tuviera a Manuel delante suyo:
“¡tomá!, ¡ésta por las Nike que vendiste, ésta por las Adidas que le sacaste a tu
hermano, ésta por la remera Puma que te robaron, ésta por la gorra Lacoste que
embargaste!”. El relato de Ema posee una estructura y una cadencia elocuente: cada
frase un varillazo, cada varillazo una marca, cada marca más furia, cuanta más furia más
lágrimas.
No son aquellos sectores populares, son estos excluídos. No son aquellos pobres, los del
ascenso social; son estos jóvenes, los de teléfonos celulares y esperanza cero. No son
aquellas familias humildes y trabajadoras, son estos padres marginalizados,
desorientados, desvastados.
Algunos docentes y sus clases significan para ellos algo valioso. Otros, en cambio, no.
Estos no soportan -no tiene con qué ni saben cómo- la presencia inquieta de cuerpos que
necesitan otra cosa aunque no reclaman nada y de prioridades que colisionan con las
clases de palabras, los tiempos verbales y las reglas ortográficas.
La escuela no puede con ellos y ellos no pueden con la escuela. Pero van, siguen yendo.
La escuela prueba ofrecerles otra cosa y, entre adversidades y adhesiones, implementa
proyectos para que la inclusión no quede traspapelada en el estante socio educativo o en
innovaciones a contraturno.
Los alumnos de los primeros años no comprenden consignas simples, indican los
diagnósticos. La preocupación se incrementa en tiempos de obligatoriedad de la
educación secundaria. (Inclusión: explicá; derecho a la educación: desarrolle, nuevos
formatos: aplique).
Tomás y Manuel fracasan en el aula y perciben que la Polis a lo sumo los admite pero
no los cobija, los precisa en la periferia. Y puesto que el templo del saber no les
garantiza un lugar aunque les asegure una vacante, buscan el amparo de otros dioses.
En la mitología griega, Niké era la diosa de la Victoria capaz de correr y de volar a gran
velocidad; más allá de ello no se le atribuían otras cualidades extraordinarias (sic). Se la
representaba a menudo como una pequeña escultura alada en la mano de otro dios más
importante, como Zeus o Atenea.
Idioma extranjero es también un problema para Tomás y para Manuel, sin embrago,
para decodificar “Just do it” y actuar en consecuencia no resulta indispensable aprobar
inglés; queda claro tanto por las zapatillas que portan como por las situaciones que son
capaces de provocar o de soportar dentro de la escuela y fuera de ella.
Niké lanzó hace más de 20 años aquel exitoso slogan; una de las marcas líderes en
calzado deportivo, que convoca y reúne en el consumo de onerosas zapatillas a millones
de personas del mundo entero, con-mueve a adolescentes y jóvenes de diferentes
sectores sociales en torno a su gran hallazgo: “simplemente hazlo”.
Las cuestiones relativas a la construcción de identidad se vinculan cada vez más con el
consumo y cada vez menos con las agencias socializadoras tradicionales. Si esta
realidad es posible de ser postulada para el conjunto de la población, lo es más aún en el
caso de adolescentes y jóvenes para quienes el acceso a ciertos bienes materiales y
simbólicos se inscribe en el proceso que supone una identidad en construcción.
Las empresas lo saben de sobra, es por eso que -como señala Reguillo Cruz (2000)- más
que la función de un producto, buscan crear y sostener estilos de vida: hacer existir el
cuerpo juvenil a través del acceso a ciertas mercancías es propósito explícito de
empresas multinacionales que buscan conquistar nuevos mercados a través de la
conquista de los jóvenes. El caso de la firma Nike es paradigmático, como muestra el
siguiente párrafo extraído de Nike. Investor Annual Report, 1998, citado por Reguillo
Cruz (2000: 83):
“Este puede ser el capítulo más corto de nuestro informe, pero pensamos que algún día
ustedes deberán releer esta parte como el capítulo uno. Si Europa es nuestro todavía
`adolescente en desarrollo´, y Asia y el Pacífico nuestro `precoz jovencito´, entonces la
región de las Américas, conformada por Latinoamérica y el Canadá, es nuestro `sereno
niño´ que empieza a andar. Una región repleta con una enorme población menor de 25
años con un ferviente amor por los deportes. Nuestra clase de pueblo”.
Así las cosas, si el discurso publicitario de las marcas líderes no se estructura solamente
en función de la captación de cierta franja de consumidores sino también en torno a
mensajes eficaces en términos de configuración de sentidos y afirmación de
subjetividades de época, “nothing is imposible” ratificó con tres tiras el discurso de la
iniciativa, la osadía y la potencia que transmitía la esbelta plumita griega.
Es posible sostener entonces que, en comunión –más que en competencia-, de cara al
segmento joven que percibieron como altamente rentable y que contribuyeron a
consolidar como tal, Nike y Adidas pregonan autoestima, seguridad y autonomía, en
una clave que no muestra fisuras: solo hay que animarse, tu puedes.
Tales premisas remiten al “drama del hombre sin guía” propio de esta época, llamado a
extremar la responsabilidad individual frente a estímulos que se renuevan, se
multiplican y se complejizan, con el fin de hacerse a sí mismo a la medida de los
desafíos (Ehrenberg, 2000).
En la escuela –observa Antelo (2003)- para dirimir qué hacer o no hacer, para discernir
acerca de lo que se debe y de lo que no se permite, ya no resulta eficaz la pregunta
“¿usted donde se cree que está?” (que resultaba inequívoca en cuanto a las posiciones,
los límites, las prohibiciones y las transgresiones que señalaba). Hoy, en cambio, son
otras las preguntas estructurantes: ¿de qué y de cuánto soy capaz?, ¿me animo o no me
animo?.
Cuando todo parece posible, así en los laboratorios como en la calle o en las
instituciones… (efectivamente) “nada es imposible”; lo (único) importante es atreverse.
Tomás y Manuel aceptan el reto; Ema descarga sobre su hijo y la escuela, oscilando
entre aquella pregunta ineficaz y el ensayo de nuevos modos de convivir con el mensaje
de estas zapatillas, acusa “la fatiga de ser uno mismo”.
Elegí tu arma
Por estos días, Nike salió al ruedo con un nuevo slogan: elegí tu propia arma. La frase
sin atenuantes, escrita sobre vidrieras lustradas en letras de gran tamaño, domina la
fachada de los locales; detrás de ella la exhibición de botines de fútbol de alta gama. El
slogan y los productos (sus perfiles, suelas, diseños, colores) embelezan, amedrentan,
tientan o impresionan, según la edad, el género, el universo cultural y el sector social del
observador.
(…) En los partidos donde todo es lucha y nada es juego, donde la pierna fuerte es
moneda corriente, sólo los distintos prevalecen y para ellos fueron creados los Tiempo,
para marcar la diferencia con su toque mortal. (…).
Con una suela disociada que convierte al botín en más ligero y ultra cómodo, ahora
podrás humillar a tu rival con elegancia, podrás destruirlo con habilidad, podrás
distinguirte con ese toque mortal que diferencia a los distintos de los que sólo quieren
jugar. Por eso, elegí como Tévez y como Agüero. Elegí ser distinto. Elegí Tiempo.
¿Qué edad tendrán los inimputables gerentes de marketing y los publicistas de la diosa
griega de la victoria, que corre rápido y no sirve para mucho más?
¿Y qué edad quiénes les venden o les alquilan las armas a los pibes para que consigan –
entre otras cosas y si no lo logran por otros medios- las zapatillas que se promocionan
bajo el lema violento e inescrupuloso?
Elegí tu arma.
Bibliografía citada.
Antelo, Estanislao (2003), Lo posible escolar. Notas sobre lo que no sabemos, Posgrado
en Gestión Educativa, Buenos Aires, Flacso.
Ehrenberg, Alain (2000), La fatiga de ser uno mismo. Depresión y sociedad, Buenos
Aires, Nueva Visión.
Reguillo Cruz, Rossana (2000), Emergencia de culturas juveniles. Estrategias del
desencanto, Buenos Aires, Norma.
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