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1.

Aborto

Una cuestión polémica

El aborto es la interrupción del embarazo o la expulsión del feto cuando


éste aún no es viable. Es cuestión ética y problema legal cuando, de forma
voluntaria, se interrumpe un embarazo no deseado.

Difícilmente se puede negar el carácter traumático del aborto y los riesgos


que comporta para la madre. Pero tampoco se puede negar que son muchas
las mujeres que prefieren el aborto a la continuidad del embarazo. A lo
largo de la historia, las mujeres han pagado un precio muy alto por la
ausencia de métodos anticonceptivos y de un aborto legal y seguro; a
menudo han sido forzadas, y aún es así en muchos países del Tercer
Mundo, a tener muchos hijos en periodos cortos de tiempo, provocando su
debilitamiento físico y muerte aún jóvenes.

El aborto es una cuestión muy polémica porque implica un conflicto básico


de derechos o valores positivos: la autonomía y libertad de la madre y el
derecho de la vida que está en gestación.

El debate se centra en:

a. determinar si el principio de autonomía de la madre le otorga el


derecho a decidir con respecto a la continuidad o no de su
embarazo,

b. determinar en qué medida el feto es una persona y

c. determinar el peso que debe tener, si viene al caso, la voluntad


del padre.

La no penalización del aborto durante los primeros meses, contemplada en


la legislación de la mayoría de países occidentales, se fundamenta,
básicamente, en el proceso gradual de formación de la vida humana.

La despenalización del aborto

El Código Penal español, de 1995, en sus artículos 144 y 145, castiga tanto
a la madre que aborta como a todas aquellas personas que, de un modo u
otra, hancolaboran. Ahora bien, este nuevo Código mantiene en vigor el
célebre artículo 417bis del anterior Código Penal: es el artículo que, el 1985
y en pleno debate público sobre la conveniencia o no de despenalizar el
aborto, concretaba los tres circunstancias en las cuales se despenalizaba,
circunstancias o supuestos hoy vigentes.

Los tres supuestos o circunstancias en las cuales se despenaliza el


aborto son:

1. Que el embarazo suponga un grave peligro para la vida o por la salud


física o psíquica de la mujer embarazada.

2. Que el embarazo sea consecuencia de una violación.

3. Que se suponga que el feto tendrá que nacer con graves taras físicas
o psíquicas.

¿Como se fundamenta, legalmente, la despenalización del aborto?

Cuanto al primer supuesto o aborto terapéutico, se considera que el


fallecimiento de la madre es un mal de mayor entidad que la eliminación
del feto. La ley siempre ha castigado más severamente el fallecimiento de
una persona que el fallecimiento de un embrión.

Cuanto al segundo supuesto, el aborto ético o humanitario, se considera


que la mujer violada, ya víctima por este hecho, debe decidir,
personalmente y libre, si acepta o no la maternidad. Si el Estado le impone
la maternidad, será víctima por segunda vez.

Cuanto al tercer supuesto o aborto eugénico, se argumenta que si bien el


derecho valora y protege las personas con deficiencias físicas o psíquicas,
se pretende evitar el nacimiento de personas con muchas probabilidades
de ser infelices y con una calidad de vida bajo mínimos. Se pretende
evitar, también, la perturbación de los padres y del medio familiar. Por todo
eso, el Estado no puede imponer, coactivamente, la continuidad del
embarazo.

¿Regulación suficiente? ¿Regulación excesiva?

El Código Penal castiga el aborto, no lo legaliza. La despenalización


es sólo la excepción a la regla. En rigor, no es una despenalización del
aborto sino sólo una declaración de no punibilidad de determinadas
conductas. En este contexto:
 Unos piden la introducción de un cuarto
supuesto para el aborto: la situación socio-
económica. Un supuesto que consideraría el
número de hijos tenidos, las necesidades
familiares, la dimensión económica y social en
sentido amplio.

 Otros ven justificado un replanteamiento total


del tema: legalizar el aborto, no sólo no
castigar determinadas conductas. En cierto
modo sería la demanda de un aborto libre en
base al derecho de la mujer a la libre
maternidad.

 Un tercer grupo considera injustificada la


actual despenalización del aborto
identificando aborto y homicidio y,
consecuentemente, solicita la anulación del
artículo 417bis del anterior Código Penal y
que el actual mantiene en vigor.

Problema de fondo

Estas diferentes posiciones llevan a reflexionar sobre una de los grandes


cuestiones de fondo: el ser humano en formación o nasciturus es
absolutamente equiparable o igual al ser humano nacido?

¿Absolutamente equiparable? Sí. La vida del nasciturus es ya vida


humana. Éste ser, esta vida humana es persona humana.
Consecuentemente: a) el aborto es un tipo de homicidio, b)
el nasciturus tiene el derecho fundamental a la vida, c) hay igualdad entre la
vida del feto y de la mujer embarazada.

Razones a favor de la equiparación:

 Animación inmediata del feto. La creencia según la cual en el preciso


momento de la fecundación ya se constituye una vida plenamente
humana. El embrión recibe el alma en el preciso momento de la
fecundación.

 Autonomía del embrión a partir de la fecundación. Se considera que


desde su fase inicial, el cigoto resultante de la fusión del óvulo y el
espermatozoide es una realidad biológica autónoma. La vida del feto
no sólo es vida humana desde la fecundación sino que es vida
distinta de la vida de la madre. Desde el momento de la fecundación
se contiene el código genético completo.
¿Absolutamente equiparable? No. La vida del nasciturus es diferente a la
del ser humano ya formado. Consecuentemente: a) el aborto no es
equiparable al homicidio, b) la calidad de persona va unida al ser humano
nacido, c) prevalencia de la vida y de la salud de la mujer.

Razones en contra de la equiparación:

 Crítica a la animación inmediata del feto. La tesis de la animación del


feto en el preciso momento de la fecundación es vista como un
postulado religioso, no siempre aceptado por las mismas religiones;
ha sido discutida y debatida durante siglos en el seno del cristianismo.
La postura tradicional de la Iglesia es la de la animación retardada de
feto; santo Tomás, por ejemplo, dice que se implanta la alma cuando
hay actividad cerebral. Sin embargo, la postura actual de la Iglesia es
la de la animación inmediata.

 Crítica a la tesis de la autonomía del embrión. El embrión o cigoto no


es una realidad biológica autónoma justo al instante de la
fecundación. Es preciso hablar de garrulidad en el proceso biológico
de iniciación de la vida, no de instantaneidad. La vida humana es un
proceso en diferentes estadios. Si bien el cigoto, el embrión y el feto
son organismos vivos, el ser humano formato sólo existe cuando
concluye el proceso de gestación: el feto es una realidad que
depende de la madre.

https://es.slideshare.net/PiaHurtadoBurgos/el-aborto-visin-bioetica

http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=87513725006

https://www.medigraphic.com/pdfs/actmed/am-2011/am111j.pdf

Ética y Adopción
Aunque la mayoría de los colectivos involucrados en los procesos de adopción
actúan bajo criterios éticos y morales indiscutibles, no es menos cierto que
también existen profesionales y funcionarios poco celosos en el cumplimiento
de su deber, ECAIs que ven en las adopciones internacionales la
posibilidad de lucro personal, familias en los países de origen, en
situaciones de vulnerabilidad, que renuncian a sus hijos por distintas
circunstancias, y familias en los países de acogida a las que no les
importa anteponer sus deseos de ser padres/madres frente al respeto al
derecho de los niños. Todas estas eventualidades pueden convertir la
adopción en un proceso que no sea honesto, limpio, y transparente, ni tenga
como fin último el bien superior del menor.
Necesidad del planteamiento
Aunque la mayoría de los colectivos involucrados en los procesos de adopción
(funcionarios y técnicos de la administración española y de los países de
origen, ECAIs, familias adoptantes y familias biológicas), actúan bajo criterios
éticos y morales indiscutibles, no es menos cierto que también existen
profesionales y funcionarios poco celosos en el cumplimiento de su deber,
ECAIs que ven en las adopciones internacionales la posibilidad de lucro
personal, familias en los países de origen, en situaciones de vulnerabilidad, que
renuncian a sus hijos por distintas circunstancias, y familias en los países de
acogida a las que no les importa anteponer sus deseos de ser padres/madres
frente al respeto al derecho de los niños. Todas estas eventualidades pueden
convertir la adopción en un proceso que no sea honesto, limpio, y transparente,
ni tenga como fin último el bien superior del menor.
Por este motivo, según señala UNICEF, el aumento espectacular que se
ha producido en los últimos años en la adopción internacional, ha
generado el crecimiento desafortunado de una “industria” alrededor de la
adopción.
En los países de destino, la presión de la demanda ha impulsado a
determinadas personas y entidades, a dirigir sus miras a países de pobreza
extrema en el Tercer Mundo, para que autoricen la salida de niños y niñas que
cumplan las expectativas de los solicitantes, sin importarles el incumplimiento
de las normas del Convenio de La Haya, que regula a nivel internacional las
adopciones. Curiosamente, aunque muchas aparezcan registradas como
asociaciones sin ánimo de lucro, reciben pingües beneficios por sus
actividades.
En los países de origen, la mayoría países del Tercer Mundo o en vías de
desarrollo, con estructuras políticas inestables y escasas y con poblaciones
que viven en condiciones de pobreza, esta situación fomenta prácticas ilícitas
por parte de quienes están en situaciones de privilegio, que van desde omitir
ciertas disposiciones legales, retribuir los servicios de manera
desproporcionada, falsificar documentos, sacar consentimientos con prácticas
engañosas, e incluso robar niños o amenazar a mujeres embarazadas para
que abandonen a sus bebés.
Todas estas circunstancias hacen necesario que se ponga luz en estas zonas
oscuras de la adopción y que se haga una reflexión sobre los planteamientos
éticos que deben presidir las conductas de las dos tríadas involucradas en todo
proceso de adopción: familia biológica-menor-familia adoptiva y país de origen-
menor-país de acogida.
En las dos tríadas, el menor es la figura central porque está unido a los otros
dos miembros de manera inherente. Esto significa que el interés superior del
menor no se puede alcanzar sin tener presentes los derechos de los otros
miembros de la tríada. Toda adopción en la que se dañe a cualquiera de los
miembros de la tríada, resultará, en una u otra forma, dañina para el menor.
Por tanto, una adopción ética, que es la que busca el bien superior del menor,
es aquella que respeta la dignidad y los derechos de todos los miembros de las
tríadas.
La reflexión sobre esta y otras cuestiones es fundamental y necesaria
tanto para las familias, como para las Administraciones, como para los
profesionales involucrados en los procesos de adopción, un marco ético
de referencia que permita a cada uno de los agentes implicados el
alcanzar el objetivo último de toda adopción, que es el bien superior del
menor.
Marco ético del menor adoptado
Tanto las familias como los profesionales que intervienen en todo
proceso de adopción, deben tomar las medidas necesarias para
asegurarse de que la situación de desamparo del niño/a no se deba a
abusos, tráfico, venta o secuestro.
Cuando la adoptabilidad del menor es consecuencia del consentimiento de sus
padres, hay que verificar que los padres hayan dado su consentimiento
libremente, sin presión y sin contrapartida material o de otra índole.
Dicho consentimiento (especialmente el de la madre) no se debe dar antes del
nacimiento o en las primeras semanas de vida del niño/a.
Por tanto, la adopción es un proyecto de vida que sólo podrá decidirse a partir
de la constatación de que la familia de origen no puede hacerse cargo del
menor y de una evaluación de la aptitud del niño para insertarse en un entorno
familiar de sustitución. Esto determinará su adaptabilidad psicosocial, que
vendrá completada por su adaptabilidad jurídica que establece la ruptura
definitiva de los lazos de filiación con los padres de origen y que tendrá que ser
determinada antes de iniciarse el proceso de adopción.
En ocasiones, los ejemplos de malas prácticas en este sentido son conocidos y
consentidos por una o varias de las partes involucradas, como veremos más
adelante, por lo que hacen falta más mecanismos de control por parte de la
Administración para evitar estas circunstancias.
Marco ético de la familia adoptante
La adopción es un derecho del menor que necesita una atención parental
de sustitución permanente. Tiene como objetivo principal brindar a un niño
que ha experimentado situaciones traumáticas (entre ellas el hecho de que su
familia biológica no haya podido cuidar de él) la familia más adecuada para
suplir esas necesidades. No es un derecho de los adultos a conseguir que se
les confíe un niño o niña porque así lo desean.
El menor que necesita ser adoptado es un niño/a que ha padecido graves
carencias; su historia, su situación de adoptado y a veces sus rasgos físicos,
en caso de adopciones interétnicas, lo hacen diferente. La familia que lo prohije
no debe aumentar sus diferencias o sus carencias, sino ofrecer o revalorizar las
referencias maternas y paternas que le han faltado o lo han perjudicado,
cumpliendo una función reparadora y asegurándole un entorno que pueda
facilitar su integración social. Es indispensable, por tanto, que las personas a
las que se les confíe el menor sean capaces de asumir estas
responsabilidades, teniendo la habilidad de hacer frente a las dificultades
específicas de la relación familiar adoptiva. Por tanto, es preciso reconocer
previamente la idoneidad de la familia adoptiva para confirmar o descartar la
elegibilidad de dicha familia para adoptar, elegibilidad que es el objetivo del
Certificado de Idoneidad y que es un requisito previo a la adopción del menor.
La detección de certificados de idoneidad y estudios psicosociales fraudulentos
por parte de la Junta de Andalucía en otoño de 2008 puso de manifiesto que
algunas familias pretenden usar atajos ilegales, pero los menores tienen
derecho a que sus procesos cumplan con todas las garantías, incluida la de
que sus futuros padres sean una familia adecuada para acogerlos en su seno.
En este sentido es también fundamental que las familias solicitantes no oculten
o maquillen parte de su realidad a los profesionales encargados de hacer el
informe psicosocial, previo a la concesión del Certificado de Idoneidad. El
número de adopciones truncadas o fallidas, que están en torno al 1%, lo cual
significan unos 500 niños, indica que los CI no se dieron con las suficientes
garantías o que otros mecanismos de control no funcionaron adecuadamente.
Por otra parte, algunas cuestiones que las familias adoptantes deben tener
presentes para evitar situaciones de irregularidad es analizar, por ejemplo, las
exigencias financieras del orfanato de donde provienen los niños. ¿Cuánto
dinero piden? ¿Cómo está organizada esa institución? ¿Qué documentos
acompañan la adopción? ¿Es la declaración de renuncia a la paternidad
auténtica, o es una copia exacta a otras declaraciones, o sea un texto
estándar? En pocas palabras, la documentación y el procedimiento en el país
de origen pueden dar indicios de si se trata de una adopción irregular. Parece
razonable comprobar exhaustivamente todo el proceso porque
desgraciadamente hay un extendido tráfico infantil. No era éste el caso
cuando estos procesos de adopción se iniciaron en los años noventa en
España y en los setenta en otros países occidentales, pero la situación ha
cambiado en la actualidad.
También es importante comprobar las tarifas de la ECAI y el destino de las
distintas partidas, especialmente el dinero dedicado a cooperación con el país
de origen o con el orfanato donde se encuentra el menor.
Todos estos datos permitirán a la familia una primera criba o control para evitar
caer en manos de personas desaprensivas que, amparándose en el deseo de
ser padres, los haga partícipes, a veces sin ser conscientes de ello, del
engranaje que convierte un hecho feliz, como es la adopción, en un acto que
atenta contra el derecho de un menor y de su familia biológica.
Marco ético de la estructura adoptante
País de origen
La adopción internacional puede dar lugar a prácticas que vulneran los
derechos de la infancia reconocidos por la Convención sobre los
Derechos del Niño cuando las estructuras adoptantes, tanto en los países
de origen como en los de acogida, no se rigen por principios éticos que
protejan a los menores del riesgo de caer en manos de personas que, con
fines lucrativos o de otro tipo, permiten que la adopción se convierta en
un mercado donde el secuestro, la venta y el tráfico infantil son moneda
corriente, con el consentimiento tácito o implícito de las partes
interesadas.
Tenemos ejemplos en los que los países de origen han ejercido el control
necesario para evitar adopciones irregulares, que es nada más que un
eufemismo para encubrir términos más duros como los mencionados
anteriormente, pero es necesario ser conscientes de que tales prácticas existen
si queremos acabar con ellas. Veamos dos ejemplos en los que estos
mecanismos de control se han ejercido, aunque demasiado tarde para impedir
que algunos menores y sus familias, tanto biológicas como adoptivas, sufran
las consecuencias.
En el año 2003, la Autoridad Central en materia de adopciones internacionales
de Bolivia suspendió a una ECAI española, al conocerse siete casos de
procesos irregulares, mientras se procedía a la correspondiente investigación.
El punto principal que motivaba la suspensión estaba referido a los trámites de
adopción en los que hubo “entregas directas” de niños con el consentimiento
de los padres biológicos (Art. 29 de la Convención de la Haya sobre la
protección del niño y la cooperación en materia de adopciones internacionales).
En el 2006, el Gobierno de Bolivia decidió suspender la acreditación de otra
ECAI española, a la que acusaba de haber vulnerado el convenio de La Haya y
el Código del Niño, Niña y Adolescente boliviano.
La investigación del caso involucraba a una jueza de la ciudad de Sucre y a la
representante en Bolivia de la ECAI, así como al abogado de la misma.
Mientras las dos primeras negaron las acusaciones, el abogado admitió el
delito de haber sobornado a la jueza para obtener autorización de adopción sin
previo cumplimiento de los requisitos legales.
Las autoridades bolivianas señalaron que la ECAI española venía
intermediando adopciones internacionales en Bolivia desde 2002, teniendo
como antecedentes varias denuncias de irregularidades en su desempeño
institucional.
También se cita a su vez una resolución del Consejo de la Judicatura del 19 de
Agosto de 2005 en la que se declaraba probada una denuncia contra la jueza,
por haber favorecido adopciones promovidas por esta ECAI a cambio de dinero
y regalos. La Fiscalía imputó a la jueza por la comisión de cohecho pasivo
propio, uso indebido de influencias y beneficios en razón de cargo.
El documento concluye que esta ECAI española “no cuenta con la idoneidad
requerida para garantizar la transparencia en el proceso de adopción
internacional, puesto que éstas deben ser sustanciadas en función superior del
niño y no en función de lucro”.
Aunque China tiene fama de ser un país donde las adopciones son limpias y
transparentes, motivo por el cual muchos de nosotros optamos por ese país, la
tentación y su consecuencia, la corrupción, no conocen fronteras. En 2005
saltó a la prensa la noticia de que en Hunan y Guangdong se había
desmantelado una red que se dedicaba a la sustracción de bebés, que
después pasaban al sistema de adopción internacional.
En un reportaje publicado por The Washington Post en marzo de 2006, se
informaba de que la policía había arrestado a 27 miembros de una banda que
desde 2002 habían secuestrado o comprado unos 1.000 bebés en la provincia
de Guangdong y los habían vendido a orfanatos de Hunan por 400 ó 500
dólares. El periódico citaba informaciones aparecidas en la prensa estatal china
y entrevistas con fuentes cercanas al caso. La primera señal de alarma de que
algo no andaba bien fueron los signos de riqueza que empezaron a surgir en
las personas relacionadas con el orfanato.
El tribunal que juzgó el caso condenó a tres de los traficantes a 15 años de
prisión y a penas de tres a 13 años a otros seis. Veintitrés funcionarios del
gobierno local de Hengyang, la ciudad centro del caso, fueron despedidos.
Estos funcionarios confeccionaban los informes en los que se afirmaba que los
bebés habían sido abandonados. La mayoría de los bebés fueron secuestrados
a inmigrantes, pensando que estas personas, algunas de ellas sin papeles de
residencia, no acudirían a la policía o ésta no les haría caso.
El CCAA aseguró que el asunto estaba siendo manejado apropiadamente y
rechazó hacer ningún tipo de declaración al respecto.
En 2009 salió a la luz otro caso en la provincia de Guizhou, en el suroeste de
China. Se calcula que unos 80 bebés fueron confiscados por autoridades
locales de planificación familiar a familias que violaron la política del hijo único y
que no podían hacer frente a la multa impuesta por el gobierno, unos 10.000
yuanes, que representaba varias veces los ingresos anuales de esas familias.
Las autoridades locales de planificación familiar falsificaron la documentación
para presentar a las niñas como huérfanas e insertarlas en el sistema de
adopción internacional, repartiendo con el orfanato la parte del donativo
obligatorio que se da en China por cada niña adoptada.
Las sospechas surgieron cuando se descubrió un fuerte aumento de las
adopciones en el orfanato local entre 2003 y 2005, un descenso posterior
(cuando se inició una campaña policial contra el tráfico de niños a nivel
nacional) y un aumento nuevamente en 2007. Shi Guangying, uno de los
responsables de las confiscaciones, aseguró al diario South China Morning
Post, que se hizo eco de las denuncias, que la entrega de niñas al orfanato
como huérfanas pese a no serlo era “una política del distrito cuando los padres
no pagaban las multas”.
El tráfico de niños es un problema secular en China mucho antes de la llegada
de la adopción internacional. Algunos niños eran vendidos para la prostitución,
pero la mayoría eran comprados o secuestrados para venderlos a parejas sin
hijos. En el caso de los orfanatos el negocio es mucho más lucrativo, ya que el
donativo obligatorio de 3.000 dólares supone casi el doble del ingreso anual
promedio en China.
Si tenemos en cuenta que del país han salido más de 80.000 niñas, puede
pensarse que el porcentaje es mínimo, pero lo cierto es que un solo caso ya es
demasiado. Ninguna de las familias que hemos adoptado en China o en
cualquier otro país querríamos que nuestros hijos fueran uno de los casos de
ese porcentaje mínimo de adopciones irregulares. Nuestro deseo es
simplemente formar una familia, pero no a costa del sufrimiento de otra familia,
aunque esté al otro lado del mundo y nunca lleguemos a conocerla.
Es evidente que los mecanismos de control son necesarios porque en
cualquier sociedad, la avaricia y la corrupción están siempre a la puerta
esperando y si la demanda de adopciones supera el número de
abandonos en una zona determinada, la tentación es demasiado alta. Este
es uno de los fallos que se repiten en muchos lugares del mundo: ligar ayuda
humanitaria con adopciones. El riesgo es demasiado alto para obviarlo.
País receptor
La adopción es una medida social y legal para la protección de la infancia.
Sin embargo, en las dos últimas décadas los fines de la adopción se han ido
desviando de forma que, en muchos casos, la prioridad no es tanto proteger al
menor sino ofrecer un niño o niña a una familia que no tiene descendencia. En
este caso, el derecho a tener un hijo puede sustituir a los derechos de los
niños, creando una fuerte demanda en los países de origen, donde ya no se
busca una familia para los niños que están institucionalizados, sino que se trata
de buscar niños con un determinado perfil que cumplan las expectativas de las
familias adoptantes, niños que no necesitan una familia, sino que la presión
ejercida sobre madres vulnerables en situaciones extremas los convierten,
muchas veces a través de engaños y fraudes, en niños adoptables. En otros
casos, aún más graves, se llega incluso al secuestro de menores. Quizás se
pueda pensar que estos casos no serán muchos, pero uno es demasiado y el
país receptor tiene su cuota de responsabilidad al no haber funcionado
adecuadamente los mecanismos de control sobre los procedimientos que usan
las ECAIs o los intermediarios o facilitadores en los países de origen.
A comienzos de 2007 un informe presentado al Ministerio holandés de Justicia
demostró que una agencia de adopción habría antepuesto los intereses de los
padres adoptivos al de los niños y habría dado en adopción a niños raptados
en la India.
Según la policía, unos cincuenta niños procedentes de India habrían sido
dados en adopción en Holanda sin que los padres biológicos los hubieran
entregado voluntariamente. Existe un caso documentado de un niño reclamado
por su familia. La policía india quería que se solicitara una prueba de ADN y
que el niño se reuniera con su madre biológica, La complejidad de la situación
la explicaba el profesor Rene Hoksbergen, catedrático emérito en temas de
adopción de la Universidad Estatal de Utrecht en una entrevista al respecto.
Según este experto, es difícil saber qué situación sería mejor para el niño. Si
hubiese sido más o menos feliz en India, nadie lo puede decir. Ya hacía seis
años que la criatura vivía en Holanda. Quizás devolviéndolo a India se le
hiciera más mal que bien. Si es necesario estipular un régimen de visitas con
los padres biológicos, o algo similar para paliar el sufrimiento de la familia
biológica. Además, si los padres adoptivos pueden mostrar que se han
esforzado por aliviar el sufrimiento de los padres biológicos, el proceso sería
menos doloroso para el niño adoptado cuando conociera la historia.
Es evidente que el gobierno de Holanda tiene su cuota de responsabilidad en
este incidente y que los mecanismos de control deben intensificarse por parte
de los países receptores para que no ocurran estos hechos.
En España tenemos un caso similar con niños de Nepal. La noticia fue
publicada por los periódicos. El País tituló: “Un drama lejano: los niños
vendidos de Nepal”. En el artículo, la periodista relata el caso de una madre
adoptante, que después de contar su caso, termina afirmando: “si tuviera que
volver a empezar me aseguraría otra vez de qué niño adopto, es decir,
huérfano o abandonado, y de que las personas implicadas no buscan a un niño
debajo de las piedras para cubrir mi necesidad”.
En el artículo también se relata cómo a otra adoptante española, cuando fue a
recoger a su hijo al orfanato, le dijeron que el niño estaba en su aldea natal.
Acudió allí y se encontró con que el niño se estaba despidiendo de sus padres
biológicos, cuya existencia ella ignoraba.
En total hay una decena de niños cuyos padres reclaman su vuelta a través de
ONGs o a través de sentencias judiciales de su país de origen.
En un informe, “Adopción: ¿a qué precio?”, elaborado por Marlène Hofstetter
para la Fundación Tierra de Hombres Internacional, se hace un estudio
comparativo entre las leyes de regularización y las prácticas de adopción de
seis países receptores (Alemania, España, Francia, Italia, Noruega y Suiza). En
todas se observa la carencia de responsabilidades de dichos países receptores
frente al rapto de menores, a la corrupción, a la presión sobre los padres
biológicos o sobre autoridades locales y a la falsificación de documentos, todo
lo cual favorece la proliferación de estos hechos en los países de origen. Es
evidente, no obstante, que la inexistencia de una regulación al respecto no los
exime de la cuota de responsabilidad que les corresponde en la comisión de
dichos delitos.
El caso más reciente de falta de transparencia en los procesos de adopción es
Vietnam. Mientras Estados Unidos cerraba las adopciones con ese país,
debido a las irregularidades de los procesos, ese mismo año España ratificaba
el convenio para que se iniciaran las adopciones por parte de familias
españolas.
En un informe publicado el 25 de Abril de 2008 por la embajada americana en
Hanoi, se denunciaban los métodos utilizados por los orfanatos, ávidos de
recibir donaciones por parte de las agencias de adopción extranjeras, que son
obligatorias según la ley del país. Estos métodos incluían falsificación de
documentos, pagos a las madres biológicas, coerción o engaño para inducir a
que enviaran a sus hijos al orfanato para darlos después en adopción sin su
consentimiento, etc.
Las explicaciones que se dieron desde la Administración fueron que la
corrupción procedía de la forma en la que operaban las agencias de adopción
americanas, pero que nuestro sistema de ECAIs garantizaba la transparencia
del proceso. La realidad es que una de estas entidades ya ha decidido no
continuar tramitando adopciones en este país por la falta de transparencia del
sistema. Además, a Estados Unidos, el país que más adopciones llevaba a
cabo en Vietnam, se han unido ahora Irlanda, Canadá, Noruega y Suecia, en el
cierre de los procesos de adopción en Vietnam, por no poderse garantizar la
legalidad de los mismos. Y es que los datos hablan por sí solos. Uno de los
orfanatos que recibía fondos de Estados Unidos vio aumentar el número de
niños disponibles para la adopción internacional en un 2.000 por ciento en un
año y volvió a sus cifras habituales cuando el país decidió interrumpir las
adopciones y, por tanto, dejaron de llegar fondos al orfanato.
Según funcionarios de la embajada española en Vietnam, ellos carecen de
medios para comprobar que los documentos de los niños son legales y que no
han sido obtenidos a través de prácticas fraudulentas. Por su parte, en
palabras de funcionarios del organismo vietnamita que tramita las adopciones,
el sistema es incapaz de garantizar la adoptabilidad de los menores en todas
las etapas por falta de una infraestructura adecuada. Sí puede hacerlo desde
que el menor entra en el orfanato, pero no en la etapa anterior, es decir, en la
forma en la que el menor llega al orfanato, ya que se han encontrado
declaraciones de orfandad fraudulentas, niños que salían del país sin el
consentimiento de los padres, etc. En estas condiciones, ¿qué impulsa a la
Administración española a embarcarse en la firma de un convenio que abre las
expectativas y las ilusiones de muchas familias a las que no se les puede
garantizar la transparencia y legalidad del proceso? ¿Qué impulsa a las ECAIs
a trabajar en un país, donde la imposibilidad del sistema para garantizar la
adaptabilidad de los menores es reconocida por el mismo organismo
encargado de velar por la legalidad y transparencia de los procesos de
adopción?
Es significativo que sean las propias familias adoptivas a través de CORA
(Coordinadora de Asociaciones en Defensa de la Adopción y el Acogimiento),
quienes pidan a las autoridades competentes que se ponga freno a estas
situaciones. Reproducimos a continuación el texto remitido a las distintas
administraciones del estado.

El papel de las familias


Las familias adoptantes, que somos el último eslabón de la cadena, a
veces somos ignorantes de la situación real y caemos con toda
ingenuidad en las manos de agencias desaprensivas, que bajo el aspecto
de organizaciones humanitarias sin ánimo de lucro, contribuyen a la
delincuencia institucional que suponen estas prácticas, conocidas y
consentidas tanto por los países de origen, como por los países de
destino.
Sin embargo, cada vez se conocen más estas situaciones, tanto por la prensa
como en los foros de Internet, por lo cual, nosotros, las familias adoptivas,
tenemos la responsabilidad de no contribuir a estos delitos, evitando dirigirnos
a países de dudosa legalidad, con procesos poco transparentes y que no
hayan firmado el Convenio de La Haya, sólo porque allí los requisitos sean
menores y los plazos inexistentes, anteponiendo nuestros deseos de
maternidad o paternidad a los deseos y derechos de los niños y de sus familias
biológicas.
Cuando estos hechos salen a la luz y perdemos la ingenuidad con que solemos
empezar un proceso que para nosotros está lleno de alegría, no podemos
permitir que estos delitos queden impunes. No podemos consentir que esta
alegría nuestra sea a costa de que más niños y niñas sean robados y nos
sean presentados como huérfanos, que mujeres sin recursos sean
convertidas en máquinas reproductoras o que la pobreza sea motivo para
obligar a las madres a entregar a sus hijos e hijas en contra de su
voluntad.
Por otra parte, estos niños y niñas se harán mayores y no les será difícil saber
que en sus países de origen, cuando ellos eran pequeños, cientos de madres y
de familias humildes fueron engañadas o incluso obligadas con amenazas y
promesas falsas a entregar a sus hijos y preguntarán. ¿Cómo se podrán
justificar estas cosas? ¿Cómo se les podrá hablar sobre su historia y ayudarles
a elaborarla, cuando se teme que descubran elementos turbios en su
adopción?
INTRODUCCIÓN

Desde la antigüedad la adopción ha sido uno de los métodos utilizados para


asegurar la continuidad de la familia: al respecto existen referencias en casi
todas las leyes antiguas.

En las sociedades primitivas los grupos estaban unidos por complejas


relaciones de parentesco y el único método aceptable para incorporar extraños
era el de convertirlos artificialmente en parientes de sangre mediante la
adopción. Esta significaba una separación completa de la familia original: la
búsqueda de los orígenes era vista, al igual que ahora como una deslealtad (1).

En la India la adopción ha sido una costumbre bien establecida, es de gran


importancia para ellos el grado de cercanía del adoptante y el adoptado y
tienen en cuenta casta, grado de parentesco y nivel social con el objetivo de
que el adoptado sea lo más similar posible a un hijo biológico.

Para los británicos, los lazos de sangre eran los importantes, allí la adopción no
fue aceptada hasta el año 1926, lo que complicaba las necesidades
emocionales y deseos de las parejas sin hijos, esto llevó a una especie de
adopción informal, bajo la forma de” aprendices”, la que no perpetuaba la
herencia ni la línea familiar.

En los Estados Unidos actualmente se adoptan una cantidad aproximada de


120,000 niños. Los niños con incapacidades físicas, de desarrollo o
emocionales, quienes antes eran considerados no adoptables, hoy son
adoptados. Esto les ayuda a crecer en familias permanentes en lugar de
instituciones.

En Cuba se establece la adopción desde la época de la esclavitud pero no


conocemos cuando queda oficialmente legalizada, por supuesto en la
actualidad tiene otro sentido y responde fundamentalmente a necesidades de
dos tipos:

 Por una parte, la necesidad del niño que ha sufrido la pérdida o el abandono
de los padres de tener una familia que responda por su educación y amparo.
 Por otro lado la necesidad de satisfacer los roles de paternidad de las
parejas que por diversas razones no han concebido hijos.

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, adoptar es


recibir como hijo, con los requisitos y solemnidades que establecen las leyes, al
que no lo es naturalmente (2).

OBJETIVOS

1. Acopiar información sobre el problema de la adopción de niños a partir


de la literatura existente.
2. Precisar aspectos importantes a tener en cuenta en la adopción de niños
desde el punto de vista psicológico y social.
3. Señalar las implicaciones éticas y bioéticas relacionadas con la
adopción.

DESARROLLO

FACTORES SOCIALES QUE ACOMPAÑAN A LA ADOPCIÓN

Desde el punto de vista sociocultural una función importante del adulto es la de


ser padres, con hijos biológicos, así los niños desde edades tempranas se
preparan para asumir este rol.

La familia se inicia con el acuerdo de la pareja de vivir juntos, procrear y


proyectarse hacia el futuro con hijos biológicos. En el caso de la pareja infértil,
la adopción surge como una solución para la construcción de la familia y este
fenómeno se ve matizado por las características socioculturales de esa
sociedad en concreto.

La dificultad de los matrimonios para reproducirse sea involuntaria o no genera


disfuncionalidad a nivel individual y se considera como una desviación de las
normas aceptadas. Esto se ha demostrado, es causa de la estigmatización
social de la familia.

Muchos padres para cumplir con lo socialmente establecido recurren a la


adopción, sin embargo no pocas veces existe una sanción social para ellos y la
sociedad siempre insiste en señalar a los padres adoptivos como no reales.
Esto confirma la importancia que se le adjudica a los lazos biológicos que
además se patentiza en el temor de no conocer el pasado genético del
adoptado.

Aunque la causa del secreto de la adopción es fundamentalmente psicológica


es importante hacer referencia a la preferencia de las familias por ocultar este
hecho y la avidez social de hacerlo manifiesto lo cual crea contradicciones y
temores tanto a la familia como al adoptado. Son frecuentes los casos de
ocultamiento de la maternidad real y de la procedencia del niño que cambia de
familia y que llega a sospechar o a conocerlo por comunicación de otros niños
e incluso de adultos que interfieren con las decisiones que ha tomado la familia
adoptiva. Esto le hace poner en dudas su verdadera identidad.

Otro problema es el referido a la aceptación por toda la familia de la adopción


de un nuevo miembro, el desacuerdo en esto genera dificultades en las
relaciones interpersonales e influyen negativamente sobre el desarrollo de la
familia y sobre el estado emocional de sus integrantes y del hijo adoptado.

Es frecuente en muchos países (3) el que se recurra a la adopción como una


alternativa de separar al niño de su medio familiar consanguíneo por constituir
este un medio desfavorable para su cuidado y desarrollo, sobre todo en la
literatura se hace referencia al abuso y maltrato infantil por parte de los padres,
en cuyos casos los niños son llevados a hogares provisionales que cumplen las
funciones correspondientes a la familia de modo provisional hasta tanto son
adoptados por una familia definitiva si así se decide en los tribunales.

FACTORES PSICOLÓGICOS

Si la problemática social que rodea a la adopción es compleja más aún lo es en


el sistema psicológico.

Los padres tratando de seguir los patrones de la familia biológica esperan que
el hijo desarrolle intereses, actitudes, habilidades, comportamientos e inclusive
rasgos físicos como los de ellos, de hecho es de alta satisfacción para los
padres adoptivos que el hijo se les parezca físicamente y es fuente de
preocupación que su fenotipo sea muy diferente.

Pero otra preocupación importante es la de poder comportarse como


verdaderos padres capaces de suplir las necesidades afectivas del hijo y es de
gran interés la observación del desarrollo cognoscitivo del hijo.

Las dificultades educativas y las alteraciones emocionales que pueden


aparecer en los hijos adoptados y sus familias dependen de diversos factores
entre los que podemos considerar:

 Motivo de la adopción: Por ejemplo al tener un hijo no concebido por


infertilidad, sustituir un hijo perdido por cualquier causa, con fines
comerciales o lucrativos o para ser utilizados por trasplantes de órganos
como ha ocurrido en países del 3er mundo, razones humanitarias etc.
 Edad del niño adoptado: Suelen ser más estables, equilibrados y adaptables
los niños adoptados en las edades más tempranas, no obstante en los
mayorcitos ya pueden identificarse los factores de riesgo.
 Características sociopsicológicas de la familia que adopta así como las
interiorizadas por el niño según el medio de donde proviene.
 Posibilidades de la familia adoptiva de ejercer el rol correspondiente.

Los padres adoptivos expresan muchos temores (4, 5):

 Acerca de si realmente pueden ofertar amor al extraño (puede que un


miembro de la pareja esté convencido y el otro lo acepte solo por complacer
o no herir la sensibilidad de su cónyuge.
 A no poder congeniar con el niño.
 A las posibles consecuencias del lastre hereditario ya que se desconoce la
historia genética del individuo.
 A las consecuencias que pudiera traer que el hijo conozca el secreto de la
adopción.
 A que en el futuro el hijo quiera encontrar a sus verdaderos padres o
familiares.

Es siempre una experiencia muy desagradable la revelación inoportuna de la


verdadera identidad sobre todo cuando ocurre por la indiscreción o mala
intención de otros y si se produce cuando el niño es mayorcito o ya está en la
adolescencia. Esto puede ocasionar reacciones hostiles, agresivas, de huída y
cambios en el comportamiento habitual del niño.

Las parejas que se proponen adoptar a un niño deben ser preparadas para ello
y responder a sus inquietudes, las cuales giran fundamentalmente alrededor de
cual es la mejor edad para adoptar a un niño, si debe preferirse un niño con
parecido físico a los padres adoptivos, qué posibilidades hay de enfrentar
problemas de conducta o de enfermedad en el futuro, debe revelarse la
identidad al adoptado, cómo, cuándo y quien debe hacerlo.

Las respuestas a estas interrogantes son aún discutibles, pero en particular en


la última de ellas haremos una observación por cuanto es uno de los problemas
más difíciles que se enfrentan en la adopción. Es mucho más conveniente el
conocimiento de la verdad pues así se evita la ansiedad y el temor que aparece
en la familia de que el adoptado se entere por otro de sus orígenes, el cómo no
admite recetas de procedimientos, en algunos casos se plantea la conveniencia
de esperar el momento oportuno para introducir el tema con el niño o
aprovechar preguntas que admitan referirse a su verdadera identidad. El quien
se recomienda que sean los propios padres, aunque en ocasiones se busca la
intervención de sacerdotes o profesionales que sean capaces de manejar con
inteligencia la situación del niño. Muchas veces el niño o adolescente tienen
algunas sospechas y esto facilita las cosas (1,6).

Hay profesionales que han recomendado esperar a que el niño se interese por
su origen o dé a entender que tiene dudas, sin embargo en la actualidad se
reconoce lo beneficioso de propiciar la situación. En este aspecto la Lic. Beatriz
Gelman, Directora de la Fundación Adoptare recomienda aprovechar cuando
se mira el álbum familiar, espacio para el que los padres adoptivos deben
prepararse y manejar con sinceridad y naturalidad la situación. También
sugiere eliminar el trato de “pobrecito” porque esto obstaculiza el normal
desarrollo del niño.

Es fundamental darle tiempo al niño porque la elaboración de estos temas


implica un proceso dinámico que requiere acompañar su recorrido singular.
Hay niños que piden que se repita su historia de origen mientras otros
reflexionan y después de un tiempo vuelven a preguntar.

Durante este tiempo se hace necesario también ir abriendo un espacio para las
preguntas de los padres, para reconocer los propios temores. Todo esto
posibilita que la situación pierda el carácter de amenazante que con frecuencia
se le atribuye y se pueda transformar en una experiencia enriquecedora para
toda la familia.

En cuanto a los factores psicológicos es también importante considerar las


causas de la adopción, las características de la familia de origen y de la familia
que recibe al niño en su seno. Hay adopciones que se producen por la pérdida
física de los padres por fallecimiento, en este caso el niño tuvo que enfrentarse
a la muerte y a la afectación emocional que producen las pérdidas de seres
queridos, otros por abandono voluntario de los padres, o más frecuentemente
de la madre y desentendimiento del padre, por legislaciones que retiran la
patria potestad a padres con graves problemas sociales o psicológicos, o niños
que por cualesquiera de estas razones pasan parte de sus vidas
institucionalizados en centros que asumen su atención y educación.

ASPECTOS ETICOS Y BIOÉTICOS

Desde el punto de vista de la ética consideramos importante tener presente las


necesidades psicológicas y sociales que tienen las familias de lograr una
extensión y desarrollar los roles paternales, así como las necesidades de
información competente sobre todos los elementos que rodean a la adopción.

Como señalamos en otras partes de este trabajo las personas que deciden
adoptar un niño como hijo tienen diversas inquietudes, unas relacionadas con
la herencia intelectual y física que aportan los padres biológicos y otras
relacionadas con el estatus legal de ellos como adoptantes y de los padres
reales al ceder a sus hijos y esto último tiene mucho que ver con el
ocultamiento al niño y a la sociedad del origen de los padres biológicos, estas
inquietudes también aparecen en las familias de los padres adoptivos. Así hay
un grupo de profesionales que se ven incluidos en el manejo y orientación de
esta problemática.

A nuestro juicio en estas situaciones se impone un cuidadoso cumplimiento de


la ética, por una parte el médico que frecuentemente es consultado para definir
el estado de salud del niño que se desea adoptar y que en muchas ocasiones
tiene al menor ingresado en su institución (pues muchos de los casos son
abandonados por los padres estando ingresados en hospitales infantiles), tiene
el deber de estudiar y atender de forma minuciosa al niño e informar
debidamente y con la privacidad que se establece sobre la situación de salud
que presenta, considerando los derechos de los adoptantes y la necesidades
de hacerse responsables definitivamente del niño. Es decir que ellos tienen el
derecho de conocer si se trata de un niño sano con un desarrollo psíquico y
físico normal o si por el contrario existe alguna deficiencia en ese desarrollo o
está presente algún tipo de enfermedad, en cuyo caso el médico debe explicar
el tipo de enfermedad, su tratamiento y evolución y complicaciones posibles. (7,
8, 9)

En nuestro país las adopciones en familias tienen un carácter definitivo y sólo


la adopción por instituciones tiene un carácter Provisional, con la posibilidad de
retornar a la familia original o ser adoptado por personas que así lo solicitan,
sin embargo en otros países como es el caso de Estados Unidos de
Norteamérica existen familias preadoptivas que han recibido la preparación y
licencia para actuar como tales y que se encargan del cuidado y educación de
estos niños hasta tanto puedan regresar al hogar original o sean adoptados por
otras personas.(6,10). Es común en estos casos el que los padres biológicos
presenten problemas de maltrato infantil, drogadicción y/o se les haya privado
de la patria potestad.

Continuando con la responsabilidad ética del médico, este también se verá


involucrado en la petición de los padres adoptivos de callar sobre el origen del
niño y aquí entra a jugar su papel el secreto profesional. Se conoce que este
secreto sólo debe ser revelado en caso de que peligre la integridad del
paciente, en este caso el niño o que afecte a terceras personas. De este modo
el médico estará en el deber de guardar ese secreto y en situación en que
necesite ser revelado solicitará el consentimiento de los padres adoptivos.

Entonces cumplirá el médico con su deber moral de no revelar nada que pueda
afectar la integridad moral y psíquica del paciente.(11, 12). Por supuesto que
aquí hay que considerar la edad del niño, pues cuando éste ya es consciente
de su procedencia esto no es importante a menos que el propio menor esté
interesado en que se guarde silencio ante los demás.

En el acápite que trata lo relativo a los factores de tipo psicológico se señala lo


que es preferible hacer en cuanto a la comunicación de la verdad al niño si este
no la conociera, esto debe ser explicado por los padres si es necesario con la
ayuda del médico o el psicólogo. En relación a la comunicación a otras
personas hay que tener en cuenta que la intimidad es propiedad del paciente,
lo que implica su libertad. Violar la intimidad del otro es violar injustamente su
persona, atropellar su libertad y su derecho a realizar su existencia. (13)

Consideramos que es entonces de vital importancia que el médico y el personal


de la salud involucrado en la particular situación de la adopción sea riguroso en
el cumplimiento del Reglamento de Ética para la atención de pacientes y
familiares dictado por las autoridades competentes de salud (14), que
independientemente de su edad, norma el respeto, cuidado y conveniencia de
la atención en salud para lograr la satisfacción de la población.

En relación a las inquietudes legales que puedan adoptar los padres biológicos,
los adoptantes y su familia y hasta el propio adoptado, todo está establecido en
nuestro Código de Familia y corresponde a los profesionales cumplir con las
disposiciones éticas establecidas para el ejercicio de su profesión.
Como sabemos, la ética ha estado ligada a la moral desde su surgimiento y
existen algunas condiciones y características en las personas que la sociedad
ha considerado de cierto modo amorales, tal es el caso de la homosexualidad
que ha sido considerada como enfermedad, psicopatía, conducta sexual
contraria a las normas establecidas etc, pero que hoy en día se considera una
variante de la sexualidad y se está tratando de despojar de todo prejuicio social
y moral. Sin embargo sabemos que las creencias, juicios, opiniones y
esquemas cognitivos en general no cambian de un día para otro. Así pudiera
incurrirse en el error de considerar que los homosexuales no cumplen con la
condición moral que exige la adopción, cuando el artículo 100 del Código de
familia plantea en su disposición cuarta que: para adoptar se debe tener
condiciones morales y haber observado una conducta que permita presumir,
razonablemente, que cumplirá respecto al adoptado los deberes. No
encontramos referencias cubanas en este aspecto pero sí de una autora
española que ofrece sus criterios al respecto. Ana B. Gómez refiere que en
estudios longitudinales, por 2 años, en 14 hogares de lesbianas en Manchester,
Reino Unido, se asegura que hay más similitudes que diferencias entre los
niños criados en familias gay y lesbianas y los hijos de la familia nuclear
tradicional. Esta autora considera que todas las familias, del tipo que sean
tienen riesgo, esto es real y se demuestra fácilmente en la práctica asistencial.

Señala la autora que en dependencia del tipo de familia los niños adoptados
pueden afectarse al descubrir que los padres son gays o lesbianas, claro está
que esto se establece porque consideramos como normal solo a la pareja
heterosexual. Podría esta situación tener un difícil manejo desde el punto de
vista ético. Ana B. Gómez considera que la presencia de un rol materno
adicional e implicado en la crianza siempre es positivo para el niño, las
lesbianas además establecen relaciones más equitativas que la pareja
heterosexual, lo que puede influir positivamente en el aprendizaje de roles
igualitarios. Las parejas de gays por su parte establecen claros límites, son
sensibles, responsables y perceptivos con sus hijos, en comparación a los
heterosexuales trabajan menos y dedican mayor tiempo a sus hijos.

Considero que este problema tiene aristas psicológicas, sociales, éticas y


bioéticas y que para resolverla adecuadamente habría que analizar con justeza
las condiciones, comportamiento, e intenciones de la pareja adoptante, además
de tener en cuenta la aceptación del adoptado, es decir valorar la competencia
general tal como se haría en parejas de cualquier orientación.

Aunque la bioética y la ética médica son disciplinas consideradas por algunos


como diferentes pero relacionadas, por otros como partes de una misma
disciplina y por otro grupo se ve a la ética como parte de la bioética, nuestro
problema se reduce a considerar cómo la adopción pudiera presentarse como
un dilema a decir de esta disciplina teniendo en cuenta la necesidad del
cumplimiento de sus principios, ya que como explicábamos antes, el personal
de salud se sitúa frente a esta problemática.

Si contribuimos a que un niño cuya familia no está presente o no se


responsabiliza con satisfacer sus necesidades materiales y espirituales o su
relación con el niño atenta contra su normal desarrollo, tenga una nueva familia
que sí cumple con los requerimientos afectivos, educativos y materiales
necesarios para el normal desarrollo de su personalidad, estamos cumpliendo
con el principio de la beneficencia. De tal modo aquí también se implica la no
maleficencia.

El principio de la autonomía establece el derecho a actuar en correspondencia


con las valoraciones y sentimientos de la persona que decide, sin embargo en
el caso de la adopción puede cuestionarse la competencia fundamentalmente
por la edad del menor, que en realidad no decide su destino, y en este caso
como en otros relativos a problemas de salud son los adultos quienes toman
determinaciones. Puede sin embargo ser diferente en casos de niños mayores
de 6 años que pudieran mostrar su acuerdo o no con aceptar a la familia que
se le propone como padres, de hecho esto se tiene en cuenta en casos de
decisiones jurídicas sobre la custodia del menor. También sería necesario
respetar la autonomía en relación a la revelación o no del origen, pero aquí se
presenta el dilema, los profesionales de la salud conocemos la conveniencia de
que el niño conozca su origen, o al menos de que conozca que quienes lo
adoptaron no son sus padres biológicos y sin embargo estamos obligados a
guardar ese secreto ante el niño si los padres adoptivos desean ocultarlo, que
además es lo que predomina mayoritariamente en nuestro país. ¿Qué está
ocurriendo entonces?, que respetamos la autonomía de los padres en una
decisión que compete al hijo, que en determinado tiempo por su edad no es
competente para la decisión pero que cuando crece y se hace adolescente,
joven o adulto continúa bajo el manto del engaño a pesar de que en muchos
casos el adoptado sospecha la presencia de la mentira y quiere conocer la
verdad, pero entonces los padres que han vivido en la zozobra de que la
verdad no aflore, están menos preparados que nunca para enfrentarla. Esta
problemática se hace realmente difícil pues la persuasión y orientación que se
realiza con los padres suele ser más débil que el temor que tienen los
adoptantes a las reacciones que pueda ocasionar en el hijo adoptado el
conocimiento de la verdad. (15)

Al ayudar al niño y a la familia a tomar la decisión más adecuada con respecto


a la conveniencia o no de la adopción o de la comunicación al niño de los
pormenores de ésta, por supuesto a solicitud de la familia adoptiva o de las
autoridades competentes estaríamos actuando con justicia, y este es otro
principio bien importante de la bioética. Considero entonces que el niño no
debe ser obligado a incorporarse al seno de una familia que no acepta, si ya
tuviera la edad para discernir y que dado el caso deben ser analizados los
factores que motivan esta negativa, buscando las posibles adecuaciones o
sencillamente esperando otra oportunidad de adopción. Si se presentaran
problemas en una misma familia de quien debiera asumir la adopción del niño,
por ejemplo en el caso de pérdida por fallecimiento de los padres biológicos, es
necesaria la participación de profesionales de la psicología y el derecho,
quienes bajo el conocimiento de las condiciones integrales de cada parte en
litigio y de los deseos del niño recomienden la decisión más justa.

CONCLUSIONES

1. La situación de la adopción de niños es una problemática que debe ser


abordada de manera multisectorial y multidisciplinaria por la diversidad
de factores que se implican en el establecimiento de dicha condición y
por la necesidad de intervención de varias disciplinas en las que se
destacan el derecho, la psicología, la medicina, la ética y la bioética.
2. Es legítimo el derecho de las personas a asumir el rol de padres y de los
niños el de hijos, por lo que la adopción es una alternativa importante en
el establecimiento y desarrollo de las familias.
3. Desde el punto de vista sociopsicológico se hace necesario preparar a
los padres adoptivos para la ejecución de los roles paternos de forma
adecuada considerando siempre como un recurso de desarrollo positivo
perspectivo de esas familias la revelación de la verdad en cuanto al
origen.
4. Los profesionales implicados en la decisión de la adopción y su
seguimiento deben tener una observancia rigurosa de los principios de la
ética y bioética pues el incumplimiento de estos puede ocasionar efectos
muy nocivos sobre padres e hijos.
5. Por la importante contribución de los profesionales de la salud al estudio,
definición y orientación de los casos de adopción, fundamentalmente
médicos y psicólogos, y por los efectos que causa en padres e hijos,
esta problemática puede y debe ser considerada un problema de salud.

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