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El Tratado Antártico es uno de los más destacados acuerdos internacionales de la historia.

Desde
1959, ha logrado preservar la Antártida para la paz y la ciencia, convirtiéndose en una referencia
de cooperación y legislación internacional. Fue firmado en Washington el 1º de diciembre de 1959
y entró en vigencia el 23 de junio de 1961. Desde su primer artículo, establece que: “La Antártida
se utilizará exclusivamente para fines pacíficos”. Gracias a ello, hoy es el único continente donde
no ha habido enfrentamientos bélicos en toda la historia.

El Ecuador es uno de los 53 países que tiene presencia en la Antártida. Se trata del cuarto
continente más grande del mundo y en él, el nuestro país montó una estación científica para
investigaciones y expediciones.

El Gobierno Nacional, por intermedio del Ministerio de Relaciones Exteriores fomentó el


establecimiento de un Estatuto General para la Antártida, en el que se contemplaren los intereses
y derechos del Estado Ecuatoriano.

El interés por la Antártida se remonta entonces al año 1967, cuando en la Asamblea Constituyente
de ese entonces, se declaró la importancia del Continente blanco para el país, por lo que tiempo
después, según Registro Oficial No. 78 del 6 de marzo de 1967, se declara que Ecuador tiene
derecho a la parte de la Antártida interceptada por los Meridianos 84º 30´y 95º 30´de longitud al
oeste de la isla Greenwich, por estar situada en el continente Sudamericano, con su territorio
continental y su posesión insular de las Islas Galápagos, y de acuerdo, a la teoría reconocida por
otros países, para reivindicar sus derechos en la Antártida, de acuerdo a los conceptos geográficos
de Accesión por Sectores Polares, Defrontación o Enfrentación.

Según Registro Oficial No. 714 del 24 de junio de 1987, se ratifica la declaración de soberanía del
Ecuador sobre la Antártida y se aprueba la adhesión del Ecuador al Tratado Antártico. Una vez
que el país se adhirió al Tratado Antártico, se encomendó a la Armada del Ecuador tomar a cargo
la realización de la primera expedición ecuatoriana a la Antártida, por lo que se dispuso que el
Instituto Oceanográfico planifique, dirija y ejecute la misión, empleando para el efecto el Buque
de Investigación Hidrográfico-Oceanográfico (Orión), administrado por el propio instituto.

Así, el 1 diciembre de 1987, el Orión zarpó desde Guayaquil, llevando a bordo un total de 60
miembros entre oficiales, tripulantes e investigadores. La instalación de un refugio y la realización
de un intenso programa de investigación marítima en el estrecho Bransfield fueron las actividades
más importantes que se cumplieron durante la primera expedición ecuatoriana a la Antártida. Dos
años después, el país fue admitido como miembro consultivo del Tratado Antártico y en la
actualidad es parte de diversos organismos internacionales que tiene el único fin de preservar a la
Antártida como parte fundamental del futuro planeta. El 9 de agosto de 1989, se construyó la
primera etapa de la estación Científica Ecuatoriana, con el nombre de “Pedro Vicente Maldonado”.
Luego de lo cual se han sucedido hasta el presente año una serie de acontecimientos que han
demostrado, ante la comunidad internacional, la seriedad y el interés que Ecuador tiene con
respecto a la presencia en los confines del planeta tierra.

Por otro lado, la Asamblea Nacional aprobó la adhesión del Ecuador a la Convención de las
Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, en resolución que contó con el apoyo mayoritario de
las diferentes bancadas políticas que la integran. La decisión del órgano legislativo constituye un
acto de la mayor trascendencia para los intereses del Ecuador, pues permitirá que el país se
incorpore a un régimen de aceptación universal, que regula todas las actividades humanas en los
mares y los océanos. Actualmente, 162 países son miembros de la Convención y la Corte
Internacional de Justicia, máximo organismo jurisdiccional de las Naciones Unidas, ha declarado,
en varias de sus sentencias, que las disposiciones de la convención constituyen derecho
internacional consuetudinario, es decir, que obligan a todos los Estados, independientemente de
que sean o no parte de la convención. Paradójicamente, el Ecuador estaba obligado a cumplir con
las disposiciones de la convención, pero no podía beneficiarse de las múltiples ventajas que ofrece,
particularmente para los países en desarrollo.

La innovación más importante de la convención es la Zona Económica Exclusiva, espacio


marítimo de similares características a la de la Zona Marítima de 200 millas, que fuera creada en
la célebre “Declaración de Santiago”, de 1952, por Chile, Ecuador y Perú, países que libraron una
lucha titánica contra las grandes potencias pesqueras hasta lograr que su tesis de soberanía y
jurisdicción sobre las 200 millas se imponga e incorpore al derecho internacional marítimo,
plasmado en la Convención sobre el Derecho del Mar.

El Ecuador, con su adhesión a la convención, no perderá soberanía sobre sus espacios marítimos,
ni sus recursos marinos. Ejercerá efectivamente soberanía y jurisdicción sobre un mar territorial
de 12 millas como sobre la Zona Económica Exclusiva de 188 millas, con las limitaciones que
establece el propio derecho internacional. En el mar territorial, el paso inocente para los buques
de todos los Estados, y, en la Zona Económica Exclusiva, las libertades de navegación, sobrevuelo
y del tendido de cables y tuberías submarinas, libertades reconocidas por el derecho internacional
y anteriores a la convención, a las que el Ecuador nunca se ha opuesto. La diferencia estriba en
que, con la adhesión, el Ecuador podrá hacer valer sus derechos y defenderlos frente a terceros
bajo el amparo de una norma jurídica de aplicación universal.

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