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Isl LL0 5 PS PDF
Isl LL0 5 PS PDF
Eni Nix
Eglasi Isane33
ValeCog Loli0911
LoreLlerena Karlix
Isane33 Mais020291
Yoko Pauper
3lik@
Rincone
MarianaKris Nix
Jor
Manati5b
Rufi
Aria
Mae
Nix
Créditos Capítulo 16
Índice Capítulo 17
Sinopsis Capítulo 18
Capítulo 1 Capítulo 19
Capítulo 2 Capítulo 20
Capítulo 3 Capítulo 21
Capítulo 4 Capítulo 22
Capítulo 5 Capítulo 23
Capítulo 6 Capítulo 24
Capítulo 7 Capítulo 25
Capítulo 8 Capítulo 26
Capítulo 9 Capítulo 27
Capítulo 10 Capítulo 28
Capítulo 11 Capítulo29
Capítulo 12 Próximo Libro
Capítulo 13 Sobre el autor
Capítulo 14 Nosotras
Capítulo 15
Las reglas están claras, hasta que se rompen.
Entonces, así pues… en las películas, hay una cosa llamada encuentro fortuito.
El encuentro fortuito es ese momento cuando la pareja romántica se encuentra
por primera vez, y se supone que es divertido, irónico o encantador, o alguna
mierda así.
Ya sabes, ¿así como en esa escena donde el personaje femenino sarcástico y
rudo confunde a su nuevo abogado guapo con el portero? ¿O donde la
increíblemente linda secretaria es golpeada por la parte trasera del BMW del chico
que resulta ser su nuevo jefe?
Entonces, por supuesto, el amor verdadero abunda, y todo el mundo
convenientemente olvida que toda la cosa es completamente artificial.
Y eso es lo que no aprendes en Cine I: en la vida real, el encuentro fortuito no
es tan lindo. Es más como un encuentro torpe. Incluso algunas veces es un
encuentro de «mátame ahora».
¿Y otra cosa que no te dicen en tu clase de cine?
Se necesita muchísimo más tiempo que un breve momento para saber que esa
otra persona es algo más que una descomunal verruga en tu alma.
Básicamente, el encuentro fortuito es un gran engaño voluminoso creado en el
mundo de fantasía de Hollywood.
Excepto algunas veces… a veces es real.
•••
Mi madre siempre me decía que no me conocería a mí misma hasta que tuviera
treinta. Estoy bastante segura de que eso es basura.
Tengo veintiuno, y ya tengo una buena lista de cosas que sé sobre mí. El olor de
las rosas me da náuseas, me veo amarillenta con el color verde, hablar de cosas sin
importancia me marea y me fascinan las películas antiguas.
Oh, y odio llegar tarde.
Pero debe ser algún tipo de requisito cósmico que en el primer día de un nuevo
semestre te quedes dormida sin oír la alarma, pondrás en el lugar equivocado tu
bolso, y naturalmente, el metro llegará retrasado.
No es que llegar tarde a mi clase de Narrativa Cinematográfica Clásica sea algo
que me ponga nerviosa, ya que solo es una optativa, pero como dije: odio llegar
tarde.
En el lado positivo, he estado en la NYU1 desde hace años y conozco el campus.
Al menos no estoy perdida, además de tener que hacer esa cosa rara de medio
correr y caminar mientras me dirijo hacia el salón de clases.
Escarbo en mi viejo bolso negro buscando una barra de granola ya que no
desayuné cuando me doy de bruces con una pared de, bueno… un machote sería
una mejor descripción.
Nunca he hecho toda la cosa de doblar la esquina y estrellarme con alguien,
pero siempre imaginé que pasaría como en cámara lenta.
No pasa así.
Es más como una rápida fracción de segundo de sorpresa y malestar de
traqueteo de dientes seguido de una punzante humillación.
No sé qué es peor, el hecho de que todas mis cosas ahora están en el suelo o el
hecho de que estoy boquiabierta frente al chico con el que me acabo de estrellar. Él
es odiosamente guapo y pulcro, tipo mariscal de campo estrella. Cabello rubio
oscuro, mandíbula fuerte, ojos marrones dorados y deliciosos hombros…
Para nada mi tipo. Prefiero el tipo artista nervudo con ojos expresivos. Pero
aun así, es lindo si te gustan altos y musculosos, y el cabello con gel.
En lugar de disculparse como un buen muñeco de plástico, deja escapar el más
pequeño de los suspiros, como si fuera el incomodado, a pesar de no ser él quien
tiene los tampones y los cuadernos regados por todo el suelo.
—Increíble —murmuro, agachándome para recoger el desastre.
Se agacha en el mismo momento y echo la cabeza hacia atrás para evitar chocar
cráneos como en una escena de película de serie B. Desafortunadamente, mi
movimiento hace que mi pecho se levante hacia su rostro, y ambos saltamos hacia
atrás para evitar que mis pechos se planten en su rostro. Básicamente, acabo de
reemplazar un momento un poco torpe con uno incómodo. ¿Podría esto ponerse
peor?
—Lo siento —dice el Chico Bonito con una sonrisa torcida. No sé si se está
disculpando por nuestra colisión inicial o por la humillante situación de evitar por
2Casablanca es una película estadounidense de 1942 dirigida por Michael Curtiz. Narra un drama
romántico en la ciudad marroquí de Casablanca bajo el control del gobierno de Vichy.
—Era mi prima. Se supone que subalquilaría su apartamento por casi nada
mientras ella iba a casa, en Arizona, pero sus planes cambiaron, así que se quedará
en la ciudad.
Tardo un segundo en comprender lo que está diciendo porque su top se bajó un
poquito, y no soy un pervertido, pero maldición…
—¿Qué vas a hacer? —pregunto.
Mira por la ventana por un segundo, y espero que luzca un poco molesta o
preocupada, pero, en lugar de eso, parece totalmente resignada por la carta de
mierda con la que le ha tocado jugar. Como si no mereciera nada mejor.
—Veré si puedo quedarme con David, supongo. Al menos él vive cerca del
campus.
—¿Quién es David?
—Mi ex.
Entrecierro los ojos para mirar su perfil mientras intento juntar las piezas.
—Espera, ¿el tipo que encontraste explorando una vagina sospechosa?
—Ese mismo.
Lo dice con esa voz monótona, como queriendo decir lo que sea, que me
deprime totalmente, y casi abro mi boca para ofrecer algo estúpido, pero esa
mirada torturada en su cara me detiene. No pierdo el tiempo con chicas nuevas en
mi vida en este momento, especialmente las raras. Nunca nadie me acusó de ser
sensible, y no voy a empezar ahora. Tengo mi propia mierda con la que lidiar.
—Eso apesta —digo, tendiéndole mi bebida horrible como si fuera el consuelo
para una chica que probablemente sea vegetariana o alguna mierda como esa.
Stephanie se encoje de hombros de forma apática.
—Bastante parecido a lo normal, en realidad.
Huh.
Quizá la vida de alguien más sí que apesta más que la mía.
3
Stephanie
Traducido por Yoko // Corregido por Isane33
•••
Hay un símbolo griego en la puerta de la casa de la que se escucha un ruido
sordo, pero no tengo ni idea de lo que significa… chicos, chicas o lo que sea.
Pero el olor es dolorosamente familiar. Tragos, sudor, demasiada colonia.
Respiro hondo por la boca e intento bloquear los recuerdos. Puedes hacer esto.
Jordan es inmediatamente rodeada por una manada de chicas gritando que en
esencia me ignoran, a pesar del hecho de que Jordan está todavía tomándome de la
mano. Está bien. No encajo. Lo entiendo.
Aparto mi mano suavemente y ella me mira inquisitiva, a la que contesto con
una rápida sonrisa: estoy bien.
Y lo estoy. Porque he averiguado totalmente cómo funcionan estas fiestas. Evita
la cerveza de barril y estarás bien. Elije el barril equivocado, y tu vida se pondrá
patas arriba.
Paso junto a un puñado de parejas besuqueándose e ignoro la forma en que un
grupo de chicos en la esquina se comen mis pechos con los ojos. La cocina es aún
peor. Es una demostración de mierda de botellas, barriles de cerveza y jarras de
algún líquido neón.
Sigo adelante. Aunque no sé qué estoy buscando, en serio. Una esquina
tranquila donde quedarme, supongo. Una pelirroja alta que me parece conocida me
ve y me sonríe ampliamente.
—¡Hola, Steffie! ¿Te traigo una bebida?
Steffie. Odio ese nombre. Solo le permito a Jordan llamarme así por el bien de
los viejos tiempos, pero, aparentemente, algunas de sus amigas lo han adoptado y
no puedo pensar en una forma para corregir a esta chica sin sonar como una perra
total. Y al menos esta chica me reconoce.
—Estoy bien —digo, sonriendo de una forma que espero sea amistosa al tiempo
que sigo adelante.
Me regaño a mí misma mientras me aparto. Ese habría sido el inicio que
necesitaba para empezar una conversación y quizá ver si conoce a alguien que esté
buscando un compañero de apartamento para el verano. Pero mi habilidad para la
charla sobre temas sin importancia se evaporó hace mucho tiempo, y ahora nadie
siquiera me está mirando, mucho menos hablándome.
Tengo que caminar de lado por entre la multitud que atiborra el hall que lleva a
lo que espero que sea la sala de estar, o quizá una puerta lateral o incluso solo un
enorme agujero en la tierra para que me trague entera y me saque de aquí.
Casi termino de pasar por el pasillo cuando uno de los idiotas frente a mí se
detiene de repente y levanta su mano para chocar los cinco con su amigo. Me
golpea la barbilla inadvertidamente con su codo cuando lo levanta.
—¡Mierda! —dice, mirándome—. Mierda, mi culp…
Su voz se interrumpe y olvido todo sobre el hecho de que mis dientes estén
todavía repiqueteando. Es él.
—Ethan Price —digo, frotándome la mandíbula con cuidado—. ¿Cómo es que
he pasado por tres años como estudiante sin verte, y ahora ni siquiera puede pasar
una semana?
Espero expectante a una de esas respuestas elocuentes que parecen salir de su
boca como diarrea, pero todo lo que consigo es un silencio incómodo.
Lo miro de más cerca, y me cuesta mis buenos cinco segundos darme cuenta de
que este no es el mismo tipo demasiado encantador que está en mi clase de cine y
me compró café.
Sigue siendo Ethan Price, pero es… diferente. Esta versión es cerrada. Su
mandíbula está apretada y sus ojos marrones son cautelosos. Sus paredes están
puestas por alguna razón.
Aun así está precioso, incluso cuando me está fulminando con la mirada.
Demonios, quizá está más hermoso porque me está fulminando con la mirada. El
Ethan que conocí la semana pasada me puso de los nervios con sus réplicas cursis y
sonrisa fácil. Esta versión se parece más a mí. Cauteloso. Quizá un poco enfadado.
Curiosamente, encuentro que quiero saber por qué.
Lo veo echarle un vistazo al atiborrado pasillo nerviosamente, y de repente me
hace clic. Este Ethan es dolorosamente consciente de su imagen, y una chica como
yo no va a ayudar a su repertorio varonil. Estaba bien hablarle a una rarita como yo
cuando estaba en medio de un grupo de otros raritos. Pero estos deportistas
corpulentos y chicas delgadas de hermandad son su gente. En su mundo, la gente
como él no le habla a la gente como yo. Y ambos lo sabemos.
Lo que sea.
No es que me importe. No en realidad.
Pero, aun así, quiero despreciarlo antes de que él me desprecie a mí, así que
empiezo a empujar con el hombro para pasar.
Sus dedos encuentran mi brazo antes de que pueda moverme. Es un poco más
cavernícola de lo que esperaría de alguien que probablemente se hace la manicura.
—¿Estás bien, gótica? —pregunta bruscamente, con sus ojos oscuros buscando
los míos.
Por un segundo mi estómago se retuerce por su pregunta. ¿Cuándo fue la
última vez que alguien me preguntó si estaba bien?
Luego la realidad se asienta, y me doy cuenta de que no está preguntando si yo,
Stephanie Kendrick la persona, estoy bien. Simplemente se está asegurando de que
no perdí un diente cuando me codeó en la cara. Probablemente asegurándose de
que no me vengaré con alguna clase de truco vudú.
Mi propia decepción me deja perpleja.
—Por supuesto, estoy bien —digo en respuesta. Y de verdad que lo estoy. Ahora
que mis dientes han dejado de repiquetear. Ni siquiera me sigue doliendo.
Luego es cuando pasa.
Alguien me empuja desde atrás, empujándome hacia Ethan para que esté
presionada contra este deportista macho alfa, con mis tetas aterrizando
suavemente en su pecho y mis manos encontrando sus hombros.
Mierda. Incómodo.
Muévete, Stephanie.
Pero no lo hago.
De alguna manera, él se siente seguro, lo que no tiene sentido.
Mi nariz apenas llega a la mitad de su pecho e intento ordenarle a mis manos
que lo empujen para poder recobrar el equilibrio. Me digo a mí misma que no estoy
registrando lo firme que su amplio pecho es debajo de mis manos. Pero soy una
mentirosa, porque definitivamente lo noto.
Mi camiseta se subió un poquito, y cuando pone su brazo a mi alrededor para
ayudar a estabilizarme, su mano encuentra la piel desnuda de mi zona lumbar y
ambos inhalamos aire ruidosamente por el contacto.
De repente, tengo demasiado calor, y no tiene nada que ver con el sofocante
pasillo en el que estamos. Es él.
¿Qué demonios está pasando aquí? Hace solo tres días estaba maldiciendo su
mismísima existencia, preguntándome si habría una forma sutil de envenenar su
café. Ni siquiera me gusta este tipo. No me gustaba la versión del listillo sarcástico,
y ciertamente no me gusta esta versión del macho alfa malhumorado.
Pero no me muevo.
Él tampoco.
Ethan mira rápidamente sobre su hombro antes de que su mano libre se
mueva, y ponga un dedo debajo de mi barbilla y levantando mi cara.
Su mano es cálida, sus dedos son suaves y, por alguna estúpida razón, mi
respiración se entrecorta. Le echa un vistazo a mi raca y asiente veloz… supongo
que tranquilizándose porque no estoy goteando sangre por todo el suelo.
Entonces bien. Hora de alejarse.
Su mano se vuelve a mover. Apenas. Solo lo suficiente para pasar un dedo a lo
largo de mi mandíbula y, aunque estoy bastante segura de que solo se está
asegurando de que no hizo ningún daño serio, la sensación se siente curiosamente
como una caricia.
—¿Qué demonios estás haciendo aquí, gótica? —Su voz es baja. Enfadada.
Nuestros ojos se miran fijamente, y muero por ver la misma clase de atracción
confusa en su cara, pero es totalmente ilegible. Es completamente diferente al chico
que se burló de mí y me compró café y que está en mi clase de cine. Aunque estoy
bastante segura de que ese tampoco es el Ethan Price real.
Muero por saber cuál es la versión verdadera. Sospecho que ninguna lo es.
Un tipo enorme de cabello negro aparece a nuestro lado.
—Hombre. Price. ¿Qué demonios estás haciendo?
Ethan aparta su brazo tan rápido que casi codea a otra chica, y quiero
preguntarle si también va a acariciar la cara de ella, excepto que realmente no
quiero saber la respuesta.
Aparto mi mirada de la suya y empiezo a alejarme, incluso cuando oigo a su
amigo hacer alguna broma patética sobre que parezco un extra de Las brujas de
Salem. Apostaría que ese imbécil inculto ni ha visto Las brujas de Salem.
Me llevo una mano a la barbilla, no porque me duela… sino porque hormiguea
con sensibilidad.
Una sensibilidad que no he sentido en mucho tiempo.
Incapaz de evitarlo, hago una mirada rápida hacia atrás, solo para encontrar un
par de malhumorados ojos oscuros mirándome.
Él aparta la mirada en el segundo en que mis ojos lo miran, y estoy
curiosamente contenta porque me miraba en contra de su voluntad. O al menos
estaría contenta, si supiera qué demonios acababa de pasar.
4
Ethan
Traducido por Manati5b // Corregido por Nix
8Fue un actor estadounidense. Ganador de un Óscar al mejor actor principal, es considerado uno de
los mitos del cine clásico.
Basta Price. Ella probablemente Los ha matado a todos y los tiene tatuados en
su trasero o algo.
Estoy medio aliviado cuando Steven llega con los nachos, pero el alivio dura
poco porque el barman que se cree estrella de rock tiene su trasero en mi cara
mientras obtiene toda la atención de Stephanie.
—Hola, cariño, no te he visto mucho por aquí —dice.
—¿De veras? —pregunta ella, sus ojos amplios—. Eso es raro. ¿No me has visto
por aquí con mi fraternidad? Normalmente me encanta el ambiente de la
fraternidad de chicos.
—¿Estás en una hermandad? —pregunta Steven, el sentido del humor de
Stephanie yendo directo a su grasienta cabeza—. Ya sabes, hay otro lugar a la vuelta
de la esquina… es un poco menos abarrotado. Estoy libre los jueves por la noche, si
tú y tus chicas quieren…
Ella hizo un pequeño sonido de disgusto.
—Ugh, esto es totalmente raro, pero en realidad como que estoy con alguien.
—¿Lo estás?
Preguntamos Steven y yo al mismo tiempo, excepto que no tuve la intención de
hacerlo, así que en su lugar meto un enorme fajo de nachos en mi boca y espero que
Stephanie no se diera cuenta que me metí en la conversación.
—Síp —dice—. Es como una cosa nueva, pero me siento muy bien con ello, así
que…
Steven flexionó sus entintados brazos no tan sutilmente.
—Él no tiene por qué saberlo.
Ella toma un sorbo de su cerveza, lamiendo parte de la espuma con sus labios, y
ahora están brillantes y saborizados con cerveza e inexplicablemente estoy caliente
como el infierno.
—En realidad, él lo sabría —dice Stephanie, bajando su voz con un suspiro
dramático—. Ya que él está sentado justo aquí.
Probablemente podría haber respondido si no hubiera estado comiendo cinco
nachos al mismo tiempo en un esfuerzo de evitar estar interesado en la vida
amorosa de esta chica.
Pero como lo estoy, y su casual declaración me toma por sorpresa. Un pequeño
pedazo de nacho se rompió torpemente y se atasca en alguna parte de mi garganta.
Tomo la mitad de la cerveza antes de que la sensación de cosquilleo desapareciera.
Los dos se me quedan mirando, Steven con irritada sorpresa, y Stephanie con
serena inocencia.
Entrecierro mis ojos suavemente hacia ella. Tú. Pagarás.
Se encoge de hombros.
Era continuar con el juego o tratar con Steven. Como la segunda opción apesta,
me encontré a mí mismo dando una débil sonrisa.
—Lo siento hombre —digo—. La dama está tomada.
Señala con su dedo gordo hacia el bar.
—Pero dijiste que ella no era tu chica.
Stephanie golpea sus palmas sobre la mesa mientras se levanta de la silla, y me
da una mirada de muerte.
—Lo sabía —bufó—. Tienes vergüenza de mí Ethan Price. Porque no uso perlas
y no puedo pagar un Chanel, y no puedo montar la doma…
Involuntariamente me recosté en la silla tratando de escapar de la despreciada
no-novia con esteroides.
¿Y qué jodidos es doma?
—Hay alguien más, ¿verdad? —continua—. Sabía que esos baños de burbuja de
lavanda no eran para tu «tiempo especial de relajación». ¡Has estado con alguien
más!
—Amigo —dice Steven suavemente—. ¿Burbujas de baño de lavanda?
Levanté la vista con desesperación, y estábamos de pronto en el mismo lado.
—¿La quieres?
—Demonios, no, amigo. Pero mejor habla con ella suavemente antes de que
espante a los demás clientes.
Steven regresó a la parte de atrás del bar en la mitad de tiempo, y Stephanie
lentamente regreso a sentarse en la silla.
La miré con asombro.
—No te lo tomes a mal, pero estoy empezando a comprender por qué tu ex es
un ex. Eres una pesadilla.
Ella me dio una descarada sonrisa.
—Lo sé, ¿verdad? La actuación nunca ha sido mi pasión, pero siempre ha sido
divertida.
Sacudo la cabeza y empujo los nachos hacia ella.
—Lo que sea. Solo déjame fuera de tu pequeño engaño la próxima vez. Pensé
que ibas a cortarme las cabellotas.
Todavía está completamente ida, sus ojos fijos en mí sin verme realmente.
—¿Estás teniendo otro episodio? —susurré, inclinándome hacia adelante.
—Un engaño —dice, consiguiendo una enloquecida mirada en sus ojos—. Eso es
brillante.
Tomo otro sorbo de cerveza.
—Sí, sí, tu pequeña actuación te salvó de salir con un baboso barman. Lo tengo.
—No, para el proyecto —dice, alejando su vaso y plato y buscando en su
mochila.
Veo sus manos revolviendo por varios segundos antes de salir con un lapicero.
Escribiendo a toda velocidad sin ni siquiera mirarme, así que me tomé la
oportunidad de comer más nachos. Mordidas más pequeñas esta vez, en caso de
que ella decidiera decirle a todo el bar que estaba embarazada de mi bebé demonio.
Finalmente levantó la vista con una brillante sonrisa, y por un segundo lucía
hermosa en lugar de totalmente loca.
Sostuvo la libreta hacia mí para que leyera, y luego su sonrisa vaciló un poco
cuando no respondí.
—Ayúdame aquí —digo, mirando de reojo su desordenada escritura.
Golpea una uña negra en la parte superior de la hoja donde había escrito
PIGMALIÓN en letras grandes.
—¿Ves?
Termino mi cerveza y tomo la suya.
—¿Luzco como si viera?
Ah, hay un ceño familiar.
—¿A tus padres no les importa nada las artes escénicas? —pregunta.
—Dios, solo dime sobre qué estás tan maniática.
Baja su libreta y hala los nachos hacia a ella, colocando guacamole más de lo
justo.
—Así que Pigmalión se remonta a la antigua Grecia…
—Oh dulce Jesús —murmuro—. Dame la versión corta, te lo suplico.
—Hay un chico, ese es Pigmalión. Y es un escultor que, por alguna razón que
olvidé, no le gustan las mujeres por el momento.
—Tal vez porque la mujer dijo en voz alta que él usa burbujas de baño de
lavanda.
Ella echa su cerveza hacia atrás.
—De todas formas, incluso aunque le atrajeron las chicas por un rato, esta
aparentemente abierto a crear una estatua de una mujer. Y aparentemente es
verdaderamente bueno en lo que hace, porque la estatua es muy guapa, y él se
enamora de ella. Entonces, bla-bla, alguna diosa u otros le conceden un deseo, y la
estatua cobra vida.
Stephanie toma dos grandes sorbos de cerveza y me da una ancha sonrisa.
Yo no.
—Así que dime lo que un antiguo tipo enamorado de una piedra tiene que ver
con nuestro proyecto —digo.
Ella frunce sus labios en consideración.
—En realidad, creo que era marfil, no piedra.
—Stephanie. ¿Algo de piedad?
Ella toma una profunda respiración.
—Correcto. Así que… la historia de Pigmalión no termina aquí. Ha sido usada
en poemas y pinturas por siglos, pero la versión más notable es la obra escrita por
George Bernard Shaw…
—¿Esta es de verdad la versión corta?
—… que se convirtió en película. Y entonces se convierte en la inspiración para
un montón de otras películas acerca de los hombres que se enamoran de las
mujeres que han creado.
No voy a mentir. Buen estudiante o no, estoy luchando para seguirle el ritmo a
la chica.
—¿Está bien, así que me estás diciendo que hay varias películas acerca de
hombres que construyen una estatua femenina de roca, mármol, y se enamoran de
ella?
Garabatea algo más en su libreta.
—No, esa es la belleza de la película. Ha habido un montón de recreaciones. La
más clásica es Mi Bella Dama, por supuesto, pero también está Mujer Bonita, Ella
Es Así… todas son películas en donde el tipo viste a la mujer como alguien que no
es para cumplir una apuesta o algún tipo de obligación social. Ya sabes. Una farsa.
Finalmente las piezas empiezan a encajar en su lugar.
—Está bien, te entiendo hasta ahora. ¿Todo lo que tenemos que hacer es
transcribir el pequeño monologo que tienes ahí sobre cómo la historia de Pigmalión
se ha extendido en Hollywood, y luego dar nuestra propia opinión?
—Exactamente.
Atrapo los ojos de Steven y le hago un gesto para otras dos cervezas.
—Está bien, cuenta conmigo. ¿Cuál va a ser nuestro giro en la historia?
Stephanie se mete un montón de nachos en la boca y los mastica
cuidadosamente.
—Bueno, es como esto, compañero. Viendo que yo he hecho todo lo de pensar
hasta ahora, es tiempo que pongas tu bonita y alisada cabeza a trabajar. ¿Nuestra
idea de guion? Esa va a ser tu contribución.
7
Stephanie
Traducido por Manati5b // Corregido por pauper
9En inglés original es: whitewashed, que es algo así como una persona que acepta otras culturas, sin
rechazar la suya.
Me muevo en silencio a un lado, dejando que Ethan entre en el pequeño
departamento, y resistiendo ferozmente las ganas de correr y recoger los montones
de ropa, las latas vacías de cerveza y toda a suciedad que resulta de tres personas
que comparten sesenta y cinco metros cuadrados.
—Vaya, es como si un catálogo de J. Crew viniera a la vida —escucho susurrar a
Leah.
—Ethan, bienvenido a mi…
—Casa —dice David con una sonrisa fácil mientras se levanta y se acerca a
Ethan—. Soy el compañero de cuarto de Steph. ¿Y tú eres…?
—Ethan Price.
Ambos se dan la mano, y quiero golpearles las manos y preguntarles por qué
intercambian palabras. Mis dos mundos están colisionando y es… raro.
Me voy cuenta que Ethan no identifica su rol en mi vida, y por el rabillo de mis
ojos, veo que David también se da cuenta.
David era un novio semi-celoso, irónico, ya que él es el que se apartó. Solo
espero por Dios no vaya a ser un ex celoso también.
—David, te estás perdiendo la película —dice Leah, obviamente, como siempre,
ajena a la pequeña tensión en el cuarto.
Ethan me mira y mueve sus cejas.
—¿La vagina extranjera? —articula, asegurándose de que no lo vea David.
Lo ignoré.
—¿Cómo me encontraste?
—Cuando estabas al teléfono con tu banco el otro día, les diste tu domicilio
actualizado.
—¿Y qué, lo memorizaste?
Se golpea la cabeza.
—Recubierta de acero, Kendrick. Nada se escapa.
—Y aun así parece que aparentemente seleccionas lo que entra ahí —murmuro,
pensando en las inútiles horas que pasé divagando con él solo para darme cuenta
que no había entendido ni un solo hecho.
David todavía nos observaba cuidadosamente.
—¿Amigo, la estas acechando?
—Al menos no la estoy engañando —dice Ethan, nunca perdiendo su blanca
sonrisa.
Le pellizco el brazo a Ethan antes de colocarme en medio de ellos.
—David, tú ya no tienes por qué ser protector. Y Ethan, porque no nos
sentamos y discutimos el proyecto.
Traducción: Sentémonos y explícame porque estas invadiendo mi espacio
personal.
De mala gana David regresa con Leah al sofá, y Ethan se une a mí en la mesa de
la cocina. Allí hay cuatro sillas, y él innecesariamente toma la que está más cerca de
mí, en vez de la que está frente a mí, lo que tendría más sentido.
Sus ojos le echan una ojeada a mi cara brevemente.
—¿Todavía usas toda esa cosa negra en tus ojos, incluso cuando estas sentada
en casa con sudaderas?
Aleteo mis pestañas.
—Bueno, uno nunca sabe cuándo puede llegar la compañía de un caballero. —
En realidad, la verdad es que me siento desnuda si mi maquillaje. Es estúpido, pero
siempre imagino que la sombra gris metálico y el delineador negro son mi escudo
contra las miradas indiscretas.
Una simpática expresión cruza la cara de Ethan, y tengo la extraña sensación
que es hacia mí.
—Así que tuve una idea para nuestro guion —dice, alcanzando uno de mis
pendientes.
Doy un respingo hacia atrás ante el inesperado toque.
—¿Qué estás haciendo? —¿A qué estás jugando?
—Continuando el engaño del otro día —susurra él. Sus dedos se mueven hacia
mi clavícula, y se me pone la carne de gallina. Le doy una mirada asesina, pero él
está mirando a David, y no se necesita un genio para darse cuenta que los dos están
teniendo un concurso de miradas por unos simples dólares
—¿Que engaño? —pregunto estúpidamente, mi cerebro luchando por procesar
algo más que su dedo sobre la sensible piel en mi cuello.
—En el que yo pretendo ser tu sexi y semental novio que te protege del bicho
raro —dice.
—No necesito que me protejan de David. Hace cinco minutos él estaba jugando
baloncesto con las tetas de Leah —susurro, agradeciendo que Leah vea las películas
con el volumen alto.
—Bueno, a él no le gusta tenerme aquí.
—Tampoco a mí —siseo. Pero miro sobre mi hombro al mismo tiempo.
Efectivamente, David ha perdido el interés en la película y en Leah y nos observa
como un novio celoso.
—No lo fastidies —me vuelvo hacia Ethan—. Lo último que necesito es que me
eche porque piensa que tengo un nuevo novio.
Pero Ethan no responde. En su lugar se me queda mirando con una expresión
de devoto amor, que sé que es para molestar a David, pero que hace que me agite, y
finalmente alejo de un golpe la mano está jugando con las puntas de mi cabello.
—Tienes dos minutos para explicarme tu idea para el guion, después me
tomaré dos minutos en decirte por qué apesta. Lo que significa que estarás de
vuelta a tu casa en Park Avenue en cinco minutos.
—No vivo en Park.
—¿Madison?
—No.
—¿Lex?
Ethan permanece en silencio, y le doy una engreída sonrisa. Hice mi búsqueda
en línea. La familia Price es dinero viejo. Realmente dinero viejo. Solo hay un
puñado de calles donde ellos vivirían.
—Ya no vivo con mis padres —dice, de la nada.
Busco mi botella de agua.
—¿Ellos viven en Park?
Sus ojos caen a la mesa.
—Síp.
Esta vez no me siento tan engreída, incluso pensar que estoy bien me mata.
Porque en vez de lucir engreído o presumido acerca del ridículo código postal de su
familia, luce… avergonzado.
—Así que… ¿el guion? —digo.
Ahora ambos estamos ignorando a David, aunque puedo decir por el crescendo
de la música de fondo que la película está preparándose para su angustioso final.
Leah ha empezado a sollozar, y sé que finalmente llegará a comprender lo que yo he
sabido desde el inicio de los créditos: que esa película no va a tener un final feliz.
Esa es la cosa sobre las «comedias» románticas independientes: el único que ríe al
final de la película es el guionista.
La mano de Ethan regresa a mi cabello y tira suavemente para llamar mi
atención.
—Bueno —dice—. Así que fui vi la lista de temas de películas de Pigmalión que
me diste y las vi todas.
—¿Lo hiciste? —interrumpo. Esperaba que hubiera hecho una búsqueda en
internet para la versión resumida.
—Síp.
—¿Durante cuánto te quedaste despierto?
Recorrió sus dientes con su lengua, considerándolo.
—Algunas son muy malas.
No lo niego. Algunas son muy malas.
—¿Y ese musical? Dios me ayude....
Levanto un dedo para objetar.
—No te metas con Mi Bella Dama10.
—Está bien, bueno, de todos modos… las películas fueron hechas en todo tipo
de géneros y edades, pero hasta ahora no hay nada hecho en un campus
universitario.
Me encojo de hombros.
—¿Y? No hay muchas películas ambientadas en campus universitarios. No
todos los cinéfilos van a la universidad, así que no es completamente rentable.
—Tampoco esa mierda hecha en el espacio, pero los nerds todavía obtienen sus
arreglos de ciencia ficción.
Me froté el cuello. ¿El chico escoge ahora tener interés en el cine?
El apartamento de repente queda en silencio, y me doy cuenta que la película
ha terminado. David y Leah han salido de mi sofá, mi cama, ugh, se voltean para
mirarnos con curiosidad.
—Buenas noches, Steph —dice Leah con su insípida sonrisa.
—Buenas noches —susurro. Incluso aunque haya superado mi relación con
David, de alguna manera espera que yo sea civilizada con la mujer con la que se
acuesta, especialmente ya que ni siquiera había tenido sexo con él, aunque me
estaba moviendo en esa dirección, en realidad.
Supongo que él no era capaz de esperar.
11Espíritu femenino que anuncia con sus gritos la muerte de una persona.
—Eso es más de un mes a partir de ahora.
Sus dedos juegan con el espiral de mi libreta.
—Cierto. Lo suficientemente largo para obtener un buen material.
Entrecierro los ojos y su expresión es culpable.
—¿Y?
Él sonríe tímidamente.
—Y lo suficientemente largo para pasar por la cena de mi familia, la boda de mi
primo, y la fiesta anual en la casa de los Hamptons que hacen mis padres cada año.
Contigo. Como mi novia.
—Oh, ¿eso es todo? —pregunto sarcásticamente.
De ninguna manera. No me importa que lo bien que bese, no hay nada en la
tierra que me haga soportar un conjunto de ropa con un cárdigan 12 por tanto
tiempo. Si quisiera usar diamantes, tacones y jugar tenis, me hubiera ido a «casa»
en Carolina del Norte y ser amable con mi madrastra.
—Vamos, me estarías dando algo sólido —dice Ethan, dándome una sonrisa
que probablemente ha ocasionado muchas caídas de bragas a lo largo de los años.
Me mantuve firme.
—Prefiero estar muerta.
Me dio una mirada exasperante.
—Imagine que dirías eso.
—Uh-hum —¿Entonces de qué fue el beso?
—Síp —dice, desplazando sacando algo fuera de su bolsillo trasero.
Levanto las cejas con desinterés hacia el objeto.
—¿Una llave elegante? ¿Qué se supone que tengo que hacer con eso? Es
plástico y electrónico, ni siquiera serviría como una improvisada arma de defensa
propia.
Él mira hacia la pequeña, gris llave en su mano.
—¿En serio?, ves una llave y tu primer pensamiento es auto-defensa? ¿En qué
clase de jodido mundo vives?
Lo miro con furia.
—Tú trata de tener tetas mientras caminas sola por Nueva York y entonces
hablamos.
•••
Cuando vienes con la riqueza, cuando vienes de los Price y los St. Claire y los
Middleton, el círculo social es muy cerrado y el círculo sexual es aún más cerrado.
Lo que me lleva a… levanto la mirada desde el sillón de cuero de lujo en el que
he estado mirando sin ver alguna revista de mala calidad.
Stephanie Kendrick.
La peluquera ya ha puesto la capa negra alrededor de los hombros de
Stephanie, enfatizando la mierda oscura alrededor de sus ojos y su oscura actitud.
—Así que, ¿qué hago aquí? —pregunta la estilista recogiendo la longitud del
cabello de Stephanie antes de dejarlo caer alrededor de sus hombros.
Mi garganta se seca un poco por el recuerdo de cómo se sintió ese cabello
contra mis dedos la otra noche. Es tan malditamente suave para una chica con esos
bordes ásperos.
Y luego está el beso…
—Sí, nene, aquí Maddie quiere saber qué vamos a hacer —dice Stephanie,
encontrando mi mirada en el espejo.
—Ethan, ¿tu madre sabe que estas aquí? —pregunta Maddie, girándose para
mirarme.
—Nop y te aseguro que apreciaría si no le dijeras.
Maddie se encoge de hombros.
—No le dije que fuiste tú el que se metió con mi bandeja de tintes cuando tenías
seis años y le puse el cabello color cobre, ¿no? No voy a decirle que estas trayendo a
una chica.
Le doy mi mejor sonrisa, ignorando la mirada de disgusto de Stephanie. No
había visto a Maddie en años, probablemente desde esa vez que mencionó cuando
accidentalmente (a propósito) hice un lio con la bandeja de tintes. Recuerdo a mi
madre estando irritada teniendo una «crisis de raíz» el mismo día de mi juego de
baloncesto y que me arrastró al maldito salón mientras el resto de mis amigos se
dirigían a obtener pizza y refresco.
Más de una década después mi madre todavía viene a Maddie para sus crisis de
raíz. Lástima que no le ha demostrado a mi padre la misma lealtad que muestra a
su estilista.
Alejo ese pensamiento. Tengo que dejar de pensar en esa mierda, o voy a
ponerme todo amargado, algo así como Stephanie.
—Así que, Maddie —digo—, Stephanie aquí tiene un bajo mantenimiento de
chica, pero dice que quiere arreglarse. Creo que trata de impresionarme —digo con
un pequeño guiño a Maddie.
—¿Arreglarme?
—¿Así que, qué están pensando? —pregunta Maddie, tomando un sorbo de su
café.
—Bueno, para comenzar, creo que podríamos eliminar el negro. Traer de
regreso su color natural —digo, esperando usar la terminología correcta. Estoy muy
seguro que sí. Olivia había hablado sobre su cabello. Mucho.
Pero ambas, Stephanie y Maddie me están mirando, claramente dije algo mal.
—¿Ya sabes… más claro? —digo, sintiéndome un poco menos confiado.
—Bueno, si no me equivoco —dice Maddie, poniendo su taza a un lado—,
tratamos con algo real aquí.
Me toma unos segundos registrarlo y miro el cabello de Stephanie con
sorpresa.
—¿Ese es tu color real?
Stephanie me da una mirada plana.
—Puedo decir que crees que es muy bonito.
—No. Sí. Quiero decir, seguro, pero es tan oscuro.
Stephanie mira a Maddie.
—¿Tienes mi bolso a la mano? Quiero ver si tengo una estrella de oro para el Sr.
Observador de aquí.
—Oh, cálmate. Supongo que solo pensé, dada tu afición por todas las cosas
oscuras y tristes, que lo habías teñido.
—Un hombre sin estereotipos. Refrescante. —El tono de Stephanie es ligero
pero luce bastante enojada.
Mierda. De alguna manera esperaba que esto fuera fácil. Que Maddie haría su
trabajo mágico, cambiando este oscuro duendecillo en un suave y rubio encanto.
—Así que ¿cuáles son nuestras opciones, Mad? —pregunto, tratando de ignorar
a Stephanie.
La estilista estudia su cliente por un momento, recogiendo unos mechones de
cabello y dejándolo caer por sus hombros.
—Podríamos mantener el largo. Le queda. Pero algunas capas irían mucho
mejor. ¿Tal vez añadir algún flequillo largo para enfatizar sus ojos?
Como si los ojos de Stephanie necesitaran enfatizarse. Son grandes y brillantes
y azules.
Y nada de todo eso es jodidamente relevante ahora.
—Está bien, como tú creas —digo, repentinamente desesperado por un poco de
espacio—. Cariño, ¿está bien si voy a traernos algunos cafés mientras Maddie hace
lo suyo?
—Está bien, tartita de caramelo.
Sus palabras son todo azúcar, pero sé que incluso después de girarme, está
lanzando dagas en mi espalda.
Sonrío a la recepcionista al salir y ella me da una sonrisa que claramente invita
a la conversación. Casi muerdo el anzuelo. Es alta y delgada con cabello ondulado
revuelto como después del sexo. Exactamente el tipo de chica que mis padres
esperan que lleve a casa. Necesito que Stephanie se vea como eso y va a tomar un
infierno más que unos pocos mechones enmarcando su rostro. Más como un
trasplante de personalidad.
Esta fue tu idea, colega.
Sigo sin saber qué plantó esa semilla o me forzó a presentarme en la puerta de
su exnovio como una especie de acosador pervertido. Estaba cambiando de opinión
antes de tocar la puerta. Pero ella se veía toda miserable y siendo la quinta rueda, y
me encontré queriendo mantenerme cerca.
Luego fui y jodidamente la besé, lo cual en su mayoría estaba destinado a
callarla, como cinco segundos, pero en lugar de eso fue… caliente. No es
exactamente lo que cualquiera de los dos necesita.
Tomo mi dulce tiempo consiguiendo los cafés, incluso pretendo mirar los
escaparates de la Quinta Avenida porque es por mucho menos terrorífico que la
monstruosidad llena de estrógeno que es el salón. No tengo idea de cuánto tardan
esas citas, así que me zambullo en una librería por un poco de aire acondicionado,
terminando mi café antes de comenzar a beber el de Stephanie solo porque estaba
ahí.
Cuarenta y cinco minutos después regreso al salón. Stephanie está en la sala de
espera, claramente cabreada de que vuelva tarde.
—¿Revisas mucho tus textos? —pregunta.
Saco mi teléfono y sin estar lo suficientemente seguro, tengo como cincuenta
textos de ella, todos incrementando las violentas amenazas si no traía mi «culo bien
vestido» de vuelta al salón, pero estoy teniendo un momento difícil en
concentrarme en el hecho de que Stephanie me quiere matar, porque se ve…
hermosa.
No entiendo la mierda que Maddie estuvo haciendo, pero la mujer sabe hacer
su trabajo. El cabello de Stephanie todavía es el brillante marrón oscuro que tenía,
pero en su lugar está colgando como un escudo alrededor de su cara, cayendo en
ondas despeinadas alrededor de sus hombros y está prácticamente pidiendo ser
extendido sobre la almohada de alguien.
No la mía. Pero la de alguien.
Y eso es muy difícil de decir con la mirada y los ojos de mapache, pero creo que
podría haber una nena bajo toda esa angustia.
—¿Sin café? —pregunta.
Le doy una sonrisa débil y para mi sorpresa no me lanza un ataque.
—Como sea —dice—. Siempre tomas mi pedido mal de todas maneras.
Cierto.
Saco mi tarjeta de crédito y me acerco a la mirada curiosa de la recepcionista.
No tengo que persuadir mucho para que Stephanie me deje pagar. No solo porque
no tiene dinero, sino porque si realmente vamos a transformar nuestra pequeña
aventura en una mierda de guion, tengo que ser el que maneja el cambio de
imagen, estilo Pigmalión.
Lo cual no es un problema. Estoy evolucionado. Puedo tolerar un mostrador de
maquillaje y un vestidor de mujeres.
Pero no pude anticipar el obstáculo adicional de mantener mis motivaciones
centradas. Estoy aquí para crear una versión de Stephanie que engañará a mis
padres. No una versión de Stephanie que me atraiga.
Le doy una mirada mientras esta picando algo en mi teléfono y le doy un pulgar
hacia arriba en lo del corte. Entrecierra los ojos y me da un pequeño meneo de
cabeza como si dijera, ¿qué?
Así que… no importa. Supongo que no tengo que preocuparme de enamorarme
de esta pequeña flor delicada.
—¿Y ahora qué, una manicura/pedicura para pareja? —ronronea después de
que nos dirigimos al sol de la mañana.
—Eso es para uñas, ¿cierto?
—Eso he oído.
—Sí, bueno… nos vamos a deshacer de las manchas de tus dedos. Pero todavía
no.
—¿Podemos comer un aperitivo? —gime mientras la arrastro hacia Bergdorf
Goodman. Unas cuantas búsquedas en internet indicaron que es la mejor para una
parada de compras de maquillaje. Y yo soy todo compras por paradas, no solo por
mi masculinidad, sino también porque la resistencia de Stephanie estaba
mostrando ser deprimente.
—¿No tienes calor? —pregunto, mirando sus pantalones negros mientras
sostengo la puerta abierta para ella.
Me ignora mientras camina dentro de Bergdorf.
—Me sorprende que no cobren una cuota de admisión —dice, mirando
alrededor la opulenta decoración.
Algo en mi pecho se aprieta brevemente e incluso sin haber puesto atención a
esas estúpidas películas, las similitudes no se me escapan. Su expresión abrumada
no es diferente a la de Eliza Doolittles13 o a la de la prostituta de Mujer Bonita. Está
fuera de su liga y lo sabe. Y no le gusta.
—Piensa que es parte del guion —digo poniendo una mano en su espalda y
guiándola hacia las escaleras mecánicas—. La molesta chica gótica descubre la
Quinta Avenida.
—He estado en la Quinta Avenida antes, imbécil —espeta.
Es tan adorable.
Llegamos al departamento de belleza o lo que sea, y por un segundo estoy
paralizado. Hay tantas jodidas opciones.
—¿Da miedo, no? —susurra Stephanie, luciendo enormemente complacida de
no ser la única fuera de su zona de confort.
La arrastro hacia uno de los mostradores donde hay un logo vagamente
familiar, y sonrío a la gélida vendedora rubia.
—Mi hermana necesita un nuevo look —digo mostrándole todos mis dientes.
—¿Así que ahora tu hermana, no? —murmura Stephanie.
13Esun personaje de ficción protagonista de la obra Pigmalión del irlandés George Bernard Shaw
(1912), de la versión musical de la obra Mi Bella Dama y de las versiones para cine.
—Solo hasta que tu apariencia sea presentable —digo entre dientes.
Su cabeza se sacude un poco, como si tal vez le he hecho daño. Pero rueda sus
hombros y sonríe tentativamente a la vendedora.
Buena chica. Haz tu parte.
No es que lo esté haciendo por razones nobles. Ella sabe que no tendrá las
llaves o incluso la dirección de mi casa hasta que este día termine y se vea, bien…
digna de Price.
El pensamiento es tan gilipollas que me odio por un segundo antes de
recordarme que todo es parte de un juego. Un juego que ella aceptó.
—¿Estamos pensando solo en un nuevo color de labios, o tal vez un poco de
bronceador, o…? —La vendedora está mirando entre nosotros.
Tuve unas compras de Navidad con mis padres para saber lo que viene a
continuación, y saco mi billetera de mi bolsillo y deslizo mi tarjeta de crédito.
—Todo —digo firmemente—. Un nuevo completo look. Algo femenino y dulce.
Menos… oscuro.
—¿Es eso lo que quieres querida? —pregunta la mujer a Stephanie.
—Oh sí. Femenino y dulce es justo lo que siempre he querido.
Pero la vendedora está tan enamorada con la vista de mi tarjeta de crédito y la
promesa de un cambio de imagen completo como para captar el sarcasmo de
Stephanie, y ya está hurgando en todos esos pequeños cajones, sacando docenas de
pequeños contenedores.
—Así que, um, Kendrick… —digo tentativamente.
—Ve —dice con un suspiro—. Pero no por tanto tiempo esta vez.
Ya estoy escabulléndome, preguntándome si es demasiado temprano para
agarrar una cerveza en algún lugar para pasar el resto del día.
—Por cierto, ¡eres un horrible Pigmalión! —dice detrás de mí.
¿Qué espera, que opine sobre los colores de sombras de ojos? Y, además, el tipo
de Mujer Bonitasolo entregó un grueso fajo de billetes para la transformación y le
dijo a la chica que fuera a comprar. Mi manera es simplemente una versión
actualizada.
Hago algo mejor que encontrar una cerveza. Encuentro un bar deportivo que
está abierto antes del mediodía, y me pierdo en un juego de fútbol europeo al que
no le doy mucha importancia, pero el cual le gana al maquillaje.
Mi teléfono suena, y lo saco de mi bolsillo sin quitar mi vista de la televisión.
Miro el texto y hago una mueca.
Stephanie ha estado lista desde hace cinco minutos y quiere saber, cito,
«¿dónde está tu jodido trasero?». Obviamente no soy el único que necesita una
cerveza. Le envío un texto con la localización del bar y le pido al barman el menú.
Las mujeres siempre compran mejor cuando están alimentadas, y tenemos que
conseguir la parte más dura aún: ropa.
Stephanie está de acuerdo en la aventura del corte de cabello y maquillaje pero
dibujó una línea acerca de permitirme comprarle la ropa; una línea que estoy a
punto de borrar.
Algunos minutos después reconozco el olor familiar a naranjas, y estoy
consternado de darme cuenta de que aparentemente reconozco el olor de
Stephanie. Sé que es ella incluso antes de girar la cabeza.
Y cuando giro la cabeza, siento como que algo me golpea en el estómago.
La áspera arpía gótica se ha ido. Pero Stephanie no está linda.
Está hermosa.
Lo cual es una buena cosa para mi plan, esta chica será absolutamente
aprobaba por mi madre. Al menos después de que se vayan los aretes y la ropa.
Pero la transformación no es tan buena para mí. Porque absolutamente no hay
espacio en este plan para la lujuria.
Y mi polla definitivamente está dentro con la nueva Stephanie.
—¿Entonces? —pregunta, deslizándose en el asiento de la barra a un lado de mí
y alcanzando mi cerveza—. ¿Apruebo?
Giro de vuelta a la TV, ignorando el hecho de que mi pulso está más saltarín
que hace un minuto.
—Lo haces.
Ríe.
—Por favor. Estoy totalmente luciendo mi papel. ¿Sabías que a esta aburrida
sombra de ojos beige en realidad la llaman suave?
—¿Algún cambio de esos se filtra en tu personalidad? —pregunto, pidiendo otra
cerveza ya que ella tomó la mía. Parece que rápidamente hemos adoptado el hábito
de ayudarnos con nuestras bebidas. Es extrañamente cómodo, además raro porque
es cómodo. Solo conozco a la chica, qué, ¿un par de semanas?
Deslizo un menú de comida a su lado, sintiendo su mirada en mi cara.
—¿Qué? —digo.
—¿Estás seguro de que me veo bien? Me siento un poco…
No termina la oración, así que giro la mirada hacia ella y… ah, infiernos, se ve
vulnerable. Esos amplios ojos azules están silenciosamente mendigando que
asegure ese sí, que ella va a poder sacar esto adelante, y sí, estará bien sin su
delineador negro (su defensa contra el mundo).
—Te ves hermosa —digo suavemente.
A pesar de que tiene una bolsa de compras repleta de mierda de chicas, no hay
nada en su cara de su antiguo maquillaje. Recuerdo que una vez me quejé de
cuánto tiempo se tardaba Olivia en estar lista, y me dijo que ese look natural
requería una buena técnica más de lo que aparentaba.
Si ese es el caso, aparentemente escogí a la vendedora correcta. Stephanie se ve
radiante, linda, y fresca, pero no obvia. Sus ojos están brillantes pero no
relucientes, y lo que sea que puso en sus labios es rosa y besable.
—Estas mirando, Price —dice con una pequeña sonrisa.
—Solo trato de hacerte sentir mejor. Ya sabes, tú estando enfurruñada y todo.
—Al menos todavía tengo las tetas —dice, dándoles un pequeño meneo.
Me atraganto con mi cerveza.
—¿Podrías no hacer eso?
Al menos no en público. De regreso en mi casa, sobre otras manos…
Empujo eso a un lado, y ordenamos el almuerzo mientras parlotea sin cesar
sobre el festival de filme Tribeca del próximo año, y hago una nota mental de
preguntarle a Martin cuán difícil es conseguir entradas. Definitivamente existen
ventajas de tener un padrino que ganó un óscar.
—Así que he empacado mis cosas de la casa de David —dice, sacando un
tomate de su sándwich y descartándolo antes de darle una gran mordida al
sándwich.
Pongo un poco de salsa de tomate en mi plato y meto una papa.
—¿Cómo se lo tomó?
—Parecía un poco horrorizado de que seas un reemplazo. Sigue llamándote rata
blanca de gimnasio.
—¿Es como un opuesto a una rata de arte sin bañarse14?
—Algo como eso. De todas formas, me dio todo tipo de advertencias sobre
«tener citas fuera de género», pero en su mayoría estuvo tranquilo con esto.
—¿Así que no le dijiste que es falso?
14Se refiere a Ethan como la rata de gimnasio y a David como la rata sucia de arte.
—Nah. El chico me hizo vivir con la chica que me engañó. No se ha ganado mi
honestidad.
Asiento.
—¿Qué hay sobre tu familia? ¿Les has dicho?
La siento tensarse.
—No, no le he dicho a ellos.
Su tono deja claro que es el fin de la discusión, pero tengo curiosidad. La chica
nunca habla de su familia.
—Pero al menos les dijiste que te estás mudando, ¿cierto?
Resopla.
—Mi padre todavía sigue pensando que estoy con mi prima. Ya que mi prima es
por parte de mi madre, no tiene manera de enterarse.
—¿Tus padres están separados? —pregunto, poniendo las piezas en su lugar.
—¿Podemos no hacer… esto? —pregunta, moviendo su dedo alrededor, como
abarcando toda nuestra conversación.
—Está bien —digo, manteniendo mi tono casual—. Pero si se supone que eres
mi novia, al menos debería saber cosas básicas acerca de ti.
Está en silencio por unos momentos.
—Realmente no quiero hablar sobre eso, Ethan.
Su voz es mortalmente seria, e inmediatamente me siento como una mierda
por presionar, incluso a pesar de que tengo curiosidad de por qué actúa como una
gata salvaje en el agua cada vez que su familia sale a colación.
—Por supuesto.
Nos sentamos en un silencio cómodo un rato más mientras terminamos
nuestro almuerzo, yo mirando los últimos minutos del juego y ella en el teléfono.
—¿Así que, cuando podemos recoger mis cosas de la casa de David? —pregunta
mientras pago la cuenta. Insiste en poner uno de veinte en mi billetera para pagar
por lo de ella, y la dejo. Solo lo dejaré caer en su bolso más tarde.
—Solo unas paradas más —digo, firmando la cuenta.
Arruga su nariz sospechosamente.
—¿Qué tipo de paradas?
—Necesitamos ropa nueva para ti —espeto.
Stephanie frunce el ceño.
—Ya había dicho que no a eso. Tolero el labial «goma de mascar», el
pretencioso perfume, el carísimo corte de cabello, pero quiero seguir con mi ropa.
Tanto como me gustan esas pequeñas blusas sin mangas y su interminable
colección de apretadas camisetas, su guardarropa tiene que irse.
—Imagina nuestra situación —digo—. ¿Realmente crees que un cambio a
medias va ir bien? Necesitamos el cambio completo.
Muerde su labio, y sé que sabe que estoy en lo correcto.
—Está bien. Algunas cosas, pero solo las usaré cuando estemos alrededor de tu
gente. En casa voy a usar lo que sea que quiera.
Casa. La cual estaremos compartiendo. Arranco mi mirada de su boca.
—Suena justo —digo.
—Y sin rosa.
Dudo, imaginando a Olivia y a todas sus amigas de la alta sociedad.
—Es posible que solo un poco de rosa.
—Ethan…
—Se verá lindo en ti.
Algo equivocado para decir. Se ve cabreada.
—¿Luzo como alguien a quien le importa ser linda?
En realidad, sí. Lo hace. Creo que un infierno más de lo que quiere dejar ver.
—¿Qué tal si se lo dejamos a las vendedoras? —digo, esperando una tregua—. Si
sugieren rosa, lo consideraras. Si no, no presionare.
—Sin rosa —murmura otra vez, moviéndose de la barra y tomando su bolsa de
compras y su bolso. Pero espera pacientemente a que termine de firmar la cuenta, y
me deja dirigirla en dirección a Boomingdale’s.
—Apuesto a que te arrepentirás de no encontrar una estatua de marfil más
moldeable para participar en tu farsa —dice mientras serpenteamos entre la usual
multitud del centro.
Miro hacia abajo a su brillante cabello marrón y su nueva cara fresca.
Extrañamente, no tengo ningún arrepentimiento en absoluto.
9
Stephanie
Traducido por ValeCog // Corregido por Karlix
16Cornelius
Vanderbilt, John D. Rockefeller, Andrew Carnegie. Son personajes importantes en la
economía de Estados Unidos.
Noto que no lo niega, pero algo no está bien. Cuando tramó este plan por
primera vez, afirmó que su madre se mantenía desfilando a Olivia con la esperanza
de que volvieran a estar juntos. Si no la superó, ¿no querría eso?
Pero su expresión es cerrada, y si hay una cosa en la que soy buena, es en
entender que a veces simplemente no quieres hablar sobre ello.
—De acuerdo, entonces, ¿qué es lo que necesito saber? —digo, cada vez más
consciente de que las burbujas están desapareciendo y el agua de la bañera se está
poniendo tibia—. ¿Hay alguna postura política que debería asumir? ¿Puntos de
vistas religiosos por los que debería sentirme apasionada? ¿Intereses que son
demasiados torpes para los Price y que deben ser reprimidos?
—Liberales, protestantes, y deportes —dice—. Ya que los Price no discuten
deportes.
—Trataré de refrenarme de recitar todas esas estadísticas de football que me sé
de arriba abajo.
—Buena chica. Estarás bien. Y um… ¿Los pendientes…?
—Serán removidos para la cena del domingo, según nuestro acuerdo —digo—.
¿Y esto significa que no debería mostrarle a tu mamá la pitón que tengo en la
espalda baja?
Sus ojos se mueven brevemente al agua.
—¿Tienes un tatuaje?
Sonrío enigmáticamente. No le gustaría saberlo.
—No te preocupes, Price. Tenemos esto —digo para tranquilizarlo.
Y la cosa es, que aunque odio todo esto, en realidad sí tenemos esto. Porque
aunque mi sonrisa falsa pueda estar oxidada y tal vez no sea capaz de nombrar los
diferentes tipos de ostras, erase una vez pude jugar el juego con los mejores.
Ethan Price eligió mejor cuándo escogió a Stephanie Kendrick para ser la
Barbie de su Ken. Porque Stephanie Kendrick fue una vez Steffie Wright: Porrista,
presidenta del consejo estudiantil y reina de graduación.
¿Impresionar padres? Por favor. Solía hacer esa mierda mientras dormía.
10
Ethan
Traducido por Yoko // Corregido por Karlix
Por una parte, la estúpida cena con mis padres está yendo mucho mejor de lo
que imaginé. Stephanie es como una jodida medallista de oro de las novias falsas.
En serio. La chica está que arde.
Pero también está yendo mucho peor de lo que imaginé, porque mi madre está
en plena modalidad casamentera. A mamá no parece importarle lo fantástica que
mi es nueva chica, ya ha dejado caer el nombre de Olivia unas siete veces, y solo
hemos estado aquí media hora.
Es tan interesante que Ethan eligiera a una morena. Siempre ha sido parcial
con las rubias.
Qué maravilloso volver a tener un invitado a la cena. Olivia solía venir todos
los domingos.
Ethan, cariño, ¿te he dicho que vi a Olivia en el club el otro día? Está un poco
flaca, pero creo que le queda bien.
Antes de que llegáramos, Stephanie me dijo que haría notas mentales toda la
noche para una escena «Conoce a padres» en nuestro guión, y mamá está
ayudando hermosamente. Ella podría estar leyendo directamente de un guion para
un personaje de madre manipuladora.
Miro a Stephanie para asegurarme de que no está siendo demasiado incisiva
con mi padre, pero se ha desplazado con gracia del costado de mamá y está
hablando con mi papá, a quien le está encantado cada momento de ello.
No puedo culparlo. Stephanie es… ella está… mierda, está buena. Cuando salió
de su baño después de una hora de acicalarse, me quedé sin palabras por cinco
minutos enteros. Yo había visto el nuevo cabello y el nuevo maquillaje antes.
Incluso vi pate del nuevo armario cuando me senté en el vestidor en la zona de
espera.
¿Pero ver todo junto? Maldición. Es la perfecta novia sumisa.
Me preocupaba que no fuera capaz de resistirse a ponerse los ojos como un
mapache, pero debió de haber prestado atención a la mujer de los cosméticos en
Bergdorf’s. La sombra de ojos oscura y enfadada se había ido, y tenía un poco de
cosa rosa en sus mejillas, así que ya no parecía haber dedicado su vida a desterrar
el color de su complexión. El vestido de verano blanco y el cárdigan celeste son
como glaseado sobre el pastelito cascarrabias. Ideal para conocer a mis padres.
Todo esto también es muy poco típico de Stephanie.
Y, por alguna razón, eso me está fastidiando muchísimo, incluso cuando crear a
una Stephanie diferente es la razón exacta de todo este estúpido plan.
Aunque a mi papá no parece importarle. A diferencia de mi mamá, papá parece
completamente dispuesto a aceptar el reemplazo de Olivia.
—Estoy seguro de que Natasha ya te ha preguntado esto —dice mi padre—, pero
¿cómo se conocieron Ethan y tú?
—Oh, tenemos una clase de películas juntos este verano —replica Stephanie,
mirándome rápidamente en busca de confirmación. Nos pusimos de acuerdo de
camino aquí para ser tan verídicos como nos fuera posible, para evitar quedar
atrapados en mentiras.
—Oh, cierto, la clase de Martin —dice mi papá, asintiendo con aprobación al
mencionar a su viejo amigo y celebridad de Hollywood.
—Cierto. Martin —dice Stephanie, y sé que está muriendo por saber cómo es
que mi papá llama por el nombre de pila a un guionista ganador de un Oscar. Justo
como si ella supiera que no puede preguntar, porque le habría dicho eso ya si
realmente estuviéramos saliendo.
Respiro profundo y espero que no haya muchos más de esos momentos
«Debería saber esto, pero no lo sé» entre nosotros antes de que podamos tener una
sesión más profunda para conocernos.
—¿Entonces también estás en esa clase por un capricho rebelde? —pregunta mi
madre, yendo al minibar para rellenar su copa de vino.
No por primera vez, maldigo a la insistencia pasada de moda de mi familia con
su «hora del cóctel». No es más que charla sobre cosas sin importancia.
Traducción: El infierno total.
Me preparo para que Stephanie empiece a fruncir el ceño y a balbucear sobre
que las películas son el alma de este país, por consiguiente, desencadenando el
infinito desdén de mi madre por la «cultura pop», pero Stephanie me sorprende
otra vez. Se encoge de hombros ligeramente y le da un pequeño sorbo al vino
blanco que mis padres le han servido al tiempo que pasa del esnobismo de mi
madre.
—Oh, algo así. Solo una de esas cosas veraniegas que los chicos hacen, supongo.
Mi mamá sonríe muy ligeramente, solo lo suficiente para ser educada, antes de
volverse hacia mí.
—Olivia está haciendo las prácticas con la compañía de su padre. ¿Sabías eso,
Ethan?
—Nop.
En realidad, sí que lo sé. O al menos imaginé que Olivia estaría haciendo las
prácticas en el banco de su padre todo el verano. Justo como yo las hacía en la
compañía de mi padre todos los veranos… excepto este.
Con suerte, mi papá anuncia que tiene hambre y que somos capaces de llevar
esta diversión al comedor para iniciar lo que seguramente será un número
interminable de platos acompañados por preguntas interminables.
Mi mamá aprieta el hombro de mi papá antes de sentarse en su asiento al otro
lado de la mesa, y yo aparto la mirada rápidamente. Sé que es mi mamá y todo eso,
pero por un segundo, la odio. No tanto por acostarse con Mike padre, sino por
mentir sobre eso. Por crear una pantomima de su matrimonio con papá y que todo
lo que pensé que se suponía que era la familia.
Atrapo a Stephanie mirándome, y le sonrío de forma tranquilizadora. Ella ladea
la cabeza y me responde con la misma sonrisa. Como si fuera ella la que está
tranquilizándome.
Probablemente debería haberle dado información del trasfondo antes de que
hiciéramos esta mierda. Habría sido lo suficientemente fácil. Era obvio que ella
había estado buscando detalles cuando yo había entrado en medio de su baño de
burbujas como un pervertido.
De verdad no puedo culparla por fisgonear. Por supuesto que querría saber por
qué crearía una novia falsa en lugar de sencillamente ser un hombre y decirles a
mis padres que Olivia y yo habíamos terminado y que estaba siguiendo adelante
como cualquier tipo normal de veintiún años. Y, por un segundo, estoy realmente
tentado a contarle cada detalle. Pero me detengo. No se lo he dicho a nadie, ¿y
estoy pensando seriamente en contárselo a ella? Ni siquiera la conozco.
—Así que, Stephanie, cuéntame de los tuyos —dice mamá al tiempo que
nuestro chef—sí, tenemos uno—pone alguna clase de rara sopa fría frente a
nosotros.
Observo a Stephanie mientras levanta la cuchara correcta y toma un sorbo del
menjunje verde con apariencia rara sin siquiera un ligero agrandamiento de ojos
por la temperatura. Incluso cuando parece estar bien con ello, deseo haber tenido
una familia normal, donde la mamá cocina lasaña y mete ensalada empaquetada en
un gran bol abollado de madera. Una familia donde mi mamá no estaría usando
frases como: «los tuyos», como si todos pertenecieran a un clan tan arruinado
como éste.
—¿Los míos? —pregunta Stephanie, como si estuviera leyendo mi mente.
Los rasgos de Stephanie están en perfecto semblante de amabilidad, pero sus
ojos son una historia diferente. La observo de cerca, esperando disgusto por el
esnobismo descarado de mi madre, pero no es disgusto en absoluto. Ella luce…
cautelosa. Y odio eso.
—Tu familia —dice mi mamá, tomando un sorbo delicado de la sopa—. ¿Son de
Nueva York?
—Crecí en Rhode Island.
Mi madre se encoge un poco de hombros, dando a entender un interés falso y
condescendiente.
—¡Oh, qué pequeño!
Cuando mi mamá dice «pequeño» con esa voz de superioridad, no se refiere a
«adorable y pintoresco»; quiere decir «trivial». Y me queda claro por los hombros
de Stephanie tensándose, que ella sabe eso.
—Es el Estado más pequeño, sí —replica Stephanie, esquivando de forma
admirable la condescendencia de mi madre.
—¿Vuelves a menudo allí?
Recuerdo el mal humor de Stephanie con el tema de discutir sobre su hogar, y
las campanas de alarma suenan en mi cabeza.
—¿Qué es esta sopa rara? —interrumpo maleducadamente, con la esperanza de
distraer a mi madre—. Sabe a lodo frío.
Pero Stephanie ya está hablando.
—En realidad, mi padre vive en Carolina del Norte ahora. Se mudó allí cuando
yo tenía dieciocho años.
—Ah, estupendo. ¿Y tu madre?
—Está muerta.
Stephanie dice la palabra tan bajito, tan fácilmente, que al resto de los que
están a la mesa nos toma un segundo registrarlo.
Santa mierda.
Me había imaginado que no era de una gran familia feliz, pero no me di cuenta
de que estábamos hablando de muerte. De repente, me siento la peor clase de
imbécil por no parar de hablar de mis padres. Al menos, los tengo a ambos.
Me olvido un poco de la ingenuidad de mi mamá y de su aventura cuando miro
la cara de Stephanie. Sus ojos están tristes, pero también resignados, y tengo unas
ganas increíbles de borrar esa mirada torturada de su cara.
También tengo un millón de preguntas. Como, ¿fue la muerte de su madre lo
que empezó toda esta cosa de «Odio al mundo» que lleva encima? Quiero
preguntar también por qué no me lo dijo.
Mierda. Y ahora me estoy preguntando a mí mismo por qué siquiera me
importa que no me lo haya dicho.
Pero las preguntas tendrán que esperar hasta después de esta cena infernal.
Porque esta es definitivamente la clase de cosa que ya debería saber sobre mi
―novia‖.
—Pobrecita —dice mi mamá, sonriéndole a Stephanie tristemente.
Stephanie levanta un hombro y, por un segundo, es como si fuera otra vez la
vieja Stephanie: enfadada, a la defensiva y huraña. No, no la vieja Stephanie. La
Stephanie real. Es tan buena en esta rutina de chica adorable que olvido una y otra
vez que debajo de la ropa suave y el maquillaje, es tan dura como las uñas.
Mis padres intercambian una mirada y, por acuerdo silencioso, mi papá cambia
el tema hacia su preferido: Trabajo. Su trabajo.
Stephanie es educada, hace todas las preguntas correctas, y se ríe en los
momentos correctos de sus historias aburridas. Y, de alguna manera, pasamos por
la cena y el postre sin que mis padres se percaten del hecho de que no estamos
exactamente enamorados.
Creo que hemos pasado exitosamente por el primer round de nuestro
experimento Pigmalión, pero es como si mi mamá supiera secretamente que
necesitamos más material de villanas para nuestro guion, porque me sigue al
vestíbulo cuando voy a recoger el bolso de Stephanie.
—Solo quería hacerte saber que no le contaré esto a los Middleton —dice con
voz baja.
—¿Contarles qué a los Middleton? —Me hago el tonto.
Presiona sus labios hasta convertirlos en finas líneas.
—Sobre tu nueva aventura.
Me encojo de hombros.
—Adelante, cuéntaselo. También la llevaré a la boda de Paige, así que quizá,
para ese entonces, puedas parar de sacar el tema de Olivia frente a ella.
Mamá me mira.
—La boda de Paige no es hasta un par de semanas.
—¿Y?
Sonríe de forma crispada.
—Bueno, ¿cómo sabes si Stephanie y tú seguirán viéndose?
—Sencillamente lo sé.
—Ethan… —Mi mamá pone una mano en mi brazo y yo aparto la mirada,
porque realmente parece angustiada y, en el fondo, sé que quiere que yo sea feliz—.
Esta Stephanie parece ser una chica lo suficientemente agradable, pero Olivia y tú…
—Rompimos, mamá.
—Pero, ¿por qué? Siempre parecieron felices juntos.
¿Lo éramos?
Quiero decir, estábamos contentos, seguro. Hasta el final, también estuvimos
libres de drama, y conozco a suficientes mujeres para ser consciente de lo inusual
que eso era. Así que sí, supongo que éramos felices. Lo suficiente.
Pero luego las cosas explotaron. ¿Y mi corazón se siente como si perteneciera a
una balada de una banda de chicos que habla sobre estar con el corazón roto?
No.
Empiezo a volver a la sala de estar, donde Stephanie está hablando con mi
papá, pero me detengo y me vuelvo a girar hacia mi mamá.
—¿Por qué es tan importante para ti que reconecte con Olivia? ¿Qué tiene que
ver eso contigo?
Mi mamá parpadea, como si estuviera sorprendida por la pregunta.
—Yo solo… pensé que… quiero que seas feliz.
—Soy feliz, mamá. Con Stephanie.
Aparentemente, soy mejor en toda esta farsa de lo que creía, porque las
palabras están fuera incluso antes de tener la oportunidad de pensarlas.
Mi mamá levanta sus manos en señal de rendición.
—Bueno, bueno. Eres joven, supongo que debería esperar que quieras jugar en
el campo.
La miro a los ojos.
—¿Jugar en el campo está limitado a los jóvenes?
Su espalda se tensa ligeramente al tiempo que cuadra sus hombros.
—¿Qué se supone que significa eso, Ethan?
—Sabes lo que significa —murmuro.
Y luego me alejo.
Sé que debería tener las bolas para hablar con ella del tema. Enfrentarla.
Pero no sé cómo tener esa conversación. No sé cómo decirle que la vi a ella con
Mike padre ese día. No sé cómo decirle que sé que está teniendo una aventura con
el mejor amigo de mi papá.
Algún día, quizá seré capaz de reírme por la ridícula casualidad de averiguar
eso de mi madre y de Olivia en el mismo día. Demonios, en la misma hora.
Ese «algún día» no es hoy.
Hoy no tengo ganas de reírme.
—¿Estás lista? —le pregunto a Stephanie, ansioso por salir de esta casa.
Mi papá le guiña un ojo a Stephanie.
—Mi chico quiere llevarte a casa.
Miro atentamente la expresión de mi papá, intentando determinar si su
elección de palabras es intencional. No les había dicho exactamente que Stephanie
y yo estamos viviendo juntos y, aunque no son puritanos, son de la vieja escuela, lo
suficiente para que no quiera proclamar el hecho de que estamos conviviendo.
Aunque esta es la primera vez en mi vida que realmente espero que mis padres
crean erróneamente que sí estoy durmiendo con una chica, en vez de que ella sea
una compañera de apartamento ciento diez por ciento … un arreglo de convivencia
que sospecho que terminará causando mi muerte.
Como hecho a propósito, Stephanie levanta su pie para arreglarse la tira de su
pequeña sandalia, exponiendo pantorrillas delgadas y musculosas, y me pongo a
salivar.
Mierda.
Decimos adiós a mis padres, papá está todo entusiasta y feliz, y mamá… no.
Afuera, levanto una mano para detener a un taxi, y Stephanie sacude la cabeza
hacia mí.
—Solo estamos a unas manzanas de distancia. ¿Por qué no caminamos?
La meto en el taxi.
—Nadie camina voluntariamente al aire libre en verano, gótica.
Se hace a un lado, al otro lado del asiento del taxi, bajando rápidamente el
dobladillo de su falda, pero no antes de darme un vistazo. No me molesto en
apartar la mirada, pero ella no parece darse cuenta o no le importa. Es como si ni
siquiera registrara que somos del sexo opuesto, y que me cuelguen si eso no me
molesta tremendamente.
—Tus padres son encantadores —dice en voz baja.
—Si por encantadores te refieres a la parte tiburón de mi mamá, entonces sí.
—Ella no es tan mala —dice Stephanie con un encogimiento de hombros.
Oigo la ligera censura en su voz, y estoy bastante seguro de que sé lo que está
pensando: Al menos tú tienes una madre.
—¿Por qué no me contaste lo de tu madre? —pregunto, sacando ya el dinero
para pagar por el camino ridículamente corto.
Se encoje de hombros.
—En realidad nunca sacaste el tema.
Probablemente debería dejarlo pasar, pero demonios, somos compañeros de
apartamento y estamos en una rara clase de relación. Ella no puede seguir siendo
vaga en grandes detalles como éstos.
—Bueno, en realidad, sí que salió el tema. —Extiendo una mano para ayudarla
a salir del taxi. Sus ojos se encuentran con los míos cuando nuestras manos se
tocan y tengo que obligarme a soltarle los dedos una vez que sale del coche. ¿Desde
cuándo me hice tan adicto al tacto de esta chica?
Ella libera su mano y se dirige a la puerta principal de mi edificio. No, nuestro
edificio.
—Te pregunté en dónde es tu hogar —presioné—. ¿No crees que eso podría
haber sido el momento para ser comunicativa?
Pasa como un torbellino por delante del portero y golpea el botón del ascensor.
—No eres mi novio, Ethan. No tengo que contártelo todo.
Abro la boca para protestar, pero la cierro igual de rápido. Tiene razón. No soy
su novio y ni lo quiero ser. La irritación y furia acumuladas en ese cuerpo pequeño
no son exactamente apetecibles.
—Entiendo —digo secamente mientras entramos en el ascensor—. Quizá solo
podamos intercambiar hojas con información vital del otro durante el resto del
verano y que nos parezca bien.
Me fulmina con la mirada por el rabillo de sus ojos azules.
—¿Qué te ha alterado tanto? Pensé que la noche fue bastante bien, pero ahora
estás tirándote a mi yugular.
—Fue bien. Pero no diría bastante bien —digo cuando entramos al pasillo.
—Bueno, no es mi culpa que tu madre esté colgada de tu exnovia. ¿La chica
tiene ovarios de oro o algo?
—Mi mamá parece pensar que sí —murmuro al tiempo que abro la puerta con
la llave. Inmediatamente me dirijo al refrigerador y saco dos cervezas. Las abro y le
tiendo una.
Stephanie le da un largo trago antes de girarse sobre sus talones, contonearse
hasta el sofá y desparramarse en él. La horrible postura es tan incongruente con la
arreglada apariencia del club de campo que casi sonrío.
—¿Por qué no le dices sencillamente que se vaya al carajo? —pregunta—. Dile
que tu ex es aburrida y regordeta, y que tu nueva chica es especial. —Se retuerce
descoordinadamente un poco al decir esto, y pone una cara al tiempo que me siento
en mi silla favorita frente a ella. Aparentemente, dejamos de pelear.
—¿Especial? —pregunto con incredulidad—. ¿Cuándo fue la última vez que has
oído a alguien usar eso en una oración?
Stephanie se encoje de hombros.
—Para alguien que es tan aficionado en tener todo a tiempo y todo eso, ¿qué te
parece empezar con decirle a tu madre que no vivimos en ninguna clase de imperio
antiguo en el que Olivia y tú deberían sentirse obligados a estar juntos solo para
producir unos herederos que complazcan a tus padres?
—No es así —digo. Pero tiene un poco de razón—. Ella… mi mamá solo tiene
una visión de mi futuro, y el suyo propio. Y e incluyen retoños Price/Middleton y
cenas navideñas con langosta y con todos juntos.
Stephanie asiente y sorbe de su cerveza.
—Y no quiere nada de sangre de gentuza Kendrick allí.
Le hago una seña con la botella.
—Precisamente.
—Pensé que lucía muy bien, pero claramente necesito subir las apuestas —dice,
luciendo pensativa.
Mis ojos le miran las piernas, que están un poco sobreexpuestas en su actual
posición.
—Lo hiciste genial. Luces genial.
Parpadea hacia mí por un segundo, pero inmediatamente aparta la mirada
cuando nos miramos a los ojos.
—Gracias.
—No, es en serio —digo, siguiendo adelante, aunque no sé por qué—. Lo hiciste
bien como la chica de al lado. Como si antes hubieras sido esa chica.
Sus hombros caen y tira del dobladillo de su vestido.
—Sí, bueno. Mi meta es la cinematografía, pero aun así tomé unas clases de
actuación en primer año.
Asiento, pero no me lo creo ni por un segundo. Ella sabía exactamente qué
estaba haciendo con mis padres, y no tenía nada que ver con unas pocas clases de
actuación. Sabía cuándo sonreír, cuándo reí, cómo mantener la conversación
fluida…
No sé cuál es su historia, pero no creo que venga de una flotilla de músicos
preocupados.
Lo que significa que alguien o algo la hizo convertirse en la versión cascarrabias
que conocí ese primer día de las clases de verano.
Y quiero saber el qué.
—Olivia me engañó —suelto.
Yyyyyyyyy… ahí está. Acabo de contarle el secreto a alguien a quien no estoy
seguro por completo que no lo gritará a los cuatro vientos.
Ella estaba a punto de levantarse del sofá e irse a su habitación, pero se detiene
y pone su botella en la mesa.
—Bueno… mierda. Hablando de experiencia, sé lo mucho que eso apesta.
Aunque es cierto que David y yo no estábamos comprometidos desde antes de
nacer, como Olivia y tú.
Sonrío forzadamente.
—Es peor. Me engañó con mi mejor amigo. ¿El clan Price/St. Claire/Middleton
del que te estaba contando? Dijiste que sonábamos incestuosos… solo digamos que
el Price más joven y el St. Claire más joven, han «compartido» oficialmente a la
Middleton más joven.
Pone su mano sobre su boca.
—Dios mío, Ethan. Lo siento. Cuando dije eso, no me refería…
—Por supuesto. Pero tenías razón.
—Espera… si ella te engañó, entonces ¿por qué todavía se pasa por la casa de
tus padres? Quiero decir, no necesitarías una novia falsa si tú ex hubiera, um…
seguido adelante.
Jugueteo con la botella.
—Bueno, verás, no estoy seguro de que Olivia haya seguido adelante. Me envía
mensajes unas cinco veces al día pidiendo perdón. Dice que fue un error.
—Y tú no la vas a perdonar.
Respiro profundo, pensándolo.
—Podría. Quizá debería. Quiero decir, somos jóvenes y hemos estado juntos
desde siempre, y sé que esas cosas pasan. Pero no puedo quitarme la imagen de mi
cabeza, ¿sabes?
Sus ojos se salen de sus órbitas.
—¿Realmente los viste?
Por un segundo, estoy tentado a coserme la boca. Apartar sus preguntas de la
forma en que ella apartó las mías cuando le pregunté sobre su mamá. Pero si vamos
a hacer que esto sea creíble, incluso en los niveles de la farsa, necesitará toda la
información. Especialmente cuando conozca a Olivia, lo que será inevitable en la
fiesta de mis padres en unas semanas.
—Michael, mi mejor amigo… —me interrumpí—… antiguo mejor amigo.
Éramos inseparables. Sé que eso no es algo que un chico genial diga, pero crecimos
juntos. Nuestros padres eran iguales, nuestra educación fue la misma, mismos
deportes, mismas actividades…
—Entiendo. El clásico bromance17.
—Correcto. A lo que iba, yo había conseguido asientos por parte de papá en el
palco para ver a los Yankees, y fui a la casa de Michael para ver si quería ir. Y…
Se cubre sus ojos como una niñita mirando una película de terror.
—Estaban juntos.
—Oh, sí. Entré en su habitación, y ahí estaba mi mejor amigo y mi novia…
Stephanie levanta su mano.
—Dios. Detente. Lo capto.
Ladeo mi cabeza.
—¿En serio? Porque no había llegado todavía a lo bueno.
Aunque honestamente, no me importa que me haya interrumpido. La imagen
mental de Michael y Olivia ya está lo suficientemente grabada en mi cerebro sin
tener que plantar la imagen en la cabeza de alguien más.
Aun así, Stephanie luce todavía asqueada por mi revelación, y me pregunto si
es porque está recordando el momento en que su estúpido novio la engañó. Por
—Tu turno —dice Ethan, utilizando los controles del lado del conductor para
bajar la ventanilla del lado del pasajero que acabo levantar porque estaba causando
estragos en mi cabello.
Dándome por vencida, encuentro una moña en mi bolso y tiro mi cabello en
una coleta desordenada. La ráfaga de aire limpio y fresco en mi cara es digna de
conseguir un par de enredos. Aun cuando tengo que conocer a sus amigos en un
par de horas.
Estamos en nuestro camino a los lagos Finger para un viaje de noche con
algunos de sus amigos. Esperaba completamente que el viaje en coche fuera un
infierno, pero en su lugar ha sido bastante agradable. Salir de la ciudad se siente
increíble.
Y estar con Ethan...
Bueno, eso también está bien.
Ha pasado casi una semana desde la cena semi-incómoda con sus padres, y
hemos establecido una rutina bastante decente. A pesar de que él no está haciendo
las practicas oficialmente en la empresa de su padre, todavía se dirige allí casi todas
las mañanas a hacer quién sabe qué.
Me las arreglé para conseguir un trabajo de medio tiempo en la cafetería en la
que trabajé en mi primer año. Solo consigo un par de horas a la semana, pero tener
algún tipo de ingreso me hace sentir menos en el borde de tomar dinero de mi
padre.
Sin mencionar la renta gratis por parte de Ethan.
Excepto que no es gratis. Porque he estado dándole los fines de semana y las
noches y todas las veces que él necesita una novia falsa. Y no estoy odiándolo.
Él se inclina y pellizca mi brazo suavemente.
—¡Ay! ¿Qué? —pregunto.
—Tu turno —dice de nuevo.
—¿Para...?
—Dos verdades y una mentira —dice, sus ojos nunca dejando la carretera.
Me quejo.
—Me quedé sin ideas.
—Aburrida. Solo hemos tenido dos rondas.
—Dos es más de lo que cualquiera en un grupo de orientación de secundaria
debería tener que soportar —digo intencionadamente.
Aunque, soy sincera, este tonto juego no es una manera horrible de conseguir
algunas cosas básicas sobre el otro. Llegar a decir una mentira por cada dos
verdades hace que las confesiones reales se sientan menos… como si estuviera
exponiendo mi alma.
No es que nos hayamos aventurado mucho más allá de los colores favoritos y
sabores de helado. Razón de más para salir mientras estemos por delante.
—Voy a ir otra vez mientras tú piensas —dice.
Hace una pausa por un momento antes de hacer sus tres declaraciones.
—Uno: Compartí el vientre de mi madre con un gemelo hasta el segundo
trimestre. Pero no había espacio para los dos de nosotros a causa de mi gran pene,
y él no lo logró. Dos: Mi libro favorito es Grandes Esperanzas. Tres: A pesar del
hecho de que no tenía ganas de una pasantía este verano, realmente tengo una
especie de entusiasmo con la posibilidad de hacerme cargo de la empresa familiar
algún día.
Ni siquiera hice una pausa para considerar cuál es la mentira.
—Tú no tuviste un gemelo en el vientre de tu mamá.
Hace una mueca de dolor como un presentador en un programa de juegos cuyo
concursante solo ha metido la pata.
—Oh, y yo lo siento, pero eso no es correcto.
Mi mandíbula cae. ¿Qué? Tiene que ser.
—Toma nota, novia, no puedo soportar a Dickens. Y Grandes Esperanzas es el
peor de todos. Tan triste y dramático…
Levanto la mano para cortarlo.
—Me niego a creer la historia del gemelo-muerto-por-el-gran-pene. Es
médicamente ridículo.
Está en silencio por medio segundo.
—Bueno, tal vez no pueden probar que fue por el pene. Pero yo lo sé.
Resoplo.
Me da una mirada.
—No tienes que sonar tan segura de ti misma.
—Oh, pero lo estoy —digo, volviendo a mirar por la ventana—. Porque estoy
segura.
—No puedes estar segura si no lo has visto.
—Estoy segura—digo. Dios, todo esto por un pene.
Él está tranquilo de nuevo.
—Así que has pensado en ello.
—¡No!
Sacude la cabeza de una manera simpática.
—Lo hiciste. Porque si no lo hubieras hecho, entonces cuando surgió la
pregunta, habrías tenido que parar y pensar, «Hmm, ¿el pene de Ethan es lo
suficientemente grande para empujar otro bebé fuera del útero?» Pero contestaste
de inmediato, lo que significa que ya habías formado una opinión. Una opinión
poco favorecedora, debo añadir. Y bastante incorrecta.
Estoy ruborizada ahora, porque como que me tiene allí. No es que yo haya
tenido mucho para pensar en, uh, él. Mi respuesta rápida a su estúpido juego era
simplemente debida a la ridiculez de sus sugerencias. Pero aunque no he pensado
(mucho) sobre sus partea más varoniles, debido a esta conversación
definitivamente estoy pensando en ellas ahora.
Me muevo en el asiento del coche que tomó prestado de sus padres. No creía
que nadie en Nueva York en realidad poseyera un coche, pero por supuesto la
familia Price tendría una flota de vehículos sexis a la espera de que el chico de oro
tomara uno en un capricho.
—¿Tu madre tuvo un aborto involuntario? —pregunto, medio queriendo
desviar la conversación de su entrepierna y medio genuinamente queriendo saber.
—Sí —dice, con voz tranquila—. Apenas se habían enterado de que iban a tener
gemelos, así que no es como si aún tuviera la oportunidad de registrar en realidad
la pérdida, pero a ella no le gusta hablar de eso.
—¿Y nunca quisieron intentarlo de nuevo?
Me lanza una mirada y sonríe.
—Supongo que decidieron que yo era suficiente.
—O demasiado —murmuro.
—Ahí vas, pensando en mi gran pene de nuevo.
—¡Ethan! —Sé que estoy sonrojada, pero él nada más sonríe y toma
misericordia de mí cambiando de tema.
—¿Que pasa contigo? Hija única, ¿no? ¿O tienes toda una flota de hermanos
escondidos en la bóveda de secretos de Stephanie?
—Solo soy yo —digo—. Bueno, y mi hermanastro. Pero ni siquiera lo conocía
hasta que cumplí dieciocho, así que realmente no pienso en él como familia.
Lo que no es justo realmente de decir. Chris me agradó lo suficiente en las
pocas veces que nos hemos visto obligados a estar en compañía del otro. No es su
culpa que su madre sea una devoradora de hombres. Una devoradora de viudos.
—Está bien, por de tu parte, Kendrick. Tenemos un par de horas antes de llegar
allí.
—Dime otra vez por qué estamos conduciendo cinco horas hacia el medio de la
nada.
—Porque es mi única oportunidad de ver a Andrea antes de que regrese a
California. Por lo general, se viene a la ciudad durante las vacaciones, pero este año
su familia alquiló una cabaña de verano, por lo que se va a quedar ahí.
—Y ella es una amiga de la secundaria, ¿verdad?
—No. Desde la escuela primaria. Ella fue a una escuela pública en lugar de la
academia con el resto de nosotros.
Tomo un par de botellas de agua de la nevera que trajo, y le entrego una.
—¿Eras amigo de los vagos de las escuelas públicas?
—Solo de ella —dice con una sonrisa—. Tuvimos, como, todas las clases juntos
en octavo grado y conseguimos ser bastante cercanos, así que supongo que me
quedé en mejor contacto con ella que con todos los demás…
—¿Salías con ella?
—Naah. Me parece recordar un par de torpes besos en el juego de la botella,
pero nada serio. Supongo que incluso en aquel entonces, de alguna manera sabía
que Olivia era la única.
Lo miro con sorpresa, y puedo decir que está tan sorprendido como yo estoy
por la admisión. Casi nunca menciona a su ex, a menos que sea con el ceño
fruncido. Siento algo amargo en mi estómago y trato de decirme a mí misma que no
son celos, pero lo sé mejor. No es que tenga sentimientos por Ethan ni nada. Pero
he estado pasando mucho tiempo con él así que estaría mintiendo si dijera que no
es un poco fácil olvidar que es falso.
Al parecer, estoy destinada a ser una celosa novia falsa. Extraño, teniendo en
cuenta que nunca antes he sido una verdadera novia celosa.
—Bueno, definitivamente te toca —dice Ethan, luciendo un poco avergonzado—
. Aquí me estoy poniendo todo profundo, y tú no estás haciendo tu parte.
Me río un poco y tomo un sorbo de agua.
—¿Tú, profundo? Vamos, Price. De alguna manera no creo que haya mucha
profundidad oculta bajo todo ese aspecto impecable.
Él no dice nada a cambio, y echo un vistazo a su perfil, esperando su sonrisa
fácil, pero él no está sonriendo en absoluto. De hecho, luce un poco… herido. Es el
mismo aspecto que tenía en su rostro esa noche en la fiesta de fraternidad cuando
le dije que no tenía esencia. Fue algo injusto de decir entonces, cuando ni siquiera
lo conocía.
Ahora que lo conozco, sé que era injusto y malintencionado.
Y completamente falso.
—Oye —digo rápidamente, estirando una mano para tocarle el brazo a modo de
disculpa—. No quise decir…
Ethan levanta la botella de agua a sus labios antes de que mis dedos puedan
hacer contacto, y tiro mi mano de regreso.
—Claro que lo hiciste, gótica. Y tienes razón. Nada más que dinero y bromas
vienen de este lado del coche.
Su tono es de auto desprecio, y quiero decirle que no es verdad. Solo dije que
no tenía profundidad porque no quiero entrar en lo profundo. No quiero ver más
allá de su dinero y chistes porque durante las últimas semanas he estado pillando
atisbos de lo que hay debajo de todo ese niño bonito, y no creo poder manejar
mucho más de la versión amable. Estoy muy preocupada porque podría caer por
esa versión de Ethan Price.
Pero tampoco quiero que se esconda de mí.
No puedes tener las dos cosas, Stephanie.
—Por lo tanto, dos verdades y una mentira. —Me oigo decir, desesperada por
alguna manera de hacer las paces. Para igualarnos.
Para compartir con él del mismo modo que acaba de hacerlo conmigo sobre
Olivia, el aborto involuntario de su madre, e incluso su amistad con esta chica
Andrea.
—Uno: Cuando tenía siete, mis padres me llevaron a la sala de emergencia con
lo que pensaban que era la ruptura de mi apéndice. Resulta que era solo un
estreñimiento mayor. Dos: Había una chica en mi viejo equipo de fútbol que resultó
golpeada por un rayo, y sigo teniendo miedo a morir en las tormentas, aunque sé
que es estúpido. Tres... Mi novio del instituto puso un roofie18 en mi bebida la
misma noche en que mi madre murió.
Digo esto último tan rápidamente que todas las palabras corren juntas, como si
estuviera apresurando el remate de una broma.
Solo me gustaría que fuera una broma.
Aguanto la respiración durante varios segundos, sin mirarlo. No puedo. La
tensión en el coche es tan espesa que no puedo respirar, y luego Ethan la rompe.
—Maldita sea, Stephanie —dice él, golpeando su mano contra el volante antes
de agarrarlo con tanta fuerza que sus nudillos se vuelven blancos—. Dime que lo
último es la mentira. Dímelo.
No contesto. No tengo que hacerlo.
—Maldita sea —dice de nuevo, esta vez más tranquilo.
Me encojo de hombros y tomo un largo trago de agua como si la bomba que
acabo de dejar caer no fuera la gran cosa. Lo cual por supuesto que lo es.
Pero he tenido un par de años para adaptarme a lo que sucedió, así que lo que
realmente me extraña es el hecho de que se lo dije en lo absoluto. A él. Confiar
algunos secretos de la infancia no me garantiza tirar algo tan grande en un viaje en
coche que todavía tiene un buen par de horas restantes.
Daría cualquier cosa por retirarlo. Cualquier cosa.
Sobre todo porque Ethan luce enojado.
Mi garganta se siente un poco apretada mientras me doy cuenta de la magnitud
de mi paso en falso. Él no quiere saber ese tipo de cosas sobre mí. Nadie quiere
saber esas cosas sobre alguien más. Jordan lo sabe, por supuesto. Es para eso que
están las mejores amigas. Pero ese tipo de equipaje debe ser guardado para amigos,
terapeutas, y diarios, no contentos-novios-falsos-afortunados.
—Broma —miento, tratando de romper el silencio—. Inventé esa. El tercero fue
la mentira.
—No lo hagas, Stephanie. Simplemente no lo hagas —dice en voz baja.
18Término para Rohypnol, un sedante que se hizo en la década de 1970 por Roche y fue utilizado en
los hospitales solo para la sedación profunda. Ahora es una bastante infame droga para violación.
También se ha conocido por ser utilizado de forma recreativa.
Dejé escapar un pequeño suspiro. Tiene razón. Tratar de retirarlo solo
empeorará las cosas. En lugar de marcha atrás, voy por el plan B: Fingir que no
sucedió.
—Así que mencionaste que Andrea conoció a un novio en la universidad en
California. ¿Lo conocis…?
—¿Qué pasó?
Mis oídos comienzan a sonar.
—¿Qué?
—No te hagas la tonta.
—No quiero hablar de ello.
—Sí, lo haces.
Si lo hubiera dicho como un sabelotodo idiota, lo habría ignorado. Pero su voz
es amable, y no quiero que sea amable. No quiero que sea algo más que un
superficial niño de mamá que no puede decirles a sus padres que la preciosa Olivia
tiene una racha tramposa.
Pero la forma en que me mira ahora, no luce como un chico superficial de
fraternidad. Se ve como un amigo que se preocupa.
¿Y qué puedo decir? Aparte de Jordan, ha pasado un tiempo desde que he
tenido uno de esos.
Corrección: Ha pasado un tiempo desde que me dejé tener uno de esos.
Y al parecer voy a comenzar con Ethan Price.
—Su nombre era Caleb —digo, exhalando un profundo suspiro y mirando por la
ventana—. O supongo que debería decir su nombre es Caleb. Él todavía está vivo,
por lo que sé.
—Eso es una vergüenza —murmura Ethan.
Me permito una pequeña sonrisa.
—Sí, a veces me siento de esa manera también. De todos modos, empezamos a
salir a finales de segundo año. Y aunque me duele decirlo ahora, realmente,
realmente me gustaba, ¿sabes? Quiero decir, no sé si era como tú y Olivia, en la
parte en que estábamos destinados y todo eso, pero nos divertíamos juntos. Él me
trataba bien. Justo hasta…
—Justo hasta que lo hizo.
—Sí —digo con una pequeña risa—. Mirando atrás, creo que el cambio no
sucedió de la noche a la mañana. No es como si pasara de ser un chico perfecto al
idiota que le da a su propia novia la droga para violaciones.
Ethan jura en voz baja, y me pregunto si debo parar, pero encuentro que no
puedo. Se siente bien hablar de ello.
—Había actuado extraño por un tiempo. Saliendo con los amigos de su
hermano de la universidad. Pasó de ser un candidato a mejor estudiante a en
realidad no importarle una mierda, ¿sabes? Es como que todo lo que quería hacer
era beber, fumar y tener sexo…
Ethan pasa una palma sobre la parte posterior de su cuello, pero no me
interrumpe.
—Pero apenas me di cuenta —digo, mi voz yendo más silenciosa—. Quiero
decir, en algún nivel lo sabía, por supuesto. Sabía que él estaba cambiando, y no
para mejor. Pero mi madre estaba enferma. Tan enferma. Y yo no podía lidiar con
ello. Había oído rumores de que se estaba metiendo con otras chicas, y a mí ni
siquiera me importaba. No le pregunté. Me imaginé que era mi culpa por no dormir
con él cuando me lo pidió.
—Stephanie…
—No lo hagas —digo—. No estoy diciendo que yo tenía razón o era inteligente
en ese entonces, pero es solo la forma en que pasó. Todo era sobre mi mamá y mi
familia, y estaba agradecida de tener a alguien a cuya casa podía ir cuando el último
cabello de mi madre cayera, o que me sostendría cuando llorara cuando el médico
volviera con ese diagnóstico final de «un mes o menos».
Echo un vistazo a la botella de agua vacía en mis manos, sorprendida de ver
que es un arrugado y aplastado lío.
—Entonces, ¿qué pasó? —pregunta suavemente.
Abro la boca para responder, pero las palabras no salen. Para mi horror
absoluto, las lágrimas llenan mis ojos, y me doy cuenta de que a pesar de que se
siente bien—muy bien—hablar con alguien, no estoy lista para ir allí. No todavía.
—No puedo hablar de esa noche —digo finalmente, incapaz de mirarlo a los
ojos.
Mueve sus manos al volante y me mira, y por un segundo creo que va a
presionarme. Pero luego su rostro cambia de nuevo, y se convierte en el otro Ethan.
Primero, sin embargo, pone una mano en mi mejilla, y me inclino en su palma
por un breve instante.
Luego se tira hacia atrás, y así como así, ha vuelto a ser el chico divertido,
arrogante, relajado que conocí el primer día de clase.
—Bueno, entonces es mi turno, ¿no? —dice, como si no acabáramos de tomar
un viaje por el campo minado de recuerdos—. Dos verdades y una mentira.
»Uno: Cuando estaba en séptimo grado, fui a acampar con un amigo y sus
padres, y traté de prender fuego a mi pedo y quemé todo el cabello de mi culo. Dos:
era gordo cuando era un niño. En serio realmente gordo. En cuarto grado me comí
la mayoría de los pastelitos que la madre de una chica había traído para su
cumpleaños, y traté de echarle la culpa al hámster de la clase…
Giro la cabeza para mirarlo mientras se lanza a una historia ridícula, y no estoy
pensando en si esta es una de las verdades o la mentira. Estoy pensando que Ethan
Price está haciendo un maldito buen espectáculo en un esfuerzo para animarme.
En un esfuerzo por hacer que me olvide.
Pero sobre todo trato de no pensar en lo que estoy sintiendo.
Porque lo que siento no tiene nada que ver con nuestra farsa.
Lo que estoy sintiendo parece real.
12
Ethan
Traducido por Jor // Corregido por pauper
Sí, soy una especie de escapista con Stephanie después de nuestra noche muy
amigable en la boda de mi primo, he estado evitándola por completo después de ese
beso en la biblioteca.
Un beso que no fue sobre el juego, o la película, o cualquier otra cosa que no
fuese que la deseaba a ella.
Y ella me deseaba a mí también.
Por lo menos estoy bastante seguro de que lo hacía. Pero entonces ella
enloqueció y corrió.
No sé qué pensar, o decirle. Así que he estado haciendo lo que cualquier tipo de
veintitantos años con un poco de sentido común haría: la había estado evitando.
Ella parece haber tenido el mismo pensamiento, porque en las pocas palabras
que habíamos intercambiado, mencionó que ella ha tomado un par de turnos extra
en la cafetería. Por mi parte, he pasado una cantidad ridícula de tiempo en Price
Holdings, teniendo en cuenta que ni siquiera soy un interno oficial.
No estoy obteniendo ningún crédito escolar ni pago (no es que necesite el
pago), y para ser honesto, no sé porque estoy contribuyendo mucho. Mayormente
porque estoy vigilando a mi padre, escuchando en conferencias telefónicas,
observando en la forma en que maneja a todos, desde el personal hasta los grandes
inversionistas.
Sigo esperando el momento cuando todo me asuste y decida que quiero
cambiar mis trajes a medida por collares de marihuana y pantalones de lino y
cordón y me vaya a ser un guía turístico en Costa Rica. En otras palabras, no dejo
de pensar que voy a despertar y me rebelar contra todas las expectativas, y
ventajas, que se han acumulado sobre mí desde que era niño.
Pero aún no ha sucedido. Es como le dije a Stephanie durante ese estúpido
juego de dos verdades una mentira: Realmente estoy emocionado por mi legado, o
lo que sea. Puede que haya aceptado porque es un negocio importante y mis padres
me animaron, pero me he quedado allí por qué me gusta. Me gustan los números
de manera que encajen cuando ellos trabajan a la perfección. Me gustan los
negocios que forman un equilibrio entre la gente y el dinero.
Y llámenme superficial, pero incluso todo lo moderno de gran altura me espera
a mí.
Price Holdings encaja conmigo. Al igual que Olivia me va bien.
Al igual que Stephanie, con sus cargas y ceños fruncidos, no lo hace.
Por ejemplo: esta mañana cuando intercambiamos algunas palabras cortantes
con el café, vi que ella tenía algunas pequeñas calcomanías de esqueletos en sus
uñas. Esqueletos.
¿Es de extrañar que me haya estado escondiendo en la oficina de mi padre?
¿Por qué demonios no hago lo que he hecho todos los demás veranos y ser otro
interno no oficial, en vez de ser salvaje con mi culo por tomar clases de cine?
Entonces salgo del ascensor al vestíbulo de Price Holdings y lo veo.
Y recuerdo exactamente porque he estado evitando la oficina.
—¡Ethan! ¡Espera un segundo!
Subo los hombros y me debato si salir al vestíbulo como si no lo hubiese
escuchado. Pero hay suficientes ojos sobre nosotros como para hacer algo tan
obvio, y tengo lo suficiente de mi madre en mí para cuidarme de lo que la gente
piensa.
Así que en me doy vuelta y me enfrento al hombre que se ha estado tirando a
mi madre.
Pero no le sonrió de la misma forma que hace un par de meses. Hubo un
tiempo que él era como un segundo padre. Ahora él era solo el hombre que estaba
tratando de sustituir a mi padre.
—Mike.
Extendió una mano, dándose la bomba de hombre a hombre.
—No te he visto en semanas, hijo. ¿Tu padre me dice que has estado ocupado
con una clase de la escuela de verano?
—Solo es una especie de curso electivo. —Me oigo murmurar. Me odio a mí
mismo por no tener las bolas para decirle que he estado tratado de evitarlo. Y a su
hijo.
Pero entonces, tal vez el hecho de que estoy haciendo esto es prueba de que no
tengo bolas.
—Y una nueva novia, he oído —dice, manteniendo su voz baja, como si
estuviésemos conspirando. Quiero darle un puñetazo.
—¿Cómo esta Michael? —pregunto en su lugar.
Mike parpadea seriamente, un poco sorprendido de que estuviera preguntando
acerca de su único hijo. No hace mucho, he probablemente me estaría preguntando
a mí como estaba Michael. Antes cuando Michael y yo éramos inseparables.
Mike tiene que haberse dado cuenta de que todos los días de cualquier manera,
pero él no dice nada al respecto. Me pregunto si Michael le confesó que se acostó
con Olivia.
—Él está bien, él está bien —dice Mike, cambiando su maletín a la otra mano.
Ha estado en el internado en la firma de mi contador, en realidad. Pensamos que
sería bueno para el estar en algunas manos con experiencia en la gestión de los
libros.
Dile que lo viste con Mamá, una voz dentro de mí me empuja. Dile que no te
importa que él y papa sean socios de trabajo, que debe permanecer malditamente
lejos de tu familia. En cambio solo le doy una leve inclinación con el cabeza,
incómodo, como si me importara un carajo lo que mi ex amigo ha estado haciendo
en estos días.
—Bueno, me tengo que ir.
—Claro, claro. Querrás ganarte a la peor hora pico. Nos vemos por allí, hijo.
No me llames hijo.
—Claro. Ya nos veremos.
Durante los siguientes cinco segundos después de alejarme de Mike, me
debatía entre ir a casa de mis padres para hacerle frente a mi madre. Arrancar la
curita y todo eso, porque el choque de saber que mi mamá tenía un romance estaba
desapareciendo y ahora estaba quedando… triste.
Pero no dejo de pensar en cómo ella ha estado estresada con todo eso de la
fiesta en los Hamptons el próximo fin de semana.
Es más o menos el evento más grande en el que se embarca en todo el año, y
tiene profesionales y ramificación de personal. Y el fin de semana en los Hamptons
también es importante para mi papá. Por lo menos, debo esperar hasta que todo
haya terminado antes de arriesgarme a desmoronar a nuestra familia.
Además, egoístamente, prefiero hacerlo cuando pueda escapar de vuelta a la
escuela de tiempo completo. Donde puedo perderme el semestre completo de otoño
que tengo delante y, espero, en un grupo de niñas que me han seguido con la
mirada, pero que no he tocado en los últimos tres años debido a Olivia. Ahora voy a
ser capaz de acercarme si quiero.
Me dirijo a casa. Stephanie estará allí, pero entonces eso será culpa mía, ¿No es
así? Mi brillante idea de traer una compañera de grandes pechos a mi enorme casa.
Por supuesto, no sabía que ella era una excelente besadora. O que debajo de
todo ese mal humor tenía un, lado dulce y divertido. No sabía que me sentiría
mucho mejor en tres semanas de conocerla, que con Olivia después de una década.
Le debo una disculpa. Por mis estados de ánimo, por el beso… por dejar que
piense que ese día en la biblioteca yo no podría—no podía—sentirme atraído por
ella.
Porque mientras que yo no creo que una chica como ella y un tipo como yo se
dirigieran al altar ni nada, la atracción sin duda existe. Y tal vez es hora de que
hagamos algo al respecto.
Entré al apartamento, con mejor estado de ánimo del que había estado en
varios días, solo para detenerme en seco al ver en mi sala de estar: a Stephanie con
el novio encima en mi puto sofá, y su mano en la pierna Stephanie. Ambos saltaron
cuando me vieron, y yo no tenía que ser Einstein para saber que había
interrumpido algo. No dije una sola palabra, solo puse mi bolso en el suelo, pero
mis ojos nunca dejaron los de Stephanie. Ella lucía culpable al principio, pero
después de estudiar mi expresión, la culpa fue sustituida por algo que parecía
terquedad.
—¿Qué pasa hombre? —digo casualmente, separando mis ojos de Stephanie y
mirando a David.
—Eliot —dice, dando una leve inclinación de la cabeza.
No me molesto en ocultar mi mirada y tomo una cerveza de la nevera. El
manoseo falso con el oponente es el truco más viejo del manual del sexo masculino.
—¿Qué está pasando? —digo.
—Solo he traído unos DVD que Steph me había prestado días atrás. Ya sabes
cómo es acerca de sus películas. —Veo que su mano se mueve un poco más alto en
el muslo de ella mientras lo decía. Un muslo que estaba cubierto por su uniforme
de carga.
Tardíamente mis ojos no se alejan del resto de ella, y veo lo que no tome en
cuenta cuando llegue por primera vez: las botas, los pantalones de chica dura y uno
de esas pequeñas blusas de marcas registradas, y la mierda gris en sus ojos. Ella ha
estado incursionando con piezas de su vieja personalidad los últimos días, las
botas, las uñas, los pantalones, pero al parecer se decidió por todo esta noche,
porque estaba completamente gótica Stephanie.
Debería hacerme quererla menos. Me debería recordar que se trataba de David,
que era su tipo, no yo.
Pero por sobre todo eso quería ponerle las manos encima.
Tomo un trago de mi cerveza y mantengo mi rostro completamente en blanco.
—Stephanie, ¿tienes todos tus DVD’s?
Sus ojos se estrechan por mi tono casual. Es como dije, ella me conoce.
—Sí.
—Excelente —digo con mi mejor sonrisa antes de volverme hacia David—. Vete
a la mierda.
David puede ser del tipo de artista flaco, pero no era al parecer una presa fácil,
ya que se encuentra frente a mí con su expresión esta cabreado.
No puedo decir que lo culpo. Estoy siendo un idiota, pero es mi casa, y la mano
de este gilipollas estaba en Stephanie cuando él tenía otra novia…
Mierda. Al menos espero que esté con la otra chica ¿Y si rompió con esa chica
Leah y quiere a Stephanie de vuelta?
El pensamiento hizo que la cerveza supiera a orina.
—Amigo, ¿puedes darnos un minuto? —pregunta David, haciendo un trabajo
mucho mejor que yo con sus modales.
—¿Para qué?
Ignorando mi pregunta y volviéndose hacia Stephanie. Sus ojos van de mierda
a suplicante, y creo que tengo una idea bastante buena de lo que viene. El tipo se
dio cuenta de que se apartó de Stephanie por un bocadillo, y ahora la quiere de
vuelta.
Yo no solo quiero pedirle que se valla. Quiero echar fuera su culo
inconformista.
—¿Stephanie? —pregunto.
Chupa sus mejillas y se ve enojada, pero no puedo decir si está enojada
conmigo por actuar como un idiota posesivo o con David por atreverse a tocarla
después de jugar con ella.
—Te tienes que ir, David.
Sonrío. Está enojada con David.
Luego sus ojos azules se encuentran los míos, y no estoy del todo seguro de que
no sean dardos envenenados disparados contra mí. Ella definitivamente está
enojada conmigo también.
Refreno mi estado de ánimo cavernícola lo suficiente para no seguirlos a la
puerta principal, pero no voy a pretender que no trato de escuchar a escondidas,
solo un poco. Pero están susurrando, y no puedo entender nada de lo que dicen.
Entonces las palabras susurradas se detienen por completo, y me esfuerzo para
escuchar todo en absoluto. ¿Se están besando? Me obligo a sentarme en el sofá
para no perderme completamente en mi mierda. Si quieren volver a estar juntos, es
su problema.
Excepto que maldición. La sola idea me quema la garganta.
Oigo la puerta del frente cerrarse, Stephanie está de nuevo en la sala,
mirándome un poco enojada y rebelde como lo hizo ese día que me la encontré por
primera vez en el pasillo. Solo que esta vez estoy bastante seguro de que me
apuñalaría con su lapicero, justo cuando la dejo caer suavemente dentro de su
pequeña mochila.
Ella no dice nada mientras hurga en uno de mis armarios y saca una botella de
bourbon. Levanto una ceja.
—¿Día duro?
Stephanie logra verter simultáneamente un par de dedos en un vaso y
mostrarme el dedo medio.
Deja caer unos cubitos de hielo en el vaso. El whisky en realidad suena perfecto
en este momento, pero sé mejor que no debo pedirle que me dé un poco cuando
está en modo de Ethan-debe-morir, por lo que dejo mi cerveza apenas tocada a un
lado y vierto un poco para mí, con hielo.
Ella se apodera el sofá después de que me levanto, y sé que debo darle espacio,
pero vivo aquí también, así que me siento a su lado. No lo suficientemente cerca
para tocarla, pero lo más cerca cómo lo harían los compañeros, teniendo en cuenta
que hay una media docena de otros lugares para sentarse en la habitación.
Espero que me dé una conferencia sobre respetar límites físicos, y ¿en qué
demonios estabas pensando? Y eres un neandertal, pero está allí sentada en
silencio, con paciencia, tomando pequeños sorbos de whisky.
Puedo decir por el rabillo de mi ojo que me está mirando. A la espera de que le
explique. Excepto que no tengo una explicación aparte de que estaba celoso, y
ambos sabemos que es una locura, así que digo que la única otra cosa que viene a
mu mente.
—Lo siento.
Ella deja escapar un pequeño resoplido Stephanie antes de dejar su vaso a un
lado y comenzar a desatar sus botas de combate. Observo sus dedos desenrollar los
cordones, y quiero que diga algo. Cualquier cosa. Quiero que diga, No hay
problema, Price, pero más que eso, quiero que me diga que no hay nada pasando
con ese idiota de David.
Quiero que me diga que quiere que la bese de nuevo.
Tal vez la mayor parte de todo, quiero que explique por qué me apartó de ese
beso en la biblioteca en primer lugar. Porque lo quería tanto como yo. Pude verlo.
Pero a lo mejor tengo que dar un poco para conseguir un poco.
—Mi mamá está una aventura —digo.
Bueno. Eso salió de la nada. De repente me estoy acordando de por qué no he
tocado el whisky desde la noche de mi vigésimo primer cumpleaños hace varios
meses atrás, cuando me golpeé y pasé el resto del día vomitando. Pero peor que la
resaca, el whisky me hace hablador. Desastre.
Sus dedos desatando sus cordones se tambalean por un segundo, pero no
levanta la mirada.
—¿Y?
¿Y? ¿Y?
—Bueno, es una mierda total —digo, sintiéndome como un niño pequeño, a
pesar de que estoy bastante seguro de que estoy justificado al estar molesto por
esto.
Ella asiente, toma un trago, y luego comienza con su otro cordón.
—¿Cómo te enteraste?
Aquí vamos.
—Yo, um... la vi con el padre de Michael. Justo después de que vi a mi amigo
con Olivia, en realidad.
Pensé que sería horrible decirlo en voz alta, pero a pesar de que todavía suena
tan absurdo como lo hacía en mi cabeza, me doy cuenta de que algo del dolor se ha
ido.
Ella levanta entonces la mirada, sus ojos se encuentran con los míos.
—¿Entraste y viste a tu novia con tu mejor amigo, y luego viste a tu madre
durmiendo con el padre de tu mejor amigo? Y, ¿estás seguro de que no fue un
sueño? ¿O una alucinación?
A pesar de que sus palabras son frívolas, sus ojos están preocupados, y
tardíamente me doy cuenta de que su mano está en la mía, su pulgar frota mis
nudillos. Miro hacia abajo a su pequeña mano en la mía más grande.
Se ve bien.
Se siente bien.
—No fue una alucinación —digo, tratando de darle una media sonrisa—.
Definitivamente fue mi madre besando a otro hombre. Y no fue solo un beso, si
sabes lo que quiero decir.
Ella se quita ambas botas y se reclina en el sofá, frente a mí.
—Oh, sé lo que quieres decir. De hecho, recibí un beso como que ese apenas
unos días. Lo extraño, sin embargo, el hombre dejó de hablar conmigo después.
Amplío mis ojos con fingida sorpresa.
—Qué extraño, ¡me pasó a mí también! Una experiencia similar, excepto que la
chica se alejó corriendo del beso como un pequeño conejo aterrorizado.
Sus ojos se caen a su vaso y apuñala los cubos de hielo con la uña de un
esqueleto.
—Un conejo, no. Aterrorizada, sí.
Ah, mierda. ¿Estaba asustada de mí?
—¿Por qué? —pregunto, manteniendo mi voz tan suave y sin confrontación
posible.
No responde durante unos segundos, y cuando lo hace, no es para hacer frente
a mi pregunta.
—Toda tu experiencia con Olivia y tu mamá... ¿es por eso que fuiste todo raro
cuando nos viste a mí y a David juntos?
Reclino mi cabeza.
—No veo la conexión.
Sus ojos se estrechan ligeramente.
—Yo creo que sí.
Odio cuando las chicas hacen esto, y me esfuerzo por seguir el hilo de sus
pensamientos. No me toma mucho tiempo.
—¿Crees que estaba cabreado de que David estuviera aquí porque pensé que
estabas engañándome?
Se encoge de hombros.
—Dímelo tú.
No.
—No —digo—. No es eso. Quiero decir, sí, creo que se encontraban, um... al
borde de algo. Pero no me enojé porque estaba celoso. ¿Cómo iba a estarlo cuando
no estamos realmente juntos?
—Exactamente —dice ella, con los ojos clavados en los míos.
—Exactamente —repito.
¿Qué carajo está pasando aquí? Lo juro por Dios, hablar con ella cuando está
toda gótica es un viaje por un agujero de conejo de mierda.
—Así que estamos de acuerdo —le digo—. No estoy celoso.
—Está bien —dice simplemente.
—¿Pero están tú y David ... um ... juntos?
Ella me mira.
—No eres el único al que le han sido infiel, pez gordo. ¿De verdad crees que
volvería con él?
—Pero su mano...
—Se deslizaba, sí. Y estuve realmente aliviada por medio segundo cuando
llegaste a casa porque pensé que me ayudarías a protegerme.
Aterrorizada. Proteger. Su elección de palabras para describir el contacto
físico con los chicos es raro.
Pero por supuesto que lo estaría. Su último año... la droga... su ex novio basura.
No la he presionado acerca de la otra noche. No porque no me importe. Por el
contrario, probablemente me importa demasiado. Y claramente no quiere hablar
de eso conmigo. Pero ahora me siento como el idiota más grande del mundo por
dejar que se encuentre allí entre nosotros sin resolverse. Porque sé, de alguna
manera sé que esa noche tiene todo que ver con el por qué es de la forma en que es.
Y por qué apenas parece inmutarse por la infidelidad de David. Y puede que incluso
el porqué parece asustada a muerte por lo que hay entre nosotros.
Solo que no tengo ni puta idea de cómo tocar el tema. Supongo que solo podía
preguntar lo que pasó, pero quiero que quiera decírmelo por su cuenta. Quiero que
haga el primer movimiento.
Obligándome a no rogarle por respuestas, reclino mi cabeza en el sofá y cierro
los ojos. Tratando de estar alegre por el momento de que no parezca odiarme. Que
estamos en paz por primera vez en semanas, ninguno de nosotros esquivando la
compañía del otro.
Me golpea entonces que he echado de menos esto. He extrañado a Stephanie. Y
voy a extrañarla aún más cuando se mude de nuevo a los dormitorios en una
semana, después de la fiesta en los Hamptons de mis padres.
De todas las cosas que estoy esperando entonces, no sentir los dedos fríos de
Stephanie en mi antebrazo. Mantengo mis ojos cerrados, pensando que tal vez me
lo estoy imaginando, pero entonces la presión se vuelve más firme mientras raspa
con sus uñas ligeramente mi antebrazo.
—Me gusta esta parte de ti —dice con voz ronca—. Esta parte de su brazo.
Extraño, ¿eh? Pero es una de las primeras cosas que noté.
No abro los ojos, sin embargo, todavía confundido acerca de si se supone que
debemos mantener las cosas ligeras. Mantener las cosas distantes.
—¿Es todo ese sexi vello en mi brazo? —pregunto.
—Eso —dice ella, y puedo oír la sonrisa en su voz—. Pero sobre todo el
contraste entre el cabello rubio y la piel bronceada y el tenso músculo. Es muy...
—¿Sí? —pregunto cuando no responde. Jesús, ¿mi voz se acaba de romper?
—Caliente —dice ella.
Me merezco una medalla, de verdad. Porque no la beso, a pesar de que cada
parte de mi cuerpo está exigiendo que lo haga.
Y entonces siento su aliento en mi oído. Sus labios en mi cuello.
Ahí va mi autocontrol.
Inclino mi cabeza hacia ella, mi mano libre ahueca su mejilla, sintiendo su piel
suave mientras sus labios exploran mi cuello. Se mueve lentamente, sus labios
nunca rompen el contacto con mi piel mientras se inclina hacia mí. Sobre mí. Y
luego sus labios están en los míos, y me imagino que no merezco esa medalla
después de todo, porque le devuelvo el beso, enredando los dedos en su cabello.
Tiene los medios para mover nuestros dos vasos a la mesa, liberando nuestras
manos, y entonces nuestras manos están en todas partes.
Sus brazos están alrededor de mi cuello, sus uñas arañan la piel en mi nuca, y
me doy cuenta de que es la primera vez que realmente me toca. La primera vez que
lo ha iniciado.
Me desea.
La idea me envía a través del techo, y hago todo lo que puedo para mantener
mis manos en su cintura, en su espalda... y no trasladarlas a los lugares que me
muero por que estén.
Como si leyera mi pensamiento, se arquea hacia mí, moviéndose
nerviosamente, y ruego a Dios no leer mal las señales. Que no me vaya a asustarla.
Levanto una mano a la parte posterior de su cuello, manteniendo su cabeza
quieta así mi lengua puede rodear la de ella mientras muevo lentamente la otra a lo
largo de su caja torácica, rozando por un momento desgarrador su pecho antes de
colocar mi palma contra su clavícula, mi dedos juegan con la correa de su camiseta.
—Estas pequeñas camisas estúpidas me vuelven loco, ¿sabes? —digo contra sus
labios.
Siento su sonrisa.
—¿Sí? ¿A pesar de que no son de color rosa y a la moda?
—Son pequeñas —digo, envolviendo mis dedos alrededor de una correa—.
Siempre me he preguntado cuánto aguantarían. Qué tan difícil sería tirar para
romper una.
—Suena doloroso —dice, jadeando contra mi boca mientras mis dedos bajan
infinitamente a su pecho.
—Supongo que no tenemos que romperla. Podríamos simplemente quitarla —
digo.
Aguanto la respiración entonces, sabiendo que este es el momento en que me
enviará a la luna o me detendrá y correrá.
Se congela y empieza a retroceder, y yo ahogo un gemido de decepción incluso
mientras oculto mis rasgos en una máscara de entendimiento. Porque lo entiendo.
Lo hago.
Stephanie se aleja lo suficiente para sonreír tímidamente a mí.
—No me importaría si la rompieras.
Cierro los ojos por un segundo y rezo para no estar soñando. Coloca su boca en
la mía de nuevo, y mece sus caderas contra las mías. Nop. Definitivamente no lo
sueño.
Aunque tengo permiso, estoy decidido a no apresurarla, y dejo que mis dedos
continúen su juego, alternando entre frotar el dorso de mis dedos sobre la piel de
su hombro y tirar de la correa, torturándonos ambos.
Libero sus labios el tiempo suficiente para deslizarlos abajo para reunirme con
mis dedos, lamiendo y mordisqueando su clavícula, hombro, antes de dejar que mi
boca roce el oleaje de la parte superior de su pecho. No estamos ni siquiera cerca de
lo bueno, y sin embargo, ambos gemimos, su espalda se arquea hacia mí cuando
ofrece sus pechos a mis manos, mi boca. Engancho los dedos de ambas manos
debajo de esas pequeñas correas y poco a poco las quito por sus hombros, dejando
al descubierto sus pechos, cremoso centímetro a centímetro hasta que estoy a un
pequeño tirón de exponer sus pezones.
Me detengo entonces, moviendo mis manos hasta su cintura, dejando sus
brazos semi-sostenidos por su camiseta mientras causo estragos en la parte
superior de sus pechos con besos dulces. He sabido desde el primer día que es
hermosa, pero esto está más allá de cualquier fantasía que he tenido de ella. Y he
tenido más que unas pocas.
Chupo y lamo su piel hasta que los dos estamos jadeando y sus dedos están en
mi cabello instándome a seguir. Instándome a bajar.
Dejo que mi lengua de recorra la fina tela, acercándome tanto a su pezón, pero
no del todo, y ella grita. Hago lo mismo en el otro lado, negándome a darle lo que
quiere hasta que lo pida.
—Ethan —dice ella, su voz poco más que un suspiro—. Ethan.
Es suficiente para mí.
Tiro la cima del top hasta su cintura, y está totalmente expuesta a mí. Tan
pronto como el aire frío golpea sus pezones, levanta sus manos para cubrirse, y la
visión de sus pequeñas manos en sus para nada pequeñas tetas me hace querer
explotar.
—No lo hagas —digo con voz ronca—. Déjame ver. Déjame tocar.
Sus ojos están muy abiertos y asustados, y simplemente la miro a los ojos,
pidiéndole que confiara en mí.
Finalmente da una pequeña inclinación de cabeza, moviendo las manos a mis
hombros. Me muevo lentamente, dándole tiempo a retroceder. Pero no lo hace, y
cuando mi lengua pasa por el pezón, creo que nos va a matar a los dos.
Pierdo la noción del tiempo jugueteando, dándole largas lamidas alternando
con picotazos juguetones hasta que se retuerce en mi regazo, jadeando por más.
Solo entonces puedo envolver mi boca a su alrededor y succionar, respirando el
olor dulce de Stephanie mientras me doy un banquete por parte de su anatomía
que me ha estado rondando maldito cada día.
Sus manos están haciendo algunos recorridos por su cuenta, y hasta que la
siento tirar de mi camiseta apenas me doy cuenta de que ha quitado la corbata y
desabrochado la camisa de vestir. Dándole a la punta de su pecho una última
lamida larga, muevo mis manos a su cintura, dejándola en el sofá el tiempo
suficiente para quitarme mi camisa. Su camiseta está todavía alrededor de su
cintura, y la visión de ella en sin camisa, junto con esos pantalones de camuflaje es
tan ridículamente sexy que casi desearía que se hubiera dejado las botas puestas.
Tal vez la próxima vez.
Ella me sonríe y le devuelvo la sonrisa antes de empujarla en los cojines del
sofá y seguirla. Nos besamos de nuevo mientras nuestras manos continúan
explorando, y finalmente—finalmente—muevo mis manos hacia la cintura de sus
pantalones.
Puedo deshacer el primer botón antes de que se congele.
Me congelo también.
—¿Esto está bien? —pregunto en voz baja, dejando besos sobre su pecho.
No dice nada, y me aparto para mirarla a la cara, manteniendo mis manos
acariciando suavemente sus brazos, sus costados... tratando de entenderla.
Ella se lame los labios.
—Yo... quiero, de verdad. Es solo que...
Le doy un beso rápido para estimularla.
—¿Sí?
—No tengo mucha experiencia con esto.
Le doy una pequeña sonrisa.
—Estoy extrañamente contento de escuchar eso. —Y lo estoy. Me gusta la idea
de Stephanie siendo... mía.
—¿Quieres hablar denúmeros? —digo en broma, aunque estoy medio
moribundo.
Se lame los labios, pero no contesta, y me doy cuenta que tengo que decirle que
no soy exactamente experimentado. Es humillante admitirlo, pero no tengo un
montón de muescas en mi propio cinturón. Olivia y yo lo perdimos con el otro
cuando teníamos dieciséis años. Y a diferencia de Olivia, creo en la fidelidad.
—Bueno, ¿es menos de uno? —pregunto, manteniendo mi voz ligera—. Porque
esa es la medida de mi experiencia.
No responde, y el malestar no deja su rostro. Lo que no tiene sentido, a menos
que... santo infierno.
—Stephanie, ¿eres virgen? —Lo digo con tanta naturalidad como es posible,
haciéndole saber que cualquiera la respuesta está bien.
Sus ojos no se encuentran con los míos, y coloco un dedo debajo de su barbilla
para obligarla a mirarme.
—¿Qué pasa con David? —pregunto.
Ella niega con la cabeza.
—Nunca llegamos tan lejos.
Una campanilla de alarma está sonando en mi cabeza.
—¿Qué pasa con el chico de la secundaria? Dijiste que eran buenos antes de
que...
Ahí está. La mirada de conejo asustado.
Mis manos se congelan por un segundo de rabia antes de que acercarla a mí.
—Stephanie, ¿la noche en que ese hijo de puta puso algo en tu bebida... fue tu
primera vez?
Por favor, di que no. Por favor dime el cabrón no te violó.
Estoy tan preparado para una respuesta en blanco o negro que no se me ocurre
que haya una potencial zona gris.
Sus ojos encuentran los míos, y están llenos de lágrimas.
—No lo sé. No recuerdo.
17
Stephanie
Traducido por Nix // Corregido por Loli0911
Estoy en un barco con Stephanie otra vez. Solo que esta vez el barco es en
realidad un enorme yate alquilado y el delgado y pequeño traje de baño que llevaba
la vez pasada hubiera sido absolutamente inapropiado.
Mis padres no son exactamente del tipo que rompen la tradición y su comienzo
con el espectáculo en los Hamptons sería de la misma manera que cada año: una
fiesta de tipo coctel «blanco y negro» en una hermosa mansión del barco, donde
todo desde la comida hasta el atuendo solicitado de los invitados es—lo
adivinaste—blanco y negro.
Tomo dos copas de la fuente de champaña, solo para darme cuenta de que he
perdido a Stephanie en la aglomeración. Le dije que estaría de regreso con la
bebida pero fui detenido por cerca de una docena de amigos de mis padres ya
pasados de copas y la había dejado sola por unos buenos quince minutos.
Buscando entre la multitud, mantengo mi vista en su brillante cabeza oscura.
Está usando tacones, lo cual quiere decir que no se ve pequeña como usualmente lo
hace, pero aún así sigue siendo pequeña. De igual manera mantengo al alcance de
mi vista a Olivia pero no de una manera excitante o placentera.
Mi padre me había advertido que estaría aquí. Por supuesto, ya lo sabía. A
pesar de que su familia no era oficialmente co-anfitriona, siempre disfrutaban ser
los anfitriones de la fiesta y de la extravagante fogata que seguía después de esta
fantástica fiesta coctel. Mi único consuelo es que mi madre murmuró algo acerca de
Michael teniendo un conflicto. Me había pedido que le diera algunos detalles, como
si yo supiera.
Pero al menos parece como si solo tuviera que enfrentar a un demonio este fin
de semana. Sin embargo el pensamiento no parece tan atroz siempre y cuando
Stephanie esté a mi lado.
Afortunadamente la multitud se dispersó y finalmente la veo, aumentando mi
alivio de una manera que me molesta. Si fuera forzado a elegir, preferiría la versión
de Stephanie en traje de baño en un barco, pero esta versión es bastante
espectacular.
Su vestido es strapless y blanco con un cinto negro justo debajo de sus pechos
para evitar que fuera demasiado aburrido y nupcial. No tengo parte fetiche ni nada
pero me estoy volviendo loco con las sandalias blancas combinadas con el esmalte
negro de las uñas de los pies. Sé que el esmalte negro es por el bien del tema de la
noche pero también me recuerda al esmalte negro que estaba usando el día que nos
conocimos y me encanta el delicado asentimiento de la Stephanie real que acecha
bajo el vestido de niña buena y el maquillaje.
Está hablando con algún tipo de nuestra edad que no reconozco y puedo decir,
por la forma en que su mirada se mantiene lejos de su rostro, que no soy el único
que aprecia el efecto del cinto. Una puñalada de algo caliente y amargo se arrastra
por mi espalda y la reconozco la misma emoción que tuve cuando caminé dentro de
nuestro apartamento y la vi con David.
Celos.
Me deslicé a su lado, poniendo mi mano en su espalda. Me observa mientras
acepta la copa de champaña y puedo sentir diversión ahí. Ella sabía exactamente lo
que estaba haciendo: la estaba reclamando.
—Hola —dice suavemente.
—Hola —digo de regreso.
El otro tipo tiene que ser un idiota si no captaba la indirecta.
Sostenemos la mirada por más tiempo del necesario antes de que ella coloque
lo que yo reconozco como una sonrisa social. Es la misma que he visto en mi madre
y Olivia innumerables veces y no sé si estoy orgulloso o molesto de que Stephanie
parece dominarlo.
—Ethan, él es Austin. También va a la NYU.
—Oh ¿sí? —pregunto, extendiendo mi mano—. ¿Qué especialidad?
—Economía —responde mientras sacude mi mano. Es lo suficientemente
agradable pero puedo notar que perdió el interés después de darse cuenta de que
Stephanie ya estaba tomada y después de cinco minutos de charla acerca de
nuestros profesores favoritos y de lo que seguiría después de la graduación se alejó,
dejándonos a Stephanie y a mí por nuestra cuenta.
Stephanie choca su copa con la mía antes de girarse hacia el agua y apoyar sus
brazos contra la barandilla.
—Te daré esta, Price, tus forrados amigos saben cómo hacer una fiesta.
—¿No crees que es pretencioso? —pregunto, girándome para imitar su postura.
Stephanie resopla.
—Por supuesto que es pretencioso. Pero también es malditamente increíble.
Su voz está libre de desprecio y estoy extrañamente aliviado de que se pueda
manejar en este mundo sin sentirse menospreciada por toda esta opulencia. Porque
incluso si es opulento y completamente desagradable desde la superficie, también
es mi mundo. Es mi futuro. Un día seré el anfitrión de las fiestas de los Hamptons a
favor de las propiedades Price.
Termino el resto de mi champaña, dejando que la copa colgara de mis dedos
por su tallo sobre el agua.
—Sabes, ahora que estoy aquí, me siento un poco tonto de haber estado
asustado de enfrentar esto solo. No sé por qué es tan importante que tenga novia.
No es vergonzoso que alguien de veintiún años de edad venga solo a una fiesta con
sus padres ¿cierto?
Ella mira hacia mí y puedo decir que está sorprendida por mi admisión. Incluso
un poco irritada, viendo cómo la había arrastrado fuera de su elemento cuando sin
duda deseaba en estos momentos estar asechando en algún pequeño agujero en la
pared del teatro de Soho.
Golpea ligeramente su cadera contra la mía.
—¿Estás diciéndome que quieres que me vaya Price?
Ahora es mi turno de voltear a verla y ella regresa su vista al agua.
—No —digo suavemente—. No creo estar diciendo eso en absoluto.
Es lo más cercano que he llegado a admitir de que había algo más entre
nosotros que el plan, y puedo decir que por el enrojecimiento en sus mejillas que lo
sabe. Debería dejarla ir pero de repente estoy desesperado por asegurarme de que
no estoy solo en este enredo. Que no soy el único que quiere hacer que este fin de
semana sea más que un adiós.
Porque supongo que será un adiós. No hay futuro para el heredero de un
imperio y una chica que simplemente quiere que la dejen sola.
Pero también quiero mostrarle que soy más que un aparente heredero de las
propiedades Price. Que hay más de lo que siento por ella que nuestro estúpido
arreglo. Y que hay más que un estúpido guión.
Así que la presiono. Solo un poco.
—Entiendes lo que digo ¿cierto? —pregunto suavemente—. Puedo tenerte de
regreso en Manhattan en unas horas, tu parte del trato está completamente
cumplido. —Pero dime que quieres quedarte.
No dice nada por varios segundos y mi corazón se empieza a acelerar en pánico
de que esté equivocado. De que tome mi oferta y se suba en el siguiente autobús
para regresar a la ciudad antes de que tenga la oportunidad de…
Mierda. Ni siquiera estoy seguro de qué es lo que quiero de ella este fin de
semana.
No es sexo. Quiero decir, no es solo sexo. Por lo menos no hasta que ella
obtenga respuestas de su imbécil ex novio. Quise decir lo que dije anoche.
Stephanie se merece respuestas.
Pero si ella y Caleb tuvieron sexo esa noche o no, ella no lo recuerda. Lo que
quiere decir que con quien sea que duerma será esencialmente su primera vez. Y
merece que su primera vez sea con alguien más que con el tipo que le pagó para
hacerse pasar por su novia.
Pero aún así, quiero que elija quedarse aquí.
Elígeme. No lo digo pero es algo que quiero.
—No quiero ir a casa. No todavía —dice tan bajo que en un principio pensé que
lo había imaginado. Pero luego ella se gira para enfrentarme, sus ojos azules brillan
con apoyo y amistad y algo más que ninguno de los dos nombraría.
Tomo su mano libre y la dirijo a mis labios. No porque alguien esté viendo.
Sino porque es lo que quiero.
—Me alegro.
El momento es sentimental como el infierno y fuera de nuestros personajes
pero ninguno se mueve por varios minutos y solo somos nosotros, las luces
reflejadas en el agua y alguna canción de Frank Sinatra tocada por la banda.
Un cambio está sucediendo y es crucial y peligroso, aún así lo quiero.
Beso su mano otra vez, dejando que mis dientes raspen ligeramente sus
nudillos sonriendo con satisfacción cuando ella contiene el aliento.
—No te atrevas a seducirme en este barco, Price —dice, alejando su mano de la
mía—. No hasta que consiga algo de ese caviar del que siempre estás hablando.
Gruño, dejando que aligerara el estado de ánimo.
—¿Nunca has probado el caviar? —digo simulando estar insultado—. ¿Qué
eres? ¿Un animal?
—Bien, entonces… —dice, dejándome entrelazar mis dedos con los suyos—…
edúcame.
Y quiero eso. De más formas que solo con caviar.
Pero cuando nos giramos hacia la dirección de la mesa del buffet, todos mis
planes salieron por la ventana cuando vi a la rubia alta viendo hacia mí con heridos
ojos verdes.
Y de pronto, no puedo respirar.
Olivia.
19
Stephanie
Traducido por Eglasi // Corregido por Loli0911
Olivia es hermosa.
No sé por qué no esperaba eso. Por supuesto que la ex de Ethan sería hermosa.
Y no solo quiero decir bonita del tipo más atractiva que el promedio. Ella es
completamente maravillosa. Sabía que era rubia pero había pensado (esperado)
que fuera de algún color platino falso. En su lugar es de un sedoso y dulce color
trigo que la hacía parecer una verdadera hija de un agricultor, pero con clase, de
una manera sofisticada. También es alta y esbelta y se ve como una de esas chicas
que han hecho ballet desde los dos años.
Agregando más insultos a la herida, sus ojos son sorprendentemente verdes y
almendrados y lo suficientemente exóticos para alejarla de ser siempre la chica
aburrida de al lado.
A su lado me sentí rechoncha, desaliñada y falsa.
Pero ese no era el por qué la odiaba.
La odiaba por la forma en que Ethan la miraba. A pesar de sus afirmaciones
solo momentos antes de que no tenía problemas en venir a esta fiesta solo, su
mirada dice otra cosa.
Tenía razón acerca de ella siendo el motivo por el cual me transformó. Podía
ser el tema de su moderna historia de Pigmalión, pero ella era la motivación.
De repente soy completamente consciente de que estaba interpretando un
papel. Que aunque creo que me estoy enamorando de él, el único motivo por el que
él está aquí es Olivia.
El aire se siente lleno de dolor. El suyo. El de ella. El mío. Y es ahora cuando me
doy cuenta de lo mucho que quiero cuidar a Ethan. Porque mi dolor pasa a segundo
plano con el pensamiento de lastimarlo.
¿Y no era este el punto de nuestra escapada? ¿Ayudarlo a atravesar esto?
No puedo alejar el dolor. Pero quizás puedo ayudar a su orgullo.
Armé una educada sonrisa en mi rostro como si no tuviera ni idea de quién era
Olivia.
—¿Ethan? —pregunto, manteniendo mi voz ligera y confundida. Como si nunca
me hubiera hablado de ella y solo fuera alguna chica delgada bloqueando mi
camino hacia el caviar.
Mi voz termina con su concurso de miradas, sin embargo a él le cuesta unos
segundos extra mirarme y mi corazón se retuerce solo un poco, incluso mientras
mantengo mi rostro en una perfecta imagen de inocente confusión.
Me mira, sus familiares ojos dorados estaban perdidos, me encontré a mí
misma apretando sus dedos de forma tranquilizadora, incluso cuando quiero
decirle que ella no vale la pena. Ethan mira hacia nuestras manos entrelazadas
como si estuviera confundido de por qué estaba tocándome, antes de que
finalmente—finalmente—consigue juntar su mierda.
—Cierto. Cierto. Um, Olivia, esta es Stephanie.
Aleja sus ojos de Ethan lo suficiente como para darme una pequeña sonrisa
fantasma. Tengo que darle crédito porque debe odiarme pero luce educada y no tan
perra considerando que estoy sosteniendo la mano del chico con el que estuvo
saliendo la mayor parte de su vida.
—Hola —dice, extendiendo su mano—. Es un placer conocerte.
Mentirosa, pienso mientras sacudo su mano, sin permitir que mi sonrisa
desaparezca. Por un momento considero preguntar cómo se habían conocido pero
eso parecía como si fuera un poco exagerado en el juego de «él nunca te ha
mencionado».
Su vestido es blanco como el mío, pero es una simple sábana en forma de
cortina que cuelga de su cuello completamente halagador y simple y me hizo sentir
como si estuviera usando un cortador de galletas en forma de vestido de dama de
honor.
—Escuché que estabas viendo a alguien —dice suavemente a Ethan.
—Sí.
Ambas esperamos a que dijera algo más. En este punto no me importa si él me
usa como segundo plato o simplemente como una excusa educada para terminar
con este incómodo encuentro; yo solo quiero que haga algo. Algo más que solo
estar ahí como un chico que está frente al amor de su vida.
Hago correr mi mano sobre su brazo.
—Hmmm, ¿quizás deberíamos conseguir algo de caviar antes de que se
termine?
Se gira otra vez para mirarme con el ceño fruncido y capto a Olivia mientras le
daba una pequeña mirada de confusión. Inmediatamente me doy cuenta de mi
error. Por supuesto que este tipo de fiesta no se quedaría sin caviar. La posibilidad
ni siquiera se atravesaría por la mente de las personas. Y yo no soy de esas
personas.
—Por supuesto —dice, dándome una sonrisa que no había visto antes. Es plana
y distante y horrible. Oh diablos, no.
Es obvio que quería quedarse e intercambiar largas miradas con su ex infiel y
sería condenada si daba a cualquiera de ellos la impresión de que lo estaba
arrastrando. No necesito una escolta de compasión hacia la mesa del caviar.
Empujé mi mano lejos de la suya, sin importarme que ese gesto se viera infantil
y obvio.
—En realidad, sostén ese pensamiento —digo, mi voz era alta y clara—. Primero
necesito usar el baño. Te veo más tarde en los huevos de pescado ¿sí?
Me alejo antes de poder disfrutar de su reacción snob ante mi bautizo del caviar
y enorgullecerme de que tampoco corrí en mi camino hacia el baño.
Incluso estoy más orgullosa del hecho de que no lloro una vez que entro, a
pesar de que el nudo en mi garganta me dice que en realidad quiero hacerlo.
Veo mi reflejo en el elaborado baño del yate por un buen tiempo. Cuando me
estoy preparando en la habitación en la que me habían puesto los Price, me siento
como la novia del chico rico. Pero después de ver a Olivia, me doy cuenta de que
entrar en su mundo no es tener el vestido correcto o el peinado o look adecuado. Es
sobre la confianza. Es acerca de convencerte de que perteneces aquí y que esa gente
a tu alrededor con toda esa ridícula opulencia te quiere aquí.
Eso es la realidad la historia de Pigmalión. Ese es el conflicto del que habla
Martin Holbrook. Porque puedes vestir bien a una prostituta pero seguirá siendo
una prostituta. La niña de las flores es solo la niña de las flores. Y un sucio
estudiante de cine es solo un sucio estudiante de cine. Incluso en un hermoso
vestido.
Aunque me siento humillada y completamente fuera de lugar, trato de verle el
lado amable. Por lo menos finalmente tengo algo de inspiración para esas escenas
finales de nuestro libreto. Quizás puedo pasar el tiempo anotando ideas en las
servilletas de coctel mientras consigo ser bombardeada por la fabulosa champaña.
Sospecho que Ethan no me necesitará como su falsa novia por el resto de la noche.
Abro la puerta intentando totalmente tomar ventaja por primera vez y
probablemente por última vez de tener acceso a la barra libre y a la comida de
gente rica, pero antes de poder poner un pie fuera del baño estoy siendo empujada
hacia atrás para volver a entrar.
—¿Qué demo… Ethan?
Azota la puerta detrás de él, bloqueándola, antes de girarse hacia mí, sus ojos
eran asesinos.
—Me abandonaste.
Esa simple declaración me dejó fuera de balance. ¿Yo lo abandoné?
—¡Pensé que no me querías ahí! —digo—. Me sentí como la quinta rueda
mientras ustedes se lanzaban miradas hambrientas.
Él tiene la decencia de verse culpable por una fracción de segundo antes de
regresar a su posesiva mirada, como si yo fuera la que hace un lio de las cosas.
—No la había visto en meses. No estaba preparado. No estaba… —se corta.
—La extrañas —digo suavemente.
Ethan frota su cuello sin verme a los ojos y por un breve momento mi pecho
literalmente duele.
—Quizás —digo tranquilamente—. Por un segundo pensé eso. Pero después que
te fuiste, no estaba pensando en Olivia. Estaba preocupado de que hubieras
cambiado de opinión y regresaras a Manhattan.
El dolor en mi pecho disminuye solo un poco.
—No haría eso —digo suavemente—. Te dije que me quedaría.
Deja salir una profunda respiración antes de que acercarse y colocar sus manos
alrededor de mis codos, empujándome más cerca.
—¿Lo prometes?
Busco su rostro, queriendo que me diga que solo soy yo a quien quiere. Que
terminó completamente con Olivia. Pero no dice eso y yo no pregunto.
Aún así no lo voy a dejar. No puedo.
—Te lo prometo —susurro.
Y luego me besa, aquí en la privacidad del estrecho baño, donde nadie puede
vernos.
Donde nadie puede vernos.
Me empiezo a dar cuenta de que hay dos tipos de besos para nosotros: los besos
actuados y los besos importantes.
Y los besos importantes son superados en número de los besos actuados.
20
Ethan
Traducido por Rincone // Corregido por Loli0911
—Ese vestido le quedaba bien a Olivia.
Cierro los ojos cuando escucho la voz de mi madre. ¿Me está tomando el pelo
con esto? Solo estoy sorprendido que mamá esperara hasta la última noche de la
fiesta en casa para hacer su movimiento.
—¿Ah sí? —digo—. No la he visto esta tarde.
Es mentira. Vi a Olivia casi de inmediato. Y no porque estuviera buscándola,
sino porque era condenadamente difícil evitar a alguien cuyos ojos tan familiares
estaban sobre ti las 24/7.
Se había quedado mirándome todo el tiempo mientras le estuve dando la
lección a Stephanie de caviar en el cóctel de la fiesta de anoche.
Me miró durante la hoguera cuando Stephanie y yo nos habíamos dado el uno
al otro los malvaviscos.
Y luego estuvo esta mañana, cuando me presenté para mi hora de salida solo
para darme cuenta que Olivia estaba en mi grupo de cuatro personas, junto con
nuestros padres. Y no había manera de zafarse de ella.
Aún tenía que decirle a Stephanie que Olivia y yo habíamos pasado ocho horas
juntos. No es como si fuera culpa mía. No lo había planeado. Pero Olivia jugaba al
golf y Stephanie no, así que… no había de otra.
Pero la verdadera razón por lo que no le había contado a Stephanie es porque la
mañana con Olivia no fue tan horrible como pensé que sería. De hecho, después de
haber dejado un poco la rigidez y rebuscado una pequeña charla en los primeros
hoyos, fue casi como si nada hubiera cambiado. Y por más que intentara aferrarme
al recuerdo de verla en los brazos de Michael, cuando los dos estábamos juntos,
intercambiando críticas de uno a otro sobre el swing del golf o ayudando al otro a
encontrar una cabellota perdida, se había sentido… bueno, familiar.
No es que quisiera volver con ella. Pero era muy consciente que hacíamos una
buena pareja en todos los sentidos que importaba. Que siempre haríamos una
buena pareja.
Me recordé que Olivia no iba saltando a los muelles con niños pequeños,
gritando durante todo el camino. Stephanie sí. Olivia no rodaba los ojos cuando
uno de los amigos borrachos de mis padres comenzaba a discutir los matices de las
diferentes épocas. Olivia no se arremangaba sus pantalones y se sumergía en un
muy competitivo juego de croquet con los hombres de la fiesta, terminando por
encantarles a todos.
Olivia no me sobresaltaba con sonrisas inesperadas. No hacía que mi corazón
latiera.
Stephanie sí.
—Parece que Stephanie se está adaptando a nuestro pueblo —dice mi madre,
tomando un sorbo de su vino pinot grigio.
Yyyyyyyy eso es suficiente.
—Mamá —digo con simpleza—. Eres una snob.
Mi madre toma una brusca inhalación, pero mis ojos nunca dejan el lugar en
donde está Stephanie hablando animadamente con mi padre y uno de sus muchos
contables. Mi padre, a quien Stephanie acompañó a pescar el día de hoy. Mi novia
fue a pescar con mi padre.
O mi novia falsa. Ya no sé si la distinción sigue siendo válida. No estoy seguro
de si incluso me importa.
—Ethan —dice mi madre, su voz sonando exasperada más que ofendida—.
¿Qué te ha pasado?
Echo un vistazo alrededor de la carpa alumbrada con velas que estaban puestas
en la gala de la playa. Tal vez sea femenino pensar en esto, pero siempre ha sido
una de mis partes favoritas de las fiestas en casa de mis padres. Después de un fin
de semana de tomar el sol e ir en barco y hacer deporte, siempre se veía como el
final perfecto para el fin de semana.
Pero esta noche se siente un poco pasada, y me preocupa por si tiene algo que
ver con el riesgo de incendio por tener tantas personas rodeadas por cientos de
velas en una tienda de tela. Por no hablar que es la misma cosa que hicieron el año
pasado. Y el anterior.
Nunca he pensado demasiado en las diferencias entre tradición y monotonía,
pero ahora encuentro que no puedo pensar en otra cosa.
—Sabes lo que me pasó —digo, respondiendo tardíamente a la pregunta de mi
madre.
—Ethan, ella es una muchacha bonita, y lo suficientemente agradable, ¿pero
estás seguro de que no está…?
—¿No está qué?
—Bueno, yendo tras tu dinero. Nuestro dinero.
El pensamiento es demasiado increíble incluso para comprenderlo, y de
repente estoy deseando poder mostrarle a mi madre una foto de cuando vi a
Stephanie por primera vez, sus botas de mercadillo y cabello sin peinar. Me
gustaría poder mostrarle como tuve que arrastrar a la chica a ir de compras.
—Mamá, no creo que ella quiera tener nada que ver con nosotros.
—Solo estoy preocupada que no estés pensando con claridad. ¿Has pensado en
cómo debe ser para Olivia, ver como coqueteas con una extraña?
¿Una extraña?
Y de repente no puedo recordar por qué he hecho nada de esto. Por qué le he
escondido la verdad a mi madre, o me preocupaba lo que Olivia pudiera pensar.
—Olivia me engañó, mamá.
Se queda callada, y sé que por dentro su preocupación materna está luchando
con la imagen de la sociedad, por no hablar de cómo debe de sentirse al
escucharme acusar a Olivar de la misma cosa de la que ella es culpable.
—¿Estás seguro? —pregunta—. Las líneas no siempre están claras, Ethan,
especialmente cuando eres joven.
—Había una línea. Ella la cruzó. Con Michael.
—¿Michael?
No creo que haya sido mi imaginación que su voz subió una octava, de calmada
a nerviosa.
—Sí. Mi mejor amigo se lo estaba haciendo a mi novia. Los encontré.
Se queda en silencio por unos segundos.
—¿Cuándo?
Aquí está: mi oportunidad de irme y dejarlo atrás. O mi momento de ser claro,
no para juzgarla, sino porque no podemos seguir así, con ella ocultándolo y yo
pretender permitírselo.
—El mismo día que te vi con Mike.
Es como si una bomba hubiera estallado, pero solo nosotros nos diéramos
cuenta. Ella no se mueve, pero puedo sentir su pánico.
—Ethan, permíteme explica…
—No tienes que explicármelo, mamá. No a mí. ¿Pero a papá?
Deja escapar un suspiro tembloroso.
—¿No se lo has dicho?
Tomo un sorbo de mi cóctel demasiado dulce que agarré de la barra y me
encojo un poco de hombros.
—No es mi secreto para contar. Peso esto él tiene que saberlo.
—Es demasiado complicado, Ethan.
Me pone una implorante mano sobre mi brazo, pero me lo sacudo de encima.
—Estoy seguro que lo es, pero no quiero ni necesito los detalles. Solo necesitaba
que supieras que lo sé.
Mamá me da una leve inclinación de cabeza.
—Gracias por no odiarme.
Doy un respiro y me quedo mirando hacia el suelo por un segundo, siendo
incapaz de mirarla.
—Eres mi madre. No te odio, y estoy tratando con ello. Pero tienes que dejar ir
lo de Olivia, ¿de acuerdo? Una aventura amorosa en mi vida personal es suficiente.
No puedo hacerle frente a dos.
—Ethan… —Ahí no hay ninguna disculpa, pero asiento con la cabeza para
demostrarle que lo entiendo. Entonces me marcho.
Con el tiempo tendremos que hablar, pero ahora no es el momento de entrar en
ello. Demonios, este no era ni el momento de haberlo sacado a colocación. Pero
había estado viendo a Stephanie, pensando que me sentía más en paz de lo que me
había sentido en mucho tiempo, y simplemente tuve que dejarlo salir.
Por supuesto, en la habitación hay otro elefante igual de enorme en forma de
mi ex novia.
Y ya llegaría a eso.
Pero por ahora…
Me muevo detrás de Stephanie, sin tocarla, solo lo suficientemente cerca como
para respirar un poco el picante aroma de su perfume. Creo que no podré cansarme
nunca de verla en sus vestidos, pero me ha superado esta noche. Porque esta
noche… esta noche tiene escote. No un escote tipo estrella del porno, nada tan de
mala calidad, sino solo lo suficiente para dejarle saber al mundo—está bien, al
mundo macho—que tiene unas tetas realmente impresionantes.
Ella me pilla mirándola y me da un pequeño guiño, y entonces lo sé… se lo ha
puesto para mí.
—Desde el primer día supe que eras un mirón —dice ella desde la comisura de
su boca, lo suficientemente bajo para que solo yo pueda escuchar.
—¿Qué puedo decir? Estoy hechizado —le digo, levantando una mano para
tocar con un dedo su labio inferior, aunque esa no sea para nada la parte de ella
que quiero tocar. O por lo menos no la única parte.
Su respiración de traba un poco, y las personas que nos rodean tienen el buen
sentido de alejarse de nosotros.
Me da una risita nerviosa y hace como si estuviera mirando todo el entorno de
lujo.
—Tus padres han sido unos muy buenos anfitriones.
Asiento sin dejar nunca los ojos de Stephanie.
—Este es el final del fin de semana, excepto por la comida informal de
despedida de mañana. Valoramos decir adiós con estilo.
El azul brillante de sus ojos se atenúan ligeramente, y me doy cuenta que ha
malinterpretado mis palabras. Que piensa que es a ella a quien le estoy diciendo
adiós.
Y entonces me doy cuenta que no quiero eso. De ningún modo.
Le extiendo una mano.
—Camina conmigo.
No le digo a dónde. Ella tampoco pregunta. Solo pone su mano en la mía y me
deja guiarla. Pasamos gente que he conocido durante toda mi vida. Pasamos a mi
madre, cuyos ojos están resignados. Pasamos a Olivia, cuyos ojos no lo están.
Nada de eso importa. Solo Stephanie.
Llegamos a la orilla del patio pavimentado de mis padres y me detengo lo
suficiente para quitarnos nuestros zapatos, dejándolos en una pila mientras me
enrollo mis pantalones.
Tomo de nuevo su mano, llevándola hacia el agua. Ni siquiera estoy seguro de a
dónde vamos o por qué, todo lo que quiero es estar a solas con ella. Y no quiero una
audiencia.
Irónico, ya que el punto entero de todo esto era precisamente tener una
audiencia.
A pesar de que estoy usando un traje y ella un vestido que no es exactamente
largo, nos encontramos sentados en la arena, con nuestros pies justo al borde del
alcance de las olas.
Su espalda se presiona contra mi pecho, con mis piernas a cada lado de las
suyas, y se siente como lo más natural del mundo envolver un brazo alrededor de
ella, mi brazo sobre su cintura y mi mano en su cadera.
De vez en cuando el aire tira su cabello sobre mi cara y no me molesta en lo
más mínimo.
Stephanie inclina la cabeza sobre mi hombro antes de dejar escapar un
tembloroso suspiro.
—Mi padre se volvió a casar seis meses después de que mi madre falleciera.
Cristo. ¿Seis meses? Pero no digo nada, dejando que hable.
—La peor parte fue que no lo vi venir. Quiero decir, creo que alguna vez
escuché el nombre de Amy aparecer un par de veces mientras él trataba de entablar
conversación sobre las cenas quemadas que él nos había hecho a los dos. Pero en
ese momento, yo era como los muertos vivientes. Ni siquiera me molesté en romper
con Caleb. Sencillamente… terminamos. Apenas recuerdo el funeral de mi madre, y
entonces mi padre me estaba llevando a otro jodido estado sin poder siquiera
graduarme con mis amigos…
Cambio ligeramente nuestra posición, sentándome más recto para que así
pueda apoyarse mejor. Enroscándome a su alrededor. Protegiéndola.
—Sé que piensas que solo estoy envidiando la felicidad de mi padre. Diablos, tal
vez lo haga un poco. Yo aún tenía la garganta adolorida, y allí estaba él, avanzando
en su vida unos pocos meses después de enterrar a su esposa. Y tendrías que ver
una foto de mi madre y Amy lado a lado para entenderlo. Ellas podrían pasar por
hermanas. Tal vez como gemelas. Él no estaba tratando de superar lo de mamá.
Trataba de reemplazarla. Y después de que se casaron, fue como si la primera parte
de mi vida nunca hubiera existido.
Froto mi barbilla contra su cabello, tratando de imaginar lo que es perder una
madre a los dieciocho. Y no solo perder una madre, sino observarla
desvaneciéndose lentamente, probablemente dolorosamente, y luego no estar ahí
en el momento final. Tener que saber por el tipo que drogó tu ron con coca-cola que
tu madre ha muerto.
La pieza que faltaba de Stephanie encaja en su sitio. Lo espinosa, el cónico ceño
fruncido, la actitud, solía pensar que esos eran solo el resultado de la ira con el
mundo, pero ahora estoy pensando que es algo mucho más desgarrador que eso.
Solo se trata de autoprotección. Perdió a su madre y a su novio, y de alguna forma
perdió a su padre, en el lapso de unos pocos meses.
No es de extrañar que pasara de adolescente sonriente a gótica odiadora del
mundo.
La beso en la oreja, preguntándome como podría asegurarle que no tenía que
volver a ser cautelosa. Que debería permitirse confiar en alguien. Que solo porque
las fuentes primarias de su vida desaparecieran no quiere decir que no hayas otras
fuentes allí.
Y que yo quería ser una.
Se retuerce un poco, y sé que está nerviosa por su espontánea confesión, así
que recorro con mis manos de arriba abajo sus brazos, manteniendo el toque suave
y fácil mientras le doy una de mis propias confesiones.
Le digo que extraño a Michael. Pudo haberme traicionado, pero es mi mejor
amigo, y estoy dividido entre el pensamiento de perdonarlo y el pensamiento de
que no necesito «amigos» que se acuesten con mi novia.
Le cuento de haber confrontado a mamá, y de lo asustado que estoy de que mis
padres no sepan cómo resolver las cosas.
Juntos, discutimos sobre la infidelidad, y como siempre pensamos que era un
blanco o negro, pero que tal vez es más complicado que eso, porque parece ser todo
lo que nos rodea. Olivia y Michael. Mi mamá y el mayor Mike. David. Incluso su
padre, en el sentido de que no le fue leal a la memoria de su madre por mucho
tiempo.
Pierdo la noción del tiempo que hablamos, acurrucados allí en la playa,
llenando nuestros trajes de noche de arena e ignorando por completo los distantes
sonidos de la fiesta de mis padres mientras el ruido flota hasta el agua.
Pero incluso en medio de nuestra sesión de confesiones querido-diario, incluso
cuando soy vagamente consciente de que nunca he hablando tanto con nadie—ni
siquiera con Olivia—no digo las cosas que importan.
No le digo cómo me siento, por miedo a que no se sienta de la misma forma.
No le pregunto qué va a pasar cuando nuestro guión esté hecho y ella se vaya,
porque tengo miedo de la respuesta. Miedo a que lo que estamos experimentando
ahora sea el resultado de la atípica situación en la que nos hemos puesto, y que no
sea algo para largo plazo.
Pero tampoco le digo adiós.
Porque no creo que pueda soportarlo.
21
Stephanie
Traducido por Eglasi // Corregido por Loli0911
He estado en la cama por casi una hora y he perdido la cuenta de cuánto
tiempo he estado viendo mi teléfono. He perdido la cuenta de las veces que he
releído el mismo correo.
No había tenido mi teléfono conmigo cuando fui a la fiesta y el correo llegó en
algún momento durante las horas en las que Ethan y yo estuvimos hablando
sentados en la playa.
A regañadientes pongo mi teléfono a mi lado en la mesa de noche. De todos
modos lo tengo todo memorizado. Pero había solo una línea que me tiene
pensando.
Sin embargo sé que no es excusa para lo que te hice, tienes que saber que
nunca podría tomar ventaja de ti de esa forma. Nunca dormimos juntos,
Stephanie. Pensé que lo sabías y lamento no haberlo dejado claro.
Bueno, santa mierda. Soy virgen.
El resto del correo de Caleb es más o menos mierda. Un montón de efusivas
disculpas acerca de cómo él no fue quien en realidad puso esa mierda en mi bebida
pero que él no había «intentado lo suficiente» para mantenerme alejada de ella.
Que sus amigos nunca quisieron que algo sucediera, solo pensaron que podía
«perderme».
Porque esa es justo la manera en la que cada chica espera llegar al límite
cuando su mamá está muriendo. Perdiendo completamente el conocimiento.
Él incluso afirmó que no fue quien me quitó la ropa. Que yo había estado
divagando incoherentemente acerca de estar caliente y que me había quitado la
ropa antes de que hubiera alegado que ahora tenía frío arrojándome en su cama,
donde aparentemente se la pasó observándome toda la noche.
Existe la posibilidad de que, por supuesto, esté mintiendo. Pero no creo que lo
estuviera haciendo. Quizás pudo haber caído temporalmente en una brutal
multitud pero recuerdo a Jordan diciéndome que Caleb limpió completamente ese
acto después de que mi madre muriera. Me dijo que él quería estar ahí para mí pero
que yo no se lo permitía.
Eso es malditamente cierto, no lo dejé. No había respondido ninguna llamada
perdida o mensaje de texto, y había docenas.
Pero ahora estoy pensando acerca de lo que Ethan dijo más temprano acerca de
tratar de perdonar a Michael.
No sé si puedo perdonar a Caleb. Solo no puedo. El tipo sigue siendo una
mierda por dejar a su novia o a cualquier chica en esa situación. Él no consiguió
una maldita medalla por no violarme cuando estaba tan sobrepasada con las
drogas.
No podía perdonar. No todavía. Pero puedo seguir adelante.
Y sé exactamente cómo quiero seguir adelante.
Giro fuera de la cama y me dirijo al espejo, agradecida de que el estatus como
novia de Ethan me diera acceso a una de las habitaciones con baño privado.
Miro mi reflejo.
No es genial.
La humedad hace que mi cabello esté más esponjado de lo normal, sin
mencionar que los dedos de Ethan lo provocaron cuando me besó fuera de la
habitación. Y después de leer el correo había estado completamente en shock como
para quitarme el maquillaje apropiadamente. Considerándolo todo, no me veía
sexi.
Rápidamente lavo mi cara, debatiéndome si volver a aplicar maquillaje antes
de darme cuenta de que es una idea ridícula ya que es la una de la madrugada. No
había nada que pudiera hacer con mi cabello sin haberlo lavado y secado así que
esperaba que él interpretara el desastre como sexi en lugar de pordiosera.
La realidad de lo que voy a hacer me golpea mientras me lavo los dientes. Me
voy a meter en la cama de Ethan Price.
Y estoy muy segura de que me querrá esta noche.
Pero, ¿y mañana?
El pensamiento retuerce mi estómago mientras me doy cuenta de que a pesar
de la cercanía entre nosotros este fin de semana, no hemos tenido una charla acerca
del mundo real. No hemos hablado del mañana o de los días después de hoy.
Si fuera cualquier otra situación, podríamos permanecer como hasta ahora. De
cualquier manera todos piensan que estamos saliendo; nadie más necesita saber
que solo hasta hace poco se ha vuelto real. Pero ahora nos habíamos visto
atrapados en la historia de Pigmalión. Quizás no seguiré pretendiendo acerca de mi
relación con Ethan pero estoy pretendiendo que soy una chica de sociedad. Y no
voy a poder seguir haciéndolo por siempre.
La pasta de dientes de menta no hace nada para remover el sabor amargo de mi
boca por el miedo real de que lo que sea que Ethan siente por mí no tiene nada que
ver con la Stephanie Kendrick que él conoció y tiene todo que ver con la Stephanie
Kendrick que él creó. Quiere a la Steffie Wright y yo dejé de ser esa chica cuando
tenía dieciocho.
Diablos, el tipo ni siquiera sabía que solía voltear por el nombre de Steffie, o
que adopté el nombre de soltera de mi madre, Kendrick, solo para joder a mi padre
después de que se casara con Amy.
Escupo y tomo una profunda respiración, empujando mis dudas a un lado.
Ethan me conoce de la manera en que importa. Tengo que creer eso. Él no hubiera
podido tenerme o confiar en mí o haberme besado si no fuera así.
Con la mente clara, abro la puerta tan silenciosamente como puedo, esperando
por Dios recordar correctamente cuál es la habitación de Ethan. Siempre me había
imaginado «casas de verano» como casas de campo o tipo cabaña pero esta era una
maldita mansión. La mayoría de los invitados de la fiesta tenían acceso a su propio
hospedaje en los Hamptons (naturalmente), pero el resto está aquí. De alguna
manera imagino que no podrían apreciar que una chica universitaria llamara a su
puerta y se metiera de manera furtiva en su habitación en medio de la noche.
Paso silenciosamente por el pasillo en dirección a la habitación de Ethan,
contando mentalmente las puertas. Una, dos… cinco… gira a la derecha…
Me detengo en frente de la primera puerta a mi izquierda, mi mano
revoloteando sobre el pomo.
Y luego la abro.
22
Ethan
Traducido por LoreLlerena // Corregido por Mais020291