Está en la página 1de 4

EL PODER DE UNA OFRENDA

La mayoría de la gente vive preocupada por sus finanzas y tiene la mentalidad de guardar y
tener siempre más. Por eso las finanzas son la razón numero uno de divorcios. Dios nos da
la capacidad de generar y administrar las riquezas para darle la gloria a Él. La Biblia dice que
somos los “administradores” de Dios. Diezmar es un asunto con el que muchos cristianos
luchan.
Muchos se sorprenderían al saber que Jesús habló de dinero más veces de las que habló sobre
el cielo y el infierno. 16 de las 38 parábolas se refieren a cómo manejar las finanzas y los
bienes. La Biblia contiene 500 versículos sobre la oración, menos de 500 versículos acerca
de la fe, pero más de 2.350 relacionados con el tema del dinero y las posesiones.
La razón principal de diezmar y ofrendar no es darle dinero a los ministerios para que
continúen funcionando. La razón principal de que tú diezmes y ofrendes es que participes
activamente del ciclo de bendiciones divinas que Dios ha establecido para la vida de un
creyente. Y cuando adoptas esta consciencia, tu vida cambia.
Tenemos que entender que Dios no necesita nada de nosotros. Él es dueño de todo. El asunto
del diezmo es algo para nuestro beneficio y para enseñarnos sumisión, dependencia y mostrar
entrega y amor a Dios.
Cuando involucramos a nuestro Creador en nuestros asuntos financieros, Él se convierte en
nuestro socio y garante. Luego, Él nos bendice y asegura nuestra estabilidad económica. El
diezmo y la ofrenda es una bendición de Dios. Recordemos el desafío de Dios en Malaquías
3:10: “…probadme ahora en esto [diezmar]”. Haga de Dios su socio económico y traiga
estabilidad a las finanzas de su familia. La ofrenda es tan importante delante de Dios que el
mismo Jesús se convirtió en una para salvarnos
Diezmar es un acto de fe. El diablo trabaja con la duda, y Dios trabaja con la fe. Pero quien
decide que herramienta usar esa eres tú. Él necesita de mujeres de fe que sean capaces de
provocar esos milagros. Somos nosotros quienes, con nuestra fe, provocamos Su entrada
triunfal. No solo esperemos a que él interceda por nosotros, ¡provoquémoslo nosotros
mismos! Seamos personas obedientes que siguen Sus instrucciones.
Que las promesas de Dios se cumplan dependen de nuestra fe, cuando no tenemos nada, la
fe puede dárnoslo todo. Nuestro Señor es Dios de pactos que implican fe y disciplina. la
ofrenda y los diezmos que alimentan nuestras bendiciones
Diezmar y ofrendar son dos acciones diferentes que se complementan. Dios promete darnos
una bendición que sobreabundará como un diluvio. El diezmo provoca esa bendición que se
derrama, pero debes sembrar con tu ofrenda para poder aprovecharla. Así lo enseñó
Malaquías, Joel, Ageo, Abraham, Isaac y Jacob. La clave para caminar bajo bendición está
en el diezmo y la clave para la abundancia está en la ofrenda. Por lo tanto, debes ofrendar
más de lo que diezmas porque eso es lo que Dios multiplicará. Cuando diezmas te garantizas
bendición y cuando ofrendas te garantizas abundancia
Malaquías 3:10 dice: Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y
probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos,
y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.
El mundo critica el diezmo y la ofrenda, más que al despilfarro en cosas mundanas como
vicios y lujos, porque el poder de las tinieblas quiere negarte la bendición que implica. No te
dejes influenciar por esas críticas ya que estás sembrando en la obra del Señor.
Hemos aprendido sobre el poder que tiene la ley de la siembra y la cosecha. Todos debemos
sembrar y trabajar para recoger los frutos. Después de depositar tu semilla debes regarla,
fertilizarla y cuidarla de las plagas. En la Biblia se habla de plagas que arruinan la cosecha.
Joel dice que el Señor restituiría lo que se había comido la oruga, el saltón y el revoltón; en
Malaquías dice que reprendería al devorador de nuestra tierra.
La voluntad del dueño de los bienes es que el hombre le devuelva, en el caso de los israelitas,
los diezmos y ofrendas. Cuando el hombre no lo hace, está robando a Dios. Está quedándose
con lo que pertenece a Dios. No es que Dios se va a empobrecer si alguien no le entrega los
diezmos y ofrendas. Quien sale verdaderamente perjudicado es el que no entrega los diezmos
y ofrendas. Esto es irónico.
La gente normalmente no entrega los diezmos y ofrendas porque piensa que así va a tener
más, pero no se da cuenta que en realidad se está haciendo un terrible daño a sí mismo.

Sabemos que la tierra es nuestra herencia de parte de Dios, quien nos la dio desde el inicio
del tiempo para cuidarla, sojuzgarla y hacerla producir bendición. La tierra es valiosa y
nuestra vida en este mundo es importante porque tiene un propósito, pero debemos
acercarnos al Señor para descubrirlo y esforzarnos por alcanzarlo. Sin nuestro Padre, nada
podemos hacer, por ello, hay que darle gracias con nuestra adoración, servicio y con el fruto
de nuestro trabajo. Nuestra ofrenda le agrada, pero el enemigo intenta provocar que no
seamos obedientes en ese aspecto porque sabe que es un arma poderosa a nuestro favor, ya
que el Señor dice que si le honramos de esa forma, Él reprenderá al devorador para que no
destruya el fruto de la tierra[1].

La ofrenda es tan importante delante de Dios que el mismo Jesús se convirtió en una para
salvarnos. Él es el Cordero de Dios que quita nuestro pecado[2] y también, quien sana nuestra
tierra. Así que si ya perdonó nuestros pecados, roguémosle que sane nuestra tierra, porque ya
estamos cansados de que reine la maldad. La Palabra lo dice, Jesús se entregó por nosotros
como ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante[3]. En la cruz del Calvario, Él era el
Cordero a ser sacrificado. Así que debemos dimensionar la gran importancia que tiene el acto
de honrar a Dios con la ofrenda, ya que el hecho más importante que nos ha sucedido, implicó
el sacrificio de dar lo más valioso. Por lo tanto, al hablar de salvación inevitablemente
hablamos de ofrenda. Nos encanta recibir el beneficio de la cruz, pero debemos entender que
fue una ofrenda, un sacrificio con el cual incluso Jesús experimentó esa sensación de
abandono que a veces nosotros experimentamos.

Cierto que la ofrenda es un tema delicado porque aborda las finanzas, y muchos,
equivocadamente, consideran que el Señor no desea instruirnos sobre ello, cuando Su
promesa ha sido darnos abundancia en todo sentido, material y espiritualmente. Entonces, no
podemos esperar que todos comprendan lo que significa la ofrenda; incluso en tiempo de
Pablo, solo los filipenses lo habían comprendido. Sin embargo, cuando el apóstol habló sobre
el tema, mencionó los mismos calificativos que se dicen de Jesús: “sacrificio acepto, olor
fragante a Dios”. Por lo tanto, dale a la ofrenda la importancia que tiene. Muchas veces
recitamos de memoria: “El Señor suplirá mi necesidad conforme a Sus riquezas en gloria”.
Pero lo sacamos de contexto, ya que en la Escritura, la condición es ser responsable con la
ofrenda; de esa forma, el Señor suplirá de acuerdo a Sus riquezas en gloria[4].

Al respecto, la Biblia nos habla de un caso particular. El pueblo de Madián atormentaba y


atemorizaba al pueblo de Dios, les robaba sus cosechas y sus animales porque habían
desobedecido y fueron necios en hacer el mal, pero luego el Señor escuchó sus ruegos y
levantó a Gedeón para que los liberara[5]. Esta historia nos enseña mucho sobre lo que Dios
quiere hacer con nosotros ahora. Nos habla de la tierra que el enemigo arrebató, pero que
tenemos que recuperar con valor y decisión. En este tiempo ya no debe haber más temor en
el pueblo del Señor, ¡no fuimos destinado al miedo, sino al poder y dominio propio! Se acabó
el tiempo en el que los buenos temen y se esconden, como hacía el pueblo de Israel; a partir
de ahora, son los malos los que deben avergonzarse y tener miedo. La maldad en Guatemala
ha llegado a nivel de descaro. Antes nos daba pena la violencia, ahora los muertos se cuentan
por docenas y no hacemos nada. ¡Nuestra nación no puede seguir así! Es nuestra
responsabilidad asumir el papel que el Señor nos ha otorgado y luchar espiritualmente en
contra de la huestes de maldad. ¡Deben ser desafiadas por el pueblo de Dios que se levantará
en oración y cambiará su actitud para actuar correctamente! Reclama la tierra para el Señor,
demos batalla con intercesión, ayuno y un cambio de mentalidad que nos mueva a multiplicar
la bendición que recibimos.
Ahora nos preguntamos lo mismo que los israelitas en tiempos de Gedeón. Si Dios está con
nosotros, ¿por qué estas tinieblas? Porque como Sus hijos no nos hemos levantado con valor
a recuperar la tierra que nos pertenece, entonces, la dejamos a merced de los corruptos,
asesinos y ladrones. Pero esta situación se acaba ahora, ya que estamos convencidos de que
Dios quiere santificar la tierra.

Tal como sucedió con Gedeón, no hay excusas, no importa tu condición, Dios te puede usar
para liberar tu tierra de la maldad, porque Él se manifiesta con poder en nuestra debilidad y
nos dará la victoria sin violencia, sino con hechos sobrenaturales. El Señor confundirá a los
malos, quienes se exterminarán entre sí. Eso es lo que el Espíritu de Dios puede lograr si
clamamos, suplicamos y ofrendamos para llamar Su atención y que acabe de una vez por
todas con esta terrible situación en nuestro país.

Entonces, ¿cuál es una de las claves para hacernos escuchar? ¡Claro que la ofrenda! ¿Ves por
qué es tan importante la honra en el reino de Dios? Gedeón, en medio de su pobreza, ofrendó
para que se cumpliera la promesa que el Señor le estaba dando de derrotar a los enemigos. Si
tuviéramos el corazón de Gedeón deberíamos acercarnos al Señor, tomar Sus promesas y
ofrendarle[6]. esa es un arma que Dios te dejó para reprender al devorador. ¡Úsala para
recuperar tu tierra, derrota al diablo! Pero hazlo con el corazón correcto, con amor, con fe,
con deseo de agradarle, ya que la ofrenda no es una exigencia, sino que es una disposición
del corazón. No dudes, al obedecer al Señor y honrarlo con tu ofrenda, Él abundará en gracia
y provisión para buenas obras[7]. Recuerda que cosechas según siembras, Dios es justo y no
le dará poco al que ha dado mucho. ¡Deja tu ofrenda delante del altar y clama a Dios, profetiza
que Guatemala será transformada!

Padre, sana nuestra tierra, así como has sanado nuestro corazón de pecado y culpa. Nos
acercamos delante de ti con ofrenda que esperamos sea olor fragante que te agrade para que
selle el pacto que hacemos hoy, porque sabemos que nos darás la victoria frente al enemigo
y recuperaremos la tierra que nos pertenece. Te damos el honor y la gloria porque bendices
y proteges a nuestra familia que desde hoy es libre de persecución y de temor. Reprendemos
todo lo malo en nuestro país, no hay más violaciones, secuestros ni extorsiones. ¡Dios
poderoso, confunde a los malos, que se larguen, que nos dejen en paz! Bendice a nuestros
gobernantes y a cada ciudadano, danos ideas para crecer en el bien y desterrar el mal. Tú eres
nuestra esperanza, ¡gracias, porque sabemos que nos escuchas y nos respaldas para llevar paz
y restauración a los confines de nuestra tierra!

También podría gustarte