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informes del Archivo Técnico

Con el ar queólogo Héctor Gálvez.


arqueólogo
Un rrescate
escate en Chimalhuacán
Chimalhuacán*
Ana María Crespo**

En la década de los años sesenta, la Dirección ocupaban buena parte de su tiempo libre. Piña
de Monumentos Prehispánicos, me recordaba Chán lo tenía en gran consideración y a su vez,
las oficinas de aduanas de mi niñez en Mata- él correspondía con un gran afecto hacia el maes-
moros, no sólo por la austeridad del mobiliario tro. Se erigía a sí mismo como una especie de
y su aspecto desaliñado, sino por los personajes su lugarteniente. Mi primera comisión de tra-
que por ahí deambulaban, generalmente vesti- bajo en Prehispánicos fue la de ser ayudante de
dos de beige (caqui decíamos en el norte), cal- Héctor Gálvez en un rescate en Chimalhuacán.
zando botas y paliacate al cuello. Entre ellos se
destacaba la figura maciza y alta de Héctor Gál- Chimalhuacán en ese entonces daba inicio a su
vez —el Gordo Gálvez—, quien andaría en la incontrolada expansión urbana, por lo que aún
treintena, era más bien trigueño, de grandes ojos se percibía la laguna en las inmediaciones del
cafés, bigote, malhablado y pendenciero; terror basamento donde íbamos a trabajar; tules, galla-
de la modosería femenina que también por ahí retas, ajolotes y demás fauna y flora acuática con-
hacía presencia. Llegué a ese sucedáneo de vertían en un cuadro cotidiano lo relatado en las
aduanas por una beca de la ENAH y con la anuen- crónicas. Los representantes del ayuntamien-
cia del maestro Piña Chán. to, verdaderos descendientes de la antigua
república de indios del lugar, recibieron solem-
Monumentos Prehispánicos en ese entonces era nemente al director Piña Chán, al arqueólogo
también el reducto de los “piramidiotas”, frac- encargado del rescate y a su nerviosa ayudante.
ción de la arqueología mexicana ostensiblemen- Su interés era el de salvaguardar el basamento
te despreciada por el ala científica de la misma, y su tesoro, la serpiente esculpida en la roca
que tenía a su vez sus cuarteles en el no menos madre, aún policromada, que desde la subes-
lóbrego edificio de Moneda. Un representante tructura aparecía al centro de una especie de
epónimo de dichos “piramidiotas” era Gálvez, cueva, cavada en el edificio por los saqueadores.
quien por supuesto tenía a mucho orgullo el ser-
lo. Las invectivas que dirigía a la otra fracción Una vez que estuvieron reunidos los peones y
las herramientas de trabajo listas, le hice ver a
Gálvez mi firme determinación de no excavar,
** El arqueólogo Héctor Gálvez C., falleció en septiembre le ayudaría en todo, pero recomponer la pirámi-
de 1975, mientras realizaba investigaciones en el estado
de Sinaloa (José Ramírez, comunicación personal).
de, no. Se me quedó mirando y me dijo de inme-
** Centro INAH Querétaro. anacres@ prodigy.net diato que por supuesto que estaba de acuerdo,
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ARQUEOLOGÍA 29  enero-abril 2003

no iba a ser tan irresponsable de pedirme que jes del gremio, la opinión sobre los trabajos en
hiciera algo de lo que yo no tenía ni idea. Que Teotihuacan, Tula y Xochicalco, de Bernal,
aplicara mis conocimientos escolares en lo que me- Acosta y César Sáenz, respectivamente. Asimis-
jor pudiera en beneficio de la obra, ya me indi- mo conocer qué significaban los gringos en la
caría si era necesaria mi ayuda específica. Hice arqueología maya y la distorsión que esta pre-
el croquis del antiguo edificio, vagué por los sencia acarreaba a una escuela mexicana de
alrededores (prospección, según yo), platiqué arqueología. Las ínfulas de los que se iban a es-
con los vecinos (etnografía aplicada o algo así); tudiar al extranjero y querían llegar a ejercer la
mientras, Gálvez y los trabajadores remenda- segunda conquista. Las estrecheces económi-
ban los estropicios que saqueadores y tiempo cas de siempre para llevar a cabo rescates en
habían hecho sobre el edificio. Cuando hubo cualquier parte del país. Los representantes de
necesidad de sacar dos entierros que estaban las elites en el gremio. Un discurso que ahora
casi a flor de tierra en la parte superior del edi- entiendo que partía de un representante de una
ficio, me apliqué a hacerlo. Cierto que para lim- generación educada en el nacionalismo y sensi-
piar los entierros me puse unos guantes fuccia, ble a las diferencias de estatus social.
de mi elegante tía, que ante el azoro de Piña, al
verme así equipada, no tuve más que explicarle Terminado el trabajo de campo, nos aplicamos
que eran para hacer rabiar a Gálvez. de inmediato a hacer el informe; aún conservo
mis notas en las que lamentablemente sólo en-
El dispar equipo de arqueólogos que formába- cuentro medidas del largo, ancho y alto del ba-
mos Héctor Gálvez y yo, no sólo por talla y gé- samento y poco de las conversaciones y aun
nero, sino por las diferencias en nuestro mutuo de las observaciones del entorno de Chimalhua-
eclecticismo teórico, o algo así, no tuvo tropie- cán y su gente. Una lástima, pues lo que tengo
zos en cuanto al interés y el gusto de ambos por presente en la memoria son sólo impresiones
el trabajo. Chimalhuacán fue mi primer desem- de aquel lugar, que asocio a uno de los grabados
peño “profesional” en arqueología y uno de los más conocidos de O’Higgins: un anciano incli-
más placenteros que he realizado. Durante las nado ante un chichicuilote, ambos de perfil, en
semanas que ahí pasamos y en el camino diario los términos de la laguna.
por la Calzada Zaragoza, previa la compra de
sus apreciadas “carnitas” —la revista VEA— Después de rendido el informe ante Piña Chán,
donde sí se veían buenas mujeres, no las que le pasó el expediente al archivo de la oficina de
imponía el desempeño laboral, me relataba las Monumentos Prehispánicos, en donde el muy
historias más estrambóticas del medio, los tra- joven Pepe Ramírez empezaba a trabajar. Poco
bajos espectaculares en que él y Piña, claro, después Gálvez se fue a Sinaloa, los saqueos en
habían intervenido y por supuesto, los argumen- la región estaban a la orden del día, había que
tos que tenía para rechazar la forma de apreciar proteger lo que se pudiera, y además con muy
la arqueología de los “científicos”. poco apoyo. No lo volví a ver, supimos después
de su muerte. Yo sentí que se fue a desem-
Mi aprendizaje entonces, en calidad de media peñar una tarea muy ingrata, estaba muy so-
cuchara, no fue por cierto excavar un edificio, lo ¿con quién de su gremio podía compartir
sino reconocer a través de él hechos y persona- experiencias?

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