metáfora consiste en oponerse a tal otra imagen o en ser más ma sienuo así un index sui, se indica a sí misma sin
sí misma sin remitir a
intensa que ésta en uno o varios grados. El sentido de un nada fuera de ella. monólogo puede ser el de caracterizar un personaje. Pero es una ilusión creer que la obra tiene una e~istencia Es en el sentido de los elementos de la obra en que pensaba independien te. Aparece en un uui verso literario poblado de Flaubert cuando escriuía: «no hay en mi libro ninguna des- obras ya existenles y a él se integra. Cada obra de arte e11tra cripción aislada, gratuita; todas sirven a mis personajes y tienen en complejas relaciones con las obras del pasado que for- una influencia lejana o inmediata sobre la acción•. Cada ele- man, según las épocas, diierentes jerarquías. El sentido dt~ mento de la oura tiene uno o varios semidos (salvo que ella J\Iadarne Bovary es el de oponerse a la literatura romúntica. sea deficiente) de número limitado y que es posible estable- En cuanto a su iríterpretaci ón, ésta varía según las épocas y cer de una vez para siempre. los críticos. Nuestra tarea aquí Lonsiste en proponer un sistema dt: nocio- No sucede lo mismo con la interpretació n. La interpretaci ón nes que podrán servir para el estudio del discmso literal io. de un elemento de 1~ obra es diferente según la personalidad Nos hemos limitado, por una parte, a las obras en prosa y, del crítico y su posición ideológica, y según la época. Para por otra, a un cierto nivel de generalidad en la obra: el del ser interpretado , el elemento es incluido en un sistema que n·lato. Si bien el relato ha sido la mayor parte del tiempo el no es el de la obra sino el del crítico. La interpretaci ón de elemento dominante en la estructura de las obras en prosa, la metáfora puede ser, por ejemplo, una conclusión sobre no por ello es el único. Entre las obras particulares que :llla- la vivencia del poeLa acerca de la muerte o sobre su inclina- lilaremos, nos ocuparemos co11 la mayor frecuencia de les ción por tal «elemento• de la naturaleza más bien que por Liaiso11s dangereuses. otro. El mismo monólogo puede entonces ser interpretado <·omo una negación del orden existente o, digamos, como un cues- - tionamiento de la condición humana. Estas interpretaci oue' pueden ser justificadas y son, de todos modos, necesarias; no Historia y discurso.+ olvid~mos que se trata de interpretacio nes. En el nivel m<Ís general, la obra literaria ofrece dos aspectos: La oposición entre sentido e interpretaci ón de un elemento es al mismo tiempo una historia y un discurso. Es historia de la bbra corresponde a la distinción clásica de Frege entre en el sentido de que evoca una cierta realidad, acontecimie n- Sinn y Vorstellung. U na descripción de la obra apunta al tos que habrían sucedido, personajes que, desde este punto •. sentido de los elementos literarios; la crítica trata de darles <le vista, se confunden con los de la vida real. Esta misma his- una interpretaci ón. toria podría habernos sido referida por otros medins: por un film, por ejemplo; podríamos haberla conocido por d 1·elato oral de un testigo ~in que ella estuviera encarnada en un El sentido de la obra. libro. Pero la obra es al mismo tiempo discurso: existe un narrador que relata la historia y frente a él un lector que la Pero entonces, se nos dirá, ¿qué sucede con la obra misma? recibe. A este nivel, no son los acoutecimie ntos referidos lo~ Si el sentido de cada elemento reside en su posibilidad de inte- que cuentan, sino el modo en que el narrador nos lllS ltatt' <onocer. Las nociones de historia y discurso han sido ddi ui- grarse en un sistema que es la obra, ¿tendría esta última un sentido? ' tivamente introducidas en los estudios del lenguaje después de su Jormulación categórica por E. Henveniste. Si se decide que la obra es la mayor unillad literaria, es Son los formalistas rusos los primeros que aislaron estas dos evidente que la cuestión del sentido de la obra no tiene nociones con el nombre de fúliula ( •lo que efectivamen te ocu- sentido. Para tener un sentido la obra debe estar incluida en rrió») y tema ( •la furm.1 en que el lector toma conocimient o un sistema superior. Si no se hace esto, hay que confesar que de ello») (Tomachevs ki, TL, p. 2bíl). Pero ya Lados había la obra carece de sentido; sólo entra en relación consigo mis- advertido daralllellle la existe1kia de estos dos aspectos de la obra y e~crito dos introduccion es: el Prefacio del Redactor remiten a la compilación Théorie de la Littérature (Teoría de la Lite- ratura) Editorial du Seuil, 1965; de aquí en adelante la indi~aremus nos introduce en la historia, la Advertencia del Editor, en d así: TL. discurso. Chklovski sostenía que la historia no es un elemento