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BIOATROPOLÓGICO
Rodrigo Fabian Calderón Muñoz., Universidad Piloto Colombia (Unidad Académica de las Ciencias de
la Educación)
Introducción
Las momias representan una parte importante de las sociedades del pasado, en tanto que en estos
cuerpos desecados, ya sea de manera natural o cultural, se conserva valiosa información sobre la
cosmovisión, las prácticas funerarias y la diferenciación social, las principales enfermedades que
padecieron, aspectos importantes sobre la dieta, la carga microbiana involucrada con el ambiente de
la época, y las relaciones genéticas en el ámbito territorial.
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Los estudios biológicos de momias
Los análisis culturales y biológicos sobre momias han vinculado una amplia batería de estudios
culturales bioantropológicos, genéticos, médicos, microbiológicos, odontológicos y químicos, que
han permitido documentar aspectos tales como los procesos de momificación (naturales o
artificiales), las sustancias empleadas en el proceso de momificación, los agentes tafonómicos que
las han conservado pero también afectado, la cosmovisión (la concepción de la muerte en el pasado),
la dieta, salud-enfermedad, la demografía y sus relaciones etnogenéticas.
Así, por ejemplo, el análisis de ADN bacterial de la piel de la momia de Özi (Tirol, Austria), una momia
natural, registró Clostridium algidicarnis, indicando que los restos de la fauna cadavérica no
desaparecieron por efectos tafonómicos, por lo que se sugiere que el cuerpo fue cubierto
inicialmente por la nieve y el hielo y posteriormente desecado, tal como se ha demostrado también
para las momias de los Andes peruanos (Rollo et al., 2000).
Los estudios de ADN mitocondrial en diferentes momias han confirmado sus orígenes biológicos y su
relación con distintos grupos humanos (Casas, 2017; Casas et al., 2011, 2017; Guevara et al, 2016;
Luciani et al., 2006; Rollo et al., 2006), inclusive los linajes de los miembros reales de Egipto (Habicht
et al., 2016), la filiación europea de Özi a juzgar por su haplogrupo K1 (Rollo et al., 2006), la ubicación
intermedia entre la Amazonia y los Andes de los Chachapoya del Perú (Guevara et al., 2016).
El análisis secuencial del ADN bacterial extraído del colon y estómago de la momia del Tirol (2500
años a. C.), amplificado mediante PCR, ha detectado diferentes especies tales como Burkholderia
pickettii, típica de la flora acuática; en el colon Clostridium perfringens, C. ghonii, C. sordellii,
Eubacterium tenue, y Bacteroides sp., e inesperadamente del género Vibrio, indicando que los inicios
del Neolítico. Con la consecuente domesticación de plantas y animales, aunado al proceso de
sedentarización, contribuyeron a un incremento de la carga bacterial por vía oral-fecal (Cano et al.,
2000).
Por su parte, los estudios de isótopos estables han abordado el tema de la dieta de las sociedades
antiguas (proporción en el consumo de plantas C3 como los tubérculos o C4 como el maíz y afines,
entre dieta vegetal y proteínica, entre dieta terrestre o marina) y la diferenciación social en el acceso
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a los recursos alimenticios; los elementos traza han podido documentar los orígenes geográficos de
los individuos momificados, especialmente en la discusión sobre la procedencia de las cabezas trofeo
momificadas de la cultura Wari de Perú (si eran esclavizados, prisioneros o miembros de la misma
comunidad) (Tung, 2013).
La momificación era un método para preservar artificialmente los cuerpos de las personas muertas.
La antigua civilización egipcia no es la única en el mundo que practicó esa costumbre, pero las momias
egipcias sí que son las más conocidas y con frecuencia, para los egiptólogos profesionales, se tiende
a mirarlas como la encarnación del Egipto antiguo y como el objeto de interés principal para quienes
lo estudian. Las momias pueden contribuir al conocimiento de varios modos, sobre todo
proporcionando información sobre temas de enfermedades y condiciones de vida de los antiguos
habitantes de un ecosistema o microclima. A todo esto, se le puede añadir la aportación que suponen
para una cronología, ayudando a establecer la edad de un prehispánico en el momento de su muerte
y, asimismo a descubrir las relaciones familiares y técnicas culturales. Al igual que muchas otras
prácticas, la momificación empezó como un resultado de la interacción del hombre con su entorno
natural. Era una tentativa por conservar un elemento del mismo con medios artificiales, cuando su
propia acción empezaba por amenazarlo. (Correal G, Flórez I. 1992; 18: 283-90).
Durante la casi totalidad del Período predinástico los enterramientos fueron muy sencillos. Los
cuerpos eran colocados en tumbas someras, excavadas al borde del desierto, cubriéndolas con arena.
En esa atmósfera seca el contacto con la arena caliente producía una deshidratación muy rápida, a
menudo antes de que los tejidos se descompusieran, de modo que los cuerpos a veces se
conservaban por medios enteramente naturales. El hecho no escapó a la atención de la gente, puesto
que de cuando en cuando y de manera ocasional se descubrían tales momias y se desarrolló la
creencia de que la preservación del cuerpo era esencial para la existencia continuada del hombre
después de la muerte. Cuando al final del período predinástico algunas de las sepulturas se
convirtieron en tumbas más amplias y se introdujeron los ataúdes, cambiaron las condiciones
naturales y muy en concreto el contacto con la arena. Y así se hizo necesario buscar unos métodos
para llevar a cabo con medios artificiales lo que la naturaleza realizaba por sí sola y sin ayuda de nadie,
ese fue el comienzo de la momificación como costumbre funeraria. Su historia es una lucha
permanente entre dos formas de abordar el problema. La primera perseguía una genuina
preservación de los cuerpos, mientras que la segunda más formalista, se concentraba en el envoltorio
y empaquetamiento de la momia. El cenit del arte de momificar se alcanzó a fines del Imperio Nuevo
y en la época que siguió inmediatamente después. A partir de entonces la decadencia fue rápida,
como si se hubiera impuesto el reconocimiento de que la empresa era imposible, prevaleciendo
entonces el aspecto puramente formalista. La momificación se llevaba a cabo en talleres anejos a la
necrópolis, que eran también los que proporcionaban la mayor parte del equipo funerario. Los
métodos variaron según las épocas y de acuerdo con las riquezas de la familia del difunto. Aunque
no existe ninguna descripción antigua detallada sobre el procedimiento, el examen de las momias
permite reconstruirlo paso a paso. (Romero, WM. 1998; 13: 99-115)
La momificación era un método para preservar artificialmente los cuerpos de las personas muertas.
La antigua civilización egipcia no es la única en el mundo que practicó esa costumbre, pero las momias
egipcias sí que son las más conocidas y con frecuencia, para los egiptólogos profesionales, se tiende
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a mirarlas como la encarnación del Egipto antiguo y como el objeto de interés principal para quienes
lo estudian. Las momias pueden contribuir al conocimiento de varios modos, sobre todo
proporcionando información sobre temas de enfermedades y condiciones de vida de los antiguos
habitantes de un ecosistema o microclima. A todo esto, se le puede añadir la aportación que suponen
para una cronología, ayudando a establecer la edad de un prehispánico en el momento de su muerte
y, asimismo a descubrir las relaciones familiares y técnicas culturales. Al igual que muchas otras
prácticas, la momificación empezó como un resultado de la interacción del hombre con su entorno
natural. Era una tentativa por conservar un elemento del mismo con medios artificiales, cuando su
propia acción empezaba por amenazarlo. (Correal g, Flórez I., 1992: 18: 283-90).
Durante la casi totalidad del Período predinástico los enterramientos fueron muy sencillos. Los
cuerpos eran colocados en tumbas someras, excavadas al borde del desierto, cubriéndolas con arena.
En esa atmósfera seca el contacto con la arena caliente producía una deshidratación muy rápida, a
menudo antes de que los tejidos se descompusieran, de modo que los cuerpos a veces se
conservaban por medios enteramente naturales. El hecho no escapó a la atención de la gente, puesto
que de cuando en cuando y de manera ocasional se descubrían tales momias y se desarrolló la
creencia de que la preservación del cuerpo era esencial para la existencia continuada del hombre
después de la muerte. Cuando al final del período predinástico algunas de las sepulturas se
convirtieron en tumbas más amplias y se introdujeron los ataúdes, cambiaron las condiciones
naturales y muy en concreto el contacto con la arena. Y así se hizo necesario buscar unos métodos
para llevar a cabo con medios artificiales lo que la naturaleza realizaba por sí sola y sin ayuda de nadie,
ese fue el comienzo de la momificación como costumbre funeraria. Su historia es una lucha
permanente entre dos formas de abordar el problema. La primera perseguía una genuina
preservación de los cuerpos, mientras que la segunda más formalista, se concentraba en el envoltorio
y empaquetamiento de la momia. El cenit del arte de momificar se alcanzó a fines del Imperio Nuevo
y en la época que siguió inmediatamente después. A partir de entonces la decadencia fue rápida,
como si se hubiera impuesto el reconocimiento de que la empresa era imposible, prevaleciendo
entonces el aspecto puramente formalista. La momificación se llevaba a cabo en talleres anejos a la
necrópolis, que eran también los que proporcionaban la mayor parte del equipo funerario. Los
métodos variaron según las épocas y de acuerdo con las riquezas de la familia del difunto. Aunque
no existe ninguna descripción antigua detallada sobre el procedimiento, el examen de las momias
permite reconstruirlo paso a paso. (Romero WM, 1998; 13: 99-115)
En todas estas regiones, si viene es cierto que se repite el procedimiento de momificación (moqueado
sobre parrillas y ahumado durante varios días), los objetivos (preservar el espíritu y la energía de los
fallecidos), no obstante, la categoría social varía, pues mientras que para muiscas y guanes este
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procedimiento se aplicaba a la alta jerarquía (caciques, sacerdotes, jefes), para colimas y Yuko-Yukpa
era generalizado, para toda la población sin distinción social, y esta práctica se relaciona con el nivel
de jerarquización social, pues las sociedades Guane y Muisca tenían la institución del cacique y
sacerdote dentro de cada parcialidad (capitanía), donde “[…] en algunos hay tres y cuatro y más
capitanes según la cantidad de gente; empero cacique no hay más de uno en general en cada pueblo;
este es el señor principal y a quien todos los capitanes y demás indios reconocen y están sujetos”
(Relación de Tunja, [1610]1983: 361). Entretanto, entre los coyaimas y yuko-yukpa la jefatura se daba
solamente en caso de guerra (behetría).
En los primeros (Guane, Muisca) se evisceraba el cadáver y se rellenaba de resinas, en los segundos
el cuerpo se ahumaba directamente sin vaciar los intestinos. En todos los casos las momias eran
colocadas en cuevas, donde gracias al microclima se conservaban muy bien, como en La Purnia (Mesa
de los Santos), Cerro Tocare (Perijá), los abrigos rocosos de la Sierra Nevada del Cocuy y en algunas
cuevas de Guatavita (Boyacá). En algunos los entierros eran primarios, en otros secundarios (como
en el grupo Yuko-Yukpa).
Una de las mejores descripciones corresponde a la realizada por Gerardo Reichel-Dolmatoff (1945)
en los llamados motilones (Yuko-Yukpa). Al morir una persona, el cadáver se coloca en posición de
cuclillas, se envuelve en una manta y se cose hasta conformar un paquete sólido (fardo); se elabora
una armazón de madera donde se coloca el cadáver y se ahúma a fuego lento durante tres días y
noches, acompañando el cuerpo con cantos hasta que se convierte en una momia ennegrecida, seca
y arrugada (Reichel-Dolmatoff, 1945: 32). En fardo se entierra en el centro de la vivienda del difunto,
en una tumba orientada norte-sur, con la cara hacia el occidente. Se cubre con rejas de varas y
posteriormente con tierra. Sobre la tumba se coloca temporalmente el arco y las flechas del difunto,
la piedra de moler, su mochila y si es mujer las semillas de las cuentas de collar. Después se retiran
los objetos y se deja al abandono la casa. Al cabo de dos años el pariente más cercano, generalmente
la viuda, determina el día del desentierro después de la tercera noche de luna llena. Las mujeres
preparan chicha y bollos de maíz y plátano. Los acompañantes se pintan la cara de rojo (con achiote
revuelto de miel y leche materna). El cuerpo es paseado por la aldea en andas de los más cercanos,
con llantos, música, bebidas y comidas. La viuda ejecuta un acto de suicidio simbólico. El hermano o
pariente más cercano carga la momia hasta su casa, donde la cuelga de una viga del techo. Cada tres
semanas sus familiares se turnan hasta que es finalmente transportada a un cerro alto de la Sierra
Tocare, donde es puesta junto a centenares de momias más.
Este proceso que combina el entierro primario (en la casa del difunto) y secundario (en la Sierra
Tocare), se realiza con el propósito de separar el espíritu (posicho) de la corporalidad (semino), para
que se pueda liberar y reunirse en el espacio con la gran personificación inmaterial colectiva que se
manifiesta en el viento, la lluvia y la tempestad, protectora de la sociedad.
Las momias entre los muiscas, al igual que en el Perú antiguo, jugaban un papel social y militar
importante durante las confrontaciones bélicas, pues habitualmente “[…] traían estos indios un
cuerpo muerto, mirlado y seco, puesto en otras andas entoldadas de ricas mantas […]” (Aguado,
1956, I: 266), para que les ayudase con sus buenas energías y valor. Los cadáveres de los caciques y
sacerdotes de la alta jerarquía social eran momificados, eviscerados y guardados en cuevas y el
Templo del Sol de Sogamoso, Boyacá: “[…] les sacaban las tripas e intestinos en muriendo, y con una
resina que llamaban mocoba, que se hacía de unos higuillos de leche pegajosa y otras cosas con que
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las mezclaban, embalsamaban los cuerpos y después de llorados en sus casas seis días, los enterraban
en unas bóvedas o cuevas que tenían ya hechas para eso, envolviéndolos en mantas finas,
poniéndoles a la redonda muchos bollos de su maíz y múcuras de su chicha, sus armas, que eran las
que muchas veces hemos dicho, y en la mano un pedazo o tiradera hecha de oro, a devoción de la
que arrojó el dios Bochica desde el arco del cielo cuando hizo con ella paso a las aguas de este valle,
como dijimos” (Simón, III: 406-407).
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Romero WM. Mal de Pott en momia de la colección del museo arqueológico Marqués de San Jorge. Maguaré 1998;13:99-
115.
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microbiológicas como herramienta bioantropológica y acercarnos científicamente un poco más allá
de la exploración, excavación y descripción de tumbas. (calderón, RF, 2010 Tesis MS.c)
Objetivo
Documentar las prácticas funerarias y las condiciones de vida de las momias de Colombia.
Objetivos específicos
La muestra
Está constituida por 32 momias y cabezas momificadas procedentes de la Serranía de Perijá, Sierra
Nevada del Cocuy, Mesa de los Santos y Sabana de Bogotá, entregados al Laboratorio de Antropología
Física de la Universidad Nacional de Colombia en custodia por parte del Instituto Colombiano de
Antropología e Historia (ICAN).
Metodología
Dentro de las técnicas no invasivas tenemos el CT en 3D y los rayos X. Para análisis microbiológico se
tomarán pequeñas muestras del colon, ano y pulmones.
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Clasificación microbiológica a partir del proceso de momificación
Momificación natural o espontánea: se produce por factores del ambiente físico como la desecación,
efectos químicos, la ausencia de oxígeno o la congelación. Se pretende aislar microorganismos
encapsulados o esporulados resistentes a climas extremos, para indicar este tipo de momificación.
Momificación intencional: ocurre cuando determinado grupo adquiere conocimiento por experiencia
de lugares o situaciones propicias para la momificación natural y lo aplica a sus muertos con esa
intención. Donde los microorganismos a encontrar serán aquellos de ambientes normales donde su
crecimiento poblacional no se verá obstaculizados en su activación de fuente de nutrición y energía.
(mesófilos). (calderón, RF, 2010 Tesis MS.c)
Identificación microbiológica
Se tomarán muestras biológicas a los individuos momificados, con compuestos iniciadores (agua
peptonada 0,1 % y caldo tioglicolato) para realizar las técnicas de superficie, en siembras masivas y
aislamientos selectivos en (petrifilm) y así determinar densidad poblacional (Cantidad) de agentes
biológicos en los sustratos participantes en la momificación. (calderón, RF, 2010 Tesis M.Sc)
Caracterización microbiológica
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De las caracterizaciones biológicas encontradas en el diagnóstico, se determinará por
comportamiento metabólico los microclimas de la época, creando un historial presuntivo de las
técnicas culturales de preservación en los individuos momificados, teniendo en cuenta como
principal factor el estado de la momificación, el tipo de momificación que indicará su data, lugar, y
posible causa de muerte. Métodos: osteometría patológica, osteoscópia, patológica, combinados con
los métodos microbiológico. (calderón, RF, 2010 Tesis M.Sc).
Cronograma
Actividad 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12
Documentación X X X X
Gestión de Licencia ante el ICANH X X
TC, endoscopia X X
Análisis genético X X X X X X
Análisis dental X X X X X X
Análisis bioantropológico X X X X X X
Análisis Microbiológico y Genética X X X X X X X
Microbiana
Informes X X X X
Socialización X X X
Presupuesto
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Transporte y estadía
Materiales
Publicación
10
Pipetas 1 ml 50 unidades 1.400.000
TOTAL 75.225.800
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