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Borrador de monografía “La guerra contra el Narcotráfico en México”

Daniel Zarate Hernández


2°CV
LA GUERRA CONTRA EL NARCOTRÁFICO EN MÉXICO

Antecedentes (el narcotráfico, del porfiriato al nuevo milenio)

En los inicios del siglo pasado los tipos de drogas que solían comercializarse formaban parte de
los productos que se ofrecían normalmente en las farmacias, los vinos (cordiales) con coca y los
cigarrillos de marihuana (para combatir el asma) eran artículos bastante comunes por su fácil
obtención a todo tipo de personas.

Desde entonces (por lo menos desde 1978) existía ya una preocupación por controlar este
tipo de sustancias y algunas otras más, entre ellas el láudano.

Así, a propuesta del Consejo Superior de Salubridad Pública, el gobernador del DF,
Luis C. Curiel, dispone que los productos de boticas, droguerías y fábricas de
productos químicos en la capital del país observen ciertas reglas, como la de no
vender tales sustancias –entre las que se mencionan la morfina, sus sales y el opio-
sino por prescripción médica y garantizar su pureza. (Astorga, 2004: 19-20)

Es con esto que en el año 1883 el Consejo Público crea el reglamento sobre el expendio de
medicinas y otras sustancias en boticas y farmacias. En él se señala que los medicamentos
peligrosos no podrán venderse si no es por prescripción médica.
A finales del siglo XIX (1898) la heroína era considerada y a como u buen remedio para la
tos según algunas empresas farmacéuticas. En México así como también en otras partes el mundo
esta sustancia fue utilizada con ese fin durante un buen tiempo.
Los años veinte se inician con la prohibición del cultivo y comercialización de marihuana
por considerarla peligrosa en otras manos que no fueran las de un médico o un farmacéutico.
Para la década de 1930 los delitos de tráfico de drogas y toxicomanía pasan a ser de carácter
federal. Para los vendedores se establecen penas de seis a siete años de prisión y multas de
cincuenta hasta cinco mil pesos (dinero de aquella época). En estos momentos México ya es
considerado (según la síntesis periodística) un centro de concentración y comercialización de
estupefacientes.
En 1931 entra en vigor el reglamento federal de toxicomanía que sufrió modificaciones
para el año 1940. En él se estipulan de manera concisa las características que convierten a una
persona en delincuente de las drogas. “El toxicómano es clasificado como aquella persona que sin
fines terapéuticos sea usuario habitual de las drogas señaladas en los artículos 198 y 199 del Código
Sanitario vigente”. (Astorga, 2004: 43)
La escasez de productos derivados del opio o de la coca se vio reflejada durante la Segunda Guerra
Mundial, a pesar de esto, el noreste de México, especialmente el estado de Sinaloa se consolida de
manera indiscutible como la región de mayor cultivo de adormidera y tráfico de opio. “Según la
PGR, en 1949 fueron destruidos 933 plantíos con una superficie aproximada de 400 hectáreas en
los cuatro estados mencionados y había 1600 individuos consignados”. (Astorga, 2004: 61)
La palabra narcotraficante aparece desde finales de los años cincuenta pero se vuelve más
popular en los años setenta. Sin embargo a estos “agricultores” se les sigue llamando gameros
según la tradición popular.
Para los 80s el negocio del tráfico de drogas adquiere tales proporciones que resulta ya
imposible no darse cuenta de la terrible situación que tiene como protagonistas a las corporaciones
policiacas y a los traficantes. Fue en estos años que ciertos grupos delictivos crean una enorme red
de comercialización de drogas nacional e internacionalmente. Estos grupos se bautizan así mismos
con el nombre de carteles y a partir de ese momento son considerados un peligro para la economía
y la seguridad de la sociedad.
A la llegada del nuevo milenio la situación se encontraba ya por encima de las expectativas
de todos. De 2000 a 2010 la principal temática social fue la violencia derivada de los grupos
antagónicos. Fue precisamente en el año 2006 con el inicio del periodo presidencial de Felipe
Calderón que estalla la llamada Guerra contra el Narcotráfico de la cual se deriva la Guerra entre
Carteles cuya principal característica son las sangrientas batallas entre 2 o más bandos en las que
se ven implicadas incluso la sociedad civil.

Los carteles de la droga en México


La historia del narcotráfico en México ha sido una sucesión de confrontaciones ente la delincuencia
organizada y las autoridades (en este caso las fuerzas armadas) todo esto con la ciudadanía como
principal víctima.
Una de las noticias más recientes e impactantes en México durante el 2018 fue la detención
de José María Guizar, mejor conocido como el Z-43, quien es presunto líder del cartel de los Zetas.
Se trata de uno de los delincuentes más buscados por los gobiernos mexicano y estadounidense, el
cual llego a ofrecer hasta cinco millones de dólares por información que condujera a su captura.
Este hecho forma parte solamente de uno de los muchos eventos que México ha presenciado en
cuestiones delictivas. Esto cuenta con antecedentes que datan desde el siglo XIX, casi la mayor
parte del siglo XX y prácticamente las dos primeras décadas del siglo XXI. “Se remontan a finales
del siglo XIX e inicios del siglo XX, cuando era legítimo y usual el consumo de preparaciones a
base de opio, cocaína y marihuana que se podían adquirir en las botica con fines medicinales”.
(Brice, 2018: 92)
Guillermo Valdés quien fuera director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional
(Cisen) entre 2006 y 2011 ha dividido la evolución del narco en cinco etapas para fines didácticos
y de mayor comprensión. Las dos primeras etapas abarcan desde mediados de la década de 1920
hasta finales de la década de 1970. Este periodo estuvo remarcado por el desarrollo de cultivos de
adormidera (principalmente) opio y marihuana por pequeños productores, así como también por
la mayor demanda que tuvo durante la fase de mayor tensión de la Segunda Guerra Mundial.
La tercera etapa de la evolución del narcotráfico en México abarca la década de 1980 que
es caracterizada por la fragmentación y ruptura de la organización monopólica de Sinaloa, asentada
en Guadalajara por lo que recibió el nombre de cartel de Guadalajara. Sus líderes eran los
sinaloenses Miguel Ángel Feliz Gallardo, Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo que
controlaban y articulaban a pequeños grupos regionales. No obstante, estos grupos comenzaron a
fortalecerse y al mismo tiempo buscar su autonomía para controlar diversas regiones e incluso toda
la organización.
México no se encontraba aislado de otros territorios que también estaban consolidados
como principales productores de estupefacientes, incluso es importante mencionar que era un sitio
intermedio para el traslado de este tipo de sustancias.
Durante este periodo cobro auge en Estados Unidos la cocaína que, proveniente de
Colombia, ya no podría llegar hasta ese ávido mercado a través de las rutas
habitualmente utilizadas por los carteles colombianos. Ahora pasaría por territorio
mexicano, para beneficio del narcotráfico nacional. (Brice, 2018: 99)

La captura de Miguel Ángel Feliz Gallardo (mejor conocido como El Jefe de Jefes) en
1989, puso punto final al monopolio de la organización en Sinaloa y los diferentes grupos
fragmentados se consolidan autónomos para así repartirse las plazas o regiones.
Una cuarta etapa se dio de 1990 a 2006 cuando se hace evidente la lucha entre los
grandes carteles que han venido surgiendo desde 1980.
El de Tijuana, liderado por Benjamín Arellano Félix (el Min); el de Ciudad Juárez,
por Amado Carrillo Fuentes (el Señor de los Cielos); el del Golfo, por Juan
Nepomuceno Guerra y Juan García Abrego, y el de los Zetas (originalmente brazo
armado del anterior y que devino en cartel), por Arturo Guzmán Decena (el Z-1).
Asimismo, el cartel de la Familia Michoacana, encabezado por José de Jesús
Méndez Vargas (el Chango); el de Sinaloa, por Joaquín Guzmán Loera (el Chapo)
e Ismael Zambada García (el Mayo), y el de Jalisco Nueva Generación, por
Nemesio Oseguera Cervantes (el Mencho), solo por citar a las organizaciones
criminales con mayor presencia en el país y más allá de sus fronteras. (Brice, 2018:
99)

La quinta y última etapa ocurrió de 2006 a 2012, precisamente durante el sexenio de Felipe
Calderón quien dio inicio a la guerra contra las drogas. Sin embargo esta fuerte lucha que se ha
prolongado hasta la actualidad no solo no ha logrado acabar con el crimen organizado y con sus
consecuencias en la sociedad, por el contrario ha aumentado la inseguridad de la que son víctimas
decenas de ciudadanos inocentes.

El narcotráfico en la cultura mexicana


La cultura mexicana se ha caracterizado a lo largo de la historia por la tan marcada expresión que
el autor hace recaer sobre su obra. Estas expresiones suelen ser el resultado de sentimientos, gustos
y demás cosas subjetivas que dependen ya de la persona.

Al ritmo de la mafia
Los corridos han tenido una importante presencia a lo largo de la historia de México como signo
viviente de hechos y personajes relevantes de un lugar y una época. “El corrido mexicano es más
bien una tragedia puesto que describe, expone en canto bélico, lúgubre infausto, épico, vengativo,
tanto tierno como cruel, según los hechos. Alternan cobardía, traición y heroísmo no siempre en
defensa de cusas justas”. (Duran, 1996:9)
Los orígenes del corrido se remontan, según los expertos a la tradición oral prehispánica.
Así es que se tiene conocimiento de su existencia desde el periodo colonial, la guerra de
Independencia hasta su fase de mayor popularidad durante la Revolución Mexicana.
La magnitud del conflicto que se extendió por la mayor parte del territorio e hizo
mucho impacto en la clase desheredada produjo muchos corridos que recuerdan
hechos, personajes, circunstancias y hazañas. Pancho Villa, el guerrero mexicano
del siglo XX, quien tuvo simpatizantes y partidarios en la mayor parte del país y en
el extranjero, acaparo muchos de los corridos de la época. Por el sureste hasta se le
veneraba en un altar y le prendían veladoras. Fue el genuino luchador a favor del
pueblo mexicano. (Duran: 1995: 41)
De entre los personajes que el corrido se ha encargado de hacer fama se encuentran las
personas dedicadas al negocio del narcotráfico. Tal es la demanda y aceptación que con el paso
del tiempo este género musical ha adoptado su propio subgénero cuya característica principal es
la limitación a hablar única y exclusivamente sobre la temática del narcotráfico, los narcocorridos.
Esta subcategoría musical respeta y posee la misma estructura del corrido norteño
tradicional “una breve introducción que permite que permite situar en el tiempo y el espacio el
suceso que se va a relatar, la narración propiamente dicha, y una despedida frecuentemente
acompañada de alguna moraleja”. (Brice, 2018: 93) la gran mayoría de las acciones que son
relatadas se desarrollan en la parte norte de la Republica, principalmente en los estados de gran
incidencia al narcotráfico como Chihuahua, Sinaloa, Durango y Sonora. El contexto de las
composiciones puede variar, sin embargo todas hacen referencia al tráfico de drogas sea de forma
directa o indirecta.
Los títulos narcocorridos suelen ser explícitos en la mayoría de los casos. Títulos como:
“Por morfina y cocaína”. “Carga blanca”, “El cartel de a kilo”, “Cruz de marihuana”, “Regresan
los mafiosos”, “Asesino a sueldo”, “El Chapo Guzmán” o “Le Reina del sur” hacen evidente las
duras temáticas de las que se hablara sin antes haber escuchado las melodías.
Muchas agrupaciones se han consolidado como de gran importancia dentro del mundo
musical gracias a la enorme labor de popularizar el género musical. Algunas de ellas que fueron
pioneras del estilo siguen hasta la actualidad. Los Tigres del Norte, Los Capos de México, Cadetes
de Linares, Los Huracanes del Norte, Luis y Julián, Chalino Sánchez, por citar algunos, se han
encargado de perdurar la existencia del narcocorrido del que no cabe la menor duda nos hace ver
la realidad del país en tiempos pasados y en la actualidad.

El culto a la muerte y a la delincuencia


En un país tan profundamente religioso como México es muy difícil encontrar a una persona que
no profese algún tipo de credo. El catolicismo es la religión oficial mexicana y no por nada más
del 80% de la población le es fiel. Una pequeña parte de la población practica otro tipo de creencias
que a menudo son desconocidas para los demás como es el caso de los narcotraficantes que tienen
a la Santa Muerte y a San Jesús Malverde como principales objetos de veneración.
La adoración a la Santa Muerte surge del sincretismo entre la religión católica traída por
los españoles durante los tiempos de colonización y la adoración a la muerte por parte de los
antiguos pueblos indígenas mexicanos. Esta “deidad” no se encuentra reconocida por la iglesia
católica debido a que en cierta forma puede tener un origen diabólico, sin embargo, los testimonios
vivos de decenas de personas sobre la imponencia que ha tenido en sus vidas han hecho que la
Santa Muerte se haya consolidado como una figuras más importantes dentro de la cultura mexicana
y sea de lo más común ver a gente rindiéndole homenaje.
Para los narcotraficantes ha sido primordial el uso de ídolos como este debido a las
actividades que realizan como parte de su trabajo. Los principales favores que le son pedidos son
la seguridad y sobre todo el coraje para dar todo en el campo de batalla.
La Santa Muerte ha sido víctima de muchas críticas gracias a la personificación física que
se le ha otorgado, así como también que muchas personas hayan acudido a ella para la realización
de acciones malintencionadas.
A quienes apelan a ella –de acuerdo con la creencia- les suele dar soluciones dentro
de un amplio rango que va de problemas cotidianos a existenciales, y no es raro que
se le relacione con peticiones malintencionadas, grupos criminales o,
específicamente, el narcotráfico aun cuando muchos de sus miembros argumentan
que no tienen nada que ver con la ilegalidad. (Brice, 2018: 96)

Jesús Malverde surge a partir de leyendas que se desarrollan en tiempos de la Revolución


Mexicana. Testimonios de personas hacen creer que Malverde era un tipo de Robín Hood, este
personaje que robaba a los ricos hacendados para después repartir el botín entre los peones que
sufrían la peor de las miserias. Se le ha atribuye el título de “Bandido Generoso” y para los
narcotraficantes es de gran importancia dado que se identifican con las acciones realizadas por este
personaje “así como Malverde se distingue por ayudar a los necesitados, legitima a aquellos que
anteponen el fin a los medios, por lo que se le tiene como patrono de los delincuentes en general
y, sobre todo ahora, de los narcotraficantes”. (Brice, 2018: 96)

La narcopantalla
El auge del narcotráfico ha inspirado la realización de numerosas y exitosas series de televisión
así como un sin fin de películas. Estas se encuentran basadas en la vida de narcotraficantes muy
famosos así como también de ciertos grupos delictivos de gran incidencia delictiva.
Entre las narcoseries más vistas se encuentran las inspiradas en biografías de Amado
Carrillo de la serie “El Señor de los Cielos”, Pablo Escobar (narcotraficante colombiano) en la
serie “Narcos” que se transmitió entre los años 2015-2018 y “La Reina del Sur” que narra la vida
y experiencias de una mujer narcotraficante (Teresa Mendoza).

El narcotráfico y su incidencia en la sociedad mexicana.


Desde que el narcotráfico se robustece como una de las actividades socioeconómicas más
importantes desde finales del siglo pasado y los inicios del nuevo milenio ha habido consecuencias
negativas en la vida de los habitantes de las regiones donde operan los grupos delictivos.
Los carteles muchas veces tienen que hacer uso de civiles para la realización de muchas
acciones ilícitas, la gente tal vez por ambición, curiosidad o hasta necesidad se atreve a ser partícipe
de todo tipo de “mandados” que a veces suelen ser muy peligrosos hasta terminar con la vida del
inocente.
Para decenas de personas trabajar a lado de personas importantes como los son los
narcotraficantes es motivo suficiente para tener un enorme ego, sin embargo las consecuencias
suelen ser más duras de lo que al principio parecía ser. Ser aliado de un cartel significa estar
permanentemente en una batalla en la que solo es posible sobrevivir si se cuenta con las agallas
suficientes para matar a los enemigos. Una de las cosas que las personas no contemplan al ingresar
al mundo del narcotráfico es que este “oficio” solo posee de dos finales inevitables, la cárcel o la
muerte, la decisión dependerá de las capacidades y aptitudes como miembro de una organización
criminal.
Debido a las malas condiciones de vida que hay en los lugares de operación de los carteles
la gente del lugar no le queda más remedio que “salir a buscarle” y como la gran mayoría parece
no tener una buena formación académica no le queda más remedio que aceptar las jugosas ofertas
que los capos les ofrecen.
Regularmente los tipos de trabajos que suelen ofrecerse son los de halcón, transporte de
mercancía, ejecuciones, interrogatorios y en algunos casos más específicos la logística de la propia
organización criminal. Los hombres son quienes por lo general recurren a este tipo de ofertas, sin
embargo las mujeres y los niños no están exentos a ser partícipes de estas actividades.
La paga depende del cargo y la cantidad de trabajo que cada miembro del grupo realiza.
Esta más que claro que los jefes y comandantes tendrán una mejor monetización económica que
alguien que solamente se encarga de dar el pitazo. El salario de un líder oscila entre los 20,000
hasta los 30,000 pesos mexicanos por mes. Para los halcones la paga puede variar desde los 8,000
hasta los 15,000 pesos mensuales.
Las tragedias no están demás siendo participe en de estas organizaciones. Una de las
labores de lo más normal para los implicados pero tal vez no tanto para una persona común es la
desaparición de toda huella delictiva para lo cual los narcotraficantes realizan interrogatorios a sus
víctimas capturadas aliadas de otros carteles (muchos de ellos civiles) para después proceder a
ejecutarlos como signo de supremacía y también como un mensaje a las demás organizaciones de
no meterse con ellos.
Se estima que en lo que va desde el inicio de la guerra contra el narcotráfico iniciada en el
año 2006 y hasta el año 2015 ha habido cerca de 250,000 muertos, de los cuales un porcentaje
importante corresponden a civiles.
La ciudadanía, especialmente la juventud, ocupa un papel importante en este gran problema
al convertirse en activos consumidores de las drogas que se encuentran rondando de forma
silenciosa en las comunidades e inclusive en los propios centros escolares. Hace apenas algunos
años las drogas más comunes eran la marihuana y la cocaína y en algunos casos la morfina y la
heroína, sin embargo en la actualidad se comercializan todo tipo de estupefacientes con
consecuencias muy severas para el consumidor, físicas y sociales.
Los enfrentamientos entre las fuerzas armadas y las organizaciones delictivas han hecho
muy temerosa a la sociedad que ahora en estos tiempos no se atreve a salir de sus hogares por el
miedo a ser espectador o mismo participe de las perturbadores acciones que suceden día con día.
La inseguridad es el problema más grande de todos.
Aunque sea difícil de creer, hasta la misma ciudadanía es participe y hace que el negocio
del narcotráfico perdure por muchos años más. El narcomenudeo consiste básicamente en la
compra-venta de todo tipo de productos cuya presencia sea ilegal y la venta sea restringida por la
ley. La venta de armas de uso exclusivo del ejército se ha convertido en una de las actividades más
importantes de los últimos años en el sentido de la obtención de ganancias millonarias. Este
negocio tiene la característica de ser muy silencioso pero a la vez muy visible si se sabe buscar en
el lugar indicado.
Con la compra venta de fayuca el narcomenudeo es y seguirá consolidándose como una de
las más fundamentales actividades a las que el público en general pueda tener fácil acceso. Con la
compra de una película pirata se está contribuyendo de forma indirecta a que las organizaciones
criminales crezcan y los motiva a seguir trabajando.

La corrupción
Muchas personas piensan que el hecho de que las organizaciones criminales ocupen un papel
relevante en la vida de México es gracias a la enorme ayuda de los políticos y evidentemente lo
es, hasta a veces en gran medida. La principal cuestión es ¿dónde queda la guerra contra el
narcotráfico entonces?
La corrupción ha estado presente en la historia del país desde tiempos remotos, solo que
fue a partir del periodo presidencial de Felipe Calderón (2006-2012) con el inicio de la guerra
contra las drogas que se empezó a hacer evidente la enorme cantidad de violencia y delincuencia.
Es por esto que se considera a Calderón como uno de los autores intelectuales de la fuerte desgracia
que ha vivido México desde entonces. Se dice que este personaje fue el que le dio chance a los
narcotraficantes de tomar las riendas y hacerse con muchos territorios.
A todo esto se le suman gran cantidad de escándalos en los que los protagonistas principales
son los políticos vinculados con líderes del narcotráfico. Quizás uno de los casos más sonados fue
el de Humberto Moreira, gobernador de Coahuila de 2005 a 2011 que fue investigado por la Corte
Federal del Distrito Oeste división San Antonio, luego de que fuera señalado de haberse reunido
para acordar el pago de sobornos por parte del cártel de Los Zetas. Así como este, ha habido un
número incontable de casos de corrupción.
Durante el sexenio de Enrique Peña Nieto (2012-2018) los índices de corrupción
aumentaron muy considerablemente y el impacto social que hubo fue bastante duro a comparación
de periodos presidenciales anteriores, esto tal vez como consecuencia del regreso del PRI (Partido
Revolucionario Institucional) al gobierno federal después de 12 años.
La captura, fuga y recaptura de Joaquín Guzmán Loera fue un punto crítico y sin duda
alguna una de las acciones más controversiales durante el periodo presidencial de Peña Nieto.
Este acontecimiento fue pieza clave y motivo suficiente para hacer creer a la gente que existía
alguna especie de alianza entre los grupos delictivos y el gobierno federal. Queda más que claro
que este tipo de suposiciones no pasan de ahí ya que nunca se llegó a verificar total certeza la
veracidad de estos argumentos.
Para una persona con sentido común es muy difícil de creer que la guerra contra el
narcotráfico se haya prolongado durante más de 10 años, ante esta situación se han hecho una
cantidad innumerable de especulaciones relacionadas con los actos de corrupción. Pero de lo que
si se tiene gran certeza es que la supuesta guerra contra las drogas no tendrá un fin definido, al
menos no por el momento.

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