campo base del aneto

REFUGIO
LA
RENCLUSA
EL ANETO no se entendería sin
La Renclusa, el refugio donde pasan
la noche muchos de los miles de
montañeros que todos los años atacan
al coloso pirenaico. El moderno
refugio, dotado hoy con todas las
comodidades que se pueden pedir,
merece un capítulo en el libro de
historia del Pirineísmo.

M
UCHO antes de que los primeros
montañeros llegaran a las Malade-
tas, pastores y cazadores utilizaban
el aprisco de la Renclusa para guarecerse de la llu-
via y el frío. El mismo nombre hace referencia a él,
pues Renclusa significa “abrigo bajo la roca”. De
hecho, fue el lugar en el cual pernoctaron los con-
quistadores del Aneto en 1842, aconsejados por
los guías luchones que denominaban el lugar, ya
entonces, como la Renclusa de la Maladeta. A fi-
nales del XIX, cuando ya no era raro encontrar pi-
rineístas vagabundeando por estos lares, un tal Se-
bastián Mora se hizo cargo de él y lo adecentó para
dar cobijo a los pioneros. Su sobrino José Sayó
tomó el relevo en 1907. Para entonces, la afluencia
de pirineístas se había incrementado y ya no sólo
eran franceses que venían desde Luchón, sino
FERRAN ALTIMIRAS

también catalanes que llegaban a Benasque por la

nueva carretera del congosto de Ventamillo.

84 GRANDES ESPACIOS
 POSTALES • Refugio de la Rencliusa
Texto: Redacción GRANDES ESPACIOS.

El Pico de la Renclusa se levanta por

encima del refugio. En la foto se
aprecia la primera parte de la subida
al Aneto que discurre por las
pendientes nevadas de la derecha.

GRANDES ESPACIOS 85

José Sayó guió a muchos de ellos y trabó espe-
cial amistad con Juli Soler Santaló, presidente
del Centro Excursionista de Cataluña. Ambos
vieron la necesidad de construir un refugio de
verdad, como los que había en la vertiente fran-
cesa. Juli Soler se ofreció a que lo costeara el
CEC siempre que el Ayuntamiento de Benasque
cediera el terreno y los materiales. Y así lo hizo.
«ANTE LA TARDANZA DE LOS
COMPAÑEROS, OLIVERAS VOLVIÓ
Y AL COMIENZO DEL PUENTE VIO
LOS CUERPOS DE BLASS Y SAYÓ
CAÍDOS SOBRE UNA REPISA».
Las obras comenzaron en 1912 bajo la super-
visión de Jordi Soler, quien había diseñado los
planos, y de Sayó. La obra marchó a buen ritmo
y en dos veranos estaba terminada. Pero la
muerte de Soler Santaló dejó en suspenso la
86 GRANDES ESPACIOS
ÁNGEL PABLO CORRAL
apertura oficial. Finalmente, se fijó la inaugu-
ración para el 5 de agosto de 1916. Todo era op-
timismo y hasta se hablaba de construir otro re-
fugio en el collado de Coronas, a 3200 metros
de altitud. Pero la fatalidad vino a cruzarse en
el camino.
El día 25 de julio de 1916 llegaron al refugio
dos montañeros alemanes con la intención de
subir al Aneto. Adolf Blass y Eduard
Kröger, residentes en Barcelona y
socios del CEC, no tenían guía y
Sayó se ofreció a acompañarles. El
conocido cura montañero Jaume
Oliveras, que andaba por allí vigilan-
do la construcción de la capilla de la
Virgen de las Nieves, se apuntó a la
expedición.
El 27, Sayó y los dos alemanes salieron a las
cinco de la mañana. Oliveras se retrasó esperan-
do a su amigo, que al final desistió. Se juntaron
todos en el Portillón Superior y en un día acep-

Una foto del refugio al poco tiempo de ser
construido. Al edificio original se le añadieron
en 2006 varias naves, con lo que se consiguió
aumentar el número de plazas.
tablemente bueno alcanzaron la cumbre sin con-
tratiempos. Mientras comían algo, las nubes los
envolvieron y empezaron a caer los primero
rayos. Oliveras y Kröger cruzaron el Puente de
Mahoma y quedaron esperando en la antecima
zarandeados por las descargas. Un rayo tronó
especialmente cerca. Ante la tardanza de los
compañeros, Oliveras volvió y al comienzo del
Puente vio los cuerpos de Blass y Sayó caídos
sobre una repisa. Al llegar a ellos comprobó que
habían sido alcanzados por el rayo. Aterrorizado,
regresó junto a Kröger, le ocultó la desgracia y,
encordándolo de nuevo, bajaron el glaciar a toda
prisa. Sólo al llegar a las primeras pedreras le dijo
la verdad. Los cuerpos fueron rescatados tres
días después, cuando remitió el temporal.
POSTALES • Refugio de la Renclusa
ARCHIVO FOTOGRÁFICO DEL CEC
La prevista inauguración de la Renclusa se
suspendió y la afluencia de montañeros al Aneto
se redujo de forma notable. Según el libro de
cumbre, desde 1915 a 1919 sólo subieron 146 es-
pañoles y 104 extranjeros. Pero La Renclusa si-
guió abierta a cargo de Antonio Abadías, el yerno
de Sayó.
Durante la Guerra Civil, el refugio quedó
muy dañado y fue reconstruido y puesto nue-
vamente en servicio por el CEC en 1951. En
1991, el Centro Excursionista de Cataluña, la
Federación Aragonesa de Montañismo y el
Ayuntamiento de Benasque constituyeron el
Consejo de La Renclusa, lo que hizo posible re-
modelar y ampliar el refugio añadiendo una
nueva nave. En la actualidad, el refugio tiene
capacidad para noventa y dos plazas y ofrece
comodidades impensables para aquellos pri-
meros pirineístas. Lo que no ha cambiado son
los casi 1400 metros de desnivel que lo separan
de la cima del Aneto. Ÿ
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