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Basta con entrar a una oficina, un banco, una escuela o a una casa. Observamos a hombres
y mujeres que conversan: dicen y desdicen, discuten y dialogan, se comunican y se
incomunican, en la telaraña de los discursos. Hagamos lo que hagamos, los seres humanos
vivimos en conversaciones los unos con los otros.
Entendemos las conversaciones como una danza en la que participan y se transforman las
personas.
Las palabras "Abra Kadabra" tan utilizadas por los idóneos de la magia a través de
muchísimos años para realizar sus demostraciones ilusionistas provienen de unos monjes
persas quienes fueron los primeros que se hicieron llamar magos.
Estas "palabras mágicas" provienen de los dichos de aquellos monjes persas y tiene su raíz
en "Avara Kadavara" que significa "la palabra transforma".
Sin embargo la narrativa cultural en la que vivimos desde hace veinticinco siglos nos dice
que "somos de una cierta manera inmutable".
Lo paradojal de esta mirada es que lo que se mantienen son las dinámicas con las que
organizamos nuestra identidad de clase y lo que cambia es la estructura que fluye a través
de estas dinámicas.
Por ejemplo el cambio celular no genera que tengamos de repente ocho dedos en la mano
sino que mantienen la dinámica original de cinco dedos tal como los vemos a diario. Lo
mismo ocurre con todo nuestro ser.
La palabra "conversar" significa "dar vueltas juntos" y en esa totalidad no sólo nos
manejamos con palabras sino que estas surgen en coherencia con nuestros estados emotivos
y con nuestro cuerpo entendido no sólo como lo físico sino también como energía. Tanto el
mundo emocional, corporal como energético, han sido los “grandes olvidados” en la
educación tradicional.
Hoy día sabemos que sólo el 7% de lo que comprendemos tiene que ver con las palabras. El
otro 93%, tiene que ver con el lenguaje corporal, con los tonos de voz, con las emociones,
etc.
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Esta comprensión de las conversaciones nos posibilita explorar una nueva mirada del
fenómeno humano y transformarnos en la reflexión: "Avara Kadavara".
CONVERSACIONES Y APRENDIZAJE
En tiempos de tanto cambio la única competencia que sabemos con seguridad que no
quedará obsoleta es nuestra capacidad para aprender, desaprender y reaprender.
De esta forma estamos desplazándonos desde una comprensión del aprendizaje como un
mero traspaso de información hacia una a un tipo de aprendizaje que nos permite explorar
nuevas formas de ser y actuar en el mundo en el que todo nuestra humanidad se ve
transformada dicho proceso.
De esta forma, las personas aprenden a observarse en las conductas automáticas con las que
cada una resuelve en la vida y toma decisiones para re-elegirlas o bien modificarlas.
Si no distinguimos tales conductas o juegos, operamos desde ellos sin cuestionar el sesgo
que estos nos producen en nuestra manera de percibir el mundo.
Creemos que la vía para acceder y aprender un pensamiento diferente que nos posibilita
este aprendizaje transformacional es una nueva interpretación del lenguaje.
Sin embargo hasta hace cincuenta años veníamos con la idea que el lenguaje era un código
con el cual describíamos el mundo y hoy nos damos cuenta que el lenguaje va mucho más
allá: define el tipo de seres que somos a cada momento.
Hoy sabemos que el lenguaje va mucho más allá. Cuando decimos “Te quiero”, nuestro
mundo y el de la otra persona cambian; cuando decimos “Te perdono”, nuestro mundo y el
de la otra persona cambian. El lenguaje es generativo y a través de él nos creamos a
nosotros mismos e inventamos nuestro futuro.
Cuando por ejemplo le pedimos ayuda a alguien estamos constituyendo en ese instante un
ser humano que pide ayuda que es distinto al que surge cuando habiéndolo deseado no lo
hizo.
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No estamos haciendo juicio moral al respecto sino que estamos queriendo mostrar el poder
del lenguaje en quienes somos a cada momento.
Los seres humanos somos seres lingüísticos. Esto nos caracteriza y distingue de otros seres
vivos. Constituimos lo que nos es posible a través del poder de las conversaciones que,
como señalábamos anteriormente, involucra además de palabras, emociones, corporalidad y
el mundo inexplorado de lo energético/lo sensible/ lo intuitivo
EL APORTE DE LA BIOLOGIA
Decíamos que por muchos siglos consideramos que había un mundo pre-dado y conocible
para todos. Hoy, con el aporte de la biología del conocimiento a través de Maturana, Varela
y de la física cuántica con exponentes como Bohm, Capra y otros, hemos descubierto que
los seres humanos, no tenemos acceso a como las cosas son en realidad. Sólo podemos
hablar de lo que observamos o interpretamos.
Lo que vemos, no tiene que ver con lo que “realmente pasa” sino con los diferentes tipos de
observadores que estamos siendo.
Lo único que podemos observar como inexpertos son árboles, más altos o más bajos pero
no mucho más allá. En cambio para el guía, que es un observador distinto, puede distinguir
y ello le da una capacidad de acción que nosotros no tenemos.
La reflexión que nos surge cuestiona ni más ni menos que veinticinco siglos de sentido
común en el que creímos que al hablar describíamos un mundo separado de nosotros.
Incluso muchas veces nos encontramos llenos de opiniones sobre nosotros, los demás y el
mundo creyendo que estamos describiendo “la realidad”.
De este modo, si alguien discrepa con nuestro modo habitual de ver las cosas, pensamos
que el otro está equivocado, miente o algo anda mal en nosotros, pero no sabemos qué es.
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De este modo La Conversación de Coaching Ontológico posibilita a las personas que piden
ayuda a otra que se transforma en su coach, a convertirse en mejores y más finos
observadores de sí mismos en interacciones con los demás y con su contexto (lo que
piensan, lo que sienten y lo que dicen), para que sean capaces de desarrollar con sus propios
recursos la habilidad de facilitarse la vida y facilitársela a los demás.
Como comunidad planetaria estamos lanzados hacia otras formas de consumir, de producir,
de organizar nuestra vida respecto de lo que hemos venido haciendo por generaciones y
esto implica revisar valores y creencias profundas en las que se sostiene nuestro sentido
común.
Nuestra mirada es que la crisis que estamos viviendo en el mundo no es una crisis política,
ni religiosa, ni económica.
Cuando decimos ética, nos estamos refiriendo a la preocupación por la convivencia de las
personas y específicamente por el sentido de la vida que hoy día se nos pierde a cada rato.
Nuestros abuelos nacían, crecían y morían sin tener que preguntarse por el sentido de la
vida. Les venía dado.
Hoy a nosotros el sentido de la vida se nos hace borroso, se nos pierde una y otra vez.
Creemos que el mayor desafío que los seres humanos tenemos en este fin de siglo, es
aprender a inventar sentido en conjunto, para poder hacernos cargo de los fenómenos
nuevos y complejos que se nos presentan, como por ejemplo la ecología, la alimentación,
etc.
Por ejemplo uno de los mayores productores de gas metano son los arrozales que
constituyen fuente de alimentación del 60% de la humanidad.
Por mucho tiempo dimos por sobreentendido que había un mundo inerte donde los
humanos nos apropiábamos de lo que necesitábamos sin hacernos demasiadas preguntas
por las consecuencias de nuestro hacer.
Notemos que nunca nos peleamos por los hechos en sí mismos sino por las interpretaciones
que tenemos sobre los mismos.
Si bien las interpretaciones dan cuenta más de la mirada del que interpreta que de lo
interpretado, nuestra óptica de la situación es que resulta imperioso desarrollar nuevas
maneras de comprender estos hechos de las que estamos teniendo como "oficiales".
Si queremos ser capaces de navegar la complejidad y generar algo distinto y mejor a lo que
hoy vivimos, será decisiva nuestra disposición a soltar viejas creencias y aprender,
entendiendo tal aprendizaje como una transformación de quienes somos y de cómo son los
demás y el mundo.
Cuando decimos que la crisis que estamos viviendo es de tipo ética estamos apuntando no
sólo a nuestro hacer sino a la preocupación por las consecuencias que nuestro hacer genera.
Hoy más que nunca necesitamos revisar nuestros modos incluso exitosos en el pasado de
pensar y hacer para desarrollar ahora competencias para aprender, desaprender y
reaprender.
Creemos que estás serán las únicas competencias que no quedarán obsoletas en este
escenario de cambio permanente ya que tienen la virtud de ser genéricas y por tanto no
pasarán de moda con el ir y venir de los cambios lo cual no es poco…
Cuestiones tales como aprender a escuchar con efectividad, saber fundamentar, recibir y
emitir juicios críticos, saber pedir efectivamente, aprender a observar e intervenir en las
condiciones emocionales que afectan el desempeño, identificar y disolver las existencia de
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Muchos hemos desarrollado la costumbre de "evitar" contactarnos con lo que no nos gusta
y en planteos de fondo como el que proponemos, estos hábitos quizás nos dificulten el salto
hacia el nuevo espacio.
El mayor desafío quizás, sea dejar de hablar de lo complejo que el mundo se ha vuelto ya
que esta manera de explicar la situación nos deja con muy pocas posibilidades de acción.
Creemos que para tomar las riendas de la situación es imprescindible distinguir la palanca
para la acción efectiva que consiste en intervenir donde hoy podemos hacerlo y soltar,
delegar o aprender en los espacios donde hoy declaramos que no podemos hacerlo para
transformar ecológicamente.
Planteando de esta manera nos damos cuenta que el lugar a trabajar no es pretender cambiar
a los demás sino en observar la obsolescencia de nuestra forma de pensar y comprender
algunas cuestiones y trabajar en ello.
Este aprendizaje requiere tiempo y recurrencia de exploración ya que hay una forma
adecuada para cada persona, para cada familia, para cada organización y por tanto no es
posible, en nuestro modo de ver, entender la Conversación de Coaching como un
"enlatado" que se repite siempre igual en todos lados.
Cada experiencia es distinta no sólo porque las personas son diferentes sino porque aunque
juntemos a las mismas personas, dado el permanente cambio en el que estamos inmersos
todos, surgirán vivencias particulares cada vez.
Es por ello que en los cursos hablamos de desarrollar hábitos para estar disponibles al
aprendizaje y uno muy poderoso es la paciencia. Por ejemplo si Ud. aprende a conducir un
automóvil: el primer día estará muy pendiente de los pedales, de los espejos retrovisores,
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de las señales de tránsito, etc. pero, luego de unos meses, seguramente podrá hacer cosas
que antes no podía como por ejemplo conversar con un amigo o amiga sin poner el grado
de atención que ponía antes en el automóvil.