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La industria pesquera en el País Vasco peninsular al

principio de la Edad Moderna: ¿una edad de oro?*

Michael Barkham Huxley

1. INTRODUCCIÓN

En 1528 Andrea Navagero, orador del senado de Venecia y embajador de aquella República acer-
ca de Carlos V, observó tras un viaje a través de Gipuzkoa al pasar de España a Francia:
«toda la tierra está muy poblada, no habiendo bosque ni montaña que no esté lleno de gente [...]. Nave-
gan mucho porque tienen muchos puertos y naves que hacen con poco gasto, por la abundancia de
roble y de hierro de que disponen, y la estrechez del lugar y la abundancia de gentes les fuerza a buscar
su medro fuera de su patria [...]. En esta tierra no hay vino, y el trigo que se cría es poco; pero todo lo
traen por el mar de las demás partes de España [...]. La riqueza de esta tierra es el hierro y el acero de que
hay tanta abundancia, que me han dado por cierto que entre Guipúzcoa y Vizcaya se saca de esto al año
ochocientos mil ducados.»1
Al decir esto Navagero resumía, a su manera, las bases de la pujante economía de las dos provin-
cias costeras del País Vasco peninsular. Debido a su medio físico montañoso esas provincias disponí-
an tan solo de un sector agrario relativamente pobre, lo cual imponía dos requisitos: la importación
de comestibles fundamentales y la necesidad de muchos habitantes de buscarse la vida en activida-
des no relacionadas con el campo. Durante la Edad Media tanto vizcaínos como guipuzcoanos, apro-
vechándose de abundantes recursos naturales esenciales (sobre todo de ricos depósitos de mineral
de hierro y extensos bosques de roble y haya para la elaboración de carbón vegetal y para la cons-
trucción naval) así como de la ubicación estratégica de la región entre el corazón de Castilla y los
mercados del noroeste de Europa, crearon una «floreciente economía marítimo-comercial»2. A prin-
cipios del siglo XVI, cuando Navagero recorría aquellas tierras, Bizkaia y Gipuzkoa habían llegado a
formar una de las principales regiones comerciales e industriales de España, presumiendo de poten-
tes sectores de construcción naval, naviero, siderúrgico y de comercio a gran escala3. Recordemos esa
temprana «revolución industrial» vasca, termino quizá discutible pero indudablemente cierto en
alguna medida, de la que habló Lapeyre sobre todo en relación a la amplia utilización de la fuerza
hidráulica en el sector siderúrgico4.
Lo que al italiano se le olvidó decir es que, en tiempos de su visita, existía igualmente en Bizkaia y
Gipuzkoa una importante y altamente desarrollada industria pesquera. Sus únicas observaciones
sobre la pesca fueron que había abundancia de «pescado de mar de todas clases, muy bueno, y cada

*La investigación en que está basado este trabajo ha sido llevada a cabo en su mayoría como parte de dos proyectos de investigación:
un proyecto doctoral sobre la economía marítima vasco-peninsular en los siglos XVI y XVII financiado por la Association of Commonwealth
Universities (Londres), la Social Sciences and Humanities Research Council of Canada y por la Welford-Thompson Fund (de Emmanuel College,
Cambridge), y otro proyecto post-doctoral sobre la industria pesquera vasco-peninsular (especialmente las pesquerías de altura) durante los
mismos siglos financiado por la Social Sciences and Humanities Research Council of Canada y por la Dirección General de Enseñanza Superior
(Ministerio de Educación y Cultura, Madrid). Para realizar investigaciones complementarias necesarias para la elaboración de este estudio
hemos contado con una Ayuda a la Investigación de Eusko Ikaskuntza/Sociedad de Estudios Vascos. El autor quiere expresar su agradecimien-
to a todos los archiveros y bibliotecarios que de una manera u otra han facilitado la realización de este trabajo.
1. NAVAGIERO, A.: Il viaggio fatto in Spagna et in Francia, en la prensa de Domenico Farri, Venecia, 1563, p. 44; GARCIA MERCADAL, J.:
Viajes de extranjeros por España y Portugal desde los tiempos más remotos hasta fines del siglo XVI, 3 tomos, Aguilar S. A. de Ediciones,
Madrid, 1959-62, t. 1, p. 875.
2. El término es de KLAVAREN, J. van.: Europäische Wirtschaftsgeschichte Spaniens im 16. und 17. Jahrhundert, Gustav Fischer verlag,
Stuttgart, 1960, p. 217, citado en FERNANDEZ ALBALADEJO, P.: La crisis del Antiguo Régimen en Guipúzcoa, 1766-1833: cambio económico
e historia, Akal Editor, Madrid, 1975, p. 41.
3. Sobre las características generales de esa economía en el Quinientos pueden verse: BILBAO BILBAO, L. M.: «Crisis y reconstrucción de
la economía vascongada en el siglo XVII», Saioak, Revista de Estudios Vascos, 1 (1977), pp. 157-80, y «Transformaciones económicas en el País
Vasco durante los siglos XVI y XVII», Historia del Pueblo Vasco, 2 (1979), pp. 111-143; FERNANDEZ ALBALADEJO, P.: La crisis del Antiguo
Régimen en Guipúzcoa, 1766-1833: cambio económico e historia; y BARKHAM, M. M.: Shipowning, Shipbuilding and Trans-Atlantic Fishing
in Spanish Basque Ports, 1560-1630: a Case Study of Motrico and Zumaya, Tesis doctoral, Universidad de Cambridge, 1990.
4. LAPEYRE, H.: Une famille de marchands, les Ruiz, Armand Colin, Paris, 1955, p. 588.

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Michael Barkham

especie de más grande que las de nuestra tierra» y que «en San Sebastián se pescan en algunas épo-
cas del año ballenas como en Bayona»5. A su paso por el País Vasco continental Navagero añadía una
descripción detallada de cómo se cazaban esas ballenas en el litoral vasco, caza que definía como
«lucha peligrosa y a veces mortal» para los balleneros6. La razón por la cual esta actividad le llamó
tanto la atención –al igual que ocurría con otros observadores y cronistas contemporáneos– es que
era un espectáculo muy singular, dado que en la Europa del siglo XVI tan sólo los vascos realizaban
la caza comercial de ballenas. De hecho, durante la Edad Media éstos ya se habían convertido en los
primeros y únicos pescadores comerciales de cetáceos a gran escala.
La importancia de la industria pesquera de Bizkaia y Gipuzkoa al principio de la Edad Moderna
radicaba en su gran tamaño –se usaban muchas embarcaciones mayores y menores y se daba
empleo a un alto número de los habitantes de la costa–, en que producía grandes capturas, en que
generaba ingresos considerables y en que estaba plenamente integrada en la economía de mercado.
Además, la industria pesquera estuvo compuesta no solamente por pesca de bajura sino también por
pesca de altura en aguas europeas (Irlanda, Inglaterra y el Cantábrico central y occidental) y por pes-
ca de altura en ultramar. Y por último, en cuanto a organización y necesidad de capitales, existían las
cuatro categorías de pesca que Michell identificó en Europa en esa era: la pesca de subsistencia, pes-
ca costera para los mercados locales, principales pesquerías estacionales que requerían la interven-
ción de mercaderes para conservar y transportar las grandes capturas excedentes (que no absorbían
los mercados locales), y pesquerías que estaban orientadas totalmente al mercado organizadas por
mercaderes7.
Al parecer esta industria fue la principal industria pesquera de todas las distintas regiones coste-
ras de la península ibérica durante el Quinientos. Sin embargo, a pesar de su evidente importancia a
nivel peninsular así como a nivel europeo, todavía existen grandes huecos en nuestros conocimientos
acerca de la industria pesquera en Bizkaia y Gipuzkoa en los siglos XVI y XVII. El sector de la industria
sobre el cual más sabemos es el de la pesca de altura en ultramar (mayoritariamente las pesquerías
de bacalao y de ballenas en Terra Nova), debido a los estudios realizados a lo largo de las últimas tres
décadas por Huxley8 y por Barkham9, si bien anteriormente otros autores se habían interesado por
esas pesquerías. En el siglo XIX Fernández de Navarrete10, Soraluce y Zubizarreta11, y Fernández
Duro12 versaron anecdóticamente y parcialmente sobre aspectos de las pesquerías vasco-peninsula-
res en Terra Nova: sus supuestos primeros viajes a aquella lejana región, incidentes relativos a su pre-
sencia allí y el declive de las pesquerías. La naturaleza incompleta de estos textos se debe a que no
están basados en fuentes manuscritas fundamentales como son los protocolos de los puertos vascos,
sino en documentos de la Colección Vargas Ponce (Archivo General de la Marina, Madrid). Dicha
Colección está compuesta por transcripciones de manuscritos, que conciernen a la armada española
y los sectores marítimos de la economía, recogidas casi al azar, por los señores Vargas Ponce y Fer-
nández de Navarrete (y sus copistas) a finales del siglo XVIII y a comienzos del siglo XIX, en distintos
archivos españoles, entre los que no se encontraban importantes centros como los archivos notaria-

5. NAVAGIERO, A.: Il viaggio fatto in Spagna et in Francia, p. 44; GARCIA MERCADAL, J.: Viajes de extranjeros por España y Portugal
desde los tiempos más remotos hasta fines del siglo XVI, p. 876.
6. DUCERE, E.: Entrées solennelles, passages et séjours de rois, reines et grands personnages dans la ville de Bayonne (1130-1899),
Imprimerie Lamaignère, Bayonne, 1902, t. 1, p. 139. La traducción al español de esta y otras citas del francés e inglés original es del autor de
este artículo.
7. MICHELL, A. R.: «The European Fisheries in Early Modern History», en RICH, E. E., y WILSON, C. H., coords.: The Economic Organization
of Early Modern Europe, tomo V de The Cambridge Economic History of Europe, C.U.P., Cambridge, 1977, pp. 140-42.
8. La obra de síntesis más completa de esta autora es: HUXLEY [BARKHAM], S.: «Los vascos y las pesquerías transatlánticas, 1517-1713»,
en HUXLEY [BARKHAM], S., coord.: Itsasoa 3. Los vascos en el marco Atlántico Norte. Siglos XVI y XVII, Editorial Etor, San Sebastián, 1987, pp.
26-210. La mayoría de su extensa bibliografía está detallada en AZKARATE, A. et al.: Balleneros vascos del siglo XVI (Chateau Bay, Labrador,
Canadá). Estudio arqueológico y contexto histórico, Servicio central de publicaciones del Gobierno Vasco, Vitoria-Gasteiz, 1992, pp. 257-258.
4. LAPEYRE, H.: Une famille de marchands, les Ruiz, Armand Colin, Paris, 1955, p. 588.
9. BARKHAM, M. M.: Aspects of Life aboard Spanish Basque Ships during the 16th century, with Special Reference to Terranova Whaling
Voyages, Parks Canada (Microfiche Report Series no. 75), Ottawa, 1981; Shipowning, Shipbuilding and Trans-Atlantic Fishing in Spanish Basque
Ports, 1560-1630: a Case Study of Motrico and Zumaya; «French Basque Merchants and the Spanish Basque Trans-Atlantic Fisheries, c. 1600
to c. 1620: the Case of Adame de Chibau ‘Seigneur de St. Julien’ and burgess of St. Jean de Luz», Newfoundland Studies, 10 (1994), pp. 1-
43.
10. FERNANDEZ DE NAVARRETE, M.: Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo
XV, Imprenta Real, Madrid, 1825-37, t. III, pp. 176-180.
11. SORALUCE Y ZUBIZARRETA, N. de: Introducción, capítulo I y otras descripciones de la memoria acerca del orígen y curso de las pes-
cas y pesquerías de ballenas y bacallaos, así que sobre el descubrimiento de los bancos e isla de Terranova, Hijos de Manteli, Vitoria, 1878.
12. FERNANDEZ DURO, C.: «La pesca de los vascongados y el descubrimiento de Terranova», en Disquisiciones Náuticas, sucesores de
Rivadeneyra, Madrid, 1876-81, t. VI, pp. 273-427.

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les de Bizkaia y Gipuzkoa13. Por esta razón este conjunto de documentos por sí solo no permite un
análisis crítico y pormenorizado del sector.
Aunque más tarde, en la década de 1930, Innis apuntó que las pesquerías vizcaínas y guipuzco-
anas en Terra Nova crecieron durante el siglo XVI y se contrajeron en el siglo siguiente, y a pesar de
la validez de algunas otras de sus afirmaciones, la precisión y utilidad de su «The Rise and Fall of the
Spanish Fishery in Newfoundland» es muy limitada porque el artículo está «basado en su mayor
parte en papeles de la Colección Vargas Ponce» y a causa de varios errores importantes por su par-
te14. Más recientemente, a mediados del siglo XX, Ciriquiain Gaiztarro15 dedicó varios capítulos a la
caza de la ballena por los vascos en Terra Nova a lo largo de los siglos XVI y XVII, mientras que
Bélanger16 trató de la presencia de vascos peninsulares y continentales en Terra Nova en la misma
época, pero sin reflexionar seriamente sobre su distinta participación en esas pesquerías. Ambos
autores hicieron referencia a diversos aspectos de las pesquerías tales como las técnicas de pesca,
toponimia, etc., sin embargo la información que aportan es relativamente escasa y reunida en bue-
na parte de fuentes bibliográficas y de la Colección Vargas Ponce. Ciertamente el estudio de Bélan-
ger no es el resultado de «minuciosas investigaciones en los archivos» tal y como lo declaró el
autor17. Además, dado que sus trabajos no están fundados en amplia documentación de primera
mano (no se adentraron, por ejemplo, en archivos notariales ni judiciales) hicieron cierto número de
afirmaciones erróneas18.
Por lo tanto, antes de la década de 1970, a pesar de que los historiadores reconocieran que
durante el siglo XVI tanto bacaladeros como balleneros vizcaínos y guipuzcoanos habían estado en
Terra Nova, se sabía muy poco acerca de su presencia en el Nuevo Mundo en esa centuria. Una de las
grandes incógnitas era saber en que puertos habían desarrollado sus labores, ya que en el siglo XVI
el término Terra Nova se usaba para designar no solo la isla de Terranova (Newfoundland) sino toda
la actual costa atlántica canadiense entre aproximadamente 45º y 52º 30’ norte, o sea desde Nueva
Escocia hasta el sur de Labrador, una extensión de cerca de 2.000 kilómetros.
A partir de aquella década Huxley fue encontrando gran cantidad de documentación manuscrita
en archivos vascos y españoles que le permitió reconstruir la cronología, evolución, escala y otros
muchos aspectos de las pesquerías vizcaínas y guipuzcoanas en Terra Nova en el Quinientos y parte
del Seiscientos. Entre otras cosas identificó los puertos frecuentados tanto por los bacaladeros como
por los balleneros. Resultó que estos últimos no utilizaban puertos de la isla de Terranova sino bahí-
as y fondeaderos del sur de Labrador, ubicados en el litoral norte de lo que llamaban la «Granbaya»,

13. VIGON, A. M.: «Los manuscritos del Museo Naval», Revista de Historia Naval, 5 (1984), pp. 65-87.
14. INNIS, H. A.: «The Rise and Fall of the Spanish Fishery in Newfoundland», Transactions of the Royal Society of Canada, 25 (1931), pp.
51-70. Entre los errores más serios de Innis están aquellos que conciernen a la naturaleza de la pesca de bacalao vasco-peninsular. Él preten-
dió que «la abundancia de sal hizo posible que España se dedicase al más eficaz tipo de pesquería de bacalao «verde» o salado pero no seca-
do» y que los «españoles» pescaban bacalao en los bancos y no cerca de la costa (pp. 52, 58, 67-69). Pero según la documentación notarial,
en particular, es evidente que los vascos peninsulares tenían que importar la mayoría de la sal que necesitaban desde Andalucía, Portugal o
Francia, y que se dedicaron sobre todo a la pesquería de bacalao «seco» o salado y secado en tierra. Innis también sugerió que la supuesta
predilección de los vascos peninsulares por la pesquería «verde» podría «en parte explicar la falta de colonización por la parte de España en el
Nuevo Mundo [o sea en Terra Nova]» (p. 68). Pero está claro que tenían una predilección por la pesquería de bacalao «seco» y no «verde». La
falta de establecimiento español en Terra Nova tiene que ser explicado en términos de factores sociales, económicos y políticos.
15. CIRIQUIAIN GAIZTARRO, M.: Los vascos en la pesca de la ballena, Biblioteca Vascongada de los Amigos del País, San Sebastián, 1961
(2ª edición: Ediciones Vascas, 1979).
16. BELANGER, R.: Les basques dans l’estuaire du Saint-Laurent, 1535-1635, Les presses de l’Université du Québec, Montréal, 1971, tra-
ducido al español como: Los vascos en el estuario del San Lorenzo, 1535-1635, Auñamendi, San Sebastián, 1980.
17. Ibid., (1971) p. 90, (1980) p. 143.
18. Sin ánimo de quitarle importancia a su contribución a la histora pesquera del País Vasco, CIRIQUIAIN GAIZTARRO, M.: Los vascos en
la pesca de la ballena, pp. 217-218, sugirió erróneamente que «Muchos de los barcos que iban a cazar ballenas a Terranova, acaso la mayor
parte, serían de los propios armadores [...] y, de ordinario, el dueño de la nave haría de armador e incluso capitán o patrón, es decir de empre-
sario único del viaje. Como en tales circunstancias no habría contrato escrito [...] queda justificada cumplidamente la falta de documentos que
padecemos al respecto, ya que, de otra forma, hubieran sido sin duda mucho más abundantes». De hecho, existen en los archivos numerosas
cartas de fletamiento para expediciones a Terra Nova. Entre otras cosas, Ciriquiain también dijo equivocadamente que una nao de 435 tone-
ladas fletada para Terra Nova «sería de las mayores de su tiempo» (p. 219) y que 1625 fue «precisamente el momento punta de nuestros balle-
neros». Por su parte, R. BELANGER, Les basques dans l’estuaire du Saint-Laurent, 1535-1635, p. 21 (1980, p. 35) afirmó erróneamente que
los barcos que utilizaban los vascos para sus viajes a Terra Nova eran de 200 a 400 toneladas, que un dibujo del siglo XVI de un barco proto-
tipo era el de un «Terranovense de tipo portugués o vizcaíno» (pp. 16, 18) (1980, p. 28), y que «Desde 1511 hasta el siglo XVII, todo el comer-
cio entre las provincias vascas españolas y la América del Norte se ha efectuado bajo la ejida de la Casa de Contratación, compañía domicilia-
da en Bilbao» (p. 27) (1980, pp. 44-45).

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Michael Barkham

ahora el Estrecho de Belle Isle que separa Labrador de la isla de Terranova19. Estas pesquerías vasco-
peninsulares en Terranova y Labrador en los siglos XVI y XVII siguen siendo objeto de estudio20.
En cuanto a la pesca de bajura se puede decir que, aparte de la aportación de Imaz21 y de breves
menciones en obras que tratan de temas más amplios22, tan solo recientemente ha atraído el interés
de algunos investigadores. Sin embargo, éstos se han preocupado sobre todo por aspectos específi-
cos de este sector de la industria pesquera, como pueden ser las cofradías de pescadores23, la tipolo-
gía de las embarcaciones24, los aprendices25, las conservas de pescado26 y la caza de ballenas local27,
y no por la pesca de bajura en general28. En marcado contraste, la pesca vasco-peninsular de altura
en aguas europeas en los siglos XVI y XVII ha sido ignorada casi completamente. Tenemos una infor-
mación mínima sobre sus actividades pesqueras en aguas de Irlanda e Inglaterra29, y solamente aho-
ra estamos aprendiendo mucho más acerca de su actividad ballenera en el Cantábrico al oeste del
País Vasco (Cantabria, Asturias y Galicia)30 que los pocos datos sueltos que habían sido aportados
mayoritariamente por escritores del siglo XIX y primera mitad del siglo XX31.

19. La identificación de los puertos balleneros quedó plasmada en HUXLEY [BARKHAM], S.: «The Identification of Labrador Ports in
Spanish 16th-Century Documents», The Canadian Cartographer, 14, 1 (Junio de 1977), pp. 1-9, y posteriormente en «Los vascos y las pes-
querías transatlánticas, 1517-1713», pp. 89-105. Para otros estudios de esta autora véase la nota 8. En 1977 dicha investigadora organizó,
con la ayuda de la Royal Canadian Geographical Society, una expedición a Labrador donde halló restos arqueológicos de la antigua presencia
vasca, confirmando así definitivamente sus investigaciones en archivos europeos. A lo largo del útlimo cuarto de siglo se han llevado a cabo
en algunos de aquellos puertos extensas excavaciones arqueológicas submarinas y en tierra. Parte de la amplia bibliografía arqueológica está
reseñada en AZKARATE, A. et al.: Balleneros vascos del siglo XVI (Chateau Bay, Labrador, Canadá). Estudio arqueológico y contexto histórico.
20. HUXLEY [BARKHAM], S.: «The Mentality of the Men Behind 16th-Century Spanish Basque Voyages to Terranova», en G. WARKENTIN
y C. PODRUCHNY, coord., De-Centring the Renaissance: Canada and Europe in Multi-Disciplinary Perspective, 1500-1700, University of Toronto
Press, Toronto, en prensa; «Aperçu de l’évolution de la pêche sur les côtes de l’Est canadien», en L’aventure maritime, du golfe de Gascogne
à Terre-Neuve (Actes du 118e congrès national annuel des sociétés historiques et scientifiques, Pau, Octobre, 1993), Éditions du CTHS, Paris,
1995, pp. 173-180; «Aseguradores burgaleses y pesca transatlántica en el País Vasco: el efecto de las guerras sobre sus negocios (h. 1540-h.
1585)», Actas del V centenario del Consulado de Burgos, Diputación provincial de Burgos, Burgos, 1994, t. 1, pp. 529-53. Desde la publica-
ción de mi Aspects of Life aboard Spanish Basque Ships during the 16th century, with Special Reference to Terranova Whaling Voyages (1981),
vengo realizando investigaciones pre y post-doctorales sobre las pesquerías vascas en Terranova y Labrador. Parte de los resultados de éstas
quedan expuestos en BARKHAM, M. M.: Shipowning, Shipbuilding and Trans-Atlantic Fishing in Spanish Basque Ports, 1560-1630: a Case
Study of Motrico and Zumaya (1990), pp. 87-112, 126-138, 205-217, y asimismo en «French Basque Merchants and the Spanish Basque Trans-
Atlantic Fisheries, c. 1600 to c. 1620: the Case of Adame de Chibau ‘Seigneur de St. Julien’ and burgess of St. Jean de Luz» (1994). Este artí-
culo trata de la relación entre las pesquerías vasco-peninsulares y vasco-continentales en Terra Nova al final del siglo XVI y al comienzo del siglo
XVII, haciendo hincapié en los vínculos personales y empresariales entre mercaderes y armadores de ambos lados de la frontera; también de
cómo el suministro de bacalao y de aceite de ballena al País Vasco sur pasó mayoritariamente a manos de marinos y barcos extranjeros, entre
ellos muchos del País Vasco norte. Varios de los puntos ya documentados en esos estudios han sido tratados más recientemente, en el ámbi-
to guipuzcoano, en AZPIAZU ELORZA, J. A.: «La pesca del bacalao, su preparación y comercialización en Gipuzkoa en la Alta Edad Moderna»,
Anuario del Instituto de Estudios Marítimos Juan de la Cosa, 7 (1988-1998), pp. 85-110. Los demás resultados de mis investigaciones podrán
consultarse en un libro que preparo para publicación sobre la pesca de altura vasca en los siglos XVI y XVII, dentro del más amplio contexto
económico y político europeo.
21. IMAZ, J. M.: La industria pesquera en Guipúzcoa al final del siglo XVI, Diputación de Gipuzkoa, San Sebastián, 1944. Dicho trabajo
es la transcripción de un detallado informe sobre el estado de la pesca de bajura en Gipuzkoa llevado a cabo en 1599 por orden del Rey por
el corregidor de la provincia. Como bien lo señalaba Imaz en su introducción, en 1944 los «orígenes y desarrollo» de la industria pesquera gui-
puzcoana se conocían «muy imperfectamente» (p. X).
22. Véanse por ejemplo: UGARTECHEA Y SALINAS, J. M.: «La pesca tradicional en Lequeitio», Anuario de Eusko-Folklore, 22 (1967-68),
pp. 9-155; GARCIA DE CORTAZAR, J. A.: Vizcaya en el siglo XV, Caja de Ahorros Vizcaína, Bilbao, 1966.
23. Pueden verse sobre todo: ERKOREKA GERVASIO, J. I.: Análisis histórico-institucional de las cofradías de mareantes del País Vasco,
Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco, Vitoria-Gasteiz, 1991; GARCIA FERNANDEZ, E.: «Las cofradías de pilotos, mareantes y
pescadores vascos (siglos XIV al XVI)», en L’aventure maritime, du golfe de Gascogne à Terre-Neuve, pp. 357-375; LOPEZ LOSA, E.: «La pro-
piedad en el mar: acceso a los recursos y territorios de pesca. Las cofradías de mareantes de la costa vasca (XIV-finales del siglo XIX/principios
del XX)», Zainak (Cuadernos de Antropología-Etnografía), 15 (1997), pp. 199-217.
24. BARKHAM HUXLEY, M.: «Las pequeñas embarcaciones costeras vascas en el siglo XVI: notas de investigación y documentos de archi-
vo sobre el «galeón», la «chalupa» y la «pinaza»», Itsas Memoria/Revista de Estudios Marítimos Vascos, 2 (1998), pp. 201-22.
25. ZABALA URIARTE, A.: «L’apprentissage de la pêche pour les jeunes «terrestres» aux XVIe-XVIIe siècles», en L’aventure maritime, du
golfe de Gascogne à Terre-Neuve, pp. 389-402.
26. HOMOBONO, J. I.: «Las conservas de pescado en el País Vasco», en HOMOBONO, J. I., dir.: Conservas de pescado y litografía en el
Litoral Cantábrico, FEVE, Madrid, 1993, pp. 11-62; RIVERA MEDINA, A. M.: «Pescado, tiempo y distancia. Las conservas en Bizkaia (s. XIV-
XVIII)», en VV.AA.: Las conservas de pescado en el País Vasco. Industria y patrimonio, Untzi Museoa/Museo Naval, San Sebastián, 1997, pp.
14-43; AZPIAZU ELORZA, J. A.: «Las conservas de pescado en Gipuzkoa: de la Edad Media al siglo XVIII», Ibid., pp. 44-79.
27. Véase la nota 31.
28. Sobre este sector pueden verse las consideraciones generales en el breve trabajo de ENRIQUEZ FERNANDEZ, J., y SESMERO CUTAN-
DA, E.: «La pesca en Vizcaya a comienzos de la Edad Moderna», en L’aventure maritime, du golfe de Gascogne à Terre-Neuve, pp. 377-387.
29. Véanse HUXLEY [BARKHAM], S.: «Los vascos y las pesquerías transatlánticas, 1517-1713», pp. 27-34, y el apartado «La pesca de altu-
ra en aguas europeas» en BARKHAM HUXLEY, M., y LOPEZ LOSA, E.: «Pasajes, puerto pesquero», en VV.AA.: Pasaia. Memoria histórica y pers-
pectivas de futuro, Untzi Museoa/Museo Naval, San Sebastián, 1999, pp. 83-89.
30. BARKHAM HUXLEY, M.: «La última fase de la actividad ballenera vasca en el Cantábrico (Costa Vasca, Cantabria, Asturias y Galicia)
en relación con el desarrollo de sus pesquerías de ballenas de altura en el Atlántico Norte, h. 1500- h. 1750», ponencia (pendiente de publi-
cación) presentada en el simposio Pesca e Historia. Xuntanza Internacional de história económica e social do sector pesqueiro, Departamento
de História e Institucións Económicas, Universidade de Santiago, Diciembre de 1999, y en el simposio Fifth Cologne-Bremerhaven Whaling
Meeting, Deutsch Schiffahrtsmuseum (Museo Marítimo Alemán), Bremerhaven, Noviembre de 2000.
31. Existe una abundante bibliografía –sobre todo trabajos en español, francés e inglés fechados entre 1850 y 1950– acerca de la pesca
de la ballena por los vascos así en su propia costa como en el resto del Cantábrico. Pero al estar basados solo mínimamente en fuentes docu-
mentales de la época, sus autores han aportado relativamente poca información. Muchos de ellos no han hecho más que repetir los datos, e
incluso errores, publicados por su predecesores. Esta bibliografía está reseñada en BARKHAM HUXLEY, M.: «La última fase de la actividad balle-
nera vasca en el Cantábrico (Costa Vasca, Cantabria, Asturias y Galicia) en relación con el desarrollo de sus pesquerías de ballenas de altura
en el Atlántico Norte, h. 1500- h. 1750» (trabajo basado en documentación vasca y pendiente de publicación). Mientras tanto pueden verse
los datos contenidos en HUXLEY [BARKHAM], S.: «Los vascos y las pesquerías transatlánticas, 1517-1713», pp. 27-44; BARKHAM HUXLEY,
M., y LOPEZ LOSA, E.: «Pasajes, puerto pesquero», pp. 83-89; y CANOURA QUINTANA, A.: La pesca de la ballena en Galicia; economía balle-
nera del Antiguo Régimen, tésis de licenciatura, Departamento de Historia Moderna, UNED, 1999 (basada en fuentes documentales gallegas).

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Pero si aún seguimos sin saber mucho sobre los diferentes sectores de la industria pesquera (con
la excepción de las pesquerías de Terranova y Labrador), se ha investigado todavía menos sobre la
industria en su totalidad32. El objetivo de este artículo es precisamente analizar la industria pesquera
en su conjunto, como un componente de relieve de la economía marítima de Bizkaia y Gipuzkoa,
durante el «largo» siglo XVI de Braudel, o sea durante el siglo XVI y primera mitad del siglo XVII33.
Examinando la estructura, organización y escala de la pesca de bajura, de la pesca de altura en aguas
europeas y de la pesca de altura en ultramar, consideraremos la importancia relativa de estos tres dis-
tintos sectores que formaban dicha industria y, además, los vínculos que existieron entre ellos (por
ejemplo en lo que se refiere a mano de obra, capitales, barcos y demás material pesquero). Por otro
lado se documentará y explicará cómo los sectores de la industria, y por extensión la industria en
general, evolucionaron y se transformaron a lo largo de ese siglo y medio, período que ha sido iden-
tificado como época de expansión y posterior recesión en la economía marítima de Bizkaia y Gipuz-
koa34.
De esta manera se pretende que el trabajo sea una aportación tanto a la historiografía vasca
como más generalmente a la historiografía sobre la pesca en España a comienzos de la Edad Moder-
na, campo que para los historiadores –como lo han señalado Martínez Shaw35 y Barkham36– sigue
siendo territorio casi virgen. El estudio se basa en recientes investigaciones en diversos archivos vas-
cos y españoles, principalmente en: el Archivo General de Simancas, Archivo General de la Marina
(Madrid), Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, Archivo del Consulado de Burgos, Archivo His-
tórico de Protocolos de Gipuzkoa (Oñate), Archivo General de Gipuzkoa, Archivo de la Diputación
Foral de Bizkaia, Archivo Histórico Eclesiástico de Vizcaya y en varios archivos municipales vascos.

2. ESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN DE LA INDUSTRIA PESQUERA

2.1. La pesca de bajura o «por vía de cofradía»

Escala y organización

Las pesquerías vasco-peninsulares menos desarrolladas o avanzadas y que menos inversión de


capitales requerían eran las de bajura: la pesca y la caza de cetáceos, particularmente de ballenas, en
la costa37. Esta actividad artesanal se llevaba a cabo con varios tipos de embarcaciones menores
abiertas, principalmente galeones, chalupas y pinazas38, propulsadas a remo y vela y tripuladas por
pocos pescadores-balleneros, quienes ejercían su oficio durante cortas salidas cerca de la costa y algo
más mar adentro; se necesitaban tan solo provisiones mínimas y aparejos de pesca de relativamente

32. Se han hecho algunas consideraciones sobre la industria pesquera, ya sea a nivel de un solo puerto o a nivel regional, a principios de
la Edad Moderna en: OLARAN Y MUGICA, C.: «Consideraciones sobre la actividad pesquera guipuzcoana en el siglo XVI», en VV.AA.: Historia
de la economía marítima del País Vasco, Txertoa, San Sebastián, 1983, pp. 11-36; ERKOREKA GERVASIO, J. I.: Análisis histórico-institucional
de las cofradías de mareantes del País Vasco, pp. 18-27 (más la amplia bibliografía en pp. 432-440), e Itsas Arrantza (Bertan, 12), Diputación
Foral de Gipuzkoa, San Sebastián, 1998; y en BARKHAM HUXLEY, M., y LOPEZ LOSA, E.: «Pasajes, puerto pesquero», pp. 74-145. Existe un
resumen reciente de la historiografía sobre la industria pesquera vasca desde sus orígenes hasta el siglo XX en GRACIA CARCAMO, J.: «El sec-
tor pesquero en la historia del País Vasco: esbozo de los conocimientos actuales y problemas abiertos a la futura investigación historiográfica»,
Itsas Memoria, 1 (1996), pp. 169-241. Este autor apuntó correctamente que «una gran parte» de las investigaciones realizadas hasta esa fecha
sobre la actividad pesquera vasca en los siglos XVI y XVII trataban del componente de Terranova y Labrador y no de los otros sectores (p. 187).
33. BRAUDEL, F.: «Qu’est-ce que le XVIe siècle?», Annales: Économies, Sociétés, Civilisations, 8 (1953), pp. 69-73, y «European Expansion
and Capitalism: 1450-1650», en Chapters in Western Civilization, 3ª edición, Columbia University Press, New York, 1961, t. I, pp. 245-288.
34. BILBAO BILBAO, L. M.: «Crisis y reconstrucción de la economía vascongada en el siglo XVII» y «Transformaciones económicas en el País
Vasco durante los siglos XVI y XVII»; FERNANDEZ ALBALADEJO, P.: La crisis del Antiguo Régimen en Guipúzcoa; y BARKHAM, M. M.: Shipow-
ning, Shipbuilding and Trans-Atlantic Fishing in Spanish Basque Ports, 1560-1630: a Case Study of Motrico and Zumaya.
35. MARTINEZ SHAW, C.: «La renovación de la pesca española en el siglo XVIII», en XIII Encuentros de Historia y Arqueología,
Ayuntamiento de San Fernando, San Fernando, 1998, p. 60.
36. BARKHAM, M. M.: «Recent Research on Spanish Fishing History: Assessing Historical Fish Catches in Spain in the 16th, 17th and 18th
Centuries», trabajo presentado en el simposio History of Marine Animal Populations en el Center for maritim og Regional Historie, Universidad
del Sur de Dinamarca, Esbjerg, 19-22 febrero 2000 (pendiente de publicación).
37. Cabe recordar la importante distinción entre cetáceos y ballenas. El término cetáceo comprende todas las especies tanto con dientes
como con barbas, mientras que el término ballena se refiere solamente a los cetáceos con barbas.
38. Sobre estas pequeñas embarcaciones durante el Quinientos véase BARKHAM HUXLEY, M.: «Las pequeñas embarcaciones costeras vas-
cas en el siglo XVI: notas de investigación y documentos de archivo sobre el «galeón», la «chalupa» y la «pinaza»», Itsas Memoria, 2 (1998),
pp. 201-22.

33
Michael Barkham

bajo coste. No obstante, dada una abundancia de peces (y en menor medida de cetáceos) y una
demanda considerable de pescado y de productos derivados de los cetáceos en general y más espe-
cíficamente de las ballenas, este sector ocupó a un elevado número de hombres y mozos en casi
todos los puertos del litoral. Eso sí, la pesca de bajura tuvo que competir con las diferentes pesquerí-
as estacionales de altura (sobre todo en cuanto a mano de obra y pequeñas embarcaciones), compe-
tencia que varió a lo largo del tiempo según la mayor o menor escala de estas pesquerías más desa-
rrolladas.
En lo que se refiere al número de marineros-pescadores en la costa, puede calcularse que a
mediados del siglo XVI cada uno de los aproximadamente 20 «lugares» y villas principales del litoral
tenía una población de entre 300 y 1.500 hombres, mujeres y niños, excepto Donostia-San Sebastián
y Bilbao que contaban con varios miles de habitantes cada uno39. Mientras que el nivel de participa-
ción en la pesca no fue la misma en todas estas poblaciones40, en casi todas ellas la mayor parte de
los hombres y mozos eran pescadores-balleneros y, al mismo tiempo, marineros, sin olvidar a las
mujeres que trabajaban en tierra en labores relacionadas con ello.
Según un censo de todos los marineros, pilotos y maestres de barcos en Gipuzkoa y Bizkaia,
hecho hacia 1575 por mandado del Rey, el número total de éstos era algo por encima de 2.650. No
cabe duda de que la gran mayoría de ellos habían tenido experiencia como pescadores o balleneros.
Las dos terceras partes de los marinos (1.850 hombres) se encontraban en Gipuzkoa, que tenía más
puertos que Bizkaia: 400 en San Sebastián, 350 en los dos Pasajes (de San Sebastián y de Fuenterra-
bía), y entre 100 y 200 marineros en Fuenterrabía (100), Rentería (100), Orio (100), Zarauz (100),
Guetaria (200), Zumaya (100), Deva (200) (incluyendo a Alzola y Mendaro) y Motrico (200). De los
800 marineros que se enumeraban para Bizkaia, 500 estaban en Lequeitio, 100 en Ondárroa, 100 en
Portugalete y otros 100 en Bilbao y a orillas del Nervión o de la ría de dicha villa. A estos hay que aña-
dir un número no determinado de «buenos marineros» que el documento dice debían hallarse en
Mundaca y Bermeo41.
Varios otros manuscritos que hacen referencia a la población masculina de distintos puertos con-
firman que los hombres y mozos eran principalmente gente de mar, que el censo real era bastante
preciso y que casi todos los marineros eran, efectivamente, marineros-pescadores. Por ejemplo, cier-
tos testigos, presentados en un pleito de mediados de siglo relativo a la pesca de bajura en Orio,
declararon que en el puerto había 100 o 120 hombres de los cuales aproximadamente 80 eran pes-
cadores «que su ofiçio es pescar sardina con redes e otros pescados con anzuelos»42. Estos números
concuerdan muy bien con los 100 «marineros» enumerados en el censo. En el caso de Lequeitio, un
documento de 1552 que concierne a la cofradía deja saber que «ay en esta villa mas de quinientos
mareantes pescadores», número que coincide más o menos con los 500 «marineros» que según el
censo había en el puerto veinte y cinco años más tarde43. De forma parecida, los cuatro vecinos de
los dos Pasajes presentados como testigos en un detallado informe sobre el estado de la pesca de
bajura en Gipuzkoa hecho en 1599 por orden del Rey, dijeron que «todos los vecinos [de los Pasajes]
son pescadores», a los que llaman también «marineros pescadores»44, y lo mismo dijeron acerca de

39. Sobre la población de estos asentamientos costeros véanse entre otros: ISASTI, L. M. de: Compendio historial de la M. N. y M. L. pro-
vincia de Guipúzcoa [1625/1626], I. R. Baroja, San Sebastián, 1850, edición facsimile, Editorial «La Gran Enciclopedia Vasca», Bilbao, 1972, y
AZCONA, T. de: «Precedencia de arciprestazgo de Guipúzcoa en el obispado de Pamplona, 1573-1576», Boletín de Estudios Históricos sobre
San Sebastián, 12 (1978), pp. 57-99.
40. Allende de Bilbao, puede que Zumaya fuera uno de los puertos con menos tradición pesquera. En ese puerto los hombres de mar
eran más marineros que pescadores, y parece que hubo relativamente poca pesca de bajura. Los únicos indicios de esta actividad en los pro-
tocolos notariales de la villa son algunas embarcaciones de pesca y redes que fueron propiedad de algunos vecinos. En un detallado informe
sobre el estado de la pesca de bajura en Gipuzkoa hecho en 1599 por orden del Rey, un importante vecino del puerto, Martín de Olazábal,
dijo que «aunque tiene noticia de todas las dichas pesquerías [de la costa] no se hacen en la dicha villa de Zumaya donde este testigo es veci-
no» y que «en la dicha villa de Zumaya no hay ningun pescador ni cofradía [de pescadores]». Tal y como lo explicó Olazábal esto era porque
«la gente della no se ocupa en pescar sino en fabricar naves e navegar en ellas». Informe publicado en IMAZ, J. M.: La industria pesquera en
Guipúzcoa al final del siglo XVI, pp. 29-30. Sin embargo, en 1587 fue fundada en la villa la cofradía de mareantes de San Telmo. Archivo
General de la Marina (Madrid) (en adelante AGM), Colección Vargas Ponce (en adelante CVP), t. 4, doc. 44, f. 129. Sobre la participación de
zumaitarras en las pesquerías de Terra Nova véase BARKHAM, M. M.: Shipowning, Shipbuilding and Trans-Atlantic Fishing in Spanish Basque
Ports, 1560-1630: a Case Study of Motrico and Zumaya.
41. AGM, Colección FERNÁNDEZ DE NAVARRETE (en adelante CFN), t. 22, doc. 32.
42. Archivo de la Real Chancillería de Valladolid (en adelante ARChV), pleitos civiles, Varela (fen.), 771-3.
43. Documento del Archivo Municipal de Lequeitio citado en UGARTECHEA y SALINAS, J. M.: «La pesca tradicional en Lequeitio», p. 128.
El autor cita otros documentos de la época que mencionan que en dicho puerto había 400 hombres y un total de 50 embarcaciones de pesca
de bajura. Según GOODMAN, D.: Spanish Naval Power, 1589-1665: Reconstruction and Defeat, Cambridge University Press, Cambridge, 1997,
p. 183, que cita un manuscrito del mismo archivo, en 1566 había en el puerto 338 marineros que pescaban besugo a bordo de 49 pinazas.
44. Testimonios publicados en IMAZ, J. M.: La industria pesquera en Guipúzcoa al final del siglo XVI, pp. 7-13.

34
sus propias villas testigos procedentes de otros puertos. Esteban de Espeleta del Pasaje de Fuenterra-
bía afirmó «que todos en general en los dichos Pasajes tratan en la dicha pesquería porque todos son
marineros e pescadores ecepto los clérigos, que aun algunas veces lo son»; declaración que confir-
ma lo que varias décadas antes había dicho un joven «clerigo de misa» pasaitarra, Don Martín de
Liçardi, que él mismo había participado en la caza de una ballena cerca de la entrada del puerto en
153945.
Aquellos hombres y mozos que faenaban en aguas costeras no tenían acceso libre a los recursos
del mar; al contrario, a excepción de algunos viajes cuyos caladeros se hallaban algo más distantes o
mar adentro y que fueron organizados por pequeños empresarios o armadores (véase abajo), la acti-
vidad pesquera de bajura estuvo regulada, controlada y organizada por las cofradías de mareantes y
pescadores –que también prestaban atención a la seguridad laboral y al bienestar social y espiritual
de sus miembros–, fundadas hacía tiempo o en el mismo siglo XVI en la mayoría de las villas de la
costa46. Los denominados maestres de chalupas, de galeones o de pinazas (los «maestres pinaceros»)
eran normalmente dueños de sus embarcaciones y recibían una parte del procedido de la pesca (tan-
to por su persona como por la embarcación), al igual que lo hacían por su labor los compañeros
cofrades que formaban el resto de la tripulación.

Peces, pesquerías y el año pescador

En cuanto a la gran variedad de tipos de peces que se cogían, el cura e historiador de Lezo, Isas-
ti, además de hacer referencia a la caza de ballenas en la costa, comentó en su Compendio Historial
de Guipúzcoa de 1625-26: «en el mar Cantábrico hay muy singular pescado, por ser las aguas tan
frescas y vivas [...]; en particular son los besugos [...] y no se coge en otro mar, sino en este de Can-
tabria. Cógese tambien merluza o pescado, y es de buen mantenimiento, congrio, mero, breca,
andresa, gorlines, perlones, toninos o atún, mielgas, pempidos, agujas, araias, langostas y abundan-
cia de sardinas». A esta descripción Isasti añadía que «en los puertos de la mar hay sabalos, lampre-
sas, lenguados, barbarines o salmonetes, cabrillas, doradas, lubinas, muxarras, lamotes, bogas, chi-
charros, albures, corcones, jibias y pulpos». Y, finalmente, dijo que en las rías y en los ríos y riachuelos
«se crian truchas y algunas salmonadas, barbos y peces y muchas anguilas amarillas y mantecosas» y
que «salmones suben por algunos rios a temporadas, en Vidasoa, Orio, Zumaya y Deva, y tambien
por Urumea a Astigarraga y los cogen con nazas y redes»47. Esta pesca fluvial estuvo, por lo menos
en algunos puertos, más regulada por los concejos o por ordenanzas municipales que por las cofra-
días de mareantes y pescadores48.
Pero aunque en la costa vasca –allende de los cetáceos– había una abundancia y amplia gama de
peces durante las cuatro estaciones anuales, no todas las especies eran tan abundantes como otras,
algunas especies (dados sus ciclos biológicos y migratorios) no se encontraban presentes todo el año,
determinadas especies quizá tenían mejor acogida entre los consumidores, y, además, ciertas espe-
cies eran más fáciles y mejores de conservar, lo cual era de suma importancia. Este proceso de trans-
formación o de manipulación era normalmente esencial para poder distribuir y comercializar el pes-
cado, ya sea por tierra o por mar, a mercados distantes del litoral vasco, debido al carácter altamente
perecedero del pescado y a las dificultades y lentitud del transporte. Dados estos factores, como
Michell ha señalado refiriéndose a la pesca en la Europa de la temprana Edad Moderna, el objetivo
del pescador o de cada puerto pesquero era desarrollar «un año pescador que duraba lo más largo
posible»49.
En las costas de Bizkaia y Guipuzkoa en el siglo XVI, tras siglos de experimentación, el año pesca-
dor del sector de bajura se estructuraba, en general, en torno a cinco pesquerías estacionales (apar-
te de la caza de ballenas) para distintas especies que habían surgido como las de mayor interés
comercial. Estas pesquerías eran: una pesquería veraniega y otoñal de atún50, pesquerías de congrio

45. ARChV, pleitos civiles, Moreno (fen.), 58-6.


46. La bibliografía sobre estas cofradías vascas puede verse en la nota 23.
47. ISASTI, L. M. de: Compendio historial de la M. N. y M. L. provincia de Guipúzcoa, pp. 152-53.
48. Más abajo damos detalles de varios arrendamientos de la pesca en los ríos Oria y Urola por los concejos de los puertos de Orio y
Zumaya. Para dos ejecutorias de pleitos acerca de la pesca fluvial en Gipuzkoa a principios del siglo XVI véanse ARChV, Reales Ejecutorias (en
adelante R.E.), 278-39 y 283-2.
49. MICHELL, A. R.: «The European Fisheries in Early Modern History», p. 139.
50. Véase la nota 80.

35
Michael Barkham

y de sardina (esta última con redes y que duraba bastante más que el verano)51, una pesquería de
besugo que duraba desde noviembre hasta marzo52 y una pesquería de merluza más larga; especies
que se conservaban por medio de la salazón, mientras que a finales del siglo XVI se fue introducien-
do la técnica del escabecheo para el besugo53. Erkoreka apuntó correctamente que fue durante la
Edad Media cuando «quedaron así definidos los rasgos fundamentales de la pesca de bajura tradi-
cional, que se han mantenido esencialmente intactos hasta finales del siglo XIX»54.
Numerosos manuscritos, entre ellos las ordenanzas de 1598 de la cofradía de mareantes y pesca-
dores de Motrico, mencionan estas cinco pesquerías estacionales55. Un documento de julio de 1536
que concierne a la cofradía de Lequeitio nombraba a tres hombres como «vendedores» y «señeros»
para la pesca de sardina hasta junio del año siguiente y hace referencia a tres «coadrillas» de cuatro
embarcaciones cada una56. Otros documentos, de mediados del siglo XVI, relativos a dicha cofradía
de Lequeitio hablan del «tienpo de la pesca de merluças» y de «la pesca de las merluças [que] dura
diez meses»57. En Motrico, el 5 de abril de 1575, doce maestres pinaceros de la villa acordaron ven-
der a una viuda del puerto «toda la merluça fresca que mataren» hasta el 24 de junio58. Por otro
lado, Esteban de Espeleta, vecino y regidor del Pasaje de Fuenterrabía y uno de los muchos testigos
presentados en el detallado informe sobre el estado de la pesca de bajura en Gipuzkoa llevado a
cabo en 1599 por orden del Rey, decía que «se pescan todo el año merluzas y en más cantidad los
meses de Enero, Febrero, Marzo hasta mediado Abril» y que esta pesquería era «la más abundante».
También declaró que además de la pesca invernal del besugo (y de otras especies) en «Mayo e Junio
e Julio se pescan brecas, golondrines y tollos y rayas, langostas e sardina y lengoados y barbines» y
que entre los meses de agosto y diciembre «se pescan atun, congrio e merluza e sardina». Otros tes-
tigos, cuyos valiosos testimonios deben igualmente ser tomados en cuenta, opinaban que «las pes-
querías más abundantes que se hacen en esta Provincia es conforme a los tiempos». Según testigos
de Guetaria y Zarauz, y sus respectivos alcaldes, en dichos lugares, excepcionalmente, los ayunta-
mientos arrendaban parte de su costa para la pesca con traínas (o «redes traineras») «de la sardina,
anchoba y albur que se pesca a raíz de la tierra». En Zarauz, por aquellas fechas, esa pesquería en «la
costa y ribiera del mar» se arrendaba por 30 ducados anualmente mientras que en Guetaria, entre
1595 y 1599, dicha pesquería se arrendó por entre 74 y 114 ducados cada año59.

Faenando «a la orilla de la mar» y más mar adentro en distintos tipos de


embarcaciones menores

La sardina y el congrio se cogían cerca de tierra desde pinazas menores, galeones y chalupas, a
veces tripuladas por sólo un hombre y varios mozos. Este pequeño número de tripulantes lo demues-
tra un pleito entre pescadores del Pasaje de San Sebastián y del Pasaje de Fuenterrabía sobre una
ballena que habían matado cerca de la entrada del puerto del Pasaje en noviembre de 1539, pleito
que indica también que los pescadores de sardina salían pertrechados para perseguir las ballenas que
aparecían durante esa pesquería (véase abajo). El testigo Pedro de Çelayeta del Pasaje de Fuenterra-
bía hizo referencia a «un galeon de la dicha villa [de San Sebastián] [que estaba] en la dicha pesca [de
sardina] con un solo honbre e con tres o quatro moços»60. El que las pesquerías de congrio y de sar-
dina se desarrollaban cerca de la costa lo confirman las ordenanzas de 1598 de la cofradía de Motri-
co que hablan de «las pinazas que andan en tierra o junto a ella por congrio y sardina que se coge
en tierra»61.

51. Existe un muy detallado acuerdo, del 25 de mayo de 1603, entre los pescadores de Fuenterrabía sobre la pesca de sardina en Archivo
Histórico de Protocolos de Gipuzkoa (Oñate) (en adelante AHPGO), partido de San Sebastián, 447, f. 38. Las ordenanzas municipales de
Portugalete de 1459 regulan la pesca de sardina local. Ordenanzas publicadas en CIRIQUIAIN-GAIZTARRO, M.: Monografía histórica de la Muy
Noble villa y puerto de Portugalete, Diputación de Vizcaya, Bilbao, 1942, pp. 223-55.
52. Véase la nota 81.
53. Sobre las conservas de pescado en este litoral véase la nota 26 .
54. ERKOREKA GERVASIO, J. I.: Itsas Arrantza, p. 75, quien en su análisis hace una serie de observaciones acertadas acerca de la pesca
de litoral. Sobre el sector de bajura en un importante puerto vasco, Pasaia o Pasajes, entre los siglos XVI y XX puede verse BARKHAM HUX-
LEY, M., y LOPEZ LOSA, E.: «Pasajes, puerto pesquero», pp. 75-145.
55. Ordenanzas de la cofradía de Motrico publicadas en IMAZ, J. M.: La industria pesquera en Guipúzcoa al final del siglo XVI, pp. 182-190.
56. UGARTECHEA Y SALINAS, J. M.: «La pesca tradicional en Lequeitio», pp. 55 y 113.
57. Ibid., p. 130.
58. AHPGO, partido de Vergara, 2584, (2) f. 5.
59. Informe publicado en IMAZ, J. M.: La industria pesquera en Guipúzcoa al final del siglo XVI, pp. 25, 56-59, 166-167, 168-174.
60. ARChV, pleitos civiles, Moreno (fen.), 58-6.
61. Ordenanzas de la cofradía de Motrico publicadas en IMAZ, J. M.: La industria pesquera en Guipúzcoa al final del siglo XVI, pp. 182-190.

36
En contraste, para coger atún, merluza y besugo los pescadores se adentraban bastante más en
la mar, yendo generalmente en pinazas más grandes tripuladas por un mínimo de seis u ocho perso-
nas. A principios de la década de 1540, en el contexto de un conflicto en torno a un arancel que el
preboste de Lequeitio quería cobrar sobre el pescado de litoral traído por los pescadores de la villa, la
cofradía afirmó que solamente estaban obligados a pagar ese arancel sobre «la merluça e besugo
que de las çinco legoas afuera se mata» y no sobre el pescado que se extraía con anzuelo y red más
cerca de la tierra62. Las ordenanzas de 1598 de la cofradía de Motrico, al mismo tiempo que manda-
ban que «ningun maestre pinacero vaya a la altura ni invie su pinaza grande ni pequeña» a más de
dos leguas de la tierra sin llevar «aguja de navegacion bien acondicionada», a la vez ordenaban que
a partir de entonces, para mayor «seguridad [...] especialmente en la pesquería de besugos en el
invierno y de atunes en el verano» (más allá de las dos leguas de la costa), todas las pinazas se hicie-
ran de por lo menos 15 codos (o 8,5 metros) de eslora (un codo equivalía a 57 centímetros aproxi-
madamente)63. En 1614 surgió una disputa entre los cofrades de ese gremio, que llegó hasta el
corregidor de Gipuzkoa y a la Real Chancillería de Valladolid, porque algunos pescadores pretendían
que se diera permiso a las chalupas de menos de 15 codos para salir a faenar (sobre todo para mer-
luza y congrio) más allá de las dos leguas durante la temporada más segura entre abril y julio64.
El uso de pequeñas embarcaciones abiertas (pinazas menores, galeones y chalupas) para la pesca
cerca de tierra y de embarcaciones algo mayores (pinazas grandes) con más tripulantes para la pesca
de bajura más mar adentro fue descrito por muchos de los testigos que declararon en el informe de
1599 sobre la situación pesquera de bajura en Gipuzkoa. Por ejemplo, el capitán Juanes de Arano,
vecino de San Sebastián, afirmó «que las pinazas [que] van a la mar alta son grandes barcos de cada
veinte y cuatro e treinta pipas [o sea 12 a 15 toneles] e las chalupas andan muy a tierra; y que se pes-
ca con cordel, anzuelo y red, y que [en] cada pinaza que va a mar alta [van] diez y doce hombres, y
[en] las chalupas, que pescan casi en tierra, a tres, cuatro y cinco hombres, más y menos»65. Martín
de Noblecía, «marinero y pescador» del Pasaje de Fuenterrabía, dijo que «van a la dicha pesquería
con barcos y en cada barco, en el verano suelen ir seis hombres pescadores, más y menos» y que los
que iban a alta mar en invierno llevaban unos doce hombres «y el maestre del barco lleva para el sus-
tento de todos, vino y sidra y otras cosas eceto el pan que esto lleva cada marinero y pescador para
sí». Según él solían estar «en la dicha pesquería, algunas veces, seis días y otras veces cuatro e tres,
más e menos, según el tiempo e la pesca que aciertan». Otros testigos comentaron que la pesca con
redes, que incluía la pesca de sardina, se hacía «a la orilla de la mar» o «muy a tierra de la mar»66.

Pesca de bajura «por vía de armazón»: las calas de «Canto y Abamporte» y más allá

Muchos documentos demuestran que algunos pescadores de bajura de puertos vascos, como
Lequeitio, Motrico, San Sebastián, Fuenterrabía y Biarritz, traían parte de la merluza y besugo que
cogían desde las calas conocidas como «Canto y Abamporte», más alejadas y al norte del litoral,
donde por lo visto ciertas tripulaciones permanecían hasta más de un mes67. Estos viajes más largos
eran claramente distintos de los demás viajes de bajura porque, al menos en muchos casos, no fue-
ron organizados y controlados tan directamente por las cofradías sino que fueron viajes más comer-
ciales organizados y financiados «por vía de armazón», o sea por pequeños empresarios o armado-
res que equipaban y tripulaban una embarcación más grande (como una pinaza grande o zabra) suya
o que fletaban para ese propósito. En el conflicto que, a mediados del siglo XVI, mantuvo con el pre-
boste de la villa de Lequeitio relativo al arancel sobre el pescado, la cofradía de ese puerto declaró
que «lo que se pescaba en Canto y Abanport hera cossa muy diferente de lo que se pescaba en otras
partes y lugares, porque no se hacía por bia de cofradia sino por bia de armaçon y a gran costa e ris-
go de los que yban a haçer la dicha pesca y muy lexos con mas de veinte y treinta leguas de la barra

62. La cofradía afirmó también que el derecho solo debía pagarse sobre aquel pescado que vendían «a los compradores e mulateros» que
venían a la villa a por pescado. Documentos citados en UGARTECHEA Y SALINAS, J. M.: «La pesca tradicional en Lequeitio», p. 124.
63. Ordenanzas de la cofradía de Motrico publicadas en IMAZ, J. M.: La industria pesquera en Guipúzcoa al final del siglo XVI, pp. 187-88.
64. AHPGO, partido de Vergara, 2620, ff. 17, 55, 56, 58, 61. En julio de 1619 la cofradía confirmó, entre otras cosas, que «con chalupas
no entren [a pescar] a atunes ni vesugos en ninguna manera y si alguno yntentare sea escluido de la navegacion» «y que las chalupas anden en
las demas pescas»: partido de Vergara, 2602, f. 61.
65. Informe publicado en IMAZ, J. M.: La industria pesquera en Guipúzcoa al final del siglo XVI, p. 34.
66. La declaración de Noblecia y de otros vecinos del Pasaje de Fuenterrabía y del Pasaje de San Sebastián se encuentran en Ibid., pp. 7-20.
67. Se traía merluza desde ambas calas y besugo sobre todo de Abamporte.

37
Michael Barkham

y puerto de la dicha villa [de Lequeitio] y que los pescadores estaban en el dicho Abanport y Canto
en un mes y dos meses y trayan todo el pescado salado»68.
Un ejemplo de tales viajes es el que realizó la zabra Catalina, propiedad de Martín Davill de Agui-
rre de Deva, a la cala del «Canto» en 1562 (la zabra era un tipo de barco más grande que la pinaza,
normalmente de entre 12 y 17 metros de eslora y de porte de entre 30 y 70 toneles, provisto de un
puente corrido y que hacia 1580 costaban nuevas entre 13 y 15 ducados por tonel69). El tres de julio
de ese año un vecino de Motrico le prestó quince ducados y tres reales al dueño del barco, «para for-
nescer e aparejar la zabra [...] que ba a la pesqueria del Canto so capitania de Nicolao de Motrico
vezino de la villa de Lequeytio» quien, sin duda, había fletado la zabra, que partiría y regresaría a ese
puerto70. Existen también algunas pocas referencias a este tipo de viajes, organizados por pequeños
armadores y no por las cofradías, a caladeros del Golfo de Bizkaia todavía más distantes. En 1559 un
barco de Lequeitio fue a «congrear» a «Hujas» o la isla d’Yeu, 50 kilómetros al sur de la desemboca-
dura del Loire71, y en 1594 un barco de Zumaya fue «para la costa de Asturias al puerto de Gijon o
Cangas a la pesca de merluza», a 300 kilómetros de la localidad guipuzcoana. Según el contrato de
fletamiento para ese barco, el 12 de abril Sebastián de Duana, empresario de Zumaya, fletó su pina-
za o zabra Trinidad, con su hijo como maestre, a Francisco de Elordi de Motrico, para dicho viaje que
había de durar dos meses desde aquel día; Elordi, que era mareante y cofrade del gremio de pesca-
dores y pequeño empresario que compraba importantes cantidades de pescado en su villa72, debía
de pagarle al dueño 300 reales (o 27,27 ducados) por el flete a su regreso73.
Mientras que las embarcaciones que participaban en la pesca de bajura más cerca de la costa por
lo general volvían a su propio puerto para descargar el pescado que luego sería vendido por la cofra-
día, las pinazas y zabras que iban a las calas de «Canto y Abamporte» y a otras más lejanas, al ser via-
jes más comerciales, podían volver a otros puertos para vender sus capturas. En abril de 1572, Mel-
chior de San Miguel, mercader de Vitoria, dio al empresario de Motrico, Gregorio de Sarasua, 50
ducados «para con ellos comprar merluza fresca de la que al puerto desta villa [de Motrico] acudie-
re, agora sea de vecinos desta villa o de lo que traxieren los vecinos de San Sebastián e Fuenterrabía
del gran canto, para que conprada la dicha merluza al precio que mejor pudiere lo sale el dicho Gre-
gorio»74. Por otro lado, los protocolos notariales de Motrico, desde finales del siglo XVI en adelante,
mencionan barcos del mismo puerto así como de otros que llegaban a la villa con besugo de «Abam-
porte», entre ellos seis barcos, uno del Pasaje, tres de Biarritz y dos «pinaças grandes» de Motrico,
que entraron el 30 de enero de 160575.
Estos viajes realizados a las calas de «Canto y Abamporte» y más lejos, generalmente «por vía de
armazón», se asemejaban hasta cierto punto a las expediciones de altura que tanto vizcaínos como
guipuzcoanos hacían, al mismo tiempo, a las pesquerías de Irlanda y del suroeste de Inglaterra y a la
caza de cetáceos en Cantabria, Asturias y Galicia (véase abajo), y quizá viajes como el de 1559 a
Francia a «congrear» y el de 1594 a Asturias a por merluza deberían de ser considerados como tales.

Venta y comercialización de las capturas de bajura

La considerable demanda que había de pescado se debía no solamente a que el pescado era una
fuente barata de proteina sino también a la influencia de la iglesia católica, que requería que sus fie-
les se abstuvieran de comer carne en nada menos que unos 160 días o sea casi la mitad del año. Esta

68. Documentos citados en UGARTECHEA Y SALINAS, J. M.: «La pesca tradicional en Lequeitio», p. 131, quien también hace referencia
a un documento de 1542, relativo al cobro de derechos sobre pescado cogido por embarcaciones de Lequeitio, en el que se menciona a
«pinaças e barcos e carreos, zabras e nabios». El «carreo» parece haber sido un tipo de barco ligado a la pesca en Abamporte ya que otro
documento referente al mismo asunto en Lequeitio, fechado en 1522, habla de los diferentes derechos que se cobraban sobre «lo que se pes-
case en Abanporte por via de acarreos» y sobre «lo que se pescase en pinaças» (pp. 121-22).
69. BARKHAM, M. M.: Shipowning, Shipbuilding and Trans-Atlantic Fishing in Spanish Basque Ports, 1560-1630: a Case Study of Motrico
and Zumaya, sección 2.1.
70. AHPGO, partido de Vergara, 2578, (8) f. 26.
71. Archivo Histórico Eclesiástico de Vizcaya (en adelante AHEV), libro 28-III.
72. AHPGO, partido de Vergara, 2599, f. 71 (1611).
73. AHPGO, partido de Azpeitia, 3322, f. 54.
74. AHPGO, partido de Vergara, 2591, (1), f. 75. Hacia 1575, Tomás de Ysasi, de Motrico, compró en el muelle de la villa 44 quintales de
«merluza fresca del Abanporte» «para salar y curar». Partido de Vergara, 2580, (3), f. 79 v.
75. AHPGO, partido de Vergara, 2598, ff. 31-32 v.

38
demanda existía en parte en mercados locales, de la costa y del hinterland vasco-peninsular, pero a la
vez en gran medida en mercados mucho más distantes, casi exlusivamente en el interior de la penín-
sula, en Castilla, Navarra y Aragón. Para todos estos mercados la venta de las capturas procedentes
de la pesca de bajura estuvo muy regulada. Las ordenanzas de las cofradías intentaban proteger los
intereses económicos de sus miembros de varias maneras, tales como prohibiendo la venta de pes-
cado traído por pescadores de otros puertos antes que la venta del pescado desembarcado por pes-
cadores locales y ordenando la venta diaria de su pescado fresco en la forma más provechosa para
los cofrades, sobre todo «en comunidad»76. Sin embargo, ordenanzas municipales de los puertos
reflejan el deseo de los concejos de asegurar el suministro suficiente de pescado de mar fresco de
buena calidad (y de pescado de río si había tal pesca en su jurisdicción) para la demanda local antes
de que se vendiera pescado a foráneos.
De cada salida a la mar los pescadores podían guardar un pequeño número de piezas «para
comer ellos e sus mugeres e familia» y también para vender para poder comprar «de su presçio pan
e vyno e sydra e otras viandas que an menester para sy e para su familia y aparejos de la mar y para
el mantenimiento que an menester para yr otro día a pescar»77. Luego venía la venta de pescado
fresco para consumo de la villa o lugar y de su jurisdicción. Las ordenanzas de 1598 de la cofradía de
Motrico disponen que de la pesca traída al puerto por sus pescadores la cofradía había de vender a
los vecinos «lo que hubieren menester para la provision de sus casas y para hacer presente a algun
deudo o amigo»78. De forma parecida, las capturas obtenidas de los ríos o estuarios locales (pesque-
ría que a menudo estuvo arrendada por los concejos municipales de pueblos costeros por medio de
subastas organizadas a intérvalos regulares) debían de ofrecerse para la venta local en sitios específi-
cos (como la plaza del pueblo) durante un número de horas determinadas, después de lo cual podí-
an ser vendidas en otros lugares. Por ejemplo, al igual que ocurría en Zumaya, el concejo de Orio
arrendó la pesca en el río Oria para dos años desde junio de 1574 por 125 ducados. El arrendador se
comprometía a exponer durante dos horas para la venta local la pesca de salmón, lubina, sábalo y
lenguado que extraía de cada marea, antes de poder comercializarlo fuera de la villa79.
Aparte del abastecimiento de pescado fresco para el mercado estrictamente local, antes o al prin-
cipio de cada costera las capturas de las principales especies estacionales, especialmente el atún80 y
el besugo81, eran vendidas por separado por las cofradías en subastas anuales al mayor pujador (o a
veces pujadora82). Éste acordaba comprar a un precio fijo toda la pesca de una especie (o las canti-
dades especificadas) para la salazón o en el caso del besugo a partir de finales del siglo XVI para el
escabecheo, salvo aquel pescado que la cofradía vendía diariamente en fresco a mayor precio a veci-
nos, a vendedoras o regateras («mugeres regatonas») que llevaban el pescado a aldeas y villas cerca-
nas, y a arrieros y mercaderes que lo transportaban a destinos más alejados del hinterland vasco e
incluso más tierra adentro83. Este sistema aseguraba un precio mínimo constante para las capturas de

76. Véanse, por ejemplo, los siguientes acuerdos, entre miembros de la cofradía de pescadores de Motrico, para la venta «por grueso»,
en las décadas de 1570 y 1580, de «todo el pescado atun e merluza e besugo e congrio» fresco y cualquier otro tipo de pescado «que se ben-
diere por grueso». AHPGO, partido de Vergara, 2584, (2) f. 22 v.; 2587, (3) f. 63, (4) f. 27; 2588, (1) f. 19. Las ordenanzas de 1598 de la cofra-
día de esta villa hacen referencia a la venta «en comunidad» especialmente de besugo, atún, congrio, sardinas y merluza. Ordenanzas publi-
cadas en IMAZ, J. M.: La industria pesquera en Guipúzcoa al final del siglo XVI, pp. 182-190.
77. Citas procedentes de documentos de mediados del siglo XVI relativos a la cofradía de Lequeitio mencionados en UGARTECHEA Y
SALINAS, J. M.: «La pesca tradicional en Lequeitio», pp. 126 y 129.
78. Ordenanzas de la cofradía de Motrico publicadas en IMAZ, J. M.: La industria pesquera en Guipúzcoa al final del siglo XVI, p. 189.
79. AHPGO, partido de San Sebastián, 1801, f. 60. Para arrendamientos parecidos de la pesca en el río Urola por el concejo de Zumaya
véanse AHPGO, partido de Azpeitia, 3328, 12-VI-1590; 3329, f. 31 (1592); 3342, f. 252 (1611). Los testigos de Orio y Fuenterrabía y sus res-
pectivos alcaldes, en el informe de 1599 sobre la situación de la pesca de bajura en Gipuzkoa, confirman el arrendamiento de la pesca fluvial
en dichos puertos. Informe publicado en IMAZ, J. M.: La industria pesquera en Guipúzcoa al final del siglo XVI, pp. 42-45, 47-53, 164-165,
235-238.
80. Acerca de la organización de esta pesquería pueden verse, por ejemplo, los siguientes acuerdos entre los miembros de la cofradía de
pescadores de Motrico para la venta y subasta de las capturas de atún: AHPGO, partido de Vergara, 2587, (2) f. 38 (1585); 2589, (4) f. 1 (1596)
(temporada desde julio «asta el día de todos los santos»); 2589, (8) f. 14 (1600) (desde julio «asta fin de setiembre o mediado de otubre»);
2607, f. 92 (1604); 2597, 17-VII-1605; 2599, f. 115 (1610); 2599, f. 71 (1611); 2611, f. 6 (1621), f. 62 (1622); 2604, 23-VII-1623; 2605, 17-
VIII-1625; 2622, 30-VII-1626; 2605, 31-VII-1627; 2606, 25-VII-1628.
81. Acerca de la organización de esta pesquería pueden verse, por ejemplo, los siguientes acuerdos entre los miembros de la cofradía de
pescadores de Motrico para la venta y subasta de las capturas de besugo: AHPGO, partido de Vergara, 2578, f. 25 (costera de 1560-61); 2590,
(2) f. 22 (costera de 1568-69 en la que iban a participar doce pinazas); 2590, (1569) f. 61; 2585, (2) f. 89 (costera de 1578-79); 2587, (2) f.
30 (1585); 2593, 28-XI-1589; 2588, (5) f. 60 (1591); 2597, 4-XII-1594; 2589, (4) f. 124 (1596); 2597, 6-XII-1605; 2607, f. 129 (1607); 2599,
f. 8 (1609), f. 111 (1611); 2601, f. 143 (1614), f. 177 (1615); 2603, 21-XII-1620; 2611, 28-I-1622, 16-XII-1622; 2605, 16-XI-1625; 2622, 26-
XII-1626; 2606, 22-XII-1628.
82. Por ejemplo, en julio de 1600 la cofradía de Motrico remató en Teresa de Gamboa, una activa tratante y vecina del puerto, toda la
pesca de la próxima costera de atún. AHPGO, partido de Vergara, 2589, (8) f. 14.
83. El 6 de enero de 1609, tres arrieros de Erena y Ulibarri (ambos en el hinterland vasco) y de la Puebla de Arganzón (en la ruta Vitoria-
Burgos-Madrid) compraron besugo fresco «sacado del agua ayer» a la cofradía de Motrico. AHPGO, partido de Vergara, 2599, f. 3.

39
Michael Barkham

cada temporada, precio que de otra manera podía fluctuar mucho según las mayores o menores
cantidades de pescado que traían a puerto.
En la subasta del besugo por la cofradía al comienzo de la temporada, no siempre se incluía el
que los cofrades pudieran traer de «Abamporte» (pescado que se vendía a menor precio, ya que lle-
gaba en peor estado, que el besugo traído de las calas ordinarias más cercanas). En el caso de Motri-
co, en 1609, por ejemplo, se hizo la subasta y venta del besugo, «que traxeren de la cala ordinaria de
donde suelen acudir a sus cassas cada noche, a escaveche lo que sobrare del dicho vesugo aviendo
vendido a los arieros que se allaren a la saçon», excluyendo o «no entendiendose para lo de aban-
porte», mientras que, en 1615, el comprador de las capturas de esa especie acordó comprar todo el
besugo que los cofrades «pescaren y mataren en las ocho pinaças sobre dichas en la cala ordinaria
desta dicha villa y en la de Mundaca, Lequeitio y Vermeo» más 1.500 «dozenas de besugo de Aban-
porte» (contando 15 besugos por docena)84. En estas escrituras de venta en Motrico también se per-
cibe el interés que tenían estos compradores de poder comprar, sin estorbo de la cofradía, besugo (y
otras especies) traído al puerto desde «Abamporte» por barcos de la villa y de otros puertos. Así, en
1585, se especificaba que el comprador «pueda conprar libremente de qualquier abanporte [refi-
riéndose aquí a los barcos que iban a esa cala] que viniere todo el besugo que truxieren al muele des-
ta villa en el prescio que con ellos se concertare», mientras que el contrato de venta para la costera
de besugo de 1621-22 especifica que «el puerto fuesse libre y [que los dos compradores que había
ese año] tuviesen libertad de tomar y comprar toda la pesqueria de besugos y de otro genero que
otros estraños y bamportes truxiesen y metiessen en esta dicha villa y su puerto y muelle al preçio o
preçios que se pudiesen combenir y conzertar con ellos»85.
Aquellos que compraban las capturas en subasta para su conservación eran normalmente, pero
no siempre, vecinos empresarios-mercaderes del propio puerto. En el puerto de Motrico, por ejem-
plo, en julio de 1585 y en diciembre de 1591 Martín Pérez de Beyngolea y San Juan de Oxinaga de
Lequeitio compraron, respectivamente, las capturas de atún y de besugo de esas temporadas; en
noviembre y diciembre de 1589 y 1594 Domingo de Necolalde y Juan de Zabaleta, vecinos de Villa-
real en el interior de Gipuzkoa, compraron, respectivamente las capturas de besugo de las costeras
de 1589-90 y 1594-95, mientras que en 1604, 1605 y 1607 Juan Martínez de Alcíbar de Azcoitia y
el mismo Zabaleta de Villareal compraron capturas de atún y de besugo86.
Más tarde los transformadores del pescado comercializaban su producto, ya sea a través de otros
empresarios-mercaderes en la costa o en lugares del interior o bien por medio de arrieros que acudí-
an a la costa en busca de pescado conservado87; éstos venían de localidades situadas aún a más de
200 kilómetros del litoral y generalmente traían productos alimenticios básicos como cereales, aceite
y vino de los que siempre había necesidad en los pueblos costeros88. De hecho, en 1614, Alexo de
Pascual Sáez, vecino de Chillarón del Rey en Castilla la Nueva, a unos 250 kilómetros de Motrico,
compró en ese puerto las capturas de besugo de la costera de 1614-1589. En esa misma década, por
lo menos en 1619 y 1620, arrieros de Chillarón suministraron aceite de oliva a dicho puerto, mien-
tras que en 1622 Bartolomé García, asimismo de Chillarón, compró 50.000 libras de atún en Motri-
co a cambio de aceite de oliva90. Como ha señalado Erkoreka, estos compradores y transformadores
de la gran cantidad de pesca sobrante o «de lo que sobrare» desempeñaron un papel importante en
el desarrollo del sector de pesca de bajura, al dar una salida comercial a esa importante parte de las
capturas91.

84. AHPGO, partido de Vergara, 2599, f. 8; 2601, f. 177.


85. AHPGO, partido de Vergara, 2587, (2) f. 30; 2611, 28-I-1622. El 30 de enero de 1605, los mayordomos de la cofradía de la villa
pusieron «estorbos» e «impedimentos» a que los dos compradores, que también había ese año, compraran el besugo traído de «Abamporte»
ese día por dos «pinaças grandes» del lugar, por uno del Pasaje y por tres de Biarritz. 2598, ff. 31-32 v.
86. AHPGO, partido de Vergara, 2587, (2) f. 38; 2588, (5) f. 60; 2593, 28-XI-1589; 2597, 4-XII-1594; 2598, ff. 32 y 86; 2607, f. 92, f.
129; partido de Azpeitia, 1959, f. 3. Véase también BARKHAM, M. M.: Shipowning, Shipbuilding and Trans-Atlantic Fishing in Spanish Basque
Ports, 1560-1630: a Case Study of Motrico and Zumaya, pp. 87-88.
87. En 1609, por ejemplo, Domingo de Yturribalzaga de Motrico vendió 20 cargas de besugo escabechado a un tratante de Burgos y, en
1610, otras tres cargas a Miguel de Basozábal, mercader de Vitoria. AHPGO, partido de Vergara, 2608, (1609) 1, (1610) 38.
88. AHPGO, partido de Azpeitia, 3322, f. 25; partido de Vergara, 2585, (1) f. 16 v. En 1583 dos mulateros de Arauz de Miel vinieron a
Motrico para comprar pescado. Un naviero de San Sebastián, Juan López de Caminos, les prestó dinero y les acompañó a Vitoria donde habí-
an de devolverle el préstamo. AHPGO, partido de Vergara, 2586, (6) f. 11.
89. AHPGO, partido de Vergara, 2601, ff. 141 v. y 143-144 v..
90. AHPGO, partido de Vergara, 2611, f. 48 (1619); 2602, f. 23 (1620); 2621, 7-I-1622. Véase legajo 2602, f. 47 (1618) para un contrato
con un arriero de Arburu en Alava para abastecer vino tinto a Motrico, pudiendo volver con pescado. Referencias citadas en BARKHAM, M. M.:
Shipowning, Shipbuilding and Trans-Atlantic Fishing in Spanish Basque Ports, 1560-1630: a Case Study of Motrico and Zumaya, pp. 211-212.
91. ERKOREKA GERVASIO, J. I.: Itsas Arrantza, pp. 82-83. Véase también lo relativo a la comercialización del pescado en AZPIAZU ELOR-
ZA, J. A.: «Las conservas de pescado en Gipuzkoa: de la Edad Media al siglo XVIII», pp. 44-79.

40
La caza de cetáceos

Quizá la más especializada y probablemente la más peligrosa de las pesquerías de bajura era la
caza de cetáceos, particularmente de ballenas, que los habitantes del litoral vasco habían perfeccio-
nado durante la Edad Media y que practicaban a la vista de sus puertos. Al igual que las demás pes-
querías principales, ésta era una actividad estacional que se llevaba a cabo sobre todo durante el oto-
ño e invierno (entre finales de septiembre y marzo92) cuando ciertas especies de grandes cetáceos
–en particular la ballena franca o de los vascos (Eubalaena glacialis)– migraban a lo largo de las cos-
tas del suroeste de Francia y del norte de España. La ballena franca fue al parecer la presa favorita de
los balleneros vascos ya que era bastante lenta, confiada o poco agresiva, se le podía acercar con
pequeñas embarcaciones y, ante todo, flotaba una vez muerta y producía grandes cantidades de car-
ne, barbas y grasa de la que se extraía el preciado saín o aceite de ballena (lumera en euskera). Sus
migraciones anuales las llevaban desde las frías aguas de Noruega, Islandia y Groenlandia, donde
pasaban el verano, hasta las latitudes comprendidas entre el golfo de Bizkaia y el noroeste de Africa
en las que invernaban. Sin embargo, queda claro que también capturaban otras especies en el Can-
tábrico. Por ejemplo, las nuevas ordenanzas de Deva de 1685 sobre «la pesquería de ballenas» de
bajura hacen referencia a la «ballena madre y cría», a la «ballena grande» y al «cabrote» que era más
pequeño, mientras que en octubre de 1690 los vecinos de Guetaria llegaron a acuerdos sobre la caza
en aguas locales de «ballenas», «trompas» y «jibartes»93. En un documento de la cofradía de Motri-
co, de 1687, además de hablarse de estos cetáceos se menciona a las chalupas «que mataren mos-
cotes y tulbures»94.
En el siglo XVI el número de cetáceos que aparecía a lo largo de la costa vasca y que era captura-
do fue reducido; todo indica que, por lo general, en los distintos puertos se apresaban menos de cin-
co cetáceos anualmente y a menudo ninguno. Este número se redujo considerablemente conforme
fue avanzando el siglo XVII y en el XVIII esta actividad prácticamente terminó95. Pero a raíz de la gran
demanda que había de productos derivados de los cetáceos –sobre todo de aceite de ballena que se
utilizaba en Europa para el alumbrado, la industria pañera y para otros procesos de manufactura–
cada ballena adulta tenía un valor monetario muy alto. Por ejemplo, hacia 1528 se vendieron dos
ballenas en el puerto del Pasaje por 80 y 120 ducados96, mientras que a finales del siglo y en la pri-
mera parte del siglo XVII éstas alcanzaban comúnmente el precio de 400 o 500 ducados antes de ser
descuartizadas y transformadas97, equivalente nada menos que al valor de tres o cuatro pinazas
mayores nuevas o de una zabra mediana nueva98. Por ello, durante aquellos cinco meses del año,
además de en el litoral vasco-continental, en todos los puertos de la costa de Bizkaia y Gipuzkoa
entre Fuenterrabía y Plencia (dado que parece haber existido poca vocación ballenera en las pobla-
ciones costeras más occidentales de Bizkaia, en torno a la bahía de la desembocadura de la ría de Bil-
bao, como ya lo señaló Ciriquiain Gaiztarro99) la pesca de cetáceos atraía la atención y el esfuerzo de
muchos pescadores-balleneros. En cada puerto había por lo menos alrededor de media docena de
pequeños barcos balleneros –tripulados normalmente por entre seis y ocho hombres que manejaban
los remos y las velas– que antes de 1550 aproximadamente eran llamados sobre todo galeones (y
pinazas) y después de 1550 chalupas (y pinazas)100.

92. Una escritura para contratar a un atalayero en Motrico, para la costera de cetáceos de 1617-1618, habla de «la matança de las dichas
vallenas desde principio de otubre asta fin de ebrero de cada año», mientras que las nuevas ordenanzas de Deva de 1685 sobre «la pesque-
ría de ballenas» de bajura mandaron que cada año se pusiese atalayero desde el primero de noviembre hasta el 15 de marzo. AHPGO, parti-
do de Vergara, 2602, f. 111; AGM, CVP, t. III, doc. 92, f. 190.
93. AGM, CVP, t. III, doc. 92, f. 190; t. 29, doc. 55, no. 57, f. 213.
94. AGM, t. 29, doc. 52, no. 55, f. 208.
95. CAVANILLES, A.: Lequeitio en 1857, Imprenta de J. Martín Alegría, Madrid, 1858, pp. 99-99: datos sobre cetáceos muertos en
Lequeitio en los siglos XVI, XVII y XVII extraídos de los libros de cuentas parroquiales. MADOZ, P. y SAGASTI, L.: Diccionario geográfico-esta-
dístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid, 16 tomos, 1845-50, t. 16, p. 657: datos para Zarauz entre 1637 y 1801.
ERKOREKA GERVASIO, J. I.: Itsas Arrantza, p. 75: datos para Guetaria entre 1575 y 1800; y Análisis histórico-institucional de las cofradías de
mareantes del País Vasco, p. 23. En Guetaria, en los tres cuartos de siglo entre 1728 y 1802, época en que la caza de cetáceos en la costa
vasca estaba casi acabada, se pescaron tan solo 17 ballenas y cabrotes, o sea solamente un cetáceo cada cuatro años aproximadamente. AGM,
CVP, t. III, doc. 110, f. 232.
96. ARChV, pleitos civiles, Moreno (fen.), 58-6.
97. AHPGO, partido de Vergara, 2587, (3) f. 3, 2597, 5-I-1599: subasta en Motrico, en enero de 1586, de una ballena grande en 350
ducados y de una pequeña en 30 ducados y, en enero de 1599, de una ballena grande en 500 ducados y de una pequeña en 36 ducados.
Además, entre diciembre de 1606 y marzo de 1625 se subastaron en dicho puerto por lo menos ocho «ballenas», «ballenas grandes» y una
«ballena cabrote» por precios de 104 hasta 610 ducados. AHPGO, partido de Vergara, legajos 2598, 2599, 2601, 2602, 2604, 2605 y 2612.
98. BARKHAM, M. M.: Shipowning, Shipbuilding and Trans-Atlantic Fishing in Spanish Basque Ports, 1560-1630: a Case Study of Motrico
and Zumaya, p. 28.
99. CIRIQUIAIN-GAIZTARRO, M.: Monografía histórica de la Muy Noble villa y puerto de Portugalete, p. 77.
100. BARKHAM HUXLEY, M.: «Las pequeñas embarcaciones costeras vascas en el siglo XVI: notas de investigación y documentos de archi-
vo sobre el «galeón», la «chalupa» y la «pinaza»».

41
Michael Barkham

La captura de los cetáceos era una labor compleja. Cuando los balleneros veían una ballena, o
eran avisados de su presencia por el atalayero o vigía puesto a propósito en un lugar alto cercano al
puerto y desde donde divisaba bien el mar, éstos emprendían la persecución del mamífero en sus
pequeñas embarcaciones. La costumbre era que la persona (el «primer heridor») o la tripulación que
arponeaba primero al cetáceo tenía el derecho de escoger qué otras embarcaciones le podían ayudar
en la matanza y, por lo tanto, recibir parte de lo procedido de la ballena, como lo indica un docu-
mento notarial, de 1616, acerca de diferencias entre vecinos de Motrico y de Ondárroa sobre la caza
de ballenas: «ninguno puede herir la ballena que otro tuviere herida sin licencia ni consentimiento
del primer heridor, a lo menos hasta que la tal ballena se viere libre y suelta de los heridores». Quizá
éste fuera el caso sobre todo entre balleneros de distintos puertos. Una vez muerto el cetáceo era
remolcado a puerto donde era vendido en almoneda pública al mayor pujador normalmente ante
notario, por lo cual muchas de las actas de venta han sobrevivido en los protocolos vascos101. La for-
ma tradicional de repartir el valor del animal premiaba con «ventajas» a las primeras tripulaciones
que habían participado en la caza además de dar una o más porciones iguales («mareajes» o «sol-
dadas»), que podían ser muy pequeñas, a todos los participantes en el acto102. Después se procedía
a descuartizar el cetáceo, la carne siendo preservada en barricas de salmuera y la grasa fundida en
grandes calderas de cobre para obtener el valioso aceite de ballena, productos que, junto con las bar-
bas103, eran comercializados por el comprador.
Entre las descripciones impresas contemporáneas de la técnica de caza está la del naturalista y
médico francés Rondelet hecha en 1554104, de la que el cirujano y consejero real francés Paré tomó
buena parte de su más conocida descripción publicada por primera vez en 1573, después de una visi-
ta que hizo a Bayona en compañía del Rey105. Pero demos aquí la excelente descripción del cura gui-
puzcoano Isasti quien en 1625/26 escribía:
«el modo de matar las ballenas es con unas armas arrojadizas que llaman arpones y chabalines, que
estando ellas descubiertas sobre el agua llegan los marineros con sus esquifes de cada doce ó quince
hombres106 hasta el puesto de hacer el tiro, y entonces le arroja el arponero aquella arma con soga del-
gada, que llaman arponera atada á ella, y lo resto pegado á un estache, que es una maroma manual lar-
ga, y le vá soltando, porque corre la ballena al fondo con el golpe, y se le da soga sin despedir del esqui-
fe: y vuelve luego sobre el agua á tomar el resuello y tornar á herirle con otro harpon y juntándose otros
esquifes, ayudándose unos a otros acaban de matarla con los chabalines; sino es que con la grande furia
y fortaleza los lleve con sigo en el esquife en grande trecho sin morir, por ser tan grande pescado, que
suele acontecer algunas veces, y cortando los estaches de los arpones perder por aquella vez la ballena y
volver cansados al puerto. Conocese estar muerta cuando se vuelve el vientre para arriba sobre el
agua»107.
Como bien lo señaló el cura, durante la persecución y matanza había momentos de gran peligro
en los cuales los botes podían zozobrar o ser despedazados por el animal, resultando muertos algu-
nos de sus hombres:
«Ha sucedido tambien acercándose a la ballena con el esquife herirla, y peleando con ella, esgrimir con
la cola de tal manera, que con la ferocidad parte el esquife por medio y le echa a fondo con toda su jen-
te: lo cual tambien se ha visto hacer no solamente con el golpe de la cola, pero solo el arrimo y aire de
ella, y levantarlos en el aire y matarlos sin golpe: y asi andan entre ellas con gran peligro».
El que pocos grandes cetáceos se presentáran a la vista de los puertos supuso que las tripulacio-
nes que cada año se organizaban para su caza disponían de mucho tiempo libre, y hay constancia de
que mientras esperaban que alguna presa fuese avistada estas tripulaciones se dedicaban a otros
menesteres, como el «atoaje» o remolque de barcos mayores que entraban y salían de los puertos,

101. Véase la nota 97 para referencias a estas subastas. Entre ellas la de una «ballena madre» arponeada, el 25 de enero de 1617, por
Antonio de Yturribalzaga, uno de los dos alcaldes de Motrico en 1616 y uno de los empresarios marítimos de más relieve de la villa en esas
fechas, en la chalupa de su padre, el «maestre pinacero» Domingo de Yturribalzaga. AHPGO, partido de Vergara, 2602, f. 7. El padre de éste,
Pero Ochoa, también fue «maestre pinacero».
102. Véase, entre otros documentos, la «ordenança» de los mareantes de Ondárroa de febrero de 1610 «sobre el modo de repartir el
dinero que proçedia de las ballenas» y «sobre quantas chalupas havian de tener bentajas en ellas». AHPGO, partido de Azpeitia, 1949, 10-II-
1610. También ERKOREKA GERVASIO, J. I.: Análisis histórico-institucional de las cofradías de mareantes del País Vasco, pp. 311-313.
103. Para referencias a barbas de ballena en Lequeitio en 1511 y en 1617-1618 véanse Archivo Municipal de Lequietio (en adelante AML),
reg. 52, y AHPGO, partido de Azpeitia, 1960, ff. 22-25 v.
104. RONDELET, G.: Libri de Piscibus Marinis, M. Bonhomme, Lyon, 1554.
105. PARE, A.: Des monstres et prodiges, Chez A. Wechel, Paris, 1573.
106. Numerosos documentos del siglo XVI hacen referencia a embarcaciones balleneras tripuladas por entre seis y ocho hombres.
107. ISASTI, L. M. de: Compendio historial de la M. N. y M. L. provincia de Guipúzcoa, pp. 154-55.

42
el transporte costero y ciertos tipos de pesca de bajura, en particular la de sardinas (con redes). Por lo
cual, los balleneros no solo perseguían ballenas después de haber esperado en tierra el aviso de los
atalayeros sino que también cuando hacían otras tareas. Debemos señalar que aunque las costeras
de las ballenas y del besugo coincidían en parte no parece que, como se ha sugerido, en el siglo XVI
los galeones o las chalupas balleneras participaran en la pesca del besugo, que se hacía sobre todo
más mar adentro desde pinazas besugeras algo mayores. No obstante, esta situación había aparen-
temente cambiado en el siglo XVII. Un acuerdo, de octubre de 1690, sobre «la matanza de trompas
y jivartes» (ambos cetáceos) por los vecinos de Guetaria especifica que podía ser que algunas de las
nueve chalupas del puerto que aquella costera iban a salir «a ballenear» participarían al mismo tiem-
po en «la pesqueria del vesugos o mielgas»108.
Son bastantes los documentos que hacen referencia a la caza de ballenas y a la pesca de sardinas
como actividades simultáneas llevadas a cabo por las mismas embarcaciones y tripulaciones. De
hecho, varios testigos en el pleito de 1539 sobre la ballena muerta por pescadores del Pasaje de San
Sebastián y del Pasaje de Fuenterrabía describieron la persecución de ballenas por botes que estaban
ocupados precisamente en «la pesca de la sardina e valenas». Uno de ellos, el conocido Cristóbal de
Aganduru de Orio de sesenta y dos años, afirmó que hacia 1538 tres pequeños galeones de Orio se
hicieron a la mar «para la pesca de la sardina», parando uno de ellos en el cercano puerto de Gueta-
ria. Luego contó como mientras la tripulación de ese galeón estaba «en tierra comyendo, se dio la
grita diziendo a la balena, a la balena», y como al oir la señal la tripulación oriotarra y otras de Gue-
taria salieron tras la ballena109. Otro testigo, Pedro de Çelayeta del Pasaje de Fuenterrabía, dijo que
hacia 1533 «estando algunos galeones asy del dicho lugar del Pasaje de Fuenterrabia como de la
dicha villa de San Sebastian en la pesca de la sardina bieron una balena e todos dieron sobre ella».
Continuó su testimonio diciendo que
«estando un galeon de la dicha villa [de San Sebastián] en la dicha pesca [de sardina] con un solo hon-
bre e con tres o quatro moços, la dicha balena se le fue al branque del dicho galeon e los del la ferieron,
e tenyendo la herida algunos galeones del dicho lugar del Pasaje de Fuenterrabia, donde en uno dellos
yba este testigo [...], fueron a la dicha valena e preguntaron a los del dicho galeon de San Sebastian, que
la dicha balena tenyan ferida, si querian que la feriesen, los quales respondieron que no, e por ello dexa-
ron de ferir este testigo e los otros de los galeones del dicho lugar del Pasaje, e en su vista la dicha bale-
na quebro el estache del arpon, con que le thenyan asida, e se les hundio e se les fue»110.

Çelayeta también describió la caza de una ballena hacia 1528 por varios galeones de los dos
Pasajes y de la villa de San Sebastián que a la vez pescaban sardina, en la que él había participado
dentro del galeón de Anton de Ygueldo, asimismo vecino del Pasaje de Fuenterrabía, que tenía expe-
riencia en la pesca de ballenas en Galicia (sobre esta pesquería véase más abajo). Declaró que
«estando todos en la pesca de la sardina paresçio una balena e todos dieron tras ella; no la pudieron
herir e se les desaparesçio, e contanto se derramaron los dichos galeones e el dicho galeon de Anton de
Ygueldo donde este testigo hera; se pusieron al ancla a tomar paxaros que se dizen patorros que andan
en la mar; pasaron junto a ellos dos pinaças de Sant Juan de Luz cargados de balena en barricas que lle-
bavan del puerto del Pasaje para San Juan de Luz con cada quatro o çinco honbres; e que a la vista des-
te testigo e sus conpaneros paresçio la dicha valena junto a las dichas dos pinaças de San Juan [de Luz]
e la ferieron, y este testigo e sus conpaneros alçando la ancla fueron a ellos a les socorrer, a los quales
conforme a la costunbre y este testigo e sus conpaneros pidieron liçençia para herir la dicha balena».
Después de mucho debate los hombres de las dos pinazas de San Juan de Luz finalmente dieron
permiso para que la tripulación guipuzcoana ayudáse a matar la ballena dado que «las dichas
pinaças heran cargadas e tenyan poca gente [y] no pudieran matar la dicha valena ni la pudieran lle-
bar»111. Estas citas indican igualmente que aunque un galeón, una chalupa o una pinaza que pesca-
ba o que transportaba alguna carga no estuviera del todo tripulada o equipada para matar y remol-
car un cetáceo, podía ser que sus tripulantes intentáran por lo menos arponear y asirse al mamífero
para así recibir parte de su valor en caso de que se matara.

108. AGM, CVP, t. 29, doc. 55, no. 57, f. 213. Una escritura notarial para contratar a un atalayero en Motrico, para la costera de cetá-
ceos de 1616-1617, especifica que «quando entraren [los mareantes] a vesuguear a de yr el talayero a la mar». AHPGO, partido de Vergara,
2601, f. 158.
109. ARChV, pleitos civiles, Moreno (fen.), 58-6.
110. Ibid.
111. Ibid.

43
Michael Barkham

Más confirmación de esta combinación de actividad ballenera y de pesca de sardinas nos la da


una escritura notarial de abril de 1606 por la que Domingo de Yturribalzaga, «maestre pinacero»
vecino de Motrico (y bisabuelo del famoso arquitecto naval Antonio de Gaztañeta e Yturribalzaga),
vendió a un vecino de Deva «una chalupa con su adreço que eran un estache y seis remos y un arpon
con su arponera y tres jabalinas y un arpeo y mas nueve redes de pescar sardina todo ello por çiento
y veinte ducados»112. Otro menester en el que se ocupaban los balleneros era el «atoaje» o remolque
de barcos más grandes. Esto lo indican, por ejemplo, otros dos contratos notariales por los que los
maestres de chalupas de Motrico contrataron a dos atalayeros para servir «con toda vixilançia y cui-
dado» durante las costeras de cetáceos de 1616-1617 y 1617-1618. Según los dos documentos
cada año los mareantes de la villa habían de dar al atalayero por su trabajo, entre otras cosas, «el
atonaje y atonajes que cada onvre ganare durante la tanda [o temporada] de la dicha talayeria en
chalupas asi de [barcos] bertones [sic], françeses y otros navios y pinaças»113. Sobre el remolque
hecho por chalupas balleneras hablan también las ordenanzas nuevas de Deva de 1685 sobre la caza
de cetáceos en el litoral114.
Debido al número de embarcaciones balleneras en los puertos, a la cercanía de éstos, al reducido
número de cetáceos y al sistema de reparto había mucha competencia entre las tripulaciones. Como
resultado, a menudo surgían diferencias y pleitos sobre ballenas arponeadas entre tripulaciones del
mismo lugar pero particularmente entre las de distintas poblaciones contiguas115. En parte a causa de
esta competencia y de sus consequencias negativas, en el litoral vasco la pesca de cetáceos costera
estuvo regulada, como las demás pesquerías de bajura, por ordenanzas de las cofradías de marean-
tes y pescadores116. Sirve de ejemplo de estos conflictos el pleito que surgió a finales de 1539 entre
pescadores de los dos Pasajes sobre una ballena arponeada. Juan Martínez de Çubiaurre del Pasaje
de Fuenterrabía, uno de los muchos testigos del litoral guipuzcoano que dieron testimonio en aquel
pleito, describió otra ocasión en la que varios galeones de ese lugar (en uno de los cuales iba él) salie-
ron tras una ballena que había sido avistada. Pero para cuando la pudieron alcanzar ya se habían afe-
rrado al mamífero nada menos que catorze galeones de San Sebastián, aunque bastaban uno, dos o
tres galeones o chalupas para la tarea117. Mayor número daba lugar a que «se enrredan y embarazan
unos a otros»118.
El contencioso de 1539 también nos aporta un dato curioso de índole social. Otro de los testigos
fue el «clerigo de misa» Don Martín de Liçardi, de treinta y ocho años y del Pasaje de San Sebastián,
que aseguró que él mismo, después de haber visto desde cerca de la atalaya la discutida ballena
muerta ese año, había tomado parte en su caza. En su testimonio declaró que
«este testigo de so de latalaya del dicho lugar vio como dos o tres galeones seguyan a la dicha valena [...]
e vio que del galeon del dicho Anton de Escalante tiraron a la dicha valena e a lo que paresçia le herie-
ron e despues de herida dio çiertas bueltas la dicha valena que a lo que paresçia se descabullia de la pri-
mera ferida e el dicho Nicolas de Rivadesella [en otro galeón] le torno a tirar con su arpon e la ferio e le
tenya asydo con su arpon [...] e que despues dello e tenyendo herida los dichos dos galeones la dicha
valena llegaron a ella otros galeones de los dichos dos lugares de Pasajes e aun este testigo se metio en
otro galeon e fue a socorrer a matar la dicha valena».
Continuando su declaración el cura dijo que por fin se había podido acabar con la vida de la balle-
na y que la habían remolcado hasta el Pasaje de Fuenterrabía. Allí «la encallaron e cada uno [de los

112. AHPGO, partido de Vergara, 2607, (1606) f. 14. Véase la nota 101. Un acuerdo entre maestres de chalupas de Orio, de enero de
1616, habla de las ganancias obtenidas «en la matanza de ballenas y marluças [con redes]» y «en la matanza de sardina». Partido de San
Sebastián, 1828, f. 3 v.
113. AHPGO, partido de Vergara, 2601, f. 158; 2602, f. 111. Sobre el trabajo de estos atalayeros véase asimismo ERKOREKA GERVASIO,
J. I.: Análisis histórico-institucional de las cofradías de mareantes del País Vasco, pp. 220-223.
114. AGM, CVP, t. III, doc. 92, f. 190.
115. Entre otros, pueden verse los siguientes pleitos o disputas. Entre vecinos de Motrico y Deva, en la década de 1590, «sobre el matar
de dos ballenas» y en noviembe de 1605 sobre «un pescado ballena» que habían matado. AHPGO, partido de Vergara, 2589, (4), f. 11 v.;
2598, f. 96. Entre vecinos de Motrico y Ondárroa, en febrero de 1610, sobre una ballena y su cría y en 1616, año en que llegaron a un acuer-
do que debía durar «por todo el tiempo del mundo para siempre jamás». Partido de Vergara, 2599, f. 15; 2620, ff. 150 y 157. Entre vecinos
de Fuenterrabía y Hendaya, en marzo de 1688, sobre dos ballenas muertas en sus aguas. AGM, CVP, t. 29, doc. 53, no. 56, f. 209. Asimismo
puede verse ERKOREKA GERVASIO, J. I.: Análisis histórico-institucional de las cofradías de mareantes del País Vasco, pp. 389-391.
116. Véanse, por ejemplo, las doce ordenanzas acerca de la caza costera de cetáceos dadas en 1550 por la cofradía de Lequeitio.
Publicadas en UGARTECHEA Y SALINAS, J. M.: «La pesca tradicional en Lequeitio», pp. 135-136. También la «Ordenança de la forma de la
contribuçion de las ballenas de Ondarroa entre los mareantes della» del 10 de febrero de 1610 y las nuevas ordenanzas de Deva de 1685.
AHPGO, partido de Azpeitia, 1949; AGM, CVP, t. III, doc. 92, f. 190.
117. ARChV, pleitos civiles, Moreno (fen.), 58-6.
118. 118. Carta de Marcos de Echeverria (San Telmo, Gipuzkoa, 30 de enero de 1623) que decía que esa mañana 18 chalupas salieron a
perseguir una ballena y su cría en aguas de Fuenterrabía-San Sebastián, diez de las cuales se asieron a la madre, mientras señalaba que en esas
fechas «en Tierranova matan la ballena entre dos chalupas». AGM, CVP, t. 29, doc. 27, no. 29, f. 145, copiado del original en Archivo
Municipal de Fuenterrabía (en adelante AMF), sección E, negociado 6, serie III, libro 2, exp. no. 2.

44
arponeros] recogio sus arpones e aparejos donde vio este testigo que el arpon del dicho Nicolas de
Rivadesella estava metido en el cogote de la dicha valena çerca de una braçada que fasta la dicha
balena se despedaço no se le pudieron sacar»119.
A veces, y quizá esto fuera más frecuente en el siglo XVII cuando fueron escaseando cada vez más
los cetáceos, en algunos puertos vascos la tradicional caza por los balleneros y las embarcaciones
locales era sustituida por el arrendamiento en exclusivo, durante una o más costeras, de la caza de
cetáceos en aguas del puerto a una «compañía» o pequeño grupo de balleneros del propio lugar o
de otro puerto. Por ejemplo, Miguel de Ariztondo de Deva, y tres socios balleneros de Guetaria y
Zarauz, formaron «compañia» con Yñigo Martínez de Licona de Lequeitio para la costera de cetáce-
os de 1616-1617 en ese puerto, «donde como maestre y capitan del dicho armazon [y compañía]
asistio con gente y chalupas el dicho Miguel de Ariztondo y mató algunas ballenas». Para ello arren-
daron, por la suma de 1.238 reales (o 112,55 ducados), los derechos de «matança de ballenas» en
Lequeitio, donde alquilaron una casa y Ariztondo se instaló con sus «compañeros» para la tempora-
da120.

2.2. La pesca de altura en aguas europeas: Irlanda, Inglaterra y el Cantábrico central


y occidental

Organización y financiación

Además de pescar y cazar cetáceos en su propia costa, los marineros-pescadores de Bizkaia y


Gipuzkoa a la vez participaban extensamente en la más desarrollada o avanzada pesca de altura o a
larga distancia en aguas europeas, llevando a cabo tres pesquerías de este tipo, todas ellas habiendo
empezado en la Edad Media. «La pesca de Irlanda» –como se le denomina a este importante ramo
en la documentación121– sobre todo para merluza, congrio y arenque aunque también para sardinas,
variedades de pescados que formaban el recurso más importante de Irlanda durante el siglo XVI122.
Una también muy activa caza de cetáceos en las costas de Cantabria, Asturias y sobre todo de Gali-
cia (costas que de aquí en adelante, para mayor facilidad, denominaremos el Cantábrico central y
occidental) en la que tomaron parte igualmente pescadores y barcos del País Vasco continental123.
Ésta fue la única pesquería de ballenas llevada a cabo por los vascos fuera de sus aguas antes del
siglo XVI; a pesar de lo que han escrito varios autores, hasta hoy no se ha hallado ningún indicio
documental ni arqueológico de que cazaran ballenas en otras aguas de Europa (Islandia, Escocia,
etc.) en siglos previos. Y participaban, en menor medida, en la pesca en aguas del suroeste de Ingla-
terra, a lo largo de Devon y Cornwall, sobre todo en la importante pesquería de sardinas (pilchards).
Cabe destacar que sus expediciones pesqueras a Irlanda y al suroeste de Inglaterra y sus expedi-
ciones balleneras al Cantábrico central y occidental eran muy distintas a las cortas salidas que se
hacían en la pesca de litoral. En primer lugar, no eran viajes organizados y reglamentados por las
cofradías de mareantes y pescadores sino viajes comerciales organizados y financiados por empre-
sarios o armadores, normalmente dos o más para cada viaje. Estas expediciones a larga distancia
diferían además en otros aspectos importantes. Eran de mayor envergadura –en tanto que se hací-
an en barcos mayores, que las tripulaciones eran más grandes y que se necesitaban más materiales
y provisiones–, requerían por lo tanto mayores capitales, su organización era más compleja y dura-
ban mucho más tiempo, ya que algunas tripulaciones permanecían fuera de casa durante cinco o
seis meses. Como tales, estos viajes pesqueros y balleneros a Irlanda, Inglaterra y al Cantábrico cen-

119. ARChV, pleitos civiles, Moreno (fen.), 58-6.


120. AHPGO, partido de Azpeitia, 1960, ff. 22-25 v. y f. 34 (documento fechado el 14 de octubre de 1617). Estoy preparando la trans-
cripción de estos interesantes documentos para su publicación.
121. Las ordenanzas de 1353 de la cofradía de pescadores de Bermeo indican que ya para entonces marineros de aquel puerto pescaban
en aguas de Irlanda. Las ordenanzas están publicadas en LABAYRU Y GOICOECHEA, E. J. de: Historia General del Señorío de Bizcaya, Andrés
P.-Cardenal, Bilbao, 6 tomos, 1895-1903; edición facsímile, Editorial «La Gran Enciclopedia Vasca», 1967-71, t. 2, pp. 820-40.
122. LONGFIELD, A. K.: Anglo-Irish Trade in the Sixteenth Century, G. Routledge and Sons, London, 1929, pp. 41-57, hace referencia a
la importancia de las exportaciones de pescado de Irlanda en ese siglo.
123. Sobre esta presencia vasca-continental sobre todo en Galicia durante la primera mitad del siglo XVI podrá verse BARKHAM HUXLEY,
M.: «La última fase de la actividad ballenera vasca en el Cantábrico (Costa Vasca, Cantabria, Asturias y Galicia) en relación con el desarrollo de
sus pesquerías de ballenas de altura en el Atlántico Norte, h. 1500-h. 1750» (pendiente de publicación). Véase también CANOURA QUINTA-
NA, A.: La pesca de la ballena en Galicia; economía ballenera del Antiguo Régimen, pp. 40-41.

45
Michael Barkham

tral y occidentales fueron precursores de sus expediciones bacaladeras y balleneras transatlánticas a


Terra Nova.
Armadores, navieros y marineros-pescadores vascos se interesaron en estas empresas de altura
porque, por lo general, daban buenas ganancias a todos los participantes, al parecer mejores que las
ganancias obtenidas en las pesquerías de bajura (incluída la de cetáceos) que, de todas maneras,
estaban dominadas por las cofradías. Esto se debió a que había importantes recursos pesqueros
accesibles en aquellas aguas del noroeste de Europa (particularmente de merluza, congrio, arenque
y sardina que se conservaban bien y tenían aceptación) y suficientes cetáceos cerca del litoral en el
Cantábrico central y occidental (puede que más que en la costa vasca), que los vascos tenían acceso
a puertos y costas cercanos donde podían establecer bases y hacer labores de procesamiento, y que
en la costa vasca, así como en otras partes, había una mayor demanda de esas especies de pescado
y de productos derivados de los cetáceos que la que podían abastecer las pesquerías de bajura.
Es necesario resaltar que un factor clave que permitió a los vascos llevar a cabo una pesquería de
cetáceos en Cantabria, Asturias y Galicia fue que, en general, los pescadores de aquellas costas no
empezaron a cazar cetáceos, de forma sistemática y bien organizada, hasta bien entrado el siglo XVI,
cuando los habitantes de algunos puertos comenzaron a hacerlo, habiendo aprendido las técnicas de
los balleneros vascos que acudían a sus tierras124. En parte como consecuencia de ello, las autorida-
des locales (municipales u otras) dieron a los balleneros vascos el acceso a los puertos y orillas de mar
que les eran imprescindibles, para poder realizar su tradicional pesca de cetáceos costera y el despie-
ce de estos mamíferos; acceso que, normalmente, una «compañía» de balleneros obtenía por medio
del arrendamiento en exclusiva, durante una o más costeras, de un puerto para este fin, lo cual no
era usualmente posible en su propia costa125. Ciriquiain Gaiztarro apuntó erróneamente que «Es
indudable que este arrendamiento se referiría a la pesca en general, no solo a la de la ballena»126.
La mayoría de los armadores eran inversores de pequeña y mediana escala, como marinos, pes-
cadores-balleneros y navieros –ocupaciones que, cómo no, podían ser ejercidas por una misma per-
sona–, que se asociaban para la duración de una expedición, pero algunos eran acaudalados merca-
deres. Sin embargo, por lo general los intereses de éstos radicaban fuera de este ámbito, en las
industrias siderúrgica y naviera, el comercio a gran escala y las pesquerías de Terra Nova, aunque sí
realizaban préstamos a los armadores de estas pesquerías europeas. Para organizar un viaje, estos
socios armadores fletaban un barco pequeño o mediano (por lo general de porte de hasta 150 tone-
ladas), se ocupaban de suministrar «la armazón»: las provisiones y el material pesquero o para la
caza de cetáceos (incluyendo sal, barricas y las embarcaciones de pesca o balleneras que normal-
mente eran llevadas a bordo de los barcos mayores), y contrataban a la mayoría o a todos los tripu-
lantes (algunos de los cuales a menudo traían sus propias embarcaciones); el capitán, que regía el
aspecto pesquero o ballenero de la expedición, era uno de los armadores o un marino contratado
por ellos. En el caso de los viajes balleneros a puertos de Cantabria y Asturias (más cercanos que los
de Galicia) los balleneros frecuentemente se desplazaban allí en sus propias chalupas, a menudo
acompañados por una embarcación algo mayor, como una pinaza o zabra, que les prestaba apoyo
logístico. En noviembre de 1605, por ejemplo, el capitán Domingo de Bilbao la Vieja y Lasao, «señor
de la torre de Lasao» y vecino de Motrico, equipó y fue con una chalupa, junto con otras dos, «al
puerto de Quexo», en la provincia de Santander, donde habían «de estar en conpania» haciendo la
«pesca de ballenas»127. Los barcos más grandes que estas chalupas eran alquilados por medio de car-
tas de fletamiento en las que las responsabilidades u obligaciones de las dos partes quedaban esta-
blecidas ante notario. Mientras los armadores se comprometían a aportar lo antes mencionado, los
navieros se comprometían a entregar su barco listo para navegar (normalmente con cierta cantidad
de armas y munición), solían sufragar el coste de una pequeña parte del material pesquero o para la
caza de cetáceos y ponían por lo menos un tripulante, el maestre, que era uno de los propietarios o
un delegado y, además, el responsable de la nave. Al terminar el viaje, los propietarios recibían una
suma en metálico o, más comúnmente, una parte de la pesca por el alquiler.

124. Según E. FERREIRA PRIEGUE, Galicia en el comercio marítimo medieval, Universidad de Santiago, Fundación «Pedro Barrie de la
Maza», Santiago, 1988), p. 137, no hay indicios de que los gallegos pescaran cetáceos en la Edad Media. Véase también CANOURA QUIN-
TANA, A.: La pesca de la ballena en Galicia; economía ballenera del Antiguo Régimen, pp. 4-5, 9-11.
125. De estos arrendamientos escritos queda constancia en los archivos. Ibid., pp. 33-34 y HUXLEY [BARKHAM], S.: «Los vascos y las pes-
querías transatlánticas, 1517-1713», pp. 37-38: arrendamiento del puerto asturiano de Lastres, en 1599, por dos años en nombre de Pedro
de Echaniz, vecino de Orio.
126. CIRIQUIAIN GAIZTARRO, M.: Los vascos en la pesca de la ballena, p. 165.
127. AHPGO, partido de Vergara, 2618, f. 133. Sobre las actividades económicas de este marino véase BARKHAM, M. M.: Shipowning,
Shipbuilding and Trans-Atlantic Fishing in Spanish Basque Ports, 1560-1630: a Case Study of Motrico and Zumaya, pp. 212, 215 y 242.

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Un ejemplo de la participación de ricos miembros de la comunidad mercantil en tales viajes es el
del mercader genovés, Gregorio de Turbi, residente en San Juan de Luz, quien en 1510 fletó y armó,
junto con un socio de San Sebastián (Juanot de Larrandabuno), no solo uno sino dos barcos propie-
dad de Martín de Yriburu de esa misma localidad de Labourd «para la pesca de Yrlanda deste pre-
sente año». El 22 de Mayo los dos barcos estaban amarrados en el puerto del Pasaje listos «para se
partir con el primer buen tiempo que Dios les diere»128. Aquel mismo día los socios firmaron un con-
trato declarando que el genovés había invertido 1.556,73 francos (de quince chanfones cada uno) y
Larrandabuno 147 ducados viejos (más once chanfones), y por el documento acordaron que «la
ganançia e perdida de toda la dicha armazón [...] sea común, a medias de anvos a dos, a risgo e ven-
tura de los dichos Gregorio e Juanot». A pesar de la claridad del acuerdo su asociación terminó en
litigación. Habiendo vuelto los barcos de Irlanda, Larrandabuno le puso pleito a Turbi en Gipuzkoa
alegando que éste se había ausentado sin cumplir el contrato. Larrandabuno quería que se le pagá-
ra el dinero que, según él, le debía el genovés con el pescado (mayoritariamente congrio, merluza y
arenque) que le había sido embargado a éste en «cabañas [...] en los arenales de la dicha villa de San
Sebastián».
De los viajes mucho más comunes, aquellos organizados y financiados por dos o más socios
armadores de pequeña y mediana escala, se podrían dar numerosos ejemplos, entre ellos el viaje en
1530 de la carabela Trinidad, propiedad de Juan Ochoa de Berriatúa de Motrico, para «la pesca de
Irlanda». En este caso el viaje fue casi una forma de empresa cooperativa dado que lo organizaron
dos armadores-pescadores de Motrico en comunidad con, o con el apoyo de los propios marineros-
pescadores. «A ruego» de seis de los «maestres de pinazas» del puerto, los dos empresarios, Juan de
Meçeheta y Juan de la Plaça, acordaron fletar la Trinidad para esa pesquería, suministrando nueve
pinazas (o quizá solo seis) con sus tripulaciones y cargando el barco con «todas las bituallas neçesa-
rias de pan e vyno e sydra e armazon e aparejos para hazer la dicha pesca». El 16 de junio, en el hos-
pital de la villa, se firmó un acuerdo entre Meçeheta y de la Plaça y los seis maestres pinaceros
(actuando por cuenta propia y por los «conpañeros y marineros» de sus pinazas) en el que se esta-
blecían las condiciones del viaje129. Los maestres pinaceros eligieron a Meçeheta y de la Plaça como
«sus guardas e capitanes segund costumbre de la pesca» y les dieron poder para concluir la carta de
fletamiento con el dueño de la Trinidad y para obligarles a «conplir, pagar e poner cada uno de ellos
por sy e su gente de cada pinaça toda la vitualla e aparejos que para la dicha pesca a cada uno le
conbenyere [e fornesçer a su costa]». Los maestres pinaceros también otorgaron poder a los capita-
nes para tomar dinero prestado en sus nombres para comprar las vituallas y los aparejos de pesca, así
como para «mandar [sobre ellos] a diestro e a syniestro» durante toda la campaña para obtener el
mejor resultado en la pesca. Los capitanes podían entrar en cualquier puerto irlandés que quisieran
«consultando con ellos o no lo consultando», según la costumbre, y si los pescadores no cumplían su
parte del contrato perdían sus «mareajes» o porciones de la pesca. Una condición final era que nadie
podía llevar o traer mercancía en la carabela, salvo si todos estaban de acuerdo y cada persona reci-
bía su parte respectiva.
En lo que se refiere a viajes balleneros de este tipo, está aquel organizado, en septiembre de
1527, por seis marinos de Orio, incluyendo el alcalde, Cristóbal de Aganduru, para la pesca de cetá-
ceos en «Barias o Vibero o San Cibrian o a otro qualquier puerto del reyno de Galizia o de Astu-
rias»130. En 1533, Martín Sánchez de Laborda, de Fuenterrabía, fue el «capitán armador» u organi-
zador de otra expedición a Galicia, en su propia carabela La Magdalena. El seis de agosto, por medio
de una escritura notarial, contrató a tres «maestres de galeones», o maestres-dueños de sus embar-
caciones balleneras, del cercano pueblo vasco-continental de Urtubie, cada uno de los cuales se com-
prometió a traer su galeón con un total de «diez personas grandes e pequeños». Laborda pagaría a
los balleneros, que le servirían hasta finales de diciembre, lo siguiente «de alquill [alquiler] e soldada
por el dicho servicio»: a cada marinero una «soldada» de siete ducados y medio, a cada grumete cin-
co ducados y «a cada un paje medya soldada». Cada maestre de galeón recibiría una soldada de más

128. ARChV, pleitos civiles, Quevedo (dep.), 228-2; Reales Ejecutorias, 268-45. Los dos barcos eran la Catalina, maestre Juanes de
Sorravindo, y la María, maestre Guichet de Rançu.
129. AHPGO, partido de Vergara, 2560, 16-VI-1530. No está claro cuántas pinazas se llevaron; en el documento se tachó la palabra «seis»
y se añadió la palabra «nueve». Una de las pinazas había de ser traída de vuelta a la costa vasca «en la dicha nao». Los seis maestres pinace-
ros eran Martín González de Meçeta, Domingo del Puerto, Pascual de Gamboa, Santiago de Urquiçu, Tomas de Aranaga y Martín de Alday.
Todos menos este útlimo podían firmar sus nombres.
130. AHPGO, partido de Azpeitia, 2989, 13-IX-1527. Documento publicado en HUXLEY [BARKHAM], S.: «Los vascos y las pesquerías tran-
satlánticas, 1517-1713», p. 38.

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Michael Barkham

por su embarcación131. Ese documento no menciona lo que iba a proveer el capitán armador pero, en
1544, Joanes de Çaldivar, de San Sebastián, fletó la Catalina de dos otros donostiarras, Sebastián de
Sansust y Domingo de Aguinaga, para la caza de cetáceos en Burela, Galicia, y había de cargar a
bordo de la nao: «gente [...], provisyones, mantenimientos, sal, varricas, hunames, arpueros, calde-
ras, arpones e todo lo demas que fuere menester para la dicha pesca quanto seys chalupas del pes-
car ovieren menester». Dado que Burela era puerto poco seguro, la Catalina iba a pasar la tempora-
da amarrada en «Barias [a 30 kilómetros al oeste], Bibero o Ribadeo [30 kilómetros al este]», pero
cuando fue llevada a este último puerto, mientras Çaldivar y otros estaban en tierra para «pedir
liçençia al mayordomo del conde de Ribadeo» («por ser el dicho puerto de señorío») para poder
dejar el barco «ynvernar en çinco meses poco mas o menos», la nao tocó fondo y se perdió132.
En esas fechas otros armadores de pequeña o mediana escala fueron Miguel de Hoa, de Orio, y
Domingo de Albiztur, de San Sebastián, socios en un viaje a Cayón en 1540-41, Juan de Bidao y
Francisco de Yllareta, también de San Sebastián, socios aquel año en una expedición a la zona de
Vivero133, Don Francisco de Olaso, clérigo de Zarauz, quien en 1541-42 participó él mismo en una
empresa ballenera a «Barias»134, Lorenzo de Durango, de Fuenterrabía, que también estuvo en Gali-
cia en 1540-41 y específicamente en Malpica y Bares en 1542-43, 1543-44 y 1545-46135, y Martín de
Hernando, de San Sebastián, quien en 1545 declaró, a la edad de treinta y tres años, que en los 17
o 18 años precedentes había ido a Galicia a la caza de cetáceos «en nueve o diez años», algunas
veces como maestre de barcos de su padre, Pedro de Hernando, «y como parte de su compañía»136.
Parte de la actividad ballenera vasca en el Cantábrico central y occidental estuvo de hecho orga-
nizada por vecinos de esas costas, que contrataban a pescadores-balleneros vascos para que fueran
a cazar cetáceos, durante una o más temporadas, a puertos donde habían obtenido el permiso nece-
sario, o que se asociaban con armadores-balleneros vascos para dicha pesquería. Por ejemplo, el pri-
mero de octubre de 1551, en Zumaya, Mateo de Hebia, vecino del asturiano puerto de Avilés, firmó
un acuerdo con dos guipuzcoanos, Domingo de Lesaca de Zumaya y Joanes de Arbiçu de Guetaria,
para la costera de cetáceos de 1551-52 en el puerto de Luanco, también en Asturias. Por el contrato
Hebia, al que se le denomina «capitán» de la expedición, fletó para dicha temporada la pinaza San
Pedro, propiedad de Lesaca, y éste se obligó «de poner los marineros de la dicha pinaça para la nabe-
gar a costa del dicho Mateo [de Hebia]». Igualmente Lesaca se obligó, junto con su socio Arbiçu, «de
llevar para la dicha pesca de vallenas dos chalupas bien aparejadas de velas e remos e con cada ocho
onbres sufiçientes para la dicha pesca, podiendo lo aver, y el talayero que son diez e syete onbres, y
mas aya de llevar dos moços [...] y ellos se obligaron asy mesmo de probeer de harponeros segun
costunbre de pesqueria de vallenas y como suelen llevar los arponeros que suelen yr a Luanco y Can-
das a semejante pesqueria». Está claro que los guipuzcoanos fueron los principales balleneros de la
expedición pero también que iban a ser ayudados por otros siete hombres, aproximadamente, «que
en la dicha Luanco demas de los suso dichos [guipuzcoanos] aya de tomar [...] el dicho capitan
[Hebia] para la dicha pesca», asturianos que evidentemente iban aprendiendo el complejo oficio. Asi-
mismo Hebia se comprometió a poner una tercera chalupa y a dar para repartir entre el conjunto de
los balleneros, como era normal, «la terçia parte de toda la dicha pesca de vallenas y sayns», que-
dándose él mismo como organizador del viaje con las otras dos terceras partes. Por el flete o alquiler
de su pinaza Lesaca recibiría del asturiano «la novena parte de toda la pesca que hisyere asy de valle-
nas como de saynes» «desdel dia de oy hasta el dia de San Sebastian [el 20 de enero]», después del
cual partiría de Luanco con toda la pesca que hubiere «para esta costa de guypuscoa a los puertos de
Guetaria o San Sebastian o a qualquier dellos», donde fuera consignado por Hebia137.

131. AMF, sección E, negociado 6, serie III, libro 2, exp. no. 2. Documento citado también en CIRIQUIAIN GAIZTARRO, M.: Los vascos en la
pesca de la ballena, pp. 168-71, donde hay un par de errores. Según el documento los tres maestres (y no solo dos) eran de Urtubie: Juan Miguel
(y no Martínez) de Arribillaga, Juanes de Oyarçábal y Juanes de Ybayeta. El autor también transcribió «marinero» como maestre pinacero.
132. ARChV, pleitos civiles, Quevedo (fen.), 1136-2.
133. ARChV, pleitos civiles, Masas (olv.), 1980-12; Taboada (olv.), leg. 174.
134. Archivo General de Gipuzkoa (en adelante AGG), CO, MCi, 77.
135. AHPGO, partido de San Sebastián, 310, f. 75. La carta de fletamiento de 1542 (AHPGO, partido de San Sebastián, 332, f. 4) ha sido
publicada en HUXLEY [BARKHAM], S.: «Los vascos y las pesquerías transatlánticas, 1517-1713», p. 39. ARChV, pleitos civiles, Lapuerta (fen.),
1263-5. En 1545 fue capitán armador de la Catalina para Malpica. AHPGO, San Sebastián, 315, f. 65.
136. ARChV, pleitos civiles, Quevedo (fen.), 1136-2. En el pleito que surgió a finales de 1539 entre pescadores de los dos Pasajes sobre
una ballena arponeada, un «maestre de galeón» del Pasaje de Fuenterrabía dijo que hacia 1533 estuvo en la caza de cetáceos en el puerto
gallego de San Ciprián, como capitán de la carabela de Pedro de Hernando. ARChV, pleitos civiles, Moreno (fen.), 58-6.
137. AHPGO, partido de Azpeitia, 3297, f. 19. Existen documentos parecidos para fechas posteriores en el siglo. Por ejemplo, un poder
dado en Gijón, el 7 de agosto de 1571, por cinco vecinos de la villa, quizá pescadores ellos mismos, a dos vecinos de Gijón y Candás para con-
tratar en Gipuzkoa «asta catorçe o diez y seys onbres para andar a la pesca de las ballenas en esta villa de Gijón los quatro años benideros»
(el contrato se firmó en Orio el 22 de octubre de 1571), y un contrato similar, de 1575, para el puerto asturiano de Lastres (véase más abajo).
AHPGO, partido de San Sebastián, 1796, ff. 39-40 v.; 1801, ff. 68-69.

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En esa misma década, un mercader y notario de La Coruña, Sancho de Somorrostro, se asoció,
de una forma u otra, con balleneros guipuzcoanos para la caza de cetáceos en las cercanías de aque-
lla ciudad portuaria gallega. El primero de septiembre de 1550, Bartolomé de Lerchundi y Domingo
de Hecheeta de Zarauz, «por si y en nombre de sus consortes», Jorge de Goyabide notario guipuz-
coano y el coruñes Somorrostro respectivamente, fletaron la nao San Nicolás, de Juan de Aguirre de
Orio, que luego equiparon y tripularon «para el biaje de la pesca de las ballenas» a Malpica y Cayón,
puertos pequeños y poco protegidos a una treintena de kilómetros al oeste de La Coruña. Como era
usual cuando el puerto ballenero era poco seguro para barcos mayores, la San Nicolás se quedaría
en La Coruña hasta concluir la costera, a finales de febrero, cuando regresaría a la costa vasca con
«toda la cargazón de ballenas y saynes»138. En los siguientes años de 1553, 1554, 1555 y 1556,
Somorrostro tuvo «çierto contrato», redactado ante el notario coruñes Juan Cortes, con dos otros
balleneros de Zarauz, maestre Blasio de Arbeztayn y Juan Pérez de Yçeta, para «benir a la pesca y
mata de ballenas» a los mismos puertos de Malpica y Cayón que habían arrendado para dicho pro-
pósito139. Por lo visto el acuerdo les dejaba a los dos balleneros la tarea de fletar, avituallar y tripular
un barco en Gipuzkoa para cada temporada, ya que el 28 de julio de 1553 fletaron la nao Santa
María, de Usurbil, específicamente para la pesquería en Malpica y Cayón, la cual equiparon con nada
menos que «diez chalupas y la gente y marineros para semejante armazon» y caza en los dos puer-
tos140. Arbeztayn e Yçeta, y sus compañeros balleneros, cumplieron con el contrato para las coste-
ras de 1553-54 y 1554-55, pero después surgió alguna diferencia porque, el 29 de septiembre de
1555, Somorrostro otorgó un poder en la Coruña a Juan de Ribas, de San Sebastián, para que fuera
a Zarauz a hacer «çiertos requerimientos y testimonios contra» los dos balleneros, para que cum-
plieran con lo acordado y fueran a Galicia para esa costera de 1555-56, que iba a comenzar, y para
la de 1556-57141.
Para financiar estos viajes pesqueros y balleneros europeos y cumplir con sus obligaciones, tanto
armadores como propietarios de naves tenían que recurrir a tomar dinero prestado, préstamos que
podían obtener en sus propios puertos y en otros (incluyendo San Sebastián y Bilbao) y de mercade-
res y otros vecinos de «lugares» y villas del hinterland vasco, sin olvidar por supuesto Vitoria. Por
ejemplo, por un contrato notarial firmado «en el dicho lugar del Pasaje de San Sebastián» el 3 de
agosto de 1506, Amador de Cutillos, vecino del dicho lugar y maestre de la carabela Magdalena,
reconoció que dos vecinos de Ondárroa, Juan Ramos de Muguruza (presente a la firma del contrato)
y Lope Ibañez de la Rentería, habían dado la importante suma de 100 ducados a su socio Martín Çuri
de Zubieta, vecino de Rentería, para fletar «para la pesca de Yrlanda» la carabela Magdalena (que
era de Cutillos y de Pascual de Fayete). En un pleito que surgió a raíz del viaje los dos hombres de
Ondárroa son descritos como «personas que suelen e acostunbran dar dineros emprestados» a otras
personas a interés, en este caso a un interés del treinta y seis por ciento, cifra muy alta pero común
en aquellas fechas para ese tipo de préstamo marítimo. Por lo visto el prestamista Rentería dio otros
183 ducados y 270 maravedís a Zubieta, en sidra y hierro además de a contado, para financiar aque-
lla expedición pesquera142. Por ese mismo año y también para la pesquería de Irlanda, Zubieta y dos
socios, asimismo de Rentería, recibieron un préstamo de 64 ducados de Pedro de Garicano, vecino
de Legorreta143.

Destinos y temporadas

Los barcos vasco-peninsulares con destino a «la pesca de Irlanda», a la que también iban otras
naves del Cantábrico español así como ciertas naves inglesas, francesas y portuguesas, zarpaban
durante el verano y normalmente no volvían hasta noviembre y aún más tarde, lo cual significaba

138. Aquel año de 1550 también fue a aquella pesquería la pequeña nao María de San Vicente, propiedad de Martín de Aganduru y
Domingo de Aguirre de Orio, fletado por Juan de Yçeta de Zarauz. AHPGO, partido de San Sebastián, 1779, f. 208 y f. 218.
139. AHPGO, partido de San Sebastián, 1781, ff. 229 r.-230 v. Para una mención separada de las actividades balleneras de Arbeztayn en
Malpica en 1554-55 véase Partido de Azpeitia, 1891, f. 210.
140. AHPGO, partido de San Sebastián, 1780, f. 240.
141. AHPGO, partido de San Sebastián, 1781, ff. 229 r.-230 v. Dos de los testigos a la presentación del requerimiento, hecho en Zarauz
el 11 de octubre, fueron Jorge de Goyabide y Domingo de Hecheeta, socios de Somorrostro en 1550. Sobre la presencia de los balleneros Juan
Pérez de Yçeta, Domingo de Hecheeta y otros en Galicia, en 1559, véase ARChV, pleitos civiles, Quevedo (fen.), 1435-3.
142. ARChV, pleitos civiles, Quevedo (fen.), 806-3; Reales Ejecutorias, 243-12.
143. ARChV, pleitos civiles, Quevedo (fen.), 1423-9; Reales Ejecutorias, 235-49.

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Michael Barkham

una larga estancia lejos de casa, durante la cual los marineros-pescadores se relacionaron con los
irlandeses. En un pleito sobre el viaje pesquero de la Bárbara de San Sebastián a la costa de Irlanda,
en 1506, algunos testigos afirmaron que por lo general los barcos que iban a esa pesquería salían de
San Sebastián en junio o julio y que regresaban en septiembre o para el día de Todos los Santos (el
primero de noviembre) a lo más tardar144. Pero en otro pleito vasco-peninsular de esas fechas los tes-
tigos declararon que la temporada de pesca en Irlanda era normalmente entre Agosto y Navidad145,
mientras que en septiembre de 1534 no se esperaba la vuelta de quince barcos guipuzcoanos que
pescaban en Irlanda hasta «mediado el mes de nobyenbre algunos [días] mas o menos»146.
Los documentos demuestran que entonces los pescadores vizcaínos y guipuzcoanos frecuenta-
ban el suroeste y oeste de la isla para pescar, principalmente en dos zonas: la costa suroeste desde
Baltimore hasta la isla de Valencia, cien kilómetros al noroeste, y la costa de «Calabeq», hoy día Killy-
begs, en la bahía de Donegal, casi cuatrocientos kilómetros más al norte. Según el maestre de la Bár-
bara de San Sebastián, Juan López de Aguirre, cuando zarpó para Irlanda en 1506 –y tras toparse en
el camino con un barco de Rentería que iba a la misma pesquería– fue primero al «puerto de Arrisy-
min» o de «Reschin» en el suroeste, donde permaneció cuarenta días, pero halló «muy poca cosa»
de pesca. Por esa razón, a finales de agosto, llevó la nao a «Calaber» o a la «isla de Calabeq», don-
de él y su tripulación pescaron junto «con otras ocho naos desta costa [de Gipuzkoa y Bizkaia]».
Desafortunadamente, si el testimonio del maestre es correcto, la Bárbara y otros barcos de la costa se
fueron a pique cuando se preparaban para volver a España, aunque el maestre y sus marineros
pudieron salvarse «en [sus] jubones»147. Otro de los barcos que fueron a dicha pesquería aquel vera-
no fue la carabela Magdalena que salió del puerto del Pasaje rumbo a «los puertos de Milber y Ote-
lin»148.
El pescado que se cogía en aguas de Irlanda se salaba allí pero por lo menos la merluza podía ser
secada tanto en aquella isla como en la costa vasca, como lo indica una escritura de obligación fir-
mada en San Sebastián el 20 de mayo de 1506. Como pago de un préstamo de 80 ducados para un
viaje a Irlanda dado por Juan Pérez de Ydiacaiz, mercader de Cestona, el maestre de la Bárbara de
San Sebastián, Aguirre, se obligó a entregar al mercader a su regreso «20 cargas de marluça çeçial de
Yrlanda, la mitad secada en Yrlanda e la otra mitad secada en esta tierra» (cargas que contenían 14
docenas de pescado)149. Esta merluza cecial irlandesa, y no el bacalao como ha sido afirmado por
algunos autores, era conocida también en la costa vasca simplemente por el nombre de «pescado»
o «pescada», como consta en los libros de cuentas parroquiales de Lequeitio que registran los barcos
de ese puerto que iban a aquella pesquería150. El mismo Isasti, a principios del siglo XVII, describió a
la merluza como «merluza o pescado» añadiendo que era un pescado «de buen mantenimiento» o
conservación151.
En estas expediciones pesqueras y en otras puramente mercantiles los vizcaínos y guipuzcoanos
también comerciaban en puertos de Irlanda, exportando hierro vasco y otras mercaderías y volvien-
do, además de con pescado, sobre todo con cueros y pellejos, que juntos formaban el segundo pro-
ducto de exportación más importante de Irlanda durante el siglo XVI152. Estos viajes comerciales, al
igual que los de pesca, están bien documentados en los archivos. Hacia 1503, dos mercaderes de Bil-
bao y uno de Vitoria cargaron un navío con vino, azafrán, hojas de espada y otras cosas que llevaron
a Saint Michael, trayendo de vuelta a Bilbao sobre todo pescado y cueros153, mientras que en 1529
tres mercaderes de Lequeitio exportaron 1.357 barras de hierro para su venta en Dublin o Liverpool
o en otros puertos de Irlanda o Inglaterra. El procedido de la venta debía de emplearse para comprar

144. ARChV, pleitos civiles, Quevedo (dep.), 193-2.


145. ARChV, pleitos civiles, Quevedo (fen.), 1423-9.
146. Archivo General de Simancas (en adelante AGS), Guerra Antigua (GA), 5 (144-45).
147. ARChV, pleitos civiles, Quevedo (dep.), 193-2. Otros testigos hacen referencia a los siguientes lugares de pesca en la zona suroeste
de la isla: «San Micheo, Valenchin y contra Valenchin» (en las cercanías de la isla de Valentia), el «puerto de Milaber» y «las yslas de Reschin,
Viara, e Avra, e abra Portuchuo [en las cercanías de las bahías de Bearhaven y de Bantry], la ysla Dorsuy [Dursey] e los otros puertos dende
redor de quinze o veynte leguas».
148. ARChV, pleitos civiles, Quevedo (fen.), 806-3; y Reales Ejecutorias, 243-12.
149. ARChV, pleitos civiles, Quevedo (dep.), 193-2; Alonso Rodríguez (fen.), 1006-1.
150. AML, reg. 52; AHEV, libros 16-II, 28-II y 28-III.
151. ISASTI, L. M. de: Compendio historial de la M. N. y M. L. provincia de Guipúzcoa, pp. 152-53.
152. A. K. LONGFIELD, Anglo-Irish Trade in the Sixteenth Century, pp. 58-76. El autor escribió que, aunque España era el destino princi-
pal, los cueros y pellejos irlandeses también se encontraban en los mercados de Francia, Flandes e Italia. Véase asimismo APPLEBY, J. C., coord.:
A Calendar of Material Relating to Ireland from the High Court of Admiralty Examinations, 1536-1641, Irish Manuscripts Commission, Dublin,
1992, para un pequeño número de referencias a vascos peninsulares en Irlanda (1530-50) y para muchas otras al comercio irlandés-europeo.
153. ARChV, Reales Ejecutorias, 216-33 y 241-40.

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otras mercancías que se llevarían a Cádiz154. Los libros de cuentas parroquiales de Lequeitio de la pri-
mera mitad del siglo mencionan otros muchos viajes comerciales de este tipo por barcos de ese puer-
to a Cork, Waterford y Dublin155. El considerable comercio vasco y del resto del norte de España con
Irlanda, aún a mediados del siglo XVI, queda plenamente reflejado en un informe inglés de 1543 que
hacía saber que «desde Limerick hasta Cork, los españoles y bretones tienen el comercio, además de
la pesca, como el comprar sus pellejos, que es la más grande mercancía de esta tierra»156.
Los barcos pesqueros vizcaínos y guipuzcoanos que de forma más limitada acudían al suroeste de
Inglaterra, en cuyos puertos también compraban pescado, lo hacían durante la primavera, verano y
otoño; siendo su estancia fuera de casa a menudo más corta que la temporada de Irlanda, durando
a veces no más de un mes o dos. En archivos ingleses pueden encontrarse referencias a barcos gui-
puzcoanos de Deva, Fuenterrabía y del puerto del Pasaje cargando merluza y sardinas en Plymouth y
St. Ives entre 1498 y 1542, cuatro de ellos del Pasaje de San Sebastián o del Pasaje de Fuenterrabía
en St. Ives en agosto de 1526157. Estas referencias confirman información de archivos del norte de
España, tal como algunos barcos de Lequeitio que, según los libros de cuentas parroquiales de la
villa, fueron a «Santibas» o St. Ives y a pescar en el «mar de Tiepa», en ese litoral, en las décadas de
1530, 1540 y 1550158, y dos viajes desde el pequeño puerto vizcaíno de Mundaca y de Fuenterrabía
a aguas de Cornwall en 1545 y 1549.
El viaje de 1545 desde Mundaca fue organizado por tres socios del lugar quienes, el 14 de febre-
ro, fletaron una carabela de Motrico para ir a pescar y comerciar a St. Yves y Penzance. Los dueños
de la carabela, que aún estaba en el astillero, debían tener el barco listo en marzo para recibir el
material de los armadores y 16 marineros-pescadores (cada uno con su arqabuz o ballesta), tras lo
cual el barco zarparía haciendo escala en La Rochelle para tomar sal y vituallas. Habiendo llegado a
cualquiera de los dos puertos de Cornwall la tripulación había de «hazer su pesca [por lo menos en
parte para «sardinas»] con la dicha caravela en la mar de Tiepa hasta Cavoberde». Después de agos-
to el barco volvería a Castro Urdiales, donde los armadores habían de escoger Bilbao o San Sebastián
como el puerto en el que se haría la «derecha descarga». Para el viaje del verano de 1549 dos empre-
sarios-armadores de Fuenterrabía equiparon un pequeño barco, entre otras cosas con biscocho, vino,
sidra, 132 barricas y 861 fanegas de sal, para «la pesca de sardina a Cornualla» donde, «o en otra
qualquier parte que mejor precio ubiere», se vendería «la sal que fuere necesario para con ese precio
conprar la dicha sardina»159.
La temporada de la caza de cetáceos que los vascos hacían en las costas del Cantábrico central y
occidental duraba lo mismo que la costera que realizaban en su propio litoral, ya que se cazaban las
mismas especies durante sus migraciones anuales. Los barcos que iban a Galicia y las expediciones a
Cantabria y Asturias (a menudo compuestas solamente por chalupas balleneras y pinazas acompa-
ñantes) partían a finales de septiembre o a principios de octubre para volver a últimos de febrero o a
primeros de marzo. Las expediciones balleneras vasco-peninsulares a puertos cántabros y asturianos,
durante el siglo XVI, de las que tenemos documentación son numerosas160. Pero en esa centuria pro-
bablemente la zona que los balleneros vizcaínos y guipuzcoanos utilizaron más intensamente fue
una sección, de unos 180 kilómetros, de la áspera costa gallega entre el cabo de Finisterre y el cabo
de Burela, donde acudían sobre todo a unos diez puertos, incluyendo Burela, San Ciprián y Bares,
todos al noroeste de La Coruña en la vecindad de Vivero y de la Punta de la Estaca de Bares (la pun-
ta más nórdica de la península ibérica), y Cayón, Malpica y Laxe al oeste de La Coruña en lo que hoy
se conoce como «la costa de la muerte»161.

154. AHPGO, partido de Vergara, 2560, 23-IV-1529, documento citado en HUXLEY [BARKHAM], S.: «Los vascos y las pesquerías transa-
tlánticas, 1517-1713», p. 27.
155. AML, reg. 52; y AHEV, libros 16-II y 28-II.
156. El informe está citado en LONGFIELD, A. K.: Anglo-Irish Trade in the Sixteenth Century, p. 59.
157. Agradezco a J. SCANTLEBURY el haberme cedido esta información previo a su publicación. Sobre la pesca en el suroeste de Inglaterra
durante el siglo XVI véase de este investigador: «The Development of the Export Trade in Pilchards from Cornwall in the Sixteenth Century»,
Journal of the Royal Institution of Cornwall (New Series I), 10 (1989), pp. 330-59; y «These Blessed Pilchards», JRIC (New Series II), 1 (1993),
pp. 248-68.
158. AHEV, libros 28-II y 28-III.
159. AHPGO, partido de Vergara, 2576, f. 335; y partido de San Sebastián, 319, f. 59. Documentos citados y publicados en HUXLEY
[BARKHAM], S.: «Los vascos y las pesquerías transatlánticas, 1517-1713», pp. 72-74.
160. Estas expediciones quedarán señaladas en mi trabajo «La última fase de la actividad ballenera vasca en el Cantábrico (Costa Vasca,
Cantabria, Asturias y Galicia) en relación con el desarrollo de sus pesquerías de ballenas de altura en el Atlántico Norte, h. 1500-h. 1750» (pen-
diente de publicación). En un pleito iniciado en 1537, Juan López de Zarauz, de Guetaria, hizo referencia a hombres de ese puerto que habí-
an practicado dicha pesquería no sólo en Galicia sino también en Bizkaia y Asturias. Asimismo declaró que él había ido a la pesca de cetáce-
os en Castro de Urdiales (Santander) y Llanes (Asturias). ARChV, pleitos civiles, Alonso Rodríguez (fen.), 755-1.
161. Véase también HUXLEY [BARKHAM], S.: «Los vascos y las pesquerías transatlánticas, 1517-1713», pp. 28-39; E. FERREIRA PRIEGUE,
Galicia en el comercio marítimo medieval, pp. 137-39; y CANOURA QUINTANA, A.: La pesca de la ballena en Galicia; economía ballenera del
Antiguo Régimen, pp. 42-55.

51
Michael Barkham

Una vez establecidos los balleneros vascos en aquellos puertos, el método de caza y de aprove-
chamiento de los cetáceos era igual que el que tradicionalmente utilizaban en su propia costa. El clé-
rigo Molina, en su Descripción del reyno de Galizia (1550), basado en parte en sus propias observa-
ciones hechas mientras trabajaba en aquella región, mencionó la pesca de ballenas que se hacía en
Malpica, Cayón, San Ciprián y Burela, y dio la siguiente descripción evocativa de «la manera con que
las matan».
«Subese una atalaya a la punta de una sierra que cae sobre la mar: y de alli ve de lexos saltar cantidad de
agua para arriba haziendo mucha espuma: y aun la misma vallena viene la mitad del cuerpo fuera de la
agua: y ansi la atalaya da aviso a los marineros: los quales armando sus barcas y poniendo dentro mucha
cantidad de cuerdas y en los cabos atados unos dardos: como se sienten heridas van luego muy bravas
para lo alto de la mar llevando metidos aquellos harpones y los pescadores dandoles siempre cuerda las
siguen hasta que ya muy desangradas y perdida aquella furia las traen tirando dellas hasta tierra: donde
haziendo grandes fuegos sacan dellas mucho azeyte [...] Es pesca de gran provecho porque de un balle-
nato aunque sea pequeño se sacan dozientas arrobas o cantaras de azeyte el qual sirve para todo lo que
aprovecha lo de los olivos salvo por el comer. Sacase este azeyte haziendo pedaços dellas y puestos a
cozer en unas grandes calderas se derriten y queda casi todo en grassa»162.
La duración y coincidencia en parte de las temporadas de esta tres pesquerías vascas de altura en
Europa supuso que, en un mismo año, marineros-pescadores y barcos no podían, por lo general,
tomar parte en la pesca de Inglaterra y en la de Irlanda, y que aquellos que iban a Irlanda normal-
mente regresaban demasiado tarde para poder participar en la caza de cetáceos en el Cantábrico
central y occidental. En otras palabras, algunos hombres y barcos partían en el verano para Inglate-
rra o Irlanda, mientras que, alrededor del primero de octubre, otros se hacían a la vela para la pesca
de ballenas en Cantabria, Asturias y Galicia, antes de que sus compatriotas hubieran vuelto de Irlan-
da.

Escala y mercados

Fuentes documentales de archivo confirman ampliamente la extensa participación de barcos así


como de marineros-pescadores vasco-peninsulares en las pesquerías de Irlanda, Inglaterra y del Can-
tábrico central y occidental. Es probable que, durante las primeras cuatro décadas del siglo XVI, la
escala de este sector de altura en aguas europeas fuera de un mínimo de unos 20 o 30 barcos
pequeños y medianos fletados y equipados en años de paz para Irlanda e Inglaterra, tripulados por
aproximadamente 300 a 500 hombres y mozos, y de otros diez barcos pequeños y medianos fleta-
dos para Galicia, con unos 200 a 300 hombres y mozos a bordo, sin contar los balleneros que en esas
fechas acudían a puertos de cántabros y asturianos. Una idea del tamaño de sus pesquerías de Irlan-
da y del Cantábrico central y occidental durante ese período nos la da un censo, llevado a cabo a
mediados de septiembre de 1534 (año de paz con Francia) bajo ordenes reales, de todos los barcos
matriculados en puertos guipuzcoanos y de sus paraderos163. El censo estaba relacionado con la
necesidad que tenía el emperador Carlos V de barcos para su expedición contra Túnez en 1535. Sin
embargo, curiosamente, refiriéndose a este documento (y citando a Labayru) Ciriquiain Gaiztarro
escribió: «claro que de estas estadísticas hechas sabe Dios con qué motivo no puede una [sic] fiarse
mucho»164.
El censo, conservado en el Archivo General de Simancas, enumera 76 barcos con un total de
11.085 toneles (o sea un promedio de 146 toneles cada uno), de los cuales solamente nueve estaban
en puertos guipuzcoanos sin destino o flete; los 67 restantes se hallaban en puerto bajo fletamiento
o ya habían zarpado para una variedad de viajes europeos a lugares desde Irlanda hasta las costas del
Mediterráneo. De estas 67 naves nada menos que 15 barcos con un total de 1.230 toneles (un pro-
medio de 82 toneles cada uno) estaban en la pesquería de Irlanda, tripulados, según cálculos de la
época, por unos 250 o 300 hombres y mozos. Todos ellos (11 carabelas de entre 40 y 120 toneles y
cuatro naos de entre 80 y 170 toneles) eran de San Sebastián y Fuenterrabía y de sus puertos filiales

162. MOLINA, B. S. de: Descripción del reyno de Galizia, En casa de Agustín de Paz, Mondoñedo, 1550, ff. 28 v. y 31 v.
163. He consultado los documentos originales del censo que se hallan en AGS, Guerra Antigua (GA), 5 (144-45). El censo está publicado
en parte en LABAYRU Y GOICOECHEA, E. J. de: Historia General del Señorío de Bizcaya, t. 4, Apéndice 47. Utilizando esta publicación, el censo
ha sido estudiado y elaborado en FERNANDEZ DE PINEDO, E.: «Estructura de los sectores agropecuario y pesquero vascos (1700-1870)», IX
Congreso de Estudios Vascos, Eusko Ikaskuntza/Sociedad de Estudios Vascos, Bilbao, 1983, p. 105. Puede hallarse un censo parecido en
QUATREFAGES, R.: «La proveeduría des armadas de l’expedition de Tunis (1535) et celle d’Alger (1541)», Mélanges de la Casa de Velázquez,
14, 1978, pp. 215-247.
164. CIRIQUIAIN GAIZTARRO, M.: Los vascos en la pesca de la ballena, p. 172.

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de los dos Pasajes (y Lezo), lugares o poblados que se encontraban en las jurisdicciones municipales
de San Sebastián y de Fuenterrabía respectivamente, mientras que una zabra de Deva de 40 toneles
estaba en Ondárroa fletada para Irlanda, al parecer para el comercio y no para la pesca. A estos 15
barcos guipuzcoanos, equivalentes al 11,1 por ciento del tonelaje total matriculado en la provincia o
bien al 20 por ciento del número total de barcos, habría que añadir cierto número, quizá parecido,
de barcos de otros puertos guipuzcoanos y de Bizkaia, principalmente de Ondárroa, Lequeitio, Mun-
daca y Bermeo que iban al mismo tiempo a dicha pesquería. Los libros de cuentas parroquiales de
Lequeitio revelan que, en la mayoría de los años de paz de la primera mitad del siglo, hasta cuatro
barcos fueron equipados en ese puerto para «la pesca de Irlanda», a veces en asociación con arma-
dores y marineros-pescadores de Ondárroa, Bermeo y otros puertos cercanos165.
El censo de 1534 también indica que aquel septiembre dos carabelas de San Sebastián (ambas de
90 toneles) y una de Fuenterrabía (de 80 toneles) se estaban preparando para partir a la caza de cetá-
ceos en Galicia, mientras que se enumeran dos naos de Rentería (de 100 y 125 toneles) y una zabra
de Deva (de 25 toneles) que, o bien estaban listas para ir a Galicia o se encontraban ya allí, posible-
mente con el mismo objetivo; aunque a lo mejor uno o más de estos tres barcos estuviera simple-
mente tomando parte en el constante tráfico comercial que existía entre la costa vasca y Galicia. A
estos barcos balleneros guipuzcoanos habría igualmente que añadir algun otro barco de la provincia
y algunas embarcaciones y tripulaciones de Bizkaia oriental (aunque parece ser que la mayor parte de
los vascos peninsulares que tomaban parte en esta caza de cetáceos eran guipuzcoanos), ya que
otras fuentes manuscritas dan fe de la importante y continua presencia vasca entonces, cada año, e
esas costas166. De la misma forma, a pesar de que el censo sólo registra la presencia de dos naos de
Rentería (de 130 y 160 toneles) «en Ynglaterra» –para esa fecha la temporada de pesca en el suro-
este de la isla había más bien terminado–, la participación regular de barcos guipuzcoanos y vizcaí-
nos en aquella pesquería está más que probada.
Gran parte de la pesca que se obtenía en Irlanda e Inglaterra tenía como destino a los puertos
vascos desde donde, tal y como sucedía en la pesca de bajura, una cantidad significativa se comer-
cializaba hacia el hinterland vasco y el interior de la península. No obstante, algunos barcos vasco-
peninsulares también iban directamente por lo menos desde Irlanda a Andalucía y hasta el Medite-
rráneo para vender sus cargamentos de pescado, como lo ilustra el viaje, en 1511-12, del nuevo
barco Santa Marina, propiedad de Martín Pérez de Olea de Lequeitio. El barco fue fletado para «la
pesca de Chirgo» en Irlanda por otro empresario de la villa, Juan de Maidana, quien navegó como
capitán. Ya para el 29 de junio de 1511 el capitán tenía que haber cargado las vituallas y los mate-
riales de pesca, incluyendo «seis pinaças de pescar merluzas e una de matar sardina», dos de las seis
pinazas con cinco «hombres pescadores» cada una y cuatro con cuatro hombres cada una (suman-
do una tripulación mínima de 26 personas). Desde Lequeitio el barco había de navegar, como era
usual, a La Rochelle para tomar la sal destinada a curar el pescado, y desde La Rochelle iría a la «isla
de Aran» (quizá la isla de ese nombre en la Bahía de Galway en la costa oeste de Irlanda) donde la
tripulación pescaría «fasta el dya de Navidad». Habiendo transcurrido esa muy larga estancia fuera
de casa el barco debía entonces poner rumbo a Cádiz donde se vendería el pescado. Sin embargo, la
carta de fletamiento especifica además que «e sy ende [en Cádiz] no se podiere vender el dicho pes-
cado que en tal caso la dicha nao vaya adelante a qualquier lugar e parte que el dicho Maidana qui-
siere fasta llegar en Çibita Vieja que es cabe Roma e ende fagan su derecha descarga»167.
De la misma manera, aunque los balleneros vasco-peninsulares vendían algunas barricas de acei-
te de ballena (y a la mejor carne y barbas también) en los puertos del Cantábrico central y occidental
donde podían obtener a cambio productos alimenticios y otras mercancías, desde aquellos lugares
vizcaínos y guipuzcoanos exportaban carne, barbas y aceite de ballena directamente hacia puertos
europeos no vascos. Por ejemplo, a finales de la costera de 1540-41 en Galicia, uno de los armado-
res de San Sebastián de una expedición, Juan de Bidao, envió «14 toneles de grasa lumera e 45 milla-
res de naranjas» directamente desde Vivero a «la çiudad de Londres», en una «carabela latina», con
otro marino de San Sebastián, Juan Pérez de Hoa. Hoa vendió la carga en Londres por unos 180

165. AML, reg. 52; AHEV, libros 16-II y 28-II. Para referencias a estos viajes pesqueros en las décadas de 1530 y 1540 véase HUXLEY
[BARKHAM], S.: «Los vascos y las pesquerías transatlánticas, 1517-1713», pp. 36, 72-76.
166. Véase más arriba el apartado sobre la «organización y financiación» de estas empresas.
167. ARChV, R.E., 318-10. Para otro «biaje de Xirzo» en 1524 y un «biaje de la pesca [...] de chirgo» en 1536 también por barcos de
Lequeitio véanse AML, reg. 52, f. 163, y AHEV, libros 16-II y 28-II.

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Michael Barkham

ducados, donde compró algo de tela o ropa, y regresó a la costa vasca con el resto del dinero en for-
ma de una «letra de canvio de 150 ducados que le traxo dirigido a Juan de Quexano mercader vezi-
no de Bilbao»168. Pero todo parece indicar que la mayoría de estos productos de ballena obtenidos en
Cantabria, Asturias y Galicia eran llevados a puertos vascos para ser vendidos en la región o hacia el
interior169, o bien para ser exportados, junto con productos de cetáceos cazados en la costa vasca, a
puertos como Londres, Chester y Burdeos. Las cuentas aduaneras del puerto de Londres de 1487-8
registran un maestre de barco «español», Miguel de Ponteka (que en realidad no era sino un gui-
puzcoano), importando aceite de ballena, hierro y otros productos, mientras que las cuentas de los
años 1494-5 y 1502-3 registran otros comerciantes «españoles» que importaban cantidades relati-
vamente pequeñas de aceite y barbas de ballena junto con hierro, naranjas y otras mercaderías170. En
1528 o 1529 Sancho de Larrume de Zarauz, quien sabemos participó en la pesca de cetáceos en
Galicia en 1530, mandó 45 barricas de carne de ballena con Domingo de Albiztur, de San Sebastián,
a Burdeos donde la mayoría o todas fueron vendidas a Guillen Burr, mercader de la ciudad, por cin-
co «coronas» cada una, a cambio de cables y jarcia para barcos171.

2.3. La pesca de altura en ultramar: las pesquerías de Terra Nova

Durante el siglo XVI, las más avanzadas pesquerías vasco-peninsulares fueron las de ultramar: la
pesca de bacalao y la caza de cetáceos en Terra Nova, donde había adundantes recursos de ese pes-
cado y muchos más cetáceos que en las aguas del Cantábrico, que llegaron a formar el sector más
importante de la industria pesquera. Estas pesquerías emplearon el mayor número de pescadores-
balleneros y la mayor cantidad de tonelaje y fueron las que más inversión de capitales requirieron.
Pero también fueron las expediciones más rentables, llegando a dar beneficios netos a los armadores
a menudo muy por encima del 50 por ciento, y el sector que mayores ingresos generó. La pesca de
bacalao era una actividad pesquera de coste relativamente bajo, tal y como señaló Braudel citando a
un autor francés del siglo XVII que comentó: «uno puede verdaderamente decir que el mejor nego-
cio en Europa es ir a pescar bacalao porque no cuesta nada obtener el dicho bacalao, excepto el
esfuerzo de pescar y vender»172.

El temprano desarrollo de las pesquerías

En 1497, el veneciano Giovanni Caboto, navegando bajo bandera inglesa, zarpó de Bristol en
busca de un camino hacia Asia por el Atlántico Norte, tal y como lo había intentado Colón más al sur
apenas cinco años antes. En su lugar descubrió una tierra en cuyas aguas había tanto bacalao que
según él hasta se podían coger con cestas. Este descubrimiento iba a añadir una dimensión total-
mente nueva a la actividad pesquera vasca en los siglos XVI y XVII. Tras sus hallazgos y los viajes de
exploración a aquella región por los hermanos portugueses Corte Real, entre 1500 y 1502, la exis-
tencia de esta remota tierra transatlántica rica en recursos marinos, que los portugueses y españoles
llamarían «la Costa [Isla o Tierra] de los Bacalaos» o bien «Terra Nova» y los franceses e ingleses «la
Terre-Neufve» y «the New Found Land» respectivamente, pronto sería conocida por marinos de todo
el litoral atlántico europeo. Atraídos por las buenas ganancias obtenidas al vender el abundante
bacalao, que tan bien se prestaba a la conservación y al transporte, en los mercados europeos, ya
para 1515 armadores y pescadores portugueses, normandos y bretones habían establecido una
modesta pero regular pesquería veraniega de bacalao en puertos de lo que hoy día es la costa atlán-
tica de Canadá, al parecer desde el Estrecho de Belle Isle hasta el suroeste de la isla de Terranova (y
quizá aún hasta Capo Breton y Nueva Escocia)173.

168. ARChV, pleitos civiles, Taboada (olv.), leg. 174.


169. En 1550, por ejemplo, la nao San Nicolás de Orio, fletada para la caza de cetáceos en Malpica y Cayón, había de volver con su carga
y estar ocho días en Castro de Urdiales para su posible venta en Bilbao, y después terminaría el viaje en Guetaria. Lo mismo ocurrió con la
Santa María de Usurbil fletada para aquellos puertos en 1553. AHPGO, partido de San Sebastián, 1779, f. 208 y f. 218; 1780, f. 240.
170. CHILDS, W.R.: «El Consulado del Mar, los mercaderes de Burgos e Inglaterra», en Actas del V centenario del Consulado de Burgos,
Diputación Provincial de Burgos, Burgos, 1994, t. 1, pp. 377, 392-95 y 400.
171. ARChV, pleitos civiles, Alonso Rodríguez (fen.), 1006-1.
172. BRAUDEL, F.: Capitalism and Material Life, 1400-1800, Weidenfeld and Nicholson, London, 1967, p. 149.
173. Entre la abundante bibliografía sobre los tempranos viajes portugueses, franceses e ingleses pueden consultarse: BETTENCOURT, E. A.
de: Descobrimentos, guerras e conquistas dos Portugueses em terras do Ultramar nos seculos XV e XVI, Matta and Co., Lisboa, 1881-2; HARRIS-
SE, H.: Les Corte-Real et leurs voyages au Nouveau monde, E. Leroux, Paris, 1883; Jean et Sébastien Cabot, leur origine et leurs voyages, E.
Leroux, Paris, 1882; y John Cabot, the Discoverer of North America, and Sebastian his son, B. F. Stevens, London, 1896; BIGGAR, H. P., coord.:
The Precursors of Jacques Cartier, 1497-1534, Government Printing Bureau, Ottawa, 1911; HOFFMAN, B. G.: Cabot to Cartier. Sources for a
Historical Ethnography of Northeastern North America, Univerity of Toronto Press, Toronto, 1961; WILLAIMSON, J. A.: The Voyages of the Cabots
and the English Discovery of North America under Henry VII and Henry VIII, Argonaut Press, London, 1929; y, coord., The Cabot Voyages and
Bristol Discovery under Henry VII, Hakluyt Society, Cambridge, 1962; QUINN, D. B.: England and the Discovery of America, 1481-1620, A. A.
Knopf, New York, 1974; y, coord., New American World: A Documentary History of North America to 1612, Macmillan, 5 tomos, London, 1979.

54
Las investigaciones llevadas a cabo hasta ahora indican que los primeros vascos, marinos del País
Vasco continental, que llegaron a esa parte de América lo hicieron en la segunda mitad de esa déca-
da de 1510174. La temprana participación de vascos del norte en la nueva y provechosa pesquería
está confirmada por otros viajes en 1520 y 1521 desde Bayonne175, mientras que las primeras expe-
diciones vizcaínas y guipuzcoanas a aquella región no empezaron hasta alrededor de 1525. El testi-
monio dado a mediados del siglo XVI por varios marineros vasco-peninsulares señalan que éstos
comenzaron a navegar hacia allá a mediados de los años 1520176. Por otro lado, documentos de
archivo hacen referencia a dos probables viajes en 1529 y 1530 y a dos viajes confirmados en 1531 y
1532177. Sin embargo, durante la década de 1520 solamente hubo contados viajes vascos. Esto fue
debido sobre todo a que había muy pocos pilotos familiarizados con la nueva ruta ultramarina, a los
otros intereses marítimos vascos en esos años, y a que la década estuvo dominada por dos largas
guerras entre Francia y España (1521-26 y 1526-29), y por lo tanto entre los súbditos vascos de
ambas coronas, que afectaron el comercio marítimo vasco178 (véase también el apartado 3.1).
Al contrario de lo que han venido aseverando desde el siglo XVII gran número de autores, no hay
pruebas de una presencia de pescadores y balleneros vascos en Terra Nova antes de Colón y, además,
estos viajes iniciales no eran para la captura de cetáceos sino que iban dirigidas, como las pioneras
campañas portuguesas y francesas, a la pesca de bacalao. No obstante, los marinos vascos no tarda-
ron en darse cuenta de la abundancia de cetáceos en aquellas aguas, ya que los dos primeros viajes
conocidos del País Vasco continental y peninsular a esa parte del Nuevo Mundo, en los que se prac-
ticó la captura de ballenas, datan de 1530 y 1531 respectivamente. Pero estas campañas, y otras
semejantes de ese decenio, no fueron solamente para dicha caza; fueron expediciones mixtas expe-
rimentales a por bacalao y cetáceos en las que se puso a prueba la viabilidad de una pesquería de
cetáceos en esas lejanas costas. El viaje de 1530 fue el del barco vasco-continental Catherine de
Urtubie, cuyo maestre, en marzo de ese año, hizo una venta anticipada en Burdeos, a dos mercade-
res de Toulouse, de 4,5 «millares» de bacalao seco y curado junto con «doce barricas de ballena»
que había de traer de Terra Nova179. Las barricas no habían de contener aceite de ballena sino carne
de ballena «sin alas ni cola», una frase que se aplicaba comúnmente a la carne de ballena en sal-
muera preparada por los vascos en Europa180.
El año siguiente, la nao Trinidad, propiedad de Juan Ochoa de Berriatúa de Motrico, cuya carabe-
la del mismo nombre (quizá el mismo barco) había ido a «la pesca de Irlanda» el verano anterior, fue
fletada para una expedición mixta parecida «para la pesca de Tierra Nueva» por Pero Ruiz de Avite-
ra, «escribano de sus magestades e del numero e vezino de la villa de Lequeitio». Se trata del primer
viaje confirmado a Terra Nova por vascos peninsulares. El barco debía hacer escala a la ida en La
Rochella «ha tomar la sal e vituallas» y a la vuelta «en algund puerto de Yrlanda [...] para saber ende
si ay paz o guerra entre los reyes cristianos», y para que en base a ello el capitán Avitera decidiese a
qué puerto de Inglaterra, Francia o España llevar la nao y vender su carga (la última guerra franco-
española apenas había terminado en 1529). No hay ninguna indicación de que la Catherine de Urtu-
bie fuera equipada con todo el material necesario para el complejo proceso de obtener aceite de
ballena, mientras que la Trinidad sí lo fue, por lo cual esta expedición es también el primer viaje que
se conoce para la producción de aceite de ballena en América181.
Las guerras entre España y Francia de 1536-38 y de 1542-44 retrasaron en alguna medida el
desarrollo del todavía muy reducido sector de Terra Nova en Bizkaia y Gipuzkoa. Durante aquellos
conflictos, como en los de las décadas anteriores, los corsarios de ese litoral, que no eran más que los

174. Documento citado en BERNARD, J.: Navires et gens de mer à Bordeaux (vers 1450-vers 1550), S.E.V.P.E.N., Paris, 1968, t. 2, pp. 806,
809; su transcripción de este documento de 1517 fue publicado por primera vez en HUXLEY [BARKHAM], S.: «Los vascos y las pesquerías tran-
satlánticas, 1517-1713», p. 30.
175. Documentos publicados en Archives municipales de Bayonne, Délibérations du Corps de Ville (Registres gascons), A. Lamaignère, 2
tomos, Bayonne, 1896, 1899, t. 2, pp. 240, 242, 281, 461-62; y de ahí (con traducciones al inglés) en BIGGAR, H. P., coord.: The Precursors
of Jacques Cartier, 1497-1534, pp. 124-25, 125-27, 132-33, 163-65.
176. Los extractos de estas deposiciones se hallan en FERNANDEZ DE NAVARRETE, M., coord.: Colección de los viajes y descubrimientos
que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV, Imprenta Real, 5 tomos, Madrid, 1825-37), t. 3, pp. 177-78.
177. Para los dos probables viajes en 1529 y 1530 véanse ARChV, pleitos civiles, Quevedo (dep.), 234-7, y Zarandona y Balboa (fen.),
1404-1. Para el viaje de 1531, desde Lequeitio, véase más abajo y para el de 1532, desde el mismo puerto, véase HUXLEY [BARKHAM], S.:
«Los vascos y las pesquerías transatlánticas, 1517-1713», pp. 28, 36.
178. BARKHAM, M. M.: «The Inception of a New Trans-Atlantic Trade: the Basques and the Early European Cod Fishery at Newfoundland,
1497-1534», conferencia presentada en el congreso «Merchants and Mariners in Northern Seas», Corner Brook, Canadá (agosto de 1999).
179. Documento citado en BERNARD, J.: Navires et gens de mer à Bordeaux (vers 1450-vers 1550), t. 2, pp. 807, 820; su transcripción de
este documento fue publicado por primera vez en HUXLEY [BARKHAM], S.: «Los vascos y las pesquerías transatlánticas, 1517-1713», p. 37.
180. Ibid., p. 30.
181. El contexto de esta expedición así como la carta de fletamiento están analizados en el manuscrito de un libro sobre la pesca de altu-
ra vasca en los siglos XVI y XVII que este autor tiene en fase de pre-publicación.

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Michael Barkham

maestres y marineros que en años de paz tripulaban los barcos mercantes y de pesca, se dedicaron a
atacar y capturar barcos «enemigos» franceses (labortanos, normandos, bretones, etc.), entre ellos
algunos que volvían de pescar de Terra Nova182. Por ejemplo, el 11 de octubre de 1536, en plena
guerra, Pedro de Aryzmendi, vecino de Rentería, vendía una presa normanda, la San Pyerre de 75
toneladas «que presente esta surta en el puerto del Pasaje con todo el pescado bacallao que tiene
dentro», no a españoles sino que a «franceses» de San Juan de Luz, Martín de Agorreta y su hijo
Joan, por la gran suma de 1.150 ducados. La escritura de venta fue concluida ante un notario gui-
puzcoano en el lugar fronterizo de Hendaya «tierra de Francia», probablemente a causa de las hosti-
lidades entre los dos estados183.
Siete meses después, en mayo de 1537, la Santa María, fue equipada «para hazer guerra a los
dichos françeses» por cuatro empresarios de San Sebastián, Juanes de Galarraga el mayor, el comen-
dador Villaturiel («Capitán de sus magestades en San Sebastián»), Andrés de Mata (que navegó
como capitán) y el dueño del barco Anton de Luscando184. La tripulación capturó «por fuerça de
armas» tres barcos de Nantes que venían de Nantes «cargados de lienços», que trajeron a San Sebas-
tián185. Más tarde en 1537, la Santa María se hizo de nuevo a la mar contra «los françeses enemi-
gos», con por lo menos 102 hombres armados a bordo (muchos más que los marineros necesarios
para un viaje mercante), en compañía de otras tres naves de San Sebastián186 y capturaron un míni-
mo de tres presas: «dos [cargados] de bacallaos y la otra un armado que vendieron en Yrlanda»187.
Fue también durante esa guerra de 1536-1538 que Miguel de Hoa, de Orio, que a veces iba a la caza
de cetáceos en el Cantábrico Central y Occidental y que en 1534 había ido a Terra Nova como des-
pensero de la nao San Nicolás de Orio (uno de los primeros viajes guipuzcoanos a esa región)188,
navegó como corsario con su zabra y trajo a la costa de Gipuzkoa «ciertas presas cargadas de vino
[...] de las costas de Bretaña»189.
Después de la firma de paz en 1544 la presencia vasco-peninsular en Terra Nova empezó a crecer
marcadamente, tal como lo hizo la de los portugueses y franceses190. Más pilotos se estaban familia-
rizando con la ruta transatlántica y en Europa había una fuerte demanda tanto de bacalao como de
aceite de ballena, en parte debido al crecimiento de la población. Fue en esa década, al confirmar los
armadores vascos la viabilidad y la alta rentabilidad de la caza de cetáceos en América del Norte,
cuando las expediciones mixtas vascas se fueron transformando dando lugar a dos tipos de viajes
especializados muy distintos: unos puramente bacaladeros y otros de gran escala a por aceite de
ballena. Este proceso marcó el desarrollo de pesquerías vascas de bacalao y de cetáceos separadas en
Terra Nova y el comienzo de su industria ballenera al otro lado del Atlántico191. Una de las primeras
expediciones especializadas vascas a Terra Nova a por aceite de ballena fue la de la nao Tres Reyes de
Portugalete en 1548. La nao estuvo fletada por dos acaudalados mercaderes de Bilbao, los hermanos
Martín y Andrés de la Sierra, pero éstos contrataron como capitán a Martín de Cutillos, vecino del
Pasaje de Fuenterrabía, de donde eran también las tripulaciones de cinco de los galeones (o chalu-
pas) balleneros que llevó el barco para la caza de los cetáceos. Cutillos fue, por lo visto, un marino y
ballenero con experiencia ya que había participado en la caza de cetáceos en el noroeste de España

182. Véase también más abajo el apartado 3.1. El tema del corso y de la estrecha relación entre corsarios y pescadores-balleneros, en esta
primera mitad del siglo XVI y hasta la paz de 1559, está tratado más ampliamente en el manuscrito del libro mencionado en la nota anterior.
Sobre una expedición corsaria en 1552 puede verse ZUMALDE, I.: «Un ejemplo significativo del corso en la Guipúzcoa del siglo XVI», BRSAP,
41 (1985), pp. 249-61.
183. AHPGO, partido de San Sebastián, 302, f. 33. Documento publicado en HUXLEY [BARKHAM], S.: «Los vascos y las pesquerías tran-
satlánticas, 1517-1713», p. 65.
184. Puede que esta Santa María fuera el barco de ese nombre, de 200 «toneles», propiedad de Luscando que aparece en el censo de
1534. AGS, GA, 5 (144-45).
185. ARChV, pleitos civiles, Quevedo (fen.), 666-1.
186. Las naos de Juan de Estiron, Pedro de la Borda y Sebastián de Arrebizqueta o Echeberría.
187. ARChV, pleitos civiles, Moreno (fen.), 1267-7.
188. AHPGO, partido de Azpeitia, 3726 (viejo 3017) (9 de marzo 1534). La nao San Nicolás aparece en el censo de barcos guipuzcoanos
de septiembre de 1534 arriba mencionado pero en el censo no hay ninguna mención de su viaje transatlántico ya que para entonces había
vuelto a la costa vasca.
189. ARChV, pleitos civiles, Masas (olv.), 1980-12.
190. La documentación normanda y bretona, así como la de La Rochelle y Burdeos, demuestra que hubo una expansión de la pesca tran-
satlántica por los franceses (incluyendo los vasco-continentales) en la década de 1530, pero sobre todo a partir de mediados de los años 1540.
MOLAT, M.: Le commerce maritime normand à la fin du Moyen-âge, Plon, Paris, 1952, pp. 264-65; BERNARD, J.: Navires et gens de mer à
Bordeaux (vers 1450-vers 1550), t. 2, pp. pp. 807-9; MUSSET, G.: «Les Rochelais à Terre-Neuve, 1500-1550», Bulletin de Géographie histori-
que et descriptive, 1892, pp. 45-72; TROCME, E. y DELAFOSSE, M.: Le commerce rochelais de la fin du XVe siècle au début du XVIIe siècle, A.
Colin, Paris, 1952, pp. 61-74, 96-98.
191. HUXLEY [BARKHAM], S.: «Los vascos y las pesquerías transatlánticas, 1517-1713», pp. 55-65.

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y acababa de volver de un viaje semejante a Terra Nova en 1547, mientras que durante la guerra
franco-española de 1542-44 navegó como corsario y como maestre de un pequeño barco suyo192.
La declaración de otra guerra franco-española en 1551 que, aparte de una breve tregua, duraría
casi toda la década hasta 1559, de nuevo afectó negativamente al sector de Terra Nova. Algunos
barcos navegaron a esas tierras anualmente pero no cabe duda de que la flota vasco-peninsular fue
más pequeña de lo que hubiera sido de no haber existido esas hostilidades. Los trastornos fueron
causados principalmente por dos factores. Uno fue la renovada actividad corsaria y el segundo la
detención y requisición de barcos bacaladeros y balleneros para armadas reales junto con el recluta-
miento forzoso de sus tripulaciones. Por ejemplo, en la primavera de 1557, 16 barcos guipuzcoanos,
casi todos grandes naos y por lo menos seis totalmente nuevos, fueron detenidos en aquella costa
para una importante flota real. Nada menos que 12 de ellos, y quizá uno más, estaban equipados y
«a punto para partir» para las pesquerías transatlánticas, y representaban todos o casi todos los bar-
cos vasco-peninsulares que habían sido fletados para Terra Nova ese año. Cuatro eran del Pasaje de
Fuenterrabía, tres de San Sebastián, tres de Orio y dos de Rentería; tenían un total de 4.051,5 «tone-
ladas» o 3.375 «toneles» (un promedio de 337,6 «toneladas» cada uno) y estaban tripulados por
aproximadamente 800 hombres y mozos193.
El más grande de los barcos era la nao Santa Cruz, de 510 toneladas y con más de 100 tripulan-
tes, que fue fletada para su viaje cuando aún no había sido botada de «los astilleros de la casa de la
Borda, juridiçion de Leço», propiedad del empresario y corsario Juanot de Villaviciosa «alias martis-
co»194. Una nota relativa a la Santa Cruz, escrita por el proveedor real Juan Martínez de Recalde,
refleja bien que los marineros eran reacios a servir en estas flotas reales y, a la vez, que muchos o bien
la mayoría de los marinos vasco-peninsulares tomaban a mal la intromisión de la corona en sus viajes
pesqueros y comerciales. El proveedor escribió:
«consta por ynformaçion hecha ante el alcalde de San Sebastian y por presencia de escribano publico
que esta nabe fue enbargada [el 17 de marzo] estando presta y a punto para yr a la pesqueria de Terra-
noba con toda la gente nesçesaria para la dicha pesqueria e que por aberse enbargado se amotino e fue
toda la gente, por lo qual conbino buscalla de nuebo e en efecto se busco y nabego [en la armada] con
çiento e dos personas».

El apogeo de las pesquerías: organización, destinos, temporadas y mercados

La firma de paz entre España y Francia en 1559 puso fin a la rivalidad que hasta entonces había
dominado las relaciones entre ambos estados durante el siglo XVI. También abrió las puertas a un
período de poco conflicto en el Atlántico, que para España duraría dos décadas y media hasta 1585,
durante el cual pudieron florecer tanto la pesca como el comercio marítimo. Fue en ese cuarto de
siglo que las pesquerías vasco-peninsulares en Terra Nova alcanzaron su apogeo195. Aunque el núme-
ro y tamaño de barcos fletados anualmente, a lo largo de esos años, en puertos de Bizkaia y Gipuz-
koa para la pesca de bacalao y caza de cetáceos varió, los fondos de archivos documentan que en los
mejores años la flota vizcaína y guipuzcoana de Terra Nova contó con alrededor de 40 barcos (20/25
fletados para la pesca de bacalao y 15/20 para la caza de ballenas), con unos 9,500 toneles196. En
ellos embarcaban hasta 2.000 o 2.500 hombres y mozos, una alta proporción de los marineros-pes-
cadores de la costa vasco-peninsular. Estos barcos y tripulaciones representaron casi la totalidad de la

192. Datos tomados del manuscrito de un libro sobre la pesca de altura vasca en los siglos XVI y XVII que este autor tiene en fase de pre-
publicación. Sobre este mismo tipo de marinos y empresarios en la costa vasca y sobre la economía marítima vasca en aquella época puede
verse HUXLEY [BARKHAM], S. y BARKHAM, M. M.: «Los Arriola de Urazandi: iniciativa empresarial marítima en Vizcaya y Guipúzcoa (c. 1540-
c. 1630)», Itsas Memoria/Revista de Estudios Marítimos del País Vasco, 1, 1996, pp. 349-88.
193. Datos del Archivo General de Simancas tomados del manuscrito del libro mencionado en la nota anterior. Véase también BARKHAM
HUXLEY, M., y LOPEZ LOSA, E.: «Pasajes, puerto pesquero», p. 91.
194. Pertenecía a uno de los más antiguos y conocidos linajes de la bahía del Pasaje y de quien el historiador Isasti dijo que «al tiempo de
las guerras con Francia [antes de 1559] [...] hizo dos hazañas notables con su navio y gente de la tierra». ISASTI, L. M. de: Compendio histo-
rial de la M. N. y M. L. provincia de Guipúzcoa, p. 240.
195. HUXLEY [BARKHAM], S.: «Los vascos y las pesquerías transatlánticas, 1517-1713», pp. 89-93.
196. BARKHAM, M. M.: Shipowning, Shipbuilding and Trans-Atlantic Fishing in Spanish Basque Ports, 1560-1630: a Case Study of Motrico
and Zumaya, p. 12. En 1571 alrededor de 29 barcos vizcaínos y guipuzcoanos (7,600 toneles) fueron a Terra Nova. HUXLEY [BARKHAM], S.:
«Guipuzcoan Shipping in 1571 with Particular Reference to the Decline of the Trans-Atlantic Fishing Industry», en DOUGLASS, W. A., coord.,
Anglo-American Contributions to Basque Studies: Essays in Honor of Jon Bilbao, Desert Research Institute Publications on the Social Sciences,
no. 13, Reno, Nevada, 1978, pp. 76-9. En 1572 el número fue de por lo menos 32 barcos. Archivo del Consulado de Burgos (en adelante
ACB), regs. 43 y 44, citado en BARKHAM, M. M.: «Mercaderes, comercio y finanzas en el norte de España: el seguro marítimo en Burgos y su
desarrollo en San Sebastián, Bilbao y Madrid (1500-1630)», Actas del V centenario del Consulado de Burgos, Diputación provincial de Burgos,
Burgos, 1994, t. 1, p. 568.

57
Michael Barkham

participación española en las pesquerías de Terra Nova en el siglo XVI; la captura de cetáceos era un
monopolio vasco pero en la pesca de bacalao hubo una pequeña presencia de armadores y barcos de
algunos otros puertos del Cantábrico197.
El número de barcos vasco-peninsulares nunca fue los 200 que muchos autores, entre ellos Fer-
nández Duro, Guiard y Larrauri, Ciriquiain Gaiztarro, Bélanger y Caro Baroja198, han sugerido que
tomaron parte en las pesquerías transatlánticas hacia 1580. Este error proviene de una mala inter-
pretación del marino español, Tome Cano, que a principios del siglo XVII escribió que al comienzo de
la década de 1580 había en España: «más de mill naos de alto bordo de particulares de ella, que en
solo Vizcaya avía más de dozientas naos, que navegaban a Terranova por ballena y bacallao y tam-
bién a Flandes con lanas»199. Según el marino contemporáneo inglés, Parkhurst, en la década de
1570, aparte de los bacaladeros «españoles» que iban a Terra Nova, «20 o 30 más vienen de Biskaie
[el País Vasco]200 para matar ballenas para saín»201.
Al igual que en los viajes pesqueros y balleneros de altura en aguas europeas, la organización y
financiación de las expediciones bacaladeras y balleneras a Terra Nova estuvo en manos de armado-
res que fletaban un barco, reclutaban la tripulación y suministraban «la armazón»: las provisiones y
el material pesquero o ballenero. En las primeras décadas, los armadores eran esencialmente inver-
sores de pequeña y mediana escala pero, hablando en líneas generales, durante el apogeo de las
pesquerías hubo importantes diferencias entre los armadores de viajes bacaladeros y los de expedi-
ciones balleneras, y en la organización de estas campañas. Aparentemente porque llegó a dar más
beneficios que la pesca de bacalao, la caza de cetáceos estuvo dominada, en buena parte, por inver-
sores de mediana y gran escala, aunque evidentemente éstos también invirtieron en campañas baca-
laderas y personas de medios económicos inferiores pusieron pequeñas cantidades de capitales en
expediciones balleneras. Queriendo maximizar las ganancias obtenidas de sus expediciones, estos
importantes inversores, que eran tanto de villas costeras como del hinterland vasco y que a la vez
tenían intereses en los sectores de construcción naval, naviero, siderúrgico y de comercio a gran esca-
la, fletaban los barcos más grandes de la costa, mayores que los bacaladeros y normalmente entre
200 y 800 toneles, entre ellos algunos de los barcos mercantes de mayor tamaño de la península e
incluso de Europa202.
Las grandes naos balleneras requerían tripulaciones incluso de 140 hombres y mozos (para balle-
neros así como para bacaladeros se calculaba un mínimo de 20 o 25 tripulantes por cada 100 tone-
les) y equiparlas con todo el material ballenero y provisiones necesarios costaba sumas muy elevadas:
en el caso de los barcos más grandes hasta 4.000 y 5.000 ducados, equivalente al valor de una nao
nueva de 500 toneles en la costa vasca203. Muy pocos de estos armadores, aunque tuvieran los capi-
tales suficientes, aportaban tales cantidades por sí solos, debido al riesgo que existía en todos los via-
jes marítimos; los seguros contratados con mercaderes-aseguradores en Burgos así como en Bilbao
y San Sebastián cubrían únicamente una parte de lo asegurado204. Era común que lo hicieran entre
tan sólo dos o tres socios, lo que de todas maneras suponía participaciones individuales de 500 o
incluso 1.000 ducados. Por ejemplo, para ocho expediciones balleneras de entre 1566 y 1581, men-
cionadas en los bastante completos protocolos notariales de los puertos de Motrico y Zumaya, para
las que conocemos todos los armadores, hubo entre dos y cuatro armadores para cada viaje. Tuvie-
ron un total de 25 participaciones que variaban, todas menos una, entre 1/6 y 2/3 del coste total del

197. BARKHAM, M. M.: Shipowning, Shipbuilding and Trans-Atlantic Fishing in Spanish Basque Ports, 1560-1630: a Case Study of Motrico
and Zumaya, p. 13.
198. FERNANDEZ DURO, C.: Disquisiciones Náuticas, sucesores de Rivadeneyra, 6 tomos, Madrid, 1876-81, t. 6, p. 317; GUIARD Y
LARRAURI, T.: La industria naval vizcaina, Biblioteca Vascongada Villar, 2a. ed., 1968 [1a. ed. 1917]), Bilbao, p. 77; CIRIQUIAIN GAIZTARRO,
M.: Los vascos en la pesca de la ballena, p. 255; BELANGER, R.: Les basques dans l’estuaire du Saint-Laurent, 1535-1635, p. 144; CARO BARO-
JA, J.: Vasconiana, Editorial Txertoa, 2a. ed., 1974, San Sebastián, p. 135.
199. CANO, T.: Arte para fabricar y aparejar naos, Luis Estupiñan, Sevilla, 1611; edición de MARCO DORTA, E.: Instituto de Estudios
Canarios, La Laguna, Tenerife, 1964, p. 96.
200. «Biskaie» puede traducirse como País Vasco peninsular o más generalmente como País Vasco.
201. HAKLUYT, R.: The Principal Navigations, Voyages, Traffiques and Discoveries of the English Nation (publicado por primera vez en
Londres, 1598-1600), Hakluyt Society, extra ser., 12 tomos, Glasgow, 1903-5), t. VIII, pp. 9-16.
202. BARKHAM, M. M.: Shipowning, Shipbuilding and Trans-Atlantic Fishing in Spanish Basque Ports, 1560-1630: a Case Study of Motrico
and Zumaya, p. 95.
203. Ibid., p. 96.
204. HUXLEY [BARKHAM], S.: «Burgos Insurance for Basque Ships: Maritime Policies from Spain, 1547-1592», Archivaria, 11 (1980-81),
pp. 87-99; «Los vascos y las pesquerías transatlánticas, 1517-1713», pp. 136-148; «Aseguradores burgaleses y pesca transatlántica en el País
Vasco: el efecto de las guerras sobre sus negocios (h. 1540-h. 1585)»; BARKHAM, M. M.: «Mercaderes, comercio y finanzas en el norte de
España: el seguro marítimo en Burgos y su desarrollo en San Sebastián, Bilbao y Madrid (1500-1630)».

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armazón, nueve de las cuales se situaban cerca del 50 por ciento y siete de ellas cerca del 33,3 por
ciento205.
La documentación, incluyendo los contratos de fletamiento, puede prestarse al equívoco, dando
la impresión de que el fletador, el «capitán» o «capitán armador», era el principal o uno de los prin-
cipales financieros de la expedición. Pero, de hecho, a menudo no era más que un marino, que inver-
tía poco o nada en el viaje, contratado para servir como tal capitán por los principales armadores. En
enero de 1581, la nao Santiago, de Deva, fue fletada para dicho propósito por Domingo de Isasi, de
Motrico, y a pesar de que la carta de fletamiento no menciona otros armadores, distintos documen-
tos indican que Isasi puso solamente 1/20 parte del coste del armazón (1.159,4 ducados), todo el
resto fue financiado por dos acaudalados mercaderes de la villa: San Juan de Laranga y Juan de
Lobiano. El año anterior, estos dos hombres habían equipado la Madalena, de Motrico, de 350 tone-
les, también para la captura de ballenas, pagando a medias el coste total de 3.188 ducados y, según
parece, únicamente contratando a Isasi para servir como capitán206. Otros ricos mercaderes y arma-
dores de este tipo, que incluían mujeres armadores y navieras de nivel207, fueron Martín López de Isa-
si y Andrés de Arrizabalaga, de Eibar208, y Martín de Bidarte, Gonzalo Ybañez de Ugarte y Martín
Ybañez de Sarasua, vecinos de Marquina209.
En cuanto a los viajes bacaladeros de este cuarto de siglo, muchos de ellos fueron financiados por
un mayor número de armadores de pequeña y mediana escala, a veces ocho o diez, que, por lo
general, fletaban barcos de entre 50 toneles (con apenas una quincena de tripulantes) y 200 toneles,
cuyos armazones costaban entre 400 y 1.500 ducados aproximadamente210. Estos armadores, entre
ellos mercaderes de la costa y del hinterland pero a la vez «maestres pinaceros» que practicaban la
pesca de bajura, pilotos de barcos, etc., normalmente contribuían con participaciones de entre 1/3 y
1/16 (sin embargo también de 1/32 y menos), o bien sumas a veces tan relativamente pequeñas
como 25 o 30 ducados. Por ejemplo, en 1562, Jorge de Ybiri, de Motrico, fletó la Santa María, en la
que llevaría 40 personas, para una campaña bacaladera a «Tierranoba» y en la escritura de fleta-
miento aparece como el único armador. Pero según otro contrato tenía seis socios: uno el propio
dueño del barco, y otros cuatro «maestres pinaceros» o marineros de la villa (de los cuales por lo
menos uno zarpó con la nave), a cuyo «ruego» se había obligado a fletar y equipar la Santa María211.
Sus socios prometieron darle 380 ducados para el armazón, en cantidades de entre 30 y 100 duca-
dos, y al menos dos de ellos tomaron prestado 25 ducados para pagar la participación de 50 duca-
dos que cada uno tenía212. En otro viaje semejante de 1562, el del San Pedro, de menos de 100 tone-
les, fletado y capitaneado por Gregorio de Sarasua, de Motrico, éste aportó 3/8 partes del armazón
(o 209,25 ducados) mientras que sus cinco socios tenían participaciones de entre 1/4 y 1/12. Dos de
ellos, Pero Ochoa de Yturribalzaga y Pascual de Urquiza, eran maestres pinaceros e Yturribalzaga
tuvo que tomar prestado al menos 55 ducados para pagar su cuarta parte, valorada en 139,5 duca-
dos213.
Las expediciones bacaladeras especializadas vasco-peninsulares, como había sido el caso con sus
viajes iniciales a por bacalao y mixtos, normalmente duraban desde marzo/abril hasta agosto/sep-

205. BARKHAM, M. M.: Shipowning, Shipbuilding and Trans-Atlantic Fishing in Spanish Basque Ports, 1560-1630: a Case Study of Motrico
and Zumaya, pp. 104-105
206. AHPGO, partido de Vergara, 2595, (3) f. 128; 2591, (3), f. 22.
207. Entre los barcos fletados para Terra Nova en 1571 estaban el San Salvador, de 658 toneles, propiedad de Doña Marina de Urançu,
viuda del marino y naviero de Rentería Domingo de Çubieta, y el Trinidad, de 409 toneles, de Marquesa (en este caso nombre propio y no títu-
lo nobiliario) de Villaviciosa, vecina del Pasaje de Fuenterrabía. HUXLEY [BARKHAM], S.: «Guipuzcoan Shipping in 1571 with Particular
Reference to the Decline of the Trans-Atlantic Fishing Industry», pp. 76-7. No es de sorprender que esta mujer fuera recordada por el cura e
historiador Isasti, que escribió «Tambien se cuenta por cosa memorable, que una muger natural de este lugar, llamada Marquesa de Villaviciosa,
muger del capitan Navejas, hizo fabricar siete naos grandes y aventajadas, particularmente la llamada San Juan Colorado, que dió forma á
muchas, que despues se hicieron de sus medidas». ISASTI, L. M. de: Compendio historial de la M. N. y M. L. provincia de Guipúzcoa, p. 502.
208. Véase, por ejemplo, AHPGO, partido de Vergara, 2582, (6) f. 73.
209. AHPGO, partido de Vergara, 2583, (3) f. 31, (8) f. 19; 2584, (8) f. 37 v., (9) f. 61. Pueden consultarse las biografías de algunos mer-
caderes de este tipo en BARKHAM, M. M.: «La construcción naval en Zumaya, 1560-1600. Estructura y organización de una industria capita-
lista mercantil» en HUXLEY [BARKHAM], S., coord.: Itsasoa 3. Los vascos en el marco Atlántico Norte. Siglos XVI y XVII, Editorial Etor, San
Sebastián, 1987, pp 221-230.
210. AGS, GA, 75 (13). HUXLEY [BARKHAM], S.: «Guipuzcoan Shipping in 1571 with Particular Reference to the Decline of the Trans-
Atlantic Fishing Industry», p. 76. BARKHAM, M. M.: Shipowning, Shipbuilding and Trans-Atlantic Fishing in Spanish Basque Ports, 1560-1630:
a Case Study of Motrico and Zumaya, p. 95.
211. AHPGO, partido de Vergara, 2578, (9) ff. 22, 23. DOMINGO DE SAGARZURIETA y JUAN RAMOS DE ARMENCHA eran maestres pina-
ceros y marineros. 2578, f. 25; 2590, (1569) f. 61. Juan de Mizquía era marinero. 2578, (3) f. 8 v., (9) f. 23. D. Sz. de Aguirre navegó en el
viaje. 2578, (8) f. 14, (9) f. 23.
212. Tanto SAGARZURIETA como AGUIRRE tomaron prestado dinero de PEDRO DE COROSTOLA, también vecino de Motrico. AHPGO,
partido de Vergara, 2578, (8) ff. 14, 15, (9) f. 23.
213. AHPGO, partido de Vergara, Vergara, 2578, (9) ff. 32 v., 44, 48; 2582, (2) f. 39; 2579, (9) f. 49 v. Sobre esta familia Yturribalzaga
véase la nota 101.

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Michael Barkham

tiembre debido a que el bacalao migraba y se acercaba a las costas desde mayo en adelante214. Si los
armadores no habían comprado en sus puertos las importantes cantidades de sal necesarias par la
conservación del pescado, antes de cruzar el Atlántico los bacaladeros navegaban a una de tres
zonas productoras de sal para abastecerse de ese recurso vital, que no se elaboraba en la costa vas-
ca, e igualmente de vituallas. Éstas eran, al norte, La Rochelle, la cual dejó de ser escala casi del todo
después de la década de 1560 ya que la ciudad se convirtió en base de corsarios protestantes, y, al
sur, Lisboa/Setubal y Sevilla/Cádiz/Sanlúcar215. Los que tomaban la ruta del sur solían zarpar un mes
o más antes de los que partían directamente para Terra Nova216, y era común que llevaran un carga-
mento de productos locales (sobre todo hierro), para su venta allí. En las cartas de fletamiento, a
menudo se incluía una cláusula a tales efectos; de esta manera barcos bacaladeros tomaron parte en
la exportación masiva de barras y otras manufacturas de hierro vasco hacia Portugal y Andalucía217.
En aquellas décadas, los destinos de los bacaladeros fueron principalmente los puertos de la gran
península de Avalon, que forma el sureste de la isla de Terranova, y los de la península de Burin (pala-
bra de origen vasco) más al oeste y quizá también las cercanas islas de Saint-Pierre y Miquelon. Pero
algunos navegaron a puertos del este y noroeste de la isla y, al parecer, algunos ya habían empezado
a frecuentar puertos de la gran isla de Cabo Breton. Por lo general, regresaban directamente a la cos-
ta vasca desde donde la mayor parte del bacalao era comercializado hacia el hinterland vasco e inte-
rior de la península218, aunque hay constancia de que ciertos bacaladeros descargaron sus cargas en
lugares intermedios como las islas Azores219.
En lo relativo a la pesca de cetáceos, durante las décadas de 1530 y 1540 los marinos vascos
determinaron que la mejor zona en Terra Nova para realizar su tradicional forma de caza utilizando
pequeñas embarcaciones basadas en tierra, eran los puertos del sur de Labrador, en lo que llamaban
la «Gran Baya», ahora el Estrecho de Belle Isle que separa Labrador de la isla de Terranova, situado
en 51º/52º norte. En 1571, el primer superintendente de construcción naval de Felipe II en el Cantá-
brico, Cristóbal de Barros, informaba al Rey que cuando los barcos balleneros zarpaban de la costa
vasca se dirigían directamente «hasta çinquenta y dos grados y medio donde esta la Gran Baya»220.
Hasta 1580 aproximadamente, los balleneros frecuentaron al parecer exclusivamente aquellos bue-
nos puertos del litoral norte del Estrecho221 (el litoral sur tiene muy pocos puertos seguros y es menos
apto para la navegación), 600 kilómetros más al norte de su principal zona bacaladera, y no, por
ejemplo, puertos de la provincia de New Brunswick como sugirió Ciriquiain Gaiztarro222.
Esta actividad estuvo basada en la explotación de dos especies de cetáceos, la ballena de los vas-
cos o franca (Eubalaena glacialis) y la ballena polar (Balaena mysticetus), que por sus distintas migra-
ciones por lo general aparecían en el Estrecho de Belle Isle en diferentes épocas del año. La ballena
franca emigraba hacia el norte, desde aguas más templadas, a finales del invierno y a principios de la
primavera y se encontraba en el Estrecho entre junio y septiembre. En cambio la ballena polar emi-
graba desde el Ártico hacia el sur en el otoño y a principios del invierno, hallándose presente en el
Estrecho entre octubre y mayo, cuando regresaba hacia el Ártico para el verano. Esto dio lugar a que
los vascos tuvieran dos temporadas, o «costeras» como rezan los documentos, de pesca de ballenas
en aquellas aguas223. En 1571, el superintendente Barros y otros oficiales del Rey informaron, más o
menos acertadamente, que los balleneros partían de la costa vasca para principios de mayo si querí-
an llegar para la primera costera o a mediados de junio si iban a la segunda224. En agosto, entre las
dos temporadas, cuando escaseaban los cetáceos, los tripulantes pescaban bacalao y, en menor

214. AGS, GA, 75 (24, 168).


215. BARKHAM, M. M.: Shipowning, Shipbuilding and Trans-Atlantic Fishing in Spanish Basque Ports, 1560-1630: a Case Study of Motri-
co and Zumaya, pp. 108-109.
216. AGS, GA, 75 (168).
217. HUXLEY [BARKHAM], S.: «Burgos Insurance for Basque Ships: Maritime Policies from Spain, 1547-1592», p. 89, documentó este
comercio triangular por primera vez. Existen más datos en BARKHAM, M. M.: Shipowning, Shipbuilding and Trans-Atlantic Fishing in Spanish
Basque Ports, 1560-1630: a Case Study of Motrico and Zumaya, p. 109.
218. Ibid., p. 110. BARKHAM, M. M.: «French Basque Merchants and the Spanish Basque Trans-Atlantic Fisheries, c. 1600 to c. 1620: the
Case of Adame de Chibau ‘Seigneur de St. Julien’ and burgess of St. Jean de Luz»; AZPIAZU ELORZA, J. A.: «La pesca del bacalao, su prepa-
ración y comercialización en Gipuzkoa en la Alta Edad Moderna».
219. AHPGO, partido de Azpeitia, 3301, f. 34; 3303, f. 14. BARKHAM, M. M.: «La construcción naval en Zumaya, 1560-1600. Estructu-
ra y organización de una industria capitalista mercantil», p. 234.
220. AGS, GA, 75 (24).
221. HUXLEY [BARKHAM], S.: «The Identification of Labrador Ports in Spanish 16th-Century Documents»; y «Los vascos y las pesquerías
transatlánticas, 1517-1713», pp. 90-98.
222. CIRIQUIAIN GAIZTARRO, M.: Los vascos en la pesca de la ballena, p. 184.
223. HUXLEY [BARKHAM], S.: «Los vascos y las pesquerías transatlánticas, 1517-1713», pp. 98-101.
224. AGS, GA, 75 (168).

60
medida, salmón. Aunque algunas tripulaciones lograban completar su pesquería durante octubre y
noviembre, muchas otras se veían obligadas a permanecer en Labrador hasta principios de enero,
cazando la ballena polar, para conseguir llenar las grandes naos que, en busca de mayores benefi-
cios, habían sido fletadas por los armadores. Corrían así el riesgo de que sus barcos quedaran atra-
pados en los puertos por el hielo que se formaba sobre el mar con la llegada del brutal invierno, para
el cual no estaban preparados225. Las expediciones normalmente no duraban más que ocho meses226.
La industria ballenera vasco-peninsular y continental de la «Gran Baya», dominada por los prime-
ros, fue la primera pesquería de ballenas a escala industrial, mucho mayor que sus pesquerías equi-
valentes en el Cantábrico. En cada una de sus campañas anuales, las tripulaciones mataban hasta
400 cetáceos que producían aproximadamente 20.000 barricas de aceite. Con esta industria balle-
nera del Nuevo Mundo los vascos confirmaron su condición sin igual como pioneros de la caza de
cetáceos, y consolidaron su monopolio sobre el suministro de aceite de ballena para los mercados
europeos. A estos mercados, Londres, Amberes, Lisboa, etc., algunas naos se dirigían sin escala des-
de América, pero la mayoría regresaban a puertos vascos para la descarga y posterior comercializa-
ción del valioso líquido. En 1566, por ejemplo, fueron aseguradas en Burgos más de 1.000 toneladas
de barricas de aceite de ballena, que se mandaron desde ese litoral hacia el noroeste de Europa, por
un valor total de 28.000 ducados, fiel reflejo de la gran importancia de esta empresa227.

3. LA COMPOSICIÓN Y EVOLUCIÓN DE LA INDUSTRIA PESQUERA, h. 1500 - h. 1650

3.1. La época anterior al despegue de Terra Nova, h. 1500 - h. 1545

Durante las primeras cuatro décadas del siglo XVI, antes del despegue de sus pesquerías de baca-
lao y de ballenas en Terranova y Labrador (sobre el temprano desarrollo de esas pesquerías véase el
apartado 2.3), la industria pesquera de Bizkaia y Gipuzkoa, sin contar el pequeño número de barcos
y hombres que ya desde 1530 aproximadamente zarpaban anualmente para esas aguas transatlánti-
cas, se componía de la pesca de bajura a lo largo del año y de las pesquerías estacionales a larga dis-
tancia en aguas europeas, actividades que coexistían como lo habían hecho durante más de un siglo.
Pero, porque ambos tipos de pesquería coincidían, aquellos marineros-pescadores que iban a las
aparentemente más provechosas pesquerías de altura en Irlanda, Inglaterra y el Cantábrico central y
occidental (así como los pocos que iban a Terra Nova), evidentemente no participaban en la pesca de
bajura. Cada año, en junio, julio y agosto, varios centenares de hombres y mozos partían para varios
meses para las campañas de Irlanda e Inglaterra, y a finales de septiembre o a principios de octubre
otros tantos pescadores-balleneros se embarcaban para cuatro o cinco meses rumbo a Cantabria,
Asturias y sobre todo Galicia para la caza de ballenas. Por lo tanto, mientras que el año pescador
para algunos hombres y mozos de la costa consistía en su participación solamente en las distintas
pesquerías de bajura a lo largo del año, para otros consistía en su participación en la pesca de baju-
ra durante unos meses seguido de su alistamiento para viajes a uno o más de las pesquerías a larga
distancia en aguas europeas (o para una de las contadas expediciones a Terra Nova).
El que en esas fechas las principales pesquerías de altura de los vascos peninsulares fueron, efec-
tivamente las europeas y no las de Terra Nova, queda reflejado en el censo de septiembre de 1534 de
todos los barcos matriculados en puertos guipuzcoanos y de sus paraderos. Quince barcos se encon-
traban en «la pesca de Irlanda», otros iban a participar en la caza de cetáceos en la costa cantábrica
al oeste de la costa vasca y probablemente otros habían ido a la pesquería del suroeste de Inglaterra
(cuya temporada había más bien terminado). Pero según este recuento de naves ningún barco esta-
ba en Terra Nova, ni acababa de volver de allí aunque sabemos por otra documentación que ese año
por lo menos un barco, la nao San Nicolás de Orio, había ido a, y vuelto ya de, esa nueva pesquería
(véase el apartado 2.2). En esa década y primera parte de la siguiente, los pocos barcos que navega-
ban a Terra Nova, incluso los que se dedicaban en parte a la captura de cetáceos, solían regresar en

225. HUXLEY [BARKHAM], S.: «Los vascos y las pesquerías transatlánticas, 1517-1713», pp. 101-104; HUXLEY [BARKHAM], S. y BARK-
HAM, M. M.: «Los Arriola de Urazandi: iniciativa empresarial marítima en Vizcaya y Guipúzcoa (c. 1540-c. 1630)», pp. 361-365.
226. BARKHAM, M. M.: Aspects of Life aboard Spanish Basque Ships during the 16th century, with Special Reference to Terranova
Whaling Voyages.
227. ACB, reg. 95, ff. 189, 190 v., 222 v., 223 v., 234 v., 235, 259, 264 v., 265, 273, 295, 323 v., 334 v., 337 y 385, citados en HUXLEY
[BARKHAM], S.: «Burgos Insurance for Basque Ships: Maritime Policies from Spain, 1547-1592», p. 98.

61
Michael Barkham

agosto o septiembre (y octubre), lo que, en lo relativo a las pesquerías a distancia en Europa, permi-
tía a los barcos y sus tripulantes tomar parte en por lo menos la pesca de cetáceos en el Cantábrico
central y occidental.
No cabe duda de que en esa época, frente a lo que fue claramente un potente ramo de bajura,
las pesquerías de altura europeas tuvieron igualmente un importante peso económico. Esta combi-
nación de actividad de bajura y de altura en Europa, sectores que juntos emplearon a tantos vizcaí-
nos y guipuzcoanos, dio lugar a una activa y próspera industria pesquera. Según parece, desde fina-
les del siglo XV en adelante, la evolución de esta industria siguió la misma tendencia expansionista
que caracterizó a las economías vasco-peninsular y española. Eso sí, cabe destacar que por lo menos
la pesca a distancia en Europa, sobre todo los viajes a Irlanda e Inglaterra, y la nueva pesca trans-
atlántica (como hemos indicado en el apartado 2.3), se vieron afectadas por las numerosas guerras
franco-españolas que, a consecuencia de la rivalidad dinástica entre los Valois y Habsburgos, domi-
naron la primera mitad del siglo XVI (1499-1505, 1508-14, 1515-16, 1521-26, 1526-29, 1536-38 y
1542-44). Los libros de cuentas parroquiales de Lequeitio, por ejemplo, permiten ver que mientras en
los años de paz de esa media centuria aquellos viajes transcurrían normalmente, en épocas de gue-
rra su número fue reducido considerablemente228. Durante esas guerras los barcos mercantes y pes-
queros vasco-peninsulares que se hacían a la mar estaban bajo la constante amenaza de ser captura-
dos por barcos enemigos, lo cual disuadía a ciertos armadores a fletar y equipar barcos para aquella
pesca a distancia. En un pleito sobre seguros marítimos tres testigos de Fuenterrabía dieron testimo-
nio acerca de la intensidad de la actividad corsaria. Afirmaron que tres de sus barcos, o barcos en los
que habían cargado mercancía, habían sido capturados por los franceses en o hacia 1523, uno entre
San Sebastián y Cádiz, otro entre Galicia y San Sebastián y el tercero mientras navegaba de las islas
Canarias a Flandes229.
También durante esos conflictos muchos mercaderes, armadores y marineros-pescadores vascos
preferían invertir y participar en expediciones de corso, que podían ser bastante más provechosas
que los viajes de transporte o de pesca. En otro pleito de ese período, entre el dueño de una gran
carraca, la Santa Cruz, y su maestre, Juan Pérez de Hoa de San Sebastián, varios testigos vasco-penin-
sulares declararon que, efectivamente, las guerras afectaban a los viajes «marchantes» o mercantes
de esta manera. Dijeron que en 1522 y 1523, en plenas hostilidades, la Santa Cruz había permaneci-
do nada menos que ocho meses en el puerto del Pasaje sin ser fletada, en parte debido a la amena-
za de los muchos «armados e cosarios por la mar» y en parte porque «no se pudo aber fleyte [o fle-
tadores] para ella ni marineros que la nabegasen», ya que muchos se interesaban más por las
expediciones corsarias y por las buenas ganancias que se podían obtener con ellas. En palabras del
escribano de la carraca, Juan Pérez de Garano de San Sebastián, «asi por parte desta frontera e puer-
tos de Guipuzcoa como de Bizcaya avia muchos armadores por mar e tantos que para marchante no
podian fallar gente [...] Que andaba la guerra muy encarneçida por mar e se fazian e se yzieron
muchas presas e con la ganançia dellas e con la esperança que tenyan ninguno queria yr a marchan-
te»230. Entre los marineros vasco-peninsulares que por entonces se hicieron a la mar como corsarios
se encontraban nueve hombres de Motrico quienes, en abril de 1528, reclamaban su parte de varios
barcos y cargamentos franceses capturados «los dias pasados» por una pinaza de ese puerto en la
que habían navegado «contra los franceses nuestros henemigos»231. (Sobre esta actividad corsaria
durante las guerras de los años 1530 y 1540 véase el apartado 2.3).

3.2. La dominación de Terra Nova, h. 1560 - h. 1585: una edad de oro

La composición tradicional de la industria pesquera vasco-peninsular de las primeras décadas del


siglo XVI cambió radicalmente a partir de 1545 con el rápido crecimiento de las nuevas pesquerías de
bacalao y de ballenas en Terranova y Labrador, aunque las guerras franco-españolas de 1551-56 y
1556-59 otra vez afectaron a sus pesquerías de altura en Europa y al desarrollo de las de Terra Nova.
Pero este cambio se dio sobre todo a lo largo del cuarto de siglo entre 1560 y 1585 cuando estas
pesquerías transatlánticas alcanzaron su apogeo. De hecho, la transformación fue tal que en aquel

228. AML, reg. 52; AHEV, libros 16-II y 28-II.


229. ARChV, pleitos civiles, La Puerta (fen.), 733-3.
230. ARChV, pleitos civiles, Quevedo (Dep.), 189-2.
231. AHPGO, partido de Vergara, 2559, 3-IV-1528, documento citado y publicado en HUXLEY [BARKHAM], S.: «Los vascos y las pesque-
rías transatlánticas, 1517-1713», p. 65.

62
período el sector de altura en ultramar o de Terra Nova llegó a dominar la industria pesquera. Esto
fue porque la mayoría de los pescadores-balleneros, además de gran parte de los barcos medianos y
grandes de más de cincuenta toneladas y de las pequeñas embarcaciones pesqueras y balleneras,
estaban ausentes durante al menos la mitad del año, ya sea en viajes para la pesca de bacalao que
duraban cinco o seis meses entre marzo/abril y agosto/septiembre (y a veces octubre), o en expedi-
ciones balleneras que duraban de seis a ocho meses entre abril/mayo y diciembre/enero.
El que casi todos los pescadores-balleneros experimentados, sanos y de joven o mediana edad se
encontraban en América durante aquellos meses lo indica, entre otros documentos, un contrato
notarial de Orio fechado el 19 de agosto de 1571. Dos asturianos de Gijón y Candás viajaron a ese
puerto, con el poder de otros cinco vecinos de Gijón, para contratar en Orio o en otro lugar de
Gipuzkoa «asta catorçe o diez y seys onbres para andar a la pesca de las ballenas en esta villa de
Gijón» durante la costera de las ballenas de los cuatro años siguientes232. Pero al llegar a Orio y decir,
aquel día de agosto, que habían venido «para aconpañar al arponero con su chalupa e otros tres
arponeros, asta diez y seys onbres», encontraron que todos los hombres adecuados estaban en Terra
Nova; en sus propias palabras «no avían allado gentes para poder aconpañar e ygualarse por estar en
Tierra Nueba»233.
Las repercusiones de esta dominación y larga ausencia de la mayor parte de los pescadores-balle-
neros, especialmente a partir de 1560, en los otros dos sectores de la industria pesquera fueron con-
siderables. Aunque en los meses de primavera, verano y otoño (y principio del invierno) cuando se
encontraban fuera los bacaladeros y balleneros siguió habiendo cierta actividad pesquera de bajura,
al parecer esta actividad fue bastante menor de lo que había sido antes del desarrollo de las pesque-
rías de Terranova y Labrador. Éstas mermaron la pesca de litoral mucho más que lo habían hecho las
pesquerías a distancia en Europa, que nunca llegaron a emplear a tantos hombres y mozos. Las pes-
querías de bajura más afectadas fueron las de primavera y verano (incluyendo la de atún entre julio y
octubre) cuando tanto los bacaladeros como los balleneros estaban ausentes. Ya que los bacaladeros
volvían entre finales de agosto y finales de septiembre (y a veces en octubre) podían tomar parte en
la importante pesquería de besugo que duraba desde noviembre hasta marzo. Puede que algunos
tripulantes de las naos balleneras a su regreso, a veces en octubre pero más generalmente entre
noviembre y enero, se incorporaran a esta pesquería, como algunos pudieron incorporarse a la caza
de cetáceos en la costa vasca. No obstante, ésta también parece haber sido afectada por la ausencia
de la mayoría de los balleneros experimentados hasta tres meses y medio después del comienzo tra-
dicional de dicha caza en octubre. Por lo tanto, en esa época los meses de mayor actividad pesquera
de bajura fueron los de otoño y sobre todo del invierno, lo cual queda reflejado en la documentación
notarial de los puertos vizcaínos y guipuzcoanos. Si la pesca costera estuvo perjudicada más lo estu-
vo el sector de la pesca de altura europea, ya que el auge de los viajes pesqueros y balleneros tran-
satlánticos fue la causa principal del cese casi total de las pesquerías vasco-peninsulares en Irlanda y
el suroeste de Inglaterra. Esas expediciones al Nuevo Mundo producían mayores ganancias y, ade-
más, las primeras tripulaciones bacaladeras no volvían de Terra Nova hasta agosto (y las balleneras
más tarde), cuando los barcos fletados para Irlanda e Inglaterra solían zarpar bastante antes (aunque
algunos también en ese mes veraniego). Este cese casi completo queda reflejado en los libros de
cuentas parroquiales de Lequeitio. Antes de 1560, salvo en años de guerra como lo fueron casi todos
los de la década de 1550, los legajos registran uno, dos o más de dichos viajes pesqueros a Irlanda o
Inglaterra anualmente, mientras que después de 1560 hay muy poca mención de ellos. En cuanto a
las expediciones a Terra Nova la situación es completamente inversa234.
La presencia vizcaína y guipuzcoana en esas aguas del noroeste de Europa también se vio afecta-
da por la creciente hostilidad de los ingleses hacia los súbditos españoles a partir de la década de
1560. En 1625-26, Isasti, cuyo propio padre había comprado importantes cantidades de «cueros de
Yrlanda»235, escribió que «Antiguamente solian acudir los marineros de esta costa de Guipuzcoa a
Irlanda con navios pequeños a la pesqueria de la merluza, salmones y arenques, y al trato de los cue-
ros de ganados y cecina en que les iba bien, sin alejarse a Terranova: y ahora cien años [o sea alrede-
dor de 1526] que cesó este trato y navegacion por la contradicion que se halló de los ingleses»236.

232. AHPGO, partido de San Sebastián, 1796, f. 39. Poder otorgado en Gijón el 7 de Agosto de 1571.
233. AHPGO, partido de San Sebastián, 1796, f. 39 v. Poder otorgado en Orio el 19 de agosto de 1571.
234. AML, reg. 52; AHEV, libros 16-II, 28-II y 28-III.
235. HUXLEY [BARKHAM], S.: «Los vascos y las pesquerías transatlánticas, 1517-1713», p. 30.
236. ISASTI, L. M. de: Compendio historial de la M. N. y M. L. provincia de Guipúzcoa, p. 156.

63
Michael Barkham

Los datos de archivo que hemos presentado para décadas posteriores a la de 1520 demuestran que,
en contra de lo que dijo el cura e historiador guipuzcoano, tanto la pesca como el comercio vasco-
peninsular en Irlanda continuaron hasta bastante después de 1526. No obstante, éstos sí menguaron
notablemente desde mediados de siglo en adelante a causa de «la contradicion que se halló de los
ingleses» recogida por el cura, pero primordialmente a raíz del despegue de las pesquerías de Terra
Nova237.
En su «Discurso sobre Irlanda», al parecer fechado en 1572, el militar y marino inglés Sir Humph-
rey Gilbert declaró, seguramente con mucha exageración, que «los españoles [...] [tienen un] gran
tráfico anual con ellos [los irlandeses] por lo menos con 600 barcos pequeños y grandes solo para la
pesca». Gilbert quería fortificar «una isla dentro del puerto de Balletymore [Baltimore] en la que los
españoles están durante la temporada de su pesca» e imponer un impuesto sobre los «vinos, sal [y]
hierro» que importaban los «españoles y biskeins [vizcaínos o vascos]238»239. Esta declaración deja
poca duda de que algunos vascos aún frecuentaban el suroeste de Irlanda en la década de 1570, por
lo menos para comerciar. Pero es muy probable que la mayoría, por no decir la totalidad, de los pes-
cadores «españoles» de que habla Gilbert –nótese bien la distinción que hace entre «españoles» y
«biskeins»– fueran marineros de la costa cantábrica al oeste del País Vasco, quienes sabemos toma-
ron parte en la «pesca de Irlanda» pero cuya participación en la empresa de Terra Nova fue míni-
ma240.
También la caza de ballenas por vizcaínos y guipuzcoanos en Cantabria, Asturias y Galicia se vio
recortada como consecuencia del rápido crecimiento de las expediciones bacaladeras y balleneras a
América. Como ya se ha dicho, la mayor parte de los balleneros experimentados eran contratados
para la pesca de ballenas en Labrador desde donde los más de ellos normalmente no regresaban has-
ta noviembre, diciembre o enero (habiendo esperado la segunda costera de ballenas en esas aguas),
o sea un mes o más después del comienzo tradicional de la costera vasca de ballenas en el Cantábri-
co central y occidental. Sin embargo, al contrario de lo que muchos autores han escrito, a lo largo de
todo este período siguió habiendo una presencia ballenera vasca en aquellas costas cántabras, astu-
rianas y gallegas entre octubre/noviembre y febrero/marzo; una presencia protagonizada por algunos
de los hombres (entre ellos mayores y mozos) que no embarcaban para Terra Nova, por bacaladeros
que volvían de allá en agosto, septiembre y octubre, y también por balleneros que regresaban de la
primera costera de ballenas en Labrador hacia octubre.
Así, el 19 de agosto de 1571, los dos asturianos venidos a Orio para reclutar a balleneros para la
caza de ballenas en Gijón durante las próximas cuatro costeras de ballenas, al hallar que todos los
hombres experimentados estaban en Terra Nova, solamente pudieron contratar a dos personas:
Domingo de Echave «menor en días» como arponero (con su chalupa) y su padre Domingo de Echa-
ve «mayor en Días». Dada esta situación y «porque ellos no podían aguardar [en Orio] asta benir la
gente de Tierra Nueba» los asturianos dieron su poder a Echave menor para que, cuando volviera
una tripulación o más de América, reclutara «asta tres feridos241 [sic] e arponeros y doze onbres mari-
neros, buenos palatores y espalderos y entre ellos un talayero»242. Aparentemente este regreso no se
efectuó hasta mediados de octubre ya que fue el día 22 de ese mes cuando Echave menor pudo con-
tratar a los balleneros que le habían encomendado los asturianos243. Es posible que algunos de los
marineros que regresaban de la segunda costera de ballenas de Labrador, en diciembre y enero, tam-
bién tomaran parte en la caza de ballenas en el Cantábrico central y occidental.
El mismo documento y otros demuestran que la presencia ballenera vasca en esas costas, en
aquella época, no fue inusual sino regular. Los balleneros que quisieron apuntarse aquel octubre de

237. Los libros de cuentas parroquiales de Lequeitio hacen referencia a un viaje pesquero a Irlanda en 1560 y, sin más detalles, a « los mari-
neros que quedaron presos en Yrlanda en este biaje». AHEV, libro 28-III. La detención de marineros en Irlanda, para su posterior liberación
mediante pago de un rescate, no era inusual. HUXLEY [BARKHAM], S.: «Los vascos y las pesquerías transatlánticas, 1517-1713», pp. 74-76.
238. «Biskeins» puede traducirse como «vizcaínos», término genérico entonces sinónimo con el de vascos peninsulares, o más general-
mente como «vascos».
239. QUINN, D. B., coord.: The Voyages and Colonising Enterprises of Sir Humphrey Gilbert, Hakluyt Society, London, 2 tomos, 1940, t. 1,
pp. 125 y 127. LONGFIELD, A. K., Anglo-Irish Trade in the Sixteenth Century, p. 43, cita el «Discurso» de Gilbert de otra fuente y cita también
un informe de 1580 de Lord Justice Pelham que hace referencia a «portugueses y españoles» pescando en Irlanda.
240. BARKHAM, M. M.: Shipowning, Shipbuilding and Trans-Atlantic Fishing in Spanish Basque Ports, 1560-1630: a Case Study of Motri-
co and Zumaya, p. 13.
241. «Feridores» o heridores.
242. AHPGO, partido de San Sebastián, 1796, f. 39 v. Poder otorgado en Orio el 19 de agosto de 1571.
243. Contrato entre Echave menor y los balleneros fechado en Orio el 22 de octubre de 1571. AHPGO, partido de San Sebastián, 1796, f.
40 v. Estos tres documentos llevan el título «Conçierto de los balleneros», puesto por el notario oriotarra.

64
1571 eran todos vecinos de Orio, menos Domingo de Apategui que era vecino de Zarauz y que ya
había estado en esa pesquería en Asturias en años anteriores. Cuatro años más tarde, el 11 de octu-
bre de 1575, Diego de Hebia, vecino y regidor de Villaviciosa asimismo en Asturias, otorgó un poder
a Felipe de Villar, vecino del valle de «Selorio» en dicho principado, y a Joanes de Arranibar y Juan de
Arana, vecinos de Orio y San Sebastián respectivamente, «para que por mi y en mi nombre podays yr
e bayays a la probinçia de guipuzqua, bizcaya y San Sebastian y aconpañar en mi nombre la xente
que fuere nezesaria para este año e ynbierno andar a la pesca y caza de las ballenas en el puerto de
Llastres del concejo de Colunga con todas las chalupas balleneras y armazones nezesarias»244. Once
días después, en Orio, precisamente el mismo día de octubre en que en 1571 Echave menor había
contratado a otros balleneros, Villar y Arranibar contrataron a tres arponeros de Orio y Guetaria (con
dos chalupas) y su «conpanía», incluyendo un atalayero, un tonelero y un palotero, «para yr al puer-
to de Lastres a matar ballenas heste ynbyerno asta fin del mes de henero» de 1576245. En noviembre
de 1577 la zabra Santa María de porte de 300 quintales, en parte propiedad del clérigo Doctor Arria-
ga de Zumaya, estaba en Guetaria fletada para ir a la caza de cetáceos en Llanes, otro puerto astu-
riano; hacia principios de octubre de 1582, la Nuestra Señora de Santa María, también de poco por-
te y fletada por balleneros de Guetaria, debía de hacerse a la vela para «la pesca de las ballenas» en
Malpica, Galicia; mientras que a finales de octubre de 1585 uno de los dos Domingo de Echave de Orio
antes mencionados fletaba una pinaza o zabra de Zumaya para dicha pesquería en Llanes ese año246.
A pesar de los efectos negativos que la dominación de las pesquerías transatlánticas tuvo sobre los
sectores de pesca de bajura y de altura en aguas europeas, la escala y muy alta rentabilidad de esas pes-
querías del Nuevo Mundo durante el cuarto de siglo entre 1560 y 1585 fueron tales que, en aquellos
años, la industria pesquera de Bizkaia y Gipuzkoa parece haber sido mucho más próspera que en la pri-
mera mitad del siglo XVI y quizá más próspera que nunca. Por ello podemos hablar de una verdadera
edad de oro en la industria pesquera vasco-peninsular en ese período de la temprana Edad Moderna. Un
signo de esa gran prosperidad son las siguientes palabras de dos conocidos donostiarras, el Licenciado
Zandategui y Luis de Cruzat, redactadas en la Introducción o «Primer título» de su Recopilación de leyes
y ordenanzas de la M.N. y M.L. provincia de Guipúzcoa presentada por ellos en 1583, tras haberles sido
encargado tal recopilación por las Juntas Generales de la Provincia247. Los dos hombres, que habían vivi-
do de cerca las hazañas y fortunas de los bacaladeros y balleneros –Cruzat tomó parte en el comercio de
la grasa de ballena (y probablemente invirtió en dichas expediciones) mientras que Zandategui fue sue-
gro del gran marino Miguel de Oquendo248–, dijeron:
«Dejando el viaje de Indias y Levante, islas Barlovento y otras navegaciones, cada año van de aquí
muchas naos a Terranova, región frigidísima y septentrional, casi inhabitable por las muchas, continuas y
grandes nieves y heladas, donde, resistiendo con admirable ánimo a ellas y al temor grande que les
podía causar sus muchas y muy grandes montañas de hielo y nieves cuajadas y levantadas en mitad de
la mar, matan grande número de ballenas [...]; con estar descubierta esta navegación y ser manifiesto el
mucho provecho que dello redunda [...], las traen en cada año a esta provincia en barricas o vasijas de
roble en gran sustento y utilidad de ella, de donde se provee de grasa la mayor parte de España, Francia,
Flandes, Inglaterra. Tambien van cada año hacia la misma región septentrional de Terranova algo más a
mediodía y poniente muchas naos y traen cada año grande cantidad de abadejo del cual se provee de
aquí toda España»249.

3.3. Recesión o crisis en la industria pesquera: h. 1585 - primera mitad del siglo XVII

El declive del sector de Terra Nova

A partir de mediados de la década de 1580, después de aproximadamente un siglo de expansión,


la floreciente industria pesquera vasco-peninsular entró en una fase de fuerte recesión o crisis que

244. AHPGO, partido de San Sebastián, 1801, f. 69. Poder otorgado «en el balle de Selorio del concejo de Billabiçiosa».
245. AHPGO, partido de San Sebastián, 1801, f. 68. Concierto otorgado en Orio el 22 de octubre de 1575 (véase también una obligación
otorgada ese día en Orio por Villar). Estos tres documentos, al igual que los documentos de 1571 antes mencionados, llevan el título «Conçier-
to de los balleneros, año 1575» puesto por el notario oriotarra.
246. AHPGO, partido de Azpeitia, 3299, (11) f. 10; 3310, f. 66; 3313, f. 210.
247. ZANDATEGUI, C. L. de, y CRUZAT, L.: Recopilación de leyes y ordenanzas de la M.N. y M.L. provincia de Guipúzcoa [1583], INSAUS-
TI, S. de, coord., Diputación Foral de Gipuzkoa, San Sebastián, 1983.
248. HUXLEY [BARKHAM], S.: «Los vascos y las pesquerías transatlánticas, 1517-1713», p. 41. Sobre Oquendo véase TELLECHEA IDIGO-
RAS, J. I.: «Miguel de Oquendo, Caballero de Santiago (1584)», Boletín de Estudios Históricos sobre San Sebastián, 1 (1967), pp. 33-77.
249. ZANDATEGUI, C. L. de, y CRUZAT, L.: Recopilación de leyes y ordenanzas de la M.N. y M.L. provincia de Guipúzcoa, pp. 11-12.

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Michael Barkham

duraría hasta bien entrado el siglo XVII. Esto fue principalmente a raíz de un declive repentino y pro-
fundo, después de 1585, del sector clave y dominante de Terra Nova en todo Bizkaia y Gipuzkoa. El
notable descenso, desde 1586 en adelante, en el número de barcos enviados por armadores de las
dos provincias a las pesquerías de bacalao y de ballenas, queda bien ilustrado por el número total de
tales viajes registrados anualmente, a lo largo del período 1560-1600, en los protocolos notariales de
los puertos vascos, como en la bastante completa documentación de Motrico y Zumaya; viajes no
solamente organizados en esos dos puertos sino también en otros puertos vizcaínos y guipuzcoanos.
Después de un promedio de 3,8 viajes bacaladeros cada año entre 1560 y 1585, no se registra nin-
gún viaje de este tipo entre 1586 y 1599, excepto dos en 1594 y dos en 1599. De forma parecida,
tras un promedio de 3,0 expediciones balleneras cada año entre 1560 y 1585, solamente ocho son
mencionadas entre 1586 y 1599: dos en 1586 y una anualmente desde 1590 hasta 1595 inclusive250.
Inicialmente, este declive del sector de Terra Nova fue debido sobre todo a las consecuencias
negativas de la guerra anglo-española, que empezó en 1585 y duró casi una generación hasta 1604,
y en menor medida de la guerra franco-española de 1595-1598 y de las hostilidades con Holanda
que dieron paso a la guerra de 1596-1609. Una de las consecuencias fue la amenaza de barcos ene-
migos, presente aún durante las relativamente pacíficas décadas de 1560 y 1570 pero que aumentó
enormemente después de 1585. El primer barco de Terra Nova vasco-peninsular capturado en la
guerra de 1585-1604 fue, al parecer, una nao de 300 toneles, tomada por dos pequeños corsarios
ingleses, en septiembre de 1585, cuando volvía de un viaje bacaladero251, mientras que la nao Trini-
dad de Zumaya, de 130 toneles, también fue tomada por un corsario inglés en septiembre, a lo lar-
go de Finisterre, a su regreso de la misma pesquería de bacalao. Su tripulación, que llevaron a Lon-
dres donde realizaron trabajos forzados, probablemente no sabría que las hostilidades habían
empezado aquel verano252. En octubre de ese año, Alvaro de Bazán informó desde Lisboa que, entre
mediados de agosto y el 30 de septiembre, corsarios ingleses habían capturado barcos y cargamen-
tos con un valor de 294.500 ducados, entre San Sebastián y el Cabo de San Vicente, y que de 18
naos que volvían de la pesca de bacalao nada menos que 17 habían sido tomadas253. Pero los barcos
vasco-peninsulares, que siempre iban bien armados, sobre todo las grandes naos balleneras, eran
potentes adversarios para la mayoría de los barcos corsarios, normalmente de tamaño pequeño o
mediano; de 139 barcos ingleses que se hicieron a la mar como corsarios entre 1589 y 1591 tan sólo
41 eran de más de 100 toneles y sólo 16 de más de 200 toneles. El conocido inglés, Sir William Mon-
soon, que participó en la captura del bacaladero de 300 toneles antes mencionado, constató que los
barcos «biscayan» o vasco-peninsulares eran adversarios formidables y sus tripulantes tan fuertes y
agresivos como los ingleses254.
Con mucho las consecuencias más perjudiciales de aquellas guerras para el sector de Terra Nova
fueron que, durante esos años de conflicto, un alto número de barcos mercantes vasco-peninsulares
(entre ellos muchos que estaban equipados para las pesquerías transatlánticas) fueron embargados o
detenidos y requisados para las flotas reales españolas y, al mismo tiempo, centenares de marineros-
pescadores vasco-penisulares (incluyendo numerosos bacaladeros y balleneros) fueron reclutados forzo-
samente para aquellas armadas. Durante todo el siglo XVI, la Corona había contado con barcos mer-
cantes vasco-peninsulares, sobre todo con naos de tamaño mediano y grande, tripulados en su mayor
parte por marineros locales, para sus requerimientos navales en el Atlántico, ya que sólo empezó a
desarrollar una armada real propia para el Atlántico desde finales de la década de 1560 en adelante255.
Pero el gran problema era que en aquella costa, especialmente en períodos de guerra, no había sufi-
cientes naos ni marineros para satisfacer la demanda comercial a la vez que la real. Los barcos eran
detenidos por medio de embargos o prohibiciones sobre la navegación a medida que iba surgiendo la
necesidad y, aunque no todos los barcos detenidos eran luego requisados para el servicio real, tales
detenciones impedían a las naves y a sus tripulaciones llevar a cabo sus viajes comerciales, incluyendo
los de Terra Nova. Cuando estas expediciones bacaladeras y balleneras eran interrumpidas tanto los
navieros, como armadores y marineros se veían afectados económicamente. Además, el sueldo que se

250. BARKHAM, M. M.: Shipowning, Shipbuilding and Trans-Atlantic Fishing in Spanish Basque Ports, 1560-1630: a Case Study of Motri-
co and Zumaya, pp. 127-128.
251. ANDREWS, K.R.: English Privateering During the Spanish War (1585-1603), Cambridge University Press, Cambridge, 1964, p. 65.
252. AHPGO, partido de Vergara, 2587, (6) f. 16; 2593, (2) f. 96.
253. CHAUNU, P. y H.: Séville et l’Atlantique, 1504-1650, Armand Colin, 11 tomos, Paris, 1955-59, t. III, p. 368, nota 1.
254. OPPENHEIM, M. (coord.): The Naval Tracts of Sir William Monson, Navy Records Society (XXII, XXIII, XLIII, XLV, XLVII), 5 tomos, London,
1902-14, t. III, pp. 43-44, t. V, p. 174, citado en ANDREWS, K. R.: English Privateering During the Spanish War (1585-1603), pp. 95 y 131.
Sobre el tamaño de los corsarios ingleses véanse pp. 32-34.
255. BARKHAM, M. M.: «Spanish Shipping and Shipbuilding [at the time of the Armada]» en Armada, 1588-1988, Penguin Books y the
National Maritime Museum, London, 1988, pp. 158-163.

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pagaba a los propietarios de barcos y marineros para servir a la Corona distaba mucho de alcanzar lo
que podían ganar en viajes a Terra Nova, mientras que los armadores de las naos detenidas o requisa-
das no recibían compensación alguna. Incluso los navieros y marineros podían esperar años hasta que
se les pagara el sueldo (o la compensación, siempre parcial, en el caso de la pérdida de una nao) que se
les debía y gastarse parte o todo ello intentando reclamarlo de los pagadores reales256.
Por lo tanto, la política real de embargar y requisar barcos vizcaínos y guipuzcoanos, además de la
demanda real para marineros de esas dos provincias, ya habían perjudicado sus pesquerías transatlán-
ticas antes de 1585. Por ejemplo, a comienzos de la década de 1580 varias naos que estaban siendo
preparadas para Terra Nova fueron requisadas, y sus tripulaciones reclutadas a la fuerza, con destino a
la formación de armadas para la conquista de Portugal (1580), la expedición al Estrecho de Magalla-
nes (1581) y para la toma de las Azores (1582 y 1583). Para estas dos últimas campañas, más de una
docena de naos vizcaínas y guipuzcoanas fueron requisadas junto con varios centeneras de marineros,
de los que no había ningún excedente257. Cuando el capitán general de Gipuzkoa, García de Arce,
empezó a reclutar marineros para la campaña de las Azores de 1582 éstos se amotinaron, encabeza-
dos por los dos alcaldes de San Sebastián, hartos de las continuas levas de marineros y de la dura for-
ma en que García de Arce proseguía con la leva258. Puede que hasta 200 marineros de Bizkaia y Gipuz-
koa fallecieran en esa armada y, según la Diputación de Gipuzkoa, a ésta le faltaban marineros porque
más de 600 habían muerto en las armadas de 1574, 1581 y 1582259. En noviembre de 1582, ante una
nueva leva para la campaña de 1583, por la que Felipe II quería obtener las tripulaciones de las naos
requisadas junto con otros 400 hombres, la provincia de Gipuzkoa se quejaba, con buena razón pero
con cierta exageración, de que la leva llevaría a «la total destrucción de esta provincia»260.
Pero con la larga guerra anglo-española de 1585-1604 y con la guerra franco-española de 1595-
1598 y las hostilidades con Holanda la necesidad de la Corona de barcos medianos y grandes y de
marineros aumentó marcadamente, dando lugar a la detención y requisa de muchos más barcos
mercantes vasco-peninsulares y a la leva de un número mucho mayor de marineros-pescadores y, por
consiguiente, a un fuerte declive del sector de Terra Nova durante aquellas dos décadas. Paralelo a
ello hubo una contracción de las industrias naviera y de construcción naval mercante. El sector sufrió
especialmente en 1586, 1587 y 1588 cuando la mayor parte de las naos y de los marineros experi-
mentados de Bizkaia y Gipuzkoa fueron detenidos en preparación para la «Felicísima Armada» de
1588 contra Inglaterra. Por ejemplo, en 1586 una orden de detención de todos los barcos en Gipuz-
koa, y al parecer también en Bizkaia, impidió a la mayoría de los barcos fletados para la pesca de
bacalao zarpar para Terra Nova y, en mayo, estaba impidiendo a todos los barcos salir de puerto ya
fuera para la caza de ballenas en América o para otros fines pesqueros o comerciales. La provincia de
Gipuzkoa comunicó urgentemente al Rey que la orden estaba causando daño de consideración en su
economía marítima diciendo:
«Por quanto entre otras cosas del daño que a sucedido a esta Provincia por el embargo general que se ha
fecho de todas las naos y bajeles de ella es impedir la navegacion de Terranoba y Andalucia que esta sus-
pendida y si presto no se alza el embargo como se a perdido el viaje de la pesca de los bacallaos se per-
dera tambien el de las ballenas en que habra daño de mas de 200.000 ducados»261.
La Provincia suplicó que Felipe II diera permiso para que aquellos barcos que no se necesitaran
pudieran zarpar; esto es aquéllos «que pudieren haver gente» o hallar una tripulación, ya que para
entonces la falta de marineros era patente debido a los muchos de ellos que habían fallecido en las
flotas, que continuaban en el servicio real y que estaban siendo reclutados. Al fin, algunos barcos
fueron a las pesquerías de Terra Nova aquel año, pero la detención supuso un duro golpe para el sec-

256. BARKHAM, M. M.: Shipowning, Shipbuilding and Trans-Atlantic Fishing in Spanish Basque Ports, 1560-1630: a Case Study of Motri-
co and Zumaya, pp. 129 y 152-162; HUXLEY [BARKHAM], S. y BARKHAM, M. M.: «Los Arriola de Urazandi: iniciativa empresarial marítima en
Vizcaya y Guipúzcoa (c. 1540-c. 1630)», pp. 371-373.
257. Veinte naos fueron requisadas en Gipuzkoa para la campaña de 1582 de las que solamente diez (con 584 marineros) participaron en
la batalla. TELLECHEA IDIGORAS, J. I.: «Miguel de Oquendo, Caballero de Santiago (1584)», p. 39; LABAYRU Y GOICOECHEA, E. J. de: Histo-
ria General del Señorío de Bizcaya, t. 4, pp. 502, 506-7; FERNANDEZ DURO, C.: La conquista de las Azores (1583), Madrid, 1886, pp. 297, 402;
BARKHAM, M. M.: Shipowning, Shipbuilding and Trans-Atlantic Fishing in Spanish Basque Ports, 1560-1630: a Case Study of Motrico and
Zumaya, p. 131.
258. TELLECHEA IDIGORAS, J. I.: Otra cara de la Invencible, la participación vasca, Grupo Doctor Camino, San Sebastián, 1988, pp. 94-95.
259. AGM, CVP, t. I, doc. 23; t. 4, doc. 16.
260. AGM, CVP, t. I, doc. 13 y doc. 14.
261. Instrucciones dadas por la Provincia a sus agentes en la Corte, Beresiartu e Iñigo de Aranza de Zumaya, para dar el memorial «en per-
sona a S. M.». AGM, CVP, t. I, doc. 35, véanse también los documentos 36, 37 y 38.

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Michael Barkham

tor de Terra Nova, de igual manera que otras detenciones y levas de hombres de mar que se produ-
jeron en los años siguientes262.
Es posible que el número de barcos que navegaron a Terra Nova anualmente durante la década de
1590 aumentara ligeramente con respecto a los años de 1586 a 1589. Sin embargo, a pesar de los
barcos que habían naufragado en las flotas reales y de los que seguían sirviendo en ellas, las deten-
ciones y requisas de naos no cesaron, impidiendo zarpar a algunas que ya estaban listas para partir
hacia Terra Nova y llevando a una continuación de la falta de barcos disponibles para ser fletados para
esas expediciones. Pero mucha mayor y más significante para las pesquerías transatlánticas era la
indudable falta de marineros. En febrero de 1589 el capitán general de Gipuzkoa informaba a Felipe II
de la «gran falta» que había de marineros en toda la provincia y que sin ellos no se podían tripular bar-
cos «para Terranoba ni otras partes». También le comunicó que ningún marinero se alistaba de buena
gana a su servicio «porque el que menos sueldo gana para Terranoba es 10 ducados al mes y algunos
a 30 y 40 [ducados]», mientras que en las armadas ganaban tan solo tres ducados al mes263. Para con-
trolar el movimiento de marineros los maestres de barcos, al parecer, tenían que obtener licencias aún
para navegar a Andalucía264. La escasez de hombres de mar se hacía sentir igualmente en Sevilla para
las flotas de Indias, no obstante, el Rey continuó pidiendo un alto número de ellos265.
El mal estado de las pesquerías vizcaínas y guipuzcoanas de Terra Nova, así como la contracción
general de su economía marítima, se refleja bien en una carta enviada por el ayuntamiento de San
Sebastián a Felipe II, en setiembre de 1590, en la cual el ayuntamiento se quejaba de que a causa de
las armadas se iban «desolando y destruiendo» «los mercaderes y armadores y dueños de navíos y
gente de mar», añadiendo que: «los ministros de Su Majestad no los dejan navegar a Tierranueba
que es la carrera que sola ha quedado en el mar oceano para poder tener aprobechamiento porque
las demas salidas estan cerradas con las alteraciones de los reinos comarcanos»266.
Dadas las grandes dificultades a que se enfrentaban los navieros y armadores vasco-peninsulares
a finales del siglo XVI, la importación de bacalao y de aceite de ballena a Bizkaia y Gipuzkoa, y al nor-
te de España en general, pasó mayoritariamente a manos de marinos, empresarios y barcos extranje-
ros, sobre todo vasco-continentales, permitiendo así una expansión de su propio sector de Terra
Nova (véase más abajo)267. De hecho, en 1597 el mercader inglés, Charles Leigh, que llevó dos bar-
cos a Terra Nova aquel año, afirmó que España dependía de los vascos del norte para la provisión de
bacalao268.
Aunque España estuvo en paz con Francia desde 1598 hasta 1635, con Inglaterra entre 1604 y
1625 y con Holanda entre 1609 y 1621, la actividad en el sector de Terra Nova vasco-peninsular
siguió siendo reducida a lo largo de aquellas décadas, y hasta bien avanzado el siglo XVII, y nunca se
recuperaron los niveles alcanzados durante la edad de oro entre 1560 y 1585. Esta continuación del
declive y estancamiento del sector, tan dañino para la industria pesquera en general, se debió en par-
te a los efectos nocivos de viejos problemas: a saber, embargos y requisas de naves, el reclutamiento
y la escasez de marineros-pescadores y los ataques de piratas y corsarios (especialmente por barcos
holandeses, protestantes franceses y del norte de Africa).
En mayo de 1606, por ejemplo, la nao Nuestra Señora de Azpilgoeta, de 320 toneles y con alre-
dedor de 70 hombres y mozos a bordo, equipada para una campaña bacaladera en Motrico, fue
detenida en Guetaria (a donde había vuelto por temporal) por un oficial del Rey, que reclutaba tripu-
lantes para la Armada, hasta que obtuvo varios marineros de la nao. Ésta no volvió a zarpar para
Terra Nova y meses más tarde, navegando hacia Sevilla, se perdió a lo largo de Portugal269. Cuando
eran víctimas de embargos y requisas, los navieros y armadores vasco-peninsulares no dejaban de

262. BARKHAM, M. M.: Shipowning, Shipbuilding and Trans-Atlantic Fishing in Spanish Basque Ports, 1560-1630: a Case Study of Motri-
co and Zumaya, pp. 132-134.
263. AGS, GA, 245 (51). Véase también AGM, CVP, t. 3 A, doc. 14.
264. AGM, CVP, t. 4, doc. 126. AHPGO, partido de Vergara, 2588, f. 4 v.: licencias para tres zabras de Motrico para navegar a Sevilla en
1590. Solamente pudieron partir el maestre, contramaestre, despensero y los pajes.
265. CHAUNU, P. y H.: Séville et l’Atlantique, 1504-1650, t. VIII.2, pp. 795-6; t. III, p. 513, nota 13.
266. AGM, CVP, t. 7, doc. 3., num. 3, ff. 22 v. y 24.
267. Este tema ha sido estudiado a fondo en BARKHAM, M. M.: «French Basque Merchants and the Spanish Basque Trans-Atlantic Fishe-
ries, c. 1600 to c. 1620: the Case of Adame de Chibau ‘Seigneur de St. Julien’ and burgess of St. Jean de Luz». La llegada a Gipuzkoa desde
Terra Nova de estos barcos vasco-continentales está también reflejada en las cuentas de los años 1590 de la cofradía de San Pedro de pesca-
dores de San Sebastián. Dichas cuentas forman parte del informe de 1599 sobre el estado de la pesca de bajura en Gipuzkoa llevado a cabo
por orden del Rey. Informe publicado en IMAZ, J.: La industria pesquera en Guipúzcoa al final del siglo XVI, pp. 103-134.
268. Citado en CELL, G.T.: English Enterprise in Newfoundland, 1577-1660, University of Toronto Press, Toronto, 1969, pp. 25, 50-1.
269. AHPGO, partido de Vergara, 2618, ff. 53 y 83 v.

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quejarse de las pérdidas económicas que sufrían, pero en este caso los propietarios y armadores de
la nao subrayaron al oficial que si su expedición pesquera tenía que ser abortada no solo les causaría
pérdidas a ellos sino que también «esta villa [de Motrico] quedaria perdida por yr toda la gente mari-
nera muy empeñada», habiéndose endeudado para comprar sus ropas de mar y hacer otras prepa-
raciones, como solía ser el caso en tales viajes270. El año siguiente, Juanes de Echabe, de San Sebas-
tián, tenía un barco listo para partir hacia Terra Nova pero fue requisado para servir en la Escuadra de
Cantabria, causándole «mucho daño»271. También en 1606, otra nave de San Sebastián fue captura-
da al regresar de Terra Nova por «enemigos flamencos» que llevaron la tripulación a Flandes272. Ese
mismo año, un barco bajo el mando del capitán Amézqueta, de San Sebastián, tuvo que pelear con
dos naos «turcas» durante su viaje de ida a Terra Nova273, mientras que, tanto en 1615 y 1616, otra
nao del mismo puerto fue atacada y dañada por corsarios de La Rochelle al navegar hacia Terra Nova.
Estos ataques llevaron a la Diputación de Gipuzkoa a declarar, en 1616, que «peligra la navegación
de Terranoba en vista de los numerosos corsarios que originan grandes pérdidas»274.
Pero lo que es más importante, durante los veinte años de las guerras anglo-española y franco-
española (sin olvidar las hostilidades con Holanda) las comunidades empresariales de los puertos viz-
caínos y guipuzcoanos, que incluían tanto a navieros y armadores como a los propios maestres y
capitanes que mandaban las expediciones a Terra Nova, vieron mermados no solamente su tamaño
sino también su fuerza económica (disponibilidad y reservas de capitales). Entre los centenares de
marineros de las dos provincias que fallecieron en las armadas reales de los años 1580 y 1590 se
encontraban un número apreciable de marinos-empresarios, que en muchos casos dejaron a sus
herederos endeudados y empobrecidos. Al mismo tiempo, la interrupción de la actividad comercial e
industrial normal debido a las hostilidades, y otros factores como las detenciones y requisas de bar-
cos, tuvieron un fuerte impacto sobre la economía de Bizkaia y Gipuzkoa y sobre el bienestar econó-
mico de muchos de sus empresarios y otros habitantes, causando grandes pérdidas e incluso la ban-
carrota de no pocos de ellos275.
Como consecuencia, en las primeras décadas del siglo XVII la capacidad inversora y empresarial
en la costa vasco-peninsular era bastante menor de lo que había sido antes de 1585. Además, en esa
época del nuevo siglo los embargos y las detenciones de naos junto con otros factores negativos
hicieron que las condiciones para la inversión y para la acumulación de capitales en los demás secto-
res marítimos no fueran muy favorables, limitando así todavía más las posibilidades para una recupe-
ración de las comunidades empresariales y de la economía en general. Esto dio lugar a que algunos
mercaderes-empresarios optaran por invertir su dinero fuera de los ámbitos comercial e industrial, en
áreas más seguras como la inmobiliaria y los juros276. Ya en septiembre de 1590 el ayuntamiento de
San Sebastián había comentado dramáticamente, en una carta dirigida a Felipe II, que a causa de las
armadas «va muriendose y acavandose la [gente] principal como la comun y consumiendose y per-
diendose sus naos e haziendas y patrimonios, finalmente se ba desolando y destruiendo todo y la
poca [gente] que queda»277.
Aunque el panorama económico general era poco alentador, a principios del nuevo siglo arma-
dores vasco-peninsulares siguieron mandando un reducido número de barcos anualmente a las pes-
querías de bacalao y de ballenas278 porque, a pesar del descenso demográfico en Castilla279, seguía

270. AHPGO, partido de Vergara, 2598, (1606) ff. 53 y 59. Al menos 31 de los 70 tripulantes eran de Motrico. Otros eran de Deva y
Lequeitio.
271. AGM, CVP, t. III, doc. 35.
272. AHPGO, partido de Vergara, 2608, f. 123 v.
273. AGM, CVP, t. V, doc. 90.
274. AGM, CVP, t. II, doc. 67.
275. Para ejemplos específicos de tales marinos-empresarios muertos en las armadas y sobre la contracción de la economía marítima a
finales del siglo XVI véanse: HUXLEY [BARKHAM], S. y BARKHAM, M. M.: «Los Arriola de Urazandi: iniciativa empresarial marítima en Vizcaya
y Guipúzcoa (c. 1540-c. 1630)», pp. 369-375; BARKHAM HUXLEY, M., y LOPEZ LOSA, E.: «Pasajes, puerto pesquero», pp. 93-95; BARKHAM
HUXLEY, M.: «La construcción naval en Zumaya, 1560-1600. Estructura y organización de una industria capitalista mercantil» e «Industria y
comercio en la costa vasca durante el siglo XVI: el caso del puerto de Zumaia», en VV.AA.: Zumaia 650 urte: hitzaldiak/conferencias, Ayunta-
miento de Zumaia, Zumaia, 1999, p. 238. Para un tratamiento más amplio de estos aspectos puede verse de este último autor: Shipowning,
Shipbuilding and Trans-Atlantic Fishing in Spanish Basque Ports, 1560-1630: a Case Study of Motrico and Zumaya, pp. 176-185 y 275-283.
276. Ibid., pp. 287-294.
277. AGM, CVP, t. 7, doc. 3., num. 3, f. 22 v.
278. HUXLEY [BARKHAM], S.: «Los vascos y las pesquerías transatlánticas, 1517-1713», pp. 171-174; BARKHAM, M. M.: Shipowning,
Shipbuilding and Trans-Atlantic Fishing in Spanish Basque Ports, 1560-1630: a Case Study of Motrico and Zumaya, pp. 248-260.
279. Según NADAL OLLER, J.: La población española: siglos XVI a XX, Ediciones Ariel, Barcelona, 1966, p. 20, la población de España cre-
ció desde 7,5 hasta 8,5 millones entre 1541 y 1591 pero descendió a 6,5 millones hacia 1650. Véase además, entre otros, MOLINIE-BERTRAND,
A.: Au Siècle d’Or. L’Espagne et ses hommes. La population du royaume de Castille au XVIe siècle, Economica, Paris, 1985.

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Michael Barkham

habiendo en el norte de España una demanda considerable de pescado, entre ellos el bacalao, y de
aceite de ballena, permitiendo la obtención de interesantes beneficios cuando se regresaba con un
buen cargamento. Así, los dueños de la nao Nuestra Señora de Rosario, de 150 toneles, fletada para
la pesquería de bacalao, en 1615 y 1616, por el capitán Antonio de Yturribalzaga, uno de los dos
alcaldes de Motrico en 1616 y uno de los empresarios marítimos de más relieve de la villa en esas
fechas, declararon que de esos viajes «se habia tenido buena ganancia»280.
Sin embargo, en la primera década del siglo el sector de Terra Nova se vio afectado por un nuevo
problema, que ya habían empezado a notar los pocos balleneros que hicieron viajes allí a finales del
siglo XVI281: después de más de 50 años de explotación el número de ballenas en el Estrecho de Belle
Isle quedaba reducido a niveles muy bajos282. Esta reducción de los cetáceos, causada según parece
por una combinación de sobrepesca y de cambio climático, empezó a afectar el rendimiento de
dichos viajes. Un memorial mandado por la provincia de Gipuzkoa al Rey, en 1613, constata especí-
ficamente que estaba «muy agotada la pesqueria de vallenas de la Gran Baya de Terranova»283. Poco
después, Domingo de Echeverri, superintendente del Rey para construcción naval y bosques en
Gipuzkoa, escribió a Felipe III refiriéndose a las expediciones y a los armadores balleneros, diciendo:
«les ha subcedido en ellas tan mal de doze años a esta parte que se hallan ahora en la ultima nece-
sidad del remedio»284.
Tras el descubrimiento de Spitsbergen, bien al norte del Círculo Polar Ártico, en 1596 por el
holandés Barents, en 1611 la Muscovy Company de Londres, queriendo participar en la muy prove-
chosa caza de ballenas, organizó la primera expedición ballenera a aquel archipiélago285. Para la
expedición la Compañía pudo contratar a seis balleneros vasco-continentales para enseñar a sus
hombres las técnicas de capturar cetáceos286. El viaje fue un éxito y el año siguiente varios barcos
ingleses y holandeses (con algunos vascos a bordo), y una nao de San Sebastián, fueron equipados
para la nueva pesquería287. Esto dio un rayo de esperanza a los empresarios balleneros vascos que
veían tan disminuida su pesquería en Terra Nova. Pero en 1613 los nueve u once barcos vasco-penin-
sulares, y por lo menos uno vasco-continental, que navegaron a Spitsbergen fueron expulsados a la
fuerza por barcos de la Muscovy Company, que había obtenido de James I una carta de privilegio
otorgándole derechos exclusivos para la pesca de ballenas en Spitsbergen288. Esto señaló el fin de la
participación de barcos vascos en esta pesquería de ballenas norteña que dominarían los ingleses y
holandeses, quienes de esta manera rompieron el antiguo monopolio vasco sobre la caza de ballenas
y el suministro de sus productos a los mercados de Europa. Durante la primera década del siglo XVII,
tanto vascos del sur como del norte se comprometieron en la pesca de cetáceos en Brasil y, a media-
dos de la década siguiente, tras su expulsión de Spitsbergen, algunos vascos cazaron ballenas en
Islandia, el norte de Noruega y el oeste de África. Pero sus tentativas por establecer allí provechosas
empresas balleneras no encontraron un éxito duradero289.
De ahí en adelante algunos barcos vasco-peninsulares siguieron navegando a Terra Nova anual-
mente, unos a por bacalao y otros equipados no solamente para pescar ballenas sino para viajes mix-
tos a por bacalao, ballenas y focas, siendo estas últimas hasta entonces un recurso sin explotar. Estas
expediciones mixtas, como aquellas organizadas y capitaneadas por el antes mencionado capitán
Antonio de Yturribalzaga, de Motrico, al Estrecho de Belle Isle en 1624, 1625, 1626, 1627, 1629,
1630 y años posteriores, sugieren que mientras el número de ballenas en el Estrecho era insuficiente

280. AHPGO, partido de Azpeitia, 3348, (2) f. 7 v. Sobre esta familia Yturribalzaga véanse las notas 101 y 213.
291. HUXLEY [BARKHAM], S.: «Los vascos y las pesquerías transatlánticas, 1517-1713», pp. 98-104.
282. BARKHAM, M. M.: Shipowning, Shipbuilding and Trans-Atlantic Fishing in Spanish Basque Ports, 1560-1630: a Case Study of Motri-
co and Zumaya, p. 253.
283. AGM, CVP, t. 29, doc. 22.
284. AGM, CVP, t. 29, doc. 18. Este borrador de una petición data aparentemente del año 1616 pero hace referencia a una petición pare-
cida o igual fechada dos años antes, tras hechos que ocurrieron en 1613.
285. De VEER, G.: A True Description of Three Voyages by the North-East Towards Cathay and China Undertaken by the Dutch in the Years
1594, 1595 and 1596 (publicado por primera vez en Amsterdam en 1598), BEKE, C. T., coord., the Hakluyt Society, London, 1853, pp. LXXXV
y 77.
286. Para el viaje de 1611 véase PURCHAS, S.: Hakluytus Posthumus, or Purchas His Pilgrimes, Contayning a History of the World in Sea
Voyages and Lande Travells by Englishmen and Others (edición de 1625), J. MacLehose and sons, 20 tomos, Glasgow, 1905-6, t. 13, p. 12, y t.
14, pp. 24-25, 30-31.
287. Ibid., t. 13, p. 16, y AGM, CVP, t. 29, docs. 21 y 22.
288. Un memorial menciona diez naos y otra doce. AGM, CVP, t. 29, docs. 21 y 22; t. III, doc. 47. BARKHAM, M. M.: Shipowning, Ship-
building and Trans-Atlantic Fishing in Spanish Basque Ports, 1560-1630: a Case Study of Motrico and Zumaya, pp. 254-256.
289. Ibid., pp. 257-258.

70
para sostener una industria del tamaño de la de las décadas de 1560 y de 1570, todavía ofrecía sali-
das provechosas para un reducido número de armadores, sobre todo en combinación con otros
recursos marinos290. No obstante, no cabe duda de que durante la primera mitad del siglo XVII, como
resultado del implacable declive del sector de Terra Nova en Bizkaia y Gipuzkoa, muchísimos más bar-
cos extranjeros (especialmente del País Vasco norte en los que navegaban cierto número de marine-
ros del País Vasco sur), que locales, trajeron bacalao y aceite de ballena a aquella costa, consolidan-
do cada vez más fuertemente este comercio de importación en manos extranjeras291. No es de
sorprender que un memorial, fechado hacia 1607, aparentemente del Consulado de Bilbao, decía
que barcos de San Juan de Luz y otros puertos vasco-continentales llegaban a Bizkaia y Gipuzkoa con
bacalao, apuntando que la «ganancia [es] tan gruessa que con ella los de la dicha tierra de San Juan
de Luz y su comarca se an echo ricos y tienen gran numero de navios y gente de mar»292.
En 1612 nada menos que 30 barcos del País Vasco norte arribaron a Bilbao con bacalao, mientras
que una lista de barcos, que descargaron bacalao y aceite de higado de bacalao en Bilbao en 1613,
enumera 12 barcos de San Juan de Luz, que estaban en el puerto del Pasaje habiendo hecho su des-
carga en Bilbao, además de otros nueve barcos franceses que habían zarpado directamente de Bil-
bao para Francia293. El número de barcos extranjeros que llegaron al mismo puerto vizcaíno al finali-
zar la campaña de Terra Nova de 1620 fue de unos cinquenta, número que al parecer fue mantenido
a lo largo de los años siguientes294. A la vista de la documentación consultada, pocos de los 41 bar-
cos que en 1625 estaban listos para navegar a Terra Nova en San Sebastián y el Pasaje debían ser de
Bizkaia y Gipuzkoa o de otros puertos del Cantábrico295. La mayoría serían indudablemente naves del
País Vasco norte que cada año invernaban y eran preparadas para sus próximas campañas en el puer-
to del Pasaje. Al comienzo de 1632, una mujer acaudalada de San Sebastián, Doña Mariana de
Rober y Salinas, hizo 15 préstamos a los dueños y armadores de 13 o 14 barcos que estaban siendo
equipados para ir a Terra Nova ese año, todos menos uno de los cuales, el San Pedro, de 345 tone-
les, propiedad del capitán Yturribalzaga, de Motrico, eran del País Vasco norte296. Este desequilibrio
es indicativo del declive del sector de Terra Nova en el País Vasco sur y del papel muy secundario que
entonces desempeñaban los barcos vizcaínos y guipuzcoanos en las pesquerías de Terra Nova.
Numerosos escritos de la época hacen referencia a esta reducida actividad pesquera y ballenera
en ultramar por vascos peninsulares. En 1619, Juan de Echeveste, clérigo vecino de Zarauz, que pre-
tendió que su padre, Matías, había sido el primer «español» en ir a Terra Nova en 1545, dijo: «quan-
do esto se escribe no ban a Tierranueba sino dos o tres nabios a ballenas, bacallaos y perros marinos
y muchos años ha que no biene nabio cargado de ballenas sino de bacallaos»297.
De forma parecida, en 1632, la Diputación de Gipuzkoa, en una carta a Felipe IV, acerca de la
pobreza de las villas guipuzcoanas, hacía alusión a la pasada época de esplendor del sector de Terra
Nova y a su presente declive, afirmando: «Oy cesa hasta la de Terranoba que solían ir de esta Provin-
cia de 30 a 40 navíos y de presente no van 4 y estos salen a vituallar a reynos extraños por la cares-
tía de las cosas necesarias para su viaje»298.
En 1639, de nuevo en plena guerra de España con Holanda (1621-1648) y con Francia (1635-
1659), la misma Diputación, en otra carta al Rey, decía de su trato de Terra Nova:

290. Ibid., p. 260. HUXLEY [BARKHAM], S.: «Los vascos y las pesquerías transatlánticas, 1517-1713», pp. 178-186; y de esta autora con
BARKHAM, M. M.: «Los Arriola de Urazandi: iniciativa empresarial marítima en Vizcaya y Guipúzcoa (c. 1540-c. 1630)», pp. 377-379.
291. BARKHAM, M. M.: «French Basque ‘New Found Land’ Entrepreneurs and the Import of Codfish and Whale Oil to Northern Spain, c.
1580 to c. 1620: The Case of Adam de Chibau, Burgess of Saint-Jean-de-Luz and ‘Sieur de St. Julien’».
292. Memorial publicado en LABAYRU Y GOICOECHEA, E. J. de: Historia General del Señorío de Bizcaya, t. 5, pp. 51-2.
293. Para 1612: GUIARD Y LARRAURI, T.: Historia del consulado y casa de contratación de la villa de Bilbao, José de Astuy, Bilbao, 1913-
14; edición facsímile, Editorial «La Gran Enciclopedia Vasca», 3 tomos, 1972, t. I, pp. 452-3, que también da detalles de la llegada a Bilbao pro-
cedente de Terranova, desde 1608 en adelante, de barcos ingleses y de barcos de otros puertos franceses. Sobre exportaciones inglesas de
bacalao de Terra Nova a España véase CELL, G.T.: English Enterprise in Newfoundland, 1577-1660, passim. Para 1613: AGM, CVP, t. III, doc. 43.
La lista menciona que algunos barcos ingleses asimismo arribaban a Bilbao con bacalao.
294. GUIARD Y LARRAURI, T.: Historia del consulado y casa de contratación de la villa de Bilbao, t. I, pp. 458-62.
295. AGM, CVP, t. 29, doc. 28.
296. AGM, CVP, t. 29, doc. 37, f. 169.
297. ECHEVESTE, J. de: Varias noticias del País, Zarauz, 1619, cuaderno manuscrito conservado en la Biblioteca Urquijo, Diputación de
Gipuzkoa. Copia en AGM, CVP, t. 12, doc. 6, f. 17.
298. AGM, CVP, t. 4, doc. 89.

71
Michael Barkham

«de algunos años a esta parte se a dejado en olvido por mis naturales y ha sido la causa mayor los
embargos hechos de navios que estaban prebenidos para este viaje con que sus dueños quedaban des-
truidos y quitada la voluntad a otros que quisieren armar por lo qual ha transferido este genero de trato
a tierra de vascos enemigos de Vuestra Majestad»299.

Las pesquerías de bajura y del Cantábrico central y occidental

Durante la última década y media del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII, aparte de la redu-
cida actividad en el sector de Terra Nova o de ultramar, las únicas pesquerías llevadas a cabo por los
vizcaínos y guipuzcoanos fueron las de bajura y la captura de cetáceos en el Cantábrico central y
occidental; las contadas expediciones vasco-peninsulares que, en los años de 1560 y 1570, pudo
haber a Irlanda e Inglaterra habrían cesado del todo con la guerra anglo-española de 1585-1604 y
no parecen haber seguido más tarde, o si lo hicieron fue muy esporádicamente. Las fuentes manus-
critas de los puertos de esa costa documentan, sin lugar a duda, la continuidad de la caza de balle-
nas desde muchos puertos de Cantabria, Asturias y Galicia, y de las tradicionales pesquerías de lito-
ral (incluyendo la de ballenas), frente a la demanda de pescado y de productos derivados de los
cetáceos tanto en mercados vizcaínos y guipuzcoanos como en mercados del interior de la penínsu-
la. Incluso parece ser que, al decaer la contratación de Terra Nova, algunos mercaderes-empresarios
que habían estado tan involucrados en esa actividad se interesaron más por la compra y venta de las
capturas de bajura. Por ejemplo, a finales del siglo XVI y en el siglo XVII, los protocolos notariales de
Motrico dan fe de las subastas anuales, por parte de la cofradía de mareantes y pescadores, de las
importantes capturas estacionales de atún (para salazón) y de besugo (para escabecheo) a empresa-
rios-mercaderes para su comercialización hacia el interior, varios de los cuales habían participado y
seguían haciéndolo en la medida de lo posible en la organización de expediciones a Terra Nova300.
Pero, tal y como lo señalaron varios de los testigos presentados en el informe de 1599 sobre la
situación de la pesca de litoral en Gipuzkoa, las pesquerías de bajura siguieron sin satisfacer la
demanda existente, por lo cual se importaba no solamente bacalao de Terra Nova sino también pes-
cado curado sobre todo de Galicia y de Francia. En palabras del capitán Juanes de Arano, de San
Sebastián: «también se gasta [en Gipuzkoa] congrio y sardina e merluza de Galicia e bacallao de Tie-
rranova e también congrio e merluza seca de Bretaña porque no basta la pesca que se hace en los
dichos puertos»301. Además, la pesca vasco-peninsular de bajura y de cetáceos en el Cantábrico cen-
tral y occidental nunca pudieron reemplazar la actividad y la prosperidad perdidas en el sector de
Terra Nova.
Se podría pensar que, dado el menor número de bacaladeros y balleneros que en ese período
navegaron a Terra Nova, esas pesquerías en el Cantábrico conocieron cierto aumento en relación al
cuarto de siglo 1560-1585 en que habían dominado las pesquerías transatlánticas durante al
menos la mitad del año302. Esto fue aparentemente el caso de las expediciones balleneras a Canta-
bria, Asturias y Galicia (y quizá también de la caza de cetáceos en su propia costa), expediciones
que entonces solían ser de pequeña escala (a veces con tan sólo 10 hombres) –no hay que olvidar
la creciente participación en esta caza de pescadores locales, solos o en compañía de balleneros
vascos–, necesitando pocos hombres para capturar cada temporada algunas del reducido número
de ballenas que migraban a lo largo de esas costas. Sin embargo, la impresión general que se obtie-
ne de un análisis de la documentación es que, a lo largo de todas aquellas décadas, pesquerías de
bajura vizcaínas y guipuzcoanas, cuyas capturas dependían mucho más del número de pescadores,
no se desarrollaron de forma muy positiva sino que atravesaron una época eminentemente difícil y
de estancamiento, al igual que el sector de Terra Nova. Esto fue sobre todo a raíz de la gran falta de

299. AGM, CVP, t. 29, doc. 41. Para otras citas coetáneas parecidas puede verse FERNANDEZ DE PINEDO, E.: «Estructura de los sectores
agropecuario y pesquero vascos (1700-1870)», p. 106.
300. Véanse más arriba las notas 80 y 81 y la subsección «Venta y comercialización de las capturas de bajura» de la sección 2.1.
301. Informe publicado en IMAZ, J. M.: La industria pesquera en Guipúzcoa al final del siglo XVI, p. 34. Véanse también las declaraciones
de otros testigos en las páginas 23, 25, y 48 .
302. Por ejemplo, después de 1585 pero sobre todo después de 1595/1600, la documentación notarial de Motrico registra un mayor
número de contratos relativos a la subasta de las capturas de bajura y a la comercialización de ese pescado, reflejo quizá de un mayor interés
en estas capturas por parte de mercaderes paralelo al declive del sector de Terra Nova, pero al mismo tiempo los documentos indican que mien-
tras en 1568 doce pinazas habían de participar en la costera de besugo, en 1615 solo ocho pinazas tomaron parte en dicha pesquería. AHPGO,
partido de Vergara, 2590, (2) f. 22; 2601, (1615) f. 177. Además, por lo menos después de 1604 hay una mejora quantitativa de la documen-
tación.

72
marineros-pescadores en sus puertos debido a las incesantes levas en toda la costa y al crecido
número de hombres y mozos que murieron en las armadas reales. El hecho de que en 1599 el Rey
mandara a su corregidor en Gipuzkoa elaborar un informe sobre el estado de las pesquerías de
bajura o de las «pesquerías [que] hay en la costa de la mar, rías y ríos dese distrito» es una clara indi-
cación del mal estado en que estas se encontraban303. En 1566 había en el puerto de Lequeitio 338
marineros que pescaban besugo a bordo de 49 pinazas pero, en 1630, había tan solo 12 de estas
embarcaciones, mientras que en 1641 los oficiales del Rey vieron que la villa no podía dar más de
16 nuevos reclutas304. Este despoblamiento y contracción de la pesca de bajura se dio en todo el
litoral. Por ejemplo, en 1587 Zumaya parece haber tenido una población de alrededor de 800 per-
sonas pero en 1610 el total había descendido a solo 368305.
Ya en marzo de 1582, con motivo de la leva de marineros para la campaña contra las Azores de
ese año, el capitán general de Gipuzkoa, García de Arce, en una práctica que llegó a ser común,
prohibió a los pescadores de Fuenterrabía, entre otros, salir a pescar hasta que 40 hombres de la villa
se hubieran alistado, aunque, según él, le dolía que mientras tanto no pudieran salir a la mar y
ganarse la vida306. En 1590 desde el Pasaje de Fuenterrabía se mandó un memorial a Felipe II en el
que se le pedía socorro y se le informaba de la gran falta de hombres que había, «a causa de que se
han muerto todos o casi la mayor parte de los vecinos del dicho lugar en servicio de Su Magestad en
las dichas armadas», y de la pobreza de 109 viudas (además de «criaturas huerfanas») del puerto,
que habían quedado «miserables necesitadas»307. Tal y como ha apuntado Tellechea Idígoras, la pér-
dida de aún 15 ó 20 jovenes hombres en poblados de menos de 1.000 habitantes, como lo eran
muchos de los puertos vasco-peninsulares, tuvo que dejar una marcada huella en la evolución demo-
gráfica de estos lugares308. También en 1590 las Juntas Generales de Gipuzkoa se hacían eco del muy
alto número de marineros-pescadores de toda la provincia muertos sirviendo a la corona y acordaron
reclamar al Rey los sueldos de más de 1.000 marineros guipuzcoanos que habían fallecido en las
armadas para aliviar la «pobreza y miseria» de sus familias309. Para empeorar aún más la situación,
entre noviembre de 1596 y finales de 1599 un brote de peste bubónica, que se había originado en
Calais y Dunquerque, causó estragos en villas costeras del Cantábrico; éstas fueron cerradas o aisla-
das, la contratación en general sufrió y hubo muchas muertes310. Una de las comunidades más afec-
tadas en 1597 fue la del Pasaje de Fuenterrabía que aparentemente perdió alrededor de la mitad de
su población, habiendo ya sufrido fuertes pérdidas humanas a raíz de las armadas311. En el informe
de 1599 hecho para el Rey sobre el estado de la pesca de bajura en Gipuzkoa los regidores coperos
de este Pasaje declararon en septiembre «que de aquí adelante no habrá en el dicho lugar pescado-
res por causa de que con la dicha enfermedad contagiosa del dicho año de noventa e siete murieron
más de la mitad de los vecinos del dicho lugar del Pasaje, y que estos años se han anegado con sus
baxeles y pinazas en la dicha pesca en la mar noventa e siete hombres, como es notorio y publico».
Por ello decían «el dicho lugar así está despoblado y los que han quedado con vida muy pobres e
nescesitados»312.
A principios del siglo XVII todos los puertos vasco-peninsulares habían perdido numerosos mari-
neros-pescadores, pero a lo largo de toda esa centuria se les siguió exigiendo reclutas para la Arma-
da. Por ejemplo, la documentación notarial de Motrico demuestra que en casi todos los años entre
1600 y 1630 el puerto dio un cupo de hasta 20 marineros-pescadores, aunque parte del cupo de la
villa estaba compuesto por hombres de otros puertos y lugares del interior vasco313. En 1608, en una

303. Informe publicado en IMAZ, J. M.: La industria pesquera en Guipúzcoa al final del siglo XVI, p. 2.
304. GOODMAN, D.: Spanish Naval Power, 1589-1665: Reconstruction and Defeat, p. 183. Para el tema del reclutamiento de marineros
para las fuerzas navales españolas a finales del siglo XVI y en el siglo XVII véanse las páginas 181-220.
305. La cifra de 1587 es de un censo del obispado de Pamplona publicado en AZCONA, T. de: «Precedencia de arciprestazgo de Guipúz-
coa en el obispado de Pamplona, 1573-1576», Boletín de Estudios Históricos sobre San Sebastián, 12, 1978, pp. 57-99. La cifra de 1610 es de
un censo publicado en MURUGARREN, L.: «Un censo de Zumaya y su datación», B.R.S.V.A.P., XXVII, 1971, pp. 147-165. Véase también el estu-
dio demográfico de Zarauz en PIQUERO, S. y SANCHEZ, J.: «El Zarauz tradicional, 1492-1840» en Zarautz a través de la historia, Ayuntamien-
to de Zarautz, 3 tomos, Zarautz, 1987, pp. 67-71.
306. AGM, CVP, t. I, doc. 10, f. 13.
307. El memorial y otros documentos relacionados se hallan en AGM, CVP, t. 1, docs. 120 y 132. Una relación de 1590 de marinos falleci-
dos de esta localidad y de viudas y huérfanos está publicado, aunque sin referencia, en ITURRIOZ TELLERIA, F.: Pasajes. Resumen Histórico, Pys-
be, San Sebastián, 1952, pp. 16-22. Véase también ELEJALDE, F. y ERENCHUN, J.: Pasai, San Sebastián, 1971, p. 15.
308. TELLECHEA IDIGORAS, J.I.: Otra cara de la Invencible, la participación vasca, Grupo Doctor Camino, San Sebastián, 1988, pp. 395-6.
309. BARKHAM HUXLEY, M., y LOPEZ LOSA, E.: «Pasajes, puerto pesquero», p. 95.
310. BENNASSAR, B.: Recherches sur les grandes épidémies dans le nord de l’Espagne à la fin du XVIIème siècle. Problèmes de documen-
tation et de méthode, S.E.V.P.E.N., Paris, 1969, y VINCENT, B.: «La peste atlántica de 1596-1602», Asclepio, XXVII, 1976.
311. CRUZET MUNDET, J. R.: «Una epidemia de peste bubónica: Pasajes de San Juan, 1597», Sociedad de Estudios Vascos (Cuaderno de
Sección Historia-Geografía), 8 (1988), p. 12.
312. Informe publicado en IMAZ, J. M.: La industria pesquera en Guipúzcoa al final del siglo XVI, pp. 205-6.
313. AHPGO, partido de Vergara, 2618, f. 92 v.; 2608, f. 80; 2619, ff. 75 v. y 76; 2601, f. 56; 2602, f. 33.

73
Michael Barkham

carta dirigida al Rey, los dos alcaldes de Motrico aseguraron, probablemente con exageración, que
más de 400 hombres de la localidad habían fallecido en su servicio entre 1574 y 1588314. En 1621 el
concejo de la villa escribió que ya no podía dar más marineros y sugirió que fueran reclutados del
interior, mientras que, en 1624, uno de los alcaldes iba a ser encarcelado por no proveer hombres de
mar y no se iba permitir zarpar a ningún navío hasta que fueran reclutados. Dos años después, en
Motrico así como en Guetaria la pesca de bajura fue suspendida hasta que la villas dieron su cupo de
marineros315. El constante reclutamiento de hombres fue dejando tal huella sobre todo en las villas
costeras que, en 1631, incluso antes de que se dejaran sentir los efectos de las guerras de los años
1630, 1640 y 1650, Motrico, Zumaya, Guetaria, Zarauz y Orio declararon a las autoridades provin-
ciales que estaban «despobladas y arruinadas» y «destruidas de gente y hacienda» debido a las con-
tinuas levas desde la década de 1580. Dijeron que cada año habían tenido que proveer 12 o más
marineros y recaudar 150 o 200 ducados para suplir el pequeño sueldo que les ofrecía el Rey316. Evi-
dentemente este proceso endeudador se daba igualmente en Bizkaia ya que, en 1621, el concejo y
la cofradía de mareantes y pescadores de Ondárroa tuvieron que tomar prestados «a censo» 150
ducados «para el conduçimiento de mas marineros que el Rey nuestro señor y en su real nombre sus
ofiçiales les avia pedido»317.
Puede que en ciertos años la pesca de bajura también se viera afectada por una disminución de los
recursos pesqueros. La mayoría de los 19 testigos presentados en el informe de 1599 sobre la situación
de la pesca de litoral en Gipuzkoa, elaborado por órden del Rey, coinciden con el testigo capitán Juanes
de Arano, de San Sebastián, que dijo que «se [ha] agotado [...] la mar del pescado que solía haber»,
cuando, según ellos, había habido una abundancia de pescado una, dos o tres décadas antes318. Pero
algunos de estos mismos testigos, queriendo sin duda hacer hincapié en el mal estado del sector de pes-
ca de bajura, afirmaron igualmente que «de algunos años a esta parte» había faltado tanto «el pescado»
como «la gente». Así, Josefo de Echániz, «marinero y pescador» de Orio, dijo:
«los dichos pescadores tienen todos los aparejos necesarios para la dicha pesquería y este testigo tiene
más [de] ducientos ducados de aparejos; e porque no hay pescado en abundancia para pesca, no usa de
los más dellos así este testigo como otros vecinos, porque la falta de pescado, de más de diez años a esta
parte, ha sido muy grande; y que antes solían pescar en la dicha villa diez e seis e más barcos e chalupas
y agora no salen sino seis o ocho chalupas y en ellos poca gente porque no hay gente»319.
Por otro lado, el testigo Martín de Olazábal, un vecino de relieve de Zumaya, declaró, como lo
hicieron otros, que tenía «por cierto que si hubiese más barcos, pinazas, aparejos e gente, se pesca-
ría mucho más», añadiendo que «de presente hay más falta de gente que de otra cosa», sobre todo
«porque se sacan muchos marineros para las Armadas de Su Magestad e flotas de las Indias»320. En
1616, en la bahía del Pasaje los mareantes aseguraban que se había producido un importante des-
censo del volumen de capturas, en opinión de algunos a causa del empleo de artes esquilmáticas y
en opinión de otros a causa de «la variedad del tiempo»321. Asimismo, el invierno de 1617-1618
parece haber sido malo en cuanto al nivel de capturas, lo cual facilitó el reclutamiento de marineros
para el servicio real322.
Al mismo tiempo, había competencia por parte de los pescadores de bajura del País Vasco norte.
El 30 de enero de 1605 tres barcos de Biarritz entraron en Motrico con besugo procedentes de la cala
de «Abamporte», junto con uno del Pasaje y dos «pinaças grandes» de Motrico323. En 1608, la cofra-
día de este puerto se quejó de que «de pocos años a esta parte los françeses de bearriz y sus comar-
cas, siendo estraños deste reyno» habían vendido besugo en escabeche y «otros pescados frescos»
en Bizkaia y Gipuzkoa «en gran perjuizio y daño de los naturales». Se otorgó un poder a los mayor-
domos del gremio para que pudieran juntarse con sus homónimos de otras cofradías de las dos pro-
vincias «para el remedio de lo suso dicho»324. Tal y como ocurría entonces con el abastecimiento de
bacalao y de aceite de ballena, a lo mejor las dificultades por las que atravesaba el sector de bajura

314. AHPGO, partido de Vergara, 2608, f. 60.


315. AGM, CVP, t. 4, docs. 79, 80, 81 y 118.
316. AGM, CVP, t. 4, doc. 88.
317. AHPGO, partido de Vergara, 2621, 13-V-1621.
318. Informe publicado en IMAZ, J. M.: La industria pesquera en Guipúzcoa al final del siglo XVI, pp. 33, 39, 45, 49 y otros.
319. Ibid., p. 49
320. Ibid., p. 30.
321. ERKOREKA GERVASIO, J. I.: Análisis histórico-institucional de las cofradías de mareantes del País Vasco, pp. 24-25.
322. GOODMAN, D.: Spanish Naval Power, 1589-1665: Reconstruction and Defeat, p. 183.
323. AHPGO, partido de Vergara, 2598, ff. 31-32 v.
324. AHPGO, partido de Vergara, 2608, f. 134.

74
vasco-peninsular permitieron que tales barcos suministraran pescado a puertos vizcaínos y guipuzco-
anos, facilitando de esa manera el fomento de la pesca de litoral en el País Vasco norte. En 1616 gran
parte de los pescadores de bajura guipuzcoanos se quejaron de que muchos empresarios escabeche-
ros se habían trasladado a la cercana costa francesa, para comprar pescado, afectando a la actividad
pesquera en la costa de Gipuzkoa, de forma que
«en los lugares de esta Provincia donde solía haber treinta pinazas grandes de las que llaman besugue-
ras no hay ocho y en loa puertos de Francia [...] donde se usan las dichas pescas se han acrecentado así
los marineros como las dichas pinazas en tanto número que haviendo en todos ellos antes del dicho
tiempo veinte hay al presente ducientas»325.
Si hubo un movimiento de este tipo, quizá fuera más una consecuencia, que una causa, de los
problemas del sector de bajura y de la economía de Bizkaia y Gipuzkoa en general, y también como
resultado de las mejores condiciones reinantes al otro lado de la frontera. Aquel mismo año, vecinos
de los dos Pasajes pidieron que sus pinazas tuvieran preferencia sobre las del País Vasco norte a la
hora de descargar los bacaladeros y balleneros que volvían de ultramar a esa bahía, exclamando
«con que se puede decir que ellos se lleban las duras y otros las maduras», lo que puede interpretar-
se como otro signo de las condiciones más favorables en la costa vasco-continental326.
El que, en 1614, Alexo de Pascual Sáez, vecino de Chillarón del Rey en Castilla la Nueva, a unos
250 kilómetros de Motrico, comprara en este puerto las capturas de besugo (para escabeche) de la
costera de 1614-15327, podría estar relacionado con un traslado de escabecheros locales a Francia.
Pero es necesario resaltar que en Motrico, tanto en años anteriores como posteriores, no hubo una
falta de empresarios-mercaderes locales o de otros lugares vasco-peninsulares que compraran a la
cofradía las capturas de atún y de besugo328. En 1609, 1610 y 1611 dichas capturas fueron compra-
das por el capitán Domingo de Azterrica, el maestre pinacero Domingo de Yturribalzaga y el cofrade
Francisco de Elordi, todos vecinos de Motrico329. En 1615 las capturas de besugo fueron adquiridas
por Martín de Urquiça Allona, de Lequeitio330, mientras que el capitán Azterrica y su sobrino Pedro de
Azterrica (juntos o por separado) compraron las capturas de besugo por lo menos en 1620, 1621,
1622, 1625 y 1626 y las de atún en 1623, 1625 y 1626331. En 1628 la viuda de dicho capitán, con
otra viuda socia suya, compraron ambas capturas de atún y besugo332.
Estos temas, la escasez de recursos pesqueros, la competencia por parte de pescadores de bajura
del País Vasco norte y la marcha de escabecheros del País Vasco sur a aquella costa, son algunos de
los temas relativos a este sector de pesca de litoral que requieren más investigación. Pero lo que está
claro es que, durante la última década y media del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII, la esca-
la de la pesca vasco-peninsular de bajura se vio muy afectada por la necesidad de hombres para la
Armada333. Resulta algo difícil pensar que, en este período, hubiera una importante recuperación o
una «situación de bonanza» en estas pesquerías, como lo ha dicho por lo menos un autor334. Por lo
tanto, en aquella época, con unas pesquerías de litoral en el Cantábrico que se enfrentaban a serias
dificultades y con un sector de Terra Nova que era apenas una sombra de lo que había sido, la antes
tan próspera industria pesquera vasco-peninsular, en su conjunto, entró en una fase de fuerte rece-
sión o crisis.

325. ERKOREKA GERVASIO, J. I.: Itsas Arrantza, p. 83.


326. AGM, CVP, t. 29, doc. 25.
327. AHPGO, partido de Vergara, 2601, ff. 141 v. y 143-144 v. Véase más arriba la subsección «Venta y comercialización de las capturas
de bajura» de la sección 2.1.
328. ERKOREKA GERVASIO, J. I.: Análisis histórico-institucional de las cofradías de mareantes del País Vasco, p. 25, constata que por esas
fechas la dificultad de encontrar empresarios-mercaderes compradores o escabecheros llevó a la cofradía de Bermeo a mandar emisarios hasta
Madrid encargados de buscar tales escabecheros.
329. AHPGO, partido de Vergara, 2599, f. 8 (1609), f. 115 (1610), f. 71 (1611), f. 111 (1611).
330. AHPGO, partido de Vergara, 2601, f. 177 (1615).
331. AHPGO, partido de Vergara, 2603, 21-XII-1620; 2611, 28-I-1622, 16-XII-1622; 2604, 23-VII-1623; 2605, 17-VIII-1625, 16-XI-1625;
2622, 30-VII-1626, 26-XII-1626.
332. AHPGO, partido de Vergara, 2606, 25-VII-1628, 22-XII-1628.
333. ERKOREKA GERVASIO, J. I.: Análisis histórico-institucional de las cofradías de mareantes del País Vasco, pp. 24-25, habla de «la crisis
de la pesca de litoral de este período» y del «ciclo recesivo iniciado por la pesca litoral del País Vasco en el siglo XVII».
334. AZPIAZU ELORZA, J. A.: «Las conservas de pescado en Gipuzkoa: de la Edad Media al siglo XVIII», pp. 49 y 69, sugiere, refiriéndose
aparentemente sobre todo al sector de bajura, que «tanto a mediados del siglo XVI como en las primeras décadas del XVII se produjeron situa-
ciones de bonanza en el sector pesquero vasco». El autor reconoce que «el propio mundo pesquero estaba en crisis en la última década del
siglo XVI» pero añade que «es necesario también tener en cuenta la enorme capacidad de recuperación de la comunidad vasca tras las épocas
de crisis. La impresión que se recoge al analizar la documentación inmediatamente anterior y posterior al año 1600 es que en un par de déca-
das se repone una nueva generación a la que podemos denominar como «hijos de la crisis», que recupera la tradición, la fuerza y la capacidad
de resucitar la infraestructura, tanto a nivel humano como material».

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