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I ilenri Lefebr¡re
Henri Lefebvre
ESPACIO Y POLíTICA

EL DERECHO A LA CIUDAD, II

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Pa-
*J*,i'ou *niu'*turuHt'"

ediciones península @
Sumario

Introducción. 5
E¡" especro 23

RBPLUXTONN,S SOBRE LA POLÍTICA DEL ESPACIO 43

La ctuuer Y Lo URBANo 63

Excrls v l.r uropf,l 73

Lts rusrrrucroNns DE LA socrEDAD (Pos'rgc¡tolÓctcR> 89

El espagio, la producción del espacio, la econo-


mía política del espacio . 93

L lntroducción 93

II. Crisis de la economía poiítica ' 94

III. La promoción de lo inmobiliario y la con-


veriión en bienes muebles del espacio 98

IV. Hacia la economla política del espacio 103

V. La producción del esPacio . 119

Ln SUNCUNSfE Y EL ESPACIO r27

Ll CLASE OBRERA Y EL ESPACIO 145

t
$
La edició_n original francesa fue publicada por Editions Anthro- lntroducción
pos, de Paris, con el tftulo Espáce et pot¡tique. Le droit d la
ville, II. @ Editions Anthropos, t922.

f,Saiucción de Jrxr¡¡n Mws oe Lr¡nds y Jerur LrmÁs Grncfr


{N 8?$[f $
r rurudo un texto aspira a tener un alcance teórico y
,¡rrr' ¡rrr.:lcnde bastarse a sl mismo, es que el autor ha pro-
,, ,lr¡lr, ¡rreviamente a un recorte'montaje, atribuyéndose
,r,,,r t,,u i'cla de un <campo> que trata de delimitar ¡Opera-
r i,rr rk' apropiación privativa asaz tosca, siempre sospe-
,l¡,'',.r, :u,ln cuando usual y considerada como legítima
¡rir. ,tt) (lrrc la propieclad privada se hace extensiva a las
irlr.r'. y:rl saber! Más de un científico debería disculparse
1,,,r ,.1 ¡ucro hecho de haber colocado una cerca alrededor
jrrrclín para poderlo cultivar a su antojo. Por lo
iirr, r(",¡)('cta a esta obra, el autor ruega se le disculue
,1, l,r,lr):r que ninguno de los artículos recopilados en este
r,,lr¡¡ncrt ¡rucde ser aquilatado debidamente si no se tienen
r r ¡ ur'rlir otros trabajos publicados: sobre la vida cotidia-
rr,r .,,,1,rr" cl espacio, sobre los diversos oderechos" (el
,1,
',,lr,, ;r la ciudad, el derecho a la diferencia), sobre la
,t r'r,i,lrlt i<5n de las relaciones (sociales) de producción,
¡ l' ¡ lr'1,t.
| .''. rrrvcsl.igaciones que atañen a la ciudad y a lo urba-
ri' rr,'r r('nl;lcn a aquellas que conciernen el espacio y que
- ,,,r ,,l,jcto de una próxima obra (que será publicada
i.,rf ,, , I tílrrlo: La production de l'espace). Esa teoría del
:r, r¡ r,¡ ',.r'ial abarca por una parte el análisis crítico de
l.*,, rl,,l.rrl rrrl'lana y, por otra, el de la vida cotidiana; en
,l, r¡, l, t'oticliano y lo urbano, vinculados de forma in-
Cubierta de Jordi Fornas. !¡ ,,l,rl'lr'. :r la par producto.'; y producción, ocupan un es-
Primera edición: abril de 197ó. !! f i" ',r i;¡l J'1'¡¿¡¿do a través deellos e inversamente. El
Propiedad de esta edición (incluyendo la traducción v el diseño =. ,l¡.r'. .,lr;u'cír el coniunto de las actividades práctico-
de la cubierta): Edicions ó2 sla., Provenza 2?8, Barcélona-8. ¡,,1,.., lr:rlrirla cuenta de que se intrincan en un espacio
,,,¡,1, ¡,'. rn'l)rno y cotidiano, garantizando, hasta cierto
Impreso en RIGSA, Constitución 19, Barcelona. 1,, r,'rrroclucción de las relaciones de producción
Depósito Legal: B. 13.127 -1976. ,,,r¡,',, ,;oci¿rles). A través de ese espacio actual, de su
ISBN: 8+297-1182-t.
crltica y de su conocimiento se alcanzan lo global y la ;rcto, consiste en no ceder ante el catastrofismo, en de'
< síntesis >.
tlrrninar un punto de ataque, limitado pero bastante pTt
, r,.o, ponieodo juego una táctica y una estrategia del
Un conjunto en el cual cada ..artículoo contiene una "t
y que atañe, hasta cierto nivel, a determi- ¡rcrrsamiento.
"especificidadu, Aquf, se procura no dramatizat la situación, así como
nado aspecto o elemento, se estructura de esta suerte. Ese
t,,,,, ¡xrcó deidramat izarla esterilizándola. Cabe la posibi-
conjunto no tiene nada que ver con un sistema o una
lr,f ;rtl cle que el momento de noregreso se esté aproximan'
<slntesis> en el sentido clásico de la palabra, a pesar de la
,1,r, rlue haya que prepararse para su llegada. Hoy en día,
conexión de sus elementos y aspectos. ¿Su sentido? ¿Su
\.¡r n() cs posible describir las fuer¿as de destrucción; ya no
meta? No es el de mostrar una coherencia o cohesión. sino (junio de 1972) Jean-
r r{ ¡rtn, tál como lo escribe en oOpusu
de buscar, por tanteos sucesivos, dónde puede situarse en
el espacio y el üempo, el punto de no-regraso y de no-re'
t l.,,.''nce l^ambert, ni nombre ni rostro. Son S[stema, el
culso a escala no de individuos o de grupos, sino global. rrrr( (), cl de la negación y de la muerte bajo una apariencia
Ese momento no depende ya más del pensarniento histo- 1,,',,ilivá, que socava la existencia propiamente dicha, has-
rial o de una teoría clásica de las crisis; no por esto de- ,,, ,',, ,* mismísimos cimientos. A veces, en medio de la
jaría de ser menos crucial: metamorfosis o autodestruc- ¡rr'';¡rcridad que conoce la Francia capitalista, le entran a
,,,,,, l1rr.u, de gritar: <¡Alarrna! [.a revolución o la muer-
ción (lo uno no excluyendo lo otro). Sería el momento en
el que cesaría la reproducción de las relaciones de pro r, ' 1-e cual no significa: uMuramos por la revolució-n-',
'.rr¡,, ¿rl contrariot ,.Si to queréis que muramos, haced la
ducción existentes, bien sea que la degradación y la diso'
lución ganasen la partida, bien sea que se suscitasen nue- l r',rlrrción pronto, de forma total.o Dicha revolución
¡rrrrrrrti¿rl y totut debería poner fin al Poder, a ese poder
vas relaciones, desplazando y reemplazando las antiguas.
La posibilidad de tal momento (perspectiva que no coin-
,¡,,,'.l,,mina a los seres humanos y al ser del uhombren
'.irr llt'gar a dominar ninguna de las fuerzas que ernanan
cide exactamente con la teoría habitual de la Revolución)
define una hipótesis estratégica. No se trata de una certi'
,1, ,'ll,rs y se vuelven en contra de ellos: ¡ni la técnica,
dumbre bien sentada, de una certidumbre instituida de
,,, l.r <lcmografla, ni el espacio! ¿Sobre quién se ejerce,
¡,r r,'.. ,' SobrJ aquellos
que podrían apropiars-e de-esas fuer-
manera positiva. No excluye otras posibilidades (la des-
r ;r ,. r ¡r rt) se han tornado extrañas, de esas realidades letaleS.
trucción del planeta, por ejemplo).
tJ,, rlristc abuso de poder, pues siempre y por doquier el
Obsesionados por dicho momento, muchos son los
que procuran aplazarlo, ahuyentarlo, exorcizar mediante l',,rk'r' ('omete abusos. La Revolución total debería poner
.r r'\(' poder abstracto, que tiene fama de utilizar deter'
la magia ideológica las imágenes evocadas. Se reúnen con- f
'r
,!r!il.r(l()s medios con vistas a un fin desconocido, cuando,
cilios para disertar sesudamente y mantener las represen'
,1, lr,'r lro, se ha convertido en su propia meta' Esa revolu-
taciones (ideológicas) que enmascaran los vencimientos
, ¡,,r¡ lr' óondrfa fin, sustituyéndolo por los poderes, los
reales. En efecto, la contaminación, el medio ambiente,
,l'l¡ l,r iación y
l,r ;tl)roplaClon de la
y c¡c lEaPruPrdLru¡r' El
ra reapropiación. !t concepto
wv'vvPcv desv
la ecologla y los ecosistemas, el desarrollo y su finalidad, revolucíón. Su finalidad es la
fragmentan y disimulan los problemas del espacio. Otros, 'ti,t ¡'t sitín compleia eL de
,1, . i , r rt cir'¡n de lá polltica, pues todo poder estatal es des-
en cambio, ansían un instante fatídico: desearían avivar
el paso del destino, oscureciéndolo lo más posible, nihi- Contemplándolo más detenidamente, el primer
, ,1, t, I r v< ¡ 1*t. alcanzar es ante todo la limitación del
poder'
listas movidos por lo que ellos mismos denominan upul- la amenaza de su to-
sión de muerteo. Quizá la elección más acertada, para una t'.,, , 1,,¡,i,r.la resulta imprescindible
r,rl rL".t|r¡cción. Asf es como la Iglesia no dejó limitar sus
reflexión que querrfa ser al mismo tiempo sapiencia y

6
-1

ambiciones más que ante el atelsmo amenazador y por t,rn. con una especificidad ya mencionada, en el conjunto
é1.EI cientificismo, el tecnicismo no se arredran ante la crí- frririco y en la realidad captada de forma crítica.
tica filosófica, sino ante el ocrrltismo, la magia. Los *de- l:l hecho de vivir no se reduce a una función asigna-
rechoso necesarios, desde el habeas corpus hasta el dere- l,l,', :rislable y localizable, el habitat, más que a tltulo de
cho a Ia ciudad, ya no son suficientes. También hace falta rrrr.r ¡rr'/rctica de la que El derecho a Ia ciudad determinó
que lo urbano se haga amenazador. l,¡'. r;rzones (ler. volumen). El lector volverá a encontrar
Esa revolución total y planetaria, económica, demográ- ¡rilrrí ('stas razones, reconsideradas, quizás aún más ahon-
fica, psíquica, cultural, etc., es, hoy por hoy, por excelen- ,l;¡,1.r:;: la acción de la burocracia estatal, la distribución
cia, lo imposible-posible (¡la posibilidad, la necesidad y la ,l''l r':;¡racio según las exigencias del sistema de producción
imposibilidad!). Nada más cercano, nada más urgente. 1, .r¡ritllista), es decir, de la reproducción de las relaciones
Nada más huidizo, nada más lejano. La idea de la revolu- rl' l)r'o(lucción. Aparecerá un aspecto importante, quizás
ción remite de lo mundial a la co5runtura, de lo total a la ,'., rr, i;rl, de esa práctica: la fragmentación del espacio
práctica inmediata, es decir, a la existencia de una enorrne ¡,,,r.r trr venta y la compra (el intercambio), en franca con-
mayoría, silenciosa o no, de personas que se adhieren al tr;r,lit t'i(¡n con la capacidad técnica y cientlfica de la pro
presente y llegan hasta el extremo de aceptar el milena- ,lrr, I r(,rr clel espacio social a escala planetaria. Consecuen-
rismo, porque deja para más tarde la eventualidad de una l' ¡'( nl(', se podrá encontrar aquí el análisis crítico de un
catástrofe. ¡ Después de nosotros, Ia nada ! Así pues, las 1,r,,, ,'rlir¡licnto corriente y desastroso. Se hacen correspon-
personas uconcernidasr, tal como se suele decir, titubean ,1, r trunlLlalmente (punto por punto) las necesidades, las
entre el tono jovial del optimismo forzado y el nihilis- ,rr¡ ¡{)n('s, los lugares, los objetivos sociales, en un espa-
mo radical , aplazando los vencimientos. , i' r,rnSi(lcrado supuestamente neutro, indiferente, obje-
En el centro, señalado aquí y allá, se halla Ia reproduc- r ir , r ( inoccntemente) ; tras lo cual, se establecen lazos

ción de las relaciones de producción, proceso que se de- '1, ruurin. Procedimiento que conserva una relación evi-
sarrolla a la vista de todo el mundo, que se realiza en r,rr ( ou la fragmentación del espacio social jamás ma-
'l¡
toda actividad social, incluidas las más indiferentes en rril, ,r.rtl:r como tal, la teoría de la correspondencia puntual
apariencia (los ocios, la vida cotidiana, el hecho de vivir ¡,rrrrr l,rs términos (funciones, necesidades, objetivos, lu-
y el habitat,la utilización del espacio) y que aún no ha !:,r, .) .lt'sc:rnboca en proyectos que parecen claros y co-
sido objeto de un estudio global. Dicho proceso era inhe- rrr, r,). rlcbido a que son fruto de proyecciones visuales
rente a la práctica social y no era considerado como tal. ,=,,1,r, , f ¡rapcl y sobre el plano de un espacio trucado ya
Lleva las de ganar (¿hasta cuando?) sobre las razones y ,1, ,l' rrn ¡rrincipio. La fragmentación se traduce por un
causas de disolución. Las parcelas recortadas en ese am- .,,,1r..r.. r'r'róneo, no crítico, que se cree preciso por ser
plio "campo> por las especialidades política, ,, ,¡,¡l.,lt' Ios lugares y localizaciones. Un análisis llevado
sociología, democracia, etc.-, implicaban-economía
lo global y lo r,¡.¡ i l,urrl<l y, sobre todo, más concreto, modifica pará-
dejaban en la sombra, ángulo ciego. Aquí no se enclren- ¡¡,, rr¡'. ,¡rrt' parecían positivos, .,roperatorioso; y que lo
tra el análisis crítico de Ia globalidad alcanzada de esta =,.,, ,1, utr'() cle determinado .encuadre¡. Dicho análisis
suerte (que no se puede denominar <sistemao en el sen- l. r,, ¡., unir operación verdaderamente específica. No se
tido usual del vocablo). Sin embargo, los artlculos reco" ¡, ¡l r rl,' l,,,'uliz.ar en el espacio preexistente una necesi'
pilados en esta obra no se refieren a aspectos de menor .!...1 ,' ,rrrrr f rrnción, sino, al contrario, de espaciolizar una
importancia, aun cuando sean parciales, del proceso glo - !tr r¡i.r,l ,,ot'ial, vinculada a una práctica en su conjunto,
bal. Ofrecen diversas etapas del descubrimiento. Se inser- ¡.,...!¡t, ¡¡ ,/,/r) ult espacio apropiado.

I
¿Qué es, pues, /a arquitectura? Hace ya mucho tiem- n¡¡lrncnte a sus pacientes; sea cual sea el camino que es-
po que se discute a este respecto: desde que el arquitecto ,,,¡:r, el médico no limita fácilmente su saber a una es-
existe, por tanto la arquitectura como oficio, en la divi- ¡x'r irrlidad muy concreta; no obstante, casi siempre se
sión del trabajo. ¿Acaso un arte? Esta definición ya no r'.¡rt't:ializa y ello cadavez más; si bien parcela su .,catn-
es más que del agrado de aquellos que gustan de übujar ¡,,r" 1lg experimentación y de aplicación, no tiene más re-
fachadas, que se obstinan en esmerarse en las molduras, rrr.tlit¡ que restituir lo global, el cuerpo, el organismo, la
en repartir sabiamente los materiales y en esculpir alfno- r¡ l.rción con el <medio), la unidad viviente del ser hu-
niosamente determinados volúmenes. Los hay. ¿Acaso una nr,ur() cn sociedad. E, inversamente. Finalmente, ¿quién
técnica? En tal caso, el ingeniero suplanta al arqui.tecto, ,lrr,r r¡ue la medicina y los médicos no se ven sometidos
ingeniero del hormigón o especialista en vertederos. ¿Aca- t,,,r.r r¡ada a la inlluencia del capitalismo? No cabe la
so una ciencia? En tal hipótesis, sería menester elaborar iur'n{}¡' duda de que existe una práctica médica capitalista
una método-lógica, una epistemología, vrL corpus doctri- no capitalista, <socialo o osocializadar. Sin em-
nal. Ahora bien, la esterilidad de dicha hipétesis resulta l,,rrlr, cn tanto que práctica, la medicina ha precedido al
evidente. Suponiendo que se pruebe, ese corpus se bas- , ,r¡rrt;rlismo; se prolongará después de éste, sea cual sea
tará a sí mismo, sin ninguna otra eficacia más que su .r lnr, No es seguro que las relaciones de producción ca-
transmisión. La arquitectura no puede concebirse ya más l,rt.rlr,t:rs estimulen la investigación y la eficacia médicas,
que como una práctica social que figura con otras muchas ¡r¡rr¡r,r.rrionándoles el impulso y la orientación adecuados;
(por ejemplo, la medicina) en el conjunto práctico que t:unpu('() t:s seguro que dichas relaciones los frene. Espe-
ileva y que soporta la sociedad actual (el sistema de pro- , i rlr¡rcntc, según parece, la biología y la bioquímica están
ducción), correlación por discernir. El médico recurre a ,lrr,l,r l)irsos agigantados, no sin sumar a una lista de
varias ciencias, quizás a todas, y utiliza múltiples técni- ,,rr! r¡.r./.:r:.; ya impresionante otros riesgos, otras inquietu-
cas. La medicina no puede, por tanto, constituir una cien- ,1, ., , rtros vencimientos. ¿En qué forma puede la medicina
cia particularizada, específica, puesto que recurre a co- ',r .rr.r'r s!: a esa influencia, hallar mejores sistemas de in-
nocimientos de física, de biología, de fisiología, de mate- rr ,tr¡,,rt i<in y de acción? La cuestión se plantea, con ma-
máticas, al igual que a los de scmiología y sociología. '¡¡'r ,¡ ilr('llor lucidez. La respuesta queda en el terreno de
Abarca numerosas especialidades. Se extiende por un lado l, rr, ¡,¡rt lclo, las soluciones no son nada evidentes.
hacia la dietética, la higiene, el control de las actividades
más onormales, tales como el deporte y la medicina pre- I trr (' tiurto sucede con el arquitecto y la arquitectura.
ventiva, y, por otro, hacia la medicina llamada mental, lo .rr¡rrrt'sl{), la práctica de la arquitectura data de mu-
que no viene a simplificar para nada la cuestión. El mé- ,rrrtr'., tlcl capitalismo. Se sometía por aquellos enton'
dico utiliza consciente o inconscientemente conceptos muy r.rl rt,¡¡1¡l que el urbanismo del que no se distinguía)
generales que tienen relación muy directa con la filoso- , ,,r,k'ncs de los déspotas ilustrados (más o menos).
fía: lo norrnai y lo anormal, la salucl y la enfermedad, el ll ,ir,turl('( t(), tan artista como sabio, aceptaba una im-
equilibrio y el desequilibrio, el sistema (nervioso, glan- i'..¡ | ¡¡rtr" lt:rsc: la monumentalidad, la importancia del edi-
dular, etc.). Esos conceptos justifican una reflexión teó !¡ i,, r, lr¡,roso o polltico y su prioridad con respecto a sus
rica y, sin embargo, parece difícil y de poca utilidad una ,i,,lr' ,,n(':\ dc habitabilidad. Al llegar la era industrial,
epistemologfa médica. Los médicos dudan entre la uti- l.r .,r,¡rrt('r'lura se sacude esos constreñimientos religio-
lización de las computadoras para analizar los datos ob- =.¡. ', l,,,lrtit'os, pero los resultados dejan bastante que de-
tenidos, y el uolfato" del ornnidocto que conoce perso- =,.r¡ ( ,r(' ('n la ideología, la de las funciones empobreci-

10 l1
das; lu ac la.s cstructuras homogéneas, la de .,obre la cual un lápiz más o menos ágtl y habilidoso traza
las formas
l'rf¿rs c irrr¡rc'sonarer.-Hoy dia]-áespués de las revolu-
t:irr¡e.s co'secuencia de Iá "n lrneas que el autof considera como la reprodrrcción-de las
era ináustrial, la arq,ri,".r""^ ( r).sas, mundo sensible, cuando, de hecho, dicha su-
iel
a [rt¡r'da difi cultosamente la era
urbana. nl' a.q.riÉ.i;,-*;_ urealr. Con'
bién.é1, se ve-obligado a recurrir u todu, ¡rcrliiie impone un descifrado-recifrado de lo
temáticas, informática, física, química,
I".;i;;;;;;,;;_ i¡ uriamenté a lo qtre fácilmer¡te cree, el arquitecto n9 pug'
incluso semiolosía,. psicología y so"iotogíu.
economía política, úc localiza, su pénsamiento y sus percelrciones sobre.Ia
el médico, aieuiGcto- tiJne !rl" Al-;ñ;i;" ¡¡rcsa de áiUtt¡o, y visualizar las cosas (necesidades, funcio-
9l lor,", en juego roda rrtrs, objeto s), proyectóndolas. Confunde proyección
y pr?'
una sapiencia enciclopédica; y, .ir, é_Uurgo,
queda neramente circunscrita, ii_ituau il;ilil. v,'r:io sumido en una idealidad confusa, que él cree urealu

Su profesión queda mal definida entre L ;;;1"d".-;;;;. t', incluso, rigurosamente concebida, dado que los proce-
la de dibujante; te cuesta traba:o-hai;; a" irrg"ri;;;; rlirnientos dJ cifrado-descifrado mediante el dibujo son
los.promotores, los usuarios, los financieros,
;; i"!"r'""ir; usuales y tradicionales; que, a partir de ese momento' es-
las autori- ( ilpan a su influjo. I-a hoJa,-al alcance de la mano del di-
dades. si bien tiene una actividad específica
división del trabajo (social), dentro de ra lrtrjante, bajo sus ojos, queda en blanco, tan blanca como
p."h""to ¿" ai.fro-i.u_ ¡rlana. La considera como neutra, cree
que ese espaqo
bajo no queda bien especificado. "t También ei ¿irp""""al pasivamente los trazados de su Lápiz'
algunos conceptos muy generales (inventariados ncutro, que recibe
con sumc) ,',rrr"rpoitde al espácio neutro de afuera, que recibe las
cuidado: la escala, lás-propor"ior"r, o.p.rtiáá,r,-;;;.) npla-
que justifican una reflexión que linda.o" "f U nto.rii", p"ró cosas, punto por punto, lugar por lugar' En cuanto al
¡¡er, no perrnanece inoceniemente sobre la hoja de papel'
que no se bastan a-sí mismos, ni basran
para constituir Sobre .i t"rr"to, el bulldozet realiza "planoso'
un cuerpo doctrinal. Finalmente, Ia arquitectura
de Ia pintura, de la esculturu, d" i* urtes,
difiere Y éste es el motivo por el cual el dibujo (y por éste
que estas últimas no se relacionan cori
en el hecho de también se debe interpietar design) no es tan sólo una
ia pra.ti.u-.o"ü prueba de habilidad, una técnica' Es asimismo una torma
más que de forma indirecta y a través d; _"ái""i;;;;
mientras que el arquitecto y Ia arquitectura i" ,"pr"r"ntación, in saber hacer estipulado, codificado'
una relación inmediata con él hechode habitar
ao.r."rrru, pr. iá"to, un filtro, selectivo con respecto a contenidos'
q.u.e acto social, teniendo la climinando taÍ o cual parte de lo "realo, colmando a su
construcción como"rriu"Jo."uliru_ manera las lagunas del texto. Circunstancia agravante:
cron practtca.
El arquitecto, productor de- espacio (pero, nunca solo) csa filtración va más allá de una especialización ideológica
pue-
un espacio específico. y o de la ideología de una especialidad' Dicha filtración
:1|l?^t?Pre primera provi_ de significar iá ocultación de las aspiraciones sociales.
crencla, tiene ante é1, bajo-sus ojos, "o*o
_"rá de dibujo, su Di-
hoja en blanco. El enceiadgr p"i.úp*rto,
"., no ejerce efec_
ló"¿ "t un código? ¿Qué es un cifrado-descifrado? rudimen-
tos demasiado diferentes. Esa ho¡a de papel ou.ño, rápidamente-que aparte de algunos casos
aL ¿it"¡ár, íu.io" (et cOdigo de 1á carietera), un código no consiste en
¿quién no la va a considerar un-simple
"o*o Cuand^o, a"'frÉrfrá,
por añadidura, como un fiel espejo? ;;;ü" de"reglas prefabricadas' Todo código define un
";;;n;;; espacio centrado, abriendo un horizonte en torno a un
3f"^_":t"lo
per
es engañoso y q,r.,^ui"-ás, esa
en bla_nco es algo más y otra cosa que un espejo.
ú.jr;;;;: teito (mensaje), desplegándolo y, c-onsecuentemente' cer-
quitecto la utiliza para tr_azar sus El ar_ ;;J.i;, ""rr¿rrdolo.- Es-e texto puedg ser práctico sensible
f,loror,
se debe contemplar en toda su fueÉa: superficie
u*áblo q,r" y social, por tanto no siempre y forzosamente escrito"
pfrii", irambiérrlas imágenes se cifran y se descifran! La
com-
l2 - , ';, ." e. .,,i ¡_ ¡i FT 13
d-U"l*
8c!¡\¡r,,"-"¡ifl,llflt$ i]0tflf,ifiiiTÁtf$
plejidad de las operaciones que
llevan a cabo escapa al f '(f\, l.c'to' y actos. El dibujo es reductor,
entendimiento de l_os lecr"d; inciuso si no lo
y de su producción escapa a los rri,i.n.r" ta del lenguaje r''. Pir'a el-dibujante, en el-transcurso
iabtantes. dó su a".iO". óo"
(en este caso. el delineaniüj El .,ags¡1g, cl ,lt'sign,la forma significa Ia funciOn, y
a la estructura
el terreno de la orácüi;. ";;;;;;isando únicamenre v¿r r*¡ lc queda más que inco4rorar
en
-olu"ión una materia trata-
hecho, produce ! Se salta i* i'ñi.i"'r$roau."
ir,rlÁ"áiarios,
cuando, dc ,l¡r rft: fo_*q provechosa,
<signifi.u.rt"_rilrri
resultado a otro. Todo.cifrad;;;;#"na yendo de un lr,.¡rlor. La distancia que media "* entre esos tres términos:
pectiva y la uproducción> puesra en pers_ l¡r f r¡rrt:ión, Ia forma, la estructuru, q.r" permitió
;;;;;:entido, que se sus. antaño
tituye al texto en cuestión ""p""á.,- 'rrrr.rrlrs en una unidad orgánica y ,ro
bien sea valorizarlo.enriquécie"d;ú. b"i"r, ."u depreciarlo,
V lrl ,¡rrt:dado reducida. Los signos ae tos objetos
"iriUt, d";
"o;;;;.i
l";;;
dad' EI cifrado-des"irruJá-i*püü,ir, b" ahí la ambigüe- 'f '-rF,ir¡()s de signos, a una vísualización cadávez más intleru
espejismo, pues la estructura o efectos de .,r .rr l¿r que el llmite es alcanzado
formal-de "r""to
;;drr;;;;; fr¡rrr illu.s entran en escena, encargaüs
cuando las inevitabies
presenta más que ude animar"
en el momento en que declinál"-;;
t'¡r,¡r¡. lisos inmóviles significantJs de la movilidad, "i"r_ á; lu
ru upuJ.ioo i"r sentido,
i,l.j'r:k:,,.:r:TlT"..
digo formulado no pasa ya de
ffi#i'?r? ¡El co ;r¡ tr'rrl.d,- atesüguan su
asesinato simbólic" il;;;; ;l
dicen hoy en día los semiólogor
ser;; iLi,il r'r ' 'r.rli'iento --cifradodescifrado- ocultándolo.'su nii-
una \¡oz y una vía: a partir -a. sutiles, viene a ser
del otexto, _del menrui"_
,,t"u ('\ Ia de denunciarlo,
poniendo fin, de otu i""rt", u
lray varias posibilidad"r, rl,,'. ¡¡¡i¡1¡5: la expresión reirodtrcción-y
la creación *uru_
:]:uf1"rut1du{,
"l*.i"13,'p"1"ür";i;#;
*á:,-Ui""'""ui"l;q"; un hilo. por tanro,
r illr',,.r.

un determinado .r lcgibilidad pasa por ser una gran cualidad y


I
"rrabajo> sobre tal
proporciona sentido partiendo fr""Á":"fqr"J :1 :1 r','r,rci<in es real,
pero se olvida fácilmente q". ird"
¿" "j-t"*to de fr;ó;ni;; . rr¡rl¡,1;r<l liene su
Io que suscita "rUlror,,ato.izaciones contrapartida y sus defectos. 3"u
"" T_o-*i""to y ér rr r'l r.ilrirdo utilizado,.la
desvalorizaciones, progresos q,re "o_lt""lo, Jegibilidad se paga a un ",rui
pre-
con f ading. Cada .irru-ao ";; con obstáculos,
se topan all9: Ia pérdida.le.una pu.t. d"l;;t*:;"
""n=aJu
esrudiado, abandonado
u .rn esquema pro- ,l'lj"ll
r.r rrr(¡r rrr:rc¡ó,' o del contenido. Esa
mengua es inhérente
lillr"-,
Dozo, que genera un sentido
,i"mpre al esüdo;e-;;_ +l rrr,,r'nr.ricnto que, del caos de los hechoi
,""riUf"r,-r^""
entre otris muchos. La mano *r ,.r ¡rrrrkr, sólo uno. I¿ em_ergencia de dicho,";;id;'q;i._
tantea, eI lápiz duda. La mano
cree-reproducir cuando, I'r,r l.¡ r..<f , a menudo muy finá y profusamente
de hecho, r.ritit.rrr". Se pliega enmaraña_
a lás}an¿atos de una voz
que ordena, qtr" é"pr"rá r"?oü;;;r"*reta, 'l'i 'l¡ rl'rrclc ha salido Ia elaboiaóión. Acaba eliminánJoh
La vol y.la mano, el instrumenro, creyendo <l ,,'r¡'.¡¡uir otra cosa.-Exjste-, por
l1l_ru.lu.,
tanto y por doquier,
presar) (reproducir), c-uandó, creen <ex. l+.¡,,".11¡11. trampa de la legibiiidad,
¿e. t."iro, actúan, cuando , l .rilrrilD, cn este caso
tanto más cuando
(_producen>.i pero qué
el p.oJú"to á;;" trabajo no posee el arquitecto, cree estar total_
Ias cualidades v las propiedade. qu"
ie atribuye el autor,
i+i¡
'l{ nnl)ucsto de la ocosan de la que ha partido, de_
Está haciendo álgo áir"."ri- ¿.
ü 'i¡ ,l lrrlro de morar. ¡Cuando, ¿e hechó, lo ha "s susti_
üue dice y cree hacer. *"i'1" | tl habitat r La regibilidad visuar
Más de un buen delineante ',,t es aun *e"l.ui
cierta difi_ , i ,'! r.r v rncjor
cultad en reconocerse en ese irónicL "*p"=Jl"o,ará encep-ada (se debería decir:
profesional. Sin emb-argo, retrato de su..vivido¡ , l, ¡iilrilidad gráfica, la de la escritura. encepadora)
"f A;;j;-"omporta evidente. ,l :,
Ir r¡'tI ¡,r,r1i1'¡¡s de una pobreza de expresión: f"aa fegiUil
et de por grafismos ¡l.ii¡' i , | .r r ic¡ueza del texto y de la reáun_
i::Ti,11:l_sso,
los objetos y iobre toao,.una-sustitución
¿"1*;;;,ü dcr

del espacio en raras ocasio_


áTHT:.'.X: ,' r,'rr ¡rarcjas con Ia legibilidad.
No existen poesÍa,
t4
15
.'rf

ni arte algunos que obedezcan a ese sencillo criterio. En I rllrl('s)), ni los usignificadosu, ni sus concatenaciones coin-
último extremo, lo legible es lo blanco, ¡el más paupé. r trlt'n.
rrimo de los textos ! l,rt problemática general del espacio exige que se abor-
Encepada y encepadora, la legibilidad disimula lo que rl''¡r rlc otra fürma las cuestiones específicas, por ejemplo
omite, omisión que puede detectar un <lectorr más aten Lr rk' la profesión. La subordina a las cuestiones genera-
to,_analftico y crltico. La homología (homogeneidad) de l'',. ltcchaza de plano la incompatibilidad entre el arqui-
todos los espacios representados y plasmados sobre las Ir ( to y el urbanista. Dado que comparten el espacio, que
5rrperficies, ¿acaso no es la más eficaz de las ideologlas l,r r'ol[psrten con los demás (agentes)), incluidos entre
reductoras? Ideologla sumamente útil para la reproduc- ,',tr¡s los propietarios, 1o dividen, lo parcelan, cada uno a
ción de las relaciones sociales existentes, ¡trasladadas en '.u nlanera; y a partir de ese momento, la fragmentación
el espacio y en la reproductibilidad de los espacios !... ¡,u ('ce teóricamente justificada. A cada uno de ellos co-
Cae por su propio peso el que semejante código ao r rr'spoflde su esfera de influencia, su grado de interven-
puede perrnanecer entre los estrechos límites de la destre- l,rr. S.Sí las cosas, lo global se difumina, desaparece. Cada
za individual. Se convierte en cuestión de oficio. A este rrrlo de ellos opera en un espacio abstracto, dentro de su
justo tltulo, entra a formar parte del trabajo social y de ¡,,rra de influencia, a escala suya, el arquitecto en lo mi-
la división social del trabajo. por tanto, se transmite y se , r,r y el urbanista en lo macro. Cuando el problema, hoy
difunde al propio tiempo que se perfecciona. Sertráns- clía, consiste en superar esas fragmentaciones, dados
forma en tradición y en pedagogía. El código visuái, poco 'rr
l,,s resultados desastrosos alcanzados; consiste, por con-
o mal formulado como tal, ha sido la base de la enseñánza ',i¡ltriente, en determinar el punto de unión, la articula-
del dibujo, de las bellas artes, de la arquitectura, duran- , irin de esos dos .niveleso, 1o micro y lo macro, la orde-
te largo tiempo. Aun cuando discutido, no ha" perüdo rr;rción cercana y la ordenación lejana, la adyacencia y la
toda influencia, se perpetúa como savoir-faire pedágógico, ,,¡rnunicación,
el único con bases firmes (no úrricamente en Franóia-: en ¿No sería precisamente a esa escala que, hoy en día,
Italia, igual proceso, y, probablemente, en otros países ¡'rrcde intervenir el pensamiento y situarse la invención?
también). lrrr un plano inferior, el del inmueble, todo ha sido dicho,
- El arquitecto no puede limitarse a dibujar y no puede
dejar de consultar oralmente (por medio de la paÍabra)
rt:clicho, desmenuzado, El nivel superior corresponde, por
r'l momento, a los constructores de autopistas, a los in-
a los demás agentes de dicha producción, el espacio. ;'t'nieros dedicados a la estructuración de las redes viales.
Y, ante todo, al usuario; pero también al burócrata, al licl esffcio urbano, harto complejo, apenas si se ha ini-
político, al financiero, y 4 un largo etcétera. Tanto es así, r i¿rdo la exploración; aún es demasiado pronto para que
que va cobrando cuerpo una tendencia que presenta al lrrs conceptos aplicados sean operativos. No pocas inves-
arquitecto como a un (hombre de la palabra), y no ya ligaciones acaban naufragando en el gigantismo al engro-
como a un hombre del dibujo, según rezaba la más pura sur o engrandecer en demasía el inmueble (Soleri, Aldo
tradición. Tesis llena de interés incontrovertible, pues de- llossi, etc.). La mayoría de los arquitectos hoy en día cé-
sestima la problemática general del espacio (de su produc- Icbres no han roto con la concepción de la monumen-
ción) para no tener en cuenta más que, de una problemá- talidad. Tratan de hallar un compromiso entre el monu-
tica particular, la de la arquitectura, el afán de legitimar rnento y el edificio. Otros, en cambio, dispersan en unida-
la profesión. Por lo demás, todo el mundo sabe que tanto rlcs efímeras, en átr¡mos y flujos de viviendas, el espacio
para el usuario como para el argui.tecto, ni los social. Es a un nivel intermedio donde se sitúa lo que se
"signifi-
t6 17

¡rcs12E2
puede idear y proyectar. Fieles testigos de este hecho
lo rrrlr;rnír, afirmamos aquíy en demás publicaciones, sin la
constituyen los proyectos y las inveitigaciones de Cons-
cncia de un centro: sin un agrupamicnto de todo
¡ rr,,f
tant, de Ricardo Bofill, los trabajos de-Mario Gaviria en
F.spaña, etc. El niv-el inferio, p,r"á" ' r,rnlo puede nacer en el espacio y producirse en é1, sin
situarse en el pueblo, , n, ucntro actual o posible de toclos los
el barrio. El nivel (macro)) es el de lo urbano.^ gntr. "objetos) y (su-
l'lrl:;>.
ambos conc_eptos, como punto de partida, tu pobta"iár,
l:l hecho de excluir de lo uurbano)) grupos, clases o
n.a¡a l.a cual se podría intentar, aciualmente, la produc- irrtlividuos, viene a ser como excluirlos también de la
ción de un espacio apropiado se hallaría üs dl"z , rlilización, si no de la sociedad. El derecho a la ciudad
y los veinte mil habitantes. y esto, por el momento,
"ntre
¡ l, ¡'itirna el rechazo a dejarse apartar de la realidad ur-
tanto que etapa! A esa escala, el uderecho a la ciudadu "n l,.ru:r por una organización discriminatoria, segregativa.
puede intervenir de forma operativa y estimular la
inves- I ',,' derecho del ciudadano (si de esta forma se quiere
tigación. r \l)r'csar: del ohombren) proclama la crisis inevitable de
, iQuién puede aún extrañarse de que.el urbanismo no
hay-a podido aún erigirse ni en ciencia ni en práctica y
1,,,, cs¡1... basados en la segregación y estableciéndolo:
' r'nlros de decisión, de riqueza, de poder, de información,
3o l-raVa logrado más que .instituirser, (a conv:ertirse ei rl¡' t'onociÍliento, que rechazan hacia los espacios perifé-
institución), expandiendo en torno suyo espesas nubes r r{ ()s a todos aquellos que no tienen participación en
ideológicas? El urbanismo sólo podía húerarü de ra ideo-
l,r'; privilegios políticos. Estipula igualmente el derecho
logía imperante y constreñidoiu ,"crr..iendo u r'r., p"n-
,r ¡'oclerse encontrar y reunir; lugares y objetos deben res-
samiento crÍtico sumamente despierto; ahora bien, dicho
pensamiento crítico, tras algunos momentos de esperan- ¡',rrrder a determinadas "necesidadesu por lo general no
llniclas en cuenta, a determinadas ufuncioneso menospre-
zas que muy pronto quedaron frustradas (de esto hace , r.rrlas y, por cierto, transfuncionales: la onecesidad" de
unos quince años aproximadamente), no ha podido más
virla" social y de un centro, la necesidad y la función lú-
que volverse en contra del urbanismo.
,licas, la función simbólica del espacio (rayanas con aque-
Si bien es verdad que los vocablos y conceptos: ociu- llo que se encuentra de una parte y otra de las funciones
d3{",-..urbanorr, (espacio}, correspondér, u .rriu realidJ
global (que no_puede llegar a confundirse con ninguno de r r¡ecesidades clasificadas, con aquello que no puede ob-
los niveles definidos anteriormente) y no reflejari un as- ¡r'tivarSe como tal por ser rasgo caracteristico de nues-
tros tiempos, que da pie por ese mismo hecho a la retórica
pecto de menor importancia de la realidad ,oóiul, el de_
recho a la ciudad se refiere a la globalidad así upú"tu¿á. v <1ue únicamente los poetas pueden llamar por su nom-
Por supuesto, no se trata de ur derecho natural, ni si_
I'rc: el deseo).
quiera contractual. En términos tan <positivos,> como es El derecho a la ciudad significa, por tanto, la consti-
lución o Ia reconstitución de una unidad espacio-tempo-
posible expresarlo, significa el derecho te ros ciudadanos -
r;rl, de una unión en vez de una fragmentación. No elimi-
ciudadanos urbanos, y-de los grupos que ellos constituyen
,r:r en absoluto las confrontaciones y las luchas. ¡Muy al
(sobre la base de las relacionei socialei) a figurar toáu, , r¡ntrario! Dicha unidad podría adoptar üferentes nom-
las redes,y circuitos de comunicación, de iriforma.i¿","" je lrrcs según las ideologías: el (sujeto) (individual y co-
intercambios. Lo cual no depende ni de una ideológía
It'ctivo) dentro de una morfologia externa que Ie permi-
urbanística, ni de una intervención arquitectural, sñro
t;r afirmar su interioridad; la realuación (de sí mismo, del
de una glidad o propiedad esencial del éspacio r"r.Luro, .,ser>); la vida; el binomio useguridad-dicha", ya defi-
la centralidad. No se puede llegar a forjai una realidad rriclo por Aristóteles en tanto que finalidad y sentido de
18
19
la polis, En toclos esos casos, bajo toclc¡s esos cliver llurlilniento que reina en un campo, en medio de la masa
irg-bJ"r, los filósofbs
--v¡¡.vr vu, ruo rr¡uS(rl(r5 han anunciaál
lr¡irr anuncl
lejos la reconstitución de lo que.ha sido i-.otumbrado d tll¡nita de los detalles.
fragmentado, di. l)c esa diferencia existente entre rciencia del espacio,>
sociado, diseminado, a tod.o l; i";;"-;;fhi;ffi;rJáai,
1' , orrocimiento de la producción del espacio, tanto-su al-
Aun cuando han sabido definir la "meta, t u' |,ur((: como su sentido vendrán indicados en otra obra.
erróneamente sus condiciotrc.s, algunas
a"t"r*irrááo
de las ."ul;;-;;; lr,' .rlrí la referencia mencionada anteriormente y, por su-
políticas (implicando dentro á" ii;h; término
ru .riti.u ¡rrr.sto, reiteramos nuestro ruego de que nos discllpe el
de toda política) y otras son morfológicas, espacio_tem. l,.r lot'.
porales.
El derecho a la ciudad formulado de l:l derecho a la ciudad, contemplado en toda su ex_
lf'f l\i(in, aparece hoy en dia como
plica y aplica un conocimiento que no seesta guisa im. utopiano (para no de_
..ciencia, del espaciou (ecología, geopolÍtic",
define como I rr ¡rcyorativamente: utopista). y, sin embargo ¿acaso
;;;;;;;; r, r sc debe inserir dentro de los imperativor, como ,e
como conocimientó cte una irorlu,""¡Jr,-ii ...r ¡,'lc
decir, planes, proyectos, programa.? Su precio pue_
:::é:::1)f,:ino
del espacio. rL' l).r€c€r exorbitante, sobre todo si se contabilizan lsos
!n lo¡ tiempos de Karl Marx, la ciencia económica
naufragaba en Ia ',)',t()s en los cuadros administrativos y burocráticos ac_
-enumeraci ón, la descripción, la conta-
bilización de los objetos
trr,rlt's, por ejemplo poniéndolos en lai partidas de gas_
proar"iáár. rart-tvtarx ,;.;it";; t,r', tlc las ocomunidades localesu. Resulta clarísimo
el estudio de las cosas por el análisis crítico
de la activi- l.rrr s(rlo un importante incremento de la riqueza social, al
lue
dad productora de las cosas. Tomando como p""iá--¿l
partida los estuclios de los grandes economistai ¡,r,r¡rio tiempo que profundas modificaciones llevadas a
, .rlrr¡ cn las relaciones sociales propiamente
Ricardo) y sumando a éstos el análisis crítico 1S*lth, dichas (por lo
rtrt' sc refiere al sistema de producción) pueden peimitir
dej siste-
ma de producción (capitalista), elevó los conocimientos l.r ¡ruesta en práctica del derecho a la ciudad v de aleu_
a un nivel superior. Hoy en día, se impone una postura rr,,s otros derechos inherentes al ciudadano y ul homb-re.
análoga en lo que concierne al espacio.
La ciencia del espacio se busca vanamente a si desarrollo presupone una orientación del cre-
misma "r'rrrcjante
nn¡cnto económico,
desde hace ya mu.ho, años. No ' orientación que ya no significaría por
encontrarse. Se '.r ¡rrisma su
"orr.'igr"diversas
dispersa-y se pierde en consideraciones "finalidadu y no apuntaría ya hacia la acumu.
que€n el espacio se puede hallar (los objeto., ,ob;; i;
l.rr irin (exponencial) en sí, sino que serviría <fines> supe_

o sobre el espacio abstracto (limpio de oü;"tos,


il;;r;; rt(,tCS.

P., el mejor de los casos, dicLa investigación;;";;;íj


A la espera de tiempos más propicios, se puede supo-
lo). describe ¡r('r'que los costes sociales de la negación al uderechó a
rragmentos de espacio, más o menos repletos. 1., r'iudad' (y de algunos otros), siempre y cuando se les
Esas des_
cripciones de fragmentos son ellas mismas,
a su vez, frag- t,r¡ccla cifrar, serán mucho más elevados que aquellos que
mentadas,, según los encasillamientos de las
lrrlriesen significado su puesta en práctica. El estimar que
pecializadas (geografía, historia, demografí., "ien"ias e!_
antropología, etc...). Semejante *cienóiao Á" airp"ira,
r;;i;i;gi;, l.r ¡rroclamación del oderecho a la ciudadn resultará más
r t'¡lista> que su desistimiento, no constituye
ninguna pa-
lllil en
Iregar
recortes v en representaciones del espacio, sin
.¡amás a descubrir un pensamiento que reconozca,
¡,rrloia.
Quede bien sentado (implícitamente) que esta obra, y
(cf. Filosofía rtel Dericha,,";. lSlj
::l: dice,Hegel
l?trerenrse
ar a la economía política, los principios del en-
l,r que Ia acompañan o la siguen, no anulan en forma
.rl;'¡,nu las anteriores, si no es de forma puramente dialéc-
20
2l
tica: este libro se basa en ellas tratando de hacerle a
zar niveles más altos. Disertaciones de cierto tipo (anai
El espacio "
tico) se transforman aquí en disertaci""", á"^i;;;ü;
presuntamenre superior. I"os conceptos, otrora
situadts
en espacios abstraüos en cuanto méntales. ," ,it,iu"
áho"
ra en espacios sociales y con respecto a las ,

no puede disociarse de lo social, y jamás lo ha sido Á¿s l. La exposición de hechos que viene a continuación
que en representaciones (ideológicas). En la
filosofÍa clá. ',t' sitúa a nivel teórico. Entra en la línea de la filosofía
sica, el <sujeto> y el <objeton p"*un"cían el uno
a¡eno al ,rrrn cuando no sea la de la filosofía especulativa, dogmá-
otro, sr
vLrv, el uno
L¡uu (rslarlf,e
delante aeldel otro. 5e juntaban en las simas
Se Juntaban si de lica y sistematizada. De dicha filosofía clásica retiene el
l-o Absoluto, de Ia Identidad ortginal o terminal.
Hov en
Hoy ,rlrin de definir perspectivas y conocimientos a escala glo-
día, lo mental y lo social coinciáen ñ;;;i;;;;i l,rrl. Dado que esos conocimientos ya no están separados
espacio concebido y vivido. "" rft' la práctica, se trata de metafilosofía.
Dicha exposición de hechos podría tildarse de <<inter-
rlisciplinariao en el sentido de una crítica de las disciplinas
¡rrrrcelarias. Evita el empirismo descriptivo, pero no com-
l)()r'ta concepto operacional alguno. Muy al contrario, tra-
l:rrá de subrayar en qué forma tal concepto operatorio
¡rlrrntea interrogantes: ¿para quién?, ¿por quién?, ¿en in-
It'r'ós de quién?

2. Existen diferentes métodos, diferentes enfoques


¡r,rrlo que se refiere al espacio, y esto a diferentes nive-
h's, de reflexión, de recorte de la realidad objetiva. Por
. jcmplo, no resulta imposible estudiar lo que algunos de-
rr,rminan el biotopo; no resulta imposible estudiar el es-
¡,;rcio percibido, a saber, el de la percepción corriente a
,'scala del individuo y de su grupo, la familia, Ia adyacen-
, i:r, incluyendo en dicho espacio lo que se ha dado en lla-
| ilar <(entorno" (umvelt).

Ese estudio psicológico y sociológico puede afectar


,'l cuerpo y los gestos, la imagen del cuerpo y el espacio
,lt'la adyacencia. Algunos de esos aspectos resultarían de
r¡rlcrés para la arquitectura y la urbanística; por ejemplo,
l;rs cuestiones relativas a la <lateralizacióno del espacio.
, ()ómo distinguir e indicar en éste las simetrías y las disi

" uSeminarios sobre el espacio>, Nanterre, Oxford, etc., 1972.

n 23
metrías? ¿Cómo construir en él una izquierda y una dere- ,1. Un método presuntamente científico consiste en
cha,.una parte superior y una parte iriferior, l,l,u¡tcar o en suponer un sistema y una lógica preexisten-
pondan a los gestos, a los movimientos, a los á"" ".r."r-
ritmos i,", lli.ho método asevera que el objeto estudiado debe
del
cuerpo? lr.rllrrrse situado en el seno de una totaliclad presupuesta'
Es factible elaborar una semántica acerca de los dis_ Ahora bien. no tiene uno derecho a postular un siste-
cursos sobre el espacio. También se podría concebir una rr.r ya existente, por ejemplo un sistema social, o un
semiología_ del espacio, porción de una semiótica general. .,r ,icma
'.1
¡ l (,lll4 espacial, vo un siistema urbano, pa
VJP4erarr Para inserir en él
¿Acaso todo espacio es significante?, y en caso afiimativo ' l('nrentos parciales cuya racionalidad
(o irracionaiidad)
¿de qué? Para hablar con mayo, proii"du¿, ¿u"uro io¿o ,,' ,lcsprendería de dicha suposición, se deducirÍa del con-
espacio o fragmento de espacio no .orr"rporrdería a un ¡rrrrlo. Ya no tiene uno más derecho a presuponer un sis-
texto social, el mismo contexto de textos especific.ados, rt'nla social o político, teórico o ideológico, que una lógica
es decir, escritos: inscripciones, carteies, et;...? De tai l'¡('cxistente. En efecto, viene a ser como atribuir a dicha
suerte que se haría necesario bien sea hallar nuevamente, '.,¡r:iedad, la sociedad neocapitalista, una coherencia ya
bien sea elaborar los,códigos de esos diferentes ;;;;l;; .rlcanzada, una cohesión ya realizada. Si es que existe un
para poder descifrarlos. ',istema, se debe hacerlo patente y mostrarlo en vez de
Dentro de esta perspectiva ¿acaso el espacio aparente- ¡rrrrtir de su base. Si se pa.rte de semejante hipótesis cae
mente insignificante, es decir, neutro, no signifióaría en ruro dentro de uua tautología encubierta, pues lo único
primer lugar su insignificancia, su caracterísiica de vacío (lnc se hace es deducir consecllencias de la presuposición'
y, luego, a través de dicha neutralidad, ese vacío aparente, olro tanto ocurre con la lógica. Si en algún lugar existe
algo a nivel de la sociedad enterá, es decir, Ia sociedaá rrrra lógica e, incluso, üna lógica concreta, por ejemplo la
neocapitalista? En este plano ¿acaso no sería la unidad rlc una estrategia, también hay que hacerla patente, es-
¡rL:cificarla en tanto y cuanto difiere de tal o tal otra
propiamente dicha de esa sociedad, su globalidad, las que ló'
surgirían en el seno de semejante orealidadn espacial aia_ ¡,ica concreta. El suponerla, por ejemplo sentar una lógica
rentemente desunida y separada¡ por ejemplo, una ciudad ,lcl capitalismo, una lógica de la mercadería, una lógi
de nuevo cuño? , a de la supervivencia, viene a ser como razonat por ana-
Iogía con tal gestión ya realizada y- qrJe apuntando a la
3. El interés teórico general de esas investigaciones, el cohesión, se presume la ha alcanzado'
gestualismo y la lateralización del espacio, la*semiología ¿Por qué esos preliminares? Porque es
posible que el
y la lectura de los espacios, es el de mostrar el cómJ y dásempeRé un papel o una función decisiva en la
el porqué, hoy en día y ahora mismo, los senticlo, ,. tor_ "spácio
csinucturaciórr de una totalidad, de una lógica, de un sis-
nan inmediata y directamente teóricos, tal como lo ha tema; entonces, precisamente por ello no se Ie puede de-
dicho Karl Marx (Manuscritos de IS4q:. clucir de ese sistema, de esa lógica, de esa totalidad' Se
este plano, la relación de la teoría a la práctica no tiene, muy al contrario, que poner de manifiesto su fun-
-En_
es la de una abstracción trascendente a una inmediación ción en dicha intención (práctica y estratégica)'
o a un <concreto> anterior. La abstracción teórica ya se
halla dentro de lo concreto. Hay que detectarla en éste. 5.De igual forma, si bien existe un (punto de- vis-ta
En el seno_ del espacio percibido y concebido, ya se en- clasista u, re-sulta imposible, metodológicamente hablando,
cueRtran el espacio teórico y la teoría del espacio. partir de él; se debe llegar a é1. EI partir del opunto de
vista clasista>, y pre,quponerlo,.a modo de un sistema
.i.,', : . .. , :::a :ff;i
u "
.:r'fií*r***.
^_ .''
:';;ii;,liL¡tJ46$,
f,$
opuesto al sistema exis,tente, viene
saber existente, como t r"i""ao
a ser como rechazar el b) ¿Cuál es la inserción del espacio (representado,
fárl" á"f sfrr"_", v ,'laborado, edificado) dentro de la práctica social, econó-
a d¡ en r a den ega ci ón de "Afñ-
: :,:t::,f:::":1 :, lT ¿i uü"r, rr¡ica o política, industrial o urbana? ¿Adónde y cuándo
"ilo", .rt'túa la concepción del espacio? ¿Cuándo y dentro de qué
l,'T_Tl:,1?utilizando"u."i"Á"'"J;r;;i.ilá""iJl;
::":1T::'j::.:":,v,ocablosv;;-;il;;,.-",ü;i?
cuando se presenta el dilema, .í
rr"lñ;r;;
lrrnites se muestra efrcaz dicha concepción del espacio?
s den trá'de ;; ;#;;l'á; I.lJ,i "* lffi fr n:T.jiff
to
:::
palabras
son parre integrante d" él : fi
N.B. Existiría, si se quisiese llevar el análisis hasta
I^:I:'f
pós :..:^?T:t]:'
quebrarlo teóricamen i" Jti";;";" ;;;_ .rrs últimos extremos, una dificultad análoga a la de la
"ffi;Jiil:.
ito
-de v p-r'e Itigica y de la reflexión sobre los fundamentos de las ma-
3:.: i: ::: :ialgunos a,,i; ;"r;
l_,:*_:mo
ill ", ro
drían sentido alguno.
{ "ü;;
Jt
"-"¡süpone;:l;;;r",d;#;J
:_,
r#:
tcmáticas. Toda definición del espacio, o investigación so-
l,r:c el espacio, implica un concepto del espacio, aun cuan-
En cuanto al oroyecto de salir de un rlo no fuese más que para enunciar y clasificar las propo'
en favor de otro ,i.tá-u
sistema clasista siciones. En el campo de dicha problemática, el espacio
proyecto implica ('s un <puro> objeto de ciencia. Por lo que se refiere a Io
"fuririul¿iJno
Ia idea de saltan de un dogmatismo
o,.o, dando un brin- uvivido>, el espacio jamás es ni neutro, ni opuro'. Lo que
co verdaderamente fuera de Io común. "
cstablece de buenas a primeras una distancia entre la pro'
blemática del espacio vivido y la del espacio epistemoló'
9: Esta exposi"iól {: hechos parte, por tanto,de una
problemática ¡1ico, planteado éste como neutro'
bien definida, a".i., l.r" ro parte de una
", tampá"o
definición particular, así como
de
mática indefinida y demasiado g""ául q"" una proble- 7. La problemática del espacio vivido es un aspecto
importantJ y, quizás, esencial de un conocimiento de la
conciencia, Ia cultura, la ideoloeá, "á""iJ*""l"
etc. Se t."tu aá.f, f.ol ."álidud urbana. Mirada bajo ese prisma, la problemática
blemática del espacio. Sj"
gunta: <¿qué es el e.spacio-?",";l;;g;,'"o se bace Ia pre_ clel espacio está vinculada a la teoría de lo urbano y a su
pregunta que se plantearía ciencia, y, consecuentemente, a una problemática aun más
al matemático o, quizás, ul m"iafi-i.o.
to no exista una interpretación torcicla.e.r" u este respec-
En un prirr"i-pio.
amplia, la de la sociedad global. Para nosotros, aquí, es
se trata del espacio ovividoo, en estrecha ,rni"tgo o un frente a través del que se puede abordar un
Ia práctica social. La problem¿tic,, .1.r"
..*"ll"i¿"'l."rj conjunto de cuestiones.
,e plantea a partir De entre esas cuestiones, hay las planteadas anterior'
de ese espacio abarca un co¡iunto de proble;;;;;¿;";
que tienen, todos ellos, un denominadár mente, y estas otras que citamos:
común, iu
cialidad,. ""rfá-
a) ¿Es que nos hallamos dentro de un círcglo cerra-
a) ¿Cuál es el estatuto teórico de la noción del do, dentro de un sistema establecido de tal guisa que -su
cio? ¿'cuál es Ia relación exisrente entreli-erñr, espa- fuerza recuperadora resulte irresistible hasta su {esplo'
(percibido, concebido, r"p."r".rtuJo)-5r
el
-""iii mamiento bloq,r", siempre y cuando sea susceptible de
"tt
(construido, producido, piovectad o,'pá, espacio social desplomarse?
tanto el espacio
urbano por excelencia), és decir, la'reLciOn b) ¿Acaso existe una salida, una abertura, un paso,
existente
tre el espacio de la representación y Ia representación en_ la posibllidad de una transición, bien sea para la acción,
espacio ?
del bien sea para el pensamiento y la imaginación, bien sea
para ambos?
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8. Primera tesis o hipótesis. El espacio es
la forma ., rrticlo se da como una especie de pclder legal de sustituir
tffi li !lan;nalencia, li inteligibilidr¿. s"-.á"."ñ;; 1,r,, significados en la misma cadena horizontal, en el es-
ctuye la ideología,^la interpretación, Ia no
sapienáiu. gn ¡,.r, io de una coherencia regulada y calculada por adelan-
dic.ha hipótesis,la forma pura del
desprendida de r,rrlo. Es en ese espacio centrado, teológico, donde la
todo contenido (sensible, "rpu"io,
uiuiáo, pra.li""l
una esencia, una idea absoluta-materi"ij ", r
'rrrplicidad del significado estaba va establecida, es ahí
análoga a la'cifra pir,O"1- ,l,rrclc el sentido se precede siempre a sí mismo" (L'en-
ca. La filosofía cartesiana e, inclusol la
crírica fii;;¿á;; t( u des signes, p. 13).
kantiana conservan dicha noción. óuio q,r"
la lógica cons- Corpus, recorte, rnontaje, agrupamiento, emplazamien-
truye espacios de atributos, dado que los
sabios" c."r;;- r,¡, cSoS términos espaciales, considerados no corno meta-
Szen espacios de configuraciones t'rn cierto número de
variables y parámetros, el espacio "or,se presenta lr..lcr-rs o metafóricos, sino como rigurosos, son de utiliza-
cohere¡cia y modelo de coherencia. Articula
tal como , rr¡rr corriente en epistemologia (c'J . Michel Foucault, Ar-
lo social v '" lo ,lt(ologie du savoir, capítulo: oLes unités du discc¡ursr.
mental, Io teórico y lo práctico, lo ideal y l;
;;J"'..^ ' r'l. también el libro de Matoré sobre L'espace hunnin, y
I-os conceptos se van localizando, se sitúan
concatenaciones, en el seno del espacio intelectual.
con sus lrrrirlrnente, Georges Gusdorf, cuya obra Sciences humaines
ocurre con los objetos, los grupos, Ios individ.ro,
igual t't pensée occidentale, establece un cotejo entre ei espa-
qel espaclo e-tectivo, socialmente realizado. ¿"itro , io social y el espacio rnental de las diferentes épocas).
Lo que per- O-bjeciones. Esta hipótesis implica la liquidación del
mite Ia previa reducción clel caos fenomenal.
Las matemáticas por una parte y, por otra, la tit:mpo histórico así como del tiempo vivido y, por dernás,
(Ia fenomenología y, sobre todo, Ia"áfistemológía)filosofía ,1,' forma asaz desigual (mucho más en M. Foucault que
porr"r, , rr G. Gusdorf, por ejemplo). Comporta igualmente una
de manifiesto esa esencialidad ó, puá hablar Eol
propiedad, Ia establecen v Ia conitituyen. ;;;;; tt'ndencia hacia el cientificismo abstracto, hacia el saber
La coherencia ,,rrbsoluto> constituido por Lrn inventario del pasado (filo-
del discurso se despliega el el espacio mental qr" gu_
lu .,o{ía, ideologias, literatura, etc.) e inserido en el espacio
rantiza. La epistemología define ina topía (o se
define- a rrctual.
través de ella), a saber, un coniunto d"i,rgai", y J;;;;;
rridos, topología abstracta y gáneral qr" lri"rr" completa- Esa teoría del espacio no se circunscribe únicamente
da p_or una topología de las ixistencias concretas. rrl campo epistemológico; se sale de sus límites de una
rnanera que rnerece ser mencionada; algunos arquitectos
. He aquí algunos ejemplos. La lingüística de Chomsky
implica un concepto del espacio. Asi pues, Chomrkt sc consideran aún como arnos y señores del espacio que
clara que existe un nivel lingüístico
#- conciben y realizan. Se consideran o se hacen considerar
qú" ," p,r"a" como los demiurgos capaces de poner por obra, en el seno
representar cada frase simplemente"r,comó "l Ia"o serie finita
de elementos de un tlc la sociedad, su concepción y su definición del espacio.
_cierto tipo engendrada d" irq.ri"ráu-u l..l demiurgo platónico se ha encarnado en la materia, las
derecha mediante algúrn meianirrio sencillo, ,i.rt qr:" ,"
debe descubrir un conjunto finito de niveles p.r"rü. r:ifras y las proporciones, las idealidades trascendentales.
orden de arriba abaio (véase a Structures stntactiques,
.r, l)icho espacio tiene las caracteristicas siguientes: vacío y
página 27). ¡ruro, lugar por excelencia de los números y de las pro-
Sabemos que el psicoanálisis clefine Lrno o varios porciones, del áureo número, por ejemplo; es visual, y,
tópi_ por tanto, dibujado, espectacular; se puebla tarcllarnente
cos,f)or ejemplo, el oello", el ,.yoo, el osupsrr.r. Buscán_
do'el sentido del discurso filosóhco, f. n¿. Rey escribe: oEl tle cosas de habitantes y "ds usuarioso; en la medida en
que ese espacio derniúrgico tiene una justificación, linda
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con el espacio abstracto cle los filósofos, de los epistemó- ,it¡n. En esta hipótesis, el espacio viene a ser un instru-
logos. El colrfundir ambos espacios entraña cierto peligro. nt('nto político intencionalmente manipulado, incluso si
Repitarnos una vez más que el mayor peligro y la mayor l,r intención se oculta bajo las apariencias coherentes de
objeción que se pueclen pre.sentar son la evaóuación del l,r ligura espacial. Es un proceclimiento cn lnanos "cie ¡r1'
liernp<r a la vcz histórico y vivido. ;i,,icno, individuo o colectividad, es decir, de un pocler
t¡ror ejemplo, un Estado), de una clase d<¡minante (la bur-
9. Segtmda hipótesis. El espacio social es un pro- ¡,rrcsía) o de un grupo que puede en ciertas ocasiones re-
ducto de Ja sociedad, comprobable y que depende ánte ¡rrcsentar la sociedad global y, en otras, tener sus objeti'
todo de la contrastación, por ende de la descripción em- ros propios, por ejemplo los tecnócratas. De ahí los inte-
pírica, antes de toda teorización. rr'ogantes que no se plantean más que en el caso cle esta
¿De qué es el resultado? para unos de una cierta lri¡rétesis: u¿quién pot"e semejante representación del es-
historia, de un pasado general o particularizado. para ¡,,icio?, ¿y, pói qué?,. En dicha hipótesis,la representación
otros, de diversas actividades, por ejemplo agrícola, ar- ,1.:l espácio estaría siempre al servicio de una estrategia,
tesanal, industrial, etc. Dicho en otras palabras, el espa- ',icndo a Ia vez abstracta y concreta, pensada y apetecicla,
cio es consecuencia del trabajo y de la división del tra- ,'s decir, proyectada.
bajo; a este titulo, es el punto de reunión de los objetos Semejante espacio se va poblanclo atendiendo a los de-
producidos, el conjunto de las cosas que lo ocupan y de r rctos déi poder, con cierta arbitrariedad; en su condi-
sus subconjuntos, efectuado, objetivado, por tanto (fun- , itin d.e instrumento, puede ejercer su acción sobre las
cional,r. ¡roblaciones preexistentes, a saber, las poblaciones his-
Sea cual sea la conclusión a la cual se llegue, en dicha lrl ricas.
hipótesis eI espacio es el objetivo o más bien la objetiva- En tanto que mediación, semejante espacio instrumen-
ción de lo social y, consecuentemente, de lo mental. Su trrl permite bien sea imponer por la fuerza una cierta co'
conocimiento no puede prescindir de la acción descripti- lr.,sión, bien sea ocultar bajo una aparente coherencia ra-
va. Una forma cobra cuerpo o se construye partiendo de , ic¡nal y objetiva las contradicciones de la realidad' En
los contenidos que su conocimiento descubre o entresaca. ,'sl-e caso, los términos ocohesión> y (coherenciao signifi-
Se conoce, reconociéndose, bien sea de forma experimen- rrn regulación buscada, ansiada, proyectada, lo cual no
tal, bien sea a través de la abstracción científica metodo- :ignifica obtenida.
lógicamente elaborada. A este título, esta hipótesis implica una ambigüedad,
La mayoría de las descripciones analíticas o críticas, rrna inclusión solapada del saber en el seno de la ideología
especialmente de espacio urbano, dependen de dicha hi- v de la ideología en el seno del saber; el espacio definido
pótesis, mal desbrozada como tal y, sobre todo, mal con- rlc esta guisa hace las veces de mediación entre esos tér'-
frontada con las demás hipótesis teóricas. ¡¡rinos.
Semejante espacio es a la vez ideológico (es. decir, poli
10. Tercera hipótesis. El espacio no sería ni un pun- tico) y sapiencial (pues comporta representacrones elaDo-
to de partida (mental y social a la vez, como en la hipo- ,,rclas). Pór tanto, ie le puede denominar racional-funcio-
tesis filosófica), ni un punto de llegada (un producto social ,,a1, sín que dichos térmlinos puedan-separarse el unc¡ del
o el punto de reunión de los productos), sino un interme- ,,tró, y funcional'instrumental, pue-s la función, en el mar-
üario en todas las acepciones de ese vocablo, es decir, un ,'., gíóbul de la sociedad neocapitalista, implica el ployec-
procedimiento y un instrumento, un medio y una media- to, la estrategia.
at
JI
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En esta hipótesis; repitámoslo una vez más, el espaci I-a trampa que tiende ia burguesia a la clase obrera
-
a Ia par funcional e instrumental quecla vinculado a l ur'uba siendo su propia trampa: espacio enfermo o espa-
reproducción de la fuerza de trabaio a través del c r rr¡ de enfermedad social. En cualquier caso, en esta hi-
mo. Se puede decir que es a la vez el medio y el proce lr(,tcsis, el espacio no sería una mera repr€sentación ino-
('nte, sino que nonnas y los valores de
miento de una organización del consumo dentro del mal |
"vehicularían las
de la sociedad neocapitalista, es decir, de Ia sociedaci bu- lrr sociedad burguesa, y, ante todo, el valor de intercambio
rocrática de consumo dii:igido. La aparente finalidad de y l¡.r mercaderÍa, es decir, el fetichismo. En el punto lími-
la sociedad, el consumo, se define de hecho a través dc l(', ya no es exactamente la ideología que impera, sino
la reproducción de la fuerza de trabajo, es decir, de las rrr¡icamente una suerte de falsa conciencia con los dis-
condicioncs del trabajo productivo. ( lrrsos que ella misma engendra.
Las ciudades no vendrían a ser más que unidades de Objeciones. Esa vinculación del espacio en general y
consumo correlatir¡as de las grandes unidades de produc. rlcl espacio urbano en particular con la producción, im-
ción. Se puede decir qr.ie esta hipótesis, a su manera. con- ¡rlica únicamente la reproducción de los medios de pro-
curre con la teoría de la falsa conciencia Inencionada ya rlucción de la que hace parte la fuerza de trabajo. Ahora
anteriormente con respecto a la segunda hipótesis. ÉIabría lricn, precisamente es esta hipótesis la que conviene al
por tanto: r':rpitalismo del siglo xlx, al capitalismo competitivo para
t¡uien el problema principal residía en reproducir mate-
1. Una conciencia verdadera, la de la clase obrera, r ialmente sus medios de producción (máquinas y fuerza
cuando menos como conciencia posible representada por clc trabajo) y en permitir el consumo de los productos, es
la filosofía (cf . el pensarniento sobradamente conocido de tlccir, su compra en el mercado. El sistema contractual
G. Lukács). (cl contrato de trabajo), y el sistema jurídico (el código
2. A esa conciencia totalmente verdadera de la tota- eivil y el código penal) bastaban prácticamente para ase'
lidad vendría a oponerse una conciencia fajsa. la de la ¡lurar, con la venta de la fuerza de trabajo, esa reproduc'
burguesÍa. Partiendo de esas presuposiciones, Joseph üa- ción de los medios de producción. Resulta evidente que
bel ha desarrollado una tesis, según la cual la oespaciali r.'u estas condiciones el espacio era entonces simplemente
zaciónn caracteriza la ufalsa concienciao, una falsa con- f'uncional e instrumental. La ciudad tradicional desem-
ciencia morbosa, la del enajenado (esquizofrénico), caso- peñaba, entre otras, esa función de consumo complemen-
límite de la falsa representación. Ese espacio sería el lu- tario de la producción. Pero la situación ha cambiado: el
gar de Ia reificacién, un.lugar al margen del tiempo, de la sistema de producción capitalista debe defenderse sobre
vida y de la praxis. Bajo ese prisma, el espacio instrr.- r-rn frente mucho más amplio, más diversificado y más
mental tendría, por consiguiente, una .,función específi- complejo, a saber, la reproducción de las relaciones de
ca>. En vez de definir la inteligibilidad (primera hipóte- ¡rroducción. Esa reproducción de las relaciones de pro-
sis), defi nir ia la realización-reifi cación de las relaciones so- clucción no coincide ya con la reproducción de los me-
ciales, al propio tiempo que la falsa conciencia de dichas dios de producción; se lleva a cabo a través de lo coti-
relaciones. A la teoría del espacio mental inteligible se diano de las cosas, a través de los ocios y de la cultura,
opone la del espacio social encepado. A la teoría del es- a través de la escuela y de la Universidad,a través de las
pacio inteligible y de la primacía (filosófica) del espacio extensiones y proliferaciones de la ciudad antigua, es de-
se opone la primacía del tiempo. cir, a través de la totalidad del espacio.

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Hcs 128 3
11. Cuarta hipótesis. Del espacio no se puede
que sea un producto como decir ¡'.r'rc'iárl la de ser unida-desunida, disociada v, nantenicn-
cualquier otro, un objeto o rl, unzl unidad, la de la fuerza dentro de ia fragmenta-
una suma de objetos, una cosa
o urru corecóión á" .;;r, l,rr irirr. Ese espacio homogéneo-quebrado, no es t¿n sólo
una nercaclería o un conjunto cle
mercaderías. No sc r lr':.¡.racio global de la ordcnación o el espacio parcelario
quc sea simplcnr"nt" r.,,, instrumento,
¡¡lde.decir
tmportante de todos los instrumentos, cl rnás
'1,
llrlcllritecto y clc los promotores, sino que es tarnbién
toda. producción y de todo t"i"r"áÁltb.
el prer.rpri";;^1" r I t's¡racio cle las obras de arte, por ejemplo ei
del mobla-
mente vinculado con la reproducción d;;;;r;;r"*r"l- r, y del design. Es el esteticismo el que unifica los frag-
(sociales) de produc.io". de ;"i;;;;;;, ,r('rtos funcionales de un espacio dislocado, realizando de
ü"h" Ji'otras
teoría abarca la tercera-hipótesis, il"uurdo 'u,
parabras, esta {",1:r suerte sus caracteres homogéneos y quebrados.
su análisis y modificándoli .r, .il.iu más adelante Ese espacio homogéneo y, sin embargo, dislocado, tro-
prenderla, se debe tomar como medida. para com- r rlrdo y, sin embargo, ordenado, desarticulado y, no obs-
referencia no la produc- l.ultc,- sujetado, es el espacio en donde el centro se petri-
ción en el sentido restringido de los _es de-
cir, el proceso de la próa,r..iárr-á"economistas lrt ir al propio tiempo que estalla, por ejemplo en los cen-
tu, ;;;;;"
consumo-, sino la reproducción de las relacione,n ál :; Iros comerciales, Iugares donde lo monofuncional sisue
ducción. En esta u*pliu u."p.i¿", ái ¿" pü_ ,rrr¡rerando pero con un decorado y un esteticismo no firn-
ducción-implicaría., por tanto, y encerraría de la pro- ( r()nales, con simulacros de fiestas y
una simulación de lo
".pu"ioen su seno ra
finalrjtad lrrrlico. Es eI espacio en el que la conexión constreñidora
-general, ia orienta.i¿í a todas ras acti- ,,,' lleva a cabo merced a intercambiadores
vidades dentro de Ia sociedu¿ ".*n" nf entre las paftes
constituiríar pü€s, una especie de""".upitalista. ,lislocadas: el espacio a la vez informe y duramente cons-
esqlema en un "rp*i. sentido trcñidor de las periferias y de los arrabales, donde el
dinámico que sería común a las actividad",
trabajos divididos, a la cotidiur¡¿uJ, . iu, diue.s*";l;, Irrrrraquismo, los bidonvilles, Ios barrios de emergencia
espacios creados por.los arquitectos y
urtár;'; i;; t ompletan los suburbios residenciales; donde reinan nor-
io,
dría a ser una re]ación y un susteniáculo".Uuri;ñ. V;;: lrlas que imponen determinados modus vivendi, en tanto
de inherencias (tue se dedica al espacio toda clase de discursos, de inter-
en la disociación, de inclusión Iu-""paración.
"r,
vendría a ser por tanto un espacio ¡rretaciones, de ideologías y de valores uculturales>, artís-
á ru v", abstracto- licos, etc.
concreto, homogéneo- y_desarticulado,
lo q""
reencontrar en la ciudad nueva, en Ia pintuiu, .;-á;ü;;; Los lugares de esparcimiento, así como también las
y la arquitectura, así como también !n lu nLlevas urbes, están disociados de la producción hasta que
el saber."r.rrltrr.u lr,rs espacios de esparcimiento aparezcan desligados del
Precisemos debidamente y hagamos
hincapié sobre trabajo y .,libresn, cuando, de hecho, están vinculados a
este análisis de un espacio homogéieo y
desartic'ulad;:; los sectores del trabajo dentro del consumo organizado,
trata de Ia producción en el más-amplio sentido;;i;
labra: produción de-las ,ela.ionls ,áiiur", y pál tlentro del consumo estipulado. Esos espacios separados
reproducción tle la producción, como si en ellos se pudiese olvidar el
de determinadas relaciones. E; ;r;;-;"ntido
del espacio se convierte en el lugur-a" esa
la totalidad trabajo productivo, son los lugares de recuperación. Esos
reproducción, lugares a los que todo el mundo se esfuerza en propor-
incluido el espacio urbano, lo.
cios denominados educativos, loi ".!*io, ¿"
".iár,
mr;;;: cionar un aspecto festivo y de libertad, que se adornan
A" lu cotiAia"iáa¿, é". con signos que no tienen a la producción y al trabajo
Esa reproducción se realiza a través áL
esquema rela_ como símbolos significativos, esos lugares, precisamente,
tivo a la sociedad existente que tiene como "" característica
es¿án estrechamente relacionados con el trabajo produc-
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tivo. Se trata de un ejemplo tÍpico clel espacio a la veu
dislocado- y unificado.- Son pr."ir"*"rrte iugares l. El capital y el beneficio del patrono, es decir, de
¿urrJe l.r lrurguesía.
se reproducen las relaciones de producri¿nl lo q""
excluye sino incluye Ia reproclucciln pura y simple
oo 2. La propiedad del suelo con las múltiples rentas
cle la {¡ue proporcionan el subsuelo, el agua, el terreno edifica-
fuerza de trabajo. Todr¡ .sto ," p""d" leer cn .;r;
cios, aun cuando con dificultadj pues el texto
;p;: rk¡, etc.
texto están emborronados (como un borrador). to V
"f "á". 3. El trabajo con el salario correspondiente que va
que ir parar a manos de la clase obrera.
se lee con dificultad se puede concebir claramente
si'se Esos tres elementos unidos en la sociedad en funcio-
parte del concepto del espacio, por una parte
desarticula. rrcs están representados como separados, y su separación
do y desunidg, y, por otra, organizado y unido nuevamen-
te por el poder. ticne un sentido objetivo puesto que cada grupo parece
A este espacio, cuyas opropiedades> se sitúan en la rccibir una parte determinada de la <renta> global de la
articulación de la forma y del contenido, correrpo"á" * sociedad. Existe, pues, apariencia enajenada de las rela-
t iones sociales, apariencia que desempeña un papel urealn.
Ji.empo que posee idénticas .,propiedaáeso. Ei ü";;;, lis el espejismo de la separación en el seno de una unidad,
bien supremo, mercadería supie-u, ," vende y ," .á*-
p.ra: tiempo para el trabajo, tiempo para el consumo, la de la dominación, del poder económico y político de la
tiempo para el ocio, tiempo para ciriular, etc. Dicho iie# burguesÍa.
po se organiza en función del trabajo productivo y La separación es, a la par, falsa y verdadera. Los ele-
de la rnentos que figuran separados tienen tendencia en ase-
reproducción de las relaciones de práducción dentrt de la
cotidianidad. El tiempo nperdidol no lo es para toao rnejarse a fuentes distintas de la riqueza y de la produc-
r:ión cuando, de hecho, es únicamente debido a su acción
mundo, pues cuesta muy caro. El supuesto utiempo libreo "i r.:omún que se produce dicha riqueza. En tanto que fuen-
es únicamente tiempo incomplero y mantenido iomo
tal tcs distintas de la riqueza social, parecen recibir la parte
en la coyuntura general. poi lo q,r" ," refiere ;i;;p" qtre les corresponde de la (rentaD nacional, lo que disi-
"l
perdido inexorableme_nte, en transportes y formalidadls,
rnula el hecho de que la riqueza social coincide con la
ya de qué forma está rigado dé
-sabemos manera disro- plusvalía global. Ese capítulo decisivo de EI Capital puede
cada al tiempo dedicado al trabaio.
cncontrarse en el libro III, sección 7, capítulo 48.
- El tiempo homogén_eo en tanto que tiempo manipula_
do, organizado en estadísticas bien definidas^er, En esta hipótesis, la ideología coincide con la prácti
tiempo, dislocado, incomplexo, tiempo de trabajo, "i;;;; ca: la separación que reina en el seno de la sociedad bur-
denominado libre, tiempó perdido iin p.ou".hó,'etc.
ti""ip; guesa. La ideología consiste en aceptar la disociación y
Para- comprender ese esquema del- tiempo y d"l en considerarla como real. Se abandona entonces la idea
pacio, debe uno remitirse al capítulo po.o corrocido "r_ cle unidad concreta que constituye la sociedad burguesa,
de y se acepta el espejismo que ésta le sustituye (a la plus.
Marx que se halla al final de su obra-El Capital, y que
tiene por título: ..La fórmula trinitaria>. En ese .ó*pfi- valía global, la teoría de la renta nacional y de sus diver-
sas fuentes). Una vez que se ha admitido el esquema uni-
_cado capÍtulo, Marx explica la sociedad b.rrgrr"ru, u lu_ do-desunido ctrue caracteriza la práctica de la sociedad
ber, la conjunción-disyunción de sus elementJs. necorde-
mos rápidamente los térmlnos del análisis; existen, den_ burguesa, se puede aseverar no importa qué cosa. ¿La
tro de la sociedad en funciones, es decir, dentro de Iá pro- ideología? Es mera palabrería que se aparta por com-
ducción y la reproducción de las relaciones: pleto de los otemaso.
Nuestra hipótesis sobre el espacio unido-desunido se
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relaciona, pues, directamente con el esquema tripartito r,,rrrinador común bajo el influjo de tal o cual interés.
utilitario de la sociedad capitalista según Marx. Esta hi. I'r¡r'lo que se refiere a la división del trabajo entre aque-
pótesis se sitúa entre aquélla de la falsa conciencia que llos que intervienen en el espacio, a saber, el arquitecto,
excluye la ideología, y aquélla de la ideologÍa que im. r'l ¡rromotor, el urbanista, el contratista, etc., esa división
plica interpenetración de lo verdadero y de lo falso, y ,1,'l trabajo lleva a cabo esa mezcla de unificación cons'
que excluye la falsa conciencia. trcirida y de desarticulación que tratamos de analizat.
Hay, pues, una praxis: las separaciones sostenidas, Sc podría bien demostrar que el espacio de la pintu-
mantenidas, por tanto representadas a través de la ac- ,., y de la escultura es precisamente ese espacio desgarra-
ción que mantiene hasta en su disociación los elementos rl,r. troceado y, sin embargo, determinado globalmente.
de la sociedad. Esa acción es precisamente el esquema del
espacio, esquema generador ligado a una praxis, a una 12. Hagamos nuevamente hincapié en el hecho de
realidad y a una verdad dentro de los límites de esa so- ,¡rrc, la totalidad del espacio se convierte en el lugar de la
ciedad. Dicho esquema es, por tanto, ideología ligada a rr'¡rroducción de las relaciones de producción.
un cierto conocimiento dentro de los límites de una prác- En tiempos pasados, tanto el aire como el agua, la luz
tica social. Dicha representación es, a la vez, aparente, r orrro €l calor, eran, directa o indirectamente, atributos
puesto que los elementos que disocia están ligados entre ,lt' la naturaleza. Esos valores de utilización han entrado
sí, y real, puesto que los elementos que mantiene están .r l'ormar parte de los valores de intercambio; su utiliza'
disociados. Da lugar a discursos más o menos aberrantes t irin y su valor de utilización, junto con los placeres na-
cuya relación con el conocimiento o el error varía según t,,ralés vinculados a la utilización, se van difuminando;
si se toma como referencia la praxis burguesa (separación ;il propio tiempo que se compran y se venden, se van ha-
y disociación) o cualquier otra praxis admisible. , icndo cada véz más escasos. La naturaleza igaal que el
El espacio arquitectónico y urbanístico, en su condi- ('spacio, junto con el espacio, se ve a veces destrozada,
ción de espacio, ofrece esa doble faceta: desarticulado e, lragmentada, vendida bajo forma de fragmentos y ocupa-
incluso, desmenuzado bajo la coherencia ficticia de la mi- .lrr globalmente. Se ve aniquilada como tal y reorganiza-
rada, espacio de constreñimientos y de normas dispersas. ,la iiguiendo las exigencias de la sociedad neocapitalista'
Posee ese carácter paradógico que tratamos de definir l,as éxigencias de la reconducción de las relaciones so-
aquí: unido y desunido. Es de esta manera que a la vez t iales envuelven de esta guisa la venalidad generalizada
se ve dominado (por la técnica) y no es apropiado (para .lc la propia naturaleza' La escasez de espacios libres en
su utilización). El espacio es inmediato y mediato, es de- l,,s zonal industrializadas y urbanizadas ofrece, por de-
cir, que pertenece a un cierto orden cercano, el orden de rnás, un fuerte contraste con el vacío de los espacios aún
la adyacencia, y a un orden más alejado, la sociedad, el rro ocupados, los desiertos terrestres y los espacios,inter-
Estado. El orden cercano y el ordcn más aleiado no tie- ¡rlanetarios; por consiguiente, el alto precio alcanzado por
nen más que una coherencia aparente que no impide para i,-,s espacios ocupados y la escasez, cada día mayor, de los
nada la desarticulación. cspacios aún por ocupar, constituye un fenómeno re-
Este cspacio depende de interc'scs clivergentes y de e:iente cuyas consecuencias son cada vez más graves.
grupos diversos los cuales, sin embargo, hallan una cierta Dicho espacio, al ser lugar y ámbito de la práctica
afinidad común dentro del Estado. Depende de una oferta social en el seno de la sociedad neocapitalista (es decir,
y de una demanda quc pueden no conservar rclación al- cle la reproducción de las relaciones de producciór-r), mar-
guna entre ellas y que, no obstante, tienen un mismo de- ca netamente los límites de dicha sociedad.

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Por mucho que los dirigentes políticos, cuya táctica r¡na superestructura de la sociedad denominada industrial
(( irpitalista o no) tal como lo sugiere la hipótesis de
la
expresa hoy en día las alianzas y compromisos entre el
ejército y la tecnocracia, alerten la opinión, formen comi- l¡rlia conciencia? ¿Acaso sería únicamente una represen'
siones y comités de estudios, creen administraciones y t:¡c:ión más cercana que las demás de la práctica?
y ese
ministerios; por mucho que susciten proposiciones; ya Será por tanto nácesario precisar esos términos
pueden movilizarse los expertos, movilizar a los sabios, ,,,rrcepto: Ia producción del espacio'
plantear los problemas del medio ambiente y de la con-
taminación; ya pueden buscar conscientemente o no a 13. Espacio y lógica. Semejante ambigüedad vuelve
.r hacer acto de presJn.ia. ¿Dónde se sitúa 1a
lógica (plan-
desplazar en esa dirección tanto los objetivos como las en día- un sor-
luchas políticas; ya pueden presentarlos como siendo sim- r,,oáa, supuestal impuesta)? Existe loy
(mal elucidada) de lógica.
ples etapas para alcanzar una realidad de mayor catego- ;;,;;H"i;u"rá ¿"'ta noción describe la "lógica
ría, con el concurso de las ciencias humanas o sin su con- i 1,, lu.go de no pocos discursos, se (la
,i"i ,". üvienten, La ulógica del satero epis-temología),
curso. Ya pueden pretender que los problemas urbanos,
desde ahora mismo, son asunto de todos, o, al contrario, 1,,-.lági"u de la ,.rp"tiiu"tt"ia', h "lógica del urbanis-
que es a los técnicos y a los tecnócratas a quienes perte- "t"", f" "i¿gica de lá mercaderíau, la "lógica del Estado"
t'tcétera. Ese abuso fresenta puntos de analogía
conel del
nece resolverlos. Hay que comprender que esa sociedad la lógica que impii-
no puede salirse de su espacio, que no puede rebasarlo, sistema (o las sisteiratizacio-nes con
o político' ideológico o
aun suponiendo que tal o cual lo proponga. Esta sociedad r:an). ¿Acaso ese abuso es social
t*plicado en el discurso o la inconsciencia?
no puede más que tender hacia la sistematización de ese ;;;;ril,
' --iÁ"uÁ" tendría el espacio su lógica? Ora el espacio
espacio, es decir, hacia una lógica que jamás puede lle-
var hasta sus últimos extremos. ,f"p!"á" á" ,rrru lógica freexistente, superior yelabsoluta' sistema
Se habla de .,producción del espacioo. Esta expresión rruasi teológica; orá es ia lógica personificada'
cle la"coherencia; ora' finalmente, permite la coherencia'
marca un paso hacia delante en la reflexión arquitectónica
,,.tto.iru"¿o la lógica de la acción (praxeología o el es-
estrate-
y urbanística, rebasando esos sectores y haciendo recaer diferentes tesis sobre
su peso sobre el conjunto de la sociedad. Significa que no gia). Se encuentr;n aquí las
se considera el espacio como un dato a priori, bien sea i"ái", ort tomado como modelo, ora como instrumento'
del pensamiento (Kant), bien sea del mundo (positivismo). .rru .o-o mediación.
Se ve en el espacio el despliegue de una actividad social. Proposiciones. Al no tenct' el cspacio u1a tOS.i¡1 i1-
t"rrru y propia, remite a la lógica formal y a,
la metodolo-
Se establece, pues, un distingo entre el espacio social y las actividades diversas y
n"i"t"l. El espacio común a
el espacio geométrico, es decir, mental. A pesar de todo, "iu
ñ;"Ñ;;, impuesto de la sociedad burgue-
la expresión no deja de ser ambigua. En efecto, toda so- "tt "t'*utco socie-
cieclad produce (su> espacio o, si se prefiere, toda socie- iu, espacio es un esquema del qrte se sirve esa
"r"
clad para intentar ;;nstituirse en sistema' con el fin de
dad produce (un> espacio. ¿Qué ha surgido de nuevo en
la sociedad en la que la mantenencia de las relaciones de la cohcrencia' ¿En qué forma? Camuflandofon- sr¡s
"i.á"?ut esc
producción se torna determinante, en la que, sin embar- contradiccio""., irr.lrridJs las-del propio espacio, La e¡-
pulverizado, unido v desunido'
go, las técnicas y las fuerzas productoras han alcanzado ;;;ü ";, global v
trategia de clases tiata de asegurar la repr-oducción
de
un nivel desconcertante? iQué significa la palabra "produ-
Ias relacior-r", a través de la totalidad del es-
cir"? ¿Acaso significa ((cosas)), objetos, mercaderías? Ha- "="''t"iules no existe espacio absoluto' bien
blando en términos marxistas, ¿acaso ese espacio sería ñi-^n" "t,a hifátesis,
4l
40
sea vacío, bien sea lleno, Reflexiones
si no es para pensamiento
filosófico-marem¿it¡ge. nl'erpalio-Lirrtul el .
espacio especÍfico, por tanto
y social es un sobre la política del esPacio
cualificado, incluso si no se
percata uno de ello. Se
trata de una modalidad d;l; ;;_
ducción en una sociedad ¿eter-lrruaa
manifiestan tanto contradicciones
en cuyo seno se
conflictos.
,E*it1:1, pues, contradiccionei áLl "á-o ri
disimula y camufla. En dicha sociedad,
"rpoiio,-i.rii,r.o l(esulta ahora posible echar una mirada retrospectiva
:: li.
se encuentra al fi¡¿l y no lo .,real,
al principio. A este título, en- ',,,lrle lo que ha siáo dicho y hecho en el transcurso de la
globa lo s-e deja integru. rrllima década. Esa mirada retrospectiva permite esta-
.91re
res. Engloba Io qi¡s ." d'"¡u "á-o
lá, procesos integrado_
reducir, incluido l. il;;l;;- l,lt'cer un balance. Por otra parte, hoy en día, en los albo-
rio. Esta sociedad no obedece u .r.ru lógica; ¡,'s de 1970, algo se está fraguando en las altas esferas :
una vez más: tiende hacia ella. repitámoslo
Esta sócieáad n" ,;;;.. rrrr cambio de perspectiva, cambio más o menos real que
:"ryl Y" sistema; se esfuerza en sérlo, aunando el cons- ,lcbemos tratar de comprender y de aquilatar"' Hasta
treñimiento y la utiiización de lur-i"pr.r"ntaciones. lr:rce muy poco tiempo imperaba, en materia urbanística,
Las contradiccione-s aA
,on producto de ,'rra teoiía, o más bien una ideología que jamás había
su. forma racional tal como"spaiiálo ,¡rrcdado completamente expresada. Dicha ideología, se-
," á"rpr""de
máticas; son producto del contenidá práctico en las mate_ pro-
y social y, ¡irin mi punto de vista, podía compendiarse en tres
más específicamente, del contenido uosiciones:
capitalista. Efectiva_
-.J,
mente, ese espacio- de- la,sociedad
capitalirtu pr"t""J"
racional, cuando, de hecho, la prírri"u,está 1. Existe una acción coherente denominada urbanis-
lizado, desmigajado, vendido "npor'pur."tas. Asícomercia_ ,¡ro a veces empírica, a menudo aplicando los conceptos
a la-vez es global y pulveriza¿". pár"." lógico es como ,, los resultados de una ciencia determinada (demografía,
surdamente recorúd;. Esas contrádicciones
y está ab-
saltan a la ('eonomía política, geografía, etc'), ora teniendo en cuenta
vista en el plano institucional. rcsultados- y datos interdisciplinarios, pero acercándose
En este plano, se percata
y.o. de que Ia burguesía, clase dominante, dispone de un rnediante eios diversos procedimientos a una práctica
{ob-le
poder sobre-el ;;^;;i-", lugar, a través t ientífica y técnica a sernejanza de tal ciencia ya constitui
de 13.nloqiedad privada "ríu"i";
d"l ;";1.:;r" ," extiende a la rla, por ejemplo la economía política'
totalidad del-espacio, excepción hecha t. Eiiste por parte de los urbanistas o de algunos
de los derechos de
las colectividades Ert"¿.,-v,-^Jn ,"g.rndo lugar, a ile ellos, una reflexión metódica sobre esa práctica,,refle-
.y,dgl
de_ la globu¡a_ua, u ,ub".,'á
través_
Ia es_ xión de orden teórico que apunta implícita o explícita-
trategia, Ia acción del Estado própi"mente
"oro.irrriento, rnente a la constitución de una epistemología, es decir,
dicho. Existen
conflictos inevitables entre esos do, a.pe"tos, cle una región del saber que contiene núcleos de saber
y especial_
Ttlt: entre el esFacio abstracto (concebido
;'.;";ó;;i, lclquirido, en resumidas cuentas, lo que designa el tér-
global y estratégico) y el espaci,o
i"l"áiuto, p".;itii", ;i: rnino de epistemología.
vido, desmigajado y-vendiáo. E" pr^"r' i"rtii".irir"i, 3. Esta reflexión capaz de elevar hasta el lenguaje
esas contradicciongs se hacen patentis "i entre los planos
generales de * Conferencia pronunciada en el Instituto de Urbanismo de
-orden¿sión y los proy".to, parciales de los Par"ís, el 13 de enero de 1970. 'Espaces et Sociétésn, núm'
1' no-
negociantes de esp¿sis.
viembre de 1970.

42 43
,'ii.,
i{ r:r ¡1
teórico y hasta los conceptos la práctica
urbanística, esta ¡'llt'able, y Ia ciencia no pocllia consistir más que en unir
reflexión teórica consiste en unu'.i"n"iu ,rrrrra de consllcñimientos, ataiiiendo dircct;rmente al con,
del espacio,,bi"n
sea global (a escala de la totalidad de l,'rrido (¡la gente !). Hn cambio, si dirigimos la vista hacia
bien sea local (a escala d.l h"b;;;¡1.'
la sociedad),
' l cstudio de lo cluc vienc a poblar esa form¿r, o hacia
l;rs necesidades de la gente, o también hacia sus reivin-
Hablando de manera más general, recordemos rlit'nciones, si se orienta la reflexión sobre el contenido y
que en
el curso de esta última décad"a q,r"Jaba rro sobre la fr¡rma <(pura), ¿qué es lo qtrc garantiza que
breentendido un poco por doquiár
celencia de la ciencr.u Jrt
tr" "l"*;;il;;_
objeto p.. ;;_ rlicho contenido va a entrar dentro de esta forma sin ver-
y no el tiempo. Es- ',r: sometido a algún que otro agravio? ¿Qué es lo que
p.r:i? del sabcr y saber del9lespacio,
";;;;.; cientificis*o u ¡i:rrantiza que las personas y sus necesidades van a de-
parejas, a ta icz pr".ro "ro"_ ¡;tr:se inserir sin oponer resistencia en la iogística? Lo
:1.,1Í:1":Iiul "i "r
el plano social, dentro de una estructura -árráll'""
general. por ,¡rrc viene a explicar, según nos parece, eue 4 pesar de
consiguiente, se debía llevar, a través de l,rs esfuerzos desplegados, aún no existe una epistemolo-
espacio, Ia práctica y Ia técnica urbanísti.a, "i"".iu ¿"i
Ia-
husta el ,rl- 1iía urbanística. Se ha asistido, pues, a singulares diven
vel general del cientificismo. Dicha posrura
era imprícita licncias en la elaboración y en la interpretación de los
en el caso de numerosos teorizantes-_cite-o,
te los notables estudios llevados a cabo por
,irri.uÁ"* lrcchos. Unos buscaban un contenido de base, un elemen-
Robert Auze. to constitutivo, por ejemplo relacionado con la familia.
lle y Ionel Schein. Merced a esas .onsiá".a.i.;;;; ;i"';;- l:n dicho sentido, ha habido gran preocupación por ave-
pacio urbano, otrora integrado bien sea riguar cómo se podría alcanzar la solución óptima para
a la utilización
espontánea del paraje, bien sea a la cultur"
sociedad, quedaba apartado del contexto; se d"t;fá; il tlcterminadas necesidades; de ahí partieron no pocos es-
producía t r-rdios a menudo interesantes : se ha sumado a las nece-
como un dato, como una dimensión especíd.,
a" i" .rg"] sidades ya clasificadas por la Carta de Atenas, otras nece-
nización- social; y esto, en primer lugar, en sidades tales como la necesidad de libertad, de creación,
relación con
una acción concertada al más alto nlvel, ,"g""áo-l.r_ rlc independencia, la necesidad de ritmo, de armonía, de
gar, en relación con necesidades socialeá ""po.,;;iu;; clignidad, incluso de jerarquía *las voy enumerando se-
localizables' Tal era.el postrrrado que se o.^"rtuuo gúrn acuden a mi memoria. Esos estudios no conseguían
pensamiento urbanístico y la enseñanza. lJn uu:á-"i
postuiado ¡ri hacer surgir una estructura interna de cara a necesida-
aun más oculto era el siguiente: Ia objetividad
rezao del espacio urbanistico, objeto á. .i"".ii v
Iu-;;;: cles muy diversas, ni descubrir la forma espacial capaz de

fieren un carácter neutro. El espácio pasaba p";


l; ;;; imponer una estructura a esas necesidades llamadas fun-
;;;;_
nocuo, es decir, apolítico. Este iontinente no existiendo
cionales. Otros trataban de determinar a mayor escala
(polos vitalizadores> que restituyen una unidad orgáni-
más que por su contenido, no valiendo más que por ca a los fenómenos urbanos, unidad bien sea interna con
dicho
contenido, dependía, pues-, en tanto que lespecto a la comunidad urbana, bien sea externa, es de-
de las matemáticas,. de- la técnica,'y, "b:eii""'V;;;;;
u ,o duáarlo, J" cir, actuando en el medio ambiente. A veces, los estudios
una lógica del espacio. La ciencia dei espacio debia pues, quedaban lirnitados a examinar las propiedades formales
a la vez, coronar y contener por sí mismi p"n.*i*iá clel espacio en tanto que vehículo de los bienes materia-
urbanístico. Ahora bien, ahí ernpezaron a"lsurgir las les o de las informaciones, estudiando, por ejemplo, los
difi-
cultades. En efecto, si la ciencia es ciencia deirn ntaillages a escala del espacio global o a escala local.
formal, de una. forma espacial, implica una logístir; "rpu.io
ir* En este enfoque, no es que se negase claramente que
44
45
existiese polÍtica, sino que se la concebía de forma
culi.a1. Otrora, un otrora no tan lejano, se consideraba
pe. 'rrtrc la producción de las cosas y la del espacio. Estaque
úl-
trrrrrr producción se la adjudican gmpos particlllares
político como siendo un obstáculó a ia racionalidad, lo '.,' ;r¡rropian del espacio para administrarlo, para explo-
al
cientificismo, como introduciendo una perturbaciórr,
suerte de irracionalidad. Los hornbrei políticor, ."gJn
r* t,rrlt¡..81 espacio es Lln producto de la Historia, con algo
,lrlt'r'cntc, y algo más cte lo que entraña en sí la Historia
criterio generalizado, proceclían bicn sea al albur de"las , rr l¿r ac€pción clásica del término. La ciencia del espa-
coyunturas, bien sea ciñéndose a intereses particulares, { r{r debe, pues, repartirse a diferentes niveles. Puede ha-
representados, aun cuando cuidadosam"rrt" diri*ulados l,t'r' ciencia del espacio formal, es decir, próxima de las
por ellos mismos; al tener una óptica propia y, por de. rr¡;rtcmáticas, ciencia en la cual el conocimiento utiliza
más, asaz versátil, al no ver claramente tu, aliérnativas rrrr¡ie¡g5 tales como los conjuntos, las redes, los árboles,
"i
ni,los objetivos, esos políticos desbarajustaban la raciona_ l;r:; alambradas. No obstante, la ciencia no se sitúa a
lidad. de la organización urbanística y Ia eficacia de ia ,'.,r: único nivel, no puede permanecer formal. El análisis
ciencia. En_el mejor de los casos, se consideraba a los , rÍtico define en qué forma y siguiendo qué estrategia ha
hombres políticos como dependiendo ellos mismos de ',irlo producido tal o cual espacio comprobable; final-
una
ciencia de la estrategia; a este tÍtulo se les dejabt"p";;; rrrcnte, hay el estudio y la ciencia de los contenidos, de
arguyendo que un día vendría en que ellos tambi¿" ," t st.¡s contenidos que, quizás, ofrecen resistencia a la for-
someterían al carácter cientifico así despejado. nra o a la estrategia: es decir, los usuarios.
En este enfoque relacionado con lo- p"oliti.o y su in_ Se puede afirmar, situándose uno al nivel más alto,
tervención urbanística, se seguia conservando port,r- r¡uc la planificación posee tres dimensiones.
lado del espacio objetivo y neutro. Ahora Ui"","i,J t u." Primera dimensión: la planificación material, <(cuan-
patente que hoy en día el espacio es político. Ei tificable", que se puede evaluar en toneladas de trigo, de
espacio
no e,s un objeto científico descarriado por la ideoloiía o ccmento o de acero. Esta dimensión está en relación di
por la política; siempre ha sido político y estratégiJo. Si rccta con la concepción corriente de la economía política
bien dicho espacio tiene un asplcto neutro, indilerente v de instrumentos estrictos de análisis: de matrices.
con respecto al contenido, por tanto <puramente> formal, Segunda dimensión: financiera, en estrecha relación
abstraído de una abstracóión racional, ., pr""iruÁ".,1" t:on los balances financieros y que implica el estudio de
porque ya está ocupado, acondicionado, porque ya es los costes de producción al más alto nivel. Sigue siendo
ob_
jeto de estrategias antiguas, de las q.re no siempre cconomía política, perfilando aun más su noción.
se con-
sigue encontrar las hrrellas. El espácio ha sido formado, Tercera dimensión: debe ser temporal y espacial. Su-
modelado, a partir de elementos históricos o naturales,
¡rone la estructuración de localizaciones, el profundo co-
pero siempre políticamente. El espacio es político e ideo- nocimiento de las redes de intercambio, de comunicacio-
lógico.
.Es_una representación liieralmenie plagada de
ideología. Existe una ideología del espacio,
nes, de las fluctuaciones, el estudio de los centros de
¿poi qú¿ moti_ producción y de consumo, todo ello realizado sobre el
vo? Porque este espacio q.re pa."cé fromálenei, h".há terreno.
de una sola pieza dentro ¿e ,,,, objetividad, !, ,r..r fo.-u La primera dimensión permite una planificación bru-
pura, tal como lo constatamos, es un producto social. tal mediante la utilización de balances-materia; la segun-
La
producció-n del espacio no puede equipararse con da, mucho más dúctil, permitiría, cuando menos en un
la pro-
ducción de tal o cual objéto particúlar, de tai á""1 cierto número de países, la utilización de computadoras
mercadería. Y, sin embargo, no de¡a de existir relación " electrónicas. En Francia y en un cierto número de paí-
46 47
ses, es siguiendo las pautas que indican los balances
fi' ls¡racio. El método para abordar el problema del espacio
nancieros, ateniéndose a las indicaciones bancarias, como rlr puede consistir únicamente en un método formal, ló-
se lleva a cabo la planificación llamada "indicativai)' en llrc:o o logístico; debe y puede ser igualmente un método
tanto cluc en la URSS, aún hoy cn día, la plailificación ,ltttléctico que analice las contradicciones del espacio den-
autoritária y centralizacla viene dictada tomando como lro de la sociedad y de la práctica social.
base los balances-materia. Si partinros del concepto de que el espacio es poli
- --P";
lo que se refiere a la programación correspondien' lrt'o, queda supeditado (al igual que su teorÍa y su cien-
de"it, la temporal y espacial' ( r¿r) a una doble crítica, ella misma política: la crítica de
te a la tercira dimensión,
",
ésta debería proseguir su curso teóricamente, al propio ,lcrechas y la crítica de izquierdas. La crítica de derechas
ii*p" que Iás derñás, dentro de una simultaneidad; po- ('s, a grosso modo, una crítica de la burocracia, de las in'
¿ri, *Á"ter las demás dimensiones a la simultaneidad It'rvenciones estatales, en el sentido de que esas interven-
gfofruf del espacio..De.hecho, dicha programación prosi' , iones estatales obstaculizan la iniciativa <privada', es
gue su curso en solrtarlo' rlccir, los capitales. En cuanto a la crítica de izquierdas,
Por demás, cabe preguntarse hasta qtré punto una pro- ('sta es, asimismo, una crÍtica de la burocracia y de la
gr;aci¿" toial de esás tres dimensiones, simultánea-el rrrtervención estatal, en el sentido de que dicha interven-
;i;;;, sería de desear. El tecnócrata consumadosujeta es t ión no tiene, o tiene poco en cuenta, a los usuarios, la
único que ta preconiza. Dicha programación tendría ¡rráctica social, es decir, la práctica urbana. Quisiera ex-
a la toialidui d" la sociedad en la argolla de la cibernética' tcnderme algo más acerca de este distingo entre la crí-
planificación de tipo de- tica de izquierdas y la crítica de derechas. Implica y pre-
JNo lmpediría acaso cualquier
irocrático al otorgar una eficacia aterradora al poder exis- supone que existen conflictos y contraücciones en el es-
l"nt" q,r" sabria hacer uso de esos instrumentos? Por ¡racio, pues de no ser así, no se acierta a comprender los
;h;;,-; la planificación democrática no Ie queda más ,'onflicios de la <crítican. Ese distingo ha sido dejado de
p.riUifiá"¿ que la de infiltrarse por las resquebrajaduras lado dirrante ese período en el que todo parecía puramen-
áái plu" toáI. No parece qtt" pot el momento el plan tc formulación epistemológica de una acción técnica. Exa-
totai represente un peligro inminente; se tiene la irnp.re- rninemos ahora algo más la extensión de ese doble con-
.i¿" a" i"e la dimensiói espacial-temporal aún no ha lle- t:cpto, y apliquémoslo a un ejemplo que puede parecer,
gu¿o u aitic,rlurr" con las otras dos, las cuales' por otra rr primera vista, aun más paradójico que el del espacio:
;;"; t á "ttat demasiado articulaclas entre sí' o sin- l¿r naturaleza.
croniiadas, para decirlo de otra forma' Esa dimensión A lo largo de todo el periodo que acaba de finalizar,
existe de forma indePencliente. la naturaleza etaconsiderada como una suerte de símbolo
pro-
Por lo que respecta al espacio, éste posee, pues' poético, negligible o relegado a segundo término, que de-
particulares que per- signaba no se sabe muy bien el qué, un residuo, un algo
piedades formales. Existen técnicas
*it"r, una cierta programación, en especial las técnicas q,." apat""ía aquí o allá, escapando a la acción racional-
áe cálculo, de previsió-n. Y también existen los contenidos' mentJ ilevada. Ahora bien, sabido es que la naturaleza,
que la cien- también ella, está labrada, modelada, transformada, que
Jó"J "i""" a irobar todo esto? Ya sabemos niveles' no es una
óiu d"l espacio, repartida a diversos cs, en gran medida, producto de la acción, que la faz mis'
ciencia ,rnitutiu y iotal, que, en su vértice' no existe una ma dela tierra, es decir, el paisaje, es obra del hombre'
nlirii"u del espacio. Ádentrémonos ahora algo más en Aún hoy en dfa, la naturaleza es contemplada, en cierta
esta cuestiOn. gsto prueba clue hay contradicciones del ideología, como simple materia del conocimiento y como

49
48 {., ,$i so-"rii
*fr!:"t=
furi:
r¡cs 128 4 ;r ri;;,;;¡¿,5
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objeto de las técnicas. Está dominada, sojuzgada' Al.ser Ir I cn que babrá que reproducir la naturaleza. Producir
domeñada y sojuzgada en su esencia, se aleja' Ahora bien, t;rlcs o cuales objetos, ya no será suficiente; habrá que
clc pronto se cae en la cuenta de que al estar sojuzgada, rt'¡rroducir lo que fue ia condición elemental de la produc-
upJr".* clevastada, en trance de aniquilamiento, y' ame' r rrill, a saber: la naturaleza. Con el espacio. Dentro del
{ \l)¿rcio. Por cierto, cabe hacerse la pregunta siguiente:
nizando dc paso a la cspecie httmana, todavía estrecha'
rnente tigada a la naturaleza, con verse arrastrada a su , t'rr eué y por qué esta critica es de izquierdas? No se
vez hacii el aniquilamiento. De ahí, la necesidad de una ¡r ata de una crítica hecha en nombre de un determinado

estrategia. He aquí a la naturaleza politizada' Y ello no ;,rupo izquierdista, partido o club. No se trata de una
¿" r"gi'. a una riflexión puramente técnica o epistemoló- r r íl.ica desarrollada en nombre de una ideología de ten-
gi.u J filosófica, sino a una doble crítica, la crítica de de- ,lcncias consideradas más o menos izquierdistas. Es pre-
iechas y la crítica de izquierdas. ¿En qué consiste la crí- , iso llegar aI meollo del asunto. Cabe pensar que de aquí
tica cle derechas?: a sumirse en lamentaciones acerca de :t Lreinta años, o quizás antes, habrá, o cuando menos po-
la perdida belleza de los paisajes, acerca de la pureza y ,lr h haber (¡seamo,s prudentes !) posesión y gestión colec-
dela inocencia de la naturaleza qve huye de nosotros; un tivas; a) de lo que quedará de Ia naturaleza; b) de la
(rousseauismo)), que parecía trasnochado, recobra actua' r cprodución de la naturaleza, del espacio, del aire, de la

lidad. Se experimentá añoranza de los placeres sencillos Itrz, del agua y, hablando de manera más amplia, de nue-
vas raridades. Las antiguas raridades, Io fueron el pan,
v rá"ot, ,e ie"rrerda el tiempo en que, con anterioridad
a
ia oarrabalizaciónr,la hermosa lle-de-France brindaba a lr¡s medios de subsistencia, etc. En los grandes países in-
Ias miradas felices admirables paisajes' Ya han tenido tlustrializados ya existe una superproducción latente de
lugar numerosas campañas en favor de la naturaleza' Una rlichos medios de vida que, otrora, fueron raros, que die-
de* ellas, dirigida por un venerable académico, Georges ron pie a terribles luchas en torno a su escasez. Ahora, no
Duhamel, en contra del ruido, ha tenido gran resonancla' crr todos los países, pero virtualmente a escala planetaria,
Áh"* ", Bernurd Charbonneau quien acaba deLepublicar Iardin
existe una producción abundante de esos bienes de consu-
sobre di.ho tema un hermoso y elocuente libro: rno; entretanto, las nuevas raridades empiezan a hacer
de Babylone. acto de presencia: el agua, el aire, la luz, el espacio, en
¿En qué va a desembocar todo esto?
En una gran torno a los cuales se desarrolla una intensa lucha. Es en
nosialgia'del pasado, en un enternecedor romance sobre lunción de dicha lucha que hay que comprender el urba-
la natriraleza perdida' Por otra parte, el volver hacia atrás' nismo, lo que, pese a sus defectos y debilidades, justifica
el retrocecler in el tiempo, resulta imposible' La crÍtica de cn cierta medida las investigaciones, las inquietudes, Ios
izquierdas trata de analizar las implicaciones y las secue- interrogantes. AsÍ pues, se puede prever la gestión y la
las d" esa devastación de la naturaleza, de esa destrucción' posesión colectivas de los medios de producción, así como
En efecto, existe una especie de-autodestrucción de la na- la gestión social de la producción en función de las nece-
turaleza áentro y por oel hombre))' que proviene de la sidades sociales. Puede preverse, pues, para las postrime-
naturaleza, q.re nai" de ella y que se vuelve en contra rías de nuestro siglo, un socialismo mundial que no ten-
suya para exterminarla. clrán ya prácticamente nada en común con lo que Marx
"Y'ron los .elementos>, como se solía decir en la filo- denominaba socialismo, y que, sin embargo, será produc-
sofía clásica, el agua, el aire y la !u,2, los que se ven ame- to de dicho socialismo o conservará con él una relación
Vamos ñu.iu ,., inexorable encuentro de venci- más o menos lejana. ¡Esto, haciendo abstracción de la
"uáot.
;;;;tt aterradores. Es imprescindible prever el momen- capacidad de recuperación del capitalismo y de la posibi-

50 51
lr;rt'go, tal vez en tanto gue sector compensatorio, ésta
lidad de que se prodtucan catásrofes irrernediables ! Es,
pues, en este sentido en el que la crítica de la política, con ls la estrategia seguida. Por lo que respecta a la crÍtica
respecto al espacio y a la naturaleza, es una crítica de in
rlc izquierdas, ésta toma como punto de partida al usua-
r io, al habitante, considerado no tan sólo en cuant<¡ a la
quierdas. Lo que nó estaría de acuerdo en admitir tal o
r ¡tttidad, como suele !¡¿ssrse a la hora de cifrar el pro-
cual oprospectivista)r. Poco importa. Ya desde este pre"
ciso momento, al igual quc el espacio, la naturaleza está lrlcma de la vivienda, si¡¡e en cuanto a la calidad. Dentro
,lt. la práctica urbana.
politizada, porque está inserida en estrategias conscientes
o inconscientes. La creación de parques nacionales, etc., En el actual estado de cosas, lo que resulta inieresan-
representa ya de por sí una estrategia, pero una pequeña
l(', no es tan sólo la introducción oñcial de la crítica de
,lcrechas, sino también, y no me recato en proclarnarlo
estrategia, más bien una suerte de táctica' Cuando, de
hecho, habría que aspirar a mucho más.
irquí, el fin de un determinado terrorismo. Me refiero a
trn terrorismo intelectual que ha imperado durante mucho
No me resulta difícil imaginar la reacción de los rea'
ticmpo. La presión ejercida por la técnica, los técnicos y
listas: nUsted nos habla del mañana, del pasado mañana,
pero háblenos del presente.> De acuerdo, hay que mos' Ios tecnócratas, la epistemología, las investigaciones de
orden puramente técnico y epistemológico, desemboca en
trarse realista. Sin embargo, sucede a veces que el maña'
na sea el presente, y entonces vuestra realidad puede sal' un terrorismo intelectual. L¿ burocracia siempre da
tar hecha añicos ante vuestras propias narices. Por ejem' ¡rie a que reine un cierto estado de terrorismo. Existe
plo, pueden presentarse de repente, de la noche a la maña- irquello de lo que hay que hablar y aquello de lo que no
sc debe hablar. Durante la última década, había lo que
na, extraordinarios casos de contaminación...
sc consideraba como serio y lo que no era considerado
Por tanto, repito que hay una política del espacio, por'
que el espacio es política. como tal. El espíritu de seriedad era y sigue siendo en
rnuchos sitios la expresión de un terrorismo latente, vin-
En lo que concierne al urbanismo del presente, la-cri
culado, por cierto, al sentido de la responsabilidad, al
tica de deiechas pone el acento sobre la vivienda indivi- respeto por la capacidad, cualidades incuestionables de
clual y sobre la iniciativa privada. En esta suerte de gran
péndola ó de intenso movimiento de balanceo que arras- la tecnoburocracia. Pero era imposible hacerse oír cuan-
do se decÍa, por ejer¡plo, que la gente se aburre. ¿Dón-
tra a la sociedad francesa, en la que lo estatal, sorpren- cle? ¿En Suecia, en los Estados Unidos? Tal vez. Pero,
dentemente denominado .,socialu o <colectivo>, se opone
a lo .,individualu y a lo uprivadou, el fiel de la balanza se ¡no en Francia ! El aburrimiento, por constituir un hecho
mensurable, no debi¿ ser tomado en consideración, a no
rnclina netamente del lado de lo individual, es decir, de
ser como tema periqdístico o de chanza. Tampoco era
la iniciativ¿ oprivada" y del capital. La meta de esa cri' permitido hablar de espacio represivo; aquello no era
tica es, evidentemente, la de despejar el camino ante <serio>; el espacio objetivo y objeto de ciencia era neutro,
los capitales que están al acecho de las inversiones más políticamente...
rentables. Dichos capitales buscan afanosamente un cir'
Esta ventaja, cua¡d6 menos momentánea, de la situa-
cuito secundario, anexo con respecto al gran circuito ción actual no debe hacernos olvidar los riesgos que en-
normal o habitual de la producción y del consumo, para
traña dicha situación. He aquí uno de ellos: el 5 Plan con-
el caso en que dicho circuito perdiese empuje. Inserir del
sideraba el casco antiguo urbano como intocable, como
todo la tieria y el habitaf en el intercambio y el mercado'
siendo una valiosa herencia de la Historia, característica
tal es el objetivo de dicha polÍtica. Normalizar ese cir- esencial de la ciudad europea y occidental; habría que
cuito secundario, lo inmobiliario, conservándolo, sin em-
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conservarlo en el urbanismo, sin, por demás, haber lle- l¿¡ centralización va a amparar, no la disolución efectiva
vado a cabo un análisis suficiente de dicho núcleo. Sin ,lt: Ia centralización, sino el fortalecimiento de una centra-
ernbargo, desde hace ya álgún tiempo, se habla de una lización por partida doble, recusable también a doble
crisis de la centralización, de la paulatina languidez que litulo: la redes de centros comerciales, la centralización
se va apoderando de esos centros. Resulta evidente que ,lt: Ias decisiones, auténticas fortalezas del Estado, que
la centralización urbana desemboca en la saturación. uno l;r ideología neoliberal va a amparar.
de cuyos inconvenientes es la congestión de la circula- Tengamos el valor de ir hasta el fin. ¿En qué consiste
ción. Entonces, la crítica de derechas augura cl fin de los ,'l urbanismo durante esta década? En una operación ex-
centros, la dispersión de las actividades y de la población, t('nsa y polivalente. Una ciencia ambigua en busca de su
y, por tanto, tarde o temprano una segregación acentua- ,,bjetivo y de su objetividad, no hallándolos ahí donde los
da de las poblaciones. l,rrscaba. Una práctica, ciertamente, pero ¿científica? Esto
A la crítica de izquierdas, desde mi punto de vista per- ,'s harina de ótro costal. A ciencia cierta, una mezcla de
sonal, le toca demostrar quc la centralización es parte instituciones y de ideología, una forma de enmascarar la
constitutiva de la vida urbana, que si no hay centraliza- ¡rroblemática urbana en su conjunto, y también iuego la
ción ya no hay vida urbana, que la práctica urbana se ve socialización de las pérdidas y de las emergencias, la
herida en pleno corazón por la dislocación de la centra- t()ma a su cargo por parte del Estaclo y del sector pírblico
lización. En este sentido, la crítica debe demostrar cada tlc un sector retrasado, atrasado, todavía artesano de la
vez con mayor profundidad el superfuncionalismo de los ¡rroducción, cuando menos en los principios de la décad-a,
centros. Por otra parte, no debe disimular las dificultades. sr:ctor deficitario y, sin embargo, decisivo dentro de la
Si existen contradicciones del espacio, también surgen a sociedad. Esos caracteres de atraso de la producción en
este nivel, y la centralización no puede declararse, afir- t'l campo urbanístico, es decir, habitat y espacio urbano,
marse, sin plantear problemas. Se presentan entonces mo- c'sos caracteres artesanos y deficitarios habiendo desapa-
vimientos dialécticos, desplazamientos de la centraliza- rccido, al cambiar, por tanto, las perspectivas, se puede
ción; existe la saturación, la destrucción de la centrali- c'onfiar ese sector al capitalismo privado, ya que se ha
zación por si misma; de ahí, quizá, la exigencia de una convertido en negocio rentable.
policentralización, de una concepción policéntrica del es- No dejemos caer en el olvido un detalle de carácter
pacio urbano. Yo no hago, en este caso, más que marcar histórico sumamente importante. La propiedad del suelo,
una orientación. cdificado o sin edificar, es de origen feudal. Para llegar a
Hoy en día, el ó Plan corre el riesgo de dar al traste comprender perfectamente lo sucedido, resulta preciso
con la centralización del urbanismo oficial. Primera ob- ,""oid". que el propietario de bienes raíces, tanto si es
servación: entretanto, centros cornerciales, gigantes, ro- propietario de tierras como de inmuebles, es ,per se
deándose, en calidad de anexos, de todo tipo de servicios, .rr, p"rrotuje de otra índole y diferente del capitalista in-
se van erigiendo, aportando una concepción y una prácti- clustrial. Ei capital mobiliario y el capital inmobiliario no
ca del espacio de nuevo cuño; efectivamenle, esos centros son iguales, se administran, por ende, de forma diferen'
comerciales no están aislados, sino que constituyen autén- te. Brlen ejemplo y prueba de ello es que durante las dos
ticas redes comerciales. Segunda observación: lo que va guerras mundiales hubo moratoria de los alquileres, un
a subsistir es Ia centralización de las decisiones, es decir, sistema para reportar sobre los propietarios de bienes
el centro que concentra en su seno el dominio ,la riqueza, raíces pu.t" d" las dificultades engendradas por las con-
Ia información, el poder. Por consiguiente, la critica de tiendas. Jamás, que yo sepa, se ha oído hablar de mora-
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toria de los dividendos del capital industrial. La movi. rk' Ia ciudad mediante Ios suburbios cubiertos de torres
Iización de la riqueza constituida por bien sea bienes raí. rrlodestas, constituye una revolución. A decir verdad, el
ces, bien sea bienes inmobiliarios, debe ser contemplada ucoliberalismo oficial ampara una concepción usectorial>
como una de las grandes rarnas del capitaiismo fináncie- rlc Ia gestión económica, una estrategia diversifrcada. Tie-
ro, desde hace un cierto número de años; la entrada de la n(i Llno Ia impresión de que se quiere diferenciar las fór-
construcción en la órbita industrial, bancaria y finan- r¡rulas según el sector, campo, irrdustria, inmobiliario. Fá-
ciera, ha constituido, durante esta última década, uno de r ilmente se podria ver en el campo fórmulas de reagru-
los objetivos estratégicos. En la sociedad, tal como la ¡ración de carácter cuasi socialista, en tanto que en el
conocemos, resulta de lo más lógico, de lo más coherente. rt:ctor inmobiliario sería, al contrario, el capital privado
Para hablar con mayor propiedad, ese circuito de lo in- r¡rrien se llevaría el gato al agua.
mobiliario ha sido durante mucho tiempo un sector su- La pregunta que plantean el éxito o el fiasco de seme-
balterno, subsidiario ; paulatinamente, se va convirtiendo iante política viene a ser, más o menos, la siguiente.
en un sector paralelo destinado a su inse¡ción dentro del I ndudablemente, en la industria se ha constituido Io que
circuito normal de Ia uproducción-consumo)). puede, in- Calbraith denomina una tecnoestmctura, es decir, un gru-
cluso, transformarse en un sector principal aun cuando, ¡ro de técnicos de una gran competencia, capaces de in-
normalmente, sea un sector compensatorio, si el circuito tcrvenir eficazmente en la gestión. En el sector del urba-
normal <producción-consurno> se ve frenado, si se pro- nismo, ¿i se ha constituido acaso, en el transcurso de esta
ducen fenómenos de recesión. En tal caso, los capitáles riltima década, una tecnoestructura que se mantendría vi-
hallan en él una suerte de amparo, un terreno s,rpi"men- ¡¡ente al amparo de la ideología neoliberal?...
tario y complementario de explotación; las más de las A fin de cuentas, hemos evocado aquí una suerte de
veces, no se prolonga durante mucho tiempo, pues se amplia política del espacio, una planificación que con-
trata de un fenómeno <malsanou. En España se ha podido jeturaría el futuro, es decir, Ia desaparición, la destruc-
ver, en el curso de esos años de rápido desarrollo, durante ción, Ia autodestrucción de la naturaleza, sin ergotizar,
esa famosa década, cómo el capitalismo español se iba sin echarse atrás, sin minimizar los peligros. Semejante
atascando en lo inmobiliario y construía una gigantesca política del espacio no procedería simplemente acumulan-
fachada moderna que enmascaraba el subdesarrollo exis- do los constreñimientos ; trataría de aunar la apropiación
tente. En determinados países, tales como España y Gre- clel tiempo y del espacio a través de los usuarios, de los
cia, ese sector se ha tornado esencial, dentro de una eco- individuos y de los grupos. Intentaría aunar dicha apro-
nomía que requiere intervenciones sobradamente conoci- piación del espacio, al más alto nivel, con la organización
das para el que las quiera aplicar. En otros países, como socio-económica, teniendo muy en cuenta un factor dejado
en el Japón, por ejemplo, el hecho de recurrir al sector de lado por los <prospectivistas>, y de capital importan-
inmobiliario para compensar las dificultades del circuito cia, a saber, la cada vez mavor compleiidad de Ia so-
normal uproducción-consumo" y lograr así un nuevo im- ciedad, el hecho de que la sociedad se torna cada vez
pulso, es un hecho corriente e, incluso, previsto, prácti más compleia v diversificada. Seqún mi criterio, éste se-
camente planificado. ría el proyecto o el programa de una izquierda que se
Lo paradójico, lo risible, es que Ia crítica de derechas ocuparía, por fin, de esos problemas. Por supuesto, lo
que ampara toda una serie de operaciones habi- oue digo cae totalmente dentro de lo utópico, va que esto
tual de la ideología- esa crítica se las da -papel
de revolucio- recabaría no tan sólo una izquierda inteligente, sino tam-
naria. ¿Qué dice M. Chalandon? Pues que la extensión bién considerables modificaciones tanto económicas como

socio-políticas. Dicho lo cual, traigo a colación una tesis ,'llada. una caricatura' En los proyectos de descentrali-
que ya me ha sido dado sostener aquí y en otras ocasio- ,lrcióí, las comunidades locales y regionales no dispgnen
nes: hoy en día, más que nunca, no puede haber pensa- rlc verdadera capacidad de gestión; cuando más, pueden
miento sin utopía. O, entonces, se contenta uno con cons- :,cguir paralizando las iniciativas del poder central,--en
tatar, ratificar lo que se le presenta bajo los ojos; no va , iJrta medida y, Por si esto fuera poco, se trata de hallar
más allá, se queda uno con la mirada clavada en lo real, los medios de arrebatarles dicha capacidad. En Francia,
tal como acostumbra a decirse: se es realista... ¡pero no la política del espacio se ve sometida, se quiera o no' a
se piensa ! No hay pensamiento que no explore una po- lrrs exigencias de Ia descentralización, o, mejor dicho, al
sibilidad, que no trate de hallar una orientación. Ahora ¡,''ofunáo conflicto existente entre los imperativos de- la
bien, en cuanto se soslaya el positivismo agobiador que ,,cntralización estatal y las exigencias concretas de la des-
no consiste más que en una falta de pensamiento, pronto tcntralización. ¡Es que el espacio es política!
se halla uno ante fronteras bastante difíciles de delimitar Durante la década de los 50, la política del espacio
eutre lo posible y Io imposible. Y, sin embargo, no existe lue concebida en función de una estrategia europea' Se
hoy en día, especialmente en el campo qüe nos ocupa, no llcvaron a cabo estudios muy completos que apuntaban
existe, repito, pensamiento alguno que no esté acompa- hacia una descentralización, en función de las grandes
ñado de una utopía. Tanto los arquitectos como los ur- vías europeas, el PADOG. Por espacio de diez años, per-
banistas están plenamente convencidos de ello. sonas pleiramente capacitadas volcaron toda su actividad
En lo tocante al espacio francés, se nos presentan, por ()n esos proyectos; ahora, ya ni tan siquiera se sabe -muy
demás, como en otros muchos países, tres estratos de bien de qué se trata. ¡Es la burocracia y la crítica de la
fenómenos: en primer lugar, la naturaleza, lo que nos lrurocracia por sí misma, su autodestrucción !
queda de las obras y trabajos de los períodos en que Asi es como, por ejemplo, hace un par de lustros, se
predominaban el campo y la agricultura, es decir,los pai- habló de construir en Estrasburgo un inmenso aeropuer-
sajes, los países, las regiones; luego, un estrato de trans- to a escala internacional, que hubiese colocado a Estras-
formación histórica, en especial durante el período in- burgo en óptima situación para convertirse de forma efec-
dustrial; finalmente, las estrategias actuales que trasto- tiuf"n la capital de Europa. Un buen día, sin que media-
can o que debilitan las producciones anteriores, por lo sen más expiicaciones' se supo que se había abandonado
que respecta al tiempo y al espacio. El resultado, como clproyectodesuconstrucción.Nuncasehasabidoexac-
ya bien sabemos, es del todo contradictorio e incoheren- ru*"rri" por qué ni por quién había sido tomada dicha
-sentido
te. Es, por un lado, el <desierto francés,r, el subdesarrollo clecisión.-Ahoia bien, lo que sí se supo fue el
de un buen número de regiones, y no tan sólo al sur del ;;iitt". de tal determinación,laes decir, el abandono de
Loira, ya que se deben incluir entre ellas Bretaña y, hasta 1"" pJiti.a: se abandonaba idea de la gran vía Medi
cierto punto, Alsacia, en el desarrollo desigual conocido terráneo - Mar del Norte, la política del espacio clyo eie
por algunas regiones francesas. Por otra parte, la increí- Errropa. Se había adoptado, en las altas esferas' a
ble e inaguantable centralización de toda la sociedad fran- "rr
principioi de la década de los ó0, si la memoria no me
cesa en París y en la región parisiense. De ahí la tan ialla, una decisión relativa a la estrategia del espacio:
cacareada exigencia de descentralización que guía, hoy en nada de Europa, nada de espacio europeo, sino- un espa-
día, la política del espacio. ¿Descentralización? ¿Cómo es cio francés. Es decir, que se volvía a caer en la centra-
posible que el Estado, centralizado é1, vaya a hacerse car- lización y en el centralismo parisiense. Se hacía preciso
á"á i"tit se convirtiese en un núcleo tan rico, tan
go de la descentralización? No pasa de ser una mera fa- pode'

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roso, como el Ruhr o la megalópolis inglesa. Se trataba l,rs metalúrgicos del Mosela se sometiesen a los cambios
de una decisión política que interesaba la política del .rt'aeciclos t" producción? ¿Acaso no hubo que tras-
espacio. Por lo dernás, se ha seguido dicha política durante "ir
l;rclarlos a Ia región de Dunquerque, no se sabe exactamen-
tola esta década. Fue por aquellos entonces cuando se tc por cuánto-tiempo? Tenienáo en cuenta los rápidosy
iniciaron los estudios del Distrito; y como no era con' ,,,,irt io, expertrneniaclos en el campo de los métodos
vc'niente que París se convirtiese en el sólo y único cen' ,lc las condiciones de producción, se puede prever y dis'
tro de toda Francia, se concibió esa famosa repartición l,()netr lo efímero, o, *üy al co¡trariC,
tender a un máximo
clel espacio creando unas metrópolis denominadas n de ,r" equilibrió y áe En la política del espacio'
equilibrio", un medio mecánico de compensar París, so- "ttuúitidud.
.'sta Ls una opción que se encuentra a la orden del día'
bre el papel, en el espacio francés; cuando, de hecho, Ia que hacer en medio de las con'
r¡na elección qLle se tliene
estrategia anterior era de índole totalmente opuesta. tr adicciones.
Cabe preguntarse cuál va a ser la estrategia del espa- ¡,si pues, elección entre el equilibrio y lo *l=:l
cio que será adoptada ahora. ¿Se seguirá acaso robuste' .'ión entre la descentralización efectiva y el latsser'¡atre
ciendo el centralismo parisiense? A pesar de ello, no ha neoliberal en lo que concierne las tendencias a la centra-
habido más remedio que enprender una descentraliza- lización política Án Francia; he aquí algunos elementos
ción mitigada, sabiamente dosificada, para no poner en tlc- esa problemática.
entredicho los privilegios del poder central. I-o, problemas están ligados entre sí: caso de laisser'
Si pasamos ahora a considerar la presencia de esos a pode^r' de domi-
Iuire, tindtemos centros de decisión, cle formaciones
quienes se denomina, con un neologismo bastante singu- tiqueza, de información, llamados
lar, los ndecididoreso, dichos elementos plantean más de "i.,'¿"
,,cuaternariasu. En la perspectiva de dicha centralización
un problema. ¿Cuál es su capacidad de adaptación? ¿Aca- "decisionaln, que
p"a.iu muy bien-quedar fortalecida al
so están ya sus objetivos netamente fijados? ¿Cuál cs su ,,;;;;;;ir*o d"^t"t críticas neoliberales de la centrali-
ideología? ¿Cuál es la arnplitud de autonomía de la que ,uia*,la política del espacio corre el riesgo de ir a de-
disfn¡tan? Dicho en otras palabras y repitiendo la pregun- scmbocar en desigualáad"t de crecimiento y de desarrollo
ta: ¿Acaso se ha instaurado una tecnoestructura en el todavía mucho u"*tttuadas y marcadas que en el
transcurso de la década pasada, por lo que a organización ^at
p"tuao. En principio, dichas desigualdades de crecimien-
urbana y política del espacio en Francia se refiere? i; t á" desairollo han sido combatidas "i
{; en"ilLt^uTtr::
el día que drcnas
En cualquier caso, esos "decididores" pueden optar: ,o,"subsanadas; podría presentarse
^agrauadas
les toca escoger entre soluciones contradictorias. Todas clesigualdad", ," lri","t' de forma concertada'
las contradicciones del espacio van cobrando amplitud' ;;-a-.;i;, aprovechadat poi el poder central' Sisuerteasí suce-
d*
Pueden ellos, bien sea prever una disposición de equilibrio :li";;, ;#riría aigo dó suma- gravedad: una
al proseguir con la política de las metrópolis provincia- traslación del coloiialismo haciá dentro de la metrópoli'
nai bien, quien dice equilibrio, dice estabili- un semicolonialismo de las regiones y zonas escasamente
-ahora
dad-, bien sea prever y producir lo efímero' Entra den- clesarrolladas con respecto a los núcleos de
decisión' .y'
tro de lo posible concebir casas, bienes de equipo que al núcleo parisiense; ya no exrs'
cn especial, con respecto
quedarían desechados al cabo de pocos años, de la mis' pero ha
i." en el sentido estricto de la palabra'
ma forma que quedan desechados los platos de cartón o surgiclo ya un semicolonialismo metropolitano' que su'
"ii""i"s
las servilletas de papel tras su efÍmera utilización. ¿Y, obreros
bc¡rdina a dichos centros a elementos campesinos'
por qué no? ¿Acaso no fue preciso que las empresas y gtu;-"ti"'"'o, y luego' también a muchos
extranjeros
"" ... .i,*
61
ó0 ¿'*,iri...":1..
I,lFt¡¡,áq;.¡¡i,. :;,,¡ I 1 iri,i;;;,
*
franceses pertenecientes, bien sea a la clase obrera, bien La ciudad y lo urbano
sea, incluso, a la intelectual, todos ellos condenados a una
explotación coucentrada, en cLlanto a los métodos utiliza-
dos, y manteniendo a dichos elementos en un estado de
segrcgación espacial. Lo que viene a justificar y a confir-
mar esa apreciación es, por lo que a rnÍ concierne, un es-
tudio permanente del complejo Lacq-Mourenx, en los Pi-
rineos, independientemente de una serie de investigaciones 1. Et decir que la sociedad contemporánea se halla
llevadas a cabo en otros lugares, en especial en la región en proceso de mutación ha acabado convirtiéndose en
parisiense. Resulta inútil resaltar el hecho de que tal si- unJ banalidad. El vocablo omutación, no tiene significa'
tuación podría llegar a hacerse explosiva. Llegado a este do preciso más que en biología; cuando se le utiliza en
punto de mi conferencia, ruego encarecidamente a aque- ,"rriido sociológiio, es más 6i"t a modo de imagen, de
llcls que poclrían criticar rni postura, que no confundan la metáfora, antes que como concepto. Esa imagen puede,
tempestad con la meteorología. Yo no soy más que el inclusive, llegar a disimular el interrogante esencial ¡ ¿a
meteorólogo, no soy yo quien origina la tempestad. dónde iremos a parar?
Por otra parte, esta alternativa entre lo privado y lo No es menos cierto que dicha umutaciónn se ve ca'
colectivo, entre lo individual y lo estatal, puede prolon- ractertzada por múltiples crisis que se intrincan las unas
garse aún durante mucho tiempo. Es una alternancia con las otras, desde las crisis económicas y las de la
propia de la totalidad de la sociedad francesa, neolibera- economía política, hasta las crisis por las que pasan el
lismo, oneodirigismo) vez el fiei de la balanza se in- arte, la literatura, el cine, el teatro, la Universidad, la ju-
clinó de un lado, ahora,-una
se inclina del otro. Lo que viene ventud, etc... Dentro de ese intrincamiento y esa interfe-
ilustrado de forma caricaturesca sobre el terreno, por el ¡cncia de crisis múltiples, se plantea un interrogante:
contraste existente entre Ios grandes complejos urbanos ¿hay acaso una crisis y crisis más importantes, más esen-
y los arrabales plagados de modestas torrecitas. Por par- ciales las unas que las otras? El planteamiento que viene
te opública>, colectiva, estatal, se incita a la adopción de a continuación se cimenta sobre la hipótesis según la
grandes complejos urbanos. Por parte .,privadao se quie- cual la crisis de la realidad urbana es más importante,
re hacer prevalecer el sistema a base de modestas torre- más central que cualquier otra.
citas. Existen otros muchos elementos.
A través de esas contradicciones. el análisis crítico del 2. Es un hecho de lo más corriente el hablar de la
espacio político y de la política del espacio señala las ten- sociedad industrial. Esa expresión es criticable en el sen'
dencias y denuncia los peligros y amenazas que entraña tido de que no pone de manifiesto determinadas relacio-
la situación. nes sociales constitutivas del proceso de industrialización.
Las relaciones de producción requieren un análisis que Ia
expresión osociedád industrial" tiende a eludir, poniendo
el acento sobre la producción material, sobre el desarro-
llo puro y simple de la producción, y no sobre las relacio'
nes sociales de producción. Respetando esas importantes
* oEspaces et Sociétés", núm. 2, marzo de 1971.
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Los términos "sociedad urbanau no pueden aplicarse
r€servas y señalando Llna vcz más cómo un supllesto"con' rr cualquier ciudad o urbe histórica; en la perspectiva asÍ
cepto puóde llegar a convertirse en imagen y en.metátora' rlcfrnida designan una realidad en formación, en parte
muño cle la expresión: sociedad industrial'
r oal y en parte virtual, Io cual significa que la sociedad
""ita.umo,
Mtry bien se puede áe"ir
"que
la sociedad industrial sus- rrrbana no ha llegado ni muchlsimo menos al final de su
cita la aparición'de t" rrtUu"irución. Tal constatación y-tal
l)roceso. Se está fraguando. Esta es una tendencia que
fórmula no pu.u., de s"t, hoy en día, meras banaiidades' t'stá tomando cuerpo y que está llamada a desarrollarse.
Así y todo, iesulta menos banal preguntarse si las conse' Esa ambigüedad terminológica habiendo quedado di-
no cobran
-mayor a saber, la urbanización, inicial: la
cuencias del proceso, lucidada, cabe proponer una (periodización" del tiempo
rápidamente irnportancia que su causa
lristórico que lo divide en tres eras: la era agraria, la
ináustrialización. La teiis qué presentamos seguidamen- t'ra industrial, la era urbana. Hubo ciudades tanto en Ia
te se basa en que la problemática urbana desplaza y mo- t:r'a agraria como en la era industrial. Pero la era urbana
difica hondaménte la problemática que tiene su origen en sc está iniciando ahora y no hace más que comenzar. Re'
el proceso de it d.ttitiilización. Cuando la mayoría de los ¡ritamos una vez más que la nperiodización, no es abso-
teórizantes y también de los pragmáticos, que proceden luta; toda división del tiempo histórico en perÍodos dis-
de forma empÍrica, consideran aún la urbanización como tintos es puramente relativa. Se podria decir, recurriendo
siendo t.rrru Conr""uencia exterior y de escasa importan- l una metáfora de lo más coriente, que lo ourbano" vie-
cia, casi accidental, del proceso esencial, la industriali' r¡c a ser un continente que se acaba de descubrir y cuya
zación, nosotros ur"r,"rurrios todo lo contrario' Sucede en cxploración se lleva a cabo edificándolo.
ese proceso de doble vertiente algo de suma importancia.;
hablando en t¿rminor-"Iásicos ,-un boom cualitativo' El 3. La ciudad, desde los principios mismos de la era
crecimiento ..turr,iiutiuo de la producción económica ha rrgraria, fue una creación humana, la obra por excelencia;
suscitadc¡ un fenómeno cualitatilro q.re se traduce él mis- su papel histórico es aún mal conocido, especialmente en
mo por .rna probü*iti"u nueva: la problemática urba- oriente, y la teoría del modo de producción asiático nos
na. Resulta eiencial tomar conciencia y conocimiento cle ¡'cserva todavía alguna que otra sorpresa por lo que se
ella, con el fin de no perpetuar un error teórico y práctlco; lcfiere a la relación entre la ciudad y el campo. En Io
dicho error consiste en que se pretende sac-ar de la racio" tlue concierne al Occidente propiamente dicho, esa rela-
nahdal de experiencla de la industrialización' t'ión conflictiva, es decir, dialéctica, es una de las que los
modelos y "*p."ru, aplicables a la -realidad urbana en lristoriadores menos conocen. En lo tocante a la ciudad
gestación. se "tq-i"*ui
quiriera iii", esa realidad a la luz de la cn sí misma, tanto la oriental, como la de la Antigüedad,
empresa y como ,rtu *pt"sa. Ahora bien, la. T:i""1!; lir del Medioevo, etc., se han propuesto una extensa serie
dad de lá empresa, de su organuación, -la divis.iÓn del tlc conceptos.
trabajo que enlraña, ha constituido una adquisición esen'
al
cial áel período ináustrial, pero que ya no convienepor a) La ciudad es un objeto espacial que ocupa un
período iue ahora se inicia por deber éste elaborar
Iugar y una situación y que debe, por consiguiente, ser
il -is*o una forma nueva ie racionalidad: la raciona' t'studiado en tanto que objeto a través de diferentes téc-
lidad urbana. El p;;;gi. con la antigua racionalidacl' rricas y métodos: económicos, políticos, demográficos, etc.
ql aplicarla sin ton ni lon, acarrea todo tipo de errores (lomo tal, la ciudad ocupa un espacio especÍfico total-
y dé espeji.^ó, qt" ,t u,r"ln"tt a encontrar en lo que s€ rnente distinto del espacio rural. La relación entre esos
denomina (urbanismo>.
ó5
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rrcs 128 5
espacios depende de las relaciones de producción, es de. .,ido y siguen siendo. todavía
múltiples. l_Inos piensan que
cir, del sistema de producción y, a trivés de éste, de Ia lray que hacer prevalecer la oanticiudado sobre la ciudld,
división del trabajo en el seno áe la sociedacl. y clue la modernidad se define a través de
la uno ciudad"
b) Desde este punto de vista, la ciudad viene a ser. (¡r<-¡madismo, o también proliferación
sin límites del ha-
una transición entre un orclen próximo y un orden le- ltital). Dicho fenórueno sólo puede queclar esclarecido me_
jano- El orden próximo es el de la campiña circund.ante
que la ciudad domina, organiza, explota, éxtorcándole oso- 'liante un análisis dialéctico y recuiriendo ar método dia-
lúctico. La industria se ha revelado, efectivamerrt", .oÁo
bretrabajoo. El orden lejano es d" lá sociedad tomad4 sicndo la,,no ciudad, y la <<anticiudad,. Se ha ido iiplan-
"f capitalista, etc.). En
en su conjunto (esclavista, feudal, tando ahí donde encontraba los recursos que requeria,
tanto que transición, la ciudad es también el lugar don- rr saber, las fuentes de energÍa, de materiai primas, dé
,de se manifiestan las contradicciones de la tuano- de obra, pero ha perjudicado las ciudides en
socieáad con" el
siderada, por ejemplo, las existentes entre el poder poli scntido más estricto y fuerte del término, destruyéndolas
tico y los diferentes grupos sobre los que se ásienta ese v disolviéndolas. provoca su desmedido desarróllo, urrr,
poder. t'¡-rando acompañándolo de la total y violenta dispersión
c) La ciudad es una obra en el sentido de una obra tlc sus antiguas características (fenémeno de implosiOn_
de arte. El espacio no está únicamente organizado e ins- .'xplosión). Con la industria, se produjo la generjizarción
tituido, sino que también está modelado, configurado por tlcl intercambio y del,comercio; las costumüres y el valor
tal o cual grupo de acuerdo con sus exigenciis, su ét:ica cle costumbres han desaparecido casi po, no
y su estética, es decir, su ideologÍa. La monumentalidad ¡rerdurando más que en tanto que exigencia "o-ileto,
del
representa un aspecto esencial de la ciudad en tanto que tlc las mercancías, desaparecienáo .uripo, completo "orr'r.rrro
la fa-
obra, pero el horario que siguen los miembros de la io- ceta cualitativa de las costumbres. con dicha ^generaliza-
lectividad urbana no reüste un aspecto de menor impor- ción del intercambio, el suelo se ha convertidó en mer_
tancia. La ciudad como obra debe ser estudiada bajo esa caderia. El espacio imprescindible para la vida cotidiana,
doble faceta: edificios de toda índole y horario que im- se vende y se compra. Todo cuanto ionstituyó la vitalidaá
plican en la vida de los habitantes de las ciudadés v de de la ciudad, en tanto que obra, ha desapaiecido ante la
todos los ciudadanos en general. generalización del producto.
_ ¿Acaso significa lo antedicho que Ia realidad urbana
De ahí se desprende que en la ciudad antigua las cos- ha desaparecido? No, al contrario: se generaliza. La so-
tumbres y el valor de costumbres caracterizan aún el ho- ciedad entera se torna urbana. El proceJo dialéctico es el
rario. En las formas tradicionales de la ciudad, el inter- siguiente: la ciudad, su negación a través de la industria_
cambio y el valor de intercambio no han roto todavía Iizacíón, su restitución a una escala mucho mayor que
todos los moldes ni barrido todos los usos y costumbres. antaño, la correspondiente a la sociedad entera. Ér" pio_
Es, miradas en este sentido, que las ciudades antiguas ceso se desar¡olla no sin toparse con obstáculos üda
son y siguen siendo obras y no productos. vez más importantes. Las relaciones de producción exis_
tentes se han ido extendiendo, ampliando; relaciones
4. La violenta dispersión de la ciudad tradicional han conquistado una base de máyor extensión, "ru, atqayén-
constituye un fenómeno que salta a la vista, pero cuyo dose simultáneamente la agricultuia y la realidad.rrtárru,
sentido no resulta nada evidente. Se hace neiesario el pero al producirse esa ampliación de campo han tropeza-
averiguarlo. Las interpretaciones dadas a este hecho han do también con nuevos obstáculos. por una parte, se ins-

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tituyen centros de decisión dotados de poderes aún des" sirnultaneidad. Esa forma se sitúa entre las tormás que se
conocidos, pues concentran la riqueza, el poderío represi- ¡:ueden estudiar, discerniéndolas de su contenido. Lo que
vo, Ia información; por otra, la violenta dispersión de las la forma urbana reúne y torrla simultáneo puede ser muy
antiguas urbes suscita segregaciones multiformes; los ele- rliverso. Tan pronto son cosas, como personas, como sig-
rnentos cle la sociedad quedan inexorablemente separados nos; lo esencial reside en la reunión y en la simultaneidad.
los unos de los otros en el espacio, de ahí una disolución A este punto de vista se puede decir que el
"vector nulo"
de ias relaciones sociales, en el sentido más amplio de la resulta esencial para la definición de lo urbano.
palabra, que se suma a la concentración de las relaciones La centralización posee su movimiento dialéctico es-
estrecharnente vinculadas con las relaciones de propiedad. ¡rccífico. Su presencia se hace imprescindible. No puede
cxistir realidad urbana alguna si no existe un centro, tan-
5. AsÍ es como toma forma ese nuevo concepto: lo f <¡ si se trata del centro comercial (que reúne productos

urbano. Es en todo punto preciso establecer un distingo y cosas), como del centro simbólico (que reúne y torna
entre la ciudad y lo urbano. Este se distingue de la cir¡- simultáneas determinadas significaciones), como del cen-
dad precisamente porque aparece y se manifiesta en el tro de información y de decisión, etc. Ahora bien, todo
curso de la dispersión'de la ciudad, pero perrnite recon- centro se destruye a sí mismo. Se destruye por saturación;
siderar y comprender determinados aspectos de ésta, as- se destruye porque remite a otra centralización; se des-
pectos que habían pasado desapercibidos por espacio de truye en la misma medida que suscita la acción de aque-
mucho tiempo: la centralización, el espacio como punto llos a quienes excluye y a los que expulsa hacia las zonas
de reunión, Ia monumentalidad, etc. Lo urbano, es decir, rreriféricas.
la sociedad urbana, no existe todavía y, sin embargo, exis- La forma urbana plasmada de esta guisa es una abs-
te virtualmente; a través de las contradicciones existen' tracción, pero concreta. Lo mismo sucede con la forma
tes entre el habitat, las segregaciones y la centralización del intercambio tal como Marx la plasma en las primeras
urbana resulta esencial para la práctica social* se páginas de El Capital. Esa forma y su teoría resultan su-
pone de-que
manifiesto una contradicción llena de sentido. mamente abstractas y éste es el motivo por el cual su
Lo urbano es un concepto teórico desligado y liberado análisis ha sido tar¡ poco comprendido por espacio de un
por un proceso tal como se nos presenta y tal como lo siglo; y, sin embargo, dicha forma abstracta es la clave
analizamos. No se trata de una esencia según la acepción de lo concreto, de la práctica. Es el punto de partida para
tradicional del término entre los filósofos; no se trata de Ia percepción del contenido. Otro ejemplo: las formas de
una sustancia como tendería a dejarlo creer tal o cual la propia lógica en tanto que formas de todo pensa-
término aún utilizado de forma laudatoria, por ejernplo, miento, son muy abstractas, y, no obstante, son las dove-
la urbanidad; es más bien una forma, la del encuentro y las y el punto de partida de toda reflexión metódicamente
de la reunión de todos los elementos que constituyen la conducida. Se podrían multiplicar los ejemplos de tal
vida social, desde los frutos que nos da la tierra (trivial- forma abstracta y concreta a la vez (la simetría, la repe-
mente: los prcductos agrícolas) hasta los símbolos y las tición, etc.).
obras llamadas culturales. Lo urbano se manifiesta en el El carácter abstracto cle esta reflexión sobre lo urba-
seno mismo del proceso negativo de la dispersión, de la no y de esta definición puede considerarse como siendo un
segregación, en tanto que exigencia de encuentro, de re- obstáculo, pero en ningún caso como una objeción. Es la
unión, de información. f'orma general la que presta sentido a las constataciones
En tanto que forma, io urbano lleva un nombre: es la cmpíricas, y no a la inversa. Por sÍ $olas, Ias constatacio-

68 69
nes empíricas no alcanzan la forma general. Sin embargo, <'special el saber y el poder, presentes y ausentes a un
resultan imprescindibles, pues revelan el contenido de la ticmpo, en especial en la monumentalidad).
forma. Permiten estuüar, analizar el proceso, ponerle ja- Este análisis diferencial del espacio urbano se sale
cle los procedimientos analíticos que constatan y gue con-
lones, resaltar sus puntos importantes. Especialmente, la
sagran la homogeneización so pretexto de racionalidad.
segregación, la constitución de estos espacios periféricos
y pobres al permitir la reproducción de las relaciones de lisos procedimientos analíticos no se atienen más que a
producción que son relaciones de clase, dicha segregación los esquemas uniformes, a las homologías. Dichos proce-
constituye una negación teórica y práctica de lo urbano, tlimientos desembocan en lógicas (la del intercambio, la
clc la planificación, etc.), en vez de poner el acento sobre
pero, en su condición de tal, lo revela. El carácter desér-
Ias diferencias.
tico, abandonado, de las periferias urbanas es muy re-
velador; lo que revela, para descubrirlo y decirlo, hay
que leerlo. La lectura de los espacios urbanos, periféri- 7. De ese error fundamental sobre la racionalidad se
desprende una consecuencia que ya hemos mencionado
cos o centrales, no se hace únicamente sobre mapas, ela-
anteriormente, pero sobre la que es menester insistir:
borando un código abstracto; se trata de una lectura lo urbano, esa virtualidad en marcha, esa potencialidad
<sintomal> por excelencia y no literal.
que ya desde ahora se realiza, constituyen un campo' de
visión ciego para aquellos que se limitan a una raciona-
6.Esa lectura del espacio urbano permite dar una
lidad ya trasnochada, y así es como corren el riesgo de
definición general de éste a través de las contradicciones
consolidar lo que se opone a la sociedad urbana, lo que
y de las negociaciones intrincadas; lo que se constituye la niega y la destruye en el transcurso del proceso mis-
es un tiempo-espacio diferencial. El tiempo y el espacio
mo que la crea, a saber, la segregación generalizada, la
del período agrario vienen acompañados de peculiarida- separación sobre el terreno de todos los elementos y
des yuxtapuestas, las de los paisajes, de los climas co- :rspectos de la práctica social, disociados los unos de los
rrespondientes a la flora y a la fauna, de las etnias huma-
otros y reagrupados por decisión política en el seno de
nas, etc. El tiempo y el espacio de la era industrial han
un espacio homogéneo.
tendido y tienden aún a la homogeneidad, la uniformidad,
la continuidad constreñidora. El tiempo y el espacio de la
era urbana se tornan diferenciales y dicho carácter queda
evidenciado a través del análisis. Redes y flujos sumamen-
te diferentes se supe{ponen y se intrincan, desde las redes
viales hasta los flujos informativos, desde el mercado de
productos hasta los intercambios de símbolos. La dialéc-
tica de la centralización introduce un movimiento dife-
rencial de una fuerza extraordinaria. Se ha podido pro-
poner, distinguir en dicho espacio <topias>: isotopías (es-
pacios homólogos que poseen funciones o estructuras aná-
logas); hetertopías (espacios contrastantes, conjuntos de
fuerzas repelentes a veces muy considerables y de ten-
siones a menudo extremas), y utopías (emplazamientos del
<en otra parte> y de lo que no tiene emplazamiento, en
7l
70
Engels y la utopía "

Pongamos en el lugar que le corresponde, por cierto


poco importante, la obra de Engels La cuestión de la vi-
vienda. Esta obrita consiste en la recopilación de tres ar-
tÍculos escritos por Engels en 1872, <época €n que el maná
de los miles de millones de francos franceses caía sobre
Alemania... en que Alemania hacía su entrada en la esce-
na mundial no tan sólo en su calidad de "imperio unili-
cado'', sino también en su condición de gran país indus-
trialn.
Se ha tomado la costumbre de presentar esa recopila-
ción de artículos como siendo el último grito del pen-
samiento marxista por cuanto se refiere a las cuestiones
urbanas. En efecto, el compulsarla y citarla, eximen de
la necesidad de leer y de conocer el conjunto teórico de
obras eütadas a este respecto. Ahora bien, esos artículos
tienen un carácter circunstancial muy acusado, aun cuan'
do el prefacio escrito posteriormente por el propio En'
gels (en 1887) subsana ese carácter y presta a esa compi-
lación de textos más amplitud, al propio tiempo que acre-
centa la confusión. En efecto, Engels utiliza en rep€tidas
ocasiones el término (revolución industrial", sin más ni
más, con respecto a lo que aconteció en Alemania en el
curso de aquellos años (período en el que se produjo la
muerte de Marx).
Engels y su camarada de lucha se hallaban, todos no-
sotros lo sabemos, ante ese problema por partida doble:
la durabilidad del capitalismo, el auge experimentado por
el movimiento obrero. Ya en alguna ocasicm habían au-
* Capítulo destinado a un libro publicado por la editorial 9as'
terman, La pensée marxiste ct la ville, descartado do la publica-
ción debido a su gran extensión. Cf. nEspaces et Sociétés,, núm.
4, diciembre de 1971.
¿li;r,.
&¡d¡;r;
. ry3h
",. ".., t:ijf,r,rii,if ¡{i[$ .
gurado el próximo fin del mundo capitalista de produc- cuencia directa de la explotación de los trabajadores' en
ción; e, incluso, en 1887, Engels cometió la imprudencia su condición de tales, por parte del capitalismo' Esa ex-
de reiterar dicha profecía. Por lo que se refiere al movi- rrtiu"iá" es el mal fundamental que Iaproducción revolución social
el sistema de capita'
miento obrero, éste adopta una forma política que más luiere abolir, eliminando
tirtu' 1p. 26, éd'. oClassiques du marxismeo)' Por tanto' En-
de una vez sorprendió tanto a Engels como a Marx. Sa-
g"ii demuestra qué, por una parte, siempre ha exis-
bían y eran los únicos en saberlo a ciencia cierta, que el
Estado y sus dirigentes más hábiles (Bismarck) tratarian íido "üt .,crisis de la vivlendao para los oprimidos y los ex-
de desvirtuar el movimiento obrero y de integrar la clase plotados Y, Por otra, que dicha cuestión de la vivienda
obrera en el seno de la sociedad burguesa. A partir de loio po¿iá'r^esolver a tiav¿s de la burguesía; es del todo
ese momento, se escinden el pensamiento teórico y la ac- lnadririsible el considerarla como esencial'
ción política. Por un lado, hay los uderechistaso y, por el Para Friedrich Engels, la cuestión de la vivienda no
otro, los uizquierdistas>: por una parte, Proudhon y Las' cs más que un aspect; accesorio de un problema central'
salle, luego los .,proudhonianos, y los "lassallianos", por eI de lai relacioñes entre la ciudad y el campo o más
la otra, los "bakuninianoso y los anarquizantes. Marx y bien el de la exacerbación de su enfrentamiento. Aquellos
para obreros
Engels se ven obligados a combatir en dos frentes, sobre áu" p.opo"en la construcción de viviendas
a de ma'
todo después del fracaso de la Comuna, fracaso que no v-"f i"a¿ttelas, no tan sólo se limitan resolver
hacía más que subrayar la amplitud revolucionaria de los nera ficticia lá .,cuestión socialo mediante la transfor-
acontecimientos acaecidos en París. Ocupando como ocu- mación de los trabajadores en capitalistas, sino que pro-
paban una posición <central", tanto Engels como Marx po""" introducir el i<sistema de torrecitas modestaso y el
ie negaban a definir una suerte de ucentrismo>, a indicar i" ,rt tipo de cuarteles obreros, organizándolo lo menos
un camino intermedio, a jalonar ese camino de compo- mal posible. Ese reformismo enciena implícitamente una
nendas. Hecho notable: asestan preferentemente sus gol' confásión: uSe recgnoce que la solución burguesa de la
pes a las uderechaso; los más fuertes de ellos van diri- cuestión de Ia vivienda ha fracasado; ha chocado con la
gidos a los uoportunistas>, Lassalle y Proudhon, y contra ápisición entre la ciudail y eI campo"'" (subrayado por
las brillantes fórmulas, aparentemente "izquierdistas> con Engels)...Y henos aquí en el meollo de la cuestión; sólo
las que enmascaran sus concesiones a la sociedad exis- poJrá ser ésta resuelia si la sociedad es lo suficientemente
tente. iransformada como pára que pueda dedicarse a la supre-
riJ" a" dicha oposióión, Iievada ésta hasta susdí1' últimos
En las condiciones en las que se hallaba la Alemania
de 1872, resultaba irrisorio y ridículo el presentar como extremos en la iociedad capitalista de hoy en lvluV
revolucionario el proyecto de abolir el alquiler o de cons- üot a" poder eliminar d-icha oposición, la sociedad ca-

truir alojamientos para obreros con la ayuda del Estaclo. piáittu,^ por el contrario, la agudiza a cada día que
Semejantes proyectos, tanto para Engels como para Marx, para Friedrich Engels-' en 1872'
;;;;...,, fp. o¿1. Así pues,(uhotu
servían directamente la causa del Estado bismarckiano ,rl Iu to.."cita modestu diriamos el chalet en los
y la perpetuación de las relaciones sociales capitalistas. ;;*b;kt), ni el cuartel obrero (diríamos HLM o grandes
de la vivienda que afecta a los trabajadores y a edificios de viviendas) no dan paso alguno !ra9i1 la.solu-
"La c.isis pequeña burguesía de nuestras grandes urbes á"1 problema fundamental, que no es el de la vivien-
parte de la
modernas, es uno de los incontables males de importan-
"iá"
¿u, V esó incluso si se multiplica su nitmero hasta satis-
Ese objetivo mismo reviste un
cia menor y secundaria, consecuencia del actual sistema facer las unecesidadeso.
carácter reformista, pues elude el problema de la
trans-
de producción capitalista. No es en forma alguna conse-

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formación revolucionaria y lo desdibuja. nl.os primeros tierra lo que de ella recibe, "intercambio al que pone
socialistas utópicos modernos, Owen y Fourier, lo habían c¡lrstáculo la ciudad industrialn (cf ibid" pp' 113-114)' La
admitido ya plenamente. En sus construcciones modelo, supresión de la oposición ciudad-campo no resulta ser más
la oposición entre la ciudad y el campo ha dejado de exis' utópica (una utopía abstracta) que la.supresión del anta-
tir..." (id). gorir*o-q.te exisle entre el capital y el asalariado' Se con'
Engels recurre, por tanto, al socialismo utópico, es de' iierte inciuso, y cada vez más, en una "exigencia prác-
cir, revolucionario, para combatir la utopía reformista y tica>.
reaccionaria. Esta última, aun más <utópica> que la otra, Resulta tanto más interesante el escuchar a Engels
enmascara la problemática en vez de sacarla a la luz del cuando defiende la urbanidad mediante la herencia cul-
día. uUna sociedad no puede existir sin crisis de la vi- tural transmitida históricamente y digna de ser conser-
vienda, cuando la gran masa de los trabajadores no dis' vada (cl. p. 35). Cuando, de hecho, ojamiís han existido
pone, exclusivamente, más que de su salario, cuando cri- seres tan burdos y mal educados como nuestros burgue'
sis industriales violentas y cíclicas provocan, por una ses de hoy en díal. Por lo que se refiere a é1, Engels se
parte, la existencia de un ingente ejército de reserva de da por satisfecho si ha podido demostrar "qYe la produc-
parados, y, por otra,'arrojan momentáneamente a la calle ción en nuestra sociedad moderna es lo suficientemente
a la gran masa de trabajadores; cuando éstos se van ha- amplia como para que todos sus miembros di-spongan del
cinando en las grandes urbes y ello a un ritmo más ace- suficiente sustento y pata que existan los suficientes alo-
lerado que el de la construcción de las viviendas en las jamientos para ofrecer, de foryna provisional, un cobijo
condiciones actuales... cuando, finalmente, el propietario Lspacioso y sano a las masas obreras' (p- 120).
de una casa, en su condición de capitalista, tiene no tan Pasemos a estudiar ahora eI Anti-Di¡hring (1878), la
sólo el derecho, sino, en cierta medida, el deber de obte' obra magistral por excelencia, eI compendio y la enciclo'
ner de su propiedad, sin escrúpulo alguno, los alquileres pedia, la referencia perenne, el Libro Santo y la Vulgata,
más elevados. En semejante sociedad, la crisis de la vi' ia fuente inagotable de las citas, etc. Dicho en otras pa-
viencla no es fruto del azar, sino una verdadera institu- Iabras: la obra más controvertida, la más vilipendiada,
ción.. ." (ibid., pp. 55-5ó). pero también la más leída y comentada de la literatura
Tras haber evocado o invocado a Fourier, y siguiendo marxista junto con Materialismo y empiriocriticismo de
con su polémica antiproudhoniana, Friedrich Engels re- Lenin.
cuerda que las condiciones actuales impíden (y no sola- Los integristas del marxismo, los dogmáticos, hacen
mente entorpecen) la exacerbación de la oposición. ¿En obstinadamente hincapié en la coherencia del sistema. En
qué consiste la utopía reaccionaria? En una semblanza del efecto, transforma la teoría marxista o '<sistema" dentro
futuro que conserva esas condiciones a la par que repre- de la acepción tradicional (filosófica) del término. Lo que
senta otra clase de vida, otra sociedad. Así es como Prou- coincide con su transformación política en ideología esta-
dhon pretende ..trastocar la actual sociedad burguesa, con- tal, en pedagogía cultural, en prácti"a institucional. Muy
servando al campesino tal como esrr. En cuanto a la uto- al contñrio, aquí y acullá, se ha resaltado la originalidad
pía revolucionaria, ésta posee una .rbase maravillosamen- de Engels, la especificidad de su aportación, su peculiar
te prácticau, cuando se repara en que Londres tira dia- introducción dentro del pensamiento revolucionario. No
riamente a la calle, a un alto costo, más abonos naturales titubearemos ni un instante en hablar de uengelsismoD a
de los que produce Sajonia, de tal suerte que un afamado la par que de ulassallismoo, o de oleninismo) como siendo
sabio, Liebig, solicita del hombre gue éste devuelva a la coirientes diversas y a menudo divergentes dentro del
77
76
pensamiento contemporáneo, dentro del movimiento re- una singular filosofía. De hecho, Eugen Dühring fue una
volucionario. Lo cual no excluye en forma alguna otras cspecie de <estructuralistan avant la lettre, una merlte me-
diferencias... tódica y rigurosa que clasificaba y distinguia, quc sepa-
En el At'tti-Dühring, Friedrich Engels ha orientado de raba y recortaba en vez de unir y de marcar las transicio-
forma muy neta el pensamicnto revolucionario, el de Marx nes (dialéctica). Por 1<.r que a nosotros concierne acluí, y
y el suyo, hacia lf filosofía de la naturaleza. Le ha dado que posee una sigrrificación general, Dühring representa'
Ln contenido cosmológico. Lo ha sistematizado intensa- ba la separación de la ciudad y del campo como una es'
mente en dicho sentido. Y ¿por qué?, poclrá decirse uno' lructura permanente de las sociedades. Actitud que aca-
Ciertamente, ¿por qué?, pero ¿por qué no? Algunos aña- rreó gravés consecuencias, postura que explica el- ensaña-
dirán incluso: .,Era con Ia entera conformidad de Marx'" mienio de Engels sin llegar a justificar en nada el menos'
precio pósturno. Engels discierne perfectamente el dogma-
Quizá, pero todo da a entender que los objetivos persegui
dos por Marx no coincidían exactamente con los de En- iit*o inherente al pensamiento de Dühring cuando, en
gels. Cuando consultaba a los sabios <naturalist¿5n y las sus notas preliminares, cita tal pasaje significativo, acom-
ób.at científicas (especialmente, sobre la electricidad y pañándolo de una glosa muy expresiva' "La generación
sus aplicaciones), ¿acaso no era para comprender los in- intelectual de un sistema que asociaba los instintos crea-
tercambios energéticos e uinformacionales' entre la so- dores de la época social en la cual vivimos con la lucidez
cibdad y la naturaleza, más que para extraer de ello una de una conciencia rigurosamente científica... ha constitui-
philosophia naturalis, una <(concepción del mundo>:? Por do, ante todo, Ia méta fundamental de los esfuerzos vol-
tanto, én Marx no se encuentra nada análogo al (mate' cados sobre la presente obrao, escribía E. Dühring en el
rialismo dialécticon, elaborado por Engels y más adelante prefacio de un ó,trto de economía política (187ó). Engels,
por Lenin. al copiar dicho texto, añade: oAsí pues, trabajo modelo,
El Anti-Dühring enfrenta sistema con sistema' A me- tras lb cual punto redondoo (cf . Anti-Dühring, edición Bot'
nudo, semejante polémica puede acarrear no pocos ,ries- tigelli, p. 400, ..Trabajos preliminares"). En sus notas pos-
gos; cuantó más-se ensaña, más lleva al terreno del ad- t"iior"i, Engels explica claramente el cómo y el porqué
versario. ¿Cómo se nos revela Dühring a través de esas quiere dar al traste con ese cientificismo abstracto, siste-
controversias? ¿Qué era él? Una mente robusta, un cons- ,iráti"o, antidialéctico, separando el pensamiento y la cul-
tructor de sistema, en nada despreciable a pesar de los tura de la naturaleza, anulando Ia Historia por hipótesis y
desdenes con los que Engels le apabulla (y que recuerdan decreto (cl.p. 41,4).En vano esa actitud dogmática se zafa
los de Marx con iespectó a Stirner y Proudhon)' A Düh- de una apolbgía de Ia violencia. Linicamente la violencia
ring no le faltaban ni rigor ni envergadura. La injusticia pura y désatada puede, efectivamente, modificar (estruc-
de óue era blanco por parte de los exégetas y de-los epi trtut" de por sí fijas, incluso necesarias, tal vez eternas,
gotót marxistas naufraga dentro de la más completa irri- ya que, s"gú.t Dühring, su pensamiento cambia nla con-
sión. ¿Acaso habría perdido Engels tanto su tiempo como insién'de lebulosas ideas de conjunto por el sentido de
su enórgía al emprenderla con un adversario sin mayor la disyunción apropiada y de la estricta discriminación de
importancia? Al menospreciar tanto a Di.ihring como, a Ios elLmentos reales de los procesos"'" (p. 402)'
Stirner o a Proudhon, cónsiderándolos como meros cadá- Siendo para Engels la primera gran división del tra'
veres ideológicos, se ridiculiza a Marx y a Engels; se les bajo, la seiaración de la ciudad del campo, según Düh-
presenta como a ajusticiadores de la Historia, verdugos ririg ese aniagonismo resulta inevitable (por la naturaleza
^del
pensamiento. Tras ese autoritarismo vulgar se oculta misma de la cosao, aun cuando discierna un <cierto gra'

78
', ff*ffi9
do de constancia en la transición del uno al otro>, a tra' de la ciudad del campo forma parte de ese ir más allá. El
vés del comercio y cle la industria (en especial, los del proyecto revolucionario, eI de ese ir más allá general,lleva
apunta irónicamente Engels, pp. 329'330)'"
alcohol,-coir-traposicién al primer plano ese ir más allá parcial; de esta suerte,
En con la separacién rematada por deja de ser una categoría histórica, rebasada ya ella mis-
Dühring, en riombre del rigor ciéntífico, entre la ciudad rna. Para salir del callejón sin salida capitalista, para aca-
y el campo, Engels sustenta la opinión de que la supresión bar con la prioridad de lo económico, se presenta un ca-
de ese estado de cosas ono constituye una utopía>, aun mino y tan sólo uno: superar la división del trabajo. ul.a
cuando la civilización nos haya legado con las grandes supresión de la oposición de la ciudad y del campo es so-
urbes una herencia que requerirá mucho tiempo y esfuer- licitada por Fourier y por Owen como siendo la principal
zo eliminar. El concepto infantil, la utopía abstracta y ba- y fundamental condición para la supresión de la antañona
ladí, es aquella segun la cual la sociedad podría llegar a división del trabajo en general" (id. p.332). Si bien los
tomár poiesión dél conjunto de los medios de produc- grandes precursores eran meros utopistas, esto no signi-
f ica Ia insustancialidad de sus ideas; ni muchísimo me-
ción, uiin abolir la antigua división del trabajo>' Hipó'
tesis que Engels atribuye a Dühring y a su socialismo pru' nos; ese término de utopista quiere decir, sencillamente,
siano,-a p"tit de su apología de la üolencia revoluciona' que la realización del proyecto revolucionario no era aún
ria. óuhring no ve nada mejor para el futuro que Ia re- factible. Ahora bien, la gran industria proporciona esas
partición dé las poblaciones urbanas según las técnicas condiciones, al propio tiempo que eleva <las contradiccio-
^para
alcanru, ,rttá mejor explotación de las materias pri- nes que estaban latentes en el sistema de producción ca-
mas, en resumen, según las unecesidades sociales" (cf' pitalista al estado de antagonismos tan manifiestos que
pp. í3ó, *7 y alz). ¿Di qué sociedad? Por descontado, de se puede, por así decirlo, predecir a corto plazo el des-
iá qn"'existé: del sistema de producción capitalista'- moronamiento de ese sistema de producción; que las
Friedrich Engels, para luchar contra ese intranquiliza- mismísimas nuevas fuerzas productoras no pueden man-
dor reformismo de (audaz) fraseología, recurre a su men- tenerse y desarrollarse más que merced a la introducción
tor y arma secreta: Fourier. A este respecto, y de paso, de un nuevo sistema de producción...u. Esto, Dühring lo
subiayemos una vez más hasta qué punto el dogmatismo ignora al igual que no reconoce a Owen y, aun menos, a
llegó a falsear el pensamiento engelsiano, al igual que Fourier, del que tan sólo conoce las elucubraciones nove-
el te Marx, relegando a un segundo plano a los socia- ladas, cuando, de hecho, de cada página de Fourier ubro-
listas franceses, él utopismo, y, especialmente, a Fourier' tan las chispas de la razón...". (Cf .pp. 299,303, 305, etc.)
Para Engels, ówen y-Fouriei son complemen-tarios' El Engels no se limita a oponer el utopismo socialista al
inglés tióne en la gran industria y el- francés.la utopismo burgués. Se puede decir que opone la utopía
*iltipti"idad de los aspectos de la vida, trabajo y dis-
"rreniu rettolucionaria y concreta a la utopía reaccionaria y abs-
frute: ol-os utopistas sabían ya perfectamente a qué ate- tracta. La utopía concreta se basa sobre el movimiento
nerse con respecto a los efectos de la división del traba- cle una realidad de la que revela las posibilidades. Dialéc-
jo" (id.. p. 3¡i). Sobre ese punto de capital importancia ticamente, lo posible es una categoría de la realidad, a
lxiste cdmpleta concordanCia de pareceres entre Engels partir del momento en que se considera en lo real sus
y Marx. LJ revolución no se define mediante la elimina- tendencias en vez de fijarlo in situ.
d" la burguesla en tanto que clase política, sino yen- Sin embargo, el lector moderno, que no se atiene ya a
"iót
do más allá de las relaciones socio-económicas que cons- los esquemas del dogmatismo, se pregunta si Friedrich
tituyen el armazón de la sociedad burguesa. La separación Engels ha elucidado perfectamente su concepto y su pro-

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¡¡cs 128 6
yecto. A veces, parece pronunciarse en contra de toda uto- (lue su apego al pensamiento fourierista, apego pasional
pía. <La utopía no consiste en aseverar que los hombres v perfectamente comprensible como tal, y tán bien ex-
no quedarán totalmente liberados de las cadenas forjadas ¡rresado nredio siglo antes (c1.. Ideología alemana, pp. 5ó4
por su pasado histórico, más que si la oposición entre la y ss.), ese apego le impide plantearse determinaáós in-
ciudad y el campo es suprimida; la utopía empieza en eI lcrrogantes. Cincuenta años más tarde, en la URSS, su
momento en que se atreve uno a prescribiru, partiendo ¡rctitud tendrá unas consecuencias de extrema gravedad
de las condiciones existentes, <la forma en que debe ser (cl. A. Kopp, Ville et révolution).
resuelta tal o cual oposición en el seno de la sociedad El Anti-Dhüring posee los defectos de sus cualidades,
actual> (La cuestión de la vivienda, p. 254). ¡Lo que pre- y en esta obra el pensamiento dialéctico desafía a veces
cisamente reprocha a los proudhonianos ! Este texto, en- la lógica (social y política). Se abre sobre el futuro y lo
tre otros muchos, sirve de referencia para aquellos que' ¡rosible, al propio tiempo que sistematiza y zanja el sis-
combaten toda utopía y no importa qué utopismo. De tcma. Quiere instaurar una ontología, una contestación
ser así, cabe reprochar a Engels de pecar.de inconsecuen- ir los interrogantes:
"¿Qué es ei ser? ¿eué es el ser hu-
te, cuando se hace eco de las proposiciones <utópicas> de r¡rano? ¿De dónde procecle?,r Pero, las respuestas andan
Fourier y de Owen. .<Para ambos, Ia población debe re- ¡r tientas entre la ciencia cierta de lo acontecido v la ex-
partirse por todo el país en grupos de 1.5@ a 3.000 almas; ¡rloración incierta del futuro. El concepto de la naiuraleza
cada grupo habita en el centro de su cantón territorial irnpera sobre el conjunto. El restituir la sociedad y, con-
un gigantesco palacio con economía común. Por supues- :;ccuentemente, (lo urbanou, como diríamos, en el seno
to, Fourier habla aquí y allá de ciudades, pero éstas no rlc la naturaleza en tanto que contexto y, aun mejor, en
se componen, a su vez, más que de cuatro o cinco de esos l¿rnto que fuente y centro original, ¿acaso no sería el sen-
palacios poco distantes los unos de los otros...> (Anti' tido del proyecto de Engels y de su inspiración fourierista?
Dühring, p. 322). No cabe duda, Engels prevé, partiendo lin este caso, una vez más, la controversia ha podido
de las condiciones existentes, la forma del ir más allá. La ;rrrastrar a Engels al terrenc del adversario. Ha combati-
gran urbe desaparecerá. Debe desaparecer. Esta idea, En' rlo a Schelling, ese filósofo romántico de la naturaleza, eI
gels la acunó desde su juventud y jamás la ha abandona- ¡rcnsador por excelencia del fundamento ontológico bus-
do. En La cuestión de Ia vivienda, preveía ya, "dándose , ¡rdo en su verdadero origen: la madre-tierra, la matriz.
por supuesta la abolición del sistema de producción capi- lfriedrich Engels no quiere cortar ei cordón umbilical;
talistar, una repartición lo más uniforme posible de la po- tampoco quiere que se seque. La comunicación para éi
blación por toda la geografía del país (p. 114), la solución tlcbe perpetuarse, seguir siendo o volver a ser otgátrica.
de los problemas urbanos excluye la supervivencia de las ,'Acaso no halla a la vez a Marx y a Fourier dentro de una
grandes urbes modernas (cf . In cuestión de la vivienda, t:t.¡ncordancia fundamental ?
'p. 65). Friedrich Engels no parece preguntarse sobre si Ahora, los interrogantes se acumulan. ¿Acaso son esen-
esa dispersión de ia ciudad en el campo, bajo forma de , iales para el pensamiento marxista esas afinidades impli-
pequeñas comunidades, no corre el riesgo de disolver ula t'itas o explícitas? ¿Se debe, acaso, hoy en día poner el
urbanidad", de .,ruralizarr, la realidad urbana. Tampoco ;rcento sobre ellas , o sobre el carácter revolucionario de
se pregunta si esa <repartición uniforme> responderá a la gran industria? Caso de que la tesis de la relación vi-
las exigencias de la gran industria. La multiplicidad de viente y perenne entre lo social y lo,natural presente una
las posibles comunicaciones r€presenta para él una con' verdad esencial ¿acaso no sería ya deniasiado tarde? ¿De
testación positiva a su punto de vista. Resulta evidente clónde proviene, pues, el fracaso (cuando menos aparente)

82 83
lrr Ia historia de la ciudad con la de la técnica, del arn)a-
cle dicha verclacl? ¿Acaso el modernismo no consiste en nrcnto y de la lucha armada: oLas armas de fuego fueron,
Ia transgresión, quiz^iJ Á l^ ¿"t'rucción
de esa verdad? rk'sde un buen principio, las armas de las ciudades y de
iu-sociedad urbana P3tli:11t-*: l:r monarquía oujante, respaldada por las ciudades, en su
¿Acaso se debe .orrJ"*Ui"
i\ñt á* r,rrg"It, o bien transgredir sus tesis' o compre" lrrcha contra la nobleza feudal' (p. 2@). Debido a este
Irccho, v simultáneamente, Ia infantería vino a reemplazar
tarlas, o hallar aigo nuevo? libro de En-
Una nueva y a.ít"ia" lectura del célebre l;r caballería en tanto que fuerza principal de los ejércitos:
irresoluciones' ln las ciudades, y entre los campesinos libres, fueron to-
g"h-;;;;" ; "á"ntt""i, por asi decirlo' esas por eI concepto de
La sistematización guiada rnando cuerpo en el Medioevo las condiciones básicas que
""giftiu"u, ordenar' explí-
la Naturale za (qurzás, el único qt'" pttitlu filosófica) bo- :rsentaban la existencia de una infanterfa agternda (íd.
cita o implícitam";;, ;; ;isteinatización por Marx'
p. 449\. De esta forma fue como, interviniendo de forma
rra determinados iüü; '"nulu-dot l:l:nt' lrrndamental las ciudades, "el trabajo silencioso de las
por
;il;;tf*"n"iut indica?as la producción él' Lu ":9":*it:::t::?: nrasas oprimidas" fue minando el statu quo feudal hasta
de las 1"y", 1"" rigen
v eI intercam' lrarrerlo por cornnleto. <Ya a partir del siglo xv, los bur-
".f"*i"
bio de los bienes -"i;;;É de s^ubsistenciaLn el seno de de las ciudades se habían vuelto más imprescindi-
ya sq envés o 'rueses
la sociedad rtr*urrJ"-ii' tlg), no implica política' Todas,Ias
bles a la sociedad oue Ia propia nobleza feudal... Las ne-
su reverso : Ia crítila f" U uóottomía r.c-'sidades de la noblezahabían ido en aumento v se habían
todos los sitemas de produc- ido trasformando hasta el extremo de que, incluso para
Zp"""t, ü¿as las "o"kdud"t, para
ción poseen una "b;;;" económica' ![ü€' un distingo' ,Engels' r'lla, las ciudades se habían vuelto indispensableso (pá-
Por tanto, no establece :'ina 443).
;ffiJ ""pli;;i;t. lá' categorías (conceptos) h]:tilt::ry El paso de la comunidad original (de sanere, de fami-
como Marx,
"rrtr" La economia polr- lia, de costumbres) a Ia comuna urbana, el auge exneri-
las categorías <conceptosniconómicas'
sí hasta confundirse' mentado por ésta. su paso de realidad dominada al es'
tica y la Historia se Jntretejen entre
sobre u¡ra materia histó latuto de realidad dominante, el largo conflicto entre la
pues la economía;"lñ;"'"ersa
las leves correspon- ciudad v el campo, son etapas un tanto esouematizadas
rica, es decir, en primer lugar' ¡obr.e
dientes a cada ,r";;;; ;;i;9'9" +",lu,P',:1""^'-i9lli:l nor Enqels, en tanto clue Marx, en los Gtundisse,las ha-
de dicho estudio que
intercambio, y no ,"t¿ f'ut'u el final totalmente general bía analizado sutil v hábilmente, teniendo en cuenta las
;il;;;;ñi.l;t i"ves d" concepto múltinles diferencias v situaciones que se habfan ido ore-
que son válidas en cualquier caso para la oroducción y el sentando en el transcurso del proceso histórico (global).
=q""^fu-Ái*ofiu' lá historia de la Sin embargo, Eneels aporta nuevos datos v completa su
intercambioo. Al igt"f
para Engels'- todo cobra
filosofía y la historil-"t g"""taI' dentro de la
csquerna económico qracias a sus consideraciones sobre
un cariz económico. La Éistoria se resorbe en tanto
las luchas armadas. Combate la aoología incondicional de
economía política;-'"1 ptoy""to revolucionario' pierde su la violencia preconizada por Dühring, situando en el Iu-
que emancipación al económico' qar que le corresponde, en Ia Historia, esa violencia, en
"á-t"tp""to
significado y .r, ""u"'gadura'
Aun- cuando los conserve tanto que mera partera de sociedades. La gran revolu-
del trabajo' ción medieval. la de los siervos v la de las comunas, Ia
áriJo q"" cóncierne a la divisjón de la ciudad' cuyo
Primera la historia oue inicia la historia euroDea, aDarece en Engels con toda
"ot'""i*"iu: de Engels' no se ve
estudio captó u ,t ln"" la atención Grundisse' Al poner su amplitud, como una lucha gigantesca, a veces siJencio-
#;il í" lg"ur iot*" que en losurbanas' Engeis vincu' sa a r¡eces cruenta. El acento puesto por Engels sobre lo
el acento sobre fut tá""""tiaciones
8-5

84
económico no le arrastra en el torb€llino del economismo. allá de la ciudad y del carhpo? Tal vez, ert tanto que pun-
Paradoja: es quizá Marx quien, llevando adelante la crí- to de partida de nuevas investigaciones. No es éste el mo-
tica dialéctica de la economía política, no insiste suficien- mento ni el lugar más oportuno para exponerlas. Lo que
temente sobre las luchas reales y las presenta a todo lo conviene resaltar es que Engels pasa, sin tan siquiera ro-
largo de un proceso de crecimiento orgánico, cuasi espon' zar la paradoja del futuro. ¿Qué es lo que puede atenazar
táneo. Por lo que se refiere a Engels, al esquematizar el y limitar su pensamiento? ¿Su tendencia a la sistemati-
proceso, lo "dialectiza> mostrándonos los conflictos gue zación? ¿A la ontologÍa? ¿Al naturalismo? ¿A un fourie-
alcanza el paroxismo: la guerra. rismo de lo más atractivo? Lo uno no impide para nada lo
Segunda consecuencia, aun más sorprendente: cuan- otro. El caso es que Engels no enfoca la posibilidad de
do lleva Marx hasta su límite extremo su razonamiento superar la división del trabaio a través del no trabajo (la
teórico, ¿hacia dónde va y qué es lo que encuentra? El finalidad del trabaio), sino de hacer el trabajo más libre
reino de los fines. Entre dichos fines, y arropándolos, o y más atrayente. "El trasnochado sistema de produccirin
suponiéndolos, más allá de los fines parciales, por así de' debe, pues, ser forzosamente trastocado de arriba a abaio
cirlo (el del capitalismo del Estado, de la raridad, de la y, sobre todo, debe desaparecer la anticuada división del
filosofía, de la historia, de la farnilia, etc.), ya con ante- trabajo. Lo debe reemplazar una nueva organización de la
rioridad hemos subrayado el del trabaio. El fin del tra- producción... en la que, de pesada carga que era, el tra-
bajo ¡qué paradoja para aquel que ha descubierto la im- bajo pasa a ser un verdadero placerr, (p. 333). La sociali-
portancia del trabajo y que pasa, ante todo, por ser el z.ación de las fuetzas productoras, la eliminación de las
teorizante de la clase obrera ! Y, sin embargo, ya bien trabas, perturbaciones, despilfarros, permiten, ya desde
sabido es, la automatización de la producción permite ahora mismo, reducir el tiempo de trabajo v transformar
conjeturar el fin del trabajo productor. ¿Posibilidad teó- totalmente las condiciones del trabaio. <Ya no es una
rica y práctica? No cabe la menor duda. La concatenación fantasía, un ferviente deseo.o La civilización que, durante
posterior de los descubrimientos técnicos ha venido a con' siqlos se distin,guía inevitablemente de la sociedad pro.
firmar plenamente las ideas de Marx. ¿Imposibilidad? piamente dicha, acabaría, finalmente, coincidiendo con
Ciertamente, en los marcos del capitalismo e, incluso, en ésta. Una sociedad que organiza humanamente sus fuer-
el transcurso de la famosa ..transicióno hacia una socie- zas productoras, los cauces grandiosos de un
"siguiendo
dad socialista o comunista. Así pues, utopía, al fin y al plan único), puede perfectamente operar esa transforma-
cabo, pero utopía concreta, posibilidad que arroja luz so' ción y perrnitir "a la industria implantarse por todo el
bre lo actual, y que lo actual rechaza hacia lo irnposible. país, con esa dispersión que resulte la más conveniente
Según nuestro criterio, una de las fuerzas mayores del a su propio desarrollo, al sostenimiento o al desarrollo
pensamiento marxista, imposible de reducir, difícil de de los demás elementos de la producción" (p. 335). ¿No
..recuperaro radica en esa <<prospecciónn llevada a cabo serfa, acaso, en este punto que el pensamiento engelsiano,
por Mirx hacia mediados del siglo xtx. EI trabaio no tiene así como su reprobado utopismo, volverfan a hallar su
otro fin ni otro obietivo que el no trabaio. En compara- coherencia? ¿'Y que también ese pensamiento difiere, tan-
ción con esta tesis, establecida sobre una base sólida, la to para lo bueno como para lo malo, de su audaz com-
de la crítica de la economla política, los fracasos del so- pañero, el "finalisrno) mal'xista, gran utopisrno a largo
cialismo que se pretende marxista, no son más que pecca' olazo?
ta minuta. ¿Acaso dicha tesis puede arrojar nueva luz so-
bre el futuro, sobre la realidad urbana, sobre ese ir más

86 87
Las instituciones
.
de la sociedad (postecnológica,

En 1971, el Museo de Arte Moderno de Nueva York


tomó Ia iniciativa de una reflexión prospectiva. Como es
cosa ya bien sabida, los más lúcidos de entre los ameri-
canos han abandonado la idea de un crecimiento econó'
mico proseguido indefinidamente, idea que sigue siendo la
que sustentan sus dirigentes políticos.'Para esos analis-
tas de la sociedad americana, ésta debe traspasar un um-
bral (con o sin revolución, en la acepción europea del
término) y acceder a un estadio superior. En la <nueva
sociedadu, el uproductivismo" se vería rebasado y el cre-
cimiento controlado, encauzado, al igual que la utiliza-
ción de las técnicas (informática, cibernética, misiles y
cohetes, etc.). No es concebible que cada familia ameri-
cana acomodada posea tres, luego cuatro, más adelante
hasta diez coches, diez y luego hasta veinte aparatos de
televisión, etc. La sociedad futura ya no sería la (socie-
dad industrialrr, sino ttna sociedad urbana. Empezará por
resolver los problemas de la ciudad americana, en la ac-
tualidad subestimados, formulados en términos de en-
torno...
¿Y por qué el Museo de Arte Moderno? Porque el gru-
po de intelectuales que depende de la Fundación Rocke-
feller o que gravita en torno suyo, estima que la Univer-
sidad no responde a las necesidades de dicha misión. En
sus proyectos entra, incluso, la creación de una Univer'
sidad de nuevo cuño, centrada en los problemas arqui-
tectónicos y urbanísticos, y que estarla rodeada por una
ciudad experimental.
En I97l,los promotores de dicho proyecto enviaron

* Simposio del Museum of Modern Art de Nueva York (8 y


9 de enero de 1972).

89
un se sabe en absoluto hacia dónde se va v hay que temer Io
a eventuales clientes interesados en el experimento-
presentaban peor. Dicho en otras palabras: imposible cambiar nada,
,roümirroso pliego de condiciones en el que
piÁ"ra teórica. El interés de dicho do- sin cambiarlo todo. Ahora bien, ¿cómo cambiarlo todo
""" "laiorución
el hecho de que aplica, no sin incurrir sin empezar por un principio, sin poner en tela de juicio
cuménto reside en
en algrln que otro confusionismo, los conceptos marxis' Ia dovela de Ia sociedad, por tanto, sin lanzarse a una
ideología, etc'), al propio.tiempo empresa revolucionaria no desprovista de riesgos? La im'
tas (iuperestructura, (sistema perturbable lógica de Anatol Rappoport acentuó el dilema
qú;;;;inología y conceptos no marxistas
e hizo aún más patente la alternativa en vez de allanarla.
á" oulor"r, etc.). El vocablo design, utilizado a la ameri- y de El segundo panel propició una viva discusión entre
;;";;;=rá'en dícho docr¡mento cárgado de serrtidoscapaz especialistas de las ciencias destinadas a integrarse en el
. El desígner, 'auténtico demiurgo' sería
"ap"tuttrut un espacio nuevo, siem- rnarco de Ia Nueva Universidad v a intervenir en la crea-
de modificar el entJrno, d"
"r"ut ción de la ciudad experimental. Los semiúl'ogos (lJmberto
pre y cuando se le proporcionara <valores> nuevos' .cr
'¿Liiá";; t libertad't"ttd.íu una rnisión por cump-lir' la Ecco, Gillo Dorfles, ambos milaneses) fueron obieto de
dichos valores y de restablecer la correlación una acerba crítica y, por otra parte, procedieron (cuando
á" menos Umberto Ecco) a una especie de autocrítica. uTor'
"ii"u*ur
entre las superestructuras y la morfologia espacial de la
nar significante Ia naturaleza v tornar naturales los sig-
sociedad.
noso, declaró Dorfles, a modo de consigna. Esa semiolo-
En enero d'e 1972, tuvo lugar en el Museum of Modern gía se vio cogicla entre dos fueqos: por una parte, los
Art, un simposio dedicado al examen de dicho proyecto' .realistas,', de entre los que M. Schapiro, y los economis-
Á1.á¿"ao. de cincuenta invitados, la mayor parte de
ellos
entre tas, recordaron los datos prácticos de la construcción, de
ie teprrtución internacional, habían sido concitados' la constitución de una ciudad; por la otra, <izquierdistas>
lor-"tul", filóloeos (Jakobson), escritor-es Y.-!!!ta.s
(Michel
!Oc-
Fou- v oultraizouierdistasn exnusieron que los signos v signi'
iiuio paz, H. N. Enzensberger), filósofos
(Umberto Ecco, Roland Barthes)' so- ficados provenían inevitablemente, actualmente, de la so-
"á"ftl,-t*-iólogos
etc. Tán sólo una treintena de ellos asistieron cierlad iaída v condenada. Lo que demostró con toda bri-
Ilantez fean Baudrillard, no sin añadir algunas observacio-
al simposio, entre los cuales cuatro educaclores o ex edu-
"iJfoúbt,
nes de lo más pesimista sobre la "pulsión de muerten in'
de la Facultad de Nanterre, U' E' R' de sociología
herente a toclo rrrovecto actual. Por Io que se refiere a
¿J*; B^"drillard, Manuel Castells, Alain Touraine' Itrenri
"udor"s
Castells. éste deilaró que la intervención masiva, por tan-
Lefebvre).
LaprimerasesiónseinicióconundiscursodeEmilio to revolucionaria, del pueblo, resulta imprescindible a
toda transformación social, incluidas las de la forma de
Ambasz, director del proyecto, que.lo presentó' Se vio
iiilr"aá por la lecturá de un masníficoypoema de- octa- vivir. de la ciudacl y de su espacio.
,rio Pu, ,bbr" su ciudad, México,leído comentado
por El tercer panel tuvo como rrlato fuerte el discurso
tlrvo lugar un prtmer 9a- pronunciado por Christopher Alexander; explicó el mo
ei orooio autor. Sepnridamente'
iel, sobre la Ley y "l Valor, animad-o por un iurista' Ro- tivo por el cual abandonaba sus ambiciones v metás an'
teriores, la arquitectura paramétrica, la aplicació,n de la
,,alh D*orkin, práfesor de iurisprudencia en Oxford' Ex-
cibernética en la constmcción; Ia experiencia decisiva,
;;;; ;" qué formatraniformación
se plantea, en los pafses angJosaion-es'
social: no se puede lle- para é1. parece haber sido el óonflicto entre los estudian'
;ñ;;bi#" de la valor supremo, pero ies v el Senado de una ¡pan universidad americana, en
uá,. a cabo sin cambiar la Ley,
""¿u sobre sus cimientos' ya no el momento en que é1, arquitecto escogido justamente por
en cuanto la Ley se tambalea
91
90
debía reorganizar el campus' firianciera, puede tener múItiples incidencias' Ahora bien,
Ia audacia de sus criterios, -iñott"t lo que pur.L" resultar de esas controversias, es, ante-todo,
Los dirigent", qrr"iun a los estudiantes y al ar-
división del campus en espacios especiali- áesñn"ierto, la confesión de impotencia, procedentes
;;tt;;;;; espacios "l
tanto de las ci'encias especializadas y de los sabios (los
zados,en tanto qt.r"-lot estudiantes,solicitaban
un lugar úni- economistas, Ios sociólogos, los semiÓlogos) como, de las
;;1iil";i."ut", v ,".h azaban especialmente v al ocio' De- autoridades consideradis competentes' En los Estados
co, exclusivamente-cánsagrado ul d"-""uttto
de la arquitec- Unidos se ha llegado aI extremo de que ya no se sabe cómo
,"reuñuao, el joven-v brillhnte teorizante proceder con retpec¡s ¿ "la ciudad", y se está dispuesto
a consecuencia de ese hecho'
tura llegó a la conclusión, i aceptar todo tipo de sugerencias por parte de los eu-
más oue para una
e;;;;;" se puede idear un espacio ropeos, incluso de los marxistas.
cornunidad ?"á"t"pto qu" d"sarrollaría ampli¿-
"orr"r"iá
K;ü*;;l de la última sesión)' He aquí el texto completo de un comunicado sobre
mente Suzanne "ti'o adopta el bu- oel espac-io, la producciOn del espacio, la economía-po]i
Consecuentemerrte, Christopher Alexander
ái;; ; la doctrina- i"n y'abandona América
para ir a ti"a ¿"f espaciolr, del que en el simposio de Nueva York'
debido a la falta de tiempo, no se dio más que un re-
construir en otra pJ; i; morfología espacial
adecuada
sumen.
a una vida comunitaria de ese tiPo'
A continuaciOo 'e-tutcitó una discusión tan
animad-a
de Hannah
como larga y or""tu,-altt"tió" qtt" el
discurso
'^-"8; no consisuió
Arendt esclarecer'
-la-rittima
ae sesión se sacarían algunas EL ESPACIO, LA PRODUCCIÓN DEL ESPACIO,
"l- "rrrro de pare- LA ECONOMÍA POLíTICA DEL ESPACIO
sobre el coniunto de los contrastes
"orr.itriárr"s tesis con elocuencia per-
;;;";. Alain Touraine exouso suproducir conocimientos v I. Introducción
,turiru: la Universidad debe la universidad no
;;;;;l*r", ;"p"i;;e, actuaimente' más leios' I\¡Iar- Las ciencias específicas (parcelarias) pasan p-or una
á"t"*o"nl lonciencia' Vendo incluso
a v crisis debida a numerosas razones' Al estar estrechamen-
tin Pawlev incriminá las maniobras enmanipulación
de
tanto res- t"-Ltp""iutizados, sus defensores han tenido que llegar-al
i""*nl"ti"ación de las universidades' -que
de los estu- de hallar su justificación en tanto que especia-
nuesta autoritaria á la actitud contestataria
países' listas, a legitimarse a través de filosofías bien sea im'
"*trorro
*^--il;t;.en la mavoría de los
¿iuttt"t, resumen prudéntes,li"o ,"u presuntuosas' Dichas ciencias llegan
discusiones, de las que ese sucinto
muestra el qran inter¿s'así como
el confusionismo' f ' Ta- ;l extremo de construir sus objetos (objetos abstractos:
crítica porque
Art's) sacó conclusiones modelos, simulaciones) que se salvan de la
bibian (California Institute of the Finalmente' y ante todo'
áoii-itt". por Io que se refer:'a al- devenir del proyecto ," ,utuuo de la confróntaci¿n'
existe una mutación del propio oreal"'
N;;;; U;tversidad .v ciudad Experimental'
"-;dl tá"tia" de esas extensas sesiones cologuiales? Tie- Se trata, por supuesto, a" lat ciencias denominadas
so-

ne varios. Con toáu tezuridad' la.consisna: osalvar la ciales.


am-
.rra do-ült iu "iat política' científica' cultural Cada una de ellas, a su vsz, abrigaron inmensas
ciudado de las ciencias (cf e-colo'
"
de los Estados Unidos durante
un período que ahora se biciones: erigirse en ciencia 'La
la lin-
t"t; v qt" ,"r¿ iu'eo' El provecto (Universidad y- Ciu- *i. ñif"", iu nirtoriu, la sociolo gía, la psicología,
un saber do
económica y gü,ftú.u...), tonvertirse en clave y verdad de
;;á1, del'que se hace cargo una potencia
93
92
rorrocimientos, la oposición "significante/significado"
minador, proporcionar la palanca o el eje de una transfor- (Saussure y su escuela). Ahora bien, se cae en la cuenta
mación de la sociedad, de una racionalidad nueva. rlc que la ioción de valor desempeña un papel de':isivo,
Los fiascos han sido tan numerosos como los inten' rr,cliso en lingüistica, de forma especificada: el' ttalor se
tos llevados a cabo: fracasos prácticos (en la acción re- virrcula a la pó[semia de todas las palabras; la relación
guladora o transformadora de lo real), fracasos teóricos y depende de "va-
fen la constitución de un predominio, en la elaboración de "significante/significado, no es unívoca
krres>> que no son únicamente connotaciones, elementos
una coherencia). rlc un Jegundo grado, sino conjuntos especjficos' Por.lo
La hipótesis que presentamos seguidamente ofrece una (¡re se t"fr"t" a la historia, ésta es blanco de una crítica
doble vertiente: ¡ cactiva que niega la historicidad, y de una crítica
activa
a) Lo oreal' social cambia porque las actividades rlue la situa moitrando que el mundo moderno entra en
productoras y las formas de esas actividades se van mo- la an'
^clificando. pe rin utiempou mundial que ya no se concibe según
ta producción de cosas en el espacio (de rigua hisioricidad, sino según el concepto de <estrategia>'
tal suerte q,le ef espacio, indirectamente producido, se
constituía en colección, suma o conjunto de objetos), se 3. El conjunto de esas ciencias se situaba sin saberlo
pasa a la producción directa del espacio en su condición
(y era ..lo impensado> de la mismísima reflexión episte-
de tal. )í.iJei"ul ¿Ieitro f,s la Teproducción de las relaciones de
b) Esta producción ya no queda supeclitada al mis- ¡,ro,d.ícci4n de la sociedad existente. Cada sabio
aceptaba
mo iaber, dispersado, diseminado en odisciplinaso' Una ial o cual dato parcial de dicha reproducción, se insería
ciencia va cobrando forma, ciencia que puede reagrupar cn ella, contribu?a a ella. Especialmente el economista, sin
en torno suyo ciencias específicas, modificadas y centra- olvidaí los sociólogos desde Max Weber y Durkheim' Por
das nuevament€: antropología dei espacio, historia del su parte, la economía política conlel]ía una ideología-e, in-
espacio (o, mejor dicho, del espacio-tiempo), sociología ;1";;; lá iáeotoeia principal de {ic}ro período: producti-
del espacio y del tiempo, etc. uir*ó, teoría dJl ciecimiento indefinido dentro del mar'
.o .o"iopolítico del capitalismo, modelos de crecimiento
al capitalismo de Estado y a la política de
II. Crisis de Ia economía Política
las brganizacionés nacionales (desde hace poco: interna-
"¿uptu¿dt
cionalés). La crisis, vista baio ese-dngulo, sig-nifica que.la
1.Es hoy en día patente y pública, aun- cuando cui' ve la luz
dadosamente- disimulada y disfrazada por los interesa-
üriáií"¡¿n de ias relaciónes de producción
,\iI dia, se rev€la cotno tal. Lo que viene a significar que
dos: los economistas. el saber se reconstituye sobre nuevas bases' Y ya a tra-
Entraaformarpartedelacrisisgeneralexistentede vés de la crítica raücal de las ciencias existentes, de su
las ciencias llamadas sociales. La economía política ha ,l"ei-"oit;ibución a la reproducción de las relaciones de
fracasado tanto práctica como teóricamente, pero dicho producción...
fracaso permite ágr"gur algunos rasgos característicos a
la descripción de la crisis. 4. Esos fracasos de los economistas, contemplados
de cerca, indican aún mejor su significado' De hecho' los
2.Esta crisis difrere de la de la lingüística o de la
economistas han confundido la economla política en tan-
historia. La lingülstica ha jugado la baza de una oposi- ;;;;;úcia y la política económica en tanto que prác-
;¿;; ;;"tfot*áda en doepJv centro autoritario de los
95
94
tica, técnlca, actos de poder. Sus umodelizacionesu han cismo vacilante. Posee su cohesión práctica, si no su co-
sido destinaáas, cada vez rnás conscientemente, cada vez lrcrencia teórica.
con un refinamiento mejor ela-boracio, a servir el po-der
estatal, a definir su finalidad (aparente)' Así es corno han ó. La economfa polltica ha pretendido ser uciencia
asociado el productivisrno y la hipÓtesis del crecirnrento dc la producción> a partir del momento en que ya no se
índefinido cán h acción clel poder llarnado público (el de lirnitaba a meros cómputos, comprobaciones accidentales,
las fuerzas <legítimaso, noción aceptada sin crítica aigu- rlescripciones más o menos psicológicas (las necesidades,
na por parte dÉ ia mayoría de los osabiosu)" En este pla' las (propensiones>, las tendencias de los consumidores).
oo,-"1 dél gstado, de Ia productividad, del crecimienr<¡ in- Ahora bien, no podía constituirse en ciencia de la pro-
dehnido, la economía po1ítica supuestarnente científica ha
tlucción, pues las relaciones de producción son ajenas a
engendrado sus propiás contradicciones; por-ejemplo' la
su campo de acción, así como también las autorregula-
inóapacidad notbriá de elaborar un (modelo" que ga' ciones (espontáneas, ciegas) del sistema de producción ca-
rantizase el crecimiento independienterirente de la infla- pitalista.
ción y del paro que pudiesen producirse, que estableciese En este punto vuelve uno a encontrarse con la idea
tu po.iUináad dé un crecimiento (armónicoo dentro del directriz de Marx: el conocimiento científico de la socie-
rnur"o existente. Por añadidura, al crecimiento controla- dad existente coincide con la crítica de dicha sociedad,
áá y guru"tizado por el Estado, a la elaboración ideoló- con la refutación de sus ideologías, con el análisis cohe-
gica-cientinca del Lspíritu de organización y de acometi rcnte de sus contradicciones.
miento, corresponde un caos espacial cada vez más evi- Sin embargo, esta idea, hoy en día, no puede volver
áente á itttol"iuble. Los economistas no echaban sobre a enfocarse tal cual, puesto que existe una práctica de Ia
ese caos más que una ojeada superficial, dejando la mi' ¡troducción (que ha permitido a la uproduccióno capita-
Iista, a las .,empresas) alcanzar una eficacia real, domi-
sión de ordenarlo a otros especialistas: geógrafos, orga-
nando en cierta medida los efectos de los azares y de las
nizadores, etc. Así ha sido como modelizaciones y simula-
lluctuaciones). Por otra parte, la vulnerabilidad del ca-
ciones han desernbocado en una catástrofe'
pitalismo a escala mundial, a nivel de la rivalidad de
5. Al propio ti'empo, el empirismo económico su- los capitales entre sí, del papel desempeñado por el oro,
plantaba li oc]enciao. En el campo económico, tros estu- de la constitución de una tasa de interés medio plane-
áior ¿" mercado y de rnotivaciones han permitido domi- tario, sigue siendo importante y mal conocida, ¡incluso
cierta ,rr"áid", eI mercado. L-a pubtricidad ha per' por parte de los econ<¡mistas que se dicen marxistas !
,rur,
"., manipular las necesiclades. La prospectiva l'l p?'
."i,i¿o ¿Ciencia de la producción? Sí, si se quiere, pero ¿pro-
ducción de qué? La producción de las cosas (objetos, mer-
dido definir Ln horizonte, a carnbio de 1a aceptación de
caderías) empieza a ser conocida, pero, al propio tiempo,
determinados postulaclos (crecimiento indefinido' cono-
cimiento de lai necesidades, etc')' I-a investigación ope'
el concepto de cosa, de objeto, de producto, se va entur-
biando.
t""i"""f y la informática de gestión han perfeccionado
poo.*sos, limitando a un mínimo tanto los esfuerzos
"tot
como las aportaciones de los economistas'
7. La <<sectorialización> de lo económico, o, para ha-
Una práctica económica, inherente a la prrictica
social blar con mayor propiedad, de la práctica así constituida
(y quizti del socia' (mal unificada a través de una <ciencia, que no por ello
y pátitú" del capitalismo cle Estado
guisa a un cientifi' pretende ser menos coherente, lo que le imposibilita ad
í¡i*o de Estadoi se sustituye de esta
97
96
ucs 128 7
lo eue al esencial se refiere, las relaciones fijadas de pro-
mitir la fragmentación) resulta curiosa e interesante. Ha ,lucción más que rnodificándolas. La tesis de una pura
estallado ei sectores. Todo transcurre como si hubiese y simple "reduplicación", de una repetición pura y sim-
producciones diferentes: la agricultura, Ia producción de
ia industria pesada (acero, petróleo, etc'), la producción ¡rle de una simple acentuación de dichas relaciones a
llavés de la ideología y del constreñimiento, no corres-
de objetos únicos o raros, producto de una artesanÍa de
altos vuelos: los cohetes y los misiles, los prototipos de ¡rt.rnde a los hechos ni los explica. Existió un crecirniento
tlc las fuerzas productoras, a costa de la destrucción de
avión, etc., y, finalmente, la producción de objetos para
rrrra parte de dichas fuerzas (en cuanto a (naturaleza>> y
el coásumo. Lo que corresponde a la vez a una presión rlcbido a las guerras). EI capitalismo se ha extendido,
considerable del mercado mundial y a una desagregación
rrgenciándose lo que existía antes de su aparición en es-
de dicho mercado.
t cna: agricultura, suelo y subsuelo, bienes inmuebles y
del r calidades urbanas de origen histórico. Asimismo, se ha
8. ¿Acaso una creciente abstracción "objeto"
(operato-
ais-
cxtendido al construir sectores nuevos, comercializados,
Iado, dé los ..modelos, separados y conceptos
rios>>,no corre pareja con la aparición de un nuevo co14- irrdustrializados: los ocios, la cultura y el arte llamado
(uroderno), la urbanización. Entre esas extensiones, exis-
ir"'tá, el espació, ef conocirniento y Ia práctica .del espa-
tcn a la vez concordancias y divergencias, unidad no sin
cio (con uria dotle faceta: anulación de las distancias contradicciones (de nuevo cuño unas, y otras aún por
giá"iu, a la instantaneidad de la información -domina,
de los espacios surgir). Así pues, el capitalisrno no se ha mantenido mris
;iA t reproducción en eI pensamientoanulan: informá- t¡tte extendiéndose a la totalidad del espacio (rebasando
graciás a esos proceümientos que los
iica, cibernéticá, técnicas de las transmisiones y comu- con creces sus puntos de origen, de desarrollo, de pleni-
sn¿ nueva y trrd: las unidades de producción, las empresas, las firmas
nicaciones)? Lo que augura "dialectizaciónn
paradójica del saber y de lo <real))' rracionales y supranacionales).

3. Si así están las cosas, se podrá decir, ya se puede


La promoción de lo inmobiliario clccir del espacio (bien sea de un segmento, bien sea de
III. un conjunto espacial) lo que, de cada cosc producida,
flo "oni"rsión en bienes muebles del espacio
clecía y explicaba Marx: encierra y oculta, en tanto que
l. El análisis crítico de la reproduccién de las rela- r:osa, relaciones sociales. Ese paquete de azúcar no es
ciones á" ptod.,.ción muestra cómo el capitalismo con- tan sólo un paquete que tenga tal peso y que está desti-
;tg""- desde hace más de un siglo mantener sus rela- nado a endulzar ei café y el té; no es tan sólo una mate-
;i;;;. específrcas de producción' I-o.ha conseguido a pe' ria pagada con tal suma de dinero. Tanto el paquete como
sar de ,,r^, fru"uros a-escala estratégica; aun cuando paí- cl dinero que ha servido para pagarlo, implican relacio-
hayan sido apartados de las relaciones rres sociales, entre otras la relación
r"r de
"trabajo-capital", el
"","tos capitalistas (la URSS' China'
pt"¿"".i¿" Ctüa' etc')' la salario y la plusvalía, a la vez expresados, amagados, ena-
esos países sigue ma- .lcnados (cosificados) por las cosas, el dinero y la rnate-
iresiOn del mércado mundial sobre ria, la abstracción y el hecho práctico. Hoy en día, sucede
nifestándose.
otro tanto a través de la tendencia al mínimo espacio (ex-
en tanto que clase
2. El capitalismo y la burguesía'podido cepción hecha de aquel destinado a la perpetuación de la
mantener por (naturaleza> y, así y todo, el sentido de tal reservación
actuando a eicala estraiégica, no han
99
98
vendrla a confirmar, si se le examinase más detenidamen-
5. Así y todo, ese sector privilegiado tiene tal vez una
función esencial por desempeñar: la lucha en contra de
te, la apreciación anterior...). la tendencia a la baja de la utilidad media mercantil.
La construcción (tanto privada como pública) ha repor-
4. Durante mucho tiempo, lo cinmobiliario' no tuvo tado y sigue reportando, beneficios superiores a la me-
dentro del capitalismo más que una importancia menor. clia. La especulación no entra en ese cálculo, sino que
El suelo perténecla a los ultimos representantes de una se superpone a él; dentro de ella y por medio de ella,
clase vencida, los propietarios de bienes raíces, clase que, ¿r través de un vehículo espacio- el dinero produce
como tal, es de origán feudal. La construcción, rama de dinero. Lo que suscita, a-el
pesar de los riesgos, el entusias-
producción primero subordinada, casi artesana, revestía mo del capitalista, quien mucho quisiera ahorrarse esas
antaño menos im-portancia gue la producción de acero y cngorrosas exigencias: producir cosas, venderlas a pesar
de azúcar (pese i1 adagio: Cuando la construcción está de las dificultades.
en auge, toáo va bien).-Ahora bien, la situación de dicha La inversión en Io inmobiliario y en las construccio-
ru-a ha cambiado por completo, y no únicamente en los nes privadas v públicas (en la praducción del espacío) se
poderosos países ináustrializados. No basta con recordar, revela provechosísima debido a que esa producción con-
iara explicár ese hecho, los fenómenos generales de-urba' lleva aún, y todavía por mucho tiempo, una proporción
nización, la extensión siempre creciente de las ciudades, superior del capital variable con respecto al capí.tal cons-
los adelantos técnicos, etc. Hace falta explicar eI cómo y tante. Y ello a pesar de las considerables inversiones y de
el porqué el capitalismo ha tomado posesión del suelo, Ios adelantos técnicos. Las explanaciones y las obras de
dei esiacio; de ahí la tendencia de lo que rue otrora lo cimentación requieren una numerosa mano de obra (y,
.,inmo-biliarior, de ahora en adelante cotwertido en bienes especialmente, una mano de obra denominada (extranie-
muebles (construcciones, especulaciones), a convertirse en ¡¿n). De lo cual se desprende una utilidad superior y la
centro neurálgico dentro del capitalismo, por ser una in' formación de una masa de plusvalía, de la cual una parte
dustria t rr"va, menos sometida a trabas, saturaciones, di corresponde a las <<empresas>.
frcultades de toda índole que frenan el desarrollo de las En cuanto a las dificultades que provienen de la de-
antiguas industrias. Sin embargo, esa tendencia se ve masiado lenta obsolescencia de los productos (edificios,
obstáculizada. Lo uinmobiliarioo recibe un toque de eten' monumentos, .,infraestructuras>, carreteras, autopistas,
ción, es decir, se ve relegado a un rango subordinado, pasos elevados y aparcamientos etc.), es decir, la tenden-
dado que la afluencia de capitales a e-sa rama -así colno cia a Ia ralentización de las vueltas dadas al capital y los
los abusos especulativos- tiende a desajustar los meca' problemas de crédito, dan lugar a múltiples procedi
nismos reguladores más o menos espontáneos o controla' mientos de gran complejidad, que se gestionan entre lo,s
dos del cápitalismo. De tal suerte que lo uinmobiliariou (agentes> : propietarios, promotores, poderes públicos, co-
(producción y especulación) oscila entre una función su' lectividades locales, bancos y organismos de empréstito,
üordinada dé nuévo auge económico, una función de di' arquitectos, etc. Sin dejar totalmente de lado a los <<usua-
versión, una función dé regulación y una función domi' rios p. . .
nante, y eso, según los momentos coyuntylal.es, los paf'
t"t, Entia parte de la desigualdad genetal de
"i". "Tot-ut
de los crecimientos, de las situaciones eco
6. El espacio instrumentalista (asf es como los espe-
los sectores, cialistas lo llaman. Cl. Frangoise Choay, Connexions, Pa-
nómicas. ris, 1972, pp. 30 y ss.) es producto y manipulado como

u¡,},,i,*'
100
dil,i::,-'
r**ol*ü*
d"
tal por los tecnócratas, a nivel-de lo global' d"l,-Et11:'
ry. Hacia la economla política del espacio
<orde
de üt estrategias. Lleva el nombre burocrático de 1. La crftica de la economía política, en Mam, no se
iltó" del teiritoriou. No pasa de ser unasobre mera abstrac-
lo hittotico, c.uvas rui' limita a unas pocas observaciones despreciativas; los
;¿;. P"; un hdo, remite á e' incluso', a Ia .clásicos>, con Smith y Ricardo en primera fila, han in-
t" asienta, así como a la antropología
"ur tan sólo los intereses deno' tentado un análisis teórico (científico) de la ubaseo de la
orehistoria. Pero, por otro, sociedad burguesa; no han ido hasta el final de su inten-
los ban'
i;t,'uá;;;;tiuu¿át", los de los promotores vlodeapropian; to; sus sucesores han rebajado el nivel del pensamiento
f" una existencia práctica: se
hasta la apología de la sociedad existente, hasta la ideo-
""r,
áiüt,1"" tolo ellos, se sirven del.instrumento que eI Es-
"orifi"r"r,
logía disfrazada de ciencia.
iuJo'f"t proporciona; en su condición de amos del cota-
obstácu' Marx ha ido aun más lejos en dicha crítica. La eco-
;;;, d*d""t, d" los medios (a pesar de algunos
rnal lo.s teo- nomía política, tal como se constituye en el marco de la
im'¿" iipo institucional). Lo qqe explican que eluden de esta sociedad existente, reviste una honda significación. Si
,irunt", áel..espacio instiumentalista>,
referentes a Ia produc' existiese abundancia de bienes, no habría economía po-
;ü;;t";ü de interrogantes
lítica. Deseando ser estudio objetivo del consumo, o de
IiO.t a"l espacio y a sus contradicciones i'nternas-externas' las necesidades, incluso de la producción, la economía
¡,rt mismísimos upromotores> remiten a algo
política no es jamás análisis de la producción, pues eso
"t""ro,-los
-á, r U. técnicas, las fuerzás- productoras' de las que llevaría a los economistas a concebir las condiciones de
üsponen Y son amos ocasionales' la abundancia en otro tipo de sociedad. Según Marx,
los economistas son los hombres de la penuria; estudian
7. La lucha contra la obsolescencia demasiado lenta raridades (relativas, por supuesto): los .,bieneso. Contri'
las lrreltas
de los productos, contra la ralentización de buyen a la repartición de dicha penuria; su seudociencia
;;d;t a-l-capital,'"á"liu los riesgos de crédito inmobilia'
abarca un conocimiento concreto, que interesa los bie-
;;;;;áu^t,rgut a las prácticas y técnicas que
anteriormen'
esas prácti' nes raros, momentánea o duraderamente; es el conoci-
l" ,rr"rróionada-s. Es digno deporsubrayar
ejemplo hasta construc- miento, mal elaborado aun cuando útil, de las insuficien-
.ár p""¿"" Ilegar muy iejos, tanto las unas cias de la producción, de sus limitaciones. La economía
;i"";t y destrüccionei toialminte inútiles'
en el centro mismo es política en ese sentido, que permite a los hombres
;;;" Iás otras. Y esto, especialmente que en París)' de Estado repartir las penurias, de forma y manera que
de las ciudades (";Ñ;;t; York aun más dicha udistribución' se lleve a cabo al amparo de los anti-
se torna fre-
i;;;;;;rión en'bienes muebles del espacio los espacios pro' faces de la justicia, de la igualdad, de la libertad, e, in-
impulsa a la autodestrucción de cluso, de la fraternidad. De esta guisa, los economistas,
"J,i* " La inversión desencadenada- del capital no pu-e-
ducidos. voluntariamente o no, conscientemente o no, completan
il;;;r* ia ralentización y se ve abocada a buscar sin los efectos espontáneos y ciegos de la ley dei valor: la
O bien' compen'
tregua terrenos, territorios, nuevas zonas' repartición (en el espacio) de Ias fuerzas procluctoras
saciones. dicho' aún limitadas en el seno de la sociedad (burguesa, capi-
En este punto también, la estrategia o'- mejor talista). La gestión tiende aI crecimiento, pero bajo el
revelan como sien-
lut ilit"i"eiit á" la clase dbminante se control de la burguesía, disimulando las facetas negativas
do peligrosas, est;nd; Ilenas de riesgos' ,$ly::lt-.L"
momenta- de la situación, haciéndolas aparecer como positivas y
pátiUi""V el iuturo, sometiéndolos a intereses constructivas. De cualquier forma, los bienes abundantes
ireos, intereses a corto Plazo'
103
102
sin que aptas para su consumo. Muy cercanos estamos del mo-
no están supeditados a la economía: se les utiliza rnento en que el aire será fihrado encima de los núcleos
en el
Dosean ni valor a. t*Lq"" ni *valor" de utilización' de poblacién, alrededor de las ciudades. De hecho, ya
;;;;tJ;^;#;; á. la ialabra: el agua, el aire' ra tuz'
cxisie un producto industrial que es oel aire acondiciona-
el espacio. doo. Lo mismo ocurre con la luz. Esos bienes, cada día
obligados a producir'
2. Ahora bien, ¿qué ha sucedido de nuevo desde
los -Br" nos veremos mayormente proporciones, Ias fu'
que pase
fundamental de ür. fenómeno de incalculables
tieÁpos en que Uat" escribla su crítica turas raridades, es aún muy poco conocido. Fenómenos
política? ¿Qué ocurre hoy en día? Esto' en-
iu importantes, aun cuando superficiales (polución, deterio'
tre"ó"o*ía raros
otras -u"hua cosas: los bienes que otrora eran r.u.-iór, del .,entorn6o y de la naturaleza) ocultan modifica-
y los que eran abun-
i" *Ju"" cada vezmás abundantes éste un pro- ciones futuras aún de mayor alcance. Los uelementos>
dantes empiezan a escasear' No deja de ser pierden su naturaleza.
irreversible' El pan' que'
;;; "" mircha, pero poderoso y e
países po-
ár, nntopu y en iiertás épocas determinados
3. Los uelementos)), con sus envolturas espaciales,
;;;;;; ti*uolo áel alimento v de bien precioso.(".d1- cobran, pues, valor (de intercambio y de utilización)' En-
esa calidad'
nos eI pan nuestro J. tu¿u díaoj, ha perdido tran en los circuitos de los trueques: producción-reparti-
Los productos agrícolas' en los
o oráoi"¿ud: la raridad' ción-distribución. Forman parte de las riquezas del país
se vuelven abundantes o superabun'
;#;;;;;.üá;t, a veces y, consecuentemente, conciernen a la economía po-lítica'
á;;t* (es decir, en estado de superproducción' destruccio- lhoru bien, ya no se trata de la economía política cldsica,
iul""r",'u-""c", d""lutado : almacenamientos'
la que se oóupaba de los <productoso en el sentido ha-
a escala
*t-. átl.ndidas o no)' Esta situ,ación evidente de centenares bitual del término: cosas, mercaderías, objetos relacio'
mundial no aporta solución al sufrimiento
viven en los países nados con necesidades ficticias o reales. Las penurias de
á"-*itton". á" ,",", humanos quesufren de hambre en hoy en .día no se asemejan en nada a las raridades de
á""á*i""¿ás usubdesarrollados,; antaño, pues su origen y su Iugar en el espacio tienen
;;;;f;; humbres específi'cas-(proteínas' etc')' La es- mucha-riayor importancia de la que otrora tuvieron las
que explica la recon-
casez persiste en aquelloi países' Lo (materias primaso; al estar dichas nuevas penurias mu-
á;;¿" de un cieito número depolítica problemas que tienen
y que cho menos- localizadas, se sitúan en la totalidad del es-
relación directa con la economía "clásicau
Perroux' pacio, ese espacio que, por otra parte, está enteramente
;;;;t hallar en la notable obra de FranEois b"rrpáao pof lu reproducción de las relaciones de pro-
empie-
Simultáneamente, los bienes antaño abundantesEl agua, ducción.
zan aescasear. De iorma desigual,
por supuesto. - --Examinemos
es preciso racionarla; ahora ese espacio. Tomado de forma ab-
plt muchos lugáres' puede hablar de raridad? No, en abso-
1,,
":"Áplo.suoterráneas se van agotando' el manto freá- soluta, ¿acaso se
las reservas aparente- luto. Es-tá abierto por todas partes' Las técnicas permi-
ti"o tt:.; o bien igualmente, las aguas' inclusolugares del ten que.,se constrr-iyan todo cuanto apetezca, tanto en la
á""üi¡ilrt"gi¿u., i" lo"tu*ittutt' En
"preciso
algunos
,.rp"ifi.i" como en él fondo de los mares, en los desiertos
;i;;;d .s producir agua sometiendo a trata'
mar. En nuestras latitudes, el agua se
y ias montañas, incluso en los espacios interplanetarios.
ffi;;;i;ó;á" Las informaciones y datos acerca de no importa qué zona
;;;;; ripl¿u*""te en un producto industrial (asuas pueden concentrarse en cualquier punto don-
minerales, aguas de mesa) debido. a su:
ti:
iil"::i: J"i
"tpu.i"
naturales va no son de se instale una computadora programada para este me-
;ñ;;;;.*ionadas por los medios
105
104
por tanto, nuevas caracterlsticas; es,
cte espacio ofi'ece,
nester; y se podrá transportar adonde sea necesario el r la iez, (espontáneau de un proceso ciego,
u"átt v not*igón preóisos. No se observa verdadera tle origen hiitórico- y-resultado
mantenida, consentida, digamos
"f espaciá *át qt en ulugaresu bien definidos:
perrrrriá de a veces expresamente organizada. Se trata, pues,
il;;iltd;lá; " que-sigrlen manteniéndose
los ceitro.s
clcseadá,'contradicción
pasada y posi-
tle una entte la abundancia
núcleos históricamente iealizádos o se establecen ble por una parte, y la raridad efectiva, por otra. Esa
"o-lo,
en sus inmediaciones. quóda ajena a las relaciones sociales de
cont?adicciórrno
producción, aun menos a su reproducción, la cual impli-
de fácil so'
4. La cuestión de Ia centratización no esteóricamente' ca estrategias políticas. No se reduce a esas contradiccio'
lución. Para comprenderla, para resolverla nes oclásiias); es una contradicción del espacio.
;;tu"d;i"""ttit a un áétodo dialéctico llevado a un
(en- tiempos de Las contradicciones y conflictos en eL espacio (con
elevado que anterior:nente sus implicaciones tácticas y estratégicas) no han desapa-
"i""f--*¿t
ü"*1.-i" "o"¿"ou prematura yniega en suma burda de ese
recidoi ni muchísimo menos . Las contradicciones del es'
de es'
;A;d" más sutil qüe h lógica, a toda clase
(y.lo pacio los envuelven, los llevan hasta un grado superior,
oecialistas, que se creen sumamente competent€l- tos reproducen al mismo tiempo que los van ampliando'
más delicados
;;;,;;-;á""tu), el acceso a fenómenos que tienen.la De igual forma, la producción de las cosas en eI espacio
;; bt agobiantes y masivas cohesiones no há desaparecido, así como tampoco un cierto número
clstumbrJ de maneiar. es, pues, la centralización
¿Qué de problernas que plantea dicha producción (no ya la ra-
(urbana, social)? Una forma,la del reagrupamrento' cte Ia ridad de los bienes producidos, sino la gestión y la po-
iü"""i0", de la simultaneidad' ¿De oué?.De to,tti11":
reunirse' l-a rorma sesión de los medioi de producción); no obstante, las
llo iue puede agruparse, conjuntarse, cada nuevas producciones, las de los "elementos", incluidas
cada época
;;" ÑáL y aJu"it",,ui'"'producción
Así es como
ha suscitado
' (pro- como lo podremos ir viendo cada vez con mayor
;;;;;.í;; ;"da sistema de -tal
claridad- la del espacio propiamente dicho, envuelven y
á""iáál't" propia centraliiación : centro político'aspira comer'
amplían los problemas de la producción de las ucosas"'
.éligio.o,ltc. Actualmente, el centralismo a
"id,
ser total. Concentralu, tiqo"'us, el poder' los medios del
5. He aquí una contradicción sorprendente, digna de
(<cultura>'
pá¿"ti", f. información, lós conocimientos' la ,"rult". entie todas. El espacio es conocido, reconocido,
las centra'
etcétera. En una palabia: todo' No obstante' explorado, balizado, elaborado a escalas colosales, en tan-
lizaciones siempre han acabado pareciendo y desapare-
decir' to que conjunto que engloba la tierra y casi todo el siste'
bien sea por exceso, es PoI "tulltillói],
de hacerse con tal ma solar. I Su ,tátt haciendo cada vez más patentes las
"i""¿o,
Ct* ;¿" ;;, ¿"f"ito, por incapacidad posibilidades de ocuparlo, de- conv-ertirlo en bien mue'
bien sea,- finalmente' debido al asalto por ü1", d" colmarlo, de producírlo ! Afluyen 1a-s info'nacio-
""i"*""tó',
;;.r;.á; los excluido. q,.r" habían quedado relegados a
,r"r, misión sabémos es 1a de anular las distancias
il;;;;;"¡f¿¡"ut. Ahora bien' tal o cual de esos pro' "rryu y el
pueda producir tal o cual v á" a"r¿"ñar la materialidad dispersa en el espacio el
cesos no es óbice para que se ii"*po. Al propio tiempo, se- rarifica artificialmente
áitá, la Ro*u de la Antigüedad' r - ,r^^: ;;;;;ü con el hn de que uvalga" más caro; se ve frag'
":"*plo,
La tendencia actual en constituir <centrosterritorial de deci-
zona *átrtu¿o, pulverizado, putu su venta al por mayor y- al
sión> que quieren abarcarlo todo en una detall. Es terreno abonado para las segregaciones' Las
tendencia esencial es la que suscita la ra-
restringida, esa penuria .i"""iut parcelarias lo desmiembran (y, ante todo, la eco-
tia.¿ J"l "spu"io en el territorio en cuestión' La
t07
106
sociologÍa' la La ocomparabilidad, indispensable ha sido alcanzada
nomía política, pero también la historia' la
a hallar la unidad más a través dela producción de ucélulas> prácticamente i¡-
demografía) y no se pu"de volver
montajes interdisciplinarios' tercambiables. En un punto límite, 1o son. <Al pasar cte
ñ;';;;;ár' i"- uuótiosos jamás' dado que un alojamiento a otro, siempre tiene uno la impresión de
ólt":"t ai"no, t.o se vuelve a recobrar <recentrarseo más que ha[aró en su propia casa' (comentario de un (usuario))'
las ciencias parcelarias no pueden
programa, a su La teorla y la pueita en práctica de los <módulosu permi-
a costa de modifrcaciones aportadas a su
ten repetir indefinidamente la célula tomada como <mG'
metodología, a su ePistemología'
Es en ti lut que se desenvuelve el delou.ia independencia de los volúmenes con respecto aI
"rru, "orrii"io""'
p.ot"ro anteriormente mencionado: "lo inmobiliarioo y suelo original ha sido literalmente "producida> a través
secundarios y de la conitrucción sobre zampas y pilares (Le Corbusier)'
la <.construccióno clejan de ser, circuitos para Pero, aI propio tiempo, se da al volumen el mismo trato
tl*"t """:as del capiialismo industrial iev financiero' que a una superficie, como un apilamiento de "planosn,
pasar a un primet iü1o' Aun cuando forma desigual
(lo que tiene relacrátt'áit"ttu con la gran e incorrmovible sin tener en cuenta para nada el tiempo' Las "necesida-
desarrollo.desiguai)' deso, de las que se habla mucho, tienen que pasar baJo
i;;,=h*i; ¿onocida, de
presen- ese yugo del espacio; de hecho, son sus productos en se-
La conversión en bienes muebles del espacio
grrtráo grado, mucho más que sus razones de ser' La <cam-
ta exigencias muy severas. Se inicia con elalsuelo'
que'
como primera prouid""cia, se debe sustraer
influjo de Éiabiti[ad, y sus constreñimientos no interesan única-
de bienes raíces tradicionales' No sin mente las superficies y los volúmenes edificados, sino tam-
i;;^;;;;;ios conversión en bién los reürridos. Todo eilo se justifica a través del
dificultades concesiones (las rentas)' La
y
totalidad del espa- plano y del dibujo, a través de una supuesta "síntesis
bienes muebles se extiende luego a la y de las
cio. Este debe recibi, "" valoi de intercambio
(incluso iráfrcai, del cuerpó y del movimiento, del espacio
con respecto a áctividades ("f . Á. de Villanova, en <Espaces et $ociétés"'
ápto*i*uao, incluso si los precios varían implica y-supo-
iJ, "uuf"t"r";. lho.u bten, él intercambio de un lugar' núm. 3, p. Zbá). Esos grafrsmos familiares para los arqui-
tectos y-urbanistas (planos, cortes, alzados, dibujos, -re-
n" ¡ntir"o*b¡oAil¡dod. La ..cambiabilidad" cantidad de preseniaciones visualés animadas con siluetas y figurillas'
que hace d" ei .tnJmá'"u""iu análoga a una
a otros luga- intervienen en tanto que reductores de Ia realidad
azicar o de acero, exige que sea comparable
res, e, incluso, u toáoJ loi l"gutes de- mismas característi- qn" pt"t""den representar, y que lo es, po¡ d9pás'
"tc...)
Éf de iniercamblo] Mut* lo ha demostrado
en áer qtt" una imagen del osistema' de vida, admitido y'
"átl ""ror en dinero' En- po, impuesto, en eI habítcf (complejos 9e torrecitas
el caso de los productos-cosas, se €xpresa la concatena- "rid", o edificaciones ttcolmena> nortnales' es decir'
'modestaé,
en
;;;;t, cada lrrgar intercambiable figura no pudiendo los.pre- normalizádas). Los volúmenes son tratados de una forma
¿L la oferia y de la demanda'
"iJ" (coste de producción'' que reduce el espacio a la superficie de suelo que se po-
;;;;;;.i"r toda íelación con el social (medio) nece- r"", á tit"lo de iropiedad privada, a pesar. de los esfuer-
;á":"i;, con los tl"ápot de trabajo marxista' zos llevados a cabo para establecer un distingo entre am-
sario, para expre'utttót según la terminología por
otras oDeraciones' espe- bos. Las supuestas ioluciones de ordenación hacen'
il""'"'t u"rdaá que intervienen
putu los precios de tanto, exteniivas a los lugares, a las personas, a las nece-
cialmente t"
"rp.J,it*iá", -distanciar(la del valor'- la sidadls, los constreñimientos de la ucambiabilidad"' pre'
los valores, tutr"a-,*J-ñ$ de las leyes
apetencia' para ha- sentados como constreñimientos técnicos, y, a veces, como
de ula oferta v l"'iáá"á;; ; la de tá
términos no marxistas)' exigencias de la moralidad pública. Lo económico siem-
blu,
"r, 109
108

ll
La teoría según Ia cual el intercambio suplanta ia uti-
pre ha tenido una vinculación con el orden moral' La lización hasta absorberla no se basa más que sobre ei
intercambiabilidad acaÍrea, pues, una severa cuantifica- cxamen de un sector muy reducido de la producción, ia
ción, que se extiende en los entornos deL habitat (espacios clc objetos para el consumo (sobre todo los coches y los
inteimed.iarios, recorridos, bienes de equipo,- "medio am- rnuebles, así como también en menor medida, la vestimen-
bienteo). Las peculiaridades llamadas naturales desapare- ta y la alimentación) en los que los signos y significacio-
cen en medio de la homogeneización: los lugares, pero nes han ido adquiriendo una importancia cada vez más
también los cuerpos y la realidad física de los uusuariosu' acrecentada. ¿Signos de qué? De prestigio, de situación
iLa cuantificaciSn, áput".tt"*ente técnica, es, de hecho' social, de diferencias en el seno de la sociedad burguesa.
financiera ! ¿Signos para quién? Para la fracción de las clases me-
clias, denominadas superiores, que practica el consumo
6. ¿Acaso iría a desaparecet el valor de utilización? ostentativo, que gusta de admirarse y de hacerse admirar,
Esa homogeneización de los fragmentos dispersos y co- que cree imitar a Ia alta burguesía y que es imitada por
mercializaáos del espacio ¿acaso supondría la prioridad parte de las clases menos oacomodadasr'. Esos estratos
absoluta del intercambio y del valor de intercambio? ¿Aca- poseen una influencia y una realidad socio-económicas in-
so éste quedaría reducidó a signos de prestigio y de,stan- cuestionables, pero el estudio de sus costumbres y de sus
ding, diierencias internas del sistema, superpuestT hu:l1 instituciones específicas no puede generalizarse más que
absórberlas, a los ..valores,, producidos por la venta, a Ios en nombre de un espíritu de sistema que va más allá del
costes de pioducción? No. El adquisidor de espacio sigue conocimiento. A resultas del estudio de un sector, Jean
comprandó valor de utilización. No tan sólo compra un Baudrillard (cf , Pour une critique de l'économie politique
luol,-r?nen habitable (más o menos), convertible y conmuta- du signe, Gallimard, lg72,recopilación de artículos pubii-
ble con otros, y únicamente marcado semiológicamente cados con anterioridad) llega a conclusiones de tipo ge-
;;; i; ptopujuttda publicitaria o por El
los signos visibles
adquisidor es com- neral, según el procedimiento de los sistemas (reducción-
ie una-deierminadi ..distinciónu.
extrapolación). Procedimiento gue, por añaüdura, propo-
;;"d"; de una distancia,la (de comercio, de ocio'a di-
que une su alojamiento.
ne sustituir una lógica (social o de cualquier otro tipo) al
ierentes lugares z los centoi de
pensamiento dialéctico, liquidando éste. Salta a la vista
de'trabajo, de decisión). Esas distancias hacen
que los demás sectores, especialmente la producción de
que tal o cual lugar sea, más o menos atrayente; pero no
",ttt.t.u,
la industria pesada y la de los "objetos> de tipo superior
es exactamente esa.deseabilidad> o atractivo (que
permi'
(cohetes, misiles, etc...) no entran dentro de dicha racio'
tiría introducir aquí imágenes psicológicas-, "marginalis' nalización. La mismo sucede con la economía política del
mosu) 1o que desámpeña el papel principal' El consumo espacio. Con respecto a ésta, la (economía política del
áLi-"ápu"ió difiere dé1 consumo de-lus cosas, no tan sólo signor, cuando se guiere considerar como general y dog'
pot .,, dimensión y cantidad,- sino también por caracte- mática, no presenta más que una desviación. Apenas me-
ies específicos. De hecho, el tiempo entra ahora en esce' nos gravosa gue la plomífera sistematización intentada
u"^" cuando el espacio a la par programado y fragmen' por la escuela estructural-funcional-marxista (L. Althus'
"u, tienda a eliminárlo. Se compra un horario' es decir' a
ááo y un ser) acerca del usistema de producciónrr, zanjado por me-
li i.z un ahorro de tiempo (distancia corta o larga) quie' diación suya. No existe más que una clase de lógica, la
ptu""t. El espacio envuelve el tiempo' Por mucho,que lógica formal. La "lógica de clase" no existe; no hay más
ia omitirse Este, no se deja domeñar' A través del espacio' que estrategias, llevadas a la práctica con más o menos
i; il; ; ptodú"" y reproduce es un tiempo social'
111
110
lr
I

'l,rl
larquizados: ventajas, capacidad de poderío y de relacio-
rigor y fortuna. Los signos del , ! -para "q"ili
espacio
nes con el poder, ámbitos y lugares más o menos presti-
Uát üi"" la fórrrula--el espacio de-los signos'
"o :91
I"tlbb::?,tillb-t" giosos. No por ello dicho valor va a desaparecer. Nuevas
rnás que el aspecto pi"tot"t"i -visible, y cte realloacres contradicciones surgerr: entre centralización y periferia.
bleu, lor tanto risible- de operaciones [ntre lo que está en estrecha relación con un poder y lo
muchó más dilatadas Y dramáticas' (lue se escapa al influjo de éste, entre los azares de la uti-
se vuelven
Valor de intercamUi" y uutot de utilización que ya no lización y las necesidades del intercambio, etc... Y todo
a encontrar dentro de una relación dialéctica cllo, dentro del marco controlable y controlado de la pe-
;"i;;id. con la relación de oposición polar "clásicao ana'
por Marx en rruria de espacio, en parte ficticia. Si bien la extensión y
ú;;;;";s*itrt v Ricardo, v, sobre todo' relación se torna la raridad del espacio pueden figurar en el seno de una
i* ptiL"tas páginas de Et Capital',La en el es- rnisma estrategia, también es posible que puedan entrar
;r:;pleja, tós áL. potor del dll valor se sitúan
cn conflicto entre sí.
pacio. La forma la centro y de su correlati-
í;:iln"lir".i', "tpá"iáf,
¿d;p;l".un papel' La referencia al tra'
de producción' 7. La economía política del espacio es, de hecho, una
;;i;;;i;l i*á¿i.1,-"i decir,. a- lós razón costes
del carácter cconomía que implica una política, a saber, una estrate-
persiste pero va pétai"ttao iigid"t-"t' gia o varias estrategias. No se halla aún más que en sus
de qu9 el volumen
especulativo que pioui"tt" del hecho
inicios tanto teóricos como prácticos; pero la práctica,
construido ,iglr" uitt""iuáo ut suelo' el cual depende de
competitivo ya no basta aquí como en otros muchos sitios y cosas, se adelanta
un <propietario>. El elemento(valor-es' (a la de a la teoría. Nada más normal que esto: así es como la teo-
para ajustar Ios p*"i"t fos "verdad ría y los conceptos posen un contenido y se verifican a sí
" su haya
io, pté"iotu) sin que por ello del suelo' por ende' del
efi'cacia desapare-
mismos (¡es decir, que legitiman su contenido y su alcan-
cido por compt"tol}l-monopolio monopoli- ce crítico !).
espacio, suma t"t;l;;;; a i"s det capitalismo Dicha economía política del espacio se distingue aún
,ido, "tt tn condición de tal'
se mal críticos incluidos- de .,la economía ur-
Lo que ." pugu, tanto ventajas como desventajas' bana".-conceptos
Ésta no representa más que un caso de la econo-
refiere a las rentís lJe sit"acián' de equipamien':J ^17
d:l t:."1:' mía clásica y de la política económica tradicional. Estudia,
;;;il J"p""¿u" a"l"t'"io v de. ia. propiedad.
el precio del suelo' ni con su ln- sabido es, diversas cuestiones cuyos lazos de unión esca-
;;;;üinciden ni con Por añadidu- pan a su control: costes, transportes, bienes de equipo,
terés, ni con int"tZs á"t "ápit"t prestador' ctc... Esfudios a menudo objetivos y válidos, pero que no
"t
;;,; "iiritu"i¿" ¿"iuott *"n adqulrido puede' v"ij-"^il: Iogran traspasar el umbral que separa una ciencia en
monetaria estricta' cargarse de
;iift;-i;-"uuttifi"ución tal guisa que el pleno retroceso de un conocimiento renovado de continuo.
tig"rn""*.""t d" i;á;; semántico' Decon respecto a los La economía política del espacio parece expresándolo con
espacio se torna insignificante
á"Iü"át "imbolos";;;¿;
las preocupaciones que son de rigor, destinada a desarro.
y simbolismos. .(naturales' estéticos' re' llarse. ¿Permitirá intervenir? ¿Proporcionará acaso con-
(superobjeto) con
ligiosos o morales)', y- iip"rttgnit'icante ceptos ooperatoriosn? Con toda seguridad. Lo que hace do-
semiológicos de los obje-
;'5i;;;."i'i".-""éi';t aspectosproducidos extensión ble el interrogante ya presente y acuciante: <¿para quién
;;;: El t""tido de iot "tp*l"S tel espacio- -la es a la vez y por qué?r, en otras palabras, la cuestión del poder.
á"1 a iá-to'uu¿ud Cae por su propio peso (¿acaso es necesario insistir
""piürismo
;;td;;;;; ó" el "supersignificanteu' El
"rtr, je' una vez más sobre ese extremo?) que esa economía políti-
u"aUu por definirse en términos
"rnurotlih".
valor de utilización
,fJ..t'i 1,1rr'-',
113
ll2 ..i!;:,,.i, ,'l
$jíÍ :¡.r,;^;,r,,, -.a.-
r, ¡r-'A
I ¡¡cs 128 8
it
l,'l I
teórica y- crítica de 8. El concepto de composición orgánica del cap¡¿"1
ca del espacio, en tanto que expresió¡ (proporción de capital variable y de capital constante) u.
il;tu.if,;io"iur de la.sociedad existente
"imutó uno de los rnás importantes y de los peor conocidos ¿"¡
"r,
(relaciones a" prod"c"ión capitalistas) no anula.}u p{o-
consumo (durade- ¡rcnsamiento marxista, La teorfa de una cornposició\ de-
ducción c1e los bi";á;;;minadot de se re' :;igua! de los capitales, de una composición nrcdia, de rrna
r.r á ni los problemas inherentes' E' inclusive' tcndencia al acrecentamiento de la composición, hace p¿._
fiere a"tl,
esos probl"t*; uftora bien'.tiende
a desplazar
á, m"¡ot dicho' a mostrar los tc de las teorías y de las leyes tendenciosas descubie¡1u,
las cuestion", "r"o.lut"t,'llevan
-á-ititozo*¡entos ¡ror Marx.
gue se a cabo efectivamente en
habitua- La economía política del espacio contempla dicha 196_
la práctica, con los procedimientos y resultados
de personas' ría en su doble faceta: a escala local, a escala planetq¡i¿
i"t:';';;ü¿r,-s*bstiiuciones de . agentes v (la del mercado mundial). A nivel local, al igual que 1q¿.
de t"tpo".utilidades, usurpaciones de com-
transferencias industria, la de la construcción --€n el amplio sentidq ¿"
ü; ;';.ü * i:':Í ** ?*:' $i T l5i1l;'"'tT?lT: ::. la palabra, no únicamente la construcción de edificios,
nes Y estrateglas o sino también de las oinfraestructuras>: can'eteras, auto-
sión y de la gestió;- il losmedios de producción sigue
pistas, aeródromos, etc...- ha aumentado considerq[1.-
incólume, urrr, d"tplt"udo hacia la producción'
que agranda el mente la composición orgánica de su capital. Otro tq¡16
la gestión, tu orgut^i^'l"ionáef espacio' Lo
"rrá,tdo-
términos más sucede con la agricultura. Sin embargo, las inversio¡sg
problema en vez á" t"toft"tto' bi"ho en
en vez de masivas y la introducción de técnicas modernas no ¡an
adecuados, ¡to qrr" umplía las contradicciones' llevado a esa industria hasta el rango de las industria5 ¿"
eliminarlas ! prirnera fila. Ya sabemos que la mano de obra sigue q.r-
pes.o el que- la economía
Cae igualmente por su propio servando una gran importancia (capital variable enorrne.
la crítica
política del espacio:;;;f nrutig téorico' implica trabajos de explanación, utilización de mano de obr¿
de la realidua
por los conceptos' gleva-
af ig"át que- el El Capital deespacio'
"*ptltio,-captada Marx' tranjera). De ahí la producción masiva de plusvalÍa y"*- el
da a nivel teórico. en el efecto considerable ya comprobado: en contra de la l¿¡¿
a" cosas
análisis crítico ¿" fu pto?""ió" las
(tendenciosa) de la tasa de interés. Lo que otorga a dicüa
elaborados por Marx
;;;;;;i; rro ¿"rnuJ" io, "orr""ptosvalor de intercambio)' producción un carácter específico y una entidad espeqi¿1.
(tal como: valor i" "irrütú; t transfirién- cn comparación con la producción agrícola ¡t la de lo,
así como tampoco t" *Lto¿o; los
transforma'
a-otro nivel' Para Marx' el demás sectores anteriormente mencionados (economí¿ ¡o-
clolos a una más uÁpUu-"'"ala' lítica de los productos industriales pesadu .,,
de una realidad'
poner el acento ttü;;i;t;;;;"áicciones un -industria
de medios cle producción- producción de los bienes dL
constituvenclo
í*"" "^ rig"in""t ;;;L "rítica -si.g"," La crítica interna consumo, etc...).
ente interno dentrJ de dicha realidad' filantrópica o Sin embargo, hay algo aun más importante. La noq¡ó¡
no tiene nada de ."tu "tlli"u moralizadora' de composición (orgánica) media del capital no concie¡-¡s
lado a los "hombresu)'
humanística (incluso*ti;; d"t;¡e científico; únicamente las empresas, las ramas de industria tor¡¿¿^"
Está en estrecha t;i";ió" t;n el cono"imiento
por separado. Se extiende a las regiones, a los países y o
y únicamente
la ciencia que quiei" ser "posititlu comprobación"positi- las naci.ones. Aun cuando en contadísimas ocasione5- u"
vao, excluy"r,ao de la Stttél;
"r,'pt;;""i';
la coherencia y de la lógica' el repare en ella en tanto que criterio del "desarrolloo y ¿"1
tica y de lo constut'i",-4"
ciencia se car' osubdesarrolloo, no cabe la menor duda de Qu€ es ssn
alcance crítico v ¿i"iJáti"o del saber'.dicha noción la que proporciona de ella las características ¡16,
tal'
s" d;ia""logía no conocida como
115
114
situado- tiene un carácter inmediato. A nivel global, por
lanto estratégico y político, el espacio tiene una utilización
pertinenteS.Enefect<¡,rinc1ecuentasirnultáneamentedel
-pro""so(tendencia iJi¡e;lal acrecentamiento de la com- inmediata, dlrectá (beneficios) e indirectas (estrategias).
A ese nivel, a esa escala, las estrategias polític-as se sirven
;;",;;tó"'',sáT:,?-{"tiÍ'i::Z':':f:{:!?ff
tación' P"t""11:1:1", l:l""iffiüllse' <lel espacio por partida doble: utilizan todos los recursos
uricoso y se despliegan por todos los es-
d" composiciór, *"¿iu desigual' ,lc los
"rpuóio,
i1':ni"f 'l?';;). e capitales
^

*f iu' t'u"'terencias ddesempeñan ¡lacios existentes.


a otro' Las diferencias económicas en las composiciones de
(de plusvalía) de ot'noá ? t'" t::ltoi los capitales se ven abocadas a soportar diferencias am-
pup"f constante a escala mundral'
(cf H'Le' plificaclas. Es decir, contradicciones a nivel de las estra-
"" Sin que uuyu*u'-u '"tá"'i¿"tuT'"'t" análisis
oarte)' que abar- t"giut. El mercado mundial, que no se reduce al de las
d'':t;';;;;;1isÁe' rrtima
febvre, Au-tleld' áctualidad' i*:; ¡n"r.urr.íu, v de las cosas y objetos, que abarca el de los
ca las cuestiones -á""tu'lu' !19 Tuyot- de dicho concepto: capitales e, incluso, nosee en éste su principal comoonen-
nros subraru' unt'i'i^- "-tp"i¡oUao¿l 'Ia
No corresponde a un el9: te, el mercado munclial adguiere una existencia concreta'
composició, o'ga);; media'
modo del "valoro (de .n cuanto la econornía política del espacio pone de -uT:
extracspaciai, abstracto.a
rnento
y a" ináicá*Uio¡' sino. a una localización'
"las'relaciones'
En liesto sus disnositivos sobre la superficie terrestre. El
utilización confrontacioncs' mercado rnunclial ocupa el espacio v se reparte en espa'
ei mercado *""oi]i''1" a esa cscala' cios bien determinadoi. Sn teoría entra a formar parte de
pcrecuacio,'"' qtl"^I" fá'*u" o se desarrolian
-inv
i'irmJi#i*'urJ'tl,:T^:10:ig";:J::i3tT
-oigánica la economía política del esPacio.
j.sibles,¿if
lnvlslDles' u'ru¡''vr,*v rnedia pt"p:^1:l':
v apremiantes, la cc otTti¿" unas
ii "tt"ul"::T:t una comparaclon 10. Esa teorla reconsidera a un nivel diferente
iru él hito, tu ."r"'"ttiI' del ca- clistiriciones ya conocidas: centros y periferias, significa-
la composición orgánica
con los Estados r¡"1-á*' o.'ic América Latina es ciones v no significaciones. Las cosas y nroductos estu-
oital en tal o cual ;;;'d" Aflcá ! Las relaciones entre diados por la economía clásica cobran distancia v abs-
taja. ¡De ahí, "t Jilti'obl"rnut concretrzan de esta tracción con respecto al esoacio así determinado al con'
sectores y países t;;;;l;i"3:'^1.::, espacia'fi;Lil:3;:i:llT creto espacial. Las categorías económicas vuelven a co-
suerte en tanto q.," i"la"iónes ccc brar entonces, en gran medida' el carácter concreto del
del cs'pacio
clo cl espacio geográhco ^i"' nue disfmtaron .tttuño, cuando se vinculaban con las
io p o t it i. o, : I l:i
" ; i" osocio-político''
;
-De;;;.1i'
esta 3
gutsa'
t
¡, 3 ?"."'.',';::
t :;;: 4 f.t"ttut desnlesadas en la historia con la ciudad' la plaza
su diniensión' A esas alturas' er del mercado, el mercado central v el camparario' Ese con-
del espacio "ou'u'óáa se torna político' cepto, el de concreto espacial, suvera el del espacio
geo'
t¡alor de utilización"¿"f ltputio métri'co, el de espacio t}sual. el de espacio esoecializ.ado
de un cam- (económico; geográfico, etc..'). Pero a ese nivel,las oposi-
g.Se trata, pues' con el cambio-de escala'
J;l"i;;i' tiemPo
J .iarr"* revelan las contradicciones que entrañan v tlisimu-
bio cualitativo..A
se hace con un
":ryll',:ff
cot: T #tJiTil i.l^ ii"i"*ambio.utili zación, centro_neriferia, y,totalidad-
:;;;;;i;" quizá:
¿"'"ütiuit;;? d"Ttna un espacio
se
desmenuzamiento, homogeneidad-diferencia,
netario, el poder
h
.
uo"o' p o derí o " i"" J' *'"á*
"
-u:::9;
y placeres' rano ii;i3.il|'á # producción-autodestrucción)'

"rt"if"."t -horario
* Repartición equitativa' (N' del T')
tL7

116
con ninguno de V. La producción del espacio
11. El espacio concreto no coincide cabo el analista'
Ios recortes o divisiJi"t
q"" él lleva a
1. No es exacto que se tenga que escoger entre la
"" sucesivos'
de niveles
se concibe como "tt ""uoluimiento reconducción pura y simple de todos los conceptos mar-
las unidades de producción
En el nivei elemetttuf iÁi"to)' xistas y su abandono puro y simple (alternativa propues-
su importancia' {n el
v las áreas de consumo conservan pllT- ta por los dogmáticos, de entre los cuales destaca Paul
;'á, #;;1, h;t;i*"i"udo mundial (el espacio países (ca- Matick en su libro recientemente traducido: Marx et
tario) con sus co-pon"ntes m.a1¡róimos' los
-"o*posición Keynes). El rnarxismo no constituye un bloque homogé-
orgánica del capital)'
racterizados por "-tu neo. No más que el hegelianismo.
il;;;;;;r-"iu"r"t, tlitiutt las ciudades v las grandes ¿Acaso se debe escoger entre una noción de miras es-
zonas urbanas.
'" trechas y mezquina precisión tal como la producción (pro-
'"'T;;l;; como las zonas urbanas desempe- ducir toneladas de acero) y una noción amplia pero inde-
todo punto
ñ." #;tñ "i,'dud"'
iudu u"' más importante desde
Considera- cisa (producir signos, lenggaje, ideología)? No. De igual
de vista, y sus prool"Áu' '" "oé1u""-"t*nciales'para esLirnu- forma, ¿acaso se debe optar por un concepto riguroso,
productoras'
dos con respecro t^i*-}""ttas pero limitativo del trabajo (el trabajo mannil, eI trabajo
los espacios urbanos revisten una
ffi* ; páiu rt""urlas, puede hacerse ex- productor de cosas, de plusvalía, etc.) o por un concepto
importanciu d"ci'iua'-ista observación o seudoconcepto mal definido (el trabajo intelectual, el
i""tiuu a los problemas políticos', en los Estados Unidos son
trabajo ideológico, el trabajo político)? Tampoco. Final-
Las dificultu¿"tlt"p"*ntes
^"t' mente, no es real que cada uno de nosotros tenga que
múltiples; proui"t"" g'u"- parte de las ciudades: in- optar por el conservadurismo o por el ..revolucionaris-
cotidiana insoporta-
controlabler, iogoú"tttablás, de vida mo". (¡Todo o nada ! ¡Todo y de inmediato !) ¿Ha muer-
convertido en la con-
ble. o ¡ Salvar h. ;i"d;des !o se ha to Marx? Pues, ¡viva Marx!...
;t;;; ñiiil¡ ;" ú n"" cadu ilq"en Bala,cada día más los dos
partidos uno. de ellos pretendiendo 2. La exposición de las razones que motivan una
"rrt.",,tuáot, estrategia para conseguirlo' Los
ár"rt* f*-Á"dio!l'la (economía política del espacio> viene a formar parte de
toda seguridad'
problemas ,,o ,""i"i'o; 6;;i;ti;'' "ot'las relaciones de una teoría más amplia: la de la producción del espacio.
en
en eI marco ,o"'uil iorli"o u"t"ul: Puntualicemos: "producción del espacio,r, y no de tal o
sobre el conjunto de la
produción cual objeto, de tal o cual cosa en el espacio. El análisis
iociedad, ¿"gtuauJil; i" it vida cívica v social' de
""i,teniá¡-repercuten o exposición de dicha producción difiere radicalmente de
y.de ias tasas 'tenden-
creci-
cia a la baja de h ;;dJividadpóderes políticos siguen los estudios que pululan, que se las dan de ser <ciencia
miento, cuando, áJ ftJo' los del espacio> y que, consecuenternente, no conciernen más
apuntando . h ;;4;ié"
ináefi¡ida del crecimiento' que representaciones del espacio (incluidas en ellas las
ante t9t E:li1:t
Si Europa pJ';;ü"er mejor-papel de años' ¿acaso representaciones matemáticas) o fragmentaciones del es-
uniáo, J"f-que hacía hace unas.decenas pacio (el espacio institucional, el espacio de esto o de
estado (relativamente) de sus
no sería debido ñ;;;r"r aquello, incluido el uespacio epistemológicoo). La teoría
ciudades, I" ¿;;;;i;;il en .eipacio'
el ¿^"
J1' fue13s de la producción del espacio puede utilizar esos estudios
productora, " V *ááiot de producción' en definitilat a una divisorios y divididos, eü€ tan pronto tienden hacia el
Lo que
f,"I;ffi; óritüf";u
¿"i-Ltpu"io' más halaeüeña?
uiguttu zafarse de las consecuen'
empirismo, como hlcja la abstracción; de igual forma, Ia
;;ñ;i;;;" economía política del espacio puede recurrir a Ia econo-
.1"J d; h ley de desarrollo desigua^'
;l 119
118

;l
la línea sin olvidarse de Dios v el Diablo,
cle horizonte,
general' etc"' siem-
mía urbana, a la geografía regional-o del Hombre, de Ia Ciurlad ¡r la Historia, del Padre v la
;;" ;-;""áo ." ias inodifiqtt" fun-ción de un cambio
^centro'
"tt se ha dicho
Familia, etc.). Hacia 192A, ernpieza la búsqueda de un
"J""":";;;, ."bt"-i"á;, de Tal como
nuevo referencial: Io .surrealr:, el lenguaje, el puro sa-
concebir,una antropología del
va anteriormente, se f""a" ber, el nartido nolítico...
#tffi^¿;;;i;;i'o), una sociología del espacio (v Sirnultáneamente, surgen clos escalas: el Bauhaus en
á"f ii"*üo), una arqueologia' una historia del espacio
consabidas reser- Alemania, v la escuela arquitectónica en la Rusia soviética
uso' con las
;;"i'tü;'á, etc., haci"ttdo de la sociología' como dos hombres prácticamente únicos en su gé-
i;;;l;*Jtá¿.t de la antropología' -así
nero: Le Corbusier v F. Ll. Wright- columbran Ia pro'
sobre el cam-
de la historia. Conviene ahora hacér hincapié r]ucción del esnacio. Secrrndados por artistas (Kandinski,
centro de la
bio de escala y ,oU.*-"i desplazamiento del cJ' Hall: Klee), ellos mismos artistas v filósofos. los teorizantes del
r"i-"ió". Ci"Ut" tu ^"ttopológía del e-spacio' de E'I' esas (ols- Bauhaus van más allá que los demás. Conciben Ia idea de
L,a dimension cachéc, pp' 129 y ss')
Ninruna
vocabulario fre- aue los obietos (arquitectónicos, urbanísticos, pero tam-
ciplinas,,, ateniénÁ"n#ui á"áugradablá bién ornuebles") no nueden va ser producidos aislada-
a enmascarar
;;;¿*;"te utilizado, tiene derecho alguno mente, siendo el conjunto el resultado de un encuentro
la exigencia
-* más arnPlia'
-ia"producción azaroso, cuando más. de una cuestión de gusto. Cada
á"1 tiende hov en dja a dome'
"tputio las relacio- .obietoo (monlrmento o edificio, mueble o inmueble)
ñar la práctica social, sin conseguirlo' dadas correspon- debe ser percibido en su totalidad, en el seno del espacio,
Está en estrecha
;;; á; producción existentes' productoras. supone la uti- clando vueltas en torno suvo. captando detenidamente to-
;;;"i; a nivel de las fuerzas
y de las técnicas exis- dos sus aspectos. Lo cual exige que el mismísimo espacio
lf"""iá" ¿.las fuerzas producloras capaces deinterve- sea percibido y concebido, captado v ensendrado como
l"rrt"r, la iniciativa cle grupos_ o-clases de individuos si dé un todo se tratase. Los niveles v dimensiones del
;;;; ;icula, ie"urñi""t la intervención espacio, desde 1o global hasta lo más local (lo mueble)
a .di,cha escala' actuando
capaces ¿" portado- quedan suneditados a una concepción unitaria y una mis-
"orr."üi,-obj"ti't'ot
dentro de un -u."o tá"'tit""ional determinado'
y de rep'resentaciones' ma actividad productora. Gropius y Mies van der Rohe
,"r, i"""ituUlemente, de ideologias espaciales. Tanto las no realizarán más que obietos arouitectónicos (casas-to-
;;;iil;;i"- ¿" ,Jpresentaciónes rres) rrero han presentido las posibilidades nuevas que en-
ideologías como las representaciones torresponden a los trañan las técnicas (modernas". Hacia aouella misma épo-
ñffi;"^-i;; .i;;', iot -ende' a las relaciones
que se
sociales
levantan ca, los grandes arquitectos soviéticos suputan oue Ia Re-
á"lioal."i¿rr, e, á"óir, a losy obstáculos
posibilidades que ate- volución va a producir un esfracio nuevo y, dentro de
ante las fuerzas productoras las dicho esoacio, relaciones sociales totalmente nuevas, li'
soran éstas. bres de los constreñimientos estatales, relaciones que nrG'
en su con- ponen <condensar', unir a espacios eJaborados por ellos
3. Se descubrió la producción-del. espacio' mismos. Su fi:acaso, es bien sabido, fue rotundo. ¿Acaso
di.iJr, á" of v á" fotmu confusa, hacia el año 1920 o' me-
como no lo barruntaban va ellos mismos cuando establecían un
i;;;;h;, ánia dé.ada de los 20' tanto en Europael des- distingo, tal como nos lo muestra A. Kopp' entre lo que
:,;A*;;¿". Hrr"lgu extendernos nuevamente sobre depenáe de la vida privada y lo que depende del, trabajo,
época' de los antiguos
moronamiento, ya total en aquella de la vida pública v política, al proyectar esos elementos
i4iíiliiiÁ cár".rpá"lo del slntido óomún, el espacio ab-
la perspectiva y en lugares separados? ¡Esa vanguardia no proponla ni
soluto de los geómeiras y de los físicos'
t2L
120
lo que llega' Parece como si el espacio estuviese únicamente marcado:
más ni menos que *trabajo-familia-patria,, jalonado mecliante iu ocupación y la población que lo
;;" de diversas maneras imprevistat' -y'.Bot utiliza. Lo que reduce el espacio social a la extensión ar-
bien se habían
;i"t;":;;-;;;o" ¿" "ttou ! sin embargo'
"--;";lir"rse
ttuv q:::o3bi?l caica del unólo, el de los pastores y de los nómadas, aquel
percatado de que p;;-;;*t;r ta
"idi que estudian los antropólogos, el que está poblado de
social)'.Pol 1"
ii "tp".l" (s.t^o"upación y su morfología genio solitario' éste especies animales. Esto viene a ser como hacer caso omiso
q"" J" i"nere a Frant i'ftv¿ Wright'
producienrlo un es- de la transformación de la naturalezz y del espacio en el
il"ii-"r"o, relaciones sociáles nuevas' (Broada- transcurso de la Historia, y de la importancia del fenó-
pacio original n *"tioiogiu espacial inédita meno urbano. Viene a ser como ignorar la esencia del
""" i""ooado--res' descubridores del espa-
cre). De toclos
",o' el menos dominio sobre la naturaleza, dejándola reducida a deter-
cio, el rnenos imporiante' el menos interesante' Le Corbusier' minados signos de dicho dominio (él mismo reductor v
simpático, es, sin ;i;gd sénero de .duda' reaccionario destructor, de ahí una reducción al segundo grado).
,u autoritario Y
cuya retóri.u
""t "t-"uti"t"t al que se amoldará ple- Tanto en la práctica como en la representación,-la
f'i;:;;i;áta rt"""át", carácter producción del eipacio conoce trabas procedentes- de las
cle- la línea recta' rigi-
namente: rigor d"i;;ói; recto v ielaciones de producción, y, especialmente, de la pro'
dez en la verticalid;;:';L*illismo
incluido: el sentido del
piedad privadi del suelo. ¡La propiedad estatal no vale
;t;.d., d"l orden -átol establecido o por establecer'
so
mucho más ! Es la sociedad entera, práctica y teoría, sa-
P";"ó; de racionalidadá"esPacial'
;;;r*t; esu prodisiosa efervescencia? ber e icleología, la que queda retenida, comofrenada' El
;"t1;;-;;;;; teórico' el de la producción examen crítico v detenido de actividades que parecen, a
Cuando menos,
"" "Á""p'o primera vista, prácticas, a saber, la, construcción, la ar-
del
*-" espacio. ha ido acre' quitectura, el urbanisrno, muestra bien a las claras en
{u'iupu"idad de produ-cir e1 espacioel se Bauhaus' Siem- qué forma actua la reducción: Todo se reduce al suelo,
desde
centando d" for*a "xiraordinaria espa' ál plutto, al dibujo, a la provección sobre la superficie,
hu" p'od''cido un determinado
;;;l;; J";;¡;e"; del suelo' Tal cir- ae ani aplanamiento e insipidez. Los famosos "partidos>
cio, el ,ryo p,opi"; ;; it superficie meior' ¿ la luz del arquiteciónicos, las supuestas opciones, implican esa pre-
cunstancia ." h;;" día via reducción, puesta en evidencia por un análisis crítico
"o-it"-";;
concepto clue de tui h""ho '" d"'p'"ttde'
Un boom dt: las
producir es- y' no por una sistematización de orden "epistemológi-co"'
fuerzas prodrr"toris p"tt"it" v-erdaderamente a toda clase de L; propiedad del suelo trae consigo ese efecto sobra-
pacio. Dicha p'o¿*ii¿" p""<te recurrir damenie conocido y sobre el cual no nos cansaremos de
aouellas que captan
técnicas y a todas las ciencias' y aquellas que estudian o insistir: las rentas de alquiler. Tienen una repercusión
v utilizan las energías masivas' cibernética). La des- en los puntos céntricos de las ciudades a veces realmente
utilizan enersías ,iiili", il"formáticá, ,otpr"nd"rrte. En el corazón mismo de París, los inquili-
ese anverso y esa contra'
;;;;i¿" de la naturaleza¿*tiene espacio' La automatización' to. d" inmuebles, muy habitables a pesar de la ausencia
#ü;t l. pt"¿""J¿" ptóattctoras v la alta tecnici- de confort llamado *modernoo, ven cómo personas com'
|*.'ll*"i"-d; l;t-tu;t'ut con la producción 'del petentes y enteradas, les reprocha-n n9 pagar la "renta de
i"a, situaciónl, ¡debido a que sus alquileres siguen siendo
"ít" "i"*f"1"-ediatámente
;;"i;;"po, moáento, más bien servirfa para contro- bajos ! Lo que justifica, según parece, el derribo de dichos
lai el esPacio"lexistente' siggue-oscuro para no pocas inmuebles y su sustitución por edificaciones con despa-
Según parece, el concepto chos o con apartamentos de alquiler elevado. Lo que sig-
personas. r,'" ot"lrrJáu¿ ii"o"
varias razones de existir'
123
122
de fructuosas sico (euclidiano) llega a producirse, si bien está permiti-
nifrca que los terrenos o solares son objeto clo en el espacio soc]al, nb po. ello 1o define' ¿Cómo defi-
Resulta inútil insistir sobre ese tema' ¿Aca-
"""tá"io"us. de la propiedad del suelo' el más nir, pues, dlicho espacio? Es visual y fdlico' La dictadura
ili;E;;'Áat]"".t" J"f' á:o: el de Dios y del Padre, dcl Maesro y del Jefe'
p"tiiroro, no sería la ururallzación' de la generalizada?
ciudad en el
clel Pátrono y del Policía. Miradas soberanas cle la presen-
curso de su e*tensi¿,, y de la urbanización cia estatal. Óontrol. Dominación abstracta de Ia natura-
En los arrabales, tu""t"d urbanan más o menos tupida
"r, puntos más apartados de Ia ilru qr" implica y clisimula la dominación concrcta sobre
1"" * ""if""¿"'huttu lospioductoras se ven demasiado los séres humanos hacinados en sociedad. Espacio y len;
campiña, tu, más g""i" ¿"f Poder y de la Voluntad de poderío' Espacio civii
"upuJá"des
;;iáil;;nte reducidu. u^po"u cosa. La rentabilidad
de las fuerzas I *ltitut, *ur",riino y estratégico. Imágenes y musculatu-
;il;-;;;tponde al subempleo, irrisorio Las téc- ias. Lo Visual y lo Fálico se sostienen mutuamente' se
p..¿""t"t"i, u tu caricatura-de las posibilidades' complementan, no sin ricsgo de conflicto, pues lo Fálico
nicas ..modernas> no son utilizadas más
que f9r1 la circu- de hecho, lo Visual se
el objeto-rey' inteiviene con brutalidad, cuando,
h;¿;: para abrir camino al objeto-piloto'
q-ue a menudo las obras contenta con la representación trajo forrna de imágenes'
el automóvil. Bien es verdad admira- Las torres, los moiumentos se crigen por encima.de. los
construidas para pu'o de los coches resultan
"1 nT-*:^'::: ,rr"lo, y zuperficies, de las insipideces, llo para decir y
;i;;,;;;"áo ro q"i podría prop.orcion*
lt provrenen
á"i-átpu"io liberadá de las contradicciones y
que il";"; u .ub"o alguna otra cosa, sino para poder controlar
las relacio" y vigilar mejor. Esas fuerzas rigurosas y vigorosas man-
del conflicto entre las fuerzas productoras que ii"nár, de esta guisa un tiernpo, el del ordcn (moral)'
¿" producción, ¡a una "'calu mucho más amplia
""r Transparente en apariencia, especular, especulativo'
en tiemPos de Marx ! no tiene tudo d" inocente' También es él pro-
"u" "rpuúo
ilucidá, según las miras y los intereses de los "producto-
4.Lacontradicciónsevaahondando,pugs,entrelo
pensamiento <uto- ."r", .íunáo, de hecho, dá la sensación de surgir del suelo
potiüfü t,o l"ul.^ro que da lugar aI In-
áploraóion de Io posible natural para reemplazar equitativamente la naturaleza'
pianoo, p"ro
"orrt"i";di;ht
que no posee por,cierto' eI positivis- cluso, u'u"".r, tieie las trazas de un espacio-de la energía
un caráctet concreto vital y del deseo, cuando, en realidad, es el de las nece-
;,;; ;;tra de ñ";;;]u abstracción' Eseenvuelco muchas
de
siclades filtradas Y cifradas.
situación no ha [";;; u hu""t mella todavía
á" b,t"ttu-fe, tal como s.e suele decir'
;;;;;;
--ll"át" efectivo sigue siendo un espacio 5. Las posibilidades frenadas, reducidas' no por ello
"l "rpu"io euclidiano' lleno dejan de eriocar otro sistema de producción' Ese término
homogéneo, vacÍo, u-*o¿o de1 espacio va recobranclo un vigor que tratan en vallo de restituirle
de objetos, d" ptttot'u* .To' Ese espacio ins' pro'
de Ia répresentación' 'el de los tecnó- los dogmatizantes dél már¡smo' ¿Ctro sistenta de
ti"itáii"t¡íto, .l"osu!,-á" En tanto que ducciól? Sí, la producción de espacios tan diversos como
cratas, no es un espa,cio iocial realizado' y
restringirse' a encerrarse sobre los espacios naturales, diferentes los unos de los otros
instrumentalista, tiáá" u -m¿t peso el,que la
q"e lo reiterati"ol l:^1t*i: de su-matriz originaria. Cae por su propio
sí mismo, . oo "iililit p."a"."i¿" de oÉ¡etos en,el espacio no por ello -desapa-
á;;;;"ánocido. sinproducido embargo' en tanto que espaclo repetirlo? Sin nin'
á. práctica social, como tal' posee carac- i""". j¡."uto será necesario tener que<sistema de produc-
choque entre de duda. Ahora bien, el
""u
;;;;t;""íficos v detárminados' Si bien el geométrico clá-
;;;;;;;;
iión'"transformado no comportaría irnicamente la trans'
esos caracr"r". t el espacio
"rfJ.ifi;;; 125
t24
.
La burguesía y el esPacio
producción' incluidas entre
formación de las relaciones de
propiedad del suelo' No
éstas aquellas que ;;;;t;;;; ia y la gestión
se define tan sólo u-i*u¿t -áecle la-propiedad
prodtocción' sino también a
colectivas de los ;di;t del es-
través de la gestid;i; proiucción.*colectivasu en éste la
pacio propiamen," ¿itttl'-rru"iendo intervenir
en espacio social'
natur al eza,r"p.oo.,Jiiu ; ;;itt-^da Ante todo deseo precisar que no hablo en tanto que
declaración en tanto qu'e
integrada b ,éint"gtuda iras su representante de la Universidad francesa, aun cuando ten-
por tanto' de otra forma de
fuerza productora. Se trata,'d;i ga la cátedra de sociología de esa Universidad parisiense
de los
producir y no únicf;;;;; nerfeccionamiento
y de g:tll.li cle Nanterre que, araiz de los acontecimientos de 19óB'
ha
medios ¿" proa'-'"tiát',;; t" posesiónel nuevo (sistema
su
cobrado ,ro po.u fama. De pasada, me agradaría rec-or-
Eil; lruia" ¿" i"t-ituttocariientos' sin el trasto- darles que lós estuüantes dé sociología de Nanterre ha-
de producciOt' "o-po"áe llevarse 1- "ubo del es- bian recibido una enseñanza marxista' A resultas de la
camiento de las reláciones' y' consecllentemente' enseñanza que les había sido impartida, había quedado
pacio existente. claro en sus mentes que no debían replegarse sobre una
microsociedad contesátaria, a imagen y semejanza de los
puede
La producción rlel espacio no que nt"-1^tt:::^?*
6. su redlrccron' estudiantes de otros países, sino que debían atacat a la
quJ'"tfi"íi ailerenciat' Elló' debido a sociedad burguesa conjunto y, como cabeza visible'
desemboca en el espacio "rrlu
la que afecta" t";';;;;tilü;a;' al Estado. Eitimo que esa enseñanza marxista ha reves-
tido una importancia decisoria en el curso de los acon-
o d i f e re n c i al' :l " tl ?: i
n
" tt ?r"
".
iir"; r o ut espaci
:,"n:ri;
otro que eI cspacto tecimientos que se produjeron en Francia en 1968'
turrto que miembro cle la Universidad
neo específl.o tuittai fatico-) Io" "t fuerzas procluctoras' No hablo
"n
d.e muer te. n"at"Jü]t' tt*ttuí
de las francesa, ni en tanto que delegado de una determinada
pia"titu totiuf' Destrucción de la ry::'"- institución, sino en nombre propio. ¿A título de qué me
Retroceso a" fu un espaclo
leza en tanto qut ü urbanidad "d" se dispersa en Re- hallo aquí en estos momentos para di.rigiries la palabra?
seudonaturur. p"'ti'íáió;
i"; fuerias productoras'
como l;;"t un filósofo, pero no un filósofo en eI sentido en
prcsentada
üilñ;"-!"a" cuanto es anterior' q"" fá filosofía se pretende ^(pura), asi como también
<(neo>. Autodestru;tó" nuclear'
Autodestrucción de la áutosuficiente. Para mí, la filosofía interroga la
plác-
(estra-
vida social proo""t o de ias potencias políticas ii." to"iut y política; se esfuerza en auparla hasta el n!
tégicas). f,"
"r, o"u*'intiv'o" cansas de muerte' .rr"t ¿"t leng.ta¡e, del concepto, de la teoría' En esa prác-
de los realistas' EI es-
Y, no obstante, #';ü it-1*."t'sentencia de muerte del
"*p-Jt;o-re' tica actuallla arquitectura, el urbanismo, el problema de
pacio visual-fálic;, ;;;""ttia la iu y el áe la ciudad, revisten gran importancia'
L.,"rpo tras la d;'f;;;;;''J"
i* Historia" clc Dios' ¿Lle- "iui""¿u
Aun hay már, el nivel actual de las fuerz-as produc-
qará acaso et esfacio hasta la ejecución de su sentencra' ",
tivas y á" trrt posibilidades lo qrle es menester interrogar'
é*p"to significada? * IntervenciÓn en el Congreso Internacional de la Vivienda'
y el en XXIII
Santiago áe Cnl" ("i fi á"-ttpti"ryb¡e^de 1972)' (Caracas' el 20
Consreso del Instituto t.tt"*u"iottul de Sociologla
de ñoviembre de 1972).

r27
126
En pocas palabras es en mi condición de marxista Francia es Ia profunda contradicción existente entre la
que me dirijo a este digno auditorio; quiero exponer un revolución democrátrca,Ia gran Revolución Francesa (con
unálisir teórico del capitalismo moderno, análisis basado sus consecuencias: los derechos del hombre), por ,rnu
en el estudio de los países desarrollados y centrado en los parte, y, por otra, el imperialismo, la burguesia
án tanto
problemas
-hable del espacio. (Les ruego me disculpen que no que clase dominante hábil y muy á.rra,
el-Estado policia-
de Chile, de la América Latina: no estoy lo suficien- co, la explotación de los trába¡aáore, frurr""r"r,1"-;;;;;-
temente documentado acerca de sus pecuiiaridades.) Ante explotación de los tr,abajadorei extranje.or, númlro,
todo, deseo rememorar cuál era el método utilizado por en Francia, rebasa los tres millones y medio. ",ryóEste con-
Marx. Partía de los rasgos dominantes, los más genera- junto de contradicciones quedó puesto de manifiesto en
lizados de la época, de los rasgos más acentuados, para 19ó8. Aho¡a bien, he aquí otros aspectos de la realidad
ir captando seguidamente las diferencias existentes. Par- francesa. Existe en Frarrcia una capital enorme, demasia-
tía dá los conflictos fundamentales para determinar y jus- do grande para el país: parÍs. ta c itar atrae iodo hacia
tipreciar los conflictos secundarios, derivados y coyuntu- ella: los_hombres, los cerebros, la riiueza. Viene a ser un
táI"r. Dicho método, que pongo yo en aplicación, queda centro de decisión y- de opinión. En torno a parís, se
arnpliamente justificado, por demás, debido a que este extienden espacios subordinados, jerarquizados;
Congreso es un congreso internacional' pacios están a la vez dominados y expiotado, po, "ro, "r_
parís.
Tiatando de expresarme con la mayor sencillez, me f a Francia imperialista ha perdidt
sus coloniai, pero en
cabe informarles que deseo hablar brevemente acerca de ella se ha instaurado una suerte de neocoloniaÍiJmo. La
!-rancia y de Europa, y lo quc altá ha acontecido de nue- Francia actual abarca zonas superdesarrolladas, ,"p"ri*
vo, y de algunas enseñanzas que se pueden sacar de tales dustrializadas, superurbanizada-s. y buen número' tam-
Dejaré que ustedes saquen las conclusiones b]e¡r de zonas cuyo subdesarrollo va en aumento, espe_
"orriirrg"o"ias.
más pértinentes. Mi misión no consiste en dar lecciones cialmente en Bretaña, y €t la zona meridional del pais.-
a nadie. Examinemos ahora el problema de la vivierida en
Francia, sobradamente lo saben ustedes, es un país Francia. Dista mucho de estar resuelto por completo, den-
industrial desarroilado, es decir, que las fuerzas produc' tro del sistema capitalista, tal como fo había'ap.rátuáo
tivas han alcanzado en él un alto nivel, en el marco del Engels en un famoso libro. Sobre todo de cara a^ los tra_
sistema de producción capitalista. Y sin embargo, Fran- bajadores extranjeros. Siguen existiendo ,ro pá"á, cuchi_
cia no figura en Ia lista de los más poderosos países in- triles, tanto en el centro de las ciudades ant^iguas,
dustriales. Tanto es verdad esta aseveración, que está en en los arrabales. A pesar de ello, una parte imfortante "o*o
de
curso una modernización (económica, tecnológica, insti- Ia clase obrera francesa está rerativañente bien alojada;
tucional), que permite estudiar y definir partiendo- de un en los suburbios, con casitas individuales (utorrecitu,
-o-
buen ejempto ét neocapitalismo, dicho en otras palabras, destas") y en lo que se podría denominar los ugrandes
el capiialismo de organización. No digo ei capitalismg 9r- complejos" (grupos importantes de inmuebles co]r apar-
ganiádo, y, posteriormente, se podrá apreciar que dicha tamentos de alquiler) que se alzan alrededor de las liu-
diferencia reviste gran importancla' dades de nuevo cuño y en los arrabales de las ciudades
Francia también tiene carácter de imperialismo' No antiguas. En el curso del proceso acelerado de urbaniza-
es el más poderoso. Desde los inicios del siglo xx, el im- ción que tiene,lugar desde hace veinte años, gran parte
perialismo ha sido presa de- imperialismos más fuertes : de los trabajadores y de las clases medias hañ sidó alo_
inglés, alemán, americano. El rasgo más característico de jados de forma relativamente aceptable, pero sin inven-

128

¡rco üE 9
al contrario' esa lista relativa y en el acrecentamiento de la proclucción
üva arquitectónica o urbanística' Muy la (lo que se denámina: la sociedad cle consumo)' existe mu-
conlleva una degradación de
expansión de las
personas que- .io'd"r.otttento; innumerables personas se han puesto
;ñi;;;; i-áJ"i"áud"'
marco urbanístico'. Las a habtar acerca de la ucalidad de la vidao, tanto en-las
clan desperaiea¿a,, s;ütá i"¿t los
trabajadoles' 1"11*:
l'o que ha imperado'."tt' ot"l^u iilui a" la oposición como en los qartidos que se-hallan
I"-r.t á""trÁ ,,'Utt'os' económica' so-
es lá segregación
;"p"ilt;il pode.' Algunas de éuas hablan de la cali-
extensión de las ¿a.á det espacio; otras, liegan hasta el extremo
de querer
"itláá"t, de la economÍa
cial, cultural. EI "t""i*ié"to ""ultitutivo (cambiar
-*JV Ia vidar.
v de las fuerzas pt-;a;t;;;s no ha provocado un desa- q"¿ significa la calidad del espacio? Esa idea re-
i;ü" ,"oá;ñil ;i;;;trario' un menoscabo de la vida
o,r"luu li antilr.ra idea de una calidad arquitectónica'.de
;;;1.;;arrabales a ser ciudades que han.esta-
vienen
trata únicamente de una calidad de la construcción; ha adquirido un sentido
llado y se han ruáizado' Y no se- siempre va acom- es la idea de un espacio social elaborado'
París. La urbanizu"lO" d" ia sociedad urbana: desga- "rat ^-pfio: y logrado, en una palabra, apropiado' Y lo tlt
pañada de una ¿"i"ti"t*iJn de- la vida ".*pi":á por la técnica y por el influjo político' lo
ffiil;; ¿"-io, ;;;tt";, Privados a Partir d"repartloas
:::-,T:: "alá'¿i*¡"adó
que correría paiejo con ei "cambiar ia vidau' A la espera
mento de todo aipo a" vi'dá social -Dersonas il-";; caU¿a¿ déI espacio, imperan una inquietud'.una
de forma segregati;;'"i"'pu"io'
Eiste en este u:p-"::: el antiguo
v" la llamo y""."o:::":': n.ut or"o"upación que ya no se contenta con noticia,
una verdad"r. f,;;ñ; iiu"rut. y há aqui ahora una sran de
"o"iiu¿l""io"'
i;;;;;;;rte' la clase dominante v'el e¡-
ción del espacio.
ql:.:"11t:,9;.n:t*:: lrryu no estoy seguro, dado que algunos
Estado refuerzan i" "i"á"¿ en tanto irinio de dicha cl a s e incluso, qn" á t'átu dt una mala noticia' El
""""lencia
;'i3 :"Jt:ffi ítirii"", i "i; t'r'Ia "I
do
crucaq' crecimiento económlico y el desarrollo social no
"rrárrtrun, pueden
y d" to Estado estallar
hace
ftuUituttt"t de los suburbios' en Va f""¿irse entre sí. Durante largo tiempo se h.a ve-
Es al pensu, direcciones
íi¿o"oti¿""tificando el crecimiento en todas sus desarro-
"o-"ll' por l-o ql" hablo-en un
la segregación, en uiáitfu*i"nto' No se trata de económico, tecnológico- con el
libro acerca ¿et "deie"ho a la ciudadu' sino de un
-áL-ogtafico,
llo sociil cualitativo. Se les ha identificado el uno con el
un derecho fu u"""p""ü" j;ídi"," del término' Loo, p""tundo que el crecimiento aportaría el desarrollo'
estipulados en la-cé-
derecho análogo u-to' qt'" eryda1 Hombre' base cons-
"n o temprano Io. cuali-
del á"" i; cuantitaúvá aportaría tarde
Iebre Declaración ¿" fot^O"t""hos no son jamás áti"o. Ahora bien, lo iuantitativo no aporta lo cualitativo
titutiva de la demi";i":-E;;s derechos uno constante' más que tras puesta en tela de juicio y en estado
de drs-
literalmente ",,mpl1dot, pero .se r3fere de Ia sociedad' La po"iUifi¿u¿, ro secuela de una crisis; es decir' ¡punto
mente a ellos putt'ii"n"iiia situación se ha visto com- 'y
umbral "ót ! La ideología del crecimiento se ha vis'
del Hombre
Declaración a" los O"t"chos del niño' etc' Yo he io herida "iíti"o.
de muerte; otrora, se creía, con optimismg te-
pletada con los ¿"t""ttát-¿t mujer'
ia
uel derecho a la crecimiento indefinido de la produccign L-* la
propuesto que se;;dÑ u ""t, "" "f
eI"'u"lista: a la diferencia"' productividad: siempre mayor número de automovrles'
ciudadu, uri 'd"recho diferentes pue' li"-or" mayor número de aparatos de otelevisión' siempre
"o*o'iuliülZ"
árr"*ntes-"retnias y en los de máquinas de
ü]fiffi"iá, las sociedades mo ;;;;ilÉ;; ¿" máquinai de.lavar
que
blos que .orr.r,,"y"l', "" "'ptóio' Se conjeturaba, con el mismo optimismo'
á;;-nai t la socieáad a escala- planetaria' dicho crecimiento económico aportaría, tarde
"ulá"tut. o tempra-
del cleciente malestar que se
Pasaré ahora u htblar ;;;-t loi""io" de todas las nicesidades: materiales y
manifiesta Ft;"i;'-A ttuu¿t ¿" la prosperidad capita'
"" 131
130
transforma en una economía política del espacio. Deseo
(espiritual€s), tal como se suele decir' Ese crecimiento hacer hincapié sobre estas últimas palabras. No se trata
debía verse amparado por los partidos de izquierdas,-caso ya de una aplicación al espacio geográfico o geométrico,
de que la burfrresfa y los partidos en el poder-tuviesen ambiente vacfo, de modelos económicos abstractos que
queieder ,r, p,r"tto. 5" siempre siguiendo la misma afectan a la producción de las cosas, de las mercaderías,
üeologla, "t"ñ,
*tá"ter favorable de las empr€sas gigan'
"tt-"I y de los bienes de consumo. La economfa polftica se va
tes, en-el'carácter benéfico del crecimiento demográhco convirtiendo en economía polftica del espacio. ¿eué sig-
técnico. Esta vasta construcción ideológica se va desmo-
nifica esto? En primer lugar, Ia conversión en bienes mue-
ronando lenta, pero implacablemente. ¿Debido .a qué? bles del suelo, del espacio, cuando, antaño, se hablaba
como consecuencia del malestar urbano, de la destruc- de la riqueza uinmobiliaria". El mercado de la vivienda se
¿e la naturaleza y de sus recursos, debido a los-blo- está generalizando. EI espacio, es decir, el volumen, es
"iJr,
qrráo. de todo tip-o qúe paralizan eI desarrollo social' in- tratado de forma a convertirlo en homogéneo, a que sus
dl,rro no impiden eI crecimiento económico' partes sean comparables y, por ende, intercambiables. La
".r"rrdo
De tal suerte que desde,hace algún tiempo' algunos construcción deja de ser una rama de industria secunda-
meses, uno o dos inos cuando más, el antiguo optimisrno ria, un sector subordinado de Ia economía. Se convierte
ha da'do paso a una ideología milenarista, apocalíptica' en sector primordial, de primera fila. Ya no desempeña
angustia si alcan-
¡No pocas personas se preguntan con únicamente el papel de feed-bacft, de equilibrio, de nue-
zaremos el año 2000 !
vo empuje, sino también un papel estimulante en el seno
Sumad a esas preocupaciones las del medio ambiente' de la economía capitalista actual; se convierte en una
de la polución reales, aun cuando secun-
-Jenómenos rama esencial de la producción.
dariosi de los que se acostumbra a echar mano para ca'
Me permito insistir en cada uno de esos diversos as-
*"nui lo esenc-ial. Pensad en la crisis del productivismo, pectos. Digo que el mercado de la vivienda se va generali-
en el hecho de que la ideología productivista va a acabar zando en Ios grandes países capitalistas; eso viene a sig-
desapareciendo en los países "desarrollados'' Proceso nificar que el espacio, en esas zonas, es tratado con mi-
pro-
contiadictorio, pero no es menos cierto que se está ras a hacerlo homogéneo. Y ¿por quién? Por los cons-
duciendo como un cambio de dirección, una suerte de tructores, los arquitectos, Ios promotores (llamamos de
inflexión. El crecimiento por el mero crecimiento,
ya es
esta guisa a los individuos que disponen de capitales y
ahora, en estos momentoJ, un criterio ampliamente reba- toman la iniciativa de llevar a cabo construcciones ren-
sado. Y ya se producen transformaciones de gran i*po-t- tables). Las partes del esoacio que quedan desmigajadas
tancia, más o menos relacionadas con ese cambio de de esta suerte se convierten en intercambiables. La su-
--
orientación.
en una teoría de 1a bordinación del espacio al dinero y al capital acarrea una
¿La economía política? Consiste cuantificación que se extiende desde la evaluación mo-
prof,ucciOn industiial, del c-recimiento, de la repartición netaria y Ia comercialización de cada parcela hasta la to-
i-¿" tu transformacidn de los productos. Los economis-
logra- talidad del espacio. La proptedad del suelo, de origen
i"t modelos de crecimiento más o menos
feudal, tanto en Francia como en el resto de Europa, se
"f^U"tun
;;t,;;;izando a trancas y barrancas los diferentes
vio otrora desquiciada en tanto oue propiedad feudal por
t"-atot"t,-"f upleno empleou, el equilibrio monetario' la ex-
Ia gran Revolución Francesa (1789). Desde entonces, vuel-
pansión. ¿Qué es ahora de la economía política? EIIa tam- ve a constituirse en tanto que propiedad capitalista del
bién atravi"ru po, una verdadera crisis' Los modelos
de
política suelo agrícola. Ese proceso se acelera y se convierte en
crecimiento se desacreditan' La economía
se

133
132
at

integración de esas relaciones precapitalistas aI capita-


propieclad capitalista de la totalidad del espacio' Al-pro-
aún se dice en Fran- Iismo, tomando siempre Ia propiedad privada del suelo
iioii"*po,ló uinmobiliarioo -como es decir, se con- como medio y base. Consideremos ahora la cuestión de la
ii^- t"- convierte en bienes muebles,
agriculttrra. En los tiempos de Marx, únicamente Ingla-
vierte en riqueza mobiliaria, arrastrado Pol eI $ujo de terra posela una agricultura capitalista. Hoy en día, en
los interca*iior, por los flujos y reflujos dei dinero.y Francia y en otros muchos pafses, basándose en el fun-
áel capital. A la ve? tambiétt,io q-,t" complica no poco la
damento iurídico y práctico de la propiedad del suelo,
cuestién, el espacio edificable, otrora abundante' se tor' Ia producción agrícola se ha transformado en un sector
na cada vez rnás escaso en la proximidad de los centros de la producción industrial, por tanto capitalista. fnver-
o núcleos de población. El espacio pasa a formar parte samente, ésta tiene muy en cuenta el conjuntó del suelo
de las nuevas y modernas raridades' Esa raridad, mante'
cultivado y se adapta tanto a los recursos económicos
iiA" v utilizada, en torno a los núcleos urbanos permite como a las necesidades técnicas de dicho conjunto. La
.m. *tp""*lación desenfrenada' ¿Acaso es necesario aña- integración de la agricultura no se ha operado únicamen-
áir q"; h rariclad del espacio corre pareja con la cre- te a través de la constitución de grandes explotaciones
;i;"¿ escasez de recursoJ y de bienes antaño abundan- destinadas al cultivo de los cereales o a la cría de gana-
tes: el agua, el aire, e, incluso, La !uz? do; también se ha realizado a través de numerosas ex-
Por supuesto, semejante análisis debería tener en plotaciones pequeñas, en cuanto a superficie, pero que
Cetárminados faclores demográficos y técnicos, así precisaban no pocas inversiones: fruta, productos lác-
""""iu to¿. tipo de fenómenos. Dejémoslos por ahora al
"tÁ. teos, hortalizas, productos tempranos y viñedos.
*urg"tt de lá cuestión. Llegamos a una idea esencial: Examinemos ahora la cuestión que atañe a las ciuda-
se ha mantenido a través de la conquista
"l "ípitutitmo ya mucho tiempo des. En ellas imperó también una realidad histórica, una
V ¿"-fu integración del espacio' Hace formación social precapitalista: parémonos un momento
á".1i "tpucío ha dejado di ser un ámbito geográfico pa-
a pensar en Ia urbe antigua, en la ciudad del Medievo.
áuo o ,rri á*bito gebmétrico vacío' Se ha convertido en El capitalismo se ha apoderado de ella, maneja a su
instruntentalista.
antojo la ciudad histórica según sus exigencias económi-
Por descontado, no hablo en estos momentos de los cas, políticas y uculturaleso. La ciudad, actualmente des-
cosmonautas; la conquista del espacio interplanetario perdigada en arrabales, en zonas periféricas, en aglome-
ui"á u renglón seguidd de la del espacio terrestre; eI an-
raciones satélites, se convierte a la vez en centro de po-
helo de cánquistá ha desbordado los límites del globo
der y en fuente de inconmensurables beneficios. La aglo-
t"rráq.r"o. hiiistamos sobre dicho punto para que qrrede meración urbana ha dejado de ser tejido intersticial, con-
adelan-
ilufr"""," esclarecido: en los países industriales apoderán- texto pasivo de las grandes empresas: de hecho, es parte
;i capitalismo se mantuvo
;;á;;;'¿" inicialmente
integrante de éstas: proporciona los incontables servi-
áái" lai formaciones precapitalistas' enajenándose cios, transportes y medios de acción de los que no pueden
,rr-"spu"io al amparo cle sui puntos de apoyo: las gran- prescindir dichas empresas. En la ciudad moderna existe
á;t-"-;;;tut i"¿"tttiales. No existen, jamás han cxistido'
^*itt"tttut un verdadero consumo productivo del espacio, de los me-
varios de producción simultáneos' tal como Io
dios de transporte, de las edificaciones, de las carreteras
;;;;;;rü escuela eistructural-funcionalista de Althusser.persis- y calles. En dichos menesteres se utiliza una inmensa fuer-
Ha habido y aún hay, en el seno del capitalismo' za de trabajo destinada a la conservación y a la constante
t"""ia de rllaciones' sociales precapitalistas' vinculadas
alimentación de las máquinas. Descle mi punto de vista,
;;ñ p-pi"áu¿ privada del suelo; ha habido' aún hav'
135
134
de este reproducción de esas relaciones sociales? ¿Cuándo )'cómo
éste es uno de los secretos, si me puedo expresar se producen nuevas relaciones sociales?
;;á;, ¿"-iu u"t,tul prosperidad cápitalista' La fuerza de
conservación del espa- A esos interrogantes existen ya respuestas sobrada-
i."ü"iÑtmada en ia pioducción.y.
de- mente conocidas. Unos opinan todavía que el capitalis-
cio, en ios transportes', en la muliitud de actividades mo se sostiene gracias únicamente a la presión ideoló-
useriicioso, pot lo general, mal retribuida gica, gracias a aquello que algunos denominan: el apa-
"oái"u¿"t "r,
v. por demás, escasa la composición orgánica. del
capital
aún a cabo partiendo de la rato ideológico de Estado. Otros afirman que las nuevas
invertido. Todo ello se lleva
Al pro- relaciones de producción se instauran a través de la vía
il"t" i"ti¿i"a y práctica de la propiedad del suelo' queda se va política y están constituidas por medios políticos. Nin-
nio tiempo, tó que de la ciudad his,tórica guno de esos razonarnientos llega a satisfacerme plena-
correspon'
á"etu¿utdó; el cbnsumo del espacio. histórico mente y rogarla que reflexionásemos acerca de ellos. Se-
á"-" l" producción del espacio capitalista' pero,el capr'
gún mi criterio personal, las relaciones sociales en el
talismo ?estruye de esta guisa su propia condic'tón' a
contradicción
.
seno del capitalismo, es-decir, las relaciones de explota-
;;t;;;1" ;t"daá como centio de decisión' ción y de dominio, se mantienen por y en la totalidad del
del
--¿ü eépacio, ya lo he dicho anteriormente' espacio, por y en el espacio instrumental. Volveremos so-
;;tí"rrttrrtu *ás Ia ciudad? Esto representa ya y.la
la
bre esta cuestión más adelante. Por lo que se refiere a la
totalidad del espacio. Esa tesis sobre la conquista
política en tanto que tal, ésta jamás ha constituido y
del espacio puede controlarse a través del mantenido más que relaciones políticas y, en modo algu-
il;ilit-'á; tut r,r"t,ut productorasto(elquedan
"toJ""li¿" lenguaje marxis-
no, relaciones sociales; ésta es la esencia misma de ]a
vinculadas
l"l. E*t fuerzas produ^ctoras.yt crítica marxista de la filosofía hegeliana del Estado y de
a puntos determinados y aislados: las empresas'
gran
aull
impor- la tesis heggliana sobre la clase política.
l"I"á" ái"fr" localización siga conservando la totalidai Limitemos nuestro examen al capitalismo. No se ha
iá""iá. Las fuerzas productoras conciernen primas' in- contentado únicamente con integrar el espacio previo, in-
üó;"tt: flujos diu""o', energía, materias siriéndolo dentro de su extensión; ha instituido sectores
iott"óio""r, ,"'d", de distribución-de los productos'- siguien- de nuevo cuño, insiriéndolos dentro de su expansión. El
Planteemos, si me lo permiten, el interrogante ocio se ha convertido en Europa y en los grandes países
el capitalismo se hay-a man-
te: <¿Cómo es posible [ue clase industrializados y en vanguardia del progreso, en una
tenido en los gtu"á"t pui'"t industriales',cuando.la
suya, cuando las crisis y las industria de importancia capital. Se ha conquistado para
obrera estaba en contra satisfacer el ocio el mar, las montañas e, incluso, los de-
ip.t ¿r desencadenadas) tendían a destruirle?"
;;;; claros: siertos. l,a industria del ocio se conjuga íntimamente con
Dicho en otras putubtut y en términos marxistas la de la construcción con el fin de prolongar la ciudad y
;;C¿;; se ha operado y cómo se opera en la reproducción
Digo bien: la urbanización a todo lo largo de las costas y en las re-
de las relaciones ,á"íuler de próducción?oproducción y giones montañosas. En estos precisos momentos, estoy
t"pt.á*"ión de las relaciones sociale's dey- humanos de .éntregado al estudio, en colaboración con Mario Gaviria,
no reproducción de los medios materiales plantead-a más de esie conjunto de fenómenos en España, y tengo el fir-
oroá,i".i0". Esta Á t'ou cuestión capital' me propósito de proseguir dicha investigación en otros
;i;#;;;'d;;á; ü publicación de un capitulo inéditopro- de
m,tctoJ palses. Esa industria del ocio se extiende al es-
este
ni-c"p¡lil, á" "l ",,ál Muo habla su columbrado
vez.otla pr:qP? pacio no ocupado por la agricultgra y la producción in-
tí"*". Dicha pregunta encierra a
áustrial clásicas. De cara tanto a los arquitectos como a
il;;; lu ,igui""i": jcuándo v cómo deja de existir la
137
13ó
vés de las materias y balances-materias; va más allá de
los urbanistas, dicha industria del ocio reviste un interés
las técnicas de planificación a través de balances finan-
que queda aún por evaluar. El ocio requiere determinadas
cieros; se integra dentro de una estrategia y de una prác-
cualiáades por parte del espacio. Decenas de millones de tica más globales. Esa estrategia de planificación está
europeos, entre ellos un gran conting€nte de obreros, se bastante avartzada en Francia. Se calcula con cierta pre-
dsplizan'desde el norte hácia el sur de Europa, teniendo cisión las trayectorias y los flujos de las materias primas,
por objetivo España, Italia, la zona meridional de Fran- de la energía. Las máquinas dedicadas a la misión infor-
iiu. S"-ptt"de décir con visos de raz6n que abandonan el mática permiten igualmente prever las redes de evacua-
espacio dedicado al consumo, a saber, los puntos.de ri-
ción delos productos. Se pueden localizar de esta suerte
qi"ru capitalista (I-ondres, Hamburgo, París, etc') para las empresas tras investigaciones operacionales llevadas
átr"gutt" al consumo del espacio: la playa, el mar, el *,ry ulotdo, por ejemplo en Fos-sur-Mer, cerca de Mar-
sol, la nieve... Esa exigencia cualitativa acarrea una con-
seilL, en Dunkerque a orillas del Mar del Norte. Sobre
sestrencia de sumo interés tanto para los arquitectos como
todo, se reparte la clase obrera según cánones espaciales;
para los urbanistas: da la impresión que -sea sobre todo
se la manipula de esta guisa de una forma que hasta es-
án las ciudades dedicadas al ocio donde la arquitectura tos momentos resultaba inconcebible. Yo podría demos-
y el urbanismo modernos hayan producido realmente trar cómo los mecanismos y las trayectorias de la plus-
álgo ,r.t"rro; no gran cosa, y más caricaturesco que lo- valía se van tornando más y más complejos' La plusva'
g*do, pero, así y todo, se puede apreciar en esos lugares Iía no se realiza ya allí donde se produce, se reparte
ún intento de apropiación cualitativa del espacio que en- a escala mundial en función de la estrategia de las po'
tra en abierta contraposición con el carácter cuantitativo tencias económicas, financieras y políticas. La producción,
que domina Por doquier. la realización y la repartición de la plusvalía conciernen
El desgarramiento de las ciudades históricas corre de esta forma el'espacio planetario entero.
parejo, de hecho, con la urbanización generalizlda- 91e Por tanto, es bien de una economía política del espa-
,ro tlpt"t"nta más que la degradación de la ciudad his- cio de lo que se trata. Las cuestiones que conciernen -la
tórica y a la que se puede clenominar su nruralizaciónu' produccióf de cosas en el espacio no han desaparecido,
La urbanizacién generalizada no ha generalizado única- ni mucho menos, pero los problemas se desplazan' Se
mente la especulación llarnada inmobiiiaria; no únicamen- pasa de la producción de las cosas en eL espacioa la pro-
te ha ,"ruüo para respaldar la comercialización del es' ducción del espacio planetario, esto envolviendo, supo'
pacio; ha provocado, en el lugar mismo del rebasamiento niendo aquello. Se pása de la contemplación clásica de
áe la'relación ciudad-campo, un magma, un caos e:r los los lugareis de implántación industrial a la totalidad del
qrre la ciudad y el campo llegan a intrincarse de forma
espacio. De ello se desprende que el espacio se torna es-
harto confusa. Es, por tanto, trna rterdadera conquista trátégico. Por estrategia entendernos que- todos.los re-
del espacio terrestre lo que se lleva a cabo, pero partien- de un determinado espacio dominado políticamen-
do ile la propiedad del suelo y de la manera prescrita te sirven cle medios para apuntar y alcanzar objetivos a
",rrro--,
por dicha propiedad dentro de la descomposición' escala planetaria e, incluso, más allá de ésta' Las estra-
De tal éstado de cosas, se desprende una consecuen' tegias llobul"t son a La vez económicas, científicas, cul-
cia, o, para hablar con mayor prop-iedad, una implicación turales, militares Y Políticas.
de'suma importancia: una nueva forma de planificación' .Antaño, se creía con Marx que el capitalismo toparla
la planificaclón espacial. Dicha forara de pla'ificación va con las trabas opuestas a las fuerzas productoras a tra-
más allá de los antig.tos sistemas de ptranificación a tra-
139
138
vés de las relaciones de producción y de propiedad' Se forma global y el desmenuzamiento del espacio bajo for-
- creía que los capitalistas eran incapaces de asegurar el ma de parcelas tanto para su venta como para su inter-
crecimiento económico y de proporcionar a la produc- cambio. Es la forma tomada actualmente por la contra-
ción industrial el menor atisbo de organización' El pen- dicción existente entre las fuerzas productoras y las re"
samiento y la acción inspirados por el marxismo se pro- laciones de propiedad. Otro tipo de contradicción del
ponían uriutt"a. de manos de la burguesía la producción espacio, que ápenas si ahora se empieza a poner al d9s-
industrial con el fin de asegurar el crecimiento' cribierto,-es lá contradicción entre el movimiento, los
Hoy en día, la burguesía no ha logrado, en forma aI- flujos, lo efímero, por una parte, Y, Por otra, las consis-
guna, tonstituir una sociedad capitalista coherente a es- tencias, Ias estabilidades, Ios equilibrios buscados delibe-
óala hundial, un verdadero capitalismo organizado; sin radamente.
embargo, ha logrado establecer un capitalismo de orga- ¿Es posible que se pueda arrebatar a las clases domi-
nizaciones que consigue, en gran medida, dominar y man- nantes ese instrumento: el espacio? Quizá sea posible,
tener un mércado mundial, frágil, amenazado en el plano pero siempre y cuando se plantee la cuestión con toda
monetario, pero siempre presente e, incluso, henchidor' ilaridad. y abiártamente, es decir, en función de realida-
A modo de base para su acción, la burguesía y el capi des nuevas y no en función de los problemas de Ia pro-
talismo tienen una forma de propiedad inherente a las ducción industrial planteados hace ya más de un siglo'
relaciones de producción: la propiedad del suelo' Muy Quizá, digo yo, pero siempre con la condición de elabo-
iejos de constiiuir un obstáculo para el crecimiento den- rar una estrategia adecuada.
tá ¿et marco del capitalismo, la propiedad del suelo ha Y ahora, he aquí algunas conclusiones inherentes a
supuesto su punto de apoyo y, no obstante, destina- dicha dicho análisis. La cuestión de la vivienda tratada por En-
so"i"dud a tr, .uos espacial acerca del cual mucho de- gels, hace de ello más de un siglo, se ha ido modifican-
searía yo se parasen ustedes a reflexionar' do no poco; se convierte en una parte de la cuestión
Las clasei actualmente en el poder tratan hoy en día tlrbana,-la cual a su vez, se transforma en una parte de la
i cuestión del espacio. Todas esas cuestiones no pueden re-
por todos los medios de servirse del espacio como si de
un instrumento se tratase. Instrumento con varios fines: solverse más que a través de una cuestión y a través de
dispersar la clase obrera, repartirla en los lugares asigna- una apropiación colectiva del espacio. Lo que queda liga-
do. pa.a ella los diverso-s flujos, subordinán- do, por una parte, a la propiedad del suelo, y, por otra,
-organizar
doloi a reglas inStitucionales-, subordinar, consecuen- bien tenemos que reconocerlo, a la gran estrategia pla-
temente, efespacio al poder el espacio y re- netaria.
gir de fórma ibsolutamente -controlar
tecnocrática la sociedad en- Los movimientos de diversas Índoles de los usuarios
í"ru, las relaciones de producción capita- (incluidos entre ellos, según los países, las reivindicacio-
listas. "orrr"rvando nes referentes a los alquileres, los transportes, las expro-
¿Acaso lograrán su objetivo las clases
dominantes? Yo piaciones, etc.) forman parte integrante del movimiento
digo que no, debido a que constantemente aparecen nue- político general; sus problemas forman' por tanto, palte
va"s cóntradicciones. Son aquellas que yo denomino las ie los póbl"mut políticos inherentes al poder' ¿Quién de-
contradicciones del espacio y que ya no son exactamente tenta el poder? ¿Y con qué fin? Estoy, por consiguiente,
iur q"" imperaban err el tiempo histórico analizado por de acueráo con que todo movimiento de usuarios contri-
¡ufá.*, desples de Hegel. Existe una auténtica contradic- buya a la toma del poder por parte del pueblo, en nom-
ción entré la capacidad técnica de tratar el espacio de bré del pueblo. Pero, ¿el poder para hacer qué? ¿Acaso

140
t4t
nes. QuedarÍa, por descontado, la socialización, es decir,
se trata únicamente de llevar a buen término, para y con que el pueblo en su totalidad, transgrediendo las rela-
Ia clase obrera, Ia lucha de clases? De acuerdo' por su- ciones de propiedad, ocupase y se apropiase del espacio
puesto, pero, ¿y después? ¿Es que tan sólo se va a tratar social. ¿Acaso serfa, hoy en día, una consideración uto-
á" i""i"*"tti.i lu pioducción, de repartir mejor las oren' piana? (llamo yo utopiano, poniéndolo en contraposición
i*', t"f ;.*o ,.rá" decirse i,oy "t día,.de planificar
es' pero
la
el con utópico, lo que no resulta factible hoy por hoy, pero
producción con respecto al consumo? Sí, así
que puede llegar a serlo el üa de mañana). Partiendo de
á;;;;;u;-no conlÉva en sí su verdadcra finalidad' su
dicha perspectiva, ¿cuál es el papel que deberá desem-
sentido real. ¿Detener el crecimiento pura y simplemente? peñar el arquitecto y cuáI será el dei urbanista? Tanto
Esto resulta imposible. Lo que sí es necesario' es orien- el uno como el otro son productores de espacios. No me
larlo al propio tiempo que se- trata de limitarlo; se le refi.ero aquí a uproducción arquitectónicau. Lo que quie-
i"U" oti*tai hacia el desarrollo social cualitativo' hinca- ro dar a entender es que no son únicamente abastecedores
Ya sabemos -eIme permito repetirlo, haciendo en el rnercado y para el mercado de la construcción. No
pié en eilo- q.te-y desarrollo y el crecimiento no siem- pierdo de vista, desde luego, que no son los únicos en
ire coinciden, que el crecimiento no significa. automática-la producir espacio; existe todo tipo de agentes de dicha
mente desarro[o. Por lo que se refiere al desarrollo'que producción, desde los planificadores, los banqueros, Ios
op"ti"""iu y la historia nos enseñan sobradamente so- promotores, hasta las autoridades administrativas y po'
no^ existe créación de formas sociales
y de relaciones líticas, hasta los obreros de la construcción y los usua-
ciales sin creación de un espacio apropiado'
--- forma de vivir? rios. Tanto los arquitectos como los urbanistas operan
¿"1-.-"uliau¿ de la vidáo? ¿Otrapero ello no puede en el marco del sistema de producción existente, pero
¿.c"urnüiut ia vida'? Sí, por supuesto,
desernpeñan en éste un papel esencial; sobre elios des-
enfocarse más que to-*¿o en consideración el
espacio
aquí y cansa el futuro del principio según el cual el espacio tie-
| ü i.t"fidad áel ^apropiados,
planeta, sin excluir la creación
ne un valor de utilización y no únicamente un valor de
acuilá de espacios cuya apropiación a| su.s;
oe mero cambio.
traerse a la propiedad podría servir pertectamentepun- Hoy en día se va esbozando una posibilidad: la de
o"ntio ie una éstrategia, opuesta en todo una intervención del arquitecto relativamente bien deíi-
"l"*"it.
;ü^il;;i;"ñ'Ñf;, podría ei'o?'t'u' favorable aco- nida. Entre el inmueble y la casa o la torrecita, la parce'
sida un provecto global' En Francia' la CFDT se-mues- la de terreno como encuadre &¿ la construcción, por
;;;;; qlue la cGT a esas cuestiones' lo que una parte, y, por otra, el conjunto urbano'ampiio y com-
auforiza a decir q"" a movimiento obrero dispone
de
";;"ibi" y que dicha vanguardia afronta ya' no plejo a cuya escala intervienen los ingenieros, los espe-
cialistas técnicos de la circulación, existe un nivel inter-
""u "u"g"ardia
ri" gtá"á"s ¿igclltádes, los nuevo-s problemas' . medio. Es el nivel macroarquitectónico y microurbanísti-
Iá posesión y la g"tiiótt colectivas del espacio plan-
-una
condición -previa :-la supresión $ co; ya no es exactamente el del pueblo, y aún no ha
tean, e'viclenteménte, alcanzado todavía el de la gran urbe. A este nivel se pue-
Todavía no
á;l; ;;";ie¿a¿ deÍ suelo. ¿En qué- forma? La

adecuada' socializa'
,i den situar los estudios e investigaciones llevados a cabo
;;; i.gü¿" dar con la fóirnula desastrosos' dado
g por algunos de los arquitectos, desde mi punto de vista,
;td;;;;;rt" d"l nitua" da resultados absolutos clel pro- v más eminentes de nuestra época (por ejemplo, Constant
ñ;;;;íili" ut Brtu¿o los derechos 4 en Amsterdam, Ricardo Bofill en España) y los de los so-
s.uelo ha mostrado bien
ñ;"ñ. La municipalización.del
inconvénientes como sus limitacio-
ti
ciólogos, tal como Mario Gaviria. Tengo interés en hacer
a las claras tanto sirs $
:: 143
142 ,ü

,iü
7

resaltar el hecho de que esas experiencias arquitectónicas La clase obrera y el espac¡o "
no hacen ascos a los procedimientos antiguos, artesanos
y tradicionales de la lonstrucción. Los materiales tales l

lo*o la piedra y el ladrillo, las técnicas tradicionales si- !

guen siendo utilizados por ellos. ¿Prefabricación? ¿Coor'


áinación modular? De acuerdo, pero, ¡mucho cuidado !
No utilizar a no importa qué precio y bajo no importa
qué condiciones, so pretexto de modernidad las técni- 1. ¿En qué situación se encuentra hoy en día la
cas de más reciente creación. Me parece primordial el clase obrera en Francia? La respuesta a este interrogante
hacer hincapié sobre este particular. no resulta fácil más que para aquellos, aún bastante nu-
merosos, para quienes ula clase obrera> es uoa entidad
socio-polítrca abstracta. Creen conocer a fondo eI con'
cepto de dicha entidad, cuando, de hecho, no poseen de
ella más que una mera representación. Para dar una cum-
plida respuesta a dicha pregunta si es que desea uno
contestarla, nada mejor que las investigaciones <sobre
el terrenou, las comprobaciones auténticas empÍricas.
Sin embargo, tanto la descripción empírica como eI
análisis estadístico implican o introducen siempre con-
ceptos. La discusión de siempre: el positivista más es'
tricto posee un concepto, inexpresado como tal. La in-
vestigación que pretende limitarse a comprobaciones au-
ténticas supone una hipótesis teórica e, incluso, una hi-
pótesis estratégica, inexpresadas com^ I"les. Empecemos,
por tanto, por expresar el concepto y Ia iu¡útesis. Me
refiero explícitamente al pensamiento marxista, a los con'
ceptos y teorías que provienen de Marx. Digo bien <teo'
ríao, pues ei conjunto de hechos y de conceptos elabora'
do por Marx se sitúa a nivel teórico en la acepción más
fuerte de dicho término. Lo cual no significa que Marx
y el mamismo hayan aportado verdades intangibles.Muy
al contrario: las grandes teorías científicas no se inmo-
vilizan jamás; van modificándose de continuo; no alcan-
zan una cohesión monolítica más que después de su muer-
te, en su tumba; en tanto están vivas, varían y no esca'
par a la obsolescencia alcanza también las ideas,
-que
* Association Frangaise de Sciences Politigues, 3 de noviem'
bre de L972, Parls.

t44 145

rrcs 128 l0
racteres objetivos y los transforma. La claúe sc oponc
los conceptos, las teorías-, más que transformándose' como tal a la clase contraria, constituida ésta en unidad
Cotrtl"""" contradicciones que pasan inicialmente desa- socio-política. La clase obrera alcanza, do esta forma, su
;;;;;¡td"t dado que les envrielvJ el velo de una cierta Io-
luegrr y llevan la teorfa bien unidad, su actividad socio-política desar-rollada. Deja de
gica, ¡rero que s€ manifiestan
a 'Iodo esto' ser una simple fuema productora, tomada en la división
!"u l r., ol."o, bien sea su razonamiento'
asi y uiel trabajo, y un obieto político. Llega simultáneamente
por otra pane, no nos aporta ningq dato nuevo; que a la autonomía, a la autodeterminación. Se erige en suieto
iodo, r"rulta necesario reiterar su afirmación' para (sujeto de Ia historia, sujeto político). Se podría sumar a
conserve su significado.
Ia autodeterminación, la autogestión, que es parte inte-
oobre- grante de ésta. Pero, ¡mucho cuidado ! Para Marx, la auto-
2. Marx estableció un distingo entre la clase determinación incluye la autonegación y casi casi Ia au-
,uo sí y la clase de por sí, introduciendo de esta suer-
"t te-rurinología hágeüana y un pensamiento dialec- todestrucción. En efec.to, para Marx, la urisión llarnada
te una histórica de la clase obrera se define a través de una doble
tico dentro de una teorización dirigida de hecho en con- negación: niega la burguesía y niega el capitalismo; se
ir" ¿"f hegelianismo, ñlosofla de la historia y del Estado' niega a sí misma en tanto que esencia y pilar (a través
sistematizada Por Hegei. de la plusvalía) del sistema de producción capitalisftr.
sí? Esas palabras desig-
¿En qué cdnsiste iá clase en Sólo es totalmente revolucionaria si destruye Ia sociedad
,ruJ objetivas, rasgos distintivos' indepen-
"u.u"terísticas por tan- de clases, si va más allá de sí misma en tanto clue clase.
dientes de la conciencia y de la voiuntad. Pueden,
espo-
to, pertenecer a gnrpos iestringitlos, desperdigados' 3. Consideremos detenidamentc este esquerna, o más
rá¿i"ot +, incl-usó, a tal o Jual i,ndividuo tomado ais-
tal o cual grupo bien ese movimiento dialéctico entre dos polos, dos lími-
ladamente. b,l q,t" tál o cual indi'¿iduo o tes: el extremo objetivo y el extremo subjetivo. Resulta
;;;ü;j" (produica), utilizando para ello medios de pro-
conservarl- evidente que toda clase y todo fragmento de clase obre-
duccián (instrumentos) que no le pertenezcatr' ra, todo grupo obrero puede situarse entre esos dos po-
á" libertad física, que se vea, por consiguiente' a la los. Lo que permite e incluso exige estudios empíricos
""" y dominado, significa que es parte integran-
""r -Muo, clasificado den- sin por ello autorizar una cuantificación brutal, ulla re-
t" ¿""*ptotudo
iu clase óbrera; según queda
preslntación en un espacio mental, epistemológico o for-
;;" á;i proletariado, ttttto si se percata de ello como
malizado. No se trata en forma alguna de una escala que
si no. Históricamente, esos rasgos característicos hicie- iría desde un cero de subjetividad hasta un cien por cien
;;;;" aparición desde el mismo origen deprimeras la clase en
stls ma- de conciencia, o inversamente.
condición de tal, con sus gérmenes, con En la vasta corriente de pensamiento que se inspira
(no desarrolladas)' En tan-
nifestaciones aún .,u.ropuáut" en Marx, ese movimiento dialéctico ha sido muy a me-
to que tales, esos rasgos constituyen un aspecto o ele-
virtual, para iuego nudo incomprenüdo, mutilado, aplastado.
*"rito de un <sistema->, inicialmente de tiempo:
realizarse en el transcurso de un cierto lapso
a) Se le ha dejado de lado, dada su condición de dia-
el sistema de producción capitalista' léctico, en nombre de un estructural-funcionalismo' En-
¿En qué cdnsiste la clasi de
por sí? Esas palabras de-
tonces, la clase obrera se define bien sea a nivel de las
sigri.n ,i.got a la vez cuantitativos y cualitativos'
pero
cierto predominio: la determinaciones económicas (en tanto que fuerza pro-
;;?;l.t q:ue lo cualitativo tieneque suma a los ca- ductora, en tanto que pilar de la división técnica del tra-
el carácter subjetivo se
"onci"ncia,
146
ciase implica entonces una comprensión de la Historia y
determina- un proyécto de transformación del munclo. Resulta inte-
bajo), bien sea a nivel cle relaciones sociales bien sea'
das (en tanto que productora de la plusvalía)' resánte resaltar que Lukács y su escuela no conceden más
fiá;;"l;;-u oiu"t^áe tas superestructuras v superdeter- que una mlnima iontingencia a la autonegación de la cla-
las ideología-s y de 1

se obrera. Ponen el acento sobre la autonomía, la auto-


minaciones poytica;iá;i estado,,de de esta
se pretende determinación. Como ya lo dije anteriormente, se puede
ffi;;;;iliá"*, a" ios partidos)' tanto
suisa una concepcrón del iistema de producción en sumar la autogcstión a esos atributos de la clase plena
toda aprensióu e incólume. El error no radica en dicha insistencia rei-
:ii;.;lid"d--il"-rt!"rto, se le segmenta' vlondición de tal'
lX".riitl""ii?;?iu obreia terativa, sino en un cierto confusionismo entre lo posible
;";ñá;: gr,u
-up""tu ""
"tut" a las "
obras v a las ideas y 1o real. El concepto de la clase obrera coincide con el
-f^-ñtú"sser, "titi*
á" de N. póulantzas y de algunos otros. á" .rrru posibilidadi su victoria total. De ahí a reprocharle
de impor-
La discusióo o¿r,,¡"to o sistema?).no carece atribuye el no cónformarse a su concepto, definido por los teori-
I

Si se zantes, no hay más que un paso, rápidamente salvado


turJü ,"Ori.u "i á" i"i"tás metodológico.
privilegio filosó-
a la cohesión, por ende, al sis,tema' ún por los acusadores : degenerescencia, corrupción, integra-
n* iiUu a decii: metafísico) el asísujeto se desmorona con ción, etc.
las contradi..iorr"r--n'ttfocaáas las cosas' la clase en
tienen ni
;;;;i t i;-.ur""áu*ta-en patticular' va no Contentémonos con entresacar del esquema dialécti-
co algunas conclusiones (provisionales):
*"
cabida ni estatuto. el movimien-
b)- E;itt"" varios medios para disociarDe
to dialéctico, para reducirlo y aplastarlo' esta suerte Ia clase 'obrera no se halta por encima y a salvo
se le puede ,"¿,-,"it á-"oá-tttétu utttgaridad
histórica: la de -las contradicciones, a semeianza de una coherencia o
mundo v prosigue
;i".; ;il;a ha hecho irrupcion en el de una cohesión suPerior;
á;f;;;t;"rittiui" t" tralectoria' Pasa de manera irre- -
sLt concepto abarca los dos polos, tos dos límites-
versible de la inconl"l"""iu u la conciencia'
alcanzál9gt" y la totalidad iet intervalo que media entre ellos (con eI
ésta en cuanto á"ti"idad y representación política inovimiento y la reversibilidad siernpre al estado latente
;;l;t tiába¡adores."¡tt" Entonces, la, clase alcanza su ma- de d.ich,o movimiento).
,o áJ.rt"", sr{ edad adulta' la Tiende' sin
;;;6;du"d, eventual
correr el peligro i;-;;;;'tiibu'udu'
hacia El dilema: nO bien el Suieto o bien el Sistema'u ¿'Aca-
historicista de Gramsci' so no sería éste un falso dilema, una falsa alternativa
hesemonía. Este -Garaudv;-ahora bien' esa con-
ili";;;;'ha ";i;tq"ema
iecho eco teórica? Yo propongo una relación más compleja, "dia-
r.ryn:oltral
cepción un tanto trasnochada se la Brlede histórico"; lectizada".
más allá (o más uJl A" h tesis.del "bloquede lugar co- Si el proletariado flojea, el sistema de producción tien'
*ot ftltta tal "*i*o vulgarizada' sirve de a situarse en tanto que sistema y en tanto que cohe-
mún a no pocas ;;;;;"t y ?i""*tos
"i polftico-burocrá' rencia. Contrariamente, si la clase obrera sienta sus rea-
ticos. les, el sistema se desmorona. No existe, por tanto, incom'
a un puiibilidud abstracta en el plano científico, teó-rico y qe-
; El movimiento puede iinalmente reducirse la subjetivi
caso llmite, situado
-n"tÁ""es, tln punto extremo de iodológico, entre el sistema y el suieto, sino alternancia'
la "n
lfut" define a través de una iá"¿""liu hacia el uno o haóia el otro. Alternancia, más
á"¿. "Ui"ta-se incólume' E'sta
conciencia a" ,i iu" pt""u.como que alternativa.
'ii-Jmu, tukucsiana' La conciencia de
es la defini"i¿n ¿"lu
"tl"ála 149

148
de la
y un conflicto, ambos'de nuevo cufio: la formación es-
al rebasamien- en múltiples
4. Se dirá, por ejemplo' con respecto ideología del ocio, ;;;t;i*"ión, hasta
(exaltación' valorl
o¡Qué perspectiva de ü li*Íogfa
to, con respecto u fu'ut'tát'"!ación:p-ensamiento maniista ! tratos obreros, ¿"oii
-táu"i -i*"tr"'"";ia ? Sustitución ? No' o
d"
la mente ! ¡ Es puti-*á""i ¿"t lu diul¿"tica he geliano - ;;;tó;i á;i o. ¿
se traduce por
¡ Tratando
d".'ut"u'i;;;i"t^u^
que-comprometerla un poco mas
ff;;í;;ñü":Yá-ü;;;h;;;i¿; de -oue
conflicto'
las vacaciones' más
marxista, no nacels más que una (po' la tendenciu u u-pii; semana laboral)
;;;;á'u;a clase oo p''"de afi'rmar más bien que u ,"a,r"i, "i^#;;;"0-t*u.d? "
de hecho y dc dcrecho' il;;üi;en tunciónt"l"-áUiigt¿u
de su prod-uctividad'
sitividad,, ,:.o n'''"t1"""ñÁáit*' a--enfrentarse a incon-
más que como "Positividadu"' La clase out"* tal como se
"";ü;;-b;;r Étu r-tq"idación de la.dialéctica
comporta
tables contradiccio""t.lA"uú ttu lleeado'clara concien-
es lo que des- a-una
a la par tn "up"3i'mó y un
erro]:'-¿Qué acostumbra a decir frecuenternente-'
iorizontel'La automatización' ena llegado a tener
punta, hoy en ¿iu,
""'It de los conocimientos
il;Jil;xplotación ti" pol el-lo--haber diría más bien todo
ianto que futuro ¿" f"-"pfi"u.tió1 olena conciencia d;-i" ;;;"tión?,Yo
convertido (f órmula ár ru-"rp]otación no significa co-
la producción, la "i""lil'ft"Ui¿n$os9 i"
célebre que va t";;;;;tt
t" obra cle Marx) en fuer- a" to' *""Ju;i;"; ag h olusvalía'ellos'
"r"t'r'"ñ..-ó.""i1"ür
nocimiento
A'lgunos
Lo
""- Entre la infor- ' distinio entre
za productora, diriciu "-i"*"¿iatarnente' filósofos no estable-c;il;-;i;;o
fi j"lá¿"'liJ";t"ll-;i"^11""'Hi:l1""i"t',1ñli. qL" ti"*Uta desconcierto en los conceptos'
^:i;;,;;
l"-""u estrécha relación' aun clranop^:"r'^": 'j"til"r .r.
a la par' sos- (que no coinci-
La inforrnática y-ü-aJLÁa.tnación^andan en 5.La clase obrera y el proletariado procedentes del
Así ?11es' 1o que d-esnu¡t1 den), que ,on o,"'íá"'l;t "ttit*&cciones
teniéndose *""'o*""te' el trabajo pro-
11
historia' también son
tiempo, de la HistJrf" y J" * n¡9eia
horizonte
"' "l 'ü--t'abajo' Yo{ '"",lado'
únicamentc a la clase
ductivo ya no p"Ja" t"t Ll'ibt'ido la función y Ia estruc- pr"ru de las contradicciones del espacrc'
obrera. Po. ot'o'"Iá-tiuttá"¿""cia' se van modificando de- El asunto ttt*""iá -¿quiln puede ignorarlo?- a

-Francialiáo'
ru
tura social aa tt"ü"it-nt"á""-ti1i por el trabajo manual la segunda mitad del siglo xry' q"
París-y'?#oáTi"
en a la co-
bido a que el pupái ¿"i"mpeñado clase obreru
"o,'"$-á"áiu-"t' C' Chevalier en su
i.}*prÉ;, u"gúti-Moi*) YJ disminuvenclo' nocida desc¡pcioi-t"ufi"u¿" por -J' En el cas-
l; au.toml!21::iLt: libro c/ass es labo;ic;;;;;i "ati"t darleereusas'
claro
"'ta, '""ri" "; a la gestion v ]l ,":liiiSi
al control " co antiguo de la úistórica' en lás casas de alquiler'
?T# Jil^i.iu"^J'i;"*.il producción' De tat "itá"J (Le Marais)'
(iunto con la inforliáticá) q"" a la oue eliminar cons- II
¿

"" a veces en los "i"Ñ;;;os arís-tocráticos los obreros en


más v los obreros: inferiores' AI-
:'#; ;;;f *u"t'vl" iÁ"ii"u'i;tremeitarlos' Y' sin em- & ;.i;;"b".]" u"itett"tiu U"tg"eses.-en ios
treñimientor, Io-q"u'hJc;;; los pisos superioreJv-üt
¡n

tal corre el ries- t ejemplos que


bargo, la clase ñ * "o"ái"i¿"
de
ñil;";"ptt u" ómejante convivencia'
aún vi-
"o'"i" táta" o temprano, su negación' van desapar".r",,d'o u toáo día
que pasa' sif+ren
eo de tener que "r;;;;, dicha po- es lo que
qué forrna puede prepa.rar:: e^?lu afrontar gentes en los ttitt¿titos' iQué
; En
tendencia' de forma harto
os- "J;t';;;ig"* Abrir amplias avenidas
siUitiáaaf ¿Acaso ¡o tL"i'que en negarse a sí misma' a quiso llevar
" ""üt"rfu"'!*utttZ coches y- de los-bata-
cura, en rechazarta más y cle ci.encia ficción? ouru p"r-itir la;i;i;tó" de los
relegarla al rango á"'"'pá ffiH;;"T"ihri", J tir" ¿" las ametralladoras.de Ylatam- ciu-
la desvalorización del centro
Sea lo que sea,;;t-;"á;d" ^t]:^ttt^," obrera' De esta bién para alejar ;il trabajadoreslos futuros ar¡abales'
del trabajo ul""á-d"-lu'p'opt1':lut" dad, hacia rt' 'J#'";;;túñ;t'
"t "f
guisa únicamt"'" p"*iJt
ftáriut explicación una situación
151

150
nizadas- salta a la vista. La clase obrera se halla repar-
Así es ! A partir de -ese rno- tida entre las torrecitas modestas, los ogran-des cornplejos
¿Contradicción del espacio? ¡
urbantstico5r', las ciudades nuevas y satélites'
centro
Láio, la estrategia apunta al robustecimiento del A1 propio
con- una
;;b;;; ;"litico,""l c"nt'o de las decisiones' ,rr"r," de preierencia subjetiva por lra torrecita modesta'
Ya -- -n"t"ttu
il*po, io deteriora, 1o degrada" en tanto que centro' el ad-
fácil el establécer un distingo entre varios
pe-
nauss-
Haussmann lru ,",q""Urajádo irremediablemente las ca- ríodos. En primer lugar, el período específicamente
mirable espacio o"ti'i"ttté: la doble dirección de
;;;;l;ñ !s de"ir,L'segunda mitad del siglo xrx' así
de mer- xx:
ii;; ó;; il u"hí.t'lo' privados, los dedetraslado
las aceras (pro-
aburguesamiento
;;; tambi¿n los ínicios-del siglo y segregac-ión de,los
;;;.r; t ios d" transporte pír.blico) v de la ciudad histó;i; expulsién
ffiiá;;'u la roáacla y reservadas a los tran- trabajadores. Despuét d" lu Primera Guerra
Mundial se
"ir..rlación torrecitas modes-
seúntes Y Paseantes). tt;;";il^" los súburbios cubiertos {e y que
La Comuna d" pa'í' puede interpretarse
partiendo. de hacía tiempo
partien- i"r, "tt"Utles preparados ya 9"*". a la propiedad y
las contradicciones del espacio' y no únicamente (patrio- ñfi."fr^" "t u"""ro-Je los"trabajadores
do de las contraiicciones del iiempo de histórico Finalmente' des-
las clases diri- la funcionalizacionlo*"tt del habitat'Estado adopta la
tismo cle las *",",- f antipatriotismo
¡opular a la ;il;;-s"g""¿u C"uttu Mundial' el
gentes). Esta vino *t ti"u suerte de réplica complejos urbanístico5"' de
" expr-llsados hacia
iJ"iuti"u de"los "g.u"a"t
estrategia d" g",rt.*ann' Los obreros'- urbanismo oficial' Es muY po-
im-"i"¿"."s satélitJs, del
los barrios y periféricas-se-volvieron a apropiar sible que hoy en día hayamos -entrado
en otro período'
;;;;;tt "o,"""^'
d"l q," les había excluido el bonapartismoen-v caracterizado por t"t"*o a la iniciativa llamada "pri-
de volver a "i Por supues-
ü*^";;i;r"gta de ios dirigentes' Trataronatmósfera festiva de los promotores y de los bancos'
trar en posesión J" ¿tL,"¿"ntro- de una "^¿"1, "l
;;, ;t;t perlodoi se imbrican unos con otros' y- esa cla-
Pero llena de colorido)' ser meramente aproximada'
ig""tt"á, hut'u'*uttttiana se ha ido "---l"iá no pasa deunas
sificación
veces neoliberales' otras tecno-
Desde
"tt*itgi" ur- tparilncias
"rrton""J,ll
extendiendo o ug'áuundo (en América' los fenómenos y cráticas, no sin q"" t; produzc-an a veces
profundos desa-
U""i.ii""t difieren mucho de los fenómenos franceses
cuerdos, algo n.,wo t" tu urdiendo y estableciendo' So'
t" ha visto sometida a mani- (algunos dirán'
;;ü;;t. i" "1"*-tut"tu pue-q existe una política * breviene una extensión v una acentuatión
rJáir""ét "n lu''o"u espacial' vez más consciente incluso, ,rtu ug,u"ución) de la práctica
socio-po1ítica-m'en-
la ha-
á;ü;ñ,-"u¿u u"' mát u"tiva'iada iornado instrumentalista' cionada anteriorml"lá'' "f espácio instrumentalista'
la poli¡ización
v deliberada. El espacio se ha estrategias'. don- bliie;;; utilización de dicho instrumento' por-todo el es-
lü;;'**t; ;;f;;e se d-espliegan
tanto ;;T;;;"i;, lu. "Jtui"gias quedesplegándose
de se afrontan, el t'putio ha dejado
de ser neutro' práctica esp*iiul se está desarrollando pue-
g"o*étricamente' desde hace ya mucho ;;;i.i" según sus aspectos' U-1a
geográfica
"o-o ü;"o,J.diferentá "o*bt"t'
tiemPo. r ----r¿rr^ ^^*^ planificació, de objetivo-s mucho más amplios
"^--Ei como ñ.'
pn- "rpá'i¡ot Se refiere impli
espacio instrumentalista ha oermitido' que ..el ,rrUanismo"-"u "ottu"do forma'
gJneralizada' la de los política del espacio' ciencia
mera provia",ttü,lu segregación El citamente u ,"'u'-"tonomía y
contraste tiende a reem-
oue trata de situaise a t"uiu
y de los lueares'
-tl*i f" de las-iuncioñes ¿" tot'"titut modestas v los mundial
de crecimiento que han quedado anti'
A;i""i;;;táuái"t ""ui"ttot los centros que subsisten' :;;i;:;á;1;;
;;;;;á;; ".*pr":"t" -entre que se consolidan en tanto cuados.
"**ü"ihnificación
;i";;;;;'u-l* i"g¡uaación' espacial vuelve a echar mano' pulién-
il::Hil il;;;tt¿;' v las ionu' periféricas desurba- 153

152
lrl

*i
dolos, de Ios antiguos procedimientos de planificación, conocimiento de ellos. Lo único que falta es la síntesis
que no aparece como conocimiento, sino como secreto de
semijlanificación ó phnificación indicativa, a.saber, los
balances-materias (suputaciones de producción) y los ba' Ériu¿o. ¿Los hechos? El devenir de la cuenca de Lorena'
lances financieros (operando sobre los costes de los pro la edificición de Fos-sur-Mer' ¿Las pruebas? El traslado
a Dunkerque, junto con el material (los medios
materiales
ductos, sobre sus precios y los valores). Insistamos so- los miner:? L1
bre la planificacióriespacial, dejando de lado (aqul y aho- il;iü;c?á"1 d" la tuerza de trabajo,
que \ra desde el
repártición sobre el eje, el farnoso
ra) la economía política del espacio' de la -eje
Mancha' de Ia clase
La planificación espacial trata acerca de los fluios' UéJit"tt¿"eo hasta ei canal
Cada fluio tiene un punto de origen, un recorrido, un habida cuenta del crecimiento de las ciudades v
"f.".u,
áá l"l ciudades satélites: cergy-pontoise, Evry-Petit-
punto final. Existe un sinfín de flujos: bienes, personas,
bb;"to. (los automóviles, por ejemplo), materias primas, Bourg, etc.
próductos acabados, dinero, moneda, capitales' info-rma- Esás fenómenos de nuevo cuño resultan tan impor-
que conservar
y conocimientos, signos y símbolos, etc' Los fluios tantes que cabe preguntarse si se tiene
teórico y como fundamento de la
"iorr"u
se estudian, se miden, se regulan' La mano de obra for- como base del analisis
ma parte áe los flujos, a igual título que los objetos ,"cial, la unidad de pioducción, la empresa. Yo
".á"ti""
;;;;;;;"""i4" de que la empresa. va no es el punto
transportados por las carreteras y autopistas, las vías simultáneartente la rique'
férreás o ttuviáles. Existen (Yacimientos de mano de donde ,* .o,"iitt'yen
"""it^f
;;, i;I".;uiiu, lut ."laciánes sociales de-producción' el
obra, ¡r lugares donde la fuerza de trabajo encLrentra su Determi-
utilizaóión, se consume de forma productiva' El trata- ,iJr"H^á" proiuc"i¿n en tanto que totalidad. tal vez durante
miento de los flujos da lugar a guiones diversos, pros- nados dogmáticos sostienen y sostendrán y
marxi.stas'
pecciones o proyecciones meior fundamentadas que la mucho tiempo esa tesis' Pienso en algunos
en Charles Bettelheim' 'oue no tan sólo res-
futuro.
irospectiva y loi dir"nrsos habituales acerca del (esa ".p""*fÁ""ie
palda esa tesis, #" ;; Ju*ti¿" fá áxtiende al análisis
Cae por su propio peso el que esa relación inhe-
ha ili;; sociedades no capitalistas,' Yo estoy convencido de
rencia) del tiempo con el espacio social no hallado
;;";;; las unidad"t d" producción' las empresas' va
su formulación ánalltica v su exposición de conj'ntos tejido intersticial'
comnletos. Quizás el análisis y la exposición sean enig- asrupadas en cent;;; de producción'.el
párticipa en.l.a producción ia,ué
máticos o, quizá, pertenezcan ocultos ¡en tanto que se- lJniilñiléste?"ttu"o,In;;;érables servicios' entre ellos los
cretos de Estado! El caso'es que, tanto estratégica como contiene
prospectivamente, la clase obrera queda repartida en- el i.""tp.tt"t, los distribuidores, y-otros muchos'
v los -;;;;¡ucción ináustrial v Ll capitalismo se han ido
irpuii" según lai exigenciry d9 lo-s demás flujos d" lu.-".bes hiitóricuJ. Et capitalismo las
de las redes de distribución (de llega- aún según
"o.rrtr"ñi-ientos """¿lrá"á"
;ilüi;il;;;o- u lu, sigue transformando
da de las materias primas, de la energía' de despacho de (".ottá*ical políticas' culturales' etc')' La
l,o. ,o1odr"tos, tanto acabados como no). De esta forma r* ".i*"""1u.
se ha ido ampliando en menor o mayor
me-
es como se proyecta sobre el terreno la división del tra- "i"¿"á,'q"e periféricas' glomeraciones
bajo, técnica y social, determinada a escala planetaria' áte;, ;;";"do arrabale','otat a
decisiones y
ü iÉf mercadó mundial. determinarrte con respecto a las sa,Jirüt ." convierte á lu put en cento de
en fuente ¿" pt*""fto' Nb únicamente a través de la
-construcción
locales, regionales, nacionales' continentales'
---ln"uto denominadas todavía nin-
"t"ulut se quieren hechos? ¿Pruebas? Tanto los he-
l"
".o"""f'rcró;l
mobiliarias)), alln el espacio se esté convirtiendo
.ho's como las pmebas abundan y todo eI mundo tiene ""á"at
155
154
en bienes muebles. Existe en los tejidos urbanos, a tra' de la práctica social. Entra a ser parte integrante de la
vés de su caos, un consL¿mo productor, el del espacio, de socialización de las fuerzas productoras.
las vías de comunicación, de las edificaciones. Ahí se uti- En 1968, la clase obrera francesa llegó casi hasta sus
liza una inmensa fuerza de trabajo, tan productora como extremas posibilidades objetivas y subjetivas. Afirmándo-
la utilizada en la conservacíón y en la alimentación de las se en tanto que sujeto social y político, consiguió hacer
máquinas. Aun más: en el tejido urbano que prolifera tambalear (tan sólo por un momento) el Sistema, dentro
alrededor de los centros (de forma desordenada y verda- de lo que éste había conseguido enraizarse; la clase obre-
deramente irracional), existe una tenue composición or- ra lo dejó agrietado, desmenuzado en subsistemas difi-
gánica del capital, por tanto, hablando en términos mar- ciles de unir nuevamente. ¿El motivo? La acción empren-
xistas, una gran formación de plusvalía. dida por los estudiantes no ha podido servir más que de
Una contradicción del espacio se esboza y se precisa catalizador, de analizador-iconógeno. ¿Acaso la clase obre-
entre lo efimero y lo estable. Por una parte, flujos, mo- ra no elevaba ya sus protestas en contra de las disposi-
vilidades; se prefabrican ciudades nuevas, cuya vida no ciones y dispositivos especiales que se iban implantan-
rebasará unos pocos años (¿qué será de Fos-sur-Mer cuan- do? ¿En contra de las manipulaciones? Esta es una hi-
do surgirá petróleo en el mar del Norte?). Por otra, exis- pótesis qLre acercaria, teórica y políticamente, aconteci-
ten estábilidades, consistencias: las instituciones, la buro- mientos separados por más de un siglo.
cracia, los centros, la propiedad de suelo, etc. ¿Acaso
no sería debido, entre otros motivos, a esa contradicción
el caos espacial que se produce? Ese caos se asemeja al
envés y el revés de la planificación espacial- Algunos lo
explican por la multiplicidad de los parámetro,s existen-
tei, por lá complejidad de las situaciones. Yo lo explico
de giado,por las contradicciones del espacio.
Es de iesaltar la importancia y el interés, en el espa-
cio estratégico, de las relaciones de fuerza: entre las nau-
toridadesr, los grupos, las administraciones, los capitales
y capi'talistas, las instituciones, los pueblos, los Estados,
Zi"éi"ru. La inherencia de lo económico a lo político (y
recíprocamente) cobra de esta suerte todo su alcance y
sentido.
¿En qué situación se encuentra la clase obrera? Su
locilizacibn (provisional o duradera) está estrechamente
supeditada a estudios empíricos que tan sólo un aparato
co^nceptual y una hipótesis teórica pueden orientar debi-
dameñte. ¿Acaso esá implantación territorial no reviste
tanta impo-rtancia e interés como el trabajo, los lugares y
condicioires de trabajo? De hecho, la localización forma
parte, hoy en día, de las condiciones del trabajo pro-
áuctor, dá h utilización social de las fuerzas productoras,

156 157

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