Está en la página 1de 232

Este libro llega a ti gracias al trabajo desinteresado de

otras lectoras como tú. Está hecho sin ningún ánimo de


lucro por lo que queda totalmente PROHIBIDA su venta
en cualquier plataforma.

En caso de que lo hayas comprado, estarás incurriendo en un delito contra el material


intelectual y los derechos de autor en cuyo caso se podrían tomar medidas legales contra el
vendedor y el comprador.

Para incentivar y apoyar las obras de ésta autora,


aconsejamos (si te es posible) la compra del libro físico si llega
a publicarse en español en tu país o el original en formato
digital.
Yoko & Rufi

Eni Nix
Eglasi Isane33
ValeCog Loli0911
LoreLlerena Karlix
Isane33 Mais020291
Yoko Pauper
3lik@
Rincone
MarianaKris Nix
Jor
Manati5b
Rufi
Aria
Mae
Nix
Créditos Capítulo 16
Índice Capítulo 17
Sinopsis Capítulo 18
Capítulo 1 Capítulo 19
Capítulo 2 Capítulo 20
Capítulo 3 Capítulo 21
Capítulo 4 Capítulo 22
Capítulo 5 Capítulo 23
Capítulo 6 Capítulo 24
Capítulo 7 Capítulo 25
Capítulo 8 Capítulo 26
Capítulo 9 Capítulo 27
Capítulo 10 Capítulo 28
Capítulo 11 Capítulo29
Capítulo 12 Próximo Libro
Capítulo 13 Sobre el autor
Capítulo 14 Nosotras
Capítulo 15
Las reglas están claras, hasta que se rompen.

Stephanie Kendrick dio todo su verano para ganar su


curso de guionista en la Universidad de Nueva York, así que se cabreó
al estar pegada con el bien vestido y malcriado chico de fraternidad
como su compañero de guion. Por otra parte con sus perforaciones,
ojos llenos de rímel y su vestimenta gótica, Stephanie tampoco es el
tipo de Ethan Price. Él probablemente ha puesto el ojo a una rubia de
piernas largas con un fondo fiduciario… ¿o no?
Cuando la escena da inicio en los Hamptons, Ethan está
desesperado por hacer que su madre snob se olvide de la chica de
sociedad que le rompió el corazón. Mientras que Stephanie sería un
cambio exagerado como señuelo, el cambio correcto de imagen y un
cárdigan color pastel podría hacer el truco. Ella puede no amar la idea
de actuar como la novia Barbie sin cerebro de Ethan, pero la renta
gratis y lujosos aposentos hacen la idea tentadora. Así que hace la
promesa de hacer un guion inspirado en su farsa.
Pero cuando Stephanie entra en el mundo privilegiado de Ethan, la
«actuación» comienza a sentirse muy real. Los besos y caricias, esos
que intentan engañar a los Hamptons se arremolinan el viento
«manipulándolos». Y Stephanie se enfrenta a una cuestión que le da
demasiado miedo preguntar—: ¿Está Ethan enamorándose de ella o de
la princesa plástica que él quiere ver?
Redemption 0.5
1
Stephanie
Traducido por Eni // Corregido por Isane33

Entonces, así pues… en las películas, hay una cosa llamada encuentro fortuito.
El encuentro fortuito es ese momento cuando la pareja romántica se encuentra
por primera vez, y se supone que es divertido, irónico o encantador, o alguna
mierda así.
Ya sabes, ¿así como en esa escena donde el personaje femenino sarcástico y
rudo confunde a su nuevo abogado guapo con el portero? ¿O donde la
increíblemente linda secretaria es golpeada por la parte trasera del BMW del chico
que resulta ser su nuevo jefe?
Entonces, por supuesto, el amor verdadero abunda, y todo el mundo
convenientemente olvida que toda la cosa es completamente artificial.
Y eso es lo que no aprendes en Cine I: en la vida real, el encuentro fortuito no
es tan lindo. Es más como un encuentro torpe. Incluso algunas veces es un
encuentro de «mátame ahora».
¿Y otra cosa que no te dicen en tu clase de cine?
Se necesita muchísimo más tiempo que un breve momento para saber que esa
otra persona es algo más que una descomunal verruga en tu alma.
Básicamente, el encuentro fortuito es un gran engaño voluminoso creado en el
mundo de fantasía de Hollywood.
Excepto algunas veces… a veces es real.

•••
Mi madre siempre me decía que no me conocería a mí misma hasta que tuviera
treinta. Estoy bastante segura de que eso es basura.
Tengo veintiuno, y ya tengo una buena lista de cosas que sé sobre mí. El olor de
las rosas me da náuseas, me veo amarillenta con el color verde, hablar de cosas sin
importancia me marea y me fascinan las películas antiguas.
Oh, y odio llegar tarde.
Pero debe ser algún tipo de requisito cósmico que en el primer día de un nuevo
semestre te quedes dormida sin oír la alarma, pondrás en el lugar equivocado tu
bolso, y naturalmente, el metro llegará retrasado.
No es que llegar tarde a mi clase de Narrativa Cinematográfica Clásica sea algo
que me ponga nerviosa, ya que solo es una optativa, pero como dije: odio llegar
tarde.
En el lado positivo, he estado en la NYU1 desde hace años y conozco el campus.
Al menos no estoy perdida, además de tener que hacer esa cosa rara de medio
correr y caminar mientras me dirijo hacia el salón de clases.
Escarbo en mi viejo bolso negro buscando una barra de granola ya que no
desayuné cuando me doy de bruces con una pared de, bueno… un machote sería
una mejor descripción.
Nunca he hecho toda la cosa de doblar la esquina y estrellarme con alguien,
pero siempre imaginé que pasaría como en cámara lenta.
No pasa así.
Es más como una rápida fracción de segundo de sorpresa y malestar de
traqueteo de dientes seguido de una punzante humillación.
No sé qué es peor, el hecho de que todas mis cosas ahora están en el suelo o el
hecho de que estoy boquiabierta frente al chico con el que me acabo de estrellar. Él
es odiosamente guapo y pulcro, tipo mariscal de campo estrella. Cabello rubio
oscuro, mandíbula fuerte, ojos marrones dorados y deliciosos hombros…
Para nada mi tipo. Prefiero el tipo artista nervudo con ojos expresivos. Pero
aun así, es lindo si te gustan altos y musculosos, y el cabello con gel.
En lugar de disculparse como un buen muñeco de plástico, deja escapar el más
pequeño de los suspiros, como si fuera el incomodado, a pesar de no ser él quien
tiene los tampones y los cuadernos regados por todo el suelo.
—Increíble —murmuro, agachándome para recoger el desastre.
Se agacha en el mismo momento y echo la cabeza hacia atrás para evitar chocar
cráneos como en una escena de película de serie B. Desafortunadamente, mi
movimiento hace que mi pecho se levante hacia su rostro, y ambos saltamos hacia
atrás para evitar que mis pechos se planten en su rostro. Básicamente, acabo de
reemplazar un momento un poco torpe con uno incómodo. ¿Podría esto ponerse
peor?
—Lo siento —dice el Chico Bonito con una sonrisa torcida. No sé si se está
disculpando por nuestra colisión inicial o por la humillante situación de evitar por

1 New York University: Universidad de Nueva York.


un pelo que le plantara los pechos en la cara accidentalmente. Dado que parece
que está listo para estallar de risa, estoy bastante segura de que es lo último.
Idiota.
Mantengo los ojos fijos en el desorden de libros y papeles, porque mi cara se
siente en llamas. Por supuesto hoy tenía que ir con un top revelador.
Generalmente, no soy de las que muestran mucha piel; pero hace mucho calor, con
la humedad a 400 por ciento, y mi habitual colección de camisetas oscuras parecía
algo opresivo.
Esto es lo que me pasa por ser práctica.
El chico comienza a ayudarme a recoger mis cosas, y discretamente lo estudio.
Su inmaculada camiseta tipo polo y sus pantalones cortos a cuadros sin arrugas
están mayormente fuera de lugar en la Escuela de Artes Tisch. La mayoría de los
estudiantes en mi programa se parecen más a mí: cabello oscuro, ropa oscura, tres
pasadas más de delineador de lo necesario.
Mis ojos observan su bolso de mensajero color café, donde hay un discreto logo
Prada.
—¿Estás perdido o algo así? —digo abruptamente.
El chico se ríe.
—Solo porque no voy disparado por ahí no significa que esté perdido.
—No iba disparada —espeto—. Solo estoy apurada.
Recoge un tampón y me lo entrega con una sonrisa inocente. Trato de no verme
perturbada cuando lo agarro y lo meto en el fondo de mi bolso. En serio, ¿de todas
las cosas que hay para recoger, va por esa?
Recojo con rapidez el resto de mis cosas y las meto en el bolso, cerrando de un
tirón la cremallera.
—Como sea. Solo pensé que podía dirigirte a la dirección correcta.
—Seré un estudiante de último año en septiembre. Conozco el campus —dice,
de pie sobrepasándome.
—¿Eres un estudiante de último año aquí? —Me quedo boquiabierta—. Porque
luces como salido de un folleto de admisión de Harvard.
Levanta una ceja que es un par de tonos más oscura que su cabello rubio.
—¿Me estas estereotipando?
Ni siquiera sé porque discuto con el chico, pero hay algo petulante acerca de él,
y toda esa pulcra perfección me molesta muchísimo. Prefiero chicos reales, y este
no lo es.
Como que ondeo la mano de arriba abajo en su dirección.
—Es solo que creo que olvidaste quitarte tu uniforme del club de campo.
Da un paso más cerca de mí, y trato de ignorar el hecho de que es un unos
treinta centímetros más alto que yo y tiene una perfecta vista de mi camiseta.
—¿El humor hosco vine con el atuendo gótico? —pregunta, echándome un
vistazo—. ¿O tuviste que comprarlo por separado?
Levanto una mano para protegerme los ojos.
—¿Podrías por favor ver a donde apuntas tus dientes? El resplandor de tus
encías me lastima los ojos.
Se pasa la lengua por sus dientes ridículamente blancos, luciendo pensativo.
—Sabes, a veces si no tengo suficiente luz para estudiar, solo sonrío y uso la
reflexión de estas perlas blancas.
Es una respuesta sosa, pero ruedo los ojos y lo dejo ganar la disputa. Ya
terminé con esta ridícula conversación, y me dirijo a mi salón, muy consciente de
que ahora tengo veinte minutos de retraso.
—Ni siquiera vas a decir adiós —grita detrás de mí—. ¡Recogí tu tampón!
Hago un movimiento rápido con la mano por encima de mi cabeza, sin
molestarme en darme la vuelta.
Rápidamente, encuentro mi aula y me preparo para ese incómodo momento en
que la chica llega tarde. El aula está demasiado llena considerando que es un curso
electivo de verano, pero luego supongo que es de esperar cuando el profesor tiene
dos Globo de Oro y un Oscar encima.
Y, de hecho, el profesor no es un profesor en absoluto, sino el actual guionista
consentido de Hollywood. Martin Holbrook graduado de la Escuela Tisch de la
NYU hace como cien años, e invitado en las conferencias de su alma máter de vez
en cuando para arrojar algo de sabiduría en los estudiantes de pregrado.
Por supuesto, esta clase no es la única razón por la que permanezco en Nueva
York este verano. Demonios, ni siquiera es mi razón principal.
Pero aun así es súper genial trabajar con un tipo que ha pasado por la alfombra
roja y todo eso. La mayoría de la experiencia de mis profesores se limita a detrás de
cámaras en cosas independientes.
—¿La Srta. Kendrick, supongo? —dice Martin Holbrook cuando trato de
escabullirme discretamente por un lado.
—Um, sí —le digo cuando me deslizo en el primer asiento vacío contra la
pared—. Siento llegar tarde.
Pero para mi sorpresa, el Sr. Holbrook no parece desconcertarse por mi llegada
tardía. Tampoco recibo la habitual mirada universitaria de juzgamiento de mis
compañeros de clase.
En vez de eso, todos están mirando a la valla de publicidad andante de pasta
dental en la entrada.
Oh, Dios mío. Estoy segura de que estamos tratando con una situación de aula
equivocada.
—Ethan, es bueno verte otra vez —dice Martin Holbrook.
Espera. ¿Qué? ¿A qué se refiere Holbrook con otra vez?
En vez de escabullirse pegado a la pared como yo, Ethan camina sin prisa hacia
la fila vacía de escritorios en donde estoy sentada, luciendo completamente
imperturbable por el hecho de que todo el mundo lo está mirando.
Lo miro de una manera que espero y lo convenza de poner un par de escritorios
entre nosotros. En vez de eso, deja que su cadera roce el borde de mi escritorio y
lanza mi barra de granola en mi regazo mientras pasa.
—Te dejaste esto —dice con un guiño.
Todo el mundo nos mira fijamente con confusión, y no los culpo. Luzco como la
chica problemática de la cual los padres advierten a sus hijos que deben
mantenerse alejados, y Ethan luce como el rey del baile. En ningún ecosistema
debemos si quiera tener conocimiento de la existencia del otro.
Y sin embargo, ambos llegamos tarde, prácticamente juntos, y ahora está
siendo todo insinuante y su te-dejaste-esto, hace parecer que en realidad nos
conocemos.
Horror.
Atraigo la atención de Carrie Sinders, una de mis amigas cercanas en la
escuela, y abre los ojos como platos dramáticamente, como preguntando: ¿qué
sucede?
Buena pregunta, Carrie. Buena maldita pregunta.
La única cosa buena de toda la situación es que Martin Holbrook no es el divo
que pensaba que era y no parece en lo absoluto molesto por la interrupción.
Probablemente porque jugó lacrosse con el papá del Chico Bonito Prada o algo así.
Saco mi cuaderno y un bolígrafo y trato de concentrarme en lo que Halbrook
dice cuando siento un golpecito entre mis omóplatos.
—Oye, Morticia, ¿puedes dejarme un bolígrafo?
Comienzo a decirle que no tengo, pero por supuesto sabe de primera mano que
tengo como diez en mi bolso. Escarbo y saco un bolígrafo azul y lo dejo caer en su
escritorio sin mirarlo. No me gusta la gente que no puedo entender, y su sola
presencia en un lugar donde al parecer no pertenece es inquietante.
Eso, y que huele bien. Muy bien. Generalmente, odio a los chicos con colonia.
Pero este es limpio y sexi huele como los veranos en los Hamptons, y es más que un
poco distractor.
Me sacudo y me recuerdo que estoy evitando la población masculina en general
desde David. David, cuya idea de colonia es desodorante.
—Entonces, ¿todo el mundo está de acuerdo? —dice Holbrook. Entro un poco
en pánico porque no he prestado nada de atención, en vez de haber notas escritas,
Holbrook solo ha anotado en el tablero un enlace de un sitio web. Me apresuro a
garabatearlo en mi cuaderno.
Afortunadamente, hay un fumador en la parte trasera de la fila que al parecer
está tan despistado como yo, porque levanta la mano confundido.
—Espere, entonces… ¿vamos a internet, escogemos una de esas narrativas
cinematográficas comunes, y luego escribimos un guion basado en una?
Holbrook asiente.
—Más o menos. Estaré aquí los martes y jueves en el horario programado del
curso si tienen preguntas o quieren consultarme algo.
Frunzo el ceño. Espera, ¿de verdad no tenemos que venir a clase?
Normalmente, esta clase de libertad sería lo mío, pero contaba con este curso
para mantenerme ocupada este verano. En veranos anteriores fui capaz de
quedarme en el campus siempre y cuando tomara un cierto número de créditos,
pero este año están pintando todos los dormitorios, así que no están disponibles.
En su lugar, estaré subalquilando el apartamento de mi prima en Queens que es del
tamaño de una caja de zapatos, y no estoy segura de que tenga internet, mucho
menos aire acondicionado. ¿Qué voy a hacer todo el verano?
Sin embargo… cualquier cosa menos ir a casa.
—Bien, a menos que haya más preguntas, voy a emparejarlos con sus
compañeros y pueden seguir su camino.
Le toma un segundo a mi cerebro absorber eso.
¿Compañeros?
No soy la clase de chica de hacer un proyecto en grupo.
—Anoche hice que mi hija de cuatro años extrajera nombres de un tazón de
cereales, por lo que esto es totalmente al azar —decía Martin, sacando un pequeño
cuaderno de su bolso—. ¿Aaron Billings? Estás con Kaitlin Shirr. Michael Pelinski,
estás con Taylor McCaid…
La lista sigue, y Carrie me mira, cruzando los dedos.
Oh, por favor, Dios, déjame estar con Carrie. Puedo tolerar eso. Parcialmente.
—Stephanie Kendrick…
Oh, por favor, oh, por favor…
—… estás con Ethan Price.
Mi mente se pone temporalmente en blanco. Los estudiantes de cine son un
grupo bastante unido, y pensé que conocía a todos en esta clase.
A todos excepto…
Oh, Dios.
Chico Bonito debió darse cuenta también, porque siento otro golpecito entre
mis omóplatos.
—¿Oíste eso, gótica? ¡Compañeros!
Cierro los ojos. Esto no puede estar pasando.
En lugar del despreocupado verano encontrándome a mí misma que me
visioné, pasaré los siguientes tres meses con mi propio muñeco Ken tamaño real.
Y esa ni siquiera es la peor parte.
2
Ethan
Traducido por Eni & Yoko // Corregido por Isane33

Mi nueva compañera de clase de cine es caliente de una forma escalofriante.


¿O tal vez es solo escalofriante, pero en una forma ligeramente caliente?
En cualquier caso, no estoy seguro de por qué no puedo dejar de mirarla. Ni
siquiera se acerca a mi tipo. Prefiero las rubias, y si tienen piernas largas mejor.
Esta chica tiene el cabello oscuro, casi negro, pero no del todo, y no puede
medir más de un metro sesenta. Y en lugar de usar vestidos de verano con volantes
y sandalias de tirantes en las que acostumbro ver a las chicas usar en verano, ella
está engalanada con pantalones negros metidos en unas botas que pertenecen a un
campo de batalla de la Guerra Civil.
Y luego está ese pequeño top de color púrpura. Esa pequeña camiseta es la
única parte de su atuendo que me gusta.
Esta chica tiene un fantástico par de tetas para alguien tan pequeño.
Menos atractivo es la cosa del maquillaje de mapache. Ese intenso maquillaje
de ojos negros es como darle un gran vete a la mierda al verano y a la felicidad. Sin
mencionar que es muy antipática. Definitivamente no es mi tipo. Y ahora me tengo
que quedar con ella durante el verano. Supongo que eso me pasa por ser un idiota
en el pasillo cuando obviamente quería estar sola. Normalmente, la habría ayudado
a recoger sus cosas y dejar que se marchara, pero la manera tan descarada en la que
me encasilló como un «estudiante de preparatoria» antes de que abriera la boca me
molestó.
Por supuesto, ella tenía razón. No encajo aquí. Si tuviera que estereotipar, las
chicas de esta parte del campus parecen como si pasaran la mayor parte de su
tiempo sorbiendo zumo de repollo orgánico mientras discuten literatura feminista.
Y la mayoría de los chicos lucen como si supieran más de literatura feminista que
las mujeres.
Lo cual está bien para mí. Cada quién con lo suyo y todo eso.
Soy más del tipo de cerveza y fútbol mientras estoy en la universidad. En casa,
es más ajedrez y whisky, pero como sea. El punto es que vi al menos cinco chicos en
esta clase usando esmalte de uñas. Esmalte de uñas.
Ni muerto me pondría eso.
Así que la rara tenía razón. No encajo aquí, no más de lo que ella encaja en mi
período de pruebas en Wall Street del último semestre. Pero no estoy
acostumbrado a que la gente diga esas cosas en voz alta.
Me resigno a disculparme con el monstruo gótico en miniatura. Quizá una
oferta de paz nos ayudará a sobrevivir el verano de trabajo conjunto. Pero ella ya
está en la puerta.
La alcanzo en unas pocas zancadas y le tomo de la mochila. Estoy tentado a
levantarla hasta que se ponga de pie, simplemente porque sé que puedo; pero, en
lugar de hacer eso, tiro lo suficientemente fuerte para que sepa que estoy aquí.
Me fulmina con la mirada y me quedo perplejo por un segundo por la vista de
primer plano de sus ojos. Son grandes y celestes, y de alguna manera totalmente
incongruentes con el resto de su personalidad. Francamente, me sorprende que no
se haya puesto lentes de contacto de color negro solo para erradicar todo el color de
su vida.
—¿Qué tal tu primer día en segundo grado? —pregunto caminando a su lado—.
Quiero decir, en serio, ¿quién usa todavía mochilas?
—No todos podemos permitirnos un Prada —dice, volviendo a fulminarme con
la mirada de asesina.
—Oh, guau, esnobismo inverso. ¡Qué inesperado!
La veo parpadear con sorpresa porque la acabo de desafiar. La mayoría de la
gente parece pensar que es socialmente aceptable burlarse de los ricos. Quizá
confunden nuestros billetes con un escudo; no lo sé.
Ella no responde y me estoy poniendo demasiado consciente de que voy a pasar
mucho tiempo con este desastre irritante de ser humano y de que no estoy
esperándolo con ansias.
—Mira, eres Stephanie, ¿correcto? —pregunto, volviendo a agarrar su mochila
cuando intenta irse, y deteniéndola como si fuera una niñita—. ¿Quieres que nos
reunamos y hablemos de nuestro proyecto ahora, o tienes otros planes? ¿Matar
gatos, o ponerte otro piercing?
Sus ojos van de un lado a otro deprisa, como si estuviera buscando un arma,
pero luego suspira y se libera de mi agarre.
—Quizá tenemos la opción de trabajar por nuestra cuenta si queremos —dice—.
En realidad, no soy del tipo de chica sociable.
Me pongo una mano en el pecho.
—¿Tú, no sociable? Nunca lo hubiera creído.
Pone los ojos en blanco de forma dramática.
—Vamos, dame una oportunidad —digo—. ¿Qué te parece si nos conocemos un
poco? Yo empezaré. Verdadero o falso: guardas un cuchillo en tu bota.
Por un segundo, creo que va a sonreír; pero, en lugar de eso, entrecierra los
ojos y me mira de arriba abajo de forma condescendiente.
—Verdadero o falso —replica—. Usualmente tienes un suéter color pastel atado
alrededor de los hombros.
No respondo. Técnicamente, sí tengo un suéter color pastel, pero solo porque
mi mamá me lo compró. Y nunca me lo he puesto alrededor de los hombros.
—Lo que sea —dice ella—. Le preguntaré a Holbrook si tenemos la opción de
trabajar de forma independiente.
Le sonrío falsa y compasivamente.
—Confía en mí. Martin es un buen tipo, pero no va a darte a ti ninguna
excepción porque te cueste socializar.
Levanta una ceja cuando uso el nombre de pila de Martin, y hago una nota
mental para empezar a llamarlo profesor Holbrook en el campus. Ya me siento lo
suficientemente culpable de que me dejara entrar a la clase cuando había una lista
de espera de un kilómetro de largo.
Mordisquea su labio, luciendo completamente escéptica.
—Mira, esto no tiene que ser doloroso —coacciono, rápidamente perdiendo la
paciencia—. Qué te parece si solo vamos a por un café y pensamos en una
estrategia.
—Bien —dice al final.
—¿Starbucks? —pregunto—. ¿O su proveedor de vasos mata a los demasiados
delfines o algo?
Vuelve a mirarme como una lechuza bebé.
—¿Exactamente cuántos clichés tienes en el bolsillo?
—Tú empezaste —digo, ralentizando mis pasos cuando noto que ella está
esforzándose por seguirme—. ¿Crees que no noté que todos, incluida tú, asumieron
que llegué a esa clase en yate?
—¿No lo hiciste? Quiero decir, Manhattan está mayormente rodeada de agua.
La estudio por un segundo, tratando de averiguar si lo está diciendo en serio.
No lo sé, así que uso mi usual sarcasmo.
—Nah, solo me encontrarás en el yate los fines de semana.
Esta vez es ella es la que me mira, tratando de averiguar si hablo en serio. Esto
es casi disfrutable, de la manera preferiría-estar-muriendo.
—Stephanie, ¿eh? —pregunto, cuando no responde—. ¿Te dicen Steph?
—No. Steph no —dice al tiempo que cruzamos la calle hacia el conocido logo
blanco y verde de Starbucks—. Mi exnovio me llamaba así, así que no me gusta.
Dios, ¿alguien realmente salió con esta enanita cascarrabias? Entonces mis
ojos le echan un vistazo al escote alegre debajo de su pequeño top. Cierto. Ahí está.
—¿Una mala ruptura? —pregunto, manteniendo la puerta abierta para ella.
—Supongo. Quiero decir, lo sorprendí explorando la vagina de otra, y no puedo
decir que yo fuera exactamente comprensiva.
Reprimo una risa por su descripción. Creo que nunca he oído a una chica usar
esa palabra tan indiferente en una oración. Es un poco… alarmante.
—Entendido. Entonces Steph no.
Por un segundo, siento una pequeña punzada de envidia por su método de
seguir adelante desde una mala relación. Ojalá Ethan tuviera un apodo fácil para
que pudiera borrar… todo.
—Déjame adivinar: vas a comprar algo con soja —digo cuando nos ponemos a
la cola.
Levanta un hombro, aparentemente resignada a este estereotipo particular.
—Mocha de soja grande, sin batir. Y tú comprarás el café masculino, ¿cierto?
¿O quizá un espresso puro?
Incluso cuando sé que soy el que nos llevó por el camino de los estereotipos
cliché, estoy empezando a odiar que nuestras suposiciones para con el otro la sean
mayoría correctas, así que en vez de mi usual café grande, voy al mostrador y digo
todas las palabras suaves que puedo pensar: chocolate blanco, crema batida,
caramelo, almendra.
—Oh, y no te olvides de rociarlo con azúcar —añado.
La camarera asiente, claramente tratando de adivinar dónde encontrar espacio
para escribir eso en una taza de papel ya cubierta por los garabatos de la marca
negra de Sharpie. Es un poco humillante, pero sigo la corriente. Estoy feliz de ser
«metro», o como que sea que les llaman a los chicos que de verdad se cepillan los
dientes y se recortan las uñas de los pies.
—Ordenaste eso solo para probar que estoy equivocada —dice al tiempo que
agarra nuestras bebidas y vamos a una mesa.
—Igual que tú cuando me dejaste pagar por el tuyo porque yo supuse que
insistirías en pagar el tuyo.
—Eso, y fue difícil no notar el fajo de billetes de veinte en tu billetera.
—Dinero de droga —miento, tomando un sorbo de mi bebida. Hago una mueca
por la dolorosa dulzura, y Stephanie sonríe con superioridad, mostrando un
hoyuelo muy adorable que no había notado antes. Probablemente porque la chica
no va exactamente sonriendo por ahí de forma gratuita.
—Dime que entendiste algo de ese balbuceo de clase —digo, apartando mi
bebida—. ¿Qué demonios es «narrativa fílmica común»?
Pongo las comillas en el aire en esa última parte, y la veo rechinar los dientes
un poquito.
—Lo sabía —dice, inclinándose hacia delante—. No eres estudiante de cine.
—Eh, no. ¿Qué me delató?
Asiente en dirección a mis brazos.
—Los bíceps. Ningún estudiante de cine respetable tendría armas como esas ni
muerto.
Dejo escapar una pequeña risa.
—Gótica, ya nadie los llama armas.
Por un segundo, creo que está sonrojándose, pero luego reasume esa mirada de
muerta detrás de los ojos.
—¿Y por qué estás en esta clase entonces? Pensé que solo éramos estudiantes
de Arte, y sé que había una lista de espera. Yo estaba en ella.
La culpa vuelve a golpearme, y solo intento recordar que si no me hubiera
metido en este curso, estaría todo decorado con un traje para otro período de
prácticas en Price Holdings. Lo que normalmente disfrutaría. Pero no este verano.
Como Stephanie parece bastante entusiasta con su pequeña clase de cine, no le
diré que me inscribí solo porque no había cursos de negocios veraniegos
disponibles los martes y miércoles. O escupiré mis entrañas y le explicaré que
tengo que ir a la escuela que es la única excusa que mi padre aceptaría el que yo no
pueda ser su mano derecha en la oficina.
Y ciertamente no le contaré por qué no quiero pasar mucho tiempo con mi
papá este verano.
Fuerzo una sonrisa.
—Supongo que algo me abrió las puertas.
Rueda sus grandes ojos azules.
—Estoy segura. Bien, revisaré esa página web esta noche. Buscaré el tema más
fácil con el que trabajar, y puedo enviarte un e-mail con la estrategia.
—Espera, espera. —Levanto una mano—. ¿Yo no cuento? Porque estoy bastante
seguro de que este es un proyecto de grupo.
Ella se inclina hacia delante, luciendo toda feroz, aterradora y rara.
—¿Sabes para qué se usa una ditty bag?
Reprimo una risa, con mis ojos bajando a su pecho inadvertidamente.
—¿Eso existe?
Ni siquiera hace el intento de sonreír.
—Es para llevar el equipamiento de tu cámara durante el rodaje. ¿Y puedes al
menos nombrar una película de Hitchcock? ¿Sabes qué es una grip?
Mierda. De todos los compañeros posibles, tengo al cachorro pit bull.
—Bueno, mira, me atrapaste —digo, levantando las manos—. Esto no es lo mío.
Pero sí tengo una nota media de 10, y me gustaría mantenerla así. ¿Y cómo sé que
no irás por tu cuenta en este proyecto y aparecerá un pájaro muerto y destrozado
en nuestro guion?
A estas alturas, dejé de esperar una risa de esta chica, pero me sorprende
dejando escapar una risita que me recuerda a un arco iris escapando de un charco
de barro.
La risa se desvanece tan rápido como apareció, pero se reclina en su silla, y
parece haberse relajado un poco.
—Mira, prometo no cagarla, ¿de acuerdo? Los guiones no están en mi foco,
pero estoy familiarizada con los textos y consigo notas bastante decentes. Y no
pondría un pájaro muerto en un proyecto escolar.
—Bueno saberlo —murmuro.
—Nunca saco de debajo de mi cama mi colección de pájaros muertos.
Esta vez soy yo el que tiene la guardia baja y me río, pero ella ya está siguiendo
con una clase sobre la tarea que haremos, basada en la descripción del curso en el
folleto de la NYU. Sí. Porque todos leen esos.
Intento prestarle atención obedientemente cuando balbucea sobre cómo, una
vez encuentre nuestro foco narrativo, se supone que elaboraremos ejemplos
cinematográficos modernos.
Mientras escucho su balbuceo, intento no mirar sus tetas, ausentemente
preguntándome por qué todos esos frikis del cine están merodeando en la ciudad
de Nueva York en lugar de invadir Hollywood. No es que pueda imaginarme a esta
pequeña duende en el Sur de California, pero es obvio que sabe del mundo de las
películas.
—Tu mochila está zumbando —digo, pateando suavemente su mochila e
interrumpiendo su diatriba sobre por qué cree que Casablanca2 está
sobrevalorada.
—Lo siento —murmura, agarrando la mochila y hurgando para encontrar su
teléfono. Por qué no usa el bolsillo frontal de la mochila, está más allá de mi
comprensión.
Nunca he entendido por qué las chicas en mi vida dificultan todo
innecesariamente. Con Olivia, la practicidad estaba en algún lugar entre los shows
de Camiones Monstruo y pescar en su lista de prioridades. Las llaves de su coche
siempre estaban en el fondo de su bolso, nunca en el bolsillo del costado. Nunca se
ataba el cabello cuando hacía viento. ¿Un paraguas en un día lluvioso? Olvídalo. Y,
aparentemente, esta es una característica compartida por todas las princesas de
Park Avenue y cualquier cementerio del que esta chica haya salido, porque
Stephanie está todavía hurgando en busca de su teléfono.
Quiero decir, no es que espere que lleven a todos lados luces de emergencia y
un cuchillo de la Armada suiza en sus cinturones o algo así, pero a veces es como si
las chicas salieran sin estar preparadas.
—¿Hola? —Stephanie finalmente encuentra su teléfono y se pone una mecha
detrás de su oreja al tiempo que escucha a quien sea que esté en el otro extremo.
Noto que tiene 5 aretes y, por alguna razón, me parece caliente. Olivia solo se ponía
las perlas que le compré para su graduación de secundaria.
Me doy cuenta de que Stephanie escucha mucho más de lo que habla, y aparto
mis ojos de su oreja lo suficiente para ver que parece preocupada.
—No hay problema —le dice finalmente a la persona del otro lado—. Tengo
hasta el final de la semana antes de tener que estar fuera de la casa del campus.
Encontraré algo antes de eso.
—¿Todo bien? —le pregunto cuando vuelve a meter su teléfono en su mochila.
Al fondo de su mochila.
Se encoje de hombros.

2Casablanca es una película estadounidense de 1942 dirigida por Michael Curtiz. Narra un drama
romántico en la ciudad marroquí de Casablanca bajo el control del gobierno de Vichy.
—Era mi prima. Se supone que subalquilaría su apartamento por casi nada
mientras ella iba a casa, en Arizona, pero sus planes cambiaron, así que se quedará
en la ciudad.
Tardo un segundo en comprender lo que está diciendo porque su top se bajó un
poquito, y no soy un pervertido, pero maldición…
—¿Qué vas a hacer? —pregunto.
Mira por la ventana por un segundo, y espero que luzca un poco molesta o
preocupada, pero, en lugar de eso, parece totalmente resignada por la carta de
mierda con la que le ha tocado jugar. Como si no mereciera nada mejor.
—Veré si puedo quedarme con David, supongo. Al menos él vive cerca del
campus.
—¿Quién es David?
—Mi ex.
Entrecierro los ojos para mirar su perfil mientras intento juntar las piezas.
—Espera, ¿el tipo que encontraste explorando una vagina sospechosa?
—Ese mismo.
Lo dice con esa voz monótona, como queriendo decir lo que sea, que me
deprime totalmente, y casi abro mi boca para ofrecer algo estúpido, pero esa
mirada torturada en su cara me detiene. No pierdo el tiempo con chicas nuevas en
mi vida en este momento, especialmente las raras. Nunca nadie me acusó de ser
sensible, y no voy a empezar ahora. Tengo mi propia mierda con la que lidiar.
—Eso apesta —digo, tendiéndole mi bebida horrible como si fuera el consuelo
para una chica que probablemente sea vegetariana o alguna mierda como esa.
Stephanie se encoje de hombros de forma apática.
—Bastante parecido a lo normal, en realidad.
Huh.
Quizá la vida de alguien más sí que apesta más que la mía.
3
Stephanie
Traducido por Yoko // Corregido por Isane33

No soy lo que llamarías una chica de chicas. En lo absoluto.


Solía serlo.
Solía tener debates vitalmente importantes con mis amigas sobre si
deberíamos pintar nuestras uñas de azul para que combinaran con nuestros
uniformes de animadoras o de amarillo porque leímos en una revista que era el
color de la temporada.
Solía prestarles atención a las marcas de brillo labial, a si mi ropa interior
combinaba y a las pedicuras. Cuando mi mamá me dijo que el verde lima no era mi
color, la escuché, y cuando supe que mi mejor amiga estaba enamoradita del chico
que me gustaba secretamente, retrocedí solo porque ese era el código de chicas.
Solía saber quién estaría en todas las fiestas, y planearía mi atuendo acorde a ello…
un mes antes.
En otras palabras, yo era la típica pesadilla adolescente.
Eso fue antes de que todo mi mundo se fuera a la mierda. ¿Pero ahora?
Ahora, las amigas me parecen sofocantes y entrometidas. Hacen demasiadas
preguntas y piden demasiadas respuestas.
¿Y las fiestas? Las fiestas son mi versión de infierno personal.
Pero sí que hago excepciones. En ambos frentes: amigas y fiestas.
Jordan Crawford nunca lo admitiría, pero la NYU nunca fue su sueño de la
forma que sí fue el mío. Quiero decir, por supuesto, estaba en su lista de
universidades cuando solíamos sentarnos por ahí, comiendo helado y hablando de
la vida después de la secundaria. Pero no sé si estaría en su radar si yo no hubiera
estado tan enfocada en Nueva York. Aunque en ese entonces, no era por la escuela
de cine. Era por las luces brillantes y los tacones altos, y por el hecho de que la
gente en Nueva York estaba haciendo cosas.
Y Nueva York era grande. Cuando crecías en el Estado más pequeño del país,
grande puede parecer realmente importante.
De todas formas, Jordan y yo nunca habíamos hablado de verdad sobre por qué
vino a la NYU. Pero el último año de secundaria, después de que mi mamá se fuera
y con Caleb fuera de escena… bueno, de repente Jordan iba a la NYU conmigo. Así
como así.
Lo que no es decir que estuviéramos pegadas por las caderas ni nada de eso.
Cuando milagrosamente entré en la Escuela de Arte Tisch, Jordan apenas dijo
«Yupi» y me mostró su panfleto para el Instituto Carter de Periodismo de la NYU.
Quiere ser periodista deportiva algún día. A mí me suena horrible, pero a Jordan le
irá genial. Tiene ese encanto clásico de esos chicos, pero sin lucir como uno.
Básicamente, ella es el sueño de todos los chicos.
—¿Estás segura de que no quieres que vea si hay una habitación extra en la
casa de la hermandad este verano? —pregunta, enganchando su codo con el mío.
La miro raro. Como diciendo: ¿Te parece que encajo en una casa de
hermandad?
Acepta la validez de mi razonamiento silencioso con un largo suspiro.
—No puedo creer que entre nosotras dos, no podamos encontrar ni una sola
alternativa para alquilar una casa para ti este verano.
—Yo sí puedo creerlo. Mi círculo social es más como un punto social.
Sus labios brillantes forman una fina línea durante varios segundos, lo que soy
capaz de traducir perfectamente, ya que hemos sido amigas desde octavo curso:
Solías tener un círculo social.
—Bueno, preguntaré por ahí en la fiesta de esta noche —dice—. Tenemos tres
días antes de que tengas que estar fuera del campus. Encontraremos algo.
—Bueno, y sobre esta fiesta —digo, sintiendo el conocido tirón de pavor—.
¿Estás segura de que solo es una reunión pequeña?
Se queda en silencio y suelto un quejido.
—Jordan. Es una fiesta griega, ¿no?
Jordan me sonríe con aire de culpabilidad.
—¿Por favor, Steffie? Es la última de la temporada. Los finales se terminaron,
el verano está aquí… ¿no quieres un descanso?
Mi estómago tiene más nudos que un capítulo de Moby Dick.
—Sabes por qué no voy a fiestas grandes.
—Pero yo estaré justo ahí, a tu lado, todo el tiempo —dice, agarrando mi mano
y dándole un apretón tranquilizante—. Solo no bebas nada a menos que yo te lo dé.
Será divertido. Y no hemos pasado el rato juntas un viernes por la noche desde
hace un montón.
Eso no es totalmente cierto. Pasamos el rato una buena cantidad de tiempo. Es
solo que siempre es en mi habitación del campus. Usualmente mirando alguna
película en blanco y negro con vino. Sin fiestas de fraternidad con barriles de
cerveza y chicas de hermandad vomitando.
Estoy desanimando a Jordan y lo sé. Siempre viene a mi territorio, jugando con
mis reglas. Le debo esto al menos.
Además, probablemente tiene razón. Quizá debería intentar salir más. Toda
esta crisis sobre la casa me ha dejado dolorosamente consciente de los pocos
amigos que tengo. Demonios, de los pocos conocidos que tengo. Quizá esta
estúpida fiesta será el primer paso para evitar un futuro de vivir a base de judías
enlatadas y tener mil gatos.

•••
Hay un símbolo griego en la puerta de la casa de la que se escucha un ruido
sordo, pero no tengo ni idea de lo que significa… chicos, chicas o lo que sea.
Pero el olor es dolorosamente familiar. Tragos, sudor, demasiada colonia.
Respiro hondo por la boca e intento bloquear los recuerdos. Puedes hacer esto.
Jordan es inmediatamente rodeada por una manada de chicas gritando que en
esencia me ignoran, a pesar del hecho de que Jordan está todavía tomándome de la
mano. Está bien. No encajo. Lo entiendo.
Aparto mi mano suavemente y ella me mira inquisitiva, a la que contesto con
una rápida sonrisa: estoy bien.
Y lo estoy. Porque he averiguado totalmente cómo funcionan estas fiestas. Evita
la cerveza de barril y estarás bien. Elije el barril equivocado, y tu vida se pondrá
patas arriba.
Paso junto a un puñado de parejas besuqueándose e ignoro la forma en que un
grupo de chicos en la esquina se comen mis pechos con los ojos. La cocina es aún
peor. Es una demostración de mierda de botellas, barriles de cerveza y jarras de
algún líquido neón.
Sigo adelante. Aunque no sé qué estoy buscando, en serio. Una esquina
tranquila donde quedarme, supongo. Una pelirroja alta que me parece conocida me
ve y me sonríe ampliamente.
—¡Hola, Steffie! ¿Te traigo una bebida?
Steffie. Odio ese nombre. Solo le permito a Jordan llamarme así por el bien de
los viejos tiempos, pero, aparentemente, algunas de sus amigas lo han adoptado y
no puedo pensar en una forma para corregir a esta chica sin sonar como una perra
total. Y al menos esta chica me reconoce.
—Estoy bien —digo, sonriendo de una forma que espero sea amistosa al tiempo
que sigo adelante.
Me regaño a mí misma mientras me aparto. Ese habría sido el inicio que
necesitaba para empezar una conversación y quizá ver si conoce a alguien que esté
buscando un compañero de apartamento para el verano. Pero mi habilidad para la
charla sobre temas sin importancia se evaporó hace mucho tiempo, y ahora nadie
siquiera me está mirando, mucho menos hablándome.
Tengo que caminar de lado por entre la multitud que atiborra el hall que lleva a
lo que espero que sea la sala de estar, o quizá una puerta lateral o incluso solo un
enorme agujero en la tierra para que me trague entera y me saque de aquí.
Casi termino de pasar por el pasillo cuando uno de los idiotas frente a mí se
detiene de repente y levanta su mano para chocar los cinco con su amigo. Me
golpea la barbilla inadvertidamente con su codo cuando lo levanta.
—¡Mierda! —dice, mirándome—. Mierda, mi culp…
Su voz se interrumpe y olvido todo sobre el hecho de que mis dientes estén
todavía repiqueteando. Es él.
—Ethan Price —digo, frotándome la mandíbula con cuidado—. ¿Cómo es que
he pasado por tres años como estudiante sin verte, y ahora ni siquiera puede pasar
una semana?
Espero expectante a una de esas respuestas elocuentes que parecen salir de su
boca como diarrea, pero todo lo que consigo es un silencio incómodo.
Lo miro de más cerca, y me cuesta mis buenos cinco segundos darme cuenta de
que este no es el mismo tipo demasiado encantador que está en mi clase de cine y
me compró café.
Sigue siendo Ethan Price, pero es… diferente. Esta versión es cerrada. Su
mandíbula está apretada y sus ojos marrones son cautelosos. Sus paredes están
puestas por alguna razón.
Aun así está precioso, incluso cuando me está fulminando con la mirada.
Demonios, quizá está más hermoso porque me está fulminando con la mirada. El
Ethan que conocí la semana pasada me puso de los nervios con sus réplicas cursis y
sonrisa fácil. Esta versión se parece más a mí. Cauteloso. Quizá un poco enfadado.
Curiosamente, encuentro que quiero saber por qué.
Lo veo echarle un vistazo al atiborrado pasillo nerviosamente, y de repente me
hace clic. Este Ethan es dolorosamente consciente de su imagen, y una chica como
yo no va a ayudar a su repertorio varonil. Estaba bien hablarle a una rarita como yo
cuando estaba en medio de un grupo de otros raritos. Pero estos deportistas
corpulentos y chicas delgadas de hermandad son su gente. En su mundo, la gente
como él no le habla a la gente como yo. Y ambos lo sabemos.
Lo que sea.
No es que me importe. No en realidad.
Pero, aun así, quiero despreciarlo antes de que él me desprecie a mí, así que
empiezo a empujar con el hombro para pasar.
Sus dedos encuentran mi brazo antes de que pueda moverme. Es un poco más
cavernícola de lo que esperaría de alguien que probablemente se hace la manicura.
—¿Estás bien, gótica? —pregunta bruscamente, con sus ojos oscuros buscando
los míos.
Por un segundo mi estómago se retuerce por su pregunta. ¿Cuándo fue la
última vez que alguien me preguntó si estaba bien?
Luego la realidad se asienta, y me doy cuenta de que no está preguntando si yo,
Stephanie Kendrick la persona, estoy bien. Simplemente se está asegurando de que
no perdí un diente cuando me codeó en la cara. Probablemente asegurándose de
que no me vengaré con alguna clase de truco vudú.
Mi propia decepción me deja perpleja.
—Por supuesto, estoy bien —digo en respuesta. Y de verdad que lo estoy. Ahora
que mis dientes han dejado de repiquetear. Ni siquiera me sigue doliendo.
Luego es cuando pasa.
Alguien me empuja desde atrás, empujándome hacia Ethan para que esté
presionada contra este deportista macho alfa, con mis tetas aterrizando
suavemente en su pecho y mis manos encontrando sus hombros.
Mierda. Incómodo.
Muévete, Stephanie.
Pero no lo hago.
De alguna manera, él se siente seguro, lo que no tiene sentido.
Mi nariz apenas llega a la mitad de su pecho e intento ordenarle a mis manos
que lo empujen para poder recobrar el equilibrio. Me digo a mí misma que no estoy
registrando lo firme que su amplio pecho es debajo de mis manos. Pero soy una
mentirosa, porque definitivamente lo noto.
Mi camiseta se subió un poquito, y cuando pone su brazo a mi alrededor para
ayudar a estabilizarme, su mano encuentra la piel desnuda de mi zona lumbar y
ambos inhalamos aire ruidosamente por el contacto.
De repente, tengo demasiado calor, y no tiene nada que ver con el sofocante
pasillo en el que estamos. Es él.
¿Qué demonios está pasando aquí? Hace solo tres días estaba maldiciendo su
mismísima existencia, preguntándome si habría una forma sutil de envenenar su
café. Ni siquiera me gusta este tipo. No me gustaba la versión del listillo sarcástico,
y ciertamente no me gusta esta versión del macho alfa malhumorado.
Pero no me muevo.
Él tampoco.
Ethan mira rápidamente sobre su hombro antes de que su mano libre se
mueva, y ponga un dedo debajo de mi barbilla y levantando mi cara.
Su mano es cálida, sus dedos son suaves y, por alguna estúpida razón, mi
respiración se entrecorta. Le echa un vistazo a mi raca y asiente veloz… supongo
que tranquilizándose porque no estoy goteando sangre por todo el suelo.
Entonces bien. Hora de alejarse.
Su mano se vuelve a mover. Apenas. Solo lo suficiente para pasar un dedo a lo
largo de mi mandíbula y, aunque estoy bastante segura de que solo se está
asegurando de que no hizo ningún daño serio, la sensación se siente curiosamente
como una caricia.
—¿Qué demonios estás haciendo aquí, gótica? —Su voz es baja. Enfadada.
Nuestros ojos se miran fijamente, y muero por ver la misma clase de atracción
confusa en su cara, pero es totalmente ilegible. Es completamente diferente al chico
que se burló de mí y me compró café y que está en mi clase de cine. Aunque estoy
bastante segura de que ese tampoco es el Ethan Price real.
Muero por saber cuál es la versión verdadera. Sospecho que ninguna lo es.
Un tipo enorme de cabello negro aparece a nuestro lado.
—Hombre. Price. ¿Qué demonios estás haciendo?
Ethan aparta su brazo tan rápido que casi codea a otra chica, y quiero
preguntarle si también va a acariciar la cara de ella, excepto que realmente no
quiero saber la respuesta.
Aparto mi mirada de la suya y empiezo a alejarme, incluso cuando oigo a su
amigo hacer alguna broma patética sobre que parezco un extra de Las brujas de
Salem. Apostaría que ese imbécil inculto ni ha visto Las brujas de Salem.
Me llevo una mano a la barbilla, no porque me duela… sino porque hormiguea
con sensibilidad.
Una sensibilidad que no he sentido en mucho tiempo.
Incapaz de evitarlo, hago una mirada rápida hacia atrás, solo para encontrar un
par de malhumorados ojos oscuros mirándome.
Él aparta la mirada en el segundo en que mis ojos lo miran, y estoy
curiosamente contenta porque me miraba en contra de su voluntad. O al menos
estaría contenta, si supiera qué demonios acababa de pasar.
4
Ethan
Traducido por Manati5b // Corregido por Nix

¿Qué diablos está haciendo?


La pequeña chica rara de esa maldita clase de cine sacada de Dios sabe dónde
está merodeando por mi casa en la fiesta de fin de año, y me molesta muchísimo.
Ella no encaja aquí.
Después del manoseo del pasillo, la veo buscando a Jordan Crawford, lo cual es
raro. Jordan es una de esas preciosas rubias sonrientes que a todos les agrada.
Prácticamente lo opuesto a la provocadora morena que merodeaba las esquinas, no
bebiendo más que soda.
Pero su presencia no es lo que me molesta. Todos están muy borrachos como
para preocuparse si es o no rara y nosotros dejamos a los amigos de amigos entrar a
las fiestas todo el tiempo.
Lo que me molesta es que mis ojos no dejan de buscarla. Cada vez que me
muevo hacia un cuarto o voy por alguna bebida, ella está ahí. Parada en la esquina,
la mayoría de las veces. Su postura despreocupada como si no notara los segundos
vistazos que le dan. Como si no le importara sobresalir.
Pero había visto esos grandes ojos azules de cerca. Volviéndose precavidos. Le
importa más de lo que deja ver.
También he visto esos ojos ponerse calientes y nublados.
Mierda.
¿Qué diablos estaba pensando al tocarla de esa manera? He bebido algunas
cervezas, pero no estoy malditamente cerca de estar borracho para que me atrajera
una pequeña morena furiosa.
Pero por un segundo sentí algo. Un pequeño cierre de conciencia, cuando ella
se empujó contra mí. El mismo que sentí cuando embistió contra mí ese día en el
vestíbulo.
No tiene sentido. Entre los piercings y el maquillaje de chica motera, ella es por
mucho el opuesto de Olivia.
Tal vez por eso me gusta.
Excepto que no me gusta, no realmente. Ella es irritable, inquieta, y un poco
rara. Pero caliente. Definitivamente caliente.
Escucho un gran eructo a mi izquierda, y no tengo que voltearme para saber
que era Cody Wagner, mejor conocido como Wag. Él es una gran masa de chico que
de alguna manera piensa en su cabeza que las chicas encuentran sus asquerosos
eructos sexis.
Wag es un soltero perpetuo.
—¿Donde esta Liv? —dice, tomando un enorme trago de su vaso de cerveza.
Arranco mis ojos del escote de Stephanie Kendrick y tomo un sorbo de mi
cerveza, incluso cuando sé que está tibia y con sabor a pis.
Wag se balancea suavemente pero sigue mirándome como si estuviera
pensando una respuesta. Obviamente no había recibido la noticia de que Olivia y yo
ya no estamos juntos.
No me sorprende. Ciertamente yo no había publicado el hecho.
—No está aquí —digo, manteniendo mi voz neutral.
Asiente, pensando que es completamente normal estar en una fiesta sin mi
novia a largo plazo. No lo era. Olivia y yo no estábamos unidos por la cadera o nada
por el estilo, pero su hermandad era unida a mi fraternidad, por lo que casi siempre
terminábamos asistiendo a esto juntos. Diablos, la mitad del tiempo terminábamos
planeándolas, como una especie de rey y reina de los raritos.
Por primera vez me doy cuenta que si no soy el novio de Olivia, tal vez no tenga
que volver a tomar ese puesto. El pensamiento es extrañamente liberador.
—¿Mike está aquí? —dice Wag, mirando detrás de mí pensando que estoy
escondiendo a mi mejor amigo.
Antiguo mejor amigo.
Esta vez, no me molesto siquiera en responderle, pero Wag está terminándose
su cerveza y no lo nota.
Eructa otra vez, y escaneo el cuarto.
—Tetas está en la equina —dice, sus ojos haciendo un lento vistazo de alguna
pobre chica que probablemente va a atraerla con la legendaria mala técnica de
avance de Wag. Espero que le guste el aliento a cerveza.
—Hay tetas por todo el lugar —murmuro sintiéndome aburrido de todo eso.
—No como esas —dice, casi salivando por completo.
Ser humano—no, ser un chico—por supuesto que tengo que darme la vuelta y
echar un vistazo.
Ah, mierda.
No sé por qué me sorprende ver que Stephanie es quien atrajo el interés
caliente de Wag. ¿No estaba yo comiéndome con los ojos ese mismo pecho hace
solo unos minutos? En serio, esa pequeña camiseta es sexi como el infierno. Se las
arreglan para ser reveladores sin hacer mucho esfuerzo. No como todos esos bajos
escotes en V de las playeras, o las perfectamente entalladas blusas de diseñador que
otras chicas usaban, esa simple camisa negra de Stephanie parece gritar, Oye, solo
me puse lo primero que encontré en mi closet, y no tenía idea que lo llenaba por
completo.
No puedo culpar a Wag por notarlo, pero al mismo tiempo odio que lo hiciera.
Hay algo delicado en la manera en que trata ser salvaje. Y tan cruel como es su
mirada, esperaría que ella tuviera escamas o púas o algo, pero su piel es
ridículamente suave.
Lo cual no debería saber. Quiero decir, darle un codazo a una en la cara por
accidente no es razón para sobarla en una fiesta llena de gente. Todavía no sé qué
me hizo hacerlo. Me gustaría pensar que lo hice solo para meterme debajo de su
piel y joderla porque odia el solo hecho de verme. Pero por unos minutos en el
vestíbulo no se sintió como si me odiara. No cuando su respiración se aceleró al
momento en que la toqué.
No cuando la mía se aceleró cuando ella cayó sobre mí, todas sus suaves curvas
y su aroma a jabón.
—Déjala en paz —me escucho gruñirle a Wag.
Me mira sorprendido.
—¿La conoces?
—Tomamos clases de verano juntos —digo, terminándome mi cerveza y
colocándola a un lado de la mesa ya rebosante de vasos y botellas de cerveza vacías.
Wag no está tan borracho que ni levanta las cejas ante esto.
—¿Que mierda está haciendo el todopoderoso Price tomando clases de verano?
¿Reprobaste Macro o algo?
Nunca he reprobado una materia en mi vida. Nunca he tenido menos de B,
pero de ninguna manera voy a explicarle eso a un tipo que piensa que eructar es un
hobby. Ni siquiera sé lo que le diría. Nah, estoy tomando unas estúpidas clases de
cine para no estar en la oficina de mi papá el verano.
De ninguna manera.
—Solo deja a la chica es paz, ¿bueno? —Doy una rápida mirada hacia
Stephanie, pero desapareció. Debería estar aliviado por el bien de ella, eso significa
que no sería un blanco para la seducción como-un-grano-en-el-trasero de Wag.
En lugar de eso, me siento molesto.
—¿Qué pasa contigo esta noche, hombre? —dice Wag, dándome un vistazo
exasperado.
—¿Qué quieres decir?
—Generalmente eres la vida de estas cosas. El primero en atacar el siguiente
barril y también el primero en dejar caer a cualquiera que se ponga como una
mierda. Esta noche has tomado como la mitad de una cerveza y te cabreas con
cualquiera que trate de hablar contigo.
Es verdad. No estoy siendo yo mismo.
Pero normalmente Michael y Olivia estarían a mi lado. Sin ellos me siento…
apagado.
Y el sentimiento es jodidamente molesto. Nunca pensé sería el tipo que no
puede salir adelante sin su mejor amigo y su novia, pero creo que había dado por
sentado que siempre estarían ahí. Hasta que se fueron, nunca me había dado
cuenta que cuando estaba cansado o reflexivo, uno de ellos estaría ahí calmar mis
nervios.
Así como nunca me había dado cuenta que cuando estaba, en lo que Michael
llamaba «Modo Price Encantador», que era la mayor parte del tiempo, ellos daban
un paso atrás y me dejaban brillar.
Ciertamente no me siento encantador esta noche.
Alguien dice mi nombre, y veo a mi usual grupo de amigos haciéndome señas,
todos demasiado agotados para darse cuenta que no estoy interesado.
Les hago un vago gesto como para indicarles que estaría con ellos en un
minuto, y susurrado un adiós a Wag, me encamino en dirección del baño. No
porque tengo que ir a orinar, sino porque necesito un momento a solas. Pero hay
una fila de un kilómetro de distancia, compuesta en su mayoría por chicas
escasamente vestidas. Una rubia alta y delgada toma mi mano mientras paso, y no
paso por alto que sus dedos rozan mi palma en un gesto totalmente innecesario.
—Hola, Sarah —digo, dándole una breve sacudida a mi mentón mientras
empiezo a retirarme.
—Escuché que has estado solo toda la noche —dice, sin dejar ir mi mano.
No estaba sorprendido de que lo supiera. Sarah es una de las mejores amigas
de Olivia. Pero estoy sorprendido por el sugestivo tono de su voz, porque ella es
una de las mejores amigas de Olivia.
—Síp, y planeo seguir de ese modo —digo, negándome a echarle un vistazo a su
cuerpo de supermodelo. Sarah es hermosa, pero de ninguna manera voy a
engancharme con una de las amigas de mi ex. Puede que esté enojado con Liv, pero
no soy un total imbécil.
—Ah, vamos, Eth —dice, tratando de tironearme cerca mientras se inclinaba
ligeramente–. Puedo hacerte sentir mejor.
La descarada invitación de la mejor amiga de mi ex me apaga, así que
simplemente le doy una rápida media sonrisa y me alejo. Doy como cinco pasos en
dirección a la puerta de atrás antes que otra chica cuyo nombre nunca puedo
recordar me encierra con sus brazos alrededor de mi cuello, empujándose contra
mí como un gatito que accidentalmente bebió mucho vodka. Habla conmigo, y
capto la palabra polla y chupar y beber, pero ella masculla mucho para formar una
oración completa, y en vez de encenderme, me siento cansado.
¿Cuándo todo esto empezó a sentirse como un jodido montón basura?
Le paso la chica borracha a uno de los chicos de mi fraternidad y salgo por la
puerta trasera. Está fresco aquí como lo estaba adentro, pero aparte de unas
algunas parejas toqueteándose, está tranquilo
Me siento contra una pared desmoronada de ladrillos, imaginando qué diablos
sigo haciendo aquí. Normalmente mi noche estaría apenas empezando, pero ahora
en todo lo que puedo pensar es en regresar a mi apartamento con aire
acondicionado, donde no tengo que hablar con nadie.
Luego, otra vez, estar solo significa más tiempo para pensar, y estoy seguro de
que tampoco quiero hacer eso.
Llevo una mano por encima de la parte de atrás de mi cuello, girando mi cabeza
sobre mis hombros, cuando la veo. Está a solo unos pasos de distancia, pero con su
camisa negra, sus pantalones y botas, combina con la noche.
—Kendrick —digo, inclinando mi cabeza hacia el cielo así no me quedo
mirando sus tetas.
—Price —dice con el mismo aburrido tono de voz.
Ninguno de los dos dice algo por unos minutos, y es agradable estar cerca de
alguien que no espera una actuación.
—Para que conste, me gusta más esta versión —dice ella después de varios
minutos de silencio.
—¿Huh?
Por el rabillo de mi ojo, veo que levantaba sus hombros.
—Tu personalidad. Está el nauseabundamente encantador que vi el primer día.
El malhumorado en el pasillo. Y luego este. Callado y un poco triste. Me gusta más
este.
Giro mi cabeza para mirarla.
—¿Te gusto triste? Eres realmente mala.
Luce totalmente imperturbable mientras juega con uno de sus aretes.
—Bueno, no te quiero todo suicida o algo. Solo me gusta que no estés tratando
de esforzarte tanto.
Ni siquiera sé de qué mierda está hablando. ¿Esforzándome tanto? ¿Ella piensa
que soy una especie de payaso que escoge sus estados de ánimo de acuerdo al
medio en que se encuentre?
Ser encantador es fácil, nadie ve demasiado si eres encantador. Nadie espera
que seas otra cosa más que coqueto y un poco divertido. Imagina que esta pequeña
criatura estuviera asqueada por eso.
—¿Cómo está tu cara? —pregunto, cambiando de tema.
—Bien.
Estrecho mis ojos y la estudio. Su tono es ligero y a pesar de que se ve que está
bien, no hay marcas rojas que señalaran un moretón inminente. Tengo el
presentimiento que ella diría que está bien incluso cuando no lo está. Como si
pensara que a nadie le importa si está de una manera o de otra.
—Siento lo… de allá dentro —digo, rompiendo otro incómodo silencio.
—¿Quieres decir donde te volviste todo sobón? —pregunta con ese tono
imperturbable.
—No me puse todo sobón —espeto—. Solo estaba asegurándome de que no se te
hubieran salido los dientes.
Stephanie me da esta gran sonrisa come-mierda, ¿ves? Mis dientes están
completos, y yo ruedo los ojos.
Pero también sonrío un poco al mismo tiempo. Ella es tan malditamente
diferente de cualquiera que haya conocido antes, y curiosamente encontré mi
humor mejorando.
—¿Cómo conseguiste ser arrastrada a esta mierda? —pregunto, haciendo un
gesto hacia la ruidosa casa, dónde la ventana de atrás deja ver a alguien bebiendo
directamente del barril de cerveza.
—¿Qué, quieres decir que piensas que no pertenezco aquí? —pregunta, sus ojos
con una burlona sorpresa.
Doy varias palmadas a la pared cerca de mí y le doy una invitadora sonrisa.
—Acércate, casi no te oigo.
—No empieces con esa mierda otra vez —dice, dándome una fulminante
mirada—. Es en serio cuando digo que no me gusta la versión de «chico
encantador».
Pero ella se acerca y se sienta cerca de mí de todos modos, y otra vez siento ese
molesto golpe de conocimiento.
Me encuentro con sus ojos.
—¿Qué si eso es lo que soy? Quiero decir, la versión chico encantador.
—Bueno, entonces que Dios ayude a tu futura esposa, porque ustedes dos
aburrirán la mierda del otro antes de su primer aniversario. Pero ese no es mi
problema. No es como si estuviera haciendo una audición para el papel de la
MAPS3. Solo mantén tu parloteo al mínimo cuando tengamos que encontrarnos
para el proyecto, con suerte no tendré que espantarte y alejarte con mi colección de
pájaros muertos.
Estábamos de vuelta donde empezamos ese primer día, intercambiando
insultos cliché, y como que me gustaba. No tanto como me gustaba ella presionada
contra mí, pero su compañía era lo más agradable que había tenido en semanas.
—Nunca contestaste como terminaste aquí —digo
Mira fijamente hacia adelante jugando otra vez con sus aretes.
—Vengo acompañando a una amiga, Jordan Crawford. Ella es una de ustedes.
—¿Una de nosotros?
—Ya sabes. Bonita. Popular. Perfecta.
—Tú eres bonita —me escucho decir.
Ella se voltea para mirarme, sus ojos azules tan aburridos que podrían haber
congelado mis bolas.
—¿Qué acabo de decir acerca de la cosa encantadora? Apágalo.
—¿Por qué haces eso? —pregunto, verdaderamente curioso.
—¿Qué, te preguntas por qué no me he desmayado? —pregunta, levantando su
pierna para doblar su tacón debajo de ella sobre la pared y volteando a verme
lentamente—. No eres mi tipo.

3 Mejor Amiga Por Siempre.


—¿Es la falta de tatuajes? —Pongo cara de póker—. ¿Quieres que te enseñe el
piercing de mi pene?
—Es la falta de esencia —espeta.
Retrocedo un poco ante la acusación. No sé por qué su opinión me importa.
Ella es una marginada sin amigos y podría tenerla toda la fiesta comiendo de mi
mano si quisiera. No me importa lo que piense de mí. O al menos no debería.
Ver su rechazo obvio hacia mí, golpea crudamente. ¿Ella piensa que no estoy al
tanto de que soy un poco simplista a veces? Esta chica no me conoce. No puede
entender que el encanto viene a mí sin intención de hacerlo, incluso cuando por
dentro me siento de todo menos encantador.
De verdad ella piensa que no miro mi vida. En el cómodo departamento que no
pago, las clases que llegan más fáciles de lo que deberían, el lugar como CEO que
está esperando por mí, ¿y sentir exactamente de lo que ella está acusándome?
Sin esencia.
Quema un poco, pero ella tiene razón.
Algunas veces pienso que no soy más que un buen paquete que otras personas
pueden llenar con sus basuras. De mis padres, que pusieron en bandeja mi de plata
futuro en intercambio por un buen subsidio, a mis amigos, quien exigen un
cabecilla.
Y entonces está Olivia, la cual nunca puso presión alguna sobre mí, nunca me
pidió nada más que siguiera adelante. Pero ambos sabíamos que lo que yo
representaba, seguro como el infierno que yo era la imagen de nuestras familias.
Eso significaba aprender a congraciarse con los clientes de tu padre antes de
aprender a andar en bicicleta. Eso significaba pasar los sábados en un curso de golf
con la familia cuando lo único que querías hacer era estar en casa jugando
videojuegos. Eso significaba acompañar a tu perfecta novia a su baile de
debutantes. Y eso significa descubrir una manera de obtener buenas calificaciones,
sin importar si habías aprendido algo.
Demonios, incluso cuando me rebelo, lo hago de la manera correcta. Incluso
cuando me planto en mis talones y me niego a realizar el curso de verano en la
compañía, y no lo hacía colocándome un overol y ponerme a trabajar en un taller
de autos en Queens.
No, mi forma de rebelarme es tomar una jodida clase de cine con un escritor
ganador de un Oscar que estudió con mi papi en la escuela.
Stephanie Kendrick tiene razón
No tengo esencia
Y lo que es peor, No sé dónde buscar en primer lugar para adquirir una.
Algo toca suavemente mi brazo, y me doy cuenta que es la gótica. Sus delgados
dedos están en mi antebrazo desnudo, sus negras uñas pintadas sobre mi piel
bronceada están calientes, a pesar del hecho de que me ha hecho enojar, quiero
saber lo que se siente tener sus manos en el resto de mi cuerpo.
Sacudo su mano, y ella me deja, pero sus ojos azules nunca dejan mi rostro.
—Lo siento —dice simplemente.
—¿Por qué?
—Por decir que no tienes esencia.
—Sí, puedo decir por tu tono que realmente estás hecha pedazos por eso. Los
zombis tienen más inflexión.
Inclina su cabeza un poco como si yo fuera un rompecabezas.
–¿Sería mejor si agitara mis pestañas? ¿Tal vez añadiendo un par de
adverbios? Lo siento taaaaanto, Ethan, totalmente debes perdonarme.
Me río un poco en resentimiento de mí mismo, porque suena exactamente
como cualquier otra chica que conozco, pero viniendo de su disgustado rostro y
ojos pintados de negro, se veía mal.
—No sabía que te agrado —digo, sorprendiéndome al ver que mi mano había
jalado un mechón de su cabello.
Ella luce un poco sorprendida ante el gesto, pero sus ojos parecieron suavizarse
un poco y me dio una pequeña sonrisa.
—Estoy impresionada. Estaba segura de que me ibas a preguntar si podía ser
tu pareja en un doble de tenis.
—Price, ¿estás aquí afuera?
Nos giramos hacia el sonido de mi nombre, y veo a Joe y Gary caminando hacia
nosotros. Joe con su estúpida mueca en el rostro que me dice que ha dejado de
estar sobrio, pero Gary simplemente parece desconcertado, y eso es peor.
—¿Dónde diablos has estado? —reclama Gary—. ¿No se supone que esta es tu
fiesta?
Es solo «mi fiesta» porque pagué por la cerveza, como siempre, pero no
discuto. Y no culpo a Gary por estar confundido. Estar sentado en el patio trasero
durante una fiesta no es lo mío. Estar sentado en el patio trasero con alguien que
parece pertenecer a la Familia Addams4, es incluso menos típico.

4 Se refiere a la película de Los Locos Adams.


Él le da a Stephanie una mirada curiosa, pero al menos no se la come con los
ojos y después la ignora; en su lugar, levanta su mano y dice—: Soy Gary.
—Genial —dice fríamente, como si lo retara a cuestionar su presencia. No sé si
ella fuma, pero si llega a sacar un cigarro y le echa humo en la cara, no estaría para
nada sorprendido. Esta escena da ese presentimiento.
—Disculpen por robar al chico de oro —dice, haciéndose una cola de caballo, un
gesto que sin duda atrae nuestra atención a su escote. Joe está prácticamente
babeando, pero Gary y yo somos más clásicos y damos una mirada a escondidas.
Está bien, una larga mirada.
—Así que, ¿ustedes son… amigos? —pregunta Gary.
Siento una pequeña punzada de pánico. ¿Cómo diablos voy a explicar eso? No
puedo decir que ella solo se había colado a la fiesta con un gran par de tetas que la
marcaban como material de una noche, se la hubieran comido viva. Pero si la
menosprecio en general, me vería como un cretino.
Stephanie resolvió el problema por mí.
—No-amigos —dice en pocas palabras—. Solamente me detuve con la esperanza
de conseguir una bebida gratis, y él me dijo que me fuera. —Moviéndose de vuelta a
un lado de la casa, lista para hacer su salida—. No se preocupen, su chico Ethan,
nunca se juntaría con una persona del barrio bajo como yo.
Ahora, espera un maldito momento. ¿Quién dice algo a cerca de un barrio bajo?
Por supuesto, su presencia es un poco incómoda. Y sí, no quiero que todos sepan
exactamente que estoy pasando el rato con los nerds de cine por el verano. Pero mi
grupo social no es tan pretencioso.
Bueno, está bien, tal vez sí.
Pero yo no.
Me estiro para tomar su brazo, y es tan delgado que mis dedos podían rodear
todo su bíceps.
—Esta es Stephanie Kendrick —digo, ignorando el hecho que ella tira de su
brazo para liberarlo—. Somos amigos.
Ella deja salir un sonido estrangulado.
–Oh, Dios, no.
—Buenos amigos —digo enfáticamente, solo para molestarla.
—Um, está bien —dice Gary encogiéndose de hombros—. Bueno, qué te parece
si tú y tu amiga entran así podemos terminar bien este año. Las cervezas están
esperando.
—Dios, me encantaría —dice Stephanie dulcemente, dándome el parpadeo de
pestañas que había hecho anteriormente—. Pero me tengo que ir. Tengo muchos
gatos que matar esta noche.
Ella mira explícitamente mi mano en su brazo, y me doy cuenta de que me veo
ridículo sosteniéndola aquí. Grosero, en realidad, pero aun así me tomo mi tiempo
en soltarla, dejando que mis dedos acaricien la suave piel del interior de su brazo.
Creo que la escucho inhalar una respiración aguda, pero probablemente sea un
deseado pensamiento, porque sus ojos nunca perdieron la mirada de Sigue
adelante y muérete antes de girarse y alejarse unos pasos.
—Nos vemos, amigo —dice, levantando discretamente su mano y levantando el
dedo medio.
No puedo evitarlo. Sonrío.
Y de repente los siguientes meses no lucen tan llenos de mierda después de
todo, porque sé exactamente cómo mantenerme ocupado todo el verano.
Porque voy a llegar a entender qué es lo que inspiraba a Stephanie Kendrick.
5
Stephanie
Traducido por Yoko // Corregido por Nix
—Hola, nena.
No me llames nena. No me llames Steph. En realidad, no me llames nada en
absoluto, infiel de mierda.
—Hola, David. —Paso junto a él para entrar al conocido apartamento. He
vivido en el campus durante los tres años de universidad, pero David se fue del
campus después del primer año a un pequeño apartamento de una habitación en
East Village. Su casi famoso papá músico se lo paga y, aunque es pequeño, tiene
una genialidad clásica que siempre me ha encantado.
—¿Esto es todo lo que tienes? —Mira con sorpresa a mi mochila y mi única
maleta.
—Sí. Camille estaba planeando dejar atrás la mayoría de sus cosas cuando se
fuera a Phoenix, así que puse lo mío en un almacén de alquiler.
Un almacén de alquiler cuya tarifa era no reembolsable, dejándome con la
opción de tener que encontrar un lugar barato y amueblado a último minuto
(imposible) o comerme el costo del almacén e intentar pagar el alquiler de un lugar
nuevo (también imposible).
David agarra una cerveza del refrigerador y me mira como diciendo «¿estás
bien?».
—Me sorprendió oír de ti. Pensé que los cerdos volarían antes de que me
pidieras mudarte aquí.
Ya somos dos. Lanzo mi mochila al sofá y llevo mi maleta al rincón, negando
con la cabeza a la cerveza que me ofrece.
—Solo estoy aquí hasta que pueda encontrar otra solución. Y no me voy a
mudar, solo dormiré en el sofá durante unos días.
Por favor, Dios, deja que sean solo unos días. Aun así, es agradable por parte
de David dejar que me quede aquí. Especialmente porque estoy bastante segura de
que la última vez que hablamos, le dije que le freiría los huevos con mucho aceite si
se volvía a acercar a mí.
¿Y qué tan patético es que mi exnovio infiel sea mi única opción para una crisis
de alojamiento de última hora? Por millonésima vez, deseo que Jordan no hubiera
elegido este verano para ir su casa en Rhode Island. Ella hizo lo máximo que pudo,
agotando cada opción posible en su vasta red de contactos para encontrarme un
lugar. Pero pocos universitarios están lo suficientemente locos para quedarse en
Nueva York en verano, incluso si pueden permitírselo. Y los que sí estarán aquí ya
tienen como una docena de compañeros de habitación de más. Así que eso me deja
con David. El chico que me puso los cachos. Algo de lo que todavía no estoy segura
de importarme tanto.
—¿Qué quieres para cenar? —pregunta.
Me quedo boquiabierta por su tono relajado, como si fuéramos a volver a ser a
cuando éramos pareja.
—Mira, David, realmente aprecio que me dejes quedar aquí, pero no estamos ni
cerca de volver.
Se pasa una mano por su demasiado largo cabello castaño claro y me mira con
los párpados caídos, su marca, de la cual estoy bastante segura que sabe que es muy
sexi. David es precioso de una manera malhumorada y holgazana. Es desgarbado,
con ojos color avellana grisáceo y una piel imposiblemente genial. Es estudiante de
ingeniería, aunque podría ser fácilmente alumno de arte o un tipo profundamente
filosófico, o básicamente lo que quieras que sea.
Incluyendo un puto de primera categoría, aparentemente. Aunque no lo vi
venir, y eso apestaba.
Aunque, curiosamente, no me parecía tan atractivo como antes. No es que
alguna vez estuviera caliente por él. Nunca había estado verdaderamente encendida
por un chico desde… antes. Pero después de estar lejos de él durante unas semanas,
ni siquiera me parecía atractivo de una forma objetiva. Era demasiado flaco,
demasiado empalagoso. Sus hombros eran demasiado estrechos, sus ojos
demasiado oscuros y…
Oh, mierda.
Me doy cuenta de que estoy, inadvertidamente, comparando a David con Ethan
Price.
David se queda definitivamente en un segundo puesto. En un segundo puesto
por mucho.
—Sé que no estamos juntos, Steph, pero no hay razón para que al menos no
podamos ser amigos. —David está quejándose.
Levanto una ceja.
—Te sorprendí a ti y a Leah haciéndolo como perros rabiosos. No estoy segura
de querer ser tu amiga teniendo eso en cuenta.
Para su crédito, no resalta que no tiene que dejarme quedar aquí, pero sus
labios están presionados en una fina línea de una forma que usualmente significa
que está decepcionado por mi falta de comprensión.
Mi teléfono suena en mi bolsillo trasero, y dudo antes de sacarlo.
Honestamente, la cosa no me trajo más que malas noticias esta semana. En
realidad, más tiempo que ese.
El nombre en la pantalla no es bienvenido, pero tampoco es una sorpresa.
También es la décima vez que ha llamado en dos días.
—Oye, ¿puedes darme unos minutos? —pregunto, sintiéndome incómoda por
reclamar su casa, pero también queriendo mi privacidad.
David se encoge de hombros y saca otra cerveza.
—Claro, puedes hablar en la habitación.
Asiento y me dirijo a la habitación demasiado conocida mientras contesto al
teléfono.
—Hola, papá.
—Estaba esperando tu buzón de voz. Otra vez.
Intento decirme a mí misma que es solo una forma típica de hacerme sentir
culpable, pero su voz suena un poco herida, y hace que mi estómago dé un vuelco.
—Lo siento —dijo en voz baja—. He estado muy ocupada mudándome de
habitación y empezando las clases de verano.
Intencionadamente, he estado dejando pensar a mi papá que tomaré clases, en
plural, no solo una clase opcional de dos créditos que apenas estará en sesión. Es la
única forma en que podría convencerlo de dejarme estar en Nueva York durante el
verano.
No es que me esté dando mucha ayuda financiera. Ya me había dado toda la
charla de «No voy a pagarte para que vivas en Nueva York durante el verano
cuando puedes vivir gratis en Carolina del Norte». No me malinterpreten, él está
pagando mi matrícula anual, por lo que estoy completamente agradecida. Pero no
está exactamente entusiasmado por pagar algo extra en Nueva York en verano. No
quiero tentar a la suerte y arriesgarme a que retire mi pequeña paga solo para
emergencias.
—¿Los estudios van bien? —pregunta.
—Genial —miento—. El que escribe los guiones es importante en Hollywood, y
es genial conocer a alguien que haya estado allí de verdad y haya hecho eso.
—Pero odias Hollywood.
Me siento en el costado de la cama de David, intentando no recordar que la
última vez que vi la cama, había una fresca pelirroja retorciéndose con mi novio.
—No odio Hollywood. Es solo que me gusta más la escena artística alternativa
que las cosas de éxito de taquilla.
—Y le agradezco a Dios por eso —refunfuña—. Fue lo suficientemente duro ver
que te ibas a NYU, ni hablar de UCLA5.
—¿Y cómo están las cosas allá? —Lo interrumpo antes de que pueda seguir con
eso de que me mudé a casi la otra punta del país y lo dejé atrás. Sin importar que él
no dudase en dejarme a mí atrás en todo lo que contaba.
—En casa están bien, muy bien —dice.
Incluso después de todo este tiempo, odio que llame casa a Carolina del Norte.
Pero lo dejo pasar, ya que no es una pelea que vaya a ganar.
—Las cosas se han ralentizado un poco con la firma —continúa él—, así que he
tenido más tiempo para pasar con Amy y Chris.
Me doy la vuelta en la cama y miro al techo. Sé que está esperando a que
pregunte por mi madrastra y mi hermanastro, pero no puedo encontrar el valor
para hacerlo.
El silencio crece y crece hasta que, finalmente, él lo rompe.
—Eres demasiado mayor para esto, ¿sabes? —dice mi papá con voz baja—. Han
pasado tres años y medio desde que nos hemos convertido en familia, y la única
que está resistiéndose eres tú.
—Oh, ¿ya han pasado tres años y medio? Supongo que eso tiene sentido, dado
que acabamos de pasar el cuarto aniversario de la muerte de mamá.
Mi papá se queda en silencio en el otro extremo, aunque no sé si es porque está
enfadado, dolido o simplemente harto de su hija «en aprietos». Al final, dice:
—Tu ira estaba bien cuando tenías dieciocho años, Steffie, pero ver que una
mujer adulta sigue comportándose mal, es ridículo.
—Ser brusca con mi padre al teléfono no es comportarse mal, solo es una parte
de estar viva.
—No me refiero a esta conversación. Estoy hablando de tu pequeña rebelión…

5 Universidad de California en Los Ángeles.


Oh, aquí vamos.
—… ya sabes, el cabello, los piercings, el… negro.
—Sin groserías, papá.
—Echo de menos a mi niñita.
—Bueno, ella se ha ido —espeto—. Se levantó y se fue cuando te casaste con seis
meses después de haber enterrado a mi madre e hiciste que me mudara a las tierras
del pollo frito y grupos Bíblicos dos meses antes de la graduación de secundaria. Tu
niñita se marchó cuando toda su vida se destrozó.
Ni siquiera me molesto en mencionar el nombre de Caleb. Mi papá no sabe esa
parte del rompecabezas, y nunca la sabrá. No es una conversación que tienes con tu
padre.
—Steffie…
—Tengo que irme.
Presiono el botón para colgar y dejo que mi mano caiga a mi lado. Y él se
pregunta por qué dejo que sus llamadas vayan al contestador tan a menudo.
Me levanto para ir a buscar mi portátil para empezar ese estúpido proyecto de
película con el Chico Bonito, incluso cuando todo lo que realmente quiero hacer es
hacerme un ovillo en la cama y llorar.
Salgo del dormitorio y estoy a punto de agradecerle a David por darme
privacidad cuando la necesito.
La misma pelirroja que puso mi vida personal totalmente patas arriba está
tratando de tragarse la lengua de David, y las manos de él por sobre todo el gran
trasero de ella.
Los miro boquiabierta por un segundo, aunque ninguno de ellos es consciente
de que estoy aquí.
—¿Es en serio? —me las arreglo para decir finalmente.
—Hola, Steph —dice Leah con una sonrisa amistosa, y quiero escupirle el ojo
porque se revolcó con mi novio.
—¿Es en serio? —vuelvo a decir.
Ethan pasa un pulgar por su comisura, quitando la mancha de lápiz labial color
ciruela con el que Leah McPuta lo ha marcado.
—Steph, recuerdas a Leah.
—Recuerdo el trasero desnudo de Leah —digo, cruzándome de brazos y
esperando no vomitar.
—Bueno, ella tiene una crisis hogareña propia, y le dije que podría quedarse
aquí. Pero no te preocupes, dormirá conmigo, así que la sala de estar es toda tuya.
Oh. Demonios. No.
Retuerzo mi dedo en el aire, haciendo gestos hacia nuestra rara reunión.
—¿Quieres que vivamos juntos? ¿Los tres?
David se encoge de hombros e intento recordar que fui yo la que le rogó que me
dejase quedarme aquí, pero lo que realmente quiero hacer es pegarle a Leah en los
ovarios.
—¡Será divertido! Compañeros de habitación modernos.
Sí. Divertido. Tan divertido como una Papanicolaou6. Tan divertido como un
corte de papel. Tan divertido como el Síndrome Premenstrual. Tan div…
No puedo creer que el pensamiento esté realmente pasando por mi mente,
pero, de repente, pasar tiempo con Ethan Price todo el verano no suena tan malo
comparado con ver a David jugar con su nuevo juguete.
Luego recuerdo que, precioso o no, Ethan Price es el tipo de chico que
probablemente depila su pecho y plancha su ropa interior Gucci.
Creo que estoy mejor con mi ex.

6 Secreción del útero.


6
Ethan
Traducido por Manati5b // Corregido por Nix

—Ethan, ¿tan estás siquiera escuchando?


Finjo que despierto bruscamente de un profundo sueño mientras miro a mi
enfadada compañera de filmación.
—Diablos, no —digo frotando mis ojos con las manos—. Has estado
balbuceando acerca de películas viejas una buena parte de la hora. Honestamente,
no creo que ni un vegetal pudiera estar escuchando.
Stephanie dio uno de esos eternos y largos respiros que solo las chicas saben
dar y lentamente puso la tapa en el marcador después de colocar su puño en su
labio como una maestra irritada.
Aunque no puedo recordar que un maestro usara esas camisetas sin mangas de
la manera que ella lo hace.
—¿Qué diablos has estado haciendo si no es escuchando? —pregunta.
Me encogí de hombros.
—Contando tus aretes. Parece que tuvieras ocho en tu oreja derecha, pero creo
que no es correcto porque tus orejas son espeluznantemente pequeñas
Se me quedó mirando.
—Crees que tengo orejas pequeñas.
Le di una sonrisa solidaria.
—Las tienes. Pero el lado positivo, esas bebes —digo, haciendo un gesto hacia
sus tetas de la manera menos pervertida posible—, son un valioso premio.
—Espera. —Sostuvo una mano en alto—. ¿Estoy tratando de darte un curso
intensivo de la historia de la cinematografía, y tú estás checando mis orejas y tetas?
—Mayormente tus orejas —miento.
Estaba completamente preparado para que ella perdiera su mierda a este
punto. Era el tercer día de discusión, habíamos reservado uno de los cuartos
privados de estudio de la biblioteca, y la mayor parte del tiempo había sido gastado
con su listado de películas, después director y después guionistas mientras
señalaba algunos garabatos en el pizarrón blanco. Mi nivel de interés estaba al
límite a los cinco minutos del primer día.
Para ser justos, no era solo porque Stephanie era una horrorosa oradora,
aunque ella es muy mala. Principalmente era porque a pesar de hacer todo lo
posible por pasar el verano lejos de mis padres y de mi normal vida social,
encuentro que mi mente no quiere cooperar. En lugar de centrarse en las películas
de Stephanie, estaba enfocándome en mi propia película privada.
Incluso con Olivia fuera de esto, saber de la aventura de mi madre fue
suficiente para volver mi verano una completa de mierda.
Mi pulso da un salto enojado ante el recuerdo. Es lo suficientemente malo que
viera a mi propia madre en una situación en donde una madre nunca debería ser
vista por su hijo. Nunca. Mucho peor es el hecho de que la había visto con un
hombre que no era mi padre. (No que verla con mi padre hubiera sido mejor.
Ambas imágenes requieren un blanqueado industrial de cerebro). A través de un
par de recuerdos de mi ignorante padre y su feliz rostro, y con eso tienes para una
película de horror, proyectándose una y otra vez en mi mente. Las conferencias de
Stephanie simplemente no servían como distracción.
Desesperado por algo—cualquier cosa—para sacar mi mente de casa, opté por
poner mi atención hacia los problemas de alguien más.
—Así que, ¿cómo es vivir con tu ex? —pregunté.
—Oh, ya sabes —dice suavemente, bajando hacia la silla frente a mí—. Ha sido
grandioso.
—¿De verdad? —pregunté, un poco fuera de balance.
—Totalmente, el único problema es que no puedo decidir cuál es la mejor parte
de toda esa situación. ¿Es el dormir en un sofá que huele a hierba y cerveza
mientras escucho a su nueva novia gritando que va a cabalgar a su vaquero
personal? O, ¿escuchar a la novia preguntando si yo tengo algunas «píldoras
anticonceptivas de repuesto» que pueda tomar prestadas?
—Suena de ensueño —digo, curiosamente encantado por su sarcasmo.
—Bueno, si quieres cambiar lugares, solo házmelo saber.
—¿Y dejar que tomes mi cuchara de plata? No lo creo.
Nuestros ojos se encuentran, y ella mueve su cabeza un poco y me mira. Por un
segundo es como si me tuviera. Como si supiera que estoy lleno de mierda y mi
vida es un gran desastre debajo de todas las marcas de lujo y fondos fiduciarios.
Ninguno de los dos ha mencionado la rara noche en la fiesta. Es como si nunca
hubiese tenido lugar, lo cual es ridículo, porque nada pasó. Pero estaría mintiendo
si dijera que no pienso a menudo acerca de cómo se sintió ella contra mí. Sobre de
la manera en que ella me miró y me vio.
Jesús, Ethan, pensé, frotando mi mano sobre mi cuello. Estás a un paso de
convertirte en una completa gallina.
Rompo el contacto visual primero antes de hacer algo estúpido. Como
derramar mis entrañas a una completa extraña.
En su lugar, giro de mi barbilla hacia su cuaderno.
—Así que, toda esa cosa del cine que has estado divagando, lo tienes todo
escrito ahí, ¿verdad? ¿La presentación en el pizarrón es solo una manera de
levantarte el ego?
Ella empieza a jugar con uno de sus millones de aretes.
—Me atrapaste. No hay nada mejor que estar explicando la historia de la
estructura básica a un mocoso consentido que se queda mirando mis tetas.
—Y tus orejas —agregué, apuntando sus orejas—. Y si no quieres que esté
comiéndote con los ojos, tal vez deberías cubrirlas.
Stephanie se encogió de hombros, haciendo cosas fantásticas con las gemelas
en cuestión.
—Es mitad de verano. Y tengo cosas mejores que hacer que estar
preocupándome de cachondos chicos de fraternidad.
Hice una pistola con mi mano y la señalé.
—Haz eso. Como preocuparte por cachondos chicos vaqueros quienes en
privado exploraron una chica que ahora quiere compartir pastillas anticonceptivas.
Sin ningún cambio en su expresión. Ella cierra su libreta y la pone en su
mochila.
—Bueno, esta ha sido una gran sesión. Un buen uso de mi tiempo, y divertido.
—Oye, espera —digo, estirando el brazo para alcanzar su muñeca—. Lo siento,
no estaba prestando atención… es solo no me puedo concentrar, ¿sabes?
Bibliotecas y veranos no van juntos.
—Lo hacen cuando te das de alta en el verano en un curso opcional. ¿Qué otra
cosa podríamos estar haciendo ahora? —Me la quedé mirando, tratando de
averiguar si lo decía en serio. De verdad lo hacía.
Sacudo la cabeza.
—Sabes, para ser una estudiante de artes creativas, tienes cero imaginación.
¿Tienes hambre? Déjame alimentarte como cambio por el fascinante discurso
acerca de las películas de los ochentas.
—Podría comer —dice—. Pero ni siquiera pienses en llevarme a una de esas
monstruosidades con engreídos platos pequeños.
Rodé los ojos.
—No hay problema. Solamente cancelo la docena de reservaciones que hice con
la esperanza de que mi compañera de proyecto quisiera ir a una elaborada comida
de diez platos a las cuatro de la tarde.
—Eres muy sarcástico.
—¿Yo? —pregunté—. Querida, tu sentido del humor es más seco que la comida
de un astronauta.
Sus ojos caen a la mesa, y muy tarde me doy cuenta de que he estado
sosteniendo su muñeca por un laaaargo rato. De repente soy consciente del hecho
de que su piel es muy suave, y que huele muy bien. Todavía me toma diez segundos
para finalmente alejar mi mano.
Estoy molesto al darme cuenta que mis dedos se sienten calientes, y la manera
en que ella quita su brazo me hace pensar que no soy el único que se siente
ridículamente agitado sobre el pequeño y casto contacto físico.
Diez minutos después, ambos estábamos caminando por el campus hacia
Slaughtered Lamb, que es uno de mis restaurantes favoritos cerca de la
universidad. Además, tiene un poco de vibra zombi, así que mi amiga mini-
Morticia encajaría bien.
—Ugh, odio Nueva York en el verano —murmura Stephanie, jalando esa
pequeña camiseta. Empecé a sugerir que jalara solo un poco más fuerte, para ver si
esos tirantes podían hacer el resto del trabajo, pero luego me acuerdo que casi
consigo una erección solo por tocarle el brazo. La última cosa que necesito ahora es
ver esas tetas.
Incluso si me estoy volviendo vergonzosamente obsesionado con ello.
Alejo esos pensamientos.
—Así que, ¿por qué estas por aquí? —pregunto, abriendo la puerta y guiándola
dentro del bar.
—¿Qué?
—¿Por qué no te vas a casa para el verano? O, ¿es que la clase es así de genial?
—Estoy emocionada por la clase.
Lo dice con todo el entusiasmo de un empleado de un DMV7, y le doy un
vistazo.
—Uh-huh. ¿Lo suficientemente emocionada para tolerar este clima de mierda?
¿Lo suficientemente emocionada para estar viviendo en el sofá de tu infiel ex?
Stephanie gira sus hombros y junta sus labios en el lenguaje universal de las
mujeres para no quiero hablar de eso.
El lugar está casi vacío esta mañana, y encontramos una mesa en la esquina
donde podemos extender todas sus aburridas notas, en caso de que se llegue a eso.
Excepto, curiosamente, que encuentro que no estoy realmente preocupado
acerca del proyecto en este momento. Tal vez es solo que la miseria ama la
compañía o algo, porque me encuentro continuando la conversación.
—Así que, ¿dónde vives? —pregunto.
Esconde su rostro en el menú, y por un segundo creo que no voy a obtener una
respuesta. Finalmente ella dice:
—Soy de Rhode Island.
Progreso. Aunque no sé por qué me importa.
—¿Cómo es en el verano allá? ¿Mejor que aquí?
Otro golpe de silencio.
—Han pasado algunos años.
Quito el menú de sus manos para poder ver su rostro. Un poco cavernícola, tal
vez, pero no es como si ella estuviera mirando las opciones del menú. Son nachos o
alitas de pollo.
—¿No has estado en casa por algunos años?
—Creo que técnicamente no es mi casa. Ya no.
Tendría más conversación con el pomo de una puerta, pero la presiono de
todos modos.
—¿Entonces tu casa seria…?
Deja escapar un fuerte resoplido.
—Mi papá vive ahora en Carolina del Norte.
—Entonces… Carolina del Norte es tu hogar.
—No.

7Departamento de motores de vehículos.


—Ah —digo. Dejo que la palabra tenga un montón de significado. Como si
supiera lo que quiere decir eso. Y, aún más extraño, creo que sabía.
—¿Qué eres? ¿Un gran psíquico? —espeta.
—Nop, solo vi todas las clásicas películas de jóvenes. La angustia de los padres
es un hecho. —digo levantándome para ir a buscar un par de cervezas o algo que
comer.
—¡Bueno, aparentemente esas son las únicas películas que has visto! —Dice
atrás de mí.
Ya que mi espalda está hacia ella, no tengo que preocuparme por esconder una
sonrisa. Todo acerca de Stephanie Kendrick debería cortar el rollo, pero como que
me gusta.
O cuando necesites un recordatorio de que tal vez alguien más tiene una vida
que apesta más que la tuya y deberías dejar de sentir pena por ti mismo.
—¿Que hay, Price? —dice el barman mientras hacemos uno de esos elaborados
saludos de manos que espero por Dios que termine más pronto que tarde—. ¿Quién
es tu nueva chica?
—No es mi chica —digo, sacando mi cartera y sacando algunos billetes—.
Compañera de trabajo.
Los ojos de Steven vagan de regreso a Stephanie y brillaron.
—No es tu tipo, pero yo sí podría llevarme bien con ella.
Mis dedos se tensan brevemente y le doy una tensa sonrisa. Odio a los tipos así.
—¿Qué tal dos cervezas Brooklyn y algunos nachos?
—¿Quieres pollo con los nachos? —pregunta.
—Nah —digo. Aún no había descubierto si Stephanie era vegetariana, y no
quiero correr el riesgo de un discurso sobre la crueldad animal junto con otro
discurso acerca de Clark Gable8 y esas dos chicas Hepburn.
—Les llevaré la comida —dice Steven, empujando las dos cervezas a lo largo de
la barra hacia mí. Sus ojos todavía fijos en Stephanie.
—Síp, apuesto a que lo harás —murmuro, regresando hacia Stephanie, quien se
había ido y traído otra vez su libreta infernal.
Trato de escuchar lo que ella explica acerca de algo sobre los tres actos de la
estructura del guion. De verdad. Pero mientras estuve fuera, ella aparentemente se
puso algo brillante en sus labios que los hacen lucir sospechosamente… atractivos.

8Fue un actor estadounidense. Ganador de un Óscar al mejor actor principal, es considerado uno de
los mitos del cine clásico.
Basta Price. Ella probablemente Los ha matado a todos y los tiene tatuados en
su trasero o algo.
Estoy medio aliviado cuando Steven llega con los nachos, pero el alivio dura
poco porque el barman que se cree estrella de rock tiene su trasero en mi cara
mientras obtiene toda la atención de Stephanie.
—Hola, cariño, no te he visto mucho por aquí —dice.
—¿De veras? —pregunta ella, sus ojos amplios—. Eso es raro. ¿No me has visto
por aquí con mi fraternidad? Normalmente me encanta el ambiente de la
fraternidad de chicos.
—¿Estás en una hermandad? —pregunta Steven, el sentido del humor de
Stephanie yendo directo a su grasienta cabeza—. Ya sabes, hay otro lugar a la vuelta
de la esquina… es un poco menos abarrotado. Estoy libre los jueves por la noche, si
tú y tus chicas quieren…
Ella hizo un pequeño sonido de disgusto.
—Ugh, esto es totalmente raro, pero en realidad como que estoy con alguien.
—¿Lo estás?
Preguntamos Steven y yo al mismo tiempo, excepto que no tuve la intención de
hacerlo, así que en su lugar meto un enorme fajo de nachos en mi boca y espero que
Stephanie no se diera cuenta que me metí en la conversación.
—Síp —dice—. Es como una cosa nueva, pero me siento muy bien con ello, así
que…
Steven flexionó sus entintados brazos no tan sutilmente.
—Él no tiene por qué saberlo.
Ella toma un sorbo de su cerveza, lamiendo parte de la espuma con sus labios, y
ahora están brillantes y saborizados con cerveza e inexplicablemente estoy caliente
como el infierno.
—En realidad, él lo sabría —dice Stephanie, bajando su voz con un suspiro
dramático—. Ya que él está sentado justo aquí.
Probablemente podría haber respondido si no hubiera estado comiendo cinco
nachos al mismo tiempo en un esfuerzo de evitar estar interesado en la vida
amorosa de esta chica.
Pero como lo estoy, y su casual declaración me toma por sorpresa. Un pequeño
pedazo de nacho se rompió torpemente y se atasca en alguna parte de mi garganta.
Tomo la mitad de la cerveza antes de que la sensación de cosquilleo desapareciera.
Los dos se me quedan mirando, Steven con irritada sorpresa, y Stephanie con
serena inocencia.
Entrecierro mis ojos suavemente hacia ella. Tú. Pagarás.
Se encoge de hombros.
Era continuar con el juego o tratar con Steven. Como la segunda opción apesta,
me encontré a mí mismo dando una débil sonrisa.
—Lo siento hombre —digo—. La dama está tomada.
Señala con su dedo gordo hacia el bar.
—Pero dijiste que ella no era tu chica.
Stephanie golpea sus palmas sobre la mesa mientras se levanta de la silla, y me
da una mirada de muerte.
—Lo sabía —bufó—. Tienes vergüenza de mí Ethan Price. Porque no uso perlas
y no puedo pagar un Chanel, y no puedo montar la doma…
Involuntariamente me recosté en la silla tratando de escapar de la despreciada
no-novia con esteroides.
¿Y qué jodidos es doma?
—Hay alguien más, ¿verdad? —continua—. Sabía que esos baños de burbuja de
lavanda no eran para tu «tiempo especial de relajación». ¡Has estado con alguien
más!
—Amigo —dice Steven suavemente—. ¿Burbujas de baño de lavanda?
Levanté la vista con desesperación, y estábamos de pronto en el mismo lado.
—¿La quieres?
—Demonios, no, amigo. Pero mejor habla con ella suavemente antes de que
espante a los demás clientes.
Steven regresó a la parte de atrás del bar en la mitad de tiempo, y Stephanie
lentamente regreso a sentarse en la silla.
La miré con asombro.
—No te lo tomes a mal, pero estoy empezando a comprender por qué tu ex es
un ex. Eres una pesadilla.
Ella me dio una descarada sonrisa.
—Lo sé, ¿verdad? La actuación nunca ha sido mi pasión, pero siempre ha sido
divertida.
Sacudo la cabeza y empujo los nachos hacia ella.
—Lo que sea. Solo déjame fuera de tu pequeño engaño la próxima vez. Pensé
que ibas a cortarme las cabellotas.
Todavía está completamente ida, sus ojos fijos en mí sin verme realmente.
—¿Estás teniendo otro episodio? —susurré, inclinándome hacia adelante.
—Un engaño —dice, consiguiendo una enloquecida mirada en sus ojos—. Eso es
brillante.
Tomo otro sorbo de cerveza.
—Sí, sí, tu pequeña actuación te salvó de salir con un baboso barman. Lo tengo.
—No, para el proyecto —dice, alejando su vaso y plato y buscando en su
mochila.
Veo sus manos revolviendo por varios segundos antes de salir con un lapicero.
Escribiendo a toda velocidad sin ni siquiera mirarme, así que me tomé la
oportunidad de comer más nachos. Mordidas más pequeñas esta vez, en caso de
que ella decidiera decirle a todo el bar que estaba embarazada de mi bebé demonio.
Finalmente levantó la vista con una brillante sonrisa, y por un segundo lucía
hermosa en lugar de totalmente loca.
Sostuvo la libreta hacia mí para que leyera, y luego su sonrisa vaciló un poco
cuando no respondí.
—Ayúdame aquí —digo, mirando de reojo su desordenada escritura.
Golpea una uña negra en la parte superior de la hoja donde había escrito
PIGMALIÓN en letras grandes.
—¿Ves?
Termino mi cerveza y tomo la suya.
—¿Luzco como si viera?
Ah, hay un ceño familiar.
—¿A tus padres no les importa nada las artes escénicas? —pregunta.
—Dios, solo dime sobre qué estás tan maniática.
Baja su libreta y hala los nachos hacia a ella, colocando guacamole más de lo
justo.
—Así que Pigmalión se remonta a la antigua Grecia…
—Oh dulce Jesús —murmuro—. Dame la versión corta, te lo suplico.
—Hay un chico, ese es Pigmalión. Y es un escultor que, por alguna razón que
olvidé, no le gustan las mujeres por el momento.
—Tal vez porque la mujer dijo en voz alta que él usa burbujas de baño de
lavanda.
Ella echa su cerveza hacia atrás.
—De todas formas, incluso aunque le atrajeron las chicas por un rato, esta
aparentemente abierto a crear una estatua de una mujer. Y aparentemente es
verdaderamente bueno en lo que hace, porque la estatua es muy guapa, y él se
enamora de ella. Entonces, bla-bla, alguna diosa u otros le conceden un deseo, y la
estatua cobra vida.
Stephanie toma dos grandes sorbos de cerveza y me da una ancha sonrisa.
Yo no.
—Así que dime lo que un antiguo tipo enamorado de una piedra tiene que ver
con nuestro proyecto —digo.
Ella frunce sus labios en consideración.
—En realidad, creo que era marfil, no piedra.
—Stephanie. ¿Algo de piedad?
Ella toma una profunda respiración.
—Correcto. Así que… la historia de Pigmalión no termina aquí. Ha sido usada
en poemas y pinturas por siglos, pero la versión más notable es la obra escrita por
George Bernard Shaw…
—¿Esta es de verdad la versión corta?
—… que se convirtió en película. Y entonces se convierte en la inspiración para
un montón de otras películas acerca de los hombres que se enamoran de las
mujeres que han creado.
No voy a mentir. Buen estudiante o no, estoy luchando para seguirle el ritmo a
la chica.
—¿Está bien, así que me estás diciendo que hay varias películas acerca de
hombres que construyen una estatua femenina de roca, mármol, y se enamoran de
ella?
Garabatea algo más en su libreta.
—No, esa es la belleza de la película. Ha habido un montón de recreaciones. La
más clásica es Mi Bella Dama, por supuesto, pero también está Mujer Bonita, Ella
Es Así… todas son películas en donde el tipo viste a la mujer como alguien que no
es para cumplir una apuesta o algún tipo de obligación social. Ya sabes. Una farsa.
Finalmente las piezas empiezan a encajar en su lugar.
—Está bien, te entiendo hasta ahora. ¿Todo lo que tenemos que hacer es
transcribir el pequeño monologo que tienes ahí sobre cómo la historia de Pigmalión
se ha extendido en Hollywood, y luego dar nuestra propia opinión?
—Exactamente.
Atrapo los ojos de Steven y le hago un gesto para otras dos cervezas.
—Está bien, cuenta conmigo. ¿Cuál va a ser nuestro giro en la historia?
Stephanie se mete un montón de nachos en la boca y los mastica
cuidadosamente.
—Bueno, es como esto, compañero. Viendo que yo he hecho todo lo de pensar
hasta ahora, es tiempo que pongas tu bonita y alisada cabeza a trabajar. ¿Nuestra
idea de guion? Esa va a ser tu contribución.
7
Stephanie
Traducido por Manati5b // Corregido por pauper

—Steph, ¿estás segura que no quieres ver la película?


Levanto la mirada desde mi pequeña mesa de cocina donde he estado
trabajando en el proyecto de Ethan y mío en la última hora. No es que quiera
trabajar en el proyecto, o incluso necesitarlo, ya que no es hasta dentro de un par
de meses.
Pero la opción es acurrucarme en el sofá con David y Leah mientras ven una
película de drama sin sentido. Estoy a favor de las películas independientes, pero
odio las que usan «independiente» como un gran dedo medio para Hollywood. Un
pequeño presupuesto no es excusa para producir basura, y juzgando por el número
de prejuicios montados en esta, es pura y perezosa mierda de cine.
Eso, y además el sofá no es tan grande. Unirme a ellos significaría sentarme
cadera con cadera con David mientras él toquetea a Leah mientras me hace ojitos.
Ha sido así últimamente. No creo que el tipo me quiera de regreso, pero parece
que está sumamente excitado teniendo a su actual novia y a su exnovia en el mismo
lugar. Me saca totalmente de quicio, pero estoy tratando de ser un adulto al
respecto.
Aunque si esto es ser un adulto, es una mierda.
Antes en la secundaria, antes de que todo pasara, solía imaginar que la
universidad estaría bien. Imaginé mis tardes por la noche en grupos de estudio y
cotilleando con mis amigas, cerveza-pong y fiestas, y tal vez algunos novios guapos
aquí y allá, de modo que cuando finalmente conociera el único, sabría lo que estaba
haciendo.
Mi visión no estaba ni cerca de la realidad.
En cambio, mi círculo social consiste en un puñado de compañeros nerds de
películas, un ex novio infiel que se volvió mi compañero de cuarto, y ahora un
Adonis chico rico que probablemente juega rugby y bebe vino en su tiempo libre.
Frunzo el ceño y alejo mi libreta. He estado pensando en Ethan Price con
frecuencia, más de lo que me gustaría últimamente. Como compañero de cine, es
completamente una vergüenza. Pero no ha sido la mitad de malo como compañía.
Por un segundo allí en el bar, casi sentí que éramos como amigos. O por lo menos
tan cerca de ser amigos como pueden ser una estudiante punk de artes y un
estudiante de negocios culto9.
Porque, encantador o no, el tipo no sabe nada sobre mí.
Puedes ir a casa, dijo él.
No, Price, eso es una cosa que no puedo hacer.
David y Leah pueden empezar a tener sexo en el sofá en donde se supone
duermo, y de todas maneras no iría a casa.
Y juzgando por la manera en que la mano de David está en las tetas de Leah,
ese escenario no es tan inverosímil como me gustaría desear.
Golpean la puerta, y los tres nos miramos en espera. Pero aparentemente
ninguno de nosotros espera una visita, porque Leah y David simplemente vuelven
la vista de regreso a la televisión.
—Ya voy yo —murmuro. Por lo poco que estoy pagando a David por estar aquí,
lo menos que puedo hacer es hacerle de mayordomo.
Me paro de puntillas para ver a través de la mirilla, como una reacción
automática para cualquier mujer sensata que vive en un edificio sin portero en
Nueva York.
Mi corazón se sacude un poco, y regreso a mis plantas de los pies. Luego, me
estiro nuevamente para dar un segunda vistazo, solo para estar segura.
Síp, todavía él.
—¿Quién es? —pregunta David.
Ignoro a David y lentamente abro la puerta, dándole a mi mente tiempo para
que se recobre la broma que le ha jugado a mis ojos.
Pero no hay broma.
Ethan Price está parado en el otro lado de la puerta, viéndose totalmente fuera
de lugar con ese planchado short caqui y camisa azul con blanco.
—Hola, compañera —dice con una sonrisa fácil—. ¿Puedo pasar?
No me muevo.
—¿Steph? —pregunta David.

9En inglés original es: whitewashed, que es algo así como una persona que acepta otras culturas, sin
rechazar la suya.
Me muevo en silencio a un lado, dejando que Ethan entre en el pequeño
departamento, y resistiendo ferozmente las ganas de correr y recoger los montones
de ropa, las latas vacías de cerveza y toda a suciedad que resulta de tres personas
que comparten sesenta y cinco metros cuadrados.
—Vaya, es como si un catálogo de J. Crew viniera a la vida —escucho susurrar a
Leah.
—Ethan, bienvenido a mi…
—Casa —dice David con una sonrisa fácil mientras se levanta y se acerca a
Ethan—. Soy el compañero de cuarto de Steph. ¿Y tú eres…?
—Ethan Price.
Ambos se dan la mano, y quiero golpearles las manos y preguntarles por qué
intercambian palabras. Mis dos mundos están colisionando y es… raro.
Me voy cuenta que Ethan no identifica su rol en mi vida, y por el rabillo de mis
ojos, veo que David también se da cuenta.
David era un novio semi-celoso, irónico, ya que él es el que se apartó. Solo
espero por Dios no vaya a ser un ex celoso también.
—David, te estás perdiendo la película —dice Leah, obviamente, como siempre,
ajena a la pequeña tensión en el cuarto.
Ethan me mira y mueve sus cejas.
—¿La vagina extranjera? —articula, asegurándose de que no lo vea David.
Lo ignoré.
—¿Cómo me encontraste?
—Cuando estabas al teléfono con tu banco el otro día, les diste tu domicilio
actualizado.
—¿Y qué, lo memorizaste?
Se golpea la cabeza.
—Recubierta de acero, Kendrick. Nada se escapa.
—Y aun así parece que aparentemente seleccionas lo que entra ahí —murmuro,
pensando en las inútiles horas que pasé divagando con él solo para darme cuenta
que no había entendido ni un solo hecho.
David todavía nos observaba cuidadosamente.
—¿Amigo, la estas acechando?
—Al menos no la estoy engañando —dice Ethan, nunca perdiendo su blanca
sonrisa.
Le pellizco el brazo a Ethan antes de colocarme en medio de ellos.
—David, tú ya no tienes por qué ser protector. Y Ethan, porque no nos
sentamos y discutimos el proyecto.
Traducción: Sentémonos y explícame porque estas invadiendo mi espacio
personal.
De mala gana David regresa con Leah al sofá, y Ethan se une a mí en la mesa de
la cocina. Allí hay cuatro sillas, y él innecesariamente toma la que está más cerca de
mí, en vez de la que está frente a mí, lo que tendría más sentido.
Sus ojos le echan una ojeada a mi cara brevemente.
—¿Todavía usas toda esa cosa negra en tus ojos, incluso cuando estas sentada
en casa con sudaderas?
Aleteo mis pestañas.
—Bueno, uno nunca sabe cuándo puede llegar la compañía de un caballero. —
En realidad, la verdad es que me siento desnuda si mi maquillaje. Es estúpido, pero
siempre imagino que la sombra gris metálico y el delineador negro son mi escudo
contra las miradas indiscretas.
Una simpática expresión cruza la cara de Ethan, y tengo la extraña sensación
que es hacia mí.
—Así que tuve una idea para nuestro guion —dice, alcanzando uno de mis
pendientes.
Doy un respingo hacia atrás ante el inesperado toque.
—¿Qué estás haciendo? —¿A qué estás jugando?
—Continuando el engaño del otro día —susurra él. Sus dedos se mueven hacia
mi clavícula, y se me pone la carne de gallina. Le doy una mirada asesina, pero él
está mirando a David, y no se necesita un genio para darse cuenta que los dos están
teniendo un concurso de miradas por unos simples dólares
—¿Que engaño? —pregunto estúpidamente, mi cerebro luchando por procesar
algo más que su dedo sobre la sensible piel en mi cuello.
—En el que yo pretendo ser tu sexi y semental novio que te protege del bicho
raro —dice.
—No necesito que me protejan de David. Hace cinco minutos él estaba jugando
baloncesto con las tetas de Leah —susurro, agradeciendo que Leah vea las películas
con el volumen alto.
—Bueno, a él no le gusta tenerme aquí.
—Tampoco a mí —siseo. Pero miro sobre mi hombro al mismo tiempo.
Efectivamente, David ha perdido el interés en la película y en Leah y nos observa
como un novio celoso.
—No lo fastidies —me vuelvo hacia Ethan—. Lo último que necesito es que me
eche porque piensa que tengo un nuevo novio.
Pero Ethan no responde. En su lugar se me queda mirando con una expresión
de devoto amor, que sé que es para molestar a David, pero que hace que me agite, y
finalmente alejo de un golpe la mano está jugando con las puntas de mi cabello.
—Tienes dos minutos para explicarme tu idea para el guion, después me
tomaré dos minutos en decirte por qué apesta. Lo que significa que estarás de
vuelta a tu casa en Park Avenue en cinco minutos.
—No vivo en Park.
—¿Madison?
—No.
—¿Lex?
Ethan permanece en silencio, y le doy una engreída sonrisa. Hice mi búsqueda
en línea. La familia Price es dinero viejo. Realmente dinero viejo. Solo hay un
puñado de calles donde ellos vivirían.
—Ya no vivo con mis padres —dice, de la nada.
Busco mi botella de agua.
—¿Ellos viven en Park?
Sus ojos caen a la mesa.
—Síp.
Esta vez no me siento tan engreída, incluso pensar que estoy bien me mata.
Porque en vez de lucir engreído o presumido acerca del ridículo código postal de su
familia, luce… avergonzado.
—Así que… ¿el guion? —digo.
Ahora ambos estamos ignorando a David, aunque puedo decir por el crescendo
de la música de fondo que la película está preparándose para su angustioso final.
Leah ha empezado a sollozar, y sé que finalmente llegará a comprender lo que yo he
sabido desde el inicio de los créditos: que esa película no va a tener un final feliz.
Esa es la cosa sobre las «comedias» románticas independientes: el único que ríe al
final de la película es el guionista.
La mano de Ethan regresa a mi cabello y tira suavemente para llamar mi
atención.
—Bueno —dice—. Así que fui vi la lista de temas de películas de Pigmalión que
me diste y las vi todas.
—¿Lo hiciste? —interrumpo. Esperaba que hubiera hecho una búsqueda en
internet para la versión resumida.
—Síp.
—¿Durante cuánto te quedaste despierto?
Recorrió sus dientes con su lengua, considerándolo.
—Algunas son muy malas.
No lo niego. Algunas son muy malas.
—¿Y ese musical? Dios me ayude....
Levanto un dedo para objetar.
—No te metas con Mi Bella Dama10.
—Está bien, bueno, de todos modos… las películas fueron hechas en todo tipo
de géneros y edades, pero hasta ahora no hay nada hecho en un campus
universitario.
Me encojo de hombros.
—¿Y? No hay muchas películas ambientadas en campus universitarios. No
todos los cinéfilos van a la universidad, así que no es completamente rentable.
—Tampoco esa mierda hecha en el espacio, pero los nerds todavía obtienen sus
arreglos de ciencia ficción.
Me froté el cuello. ¿El chico escoge ahora tener interés en el cine?
El apartamento de repente queda en silencio, y me doy cuenta que la película
ha terminado. David y Leah han salido de mi sofá, mi cama, ugh, se voltean para
mirarnos con curiosidad.
—Buenas noches, Steph —dice Leah con su insípida sonrisa.
—Buenas noches —susurro. Incluso aunque haya superado mi relación con
David, de alguna manera espera que yo sea civilizada con la mujer con la que se
acuesta, especialmente ya que ni siquiera había tenido sexo con él, aunque me
estaba moviendo en esa dirección, en realidad.
Supongo que él no era capaz de esperar.

10My Fair Lady, película de 1964, de protagonista Audrey Hepburn.


—¿Vas a ir la cama pronto Steph? —pregunta David.
—Síp, solo necesito darle a mi «cama» tiempo para que pierda la esencia de tu
trasero —digo dulcemente.
Pero David ya no me está escuchando, sino mandándole una mirada furiosa a
Ethan.
—Oye, Dave, déjame preguntarte algo —dice Ethan, sosteniendo su mano en
la parte de atrás de mi silla mientras sostiene la suya propia en dos patas—. Antes
de que folles con la pelirroja, alguna vez Stephanie hizo esos ruidos raros de gato
montés cuando ustedes, estaban, tú sabes…
—Ethan —advertí.
Él me ignora.
—Ella jura que no se da cuenta que lo está haciendo, pero es muy caliente y
destructivo al mismo tiempo. Nunca se si está caliente o…
Golpeo una pata de su silla, esperando enviarlo al piso sobre su trasero, pero ve
mi movimiento y pone una mano en mi rodilla antes de que haga contacto.
David, gracias a Dios, opta por no entrometerse y se retira hacia la habitación,
cerrando la puerta con un comunicativo portazo.
—¿Estás contento ahora? —digo mirándolo.
Se encoge de hombros.
—Venganza por tu comentario sobre el baño de burbujas. Además no soporto a
tipos como ese, los que tratan a una chica como una mierda pero todavía tratan de
marcar su territorio cuando un nuevo león entra en escena.
—Está bien, ¿qué es toda esa referencia de Animal Planet esta noche? Primero
un lince, ahora un león… y no eres un nuevo león en escena, por cierto. Eres más
como…
Sus dedos aprietan brevemente mi rodilla, y pierdo completamente el hilo de
mis pensamientos.
—¿Cómo qué?
—No importa —digo, ordenándome perder el contacto visual. Excepto que no
lo hago.
Su mano se desliza lentamente por mi pierna, y no creo que sea mi imaginación
pero se detiene. No es que piense que el chico quiera algo conmigo o algo, pero esta
no es la primera vez que accidentalmente o a propósito, me toca y no se retira de
inmediato. Y en esa estúpida fiesta, hubiera adivinado que estaba a un segundo de
besarme. Me siento como si estuviera en medio de un juego y nadie me dijera las
reglas.
Se aclara la garganta y hace un gesto hacia el frigorífico. El frigorífico de David.
—¿Te importa si tomo una cerveza?
—Seguro —digo con un encogimiento de hombros. Lo que sea con tal de que
deje de mirarme por un segundo y pueda respirar.
—Así que, esta cosa de Pigmalión —dice quitando el tapón de la botella y
tirándolo a la basura—. Estaba pensando en que deberíamos tratar con chicos en
edad universitaria. Es lo que sabemos, y no se ha hecho en el contexto de
Pigmalión.
Le hago un gesto para que continúe, incluso cuando pienso que estoy muy
segura que voy a escuchar un duplicado exacto de Ella Es Así, que fue hecha en una
secundaria. Cuando se trata de películas, de secundarias y universidades son casi
intercambiables. Mismo drama, mismo trabajo escolar, mismas inseguridades.
Mismas hormonas.
Me doy cuenta que he estado estudiando el patrón del vello dorado de su
antebrazo, y le doy un tirón a mi mirada alejándola.
¿Sus brazos, Stephanie? ¿En serio?
Él todavía está sobre su idea del guion, cuando mis oídos captan una frase en
particular. Una frase crucial.
—¿Espera un momento. Acabas de decir que el personaje de Pigmalión para
esta supuesta película es un chico rico y guapo, y una chica que es bajita, nerviosa y
con grandes tetas?
Él sonríe, aunque no es su usual sonrisa de mierda tipo me importa una
mierda, es una de ahora lo estás entendiendo.
—Exactamente —dice Ethan, apoyándose sobre la encimera. Tomo una
respiración profunda.
—Bueno, voy a continuar e ignorar la increíble poca visión de la idea en base a
tus personajes por experiencia personal, y decirte que te des prisa y llegues a la
parte de Pigmalión.
—Bueno, hubiera llegado ahí si no me hubieras interrumpido. Pero es como
eso. Nuestro increíblemente guapo, inteligente, y por todas partes buen tipo de
héroe que necesita una novia.
—¿Cuál es el motivo?
Los ojos de Ethan revolotean lejos de los míos, y por un segundo se ve nervioso.
Aún más alarmante, parece culpable. ¿De qué me estoy perdiendo?
Él se aclara la garganta otra vez.
—Bueno, estaba pensando… ¿qué si este chico le ha dicho a sus padres que está
viendo a alguien?
—¿Y porque haría el eso?
—Porque su exnovia es la hija de una amiga cercana a la familia, y sus padres
están insistiendo en juntarlos de nuevo. Bueno para negocios y todo eso…
Lo miro cuidadosamente. Con cautela.
—Y él se resiste a volver con ella ¿por qué…?
Sus ojos castaños encuentran los míos.
—No importa. Hemos terminado.
Espero que esté indignado. Huraño, molesto. En su lugar luce… triste. Y de
repente me siento abrumada.
Ethan no está hablando de los personajes de la película. Está hablando de sí
mismo.
Lo que es peor, quiero preguntar si quiere hablar sobre eso. Quiero ser la
persona con la que quiera hablar.
Pero no pregunto. En su lugar, regreso a territorio seguro.
—Así que él necesita una novia falsa para sacárselos de encima —dije—.
Seguramente este pedazo de Adonis tendrá docenas de amigas ansiosas por hacer
el papel de novia.
—Demasiado ansiosas del papel de novia —murmura Ethan.
—Pobre solicitado bebe.
—Así que, ¿me ayudarás? ¿Harás de novia?
Y así como así, dejamos caer la fachada de la película por completo. Estamos
hablando de él. Y de mí.
Estamos hablando de nosotros incluso aunque no hay un nosotros.
Me quedo boquiabierta mirándolo.
—¿Estas bromeando? ¿Vas en serio con toda esa basura?
Se mueve rápidamente, empujándose de la encimera y sentándose a mi lado.
No me está tocando, pero es como si lo estuviera por todo el calor que me está
dando. Me molesta que me haya dado cuenta.
Lo último que necesito es ser consciente de Ethan Price. Particularmente
cuando se va hasta el fondo con un escenario de Pigmalión en la vida real, uno que
no creo me vaya a gustar. En lo absoluto.
—Tienes que admitir que es una buena idea —dice—. Piensa que nuestro guion
será mucho mejor si podemos basarnos en nuestra propia experiencia.
—Por no hablar de lo que obtendrás de esto —digo doblando las manos sobre
mi pecho—. Si quieres una versión moderna de Pigmalión, tenla, pero encuentra
otra chica para ser tu estatua de piedra.
—Mármol —me corrige.
Le pateo la espinilla, y el sonríe.
—En serio, busca a alguien más —repetí, sin esperar a que volviera a sonreír.
Sin esperar sonreírle de vuelta.
Su sonrisa cae lentamente, y coloca sus codos en sus rodillas y pasa sus manos
sobre su cabello.
—Voy a sonar como el mayor idiota por decir esto, pero no conozco otra chica
que no tenga la idea equivocada.
Le doy una mirada compasiva.
—Debe ser duro. Una ciudad con una población de más de ocho millones de
personas, ¿y no tienes ni una sola chica que no caería a tus pies?
—Seguro, hay una —dijo y sonrió—. Tú.
No estoy completamente segura de que no me desmaye. Especialmente cuando
me toca. Pero tiene un punto. Él no es mi tipo. Y no soy el de él. Pero aun así…
—¿Qué pasa con alguien que no está interesada en ningún hombre?
Se encogió hombros.
—Una lesbiana podría funcionar. Pero no conozco a ninguna. Y si voy a hacer
esto, necesito a alguien que conozca, por lo menos un poco.
—¿Y crees que yo soy tu mejor apuesta? Apenas me conoces.
No dice nada, y presiono.
—Vamos, no puedes decirme que no tienes un montón de ricas e inteligentes
amigas mujeres.
—Seguro, pero a las que soy cercano, son amigas de mi ex, las otras…
—¿Estarían demasiado ansiosas de tomarse el papel en serio? —termino.
Me da una sonrisa culpable.
Asqueroso. De verdad hay chicas listas para trepar sobre él.
—¿Por qué no solo les dices a tus padres que tú y tu novia falsa rompieron? —
pregunto.
Suspira.
—Porque entonces ellos volverían a arrancar con su reunión Olivia-Ethan.
Además está toda esa basura de obligación familiar, y Olivia estará ahí…
Bingo
—Y no la has superado.
Se avergüenza, y sé que he roto una especie de regla de chicos por incluso ir por
ese camino, pero por Dios Santo, estaba escrito en toda su cara.
—Eres tan patético —susurro, sin molestarme esconder mi sonrisa.
La esquina de su boca se levanta.
—Cállate, Kendrick.
—Puedo decir que escribirás súper-dulces cartas románticas en vacaciones.
—¿Así que lo harás?
—Diablos, no —digo—. Primero que nada, nadie creería que yo soy tu novia.
—¿Por qué no?
Hago un gesto hacia mis botas de combate, ancha sudadera, y camiseta de
calaveras antes de colocar mi mano atrás de mi oreja para resaltar mis múltiples
piercings.
Su sonrisa se hace más grande, y me da una mirada calculadora.
—¿Los estudiantes de cine no han visto ninguna de esas preciosas temáticas de
Pigmalión?
—Yo sí… —dice con cuidado.
Se inclina un poco más cerca.
—Entonces sabrás que una de las marcas de la historia es la creación de una
nueva mujer. Sin importar si es de piedra, carne, o una flor de barrio, una dama, o
una enojona gótica a debutante…
Sentí un pequeño destello de pánico mientras empezaba a entender.
—¿Quieres convertirme en una mujer de la élite social?
Me da otra mirada, sus ojos demorándose en las partes importantes, y la
temperatura salta cerca de seiscientos grados.
—Es factible.
Nuestros ojos se encuentran, y por un segundo me pregunto si quiere decir que
es factible o que soy factible. Sus ojos se oscurecen, y sospecho que está por lo
menos considerando eso último.
Realmente deseo haberme puesto una sudadera con capucha encima de la
camisa que estoy usando.
Alcanza su cerveza, y mis ojos se comen su maldito brazo otra vez. Su brazo. De
repente la sudadera con capucha no es suficiente. Necesito una estrafalaria
chaqueta.
—Nadie creería que estamos interesados en el otro —digo, añadiendo burla a
mi voz y deseando él lo lea correctamente como retrocede.
No lo hizo.
—Kendrick, esa es la parte fácil.
—¿De verdad?— dije con voz cansina.
—Seguro. Observa.
Antes de que pudiera ver que se había movido, su mano está alrededor de mi
cuello, sus dedos jugando con el cabello que se había escapado de mi alborotada
cola de caballo.
—Price, no te atrevas…
Su boca está sobre la mía en un latido.
Mis manos inmediatamente va a su pecho para alejarlo, quiero decir, realmente
quería hacerlo, pero luego sus labios se movieron, firme e insistentemente sobre los
míos, y vacilé.
Lo que fue un gran error.
Tomó ventaja de mi quietud, y la otra mano se movió hacia mi mejilla
ahuecando mi cara.
Y demonios, incluso un amargado y odioso chico rebelde puede ser inocente
para un tipo que entiende la sensualidad en un beso sosteniendo la cabeza.
Antes de darme cuenta lo que estoy haciendo, ladeo la cabeza ligeramente, y
mis dedos se hunden en la tela de su camisa. Ethan lo toma como la invitación que
es, sus labios separan los míos mientras su lengua se desliza dentro de mi boca para
profundizar el beso.
Ansiosa por más, lo beso de vuelta, y esta vez nuestras lenguas se tocan y se
entretienen. Siento sus dedos aferrarse a la parte de atrás de mi cabeza,
acercándome más. El beso es largo, caliente y duro, y aunque pensé que estaba
segura de que no debería estar pasando, no puedo alejarme de él.
Todo pensamiento de nuestro proyecto y mi vida de mierda se desvanecen.
Solo está Ethan. Manos firmes, boca cálida…
Y un chillido muy, muy ruidoso.
Nos separamos por el sonido de la moribunda banshee11 que proviene del
cuarto de Leah y David aparentemente culminando sus actividades nocturnas.
—¿Siempre es así? —pregunta Ethan, mirando con horror hacia la puerta del
cuarto.
—Usualmente es peor —digo, tratando de mantener mi voz tan despreocupada
como la de él. Se sienta en su silla, viéndose completamente imperturbable por el
beso, y yo me siento, bueno… pasmada.
—¿Así qué, hum, qué fue eso? —pregunto, haciendo un gesto entre nosotros.
Me da una sonrisa soñolienta.
—La prueba de que la química puede ser falsificada. Unas cuantas repeticiones
de eso cuando haya una audiencia, y nadie dudará que estamos juntos.
Siento una punzada de decepción. Falsificado. Eso es todo lo que fue para él,
un experimento. No que yo quiera que sea más, pero el chico pudo por lo menos
estar sin aliento o algo.
Me observa cuidadosamente.
—Así que, ¿te apuntas?
Agarro su cerveza y tomo un trago largo.
—¿Qué hay para mí?
—¿Qué tal una mina de oro para nuestro guion? Un guion basado en la vida
real? Creo que estarás sobre esa mierda.
Excepto que no todo eso sería basado en la vida real. Para hacer este guion
interesante, estos dos personajes tendrían que enamorarse. De verdad.
Esa parte no estará basada en hechos reales.
—Esto puede parecer una sorpresa para ti, pero hay algunas cosas que disfruto
menos que vestir como una muñeca Barbie por quien sabe cuánto tiempo.
—Solo hasta el fin de las clases.
Mis ojos saltaron.

11Espíritu femenino que anuncia con sus gritos la muerte de una persona.
—Eso es más de un mes a partir de ahora.
Sus dedos juegan con el espiral de mi libreta.
—Cierto. Lo suficientemente largo para obtener un buen material.
Entrecierro los ojos y su expresión es culpable.
—¿Y?
Él sonríe tímidamente.
—Y lo suficientemente largo para pasar por la cena de mi familia, la boda de mi
primo, y la fiesta anual en la casa de los Hamptons que hacen mis padres cada año.
Contigo. Como mi novia.
—Oh, ¿eso es todo? —pregunto sarcásticamente.
De ninguna manera. No me importa que lo bien que bese, no hay nada en la
tierra que me haga soportar un conjunto de ropa con un cárdigan 12 por tanto
tiempo. Si quisiera usar diamantes, tacones y jugar tenis, me hubiera ido a «casa»
en Carolina del Norte y ser amable con mi madrastra.
—Vamos, me estarías dando algo sólido —dice Ethan, dándome una sonrisa
que probablemente ha ocasionado muchas caídas de bragas a lo largo de los años.
Me mantuve firme.
—Prefiero estar muerta.
Me dio una mirada exasperante.
—Imagine que dirías eso.
—Uh-hum —¿Entonces de qué fue el beso?
—Síp —dice, desplazando sacando algo fuera de su bolsillo trasero.
Levanto las cejas con desinterés hacia el objeto.
—¿Una llave elegante? ¿Qué se supone que tengo que hacer con eso? Es
plástico y electrónico, ni siquiera serviría como una improvisada arma de defensa
propia.
Él mira hacia la pequeña, gris llave en su mano.
—¿En serio?, ves una llave y tu primer pensamiento es auto-defensa? ¿En qué
clase de jodido mundo vives?
Lo miro con furia.
—Tú trata de tener tetas mientras caminas sola por Nueva York y entonces
hablamos.

12Chaqueta de lana abierta por delante.


—Cierto —dice, su mirada cayendo hacia mi cuerpo. Me debería molestar que
sea tan obvio que es un hombre de tetas, pero después de ese beso me encuentro
esperando que haga algo más que solo mirarlas.
Mierda. Darme cuenta que estoy así de cerca de desear a un hombre que no
puede ser más incorrecto para mí, me hace salir corriendo. Él atrapa la cerveza
antes de que pueda tumbarla, y la levanta lentamente para pasarla sobre mí.
—Nunca preguntaste para qué es la llave —dijo suavemente.
—Bueno. Bien. ¿Para qué es la estúpida llave?
—Mi casa.
Siento como mi estómago cae unos buenos quince centímetros.
—Espera, ¿quieres que me haga pasar como la novia que vive contigo? ¿Qué es
esto, una versión Pigmalión de socios con beneficios para el proyecto de escuela?
—No seas tan dramática. Aunque funcionó para como se llame en Mujer
Bonita.
Lo fulmino con la mirada.
—Entonces es una lástima que no sea una prostituta.
Ethan se encogie de hombros.
—La oferta sigue en pie.
Cierro los ojos y sacudí mi cabeza suavemente.
—No estoy ni siquiera segura cuál es la oferta.
Se acerca medio paso.
—Un mes. Fuera los aretes, botas, y la actitud, y haces lo mejor para convencer
a mis padres de que estamos locamente enamorados o algo.
—Pero…
Coloca su dedo sobre mi labio y atrapa mis ojos.
—Y a cambio, tú puedes pasar el resto del verano en mi segundo dormitorio.
Trato de controlar mi acelerado cerebro. ¿Un mes entero no durmiendo en el
sofá? ¿O no esperar impacientemente a que David y Leah terminen de tener su sexo
en la ducha para que pueda ir a orinar?
—¿Alquiler gratis? —me escucho preguntar.
Oh por Dios, no estoy considerando esto seriamente.
¿Lo estoy?
Me da una pequeña sonrisa y quita su dedo.
—Digamos que puedes pagarme con modales encantadores mientras enamoras
a mi padre para quitarlos de mi espalda.
Entierro mis dientes en mi labio inferior para abstenerme de aceptar. Cambiar
completamente mi manera de ser por un chico, incluso temporalmente, ¿solo para
evitar dormir en el sofá? No estoy tan desesperada.
Tan pronto como ese pensamiento cruza por mi mente el inconfundible sonido
de muebles meciéndose provienen de la habitación, seguidos por un gutural llanto
que suena mucho como:
—¡Sí! Monta ese gran polla de burro!
¿Polla de burro? ¿Realmente me está sucediendo esto a mí?
Los ojos de Ethan están en el techo, y está tratando de no reír.
—¡Cógeme duro, nene! —Sale de la habitación
Ethan sonríe hacia mí
—¿Él alguna vez te cogió duro?
—Cállate. —Lo golpeo, ahora mordisqueando completamente mi labio—.
¿Tendré mi propio baño?
—Síp. Incluso tiene ducha y bañera separadas.
Casi gimo. Los baños de burbuja son como una especie de debilidad. O por lo
menos lo eran antes de mudarme a Manhattan, donde hay apartamentos más
pequeños que una bañera.
—Nada de besuqueos —digo señalándolo con un dedo.
Coloca una mano sobre su pecho, viéndose como un verdadero BoyScout.
—Nada besuqueos en privado. Solo cuando haya audiencia. Entonces
actuamos.
Me animo.
—¡Agh! No puedo manejar todo el romance de aquí.
—¿Estas dentro o no, Kendrick?
Dios me ayude… creo que estoy dentro.
8
Ethan
Traducido por Rufi // Corregido por Loli0911

A veces estoy orgulloso de no ser un imbécil machista.


No me corto las uñas de los pies en la cama. No gruño cuando como carne. No
uso mis pantalones por debajo del trasero solo porque es «genial».
Pero al final del día soy un chico, y pasar mi sábado en un hermoso salón de
belleza está arriba en mi lista de cosas de ninguna manera en el infierno. Prefiero
estar en el yate. O en el gimnasio. O en cualquier otro lugar.
Como sea, no hay forma de que pueda dejar a Stephanie pasar a través de este
cambio de imagen sin escolta. Pasé un rato difícil convenciéndola de que el cambio
de imagen era necesario en primer lugar. Al final tuve que sacar mi teléfono y
mostrarle imágenes de mi madre, en perlas. Mi padre, en un traje. La casa de mi
familia: mármol, granito, escalera de caracol y un chef profesional.
Lo entendió. Nadie se mezcla con la familia Price en botas de combate.
Y maldición, a la luz del día, no sé por qué se está mezclando con la familia
Price en absoluto. Por cómo van las ideas, esta es la peor desde que decidieron
escatimar los botes salvavidas del Titanic.
La sorpresa real es que es mi culpa. Sus arrogantes implicaciones sobre mí,
empujaron este proyecto bajo mi piel y miré todas esas estúpidas películas, medio
por aburrimiento y medio para probar que estaba equivocada.
Y esas malditas películas me atraparon en un momento desesperado. Un par de
semanas atrás, mi madre me atrapó con la guardia baja, invitando a Olivia a
almorzar. ¡Sorpresa! Unos días después de eso Olivia pasó a jugar tenis, cuando mi
padre me invitó a jugar dobles. No se necesita ser un genio para ver que mis padres
están jugando a los casamenteros.
He estado tratando de decirles que Olivia y yo ya terminamos. Pero ellos fueron
y dijeron que fuera en el yate con Olivia, solos, como si fuera un regalo especial. De
ninguna jodida manera.
Pero tampoco me atrevo a decirles a mis padres la verdad. Es demasiado
humillante. Así que hice lo que cualquier patético chico haría: dije que tenía otros
planes. Con una nueva novia.
Como dije, no fue mi mejor idea. Y no estaba bromeando cuando le dije a
Stephanie que sorprendentemente pocas mujeres en mi círculo social funcionarían.
Este es el tipo de enredo de mierda que pasa cuando creces es Nueva York. No me
importa la cantidad de gente que vive en esta ciudad.

•••
Cuando vienes con la riqueza, cuando vienes de los Price y los St. Claire y los
Middleton, el círculo social es muy cerrado y el círculo sexual es aún más cerrado.
Lo que me lleva a… levanto la mirada desde el sillón de cuero de lujo en el que
he estado mirando sin ver alguna revista de mala calidad.
Stephanie Kendrick.
La peluquera ya ha puesto la capa negra alrededor de los hombros de
Stephanie, enfatizando la mierda oscura alrededor de sus ojos y su oscura actitud.
—Así que, ¿qué hago aquí? —pregunta la estilista recogiendo la longitud del
cabello de Stephanie antes de dejarlo caer alrededor de sus hombros.
Mi garganta se seca un poco por el recuerdo de cómo se sintió ese cabello
contra mis dedos la otra noche. Es tan malditamente suave para una chica con esos
bordes ásperos.
Y luego está el beso…
—Sí, nene, aquí Maddie quiere saber qué vamos a hacer —dice Stephanie,
encontrando mi mirada en el espejo.
—Ethan, ¿tu madre sabe que estas aquí? —pregunta Maddie, girándose para
mirarme.
—Nop y te aseguro que apreciaría si no le dijeras.
Maddie se encoge de hombros.
—No le dije que fuiste tú el que se metió con mi bandeja de tintes cuando tenías
seis años y le puse el cabello color cobre, ¿no? No voy a decirle que estas trayendo a
una chica.
Le doy mi mejor sonrisa, ignorando la mirada de disgusto de Stephanie. No
había visto a Maddie en años, probablemente desde esa vez que mencionó cuando
accidentalmente (a propósito) hice un lio con la bandeja de tintes. Recuerdo a mi
madre estando irritada teniendo una «crisis de raíz» el mismo día de mi juego de
baloncesto y que me arrastró al maldito salón mientras el resto de mis amigos se
dirigían a obtener pizza y refresco.
Más de una década después mi madre todavía viene a Maddie para sus crisis de
raíz. Lástima que no le ha demostrado a mi padre la misma lealtad que muestra a
su estilista.
Alejo ese pensamiento. Tengo que dejar de pensar en esa mierda, o voy a
ponerme todo amargado, algo así como Stephanie.
—Así que, Maddie —digo—, Stephanie aquí tiene un bajo mantenimiento de
chica, pero dice que quiere arreglarse. Creo que trata de impresionarme —digo con
un pequeño guiño a Maddie.
—¿Arreglarme?
—¿Así que, qué están pensando? —pregunta Maddie, tomando un sorbo de su
café.
—Bueno, para comenzar, creo que podríamos eliminar el negro. Traer de
regreso su color natural —digo, esperando usar la terminología correcta. Estoy muy
seguro que sí. Olivia había hablado sobre su cabello. Mucho.
Pero ambas, Stephanie y Maddie me están mirando, claramente dije algo mal.
—¿Ya sabes… más claro? —digo, sintiéndome un poco menos confiado.
—Bueno, si no me equivoco —dice Maddie, poniendo su taza a un lado—,
tratamos con algo real aquí.
Me toma unos segundos registrarlo y miro el cabello de Stephanie con
sorpresa.
—¿Ese es tu color real?
Stephanie me da una mirada plana.
—Puedo decir que crees que es muy bonito.
—No. Sí. Quiero decir, seguro, pero es tan oscuro.
Stephanie mira a Maddie.
—¿Tienes mi bolso a la mano? Quiero ver si tengo una estrella de oro para el Sr.
Observador de aquí.
—Oh, cálmate. Supongo que solo pensé, dada tu afición por todas las cosas
oscuras y tristes, que lo habías teñido.
—Un hombre sin estereotipos. Refrescante. —El tono de Stephanie es ligero
pero luce bastante enojada.
Mierda. De alguna manera esperaba que esto fuera fácil. Que Maddie haría su
trabajo mágico, cambiando este oscuro duendecillo en un suave y rubio encanto.
—Así que ¿cuáles son nuestras opciones, Mad? —pregunto, tratando de ignorar
a Stephanie.
La estilista estudia su cliente por un momento, recogiendo unos mechones de
cabello y dejándolo caer por sus hombros.
—Podríamos mantener el largo. Le queda. Pero algunas capas irían mucho
mejor. ¿Tal vez añadir algún flequillo largo para enfatizar sus ojos?
Como si los ojos de Stephanie necesitaran enfatizarse. Son grandes y brillantes
y azules.
Y nada de todo eso es jodidamente relevante ahora.
—Está bien, como tú creas —digo, repentinamente desesperado por un poco de
espacio—. Cariño, ¿está bien si voy a traernos algunos cafés mientras Maddie hace
lo suyo?
—Está bien, tartita de caramelo.
Sus palabras son todo azúcar, pero sé que incluso después de girarme, está
lanzando dagas en mi espalda.
Sonrío a la recepcionista al salir y ella me da una sonrisa que claramente invita
a la conversación. Casi muerdo el anzuelo. Es alta y delgada con cabello ondulado
revuelto como después del sexo. Exactamente el tipo de chica que mis padres
esperan que lleve a casa. Necesito que Stephanie se vea como eso y va a tomar un
infierno más que unos pocos mechones enmarcando su rostro. Más como un
trasplante de personalidad.
Esta fue tu idea, colega.
Sigo sin saber qué plantó esa semilla o me forzó a presentarme en la puerta de
su exnovio como una especie de acosador pervertido. Estaba cambiando de opinión
antes de tocar la puerta. Pero ella se veía toda miserable y siendo la quinta rueda, y
me encontré queriendo mantenerme cerca.
Luego fui y jodidamente la besé, lo cual en su mayoría estaba destinado a
callarla, como cinco segundos, pero en lugar de eso fue… caliente. No es
exactamente lo que cualquiera de los dos necesita.
Tomo mi dulce tiempo consiguiendo los cafés, incluso pretendo mirar los
escaparates de la Quinta Avenida porque es por mucho menos terrorífico que la
monstruosidad llena de estrógeno que es el salón. No tengo idea de cuánto tardan
esas citas, así que me zambullo en una librería por un poco de aire acondicionado,
terminando mi café antes de comenzar a beber el de Stephanie solo porque estaba
ahí.
Cuarenta y cinco minutos después regreso al salón. Stephanie está en la sala de
espera, claramente cabreada de que vuelva tarde.
—¿Revisas mucho tus textos? —pregunta.
Saco mi teléfono y sin estar lo suficientemente seguro, tengo como cincuenta
textos de ella, todos incrementando las violentas amenazas si no traía mi «culo bien
vestido» de vuelta al salón, pero estoy teniendo un momento difícil en
concentrarme en el hecho de que Stephanie me quiere matar, porque se ve…
hermosa.
No entiendo la mierda que Maddie estuvo haciendo, pero la mujer sabe hacer
su trabajo. El cabello de Stephanie todavía es el brillante marrón oscuro que tenía,
pero en su lugar está colgando como un escudo alrededor de su cara, cayendo en
ondas despeinadas alrededor de sus hombros y está prácticamente pidiendo ser
extendido sobre la almohada de alguien.
No la mía. Pero la de alguien.
Y eso es muy difícil de decir con la mirada y los ojos de mapache, pero creo que
podría haber una nena bajo toda esa angustia.
—¿Sin café? —pregunta.
Le doy una sonrisa débil y para mi sorpresa no me lanza un ataque.
—Como sea —dice—. Siempre tomas mi pedido mal de todas maneras.
Cierto.
Saco mi tarjeta de crédito y me acerco a la mirada curiosa de la recepcionista.
No tengo que persuadir mucho para que Stephanie me deje pagar. No solo porque
no tiene dinero, sino porque si realmente vamos a transformar nuestra pequeña
aventura en una mierda de guion, tengo que ser el que maneja el cambio de
imagen, estilo Pigmalión.
Lo cual no es un problema. Estoy evolucionado. Puedo tolerar un mostrador de
maquillaje y un vestidor de mujeres.
Pero no pude anticipar el obstáculo adicional de mantener mis motivaciones
centradas. Estoy aquí para crear una versión de Stephanie que engañará a mis
padres. No una versión de Stephanie que me atraiga.
Le doy una mirada mientras esta picando algo en mi teléfono y le doy un pulgar
hacia arriba en lo del corte. Entrecierra los ojos y me da un pequeño meneo de
cabeza como si dijera, ¿qué?
Así que… no importa. Supongo que no tengo que preocuparme de enamorarme
de esta pequeña flor delicada.
—¿Y ahora qué, una manicura/pedicura para pareja? —ronronea después de
que nos dirigimos al sol de la mañana.
—Eso es para uñas, ¿cierto?
—Eso he oído.
—Sí, bueno… nos vamos a deshacer de las manchas de tus dedos. Pero todavía
no.
—¿Podemos comer un aperitivo? —gime mientras la arrastro hacia Bergdorf
Goodman. Unas cuantas búsquedas en internet indicaron que es la mejor para una
parada de compras de maquillaje. Y yo soy todo compras por paradas, no solo por
mi masculinidad, sino también porque la resistencia de Stephanie estaba
mostrando ser deprimente.
—¿No tienes calor? —pregunto, mirando sus pantalones negros mientras
sostengo la puerta abierta para ella.
Me ignora mientras camina dentro de Bergdorf.
—Me sorprende que no cobren una cuota de admisión —dice, mirando
alrededor la opulenta decoración.
Algo en mi pecho se aprieta brevemente e incluso sin haber puesto atención a
esas estúpidas películas, las similitudes no se me escapan. Su expresión abrumada
no es diferente a la de Eliza Doolittles13 o a la de la prostituta de Mujer Bonita. Está
fuera de su liga y lo sabe. Y no le gusta.
—Piensa que es parte del guion —digo poniendo una mano en su espalda y
guiándola hacia las escaleras mecánicas—. La molesta chica gótica descubre la
Quinta Avenida.
—He estado en la Quinta Avenida antes, imbécil —espeta.
Es tan adorable.
Llegamos al departamento de belleza o lo que sea, y por un segundo estoy
paralizado. Hay tantas jodidas opciones.
—¿Da miedo, no? —susurra Stephanie, luciendo enormemente complacida de
no ser la única fuera de su zona de confort.
La arrastro hacia uno de los mostradores donde hay un logo vagamente
familiar, y sonrío a la gélida vendedora rubia.
—Mi hermana necesita un nuevo look —digo mostrándole todos mis dientes.
—¿Así que ahora tu hermana, no? —murmura Stephanie.

13Esun personaje de ficción protagonista de la obra Pigmalión del irlandés George Bernard Shaw
(1912), de la versión musical de la obra Mi Bella Dama y de las versiones para cine.
—Solo hasta que tu apariencia sea presentable —digo entre dientes.
Su cabeza se sacude un poco, como si tal vez le he hecho daño. Pero rueda sus
hombros y sonríe tentativamente a la vendedora.
Buena chica. Haz tu parte.
No es que lo esté haciendo por razones nobles. Ella sabe que no tendrá las
llaves o incluso la dirección de mi casa hasta que este día termine y se vea, bien…
digna de Price.
El pensamiento es tan gilipollas que me odio por un segundo antes de
recordarme que todo es parte de un juego. Un juego que ella aceptó.
—¿Estamos pensando solo en un nuevo color de labios, o tal vez un poco de
bronceador, o…? —La vendedora está mirando entre nosotros.
Tuve unas compras de Navidad con mis padres para saber lo que viene a
continuación, y saco mi billetera de mi bolsillo y deslizo mi tarjeta de crédito.
—Todo —digo firmemente—. Un nuevo completo look. Algo femenino y dulce.
Menos… oscuro.
—¿Es eso lo que quieres querida? —pregunta la mujer a Stephanie.
—Oh sí. Femenino y dulce es justo lo que siempre he querido.
Pero la vendedora está tan enamorada con la vista de mi tarjeta de crédito y la
promesa de un cambio de imagen completo como para captar el sarcasmo de
Stephanie, y ya está hurgando en todos esos pequeños cajones, sacando docenas de
pequeños contenedores.
—Así que, um, Kendrick… —digo tentativamente.
—Ve —dice con un suspiro—. Pero no por tanto tiempo esta vez.
Ya estoy escabulléndome, preguntándome si es demasiado temprano para
agarrar una cerveza en algún lugar para pasar el resto del día.
—Por cierto, ¡eres un horrible Pigmalión! —dice detrás de mí.
¿Qué espera, que opine sobre los colores de sombras de ojos? Y, además, el tipo
de Mujer Bonitasolo entregó un grueso fajo de billetes para la transformación y le
dijo a la chica que fuera a comprar. Mi manera es simplemente una versión
actualizada.
Hago algo mejor que encontrar una cerveza. Encuentro un bar deportivo que
está abierto antes del mediodía, y me pierdo en un juego de fútbol europeo al que
no le doy mucha importancia, pero el cual le gana al maquillaje.
Mi teléfono suena, y lo saco de mi bolsillo sin quitar mi vista de la televisión.
Miro el texto y hago una mueca.
Stephanie ha estado lista desde hace cinco minutos y quiere saber, cito,
«¿dónde está tu jodido trasero?». Obviamente no soy el único que necesita una
cerveza. Le envío un texto con la localización del bar y le pido al barman el menú.
Las mujeres siempre compran mejor cuando están alimentadas, y tenemos que
conseguir la parte más dura aún: ropa.
Stephanie está de acuerdo en la aventura del corte de cabello y maquillaje pero
dibujó una línea acerca de permitirme comprarle la ropa; una línea que estoy a
punto de borrar.
Algunos minutos después reconozco el olor familiar a naranjas, y estoy
consternado de darme cuenta de que aparentemente reconozco el olor de
Stephanie. Sé que es ella incluso antes de girar la cabeza.
Y cuando giro la cabeza, siento como que algo me golpea en el estómago.
La áspera arpía gótica se ha ido. Pero Stephanie no está linda.
Está hermosa.
Lo cual es una buena cosa para mi plan, esta chica será absolutamente
aprobaba por mi madre. Al menos después de que se vayan los aretes y la ropa.
Pero la transformación no es tan buena para mí. Porque absolutamente no hay
espacio en este plan para la lujuria.
Y mi polla definitivamente está dentro con la nueva Stephanie.
—¿Entonces? —pregunta, deslizándose en el asiento de la barra a un lado de mí
y alcanzando mi cerveza—. ¿Apruebo?
Giro de vuelta a la TV, ignorando el hecho de que mi pulso está más saltarín
que hace un minuto.
—Lo haces.
Ríe.
—Por favor. Estoy totalmente luciendo mi papel. ¿Sabías que a esta aburrida
sombra de ojos beige en realidad la llaman suave?
—¿Algún cambio de esos se filtra en tu personalidad? —pregunto, pidiendo otra
cerveza ya que ella tomó la mía. Parece que rápidamente hemos adoptado el hábito
de ayudarnos con nuestras bebidas. Es extrañamente cómodo, además raro porque
es cómodo. Solo conozco a la chica, qué, ¿un par de semanas?
Deslizo un menú de comida a su lado, sintiendo su mirada en mi cara.
—¿Qué? —digo.
—¿Estás seguro de que me veo bien? Me siento un poco…
No termina la oración, así que giro la mirada hacia ella y… ah, infiernos, se ve
vulnerable. Esos amplios ojos azules están silenciosamente mendigando que
asegure ese sí, que ella va a poder sacar esto adelante, y sí, estará bien sin su
delineador negro (su defensa contra el mundo).
—Te ves hermosa —digo suavemente.
A pesar de que tiene una bolsa de compras repleta de mierda de chicas, no hay
nada en su cara de su antiguo maquillaje. Recuerdo que una vez me quejé de
cuánto tiempo se tardaba Olivia en estar lista, y me dijo que ese look natural
requería una buena técnica más de lo que aparentaba.
Si ese es el caso, aparentemente escogí a la vendedora correcta. Stephanie se ve
radiante, linda, y fresca, pero no obvia. Sus ojos están brillantes pero no
relucientes, y lo que sea que puso en sus labios es rosa y besable.
—Estas mirando, Price —dice con una pequeña sonrisa.
—Solo trato de hacerte sentir mejor. Ya sabes, tú estando enfurruñada y todo.
—Al menos todavía tengo las tetas —dice, dándoles un pequeño meneo.
Me atraganto con mi cerveza.
—¿Podrías no hacer eso?
Al menos no en público. De regreso en mi casa, sobre otras manos…
Empujo eso a un lado, y ordenamos el almuerzo mientras parlotea sin cesar
sobre el festival de filme Tribeca del próximo año, y hago una nota mental de
preguntarle a Martin cuán difícil es conseguir entradas. Definitivamente existen
ventajas de tener un padrino que ganó un óscar.
—Así que he empacado mis cosas de la casa de David —dice, sacando un
tomate de su sándwich y descartándolo antes de darle una gran mordida al
sándwich.
Pongo un poco de salsa de tomate en mi plato y meto una papa.
—¿Cómo se lo tomó?
—Parecía un poco horrorizado de que seas un reemplazo. Sigue llamándote rata
blanca de gimnasio.
—¿Es como un opuesto a una rata de arte sin bañarse14?
—Algo como eso. De todas formas, me dio todo tipo de advertencias sobre
«tener citas fuera de género», pero en su mayoría estuvo tranquilo con esto.
—¿Así que no le dijiste que es falso?

14Se refiere a Ethan como la rata de gimnasio y a David como la rata sucia de arte.
—Nah. El chico me hizo vivir con la chica que me engañó. No se ha ganado mi
honestidad.
Asiento.
—¿Qué hay sobre tu familia? ¿Les has dicho?
La siento tensarse.
—No, no le he dicho a ellos.
Su tono deja claro que es el fin de la discusión, pero tengo curiosidad. La chica
nunca habla de su familia.
—Pero al menos les dijiste que te estás mudando, ¿cierto?
Resopla.
—Mi padre todavía sigue pensando que estoy con mi prima. Ya que mi prima es
por parte de mi madre, no tiene manera de enterarse.
—¿Tus padres están separados? —pregunto, poniendo las piezas en su lugar.
—¿Podemos no hacer… esto? —pregunta, moviendo su dedo alrededor, como
abarcando toda nuestra conversación.
—Está bien —digo, manteniendo mi tono casual—. Pero si se supone que eres
mi novia, al menos debería saber cosas básicas acerca de ti.
Está en silencio por unos momentos.
—Realmente no quiero hablar sobre eso, Ethan.
Su voz es mortalmente seria, e inmediatamente me siento como una mierda
por presionar, incluso a pesar de que tengo curiosidad de por qué actúa como una
gata salvaje en el agua cada vez que su familia sale a colación.
—Por supuesto.
Nos sentamos en un silencio cómodo un rato más mientras terminamos
nuestro almuerzo, yo mirando los últimos minutos del juego y ella en el teléfono.
—¿Así que, cuando podemos recoger mis cosas de la casa de David? —pregunta
mientras pago la cuenta. Insiste en poner uno de veinte en mi billetera para pagar
por lo de ella, y la dejo. Solo lo dejaré caer en su bolso más tarde.
—Solo unas paradas más —digo, firmando la cuenta.
Arruga su nariz sospechosamente.
—¿Qué tipo de paradas?
—Necesitamos ropa nueva para ti —espeto.
Stephanie frunce el ceño.
—Ya había dicho que no a eso. Tolero el labial «goma de mascar», el
pretencioso perfume, el carísimo corte de cabello, pero quiero seguir con mi ropa.
Tanto como me gustan esas pequeñas blusas sin mangas y su interminable
colección de apretadas camisetas, su guardarropa tiene que irse.
—Imagina nuestra situación —digo—. ¿Realmente crees que un cambio a
medias va ir bien? Necesitamos el cambio completo.
Muerde su labio, y sé que sabe que estoy en lo correcto.
—Está bien. Algunas cosas, pero solo las usaré cuando estemos alrededor de tu
gente. En casa voy a usar lo que sea que quiera.
Casa. La cual estaremos compartiendo. Arranco mi mirada de su boca.
—Suena justo —digo.
—Y sin rosa.
Dudo, imaginando a Olivia y a todas sus amigas de la alta sociedad.
—Es posible que solo un poco de rosa.
—Ethan…
—Se verá lindo en ti.
Algo equivocado para decir. Se ve cabreada.
—¿Luzo como alguien a quien le importa ser linda?
En realidad, sí. Lo hace. Creo que un infierno más de lo que quiere dejar ver.
—¿Qué tal si se lo dejamos a las vendedoras? —digo, esperando una tregua—. Si
sugieren rosa, lo consideraras. Si no, no presionare.
—Sin rosa —murmura otra vez, moviéndose de la barra y tomando su bolsa de
compras y su bolso. Pero espera pacientemente a que termine de firmar la cuenta, y
me deja dirigirla en dirección a Boomingdale’s.
—Apuesto a que te arrepentirás de no encontrar una estatua de marfil más
moldeable para participar en tu farsa —dice mientras serpenteamos entre la usual
multitud del centro.
Miro hacia abajo a su brillante cabello marrón y su nueva cara fresca.
Extrañamente, no tengo ningún arrepentimiento en absoluto.
9
Stephanie
Traducido por ValeCog // Corregido por Karlix

—¿Estás ahí, Stephanie?


Me hundo aún más en la bañera, amando la manera en la que las burbujas
amenazan con comerme pero no lo hacen.
—No —le digo a través de la puerta del baño—. Salí a hacer unos recados.
—¿Puedo entrar?
¿Puedo entrar?
—¿En serio, Price?
—¿Estás cagando o algo?
—¡No! Pero la gente normal no pregunta si puede entrar a un baño ocupado.
Se queda en silencio por unos segundos.
—Quiero hablar sobre este fin de semana.
Suspiro. He estado haciendo un buen trabajo hasta ahora en no pensar en este
fin de semana. He estado viviendo en el segundo dormitorio de Ethan por ocho días
—ocho gloriosos días en los cuales no he tenido que preocuparme por agua caliente,
trampas de ratas o de tener un ojo sobre las cucarachas—y convenientemente he
ignorado el hecho de que no estoy pagando por estar en el paraíso, estaré pagando
con algo totalmente distinto: Mi dignidad.
—Podemos hablar cuando salga de la bañera —digo.
—Sí, seguro. Vas a pretender que te vas a dormir temprano como lo has hecho
las últimas tres noches.
Maldición. Definitivamente me conoce bien.
—Voy a entrar.
El pomo de la puerta se sacude y grito—: ¡No!
¿Por qué no cerré la puerta con llave? Oh, cierto. Porque no pensé que ser
interrumpida era siquiera una opción.
Pero ya ha asomado su cabeza a través de la puerta, su mano está cubriendo
sus ojos.
—¿Estás decente?
—Ethan, te dije que estaba en la bañera.
—¿Pero con burbujas, cierto? Si eres como la mayoría de las chicas, usaste la
mitad de la botella y la espuma cubrirá las partes interesantes.
Es verdad. Sí usé la mitad de la botella. Y la única parte visible de mi cuerpo es
mi cabeza.
—Bien —murmuro. De cualquier manera, no es como si hubiese forma de
detenerlo. Parece pensar que nuestra pequeña asociación nos ha hecho MAPS15.
MAPS platónicos, dejo esa parte muy clara.
—Todo esto es muy Mujer Bonita —dice, sentándose en el borde de la bañera
como si fuera totalmente normal tener una conversación con una chica desnuda
que no es su novia.
—Comienzo a lamentar haberte mostrado esa película —gruño.
—No estás usando nada de maquillaje —dice, sus ojos escanean mi rostro.
—¿Raro, cierto? Porque en general me maquillo toda antes de meterme en la
bañera.
Suspira.
—¿Crees que podrías aflojarle un poco al sarcasmo antes de conocer a mis
padres?
Le doy una mirada.
—¿Aflojas tú el sarcasmo alrededor de tus padres?
—Buen punto. Pero necesitamos hablar un poco sobre nuestro plan de juego
para la cena este fin de semana.
Cierro los ojos e inclino la cabeza hacia atrás, tratando de actuar como si no
pudiera estar más relajada si lo intentara. Pero, honestamente, estoy temiendo
esto. Seguro, tengo mi nuevo traje optimista, mi nuevo corte de cabello y estoy
bastante segura de que robó mi sobra de ojos color acero favorita, porque no la
puedo encontrar. Aun así, ha sido un largo tiempo desde que he tenido que jugar
bonito. Y abandoné esa actuación por una razón.

15MAPS: Mejores amigos por siempre.


—¿Por qué ya no estás con tu novia? —pregunto, queriendo meterme bajo su
piel como él se mete bajo la mía—. Si vamos a hacer eso, realmente hacerlo,
necesito todos los hechos.
Sus ojos se oscurecen por un segundo, pero luego simplemente se encoge de
hombros y se pone más cómodo en al lado de la bañera.
—¿Todos los hechos, huh? ¿Cómo tú me estás dando todos los hechos sobre tu
situación en casa?
Se me hace un nudo en el estómago a la referencia, pero entiendo su punto,
porque fui yo quien hizo las reglas: Nada de detalles, nada personal.
—Bien —digo más tranquila—. Pero al menos ayúdame a entender porque tu
mamá está tan involucrada en tu vida amorosa.
Suspira, inclinando su cabeza contra la pared. Su manzana de Adán se mueve
cuando traga, y tengo un pequeño deseo de mordisquearla, solo para ver lo que él
haría. Pero teniendo en cuenta el hecho de que Ethan apenas parece registrar que
estoy aquí desnuda, estoy suponiendo que no estaría tan entusiasmado conmigo
lamiendo su cuello. Por milésima vez, me pregunto por qué no eligió una chica de
la que estuviera en realidad atraído para su pequeña farsa.
Pero ese es el punto, supongo. El hecho de que somos doscientos por ciento
erróneos el uno para el otro hace toda esta cosa bastante libre de riesgos. Al menos
eso es lo que me he estado diciendo a mí misma.
—Así que ya sabes que mi familia es rica —dice tranquilamente.
Miro alrededor en sorpresa al baño ridículamente lujoso.
—¿Quééééééé?
Me da una media sonrisa.
—Bueno, digamos que a las personas ricas les agradan otras personas ricas, y se
espera que sus hijos ricos pasen el rato con sus compañeros niños ricos —
especifica.
Quiero decir algo sarcástico, pero lo dejo terminar.
—Pero cuando eres un niño —continua—. No piensas realmente en eso. Todo lo
que te importa es que los padres de tus amigos sean amigos de tus padres para que
todos puedan pasar el rato. No muy diferente a las familias americanas promedio,
excepto que con un montón más de caviar y mucho menos salsa barbacoa.
—Suena horrible. —Saco un pie fuera de la bañera, trazando el borde con mi
dedo recientemente pintado de color coral.
—Así que estos compañeros snobs, ¿uno de ellos es tu ex?
Asiente una vez.
—Mi madre y la madre de Olivia fueron hermanas de fraternidad y nuestros
padres son socios de negocios. Crecimos juntos, junto con nuestro amigo Michael.
Su padre era hermano de fraternidad del mío y su madre era compañera de tenis de
nuestras madres.
—Mi Dios, eso es prácticamente incestuoso.
—No tienes ni la menor idea —murmura.
Frunzo el ceño un poco, tratando de entender.
—De acuerdo, entonces tus padres están deprimidos por el hecho de que
ustedes rompieron. Bu-ju, eso pasa. No pueden esperar seriamente que eso
funcione simplemente porque ustedes intercambiaran cucharas de plata.
—No lo entiendes —dice—. Los Price, St. Claire y Middleton. Somos como los
Vanderbilt, Carnegie y Rockefeller16. No es personal. Solo negocios.
Honestamente, toda la cosa suena completamente ridícula para mí, pero Ethan
luce completamente devastado por ello, y ya que estoy descasando aquí desnuda en
su bañera, durmiendo en su cama de invitados y compartiendo su cocina, no me
siento particularmente como si pudiera decirle que lo supere y que se haga crecer
un par. Pero quiero hacerlo.
—De acuerdo, bueno, todo esto es muy triste y dramático —digo, alisando
cuidadosamente una fina sección de burbujas, así no le doy a Ethan un vistazo de la
entrepierna—. Y si insistes en que crear una novia falsa es la mejor manera de
evitar a tu ex novia, ese es tu problema. ¿Pero estás seguro de que tus padres se van
a creer esto? ¿No dijiste que Olivia y tú estuvieron juntos desde que estaban el
vientre?
—Desde que teníamos quince.
Frunzo el ceño. Hay una tristeza en su voz, y por primera vez sospecho que tal
vez este plan tiene menos que ver con su mamá que con Ethan.
—No la has superado —dije lo mismo que cuando me lanzó la idea por primera
vez, y entonces me ignoró.
Al igual que está ignorándome esta noche.
—Y tú no eres terapeuta —dice, pellizcando mi dedo del pie.

16Cornelius
Vanderbilt, John D. Rockefeller, Andrew Carnegie. Son personajes importantes en la
economía de Estados Unidos.
Noto que no lo niega, pero algo no está bien. Cuando tramó este plan por
primera vez, afirmó que su madre se mantenía desfilando a Olivia con la esperanza
de que volvieran a estar juntos. Si no la superó, ¿no querría eso?
Pero su expresión es cerrada, y si hay una cosa en la que soy buena, es en
entender que a veces simplemente no quieres hablar sobre ello.
—De acuerdo, entonces, ¿qué es lo que necesito saber? —digo, cada vez más
consciente de que las burbujas están desapareciendo y el agua de la bañera se está
poniendo tibia—. ¿Hay alguna postura política que debería asumir? ¿Puntos de
vistas religiosos por los que debería sentirme apasionada? ¿Intereses que son
demasiados torpes para los Price y que deben ser reprimidos?
—Liberales, protestantes, y deportes —dice—. Ya que los Price no discuten
deportes.
—Trataré de refrenarme de recitar todas esas estadísticas de football que me sé
de arriba abajo.
—Buena chica. Estarás bien. Y um… ¿Los pendientes…?
—Serán removidos para la cena del domingo, según nuestro acuerdo —digo—.
¿Y esto significa que no debería mostrarle a tu mamá la pitón que tengo en la
espalda baja?
Sus ojos se mueven brevemente al agua.
—¿Tienes un tatuaje?
Sonrío enigmáticamente. No le gustaría saberlo.
—No te preocupes, Price. Tenemos esto —digo para tranquilizarlo.
Y la cosa es, que aunque odio todo esto, en realidad sí tenemos esto. Porque
aunque mi sonrisa falsa pueda estar oxidada y tal vez no sea capaz de nombrar los
diferentes tipos de ostras, erase una vez pude jugar el juego con los mejores.
Ethan Price eligió mejor cuándo escogió a Stephanie Kendrick para ser la
Barbie de su Ken. Porque Stephanie Kendrick fue una vez Steffie Wright: Porrista,
presidenta del consejo estudiantil y reina de graduación.
¿Impresionar padres? Por favor. Solía hacer esa mierda mientras dormía.
10
Ethan
Traducido por Yoko // Corregido por Karlix

Por una parte, la estúpida cena con mis padres está yendo mucho mejor de lo
que imaginé. Stephanie es como una jodida medallista de oro de las novias falsas.
En serio. La chica está que arde.
Pero también está yendo mucho peor de lo que imaginé, porque mi madre está
en plena modalidad casamentera. A mamá no parece importarle lo fantástica que
mi es nueva chica, ya ha dejado caer el nombre de Olivia unas siete veces, y solo
hemos estado aquí media hora.
Es tan interesante que Ethan eligiera a una morena. Siempre ha sido parcial
con las rubias.
Qué maravilloso volver a tener un invitado a la cena. Olivia solía venir todos
los domingos.
Ethan, cariño, ¿te he dicho que vi a Olivia en el club el otro día? Está un poco
flaca, pero creo que le queda bien.
Antes de que llegáramos, Stephanie me dijo que haría notas mentales toda la
noche para una escena «Conoce a padres» en nuestro guión, y mamá está
ayudando hermosamente. Ella podría estar leyendo directamente de un guion para
un personaje de madre manipuladora.
Miro a Stephanie para asegurarme de que no está siendo demasiado incisiva
con mi padre, pero se ha desplazado con gracia del costado de mamá y está
hablando con mi papá, a quien le está encantado cada momento de ello.
No puedo culparlo. Stephanie es… ella está… mierda, está buena. Cuando salió
de su baño después de una hora de acicalarse, me quedé sin palabras por cinco
minutos enteros. Yo había visto el nuevo cabello y el nuevo maquillaje antes.
Incluso vi pate del nuevo armario cuando me senté en el vestidor en la zona de
espera.
¿Pero ver todo junto? Maldición. Es la perfecta novia sumisa.
Me preocupaba que no fuera capaz de resistirse a ponerse los ojos como un
mapache, pero debió de haber prestado atención a la mujer de los cosméticos en
Bergdorf’s. La sombra de ojos oscura y enfadada se había ido, y tenía un poco de
cosa rosa en sus mejillas, así que ya no parecía haber dedicado su vida a desterrar
el color de su complexión. El vestido de verano blanco y el cárdigan celeste son
como glaseado sobre el pastelito cascarrabias. Ideal para conocer a mis padres.
Todo esto también es muy poco típico de Stephanie.
Y, por alguna razón, eso me está fastidiando muchísimo, incluso cuando crear a
una Stephanie diferente es la razón exacta de todo este estúpido plan.
Aunque a mi papá no parece importarle. A diferencia de mi mamá, papá parece
completamente dispuesto a aceptar el reemplazo de Olivia.
—Estoy seguro de que Natasha ya te ha preguntado esto —dice mi padre—, pero
¿cómo se conocieron Ethan y tú?
—Oh, tenemos una clase de películas juntos este verano —replica Stephanie,
mirándome rápidamente en busca de confirmación. Nos pusimos de acuerdo de
camino aquí para ser tan verídicos como nos fuera posible, para evitar quedar
atrapados en mentiras.
—Oh, cierto, la clase de Martin —dice mi papá, asintiendo con aprobación al
mencionar a su viejo amigo y celebridad de Hollywood.
—Cierto. Martin —dice Stephanie, y sé que está muriendo por saber cómo es
que mi papá llama por el nombre de pila a un guionista ganador de un Oscar. Justo
como si ella supiera que no puede preguntar, porque le habría dicho eso ya si
realmente estuviéramos saliendo.
Respiro profundo y espero que no haya muchos más de esos momentos
«Debería saber esto, pero no lo sé» entre nosotros antes de que podamos tener una
sesión más profunda para conocernos.
—¿Entonces también estás en esa clase por un capricho rebelde? —pregunta mi
madre, yendo al minibar para rellenar su copa de vino.
No por primera vez, maldigo a la insistencia pasada de moda de mi familia con
su «hora del cóctel». No es más que charla sobre cosas sin importancia.
Traducción: El infierno total.
Me preparo para que Stephanie empiece a fruncir el ceño y a balbucear sobre
que las películas son el alma de este país, por consiguiente, desencadenando el
infinito desdén de mi madre por la «cultura pop», pero Stephanie me sorprende
otra vez. Se encoge de hombros ligeramente y le da un pequeño sorbo al vino
blanco que mis padres le han servido al tiempo que pasa del esnobismo de mi
madre.
—Oh, algo así. Solo una de esas cosas veraniegas que los chicos hacen, supongo.
Mi mamá sonríe muy ligeramente, solo lo suficiente para ser educada, antes de
volverse hacia mí.
—Olivia está haciendo las prácticas con la compañía de su padre. ¿Sabías eso,
Ethan?
—Nop.
En realidad, sí que lo sé. O al menos imaginé que Olivia estaría haciendo las
prácticas en el banco de su padre todo el verano. Justo como yo las hacía en la
compañía de mi padre todos los veranos… excepto este.
Con suerte, mi papá anuncia que tiene hambre y que somos capaces de llevar
esta diversión al comedor para iniciar lo que seguramente será un número
interminable de platos acompañados por preguntas interminables.
Mi mamá aprieta el hombro de mi papá antes de sentarse en su asiento al otro
lado de la mesa, y yo aparto la mirada rápidamente. Sé que es mi mamá y todo eso,
pero por un segundo, la odio. No tanto por acostarse con Mike padre, sino por
mentir sobre eso. Por crear una pantomima de su matrimonio con papá y que todo
lo que pensé que se suponía que era la familia.
Atrapo a Stephanie mirándome, y le sonrío de forma tranquilizadora. Ella ladea
la cabeza y me responde con la misma sonrisa. Como si fuera ella la que está
tranquilizándome.
Probablemente debería haberle dado información del trasfondo antes de que
hiciéramos esta mierda. Habría sido lo suficientemente fácil. Era obvio que ella
había estado buscando detalles cuando yo había entrado en medio de su baño de
burbujas como un pervertido.
De verdad no puedo culparla por fisgonear. Por supuesto que querría saber por
qué crearía una novia falsa en lugar de sencillamente ser un hombre y decirles a
mis padres que Olivia y yo habíamos terminado y que estaba siguiendo adelante
como cualquier tipo normal de veintiún años. Y, por un segundo, estoy realmente
tentado a contarle cada detalle. Pero me detengo. No se lo he dicho a nadie, ¿y
estoy pensando seriamente en contárselo a ella? Ni siquiera la conozco.
—Así que, Stephanie, cuéntame de los tuyos —dice mamá al tiempo que
nuestro chef—sí, tenemos uno—pone alguna clase de rara sopa fría frente a
nosotros.
Observo a Stephanie mientras levanta la cuchara correcta y toma un sorbo del
menjunje verde con apariencia rara sin siquiera un ligero agrandamiento de ojos
por la temperatura. Incluso cuando parece estar bien con ello, deseo haber tenido
una familia normal, donde la mamá cocina lasaña y mete ensalada empaquetada en
un gran bol abollado de madera. Una familia donde mi mamá no estaría usando
frases como: «los tuyos», como si todos pertenecieran a un clan tan arruinado
como éste.
—¿Los míos? —pregunta Stephanie, como si estuviera leyendo mi mente.
Los rasgos de Stephanie están en perfecto semblante de amabilidad, pero sus
ojos son una historia diferente. La observo de cerca, esperando disgusto por el
esnobismo descarado de mi madre, pero no es disgusto en absoluto. Ella luce…
cautelosa. Y odio eso.
—Tu familia —dice mi mamá, tomando un sorbo delicado de la sopa—. ¿Son de
Nueva York?
—Crecí en Rhode Island.
Mi madre se encoge un poco de hombros, dando a entender un interés falso y
condescendiente.
—¡Oh, qué pequeño!
Cuando mi mamá dice «pequeño» con esa voz de superioridad, no se refiere a
«adorable y pintoresco»; quiere decir «trivial». Y me queda claro por los hombros
de Stephanie tensándose, que ella sabe eso.
—Es el Estado más pequeño, sí —replica Stephanie, esquivando de forma
admirable la condescendencia de mi madre.
—¿Vuelves a menudo allí?
Recuerdo el mal humor de Stephanie con el tema de discutir sobre su hogar, y
las campanas de alarma suenan en mi cabeza.
—¿Qué es esta sopa rara? —interrumpo maleducadamente, con la esperanza de
distraer a mi madre—. Sabe a lodo frío.
Pero Stephanie ya está hablando.
—En realidad, mi padre vive en Carolina del Norte ahora. Se mudó allí cuando
yo tenía dieciocho años.
—Ah, estupendo. ¿Y tu madre?
—Está muerta.
Stephanie dice la palabra tan bajito, tan fácilmente, que al resto de los que
están a la mesa nos toma un segundo registrarlo.
Santa mierda.
Me había imaginado que no era de una gran familia feliz, pero no me di cuenta
de que estábamos hablando de muerte. De repente, me siento la peor clase de
imbécil por no parar de hablar de mis padres. Al menos, los tengo a ambos.
Me olvido un poco de la ingenuidad de mi mamá y de su aventura cuando miro
la cara de Stephanie. Sus ojos están tristes, pero también resignados, y tengo unas
ganas increíbles de borrar esa mirada torturada de su cara.
También tengo un millón de preguntas. Como, ¿fue la muerte de su madre lo
que empezó toda esta cosa de «Odio al mundo» que lleva encima? Quiero
preguntar también por qué no me lo dijo.
Mierda. Y ahora me estoy preguntando a mí mismo por qué siquiera me
importa que no me lo haya dicho.
Pero las preguntas tendrán que esperar hasta después de esta cena infernal.
Porque esta es definitivamente la clase de cosa que ya debería saber sobre mi
―novia‖.
—Pobrecita —dice mi mamá, sonriéndole a Stephanie tristemente.
Stephanie levanta un hombro y, por un segundo, es como si fuera otra vez la
vieja Stephanie: enfadada, a la defensiva y huraña. No, no la vieja Stephanie. La
Stephanie real. Es tan buena en esta rutina de chica adorable que olvido una y otra
vez que debajo de la ropa suave y el maquillaje, es tan dura como las uñas.
Mis padres intercambian una mirada y, por acuerdo silencioso, mi papá cambia
el tema hacia su preferido: Trabajo. Su trabajo.
Stephanie es educada, hace todas las preguntas correctas, y se ríe en los
momentos correctos de sus historias aburridas. Y, de alguna manera, pasamos por
la cena y el postre sin que mis padres se percaten del hecho de que no estamos
exactamente enamorados.
Creo que hemos pasado exitosamente por el primer round de nuestro
experimento Pigmalión, pero es como si mi mamá supiera secretamente que
necesitamos más material de villanas para nuestro guion, porque me sigue al
vestíbulo cuando voy a recoger el bolso de Stephanie.
—Solo quería hacerte saber que no le contaré esto a los Middleton —dice con
voz baja.
—¿Contarles qué a los Middleton? —Me hago el tonto.
Presiona sus labios hasta convertirlos en finas líneas.
—Sobre tu nueva aventura.
Me encojo de hombros.
—Adelante, cuéntaselo. También la llevaré a la boda de Paige, así que quizá,
para ese entonces, puedas parar de sacar el tema de Olivia frente a ella.
Mamá me mira.
—La boda de Paige no es hasta un par de semanas.
—¿Y?
Sonríe de forma crispada.
—Bueno, ¿cómo sabes si Stephanie y tú seguirán viéndose?
—Sencillamente lo sé.
—Ethan… —Mi mamá pone una mano en mi brazo y yo aparto la mirada,
porque realmente parece angustiada y, en el fondo, sé que quiere que yo sea feliz—.
Esta Stephanie parece ser una chica lo suficientemente agradable, pero Olivia y tú…
—Rompimos, mamá.
—Pero, ¿por qué? Siempre parecieron felices juntos.
¿Lo éramos?
Quiero decir, estábamos contentos, seguro. Hasta el final, también estuvimos
libres de drama, y conozco a suficientes mujeres para ser consciente de lo inusual
que eso era. Así que sí, supongo que éramos felices. Lo suficiente.
Pero luego las cosas explotaron. ¿Y mi corazón se siente como si perteneciera a
una balada de una banda de chicos que habla sobre estar con el corazón roto?
No.
Empiezo a volver a la sala de estar, donde Stephanie está hablando con mi
papá, pero me detengo y me vuelvo a girar hacia mi mamá.
—¿Por qué es tan importante para ti que reconecte con Olivia? ¿Qué tiene que
ver eso contigo?
Mi mamá parpadea, como si estuviera sorprendida por la pregunta.
—Yo solo… pensé que… quiero que seas feliz.
—Soy feliz, mamá. Con Stephanie.
Aparentemente, soy mejor en toda esta farsa de lo que creía, porque las
palabras están fuera incluso antes de tener la oportunidad de pensarlas.
Mi mamá levanta sus manos en señal de rendición.
—Bueno, bueno. Eres joven, supongo que debería esperar que quieras jugar en
el campo.
La miro a los ojos.
—¿Jugar en el campo está limitado a los jóvenes?
Su espalda se tensa ligeramente al tiempo que cuadra sus hombros.
—¿Qué se supone que significa eso, Ethan?
—Sabes lo que significa —murmuro.
Y luego me alejo.
Sé que debería tener las bolas para hablar con ella del tema. Enfrentarla.
Pero no sé cómo tener esa conversación. No sé cómo decirle que la vi a ella con
Mike padre ese día. No sé cómo decirle que sé que está teniendo una aventura con
el mejor amigo de mi papá.
Algún día, quizá seré capaz de reírme por la ridícula casualidad de averiguar
eso de mi madre y de Olivia en el mismo día. Demonios, en la misma hora.
Ese «algún día» no es hoy.
Hoy no tengo ganas de reírme.
—¿Estás lista? —le pregunto a Stephanie, ansioso por salir de esta casa.
Mi papá le guiña un ojo a Stephanie.
—Mi chico quiere llevarte a casa.
Miro atentamente la expresión de mi papá, intentando determinar si su
elección de palabras es intencional. No les había dicho exactamente que Stephanie
y yo estamos viviendo juntos y, aunque no son puritanos, son de la vieja escuela, lo
suficiente para que no quiera proclamar el hecho de que estamos conviviendo.
Aunque esta es la primera vez en mi vida que realmente espero que mis padres
crean erróneamente que sí estoy durmiendo con una chica, en vez de que ella sea
una compañera de apartamento ciento diez por ciento … un arreglo de convivencia
que sospecho que terminará causando mi muerte.
Como hecho a propósito, Stephanie levanta su pie para arreglarse la tira de su
pequeña sandalia, exponiendo pantorrillas delgadas y musculosas, y me pongo a
salivar.
Mierda.
Decimos adiós a mis padres, papá está todo entusiasta y feliz, y mamá… no.
Afuera, levanto una mano para detener a un taxi, y Stephanie sacude la cabeza
hacia mí.
—Solo estamos a unas manzanas de distancia. ¿Por qué no caminamos?
La meto en el taxi.
—Nadie camina voluntariamente al aire libre en verano, gótica.
Se hace a un lado, al otro lado del asiento del taxi, bajando rápidamente el
dobladillo de su falda, pero no antes de darme un vistazo. No me molesto en
apartar la mirada, pero ella no parece darse cuenta o no le importa. Es como si ni
siquiera registrara que somos del sexo opuesto, y que me cuelguen si eso no me
molesta tremendamente.
—Tus padres son encantadores —dice en voz baja.
—Si por encantadores te refieres a la parte tiburón de mi mamá, entonces sí.
—Ella no es tan mala —dice Stephanie con un encogimiento de hombros.
Oigo la ligera censura en su voz, y estoy bastante seguro de que sé lo que está
pensando: Al menos tú tienes una madre.
—¿Por qué no me contaste lo de tu madre? —pregunto, sacando ya el dinero
para pagar por el camino ridículamente corto.
Se encoje de hombros.
—En realidad nunca sacaste el tema.
Probablemente debería dejarlo pasar, pero demonios, somos compañeros de
apartamento y estamos en una rara clase de relación. Ella no puede seguir siendo
vaga en grandes detalles como éstos.
—Bueno, en realidad, sí que salió el tema. —Extiendo una mano para ayudarla
a salir del taxi. Sus ojos se encuentran con los míos cuando nuestras manos se
tocan y tengo que obligarme a soltarle los dedos una vez que sale del coche. ¿Desde
cuándo me hice tan adicto al tacto de esta chica?
Ella libera su mano y se dirige a la puerta principal de mi edificio. No, nuestro
edificio.
—Te pregunté en dónde es tu hogar —presioné—. ¿No crees que eso podría
haber sido el momento para ser comunicativa?
Pasa como un torbellino por delante del portero y golpea el botón del ascensor.
—No eres mi novio, Ethan. No tengo que contártelo todo.
Abro la boca para protestar, pero la cierro igual de rápido. Tiene razón. No soy
su novio y ni lo quiero ser. La irritación y furia acumuladas en ese cuerpo pequeño
no son exactamente apetecibles.
—Entiendo —digo secamente mientras entramos en el ascensor—. Quizá solo
podamos intercambiar hojas con información vital del otro durante el resto del
verano y que nos parezca bien.
Me fulmina con la mirada por el rabillo de sus ojos azules.
—¿Qué te ha alterado tanto? Pensé que la noche fue bastante bien, pero ahora
estás tirándote a mi yugular.
—Fue bien. Pero no diría bastante bien —digo cuando entramos al pasillo.
—Bueno, no es mi culpa que tu madre esté colgada de tu exnovia. ¿La chica
tiene ovarios de oro o algo?
—Mi mamá parece pensar que sí —murmuro al tiempo que abro la puerta con
la llave. Inmediatamente me dirijo al refrigerador y saco dos cervezas. Las abro y le
tiendo una.
Stephanie le da un largo trago antes de girarse sobre sus talones, contonearse
hasta el sofá y desparramarse en él. La horrible postura es tan incongruente con la
arreglada apariencia del club de campo que casi sonrío.
—¿Por qué no le dices sencillamente que se vaya al carajo? —pregunta—. Dile
que tu ex es aburrida y regordeta, y que tu nueva chica es especial. —Se retuerce
descoordinadamente un poco al decir esto, y pone una cara al tiempo que me siento
en mi silla favorita frente a ella. Aparentemente, dejamos de pelear.
—¿Especial? —pregunto con incredulidad—. ¿Cuándo fue la última vez que has
oído a alguien usar eso en una oración?
Stephanie se encoje de hombros.
—Para alguien que es tan aficionado en tener todo a tiempo y todo eso, ¿qué te
parece empezar con decirle a tu madre que no vivimos en ninguna clase de imperio
antiguo en el que Olivia y tú deberían sentirse obligados a estar juntos solo para
producir unos herederos que complazcan a tus padres?
—No es así —digo. Pero tiene un poco de razón—. Ella… mi mamá solo tiene
una visión de mi futuro, y el suyo propio. Y e incluyen retoños Price/Middleton y
cenas navideñas con langosta y con todos juntos.
Stephanie asiente y sorbe de su cerveza.
—Y no quiere nada de sangre de gentuza Kendrick allí.
Le hago una seña con la botella.
—Precisamente.
—Pensé que lucía muy bien, pero claramente necesito subir las apuestas —dice,
luciendo pensativa.
Mis ojos le miran las piernas, que están un poco sobreexpuestas en su actual
posición.
—Lo hiciste genial. Luces genial.
Parpadea hacia mí por un segundo, pero inmediatamente aparta la mirada
cuando nos miramos a los ojos.
—Gracias.
—No, es en serio —digo, siguiendo adelante, aunque no sé por qué—. Lo hiciste
bien como la chica de al lado. Como si antes hubieras sido esa chica.
Sus hombros caen y tira del dobladillo de su vestido.
—Sí, bueno. Mi meta es la cinematografía, pero aun así tomé unas clases de
actuación en primer año.
Asiento, pero no me lo creo ni por un segundo. Ella sabía exactamente qué
estaba haciendo con mis padres, y no tenía nada que ver con unas pocas clases de
actuación. Sabía cuándo sonreír, cuándo reí, cómo mantener la conversación
fluida…
No sé cuál es su historia, pero no creo que venga de una flotilla de músicos
preocupados.
Lo que significa que alguien o algo la hizo convertirse en la versión cascarrabias
que conocí ese primer día de las clases de verano.
Y quiero saber el qué.
—Olivia me engañó —suelto.
Yyyyyyyyy… ahí está. Acabo de contarle el secreto a alguien a quien no estoy
seguro por completo que no lo gritará a los cuatro vientos.
Ella estaba a punto de levantarse del sofá e irse a su habitación, pero se detiene
y pone su botella en la mesa.
—Bueno… mierda. Hablando de experiencia, sé lo mucho que eso apesta.
Aunque es cierto que David y yo no estábamos comprometidos desde antes de
nacer, como Olivia y tú.
Sonrío forzadamente.
—Es peor. Me engañó con mi mejor amigo. ¿El clan Price/St. Claire/Middleton
del que te estaba contando? Dijiste que sonábamos incestuosos… solo digamos que
el Price más joven y el St. Claire más joven, han «compartido» oficialmente a la
Middleton más joven.
Pone su mano sobre su boca.
—Dios mío, Ethan. Lo siento. Cuando dije eso, no me refería…
—Por supuesto. Pero tenías razón.
—Espera… si ella te engañó, entonces ¿por qué todavía se pasa por la casa de
tus padres? Quiero decir, no necesitarías una novia falsa si tú ex hubiera, um…
seguido adelante.
Jugueteo con la botella.
—Bueno, verás, no estoy seguro de que Olivia haya seguido adelante. Me envía
mensajes unas cinco veces al día pidiendo perdón. Dice que fue un error.
—Y tú no la vas a perdonar.
Respiro profundo, pensándolo.
—Podría. Quizá debería. Quiero decir, somos jóvenes y hemos estado juntos
desde siempre, y sé que esas cosas pasan. Pero no puedo quitarme la imagen de mi
cabeza, ¿sabes?
Sus ojos se salen de sus órbitas.
—¿Realmente los viste?
Por un segundo, estoy tentado a coserme la boca. Apartar sus preguntas de la
forma en que ella apartó las mías cuando le pregunté sobre su mamá. Pero si vamos
a hacer que esto sea creíble, incluso en los niveles de la farsa, necesitará toda la
información. Especialmente cuando conozca a Olivia, lo que será inevitable en la
fiesta de mis padres en unas semanas.
—Michael, mi mejor amigo… —me interrumpí—… antiguo mejor amigo.
Éramos inseparables. Sé que eso no es algo que un chico genial diga, pero crecimos
juntos. Nuestros padres eran iguales, nuestra educación fue la misma, mismos
deportes, mismas actividades…
—Entiendo. El clásico bromance17.
—Correcto. A lo que iba, yo había conseguido asientos por parte de papá en el
palco para ver a los Yankees, y fui a la casa de Michael para ver si quería ir. Y…
Se cubre sus ojos como una niñita mirando una película de terror.
—Estaban juntos.
—Oh, sí. Entré en su habitación, y ahí estaba mi mejor amigo y mi novia…
Stephanie levanta su mano.
—Dios. Detente. Lo capto.
Ladeo mi cabeza.
—¿En serio? Porque no había llegado todavía a lo bueno.
Aunque honestamente, no me importa que me haya interrumpido. La imagen
mental de Michael y Olivia ya está lo suficientemente grabada en mi cerebro sin
tener que plantar la imagen en la cabeza de alguien más.
Aun así, Stephanie luce todavía asqueada por mi revelación, y me pregunto si
es porque está recordando el momento en que su estúpido novio la engañó. Por

17Una amistad cercana entre chicos.


alguna razón, nunca antes hice la comparación, pero se me ocurre ahora que, en
ciertas maneras, no somos tan diferentes.
Por supuesto, nuestras similitudes están limitadas a las de la clase jodida: que
te engañen, ir a clase durante el verano para evitar a alguien en nuestras vidas y
luego ser tan reticente a verdaderamente enfrentar la mierda que nos está mirando
a la cara, que inventamos una relación falsa.
—Tu turno, Kendrick —digo, manteniendo mi voz neutra—. Dame al menos
una pista de la situación. Al menos ayúdame a entender por qué hablas de Carolina
del Norte como si fuera una colonia de leprosos.
Aunque duda, mi propia confesión debe de haber tenido el efecto deseado,
porque de mala gana vuelve a echarse en el sofá y empieza a juguetear con la
etiqueta de su botella.
—¿La versión corta? —pregunta.
Me encojo de hombros.
—Me conformaré con lo que me des.
—Después de mi mamá muriera, mi papá se casó con esta total… bueno, no me
llevo bien con mi madrastra. En absoluto.
Asiento y espero a que continúe, pero ni siquiera intenta mirarme a los ojos.
—¿Y…?
—¿A qué te refieres con «Y»?
—Vamos, no eres la primera persona con resentimiento hacia una madrastra.
Tiene que haber más en la historia.
—¿Por qué? —pregunta, con su expresión empezando a ser petulante.
—Bueno, porque tienes veintiún años, no once. Los adultos no envidian la
felicidad de sus padres. Especialmente no de los padres viudos.
No era mi intención ser duro, pero parece que la he abofeteado e
instantáneamente, siento que estoy pasando algo por alto.
—No es así —susurra.
Me inclino hacia delante.
—¿Entonces cómo es?
Pero presiona tanto sus labios que forman una línea recta antes de poner su
cerveza en la mesa y ponerse de pie.
—No te preocupes por eso, Pigmalión. Mientras tu estatua de marfil siga
representando su papel, eso es todo de lo que tienes que preocuparte.
Tiene razón, por supuesto. Ella está cumpliendo su parte del trato.
Pero cuando oigo la puerta de su habitación cerrarse con un clic decisivo, me
encuentro queriendo golpear algo.
Maldición, ¿por qué es tan cerrada?
Y, más importante, ¿por qué me molesta tanto?
11
Stephanie
Traducido por Jor // Corregido por Karlix

—Tu turno —dice Ethan, utilizando los controles del lado del conductor para
bajar la ventanilla del lado del pasajero que acabo levantar porque estaba causando
estragos en mi cabello.
Dándome por vencida, encuentro una moña en mi bolso y tiro mi cabello en
una coleta desordenada. La ráfaga de aire limpio y fresco en mi cara es digna de
conseguir un par de enredos. Aun cuando tengo que conocer a sus amigos en un
par de horas.
Estamos en nuestro camino a los lagos Finger para un viaje de noche con
algunos de sus amigos. Esperaba completamente que el viaje en coche fuera un
infierno, pero en su lugar ha sido bastante agradable. Salir de la ciudad se siente
increíble.
Y estar con Ethan...
Bueno, eso también está bien.
Ha pasado casi una semana desde la cena semi-incómoda con sus padres, y
hemos establecido una rutina bastante decente. A pesar de que él no está haciendo
las practicas oficialmente en la empresa de su padre, todavía se dirige allí casi todas
las mañanas a hacer quién sabe qué.
Me las arreglé para conseguir un trabajo de medio tiempo en la cafetería en la
que trabajé en mi primer año. Solo consigo un par de horas a la semana, pero tener
algún tipo de ingreso me hace sentir menos en el borde de tomar dinero de mi
padre.
Sin mencionar la renta gratis por parte de Ethan.
Excepto que no es gratis. Porque he estado dándole los fines de semana y las
noches y todas las veces que él necesita una novia falsa. Y no estoy odiándolo.
Él se inclina y pellizca mi brazo suavemente.
—¡Ay! ¿Qué? —pregunto.
—Tu turno —dice de nuevo.
—¿Para...?
—Dos verdades y una mentira —dice, sus ojos nunca dejando la carretera.
Me quejo.
—Me quedé sin ideas.
—Aburrida. Solo hemos tenido dos rondas.
—Dos es más de lo que cualquiera en un grupo de orientación de secundaria
debería tener que soportar —digo intencionadamente.
Aunque, soy sincera, este tonto juego no es una manera horrible de conseguir
algunas cosas básicas sobre el otro. Llegar a decir una mentira por cada dos
verdades hace que las confesiones reales se sientan menos… como si estuviera
exponiendo mi alma.
No es que nos hayamos aventurado mucho más allá de los colores favoritos y
sabores de helado. Razón de más para salir mientras estemos por delante.
—Voy a ir otra vez mientras tú piensas —dice.
Hace una pausa por un momento antes de hacer sus tres declaraciones.
—Uno: Compartí el vientre de mi madre con un gemelo hasta el segundo
trimestre. Pero no había espacio para los dos de nosotros a causa de mi gran pene,
y él no lo logró. Dos: Mi libro favorito es Grandes Esperanzas. Tres: A pesar del
hecho de que no tenía ganas de una pasantía este verano, realmente tengo una
especie de entusiasmo con la posibilidad de hacerme cargo de la empresa familiar
algún día.
Ni siquiera hice una pausa para considerar cuál es la mentira.
—Tú no tuviste un gemelo en el vientre de tu mamá.
Hace una mueca de dolor como un presentador en un programa de juegos cuyo
concursante solo ha metido la pata.
—Oh, y yo lo siento, pero eso no es correcto.
Mi mandíbula cae. ¿Qué? Tiene que ser.
—Toma nota, novia, no puedo soportar a Dickens. Y Grandes Esperanzas es el
peor de todos. Tan triste y dramático…
Levanto la mano para cortarlo.
—Me niego a creer la historia del gemelo-muerto-por-el-gran-pene. Es
médicamente ridículo.
Está en silencio por medio segundo.
—Bueno, tal vez no pueden probar que fue por el pene. Pero yo lo sé.
Resoplo.
Me da una mirada.
—No tienes que sonar tan segura de ti misma.
—Oh, pero lo estoy —digo, volviendo a mirar por la ventana—. Porque estoy
segura.
—No puedes estar segura si no lo has visto.
—Estoy segura—digo. Dios, todo esto por un pene.
Él está tranquilo de nuevo.
—Así que has pensado en ello.
—¡No!
Sacude la cabeza de una manera simpática.
—Lo hiciste. Porque si no lo hubieras hecho, entonces cuando surgió la
pregunta, habrías tenido que parar y pensar, «Hmm, ¿el pene de Ethan es lo
suficientemente grande para empujar otro bebé fuera del útero?» Pero contestaste
de inmediato, lo que significa que ya habías formado una opinión. Una opinión
poco favorecedora, debo añadir. Y bastante incorrecta.
Estoy ruborizada ahora, porque como que me tiene allí. No es que yo haya
tenido mucho para pensar en, uh, él. Mi respuesta rápida a su estúpido juego era
simplemente debida a la ridiculez de sus sugerencias. Pero aunque no he pensado
(mucho) sobre sus partea más varoniles, debido a esta conversación
definitivamente estoy pensando en ellas ahora.
Me muevo en el asiento del coche que tomó prestado de sus padres. No creía
que nadie en Nueva York en realidad poseyera un coche, pero por supuesto la
familia Price tendría una flota de vehículos sexis a la espera de que el chico de oro
tomara uno en un capricho.
—¿Tu madre tuvo un aborto involuntario? —pregunto, medio queriendo
desviar la conversación de su entrepierna y medio genuinamente queriendo saber.
—Sí —dice, con voz tranquila—. Apenas se habían enterado de que iban a tener
gemelos, así que no es como si aún tuviera la oportunidad de registrar en realidad
la pérdida, pero a ella no le gusta hablar de eso.
—¿Y nunca quisieron intentarlo de nuevo?
Me lanza una mirada y sonríe.
—Supongo que decidieron que yo era suficiente.
—O demasiado —murmuro.
—Ahí vas, pensando en mi gran pene de nuevo.
—¡Ethan! —Sé que estoy sonrojada, pero él nada más sonríe y toma
misericordia de mí cambiando de tema.
—¿Que pasa contigo? Hija única, ¿no? ¿O tienes toda una flota de hermanos
escondidos en la bóveda de secretos de Stephanie?
—Solo soy yo —digo—. Bueno, y mi hermanastro. Pero ni siquiera lo conocía
hasta que cumplí dieciocho, así que realmente no pienso en él como familia.
Lo que no es justo realmente de decir. Chris me agradó lo suficiente en las
pocas veces que nos hemos visto obligados a estar en compañía del otro. No es su
culpa que su madre sea una devoradora de hombres. Una devoradora de viudos.
—Está bien, por de tu parte, Kendrick. Tenemos un par de horas antes de llegar
allí.
—Dime otra vez por qué estamos conduciendo cinco horas hacia el medio de la
nada.
—Porque es mi única oportunidad de ver a Andrea antes de que regrese a
California. Por lo general, se viene a la ciudad durante las vacaciones, pero este año
su familia alquiló una cabaña de verano, por lo que se va a quedar ahí.
—Y ella es una amiga de la secundaria, ¿verdad?
—No. Desde la escuela primaria. Ella fue a una escuela pública en lugar de la
academia con el resto de nosotros.
Tomo un par de botellas de agua de la nevera que trajo, y le entrego una.
—¿Eras amigo de los vagos de las escuelas públicas?
—Solo de ella —dice con una sonrisa—. Tuvimos, como, todas las clases juntos
en octavo grado y conseguimos ser bastante cercanos, así que supongo que me
quedé en mejor contacto con ella que con todos los demás…
—¿Salías con ella?
—Naah. Me parece recordar un par de torpes besos en el juego de la botella,
pero nada serio. Supongo que incluso en aquel entonces, de alguna manera sabía
que Olivia era la única.
Lo miro con sorpresa, y puedo decir que está tan sorprendido como yo estoy
por la admisión. Casi nunca menciona a su ex, a menos que sea con el ceño
fruncido. Siento algo amargo en mi estómago y trato de decirme a mí misma que no
son celos, pero lo sé mejor. No es que tenga sentimientos por Ethan ni nada. Pero
he estado pasando mucho tiempo con él así que estaría mintiendo si dijera que no
es un poco fácil olvidar que es falso.
Al parecer, estoy destinada a ser una celosa novia falsa. Extraño, teniendo en
cuenta que nunca antes he sido una verdadera novia celosa.
—Bueno, definitivamente te toca —dice Ethan, luciendo un poco avergonzado—
. Aquí me estoy poniendo todo profundo, y tú no estás haciendo tu parte.
Me río un poco y tomo un sorbo de agua.
—¿Tú, profundo? Vamos, Price. De alguna manera no creo que haya mucha
profundidad oculta bajo todo ese aspecto impecable.
Él no dice nada a cambio, y echo un vistazo a su perfil, esperando su sonrisa
fácil, pero él no está sonriendo en absoluto. De hecho, luce un poco… herido. Es el
mismo aspecto que tenía en su rostro esa noche en la fiesta de fraternidad cuando
le dije que no tenía esencia. Fue algo injusto de decir entonces, cuando ni siquiera
lo conocía.
Ahora que lo conozco, sé que era injusto y malintencionado.
Y completamente falso.
—Oye —digo rápidamente, estirando una mano para tocarle el brazo a modo de
disculpa—. No quise decir…
Ethan levanta la botella de agua a sus labios antes de que mis dedos puedan
hacer contacto, y tiro mi mano de regreso.
—Claro que lo hiciste, gótica. Y tienes razón. Nada más que dinero y bromas
vienen de este lado del coche.
Su tono es de auto desprecio, y quiero decirle que no es verdad. Solo dije que
no tenía profundidad porque no quiero entrar en lo profundo. No quiero ver más
allá de su dinero y chistes porque durante las últimas semanas he estado pillando
atisbos de lo que hay debajo de todo ese niño bonito, y no creo poder manejar
mucho más de la versión amable. Estoy muy preocupada porque podría caer por
esa versión de Ethan Price.
Pero tampoco quiero que se esconda de mí.
No puedes tener las dos cosas, Stephanie.
—Por lo tanto, dos verdades y una mentira. —Me oigo decir, desesperada por
alguna manera de hacer las paces. Para igualarnos.
Para compartir con él del mismo modo que acaba de hacerlo conmigo sobre
Olivia, el aborto involuntario de su madre, e incluso su amistad con esta chica
Andrea.
—Uno: Cuando tenía siete, mis padres me llevaron a la sala de emergencia con
lo que pensaban que era la ruptura de mi apéndice. Resulta que era solo un
estreñimiento mayor. Dos: Había una chica en mi viejo equipo de fútbol que resultó
golpeada por un rayo, y sigo teniendo miedo a morir en las tormentas, aunque sé
que es estúpido. Tres... Mi novio del instituto puso un roofie18 en mi bebida la
misma noche en que mi madre murió.
Digo esto último tan rápidamente que todas las palabras corren juntas, como si
estuviera apresurando el remate de una broma.
Solo me gustaría que fuera una broma.
Aguanto la respiración durante varios segundos, sin mirarlo. No puedo. La
tensión en el coche es tan espesa que no puedo respirar, y luego Ethan la rompe.
—Maldita sea, Stephanie —dice él, golpeando su mano contra el volante antes
de agarrarlo con tanta fuerza que sus nudillos se vuelven blancos—. Dime que lo
último es la mentira. Dímelo.
No contesto. No tengo que hacerlo.
—Maldita sea —dice de nuevo, esta vez más tranquilo.
Me encojo de hombros y tomo un largo trago de agua como si la bomba que
acabo de dejar caer no fuera la gran cosa. Lo cual por supuesto que lo es.
Pero he tenido un par de años para adaptarme a lo que sucedió, así que lo que
realmente me extraña es el hecho de que se lo dije en lo absoluto. A él. Confiar
algunos secretos de la infancia no me garantiza tirar algo tan grande en un viaje en
coche que todavía tiene un buen par de horas restantes.
Daría cualquier cosa por retirarlo. Cualquier cosa.
Sobre todo porque Ethan luce enojado.
Mi garganta se siente un poco apretada mientras me doy cuenta de la magnitud
de mi paso en falso. Él no quiere saber ese tipo de cosas sobre mí. Nadie quiere
saber esas cosas sobre alguien más. Jordan lo sabe, por supuesto. Es para eso que
están las mejores amigas. Pero ese tipo de equipaje debe ser guardado para amigos,
terapeutas, y diarios, no contentos-novios-falsos-afortunados.
—Broma —miento, tratando de romper el silencio—. Inventé esa. El tercero fue
la mentira.
—No lo hagas, Stephanie. Simplemente no lo hagas —dice en voz baja.

18Término para Rohypnol, un sedante que se hizo en la década de 1970 por Roche y fue utilizado en
los hospitales solo para la sedación profunda. Ahora es una bastante infame droga para violación.
También se ha conocido por ser utilizado de forma recreativa.
Dejé escapar un pequeño suspiro. Tiene razón. Tratar de retirarlo solo
empeorará las cosas. En lugar de marcha atrás, voy por el plan B: Fingir que no
sucedió.
—Así que mencionaste que Andrea conoció a un novio en la universidad en
California. ¿Lo conocis…?
—¿Qué pasó?
Mis oídos comienzan a sonar.
—¿Qué?
—No te hagas la tonta.
—No quiero hablar de ello.
—Sí, lo haces.
Si lo hubiera dicho como un sabelotodo idiota, lo habría ignorado. Pero su voz
es amable, y no quiero que sea amable. No quiero que sea algo más que un
superficial niño de mamá que no puede decirles a sus padres que la preciosa Olivia
tiene una racha tramposa.
Pero la forma en que me mira ahora, no luce como un chico superficial de
fraternidad. Se ve como un amigo que se preocupa.
¿Y qué puedo decir? Aparte de Jordan, ha pasado un tiempo desde que he
tenido uno de esos.
Corrección: Ha pasado un tiempo desde que me dejé tener uno de esos.
Y al parecer voy a comenzar con Ethan Price.
—Su nombre era Caleb —digo, exhalando un profundo suspiro y mirando por la
ventana—. O supongo que debería decir su nombre es Caleb. Él todavía está vivo,
por lo que sé.
—Eso es una vergüenza —murmura Ethan.
Me permito una pequeña sonrisa.
—Sí, a veces me siento de esa manera también. De todos modos, empezamos a
salir a finales de segundo año. Y aunque me duele decirlo ahora, realmente,
realmente me gustaba, ¿sabes? Quiero decir, no sé si era como tú y Olivia, en la
parte en que estábamos destinados y todo eso, pero nos divertíamos juntos. Él me
trataba bien. Justo hasta…
—Justo hasta que lo hizo.
—Sí —digo con una pequeña risa—. Mirando atrás, creo que el cambio no
sucedió de la noche a la mañana. No es como si pasara de ser un chico perfecto al
idiota que le da a su propia novia la droga para violaciones.
Ethan jura en voz baja, y me pregunto si debo parar, pero encuentro que no
puedo. Se siente bien hablar de ello.
—Había actuado extraño por un tiempo. Saliendo con los amigos de su
hermano de la universidad. Pasó de ser un candidato a mejor estudiante a en
realidad no importarle una mierda, ¿sabes? Es como que todo lo que quería hacer
era beber, fumar y tener sexo…
Ethan pasa una palma sobre la parte posterior de su cuello, pero no me
interrumpe.
—Pero apenas me di cuenta —digo, mi voz yendo más silenciosa—. Quiero
decir, en algún nivel lo sabía, por supuesto. Sabía que él estaba cambiando, y no
para mejor. Pero mi madre estaba enferma. Tan enferma. Y yo no podía lidiar con
ello. Había oído rumores de que se estaba metiendo con otras chicas, y a mí ni
siquiera me importaba. No le pregunté. Me imaginé que era mi culpa por no dormir
con él cuando me lo pidió.
—Stephanie…
—No lo hagas —digo—. No estoy diciendo que yo tenía razón o era inteligente
en ese entonces, pero es solo la forma en que pasó. Todo era sobre mi mamá y mi
familia, y estaba agradecida de tener a alguien a cuya casa podía ir cuando el último
cabello de mi madre cayera, o que me sostendría cuando llorara cuando el médico
volviera con ese diagnóstico final de «un mes o menos».
Echo un vistazo a la botella de agua vacía en mis manos, sorprendida de ver
que es un arrugado y aplastado lío.
—Entonces, ¿qué pasó? —pregunta suavemente.
Abro la boca para responder, pero las palabras no salen. Para mi horror
absoluto, las lágrimas llenan mis ojos, y me doy cuenta de que a pesar de que se
siente bien—muy bien—hablar con alguien, no estoy lista para ir allí. No todavía.
—No puedo hablar de esa noche —digo finalmente, incapaz de mirarlo a los
ojos.
Mueve sus manos al volante y me mira, y por un segundo creo que va a
presionarme. Pero luego su rostro cambia de nuevo, y se convierte en el otro Ethan.
Primero, sin embargo, pone una mano en mi mejilla, y me inclino en su palma
por un breve instante.
Luego se tira hacia atrás, y así como así, ha vuelto a ser el chico divertido,
arrogante, relajado que conocí el primer día de clase.
—Bueno, entonces es mi turno, ¿no? —dice, como si no acabáramos de tomar
un viaje por el campo minado de recuerdos—. Dos verdades y una mentira.
»Uno: Cuando estaba en séptimo grado, fui a acampar con un amigo y sus
padres, y traté de prender fuego a mi pedo y quemé todo el cabello de mi culo. Dos:
era gordo cuando era un niño. En serio realmente gordo. En cuarto grado me comí
la mayoría de los pastelitos que la madre de una chica había traído para su
cumpleaños, y traté de echarle la culpa al hámster de la clase…
Giro la cabeza para mirarlo mientras se lanza a una historia ridícula, y no estoy
pensando en si esta es una de las verdades o la mentira. Estoy pensando que Ethan
Price está haciendo un maldito buen espectáculo en un esfuerzo para animarme.
En un esfuerzo por hacer que me olvide.
Pero sobre todo trato de no pensar en lo que estoy sintiendo.
Porque lo que siento no tiene nada que ver con nuestra farsa.
Lo que estoy sintiendo parece real.
12
Ethan
Traducido por Jor // Corregido por pauper

—Así qué, ¿por cuánto tiempo Stephanie y tú han estado juntos?


Miro a Andrea, tratando de averiguar si es solo una pregunta casual o si está
sobre nosotros.
No veo a Andrea muy a menudo, tal vez una vez al año, cuando llega a casa de
la UC Santa Cruz19.
Pero ella es una de esas personas que lee a la gente y que solo parece pasar por
alto cualquier cosa que digas para averiguar lo que realmente está pasando.
El hecho de que Andrea siempre ha sido capaz de olfatear mis mentiras desde
una milla de distancia es una de las razones por las que arrastré a Stephanie aquí
por un viaje de fin de semana espontáneo. En realidad, es la razón principal,
porque ni siquiera realmente necesito fingir alrededor de Andrea. A ella no le
importa una mierda si estoy con Olivia o no. Nunca lo dijo en voz alta, pero no creo
que alguna vez siquiera le gustara Olivia. Yo podría haber llegado a la cabaña solo
y simplemente decirle que estaba soltero, y ella no se hubiera inmutado.
Pero este fin de semana es la última prueba. Si somos capaces de engañar a
Andrea en pensar que estamos juntos, entonces absolutamente podemos hacerlo
frente a mi familia y círculo social, que son mucho menos observadores.
—Hemos estado juntos alrededor de un mes—contesto finalmente, resistiendo
la tentación de elaborarlo. Imagino que con menos detalles, mejor. Mantiene la
farsa más fácil de sostener.
—Huh —dice Andrea.
Mierda.
—¿Huh, qué? —pregunto, tomando una cerveza de la nevera.
Se encoge de hombros y deja que su mano caiga sobre el lado del bote de sus
padres, sus dedos rozando el agua fresca del lago.
—¿Un mes? ¿En serio?

19 Unoverdad de Californida en Santa Cruz.


—Solo escupe lo que sea que quieres decir —digo, inclinando la cerveza de
vuelta y preparándome para la embestida. Puede que también, ya que estamos
aquí, descubra las debilidades de mi actuación con Stephanie, antes de que el
verdadero espectáculo comience.
—Bueno, por un lado, son raros alrededor del otro —dice Andrea—.Quiero
decir, por un lado, están totalmente cómodos con el otro. Como si tú fueras a
responder a una pregunta antes que ella preguntara, o si tomaras de sus papas
fritas y ella apenas lo notara.
—¿Y por el otro lado... ?
—Por el otro lado… —dice ella, agarrando una cerveza para sí misma—…
Apestan completamente a tensión sexual. Saltó una kilómetro cuando quitaste un
bicho de su brazo. Y cada vez que la miras, pienso que vas a prenderla en fuego.
Todo el asunto parece muy «no consumado» para una relación de un mes.
El novio de Andrea se da la vuelta sobre su estómago desde donde ha estado
descansando en la parte posterior del bote, medio escuchando nuestra
conversación.
—Déjalo en paz, Andi. Quizás Stephanie no lo hace en la primera cita como
algunas chicas que conocemos.
Andrea se estira hacia atrás y trata lanzarlo hacia el lago.
—No lo hice en la primera cita, Brian Barlow.
Brian inclina sus gafas de sol hacia abajo para poder encontrar mis ojos antes
de articular.
—Totalmente lo hiciste.
Esto le vale otra bofetada en la cabeza. Brian y Andrea se conocieron en la
universidad, y lo sacó a la luz el verano pasado al pasar el rato con su familia, y de
nuevo este verano, así que supongo que debe ser bastante serio. Me alegro. Él es un
buen tipo.
—Entonces, ¿cuál es la historia, Eth? —preguntaAndrea, volviéndose hacia mí.
—Ninguna historia—digo, manteniendo mi voz ligera—.Quiero decir, hemos
estado tomándolo con calma, pero no somos totalmente ignorantes uno del otro, si
sabes lo que quiero decir.
—Traducción: ellos han estado haciéndolo todo menos la cosa puede hacer
bebés—agrega Brian.
Andrea me estudia.
—¿Es verdad?
Me levanto y me estiro.
—Cristo, ¿cuál es el interés en mi vida sexual?
Se encoge de hombros.
—Solo feliz de que tengas una, eso es todo. Pensé que tal vez no podrías
superarlo tras terminar las cosas con la Princesa Olivia.
Gruño.
—Lo puedo superar.
—Bien—dice Andrea, hurgando en su bolso por más protector solar—.Me gusta
Stephanie. Es normal. Y bonita.
Mis ojos se van a la proa del bote, donde Stephanie ha estado tomando sol
durante los últimos treinta minutos, felizmente ignorante de la vista que estoy
recibiendo de vuelta aquí.
—Sí. Es bonita —digo, mis ojos tomando el absoluto puto milagro que es
Stephanie Kendrick en bikini. Estaba un poco nervioso cuando insistió en ir sola a
comprarel traje de baño. En mi experiencia, la opinión de un hombre siempre es
buena cuando se trata de ropa que consiste de cuerdas. Pero ella lo hizo bien. El
traje de baño es una pequeña combinación de red blanca. ¿Cómo lo llamó?
¿Crochet? Y hace cosas realmente sorprendentes por sus pechos aún más
increíbles.
Entonces se da la vuelta hacia mí, dándome una pequeña y tímida sonrisa
cuando se da cuenta que la estoy observando. No puedo ver sus ojos a través de sus
grandes gafas de sol, pero sé que ella está sosteniendo mi mirada a propósito.
Dándole a Andrea y Brian un espectáculo.
—Voy a estar en el frente—digo, tomando una cerveza para Stephanie y
dirigiéndome en su dirección.
—Uh-huh—dice Andrea. Siento sus ojos en mi espalda, y no puedo decir si la he
engañado o no. Pienso que no, pero eso solo podría ser mi propia paranoia. Porque
Andrea tiene razón en una cosa: Stephanie y yo no estamos actuando como una
pareja que se ha acostumbrado a la presencia física del otro todavía.
Hora de arreglar eso.
Stephanie está acostándose de nuevo para el momento en que llego a ella, y
dejo que mis ojos se deleiten con su diminuta cintura, caderas perfectas, y bueno...
esos pechos.
Me digo que estoy mirando porque Andrea probablemente está observando,
pero la verdad es que no podría apartar la mirada incluso si quisiera. Cómo diablos
se supone que debo sentarme a su lado y no arrancar ese bikini está más allá de mí,
pero aquí no pasa nada.
—Creo que Andrea está sobre nosotros—le digo, colocándome a su lado en la
gran toalla.
Ella tira un brazo sobre su cara para proteger sus ojos y gira la cabeza hacia mí.
—¿Qué quieres decir con que está sobre nosotros?
Coloco nuestras cervezas en la parte superior del libro que estaba leyendo más
temprano y estiro las piernas a su lado, observando que las mías se extienden
varias pulgadas más allá de las de ella. Siempre olvido lo pequeña que es.
—Dice que estamos demasiado cómodos el uno con otro y también demasiado
al borde.
—¿Qué significa eso? —pregunta.
Me encojo de hombros, a pesar de que sé exactamente lo que Andrea quiere
decir, y sospecho que Stephanie también. El ser compañeros de cuarto nos ha
enseñado cómo estar relajados con el otro. Pero entonces hay algo más cocinándose
allí. Algo que absolutamente no está relajado. Y ha ido creciendo.
—Dice que es evidente que no hemos consumado.
Se sacude un poco, empujándose a sí misma en sus codos.
—¿Consumado?
—Bueno, no creo que quiera decir necesariamente... ya sabes—le digo, haciendo
un gesto juvenil de sexo con el dedo índice de una mano y una O con el pulgar y el
dedo índice de la otra mano. Ella golpea mis manos.
—¿Le dijiste que solo hemos estado juntos un mes? Quiero decir, ¿es raro sieso
no ha ocurrido para ahora?
Inclino la cabeza un poco desconcertado por la curiosidad en su voz.
—Esperaba que me dijeras —digo—Solo he tenido una relación seria en mi vida,
así que no hay mucho con lo que seguir adelante. —No exactamente la más viril de
las confesiones, pero ahí está.
Aparta la mirada.
—¿Esperaste más de un mes? ¿Con Olivia?
—Bueno, tenía quince años cuando empezamos a salir. Si hubiera sido por mí,
no sé si podría haber esperado una semana. Pero ella era una especie de niña
buena. Así que sí, tuvimos que esperar más de un mes.
Stephanie vuelve a mirarme, claramente esperando que le de los detalles.
—De ninguna manera—digo, sacudiendo la cabeza—.Los hombres nacen con un
instinto protector de nunca decirle a sus parejas actuales sobre parejas del pasado.
—¿Aprendiste eso de Animal Planet?
—Reality Show —contesto.
Se recuesta de vuelta, y me estiro a su lado. Estamos en silencio durante unos
minutos.
—Entonces, ¿qué hacemos? —pregunta—. Acerca de Andrea, quiero decir.
Giro sobre mi lado, poniendo mi peso en un codo y apoyando mi cabeza en mi
mano mientras miro hacia ella.
—Bueno, una cosa es segura. Vamos a tener que familiarizarnos con el toque
del otro.
—Define familiar.
—Te pones toda nerviosa cada vez que te toco. —Para probar mi punto, acerco
un dedo índice y lo deslizo desde su muñeca hasta su codo.
Ella sisea mientras tira de su brazo en respuesta.
—¿Ves? —pregunto en voz baja—.Se puede esperar no haber sellado el trato en
un mes, pero seguro como el infierno tenemos que habernos tocado.
Esta vez pongo toda mi palma en su brazo, deslizándola hasta que estoy
tomando su bíceps. En lo que va de toques, no debería ser personal. No estamos
tratando con ninguna parte sexi aquí. Pero se siente jodidamente sexi, sobre todo
porque la parte de atrás de mis dedos están a pocos centímetros de distancia del
lado de su pecho.
Respiro profundamente. No te pierdas en el juego, Price.
—Bueno, esto es agradable—dice con sarcasmo—.Seguro que tú estando a gusto
con la flacidez de mi brazo convencerá a todos de que prácticamente consumamos.
Me río a pesar de que parece que tengo una intensa erección por su brazo
«flácido».
—Eres una sabelotodo —digo.
Ella sonríe hacia mí, y el gesto es demasiado fácil, demasiado descarado. Y de
repente sé exactamente lo que Andrea quiere decir.
Stephanie Kendrick no me ve como un chico.
Ella solo me ve como su compañero de trabajo. Demonios, probablemente me
ve como su propietario.
Eso no va a funcionar.
Ruedo hacia ella, arrancando las gafas de sol de su cara para así poder ver sus
ojos. Ella deja escapar un bufido irritado y tira de mis gafas también, echándolas a
un lado, por lo que estamos mirando a los ojos del otro.
—Tienes razón—digo con voz ronca—.Yo ahuecando tu bíceps no convencerá a
nadie. Pero sé lo que lo hará.
Sus ojos azules se oscurecen, y espero que sea por la excitación porque estar
tan cerca de su cuerpo casi desnudo está matándome.
—Si conozco Andrea, ella está mirándonos en este momento—digo suavemente,
moviendo mi mano lentamente hasta que estoy cepillando un mechón de cabello de
su frente—. ¿Crees que podemos convencerla de que estamos al menos cerca de
consumar?
—Ethan…
Mi mano se mueve a su boca, y dejo que la yema de mi pulgar capture su labio
inferior mientras esos ojos azules se ponen completamente humeantes.
—Va a ser igual que cuando practicamos esa noche en casa de David—digo
antes de bajar mi boca a la suya.
Excepto que, maldita sea, no es nada como ese primer beso en el apartamento
de su ex-novio. Ese había sido un experimento. Una prueba para ver si dos
completos opuestos podrían soportar un besito inofensivo. Esta vez nos
conocemos, y no es inofensivo.
Y aunque sigue siendo un experimento, todavía parte del juego, es mejor de
alguna manera. Y fue condenadamente bueno antes.
Stephanie deja escapar un pequeño suspiro entrecortado antes de que su
pequeña lengua salga a lamer mi labio inferior, y de repente es imposible recordar
que esto no es real o que Andrea está mirando.
Separo sus labios con los míos, mi mano libre ahuecando la parte posterior de
su cuello y manteniendo su cabeza quieta mientras exploro sus labios, sus dientes,
su lengua.
Abre su boca, y yo tomo lo que me ofrece, inclinando la cabeza y profundizando
el beso hasta que estamos respirando el mismo aire. Respirando en el otro.
Ella empieza a rodar hacia mí al mismo tiempo que me inclino hacia ella, y
ahora estoy cubriéndola, sintiendo sus pezones duros contra mi pecho desnudo a
través de la fina tela de su bikini. Su piel es tan caliente, y no sé si es por el sol o por
mí, y le ruego Dios que sea lo último, porque no me importa una mierda quién está
mirando. Estoy muriendo por esta chica.
Quiero tocarla por todas partes, pero no confío en mí mismo, así que satisfago
las necesidades de mis dedos por sentir mis manos a cada lado de su cintura,
dejando que distraídamente acaricien a lo largo de su torso, moviéndose desde la
parte superior del bikini hasta la parte inferior del bikini, pero siempre repitiendoel
movimiento cuando mis dedos tocan la tela, nunca dejándome ir sobre la tela. Y
ciertamente nodebajo. Ese sería el mi final.
Los brazos de Stephanie están alrededor de mi cuello, manteniendo mi boca
pegada a la suya, y no tengo absolutamente ninguna objeción. Siento su cambio
antes de que mi cerebro registre sus movimientos, y casi gimo cuando me doy
cuenta que abrió ligeramente las piernas, permitiéndome descansar en la cuna de
sus muslos. No hay ninguna posibilidad de ocultar mi erección ahora, y por la
forma en que ella levanta sus caderas hasta la mía, no creo que le importe.
—¡Oye! ¡Ethan!
Oigo la voz a los lejos, pero ya que no es Stephanie, no me importa, y mi brazo
se abre camino en torno a la parte baja de su espalda mientras tiro de ella más
cerca, porque no puedo acercarme lo suficiente.
—¡Ethan!
Esta vez registro las palmas de Stephanie empujando contra mis hombros, y
me tiro un poco hacia atrás, dispuesto a matar a quien sea que esté interrumpiendo
el beso más jodidamente caliente de mi vida.
Mis ojos encuentran los de Stephanie, y se ve tan completamente perdida como
me siento.
—¿Qué están tratando de hacer niños, quemar el sol?
Arranco mi mirada de Stephanie, mirando hacia arriba para ver a Andrea de
pie en el asiento del conductor, sonriendo hacia nosotros.
—¿En serio, Andi? —pregunto con irritación.
Y entonces recuerdo que todo esto es para su beneficio en el primer lugar, y
sacudo la cabeza para despejarla.
—Brian y yo estamos muriendo de hambre—dice ella—. Vamos a volver a la
casa para comer algo.
Quiero decirle que se pierda, pero Stephanie está retorciéndose debajo de mí, y
no de la manera excitada de antes, sino como retorciéndose del tipo quítate-de-
aquí, y dejo caer la cabeza brevemente en resignación antes de rodar fuera ella. Me
muevo rápidamente a una posición sentada, descansando los antebrazos sobre mis
rodillas mientras alejo la mirada de Andrea. Finjo que estoy tomando el sol, pero
realmente necesito un segundo para que la mitad inferior de mi cuerpo este en
forma para la compañía.
Stephanie está arreglándose el traje de baño que se ha torcido en nuestro beso,
y me ignora completamente mientras se pone de pie y se hace su camino de vuelta
hacia Andrea. Ella está charlando animadamente sobre lo que deberíamos tener
para la cena, y su voz no tiene ni un rastro de la frustración sexual que me tiene
sintiendo como si fuera a golpear algo.
Oigo el arranque del motor, y a regañadientes me levanto, teniendo cuidado de
mantener la toalla de Stephanie en frente de mi entrepierna mientras me reúno con
el resto del grupo.
Brian y Andrea no dicen una palabra sobre el hecho de que Stephanie y yo
estuvimos cerca de echar un polvo en su bote, y solo puedo esperar que sea porque
están convencidos de que somos como cualquier otra pareja de las que no pueden
mantener sus manos fuera del otro.
Excepto que Stephanie y yo no somos una pareja. No en realidad.
Y sin embargo, no tengo absolutamente ningún interés en mantener mis manos
lejos de ella.
Me dejo caer en uno de los asientos libres en la parte trasera del bote mientras
la comprensión me golpea como una tonelada de ladrillos: Estoy totalmente
caliente por Stephanie Kendrick.
Como si percibiera mis pensamientos, se gira en la silla delante de mí para
enfrentarme. Sus gafas de sol están puestas de nuevo, y estoy molesto porque no
puedo ver sus ojos. Para ver si ese calor tormentoso sigue ahí.
Me lanza una pequeña sonrisa antes de llegar hasta mi rodilla y darme una
palmadita. El gesto es tan honesto cómo es posible.
—Creo que lo hicimos —dice en voz baja. Triunfante.
Mi mente se pone en blanco por un segundo. ¿Hicimos qué?
—Ellos totalmente lo creyeron —continúa mientras tira de su largo cabello en
un moño desordenado—.Además, esta es una gran escena potencial para el guion.
Ella bien podría haber arrojado agua fría en mis bolas. Al parecer soy el único
que quiere terminar lo que empezamos.
Pero no puedo estar enojado con ella por mantener la cabeza bien puesta. Fui
yo el que se equivocó. Rompí la regla principal en este pequeño juego que estamos
jugando: Fui y me olvidé de que esto es un juego.
Un error que no tengo ninguna intención de repetir.
13
Stephanie
Traducido por ValeCog // Corregido por pauper

Ethan está gruñón.


Y le digo eso mientras abre la cerradura de la puerta de nuestro departamento
luego de un fin de semana largo de paseo en bote, coqueteo falso, y beber un poco
demasiado del vino de algunas bodegas fantásticas del Lago Finger.
Ethan deja caer la mini nevera y su bolsa de lona en la entrada y gira para
darme una mirada.
—Por supuesto que estoy gruñón, Kendrick. Pasé dos noches durmiendo en el
piso.
—¡Te di una almohada y una manta! —digo a su espalda—. Y no es como si me
hubieses avisado que tus amigos esperarían que compartamos un dormitorio.
—Piensan que somos una pareja de veinteañeros que está conviviendo,
Stephanie. Por supuesto que esperaban que quisiéramos compartir un dormitorio.
Y no soloun dormitorio. Una cama. Una cama realmente grande que tuve para
mí ambas noches.
Honestamente, tenía la intención de sugerir que compartiéramos la cama.
Platónicamente, por supuesto. Era una tamaño king, y algunas almohadas
ubicadas estratégicamente entre nosotros podrían haber mantenido todo esto muy
PG.
Pero luego ese beso ocurrió esa primera tarde en el bote. Y no había manera en
este mundo en que confiara en mí misma para compartir una cama con Ethan Price
y mantuviera mis manos quietas.
Lo cual es extraño. Nunca había realmente tenido ese impulso caliente y
pesado con los chicos. Quiero decir, seguro, cuando tenía quince y estaba con Caleb
hubo el usual torpe manoseo y besuqueo. No era fácil ni nada, pero no había
pasado tanto tiempo antes de que le permita a Caleb llegar a segunda base.
Después llegué a casa en una preciosa tarde de abril, y mis padres estaban
esperándome con las noticias.
Cáncer.
A partir de eso, no tuve interés en llegar a ninguna base. Definitivamente no
estaba pensando en perder mi virginidad.
Luego pasó esa noche con Caleb, y eso era todo lo que podía pensar porque esa
decisión me fue arrebatada. Y la única persona a la que tal vez le hubiese contado—
la persona a la que le quería contar—estaba muerta. Mi virginidad y mi madre se
fueron la misma noche.
Si mi padre conociera la historia completa, tal vez no se preguntaría porque
pasé de una animadora pequeña y llena de vida a una estudiante universitaria
abatida en el lapso de unos pocos meses.
Aún, mi historia de mierda no explica por qué luego de cuatro años de no tener
ni siquiera el más ligero interés en el sexo, se está convirtiendo en todo lo que
puedo pensar con Ethan. Intenté fingir interés con David y un puñado de chicos
antes de eso, pero siempre me acobardé en el último minuto.
Debido a eso, casi no puedo culpar a David por enrollarse con Leah. Quiero
decir, aún es un cretino, pero el tipo nunca hizo secreto el hecho de que quería
sexo. Y no estaba consiguiéndolo de mí.
Entonces, ¿qué pasa? ¿No quise hacerlo con mi novio real, pero estoy deseando
al falso?
Pero entonces, David nunca me besó como Ethan lo hace. Nadie besa como
Ethan. Tal vez si lo hicieran, las cosas serían diferentes. Tal vez si los novios
pasados besaran como Ethan Price, mi experiencia sexual no estaría limitada a una
sola noche que ni siquiera puedo recordar.
No te dirijas allí, Stephanie.
Dejo caer mi bolso en mi cama y contemplo la idea de tomar uno de esos baños
de burbujas a los que parezco estar volviéndome adicta, pero no puedo dejar de
pensar en el mal humor de Ethan en el viaje a casa. Pensé que había llegado a
conocer a todos los diferentes Ethan, pero esta versión callada es desconocida. Y un
poco inquietante.
Divago dentro de la cocina y lo encuentro haciendo un sándwich de pavo. Lo
corta a la mitad y sostiene uno de los triángulos en mí dirección, pero sacudo mi
cabeza.
—No tienes que compartir tu comida —dije con una sonrisa pequeña—. Tienes
un par de días libres de ser un novio antes de la boda de tu prima.
Sus ojos encuentran a los míos y da una gran mordida a la mitad que había
sostenido hacia mí.
—Genial. Supongo que eso significa que también puedes parar los roces
accidentales por un par de días.
Parpadeo, sorprendida por el borde en su voz.
—¿De qué estás hablando?
Mastica y traga sin mover nunca sus ojos de mí.
—Sabes exactamente de lo que estoy hablando. Los dos últimos días no podías
ni siquiera pasarme por el lado para ir a hacer pis sin tocar mi brazo. No podías
moverte en la cocina sin tus tetas rozando mi espalda.
Inmediatamente siento mi cara encenderse.
—Soloestaba actuando mi parte. Dijiste que Andrea pensaba que estábamos
nerviosos cuando nos tocábamos. Soloestaba tratando de hacerlo real. Como si nos
tocáramos el uno al otro todo el tiempo.
—Excepto que no lo hacemos.
Pongo mis manos en alto.
—¡Por supuesto que no, Ethan! Cuando no hay nadie alrededor, apenas
podemos soportarnos.
Su cabeza se inclina un poco hacia atrás.
—¿De verdad?
No, no de verdad.
—Bueno, quiero decir… supongo que nos hemos convertido en amigos de algún
tipo —digo como evasiva.
Dios, ¿cuándo todo esto se volvió tan complicado?
Oh, cierto. Probablemente cuando nos besamos en la proa del bote de Andrea.
Pero era todo un show. Así que ¿qué es lo que le pasa con ese mal humor?
—Oye, Ethan —digo, mirando cómo termina su sándwich como si no estuviera
allí.
—¿Qué pasa?
Sonrío dulcemente.
—¿Cuándo vas a decirme que es lo que se te metió en el culo?
La pregunta lo coge con la guardia baja, como si nunca antes hubiera tenido
que explicar un humor de perros a nadie. Demonios, probablemente nunca ha
tenido que hacerlo. No tiene hermanos a los que responder, y sus padres, aunque
tal vez demasiado interesados en su vida amorosa, no parecen interesados en lo
más mínimo en que es lo que a Ethan se refiere.
Quizás Olivia lo estaba, pero la chica lo engañó, así que de alguna manera estoy
pensando que probablemente no estaba tan dedicada en lo que Ethan estaba
pensando o sintiendo.
Me ablandé un poco a ese pensamiento. Mirándolo de esa manera, es triste, en
verdad. A lo mejor alguien que ha tenido todo lo material no tiene la menor idea de
cómo pedir algo que el dinero no puede comprar. Tal vez ni siquiera sabe lo que
quiere.
Aunque si ese es el caso, yo difícilmente sea la indicada para enseñarle eso.
Dejé de querer cosas hace un largo tiempo, mucho menos pedirlas.
—Ya te lo dije —dice malhumorado—. Simplemente estoy cansado.
Me encojo de hombros.
—Lo entiendo. Entonces toma una siesta de una vez. Este Ethan de mal
temperamento está alejando el feng shui de nuestro departamento.
—Mi departamento.
Levanto una ceja.
—Me pasé un fin de semana entero fingiendo estar enamorada de ti, y tengo
que volverlo a hacer todo el fin de semana que viene. Hasta que hayamos
terminado, es nuestro departamento.
Algo pasa fugazmente a través de su rostro, y de repente el departamento, el
cual es gigante para los estándares de Manhattan, se siente significativamente
pequeño.
No sé porque lancé la palabra E, en realidad no. Nunca antes hablamos de eso,
y honestamente no es ni siquiera necesario teniendo en cuenta que le estamos
diciendo a la gente que nuestra relación tiene solo un mes. No hay motivo para que
tengamos que fingir estar enamorados; simplemente tenemos que fingir que nos
estamos moviendo en esa dirección.
Entonces, ¿por qué lo dije?
—¿Quieres ir a ver una película? —dejo escapar.
—¿Una película?
—Sí. Ya sabes, boletos caros, pisos pegajosos, palomitas con mantequilla… una
película.
Inclina su cabeza.
—¿Vas a hacerme ir a uno de esos cines presumidos que solo pasan mierda
intelectual?
—¿Y escucharte quejándote todo el tiempo? Ni loca. Reservaré esas salidas para
mis compañeros estudiantes de cine. Tú puedes elegir.
—Que magnánimo de tu parte.
Le doy una gran sonrisa.
—Recompensa por dormir en el suelo.
Cruza sus brazos en el pecho y me estudia.
—Está bien. ¿Qué hay sobre…?
Cuidadosamente escondo mi mueca de dolor al éxito de taquilla noquéalos-a-
todos que menciona. Ese tipo de monstruosidad CGI de gran presupuesto es mi
pesadilla personal. ¿Pero estar sentada un par de horas con Ethan sin tener que
fingir? Suena bien. Muy bien.
Quiero volver al compañerismo fácil que teníamos antes de este viaje. Antes de
ese beso. Porque ahora no solo tengo que actuar cuando hay personas alrededor.
También tengo que montar un show cuando estamos solos. Y en cierto modo, la
actuación cuando estamos solos es mucho más difícil.
¿Quién diría que fingir que no te estás enamorando de alguien sería mucho
más difícil que pretender que lo estás haciendo?
14
Ethan
Traducido por 3lik@ // Corregido por pauper

Stephanie y yo regresamos a la normalidad.


Y por normalidad, me refiero a que estamos tratándonos como compañeros sin
intereses sexuales, que discuten sobre quién elige el canal y si pedimos pollo o tofu
para llevar, y estar de acuerdo en la distancia mínima de recorrido que justifique
que podemos tomar un taxi.
¿El beso en el bote? Olvidado.
¿Esas noches sin dormir en el Lago Finger donde escuchábamos y dábamos
vueltas en la cama sin conciliar el sueño? Olvidado.
¿Ese día en la cocina cuando casi estúpidamente le propuse un escenario
amigos-con-beneficios y ella me salvó sugiriendo una película? También olvidado…
en su mayoría.
Excepto que ahora estamos en la boda de mi prima, y tenemos que estar de
vuelta. Sin embargo, el cambio entre fingir ser una pareja y ser nosotros mismos no
se siente tan drástico como lo era antes. Antes, cuando estábamos en frente de
otras personas, se sentía como si alguien hubiera subido el interruptor: vamos de
dos opuestos que están haciéndose entre sí un favor a una exagerada pareja
sentimental.
¿Pero esta noche? ¿Esta noche mientras bailamos, coqueteamos y bebemos
champaña?
Esta noche no se siente falsa.
Sigo diciéndome que es simplemente porque nos estamos acostumbrando a
todo. Me digo que no es porque las líneas se están borrando.
Además, hay unagran diferencia en esta noche de los últimos días: esta noche
el toqueteo está de vuelta.
Qué Dios me ayude.
—Deberíamos bailar —ella dice en voz baja mientras se traga un poco de agua.
—Hemos estado bailando —digo, discretamente limpiándome el sudor de la
nuca. Mis tíos están pagando una fortuna por esta boda, la cual se lleva a cabo en
uno de los hoteles más lujosos de la ciudad, por supuesto, hay aire acondicionado.
Pero también hay trescientas personas apiñadas en un espacio demasiado pequeño,
y parece que la mitad de ellos han estado saltando alrededor de la pista de baile con
nosotros.
—No, quiero decir que deberíamos bailar bailar —dice ella, señalando hacia las
parejas balanceándose.
Echo un vistazo sobre su cabeza.
—Es una canción lenta.
—Exactamente —dice enfáticamente.
Tiene razón, por supuesto. He estado sintiendo los ojos de mi madre en
nosotros toda la noche. Ella probablemente está esperando alguna señal de que la
novedad está desapareciendo y que estamos en nuestro camino a la ruptura.
También vi la forma en que cada miembro de mi enorme familia se sobresaltó
cuando presenté a Stephanie, al ver que ella no es Olivia.
Así que sí, creo que deberíamos bailar. Excepto que no quiero. No así, no con
ella viéndose así.
Su vestido de cóctel es de color verde brillante, y es uno de esos que se atan
alrededor del cuello, manteniendo su fantástico pecho encubierto, dejando su
espalda desnuda. Una espalda que voy a tener que tocar si bailamos.
Pero ella ya está agarrando mi mano, con destreza a través de los invitados
vestidos sofisticadamente hasta que estamos en el medio de la pista de baile.
Estamos justo al lado de los novios, y observo con sorpresa cuando mi prima agarra
el brazo de Stephanie y le susurra algo antes, las dos se ríen como un par de
colegialas.
¿Cuándo Stephanie tuvo tiempo de hacerse amiga de Paige?
¿Y dónde demonios está ese gnomo artístico-pretencioso en el telón de fondo
que una vez me dio una conferencia sobre el recurso subestimado del cine negro?
El nuevo esposo de Paige la reclama para un baile, y yo tomo una respiración
profunda mientras Stephanie camina hacia mí, encajando su cuerpo contra el mío
fácilmente mientras desliza una mano sobre mi hombro y se acurruca. Mi mano
encuentra su espalda, y creo que la oigo soltar un pequeño suspiro mientras
comenzamos a balancearnos en algún sentimentalismo bobo.
Estaba en lo correcto al pensar que al tocar la piel desnuda de la espalda de
Stephanie no era una buena idea. La cálida suavidad de ella me recuerda a ese
momento en el bote cuando deslicé una mano debajo de ella, inclinando su…
—Tus parientes parecen agradables —dice ella en mi hombro.
—Eso es porque son de lado de la familia de mi papá —digo, agradecido por un
tema de conversación que no tiene que ver con besos. O piel. O toqueteos—. Tienes
suerte de que no hay reuniones familiares de los Clark mientras estemos haciendo
nuestra pequeña farsa. Son un montón de víboras
—Tu madre parece entusiasmada, sin embargo.
Vacilo.
—Eso es solo porque los Middleton se encuentran en Europa, por lo que no
puede pasar toda la noche imponiéndome a Olivia.
—¿Olivia fue invitada a la boda?
Mis dedos se aprietan reflexivamente.
—Sí. Pero su prima se casa con algún multimillonario suizo este mismo fin de
semana. Al parecer, ella va a estar en la fiesta —digo, queriendo avisarle.
—Es una sofisticada fiesta en los Hamptons, ¿no? —dice.
Asiento y tomo una respiración profunda.
—Michael también estará allí.
Sus ojos buscan mi rostro.
—Es por eso que iniciaste este plan, ¿no es así? No solo para quitarte a tu
madre de encima. Sino porque no quieres ir a esa fiesta solo. No cuando ambos
estarán allí.
La acerqué más a mí, así no tengo que mirarla a los ojos. Puede ser.
Honestamente, no estoy seguro de todos modos por qué estoy haciendo esto.
Es una declaración capciosa, y estoy hablando de algo más que Olivia y mi
madre. Sospecho que ella lo sabe, porque sus dedos se aprietan ligeramente a mí
alrededor.
Empiezo a creer que esta es la canción más larga del mundo, y estoy
desgarrándome entre el deseo de alejarme y no esperar a que termine. Giro mi
cabeza ligeramente, mi barbilla roza contra su cabello. Huele tan bien como luce.
Es la vida mía, no sé por qué nunca pensé que prefería a las rubias.
Deja de oler a la chica, por el amor de Dios.
Stephanie se desplaza ligeramente, y el movimiento hace que mi mano, vaya a
su espalda baja, sumergiéndose hasta que las puntas de mis dedos se deslizan justo
debajo de la tela de su vestido. Ambos nos quedamos quietos y le ordeno a mi mano
moverse. Y lo hago, pero no en la dirección que debería. En cambio tracé mis dedos
ligeramente, moviéndolos contra la parte baja de su espalda en una pequeña caricia
intensa.
No hay nada indecente en tocar. No es como si estuviera palmeando su trasero
ni nada, y nadie a nuestro alrededor, incluso lo notaban.
Pero el hecho de que nadie lo notase es exactamente lo que hace que sea
indecente. Porque no lo estoy haciendo por ellos. Lo estoy haciendo por mí.
Dejo mi mano donde está por unos intensos momentos en la que ambos apenas
nos movemos. Empiezo a pasar a un lugar más seguro, pero mi mano no parece
moverse en la medida de cómo debe ser, y dejé que mi dedo meñique merodeara
justo debajo de la tela.
La distinción entre el tacto inofensivo y no tan inofensivo es infinitesimal aquí,
pero sin duda he cruzado la línea. Cualquiera que pudiera bailar con Stephanie
tocaría la parte expuesta de su espalda. Pero sololos dedos del novio deben
desviarse bajo la tela y persistir. Y los míos son sin duda persistentes.
La canción finalmente termina, y cuando nos retiramos, no creo que sea mi
imaginación al ver que ella luce un poco inestable. Debería estar aliviado de que
ella no es inmune a mí. Que no estoy solo aquí. Pero en lugar de todo lo que puedo
pensar es, ¡Peligro!
La música comienza de nuevo, y es una de esas pop, poder femenino, tipo de
canciones que tiene a cada mujer en la pista dejando escapar un chillido. Incluso
Stephanie.
Me encuentro sonriendo ante la vista, incapaz de conciliar a la fiestera, chica
feliz que baila con la sombría estudiante de cine que conocí hace apenas unas
semanas.
Otro par de mis primas se abalanzaron hacia Stephanie, tirando de ella a la
batalla de mujeres bailando, ya que todas comienzan cantando a todo pulmón el
coro, que estoy bastante seguro va a estar en mi cabeza hasta el día en que me
muera.
Levanto mis manos en señal de rendición, dándole un pequeño guiño antes de
dar marcha atrás de la pista de baile dominada por los estrógenos. Ella me despide
feliz antes de darme la espalda y gritarle algo en el oído mi prima Tiffany.
Niego, incapaz de averiguar cuándo se las arregló para hacerse amiga del todo
clan Price. Debe haber habido algún tipo de reunión femenina en el baño, que me
siento muy contento de haberlo evitado.
Me sirvo un pedazo de pastel, mi tercero de la noche, pero ¿quién está
contando? Cuando siento una mano en mi hombro.
Le sonrío a mi papá quien se ve tan relajado y feliz como nunca lo he visto.
Exploro la habitación en busca de mi madre, pero no hay rastro de ella. Recuerdo
una época en que mis padres estaban pegados el uno al otro. No porque se suponía
que debían estarlo, sino porque querían estarlo. O por lo menos siempre supuseque
querían estarlo. Tal vez los niños soloven lo que quieren ver, y yo quería que mis
padres fueran muy felices juntos.
Pero incluso un niño no habría sido capaz de disculparse al ver a mi madre y a
Mike juntos. Y un hijo adulto definitivamente no puede.
—¿Te diviertes? —pregunto mientras ambos vemos a las chicas bailar en la
fiesta.
—Siempre me gustaron las bodas. Y Paige y Aaron parecen felices juntos. Una
atractiva pareja.
A pesar de que mi papá es casi tan pretencioso como mi mamá sobre la
mayoría de las cosas—una vez dijo que no podía entender por qué todo el mundo
en Manhattan no acaban de conseguir un chofer para que la ciudad pudiera
deshacerse de los malditos taxis—él se ha convertido en una especie de persona
feliz los últimos años, al menos en los entornos sociales. En la oficina, él sigue
siendo el tirano con mentalidad empresarial que recuerdo de mi infancia.
Como si leyera mi mente, toma un sorbo de su whisky con soda, a menos que él
haya cambiado últimamente, y se gira hacia mí.
—No has estado mucho en la oficina.
Resisto las ganas de suspirar.
—Te lo dije, papá. Solo quiero un verano. Voy a pasar toda mi vida adulta en
Price Holdings. No quiero agotarme antes de empezar. Y lo suelto cada vez que
puedo.
No me gusta cuando sueno como un niño llorón, pero me refiero a lo que digo.
Realmente quiero la empresa familiar. Algún día.
Pero hoy soloquiero... demonios, ni siquiera lo sé. No recuerdo haber
cuestionado mi camino antes, pero creo que mi ruptura con Olivia fue el catalizador
para que todo girara al revés.
Cuando estábamos juntos, todo se sentía tan trazado para mí. En el buen
sentido. Entonces la relación se vino abajo, y yo solo necesitaba... ¿Un descanso?
¿Un cambio? Es por eso que me presioné tomar la clase de verano con Martin
Holbrook a pesar de que no sabía nada sobre películas.
Y es por eso que les mentí a mis padres y les dije que tenía una nueva novia
cuando no era cierto.
No estaba listo para volver a ser el viejo Ethan. El Ethan que era el hijo
perfecto, el novio perfecto, y el heredero perfecto para la empresa.
Supongo que se podría decir que estoy de vacaciones.
Stephanie es mis vacaciones. O algo.
Mi papá finalmente deja escapar uno de esos suspiros parental.
—Me parece bien. Olvido que tienes solo veintiún años. Supongo que todo el
mundo merece una oportunidad de divertirse.
Mentalmente me felicito por no rodarle los ojos a mi papá ante la mención de
esa frase.
—¿Es eso lo que crees que estoy haciendo este verano? ¿Divertirme?
Papá se encoge de hombros, el tintineo del hielo contra su vaso.
—Tu madre parece pensar que sí. Dice que esta chica Stephanie es solo un
pequeño error que necesitas sacar de tu sistema.
—Antes de sentar cabeza con Olivia —digo, sin molestarme en mantener la
burla de mi voz.
Mi padre se encoge de hombros otra vez.
—En lo personal, me gusta Stephanie. Es dulce sin ser empalagosa, ¿sabes?
Sonrío un poco mientras imagino a la verdadera Stephanie con su siniestro
ceño fruncido. Definitivamente ella no es empalagosa.
—Es bueno verte feliz de nuevo —dice mi papá.
Hago una pausa en el proceso, raspando la última parte de glaseado de mi plato
con el lado del tenedor. No es una declaración que esperaba de mi padre para
hacer. El hombre de buen carácter lo suficiente fuera de la oficina, pero no
exactamente efusivo.
Sí, bueno, las rupturas tienden a ser un duro golpe para el estado de ánimo de
una persona.
Él levanta un hombro.
—No estoy hablando solo desde la ruptura. Estoy diciendo que pareces más
feliz de lo que has estado en años.
No respondo. No sé lo que está viendo, pero eso no puede ser cierto. Olivia y yo
éramos felices. Lo suficiente. Quiero decir, tal vez estábamos un poco cómodos el
uno del otro. Y tal vez un poco más lo que deberíamos haber sido por tener apenas
veintiún años.
Pero era feliz.
¿Lo era no?
La estúpida canción para chicas termina, y el DJ debe estar empezando a
relajarse en la fiesta por la noche, porque es otra canción lenta.
Mi papá gruñe y deja su vaso vacío en una bandeja cercana.
—Supongo que es mi señal para ir a buscar a tu madre. Ella siempre se queja de
que nunca le pido bailar.
Huh.
Mi papá encuentra a mi mamá, quien acepta su mano con una sonrisa
reservada mientras él la lleva a la pista de baile. Los observo por un momento,
deseando—queriendo—poder ver a mi mamá sin pensar en ese día. Sí pudiera
volver atrás. Lo cual es estúpido, obviamente.
Estoy tan ocupado viendo a mis padres que no veo a Stephanie hasta que está a
mi lado, su presencia sorprendentemente me reconforta.
Ella no sugiere que bailemos otra vez, y yo tampoco. Es como que existiera una
línea invisible, y ambos sabemos que bailar otra vez nos empujaría atravesarla.
—¿Quieres salir de aquí? —pregunto.
—Diablos, sí. Mis pies me están matando.
Quiero decirle que es su culpa por usar tacones altos. Es como parte de algún
código femenino que tienen que llevar los zapatos más incómodos imaginables y
luego quejarse de ellos.
Pero sé que los usa por mí. Que si fuera por ella, estaría usando sus espantosas
botas negras y el ceño fruncido en la esquina. Otro recordatorio de que nada de
esto es real.
El pensamiento es más deprimente de lo que debería ser.
—Así que ¿cómo lo hago? —pregunta después de deslizarnos por una puerta
lateral en la cálida noche de verano.
—Quieres decir ¿alguien captó el hecho de que tienes grandes tendencias
Wicca? No, creo que estamos bien.
—Excelente —dice con una sonrisa mientras se agarra de mi brazo y me deja
medio escoltarla, medio arrastrarla por la acera mientras mantengo mi ojo en
busca de un taxi disponible—.Dos de tres, uno más y listo.
No entiendo.
—¿Dos de tres qué?
—Nuestra aventura Pigmalión. Cuando empezamos, dijiste que me necesitabas
para tres eventos: cena con los padres, la boda y la fiesta en un par de semanas.
—¿Estás feliz por eso?
—¿Feliz de qué?
—¿De qué solo nos queda una de esas tres travesuras antes que nuestro trato se
termine?
Está tranquila durante varios segundos, y creo que no va a responder.
Entonces...
—No estoy segura.
Suena tan confusa y conflictiva como me siento. En cuanto las confesiones se
van, no es mucho. Probablemente no sea nada. Pero siento una pequeña oleada de
felicidad en la confesión.
—Si no encontramos un taxi pronto, voy a matar a alguien con el tacón de mi
zapato —dice Stephanie mientras su modo de andar se hace aún más tambaleante.
Sigo caminando antes de darme cuenta, de repente Stephanie está en mis
brazos y cargo a mi novia falsa a través del Upper West Side mientras ella murmura
amenazas en mi oído, y a pesar de que mi pequeña y delicada flor está maldiciendo
hasta por los codos, me encuentro sonriendo.
Mi padre estaba en lo cierto.
Soy feliz.
15
Stephanie
Traducido por Rincone // Corregido por pauper

—¿Cómo sabemos si Martin sabe siquiera de lo que está hablando? —pregunta


Ethan.
Tomo un sorbo de mi Coca-Cola light y trato de no rodar los ojos.
—Bueno, eso es lo que pienso—y es solo una corazonada—pero Martin tiene un
par de Globos de Oro y un Oscar en su haber. Por escribir guiones. Tiene que haber
al menos una probabilidad del cincuenta por ciento de que sepa cómo va la mierda.
Ethan se balacea hacia atrás en su silla y me estudia.
—Vaya, solo un par de horas en tu vieja ropa y ya estás de regreso a tu antigua
perra.
Su comentario pica, por lo que juego con la tapa de mi lata de refresco para que
él no lo note. No estaba tratando de ser una perra. Tal vez ese fuera mi problema.
Mi verdadero yo—la que no lleva vestidos de verano y los ojos con sombra—es una
perra intratable.
No es de extrañar que a él le gustara condenadamente más mi falso yo que mi
yo verdadero.
Aunque tengo que admitir que en cuanto a la ropa de verano se refería, la
vestimenta de mi falso yo era un infierno mucho más práctica. También cómoda.
Demasiado cómoda. Así que pensé que era hora de recordarme que ese no era mi
verdadero yo. Hoy me había metido en mis viejos pantalones y un top, aunque me
quedé con las chanclas puestas en lugar de ponerme las botas.
No me perdí la doble mirada que me dio Ethan cuando entré en la cocina, pero
¿qué había esperado él? No tenemos ninguna obligación con la familia Price, y
teníamos que ir al campus para que Martin Holbrook le echara una ojeada a
nuestras notas para nuestro guion. Este es mi territorio. Seguramente Ethan no
esperaba que me pusiera mierdas pasteles.
Y además, necesito mis viejas cosas, mi armadura para la batalla. Las cosas se
han vuelto un poco demasiado cercanas entre nosotros últimamente. Quiero un
poco de distancia. Y a juzgar por la forma en que ha estado hablándome
bruscamente desde la noche de la boda de su prima y pasando todo el tiempo en la
oficina de su padre, sospecho que él también.
Pero solo podemos evitarnos lo justo, y el tiempo está corriendo para nuestro
proyecto de película. Es hora de que nos centremos en la razón por la que vinimos
en este camino en primer lugar: convertir este choque de trenes en una idea para
una película.
—Creo que el Profesor Holbrook tiene un punto —digo mientras miro los
garabatos de todas partes en nuestras notas de la historia.
—Deja de llamarlo así —dice Ethan mientras continua balanceándose de atrás
hacia adelante en su silla como un colegial insolente.
—Bueno, no voy a llamarlo Martin —chasqueo—. El hecho de que haya sido
hermano de fraternidad de tu padre y que sea tu jodido padrino no significa que sea
algo más para mí que un profesor. Y si no te importa, me gustaría mucho hacerlo
bien en esta clase.
Su silla raspa al suelo con un fuerte chasquido.
—Está bien, está bien. Tómatelo con calma antes de que saques tu colección de
cuchillos.
—Me gustaría tener una colección de cuchillos —digo en voz baja.
—Entonces, ¿qué fue lo que Martin vociferó sobre nuestras notas cuando las
leyó? —pregunta, empujando mi cuaderno de notas hacia él—. ¿Algo sobre algún
conflicto?
—Síp. Es el aspecto más importante para una historia como esta. Y no lo
tenemos.
—¿Qué quieres decir? —pregunta—. Tenemos a dos completamente opuestos
simulando ser una pareja cuando ninguno se gustan. Bam. Fuegos artificiales.
Le arrebato el cuaderno de notas.
—¿Dónde exactamente está el bam? Holbrook tiene razón. Hasta ahora, lo que
tenemos son dos protagonistas cooperando al cien por ciento en esta pequeña
aventura. Ambos consiguiendo algo. Están en la misma página. Felizmente se van a
largar cuando lo hayan terminado. Es aburrido.
¿Si me siento un poco tonta hablando de mí misma en tercera persona? Por
supuesto. Pero tengo que permanecer objetiva. Nuestra pequeña aventura es
nuestra base para el guion, pero al final del día no se trata de mí o Ethan. Se trata
de los protagonistas. Se trata de lo que haría interesante una película.
Al menos eso es lo que sigo diciéndome.
Él está abrochando y desabrochando su reloj, el que probablemente cuesta más
que la casa en la que crecí, y me resisto a la tentación de arrebatárselo de sus
manos y lanzarlo contra la pared. No sé lo que ha pasado con nosotros en estos
últimos días, pero no estamos en sintonía. Es como si esa noche juguetona cuando
me llevó por Central Park haya sido una especie de señal de advertencia de que
estamos a punto de joderlo todo. Así que ambos hemos retrocedido a ser
antagónicos.
Se suponía que el plan era simple, y en su lugar se siente mucho más
complicado que cualquier relación en la que he estado.
Es casi como si…
Una bombilla se enciente. Eso es.
—Estos personajes tienen que enamorarse.
Ethan se congela quedándose quieto.
—¿Disculpa?
—Tyler y Kayla —digo, refiriéndome a los nombres de los personajes del
guion—. Lo tienen muy fácil en este momento. Tienen que empezar a enamorarse.
O por lo menos que lo haga uno de los dos.
Me mira fijamente.
—¿Y eso va a darnos un conflicto?
—Veamos —le digo, dándole una mirada—. Vamos a suponer que es la vida
real. ¿Que los dos nos enamoráramos crearía un conflicto?
El silencio en la pequeña sala de estudio es casi doloroso, aunque no estoy
segura del por qué. Quiero decir, lo tenemos visto de las películas. Ambos
conocemos la historia de Pigmalión. Ambos sabíamos desde el principio que todo
esto tendría que pasar en el guion.
Pero sé que ambos hemos estado evitando poner emoción real en nuestros
guiones por esta misma razón. Debido a que cada vez es más y más difícil separar a
Ethan de Tyler, y a Kayla de mí.
Nuestro guion se supone que está basado en la vida real, pero quizás estemos
aterrorizados de que las cosas se inviertan. Que poniendo amor en el guion pueda
afectar la vida real. Y eso no está para nada en las tarjetas.
—Está bien, entiendo —dice lentamente—. Así que Tyler y Kayla… ¿realmente
tenemos que seguir con esos nombres? Suenan tan similar… ¿Demasiadas Ys?
—Cambia los nombres por los que quieras —murmuro mientras comienzo a
garabatear idea en el cuaderno de notas. Trato de ignorarlo cuando empieza a
recitar los nombres alternativos de los personajes, aunque lo corto cuando llega al
de Woody y Úrsula.
—Muy bien, ¿qué tal esto? —le digo, golpeteando con entusiasmo en mi
cuaderno de notas. Había olvidado lo febril que puede ser escribir un guion,
especialmente cuando haces clic con una idea—. Hasta el momento los hemos
tenido haciendo todas las cosas que nosotros hemos estado haciendo en la vida
real, fingir un beso en el barco, fingir un baile en una boda, pero siempre estando
en la misma página. Necesitamos que salgan. Que uno de ellos saque al otro de
balance.
Ethan bosteza.
—Puedo decirte en este momento que ningún tipo va a ir esta película a menos
que tenga catorce años y su mamá le haya quitado los ojos encima para que pueda
sostener la mano de su enamorada.
Le doy una mirada paciente.
—Esta idea tuya de adolescentes cachondos es una delicia, pero creo que es
seguro decir que los chicos no son nuestro público principal aquí. Vamos a por la
muchedumbre de chicas pre-adolescentes.
Él se ilumina y empieza a ponerse de pie.
—Eso suena como tu territorio. ¿Qué te parece si te pones con ello y yo voy por
un par de sándwiches?
Le clavo mi pluma en el pecho.
—Siéntate. Quédate. No voy a hacer esto sola.
Se deja caer a regañadientes en la silla.
—Bien. Voy a seguir el rollo. ¿Cómo sacamos a nuestros personajes de
balance?
¿A parte de que uno de ellos lleve al otro a dar un paseo por Central Park bajo
las estrellas? ¿A parte de tener un baile lento volviéndose sexi? ¿A parte de eso,
quieres decir?
Pero aun sabiendo que estos incidentes han pasado, se está volviendo cada vez
más claro que no importan. Al menos no a Ethan. Porque justo cuando pienso que
tal vez algo está pasando, algo que no es el juego, él vuelve a la normalidad. Regresa
al burlón e indiferente compañero de cuarto.
Lo cual es perfecto para la vida real.
Y es exactamente lo que no funciona en nuestra película.
—Necesitan tener un momento romántico que no se trate de su farsa. Que no se
trate de convencer a todo el mundo de que están enamorados. Tiene que ser real, y
soloentre ellos.
Él me da una mirada en blanco.
—Romántico. ¿Quieres decir… flores?
—Sí, Ethan. Eso es exactamente lo que quiero decir. Por favor, tráeme flores.
Sus cejas se alzan.
—¿Quién está hablando de ti y de mí? Pensé que estábamos hablando de Tyler
y Kayla.
Ups.
—Bueno, es igual de ridículo con ellos —digo, esperando que no se dé cuenta
del calor que siento arrastrándose hasta mi cuello—. Tenemos que dejar claro que
han cruzado algún tipo de línea.
—Así que cuando dices romántico, te refieres a algo sexual —dice, con sus ojos
marrones brillantes de oro.
Mi boca está seca.
—Um, sí, supongo.
Niega con la cabeza.
—No va a funcionar. Nadie va a creerse que hay verdadera atracción entre esos
dos.
El rubor arrastrándose hasta mi cuello se eleva hasta mi cara, excepto que ya
no es por la vergüenza. Sino por la ira. Y tal vez un poco de dolor. De alguna
manera sé que no está hablando tampoco sobre Tyler y Kayla.
Está hablando de nosotros. Me está diciendo que aquí no puede haber ninguna
atracción.
Salvo que está equivocado. La hay.
Simplemente parece que va en un único sentido.
De repente, ya no puedo estar en esta habitación. No con este chico al que tanto
deseo como odio. Lo odio porque es un snob superficial que no puede ver más allá
de mi delineador de ojos… que no puede aceptar a la chica que odia el rosa. Lo
deseo porque… bueno, demonios, no sé por qué lo deseo. Pero lo hago.
Tengo que salir de aquí.
—Lo tengo, Price. Averigua lo que funcionaría en esta historia y házmelo saber.
—Meto mi cuaderno en mi mochila y me estoy moviendo hacia la puerta antes de
cerrar completamente la cremallera.
Siento sus dedos envolverse alrededor de mi brazo segundos antes de que me la
vuelta y me empuje contra la pizarra, mi mochila cae al suelo cuando clava mis
manos por encima de mi cabeza.
Su boca baja a la mía, y es más dura de lo que lo fue las dos veces en que nos
hemos besado antes. Por supuesto, aquellas fueron evidentes manifestaciones para
una audiencia. Pero para este beso estamos al 100 por ciento a solas.
Su boca se mueve instantáneamente contra la mía, su lengua barriendo por mi
labio inferior, una vez, dos veces, hasta que los abro para él. El beso se profundiza y
trato de liberar mis manos para así poder tocarlo, pero su agarre se aprieta y se
acerca más, usando su cuerpo para fijarme contra la pared.
Estoy lejanamente consciente de que a pesar de que la sala de estudios no tiene
ventanas, es un espacio público y que cualquiera podría entrar en cualquier
momento.
Y no me importa.
Me entrego al beso, y él parece saber el segundo en que me ablando, debido a
que el beso se vuelve más suave. Como si me estuviera seduciendo en lugar de
reclamando. También quiero seducirlo.
La habitación está en silencio excepto por los suaves y húmedos sonidos de
nuestras bocas moviéndose la una contra la otra, y de verdad, de verdad deseo que
estuviéramos en mi casa. O por lo menos en algún lugar con puerta. Porque no
quiero detenerme en los besos.
Mis ojos se abren como platos al darme cuenta y lucho contra él, tratando
frenéticamente de soltar mis manos. Ethan parece sentir mi pánico y de inmediato
se aleja, incluso cuando agarra suavemente mis codos para sostenerme.
Ambos estamos respirando con dificultad, y me pregunto si mi rostro se ve tan
aturdido como el suyo por lo que acaba de suceder.
Lo más probable.
Pero yo estoy más que aturdida. Estoy aterrorizada. Por primera vez desde que
mi madre murió—desde antes de que el jodido Caleb me drogara—quiero intimar
con un chico. Quiero decir, realmente, realmente deseo a Ethan Price. Quiero estar
desnuda debajo de él, quiero verlo encima de mí…
Le doy a mi cabeza una pequeña sacudida y empujo contra su pecho.
—¿Qué fue eso?
No dice nada, solo se pasa una mano por la nuca. Me he dado cuenta de que
solo hace eso cuando se siente fuera de su elemento, y debería hacerme sentir
mejor que esté tan fuera de balance como yo, pero en lugar de eso solo me cabrea.
¡Cómo se atreve a besarme si no sabe qué demonios está haciendo!
Se agacha para recoger mi mochila y me la entrega. Se la arrebato sin darle las
gracias. Quiero que quede bien claro a cuál Stephanie acaba de besar. No a la dulce,
dócil y falsa Stephanie. Sino a la verdadera mal humorada y cabreada Stephanie.
Por la que no es posible que se sienta atraído.
Me digo a mi misma que me largue con mi dignidad intacta. Porque estoy
bastante segura de no hay nada que pueda decirme que yo quiera oír. Pero me
escucho hacer la pregunta de todos modos.
—¿Fue real? ¿O ha sido algún tipo experimento retorcido que podamos usar en
elguion?
Sus ojos se apartan de los míos, y es más o menos todolo que necesito.
—Lo pillo —chasqueo.
—Steffie…
—No me llames así. —Me muevo alrededor de él, dando un gran rodeo para que
no haya posibilidades de ningún contacto físico.
—Espera, solodame un minuto, ¿de acuerdo? No sé…
—Bueno, pues averígualo, Ethan.
Estoy saliendo por la puerta y cerrándola detrás de mí antes de que pueda decir
algo más que solo empeore las cosas.
Me apoyo contra la puerta un segundo, tratando de recuperar el aliento. De
ordenar mis pensamientos. Pero el único pensamiento que me viene a la mente es
la comprensión de que quiero llorar, lo cual no tiene sentido. No he llorado—tenido
ganas de llorar—desde el día en que me enteré de que mi mamá tenía cáncer.
Y odio que un superficial y bonito niño rico que puede alejarse de mí sin una
segunda mirada haya sido el que me ha hecho sentir deseo y dolor, dos emociones
que creí muertas hace mucho dentro de mí.
16
Ethan
Traducido por Issa Sanabria & Mae // Corregido por Nix

Sí, soy una especie de escapista con Stephanie después de nuestra noche muy
amigable en la boda de mi primo, he estado evitándola por completo después de ese
beso en la biblioteca.
Un beso que no fue sobre el juego, o la película, o cualquier otra cosa que no
fuese que la deseaba a ella.
Y ella me deseaba a mí también.
Por lo menos estoy bastante seguro de que lo hacía. Pero entonces ella
enloqueció y corrió.
No sé qué pensar, o decirle. Así que he estado haciendo lo que cualquier tipo de
veintitantos años con un poco de sentido común haría: la había estado evitando.
Ella parece haber tenido el mismo pensamiento, porque en las pocas palabras
que habíamos intercambiado, mencionó que ella ha tomado un par de turnos extra
en la cafetería. Por mi parte, he pasado una cantidad ridícula de tiempo en Price
Holdings, teniendo en cuenta que ni siquiera soy un interno oficial.
No estoy obteniendo ningún crédito escolar ni pago (no es que necesite el
pago), y para ser honesto, no sé porque estoy contribuyendo mucho. Mayormente
porque estoy vigilando a mi padre, escuchando en conferencias telefónicas,
observando en la forma en que maneja a todos, desde el personal hasta los grandes
inversionistas.
Sigo esperando el momento cuando todo me asuste y decida que quiero
cambiar mis trajes a medida por collares de marihuana y pantalones de lino y
cordón y me vaya a ser un guía turístico en Costa Rica. En otras palabras, no dejo
de pensar que voy a despertar y me rebelar contra todas las expectativas, y
ventajas, que se han acumulado sobre mí desde que era niño.
Pero aún no ha sucedido. Es como le dije a Stephanie durante ese estúpido
juego de dos verdades una mentira: Realmente estoy emocionado por mi legado, o
lo que sea. Puede que haya aceptado porque es un negocio importante y mis padres
me animaron, pero me he quedado allí por qué me gusta. Me gustan los números
de manera que encajen cuando ellos trabajan a la perfección. Me gustan los
negocios que forman un equilibrio entre la gente y el dinero.
Y llámenme superficial, pero incluso todo lo moderno de gran altura me espera
a mí.
Price Holdings encaja conmigo. Al igual que Olivia me va bien.
Al igual que Stephanie, con sus cargas y ceños fruncidos, no lo hace.
Por ejemplo: esta mañana cuando intercambiamos algunas palabras cortantes
con el café, vi que ella tenía algunas pequeñas calcomanías de esqueletos en sus
uñas. Esqueletos.
¿Es de extrañar que me haya estado escondiendo en la oficina de mi padre?
¿Por qué demonios no hago lo que he hecho todos los demás veranos y ser otro
interno no oficial, en vez de ser salvaje con mi culo por tomar clases de cine?
Entonces salgo del ascensor al vestíbulo de Price Holdings y lo veo.
Y recuerdo exactamente porque he estado evitando la oficina.
—¡Ethan! ¡Espera un segundo!
Subo los hombros y me debato si salir al vestíbulo como si no lo hubiese
escuchado. Pero hay suficientes ojos sobre nosotros como para hacer algo tan
obvio, y tengo lo suficiente de mi madre en mí para cuidarme de lo que la gente
piensa.
Así que en me doy vuelta y me enfrento al hombre que se ha estado tirando a
mi madre.
Pero no le sonrió de la misma forma que hace un par de meses. Hubo un
tiempo que él era como un segundo padre. Ahora él era solo el hombre que estaba
tratando de sustituir a mi padre.
—Mike.
Extendió una mano, dándose la bomba de hombre a hombre.
—No te he visto en semanas, hijo. ¿Tu padre me dice que has estado ocupado
con una clase de la escuela de verano?
—Solo es una especie de curso electivo. —Me oigo murmurar. Me odio a mí
mismo por no tener las bolas para decirle que he estado tratado de evitarlo. Y a su
hijo.
Pero entonces, tal vez el hecho de que estoy haciendo esto es prueba de que no
tengo bolas.
—Y una nueva novia, he oído —dice, manteniendo su voz baja, como si
estuviésemos conspirando. Quiero darle un puñetazo.
—¿Cómo esta Michael? —pregunto en su lugar.
Mike parpadea seriamente, un poco sorprendido de que estuviera preguntando
acerca de su único hijo. No hace mucho, he probablemente me estaría preguntando
a mí como estaba Michael. Antes cuando Michael y yo éramos inseparables.
Mike tiene que haberse dado cuenta de que todos los días de cualquier manera,
pero él no dice nada al respecto. Me pregunto si Michael le confesó que se acostó
con Olivia.
—Él está bien, él está bien —dice Mike, cambiando su maletín a la otra mano.
Ha estado en el internado en la firma de mi contador, en realidad. Pensamos que
sería bueno para el estar en algunas manos con experiencia en la gestión de los
libros.
Dile que lo viste con Mamá, una voz dentro de mí me empuja. Dile que no te
importa que él y papa sean socios de trabajo, que debe permanecer malditamente
lejos de tu familia. En cambio solo le doy una leve inclinación con el cabeza,
incómodo, como si me importara un carajo lo que mi ex amigo ha estado haciendo
en estos días.
—Bueno, me tengo que ir.
—Claro, claro. Querrás ganarte a la peor hora pico. Nos vemos por allí, hijo.
No me llames hijo.
—Claro. Ya nos veremos.
Durante los siguientes cinco segundos después de alejarme de Mike, me
debatía entre ir a casa de mis padres para hacerle frente a mi madre. Arrancar la
curita y todo eso, porque el choque de saber que mi mamá tenía un romance estaba
desapareciendo y ahora estaba quedando… triste.
Pero no dejo de pensar en cómo ella ha estado estresada con todo eso de la
fiesta en los Hamptons el próximo fin de semana.
Es más o menos el evento más grande en el que se embarca en todo el año, y
tiene profesionales y ramificación de personal. Y el fin de semana en los Hamptons
también es importante para mi papá. Por lo menos, debo esperar hasta que todo
haya terminado antes de arriesgarme a desmoronar a nuestra familia.
Además, egoístamente, prefiero hacerlo cuando pueda escapar de vuelta a la
escuela de tiempo completo. Donde puedo perderme el semestre completo de otoño
que tengo delante y, espero, en un grupo de niñas que me han seguido con la
mirada, pero que no he tocado en los últimos tres años debido a Olivia. Ahora voy a
ser capaz de acercarme si quiero.
Me dirijo a casa. Stephanie estará allí, pero entonces eso será culpa mía, ¿No es
así? Mi brillante idea de traer una compañera de grandes pechos a mi enorme casa.
Por supuesto, no sabía que ella era una excelente besadora. O que debajo de
todo ese mal humor tenía un, lado dulce y divertido. No sabía que me sentiría
mucho mejor en tres semanas de conocerla, que con Olivia después de una década.
Le debo una disculpa. Por mis estados de ánimo, por el beso… por dejar que
piense que ese día en la biblioteca yo no podría—no podía—sentirme atraído por
ella.
Porque mientras que yo no creo que una chica como ella y un tipo como yo se
dirigieran al altar ni nada, la atracción sin duda existe. Y tal vez es hora de que
hagamos algo al respecto.
Entré al apartamento, con mejor estado de ánimo del que había estado en
varios días, solo para detenerme en seco al ver en mi sala de estar: a Stephanie con
el novio encima en mi puto sofá, y su mano en la pierna Stephanie. Ambos saltaron
cuando me vieron, y yo no tenía que ser Einstein para saber que había
interrumpido algo. No dije una sola palabra, solo puse mi bolso en el suelo, pero
mis ojos nunca dejaron los de Stephanie. Ella lucía culpable al principio, pero
después de estudiar mi expresión, la culpa fue sustituida por algo que parecía
terquedad.
—¿Qué pasa hombre? —digo casualmente, separando mis ojos de Stephanie y
mirando a David.
—Eliot —dice, dando una leve inclinación de la cabeza.
No me molesto en ocultar mi mirada y tomo una cerveza de la nevera. El
manoseo falso con el oponente es el truco más viejo del manual del sexo masculino.
—¿Qué está pasando? —digo.
—Solo he traído unos DVD que Steph me había prestado días atrás. Ya sabes
cómo es acerca de sus películas. —Veo que su mano se mueve un poco más alto en
el muslo de ella mientras lo decía. Un muslo que estaba cubierto por su uniforme
de carga.
Tardíamente mis ojos no se alejan del resto de ella, y veo lo que no tome en
cuenta cuando llegue por primera vez: las botas, los pantalones de chica dura y uno
de esas pequeñas blusas de marcas registradas, y la mierda gris en sus ojos. Ella ha
estado incursionando con piezas de su vieja personalidad los últimos días, las
botas, las uñas, los pantalones, pero al parecer se decidió por todo esta noche,
porque estaba completamente gótica Stephanie.
Debería hacerme quererla menos. Me debería recordar que se trataba de David,
que era su tipo, no yo.
Pero por sobre todo eso quería ponerle las manos encima.
Tomo un trago de mi cerveza y mantengo mi rostro completamente en blanco.
—Stephanie, ¿tienes todos tus DVD’s?
Sus ojos se estrechan por mi tono casual. Es como dije, ella me conoce.
—Sí.
—Excelente —digo con mi mejor sonrisa antes de volverme hacia David—. Vete
a la mierda.
David puede ser del tipo de artista flaco, pero no era al parecer una presa fácil,
ya que se encuentra frente a mí con su expresión esta cabreado.
No puedo decir que lo culpo. Estoy siendo un idiota, pero es mi casa, y la mano
de este gilipollas estaba en Stephanie cuando él tenía otra novia…
Mierda. Al menos espero que esté con la otra chica ¿Y si rompió con esa chica
Leah y quiere a Stephanie de vuelta?
El pensamiento hizo que la cerveza supiera a orina.
—Amigo, ¿puedes darnos un minuto? —pregunta David, haciendo un trabajo
mucho mejor que yo con sus modales.
—¿Para qué?
Ignorando mi pregunta y volviéndose hacia Stephanie. Sus ojos van de mierda
a suplicante, y creo que tengo una idea bastante buena de lo que viene. El tipo se
dio cuenta de que se apartó de Stephanie por un bocadillo, y ahora la quiere de
vuelta.
Yo no solo quiero pedirle que se valla. Quiero echar fuera su culo
inconformista.
—¿Stephanie? —pregunto.
Chupa sus mejillas y se ve enojada, pero no puedo decir si está enojada
conmigo por actuar como un idiota posesivo o con David por atreverse a tocarla
después de jugar con ella.
—Te tienes que ir, David.
Sonrío. Está enojada con David.
Luego sus ojos azules se encuentran los míos, y no estoy del todo seguro de que
no sean dardos envenenados disparados contra mí. Ella definitivamente está
enojada conmigo también.
Refreno mi estado de ánimo cavernícola lo suficiente para no seguirlos a la
puerta principal, pero no voy a pretender que no trato de escuchar a escondidas,
solo un poco. Pero están susurrando, y no puedo entender nada de lo que dicen.
Entonces las palabras susurradas se detienen por completo, y me esfuerzo para
escuchar todo en absoluto. ¿Se están besando? Me obligo a sentarme en el sofá
para no perderme completamente en mi mierda. Si quieren volver a estar juntos, es
su problema.
Excepto que maldición. La sola idea me quema la garganta.
Oigo la puerta del frente cerrarse, Stephanie está de nuevo en la sala,
mirándome un poco enojada y rebelde como lo hizo ese día que me la encontré por
primera vez en el pasillo. Solo que esta vez estoy bastante seguro de que me
apuñalaría con su lapicero, justo cuando la dejo caer suavemente dentro de su
pequeña mochila.
Ella no dice nada mientras hurga en uno de mis armarios y saca una botella de
bourbon. Levanto una ceja.
—¿Día duro?
Stephanie logra verter simultáneamente un par de dedos en un vaso y
mostrarme el dedo medio.
Deja caer unos cubitos de hielo en el vaso. El whisky en realidad suena perfecto
en este momento, pero sé mejor que no debo pedirle que me dé un poco cuando
está en modo de Ethan-debe-morir, por lo que dejo mi cerveza apenas tocada a un
lado y vierto un poco para mí, con hielo.
Ella se apodera el sofá después de que me levanto, y sé que debo darle espacio,
pero vivo aquí también, así que me siento a su lado. No lo suficientemente cerca
para tocarla, pero lo más cerca cómo lo harían los compañeros, teniendo en cuenta
que hay una media docena de otros lugares para sentarse en la habitación.
Espero que me dé una conferencia sobre respetar límites físicos, y ¿en qué
demonios estabas pensando? Y eres un neandertal, pero está allí sentada en
silencio, con paciencia, tomando pequeños sorbos de whisky.
Puedo decir por el rabillo de mi ojo que me está mirando. A la espera de que le
explique. Excepto que no tengo una explicación aparte de que estaba celoso, y
ambos sabemos que es una locura, así que digo que la única otra cosa que viene a
mu mente.
—Lo siento.
Ella deja escapar un pequeño resoplido Stephanie antes de dejar su vaso a un
lado y comenzar a desatar sus botas de combate. Observo sus dedos desenrollar los
cordones, y quiero que diga algo. Cualquier cosa. Quiero que diga, No hay
problema, Price, pero más que eso, quiero que me diga que no hay nada pasando
con ese idiota de David.
Quiero que me diga que quiere que la bese de nuevo.
Tal vez la mayor parte de todo, quiero que explique por qué me apartó de ese
beso en la biblioteca en primer lugar. Porque lo quería tanto como yo. Pude verlo.
Pero a lo mejor tengo que dar un poco para conseguir un poco.
—Mi mamá está una aventura —digo.
Bueno. Eso salió de la nada. De repente me estoy acordando de por qué no he
tocado el whisky desde la noche de mi vigésimo primer cumpleaños hace varios
meses atrás, cuando me golpeé y pasé el resto del día vomitando. Pero peor que la
resaca, el whisky me hace hablador. Desastre.
Sus dedos desatando sus cordones se tambalean por un segundo, pero no
levanta la mirada.
—¿Y?
¿Y? ¿Y?
—Bueno, es una mierda total —digo, sintiéndome como un niño pequeño, a
pesar de que estoy bastante seguro de que estoy justificado al estar molesto por
esto.
Ella asiente, toma un trago, y luego comienza con su otro cordón.
—¿Cómo te enteraste?
Aquí vamos.
—Yo, um... la vi con el padre de Michael. Justo después de que vi a mi amigo
con Olivia, en realidad.
Pensé que sería horrible decirlo en voz alta, pero a pesar de que todavía suena
tan absurdo como lo hacía en mi cabeza, me doy cuenta de que algo del dolor se ha
ido.
Ella levanta entonces la mirada, sus ojos se encuentran con los míos.
—¿Entraste y viste a tu novia con tu mejor amigo, y luego viste a tu madre
durmiendo con el padre de tu mejor amigo? Y, ¿estás seguro de que no fue un
sueño? ¿O una alucinación?
A pesar de que sus palabras son frívolas, sus ojos están preocupados, y
tardíamente me doy cuenta de que su mano está en la mía, su pulgar frota mis
nudillos. Miro hacia abajo a su pequeña mano en la mía más grande.
Se ve bien.
Se siente bien.
—No fue una alucinación —digo, tratando de darle una media sonrisa—.
Definitivamente fue mi madre besando a otro hombre. Y no fue solo un beso, si
sabes lo que quiero decir.
Ella se quita ambas botas y se reclina en el sofá, frente a mí.
—Oh, sé lo que quieres decir. De hecho, recibí un beso como que ese apenas
unos días. Lo extraño, sin embargo, el hombre dejó de hablar conmigo después.
Amplío mis ojos con fingida sorpresa.
—Qué extraño, ¡me pasó a mí también! Una experiencia similar, excepto que la
chica se alejó corriendo del beso como un pequeño conejo aterrorizado.
Sus ojos se caen a su vaso y apuñala los cubos de hielo con la uña de un
esqueleto.
—Un conejo, no. Aterrorizada, sí.
Ah, mierda. ¿Estaba asustada de mí?
—¿Por qué? —pregunto, manteniendo mi voz tan suave y sin confrontación
posible.
No responde durante unos segundos, y cuando lo hace, no es para hacer frente
a mi pregunta.
—Toda tu experiencia con Olivia y tu mamá... ¿es por eso que fuiste todo raro
cuando nos viste a mí y a David juntos?
Reclino mi cabeza.
—No veo la conexión.
Sus ojos se estrechan ligeramente.
—Yo creo que sí.
Odio cuando las chicas hacen esto, y me esfuerzo por seguir el hilo de sus
pensamientos. No me toma mucho tiempo.
—¿Crees que estaba cabreado de que David estuviera aquí porque pensé que
estabas engañándome?
Se encoge de hombros.
—Dímelo tú.
No.
—No —digo—. No es eso. Quiero decir, sí, creo que se encontraban, um... al
borde de algo. Pero no me enojé porque estaba celoso. ¿Cómo iba a estarlo cuando
no estamos realmente juntos?
—Exactamente —dice ella, con los ojos clavados en los míos.
—Exactamente —repito.
¿Qué carajo está pasando aquí? Lo juro por Dios, hablar con ella cuando está
toda gótica es un viaje por un agujero de conejo de mierda.
—Así que estamos de acuerdo —le digo—. No estoy celoso.
—Está bien —dice simplemente.
—¿Pero están tú y David ... um ... juntos?
Ella me mira.
—No eres el único al que le han sido infiel, pez gordo. ¿De verdad crees que
volvería con él?
—Pero su mano...
—Se deslizaba, sí. Y estuve realmente aliviada por medio segundo cuando
llegaste a casa porque pensé que me ayudarías a protegerme.
Aterrorizada. Proteger. Su elección de palabras para describir el contacto
físico con los chicos es raro.
Pero por supuesto que lo estaría. Su último año... la droga... su ex novio basura.
No la he presionado acerca de la otra noche. No porque no me importe. Por el
contrario, probablemente me importa demasiado. Y claramente no quiere hablar
de eso conmigo. Pero ahora me siento como el idiota más grande del mundo por
dejar que se encuentre allí entre nosotros sin resolverse. Porque sé, de alguna
manera sé que esa noche tiene todo que ver con el por qué es de la forma en que es.
Y por qué apenas parece inmutarse por la infidelidad de David. Y puede que incluso
el porqué parece asustada a muerte por lo que hay entre nosotros.
Solo que no tengo ni puta idea de cómo tocar el tema. Supongo que solo podía
preguntar lo que pasó, pero quiero que quiera decírmelo por su cuenta. Quiero que
haga el primer movimiento.
Obligándome a no rogarle por respuestas, reclino mi cabeza en el sofá y cierro
los ojos. Tratando de estar alegre por el momento de que no parezca odiarme. Que
estamos en paz por primera vez en semanas, ninguno de nosotros esquivando la
compañía del otro.
Me golpea entonces que he echado de menos esto. He extrañado a Stephanie. Y
voy a extrañarla aún más cuando se mude de nuevo a los dormitorios en una
semana, después de la fiesta en los Hamptons de mis padres.
De todas las cosas que estoy esperando entonces, no sentir los dedos fríos de
Stephanie en mi antebrazo. Mantengo mis ojos cerrados, pensando que tal vez me
lo estoy imaginando, pero entonces la presión se vuelve más firme mientras raspa
con sus uñas ligeramente mi antebrazo.
—Me gusta esta parte de ti —dice con voz ronca—. Esta parte de su brazo.
Extraño, ¿eh? Pero es una de las primeras cosas que noté.
No abro los ojos, sin embargo, todavía confundido acerca de si se supone que
debemos mantener las cosas ligeras. Mantener las cosas distantes.
—¿Es todo ese sexi vello en mi brazo? —pregunto.
—Eso —dice ella, y puedo oír la sonrisa en su voz—. Pero sobre todo el
contraste entre el cabello rubio y la piel bronceada y el tenso músculo. Es muy...
—¿Sí? —pregunto cuando no responde. Jesús, ¿mi voz se acaba de romper?
—Caliente —dice ella.
Me merezco una medalla, de verdad. Porque no la beso, a pesar de que cada
parte de mi cuerpo está exigiendo que lo haga.
Y entonces siento su aliento en mi oído. Sus labios en mi cuello.
Ahí va mi autocontrol.
Inclino mi cabeza hacia ella, mi mano libre ahueca su mejilla, sintiendo su piel
suave mientras sus labios exploran mi cuello. Se mueve lentamente, sus labios
nunca rompen el contacto con mi piel mientras se inclina hacia mí. Sobre mí. Y
luego sus labios están en los míos, y me imagino que no merezco esa medalla
después de todo, porque le devuelvo el beso, enredando los dedos en su cabello.
Tiene los medios para mover nuestros dos vasos a la mesa, liberando nuestras
manos, y entonces nuestras manos están en todas partes.
Sus brazos están alrededor de mi cuello, sus uñas arañan la piel en mi nuca, y
me doy cuenta de que es la primera vez que realmente me toca. La primera vez que
lo ha iniciado.
Me desea.
La idea me envía a través del techo, y hago todo lo que puedo para mantener
mis manos en su cintura, en su espalda... y no trasladarlas a los lugares que me
muero por que estén.
Como si leyera mi pensamiento, se arquea hacia mí, moviéndose
nerviosamente, y ruego a Dios no leer mal las señales. Que no me vaya a asustarla.
Levanto una mano a la parte posterior de su cuello, manteniendo su cabeza
quieta así mi lengua puede rodear la de ella mientras muevo lentamente la otra a lo
largo de su caja torácica, rozando por un momento desgarrador su pecho antes de
colocar mi palma contra su clavícula, mi dedos juegan con la correa de su camiseta.
—Estas pequeñas camisas estúpidas me vuelven loco, ¿sabes? —digo contra sus
labios.
Siento su sonrisa.
—¿Sí? ¿A pesar de que no son de color rosa y a la moda?
—Son pequeñas —digo, envolviendo mis dedos alrededor de una correa—.
Siempre me he preguntado cuánto aguantarían. Qué tan difícil sería tirar para
romper una.
—Suena doloroso —dice, jadeando contra mi boca mientras mis dedos bajan
infinitamente a su pecho.
—Supongo que no tenemos que romperla. Podríamos simplemente quitarla —
digo.
Aguanto la respiración entonces, sabiendo que este es el momento en que me
enviará a la luna o me detendrá y correrá.
Se congela y empieza a retroceder, y yo ahogo un gemido de decepción incluso
mientras oculto mis rasgos en una máscara de entendimiento. Porque lo entiendo.
Lo hago.
Stephanie se aleja lo suficiente para sonreír tímidamente a mí.
—No me importaría si la rompieras.
Cierro los ojos por un segundo y rezo para no estar soñando. Coloca su boca en
la mía de nuevo, y mece sus caderas contra las mías. Nop. Definitivamente no lo
sueño.
Aunque tengo permiso, estoy decidido a no apresurarla, y dejo que mis dedos
continúen su juego, alternando entre frotar el dorso de mis dedos sobre la piel de
su hombro y tirar de la correa, torturándonos ambos.
Libero sus labios el tiempo suficiente para deslizarlos abajo para reunirme con
mis dedos, lamiendo y mordisqueando su clavícula, hombro, antes de dejar que mi
boca roce el oleaje de la parte superior de su pecho. No estamos ni siquiera cerca de
lo bueno, y sin embargo, ambos gemimos, su espalda se arquea hacia mí cuando
ofrece sus pechos a mis manos, mi boca. Engancho los dedos de ambas manos
debajo de esas pequeñas correas y poco a poco las quito por sus hombros, dejando
al descubierto sus pechos, cremoso centímetro a centímetro hasta que estoy a un
pequeño tirón de exponer sus pezones.
Me detengo entonces, moviendo mis manos hasta su cintura, dejando sus
brazos semi-sostenidos por su camiseta mientras causo estragos en la parte
superior de sus pechos con besos dulces. He sabido desde el primer día que es
hermosa, pero esto está más allá de cualquier fantasía que he tenido de ella. Y he
tenido más que unas pocas.
Chupo y lamo su piel hasta que los dos estamos jadeando y sus dedos están en
mi cabello instándome a seguir. Instándome a bajar.
Dejo que mi lengua de recorra la fina tela, acercándome tanto a su pezón, pero
no del todo, y ella grita. Hago lo mismo en el otro lado, negándome a darle lo que
quiere hasta que lo pida.
—Ethan —dice ella, su voz poco más que un suspiro—. Ethan.
Es suficiente para mí.
Tiro la cima del top hasta su cintura, y está totalmente expuesta a mí. Tan
pronto como el aire frío golpea sus pezones, levanta sus manos para cubrirse, y la
visión de sus pequeñas manos en sus para nada pequeñas tetas me hace querer
explotar.
—No lo hagas —digo con voz ronca—. Déjame ver. Déjame tocar.
Sus ojos están muy abiertos y asustados, y simplemente la miro a los ojos,
pidiéndole que confiara en mí.
Finalmente da una pequeña inclinación de cabeza, moviendo las manos a mis
hombros. Me muevo lentamente, dándole tiempo a retroceder. Pero no lo hace, y
cuando mi lengua pasa por el pezón, creo que nos va a matar a los dos.
Pierdo la noción del tiempo jugueteando, dándole largas lamidas alternando
con picotazos juguetones hasta que se retuerce en mi regazo, jadeando por más.
Solo entonces puedo envolver mi boca a su alrededor y succionar, respirando el
olor dulce de Stephanie mientras me doy un banquete por parte de su anatomía
que me ha estado rondando maldito cada día.
Sus manos están haciendo algunos recorridos por su cuenta, y hasta que la
siento tirar de mi camiseta apenas me doy cuenta de que ha quitado la corbata y
desabrochado la camisa de vestir. Dándole a la punta de su pecho una última
lamida larga, muevo mis manos a su cintura, dejándola en el sofá el tiempo
suficiente para quitarme mi camisa. Su camiseta está todavía alrededor de su
cintura, y la visión de ella en sin camisa, junto con esos pantalones de camuflaje es
tan ridículamente sexy que casi desearía que se hubiera dejado las botas puestas.
Tal vez la próxima vez.
Ella me sonríe y le devuelvo la sonrisa antes de empujarla en los cojines del
sofá y seguirla. Nos besamos de nuevo mientras nuestras manos continúan
explorando, y finalmente—finalmente—muevo mis manos hacia la cintura de sus
pantalones.
Puedo deshacer el primer botón antes de que se congele.
Me congelo también.
—¿Esto está bien? —pregunto en voz baja, dejando besos sobre su pecho.
No dice nada, y me aparto para mirarla a la cara, manteniendo mis manos
acariciando suavemente sus brazos, sus costados... tratando de entenderla.
Ella se lame los labios.
—Yo... quiero, de verdad. Es solo que...
Le doy un beso rápido para estimularla.
—¿Sí?
—No tengo mucha experiencia con esto.
Le doy una pequeña sonrisa.
—Estoy extrañamente contento de escuchar eso. —Y lo estoy. Me gusta la idea
de Stephanie siendo... mía.
—¿Quieres hablar denúmeros? —digo en broma, aunque estoy medio
moribundo.
Se lame los labios, pero no contesta, y me doy cuenta que tengo que decirle que
no soy exactamente experimentado. Es humillante admitirlo, pero no tengo un
montón de muescas en mi propio cinturón. Olivia y yo lo perdimos con el otro
cuando teníamos dieciséis años. Y a diferencia de Olivia, creo en la fidelidad.
—Bueno, ¿es menos de uno? —pregunto, manteniendo mi voz ligera—. Porque
esa es la medida de mi experiencia.
No responde, y el malestar no deja su rostro. Lo que no tiene sentido, a menos
que... santo infierno.
—Stephanie, ¿eres virgen? —Lo digo con tanta naturalidad como es posible,
haciéndole saber que cualquiera la respuesta está bien.
Sus ojos no se encuentran con los míos, y coloco un dedo debajo de su barbilla
para obligarla a mirarme.
—¿Qué pasa con David? —pregunto.
Ella niega con la cabeza.
—Nunca llegamos tan lejos.
Una campanilla de alarma está sonando en mi cabeza.
—¿Qué pasa con el chico de la secundaria? Dijiste que eran buenos antes de
que...
Ahí está. La mirada de conejo asustado.
Mis manos se congelan por un segundo de rabia antes de que acercarla a mí.
—Stephanie, ¿la noche en que ese hijo de puta puso algo en tu bebida... fue tu
primera vez?
Por favor, di que no. Por favor dime el cabrón no te violó.
Estoy tan preparado para una respuesta en blanco o negro que no se me ocurre
que haya una potencial zona gris.
Sus ojos encuentran los míos, y están llenos de lágrimas.
—No lo sé. No recuerdo.
17
Stephanie
Traducido por Nix // Corregido por Loli0911

—¿Sabes que solo vamos a ir por unos días?


Miro sobre mi hombro. Ethan está apoyado contra el marco de mi puerta,
vestido con shorts azules y combinado con un polo azul. Juro por Dios, él sabe
combinar más ropa que mis amigas de la escuela.
Me giro a la cama, donde toda mi ropa está en pilas para la falsa Stephanie,
pilas negras para la vieja Stephanie.
Doblo un par de pantalones limpios y los puse en la pila de la vieja Stephanie.
Fruncí un poco el ceño mientras me daba cuenta de que había parado de pensar en
mis antiguas cosas como la pila de la Stephanie real. Antes de conocer a Ethan,
estaba tan segura de quién era yo. Pero el pensamiento me hizo volver a la manera
en que era, husmeando por el campus, estudiando cine así no tendría que
interactuar con personas…
Todo eso ha perdido algo de atractivo.
Ethan vaga por la habitación como si fuera dueño del lugar, lo cual es, y toma
una pequeña tanga rosa con dos dedos, levantando una ceja.
—Pensé que no te gustaba el rosa.
Se la arrebaté.
—Ve y juega con tu propia ropa interior.
—No es ni de cerca tan interesante —dice mientras mira un par de boyshorts
verde con lunares.
No me molesto de detenerlo, sabiendo que va a ser una batalla perdida. Desde
la noche en el sofá, el humor entre nosotros ha alternado entre fácil y cargado de
tensión sexual.
Sigo sin estar segura qué demonios pasó. Pero definitivamente estoy segura de
cómo terminó.
Para pedir prestadas las palabras de su amiga Andrea, nosotros
definitivamente no nos consumamos.
Se sienta en la pila de ropa que acabo de terminar de doblar y me mira. No dice
una palabra. Simplemente me estudia.
—¿Qué? —chasqueo.
—¿Lo hiciste?
—¿Hacer qué? —No estoy orgullosa de jugar a la tonta, pero a veces es
reflexivo.
—Ya sabes qué.
Tomo una respiración profunda y gasto demasiado tiempo en doblar un
cardigán amarillo para así no mirarlo.
—Escribí un email —dije finalmente. En voz baja.
—Bien. —Sus dedos corren por la parte trasera de mi mano, y tomo una larga y
temblorosa respiración.
—¿Qué si no te escribe de regreso?
Me encuentro con los ojos de Ethan, y tenían el mismo gentil entendimiento
que estaba allí cuando le conté mi secreto.
Que no sé si soy o no virgen.
No quería decirle a él, o a alguien. Pero entonces me perdí en sus besos y
quería—necesitaba—que supiera.
Entonces empecé a hablar…
La verdad es que no quería ir a esa estúpida fiesta en primer lugar. Quería
quedarme en el hospital con mi mamá. Pero ella quería que fuera. Era demasiado
débil para seguir presionando pero mi papá no. Me dijo que era importante para
mi madre que me viera feliz. Que me viera viviendo mi vida, incluso si la suya
estaba terminando.
Así que fui. Pero estaba furiosa, y triste, y perdida. Bebí más de lo que debía,
pero no tanto como para darme cuenta de que la última Coca sabía más agria.
Puse la bebida a un lado y casi inmediatamente era demasiado tarde. El mareo le
siguió poco después, y en esos estúpidos momentos no pude mantener mis ojos
abiertos. Simplemente quería acostarme en algún lado. Cualquier lado. Mis ojos
se encontraron con Caleb, y lo supe. Sabía que él sabía lo que había en mi bebida.
Me desperté en la cama de Caleb, apenas capaz de volver mi cabeza a un lado
antes de vomitarlo todo en la alfombra blanca.
Seguí dando arcadas una y otra vez mientras trataba de despejar mi mente y
juntar las piezas sobre lo que había pasado.
¿Por qué estaba desnuda? ¿Por qué tenía resaca solo con unas cuantas
bebidas?
Entonces Caleb entró. Esperaba que perdiera su mierda por el hecho de que
había vomitado en su cama, en el suelo, pero no pareció notarlo.
Entonces vi un teléfono en su mano.
Mi teléfono.
Levanté mis ojos a su cara, y lo supe. Supe que él había contestado mi
teléfono.
Sabía que mi papá estaba llamando.
Sabía que mi madre había muerto.
Y entonces vomité otra vez.
Esa fue la primera vez que había hablado de esa noche. Nunca, jamás le había
dicho a alguien lo que había pasado. Quiero decir, por supuesto que fui un zombi
después de que eso pasara, y por supuesto que todos lo notaron. Acababa de perder
a mi madre. Recibí el título de zombi. Nadie sospechó que había algo más. Había
perdido mucho más que a mi mamá esa noche.
Bueno, Caleb lo sabía.
Quizás suene raro, pero nunca realmente consideré a Caleb en todo esto. En
algún nivel suponía que lo odiaba, pero en otro era como si ni siquiera fuera una
persona. Él era solo este demonio en mi pasado que tenía algo que lo mantenía en
el mal recuerdo de esa noche.
Pero Ethan no estaba inclinado a dejar a Caleb tan fácilmente.
Después de que le conté la enferma historia, esperaba que me diera un abrazo
condescendiente y entonces me dijera que era momento de seguir adelante.
Y sí me dio un abrazo, pero no esperaba que las siguientes palabras salieran de
su boca.
Tienes que encontrar a Caleb, Stephanie. Enfréntalo. Consigue respuestas.
Mereces respuestas.
Supongo que es raro que necesitara a alguien más para que me dijera esto, para
señalar que la peor noche de mi vida no merecía mi miseria.
Por supuesto, no había garantía de que Caleb recordara, o que no sería honesto
conmigo. Pero en lo profundo suponía que lo haría. Nos preocupamos por el otro
una vez. Y estoy segura de que hubo un momento en el que me amó, antes de que
presionara el botón del alcohol y las drogas.
Tomó treinta segundos encontrarlo en internet. Está en la Universidad de
Boston, lo cual, por supuesto, sabía. Me envió casi una docena de mensajes en
nuestro primer año preguntando si podíamos hablar, los cuales ignoré. Trató de
ponerse en contacto a través de Jordan y otros amigos de la secundaria con los que
seguía en contacto. Ignoré esos esfuerzos también.
Pero esta era la primera vez que lo había visto. Esperaba una oleada de ira,
pero en su mayoría me siento curiosa. Jordan me dijo que ahora está limpio. Que
ha vuelto a ser el «buen chico» que era antes de los Jack Daniels y las pastillas y la
mierda que tomó durante su vida.
Si sus fotos de perfil eran una indicación, Jordan estaba en lo correcto.
Los ojos rojos se habían ido y la cara hinchada que recuerdo al final. En su
lugar tiene un corte limpio y luce guapo. A diferencia de Ethan, quien en realidad es
rubio, ojos azules y totalmente de muy buen gusto.
No sé por cuánto tiempo me quedé mirando su cara sonriente, esperando a
seguir algún tipo de emoción. En su mayoría sentí alivio. Y esperanza de que quizás
Ethan esté en lo correcto, que puedo seguir adelante.
—¿Quieres hablar de eso? —pregunta Ethan, sacándome de mis recuerdos.
Le doy una pequeña sonrisa y sacudí la cabeza.
—Creo que ya hablé de ese tema, ¿sabes?
Busca algo en mi cara.
—Pero cuando escriba de regreso, me lo dices.
Me encuentro con sus ojos.
—Te diré.
No tengo opción. No si quiero que Ethan me toque. Porque dejó muy claro esa
noche cuando me alejó de él y lentamente me puso su camiseta para cubrirme así
no sería capaz de tocarme hasta que yo tuviera una clausura.
Mereces más, Stephanie. Lo mereces todo.
Y en ese momento, lo que sea que estaba sintiendo por ese chico equivocado
explotó en algo que absoluta y positivamente no quiero nombrar. No puedo
nombrarlo.
Porque en unos días en adelante habré cumplido mi parte del trato. Ethan
sobrevivirá esta estúpida fiesta y seguirá adelante con su vida. Quizás tener una
novia real en lugar de una impostora.
Mi estómago da un vuelco ante el pensamiento.
—Está bien, gótica, una vez más. ¿Por qué está todo tu guardarropa en tu
cama? Mencioné que solo van a ser dos noches, ¿verdad?
Lo golpeo con las caderas hasta que se mueve y puedo sacar un par de ahora
aplastados sostenes de debajo de su trasero.
No mira dos veces. No puedo culparlo, supongo. Quiero decir, son de un azul
bebé aburrido. Pero es otro recuerdo de que no ha hecho un solo movimiento
romántico desde esa noche en su sofá.
Sé porqué, por supuesto.
Pero no significa que tenga que gustarme.
Maldito Caleb.
Y maldita yo por ser tan gallina en los pasados tres años en los que no busqué
respuestas. Demonios, peor que eso, en realidad las evadí. Era como esos pájaros
que enterraban su cabeza en la arena.
No más. Quiero mi dignidad de vuelta. Quiero mi vida de vuelta.
Hice un gesto hacia una pequeña pila de ropa en la mesa del escritorio en la
esquina de la habitación.
—Eso es para el viaje. Simplemente aún no lo he metido en mi bolsa.
Hace un gesto hacia las pilas en mi cama.
—Entonces, ¿qué es eso?
Levanto un hombro.
—Supuse que mientras estaba empacando para el viaje, quizás debería empacar
de verdad.
Ethan se congela mientras observa mis sostenes. (Supongo que no es tan
inmune después de todo).
—¿A qué te refieres con empacar de verdad?
—Vamos, chico listo, lo sabes —digo, manteniendo mi tono ligero. No debería
estar contenta de que él suene tan molesto, pero estoy algo emocionada porque
claramente no está feliz por deshacerse de mí.
—El semestre de otoño no empieza sino dentro de dos semanas —dice.
—Estás en llamas con las observaciones —digo, yendo hacia el closet y sacando
una gran bolsa de lona que compré hace unas semanas. Tengo cerca de cuatro veces
la ropa que tenía cuando me mudé, gracias a las compras de Ethan, y él insistió en
que las tuviera. No sé qué demonios voy a hacer con eso, a menos que decida tomar
la carrera de una Barbie tamaño real, pero tampoco estoy lista para partir con ella.
Ethan está frente a mi cara, tomando la bolsa de mi mano y alejándola de mi
alcance.
—Nunca dije que tenías que mudarte tan pronto como la fiesta se terminara —
dice—. Quédate hasta el final del verano.
—Gracias por la oferta, pero mi crisis de hogar tiene que llegar a un final —digo
con una sonrisa tímida—. Ya que trabajo en la oficina del decano durante el año
escolar, me dejarán mudarme a los dormitorios más temprano sin ningún cargo
adicional mientras tome unas cuantas hojas de trabajo.
—¿Vas a dejar esto para mudarte a los dormitorios más temprano?
Siento mi temperamento empezando a picar ante la condescendencia en su
tono.
—¿Quieres que me quede? Como qué, ¿tu zorra?
Su cara se pone furiosa.
—No es de esa manera y lo sabes.
—¿Sí? ¿Cómo es entonces, Ethan? ¿Qué es esto?
Su boca se tuerce en frustración, pero en lugar de responder, esconde la bolsa
detrás de él como un niño petulante, cruzando sus brazos mientras me levanto para
recuperarla.
—¿Cuándo ibas a decirme? —pregunta, su voz más calmada pero no menos fría.
Lanzo mis manos al aire en exasperación, abandonando el pretexto de estar
empacando.
—Pensé que lo había hecho.
—Solo porque lo pedí.
—¡No me reporto a ti, Ethan! —digo, alimentando su reacción infantil—.
Puedes poner tu rutina controladora con tu siguiente novia, pero no te atrevas a
probarla en mí.
Sus ojos se encuentran con los míos.
—No eres mi novia.
Exacto. Cierro mis ojos brevemente.
—Sabes a qué me refiero.
Ethan frota una mano en la parte trasera de su cuello, y odio que estoy
empezando a adorar ese gesto frecuente.
—¿Qué hay de nuestro guión?
—Lo haremos. No tenemos que hacerlo por unas semanas, y tenemos más de la
mayoría de las escenas preparadas.
No le he dicho, pero añadí la escena de besarse-en-el-sofá en la lista de la
escena, omitiendo por supuesto, el abrupto final. En nuestra película, la heroína no
estaría bien dañada al saber si ha o no tenido sexo alguna vez, Tyler y Kara se
consumirían.
El profesor Holbrook había dicho que quería conflicto. Y el sexo
definitivamente añadiría conflicto.
Sigo sin saber y estoy o aliviada o decepcionada que ese punto en particular no
se desarrollara en una historia real.
—¿Qué hay del final? —pregunta.
—Queda como final abierto —digo más calmada, tomando la bolsa y
poniéndola en la cama—. Pensé que tal vez podríamos tomar algo de inspiración de
este viaje. Quizás tener un arranque con la ex novia o algo.
Sonríe ante eso.
—¿Quieres que me meta en una pelea pública con Olivia por el bien de una
clase con dos créditos?
—Bueno, tenemos que tener algo bien para nuestra designación.
—Actúas como si se supone que debo saber qué significa eso.
—El climax. El final explosivo —explico—. Sé que hasta ahora hemos estado a la
ligera basándolo en nuestras experiencias, pero eso no funcionará para las escenas
finales. No podemos hacer que Tyler y Kara vayan simplemente en silencio a la
oscuridad.
—Como planeas hacerlo —dice.
—Como tú —digo, dándole una mirada por la esquina de mi ojo.
—Sí, bueno —dice, frotando de nuevo su cuello—. Sospecho que lo harás mejor.
Odiando la luz del sol y todo eso. Arrastrándote en la noche es simplemente tu
estilo.
Está tratando de hacerme sonreír, pero me doy cuenta de que no estoy para
hacerlo. De hecho, no me gusta mi descripción en lo absoluto, eso asusta la mierda
fuera de mí. Mejor que no estaría perdiendo mi ventaja después de unas cortas
semanas de vestir con tacones y faldas cortas.
Siento sus ojos en mi espalda mientras me doy la vuelta para guardar una pila
de camisas negras en la bolsa, y le dejaré saber lo que ninguno de nosotros ha
mencionado: el hecho de que nos hemos besado dos veces por dos razones que no
tienen nada que ver con fingir.
Quiero que él me diga que la película se está volviendo realidad. Que Pigmalión
está enamorándose de la chica que ha creado.
Pero no lo hace.
En su lugar vaga hacia mi mesita de noche y toma una foto.
—¿Tu mamá? —pregunta.
No me molesto en levantar la mirada. Tengo la foto grabada en mi memoria. Es
de mis padres y yo la noche del juego de regreso. Acababa de ser coronada la
princesa de segundo año, y ellos estaban orgullosos.
Recuerdo pensar que nada en mi vida se sentiría tan bueno como ese
momento.
Hasta ahora he estado en lo correcto.
Ethan no dice nada, y cuando me giro para asegurarme de que no está hasta los
codos de tangas, lo veo observando la foto.
—Eras animadora —dice.
—Buen ojo —murmuro, resistiendo la urgencia de arrancar la foto de sus
manos.
—Y una corona.
No digo nada. Sé lo que está pensando: ¿Qué demonios te pasó? Solo que ya lo
sabe.
—Algunos chicos tienen una cosa por las animadoras —dice, su voz fácil.
Ruedo los ojos mientras empiezo a meter medias en la bolsa.
—Déjame adivinar. Quieres saber si todavía tengo mi viejo uniforme.
Pone la foto de regreso a la mesita de noche y se mueve hacia la puerta.
—Nah. No es lo mío. Pero creo que podría desarrollar algo por las chicas en
botas de combate.
Me doy la vuelta sorprendida, esperando ver su cara, esperando saber si se está
refiriendo a lo que creo que se está refiriendo.
Pero ya se ha ido.
18
Ethan
Traducido por Eglasi // Corregido por Loli0911

Estoy en un barco con Stephanie otra vez. Solo que esta vez el barco es en
realidad un enorme yate alquilado y el delgado y pequeño traje de baño que llevaba
la vez pasada hubiera sido absolutamente inapropiado.
Mis padres no son exactamente del tipo que rompen la tradición y su comienzo
con el espectáculo en los Hamptons sería de la misma manera que cada año: una
fiesta de tipo coctel «blanco y negro» en una hermosa mansión del barco, donde
todo desde la comida hasta el atuendo solicitado de los invitados es—lo
adivinaste—blanco y negro.
Tomo dos copas de la fuente de champaña, solo para darme cuenta de que he
perdido a Stephanie en la aglomeración. Le dije que estaría de regreso con la
bebida pero fui detenido por cerca de una docena de amigos de mis padres ya
pasados de copas y la había dejado sola por unos buenos quince minutos.
Buscando entre la multitud, mantengo mi vista en su brillante cabeza oscura.
Está usando tacones, lo cual quiere decir que no se ve pequeña como usualmente lo
hace, pero aún así sigue siendo pequeña. De igual manera mantengo al alcance de
mi vista a Olivia pero no de una manera excitante o placentera.
Mi padre me había advertido que estaría aquí. Por supuesto, ya lo sabía. A
pesar de que su familia no era oficialmente co-anfitriona, siempre disfrutaban ser
los anfitriones de la fiesta y de la extravagante fogata que seguía después de esta
fantástica fiesta coctel. Mi único consuelo es que mi madre murmuró algo acerca de
Michael teniendo un conflicto. Me había pedido que le diera algunos detalles, como
si yo supiera.
Pero al menos parece como si solo tuviera que enfrentar a un demonio este fin
de semana. Sin embargo el pensamiento no parece tan atroz siempre y cuando
Stephanie esté a mi lado.
Afortunadamente la multitud se dispersó y finalmente la veo, aumentando mi
alivio de una manera que me molesta. Si fuera forzado a elegir, preferiría la versión
de Stephanie en traje de baño en un barco, pero esta versión es bastante
espectacular.
Su vestido es strapless y blanco con un cinto negro justo debajo de sus pechos
para evitar que fuera demasiado aburrido y nupcial. No tengo parte fetiche ni nada
pero me estoy volviendo loco con las sandalias blancas combinadas con el esmalte
negro de las uñas de los pies. Sé que el esmalte negro es por el bien del tema de la
noche pero también me recuerda al esmalte negro que estaba usando el día que nos
conocimos y me encanta el delicado asentimiento de la Stephanie real que acecha
bajo el vestido de niña buena y el maquillaje.
Está hablando con algún tipo de nuestra edad que no reconozco y puedo decir,
por la forma en que su mirada se mantiene lejos de su rostro, que no soy el único
que aprecia el efecto del cinto. Una puñalada de algo caliente y amargo se arrastra
por mi espalda y la reconozco la misma emoción que tuve cuando caminé dentro de
nuestro apartamento y la vi con David.
Celos.
Me deslicé a su lado, poniendo mi mano en su espalda. Me observa mientras
acepta la copa de champaña y puedo sentir diversión ahí. Ella sabía exactamente lo
que estaba haciendo: la estaba reclamando.
—Hola —dice suavemente.
—Hola —digo de regreso.
El otro tipo tiene que ser un idiota si no captaba la indirecta.
Sostenemos la mirada por más tiempo del necesario antes de que ella coloque
lo que yo reconozco como una sonrisa social. Es la misma que he visto en mi madre
y Olivia innumerables veces y no sé si estoy orgulloso o molesto de que Stephanie
parece dominarlo.
—Ethan, él es Austin. También va a la NYU.
—Oh ¿sí? —pregunto, extendiendo mi mano—. ¿Qué especialidad?
—Economía —responde mientras sacude mi mano. Es lo suficientemente
agradable pero puedo notar que perdió el interés después de darse cuenta de que
Stephanie ya estaba tomada y después de cinco minutos de charla acerca de
nuestros profesores favoritos y de lo que seguiría después de la graduación se alejó,
dejándonos a Stephanie y a mí por nuestra cuenta.
Stephanie choca su copa con la mía antes de girarse hacia el agua y apoyar sus
brazos contra la barandilla.
—Te daré esta, Price, tus forrados amigos saben cómo hacer una fiesta.
—¿No crees que es pretencioso? —pregunto, girándome para imitar su postura.
Stephanie resopla.
—Por supuesto que es pretencioso. Pero también es malditamente increíble.
Su voz está libre de desprecio y estoy extrañamente aliviado de que se pueda
manejar en este mundo sin sentirse menospreciada por toda esta opulencia. Porque
incluso si es opulento y completamente desagradable desde la superficie, también
es mi mundo. Es mi futuro. Un día seré el anfitrión de las fiestas de los Hamptons a
favor de las propiedades Price.
Termino el resto de mi champaña, dejando que la copa colgara de mis dedos
por su tallo sobre el agua.
—Sabes, ahora que estoy aquí, me siento un poco tonto de haber estado
asustado de enfrentar esto solo. No sé por qué es tan importante que tenga novia.
No es vergonzoso que alguien de veintiún años de edad venga solo a una fiesta con
sus padres ¿cierto?
Ella mira hacia mí y puedo decir que está sorprendida por mi admisión. Incluso
un poco irritada, viendo cómo la había arrastrado fuera de su elemento cuando sin
duda deseaba en estos momentos estar asechando en algún pequeño agujero en la
pared del teatro de Soho.
Golpea ligeramente su cadera contra la mía.
—¿Estás diciéndome que quieres que me vaya Price?
Ahora es mi turno de voltear a verla y ella regresa su vista al agua.
—No —digo suavemente—. No creo estar diciendo eso en absoluto.
Es lo más cercano que he llegado a admitir de que había algo más entre
nosotros que el plan, y puedo decir que por el enrojecimiento en sus mejillas que lo
sabe. Debería dejarla ir pero de repente estoy desesperado por asegurarme de que
no estoy solo en este enredo. Que no soy el único que quiere hacer que este fin de
semana sea más que un adiós.
Porque supongo que será un adiós. No hay futuro para el heredero de un
imperio y una chica que simplemente quiere que la dejen sola.
Pero también quiero mostrarle que soy más que un aparente heredero de las
propiedades Price. Que hay más de lo que siento por ella que nuestro estúpido
arreglo. Y que hay más que un estúpido guión.
Así que la presiono. Solo un poco.
—Entiendes lo que digo ¿cierto? —pregunto suavemente—. Puedo tenerte de
regreso en Manhattan en unas horas, tu parte del trato está completamente
cumplido. —Pero dime que quieres quedarte.
No dice nada por varios segundos y mi corazón se empieza a acelerar en pánico
de que esté equivocado. De que tome mi oferta y se suba en el siguiente autobús
para regresar a la ciudad antes de que tenga la oportunidad de…
Mierda. Ni siquiera estoy seguro de qué es lo que quiero de ella este fin de
semana.
No es sexo. Quiero decir, no es solo sexo. Por lo menos no hasta que ella
obtenga respuestas de su imbécil ex novio. Quise decir lo que dije anoche.
Stephanie se merece respuestas.
Pero si ella y Caleb tuvieron sexo esa noche o no, ella no lo recuerda. Lo que
quiere decir que con quien sea que duerma será esencialmente su primera vez. Y
merece que su primera vez sea con alguien más que con el tipo que le pagó para
hacerse pasar por su novia.
Pero aún así, quiero que elija quedarse aquí.
Elígeme. No lo digo pero es algo que quiero.
—No quiero ir a casa. No todavía —dice tan bajo que en un principio pensé que
lo había imaginado. Pero luego ella se gira para enfrentarme, sus ojos azules brillan
con apoyo y amistad y algo más que ninguno de los dos nombraría.
Tomo su mano libre y la dirijo a mis labios. No porque alguien esté viendo.
Sino porque es lo que quiero.
—Me alegro.
El momento es sentimental como el infierno y fuera de nuestros personajes
pero ninguno se mueve por varios minutos y solo somos nosotros, las luces
reflejadas en el agua y alguna canción de Frank Sinatra tocada por la banda.
Un cambio está sucediendo y es crucial y peligroso, aún así lo quiero.
Beso su mano otra vez, dejando que mis dientes raspen ligeramente sus
nudillos sonriendo con satisfacción cuando ella contiene el aliento.
—No te atrevas a seducirme en este barco, Price —dice, alejando su mano de la
mía—. No hasta que consiga algo de ese caviar del que siempre estás hablando.
Gruño, dejando que aligerara el estado de ánimo.
—¿Nunca has probado el caviar? —digo simulando estar insultado—. ¿Qué
eres? ¿Un animal?
—Bien, entonces… —dice, dejándome entrelazar mis dedos con los suyos—…
edúcame.
Y quiero eso. De más formas que solo con caviar.
Pero cuando nos giramos hacia la dirección de la mesa del buffet, todos mis
planes salieron por la ventana cuando vi a la rubia alta viendo hacia mí con heridos
ojos verdes.
Y de pronto, no puedo respirar.
Olivia.
19
Stephanie
Traducido por Eglasi // Corregido por Loli0911

Olivia es hermosa.
No sé por qué no esperaba eso. Por supuesto que la ex de Ethan sería hermosa.
Y no solo quiero decir bonita del tipo más atractiva que el promedio. Ella es
completamente maravillosa. Sabía que era rubia pero había pensado (esperado)
que fuera de algún color platino falso. En su lugar es de un sedoso y dulce color
trigo que la hacía parecer una verdadera hija de un agricultor, pero con clase, de
una manera sofisticada. También es alta y esbelta y se ve como una de esas chicas
que han hecho ballet desde los dos años.
Agregando más insultos a la herida, sus ojos son sorprendentemente verdes y
almendrados y lo suficientemente exóticos para alejarla de ser siempre la chica
aburrida de al lado.
A su lado me sentí rechoncha, desaliñada y falsa.
Pero ese no era el por qué la odiaba.
La odiaba por la forma en que Ethan la miraba. A pesar de sus afirmaciones
solo momentos antes de que no tenía problemas en venir a esta fiesta solo, su
mirada dice otra cosa.
Tenía razón acerca de ella siendo el motivo por el cual me transformó. Podía
ser el tema de su moderna historia de Pigmalión, pero ella era la motivación.
De repente soy completamente consciente de que estaba interpretando un
papel. Que aunque creo que me estoy enamorando de él, el único motivo por el que
él está aquí es Olivia.
El aire se siente lleno de dolor. El suyo. El de ella. El mío. Y es ahora cuando me
doy cuenta de lo mucho que quiero cuidar a Ethan. Porque mi dolor pasa a segundo
plano con el pensamiento de lastimarlo.
¿Y no era este el punto de nuestra escapada? ¿Ayudarlo a atravesar esto?
No puedo alejar el dolor. Pero quizás puedo ayudar a su orgullo.
Armé una educada sonrisa en mi rostro como si no tuviera ni idea de quién era
Olivia.
—¿Ethan? —pregunto, manteniendo mi voz ligera y confundida. Como si nunca
me hubiera hablado de ella y solo fuera alguna chica delgada bloqueando mi
camino hacia el caviar.
Mi voz termina con su concurso de miradas, sin embargo a él le cuesta unos
segundos extra mirarme y mi corazón se retuerce solo un poco, incluso mientras
mantengo mi rostro en una perfecta imagen de inocente confusión.
Me mira, sus familiares ojos dorados estaban perdidos, me encontré a mí
misma apretando sus dedos de forma tranquilizadora, incluso cuando quiero
decirle que ella no vale la pena. Ethan mira hacia nuestras manos entrelazadas
como si estuviera confundido de por qué estaba tocándome, antes de que
finalmente—finalmente—consigue juntar su mierda.
—Cierto. Cierto. Um, Olivia, esta es Stephanie.
Aleja sus ojos de Ethan lo suficiente como para darme una pequeña sonrisa
fantasma. Tengo que darle crédito porque debe odiarme pero luce educada y no tan
perra considerando que estoy sosteniendo la mano del chico con el que estuvo
saliendo la mayor parte de su vida.
—Hola —dice, extendiendo su mano—. Es un placer conocerte.
Mentirosa, pienso mientras sacudo su mano, sin permitir que mi sonrisa
desaparezca. Por un momento considero preguntar cómo se habían conocido pero
eso parecía como si fuera un poco exagerado en el juego de «él nunca te ha
mencionado».
Su vestido es blanco como el mío, pero es una simple sábana en forma de
cortina que cuelga de su cuello completamente halagador y simple y me hizo sentir
como si estuviera usando un cortador de galletas en forma de vestido de dama de
honor.
—Escuché que estabas viendo a alguien —dice suavemente a Ethan.
—Sí.
Ambas esperamos a que dijera algo más. En este punto no me importa si él me
usa como segundo plato o simplemente como una excusa educada para terminar
con este incómodo encuentro; yo solo quiero que haga algo. Algo más que solo
estar ahí como un chico que está frente al amor de su vida.
Hago correr mi mano sobre su brazo.
—Hmmm, ¿quizás deberíamos conseguir algo de caviar antes de que se
termine?
Se gira otra vez para mirarme con el ceño fruncido y capto a Olivia mientras le
daba una pequeña mirada de confusión. Inmediatamente me doy cuenta de mi
error. Por supuesto que este tipo de fiesta no se quedaría sin caviar. La posibilidad
ni siquiera se atravesaría por la mente de las personas. Y yo no soy de esas
personas.
—Por supuesto —dice, dándome una sonrisa que no había visto antes. Es plana
y distante y horrible. Oh diablos, no.
Es obvio que quería quedarse e intercambiar largas miradas con su ex infiel y
sería condenada si daba a cualquiera de ellos la impresión de que lo estaba
arrastrando. No necesito una escolta de compasión hacia la mesa del caviar.
Empujé mi mano lejos de la suya, sin importarme que ese gesto se viera infantil
y obvio.
—En realidad, sostén ese pensamiento —digo, mi voz era alta y clara—. Primero
necesito usar el baño. Te veo más tarde en los huevos de pescado ¿sí?
Me alejo antes de poder disfrutar de su reacción snob ante mi bautizo del caviar
y enorgullecerme de que tampoco corrí en mi camino hacia el baño.
Incluso estoy más orgullosa del hecho de que no lloro una vez que entro, a
pesar de que el nudo en mi garganta me dice que en realidad quiero hacerlo.
Veo mi reflejo en el elaborado baño del yate por un buen tiempo. Cuando me
estoy preparando en la habitación en la que me habían puesto los Price, me siento
como la novia del chico rico. Pero después de ver a Olivia, me doy cuenta de que
entrar en su mundo no es tener el vestido correcto o el peinado o look adecuado. Es
sobre la confianza. Es acerca de convencerte de que perteneces aquí y que esa gente
a tu alrededor con toda esa ridícula opulencia te quiere aquí.
Eso es la realidad la historia de Pigmalión. Ese es el conflicto del que habla
Martin Holbrook. Porque puedes vestir bien a una prostituta pero seguirá siendo
una prostituta. La niña de las flores es solo la niña de las flores. Y un sucio
estudiante de cine es solo un sucio estudiante de cine. Incluso en un hermoso
vestido.
Aunque me siento humillada y completamente fuera de lugar, trato de verle el
lado amable. Por lo menos finalmente tengo algo de inspiración para esas escenas
finales de nuestro libreto. Quizás puedo pasar el tiempo anotando ideas en las
servilletas de coctel mientras consigo ser bombardeada por la fabulosa champaña.
Sospecho que Ethan no me necesitará como su falsa novia por el resto de la noche.
Abro la puerta intentando totalmente tomar ventaja por primera vez y
probablemente por última vez de tener acceso a la barra libre y a la comida de
gente rica, pero antes de poder poner un pie fuera del baño estoy siendo empujada
hacia atrás para volver a entrar.
—¿Qué demo… Ethan?
Azota la puerta detrás de él, bloqueándola, antes de girarse hacia mí, sus ojos
eran asesinos.
—Me abandonaste.
Esa simple declaración me dejó fuera de balance. ¿Yo lo abandoné?
—¡Pensé que no me querías ahí! —digo—. Me sentí como la quinta rueda
mientras ustedes se lanzaban miradas hambrientas.
Él tiene la decencia de verse culpable por una fracción de segundo antes de
regresar a su posesiva mirada, como si yo fuera la que hace un lio de las cosas.
—No la había visto en meses. No estaba preparado. No estaba… —se corta.
—La extrañas —digo suavemente.
Ethan frota su cuello sin verme a los ojos y por un breve momento mi pecho
literalmente duele.
—Quizás —digo tranquilamente—. Por un segundo pensé eso. Pero después que
te fuiste, no estaba pensando en Olivia. Estaba preocupado de que hubieras
cambiado de opinión y regresaras a Manhattan.
El dolor en mi pecho disminuye solo un poco.
—No haría eso —digo suavemente—. Te dije que me quedaría.
Deja salir una profunda respiración antes de que acercarse y colocar sus manos
alrededor de mis codos, empujándome más cerca.
—¿Lo prometes?
Busco su rostro, queriendo que me diga que solo soy yo a quien quiere. Que
terminó completamente con Olivia. Pero no dice eso y yo no pregunto.
Aún así no lo voy a dejar. No puedo.
—Te lo prometo —susurro.
Y luego me besa, aquí en la privacidad del estrecho baño, donde nadie puede
vernos.
Donde nadie puede vernos.
Me empiezo a dar cuenta de que hay dos tipos de besos para nosotros: los besos
actuados y los besos importantes.
Y los besos importantes son superados en número de los besos actuados.
20
Ethan
Traducido por Rincone // Corregido por Loli0911
—Ese vestido le quedaba bien a Olivia.
Cierro los ojos cuando escucho la voz de mi madre. ¿Me está tomando el pelo
con esto? Solo estoy sorprendido que mamá esperara hasta la última noche de la
fiesta en casa para hacer su movimiento.
—¿Ah sí? —digo—. No la he visto esta tarde.
Es mentira. Vi a Olivia casi de inmediato. Y no porque estuviera buscándola,
sino porque era condenadamente difícil evitar a alguien cuyos ojos tan familiares
estaban sobre ti las 24/7.
Se había quedado mirándome todo el tiempo mientras le estuve dando la
lección a Stephanie de caviar en el cóctel de la fiesta de anoche.
Me miró durante la hoguera cuando Stephanie y yo nos habíamos dado el uno
al otro los malvaviscos.
Y luego estuvo esta mañana, cuando me presenté para mi hora de salida solo
para darme cuenta que Olivia estaba en mi grupo de cuatro personas, junto con
nuestros padres. Y no había manera de zafarse de ella.
Aún tenía que decirle a Stephanie que Olivia y yo habíamos pasado ocho horas
juntos. No es como si fuera culpa mía. No lo había planeado. Pero Olivia jugaba al
golf y Stephanie no, así que… no había de otra.
Pero la verdadera razón por lo que no le había contado a Stephanie es porque la
mañana con Olivia no fue tan horrible como pensé que sería. De hecho, después de
haber dejado un poco la rigidez y rebuscado una pequeña charla en los primeros
hoyos, fue casi como si nada hubiera cambiado. Y por más que intentara aferrarme
al recuerdo de verla en los brazos de Michael, cuando los dos estábamos juntos,
intercambiando críticas de uno a otro sobre el swing del golf o ayudando al otro a
encontrar una cabellota perdida, se había sentido… bueno, familiar.
No es que quisiera volver con ella. Pero era muy consciente que hacíamos una
buena pareja en todos los sentidos que importaba. Que siempre haríamos una
buena pareja.
Me recordé que Olivia no iba saltando a los muelles con niños pequeños,
gritando durante todo el camino. Stephanie sí. Olivia no rodaba los ojos cuando
uno de los amigos borrachos de mis padres comenzaba a discutir los matices de las
diferentes épocas. Olivia no se arremangaba sus pantalones y se sumergía en un
muy competitivo juego de croquet con los hombres de la fiesta, terminando por
encantarles a todos.
Olivia no me sobresaltaba con sonrisas inesperadas. No hacía que mi corazón
latiera.
Stephanie sí.
—Parece que Stephanie se está adaptando a nuestro pueblo —dice mi madre,
tomando un sorbo de su vino pinot grigio.
Yyyyyyyy eso es suficiente.
—Mamá —digo con simpleza—. Eres una snob.
Mi madre toma una brusca inhalación, pero mis ojos nunca dejan el lugar en
donde está Stephanie hablando animadamente con mi padre y uno de sus muchos
contables. Mi padre, a quien Stephanie acompañó a pescar el día de hoy. Mi novia
fue a pescar con mi padre.
O mi novia falsa. Ya no sé si la distinción sigue siendo válida. No estoy seguro
de si incluso me importa.
—Ethan —dice mi madre, su voz sonando exasperada más que ofendida—.
¿Qué te ha pasado?
Echo un vistazo alrededor de la carpa alumbrada con velas que estaban puestas
en la gala de la playa. Tal vez sea femenino pensar en esto, pero siempre ha sido
una de mis partes favoritas de las fiestas en casa de mis padres. Después de un fin
de semana de tomar el sol e ir en barco y hacer deporte, siempre se veía como el
final perfecto para el fin de semana.
Pero esta noche se siente un poco pasada, y me preocupa por si tiene algo que
ver con el riesgo de incendio por tener tantas personas rodeadas por cientos de
velas en una tienda de tela. Por no hablar que es la misma cosa que hicieron el año
pasado. Y el anterior.
Nunca he pensado demasiado en las diferencias entre tradición y monotonía,
pero ahora encuentro que no puedo pensar en otra cosa.
—Sabes lo que me pasó —digo, respondiendo tardíamente a la pregunta de mi
madre.
—Ethan, ella es una muchacha bonita, y lo suficientemente agradable, ¿pero
estás seguro de que no está…?
—¿No está qué?
—Bueno, yendo tras tu dinero. Nuestro dinero.
El pensamiento es demasiado increíble incluso para comprenderlo, y de
repente estoy deseando poder mostrarle a mi madre una foto de cuando vi a
Stephanie por primera vez, sus botas de mercadillo y cabello sin peinar. Me
gustaría poder mostrarle como tuve que arrastrar a la chica a ir de compras.
—Mamá, no creo que ella quiera tener nada que ver con nosotros.
—Solo estoy preocupada que no estés pensando con claridad. ¿Has pensado en
cómo debe ser para Olivia, ver como coqueteas con una extraña?
¿Una extraña?
Y de repente no puedo recordar por qué he hecho nada de esto. Por qué le he
escondido la verdad a mi madre, o me preocupaba lo que Olivia pudiera pensar.
—Olivia me engañó, mamá.
Se queda callada, y sé que por dentro su preocupación materna está luchando
con la imagen de la sociedad, por no hablar de cómo debe de sentirse al
escucharme acusar a Olivar de la misma cosa de la que ella es culpable.
—¿Estás seguro? —pregunta—. Las líneas no siempre están claras, Ethan,
especialmente cuando eres joven.
—Había una línea. Ella la cruzó. Con Michael.
—¿Michael?
No creo que haya sido mi imaginación que su voz subió una octava, de calmada
a nerviosa.
—Sí. Mi mejor amigo se lo estaba haciendo a mi novia. Los encontré.
Se queda en silencio por unos segundos.
—¿Cuándo?
Aquí está: mi oportunidad de irme y dejarlo atrás. O mi momento de ser claro,
no para juzgarla, sino porque no podemos seguir así, con ella ocultándolo y yo
pretender permitírselo.
—El mismo día que te vi con Mike.
Es como si una bomba hubiera estallado, pero solo nosotros nos diéramos
cuenta. Ella no se mueve, pero puedo sentir su pánico.
—Ethan, permíteme explica…
—No tienes que explicármelo, mamá. No a mí. ¿Pero a papá?
Deja escapar un suspiro tembloroso.
—¿No se lo has dicho?
Tomo un sorbo de mi cóctel demasiado dulce que agarré de la barra y me
encojo un poco de hombros.
—No es mi secreto para contar. Peso esto él tiene que saberlo.
—Es demasiado complicado, Ethan.
Me pone una implorante mano sobre mi brazo, pero me lo sacudo de encima.
—Estoy seguro que lo es, pero no quiero ni necesito los detalles. Solo necesitaba
que supieras que lo sé.
Mamá me da una leve inclinación de cabeza.
—Gracias por no odiarme.
Doy un respiro y me quedo mirando hacia el suelo por un segundo, siendo
incapaz de mirarla.
—Eres mi madre. No te odio, y estoy tratando con ello. Pero tienes que dejar ir
lo de Olivia, ¿de acuerdo? Una aventura amorosa en mi vida personal es suficiente.
No puedo hacerle frente a dos.
—Ethan… —Ahí no hay ninguna disculpa, pero asiento con la cabeza para
demostrarle que lo entiendo. Entonces me marcho.
Con el tiempo tendremos que hablar, pero ahora no es el momento de entrar en
ello. Demonios, este no era ni el momento de haberlo sacado a colocación. Pero
había estado viendo a Stephanie, pensando que me sentía más en paz de lo que me
había sentido en mucho tiempo, y simplemente tuve que dejarlo salir.
Por supuesto, en la habitación hay otro elefante igual de enorme en forma de
mi ex novia.
Y ya llegaría a eso.
Pero por ahora…
Me muevo detrás de Stephanie, sin tocarla, solo lo suficientemente cerca como
para respirar un poco el picante aroma de su perfume. Creo que no podré cansarme
nunca de verla en sus vestidos, pero me ha superado esta noche. Porque esta
noche… esta noche tiene escote. No un escote tipo estrella del porno, nada tan de
mala calidad, sino solo lo suficiente para dejarle saber al mundo—está bien, al
mundo macho—que tiene unas tetas realmente impresionantes.
Ella me pilla mirándola y me da un pequeño guiño, y entonces lo sé… se lo ha
puesto para mí.
—Desde el primer día supe que eras un mirón —dice ella desde la comisura de
su boca, lo suficientemente bajo para que solo yo pueda escuchar.
—¿Qué puedo decir? Estoy hechizado —le digo, levantando una mano para
tocar con un dedo su labio inferior, aunque esa no sea para nada la parte de ella
que quiero tocar. O por lo menos no la única parte.
Su respiración de traba un poco, y las personas que nos rodean tienen el buen
sentido de alejarse de nosotros.
Me da una risita nerviosa y hace como si estuviera mirando todo el entorno de
lujo.
—Tus padres han sido unos muy buenos anfitriones.
Asiento sin dejar nunca los ojos de Stephanie.
—Este es el final del fin de semana, excepto por la comida informal de
despedida de mañana. Valoramos decir adiós con estilo.
El azul brillante de sus ojos se atenúan ligeramente, y me doy cuenta que ha
malinterpretado mis palabras. Que piensa que es a ella a quien le estoy diciendo
adiós.
Y entonces me doy cuenta que no quiero eso. De ningún modo.
Le extiendo una mano.
—Camina conmigo.
No le digo a dónde. Ella tampoco pregunta. Solo pone su mano en la mía y me
deja guiarla. Pasamos gente que he conocido durante toda mi vida. Pasamos a mi
madre, cuyos ojos están resignados. Pasamos a Olivia, cuyos ojos no lo están.
Nada de eso importa. Solo Stephanie.
Llegamos a la orilla del patio pavimentado de mis padres y me detengo lo
suficiente para quitarnos nuestros zapatos, dejándolos en una pila mientras me
enrollo mis pantalones.
Tomo de nuevo su mano, llevándola hacia el agua. Ni siquiera estoy seguro de a
dónde vamos o por qué, todo lo que quiero es estar a solas con ella. Y no quiero una
audiencia.
Irónico, ya que el punto entero de todo esto era precisamente tener una
audiencia.
A pesar de que estoy usando un traje y ella un vestido que no es exactamente
largo, nos encontramos sentados en la arena, con nuestros pies justo al borde del
alcance de las olas.
Su espalda se presiona contra mi pecho, con mis piernas a cada lado de las
suyas, y se siente como lo más natural del mundo envolver un brazo alrededor de
ella, mi brazo sobre su cintura y mi mano en su cadera.
De vez en cuando el aire tira su cabello sobre mi cara y no me molesta en lo
más mínimo.
Stephanie inclina la cabeza sobre mi hombro antes de dejar escapar un
tembloroso suspiro.
—Mi padre se volvió a casar seis meses después de que mi madre falleciera.
Cristo. ¿Seis meses? Pero no digo nada, dejando que hable.
—La peor parte fue que no lo vi venir. Quiero decir, creo que alguna vez
escuché el nombre de Amy aparecer un par de veces mientras él trataba de entablar
conversación sobre las cenas quemadas que él nos había hecho a los dos. Pero en
ese momento, yo era como los muertos vivientes. Ni siquiera me molesté en romper
con Caleb. Sencillamente… terminamos. Apenas recuerdo el funeral de mi madre, y
entonces mi padre me estaba llevando a otro jodido estado sin poder siquiera
graduarme con mis amigos…
Cambio ligeramente nuestra posición, sentándome más recto para que así
pueda apoyarse mejor. Enroscándome a su alrededor. Protegiéndola.
—Sé que piensas que solo estoy envidiando la felicidad de mi padre. Diablos, tal
vez lo haga un poco. Yo aún tenía la garganta adolorida, y allí estaba él, avanzando
en su vida unos pocos meses después de enterrar a su esposa. Y tendrías que ver
una foto de mi madre y Amy lado a lado para entenderlo. Ellas podrían pasar por
hermanas. Tal vez como gemelas. Él no estaba tratando de superar lo de mamá.
Trataba de reemplazarla. Y después de que se casaron, fue como si la primera parte
de mi vida nunca hubiera existido.
Froto mi barbilla contra su cabello, tratando de imaginar lo que es perder una
madre a los dieciocho. Y no solo perder una madre, sino observarla
desvaneciéndose lentamente, probablemente dolorosamente, y luego no estar ahí
en el momento final. Tener que saber por el tipo que drogó tu ron con coca-cola que
tu madre ha muerto.
La pieza que faltaba de Stephanie encaja en su sitio. Lo espinosa, el cónico ceño
fruncido, la actitud, solía pensar que esos eran solo el resultado de la ira con el
mundo, pero ahora estoy pensando que es algo mucho más desgarrador que eso.
Solo se trata de autoprotección. Perdió a su madre y a su novio, y de alguna forma
perdió a su padre, en el lapso de unos pocos meses.
No es de extrañar que pasara de adolescente sonriente a gótica odiadora del
mundo.
La beso en la oreja, preguntándome como podría asegurarle que no tenía que
volver a ser cautelosa. Que debería permitirse confiar en alguien. Que solo porque
las fuentes primarias de su vida desaparecieran no quiere decir que no hayas otras
fuentes allí.
Y que yo quería ser una.
Se retuerce un poco, y sé que está nerviosa por su espontánea confesión, así
que recorro con mis manos de arriba abajo sus brazos, manteniendo el toque suave
y fácil mientras le doy una de mis propias confesiones.
Le digo que extraño a Michael. Pudo haberme traicionado, pero es mi mejor
amigo, y estoy dividido entre el pensamiento de perdonarlo y el pensamiento de
que no necesito «amigos» que se acuesten con mi novia.
Le cuento de haber confrontado a mamá, y de lo asustado que estoy de que mis
padres no sepan cómo resolver las cosas.
Juntos, discutimos sobre la infidelidad, y como siempre pensamos que era un
blanco o negro, pero que tal vez es más complicado que eso, porque parece ser todo
lo que nos rodea. Olivia y Michael. Mi mamá y el mayor Mike. David. Incluso su
padre, en el sentido de que no le fue leal a la memoria de su madre por mucho
tiempo.
Pierdo la noción del tiempo que hablamos, acurrucados allí en la playa,
llenando nuestros trajes de noche de arena e ignorando por completo los distantes
sonidos de la fiesta de mis padres mientras el ruido flota hasta el agua.
Pero incluso en medio de nuestra sesión de confesiones querido-diario, incluso
cuando soy vagamente consciente de que nunca he hablando tanto con nadie—ni
siquiera con Olivia—no digo las cosas que importan.
No le digo cómo me siento, por miedo a que no se sienta de la misma forma.
No le pregunto qué va a pasar cuando nuestro guión esté hecho y ella se vaya,
porque tengo miedo de la respuesta. Miedo a que lo que estamos experimentando
ahora sea el resultado de la atípica situación en la que nos hemos puesto, y que no
sea algo para largo plazo.
Pero tampoco le digo adiós.
Porque no creo que pueda soportarlo.
21
Stephanie
Traducido por Eglasi // Corregido por Loli0911
He estado en la cama por casi una hora y he perdido la cuenta de cuánto
tiempo he estado viendo mi teléfono. He perdido la cuenta de las veces que he
releído el mismo correo.
No había tenido mi teléfono conmigo cuando fui a la fiesta y el correo llegó en
algún momento durante las horas en las que Ethan y yo estuvimos hablando
sentados en la playa.
A regañadientes pongo mi teléfono a mi lado en la mesa de noche. De todos
modos lo tengo todo memorizado. Pero había solo una línea que me tiene
pensando.
Sin embargo sé que no es excusa para lo que te hice, tienes que saber que
nunca podría tomar ventaja de ti de esa forma. Nunca dormimos juntos,
Stephanie. Pensé que lo sabías y lamento no haberlo dejado claro.
Bueno, santa mierda. Soy virgen.
El resto del correo de Caleb es más o menos mierda. Un montón de efusivas
disculpas acerca de cómo él no fue quien en realidad puso esa mierda en mi bebida
pero que él no había «intentado lo suficiente» para mantenerme alejada de ella.
Que sus amigos nunca quisieron que algo sucediera, solo pensaron que podía
«perderme».
Porque esa es justo la manera en la que cada chica espera llegar al límite
cuando su mamá está muriendo. Perdiendo completamente el conocimiento.
Él incluso afirmó que no fue quien me quitó la ropa. Que yo había estado
divagando incoherentemente acerca de estar caliente y que me había quitado la
ropa antes de que hubiera alegado que ahora tenía frío arrojándome en su cama,
donde aparentemente se la pasó observándome toda la noche.
Existe la posibilidad de que, por supuesto, esté mintiendo. Pero no creo que lo
estuviera haciendo. Quizás pudo haber caído temporalmente en una brutal
multitud pero recuerdo a Jordan diciéndome que Caleb limpió completamente ese
acto después de que mi madre muriera. Me dijo que él quería estar ahí para mí pero
que yo no se lo permitía.
Eso es malditamente cierto, no lo dejé. No había respondido ninguna llamada
perdida o mensaje de texto, y había docenas.
Pero ahora estoy pensando acerca de lo que Ethan dijo más temprano acerca de
tratar de perdonar a Michael.
No sé si puedo perdonar a Caleb. Solo no puedo. El tipo sigue siendo una
mierda por dejar a su novia o a cualquier chica en esa situación. Él no consiguió
una maldita medalla por no violarme cuando estaba tan sobrepasada con las
drogas.
No podía perdonar. No todavía. Pero puedo seguir adelante.
Y sé exactamente cómo quiero seguir adelante.
Giro fuera de la cama y me dirijo al espejo, agradecida de que el estatus como
novia de Ethan me diera acceso a una de las habitaciones con baño privado.
Miro mi reflejo.
No es genial.
La humedad hace que mi cabello esté más esponjado de lo normal, sin
mencionar que los dedos de Ethan lo provocaron cuando me besó fuera de la
habitación. Y después de leer el correo había estado completamente en shock como
para quitarme el maquillaje apropiadamente. Considerándolo todo, no me veía
sexi.
Rápidamente lavo mi cara, debatiéndome si volver a aplicar maquillaje antes
de darme cuenta de que es una idea ridícula ya que es la una de la madrugada. No
había nada que pudiera hacer con mi cabello sin haberlo lavado y secado así que
esperaba que él interpretara el desastre como sexi en lugar de pordiosera.
La realidad de lo que voy a hacer me golpea mientras me lavo los dientes. Me
voy a meter en la cama de Ethan Price.
Y estoy muy segura de que me querrá esta noche.
Pero, ¿y mañana?
El pensamiento retuerce mi estómago mientras me doy cuenta de que a pesar
de la cercanía entre nosotros este fin de semana, no hemos tenido una charla acerca
del mundo real. No hemos hablado del mañana o de los días después de hoy.
Si fuera cualquier otra situación, podríamos permanecer como hasta ahora. De
cualquier manera todos piensan que estamos saliendo; nadie más necesita saber
que solo hasta hace poco se ha vuelto real. Pero ahora nos habíamos visto
atrapados en la historia de Pigmalión. Quizás no seguiré pretendiendo acerca de mi
relación con Ethan pero estoy pretendiendo que soy una chica de sociedad. Y no
voy a poder seguir haciéndolo por siempre.
La pasta de dientes de menta no hace nada para remover el sabor amargo de mi
boca por el miedo real de que lo que sea que Ethan siente por mí no tiene nada que
ver con la Stephanie Kendrick que él conoció y tiene todo que ver con la Stephanie
Kendrick que él creó. Quiere a la Steffie Wright y yo dejé de ser esa chica cuando
tenía dieciocho.
Diablos, el tipo ni siquiera sabía que solía voltear por el nombre de Steffie, o
que adopté el nombre de soltera de mi madre, Kendrick, solo para joder a mi padre
después de que se casara con Amy.
Escupo y tomo una profunda respiración, empujando mis dudas a un lado.
Ethan me conoce de la manera en que importa. Tengo que creer eso. Él no hubiera
podido tenerme o confiar en mí o haberme besado si no fuera así.
Con la mente clara, abro la puerta tan silenciosamente como puedo, esperando
por Dios recordar correctamente cuál es la habitación de Ethan. Siempre me había
imaginado «casas de verano» como casas de campo o tipo cabaña pero esta era una
maldita mansión. La mayoría de los invitados de la fiesta tenían acceso a su propio
hospedaje en los Hamptons (naturalmente), pero el resto está aquí. De alguna
manera imagino que no podrían apreciar que una chica universitaria llamara a su
puerta y se metiera de manera furtiva en su habitación en medio de la noche.
Paso silenciosamente por el pasillo en dirección a la habitación de Ethan,
contando mentalmente las puertas. Una, dos… cinco… gira a la derecha…
Me detengo en frente de la primera puerta a mi izquierda, mi mano
revoloteando sobre el pomo.
Y luego la abro.
22
Ethan
Traducido por LoreLlerena // Corregido por Mais020291

Mi primer pensamiento cuando mi puerta se abre es que realmente debería


recordar bloquearla cuando mis padres tienen casa de huéspedes. Pero pasé
demasiados veranos despreocupados en esta habitación como un niño, y ahora el
concepto de bloquearla no se me ocurre.
Me incorporo en la cama, listo para decirle a cualquier vejestorio que está
deambulando sin sus gafas que llegó a la habitación equivocada.
Pero no es un vejestorio.
No puedo ver su cara, pero habría reconocido esa silueta dondequiera.
Stephanie.
Está parada ahí en la puerta por varios minutos, claramente aterrorizada de
que la mande lejos o pregunte qué demonios está haciendo aquí.
¿Acaso ella no sabe que tomó cada pedazo de autocontrol que tenía para
enviarla a su habitación sola hace unas horas?
Pero tuve que hacerlo. Mis padres no son tontos. Puedo hacer cualquier
travesura que quiera en mi propio lugar, pero bajo su techo es en habitaciones
separadas. Estaba esperando una visita de «buenas noches cariño» de mi madre al
final de la tarde, solo para asegurarse que Stephanie y yo estábamos, de hecho,
donde se supone que estemos, y tenía razón: mi madre llamó suavemente y
tranquilamente abrió la puerta, a pesar de que fingí estar dormido.
Pero no estoy pretendiendo estar dormido con Stephanie, solo que
probablemente no puede saber, ya que aquí está oscuro como boca de lobo y no
tiene forma de saber que estoy despierto y que la quiero aquí.
Comienza a dar un paso hacia atrás, e instintivamente tomo su mano.
Stephanie.
Hay una pequeña respiración sobresaltada desde la puerta, y luego se mueve
otra vez, esta vez hacia mí. La puerta se cierra detrás de ella y le ordeno que la
bloquee.
Lo hace.
La habitación está en silencio, excepto por sus suaves pisadas mientras se
acerca a la cama. Se detiene por un lado de la cama, y realmente estoy deseando
haber traído un poco de agua a la habitación porque mi garganta está
completamente seca.
Atormento a mi cerebro por algo de decir la cosa correcta para decir pero
no quiero joder esto, así que en cambio me quedo en silencio, levantando las
mantas varias pulgadas, invitándola a entrar. Mi corazón está latiendo con fuerza, y
ahora está lo suficientemente cerca que puedo distinguir el brillo de sus ojos, la
forma de su cara.
Por un abrumador momento creo que lo he entendido mal. Que ella está aquí
para decirme que me vaya a la mierda o para decir adiós o para decir algo más que
se sentirá como si estuviera poniendo mi corazón en una picadora de carne.
Luego se está deslizando debajo de la manta, y lo único que puedo pensar es,
Gracias Dios.
¿No puedes dormir? pregunto, amando la manera en que se enrosca en
mis brazos incluso mientras la alcanzo.
Se entierra más cerca, su nariz está contra mi pecho desnudo. Mis boxers no
están haciendo mucho para protegerla del hecho de que estoy realmente cavando
en sus pequeños pantalones cortos y la camiseta tipo tanque que son sus pijamas.
Entonces habla.
Caleb me respondió.
Lo dice en voz tan baja que al principio ni siquiera estoy seguro de haberla
escuchado correctamente. Tengo cuidado de no dejar que mi cuerpo se tense,
manteniendo mi toque fácil, incluso mientras sé lo importante que eso es para ella.
Para ambos.
¿Sí? pregunto.
Puedo oírla tragar.
El, um… nosotros no lo hicimos…
Stephanie sumerge su cabeza mientras su voz se rompe, y oigo que sorbe por la
nariz un segundo antes de sentir la humedad contra mi pecho, y estoy desgarrado
entre querer matar a Caleb porque es un hijo de puta que la hizo llorar y querer
besar sus lágrimas para alejarlas.
Me cuenta la historia en suaves susurros. Su voz es firme, pero más o menos
citando su correo palabra por palabra, por lo que, claramente, ha leído la maldita
cosa al menos una docena de veces. Eso me dice lo mucho que le importa.
¿Cómo te sientes? pregunto cuándo termina.
Da un ligero suspiro y luego se mueve, así que su palma está contra mi pecho.
Su toque es tentativo, y no hay nada abiertamente sexual en ello, pero contengo el
aliento de todos modos por su contacto.
Ya basta, Ethan. Esto no es sobre sexo.
Me siento aliviada, creo. Y un poco sorprendida. Supongo que siempre
asumí… quiero decir, cuando despiertas desnuda en la cama de tu novio, estas un
poco inclinada a creer lo peor. Todo este tiempo lo estuve culpando a él y supongo
que ahora…bueno, me culpo a mí también. Intentó explicar. No puedo decirte
cuantas veces llamó. Incluso se acercó…
Engancho un dedo debajo de su barbilla, inclinando su rostro hacia el mío.
Stephanie. Esto no es tu culpa. Absolutamente ninguna parte de ella.
Sostiene mi mirada por varios segundos antes de asentir ligeramente.
Está bien.
No libero su barbilla.
No me gusta nada de eso que te pasó, y no te voy a dar ninguna mierda sobre
un rayo de luz, pero para lo que vale, me alegro de que tu primera vez estará
separada de aquella horrible noche.
Sus ojos se abren un poco, y me apresuro a corregir su impresión.
Por tu bien quiero decir. Eso no significa, tú sabes… no espero que tu
primera vez sea ahora…
Su mano se mueve de mi pecho a mis labios, sus dedos trazando muy
lentamente el contorno de mi boca. A pesar de que tengo completamente la
intención de ser un reconfortante amigo esta noche, no puedo dejar de chasquear
las yemas de sus dedos con la lengua, viendo como sus ojos se cierran y su
respiración se vuelve superficial solo por ese pequeño contacto.
Conozco el sentimiento, cariño.
Me quedo inmóvil, esperando que ella haga el siguiente movimiento, y cuando
abre sus ojos de nuevo, están ardientes, y mi corazón comienza a latir con
anticipación, incluso estoy asustado de estarlo malinterpretando.
Se menea hacia arriba, hasta que nuestros rostros están iguales y lentamente
mueve la cabeza hacia la mía hasta que nuestros labios están a una pulgada de
distancia. Cada fibra de mi ser quiere rodarla sobre su espalda y besarla sin
sentido, pero este es su momento. Su noche. Le quitaron la elección una vez. No
voy a dejar que le suceda otra vez. Esta es la razón por la que quería que obtuviera
su cierre. Quería que ella sepa lo que me está ofreciendo. Tomar esa decisión
intencionalmente. A propósito.
Y quiero ser el chico que la ayude a sanar.
Pero no quiero ser solamente ese chico. Si soy totalmente honesto, quiero que
ella me escoja porque le importa, no solo porque soy el primer chico quien se ofrece
para ayudarla a deshacerse de sus fantasmas.
Su beso es suave y dulce, y la dejo que se haga cargo del beso. Dejo que sus
manos se muevan por donde quieran, y están por todas partes, corriendo sobre mis
hombros, mis pectorales. Ambos gemimos un poco cuando sus dedos rozan la
cintura de mis boxers, y aleja sus manos como si se hubiera quemado.
Cierro mis ojos y tomo una respiración profunda, luchando por el control,
negándome a apresurarla.
Ahuecando su cara con mis manos, uso mis labios para jugar con los suyos,
manteniéndolo ligero y divertido. Dejándola saber que puedo pasar toda la noche
besándola. Solo besándola.
Pero ella lo está haciendo difícil, retorciéndose contra mí, sus manos reanudan
un vagabundeo que no me atrevo a responder. No voy a ser el imbécil que insiste en
averiguar si todavía es virgen y luego tomar esa virginidad la misma noche que lo
descubre. Ella significa mucho para mí.
Pero luego siento sus dedos calientes en mi muñeca, y está tirando mi mano
hacia abajo, hasta que lentamente, deliberadamente, apoya mi mano en su pecho
lleno.
Stephanie, yo no…
Me detiene con un beso.
Hazme el amor. Por favor.
23
Stephanie
Traducido por LoreLlerena // Corregido por Mais020291

Él me va a voltear. Ethan se aleja un poco, su mano ya moviéndose de mi


pecho, dónde descaradamente hice que me tocara.
Mi cara arde.
Me está rechazando.
La primera y la única vez que quiero dormir con un chico y no está interesado.
No me quieres. No quiero decirlo, pero ahí está.
Se congela, sus dedos surcan mi cabello.
Dios, Stephanie. Por supuesto que te quiero.
Entonces, ¿por qué…?
No has tenido ningún momento para pensar sobre esto. Acabaste de recibir
una bomba en un correo electrónico hace como una hora. Te odiarás si tu primera
vez… tu primera vez real… es con alguien qué…
Su voz se rompe, y tengo que saber, incluso si me da miedo su respuesta.
¿Con alguien qué…?
¿Se irá en la mañana?
¿Quién solo quiere dormir conmigo como una parte del juego?
¿Quién puede o no puede mirarte dos veces cuando vuelvas a ser tu verdadero
yo?
Lo escucho respirando, y no me responde por varios segundos.
Me preocupo por ti, Stephanie.
Mi corazón golpea.
Pero, entonces ¿por qué…?
Porque no es solo sobre el sexo. Si tú estás buscando deshacerte de tu tarjeta
de Virginidad con el blanco más fácil, tendrás que buscar en otra parte.
Entrecierro los ojos ligeramente.
¿Qué es, Ethan? ¿No dormirás conmigo porque estás preocupado que esté
tomando una decisión precipitada, o no dormirás conmigo porque estás
preocupado porque te estoy usando por tu cuerpo de niño rico?
Deja escapar una pequeña risa.
Dios. No lo sé. La primera. Tal vez, ambas. Yo solo…
No te estoy usando digo bruscamente . ¿Piensas que fue fácil para mí
venir aquí? Pero solo tengo algo importante que regresó a mí, Ethan. Ahora es mi
decisión. Y te elijo a ti.
Inclina su cabeza hacia abajo, su frente apoyándose en la mía.
¿Por qué? La pregunta es ronca. Desesperada. Necesitada.
Paso mi mano a lo largo de su mandíbula.
Porque también me preocupo por ti.
Cierra sus ojos, pero solo por un instante, porque luego su boca está contra la
mía otra vez y no hay nada divertido o suave en él, y lo sé. He ganado.
A medida que nuestros besos se vuelven más frenéticos y más candentes, él se
desplaza, inclinándose sobre mí solo un poco, dándome tiempo y espacio para
enloquecer, pero no lo hago. Envuelvo mis brazos alrededor de su espalda, mis
dedos pasando sobre sus músculos ahí mientras lo dejo rodar debajo de mí.
Nuestras manos son más aventureras ahora; buscando, más bien, dar placer
que simplemente explorar, y él captura mi grito con sus labios mientras su mano
encuentra mi pecho, sus palmas dando vueltas, poniendo la perfecta cantidad de
presión en mi pezón.
Todo mi movimiento ha hecho que mi caja torácica se alce, y él desliza una
mano debajo de esta, moviéndola lentamente, como si yo pudiese enloquecer.
No lo hago.
Sus labios están sobre mí, succionando y burlándose, y puedo hacer un poco
más que sostener su cabeza en mí, aunque quiero más. Mucho más.
Su cara se mueve a la mía mientras su mano se mueve hacia abajo, sus dedos
encontrando mi calor, incluso a través de la tela de mis pantalones cortos de seda.
¿Esto está bien?
Todo lo que puedo hacer es gemir.
Puedes detenerme en cualquier momento.
Ethan. Hundo mis dientes en su labio inferior . Cállate.
Lo siento sonreír y entonces su mano se mueve, gentilmente entre mis piernas.
Me frota allí hasta que mis muslos caen, y luego desliza una mano debajo de mi
pantalón corto, debajo de mis bragas, explorando mi calor húmedo. Escucho el
sonido de suaves maullidos de alguna parte, y estoy humillada al darme cuenta de
que provienen de mí.
Ethan aleja mi vergüenza a besos, aún cuando afloja mis pantalones cortos y
baja mi ropa interior por mi trasero, halándolas suavemente por mis piernas hasta
que soy capaz de apartarlas.
Estoy desnuda debajo de Ethan Price, y nada se ha sentido tan bien o tan
perfecto.
No es hasta que está quitándose sus boxers que la practicidad se cuela a través
de mi neblina sexual.
¡Espera!
Exhala bruscamente a través de su nariz, pero se mueve fuera de mí, su mirada
preocupada.
Protección digo, mortificada por no haber pensado en eso antes, aunque
nunca la había necesitado.
Hay un pequeño destello de alivio en sus ojos, y roza un beso sobre mi hombro.
Afortunadamente para ti, ocurre que soy un chico que ya pasó la edad de la
pubertad. Nos gusta estar preparados todo el tiempo en caso de tener suerte con
una atractiva estudiante de cine.
Sonrío un poco, frotando mis manos sobre su pecho, notando la manera en que
aspira una bocanada de aire cuando toco sus pezones planos.
Piensas que soy atractiva.
Sus ojos vagan por mi cara, y su mirada se suaviza.
Eres definitivamente atractiva.
No estaba bromeando sobre tener protección a mano, mientras le toma un
medio minuto de excavación a través del cajón de su mesita de noche antes de estar
colocándose el condón.
Se me ocurre que debería estar aterrorizada, pero nunca he estado tan
encendida o tan segura de nada en mi vida.
Última oportunidad susurra en mi oído, colocándose encima de mí.
Atraigo sus labios a los míos como respuesta y mueve una palma entre mis
muslos, separándolos antes de posicionarse a sí mismo.
Hay un pellizco al principio. No dolor, solo un apretón y automáticamente me
tenso contra la presión.
Relájate tanto como puedas dice con sus labios en mi cuello.
Lo hago, confiando en él y se desliza dentro de mí lentamente, cada uno de
nosotros gruñendo. Sé cuándo está todo dentro, porque me siento llena y
satisfecha.
Así que esto es todo.
Eso no fue todo.
Porque luego coloca sus manos en ambos lados de mi cara y comienza a
moverse, sus ojos nunca dejan mi cara. Todavía hay un remanente de esa tirantez,
pero no suficiente para detener mis caderas de levantarse para reunirme con sus
lentas embestidas.
Por alguna razón siempre asumí que sería por un par de minutos, pero es
deliciosamente prolongado hasta que los dos estamos moviéndonos más y más
rápido y estoy tan cerca, pero no sé cómo llegar a él.
La mano de Ethan se desliza por mi cuerpo, y sus dedos hacen algo
maravilloso, tocándome justo en el lugar correcto, y en cuestión de segundos tengo
que dar una palmada a mi cara para no gritar mientras todo explota.
Ethan da una maldición ahogada, y por primera y única vez durante la noche,
se olvida de ser gentil, su cuerpo estrellándose contra el mío antes de sacudirse
una, dos veces y sé que todo explotó para el también. Y lo amé.
Después, lentamente rueda hacia mi lado, poniendo mi espalda contra su
pecho mientras envuelve un brazo alrededor de mi cintura.
Creo que debería volver a mi habitación digo finalmente, en parte porque
es verdad, y en parte porque no sé qué más decir en la incómoda secuela de algo
tan asombroso.
Si hubiera sabido lo que tenías en mente, podría haber ido a ti dice contra
mi cabello . Te salvaba de la caminata de la vergüenza.
¿Es algo malo que casi espere chocar con tu madre? ¿Solo para ver su cara?
Su mano se mueve ligeramente y pellizca mi trasero.
Ni pensarlo. Sería divertido como por medio segundo, pero te garantizo que
el recuerdo no será tan divertido la próxima vez que la veas en la cena del domingo.
Le toma a mi cerebro un segundo para registrar lo que dijo y mi corazón da un
pequeño salto de felicidad, incluso si me pregunto si está hablando
hipotéticamente.
¿Va a haber otra cena el domingo? pregunto, manteniendo mi voz lo más
ligera que puedo para tan importante pregunta.
Ethan se mueve, levantándose ligeramente así puede apoyar su cabeza en su
mano, mientras la otra se mueve de mi cintura a la curva de mi mejilla.
Stephanie…
Me volteo un poco así puedo ver su cara, mi corazón fundiéndose un poco
cuando lo hago. Está nervioso.
La sincronización de esto está mal dice , porque nosotros acabamos… tú
sabes… pero te juro por Dios que iba a hablar contigo sobre esto mañana, incluso
antes de saber que nosotros íbamos a…
¿Consumar? digo con una sonrisa descarada.
Pero él no me devuelve la sonrisa, su cara está seria. Esperanzado.
Sé que acordamos que esto solo duraría hasta que la escuela comenzara de
nuevo, y sé que estás planeando mudarte a los dormitorios y todo eso y todo eso
pero…
¿Pero…? susurro.
Sus ojos están en mis labios.
Pero somos muy buenos compañeros. E incluso mejor amantes. Y estaba
pensando… me estaba preguntando… si tú querías… estaba esperando que
pudieras, tú sabes… quedarte.
Siento algo cálido y reconfortante desenrollarse en mi estómago, subiendo
lentamente por mi pecho, y ha pasado tanto tiempo desde que lo había sentido que
me toma un segundo nombrar lo que estoy sintiendo.
Estoy feliz. Ethan me hace feliz.
Es una locura. Y es rápido. Jordan me golpearía. Mi padre tendría un ataque al
corazón. Sus padres probablemente llamarían a la maldita policía.
Pero somos adultos y es solo un mes de jugar a las casitas, no un anillo de
bodas. Y no hay manera que le diga que no a él. No puedo.
En cambio, tiro de sus labios a los míos.
Probablemente podría permanecer cerca…compañero de cuarto.
24
Ethan
Traducido por Isane33 // Corregido por Mais020291

Llevo a Stephanie de regreso a su habitación alrededor de las cuatro de la


mañana, antes de arrastrarme de vuelta a mi dormitorio y dormir un par de horas
antes de que tengamos que levantarnos para la comida de despedida de mis padres
y el viaje de regreso a la ciudad.
Cuando me levanto a las nueve, me toma cinco segundos de aturdimiento
darme cuenta de por qué estoy de tan buen humor. Luego recuerdo el momento en
el que Stephanie se deslizó entre mis sábanas y todo lo que siguió.
Me doy cuenta ahora de por qué he sentido como que ha habido un elefante
sentado en mi pecho en los últimos días. He estado temiendo el momento de volver
a mi apartamento y no oler las burbujas que ella utiliza en sus baños nocturnos. He
estado temiendo no tener a nadie que se burle del hecho de que plancho mis
pantalones cortos de golf y lavo en seco mis camisetas tipo polo.
He estado temiendo la vida sin Stephanie. Y ahora ya no tengo que hacerlo.
Tomo una ducha rápida antes de ponerme un par de pantalones cortos de color
caqui y una camisa verde, solo porque ella me dijo una vez que me veía «no tan
mal» en verde. Fue un cumplido a regañadientes, pero sin duda era un cumplido.
Me lo quedo.
Al salir de la habitación, prácticamente choco contra Mike y Michelle St. Claire.
—¡Ethan! —dice Michelle, su rostro tan familiar como el de mi madre, y se ve
tan contenta de verme que se me revuelve el estómago—. No te he visto en todo el
fin de semana. O todo el verano.
Hay una pregunta ahí, pero no la voy a responder. Eso es asunto de Michael.
Sin embargo, no es su culpa que su hijo se acostara con mi novia, o que su marido
esté, probablemente, acostándose con mi madre.
Me pregunto si ella lo sabe.
Impulsado en parte por compasión y en parte por los buenos recuerdos, le doy
un abrazo y un beso en la mejilla, haciendo todo lo posible para evitar el contacto
visual con Mike. Cómo puede engañar a una mujer como Michelle St. Claire está
más allá de mi comprensión.
Hablo de cosas sin importancia durante unos segundos antes de que Mike se
queje de tener hambre y arrastre a su mujer hacia las escaleras.
Ella me da una última mirada suplicante.
—Le diremos a Michael que le envías saludos, ¿de acuerdo?
Por favor no lo hagas.
—Está bien —digo, forzando una sonrisa.
Aun así, pensar en mi mejor amigo no hiere tanto como lo ha hecho en las
últimas semanas, y me pregunto si tal vez es momento de que lo llame. Lo menos
que podemos hacer es dar el asunto por terminado. Más de una década de amistad
merece por lo menos eso.
Toco suavemente a la puerta de Stephanie, sin molestarme en esperar una
respuesta antes de entrar.
Está de espaldas, y empaca con cuidado sus vestidos de cóctel y trajes de baño
en su maleta.
Pero no es la ropa que está empacando lo que me llama la atención. Es la ropa
que usa.
Vuelve la cabeza hacia mí, dándome una sonrisa tímida.
—Hola —dice, sus mejillas tornándose de color rosa.
Me digo a mí mismo que debo decir algo para que esté menos nerviosa. Decirle
que no debería estar avergonzada para nada de lo que pasó entre nosotros anoche.
Que fue una de las mejores noches de mi vida, y no solo a causa para sexo. La
conversación, los abrazos, la confianza… todo.
Pero no puedo apartar los ojos de sus botas. Sus pantalones. Su camisa negra.
Su maquillaje de ojos.
Noto el momento en el que registra que no estoy diciendo nada. Que no puedo
dejar de mirar, y no en la forma en que un chico que acaba de tomar cariñosamente
su virginidad debe mirarla.
Pero no puedo evitarlo. Esta no es la Stephanie de anoche. Esta es la Stephanie
malhumorada y enojada que odia al mundo. Creí que se había ido. Pero me está
mirando directamente a los ojos.
En casa de mis padres. Donde cualquiera puede verla.
—¿Qué, um… a qué viene ese atuendo? —pregunto.
Se le ensombrece el rostro inmediatamente, sus ojos azules parpadean con
dolor y me siento como un idiota. Pero se recupera rápidamente, y el dolor se
convierte en ira cautelosa.
—¿Mi atuendo? ¿Te refieres a mi ropa?
Señalo su maleta.
—Esas son tus ropas. Y creía que me había deshecho de esa sombra de ojos
gris.
Los ojos oscuros en cuestión se entrecierran en mí.
—Lo hiciste. Compré otra.
¿Por qué?
—¿Estás enojada conmigo? ¿Es por eso que estás toda gótica? —pregunto
tentativamente, tratando de averiguar lo que se me escapa. ¿Por qué no usa un
lindo vestidito sin mangas apropiado para la comida como el que todo el mundo va
a usar?
—No lo estaba. Pero ciertamente lo voy a estar —dice entre dientes apretados.
—Explícamelo con lujo y detalle —digo con una sonrisa fácil—. ¿Qué he hecho
para merecer el atuendo completamente negro? —Y digo de verdad lo de
completamente negro. Desde la camiseta delgada y los pantalones anchos a las
botas en las que están metidos los pantalones, no hay una pizca de color en ella, a
excepción de los ojos azules, y los ojos están enojados.
Las alarmas de advertencia que habían comenzado como meras campanillas
ahora hacían un ruido estrepitoso en mi cabeza.
—No has hecho nada para merecerlo, Ethan. —Su voz es tranquila, y eso es
mucho peor que si me hubiera estado gritando—. Pero hemos dicho desde el primer
día que hoy marca el fin de la farsa. El día que puedo dejar de fingir.
—Pero anoche… pensé…
Ella me mira con paciencia.
—Anoche lo fue todo para mí. Pero no veo qué tiene que ver con mi armario.
Me froto la nuca, luchando por encontrar lo correcto para decir. Por un lado,
quiero decirle que no importa. Que voy a sentir lo mismo por ella sin importar lo
que lleve puesto. Que podría usar un traje espacial y no me importaría.
Pero entonces me imagino a nosotros dos caminando hasta la mesa de comida
de mis padres con ella vistiendo eso. Me imagino las miradas, las cejas levantadas,
la confusión.
Y antes de que me dé cuenta de lo que está sucediendo, hay un montaje que
pasa por mi cerebro como una presentación de diapositivas de forma espontánea.
Yo llevando a Stephanie al baile de mi fraternidad cuando ella está vestida
como un extra de una película de terror.
Stephanie y yo en casa de mis padres para cenar y ella usando sus mil
doscientos pendientes.
Nosotros reuniéndonos después de clases, yo con mis compañeros fresas de
Negocios y ella con sus góticos amigos de cine, y ninguno de nosotros teniendo
una cosa que decirle al otro.
Tratando de salir con ella a una agradable cena, yo en mi traje y ella en sus
desgastadas botas de combate.
No podía verlo. No podía ver nada de eso.
—Ethan, ¿quieres que me cambie?
Siento una oleada de alivio al oír su sugerencia. Dios, sí.
—Creo que te ves muy bien en tu nueva ropa —digo, dándome palmaditas en la
espalda a mí mismo por ser diplomático.
Silencio.
Oh, mierda. Su pregunta no había sido solo una pregunta. Había sido una
prueba. Una prueba de que había fallado.
Nunca había visto a alguien con una expresión tan fría. Podía reparar el daño.
Podía lidiar con la ira. ¿Pero esta entumecida y «me importa un carajo» Stephanie?
Esto era malo. Muy malo.
—Stephanie…
Levanta una mano.
—Fuera.
Mi propio temperamento estalla por su fría renuncia, como si no nos
debiéramos una conversación sobre esto.
—Estas retrocediendo, Kendrick.
—¿Retrocediendo a qué, exactamente?
—A la antigua tú. La versión de ti que era recelosa, temerosa y tal vez un poco
mezquina. La versión que estaba enojada con todos y le temía a todo.
Ella da medio paso más cerca, con los ojos brillantes.
—No hay una antigua yo, Ethan. Está la yo real, y luego está la versión
inventada de Barbie que he estado fingiendo durante el último mes.
Sacudo la cabeza, sin creerle ni por un segundo.
—Has sido feliz en las últimas semanas. No lo niegues.
—¡No lo estoy negando! Pero no fue la nueva ropa o maquillaje lo que me hizo
feliz, Ethan.
Entiendo lo que está tratando de decirme. Y debo ser apaciguado por el hecho
de que soy yo lo que la hace feliz. No es mi dinero o mi estilo de vida, o el hecho de
que hay mármol de verdad en mi baño. ¿No es eso lo que quiere cada hombre?
¿Una chica que le guste por él y no por su imagen?
Pero luego se mete el cabello detrás de la oreja y la luz de la mañana atrapa sus
pendientes. Los siete.
No duraría ni un día en mi mundo. Todo el mundo, mis padres, mis amigos y
mis colegas van a hablar de ella a sus espaldas. No puedo pedirle eso.
Pero tampoco puedo pedirle que cambie.
La miro a los ojos, y puedo ver cuando lo entiende. Esto no va a funcionar.
Pero yo quiero que funcione. Demonios, estoy decidido. Tal vez solo necesita
ver que no tiene que vestir esa mierda. Tal vez entonces se deshará de ella para
siempre.
Y si no lo hace… bueno, lo resolveremos. Creo.
Le tiendo la mano.
—Vamos a la comida.
Se ve sorprendida por la oferta, y siento una pequeña punzada porque piensa
que no me gustaría ser visto con ella vistiendo de esta manera.
Y duele muchísimo más que por un segundo, en realidad no quería ser visto
con ella vistiendo así.
—Ethan, ¿estás…? Me puedo cambiar.
Por un segundo, me siento tentado. Por el bien de ella tanto como el mío. Pero
sus ojos están vacíos y perdidos, y sé que si se lo pido, ella estará perdida para mí.
Niego con la cabeza.
—Vamos a hacer esto.
25
Stephanie
Traducido por Isane33 // Corregido por Mais020291
Todo el mundo está mirando. Quiero decir, yo sabía que lo harían, pero…
Es peor de lo que pensaba.
No es que tenga a alguien a quien culpar, salvo a mí misma. Sabía que cuando
me vistiera como un personaje de The Nightmare Before Christmas20 en este
grupo, recibiría algunas miradas. Que encajaría tan bien como un perro callejero
entre los caniches de pura raza.
Pero necesitaba saber. Necesitaba saber cómo reaccionaría Ethan. Si aún vería
las botas y el delineador de ojos, o si me vería mí.
La respuesta fue desgarradora.
Sostenía mi mano ahora, pero el gesto se sentía vacío. Frío. Como si mi
camiseta negra con el nombre de un grupo de rock al azar, que ni siquiera me
gusta, impreso en la parte delantera fuera borrando poco a poco todo lo que pasó
anoche.
Le doy crédito por tratar de fingir que estamos bien. De verdad. Pero las
palabras que intercambiamos cuando entró por primera vez en mi habitación
cuelgan entre nosotros, y sé que los dos somos culpables. Yo por no confiar en él.
Por despertar esta mañana con el miedo paralizante de que acababa de entregarle
mi virginidad a un Pigmalión de la vida real: un tipo que se había enamorado de su
creación en lugar de la verdadera. Por ponerlo a prueba. Y él por hacerme ver que
estaba en lo correcto. Porque sí me miró de manera diferente ahora que no estoy
vestida como un huevo de Pascua.
Al igual que es claro como el día que está incómodo en este momento,
sosteniendo la mano de alguien que claramente no es una de ellos.
—¡Ethan!
Ambos nos damos la vuelta, agradecidos por una distracción de miradas y
silencio entre nosotros.

20 Película de animación conocida en España como Pesadilla antes de Navidad y en


Hispanoamérica como El extraño mundo de Jack.
Hay un hombre mayor bien vestido que recuerdo haber visto en la hoguera,
pero que todavía no he conocido. Lleva un polo de color caqui y pantalones cortos
blancos. El tipo está sólidamente en la mediana edad, pero parece más bronceado y
en forma que la mayoría de mi círculo social de veinteañeros. De hecho, el hombre
podría ser Ethan en varios años. O lo que Ethan podría ser si deja de estar
conmigo.
—Hola, Pat —dice Ethan, dándole al hombre mayor una sonrisa amable pero
un poco tensa.
—Solo quería conocer a tu nueva chica. No tuvimos la oportunidad
anteriormente en el fin de semana.
Ethan vacila, no lo suficiente para que Pat lo note; pero yo sí, y la opresión en
mi pecho está de vuelta.
—Claro. Esta es Stephanie Kendrick. Mi novia.
Debería sentirme apaciguada porque lo dice en voz alta, pero no hay
entusiasmo allí. Ciertamente, nada de orgullo.
—Pat Middleton —dice el tipo, estrechándome la mano—. Mi hija y Ethan
crecieron juntos.
Casi suelto una risita. Claro. Si por «crecieron juntos», quiere decir «habían
estado más o menos comprometidos». Había prestado suficiente atención a los
apellidos para saber que estaba conociendo al padre de Olivia. Y aunque el hombre
era muy amable, su expresión de perplejidad lo decía todo.
¿Mi hija está siendo rechazada por ella?
—Bueno, debemos de conseguir algo de comer antes de que nos marchemos —
está diciendo Ethan.
—Claro, claro. Buen partido el de ayer, por cierto. ¿Tal vez los cuatro podemos
salir la próxima semana por otro partido si se enfría un poco?
—Claro, definitivamente —murmura Ethan antes de decir una especie de adiós
pobre y tirar de mí hacia la mesa del buffet.
Echo un vistazo a su perfil. Hay algo más en conflicto con la vergüenza en su
rostro ahora. Culpa.
Y estoy bastante segura de saber lo que la está causando.
—¿Los cuatro? —digo casualmente al comenzar a amontonar la comida
mecánicamente en nuestros platos.
Todo parece perfectamente preparado, aunque estoy bastante segura de que no
voy a ser capaz de comer un bocado.
—Claro, el mismo cuarteto del partido de ayer —dice, tomando demasiado
tiempo para seleccionar la perfecta porción de huevos Benedict.
—¿Así que tú, tu padre, Pat y… Olivia?
Deja caer la cuchara con más fuerza de la necesaria.
—Sí, he jugado al golf con Liv, ¿de acuerdo? No era salaz.
Excepto que no me lo contaste.
No es una gran cosa, la verdad. Quiero decir, el golf no es el deporte más sexy, y
sus papás estaban allí. Y para ser justos, no le pregunté acerca de su juego de golf.
Estaba completamente dispuesta a creer que había sido un inofensivo partido del
deporte más aburrido del mundo.
Excepto…
Era un deporte que nunca he jugado. Que probablemente nunca querré jugar.
Nunca voy a ser invitada a unirme a «su gente» para un partido de golf el próximo
fin de semana.
—Bueno, diviértete con Liv el próximo fin de semana —digo, odiando la
pequeña nota de celos en mi voz ante la idea de ellos dos en sus pequeños trajes a
juego con sus pulcros papás y probablemente seguido de un almuerzo de ensalada
de hojas verdes, pero no pude cambiar mi tono.
—Jesús, Stephanie. No empieces una pelea. No por esto. —Ethan se dirige a
una de las mesas redondas libres y lo sigo, sintiéndome como una estudiante de
intercambio marginada. Excepto que no soy de otro país, soy de otro maldito
mundo.
Dejo que mi plato haga un ruido metálico cuando lo coloco sobre la mesa,
encantada cuando una fresa rueda de mi plato y cae sobre el mantel blanco Espero
que esa mierda manche.
—No estoy buscando pelea. Solo quiero saber por qué no me dijiste que pasaste
la mayor parte de ayer con tu ex novia.
Él empuja una pila de una especie de papa trufada en su boca, y tengo un
antojo repentino de unas grasientas papas rayadas fritas de una cafetería de
carretera, solo porque es normal.
—Probablemente porque sabía que ibas a responder así —dice con irritación.
Ethan tiene un punto. Estoy actuando como esa novia totalmente inmadura de
las películas, a la que siempre terminan dejando. Pero al parecer soy una
masoquista porque no me detengo.
—¿Fue divertido?
—¿Qué fue divertido? —Deja caer el tenedor en el plato, y dejamos de
molestarnos en fingir que tenemos hambre.
—Tu pequeña expedición del club de campo. ¿Fue divertida?
—Claro… —dice lentamente. No me mira a los ojos.
Y entonces sé por qué no se molestó en mencionarlo. Tal vez nada sexual
ocurrió con Olivia, tal vez ni siquiera nada de coqueteo.
Pero hay algo más peligroso que el sexo.
Compatibilidad.
Ethan y Olivia la tienen.
Ethan y yo no.
Es la misma razón por la que se asustó esta mañana por mi atuendo.
Demonios, es la razón que me puse esta ropa; solo no me di cuenta. Ya que mi
subconsciente sabía lo que yo no. Que a pesar de que él se preocupaba por mí, y no
dudaba ni por un segundo de ello, no sería suficiente. Él no sería feliz en las afueras
de su mundo, cuando el resto de sus amigos estaban navegando yates y yo tratando
de arrastrarlo a alguna exposición individual de off-off-Broadway21.
Él se perdería juegos de golf, partidos de tenis y cualquier otra basura fresa por
mí.
Y porque me preocupo por él también, no voy a dejar que eso suceda.
Es por eso que tengo que dejarlo ir.
Siento que curvo los labios en un burdo indicio de una sonrisa.
—Supongo que tenemos el final de nuestra película Pigmalión, ¿eh?
—¿Qué? —pregunta bruscamente, luciendo exasperado.
Me digo a mí misma que debo callarme y marcharme, pero mi estúpida boca
sigue funcionando.
—Sabes, todo este tiempo, en cierto modo me pareció que iba a ser uno de esos
guiones de comedia romántica de mala calidad. En realidad estoy un poco aliviada
de que sea real.
—Stephanie…
Sigo adelante.
—Es bastante estándar, en realidad. Tú, igual que Pigmalión, se ven obligados a
darse cuenta de que lo que pensaban que les importaba era algo de su propia
21Las producciones teatrales Off-Off-Broadway son aquellas que se representan en teatros de un
tamaño menor que los teatros de Broadway y Off-Broadway.
creación y no real. Y yo, como el sujeto, me veo obligada a darme cuenta de que era
demasiado bueno para ser verdad. Que alguien como tú no se enamoraría de
alguien arruinado y con varios piercings.
Cruza los brazos sobre su pecho.
—Eso suena como un montón de palabrería melodramática.
—Dale tiempo. Ya verás que tengo razón.
Frunce el ceño, su expresión aburrida se vuelve intensa.
—Espera, ¿de qué hablas?
Sabes de lo que estoy hablando.
—Hacemos lo que siempre planeamos hacer al final de todo esto —le digo,
esperando que no se dé cuenta de que se me quiebra la voz—. Nos vamos por
caminos separados. Y todos contentos.
Mi propia frase trillada casi me saca una mueca de dolor, pero decir clichés es
más fácil que decir lo que quiero. Que estoy herida. Que estoy asustada. Que lo
amo.
—Stephanie, vamos a hablar de esto. Sé que esta mañana ha sido dura, pero tal
vez podamos hacer un compromiso.
Siento como si me acabara de dar un golpe de karate en el plexo solar.
—¿Compromiso? ¿Quieres que comprometa quién soy?
—¡Tal vez esto no es lo que eres! —dice, alzando la voz lo suficiente para atraer
algunas miradas—. No tengo nada contra el color negro, pero estás tratando de
demostrar cierto punto que a nadie le importa, ¡salvo a ti!
Espera, ¿qué? Eso me pilla con la guardia baja.
¿Piensa que estoy haciendo esto porque me estoy protegiendo a mí misma? Lo
estoy haciendo por él.
¿Verdad?
Me alejo de la semilla de la duda.
—Me tengo que ir.
Trata de agarrarme la mano, pero la aparto.
—No me dejes —dice, con ojos suplicantes—. Solo necesito un minuto. Déjame
pensar por un minuto.
Sostengo su mirada.
—¿Pensar en qué, Ethan? ¿Si quieres a tus juegos de golf y al club de campo, o a
mí?
—¿Quién dice que tengo que elegir?
—¡Porque yo no pertenezco aquí! ¿Cómo crees que esto va a funcionar, tú
haciendo tu mierda de clase alta los fines de semana y yo cumpliendo con mi
agenda gótica, y nos vemos… cuándo?
—Vamos a la misma universidad.
—Una universidad con más de treinta mil estudiantes, Ethan. No tenemos
ninguna clase o amigo en común. Estamos en lados opuestos del campus…
Extiende su mano por la mía, pero la aparto, ignorando el dolor en sus ojos.
—Me estás apartando. —Su voz suena desanimada.
¿Lo hago? Puede ser.
Pero quedarme aquí no es una opción. Si me quedo, me convertiré en lo que él
quiera que sea. Sé que lo haré.
Y si el tiempo que he pasado con Ethan en el último mes me ha enseñado algo,
es que he terminado de dejar que otras personas me den forma. He terminado de
hacerme piercings porque quiero alejar a mi papá. He terminado de hacerme un
tatuaje porque quiero separarme de esa chica tonta que era la novia de Caleb. He
terminado de llevar todo negro porque quiero ser esa chica con problemas que
acaba de perder a su madre.
Ya no estoy del todo segura de lo que quiero. Pero tengo que averiguarlo.
Y no puedo hacer eso como la novia títere de Ethan.
—Me tengo que ir, Ethan.
—¿Te refieres a… quieres regresar a la ciudad? Puedo llevarte…
—Eso no es lo que quise decir.
Noto cuando lo comprende. Sus ojos cambian de oro a negro y sus rasgos están
completamente en blanco.
Parece loco. Pero también se ve aliviado. Y eso duele más que cualquier cosa.
Me levanto, casi volteando mi plato por mi torpeza, y odiando no poder mirarlo
a los ojos.
—Stephanie —dice con voz ronca.
Lo miro a los ojos. En silencio, le ruego que me ruegue que me quede.
Aparta la mirada.
—Me acusas de ser Pigmalión… de enamorarme de mi propia creación, o lo que
sea.
Trago. Asiento con la cabeza.
Sus ojos se clavan en los míos de nuevo mientras se levanta como una torre
sobre mí.
—Puede que tengas razón, pero esa no es toda la historia.
—¿No? —Mi voz es patética. Apenas un susurro.
Se inclina ligeramente, apoyando los brazos sobre la mesa.
—Puedo ser el Pigmalión en la historia, pero tú eres la estatua. ¿Toda esa
mierda negra que ocultas detrás? Esa es solo tu versión de marfil. Tienes la
oportunidad de cobrar vida, Stephanie, y eliges ser un pedazo de roca sin vida.
Siento que el color de mi cara desaparece.
¿Tiene razón? Sé que tiene razón. Sin embargo, aún no puedo hablar.
Porque ser la estatua es más fácil.
Se endereza, y delante de mis ojos, veo a mi Ethan desvanecerse. Su expresión
está en blanco, los ojos vacíos, y justo así, él es el atleta «¡Me importa un carajo!»
que conocí ese primer día.
Antes de que pueda huir para lamer mis heridas, atrapa mi mirada y me
desuella con un corte más.
—Voy a estar en contacto sobre el guion. Pienso que podríamos tener que
reconsiderar a la protagonista femenina. Dios sabe que no podemos basarla en ti.
Necesitamos a alguien con agallas. Alguien que no tenga miedo de sangrar un poco.
Así que vuelve a ser la estatua, Stephanie. Pero no esperes que yo sea el que te
traiga a la vida la próxima vez. He terminado.
Y luego se va.
26
Ethan
Traducido por Nix // Corregido por Mais020291

Estoy un poco consciente de hacer una pequeña charla con un puñado de


personas después de que me alejo de la mesa… de Stephanie.
Cada instinto me está gritando que regrese. Que la tome en mis brazos y le diga
que encontraremos una manera de arreglar esto.
Pero no lo hago.
Ella me está malditamente fallándome. Fallándonos.
Después de todo, después de anoche, ella está lista para renunciar porque no
me desmayo ante sus botas y maquillaje espeluznante.
Así que yo me alejé primero, pensando en que dolería menos de esa manera.
Pero estoy equivocado. Porque alejarme de ella se siente como si tuviera un
cuchillo en el pecho.
Y probablemente también en mi espalda, si conociera a Stephanie.
A pesar de que ya no estoy seguro de conocerla. Esa asustada e indiferente
criatura no es la chica luchadora y con agallas que conozco. Quise decir lo que le
dije: realmente se está convirtiendo en una estatua. Quiero decir, sé el motivo, por
supuesto.
Para protegerse a sí misma y toda esa mierda.
Pero, ¿realmente cree que tiene que protegerse de mí?
Bueno, perdiste tu mierda porque tenía más perforaciones en los oídos de los
que prefieres. ¿Por qué demonios ella confiaría en ti?
Froto una mano en mi cara. Soy un idiota.
Un idiota realmente, realmente confundido.
Ni siquiera me doy cuenta de hacia dónde me dirijo hasta que ya he llegado,
escalando el velero de mi padre y dirigiéndome hacia el cabo.
Siempre fue mi escapatoria cuando necesitaba alejarme de mis padres durante
los veranos. Una oportunidad de juntar mis pensamientos, o escapar de los
sermones, o simplemente tener un descanso de las personas. Más tarde compartía
mi escondite con Olivia, y se convirtió en un lugar para besarse bajo las estrellas.
Me congelo cuando me encuentro con la vista familiar de cabello rubio oscuro.
Como si solo con haber pensado en ella la hubiera conjurado con mis recuerdos,
Olivia está aquí. Reconocería su delgada espalda y cabello a la altura de los
hombros donde fuera. Está sentada en mi lugar con sus piernas sobre el borde,
mirando hacia el agua.
Intento darme la vuelta lentamente, encontrar otro lugar en cual estar solo,
pero ella siente mi presencia. Sus ojos no están nada sorprendidos cuando se da la
vuelta y se encuentra conmigo, y es como si supiera que iba a ser yo.
Casi como si me estuviera esperando.
No sé si estoy listo para esta conversación, pero de repente el momento se
siente correcto. Quizás pueda sacar completamente a Olivia y a Stephanie de mi
sistema e ir a mi último año con un fresco comienzo.
Quizás encontrar a una chica que no me engañe. Una chica que sea real y que
no finja.
Ella se mueve rápidamente mientras camino hacia ella, y me siento a su lado.
Antes, me hubiera sentado tan cerca que nuestras caderas se tocarían, pero hoy hay
varios centímetros entre nosotros, y sé que el espacio no es solo físico. Es
emocional también.
—¿Dónde está Stephanie? —pregunta suavemente.
Estoy impresionado que use su nombre. Siempre había imaginado que las ex
novias decían algo como ¿dónde está tu nueva novia? O algo incluso más
degradante cuando se refiere a su competencia. Pero Olivia nunca ha sido
maliciosa.
Infiel, sí. Perra, no.
—Esperando el colectivo, creo —respondo, refiriéndome al bus que transporta a
docenas de los Hamptons de ida y regreso a la ciudad.
—¿Sin ti?
—Síp.
Mira sus están piernas colgando sobre el agua.
—¿Quieres hablar de eso?
No es algo que Olivia y yo deberíamos estar hablando. Deberíamos estar
hablando sobre nosotros, y aun así Olivia no parece ser la parte importante aquí.
Cuando Olivia y yo terminamos, estaba cabreado. Humillado.
Pero no recuerdo sentirme así de inválido. Como si no supiera cuales van a ser
mis siguientes pasos.
Así que sí, supongo que sí quiero hablar de eso, y ella está aquí…
—Stephanie y yo… somos diferentes —digo, no sabiendo por dónde empezar.
Olivia mira mi perfil.
—¿Diferentes cómo?
Miro hacia la distancia.
—Ella no es como nosotros, ¿sabes?
—¿Te refieres a snob?
Miro hacia ella por el rabillo de mis ojos, sorprendido de ver que está
sonriendo.
—¿Lo somos? ¿Snobs?
—Ethan, estamos sentados en un lujoso velero fuera de la mansión de los
malditos Hamptons, y no creo que tampoco uno de nuestros atuendos casuales
cueste menos de cinco mil dólares.
Me estremezco. Cuando lo pone de esa manera…
—Pero no es una cosa mala, ya sabes. Tener dinero. No es malvado.
—Noooo —dice, ahogando la palabra—. Pero puede ser tóxico cuando se vuelve
nuestra burbuja. Cuando no queremos salir de ella.
Sus palabras son como limón en una cortada. ¿Es eso lo que estoy haciendo?
¿Escondiéndome como un niño asustado dentro de una burbuja a la cual le importa
más la clase y la apariencia que lo sustancial?
Por primera vez, me pregunto lo que mi papá va a hacer cuándo y si es que se
entera de la aventura de mi madre. ¿Lo esconderá bajo la alfombra para mantener
las apariencias? ¿Fingirá que no pasó solo para mantener su relación laboral con
Mike?
Posiblemente.
No. Probablemente.
El pensamiento me enferma, y aun así, ¿soy algo mejor que ellos? Estoy
haciendo lo contrario por la misma razón. En lugar de mantenerme cercano a
alguien quien quizás sea malo para mí, estoy alejando a alguien que es
absolutamente buena para mí.
Todo porque ella no encaja.
Los ojos de Olivia están en mí.
—La amas.
Es como si me hubiera apuñalado. Esa palabra fue dicha tan fácilmente entre
nosotros durante los años, dando y recibiendo, y mientras que estoy seguro que lo
decíamos en serio, fue muy ligera. La tomamos como garantía. Nos tomamos al
otro como garantía.
Y porque no puedo pensar en amor y Stephanie a la misma vez todavía, me
centro en Olivia.
—¿Por qué lo hiciste?
Ella tenía que saber que la pregunta iba a venir, y sin embargo se sacude como
si la hubiera golpeado.
—Ethan… traté de explicarlo muchas veces. Llamé. Envié mensajes. Fui a la
casa de tus padres, pero nunca estuviste allí…
—Entonces explícalo ahora.
Su mano se encuentra con mi brazo, y espero sentir ya sea odio o deseo, pero
siento… nada.
—Tienes que saber, Ethan, nosotros nunca, jamás quisimos lastimarte.
—La falta de premeditación no va a ayudar en tu caso, Olivia. Aun así te vi. Y no
me digas que fue él, porque conozco un beso recíproco cuando lo veo.
Baja su cabeza, su barbilla casi tocando su pecho.
—Fui para allá porque quería hablar con Michael sobre la planeación de la
fiesta sorpresa para tu cumpleaños.
Suelto un bufido.
—Bueno, felicidades. Definitivamente obtuve mi sorpresa.
—Simplemente sucedió, Ethan. Tienes que creerme. Fue cosa de una sola vez, y
no es algo en lo que haya pensado antes…
—¿Nunca? —aguijoneo, genuinamente curioso—. Porque Michael es un tipo
muy apuesto.
—Tú también —dice lealmente. Pero sigue sin ser una respuesta a la pregunta, y
no se está encontrando con mis ojos. No realmente.
—Olivia —digo más suavemente—. ¿Tienes sentimientos por Michael?
—No.
Pero lo dice demasiado rápido, demasiado alto y estoy empezando a sentirme
un poco iluminado.
—Olivia…
No sé por qué estoy presionando. Ni siquiera sé si realmente quiero saber la
respuesta. Pero he conocido a Olivia por tanto tiempo, y hay algo que no está
diciendo. Ella no es la loca víctima que cae ante las hormonas. Si ella lo besó,
independientemente de quien lo inició, había algo allí.
Eso también explicaría la expresión que vi en la cara de Michael cuando los
interrumpí. No me había permitido pensar mucho en eso, estaba muy ocupado
siendo la víctima.
Pero debajo de toda la sorpresa de Michael al verme, más allá de la culpa…
había algo más cuando se movió inmediatamente frente a Olivia, como si la
estuviera protegiendo de mi ira.
Había deseo.
Jesucristo. Froto una mano en mi cuello. Quizás mi mejor amigo tuvo algo por
mi novia todo el tiempo, y nunca lo había visto. Ojalá pudiera decir, mirar atrás y
ver varias señales, pero la verdad es, que nunca me molesté en notarlo.
—Ethan, tienes que saber cuánto lo siento —dice Olivia—. Me he odiado cada
minuto de cada día. Sé que será difícil para ti volver a confiar en mí, pero podemos
arreglarlo juntos, si solo me das una oportunidad…
Su mano está dando vueltas, su monólogo en pánico es un poco conciliador
porque no tiene carácter, y me estiro para tomar sus temblorosos dedos, ahuecando
su mano con las mías y sosteniéndolas. No hay conmoción al momento del
contacto. No hay zumbido.
Los ojos de Olivia se encuentran con los míos y sé que también se da cuenta.
Hubo algo entre nosotros una vez. Pero ahora se ha ido. Primero por Michael, y
ahora por Stephanie.
Stephanie.
Creo que Olivia puede decir el segundo en que realmente, verdaderamente, nos
dejo en el pasado, porque sus ojos verdes se ponen un poco tristes antes de
suavizarse.
—Está bien, Eth —dice suavemente—. Está bien.
Aprieto sus dedos.
—Estarás bien.
Olivia da una áspera y pequeña risa.
—No puedo creer que seas tú el que está tratando de consolarme cuándo fui yo
la que te fue infiel.
—Sé cómo se siente perder a alguien por el cual te preocupas.
Está callada por un momento.
—No estás hablando de mí.
No respondo. Ambos sabemos la respuesta.
—¿Una última pregunta? —pregunta ella, estirando su manos hacia delante y
hacia atrás de ella y levantando su cabeza hacia el sol de media mañana.
—Dispara.
—Ya me superaste. Claramente. Pero no has superado a Stephanie.
Ni siquiera conozco a Stephanie.
—Dijiste que tenías una pregunta. Esa no es una pregunta.
Me da una mirada conocedora.
—Solo juegas con juegos de palabras cuando estás tratando de probar un
punto.
—¿Y ese punto sería…?
Olivia mira de nuevo hacia el agua, sus ojos serios.
—Sabes, cuando escuché de mi mamá, la cual lo escuchó de la tuya, que estabas
viendo a alguien, no lo creí. Quiero decir, creí que ellas lo creían. Y creí que habías
de hecho producido una chica y puesto la etiqueta de novia en ella. Pero tenía en mi
cabeza que lo estabas haciendo como una manera de guardar la cara después de
que te traicioné. O incluso como una manera para simplemente mantener a
nuestras madres casamenteras alejadas, porque sabes cómo pueden ser.
Dio en el clavo. Casi sonrío. Irónico, en serio, que Olivia fuera la única persona
que supiera lo qué estaba tramando. Pero tenía sentido. Realmente nos habíamos
conocido el uno al otro. Casi más como hermano y hermana.
—Pero entonces vine este fin de semana —dice—, y busqué muy
cuidadosamente la grieta en tu fachada. Seguí buscando por una minúscula señal
de que todo era falso.
Sus ojos encuentran los míos.
—Pero nunca vino. Ustedes dos… fueron algo real. Tú eres real, porque no
puedo creer todo lo que ha pasado desde anoche.
Abro mi boca para decirle que ella no sabe ni mierda. Decirle que se largue de
mis asuntos.
Pero Olivia levanta una mano, calmadamente deteniéndome antes de que
pueda discutir.
—Ethan, lo que vi entre ustedes dos… por eso vale la pena salir de la burbuja.
Es un simple hecho, pero se siente como si me hubiera herido con un ancla.
Está en lo correcto. Está en lo condenadamente correcto.
—Liv, soy un idiota.
Ella asiente en acuerdo.
—No debería importar si vive en una caja de cartón, si te preocupas por ella…
—Lo hago —digo, cortándola.
Me importa jodidamente demasiado.
Me pongo de pie, ya dirigiéndome a enfrentar a Stephanie, cuando de impulso
planto un beso en la familiar cabeza de Olivia.
—Siempre fuiste tan malditamente inteligente —digo suavemente.
A pesar de que realmente, yo debería haber sido el que lo viera. Debería haber
sabido lo que Stephanie y yo sentimos era tan real como cuando estuvimos
desnudos o vistiendo cuero y púas. No es que tuviera experiencia con alguna de
esas dos.
Lo que Stephanie y yo teníamos no tenía nada que ver con ese tonto Pigmalión
o esa estúpida estatua, y todo que ver con las personas indicadas para el otro.
Y Olvia estaba en lo correcto sobre algo más también.
Simplemente no me preocupo por Stephanie.
La amo.
Y yo jodidamente me alejé de ella porque no me gustó lo que estaba vistiendo.
—Soy un idiota. —murmuro.
—Totalmente —dice Olivia de regreso con una pequeña sonrisa.
Pero ya estoy saliendo del bote, corriendo por el muelle y dando salto en lugar
de pasos hacia la habitación de Stephanie.
Está vacía.
Encuentro a mi mamá en la cocina, dónde está discutiendo con los proveedores
de comida sobre cómo usan mal las copas de champaña.
—¿Dónde está ella? —interrumpo.
Mi madre levanta una ceja.
—¿Quién, querido?
—Stephanie. El siguiente colectivo no pasa sino hasta dentro de cuarenta
minutos. Debería de seguir aquí.
Los ojos de mi mamá escanean mi cara, y sus rasgos se suavizan un poco ante
lo que ve.
—Mike y Michelle ofrecieron darle un aventón de vuelta a la ciudad, cariño.
Me desplomo contra uno de los mostradores.
—¿Alcanzaste a escuchar en dónde la iban a dejar?
—¿Mmmm? —Mamá ya se ha dado la vuelta hacia los proveedores—. Oh, creo
que dijo NYU. Algo sobre mudarse antes a los dormitorios…
Cierro mis ojos. No es una sorpresa, por supuesto. Darle la espalda no ha
reafirmado exactamente la sugerencia de anoche que se quedara. En mi lugar.
Conmigo.
Pero NYU en enorme y el lugar perfecto para alguien que no quiere ser
encontrado.
Me levanto del mostrador, impulsándome hacia las escaleras para tomar mi
mochila antes de dirigirme hacia el garaje de mis padres. Estarán cabreados, al ver
que necesitan los autos para sí mismos para dirigirse de vuelta a la ciudad en unos
días, pero demonios, quizás algo exposición de la chusma«» de los Hampton Jitney
les hará bien.
Llamo a Stephanie mientras me dirijo hacia la autopista y no estoy totalmente
sorprendido cuando va a buzón de mensaje. Le mando un mensaje solo por si
acaso: ¿Dónde estás?
Vuelvo a Manhattan en tiempo record.
Sigue sin responder.
27
Stephanie
Traducido por Nix // Corregido por Mais020291

Está bien, lo admito.


Carolina del Norte no es ni de cerca el infierno que creí que era en mi cabeza.
Incluso valdría la pena la mirada sorprendida de placer en la cara de papá cuando
fui y lo anuncié.
Valió la pena por la manera en que me abrazó y me sostuvo en la terraza
durante cinco raros minutos.
Y entonces, porque mi papá era predecible, quiso saber de mis clases.
No me molesté en corregir la impresión que le había dado más temprano al
explicar que solamente había estado tomando una clase.
—Oh, resulta que todo ha sido bastante flexible —comento—. Solamente tengo
que presentar mi proyecto final la otra semana, y entonces tendré una semana libre
antes de que el año regular comience de nuevo.
Por proyecto, por supuesto, quise decir obra. No lo he tocado desde el viaje de
los Hampton, pero supongo que tendré que enfrentarlo en algún punto. Dios sabe
que no confío en Ethan para terminar la maldita cosa. Probablemente él la
terminaría con Kayla vistiendo un vestido de algodón de dulce de colores mientras
cambia su mayor a comunicaciones y declarando que sí le gustaban las perlas.
De ninguna maldita manera voy a dejar que eso pase.
Nuestra obra va a estar basada en la vida real. En la cual nuestro Pigmalión
cabeza-de-cerdo-metida-en-el-trasero se da cuenta de que mostrarle a alguien
cómo fingir ser alguien no te va a hacer ser de esa manera.
Y aun así…
Hay algo mal. Porque a pesar de que probablemente moriré feliz si no veo otro
par de tacones de cuatro pulgadas por el resto de mi vida, me siento fuera de mi
ropa. Y no estoy hablando de mis cosas nuevas. Quiero decir cosas viejas.
Esperaba sentirme como lo hice la vez pasada. De alguna manera,
cómodamente invisible.
Pero, ¿mi sinfín de pantalones oscuros? Son calientes y para nada cómodos en
medio del verano. Traté de pintarme las uñas de mi usual Cielo de Medianoche
pero no lo había puesto en más de dos dedos antes de quitármelo y echarme un
amarillo pálido que había empacado durante la charada.
Sí. Amarillo pálido. Y no porque alguien lo esperaba, sino porque quería.
Porque me gustaba la forma en que se veía con mi bronceado de verano, y la
manera en que combinaba con los lunares de mi vestido favorito.
Porque sí, tengo un vestido puesto ahora. No todos los días, por supuesto, pero
puse uno cuando dejé que mi papá y Amy me llevaran a una cena de bienvenida. Lo
combiné con mis botas, las cuales probablemente no estaban a la moda, pero como
que sentía que combinaban. Y a pesar de que no me he deshecho de mi maquillaje
oscuro, verdaderamente, como que me gusta la manera en que resalta mis ojos
azules; lo he suavizado un poco, así que ahora el look es algo rozando lo rebelde en
lugar de lo gótico.
El simbolismo de todo esto no está perdido en mí. La vieja y falsa Stephanie
han explotado y ahora soy la nueva Stephanie. Y se siente bien.
Incluso si estoy sola como el infierno.
No sé por qué no esperaba extrañar a Ethan. No debería extrañarlo. Él es un
chico superficial y mimado que estaba asustado de pasar el rato con la vieja y
espeluznante de mí porque temía que tragara algo del brillo de su clase alta.
Debería estar enojada. Y se supone que lo estoy.
Pero más que eso, estoy dolida.
¿Esa mirada en su cara cuando me vio en esa horrible última mañana en los
Hamptons? ¿Ese horror en su cara?
Espero por Dios nunca volver a sentir algo como eso de nuevo, jamás.
Quemaba.
No solo rechazó mi feo atuendo. Me rechazó.
Y lo peor de todo, es que no lo vi venir. Realmente pensé que le importaba más
allá de cómo lucía, más allá de lo que las personas pensaran.
Estaba tan terrible y horriblemente equivocada.
No es que no sea mi culpa. Todo lo que dijo de mí era cierto. Opté por ser la
estatua en lugar de tomar su oferta de vida.
Simplemente desearía no tener que ser su vida. A su manera.
El dolor era tan malo que en realidad quise venir a casa. Ni siquiera me había
dado cuenta en Carolina del Norte como casa hasta que estuve en el aeropuerto,
después de decirle a mi trabajo de campus que no sería capaz de empezar más
temprano después de todo.
Solo quería a mi papá.
Quería mi familia.
Hay un golpe en mi puerta, y mi quito los audífonos que están a todo volumen.
—Adelante.
Es Amy.
—Hola, me dirijo hacia el centro comercial para conseguir algo para el
babyshower de mi sobrina. ¿Quieres venir?
—No, gracias —digo automáticamente. Decirle que no a Amy es un hábito.
Fuerza una pequeña sonrisa en su rostro.
—Está bien. No hay problema. ¿Gambas al ajillo para la cena estarían bien?
—Lo que sea —murmuro.
Amy cierra la puerta suavemente detrás de ella, y me siento honrada y
justificada como por cuatro segundos antes de sentirme como una mocosa total.
Estoy de pie y dirigiéndome hacia la puerta antes de darme cuenta de que me
había movido.
—Oye, Amy.
Se da la vuelta.
—En realidad, me gustaría ir al centro comercial. Solo dame un segundo para
hacer algo con mi cabello.
No sé cuál de nosotras está más sorprendida, pero se recupera rápidamente, y
su sonrisa me da una pequeña puñalada de arrepentimiento por mi
comportamiento por los pasados cuatro años.
—Tu cabello luce genial —dice—. Me encanta ese corte.
—Gracias. A mí también me gusta —digo. Otra sorpresa. Otra parte de mí que
ha cambiado. Otro cambio que he abrazado.
Quizás es momento de tomar un mayor cambio, más que cabello y vestidos.
Quizás es momento de cambiar mi relación con Amy. Quizás eso también
saldría mejor de lo esperado.
Comprar es considerablemente menos doloroso de lo que pensé, y cuando Amy
sugiere que nos detengamos en su bar de vinos favorito antes de dirigirnos a casa
para la cena, me escucho a mí misma diciendo que sí. Y no solo porque me sienta
obligada a hacerlo, sino porque compartir una copa de vino con una figura materna
suena algo… agradable.
Mi experiencia con la bebida estaba a menos de un año, pues mi acceso al
alcohol antes de los veintiuno estaba limitado a unos vasos keg. Le pido a Amy que
pida algo para mí, y solicita dos copas de sauvingnon blanc22, el cual es refrescante
como dijo que sería.
—Así que, tu papá y yo estamos contentos que hayas decidido sorprendernos —
dice mientras nos ubicamos en las sillas del patio de afuera.
—Siento perderme a Chris —digo—. No me di cuenta de que estaría en el
campamento de básquetbol esta semana.
—Vuelve la otra semana, así que con suerte podrán tener un par de días juntos
antes de que vuelvas a la escuela. A tu padre y a mí nos encantaría si ustedes se
unieran más, aunque supongo que una estudiante de cinematografía de veintiún
años y un atleta de diecisiete años puede que no tengan tanto en común.
La palabra atleta me hace pensar en Ethan, y tomo un trago de vino más
grande.
—Así que, ¿qué te inspiró a visitarnos? —pregunta. Su tono es casual, pero me
está mirando de cerca, y no hace falta un genio para ver que está sonsacando
información, aunque no de una manera obvia.
Le doy una sonrisa de complicidad.
—¿Mi papá te puso en estas?
Sus dientes blancos resuenan.
—Culpable. Si no quieres compartir, está completamente bien. Solo pensé que
querías, ya sabes… hablar.
Corro un dedo por la base de mi vaso, considerándolo. Desde esa conversación
en la playa con Ethan, mi resentimiento hacia Amy como que ha ido
desapareciendo, como si decirlo en voz alta me había forzado a darme cuenta cuán
linda estaba siendo.
Y mientras tal vez seis meses fue rápido para que ellos se casaran, el amor
aparentemente no funcionaba con horarios. Quizás mi papá y Amy no eran
culpables de nada menos que encontrar su felicidad en la otra persona, y eso
simplemente no había sido agregado a mi horario emocional.
Hablarle a Ethan sobre Amy había sido terapéutico.
Quizás funcionaría hacerlo viceversa.

22 Es un vino de uva sauvignon, que es una uva de cepa blanca.


Tomo una respiración profunda.
—Es sobre un chico.
Asiente comprendiendo.
—Como normalmente lo es.
De repente le estoy contando toda la historia. Lo guapo que es Ethan, incluso
cuando creo que fue un gran imbécil ese primer día. Cómo era incluso más guapo
cuando empecé a pensar que no era un gran imbécil después de todo.
Le cuento sobre la obra, y cómo pienso que ambos sabíamos desde el principio
que no lo estábamos haciendo por el bien de nuestras clases de filme, o incluso por
el bien de la historia de su novia falsa, sino porque eso nos había dado una manera
de estar juntos cuando nos faltaban las agallas para hacerlo de verdad.
Le conté sobre la primera vez que me besó, y cómo había sido el beso
más increíble de mi vida. Le conté sobre la ropa, el corte de cabello y el maquillaje,
y cómo incluso mientras lo resentía, él me hizo sentir bonita por primera en un
largo tiempo. Le cuento sobre la boda, las fiestas y el baile. También le cuento sobre
los momentos silenciosos, mirando películas o compartiendo pizza.
Le cuento que lo amo.
Y que me lastimó.
Y que creo que lo lastimé también.
De alguna manera en medio de todo esto estoy llorando, y lo odio, y Amy ha
movido su silla alrededor de la mesa para poner un brazo a mi alrededor. Y la dejo.
Parece no importarle que esté manchando su blusa blanca con máscara, y ella
acaricia mi cabello. Y es agradable. No es mi mamá, pero está aquí. Y eso cuenta
más de lo que me había dado cuenta.
Finalmente logro componerme lo suficiente como para levantar mi cabeza de
su hombro, y busca un paquete de viaje de pañuelos en su bolso y me los pasa, todo
mientras valora la situación.
—Los hombres son lo peor.
Río un poco mientras me soplo la nariz.
—En serio.
Le da un apretón a mi mano.
—¿Quieres que te diga todas las cosas que muy en lo profundo ya sabes? Que si
él no te ama por ti, ¿no vale la pena amarlo en lo absoluto? O, ¿deberíamos
simplemente dejar a los chicos que son una mierda por ahora?
—Lo segundo —digo con una sonrisa—. Pero gracias.
Asiente en entendimiento.
—No me agradabas —digo bruscamente.
Es su turno de reír.
—Oh, créeme, lo sé.
—Es que solo se sintió que saliste de ninguna parte. Como en un minuto tenía
mi pequeña familia feliz, y al siguiente mi mamá se había ido y mi papá te tenía, y
yo tenía a… nadie.
—Oh, querida. —Aprieta mi mano de nuevo—. Nos tienes a nosotros. Siempre
nos has tenido.
—Creo que estaba demasiado ocupada estando molesta —murmuro.
—Estabas en todo tu derecho. Ninguna chica debería perder a su mamá de esa
manera. Y si no estoy equivocada, ¿hubo problemas con chicos en ese entonces
también?
Asiento pero no digo nada. Quizás algún día le contaré sobre Caleb y todo ese
desastre, pero estoy demasiado exhausta como hacerlo ahora.
—Luces como ella, sabes —digo suavemente. Esperando sacarlo todo ahora.
Me da una sonrisa triste.
—Lo sé. No puedo evitarlo.
—Pensé que había sido por eso que mi papá se había casado contigo.
Puntos para ella, ni siquiera se movió.
—¿Sinceramente? Quizás ese sea el porqué estaba atraído a mí al principio.
Pero no es el porqué se casó conmigo, Stephanie. Y no es el porqué está casado
ahora.
—Lo sé —susurro, sintiéndome pequeña.
Mira alrededor en busca de un camarero.
—Creo que necesitamos otra copa de vino.
Asiento. Definitivamente.
—¿Amy? —digo de repente—. Lo siento. Sé que no he sido… —Agradable,
amigable, civil…—. No he sido decente contigo.
—Oh, por favor —dice ondeando la mano—. Recuerda que yo también tuve tu
edad. Tenía mechas azules en el cabello y una perforación en la nariz y tops
apretados eran parte de mi armadura.
Levanto una ceja, viendo a la mujer inmaculadamente vestida y perfectamente
arreglada a mi lado.
—¿Qué sucedió?
Se encogió de hombros.
—Crecí. Crecí en mí misma.
Me doy cuenta que estoy jugueteando con una de las varias perforaciones en mi
oreja, sintiéndome extrañamente a la defensiva. Sin embargo ella está tratando de
decirme que mis atuendos «góticos», como los llama Ethan, son solo una fase de la
adolescencia.
—Así que, ¿piensas que estoy pasando por una fase?
—Oh, cariño —dice Amy mientras hace un gesto hacia el camarero por otra
ronda—. La vida no es nada sino fases. Algunas cosas se quedan, muchas no. Te las
arreglarás.
Miro mis botas. Me pregunto si los chicos también pasan por fases.
Y me pregunto si Ethan alguna vez pasará por una que lo traerá de vuelta a mí.
28
Ethan
Traducido por Isane33 // Corregido por Mais020291
En realidad es mi madre quien pone la idea en mi cabeza. Ella ha estado
llamando casi todos los días últimamente. Solo contesto la mitad del tiempo. Hasta
que se confiese con mi padre, no hay mucho que tenga que decirle.
Hay que reconocerle que abandonó por completo la idea de que Olivia y yo
volviéramos a estar juntos. Incluso usó algunas de sus conexiones en la
Universidad de Nueva York, en un intento de ayudarme a averiguar el dormitorio
de Stephanie. No puedo decir que alguna vez pensé que vería el día en que mi
madre me ayudara a seguirle los pasos a una chica, pero aprecio el esfuerzo.
Después de unos días de frenética búsqueda por el campus, mi cerebro tiene la
oportunidad de oírse por encima de mi depresión, y recuerdo que Stephanie dijo
que trabajaba en la oficina del decano. Pero una rápida llamada telefónica más
tarde, y estoy aún más lejos que cuando empecé.
Debido a que Stephanie al parecer decidió no tomar ningún turno hasta que el
semestre de otoño comenzara. Lo que significa que no tendrá acceso a los
dormitorios.
Ella está aún más perdida en acción que antes.
—¿La encontraste? —pregunta mamá. Me lo pregunta más o menos cada vez
que hablamos ahora, con la misma voz práctica como si estuviéramos hablando del
maldito Waldo.
—No, mamá. ¿No crees que lo habría mencionado?
—Probablemente —dice, imperturbable por mi tono—. También creo que serías
mucho menos gruñón con tu madre.
Ignoro esto.
—¿E intentaste con su casa? —dice.
—Stephanie no tiene realmente una casa —le digo, pensando en toda su crisis
de identidad de Rhode Island/Carolina del Norte.
—Por supuesto, ella tiene una casa. ¿Dónde vive su padre?
De mala gana le explico que no están en buenos términos y que no hay manera
de que Stephanie volviera allí. Demonios, fue su desesperación por evitarlo lo que
la llevó a estar de acuerdo con todo este desastre.
—Sí, cariño, pero eso fue antes —dice mamá pacientemente.
—¿Antes de qué?
—Antes de que le rompieras el corazón.
Me estremezco.
—Jesús, mamá.
—Confía en mí en esto. Habría querido llegar tan lejos de ti como fuera posible.
Diez dólares a que está en Carolina del Norte.
—¿Diez dólares? No pensarías dos veces antes de sonarte la nariz en un billete
de diez dólares.
Pero ahora mamá me hizo pensar acerca de cómo enamorarme de Stephanie
me ayudó a dejar ir mi ira hacia Olivia y Michael, porque ya no necesitaba la ira.
¿Qué tal si lo mismo le ocurría a Stephanie? ¿Y si ella está lista para hacer las
paces con su padre y su madrastra?
—Me tengo que ir, mamá. Te quiero.
Cuelgo antes de que pueda empezar a hacer un millón de preguntas, e
inmediatamente abro el navegador de Internet en mi computadora portátil.
Dos minutos más tarde, sonrío por la victoria. A veces me encanta haber nacido
en una generación de tecnología amigable. Pensé que mi mamá era una buena
asistente acosadora, pero no tiene nada en las redes sociales.
Nunca me habría molestado en mirar el perfil en línea de Stephanie antes, y
hay muchas Stephanie Kendricks, pero sé cuál es inmediatamente. ¿Una estudiante
de cine de NYU con un espeluznante cuervo negro como un avatar? Es pan comido.
Ella tiene el mismo cuervo tatuado en su nalga. Le pregunté lo que significaba,
y me dijo que simplemente le había gustado el color. Por supuesto que le había
gustado. ¡Qué rarita!
Mi rarita.
No me molesto en ver si está en línea. No ha respondido a mis llamadas, textos
o mensajes de correo electrónico, así que creo que es seguro decir que no quiere
tener nada que ver conmigo. Es hora de ser creativo.
Finalmente puedo averiguar cuál de sus amigos tiene que ser su hermanastro, y
le envío un mensaje. Tres días más tarde consigo una respuesta: «Amigo. ¿Cómo
me encontraste? Eso es espeluznante. Sí, soy el hermano de Stephanie. ¿Eres el
tipo que la hace llorar de noche? Si es sí, vete a la mierda. Si no, vete a la mierda
de todos modos. Ella como que odia a los chicos ahora».
Bueno. No es un gran comienzo. Pero tengo un pie en la puerta. Presiono
«responder» y escribo: «Lo siento por el factor espeluznante. Estoy desesperado.
Estoy segurísimo de que soy el único que la hizo llorar. Soy un idiota. Quiero
arreglarlo, pero necesito tu ayuda. Vi que tienes una novia. ¿Seguramente has
cometido un error en algún momento…?»
Me siento allí como un total friki actualizando la pantalla cada cinco segundos
durante diez minutos antes de darme cuenta de que un chico de diecisiete años, en
vacaciones de verano, probablemente tiene algo mejor que hacer que vigilar su
bandeja de entrada por mensajes del estúpido del ex de su hermanastra.
Así que sobre todo me paso el tiempo trabajando en nuestro guión. Me toma
mucho tiempo ya que tengo que parar cada cinco minutos para hacer referencia a la
pila de libros de guiones que compré, pero en realidad estoy disfrutando un poco
del proceso.
Stephanie probablemente está trabajando en ello también, lo que significa que
estamos haciendo doble trabajo, pero eso es lo que ella recibe por ausentarse sin
permiso.
Además, mi versión será mejor. Estoy bastante seguro de esto.
Más tarde esa noche, él me responde: «Te escucho».
Cierro los ojos por un momento y levanto mi puño en el aire.
«Bueno. Esto es lo que vamos a hacer…»
29
Stephanie
Traducido por 3lik@ // Corregido por Nix
Mis padres me han dado una fiesta de despedida. Que es un tanto ridículo
teniendo en cuenta que solo he estado aquí dos semanas, y solo he estado alrededor
de una vez al año antes. Por no hablar de que ni siquiera sabían que iba a venir en
primer lugar.
Pero sé lo que están tratando de hacer. Están tratando de hacerme entender
que tengo una casa aquí. Y le están dejando saber a todos sus amigos y vecinos que
su niña de la universidad de Nueva York es una de ellos.
Por extraño que parezca, estoy de acuerdo con eso.
Amy me llevó a comprar un vestido nuevo, y escogí uno azul brillante con
volantes en el dobladillo, porque me gusta la forma en que el volante contrasta con
mis botas. Todo el asunto del vestido-y-botas se ha convertido en mi vestimenta
distintiva en las últimas dos semanas. Es lo mejor que me he sentido en mi piel en
un largo tiempo.
Le he bajado a la sombra de ojos, aunque nunca voy a deshacerme
completamente de mi delineador negro o sombra gris. O tal vez lo haré, si es verdad
lo que dice Amy sobre toda eso de que la vida tiene-un-puñado-de-fases. Pero por
ahora me encanta.
Los aretes se han conservado también, aunque le di el resto de mi tosca joyería
de cuero con punta de buena gana. De la misma manera que me gusta como
combina el encaje con mis botas, también empecé a usar un puñado de brazaletes
de colores en mi muñeca para compensar lo rudo de mi maquillaje y aretes.
Y por la manera en que el vecino de mis padres está coqueteando conmigo, creo
que es una señal de que mi nueva apariencia se ve bastante bien.
Eso también podría ser por el escote del vestido.
—Tus tetas están a punto de salirse —dice Chris mientras me trae un refresco y
le dice al vecino que se largue.
—Dios, es una pena que no creciéramos juntos como otros hermanos. Estoy
segura de que eras un niño tan dulce.
Espero a que contraataque. Hemos pasado menos de una semana juntos, pero
él ha parecido más que dispuesto a perdonar mi ausencia intencional durante la
mayor parte del matrimonio de nuestros padres y se ha convertido en un estupendo
hermanito dolor-en-el-trasero.
Pero hoy está lento en las peleas, en vez de eso está mirando el patio como si
estuviera buscando a alguien. Probablemente a su intermitente novia, que llama
ochocientas veces al día, por lo general para gritarle.
Uso mi bota para patearle suavemente la rodilla.
—Esta es mi fiesta. Tienes prestarme atención.
Sonríe, aunque no deja de mirar a su alrededor.
—Papá dice que eras una puta mimada cuando eras una niña. Le creo.
Chris llama a mi padre: «Papá». Me molestaba al principio, pero ahora estoy en
realidad un poco celosa de lo rápido que Chris se acomodó a la situación de la
nueva familia. Asumo, que fue diferente para él. Era más joven, y nunca conoció a
su propio padre.
Aún así, creo que nunca voy a llamar a Amy «mamá». Porque ella no es mi
mamá.
Sin embargo, está resultando al ser una madrastra bastante fantástica. Como
si sintiera mis ojos en ella, se da la vuelta y saluda desde donde está hablando con
unos amigos en la cubierta, después señala a los pies de mi padre y rueda los ojos.
Ambas lanzamos una campaña de sandalias-sin-calcetines esta mañana. Perdimos.
Estoy a punto de ir y unirme a ellos cuando me doy cuenta de que el alboroto
en la fiesta ha cambiado. Era alegre y suave, y ahora esta callado. Observo al grupo,
tratando de averiguar lo que tiene la atención de todos.
—¿Es que esta perdido? —Oigo a alguien susurrar.
—Apuesto a que tiene una motocicleta —dice otra persona.
La multitud se desplaza ligeramente, y de repente veo lo que ven.
Oh. Mi. Dios.
Estoy paralizada en el lugar, mis ojos asimilándolo todo. Los pantalones de
cuero. Las botas. Un chaleco de cuero, por el amor de Dios. El cabello es un lío
enmarañado, y completamente en desacuerdo con sus rasgos de niño bonito.
—¿Eso es un pico en su oreja? —murmura Chris—. El tipo no estaba
bromeando cuando dijo que iba con todo.
Sus palabras logran penetrar mi estado de shock.
—Chris —digo por el rabillo de mi boca—. Sime que no sabes quién es. Que no
has estado en comunicación con él.
—Ehhh...
Él lentamente se aleja de mí con aire culpable. Hago un gesto de agarrarle su
camisa, pero él ya está mezclado con la multitud, todos están mirando al recién
llegado.
Pero el recién llegado está mirándome solo a mí.
Él se detiene frente a mí, y aunque lo odio, a pesar de que me hizo daño, y
aunque él apenas esta reconocible en este ridículo disfraz, mi estúpido corazón
todavía da una ridícula voltereta de alegría.
—Ethan —digo, manteniendo mi voz baja—. Dime que esto es un mal sueño.
Dime que en serio no saliste en mi búsqueda desde Carolina del Norte luciendo
como que te separaron del resto de los Ángeles del Infierno.
Sonríe, y su sonrisa es tan familiar que quiero llorar.
—¿Te gusta?
—Te ves ridículo.
Sus ojos se desplazan por mi cuerpo, en las botas, el vestido, las joyas... los
cambios.
—Te ves maravillosa —dice.
Doblo mis brazos sobre mi pecho.
—Cuidado, alguien podría pensar que estás realmente interesado en alguien
como yo.
—Stephanie, yo…
—Ethan, ¿no crees que hubiera contestado mi teléfono si quisiera que me
encontraras? ¿Cómo me has encontrado?
—Acosando a tu hermano —dice, sin sentir un poco de culpa.
Lo sabía.
—Pero si te sirve de consuelo, el chico me pasó totalmente a través del colador.
Me hizo enviarle una referencia de Jordan, y enviarle una foto de mi identificación,
y demostrarle que te conozco personalmente, por supuesto fue tan simple como
decir las palabras «completamente escalofriantes…»
Puse un solo dedo en alto para detener sus divagaciones.
—Tienes treinta segundos para caminar lejos de la propiedad antes de que
llame a mi padre y le pida que te saque.
—Terminé nuestro guión —dice, como si no me oyera.
Parpadeo un poco ante sorpresa.
—No, yo terminé nuestro guión. Le voy a enviar mañana un correo electrónico
al Profesor Holbrook.
—Demasiado tarde. Yo ya le di mi versión.
Siento mi mandíbula caer.
—Dime que esto no es parte de ello. Dime que no termina con Tyler
presentándose en la Casa de Kayla vestido como un personaje de Halloween.
—Esa escena está ahí. Pero no es el final.
Hay algo en sus ojos luego mientras busca en mi rostro. Es vulnerabilidad.
No le preguntes cómo termina.
—¿Cómo termina? —pregunto. Maldita sea. Mi voz es toda entrecortada.
Él traga, entonces da un paso más cerca. Levanta las manos como si fuera a
tocar mis hombros, pero ellas caen inmediatamente cuando doy un paso atrás.
Tiene el descaro deponer una mirada herida ante mi rechazo. Como si no fuera él el
que me alejó. Quién se alejó de mí, porque no llevaba lo correcto.
—El guión, Price —digo—. ¿Cómo termina?
Empieza a frotar una mano en su cuello, pero se detiene, mirando sus guantes
sin dedos. Sí. Él está usando unos.
—Después de que el tipo gasta ochocientos dólares en pantalones de cuero,
¿quieres decir?
Chupo mis mejillas para dejar de sonreír.
—Déjame adivinar. ¿Son de diseñador? ¿De Saks?
Una esquina de su boca se levanta.
—Culpable. No sabía a dónde ir.
Sacudo la cabeza.
—No sabrías. Continua. ¿Qué sucede después de que Ethan-slash-Tyler gasta
una cantidad obscena de dinero en ropa que nunca vestirá de nuevo?
—Bueno, verás, resulta que él no ha hecho deslizar su tarjeta de crédito. Porque
entonces tuvo que ir a comprar un boleto de avión de último minuto de JFK a
Charlotte.
Ruedo mi lengua alrededor en mi mejilla.
—Clase ejecutiva, supongo.
Ethan inclina la cabeza.
—No sabía que había otra manera de viajar. No cuando el jet privado está en
uso.
—Está bien, por lo que nuestro héroe de películas de gran presupuesto está en
Charlotte porque...
—Honestamente, Kendrick, es como si nunca hubieras estado en el cine. Está
en Charlotte porque su chica está en Charlotte.
—Bueno, si ella es su novia, ¿por qué está en Charlotte?
Toma un pequeño paso más cerca, y esta vez no retrocedo.
—Debido a que él era un idiota. Y la cagó. A lo grande.
No se molesta en bajar la voz, y una rápida observación detrás de él revela que
cada persona en esta fiesta ha permanecido quieta y está viendo esto desarrollarse.
Me pregunto si Ethan tiene alguna idea de que esto realmente es como de película.
—¿Y él pensó que la disculpa iría mejor con un poco de cuero?
Ethan se mueve entonces, quitándose la chaqueta y rodando bajo la manga
para mostrarme sus bíceps.
—Y esto.
Me quedo boquiabierta.
—¿Tienes un tatuaje? ¿De una paloma?
—Bueno, quería hacerme un cuervo, pero luego sentí como que no era muy
original.
—Ethan, las palomas no son solo aves. Son como ratas gigantes en el cielo.
—Bueno, son muy neoyorquinas. Y creo que es linda. La llamé gótica.
Puse mis manos sobre mi cara, tratando de averiguar si quiero reír o llorar.
—Deberías irte, Ethan. Por favor, vete.
Él agarra mis manos, retirándolas de mi cara y colocándolas contra su pecho
mientras me acerca.
Todas las señales de humor de Ethan se han ido, y sus ojos lucen insistentes
mientras que repasa mis rasgos.
—Así no es cómo termina, Kendrick. Primero él tiene que disculparse. Luego le
dice a ella lo equivocado y estúpido que fue. Le dice que no le importa si ella decide
empezar a usar una capa de terciopelo para cenar en casa de sus padres. No le
importa que sus botas pertenezcan a un museo de la Guerra Civil. No le importa si
quiere llevar sudaderas a la ópera o ir de negro a una boda, o si quiere dibujar una
línea negra permanente alrededor de sus ojos. Y le dice lo equivocado que estaba
por decirle a ella que le faltaba coraje, porque la verdad es que no estaba dispuesto
a reunirse con ella a mitad de camino.
—Ethan…
Él presiona sus dedos en mis labios y cierra sus ojos brevemente. Y cuando se
encuentran con los míos de nuevo, me siento un golpe ante la emoción que veo ahí.
—No cambiaría una sola cosa sobre ti, Stephanie —dice, arrojando toda
pretensión de que esto se trata de la película. Es todo eso menos nosotros.
Bajo mi cabeza, me da miedo mirarlo a los ojos.
—Es fácil decir eso ahora —digo en voz baja—. Cuando aquí nadie te conoce, y
ninguno de tus amigos y familiares puede ser testigo de esta cosa rara de cuero que
traes. —Se mueve ligeramente, sacando su teléfono del bolsillo trasero—. Sabía que
dirías eso. Es por eso que hice esto. Y esto. Y esto...
Me quedo boquiabierta mientras desliza a través de las diversas aplicaciones de
medios sociales en su teléfono, mi cerebro apenas puede procesar lo que está
viendo. ¿Has cambiado tu foto de perfil a una foto tuya vestido así?
—Sí —dice con orgullo—. También pasé por la casa de mis padres. Pensaba que
debían verlo en persona. Y tengo que decirte que estos pantalones son jodidamente
incómodos, pero voy a usarlos todos los días, en todas las clases, a cada fiesta de la
fraternidad, si eso significa que volverás conmigo.
—¿Por qué? —pregunto en voz baja—. No se trata de ti.
Me da una pequeña sonrisa, pasando su pulgar sobre mi mejilla.
—Sigo siendo la misma persona, sin importar lo que me ponga. Y tú eres la
misma chica.
—Tú no me quieres —susurro.
Cierra los ojos brevemente.
—Yo sí te quería. Lo sigo haciendo. Estaba asustado, fui mezquino. Estúpido.
Abre los ojos.
—Te amo, Stephanie. Por lo que eres. Puedes usar rosa o negro, o malditas
plumas, y no va a cambiar lo que siento por ti.
Así de simple siento mi corazón explotar. De alegría. De miedo. De esperanza.
—Tu gente no va a aceptarme —susurro, lanzando la última defensa que se me
ocurre.
Él se encoge de hombros.
—Entonces vamos a encontrar gente nueva.
—Pero tus padres...
—A mis padres le agradas. Y además, tienen sus propios problemas con los que
lidiar.
Ahora sus manos están ahuecando mi cara, y estoy aliviado al notar que a pesar
de que no se parece a mi Ethan, todavía huele a él.
Dejo que mis dedos se enrosquen en su camisa.
—Mi guión no tiene un final feliz.
Sus dedos se tensan, y sus ojos marrones parpadean en pánico.
—¿No?
Sacudo la cabeza.
Él apoya su frente en la mía, su mirada suplica.
—Entonces, ¿qué final elegimos? ¿Angustia alternativa, o comedia romántica?
—Depende —digo, con voz ronca—. ¿Es ese tatuaje real? —Evita mis ojos, y
sonrío—. Creo que no. ¿Y el pendiente?
Se aclara la garganta, sintiéndose culpable.
—De broche.
Gracias a Dios.
Tendí mi mano contra su mejilla.
—En ese caso... elijo el final feliz.
Veo el destello de una sonrisa, y luego su boca está en la mía y mis brazos están
alrededor de su espalda mientras me levanta y me hace girar.
Cuando mis pies tocan el suelo otra vez, soy consciente de que todo el mundo
nos está sonriendo tontamente. Lo única forma en que pudiera volverse más cursi
es si empezaban a aplaudir, pero no lo hacen, por lo cual estoy agradecida. No
puedo decir que nunca imaginé un escenario en Carolina del Norte en el que me
gustaría estar y ser el centro de atención, junto a un tipo del que estoy bastante
segura tiene un mazo de polo en su armario del pasillo. Pero me encanta.
Chris llama mi atención y me da una señal de pulgar hacia arriba, y yo le sonrío
antes que mis ojos encuentren a mi papá y Amy. Ella está secándose los ojos
mientras me da una sonrisa acuosa, y mi padre me da una torpe señal de Está bien.
Una clásica señal incomoda de papá.
Familia. Mis ojos se humedecen.
Ethan me aprieta la mano, y sé que él entiende. Entiende que me ha dado mi
vida de vuelta.
—Te amo —susurro.
—Kendrick, por favor. Como si no lo supiera.
Estoy a punto de decir algo más. Que yo también lo siento. Que él tenía razón
acerca de mi siendo una tonta asustadiza, y que me había puesto toda esa mierda
negra ese día para ahuyentarlo porque era más fácil que enfrentar mis problemas.
Echo un vistazo a su perfil, y él me guiña un ojo. Y entonces me doy cuenta. Él
ya sabe todo eso. Y que me perdona.
Porque él me ama.
Le devuelvo la sonrisa.
—Me atengo a lo que he estado diciendo todo el tiempo, ya sabes. Eres un
horrible Pigmalión. En ninguna parte del mito o de cualquiera de las películas
basadas en el mito de Pigmalión hace que sí mismo consiga ceder ante el cuero y
látigos y toda esa mierda.
—Bueno, probablemente debido a que ninguno de los otros Pigmalións sabía lo
cómodo que son los pantalones de cuero. Ninguno de ellos luce bien en estos.
Me río, sabiendo que nunca me cansaré de él. Nunca me canso de nosotros.
Su teléfono vibra, y él lo saca, mientras me dirijo a la nevera para llevarle a
Ethan algo de beber. Todo el mundo nos está dando espacio, aunque sé que es solo
cuestión de tiempo antes de que Amy se abalance a pedir detalles, y mi padre
empiece a preguntarle a Ethan acerca de sus intenciones.
Ethan acepta con unos distraídos gracias la cerveza que yo le entregué, y
levanto mis cejas al ver la expresión perpleja en su rostro mientras sigue mirando
su teléfono.
—Déjame adivinar —digo. —El club de campo ama tu nuevo look.
Él levanta la mirada.
—Recibimos un correo electrónico de Martin.
Me toma un segundo seguirlo.
—¿El Profesor Holbrook?
—Síp. Ha leído el guión y le encantó. Se tomó la libertad de mostrárselo a su
agente, que también le encantó y quiere reunirse con nosotros.
Mi mandíbula cae.
—No puedes estar hablando en serio.
—Parece que Tyler y Kayla podrían llegar a la pantalla grande, nena.
—Con una condición —digo, de puntillas para cepillar mis labios contra los
suyos.
—¿Sí?
—Tiene que abrirse con «Basado en una historia real»
—Está bien, puede que sea tu solicitud. En cambio yo pediré un cameo23.
—¿En serio? Porque estoy bastante segura de que vas a estar muy ocupado
tratando de quitarte esos pantalones de cuero. ¿Qué son? Parecen pintados con…
Me besa para callarme.
Y es mejor que cualquier beso de película. Sin duda.

23 Es la aparición breve de una persona conocida en una película o video, normalmente


representándose a sí mismo o a un personaje sin nombre que puede no tener importancia para la
trama.
Próximo libro
Cuando Olivia Middleton abandona el
glamur del Park Avenue por un remoto pueblo
en Maine, todos asumen que ella está siendo la
buena hacedora de bien que asumen que
siempre ha sido. Pero Olivia tiene un secreto:
ayudar a un veterano herido de guerra no por
caridad, es por penitencia. Solo que el cliente
de Olivia no es el agradecido hombre que ella
estaba esperando. En su lugar es un hombre
de veinticuatro años que no tiene intención de
ser el camino a la redención de Olivia… y que
su mirada latente y toque prohibido pueda ser
su ruina.
Paul Langdon no necesita un espejo para saber
que ya no es el caliente mariscal de campo que
era antes de la guerra. Él sabe que es feo, por
dentro y por fuera. Él hará lo que sea para
mantenerse en el auto-exilio, incluso si eso es
aceptar el ultimátum de su padre, que Paul
tolere a la nueva cuidadora por tres meses o
pierde su herencia. Pero Paul no cuenta con la
hermosa chica que le hace querer cosas que
nunca podrá tener. Y entre más ella se desliza
bajo sus defensas es más imposible para él mantener las distancias.
Ahora Paul y Olivia tienes que elegir: ¿Se ayudarán mutuamente a sanar? ¿O están
rotos para siempre?
Sobre el autor
Lauren Layne se graduó de la Universidad de
Santa Clara con un licenciado en ciencias
políticas que ha puesto en uso. Después de
incursionarse en una carrera de comercio
electrónico en Seattle y en el sur de California,
Layne se mudó a la ciudad de Nueva York,
donde ahora escribe a tiempo completo. Vive
con su esposo y su Pomeranian en un pequeño
estudio de Manhattan.
¡VISÍTANOS!

También podría gustarte