Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
y organiza el trabajo
Nehemías 2:17 - 3:4
En el día de hoy regresamos al segundo capítulo de Nehemías
y comenzaremos a leer el versículo 17. Pero antes permítanos
recordarle que cuando Nehemías se enteró que las cosas en
Jerusalén no estaban marchando muy bien; que la ciudad se
encontraba en una situación muy triste y la gente muy
desanimada, solicitó entonces un permiso para ausentarse de
su trabajo con el rey de Persia. Viajó hacia Jerusalén desde la
capital de Persia, Susa, y fue acompañado por una numerosa
escolta del ejército, como vimos en nuestro programa anterior.
Recordemos aquí que cuando Esdras le había pedido permiso
al rey para regresar a su tierra, quiso solicitarle protección,
pero como había sido tan elocuente en decirle al rey cómo Dios
le cuidaría y guiaría, le dio vergüenza pedirle una escolta.
Temió que el soberano le dijera: "¿Pero no estás confiando en
el Señor?" Sin embargo, Nehemías, pensó que, siendo un
funcionario del rey, tenía derecho a solicitar protección oficial.
Estimado oyente, Dios no nos guía a todos de la misma
manera, Él guió a Esdras de una forma y a Nehemías de otra.
Dios le guiará a usted de una manera y a mí de otra. Por ello,
nadie debe tratar de imitar a nadie, porque Dios tiene sus
propósitos para cada uno en particular y si se lo permitimos,
los llevará a cabo. En nuestro relato, Esdras regresó sin apoyo
logístico y Nehemías con una gran escolta armada y siervos.
Al llegar a su destino, Nehemías ya se enfrentó con oposición.
En el versículo 10 vimos a Sanbalat y a Tobías, dos personajes
que conoceremos más adelante. Después, conoceremos a un
tercero: a Gesem, el árabe. Estos tres eran enemigos de Dios
y de Su pueblo. Ellos habían tratado de estorbar la edificación
del templo, y en este momento intentaban impedir la
reedificación del muro de Jerusalén.
Después de llegar a Jerusalén, Nehemías no quiso provocar
ninguna alarma indebida, así que salió de noche, protegido por
la oscuridad, para efectuar una inspección y ver en qué
condiciones se encontraban las murallas. Evitó cualquier
ostentación y fue eminentemente práctico. Pero había tantos
escombros que su cabalgadura no podía pasar y tuvo que
bajarse del caballo y continuar a pie. Y así, Nehemías rodeó
toda la ciudad y finalizó con su inspección. Aquí podemos
apreciar que Nehemías estaba actuando con cautela y buen
criterio al realizar su trabajo para Dios. Así que, continuando
con el relato, leamos los versículos 17 y 18 del segundo
capítulo de Nehemías, que destacan
El estímulo de Nehemías para reedificar la muralla
"Les dije, pues: Vosotros veis la difícil situación en que
estamos: Jerusalén está en ruinas y sus puertas consumidas
por el fuego. Venid y reconstruyamos el muro de Jerusalén,
para que ya no seamos objeto de deshonra. Entonces les
declaré cómo la mano de mi Dios había sido buena conmigo, y
asimismo las palabras que el rey me había dicho. Ellos
respondieron: ¡Levantémonos y edifiquemos! Así esforzaron
sus manos para bien".
Habiendo efectuado un estudio completo y evaluado las obras
que debían realizarse, Nehemías convocó a los líderes de
Jerusalén a una importante reunión. Les informó cómo Dios lo
había guiado, y que él había solicitado un permiso para
ausentarse de su trabajo como copero del rey para ir a
Jerusalén. También les dijo que había realizado una inspección
y que había visto cómo era la situación; y por tanto les exhortó
a llevar a cabo la obra con estas palabras: "¡Dios está con
nosotros! ¡Reconstruyamos la muralla!" Y la respuesta
entusiasta de ellos fue: "Levantémonos y edifiquemos".
De modo que podemos apreciar que Nehemías era un
verdadero líder. Un líder inspirado por Dios. Y ¿qué fue lo que
sucedió? Pues, simplemente que ellos esforzaron sus manos
para bien, es decir, para realizar esa buena obra. Nehemías
nos podía haber dado aquí una elaborada descripción de todo
lo que estaba sucediendo, de cómo había llegado a un acuerdo
con los líderes y cómo ellos habían reaccionado. Pero no lo hizo
así. Era una persona muy modesta que prefirió ocupar un
segundo plano. Pero veamos ahora lo que dice el versículo 19,
de este capítulo 2 de Nehemías:
"Pero cuando lo oyeron Sanbalat el horonita, Tobías el siervo
amonita y Gesem, el árabe, se burlaron de nosotros y nos
despreciaron, diciendo: ¿Qué es lo que estáis haciendo? ¿Os
rebeláis contra el rey?"
Aquí tenemos a los enemigos. Tenemos a tres de ellos. Este
trío va a aparecer también más adelante en el relato. Y
suponemos que cada líder cristiano, cada siervo de Dios no solo
tiene personas excelentes a su alrededor que lo ayudan, como
Nehemías, sino que también tiene cerca a personas como los
que se mencionan aquí: Sanbalat el horonita, Tobías el siervo
amonita, y a Gesem el árabe. Y el enemigo utilizará diferentes
métodos para tratar de disuadir a los líderes, para que se
desanimen en el cumplimiento de su tarea. Y por lo general, la
primera actividad de ellos es la de burlarse, poniendo a alguien
en ridículo. Éste podría ser el primer paso de la lucha de su
enemigo espiritual contra usted, estimado oyente. Él puede
utilizar a los amigos que lo rodean, a sus vecinos y compañeros
de trabajo para que lo pongan en ridículo porque usted es un
creyente. Y usted se dará cuenta que ésta es una situación
difícil de soportar. Ahora, veamos que sucedió en nuestro
relato, ante el ataque de aquellos que intentaron disuadir al
pueblo de acometer la gigantesca tarea de reedificar las
murallas y puertas de la ciudad de Jerusalén. Nehemías
reaccionó de una manera que nosotros debemos destacar.
Leamos el versículo 20:
"Pero yo les respondí: El Dios de los cielos, él nos prosperará,
y nosotros, sus siervos, nos levantaremos y edificaremos,
porque vosotros no tenéis parte ni derecho ni memoria en
Jerusalén".
Aquí vemos lo que sucedió. Y fue admirable la manera en que
ante las primeras dificultades, Nehemías actuó como un gran
líder, haciendo frente al enemigo con la seguridad de la
aprobación, presencia y bendición de Dios. Su ejemplo
movilizaría a todos para seguirle y comenzar esa gran
empresa.
Llegamos ahora a
Nehemías 3:1-4
Y el tema en este capítulo es la reedificación de los muros y las
puertas de la ciudad. Y éste fue uno de los proyectos de
edificación más grandes de que hayamos oído. Y lo que logró
hacer Nehemías fue extraordinario, porque Dios estaba
actuando en aquella ocasión. Como ya hemos visto, Dios había
guiado a Esdras y a Zorobabel, para reedificar el templo. Su
tarea había sido diferente a la de Nehemías, que era un
funcionario civil, y que tendría bajo su responsabilidad la
reedificación de las murallas y puertas de Jerusalén. Y así fue
como Dios realizó Su obra de diferentes maneras y usando a
hombres diferentes.
Muchos de nosotros en nuestro ministerio, especialmente
cuando comenzamos, tratamos de imitar a alguna otra
persona. Pero eso, como ya hemos observado, no da buen
resultado. Cada uno tiene que ser él mismo. ¿Ha notado usted
alguna vez lo que Dios puede hacer? Utilizando elementos
comunes del rostro de una persona, Él ha hecho millones de
rostros diferentes, ha logrado una diversidad, de manera que
ninguno sea idéntico a otro. Y lo mismo ha hecho con otras
partes del cuerpo como, por ejemplo, un dedo, consiguiendo
un número caso infinito de dedos, con el resultado que no haya
dos idénticos. En otras palabras, Dios ha dispuesto las cosas
de esta forma, porque Él desea que cada uno de nosotros sea
él mismo, con una identidad propia y peculiar.
El relato de la reedificación de los muros de Jerusalén ha sido
presentado de una manera atractiva y didáctica. Las diez
puertas de la ciudad nos cuentan la historia de las obras
realizadas, comenzando por la puerta de las ovejas, y
finalizando con esa misma puerta. A veces ha surgido la
pregunta de si había otras puertas en la muralla de Jerusalén.
No lo creemos pero, puede que las hubiera. De todas formas,
estas diez puertas fueron seleccionadas para contar la historia
del Evangelio. Ellas exponen el plan de Dios para la salvación.
Leamos entonces el versículo 1, de este capítulo 3 de
Nehemías, que nos habla sobre
La puerta de las Ovejas
"Entonces se levantaron el sumo sacerdote Eliasib y sus
hermanos los sacerdotes y edificaron la puerta de las Ovejas.
Ellos arreglaron y levantaron sus puertas hasta la torre de
Hamea, y edificaron hasta la torre de Hananeel".
Todo comenzó en la puerta de las ovejas. Ésta es la puerta por
la que el Señor Jesucristo entró en Jerusalén. Tenemos el relato
que en cierta ocasión Él pasó a través de esta puerta y llegó al
estanque de Betesda (Juan 5:2). Pensamos francamente que
cada vez que Jesús entró en Jerusalén lo hizo por la puerta de
las ovejas, hasta Su entrada triunfal. Hablando de las puertas,
diremos que algunos se han equivocado al identificar la Puerta
del Este con la Puerta de Oro. La puerta del Este está cerrada,
bloqueada, en el día de hoy, y no será abierta hasta que
Jesucristo regrese y pase por esa puerta. La Puerta del Oro es
la que conduce al templo. Ésta es la puerta que será abierta
para Él y que le franqueará la entrada hasta el lugar santísimo.
Pero la puerta de las Ovejas es la que fue utilizada para que
entrasen los animales que iban a ser sacrificados, y ésa es la
puerta por la cual entró el Señor Jesucristo. Pensamos que lo
que Él estaba haciendo era representar, por así decirlo, una
parábola viviente. Juan el Bautista lo había anunciado cuando,
en el relato de Juan 1:29, señaló al Señor Jesucristo y dijo: "He
aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". Es que
Jesús es el Cordero de Dios en Su persona y en Su obra. Él
quita el pecado del mundo. De modo que la puerta de las
Ovejas simboliza la cruz de Cristo. Aquí es donde uno comienza
su relación con Dios, y ése es el único punto donde usted puede
comenzar esa relación, estimado oyente, en la cruz.
Dios no nos pide nada ni a usted ni a mí, hasta que lleguemos
a Cristo y le aceptemos como nuestro Salvador. Dios solo tiene
una cosa que decirle al mundo y es una pregunta: "¿Qué hará
usted con mi Hijo que murió por usted?" Y hasta que usted
responda a esa pregunta, estimado oyente, Dios no le dirá
nada sobre su vida y su servicio para Él. Si usted lo rechaza y
no quiere aceptar a Su Hijo, entonces, Dios no le pedirá nada.
Él no quiere sus buenas obras ni su dinero. No quiere nada de
usted. Pero Dios sí que tiene algo que darle. Su Hijo murió por
usted. Y la Puerta de las Ovejas nos presenta esa verdad. Por
ello resulta significativo que toda la obra comenzó en la Puerta
de las Ovejas.
Continuemos leyendo el versículo 2 de Nehemías 3:
"Junto a ella trabajaron los hombres de Jericó, y luego Zacur
hijo de Imri".
Ahora, Jericó era el lugar de la maldición y se menciona junto
a la puerta de las ovejas. Esto es algo interesante. Los hombres
de Jericó llegaron a Jerusalén desde el valle del Jordán; ellos
repararon este tramo de la muralla que estaba junto a la puerta
de las Ovejas. Cuando uno viene desde el monte de los Olivos,
en el camino de Jericó, llega justamente al lugar donde estos
hombres trabajaron. El pináculo del templo y el área del templo
estaban allí. Allí fue entonces donde ellos edificaron, al lado
mismo de la puerta de las Ovejas.
Jericó fue la ciudad sobre la que se pronunció una maldición.
Josué dijo en el capítulo 6, versículo 26, del libro de Josué:
"Maldito delante del Señor el hombre que se levante y
reedifique esta ciudad de Jericó". En los días de Acab hubo uno
que la reedificó y la maldición cayó sobre él y sus hijos. Era la
ciudad de la maldición.
Estimado oyente, usted y yo vivimos en un mundo que ha sido
maldecido a causa del pecado. No es necesario ampliar aquí
esta declaración. Todo lo que debemos hacer para darnos
cuenta de esta realidad es mirar a nuestro alrededor. El ser
humano ha transformado el orden creado en un gran desorden.
El hombre no parece capaz de resolver sus problemas,
derivados de esa situación. Y hay aquellas personas que están
situadas en la actualidad en posiciones de influencia, que no
son creyentes en Cristo, y que están diciendo que los
problemas de hoy en día superan las soluciones que el ser
humano puede ofrecer.
De modo que, usted y yo, estimado oyente, vivimos en un
mundo maldito. Y sólo la muerte de Cristo en la cruz puede
remover el juicio, el castigo del pecado de su vida y de la mía.
Cristo puede llevar esa carga por usted, debido a Su muerte en
la cruz. Si usted no le ha confiado su vida todavía, lo puede
hacer ahora mismo. Continuando ahora con nuestro estudio,
leemos en el versículo 3 de este capítulo 3 de Nehemías, donde
tenemos
La puerta del Pescado
"Los hijos de Senaa edificaron la puerta del Pescado; la
enmaderaron y levantaron sus puertas, con sus cerrojos y sus
barras".
Aquí tenemos la puerta del Pescado. Ésta era la puerta por la
cual los pescadores traían el pescado del Mediterráneo y del río
Jordán. A ellos les gustaba comer mucho pescado en esos días,
y esa puerta no resultaba muy difícil de localizar en aquellos
días por medio del sentido del olfato. Ahora, ¿qué simbolizaba
esta puerta del Pescado? Bien, el Señor Jesucristo les dijo a
aquellos que le seguían: "Os haré pescadores de hombres".
(Mateo 4:19).
Una vez que los discípulos de Jesús comprendieron todos los
hechos del evangelio, Él les dijo, según el relato de Lucas
24:49: "Quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que
seáis investidos de poder desde lo alto". Ellos necesitaban ser
bautizados por el Espíritu Santo, habitados por el Espíritu
Santo, regenerados por el Espíritu Santo, y después, llenos del
Espíritu Santo. Y en el día de Pentecostés ellos fueron llenos
del Espíritu Santo y se convirtieron en pescadores de hombres.
No pescando ya en el mar de Galilea, sino pescando en el
mundo entero. Hoy, eso es lo que Dios le está diciendo a los
Suyos, a los que le pertenecen. Dios no le está pidiendo al no
creyente, a la persona que aún no ha sido salva, que sea
pescadora de hombres. ¿Cómo podría serlo? Ni siquiera sabría
de qué está hablando Dios. Pero Él le está diciendo hoy a los
Suyos, a los que ha salvado: "Yo quiero que vosotros seáis
pescadores de hombres".
Creemos que en el día de hoy, debemos ser pescadores de
personas de diversas maneras. No estamos de acuerdo con
aquellas personas que insisten en que uno tiene que ir
llamando de puerta en puerta. No creemos que todos podamos
hacer eso. Pensamos que algunas personas pueden dar
testimonio de su fe de forma algo diferente. La evangelización
por medio de la oración, por ejemplo, es un medio efectivo para
alcanzar a la gente. Todos tenemos diferentes dones o
capacidades espirituales. Dios nos ha creado a todos diferentes
unos a otros. Y hay varios métodos para difundir el Evangelio.
Pero estamos seguros que, figurativamente hablando, todos
nosotros, de alguna forma u otra, debemos pasar por la puerta
del Pescado. Y usted puede tener una parte importante en la
propagación de la Palabra de Dios en el día de hoy. No
olvidemos que el Señor Jesucristo dijo: "Quiero que me sigáis,
y yo os haré pescadores de hombres".
Cuando llegamos al versículo 4, vemos que se menciona una
lista de varias personas que trabajaron en la obra de
reedificación de las murallas. Resulta hermoso pensar que sus
nombres han sido escritos en el Libro de la Vida. Algunos de
los nombres resultarán difíciles de pronunciar, y otros
parecerán extraños. Los vemos por primera y única vez, y
podría ser que sean desconocidos para nosotros, sin embargo,
lo importante es que esos nombres fueron conocidos por Dios.
Ellos ayudaron a reedificar las murallas de Jerusalén y en algún
día futuro, serán recompensados por su labor.
Para Dios, ningún ser humano es un individuo anónimo,
desconocido. Y aquellos que, reconociendo que están lejos de
Él, aceptan su oferta de gracia, el Evangelio, el mensaje de la
Salvación, personificado en el Señor Jesucristo, se convierten
en Sus hijos. No olvidemos que aquellas murallas, junto con la
ciudad, fueron destruidas como castigo por el pecado, por la
idolatría de un pueblo. Toda vida alejada de Dios, se encuentra
destruida por los efectos del pecado y la maldad humana. Hay
personas cuya existencia en este mundo se parece mucho a un
montón de escombros esparcidos por el suelo, que ningún
esfuerzo humano puede volver a reunir para formar una nueva
construcción, un todo coherente, un nuevo organismo. Esas
vidas necesitan ser restauradas a los propósitos originales de
Dios, el Creador. Aquella puerta de las ovejas, por la que Cristo
entró, siendo el Cordero de Dios que iba a ser sacrificado, nos
señala hoy al Salvador, al único que puede apartar el poder
destructivo del pecado de la vida de las personas. Estimado
oyente, la única manera en la que usted puede comenzar una
relación con Dios, es dirigiendo una mirada de fe a la cruz, en
la que Cristo murió por usted, aceptándole como su Salvador.
Entonces, se convertirá usted en un hijo de Dios y entonces,
por su Espíritu, Él comenzará la obra de reconstrucción de su
vida. Él reunirá los trozos rotos dispersos, apartará los
escombros inútiles, y reparará los daños que el pecado causó.
Porque, como dijo San Pablo, "el que está unido a Cristo es una
nueva persona. Las cosas viejas pasaron; han sido hechas
nuevas".