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ARTE ROMÁNICO

CONTEXTO HISTÓRICO

Alrededor del año 1000 Europa entra en una nueva fase de su historia. Es la época en la que
se impone definitivamente el poder feudal, y la Iglesia mantiene su primacía social y
económica. Estamos ante una sociedad teocéntrica, todo gira en torno a Dios. Ello explica
que la Iglesia tenga una gran influencia social y poder, no sólo religioso, sino también político.
Una sociedad feudal de estas características produce un arte cristiano donde la iglesia es el
edificio más importante.

Se produce un renacimiento de la actividad artística, que tiene como particularidad su unidad


formal en medio de un continente políticamente dividido. Es lo que llamamos arte románico,
el primer estilo internacional que nace en el norte de Italia y se expande y desarrolla en toda
Europa. Abarca desde el siglo XI hasta comienzos del siglo XIII.

Esta unidad de criterios artísticos se debe:

a) El sistema feudal supone la existencia de una sociedad estamental dividida en tres


estamentos: la nobleza, el clero y el estado llano, este último formado mayoritariamente
por campesinos. Los dos primeros poseían privilegios como no pagar impuestos. Es un
sistema jerárquico que supone en toda Europa la preeminencia de los estamentos
privilegiados, la nobleza y el clero. Su poder político y económico los convierten en
mecenas artísticos. Estamos pues, ante un arte monástico y aristocrático.
b) La expansión monástica: las órdenes religiosas alcanzan entonces un poder
económico y un prestigio político que permiten su expansión más allá de sus núcleos
de origen. Los monasterios en el siglo XI guardan reliquias de santos que les
convierten en centros de peregrinación que les dan grandes beneficios. El mismo
sentido tiene las grandes rutas de peregrinación hacia Roma, Jerusalén y Santiago en
cuyos caminos se levantaron edificios que ofrecían características comunes. Las
peregrinaciones también contribuyen a unificar el arte de la época. El desplazamiento
de artesanos y artistas por estas rutas favorecen la difusión tanto de las técnicas
constructivas como de la escultura y pintura lo que originaría el primer estilo
internacional europeo.

ARQUITECTURA

Es ante todo una arquitectura religiosa definida por dos principios: la monumentalidad y la
perdurabilidad. Se pretende que sea perdurable puesto que la religión cristiana se considera
una religión eterna y por ello sus edificios también deben serlo. El románico construye en
piedra, incluso son de piedra sus bóvedas lo que obligará a adoptar nuevas técnicas
constructivas para poder sostener sus techumbres pesadas. Es por tanto una arquitectura
sólida y duradera con una buena organización o equilibrio de los volúmenes y masas dentro
del espacio arquitectónico. Es también una arquitectura monumental pues responde al interés
por imitar los grandes edificios romanos.

El monasterio y el castillo son las construcciones prototípicas de este período, aunque desde
el siglo XI pueda percibirse ya un inicio de renacimiento de la vida urbana, y en consonancia
con él, la catedral se convierte en símbolo de la ciudad.

En cuanto a los elementos arquitectónicos, los más importantes fueron la el arco de medio
punto o semicircular, la bóveda de cañón, la bóveda de arista, y el contrafuerte que servirá
para contrarrestar el empuje de las bóvedas y que estará en el exterior de la construcción.

Elementos sostenidos

El arco de medio punto

El arco preferido por el arquitecto románico es el de medio punto que se utiliza en la


estructura de la bóveda, arquerías de las naves, en las portadas y en los vanos. Tendrá dos
funciones, una función técnica y otra como elemento decorativo.
Bóveda de cañón

Es la más característica del estilo. Surge de la sucesión de arcos de


medio punto que se apoyan en dos líneas paralelas o, lo que es lo
mismo, la yuxtaposición de arcos de medio punto a lo largo de un eje
longitudinal. Esta bóveda gravita o descansa sobre la totalidad de los
muros en los que se apoya.

El muro no es solamente cerramiento del edificio sino que se


convierte en apoyo fundamental ; de ahí que sea necesario construir
muros gruesos, no muy altos y con pocas aberturas para que puedan
resistir sin volcarse el gran peso y empuje de la pesada bóveda de
piedra.

Para fortalecer la bóveda se utilizan arcos de refuerzos llamados arcos fajones. El papel del
arco fajón es doble: por un lado absorbe en parte el peso de la bóveda y por otro es un medio
para articular el espacio interior del edificio, ya que gracias a ellos la nave deja de ser corrida.
Como ves por medio de los arcos fajones la bóveda se fragmenta en varios tramos con lo que
el riesgo de deformación de la misma es menor. Los arcos fajones descargarán su peso en los
soportes interiores.

En el exterior del edificio se colocan contrafuertes para evitar el que el muro pudiera volcarse
por el peso. El muro es grueso y se apuntala a intervalos regulares con contrafuertes o
estribos -obra maciza de albañilería a modo de pilastra- . Se colocan donde el muro soporta
mayor empuje contrarrestando así el empuje concentrado en el interior del edificio en arcos
fajones, es decir, se colocan en el exterior donde en el interior corresponde un arco fajón
Bóveda de arista
Está formada por el cruce perpendicular de dos bóvedas de cañón. Se
divide en cuatro cuartos y las aristas son la intersección de esas
bóvedas de cañón. Reposa sobre cuatro puntos de apoyo pero exige
como la de cañón muros sólidos. Además para que sea plenamente
eficaz debe cubrir espacios cuadrados y el grosor de las dovelas debe
ser grande por lo que también resulta pesada.

El empleo de la bóveda de arista respecto de la de cañón tiene la


ventaja de repartir mejor los empujes.

El Románico utilizó este tipo de bóveda básicamente para las naves


laterales de las iglesias.

Cúpula

En el Románico existe la costumbre de acusar mediante una


sobre elevación el cruce de la nave central y la nave del
crucero marcándose éste en el interior con una cúpula.

Se utilizan las cúpulas sobre trompas o pechinas que


permiten el paso de la planta cuadrada a la circular de la
cúpula.

Las trompas son bovedillas en forma de concha situadas en


las esquinas con el vértice en el ángulo de dos muros y la
parte ancha hacia afuera, en saledizo. Sirve para transformar
una planta cuadrada en octogonal; sobre la planta octogonal creada ya es posible edificar un
cúpula o un tambor.
Las pechinas son triángulos esféricos cóncavos dispuestos en los ángulos del cuadrado a
cubrir permitiendo también de este modo pasar de la planta cuadrada a la circular sobre la
que se eleva la bóveda semiesférica.

El templo románico - aunque no se puede generalizar y las excepciones son muchas - en la


nave central suele presentar bóveda de cañón y de arista en las laterales. En la intersección
de la nave central y la del crucero se eleva la cúpula o linterna que contribuyen a iluminar el
altar presentando en el exterior el aspecto de torres (cimborrio). A veces, de manera muy
excepcional, se disponen cúpulas en todo el ámbito de la iglesia.

Elementos sustentantes

Los muros con sus contrafuertes y los pilares son los más importantes elementos de
sustentación, junto a ellos añadiríamos las columnas pero son más inusuales.

El muro

EL muro adquiere en el románico el papel de sostén y cerramiento. Por esta doble función
constituyen masas espesas, gruesas y con pocos vanos, reforzados en el exterior por los
contrafuertes. La pesada masa del muro además de ser el más importante contrapeso al
empuje de las bóvedas tiene un papel expresivo por sí mismo que contribuye a la estética del
conjunto. El muro se articula en el exterior por diferentes sistemas de listones, bandas
lombardas, arquillos ciegos, galerías de arquerías que descansan en columnillas, etc. Que
contribuyen a aligerar la pesadez del muro y a decorarlo.

Pilares y columnas
Si el edificio es de una sola nave el soporte de la cubierta es el muro, pero si es de varias,
como suele ocurrir en los grandes edificios, se precisa en el interior un sistema de apoyo más
complejo utilizándose de forma generalizada los pilares compuestos.
La planta

A lo largo del Románico se generalizan las plantas de cruz latina,


formadas por una o más naves longitudinales más otra
transversal, el transepto, el crucero se sitúa en la intersección
de ambas, y como remate, formando la cabecera, los ábsides o
capillas semicirculares.

Cuando el templo tiene más de una nave, si los laterales dan la


vuelta por detrás de la capilla mayor, esa parte de las naves
laterales constituye la girola o deambulatorio. En torno a la
girola puede haber pequeñas capillas radiales y, en ocasiones,
también en los brazos del transepto, conocidas por el nombre de
absidiolas.

A los pies se suelen levantar las torres de campanas flanqueando


la fachada principal, aunque también pueden aparecer en la
cabecera, en los brazos, en el crucero o, incluso, aisladas.

A veces aparece el claustro adosado a la iglesia; es un gran patio central, rodeado de


galerías con arcos de medio punto que se apoyan en columnas. Es una zona de recogimiento
general, conseguido por medio del contraste de luz entre la zona central descubierta y la
penumbra de las galerías

Además de las
tres portadas mayores
tuvo siete menores
Elementos de la portada

La Portada simboliza la puerta del cielo y en ella se va a representar la iconografía más


importante. .

La portada se abocina gracias a la superposición de molduras que siguen la curvatura del


arco –arquivoltas - sitúan la puerta de acceso en un plano interior; las arquivoltas cobijan el
tímpano semicircular que se erige sobre un dintel apoyado en las jambas laterales y en el
parteluz, elemento central que divide la puerta.

El tímpano, centro de atención del fiel, presenta el programa iconográfico principal, aunque las
representaciones escultóricas se extienden al dintel, al parteluz, a las jambas, a las
arquivoltas; de manera que la escultura llena todos los huecos.

San Isidoro de León

Alternancia
de pilares cruciformes
y rectangulares

Santiago de Compostela
ESCULTURA

La función de la escultura románica es decorar los templos, por este motivo está supeditada a
la arquitectura y no se concibe como estatuaria exenta. Las figuras se den adaptar a la
estructura arquitectónica.

Por otra parte, su intención es comunicar un mensaje, los programas iconográficos son
ilustraciones de sermones y de textos religiosos, teniendo cada escena su lugar
predeterminado; por lo que hay que distinguir entre la escultura y el mensaje dirigido al
pueblo, inculto y analfabeto, y el arte de los claustros de los monasterios, dirigido a los monjes
ilustrados e iniciados en teología, capaces de interpretar la alegoría, el simbolismo y
la intelectualización.

Durante el Románico lo que le interesa a los escultores es el aspecto intelectual, el mensaje, y


no el naturalismo, no la representación fiel de la realidad.

Por esto la figuras son sencillas, de relieve muy plano, con los ropajes ajustados al cuerpo y
con los pliegues sencillos y paralelos, desproporcionadas, generalmente alargadas
artificiosamente, sin volumen, dispuestas en composiciones sumamente sencillas,
generalmente yuxtapuestas, sin perspectiva, sin ambiente ni fondos, sin expresión, hieráticas,
sin movimiento, sin relacionarse las distintas figuras de las escenas entre sí, etc.

En cuanto a la temática Al principio se representaban únicamente escenas del Antiguo


Testamento, como el Pecado Original o la Creación del Hombre, pero rápidamente
comenzaron a aparecer escenas del Nuevo Testamento, y representaciones del Juicio Final,
Cristos en Majestad, la Visita al Sepulcro y muchas más se hicieron cada vez más frecuentes.
Además de estas escenas simbólicas representando episodios bíblicos, el románico hizo suyo
los bestiarios, haciendo muy frecuentes la aparición de animales tanto reales como
fantásticos, cada uno con su propio significado
*
La escultura se subordina a la arquitectura. Cada edificio presenta un programa iconográfico
predeterminado, con el objetivo de cumplir una función docente. Por eso muchas veces
se habla de “catecismos pétreos”

Capitel del claustro de


Santo Domingo de Silos

PINTURA

Experimenta un desarrollo paralelo a la escultura y con ella tiene en común muchas


características: antinaturalismo, simbolismo, adaptación al marco arquitectónico, etc.

Al estudiar las raíces de la pintura románica encontramos dos precedentes pictóricos que van
a influir y determinar el desarrollo de ésta. Por una parte, al igual que en la escultura,
encontramos la pintura bizantina que proporciona los modelos iconográficos a la hora de
representar las imágenes religiosas (Pantócrator, Virgen con el Niño, temas tan populares en
el románico tienen su origen en el mosaico bizantino). Por otro lado, sobre todo en el caso
español, va a ser determinante el influjo de la miniatura que decoraba biblias y beatos, y que
proporciona una mayor calidad narrativa y movimiento, fuera ya de los rígidos modelos
bizantinos.

Los temas son mayormente religiosos predominando entre estos el Pantocrator con los
tetramorfos, la Virgen con el Niño, etc.

El tema es tratado con un gran antinaturalismo, esto viene determinado por la ausencia de
paisaje o su representación muy esquemática, la inexpresividad o falta de dramatismo en los
temas dramáticos, la desproporción de las figuras, la representación esquemática del
movimiento.

La técnica empleada normalmente es el fresco, sobre el muro recién enlucido y antes de que
haya secado se pinta mezclando el color con agua de cal, al secar el muro la pintura queda
integrada en él. A veces la pintura ya acabada se retocaba al temple. También se hacían
pinturas sobre tabla para la decoración de altares.
Para los contornos y dintornos se empleaba la técnica del estarcido: un papel
con el dibujo previo tenía las líneas horadadas. Se colocaba sobre la pared
y se pasaba una bolsita porosa con polvo negro. Al retirar el cartón quedaba señalado
el trazo. Sólo había que remarcar el punteado discontinuo con un pincel

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