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Las Bienaventuranzas

RETIRO CON ADOLFO CHÉRCOLES SJ,


CASA DE EE DE XTO. REY - AGOSTO ‘97.

INTRODUCCIÓN
El método que vamos a seguir es muy sencillo: un día por bienaventuranza, en 8 días,
según el texto de S. Mateo. Siguiendo este esquema:
1. Cómo la vivió Jesús.
2. Si dijo algo sobre ese tema.
3 - Qué datos hay de la primera comunidad cristiana: S. Pablo, Hechos, etc, muy tangencialmente.

¿Cómo acercarnos? Es importante acercarnos adecuadamente. Dar su importancia a


Nazaret, que fue la mayor parte de la vida de Jesús, y la vivió con los ojos muy abiertos, en la
monotonía de un pueblo, en la cotidianidad, con la experiencia de lo que es ser persona. Todos
coincidimos en que buscamos la felicidad. Curiosamente, en algo en lo que todos estamos de
acuerdo es en lo que el ser humano tiene menos logros (alcanzar la felicidad)... Jesús apuesta por
la felicidad del hombre desde esta formulación. Pero hay que caer en la cuenta que tenemos un
dato previo, y es que nuestra apuesta no acaba de ser del todo válida. Jesús nos dice unas cosas
que nos parecen rarísimimas, y a lo mejor ni las hemos probado. Si os acordáis, el Evangelio está
enmarcado en dos grandes preguntas: 1. ¿Qué os parece? - a la inteligencia. 2 - Si quieres... a la
voluntad. El Evangelio es una de las propuestas más limpias, dirigida a la libertad del ser
humano.

Yo quisiera que esta noche borrásemos todos los supuestos, vamos a estrenar la vida.
Vamos a preguntarnos qué nos parece el Evangelio, las propuestas de Jesús. Porque las
Bienaventuranzas no son algo sobrenatural, sino que deben ser lo más profundo del ser humano, lo
que todos estamos buscando a tientas. Y el Evangelio, o es verdad en la realidad, o sencillamente,
es mentira. Por tanto, quitar nuestras seguridades y supuestos. Si me van a preguntar qué me
parece, voy a verlo... S. Ignacio usa una palabra: ‘reflectir’ para sacar provecho. En un
diccionario de 1700 me encontré lo siguiente: “reflectir = reflejarse el rayo de luz en un cuerpo
opaco.” Pues toda reflexión siempre será una manipulación. Aquí se trata de ver si sencillamente
nos dejamos ‘tocar’ por la realidad, a ver si aquello me descubre algo nuevo. Porque el Evangelio
no es evasivo, sino que clava la palabra precisamente en aquello que parece el obstáculo de la
felicidad: la pobreza, el llanto, el hambre, etc. No da de lado a una realidad que a veces no
sabemos qué hacer con ella.

El Evangelio nos mete en la realidad. Algo que nos recuerda lo central de la fe cristiana,
en 1 Jn 4,1 —por tanto, escrita al final de todo un proceso de asimilación de la fe, que lleva un
aprendizaje:— “Queridos, no os fiéis de cualquier espíritu, sino examinad si los espíritus vienen de
Dios, pues muchos falsos profetas han salido al mundo... Todo espíritu que confiesa a Jesucristo
venido en carne, ese es hijo de Dios.” Y la carne, en boca del mismo Jesús, es debilidad: “El
espíritu está pronto, pero la carne es débil”. Jesús ha venido pues en debilidad, en eso que nos
desconcierta, que nos descoloca, que no sabemos qué hacer... “Y sigue: Todo espíritu que no
confiesa a Jesús, no es de Dios.” Otras traducciones (Cf. B. de Jerusalén) “Todo espíritu que
deshace a Jesús, no es de Dios.”
Cada una de las Bienaventuranzas va a venir a librarnos de algún miedo, a desenmascarar
mecanismos que imposibilitan el que podamos realmente ser hermanos. La fraternidad del

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Evangelio es tremendamente real. Cf. Mt 21,28-31, donde se nos cuenta la parábola de los dos
hermanos: el que dice ‘no quiero’ pero va, o el que dice ‘ya voy’, pero no fue. Se nos va a esperar
en la realidad, en lo objetivo. Y en nuestra cultura hemos magnificado lo subjetivo. Cuando
decimos p.ej. ‘Yo me siento hermano de todos los hombres’, generalmente cerramos los ojos;
porque no estamos viendo la realidad... Lo importante no es lo que yo sienta, sino cómo se sienten
los otros delante de mí: ¿estoy verdaderamente abierto para acoger a todos, o soy un erizo? No
dar por supuesto: nos parecía ‘fetén’, ‘ir a la viña’, y mandamos para allá a todo el mundo, pero
luego resulta que nosotros ya olvidamos el camino...

Prefiero dar los puntos todo de una vez, algunas bienaventuranzas son complejas, y la cosa
puede que se alargue un poco. Porque la vida es compleja, o si se quiere, muy rica. Es un
problema, no del cristiano, sino de todo ser humano. El Evangelio no está dicho para los
cristianos, sino para todo ser humano, por eso tiene la limpieza de la oferta libre. Nosotros
secuestramos desde supuestos ‘cristianismos’ el Evangelio, desde la ‘suerte que tenemos’, desde el
‘don de Dios’ que es la fe... pero antes de eso, Jesús preguntó: ¿Qué te parece?, ¿Quieres?

PRIMERA BIENAVENTURANZA:
“Bienaventurados los pobres de espíritu,
porque de ellos es el Reino de los Cielos”(Mt 5,3)

Cada bienaventuranza [en adelante B] viene a tocar un problema de todo ser humano, que
está presente en cualquiera y que es fundamental. Puede ser algo que él ha escogido, o que le
viene de fuera, pero no es p.ej. el problema de un grupo que no afecte a los demás, como ‘al que le
da por... coleccionar sellos’. El problema de la pobreza está en relación con la riqueza. La
riqueza en sí es un bien, p.ej. el que hayamos podido desayunar esta mañana es mejor que si no
hubiéramos podido. El que un país se haya desertizado, es sin duda un mal que afecta a todos sus
habitantes...

En la vida de Jesús, vemos cómo el Nacimiento se da en pobreza. Y en un dato marginal,


cuando J. se encuentra con Natanael, de las pocas personas que merecen el adjetivo de ‘un
verdadero israelita’, no es un bocazas, y sin embargo, dice: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?”
De hecho, brutos, eran. El asesor de imagen de Jesús no tuvo en esto mucho tino... Pero es que
su mismo talante, su misma manera de estar, p.ej. “¿De dónde le viene a éste esa sabiduría...?”
Jesús es un cualquiera, uno que se había criado entre el pueblo. Pero si ha sido tan bruto como
todos nosotros, porque no ha tenido oportunidad de nada. ¿Qué cultivo ha tenido? Si no tuvo ni
una beca, ni fue a la Universidad, etc. Esta cita indirecta, de Natanael, nos revela algo cierto.
También en Mt 8,19-20: “Las zorras tienen madrigueras... el Hijo del Hombre no tiene ni dónde...”

Lo peligroso de la riqueza es que no podemos renunciar a ella así sin más, pues la
necesitamos, pues gracias a ciertos bienes vivimos: a que nos podemos alimentar, vestir, habitar,
estudiar, etc. Jesús avisa muy seriamente que la riqueza, en cuanto acumulación, no en cuanto
que son bienes para la vida, es una tentación-peligro-trampa. A mí no me tienta p.ej. acumular
ejercicio y estar corriendo toda la mañana... pero sí otras cosas, que son como ‘anzuelo’ para que el
bicho caiga.
Algunas citas que muestran la acumulación como trampa: Mt 4,8ss - “Todavía le lleva
consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria, y le dice:
todo esto te daré...” Uno diría: ¿Y yo, para qué quiero tanto? Dícele entonces Jesús: Apártate
Satanás, que dice la S.E.: Adorarás al Señor tu Dios y a El sólo servirás.” Jesús interpreta la
oferta como una alternativa a su fe monoteísta: implicaría un postrarme, un dar culto a otro dios.
Y vamos a un texto más concreto: Lc 12,13-21. Todo el evangelio va enganchado en la realidad,
en un contexto... Uno de la gente le dijo: ‘Maestro, dí a mi hermano que reparta la herencia
conmigo’. Y él respondió: ¿Qué yo soy abogado, o notario, para repartir herencias? Pero ya que

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ha salido el tema de la herencia, y aprovecha: ‘Mirad y guardaos de toda forma de codicia’, ni
siquiera de toda riqueza. Dice Freud, que no tenía un pelo de tonto, que el dinero tiene una cosa
curiosa respecto al ser humano, y es una ‘dimensión libidinosa’. Va uno por la calle y se encuentra
un billete de mil duros tirado... ¿seríamos capaces de darle una patada y seguir andando? Lo
recogemos... aunque sea para ‘hacer un donativo a los chinitos’.
Porque —sigue Jesús— ‘aún en la abundancia, no está asegurada la vida del hombre’. El
problema de la vida, y más sentido en el I Mundo, es la ‘seguridad’, que ha sido la primera
necesidad: si un niño al nacer no se ha sentido seguro, luego va a cojear esa creaturita. Y
queremos ponerla en algún sitio que nos dé garantía. La fe de Israel gira toda en torno a que
Yahvé es ‘mi Roca’, y el problema es dónde pongo mi seguridad: donde uno pone su seguridad
(tesoro), ahí es donde está su valor supremo (corazón).
Hay cosas del Evangelio que ahora, en el I Mundo, estamos más capacitados para captar.
Jesús veía con más agudeza a dónde llevaban ciertas dinámicas: ‘La vida del hombre no está
asegurada por sus bienes’, y le dijo una parábola, la del hombre rico, que ya no tenía dónde poner
su cosecha... pero Dios le dijo: ‘Necio, esta misma noche te reclamarán el alma, y todo lo que
preparaste, ¿para quién será?’ En un velatorio de gente sencilla, siempre sale el comentario: ‘Es
lo mejor que Dios ha hecho: todos nacemos en cueros, y nos vamos en cueros’... lo que es muy
cierto. Y este hecho pone en cuestión toda una vida, toda la codicia y la acumulación humanas:
Así es —de necio— quien acumula tesoros para sí, y no se preocupa de lo que vale ante Dios.

Mt 6,24-34: “Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro.
No podéis servir a Dios y al dinero”. Jesús había dicho: la acumulación no asegura la vida. Y lo
que nos preocupa es nuestra seguridad. Aquí, lo pone en otra figura, la del servicio a un señor. El
problema del primer mundo es el ateísmo. Estaba yo leyendo el otro día: “Todo discurso sobre
Dios debe partir del politeísmo”. Y esto no vale solo para la India. El ser humano necesita un
dios, algo en que apoyarse, que le dé seguridad. El problema del hombre siempre ha sido y será el
politeísmo: aquello en lo que me apoyo, ¿realmente me da seguridad? Menos mal que el I
Mundo por fin se confiesa ateo... no es quejéis nunca de eso. Únicamente, vamos a ver los
creyentes en qué cosas ponemos nuestra seguridad. Ahí donde está lo que dinamiza tu vida, a lo
que tú sirves y entregas tu tiempo y tu preocupación, ése es tu dios. La fe judía habla siempre de
un Dios entre ‘los dioses’, en un contexto politeísta. Sigue Jesús: ‘Por eso os digo: —estamos
intentando apoyarnos en algo que no nos da consistencia— ‘No andéis preocupados por vuestra
vida.’ ¿Por dónde tengo mis obsesiones, es por lo económico? Una de las cosas que agradezco
de la convivencia con los gitanos es que dicen: ‘ha ido a buscarse la vida’, o sea que no la tiene
asegurada, y son capaces de vivir contentos sin tenerla asegurada.

Una de las funciones del Evangelio sería ‘desentontecer’: ¿Que os parece?: “¿No vale
más la vida que el alimento y el cuerpo más que el vestido? ... Buscad primero el Reino de Dios y
su Justicia (el Reino es la posibilitación de la confianza, de la fraternidad entre los seres humanos)
y todas esas cosas se os darán por añadidura. Así que no os preocupéis del mañana. Cada día
tiene bastante con sus propias penas.” Luego, cómo puedo yo abordar el problema del
monoteísmo sobre un apoyo que resulta inseguro...
Lc 16,15: “Estaban oyendo todas estas cosas —los fariseos, que eran amigos del dinero
— y se burlaban de él, se cachondeaban... Y les dijo: Vosotros sois los que os las dais de justos
delante de todos, pero Dios conoce los corazones.” Cf. el chiquillo que tiraba en anzuelo del
billete de mil duros, y por el otro lado era un anuncio, y la mujer que lo recogió y se lo metió en el
pecho. Daba risa, y pena a la vez...
Lc 16,19-31: De Lázaro y el rico, donde J. le hace caer en la cuenta del ‘abismo’ que hay
entre unos y otros.
Lc 18,19ss - Del ‘joven rico’: Jesús lo miró con cariño, y le dice: estás apoyándote en lo
que no sirve: Aún te falta una cosa: todo cuanto tienes, véndelo y repártelo entre los pobres. Lo
que se quiere es que todos podamos vivir, no es que uno se las dé de asceta. Dice el Evangelio que
el joven se puso ‘muy triste, porque era muy rico’. Estábamos vendimiando un año y nos
alojaban en una casucha donde no había ni agua ni luz. El tractor se había llevado el remolque, y
teníamos que echar la uva en el suelo, porque no volvía. El problema era que se había ido la luz

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en el pueblo y todo había que hacerlo manualmente. En la tienda, la gente quejándose de que no
podían ver la novela por T.V., y un gitano sale diciendo: ‘pues a nosotros no se nos ha ido la luz’
(porque no la teníamos). Los que hemos tenido la suerte de estar en zonas muy pobres, nos damos
cuenta de que ahí hay alegría. Y uno se encuentra personas que ahora están ya mucho mejor, que
recuerdan con nostalgia esos tiempos de pobreza: ¡Hay que ver lo felices que éramos!
En el I Mundo somos ‘seres protésicos’, una sociedad que hace cada vez cosas más útiles para
gente más inútil. Cada vez más tontos, más torpes, más inválidos, hemos olvidado que teníamos
manos, pies, y ya no sabemos qué hacer con ellos... El joven se fue triste, porque era muy rico.

Pero en Lc 19,1-10, vemos el reverso: un rico que se libera, que reparte entre los pobres,
que compensa a los que había trampeado. Y ahí sí que hay alegría, al contrario de con el ‘joven
rico’. Zaqueo era muy rico, pero el día en que se anima a repartir, ese día ‘ha llegado la salvación
a esa casa’, y con ella la alegría. Hay que ver lo listos que somos, que hemos inventado la ‘opción
por los pobres’. Pero Jesús no optó por los pobres. Aquí vemos que este señor, recaudador de
impuestos, que hacía ‘ingeniería financiera’ como ahora se dice, y quiere estar con Jesús. El
problema de Jesús es que él optó, no por los pobres, sino por la humanidad entera. Pero optó
desde los pobres. El Evangelio no podía haber sido anunciado desde arriba, pues el lugar más
bajo es el más universal. En la medida en que uno va subiendo escalones —de riqueza, o también
de cultura—, serán menos los que lo escuchen y entiendan. Con qué cinismo el I Mundo dice al
III: ‘Yo me solidarizo con vosotros’, cuando no está dispuesto a reducir en lo más mínimo su
cuotas de consumo y sus mecanismos de extorsión... Sólo en la medida en que asumimos esa
realidad, en que hablamos desde abajo, podremos decir algo al hombre de hoy, al hombre de
siempre. Tal vez el ‘asesor de imagen’ de Jesús no se equivocó del todo...

Hay otros textos en donde dice que la pobreza, el no estar apoyándonos en la acumulación,
nos da la posibilidad de encontrarnos con el Espíritu. Cf. Mt 11,15: “¿Eres tú o tenemos que
esperar a otro? ... y se anuncia los pobres la Buena Noticia.” Jesús anunció la Buena Noticia a
todos, al joven rico, a Zaqueo, etc. Pero es que sólo desde abajo pueden entender que esto es una
Buena Noticia. Si yo estoy enfrascado en mis preocupaciones (por la seguridad, por la riqueza)
difícilmente voy a entender. Pero hombre, ¿cómo es que está deprimido, si lo tiene todo? —Ha
de ser porque lo tiene todo. El compartir es una ley ‘física’: “uno quiere mucho, no puede
compartir; uno no quiere tanto, ya puede compartir un poco; uno no quiere nada, ya puede
compartirlo todo.” En sitios muy pobres, donde la gente no tiene nada, lo comparte todo. Pero
cuando esas mismas personas elevan su nivel de vida, ya no pueden compartir.

Lc 4,16-19: ‘Hoy se ha cumplido esta Escritura’. Jesús se identifica con aquel


cumplimiento: se anuncia la Buena Noticia a los pobres.
Lc 14,7ss: “Cuando os inviten, no hagáis el ridículo, que os vayais a poner a los primeros
puestos...” Lo que Jesús habla es de las cosas de la vida ordinaria, cosas con mucho humor, y sólo
detrás viene lo sobrenatural. Claro que nosotros le ponemos dos velas y lo hacemos todo tan
formal... “Cuando des un banquete llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos,
porque no te pueden corresponder, y se te recompensará en la Resurrección de los justos.” Los
pobres nos abren a la gratuidad, porque no nos pueden corresponder. Y cuántas veces uno ha oído
en zonas muy deprimidas, a los que van ahí: ‘No se puede hacer carrera con ellos’. Por eso
mismo, el contacto con ellos nos libera, de que ‘no me han devuelto’, [de nosotros mismos].

De la primera comunidad: 1Cor 11,26-31... Comentario de Celso: constata que la


composición social del grupo cristiano ilustra su ideología: gente ignorante y carente de toda
educación, trabajadores manuales, etc. “Entre los cristianos, todo pecador, el que carezca de
inteligencia, en una palabra, el miserable, que se acerque, pues le pertenece el Reino de Dios.”

Hechos 3,1-6: Entran Pedro y Juan al Templo a orar. Había un hombre tullido de
nacimiento que ponían ahí para que pidiera limosna. Pedro le dijo: “‘Míranos’. No llevo ná’,
pero lo que tengo te lo doy: en Nombre de Jesús el nazareno, ponte a andar”. El problema es la
alucinación del I Mundo: lo primero es lo económico. ‘Sanear la economía’ es el primer deber de

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todo gobierno. Estamos alucinados al creer que todo tiene una raíz y una solución económica. Y
dejamos coja a la gente. Cuántos proyectos han estado obsesionados por subvenciones, y cuando
llega la subvención, aquello no puede marchar. Llegamos a la alucinación de que el paro es una
realidad, pero con tal que haya medios económicos para sostener a los parados, no hay problema...
Y eso es algo cochino, porque la persona se hace en su trabajo. Vamos de culo [como decía la
gente en la marcha del 1º de mayo]

Stgo 2,1-7: “¿No eligió Dios a los pobres según el mundo para hacerlos ricos en la fe?”
Se lo ha dicho a todos, pero son ellos lo que se enteran. Stgo 5,1: Estamos “engordando para el
día de la matanza...” ¡Menuda matanza!
Y en 2Cor 8,9: “Conoceis la generosidad de Cristo Jesús, que por nosotros se hizo pobre
para enriquecernos con su pobreza.” El el I Mundo el problema no es la lucha contra la pobreza,
sino contra la acumulación. Y lo que aquí tenemos no son pobrezas, sino marginaciones. Pues
nos hemos creído que lo necesitamos todo: ‘Una casa digna, un sueldo digno’... Cuando se le
pone ese adjetivo, ¡seguro que es indigno!. Hemos prostituído hasta la misma dignidad. Le
ponemos al sueldo o a la casa la palabra ‘digno’, y aquello se monta por todo lo alto, teniendo p.ej.
votos de pobreza en una casa religiosa, en un colegio, en un salario, etc. Esto a propósito de que
Jesús nos enriquece con su pobreza.
2Cor 8,13: Posibilitar la vida de los demás, el reparto, la igualdad. “No que paséis apuros
para que otros tengan abundancia, sino con igualdad.” Pero creemos que si no tenemos muchas
prótesis [aditamentos civilizatorios], ya la vida no es digna...

Ef 5,5: “Porque tened entendido que ningún fornicario, o impuro, o codicioso —la codicia
es una idolatría— entrará en el Reino de Dios”.
Pero Cf. Ef 4,28: “El que robaba, que ya no robe, sino que trabaje con sus propias manos,
haciendo algo útil...” El trabajo, en nuestros mismos Colegios jesuítas, [¿cómo es valorado?]: ese
tiene un capital... ‘su trabajo le ha costado’. Pues no señor, porque hay otros no tienen ni esas
cualidades, ni esos dones —don de Dios [decimos, y si es realmente de Dios, debiera ser para
todos]—, “con tal que lo haya ganado honradamente, puedo hacer con mi $ lo que se me antoje...”
El Evangelio, ni estrenado.
Hch 20,33-35: “Yo de nadie codicié plata, oro ni vestidos: Vosotros sabéis que estas
manos proveyeron a mis necesidades y a las de mis compañeros. Os he enseñado que es así,
trabajando, como se puede socorrer a los débiles, y que hay mayor felicidad en dar que en recibir.”
¿Es esto lo que hemos enseñado en nuestros colegios religiosos?

Por vuestra cuenta, leed: 1Tim 6,7-10: “raíz de todos los males es el amor al dinero...” De
los pobres es el Reino de Dios, esa posibilidad objetiva de com-partir, de poder re-partir. Y
nosotros ¿qué hemos hecho? Mandar el Reino ‘a la otra vida’ y querer aprovechar aquí lo de ésta
y lo de la otra... Ojo pues a desenmascarar, a desentontecernos.

ALGUNOS POEMAS PRESENTADOS POR MARIOLÉ [MARJOHJN LUCASSEN]


— para acompañar a sendas esculturas en barro, que simbolizaban los obstáculos que ponemos o
‘el reverso de las Bienaventuranzas’ y fueron disueltas en el Agua Viva, en la última Eucaristía—

I
“Bienaventurados los pobres de espíritu...”

(HOMBRE DE BARRO SOY)


“Soy tan necio que quiero tener
y más necio aún porque quiero guardármelo
para mí sólo
y acumular
no sea que me falte un día.
Soy tan necio que encima aparento
y de inicio me tiro al suelo cómodamente.

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Pero la verdad es
que los dedos de mis pies se tuercen.
y están en tensión
que lo que guardan mis manos
es la nada,
que lo que protege mi torso
es el vacío
que la expresión de mi cuello
y cabeza es miedo;
¿en qué se basa mi seguridad Señor?
la verdad no se encuentra allí
en ninguna riqueza terrenal.”

Vamos a ir leyendo también unos poemas de ANUNCIACIÓN JIMÉNEZ, una hermanita de la


Asunción:

“Camino a los hermanos


en BIENAVENTURANZA.
Pobre camino blanco.
¡Inmensa panorámica!
Desnuda. Despojada.
Nadie me quita la vida.
Recibo y la doy por Gracia.
Un sólo Tesoro. Uno.
Y sin más haber que el alba
y Dios... el único Dios
de ayer, de hoy, de mañana”.

SEGUNDA BIENAVENTURANZA:
“Bienaventurados los mansos/no-violentos,
porque ellos heredarán la tierra”

La organización de cualquier sociedad refleja las necesidades del individuo: porque


nacemos sin saber nada, y lo vamos recibiendo todo, hay un Ministerio de Educación. Porque
nuestra salud requiere de cuidados, hay un Ministerio de Salud. Porque tenemos pánico a la
indefensión, hay un Ministerio de Defensa. El problema que hoy se plantea —si ayer era el de
nuestro pánico a la inseguridad, que creíamos se resolvía por la seguridad económica— es el del
miedo a la indefensión. Cf. dicho latino: Si vis pacem, para bellum (si quieres la paz, prepara la
guerra). Esta bienaventuranza viene sencillamente a sujetarnos, luego vendrá la 7ª para trabajar
por la paz. Yo en ésta les perdono la vida... como el Gral. Narváez, que cuando se estaba muriendo
y se confesaba, el cura le decía: —“Gral., Ud. tendrá que perdonar a sus enemigos.” “No tengo
ninguno” —¿Pero cómo si pasó por situaciones tan ‘delicadas’? —“Los maté a todos.”

Vamos a ver cómo vivió Jesús esta mansedumbre. Es una de las pocas cosas en las que El
se pone como ejemplo, Cf. Mt 11,29-30: “Aprended de Mí...”. Y en Mt 12,15-21, “lo siguieron
muchos y los curó a todos, y les mandó enérgicamente que no le descubrieran, para que se
cumpliera el oráculo del profeta Isaías: ‘He aquí a mi Siervo... no disputará, ni oirá nadie en las
plazas su voz: no quebrará la caña cascada ni apagará la mecha humeante, hasta que llegue a la
victoria el juicio. En su Nombre pondrán las naciones su esperanza.” Estas son imágenes-clave.
Si hay aquí alguien que sea de pueblo y sabe lo que es una caña cascada, es algo muy peligroso,
porque es muy fácil cortarse con ella, y no sirve para nada. O la mecha humeante, le pone uno los

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dedos con saliva, para que deje de humear, y no le sopla porque echaría más humo, lo que ya es una
cosa inútil. Son dos cosas que desistimos de recuperar, que las eliminamos. Pero la Justicia de
Dios opta por la recuperación. No es como Narváez, que ya no tenía a nadie para perdonar...
Dado el pánico que provoca la indefensión, lo ‘normal’ es que uno intente anticiparse para eliminar
al enemigo. Pero Dios no lo hace así. Y lo que justifica su acción es que la verdad no se impone
por la fuerza. Pues aunque sea muy verdadera, con mi actitud impositiva, con mi manera de
anunciarla, puedo convertirla en mentira, descalificarla. La verdad nunca puede ser ‘un arma
arrojadiza’, sino algo que uno libremente acoge y se apropia. [El reto está en saberla comunicar,
saberla presentar... Cf. BARTOLOMÉ DE LAS CASAS: Del único modo de enseñar la vera
religión...]
Cf. Lc 9,51-55. Los samaritanos no le quieren recibir, porque va a Jerusalén. Sus
discípulos Santiago y Juan (hijos del trueno) dijeron; “¿Quieres que baje fuego del cielo y los
consuma?” —precursores de la bomba atómica— pero Jesús les dice: ‘No sabéis de qué espíritu
sois’. La venganza, nunca confesada, pero experimentada dentro, es ‘una gozada’, es ‘dulce’ como
dice el dicho. Pero todo aquello que procura un placer inmediato y seguro es muy riesgoso, así
como ayer veíamos el gusto que nos da encontrar dinero tirado, o también ver que le va mal a
‘nuestro enemigo’, y decimos ‘¡toma castañas!’ La reacción de Santiago y Juan es pues muy
primitiva, muy instintiva. Pero lo del Evangelio es complicado...
Cf. Jn 2,14-16 y Mt 21,12-17, donde se nos narra la expulsión de los vendedores del
Templo. Aquello fue una expulsión contundente, la gente decía: ‘Vámonos, que nos cae el leñazo,
éste nos ha salido respondón’. Y está bien que el Evangelio saque esta escena, porque el día que yo
me levante con ganas de comerme al otro, medito este pasaje, me armo de valor y de otras cosas...
Claro que el otro me puede responder: “Aprended de mí que soy manso” o “qué más caña cascada
que yo”. Siempre se puede manipular la Palabra.
Lc 12,49-53: “He venido a poner fuego a la tierra... ¿Creéis que he venido a poner paz en
la tierra? No, os lo aseguro, sino división...” O en Mt 23, donde echa en cara a los fariseos sus
injusticias, con una violencia verbal impresionante [sepulcros blanqueados, raza de víboras, etc.]
Los pasajes donde aparece un Jesús enérgico, contundente, violento, lo que nos indican es
que no se puede pactar con la mentira. Tenemos una doble alternativa: ante la verdad, conflictiva
como es, el hombre puede adoptar dos actitudes: 1. La inhibición, o 2. La agresividad. 1. Así
reacciona el que dice: “y yo ¿qué puedo hacer?”, se asusta, cierra los ojos, prefiere no enterarse.
2. Al que le encanta el conflicto y le entra a los golpes, lo que le da placer. Pero habría una 3ª que
es la que se llama Asertividad, que se ubica entre una y otra. Con la agresividad experimentamos
un placer mayor del que confesamos. Y no hay cosa más placentera que poder ir dando mandobles
en nombre de la Justicia, porque además quedo justificado. Lo de la Asertividad consiste en que
no puedo pactar con la mentira, pero tampoco puedo utilizar la agresividad para imponer la verdad,
porque entonces deja de serlo.
En la actitud de Jesús, Cf. Mc 3, 1-5: “Entró de nuevo en la sinagoga, y había ahí un
hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho, a ver si le curaba en sábado, para poder
acusarlo. (tal vez hasta ellos mismos lo habían puesto ahí, a ver si ‘picaba’) Estaban ya
disfrutando del ‘patinazo’ que iba a pegar y se frotaban las manos... Jesús dice al enfermo:
“Levántate y ponte ahí enmedio”. Y se dirige a los fariseos: “¿Es lícito en sábado hacer el bien en
vez de el mal, salvar una vida en vez de destruírla?” Les hace ver cómo la vida está por encima de
la Ley, intentando desmontar el prejuicio, la obcecación. Mientras que no desmonte el prejuicio,
difícilmente va a conseguir que accedan a la verdad. Jesús ofrece la recuperación, no la impone,
les dice: “¿Qué os parece?” Ellos se quedaron callados. Porque la recuperación no se puede
imponer. Yo no puedo sino ‘dejarla caer’ y el otro tiene la posibilidad de ‘recogerla’ o no... En la
medida en que uno quiere imponer, retrasa la posibilidad de recuperación. Los fariseos se inhiben,
pretenden no escuchar... Jesús los mira con ira, no pacta con su cinismo, “apenado por la dureza de
su corazón”... Cf. Huelga de albañiles en Granada, en el año ‘70, el 20 de julio. La policía mató a
3 obreros y hubo 7 heridos graves, entre ellos un policía. Cada año había una misa ese día, una en
El Zaidín, y otra en San Isidro, e íbamos todos los ‘progres’. Siempre estaba ahí la policía secreta.
Llevaban entonces su magnetofón para grabar los discursos, y la gente se reía de ellos cuando
picaban el botón de la música en vez del de grabar. Un año que no hicieron el ridículo sentimos

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que algo faltaba... Jesús no utiliza la verdad como un arma arrojadiza, como medio para justificar
su agresividad, para incapacitar al otro.

Una cita más peligrosa: Jn 18,8 - Escena del prendimiento en el Huerto, cuando va Judas
con toda la corte. Juan pone una escena que no aparece en los sinópticos: que se acercan los que
van a cogerlo, y Jesús les pregunta: “¿A quién buscan? —A Jesús Nazareno. —Yo Soy, y si me
buscais a mí, dejad ir a estos.” Cf. los Derechos Humanos, que por dondequiera sale el plumero.
Yo empiezo por tener conciencia de que soy un “sujeto de Derecho”, y con eso tengo ya bastante
entretenimiento. Pues resulta que aquí Jesús va a salvar los derechos de todos los que le
acompañan, pero él va a perder los suyos. Que los demás salgan indemnes, pagando él. Como
Martin Luther King, Gandhi, que sacaron adelante los derechos de sus pueblos, pero los suyos no
tuvieron tiempo de defenderlos... ¿Hasta qué punto esta formulación de los DDHH es auténtica?
El único verdadero sujeto de Derechos que existe es el niño, porque si sus derechos no están
atendidos, no subsiste. Sólo en la medida en que el niño empieza a crecer, a responder, a ser
responsable, le empezamos a decir: ‘Nada de caprichos’, y le empezamos a decir: ‘Tú tienes que
ser responsable’, no de derechos, sino de obligaciones. El adulto es ante todo un sujeto de
deberes, porque es lo único que nos responsabiliza. El ser sujeto de derechos nos pone en el
centro, en el ombligo del mundo, porque ‘yo soy’, ‘yo valgo’, etc. El “mirarse el ombligo”, es
prolongar la infancia, es vivir una situación regresiva, y la sociedad actual es regresiva. Más aún,
cultiva el respeto exacerbado del niño-prolongado, y al rato todos seguimos siendo niños —frente a
papá Estado, que intentará satisfacernos—. ¡Qué cosa tan bien dicha esto del ombligo! Pues
gracias al ombligo estamos aquí, ha sido lo central de nuestras vidas y sin embargo está llamado a
secarse. Seguir contemplándose algo que fue el comienzo y la posibilidad de mi vida, pero que ya
se ha secado, nos revela nuestra estupidez, el deseo de prolongar una situación ya superada. Por
tanto, los derechos humanos, para un ser humano responsable, y más para un cristiano, tienen que
empezar por los demás, si no, son una convicción cínica e individualista. Cuando nos encontramos
con una persona obsesionada por sus derechos, una vez tá bien, pero ya a la segunda, le das de
lado, pues tiene el ombligo como sartén.
La actitud de Jesús no es nada sencilla: ni tragárselas todas en nombre de la mansedumbre,
ni arrasar con todos en nombre de la ‘verdad’. Cf. Mt 5,38-48 y Lc 6,27-46. “Habéis oído que se
dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente’... a quien desee que le prestes algo, no le vuelvas la espalda.
Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persiguen, para que seais hijos de vuestro Padre
Celestial.” Este Padre Celestial se ha encaprichado en que todos —buenos y malos— seamos sus
hijos. La ‘ley del talión’ responde a un mecanismo infantil fundamental, al toma y daca en la
ofensa: si tú me has sacado el ojo derecho, yo voy a sacarte el tuyo: y así repito la atrocidad que
digo que no se debe hacer. Es una irracionalidad de tal calibre que la única explicación que tiene
es el ‘repetir e imitar’, un mecanismo de lo más primitivo, que nos da p.ej. hasta para aprender un
idioma. Es un mecanismo que nos da seguridad, que no requiere de mayor elaboración... y la
venganza, de ver que ‘ya estamos iguales’ produce un gran placer.

Mt 20,20ss: Ante la madre del Zebedeo, que quiere dejar bien colocados a sus niños, a sus
‘joyas’, la patrona de las recomendaciones se acerca a Jesús y dice: ‘Manda que estas dos mis
prendas, se sienten uno a tu derecha y otro a tu izquierda’ (y los demás, a dos velas). Jesús les
dice: ‘¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?’ Ellos: ‘Si es cuestión de copas...’ Pero, les
dice Jesús: “Sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí, sino a mi Padre...” (Siempre
que le preguntan alguna estupidez, Jesús los remite al Padre). Al oír esto los diez se indignaron
contra los dos hermanos. Jesús dice: “Sabeis que los jefes de las naciones las dominan como
señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder” (ojo: no pone excepciones), y encima se
hacen llamar ‘bienhechores’. (Cf. Sab. 2,11: ‘Sea nuestra fuerza la norma de la justicia, porque lo
débil se manifesta inútil’ = Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas). Pero lo que dice Jesús
es precisamente lo contrario: Que la verdad no necesita fuerza, y si la necesita es que es mentira.
“¡No será así entre vosotros!” El que quiera llegar a ser grande entre vosotros será vuestro
servidor, y el que quiera ser el primero será vuestro esclavo, de la misma manera que el Hijo del
Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida...” La única alternativa al poder es
el servicio. Es falso quien se siente ‘el vigilante del mundo’, el único verdadero es el que sirve.

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Porque somos puro poder... pero todo ese conjunto de potencialidades, de capacidades, tiene una
sóla alternativa válida: el servir.
¿Qué os parece? En nuestra valoración personal, ¿quién ocupa el primer puesto? Aquella
persona con quien sé que puedo contar en una dificultad. La valoración se mide por el nivel de
agradecimiento que provoca en nosotros. Admiramos lo que envidiamos, pero agradecemos lo que
es verdadero. Lo que agradecemos de esa persona es que ‘es como mi esclavo’, que sé que puedo
contar con ella-él. El único verbo que da sentido a la vida, —y la vida es el único bien que
tenemos, la base de todo otro bien— es el verbo dar. Todo lo demás es manipulación para el
dominio.

Otra madeja de citas: Ante nuestra pretensión de eliminar al que no tiene la verdad, Cf.
Mt 5,25.26: “Ponte de acuerdo con tu adversario mientras que vas con él por el camino, no sea
que él te meta a la cárcel y no puedas salir de ahí...” La ley del talión, o la doctrina de la Seguridad
Nacional en América Latina en estos años atrás —y en los presentes, como se descuide— se basa
en la eliminación del adversario. Parece ser que tampoco el ‘aparcamiento’ (dejar las cosas al
‘tiempo’) suscita la recuperación, es necesario el esfuerzo de ‘ponerse de acuerdo’.

En la primera comunidad cristiana, Cf. 1Cor 6,1ss: “Cuando tenéis pleitos, tomáis como
jueces a los que la Iglesia tiene en nada... Para vuestra vergüenza lo digo: ¿No hay entre vosotros
algún sabio que pueda juzgar entre los hermanos?” La fraternidad es un dato previo. Ud. es
hermano mío, me guste o no, me dé vergüenza o me alegre... el intento de arreglarla, es posterior.
La justicia de este mundo no juzga entre hermanos, sino entre enemigos, donde uno sale vencedor
y el otro vencido. Aquí lo que preocupa, lo que está en juego es la fraternidad misma. Lo que
Jesús nos pide: ‘Ponte en camino, intenta recuperarle’. No levantar el muro y apartarle, pues así
no se va a recuperar. “¿Y váis a pleitear hermano contra hermano, ante los paganos?” Los
hermanos están llamados a reconciliarse, y no a prevalecer uno sobre el otro.

Hch 7,55-60 - Esteban que muere perdonando a los enemigos, como lo hizo Jesús.

Rom 12,19-21 - Para vergüenza nuestra, tuvo que ser un no-cristiano el que se tomó en
serio esto de la no-violencia: vencer al mal a fuerza de bien. El Gandhi, que no tenía nuestra fe.
“No tomando la justicia por cuenta vuestra, dejad lugar a la Cólera” [Dios es el que justifica], pues
dice la Escritura: “Mía [exclusivamente] es la venganza”. La prohibición de no juzgar es absoluta.
Antes al contrario: “si tu enemigo tiene hambre, dale de comer, si tiene sed, dale de beber, así
‘amontonarás ascuas sobre su cabeza’, o sea, le vendrán los colores al rostro... En la formación de
toda fuerza represiva, lo único que hay que asegurar es que den el primer estacazo, porque una vez
que les respondan un taco, seguirán dándolos. La única manera de detenerlos sería el no
responder, y entonces se les arrugará el brazo.

Pero en el Cristianismo Primitivo se toparon con una realidad, la de la esclavitud, y hay


textos que poco menos que la justifican, con lo cual hay que pasar la página... Cf 1Pe2,18-20;
1Cor 7,18-24; Rom 13,1ss. También la Carta a Filemón, de Pablo que se ha encontrado en la
cárcel a un tal Onésimo, esclavo escapado de su amo (Filemón) y que tiene que volver a él. Pablo
le escribe una notilla (Cf. vv 8ss): “Aunque tengo en Cristo bastante libertad para mandarte lo que
conviene, prefiero más bien rogarte, en nombre de la caridad. Te ruego en favor de mi hijo, a
quien engendré entre cadenas, Onésimo, que en otro tiempo te fue inútil, pero ahora muy útil.
...Yo querría retenerle conmigo, para que me sirviera en tu lugar, en estas cadenas; —porque el
servicio es un privilegio, el privilegio por excelencia—. Veíamos anoche cómo lo que nos da
identidad es nuestra capacidad de servir responsablemente, de servir a todos. En opinión de
muchos el servicio es una degradación, pero es en realidad lo que ha posibilitado la vida. Y una
persona que no sirve, es que no ‘sirve’ para nada. Ahora resulta que el Filemón, que es el amo, le
diría al esclavo: ‘Tú quítate de ahí, que yo voy a servir a Pablo’... “Mas sin consultarte, no he
querido hacer nada. Tal vez fue alejado de tí por algún tiempo, para que lo recuperaras, y no como
esclavo, sino como algo mejor, como un hermano querido, que siéndolo mucho para mí, también lo

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será para tí.” (El servicio es pues lo que nos define). Sí hermano, alivia mi corazón, estoy
convencido de que lo harás, y tu generosidad será mayor de lo que te pido.” Por tanto, el servicio
doméstico es tan digno como cualquier otro oficio. La mujer que tiene que contratar a una chica
para irse a trabajar a otra parte, debe considerar su oficio tan digno como el suyo propio. El
servicio doméstico es tan digno como cualquier otro trabajo. Tan importante es limpiar las cloacas
como curar a los enfermos, o más todavía, porque si no se limpian, enfermará toda la ciudad.

1Pe 2,21-25 y 3,8-17: Estamos llamados a ser herederos de la bendición, no de la


maldición. En Lc, la bienaventuranza de ayer tiene una segunda parte: “¡Ay de vosotros, los ricos,
porque ya habéis recibido vuestro consuelo!”(Lc 6,24). No es una maldición, sino un grito de
advertencia.

De la B. de los mansos, la segunda parte es: ‘porque ellos heredarán la tierra’ (Is 65, 17-25
e Is. 11): “Pues he aquí que yo creo Cielos nuevos y Tierra nueva: no habrá ahí jamás niño que no
crezca ni viejo que no colme sus días...” “Lobo y cordero pacerán a una, el león comerá paja como
el buey, y la serpiente se alimentará de polvo: no harán más daño ni perjuicio en todo mi monte
santo.” ¿Cuál es la solución? ¡Hay que cazar todos los lobos! —dijo uno. Lo único raro es que
siempre me pongo del lado de las ovejitas... ¡Y mira tú por dónde siempre resultas corderito! No
se trata de eliminar, y esto cuestiona todos nuestros simplismos. Es complejo, pero por eso es
verdadero. Jesús dice: ten cuidado que tienes trampas muy serias, que pueden volverse contra tí.
Tienes que caer en la cuenta de que al actuar (sin tino) en nombre de esa Justicia o Verdad puedes
imposibilitarlas.

II
“Bienaventurados los mansos...”

(MUJER DE BARRO SOY:)


“Soy tan tonta que me he sentado
mi brazo derecho no se levantará
¿para qué?
¡que ellos se busquen la vida!

Me inhibo de ofrecer posibilidad de recuperación


¿por miedo al conflicto?
¿por no creerme la verdad?
¿por no creer en mí?
¿por no creer en el Eterno compañero?

Me miro el ombligo:
vaya idiotez,
como si por ahí me pudiera llegar
todavía algo bueno.

Ah, mi brazo izquierdo sí se ha levantado,


Vaya, encima con puño,
¿a la cara de quién irá dirigido
si ni siquiera miro?
Sin sentido mi postura
sin posibilidad de encuentro entre
iguales aunque muy diferentes.
¡qué soledad!
¡qué idiotez!”

De Asunción:

10
“Manso camino blanco
sin guerra ni represiones.
Venciendo el mal a fuerza
de Bienaventuranza,
en pos de la Justicia
con Bien y desarmada.”

TERCERA BIENAVENTURANZA:
“Bienaventurados los que lloran,
porque serán consolados.”

Si cada bienaventuranza toca un problema de todo ser humano, aquí es donde se percibe
con más fuerza. Pero a la vez se percibe la contradicción. El reto es más sin-salida, pues ¿cómo
vamos a decir que precisamente los que lloran son dichosos? Haremos algunas consideraciones
sobre el dolor y el sufrimiento. Personalmente, algunos habrán vivido más situaciones dolorosas,
otros menos. Pero tenemos que ante las experiencias dolorosas hay diversas reacciones: hay
quien queda aniquilado, deshecho, ‘arrugaíto perdido’, y otras personas que salen agigantadas, que
han crecido en dimensiones que nos asustan. Por tanto, la paradoja del dolor queda como telón de
fondo. El dolor es algo tremendo, pero no siempre desencadena los mismos efectos.

Antes de entrar al N.T., veamos el libro —clásico de la literatura— de Job: ¿qué sentido
puede tener el dolor? Desde que el hombre es hombre, está ahí ese reto. El libro de Job parece
que surge como réplica a la elaboración un tanto simplista de que Dios no puede verse afectado por
el dolor. Es la historia que una persona que pasa por situaciones dolorosas ‘fuera de lo normal’.
Y la solución teológica ‘popular’ es la del ‘castigo de Dios’: algo habrás hecho... El libro de Job
viene a dar un mentís a esa teología popular, pero tampoco ofrece ninguna solución. Como el
dicho aquél andaluz de: “El que nace pobre y feo, y se casa y no es querido, y se muere y va al
infierno, menuda juerga ha corrido”. En Job tenemos que su fe le ayuda mucho a sobrellevar las
desgracias, pero cuando le han sucedido, llegan sus amiguetes, personas religiosas, conspicuas, que
quieren echarle una mano para que su fe no perezca. Vemos a Job echando pestes:
—“¡Maldito en día en que nací...!” Y sus amigos, escandalizados, le dicen: —“Algo habrás hecho
para que Dios te castigara así.” Y le van hablando los tres, pero ninguno lo convence, ni los tres
juntos. La experiencia de Dios que tiene Job es la de no entender nada, ha perdido pie. Sin
embargo, toda la descripción de Dios de los tres amiguetes, es la de un Dios ‘peinaito’, decente,
‘como Dios manda’, y a Job le dicen: —‘más vale que no te oiga la gente’. Al final, en un
discurso larguísimo, se le preguntan los porqués de muchísimas cosas: del cocodrilo, del
hipopótamo, etc. Y ante esta perplejidad, en el último capítulo, Job dice lo siguiente: —“Yo Te
conocía sólo de oídas, mas ahora te han visto mis ojos”. A través de todo esto que me ha pasado,
Te he conocido. Y es muy cierto: nuestros discursos sobre Dios son ‘sólo de oídas’. Algunos que
han vivido la ‘visita’ de Dios, cuentan experiencias en donde ‘se les cruzan los cables’. Y Job
dice: —“Me retracto y me arrepiento, sentado sobre el polvo y la ceniza.” Pero al final, Yahvé le
dice al primero de los amiguetes: —“Mi ira se ha encendido contra tí, pues no habéis hablado con
verdad de Mí, como mi siervo Job. Habéis intentado abarcarme, habéis intentado explicarme...”
Desde Feuerbach, se denuncia que la religión intenta hacer un Dios a la medida de lo humano,
como una construcción montada por el hombre. Lo que Job constata es que ha perdido sus
seguridades, y que en ese despojo le ha salido al encuentro Alguien que le desborda...
De Jesús:
Filipenses 2,6-11: “El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a
Dios, sino que se despojó de su condición divina, apareciendo en su porte ‘como uno de tantos’ (un
cualquiera: éste también la pringó, como todos la pringamos). ¿Qué datos tenemos en el
Evangelio de que Jesús experimentó la perplejidad, el desconcierto, el dolor?

11
Lc 19,41: Jesús llora ante Jerusalén, al presentír que será destruida, al ver que no ha
conocido ‘los caminos de la Paz’.
Jn 11,33-35: Antes de la resurrección de Lázaro, ante el llanto de sus hermanas y de los
que estaban ahí, Jesús “se conmovió internamente, se turbó y dijo: ¿dónde lo habéis puesto? Y se
echó a llorar”.
En la Pasión, y sobre todo en la oración del Huerto, que es algo desconcertante, pero
importantísimo: Mt 26,36-46: Luego de que Jesús ha estado con ellos en la Cena muy entero, con
frases de verdadero dominio de sí: “Con ansia he deseado celebrar con vosotros...”, va con ellos a
Getsemaní, y comienza a sentir ‘tristeza y angustia’ —los dos sentimientos más destructivos que
puede experimentar el ser humano—. El dolor es malo, hiere, pero la tristeza y la angustia es
‘perder pie’, no tener donde agarrarse. Y pone en boca de Jesús lo siguiente: “Mi alma está triste
hasta el punto de morir.” (¿No hemos oído nosotros de personas que más quisieran morirse?) “Y
adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y suplicaba así...” A veces decimos de alguien: ‘está
por los suelos’, cuando aquél ya no tiene ningún resorte, ninguna fuerza. Y suplicaba: “Padre mío
(en paralelismo con Job, Jesús no rompe nunca la relación con un Dios que no entiende) si es
posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieras Tú”. Mi
voluntad no coincide con lo que preveo que es la Tuya. “Viene entonces donde sus discípulos y
los encuentra dormidos... (y simbólicamente, eso siempre es así: ante el dolor estamos solos, y
todos los que estén a nuestro alrededor es como si estuvieran lejos. Cuando el dolor visita a una
persona en estos niveles, se encuentra sola, y todos los demás, por más que sean buenas personas,
generosos, etc., van a estar ‘dormidos’).
Hay que ver lo crueles que somos a veces, ante personas que se han venido abajo,
comentamos: —‘Yo creía que esta persona era otra cosa, que tenía más aguante...’ o —‘Yo
esperaba más de tí...’ Lo mismo le hubiéramos dicho a Jesús. En el Evangelio no hay ni un
violín, la realidad se presenta en toda su crudeza. Jesús le dice a Pedro: —“¿Con que no habéis
podido velar ni una hora conmigo? Velad y orad para que no caigáis en tentación, que el Espíritu
está pronto (hace unas horas estaba yo en forma, que me comía el mundo) pero la carne es débil”.
Y cuando la carne dice: ‘aquí estoy, compadre’, se hace sentir... Recordad lo de 1Jn: creer en Jesús
‘venido en carne’. El problema del seguimiento de Jesús no es precisamente el mirar pa’rriba,
sino el mirar pa’bajo. Y como lo busques por arriba, te has quedado sin El. Jesús se queja,
suplica a sus amigos: “Estaros por aquí, que estoy que me muero”. Y luego: “Hágase Tu
voluntad, que no la mía”, cuando en otra ocasión había dicho: “Mi voluntad es hacer la voluntad
de mi Padre”. Aquí Jesús habla con verdad de Dios, como su siervo Job, que no cierra los ojitos,
sino que clama espantado: ‘¿y esto que es!?’. De modo que aquí tenemos una experiencia-límite,
que tal vez pocos han experimentado, pero algunos sin duda...

Otra escena, posiblemente la más iluminadora de cara a esta bienaventuranza. La escena


es Juan 19,25-27: Es la de María al pie de la Cruz. Amigo mío... ¿Qué hacía ahí aquella mujer?
¿A qué ese trago tan amargo, si María no podía ‘solucionar’ nada? Y sin embargo, esa escena del
‘stabat Mater’, de pie junto a la Cruz, no ha habido músico que se precie que no le haya
compuesto. Lo único que se puede hacer junto al dolor es estar de pie, y no porque yo lo vaya a
solucionar. No es casualidad que sea una mujer la que está ahí de pie. Porque la experiencia da
que las mujeres saben estar ahí. Los hombres nos creemos que lo vamos a arreglar todo, pero
cuando vemos que no podemos, nos vamos: —‘yo aquí no pinto nada’. Pero la mujer, aunque
tampoco ‘pinte nada’, lo pinta todo. Lo que antes decíamos: hay personas que con un dolor
tremendo se crecen (nadan en alta mar), y otras que ante pequeñas dolencias se quiebran (se ahogan
en un vaso de agua). Cf. caso de la familia gitana que iba a arreglar su cocina, pero la María estaba
a punto de dar a luz. Y cuando empezábamos a meter mano a la cocina, a los 10 min le habíamos
cortado el agua caliente, la luz, etc. La mujer se puso a lavar su montón de ropa, de rodillas sobre
su tabla, con agua fría, en invierno, para vivir, y cuando el médico le preguntaba, a unos días de dar
a luz: —¿está Ud. apurada? , ella decía: —Y yo ¿por qué voy a estar apurada?

El dolor no hay quien lo explique, ni quien lo entienda. Pero si le damos la espalda y


salimos corriendo, si no lo afrontamos, el dolor nos come, nos espachurra, por pequeñito que sea.

12
La única postura es afrontar, que no solucionar. No digo tampoco integrar, sino ‘tener delante’ y
‘no quitarle los ojos de encima’. S. Ignacio habla de ‘poner mucho rostro’ a la desolación, y ‘no
hacer mudanza’, lo que sería huir. Porque entonces la desolación se crece ‘como fiera’ y te
destroza. Es más peligrosa una estupidez que una cosa sublime: las cosas sublimes nos acrecen;
las estupideces, nos destruyen. Mi primer año en Paraguay, no se lo deseo a nadie, y sin embargo,
que nadie me lo quite. Lo que sí sé es que si yo hubiese salido corriendo en aquel momento (y
tenía datos para haber desertado) hubiese hecho el disparate de mi vida, y aquello me hubiese
destruído. Y por quedarme ahí, viví algo que marcó el comienzo de mi carrera... Jesús no
entiende, pero no rompe su apertura a Dios, no sale corriendo. Y curiosamente, después lo vemos,
en la Pasión real, con una entereza que nos sobrecoge. ¿A ver si los que salen corriendo porque no
quieren llorar, no acaban apachurrados? Y en cambio, los que han permanecido ahí, han crecido
hasta una altura que no hubiéramos creído. Como María, que supo estar al pie de la Cruz.

Mt 16,21-25: Después de la confesión de Pedro, comenzó Jesús a manifestar a sus


discípulos que iba a Jerusalén, donde sería rechazado, torturado, muerto y luego resucitaría.
Nuestra reacción inicial es siempre negar la perspectiva del dolor. Y cuando Pedro lo llama aparte
para decírselo, le responde: “¡Apártate de mí, Satanás, porque tus pensamientos no son los de
Dios, sino los de los hombres!”

Mt 11,28: “Venid a Mí todos los que estáis cansados y agobiados, que Yo os aliviaré”.
Pero no nos quita la carga, sólo nos da la ‘aspirinilla’ de saber que no estamos solos, que El está
llevándola con nosotros.

Hebreos 5,7-8: Jesús “fue escuchado por su actitud reverente”, y “aun siendo Hijo, con
lo que padeció experimentó la obediencia”, y alcanzó su perfección por el sufrimiento. Una
persona que no ha salido corriendo, que ha afrontado el sufrimiento, puede llegar a la perfección.
No es un ‘chapucillo’ de mala muerte, sino alguien que sabe ‘rematar’ hasta que la obra esté
acabada, per-fecta. Ahí está el Hecho Pascual: muerte y resurrección. Queremos llegar a la
resurrección saltándonos la muerte. S. Ignacio nos pide: “considerar cómo la divinidad se
esconde”. Cómo pudiendo venir “en ayuda de la sacratísima Humanidad” no lo hace. Era lo que
decía la gente: —“Si eres el Hijo de Dios, bájate de la Cruz”. No lo hizo, se desangró ahí, aceptó
su fracaso, murió... ¿no era pues el Hijo de Dios? En las experiencias límite, el Dios que ‘conocía
de oídas’ ya no me sirve. Dios interviene cuando ya no hay alternativa humana. Sigue S. Ignacio
en la 4ª semana: “Considerar ahora como la Divinidad aparece tan miraculosamente...” Sólo
cuando has perdido pie, cuando te has sentido ateo porque el Dios que tenías ha desaparecido,
cuando lo nombras sin saber qué contenido tiene, resulta que después, misteriosamente, aún aquí en
esta vida, aquello se ilumina. Y no podrás descubrir qué es lo que ha ocurrido, pero sabes que El
ha estado ahí. No sabemos la fe que puede tener uno que se llama ateo o agnóstico... ve tú a saber
el Dios que está negando, a lo mejor es el de ‘oídas’.
Heb 2,9-15: Y aquél que “fue hecho inferior a los ángeles”, le vemos coronado por Dios
por haber padecido la muerte, llevando a muchos hijos a la Gloria, pues Dios quiso ‘perfeccionarle
mediante el sufrimiento’. Ej. de lo contrario: en un matrimonio de mucho dinero, que tiene un hijo
único: apenas abre la boca y ya tiene ahí lo que desea. ‘Un niño al que no le ha faltado nada’. Lo
van a hacer un desgraciado —decimos— ¡y no nos equivocamos! Porque hoy día al niño se le ha
puesto en un pedestal: que no sufra, que no tenga un trauma... pues va a salir ‘el niño de la vitrina’.
—‘Que mi hijo no pase lo que yo pasé’ oímos decir. No se trata de fastidiarlo, pero tampoco de
evitarle los problemas que la vida trae consigo, que es ahí donde puede crecer.

En aparente contradicción con lo antedicho, en el Evangelio vemos que Jesús no soporta


tener delante el sufrimiento sin buscarle remedio. No hay ni una frase en donde se sacralice el
dolor. Viene a cuento la historia de mi padrino, Carmona, del que mi padre contaba que era de una
gran calidad humana. El pobre murió de un cáncer de colon, cuando no había remedio para esas
cosas. Vino Dª Matilde (mujer muy religiosa) un día a visitarlo, y le decía: “Es que Ntro. Señor lo
está probando”... Y el viejo respondió: “¿Probando? ¡No, me está comiendo!”.

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Mt 25,31-46: Dios está ahí, en el dolor y desamparo de nuestro prójimo.

Mt 8,16-17: “Al atardecer le trajeron a los endemoniados y enfermos. El los curó a todos,
para que se cumpliera el oráculo del profeta: El tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras
enfermedades. No hay posibilidad de luchar contra el dolor sin implicarse en él. Con estos
avances de la técnica, hemos inventado la solidaridad ‘con mando a distancia’, y queremos arreglar
las cosas sin comprometernos mucho. A veces incluso las desarreglamos más, cuando queremos
compensar con dinero los sufrimientos vividos por algunos, [haciéndoles mentalidad de víctimas]
en lugar de acompañarles, de hacer camino con ellos para recuperar su dignidad.

Primera comunidad:
Hch 5,40-41 - Los apóstoles salieron del Sanedrín ‘felices de haber sido considerados
dignos de sufrir (azotes, censuras, prohibiciones) por el Nombre de Jesús.’

2Cor 11,28-30 - “Además de estas y otras cosas, pesa sobre mí la preocupación por todas
las Iglesias: ¿quién vacila que yo no vacile con él, quién tropieza sin que un fuego me devore?”
2Cor 1,3-11 - “El que nos consuela en toda tribulación para poder consolar a los que
actualmente se encuentran en la tribulación. Pues así como abundan en nosotros los sufrimientos
de Cristo, abunda también su Consuelo... El da libertad cuantos por temor a la muerte, estaban
sometidos. La muerte es por definición el límite, el resumen de todas las desgracias. A veces el
temor a la muerte nos paraliza: yo salgo corriendo, el otro se queda solo. Y solidariza más el
pasar un sufrimiento con otra persona, que haber corrido juntos todas las juergas. Con respecto a
la muerte, yo recomiendo un libro: de Elizabeth Kübler-Ross, Sobre la muerte y los moribundos.
Ed. Grijalbo: del proceso que siguen los moribundos, de las conversaciones con ellos, del rechazo/
aceptación de este acontecimiento. [Cf. On death and dying]
2Cor 4,7-10 - “Pues a los que vivimos, nos corresponde ser entregados a la muerte a cada
momento, por causa de Jesús, para que la vida de Jesús se manifieste...”

Col 1,24 - “Completo en mi cuerpo lo que falta a la Pasión de Cristo...”

Heb 10,33-36 - Ustedes “fueron públicamente expuestos a humillaciones y pruebas, y


tuvieron que participar del sufrimiento de otros... se hicieron solidarios de los que iban a la cárcel;
les quitaron sus bienes y lo aceptaron gozosos... Por eso, no pierdan ahora su resolución.”

Is 58 - El ayuno/culto que Yahvé quiere: implicarme en las necesidades y dolor ajenos.

1Pe 3,13-17 - “Es mejor sufrir por hacer el bien, si tal es la voluntad de Dios...”

Rom 5,13 - “Más aún, nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación
engendra la paciencia, la paciencia la virtud probada, la virtud probada la esperanza, y la esperanza
no defrauda, por el Espíritu que nos ha sido dado.” Cf. Laín Entralgo, en Antropología de la
Esperanza, dice que la sociedad actual se ha incapacitado para la esperanza. Conoce sí el
‘optimismo’, pero no la esperanza bíblica, que sobreviene cuando ya no hay alternativa humana,
cuando ya no hay ‘nada que rascar’. El optimista se basa en una seguridad, p.ej. de datos, de
indicadores económicos. Pero la esperanza bíblica es ‘contra toda esperanza’ meramente humana;
entonces es cuando sorprendentemente llega.

III
“Bienaventurados los que sufren...”

(HOMBRE DE BARRO SOY)


“Incorporándome de un sueño
levanto brazos y rodilla
Mi cara asustada se dirige hacia qué se yo.

14
(Temor a la vida por temor a la muerte)
el dolor, que se siente por dentro,
¡que no me llegue a rozar!

Me faltan manos y piernas


para cubrir mis entrañas.
Quiero tapar con mi vista
mi corazón, mi sexo
no sea que llegue a sentir
el dolor que duele tanto...

¡Cómo no me acuerdo que a través del dolor


llegué a la vida!
¡Cómo no me doy cuenta que de cara a la vida
no tengo nada que decir!
¡Cómo soy tan ciego que no veo
que deshaciéndome me haré
y te encontraré a Tí
mi Libertador!”

De Asunción:

“Llorando porque es mía


la causa de los pobres
y el «hombre de dolores».

Por los caminos hondos


hasta el rojizo monte
la sangre del sufriente
tiene el Rostro de Dios
y Dios está en los hombres.

Crucificada viene
la Bienaventuranza
pobre, mansa, llorando,
sin miedos grita o calla,
ante un río de sangre,
(son las tres de la tarde)
y el sol rojo escarlata.”

CUARTA BIENAVENTURANZA:
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia,
porque ellos serán saciados.”

La Bienaventuranza de hoy toca el problema de los deseos. Somos un puñadito de deseos,


nos guste o no. El problema es dónde y cómo están enganchados. Vamos a hacer unas cuantas
observaciones sobre el tema del deseo. Por lo pronto una constatación, que el idioma refleja en el
vocablo ‘hartarse’, muy expresivo, pero totalmente ambiguo. Tiene dos sentidos contrapuestos:
P.ej. “a mí las fresas me chiflan, voy a irme a Huelva para hartarme” (frotándose las manos). Y al
volver, dice: “Vengo ya harto de fresas” (con gesto de disgusto). Entonces al deseo, el mismo

15
idioma lo pone como una experiencia tramposa. El lenguaje nos revela la contradicción, más que
cualquier filosofía, del modo en que el deseo nos dinamiza y a la vez nos puede frustrar.
En el último siglo, todo el conocimiento sobre el hombre, la sicología profunda, etc. se ha
aproximado a la experiencia humana y al mundo de los deseos. Sobre todo desde Freud y su
análisis del deseo a partir del niño. Le podremos discutir sus conclusiones, su teoría, pero no sus
observaciones. Cuando él dice: ‘he observado esto...’ tiéntate la ropa. El afirma que el primer
deseo es el hambre... De ahí va a surgir todo el dinamismo del ser humano. El niño, a través de
ese deseo (hambre y sed), va a abrirse al mundo a través del pecho de su madre. Y donde parece
que sólo está satisfaciendo un instinto de conservación, resulta que a través de este acto, en este
primer (y único por lo pronto) instinto, el niño va a abrirse a toda la relación interpersonal y va a ir
evolucionando. Después se empieza a abrir al instinto sexual —apertura que a Freud le fue
recusada y él defendió toda su vida: que somos seres sexuados, en todas nuestras manifestaciones,
nos guste o no—. Pero el instinto sexual es tremendamente plástico, moldeable... Como Mariolé
(la escultora), que ha traído su arcilla y no sabe qué forma va a tomar... es la misma arcilla, que
tiene distintas posibilidades de expresión, y no por eso deja de ser arcilla. En los animales el
instinto no es tan ‘plástico’, sino que se da una época de celo y fuera de ésta ni atracción hay, pues
está encaminado directamente a la reproducción.
En el ser humano parece que no está tan restringido. Tiene tres posibilidades de
evolución: A. La directa-libre, que apunta a una actividad genital explícita. Pero hay otras dos
alternativas: B. La represión, alternativa peligrosa. Sería lo que ayer decíamos que es no-afrontar:
negarlo, no existe. Y entonces va a parar al inconsciente, en donde, por haber sido negada, está
más viva que nunca, y brota por donde menos la esperamos. C. La sublimación, cuando yo
encauzo esta libido y le doy un contenido que no tiene nada que ver con la expresividad genital.
No está reprimida, sino expresándose, y dando satisfacción al ser humano. Hay una cita de Freud,
cuando prologa un libro (?) y al referirse a un monje, refuta que otro diga —”como es natural,
estaba reprimido”, pero Freud pregunta: —“¿Y por qué iba a estar reprimido?” Podía tener su
sexualidad perfectamente integrada...

De la vivencia de Jesús, [nos servirá de punto de partida] la primera tentación (Mt 4,1ss),
de convertir las piedras en pan, para resolver su hambre: Podemos pensar que esa tentación no vale
para nosotros, porque no tendríamos el poder de convertir las piedras en pan. (En Lucas dice ‘esta
piedra’, en singular) ¿En qué sentido Jesús dice que es tentación, y cómo es que ésta puede ser
una de las más peligrosas? Tentación es trampa. Y es que veo exactamente lo contrario de lo que
realmente es, y entonces aquello me atrae y voy a caer en la trampa. La tentación por definición es
‘trampa’, peligro disfrazado, que ni nos olemos. Jesús responde: “No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. El evangelio es precisión, y no generalidades
sublimes. El Evangelio no es radical, es preciso: no dice que el hombre no viva de pan, sino que
‘no sólo...’ (Otra de las cosas que Jesús no podía soportar, como ayer decíamos del dolor, es el
hambre del prójimo, del pueblo, etc.)
Alucinamos cuando un deseo nos ocupa, pero el deseo es irrenunciable, y si desaparece
podemos sospechar de enfermedad. La alucinación es como la que yo tenía con las fresas:
‘Cuando pueda hartarme de ellas, seré feliz’, y he llegado a aborrecerlas. No es que las fresas sean
malas, siguen siendo buenísimas, pero no está en ellas mi felicidad. Porque el hombre no vive de
la satisfacción de ninguna de las parcialidades que suponen sus necesidades. En la sociedad de
consumo, el gran descubrimiento es que el ser humano es un ser-de-necesidades, y se trata de
hacerle alucinar que si no las tiene satisfechas todas, y no sólo el hambre, sino muchas otras que le
podemos inventar, será infeliz. Así, le vamos cambiando la zanahoria de color para que siga
tirando la carreta. “El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.”
Pero con tantos tropezones, vamos desgastando la piedra, hasta que ya no es obstáculo. El
hombre, pues, vive de pan pero no sólo de pan. Ojo a los radicalismos, al ‘todo o nada’, que eso
no lo dice el Evangelio por ningún lado.

Ahora podemos entender mejor la (3ª) tentación (explicada en la B. de los pobres), la de


adquirir seguridad a base de tener más y más cosas, hasta ser dueños del mundo. Ninguna
parcialidad satisfecha puede hacer feliz al ser humano. Esta es la primera tentación, en la que

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siempre caemos. En síntesis: Jesús no soporta el hambre de otros. Y tan es así que se nos va a
juzgar de si hemos sido sensibles a la necesidad de quienes nos rodean.
Cf. Mt 14,13-21 y Mt 15,29-39.
“El que yo tenga hambre, es un problema material. El que tengan hambre los otros, para
mí es un problema espiritual.”(N. BERDIAEFF)

Que yo necesito cosas, que soy un ser-de-necesidades es verdad. Pero no es cierto que sea
sólo ser de necesidades. En ‘el rico Epulón’ vemos la parábola del que alucina, encerrado en sus
propias necesidades. Hoy podríamos aplicarla al I Mundo, que está embebido en su propia riqueza
y economía, y no se entera de que a sus puertas está el III Mundo. ‘Yo paso’ dicen muchos, pero
¿dónde se da el pasotismo? En las sociedades hartas. En un III Mundo no se da el pasotismo,
sino en sociedades que sin saberlo, están denunciando que esta vida no merece la pena. Porque no
sólo de satisfacer esas necesidades vivo... El pasotismo es un indicador más de que ‘no sólo de
pan vive el hombre’. Estamos experimentando hartura, y sin embargo hay gente que no le ve
sentido a su vida [y llega a quitársela, de golpe o lentamente (suicidios, drogas, etc.)]

La vida interior - Otra ‘rueda de molino’ con la que comulgamos. —“¿Qué tal su vida
interior?”, pregunta el P. Provincial. — “Muy bien, gracias”. Y luego aquello es un desastre: uno
tiene la depre, otro anda metido en problemas, etc. No somos gatos para tener siete vidas, que una
sola tenemos. Y así como decimos que no sólo de pan, tampoco sólo de espíritu vive el hombre.
[Por eso S. Ignacio comienza preguntando por la salud corporal, el estado de ánimo, etc.]

Jesús experimentó esta tentación, y quiere que caigamos en la cuenta de esa alucinación.
Cf. el pasaje de la Samaritana, que era una mujer de lo más divertido, que sabía escurrirse como
las angulas, que iba para artista. Cf. Jn 4,5ss: Jesús sentado junto al pozo, fatigado del camino, y
la samaritana se acerca a sacar agua. Se acerca sin saludarlo, pensando ‘este judío me va a pedir
agua’. Y efectivamente, Jesús le dice: — “Dame de beber”. (Ojo que no empieza con discurso
sublime, sino con algo que ella podía entender). Pero ella le restriega: (‘Ahora sí clavas el pico,
verdad, como tienes sed...’) —“¿Cómo tú siendo judío me pides de beber a mí que soy mujer
samaritana?” Jesús le responde: — “Si conocieras el don de Dios... tú le habrías pedido a El, y El
te habría dado agua viva.” (=agua de manantial). Ella le dice: — “Señor, si no tienes con qué
sacarla. ¿O es que eres tú más que nuestro padre Jacob?” Jesús: — “El que beba del agua que
Yo le daré, no volverá a tener sed’. Ella pensaría: ¿Será que éste me va a poner el agua corriente?
— “Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed ni tenga que venir aquí a sacarla.” Pero
El le cambia de aguja (porque no sólo de pan, ni sólo de agua vive el hombre), y entonces le dice:
— “Llama a tu marido y vuelve aquí”. Respondió la mujer: — “No tengo marido” (soy mozuela).
Y Jesús responde: — “Bien dices que no tienes marido”...(porque los has hecho desechables; no
sabes lo que es tener y querer un marido). Esta no quiere mucha historia ni que se metan con ella
(nunca nos gusta que se metan con nuestra intimidad) y tira fuera el balón, diciendo: — “Veo que
eres profeta”... (mejor vamos a hablar de Dios): “nuestros padres adoraron en este monte, y
vosotros decís que en Jerusalén.” A Jesús le sale entonces la veta judía: — “Nosotros adoramos lo
que conocemos, porque la salvación viene de los judíos... (ahora es él quien restriega su orgullo
judío) “y llega la hora en que adorarán al Padre en Espíritu y en Verdad.” Ella le dice: (ya, no me
enrolles tanto, porque) — “Sé que va a venir el Mesías, cuando él venga, nos explicará...”
Entonces Jesús se le revela: — “Soy yo, el que habla contigo.”
Luego vienen los discípulos, y se sorprenden de que hable con una mujer, pero nadie le
dijo: ‘¿Qué quieres o qué hablas con ella?’ La mujer dejando el cántaro, fue corriendo a su pueblo
y les dijo: —“Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que yo he hecho, ¿no será el
Cristo?” Y cuando los discípulos Le dicen: — “Venga, come...”, Jesús dice: — “Tengo un
alimento que vosotros no conocéis”. Ellos piensan: ¿Esta le habrá traído un bocata? Pero él: —
“Alzad vuestros ojos y ved los campos, dorados ya para la siega, porque uno es el sembrador y otro
el segador”... Que no sólo de pan, ni sólo de agua... el deseo humano va más allá.

Freud hablaba de la libido, esa fuerza cuyo fin primario es la genitalidad. Pero esa
energía, cortada de su fin, se puede sublimar. Es muy interesante observar —dice Freud— que

17
precisamente las tendencias sexuales coartadas en su fin son las que crean entre los seres humanos
lazos más duraderos, y esto se explica porque no son suceptibles de una satisfacción verdadera,
mientras que las tendencias sexuales libres se cortan con la ‘descarga’ que tiene lugar en la
satisfacción. Para poder formar lazos duraderos, la libido tiene que hallarse asociada desde un
principio a componentes puramente tiernos, esto es, coartados en sus fines, o experimentar en un
momento dado, una trasposición de este género. Es sencillamente que el ser humano no vive sólo
de satisfacciones... la ternura es el deseo transformado.

Uno de los problemas más serios del hombre del S.XX es que es incapaz de construír una
catedral gótica. Desde la perspectiva del albañil, cuando entro a una catedral gótica, es algo que
me sobrecoge, pues al tío que se le ocurrió, se conformaría con hacer los cimientos, que entonces
no había excavadoras, sino pico y pala. Sabía que no vería su proyecto terminado. Y los que la
siguieron, tal vez se olvidarían de a quién se le había ocurrido. Porque cada piedra tiene su autor,
pero sin firma. El problema está en aceptar seguir lo que otros han dejado, siendo fiel a su
diseño, y poder poner la última piedra al milímetro. Lo que nosotros hacemos es querer iniciar y
terminarlo todo, y ser originales para sacarnos la foto y decir: —‘¡esta obra es mía!’. Por eso no
pasamos de hacer ‘chapuzas’. Porque no sabemos trabajar ‘a fondo perdido’. ¿Cuántas veces, por
conseguir ‘logros’ en nuestros apostolados, queremos ser diseñadores, constructores, albañiles y
hasta fotógrafos? Aquello va a servir de muy poco... [y la obra terminará con nosotros.]

De la justicia, Cf. Mt 5,20 - “Si vuestra justicia no es mayor...”

En Jn 6,1ss: El evangelista escoge una multiplicación de los panes, que nos va a enganchar
con la Eucaristía. En el relato, a ver la gente la señal que había realizado, quieren hacerlo rey.
Dándose cuenta Jesús, huyó de nuevo él solo a la montaña. ¿Qué hay detrás del deseo de la gente?
Que sólo de pan vive el hombre, que no es lo que Jesús intenta comunicar. Cf. 6,22: ‘Vosotros me
buscáis, no porque habéis visto signos (algo que vaya más allá de la materialidad), sino porque os
habéis hartado. Pero no habéis salido de la tentación, y eso frustra. — “Obrad, no por el alimento
perecedero, sino por el que no se acaba”. Y entonces, —¿por qué has multiplicado los panes? —
Porque yo no he dicho que el hombre no viva de pan, sino que no sólo... Y ellos dicen: — “¿qué
hemos de hacer para tener la vida?, ¿qué señal nos das?; nuestros padres comieron el maná en el
desierto...” Jesús: — “El pan del cielo es el que baja de Dios y da vida al mundo”. — “Señor,
danos siempre de ese pan”. (El mismo esquema de la samaritana, que ya no quería fatigarse
volviendo al pozo). Jesús les dice: — “Yo soy el pan de vida”.
La culminación de esta dinámica que empieza por el hambre no se agota en la tripa llena,
sino que va hasta Dios, a descubrir un sentido, a crear lazos duraderos. Y entonces viene todo el
discurso de la Eucaristía, donde la gente se va a desconcertar, pues Jesús está ofreciendo no sólo su
carne, sino también su sangre (recordar que los judíos ni la sangre de los animales podían comer).
Entonces se empieza a ir todo mundo, y Jesús en un despliegue de libertad, pregunta a los
discípulos: — “¿Y vosotros, también queréis iros?” Pregunta que nunca hacemos nosotros, que
vamos por ahí, chantajeando a todo mundo: — “Me dejas, ¿después de todo lo que yo he hecho
por tí?” El nos deja libres.
(Y en cambio él mismo se ata) al quedarse ligado al dinamismo del hambre y la sed, en la
necesidad más perentoria, la que posibilita la vida. Queda pues a nuestra disposición como pan,
como vino, en los que entonces eran los alimentos más ordinarios. Cuando uno quiere a una
persona, no se ‘harta’ de ella; si hay verdadero cariño, aquélla relación nos dinamiza. Jesús se
queda con nosotros como comida, en el punto de arranque de la energía (dynamis) de todo ser
humano. Y antes de decir qué significa, vamos a ver lo que es la Eucaristía.
Si yo os pregunto, alguno me podrá decir: ‘Es el memorial de la Pasión, Muerte y
Resurrección de Jesús’, que no es un mero recuerdo, sino un sacramento, donde Jesús se nos hace
presente. Pero eso del ‘memorial’ no se aplica a la primera Eucaristía, que no era un recuerdo,
pues no había pasado todavía... Más aún, el cura de turno dice las palabras de la consagración en
futuro: ‘Esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros, mi sangre que será derramada...’ Por
eso S. Efrén decía que la Eucaristía mató a Jesús. La Eucaristía es donde Jesús dice cuál es el
sentido de su vida. Ahí mostró que él venía a dar la vida, y la da en el simbolismo del alimento.

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Luego resulta que yo para dar vida, debo entregar la mía como alimento. Ya no soy yo el centro.
El ombligo está llamado a secarse, a desaparecer. Esta vida que yo he recibido está llamada a
apagarse, a desaparecer. Hay un cambio de signo en la dirección de nuestros deseos. Si los
deseos que satisfacen nuestras necesidades son ‘centrípetos’ ...los que intentan satisfacer las de
otros son ‘centrífugos’. ¿Qué verbos hemos aplicado a la Eucaristía? ‘Oír’, o ‘decir’, misa, y
mientras más de lejos, mejor, menos nos compromete. O ‘celebrar’, como en fiesta, ‘¡vieras qué
unión había entre nosotros!’ Jesús habla de entregarse, y nos invita a hacerlo en su memoria. Y
todo ser humano, en cuanto que no se entrega, su vida va a carecer de lazos duraderos, y en el
fondo, de sentido.

Jn 10,17-18: “Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida para recobrarla de nuevo”. La
vida no la podemos conservar, porque no somos cebolletas en vinagre. (De ahí la infelicidad de
los hipocondriacos...) Hay mayor felicidad en dar que en recibir, dijo Jesús. Pero nos asusta,
porque seguimos atados al cordón umbilical. Y una cosa es lo que me gusta, y otra lo que me
libera. Uno es el mecanismo de estímulo-respuesta, y otro el de la libertad. La libertad se
expresa en la generosidad. “Yo puedo hacer lo que me da la gana”, pero esa no es verdadera
libertad si queda en caprichos, en gustos parciales. En cambio, cuando un hombre se compromete
con una mujer, a amarla verdaderamente, si es verdadero debe aprender a ‘perder su vida’ por ella,
pues sólo entonces la va a recuperar.

Algo de Pablo VI, de la Evangelii Nuntiandi, 69, hablando de los religiosos/as, pero que
nos toca a todos: “Gracias a su consagración... ellos son voluntarios y libres para abandonar todo y
lanzarse a anunciar el Evangelio por los confines de la tierra, con una originalidad e imaginación
que suscitan admiración”. (Aunque la Iglesia por un lado alienta la originalidad, y por otro la
censura: —¡Oiga Ud., que no sea tan original!). ...“Con los más grandes riesgos para su santidad y
su propia vida” ¡Cuántas veces convertimos la vida religiosa en guarderías, y cuántas tonterías se
han hecho para guardar la ‘santidad’... que impiden precisamente el ‘perder’ la propia vida!

Una de las últimas palabras de Jesús en la cruz es — “Tengo sed”, lo que nos muestra que
hasta el último momento, Jesús no es un ser harto, sino de vivas necesidades. Pero en Jn 7,39
había dicho: “El que tenga sed, venga a Mí y beba”. Las sociedades satisfechas ahora resulta que
son ateas. Y menos mal que lo reconocen, pues el que no tiene hambre ni sed, el satisfecho, ya no
puede recibir más. Se atrofia en nosotros el dinamismo, y queda el pasotismo como única salida.

De los primeros cristianos:


En Rom 9,1ss: “Digo la verdad en Cristo, mi conciencia lo atestigua en el Espíritu: Siento
una gran tristeza y un dolor incesante en mi corazón, y hasta desearía yo mismo ser anatema
(separado de Cristo) por mis hermanos, los de mi raza y los de mi sangre.” Eso a propósito del
‘cuidar la santidad’. El que esté dispuesto a perderla, la encontrará, y el que quiera guardarla y
conservarla, la perderá.

Hch 4,34-35; y 6,1ss: Los apóstoles crean un nuevo ministerio para poder dar de comer a
los huérfanos y a las viudas de los helenistas.

Stgo 2,15-16: “Si un hermano/a está desnudo y carecen del sustento diario y uno de
vosotros les dice ‘Iros en paz, calentaos y hartaos’, pero no les dais lo necesario para el sustento
diario, ¿de qué les sirve? Así pasa con la fe, si no tiene obras, está muerta.”

1Jn 3,16-18: La correspondencia al amor de Dios y de Cristo no se realiza con ellos (en
paralelo), sino en dar la vida por los hermanos (en triangulación).

1Jn 4,19-21: “Quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no
ve.” —“¿Qué tal su vida espiritual?” El ser humano es uno, y si Ud. lo ha separado, ahí algo está
oliendo mal, algo se está pudriendo dentro.

19
1Cor 11,13 - Crítica a quienes hacen festín de la Eucaristía, olvidándose de los que tienen
hambre. De ahí que los gitanos tenían razón al hablar de ‘hacer Misa’, más que celebrar...

Flp 3, 17-21 - “Muchos viven como enemigos de la cruz de Cristo: ponen su dios en el
vientre y su gloria en sus vergüenzas, no piensan sino en las cosas de la tierra...”

Mt 6,19-21 - “No amontonéis tesoros en la tierra, donde los ladrones se los llevan y la
polilla los corroe, sino más bien juntad tesoros en el cielo.” ¿Y qué es eso de ‘tesoros en el cielo’?
[No se trata de ‘ramilletes espirituales’, sino de] alentar dinamismos que no se consumen, porque
no están centrados en mí mismo, sino en la satisfacción de los demás.

El dinero, claro que lo necesitamos. Pero un vejete, que era conserje en una escuela,
decía: “El dinero, tendría que ser como los zapatos; quedar justitos: si quedan grandes, salen
ampollas, si quedan cortos, aprietan”. Posibilitarnos la apertura a Dios y a los hermanos.

Cf. Salmos 42, 43, 23, 37,4; 63.

IV
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia...”

(MUJER DE BARRO SOY)


“Aquí estoy, con las carnes bien puestas
bueno, mis pechos no tanto, ¿verdad?
pero, ¿a quién tengo que alimentar yo?
pues estoy bien.
Ah, ¿que estás tú?
Bueno, te estrecho mi mano
pero no la abro del todo, no sea
que me cojas el cuerpo entero.
Ya es suficiente que para llegar
me tengo que inclinar hacia tu lado,
por si acaso, me sujeto bien
no sea que perdiera el equilibrio:
no deseo caer.

Caer en la cuenta de que te necesito


que te necesito para vivir
y no sólo existir,
que te necesito para ser
y no sólo estar,
que te necesito para descubrir
que no sólo existe el hambre de pan
que puedo tener sed de un agua diferente
y aquello me da mucho miedo:
si me pongo a buscar la fuente
y llego a encontrar el Agua,
sé que bebiendo, mi barro se deshace...”

De Asunción:

“Con hambre y sed ardiente


Y no sólo de pan...

20
(el buen pan necesario
que es justo y hay que dar)

Mil millones de bocas


buscando el primer pecho
(falacias del deseo
y el hambre original)
tornan a la cordura
del pobre Cristo abierto,
donando PAN Y BESO
en Fiesta fraternal

Y Dios como ABSOLUTO


en pobreza real.”

QUINTA BIENAVENTURANZA:
“Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.”

Esta Bienaventuranza parece que no tiene mucha “garra” y que no aporta nada nuevo.
Más aún, la palabra misericordia tiene ciertos connotados negativos. Más de una vez hemos dicho
o pensado ‘tú no tienes por qué compadecerte de mí’ y nos ofendemos al sentir esa actitud
compasiva de otros... Pero analizando la palabra, vemos que está compuesta de miseria-corazón
(Miserior-cor). Ayer veíamos que la vida tiene sentido en la medida en que la damos, y que la
ganamos en cuanto nos arriesgamos a perderla, sirviendo a los demás. Hoy nos vamos a plantear
la cuestión del ‘desde dónde’, y vamos a mirar a Jesús para ver desde dónde El servía. Vamos a
ver qué trasfondo tiene la palabra para los judíos, cómo ven ellos la Misericordia de Yahvéh.

Y de tontona que parecía la Bienaventuranza, vamos a salir —amigo mío— descalabrados.


Cf. Exodo 22,21: ‘No maltratarás al forastero ni le oprimirás’ (hay una incongruencia en la
legislación de Israel, desde que ellos creían el pueblo elegido, y los demás no. Pero siempre hay
una ‘china’ metida por ahí, y sale el grano de los forasteros que convivían con ellos), “pues
forasteros fuisteis vosotros en el país de Egipto”.
23,9: “No opriman al forastero, porque ustedes ya saben lo que es ser extranjero.” Yo no
puedo tener misericordia si no he experimentado la miseria. ¿No te acuerdas cómo lo pasaste?,
pregúntaselo a tus abuelos...
Dt 15,12-15: Del tratamiento que se debe al esclavo, que había que dejarlo libre al séptimo
año, y no enviarlo con las manos vacías, “porque también tú fuiste esclavo en el país de Egipto”.
La segunda encíclica de JP II: Dives in Misericordia, parte de este concepto bíblico. Y
nosotros estamos tan ajenos al sufrimiento del prójimo [desde una ‘Modernidad’ que lo encubre,
que cierra los ojos, que no se quiere enterar] que hace falta recordárnoslo.

Cómo Jesús vivió esta Bienaventuranza:


Enmarcada en Flp 2,6ss - “Se despojó de sí mismo...” experimentó la miseria humana, y
desde ahí definió su vida. Vamos a ver desde dónde sirvió Jesús, y si estuvo bien, o hubiera estado
mejor que se ubicara en un sitio con más posibilidades.
Y Jesús, ¿se sintió él mismo miserable? Ya hemos visto antes que en la oración del Huerto
llegó a sentirse ‘por los suelos’. Pero desde su primera presentación pública, lo vemos ‘haciendo

21
cola’. Aquél que tiene influencias no guarda cola, pues se cuela, entra por detrás, se lo hace otro,
etc. Sólo hace cola el pobrecito que no tiene quien le sirva. Y además, se forma en una cola
especial, la de los pecadores. Cuando llega con Juan, su primo le dice: —“¿Cómo es esto? ¡soy yo
quien debe ser bautizado por tí!” Y Jesús: —“Tú no sabes de qué va, dejémoslo así para que se
cumpla toda justicia...” Entonces se manifiesta Dios. Lo del ‘nazareno’ y sus orígenes humildes,
lo hemos visto también. Jesús es despreciado porque la gente de su pueblo era considerada como
‘nada bueno’, unos mafiosos.
Heb 2,17ss - “Por eso tuvo que asemejarse en todo a sus hermanos, para ser misericordioso
con ellos. ... Pues habiendo sido probado en el sufrimiento, puede ayudar a los que se ven
sometidos a la prueba.”
Heb 4,15-16... “Un Sumo Sacerdote probado en todo, menos en el pecado”. Al santón
que se las da de que las puede todas, no me acerco, para no ser humillado. A Jesús podemos
acercarnos porque sabe de humillaciones y de pruebas. Sabemos que Jesús experimentó la
tentación, que fue ‘llevado al desierto’...
Y más todavía, Pablo llega a decir: 2Cor 5,21: “Al que no conoció pecado, Dios le hizo
pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios”

Mc 10,17-18 - “Se ponían en camino cuando uno corrió a su encuentro y le dijo: ‘Maestro
bueno’, ¿qué he de hacer para tener la vida eterna? Jesús no se reconoce en el calificativo ‘bueno’,
y dice: ‘sólo Dios es bueno’. Porque quiere ser tratado de igual a igual, sin subirse al pedestal.
Mt 11,16-19: “¿Con quién compararé a esta generación? Se parece a los chiquillos que se
gritan unos otros: ‘Tocamos la flauta... porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dijeron:
‘Demonio tiene’. Y viene el Hijo del Hombre y dicen: ‘es un comilón y un borracho’.” No hizo
pues caso del sabio proverbio: “Dime con quién andas y te diré quien eres”. Nosotros optamos
por los pobres y despreciados pero desde lejos, con el ‘mando a distancia’. Jesús anda y convive
con ellos y no se preocupa del ‘escándalo’ o mala fama que las ‘malas compañías’ le puedan crear.
Mt 11,29: “Aprended de mí que soy manso y humilde” Pero ¿qué es eso de la humildad?
Decía Sta. Teresa: ‘Es andar en verdad’, relacionarnos desde lo que somos, de hermano a hermano.

Pero ahora vamos a ver referencias indirectas, que nos dicen mucho más:
Lc 7,36-50: “Un fariseo (rico) le rogó que comiera con él y entrando en la casa del
fariseo, se puso a la mesa. Había una mujer, pecadora pública, quien al saber que estaba comiendo
en casa del fariseo, llegó a la casa y quería encontrarse con él. Vamos a suponer que nosotros
estamos por ahí, y la mujer nos comenta: ‘Yo quiero encontrarme con él’. Pero ha ido a comer a
casa de uno del Opus, con los embajadores y el Nuncio de invitado. Si ella nos hubiera pedido
consejo, tal vez la hubiéramos disuadido, diciéndole que iba a poner violento al dueño de casa.
Aquella mujer no pidió permiso para entrar, porque estaba segura de que no iba a ser rechazada por
Jesús. Ella sabía que tendría libre acceso a Jesús. El problema de la ‘opción por los pobres’ [no
es que nosotros optemos en nuestro corazón por ellos, sino] es que los pobres tengan verdadero y
fácil acceso a nosotros. Si tienen que decir ‘con perdón’ para entrar, mal asunto, porque entonces
tengo que ‘dignarme’ bajar a ellos, y decimos/pensamos: “¡La suerte que has tenido de dar
conmigo!”. La mujer sabía que Jesús la recibiría. ¿No nos ha pasado alguna vez de estar en un
contexto ‘digno’, con gente más ‘elevada’ y que venga a nosotros una persona ‘humilde’, y le
digamos: ‘Mira, mejor te veo en otro momento (porque aquí estorbas, me haces quedar mal, etc.)’?

Jn 8,1ss: “Se volvieron cada uno a casa y Jesús al monte de los Olivos. De madrugada se
presentó Jesús en el Templo, y se puso a enseñar. Entonces le trajeron a una mujer sorprendida en
adulterio. Los fariseos tenían un conocimiento de Jesús que ya lo quisiera yo... Sabían que Jesús
no soportaba [que se condenara] la limitación humana, y que no la iba a apedrear. Con lo cual
quedaría oficial y públicamente como transgresor de la Ley. Ellos buscaban algo para justificar su
eliminación. Su manera de comportarse no era ambigua, y así como la ramera estaba segura de
que Jesús no la rechazaría, también los fariseos sabían que no la iba a apedrear. Entre los
acusadores y la mujer hay una ‘barrera de seguridad’: [‘Nosotros no somos adúlteros (y
posiblemente no lo eran, ni lo fueron en toda su vida), estamos en un nivel superior, no se nos
puede confundir con ella (ni contigo)’]. —“Esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.

22
Moisés nos manda en la Ley apedrear a estas mujeres. Tú ¿qué dices?” Jesús responde a su bulla
con la ‘falta de educación’ de ni mirarlos siquiera, sino que se pone a pintarrajear el suelo. La
pobre mujer también pensaría: ‘¿Y éste es el que va a decidir por mí?’ Como ellos insistían en
preguntarle, Jesús los mira y le dice: —”Vamos a ver: aquél de vosotros que esté sin pecado, que
le arroje la primera piedra”. ¿Qué es lo que ocurre? Que la barrera de seguridad desaparece, los
acusadores se quedan en cueros... y Jesús posibilita que estos —los acusadores— caigan en la
cuenta de que están al mismo nivel que ella. Ahora bien, él no se queda mirando a ver quién se
queda y quien se va, sino que sigue agachado, pintarrajeando el suelo (nosotros en su lugar tal vez
estaríamos echando quinielas de quién se iba a retirar primero, y diríamos ‘¡toma castañas!’). La
gente se va retirando, reconociendo su pecado en su corazoncito.
Pero ojo, que eso no sirve de mucho todavía. El sacramento de la penitencia podrá tener todas
las desventajas que se quieran, pero la confesión oral es importante. ¿Pues de qué sirve que te
arrepientas en tu corazón si no lo confiesas ante quien has perjudicado? Cf. caso de la pareja
donde uno(a) hace lo que sabe que le molesta al(a) otra(o), y luego se arrepiente y se confiesa ‘por
su lado’ ¿de qué le sirve a la compañera(o), si no hay un reconocimiento expreso y un cambio real?

Si Jesús viniera al CORTE INGLÉS a firmar el Nuevo Testamento, yo me formaría en la cola


para que me pusiera ‘Para Adolfo, con todo cariño: Jesús’. Pero él, en lugar de firmar en la
primera página, firmaría justo en este pasaje: “... se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo:
—‘En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos’ (alguien tenía que estar
sentado ahí). Haced pues y observad todo lo que os digan (pues tienen que transmitir algo que los
desborda) pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen (como el que iba a ir a la viña...)
Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren
moverlas. Cf. lo duros que somos con los demás, en lo que tendrían que hacer. “Todas sus obras
las hacen para que los vean, quieren el primer puesto en los banquetes, que se les salude en las
plazas y que la gente los llame ‘Rabbí’”. Ojo: aquí está la ‘espiritualidad del taburete’, de modo
que no sabemos dirigirnos a los demás si no estamos encaramados en alto, porque desde ahí se
‘domina’ mejor al auditorio. Dice que no te consideres Rabbí... A mí me pueden llamar
‘hijoeputa’, pero eso no está en mi mano. Jesús mismo no se dejó llamar ni siquiera
‘Maestrobueno’, porque eso ya creaba un desnivel. Y aquí os tengo que decir una frase del
‘Bolín’, un gitano de la escuela de alfabetización. En una vendimia, un día que llovió se le ocurrió
montar la escuela, y ahora se les llena cada septiembre al tercer día de inscripciones. Un día que
me pidieron que hablara de los gitanos, lo invité a hablar, y dijo una cosa que podría escribirse en
el Evangelio: “Como ninguno somos maestros, todos nos podemos ayudar”. Toda ayuda y todo
servicio desde el desnivel es manipulación y obstaculiza la reciprocidad. Y si no hay reciprocidad,
aquello no es humano, porque no es de hermanos. No puedo evitar que intenten subirme, pero sí
intento evitar que me llamen ‘maestro’, ni ‘padre’... “Ni llaméis a nadie padre/madre en la tierra,
porque uno sólo es vuestro Padre.”

Hemos tenido la suerte de vivir en esta época tan lúcida, en la que descubrimos que de
paternalismo ya ha hecho bastante la Iglesia. Las personas que hayan vivido en zonas muy
deprimidas percibirían que aquella gente salía adelante porque, así como hay una ‘economía
sumergida’, había una entre ellos una ‘solidaridad sumergida’: “Hoy por mí, mañana por tí”,
¿puede haber una solidaridad más modesta, más humana? Ahora vivo en un barrio donde hay un
paternalismo que da repugnancia. Si usté no quiere hacer paternalismo, baje, compadre, baje, y de
tal forma que la gente tenga datos para que digan: este no es ‘padre’. Se hace paternalismo desde
la paternidad, y la única manera de dejar de hacer paternalismo no es cruzarse de brazos, sino dejar
de ser padre. “Ni os dejéis llamar ‘directores’, porque uno sólo es vuestro Director”. ¡Y maldito
el caso que hemos hecho de esto!

Al amigo no le pido que me lleve en brazos, sino que ‘me eche una mano’ —una, ni
siquiera las dos te estoy pidiendo—, y un servicio-protagonista es contradictorio. Cuántas veces,
ante gente que se comporta tan super-servicial, agradecemos que no lo sea tanto: [—¿Qué se le
ofrece? — Que me trate sin tantos miramientos.] El servicio no es generosidad, ni entrega, ni
altruismo, sino una cosa ante todo modesta, que brota como respuesta a una necesidad concreta y

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puntual del otro. Y cuando lo has hecho, tienes que retirarte, porque ni eres padre, ni maestro, ni
‘bueno’ siquiera.[recordar al ‘siervo inútil’] Y no como el que dice: ‘que yo sé hacer una sopa
excelente, que se van a chupar los dedos’... Se pone el delantal y moviliza a todo mundo y hace
un perol cuando se necesita sólo una olla, y se tarda más del tiempo, y tiene a todo mundo
esperando, hasta que el helado se derrite, y al final se enfada porque la gente ya no la quiso...

Al final de la parábola ‘de los dos hijos’, Jesús dice: —“En verdad os digo que los
publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios”. Son cosas que no nos las
creemos. Pero es un hecho que los publicanos y las rameras se sentían con libre acceso a Jesús. Y
cuando nos abrimos a los demás para compartir nuestras debilidades es cuando más nos sentimos
unidos. Cf.. también la parábola del ‘hijo pródigo’, donde los dos eran un desastre, pues tan
cabrito es un hijo como el otro, y sin embargo el Padre quiere que se sientan hermanos, y sale a su
encuentro, y hace la fiesta... Pero atención, que cada bienaventuranza viene a desmontar un
obstáculo a la fraternidad. Y por definición, donde hay ‘padres’, ‘madres’, ‘tías o tíos’, que
establecen una diferencia con aquellos a quienes atienden, y unas relaciones de pleitesía, eso está
estorbando. Y tú le dices: —‘échame una mano’, no al que se ha puesto ennmedio y se jacta de su
eficacia, sino al de una orilla, que está disponible pero sin estorbar, sin imponerse.

Del fariseo y el publicano (Lc 18,9-14): “Dijo también a algunos que se tenían por justos y
despreciaban a los demás... ‘Si tú supieras quién soy yo’ veladamente las dejamos caer. Miramos
por encima del hombro cuando practicamos la ‘espiritualidad del taburete’. —“Dos hombres
subieron al templo a orar, uno fariseo y otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior (no
se pone a dar voces) —“Oh Dios, te doy gracias porque el día en que yo nací nacieron todas las
flores. No soy como ese pobrecillo que no ha tenido oportunidad de escuela, de unos buenos
padres, y por eso ha resultado un desastre. Ayuno dos veces por semana y doy el diezmo de todas
mis ganancias...” En cambio, el publicano, no levantaba cabeza, sino que se golpeaba el pecho y
decía: ‘Ten compasión de mí, que soy (no que he sido y ya estoy limpio) un pecador.” El final no
sólo no nos lo creemos, sino que no estamos dispuestos a aceptarlo: —“Os digo que éste bajó a su
casa ‘justificado’, y aquél no.” ¿Entonces el fariseo no bajó justificado? Pero ¿para qué, si ya
había subido justificado? Si nos dice un amigo: ‘Ten cuidado, que te estás justificando...’
sabemos que estamos obrando mal, porque la verdad no necesita justificación, se impone por sí
sola. Y el Evangelio es verdad porque responde a la realidad, no porque lo diga Jesús. El idioma
nos traiciona. Cuando yo digo: ‘tengo mis razones’, no serán quizá tan válidas si son tan
particulares...

Mt 9,10-13: —“Misericordia quiero, no sacrificio”.


¿Cómo vivió esto la primera comunidad? Nos vamos a fijar en dos personajes, que
aparecen muy llamativamente en el N.T.: Judas y Pedro... El problema es cómo estoy yo frente a
mi realidad, cómo la asumo. Sta. Teresa decia que la humildad era ‘andar en verdad’. Pedro
había ido de chulo por la vida, y decía a Jesús: ‘A tí no te puede pasar éso.’ La última chulada la
tenemos en Mt 26,33 cuando Jesús empieza a decirles: —’Esta noche vais a escandalizaros de mí.’
Pedro le dice: —‘Es que tú no sabes el ojo que tú tuviste cuando me elegiste a mí...’. Y Jesús:
—‘Esta misma noche me habrás negado tres veces’. Ya en el huerto, luego de quedarse frito de
sueño, se espabila y como anda de bravucón, le corta una oreja al guardia. Sólo que Jesús, el trofeo
que había conseguido Pedro, se lo restituye a Malco. Todo mundo huye, pero Pedro, que era
verdad que quería a Jesús, se cuela por ahí... Lo vemos en Jn 18,25-27: “Estaba ahí Simón Pedro
calentándose y le dijeron: —‘¿Eres tú también de los discípulos? Y como ya no tenía público,
sino que estaba en corral ajeno, y pa’colmo en corral de gallinas... —‘No’, dijo con juramento. Y
a la tercera, cantó el gallo. Entonces se tuvo que salir, porque no pudo resistir más. ¿A dónde se
fue? No lo dice el Evangelio explícitamente, pero ¿dónde le vemos el domingo por la mañana? Se
fue con los compañeros, a contarles, muerto de pena y llorando, lo que le había pasado.
Una escena preciosa sería imaginar a Pedro llorando, delante de aquellos compañeros ante
los que se había chuleado siempre. Porque nos encontramos en la debilidad, mientras que
hacemos Olimpiadas en la diferencia [ojo a la famosa ‘lucha de entregas’]. Yo estoy contando un
‘milagrito’... y el otro pensando ya en cuál va a contar para no ser menos. En cambio, cuento

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alguna debilidad y el otro se abaja conmigo. Nos molesta cuando uno ‘va de enterado’ por la vida
y en cambio, nos encontramos cuando el otro reconoce su pecado. Pedro se encuentra consigo
mismo, al reconocer que no era tan cierta su bravura. Se encuentra con los hermanos, al tener que
confesárselo. Y se reencuentra con Jesús, como vemos en la escena de Jn 21: —“Pedro, ¿me
amas más que estos?” (no se lo pregunta antes, para que los otros no se burlen de él). ¿Qué le
responde Pedro? —“Tú lo sabes todo, Señor, porque yo ya no sé ni lo que sé.” Ojo al problema
de la auto-estima: o está resuelta a los 5 años, o tendré que reforzarla. Pero a base de lametones
no se soluciona, ni por mirarme al espejo y quedarme extasiado. —“Tú lo sabes todo, Señor...”

Judas vende a Jesús. Pero ¿a quién? Al Tribunal religioso, que no le podía tocar un pelo.
Según parece la interpretación de Judas era: ‘Si lo vendo, a mí me vienen bien las 30 monedas, El
encontrará una salida, con lo listo que es, en dos bandazos se libra y otra aventura divertida.’
Llegada la mañana, se reunió el Sanedrín para ‘juzgarlo’. Después lo llevan al Procurador (que sí
podía condenarlo a muerte). Entonces Judas, el que le entregó, viendo que Jesús era ‘reo de
muerte’, fue acosado por el remordimiento y devolvió las 30 monedas diciendo: ‘pequé entregando
sangre inocente’. Se arrepiente, restituye, cumple lo que dice la moral... y enseguida se ahorca.
La experiencia de la culpabilidad es una experiencia psicológica muy peligrosa, que consiste en
que la persona siente una necesidad imperiosa de ser castigado. Cuando uno tiene un super-yo
muy crecido, el ‘yo’ siente una necesidad de ser castigado: no le duele por lo que ha hecho, por el
mal que hizo, sino que se duele de su imagen rota. Y necesita el castigo para re-componerse. Si
lo hubieran castigado, Judas no se ahorcaba. Pero como no, él mismo necesita castigarse y se quita
la vida. Ojo: ¡cuántas veces nuestra experiencia de ‘pecado’ es una experiencia psicológica de
auto-destrucción por la culpa! [Y no consideramos, en cambio, la necesidad de reparar en lo
posible el daño realizado, ni tenemos la humildad reconocernos luego perdonados.]

Romanos 11,30-32: “Dios hizo pasar a todos por la rebeldía, a fin de ejercer con todos su
Misericordia” La verdad más honda del pecado es que es una ignorancia: Lc 23,34: —“Padre,
perdónalos que no saben lo que hacen”. ¡Qué bueno este Jesús que encima dice que no sabíamos!
Pero es que es verdad, si lo supiéramos, no nos hubiéramos atrevido. Y en Hch 3,12-20 - Pedro
dice al pueblo: —“Ustedes mataron al Justo, colgándolo de un madero. Aunque ya sé que obraron
por ignorancia...” Cuando una persona muy cercana a nosotros hace una barbaridad, decimos que
‘se cegó’, aunque otros insistan en inculparla. [diciendo, p.ej. ‘No hay borracho que coma
lumbre’] El que muestra verdadero Amor no enfatiza la culpabilidad, sino la Misericordia,
posibilitando la recuperación, desde la [presunción de] ignorancia. Esto es lo que posibilita la
liberación, y todo lo demás es una mascarada que nos montamos.

V
“Bienaventurados los misericordiosos...”

(HOMBRE DE BARRO SOY)


“¡Cuidado, no se acerquen a mí!
porque no necesito a nadie,
¿no ven que lo que saco es mi tripa y no mi pecho,
y que la tripa parece bastante satisfecha?
Es que... tengo que cuidar mi imagen
así que no me toque usted,
No necesito alguien que me diga la verdad...
Sé muy bien que aprieto fuerte mi culo
pero eso no lo verá nadie
ya me cuidaré yo de eso:
no hay que enseñar la debilidad y la vergüenza,
así que usted ahí
por debajo o por encima
me da igual, yo coloco a los dos en su sitio...

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... Soy gilipollas —con perdón—
no me doy cuenta que así,
por encima, o por debajo,
nunca veré tus ojos en los míos,
y así nunca veré lo que nos dice el corazón.
Es como estar ciego por dentro,
y no poder andar el camino contigo.”

De Asunción:

“Derramo Miseriordia
desde mi miseria innata.
Sutil Bienaventuranza
de igualdad: «una de tantas»
Sin desear otra «imagen»
que camufle lepra y sarna.
Tendiendo a la conversión,
que no a la culpa que amarga.

‘Ecce homo’. Este es el Hombre


que se anonada y se abaja.
Invitándome a bajar
hasta los pobres me ensalza:
Humilde camino blanco,
raso, uniforme, sin gradas,
que nos iguala y hermana.”

SEXTA BIENAVENTURANZA:
“Dichosos los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios”.

Después de la bienaventuranza de ayer, parece una tomadura de pelo. Porque, ¿quién


podría decirse ‘limpio de pecado’ luego de la escena de la adúltera? Por otro lado, ayer
hablábamos de los taburetes, hoy tendríamos que hablar de la industria taburetera, que nunca
quiebra, pues en la medida en que destruímos unos, vamos construyendo otros, y los hay para todos
los gustos. Hay quienes dicen: ‘yo soy muy sencillo’, y cuídate del sencillo que te caiga encima...
Por otro lado, es una B. con tres términos: limpieza, corazón y visión/ceguera. Vamos a ir viendo
distintas citas, y las echáis a cada una en su cajón, para al final hacer el ‘pool’. Paciencia, que
llegaremos...
Hemos dicho siempre que cada B. toca un problema de toda persona. La de ayer y la de
hoy están muy unidas. La limpieza de corazón apunta p.ej. a la autenticidad, a la coherencia,
incluso fidelidad. Términos que curiosamente son ‘vacíos’, necesitan de un referente. P.ej. el
ladrón ‘auténtico’ es el que no lo cogen nunca. El problema es que el ser humano tiene que
ubicarse en un marco de referencia. Así como la hormiga va a hacer siempre lo mismo, y es
totalmente previsible, el ser humano nace ‘en blanco’, y después tiene que ‘pintar’ algo en la
pizarra. No sabemos qué va a ser este niño... El marco de referencia nos lo dan hecho cuando
niños, pero en la adolescencia uno va diciendo: me vale esto, no acepto lo otro, etc. La limpieza
de corazón, la autenticidad, tiene que ver con la relación de cada persona con su propio ambiente.

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Así el ladrón estará preocupado por cumplir bien su ‘oficio’, el hombre de negocios el suyo, etc.
¿Y la autenticidad, dónde la ponemos? ¿Eres auténtico si cumples lo establecido al pie de la letra?
¿O más bien si atiendes a la voz del espíritu? El problema de fondo es el de la propia identidad:
¿qué hacemos con ella? ¿cómo la vivimos?
La B. de ayer (p.ej. la escena del fariseo y el publicano) va a enmarcar la de hoy. Así, el
marco de referencia del fariseo va a ser la Ley, y su ‘autenticidad’ será su cumplimiento perfecto.
Un fruto de la actual B. podría ser desterrar de nuestras preocupaciones la palabra ‘auténtico’,
porque no sirve de gran cosa, y crea angustias y confusiones... El fariseo aquél, subjetivamente, se
sentía ‘limpio de corazón’ en su conciencia. Pero con Dios no se había encontrado. El otro en
cambio, sube hecho un lío, porque su marco de referencia lo tiene confuso, y se siente pecador.
Curiosamente, desde su ‘inautenticidad’, éste es el que se encuentra con Dios. Por nuestro propio
esfuerzo, la ‘limpieza de corazón’ parece que tiene poca viabilidad. Cf. Ez 36,23-27 - Será el
mismo Dios el que arrancará nuestro corazón de piedra y nos dará un corazón de carne. Por
nuestro propio empeño, sería una labor imposible.

Vamos ahora con Jesús. En las tentaciones anteriores, hay mayor claridad. En ésta, la
segunda, hay más complicación. (Cf. Mt 4,6ss): “Le lleva el diablo al alero del Templo y le dice:
‘Si eres Hijo de Dios tírate de aquí abajo, porque está escrito: Dios enviará a sus ángeles para que
no tropiece tu pie en piedra alguna”. Lo que se cuestiona es su identidad. La tentación es: ¿Con
ese origen de pueblucho desconocido, sin ninguna formación, con esa facha, ¿crees tú que vas a
conseguir algo? Hay que impactar si es que quieres convencer. Por eso vamos a dar un ‘golpe de
efecto’ ante las autoridades, en día de fiesta que vienen al Templo, chiflamos para que todo mundo
voltee, te avientas y no te va a pasar nada. Y ya que llegues abajo, sacas tu cartel: ‘el Hijo de
Dios’, y así comienzas tu misión ‘con el pie derecho’. Es tu responsabilidad darte a conocer...
Pero Jesús le contesta también con ‘lo que está escrito’: “No tentarás al Señor tu Dios”.
Pues toda presentación impactante de Dios es tentación. Porque el impacto deja a la gente
entontecida, pasmada, no apta para decidir. La manera de proceder de Jesús es apelar a nuestra
inteligencia y a nuestra libre voluntad, no a nuestra estupidez. A Dios no se le sigue sino libre y
responsablemente. Un Dios que hiciera lo contrario, apabullarnos, no sería el Dios cristiano.
Jesús intenta hacerse inteligible, accesible, ponerse ‘a nivel’, en reciprocidad. No acentúa la
trascendencia, sino que ha ‘venido en carne’, en debilidad y no aparatosamente. Y por tanto, toda
presentación aparatosa, contundente, inequívoca de Dios, es cuando menos sospechosa. Como
seres humanos, estamos deseando ser impactados, pero Dios nos sale al encuentro [no en el
terremoto ni en el huracán, sino en la brisa suave] al descubrir nuestra debilidad, nuestra
incongruencia... [o en el pequeño gesto de ternura, o en los pies de los humildes y los pobres.]
Esta tentación está presente en toda la vida de Jesús. El célebre secreto mesiánico no es
otra cosa que la resistencia de Jesús a ‘tirarse del alero’. Cf. Jn 6,15 - Cuando multiplica los panes
y lo quieren hacer rey, le preparan el alero, pero él desaparece de la escena. Las tentaciones
aparecen precisamente en el nervio del anuncio, de su misión. Sería interesante que empezáramos
a incorporar las tentaciones de Jesús en nuestra ‘cajita de tentaciones’ [y no quedarnos con las del
catecismo tradicional, que a veces van muy por otro lado...] “Aprended de mí que soy manso y
humilde de corazón”. Al que estaba manco y lo curó, le pide que no lo vaya diciendo por ahí,
pero tampoco lo hace en actitud impositiva: ‘No vayas por ahí con la boca abierta, que te la cierro’.

Mt 22,37: Aquí sale el corazón: Al enterarse los fariseos de que había tapado la boca a los
saduceos, uno de ellos le pregunta por el primer mandamiento. Jesús contesta con la síntesis de
toda la Ley: el amor ‘de todo corazón’ a Dios sobre todas las cosas y al prójimo ‘como a tí mismo’.
No como a una parte de tí, sino como a toda tu globalidad. La autenticidad de esa Ley consistiría
en la totalidad. Una autenticidad parcial, como ‘un cachito de mi corazón’, no sería auténtica. Es
algo que pone en juego la totalidad de la persona.

Jn 18,19-23: En el juicio del Sanedrín: el Sumo Sacerdote interrogó a Jesús sobre sus
discípulos y su doctrina, sobre su identidad misma. Jesús le responde: ‘He hablado abiertamente
ante todo el mundo’. He enseñado siempre en la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos
los judíos. No he hablado nada a ocultas (una identidad ‘a la intemperie’). A mí me ha

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impresionado siempre en el Cristianismo la ausencia de ‘iniciados’, la apertura a todos. Y si el
anuncio de la fe fuera para ‘unos cuantos’ [como hace unos años se decía, distinguiendo entre
vulgo y místicos, entre ‘camino ordinario’ y ‘vía de perfección’] ésa no es la fe cristiana. No ha
habido oferta más a la intemperie, más abierta a todos, que la de Jesús. Aunque luego nosotros
hacemos nuestros clanes y grupos de escogidos e ‘iniciados’, traicionando su espíritu. La fe es
algo que debe ser inteligible para todos. Pero como humanos, sentimos que cuanto más ‘raro’ es
aquello, tiene más identidad, más ‘carácter’ que decía aquélla...
Lc 7,33-34: A Jesús lo toman por ‘borracho y comilón’, porque anda de convite en
convite. Y no se dedica a ‘cuidar su imagen’ para que no hablen de él: va donde lo solicitan...

¿Soy auténtico cuando me someto a una ley establecida o cuando sigo el espíritu como
impulso interior? Cf. Mt 15,1-20: Una escena divertida, que nos refleja las realidades del grupo:
Se acercan a Jesús algunos escribas y fariseos venidos de Jerusalén: —“¿Por qué tus discípulos no
observan las tradiciones de nuestros padres, y no se lavan las manos antes de comer?” (¡vaya
delito!) Y Jesús, buen gallego, les devuelve la pregunta: —“¿Y por qué vosotros traspasáis el
mandamiento de Dios con vuestras tradiciones...? Bien profetizó Isaías sobre ustedes: ‘Este
pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí’. Luego llamó a la gente y les
dijo: —“No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre, sino lo que sale de él”.
Entonces se acercan los discípulos le dicen: —”¿Sabes que los fariseos se han escandalizado al oír
tus palabras?” Como chiquillos que no dan para más que para chivatos, incapaces de juicio propio,
no pasan del chismorreo. Jesús responde: —”Son ciegos que guían a otros ciegos”.
Tomando Pedro (el más despabilado del grupo) la palabra, le dijo: —“Explícanos cómo es
aquello de que lo que entra por la boca no contamina... Y él: —“¿También vosotros estáis sin
inteligencia? Agarraos de la silla: ‘¿No comprendéis que todo lo que entra por la boca pasa al
vientre y luego se echa al excusado?” Jesús hace su Iglesia accesible objetivamente cuando
desciende, cuando asume la debilidad aún de nuestra inteligencia: “...En cambio lo que sale de la
boca es lo que viene del corazón: los adulterios, las mentiras, la codicia, etc.; eso es lo que
realmente contamina al hombre.”
Mt 12,1-14. Escena de los discípulos arrancando espigas en sábado, por hambre. Ante el
reclamo de violación del sábado, Marcos (2,23ss = paralelo de Mt.) es clarísimo: —“El sábado se
ha hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado”. Y la réplica en Mt 5,17ss: —“No
penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas, no he venido a abolir, sino a dar
cumplimiento”. Recordad la escena del hombre de la mano paralizada: —¿Es que la Ley está
puesta para dejar a éste inválido, o debe ser más bien algo que apunte a su salvación? El ser
humano no puede vivir sin Ley, sin un marco de referencia, que como dijo S. Pablo, es un
‘pedagogo’ que nos lleva a Cristo. Necesitamos de un código de circulación, para no estrellarnos
por ahí. Jesús viene a darle cumplimiento a la Ley, a plenificar su sentido y no a dejar que se nos
caiga encima y nos apachurre. Pero enfatiza que el hombre trasciende a la Ley y su salvación es el
objetivo de toda Ley. No es la estupidez de zafarnos de toda ley, y para eso hay que comprender a
S. Pablo. El pobre de S. Pedro (algo corto) hablando de S. Pablo dice que ‘es muy complicado’.

Mt 6,1-21. Tres manifestaciones de la Ley judía: la limosna, la oración y el ayuno.


Comentamos sólo la primera: —“Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres
para ser vistos por ellos...” La justicia de los escribas y fariseos sirve para su justificación; con
ella se sienten ‘auténticos’ y no necesitan de nadie. “...de lo contrario, no tendréis recompensa de
vuestro Padre celestial”. “Tú, cuando des limosna (que tienes que hacerlo) no vayas trompeteando
por las calles para que la gente te mire”. El alero es más aparatoso, pero las ‘trompetillas’ son
más accesibles, como cuando uno dice: ‘Qué poca sensibilidad tienen, que no saben estimar la
joya que tienen en mí...’ Dar un trompetazo grande no sirve, porque la gente se asusta. Por eso
más vale una trompetilla discreta, que haga que el otro voltee, me mire y se asombre... ¿Tú
querías que los demás reconociesen tu autenticidad y tu historia? —“En verdad os digo: ya
reciben su paga. Tú en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace
tu derecha”. Y si hoy no me ha visto nadie, sacaré cuando menos el ‘espejito, espejito’ donde
pueda verme y regocijarme un poco. Recuerdo el año ‘72, cuando muere en Granada una gitana
‘La Rosa’, con 12 hijos, embarazada del 13º... En el barrio vivía también ‘la Rubia’, una paya con

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15 hijos. Y la rubia se lleva 2 hijos de La Rosa a su casa. Al llegar yo al polígono me la
encuentro, y al asombrarme de que se había llevado los niños con ella, me dice: “¿Y qué le iba a
hacer?” Esa es la verdadera limpieza de corazón, que no busca la ‘autenticidad’, sino responder a
la necesidad, a lo obvio. Esto es ‘que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha’. Así “tu
limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.” Mi secreto no lo
puedo ver ni yo, y si me asomo, lo estropeo. Las mujeres, qué buenas para descubrir en otros los
‘cables cruzados’. Que en eso los refranes son muy ciertos: “Piensa mal, y acertarás”. No se trata
de tener inquina a otra persona, sino de percibir su intención... pero más debiéramos cuidar de
percibir la propia intención. Cuando uno presume su secreto, cuando siente que ‘el día en que yo
nací, nacieron todas las flores’, sabe muy bien su mano izquierda lo que hace su derecha.
Según esta cita, parece ser que, si en lo interior el único que ve lo secreto es nuestro Padre, y
como yo lo vea lo estropeo, ese secreto es inaccesible a nosotros. Por tanto, toda la problemática
de la dichosa ‘autenticidad’ es inútil y perjudicial. Porque sólo Dios juzga, y hay que dejarle a El
el juicio. Si a la gitana aquélla yo le digo: “—¡Hay que ver lo que has hecho, Rubia!” y ella me
responde: —“Ya ves, una que es auténtica, consecuente.” lo ha estropeado todo.

Mt 5,14-16: “Vosotros sois la luz del mundo” Bueno, este ya nos vuelve locos. “No
puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara
para ponerla bajo la cama, sino en el candelero para que alumbre a todos en la casa. Brille así
vuestra luz delante de los hombres para que, viendo vuestras buenas obras, glorifiquen al Padre”.
¿Cómo entenderlo? Ya hemos dicho que el Evangelio no es radical, sino preciso. Evidentemente
tenemos que ser luz, pero lo que agradecemos no son los ‘deslumbrones’, sino la luz que recibimos
de otros. Y la gente sencilla lo sabe hacer tan bien, sin fogonazo ninguno, como un cualquiera,
pero resulta que lo que ha hecho se agradece, está bien, merece la pena. Una cosa es alumbrar y
otra des-lumbrar. La luz no se mira, se miran las cosas que ilumina. No somos invisibles, y si
actuamos ‘a la intemperie’ estamos siempre ex-puestos. En cambio, si ocultamos nuestra acción y
nuestra vida, por algo será. Lo que no está a la intemperie, olerá mal.
Mt 23,23-28: —“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! que dáis una fachada y
tenéis otra cosa por dentro; que pagáis el diezmo de la menta, del comillo y del anís, y descuidáis
la justicia, la misericordia y la fe; que coláis el mosquito y os tragáis el camello; que purificáis por
fuera platos y vasos, y por dentro estáis llenos de rapiña y podredumbre...”

Mt 13,10ss: —“¿Por qué les hablas en parábolas?” —“Porque se ha obcecado el corazón


de este pueblo. Pero dichosos vuestros ojos porque ven, y vuestros oídos porque oyen.” Vienen
los discípulos a chivarse con Jesús, y a decirle que a los fariseos no les parece que él ande nomás
contando cuentos e historias y no sepa hablar con seriedad. Jesús les dice: ‘Es que tengo un
problema: algunos se creen clarividentes, y por eso se han embotado sus ojos’. Cuando uno se
siente clarividente no necesita ver ni oír nada nuevo, porque ya lo sabe todo. Cf. parábola de la
oveja perdida. En un momento, a Jesús le echan en cara que trata con prostitutas y pecadores, y
que un hombre ‘puro’ no debía contaminarse así. Jesús sabe, porque no tenía un pelo de tonto, que
la sensibilidad de sus oyentes está embotada, y piensa que no hay diálogo posible por ahí. Pero
sabe que hay otra zona de la sensibilidad humana que no está todavía embotada. Por eso les pone
el ejemplo del hombre que tenía 100 ovejas y se le pierde una... —“¿No deja las 99 bien guardadas
y se va a buscar la que se le perdió, hasta encontrarla?” La única forma de desembotar un corazón
no es la discusión frontal de palabras y conceptos, sino que todo nos lo jugamos en la sensibilidad,
en lo corporal (y en esto S. Ignacio fue un genio, con su ‘aplicación de sentidos’). De ahí que
Jesús apela a lo concreto, para que ‘nos enteremos’. Si de frente tengo al otro ‘fortificado’ en sus
prejuicios y lo ataco por ahí, más se va a reforzar. Jesús entra ‘por la puerta de atrás’, por la vía de
la sensibilidad. A ver si así logra que los ojos vean y los oídos oigan, si así se pueden enterar...
[Cf. la historia del ‘Bolín’(fundador de la escuela gitana) con Ramón Corona (famoso por tonto):
el primero le intentaba enseñar al segundo, y le decía: —¿cuántos son 9 y 7? —‘Veinte’, respondía
Ramón, una y otra vez. A la tercera le dice el Bolín: —‘Disculpe, compadre, que no me había
dado cuenta’, y sigue preguntándole otras sumas. Pero al rato vuelve: —¿Cuántos son 7 y 9?.
—‘Dieciséis’, dijo Ramón. Y volvió al día siguiente, sin que nadie lo hubiera puesto en ridículo.
A la maestra ‘paya’ le dió este consejo, porque se le aburría la gente: —“Yo lo que me pregunto no

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es qué tengo que dar para cumplir el programa, sino qué tengo que decirles hoy para que vuelvan
mañana.” ]

Mt 6,21-22: “Donde está tu tesoro, ahí estará también tu corazón. La lámpara del cuerpo
es el ojo: si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso. Pero si tu ojo está malo, todo tu
cuerpo estará a oscuras. Y si la luz que hay en tí se volvió oscuridad, ¡en qué oscuridad andarás!”
Jn 9,29-39: “¿Y tú crees en el Hijo del Hombre? ... Para un juicio he venido a este mundo:
para que los que no ven, vean; y los que ven, queden ciegos”. A la pregunta de los fariseos:
—“¿Es que también nosotros somos ciegos?” Jesús responde: —“Si fuerais ciegos, no tendríais
pecado, pero puesto que decís que veis, permaneceis en vuestro pecado.” En ningún sitio del
Evangelio dice que cerremos los ojos: los tenemos para ver. Y hay que estar alerta frente a tantas
‘interioridades’ que pueden extraviarnos, como las de las sectas esas que se montan unas historias
[del cometa, la reencarnación, etc.] que llevan hasta el suicidio colectivo. Jesús ha venido para
dejar ciegos a los ‘clarividentes’ y ofrecer la luz a los que reconocen su ceguera.
Lc 6,39-45: “¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿Cómo es que miras la brizna en el ojo
de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en el tuyo?” Hay que sacársela, sí, pero si no quito
antes la viga del mío, cuando me acerque lo dejaré tuerto... “Y entonces podrás ver”, desde la
debilidad tuya, no desde tu autenticidad, que le restriegas al otro. En reciprocidad: “tírame tú
primero de mi viga, que yo te ayudo luego con tu brizna”.

Parábola del Buen Samaritano, que nos va a dar la clave. En Lucas 10,25-37: Se levanta
un legista (un clarividente) y le pregunta sobre el mandamiento más importante. Devuelta la
pregunta por Jesús, contesta perfectamente. Pero queriendo justificarse, insiste: —“¿Y quién es mi
prójimo?” Dame una norma, como legista que soy, para que sepa a qué atenerme. Quería que le
dijera: “El prójimo son 3 metros, y el de la cuarta fila ya no.” Pero si no es por la estupidez de este
tío, nos quedamos sin parábola del Buen Samaritano. Y nosotros, esto del prójimo lo hacemos una
cosa tan sobrenatural y tan abstracta, que asustamos a la gente. Jesús responde con esta joya:
“Bajaba un hombre de Jerusalén y Jericó... casualmente, bajaba también un sacerdote, y al verle,
dio un rodeo” Pues ‘ojos que no ven, corazón que no siente’, y mi interior, que lo tengo tan
tranquilo, no se ha perturbado, porque además voy a cumplir con mi obligación, con la Voluntad de
Dios que me queda tan clara... Como la hna. de la Caridad que dijo: “eso de la Voluntad de Dios
no es tan claro como nos habían dicho” ¡a sus 93 años lo va descubriendo! “Igualmente un levita,
una especie de seminarista, lo vio y también dió un rodeo (que no me perturben en mi
autenticidad). Pero un samaritano, que iba de camino, montado en su burro, dormido al pasillo
cansón, despertó cuando el burro se detuvo (porque los burros se paran cuando ven algo raro). Y
el hombre aquél, como lo más obvio, se baja para ayudar, sin que aquello fuera una ‘exigencia’ ni
un heroísmo: echa aceite y vino en sus heridas y lo lleva a una posada. Saca dos denarios, se los
da al posadero y se va a sus negocios. No cambia de profesión para hacerse enfermero y quedarse
cuidándolo. Lo que pide el Evangelio es la obviedad de que lo recojas, lo lleves adonde lo puedan
atender y sigas tu camino.
El Evangelio no pide héroes, porque no lo fue ni Jesús. Toda la terminología de ‘los
auténticos’, los ‘coherentes’, los ‘héroes nacionales’, no va con Jesús. —“¿Quién de los tres te
parece que fue el prójimo del que cayó con los salteadores? —“El que practicó misericordia.”
—“Vete y haz tú lo mismo”. El hombre tendido a medio camino es ‘improgramable’, no entra en
ninguna clarividencia. Por tanto, mi ‘autenticidad’ está a la intemperie, no está programada, sino
que es respuesta a un dato que está ahí afuera. Y lo que me pide es echar una mano. El samaritano
echó la mano y siguió su tarea. Un día estábamos vendimiando, y de repente la pareja de al lado
(que se vendimia por parejas) dice: ‘pues ese será muy honrado, pero no es bueno’. Y le pregunto
yo a la Mary: —¿eso qué quiere decir? Y me dice: —’¿Usté no lo sabe? Ser honrado es no matar,
no robar, etc.; pero eso no es ser bueno, porque ser bueno es ayudar a los demás.’ Se nos educa
para ser ‘honrados’, para cumplir con la ley, cada uno encerrado en su honradez y dando rodeos
para que no le perturben. La vida está llena de gente honrada. Pero Jesús lo que pide es que
seamos buenos, y eso no hay quien lo pueda enmarcar en algo preestablecido, con respecto a lo
cual yo me pueda sentir auténtico, con la conciencia tranquila.

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1Cor 4,3-5: Clave - “Que nos tengan los hombres por servidores de Xto. y administradores
de los misterios de Dios... Aunque a mí lo que menos me importa es ser juzgado por tribunales
humanos. Ni siquiera me juzgo a mí mismo...” (éste ha tirado ya el espejito). “...Cierto que mi
conciencia nada me reprocha, pero no por eso quedo justificado, porque quien me juzga es Jesús.”
Supongan que vamos a Madrid, a la fiesta de La Paloma, y andamos entre una multitud de gente...
Me dices de pronto: —‘¡Me estás pisando!’. Puedo reaccionar atendiendo a mi conciencia: —‘Es
que yo nunca he querido pisarte’, pero no volteo a ver si te tengo debajo... entonces tú pensarás:
—“Este tío está loco.” Procedemos así más a menudo de lo que pensamos. Es verdad que
tenemos que remitirnos a nuestra conciencia, pero saber también que nuestra conciencia no agota
nunca la realidad. El otro día oía a una monja que en una entrevista por radio, justificaba a los
padres, testigos de Jeohvá, que habían impedido la transfusión a su pequeño, porque habían
‘obrado en conciencia’. Así hemos ‘deformado’ a la gente. Pero la última palabra no la tiene
nuestra conciencia, sino la realidad.
Gál 5,13ss: “Porque hermanos, habéis sido llamados a la libertad (¡olé por el Pablo, éste sí
es flamenco!) sólo que no toméis de esa libertad pretexto para la carne, sino que servíos por amor
unos a otros.” Recuerden que Filemón, que era liberto, se hubiese desnucado por suplir a Onésimo
y poder servir y atender a Pablo en la cárcel. “Pues toda la ley alcanza su plenitud en este solo
precepto: Amarás a tu prójimo como a tí mismo”. Y esa autenticidad no hay quien la programe,
quien la evalúe, quien la controle...

Termina la B.: ‘...porque ellos verán a Dios’. Vamos a dar unas cuantas citas:
Ex 33,11.18ss: “Yahvé hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su
amigo... y cuando Moisés vé que a Yahvé se le caía la baba, pues todo le concedía, le dice:
—‘Déjame ver tu Rostro’. Yah le responde: —‘Yo haré pasar delante de tí toda mi
Bondad/Belleza (en hebreo parece que es la misma palabra), y pronunciaré mi Nombre delante de
tí, pero mi Rostro no podrás verlo, porque no puede el hombre ver mi Rostro y seguir viviendo...
Te voy a poner en una hendidura de la peña, para que veas mis espaldas”. Pero como nuestra
identidad no está en el trasero, Dios no se descubre plenamente, sino indirectamente...
Mt 18,1-10: “Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino...” Lo escandaloso es
que el niño no era sujeto religioso, no era capaz de cumplir la Ley. Y añade: “porque a Dios nadie
la he visto nunca”. Tenemos que buscar esa sencillez, esa simplicidad de los niños. Ya luego
viene la ‘edad del pavo’, cuando, haciendo la rueda sobre sí mismo (que tan bien conocemos los
adultos) el chico repite su gracia para presumir, hasta que nos enfada.
Flp 4,4ss: “Por lo demás hermanos, todo cuanto hay de verdadero, de amable, de justo, de
honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, tenedlo en cuenta...” Mi Rostro no
puedes verlo, pero sí seguir mi rastro, en estas cosas. ¿Cómo puedo yo ver a Dios? Si mis ojos
están limpios. Vamos por la vida a veces como ‘escarabajos peloteros’, cogiendo toda la
porquería, porque haciendo una pelota y subiéndonos en ella, desde ahí podemos acusar al otro.
Pero lo que se nos pide es atender a la bondad y a la belleza, para ser capaces de ver el ‘paso de
Dios’. La gente que nos ha hecho bien es la que nos ha descubierto tal vez un fallo que teníamos,
pero no se ha fijado sólo en eso, sino en nuestras posibilidades de bondad, de belleza, etc. Lo que
sí puedo preguntarme es si voy por la vida ‘ensuciando con mis ojos todo lo que miro’ o
descubriendo la bondad y la belleza de la gente y de las cosas. Y cuando de una persona decimos:
‘es que me mira con malos ojos’ ¿qué estamos diciendo?

Si en la B. anterior decíamos que el pecado era la ignorancia, aquí parece que la ignorancia
[de nuestras buenas acciones] adquiere visos de santidad: Cf. Mt 7,21-27: A los que le reclaman:
—“En tu Nombre echamos demonios, y curamos enfermos, etc.” El les responderá: —“¡Aléjense
de mí, malhechores, que no los reconozco!”.
Y en el juicio final por el contrario: Mt 25,31ss: “Venid, benditos de mi Padre, porque
tuve hambre y me disteis de comer...” Y los justos responderán: —“¿Yo a tí, cuándo te he visto?
Sólo me encontré con fulanito y le eché una mano...” La limpieza de corazón, el único dato que
tenemos, es el de unos ojos limpios. Si yo voy viendo porquería, es porque mi corazón necesita
mostrar la porquería de otros para poder deslumbrar...

31
VI
“Bienaventurados los limpios de corazón....”

(HOMBRE DE BARRO SOY)


“Concentración pura,
todos los músculos apuntan a una
el oído sólo escucha el disparo
la vista sólo se fija en la meta
no hay otra cosa que ser
lo que se espera de mí.
Y ser lo que yo me he propuesto.
Soy tan ridículo
que me limito a una programación concreta
tan ridículo
que me limito a ejecutar unas pocas cualidades.
Tan ridículo
que me limito a una carrera deslumbrante
sin sospechar
que soy mucho más que eso,
que soy genial, que soy todo
siempre y cuando
no intente serlo
siempre y cuando
sólo sea lo que soy:
capacidad de servicio responsable
libremente entregada a tu espíritu.”

De Asunción:

“CORAZÓN LIMPIO. Vacío.


Sin cosas que sobrecargan.
Sin espejos, taburetes,
trompetas, pósters, mandangas.
Con una gran apertura
—herida que nunca cierra—
por donde todos pasean
libres, en su propia casa.

Y el amor es GRATUITO,
no se les cobra nada.
Y las lámparas/ojos
(Bondad, Belleza, Esperanza)
reflejan Gloria de Dios,
Verdad, Bienaventuranza,
servicio a fondo perdido.
necesidad escuchada.

Pobre y Dios como ley


del exterior y la entraña.
Y más NADA...”

32
7ª BIENAVENTURANZA:
“Bienaventurados los que hacen la paz,
porque serán llamados hijos de Dios”

Suelo recomendar que dejen ‘aparcada’ esta B., y den un repaso de las anteriores. Ir
revisando en cambio cómo posibilitamos/obstaculizamos la fraternidad objetiva, desde las Bs:
1 - Si me desprendo del ídolo de las riquezas para posibilitar el encuentro ‘en pobreza’ con otros.
2 - Si dejo a un lado violencias y actitudes impositivas en aras de la no-violencia.
3 - Si soy capaz de superar la desesperación, asumiendo en fe el sufrimiento propio y ser movido a
com-pasión ante el dolor del prójimo, a la manera de Jesús, con una com-pasión discreta y eficaz.
4 - Si puedo, con la gracia de Dios, superar la tentación de ‘convertir las piedras en pan’, para vivir
de Su Palabra, evitando extremismos, buscando saciar el hambre y la sed de otros.
5 - Si me siento llamado a ser ‘cauce de su Misericordia’, y soy capaz de reconocerme primero
necesitado de Su Misericordia, y ‘bajar’ luego a Su encuentro en aquellos que el mundo desprecia.
6 - Si yo con mis ‘taburetes’ pretendo destacar en lugar de ‘ponerme a nivel’, ¿cómo voy a crear
fraternidad?, ¿cómo podré ver a Dios si no me convierto de corazón para volver a ser como niño?

Lo que pretendía el otro día (en la segunda B.), lo único, es que al otro no lo quite de
enmedio, sino que posibilite su recuperación, y como hermano. ¿No habrá entre vosotros un justo,
un sabio, que pueda juzgar entre hermanos, que posibilite la paz?

En la vida de Jesús; Para el pueblo judío, SHALOM es la síntesis de todos los bienes
prometidos por Yahvéh. Ya en el Ev. de Lucas 2,14, LA PAZ es de las primeras palabras que
anuncian los ángeles. Pero ya desde su tierna infancia, al ir a presentar a Jesús al Templo a los 40
días (Lc 2,33-35) el abuelete aquél le dice a María: ‘una espada atravesará tu alma’. ‘Vaya —dijo
ella— éste me va a salir pelón’. En Lc 19,42, Jesús (como buen judío, amante de su tierra) llora
sobre Jerusalén porque ‘no ha entendido los caminos de la paz’. Y en Lc 12,19ss ‘No he venido a
traer la paz, sino la espada...’ Parece un planteamiento tenso, contradictorio. Como telón de
fondo otras dos escenas de tensión-asumida: la curación del hombre de la mano paralizada, y el
prendimiento en el Huerto: Jesús busca salvar los ‘derechos humanos’ de los demás, y pierde los
suyos totalmente.
Jn 14,27 - “Mi paz os dejo, mi paz os doy” Una paz que se ofrece como don, y no
cualquiera, sino una paz que Jesús presenta como suya. Realmente no es algo distinto de lo que
Israel entendía por la paz, como Don por excelencia de Dios.
Pero ahora viene el lío, donde dice: ‘No os la doy como la da el mundo’... y pone las orejas
más tiesas lo que sigue: ‘No se turbe vuestro corazón ni se acobarde’ ¿cómo nos vamos a
acobardar con la paz? Pero pensemos: ¿Cómo da la paz el mundo? Parece ser que exige, que la
paz del mundo se impone. Y efectivamente, es un bien tan supremo que el mundo se cree con el
derecho de im-ponerla. Volvamos de nuevo al idioma: llegas donde uno que está enfadado, y te
grita: ‘¡Déjame en paz!. No me molestes. Déjame tranquilo...’ Y eso de ‘tranquilidad’, las malas
lenguas dicen que viene de ‘tranca’: si uno está con la tranca en la mano, listo para golpear a quien
se arrime, entonces tendrá paz y no será molestado. Esta paz apunta mucho a que yo no
experimente ningún riesgo, a que me sienta seguro. ¿Os acordáis cuando la guerra del Golfo?
Hubo un florecimiento de pacifistas en España, donde la gente se echaba a la calle, y algunos
decían: menos mal que la conciencia de la humanidad está surgiendo. Por lo visto desde entonces
no ha habido otra guerra, porque aquél ‘fervor pacifista’ ya no ha vuelto a verse... Estos
mecanismos funcionan así: parece que las naves norteamericanas tenían que hacer escala en
Zaragoza, en Rota, etc. Y seguro que traían cosas tremendas. Claro que tampoco sabíamos los
‘pepinazos’ que tenía Saddam. Lo que pasaba es que estábamos todos ‘cagados’ de miedo, y
creíamos que ‘algo’ nos podía tocar. Pero todos esos pacifistas dejan de salir a la calle cuando
‘mi/nuestra’ paz no se ve afectada, cuando tú no estás implicado ni de lejos. [Así ha pasado con
las guerras de Ruanda, o Chechenia, etc.] Entonces la paz de Jesús, ¿no consiste en esto? Parece
que no... ¿Y para esto estábamos esperando la séptima B., si no vamos a poder ni estar tranquilos?

33
Jn 16,33 - “Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis
tribulaciones”. Ahora resulta que con él sí, pero en el mundo voy a estar ‘de colorines’. “¡Animo!
Yo he vencido al mundo.” ¿Pero cómo dices que has vencido, si acabaste descalabrado? ¿A dónde
apunta pues la paz de Jesús?
Cf. Juan 17,21- “Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí. Cuida en tu Nombre a los que
Tú me has dado, para que sean uno como Tú y yo somos uno.” A veces decimos: ‘Había una paz
que no se oía ni una mosca. Estábamos todos tan tranquilos...’ Esa paz no tiene nada que ver con
la paz que Jesús nos ofrece. “Que ellos también sean uno en nosotros”. Entramos a formar
parte, a in-corporarnos a la unidad del Padre y el Hijo. Resulta que Dios no es un solitario, sino un
Dios-Unico-en-el-encuentro. Si yo necesito tiempos tranquilos, de silencio, para que los nervios
se me pongan en su lugar, eso será todo lo necesario que Uds. quieran, y le podemos llamar
[‘retiro’, ‘desierto’, ‘meditación’ o ] como querramos, pero no es la paz que Jesús nos trae. Lo que
El nos trae es la tarea de posibilitar el encuentro desde el conflicto. No es el aislamiento.

Por otro lado, el bien que Jesús nos trae está expresado en la Resurrección. Cf. Lc 24,36ss:
“Estaban hablando de estas cosas cuando El se presentó, y les dijo: ‘La paz con vosotros’. O en
Juan 20,19ss: “Se presentó Jesús enmedio de ellos y les dijo: ‘La paz con vosotros’. Los
discípulos se alegraron de ver al Señor. Y él dijo: ‘Como el Padre me envió, así yo os envío’.
Esta es la paz que Jesús nos trae. Si volvemos al Cap. 17, dice: “para que el mundo crea que Tú
me has enviado”. Resulta que esa paz supone un encuentro, que va a pasar por el conflicto, por la
reconciliación, por la recuperación. Este el único signo que Jesús nos ha dejado.
Podemos preguntarnos: ¿hemos tomado esto en serio? ¿Estamos trabajando para que podamos
encontrarnos realmente como hermanos, sin dar un rodeo al conflicto? “Como el Padre me envió,
así Yo os envío”. Y si no vivimos este envío, cómo vamos a hacer a la gente la pregunta de Jesús:
‘¿qué os parece?’ Si voy a la gente y le digo: ‘Es que yo me encuentro con Dios’, nos va a decir:
¡Aaahhh...! (incrédula).
“Dicho esto, sopló sobre ellos (que estaban sofocados) y les dijo: ‘Recibid al Espíritu Santo; a
quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados, y a quienes se los retengáis, les quedan
retenidos”. Esa unión no podemos darla por supuesto, sino que es la tarea por excelencia.
Vivimos de supuestos, pero la unión está por verse. De lo que más habló Jesús es de ‘vamos a ver
cómo hacemos’, cómo podemos construir, llegar a esa unión.

Dijo al respecto muchísimas cosas. Vivía en un pueblo ‘de bigotes’ [de genio fuerte].
Recordemos p.ej. cómo en su tierra, sus paisanos lo querían despeñar por un barranco. El
Evangelio está ‘sin estrenar’, como un regalito cursi todavía con su moño. Pero ábrelo:
Mt 5,21-22: “Habéis oído que se dijo: No matarás, y todo aquél que mate será llevado
ante el Tribunal. Pero yo os digo, el que llame a su hermano renegado, será llevado al Tribunal, y
el que lo llame ‘imbécil’, será digno del infierno.” Los que hayamos tenido la fortuna de tener
amigos entre los presos, sobre todo entre quienes han tenido delitos de sangre, podemos ver que
aquello no surgió de la nada, sino que tal vez surgió de una nadería, de un ‘leve insulto’. Y no
podemos llegar a quitar el cuchillo de la mano del asesino en el momento de asestar la puñalada,
cuando hay detrás toda una historia de agravios, de insultos, de rencores, etc. Según el Evangelio
no hay ‘parvedad de materia’ en cuestión de faltas a la relación fraterna. [el que llame a su
hermano ‘imbécil’, será digno del infierno] ¿Cómo han empezado las situaciones insostenibles de
odio y de violencia? A lo mejor en una bobería, en una palabrita sin importancia. Eso puede
afectar los corazones, eso puede infectarse y llegar a algo irreversible. Por eso Jesús advierte:
“¡Mucho cuidado! Que esto es grave...”

Mt 5,38-42: “Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo:
no resistáis al mal, poned la otra mejilla, etc.” Ahora, recordemos que Jesús no sigue sus
instrucciones ‘al pie de la letra’. No obró de esta manera, sino que, cuando el criado aquel del
Sumo Sacerdote le da la bofetada, no pone la otra y le dice: —‘Ven acá que te falta este lado’, sino
que le pregunta: ‘Si he hablado mal, dime en qué, y si no, ¿por qué me pegas?” Lo importante es
el espíritu de echar fuera toda violencia, pero también de posibilitar la ‘recuperación’ del otro. La
fraternidad es algo de cuidado, por eso al saludar preguntamos: ‘¿Cómo estás?’ [y no ¿Cómo

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eres?] Porque somos hermanos, pero ¿estamos en buenos términos? Eso hay que revisarlo cada
día, posibilitarlo, según el deseo de Jesús de que “el que hace la Voluntad de Dios ‘ese es mi
hermano, mi hermana y mi madre”.

Jesús nos hace ver que la fraternidad tiene su origen en el designio del Padre de “hacer
salir el Sol sobre buenos y malos”. Y nos ofrece tres grandes medios para hacer posible la
fraternidad: el perdón, la corrección fraterna y la propia sospecha. Para ir explicándolo, yo suelo
poner una imagen, y enmarcarla. Resulta que todos tenemos cuernos, y como están arriba en mi
cabeza, yo no los veo. Pero el otro sí los ve, y puede medir su envergadura, y saber cómo viene la
embestida. Como todos tenemos cuernos, hay ‘roce’ entre nosotros.
En el perdón, ¿qué hago yo con los cuernos del otro? Es un peligro público... Primer
medio: Mt 5,43-47; Mt 18,21-34 y Lc 23,34. El de Mt 5 es conocido: “Habeis oído... pues yo os
digo: para que seais hijos de vuestro Padre, si no amáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis
de extraordinario?” Parece ser que el perdón es condición sine qua non de la fraternidad, como
queda claro en el Padre Nuestro, que yo no sé cómo nos atrevemos a rezar...
Mt 18... Tenemos que perdonar: Retirar la denuncia, abolir la deuda, ese es el perdón
eficaz. Es esa parábola larga, preciosa, del rey que perdona a su servidor, pero luego éste se
encuentra con uno que le debía y lo lleva a la cárcel. Y termina diciendo: “Dios no les va a
perdonar si cada cual no perdona de corazón a su hermano.”
Y ¿cómo es ese perdón? Cf. Lc 23,34 - Jesús grita: “¡Perdónalos porque no saben lo que
hacen!” Su perdón no es un chantaje que haga resaltar lo genial que soy yo y lo malísimo que
eres tú, para hacerte sentir pésimo... Porque siempre es verdad que no sabemos lo que hacemos.
La única forma de saberlo sería que yo, por un imposible, me convirtiera en aquél a quien estoy yo
agrediendo. El perdón verdadero deja al otro no culpabilizado, sino reconociendo que estaba
ciego. No es que yo exija al otro: “Como te he perdonado, vas y te cortas los cuernos”. Sino que
le devuelvo a la situación de poder recuperarse. Cuando agredimos al otro, no sólo no
posibilitamos su recuperación, sino que justificamos su agresión. “¡Menudos humos que traía!
¡Razón tenía yo de haberle dado esa bofetada, a ver si se le bajan!” Pero éste sigue con los
cuernos. Y uno dice: ‘Yo he salido con vida de milagro, pero éste sigue por ahí embistiendo...’

Ahora veamos el segundo medio, la corrección fraterna: Mt 18,15-18: El de Mateo


posiblemente sea el texto de instrucciones más detalladas, y del que menos hemos hecho caso. En
el Noviciado se hacía el ‘ejercicio de culpas’, una cosa divertida, pero que no seguía los pasos del
Evangelio. Tendríamos que ponerle un ‘suspenso’ a Jesús, porque sus instrucciones se ve que no
sirvieron para nada: “Si tu hermano llega a pecar (lleva cuernos, y va suelto por ahí) primero
llámalo y habla a solas con él.” Si tú me has hecho a mí una ‘faena’, antes de ir con nadie, ni a tu
mujer siquiera, voy a llamarte para ‘dar una vuelta por ahí’: Mira, Manolo, ¿no te acuerdas ayer,
de cuando...? Va uno con tacto llevando el asunto. Y se compromete uno a que el involucrado sea
el primero con quien lo comento. Porque eso crea un tacto, una relación... Lo que en cambio
hacemos es: “¿No han visto lo que hizo ayer el Manolo?” Pero tú ¿no te has tocado nunca la
cabeza? ¿no sientes algo duro por ahí? La corrección fraterna no es que yo coja el serrucho y te
diga: ‘Ven pa’cá que te voy a cortar el cuerno’, sino que te preste un espejo para que te los veas...
Así te posibilito el que tú reconozcas tu error. Y si tú me dices: “Sí, yo le dije aquello ¡porque es
un hijoeputa!”. Entonces viene un segundo paso: “Si no te escucha, toma contigo a dos o tres
testigos...” pero no para que lo detengan mientras tú le cortas los cuernos, sino como un intento de
objetivar... “Y si ni así escucha, llama a la comunidad, y díganselo juntos: ‘Mira que también
nosotros tenemos que hacernos a un lado cuando pasas, con esos cuernotes...’ Y si hasta a la
comunidad desoye, “sea para tí como el gentil y el publicano.” Esto ¿qué quiere decir? Que te
quedas fuera. El Evangelio no dice que tengo que tenerlo dentro, con una cornamenta que anda
pinchando a todo mundo. No está escrito en ninguna parte que yo tenga que soportarlo. Tampoco
le voy a eliminar, pero sí le puedo decir: ‘Por favor, aquí dentro, con nosotros no...” Porque a
veces estamos destrozando personas y realidades. Y no, las cosas hay que decirlas, hay que ver su
alcance, ayudar a que la persona se haga responsable, y si no lo hace, hay que sacar
consecuencias.

35
En las comunidades [jesuíticas] antiguas, donde había unos pasillos anchos, no importaba
tanto que hubiera gente con grandes cornamentas, porque había por donde pasar... Pero con los
pasillos estrechos de los ‘pisos’ actuales, yo aconsejaría que pusieran a uno de cornamenta amplia
con otro de cornamenta estrecha, o más bajito, que pueda pasarle por debajo. El Evangelio no pide
imposibles, sino que se constaten realidades. Caso del que fue con el Provincial a pedirle: “si vas
a poner a éste en la comunidad A, pónme a mí en la B”. Como Pablo y Bernabé, que no pudieron
andar más tiempo juntos, por Juan Marcos o por lo que haya sido... Pues el Pablo debía tener una
‘señora cornamenta’. Así cada uno se fue por su lado y el Evangelio pudo seguirse anunciando.
Pero la corrección no se puede hacer ‘de arriba a abajo’: Cf. Gál 6,1ss - Y yo, ¿cómo le
voy a decir que se toque la cabeza, si llevo una cornamenta bien picuda? Tal vez le puedo decir:
—Mira, yo también los tengo, pero me pongo una funda. O aquello de que ‘todos tenemos nuestro
saco de desperdicios’, y si no lo sacamos a tiempo, empieza a despedir su tufillo... La corrección
se hace desde la debilidad, desde la incongruencia, desde la inconsecuencia. No ‘¡a ver si tú
aprendes de mí!’, sino, ‘Mira que yo también sé lo que es meter la pata’.

De la propia sospecha, Cf. Mt 5,23-26: “Si al presentar tu ofrenda al altar recuerdas que
tu hermano tiene algo en contra tuya, deja ahí tu ofrenda y ve primero a reconciliarte con él...” Si
yo te digo: —‘¿Qué le has hecho a Juanita?’ Y el otro contesta: ‘Es que está neurótica’. —Pero
si la ví que llevaba el ojo en la mano... Lo que se nos pregunta no es si queríamos o no pisar al
compañero, sino que tú vayas al otro y le preguntes qué es lo que tiene contra tí.
Desgraciadamente se nos ha educado en la seguridad de la ‘buena conciencia’ (¿sabré yo [si tengo
razón]? ¡guay de aquél [que me contradiga]!) , y no desde la sospecha de la propia conciencia. En
la conciencia de que somos ‘seres cornamentados’. Y esa cornamenta que tú ves en los demás, en
tí la disimulas con una finura, pero igual no llevas una, sino la de toda una ganadería... Si no
empezamos a educar en esta sensibilidad, ¡guay de aquél que quiera corregirnos!. El perdón
sincero, la corrección fraterna y la propia sospecha son los tres medios que Jesús recomienda.

La primera comunidad - En Hch 2,42 - Aquello de que ‘vivían como hermanos’ se


fundamenta en una cosa real: que habían vendido sus bienes y se lo habían repartido todo. [Porque
no somos ‘puro espíritu’ sino que tenemos nuestra ‘base material’...]
Ef. 2,11-22: ‘Cristo es nuestra paz, el que de los dos pueblos hizo uno, anulando el muro
que los separaba, para que haga de los dos un solo hombre nuevo —así me gusta!—, y reconciliar
con Dios ambos en un solo cuerpo por medio de la Cruz —¡válgame Dios!—. Pues por El unos y
otros tenemos libre acceso al Padre, en un mismo Espíritu. Siendo la piedra angular Cristo mismo,
trabados unos con otros como piedras (si cada piedra anda por su lado, no hay edificio)... hasta ser
morada de Dios en el Espíritu. Esta es la imagen de nuestra unidad como el ‘Templo’.

Pero la imagen que más se usa es la del Cuerpo: 1Cor 12,4ss. Resulta que en el cuerpo, lo
que parece que no cuenta me duele igual que lo que cuenta. ¿Qué nos revela el cuerpo? Primero,
que hay variedad. El monocultivo es malo siempre: “como yo soy mano, todos mano”, y aquello
resulta un ciempiés... Si tú eres mano, debes seguir siendo mano, pero dejar que el otro sea ojo y
el otro pie. Primer dato, la variedad. Segundo dato: ¿cuándo funciona bien el cuerpo? Cuando
no me entero de que tengo estómago, riñones, muelas... Y tienes en cuenta una parte de tu
organismo cuando empieza a no-funcionar. ¿Qué os parecen esas personas que han pasado por
nuestras vidas como si no hubiesen existido, porque han sabido ‘estar en su sitio’? ¡Cómo las
extrañamos cuando ya no están! En cambio, el que dice: “¡que sepan que yo estoy aquí!” ...es un
dolor de muelas. De manera que todas esas exigencias de reconocimiento, harán sufrir a otros.
Otra analogía: el cáncer no es precisamente una célula que está débil, sino la que cobra una
autonomía y empieza a crecer y crecer hasta que se come a todas las demás. Y a veces somos un
cáncer en donde estamos: Así decimos “¡Menos mal que he llegado yo!” Aquí estaba esto muerto
[con esta bola de inútiles] ya verán cómo yo lo echo a andar... La diversidad funciona, es
armoniosa, cuando no se nota, y lo hermoso es que ninguno sea protagonista, sino que podamos
crecer juntos, al mismo paso todos.
1Cor 11,17-18: “Y no os alabo, porque vuestras reuniones son más para mal que para bien.
Oigo que hay entre vosotros disensiones, y tiene que haberlas, para que se ponga de manifiesto

36
quienes son de probada virtud entre vosotros”. La Eucaristía es signo. Y cuando decimos:
“Tuvimos una eucaristía que nos sentíamos en el cielo.” Recordemos que la primera Eucaristía fue
un desastre, porque [después de tres años de Noviciado] todavía se discutía ‘quién era el que partía
el bacalao’, y luego salió aquello de que ‘uno de vosotros me va a entregar’ y se creó un ambiente
de tensión. Y en ese ambiente tenso, Jesús clavó su apuesta por la fraternidad, como un reto que
nos desborda y que sólo desde Dios se puede apostar por eso. Al terminar aquello, cada uno tiró
por su lado: ¡Vaya una ‘primera comunión’ que tuvieron los apóstoles! Ni chocolatito ni ná... El
sacramento es una apuesta disparatada, que sólo Dios puede hacer... Y a mí tienen que ponérseme
los pelos de punta al constatar el desastre que somos. Y no ser tan ingenuos de creer que la
Eucaristía es expresión de lo bien que nos llevamos, sino más bien la apuesta de Dios (que espera
contra toda esperanza) por la fraternidad.

Dice S. Pablo en Rom 12,18: “En cuanto de vosotros depende, estad en paz con todos los
hombres”... pero como esa paz no puede imponerse, mi obligación es tumbar el muro que está de
mi lado... Si luego descubro que el otro tiene su propio muro levantado, no puedo tocarle ni un
ladrillo: es su decisión de tumbarlo si se quiere comunicarse conmigo. Cf. anécdota del médico al
que el albañil le tiró un tabique (de la casa del vecino, que estaba derribando) en la cocina, donde
se afanaba su mujer. Lo llamó y le dijo: —‘Amigo, el único que tiene aquí derecho de matar a esta
mujer soy yo...’ En lo que de mí dependa, esto está tirao... ya el otro verá si lo tira o no.

La tarea que dejó Jesús es la reconciliación, una tarea lenta, complicada, difícil.
Rom 14 - Nos creemos que esto de los ‘carcas’ y los ‘progres’ es post-Vaticano, pero desde
el principio existía: “Acepten a los que son débiles en la fe, sin discutir opiniones.” Y en esto S.
Ignacio era una joya. ¡Qué tontos somos a veces, que nos enzarzamos en discusiones y así
retrasamos más lo que queremos conseguir! Por eso digo yo: ‘Nunca se discute con un
Provincial’. Si él dice blanco, yo digo: ‘blanquísimo’, pero luego, en cuanto sea oportuno, lo llevo
de la mano a ver lo negro que está. Así, dice S. Pablo, el ‘progre’ (que no le importa comer la
carne sacrificada a los ídolos) desprecia al ‘carca’, (que no come sino verduras, por no
contaminarse) que lo juzga y critica. [Como decían unos (carcas) cuando la liberación litúrgica:
¿Te has dado cuenta? ¡Celebran la eucaristía con pan!(vaya delito!)] Pero dice [S. Pablo en]
Romanos: “¿quién eres tú para juzgar a tu prójimo? Si Dios mismo acepta a todos... El que
come, lo hace por el Señor, y el que no come, lo hace por el Señor, y da gracias también por ello.
Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo ni muere para sí mismo. Porque Cristo murió y
volvió a la vida para ser Señor de vivos y muertos. Y todos hemos de comparecer ante el Tribunal
de Dios.” El es el único que puede dar sentencia.

¿La corrección fraterna? Ni estrenada. ¿El juzgado? Turno permanente, de día y de


noche... ¡Dejemos a Dios el juicio! No se trata de un irenismo de que cada quien ‘haga de su capa
un sayo’. La verdad es una. Pues si decimos que ‘cada uno a su conciencia’, entonces que se
muera el niño (como dijo la monja de los testigos de Jeohvá). Dice S. Pablo: ‘Estoy convencido
en mi conciencia de que nada hay de suyo impuro (tenían razón los ‘progres’, que comían filete), a
no ser que algunos juzguen en su conciencia que es impuro... Pero si uno va y les dice ‘sus cuatro
verdades’ y emplea la verdad como arma arrojadiza, entonces les imposibilita el acceso a la
verdad, pues en cuanto me vean van a salir zumbando. A lo mejor tiene razón el que me está
empujando, pero ¡guay de aquél que me empuje! Y concluye S. Pablo: “El Reino de Dios no es
cuestión de comida ni bebida, sino Justicia, y Paz, y Gozo en el Espíritu Santo”. Procuremos por
tanto lo que fomente la paz y la mutua edificación. Que es una construcción lenta, donde no puedo
[darme el gusto de] asustar al otro. Pues si vas y le restriegas tu verdad, aunque tengas razón, le
provocarás... Hay que ir despacito... “No vayas a destruir la obra de Dios por un alimento. Todo
es puro, ciertamente, pero es malo comer dando escándalo. Lo bueno es no comer ni beber cosa
alguna que sea para tu hermano ocasión de caída. La fe que tú tienes, guárdala para tí delante de
Dios. El que come dudando se condena, pues todo lo que no procede de la buena fe...” Esto es una
joya, donde no apreciamos radicalismos, sino caridad.
Flp 4,4: “Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito, estad alegres. No os inquietéis
por cosa alguna. Y la Paz de Dios guardará vuestro corazón y vuestros pensamientos en Cristo

37
Jesús. Todo cuanto hay de verdadero, de bueno, de justo, de noble... Y todo lo que habéis visto en
mí (de bueno) ponedlo por obra.” Lo de Pablo no es con afán de presumir. Es que somos
espectáculo para el mundo, y ese espectáculo está irradiando luz o tinieblas. Entonces, lo que veas
de bueno, imítalo. ¿Qué es lo que nos ha atraído al Señor y alimentado en la fe? Cosas de esas
que uno ve por el mundo, y no lo que algunos nos quieren imponer por la fuerza...

“... porque ellos serán llamados hijos de Dios”. El encuentro se da en ese Dios en el que
estamos llamados a ser Uno. Cf. la catequesis que daba S. Ignacio en Roma sobre la Trinidad, no
a los doctos, sino a la gente sencilla.

VII
“Bienaventurados los que trabajan por la paz...”

(MUJER DE BARRO SOY)


“¡Qué bien! Han llegado las vacaciones:
me las merezco.
Quiero tumbarme en la hierba fresca
y luego pasear tranquilamente por la playa
Que no me llamen por teléfono
yo ya he hecho mi jornada
es hora de un descanso sosegado.
Quiero que ni me hablen
mis compañeros de barro
no sea que me perturben la paz.

... y poco a poco me voy quedando sola


poco a poco no quedará ni dios
alrededor de mí.
¿Qué paz es ésta conmigo solita?
¿A quién se lo cuento?

¡Por Dios! ¡Qué equivocada estoy!


Si no me dejo interrogar ni por mí
me quedaré sola con la hierba mojada
si no me dejo interrogar por los demás
me quedaré sola con la arena de la playa
Si no me dejo ver es como si no existo
si no me dejo ver no habrá encuentro.
¡Por Dios! ¡Qué equivocada estoy!
Si obligo al otro a ser como yo
nunca sabré lo que es gratuidad ni sorpresa
Si obligo al otro a no hacerme daño
nunca sabré lo que es el amor
Si obligo al otro a dejarme en paz
nunca sabré lo que es el servicio.
¡Por Dios! ¡Qué equivocada estoy!
¡Si me dejan en paz
no Te conoceré!”

De Asunción:

“Ya no es el camino blanco,


ya es alameda mayor,

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donde la PAZ es la reina:
diálogo, humildad, perdón.
La Paz, árbol de la vida
—Vida misma, Cristo-Amor—
cambiada la cornamenta
por ramaje en plena flor
Son las ramas la POBREZA,
MANSEDUMBRE, COMPASIÓN,
HAMBRE Y SED, MISERICORDIA,
LIMPIEZA DE CORAZÓN.

“Sospecha” de perdedores,
porque así triunfa mejor
la unión entre los hermanos,
la ‘violencia’ del Señor
en Nuevo Pueblo del Reino
en un reto a su favor.

A mayor debilidad,
más grande la comprensión.
Y ensanchada Eucaristía
por anular división.
Muriendo porque haya Vida,
Vida Nueva, siempre en flor,
en Dios, Padre de Pobreza,
mansedumbre, com-pasión,
hambre y sed, miseridordia,
limpieza de corazón...

¡Ay! Vislumbro persecución...”

NOTAS SOBRE LAS RELACIONES INTERPERSONALES

Primera observación: el esquema de relación del ser humano es único. Los fallos que tú
tengas en tu trato con los demás, los tendrás en tu relación con Dios. Si tú manipulas al otro,
manipularás a Dios. Pues no tenemos un esquema de relación ‘de andar por casa’ y otro ‘de salir’,
sino uno solo.
El idioma tiene, en su estructura, los pronombres personales, lo que es muy interesante: YO -
que es el principio, el círculo de enmedio. Luego el TÚ, que es una posibilidad de reciprocidad
abarcable, donde puede surgir la confianza. Es una zona abierta, pues yo no puedo programar los
‘tú’ que van a entrar en mi vida. Luego vendría la zona del ÉL... Habría una zona del nosotros,
del vosotros, y del ‘ellos’, que nos son accesibles en cuanto se convierten en ‘tú’. Si una persona
empieza de pronto a preguntarme cosas mías, personales, y yo no la conozco, lo más normal es que
le diga: ‘Bueno, y a tí ¿qué te importa?’. No tenemos una capacidad de apertura del ‘tú’ infinita.
Hablando en absoluto podría entrar cualquiera, pero si entraran todos me volvería loco.

A lo largo de todas las Bs., nos ha ido saliendo el pasaje de Mt 25,31ss, donde Dios se
presenta como el ‘Tú’ de cualquier ‘él/ella/ellos’ que se nos aproxima como necesitado.
En guaraní hay dos maneras de decir ‘nosotros’: se dice ‘ñandé’ cuando se incluye a todos. Y
‘oré’ cuando es un nosotros-limitado, p.ej. ‘nosotros los de Madrid...’ Pero no se dice en guaraní
‘ore-Yara’, sino ‘ñande-Yara’, porque Dios no es Dios de unos cuantos, sino Señor de todos.

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S. Ignacio dice en el ‘Principio y Fundamento’ que el hombre es criado para “alabar,
hacer reverencia y servir a Dios Nuestro Señor”. Y en este esquema podríamos incluír a todos los
‘tú’ que nos interpelan como prójimos, [porque en ellos se nos aproxima el Tú Absoluto]. En
estas tres palabras se definen los tres rasgos de la relación interpersonal:

A. La alabanza es lo más inútil que se ha inventado, es la gratuidad pura. No se trata del ‘pelotas’
que adula para obtener algo a cambio, sino que es algo gratuito, algo que me llena de por sí.

B. ‘Hacer reverencia’ es mostrar respeto. El respeto es ese ‘pararme frente al misterio del otro’, la
intimidad de cada persona, a la que ni él/ella mismo/a llega. Es pararme ante una puerta de la que
no tengo llave, sino que sólo tiene cerrojo por dentro. A lo más que puedo llegar es a una
contraseña, p.ej. dar tres golpecitos, y entonces ya la persona me puede abrir hasta sin preguntar.
Pero si se irrumpe en la intimidad, en el misterio de la otra persona sin llamar, sin respeto, eso ya
rompe algo, que es irreparable. A veces p.ej. en una pareja, donde hay gritos o hasta ‘cardenales’,
la gente dice: ‘son cosas de matrimonio’. Pero hay ocasiones en las que, con menos aparato, se ha
roto el respeto. Y aquello es irreparable. Un servicio sin respeto es una manipulación. Sólo a
través del respeto nos abrimos a la gratuidad. Cf. historia de El pato salvaje de Ibsen, en donde un
matrimonio decide ‘tocar fondo’ en su intimidad, y revelárselo todo. Les pasa que al cabo de un
tiempo tienen que separarse, porque se ha roto el respeto entre ellos. Y es que el pato salvaje, al
entrar al lago transparente y ‘tocar fondo’, revuelve el barro, y entonces ya no se puede ver nada.

C. El ‘servir’ lo hemos explicado anteriormente [Cf. Segunda bienaventuranza]

Mt 7,7ss - Tres verbos que van a describir cómo me relaciono yo con los demás: “Pedid y
recibiréis, llamad y se os abrirá, buscad y encontraréis”.
Primera constatación: ninguno de los tres verbos nos gusta. Tú quieres un libro, vas de
librería en librería, y te dicen que está agotado, pero que lo tiene fulanito. Y a veces preferimos
quedarnos sin él por no pedirlo. Tampoco nos gusta tener que buscar, algo que p.ej. se nos ha
perdido. Y menos tener que llamar, p.ej. el que va a otra casa y le dicen: ‘tú llama que te abrimos’.
Prefieres tener la llave en la mano. No nos gustan ninguno de estos tres verbos, porque ninguno de
los tres nos asegura el resultado. (chiste del borrachillo que le cambiaron la puerta...).
Nosotros, antes que pedir, preferimos exigir. Pagar el libro y llevármelo porque ahora sí es
mío. Preferimos invadir ‘porque ya hay mucha confianza’ —ojo, en los matrimonios ¡los
problemas que vienen cuando se da por supuesto que hay entrada libre!— El respeto supone
reconocer que el Misterio está ahí, tan grande como un castillo, y que con el amor no se deshace,
sino que se acrecienta. Antes que llamar, preferimos tener la llave, y probarla inclusive. Y para
no perder las cosas, tenerlo todo ‘en su sitio’. Pero si exigimos, nos cerramos a la gratuidad, al
agradecimiento, al misterio... No hay cosa que más llene que el ver que una persona, sin más, te
abre su confianza. Que te la ofrezca sin tú exigirle nada. Y qué cosa tan triste en cambio es no
buscar porque ‘ya me sé toda tu historia’.

Estos tres verbos pueden dar en el clavo de nuestras relaciones interpersonales, a nivel de
pareja, de amistad, de padres-hijos [...y por supuesto, de nuestra relación encarnada con Dios].

OCTAVA BIENAVENTURANZA:
“Bienaventurados los perseguidos por la justicia,
porque de ellos es el Reino de los Cielos”

Jesús nunca buscó la persecución ni gustó del conflicto por sí mismo. Y las personas que
presumen de víctimas nos resultan molestas, pues se ponen en el mejor taburete: “Si tú supieras lo

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que a mí me ha pasado...” para ser admirados/compadecidos. Las personas que en verdad han
sufrido, no andan presumiéndolo, sino que te vas enterando poco a poco. Pero cuando uno no hace
más que lamentarse...

En la vida de Jesús, la persecución se ve a todo lo largo: En Mt 12,14-15 y en Mc 3,6ss


vemos que se unieron contra Jesús los fariseos y los herodianos, pues (cosa terrible es ésta) los
hombres se unen más en el odio que en el amor.
Mt 14,13 - Meten a Juan Bautista a la cárcel, pues el pobre Juan de político no tenía nada.
Herodes parece que lo estimaba, pero a la otra (una arpía) la cárcel le parecía poco, pues como veía
que a Herodes le gustaba escucharlo, pensaba: ‘en cualquier momento lo convence, y me deja’.
Así que presentada la ocasión, le pidió a Herodes la cabeza de Juan. “...Llegando después sus
discípulos, recogieron el cadáver y lo sepultaron, y fueron a informar a Jesús. Al oírlo Jesús se
retiró de ahí a un lugar solitario, tomando la barca con sus discípulos.” Aquí se aprecia cómo
Jesús no es el héroe que va por la vida con la espada desenvainada, no le vemos esa combatividad
del que está siempre dispuesto a la confrontación.
Jn 8,58 - Otro conflicto, donde cogen piedras para matarlo, y él desaparece. Lo
amenazaron cuando dijo: “Antes que Abraham existiera, Yo Soy”. Y ¡cómo no iban a apedrearlo,
si YoSoy era precisamente el Nombre de Yahvé!.
Jn 11,8 - Antes, en Jn 10,40 dice que “muchos ahí creyeron en él”. En el pasaje de Jn 11
se trata de Lázaro y sus hermanas, de cómo le avisan a Jesús: —“aquél a quien tú quieres está
enfermo”. Al cabo de dos días, dice a sus discípulos: —“Volvamos de nuevo a Judea” Y le dicen
ellos: —“Rabbí, hace poco que los judíos querían apedrearte, ¿y vuelves ahí?” Es una señal
indirecta, pues los discípulos temían que alguna pedrada para Jesús les tocara a ellos. Jesús les
contesta: —“¿No son doce las horas del día? Nuestro amigo Lázaro duerme, y voy a despertarlo.”
Ellos le contestan: —”Si duerme es buena señal, ya se curará”(y tú no seas inoportuno.) Pero
como Jesús insiste en volver, Tomás el mellizo dice: —“Vayamos también nosotros a morir con
él”. Esta escena refleja que no buscan directamente el conflicto, sino que se les echa encima.
Mc 3,6 y Mt 12,1-14 - A Jesús lo persiguen porque pone al hombre —a la persona humana
— por encima del sábado, de la Ley de Dios, que para los fariseos es el Absoluto, y por eso no lo
soportan.

Jn 5,18 - “Por eso los judíos trataban con mayor empeño de matarlo, porque no sólo no
respetaba el sábado, sino que llamaba a Dios su propio Padre”. A Dios (pensaban ellos) hay que
‘dejarlo en su sitio’, arriba en el Cielo o a lo más en el Templo. Pero eso de decir que cuando yo
hago algo a otro, a Dios se lo hago, eso ya es demasiado... Sin embargo, ninguna de estas razones
le va a merecer la muerte. ¿Cuál es la razón que de hecho desencadena eficazmente la
persecución? Que aquello de que Jesús era ‘uno de tantos’ ya no resultó tan cierto, le resultó ‘un
agujero’ precisamente con la resurrección de Lázaro.
Jn 11,45-54 - Después de la resurrección de Lázaro, dice que iban y venían muchos a verlo
y creyeron en él. Van algunos ‘chivatos’ con los fariseos, y entonces los Sumos Sacerdotes y los
fariseos convocan al Sanedrín y dicen: —“¿Qué hacemos? Porque este hombre está obrando ya
muchas señales. Si le dejamos que siga así, todos creerán en él, vendrán los romanos y destruirán
nuestro Lugar Santo y nuestra nación.” Porque sabían que los romanos no tenían un pelo de
tontos, y cuando veían revuelo, sacaban su Legión y a imponer la ‘pax romana’. Lo que va a
decidir la muerte de Jesús es el miedo de los jefes a los romanos. No son cuestiones teológicas,
sino este miedo de porquería. “Uno de ellos, Caifás, que era Sumo Sacerdote ese año, dijo:
‘Vosotros no sabéis nada, os conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación
perezca’. Lo que ellos pretenden es ‘meterle el gol’ a Pilatos, para que se trague la bola y nos deje
tranquilos, y así estamos seguros... Otra vez la seguridad, otra vez los miedos, que como hemos
visto, es el sentimiento más eficaz (precisamente por no-confesado) a la hora de decidir. “Desde
ese día, decidieron darle muerte.” El proceso y ‘juicio’ de Jesús es una marranada, donde nada
está justificado. Quieren apoyarlo con algunas razones, porque no se atreven a decir: ‘la verdad
es que le tenemos miedo’, y buscan el modo de eliminarlo. Pero en este proceso va a salir la
Cristología más profunda de todo el N.T.:

41
Mt 26,61 y Jn 2,18-22 - El juicio ante el tribunal religioso, el Sanedrín. Andaban
buscando testigos que hablaran contra él, pero como no coincidían, no se le podía condenar. Al fin
se presentaron dos que estaban de acuerdo: “Este dijo: Yo puedo destruir el Santuario de Dios, y
en tres días edificarlo” Y efectivamente, cuando Jesús echó a los mercaderes, lo que en aquél
momento les había respondido Jesús a su pregunta, que entonces no les importó, ahora lo utilizan
para hundirlo. Cuando le preguntaban por una ‘señal’ les dice Jesús: —“Destruid este Santuario y
en tres días lo levantaré”. Pero —dice Juan— él hablaba del Santuario de su cuerpo. “Y cuando
resucitó, sus discípulos creyeron en él.” Resulta en este falso testimonio que Jesús había dicho
esto, y ahí se nos revela algo de su identidad: Primer dato: su cuerpo es el Templo de Dios. Pero
Jesús no les contestó, porque pensaba: ‘Si ya os habéis reído antes de mi respuesta...’ El Sumo
Sacerdote le dijo: —“Yo te conjuro por Dios Vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de
Dios.” Y ojo, lo que no quiso decir antes, para no ser levantado en hombros, Jesús lo afirma ahora,
en el momento más inoportuno: —“Sí, tú lo has dicho, y yo os declaro que a partir de ahora veréis
al Hijo del Hombre (nótese el cambio de título, que significa ‘a éste cualquiera’) sentado a la
derecha del Padre, venir entre las nubes del Cielo.” A partir de entonces, el Sanedrín consideró
justificada su muerte.
Pero en Mt 25 Jesús había dicho esto mismo: “y veréis el Hijo del Hombre venir entre las
nubes del Cielo, sentado a la derecha del Padre, que os dirá: ‘Venid benditos de mi Padre, porque
tuve hambre y me disteis de comer...”. El título de ‘Hijo del Hombre’ sale en el profeta Daniel.
Unas veces quiere decir una persona, otras aparece como si fuera una colectividad, un pueblo.
Resulta que este Mesías-Hijo de Hombre se hace presente en todo aquél que tiene una debilidad, y
desde ahí nos va a juzgar. Segundo dato cristológico: el Mesías viene en la debilidad.
Ahora viene el problema, pensaron los judíos: que nosotros no le podemos matar. Y al
romano no le podemos decir: ‘Mira que éste dice que va a venir sobre las nubes’ porque diría: ¿Y
a mí qué me importa? Había que buscar otra patraña para poder meterle el gol a Pilatos. Cf. Lc
23,3; Jn 18,33ss y Mt 25. Cf. Lc 23,1ss: “Levantándose todos ellos, le llevaron ante Pilatos.
Comenzaron a acusarle diciendo: —‘Hemos encontrado a éste diciendo que él es el Mesías-Rey’.
Pilatos le preguntó: — “¿Eres tú el Rey de los judíos?” Jesús le dice: —“Sí, tú lo has dicho”.

En Juan tenemos la escena, a mi manera de ver la más impresionante de todo el Evangelio:


Los sanedritas no entraron al palacio del Pretorio para no contaminarse y poder así comer la
Pascua. Por eso Pilatos sale fuera y dice: —‘¿Qué acusación traéis contra este hombre?’ —‘Si
éste no fuera un malhechor, no te lo habríamos traído’(anda tú, estos judíos siempre tan legales).
Pilatos: —‘Tomadle vosotros y juzgadle según vuestra Ley’. Ellos: —‘Nosotros no podemos dar
muerte a nadie’(aquí se pillaron los dedos). Jesús es un tío que han cogido y se lo han llevado a la
autoridad romana, acusado de que se hace pasar por rey. Pilatos: —¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús(como el gallego): —¿Dices eso por tu cuenta, o te lo han dicho otros de mí? Pilatos: —Tu
pueblo y los curas te han entregado a mí, pero ¿eres o no? Jesús: —‘Mi reino no es de este
mundo, y si lo fuera, mi gente habría peleado por mí.’ Pilatos pensaría sin duda que le habían
traído a un tonto que se creía Napoleón. Entonces le dice: —¿Luego tú eres rey? Podríamos
decirle a Jesús: Pero hombre, si es que lo has hecho todo al revés; cuando te quisieron hacer rey, te
quitaste de enmedio; en cambio ahora que se están burlando de tí, te pones de pechito. Jesús dice:
—“Soy rey, y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Y el que es de la
verdad, escucha mi voz.” Ojo: Y nosotros, ¿dónde escuchamos nosotros la verdad? ¿a quiénes
tomamos en serio? [Tal vez nos creemos con mayor facilidad lo que nos dicen quienes están en el
poder (a través de la T.V.) y despreciamos a quienes hablan ‘desde abajo’]. Contestó Pilatos:
—‘¿Y qué es la verdad?’ Y salió fuera (no esperó la respuesta). Les dice a los judíos: —‘Yo no
encuentro ningún delito en él’. Pero quiere quedar bien con ellos, que venían ‘calientes’ y les dice:
—‘Es costumbre entre vosotros que os ponga en libertad a uno durante la Pascua. ¿Queréis que os
ponga en libertad al Rey de los Judíos?’ Gritaron: —‘A ese no, a Barrabás’. Pilato entonces
tomó a Jesús y mandó azotarlo. Lo toman como al tonto del pueblo (¡dice que es rey de otro
planeta!) y del que todo mundo tiene derecho a burlarse. Entonces los soldados le ponen el manto
de púrpura y le dicen: —‘¡Salve, rey de los judíos!’ Y le daban bofetadas. Es más reírse que otra
cosa, en un contexto de gente bruta. Y piensan: como no nos van a pedir cuenta de él porque lo
van a matar... Pilato lo saca fuera y dice: —“No encuentro ningún delito en él”. (Mecachis, y si

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no encuentras ningún delito, ¿por qué lo condenas?) He aquí lo que hacemos con quienes no se
pueden defender... esta es nuestra justicia humana. Ya se ve que el poder que le han dado, de
‘reyecito’, era una burla, y cuando ha sido despojado de todo, cuando más bajo ha caído, es cuando
va a salir su verdadero título: “Todo espíritu que confiesa a Jesús venido en carne, ese es de Dios”.
Y éste [el despojado de toda apariencia de dignidad, el Ecce Homo] es el Jesús ‘venido en carne’.
Los Sumos Sacerdotes gritan: —¡Crucifícale! Pilato se cabrea: —¡Tomadle vosotros y
crucificadle, porque yo ningún delito encuentro en él! Los judíos le replican: —Nosotros tenemos
una Ley, y este hombre debe morir porque se tiene por hijo de Dios. En el cabreo se les escapa la
razón verdadera, como suele suceder... Y mira por dónde esto es lo que le va a hacer ‘tilín’ a
Pilatos. Porque ya estaba impresionado por la serenidad y aplomo de aquel hombre. Cuando oyó
estas palabras se atemorizó. A lo que se añadía la superstición y el sueño de su esposa... Y le
pregunta: —¿De dónde eres tú? A la curiosidad, el silencio... —¿A mí no me hablas? Es una
falta de educación no responderme, ¿no sabes que tengo autoridad para soltarte o condenarte? —
Ningún poder tendrías si no te hubiera sido dado de Arriba. Pero los judíos dicen: —‘Si sueltas a
ese no eres amigo del César: todo el que se hace rey, se enfrenta al César’. Pilatos sabía que los
judíos tenían gente muy influyente en Roma, y que podían hacer llegar al César el chisme para
perjudicarlo. Entonces hizo salir a Jesús, y se sentó en el Tribunal. (todo el proceso de Jesús
apesta entre dos cagaleras, entre el miedo de los judíos y el de Pilatos). Pilatos presenta a Jesús:
—‘Aquí tenéis a vuestro rey’. Y ellos gritaron: —‘¡Fuera, fuera, crucifícalo!’ Y entonces se lo
entregó, para que fuera crucificado.”

A lo largo del evangelio se habla de la persecución, y Jesús la da por supuesta. P.ej. en la


parábola del sembrador (Mc 4,17 y paralelos) la semilla que cae entre piedras, etc. Pero en Mt
10,16-40, que podemos considerar como la ‘campaña electoral’ de Jesús, dice: —‘Sed pues
prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas’. Más veces nos dice que hay que ser
espabilados que no desplumados... —”Guardaos de los hombres porque os azotarán en los
tribunales... mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo vais a hablar, porque no seréis
vosotros los que hablaréis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.” Ojo:
Cuando una persona débil es perseguida dice muy pocas palabras, pero las que dice pesan como
losas. En cambio, cuando pescan a un influyente, organiza un guirigay, y es pura habladuría...
Porque la verdad no necesita discursos ni justificaciones.
Mc 10,28-30 - Pedro se puso a decirle: —‘Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te
hemos seguido. Jesús le dice: —“Yo os aseguro que nadie que haya dejado casa, hermanos,
hermanas... o hacienda por mí y por el Evangelio, dejará de recibir en vida presente casas,
hermanos, madre... con persecuciones.” Si uno va con la verdad por delante, algún mamporro se
va a llevar. Jn 15,18-21 - “Si el mundo os odia, sabed que a Mí me ha odiado primero... (¡vaya
consuelo!) Si a mí me han perseguido, también a vosotros...” Jn 16,1-4: “Incluso llegará la hora
en que todo el que os mate creerá que está dando culto a Dios” que fue justo lo que le pasó a él...
Jn 21,18-19 - Después de las tres preguntas (¿me amas?) a Pedro: “En verdad te digo,
cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías, pero cuando llegues a viejo,
extenderás tus manos y otro te ceñirá, y te llevará adonde tú no quieras.” Con esto indicaba (dice
el evangelista) la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Pero sabemos que no sólo la
muerte violenta, sino que también la enfermedad e incluso la invalidez (en cuanto fe que intenta
sostenerse en la debilidad) cabe en el seguimiento de Jesús.
Pero el texto más bonito está en Jn 16,20-22: “Lloraréis y os lamentaréis, mientras que el
mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo.” Si uno va con la
verdad, pasará malos tragos, pero esa tristeza se convertirá en gozo. Y pone el único ejemplo de un
dolor que desemboca en alegría: la mujer, cuando va a dar a luz, se angustia porque le ha llegado
la hora del dolor... También vosotros estáis tristes ahora, pero volveré a veros y entonces se
alegrará vuestro corazón, y esa Alegría ya nadie os la podrá quitar.” No hay mayor alegría que el
nacimiento de un niño, pues aunque está precedida del agobio, del peligro, del dolor... da paso a la
realidad más grande que puede existir, que es una vida nueva.

En la primera comunidad:

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Hch 5,41 - Pedro y Juan salieron del Sanedrín, “contentos de haber sido considerados
dignos de sufrir por el Nombre de Jesús.”
Hch 9,16 - Cuando Ananías es enviado por Dios a visitar a Pablo, le dice: —¿Tú sabes el
peje que es ese Pablo? Pero Dios le contesta: —“Es un instrumento de mi elección: Yo le
mostraré cuánto tendrá que padecer por mi Nombre.”

Heb 10,32-34 - “Recuerden los primeros tiempos en que ustedes acababan de ser
iluminados. Tuvieron que soportar grandes sufrimientos que les vinieron a asaltar... ustedes se
hicieron solidarios de los que iban a la cárcel...”
1Cor 4,9-13 - “Porque me parece que a nosotros, los apóstoles, Dios nos ha colocado en el
último lugar, como condenados a muerte, y hemos llegado a ser espectáculo para el mundo...”

2Cor 4,8ss - “Nos vienen pruebas de toda clase, pero no nos desanimamos. Andamos con
graves preocupaciones, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero
no aplastados. Por todas partes llevamos en nuestra persona la muerte de Jesús, para que también
la vida de Jesús se manifieste...”

1Pe 3,13-17 - “Y, ¿quién les podrá hacer daño si ustedes se afanan por hacer el bien? Por
lo demás, felices ustedes cuando sufran por la justicia: no teman sus amenazas ni se turben...”

1Pe 4,12-19: “Queridos hermanos, no os extrañéis del fuego que ha prendido enmedio de
vosotros, sino alegraos de participar en los sufrimientos de Cristo... Que ninguno de vosotros
tenga que sufrir ni por criminal, ni por ladrón ni por abusón, ni por entrometido (Ojo, que a veces
nos sobra nariz... y si por metiches nos dan un sopapo ¡bien merecido!) Tampoco por sacar yo
mis supuestos derechos... ¡Toma derechos! Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas
y fariseos... A Jesús lo perseguían porque ponía al hombre en primer lugar, y también porque se
aproximó demasiado a Dios.

Vamos a terminar con un pasaje muy raro, para que esto acabe en ‘punta’, pero también en
realidad: Lc 17,7ss: “¿Quién de vosotros tiene un siervo arando, y cuando regresa le dice: ‘Pasa y
siéntate a cenar’, y no más bien le dirá: ‘Sírveme y después comerás tú’? De igual modo
vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: ‘Siervos inútiles somos. No
hemos hecho sino lo que estaba mandado.” Lo único, lo más grande que podemos hacer es
echarnos una mano unos a otros. Y si la echo para que me vean y digan, mejor no echarla...

Poema de Mariolé:
VIII
“Bienaventurados los perseguidos por la ‘justicia’...”

(HOMBRE DE BARRO SOY:)


“¡Aquí vengo yo con la verdad!
y te lo haré ver.
Si hace falta te lo meteré a la fuerza
pisando fuerte, dando puntapiés.
Como eso es una postura débil,
sólo sobre un pie
indicará mi dedo dónde se halla la verdad.
Mi máscara llama tanto la atención
que ni se os ocurre dudar que no hay nada,
ni espalda siquiera, detrás.
No me atacaréis por la espalda, pero por si acaso
estoy con la espalda contra la pared
Todo mi interior está sujeto en el puño:
estoy cagado de miedo de lo que hay enfrente.

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No me doy cuenta, soy ciego, me falta fe.
No veo que no pasa nada:
lo que es, es; lo que no es, no es.

Y si arrancara a vivir sin miedos


al final todo habrá valido la pena
porque la pena ha dado vida
y habríamos muchos
Bienaventurados
por habernos aventurado bien.”

De Asunción:
“Desnudez. Desarme. AMÉN.
Con los que están llorando. AMÉN.
Ser comida. Eucaristía. AMÉN.
Como tantos. Igualdad. AMÉN.
Honradez-Gratuidad. AMÉN.
Servir la necesidad. AMÉN.
Oculta gloria de Dios. AMÉN.
Diálogo. Humildad. Perdón. AMÉN.
Paz en la debilidad. AMÉN.

Este es el Reino en presente.


Es decir: Esto es Justicia
que causa PERSECUCIÓN.
Indefensión. Cruz y vida.
Vida para los demás
a costa de la propia vida.

Paradoja del Evangelio.


Bienaventurado enigma.
esto es el Reino en presente
con Rey loco, Rey de locos,
amante, pero no «víctima»,
anonadado, paciente:
«Nadie me quita la vida».

Tan absurdo es el amor,


tan serio el reto a que invita
que la Fe le dice ¡AMÉN!
Y la Esperanza se aviva.”

INSTRUCCIÓN BREVE SOBRE EL EXAMEN DE CONCIENCIA

Al terminar los Ejercicios, S. Ignacio da importancia a devolver al ejercitante a su realidad


con una sensibilidad nueva. Propone hacer el ‘Examen’ (y es el único instructivo que deja S.
Ignacio a lo largo del proceso de EE) en cinco puntos, no con un sentido perfeccionista o
masoquista, sino para volver sobre el ‘material’ que nos da la vida. Es curioso que le da mayor
importancia que a la oración misma, pues en momentos difíciles permite prescindir de la oración,
pero no del examen. A veces nos parece que para relacionarnos con Dios tuviéramos que cortar
con la realidad, pero se trata más bien de abrirnos a ella, de cargar con ella.

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1er punto: Dar las gracias a Dios Ntro. Señor por los beneficios recibidos. Las cosas que
dejan huella en nosotros son a veces las negativas: damos por supuesto que las cosas salen bien, y
nos fijamos tan sólo en lo negativo, cargándonos así de negatividad. ¿No dijimos al final de la 6ª
B. que aunque a Dios no hay quien lo vea, podemos ver su Bondad en lo bueno que pasa por
nuestra vida? ¿Por qué no comenzar por hacer un recuento de todo lo que de Dios hemos visto en
el día, de todo lo positivo que encontramos? Eso nos acostumbra a ir por la vida con una mirada
positiva, limpia, y no como el escarabajo estercolero. Este dar gracias a Dios a veces hay que
hacerlo por cosas que tal vez uno en el momento las vivió muy mal. Pero luego reconocer: ...si
aquello no hubiese ocurrido en mi vida ¡qué pobrecico me hubiese yo quedado! Uno tiene que dar
gracias más tarde. El tener un corazón limpio no depende de nosotros (sino del de Arriba) pero el
tener una mirada limpia sí, y el acostumbrarnos a este enfoque nos puede ir purificando.

2º punto: “Pedir gracia para conocer los pecados y lanzarlos”. Atención, si tengo que
pedir Gracia es porque no los conozco, no me doy cuenta de ellos. El pecado es una ceguera (Cf.
5ª B.) Y sólo por Gracia lo descubrimos de veras. A este examen no va uno a sacar sobresaliente,
sino ojalá que un suspenso (=sin pecado). Al examen va uno a encontrarse con su verdad, y
vamos a confesar que nosotros no podemos acceder a nuestra verdad. Este punto va ordenado a
destruír mis defensas, mis mecanismos de justificación, y pedir como Gracia ‘a ver si me entero’.
Pues a veces uno vé que una determinada persona está haciendo daño y no se da cuenta; pide uno
la gracia para ella de que lo descubra...
Estos dos puntos abarcan toda la realidad: En el primero todo lo positivo, y en el segundo
intento desmontar mi ‘fábrica de taburetes’ para que el Señor me abra los ojos a mi realidad. Lo
que sigue es ya el proceso conocido:

3º punto: Ahora voy recogiendo mi vida y veo lo que ha pasado, en un movimiento de ver,
repasar y acoger la realidad, para descubrir a Dios que me está esperando ahí.

4º punto: Pedir perdón por las faltas cometidas.

5º punto: Hacer el propósito de no repetirlas.

Cf. texto con algunos Temas, que hemos ido haciendo a partir de las más de 6.000 cartas que dejó
escritas S. Ignacio. Las Cartas han sido para mí una sorpresa, porque ahí presenta Ignacio una
imagen de Dios muy encarnada en la realidad. Como muestra, podemos ver cómo explicaba el
pecado a la gente sencilla, y de paso la Trinidad:
* Hay pecados que se cometen por fragilidad, por debilidad, y estos son contra el Creador, contra el
Padre. Pues El nos ha dado tantos dones, tantas cosas, que cuando no empleo mis cualidades y
potencias, por pereza, por omisión, por mezquindad, y no doy lo que podría dar a otros, estoy
yendo contra la Vida misma.
* En otras ocasiones el pecado se comete por ignorancia, y estos son contra el Hijo. Pues la vida
de Jesús ha sido pura Luz. Cuando cometemos una falta y volvemos a tropezar en lo mismo es
contra el Hijo, porque El se encarnó por nosotros y pasó hasta el ridículo por vivir nuestra vida. ¡Y
yo despreciando su Encarnación al irme por otro lado!
* Hay también ocasiones en que el pecado se comete por maldad, por ‘mala leche’, y entonces es
contra el Espíritu Santo. Pues el Amor es el Espíritu Santo que habita en nosotros.
Aquí está el Misterio de Dios, engarzado en una sencilla explicación sobre el pecado, que
se presenta como fragilidad, ignorancia o maldad.

(EN EL OFERTORIO DE LA ÚLTIMA EUCARISTÍA)

“Aquí hay ocho figuras...


que representan para mí, y creo que también para otros
lo que somos, pero no todo lo que podemos ser...

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Aquí hay agua, que representa el Agua Viva.
Sabemos lo que hace el agua con el barro:
el barro se deshace, y crea así una masa nueva
llena de posibilidades...

Y aquí estáis vosotros


que representáis a todos los ‘tús’
que necesitamos y que nos necesitan
para hacer de todo nuestro barro, unido al agua
un montón de Bienaventurados.

Yo quiero meter una figura en el agua


como signo de mi deseo de transformarme así,
con y por los demás, con el Espíritu
poco a poco — el barro se disuelve lentamente,
y a lo mejor hay entre vosotros
quien quiere expresar ese mismo deseo con este signo...
(y así no me dejáis sola con mi barro).”

[A continuación fuimos pasando a depositar en el agua la figura


con la que más nos habíamos identificado, a veces dos o tres con una misma figura
Yo tomé una en la que un hombre hacía gestos con las manos
pues me parecía como que le molestaba la luz;
en realidad era una expresión de miedo al dolor, de temor a sufrir
según me dijeron, correspondiente a la 3ª Bienaventuranza:
Bienaventurados los que sufren, porque serán consolados...]

fin... y re-comienzo en la vida.

NOTAS SOBRE LAS RELACIONES INTERPERSONALES

Primera observación: el esquema de relación del ser humano es único. Los fallos que tú
tengas en tu trato con los demás, los tendrás en tu relación con Dios. Si tú manipulas al otro,
manipularás a Dios. Pues no tenemos un esquema de relación ‘de andar por casa’ y otro ‘de salir’,
sino uno solo. El idioma tiene, en su estructura, los pronombres personales, lo que es muy
interesante: YO - que es el principio, el círculo de enmedio. Luego el TÚ, que es una posibilidad
de reciprocidad abarcable, donde puede surgir la confianza. Es una zona abierta, pues yo no puedo
programar los ‘tú’ que van a entrar en mi vida. Luego vendría la zona del ÉL... Habría una zona
del nosotros, del vosotros, y del ‘ellos’, que nos son accesibles en cuanto se convierten en ‘tú’. Si
una persona empieza de pronto a preguntarme cosas mías, personales, y yo no la conozco, lo más
normal es que le diga: ‘Bueno, y a tí qué te importa’. No tenemos una capacidad de apertura del
‘tú’ infinita. Hablando en absoluto, podría entrar cualquiera, pero si entraran todos, me volvería
loco.

A lo largo de todas las Bs., nos ha ido saliendo el pasaje de Mt 25,31ss, donde Dios se
presenta como el ‘Tú’ de cualquier ‘él/ella/ellos’ que se nos presenta como necesitado. Además,
en guaraní hay dos maneras de decir ‘nosotros’: se dice ‘ñandé’ cuando se incluye a todos. Y ‘oré’
cuando es un nosotros-limitado, p.ej. ‘nosotros los de Madrid...’ Pero no se dice en guaraní ‘ore-
Yara’, sino ‘ñande-Yara’, porque Dios no es Dios de unos cuantos, sino Señor de todos.

S. Ignacio dice en el ‘Principio y Fundamento’ que el hombre es criado para “alabar, hacer
reverencia y servir a Dios Nuestro Señor”. Y en este esquema podríamos incluir a todos los ‘tú’

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que nos interpela como prójimo. En estas tres palabras se definen los tres rasgos de la relación
interpersonal:
A. La alabanza es lo más inútil que se ha inventado, es la gratuidad pura. No se trata del ‘pelotas’
que adula para obtener algo a cambio, sino que es algo gratuito, algo que me llena de por sí.
B. ‘Hacer reverencia’ es mostrar respeto. El respeto es ese ‘pararme frente al misterio del otro’, la
intimidad de cada persona, a la que ni él/ella mismo(a) llega. Es pararme ante una puerta de la que
no tengo llave, sino que sólo tiene cerrojo por dentro. A lo más que puedo llegar es a una
contraseña, p.ej. dar tres golpecitos, y entonces ya la persona me abre hasta sin preguntar. Pero si
se irrumpe en la intimidad, en el misterio de la otra persona sin llamar, sin respeto, eso ya rompe
algo, que es irreparable. A veces p.ej. en una pareja, donde hay gritos o hasta ‘cardenales’, la
gente dice: ‘son cosas de matrimonio’. Pero hay ocasiones en las que, con menos aparato, se ha
roto el respeto. Y aquello es irreparable. Un servicio sin respeto es una manipulación. Sólo a
través del respeto nos abrimos a la gratuidad. Cf. historia de El pato salvaje de Ibsen, en donde un
matrimonio decide ‘tocar fondo’ en su intimidad, y revelárselo todo. Les pasa que al cabo de un
tiempo tienen que separarse, porque se ha roto el respeto entre ellos. Y es que el pato salvaje, al
entrar al lago transparente y ‘tocar fondo’, revuelve el barro, y entonces ya no se puede ver nada.
C. El ‘servir’ lo hemos explicado anteriormente.
Mt 7,7ss - Tres verbos que van a describir cómo me relaciono yo con los demás: “Pedid y
recibiréis, llamad y se os abrirá, buscad y encontraréis”. Primera constatación: ninguno de los
tres verbos nos gusta. Tú quieres un libro, y vas de librería en librería, y te dicen que está agotado,
pero que lo tiene fulanito. Y a veces preferimos quedarnos sin él por no pedirlo. Tampoco nos
gusta tener que buscar, algo que p.ej. se nos ha perdido. Y menos tener que llamar, p.ej. el que va
a otra casa y le dicen: ‘tú llama que te abrimos’. Prefieres tener la llave en la mano. No nos
gustan ninguno de estos tres verbos, porque ninguno de los tres nos asegura el resultado. (chiste
del borrachillo que le cambiaron la puerta). Nosotros, antes que pedir, preferimos exigir. Pagar el
libro y llevármelo porque ahora sí es mío. Preferimos invadir ‘porque ya hay mucha confianza’ —
ojo, en los matrimonios ¡los problemas que vienen cuando se da por supuesto que hay entrada
libre!— El respeto supone reconocer que el Misterio está ahí, tan grande como un castillo, y que
con el amor no se deshace, sino que se acrecienta. Antes que llamar, preferimos tener la llave, y
probarla inclusiva. Y para no perder las cosas, tenerlo todo ‘en su sitio’. Pero si exigimos, nos
cerramos a la gratuidad, al agradecimiento, al misterio... No hay cosa que más llene que el ver que
una persona, sin más, te abre su confianza. Que te la ofrezca sin tú exigirle nada. Y qué cosa tan
triste en cambio es ya no buscar porque ‘ya me sé toda tu historia’. Estos tres verbos pueden dar
en el clavo de nuestras relaciones interpersonales, a nivel de pareja, de amistad, de padres-hijos. [y
por supuesto, de nuestra relación con Dios].

“Bienaventurados los pobres de espíritu...”

HOMBRE DE BARRO SOY

“Soy tan necio que quiero tener


y más necio aún porque quiero guardármelo
para mi sólo
y acumular
no sea que me falte un día.

Soy tan necio que encima aparento


y de inicio me tiro al suelo cómodamente.
Pero la verdad es
que los dedos de mis pies se tuercen.
y están en tensión
que lo que guardan mis manos
es la nada

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que lo que protege mi torso
es el vacío
que la expresión de mi cuello
y cabeza es miedo
¿en qué se basa mi seguridad Señor?
la verdad no se encuentra allí
en ninguna riqueza terrenal.”

“Bienaventurados los mansos...”

(Mujer de barro soy:)


“Soy tan tonta que me he sentado
mi brazo derecho no se levantará
¿para qué?
¡que ellos se busquen la vida!
Me inhibo de ofrecer posibilidad de recuperación
¿por miedo al conflicto?
¿por no creerme la verdad?
¿por no creer en mí?
¿por no creer en el Eterno compañero?
Me miro el ombligo:
vaya idiotez,
como si por ahí me pudiera llegar
todavía algo bueno.
Ah, mi brazo izquierdo sí se ha levantado,
Vaya, encima con puño,
¿a la cara de quién irá dirigido
si ni siquiera miro?
Sin sentido mi postura
sin posibilidad de encuentro entre
iguales aunque muy diferentes.
¡qué soledad!
¡qué idiotez!”

“Bienaventurados los que sufren...”


(hombre de barro soy)
Incorporándome de un sueño
levanto brazos y rodilla
Mi cara asustada se dirige hacia
qué se yo.
—Temor a la vida por temor a la muerte—
el dolor, que se siente por dentro,
¡que no me llegue a rozar!
Me faltan manos y piernas
para cubrir mis entrañas.
Quiero tapar con mi vista
mi corazón, mi sexo
no sea que llegue a sentir
el dolor que duele tanto
¡Cómo no me acuerdo que a través del dolor
llegué a la vida!
¡Cómo no me doy cuenta que de cara a la vida
no tengo nada que decir!
¡Cómo soy tan ciego que no veo

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que deshaciéndome me haré
y te encontraré a Tí
mi libertador!

“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia...”


(mujer de barro soy)
“Aquí estoy, con las carnes bien puestas
bueno, mis pechos no tanto, ¿verdad?
pero, ¿a quién tengo que alimentar yo?
pues estoy bien.
Ah, ¿que estás tú?
Bueno, te estrecho mi mano
pero no la abro del todo, no sea
que me cojas el cuerpo entero.
Ya es suficiente que para llegar
me tengo que inclinar hacia tu lado,
por si acaso me sujeto bien
no sea que perdiera el equilibrio:
no deseo caer.
Caer en la cuenta de que te necesito
que te necesito para vivir
y no sólo existir,
que te necesito para ser
y no sólo estar,
que te necesito para descubrir
que no sólo existe el hambre de pan
que pueda tener sed de un agua diferente
y aquello me da mucho miedo:
si me pongo a buscar la fuente
y llego a encontrar el agua,
sé que bebiendo, mi barro se deshace...
“Bienaventurados los misericordiosos...”
(hombre de barro soy)
“¡Cuidado, no se acerquen a mí!
porque no necesito a nadie,
¿no ven que lo que saco es mi tripa
y no mi pecho,
y que la tripa parece bastante satisfecha?
Es que... tengo que cuidar mi imagen
así que no me toque usted,
No neceito alguien que me diga la verdad...
Sé muy bien que aprieto fuerte mi culo
pero eso no lo verá nadie
ya me cuidaré yo de eso:
no hay que enseñar la debilidad y la vergüenza,
así que usted ahí
por debajo o por encima
me da igual, yo coloco a los dos
en su sitio...
... Soy gilipollas —con perdón—
no me doy cuenta que así,
por encima, o por debajo,
nunca veré tus ojos en los míos,
y así nunca veré lo que nos dice

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el corazón.
Es como estar ciego por dentro,
y no podré andar el camino contigo.”

“Bienaventurados los limpios de corazón....”


(hombre de barro soy)´
Concentración pura,
todos los músculos apuntan a una
el oído sólo escucha el disparo
la vista sólo se fija en la meta
no hay otra cosa que ser
lo que se espera de mí.
Y ser lo que yo me he propuesto.
Soy tan ridículo
que me limito a una programación concreta
tan ridículo
que me limito a ejecutar unas pocas cualidades.
Tan ridículo
que me limito a una carrera deslumbrante
sin sospechar
que soy mucho más que eso,
que soy genial, que soy todo
siempre y cuando
no intento serlo
siempre y cuando
sólo sea lo que soy:
capacidad de servicio responsable
libremente entregada a tu espíritu.”
“Bienaventurados los que trabajan por la paz...”
(mujer de barro soy)
“¡Qué bien! Han llegado las vacaciones
me las merezco.
Quiero tumbarme en la hierba fresca
y luego pasear tranquilamente por la playa
Que no me llamen por teléfono
yo ya he hecho mi jornada
es hora de un descanso sosegado.
Quiero que ni me hablen
mis compañeros de barro
no sea que me perturben la paz.
... y poco a poco me voy quedando sola
poco a poco no quedará ni dios
alrededor de mí.
¿Qué paz es ésta conmigo solita?
¿A quién se lo cuento?
¡Por Dios! ¡Qué equivocada estoy!
Si no me dejo interrogar ni por mí
me quedaré sola con la hierba mojada
si no me dejo interrogar por los demás
me quedaré sola con la arena de la playa
Si no me dejo ver es como si no existo
si no me dejo ver no habrá encuentro.
¡Por Dios! ¡Qué equivocada estoy!
Si obligo al otro a ser como yo

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nunca sabré lo que es gratuidad ni sorpresa
Si obligo al otro a no hacerme daño
nunca sabré lo que es el amor
Si obligo al otro a dejarme en paz
nunca sabré lo que es el servicio.
¡Por Dios! ¡Qué equivocada estoy!
¡Si me dejan en paz
no Te conoceré!”

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