Está en la página 1de 2

INVOCACIONES A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO

1. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro, cuyo solo nombre inspira confianza!
¡Ven, en mi socorro! ¡Oh Madre de bondad!

2. En el momento peligroso de la tentación, para que yo resista.


¡Ven, en mi socorro! ¡Oh Madre de bondad!

3. Cuando haya tenido la desgracia de pecar, para que vuelva a levantarme.


¡Ven, en mi socorro! ¡Oh Madre de bondad!

4. Si algún vicio me tiene encadenado, para que pueda romperlo.


¡Ven, en mi socorro! ¡Oh Madre de bondad!

5. Contra las seducciones del mundo, las compañías peligrosas y los libros perniciosos.
¡Ven, en mi socorro! ¡Oh Madre de bondad!

6. Si vivo en la tibieza, para reanimarme.


¡Ven, en mi socorro! ¡Oh Madre de bondad!

7. En la recepción de los sacramentos y en el cumplimientos de los deberes de la piedad


cristiana.
¡Ven, en mi socorro! ¡Oh Madre de bondad!

8. Para que escuchando la palabra de Dios, obre de acuerdo con ella.


¡Ven, en mi socorro! ¡Oh Madre de bondad!

9. Para que viva siempre como seguidor de Cristo.


¡Ven, en mi socorro! ¡Oh Madre de bondad!

10. Para que haga de mi vida un servicio a Dios y al prójimo


¡Ven, en mi socorro! ¡Oh Madre de bondad!

11. En todas las pruebas y trabajos de la vida.


¡Ven, en mi socorro! ¡Oh Madre de bondad!

12. Contra mi propia inconstancia, y para perseverar hasta el fin.


¡Ven, en mi socorro! ¡Oh Madre de bondad!

13. Para que te ame, te sirva y te invoque siempre.


¡Ven, en mi socorro! ¡Oh Madre de bondad!

14. Para que incline al prójimo a amarte, a servirte y a invocarte.


¡Ven, en mi socorro! ¡Oh Madre de bondad!

15. ¡Oh Madre mía, hasta mi último día, hasta mi último suspiro!
¡Ven, en mi socorro! ¡Oh Madre de bondad!

V: Has sido hecha, Señora, refugio nuestro.


R: Y auxilio oportuno en la tribulación
ORACIÓN
Oh Santísima Virgen María, que para inspirarnos una confianza sin límites, has querido tomar el
dulcísimo nombre de «Madre del Perpetuo Socorro», yo te suplico me socorras en todo tiempo y en
todo lugar; en mis tentaciones, después de mis caídas, en mis dificultades, en todas las miserias de
mi vida, y sobre todo en el trance de la muerte. Concededme, ¡Oh amorosa Madre!, el pensamiento
y la costumbre de recurrir siempre a ti; porque estoy cierto de que si soy fiel en invocarte, tú serás
fiel en socorrerme. Obtenme pues esta gracia de las gracias, la gracia de acudir a ti sin cesar con
la confianza de un hijo, a fin de que por la virtud de mi súplica constante, obtenga tu Perpetuo
Socorro y la perseverancia final. ¡Bendíceme! ¡Oh tierna y cuidadosa madre! Y ruega por mí, ahora
y en la hora de mi muerte. Así sea.

Seas amada, seas alabada, seas invocada, seas eternamente bendita. ¡Oh virgen del Perpetuo
Socorro!, mi esperanza, mi amor, mi Madre y mi vida. Amén

También podría gustarte