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ANÁLISIS DESDE EL MODELO TRAUMATOGÉNICO DE LAS CARACTERÍSTICAS


GRÁFICAS ASOCIADAS A AGRESIONES SEXUALES INFANTILES EN LAS PRUEBAS
DIBUJO DE LA FIGURA HUMANA Y PERSONA BAJO LA ....

Chapter · January 2014

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ANÁLISIS DESDE EL MODELO TRAUMATOGÉNICO DE LAS CARACTERÍSTICAS GRÁFICAS
ASOCIADAS A AGRESIONES SEXUALES INFANTILES EN LAS PRUEBAS DIBUJO DE LA FIGURA
HUMANA Y PERSONA BAJO LA LLUVIA A PARTIR DE DOS CASOS DE NIÑOS PRESUNTAS
VÍCTIMAS DE AGRESIÓN SEXUAL

Paulina Araya, Claudia Hernández

Resumen

En el presente artículo se realizó el análisis de dos casos; de un niño y una niña


presuntas víctimas de agresiones sexuales en el contexto de una evaluación
psicológica pericial, a través de las pruebas de Dibujo de la Figura Humana y
Persona Bajo la Lluvia. Se realizó la identificación de las características gráficas y
su significación psicológica asociada, la que luego se utilizó para establecer una
vinculación teórica con el Modelo de las Dinámicas Traumatogénicas de Finkelhor
(1988); permitiendo relacionar los resultados de este análisis con la identificación
de elementos de daño en el contexto forense.

Palabras clave: agresiones sexuales, técnicas gráficas, Test de Persona Bajo la


Lluvia, Test de Dibujo de la Figura Humana, Modelo Traumatogénico de Finkelhor,
psicodiagnóstico, evaluación de daño.

Definición del problema, tema a abordar y su relevancia

Las agresiones sexuales representan un fenómeno altamente complejo, que se


inserta dentro de la realidad social de manera abrupta e insospechada, dejando en
las personas afectadas un alto impacto en diversos ámbitos de su vida. Se estima
que esta realidad posee elevadas cifras de victimización, sobretodo en menores
de 12 años; donde un 59,8% de denuncias corresponden a este grupo (Centro de
Asistencia a Víctimas de Atentados Sexuales [CAVAS], 2003).

En este contexto, cabe destacar que un amplio número de estos niños, dadas sus
características evolutivas, presenta dificultades para identificar lo que ocurre y así
poder relatarlo. Son especialmente los más pequeños quienes presentan mayores
complicaciones para comunicar lo vivenciado, debido a que poseen menos
herramientas a nivel lingüístico para explicar lo ocurrido. Lo anterior provoca que
al momento de realizar una evaluación forense, los profesionales obtengan un
testimonio breve, o bien la ausencia total de él; condiciones que imposibilitan su
análisis y representan un gran desafío para la detección certera de la ocurrencia
de dicha experiencia y por lo tanto, del daño que puede asociarsele. En este
sentido, la tarea apunta a la utilización de técnicas válidas que complementen la
evidencia, con el propósito de que el psicólogo forense cuente con mayores
herramientas, que le permitan emitir un pronunciamiento respecto a la existencia
de una relación entre la experiencia abusiva y el daño que se observa.

De este modo, en el marco de la psicología jurídica, se han desarrollado diversos


estudios nacionales que muestran la capacidad de algunas pruebas proyectivas
para diferenciar poblaciones de víctimas de agresiones sexuales de otras sin
sospecha de abuso. Sin embargo, las pruebas han presentado problemas relativos
a la validación científica en cuanto a su confiabilidad (Opazo y Rivera, 2009). Lo
anterior cobra gran relevancia en los contextos judiciales, en los cuales existe una
demanda creciente hacia los profesionales psicólogos, exigiendo que estos
cuenten con referentes científicos y objetivos que sustenten y fundamenten su
quehacer como especialistas (Navarro, 2010).

A raíz de lo anterior, el problema que pretende abordar este artículo tiene relación
con la carencia de herramientas psicodiagnósticas validadas científicamente para
estos contextos, las que puedan constituirse como un apoyo al trabajo de los
psicólogos forenses, quienes deben identificar la relación entre la vivencia de
victimización sexual y el daño que esta provocó.

A modo de contribuir en esta tarea, la presente monografía surge en el marco de


un proyecto de investigación desarrollado por académicos de la carrera de
Psicología de la Universidad de Chile, encabezados por la profesora Carolina
Navarro, quienes buscan aportar en la validación de técnicas psicológicas útiles
para detectar tempranamente una agresión sexual y la evaluación de daño en las
víctimas, considerando que a futuro puedan representar un respaldo para el
trabajo de psicólogos en el contexto forense. Dicha investigación lleva por nombre
“Estudio de validez del uso diagnóstico de pruebas gráficas y narrativas en la
evaluación psicológica de niños, niñas y adolescentes víctimas de agresión
sexual”, siendo posible a partir del proyecto, acceder a la muestra de los dibujos a
analizar en este trabajo.

La monografía pretende, en este sentido, construir una pauta de análisis de las


pruebas de Dibujo de la Figura Humana y Persona Bajo la Lluvia, para
proporcionar material interpretativo, permitiendo un análisis estandarizado de
ambas y brindando los elementos pertinentes para estudiar el valor adicional que
proporciona aplicar estas pruebas de manera conjunta en la identificación de daño
en el contexto pericial. En esta línea, también se espera dar valor complementario
al incluir de manera acotada –mediante dos pruebas gráficas– el concepto de
batería psicodiagnóstica, el que ha sido escasamente abordado en investigaciones
anteriores.

Es así como este artículo aspira ser una aproximación al análisis de las pruebas
combinadas en la identificación de daño en el contexto forense. De este modo, a
través de las interpretaciones psicológicas de las características gráficas
encontradas en cada dibujo, y su posterior vinculación con el Modelo
Traumatogénico de Finkelhor (1988), se pretende analizar qué aspectos se
corresponden con la teoría del daño más frecuentemente utilizada en la realidad
nacional.

Marco referencial

Algunas consideraciones acerca de las agresiones sexuales infantiles

Las agresiones sexuales infantiles se definen según Kempe (1978, en Barudy


1998), como una acción que involucra a un niño, niña o adolescente en
actividades sexuales ejercidas por adultos que buscan principalmente su propia
satisfacción, aprovechándose el agresor de la inmadurez psicológica y la
dependencia de sus víctimas, lo que le impide al niño o niña comprender el
sentido de estas actividades, imposibilitándolo para dar su consentimiento. Dichos
actos son impuestos bajo presión, a través de la seducción o violencia, y tienen el
carácter de ser inapropiados para su edad cronológica y desarrollo psicosexual.
En consecuencia, una agresión sexual hace referencia a un uso abusivo e injusto
de la sexualidad (Barudy, 1998), en el que se ven involucrados los conceptos de
coerción –uso de la fuerza física o engaño– y de asimetría de edad (Cantón y
Cortés, 2000; Echeburúa y Guerricaechevarría, 2005).

Según Soria (2002, en Ministerio Público de Chile [Minpúblico], 2010) la agresión


sexual puede ser categorizada según su frecuencia y vínculo: delito de impacto y
episódico único o de desarrollo prolongado. El primero ocurre durante un periodo
relativamente breve y los procesos de valoración cognitiva y de afrontamiento se
generan cuando ha cesado el evento negativo. En estos casos, la víctima no tiene
un vínculo de cercanía previo con el abusador –pertenece al ámbito extrafamiliar–.
Generalmente utiliza la fuerza para someter a la víctima y suele ser una
experiencia única y violenta, afectando en mayor porcentaje a adolescentes o
adultos (Barudy, 1998; Escaff, 2009). En el delito de desarrollo prolongado o
crónico, el agresor manipula el vínculo a través de la utilización del poder que le
confiere su rol, transgrediendo sucesivamente los límites, imponiendo la dinámica
del secreto, lo que puede ocasionar una revelación tardía y que se mantenga la
agresión de manera crónica (Barudy, 1998; Escaff, 2009). La evaluación de la
experiencia y el afrontamiento de la situación se producen mientras dura la
agresión. Este tipo de dinámica se asocia a una alta cifra negra debido a la
relación preexistente entre la víctima y el agresor –conocido o intrafamiliar–.

A partir de lo anterior, se pueden caracterizar las agresiones sexuales como un


fenómeno altamente complejo y heterogéneo, que afecta múltiples áreas del
desarrollo de un niño, niña y adolescente en su natural crecimiento (Capella,
2011). Según cifras de la Organización Mundial de la Salud ([OMS], 2010), un
20% de las mujeres y entre un 5 y un 10% de los hombres a nivel mundial han
sufrido abusos sexuales en la infancia.

Respecto de la realidad chilena, según estudios realizados por la Unidad de


Delitos Sexuales de la Fiscalía Nacional (2011), durante el año 2010 se realizaron
alrededor de 18 mil denuncias por delitos sexuales, las cuales representan el 1,4%
dentro del universo total de ingresos. Cabe destacar que, desde el año 2000 hasta
fines del 2010, ingresaron 112.109 denuncias correspondientes a este delito; el
98% corresponde a abuso sexual y a violación, mientras que el 2% son denuncias
por pornografía infantil, explotación sexual y trata de personas con fines de
explotación sexual. Del total de estas denuncias, el 70% de los afectados son
niños y niñas.

Consecuencias de las agresiones sexuales

La agresión sexual es un suceso traumático biopsicosocial que puede producir


efectos psicológicos negativos a corto y largo plazo (Echeburúa y
Guerricaechevarría, 2005). No obstante, la significación de esta experiencia estará
mediada por diversos factores, tales como el funcionamiento psicológico previo de
la víctima, características propias del hecho delictivo, el vínculo con el agresor,
tipo de delito, la frecuencia y cronicidad, y la reacción de la familia ante la
develación (Soria, 2002, en Minpúblico, 2010).

En las agresiones sexuales no es posible afirmar la existencia de una constelación


exclusiva de síntomas, así como tampoco un síntoma patognomónico que facilite
la detección de aquellos niños que han sido vulnerados (Cantón y Cortés, 2000;
Minpúblico, 2010).
Sin embargo, existe consenso en asociar las conductas sexualizadas y el conjunto
de síntomas que constituyen el estrés postraumático como consecuencias
frecuentemente asociadas a una agresión sexual (Salgado, Chía, Fernández,
Navarro, Valdés, 2005). Se han descrito algunos efectos que pueden presentarse
en los niños en etapa escolar (desde los 6 años en adelante), no obstante, estos
síntomas no son exclusivos de las agresiones sexuales y pueden presentarse en
otro tipo de situaciones, sin embargo, se describen como representativos los
problemas a nivel intrapsíquico (depresión), dificultades en la expresión y
modulación de conductas (agresión y desórdenes comportamentales), conductas
sexualizadas, miedos, pesadillas, baja autoestima, hiperactividad, efectos en el
funcionamiento cognitivo y problemas escolares, entre otros (Minpúblico, 2010).

Uno de los modelos teóricos más utilizados para explicar la sintomatología


vinculada a la agresión sexual es el modelo traumatogénico de Finkelhor (1980).
Este propone que las consecuencias del abuso sexual pueden entenderse sobre
la base de cuatro factores causantes: sexualización traumática, traición,
indefensión y estigmatización, los que son denominados en conjunto como
dinámicas traumatogénicas, y provocarían en el niño una desorientación
emocional que irrumpe sobre su conocimiento del mundo, causando distorsiones
en su autoestima, visión de mundo y capacidades afectivas.

En primer lugar, se habla de sexualización traumática cuando las condiciones del


abuso sexual moldean de manera inapropiada el normal desarrollo de la
sexualidad del niño, presentándose alteraciones o disfunciones en este ámbito.
Luego, la dinámica de la traición implica reacciones de tristeza cuando los niños
descubren que alguien en quien confiaban les ha causado daño. Esta dinámica no
solo genera consecuencias sobre la imagen del agresor, sino que también se
manifiesta desconfianza, hostilidad y aislamiento sobre su entorno y en las
relaciones con terceros. Por otro lado, la dinámica de la indefensión es entendida
como el miedo y la ansiedad que se asocian a sentimientos de incapacidad del
niño en el control de eventos externos, condicionando su voluntad y actuar,
disminuyendo su sentido de autoeficacia. Finalmente, la dinámica de la
estigmatización corresponde al proceso en el que los niños, luego de la agresión
sexual, se aíslan por culpa, por vergüenza y por sentirse diferentes a sus pares
(Finkelhor, 1980).

Cabe destacar, que esta descripción corresponde a lo indicado por el autor, por lo
tanto atañe a un modelo teórico que es posible utilizar como un referente, como
una guía y no de forma determinante. De este modo, no siempre será posible
encontrar estas dinámicas de la forma descrita, así como tampoco es probable
que estén presentes cada una de las cuatros dinámicas traumatogénicas en la
persona que ha sido afectada por un delito de estas características.

Evaluación de daño a través del psicodiagnóstico

Entre las solicitudes que reciben los peritos psicólogos por parte de Fiscalía, se
encuentra la evaluación de daño psicológico asociado a los hechos investigados.
Consiste en la evaluación de lesiones psíquicas, secuelas emocionales y sociales
producidas en una víctima como consecuencia de un suceso traumático o por un
delito, al margen de otras experiencias. Lo anterior se hace con el fin de descartar
o confirmar la presencia de indicadores sintomatológicos que sean atribuibles a
experiencias de victimización sexual y, en el caso de que esta se encuentre
presente, establecer y demostrar el nexo causal entre el suceso investigado y el
daño psicológico asociados a él (Minpúblico, 2010).

Para estos fines, el psicodiagnóstico se instala como una valiosa herramienta de


apoyo, ya que facilita la exploración del mundo interno del evaluado. El proceso
psicodiagnóstico contempla la administración de pruebas, entrevista clínica,
análisis de la observación conductual y documentos sobre el evaluado (Cohen y
Swerdlik, 2001, en Saborío, 2005).

Dentro de los procedimientos administrados se destaca el uso de las pruebas


gráficas, debido a que el acto de dibujar se constituye como una de las actividades
lúdicas más atractivas para los niños y niñas (Hammer, 2006, en Opazo y Rivera,
2009); además, permite acercarse a la visión que tiene el niño sobre sí mismo, los
otros y el mundo, ayudando a comprender sus vivencias y problemáticas,
permitiendo acceder a sus recursos y modo de funcionamiento habitual
(Minpúblico, 2010).

A su vez, las pruebas gráficas actúan como un elemento de contraste con lo


observado en la entrevista y en la carpeta investigativa, por lo que resultan
pertinentes y útiles para la obtención de información complementaria (Salgado, et
al., 2005; Minpúblico, 2010). De este modo, pueden ser utilizadas como un apoyo
para la comprobación o para descartar los supuestos, y no como un instrumento
que por sí solo corrobore la existencia de indicadores patognomónicos de daño
vinculados a una experiencia de victimización sexual (Minpúblico, 2010).

Pruebas gráficas

Las pruebas utilizadas en el presente trabajo son el Test de la Figura Humana y la


Persona Bajo la Lluvia. Ambas suelen ser parte de la batería psicodiagnóstica
utilizada para la evaluación de daño de quienes han sido víctimas de este delito,
en el ámbito del peritaje psicológico (Olea y Rivera, 2007, en Opazo y Rivera,
2009). Los dibujos, por medio de la combinación de la motricidad y de los
procesos cognitivos, transmiten características de la personalidad, dejando un
testimonio visible (gráfico) del funcionamiento psicológico individual (Febbraio,
2006).

De este modo, las pruebas gráficas permiten acceder a las vivencias de aquellos
niños que son muy retraídos o que no pueden verbalizar lo ocurrido, facilitando la
elaboración verbal y pudiendo, incluso, entregar datos respecto a la victimización
(Sename, 2004, en Blanco y Rojas, 2008). Así, los resultados que arrojan las
pruebas aplicadas pueden ser relevantes al momento de determinar cuáles han
sido las consecuencias de la experiencia abusiva (Capella, Contreras, Guzmán,
Miranda, Núñez y Vergara, 2003).

En estas pruebas puede evaluarse el dibujo realizado en términos de estructura,


es decir, considerar las características gráficas esperadas en cada etapa
evolutiva; según su calidad –detalles pocos comunes, omisiones o por adición de
elementos– y por su contenido (Hammer, 1997). Asimismo, se analizan los
recursos expresivos tales como la dimensión del dibujo, emplazamiento, trazo,
presión, tiempo, secuencia, movimientos y sombreados (Hammer, 1997).

Por otra parte, durante la administración de cada prueba, se registra la actitud de


quien realiza el dibujo, sus comentarios, el tiempo que tarda en terminar la tarea y
la secuencia en que se dibuja (Querol y Chaves, 1997).

Test de Dibujo de Figura Humana (DFH)

Esta prueba proyectiva gráfica fue creada en 1949 por Karen Machover (Opazo y
Rivera, 2009). Mediante ella la persona moviliza aspectos de su personalidad en
relación a su autoconcepto e imagen corporal. Esto porque el dibujo de una
persona ofrece un medio natural de expresión de las necesidades y conflictos del
propio cuerpo (Goodenough, 1951), entonces el objetivo de dicha prueba apunta a
obtener la imagen corporal que la persona tiene de sí misma.

La consigna que se le solicita al evaluado es que dibuje “a una persona lo más


completa posible”. Así, la persona dibujará a partir de sus referentes de apoyo –
figuras externas–, seleccionando los atributos con los que graficará su dibujo
(Godenough, 1951). De este modo, cuando el niño dibuja no lo hace de acuerdo a
lo que ve, sino que expresa lo que sabe al respecto; dibuja, inconsciente o
conscientemente, sobre su sistema completo de valores psíquicos (Goodenough,
1951).

Machover (1949, citada en Opazo y Rivera, 2009) descubrió que los aspectos
formales del dibujo, como el tamaño, el trazo y la ubicación, se mantienen estables
en el tiempo, por lo que las características reflejadas en el dibujo darían cuenta de
la estructura de personalidad del sujeto. En este sentido, el dibujo puede
evaluarse en términos de estructura, es decir, considerar las características
gráficas esperadas en cada etapa evolutiva; según su calidad –detalles pocos
comunes, omisiones o por adición de elementos–; y por su contenido (Koppitz,
1991, en Opazo y Rivera, 2009).

Test de la Persona Bajo la Lluvia (PBLL)

No existen antecedentes certeros que den cuenta de quién fue su creador o


creadora, ya que según Hammer (1997), esta prueba habría sido transmitida por
vía oral a través del tiempo.

La PBLL consiste principalmente en una prueba proyectiva gráfica, la que


pretende obtener la imagen corporal del sujeto enfrentado a condiciones
desagradables y tensas, siendo la lluvia el agente perturbador que propicia la
aparición de defensas en el individuo (Querol y Chaves, 1997; Hammer, 1997).
Con este propósito, se le solicita al evaluado que dibuje “una persona bajo la
lluvia”, sin otorgar otra instrucción.

La interpretación de la prueba puede ser dividida en tres categorías de análisis,


según lo propuesto por Querol y Chaves (1997). El análisis del dibujo mismo, que
considera, orientación (espacial) de la persona, postura, borraduras, repaso de
líneas, tachaduras líneas incompletas, detalles accesorios y su ubicación,
vestimenta, paraguas como defensa, reemplazo del paraguas por otros elementos,
partes del cuerpo, identidad sexual, y reemplazo del dibujo. Las expresiones de
conflicto en el dibujo, que se refiere a cuadros psicopatológicos que puedan
expresarse a través del dibujo, tales como neurosis, depresión, melancolía,
psicosis, paranoia, enfermedades psicosomáticas, epilepsia y alcoholismo. Y, los
mecanismos de defensa, como desplazamiento, regresión, anulación, aislamiento,
represión, inhibición, y defensas maníacas, que puedan estar contenidos en el
dibujo.
Investigaciones nacionales en la Prueba de Dibujo de la Figura Humana y Persona
Bajo la Lluvia en la temática de agresiones sexuales a niños, niñas y adolescentes

Respecto de las investigaciones con DFH y PBLL realizadas en Chile en niños


víctimas de agresiones sexuales, se han descrito las siguientes características
gráficas como significativas para cada prueba:

Prueba Autores Grupo de estudio (se Indicadores gráficos que se


compara un grupo presentan con mayor frecuencia
victimizado en la población victimizada
sexualmente, con uno
sin sospecha de
abuso)
DFH Opazo y Adolescentes entre 12 y - Trazo circular
Rivera (2009) 16 años - Ubicación vertical en la
zona inferior
- Ojos vacíos

PBLL Girardi y Pool Con niños entre 9 y 11 - Ausencia de piso


(2005) años - Sonrisa maniaca
- Lluvia sectorizada
- Ausencia de paraguas
- Cabeza grande
- Ausencia de entorno
- Brazos cortos

PBLL y el Pool (2006) Niños entre 9 y 11 años - Tres indicadores: lluvia


modelo (se basa en la sectorizada, ausencia de piso y de
traumatogénic investigación anterior, paraguas se relacionan con la
o relaciona los dinámica de la indefensión –es la
indicadores encontrados que más se manifiesta–
con el modelo
traumatogénico)
PBLL Blanco y Rojas Preadolescentes entre - Exacerbación de las
(2008) 11 y 13 años características de género
- Presencia de pelo
- Cuello estrecho
- Marca en la zona genital

Árbol, casa y Sepúlveda Preescolares entre 4 y 5 - Dibujo de la persona (HTP):


persona (HTP) (2010) años lo dibujan en el sector inferior
y PBLL central de la hoja; más sombreado;
más detalles adicionales en el
dibujo.
- PBLL: dibujan en la zona
inferior izquierda; figuras de palote
Aspectos generales de la etapa de las operaciones concretas

Piaget (1995, en Capella y Sepúlveda, 2010) ha clasificado el periodo que


comprende entre los 6 y los 12 años como la etapa de las operaciones concretas.
Esta etapa se dirige a dos metas centrales: por una parte, el desarrollo del
pensamiento lógico –que brinda al niño un conocimiento objetivo de la realidad y
una resolución de problemas más efectiva–, y por otra, su integración al contexto
social y la internalización de normas y roles sociales –que permite desarrollar
relaciones cooperativas y de responsabilidad– (Capella y Sepúlveda, 2010).

La etapa de las operaciones concretas se caracteriza por la capacidad de reflexión


lógica y la descentración del pensamiento, posibilitando la objetivación de la
realidad y la cooperación social (Capella y Sepúlveda, 2010). Así, la visión de la
realidad evoluciona desde una mirada subjetiva a una más objetiva y realista del
mundo, que se plasma en la superación de creencias y mitos. El niño adopta una
actitud crítica frente a sí mismo y el mundo exterior, que le permite enjuiciar y
analizar lo externo a él (Capella y Sepúlveda, 2010).

De esta manera, el desarrollo de esta etapa posibilita nuevas habilidades que


contribuyen a un mayor desarrollo gráfico, permitiendo un mayor control sobre el
dibujo al hacerse consciente de la unión de los trazos realizados. Esta se
denomina la etapa del garabato controlado (Cabezas, 2007). Asimismo, existe un
aumento del nivel de diferenciación y discriminación, lo que permite un desarrollo
más complejo y completo de la figura. Prima el realismo perceptivo, lo que se
evidencia en los intentos de realizar el dibujo tal y como se observa en la realidad
(Febbraio, 2006).

Se destacan algunas características gráficas para la edad de 6 años –la que


corresponde a la edad de los casos analizados–: disminución del tamaño de la
figura (deja lugar para dibujar un paisaje u otros objetos), diferenciación sexual por
vestimenta y largo del cabello; aparición del cuello como elemento diferenciador
entre la cabeza y el tronco. Asimismo, el dibujo tiende a ubicarse en la zona
inferior, sobre una base y en el sector izquierdo de la hoja (Febbraio, 2006).

Koppitz (1974), describió las características gráficas esperadas para niños y niñas
de 6 años de edad.

Niños Niñas
Lo Esperado Brazos, cabeza, ojos, nariz, Cabeza, ojos, boca, cuerpo,
boca, cuerpo y piernas piernas, brazos, pies y cabello
Elementos comunes Pies, dedos, cabello y dos Dedos y dos dimensiones en
dimensiones de brazos y brazos, piernas, cuello, mano,
piernas cejas, pupilas, brazos hacia
abajo, orejas, correcto número
de dedos y pies
bidimensionales
Excepcional Brazos unidos a los hombros, Buena proporción del dibujo,
buena proporción, orificios de fosas nasales, dos labios,
la nariz, codos, dos labios y codos, perfil, brazos unidos al
rodillas. Encontrar cuatro o hombro y rodilla. Encontrar
más prendas de ropa, mientras cuatro o más prendas de ropa,
que una o dos prendas es una o ninguna prenda es
común. común.

Análisis de casos (Pauta de Análisis, véase Anexo 1).

Caso 1: Ricardo, 6 años 6 meses

El niño manifiesta conductas sexualizadas por más de un año y


existe evidencia del Servicio Médico Legal compatible con
penetraciones anales reiteradas. Estos antecedentes permiten
hipotetizar que los hechos fueron perpetrados por un conocido.

A partir del análisis formal y de contenido de cada prueba gráfica


fue posible señalar lo siguiente:

Dibujo de la Figura Humana. En la gráfica se observan


importantes índices de conflictos relacionados con su imagen
corporal, lo cual podría relacionarse con una inadecuada
percepción de sí mismo, sensación de debilidad y vivencia de
pocos recursos, pues se representa un dibujo desnudo y un tanto desequilibrado.

A la vez, la presencia de ombligo y la reiteración de formas circulares como orejas


y tronco, indican la presencia de aspectos dependientes, los que pueden
asociarse como características de su personalidad. También se evidencian en el
dibujo elementos relativos a agresión, tales como manos grandes y tacos. La
forma en que están dibujadas las manos y la rigidez en el movimiento de la
persona indican sentimientos de culpa y un mal ajuste interpersonal. También es
posible hipotetizar respecto de un estado de hipervigilancia por parte del evaluado,
evidenciándose a través de ojos muy marcados y muy abiertos, lo que podría ser
atribuido a una falta de confianza en sí mismo y/o en los contactos con otros.
Asimismo, la nariz marcada y el sexo ambiguo del dibujo, son indicadores que
podrían dar cuenta de dificultades en su sexualidad.

Persona Bajo la Lluvia. En condiciones adversas


presentaría una percepción de un ambiente
extremadamente amenazante que se vuelca sobre sí
mismo, lo que se muestra gráficamente en el exceso
de lluvia que cae directo y de manera exclusiva sobre
la persona, provocándole sentimientos de temor y altos
montos de ansiedad.

Asimismo, se observa una asimetría en el dibujo,


principalmente en las extremidades, y la ausencia de
paraguas u otro elemento que proteja a la persona
dibujada. Tales aspectos son posibles de asociarlos
con un bajo sentido de autoeficacia y falta de defensas, viéndose de esta manera
incapaz de controlar el evento estresor. La persona dibujada impresiona como a
punto de caer, en este sentido, el dibujo provoca la sensación de inestabilidad
dado que la persona está al borde del derrumbe como producto de las amenazas.
Así, dentro de este contexto se aprecian sentimientos de timidez, inseguridad y
autodesvalorización; exhibiendo emociones ligadas a la inadecuación e
inferioridad. Tales sentimientos podrían relacionarse con tendencias a la
introversión, retraimiento e inhibición en situaciones vivenciadas como
amenazantes.

Comparación entre ambos dibujos. A través de la comparación de ambos


dibujos, se identificaron algunos aspectos coincidentes y otros discordantes entre
ellos. En este sentido, se aprecia que en el DFH el emplazamiento en el que se
encuentra ubicada la persona corresponde al costado izquierdo, lo que podría
estar asociado a que el niño tienda a evidenciar tanto aspectos regresivos en su
gráfica, como la manera en que funciona en situaciones cotidianas, es decir, de
manera introvertida y debilitada. Mientras que en la gráfica de PBLL –que evalúa
la percepción en contextos de vulnerabilidad– se puede observar que esto no
sucede, ya que el dibujo se emplaza en el centro de la hoja, lo que es posible de
correlacionar con un mayor grado de ajuste a la realidad.

Respecto a uno de los aspectos coincidentes en ambos dibujos, destaca la


presencia de una inadecuada percepción de la imagen corporal, acentuada en
mayor medida en el DFH. Así, se evidenció en el DFH la presencia de borraduras,
lo que no ocurre en el PBLL. A partir de lo anterior, se podría decir que se
detectan importantes conflictos y angustia frente a la imagen corporal en
condiciones normales, los que en circunstancias de amenaza no se encuentran
presentes; ya que, podría decirse, se enfrenta a estos contextos a través de su
cuerpo deteriorado, sin otra defensa, evidenciando ausencia de recursos.

A su vez, se presentan en el DFH mayores dificultades en los contactos sociales,


encontrándose permanentes estados de hiperalerta y vigilancia, lo que no coincide
en los contextos amenazantes, mostrándose más bien retraído e inseguro.

Asimismo, se observa que en la PBLL muestra un mayor volumen en sus manos


que en el DFH, lo que podría dar cuenta de sentimientos de culpa que se
acentúan más en estos contextos. Igualmente, se evidenció que en ambas
circunstancias presenta dificultades en su identificación sexual. También muestra,
en las dos pruebas, significativos indicadores de agresividad y elementos
depresivos.

A partir de lo propuesto por Koppitz (1974), se puede decir que las características
formales del dibujo, presentes en ambas pruebas, se encuentran acorde a lo
esperado para su etapa evolutiva; sin embargo, sus representaciones gráficas
impresionan como agresivas y bizarras.

Interpretación psicológica asociada a las dinámicas traumatogénicas

Los indicadores gráficos se dividieron en formales y de contenido. A cada uno de


estos indicadores se le proporcionó una descripción específica (para más
información revisar Anexo 1), de modo de facilitar su posterior identificación con
los aspectos presentes en los dibujos realizados. Una vez que se establecieron los
indicadores gráficos para cada prueba gráfica administrada, se procedió a asociar
estos indicadores con su significado psicológico descrito en los manuales de los
test utilizados. Posteriormente, y luego de reconocer cada elemento gráfico con un
significado psicológico particular en los dibujos, se procedió a vincular tales
descripciones psicológicas con las representaciones de cada una de las dinámicas
traumatogénicas propuestas en el modelo de Finkelhor y Browne (1985). De esta
manera, se identificaron los elementos comunes entre significados psicológicos y
las distintas dinámicas traumatogénicas, siendo a su vez agrupados los
indicadores gráficos pesquisados en los dibujos a partir de tales relaciones.

De este modo, para la prueba Dibujo de la Figura Humana se encontraron las


siguientes correlaciones entre significados psicológicos y dinámicas
traumatogénicas:
• Dinámica de sexualización traumática. Manos grandes, dedos marcados,
borrado, pies asimétricos y tacos, ausencia de vestimenta, no correspondencia
con el sexo, énfasis en el pelo –desordenado–, símbolos fálicos agresivos –
terminaciones puntiagudas–, integración pobre de las partes, énfasis en la nariz,
figura grotesca.
• Dinámica de traición. Trazos rectos y reforzados, boca pequeña.
• Dinámica de indefensión. Presión fuerte, cuello estrecho, brazos deteriorados,
emplazamiento del dibujo en la parte inferior izquierda, borrado, ausencia de
vestimenta, no correspondencia con el sexo, símbolos fálicos agresivos –
terminaciones puntiagudas–, dibujar los ojos abiertos, integración pobre de las
partes, figura grotesca.
• Dinámica de estigmatización. Secuencia inesperada, cabeza dibujada como
último rasgo, manos grandes.

Para la prueba Persona Bajo la Lluvia se encontraron las siguientes asociaciones:

• Dinámica de sexualización traumática. Manos grandes, pies pequeños,


ausencia de vestimenta, no correspondencia con el sexo, símbolos fálicos
agresivos –terminaciones puntiagudas–, integración pobre de las partes, cabeza
pequeña, énfasis en los pies, dibujo de figura redondeada.
• Dinámica de traición. Dibujo asimétrico, trazos rectos, pies pequeños, sonrisa.
• Dinámica de indefensión. Secuencia inesperada, brazos largos asimétricos y
deteriorados, figura pequeña y ubicada en la zona central inferior de la hoja,
piernas asimétricas y pies pequeños, presencia de movimiento, cuello estrecho,
cabeza pequeña, ojos pequeños, ausencia de paraguas, lluvia abundante, la lluvia
es sectorizada –cae directo sobre la persona dibujada–, nubes en forma de
algodón, también sectorizada.
• Dinámica de estigmatización. Cabeza pequeña.

Respecto a la dinámica de indefensión, cabe señalar que los indicadores gráficos


que se encuentran presentes están relacionados con una disminuida imagen de sí
mismo y un débil equilibrio en su representación ante el mundo, mostrándose
hipervigilante ante los eventos externos.

Para la dinámica de sexualización traumática se asociaron indicadores que se


corresponden con alteraciones en la imagen corporal y conflicto en torno a su
sexualidad.

La dinámica de estigmatización fue vinculada a características que implican


sentimientos de aislamiento con el mundo exterior por sentirse diferentes.
Por último, la dinámica de traición fue relacionada con indicadores que expresan
dependencia y hostilidad.

Caso 2: Cecilia, 6 años 2 meses

Presuntos hechos abusivos perpetrado por dos miembros de su familia extensa,


con uno de ellos habría compartido domicilio. La situación abusiva habría sido
presenciada por la madre de la niña. El Servicio Médico Legal no encontró
lesiones traumáticas.

A partir del análisis formal y de contenido de cada prueba es posible señalar lo


siguiente:

Dibujo de la Figura Humana. Se aprecia una alteración respecto de la imagen


corporal, así como una disminuida autopercepción, evidenciándose en rasgos de
inseguridad, regresión, inestabilidad y timidez.

Por otra parte, se observa una necesidad de recibir


apoyo debido a que en su dibujo incorpora
numerosos detalles, como una casa, un árbol, flor,
nube, sol y un arco iris. La presencia de tales
elementos indica necesidad de confiar en su
entorno más inmediato; en este sentido, podría
utilizar estos objetos como un modo de compensar
sentimientos de desprotección.

La casa representaría lo maternal, mientras que el sol a la imagen paterna, por lo


tanto, esto podría traducirse a una necesidad de cobijo y contención por parte de
sus figuras paternas. A su vez, la flor se considera un índice de preocupación por
los genitales femeninos. Por otra parte, en el dibujo de la persona se puede
observar la presencia de un ombligo. Así, ambos elementos podrían estar
indicando preocupación por la esfera de la sexualidad. La presencia de nubes
indica una evasión a través del mundo de la fantasía. En este sentido, la
disociación y la negación actuarían como sus mecanismos defensivos para
abstraerse de las situaciones que amenazan su integridad psíquica.

Asimismo, se percibe un estado de alerta debido a que está preocupada por los
detalles del entorno, además se percibe un contacto limitado con el medio,
evidenciando sentimientos de inadecuación y baja adaptabilidad.
Persona Bajo la Lluvia. En cuanto al esquema
corporal, se percibe una perturbación en esta área, lo
que se refleja en la negación de aspectos de sí mismo y
en una dependencia con figuras significativas. La
persona dibujada es grande y se extiende más allá de
los bordes de la hoja, lo que podría indicar controles
internos deficientes e ilusiones paranoides de
grandiosidad que encubren sentimientos de
inadecuación y que, a la vez, compensan sentimientos
de inseguridad.

Por otra parte, la escasa presencia de lluvia podría reflejar que la niña se siente
con las capacidades para protegerse frente a las presiones ambientales; además,
a esto se le agrega que el paraguas la cubre apropiadamente, no obstante este
aparece fusionado con la cabeza de la persona, lo que indica la presencia de
ideas confusas y contaminación. A su vez, el paraguas está marcado con varillas,
reflejando una tendencia hacia la fabulación. En este sentido, es posible
hipotetizar que sus defensas se encuentran concentradas en el área de la
fantasía; esta última le permitiría abstraerse de las situaciones amenazantes.

Se observa un contacto limitado con el medio e indicadores de pasividad, los que


configurarían un obstáculo para sus deseos de enfrentar los eventos negativos.

Comparación entre ambos dibujos. Ambos dibujos se caracterizan por ser


regresivos y bizarros, por lo tanto las características gráficas presentadas no
serían consistentes con lo esperado para su etapa evolutiva, debido a que se
supone una mayor diferenciación y discriminación que permita el desarrollo más
complejo y completo de la figura humana.

En ambas pruebas resulta difícil poder discriminar si la persona dibujada


corresponde a un varón o a una mujer, debido a que ambos dibujos presentan
características indiferenciadas.

Respecto del tamaño de los dibujos, en el DFH la persona realizada es de tamaño


pequeño, situación que da cuenta de sentimientos de inadecuación y de una
autodesvalorización; mientras en la PBLL la persona dibujada es de gran tamaño,
traspasando incluso los bordes de la hoja, lo que evidencia una necesidad por
mostrarse más fuerte y con más recursos frente a situaciones adversas. Acá es
posible percibir un deterioro en la calidad del dibujo y una disminución en la
capacidad de integración de las partes del cuerpo. En este sentido en la PBLL
aparecería el cuerpo integrado como un todo, incorporando incluso al paraguas
como parte de la persona. A su vez, se aprecia una alteración en la secuencia
para dibujar, al empezar por el cuerpo en la PBLL, mientras que en el DFH habría
desarrollado el dibujo de forma ajustada a la norma.

Por otra parte, en el DFH se verifica la presencia de varios elementos que


acompañan a la persona; mientras que en la PBLL se observa una adhesión a la
consigna. En este sentido, se podría hipotetizar que la niña se percibiría sola –en
el DFH busca apoyo a través de los detalles adicionales–. Bajo circunstancias
amenazantes esta sensación aumentaría, y como en la cotidianidad no ve
personas a quienes acudir, frente a eventos dañosos sabe que debe solucionarlos
sola. Por lo tanto, la niña intentaría valerse por sí misma, realizando esfuerzos por
resolver tales conflictos y demostrar que sus recursos y capacidades para
enfrentarlos son suficientes, ocultando con ello su fragilidad. Así, se mostraría con
cierta omnipotencia, a la vez que haría una negación de ciertos aspectos que
resultan amenazantes –debido a que en la PBLL los ojos de la persona están
vacíos, a diferencia del DFH–, para tolerar de mejor forma este tipo de situaciones.

Entonces, frente a escenarios dañosos se evidencia una desorganización de la


persona y los esfuerzos por encubrir los sentimientos de inseguridad y fragilidad,
de modo de mostrarse más fuerte y con los recursos suficientes para salir ilesa de
este tipo de eventos en los que se percibe sola. Es decir, la niña presentaría
mecanismos defensivos que van en la línea de la omnipotencia, lo que iría
acompañado de una disociación de la realidad.

Interpretación psicológica asociada a las dinámicas traumatogénicas

Como se mencionó en el apartado anterior, los indicadores gráficos de cada


prueba y sus significados psicológicos fueron asociados a las dinámicas
traumatogénicas. De este modo, para la prueba Dibujo de la Figura Humana se
encontraron las siguientes relaciones:

• Dinámica de sexualización traumática. Figura bidimensional y grotesca,


ausencia de vestimenta y de cuello, sexo ambiguo, integración pobre de las
partes, brazos cortos.
• Dinámica de traición. La boca es dibujada con una sonrisa, asimetría leve.
• Dinámica de indefensión. Presión fuerte, tamaño pequeño, rigidez de la figura
dibujada, detalles abundantes, figura bidimensional, piernas asimétricas, ausencia
de pies, énfasis en los ojos –ennegrecidos–, ausencia de cuello y de piso, brazos
cortos, figura grotesca.
• Dinámica de estigmatización. Ausencia de manos y de dedos, rigidez de la
figura dibujada, brazos cortos.
Para la prueba de la Persona Bajo la Lluvia se encontraron las siguientes
asociaciones:

• Dinámica de sexualización traumática. Brazos cortos, figura grotesca y


bidimensional, piernas incompletas, ausencia de cuello y de vestimenta, sexo
ambiguo, integración pobre de las partes.
• Dinámica de traición. Trazos rectos, dibujo de tamaño grande, asimetría leve,
ojos vacíos, la boca es dibujada con una sonrisa.
• Dinámica de indefensión. Presión fuerte, brazos cortos, figura grotesca y
bidimensional, ausencia de cuello, pies, de detalles y de piso, ojos vacíos,
secuencia no esperada.
• Dinámica de estigmatización. Brazos cortos, ausencia de manos y de dedos.

Entre las principales características gráficas encontradas en ambas pruebas,


posibles de asociar con la dinámica de sexualización traumática, destacan
aquellas características que indican una distorsión de la imagen corporal, las que
implicarían un descontento con su corporalidad, alteraciones a nivel de las
relaciones interpersonales y confusiones respecto de la identidad sexual.

Los indicadores gráficos que se destacan en la dinámica de la traición, son


aquellos que están relacionados con la negación; la imposibilidad de ver aspectos
negativos de su entorno y de mirar a aquellos que no la han protegido.

Por otra parte, la dinámica de indefensión está relacionada con los aspectos que
indiquen ansiedades e inseguridades. Debido a estos sentimientos, se encuentra
más alerta respecto del mundo que la rodea, y a su vez, la regresión presentada a
través de la figura humana está indicada por el miedo que le genera encontrarse
frente a situaciones negativas.

Por último, respecto de la estigmatización, los indicadores presentes en esta


dinámica indican un limitado contacto con su medio debido a que experimenta
sentimientos de inadecuación y de asilamiento.

En relación a las investigaciones previas realizadas con estas pruebas a población


victimizada sexualmente, y que se han señalado en apartados anteriores, es
posible establecer que se encuentran escasas coincidencias con estas.

Respecto al caso de Cecilia, se pueden encontrar coincidencias con el estudio


llevado a cabo por Girardi y Pool (2005), en el que coincide en cuatro de siete
indicadores, ausencia de piso, cabeza grande, ausencia de entornos y brazos
cortos. En cuanto a la investigación desarrollada por Pool en el 2006, existe una
coincidencia debido a que la dinámica de indefensión aparece mayormente
manifiesta.

En el caso de Ricardo, en DFH se identificó que de acuerdo a lo estudiado por


Opazo y Rivera (2009), una de las características gráficas se correspondió con
sus resultados: ubicación vertical en la zona inferior. Por otra parte, respecto de
PBLL, las características que coincidieron con el estudio de Girardi y Pool (2005)
fueron lluvia sectorizada, ausencia de paraguas y ausencia de entorno. Mientras
que con Blanco y Rojas (2008) los indicadores coincidieron con presencia de pelo
y cuello estrecho.

Las escasas similitudes encontradas pueden comprenderse a partir de las


diferencias de edades respecto de las poblaciones en estudio. Esto debido a que
las investigaciones realizadas con estas pruebas han compuesto su muestra con
preadolescentes o adolescentes, mientras que los casos analizados en el presente
trabajo, son niños que se encuentran en el inicio de la etapa de las operaciones
concretas, lo que implica diferencias significativas a nivel cognoscitivo y de
habilidades gráficas que se ven reflejados en el desempeño del dibujo.

Conclusiones

La aplicación de estas pruebas se realizó en el contexto de una evaluación pericial


psicológica. El análisis e interpretación de estos casos permitió acercarse al modo
en que cada uno de los niños significa esta experiencia, como también a la
identificación de las posibles consecuencias asociadas a una victimización sexual.
Si bien permiten un acercamiento al mundo psíquico de estos niños, no se puede
afirmar con certeza que proporcionan información acerca de las consecuencias
que se han descrito para las agresiones sexuales, debido a que las dinámicas
traumatogénicas también pueden presentarse en otras situaciones de maltrato.

Respecto a la interpretación psicológica de las características gráficas en relación


al análisis de las dinámicas traumatogénicas, se encontró que las que aparecen
con mayor frecuencia corresponderían a las dinámicas de indefensión y de
sexualización traumática.

De esta manera, es posible señalar que a partir del análisis gráfico, ambos dibujos
revelarían elementos que se corresponden con la dinámica de indefensión,
descrita en la literatura señalada y se ajustan a sintomatología ansiosa,
sentimientos de miedo o impotencia, poca capacidad de control ante eventos
externos amenazantes y bajo sentido de autoeficacia. Asimismo, dado los
resultados de este estudio, se evidenciarían dificultades en la esfera de la
sexualidad, pudiendo llegar a asociaciones, según lo descrito, con conductas
sexualizadas repetitivas, juego sexual compulsivo o conflictos respecto de la
identidad sexual, intereses inapropiados para su etapa evolutiva, que pueden
provocar una alteración en su desarrollo sexual y son característicos de una
sexualización traumática.

En efecto, una de las consecuencias más ampliamente descritas respecto a las


agresiones sexuales se relaciona con conductas sexualizadas, lo que nos entrega
–para estos casos–algunos indicios de que estas pruebas psicológicas pueden ser
útiles para identificar alguna conflictiva que pudiese relacionarse con una
experiencia sexualmente abusiva.

Si bien se encontró presencia de características gráficas asociadas a las


dinámicas de traición y estigmatización, estas aparecen en menor frecuencia. De
esta manera, aquellos sentimientos asociados a la desilusión de figuras cercanas
afectivamente, sentimientos de culpa y responsabilidad, así como sentimientos de
aislamiento, estarían presentes en menor medida en los dibujos. Una de las
explicaciones para lo anterior, es que debido a la etapa evolutiva en que se
encontrarían estos niños, no poseerían los recursos necesarios para significar el
acto abusivo, pues no se han desarrollado las características lógicas y de
abstracción que les permitan comprender la magnitud de lo vivenciado. Una
segunda explicación, es que si bien tales elementos no pueden evidenciarse a
través de las pruebas, esto no significa necesariamente que no existan
sentimientos de desconfianza, culpa y estigmatización, sino que los instrumentos
que se aplicaron podrían no ser sensibles para recoger este tipo de
manifestaciones.

Por otra parte, se pudo constatar a través del análisis de ambos casos, que cada
una de las pruebas aplicadas pudo arrojar elementos coincidentes con las
consecuencias de las agresiones sexuales y en específico de las dinámicas
traumatogénicas.

Cabe destacar que, si bien en ambos casos analizados los niños han sido víctimas
de agresiones sexuales, sus experiencias difieren en múltiples sentidos en cuanto
a los elementos que las caracterizan, siendo también cada niño y el entorno que le
rodea únicos y particulares, lo que permite comprender la diferencia de resultados
entre ambos, no obstante haber en ambos casos altos índices asociados a las
dinámicas de indefensión y sexualización traumática.
Es importante señalar también que el análisis de la interpretación de las
características gráficas no debe entenderse como concluyente, sino que estos
datos deben ser interpretados en su conjunto y complementados con la
observación realizada en el contexto de la evaluación forense.

Por último, es necesario mencionar las limitaciones que tuvo el presente trabajo.
Una de ellas es que los datos entregados por las pruebas administradas
constituyen un material preliminar respecto del mundo interno del niño y de la niña,
por lo que no debe ser utilizado como una información categórica, dado que este
análisis no contempla las áreas del desarrollo del niño ni su contexto familiar y
social, antecedentes que podrían facilitar una mejor comprensión respecto del
modo de vivenciar la experiencia abusiva. Asimismo, por razones de extensión no
se consideraron las narraciones que los evaluados realizaron de los dibujos; sin
embargo, en futuros trabajos sería interesante su incorporación, porque podrían
enriquecer el análisis y contribuir a una comprensión más global y certera de las
pruebas gráficas administradas. Del mismo modo, se tiene en cuenta como una
limitante el escaso número de casos analizados; sin embargo, dado el carácter
preliminar del presente estudio es que se decidió trabajar únicamente con dos
casos, de modo de ver de forma aproximada los beneficios de administrar la
prueba Dibujo de la Figura Humana y Persona Bajo la Lluvia, vinculada con las
dinámicas traumatogénicas. No obstante ello, los resultados obtenidos son de
gran valor puesto que entregan datos del mundo interno de los evaluados, razón
por la que se podrían utilizar como un medio de contraste a lo observado en la
evaluación forense. A su vez, visto lo enriquecedor que resulta el análisis de
ambas pruebas en conjunto, asociadas a las Dinámicas Traumotegénicas de
Finkelhor (1988), se recomienda replicar en estudios posteriores esta
investigación, ampliando el número de casos y otros grupos etario para saber si se
obtienen los mismos beneficios.

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