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SEÑOR

JUEZ PENAL MUNICIPAL DE CHÍA (REPARTO)


SU DESPACHO

Asunto: ACCIÓN DE TUTELA


ACCIONANTES: ALICIA BARBOSA VIUDA DE RODRÍGUEZ
MARÍA EMMA BARBOSA DOBLADO
MISAEL BARBOSA DOBLADO
ACCIONADO: ENRIQUE BARBOSA SANTOS
______________________________________

Atento saludo.

ALICIA BARBOSA VIUDA DE RODRÍGUEZ, mayor de edad e identificada con c.c. #


20’068.863, de Cali, MARÍA EMMA BARBOSA DOBLADO, mayor de edad e
identificada con c.c. # 20’895.430, de Bogotá y MISAEL BARBOSA DOBLADO, mayor
de edad e identificado con c.c. # ______________, respetuosamente invocamos ante
usted el artículo 86 de la Carta Política, y su Decreto Reglamentario 2591 de 1991, para
instaurar acción de TUTELA en contra del señor ENRIQUE BARBOSA SANTOS,
igualmente mayor de edad e identificado con c.c. # 79’117-467, a fin de que se protejan
nuestros derechos fundamentales al MÍNIMO VITAL, IGUALDAD, VIDA DIGNA y
DE LA TERCERA EDAD, flagrantemente vulnerados por aquel, al negarse
sistemáticamente a vender la copropiedad que heredamos de nuestra familiar, ADELINA
DOBLADO, ocasionando privarnos del único recursos con que contamos para vivir
dignamente.

HECHOS:
PRIMERO: Los suscritos, ALICIA BARBOSA VIUDA DE RODRÍGUEZ, MARÍA
EMMA BARBOSA DOBLADO y MISAEL BARBOSA DOBLADO, somos hermanos
y contamos con 86, 84 y 90 años, respectivamente.
SEGUNDO: Cuando teníamos capacidad laboral y productiva, desempeñamos oficios
sencillos e independientes, como vendedores de fruta en la plaza de mercado y servicios
domésticos. Nunca cotizamos a ningún Fondo de pensiones, de manera que, a nuestra
edad, no contamos con pensión que nos permita llevar una vida digna.
2

TERCERO: Contamos con servicios de salud como beneficiarios de nuestros hijos,


quienes tienen sus obligaciones con sus familias, y, por tanto, no pueden sostenernos
económicamente.
CUARTO: Nosotros, junto con LILIA BARBOSA DE CASTILLO y JOSÉ EDUARDO
BARBOSA DOBLADO, heredamos de la señora ADELINA DOBLADO un lote de
terreno ubicado en el municipio de Chía, identificado con Matrícula Inmobiliaria 50N-
993617, denominado Lote “La Rosa” o “Lote número 1”, en común y pro indiviso,
avaluado en la suma de CIENTO TREINTA Y SEIS MILLONES SETECIENTOS
OCHENTA Y TRES MIL PESOS ($ 183’783.000=).
QUINTO: Nuestros hermanos, LILIA BARBOSA DE CASTILLO y JOSÉ EDUARDO
BARBOSA DOBLADO, ya fallecieron.
SEXTO: Los herederos de la señora LILIA BARBOSA DE CASTILLO son
ARMANDO CASTILLO BARBOSA, MARÍA EUGENIA CASTILLO BARBOSA,
GABINO CASTILLO BARBOSA, LILIA CASTILLO BARBOSA, MARGARITA
CASTILLO BARBOSA, LUZ MERY CASTILLO BARBOSA y CAMILO CASTILLO
BARBOSA. Su sucesión en encuentra actualmente en trámite notarial.
SÉPTIMO: Los herederos del señor JOSÉ EDUARDO BARBOSA DOBLADO son
EDUARDO BARBOSA SANTOS, ENRIQUE BARBOSA SANTOS, ERNESTO
BARBOSA SANTOS, LUCIA BARBOSA SANTOS y MARÍA SANTOS DE
BARBOSA. Su sucesión ya fue tramitada.
OCTAVO: En suma, somos 14 herederos de la señora ADELINA DOBLADO.
NOVENO: Como quiera que nos interesa obtener la parte que nos corresponde como
herederos, sobre todo a los tres firmantes de este libelo, por nuestra precaria situación
económica, hemos convenido en vender el lote de terreno al señor______________. Con
esta venta, lograríamos mejorar nuestra calidad de vida, sobre todo porque carecemos de
ingresos económicos, de un trabajo y de una pensión de vejez.
DÉCIMO: El único heredero renuente a vender es el señor ENRIQUE BARBOSA
SANTOS, aquí tutelado, quien cuenta con la solvencia económica suficiente para
subsistir. Se ha mostrado indolente frente a nuestra condición de ancianos sin recursos,
y se niega sistemáticamente a atender nuestras razones para querer vender la parte que
nos corresponde del terreno.
UNDÉCIMO: La única vía judicial existente para dirimir este conflicto es el proceso
divisorio ante la Justicia civil ordinaria, pero duraría de 5 a 6 años, siendo optimistas, lo
que, en palabras de la Corte Constitucional, constituye una completa “morosidad”,
tiempo con el que no contamos dada nuestra avanzada edad y achaques de salud. Por eso
3

acudimos a la acción de tutela como único medio de defensa de nuestros derechos


fundamentales.
DERECHOS FUNDAMENTALES INVOCADOS:
 DIGNIDAD HUMANA
 MÍNIMO VITAL
 IGUALDAD
 VIDA DIGNA
 DE LA TERCERA EDAD
PRETENSIONES.

1. Se protejan los derechos fundamentales invocados en este libelo.

2. Se ordene al señor ENRIQUE BARBOSA SANTOS acepte formar parte de la venta


del Lote de terreno que nos pertenece en copropiedad por haberlo heredado de la
señora ADELINA DOBLADO, en virtud del principio de solidaridad, y atendiendo
a la protección de nuestros derechos fundamentales, dado nuestra condición de
adultos mayores que ameritan una protección reforzada de parte del Estado.
3. Se exhorte al tutelado a que se abstenga en lo sucesivo de incurrir en actos como los
que hemos señalado aquí, que generan vulneración de derechos fundamentales
protegidos por la Carta Política.

DE LA PROCEDENCIA DE LA ACCIÓN DE TUTELA


CONTRA PARTICULARES:
El artículo 42 del Decreto 2591 de 1991 enlista dentro de los casos en que procede la
acción de tutela contra particulares, cuando frente a ellos se está en situación de
indefensión o subordinación, y cuando, a pesar de existir otro medio de defensa judicial,
éste no sea idóneo o eficaz para evitar un perjuicio irremediable, en especial cuando el
tutelante goza de una especial protección constitucional.
En la Sentencia T-030 del 2017 la Corte Constitucional ratifica su jurisprudencia en torno
a que, si bien, en principio, la acción de tutela no procede para ventilar asuntos de índole
civil entre particulares, de resorte de la jurisdicción civil, en este evento resulta viable
porque, insistimos, somos tres personas de más de 85 años que requerimos de la
intervención inmediata del Juez Constitucional para que se nos protejan los derecho
fundamentales invocados, porque nuestra edad nos ubica en situación de indefensión y
vulnerabilidad, frente al actuar de nuestro familiar, quien goza de buena salud y solvencia
4

económicas, verdaderos privilegios de los que carecemos para llevar una existencia digna
y decorosa.
En el fallo citado, la Corte Constitucional expresa que “los conceptos de subordinación
e indefensión son relacionales y constituyen la fuente de la responsabilidad del particular
contra quien se dirige la acción de tutela. En cada caso concreto deberá verificarse si la
asimetría en la relación entre agentes privados se deriva de interacciones jurídicas,
legales o contractuales (subordinación), o si por el contrario, la misma es consecuencia
de una situación fáctica en la que una persona se encuentra en ausencia total o de
insuficiencia de medios físicos y jurídicos de defensa para resistir o repeler la agresión,
amenaza o vulneración de sus derechos fundamentales frente a otro particular
(indefensión)”
En nuestro caso, la asimetría de nuestra relación entre el tutelado y nosotros, se deriva de
una relación civil de comunidad, por compartir una propiedad heredada que necesitamos
vender, y para ello, evitando pérdida innecesaria de tiempo y esfuerzos (bienes que se nos
escapan día a día), requerimos el consenso de todos los copropietarios. De los 14
herederos de la señora ADELINA DOBLADO, sólo el aquí tutelado se niega a aceptar la
venta del bien, lo que nos está perjudicando gravemente.
Ello nos ubica en una situación de DEBILIDAD MANIFIESTA, porque carecemos de
pensión y rentas de las que derivar nuestro sustento, por lo que la venta de la copropiedad
resulta ser nuestra única fuente de provisión. Sobre esta situación, la Corte Constitucional
ha señalado cómo procede la acción de Tutela:
“… el amparo constitucional de las personas en
circunstancia de debilidad manifiesta permite al juez de tutela
identificar y ponderar un conjunto más o menos amplio y
variado de elementos fácticos para deducir la ocurrencia de
tal circunstancia y le da un amplio margen de decisión para
proteger el derecho fundamental amenazado o restablecerlo
cuando hubiera sido vulnerado”1

COMPETENCIA:

De acuerdo con lo dispuesto en el artículo 1° del Decreto 1983 del 2017, la competencia
para el conocimiento de acciones de tutela que se promuevan contra particulares
corresponde a los jueces municipales.

1 Sentencia T-198 del 2006


5

JURAMENTO:
De manera expresa manifestamos a su Despacho que ante ninguna autoridad judicial
hemos promovido acción de tutela sobre los mismos hechos y derechos invocados, ni
contra el mismo accionado.

REGLAS JURISPRUDENCIALES QUE DETERMINAN LOS REQUISITOS DE


PROCEDIBILIDAD DE LA ACCIÓN DE TUTELA
DE LOS ADULTOS MAYORES2

a. Legitimación en la causa por activa:

El Decreto 2591 de 1991 reglamenta en su artículo 10° indica que “la acción de
tutela podrá ser ejercida, en todo momento y lugar, por cualquier persona vulnerada o
amenazada en uno de sus derechos fundamentales, quien actuará por sí misma o a través
de representante…”
En este caso, los directamente afectados ejercemos directamente nuestro derecho a
instaurar acción de tutela, por lo que se cumple el requisito de legitimación en la causa
por activa.
b. Legitimación en la causa por pasiva:
En virtud de lo dispuesto en el artículo 42 del Decreto 2591 de 1991, procede la
acción de tutela contra particulares, cuando (8) la solicitud sea para tutelar los
derechos fundamentales de quien se encuentre en situación de subordinación o
indefensión respecto del particular contra el cual se interpuso la acción.
c. De la trascendencia iusfundamental del asunto:
El debate jurídico que ponemos a disposición del Despacho en sede de Tutela, gira
en torno al contenido, alcance y goce de nuestros derechos fundamentales a la
DIGNIDAD, MÍNIMO VITAL, IGUALDAD y DE LA TERCERA EDAD, y a la
protección que merecemos por nuestra situación de debilidad manifiesta debido a
nuestra edad y situación económica, de modo que el caso expuesto amerita un
análisis detallado en clave constitucional.
d. Subsidiariedad:
La tutela es una acción constitucional de naturaleza residual y subsidiaria, que sólo
puede utilizarse frente a la vulneración o amenaza de derechos fundamentales cuando no

2 Sentencia T-010-17
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exista otro medio idóneo de defensa de lo invocado, o existiéndolo, no resulte oportuno o


se requiera acudir al amparo como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable.
Como ya hemos indicado, si bien existe un mecanismo de defensa judicial en este asunto,
insistimos que no podemos acudir a ella porque la justicia es morosa y no contamos con
tiempo para pedir a un juez civil de la República que divida el lote de terreno que tenemos
en copropiedad con el tutelado, para que cada cual haga con su porción lo que a bien tenga,
de modo que la tutela resulta ser el único medio de defensa idóneo y eficaz, sobre todo
porque están involucrados importantes derechos fundamentales como la dignidad y el
mínimo vital.
Además, la Corte Constitucional ha señalado reiteradamente que “En los casos en que
esté amenazado o se haya producido una vulneración del derecho a llevar una vida
digna, las personas de la tercera edad gozan de una protección excepcional, que hace
procedente la tutela (Subrayas extra texto)”3
En dicha providencia también el Alto Tribunal pregona que el amparo constitucional
procede “por la disminución de sus capacidades físicas, la reducción de las expectativas
de vida y la mayor afectación en sus condiciones de salud, estas personas constituyen
uno de los grupos de especial protección constitucional” y, por este motivo, “resulta
desproporcionado ser sometidos a esperar que en un proceso ordinario se resuelvan sus
pretensiones”
Y en la Sentencia C-177 de 2016, la Corte Constitucional indicó que “conforme a una
vasta línea jurisprudencial, las personas de la tercera edad, dadas las condiciones
fisiológicas propias del paso del tiempo, se consideran sujetos de especial protección
constitucional (i) cuando los reclamos se hacen en el plano de la dignidad humana, o
cuando está presuntamente afectada su “subsistencia en condiciones dignas, la salud, el
mínimo vital, (…) o cuando resulta excesivamente gravoso someterlas a los trámites de
un proceso judicial ordinario” También recalcó que no solo el Estado debe proveer un
trato diferencial, sino que el principio de solidaridad impone incluso a los particulares
esforzarse para apoyar a los adultos mayores, y lograr los fines protectores que impone el
ordenamiento superior respecto de ellos.
e. Inmediatez:
Perdón por la insistencia, pero los suscritos contamos con 84, 86 y 90 años de edad.
Para cuando el señor ERNESTO BARBOSA SANTOS adquirió la copropiedad por
razones herenciales, en el año 2014, ya éramos personas de la tercera edad, y los hechos
que planteamos siguen vigentes, de modo que la procedencia de la tutela se hace aún más

3 Sentencia T-010 del 2017


7

relevante, en tanto que nuestra salud, ánimo y fuerza vital han decaído con los años,
razones por las que consideramos que este requisito también se encuentra satisfecho.

Así las cosas, consideramos, muy respetuosamente, que en nuestra especialísima


situación de debilidad manifiesta, indefensión frente al tutelado y precaria situación
económica, procede la tutela para la protección de nuestros derechos fundamentales, a
tono con las exigencias jurisprudenciales ya reseñadas.

FUNDAMENTOS DE DERECHO

Apoyamos la instauración de esta acción en el contenido del artículo 86 de la Constitución


Política de 1991 y sus decretos reglamentarios 2591 y 306 de 1992.

En el caso que planteamos se presenta el famoso “Cuasicontrato de comunidad” entre los


hermanos y sobrinos que heredamos la propiedad de la señora ADELINA DOBLADO,
situación que es natural que queramos resolver, no sólo porque nadie está obligado a
permanecer en indivisión, sino porque - esta es la esencia de nuestra solicitud de
protección constitucional- los recursos provenientes de la venta del inmueble nos
permitirían vivir dignamente los pocos años que nos quedan en esta tierra.

Tenemos claro que existe la vía judicial prevista en el artículo 2334 del código civil
colombiano4, cual es el proceso divisorio, dado que el señor ENRIQUE BARBOSA
SANTOS se niega a vender, pero, sabido es que estos procesos civiles ordinarios se
demoran muchos años en su desarrollo y decisión, por lo que escapa a nuestra posibilidad
acudir a este medio de defensa judicial, habida cuenta de nuestra muy avanzada edad.

Sobre el derecho que tiene el comunero a vender se ha pronunciado la Corte


Constitucional en sentencia C-791 del 2006, señalando:

“Entre los derechos que las leyes civiles otorgan a los


comuneros se encuentra el de no estar obligado a
permanecer en la indivisión, es decir, cada comunero
conserva su libertad individual, de allí que tanto el Código
Civil, artículo 2334, como el de Procedimiento Civil,

4
“En todo caso puede pedirse por cualquiera o cualesquiera de los comuneros que la cosa común se divida
o se venda para repartir su producto. La división tendrá preferencia siempre que se trate de un terreno, y la
venta cuando se trate de una habitación, un bosque u otra cosa que no pueda dividirse o deslindarse
fácilmente en porciones”
8

artículo 467, consagren que todo comunero puede pedir la


división material de la cosa común, o su venta para que se
distribuya el producto; y que, la demanda deberá dirigirse
contra los demás comuneros, y a ella se acompañará la
prueba de que demandante y demandado son condueños.
Cabe recordar, que en el cuasicontrato de comunidad
entre dos o más personas, ninguna de ellas ha contratado
sociedad, o celebrado otra convención relativa a la misma
cosa”

Estamos lo tutelantes sometidos al capricho y egoísmo de nuestro pariente, lo que va en


franca contravía de los sentimientos de caridad humana, afecto y consideración que
deben prevalecer en el seno familiar, y del llamado “PRINCIPIO DE SOLIDARIDAD”,
sobre el que la Corte Constitucional ha dicho5:

“Se trata de un principio que inspira la conducta de los


individuos para fundar la convivencia en la cooperación
y no en el egoísmo. La vigencia de este principio elimina
la concepción paternalista, que crea una dependencia
absoluta de la persona y de la comunidad respecto del
Estado y que ve en éste al único responsable de alcanzar
los fines sociales. Mediante el concepto de la solidaridad,
en cambio, se incorpora a los particulares al
cumplimiento de una tarea colectiva con cuyas metas
están comprometidos, sin perjuicio del papel atribuido a
las autoridades y entidades públicas. El principio de
solidaridad tiene tres acepciones: (i) como una pauta de
comportamiento conforme con la cual deben obrar los
individuos dadas ciertas situaciones; (ii) un criterio de
interpretación en el análisis de acciones u omisiones de
los particulares que amenacen o vulneren derechos
fundamentales; y (iii) un límite a los derechos propios
(Subrayas extra texto)”

Ese obrar pensando en el otro, y no sólo en mi propia conveniencia, es lo que se echa de


menos en la actitud y comportamiento advertidos en nuestro familiar, señor ENRIQUE
BARBOSA SANTO, quien considera que el derecho a la propiedad es absoluto y prima
sobre los otros y sobre los ajenos, postura egoísta y maltratadora que nos afecta en nuestra

5 sentencia T-889 del 2014


9

existencia misma, lo que justifica que el señor juez intervenga y salga en defensa de
aquellas garantías que la Carta de Derecho nos proporciona como adultos muy mayores.

Pretende el tutelado mantenernos en comunidad ad infinitum, sin tener en cuenta que no


tenemos trabajo ni podemos procurárnoslo a estas alturas, tampoco rentas ni pensión que
mitigue las afugias propias de la vejez y nos permitir gozar de autonomía e
independencia, en lo que consideramos un verdadero abuso del derecho, cuando no una
total indolencia frente a nuestra realidad.

En otro pronunciamiento sobre el “Principio de solidaridad”, la Corte Constitucional


expresó6:

“Esta Corporación ha definido el principio de solidaridad


como un deber, impuesto a toda persona por el sólo hecho de
su pertenencia al conglomerado social, consistente en la
vinculación del propio esfuerzo y actividad en beneficio o
apoyo de otros asociados o en interés colectivo. El principio
de solidaridad impone a cada miembro de nuestra sociedad,
el deber de ayudar a sus parientes cuando se trata del disfrute
de sus derechos a la salud y a una vida digna, deber que tiene
mayor grado de compromiso cuando se trata de las personas
de la tercera edad, quienes se encuentran en situación de
debilidad manifiesta, debido a las aflicciones propias de su
edad o por las enfermedades que los aquejan y, por ello, no
están en capacidad de procurarse su auto cuidado y requieren
de alguien más, lo cual en principio es una competencia
familiar; a falta de ella, el deber se radica en la sociedad y en
el Estado, que deben concurrir a su protección y ayuda
(Subrayas extra texto)”

Para mejor ilustración, presentamos en el cuadro siguiente, la situación actual de cada


uno de nosotros, tutelantes:

6 Sentencia T-207 del 2013


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EDAD SALUD VIVIENDA VIVE CON PENSIÓN RENTAS


ALICIA
BARBOSA Beneficiario
VIUDA DE 86 EPS NO NO
RODRÍGUEZ
MARÍA EMMA
BARBOSA Beneficiario
NO
DOBLADO 84 EPS NO

MISAEL
BARBOSA
DOBLADO 90 solo NO NO

PROTECCIÓN INTERNACIONAL DE LA TERCERA EDAD:

Existen muchos instrumentos internacionales de protección a las personas mayores de


edad, muchos de los cuales, al ser ratificados por Colombia, hacen parte de su régimen
interno y del bloque de constitucionalidad, en virtud de lo dispuesto en el artículo 93 de
la Carta Política, por lo que es exigible por vía de tutela el trato preferencial a los adultos
mayores, que se traduce en garantizar el cumplimiento de sus derechos fundamentales, a
fin de que puedan vivir el resto de sus días con dignidad y bienestar.
Nos permitimos citar algunos de esos instrumentos internacionales:

a. En el artículo 25, párrafo 1°, de la Declaración Universal de Derechos Humanos,


se establece:
“Todas las personas tienen derecho a un nivel de vida
adecuado para la salud y el bienestar propio y de su
familia, incluyendo comida, ropa, hogar y atención médica
y servicios sociales necesarios, y el derecho a la seguridad
en caso de desempleo, enfermedad, discapacidad, viudez,
edad avanzada o cualquier otra carencia en circunstancias
ajenas a su voluntad”
b. La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó los siguientes Principios en
Favor de las Personas Mayores:

1) Tener acceso a alimentación, agua, vivienda, vestuario y atención de salud


adecuados.
11

2) Tener la oportunidad de trabajar o de tener acceso a otras oportunidades de


obtener ingresos.
3) Poder participar en la determinación de cuándo y en qué medida dejarán de
desempeñar actividades laborales.
4) Tener acceso a programas educativos y de capacitación adecuados.
5) Tener la posibilidad de vivir en entornos seguros y adaptables a sus
preferencias personales y a los cambios de sus capacidades.
6) Poder residir en su propio domicilio por tanto tiempo como sea posible.
7) Permanecer integradas en la sociedad, participar activamente en la
formulación y la aplicación de las políticas que afectan directamente su
bienestar y poder compartir sus conocimientos con las generaciones más
jóvenes.
8) Poder buscar y aprovechar oportunidades de prestar servicio a la comunidad
y de trabajar como voluntarios en puestos apropiados a sus intereses y
capacidades.
9) Poder formar grupos o asociaciones.
10) Poder disfrutar de los cuidados y la protección de la familia y la comunidad
de conformidad con el sistema de valores culturales de cada sociedad.
11) Tener acceso a servicios de atención de salud que les ayuden a mantener o
recuperar un nivel óptimo de bienestar físico, mental y emocional, así como a
prevenir o retrasar la aparición de enfermedades.
12) Tener acceso a servicios sociales y jurídicos que les aseguren mayores niveles
de autonomía, protección y cuidado.
13) Tener acceso a medios apropiados de atención institucional que les
proporcionen protección, rehabilitación y estímulo social y mental en un
entorno humanitario y seguro.
14) Poder disfrutar de sus derechos humanos y libertades fundamentales cuando
residan en hogares o instituciones donde se les brinden cuidados o
tratamiento, con pleno respeto de su dignidad, creencias, necesidades e
intimidad, así como de su derecho a adoptar decisiones sobre su cuidado y
sobre la calidad de su vida.
15) Poder aprovechar las oportunidades para desarrollar plenamente su
potencial.
16) Tener acceso a los recursos educativos, culturales, espirituales y recreativos.
17) Poder vivir con dignidad y seguridad y verse libres de explotaciones y de
maltrato físico o mental.
18) Recibir un trato digno, independientemente de su edad, sexo, etnia,
discapacidad u otras condiciones, y han de ser valoradas independientemente
de su contribución económica.
12

c. El artículo 17 del Protocolo de San Salvador (Protocolo Adicional a la Convención


Americana sobre Derechos Humanos en Materia de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales), señala:
“Protección de los ancianos. Toda persona tiene derecho a
protección especial durante su ancianidad. En tal
cometido, los Estados Partes se comprometen a adoptar de
manera progresiva las medidas necesarias a fin de llevar
este derecho a la práctica y en particular a: a)
Proporcionar instalaciones adecuadas, así como
alimentación y atención médica especializada a las
personas de edad avanzada que carezcan de ella y no se
encuentren en condiciones de proporcionársela por sí
mismas; b) Ejecutar programas laborales específicos
destinados a conceder a los ancianos la posibilidad de
realizar una actividad productiva adecuada a sus
capacidades respetando su vocación o deseos; c) Estimular
la formación de organizaciones sociales destinadas a
mejorar la calidad de vida de los ancianos.”

d. Mediante la Resolución A46 de 1991, la Asamblea General de las Naciones Unidas


adoptó los Principios en favor de las personas de la tercera edad, y solicita a los
Estados a incluir dentro de sus políticas internas los principios de independencia,
participación, cuidados, autorrealización y dignidad para este grupo poblacional.
También incorpora el derecho de los adultos mayores a tener acceso a bienes y
servicios básicos como “alimentación, agua, vivienda, vestimenta y atención de
salud adecuados, mediante ingresos, apoyo de sus familias y de la comunidad y su
propia autosuficiencia”, al tiempo que consagra el derecho que les asiste a tener
acceso a otras fuentes de ingresos, a redes de apoyo y cuidado provenientes de su
familia, la comunidad y el Estado, a servicios sociales que les permitan vivir de
manera autónoma, libre e independiente. Finalmente, dispone que deben “recibir
un trato digno, independientemente de la edad, sexo, raza o procedencia étnica,
discapacidad u otras condiciones, y han de ser valoradas independientemente de
su contribución económica”

e. El artículo 55 de la Carta de las Naciones Unidas (1945) indica que es deber de


los Estados miembros promover estándares de vida más elevados para todas las
personas.
13

f. El artículo 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948)


establece que “Todas las personas tienen derecho a un nivel de vida adecuado
para la salud y el bienestar propio y de su familia, incluyendo comida, ropa,
hogar y atención médica y servicios sociales necesarios, y el derecho a la
seguridad en caso de desempleo, enfermedad, discapacidad, viudez, edad
avanzada o cualquier otra carencia en circunstancias ajenas a su voluntad”
g. El artículo 24 de la Convención sobre el Estatuto de Refugiados (1951) dispone
que “Los Estados han de tratar a los refugiados legalmente acogidos en su
territorio con el mismo respeto hacia sus derechos que a sus propios ciudadanos,
incluyendo seguridad social para los refugiados en caso de enfermedad,
discapacidad o edad avanzada. Puesto que los refugiados de edad avanzada
pueden enfrentarse a problemas muy específicos con respecto a los demás
refugiados”
h. El Pacto internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966)
resalta la importancia de garantizar el derecho a la seguridad social para todas las
personas.
i. En la Observación General número 14 proferida por el Comité de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales se reitera que en lo concerniente a la salud de
los adultos mayores, los Estados tienen la obligación de prestar el servicio de
forma integral.
j. La Organización de Estados Americanos (OEA) promueve la protección especial
de los derechos de los adultos mayores, al igual que la Convención Americana
sobre Derechos Humanos (1969).
k. Mediante la Resolución 45/106 del 14 de diciembre de 1990, la ONU estableció
el 1º de octubre como el día Internacional de la Personas de Edad.
l. Mediante la Resolución 46 del 16 de diciembre de 1991, la ONU estableció los
Principios de la Naciones Unidas a Favor de las Personas de Edad.
m. En el año 2002, la Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento aprobó el
Plan de Acción Internacional para atender los retos del envejecimiento en el Siglo
XXI.
FUNDAMENTOS CONSTITUCIONALES

a. PROTECCIÓN DE LA TERCERA EDAD. Artículo 46: El Estado, la sociedad y la


familia concurrirán para la protección y la asistencia de las personas de la tercera edad
y promoverán su integración a la vida activa y comunitaria. El Estado les garantizará
14

los servicios de la seguridad social integral y el subsidio alimentario en caso de


indigencia.

b. DIGNIDAD HUMANA. Artículo 1º: Colombia es un Estado social de derecho


organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus
entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de
la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en
la prevalencia del interés general.

c. IGUALDAD. Artículo 13: Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley,
recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos
derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo,
raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica. El
Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará
medidas en favor de grupos discriminados o marginados. El Estado protegerá
especialmente a aquellas personas que por su condición económica, física o mental, se
encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y sancionará los abusos o
maltratos que contra ellas se cometan.

d. BUENA FE. Artículo 83: Las actuaciones de los particulares y de las autoridades
públicas deberán ceñirse a los postulados de la buena fe, la cual se presumirá en todas
las gestiones que aquéllos adelanten ante éstas.

e. PREVALENCIA DE DERECHOS. Artículo 85: Son de aplicación inmediata los


derechos consagrados en los artículos 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 23, 24,
26, 27, 28, 29, 30, 31, 33, 34, 37 y 40.

f. ACCIÓN DE TUTELA. Artículo 86: Toda persona tendrá acción de tutela para
reclamar ante los jueces, en todo momento y lugar, mediante un procedimiento
preferente y sumario, por sí misma o por quien actúe a su nombre, la protección
inmediata de sus derechos constitucionales fundamentales, cuando quiera que éstos
resulten vulnerados o amenazados por la acción o la omisión de cualquier autoridad
pública. La protección consistirá en una orden para que aquél respecto de quien se
solicita la tutela, actúe o se abstenga de hacerlo. El fallo, que será de inmediato
cumplimiento, podrá impugnarse ante el juez competente y, en todo caso, éste lo
remitirá a la Corte Constitucional para su eventual revisión. Esta acción sólo procederá
cuando el afectado no disponga de otro medio de defensa judicial, salvo que aquélla
se utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable. En ningún
caso podrán transcurrir más de diez días entre la solicitud de tutela y su resolución. La
ley establecerá los casos en los que la acción de tutela procede contra particulares
15

encargados de la prestación de un servicio público o cuya conducta afecte grave y


directamente el interés colectivo, o respecto de quienes el solicitante se halle en estado
de subordinación o indefensión.

g. BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD. Artículo 93: Los tratados y convenios


internacionales ratificados por el Congreso, que reconocen los derechos humanos y
que prohíben su limitación en los estados de excepción, prevalecen en el orden interno.
Los derechos y deberes consagrados en esta Carta, se interpretarán de conformidad
con los tratados internacionales sobre derechos humanos ratificados por Colombia. El
Estado colombiano puede reconocer la jurisdicción de la Corte Penal Internacional en
los términos previstos en el Estatuto de Roma adoptado el 17 de julio de 1998 por la
Conferencia de plenipotenciarios de la Naciones Unidas y, consecuentemente, ratificar
este tratado de conformidad con el procedimiento establecido en esta Constitución. La
admisión de un tratamiento diferente en materias sustanciales por parte del Estatuto de
Roma con respecto a las garantías contenidas en la Constitución tendrá efectos
exclusivamente dentro del ámbito de la materia regulada en él.

h. RECONOCIMIENTO DE OTROS DERECHOS. Artículo 94: La enunciación de los


derechos y garantías contenidos en la Constitución y en los convenios internacionales
vigentes, no debe entenderse como negación de otros que, siendo inherentes a la
persona humana, no figuren expresamente en ellos.

FUNDAMENTOS LEGALES
Leyes 687 y 700 del 2001, 1091 del 2006, 1171 del 2007, 1251 del 2008, 1276 y 1315
de 2009, todas protectoras de la Tercera Edad.

FUNDAMENTOS JURISPRUDENCIALES.
1. Sentencia T-351 de 1997:
La tutela contra particulares extrae su fundamento socio-
político del desvanecimiento de la distinción entre lo público y
lo privado que caracteriza a la comunidad contemporánea; el
fenómeno de la indefensión está encaminado a proteger a
las personas de los abusos provenientes de cualquier poder:
económico, social, religioso, cultural, etc. El particular es
destinatario de la acción de tutela, porque al lado del poder
público, se encuentran conductas desplegadas por los
particulares desde una condición de superioridad frente a los
demás que afectan grave y directamente sus intereses,
generando la necesidad de una medida de defensa eficaz y ágil.
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Las situaciones que el constituyente estima como generadoras


de la mencionada necesidad, son entre otras, el estado de
subordinación o indefensión del solicitante frente al particular
destinatario de la acción.
… Resulta relevante constitucionalmente no sólo la evidente
situación de indefensión del peticionario y su cónyuge con
relación a la Diócesis y al sacerdote demandado, no solamente
por la condición de debilidad manifiesta del peticionario y su
cónyuge en razón de su edad avanzada y su desprotección
frente a su familia, la sociedad y el Estado, sino también por
las peculiaridades de las partes en sus relaciones jurídicas, que
regulan sus derechos, los cuales sobrepasan el ámbito del
derecho civil, de las sucesiones y de los contratos de
transferencia de bienes, para devenir en una evidente violación
de la dignidad humana, en un desconocimiento del deber de
solidaridad, exigible a todo individuo en un estado social de
derecho, y que obliga al juez de tutela a hacer efectiva la
especial protección que otorga la Carta Política a las personas
de la tercera edad. Resulta evidente que la protección a la
tercera edad es una función en la que concurren, por igual, el
Estado, la familia y la sociedad. Por ello, sobre la Diócesis, en
tanto hace parte del conglomerado social regido por
nuestra Carta Política, recae también este deber jurídico y
como tal la misma y el sacerdote, deben conducir sus
relaciones jurídicas civiles de acuerdo con la especial
consideración que constitucionalmente merecen el actor y su
cónyuge.
Si bien es cierto, al Juez de tutela no le corresponde entrar a
juzgar las vicisitudes propias de los actos y negocios jurídicos,
en cuanto su eficacia y validez, pues para ello está constituida
la justicia ordinaria, quien es la competente para pronunciarse
mediante los procedimientos y acciones judiciales previstos en
el orden jurídico, también lo es que el juez de tutela no puede
ser ajeno ni extraño, cuando en el caso se observan violaciones
a los deberes de solidaridad y al principio de la buena fe, que
rige las relaciones y obligaciones entre particulares, pues es
claro para la Sala, el abuso que del contrato de mandato (poder
para vender), ejecutó el Sacerdote con relación al uso y
destino que le dio al dinero producto de la venta del bien de la
sociedad conyugal, pues hizo efectiva una donación
testamentaria sin haberse cumplido la condición prevista en
el mismo, con lo cual puso en peligro la vida, salud y
propiedad del actor y su cónyuge, se produjo un perjuicio
irremediable al actor y su esposa, pues dicho dinero constituye
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el mínimo vital para la congrua subsistencia de la familia, y los


colocó ante la situación de iniciar las acciones civiles y penales
de rigor, pese a la avanzada edad del actor. Ante la situación
de ancianidad del actor, lo cual implica una protección
especial, la acción de tutela es el único mecanismo eficaz y
protector para tutelar su derecho al mínimo vital, a la vida y
la salud, pues si bien es cierto el ordenamiento jurídico civil le
brinda medios judiciales de defensa, éstos no son eficaces,
pues la morosidad de la justicia civil, dada la edad avanzada
del peticionario hace en la práctica nugatorios sus derechos.
Un medio judicial apenas enunciado teóricamente por los
jueces de instancia, o de carácter estrictamente formal, sin
posibilidades de concreción oportuna y efectiva, no puede
desplazar a la acción de tutela y, por el contrario debe ceder
ante ella (Subrayas extra texto)”
2. Sentencia T-801 de 19987:
“Dentro de la familia, entendida como núcleo esencial de la
sociedad, se imponen una serie de deberes especiales de
protección y socorro reciproco, que no existen respecto de los
restantes sujetos que forman parte de la comunidad. En efecto,
los miembros de la pareja, sus hijos y sus padres, y, en general,
los familiares más próximos tienen deberes de solidaridad y
apoyo recíproco, que han de subsistir, más allá de las
desavenencias personales (C.P. arts. 1, 2, 5, 42, 43, 44, 45, 46)
(Subrayas extra texto).
Con todo, es claro que no siempre los parientes con quien
convive la persona dependiente se encuentran en posibilidad
física, psíquica o emocional de proporcionar el cuidado
requerido por ella. Pese a que sean los primeros llamados a
hacerlo, puede ocurrir que por múltiples situaciones no existan
posibilidades reales al interior de la familia para brindar la
atención adecuada al sujeto que lo requiere, a la luz del
principio de solidaridad, pero además, tampoco la suficiencia
económica para sufragar ese servicio. En tales situaciones, la
carga de la prestación, de la cual pende la satisfacción de los
derechos fundamentales del sujeto necesitado, se traslada
al Estado”

7 Reiterada en la providencia T-154 del 2014


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3. Sentencia T-207/13:
Los principios de solidaridad y de respeto a la dignidad
humana se constituyen en elementos esenciales sobre los cuales
se soporta el concepto de Estado social de derecho, e implican
la necesidad de brindar una especial protección a quienes por
su condición se encuentran en circunstancias de
vulnerabilidad. Esto impone a las autoridades unos deberes de
ineludible cumplimiento con el propósito de procurar la
realización material de los derechos individuales y de alcanzar
las finalidades sociales del Estado.
Dentro de los grupos poblacionales que la Corte ha reconocido
como sujetos de especial protección constitucional en razón a
su condición de debilidad manifiesta, se encuentran las
personas inmersas en situación de pobreza extrema. Sobre este
sector, ha reconocido que de la naturaleza del Estado
colombiano emana el deber de atención a las personas carentes
de recursos económicos necesarios para una congrua
subsistencia, que no tienen capacidad para laborar por motivos
de edad o salud. Partiendo de la aplicación del principio de
solidaridad y de la protección a la dignidad humana (arts. 1 y
13 superiores), el ordenamiento jurídico le reconoce una
protección especial a los ancianos en situación de pobreza
extrema, a la hora de proteger sus derechos individuales, lo
cual se ve reflejado en disposiciones de rango constitucional,
de derecho internacional y en el orden legal.

4. Sentencia de Tutela T-252 del 2017:

“Este tribunal ha considerado que la acción de tutela es


procedente aún ante la presencia de un mecanismo ordinario
de defensa, cuando (i) los medios ordinarios de defensa
judicial no son suficientemente idóneos y eficaces para
proteger los derechos presuntamente conculcados; (ii) aun
cuando tales medios de defensa judicial sean idóneos, de no
concederse la tutela como mecanismo transitorio de
protección, se produciría un perjuicio irremediable a los
derechos fundamentales; y (iii) el accionante es un sujeto de
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especial protección constitucional (personas de la tercera


edad, personas discapacitadas, mujeres cabeza de familia,
población desplazada, niños y niñas), y por lo tanto su
situación requiere de particular consideración por parte del
juez de tutela (Subrayas extra texto)”

FUNDAMENTOS PROBATORIOS:

A. Sírvase, señor juez, tener como pruebas en fotocopia simple los siguientes
documentos:
1. Copia de nuestras Cédulas de Ciudadanía
2. Certificado de tradición del Lote de terreno identificado con matrícula
inmobiliaria 50N-993617, en el que figuramos como copropietarios, los aquí
tutelantes, junto a otros 11 parientes, coherederos de la señora ADELINA
DOBLADO, incluyendo al señor ERNESTO BARBOSA SANTOS, accionado,
único de todos ellos que se niega a vender el inmueble.
3. Certificado del SISBEN correspondiente a
4. Certificado de la EPS de
B. Estamos dispuestos a rendir declaración para ampliar este libelo, cuando el señor juez
así lo requiera.
C. Solicitamos se escuche bajo juramento al señor ERNESTO BARBOSA SANTOS,
para que explique al Despacho por qué razón se niega a vender el terreno aludido,
asumiendo una postura insular y dañosa de nuestros derechos fundamentales, como
ampliamente hemos referido en este escrito.

NOTIFICACIONES:
Las recibiremos en las siguientes direcciones y teléfonos:
- ALICIA BARBOSA VIUDA DE RODRÍGUEZ:
- MARÍA EMMA BARBOSA DOBLADO:
- MISAEL BARBOSA DOBLADO:

El accionado en la
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Del Señor Juez,

Cordialmente,

_______________________________________
ALICIA BARBOSA VIUDA DE RODRÍGUEZ
c.c. 20’068.863, de Cali

_________________________________
MARÍA EMMA BARBOSA DOBLADO
c.c. # 20’895.430, de Bogotá

____________________________
MISAEL BARBOSA DOBLADO
c.c.

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