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Alimentación
El cáncer como categoría de alteración anatomopa- tológica es diverso y complejo, al igual
que las publi- caciones que abordan la carcinogénesis y su elimina- ción mediante los
alimentos. Se han hecho numerosos intentos por revisar y resumir las publi- caciones
per@nentes (3,34-51), pero ninguno real- mente concluyente. La falta de factores de riesgo
que puedan medirse y modificarse con facilidad hace extremadamente diKcil el estudio de
la carcinogéne- sis humana. Se está mejorando el conocimiento de los marcadores
indirectos de riesgo de cáncer, pero no son comparables a aquellos en los que suelen ba-
sarse las valoraciones de los efectos cardioprotecto- res de los cambios en el es@lo de vida
(v. cap. 7). Las intervenciones prospec@vas todavía deben u@lizar las displasias/neoplasias
precancerosas o el cáncer real como criterios de valoración. Por necesidad, ta- les
intervenciones son prolongadas, duraderas y, a menudo, prohibi@vamente caras. Además,
el estudio de la prevención del cáncer por medios alimentarios puede evitarse cuando se
valora a individuos cuyos signos de aumento del riesgo o daño son ya eviden- tes, si el
beneficio de la alimentación @ene que ver con el inicio y las primeras etapas del proceso.
La opinión prevaleciente de que el cáncer es un riesgo sin umbral complica más la relación
entre alimenta- ción y cáncer. Establecer una relación de dosis-res- puesta entre cualquier
factor alimentario aislado y el cáncer puede ser una tarea muy laboriosa.
A pesar de la complejidad tanto del cáncer como de la epidemiología de la nutrición, hay
mucha uni- formidad en las recomendaciones publicadas para la prevención del cáncer por
medios alimentarios. Se- gún resumió la American Cancer Society, las directri- ces actuales
para la prevención alimentaria del cán- cer incluyen equilibrio energé@co, consumo
generoso de verduras y frutas y abundancia rela@va de otros alimentos vegetales, como
cereales y granos, ac@vidad Ksica habitual y limitación de la inges@ón de alcohol (52). Esas
recomendaciones coinciden
con las de la prevención de las cardiopaUas y la dia- betes, lo que inspira un esfuerzo
conjunto por parte de la American Cancer Society, la American Heart Associa@on y la
American Diabetes Associa@on para fomentar el mismo patrón básico de cambios saluda-
bles del es@lo de vida (53).
Los datos que sustentan esas recomendaciones provienen sobre todo de estudios
observacionales y retrospec@vos, y son de fortaleza variable con respec- to a cánceres
específicos y determinados aspectos de la alimentación (34). Se está adquiriendo un
conoci- miento mecanicista de los nutrimentos en la preven- ción del cáncer, y sería
conveniente que orientara los estudios y las recomendaciones futuros.
Alimentación y neoplasias específicas
Cáncer de colon
observacionales y retrospec@vos, y son de fortaleza variable con respec- to a cánceres
específicos y determinados aspectos de la alimentación (34). Se está adquiriendo un
conoci- miento mecanicista de los nutrimentos en la preven- ción del cáncer, y sería
conveniente que orientara los estudios y las recomendaciones futuros.
Alimentación y neoplasias específicas
Cáncer de colon
El cáncer de colon es la principal causa de muerte por cáncer en Estados Unidos, y se cree
que la ali- mentación es uno de los principales determinantes del riesgo de este @po de
cáncer (54). La asociación entre alimentación y riesgo de cáncer de colon parece casi
intui@va, y de hecho se cree que la alimentación es uno de los factores de riesgo
modificables más im- portantes, si no el principal (54,55). Se calcula que la alimentación y
la nutrición explican hasta el 30-50 % de la incidencia de cáncer colorrectal en todo el
mundo, de acuerdo con un trabajo reciente (56). Los datos de una relación inversa entre el
consumo de fibra alimen@cia y el riesgo de cáncer colorrectal han sido constantes y, en
conjunto, convincentes (41,57,58). El consumo abundante de frutas y ver- duras se
relaciona con la disminución del riesgo, pero es incierta la medida en la que esto se debe a
la fibra o a otros nutrimentos. Se ha comunicado una asociación posi@va con el consumo
abundante de grasa alimen@cia y carne roja, aunque estas variables también @enden a
covariar. La inac@vidad Ksica y la obesidad pueden aumentar el riesgo, mientras que la
ac@vidad Ksica se asocia a una reducción del ries- go tanto proximal como distal (59).
Se cree que un consumo elevado de fibra reduce el riesgo por cualquiera de los posibles
mecanismos, como la dilución de los mutágenos, la reducción del @empo de tránsito
gastrointes@nal, la alteración del pH y la alteración de la flora y el microbioma intes@nales
(60,61). El origen de la fibra también puede ser un factor importante que influye en el ries-
go de cáncer. En el estudio de cohortes prospec@vo HELGA, realizado en Escandinavia, en el
que se eva- luó a 108081 personas, se observó que la fibra pro- cedente de derivados de
cereales puede tener una importancia par@cularmente grande en la prevención del cáncer
de colon (62). En otro estudio reciente, se observó que el cumplimiento elevado de una
dieta pobre en grasa y rica en fibra se asocia a una reduc-
CAPÍTULO 12 ■ Alimentación y cáncer 229
ción del riesgo de recurrencia de los adenomas (63). Además, los datos del Iowa Women’s
Health Study, obtenidos de manera prospec@va durante un período de 5 años, mostraron
una relación inversa entre el consumo de verduras y fibra y el riesgo de cáncer de colon, si
bien no @enen significancia estadís@ca. En este estudio, se informó de un efecto protector
del ajo, pero desde entonces no ha sido reproducido de manera convincente (64).
No obstante, los estudios nega@vos de las recu- rrencias de pólipos de colon con respecto a
la fibra han despertado dudas sobre el potencial de la fi- bra alimen@cia de reducir el riesgo
de cáncer de co- lon. En uno de tales estudios (65), se aleatorizó a personas con
antecedente de pólipos del colon a re- cibir asesoramiento a fin de consumir fibra de forma
abundante o a un grupo control. La incidencia de recurrencia de los pólipos no difirió entre
los grupos. En el segundo (66), se aleatorizó a más de 1 000 pa- cientes con pólipos del
colon a recibir complementos ricos (13,5 g) o bajos (2 g) en fibra de salvado de trigo. De
nuevo, no se observó diferencia en la inci- dencia de recurrencia de los pólipos entre los
grupos. En un editorial de Bayer (67), se concluyó apropia- damente que dichos estudios, si
bien sugieren la fal- ta de beneficio a corto plazo de la fibra en la recu- rrencia de los
pólipos, ofrecen poca información sobre su posible importancia en la prevención del
cáncer de colon. En par@cular, la latencia prolongada del cáncer y la separación de su
patogenia en inicio, promoción y expresión, hacen surgir la posibilidad de que las medidas
colon a recibir complementos ricos (13,5 g) o bajos (2 g) en fibra de salvado de trigo. De
nuevo, no se observó diferencia en la inci- dencia de recurrencia de los pólipos entre los
grupos. En un editorial de Bayer (67), se concluyó apropia- damente que dichos estudios, si
bien sugieren la fal- ta de beneficio a corto plazo de la fibra en la recu- rrencia de los
pólipos, ofrecen poca información sobre su posible importancia en la prevención del
cáncer de colon. En par@cular, la latencia prolongada del cáncer y la separación de su
patogenia en inicio, promoción y expresión, hacen surgir la posibilidad de que las medidas
preven@vas se necesiten años an- tes de que aparezcan las manifestaciones clínicas para
que ejerzan una influencia significa@va. Es po- sible que las lesiones de las células
epiteliales del colon hayan ocurrido años antes en los par@cipantes de los estudios (es
decir, bastante antes de que apa- recieran por primera vez los pólipos). Por ello, no se
puede inferir que estos estudios ofrezcan informa- ción significa@va acerca del efecto de
variar el con- sumo de fibra durante toda la vida sobre el riesgo de cáncer de colon (67). Si
bien son desafiantes, los estudios a corto plazo no refutan el valor de las prue- bas que
sugieren el beneficio de consumir abundan- te fibra durante toda la vida. En el estudio
European Prospec<ve Inves<ga<on of Cancer and Nutri<on (EPIC) se sugiere una reducción
aproximada del riesgo de cáncer colorrectal del 9 % por cada quin@l de aumento en la
inges@ón total de fibra alimen@- cia (68). En una reciente evaluación de siete estudios de
cohortes, se sugiere que las diferencias metodoló- gicas pueden explicar las incongruencias
en los estu- dios previos en los que se evaluó la asociación inver- sa entre el consumo de
fibra y el riesgo de cáncer colorrectal (69). No obstante, los estudios hacen surgir
interrogantes importantes acerca de la confia- bilidad y la magnitud de cualquier beneficio
que
ofrezca la fibra, y la importancia del momento en que se consume a lo largo de la vida. Los
datos nega@vos generados por estos estudios no deben ni exagerarse ni descartarse de
antemano. Tal vez la fibra alimen- @cia ofrezca protección contra el cáncer de colon porque
conserva la salud de un órgano no lesionado, pero sin proveer ninguna salvaguarda contra
los pó- lipos o el cáncer una vez que haya aparecido una lesión relacionada con los
alimentos y la presión lu- minal. En todo caso, se requieren más estudios para hacer tales
afirmaciones.
Con una aplicación innovadora del análisis facto- rial, Slafery y cols. (70) estudiaron casi 2
000 casos de cáncer de colon frente a 2 400 controles, y obser- varon que la dieta de es@lo
«occidental» (con abun- dante grasa, colesterol y proteínas, así como un ín- dice de masa
corporal [IMC] alto) se asociaba a un riesgo significa@vamente mayor que otros patrones
de alimentación. Estos datos son compa@bles con los de casi todos los demás estudios,
pero son, a su vez, nuevos, pues brindan una valoración de las aso- ciaciones con los
hábitos alimen@cios genera- les (71). En el grupo de alimentación del estudio
Women’sHealthIni<a<ve,sealeatorizóacasi50000 mujeres posmenopáusicas a una dieta
con reducción de grasa y abundantes frutas y verduras, o a un gru- po tes@go al que se dio
información sobre las direc- trices actuales de alimentación. Después de 8 años de
seguimiento, los valores de incidencia de cáncer de colon no difirieron entre los grupos
(72). Sin em- bargo, los hábitos alimen@cios alcanzados sí difirie- ron mínimamente, y la
recomendación de restringir todas las variedades de grasa de manera indiscrimi- nada
contradice la actual opinión mayoritaria. Por ello, el estudio ha sido cri@cado por fallas en
la me- todología y no se observa, en general, que refute otras pruebas acerca de los
efectos protectores de las frutas y las verduras, o de la restricción selec@va de grasa.
Las recomendaciones respaldadas por el peso de las evidencias disponibles incluyen una
alimenta- ción rica en verduras y otros nutrimentos de origen vegetal y todavía apoyan el
consumo de fibra inso- luble procedente de granos integrales, frijoles y len- tejas, junto con
recomendación de restringir todas las variedades de grasa de manera indiscrimi- nada
contradice la actual opinión mayoritaria. Por ello, el estudio ha sido cri@cado por fallas en
la me- todología y no se observa, en general, que refute otras pruebas acerca de los
efectos protectores de las frutas y las verduras, o de la restricción selec@va de grasa.
Las recomendaciones respaldadas por el peso de las evidencias disponibles incluyen una
alimenta- ción rica en verduras y otros nutrimentos de origen vegetal y todavía apoyan el
consumo de fibra inso- luble procedente de granos integrales, frijoles y len- tejas, junto con
las verduras y las frutas. El consu- mo de carne roja (al menos carne roja con métodos de
crianza convencionales en granjas), y concreta- mente de carnes procesadas, debe ser
moderado. El consumo de alcohol debe mantenerse, asimismo, en can@dades moderadas.
Puede obtenerse un benefi- cio par@cular de incluir alimentos lácteos sin grasa. Hasta la
fecha, ninguna prueba defini@va respalda el uso de complementos de micronutrimentos
como estrategia específica para prevenir el cáncer de co- lon, si bien se puede deba@r
acerca del calcio, la vitamina D, el folato, los probió@cos y la glutamina (v. caps. 4 y 18).
Datos prospec@vos del Nurses’ Health Study de- muestran una asociación entre el consumo
de grasa animal y el riesgo de cáncer de colon (73). En re- cientes metaanálisis, se muestra
cómo las personas que consumen muchas carnes procesadas y carnes rojas @enen un
mayor riesgo de cáncer colorrec- tal (74). El mismo estudio no reveló ninguna rela- ción
entre las carnes bajas en grasa, concretamente el pescado y la carne de ave sin piel, y el
riesgo de cáncer de colon. En un estudio de casos y tes@gos realizado por Neugut y cols.
(75) en pacientes con pólipos adenomatosos colorrectales, se demostró un mayor riesgo
de cáncer de colon en quienes esta- ban en el cuar@l superior de consumo de grasas sa-
turadas, consumo de carnes rojas y grasa alimen@cia total. Otros estudios recientes
confirman la asocia- ción entre el consumo abundante de carne roja y el riesgo de cáncer
de colon (76,77). Se cree que un consumo elevado de grasa influye en la aparición de
cáncer de colon por sus efectos sobre la producción de ácidos biliares y la flora bacteriana
(54). El con- sumo abundante de fibra tuvo un efecto protector sólido. Se ha demostrado
que la fibra previene la in- ducción de cáncer de colon en ratas que reciben ali- mentos de
«alto riesgo» (78,79). Los resultados del Health Professionals Follow-up Study sugieren una
relación inversa entre la ac@vidad Ksica y el riesgo de cáncer de colon, y una relación
independiente en- tre este y el IMC. La relación fue todavía más sólida para el índice
cintura-cadera que para el IMC, lo que sugiere que la adiposidad y la distribución de la gra-
sa pueden influir en la aparición del cáncer de colon (80). Datos de Calle y cols. (23) revelan
un aumento de al menos el 50% del riesgo rela@vo de muerte por cáncer en quienes @enen
un IMC . 40 en comparación con los de peso normal.
Estudios recientes han relacionado el consumo de carne roja con el cáncer colorrectal y
con otros @pos de cánceres. Los datos indican que las carnes procesadas @enen la principal
asociación con el cán- cer, posiblemente porque la carne cocinada a tempe- raturas
elevadas puede formar compuestos carcinó- genos, como HAP y AHC. En un reciente
estudio observacional de más de 120 000 personas, se obser- vó que un aumento diario de
90 g del consumo de carne roja se asociaba a un riesgo de mortalidad por cáncer un 10 %
mayor (81). La carne de res alimen- tada con pastos @ene una composición de grasa di-
ferente a la carne de res «convencional» (criada en granjas), y esta diferencia podría ser
importante para el riesgo de cáncer en general y el riesgo de cáncer de colon en concreto
(82). La carne de res alimen- tada con hierba @ene un mayor contenido en ácidos grasos
poliinsaturados (PUFA, del inglés polyunsa- turated faDy acids) v-3, que pueden ser
protectores, y menor en PUFA v-6, que pueden ser perjudicia- les (83). Además, la grasa de
res procedente de vacas
alimentadas con hierba (su alimentación natural) es muy diferente de la grasa de res
importante para el riesgo de cáncer en general y el riesgo de cáncer de colon en concreto
(82). La carne de res alimen- tada con hierba @ene un mayor contenido en ácidos grasos
poliinsaturados (PUFA, del inglés polyunsa- turated faDy acids) v-3, que pueden ser
protectores, y menor en PUFA v-6, que pueden ser perjudicia- les (83). Además, la grasa de
res procedente de vacas
alimentadas con hierba (su alimentación natural) es muy diferente de la grasa de res
procedente de vacas criadas en granjas y alimentadas con grano, despo- jos y diversos
productos químicos industriales. Hay interés en la forma en que los pes@cidas que se al-
macenan en la grasa, los an@bió@cos y otros promo- tores del crecimiento debidos a la
crianza en granjas podrían influir sobre las enfermedades humanas, aunque en este
momento los datos (independiente- mente de los efectos sobre la salud por los daños
medioambientales) son principalmente especula- @vos.
La hipótesis de que el calcio, la vitamina D, los productos lácteos ricos en ambos
elementos, o las tres cosas, aminoran el riesgo de cáncer de colon es uno de los temas más
provocadores en este campo (84). Los datos de algunos estudios observacionales respal-
dan un efecto protector, pero tal vínculo no ha sido confirmado por los datos del Health
Professionals Follow-up Study y el Nurses Health Study (85). En un reciente estudio
experimental, se sugirió una dismi- nución significa@va del riesgo de cáncer de colon con el
uso de complementos de vitamina D (86), pero tales hallazgos contradicen los de un
estudio más grande y prolongado (87). En diversos metaanálisis se ha visto una
disminución del riesgo de cáncer de colon por el consumo de productos lácteos (88,89),
aunque hay otros mo@vos para recomendar el con- sumo de productos lácteos bajos en
grasa o sin ella (v. cap. 8) y de los complementos de calcio/vitami- na D (v. caps. 4 y 14)
(90,91). Los datos del Iowa Women’s Health Study, obtenidos prospec@vamente durante un
período de 5 años, mostraron una asocia- ción inversa entre el consumo de verduras y fibra
y el riesgo de cáncer de colon, aunque las asociaciones no fueron estadís@camente
significa@vas. En este estu- dio, se describe el efecto protector del ajo, aunque desde
entonces no se ha replicado de manera convin- cente (64).
Se cree que la alimentación es uno de los principa- les determinantes del riesgo de cáncer
de colon (54). Asimismo, se cree que un consumo abundante de grasa con los alimentos
influye en la aparición del cáncer de colon por sus efectos sobre la produc- ción de los
ácidos biliares y la flora bacteriana (54). También se piensa que un consumo elevado de
fibra reduce el riesgo por cualquiera de los diversos posi- bles mecanismos, como la
dilución de los mutágenos, la reducción del @empo de tránsito gastrointes@nal y la
alteración del pH.
Cáncer mamario
Los datos que asocian los factores alimentarios al riesgo de cáncer mamario se basan en
una combina- ción de estudios en animales, estudios ecológicos entre poblaciones y dentro
de las mismas, estudios retrospec@vos dentro de poblaciones, estudios de
CAPÍTULO 12 ■ Alimentación y cáncer 231
cohorte observacionales y, en menor medida, estu- dios experimentales.
La American Cancer Society recomienda evitar o restringir el consumo de alcohol, evitar la
obesidad, mantener la ac@vidad Ksica y una inges@ón abun- dante de verduras y frutas
como un medio para re- ducir el riesgo de cáncer mamario (52). Las pruebas son más
sólidas para el alcohol y la obesidad que para otros aspectos de la alimentación. La mayor
par- te de las revisiones realizadas en años recientes ofre- ce recomendaciones similares, si
bien con grados variables de entusiasmo por la calidad de las pruebas reunidas (92-94).
En un esfuerzo por cuan@ficar la relación entre el consumo de micronutrimentos y el riesgo
obesidad, mantener la ac@vidad Ksica y una inges@ón abun- dante de verduras y frutas
como un medio para re- ducir el riesgo de cáncer mamario (52). Las pruebas son más
sólidas para el alcohol y la obesidad que para otros aspectos de la alimentación. La mayor
par- te de las revisiones realizadas en años recientes ofre- ce recomendaciones similares, si
bien con grados variables de entusiasmo por la calidad de las pruebas reunidas (92-94).
En un esfuerzo por cuan@ficar la relación entre el consumo de micronutrimentos y el riesgo
de cáncer mamario, Kushi y cols. (95) valoraron la asociación entre la incidencia de cáncer
mamario y la inges@ón de vitaminas A, C y E, re@nol y carotenoides, en más de 34 000
mujeres del Iowa Womens’ Health Study. No se observó ningún efecto protector en las
mujeres que consumieron en abundancia cualquiera de esos nutri- mentos. Se observó
algún efecto protector de los com- plementos de vitamina C y A en megadosis, pero las
relaciones no alcanzaron significancia estadís@ca. Se reportaron resultados similares del
Nurses’ Health Stu- dy, donde el consumo de vitaminas C y E no tuvo ninguna relación con
el riesgo de cáncer mamario; la inges@ón de vitamina A guardó una relación inversa con
dicho riesgo (96). Un reciente metaanálisis con- firma la u@lidad del consumo de vitamina
A para re- ducir el riesgo de cáncer mamario (97). Esta relación inversa puede estar
mediada por el efecto de la vitami- na A en la reducción de la agresión oxida@va (98).
Hebert y Rosen (99), al comparar la incidencia de cáncer mamario en 66 países, u@lizaron
los datos del consumo alimentario y el nivel socioeconómico (NSE) para elaborar modelos
predic@vos mul@varia- dos. Los principales factores predic@vos del riesgo de cáncer
mamario fueron las calorías totales, la grasa alimen@cia total, la carne roja, los lácteos y el
alco- hol. El pescado y los cereales tuvieron efectos protec- tores. La fuerza de asociación
para los factores ali- mentarios fue igual a la de la fecundidad; los factores de NSE
quedaron fuera de los modelos mul@varidos debido a la covarianza con factores
alimentarios y de fecundidad. La posibilidad biológica de una relación entre el consumo de
grasa alimen@cia y el cáncer mamario está confirmada por publicaciones anterio- res
(100-104).
Dorgan y cols. (105) compararon las concentra- ciones séricas de carotenoides, re@nol,
selenio y to- coferol a en 105 pacientes con cáncer mamario y controles ajustados. Solo el
licopeno se mostró como un protector importante, en tanto la tendencia para la
criptoxan@na b fue favorable, pero no alcanzó sig- nificancia estadís@ca. El licopeno se
encuentra, sobre todo, en los tomates rojos, y la criptoxan@na b se
halla en mandarinas, albaricoques, naranjas, duraz- nos, papayas y mangos.
Las pruebas que vinculan el consumo de alcohol con el riesgo de cáncer mamario han sido
bastante consistentes, según se comunicó en fecha reciente en un metaanálisis de Smith-
Warner y cols. (106), Schatzkin y cols. (107) y van den Brandt (108) y cols. Los datos
combinados sugieren un riesgo rela- @vo de casi 1,4 en las mujeres con un consumo mo-
derado o moderadamente alto de alcohol (30-60 g de etanol diarios; dos a cinco bebidas)
en comparación con las que no beben.
En un análisis de datos de un reciente gran estudio de casos y controles en Italia, Mezzer y
cols. (109) sugirieron que la modificación del consumo de an@- oxidantes alimen@cios, el
peso corporal, el consumo de alcohol y el grado de ac@vidad Ksica podría elimi- nar hasta
el 33% de los cánceres mamarios en la población estudiada.
La asociación entre inges@ón de grasa alimen@cia y el riesgo de cáncer mamario es tan
controver@da como compleja. Los estudios en animales y las com- paraciones
transculturales en seres humanos permi- ten suponer que la grasa total, los ácidos grasos
sa- turados y los PUFA v-6 pueden aumentar el riesgo de cáncer mamario (110), en tanto
que los PUFA v-3 (y tal vez los monoinsaturados) disminuyen el ries- go (92,111-113). La
el 33% de los cánceres mamarios en la población estudiada.
La asociación entre inges@ón de grasa alimen@cia y el riesgo de cáncer mamario es tan
controver@da como compleja. Los estudios en animales y las com- paraciones
transculturales en seres humanos permi- ten suponer que la grasa total, los ácidos grasos
sa- turados y los PUFA v-6 pueden aumentar el riesgo de cáncer mamario (110), en tanto
que los PUFA v-3 (y tal vez los monoinsaturados) disminuyen el ries- go (92,111-113). La
grasa de los alimentos puede tener efectos diferentes en mujeres pre- o posmeno-
páusicas, de manera que, posiblemente, confiera un efecto protector en las primeras y
eleve el riesgo de cáncer en las segundas (114).
Sin embargo, los datos de un estudio reciente de casos y tes@gos y un estudio de cohorte
observacio- nal no pudieron corroborar tales vínculos (115-118). Ha habido dudas similares
acerca de la relación entre la adiposidad y el riesgo de cáncer mamario (119). En un
estudio de casos y tes@gos no se observaron efectos significa@vos del consumo de grasa
alimen@- cia durante la adolescencia sobre el riesgo posterior de cáncer mamario (120).
En un estudio de casos y tes@gos en Italia, se ob- servó una relación inversa entre el
consumo de grasa no saturada y el cáncer mamario, y una asociación posi@va con el
almidón, si bien la inges@ón de grasa y verduras guardó una correlación alta (112). Por eso,
los factores alimentarios que contribuyen al ries- go de cáncer mamario pueden variar con
las caracte- rís@cas de la población y los hábitos alimentarios prevalecientes. Se han
descrito en otros trabajos las complicaciones para establecer un vínculo defini@vo entre la
grasa alimen@cia y el cáncer mamario (94). Se ha u@lizado el análisis factorial para
demostrar una asociación entre el patrón alimentario occidental y el incremento del riesgo
de cáncer mamario (121).
Entre los estudios alimentarios más controver@- dos sobre la prevención del cáncer se
encuentra el
del grupo que recibió la dieta del Womens Health Ini@a@ve, con aleatorización de cerca de
40 000 par- @cipantes a los grupos de intervención y control. Se orientó al grupo de
intervención para que siguiera una dieta con reducción de grasas y un mayor con- sumo de
frutas y verduras; el grupo control recibió información sobre las directrices actuales de
alimen- tación. Después de casi 8 años de seguimiento, las diferencias respecto del cáncer
mamario no fueron significa@vas entre los grupos, si bien las tendencias favorecieron al de
intervención (122). Las diferen- cias en los hábitos alimentarios alcanzados fueron muy
pequeñas, y el consejo de restringir la grasa ali- men@cia de manera indiscriminada fue
cues@onable. El estudio ha recibido muchas crí@cas e, indudable- mente, no ofrece datos
que refuten los beneficios evidentes de aumentar el consumo de frutas y verdu- ras o
moderar la inges@ón de determinadas grasas, como PUFA n-v.
Una alimentación rica en frutas, verduras y gra- nos, con poco o nada de alcohol y sin
exceso de car- ne, grasa, calorías y obesidad, es compa@ble con las recomendaciones para
el fomento de la salud. Las evidencias acumuladas permiten suponer que tales
recomendaciones también pueden servir para redu- cir el riesgo de cáncer mamario
(93,123,124). Un estudio reciente sugiere una supervivencia más pro- longada en mujeres
Ksicamente ac@vas y que comen verduras y frutas en abundancia (125). En la actua- lidad,
se cuenta con una base de datos en línea que ofrece pruebas acumuladas de una amplia
variedad de cancerígenos potenciales que contribuirían al riesgo de cáncer mamario (5).
Cáncer de pulmón
Como se sabe, el tabaco es, con mucho, el factor de riesgo modificable más importante
para el cáncer pulmonar. Sin embargo, puesto que solo una minoría de los fumadores
padece cáncer, es posible que haya otras exposiciones importantes, así como una varia-
bilidad en la suscep@bilidad gené@ca (126). Durante mucho @empo, ha habido pruebas del
se cuenta con una base de datos en línea que ofrece pruebas acumuladas de una amplia
variedad de cancerígenos potenciales que contribuirían al riesgo de cáncer mamario (5).
Cáncer de pulmón
Como se sabe, el tabaco es, con mucho, el factor de riesgo modificable más importante
para el cáncer pulmonar. Sin embargo, puesto que solo una minoría de los fumadores
padece cáncer, es posible que haya otras exposiciones importantes, así como una varia-
bilidad en la suscep@bilidad gené@ca (126). Durante mucho @empo, ha habido pruebas del
efecto protec- tor del consumo de frutas y verduras. Los datos de la American Cancer
Society indican que la obesidad es un factor de riesgo de cáncer pulmonar (23).
La relación del menor riesgo de cáncer pulmonar con el consumo de verduras verdes y
amarillas sugi- rió un efecto protector del b-caroteno (126). Los resultados de estudios
clínicos aleatorizados han re- futado en gran parte la función del complemento de b-
caroteno en la prevención del cáncer. Si nos refe- rimos de manera específica al cáncer
pulmonar, vale la pena mencionar dos estudios nega@vos. En el es- tudio CARET (estudio
de la eficacia del b-caroteno y el re@nol), fumadores actuales y trabajadores ex- puestos al
amianto tuvieron un aumento estadís@ca- mente significa@vo del riesgo de sufrir cáncer
pul
monar incidente y de la mortalidad por cáncer de pulmón cuando tomaron complementos
de b-caro- teno, frente a quienes recibieron el placebo (127). De manera similar, en el
Alpha-Tocopherol, Beta- Carotene (ATBC) Cancer Preven<on Study, los com- plementos de
b-caroteno se asociaron a una mayor incidencia de cáncer pulmonar que el place- bo
(128-130).
En un estudio de casos y controles de cáncer pul- monar en mujeres que no fumaban,
Alavanja y cols. (131) reportaron un riesgo más alto en relación con la inges@ón de carne
roja y, en par@cular, la de grasas totales y saturadas; no se observó un efecto protector
para las verduras. Un metaanálisis poste- rior no confirmó una relación importante entre el
consumo de grasas y colesterol y el riesgo de cáncer de pulmón (132). En un estudio de
casos y contro- les de varones en Suecia, se iden@ficó que un bajo consumo de verduras y
uno abundante de leche con- formaban un factor de riesgo de cáncer pulmonar en un
grupo mixto de fumadores y no fumadores (133). Un metaanálisis posterior en el Reino
Unido sugirió una mejoría de la supervivencia total con el consumo de productos lácteos,
no solo limitado al cáncer (134). En una revisión de estudios de factores de riesgo de
cáncer mamario en mujeres chinas que no fumaban, el factor de la alimentación para el
que se encontró un vínculo más consistente con el incremento del riesgo fue el consumo
bajo de verduras y frutas, en par@cular las ricas en caroteno y vitamina C (135).
En otro estudio de casos y controles en mujeres chinas se iden@ficó el consumo frecuente
de alimen- tos fritos como factor de riesgo, y el consumo fre- cuente de zanahorias como
protector (136). Al me- nos en un estudio de casos y tes@gos en China se demostró un
menor riesgo de cáncer pulmonar con el mayor consumo de carne, así como de verduras,
en varones de una ciudad minera (137). Los hallaz- gos discrepantes con respecto a la
carne roja tal vez se deban a las caracterís@cas variables de la pobla- ción; la carne roja
puede ser protectora cuando la alimentación es escasa y nociva cuando @ende a ser
excesiva. Otra posibilidad sería que factores de con- fusión aún no especificados
contribuyeran a los vín- culos observados entre el consumo de carne y el cáncer pulmonar.
Los resultados de un gran estudio de cohortes rea- lizado en Finlandia sugieren que los
flavonoides, en par@cular la querce@na, confieren protección contra el cáncer en general y
el pulmonar en par@cu- lar (138). La principal fuente de flavonoides en el grupo de estudio
la cons@tuyeron las manzanas (139). Los resultados de ese estudio se vieron poco
afectados por el ajuste del consumo de vitaminas C y E y b-caroteno. En un reciente
excesiva. Otra posibilidad sería que factores de con- fusión aún no especificados
contribuyeran a los vín- culos observados entre el consumo de carne y el cáncer pulmonar.
Los resultados de un gran estudio de cohortes rea- lizado en Finlandia sugieren que los
flavonoides, en par@cular la querce@na, confieren protección contra el cáncer en general y
el pulmonar en par@cu- lar (138). La principal fuente de flavonoides en el grupo de estudio
la cons@tuyeron las manzanas (139). Los resultados de ese estudio se vieron poco
afectados por el ajuste del consumo de vitaminas C y E y b-caroteno. En un reciente
estudio se encon- traron datos de una relación entre las vitaminas B o la me@onina y el
riesgo de cáncer de pulmón (140).
CAPÍTULO 12 ■ Alimentación y cáncer 233
En conjunto, las publicaciones permiten suponer que varios nutrimentos an@oxidantes
@enen efectos protectores contra el cáncer pulmonar (141). Sin em- bargo, no hay pruebas
defini@vas y se requerirán más estudios para llegar a conclusiones seguras.
La suma de pruebas disponibles respalda la reco- mendación de consumir frutas y verduras
y produc- tos lácteos de forma abundante. Las recomendacio- nes de reducir la carne son
razonables. No puede recomendarse con confianza el consumo de cual- quier
micronutrimento en par@cular (41).
Cáncer de próstata
Hay mucho interés en los factores de riesgo de la alimentación y el es@lo de vida para el
cáncer pros- tá@co, pero hay todavía pocas pruebas defini@vas. Los estudios ecológicos y
de inmigrantes sugieren que los hábitos alimentarios en los países industria- lizados,
asociados al consumo abundante de grasas saturadas y proteínas y al rela@vamente bajo
de fru- tas y verduras, contribuyen al incremento del ries- go (142). Hay datos de un mayor
riesgo en relación con el consumo abundante de grasas saturadas de origen animal y lácteo
(143-145). Sin embargo, la inges@ón de grasa no fue un factor predic@vo del riesgo en un
estudio de casos y controles realizado en Inglaterra; se creyó que se debió en parte a un
elevado consumo medio de grasa y un intervalo de consumo rela@vamente estrecho (146).
En función de los resultados de un estudio de casos y controles en Suecia, Anderson y cols.
(147) sugirieron que la relación entre el riesgo de cáncer de próstata y la gra- sa alimen@cia
se elimina al controlar el consumo energé@co total. Puede considerarse que las discre-
pancias en las publicaciones disponibles sugieren que la inges@ón de grasas saturadas o el
consumo energé@co total, o ambos, están entre los factores que contribuyen al riesgo de
cáncer de próstata en la po- blación, pero que hay otros factores importantes pen- dientes
de iden@ficar para estra@ficar mejor el riesgo en los miembros de una población con un
consumo promedio de grasa y energé@co alto o bajo.
Como en prác@camente todos los demás cánceres, hay una relación entre el riesgo de
cáncer de prósta- ta y la obesidad. Los datos de la American Cancer Society sugieren un
incremento notable del riesgo de cáncer de próstata conforme aumenta el IMC (23).
Puede que el consumo de pescado no proteja fren- te a la incidencia del cáncer de
próstata, aunque pue- de tener un efecto beneficioso evidente sobre la mor- talidad por
dicha causa (148). Aunque en un estudio reciente se observó un mayor riesgo de cáncer de
próstata con mayores concentraciones plasmá@cas de PUFA v-3 de cadena larga (como los
que proceden del consumo de pescado) (149), los comentaristas han cri@cado la medida
plasmá@ca u@lizada en el es- tudio, que no refleja con exac@tud el consumo a largo
234 SECCIÓN II ■ Tratamiento nutricional en la prác@ca clínica
plazo, y la conclusión, que puede atribuir errónea- mente la alteración de la par@ción de
los ácidos gra- sos v-3 a un consumo elevado (150). Pese a ello, en los metaanálisis de PUFA
v-3 de cadena más corta (en concreto, ácido linolénico a) se observan hallaz- gos
inconstantes; puede haber un aumento del riesgo de cáncer de próstata junto con mayores
que proceden del consumo de pescado) (149), los comentaristas han cri@cado la medida
plasmá@ca u@lizada en el es- tudio, que no refleja con exac@tud el consumo a largo
234 SECCIÓN II ■ Tratamiento nutricional en la prác@ca clínica
plazo, y la conclusión, que puede atribuir errónea- mente la alteración de la par@ción de
los ácidos gra- sos v-3 a un consumo elevado (150). Pese a ello, en los metaanálisis de PUFA
v-3 de cadena más corta (en concreto, ácido linolénico a) se observan hallaz- gos
inconstantes; puede haber un aumento del riesgo de cáncer de próstata junto con mayores
valores de consumo, concentración sanguínea o concentración en tejido adiposo, pero no
se ha visto una asociación manifiesta en estudios prospec@vos (151,152).
Se ha sugerido que diversos micronutrimentos pro- tegen contra el cáncer de próstata,
aunque para la ma- yor parte las pruebas son escasas. Sin embargo, como casi todos los
nutrimentos supuestamente protectores se encuentran en frutas y verduras, las pruebas
de que el consumo de frutas y verduras podría proteger son más convincentes (145). Los
datos que corroboran un efecto protector específico de los tomates rojos, de su contenido
de licopeno o de ambos, hacen surgir la posibilidad de que un consumo abundante de
frutas y verduras sea un marcador del consumo abundante de tomate rojo (142). Es
importante mencionar que, mientras la incidencia de cáncer de próstata clínica- mente
evidente varía mucho entre poblaciones, la de cáncer latente parece bastante consistente
en pobla- ciones diversas (153,154). Esta observación sugiere que la función de los factores
alimentarios puede ser la de inhibir o es@mular la promoción de focos mi- croscópicos de
tumor. Tales efectos inhibidores se han observado con dietas pobres en grasa y con
comple- mentos de soya en animales (153).
Las pruebas preliminares han sugerido efectos protectores de las vitaminas D y E, pero se
requieren más estudios antes de establecer una base para las recomendaciones (143,155).
Los datos recientes del estudio ATBC permiten suponer que el tocoferol a puede inhibir la
transformación del cáncer de prós- tata clínicamente latente en uno clínicamente ac@vo.
En el mismo estudio, se mostró un decremento del riesgo de cáncer de próstata en quienes
no tomaban alcohol y recibían b-caroteno, pero un riesgo más alto en los que sí consumían
alcohol (156,157). Al igual que el licopeno, el b-caroteno se concentra en la próstata (158).
Se ha reportado, de manera bastante constante, una relación inversa entre el consumo de
re@noides (que regulan el crecimiento de las células epiteliales y están relacionados
químicamente con la vitamina A) y el riesgo de cáncer de próstata. Por el contrario, en
varios estudios la inges@ón de re@nol (re@noide de primera generación) se ha asociado
posi@vamente al riesgo (143). Los datos del Health Professionals Follow- up Study
sugirieron una relación inversa entre el riesgo de cáncer de próstata y el consumo de
licopeno, pero no de otros carotenoides (los pigmentos orgánicos de zanahorias y
albaricoques) (159). No se observó una relación posi@va entre el re@nol y el riesgo de
cáncer.
Los estudios que sugieren un efecto protector del lico- peno despertaron mucho interés
(158) pero, en un estudio reciente de casos y controles (146,160) no se observó relación. El
estudio de cohorte más grande hasta la fecha, y en el que par@ciparon cerca de 30 000
personas, no respalda un efecto protector del licopeno contra el cáncer de próstata
(161,162). Puesto que los tomates rojos son una fuente predominante de licope- no
alimen@cio, los vínculos observados entre el con- sumo de licopeno y el riesgo de cáncer
de próstata podrían aplicarse a algunos otros nutrimentos de los tomates (159). En este
punto, se requerirán los datos de estudios aleatorizados y controlados actualmente en
realización para esclarecer la función del licope- no en la defensa contra el cáncer de
próstata. La incer- @dumbre acerca de los factores alimentarios en la e@o- logía del cáncer
de próstata queda de manifiesto en un estudio de casos y controles realizado en Gran
alimen@cio, los vínculos observados entre el con- sumo de licopeno y el riesgo de cáncer
de próstata podrían aplicarse a algunos otros nutrimentos de los tomates (159). En este
punto, se requerirán los datos de estudios aleatorizados y controlados actualmente en
realización para esclarecer la función del licope- no en la defensa contra el cáncer de
próstata. La incer- @dumbre acerca de los factores alimentarios en la e@o- logía del cáncer
de próstata queda de manifiesto en un estudio de casos y controles realizado en Gran
Breta- ña, en el que no se observó prác@camente ningún vín- culo con la inges@ón de grasa
o carotenoides (146).
Otros cánceres
El principal factor de riesgo de cáncer de esófago parece ser la exposición al tabaco, pero el
efecto, al parecer, es es@mulado por el alcohol (163). El con- sumo de frutas y verduras
guarda una relación inver- sa con el riesgo de cáncer esofágico. Se ha sugerido un vínculo
con la obesidad, vínculo respaldado por el extenso estudio de cohortes observacional de la
American Cancer Society (23).
La relación entre el consumo de alcohol y el ries- go de cáncer gástrico es menos clara. Los
estudios epidemiológicos sugieren que el riesgo aumenta con el consumo abundante de
alimentos salados, cura- dos, ahumados y en vinagre (114), donde al parecer la sal es el
factor predominante (164). El consumo abundante de frutas y verduras se ha asociado de
manera constante a una reducción del riesgo de cán- cer gástrico (163).
En un estudio ecológico de poblaciones de 14 paí- ses europeos, se sugiere que, cuando la
inges@ón de grasa total es alta, el pescado y el aceite de pescado confieren protección
contra los cánceres colorrectal y mamario (165). La e@ología de los cánceres en niños
todavía se conoce poco. Se ha sugerido un vínculo entre el consumo materno de carnes
procesadas con compuestos de n-nitroso y el riesgo de tumores cere- brales (166). Las
recomendaciones de evitar tales productos son compa@bles con las directrices alimen-
tarias generales. Basándonos en las pruebas disponi- bles, No se pueden hacer otras
recomendaciones es- pecíficas para disminuir el riesgo de cáncer infan@l.
Datos del Iowa Women ś Health Study sugieren que la grasa de origen animal y una
alimentación rica en carnes pueden aumentar el riesgo de linfoma de Hodgkin (167); el
consumo de frutas pareció brindar protección.