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UNIDAD 1

Concepto del Derecho Procesal:

Derecho Procesal: El derecho procesal es la rama del derecho público que


disciplina la forma y modo en la que deben tramitarse los procedimientos ante de
los órganos jurisdiccionales. Es una materia dentro del ordenamiento jurídico de
trascendental importancia en el derecho, habida cuenta que se suele decir con
frecuencia que aunque uno persiga una pretensión válida para el derecho de fondo
es imprescindible que se utilicen correctamente las herramientas del derecho
procesal en el litigio que se suscite ante el órgano judicial, dado que un error
importante en el proceso judicial puede conllevar la desestimación de las
pretensiones de una parte aunque tenga razón en el fondo de la cuestión sometida
a debate.

Derecho Procesal Penal:


El Derecho Procesal Penal es la rama del orden jurídico interno de un Estado, cuyas
normas instituyen y organizan los órganos públicos que cumplen la función judicial
penal del Estado y disciplinan los actos que integran el procedimiento necesario
para imponer y actuar una sanción o medida de seguridad penal, regulando así el
comportamiento de quienes intervienen en el.

Queda excluida toda posibilidad de aplicación directa de la ley penal a quien


aparece prima facie como autor de un hecho descripto por ella.

Ante la necesidad del Estado de proveer a la manutención de la paz social, surgen


las normas del Derecho Procesal como el instrumento adecuado para discernir si
se debe o no, en el caso concreto, aplicar sanción o eximir de ella al presunto
culpable. La función esencial del Derecho Procesal Penal es realizar el derecho
penal, permitir su efectivización en el caso concreto.

Clariá Olmedo nos dice que el derecho procesal penal es la ciencia que estudia
sistemáticamente el conjunto de principios y normas referidos a la actividad judicial
que se cumple a través del proceso, dirigida fundamentalmente a la efectiva
realización jurisdiccional del orden jurídico penal.

Nos dice también que el derecho procesal penal se encarga de organizar la


magistratura penal especificando sus distintas funciones y estableciendo los
presupuestos, modos y formas del trámite procesal.

Análisis de la definición:

Ciencia: debido a que tiene principios, objeto, método que le garantizan autonomía
y conceptos propios como la acción. Su jerarquía cinética fue conseguida
paralelamente y como consecuencia de la concepción científica del derecho
procesal civil.
Sistemáticamente: porque no es un conjunto de normas independientes, sino que
se trata de un sistema armónico de leyes contemplados en un mismo código y
excepcionalmente suelen encontrarse en normas procesales en el código penal.

Realización jurisdiccional: pues busca aplicar la ley penal a través de los órganos
que conforman el Poder Judicial. Esto es en definitiva la función realizadora del
derecho procesal penal.

CARACTERES:

- Publico: No caben dudas de que el derecho procesal penal tiene un carácter


público, pues hay un interés generalizado de toda la comunidad para el
cumplimiento efectivo de sus fines.

Hay que aclarar que el hecho de puedan haber situaciones que dependan de la
acción privada del querellante, como por ejemplo las calumnias, no desvirtúan la
naturaleza pública del derecho procesal penal. Mayer advierte que en este
supuesto, el dcho. procesal penal es en parte privado.

Mancini dice que es incorrecto, puesto que la estructura del proceso, la condena y
en donde se desenvuelve la acción civil, es de carácter público.
Justamente por su carácter público, debe intervenir el estado, a través de sus
órganos competentes, para la efectiva realización de la justicia penal.

– Secundario: Se dice que es un derecho secundario, pues para que entre en


acción, es necesario que previamente se haya violentado una norma penal. De
esto surge una consecuencia inevitable, si no hay norma penal, no hay derecho
procesal penal.

Justamente por lo dicho hay autores como Cafferata Nores que consideran al
derecho procesal penal como un sirviente imprescindible del derecho penal.

Binder dice: que es errónea esta concepción, y considera al derecho penal y al


derecho procesal penal como ciencias complementarias que van de la mano, y de
ninguna manera autónoma o independiente.

- Interno o local: la potestad de legislar sobre la forma de los procesos no ha sido


delegada por las provincias a la nación, de ahí el carácter local del derecho
procesal penal.

En la actualidad se ha planteado la necesidad de contar con un Código Procesal


Penal Federal, el cual, sin atentar contra las potestades legislativas de forma de
las provincias, legisle en forma uniforme para toda la nación sobre las pautas
mínimas indispensables y generales para todas las provincias, como por ejemplo
la excarcelación.

– Instrumental (o formal; adjetivo, realizador): Se dice que el derecho


procesal penal es instrumental pues se lo ve como una vía, diferente al
derecho penal, tendiente a concretar la norma penal a través del dictado de
una sentencia.

– Científico: Pues tiene, como toda ciencia, métodos, objetos, principios y


conceptos propios.

- Autónomo: No obstante su carácter de secundario, se le asigna también el


carácter de autonomía, pues es independiente del derecho penal, con respecto a
su desenvolvimiento, contenido y finalidad. En síntesis, goza de una autonomía
científica, legislativa y didáctica.

Objeto:

El objeto del proceso es una entidad peculiar con valor conceptual propio y que se
diferencia, de tal suerte, del sentido ordinario con el que se lo señala comúnmente
como indicativo de la finalidad del proceso.

Su jerarquía es de tal nivel que constituye la materia o tema central de


investigación fáctica y jurídica, base de la decisión; por ello es que sobre el mismo
se desarrolla todo el proceso, cubriendo su iniciación, informando todo su
desenvolvimiento y centrando su extinción.

El objeto del proceso es un hecho humano considerado desde el punto de vista


penal y en función punitiva. Es decir, en primer lugar, como hecho es la
modificación del estado anterior de cosas en el mundo exterior: por ejemplo, un
hombre muerto, a cuyo respecto, la muerte es un hecho que produce el cambio de
la vida anterior al estado posterior muerto. Pero ese cambio, para la materia que
tratamos, debe ser causado por la acción de un hombre (ello lo diferencia del
hecho de la naturaleza).

Ese trozo de vida humana, este fenómeno vital “hecho humano” sólo es relevante
para el proceso penal, como su objeto, si se lo considera desde el punto de vista
de la ley penal con la aspiración de aplicarse una pena.

Contenido: Relaciones con otras disciplinas jurídicas y no jurídicas:

No cabe duda de la influencia que sobre esta disciplina tienen casi todas las otras
ramas del derecho principalmente aquellas que más se aproximan por su origen.

De aquí que el procesalista, legislador y el juez deban acudir a ellas para regular e
interpretar adecuadamente los fenómenos procesales.
El derecho procesal penal tiene relación con otras disciplinas jurídicas y
extrajurídicas.

Dentro del campo de las primeras, se vincula con:

a) El derecho constitucional: implica una estrechísima vinculación entre ambas


ramas, en las Constituciones se encuentran los principios de política criminal que
nutren al derecho procesal penal. Así encontramos lo que respecta a la
organización de la justicia penal de la Nación y de las provincias, garantía judicial
que las leyes procesales deben reglamentar, independencia de los jueces
penales, etc.

b) El derecho penal sustancial : que es el que tipifica los hechos que, imputados
a un hombre, constituyen el objeto del trabajo del derecho procesal penal;con la
finalidad de que, por aplicación del Derecho de fondo represivo, se pueda aplicar
una pena al responsable.El derecho procesal penal es el medio de actuación del
derecho penal sustantivo.

Por lo demás todos los institutos procesales sustanciales están legislados en el


Código Penal (acciones que nacen de los delitos, su extinción, su ejercicio).

c)El Derecho civil y Procesal Civil: El derecho civil que es disciplina a la que se
recurre en institutos básicos, como el cómputo del tiempo para los términos
procesales; la capacidad de las personas para el ejercicio de sus derechos
formales; la determinación de sus domicilios para la competencia; los parentescos
para la apreciación de las normas que limitan las posibilidades de denuncias o
declaraciones testimoniales entre parientes consanguíneos o afines; la
conceptuación de instrumentos públicos y privados para la valoración de la prueba
y recepción de cotejos instrumentales, etc .

Las normas procesales civiles son de aplicación subsidiarias en el trámite del


proceso penal: acción civil en sede penal, coerción real y algunas formalidades.
No significa que exista yuxtaposición procesal, sino que es un proceso penal con
connotaciones civiles.

d)El Derecho Administrativo: regula la actividad del Estado, el PJ tienen en cada


sector de su estructura una regulación administrativa (normas sobre: composición,
recursos humanos, aspectos económicos). También encontramos las atribuciones
disciplinarias que se otorgan a los jueces o muchas actividades de órganos
públicos no jurisdiccionales que actúan en el proceso penal, como la policía y el
ministerio fiscal.

e) El derecho internacional privado: que es otra de las áreas jurídicas con las
que se relaciona por cuanto toda su materia, saliendo del territorio nacional y en
contacto con las de otros Estados —ya como país requerido, como requirente,
como de cumplimiento de actos rogados o por él rogados o por actos ilícitos
comenzados o consumados entre territorios de Estados—, debe adecuarse a esa
realidad internacional y regularse por tratados y complementarse con las reglas
procesales internas.

Fuera de las disciplinas jurídicas, el derecho procesal penal demanda información


funcional de otras disciplinas entre las que pueden destacarse:

a) Criminalística: que como ciencia de la investigación se relaciona con el


derecho procesal penal ya que le aporta su caudal de técnicas investigativas de
aplicación en la acreditación del cuerpo del delito, en la identificación de los
imputados, en la apreciación técnica de medios de comisión, en la determinación de toda clase de
rastros, huellas, de medios comisivos en todos los delitos.

b) Computación. Informática jurídica, tampoco son ajenas a las necesidades


del derecho procesal penal, no sólo para la investigación del objeto
del proceso, sino para el funcionamiento mismo de la administración de
justicia, en la organización del tribunal, y en el desarrollo del proceso:
— Informática documental,
— Informática de gestión,
— Informática de resolución.

Autonomía del derecho procesal:

No obstante su carácter de secundario, se le asigna también el carácter de


autonomía, pues es independiente del derecho penal, con respecto a su
desenvolvimiento, contenido y finalidad. En síntesis, goza de una autonomía
científica, legislativa y didáctica.

Derecho con Autonomía:

Científica: tiene principio y máximas fundamentales propias de Derecho Procesal,


exclusivos como el objeto y su función.
Académica: Su tratamiento académico es independiente del Derecho Penal, se
dicta en cursos avocados exclusivamente al tratamiento como materia autónoma
dentro del Derecho.
Legislativa: Su regulación legislativa es independiente del Derecho Penal, tiene
su propio código ritual en el que se establece la regulación normativa del Proceso
Penal, asi también leyes especiales por lo que esta autonomía no está discutida.
El derecho Penal es Legislación Federal y única para todo el país (C.N. art.75 inc.
12), en cambio, el Derecho Procesal Penal (leyes de organización judicial y
Códigos de Procedimiento) es parte de la competencia legislativa provincial.
Fuentes:
La fuente puede ser conceptuada en términos sencillos como el lugar del cual
emana o se origina la norma. Son fuentes del derecho procesal penal:

Constitución Nacional: si bien el carácter del derecho procesal penal es


eminentemente local, no se puede negar que la Constitución Nacional sea su
principal fuente, pues:
- es la piedra fundamental de todo nuestro ordenamiento jurídico.
- en ella nos encontramos con principios y garantías aplicables a todos los
procesos.
– ella delega la potestad legislativa de fondo para dictar el CP al Congreso, y
debemos recordar que las normas penales son esenciales para la existencia de
las normas procesales penales.

No obstante algunas reglas constitucionales son fuente del derecho procesal


penal en sentido estricto, como ser las que se refieren a la competencia de la
Administrativa de la justicia Federal (arts 116 y 117 CN), creación de la CSJN (art
108 CN), al nombramiento de los jueces (art 99 inc 4) y a las condiciones para ser
juez de la CSJN (art 111).

Constituciones Provinciales: porque las provincias no delegaron a la nación la


potestad de dictar los códigos de procedimiento. Por ello deberán organizar en sus
propias constituciones sus potestades legislativas y los principios y garantías
aplicables a los procesos, siempre que sean concordantes con los establecidos
por la CN.

Ley Procesal: la ley de procedimiento es la principal fuente del derecho procesal,


pues es la más abarcativa de la materia ritual por haber sido específicamente
prevista para el desarrollo integral del proceso.

A ella le podemos agregar también algunas leyes especiales que contienen


disposiciones acerca del procedimiento penal, como sucede por ejemplo con las
leyes referidas a los juicios de menores.

El Código Penal: el CP se puede presentar como fuente del derecho procesal,


excepcionalmente con respecto a sus norma de contenido procesal. Por ejemplo:
la norma que se refiere a la acción de oficio, la que se refiere a la prescripción, o
la que se refiere a la suspensión del juicio a prueba.

Decretos y acordadas: son normas complementarios y de agilización práctica de la


ley, que si bien pueden llenar sus eventuales vacíos, de ninguna manera pueden
alterar su alcance.
Con respecto a las acordadas debemos decir que si bien pueden ser
interpretativas o integradores de la ley, muy rara vez podrán ser consideradas
como fuente.

Practica del foro: cuando hablamos de la práctica del foro nos estamos refiriendo a
los usos de los tribunales. En materia penal, generalmente se limitan a las
actuaciones de rutina en actas, oficios, decretos y constancias.

La Doctrina y la jurisprudencia: al igual que la exposición de motivos y las notas


del articulado de los códigos, la doctrina y la jurisprudencia no pueden ser
consideradas como fuentes en sentido propio. De todas formas, serán muy útiles
para la interpretación de la ley procesal penal y para unificar los criterios de su
aplicación. Es por eso que Rita Mir de Pereyra nos dice que, si bien la
jurisprudencia no es fuente en sentido estricto, si puede ser vista como una fuente
de carácter interpretativa.

La ley 20.050 estableció la obligatoriedad de la jurisprudencia en la Corte de


Casación Penal.
Algunos autores como Julio Maier consideran que esta disposición es
inconstitucional, pues la jurisprudencia va a variar con cada caso, razón por la cual
no se puede impedir a un juez que falle en forma distinta, siempre y cuando
fundamente la razón de la solución dada.

Ley procesal penal: sus efectos en el tiempo, en el espacio y en las


personas.

● Efectos temporales

En el tratamiento del presente punto es conveniente distinguir en lo que hace a las


leyes procesales, las que tienen una naturaleza estática en cuanto regulan la
organización del juez (Ley Orgánica de Tribunales) por las que se crea, organiza y
regula la composición del tribunal, fijándole su competencia, funcionamiento por
instancias: sustitución de un tribunal por otro en el caso de recusación o
excusación masiva, etc.

Es decir, lo que hace a los jueces creados por la ley en forma permanente y con
anterioridad a cada hecho.

Es incuestionable que ello se vincula con la garantía del juez natural que regula el
art. 18, CN ("Ningún habitante de la Nación puede ser... juzgado por comisiones
especiales, o sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de la
causa") y por consiguiente aquí sí tiene mucha importancia el momento de
comisión del delito de que se trate por cuanto ese momento fija un límite temporal
después del cual no se puede crear un nuevo tribunal, ya sea en forma íntegra ya
en forma parcial, en cuanto al ya existente al momento del hecho, se le modifiquen
las competencias y, sacando el juzgamiento del "hecho anterior" del tribunal
competente en ese momento, lo trasladen al de la nueva competencia.

De esta suerte y con relación al hecho ya cometido, cristalizado en el tiempo, la


ley procesal estática posterior que crea nuevos tribunales en forma total o parcial,
no tiene ningún efecto respecto del tribunal existente antes del hecho, por cuanto
por imperio del art. 18, CN ningún habitante de la Nación puede ser sacado del
conocimiento y juzgamiento de estos últimos "designados por la ley antes del
hecho de la causa".

Es decir, este tipo de ley procesal penal no tiene efecto retroactivo con relación al
hecho ya cometido, y en cambio la ley antigua (la derogada) tiene efecto
ultraactivo.

En todo esto está comprometido el orden público en cuanto se refiere a extremos


básicos sobre los que se asienta la organización fundamental de la Nación, en
consulta con la garantía del juez natural.

Por el contrario la situación no es igual con relación al otro tipo de ley procesal, el
cual es el que regula el proceso mismo como forma instrumental usada por el juez
para el cumplimiento del objeto de la administración de justicia, esto es la
actuación del derecho material penal, en el caso concreto.
En efecto, al respecto no hay previsión alguna en la ley fundamental que sea
similar a la de retroactividad impuesta para la ley de fondo (arts.18, 1ª parte, CN, y
2°, Cód. Penal), con referencia al hecho, por lo que con relación a éste la ley
procesal dinámica (la reguladora del proceso) no tiene punto de referencia
temporal.

El objeto mismo del proceso en lo que hace a la acreditación de hecho y autor en


función del derecho penal y con aspiración represiva, es diferente al del derecho
penal de fondo que es el de la incriminación de acciones e imposición de las
penas.

Por estas razones es que temporalmente la nueva ley procesal dinámica, salvo
que expresamente prevea lo contrario, desde el momento mismo de su vigencia
es aplicable, respecto de hechos ya cometidos con anterioridad, a los procesos
que aún no se hayan iniciado, a los ya iniciados para los actos procesales
pendientes y, por cierto, quedan excluidos los procesos terminados.

Es decir, como regla, la ley de este tipo rige para el futuro.

En el caso concreto de la nueva ley procesal penal nacional 23.984, se prevé en


sus arts. 536 y 537 que sus disposiciones se aplicarán para el futuro, para lo cual
señala como fecha de inicio de vigencia el día 5 de septiembre de 1992 (art. 539,
a partir del año de su promulgación).

Pero condiciona tal aplicación para las causas ya en trámite al extremo de que a la
fecha de entrada en vigencia, no se hubiere contestado ya el traslado de la
defensa, en cuyo caso se seguirían aplicando las normas del Código viejo.

La previsión es clara y fundada por cuanto ése era el momento en que el plenario
ya abierto por la acusación, se convertía en bilateral.

Lo cierto es que la norma era imperativa. Por no arribado ese momento se


aplicaba de oficio el nuevo Código, conservando su validez los actos anteriores.

El sistema sancionado se deroga, a poco, por el art. 12, ley 24.121, que dispone
que en todos los casos las causas proseguirán sustanciándose y terminarán de
conformidad con las disposiciones de la ley 2372... y sus modificatorias, salvo que
el procesado o acusado solicitare la aplicación del procedimiento previsto en la ley
23.984... Dentro de los quince (15) días de notificado legalmente para el ejercicio
de esa opción", la que debe ser unánime en caso de haber varios procesados,
siendo su última oportunidad para todos los casos hasta antes de contestar el
traslado de la acusación.

El sistema introducido por esta última norma nos parece totalmente


inapropiado, por las siguientes razones:

a) Para la etapa de la instrucción, e incluso el primer tramo de la del juicio, torna


posible, poniendo en manos del procesado, la aplicación —a su voluntad— del
régimen viejo en lo que hace a la falta de publicidad del proceso. El silencio de la
escritura y la rémora de su lentitud continuarán siendo base de rédito para todos
aquellos famosos que, teniendo mucho que rendir, también tenían mucho que
ocultar. Se rompió así el símbolo de la nueva justicia de la ley 23.984, la rapidez,
publicidad y transparencia del "juicio".

b) La extensión de la oportunidad de opción hasta ya entrada a la etapa de juicio o


plenaria, trastrueca el orden procesal con incidencia directa en la dilatación
temporal de su trámite, imponiendo contramarchas y, en su caso, adecuaciones
inadmisibles.

En efecto, limitada la oportunidad de opción al trámite procesal de la instrucción,


haciendo coincidir la oportunidad del art. 429 —clausura del sumario— del Código
viejo, con la de la vista del art. 346 sobre el mérito de la instrucción con miras a la
clausura y elevación a juicio, sin perder tiempo se daba oportunidad para, por vía
abierta en forma clara, ir a la clausura y luego a la apertura del plenario por el
dictamen fiscal y traslado a la defensa; o, en su caso, totalmente diferente en
actos procesales y oportunidades, recibir la acusación inicial en instrucción
(dictamen de elevación), dar el traslado a la defensa, proveer a la elevación o no,
y luego entrar al juicio.

Con el sistema adoptado, se abre el plenario y (hasta) antes de contestar la


acusación, se opta por el sistema nuevo, para el cual sobra todo lo hecho y le falta
todo lo nuevo previsto.

Ello fuerza a conferir valores a actos ya producidos, que no lo tienen por la nueva
ley ni por la vieja.

El trámite de adecuación, ante la opción, tendría que hacerlo la instrucción, con


retorno al juzgado respectivo, por lo que, incluso la remisión al tribunal de juicio,
en el caso del proceso nuevo, debe cumplirlo luego del traslado a la defensa (art.
349), el juzgado de instrucción (apartándose del régimen viejo) que cesa en
holocausto ante el régimen nuevo.

Tiempo, tiempo, pérdida de tiempo.

La reducción del tiempo en la duración del proceso es una garantía constitucional


que debe ser respetada siempre, si se desea tener seguridad jurídica.

La nueva jurisprudencia ha debido pronunciarse expresamente sobre esta materia


y no ha sido uniforme.

● Efectos espaciales:

Rige respecto de este tipo de ley el principio de territorialidad, por el cual ésta es
de aplicación dentro del territorio nacional o provincial para el cual se ha dictado.

Entendiendo por territorio, el espacio circunscripto por los límites jurídicos, tanto
en lo que hace a la tierra como a las aguas. Y la ley se difunde por todos esos
espacios de tierra o agua en los que por la naturaleza o por convenio se ha
extendido la soberanía.

Se incluye dentro de ese aspecto espacial los conocidos como territorios flotantes,
esto es, existen delitos cometidos en lugares donde la única expresión de
soberanía, en medio de un vacío de ella (aguas o espacio aéreo internacionales)
es la bandera de la nave o aeronave.

De este modo, todo acto procesal penal propio o rogado por otro Estado se
cumplirá por la ley procesal penal del lugar de producción. Y los Estados regularán
por acuerdos interestaduales (nacionales o internacionales) sus formas y validez.

● Efectos personales

Por imperio del art. 16, CN, todos los habitantes de la Nación siendo iguales ante
la ley, lo son también ante la ley procesal penal, ante los tribunales naturales y los
procesos regulados.

Pero esa garantía se adecúa a cada caso, según la igualdad de condiciones, por
lo que, recogiendo la realidad y con finalidad pedagógica, el proceso común se
especializa por normas que se suman a las comunes, para el caso de los menores
de cierta edad imputados de delitos.

Con objetivo tutelar se les excepciona de la detención y prisión preventiva y se


suspende a su respecto por un año, tras la declaración de responsabilidad, el
dictado de su sentencia, que por el perdón, puede ser absolutoria.

Pero con esa variante, los menores imputables autores de delito, al igual que los
mayores, son sometibles al proceso penal.

Hay también otras previsiones que sin exceptuar la aplicación del art.
16, CN, demoran el sometimiento de algunas personas al proceso penal. La razón
de ello es su carácter funcional.

Así, al presidente, al vicepresidente, al jefe del gabinete de ministros, a los


ministros y a los miembros de la Corte Suprema, a fin de preservar su función
institucional, se les concede el privilegio de no entrar directamente al proceso
penal, como ocurre respecto de los demás habitantes, sino que en las causas de
responsabilidad por delito en el ejercicio de sus funciones, o por crímenes
comunes, previamente deben ser sometidos al juicio político que resuelve el
Senado, actuando como tribunal, a instancia acusatoria cumplida por Diputados.

La finalidad de este juicio es, si prospera, dictar un fallo cuyo objeto es el de


destituir al acusado, quitándole así el privilegio que lo amparaba, momento desde
el cual queda sometido lisa y llanamente al proceso penal en la misma forma que
cualquier otra persona.

Éste es el régimen que actualmente establece la Constitución Nacional, en sus


arts. 53, 59 y 60, en lo que hace al Poder Judicial de la Nación, únicamente para
los jueces de la Corte Suprema.
En lo que respecta a las magistraturas nacionales inferiores la misma Ley
Suprema, en su art. 114, ha modificado el régimen instituyendo el Consejo de la
Magistratura que, como órgano de súper control, se encarga de todo lo referente
al nombramiento, disciplina y remoción de sus cargos.

Es esa misma nueva institución la que se integra con un órgano —tribunal de


enjuiciamiento— que es el que tramita el juicio de la destitución, como lo hace
sobre el punto el Senado respecto de los jueces de la Corte Suprema.

Tras la destitución, desaparecido el privilegio, el ex juez queda ante el proceso


penal en situación de plena igualdad con el resto de los habitantes dela Nación.

La total vigencia y aplicación del nuevo régimen constitucional demandó como


recaudo previo la sanción de una ley especial que integra y regula el citado
Consejo de la Magistratura.

Se agrega a lo anterior la situación de los legisladores, los que abierto el proceso,


no podrán ser procesados sin que anteriormente, con vista de las constancias
procesales, la cámara respectiva les suspenda los fueros parlamentarios.

Esta situación está prevista en el art. 70, CN y por cierto abre la posibilidadde que
salvado el obstáculo del fuero, el legislador suspendido se encuentre en plenitud
frente al proceso penal, al igual que cualquier otro ciudadano.

Pero hay un caso en el que nunca va a ser igual y se sustrae a esa igualdad,
porque el privilegio funcional lo va a proteger siempre, durante la duración del
mandato y, después de él, toda la vida.

Se trata del previsto por el art. 68, Ley Fundamental, en cuanto manda que
"ninguno de los miembros del Congreso puede ser acusado, interrogado
judicialmente, ni molestado por las opiniones o discursos que emita
desempeñando su mandato de legislador".

La función, el debate legislativo, en aras de lo mejor, es superior al posible agravio


individual.

La ley procesal penal nacional prevé en sus arts. 189/191 estos "obstáculos
fundados en privilegio constitucional" y bajo las formas de desafuero y antejuicio
instituye el procedimiento a seguir en su caso para la remoción de ellos.

Lo mismo ocurre con los miembros de las representaciones diplomáticas


extranjeras, hasta que el Estado representado acepte la intervención de la justicia
del lugar del hecho. En caso negativo ésta no interviene.

Ya en consideración a los particulares, en los delitos contra la honestidad


(violación, estupro, abuso deshonesto y rapto), sólo se abre el juicio si la víctima o
su representante legal instan la acción.
Cumplidos en estos casos los recaudos previos, su sometimiento al proceso es
igual al de todos los habitantes.

Principios y Garantías en el derecho procesal penal:

El término “principio” significa: base, fundamento, origen, razón fundamental


sobre la cual se procede discurriendo en cualquier materia.

Lino Palacios denomina “principios procesales” a las directivas u orientaciones


generales en que se funda cada ordenamiento jurídico procesal.

Los principios generales del derecho procesal, son los presupuestos políticos que
determinan la existencia funcional de un ordenamiento procesal cualquiera. Estos
concretan y mediatizan las garantías constitucionales de la norma fundamental”.

Podemos clasificarlos de la siguiente manera:

• Principio de Oficialidad:
Subprincipios relativos al ejercicio de la acción penal:

- Legalidad.
- Oportunidad.

Relativos al ejercicio de la jurisdicción:

- Imparcialidad.
- Independencia.
- Indeclinabilidad.
-Improrrogabilidad.

• Principio de la verdad real:


Subprincipios:
- Inmediación.
- Publicidad.
- Oralidad.
- Identidad física del juzgador.
- Continuidad.
- Concentración.
- Amplitud y comunidad de la prueba.
- Libre convicción.

• Principio de la defensa en juicio:


Subprincipios:
- Imputación.
- Intimación al imputado.
- Contradicción.
- Ampliación de la acusación.
- Correlación entre la acusación y la sentencia.
- Reparación del daño.
-La base de la Sentencia.

Principio de la oficialidad:

El principio de la oficialidad en términos sencillos implica la necesaria intervención


del estado, a través de sus órganos competentes, en la investigación, en el
juzgamiento y en la represión de los actos delictivos y de los delincuentes.

La intervención estatal es esencial en el proceso penal, pues mediante los delitos


se atacan a los bienes y valores sociales y públicos, estando comprometido por
ende un auténtico interés de toda la comunidad en su investigación y juzgamiento.

En virtud de este principio se proscribe la posibilidad de la privatización de la


justicia.
Los órganos competentes del estado para ejercitar esta potestad – deber pueden
ser jurisdiccionales, como el juez por ejemplo, o no jurisdiccionales, como la
policía.

De este principio de oficialidad se desprenden dos reglas básicas:

- Regla de la obligatoriedad: hace referencia a que los órganos públicos deben


ejercer necesariamente la función penal que la ley les asigna dentro del proceso
-Regla de la legalidad: hace referencia a que los órganos encargados de promover
la acción penal tienen el deber de hacerlo sin posibilidad de analizar sobre su
conveniencia o no, debiendo aplicar estrictamente lo que surge de la ley.

No obstante el principio de oficialidad y la necesaria intervención del estado en las


cuestiones del proceso penal, nos vamos a encontrar con los llamados delitos de:

Cifra Negra: delitos que nadie conoce


Cifra Dorada: son conocidos pero no entran al aparato judicial por razones
económicas, y políticas.

De esto se desprende la existencia de subprincipios, relacionados con el ejercicio


de la acción penal y con el ejercicio del poder jurisdiccional.
Subprincipios relativos al ejercicio de la acción penal

Legalidad Oportunidad
Se ha conceptualizado a la legalidad CafferataNores lo define como la atribución
(procesal) como la autonomía e inevitable que tienen los órganos encargados de la
reacción del Estado a través de órganos promoción de la persecución penal, fundada
predispuestos (generalmente el Ministerio en razones diversas de política criminal y
público fiscal y/o la policía) que frente a la procesal, de no iniciar la acción pública o de
hipótesis de la comisión de un hecho suspender provisionalmente la acción
delictivo (de acción pública), comienzan a iniciada, o de limitarla en su extensión
investigarlo, o piden a los tribunales que lo objetiva y subjetiva, o de hacerla cesar
hagan y reclaman luego el juzgamiento y definitivamente antes de la sentencia, aun
posteriormente y si corresponde, el castigo cuando concurran las condiciones ordinarias
del delito de que se hubiera logrado para perseguir y castigar.
comprobar.
El Estado se compromete y obliga a actuar El fundamento de este principio están en las
en todos los casos de sospecha de delito razones de utilidad pública o interés social
con la misma fuerza. Sin posibilidad de que se concretan en:
sustraerse. - La escasa lesión social producida mediante
En la legislación nacional ha sido receptado la comisión del delito;
tanto por el derecho de fondo como por el - El estímulo a la pronta reparación del daño
procedimental. Así, el art 71 CP dispone a a la víctima;
favor del Ministerio público el ejercicio - Evitar los efectos criminológicos de las
monopólico de la acción penal, casi en penas privativas de libertad
exclusividad. La gran excepción al dominio - La obtención de la rehabilitación del
del Estado por sobre el de la víctima lo delincuente mediante su sometimiento
constituyen los delitos de acción privada. voluntario a un proceso de readaptación a
cuyo cumplimiento queda condicionado el
Excepciones menores son los delitos sobreseimiento por razones de oportunidad
dependientes de instancia privada, casos en - La obtención de la reinserción social de
los cuáles el ejercicio del poder de presuntos terroristas y una mayor
persecución está subordinado a una expresa información de las bandas armadas.
manifestación de voluntad por parte del
ofendido o su representante legal, Podemos clasificar dos modalidades con
constituyendo esta lo que se conoce como relación a este principio:
condición de procedibilidad, por tratarse
simplemente de un obstáculo al ejercicio de
la acción, la que queda plenamente a) oportunidad libre: es las modalidad
habilitada una vez formulada la denuncia o adoptada por el derecho anglosajón, en el
querella del interesado. que el fiscal, tiene libre y absoluta
disponibilidad para el ejercicio de la acción
Reafirmando la imperatividad de la penal, que estará orientada
obligación de la persecución penal de Oficio fundamentalmente por la mayor o menor
a cargo del ministerio público, encontramos expectativa de obtención de una condena
el siguiente art del CP contra el perseguido penalmente.
Art. 274:El funcionario público que, faltando b) Oportunidad reglada: rige en los países
a la obligación de su cargo, dejare de acordes al modelo europeo-continental, en
promover la persecución y represión de los los que partiendo de la vigencia del principio
delincuentes, será reprimido con de legalidad procesal, se admiten directa o
inhabilitación absoluta de seis meses a dos indirectamente excepciones al mismo,
años, a menos que pruebe que su omisión fundadas en razones de oportunidad, por lo
provino de un inconveniente insuperable. que parece correcto afirmar que en nuestra
legislación la regla es el principio de
Por su parte el CPPN en el Art. 187 legalidad, con excepciones que lo confirman,
establece: Los funcionarios de la policía o de determinadas taxativamente por criterios de
las fuerzas de seguridad que violen oportunidad.
disposiciones legales o reglamentarias, que
omitan o retarden la ejecución de un acto Actualmente, el CP y legislaciones
propio de sus funciones o lo cumplan procesales penales, nacionales y
negligentemente serán sancionados, salvo provinciales, establecen a diversos institutos
que se aplique el Código Penal, por el en los que se puede ver la proyección de
tribunal superior de oficio o a pedido de parte criterios de oportunidad. Así:
y previo informe del interesado, con a) La suspensión del Juicio a prueba: abre
apercibimiento, multa de acuerdo con el el camino a las llamadas medidas
artículo 159 segunda parte o arresto de alternativas a la pena, priorizando la
hasta 15 días, recurribles --dentro de los tres posibilidad de hallar una solución real al
días-- ante el órgano judicial que conflicto. A través de ellos, por razones de
corresponda, sin perjuicio de las sanciones política criminal (de oportunidad o
disciplinarias que pueda aplicarles la conveniencia) se faculta a los órganos
autoridad de quien dependa la policía o la encargados de la persecución penal a no
fuerza de seguridad de que se trate. iniciar la acción pública, a suspender
provisionalmente la acción iniciada, a
limitarla en su extensión subjetiva y objetiva,
o a hacerla cesar definitivamente antes de la
sentencia. En líneas generales esta
modalidad de proceso especial, consiste
básicamente en la suspensión del juicio por
un periodo determinado, dentro del cual el
imputado debe reparar el daño en la medida
de lo posible y cumplir las reglas de
conducta que se le impongan a modo de
“prueba”. Si al vencimiento del término
establecido se verifica el cumplimiento
regular de las condiciones impuestas en la
resolución que ordenó la suspensión del
juicio, la acción penal se extingue.

Las condiciones de procedencia se hallan


regladas en el art 76 bis del CP

b) Juicios Abreviados: La característica


central del juicio abreviado es que no hay
juicio, no hay plenario. Tiene sus
antecedentes en el país en el Código
Procesal de Córdoba, Tucumán y el de la
Provincia de Buenos Aires.
Implica el reemplazo del principio de verdad
real por el de verdad consensuada, porque
depende de la voluntad de las partes.

Se introdujo por el dictado de la Ley 24.825,


a partir del art. 431 bis del Código Procesal
Penal de la Nación, el denominado "Juicio
Abreviado", como un juicio especial
siguiendo el antecedente de la Provincia de
Córdoba y de Buenos Aires.

Pero, no es un juicio especial como el


correccional, el de menores y el de acción
privada, sino un procedimiento especial de
conclusión de la causa, sin plenario.

Subprincipios relativos al ejercicio de la jurisdicción:

ju: es la condición de tercero desinteresado (independiente, neutral) del juzgador,


es decir, la de no ser parte, ni tomar posición a favor o en contra, ni estar
involucrado con los intereses del acusador ni del acusado, ni comprometido con
sus posiciones, ni vinculado personalmente con estos; y la actitud de mantener
durante todo el proceso la misma distancia de la hipótesis acusatoria que de la
hipótesis defensiva (sin colaborar con ninguna) hasta el momento de elaborar la
sentencia).

Independencia: cada juez es libre al decidir el caso conforme a la ley. Sólo a ella
está sujeto el magistrado, y aunque eventualmente su decisión puede ser
recurrida, eso no debe entenderse como una expresión de subordinación
jerárquica, sino como una necesidad de evitar errores judiciales para garantía del
justiciable.

Indeclinabilidad: es la regla que impone al juez que una vez que ha sido
investido del conocimiento de un ilícito penal, no puede sustraerse al ejercicio de
su función, debiendo pronunciarse de acuerdo con la ley, cuyo mandato le resulta
inexcusable.

Improrrogabilidad: las normas sobre jurisdicción y competencia son


improrrogables. No puede, la voluntad de las partes o la del magistrado, modificar
según sus conveniencias, las previsiones que de manera expresa contienen los
Códigos de procedimiento.

Principio de la verdad real:


El principio de la verdad real tiene como una de sus fuentes principales el interés
general de la comunidad con respecto a la averiguación de lo efectivamente
sucedido.
Cuando hablamos de la verdad real en términos sencillos estamos haciendo
referencia a la necesidad de averiguar lo que verdaderamente ocurrió en el hecho
investigado.
El principio de la verdad real juega dentro del proceso penal un papel diferente al
de la verdad formal dentro del proceso civil, en el cual el juez de la causa solo se
puede valer de los elementos de convicción aportados por las partes durante el
proceso. En el proceso penal, por el contrario, el juez podrá ir más allá de lo que
aportan las partes, pues justamente se le exige que intente llegar a la, muchas
veces muy distante, verdad real.

Desde ya que si bien el objetivo dentro de todo proceso penal debe ser llegar a la
verdad real, muchas veces esto es imposible. Es por eso que se sostenga que la
verdad real, mas que una certeza, se trata de una verdad aproximada, en virtud de
la cual, un sujeto que no vivencio el hecho (el juez), pueda llegar a un
convencimiento sobre el mismo a través de ciertos elementos probatorios.

Expresamente nos dice el CPP que si el juez considera que no tiene elementos de
convencimiento suficientes, no puede condenar al imputado, pues se requiere
para ello, una certeza plena.

Subprincipios de la verdad real:

Inmediación:
La inmediación hace referencia al contacto directo que debe mantener en todo
momento el juez con las partes y los elementos probatorios y de interés para la
causa.
Podemos hablar entonces de una inmediación subjetiva entre el juez y el resto de
los sujetos procesales, y de una inmediación material, entre el juez y los medios
probatorios y demás elementos de interés para la causa.

Para que este subprincipio se de en forma eficaz, es necesario el pleno


funcionamiento de los subprincipios de publicidad, oralidad, identidad física del
juzgador y de continuidad.

Si bien lo ideal sería que la inmediación esté presente a lo largo de todo el


proceso, la practica nos demuestra que se dará solo en la etapa del plenario, mas
no en la de la instrucción.

Publicidad:
El subprincipio de la publicidad es una consecuencia lógica de nuestro sistema
republicano, en el cual es necesario que se den a conocer todos los actos de
gobierno, a los fines de que se pueda ejercer sobre los mismos un adecuado
control por parte de los otros poderes del estado, como así también de la
comunidad.
La publicidad se presenta dentro del proceso penal primordialmente en la etapa
del plenario, mas no en la instrucción.

Oralidad:
La oralidad es sumamente conveniente dentro del proceso atento a que por esta
vía se permite una manifestación más amplia de lo sucedido, que la que puede
permitir la escrita. Por otra parte favorece al principio de inmediación subjetivo.

En nuestro sistema solamente la etapa del plenario es oral, aclarando que la


misma no es absolutamente oral, ya que a pedido de las partes los secretarios
deberán hacer constar en acta todas aquellas cuestiones que se presenten como
relevantes.

Inclusive hay que decir que la práctica nos demuestra que los secretarios no solo
asentaran las cuestiones relevantes, sino también muchas otras que carecen de
trascendencia, contradiciendo así la disposición del CPP que nos dice que solo se
deberán asentar en acta las cuestiones más importantes.

Identidad física del juzgador


Primeramente se debe aclarar que este es un subprincipio que rige solo para la
etapa del debate.

En virtud del subprincipio de la identidad del juzgador nos vamos a encontrar con
que es necesario que el mismo juez que actuó en el debate, sea quien dicte
sentencia.

Esta es un subprincipio establecido entonces en garantía del imputado y de la


fidelidad de los hechos.
Que es lo que sucede entonces en aquellos casos en los cuales el juez que
comenzó a entender en el plenario no puede continuar en el mismo:
- si ya ha comenzado el debate y se enferma el juez, el plenario será aplazado
- si todavía no se ha abierto el debate, se aplazara también el plenario
- en caso de enfermedad grave del juez, se suspenderá el proceso, pero si dicha
enfermedad subsiste, se deberá anular el proceso
-si ya se ha producido la totalidad del debate y ya está elaborada la sentencia,
esta será igualmente valida aunque carezca de la firma de alguno de los jueces

Continuidad:
Este subprincipio implica que todas las audiencias deberán ser realizadas en los
plazos más cercanos posibles, y que una vez iniciada la audiencia, debe concluir.

La finalidad de la continuidad es evitar el olvido de circunstancias y de hechos que


puedan presentarse como esenciales para la resolución de la causa.
El principio general es entonces la continuidad y la excepción es la interrupción.

Son supuestos de interrupción:


- El aplazamiento que se da cuando se pospone el día y la hora del debate, antes
de que haya comenzado el debate.
- El cuarto intermedio, que es la forma de interrupción más común. Mientras dure
el cuarto intermedio, no se podrá resolver otro expediente.
-La suspensión, que se podrá dar por hasta 10 días, ya que de lo contrario
corresponde declarar la nulidad de todo lo actuado. La suspensión es procedente
solo en los supuestos previstos por la ley:

1) Cuando deba resolverse alguna cuestión incidental que por su naturaleza no


pueda decidirse inmediatamente;
2) Cuando sea necesario practicar algún acto fuera del lugar de la audiencia, y no
pueda verificarse en el intervalo entre una y otra sesión;
3) Cuando no comparezcan testigos, peritos o intérpretes cuya intervención sea
indispensable a juicio de la cámara, salvo que pueda continuarse con la recepción
de otras pruebas hasta que el ausente sea conducido por la fuerza pública
4) Si algún Juez, Fiscal o Defensor se enfermare hasta el punto de no poder
continuar su actuación en el juicio a menos que los dos últimos puedan ser
reemplazados;
5) Si el imputado se encontrare en la situación prevista del inciso anterior, caso en
que deberá comprobarse su enfermedad por los médicos forenses, sin perjuicio de
que se ordene la separación del juicio,
6) Si alguna revelación o retractación inesperada produjere alteraciones
sustanciales en la causa, haciendo indispensable una Instrucción Formal
suplementaria;
7) Cuando el defensor lo solicite conforme el Art. 406.

En caso de suspensión, el presidente anunciará el día y hora de la nueva


audiencia y ello valdrá como citación para los comparecientes. El debate
continuará enseguida del último acto cumplido cuando se dispuso la suspensión.
Siempre que esta exceda el término de 10 días, todo el debate deberá realizarse
nuevamente bajo pena de nulidad. Durante el tiempo de suspensión, los Jueces y
Fiscales podrán intervenir en otros juicios.
Concentración:

Mediante este subprincipio se busca acumular en un mismo acto, audiencia, la


mayor cantidad de cuestiones posibles por su compatibilidad.

Libertad y comunidad de la prueba:


La libertad de la prueba hace referencia al derecho que tienen las partes de
ofrecer y producir libremente todas las pruebas que hagan a su derecho, como así
también concurrir al control de la prueba ofrecida y producida por la otra parte.
La comunidad de la prueba por su parte, implica que una vez introducido un
elemento probatorio al proceso, el mismo deja de pertenecer a quien lo ofreció, y
pasa a estar al servicio superior de la justicia y la verdad real. Por ello quien ha
introducido una prueba, no podrá luego evitar su producción mediante su renuncia
por ejemplo.

Libre convicción:
El subprincipio de la libre convicción hace referencia a la valoración del juez de los
elementos probatorios, y no es otro que el sistema de la sana critica racional, en
aplicación directa de la experiencia común y de las reglas de la lógica.

Principio de la defensa en juicio

Este principio encuentra su fuente en el artículo 18 de la CN que expresa que es


inviolable la defensa en juicio de las personas y sus derechos.

En un sentido amplio puede ser visto como el derecho de defensa que le asiste a
todas las partes, y desde un punto de vista restrictivo como el derecho de defensa
que le asiste al imputado.

Este principio deberá estar presente en todas las etapas del proceso, inclusive
desde la prevención policial.

Subprincipios del derecho de defensa en juicio:


Imputación:
La etapa preparatoria de todo proceso penal presupone siempre una imputación
concreta de un delito determinado a una persona individualizada o no.
Esta imputación no requiere de formas solemnes, y puede provenir de un
particular mediante una querella o denuncia, interpuesta ante autoridad policía, del
ministerio público, o del juez, o mediante el inicio de un procedimiento de oficio.

Intimación del imputado:


Habiéndose iniciado una causa en su contra, el juez deberá intimar al imputado a
los fines de informarle:
- Cuál es el hecho que se le imputa;
- Cuáles son las pruebas existentes en su contra y a su favor.
- Que tiene el derecho de abstenerse a declarar sin que su silencio implique
presunción de culpabilidad;
-Y que puede requerir la presencia de su defensor.

Para que la intimación cumpla con sus fines debe ser concreta, expresa, clara y
circunstanciada.

Con esto se quiere decir que deberá indicar todas las cuestiones relacionadas con
el lugar, tiempo y modo del hecho que se le imputa. La simple mención del delito
que se le imputa no es suficiente.

Se requiere también que sea precisa, integral y oportuna. Con esto se quiere decir
que debe ser redactada en forma clara, de manera tal que pueda ser entendida
por el imputado.

Es necesario que en ella no se le oculte nada al imputado, y por último que se


efectuada en tiempo y forma, para que éste pueda ejercer su derecho de defensa.

La falta de intimación implica violación a las normas concernientes a la


intervención del imputado.

Intervención del imputado:


Es de vital importancia la intervención del imputado en aquel proceso que se ha
incoado en su contra, a los fines de que pueda tener un conocimiento acabado de
los hechos que se le atribuyen y de los actos procesales que se llevan a cabo para
llegar a la verdad real. Por otra parte también es necesaria su presencia en el
juicio, como un medio más de colaboración para que el juez puede resolver la
cuestión.

Tal es la importancia de la presencia del imputado, que la norma dispone que el


juicio no podrá tramitarse en rebeldía, y que en el caso de que el imputado se
negare a comparecer, podrá ser llevado por la fuerza pública e inclusive privado
de su libertad.

Si bien la instrucción penal y la investigación penal preparatoria pueden realizarse


en ausencia del imputado, será menester su presencia para que la causa sea
elevada a juicio plenario, ya que la declaración del imputado o su negativa a
hacerlo es un presupuesto necesario para el acto de procesamiento.

Al requerirse la presencia del imputado en el proceso se le asegura la posibilidad


de:
- Declarar libremente
- Ofrecer pruebas
- Exponer las razones que le asisten para obtener una decisión jurisdiccional
favorable.
- Derecho de defenderse personalmente o mediante un defensor.

No sucede lo mismo con respecto al demandado civil, cuya rebeldía no afectara ni


paralizara el trámite del proceso.

Contradicción:
El principio de contradicción le asegura a las partes:

- La oportunidad de ser oídas por el tribunal durante el proceso.


- La posibilidad de insertar pruebas conducentes y pertinentes la proceso
- La posibilidad de controlar la actividad judicial o de la parte contraria.
-La posibilidad de refutar los argumentos que pueden afectarlo

Sin embargo hay que destacar que la contradicción no tendrá la misma fuerza en
todas las etapas del proceso, ya que mientras que en el plenario nos encontramos
con una contradicción plena, en la instrucción nos vamos a encontrar con una
contradicción limitada.

Decimos que en la e instrucción y en la investigación penal preparatoria hay una


contradicción limitada pues muchas veces la necesidad de averiguar la verdad
implica la necesidad de imponer ciertas restricciones a la defensa de las partes.

Por ello el juez de la instrucción o el fiscal de investigación no permitirán en


algunos supuestos la asistencia de las partes a los actos instructorios, cuando
considere que ciertos actos de las mismas pueden poner en peligro la
consecución de los fines del proceso.

Ampliación de la acusación
Si de la instrucción o del debate resultaren hechos que integren el delito o que lo
agraven, el fiscal podrá ampliar la acusación efectuada en el requerimiento fiscal.

La posibilidad de ampliar la acusación encuentra su fundamento en un principio de


económica procesal, pues de no admitirse la ampliación necesariamente se
debería retrotraer el juicio a la instrucción siempre que apareciera alguna
circunstancia calificante no prevista con anterioridad.

El límite de la facultad de ampliar la acusación esta dado en el derecho de


defensa del imputado, ya que la misma podrá ser solicitada siempre que no afecte
dicho derecho.

Correlación entre acusación y sentencia:


Este subprincipio nos dice que entre la acusación, originaria o ampliada, y la
sentencia, debe mediar una correlación esencial sobre el hecho, lo que impide al
juez condenar al acusado por un hecho diferente del que fuera objeto de la
imputación formulada.

Hay que aclarar que la correlación o congruencia atañe específicamente al hecho


imputado, y no a su calificación legal, la cual quedara siempre a criterio del
juzgador.
Consecuencias de la correlación
- La acusación y la sentencia deben coincidir en cuanto a la acción u omisión
imputada
- Deben coincidir en cuanto al resultado de la acción u omisión imputada
- Se puede condenar al imputado, sin violar esta regla, por un delito más leve del
que fue objeto de acusación

La reparación del daño:


En sede penal, la sentencia condenatoria no puede ordenar de oficio la reparación
del año causado por el delito, sino solo en virtud de una demanda que concrete la
pretensión civil. Si se admitiera la posibilidad de los jueces de resolver de oficio la
reparación se estarían violando dos máximas procesales, como son la defensa del
imputado, y la facultad de decidir solo sobre las cuestiones planteadas
oportunamente.

La base de la sentencia:
El fundamento o base de la sentencia deberá surgir siempre de los actos del
debate o de los medios de prueba y demás elementos de convicción que se
hubieran presentado durante el proceso.

Nunca una sentencia podrá fundarse en hechos de conocimiento personal y


exclusivo del juez, que han sido adquiridos fuera del proceso. La violación de este
subprincipio, determina la nulidad de la sentencia por falta de fundamentos.

Principios constitucionales – Institutos supra - procesales


Los principios constitucionales que rigen el proceso penal son:
– Principio de Nulla pena sine iudice
– Principio del juez natural.

Principio de Nulla pena sine iudice


Este principio nos dice en pocas palabras que no puede haber pena sin proceso
previo.
Entonces, toda pena presupone un proceso penal previo, en el cual se hayan
realizado las investigaciones necesarias para llegar a la averiguación de la verdad
real, y se haya respetado siempre el derecho de defensa del imputado.
Este principio no requiere entonces solamente el proceso previo sino que requiere
además que el mismo haya sido tramitado acorde a todas las formalidades y
exigencias de la ley.

Principio del juez natural


El principio del juez natural proscribe en nuestro sistema la posibilidad de los
llamados tribunales de excepción, que son aquellos constituidos especialmente
para el conocimiento de causas determinadas, y con posterioridad a los hechos
que motivan la causa.
Por ello cualquier sujeto podrá exigir válidamente que quien lo juzgue sea el
órgano con competencia legal previa a los hechos que motivan la causa.

Principio de Nulla pena sine lege


En términos sencillos este principio significa que nadie puede ser penado sin ley
previa que condene el hecho cuestionado. Esto plantea dos consecuencias:
- Ninguna acción no tipificada como delictiva podrá ser condenada judicialmente,
por mas que atente contra la moral o las buenas costumbres (tipicidad de la ley
penal)
- La ley que tipifique el delito deberá provenir de un órgano competente, que en
este caso será el Congreso de la Nación
- El juez no podrá aplicar otra sanción que la prevista por la ley para cada hecho
especifico
- Para que el juez aplica la sanción correspondiente, no solo será necesario que la
conducta encuadre en un delito tipificado, sino también que la misma no encuadre
en una causal de eximición o absolutoria
-Las leyes penales no tendrán efectos retroactivos, salvo aquellas que se
presentaren como más benévolas para el imputado

Garantías:

Noción y fin: Las garantías procuran asegurar que ninguna persona pueda ser
privada de defender su derecho vulnerado (por el delito) y reclamar su reparación
(incluso penal, lo que es incuestionable en casos de acción penal privada,
mientras avanza la idea para el caso de la acción pública) ante los tribunales de
justicia.

Asimismo, las garantías procuran asegurar que ninguna persona pueda ser
sometida por el Estado, y en especial por los tribunales, a un procedimiento ni a
una pena arbitraria (“acto o proceder contrario a la justicia, la razón o las leyes,
dictado sólo por la voluntad o el capricho”) en lo fáctico o en lo jurídico, tanto
porque el Estado no probó fehacientemente su participación en un hecho definido
(antes de su acaecimiento) por la ley como delito, como también porque no se
respetaron los límites impuestos por el sistema constitucional a la actividad estatal
destinada a comprobarla y a aplicar la sanción.

O sea que, en el proceso penal, las garantías se relacionan con quien ha


resultado víctima de la comisión de un delito, a quien se considera con derecho a
la “tutela judicial” (arts. 1.1, 8.1 y 24, CADH) del interés (o derecho) que ha sido
lesionado por el hecho criminal, y, por lo tanto, con derecho a reclamarla ante los
tribunales (art. 8.1, CADH) penales, actuando como acusador, aun exclusivo.
También se erigen como resguardo de los derechos del acusado, no sólo frente a
posibles resultados penales arbitrarios, sino también respecto del uso de medios
arbitrarios para llegar a imponer una pena.

Fuente:
Artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional:

Luego de la incorporación a la Constitución Nacional de los principales tratados


sobre derechos humanos, y de situarlos a su mismo nivel (art. 75 inc. 22, CN),
puede hablarse de un nuevo “sistema constitucional” integrado por disposiciones
de igual jerarquía "que abreva en dos fuentes: la nacional y la internacional".

Sus normas, "no se anulan entre sí ni se neutralizan entre sí, sino que se
retroalimentan" formando un plexo axiológico y jurídico de máxima jerarquía
(Bidart Campos), al que tendrá que subordinarse toda la legislación sustancial o
procesal secundaria, que deberá ser dictada "en su consecuencia" (art. 31, CN).
Además, la paridad de nivel jurídico entre la Constitución Nacional y esa normativa
supranacional, obliga a los jueces a "no omitir" las disposiciones contenidas en
esta última "como fuente de sus decisiones", es decir, a sentenciar también “en su
consecuencia”.

Este sistema constitucional diseña un esquema de garantías para los derechos


que reconoce, las que se proyectan sobre el proceso penal, esquema que es
también ley suprema en Córdoba, conforme a lo dispuesto por el art. 18 de su
Constitución, que dispone que “todas las personas en la Provincia gozan de los
derechos y garantías que la Constitución Nacional y los tratados internacionales
ratificados por la República reconocen y están sujetos a los deberes y
restricciones que imponen”, y que además en una “Disposición complementaria”
establece que “toda edición oficial” de ella “debe llevar anexa los textos de la
“Declaración Universal de los derechos del Hombre” de la ONU de 1948 y la parte
declarativa de derechos de la “Convención Americana sobre Derechos Humanos”.
Pero, además, la Constitución de Córdoba profundiza para nosotros ciertos
aspectos de la normativa “nacional-supranacional” aludida.

Todo esto forma un verdadero “bloque de legalidad” de máximo nivel jurídico que
debe presidir la formulación de las normas procesales penales y, sobre todo, su
interpretación y aplicación prácticas. No es con citar las constituciones y los
pactos que se cumple con ellos: a veces es ese el mejor método para esconder su
vulneración.

Fundamento:
Estas garantías tienen como fundamento los atributos de la persona humana" y
emanan de su "dignidad inherente", estos derechos son reconocidos por el
sistema constitucional, que establece instituciones políticas y jurídicas que tienen
como fin principal la protección de los derechos esenciales del hombre, y también
procedimientos y prohibiciones para proteger, asegurar o hacer valer su plena
vigencia, para resguardarlos frente a su posible desconocimiento o violación, y
para asegurar su restauración y reparación, aun mediante la invalidación o la
sanción de las acciones u omisiones violatorias, provengan o no de la autoridad
pública en el ejercicio de su función penal.

Estas garantías son de naturaleza jurídico-política, pues surgen de las leyes


fundamentales, imponen obligaciones a cargo del Estado y establecen límites a su
poder.

Límite:
Si bien los derechos que las garantías tutelan no son absolutos, pues están
"limitados por los derechos de los demás, por la seguridad de todos y por las
justas exigencias del bienestar general y del desenvolvimiento democrático" (art.
XXVIII, DADDH), las restricciones que con tales propósitos establezcan las leyes
que reglamenten su ejercicio por razones de interés general, deberán guardar
directa relación con las razones que las autorizan y no podrán alterarlos en su
esencia (art. 28, CN).

Es por eso que la interpretación de aquéllas debe ser conforme al sistema


constitucional, es decir con sujeción a la Constitución, que impone al juez la crítica
de las leyes inválidas a través de su reinterpretación en sentido constitucional y la
denunciade su inconstitucionalidad, e inspirada en el principio "pro hómine".

Y aun cuando se funden en una ley, las restricciones podrán considerarse


arbitrarias si fueren incompatibles con el respeto de los derechos fundamentales
del individuo por ser, entre otras cosas, irrazonables, imprevisibles, o tengan falta
de proporcionalidad.

En otras palabras, la restricción arbitraria a los derechos humanos es aquella que,


aun amparándose en la ley, no se ajusta a los valores que informan y dan
contenido sustancial al Estado de Derecho.

Clases de Garantías:

• Garantías penales:
El sistema constitucional argentino, por ideología y en sus disposiciones expresas,
consagra las siguientes garantías penales:

Legalidad: Sólo la ley, es decir un acto emanado del Poder Legislativo –y no de los
otros poderes–, de alcance general y abstracto, puede definir qué acción u
omisión de una persona es punible como delito, estableciendo a la vez la pena
que le corresponderá al infractor.

Reserva: Sólo podrá aplicarse pena a quien incurra en la conducta descripta por la
ley como delito (con sus notas de tipicidad, antijuridicidad, culpabilidad y
punibilidad), nunca otras no atrapadas por aquella descripción (todo lo que no está
penalmente incriminado, estará penalmente autorizado), ni con una especie o
cantidad diferente de pena que la prevista (lo que excluye la posibilidad de
aplicación analógica de la ley penal).

Ley previa: Sólo podrá reprimirse una conducta humana si se encuentra descripta
por la ley como punible, antes de su acaecimiento y sólo con la pena prevista en
ese momento.

Irretroactividad: No podrá invocarse para reprimir esa conducta una ley posterior a
su ocurrencia, sea porque recién la tipifique como delictiva, o porque le asigne una
sanción más grave (sí podrá aplicarse retroactivamente la ley penal más benigna).

Estas garantías se utilizan en la conocida máxima "nullum crimen nullapoena sine


proevialegepoenali", expresamente receptado en nuestro sistema Constitucional
(art. 18, CN.; art. 15, PIDCP).

Como precisiones de lo expuesto, se admite en forma generalizada que sólo


pueden conminarse como punibles conductas (no pensamientos, ni condiciones o
situaciones personales: se pena por lo que se hace o se deja de hacer, no por lo
que se es, o se cree o se piensa), que deben ser actual o potencialmente dañinas
para algún bien susceptible de ser protegido por el derecho (nunca aquellas que
"de ningún modo ofenden al orden o a la moral pública, ni perjudiquen a un
tercero, art. 19, CN) y culpables, es decir, cometidos u omitidos con conciencia y
voluntad (por dolo o culpa del autor): no hay responsabilidad penal objetiva.

Además, la descripción de las conductas punibles tendrá que reunir la máxima


precisión, y debe ser posible de verificar su existencia o inexistencia a través de la
prueba.

Con relación a la pena, también existen disposiciones garantizadoras. No


puede existir la pena de muerte (art. 4.3, CADH), ni tampoco alguna que sea cruel,
inhumana o degradante (art. 5.2, CADH) infamante o inusitada (art. XXVI,
DADDH), lo que exige un estricto control de la ejecución de otras, como la de
prisión, para que en la práctica no tengan tales características.

Es también una garantía el principio de proporcionalidad de la pena, y que no


pueda "trascender la persona del delincuente" (art. 5.3, CADH).

• Garantías Procesales:
El sujeto a quien se le atribuye participación en un hecho delictivo, es decir, el
imputado, es reconocido por el sistema constitucional (Constitución Nacional y
tratados internacionales incorporados a su mismo nivel –art. 75 inc. 22 CN–) como
titular de derechos que emanan de su condición de persona humana, la que se
valoriza en su dignidad (Preámbulo de la CADH).

De allí que se le reconozcan derechos como tal y se los proteja aun durante el
proceso penal. Pero el sistema constitucional le confiere además otros derechos y
garantías (mínimas) especiales en virtud de su específica condición de
penalmente perseguido, procurando asegurarle un "juicio justo".

Esta concepción debe tener como reflejo (muchas veces no lo tiene en la práctica)
una firme actitud de todos los poderes del Estado en el marco de sus respectivas
competencias, tendiente a evitar cualquier afectación a los derechos del imputado
que no pueden ser restringidos bajo ningún concepto (por ejemplo: la integridad
física) durante el curso del proceso, y a minimizar la restricción de aquellos que sí
puedan verse limitados por razones procesales, a la medida de lo estrictamente
imprescindible, limitaciones que siempre serán de aplicación e interpretación
restrictiva.

- Igualdad ante los tribunales:

Derivado de la dignidad personal y como corolario del principio de igualdad ante la


ley (art. 16, CN), la legislación supranacional sobre derechos humanos de nivel
constitucional (art. 75 inc. 22, CN) establece que "todas las personas son iguales
ante los tribunales y las cortes de justicia" (art. 14.1, PIDCP).
Concepto:
Implica que se acuerde tanto a la víctima que reclama investigación y juicio, como
al imputado, durante el proceso penal, un trato que será igual, cualquiera sea su
condición personal: no puede haber ni privilegios, ni discriminación de ninguna
naturaleza, ni por ninguna razón, ni durante el proceso, ni en la decisión final.

A la vez, cualquiera que sea el sentido que ésta adopte, deberá ser equitativa e
imparcial y fundarse solamente en la prueba y en la ley. Esto exige que no se
hagan excepciones personales respecto a la formación o a la prosecución de las
causas penales, ni a la posibilidad de intervenir en ellas, ni a su radicación ante
los tribunales; ni que se impulsen procesos por motivos exclusivamente
personales, derivados sólo de quien es la persona que los impulsa, o quien es la
persona contra quien se promueven.

Tampoco podrá admitirse un tratamiento diferencial (ni mejor ni peor) de las


víctimas que reclaman penalmente, ni de los imputados, por razones económicas,
sociales, religiosas, políticas o culturales, etc. En el plano estrictamente normativo
la igualdad de las partes en el proceso penal no tendrá mejor modo de
expresarse, que respetando el principio contradictorio.

- La reserva de la intimidad:

El derecho a la intimidad, en sus diferentes expresiones, es otro de los


reconocidos por el sistema constitucional, porque emana de la dignidad personal
del imputado.

Protege todo aspecto de la vida privada de un individuo que éste quiera preservar
del conocimiento e intrusión de los demás (art. 11.1, CADH). Si bien puede verse
restringido por el desarrollo del proceso penal, ello sólo podrá ocurrir bajo ciertas
condiciones que aquella legislación superior autoriza. Los datos obtenidos en
violación de esta garantía no podrán ser utilizados como prueba.

Proyecciones:

• El pudor: Debe asegurarse, en primer lugar, el respeto al pudor del


imputado (intimidad corporal) cuando sea objeto de la persecución penal. Al
respecto, es preciso restringir al límite de la más estricta necesidad cualquier
medida judicial sobre su cuerpo (como sería una inspección corporal o una
requisa personal), la que deberá ser objeto de una cuidadosa reglamentación en
orden a las causas de su procedencia y a la forma de su realización (ejemplo: la
requisa sobre una mujer deberá practicarla personal femenino).

• El domicilio: El domicilio es una proyección espacial del ámbito de intimidad


de la persona, lo que ha determinado el reconocimiento general de su
inviolabilidad y la exclusión de posibles injerencias arbitrarias en él (art. 18, CN;
art. 11.2, CADH). Si bien se podrá autorizar su registro y allanamiento, será en
base a la regulación por ley de las razones de su procedencia (art. 18, CN), el que
será dispuesto sólo por un juez competente mediante orden motivada y previa al
acto, escrita y determinada, y no reemplazable por ningún otro medio, ni siquiera
por el consentimiento del interesado.

• Correspondencia y papeles: La intimidad de la persona también es


resguardada mediante el establecimiento de la inviolabilidad de su
correspondencia y papeles privados (art. 18, CN; art. 11.2, CADH), lo que debe
extenderse a las otras formas de comunicación interpersonal. Las limitaciones
deberán emanar de disposiciones concretas de las leyes, respetuosas del sistema
constitucional, que circunscriban la órbita en que pueden aplicarse durante el
proceso penal.

• Secreto profesional o de estado: El derecho a la intimidad exige también


que las confidencias o revelaciones realizadas a otras personas por razones
propias de su oficio, profesión o estado, sean mantenidas en la reserva en que se
produjeron, incluso en el ámbito del proceso penal.

- El estado de Inocencia:

Por respeto a su dignidad personal, al imputado se le reconoce durante la


sustanciación del proceso, un estado jurídico de no culpabilidad respecto del delito
que se le atribuye (que también se denomina principio de inocencia o derecho a la
presunción de inocencia, art.11, DUDH) que no tendrá que acreditar (aunque tiene
derecho a ello), como tampoco tendrá que hacerlo con las circunstancias
eximentes o atenuantes de su responsabilidad penal que pueda invocar.

Puede formularse diciendo que todo acusado es inocente mientras no se


establezca legalmente su culpabilidad, lo que ocurrirá cuando se pruebe que es
culpable, en las condiciones de garantías que se establecen en el sistema
constitucional y en el Código Procesal Penal

Ello significa, que no se lo podrá penar como culpable (ni tratarlo como tal durante
el proceso penal) a quien no se le haya probado previamente su culpabilidad en
una sentencia firme dictada luego de un proceso regular y legal; que esa prueba
deben realizarla los órganos encargados de la preparación, formulación y
sostenimiento de la acusación; que el imputado no tiene –ni, por lo tanto, se le
puede imponer– la obligación de probar su inocencia; y que si la acusación no se
prueba fehacientemente por obra del Estado, el acusado debe ser absuelto.

Derivaciones: El principio de inocencia tiene varias derivaciones y repercusiones


que se analizan a continuación. Pero la principal, que es su verdadera contracara,
es el principio in dubio pro reo.

IN DUBIO PRO REO: Por duda se entiende genéricamente la imposibilidad de


llegar a la certeza (positiva o negativa): pero esta imposibilidad tiene diferentes
grados.

Stricto sensu, habrá duda cuando coexistan motivos para afirmar y motivos para
negar, pero equilibrados entre sí. Si los motivos para afirmar prevalecen, habrá
probabilidad (positiva), la que si bien se acerca a la certeza positiva, no la alcanza
en virtud de la vigencia no superada de los motivos para negar.

En cambio, si son éstos los que prevalecen, habrá improbabilidad, la que se


acerca a la certeza negativa, pero no llega a ella en razón de la existencia,
insuperable, de algún motivo para afirmar.

En estos últimos dos casos, la imposibilidad de arribar a la certeza permitirá incluir


la probabilidad y la improbabilidad en el concepto amplio de duda.

La duda –para ser beneficiosa– debe recaer sobre aspectos fácticos (físicos o
psíquicos) relacionados a la imputación. Se referirá especialmente a la
materialidad del delito, a sus circunstancias jurídicamente relevantes, a la
participación culpable del imputado y a la existencia de causas de justificación,
inculpabilidad, inimputabilidad o excusas absolutorias que pudieran haberse
planteado.

La influencia del principio "in dubio pro reo" se extiende, con distintos pero
progresivos alcances, durante todo el curso del proceso penal, y mientras más
adelantado se halle éste, mayor será el efecto beneficiante de la duda.

Pero la máxima eficacia de la duda se mostrará en oportunidad de elaborarse la


sentencia definitiva, posterior al debate oral y público, pues sólo la certeza positiva
de la culpabilidad permitirá condenar al imputado.

La improbabilidad, la duda stricto sensu y aun la probabilidad (positiva)


determinarán su absolución. Es en este momento donde impera con total amplitud
el principio in dubio pro reo, pues atrapa la totalidad de las hipótesis posibles de
duda como estados intelectuales excluyentes de la certeza.

Se discute, en cambio, sobre si el in dubio pro reo rige en materia de


interpretación de la ley penal.

Algunos se inclinan terminantemente por la negativa, basándose en que aceptar


su vigencia en esta materia, importaría abolir la tarea de interpretación jurídica,
pues bastaría presentar una postura razonable, más beneficiosa al imputado, para
que ésta fuere obligatoria (aun cuando resulte equivocada).

Otros, en cambio, admiten que este principio valga como criterio de interpretación
no sólo para evitar la aplicación analógica de la ley penal o su extensión
interpretativa más allá del marco del hecho, sino también en la situación de
incertidumbre del ánimo sobre la pena referida a él.

- Juicio Previo:

El sistema Constitucional no sólo establece quién puede aplicar la pena (el juez
del Poder Judicial, “natural” e imparcial), sino que estatuye también el “cómo”:
"nadie podrá ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del
proceso" reza el art. 18 de la Constitución Nacional, lo que importa la
consagración del proceso como condición ineludible para la realización del
derecho penal (art. 14.1 y 3.e, PIDCP).

La garantía del "Juicio previo" significa, no sólo que él debe preceder


inevitablemente a la pena, sino que –además– no puede imponerse una pena por
fuera del juicio, ni el proceso puede ser ocasión ni pretexto para una indebida
restricción de los derechos que al imputado se le reconocen como inherentes a su
dignidad humana (ejemplo: su intimidad), ni configurar una pena en sí mismo, sea
por la utilización de la prisión preventiva como sanción anticipada, sea por
repercusión social estigmatizante, etc

- NON BIS IN IDEM:

Nuestro sistema constitucional recepta el principio non bis in ídem: ninguna


persona puede ser perseguida penalmente (y por cierto, tampoco juzgada) más de
una vez en forma sucesiva, ni tener contemporáneamente pendiente más de una
persecución penal con relación al mismo hecho delictivo (art. 14.7, PIDCP).

Este límite al poder penal del Estado consiste, entonces, en que su ejercicio en un
caso concreto se puede procurar sólo una vez. Se lo ha fundamentado diciendo
que el principio tiende a preservar la estabilidad del orden jurídico, o resulta una
derivación necesaria de la presunción de verdad de la cosa juzgada, o así lo exige
la seguridad jurídica de quien ya fue objeto de la persecución penal del Estado.

UNIDAD II: SISTEMAS PROCESALES.


Si analizamos el desarrollo y evolución del proceso penal, nos vamos a encontrar con
dos sistemas clásicos extremos: el inquisitivo y el acusatorio. A estos dos sistemas, le
podemos agregar un tercer sistema intermedio: el mixto.

• Sistema Inquisitivo:
Encuentra su origen en la Roma Imperial desde donde se extiende a toda Europa
Continental.

Sus principales características son:


- El sujeto principal del proceso es el juez, quien tiene todas las atribuciones.
- Se impide la libre defensa del imputado.
- No están correctamente diferenciadas la acción, la defensa la función juzgadora
- El juez es el único directo e impulsor del proceso.
- El procedimiento es escrito, secreto y no contradictorio.
- El juez valorara la prueba acorde al sistema legal positivo.
- Sentencia recurrible.

• Sistema Acusatorio:
El origen de este sistema fue reconocido en Grecia y Roma. En la actualidad lo podemos
encontrar en el derecho anglosajón.

Sus principales características son:

- El individuo ocupa el primer plano dentro del proceso, por lo que es muy respetado.
- La jurisdicción es ejercida en única instancia por la Asamblea o jurado popular.
- La acción penal emergente de un delito público, es un derecho de cualquier ciudadano
(acción popular) y del damnificado, si es un delito privado.
- La acusación es la base indispensable del proceso.
- El juzgador no puede actuar de oficio. Carece de iniciativa propia en la investigación.
- El procedimiento es oral, público y contradictorio.
- La sentencia hace cosa juzgada.
- El acusado goza generalmente de libertad.

• Sistema Mixto:
El sistema mixto se presenta como un justo intermedio entre el sistema acusatorio y el
inquisitivo. Encuentra su origen en el derecho romano imperial, y fue modificado por las
legislaciones europeas continentales.

Sus principales características son:

- La jurisdicción, en la etapa instructoria es ejercida por un juez técnico. En la etapa del


plenario podrá estar a cargo de jueces técnicos o de un jurado popular
- La acción penal es ejercida por el ministerio público. En algunos sistemas se le acuerda
también el derecho de acusar a la víctima, quien también podrá presentar una acción civil
resarcitoria
- El juez es el director del proceso. Las partes solo pueden proponer pruebas, las cuales
serán practicadas si el juez las estima útiles y pertinentes
- En la etapa del plenario, las partes tienen los mismos derechos, y el tribunal cumple una
función meramente arbitral
- La instrucción es escrita, limitadamente publica y limitadamente contradictoria
- El plenario es oral, publico, contradictorio y continuo
- Las pruebas serán valoradas según el sistema de la íntima convicción para los casos de
tribunales populares, o de la libre convicción para los casos de tribunales técnicos.
- La sentencia hace cosa juzgada, y solo proceden contra ella los recursos de casación,
de inconstitucionalidad y de revisión

El proceso penal de un Estado se vincula en forma directa con la concepción política


plasmada en su Constitución -pero esta afirmación, si bien inobjetable, no siempre se
corresponde con la realidad-.

El estado de derecho impone a los poderes públicos un conjunto de límites y


prohibiciones establecidos en forma cierta, general y abstracta para tutelar los derechos y
libertades de los ciudadanos.

En ese contexto, el sistema penal de un estado democrático debe proveer diferentes


formas de solución de los conflictos sociales de naturaleza penal, a partir del respeto de
la dignidad humana de sus protagonistas -víctima y victimario- y de la ley establecida en
resguardo de sus intereses y del interés general de la comunidad.

En cambio, en los Estado totalitarios, la relación Estado-ciudadano, parte de la


subordinación.

El sistema penal constituye una simple expresión del poder punitivo del Estado, los
intereses individuales y sociales, no cuentan. Lo único que importa es castigar el delito,
concebido como una infracción que implica un acto de desobediencia al soberano.

Históricamente los ciudadanos, amoldaron los sistemas procesales a sus fines políticos.

Acusatorio y democracia: En la cuna de la democracia se construyeron las bases del


proceso acusatorio.

Grecia instauró:
Juicios orales, públicos y contradictorios.
Asigno a las víctimas un rol protagónico -tenían facultades de acción y de composición
Protección la participación ciudadana a través de la acción popular.
Para garantizar la contradicción, estableció el principio de IGUALDAD entre acusador y
el acusado.
Asignó a la prisión preventiva, carácter excepcional y como expresión del principio de
la soberanía del pueblo, estableció el juicio por jurados.

La Roma Republicana: Adoptó el modelo acusatorio y lo llevo a su máximo esplendor. A


los rasgos heredados de Grecia, se sumaron mecanismos de control de la acusación (a
través de la figura del pretor) y de la duración del proceso – plazo para la realización de
la investigación y del juicio.

Se reglamentó la composición del jurado y su modo de actuación.


El Tribunal era presidido por el pretor que dirigía el juicio mientras se recibían las pruebas
y se escuchaba a las partes -actuación y defensa-.

Al finalizar el juicio, el jurado deliberaba y votaba -sin intervención del pretor- por la
absolución, la condena o por falta de pruebas.

Para asegurar el derecho de defensa se prohibió el juicio en rebeldía y se asignó al


imputado un patronus que se enfrentaba al acusador en el litigio en el que sus
habilidades profesionales permitían al abogado cimentar su prestigio. En el juicio oral, las
partes debían mostrar al jurado los hechos a través de las pruebas para que estos las
valoren según su íntima convección.

A los rasgos heredados de Grecia, se sumaron mecanismos de control de la acusación (a


través de la figura del pretor) y de la duración del proceso – plazo para la realización de
la investigación y del juicio-

Inquisición y autoritarismo:
La instauración del imperio Romano requería un modelo de enjuiciamiento penal a las
concepciones filosóficas del nuevo régimen político. La soberanía se desplazó de los
ciudadanos al Emperador y para concretar este objetivo político, el proceso acusatorio
fue reemplazado por el inquisitivo.

Se eliminaron las formas de participación ciudadana en el proceso, se despojó a las


víctimas de sus derechos y se suprimió el juicio por jurador.

Las funciones de perseguir y de juzgar se concentraron en el Rey y en sus delegados. Se


instauró el sistema de persecución penal pública a cargo de los acusadores oficiales
(antecedente del Ministerio Público Fiscal)

Más adelante, se facultó a los magistrados a actuar de oficio. La confusión de las


funciones requirente y decisoria se convirtió en el rasgo distintivo de este modelo.

El cambio de sistema procesal se dio en forma gradual y en el germen de la inquisición


existió un procedimiento mixto con características similares a las que aún hoy rigen en
algunas provincias argentinas.

El proceso se dividió en dos etapas -instrucción preliminar, escrita y secreta y el juicio,


que continuó siendo oral y público-.

Con el correr de los tiempos se suprimieron la oralidad y la publicidad del juicio.

El proceso penal debía buscar la verdad real a cualquier precio.

La investigación era secreta y se documentaba en actas. La escritura como método de


documentación de lo actuado, permitía al Emperador, controlar la actividad del
magistrado.

La principal tarea del inquisidor era lograr la confesión del imputado -reina de las
pruebas- y para alcanzarla se justificaron algunas formas de tortura.

Se estableció el sistema de la prueba legal o tasada como modo de valoración


probatoria.
Se asignó a los recursos el efecto devolutivo, pues a través de ellos se devolvía a su
titular el monarca.

Con el correr de los siglos el modelo inquisitivo se fue consolidando como modelo de
enjuiciamiento, se convirtió en una pieza fundamental para el sostenimiento de los
Estado totalitarios y se enquistó también en el procedimiento canónico de la iglesia
católica.

En el siglo XIII la Iglesia estableció el Tribunal de la Santa Inquisición o Santo Oficio que
pronto se convirtió en el Tribunal más temido y por la severidad de sus penas, por la
privación de derechos a los imputados y por las torturas utilizadas para arrancar la
confesión del imputado, concebida como un modo de expiación de los pecados.

Latinoamérica y el legado de la colonia:

En América Latina el periodo colonial estuvo sesgado por la inquisición.


Este modelo ha impactado en nuestra región con inusitada crueldad, justificando
aberrantes violaciones de derechos humanos en época de la Colonia.

Aún hoy los sistemas judiciales latinoamericanos, siguen llevando sobre sus espaldas el
peso de la herencia del sistema inquisitorial y su enorme poder simbólico.

La conformación de los Estado Nacionales sin dudas requería la instauración de


procesos acusatorios, correlativos a la concepción política del Estado de Derecho, pero
necesitaba al mismo tiempo la construcción de una nueva “cultura jurídica” que permitiera
remover las prácticas moldeadas por la tradición inquisitorial.

Sin embargo, en palabras de Binder, la historia latinoamericana se halla signada por la


debilidad de la ley.

Mandatos constitucionales incumplidos, derechos fundamentales reducidos a simples


expectativas o utopías sociales, ilegalidad en el ejercicio de la autoridad pública,
privilegios legales irritantes, impunidad generalizada, entre otras tantas manifestaciones
similares, demuestran claramente la fragilidad de las leyes, que siguen siendo derrotadas
por las prácticas forenses, por el formalismo y los trámites rutinarios, enquistados en
procesos lentos, burocráticos e incomprensibles a los ojos de la ciudadanía.

La historia de los sistemas procesales penales argentinos refleja la debilidad de la CN


derrotada por las leyes secundarias y las prácticas inquisitivas.

Olvidamos que la fuerza normativa de la CN no es solo una cuestión de normas,


comprende también conductas y valores. Se vincula con el vigor jurídico y sociológico
que ella tiene en la realidad. Se trata en definitiva de una aptitud para disciplinar la vida
política y el comportamiento global de una sociedad.

CUADRO COMPARATIVO:
INQUISITIVO ACUSATORIO MIXTO
ACCIÓN PENAL Se inicia e impulsa de oficio, Acusación popular: Pública: Delitos de
generalmente por denuncias Para delitos públicos acción pública
secretas/anónimas. lesivos de la Privada: Delitos de
Es promovida por mismo comunidad. acción privada.
inquirente. Acusación del
afectado: cuando se
trata de delitos
privados.
JURISDICCIÓN 1ª Etapa instructoria: Juez Es ejercida única Durante la
unipersonal. instancia por un instrucción: Juez
2ª Juicio: tres jueces. Tribunal de ciudadanos unipersonal.
o jurado popular. Juicio: Tribunal
El juez aparece como colegiado.
un árbitro, solo dirige el
litigio.
Sufre de torturas y Se encuentra en Se encuentra en
IMPUTADO carece de libertad y en igualdad libertad.
derecho; la prisión de derechos con el Excepcionalmente:
preventiva sin comunicación es una regla acusador. prisión preventiva
sin excepción. La prisión preventiva
aparece como
excepción.
PROCEDIMIENTO Escrito, secreto, no Oral, público, Varia en las dos
contradictorio. contradictorio y etapas del proceso:
continuo. a) Durante la
instrucción, es
escrita,
limitadamente
pública y
limitadamente
contradictoria.
b) En el debate oral:
es oral, público,
contradictorio y
continuo.
VALORACIÓN DE Rige el sistema Impera el régimen Libre convicción o
LA PRUEBA legal o tasado de la íntima sana crítica
convicción racional.
SENTENCIA Es recurrible hasta Es irrecurrible. Hace Impugnable por
llegar al monarca. cosa juzgada. recursos de
casación

NORMATIVA

El Código Procesal de la Nación y los CPP de algunas provincias argentinas, lejos


de reglar las garantías establecidas en el Sistema Constitucional, siguen siendo
una fuente de violaciones sistemáticas a los Derechos Humanos allí reconocidos.

Frente al sistema de garantías emergente de la CN en la estructura federal de


nuestro Estado, coexisten diseños procesales tan disimiles que diluyen el principio
de igualdad ante la ley. -art. 16 CN- en un aspecto tan trascendente como lo son
las garantías judiciales, en cuyas bases de deben estructurar los procesos
penales.

Sistema mixto: Salta, Formosa, Misiones, Corrientes, San Juan, La Rioja y San
Luis.

Sistema acusatorio: Jujuy, Catamarca, Santiago del Estero, Sta. Fe, Entre Ríos,
La Pampa, Neuquén, Río Negro y Chubut.

Cabe aclarar que no todas las provincias señaladas lograron instaurar aún el
sistema acusatorio en forma completa y sufren los avances y retrocesos de todo
proceso de reforma cultural.

Sistema acusatorio burocratizado: Chaco, Buenos Aires, Córdoba y Mendoza.

Estos sistemas, aunque superan al sistema mixto, al asignar la investigación al


Ministerio Público Fiscal, mantienen el apego a la escritura y a las prácticas
inquisitivas.

El Código Procesal Penal del Chaco, se presenta, a partir de la reforma integral


operada por la Ley 4538, como un catálogo normativo, que pretende ser
predominantemente acusatorio, abandonando definitivamente la estructura Mixta
vigente bajo el modelo de la Ley 1062.
La reforma de la Ley 7143, continúa en el camino de acentuar los aspectos
acusatorios.

Fue la Ley 4538 la que sentó las bases para el establecimiento de un sistema
predominantemente acusatorio, redefiniendo roles y potestades de los operadores
y sujetos del proceso penal. Así, la investigación preliminar fiscal se encuentra en
cabeza del fiscal de investigaciones.

UNIDAD III: LA ACCIÓN

Concepto:

La acción es un instituto jurídico procesal autónomo, por medio del cual se


materializa el derecho de peticionar ante la autoridad judicial (concretada en un
órgano jurisdiccional) la actividad pública necesaria para conocer y juzgar respecto
de una pretensión jurídica.

De esta manera, la acción estimula a la jurisdicción o, como se ha dicho, es la fuerza


motriz del mecanismo procesal.

Naturaleza jurídica:
La acción tiende hacia la realización del derecho subjetivo, que podrá alcanzar al
ser reconocido en la sentencia que, de tal suerte, transformará la pretensión jurídica
en derecho subjetivo.

Pero también puede ocurrir que el pretendido derecho no exista, o no se lo pueda


probar, extremo ante el cual la sentencia se pronunciará rechazando la pretensión
jurídica.

En ambos casos ha existido acción y proceso válido porque la acción sirve para
poner en marcha la jurisdicción y obtener de ella un pronunciamiento respecto de
la pretensión.
Acción Civil y Penal:

Enseña Clariá Olmedo que la jurisdicción es única; no obstante ello, las cuestiones
penal y civil resultantes de una misma hipótesis fáctica responden a pretensiones de
distinta naturaleza, las que deben ser decididas en distintos extremos aunque se
trate de una sentencia única.

Ante ello, no se justifican pronunciamientos contradictorios, lo que ha llevado a


establecer prevalencia vinculante del proceso y de la decisión penal sobre la civil.

En un capítulo rotulado "Del ejercicio de las acciones para la indemnización de los


daños causados por los delitos", el Código Civil establece un sistema al respecto.

El Código Penal lo ha completado con lo previsto en el artículo 29 y los códigos


procesales lo reglamentan.
CPP CHACO:

ARTICULO 28.- OPORTUNIDAD. EXCEPTO EN EL PROCESO DE MENORES, LA ACCION RE-/


SARCITORIA PODRA SER EJERCIDA DESDE EL COMIENZO DE LA INVES-/
TIGACION PENAL PREPARATORIA, PERO LA ABSOLUCION DEL ACUSADO NO IMPEDIRA QUE
EL TRIBUNAL DE JUICIO SE PRONUNCIE SOBRE ELLA EN LA SENTENCIA, NI LA ULTE-/
RIOR EXTINCION DE LA PRETENSION PENAL IMPEDIRA QUE EL TRIBUNAL RESPECTIVO /
DECIDA SOBRE LA CIVIL.
ARTICULO 29.- EJERCICIO POSTERIOR. SI LA ACCION PENAL NO PUEDE PROSEGUIR EN
VIRTUD DE CAUSA LEGAL, LA ACCION CIVIL PODRA SER EJERCIDA ANTE
EL TRIBUNAL RESPECTIVO.

El artículo 1101 del Código Civil prohíbe la "condenación" civil si promovido el


proceso penal no se hubiere condenado al acusado, o sea que establece la
prioridad del pronunciamiento de la cuestión penal frente a la solución de la civil.

Pendiente el proceso penal, en sede civil el proceso debe detenerse al entrar a fallo.

Si ambas pretensiones son contenido del proceso penal, en la sentencia debe


resolverse primero la penal y después la civil.

Las excepciones de la ley civil rigen para el primer supuesto y se refieren a la


muerte y a la rebeldía del imputado.

Esa prioridad es la base para la solución de los arts. 1102 y 1103 del Código Civil: la
declaración de existencia o de inexistencia del hecho o de la culpa del condenado
al resolverse la cuestión penal no puede ser contradicha al resolverse la cuestión
civil.

Especie de cosa juzgada en cuanto a su efecto dentro de esos límites; o más bien
medio de impedir un pronunciamiento contradictorio sobre una misma conducta,
dándose prevalencia al fallo penal para proteger el interés más valioso.

De acuerdo a esto, la absolución penal vinculará al tribunal civil cuando se


fundamenta en la inexistencia del hecho o en la no participación del imputado,
pero si se fundamenta en que el hecho no constituye delito o media una causa de
inimputabilidad o exculpabilidad, será posible la condena civil fundada en la
imputación del hecho productor de daño conforme a las leyes civiles.

Ni la doctrina ni la jurisprudencia han llegado a soluciones uniformes.

Los fallos más modernos han conseguido unificar criterios en varios aspectos tanto
frente a la condena como a la absolución penal, pero aún quedan algunos dudosos
en lo que respecta a la valoración de la culpa y al efecto del sobreseimiento.

Dado que estas normas son de orden público, el tribunal puede aplicarlas de oficio.
Es posible plantear la cuestión civil juntamente con la penal, por lo que aun cuando
un solo tribunal entienda en ambos tipos de causas, la regla suele ser la no
acumulación procesal.

Entre las excepciones se cuenta la posibilidad de introducir en el proceso penal el


tratamiento conjunto de las consecuencias civiles surgidas del mismo hecho
imputado penalmente.
Esta posibilidad se presenta cuando ha sido demandada en favor del damnificado
por el delito, es decir por su titular o en su beneficio.

Esta normativa está incluida en el Código de fondo como poder implícito del
Congreso para integrar la relación de las cuestiones penal y civil cuya base es el
mismo hecho.
Resultan constitucionales las normas de los códigos procesales que además
acuerdan al tribunal la facultad de resolver la cuestión civil demandada aun en caso
de absolverse penalmente.

Radicada la cuestión civil en sede penal, el poder jurisdiccional amplía su campo de


actuación del derecho a las normas privadas.

En su esencia el poder de acción es único cualquiera sea la relevancia jurídica del


fundamento de la pretensión hecha valer, pero es diverso el titular y la naturaleza
del interés cuya protección jurídica se pretende.

En el proceso penal, el damnificado pretenderá que se condene al imputado o


tercero responsable a la reintegración de su patrimonio afectado por el delito.
De ahí que la pretensión sea privada aun cuando para algunos códigos la acción
pueda ser ejercida por el Ministerio Fiscal (art. 15, Córdoba y art. 15, Mendoza).

Este carácter privado de la pretensión reintegradora patrimonial le da sentido


unilateral, por cuanto es parcial el interés cuya tutela jurídica se reclama.

En lo que hace a la defensa frente a la cuestión civil, es poder que tiene el imputado
o tercero demandado en el proceso penal que responde a la garantía constitucional
de su inviolabilidad. Pero debe aclararse que este poder también corresponde al
actor civil, en cuanto particular que hace valer sus intereses jurídicos en el proceso.
En cuanto a los demandados, se manifiesta fundamentalmente a través del ejercicio
del poder de excepción, sea en cuanto al mérito o en cuanto al rito.

Actualización: El Código Civil y Comercial que comenzó a regir desde el año 2015
en nuestro país establece en su Título V (Otras fuentes de las obligaciones), Capítulo
I (Responsabilidad Civil) Sección 11 (Acciones civil y penal) la independencia entre la
acción civil y penal resultantes del mismo hecho, no obstante ello en su art. 1774
dispone: “En los casos en que el hecho dañoso configure al mismo tiempo un delito
del derecho criminal, la acción civil puede interponerse ante los jueces penales,
conforme a las disposiciones de los códigos procesales o las leyes especiales”.

A continuación las restantes normas del articulado en lo atinente al tema: Art. 1775
CCC: Suspensión del dictado de la sentencia civil. Si la acción penal precede a la
acción civil, o es intentada durante su curso, el dictado de la sentencia definitiva
debe suspenderse en el proceso civil hasta la conclusión del proceso penal, con
excepción de los siguientes casos:

a) Si median causas de extinción de la acción penal;


b) Si la dilación del procedimiento penal provoca, en los hechos, una frustración
efectiva del derecho a ser indemnizado;
c) Si la acción civil por reparación del daño está fundada en un factor objetivo de
responsabilidad.

Art. 1776 CCC: Condena penal. La sentencia penal condenatoria produce efectos de
cosa juzgada en el proceso civil respecto de la existencia del hecho principal que
constituye el delito y de la culpa del condenado.

Art. 1777 CCC: Inexistencia del hecho, de autoría, de delito o de responsabilidad


penal. Si la sentencia penal decide que el hecho no existió o que el sindicado como
responsable no participó, estas circunstancias no pueden ser discutidas en el
proceso civil.
Si la sentencia penal decide que un hecho no constituye delito penal o no
compromete la responsabilidad penal del agente, en el proceso civil puede
discutirse libremente ese mismo hecho en cuanto generador de responsabilidad
civil.
Art. 1778 CCC: Excusas absolutorias. Las excusas absolutorias penales no afectan a
la acción civil, excepto disposición legal expresa en contrario.

Art. 1779 CCC: Impedimento de reparación del daño. Impiden la reparación del
daño:
a) La prueba de la verdad del hecho reputado calumnioso;
b) En los delitos contra la vida, haber sido coautor o cómplice, o no haber impedido
el hecho pudiendo hacerlo.

Art. 1780 CCC: Sentencia penal posterior. La sentencia penal posterior a la sentencia
civil no produce ningún efecto sobre ella, excepto en el caso de revisión.

La revisión procede exclusivamente, y a petición de parte interesada, en los


siguientes supuestos:

a) Si la sentencia civil asigna alcances de cosa juzgada a cuestiones resueltas por


sentencia penal y ésta es revisada respecto de esas cuestiones, excepto que derive
de un cambio en la legislación;
b) En el caso previsto en el art. 1775 inc. c) si quien fue juzgado responsable en la
acción civil es absuelto en el juicio criminal por inexistencia del hecho que funda la
condena civil, o por no ser su autor;
c) Otros casos previstos por la ley.

Acción Penal:
Para que pueda instaurarse la pretensión punitiva del Estado y si la misma tiene
fundamentos se dicte sentencia, es decir, se realice el Derecho Penal, es necesario
que previamente, se lleven a cabo una serie de actos, formalmente previstos en la
ley procesal, que constituyen el proceso penal.

Pero para que éste se inicie y válidamente se desarrolle, es preciso el acto de


instancia que se denomina acción penal.
Un primer concepto de la acción se encuentra en el derecho romano: “la acción
es el derecho o facultad de perseguir en juicio lo que a uno se debe”; así, se
identificaba la acción con el derecho sustantivo.

La doctrina alemana, en la mitad del siglo XIX, advierte lo incorrecto de la


identificación entre acción y derecho sustantivo, pasando a distinguir entre facultad
de instar y el derecho sustantivo que se pretende reconocer jurisdiccionalmente.

Al principio en Alemania, con Windschied, Muther, y luego en Italia con


Calamandrei, Chiovenda, se da el gran impulso de la caracterización autónoma de
la acción que se entiende como independiente del derecho material, lo que es un
medio de tutela jurídica.

Se define así a la acción como una pretensión de tutela jurídica hecha a los órganos
pertinentes del Estado, lo que tendría que ver con el derecho a la jurisdicción.

A partir de aquí surge un debate elaborándose distintas teorías sobre la naturaleza


jurídica de la acción, como “derecho potestativo” (Chiovenda) que constituye la
relación jurídico-procesal y que pone en movimiento las condiciones para la
actuación de la ley (Calamandrei).

En nuestro derecho Alsina entiende que la acción es un derecho público subjetivo


contra el Estado para obtener la tutela de un derecho”, pero advierte que si bien es
autónoma respecto del derecho sustantivo que instrumenta, no se puede olvidar la
relación que existe entre el derecho procesal y la norma de fondo, ya que si bien es
cierto que la acción pone en marcha la secuencia procesal recorriendo todos los
caminos hasta el pronunciamiento jurisdiccional conclusivo y pudiendo arribar a un
decisorio que se pronuncia negativamente respecto de la pretensión sostenida, no
lo es menos que resulta inconcebible (y procesalmente inadmisible) una acción que
no presente como sustento un pedido de actividad jurisdiccional, una apariencia, al
menos, de derecho.
No hay acción por sí misma, su sentido es eminentemente funcional de la
pretensión; la acción no tiene una función específica, sino que es instruida a la
protección del derecho.

Acción (desde el punto de vista procesal): es el poder o potestad para el particular


ante el órgano jurisdiccional, para que se pronuncie acerca de una pretensión
procesal.
- Acción va dirigida al juez
- Pretensión va dirigido al imputado o sujeto pasivo
- Titular de la acción: Ministerio Público

Pretensión: es la sospecha de la existencia de un hecho comprendido en la


tipificación de una norma de contenido penal.
Es simplemente una afirmación de que podría haber ocurrido ese hecho. Pero este
hecho no es el hecho contenido en la norma, este último es un concepto no un
hecho.
La pretensión es un hecho concreto, que ocurrió en la vida real con determinadas
características y por un autor determinado.

Acción penal: es la potestad del actor penal, Ministerio Público Fiscal de peticionar
al juez a fin de que pronuncie respecto a una pretensión que se hace valer en
concreto y oportunamente aplicar la ley.

Pretensión Penal: es la afirmación de que un hecho existió de una determinada


manera y de que se subsume en una figura penal, y la pretensión de que se le
aplique la sanción prevista en la norma penal.

CLASIFICACIÓN
El modo del ejercicio de la acción penal se corresponde con el tipo de delito. Las
acciones penales se dividen en: Públicas y Privadas; las primeras por su promoción
se subdividen en perseguibles de oficio o promovibles a instancia privada.
La regla general está constituida por la acciones públicas promovibles de oficio.

ACCIONES -----------PÚBLICAS ----------------------PROMOVIBLES DE OFICIO


----------------------PROMOVIBLES A INSTANCIA PDA.

PRIVADAS.

A) Acción Pública: Es aquella en la cual la promoción de una investigación y


juzgamiento penal se encuentra en manos del Estado, que actúa de modo oficial y
oficioso. El conflicto penal es sacado del ámbito de voluntad y control de sus
protagonistas reales para convertirse en un asunto estatal.

El Estado, titular de la actividad represiva, debe intervenir:

- Antes de la infracción: con medidas de prevención, de policía tendientes a


impedirla.
- Después que se presume cometido el delito: con una compleja actividad dirigida
a actuar el derecho.

La acción penal es pública por el objeto al cual se refiere y por la finalidad que
persigue.

Si el Derecho Procesal tutela intereses sociales y tiende a asegurar el


mantenimiento del orden jurídico, el delito que los vulnera exige la actividad del
Estado en el cual se concentran naturalmente las facultades que promueven y
realizan la actuación de los órganos estatales.-

a) Acción Pública perseguible de oficio (regla) la persecución penal de oficio es


el rasgo determinante de la acción pública, entendida como un derecho de la
autoridad, que actúa por sí, sin intervención ciudadana, ante la mera sospecha del
quebrantamiento o desobediencia de las normas.

La acción penal es pública porque la persecución penal, es por regla, promovida


mediante la actuación de órganos estatales constituidos al efecto. Si bien la
promoción averiguativa penal es estatal, oficial, debe estar claramente
DIFERENCIADA de la función jurisdiccional, distinguiéndose el ÓRGANO
REQUIRENTE del DECISOR, en una mecánica de índole acusatoria.-

b) Acción Pública dependiente de la instancia Privada (excepción): el


ofendido no tiene el ejercicio de la acción penal sino una facultad pre-procesal y
sustantiva: provocar la promoción del proceso penal mediante la denuncia
correspondiente.

El ofendido:
- Juzga sobre la conveniencia y oportunidad de provocar el proceso penal.
- Tiene a su arbitrio la apreciación de los intereses familiares y sociales en pugna.
- Tiene la facultad de INSTAR la promoción de la acción, NO la promoción misma.
El Estado condiciona su potestad represiva.
- Su silencio consagra su renuncia.
- Su facultad se agota con su ejercicio, promovida la acción toda manifestación de
voluntad contraria al ejercicio de la misma es irrelevante. El E recobra incólume su
potestad de reprimir. Es que se trata de una acción pública.

El Art. 72 Código Penal dispone que son acciones dependientes de instancia


privada, las que nacen de los siguientes delitos: abuso sexual, lesiones leves
(dolosas o culposas), impedimento de contacto de los hijos menores con los
padres no convivientes.

Sin embargo, se procederá de oficio cuando el delito fuere cometido contra un


menor que no tenga padres, tutor ni guardador, o que lo fuere por uno de sus
ascendientes, tutor o guardador.

Cuando haya intereses gravemente contrapuestos entre algunos de éstos y el


menor, el Fiscal podrá actuar de oficio.

B) Acción Privada (excepción): el Art. 71 CP afirma implícitamente el principio


general de que la acción penal es pública, establece la categoría excepcional de
las acciones privadas.

Para condicionar el ejercicio de la potestad represiva a la voluntad del ofendido y


concederle a éste el derecho de pretender, lo erige en TITULAR EXCLUSIVO de
la acción privada.

Este derecho subjetivo material que recae sobre el contenido sustancial del
proceso, se pone en evidencia por los arts. 59, inc. 4º y 69 CP.:

Art. 59 - La acción penal se extinguirá:


4º. Por la renuncia del agraviado, respecto de los delitos de acción privada.

Este artículo dispone de la pretensión y de la pena. La ley se refiere a la


PRETENSIÓN, ésta y NO la acción es la que se extingue a consecuencia de la
renuncia del ofendido.

Art. 69 - El perdón de la parte ofendida extinguirá la pena impuesta por delito de


los enumerados en el artículo 73.

1 Art. 73 Son acciones privadas las que nacen de los siguientes delitos:
1. Calumnias e injurias.
2. Violación de secretos, salvo en los casos de los artículos 154 (abusando de su empleo...) y 157
(el funcionario público que revelare hechos...) .
3. Concurrencia desleal, prevista en el artículo 159 (desviar, en su provecho, la clientela de un
establecimiento comercial o industrial...)
4.Incumplimiento de los deberes de asistencia familiar, cuando la víctima fuere el cónyuge

Este artículo se refiere a la extinción de la PRETENSIÓN PUNITIVA.


Ambas disposiciones que en esta especie de acciones privadas, el Estado le
acuerda un derecho que CONDICIONA y ENERVA por completo la potestad
pública. La acción le es concedida porque es el único medio de hacer valer el
derecho sustancial que la ley confiere: el derecho de provocar la represión con
exclusión de toda otra persona.

El Art. 73 CP prescribe: Son acciones privadas las que nacen de los siguientes
delitos:
1. Calumnias e injurias.
2. Violación de secretos, salvo en los casos de los artículos 154 y 157.
3. Concurrencia desleal, prevista en el artículo 159.
4.Incumplimiento de los deberes de asistencia familiar, cuando la víctima fuere el
cónyuge.

Ejercicio de la acción penal:

a) Concepto y denominación: actor penal (acusador): la persona a quien se le


encomienda el ejercicio del poder de acción penal resulta un sujeto esencial del
Proceso, que con su actividad de hacer valer la pretensión jurídico-penal derivada
de un posible hecho delictivo, ante el Tribunal y las posteriores instancias,
imperativas o facultativas, continúa excitando la actividad jurisdiccional hasta el
logro de la finalidad del proceso manifestada en la Sentencia firme y en su
consiguiente ejecución; el órgano (público o privado) encargado del ejercicio de la
acción penal, que ocupa en el proceso la posición de parte activa, desde el punto
de vista formal, pretendiendo mediante la comprobación de la verdad destruir la
presunción de inocencia del imputado, recibe el nombre de ACUSADOR o
ACTOR PENAL.

b) Características de su ejercicio en el sistema vigente:

Principio de la oficialidad: los órganos judiciales del Estado tienen asignada una
función pública, obligatoria: el ejercicio de los poderes sustanciales de realización
penal. EL PROCESO PENAL, cuando su promoción se encomienda a órganos
públicos, no puede evitarse cuando se inicia debe concluir o sea terminar con
alguno de los medios previstos.

Oficiosidad: se aplica con referencia a la promoción del proceso penal por los
órganos titulares del poder de ejercitar la acción penal. Esta regla se enuncia en el
Art. 71 cuando dice que la acción penal se inicia de oficio salvo los casos
exceptuados por la ley (las que dependieren de instancia privada y las acciones
privadas).

Acto inicial de todos los posteriores de ejercicio de la acción. Actividad promotora del
proceso reglamentada por la ley procesal.

El Ministerio fiscal está obligado a promover la decisión del órgano jurisdiccional


cuando están reunidas las condiciones legales sin necesidad de excitación
extraña, salvo en los casos que la ley imponga.
El mismo principio rige para la policía judicial, cuando tomó conocimiento de un
hecho posiblemente delictuoso, debiendo comunicarlo al ministerio fiscal o al juez
de instrucción.-

Legalidad: significa establecer la prohibición para los órganos del Estado (que
actúan el Derecho Penal integrador), de toda discrecionalidad en cuanto a decidir
sobre la conveniencia o inconveniencia del ejercicio de la función asignada para el
caso concreto. Los poderes de acción y de jurisdicción deben ejercitarse hasta el
agotamiento mientras no exista causa legal de detención o de supresión de la
actividad. La legalidad es la automática e irremediable acción del Estado ante
un delito penal.-

Promoción necesaria e irretractabilidad: lo que significa que si la policía judicial


o el ministerio público reciben la noticia de un delito penal, deben iniciar la acción
penal, y el juez debe abocarse a la tarea y ejercer la jurisdicción “UNA VEZ
INICIADO EL PROCESO PENAL, TANTO EL EJERCICIO DE LA ACCIÓN COMO
DE LA JURISDICCIÓN NO PUEDE SUSPENDERSE, INTERRUMPIRSE NI
HACERSE CESAR, SALVO LOS CASOS EXPRESOS POR LA LEY”.

La necesidad de la excitación jurisdiccional hasta que ésta agote la solución de la


cuestión penal significa que el ministerio fiscal ha de exigir o pedir condena, o
requiere el sobreseimiento o absolución del imputado, o pide el cese o suspensión
de la actividad jurisdiccional por mediar una causa impeditiva.-

Improrrogabilidad: en el proceso penal debe actuar juez competente. Si se


advierte falta de competencia se pide el apartamiento de la causa. Esta
competencia surge de la propia ley y no puede ser modificada a voluntad de las
partes ni por el mismo juez, por no poder ser modificadas se da la
improrrogabilidad. El juez debe ser imparcial, todo lo que dice la CN debe ser
aplicado. Acá se puede recusar pero siempre CON CAUSA.

Indisponibilidad: La regla de la indisponibilidad en el proceso consiste en la


imposibilidad de que el ministerio fiscal y el imputado renuncien eficazmente a la
sentencia que el primero estime justa, o a la absolución o a la atenuación de la
condena que pueda corresponder al segundo.-

El ministerio público. Como actor penal público: La titularidad del ejercicio de


la acción penal pública, o sea la promoción y desarrollo oficial del proceso penal
con miras a la resolución jurisdiccional conclusiva corresponde a los integrantes
del Ministerio Público, órgano conceptual y funcionalmente diferenciado de la
judicatura.

Lo que define al sistema inquisitivo es la identidad o la confusión entre los


poderes de acusación y jurisdicción, esquema que la legislación y doctrina actual
dio por totalmente superado.

Fueron los fines principales que se persiguieron (alcanzaron y conservaron) con la


creación del Ministerio Público:
a) El Ministerio Público constituyó un medio decisivo (y definitivo) para abolir el
proceso inquisitivo. Al ser transferida la función judicial de recolectar el material
probatorio en el procedimiento preliminar al Ministerio Público y confiar la
administración de justicia a un juez imparcial, éste alcanza por primera vez, la
posición de juzgador neutral y desapasionado en cuanto al contenido de la
acusación.
b) Como el Ministerio Público no fue concebido para cumplir una función unilateral
de persecución (como en el angloamericano), redefinió su rol institucional de
“custodio de la ley”. Ello significa que su tarea también consiste en velar a favor
del imputado para que se obtenga todo el material de descargo y que ninguno de
sus derechos procesales sea menoscabado.
c) El significado del Ministerio Público reside en el control sobre la policía.

En su faceta estrictamente jurisdiccional, al Ministerio Público le incumbe el deber


funcional de preparar, promover y ejercitar la acción judicial en defensa del interés
público y los derechos de las personas. Además de dirigir la política judicial.

El Ministerio Público:

Órgano predispuesto por la ley,


Conformado por funcionarios que constitucionalmente constituyen un órgano
extra-poder, o integra el Poder Judicial,
No tiene vinculación funcional con el Poder Ejecutivo,
Cuenta con la garantía de la inamovilidad mientras dura su buena conducta,
Sólo puede ser removido por juicio legal,
Compuesto por: Agentes Fiscales, Fiscal de Cámara y Procuradores y Fiscal
adjunto y Fiscal o Procurador Gral.-

El Art. 120 CN define: El Ministerio Público es un órgano independiente con


autonomía funcional y autarquía financiera que tiene por función promover la
actuación de la justicia en defensa de la legalidad de los intereses generales de la
sociedad en coordinación con las demás autoridades de la República.
Está integrado por un procurador general de la Nación y un defensor general de la
Nación y los demás miembros que la ley establezca. Sus miembros gozan de
inmunidades funcionales e intangibilidad de remuneraciones.

La doctrina define al Ministerio Público como: la corporación legalmente


organizada de Funcionarios Públicos instituida en general para la defensa de
determinados intereses de la sociedad, que deben ser o están sometidos a la
decisión de los jueces.

El FISCAL es el titular de la acción penal (CPPN y CPP Ctes, Misiones y Chaco):

La acción penal pública será ejercida por el Ministerio Público... No existe


posibilidad de que la ejerza el juez de oficio.

El acto central de la Acción Penal Pública, es el REQUERIMIENTO de


INSTRUCCIÓN FORMAL, la ley procesal le impone requisitos formales (CPPN;
Ctes; Chaco; Misiones):

- Condiciones personales del imputado o si se ignorasen datos que puedan


identificarlo,
- La relación del hecho, circunstanciada, de ser posible indicando lugar, tiempo y
modo de ejecución,(descripción del hecho presuntamente delictivo, es muy
importante porque ello dará base a la procedencia o no de la investigación)
- La indicación de la diligencias, útiles p/ averiguación de la verdad ( la propuesta
de las diligencias preparatorias al ejercicio de la acción penal es también muy
importante, la realiza el propio agente fiscal.

El actor penal particular en la acción pública – querella:

La víctima del delito en el proceso penal es el titular del bien jurídicamente


protegido que ha sido lesionado por un delito.

El querellante: la víctima tiene un mayor protagonismo merced a que lo impone la


CN, ella puede participar en el proceso y es la que está en mejores condiciones p/
brindar datos y vivencias del hecho delictivo

Legitimación. Consideraciones generales: hay una tendencia legislativa


moderna de la revalorización de la víctima como integrante del proceso penal.

Los CPPN y de Provincias incorporaron a la víctima en el conflicto penal


(objeto del proceso) como de intervención necesaria, actor civil, o querellante
conjunto o simplemente como víctima a quien se le informa los derechos que
como consecuencia del daño sufrido por el delito es posible ejercitar, también
están dispuestas su protección y la recompensa o indemnización de los gastos
que provoque el desarrollo del proceso.

Su legitimación en el Proceso Penal. Desarrollo doctrinario


El Art. 71 CP establece que en lo delitos de acción pública dependiente de
instancia privada y los de acción privada se requiere la voluntad del directamente
ofendido por el delito para el ejercicio y promoción de la acción.

En lo delitos de acción pública el particular ofendido puede participar por medio de


querella en el proceso penal o en forma directa.

No se niega que la represión penal es pública y monopolizada por el Estado por lo


que la intervención del particular ofendido por el delito en el proceso penal es sólo
y exclusivamente a los fines del EJERCICIO CONJUNTO de la ACCIÓN PENAL,
el Querellante Conjunto interviene solo demandando su pretensión en tanto y en
cuanto ella sea justa en el Derecho sustancial.

Tipos de querellantes:
Querellante particular “exclusivo” Querellante “conjunto” o el “adhesivo”

Representa la reglamentación Presupone la intervención del M Fiscal,


procesal para vehiculizar las por cuanto actúan (ejerciendo a la par la
pretensiones punitivas del ofendido por acción penal) en los delitos perseguibles
los delitos perseguibles por acción de por acción de ejercicio público (CP arts.
ejercicio privado (CP Art. 73). 71 y 72).
Su condición: sujeto esencial del Su condición: sujeto eventual en el
proceso penal. proceso.

Ejercicio de la Acción civil: se requiere para ser Actor, capacidad para estar
en juicio o ser representados, autorizados o asistidos en la forma
establecida por la ley civil.

Forma: personalmente o por mandatario, en un mandato general, y bajo pena de


inadmisibilidad debe contener:

- Nombre y domicilio actual del accionante.


- A qué proceso se refiere.
- Los motivos en que la acción se basa, con indicación del carácter que se invoca.
- El daño pretendido aunque no se precise el monto.

El actor Civil en el Cod. del Chaco:


Está regulado en los arts. 25 a 29, y en las disposiciones comunes con el
querellante particular.

Para ejercer la acción civil su titular deberá constituirse en actor civil, deben tener
capacidad para estar en juicio,. De lo contrario podrán actuar por medio de sus
representantes.

– Art. 25: TITULAR. La acción civil destinada a obtener la restitución del


objeto materia del delito y la indemnización por el daño causado, sólo podrá ser
ejercida por el damnificado directo, aunque no fuere la víctima del delito, o sus
herederos en los límites de su cuota hereditaria, o por los representantes legales o
mandatarios de ellos, contra los partícipes del delito y, en su caso, contra el
civilmente responsable.

- Art. 28: OPORTUNIDAD. Excepto en el proceso de menores, la acción


resarcitoria podrá ser ejercida desde el comienzo de la investigación penal
preparatoria, pero la absolución del acusado no impedirá que el Tribunal de juicio
se pronuncie sobre ella en la sentencia, ni la ulterior extinción de la pretensión
penal impedirá que el Tribunal respectivo decida sobre la civil.
- Art. 26: EJERCICIO POR EL FISCAL DE ESTADO. La acción civil será ejercida
por el Fiscal de Estado cuando la Provincia resulte perjudicada por el delito.
-Art. 27: EJERCICIO POR EL DEFENSOR OFICIAL. La acción civil será ejercida
por el Defensor Oficial, con las mismas atribuciones de un representante:

1. Cuando el titular de aquella sea incapaz para hacer valer sus derechos y no
tenga quien lo represente sin perjuicio de la representación promiscua.
2. Cuando el titular de la acción careciera de recursos sin haberse constituido y le
delegue expresamente su ejercicio

-Art. 29: EJERCICIO POSTERIOR. Si la acción penal no puede proseguir en virtud


de causa legal, la acción civil podrá ser ejercida ante el Tribunal respectivo.

UNIDAD IV

JURISDICCIÓN. CONCEPTO.

Se denomina "JURISDICCIÓN" al poder que el Estado confiere normativamente a


ciertos órganos propios -que crea desde su constitución política, y estatuye y
organiza por ley- para que puedan decidir o dar solución a conflictos sociales,
conforme su ley. Su denominación proviene del latín "iuris dicto": decir el derecho.

Es ejercida a personas que transitoria o permanentemente caen bajo la soberanía


Argentina, o entre éstos individuos y el propio Estado, decisión o solución que
respalda y cumple con su propia fuerza pública, si fuere necesario. De esta forma,
la JURISDICCIÓN es la capacidad que tiene el juez para decir el derecho. Los
jueces de cada provincia tienen limitada su capacidad para decir el derecho sólo
en el ámbito territorial provincial, y en caso de los jueces penales esa limitación
opera, propio del concepto de comparencia, respecto a hechos reputados como
delito por el fiscal. La "extensión" de jurisdicción se presenta en el ámbito federal,
y es ejercida por órganos judiciales designados de acuerdo a la Constitución
Nacional y las leyes reglamentarias, mientras tanto existe la jurisdicción ejercida
dentro del territorio de cada provincia por los tribunales designados con arreglo a
las constituciones provinciales y las leyes reglamentarias. Esta previsión entra en
concordancia con los artículos 75, inciso 12, y 118 de la Constitución nacional en
cuanto establecen con jurisdicción a la provincia donde se hubiera cometido el
delito. Francisco J. D´Albora, en su código procesal penal comentado, afirma al
respecto que: "la Jurisdicción es la función pública procesal ejercida por órganos
estatales -en el proceso penal con exclusividad, no así en el proceso civil, donde
pueden asumirla árbitros y amigables componedores- en cuya virtud se dilucidan o
dirimen conflictos suscitados entre particulares o entre éstos y la comunidad.

De manera elemental puede decirse que consiste en la aplicación del


derecho en los casos concretos. Se trata de una potestad para resolver,
mediante una decisión motivada, el conflicto entre el derecho punitivo del Estado y
el derecho de libertad del imputado de conformidad con la norma penal" (Código
Procesal Penal de la Nación. Anotado. Comentado. Concordado. T. I, sexta
edición corregida, ampliada y actualizada- LEXIS NEXIS. Abeledo Perrot.). *

Mientras tanto la JURISDICCIÓN PENAL es el poder emanado de la Constitución


(nacional o provincial) y acordado a los tribunal del Poder Judicial para conocer a
través de un proceso y con arreglo a las normas de aquéllas, sobre la existencia
concreta de un hecho delictivo que ha sido motivo de una acusación, y decidir de
modo imparcial e independiente sobre la responsabilidad penal de sus participes,
haciendo actuar la ley penal en el caso concreto, imponiéndoles una pena, medida
de seguridad o alguna alternativa no punitiva.

Importa como la jurisdicción penal es receptada en nuestra legislación procesal.

El Código Procesal Penal de la Nación, dá tratamiento a la jurisdicción a partir de


su artículo 18 al 21 inclusive, tratando su naturaleza y extensión;
– jurisdicciones especiales y prioridad de juzgamiento (19);
– las jurisdicciones comunes y prioridad de juzgamiento (20)
– y la unificación de penas (21).

NATURALEZA

CLARIÁ OLMEDO afirmó que es un ejercicio impuesto del poder estatal soberano.

El concepto de jurisdicción penal comprende TRES POTESTADES:

1. la de declarar la aplicación de la ley penal en los casos concretos;


2. la de imprimir fuerza ejecutiva a la declaración con que se aplica la ley penal
en el caso concreto;
3. la de dictar disposiciones adecuadas para la ejecución de la sentencia, y en
general, para la efectiva aplicación de la ley penal y medidas de seguridad.

La naturaleza de la jurisdicción es un tema que ha sido analizado y estudiado


desde varias ópticas por la doctrina, que ha dividido las teorías en: subjetivas,
objetivas, mixtas y funcionalistas.

a. Subjetivas: entienden que la jurisdicción se encuentra ligada directamente a las


personas individuales, por lo que consiste en tutelar los derechos subjetivos de los
particulares afectados a un caso concreto. Fue sustentada por Carnelutti, para
quien las normas jurídicas en general tienen por fin dirimir conflictos de intereses.

b. Objetivas: la jurisdicción aparece o se muestra más como la actuación del


Derecho y el mantenimiento del orden jurídico en el campo social. Las funciones
del Derecho son la de dar orden a la convivencia entre los hombres y la de
componer los conflictos que entre ellos pueden surgir; se complementan con las
reglas de conducta y la declaración y observación de lo resuelto a través de los
órganos judiciales.

c. mixtas: Chiovenda propone una nueva posición y dice que: "la jurisdicción
puede ser definida como la función del Estado que tiene por fin la actuación de la
voluntad concreta de la ley mediante la sustitución, por la actividad de los órganos
públicos, de la actividad de los particulares o de otros órganos públicos, sea al
afirmar la existencia de la voluntad de la ley, sea al hacerla prácticamente
efectiva".

Para este autor, la jurisdicción se opera en un doble sentido: intelectivo, al decidir


el órgano jurisdiccional quien tiene razón; y material, al utilizar la fuerza pública
para satisfacer efectivamente el interés de quien tiene razón.

d. funcional y organista: distingue las funciones jurisdiccionales de las


administrativas según el órgano que aplica el derecho. La naturaleza de la
jurisdicción no es más que restablecer el espíritu social y legal cuando existe un
litigio (civil) o un conflicto (penal).

Por tanto, la jurisdicción cumplimenta una función integradora del derecho, ya que
cuando el juez aplica la ley no la está aplicando a ciegas ni sin razonar, tiene que
pensar para aplicar la ley al caso concreto le está añadiendo un valor agregado a
la norma.

El juez sustituye la funcionó de raciocinio que cumplen dos sujetos en juicio. Es


decir, el juez está razonando por los dos, al valorar las pruebas y al emitir la
sentencia.

De allí que puede señalarse que la jurisdicción, aparte de aplicar, integra la ley.

Cumple un papel de sustitución, es decir realiza una actividad enteramente


funcional.

MANIFESTACIONES

La jurisdicción es un concepto abstracto que denota determinado poder existente


en el Estado. Por su parte, la función de la jurisdicción o función jurisdiccional se
halla primariamente asignada al poder judicial y se manifiesta y exterioriza a
través de actos jurisdiccionales.

Éstos actos, se diferencian de los puramente administrativos del tribunal


(acordadas, reglamentos) y son las sentencias y demás resoluciones judiciales
que se dictan en el curso y como consecuencia de un proceso.

Puede suceder que se cumplimenten dentro del tribunal (audiencias) o fuera de él


(sentencia) o por auxiliares judiciales (policía, peritos).

Es decir que, el Tribunal emite una declaración y la eventual orden, y ésa orden
goza de "imperium" o facultad ejecutiva para el cumplimiento del mandato, porque
en ella está contenido todo el poder del Estado en punto a la jurisdicción.

Así, los actos jurisdiccionales no están conformados únicamente por la sentencia


en la cual se declara el derecho aplicable al caso concreto y singular, sino que
además de la potestad de decisión comprende la potestad de conocimiento, de
coerción y ejecución, ejercidas dentro del ámbito de su "competencia".

La jurisdicción es en esencia, la actividad que desarrollan los jueces, aunque por


cierto no toda la actividad que realiza el Poder Judicial es jurisdiccional ya que,
existen además otros actos que llevan a cabo los tribunales que tienen naturaleza
estrictamente administrativa.

Principios reguladores

La actividad jurisdiccional, está regulada por una serie de principios, a saber: es

a.- INDECLINABLE,
b.- IMPRORROGABLE
c.- INDEFECTIBLE.

El conflicto tiene que ser decidido luego de un proceso preestablecido legalmente


en el cual las partes tengan el derecho de defenderse ante un juez imparcial.

a.- La "indeclinabalidad" consiste en la prohibición que tiene el juez para rehusar


la decisión. El juez es el órgano designado por el Estado para ejercer jurisdicción y
no puede negarse a ello, cualquiera sea la personal o el hecho sometido a su
juzgamiento. Es decir que, la jurisdicción no es "fungible", esto es que no puede
ser sustituida por otras formas de actividad cognoscitiva o potestativa a cargo de
otros sujetos públicos o privados. O sea que, el monopolio de la represión lo tiene
el Poder Judicial (Ferrajoli).

b.- La "improrrogabilidad": se refiere a la prohibición que tienen las partes de


acudir a un juez distinto de aquel previamente señalado por la ley.

c.- La "indefectibilidad" es la garantía de que la decisión provenga de un órgano


jurisdiccional, único habilitado para imponer una pena luego de un juicio previo,
debiendo ser activada por una acción acusatoria, con lo que no puede acudirse a
la utilización de la justicia por mano propia. Del principio de juicio previo, se
desprende la "garantía de inviolabilidad de la defensa de las partes", en especial
que el imputado goza del estado de inocencia, y el Estado, a través de los
órganos predispuestos (acusador) tiene que probar su culpabilidad luego de un
proceso preestablecido ante un juez imparcial objetiva y subjetivamente.
PRESUPUESTOS O ELEMENTOS.

La jurisdicción como concepto abstracto, para ponerse en movimiento requiere de


una serie de presupuestos concretos y necesarios.

Estos son la existencia de: un órgano jurisdiccional competente, una acción


procesal válidamente ejercida y una conducta humana que presuntamente ha
violado la norma penal.

La existencia de un órgano jurisdiccional competente es el primer presupuesto


cuya consideración se demanda.

Es decir, tiene que existir un tribunal designado de acuerdo al procedimiento


dispuesto por la Constitución y las leyes del Estado nacional o provincial según
sea el caso, el cual además debe tener competencia para intervenir en el caso
concreto sometido a su juzgamiento, en lo relativo al territorio, materia, función y
conexión de acuerdo a lo establecido por el respectivo Código Procesal.

La acción procesal válidamente ejercida demanda dos exigencias, una subjetiva y


otra objetiva. Subjetivamente se requiere que la acción haya sido promovida por el
sujeto legalmente autorizado, esto es, el acusador, sea público o privado.
Objetivamente, la exigencia es que la misma haya respetado las condiciones
formales para la promoción requerida por ley.
La acción procesal, enciende el órgano jurisdiccional, el cual sólo podrá decidir en
función de lo pretendido, que opera como umbral máximo. Con ello el tribunal no
puede fallar más allá de lo pretendido por las partes ni actuar de oficio.

El tercer presupuesto es la existencia de una conducta humana presuntamente


violadora de la ley penal. No puede hacerse alusión a que ésa conducta humana
haya infringido efectivamente la ley penal, puesto que esa cuestión es el motivo
que habilita la intervención del órgano jurisdiccional competente, el que decidirá
según las pretensiones del acusador, la actividad ejercida por la defensa, la
prueba producida por las partes y la correspondiente alegación sobre el mérito de
la misma.

Es decir, solamente puede hablarse de presunción o probabilidad puesto que


recién puede confirmarse la existencia de un delito cuando luego del proceso de
verificación anunciado se dictó una sentencia y ésta ha quedado firme.

Tal se advierte, la existencia de una conducta humana debe contradecir


supuestamente una ley penal, lo que da origen al principio de legalidad sustancial.

La circunstancia habilita al ejercicio de la acción procesal por parte del acusador


en la cual ejerce su pretensión penal ante un órgano jurisdiccional competente. De
allí que si bien la valoración de cada presupuesto es autónoma en cuanto a su
evaluación, los tres presupuestos deben funcionar en forma conjunta.
CARACTERÍSTICAS

A.- Es un PODER-DEBER, desde que comprende la facultad del juez o tribunal de


decidir los asuntos que se someten a su conocimiento y el deber en que se
encuentra de administrar justicia cada vez que esa actividad sea requerida en un
caso concreto.

B.- Es ejercida por órganos INDEPENDIENTES, que integran un poder del Estado
provisto de autonomía con relación a los poderes políticos, y que, a diferencia de
los órganos administrativos, no se hallan sujetos a las directivas o instrucciones de
superiores jerárquicos.

C.- Es INDELEGABLE, es decir que sólo puede ser ejercida por la persona
designada al efecto cuyas condiciones de idoneidad han sido consideradas . Esta
persona tiene el deber de ejercer personalmente las funciones que le fueron
asignadas por lo que tiene prohibido delegarlas a un tercero.

D.- Hace a la SOBERANÍA DEL ESTADO, por lo que la jurisdicción solamente


puede ejercerse dentro de los límites territoriales del Estado y también en aquellos
lugares permitidos por las leyes internacionales. Se ejerce sobre todas las
personas o cosas, nacionales o extranjeros, que se encuentren dentro de ese
espacio territorial.

La única excepción es respecto a algunas personas que gozan de inmunidad


como el personal diplomático de Estados extranjeros. Con ello, las decisiones de
la jurisdicción argentina no tienen en principio efecto en otros Estados salvo que
medien tratados internacionales en cuyo caso su eficacia es limitada a lo prescrito
en el acuerdo.

E.- Posee el "IMPERIUM" necesario para desarrollar la actividad que le es propia,


y puede emplear la fuerza que le es propia, y hacer practicar embargos o
secuestros, compeler a testigos, hacer comparecer a las partes y ejecutar las
sentencias, etc.

F.- Es de ORDEN PÚBLICO, lo que implica que las leyes no pueden ser
modificadas ni alteradas por la simple decisión o voluntad de las personas.

G.- Es EXCLUSIVA, solamente puede ser ejercida por los jueces que son los
órganos creados por la ley de Estado para su ejercicio. Hace a la garantía del juez
natural.

H.- Se vincula con la IDEA DE CONFLICTO. Allí donde no hay conflicto, no hay
necesidad de intervención de la jurisdicción. Este rasgo común a la jurisdicción se
presenta en su aspecto penal inicialmente como un conflicto entre el Estado,
representado por el acusador público y el imputado, aunque es dable destacar que
modernamente al ser admitida la víctima como querellante se puede traducir la
idea de conflicto como disputa entre intereses subjetivo de particulares.
I.- Es UNITARIA puesto que siempre cumple la función de declarar el derecho ante
un conflicto concreto, pudiendo distinguirse la competencia penal, civil, laboral,
comercial.

COMPETENCIA La "competencia" es el ámbito lícito dentro del cual los órganos


judiciales pueden cumplir con su específica función de desplegar la tarea
jurisdiccional" (F. D´Albora. CPPN comentado, anotado y concordado. 6º edición.
Lexis Nexis. Abeledo Perrot).

Dice Rosenberg, que la "competencia" es, en sentido objetivo, el círculo de


negocios de la autoridad. Por consiguiente, existe incompetencia si una autoridad
(órgano Jurisdiccional) traspasa su circulo de negocios y penetra en el de otra
autoridad.

Vázquez Rossi afirma que la competencia "es una división de índole funcional
dentro de la que se desenvuelve el ejercicio del poder jurisdiccional por parte del
órgano correspondiente.

Esa división funcional se concreta a través de la noción de competencia que fija el


ámbito y modalidades dentro de los cuales cada órgano jurisdiccional ejerce sus
facultades, por lo que puede entenderse como la aptitud del juzgador para el
ejercicio de la jurisdicción en los casos que corresponden."

Mientras el concepto de jurisdicción es único e idéntico, la competencia,


entendida como "aptitud" y por ello mismo, es cambiante, múltiple y variable y se
justifica en razones de división del trabajo y en la necesidad de adecuar a los
requerimientos reales el servicio de justicia, adaptándolo a las particularidades
regionales y de los objetos y personas puestos a la consideración del órgano.

Desde esta perspectiva, la competencia es una sección de la jurisdicción que está


integrada por todas las competencias.

En consecuencia, la competencia delimita la zona de conocimiento, intervención,


decisión y ejecución del juez o tribunal, determinando el espacio, materia y grado
de los asuntos que le incumben.

La división y distribución de la competencia se centra en la imposibilidad de que


una determinada persona absorba todas las cuestiones judiciales de un Estado.

La competencia se funda en la ley y los caracteres fundamentales son: la


improrrogabilidad y la indelegabilidad. Dentro de la República Argentina y como
consecuencia directa del sistema federal de gobierno, encontramos las
competencias:

1.- ORDINARIA, normal o habitual, como una facultad no delegada de las


provincias a la Nación;

2.- la NACIONAL que actúa como justicia ordinaria dentro del territorio de la
Capital Federal del país. Cuando se federalizó la ciudad de Buenos Aires y se
convirtió en Capital Federal del país, los tribunales de la Provincia de Buenos
Aires que allí funcionaban fueron desplazados, sustituyéndoselos por los
nacionales. La distinción entre jueces "nacionales" y "federales" ha sido objeto de
más de una confusión y también de proyectos de unificación de competencia, toda
vez que se sostenía que no surgían de la Constitución.

3.- y la FEDERAL, que es excepcional, limitada y circunscripta a determinado


ámbito territorial, personas y cosas en relación con el Estado Nacional, y a
algunas materias específicas.

• COMPETENCIA FEDERAL De acuerdo a la normativa vigente, son de


competencia federal las causas que versen sobre puntos regidos por la
Constitución y por los tratados internacionales: las que traten sobre embajadores,
ministros públicos y cónsules extranjeros; las de almirantazgos y cuestiones
marítimas; los asuntos en que la Nación sea parte; las que se susciten entre dos o
más provincias; entre una de ellas y los vecinos de otra; entre los vecinos de
diferentes provincias, y entre una provincia o sus vecinos contra un Estado o
ciudadano extranjero.

Se ha caracterizado a la justicia federal como

1.- suprema, ya que sus decisiones no pueden ser revisadas por otro tribunal que
no sea de índole federal, aunque algunos autores (Jauchen por ejemplo) advierten
que las decisiones pueden ser revisables por la corte Suprema por intermedio del
recurso extraordinario puesto que toda sentencia definitiva de mérito dictada por
un tribunal nacional o local es pasable de esa vía;

2.- de excepción por la ya señalada circunstancia de que las provincias


conservan las facultades que no han sido expresamente delegadas, es decir que,
se sostiene en función del propio modelo constitucional que se basa en una
organización federal, según la cual sólo pueda intervenir en los casos en los
cuales expresamente las provincias delegaron esta posibilidad a la Nación (Art.
116 CN), y expresa o restrictivo, de acuerdo con lo anterior, lo que igualmente
implica que debe circunscribirse a los casos taxativamente determinados, sin que
pueda extenderse por vía de interpretación ni analogía, ni por una ley del
Congreso porque estaría colisionando con la propia Constitución Nacional.

La inalterabilidad y la improrrogabilidad son también características que hacen


a la competencia federal, sin embargo no hacen a sus rasgos distintivos y propios
en tanto son compartidos por la competencia en general.

Dentro de la arquitectura constitucional y de acuerdo con los antecedentes que


llevaron a la construcción del sistema, la justicia federal aparece con
características muy propias y estrictamente restringida a aquellas cuestiones en
que la Nación como tal se encuentra en alguna medida involucrada.

En lo que atañe a los criterios que determinan la competencia federal en materia


penal, resulta acertada la caracterización de D´Albora en el sentido de que tal
competencia "surge cuando puede considerarse vulnerado algún interés relativo a
la seguridad, defensa y resguardo de las instituciones federales".

Sobre la base de éste criterio, y atendiendo a la circunstancia de la materia


considerada, el lugar y/o la investidura del sujeto se determina la competencia
federal.

Está fijada por el Art. 116 de la CN (ya referido) y el artículo 33 del Código
Procesal Penal de la Nación y otras leyes complementarias de naturaleza
penal.

• COMPETENCIA ORDINARIA
Es la que ejercen cada una de las provincias dentro del ámbito de sus respectivos
territorios. -El Art. 5º de la CN establece que cada provincia dictará su propia
constitución "bajo el sistema representativo republicano" en la que se aseguren los
derechos fundamentales de los habitantes y su "administración de justicia".
-El articulo 7 dispone que "los procedimientos judiciales de una provincia gozan de
entera fe en las demás", fijando el artículo 8 que la extradición de los criminales es
obligación recíproca entre todas las provincias.
-A su vez, el artículo 75 que fija las atribuciones del Congreso de la Nación, en su
inciso 12 le otorga la de dictar los códigos generales, sin que alteren las
jurisdicciones locales, correspondiendo su aplicación a los tribunales federales o
provinciales, según que las cosas o las personas cayeren bajo sus respectivas
jurisdicciones.
-A su vez, el artículo 116 rige los supuestos de competencia federal,
entendiéndose que todos aquellos casos que no son comprendidos dentro del
precepto corresponden a la competencia ordinaria y originaria.

Habida cuenta de que la competencia provincial es la original y ordinaria, los


diversos digestos no incluyen disposiciones relativas a enumeración de delitos de
su competencia, ya que la regla es que, en principio, las infracciones unibles
corresponden al conocimiento de los tribunales de las provincias donde se
cometió el hecho y la excepción es la de que, por razón de lugar o metería,
intervenga la justicia federal.

De allí que, los preceptos de los diversos códigos establezcan que la competencia
penal (improrrogable) se extiende al conocimiento de los delitos y contravenciones
cometidos en el territorio de los delitos y contravenciones cometidos en el territorio
de la provincia, excepto los de jurisdicción federal o militar.
El poder jurisdiccional de cada uno de los Estados provinciales, se especifica a
través de sus propios ámbitos territoriales, por lo común dividido en distritos, que
entienden en la investigación y juzgamiento de los delitos comunes ocurridos
dentro de sus respectivos límites.
Es decir que, desde un punto de vista lógico y jurídico, la competencia deriva y es
consecuencia de la facultad jurisdiccional de los respectivos Estados que
conforman la Nación Argentina.
Esta competencia se estructura según criterios de jerarquía (superiores tribunales,
cámaras de apelaciones, jueces de instancia); materia (penal, civil, laboral, etc)
entidad o importancia de la materia (juzgado del crimen, correccionales y
contravenciones) y personas (menores).
En síntesis: la competencia ordinaria se extiende al juzgamiento de los delitos
comunes y las contravenciones o faltas dentro de los Estados provinciales; en lo
que hace a los aspectos territoriales, los códigos sientan el principio de que será
competente el tribunal o juez de la circunscripción o distrito donde tuvieron lugar
los hechos delictivos.
Este principio ha sido conocido en doctrina bajo la máxima latina "locus commissi
delicti" cuya procedencia ha sido destacada señalando razones que derivan de la
necesidad de que la justicia actúe en la zona donde han ocurrido lo hechos y los
mismos han tenido repercusión, tanto por motivos que facilitan la investigación y el
conocimiento como por la mera oportunidad de defensa del imputado.
Claro está que este criterio determinativo de la competencia supone la existencia
de múltiples jueces de similar competencia material, distribuidos en diferentes
circuitos para su actuación dentro de los mismos.
De modo subsidiario, opera la regla que si se ignora dónde ocurrió el hecho,
resulta competente el tribunal que intervino en primer término.

Asimismo, todo órgano jurisdiccional que advierta su incompetencia territorial


deberá remitir las actuaciones al que corresponda, sin que lo anteriormente
realizado resulte nulificado.
De igual modo, los códigos de procedimientos regulan lo que se conoce como
competencia por conexión que refieren a hipótesis de comisión de varios delitos
de algún modo relacionados entre sí, objetiva y subjetivamente, estableciéndose
que resultará competente el que interviene en el delito de mayor gravedad o,
cuando no hay al respecto diferencias, el que primero previno.

COMPETENCIA FEDERAL POR LA MATERIA, TERRITORIO Y LA PERSONA.

Clásicamente estas son las tres maneras de determinación de la


competencia, y están sujeto a una razón previa y es que solo es competente la
justicia federal cuando el hecho imputado, cualquiera sea su contenido, el lugar de
su comisión, o su autor o el ofendido por él, atente contra los intereses de la
soberanía o la seguridad del Estado Nacional.

SI esos intereses nacionales no están en juego, la justicia de excepción no tiene


competencia para intervenir.

En lo concreto, las pautas normativas se encuentran en el Artículo 3 de la ley Nº


48 y el artículo 33 del CPPN, aún cuando algunas de ellas puedan merecer algún
cuestionamiento

• MATERIA: la determinación de la competencia por razón de la materia


implica que habrá de intervenir la justicia federal cuando el hecho previsto en la
norma penal protege o custodia bienes jurídicos que configuran intereses de la
Nación como poder central. Se trata entonces de una determinación basada en la
naturaleza del interés o bien jurídico lesionado y que la norma penal tutela. Ello es
así, porque la norma violada nada aporta al esclarecimiento de la competencia en
tanto no se determine la naturaleza nacional o provincial del bien jurídico
lesionado.
Por ejemplo, cuando se comete un delito de hurto, esta calificación del hecho
nada nos dice respecto a la competencia. Habrá de determinarse si el objeto
hurtado es un bien de la Nación o no lo es y recién entonces podrá establecerse la
competencia federal, cuando por las características de bien hurtado entren en
juego intereses de alcance nacional.
Para la determinación de la competencia federal por razón de la materia debe
conocerse el Artículo 3, inciso 3º de la ley Nº 48; el juego armónico de ésta
disposición con las pertinentes del Código Penal y de las leyes penales
especiales, permite determinar los casos en que la competencia es de la justicia
federal, siempre teniendo en cuenta que el bien jurídico lesionado debe ser de
carácter o naturaleza nacional.
Aparte de lo contemplado en el citado, artículo 3, inc. 3º de la ley 48, habrá
competencia federal por la materia, cuando:
1.- se trate de atentados a la forma representativa, republicana y federal de
gobierno;
2.- cuando se trate de delitos que configuren defraudación o causen disminución
del patrimonio nacional;
3.- en casos de interrupción o ataque a la seguridad del tráfico entre provincias o
internacional o de las comunicaciones;
4) en caso de falsificación de billetes o moneda de curso legal en el país;
5) en caso de falsificación de documentos de carácter nacional;
6) en caso de lesión del funcionamiento y seguridad de las telecomunicaciones;
7) cuando se perturben elecciones nacionales;
8) si se produce lesión a los derechos relacionados con marcas de fábrica,
patentes de invención, identificación de personas o de mercaderías.
El Código Procesal Penal de la Nación, trata a partir de su artículo 22 la
competencia en razón de la materia, enunciando expresamente cuál es la
competencia del máximo tribunal argentino: la Corte Suprema de Justicia de la
Nación.
El artículo 23 describe la competencia de la Cámara de Casación, cuando afirma
que juzga los recursos de inconstitucionalidad, casación y revisión, como además
del previsto en el Art. 445 bis de la ley 14.029 del código de justicia militar.
El 24 relata la competencia de la Cámara de Apelación (los recursos interpuestos
contra las resoluciones de los jueces de instrucción, correccional, de menores y de
ejecución, cuando corresponda, en los casos de la suspensión del proceso a
prueba; de los recursos de queja por petición retardada o denegada por los
mismos jueces; de las cuestiones de competencia que se planteen entre ellos.
El 25 confirma que "Los tribunales en lo criminal juzgarán en única instancia de los
delitos cuya competencia no se atribuya a otro tribunal".
El 26 dice que el "juez de instrucción investiga los delitos de acción pública de
competencia criminal, excepto en los supuestos en lo que el ministerio fiscal
ejercite la facultad que le otorga el artículo 196".
El 27 determina que la competencia del juez correccional será la de investigar y
juzgar en única instancia: 1- En los delitos reprimidos con pena no privativa de
libertad de su competencia- 2- En los delitos reprimidos con pena privativa de la
libertad cuyo máximo no exceda de tres (3) años. 3- En grado de apelación en las
resoluciones sobre faltas o contravenciones policiales y de queja por denegación
de este recurso.
Los artículos 28 y 29 se ocupan de determinar la competencia del tribunal de
menores y del juez de menores respectivamente; y el 30 el tribunal de ejecución.
Los artículos 31 y 32 se encargan de desarrollar y puntualizar las competencias
de las Cámaras Federales de Apelaciones y de los Tribunales Orales en lo
Criminal Federales. Y el artículo 33 puntualiza la competencia del Juez Federal.

• PERSONA Este criterio de determinación de la competencia federal deriva


de la investidura del sujeto.
Vale decir, cuando el hecho motivo de juzgamiento lesiona la investidura nacional
del sujeto. Ello ocurre cuando la ofensa a la soberanía o a la seguridad de la
Nación se produce debido a que el sujeto interviniente en el delito -sea autor o
víctima- tiene atribuida una función de carácter nacional. Aquí no interesa el hecho
en sí mismo o su materialidad, sino que se atiende a la investidura del sujeto,
aunque la investidura por sí sola no basta para general la competencia federal,
ella debe complementarse con el efectivo ejercicio de la función por la autoridad o
funcionario nacional o la representación del Estado Nacional con ocasión o como
motivo del hecho. Respecto a esta competencia derivada de la investidura del
sujeto ella nace en relación a todas las autoridades de los poderes públicos de la
Nación. También cuando se trata de los demás funcionarios y empleados
nacionales y asimismo, en los casos relacionados con ministros diplomáticos,
cónsules de países extranjeros y personas que representan a otros estados
soberanos. Esa investidura del autor o víctima del delito, debe existir al momento
de la comisión del hecho porque de otro modo la competencia federal no puede
nacer "a posteriori".

• TERRITORIO Este criterio se relaciona con el lugar físico de comisión del


hecho ilícito, es decir, el espacio físico dentro del territorio del país en el que se
lleva a cabo la conducta y se produce el resultado que configuran el hecho objeto
del proceso. Cuando el lugar de producción del hecho delictivo tiene influencia en
la naturaleza del delito a investigar nos encontramos con otra situación en la que
nace la competencia federal. Tal cosa ocurre cuando el hecho se produce en
determinados lugares en los que, por diversas circunstancias, es el poder central
el que despliega su autoridad. Esa autoridad exclusiva del Estado nacional se da
siempre que para el ejercicio del poder central es necesario el asentamiento en
determinada porción de territorio, aún dentro del ámbito geográfico provincial. Si el
delito ocurre en algunos de ésos lugares, aún cuando por la materia o por la
investidura del sujeto no nazca la competencia federal, por la comisión del hecho
en ese especial lugar, habrán de tener intervención los tribunales federales,
porque en ésos casos está en juego el interés nacional. Estos intereses se ven
afectados por la sola razón de que el hecho haya ocurrido en un lugar en el que el
poder central ejercita de modo excluyente su autoridad y jurisdicción. La
afectación del interés nacional se ve claramente cuando hecho ocurre en ámbitos
extraprovinciales (aguas territoriales argentinas, por ejemplo), pero no se advierte
la misma claridad cuando el hecho ocurre dentro del ámbito del territorio
provincial. Sin embargo, el juego armónico de los principios que emanan del texto
del artículo 75 de la CN con el artículo 3º inc. 4º de la ley 48, permite determinar
los casos de competencia federal por el lugar de comisión del hecho.
En definitiva, el principio general queda establecido en el sentido de que simple
que el hecho ocurra dentro del territorio sobre el que la Nación ejerce jurisdicción
con exclusión de los poderes provinciales, la competencia para el juzgamiento del
hecho será federal. Antes de la sanción del Estatuto de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, cuando esta era Capital Federal y tenía estatus de espacio físico
nacional, todo hecho ocurrido dentro de ése ámbito era de competencia federal y
no de los tribunales provinciales de la provincia de Buenos Aires. Del mismo
modo, cualquier porción de territorio provincial que corresponda a la Nación por
compra o cesión dará lugar a la competencia federal en lo referido a los hechos
que en él ocurran, sin que sea necesario que la Nación tenga jurídicamente la
propiedad de ese lugar, bastando con que ejerza jurisdicción sobre él.
Buen ejemplo de ello, pueden constituirlo los edificios destinados en las provincias
al funcionamientos de los tribunales de justicia de la Nación; o de las
Universidades Nacionales; o de los puertos o aduanas. En todos estos casos,
esos organismos han sido establecidos para el normal funcionamiento del
gobierno nacional y por lo tanto tienen utilidad pública común para toda la Nación.
Las reglas generales de la competencia territorial, están impuestas en el artículo
Nº 37 del CPPN, que expresamente reza: "…Será competente el tribunal de la
circunscripción judicial donde se ha cometido el delito. En caso de delito
continuado o permanente, lo será el de la circunscripción judicial en que cesó la
continuación o la permanencia. En caso de tentativa, lo será el de la
circunscripción judicial donde se cumplió el último acto de ejecución…".

Determinar dónde se cometió el delito es cuestión del derecho penal material, que
contiene las pautas que determinarán el momento en que puede considerarse que
se cometió el delito consumado.
El juez competente será aquel a quien la ley asigne el conocimiento de la causa
por haberse cometido el delito dentro de una determinada "circunscripción".
En las cuestiones de delitos continuado y permanente, son de competencia del
juez en que cesó la continuación o permanencia. Delito continuado es aquel
integrado por una pluralidad de acciones ejecutadas con unidad de resolución, de
"hechos dependientes" que configuran una acción total. Delito permanente es
aquel en el cual la actividad ejecutiva perdura y el tiempo de su duración es una
constante consumación (por ejemplo asociación ilícita, privación ilegal de la
libertad).
En el caso de tentativa, se establece que es competente el juez del lugar donde se
ejecutó el último acto que habría conducido a la consumación frustrada.
Por su parte, el artículo 38 del mismo texto legal, propone una solución en caso
de dudas, y dice: "…si se ignora o duda en que circunscripción se cometió el
delito, será competente el tribunal que prevenga en la causa…".

COMPETENCIA PENAL COMÚN

La competencia penal provincial es la REGLA. Es decir que, si el sistema federal


es diseñado constitucionalmente, la competencia provincial es la regla desde el
punto de vista institucional.

La competencia penal es provincial por lo común.

Tal lo dice CLARIÁ OLMEDO, la competencia penal provincial "…es básica,


ilimitada, independiente, soberana e inextensa; no debe dar cuenta de sus actos a
la justicia federal salvo en los casos expresamente impuestos y los procesos que
se radiquen en los tribunales provinciales deben sustanciarse y fenecer ante
ellos". Y agrega: "…La fuente de estos caracteres está en el artículo 121 de la CN,
ya que por él las provincias argentinas se reservaron para sí todos los poderes no
delegados en el gobierno central; y la administración de justicia sólo fue delegada
en los términos y extensión del artículo 116 de la CN, por el cual las provincias se
reservan la aplicación de todo el derecho común cuando las cosas o personas
cayeren bajo sus respectivas jurisdicciones…".

Establecida ésa premisa, las leyes procesales determinan la competencia penal


ordinaria predominando el criterio de distribución territorial, el que se
complementa con los criterios de competencia material, funcional y por conexión.

La determinación de la competencia provincial parte de lo dispuesto en el


artículo 118 de la ley fundamental (CN) en tanto ella establece que todos los
procesos penales ordinarios se llevarán a cabo "en la misma provincia donde se
hubiera cometido el delito", salvo los casos de excepción que ella misma
contempla.

• * Competencia territorial provincial Es esta la primera regla de


competencia penal común, vale decir, el de la competencia según el lugar de
comisión del hecho o competencia territorial, es el primer criterio de atribución de
causas en el sistema procesal penal argentino.
Como consecuencia de ello, los jueces provinciales son competentes para
intervenir cuando se trata de hechos ocurridos en el territorio que la ley les asigna
para el ejercicio de su jurisdicción. A su vez cada provincia establece en su
sistema legal, determinadas secciones o circunscripciones en las que divide su
propio territorio y asigna a determinados jueces o tribunales o grupos de ellos,
aptitud para intervenir en los casos que se produzcan en cada una de esas
divisiones territoriales. el referido criterio de competencia territorial trae como
consecuencia mayor rapidez y eficiencia y menores costos de funcionamiento de
los órganos jurisdiccionales dada la cercanía geográfica entre el lugar en el que
ocurrió el hecho motivo del proceso y el lugar de asiento del juez o tribunal
encargado de su investigación o juzgamiento.
Ahora bien, el criterio de distribución de causas por el lugar en que el delito se
entiende cometido, no resulta en ocasiones suficiente para la atribución de la
competencia.
Ello es así, porque puede ocurrir que al momento de iniciarse las investigaciones
no se conozca el lugar en que el hecho ocurrió o se dude de ello.
En estos casos, la regla básica no resulta útil y deben buscarse soluciones
alternativas y en forma prácticamente unánime la doctrina, acompañada por las
legislaciones procesales, señalan como criterios sustitutivos:
a.- el juez del lugar de residencia del imputado cuando él hubiese ya iniciado la
investigación;
b) si la investigación no se encuentra iniciada, el juez del lugar en el que se
procedió al arresto del imputado;
c) si no se ha producido intervención de juez alguno ni se ha llevado a cabo el
arresto, el juez al que se le hayan remitido las actuaciones por parte de la
autoridad policial interviniente.

Estas reglas tienen la definida finalidad de evitar que se produzca inacción de los
órganos encargados de llevar adelante la investigación y el juicio debido a la falta
de conocimiento de cuál ha sido el lugar del hecho.

• Competencia material provincial Se entiende por tal, la que tiende a la


distribución de causas según determinados elementos externos al hecho en sí y a
su naturaleza y contenido.
Se trata de un modo diferente de establecer la competencia si se lo compara con
la determinación de la competencia material de los tribunales federales.

Así es que para la determinación de la competencia material, los códigos


procesales parten de elementos tales como la pena amenazada para el delito, o la
edad del sujeto activo del mismo o a la titularidad del ejercicio de la acción o, en
fin, de la etapa procesal en la que la causa se encuentra.

Como se advierte son todos elementos ajenos al hecho delictivo en sí mismo.

• COMPETENCIA POR CONEXIÓN Se parte de la base que, por principio


cada causa penal debe tener un trámite independiente. Cada hecho generador de
un proceso penal debe tener una investigación específica; sin embargo, hay casos
entre los que se dan ciertas características que generan la necesidad de un
trámite unificado o paralelo respecto de dos o más causas.
Se habla de conexidad de causas o competencia por conexión toda vez que exista
determinada relación entre objetos procesales diversos.
La relación se da debido a características de los hechos objeto del proceso o por
las personas que resultan imputadas.

Esa relación indica la necesidad o al menos la conveniencia de que se produzca la


intervención de un único órgano judicial o tribunal para llevar a cabo la
investigación y el juzgamiento y como consecuencia de ello, la acumulación de los
procedimientos en un único proceso.
Entonces decimos que la competencia por conexión se suscita cuando en la
jurisdicción provincial se sustancian procesos que tramitan ante distintos órganos
judiciales, pero que, por encontrarse vinculados entre sí, se acumulan, atento a
razones de mejor administración de justicia (la ventaja que reporta centralizar la
investigación y juzgamiento de delitos) que justifican que se alteren las reglas de
competencia material y territorial (Cafferata Nores y Tarditti).

Entonces para que se proceda a la acumulación de causas y la consecuente


unificación del tribunal, básicamente se exigen los siguientes requisitos:
a.- que se trate de pluralidad de causas;
b.- que den lugar a una acción de igual naturaleza (acción pública o privada);
c.- determinar entre que tribunales procedería la acumulación.

REGLAS

Las normativas procesales prevén presupuestos objetivos y subjetivos para


propiciar la conexión y la unificación del tribunal.

"Estas reglas no alteran el principio de juez natural porque el tribunal queda


debida y previamente determinado por la ley conforme a la necesidad práctica de
mejor justicia y de evitar desgaste jurisdiccional.

No contradicen las exigencias de los presupuestos procesales por cuanto a pesar


de su purificación el objeto procesal queda debidamente presentado.

La regla absoluta de improrrogabilidad también se respeta porque no se puede


disponer de la determinación que la conexión provoca" (CLARIÁ OLMEDO).

El presupuesto subjetivo como nexo de conexión se presenta cuando a una


persona se le imputa más de un delito.
Es decir, contempla a un solo sujeto al que se le imputa más de un hecho
reputado como delito en concurso real (Art. 55 del CP).

En este caso no existen limitaciones territoriales provinciales de ningún tipo. El


presupuesto objetivo para la conexión se puede dar en dos supuestos diferentes:

El primero de ellos es cuando los delitos imputados se afirmaran cometidos


simultáneamente por varias personas reunidas o en distintos lugares y tiempo
mediando acuerdo entre ellas.

En verdad, se advierten aquí dos hipótesis que parten de la base de la existencia


de una pluralidad de delitos imputados.

Surge de la utilización de la conjunción disyuntiva "o", que denota la existencia de


alternativa.

-La primera de ellas atiende al caso de que los mismos hayan sido cometidos por
varias personas reunidas pero sin mediar acuerdo previo.

Es decir, son casos de convergencia objetiva pero no subjetiva en el hecho


plural.

-La segunda subhipótesis prevé que exista acuerdo entre los distintos imputados,
resultando que la pluralidad de delitos imputados se cometen en distintos lugares
y tiempo (asociación ilícita).
-El otro caso de conexidad subjetiva es cuando un delito se afirmara cometido
para perpetra otro, facilitar su comisión o procurar para sí o para otra persona su
provecho o impunidad.

Comprende la conexidad objetiva, pues atiende, exclusivamente a las


características y relaciones de los hechos entre sí.

Si el propósito es único, pese a que resulten diferenciales, la comunidad


probatoria implica la conveniencia de que intervenga un solo tribunal (D´Albora).

Nuestro ordenamiento legal trata y regula estas situaciones de competencia por


conexión, en el Código de Procedimiento Penal Argentino, puntualmente en
sus artículos 41 que describe los casos, el 42 que determina las reglas de
conexión, y el 43 puntualiza cuáles son las excepciones a las reglas de conexión.

Artículo41: Las causas serán conexas en los siguientes casos si:


1°) Los delitos imputados han sido cometidos simultáneamente por varias personas reunidas; o aunque lo
fueren en distinto tiempo o lugar, cuando hubiere mediado acuerdo entre ellas.
2°) Un delito ha sido cometido para perpetrar o facilitar la comisión de otro, o para procurar al autor o a otra
persona su provecho o la impunidad.
3°) Si a unapersona se le imputaren varios delitos.

Reglas de conexión
Artículo42: Cuando se sustancien causas conexas por delitos de acción pública y jurisdicción nacional,
aquéllas se acumularán y será tribunal competente:

1°) Aquela quien corresponda el delito más grave.


2°) Si los delitos estuvieren reprimidos con la misma pena, el competente para juzgar el delito
primeramente cometido.
3°) Si los delitos fueren simultáneos, o no constare debidamente cuál se cometió primero, el que haya
procedido a la detención del imputado, o, en su defecto, el que haya prevenido.
4°) Si no pudieran aplicarse estas normas, el tribunal que debe resolver las cuestiones de competencia
tendrá en cuenta la mejor y más pronta administración de justicia.
La acumulación de causas no obstará a que se puedan tramitar por separado las distintas actuaciones
sumariales.

Excepción a las reglas de conexión

Artículo43: No procederá la acumulación de causas cuando determine un grave retardo para alguna de
ellas, aunque en todos los procesos deberá intervenir un solo tribunal, de acuerdo con las reglas del
artículo anterior.
Si correspondiere unificar las penas, el tribunal lo hará al dictar la última sentencia.

CUESTIONES DE COMPETENCIA

El tema puntual es motivo de tratamiento "in extensum" en la próxima unidad, de


manera que sólo a manera de referencia y por tener una conexión directa con el
tema, podemos afirmar que por alguna razón, existen circunstancias que hacen
dudosa o controvertida la competencia de un determinado órgano jurisdiccional
sobre un concreto asunto, surgen las denominadas cuestiones de competencia
que son, de modo genérico, aquellas que llevan a la decisión sobre quien deberá
entender en esa causa determinada.
Recordamos que la competencia aparece como la aptitud del juez para resolver
sobre un caso y tiene que ver con las condiciones particulares del correcto y válido
ejercicio de la facultad jurisdiccional, por lo que determinar si en ese caso puede o
no actuarse resulta un tema de extrema relevancia que se conecta con los
presupuestos procesales, es decir, con aquellos requisitos cuya existencia
permiten al juzgador expedirse sobre la cuestión de fondo sometida.

Corresponde al propio juez, de oficio o a pedido de parte, resolver lo relativo a su


propia competencia, ya que se trata de una cuestión de orden público, indisponible
para los sujetos procesales, que se determina conforme a las disposiciones
legales que regulan la actuación e intervención de los órganos jurisdiccionales, y
cuya inobservancia apareja la sanción de nulidad.

Desde un punto de vista estricto, las cuestiones de competencia son aquellas


que surgen cuando dos órganos jurisdiccionales se declaran en forma simultánea
y contradictoria competentes o incompetentes para la investigación o juzgamiento
de un mismo hecho.

El problema puede suscitarse por razones de materia, territorio o cualquiera de los


criterios determinantes de la competencia.

Puede darse entre jueces de la jurisdicción federal y de una provincia, entre los de
diferentes provincias o entre los integrantes de una.

Asimismo, se presenta de modo positivo cuando dos o más jueces pretenden


conocer del mismo hecho, y de manera negativa, cuando rehusan su
intervención.

El conflicto surge cuando, el juez inoficiosamente sobre su competencia o cuando


es planteado por las partes.

Tradicionalmente, esto se concreta mediante la INHIBITORIA, que se interpone


ante el órgano jurisdiccional que se considera con competencia sobre el asunto en
trámite, o bien, por DECLINATORIA, ante el tribunal entendido como
incompetente, disponiendo los códigos que no podrán utilizarse de modo conjunto
ambos medios.

Si ante los referidos planteos los jueces no aceptan lo pertinente, corresponde la


decisión a quien resulte superior jerárquico común de los enfrentados.

Cuando se trata de jueces de diferente jurisdicción (federal y provincial o de


distintas provincias) corresponde pronunciarse a la Corte Suprema de Justicia de
la Nación como máximo tribunal del país.

ORGANIZACIÓN JUDICIAL

La organización judicial del país sigue en lo básico un esquema jerárquico, de


estructuración predominantemente vertical.
El poder está encabezado por las Cortes Supremas o Tribunales Superiores en las
provincias, y representan institucionalmente al órgano y ejercen funciones de
superintendencia.

En un segundo nivel, encontramos en el ámbito nacional al tribunal de Casación,


al que siguen las Cámaras de apelaciones, los tribunales de juicio y los jueces de
primera instancia.

Asimismo, la forma de organizar cada uno de estos cuerpos mantiene


características de notoria autonomía, al extremo de que cada juzgado -
entendiendo por tal la oficina judicial de cualquier grado, compuesta por jueces,
secretarios, y empleados- se articula de una manera completes en sí misma y
desconectada de los restantes, al modo de unidades autónomas con sus propias
particularidades definitorias que, con frecuencia, imprimen notas distintivas a las
tramitaciones y decisiones que allí se efectúan.

Ello es particularmente notorio en los juzgados de instrucción, en los que el


fenómeno de delegación de funciones resulta habitual.

Dentro de la organización Federal, las provincias han delegado en el poder central


determinadas facultades como ser la sanción de los códigos de fondo, entre ellos
el penal (Art. 75, inc 12 de la CN), no obstante se reservaron todo el poder no
delegado al gobierno federal (Art. 121 CN) entre ellos la potestad de dictar códigos
de procedimientos y de organización de tribunales.

Las normas contenidas por el Código Penal y las leyes complementarias de


naturaleza penal pueden ser aplicada tanto por la justicia federal como por las
justicias provinciales según el suceso caiga bajo su respectiva jurisdicción.

En el conjunto del sistema institucional de justicia penal vigente en la Argentina,


encontramos:

a.- Juez de instrucción: que es quien tiene a cargo la dirección de la etapa


investigativa conocida como instrucción formal, caracterizada por la preeminencia
de este sujeto, dotado de amplias facultades en orden a la investigación y regida
plenamente por el principio de oficialidad que refiere no sólo al carácter público de
la actuación, sino además por la iniciativa e impulso de todos los actos, tomando
resoluciones de mérito instructorio.

En aquellos sistemas que disciplinan la investigación fiscal preparatoria


corresponde hablar del juez de la instrucción que es el magistrado encargado de
actuar durante toda esa etapa y dirimir las cuestiones suscitadas entre fiscalía y
defensa, y disponer sobre todas aquellas medidas que afecten derechos y
garantías constitucionales y sobre las diligencias definitivas e irreproducibles.

b.- Juez correccional: cuanto tal competencia se encuentra dispuesta para delitos
de menor importancia, por lo común los conminados con penas de hasta tres años
de prisión y a través de procedimientos más simples que el ordinario, con
facultades investigativas y decisorias.

c.- Juez de faltas o contravencional: con competencia sobre las denominadas


faltas o contravenciones y según la respectiva legislación sustantiva y procesal
que, en el caso de nuestro país, es una facultad provincial no delegada,
correspondiendo por lo tanto a las respectivas provincias.

d.- Jueces de Cámaras de Apelaciones o Tribunales de grado: que entienden en


las causas llegadas a través del recurso de apelación y el consecuente
procedimiento de segunda instancia, con facultades de nulificar y/o modificar lo
resuelto por los jueces de primera instancia.

En el procedimiento escrito entendían de las apelaciones de los autos y


sentencias y dentro del proceso oral únicamente de las primeras, ya que las
sentencias del tribunal oral son de instancia única.

En digestos que mantienen la oralidad como opción también intervienen como


tribunales de juicio oral.

e.- Jueces de Cámara de tribunales de juicio oral: ante los cuales se tramita el
juicio oral y público, en el cual dictan sentencia de única instancia.

f.- Jueces de tribunales superiores: En el orden nacional, actúa luego de la


reforma de la ley 23.984 el tribunal de casación que entiende en este recurso
contra las sentencias de los tribunales de juicio oral o cierto tipo de autos.

En las diversas provincias, interviene en el mencionado recurso la sala


correspondiente del Superior Tribunal. Asimismo, en la Nación el máximo
organismo jurisdiccional a quien la Constitución confía su interpretación es la
Corte Suprema de Justicia de la Nación, con competencia originaria en
determinados y específicos temas y de control constitucional a través del recurso
extraordinario federal.

En relación a la organización derivada del sistema federal, encontramos dentro


del orden nacional:

• * a la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACIÓN (CSJN) que surge


de la propia constitución, con sede en la Capital Federal (CABA) regulada
inicialmente en la ley Nº 27 y con una integración que ha sufrido cambios a lo
largo de la historia.

Ejerce su jurisdicción de modo originario y como supremo tribunal de grado.

Respecto de lo primero, interviene en todos los asuntos concernientes a


embajadores, ministros y cónsules extranjeros.
Interviene además como Tribunal de apelación ordinario en recursos contra
resoluciones relativas a extradición pasiva y como máximo tribunal en la
resolución del recurso extraordinario de inconstitucionalidad previsto en el artículo
14 de la ley 48 en contra de sentencias definitivas provenientes de superiores
tribunales federales, nacionales o provinciales.
Corresponde a la Corte además, lo relativo a los conflictos de competencia como
superior común de órganos judiciales inferiores.
La instauración en el orden nacional del procedimiento mixto en el cual el
juzgamiento se realiza ante tribunales orales de instancia mixta, eliminó el recurso
de apelación contra las sentencias y exigió la creación de un

• TRIBUNAL DE CASACIÓN (ley 24.050 de organización y competencia


Penal, concordante con la ley 24.121 de implementación y organización del
proceso penal oral).
La competencia refiere a los recursos de inconstitucionalidad, casación y revisión
(Art. 23, ley 23984). De tal modo, actúa dentro de la justicia federal y nacional la
Cámara Nacional de Casación, integrada por trece miembros divididos en cuatro
salas de tres miembros cada una, bajo la dirección general de un presidente, con
competencia sobre todo el territorio nacional y sede en CABA.

• La CAMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL actúa como tribunal pleno


a los efectos de resolver sobre cuestiones reglamentarias de su propia labor, para
unificar la jurisprudencia de sus salas y evitar sentencias contradictorias, y para
establecer interpretaciones legales. Dentro de la organización de la justicia de la
nación, debe distinguirse entre la que aparece como "justicia nacional" para la
investigación y juzgamiento de delitos comunes y ordinarios dentro del ámbito
territorial de la ciudad de Buenos Aires como Capital Federal del país, y en el resto
del país en aquellos asuntos que conciernen a la competencia federal.
Dentro de lo primero, encontramos la "CÁMARA DE APELACIÓN" (art. 24, ley
23984) con competencia para entender en los recursos de apelación interpuestos
en contra de las resoluciones de los jueces de instrucción, correccionales, de
menores y de ejecución.

La reforma del procedimiento ha reducido sensiblemente la importancia de estos


tribunales, toda vez que al desaparecer el recurso de apelación en contra de
sentencias definitivas y establecerse la única instancia propia del juicio oral, su
labor se circunscribe a los autos, tales como los de procesamiento, falta de mérito,
sobreseimiento y decisiones sobre la libertad provisional.

• los TRIBUNALES EN LO CRIMINAL juzgan en única instancia los delitos de


competencia del procedimiento ordinario, es decir, infracciones conminadas con
pena máxima superior a tres años. Se integran con tres miembros, actuando uno
como presidente de las audiencias de juicio.

• JUECES DE INSTRUCCIÓN UNIPERSONALES: con competencia en la


investigación de delitos de acción pública conminados con pena máxima superior
a tres años y cometidos por personas mayores de 18 años dentro del ámbito
territorial de la ciudad de Buenos Aires.

• JUECES CORRECCIONALES (ART. 27 CPPN) investigan y juzgan en


única instancia delitos reprimidos con penas no privativas de libertad y con pena
privativa de libertad que no exceda de tres años. igualmente intervienen como
órgano de apelación en los recursos contravenciones policiales.

• TRIBUNALES DE MENORES (creados por ley 24.050) establecidos para el


juzgamiento oral de delitos con competencia nacional reprimidos con pena
superior a tres años cometidos por menores de 18 años de edad.

• JUECES DE MENORES: actúan en la investigación de delitos de acción


pública cometidos por menores de 18 años y en el juzgamiento en única instancia
de delitos de los comprendidos dentro de la justicia correccional y
contravenciones. También intervienen en casos tutelares por simple abandono o
inconducta.

• JUECES DE EJECUCIÓN: intervienen en aquellas cuestiones reguladas en


el libro V del Código Procesal Penal de la Nación y que son las que pueden
suscitarse con posterioridad y como consecuencia de la sentencia definitiva. Su
competencia refiere exclusivamente al ámbito penal, ya que las cuestiones de
ejecución civil están reservadas a la justicia de ese fuero, según el artículo 493 del
CPPN.

Dentro de la JUSTICIA FEDERAL encontramos al

• JUEZ FEDERAL cuya competencia específica está detallada en el artículo


33 del CPPN y que dentro de la actual organización actúa como órgano
jurisdiccional de instrucción a los efectos de la investigación de los delitos de su
competencia con pena máxima superior a tres años y como juez correccional, con
facultades de investigación y juzgamiento en instancia única en los delitos
federales con pena máxima inferior a tres años. Su asiento se encuentra dentro
del ámbito territorial de la Capital federal y en las principales ciudades del país.

• Las CÁMARAS FEDERALES DE APELACIONES, con sede en la ciudad de


Buenos Aires y diversas ciudades argentinas, actúan como tribunales de alzada
de las resoluciones de los juzgados federales que corresponden a su competencia
territorial. Su importancia se ha reducido sensiblemente al implementarse el juicio
oral, ya que al igual que la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional ahora
su poder revisor se limita a los recursos de apelación en contra de autos
instructorios.
La organización judicial del país sigue en lo básico un esquema jerárquico, de
estructuración predominantemente vertical. el poder está encabezado por las
cortes supremas o tribunales superiores, que representan institucionalmente al
órgano y ejercen funciones de superintendencia. en un segundo nivel,
encontramos en el ámbito nacional al tribunal de casación, al que siguen las
cámaras de apelaciones, los tribunales de juicio y los jueces de primera instancia.

Asimismo, la forma de organizar cada uno de estos cuerpos mantiene


características de notoria autonomía, al extremo de que cada juzgado,
entendiendo por tal la oficina judicial de cualquier grado, compuesta por jueces,
secretarios y empleados, se articulan de una manera completa en sí misma y
desconectada de los restantes, al modo de unidades autónomas con sus propias
particularidades definitorias que, con frecuencia, imprimen notas distintivas a las
tramitaciones y decisiones que allí se efectúan. Ello es particularmente notorio en
los juzgados de instrucción, en los que el fenómeno de delegación de funciones
resulta notorio y habitual, al igual que modos de trabajo oficinescos constitutivos
de hábitos notoriamente burocráticos.

DESIGNACIÓN DE JUECES

La cuestión de la designación, permanencia y remoción de los integrantes del


Poder Judicial es una de aquellas que pueden considerarse como cruciales y el
verdadero punto de toque para el correcto funcionamiento del sistema.

En definitiva, todo lo que se estudia respecto de los encuadres normativos será


operado por las concretas personas que tienen a su cargo la dirección del proceso
y la aplicación del derecho objetivo y, por cierto, la vigencia de las garantías
constitucionales.

Dentro de la idea de la división de poderes, el judicial es de igual jerarquía que el


Legislativo y el Ejecutivo, y ejerce la soberanía estatal en el área que
funcionalmente le corresponde, área que aparece delimitada como una zona de
autoridad y tareas específicas, sin dependencia alguna hacia los otros poderes y
con una estructuración institucional particularizada.

Esto surge con claridad del propio texto constitucional, que refuerza el diseño con
disposiciones como la relativa a la estricta prohibición al ejecutivo de intervenir en
causas judiciales, la estabilidad de los jueces profesionales y la intangibilidad de
sus remuneraciones.

El método de selección del Poder Legislativo a través de una propuesta realizada


por el Poder Ejecutivo, si bien no puede entenderse como una manifestación
indirecta de la voluntad popular, que que quienes intervienen representan las
mayorías políticas en el gobierno, ofrece abundantes flancos a la crítica, ya que
resulta harto discutible que opere una auténtica representatividad y, por otra parte,
implica una notoria dependencia política del Judicial respecto del Ejecutivo que, en
definitiva, efectúa la selección y como lo evidencia la realidad, en muchos casos
ejerce de hecho formas más o menos notorias de predominio e influencia.

A partir de la reforma constitucional del año 1.994, se institucionalizaron


organismos llamados CONSEJO DE LA MAGISTRATURA encargados de la
selección y remoción de Jueces, mediante métodos que privilegien la
transparencia e idoneidad.

Finalmente la cuestión quedó sancionada, en el Art. 114 que encomienda al


Consejo de la Magistratura "la selección de los magistrados y la administración del
Poder Judicial", estableciendo el siguiente precepto que el organismo se integrará
periódicamente de modo que se procure el equilibrio entre la representación de los
órganos políticos resultantes de la elección popular, de los jueces de todas las
instancias y de los abogados de la matricula federal, más personas con
destacados antecedentes académicos y científicos.

Lamentablemente, el texto constitucional remite la referida composición a la


regulación de una ley especial.

Por cierto, la composición de éstos organismos ofrece arduos problemas y se


discute si debe integrarse con una mayoría de jueces y abogados, cuál debe ser la
influencia del partido político en el gobierno y oposición, y cuál el peso del poder
académico, a más de objetarse que puede incurrirse en un intolerable
corporativismo y organización estamental.

De todas maneras, pareciera que el establecimiento de ese tipo de procedimientos


asegura un mayor cuidado selectivo en las condiciones de los candidatos e
implica también un alejamiento de la directa voluntad del gobernante que propone
y que, obviamente, puede algún día recordar al elegido quien lo designó.

El tema de la selección de los jueces, constituye un tema clave para la vida


republicana y apareja graves responsabilidades en los organismos y personas que
tienen a su cargo la delicada tarea designativa.

UNIDAD V: RELACIONES JURISDICCIONALES

Cuestiones de jurisdicción y competencia. Inhibitoria y declinatoria.


Procedimientos. Quienes pueden promover estas acciones. Efectos

Se llama cuestión de competencia, en materia penal, al planteamiento surgido entre dos


tribunales cuando ambos se declaran contradictoriamente competentes o incompetentes
para entender en una causa penal en trámite.

La cuestión puede surgir con motivo de una instancia de inhibitoria, del éxito de una
declinatoria o de la incompetencia declarada de oficio, cuando el juez del otro tribunal las
rechaza.

Si ambos tribunales sostienen su competencia, la cuestión será positiva;


Si se declaran incompetentes, será negativa.

Cuando se plantea entre tribunales de distintos órganos jurisdiccionales (de dos provincias
o uno provincial y otro nacional) se habla de cuestión de jurisdicción.

Deben ser resueltas igual que las de competencia (entre tribunales de un mismo órgano
jurisdiccional) salvo previsiones de tratados interprovinciales.
La solución del conflicto corresponderá al tribunal jerárquicamente superior y común de
ambos contradictores. Ç

En las cuestiones de jurisdicción sólo puede ser la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
la que también lo será entre cámaras nacionales, o una de éstas y otro tribunal.

Las cámaras penales entenderán en las cuestiones planteadas entre tribunales inferiores
a ellas jerárquicamente.

En las provincias se tiende a dar competencia al Tribunal Superior (o Suprema Corte) en


todos los casos.

El tribunal dirimente de la cuestión puede atribuir el conocimiento de la causa aun a otro


tribunal distinto de los que plantearon el conflicto con lo cual se evita incurrir en denegación
de justicia.

La adjudicará al que considere competente en el ordenamiento judicial respectivo (C. S, J.


N., Fallos: 233:121), lo que tiene aplicación más general cuando se trata del territorio
(C.S.J. N., Fallos: 244:303).

La Corte Suprema de la Nación debe aplicar, para la solución del conflicto, la ley nacional.
307.

El trámite y la solución de las cuestiones de competencia provocan un procedimiento


incidental que se intercala en el curso del proceso. Es precedido por el trámite resultante
de la declaración de oficio de la incompetencia, o del planteo de parte por declinatorio o
inhibitoria.

La inhibitoria tiene regulado en los códigos un trámite autónomo. La declinatoria, en


cambio, se considera uno de los artículos de previo y especial pronunciamiento a deducirse
y tramitarse por el régimen de lo que ha dado en llamarse "excepciones”.

La inhibitoria puede ser instada por el Ministerio Fiscal, por el querellante, por el imputado
y por las partes civiles ante el tribunal que se considere competente, afirmando la
incompetencia del que está actuando. Se pide al tribunal que se declare competente en el
proceso que tramita el otro tribunal y en consecuencia requiera a éste de inhibitoria.

No parece práctico que el querellante y las partes civiles puedan plantear inhibitoria si para
ser tales deben haberse constituido en el proceso. De la instancia debe darse vista al
Ministerio Fiscal en su función consultora; no así cuando hubiere instado uno de sus
integrantes.

El fiscal se expedirá dentro de tres días, y su criterio no es vinculante.

Después debe resolver el tribunal en plazo breve (tres días para los códigos modernos) y
por auto fundado.

Negada la instancia inhibitoria, se concede recurso de apelación ante el tribunal de


alzada común, o ante el previsto para resolver la cuestión de competencia.

Éste puede confirmar o revocar la resolución.


Cuando se trata del tribunal más elevado del ordenamiento judicial, pareciera que con esta
alzada se desnaturaliza la apelación al atribuirse la alzada a un órgano competente sólo
para recursos extraordinarios.

Mejor que apelación, pensamos que debe preverse la consulta obligatoria.

Acogida en firme la instancia inhibitoria, su ejecución implica el reclamo de la


competencia al tribunal que tramita el proceso: libramiento del "oficio inhibitorio", o sea del
exhorto correspondiente.

A más de los recaudos generales, este exhorto debe contener e ir acompañado a las
necesarias piezas de convicción, acerca de la competencia sostenida por el exhortante,
incluso la instancia y el dictamen del Ministerio Fiscal.

En lo volitivo, el exhorto debe requerir, en forma de ruego, que el exhortado se desprenda


de la competencia, sosteniendo la del exhortante; reclamo de la competencia que se afirma
tener.

Cuando el exhorto inhibitorio se libró en virtud de resolución confirmatoria o revocatoria de


la negativa en alzada, no obstante provenir del mismo tribunal dirimente de la posible
cuestión, no tendrá efecto vinculante para la futura solución de ésta.

La resolución de la alzada será sólo provisional por cuanto aún no se ha escuchado al


tribunal que está entendiendo en la causa. No obstante, puede ser útil para evitar que se
produzca la cuestión.

El juez del tribunal requerido debe sustanciar el exhorto inhibitorio corriendo vista al
Ministerio Fiscal por tres días.

Esta intervención no puede evitarse aunque la instancia originaria hubiere provenido del
mismo organismo.

También debe correrse vista al imputado, al querellante, y a las partes civiles que
intervinieren, excluyendo al sujeto privado que hubiere planteado la inhibitoria.

Si el juez acepta el reclamo, inhibirá al tribunal declarándose incompetente; pero esa


resolución es apelable ante el mismo órgano judicial dirimente de la posible cuestión.

Aquí pensamos que también es mejor establecer la consulta obligatoria ante el tribunal
más elevado.

La confirmación implicará no cuestionar.

La resolución debe ser fundada por tratarse de una declaración de incompetencia, y una
vez firme, concluye el trámite incidental.

Se ejecuta remitiendo el expediente y lo actuado al tribunal exhortante, poniendo a su


disposición al imputado.

Las partes serán notificadas para que tomen la debida intervención ante el tribunal
declarado competente, 309.
El tribunal exhortado, o el de la apelación de lo resuelto por éste, puede rechazar el
requerimiento inhibitorio sosteniendo su propia competencia y, por ende, negándosela al
exhortante.

Esto implica plantear cuestión positiva de competencia, pero las leyes dan aún otra
oportunidad para impedirlo.

El juez exhortante podría aceptar las razones del requerido, por lo cual se le debe
comunicar el rechazo por exhorto que transcriba o acompañe copia autorizada de los
elementos de convicción fundamentadores del rechazo, solicitándole respuesta sobre si
reconoce la competencia mantenida o insiste en la suya.

En caso de avenimiento, concluye el trámite con la remisión de lo actuado al tribunal del


proceso.

Si el juez que requirió la inhibición insiste en su postura, a pedido del resistente remitirá
todo lo que él ha actuado al tribunal que en definitiva debe resolver el conflicto. Con ello
queda formalmente planteada la cuestión de competencia, y excitada la decisión del
órgano que la resolverá.

Ese mantenimiento se comunicará al juez que está inter viniendo en la causa para que
remita los antecedentes al tribunal dirimente.

También la cuestión puede plantearse ante el mismo tribunal dirimente, como


consecuencia de la declaración de oficio de falta de competencia o provocada por
declinatoria, cuando el tribunal al que se remite la causa por estimarse el competente,
considera a su vez que no lo es para entender en ello. El tribuna! del conflicto debe correr
vista por tres días al Ministerio Fiscal, y decidirlo sin otra sustanciación en plazo similar. Lo
resuelto se ejecutará inmediatamente, remitiéndose lo actuado al que resulte competente.

Extradición Activa y Pasiva:

Extradición Activa: Se denomina extradición activa al proceso fundamentalmente


jurisdiccional a través del cual se sustancia la petición que hace la República Argentina a
otro Estado para que una persona le sea entregada privada de su libertad con el objeto de
ser sometida a proceso o para cumplir una pena privativa de la libertad ya impuesta por
autoridades jurisdiccionales argentinas.
La extradición es solicitada por un Estado a instancia de sus Autoridades Jurisdiccionales.

Se denomina extradición pasiva cuando es el Estado Argentino quien peticiona a otro


Estado la entrega de una persona para su Juzgamiento y/o realizar efectivo el
cumplimiento de una condena.

La extradición pasiva, es la que recae en el estado que tiene a la persona que se desea
enjuiciar o hacer cumplir la pena en virtud de la cual haya sido condenado.

En resumen, Extradición activa: un Estado solicita a otro la entrega de una persona.


Extradición pasiva: el Estado solicitado entrega al solicitante la persona reclamada.

Extradición solicitada a jueces del país


Artículo 52: Los tribunales solicitarán la extradición de imputados o condenados que se encuentren en
distinta jurisdicción, acompañando al exhorto copia de la orden de detención, del auto de procesamiento y
prisión preventiva o de la sentencia y, en todo caso, los documentos necesarios para comprobar la
identidad del requerido.

Extradición solicitada a otros jueces


Artículo 53: Si el imputado o condenado se encontrara en territorio extranjero, la extradición se tramitará
por vía diplomática y con arreglo a los tratados existentes o al principio de reciprocidad.

Extradición solicitada por otros jueces

Artículo 54: Las solicitudes de extradición efectuadas por otros tribunales serán diligenciadas
inmediatamente, previa vista por veinticuatro (24) horas al ministerio público, siempre que reúnan los
requisitos del artículo 52.
Si el imputado o condenado fuere detenido, verificada su identidad, se le permitirá que personalmente o
por intermedio del defensor aclare los hechos e indique las pruebas que a su juicio pueden ser útiles,
después de lo cual, si la solicitud de extradición fuese procedente, deberá ser puesto sin demora a
disposición del

Para solicitar la extradición activa se deben cumplir los siguientes pasos:

- El pedido de extradición debe ser remitido a la Dirección de Asistencia Jurídica


Internacional de la Cancillería Argentina.
- La Dirección de Asistencia Jurídica Internacional analiza el caso y, si procede, remite la
documentación para que la Embajada que corresponda formalice la solicitud de extradición
por la vía diplomática.
- Durante el trámite del proceso de extradición puede resultar necesario ampliar la
documentación que respalda la solicitud, aclarar algunos puntos del caso o simplemente
informar acerca de las novedades

Posterior al trámite dentro de la vía administrativa, será el estado requerido en base a su


legislación y tratados bilaterales si los hubiera quien decidirá sobre la procedencia del
pedido.

Extradición Pasiva. Procedimiento:

En principio, para que una solicitud de extradición pueda prosperar es necesario que tanto
la ley extranjera como la ley de nuestro país tipifique una pena privativa de libertad para el
delito por el cual es cursada la requisitoria. No procederá cuando se tratare de pena o
penas de inhabilitación o multa.

Sin embargo, la normativa legal vigente establece los supuestos en los cuales no
procederá la extradición, y consecuentemente en esos casos el pedido deberá ser rechazo
in limine.

Los supuestos de excepción, aun cuando habiendo un Tratado suscripto, son los
siguientes:
A. Cuando el delito que expresara la solicitud del Estado requirente fuese uno de los
llamados “políticos”, es decir de aquellos que han tenido en cuenta lesionar la existencia
de un determinado gobierno, más no del Estado mismo.

B. Cuando el delito que motiva la requisitoria del Estado extranjero, fuese uno de los
previstos exclusivamente en la ley penal militar.
C. También cuando el Estado extranjero, y para resolver la solicitud de extradición, se
hubiera constituido una comisión especial de aquellas que se encuentran prohibidas
por nuestra Carta Magna, de conformidad a lo establecido en el artículo 18.

D. Cuando el proceso que motiva la extradición evidencia propósitos persecutorios por


razón de las opiniones políticas, la nacionalidad, la raza, el sexo o la religión de las
personas involucradas, o hubiere motivos fundados para suponer que esas razones
pueden perjudicar el ejercicio del derecho de defensa en juicio, o cuando la persona
extraditada pueda ser sometida a torturas o tratos inhumanos. Esta circunstancia
tiene directa relación con la abolición de los tormentos y azotes que establece el
artículo 18 de nuestra Carta Magna.

También será un impedimento para la procedencia de la extradición la existencia de la


pena de muerte en el Estado requirente se éste no diere seguridades de que la misma no
será aplicada.

Una situación particularmente curiosa puede presentarse cuando varios Estados


requiriesen la extradición de una misma persona, pues ante ello se deberá dar prioridad a
la existencia de Tratados internacionales que regulen la materia y además de ello la fecha
en la cual fuesen cursadas cada una de las peticiones de extradición.

Para que proceda una solicitud de extradición es necesario iniciar las actuaciones en sede
administrativa. En este aspecto, el órgano competente es el Ministerio de Relaciones
Exteriores, Comercio Internacional y Culto, es decir que todo se inicia por vía diplomática.

El Ministerio podrá solicitar al Estado requirente la subsanación de cualquier requisito no


esencial omitido en la petición.

Presentes todos los requisitos o saneados los faltantes, el Ministerio de Relaciones


Exteriores dará lugar a la requisitoria poniendo el expediente administrativo a disposición
del ministerio público fiscal. La fiscalía será la encargada de representar el interés por la
extradición que tiene el Estado extranjero. Sin embargo el Estado requirente podrá
intervenir en el proceso judicial por medio de apoderados.

Luego del dictamen del fiscal, el juez competente librará la correspondiente orden de
detención de la persona requerida. Así la normativa legal vigente establece un proceso
judicial que se encuentra únicamente destinado a dictaminar sobre la procedencia o
improcedencia de la solicitud. No se ventilarán, en esta etapa procesal, elementos que se
relacionen con la responsabilidad penal del delito que motivara la petición del Estado
requirente.

Por tal motivo es que si el juez resolviese que la procedencia de la extradición, le sentencia,
en tal caso, se limitará a declarar tal situación.

De resolverse contra la solicitud de extradición, la sentencia también se limitará a esa


circunstancia o pronunciamiento sin hacer referencia alguna sobre la supuesta
responsabilidad del delito que se le imputa, al requerido, en el Estado extranjero.
La resolución podrá ser apelada ordinariamente por ante la Corte Suprema de Justicia de
la Nación.

Por otra parte, y a través de una sana medida procesal, la ley establece que de haberse
denegado la petición, la persona requerida recuperará la libertad hasta tanto se sustancia
el correspondiente recurso ante la Corte Suprema.

Una vez que la Justicia de nuestro país hiciera lugar al pedido de extradición, no procederá
la sustanciación de otro Estado requirente sobre la misma persona.
La ley 24.767 fue sancionada para establecer las reglas para la tramitación de las
extradiciones, tanto pasivas como activas.

Algunos de los tratados internacionales vigentes en nuestro orden jurídico son los
siguientes:
- Protocolo de Asistencia Mutua en asuntos penales del MERCOSUR.
- Tratado de Derecho Penal Internacional. Montevideo 1889.
- Tratado Interamericano de extradición.

Inhibición y recusación:

A pesar de la competencia del tribunal y de la capacidad genérica del juez para


personificarlo, puede ocurrir que éste deba apartarse del conocimiento de la causa ante la
existencia de sospecha de parcialidad.

Se advierte que no se trata ya de exclusión del tribunal penal, sino de apartamiento del
juez que desempeña el oficio jurisdiccional.

El apartamiento puede ser genérico, quedando el cargo vacante por cese o por suspensión
del juez, y regirán las normas sobre sustitución de los magistrados judiciales encargando
el oficio (juzgado) a otro juez del mismo tribunal, e integrando la sala o cámara con otro
vocal, hasta tanto concluya la suspensión o se haga el nuevo nombramiento.

La sospecha de parcialidad tiene efecto en concreto.

Produce el apartamiento en una causa determinada, de oficio o a requerimiento de parte


interesada: excusación o recusación.

Desde antiguo los códigos procesales penales vienen estableciendo concretas causas de
apartamiento del juez que protegen su imparcialidad frente al específico proceso penal.

Ahora la excusación del juez penal (inhibición en algunos códigos) es imperativa, sin
perjuicio de que en algunos casos el interesado pueda solicitarle que continúe
interviniendo.

La recusación sin expresión de causa sólo excepcionalmente se acepta en materia penal,


y en forma muy limitada. Todos los códigos enumeran, en una serie de incisos, las causales
de apartamiento del juez penal. En general comprenden su vinculación con el proceso
mismo y con tos interesados en el proceso, en ambos casos en forma directa e indirecta.

Todos los códigos prohíben recusar con expresión de causa distinta a las legales y la
jurisprudencia generalmente es restrictiva.

No ocurre igual en cuanto a la inhibición de oficio. Aunque algunos fallos han sido estrictos
(C. S.J. N., Fallos: 216:522), por lo general se han aceptado otros motivos no legales con
fundamento en la no taxatividad de la norma respectiva. No parece sensato imponer al
juez que intervenga en un proceso, con respecto al cual considera que está afectada su
imparcialidad.
Son causales de vinculación directa del juez con el proceso de que se trata:

a) Haber pronunciado o concurrido a pronunciar sentencia en el mismo proceso, no así


autor de procesamiento, de falta de mérito o de remisión a juicio. Se trata de apartar al juez
que ha prejuzgado en ese proceso, y no al que simplemente ha intervenido.

b) Haber intervenido en el proceso como funcionario del Ministerio Fiscal o haber


dictaminado como letrado. No hay duda de que esto implica adelantos de opinión en la
causa, aunque sólo fuere por haber firmado un escrito o asistido a una audiencia.

c) Haber sido en el proceso defensor, mandatario, denunciante o querellante o haber


actuado como letrado. No hay duda de que esto implica adelantar opinión en la
causa, aunque sólo fuere por haber firmado un escrito o asistido a una audiencia.

d) Haber actuado como perito o conocido el hecho como testigo. Su actuación como
perito implica adelanto de opinión sobre una prueba. En cuanto a la condición de
testigo, lo es en sentido sustancial, o sea aunque no haya declarado en el proceso.
A más del peligro de ser imparcial, juega aquí un criterio de incompatibilidad, que
se decide a favor del testigo por su insustituibilidad.

e) Haber dado recomendaciones acerca de la causa antes o después de comenzada,


aconsejando o manifestando su opinión sobre el asunto a alguno de los interesados. Son
otras manifestaciones del prejuzgamiento que la jurisprudencia ha captado en diversas
modalidades y manifestaciones.

Son causales de vinculación indirecta del juez con el proceso la intervención como juez de
algún pariente suyo hasta el segundo grado consanguíneo (incluido el cónyuge), o si él o
alguno de sus parientes próximos tuviere interés en el proceso.

En cuanto a la vinculación con los interesados en el proceso, corresponde aclarar quiénes


son éstos.

Para el Código nacional son las partes. Los códigos modernos lo aclaran por norma
interpretativa que comprende al imputado, al ofendido, representantes y mandatarios.

Respecto del ofendido, damnificado y tercero responsable, expresamente la ley aclara que
son interesados aunque no intervengan en el proceso.

Los casos previstos de vinculación directa del juez con los interesados comprenden:

a) El parentesco próximo, extendido a la calidad de tutor o curador y que puede


comprender también la de guardador, que hubiere existido. Es fácil advertir el efecto de
esta causal.

b) Juicio pendiente iniciado con anterioridad o existencia anterior de denuncia o acusación


de uno contra el otro. La exigencia de antelación al proceso que no contiene el Código
nacional evita la causal artificial por demanda o denuncia dirigida sólo a obtener el
apartamiento injustificado. Si el pleito concluyó o se probare que después de la denuncia
o acusación medió amistad entre ambos, la causal no subsistirá,

c) Sociedad no anónima, comunidad o relación de acreedor, deudor o fiador. Se trata


de la vinculación por intereses pecuniarios. Los códigos modernos extienden este
vínculo a los parientes cercanos de los interesados.

d) Amistad íntima, enemistad manifiesta o haber recibido en cualquier tiempo


beneficios de importancia o regalos después de iniciado el proceso. Las dádivas,
beneficios o regalos se extienden por los códigos modernos a las personas
allegadas al juez.
Lo íntimo o lo manifiesto de la amistad o enemistad ponen un justo límite a la causal,
evitando su extensión indebida.

Las causales de vinculación indirecta con los interesados son extensión de las anteriores
a los parientes o allegados al juez como se ha venido expresando: juicio pendiente,
acreedores o deudores de beneficios o regalos.

No están contemplados expresamente por el Código nacional.

El juez debe apartarse si advierte la presencia de un motivo legal. Es el apartamiento


de oficio que los códigos denominan inhibición o excusación.

Resuelto el apartamiento, el proceso será remitido al juez que corresponda, o se integrará


al cuerpo conforme lo determina la ley.

No obstante, con respecto a algunas causales que vienen a caracterizarse como relativas,
la excusación puede quedar sin efecto cuando a solicitud de los interesados el juez acepte
continuar conociendo en la causa.

Se requiere acuerdo de todos los sujetos procesales.

Sobre esto son expresos los códigos modernos. Las causales absolutas actúan como
presunciones legales con respecto a la sospecha de parcialidad, por lo cual no pueden ser
allanadas, pero los códigos no son uniformes en su determinación.

Puede ocurrir que el juez decida su inhibición después de instancia de parte interesada al
respecto, o sea de una recusación aunque en tiempo inoportuno.

Si el juez admitiere esa causal, debe apartarse, y en cuanto al trámite su inhibición


equivale a la de oficio.

Resuelto el apartamiento en decreto fundado, se remitirá el expediente al juez que


corresponda según el orden para los reemplazos, quien debe proseguir el curso del
proceso inmediatamente.

Si se trata de un vocal de tribunal colegiado, deberá pedir él su apartamiento al cuerpo.


Éste será integrado para resolver el apartamiento, y en caso afirmativo lo integrará
definitivamente con el reemplazante legal.

La recusación es el medio otorgado a las partes para provocar el apartamiento del juez
sospechoso.

También puede recusar el representante del Ministerio Fiscal no obstante su calidad de


funcionario público.
La recusación debe fundarse en causa legal. El Código de Santiago del Estero admitió
limitadamente la recusación sin expresión de causal a un vocal del tribunal colegiado. La
oportunidad para plantear recusación incidental está fijada en todos los códigos
restringidamente.

Hay plazos de caducidad vencidos los cuales la recusación como incidente no es


admisible.

En general se distingue el caso de causales preexistentes y causales sobrevinientes con


extensión a las recién conocidas.

Cuando la causal es preexistente, corresponde que se la exprese en el primer escrito que


el interesado presente ante el tribunal que el afectado personifique, salvo el imputado, que
en la instrucción puede hacerlo en la declaración indagatoria antes de exponer sobre los
hechos.

Si se trata de causal sobreviniente o recién conocida, la instancia debe producirse


inmediatamente y hasta e! llamamiento de autos para sentencia. Después de este
llamamiento no se puede recusar en ninguna instancia.

Todos los códigos modernos autorizan la recusación instructoria hasta el cierre de la


investigación o la clausura de la instrucción. En el juicio se fija dentro del plazo de citación
a juicio.

En ambos casos se deja a salvo la nueva integración y la causal sobreviniente o recién


conocida, todos después de los plazos indicados o del comparendo en la alzada.

Se fijan veinticuatro horas desde el decreto de integración o de producida o conocida la


causal.

La instancia de recusación es un acto escrito cuando no se hace en la indagatoria, y debe


expresar con claridad la causa legal en que se funda con enunciación de los hechos y de
la norma que los capta. Su contenido volitivo es el pedido de apartamiento.
Simultáneamente se ofrecerán las pruebas.

La inobservancia de estas formalidades está conminada con inadmisibilidad,


expresamente por los códigos modernos.

Cuando el juez acepta la causal invocada no habrá cuestión entre recusante y recusado,
pero podría haberla entre éste y el sustituto legal si el tribunal es singular.
Pero el juez puede no aceptar la recusación de parte con lo cual se plantea el conflicto.

En ambos casos no hay acuerdo en los códigos para establecer el tribunal dirimente.

Veamos. Conforme al Código nacional (93), ley 4162 y decreto-ley 1285/68, interviene el
juez que corresponde de acuerdo al orden de sustitución: otro juez de igual categoría,
fiscal, defensor y conjuez.

La gran mayoría de los demás códigos dan competencia para dirimir el conflicto al tribunal
de jerarquía inmediatamente superior.

El segundo sistema parece el más acomodado a las características de nuestra


organización judicial. Cuando se trata de oficios colegiados (cámaras o salas) es tribunal
del conflicto el mismo cuerpo. Para ello debe ser previamente integrado conforme al
régimen de sustituciones de los jueces penales. Sobre esto hay coincidencia en los códigos
argentinos.

Los documentos probatorios deben presentarse con el acto de instancia e indicarse en él


el lugar donde se encuentran, y se limita el número de testigos en la mayoría de los
códigos, no así en los últimos. Al tribunal dirimente le queda la facultad de introducir
pruebas relevantes.

El incidente se sustancia por cuerda separada para que la causa principal siga su curso.

La prueba se recibirá por el trámite escrito u oral según el tipo de legislación de que se
trate. Hay discusión, por el procedimiento oral, en la que intervienen el fiscal y las partes
privadas, pero no el juez recusado; éste ya fue oído al rechazar e informar sobre el rechazo
de la recusación, o al inhibirse, y al oponerse el reemplazante a la inhibición o informar
sobre ello. El plazo para resolver es brevísimo, y la decisión es inimpugnable, salvo los
artículos 98 y 108 del Código nacional.

Si se hace lugar a la recusación, se comunicará al juez recusado para que sin tardanza
transfiera los autos al sustituto. Éste continuará el proceso, asumiendo intervención
definitiva.

Se ha dicho que durante el incidente la causa principal sigue su trámite.

Conforme al sistema de los códigos modernos, por el mismo juez recusado, o en caso de
rechazo de la inhibición, por el juez que la rechaza.

Lo primero plantea el problema del valor de los actos cumplidos por el juez recusado que
después resulta apartado, problema que se limita a los trámites de la instrucción.

En los códigos modernos se conmina lo actuado durante el incidente con nulidad.

UNIDAD VI: EL PROCESO

La ACCIÓN opera como el impulso que pone en movimiento y desarrolla la serie de


actos que denominamos PROCESO, entendiendo por tal el mecanismo que conduce
a la aplicación del Derecho sustantivo al caso concreto.

La acción es la instancia que, proyectándose sobre el accionado, tiende a la


obtención de una decisión sobre el caso sometido. Y habida cuenta de que tal
decisión se da luego de una particular sucesión de actos que denominamos
proceso, lo propio y más significativo de la acción es su carácter promotivo del
proceso.
Vázquez Rossi, entiende que el PROCESO es el "conjunto de averiguaciones y
discusiones dirigidos a la aplicación de la norma sustantiva general a la situación
singular realmente acontecida".

En la realidad social nos encontramos con determinadas instituciones (Tribunales)


y con ciertas personas (jueces, fiscales, abogados) que operan de modo específico,
realizando, en ciertos sitios, actos dirigidos a averiguar y discutir si algunos
individuos, sindicados como autores de infracciones a la ley penal vigente, se los
declara culpables y se manda aplicarles una sanción de diversa gravedad.

Ése conjunto de actos, que aparecen desde el punto de vista fáctico como
apresamientos, citaciones, notificaciones, audiencias, diligencias probatorias, etc,
y que a veces se concretan en registros y otras se realizan oralmente, todo con
determinadas formalidades, se encuentra regulado por disposiciones preceptivas,
por lo común organizadas con relativa coherencia, a las que se ajustan más o menos
fielmente los protagonistas.

El análisis de este conjunto de operaciones puede y debe realizarse desde un punto


de vista realista que, por definición, se centra en lo que es y, por ende, exige la
consideración empírica de esos modos de actuación.

Podemos tener claro que, hay una realidad perceptible y que la misma se encuentra
estructurada mediante disposiciones normativas. A ésa realidad, la denominamos
PROCESO, pudiendo proponer la caracterización inicial de que es el método vigente
para determinar la aplicación de disposiciones sustantivas a los casos e individuos
concretos.

Y si dirigimos nuestro estudio hacia ese diseño normativo, nos encontraremos


dentro de la particular zona de conocimiento que es lo jurídico.

No debemos confundir los términos PROCESO con PROCEDIMIENTOS.

El "PROCESO" aparece en gran medida ligado a los esfuerzos desplegados por


construir una teoría abarcativa de todas las manifestaciones de índole realizativa lo
que, precisamente, se conoce como "teoría del proceso" en la que las notas
definitorias serían el énfasis en el carácter autónomo y específico de la regulación
normativa y de los estudios al respecto.

En cambio la utilización del vocablo " PROCEDIMIENTO" alude a modos de


actuación, a las maneras de desarrollo que se disciplinan parra arribar a la decisión,
con subordinación a las prescripciones particulares de cada ordenamiento.

Clariá Olmedo dice que el proceso aparece como de índole teórico, mientas que la
de procedimiento presenta contenidos mayormente prácticos, pudiendo
entendérsela como sinónimo de rito, trámite o modos prescritos de actuación.

Binder es de opinión que, en toda sociedad resulta prácticamente inevitable un cierto


grado de conflicto social, y de control social, una de las cuales es el Derecho. El sistema
penal, constituye uno de los medios de control social de la sociedad actual; es un medio
de control jurídico altamente formalizado, realizador del Derecho Penal sustantivo. Esa
realización se concreta por medio del proceso penal.
El proceso penal responde -entre otras finalidades- a la necesidad por parte del Estado
de impedir que los particulares hagan justicia por mano propia, pasando por la
determinación de concretar en la práctica lo que en abstracto se tipifica en leyes de fondo,
hasta llegar al dictado de una sentencia que resuelva la culminación del procedimiento,
garantizando la seguridad jurídica y la credibilidad de la sociedad.

Está integrado por elementos subjetivos y objetivos: personas que actúan y actividad
que resulta de esa actuación.

Entre ellos hay interdependencia puesto que la actividad procesal es obra de las personas
del proceso cuando ejercitan las atribuciones o se someten a las sujeciones legales.

Vélez Mariconde enseña que desde un punto de vista objetivo "el proceso penal es un
conjunto o serie gradual, progresiva y concatenada de actos disciplinados por el derecho
procesal penal y cumplidos por órganos públicos predispuestos y por particulares
obligados o autorizados a intervenir, mediante el cual se procura investigar la verdad y
actuar concretamente la ley penal sustantiva"

1.- Este conjunto o serie de actos es gradual porque la sucesión de ellos se descompone
en momentos, fases o grados de fines específicos.

La nota de progresividad hace referencia a que la ley determina un orden progresivo que
necesariamente debe ser respetado, de modo que, salvo vicios o defectos sustanciales, el
procedimiento no puede ser paralizado o retrotraído.

Por último, esta serie de actos es concatenada, lo que significa que los actos
fundamentales del proceso penal se hallan estrictamente unidos entre sí, de modo que
algunos son presupuestos formales de otros.

2.- Todos estos actos no quedan al arbitrio del juez o de los otros sujetos del proceso, sino
que están disciplinados por el Derecho Procesal Penal, que prescribe las formas que
deben observarse y el orden o procedimiento que es preciso seguir.
Los actos procesales penales son actos jurídicos regulados por normas de carácter
procesal penal y cuyo efecto o finalidad es el inicio, desenvolvimiento y finalización del
proceso penal.

3.- Los órganos públicos predispuestos para cumplir estos actos son el juez o tribunal, el
Ministerio Público y la Policía Judicial (en caso de que exista).

Al juez le incumbe la misión de aplicar la ley penal sustantiva, hasta el punto de ejecutar
las sanciones que llegara a imponer.

El ministerio público fiscal tiene como función la de promoción y ejercicio de la acción


penal pública.

La Policía judicial procura evitar la dispersión de los medios probatorios o que los
culpables eludan la acción de la justicia, actuando como auxiliar de los órganos judiciales
y promoviendo la acción penal mediante el sumario de prevención policial.

Los particulares obligados a intervenir en el proceso son, a modo de ejemplo, los testigos,
peritos e intérpretes.
Están autorizados, pero no obligados a intervenir, el actor civil, el civilmente responsable y
el querellante particular.

FINES DEL PROCESO PENAL

No siempre al proceso penal se le asignó la misma finalidad.

En una época, se pensó que su fin exclusivo era la represión del delito. El objetivo primario
era pungir o condenar.

En el polo opuesto, la doctrina consideró el proceso como un medio de tutelar la inocencia.

Vélez Mariconde afirma que ambas concepciones son unilaterales, deficientes e


inadmisibles.

Aunque del proceso tutela tanto el interés social por la represión de la delincuencia como
el interés individual y social, por la libertad personal, no se puede afirmar que tenga
ninguno de esos fines.

El proceso penal tiene un fin mediato que consiste en la justa actuación de la ley
penal sustantiva.

Por ello, se dice que el Derecho Procesal Penal es un derecho realizador, ya que la función
judicial penal del Estado solo puede cumplirse mediante un proceso legalmente definido.

Además tiene un fin inmediato o específico: el descubrimiento de la verdad en relación al


hecho concreto que se presume cometido, y se logra a través de la actividad probatoria.

En definitiva, el proceso penal tiene por fin práctico y específico:

1.- Comprobar si existe un hecho delictuoso, y en tal caso, establecer circunstancias


objetivas que sean jurídicamente relevantes, esto es, aquellas que lo califiquen, agraven o
atenúen, justifiquen o influyan sobre su punibilidad.

2.- Individualizar a los culpables de la infracción penal:

3.- Establecer las condiciones personales (edad, educación, condiciones de vida, etc) del
culpable, en cuanto sirvan para determinar su imputabilidad y para fijar la medida de la
pena;

4.- fijar la sanción que se debe aplicar al culpable;

5.- comprobar la extensión del daño causado por el delito.

INTERESES TUTELADOS

El proceso penal cumple una doble función de tutela jurídica: protege el interés social por
el imperio del derecho, o sea por la represión del delincuente y el interés individual (y social)
por la libertad personal.

En otros términos, además de ser un medio para que la sociedad ejercite su potestad
represiva, constituye una garantía individual; es un sistema formal de garantías.

Ambos intereses están jurídicamente protegidos.

Frente a la potestad represiva del Estado, condicionando su ejercicio o limitando los


medios necesarios para hacerla efectiva, están los principios de inocencia y de
inviolabilidad de la defensa que la CN consagra en su artículo 18.

El legislador, intenta alcanzar un equilibrio entre ambos intereses en cada una de las
instituciones procesales.
Sin embargo, en caso de conflicto entre dichos intereses, debe hacerse prevalecer el
relativo a la liberad individual, pues el sistema se basa en el principio de inocencia.

SUJETOS PROCESALES

CLARIÁ OLMEDO dice que revisten la condición de sujetos del proceso penal "las
personas públicas o privadas que, necesaria o eventualmente, intervienen en él por ser
titulares del ejercicio de uno y otro de los poderes sustanciales para la realización del orden
jurídico, puestos en acto por la presencia de un concreto objeto procesal".

Los sujetos del proceso penal, pueden clasificarse en:

Esenciales o eventuales, según sea su intervención indispensable o no.

A.- ESENCIALES (PRINCIPALES): el juez, el acusador (público o privado) y el


imputado.

El juez ejerce la función jurisdiccional investigando o juzgando sobre la culpabilidad o


inocencia del imputado.

El acusador es el sujeto que ejerce la acción penal, haciendo valer la pretensión represiva
que nace del delito; puede ser público o privado. El público es el ministerio público fiscal
que actúa cuando se traten de la investigación de un delito de acción pública; el privado
es denominado "querellante".

El imputado, es la persona sospechada de participación de una infracción penal en


cualquier acto inicial del proceso. Es el sujeto contra el cual se ejerce la acción penal, y
eventualmente la civil.

Si bien es cierto que, hay en la práctica otras personas que deban intervenir
necesariamente en el proceso para la validez de los actos del mismo (defensores,
secretarios de juzgados, mandatarios) no pueden ni deben ser confundidos con los
sujetos esenciales, por cuanto ellos son auxiliares de los sujetos esenciales, careciendo
de la titularidad directa del ejercicio de los poderes penales.

B.- SUJETOS EVENTUALES (SECUNDARIOS) Son sujetos eventuales: el actor civil, el


civilmente responsable, el querellante particular.
El actor civil es la persona que, apareciendo como damnificada por el delito -o
siendo heredera universal de ésta- demanda en el proceso penal la restitución del objeto
material deleito o la indemnización del daño material o moral que ha sufrido. Se introduce
por propia determinación en el proceso penal, y ejercita el poder de acción frente a la
cuestión civil.

El civilmente responsable o demandado, es el sujeto que, responde


indirectamente por el imputado del daño causado por el delito.

El querellante particular, actúa como acusador al lado del ministerio público fiscal.

MINISTERIO PÚBLICO FISCAL

El acusador, como sujeto esencial del proceso, generalmente es un funcionario público, y


ello es así porque la regla en los sistemas de enjuiciamiento en la República Argentina es
que sea el Ministerio Público Fiscal (MPF) quien se encargue de llevar adelante la
acusación en los procesos penales.

La necesaria intervención del MPF en el proceso penal y su rol en el mismo ha llevado a


que éste órgano estatal sea conceptualizado como "órgano acusador" aunque no debe
ser un acusador a ultranza, sino como un sujeto procesal que, en forma objetiva, lleva
adelante el poder de acción.

Es un órgano estatal titular de la promoción y ejercicio de la acción penal pública, que


defiende y representa a la sociedad en la protección del orden público.

Sus funciones están descriptas en los artículos 71 y 72 del CP, y a partir del artículo
65 al 71 del CPPN.

Al igual que el juzgador, el MPF aprecia las pruebas recogidas en el proceso conforme al
sistema legal vigente y valora los hechos de acuerdo con la ley penal cuya actuación
demanda.

Es un organo: * imparcial * independiente * con inamovilidad de sus integrantes

mientras dure su buena conducta * sus remuneraciones son intangibles * tiene una

organización jerárquica * se compone de funcionarios de rango constitucional.

Es una organización independiente a la del Poder Judicial, a partir del Art. 120 de la CN
y la ley de organización del Ministerio Público Nº 24.946, y es encabezada por su
representante máximo que es el PROCURADOR GENERAL DE LA NACIÓN.

La mencionada ley, detalla las distintas jerarquías y quienes integran el cuerpo; la forma
de selección, designación, duración y remoción.

DEFENSOR:
El adecuado ejercicio del derecho de defensa del imputado presupone conocimientos
jurídicos o técnicos que suelen escapar a su saber. Para su debido resguardo, la ley regula
la participación del abogado defensor en el proceso, cuya misión es la protección de los
intereses del imputado, a través de su asesoramiento, asistencia, y representación.

De esta forma, se respeta el principio de "paridad de armas" entre los sujetos del proceso.

El defensor es auxiliar y representante del imputado en el proceso, porque no enviste "per


se" la calidad de parte. La ley privilegia la proposición del defensor de confianza del
imputado.

Sólo en su defecto, esto es en caso de inacción de éste, o si aquél no aceptare el cargo y


siempre que no haya sido autorizado a defenderse por sí mismo, admite la defensa oficial,
aunque esa admisión no perjudique la designación ulterior de otro de confianza.

La defensa material o tácita es ejercida por el propio imputado que podrá llevarla a cabo
siempre que no perjudique la eficacia de la defensa y no obste a la normal substanciación
del proceso.

Esta autodefensa goza de tácito aseguramiento en el art. 18 del CN. No podrá tener más
de dos defensores técnicos (Art. 105 CPPN).

El tratamiento de la defensa del imputado en el Código de rito, se hace desde el artículo


104 al 113 (número de defensores, obligatoriedad del cargo, defensa de oficio, defensor
común, sustitución, abandono y sanciones).

La defensa oficial, integra el Ministerio Público de la Defensa (art. 120 CN).

El defensor General de la Nación, es el jefe máximo de dicho Ministerio, según lo


prescrito en el artículo 52 de la ley 24.946.

Hay defensores ante la Corte Suprema que tienen la obligación de sustitución del Defensor
General, defensores públicos oficiales ante tribunales colegiados de segunda instancia,
Casación y otros.

El artículo 63 de la ley 24.946 impone al imputado que es asistido por la defensa oficial, la
obligación de solventar sus honorarios si contare con medios suficiente para ello. Los
fondos que se obtengan se incorporan a los propios del Ministerio Público de la Defensa.

QUERELLANTE:

En palabras de CLARIÁ OLMEDO, el querellante es: "…un acusador privado que


cumple facultativamente un acto penalmente imperativo, ya sea formulando directamente
una imputación y manteniéndola, ya una incriminación que tiene a ella; ejercita la acción
penal a la par, subsidiariamente o con absoluta exclusión del ministerio fiscal y se
distingue del instante porque este solo tiende a liberar un obstáculo para ese ejercicio por
el acusador público".

Se clasifican según las características que le asignan los diversos sistemas normativos.

Los hay: populares, exclusivos, conjuntos, subsidiarios y adhesivos.


En el Código Procesal Penal de la Nación (CPPN) el QUERELLANTE PARTICULAR
se halla legislado desde el artículo Nº 82 al 86 inclusive.
El Articulo 82 autoriza a que "…toda persona con capacidad civil particularmente
ofendida por un delito de acción pública tendrá derecho a constituirse en parte
querellante, y como tal impulsar el proceso, proporcionar elementos de convicción,
argumentar sobre ellos y recurrir…".

El querellante además -por propio imperio del mismo artículo- podrá constituirse en actor
civil.

Esta persona que toma la decisión de participar activamente en el proceso en la calidad


de querellante, debe estar instituida por un "interés legítimo" que pueda ser claramente
comprobable; es decir que, no cualquiera puede tentarse con este derecho.

Debe estar realmente legitimado para poder reclamar este derecho. El artículo 83
declama cuáles son los requisitos formales que debe cumplimentar la presentación de
solicitud de parte querellante, bajo pena de inadmisibilidad, es decir que, de no poder
cumplir con dichos requisitos insalvables, no podrán ser admitidos en tal calidad.

Finalmente, el 86 aclara que el mote formal de querellante no exime a la persona que lo


lleve de la carga pública de ser testigo en el juicio.

ACTOR CIVIL:

El hecho de la realidad que genera la lesión del bien jurídico penalmente tutelado tiene
consecuencias en el campo penal y también en otros ámbitos del Derecho.
Ello es así porque esa conducta humana, que presuntamente es penalmente típica,
antijurídica y culpable, al originar una lesión a un bien jurídico, no sólo da lugar a una
reacción estatal para la sanción de quien resulte penalmente responsable, sino también
motiva una respuesta prevista por el Derecho para posibilitar la reparación del daño
sufrido por quien es ofendido por el delito.

En otras palabras, el hecho que se considera como presunto delito puede generar
además, un daño resarcible, regulado dentro del campo del Derecho Civil.

Ricardo Nuñez dice que: "…el delito del derecho criminal es, antes que nada, un hecho
que afecta a la sociedad, porque a la par del daño o del peligro de daño que implica para
el interés jurídico de un individuo o de la comunidad, produce otro daño de naturaleza
moral…".

Por ello, la consecuencia directa es que, se abre la posibilidad del ejercicio de esa acción
civil por parte del damnificado a fin de obtener la reparación del daño, ya sea mediante la
restitución de la cosa obtenida por el delito o en su defecto con la indemnización
correspondiente que habrá de incluir el daño material y moral ocasionado por el hecho.

El CPPN trata este sujeto procesal entre sus artículos 87 y 96, confirmando quienes se
pueden instituir como parte, que procede aún cuando el imputado no estuviese
individualizado; si hubiera varios imputados se podrá ir contra todos ellos, que se puede
constituir en cualquier estado del proceso hasta la clausura de la instrucción.
Tendrá como facultades, intervenir para acreditar la existencia del hecho delictuoso y los
daños y perjuicios que haya causado.

- Se deberá obligadamente notificar al imputado.

- Puede desistir en cualquier momento del juicio.

CIVILMENTE DEMANDADO:

La pretensión civil que eventualmente puede hacerse valer en el proceso penal va


dirigida a obtener la indemnización del daño causado a la víctima.

Ésa pretensión tiene por destinatario al propio imputado, sin embargo, puede darse el
caso de que no sea el imputado solamente el responsable del daño causado por el delito,
esto se advierte claramente en los casos en los que el autor del hecho es un menor
inimputable, situación en la que la responsabilidad puede alcanzar a sus progenitores. O
bien, los casos en los que hay culpa "in eligendo" o "in vigilando" o bien cuando hay
responsabilidad contractual, como por ejemplo en un contrato de seguro.

El CPPN trata este sujeto y lo institucionaliza en sus artículos 97 a 103, y especifica en


ellos quienes pueden tener el derecho a pretender serlo, la oportunidad y la forma en que
se debe solicitar, cuando es nula la citación, la caducidad del derecho, y el trámite.

ARTICULO 97.- DEMANDADOS. LA CONSTITUCION PROCEDERA AUN CUANDO NO ESTUVIERE


INDIVIDUALIZADO EL IMPUTADO.
SI EN EL PROCESO HUBIERE VARIOS IMPUTADOS Y CIVILMENTE DEMANDADOS,
LA PRETENSION RESARCITORIA PODRA DIRIGIRSE CONTRA UNO O MAS DE /
ELLOS. CUANDO EL ACTOR NO MENCIONARE A NINGUN IMPUTADO, SE ENTENDERA QUE SE
DIRIGE CONTRA TODOS.
ARTICULO 98.- OPORTUNIDAD. EL PEDIDO DE CONSTITUCION DEBERA PRESENTARSE ANTES
DE LA CLAUSURA DE LA INVESTIGACION PENAL PREPARATORIA. LA
SOLICITUD SERA CONSIDERADA POR EL FISCAL DE INVESTIGACION O TRIBUNAL, SEGUN
CORRESPONDA, QUIEN ORDENARA LAS NOTIFICACIONES PERTINENTES.
ARTICULO 99.- NOTIFICACION. EL DECRETO QUE ACUERDE LA CONSTITUCION DEBERA /
NOTIFICARSE AL IMPUTADO, SUS DEFENSORES Y AL DEMANDADO CIVIL,
Y SURTIRA EFECTO A PARTIR DE LA ULTIMA NOTIFICACION.
EN EL CASO PREVISTO POR LA PRIMERA PARTE DEL ARTICULO 97, LA/
NOTIFICACION SE HARA EN CUANTO SE INDIVIDUALICE AL IMPUTADO.

OBJETOS DEL PROCESO

El proceso penal tiene un objeto principal y otro accesorio:

a.- OBJETO PRINCIPAL: es la hipótesis de un acontecimiento histórico, de un hecho


determinado que se presume cometido y en torno del cual gira el proceso.

Vélez Mariconde enseña: "Se trata de la representación conceptual de un acontecimiento


histórico, de modo que si el juzgador llega a comprobar, después de constituida la
relación, que ese acontecimiento no existió, es decir, que el hecho imputado no fue
cometido, no puede decirse, que aquello careció de objeto antes de esa comprobación".

El objeto principal es esencial o indispensable para que el proceso pueda existir: el


proceso penal presupone necesariamente una concreta imputación delictiva, sin la cual
carece de razón de ser.

b.- OBJETO ACCESORIO: es el mismo hecho que se presume cometido y se considera


desde el punto de vista del derecho civil, cuando se pretenda la restitución del objeto
material o la indemnización del daño causado por el delito, esto es, un asunto de
naturaleza civil que se injerta en el proceso penal, debido a una pretensión de quien se
considera damnificado.

CLARIÁ OLMEDO dice: "El objeto principal actúa como fundamento de la pretensión
penal, y el accesorio como fundamento de la pretensión reintegradora patrimonial.

Al primero se vincula la actividad de los sujetos principales y del querellante; y al


segundo la del juez, imputado y demandante y demandado civil".

FASES DEL PROCESO

El proceso se desarrolla en diversas etapas o fases que caracterizan distintos momentos


de la relación procesal y que explican el carácter progresivo de los actos que lo integran.

1.- Fase inicial: Se puede iniciar por un requerimiento de instrucción formal del fiscal, por
un sumario de prevención o por una comunicación policial.
En los procesos acusatorios, no existe estrictamente la promoción de la acción penal, ya
que el proceso es iniciado de oficio por el fiscal de instrucción.

2.- Fase de instrucción o investigación: Esta es la etapa de recolección de pruebas,


que tiene por objeto dar base a la acusación -para luego pasar al juicio- o determinar el
sobreseimiento.
En los procedimientos mixtos, si se tratare de delitos por los que procede
instrucción formal, esta etapa está a cargo del juez de instrucción.
Si se trata de delitos de acción pública dolosos que estuvieran reprimidos con
pena privativa de libertad no mayor de tres años o con multa o inhabilitación; delitos
culposos, delitos cometidos en audiencias, y delito de falso testimonio, se denomina
información sumaria y está a cargo del juez correccional.
En los sistemas acusatorios, se llama investigación penal preparatoria y está a
cargo del fiscal de instrucción.

3.- Fase intermedia o crítica: Antes de llegar al debate o plenario, existe una etapa
intermedia o crítica que se manifiesta desde la elevación de la causa al juicio, se
caracteriza porque las partes pueden oponerse a su elevación, e instar el
sobreseimiento.

4.- Juicio: es la fase esencial del proceso, que se desarrolla en forma oral, pública y
contradictoria, con base en una acusación y que tiene por objeto la plena discusión de las
partes y la decisión definitiva del juez acerca del fundamento de las pretensiones que se
hayan hecho valer.

5.- Fases eventuales y extraordinaria: Están dadas por el eventual planteo de los
recursos de casación, inconstitucionalidad y revisión.

6.- Fase ejecutiva: Se arbitran los medios para el cumplimiento de las disposiciones
contenidas en la sentencia y, en caso de sentencia condenatoria, todas las cuestiones
que se susciten con motivo del cumplimiento de la pena.

PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DEL PROCESO PENAL

El proceso penal está gobernado por una serie de principios o reglas que se refieren a su
contenido material, a los poderes jurídicos de los sujetos que intervienen en él, a su
finalidad inmediata y a la defensa de las partes.

1.- PRINCIPIO DE OFICIALIDAD

Este principio hace referencia al carácter oficial que tiene el proceso penal. La represión
del delito constituye un fin esencial y una función exclusiva del Estado, de modo que este
resulta titular de una potestad (poder-deber) de reprimir al transgresor de la norma penal.

Para ejercitar ese poder el Estado instituye diversos órganos, pues la inobservancia del
derecho penal (público) le impone una actitud activa, a diferencia de la actitud pasiva que
adopta ante la inobservancia del derecho civil (privado).

El Estado tiene un interés directo e inmediato en que se actúe realmente la ley penal.

De allí que el proceso asume un carácter totalmente oficial y que el contenido material
del proceso penal sea indisponible para los sujetos del mismo, cuyo poderes solo inciden
sobre las formas procesales.

Este principio, responde al interés social, contribuye a que el proceso penal atienda al
interés público de justicia en todas sus manifestaciones.

Del principio de oficialidad se derivan consecuencias o subprincipios que se refieren a los


órganos públicos que intervienen en el procedimiento penal (estatalidad); a los caracteres
de la acción penal (oficiosidad y legalidad) y de la jurisdicción (indeclinabilidad e
improrrogabilidad); y a la naturaleza de los poderes que tienen las partes
(indisponibilidad).

a.- Estatalidad: Con la finalidad de llevar a cabo la actuación de la ley penal, el Estado instituye
diversos órganos: la policía investiga delitos de acción pública que llegan a su conocimiento y se los
comunica al juez o al fiscal de instrucción (según sea el caso). El ministerio público promueve y ejerce la
acción penal, el juez ejerce la jurisdicción hasta ejecutar -si cabe- la sentencia definitiva. La defensa
técnica se ocupa de garantizar la efectividad del sagrado derecho de defensa. Es decir que, el Estado se
reserva para sí las funciones de perseguir, decidir y penar los delitos.

b.- Oficiosidad: La iniciativa de la investigación o el origen del proceso penal no está, en nuestro
sistema, a cargo de todos los órganos públicos antes mencionados, sino tan solo de la policía judicial y del
ministerio público fiscal. El juez sólo puede actuar en virtud de una instancia o comunicación de esos
órganos y nunca de oficio. La policía judicial y el MPF tienen el deber de proceder de oficio, por iniciativa
propia, a promover la acción penal pública en las formas establecidas por la ley, sin necesidad de ninguna
excitación extraña (oficial o particular) excepto los casos de acciones dependientes de instancia privada. La
voluntad de los particulares (aunque sean damnificados por el delito) o de otros funcionarios públicos
carece de eficacia para enervar o evitar la promoción de la acción pública.

c.- Legalidad: La policía judicial y el Ministerio Público Fiscal (MPF) tienen el deber de proceder en
todo caso de acuerdo con la ley penal, es decir, siempre que aparezca cometido un hecho delictuoso, sin
que puedan inspirarse en criterios políticos o de utilidad social. Carece de toda facultad discrecional para
juzgar sobre la oportunidad o conveniencia de promover o ejercer la acción penal; son esclavos de la ley,
cuya actuación tienen el deber de provocar o solicitar, puesto que lo contrario implicaría atribuirles un poder
de indulto o perdón.

Esta regla rige en el momento de la promoción y durante el ejercicio de la acción penal: * Necesidad de la
promoción: En el momento inicial, cuando la policía judicial o el MPF llegan a conocer la existencia de un
delito de acción pública promovible de oficio, tienen el deber de promoverla en la forma establecida por la
ley. Por otra parte, si reciben una denuncia y consideran que el hecho referido en ella no constituye delito,
no tienen facultad para rechazarla o archivarla. Debe remitirla al juez de instrucción y agente fiscal, para
que ellos -si consideran- procedan a su archivo cuando no se pueda proceder o no encuadre en alguna
figura penal. * Irrectractabilidad: Promovida la acción, su ejercicio no puede suspenderse, interrumpirse ni
hacerse cesar (salvo los casos expresamente estipulados). Como consecuencia de ello, el MPF no puede
transar con el imputado ni renunciar o desistir de la acción penal ni de la instancia. El órgano estatal ejerce
un poder puramente formal (excitar la jurisdicción) que no incide sobre el contenido sustancial de la
relación procesal, de modo que no puede evitar el pronunciamiento del juez, no puede desapoderarlo del
conocimiento de lo ilícito penal.

d.- Indeclinabilidad: Este subprincipio se refiere a la función jurisdiccional y significa que una vez
que el juez ha sido investido del conocimiento de lo ilícito penal, no puede sustraerse al ejercicio de su
función; tiene el deber de pronunciarse de acuerdo con la ley, desde que no tiene poder de indultar o
perdonar.

e.- Improrrogabilidad: Las normas legales sobre jurisdicción y competencia penal son de orden
público por cuanto hacen práctica la garantía del juez natural, de allí que son absolutamente
improrrogables, es decir, no pueden ser modificadas por la voluntad del juez ni de los otros sujetos
procesales, ni con el acuerdo de todos.

f.- Indisponibilidad: En el proceso penal, los poderes de las partes son de la misma naturaleza
formal que los correspondientes a los funcionarios públicos; la voluntad de ellas (incluso el imputado que
confesara) no puede restringir el campo de la investigación, ni puede aplicarse la teoría de la carga
probatoria. Ello se debe a que, la pretensión represiva es indisponible porque pertenece al Estado.

2.- PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD

Maier lo define como: "…la posibilidad de que los órganos públicos, a quienes se les
encomienda la persecución penal, prescindan de ella, en presencia de la noticia de un hecho
unible o, incluso, frente a la prueba más o menos completa de su perpetración, formal o
informalmente, temporal o definitivamente, condicionada o incondicional, por motivos de
utilidad social o razones político-criminales…".

Cafferata Nores afirma que consiste en: "…La posibilidad que la ley acuerda a los
órganos encargados de la percusión penal, por razones de política criminal o procesal,
de no iniciar la persecución o de suspender provisionalmente la ya iniciada, o de limitarla
en su extensión objetiva y subjetiva (solo a algunos delitos o a algunos autores y no a
todos), o de hacerla cesar definitivamente antes de la sentencia, aún cuando concurran
las condiciones ordinarias para perseguir y castigar; a la autorización de aplicar penas
inferiores a la escala penal fijada para el delito por la ley, o eximir de ella a quien lo
cometió…".

CRITERIOS DE OPORTUNIDAD

Al tratar este tema, Cafferata Nores expresa: "…en general, los criterios de oportunidad
dan prioridad a otras soluciones por sobre la aplicación de la pena, sobre todo en delitos
de poca y hasta mediana gravedad, autores primarios, o mínima culpabilidad o
participación, o cuando el bien lesionado por el delito sea disponible, o cuando sea el
modo más equitativo de armonizar el conflicto entre víctima y autor, según los casos.
Se encuentran dentro de estas soluciones alternativas, la reparación de la víctima que
hoy se plantea como el tercer fin del derecho procesal (al lado de la pena y la medida de
seguridad), o la resocialización del autor (prevención especial) por tratamientos
alternativos (por ej: cumplimiento de las condiciones de la suspensión del juicio a prueba.
Art. 76 bis CP), o su rehabilitación (ejemplo: tratamiento de recuperación del adicto
acusado de tenencia de droga para consumo personal, art 18 ley 23.737), o la pérdida
del interés de castigar (delito que en sí mismo o en su consecuencia infringe un daño al
autor superior a la pena); o cuando la pena impuesta por otros delitos (prisión perpetua)
hace irrelevante perseguir el nuevo; o cuando concurre la misma razón por la gran
cantidad de hechos imputados, entre otras propuestas…".

En algunos códigos, el MPF podrá solicitar que se suspenda total o parcialmente la


persecución penal, que se limite a alguna o varias infracciones o a alguna de las
personas que participaron en el hecho, cuando:

• se trate de un hecho insignificante, de mínima culpabilidad del autor o del


partícipe o exigua contribución de éste.
• cuando se haya producido la solución del conflicto, que deberá acreditarse
sumariamente; * en los casos de suspensión del juicio a prueba;
• en casos de juicio abreviado;
• cuando revelare la identidad de coautores, partícipes o encubridores de los
hechos investigados o de otros conexos, proporcionando datos suficientes que
permitan el enjuiciamiento de los sindicados o un significativo progreso de la
investigación.
• cuando aportare información que permita secuestrar los instrumentos o los
efectos del delito, valores, bienes, o dinero.

3.- PRINCIPIO DE VERDAD REAL

Verdad es la relación de concordancia entre el pensamiento y el objeto pensado.


Es una relación de conocimiento que se establece entre un sujeto cognoscente y el
objeto conocido o a conocer, trascendente a él.

Desde el punto de vista del derecho procesal penal, representa un ideal genérico a
alcanzar, pues múltiples circunstancias condicionan su obtención total y absoluta.

El proceso penal aspira a poner de relieve la verdad acerca de la imputación inicial.

El proceso de conocimiento llevado a cabo por el juez significa una reconstrucción


histórica de un hecho sucedido en el pasado con las circunstancias objetivas y
subjetivas.

Para ello, se parte de una hipótesis a verificar mediante el proceso de conocimiento y se


trabaja con las pruebas y rastros que han perdurado.

La doctrina distingue dos clases de verdades: la REAL O MATERIAL, que adjudica al


proceso penal como ideal; y la FORMAL que adjudica al proceso civil.

Maier concluye que, verdad real y formal no apuntan a conceptos diferentes, la diferencia
estriba en las formas con las que los distintos procedimientos judiciales atacan la
investigación de la verdad o en los acondicionamientos formales para fijar el objeto de la
investigación y para incorporar las pruebas.

Esta función del proceso penal, sólo debe ser considerada como un ideal, como un
objetivo al que tiende el procedimiento penal, pero que en un proceso concreto puede no
ser alcanzado. El proceso penal no existe para descubrir la verdad, sino para determinar
si es posible que el juzgador logre un convencimiento sobre la verdad de la acusación,
dudado en pruebas y explicable racionalmente, o si ello no es posible dentro de las
reglas establecidas.

• Investigación judicial autónoma El poder autónomo de investigación del juez es


característico del proceso inquisitivo. Significa que el órgano jurisdiccional tiene en
el proceso penal una posición activa y prominente, sin estar condicionado o
limitado por la actividad de las partes.
Según Vélez Mariconde, este principio se hace evidente en los poderes jurídicos
que le competen al juez, con respecto al desarrollo de la relación procesal y a la
actividad probatoria.
El Juez penal es titular de un poder de IMPULSIÓN PROCESAL, ni bien se ha
promovido la acción penal, independiente o autónomo de los que corresponden al Fiscal
o a las partes: puede ordenar, aún de oficio, los actos necesarios para la marcha normal
del proceso, sin necesidad de ser excitado por ellos.
Tiene además la potestad de investigar de oficio la verdad de los hechos, incluso a pesar
de la inactividad del Fiscal y partes.

• Libre convicción Este es el criterio o sistema de valoración de la prueba llamado


también "sana crítica racional". Libre convicción no significa arbitrariedad o puro
sentimiento, sino que el sistema se caracteriza por la ausencia de reglas
abstractas y generales que prefijan el valor de la prueba -evaluada según la lógica,
psicología y experiencia común- y por la exigencia de que los autos y sentencias
sean motivados, es decir, que se consignen los fundamentos de esas
resoluciones.

El Juez y el Fiscal deben valorar los medios probatorios para dar fundamento a sus
decisiones o dictámenes, tanto en la investigación como en el juicio. Esa valoración debe
limitarse a las pruebas legalmente introducidas en el proceso, sin interferencias de
elementos extraños aunque fueren de conocimiento del juzgador.

• Comunidad de la prueba Cuando un elemento de prueba se incorpora al


procedimiento, se desvincula por completo del sujeto que ofreció su producción y
del interés concreto que condujo a su incorporación. El conocimiento adquirido es
"propiedad" común de todos aquellos que intervienen en el procedimiento.
Cualquiera que fuese la parte que propone una prueba, en el momento en que es
aceptada por el tribunal deja de pertenecer a quien la propuso, para pasar a ser
del proceso. Pertenece a todos por igual y por ello no es posible la renuncia
unilateral de quien ofreció el medio de prueba.

4. PRINCIPIO DE ORALIDAD

El juicio definitivo debe realizarse oralmente, esto implica que, toda la actividad procesal
del debate, es decir, la producción de las pruebas, las instancias y alegaciones de las
partes y decisiones de mero trámite del tribunal, se cumplirán a viva voz.
La oralidad potencia las virtudes individuales y combinadas de la publicidad, inmediación,
contradictorio, concentración e identidad física del juzgador y es una aplicación al
principio general de la originalidad de las pruebas, por cuanto la manifestación natural y
originaria del pensamiento humano es la palabra hablada.

Asegura el contacto directo entre los elementos de prueba y el juez de sentencia y es la


forma natural de esclarecer la verdad, de reproducir lógicamente los hechos, de apreciar
la condición y características de las personas que proporcionan los elementos de prueba
y de evitar las limitaciones que se derivan del procedimiento escrito.

Además, a través de la oralidad se hace efectivo el derecho del acusado a ser oído
públicamente por el tribunal.

El tribunal de juicio está obligado a fundar su decisión en las pruebas examinadas


oralmente durante el debate, sin que pueda basarse en otros medios probatorios, salvo
las excepciones expresas de la ley, las que deben interpretarse restrictivamente.

DERIVACIÓN

1. Inmediación: Los sujetos del proceso deben estar en contacto personal y directo
entre sí durante el debate y recibir inmediata, directa y simultáneamente los
medios de prueba que han de dar fundamento a la discusión y a la sentencia.

Implica un contacto directo del juez con los medios probatorios en que ha de basar su
juicio, y el contacto directo de los sujetos procesales entre sí en el momento de recibir
esas pruebas.

2. Concentración o continuidad: Esta regla exige la mayor aproximación temporal


posible entre el momento en que se recibe la prueba y se dicta la sentencia
basada en ella. La concentración de los actos del debate asegura que la sentencia
será dictada inmediatamente después de examinada la prueba que ha de darle
fundamento y de oídos los alegatos de las partes. El debate continúa durante
todas las audiencias consecutivas que fueren necesarias hasta su terminación;
inmediatamente de terminado, los jueces pasan a deliberar en sesión secreta para
dictar sentencia.

3. Identidad física del juzgador: La sentencia debe ser dictada por los mismos jueces
que intervinieron en el debate, desde el comienzo hasta su fin, es decir, por
quienes oyeron al imputado, recibieron la prueba que dará base a la sentencia y
escucharon los alegatos y argumentaciones de las partes.

4. Publicidad del debate: La publicidad del debate consiste en la posibilidad de que


cualquier persona pueda presenciar el desarrollo total del debate y conocer luego
los fundamentos de la sentencia. Es una característica propia del sistema
republicano, y resulta impuesta por nuestra Constitución. Es el medio más efectivo
de control de la sociedad sobre los magistrados que intervienen en el debate,
favoreciendo la formación del espíritu cívico y la confianza en la justicia. Con
relación al imputado, es beneficiosa para asegurar un fallo justo y evitar posibles
arbitrariedades judiciales. En cuanto a los jueces, los coloca al amparo de
sospechas, contribuyendo a la transparencia de la función judicial, y los pone a
salvo de presiones de otros poderes del Estado.
5.- PRINCIPIO DE INVIOLABILIDAD DE LA DEFENSA

El estado jurídico de inocencia de que goza el imputado se relaciona íntimamente con el


principio de inviolabilidad de la defensa.

Sí al imputado se le reconoce un estado jurídico de inocencia que no debe probar, sino


que debe ser destruido por la prueba de cargo aportada por el órgano de la acusación, el
sentido de su defensa será el de controlar el modo en que se pretende probar su
culpabilidad, o intentar acreditar, su inocencia.

El artículo 8 de la Constitución Nacional, establece que: "Es inviolable la defensa en


juicio de la persona y de los derechos".

Además este principio está consagrado por el artículo 75, inciso 22, en función de los
artículos 9 y 11 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, artículo 8 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos; artículo 14 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, y artículo 26 de la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre.

Se aplica a toda clase de procesos, pero tiene relevancia en el penal por la supremacía
de los bienes en éste comprometidos. A su vez, dentro del proceso penal la garantía
constitucional se refiere tanto a la defensa material como a la formal o técnica y alcanza
a las diferentes fases del proceso: investigación, y juicio.

La defensa (según Jauchen) en el ámbito del derecho procesal penal, es "el insoslayable
derecho subjetivo individual, de carácter público, de intervenir en el proceso penal en
todo momento, de probar y argumentar en él, por sí y por medio de abogado todas las
circunstancias de hecho y fundamentos de derecho que desvirtúen la acusación, con el
propósito de obtener una declaración de eximición o atenuación de la responsabilidad
penal atribuida".

Las partes tienen durante el proceso el derecho de procurar adecuadamente que el juez
admita o desestime las pretensiones ejercidas.

El imputado tiene el derecho de poner de manifiesto su inocencia o cualquier


circunstancia que atenúe su responsabilidad.

El actor civil, el de acreditar el fundamento de la pretensión resarcitoria que hace valer.

El querellante de hacer valer su derecho a obtener una resolución jurisdiccional que


resuelva el conflicto que el delito genera.

El imputado, sujeto incoercible de la relación procesal, no puede ser obligado a declarar


contra sí mismo (Art. 18 CN) y su derecho de defensa se traduce en una serie de
poderes jurídicos:

• intervenir en el proceso invocando en su contra;


• conocer los hechos que se le atribuyen y las pruebas a su cargo;

• declarar libremente con relación al hecho que se le imputa;

• ofrecer pruebas pertinentes;

• exponer las razones que a su criterio le asisten para obtener una decisión
jurisdiccional favorable;

• defenderse personalmente o elegir un defensor que lo represente.

La defensa del imputado no es sólo un derecho subjetivo individual, es una actividad


esencial del proceso, un elemento indispensable que integra el triángulo formal de la
justicia represiva; ya que, la sociedad tiene un interés efectivo en la tutela de la libertad
personal y de los derechos individuales que el proceso amenaza y porque tiene interés
en el verdadero culpable y absolución del inocente.

Cafferata Nores dice que: "El derecho de defensa no solo es una emanación de la
dignidad personal del imputado, sino, además un requisito indispensable para asegurar el
desarrollo de un proceso respetuoso de la escala de valores del Estado de Derecho. El
sistema procesal debe asegurar todas sus manifestaciones desde el primer momento de
la persecución penal y en cada una de las etapas procesales".

Repercusiones:

Este principio tiene repercusión en la actividad de todos los sujetos procesales: no se


limita al imputado, sino que influye sobre las actividades propias del acusador y del juez y
se traduce en una serie de reglas procesales íntimamente vinculadas entre sí.

1.- Necesidad de una oportuna intervención del imputado y citación de los sujetos
secundarios de la relación procesal.

2.- Necesidad de un proceso que asegure el contradictorio.

3.- Necesidad de que el proceso tenga por base una imputación concreta, que en el juicio
plenario debe estar contenida en una acusación formal.

4.- Necesidad de que la imputación sea intimada correctamente, incluso en el caso de


que la acusación pueda ser ampliada.

5.- Necesidad de que exista correlación entre la acusación intimada y la sentencia.

ACTOS PROCESALES

Los actos procesales son aquellas manifestaciones de voluntad exteriorizadas a través


de formas establecidas orientadas a la producción de efectos jurídicos destinados al
desarrollo de la relación procesal.

Traducen formalmente el comportamiento de los sujetos procesales en orden al objeto y


finalidades de la señalada relación, determinando efectos sobre la constitución,
modificación, desenvolvimiento o extinción de la misma. No tienen vida ni significación
fuera del proceso que les da sentido, apareciendo como lógicamente subordinados y
dependientes de la prestación jurisdiccional.

Niceto Alcalá Zamora propone una caracterización, diciendo: "Por actos procesales
deben entenderse las exteriorizaciones de conductas relativas al desenvolvimiento del
proceso, sea cual fuere el sujeto en él interviniente de que provengan".

Couture dice que: "El acto procesal es el hecho voluntario que produce efectos jurídicos
referidos al proceso".

CARACTERES:

A.- Legalidad: La regulación de los actos procesales provienen de manera directa de la


ley, lo que significa que la existencia y efectos del acto deviene de lo establecido en la
normatividad. Las disposiciones de los códigos procesales contienen los requisitos y
oportunidades de realización de tales actos, las sanciones por el no cumplimiento de
esos requisitos y los efectos que producen.

B.- Procedibilidad: El requisito de legalidad es de legalidad procesal, pero también


refiere al esencial elemento del acto como componente del proceso. Dice Clariá Olmedo:
"… el actuar indiferente para el proceso no constituye acto procesal…", ya que lo
decisivo del acto es su repercusión dentro del proceso.

C.- Objetividad: Deben manifestarse a través de una materialidad externa de una


objetividad perceptible y verificable. Es la característica más notable y evidente y la que
se asocia naturalmente a la idea de proceso, en cuanto a un orden de regulaciones
rituales; ésta forma constituye la exterioridad del acto y su conjunto integra la
manifestación material del proceso como causa. Las manifestaciones de voluntad que
constituyen los actos procesales se dejan testimoniadas en actas, constancias,
resoluciones.

D.- Expresividad: En lo básico, los actos procesales son expresiones que indican una
determinada dirección intencional, ya fuere como solicitud, decisión, constatación o
información y ya se concreten de modo oral o escrito. Un acto procesal es una
manifestación destinada a la comunicación.

E.- Formalidad: Esta exteriorización está regulada por la ley procesal. Debe responder al
cumplimiento de diversos requisitos que le dan validez y eficacia, cuya inobservancia trae
aparejadas sanciones procesales, como la inadmisibilidad o la nulidad. Los requisitos
generalmente son de forma, de tiempo y lugar.

F.- Voluntariedad: Es la expresión volitivo-intelectual del sujeto actuante, y es uno de los


aspectos más difíciles de teorizar. Esta voluntariedad refiere al contenido del acto y se
integra con los estratos psíquicos y significativo. Traducido esto en una norma jurídica, es
por ejemplo cuando hablan de que una cuestión prejudicial sea "seria, fundada y
verosímil".

G.- Oportunidad: Otra característica fundamental de los actos procesales que contribuye
a dibujar nítidamente su peculiaridad, propia del ámbito en el que opera, es el de su
eficacia está condicionada además de los otros elementos ya señalados, por su
ubicación cronológica dentro de la dinámica del proceso.

La regulación procesal marca con respecto a cada uno de los actos oportunidades en
que pueden y deben producirse, fuera de las cuales carecerán de eficacia.

En cierta medida, este requisito se relaciona con el ya tratado de la formalidad entendida


como la adecuación del acto a condiciones de forma, espacio y tiempo.

A modo de ejemplo, se citan las disposiciones que hacen admisible la constitución del
actor civil hasta la clausura de la instrucción, las que determinan los momentos en que
debe producirse la requisitoria fiscal, la demanda civil, la defensa, la apertura a prueba,
los alegatos, etc.

Todo el desarrollo del proceso, desde su iniciación hasta su finalización, se estructura


como una secuencia de momentos dentro de los cuales deben producirse ciertos actos
en orden a la marcha del mismo.

Distintos tipos de actos procesales:

• Constitutivos: son aquellos que producen efectos en orden al establecimiento de


una determinada situación procesal que definen una especial relación del sujeto y
su ubicación dentro del proceso. Su importancia es decisiva, ya que de ellos se
derivarán derechos y deberes, poderes y cargas, delimitando uno o varios roles
procesales.
A modo de ejemplo, pueden citarse aquellas conductas que en diversa forma sindiquen a
una persona como autor de un delito, lo que hace que la misma revista el rol de
imputado.
Dentro de la instrucción, el acto inicial constitutivo del proceso penal es la providencia
jurisdiccional que ordena la apertura de la instrucción. Además son constitutivos, la
designación del defensor, la constitución del actor civil y de los terceros civilmente
demandados.

• Enunciativos: Son aquellos que, en cualquier forma y por cualquiera de los medios
regulados por la legislación pertinente enuncian hechos relativos a la averiguación
del objeto de la relación procesal.
Estos actos permiten la incorporación al proceso de elementos de conocimientos
tendientes al logro de la investigación integral propia del mismo.
Son actos enunciativos: la denuncia, las declaraciones testimoniales, dictámenes
periciales, respuestas informativas.

• Operativos: Están compuestas por aquellas diligencias que implican citaciones,


notificaciones, pedidos y resoluciones sobre aspectos relativos al trámite de la
causa.
Hacen a lo que hemos denominado como "procedimiento" y significan la forma de la
actividad necesaria a la marcha del proceso desde su inicio hasta su finalización y por lo
común se concretan como proveídos o decretos.

• Posicionales: Son aquellos actos emanados de las partes en los cuales se


evidencia y acentúa, el carácter "partido" derivado de las respectivas posiciones
dentro de la situación procesal y dirigidos a la exposición argumental y petición
concreta con miras a la obtención de una decisión judicial que defina la relación
procesal en el sentido del interés del sujeto procesal.
Este tipo de actos, lo constituyen las presentaciones de la defensa material y técnica, las
intervenciones acusatorias del ministerio público, y en su caso, del querellante y la
demanda civil y la contestación de la misma.
De igual manera, el pedido de sobreseimiento y todas aquellas expresiones en las cuales
las partes constituidas aboguen y peticionen en favor de sus respectivas finalidades.

• Decisorios: Son actos propios del juez o tribunal e implican la manifestación por
excelencia de la actividad y poder jurisdiccional. A diferencia de los "posiciones",
son esencialmente partivos, los decisorios aparecen como una definición imparcial
de la voluntad de ley a través del conocimiento y decisión del juzgador en la
aplicación de la situación concreta. Puede decirse que todo el desarrollo de la
relación procesal, desde el inicio de la misma y a través de su desenvolvimiento,
se orienta hacia la resolución final o sentencial. Los actos constitutivos, operativos,
las posiciones de las partes en sus posiciones, no son sino avances hacia esa
conclusión lógica que declarará la aplicación del derecho sustantivo general al
caso singular, significando el cierre del caso, la obtención de certeza jurídica sobre
la relación de fondo y la producción del efecto de cosa juzgada.

• Impugnatorios: Tienden a la modificación -sea por contrario imperio o por revisión


de órganos superiores jerárquicamente- de un pronunciamiento impugnado por
cualquiera de las partes.
La legislación habla de recursos de reposición (revocatoria o revisión) y procede contra
resoluciones dictadas sin sustanciación para que el propio juez que la dictó la revoque
por contrario imperio. La apelación aparece como una impugnación fundada en una
sentencia o auto resoluto de incidente, efectuada ante juez o tribunal de grado superior al
que emitió el pronunciamiento.

• Ejecutorios: Son los actos emanados del órgano jurisdiccional que llevan a la
realización concreta y efectiva de las decisiones del mismo, tienen especial
importancia dentro del proceso penal, ya que por su naturaleza presentan,
especialmente durante la etapa instructora, múltiple manifestaciones de tales
actos, que también se traducen como coacciones personales para el cumplimiento
de los actos que se ordenan.

EL TIEMPO Y LOS ACTOS PROCESALES.


OPORTUNIDAD.
PLAZOS Y TÉRMINOS.
PRECLUSIÓN.

Una de las características esenciales de los actos procesales es la de estar sometidos a


condiciones formales y el de adecuarse, para su producción y eficacia, a oportunidades
prefijadas.

Puede además enfocarse desde otra perspectiva, cual es el de la duración total entre el
comienzo de la causa y su finalización.

Así ha cobrado penoso auge el fenómeno que se ha denominado "morosidad judicial" y


que se manifiesta en la extraordinaria demora en la tramitación y resolución de las
causas, convirtiendo muchas de las veces en ilusorios los derechos pretendidos por las
partes.
La imagen pública de la justicia necesita de celeridad. "Justicia lenta no es justicia!". Los
actos procesales, se llevan a cabo en días y horarios destinados a la actividad
tribunalicia.
Es lo que regla la totalidad de los códigos: los actos procesales deberán cumplirse en
días y horas hábiles.

Los actos procesales deben llevarse a cabo dentro de los lapsos establecidos, estos son
los denominados "plazos procesales", y condiciona su validez.

Esta exigencia propia de la necesidad de orden del proceso, aparece como obligación
para todos los sujetos procesales, ya que la función de los plazos se liga estrechamente
a los fines del proceso como así también a sus modalidades y valores en juego.

Se pueden computar en días (acusación, demanda civil, defensa) meses (duración de la


instrucción), horas.

El cómputo del plazo se realiza a partir del día siguiente a su notificación.

Pueden tener diferentes caracteres, y pueden ser "perentorios" u "ordenatorios".


Los "perentorios" no toleran la posibilidad de que el acto no llevado a cabo pueda
realizarse válidamente después del término.

Producen la caducidad o decadencia de la facultad de actuación en el caso concreto.


En cambio los "ordenatorios" son aquellos que conminan, disponen y ordenan la
realización del acto en un tiempo establecido, pero operado el término no se da la
caducidad.

En general puede decirse que los plazos son "improrrogables", es decir, que se procura
por razones de orden, seguridad y celeridad, un cumplimiento estricto de los plazos
procesales.

Hay plazos que son comunes, cuya apertura, cómputo y término opera conjuntamente
para todas las partes del proceso; individuales que corren de manera particular para cada
una de las partes; ordinarios que regulan el desarrollo habitual, y extraordinarios que
prevén una prolongación o prórroga cuando surgen circunstancias de excepción
(complejidad, necesidad de diligencias, distancias, etc).

Preclusión: "Preclusio" significa "clausurar, cerrar el paso".

Y esto es precisamente lo que ocurre en el caso, ya que la preclusión opera no


solamente como caducidad de la facultad no ejercitada, sino como imposibilidad de
replanteo de la situación previa establecida.

Este instituto ocurre a partir del vencimiento del término y tiende a impedir que una
situación consolidada se retrotraiga a un momento anterior.

El concepto se relaciona con el de caducidad como específica sanción procesal, ya que


la preclusión significa en la práctica la pérdida del derecho o facultad no empleado en la
oportunidad correspondiente.
Dentro del proceso penal podemos citar como ejemplos del instituto: la constitución
definitiva del actor civil; el carácter de firme de las resoluciones no impugnadas por parte
habilitada dentro de los plazos correspondientes; la investigación instructora que, salvo
supuestos excepcionales, no puede ser reabierta a partir de la elevación de la causa a
juicio.

Codificación:

El tratamiento de los actos procesales, se codificó en nuestro ordenamiento legal


argentino a partir del artículo 114 al 119 del CPPN.
En ellos, trata el idioma que debe utilizarse en los actos, y lo conmina con una pena de
nulidad (114).

Estipula como se fecha un acto procesal, con día, mes y año en que se cumple.

La hora es consignada, sólo cuando es exigida expresamente.

Es el secretario del tribunal el que deba poner el "cargo" (sello que hace constancia de la
fecha y hora de presentación del escrito) que tienen por función dar certeza del lugar en
que aquellas ocurrieron, esto es importante ya que carecerá de eficacia el escrito que no
hubiere sido presentado en la Secretaría pertinente (115).

Se establece que los actos procesales deberán ser cumplimentados en días y horas
hábiles...
y deja como excepción a los actos instructorios que pueden excederse en casos
excepcionales en días y horas inhábiles (por ejemplo la apelación de la excarcelación,
que se estipula debe ser presentado 24 hs después de su notificación) Art. 116 CPPN.

El 117 trata la cuestión del juramento, quien lo recibe y cuando.

El 118 describe la forma y modo en que se harán las declaraciones; y el 119 refiere a las
declaraciones especiales.

Actos y resoluciones judiciales en el Código


Poder coercitivo

El artículo 120 del CPPN dispone sobre el poder coercitivo con que deben ejecutarse
determinados actos procesales, y enviste al tribunal con algunas facultades para que en
caso de ser necesario pueda así disponerlas.

Este es el caso concreto de la utilización de la "fuerza pública" y toda otra medida que
sea considerada de necesidad para el seguro y regular cumplimiento de los actos que el
tribunal ordene.

La norma faculta a los tribunales unipersonales o colegiados a utilizar la fuerza para


cumplir con el desenvolvimiento del proceso en cualquiera de sus etapas, impidiendo que
sus decisiones se tornen abstractas.

- El juez tiene la facultad de compeler por la fuerza pública a los desobedientes.


- En los registros domiciliarios, por ejemplo (art 224) autoriza al juez a disponer de la
"fuerza pública" para su cumplimiento.

- En el debate (art. 366) habilita al tribunal para compeler al procesado a la diligencia de


reconocimiento y a su presidente (del debate) para expulsar a quienes perturben el
debate haciendo uso de la fuerza pública.

El 121 determina que el tribunal será siempre asistido por un Secretario que dará fé de
los actos y resoluciones, y la falta de la firma de éste en las actas o resoluciones que
documentan su participación provocan la nulidad de las actuaciones o del instrumento
que no fue certificado.

El artículo 122 determina cuales serán los actos formales por los cuales los jueces
emitirán su opinión formal y expedirán su decisión, ellos son: la sentencia, el auto, o
bien el decreto.

La sentencia pone fin al proceso, se dicta un auto para resolver un incidente o


situación del proceso cuando el código así lo determine, y utiliza el decreto simple en los
demás casos o cuando esta formula esté puntualmente prescrita.

Debemos afirmar que el decreto es una resolución de mero trámite que el órgano judicial
dicta durante el proceso a fin de lograr su progreso (por ejemplo: llamamiento de un
testigo, disposición de medidas de pruebas).

En el artículo 123 se dispone que las resoluciones (sentencias y autos) deberán ser
motivadas, bajo pena de nulidad. De igual modo los decretos cuando la ley lo disponga.

Y el 124 completa la idea al afirmar que estas resoluciones judiciales (sentencias, autos y
decretos) deberán estar suscritas por el juez o tribunal, ya que la falta de firma provoca la
directa nulidad.

El artículo siguiente, el 125 formaliza cuales son los plazos en que estas resoluciones
deberían ser dictadas formalmente; y así, los decretos el día en que los expedientes sean
puestos a despacho; los autos a los 5 días y las sentencias en las oportunidades
especialmente previstas.

Estos decisorios pueden ser modificados dentro del término de 3 días de dictadas las
resoluciones, y se puede hacer de oficio o a instancia de parte; siempre y cuando no
signifique una modificación esencial (Art 126).

Suplicatorias, exhortos, mandamientos y vistas

Existen reglas generales expresamente estipuladas en el código procesal penal de la


nación, que regula esta cuestión, y dice que cuando un acto procesal se deba ejecutar
fuera de la sede del tribunal, se puede encomendar el cumplimiento mediante un acto de
suplicatoria, exhorto, mandamiento y oficio.

Y para ello, se deberá tener en cuenta a que tipo de tribunal se está haciendo la solicitud
puntual, ya que de esto dependerá cuál se utilizará.

Es decir, los preceptos contenidos desde el artículo 132 al 137 del CPPN tratan la
cuestión y las diferentes situaciones y modos de efectivizarse.

Es necesario aclarar que, se utilizará la "suplicatoria" cuando va destinada a un tribunal


superior; el "exhorto" si se dirige a un tribunal de idéntico rango; el "mandamiento"
cuando se libra a un tribunal inferior, o un "oficio" cuando la autoridad es ajena al Poder
Judicial.

La ley 22172 es la que estable el convenio de comunicaciones entre tribunales de


distinta jurisdicción.

El artículo 132 bis, es introducido por el art. 1º de la ley 25.760 -y al igual que el artículo
32 de la ley 23.737- permite actuar al juez en una jurisdicción que le es ajena, cuando
tenga por fin proteger a la víctima del delito de secuestro extorsivo (artículos 142 bis y
179 del CP) para de esta forma no comprometer el éxito de la investigación.

El 133, hace referencia a la facultad que tienen los jueces de dirigirse de manera directa,
a cualquier autoridad administrativa, que deberá prestar su colaboración y expedirá el
informe requerido dentro de los 3 días de haber recibido el pedido.

Existe una forma puntual de comunicarse -de ser necesario- con tribunales extranjeros, y
la estipula y describe el artículo 134.

Los tribunales argentinos deberán diligenciar sus pedidos a otros tribunales con sede en
otros países, utilizando la vía diplomática según los tratados o costumbres
internacionales.

Esto funciona por el principio de reciprocidad, y los tribunales extranjeros tramitarán el


pedido según los casos por lo estipulado en los tratados o costumbres internacionales y
por las leyes del país o en la forma que se establezca en los convenios firmados con los
distintos países.

Actas

Las actas se formalizan e instituyen según las formalidades y detalles expuestos en los
artículos 138, 139 y 140 del CPPN.

Se formulan cuando el funcionario público que intervenga en un proceso deba dar fé de


los actos que haya realizado o que fueran cumplimentados en su presencia.

Deben contener: la fecha, nombre y apellido de las personas que intervengan; el motivo
que haya impedido la intervención de las personas obligadas a asistir, la indicación de la
diligencia realizada y su resultado; las declaraciones que se recibieran.

Una vez finalizado el acto que se pretende dejar constancia, el acta será firmada -previa
lectura- por todos los intervinientes que deban hacerlo.

En caso de quien deba firmar sea ciego o analfabeto, la leerá una persona de su
confianza.

A falta de algunos de los datos que obligadamente deben constar (fecha, firma del
fedatario, testigos de actuación) el acta puede ser NULA en sus efectos y como
instrumento público.

De igual modo que serían nulas además las enmiendas, interlineados o sobrerraspados
efectuados en el acta, y que no hayan sido "salvados" al final de ésta.

Notificaciones, citaciones y vistas

El precepto general de la regla general, dispone un término temporal en que deben


efectuarse las notificaciones, citaciones o vistas; es decir, las comunicaciones por las que
pone en conocimiento a las partes, órganos o terceros las decisiones del tribunal que
puedan serles de interés o que los obliguen a comparecer o que les habiliten para el
ejercicio de un derecho o cumplimiento de un deber.

En efecto, el artículo 142 dice que "las resoluciones generales se harán conocer a
quienes corresponda, dentro de las 24 horas de dictadas, salvo que el tribunal dispusiere
un plazo menor y no obligarán sino a las personas debidamente notificadas".

Pueden ser efectuadas, dependiendo el caso:


– en la oficina, o sea personalmente al interesado en la sede del tribunal;
– en el "despacho" en el caso de fiscales y defensores oficiales;
– en el lugar de detención a las personas que estuvieran privadas de libertad;
– por cédula expedida por el Secretario (Arts. 144 y 149);
– mediante exhorto diplomático;
– por edictos.

El articulo 144, establece los lugares donde deberán notificarse cada acto procesal. Y el
145 estipula que las partes al comparecer a proceso, deberán constituir domicilio dentro
del radio del ejido urbano dentro del asiento del tribunal.

Esto es para facilitar precisamente la ubicación en caso de ser necesario, para poder dar
publicidad a los actos procesales notificando puntualmente a quien corresponda.

El articulo 147 regla la forma en que se efectivizarán las notificaciones.


Se deberán entregar una copia autorizada de la resolución, aunque en caso de que la
notificación sea de una sentencia o un auto, la copia que se deje a quien se comunique
se limitará a transcribir el encabezado o la parte resolutiva.

El 148 y 149 determinan la forma en que las notificaciones se harán según sea el caso,
en la oficina o en los domicilios.

Y el 151 conmina con nulidad, a aquellas que no hay resguardado las formas necesarias
y pre-estipuladas por la ley: suceden en caso de que haya existido error sobre la
identidad de a quien se notifique; si la resolución que intenta notificarse sea incompleta;
si en la diligencia no constara la fecha, o cuando corresponda la entrega de la copia o si
faltare alguna de las firmas prescritas.

Citaciones: La citación es una orden del órgano jurisdiccional dirigida a una persona
(parte, testigo, funcionario, etc) para que concurra a la secretaría o al lugar que se le
indique, a fin de realizar o intervenir en un acto procesal.

Implica un desplazamiento del citado y es una actividad coercitiva.


El artículo 153 estipula la forma de realizarse, y dice: "Cuando sea necesaria la presencia
de una persona para algún acto procesal, el órgano judicial competente ordenará su
citación…" Se debe hacer bajo las normas prescritas y se deberá indicar tribunal que lo
ordenó, objeto, lugar, día y hora de la citación.

El 154 determina algunas citaciones especiales para los testigos, peritos, intérpretes y
depositarios.

Vistas: Es el requerimiento de opinión de alguna de las partes del proceso, que resulta
indispensable para la realización de un acto procesal.

Traslado en cambio, es la providencia por la cual el órgano jurisdiccional dispone poner


en conocimiento de una de las partes la petición formulada por otra, en general el
adversario (Arts. 346 CPPN).

Se realizan, entregando al interesado las actuaciones en las que se ordenaren, y se deja


constancia en las actuaciones. Cuando no se encuentre a la persona que se le corre la
vista, se procede según el art. 149 CPPN.

Artículo149: Cuando la notificación se haga en el domicilio, el funcionario o empleado encargado de


practicarla llevará dos copias autorizadas de la resolución con indicación del tribunal y el proceso en que se
dictó; entregará una al interesado y al pie de la otra, que se agregará al expediente, dejará constancia de
ello con indicación del lugar, día y hora de la diligencia, firmando juntamente con el notificado.
Cuando la persona a quien se deba notificar no fuera encontrada en su domicilio, la copia será entregada a
alguna mayor de dieciocho (18) años que resida allí, prefiriéndose a los parientes del interesado y, a falta
de ellos, a sus empleados o dependientes. Si no se encontrare a ninguna de esas personas, la copia será
entregada a un vecino mayor de dicha edad que sepa leer y escribir, con preferencia el más cercano. En
estos casos, el funcionario o empleado que practique la notificación hará constar a qué persona hizo
entrega de la copia y por qué motivo, firmando la diligencia junto con ella.
Cuando el notificado o el tercero se negaren a recibir la copia o a dar su nombre o firmar, ella será fijada en
la puerta de la casa o habitación donde se practique el acto, de lo que se dejará constancia, en presencia
de un testigo que firmará la diligencia.
Si la persona requerida no supiere o no pudiere firmar, lo hará un testigo a su ruego.

Por su parte el 158 ordena que la vista que no tenga un término puntual fijado, se
considerará otorgada por 3 días.

Las vistas son nulas en las mismas ocasiones que las notificaciones.

Plazos y Términos: El código utiliza indistintamente los conceptos de "plazo" y


"término" que pueden diferenciarse ya que el primero indica el período dentro del cual un
acto puede efectuarse, en tanto que el segundo sólo el momento final o determinado en
el que aquél debe ser cumplido.

Los actos procesales se practicarán dentro de los términos fijados en cada caso, sino
existiera se practicarán dentro de los 3 días y corren para cada notificado desde su
notificación. (161 CPPN) Hay plazos de varios tipos fijados a lo largo del código.

Por ejemplo, veinticuatro horas (art. 54, extradición, 180 vista sobre denuncia, y 331
excarcelación) de cuarenta y ocho horas (61 recusación) de cinco días (422 no concurr.
Audiencia de concil., 455 resol.del triubunal y 491) de seis días (215, 346 y 348) de ocho
días (451 emplazamiento), de diez días (306, 329, 354, 428 y 465) de veinte días (469
sentencia) de sesenta días (422 desistida acción privada ).
También existen de forma imprecisa o indeterminada, como los que se señala con
expresiones "inmediatamente" o de "inmediato" o "sin tardanza".

Existen otros cuya indeterminación es relativa, como los que ejemplifica el artículo 359
en la expresión "intervalo no menos de diez días"; o bien en el artículo 365 "máximo diez
días" o el 454 "no mayor de cinco días" o 525 "después de un año".

Se diferencian además entre términos individuales y comunes.

Los "individuales" son los que transcurren independientemente para cada interesado en
el acto de que se trate (por ejemplo los que gozan para apelar las partes); y los
"comunes" transcurren para todos los interesados de manera conjunta (ejemplo: el
reglado en el 465 del CPPN).

NULIDADES

Dentro del esquema normativo, la más importante de las sanciones procesales es la


nulidad, entendida como una declaración de invalidez de un acto procesal que debe ser
dispuesta por un órgano jurisdiccional, reconociendo la existencia de un vicio en el acto
que tiene magnitud suficiente como para que sea necesario privarlo de efectos
producidos y a producirse.

Es una forma de extirpar el acto del proceso una vez que el mismo ya forma parte de él.

La nulidad es una sanción procesal por la cual se declara inválido un acto del proceso,
privándolo de sus efectos en virtud de haber sido realizado de modo contrario a la ley.

Es un remedio procesal restricto que cede siempre ante los principios de conservación y
trascendencia.
Entonces, la declaración de nulidad de un acto -en tanto sanción procesal- es un medio
de sanear el proceso de la irregularidad o vicio en que se ha incurrido, volviéndolo a la
normalidad.

Es una manera de corregír desviaciones que se han producido en el curso de la actividad


procesal.

Modos de conminar las nulidades

La inobservancia de una forma, para que de lugar a la sanción de nulidad, debe estar
expresamente conminada (amenaza para cumplir orden judicial).

Dicha conminación puede establecerse de manera específica, previéndola en distintas


disposiciones.

Es decir, junto con el acto que regula la ley procesal, se indica la sanción de nulidad en
caso de que no aparezca cumplido de la manera como está regulado (ejemplo: requisitos
exigidos en las actas; exigencia de oralidad y publicidad en los debates).

Nulidades absolutas y relativas

• Absolutas: Son aquellas que muestran o existen de pleno derecho al vulnerar


sustancialmente garantías constitucionales, pueden ser declaradas en cualquier
estado y grado del proceso, de oficio o bien denunciadas aún por quien no tenga
interés en ello. La nota distintiva de estas nulidades es que no pueden ser
convalidadas. O sea, para que una de estas nulidades se produzca, se debe
verificar que el acto no cumplió la forma procesal establecida, existiendo además
una dañosa alteración a una garantía constitucional.

• Relativas: Podemos decir que estas son la regla en materia procesal y la


excepción las absolutas. Se tratan de los vicios que se pueden encontrar en los
actos procesales, y que al comprobarlo el tribunal tratará, si fuere posible, de
eliminarlo inmediatamente; pero si ello no es posible porque ya se ha producido,
podrá el juez declararla a petición de parte, pero nunca de oficio. Pueden
instarlas solo las partes que no hayan concurrido a causarla y que tengan
interés en la observancia de las disposiciones legales respectivas.

Oportunidad de oponerlas: Las nulidades absolutas pueden declararse, aún de oficio,


en cualquier etapa y grado del proceso. Las relativas el tribunal que no pudo cumplir con
el deber preventivo de ellas, deberá esperar la instancia del Fiscal o las partes. Y esa
instancia y oposición de la nulidad, debe hacerse bajo pena de caducidad:
1. las producidas en la instrucción durante esta o en el término de citación a juicio; 2.- las
producidas en actos preliminares al juicio, hasta inmediatamente de abierto el debate.
3.- las producidas durante el debate, al cumplirse el acto inmediatamente después. 4.-
Las producidas durante la tramitación de un recurso, hasta inmediatamente después de
abierta la audiencia o el memorial (Art. 170 CPPN).

Modo de subsanarlas: La subsanación tiene su fundamento en que la observancia de


las formas no es un simple rigor, para entorpecer los procedimientos, así que a quien no
se agravió de la violación de la formalidad en el momento oportuno, no se le debe
conceder oportunidad de que plantee su agravio después, con el solo propósito de dilatar
el trámite del proceso o buscar reparar los efectos de un acto desfavorable.

En consecuencia, no son subsanables las nulidades absolutas y las que establezca


expresamente la ley que deben ser declaradas de oficio.

El artículo 171 del CPPN dispone que: "Toda nulidad podrá ser subsanada del modo
establecido en este código, salvo las que deban ser declaradas de oficio. Las nulidades
quedarán subsanadas:

1.- cuando el ministerio fiscal o las partes no las opongan oportunamente;


2.- cuando los que tengan derecho a oponerlas hayan aceptado, expresa o tácitamente
los efectos del acto;
3.- si no obstante su irregularidad, el acto hubiere conseguido su fin con respecto a todos
los interesados".

Efectos: La declaración de nulidad produce como efecto inmediato la ineficacia del acto
atacado o anulado; priva de todo efecto jurídico al acto viciado por la irregularidad
sancionada.

Los efectos de la invalidez también alcanza a los actos anteriores o contemporáneos, por
conexión con el acto anulado.

Esa conexidad específica o nexo íntimo entre el declarado nulo y los anteriores o
concomitantes, se apreciará en el caso concreto y el tribunal así lo establecerá (ejemplo:
anulada la sentencia, puede caer o declarar la invalidez también del debate).

A su vez, la norma procesal establece que el acto nulo puede ser renovado o rectificado,
lo cual se ordenará cuando fuere posible o necesario.

Puede ocurrir que el acto invalidado no suministre elementos para juicio, porque el
proceso puede seguir sin renovarlo o rectificarlo y como consecuencia se haya perdido el
interés en cumplirlo nuevamente (Ejemplo: se anula un testimonio recibido que para las
partes carece ya de valor convictivo).

Debe finalmente tenerse presente que son actos imprescindibles y que serán siempre
necesarios renovarlos o rectificarlos, la declaración del imputado, el requerimiento fiscal,
citación a juicio, debate o alegatos.

El articulo 172 contempla los efectos, y dice: "La nulidad de un acto, cuando fuere
declarada, hará nulos todos los actos consecutivos que de él dependan. Al declarar la
nulidad, el tribunal establecerá, además, a cuáles actos anteriores o contemporáneos
alcanza la misma por conexión con el acto anulado. El tribunal que la declare ordenará,
cuando fuere necesario y posible, la renovación, ratificación o rectificación de los actos
anulados…".

Finalmente se dispone -a modo de sanción- que si un tribunal superior declare la nulidad


de actos cumplidos por uno inferior, podrá disponer su apartamiento de la causa o
imponerle las medidas disciplinarias que le acuerde la ley. (Art. 173 CPPN).

UNIDAD VII:
LA INSTRUCCIÓN: INVESTIGACION PENAL PREPARATORIA (I.P.P)

La instrucción formal es la etapa procesal preparatoria del procedimiento penal.

Es la primera de las dos etapas en que se divide el trámite el proceso penal nacional.

La otra es la del "juicio".

---La instrucción se extiende desde que el órgano judicial recibe la noticia de la


existencia de un hecho que puede ser constitutivo de delito, hasta el momento en que
por realizada por éste toda la investigación posible, entendiendo cumplido el objeto
puesto a su cargo o, por el contrario, que es imposible allegar otra prueba y completar el
conocimiento del hecho o de su autor, clausura su secuencia y eleva a juicio en el
primer supuesto; o sobresee en el segundo.

Es escrita, limitadamente contradictoria y sin publicidad para los terceros.

La finalidad inmediata de la instrucción es reunir, seleccionar y conservar la prueba


sobre el supuesto hecho del imputado.
Su finalidad mediata es, en base a los elementos reunidos, resolver sobre la
conveniencia de iniciar el juicio o evitarlo mediante un sobreseimiento.
• Limitadamente publica:
Porque solamente pueden conocer de las actuaciones los abogados y cualquier otro
profesional que pueda demostrar un interés legítimo en las actuaciones judiciales.

Por el fin que persigue, es secreto para los terceros extraños, se excluye la publicidad
popular aun en el momento crítico y también algunos actos son reservados hasta para
las partes.
El carácter reservado de la instrucción tiene dos finalidades básicas: por un lado darle
mayor tranquilidad a los órganos del estado para que efectúen una investigación más
eficaz; y por el otro evitar la innecesaria divulgación de la causa, para proteger al
imputado, antes de que se concrete en forma definitiva la imputación.
En pocas palabras, tiende a evitar la desvirtuación de la investigación, y la
estigmatización del acusado.

• Limitadamente contradictoria:

El contradictorio es aquel sub principio de la defensa en juicio, en el sentido de que las


partes tienen garantía constitucional de contradecir todo lo que sea perjudicial a sus
intereses.
En el caso de la instrucción penal no es ampliamente contradictorio porque ello se
garantiza en la etapa del juicio oral y público.

Finalidad:

El objeto del proceso penal y, por ende, también la instrucción como una de sus partes,
es una acción que se supone delictiva producida por el hombre, tipificada por nuestro
código penal, buscando determinar la responsabilidad del autor sobre el que se aspira
aplicar una condena o determinar el sobreseimiento del mismo.

El Código Procesal Penal, en su art. 193, dice: "La instrucción tendrá por objeto:
1º) Comprobar si existe un hecho delictuoso mediante las diligencias conducentes al
descubrimiento de la verdad.
2o) Establecer las circunstancias que califiquen el hecho, lo agraven, atenúen o
justifiquen, o influyan en la punibilidad.
3o) Individualizar a los partícipes.
4o) Verificar la edad, educación,costumbres, condiciones de vida, medios de subsistencia
y antecedentes del imputado; el estado y desarrollo de sus facultades mentales, las
condiciones en que actuó, los motivos que han podido determinarlo a delinquir y las
demás circunstancias que revelen su mayor o menor peligrosidad.
5o) Comprobar la extensión del daño causado por el delito, aunque el damnificado no se
hubiera constituido en actor civil”.

Juez Competente:
La instrucción, como etapa que debe cumplirse en todo proceso que se promueva por la
comisión de delitos de acción pública oficiosa, está a cargo de órganos jurisdiccionales
que varían según las distintas competencias.

La regla común está impuesta para la "instrucción criminal", encomendada a los jueces
de instrucción, tanto en lo ordinario como en lo federal (arts. 26, 32, 174 y 353).
Sin duda alguna el órgano característico de la etapa instructoria es el tribunal unipersonal
de instrucción, es decir el juez de instrucción.

Este juez tendrá durante esta etapa amplias atribuciones de gobierno e investigación.

Sus atribuciones decisorias sin embargo, son semi plenas, si se tiene en cuenta que no
puede incriminar definitivamente, sino que solo puede incriminar provisoriamente al
elevar la causa a juicio.

El juez de instrucción tendrá a su cargo entonces dos objetivos básicos:

– la investigación del hecho

– determinar si la causa debe o no ser elevada a juicio

Art. 196 del CPPN: “El juez de instrucción podrá decidir que la dirección de la
investigación de los delitos de acción pública de competencia criminal quede a
cargo del agente fiscal, quien deberá ajustar su proceder a las reglas establecidas en la
sección II del presente título.”

En aquellos casos en los cuales la denuncia de la comisión de un delito de acción pública


sea receptada directamente por el agente fiscal, o promovida por él la acción penal de
oficio, éste deberá poner inmediatamente en conocimiento de ella al juez de instrucción,
practicará las medidas de investigación ineludibles, cuando corresponda, solicitará al juez
de instrucción que recepte la declaración del imputado, conforme las reglas establecidas
en la sección II de este título, luego de lo cual el juez de instrucción decidirá
inmediatamente si toma a su cargo la investigación, o si continuará en ella el agente
fiscal.

Los jueces en lo correccional, en lo penal económico, de menores, en lo criminal y


correccional federal de la Capital Federal y federales con asiento en las provincias,
tendrán la misma facultad que el párrafo primero del presente artículo otorga a los jueces
nacionales en lo criminal de instrucción.

El primer párrafo del art. 196 faculta al juez de instrucción a delegar la investigación de
los delitos de acción pública al agente fiscal.

Actos del Ministerio Público Fiscal:

Art. 188 del CPPN: “El agente fiscal requerirá al juez competente la instrucción, cuando
la denuncia de un delito de acción pública se formule directamente ante el magistrado o
la policía y las fuerzas de seguridad, y aquél no decidiera hacer uso de la facultad que le
acuerda el primer párrafo del artículo 196.”

En los casos en que la denuncia de un delito de acción pública fuera receptada


directamente por el agente fiscal o éste promoviera la acción penal de oficio, si el juez de
instrucción, conforme a lo establecido en el segundo párrafo del artículo 196, decidiera
tomar a su cargo la investigación, el agente fiscal deberá así requerirla.

El requerimiento de instrucción contendrá:


1°) Las condiciones personales del imputado, o, si se ignoraren, las señas o datos que
mejor puedan darlo a conocer.

2°) La relación circunstanciada del hecho con indicación, si fuere posible, del lugar,
tiempo y modo de ejecución.

3°) La indicación de las diligencias útiles a la averiguación de la verdad.

El accionar del Ministerio Fiscal comenzara con la recepción de una denuncia de un


delito de acción pública. Esta denuncia será presentada ante el agente fiscal de turno
quien deberá analizarla detalladamente para ver si es procedente un eventual
requerimiento fiscal. De ser así, presentara dicho requerimiento ante el juez de
instrucción.

El requerimiento fiscal de instrucción formal es el acto por el cual el Agente Fiscal


promueve y ejercita la acción penal pública ante el órgano jurisdiccional, que en este
caso será el juez de instrucción.

La finalidad del requerimiento es la apertura de un proceso para la averiguación de la


verdad real del supuesto hecho delictivo, y la eventual sanción o desvinculación para su
autor.

El requerimiento fiscal es entonces una provocación de la jurisdicción.

Por ello se exige que sea lo suficientemente completo para que el juez, al momento de
recibirlo, tenga elementos suficientes para determinar provisoriamente la existencia de un
hecho delictivo.

Investigación Penal Preparatoria: esta etapa procesal equivale a la instrucción penal


que se realiza en los procesos penales pertenecientes al Sistema Mixto, y se aplica en
los Sistemas de tipo acusatorio, como el que se encuentra vigente en la Provincia del
Chaco o de Córdoba.

Es la etapa preparatoria o preliminar del proceso penal que se practica ante la hipótesis
de un delito de acción pública, realizándose en forma escrita, limitadamente pública y
relativamente contradictoria, y que tiene por finalidad reunir las pruebas útiles para
fundamentar una acusación o, caso contrario, determinar el sobreseimiento de la persona
que se encuentre imputada.

Esta etapa es preparatoria, ya que sirve para dar base a la acusación o determinar el
sobreseimiento.

Sus actos nunca podrán ingresar directamente al juicio con carácter definitivo, ni
constituir fundamento de una sentencia condenatoria, salvo que la prueba obtenida sea
ofrecida, examinada y discutida en el debate.

La diferencia esencial entre la instrucción penal y la investigación penal preparatoria,


es que la primera se encuentra a cargo del juez de instrucción y el rol del ministerio
público fiscal en esencia será la de la formulación del requerimiento fiscal para que sea
iniciada la instrucción, esto imposibilita al juez la iniciación de la investigación de oficio,
no así al fiscal de investigación quien tiene la facultad de iniciar la investigación de oficio.

En el caso de la investigación penal preparatoria estará a cargo del fiscal de


investigación con el control del juez de garantías respecto de la plena vigencia de los
principios y garantías constitucionales que rigen en todo proceso penal, por lo cual tendrá
a su cargo resolver las excepciones planteadas por las partes.

Así los roles de los distintos actores de la IPP quedará conformada de la siguiente
manera:

a) El Fiscal de investigación, que dirigirá la etapa, buscará acreditar su hipótesis de


investigación, reunirá pruebas por todos los medios lícitos disponibles - aun los que el
Código no le acuerde expresamente -, intentando así sustentar un dictamen favorable
para acreditar que quien resulta imputado por él es quien ha llevado adelante un accionar
delictivo determinado, condicionado en modo, tiempo y lugar determinados,
especificando asimismo todas las cuestiones de concurso, autoría, participación,
presencia de calificantes, agravantes, atenuantes, morigeradores o eximentes de la
responsabilidad penal.

b) El Juez de garantías, que controlará el adecuado cumplimiento de las garantías


constitucionales en el caso, practicará los actos que requieran su intervención o venia y
declarará de oficio la nulidad de cualquier instancia o actuación contraria al norte
constitucional, siempre velando por los derechos de los sujetos del proceso, muy
especialmente, la víctima y el imputado.

c) El Imputado, que debe estar siempre presente, acompañado por su Defensor, e


intentar rebatir la teoría del caso presentada por el fiscal, pudiendo proponer
prueba, producirla y llevarla ante el Juez a fin de evitar el proceso, pudiendo
asimismo proponer alguna vía alternativa al conflicto, si así lo estima conveniente.

Formas de iniciación del proceso penal:

Los actos iniciales son aquellos que dan a conocer la noticia del delito. Mediante ellos los
funcionarios, como los fiscales o jueces, o las autoridades policiales, toman conocimiento
del hecho delictivo.

Los actos promotores, por su parte, son aquellos que ponen en marcha el aparato
jurisdiccional.

Una vez que se ha tomado conocimiento del supuesto hecho delictivo, se da el acto
jurisdiccional de recepción del delito, denominado avocamiento.

Justamente con el avocamiento se da el inicio de la instrucción o la investigación penal


preparatoria.

En síntesis, podríamos decir entonces que los actos iniciales y promotores son las vías
previstas para que el conflicto social que origina la imputación penal, ingrese al proceso
judicial.

Son actos promotores:


- la denuncia
- la querella
-la investigación de oficio
La Denuncia: es un acto inicial de la instrucción que contiene la noticia del delito. Atento
a su formalidad es algo más que un simple anoticiamiento, pero no implica el ejercicio
(promoción) de la acción penal porque en sus efectos no trasciende del anoticiamiento
imputativo y de la vinculación funcional que él implica.

La denuncia es un acto de colaboración del particular para iniciar la persecución de los


delitos. Contiene la transmisión del conocimiento, y consiste en la comunicación a la
autoridad, cumplida las formalidades de la ley, sobre el conocimiento directo o indirecto
que el denunciante tiene acerca de un hecho delictuoso perseguible por el órgano público
de acusación.
Las formalidades que la ley prevé tienden a impedir el anonimato, y por ende la delación,
asegurando la responsabilidad del que la formula.

Quienes pueden denunciar:

Art 174 CPPN: “Toda persona que se considere lesionada por un delito cuya represión
sea perseguible de oficio o que, sin pretender ser lesionada, tenga noticias de él, podrá
denunciarlo al juez, al agente fiscal o a la policía. Cuando la acción penal depende de
instancia privada, sólo podrá denunciar quien tenga derecho a instar, conforme a lo
dispuesto a este respecto por el Código Penal. Con las formalidades previstas en el
capítulo IV, del título IV, del libro primero, podrá pedirse ser tenido por parte querellante.”

Forma:

Art. 175 CPPN: “La denuncia presentada ante la policía podrá hacerse por escrito o
verbalmente; personalmente, por representante o por mandatario especial. En este último
caso deberá agregarse el poder. En el caso de que un funcionario policial reciba la
denuncia en forma escrita comprobará y hará constar la identidad del denunciante.
Cuando sea verbal, se extenderá en un acta de acuerdo con el Capítulo IV, Título V, del
Libro I.”
En el caso que la denuncia sea presentada ante la fiscalía o el juez la misma deberá ser
escrita; personalmente, por representante o por mandatario especial. En este último caso
deberá agregarse el poder, debiendo ser firmada ante el funcionario que la reciba, quien
comprobará y hará constar la identidad del denunciante.

A los fines de comprobar su identidad, el denunciante podrá presentar cualquier


documento válido de identidad.

Art. 175 bis CPPN: “Cuando la denuncia escrita sea presentada ante la policía, el
funcionario que la reciba, luego de la comprobación de identidad señalada en el artículo
175 CPPN, deberá colocar en el escrito un sello que acredite la hora y el día de la
recepción, el nombre de la dependencia policial y el número de registro de la denuncia,
pudiendo otorgarle una constancia de la presentación o firmando la copia, a pedido del
denunciante.”

En ningún caso se podrá rechazar la presentación de la denuncia, sin perjuicio del


trámite judicial que ulteriormente corresponda.

Por regla la denuncia es una colaboración facultativa, pero hay casos en que se la
prohíbe y otros en los que se la impone.

Contenido:
Art. 176. CPPN:” La denuncia deberá contener, en cuanto fuere posible, la relación del
hecho, con las circunstancias del lugar, tiempo y modo de ejecución, y la indicación de
sus partícipes, damnificados, testigos y demás elementos que puedan conducir a su
comprobación y calificación legal.”

Obligación de denunciar:

Art. 177 CPPN: Tendrán obligación de denunciar los delitos perseguibles de oficio:

1°) Los funcionarios o empleados públicos que los conozcan en el ejercicio de sus
funciones.

2°) Los médicos, parteras, farmacéuticos y demás personas que ejerzan cualquier rama
del arte de curar, en cuanto a los delitos contra la vida y la integridad física que conozcan
al prestar los auxilios de su profesión, salvo que los hechos conocidos estén bajo el
amparo del secreto profesional.

Prohibición de denunciar

Art. 178 CPPN: “Nadie podrá denunciar a su cónyuge, ascendiente, descendiente o


hermano, a menos que el delito aparezca ejecutado en perjuicio del denunciante o de un
pariente suyo de grado igual o más próximo que el que lo liga con el denunciado.”

Responsabilidad del denunciante

Art. 179. - El denunciante no será parte en el proceso ni incurrirá en responsabilidad


alguna, excepto por el delito en que pudiere incurrir.

Funcionarios ante quienes se interpone la denuncia:

Art. 180 CPPN: El juez que reciba una denuncia la transmitirá inmediatamente al agente
fiscal. Dentro del término de veinticuatro (24) horas, salvo que por la urgencia del caso
aquél fije uno menor, el agente fiscal formulará requerimiento conforme al artículo 188 o
pedirá que la denuncia sea desestimada o remitida a otra jurisdicción.

Sin perjuicio de lo dispuesto en el párrafo anterior, el juez de instrucción que reciba una
denuncia podrá, dentro del término de veinticuatro (24) horas, salvo que por la urgencia
del caso fije uno menor, hacer uso de la facultad que le acuerda el artículo 196, primer
párrafo, en cuyo caso el agente fiscal asumirá la dirección de la investigación conforme a
las reglas establecidas en el título II, del libro II de este Código o pedirá que la denuncia
sea desestimada o remitida a otra jurisdicción.

La denuncia será desestimada cuando los hechos referidos en ella no constituyan delito,
o cuando no se pueda proceder.

La resolución que disponga la desestimación de la denuncia o su remisión a otra


jurisdicción, será apelable por la víctima o por quien pretendía ser tenido por parte
querellante.

Denuncia ante el agente fiscal:


Art. 181 CPPN: “Cuando la denuncia sea presentada ante el agente fiscal, éste
procederá conforme a lo dispuesto en el segundo párrafo del artículo 196 o requerirá la
desestimación o remisión a otra jurisdicción.

Denuncia ante la policía o las fuerzas de seguridad:

Art. 182. - Cuando la denuncia sea hecha ante la policía o las fuerzas de seguridad, ellas
actuarán con arreglo al artículo 186.

Iniciación por el Fiscal de oficio: Este presupuesto se da en los sistemas procesales


de carácter acusatorio, cuando es el propio fiscal quien toma conocimiento de un hecho
presuntamente delictivo y lo formaliza procesalmente.

Ése conocimiento directo se da cuando el fiscal percibe el presunto hecho a través de


sus sentidos. Así, suele darse el ejemplo del Fiscal que concurre a un espectáculo
deportivo y presencia algún hecho, o a través de la lectura de algún medio de
comunicación (televisivo, escrito, radial, electrónico) de un hecho que él considera
delictivo y entonces lo somete a proceso.

La Querella:

La querella es la vía promotora para iniciar el proceso para los delitos de acción privada.

A diferencia de lo que sucede en los casos de denuncia para los delitos de acción
pública, la querella podrá ser presentada solo por el ofendido del delito, quien asume en
el proceso el rol de “querellante exclusivo” y la titularidad de la acción penal.

Entonces, nos encontramos aquí con otra diferencia entre los delitos de acción pública y
los de acción privada, ya que mientras que en los primeros el actor penal es el
ministerio publico fiscal, en los segundos el actor penal será el querellante exclusivo.

En la querella se confunde el acto inicial con el acto promotor, porque por un lado se
presenta como un escrito por el cual se pone en conocimiento del hecho al juez, y por el
otro inicia el proceso penal.

Investigación de oficio:

Como una de las consecuencias de la aplicación del principio de oficialidad, toda vez que
la policía o el agente fiscal tomen conocimiento de un presunto hecho delictivo, a menos
que se trate de delitos de acción privada o de acción pública dependientes de instancia
privada, deberán iniciar la investigación de oficio de los hechos.

En estos casos el acto inicial es la toma directa de conocimiento del presunto hecho
delictivo; el acto promotor dependerá de quien sea el órgano que tomo conocimiento: si
es el agente fiscal, el acto promotor será el requerimiento de instrucción formal en el caso
del sistema mixto o el simple conocimiento del hecho y su posterior formalización en el
proceso en el caso del sistema acusatorio. Si es la policía, el acto promotor se dará a
través del sumario de prevención policial.

Actos de la policía judicial y de las fuerzas de seguridad:

La Policía Judicial: Prevista por la teoría y por las leyes como brazo largo del Ministerio
Público Fiscal o del Poder Judicial, o integrando sus estructuras orgánicas, o
simplemente dirigida por éstos, la realidad indica que la policía se encuentra al servicio
de los órganos que tienen a su cargo la investigación del delito.

Función:
Art. 183 CPPN: “La policía o las fuerzas de seguridad deberán investigar, por iniciativa
propia, en virtud de denuncia o por orden de autoridad competente, los delitos de acción
pública, impedir que los hechos cometidos sean llevados a consecuencias ulteriores,
individualizar a los culpables y reunir las pruebas para dar base a la acusación.”

Si el delito fuera de acción pública dependiente de instancia privada, sólo deberá


proceder cuando reciba la denuncia prevista por el artículo 6.

Atribuciones, deberes y limitaciones

Art. 184 CPPN: Los funcionarios de la policía o de las fuerzas de seguridad tendrán las
siguientes atribuciones:

1°) Recibir denuncias.

2°) Cuidar que los rastros materiales que hubiere dejado el delito sean conservados y
que el estado de las cosas no se modifique hasta que lo disponga la autoridad
competente.

3°) Disponer, en caso necesario, que ninguna de las personas que se hallaren en el lugar
del hecho o sus adyacencias, se aparten de aquél ni se comuniquen entre sí mientras se
llevan a cabo las diligencias que correspondan, de lo que deberá darse cuenta
inmediatamente al juez.

4°) Si hubiera peligro de que cualquier demora comprometa el éxito de la investigación,


hacer constar el estado de las personas, de las cosas y de los lugares, mediante
inspecciones, planos, fotografías, exámenes técnicos y demás operaciones que aconseje
la policía científica.

5°) Disponer con arreglo al artículo 230, los allanamientos del artículo 227, las requisas e
inspecciones del artículo 230 bis y los secuestros del artículo 231, dando inmediato aviso
al órgano judicial competente.

6°) Si fuere indispensable, ordenar la clausura del local en que se suponga, por
vehementes indicios que se ha cometido un delito grave, o proceder conforme al artículo
281 dando inmediato aviso al órgano judicial competente.

7°) Interrogar a los testigos.

8°) Aprehender a los presuntos culpables en los casos y formas que este Código autoriza
y disponer su incomunicación cuando concurran los requisitos del artículo 205, por un
término máximo de diez (10) horas, que no podrá prolongarse por ningún motivo sin
orden judicial. Artículo 205: El juez podrá decretar la incomunicación del detenido por un término no
mayor de cuarenta y ocho (48) horas, prorrogable por otras veinticuatro (24) mediante auto fundado,
cuando existan motivos para temer que se pondrá de acuerdo con terceros u obstaculizará de otro modo la
investigación.

En tales supuestos deberá practicarse un informe médico a efectos de verificar el estado


psicofísico de la persona al momento de su aprehensión.

9°) En los delitos de acción pública y únicamente en los supuestos del artículo 285,
requerir del sospechoso y en el lugar del hecho noticias e indicaciones sumarias sobre
circunstancias relevantes para orientar la inmediata continuación de las investigaciones.
Esta información no podrá ser documentada ni tendrá valor alguno en el proceso.
Artículo 285: Se considera que hay flagrancia cuando el autor del hecho es sorprendido en el momento de
cometerlo o inmediatamente después; o mientras es perseguido por la fuerza pública, por el ofendido o el
clamor público; o mientras tiene objetos o presenta rastros que hagan presumir vehementemente que
acaba de participar en un delito.

10) No podrán recibir declaración al imputado. Sólo podrán dirigirle preguntas para
constatar su identidad, previa lectura que en ese caso se le dará en alta voz de los
derechos y garantías contenidos en los artículos 104, párrafo 1° y último, 197, 295,
296 y 298 de este Código, de aplicación analógica al caso, todo ello bajo pena de
nulidad en caso de así no hacerse, sin perjuicio de la comunicación que hará el
juez a la autoridad superior del funcionario a los efectos de la debida sanción
administrativa por el incumplimiento.

Si hubiese razones de urgencia para que el imputado declare, o éste manifestara su


deseo de hacerlo, y el juez a quien corresponda intervenir en el asunto no estuviere
próximo, se arbitrarán los medios para que su declaración sea recibida por cualquier juez
que posea su misma competencia y materia.

11) Usar de la fuerza pública en la medida de la necesidad.

Los auxiliares de la policía y de las fuerzas de seguridad tendrán las mismas


atribuciones, deberes y limitaciones que los funcionarios para los casos urgentes o
cuando cumplan órdenes del tribunal.

Art. 184 bis CPPN: Cuando se tratare de delitos cometidos por personas que tuvieran
estado militar y en el interior de establecimientos militares o bajo control militar, la
autoridad superior militar deberá notificar a la autoridad judicial competente y tendrá las
facultades y obligaciones previstas en los incisos 2º, 3º, 4º, 8º y 9º del artículo anterior
hasta que se haga presente en el lugar la autoridad judicial competente.

Secuestro de correspondencia: Prohibición

Art. 185 CPPN: Los funcionarios de la policía y fuerzas de seguridad no podrán abrir la
correspondencia que secuestren, sino que la remitirán intacta a la autoridad judicial
competente; sin embargo, en los casos urgentes, podrán ocurrir a la más inmediata, la
que autorizará la apertura si lo creyere oportuno.

Comunicación y procedimiento:

Art. 186 CPPN: Los encargados de la prevención, comunicarán inmediatamente al juez


competente y al fiscal la iniciación de actuaciones de prevención. Bajo la dirección del
juez o del fiscal, según correspondiere, y en carácter de auxiliares judiciales, formarán las
actuaciones de prevención que contendrán:

1°) Lugar y fecha en que fueron iniciadas.


2°) Los datos personales de quienes en ellas intervinieron.
3°) Las declaraciones recibidas, los informes que se hubieran producido y el resultado de
todas las diligencias practicadas.

Concluidas las diligencias urgentes, las actuaciones de prevención serán remitidas al


juez competente o al fiscal, según corresponda.

Las actuaciones de prevención deberán practicarse dentro del término de cinco días,
prorrogables por otros cinco días previa autorización del juez o fiscal, según corresponda,
sin perjuicio de que posteriormente se practiquen actuaciones complementarias con
aquellas diligencias que quedaren pendientes.

Sanciones

Art. 187 CPPN: “Los funcionarios de la policía o de las fuerzas de seguridad que violen
disposiciones legales o reglamentarias, que omitan o retarden la ejecución de un acto
propio de sus funciones o lo cumplan negligentemente serán sancionados, salvo que se
aplique el Código Penal, por el tribunal superior de oficio o a pedido de parte y previo
informe del interesado, con apercibimiento, multa de acuerdo con el artículo 159 segunda
parte o arresto de hasta 15 días, recurribles --dentro de los tres días-- ante el órgano
judicial que corresponda, sin perjuicio de las sanciones disciplinarias que pueda
aplicarles la autoridad de quien dependa la policía o la fuerza de seguridad de que se
trate.”

El Ministerio Público Fiscal:


Clariá Olmedo define al Ministerio Público como una corporación, legalmente organizada,
de funcionarios públicos instituida en general para la defensa de determinados intereses
de la sociedad.

El Ministerio Público es un órgano independiente con autonomía funcional y autarquía


financiera, que tiene por función promover la actuación de la justicia en defensa de la
legalidad y de los intereses generales de la sociedad en coordinación con las demás
autoridades de la República.

A los fines de asegurar que sus funciones sean cumplidas en forma eficaz, la ley le
acuerda a sus miembros inmunidades funcionales, intangibilidad de remuneraciones, e
independencia con respecto a los otros poderes del estado.

La principal función del ministerio público de acuerdo a lo establecido por el CPPN es


entonces promover y ejecutar la acción penal.

Hay que aclarar que no ejerce ningún tipo de función jurisdiccional.

Actos del ministerio público fiscal:

Sin duda alguna que el principal acto que lleve a cabo el ministerio fiscal será el
requerimiento de instrucción formal.

Este es el acto mediante el cual, el agente fiscal, promueve y ejercita la acción penal
pública ante el órgano jurisdiccional.

La principal finalidad del requerimiento fiscal es entonces lograr la apertura


jurisdiccional del proceso para la averiguación de la verdad real con respecto a un
supuesto hecho delictivo.

El requerimiento es entonces el acto promotor de la acción penal, tanto en los casos de


delitos de acción pública como en los casos de delitos de acción pública dependientes de
instancia privada.

Siempre que el fiscal tomara conocimiento de un delito de acción pública, deberá realizar
las investigaciones correspondientes para formular el requerimiento de instrucción formal.

Hay que dejar en claro, que, no obstante ser el fiscal el actor penal natural dentro de los
procesos de acción pública, esto no quita que siga teniendo el carácter de un órgano
estatal objetivo, el cual deberá por ello, buscar en todo momento la verdad, pudiendo
pedir el sobreseimiento cuando a su criterio esto fuera correspondiente.

Contenido del requerimiento fiscal:

1) Las condiciones personales del imputado, o si se ignoraren, las señas o datos q


mejor puedan darlo a conocer: se debe individualizar al imputado, pero ello no es
esencial ya q basta la indicación de los datos que puedan darlo a conocer para q
más adelante se pueda lograr con el avance de la investigación su identidad.

2) La relación circunstanciada del hecho, con indicación, si fuere posible, del lugar,
tiempo y modo de ejecución, y de la norma penal que considere aplicable: la
individualización circunstanciada del hecho es el elemento más importante ya q
hace al conocimiento cabal que se debe tener del hecho para q se pueda ejercer
el derecho de defensa y proponer todas las diligencias necesarias para probarlo o
desvirtuarlo. Además opera como límite de lo q se debe investigar, de lo q será
objeto de preguntas en la declaración indagatoria o en las testimoniales, etc. Sirve
en definitiva para circunscribir al objeto procesal de investigación y la actividad
jurisdiccional.

3) La indicación de las diligencias útiles para la averiguación de la verdad: a juicio del


agente fiscal este deberá indicar cuáles son las diligencias más útiles para la
averiguación de la verdad sobre la existencia del hecho delictivo y de la participación del
imputado en el.

En los sistemas acusatorios como vimos anteriormente el Ministerio Público Fiscal tendrá
a su cargo la investigación penal preparatoria, como ser el ejemplo de la Provincia del
Chaco, en la cual se faculta al Fiscal de Investigación a practicar la I.P.P tal como lo
establece el art. 300 del código procesal penal de dicha Provincia.

Estableciéndose como excepción la investigación a cargo por el Juez de Garantías en el


art. 338.
Art. 338 CPC Chaco: LA INVESTIGACION PENAL PREPARATORIA SERA PRACTICADA POR EL
FISCAL DE INVESTIGACION Y SOLO EN EL CASO PREVISTO EN EL ARTICULO 338 ESTARA
A CARGO DEL JUEZ DE GARANTIA.
ARTICULO 338.- PROCEDENCIA. LA INVESTIGACION JURISDICCIONAL SOLO PROCEDERA
CUANDO EXISTIEREN OBSTACULOS FUNDADOS EN PRIVILEGIOS CONSTITUCIONALES.

Sobreseimiento:
El proceso penal puede agotarse cognoscitivamente antes de llegar a la sentencia, para
desincriminar al imputado.
Así ocurre cuando se dicta el sobreseimiento por el órgano jurisdiccional, el que
procede en cualquier momento de la instrucción o investigación penal, por alguna de las
causales también durante el juicio, y por la extinción de la pretensión penal en cualquier
estado y grado de todo el proceso.

Este sobreseimiento es definitivo en su eficacia sustancial, favorece al imputado con el


“non bis in idem”, al igual que la sentencia absolutoria; pero no se trata en realidad de
una absolución sino de un truncamiento del proceso que evita el juicio o sus resultados.

Oportunidad:

Art. 334 CPPN: “El juez, en cualquier estado de la instrucción, podrá dictar el
sobreseimiento, total o parcial, de oficio, o a pedido de parte, salvo el caso del artículo
336, inciso 1, en que procederá en cualquier estado del proceso.”

Alcance:

Art. 335 CPPN: “El sobreseimiento cierra definitiva e irrevocablemente el proceso con
relación al imputado a cuyo favor se dicta.”

Procedencia:

Art. 336 CPPN: El sobreseimiento procederá cuando:


1°) La acción penal se ha extinguido.
2°) El hecho investigado no se cometió.
3°) El hecho investigado no encuadra en una figura legal.
4°) El delito no fue cometido por el imputado.
5°) Media una causa de justificación, inimputabilidad, inculpabilidad o una excusa
absolutoria.

En los incisos 2, 3, 4 y 5 el juez hará la declaración de que el proceso no afecta el buen


nombre y honor de que hubiere gozado el imputado.

Forma:

Art. 337 CPPN: El sobreseimiento se dispondrá por auto fundado, en el que se


analizarán las causales en el orden dispuesto en el artículo anterior, siempre que fuere
posible.

Será apelable en el término de tres (3) días por el ministerio fiscal, y la parte querellante,
sin efecto suspensivo.

Podrá serlo también por el imputado o su defensor cuando no se haya observado el


orden que establece el artículo anterior, o cuando se le imponga a aquél una medida de
seguridad.

Efectos:
Art. 338 CPPN: “Decretado el auto de sobreseimiento se ordenará la libertad del
imputado, si estuviere detenido, se efectuarán las correspondientes comunicaciones al
Registro Nacional de Reincidencia y Estadística Criminal, y si aquél fuere total, se
archivará el expediente y las piezas de convicción que no corresponda restituir.”

La Querella:
En nuestro derecho es querellante el particular que produce querella para provocar el
proceso penal o que se introduce en un proceso en trámite como acusador, estando
legalmente legitimado.

Querella es la instancia introductiva del querellante, producida ante el órgano


jurisdiccional de acuerdo con las formalidades legales, por la que formula una imputación
tendiente a iniciar un proceso penal. Es un acto imputativo que puede contener ya la
acusación o estar dirigido a provocar la obtención de los elementos que sirvan para
fundamentarla.

El querellante es siempre acusador privado.

Para ser legitimado como querellante es la regla que se trate del ofendido, es decir el
titular del bien jurídico que el delito afecta, y puede extenderse al representante legal y a
los herederos.

Queda excluido el simplemente damnificado o el que sufre solamente un detrimento


patrimonial o moral.

Querellante Exclusivo: es la vía promotora para iniciar el proceso para los delitos de
acción privada.

A diferencia de lo que sucede en los casos de denuncia para los delitos de acción
pública, la querella podrá ser presentada solo por el ofendido del delito, quien asume en
el proceso el rol de “querellante exclusivo” y la titularidad de la acción penal.

Entonces, nos encontramos aquí con otra diferencia entre los delitos de acción pública y
los de acción privada, ya que mientras que en los primeros el actor penal es el ministerio
publica fiscal, en los segundos el actor penal será el querellante exclusivo.

Querellante conjunto: Lo dicho anteriormente no impide que en los procesos de acción


pública pueda el ofendido concurrir a participar del proceso. Podrá hacerlo, solo que lo
hará como un querellante adhesivo o conjunto, junto al ministerio publico fiscal. Es decir,
su participación dependerá de la actividad y el impulso que realice el Ministerio Público
Fiscal.

Derecho de querella

En los casos de delitos de acción privada el Art. 7° del CPPN establece:

La acción privada se ejerce por medio de querella, en la forma especial que establece
este Código.
Art. 82 CPPN: Toda persona con capacidad civil particularmente ofendida por un delito
de acción pública tendrá derecho a constituirse en parte querellante y como tal impulsar
el proceso, proporcionar elementos de convicción, argumentar sobre ellos y recurrir con
los alcances que en este Código se establezcan.

Cuando se trate de un incapaz, actuará por él su representante legal.

Cuando se trate de un delito cuyo resultado sea la muerte o la desaparición de una


persona, podrán ejercer este derecho el cónyuge, el conviviente, los padres, los hijos y
los hermanos de la persona muerta o desaparecida;

Si se tratare de un menor, sus tutores o guardadores, y en el caso de un incapaz, su


representante legal.

UNIDAD VIII

“La prueba en el Proceso Penal”

Concepto:

En un sentido amplio la prueba puede ser conceptuada como aquellos datos encargados de confirmar o
desvirtuar una hipótesis o afirmación precedente.

En sentido estricto del proceso penal puede ser vista como, todo lo que pueda servir al descubrimiento de
la verdad de los hechos que en el proceso se investigan y respecto de los que se pretende actuar la ley
sustantiva.

Importancia de la prueba:

La prueba es muy importante dentro del proceso por dos cuestiones:

- en primer lugar, porque es el modo más confiable para descubrir la verdad real. En este sentido se dice
que la prueba es el único medio seguro de lograr la reconstrucción conceptual del acontecimiento
histórico sobre el cual versa el procedimiento penal. Hay que aclarar que la verdad que se sigue en el
proceso penal, no es la que se busca en el proceso civil, conocida tradicionalmente como “verdad formal”.

En términos sencillos la verdad real, que es la que se busca en el proceso penal, puede ser conceptuada
como la adecuación entre la idea que se tiene de un objeto y lo que ese objeto es en realidad.

Función de garantía:

Conforme al sistema jurídico vigente, es la mayor garantía contra la arbitrariedad de la decisión judicial.

En la resolución judicial solo podrán admitirse como ocurridos los hechos o circunstancias que hayan sido
acreditados mediante pruebas objetivas, lo que impide que la resolución sea fundada en elementos
puramente subjetivos.

La convicción de culpabilidad necesaria para condenar, únicamente puede derivar de los datos probatorios
legalmente incorporados al proceso.

En síntesis, quien condena al imputado no es el juez ni el fiscal, sino la prueba.

Estados intelectuales respecto de la verdad:


La prueba va impactando en la conciencia del juez a lo largo de todo el proceso. Esto genera diferentes
estados de conocimiento:

- Improbabilidad: habrá improbabilidad cuando la coexistencia entre elementos negativos y positivos


permanezca, pero los elementos negativos se presenten como superiores a los positivos.

- Probabilidad: habrá probabilidad cuando la coexistencia entre elementos positivos y negativos


permanezca, pero los elementos positivos se presenten como superiores en fuerza a los negativos.

- Certeza: es la firme convicción de estar en posesión de la verdad. La certeza puede ser positiva, en cuyo
caso se tiene la creencia de que algo existe, o negativa, en cuyo caso se tiene la creencia de que algo no
existe.

- Duda: entre la certeza positiva y la certeza negativa se viene a ubicar la duda como una indecisión del
intelecto. En pocas palabras podemos decir que la duda es una oscilación, porque el intelecto es llevado
hacia el sí, y luego hacia el no, sin poder quedar en ninguno de los dos extremos.

Trascendencia de los estados intelectuales en las distintas etapas del proceso

- En el inicio del proceso: no interesa en este momento que exista en el juez ningún tipo de
convencimiento sobre la verdad del objeto que se presenta para ser investigado. Solo se requiere la
afirmación por parte de los órganos públicos autorizados (Ministerio Fiscal y Poder Judicial) de la posible
existencia de un hecho delictivo.

- Para vincular a una persona al proceso como posible responsable del delito: se requiere motivos
bastantes para sospechar su participación punible. Ello impedirá el sometimiento de una persona al
procedimiento si se tiene la certeza de que no hubo participación punible, o esta aparece como
improbable. Sin embargo, en caso de duda, corresponderá la convocatoria.

- En el momento de resolver la situación legal del imputado: 10 (diez) días después de haberse recibido la
declaración indagatoria, se podrán dictar las siguientes resoluciones según el estado intelectual al que
hubiera arribado el juez:

1- certeza negativa. En este caso el juez deberá ordenar el sobreseimiento del imputado. Esta resolución
procederá cuando sea evidente que la pretensión represiva se ha extinguido, cuando no encuadre en una
figura penal, o cuando medie alguna causa de justificación, inculpabilidad, inimputabilidad o alguna excusa
absolutoria

2- probabilidad. El juez deberá ordenar el procesamiento del imputado. Esto se da en los casos en los que
hay elementos de convicción suficientes para estimar que existe un hecho delictuoso y que el imputado es
culpable como partícipe del mismo 3- duda. Por no existir mérito para ordenar el procesamiento, ni
tampoco para sobreseer, se dictara un auto de falta de merito - En el momento de la clausura de la
instrucción y la elevación a juicio: se puede dar lo siguiente: 1- certeza negativa. Determina el
sobreseimiento 2- probabilidad. Determina la elevación a juicio 3- duda. Se dicta la prorroga extraordinaria
de la instrucción - En la oportunidad del dictado de la sentencia definitiva: si hay una certeza positiva
acerca del delito y de la identidad del autor del mismo, se debe condenar. Si hay una certeza negativa, se
debe absolver.

Elemento de prueba:

El elemento de la prueba es todo dato que se incorpora legalmente al proceso, capaz de producir un
conocimiento cierto o probable acerca de los extremos de la imputación.
Este dato debe provenir del mundo externo al proceso, y no ser un fruto del conocimiento privado del
juez.

Es un requisito esencial del elemento probatorio su legalidad.

Prueba Ilícita:

Su posible ilegalidad podrá originarse en dos motivos:

Irregular obtención

Cualquier dato probatorio que se obtenga en violación a las garantías individuales constitucionalmente
reconocidas, será considerado ilegal, y por ende, carecerá de valor para fundar la convicción del juez.

Del orden jurídico vigente surge la prohibición de utilizar ciertos métodos para la obtención de las
pruebas. Están prohibidos, por ejemplo:

 la coacción física o psíquica sobre la persona para obtener un reconocimiento o declaración


 la declaración de ascendientes y descendientes del imputado como testigos en su contra
 el indicio de culpabilidad derivado de la abstención de declarar del imputado
 entre otras

Incorporación irregular

El ingreso del dato probatorio en el proceso deberá realizarse respetando el modo para hacerlo previsto
en la ley específicamente, o el analógicamente aplicable.

Cuando la ley impusiera alguna formalidad especial, la inobservancia de ella será causal suficiente para
que se tenga a la prueba como irregularmente incorporada.

Por ejemplo: si se trata de un acto definitivo e irreproducible y no se notifica a las partes.

Otras veces, en virtud de las características propias de la etapa del proceso que se tramita, se impone una
forma de recepción determinada.

Por ejemplo: durante el juicio, los testimonios se recibirán en forma oral.

Doctrina del fruto del árbol envenenado:

La lógica de esta doctrina implica es que, si la fuente de la prueba “el árbol” se corrompe, entonces
cualquier cosa que se gana de él “el fruto” también lo está.

Esto implica que la tacha de ilegalidad deberá alcanzar no sólo a las pruebas que constituyan en sí mismas
el corpus de la violación a la garantía constitucional (Por ejemplo: la confesión obligada), sino también a
las que se pudieran colectar gracias a aquel quebrantamiento; es decir, a las que sean sus consecuencias
necesarias e inmediatas – pruebas ilícitas por derivación– (Por ejemplo: el secuestro de efectos del delito
en el lugar indicado por la confesión forzada), siempre que éstas no hubiesen podido obtenerse
igualmente sin la vulneración de aquélla.

Lo contrario importaría una interpretación indebidamente restrictiva del ámbito de actuación de la


garantía constitucional, pues se la reduciría a los casos de quebrantamiento palmario y evidente,
privándola de operatividad en las hipótesis de vulneración larvada o encubierta (Núñez), legitimando el
fruto de su violación, lo que alteraría su esencia. Además, al otorgarle a la violación de la Constitución
alguna eficacia (aun indirecta), significaría estimularla en la práctica.

Cierto es que estas soluciones pueden llevar a la impunidad de algún delito.

Pero no es menos cierto que el orden jurídico ha optado en muchos casos por ella, si éste fuera el precio
de la tutela de otros valores o intereses que ha considerado más valiosos que el castigo del ilícito,
dándoles una protección de rango constitucional (y a veces también a través de legislación de jerarquía
inferior).

Objeto de la prueba:

El objeto de la prueba es aquello susceptible de ser probado, es decir, aquellos sobre lo que debe o puede
recaer la prueba.

 Sobre que puede recaer la prueba:

- sobre hechos, los cuales pueden ser naturales, la lluvia por ejemplo, físicos, una lesión por ejemplo, o
psíquicos, la intención homicida por ejemplo - sobre la existencia de cualidades, como por ejemplo las
cualidades de una persona, cosa o lugar - sobre las normas de la experiencia común, como por ejemplo los
usos y costumbres comerciales - sobre el derecho no vigente, como por ejemplo una norma extranjera.

 No serán objeto de prueba

- Los hechos notorios, por ejemplo quien es el actual presidente - Los hechos evidentes, por ejemplo que
tratándose de una persona se puede denotar que esta camina y habla, etc. La existencia del derecho
positivo vigente, porque se presume conocido. - Aquellos temas sobre los cuales las leyes prohíben hacer
prueba.

Todas estas cuestiones no serán objeto de prueba, salvo que sean controvertidas y razonables.

Qué se debe probar concretamente en un proceso penal

- La existencia del hecho delictuoso.

- Las circunstancias que lo califiquen, agraven, atenúen, justifiquen o influyan en su punibilidad.

- Individualización de sus autores y participes.

- La verificación de su edad, educación y antecedentes entre otras cosas.

- Los motivos que lo hubieran llevado a delinquir.

- Las demás circunstancias que aporten datos acerca de su mayor o menor peligrosidad.

- La extensión del daño causado.

- Si se hubiera entablado acción resarcitoria, la concurrencia de las situaciones que generen la


responsabilidad civil del imputado.

Medio de prueba:
El medio de prueba es el procedimiento establecido por la ley tendiente a lograr el ingreso del elemento
de prueba en el proceso.

Los medios de prueba tienden a posibilitar que el dato probatorio existente fuera del proceso, penetre en
él para ser conocido por el tribunal y las partes.

Órgano de prueba:

El órgano de prueba es el sujeto que pone un elemento de prueba y lo transmite al proceso. Su función es
la de intermediario entre la prueba y el juez.

El órgano de prueba puede haber tomado conocimiento del dato accidentalmente, en el caso de un
testigo, por ejemplo, o por encargo, en el caso de los peritos, por ejemplo.

Ejemplo: Elemento, órgano, medio y objeto de prueba en la Testimonial

- Objeto de la prueba: aquello que se investiga y sobre lo cual se interroga al testigo para que diga lo que
sepa al respecto.

- Medio de prueba: la regulación legal acerca del testimonio (obligación de atestiguar, citación y
compulsión del testigo, forma de la declaración).

-Órgano de prueba: el testigo.

- Elemento de prueba: el dicho del testigo, sus manifestaciones y respuestas sobre lo que se le interroga.

Libertad probatoria en el Proceso Penal:

El principio general nos dice que en el procedimiento penal todo se puede probar y por cualquier medio de
prueba.

Es posible hacer prueba no solo con los medios expresamente regulados en la ley, sino también con
cualquier otro no reglamentado, siempre que sea adecuado para descubrir la verdad real.

Alcances: Esto no significa que se haga prueba de cualquier modo –ya que hay que respetar las
regulaciones procesales de los medios de prueba–, ni mucho menos “a cualquier precio”, pues el orden
jurídico impone limitaciones derivadas del respeto a la dignidad humana u otros intereses (por ejemplo:
secreto profesional).

Su vigencia se justifica en cuanto se lo relaciona con la necesidad de procurar la verdad real sobre la
acusación, extendiéndose tanto al objeto como a los medios de prueba.

Sin embargo, el principio no es absoluto porque existen distintos tipos de limitaciones sobres ambos
aspectos.

Libertad en cuanto al objeto:

En virtud de la máxima en cuestión, es posible hacer prueba sobre cualquier hecho o circunstancia
interesante para la investigación. Tal interés debe derivar de la relación de lo que se quiere probar, con los
hechos de la causa (pertinencia), y no de cualquier otro motivo.

Limitaciones:
La prueba no podrá recaer sobre hechos o circunstancias que no estén relacionadas con la hipótesis que
origino el procedimiento de modo directo o indirecto (pertinencia de la prueba y utilidad de la prueba);
hay ciertos temas sobre los cuales no se puede probar por expresa prohibición de la ley penal (por
ejemplo: la prueba de la verdad de la injuria)

Libertad en cuanto a los medios:

Significa que no se exige la utilización de un medio determinado para probar un objeto específico, y si bien
se debe recurrir al que ofrezca mayores garantías de eficacia, el no hacerlo carece de sanción alguna y no
impide el descubrimiento de la verdad por otros medios, pues todos son admisibles al efecto.

Limitaciones: Sin embargo, la omisión de llevar a cabo aquél, pudiendo hacerlo, practicando, en cambio,
uno que ofrezca menos garantía de eficacia (por ejemplo: no ordenar el reconocimiento en rueda de
personas y conformarse con interrogar a la víctima en el debate sobre “si conoce al señor allí sentado” –en
el banquillo de los acusados, claro–) configurará un caso de arbitrariedad, ajeno al principio de libertad
probatoria.

Es que aquella libertad, como cualquier otra procesal que se acuerde a los jueces, tiene como condición de
su existencia la responsabilidad de su ejercicio: ni la libertad probatoria ni la libre convicción pueden ser
usadas como “patentes de corso” probatorias.

Alcances: Es posible hacer prueba no sólo con los medios expresamente regulados por la ley, sino con
cualquier otro no reglamentado, siempre que sea científicamente adecuado para descubrir la verdad.

Las leyes imponen la obligación de ejecutar “todas las diligencias conducentes al descubrimiento de la
verdad”, a cuyo fin, además de los medios de prueba específicamente regulados, se autoriza, por ejemplo,
la realización de las “demás” operaciones que aconseje la policía científica.

Cada prueba se ajustará al trámite asignado, y cuando se quiera optar por un medio probatorio no
previsto, se deberá utilizar el procedimiento regulado que le sea analógicamente más aplicable, según la
naturaleza y modalidades de aquél.

Excepciones:

Pero el principio de libertad probatoria con relación a los medios de prueba, admite algunas excepciones.
En primer lugar, no corresponde admitir medios de prueba que afecten la moral, o expresamente
prohibidos, (por ejemplo: utilización de cartas sustraídas) o incompatibles con nuestro sistema procesal
(por ejemplo: juramento decisorio) o con el ordenamiento jurídico argentino (que tiendan a quebrantar la
inviolabilidad de la conciencia humana).

Tampoco serán admisibles aquellos no reconocidos por la ciencia como idóneos para generar
conocimientos (Ej: adivinación) o los que puedan producir alteraciones físicas o psíquicas (Ej: sueros de la
verdad).

En segundo lugar, para acreditar determinado objeto de prueba la ley puede establecer un medio
probatorio específico con carácter obligatorio.

Sobre el punto cabe citar, como ejemplo indiscutible, lo relativo al estado civil de las personas que, según
la mayoría de los códigos, sólo puede probarse conforme a lo establecido por la ley, o la inimputabilidad
por enfermedad mental, que requiere dictamen pericial, tanto para disponer la internación respectiva,
como para ordenar su cesación (art. 34, inc. 1. CP), o la condena anterior, acreditable sólo por instrumento
público (ley 22.117), o la titularidad del dominio de un automóvil (art. 1º, Dec. 6582/58; ley 14467).
Actividad probatoria:

En un sentido amplio, la actividad probatoria consiste en el deber que tienen los órganos predispuestos
por el Estado para obtener, asegurar y conservar los elementos que acreditan la existencia de un hecho
que se presume delictuoso. Actividad que también es permitida a las demás partes que integran la
relación procesal.

En un sentido restringido, consiste en la actividad de todos los sujetos procesales a fin de introducir y
utilizar en el proceso los objetos, los órganos y los medios de prueba.

La actividad probatoria se cristaliza inicialmente con los elementos que la policía incorpora por iniciativa
propia, o por los que indica la denuncia.

Responsabilidad Probatoria:

A diferencia del procedimiento civil en el cual rige por lo general la carga de la prueba, en el procedimiento
penal este principio no tiene mayor aplicación.

En relación al imputado, como goza de un estado jurídico de inocencia, no tiene obligación de probar su
inculpabilidad, al contrario, corresponde al estado por medio de sus órganos autorizados demostrar su
responsabilidad penal.

El ministerio fiscal tampoco tiene la carga de la prueba de la acusación, porque su interés no es de


condena, sino de justicia. Por ello cualquier inactividad suya debe ser suplida por el tribunal.

Es el tribunal entonces quien tiene el deber de investigar la verdad mediante la correspondiente


actividad probatoria.

Momentos de la actividad probatoria:

 Proposición

Es la solicitud que el ministerio fiscal y las partes formulan ante el tribunal para que se disponga la
recepción de un medio de prueba.

- En la instrucción, el ministerio fiscal y las partes tienen la facultad de proponer diligencias. En todos los
casos el juez de instrucción dispondrá la realización de las respectivas diligencias probatorias, solo si las
estimare pertinentes y útiles. La negativa no dará lugar a recurso alguno, es decir, que la facultad de la
parte no corresponde la obligación del juez de aceptar las propuestas. Es decir que el límite que tiene el
juez para no proceder a recoger la prueba ofrecida es la pertinencia y la utilidad de las mismas.

Se entiende por diligencias pertinentes a aquellas que corresponden y que interesan al objeto del
proceso. Por el contrario de trata de diligencias útiles las que producen provecho o sirven a los intereses
del proceso. También será rechazado por el juez las pruebas superabundantes siendo suficiente lo
acreditado por otros medios.

- En juicio, el ministerio fiscal y los sujetos privados tienen un derecho a ofrecer pruebas y el tribunal tiene
el deber de recibirlas, si fueron oportunamente ofrecidas claro está, con la excepción de aquellas que se
presenten como impertinentes o superabundantes

 Recepción
Ocurre cuando el tribunal lleva a cabo el medio de prueba posibilitando el efectivo ingreso en el proceso
del dato probatorio que resulta de su realización.

- Durante la instrucción, el juez debe realizar de oficio o a pedido del ministerio fiscal y las partes, todas
las diligencias probatorias conducentes al descubrimiento de la verdad, que se harán constar en acta, y
que solo servirán para dar base a la acusación. Si se las quiere usar para fundar la sentencia deberá ser
reproducidas en el juicio. La prueba podrá incorporarse sin conocimiento ni intervención de los
defensores de las partes cuando la instrucción sea secreta.

Sin embargo, en caso de actos definitivos e irreproducibles, no habrá posibilidad alguna de evitar la
intervención de los defensores de las partes, a quienes se deberá notificar previamente a su realización,
bajo pena de nulidad.

El ministerio fiscal podrá participar en todos los actos de instrucción, pues para el no hay secreto de
ningún tipo. Deberá ser notificado de los actos definitivos e irreproducibles al igual que los defensores.

- Durante el juicio, el tribunal deberá en principio, limitarse a recibir solo la prueba oportunamente
ofrecida por el ministerio fiscal y por las partes. Sin embargo, dispondrá de oficio, cuando nadie hubiere
ofrecido prueba, la recepción de las pertinentes y útiles producida en la instrucción. También podrá
ordenar las indispensables que se hubieran omitido en esa etapa. La recepción de las pruebas durante el
juicio no podrá llevarse a cabo sin la presencia del fiscal, del imputado y del defensor bajo pena de
nulidad.

 Valoración

Es la operación intelectual destinada a establecer la eficacia conviccional de los elementos de prueba


recibidos. Es la merituación que hacen los jueces en las distintas etapas del proceso.

Si bien es una tarea principalmente a cargo de los órganos jurisdiccionales, también corresponde a las
partes civiles, al ministerio fiscal y al defensor del imputado.

- Durante la instrucción, el ministerio fiscal y la defensa tendrá la oportunidad de merituar los elementos
de prueba recibidos para tratar de demostrar que son suficientes para la elevación de la causa a juicio, o al
contrario, que no lo son, para pedir el sobreseimiento o la prorroga extraordinaria.

- Durante el juicio, se deberá valorar la prueba recibida en el debate intentando evidenciar su eficacia para
provocar la certeza necesaria para condenar, o para sobreseer en caso de que carezca de tal idoneidad.

Sistemas de valoración de las pruebas

- Prueba legal: en este sistema es la ley procesal la que pre – fija de modo general, la eficacia conviccional
de cada prueba, estableciendo bajo que condiciones el juez debe darse por convencido de la existencia de
un hecho, y a la inversa, señalando los casos en que no puede darse por convencido. Este es un sistema
propio de los procesos inquisitivos, y no es el mas apropiado para descubrir la verdad real, porque puede
ocurrir que la realidad de lo acontecido pueda probarse de un modo distinto al previsto en la ley

- Íntima convicción: en este sistema la ley no establece regla alguna para la apreciación de la prueba. El
juez es libre de convencerse. Se caracteriza por la inexistencia de la obligación de fundamentar la decisión
judicial. Es un sistema propio de los procesos con jurado popular. Tiene como ventaja el hecho de que no
se ata al juez a reglas pre – establecidas. Tiene como desventaja el hecho de que no exige motivación del
fallo, dando lugar a decisiones arbitrarias.

- Sana crítica racional: al igual que el sistema anterior, establece la más plena libertad de convencimiento
de los jueces, pero exige, a diferencia de aquel, que las conclusiones a que se llega sean el fruto racional
de las pruebas en que se la apoye. Si bien el juez no tiene reglas que limiten su posibilidad de convencerse,
su libertad encuentra un límite: el respeto a las normas de la sana crítica.

Las características de este sistema son:

a- posibilidad de que el magistrado valore la prueba con total libertad


b- el respeto a las reglas de la sana critica, es decir, a las normas de la lógica y de la experiencia
común.
c- la necesidad de motivar las resoluciones, es decir, la obligación de los jueces de proporcionar las
razones de su convencimiento, demostrando el nexo racional entre sus afirmaciones o negaciones
y los elementos de prueba utilizados para alcanzarlas

Medios de Prueba en Particular:

Inspecciones

Clariá Olmedo dice que la inspección es el medio probatorio cumplido por el juez inmediatamente sobre el
mundo físico, consistente en la observación y examen de personas, cosas o lugares, que se estiman
relacionados con el hecho imputado. Obviamente a la percepción u observación, le sigue la consiguiente
descripción de los elementos en cuestión.

La principal característica de este medio probatorio, es que es el propio juez, quien en forma directa,
percibe con sus sentidos materialidades que pueden ser útiles por si mismas para la reconstrucción del
hecho que se investiga.

Nos dice nuestro CPP que el juez de instrucción realizara en forma directa la comprobación, mediante la
inspección, de personas, lugares y cosas, rastros y otros efectos materiales que el hecho haya dejado,
describiéndolos detalladamente, y cuan do sea posible, conservándolos como elementos probatorios
útiles.

El juez también podrá ordenar todo tipo de operaciones técnicas y científicas convenientes pudiendo
llamar a testigos, peritos e intérpretes.

Clases de inspecciones

- Inspección de personas: puede tener por fin determinar la individualización de una persona, según tenga
en su cuerpo señales o no (tatuajes por ejemplo). Otra alternativa de inspección seria la expresión corporal
mental del imputado, cuidando que se respete su pudor.

Cuando no se trate del imputado la inspección podrá llevarse a cabo en casos de graves y fundadas
sospechas o de absoluta necesidad.

- Inspección de cadáveres: para obtener huellas del cuerpo y resultados del delito que permitan esclarecer
la trayectoria de la bala, distancia de donde se efectuó el disparo, y otros datos relacionados con el hecho.
En estos casos el auxilio pericial es también realmente importante.

Nuestro CPP permite la identificación de cadáveres por medio de testigos antes del entierro o previo a su
exhumación

- Inspección de cosas: a fin de comprobar mediante aquellas los rastros o efectos materiales que el hecho
ha dejado.
El concepto de cosa es amplio comprende toda corporalidad física, entendiendo por esta a todo aquello
que tiene entidad material susceptible de ser captado, por ejemplo una huella digital permite que sea
inspeccionada o recogida. Se excluyen de la inspección de las cosas los bienes inmuebles por estar
asimilados a la inspección de lugares.

- Inspección de lugares: para verificar la existencia de elementos, señas o huellas que haya dejado el
delito, por ejemplo sangre en la pared, ubicación del cadáver, la forzadura de una puerta o la rotura de
una ventana, etc.

La inspección de lugares puede practicarse además para verificar otras cosas por ejemplo, luminosidad en
que se produjo el hecho, cantidad de gente que camino en determinado horario, etc.

Reconstrucción del hecho

El juez podrá ordenar la reconstrucción del hecho, de acuerdo con las declaraciones recibidas u otros
elementos de convicción, para probar si se efectuó o pudo efectuarse de un modo determinado.

Nunca se obligara al imputado a intervenir en el acto, el que deberá practicarse con la mayor reserva
posible para evitar la presencia de extraños que no deban actuar.

Procedimiento

Tanto el juez de instrucción como el agente fiscal en los casos de citación directa si práctica información
sumaria conforme a las reglas de la instrucción formal podrán llevar a cabo inspecciones.

También las inspecciones podrán practicarse por la Cámara en el debate, ya sea por ofrecimiento de
prueba de las partes de oficio o como elementos indispensables en el curso del debate.

La policía entre sus atribuciones puede si hubiere peligro en que cualquier demora comprometa el éxito
de la investigación, realizar inspecciones por medio de planos, fotografías, exámenes técnicos, etc.

Facultades coercitivas:

Para asegurar los resultados del esfuerzo probatorio, la ley autoriza ciertas restricciones derechos
personales o reales del imputado o de los terceros, siempre que estas se presenten como indispensables
para garantizar la producción o fiel conservación de la prueba. Así por ejemplo:

- El imputado podrá ser restringido en su libertad personal cuando hubiese motivos para pensar que podrá
intentar destruir los rastros del hecho o que existiese peligro de fuga. - La sospecha de que en un lugar
existen cosas pertinentes para la investigación del delito, posibilitara su allanamiento. Entre otras Registro

El registro no es otra cosa que la observación de un lugar en búsqueda de cosas y personas relacionadas
con el delito que se investiga, con la finalidad de relacionarlos al proceso. Su resultado puede ser positivo
o negativo.

Registro domiciliario o allanamiento

El registro domiciliario, denominado “perquisición”, puede conceptualizarse como la indagación material


que tiene por finalidad asegurar para el proceso cosas que pueden servir a la prueba, o arrestar al
imputado o a otra persona.

Son caracteres del registro domiciliario:

- se presenta como un medio coercitivo


- es de aplicación restrictiva y excepcional, pues afecta al derecho constitucional de la inviolabilidad de la
propiedad privada. Si bien el artículo 18 de la CN establece la inviolabilidad del domicilio, también dispone
que una ley será la encargada de determinar en qué casos y con qué justificativos podrá procederse a su
allanamiento y ocupación

Finalidad del registro

Esta medida tiene por objeto que no se sustraiga de la justicia, el imputado, el evadido o se pierdan
elementos probatorios de importancia para la causa. Para ello se busca:

- Determinar si existen cosas pertinentes al delito que se investiga

- Si se pudiera, procurar allí la detención del imputado

- Si se pudiera, procurar allí la detención de una persona sospechada de criminalidad

- Si se pudiera, procurar allí la detención de una persona evadida

Procedimiento para el allanamiento

Orden:

Los allanamientos solo serán válidos si encuentra su fundamento en una orden judicial previa.

El juez ordenara el allanamiento por decreto fundado, siempre que haya motivos suficientes para presumir
que existen elementos que pueden ser conducentes para la resolución del caso

Hay que aclarar que al exigirse un decreto fundado no se está haciendo referencia a una consignación
somera de las razones, sino que se deben dar explicaciones concretas de por qué se toma la medida.

Además de fundado debe ser escrito indicando:

- el nombre de la persona que el juez autoriza para llevar a cabo el registro,

- el lugar a allanar,

- la autorización de hacer uso de la fuerza pública en caso de que le destinatario de la orden se niegue a
cumplirla.

En la práctica se demuestra que la medida es llevada a cabo por los funcionarios de la policía por
delegación del juez de instrucción, en cuyo caso la orden debe ser minuciosa y labrada el acta con la
presencia de testigos.

Cuando se trate de lugares o espacios vacíos o lugares públicos de reunión, donde el sospechado puede
refugiarse con cierta impunidad, o esconder objetos relacionados con el delito, no serán necesarias las
exigencias referentes a la orden de allanamiento.

La CSJN ha sostenido que por más que exista consentimiento del propietario del domicilio o responsable
del local registrado, de todas maneras, debe existir la orden judicial emanada por el tribunal competente
para que este acto se encuentre legalmente legitimado. Si no existe tal orden estamos en presencia de una
violación del domicilio.

Notificación:
La orden de allanamiento será notificada al que habite en el lugar en que debe efectuarse. Cuando esté
ausente, a su encargado, o a falta de este a cualquier persona mayor de edad que se encuentre en el lugar,
prefiriendo a los familiares de primero.

 Al notificado se le invitara a presenciar el registro.

Cuando no se encontrare a nadie, ello se hará constar en el acta por ante 2 testigos prefiriéndose a
vecinos.

Practica del allanamiento

Cuando el registro deba realizarse en lugar habitado la diligencia solo podrá comenzar desde que sale el
sol hasta que se pone, salvo que el interesado preste su consentimiento. En casos de suma gravedad y
urgencias en que peligre el orden público podrá efectuarse a cualquier hora.

En el caso de locales comerciales, oficinas administrativas, para poder registrarse se deberá dar aviso a las
personas en cuyo cargo estuvieran los locales, salvo que fuere perjudicial para la investigación.

Practicado el registro se consignará en el acta las circunstancias de interés para la investigación. El acta
será firmada por los concurrentes y si alguien no lo hiciere se impondrá la razón.

Allanamiento sin orden

La policía judicial podrá proceder al allanamiento de morada sin previa orden judicial cuando se trate de
casos de suma urgencia o este en juego el orden público o se encuentren en peligro bienes jurídicos de
terceros.

El fundamento que obliga a quebrar la garantía constitucional de la inviolabilidad del domicilio esta dado
en el hecho de que en estos supuestos existen intereses superiores que lo justifican, tales como la
necesidad de un accionar rápido para salvaguardar personas o sus bienes en peligro.

De todas formas, para evitar que esta facultad sea utilizada en forma indiscriminada, la misma ha sido
limitado mediante la enumeración taxativa en el CPP de los supuestos en los cuales se puede allanar sin
orden.

CPP: Art. 227. - No obstante lo dispuesto en los artículos anteriores, la policía podrá proceder al
allanamiento de morada sin previa orden judicial cuando:

1°) Por incendio, explosión, inundación u otro estrago se hallare amenazada la vida de los habitantes o la
propiedad.

2°) Se denunciare que personas extrañas han sido vistas mientras se introducían en una casa o local, con
indicios manifiestos de ir a cometer un delito.

3°) Se introduzca en una casa o local algún imputado de delito a quien se persigue para su aprehensión.

4°) Voces provenientes de una casa o local anunciaren que allí se está cometiendo un delito o pidan
socorro.

5°) Se tenga sospechas fundadas de que en una casa o local se encuentra la víctima de una privación ilegal
de la libertad y corra peligro inminente su vida o integridad física (artículo 34 inciso 7 del CODIGO PENAL
DE LA NACION). El representante del MINISTERIO PUBLICO FISCAL deberá autorizar la diligencia y será
necesaria su presencia en el lugar.
Órgano ejecutor

La regla es que el único facultado para ordenar el allanamiento es el órgano jurisdiccional. Durante la
instrucción formal, el juez de instrucción. Eventualmente la Cámara cuando practica una instrucción
suplementaria o durante el debate y cuando nuevas pruebas hicieran indispensables, ordenarse tal
allanamiento.

La requisa

La requisa es la búsqueda de cosas relacionadas con un delito, efectuada en el cuerpo o repo de una
persona.

Tanto en la requisa persona como en el registro domiciliario deben existir elementos objetivos que hagan
presumir que se podrán hallar elementos vinculados al delito que se investiga.

Procedimiento

El juez ordenará la requisa a una persona, mediante decreto fundado siempre que haya motivos
suficientes para presumir que oculte en su cuerpo cosas relacionadas con un delito. Antes de proceder a la
medida podrá invitársela a exhibir el objeto de que se trate. En caso de negativa, se procederá con la
requisa compulsiva, respetando siempre el pudor del sujeto y las formas previstas por la norma procesal.

Las requisas se practicarán separadamente, respetando en lo posible el pudor de las personas. Si se


hicieren sobre una mujer, serán efectuadas por otra, salvo que esto importe demora perjudicial a la
investigación.

La operación se hará constar en acta que firmará el requisado, si no la suscribiere se indicará la causa.

Secuestro

El secuestro puede ser conceptuado como el desapoderamiento legitimado por orden judicial de una cosa
mueble que se encontraba en poder de un particular, por estar involucrada en una causa penal.

El secuestro se presenta como una medida de coerción real ordenada por el juez respecto de cosas
relacionadas con el delito o sujetas a confiscación, y que sirven como medios de prueba.

Debido a que es una medida que afecta el derecho constitucional de propiedad, deberá ser aplicada con
un criterio restrictivo, toda vez que la obtención del objeto en cuestión no se pueda dar por otras vías.

Orden de presentación

En ciertas situaciones, cuando objetos o documentos se encuentran en poder de personas o entidades, el


juez podrá ordenar la presentación al juzgado de los mismos fijándose un plazo perentorio cuando con ello
no peligre la investigación.

La ley faculta en estos casos al juez para que, en vez de dictar la orden de secuestro, y si lo considera
oportuno, disponga que el objeto o documento le sea presentado en forma voluntaria por el requerido. .

A diferencia de lo que sucede con el registro domiciliario, que debe dictarse por resolución fundada, la
orden de presentación puede dictarse por simple decreto, bajo pena de secuestro.

Existe una limitación con respecto a la facultad del juez de pedir la presentación de objetos o documentos
relacionados con la causa, y está dada en que la orden no puede ser dirigida a las personas que pueden
abstenerse a declarar como testigos, por razones de parentesco, secreto profesional o secreto de estado,
por ejemplo.

El fundamento de esta limitación tiene que ver con el hecho de que no tendría sentido autorizar a estos
sujetos a guardar silencio con respecto al delito, si luego se les exigiera que entregaren por ejemplo, el
arma con que se lo cometió.

Custodia o depósito de la cosa secuestrada

El secuestro no tiene un fin en sí mismo, si no que, por el contrario, su importancia consiste en la


conservación y aseguramiento de los objetos y documentos, para poder tenerlos a disposición de tribunal
cuantas veces lo juzgue conveniente y cumplir su efecto en todas las etapas de proceso.

El órgano jurisdiccional deberá asegurar las cosas secuestradas con el sello del tribunal y con la firma del
juez y secretario, debiéndose firmar los documentos en cada una de sus hojas.

El CPP de la Nación impone una serie de deberes respecto de los bienes secuestrados:

- inventariarlos de manera que en cualquier momento pueda requerirse para el tribunal, - designarse el
lugar donde deben quedar la cosa o efectos secuestrados

- si la necesidad lo impusiera se seguirán las reglas del depósito exigiéndose fianza al depositario, por
ejemplo el caso de automotores o bienes de significativo valor, no se entregaran en depósito sino a sus
propietarios.

Interceptación de correspondencia

Siempre que lo considere útil para la comprobación del delito, el juez podrá ordenar la interceptación o el
secuestro de la correspondencia postal o telegráfica o de todo otro efecto remitido por el imputado o
destinado al mismo aunque sea bajo nombre supuesto.

El presupuesto de la ley es que una persona se encuentre imputada en virtud de un acto de autoridad
porque se la sospecha participe o autora de un presunto hecho delictuoso. Si la interceptación de la
correspondencia se produce sin el presupuesto aludido (sospechado) el acto es nulo por ilegalidad
manifiesta de la resolución jurisdiccional que ordeno el acto.

Apertura y examen de la correspondencia

Recibida la correspondencia o los efectos interceptados el juez procederá a su apertura haciendo constar
en acta. Examinará los objetos y leerá por si el contenido de la correspondencia. Si tuvieran relación con el
proceso ordenara el secuestro, en caso contrario mantendrá en reserva su contenido y dispondrá la
entrega al destinatario, representantes o parientes próximos bajo constancia.

La medida de interceptación puede ser cumplimentada por la policía, previa orden judicial,
constituyéndose en la oficina de correos respectiva a efectos de verificar e interceptar la correspondencia
enviada por el imputado o remitida a el. Pero en ningún caso pueden ser abiertas las cartas o efectos,
porque es una facultad exclusiva del juez.

Documentos excluidos
No podrán secuestrarse las cartas, documentos que se envíen o entreguen a los defensores para el
desempeño de su cargo.

El fundamento de esta prohibición reside en el hecho de que la relación cliente y abogado reviste una
amplia gama de recursos incluyendo entre ellas las comunicaciones.

Intervención de comunicaciones telefónicas

El juez podrá ordenar la intervención de comunicaciones telefónicas del imputado para impedirlas o
conocerlas.

La intervención de comunicaciones telefónicas se encuentra regulada dentro del capítulo relativo al


secuestro. Se trata entonces de una medida coercitiva que tiende a obtener prueba de lo trasmitido a
distancia por los aparatos telefónicos.

La intervención no tiende solamente a captar el contenido de la comunicación (en cuyo caso deberá ser
consignado en un acta a efectos de que llegue en forma de documento al juez de la causa), sino que tiende
a impedirlas para que el imputado no pueda comunicar a terceros que podrían colaborar con él para eludir
la acción de la justicia.

La resolución que ordena la intervención de la comunicación, es la misma que rige respecto de la


interceptación de la correspondencia, es decir debe ser una orden fundada y justificada por la necesidad y
utilidad de la misma.

Como ya lo sabemos existe un criterio amplio respecto de la comunicación del imputado y su defensor, sin
embargo el código no exceptúa la aplicación de la medida.

Algún sector de la doctrina opina que las comunicaciones del imputado con su defensor no pueden ser
intervenidas, pues en caso de que así lo fueren, dicha medida sería nula, pues se presenta como una
restricción al derecho de asistencia por un abogado.

En opinión contraria, Clariá Olmedo considera que la intervención en las comunicaciones del imputado con
su defensor no son nulas, pues de todas formas, el medio telefónico, de por si, es un medio que no ofrece
ningún tipo de garantías a los interlocutores, con respecto a la privacidad de lo conversado. Concluye
diciendo que quien intenta utilizar esos medios, sabe de antemano, que no está protegido.

Prueba testimonial

La prueba testimonial puede ser conceptuada en un sentido estrictamente procesal, como la declaración
positiva o negativa de verdad, hecha ante el magistrado penal, por una persona distinta de los sujetos del
proceso penal, sobre las percepciones sensoriales recibidas respecto de un hecho pasado, y dirigida a la
comprobación de la verdad real.

Los elementos básicos de la prueba testimonial son dos:

- el testigo, que es aquel que indica frente al juez las percepciones directas y personales atinentes al
objeto de prueba del proceso. Solo pueden ser testigos las personas de existencia real que no estén
involucradas en la causa. Debe ser citado legalmente de acuerdo a las formalidades de la ley

- la declaración, que es la manifestación o exteriorización oral del conocimiento del hecho o circunstancias
relacionadas con él o sus autores. Debe ser efectuada acorde a las formalidades requeridas por la ley

Obligación de testificar
Todo habitante del país tendrá la obligación de concurrir al llamamiento judicial y declarar la verdad de
cuanto supiere y le fuere preguntado, salvo las excepciones establecidas en la ley.

El testimonio es un servicio de carácter público para la administración de justicia.

La obligación de testificar se traduce en dos sub – obligaciones:

 El deber de comparecer:

Es obligación de las personas que tengan conocimiento de un hecho delictivo, el comparecer ante el
tribunal que lo cita, a fin de declarar de todo lo que supiera al respecto y le fuere preguntado.

En el caso de que el testigo resida en un lugar distante del juzgado, el juez solicitare la declaración de
aquel por exhorto o mandamiento, salvo que considere indispensable hacerlo comparecer. En este caso
fijara prudencialmente la indemnización que corresponda al citado.

Si el testigo no se presentare a la primera citación, se lo hará comparecer con el auxilio de la fuerza


pública, sin perjuicio de iniciarle una causa penal cuando corresponda.

Están exceptuadas del deber de comparecer: las personas que no puedan concurrir al tribunal por estar
físicamente impedidas (serán examinadas en su domicilio o lugar en que se encuentren); el presidente,
vicepresidente, ministros, gobernadores y demás miembros o poderes de gobierno nacionales,
provinciales, municipales y entidades autárquicas, etc. El tratamiento especial obedece a la investidura
que ostentan estas personas, en razón de no desentender sus actividades de interés público.

 El deber de declarar

El deber del testigo no se agota con su comparecencia, sino que es necesario además, su efectiva
declaración de los hechos percibidos. Si después de comparecer el testigo se negare a declarar, se
dispondrá su arresto por 2 días, al término de los cuales cuando persista la negativa, se iniciar contra él la
causa criminal.

El testigo tiene la obligación de decir la verdad de lo que ha percibido directamente por sus sentidos, pero
si incurriere en falso testimonio se ordenará las copias pertinentes y se las remitirá al ministerio público
sin perjuicio de ordenarse la detención.

Ofrecimiento de la testimonial

 Durante la instrucción

El fiscal y las partes al ofrecer las diligencias probatorias, presentaran una lista de testigos, con indicación
de las condiciones personales conocidas de cada uno, indicándose el nombre, profesión y domicilio.

 En el juicio

Las partes podrán ofrecer testigos junto al resto de las pruebas indicándose sus condiciones personales.
Podrán ofrecer también nuevos testigos, siempre que indiquen los hechos sobre los cuales van a declarar,
bajo pena de nulidad.

Si lo creyeren conveniente, podrán manifestar que se conforman con la simple lectura de las declaraciones
testificales de la instrucción.

Si durante el debate se hicieren indispensable o se tuviere conocimiento de nuevos medios de prueba


manifiestamente útiles, el tribual, podrá ordenar, aun de oficio la recepción de ellas.

Recepción de la testimonial
 Durante la instrucción

Aceptadas las testimoniales pertinentes el juez ordenará su producción en audiencias que se fija con
antelación. Para el examen de los testigos, el juez expide orden de citación salvo en casos de urgencia en
que podrán ser citados verbalmente. Si el testigo se presenta espontáneamente se deberá dejar
constancia de ello.

Ya en la audiencia, antes de comenzar la declaración, los testigos serán instruidos acerca de las penas de
falso testimonio y prestaran juramento con excepción de los menores de 16 años.

Acto seguido el juez procede a investigar en forma separada a cada testigo recibiendo su nombre, apellido,
edad, estado, profesión, domicilio y vinculo de parentesco o interés con las partes u otras circunstancias
que sirvan para apreciar su veracidad.

Después de ello se lo interrogara sobre el hecho de su conocimiento y se labrara un acta.

Si el testigo no supiere darse a entender por ignorar el castellano, ser sordomudo o ciego se procederá
de la siguiente manera:

- para interpretar declaraciones que deban producirse en lenguas extranjeras el juez nombrara un
intérprete. El declarante podrá escribir su declaración la que se insertara en el expediente junto con la
traducción.

- si se tratare de un sordomudo, las preguntas y respuestas serán escritas, pero si este no supiere darse a
entender por escrito, se nombrara intérprete y a falta de este a alguien que sepa comunicarse con el
interrogado.

- cuando un ciego deba suscribir un acta, podrá pedir que antes la lea una persona de su confianza, la cual
se la hará saber, bajo pena de nulidad. La declaración se expresará en forma oral, salvo que se trate de las
personas que están facultades de declarar mediante informes.

La declaración es pública para las partes y tienen derecho a concurrir para formular por intermedio del
tribunal las preguntas que considere pertinentes y relevantes.

Si el juez de instrucción ha declarado secreto del sumario la declaración se prestara ante aquel y no
podrán concurrir los defensores.

Durante el juicio

Una vez aceptada la prueba testimonial por la cámara antes del debate y con citación al fiscal y de parte, el
presidente podrá ordenar actos de instrucción indispensables para la declaración de las personas que
presenten impedimentos para concurrir al debate.

Vencido el término de citación a juicio el presidente fijara día y hora de debate ordenando la citación de
fiscal, de las partes y de los testigos para la audiencia en que deberán declarar.

Después de recibida la prueba pericial el presidente procederá al examen de los testigos en el orden en
que la cámara estime conveniente, pero comenzando por el ofendido.

Antes de declarar los testigos no podrán comunicarse entre sí ni con otras personas, no ver u oír, ni ser
informados de lo que ocurre en la sala de audiencias.

Después de ello, el tribunal resolverá si aún deberán permanecer incomunicados en antesala, en casos que
el testigo no pudiere comparecer por legitimo impedimento, será examinado en el lugar en que se
encuentre por un vocal, pudiendo intervenir el fiscal y las partes
El testigo podrá ser interrogado por los vocales de cámara, con la venia del presidente. El fiscal, las partes
y los defensores podrán formular preguntas.

Las declaraciones testificales no podrán ser suplidas, bajo pena de nulidad, por la lectura de las recibidas
durante la instrucción, salvo en los siguientes casos y siempre que se hayan observado las normas de la
instrucción formal:

- Cuando el ministerio público y las partes hayan prestado oportuna conformidad o lo consientan cuando
los testigos ofrecidos y citados no comparezcan

- Cuando se trate de demostrar contradicciones o variaciones entre ellas, o cuando sea necesario ayudar
la memoria del testigo

- Cuando el testigo haya fallecido, este ausente del país se ignore su residencia, o se halle inhabilitado por
cualquier causa aunque no figure en lista

Deber de abstención

Podrán abstenerse de declarar sobre los hechos secretos que hubieran llegado a su conocimiento en razón
del propio estado, oficio o profesión, bajo pena de nulidad: los ministros de un culto admitido, los
abogados, los procuradores, y escribanos; los médicos, farmacéuticos, parteras y demás auxiliares del arte
de curar; militares y funcionarios públicos sobre secretos de estado.

Sin embargo, estas personas no podrán negar el testimonio cuando sean liberadas por el interesado del
deber de guardar secreto, con excepción de las mencionadas en primer término.

Prueba pericial

La prueba pericial puede ser conceptuada como el medio mediante el cual se introduce al proceso un
conocimiento científico e idóneo, sobre un elemento probatorio, que por sus características requiere la
intervención de personas diferentes a los sujetos procesales.

El órgano de prueba en este caso es el perito, quien se presenta como un sujeto con conocimientos
técnicos o científicos idóneos, respecto de una materia determinada, que emitirá una conclusión
probatoria sobre los puntos que le se sometan.

La doctrina, se divide respecto a que si la pericia es un medio de información para el conocimiento del juez
o es un elemento de prueba autónoma.

Según Clariá Olmedo se presenta como un medio de prueba autónomo y puede ser realizado de oficio o a
petición de parte, y no solo debe recurrir a la pericia cuando el juez desconozca en absoluto o no posea
suficientes conocimientos técnicos sobre el objeto de la prueba, sino cuando se requiera conocimiento
diferente al común.

Condiciones para ser perito:

1) Ser mayor de edad. 2) Idoneidad: título habilitante, o en caso contrario conocimiento reconocido sobre
un determinado arte 3) Conducta: debe guardar conducta adecuada a la función encomendada, pudiendo
el juez aplicar medidas disciplinarias

Deberes

El principal deber del perito es realizar la tarea encomendada acatando las directivas del juez.
El juez dirigirá la pericia, formulara las cuestiones a dilucidar, fijara el plazo en que ha de expedirse, si lo
juzgare conveniente, asistirá a las operaciones. Podrá igualmente indicar donde deberá efectuarse aquella
y autorizar al perito para examinar las actuaciones o asistir a determinados actos procesales.

El otro deber esencial del perito es guardar reserva sobre el motivo de su actuación.

Procedimiento

Nombramiento y notificación

El juez designara un perito, salvo que estime indispensable que sean más. Notificara la resolución al
ministerio público y a los defensores antes de que se inicien las operaciones, bajo pena de nulidad, a
menos de que haya suma urgencia o que la indagación sea extremadamente simple. En estos casos, bajo la
misma sanción se les notificara que se realizo la pericia.

Proposición y nombramiento

En el término de 3 días a contar de las respectivas notificaciones de la resolución que ordena la pericia y
nombramiento del perito, cada parte podrá proponer otro, a su costa, legalmente habilitado. Pero si las
partes que ejercieren esta facultad fueran varias, no podrán proponer en total más de 2 peritos, salvo que
exista conflicto de intereses.

Puntos de pericia

El dictamen se debe limitar a los puntos que han sido planteados a los peritos y a las aclaraciones o
adicionales que posteriormente se le sometan. El dictamen sobre puntos diferentes carece de eficacia.

Las investigaciones sobre otros puntos son nulas, lo mismo que la decisión ju dicial que se basara
exclusivamente en esa parte del dictamen, pero será valido el dictamen sobre hechos que estaban fuera
de su misión, si todas las partes lo han autorizado.

Dictamen: su carácter no vinculante

El dictamen es el acto del perito en el cual responde fundadamente a los puntos de pericia para los que
fue convocado. Debe contener:

- la descripción detallada de las operaciones realizadas - los resultados de dichas operaciones - las
conclusiones del perito - indicar si han intervenido otros sujetos en el peritaje El dictamen no es
vinculante, sin embargo la jurisprudencia exige que el apartamiento de las conclusiones deba ser fundado.

Interpretes

Todo lo relativo a la capacidad, incompatibilidad, excusación, recusaciones, facultades y deberes, término,


reserva y sanciones disciplinarias de los intérpretes, se rige por las disposiciones previstas para los peritos.

Reconocimientos

El juez podrá ordenar que se practique el reconocimiento de una persona, para identificarla o establecer
que quien la menciona o alude, efectivamente la conoce o la ha visto.

Antes del reconocimiento, quien haya de practicarlo será interrogado para que describa a la persona de
que se trata, y para que diga si la conoce o si con anterioridad la ha visto personalmente o en imagen.
El declarante prestara juramento a excepción del imputado.

Después del interrogatorio se pondrá a la vista del que haya de verificar el reconocimiento, junto con otras
personas de condiciones exteriores semejantes a la que deberá ser reconocida en la rueda.

En presencia de ellas o desde un punto en que no pueda ser visto, el deponente manifestara si allí se
encuentra la persona a que haya hecho referencia invitándosele a que en caso afirmativo la designe clara y
precisamente.

En el caso de que sean varias personas las que deban reconocer a una, cada reconocimiento se practicara
separadamente, sin que los deponentes se comuniquen entre sí.

Cuando sean varias las personas a las que una deba identificar, el reconocimiento de todas podrá
efectuarse en un solo acto.

Careos

Podrá ordenarse el careo de personas que en sus declaraciones hubieran discrepado sobre hechos o
circunstancias importantes. El imputado no podrá ser obligado a carearse. En el caso de que se sometiera
a un careo, podrá asistir al mismo su defensor.

Los que hubieren de ser careados prestaran juramento, bajo pena de nulidad, salvo el imputado por
supuesto.

El careo podrá verificarse entre dos o más personas.

Para efectuarlo se leerán, en lo pertinente las declaraciones que se reputen contradictorias y se llamara la
atención de los careados sobre las discrepancias, a fin de que se reconvengan o trate de ponerse de
acuerdo.

Prueba Documental – Instrumental

La prueba documental puede ser vista desde una óptica estricta y desde una óptica amplia:

- desde un punto de vista estricto, el documento se presenta como una escritura u otro signo grafico
destinado a expresar una idea - desde un punto de vista amplio, el documento es todo objeto material que
sirve para la convicción de la existencia de un delito Desde el punto de vista del proceso penal, el
documento es todo elemento de convicción diferente a la prueba testimonial y a la pericial, pues se
caracteriza por haber nacido antes del proceso.

Formalidades

La incorporación de los documentos como elementos probatorios, no se encuentra regulada


expresamente en la norma procesal, aunque en la mayoría de los códigos de procedimiento contienen
normas que se refieren expresamente o implícitamente en ellas. Por ejemplo:

- cuando se admite la posibilidad de que en la instrucción se propongan diligencias probatorias, sin limitar
las mismas. Implícitamente se admitiendo la posibilidad de incorporar documentos - cuando se dispone la
posibilidad de que en el debate se expongan para el reconocimiento de los testigos o peritos, los
elementos secuestrados - cuando se dispone la incorporación por su lectura, de los documentos obrantes
en la causa - cuando los documentos que se encuentren en poder de personas privadas o públicas sean
requeridos al proceso por el tribunal de la causa

Eficacia probatoria
En el contexto de valoración de la prueba, según la sana critica racional, los documentos probatorios
plantean 2 aspectos de cuidado extremo:

a) Autenticidad de su creación

b) Autenticidad de su contenido

Respecto de los instrumentos públicos, debido a que en ellos se da la intervención de un funcionario


público, siempre que se respete las formas que rodean el documento, los mismos se presumen auténticos,
salvo que sean redargüidos de falsedad.

Tratándose de documentos privados; se logra esta comprobación por 2 medios:

- por reconocimiento de las personas intervinientes o involucradas

- por la comprobación técnica (pericias de autenticidad)

La Confesión:

Es importante destacar que la confesión no se trata de un medio de prueba sino que se trata de una
fuente de prueba (declaración de parte).

Clariá Olmedo dice que se nos presenta como la expresión voluntaria y libre del imputado, por la cual
reconoce y acepta ante el juez su participación en el hecho que se le atribuye.

La aceptación puede ser total o parcial; simple o calificada y referirse a cualquiera de los elementos
integradores de la conducta incriminada u otro del cual ella se pueda inferir (indicios).

En definitiva, es la aceptación total o parcial hecha por el imputado ante el juez, del contenido de la
imputación al momento de prestar indagatoria.

Valoración

Como regla general, podemos decir que el juez es libre en la apreciación de la confesión; ella no tiene un
valor preestablecido y si bien puede servir como argumento de condena, tampoco obsta a pesar de ella,
que el juez dicte sentencia absolutoria.

El juez debe ser cuidadoso al valorar esta fuente, pues la experiencia judicial nos ha señalado que muchas
veces las confesiones obedecen a pactos carcelarios, en donde el que no es imputado, asume ese rol por
diversas motivaciones y circunstanciadamente expone lo que otro hizo y le contó.

En conclusión, la confesión debe ser merituada por los principios de la sana crítica y la lógica.

La confesión y los indicios

Hay autores que consideran que la confesión constituye un indicio porque no tienen el valor de plena
prueba. Otros opinan que es solo un elemento más incorporado al proceso para ser valorado en forma
conjunta.

En rigor de verdad debemos decir que ninguna de estas posturas esta en lo correcto, pues los códigos
modernos rechazan a la confesión como medio de prueba, considerando que la indagatoria es un medio
de defensa de imputado y un elemento de convicción del juzgado.
Si contiene la confesión del hecho incriminado, solo puede adquirir tal valor si las demás probanzas
corroboran el dicho que se ha declarado.

La confesión no dispensa al juez de practicar todas las diligencias necesarias para adquirir el conocimiento
de la verdad, pues por ejemplo se puede tratar de una confesión falsa por diversas motivaciones.

Lo importante es identificar que la confesión no puede ser considerada como un medio de prueba,
siendo necesario para los códigos modernos, las pruebas corroborantes.

Prueba de presunción e indiciaria

El indicio se presenta como un hecho conocido que permite, por datos sensibles de la experiencia o de la
ciencia, obtener un conocimiento de otro hecho desconocido. Este conocimiento puede ser cierto o
probable.

Cuando un indicio prueba de una manera terminante otro hecho, decimos que estamos en presencia de
un indicio necesario. Por ejemplo, una mujer embarazada, necesariamente debió tener relación sexual con
un hombre (el ejemplo hoy en día no es tan claro pues existen casos de inseminación)

Si un hecho conocido revela otro de una manera probable, se lo denomina indicio contingente. Por
ejemplo: las manchas de sangre halladas en la ropa de Pedro después del homicidio de Juan, no constituirá
más que un indicio contingente de la responsabilidad de Pedro.

Los indicios corroboran una hipótesis, ya sea mostrando, cuando el hecho desconocido se percibe
cognositivamente: por ejemplo un cadáver implica que ha ocurrido una muerte, o demostrando, cuando
indican el hecho desconocido mediante presunciones.

Surgimiento de la prueba indiciaria

Los indicios surgen debido a que no siempre es posible la prueba directa de los hechos, porque muchas
veces dichos hechos acaecen sin la presencia de testigos. De esta forma, solo es posible corroborarlos
mediante los indicios.

Caracteres de la prueba indiciaria

- es una prueba indirecta, porque su resultado surge del razonamiento

- es una prueba de segundo grado, pues se apoya sobre los datos de otras pruebas. Por eso se dice que las
fuentes de los indicios son las pruebas directas, tales como las testimoniales por ejemplo.

- es una prueba objetiva, pues esta basa estrictamente en hechos

- es una prueba multiforme, pues hay una extrema variedad de indicios

- es una prueba universal, pues todos los delitos en su generalidad son susceptibles de ser probados por
esta vía

Elementos de la prueba indiciaria

- un hecho conocido, cierto y verificado. Esto es lo que se conoce como hecho indiciario - un hecho
desconocido, no demostrado, cuya existencia se trata de comprobar
- un enlace para el hecho conocido y el hecho desconocido. En los casos en que el enlace solo permite
relacionar al hecho indiciario con el hecho desconocido, estamos en presencia de un supuesto de
univocidad del indicio. Este tipo de indicios dan certeza.

En los casos en que el enlace permite relacionar al hecho indiciario al hecho desconocido y a otros hechos
a la vez, estamos en presencia de un indicio anfibológico. Este tipo de indicios dan probabilidad.

Cuantos más sean los indicios que concuerden, mayor será la valoración objetiva del juez y por ende, más
seguras serán las conclusiones.

La presunción:

La presunción, a diferencia de los indicios, es una norma legal que suple en forma absoluta la prueba del
hecho. Pueden ser clasificadas en: presunciones que admitan pruebas en contrario, o presunciones que no
admitan pruebas en contrario.

Importancia de la prueba indiciaria:

Esta prueba indiciaria presenta como inconveniente ser indirecta y compleja. Sin embargo su valor reside
esencialmente en ser objetiva. Posee carácter objetiva, pues se apoya sobre hechos debidamente
probados y que deben ser a su vez interpretados por la razón.

Se presta atención a este tipo de prueba no en lo que prueba un indicio, sino lo que prueba el conjunto de
los mismos, pues según Gorphe “ahí donde un solo indicio no prueba, una pluralidad concordante resulta
concluyente”

UNIDAD IX

UNIDAD IX: SITUACIÓN JURÍDICA DEL IMPUTADO. LIBERTAD COMO GARANTÍA.

1) El imputado:

Concepto: Es la parte esencial del proceso penal, sobre quien recae la pretensión jurídicorepresiva,
imputado es la persona indicada “de cualquier forma” como partícipe de un hecho delictuoso en cualquier
acto de la persecución penal dirigido en su contra y desde el primer momento de ella (art. 72 CPPN).

A partir de esa indicación gozará del derecho de defensa en todas sus manifestaciones y podrá ejercer
plenamente los derechos que la ley acuerda al imputado.

Por ello, el otorgamiento a una persona de la calidad de imputado, que significa reconocerlo como sujeto
del proceso (y no mero objeto de persecución penal), importa un indudable beneficio jurídico desde el
punto de vista de su defensa.

Y ello es así, si se tiene en cuenta que a partir de allí el sujeto es titular de un derecho que consiste en
exigir la decisión del Juez, derecho este que se manifiesta a través de otras series de facultades y
potestades que puede ejercer desde el comienzo de cualquier acto persecutorio en su contra.

De allí deriva que no sea un simple sujeto pasivo, sino un sujeto esencial armado de poderes suficientes
para resistir, en una posición de igualdad, la pretensión represiva ejercida por el Ministerio Público Fiscal.

Identificación:
La pretensión represiva del Estado debe recaer sobre la persona que realmente ha cometido el delito;
debe establecerse que la persona sometida a juzgamiento es la misma que presuntamente ha delinquido.

Son los hombres los que delinquen, no sus nombres.

En este caso lo que importa es la correlación entre el presunto infractor de la Ley Penal y el sometido a
juzgamiento.

Esta identidad física debe ser cierta.-

De allí que el Art. 74 del CPPN establezca de manera expresa que: “La identificación se practicará por las
generales del imputado, sus impresiones digitales y señas particulares, por medio de la oficina técnica
respectiva, y cuando no sea posible porque el imputado se niegue a dar sus generales o las dé falsamente,
se procederá a su identificación por testigos, en la forma prescrita para los reconocimientos por los
artículos 270 y siguientes, y por los otros medios que se juzguen oportunos”.

Identidad física:

Una vez establecida la identidad física del imputado poco importa la identificación nominal. Aún más, si no
se tuviera ningún dato de su identidad nominal, el Juez podrá ordenar que se lo tenga por identificado de
esta manera por número o por cualquier otra manera conveniente (por ejemplo “innominado”).

En tal sentido señala el Art. 75 del CPPN: “Cuando sea cierta la identidad física de la persona imputada, las
dudas sobre los datos suministrados y obtenidos no alterarán el curso de la causa, sin perjuicio de que se
rectifiquen en cualquier estado de la misma o durante la ejecución”.

Adquisición de la calidad: Para adquirir la calidad de imputado se requiere una indicación que puede
provenir de un señalamiento expreso (Ejemplo: el requerimiento fiscal.), o de un acto objetivo que
implique sospecha oficial (Ejemplo: citación a prestar declaración indagatoria), o que genere medidas de
coerción (Ejemplo: orden de detención.), siempre que atribuya a una persona determinada –identificada o
identificable– alguna forma de participación (autoría, coautoría, complicidad necesaria o secundaria, o
instigación) en un delito.

Cesación de la condición:

La calidad del imputado cesa por sentencia condenatoria, o absolutoria, o sobreseimiento firmes; también
por el archivo de las actuaciones en la investigación fiscal.

Capacidad Procesal:

La capacidad procesal es la aptitud para poder ser imputado (capacidad de ser parte) o a la aptitud para
intervenir válidamente en el Proceso Penal.- En consecuencia tenemos:

1) Capacidad de ser parte (aptitud para asumir la condición de sujeto de la relación procesal penal.)

2) Capacidad de intervenir (aptitud para intervenir válidamente en el proceso).

En el primer aspecto, es la aptitud de asumir la condición de imputado; por los principios básicos del
Derecho Penal sólo pueden ser sujetos activos de una conducta típica las personas físicas vivas,
congruente con los principios de culpabilidad.

Bajo el segundo aspecto, la capacidad procesal del imputado es la aptitud de entender, querer y obrar
válidamente, la cual hace posible que intervenga en él efectivamente, en condiciones psíquicas que
aseguren el ejercicio de su derecho de defensa.
Si bien la inimputabilidad y la capacidad para intervenir en el proceso son conceptos que no se identifican,
puesto que pertenecen a dos esferas jurídicas diversas, ambas instituciones reposan en la salud y en la
madurez mental del imputado, es decir, tienen una base común que se conectan con fines distintos.

Así, diversos son los motivos de incapacidad del imputado; a veces resulta de su cierta o presunta
inimputabilidad penal, y otras es la consecuencia de una enfermedad mental sobreviniente:

- Menor inimputable: son aquellas personas menores de 16 años estas no son punibles, es decir no son
pasibles de penas. De esto resulta que la presunción iure et de iure de inimputabilidad debe estimarse que
protege a los que no hayan cumplido los 16; estos son doblemente incapaces: de adquirir la condición de
imputado y de intervenir válidamente en el proceso; su incapacidad procesal es una consecuencia de las
previsiones de la ley sustantiva. De allí, que el juez no puede realizar investigación alguna de carácter
psicológico para establecer el discernimiento real del menor. Bastará la simple verificación de una edad
inferior a ese límite para que la acción no pueda ser legalmente promovida o proseguida.

- Menor imputable: si el menor tuviere menos de 18 años, sus derechos de parte podrán ser ejercidos
también por sus padres o tutor. La integración aquí no es forzosa sino facultativa. El imputado tiene en
principio capacidad para defenderse, puesto que, siendo imputable, se puede presumir un desarrollo
mental a ese fin suficiente, sin perjuicio de que el padre o el tutor ejerzan el derecho de intervenir en el
proceso, caso en que al actuante corresponden los derechos del imputado. En realidad, son ellos los que
juzgan sobre la capacidad intelectual de aquel para defenderse; pero la ley no crea una verdadera
incapacidad, estando en esto de acuerdo con el Código Civil.

- Demencia Probable: Cuando se presuma una demencia, será necesario el dictamen de especialistas, se
adoptarán las medidas provisionales de seguridad, sus derechos de parte serán ejercidos por el curador
nombrado, y si se comprueba que lo era al momento de cometer el hecho, será sobreseído por
inimputabilidad (arts. 34/35 del C.P.).

- Demencia Sobreviniente: Si durante el proceso sobreviniere la probable demencia se suspenderá el


proceso o se sobreseerá.

La incapacidad Procesal se funda en la imposibilidad del Imputado, sin facultad para entender y querer, de
ejercer su actividad defensiva (Art. 18 de la C.N.).

No se puede cumplir válidamente la declaración de imputado en el juicio plenario existiendo demencia, sin
embargo, deben realizarse todos los restantes actos instructorios y/o respecto de los otros Imputados.

Sobreseído, se impondrán las medidas de seguridad que durarán, el tiempo en que se encuentre vigente el
proceso.

Si se extingue la Acción Penal, desaparecerán pero se podrán disponer medidas tuitivas (un Curador) o
derivar la cuestión de la incapacidad a la sede civil para el trámite pertinente, lo que no puede ocurrir es
que las medidas de seguridad duren sine die. El Tribunal de sentencia será responsable del cuidado y
evolución de la persona, respecto a la medida de seguridad.

Presentación espontánea:

Art. 279 CPPN: La persona contra la cual se hubiera iniciado o esté por iniciarse un proceso, podrá
presentarse ante el juez competente a fin de declarar. Si la declaración fuere recibida en la forma
prescripta para la indagatoria, valdrá como tal a cualquier efecto. La presentación espontánea no impedirá
que se ordene la detención, cuando corresponda.

Los Autores han coincidido en que la presentación espontánea es un derecho acordado al imputado, es
decir, que el presupuesto para comparecer voluntariamente ante el Juez competente, es revestir la calidad
de imputado. Quien no reviste dicha calidad, al momento de presentarse espontáneamente, no podrá ser
admitido a exponer sus disculpas.

Citación:

Art. 282 CPPN: Cuando el delito que se investigue no esté reprimido con pena privativa de la libertad o
parezca procedente una condena de ejecución condicional, el juez, salvo los casos de flagrancia, ordenará
la comparecencia del imputado por simple citación.

Si el citado no se presentare en el término que se le fije ni justificare un impedimento legítimo, se


ordenará su detención.

Procede respecto de la persona contra la que se haya iniciado un proceso y a fin de recibirle declaración
indagatoria o de imputado, para que manifieste todo lo que tenga por conveniente en su descargo o
aclaración de los hechos, y a indicar las pruebas que estime oportunas. Es decir, que la comparecencia del
imputado es para darle oportunidad de ejercer su derecho de defensa material y nombrar abogado
defensor.

Si la citación es ordenada por el Juez, deberá practicarse con las formas establecidas para las
notificaciones. Cuando la persona que deba notificar esté fuera de la sede del Tribunal, la notificación se
practicará por intermedio de la autoridad judicial que corresponda.-

Arresto:

A diferencia del resto de las formas de coerción personal, el arresto se presenta como una medida inicial
que no se dirige contra una persona determinada, sino contra varias, entre las que probablemente se
encuentre el autor del delito. Será utilizada toda vez que, habiendo varias personas en el lugar de los
hechos, no exista información que permita individualizar al culpable o a los partícipes.

El arresto se presenta como una medida subsidiaria, pues podrá ser utilizada solo en aquellos casos en que
no sea posible ni conveniente, para el éxito de la investigación, limitarse a ordenar a las partes que no se
alejen del lugar en el que se hallan.

Art. 281 CPPN: Cuando en el primer momento de la investigación de un hecho en el que hubieran
participado varias personas no sea posible individualizar a los responsables y a los testigos, y no pueda
dejarse de proceder sin peligro para la instrucción, el juez podrá disponer que los presentes no se alejen
del lugar ni se comuniquen entre sí antes de prestar declaración y, aún ordenar el arresto si fuere
indispensable.

Ambas medidas no podrán prolongarse por más tiempo que el estrictamente necesario para recibir las
declaraciones, a lo cual se procederá sin tardanza y no durarán más de ocho (8) horas. Sin embargo, se
podrá prorrogar dicho plazo por ocho (8) horas más, por auto fundado, si circunstancias extraordinarias así
lo exigieran.

Vencido este plazo podrá ordenarse, si fuere el caso, la detención del presunto culpable.

Detención:
Es el estado de privación de libertad dispuesto por el Agente Fiscal o por el Juez de Instrucción dirigido
hacia quien se sospecha que ha cometido un delito reprimido con una pena que no haga posible una
condena de ejecución condicional, cuando haya motivos para presumir fundadamente que no cumplirá la
orden de citación, o que intentará destruir los rastros del hecho o ponerse de acuerdo con sus posibles
cómplices, o que inducirá falsas declaraciones testificales, a fin de que comparezca inmediatamente y
evitar todas aquellas acciones posibles.

En principio la detención procede solo respecto de los delitos penados con pena privativa de libertad. Sin
embargo, también será procedente, como medida indirecta, cuando el citado no se hubiera presentado en
la fecha y lugar fijados, a los fines de que preste declaración ante el juez.

La detención puede ser ordenada cuando el instructor compruebe su necesidad. Por eso se dice que la
medida queda librada, bajo cierto punto, a un criterio de discrecionalidad del juez.

Art. 283 CPPN: Salvo lo dispuesto en el artículo 282, el juez librará orden de detención para que el
imputado sea llevado a su presencia, siempre que haya motivo para recibirle indagatoria.

La orden será escrita, contendrá los datos personales del imputado u otros que sirvan para identificarlo y
el hecho que se le atribuye, y será notificada en el momento de ejecutarse o inmediatamente después,
con arreglo al artículo 142.

Sin embargo, en caso de suma urgencia, el juez podrá impartir la orden verbal o telegráficamente,
haciéndolo constar.

Detención sin orden judicial

Art. 284. - Los funcionarios y auxiliares de la policía tienen el deber de detener, aún sin orden judicial:

1°) Al que intentare un delito de acción pública reprimido con pena privativa de libertad, en el momento
de disponerse a cometerlo.

2°) Al que fugare, estando legalmente detenido.

3°) Excepcionalmente a la persona contra la cual hubiere indicios vehementes de culpabilidad, y exista
peligro inminente de fuga o de serio entorpecimiento de la investigación y al solo efecto de conducirlo
ante el juez competente de inmediato para que resuelva su detención, y

4°) A quien sea sorprendido en flagrancia en la comisión de un delito de acción pública reprimido con pena
privativa de libertad.

Tratándose de un delito cuya acción dependa de instancia privada, inmediatamente será informado quien
pueda promoverla, y si éste no presentare la denuncia en el mismo acto, el detenido será puesto en
libertad.

Procedimiento de Flagrancia en el C.P.P de la Provincia del Chaco.

El mismo se encuentra contemplado en el código procesal provincial en el artículo 436 bis, que regula la
procedencia de ese instituto (para qué tipo de delitos se considera que es procedente el procedimiento de
flagrancia) y regula asimismo la primera audiencia del procedimiento, que se denomina “audiencia de
detención y acuerdo”.-

Cabe recordar al respecto que se considera flagrante el delito, cuando su autor es sorprendido en el
momento de cometerlo o inmediatamente después mientras sea perseguido por la fuerza pública, por el
perjudicado o el clamor público, o mientras tenga objetos o presente rastros que hagan presumir
vehementemente que acaba de participar en un delito.

Dicha figura abarca tres modalidades:


a) la flagrancia propiamente dicha (cuando se está cometiendo el hecho delictual),

b) la cuasi flagrancia (momento inmediatamente posterior, la persecución por parte de alguno de los
sujetos contemplados en el ordenamiento), y

c) la flagrancia presunta (presencia de huellas o rastros de haber participado en el hecho delictuoso o


tiene en su poder objetos vinculados).-

No cabe lugar a dudas que esas situaciones de flagrancia, constituyen una excepción a la regla del art. 18
de la Constitución Nacional, que reza que nadie puede ser detenido sin orden escrita de autoridad
competente; pero debemos tener su vez en cuenta, que nuestra Constitución Provincial, la contempla
como excepción a esa regla al establecer en su art. 21 que “ninguna persona, salvo el case de ser
sorprendida en flagrante delito, podrá ser detenida sin orden escrita de autoridad competente….”.

Por otra parte resulta lógico señalar, que si nuestra Carta Magna nacional expresamente autoriza expresa
la aprehensión en flagrancia de los legisladores (art. 69° C.N.) a pesar de las inmunidades que los mismos
gozan, no habría una razón legal ni lógica para negarla respecto de quien no goza de tales privilegios.

En cuanto al fundamento de la aprehensión en flagrancia, es evitar el daño jurídico que se produciría


cuando la libertad del imputado o sospechado de un ilícito penal constituya un peligro para la consecución
del interés social, que en el proceso penal se encuentra representado a través de sus fines: averiguación
de la verdad y actuación de la ley penal, preservar la prueba y garantizar el sometimiento a proceso del
sospechoso.-

Concretamente el mencionado artículo 436 bis del C.P.P. del Chaco introducido por Ley N° 7.143,
establece: “Procedencia. Audiencia de detención y acuerdos. En los casos en que se procediera a la
aprehensión in fraganti del prevenido, conforme regulan los Artículos 274 y 275, y siempre que se trate de
delito doloso de acción pública cuyo máximo no supere la escala penal prevista en abstracto de quince
años de prisión o concurso de delitos que no superen dicho monto, el Fiscal de Investigación formara las
actuaciones en el plazo de tres días hábiles de aquella y presentará al imputado frente al juez de Garantías
y con la presencia de las partes. Se efectuará el procedimiento previsto en los Artículos 258, 259, 260, 304
y concordantes y se revisará, con vista a las partes, la condición de detención del imputado de acuerdo con
lo normado por el Artículo 280.

En dicha audiencia el Juez de Garantías declarara el caso como en flagrancia y en caso de que el Fiscal
disponga la prisión preventiva, la defensa podrá oponerse inmediatamente a esta decisión, así como a la
declaración de flagrancia.

El juez deberá resolver ambas cuestiones en la misma audiencia y su decisión será recurrible a través del
recurso de apelación.

La instancia de querellante particular solo podrá formularse ante el Fiscal de Investigación, desde la
iniciación de las actuaciones y hasta la finalización de la primera audiencia, y en caso de rechazo u
oposición, se resolverá en esa audiencia, previa vista a las partes. No procederá la constitución de acción
civil en este tipo de procedimiento especial.

En caso de complejidad probatoria el Juez de Garantías declarará inaplicable el procedimiento y la causa


continuará su trámite mediante investigación penal preparatoria regulada en este Código, salvo que el
imputado manifieste su decisión de continuar siendo sometido al proceso de flagrancia.

En esta única oportunidad el imputado con la asistencia de su defensor deberá optar por la aplicación de
los siguientes institutos:
1) Suspensión del Proceso a Prueba. El Juez de Garantías correrá vista a las partes y sin más trámite,
resolverá. El dictamen Fiscal tendrá carácter vinculante y deberá ser debidamente fundado. La
denegatoria será recurrible a través del recurso de apelación.

2) En caso de peticionar el Juicio Abreviado, será remitido al tribunal de juicio que corresponda según su
competencia Criminal, Correccional o de Menores, en un plazo máximo de dos días hábiles, procediéndose
en los demás como regula el Artículo 413 y concordantes.

3) Mediación o conciliación.

4) Procedimiento directísimo”.

Ahora bien, lo que se intentó al menos a través de esa regulación del proceso de flagrancia a nivel
provincial, es a acortar los plazos de duración de muchas causas judiciales que no ameritan extensas
demoras que de hecho ocurren en la práctica, descomprimiendo así también la actividad de fiscalías y
juzgados.-

En tal sentido, el hecho de abordar –tal como lo establece ese artículo 436 bis-, en una primera audiencia
oral la resolución de aquellas cuestiones que impliquen inclusive imposición de alguna medida cautelar -
prisión preventiva del imputado-; hace que primen y cobren relevancia criterios de sencillez, informalidad,
brevedad, y se apliquen en forma efectiva principios de publicidad, concentración, contradictorio e
inmediación; volviendo así a poner a la persona del imputado, y no a unos cuantos papeles, en el centro de
la escena, desterrando así para siempre la perniciosa delegación funcional, que impide el contacto entre el
afectado por una decisión y quién la va a adoptar.-

En cuanto a lo que concretamente surge del análisis de la norma antedicha, podemos decir que la principal
limitación que la misma establece, es en cuanto al límite máximo punitivo requerido para su aplicación
(delitos con pena máxima de 15 años de prisión o concurso de delitos con ese máximo de pena).-

Por otra parte, en lo que respecta al trámite en sí mismo, el fiscal de investigaciones deberá formar las
actuaciones dentro de los 3 días hábiles desde la aprehensión del imputado (se le hace además designar
defensor de confianza o se le designa en su defecto defensor oficial). Luego de ello deberá presentar al
encausado en primera audiencia ante el juez de garantías. En el marco de dicha audiencia, se le deberá
informar al imputado –con la presencia de su defensor- cuál es el hecho que se le acusa y las pruebas
obrantes en su contra, y que puede declarar o abstenerse de hacerlo. Si decide declarar, se lo invitará a
manifestar todo lo que haga a su descargo y a ofrecer la prueba que acrediten sus dichos que estime
oportunas. Dicha audiencia constituye el primer momento en que el juez de garantías tomará contacto
directo con el aprehendido, y en base al hecho atribuido al mismo, deberá resolver dos cuestiones: a)
Declarará –o no- el caso como flagrancia –a lo que la defensa puede oponerse inmediatamente en esa
misma audiencia; y b) En caso de que el fiscal disponga la prisión preventiva, la defensa también podrá
oponerse inmediatamente y el juez deberá resolver en consecuencia. La decisión que adopte el
magistrado sobre cualquiera de ambas cuestiones (declaración de flagrancia o mantenimiento de la
prisión preventiva), serán recurribles a través de recurso de apelación.-

En lo que hace a la posible intervención del querellante particular, la instancia respectiva será deducida
ante el fiscal de investigación desde el inicio de las actuaciones y hasta la finalización de esa primera
audiencia. A diferencia de lo que ocurre en el procedimiento ordinario en el que el querellante particular
puede constituirse como tal hasta el momento de la clausura de la investigación penal preparatoria; aquí,
por razones de celeridad del mismo proceso, se acota ese término, limitándolo a la finalización de esa
primera audiencia.-

Asimismo deberá tenerse presente que se encuentra vedado a la parte damnificada el constituirse como
actor civil en este tipo de proceso de flagrancia; ello así por tratarse de un sujeto adjunto, secundario en el
proceso penal, y que en el caso, razones de celeridad no tornan conveniente su intervención.-
Siguiendo con el desarrollo de tal audiencia, debe tenerse presente que el juez de garantías debe declarar
si resulta de aplicación o no el procedimiento de flagrancia.-

Si en tal sentido considera que no corresponde aplicar dicha modalidad de proceso, así lo debe declarar y
la causa continuará su trámite mediante la investigación penal preparatoria habitual, salvo que sea el
propio imputado quien manifieste –en esa audiencia- su voluntad expresa de continuar siendo sometido al
proceso de flagrancia.-

Por otra parte, en esa única oportunidad, el imputado podrá hacer uso:

1) De la aplicación de la suspensión del juicio a prueba.- en cuyo caso el juez correrá vista a las partes y sin
más trámite resolverá. El dictamen del fiscal tiene un carácter vinculante, y la decisión que adopte el juez
denegando el planteo podrá ser recurrida por el imputado o su defensor vía apelación;

2) Podrá también peticionar el juicio abreviado, en cuyo caso el juez de garantías lo remitirá al tribunal que
corresponda para su juzgamiento, en un plazo máximo de 2 días hábiles;

3) Podrá optar y solicitar el trámite de mediación o conciliación, si correspondiere; y

4) Podrá solicitar asimismo la aplicación del procedimiento directísimo que establece el artículo 436 ter.-

Posteriormente a lo largo del presente programa volveremos sobre las figuras de Suspensión de Juicio a
Prueba o “Probation”, Juicio Abreviado y los procedimientos de Mediación y Conciliación.- Sí resulta
oportuno abordar en qué consiste ese procedimiento directísimo establecido por el artículo 436 ter del
mismo rito provincial.

Tal como surge de dicha norma, dicho procedimiento consiste en que una vez celebrada esa primera
audiencia del proceso de flagrancia, en el marco de la misma, el juez de garantías a pedido del imputado,
podrá conceder la aplicación de un procedimiento especial (el directísimo), y en consecuencia –si ello
ocurre- en esa misma audiencia y sin solución de continuidad, el fiscal de investigaciones formulará la
acusación en forma oral mediante el requerimiento e inmediatamente se remitirán las actuaciones ante el
tribunal de juicio; el cual en un plazo de hasta 5 días hábiles desde la aprehensión llevará a cabo una
primera audiencia.- En esa primera audiencia, las partes ofrecerán las pruebas a producirse en el debate,
que podrán ser aceptadas o rechazadas por el tribunal (si se rechaza alguna prueba queda expedito el
recurso de reposición que será resuelto en la misma audiencia. si el resultado es denegatorio de la
reposición, lo único que se pueden formular son las reservas de casación pertinentes).- En caso de la
prueba cuya producción se declare pertinente y útil y que pueda demandar –esa producción- más tiempo,
el mismo no excederá los 10 días hábiles. Y allí mismo –en esa primera audiencia- ya se notifica a las partes
la fecha y hora de realización de la segunda audiencia, a celebrar dentro de los 15 días hábiles de haber
tenido lugar la aprehensión en flagrancia.- Por su parte esa segunda audiencia a la que se hace referencia -
a celebrar dentro de los 15 días hábiles de haber sido detenida la persona en flagrancia-, es la denominada
“audiencia de finalización”, prevista por el artículo 436 quater, y que no es otra cosa que la audiencia de
debate del juicio común, con las mismas reglas y los mismos alcances que cualquier audiencia de debate.-

Dicho en otros términos y para concluir: Como corolario de ese procedimiento, un sujeto detenido en
flagrancia, se encontraría en una audiencia de debate dentro de los quince días a contar de su detención
(algo absolutamente impensado en nuestro anterior sistema procesal penal provincial).- Señalo al
respecto, que si bien el Procedimiento Directísimo se caracteriza por ser sumarísimo, ello de ninguna
manera es óbice para que se respeten los principios vigentes en materia probatoria; lo que sí se tiende a
evitar, son las demoras injustificadas e innecesarias en la implementación del proceso.-

Rebeldía del imputado:

Casos en que procede:


Art. 288 CPPN: Será declarado rebelde el imputado que sin grave y legítimo impedimento no compareciere
a la citación judicial, o se fugare del establecimiento o lugar en que se hallare detenido, o se ausentare, sin
licencia del tribunal, del lugar asignado para su residencia.

Declaración:

Art. 289 CPPN: Transcurrido el término de la citación o comprobada la fuga o la ausencia, el tribunal
declarará la rebeldía por auto y expedirá orden de detención, si antes no se hubiere dictado.

Efectos sobre el proceso:

Art. 290 CPPN: La declaración de rebeldía no suspenderá el curso de la instrucción. Si fuere declarada
durante el juicio, éste se suspenderá con respecto al rebelde y continuará para los demás imputados
presentes.

Declarada la rebeldía, se reservarán las actuaciones y los efectos, instrumentos o piezas de convicción que
fuere indispensable conservar.

La acción civil podrá tramitarse en la sede respectiva. Cuando el rebelde comparezca, por propia voluntad
o por fuerza, la causa continuará según su estado.

Efectos sobre la excarcelación y las costas:

Art. 291 CPPN: La declaración de rebeldía implicará la revocatoria de la excarcelación y obligará al


imputado al pago de las costas causadas por el incidente.

Justificación:

Art. 292 CPPN: Si el imputado se presentare con posterioridad a la declaración de su rebeldía y justificare
que no concurrió hasta ese momento a la citación judicial debido a un grave y legítimo impedimento,
aquélla será revocada y no producirá los efectos previstos en el artículo anterior.

2) Declaración Indagatoria:

El principio constitucional de la inviolabilidad de la defensa en juicio, ha sido interpretado como la


posibilidad, entre otras cosas, de que al imputado se le asegure el ser oído, la audiencia y la prueba. De lo
que se deriva que esta interpretación constitucional del principio permite afirmar, como primera
conclusión que la “posibilidad de ser oído” u otorgar la oportunidad para ser oído es un derecho del
imputado con rango constitucional. Pero por otra parte, tal como se encuentra reglamentada la
declaración del imputado, se sostiene que su silencio no implica presunción de culpabilidad en su contra,
ello en virtud del estado jurídico de inocencia del que goza el imputado conforme al art. 18 de la
Constitución Nacional. Esto entendemos que es así, por cuanto si el imputado juzga conveniente para sus
intereses defensivos guardar silencio, seguirá siendo inocente más allá de lo que pueda pensar el hombre
común. El silencio del inocente es meramente silencio, sigue siendo inocente.

Tenemos entonces dos elementos fundamentales surgidos de la Constitución para fundar la oportunidad
que se le otorga al imputado para ser oído, y la facultad de éste de no declarar sin que ello implique
ninguna presunción de culpabilidad en su contra. El razonamiento culmina con este último argumento: si
la potestad represiva del Estado surge por la presunta infracción a una norma penal, y se dirige contra una
determinada persona; debe admitirse que esa pretensión represiva se haga saber a la persona contra
quien se dirige, para que ésta pueda en esa oportunidad “ser oído”, si así desea hacerlo o guardar silencio.
La oportunidad ya ha sido brindada. Pero como derecho que pertenece al imputado, éste podrá elegir
también la oportunidad para ser oído, tantas veces como lo requiera su defensa.
De lo expuesto entonces concluimos que la indagatoria tiene jerarquía constitucional, que se trata de un
medio de defensa del imputado, que ello surge de la interpretación armónica de los diversos postulados
constitucionales, y nos sirven de premisa en el desarrollo del tema.

En tal sentido debemos tener presente que en los primeros momentos de la investigación y recibida ya la
declaración indagatoria, en los códigos tradicionales del procedimiento penal mixto, el tribunal debe
pronunciar un mérito que determine la situación procesal del imputado. Se trata de una declaración
provisional que puede ser incriminadora o dubitativa, según que haya mérito suficiente o que falte el
mérito para pronunciar el procesamiento. Esto no impide que pueda sobreseerse antes de determinar la
situación del imputado, y aun antes de ser indagado conforme a esos códigos y a los más modernos que
han receptado con mayor amplitud el principio acusatorio.

Como el imputado podrá ejercer su defensa guardando silencio, esta actitud (el silencio) no podrá ser
utilizada como presunción de culpabilidad en su contra, aspecto del que debe ser informado debidamente
por el órgano que lleva adelante el acto.

Por cierto, que aquella información abarcará la mención de cuál es el delito por el que la declaración se
recibirá: es decir, tendrá que consignar el encuadramiento legal (aún provisorio) de los hechos, para
permitir un ejercicio eficaz de la defensa que comprende, no sólo el aspecto fáctico, sino también el
jurídico. Además no debe olvidarse que la atribución de un delito (no de un mero hecho) es el único
"título" que tiene el Estado para someter a un ciudadano a un procedimiento penal (proyección procesal
del principio de reserva de la ley penal).

Naturaleza Jurídica

La declaración del imputado es un medio de defensa y no un medio de prueba. Contrariamente a lo que


fue en su origen histórico (y a lo que más o menos íntimamente todavía muchos piensan) existe, no para
que aquél confiese, ni para lograr pruebas en su contra, sino para que (finalidad totalmente opuesta)
pueda ejercitar su defensa material. Sin embargo, en la práctica es frecuente observar que se intenta
lograr por esta vía la confesión del imputado, o por lo menos, contradicciones o incoherencias que
desvirtúen la defensa material que esté efectuando. Se pretende así ignorar que le declaración del
imputado es un acto voluntario por cuanto también es voluntaria su abstención, ya que aquél no debe
probar nada, sino que corresponde que a él se le acredite su culpabilidad.

Procedencia y término

Art. 294 CPPN: Cuando hubiere motivo bastante para sospechar que una persona ha participado en la
comisión de un delito, el juez procederá a interrogarla; si estuviere detenida, inmediatamente, o a más
tardar en el término de veinticuatro (24) horas desde su detención. Este término podrá prorrogarse por
otro tanto cuando el magistrado no hubiere podido recibir la declaración, o cuando lo pidiere el imputado
para designar defensor.

Formalidades previas

Art. 298 CPPN: Terminado el interrogatorio de identificación, el juez informará detalladamente al


imputado cuál es el hecho que se le atribuye, cuáles son las pruebas existentes en su contra y que puede
abstenerse de declarar, sin que su silencio implique una presunción de culpabilidad.

Si el imputado se negare a declarar, ello se hará constar en el acta. Si rehusare suscribirla, se consignará el
motivo.

Forma de la Indagatoria
Art. 299 CPPN: “Si el imputado no se opusiere a declarar, el juez lo invitará a manifestar cuanto tenga por
conveniente en descargo o aclaración de los hechos y a indicar las pruebas que estime oportunas. Salvo
que aquél prefiera dictar su declaración, se le hará constar fielmente; en lo posible, con sus mismas
palabras.

Después de esto el juez podrá formular al indagado las preguntas que estime convenientes, en forma clara
y precisa, nunca capciosa o sugestiva. El declarante podrá dictar las respuestas, que no serán instadas
perentoriamente. El ministerio fiscal y los defensores tendrán los deberes y facultades que les acuerdan
los artículos 198 y 203.

Si por la duración del acto se notaren signos de fatiga o falta de serenidad en el imputado, la declaración
será suspendida hasta que ellos desaparezcan”.

Cabe aclara que en este estadio de la indagatoria, se debe escuchar fielmente al imputado, y en lo posible,
transcribir textualmente su declaración. Debe dejárselo hablar con importunarlo, siempre y cuando se
refiere al objeto procesal de la intimación previa. Cabe recordar asimismo, que es nula la declaración
indagatoria que omite interrogar al imputado sobre cada uno de los hechos que en concurso material se le
reprochan, pues previamente al acto de la declaración “la intimación debe ser completa” y circunstanciada
a efectos de que el imputado la comprenda en toda su extensión, pues si el recaudo no es satisfecho se
compromete la estructura de la indagatoria, que podría ser nulificada, y consecuentemente la de todos los
actos subsiguientes.

Cuando el imputado se abstiene de prestar declaración, el acto concluye allí mismo; se firma y se cierra el
acta. En cambio, cuando el imputado decide declarar sobre el hecho que se investiga, el secretario deberá
dar lectura a todo lo consignado en el acta –sin perjuicio de que la lean el imputado o su defensor-, bajo
sanción de nulidad, La omisión de la lectura de la indagatoria produce la nulidad del acto. Luego de ello, el
acta será suscripta por todos los presentes; mas si alguno de ellos no pudiere o no quisiere hacerlo, esto se
hará constar y no afectará a la validez del acto, que subsistirá con la firma del Juez y del Secretario.

Si el imputado ignorase el castellano, se deberá nombrar un intérprete. El declarante podrá escribir su


declaración, la que se insertará en el expediente junto con la traducción. El nombramiento del intérprete
es necesario aun cuando el Juez tenga conocimiento de la lengua o dialecto a interpretar.

Si el imputado fuere un sordomudo, se nombrará un intérprete o un maestro de sordomudos o, a falta de


éstos, a alguien que sepa comunicarse con el interrogado.

Finalmente, si se tratare de un ciego se le hará saber que podrá hacer leer su declaración por una persona
de su confianza.

Cuando los imputados en la misma causa sean varios, las indagatorias se recibirán separada y
sucesivamente, evitándose que se comuniquen antes de que todos hayan declarado.

Garantías

El imputado podrá declarar en ausencia de su defensor, siempre que manifestare expresamente su


voluntad en tal sentido, dejando constancia. También podrá abstenerse de declarar.

En ningún caso se le requerirá juramento o promesa de decir verdad, ni se ejercerá contra él coacción o
amenaza, ni medio alguno para obligarlo, inducirlo o determinarlo a declarar contra su voluntad, ni se le
harán cargos ni reconvenciones tendientes a obtener su confesión, bajo pena de nulidad.

Las normas procesales que regulan la producción de este acto están todas incluidas en el orden público,
por lo que cualquiera de las exigencias que fuere violada lleva a la nulidad del acto, con las consiguientes
responsabilidades.
En efecto, si bien el proceso debe consultar en todos los casos el interés colectivo de la seguridad como
garantía, también debe hacerlo con la libertad del individuo sometido al proceso. El equilibrio es la única
forma de preservación. Por ello, como en este acto indagatorio un hombre —una persona— está sometido
a una verdadera limitación de libertad se deben aumentar todas las garantías.

Por ello la ley impone abrir el acto inmediatamente si el imputado está privado de libertad, o dentro de las
veinticuatro horas a contar del momento de su detención. Pudiendo prorrogar este término sólo cuando el
reo lo pida para designar defensor o cuando el tribunal por recargo de trabajo u otra causa extrema no
pueda cumplir en ese lapso.

Oportunidad y Autoridad Receptora

Esta declaración indagatoria debe necesariamente prestarse en el período instructorio, y sin ella, o sin
haber creado la oportunidad para ello por fijación de audiencia para el acto, aun cuando el reo se niegue a
ello, el proceso no puede seguir su curso por cuanto son nulos todos los actos de los cuales ella es su
presupuesto.

Por consiguiente su autoridad receptora es, en primer lugar, el juez de instrucción para cuando él la
convoca, como para todas las veces que el reo quiera ampliarla voluntariamente y para ello lo pida al
tribunal..

Ese acto debe producirse nuevamente con todas las garantías citadas y con las formalidades explicadas,
por el "tribunal del juicio", una vez abierto el debate.

Y si el imputado se niega a producirla, el tribunal ordenará la lectura de todos sus dichos anteriores.

Al final del juicio, sobre el cierre para sentencia, la ley otorga una nueva oportunidad para declarar al reo,
cuya forma no puede ser sino la de la indagatoria. Ello aun cuando en definitiva sea voluntaria y un alegato
por sobre el de la defensa letrada.

Incomunicación

La incomunicación del detenido es el acto policial o jurisdiccional por el cual se priva al imputado de tener
contacto con determinadas personas, en los casos de delitos graves por temer fundadamente que se
acordará con sus cómplices o de otro modo pondrá obstáculos a la investigación.

El juez tendrá la facultad de Incomunicar al detenido, cuando concurran los requisitos del Art. 213, por un
plazo no mayor a 48 horas, salvo prórroga que por otro tanto podrá ordenar el Juez de Instrucción, por
decreto fundado.

3) Procesamiento en el Orden Federal. Concepto:

En los primeros momentos de la investigación y recibida y la declaración indagatoria, en los códigos


tradicionales del procedimiento penal mixto, el tribunal debe pronunciar un mérito que determine la
situación procesal del imputado. Se trata de una declaración provisional que puede ser incriminadora o
dubitativa, según que haya mérito suficiente o que falte el mérito para pronunciar el procesamiento. Esto
no impide que pueda sobreseerse antes de determinar la situación del imputado, y aun antes de ser
indagado conforme a esos códigos y a los más modernos que han receptado con mayor amplitud el
principio acusatorio.

Nos referimos a una resolución instructoria del órgano jurisdiccional, con fundamento en las actividades
previas de los tres sujetos fundamentales del proceso. En realidad se trata del fundamental mérito que el
tribunal debe hacer ante la prístina imputación contestada, para orientar el proceso, desde el comienzo,
hacia la acusación o hacia el sobreseimiento.
Es una resolución provisional que puede ser revocada y reformada aun de oficio, en el sentido de que
durante la instrucción puede transformarse de incriminadora en desincriminadora y viceversa, conforme al
cambio de las circunstancias. Esas modificaciones pueden ser totales o parciales; pero no se puede llegar a
la acusación sin procesamiento, y sí al sobreseimiento no obstante existir el procesamiento.

La ley establece un término para producirse este pronunciamiento. El plazo que se fija es meramente
ordenatorio; pero se persigue una pronta solución sobre la situación jurídica del imputado, proveyendo a
través de ella al resguardo de su libertad y de su defensa en el proceso. Esto permite concluir que la
resolución comentada constituye el eje de la instrucción en su trayectoria hacia el resultado que
corresponda obtener.

Término y Condiciones

La ley exige dos condiciones: primero, que haya elementos de convicción suficientes para juzgar que existe
un hecho delictuoso; y segundo, que el imputado es culpable como partícipe del mismo. Como el
procesamiento se dicta por auto, serán los elementos de convicción suficientes los que ha de mencionar el
Juez para acreditar sus afirmaciones respecto de autoría y culpabilidad.

El Código Procesal Penal de la Nación establece un término de diez (10) días hábiles a contar a partir de la
indagatoria para resolver la situación del imputado (ya sea dictando Auto de Procesamiento o de Falta de
Mérito). Como se dijo anteriormente, se trata de un plazo ordenatorio conforme ha sentado de manera
pacífica la doctrina y jurisprudencia en la materia.

Implicancia de la remoción del auto de procesamiento en los códigos modernos

Formulando la aclaración inicial de que es el sistema procesal vigente en la Provincia del Chaco, cabe tener
presente que la investigación no se encuentra en manos de un juez de instrucción como en el sistema
federal sino que se trata de una “Investigación Preliminar Fiscal” llevada adelante precisamente por un
Fiscal de Investigación o Equipo de Investigación Fiscal según el caso.

Por lógicas razones en el marco de la misma no existe el dictado de Auto de Procesamiento (ni Falta de
Mérito) por parte de un Juez.

En consecuencia, recayendo sobre el fiscal de investigación la facultad de investigar, habiendo practicado


las diligencias necesarias para la investigación del hecho punible y sus autores, cómplices o encubridores,
el Fiscal declarará cerrada la investigación preparatoria y podrá:

- Solicitar el sobreseimiento, o

- Acusar al imputado.

Se trata de un momento del proceso en que, tras el agotamiento de las vías de conocimiento formales (o
sea, la producción de pruebas pertinentes y útiles) obtenidas durante la investigación preparatoria, se
abre un espacio para la reflexión crítica sobre la investigación, tendiendo a obtener un mérito conclusivo
de la misma, que se formalizará en un requerimiento concreto sobre la solución desincriminatoria o
acusatoria que se estima corresponde al caso. Cualquiera de estos requerimientos a su vez admitirá la
posibilidad de discrepancia o controversia a su respecto, dando lugar a una instancia de control a cargo de
un tribunal imparcial.

Falta de mérito

La falta de mérito es una resolución jurisdiccional que se dicta cuando en el término fijado para resolver la
situación del imputado, los elementos de convicción no son suficientes para ordenar el procesamiento ni
tampoco para sobreseer, correspondiendo entonces un auto que así lo declare, ordenando la libertad del
detenido (si el mismo se halla privado de su libertad ambulatoria).

En su valor sustancial, la falta de mérito es un pronunciamiento intermedio, de alcance dubitativo, entre


el procesamiento y el sobreseimiento; y es de aplicación obligatoria cuando no puede volcarse la decisión
hacia alguno de estos dos institutos.

Pero desde el punto de vista formal, se muestra como un mérito desincriminador y provisional del
período instructorio, con respecto al indagado como imputado y al hecho que se le atribuyó. Este instituto
tampoco resulta necesario en el esquema de la investigación penal preparatoria.

No se procesa al imputado, pero tampoco se lo libera definitivamente del proceso. La falta de mérito se
pronuncia sin perjuicio de continuar la investigación. Se trata de un auto que así lo determina, y que es
apelable por el Ministerio Fiscal, sin efecto suspensivo en cuanto a las medidas de coerción que se venían
cumpliendo. Al igual que el procesamiento, es revocable.

La falta de mérito debe dictarse cuando no procede el procesamiento, o sea dentro del mismo plazo
previsto para éste. Es un derecho que tiene el imputado para poner término a la incertidumbre de los
primeros momentos de la investigación. Mientras esa situación subsista, no es posible llegar a la
acusación; si no se producen cambios que determinen el procesamiento, evidentemente que la causa
seguirá camino al sobreseimiento.

Prisión Preventiva

La prisión preventiva es el estado de privación de la libertad ambulatoria, dispuesta por un órgano judicial,
después de la declaración del imputado, cuando se le atribuye, con grado de probabilidad, la comisión de
un delito sancionado con pena privativa de la libertad por la cual no proceda condenación condicional o,
procediendo, existan vehementes indicios de que intentará eludir la acción de la justicia (riesgo de fuga) o
entorpecer su investigación. Se cumple en un establecimiento carcelario del Estado o excepcionalmente,
en una residencia particular

El hecho que sea un “estado” ha llevado a decir que la prisión preventiva es en la realidad la verdadera
pena, y que el juicio oral y público es sólo una suerte de recurso de revisión contra ella.

Los tratados internacionales con jerarquía constitucional (CN, art. 75, inc. 22) disponen que la prisión
preventiva de las personas que hayan de ser juzgadas no debe ser la regla general, pero su libertad podrá
estar subordinada a garantías que aseguren la comparecencia del acusado en el acto del juicio, o en
cualquier otro momento de las diligencias procesales y, en su caso, para la ejecución del fallo (PIDCP, art.
9, inc. 3°).

La medida puede ser dispuesta, en el caso de delito de acción penal pública, sancionado con pena privativa
de la libertad, por el fiscal de instrucción o juez de instrucción, según el tipo de investigación de que se
trate (fiscal o jurisdiccional, respectivamente). En el caso de investigación jurisdiccional, si se tratara de
persona con privilegio constitucional, el juez sólo puede dictarla previo allanamiento de la inmunidad (art.
16); para los coimputados sin dichos privilegios puede disponerla directamente.

Cabe recordar que la prisión preventiva contradice el principio de inocencia, por ello exige este principio
que aquélla sea solamente una medida cautelar (no una pena) autorizada con el fin de evitar el peligro de
un “daño jurídico”: que el imputado en libertad consiga burlar la ley, ocultando la verdad o eludiendo la
sanción.-
Por otra parte, el presupuesto ineludible de la prisión preventiva es el auto de procesamiento, pues en él
se concreta la infracción penal de acuerdo a las probanzas existentes en la causa.

Regulación en el Código Procesal Penal de la Nación:

Procedencia

Art. 312. - El juez ordenará la prisión preventiva del imputado al dictar el auto de procesamiento, salvo
que confirmare en su caso la libertad provisional que antes se le hubiere concedido cuando:

1°) Al delito o al concurso de delitos que se le atribuye corresponda pena privativa de la libertad y el juez
estime, prima facie, que no procederá condena de ejecución condicional.

2°) Aunque corresponda pena privativa de libertad que permita la condena de ejecución condicional, si no
procede conceder la libertad provisoria, según lo dispuesto en el artículo 319.

Tratamiento de presos

Art. 313. - Excepto lo previsto por el artículo siguiente, los que fueren sometidos a prisión preventiva serán
alojados en establecimientos diferentes a los de los penados. Se dispondrá su separación por razones de
sexo, edad, educación, antecedentes y naturaleza del delito que se les atribuye.

Podrán procurarse, a sus expensas, las comodidades que no afecten al régimen carcelario y la asistencia
médica que necesiten, sin perjuicio de la gratuita que deberá prestarles al establecimiento donde se
alojen, por medio de sus médicos oficiales, recibir visitas íntimas periódicas sin distinción de sexo, en las
condiciones que establezca el reglamento respectivo y usar los medios de correspondencia, salvo las
restricciones impuestas por la ley.

Los jueces podrán autorizarlos, mediante resolución fundada, a salir del establecimiento y ser trasladados
bajo debida custodia, para cumplir sus deberes morales en caso de muerte o de grave enfermedad de
algún pariente próximo, por el tiempo que prudencialmente se determine.

Prisión domiciliaria

Art. 314. - El juez ordenará la detención domiciliaria de las personas a las cuales pueda corresponder, de
acuerdo al Código Penal, cumplimiento de la pena de prisión en el domicilio.

Menores

Art. 315. - Las disposiciones sobre la prisión preventiva no regirán con respecto a los menores de dieciocho
(18) años, siéndoles aplicables las correspondientes normas de su legislación específica.

Límite temporal: ley 25.430/01

La prisión preventiva no podrá ser superior a dos años, sin que se haya dictado sentencia.

No obstante, cuando la cantidad de los delitos atribuidos al procesado o la evidente complejidad de la


causa hayan impedido el dictado de la misma en el plazo indicado, éste podrá prorrogarse por un año más,
por resolución fundada, que deberá comunicarse de inmediato al tribunal superior que correspondiere,
para su debido contralor.

Artículo 2º — Los plazos previstos en el artículo precedente no se computarán a los efectos de esta ley,
cuando los mismos se cumplieren después de haberse dictado sentencia condenatoria, aunque la misma
no se encontrare firme.
Artículo 9º — Cuando un procesado permaneciera dos años privado de su libertad, sin que se haya dictado
sentencia a su respecto, el tribunal interviniente tiene la obligación de informar en el plazo perentorio de
48 horas al Consejo de la Magistratura los siguientes datos:

- Número de causa, carátula, fecha de iniciación, tribunal de radicación, fiscales intervinientes, y todo otro
dato que se considere de interés;

- Objeto de la investigación;

- Identificación del o de los procesados;

- Fecha de la detención;

- Estado de la causa;

- Razones por las cuales no se llegó a dictar sentencia.

Cuando un procesado sobre el que se hubiere informado en virtud de lo dispuesto por este artículo cesara
de cumplir prisión preventiva, el tribunal deberá confeccionar de inmediato un formulario para informar
de ello y de los motivos de su liberación, al Consejo de la Magistratura.

La omisión o retardo de estos informes se considerará falta grave.

El Consejo de la Magistratura deberá:

a) Confeccionar un registro de los procesados que se encuentren cumpliendo prisión preventiva superior a
los dos años y de los que hayan recuperado su libertad por imperio de esta ley;

b) Hacer público anualmente un informe con los datos insertos en el registro referido precedentemente;

c) Diseñar los formularios que contengan la información a que se refiere este artículo.

Este Registro será público.

Libertad como Principio y Garantía:

La privación de la libertad individual durante el desarrollo del proceso, como consecuencia de las medidas
cautelares detención y prisión preventiva, puede, en su caso, ser evitada antes de su inicio o suspendida
en el curso de su ejecución cuando se reúnan los recaudos de oportunidad, condiciones y garantías que en
su totalidad integran lo que genéricamente constituye la libertad provisional.

El proceso sigue su trámite, por cierto, como también sigue vigente la necesidad de aseguramiento de
ejecución de su resultado, pero la gravedad de las medidas que conducen a esto último puede amainarse.
La instrumentación de ello es la libertad provisional con sus distintas formas que regula la ley procesal.

Esas formas son, también, cautela personal. Ellas sustituyen la privación de libertad, esencial de la
detención y la prisión preventiva, por un sometimiento de contralor y obligación caucionada de presencia
y disponibilidad ante el tribunal, nucleados en un domicilio en el que se esté siempre a disposición de
citación y en el respeto de reglas de buena conducta.

Por otra parte cabe recordar que nuestra Constitución Nacional establece una regla básica que es el punto
de partida: el estado de inocencia del que goza todo ciudadano. Este principio, vale la aclaración, se
encuentra además en diversos Tratados Internacionales con raigambre constitucional por vigencia del
artículo 75 inciso 22 de la misma Carta Magna caso por ejemplo de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos en su artículo 11°; en la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre
en su artículo 26°; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos en su artículo 14 inciso 2º, por citar
algunos que reiteran la consagración de este principio-.
En el caso de nuestra Constitución Nacional –a diferencia de varias de las Constituciones Provinciales- no
se consagra expresamente la regla del estado de inocencia; sino que tal principio se infiere del artículo 18
del texto constitucional, cuando dice “ningún habitante de la nación puede ser penado sin juicio previo
fundado en ley anterior al hecho del proceso”.- En el lenguaje de la carta fundamental “penado” es el
condenado por sentencia firme dictada conforme a proceso legal por los jueces naturales.- Hasta no ser
“penado”, todo habitante de la nación es inocente.

De tal regla constitucional surgiría el derecho del imputado a gozar de libertad durante el proceso penal.-
Es lógico que quien es inocente no sea privado de su libertad. Por supuesto que como todo derecho no es
absoluto, sino que se encuentra sujeto a restricciones.- En tal sentido claro está, durante el proceso
puedan dictarse –justificadamente- medidas coercitivas de seguridad, entendido esto fundamentalmente,
como la privación de libertad.-

En tal sentido debemos tener presente que el Código Procesal Penal de la Provincia del Chaco, claramente
dispone en su artículo 267 que “con las limitaciones dispuestas por este código, toda persona a quien se le
atribuya la participación en un delito permanecerá en libertad durante el proceso”; y ello se complementa
con lo que establece a su vez, el artículo siguiente, el 268, que consigna “que la restricción de la libertad
sólo se impondrá en los limites absolutamente indispensables para asegurar el descubrimiento de la
verdad y la actuación de la ley”.-

En similares términos podemos observar que el Código Procesal Penal de la Nación, establece en su
artículo 280 que “la libertad personal sólo podrá ser restringida, de acuerdo con las disposiciones de este
código, en los límites absolutamente indispensables para asegurar el descubrimiento de la verdad y la
aplicación de la ley”.-

Es decir, la regla es la libertad, la excepción, la restricción a esa libertad personal.-

Ahora bien, el correlato lógico de esa regla, es que sea la misma ley procesal la que consagre las pautas
que dotadas de objetividad y racionalidad, actúen como “indicios vehementes” que justifiquen que el
principio de libertad durante el proceso debe ser restringido en un caso concreto. Debe evitarse así todo
criterio subjetivo ya sea de parte del fiscal de investigación en el caso de nuestro sistema provincial o del
juez de instrucción en el sistema federal.-

Lo cierto es que los códigos procesales, establecen claramente cuáles son esas pautas que actuarán como
“indicios vehementes” de que el imputado puesto en libertad, tratará de eludir la acción de la justicia o
entorpecerá su investigación; y que deben ser tenidos en cuenta para disponer su detención en un primer
momento, o para dictarle la prisión preventiva posteriormente.-

En el caso del C.P.P. del Chaco esos indicios se señalan en el artículo 280, el cual al referirse a los casos en
que debe disponerse la prisión preventiva del imputado, establece dos grandes grupos en sus dos incisos:

1) Si se tratare de delitos de acción pública reprimidos con pena privativa de la libertad y no aparezca
procedente, prima facie, la condena de ejecución condicional; y

2) Cuando aún procediendo la condena condicional, hubiere vehementes indicios de que el imputado
tratará de eludir la acción de la justicia o entorpecer su investigación.-

Respecto de ello, señala en su último párrafo, que la existencia de esos peligros “se inferirá de algunas de
las siguientes circunstancias:

a).- Reiteración de actividad delictiva,

b).- Falta de residencia,


c).- Inexactitud del domicilio denunciado por el imputado,

d).- Declaración de rebeldía en otro proceso penal,

e).- Sometimiento a proceso anterior,

f).- Haber obtenido cese de prisión preventiva anterior,

g).- O condena impuesta sin que haya transcurrido el término que establece el artículo 50 del código
penal” (que recordemos, hace referencia a lo que se considera como reincidencia, y establece que a tales
fines, la pena sufrida no se tendrá en cuenta, cuando desde su cumplimiento hubiera transcurrido un
término igual a aquél por la que hubiera sido impuesta, plazo que nunca excederá de 10 años ni será
inferior a 5).-

El correlato de dicha norma en el Código Procesal Penal de la Nación, lo constituyen los artículos 312 y 319
a cuyos términos nos remitimos.-

Formas

Las formas que admite la libertad provisional pueden agruparse en dos grandes clases: 1) la que evita
entrar en privación de la libertad; 2) las que permiten la salida de ella una vez concretada y en plena
ejecución.

A su vez, unas deben ser caucionadas y otras no. La evitativa de ingreso es la exención de prisión y es
caucionada. La suspensiva de la privación en curso es la excarcelación y es caucionada. También puede
haber suspensión con la declaración de falta de mérito, pero no es caucionada.

Exención de Prisión: Es el procedimiento que todo sujeto que tenga noticia o presuma que puede ser
privado de libertad por disposición judicial en proceso penal determinado, puede asumir para evitarlo por
petición personal o por la de un tercero en su favor, ante el juez de la causa. Y si no sabe cuál es, ante el
juez de turno, el que de inmediato debe determinar quién es aquél y pasarle, según el caso, la solicitud
para su trámite.

Esta forma de proteger la libertad individual cuya posibilidad máxima se extiende a poderla promover
incluso en el caso de que se desconociere quién es el juez que puede haber decretado su detención, o,
incluso que no la decretó aún; este procedimiento que tiene un trámite veloz en el tiempo, tiene una gran
similitud finalista con la acción de hábeas corpus preventivo. Su única diferencia de oportunidad es la de
que esta última se promueve por amenaza de libertad ajena a toda decisión judicial dictada en causa
determinada, por lo que debe promoverse, lógicamente, ante el juez de instrucción de turno, quien no la
puede derivar a nadie; él tiene que tramitarla.

Reiteramos, la exención de prisión es un instituto procesal que persigue, precisamente eso: que al que
está en libertad aún se le exima de prisión, cuando reúna las condiciones legales para su procedencia y con
la garantía del cumplimiento de éstas. Está regulado por los arts. 316, 320 a 333.

Excarcelación

La excarcelación es una forma de liberación provisional que tiene la característica —a diferencia de la


exención de prisión— de operar por soltura respecto del imputado que ya está privado provisionalmente
de su libertad individual. Por encarcelado, se lo excarcela. Y como en todos los casos ésta se concede bajo
la caución que se estime proceder, recibe la nominación de "libertad bajo caución" para diferenciar su
caso del de aquellos que estando también encarcelados, son liberados sin esa garantía, como es el
supuesto de la libertad por falta de mérito o la derivada de la suspensión del proceso a prueba (arts. 317,
309, 293).
Caución

La caución es la garantía que el juez exige y el imputado acepta como condición de la efectividad de la
recuperación de la libertad. La caución tiene por exclusivo objeto asegurar el cumplimiento por parte del
imputado de las obligaciones legales, órdenes impartidas por el juez y eventualmente, en caso de pena
impuesta por sentencia condenatoria, el someterse a su cumplimiento (art. 320).

La caución es la que absorbe la efectividad asegurativa que en las medidas cautelares personales
detención y prisión preventiva se instrumentan en la privación provisional de libertad.

Cuando en un pedido de exención de prisión o excarcelación, el juez dicta resolución declarando su


procedencia no ha dado sino un primer paso que es el referido al cese del aseguramiento coactivo: pero
en el segundo, que es la fijación de la caución, reemplaza la privación de libertad con un compromiso
también coactivo contraído por el imputado de someterse al proceso.

Por eso es que hemos dicho ya que la excarcelación y la exención no son "contracautela"; sino lisa y
llanamente medidas cautelares. Su núcleo se radica precisamente en la caución a que se las somete. Si no
se presta la fijada no hay libertad. Si se viola el sometimiento procesal* se pierde la libertad y la caución.

Caución juratoria: que es aquella en la que el compromiso se finca en la promesa jurada de imputado de
cumplir fielmente las obligaciones impuestas para la soltura (art. 321 CPPN).

Caución Personal: caución personal dada junto con el imputado por uno o más fiadores que asumen junto
con el reo, la obligación solidaria de pagar el monto fijado por el juez. Es decir, en el auto de concesión se
fija una suma de dinero, frente a ella aparecen los obligados a pagarla. Esto último ocurriría si el imputado
se sustrajere a su obligación de someterse al tribunal (art. 322CPPN). Los fiadores deben probar su
solvencia y ser capaces civiles (art. 323 CPPN).

Caución Real: caución real que se constituye mediante el depósito del dinero fijado por el juez, o por la
entrega de valores cotizables o efectos públicos, u otorgando prendas o hipotecas, todo lo cual quedará
sujeto a privilegio especial en orden al cumplimiento de las obligaciones del liberado remiso (art. 324
CPPN)

Libertad por falta de mérito

Ella es una liberación provisional que se produce por vía de consecuencia.

En efecto, producida la recepción de la indagatoria al imputado, el juez dentro de los diez días
subsiguientes debe regularizar la situación procesal del mismo.

Valorado el conjunto de elementos anteriores al acto, con más lo que le adicione la indagación, pueden
presentarse al juez dos posiciones extremas; o los elementos de convicción son suficientes para estimar
que existe un hecho delictuoso y que el imputado es culpable como partícipe del mismo, en cuyo caso
debe dictar su procesamiento mediante auto fundado (art. 306); o, por el contrario, dichos elementos de
juicio son insuficientes para fundar tal posición y, dado el estado actual de la investigación, no resulta
posible reunir otra prueba, en cuyo caso debe resolver por vía del sobreseimiento (arts. 334, 335, 336 y
309 del CPPN).

Pero fuera de tales posiciones claras, se puede dar el caso de que se presente una indefinición provocada
por la insuficiencia de prueba tanto para uno como para otro de los extremos citados. Es decir: no hay
mérito para su dictado en autos.

Respecto del límite "procesamiento" se mantiene el estado de sospecha que fundó la indagatoria; en
tanto que con relación al límite opuesto "sobreseimiento"' se mantiene su posibilidad por falta de
elementos actuales. No puede dictarse ni uno ni otro, pero es necesario seguir investigando porque son
posibles otras pruebas.

En este último caso, que no es sino una tercera posición, previa declaración de la falta de mérito
probatorio para definir el proceso, se continúa la investigación.

Si el imputado o los imputados a cuyo respecto se produzca esta situación, se encontraren privados de
libertad, ellos, como consecuencia de ese auto deberán ser puestos en libertad (art. 309).

Esta liberación se enrola, también, dentro de las clases de "libertad provisional", como una forma de
cautela. Ello así, porque el imputado sigue bajo la jurisdicción del tribunal que, en el acto de soltura, le
hace constituir un domicilio para citación, con la advertencia de obligación de concurrir al llamado. Ello se
cumple sin caucionar.

Este sometimiento se debe a que, como la investigación continúa, puede darse el caso de la incorporación
de nuevas pruebas de cargo y la definición procesal hacia el procesamiento, en cuyo caso el sujeto debe
estar a disposición para la satisfacción de todos los fines que fundan los actos de cautela personal.

Suspensión del juicio a prueba

Con la reforma al Código Penal por la ley 24.316 se agregaron tres artículos más al artículo 76 (el 76 bis, ter
y quater), por los cuales se introdujo el instituto conocido como la probation o suspensión del proceso a
prueba.

El motivo del legislador para introducir este instituto fue buscar el otorgamiento al imputado de una
posibilidad de acceder a otras condiciones, evitándole el cumplimiento de la condena y evitando asimismo
el desgaste de la actividad jurisdiccional.

La suspensión del juicio a prueba contribuye a una respuesta más humana en la justicia penal, ya que
tiende a evitar las consecuencias negativas del encarcelamiento, como así también desde un punto de
vista práctico impedir que llegue la sentencia en procesos de poca importancia en política criminal
ahorrando recursos materiales y humanos, con la gran ventaja que se producen importantes reducciones
de costos al Estado.

El elemento esencial de la Probation es como método de reeducación del delincuente: un plan de


conducta en libertad, adaptando la respuesta del derecho penal a las circunstancias que rodean al hecho,
las condiciones personales del imputado y a la posibilidad que brinde la comunidad o el sistema social. En
el curso de su aplicación, la persona sometida a él continúa viviendo en el seno de su familia y comunidad,
organizando su vida conforme a las condiciones prescritas por el juez o autoridad competente bajo la
supervisión y apoyo sociohumanitario del agente de Probación.

En síntesis, este sistema implica simultáneamente la suspensión de la ejecución de la pena quedando el


delincuente en libertad bajo caución de buena conducta.

El mencionado instituto tiene como finalidad conceder al imputado la oportunidad de resarcir el daño
causado, evitando de esta forma la acción punitiva del Estado como medio de recomposición de la “paz
social”.

De acuerdo al artículo 76 bis del Código Penal, el imputado por un delito de acción pública cuyo máximo
no exceda de tres años, podrá solicitar el beneficio de la suspensión del proceso a prueba.-

Las reglas que corresponde aplicar en caso de la aceptación de la suspensión, están contenidas en el
artículo 76 ter del Código Penal y si durante el tiempo fijado por el tribunal el imputado no comete un
nuevo delito, repara los daños y cumple con las reglas de conducta, se extinguirá la acción penal.
Así establece la mencionada normativa:

Art. 76 bis. - El imputado de un delito de acción pública reprimido con pena de reclusión o prisión cuyo
máximo no exceda de tres años, podrá solicitar la suspensión del juicio a prueba.

En los casos de concurso de delitos, el imputado también podrá solicitar la suspensión del juicio a prueba
si el máximo de la pena de reclusión o prisión aplicable no excediese de 3 años.

Al presentar la solicitud, el imputado deberá ofrecer hacerse cargo de la reparación del daño en la medida
de lo posible, sin que ello implique confesión ni reconocimiento de la responsabilidad civil
correspondiente. El juez decidirá sobre la razonabilidad del ofrecimiento en resolución fundada. La parte
damnificada podrá aceptar o no la reparación ofrecida, y en este último caso, si la realización del juicio se
suspendiere, tendrá habilitada la acción civil correspondiente.

Si las circunstancias del caso permitieran dejar en suspenso el cumplimiento de la condena aplicable, y
hubiese consentimiento del fiscal, el tribunal podrá suspender la realización del juicio.

Si el delito o algunos de los delitos que integran el concurso estuviera reprimido con pena de multa
aplicable en forma conjunta o alternativa con la de prisión, será condición, además, que se pague el
mínimo de la multa correspondiente.

El imputado deberá abandonar en favor del Estado, los bienes que presumiblemente resultarían
decomisados en caso que recayera condena.

No procederá la suspensión del juicio a prueba cuando un funcionario público, en el ejercicio de sus
funciones, hubiese participado en el delito.

Tampoco procederá la suspensión de juicio a prueba respecto de los delitos reprimidos con pena de
inhabilitación.

En cuanto a la interpretación de los alcances de tales requisitos de procedencia del instituto bajo análisis,
debe tenerse en cuenta que primeramente se tomó a nivel doctrinario y jurisprudencial una tesis
restringida, según la cual para que procediera la suspensión del proceso a prueba debían reunirse ciertos
requisitos esenciales, tales como que el delito imputado sea de acción pública, que el máximo no excede
los tres años, que en caso de concurso el máximo de la pena no exceda tampoco los tres años y que exista
la posibilidad de una condena de ejecución condicional; y además como requisito fundamental, debía
mediar el consentimiento fiscal para poder proceder a la suspensión.

Tiempo después surge una tesis amplia, que viene a rebatir a la tesis restringida, planteando que el
requisito de que el máximo de la pena de prisión o reclusión del delito que se le imputa no exceda los tres
años, y el requisito de que exista la posibilidad de una condena de ejecución condicional proceden para
supuestos distintos; expresando entonces que con el cumplimiento de uno de aquellos dos requisitos
basta para que proceda la suspensión, siendo innecesario que se cumplan ambos requisitos en forma
conjunta. Dicha tesis amplia funda su posición en la interpretación gramatical y teleológica que realiza a
partir de las diferenciaciones que el mismo artículo establece en cuanto a tribunal y jueces unipersonales,
previendo en el primer párrafo una pena en abstracto (pena cuyo máximo no exceda de tres años), en
tanto que en el cuarto párrafo considera la pena en concreto, con clara alusión al artículo 26 del digesto
sustantivo

La controversia planteada entre ambas tesituras tiene asidero en el Plenario Nro. 5 en el caso “Kosuta” de
la Cámara Nacional de Casación Penal con respecto a la suspensión del juicio a prueba con relación al
régimen penal tributario, adoptando finalmente la tesis restrictiva. Luego de más de cinco años de vigencia
de la reforma al Código Penal que introdujera la suspensión del juicio a prueba, ello se concretó en ese
fallo plenario Nro. 5 en autos caratulados “Kosuta, Teresa R.”, fechado el 17/08(99, donde se resolvió por
mayoría lo siguiente:

1) Que la pena sobre la que debe examinarse la procedencia del instituto previsto en el artículo 76 bis y
siguientes del Código Penal es la de reclusión o prisión cuyo máximo en abstracto no exceda de tres años;

2) Que no procede la suspensión del juicio a prueba cuando el delito tiene prevista pena de inhabilitación
como principal, conjunta o alternativa;

3) Que la oposición del Ministerio Público Fiscal, sujeta al control de logicidad y fundamentación por parte
del órgano jurisdiccional, es vinculante para el otorgamiento del beneficio.

Esta solución, que fuera anticipándose en diversos pronunciamientos individuales de las distintas Salas de
la Cámara, lamentablemente cercena con gravedad la operatividad del instituto, que queda reducida a su
mínima expresión: sólo procederá sobre la materia correccional y se excluyen, entre otros, los tipos
culposos con pena de inhabilitación.

Este “triunfo” de la tesis restrictiva ha generado, como era previsible, diversas repercusiones en las
instancias inferiores, que por distintas vías procuraron “resistir” la doctrina jurisprudencial fijada por la
Casación. Así, por ejemplo, hay tribunales que optaron por la declaración de inconstitucionalidad de la
obligatoriedad de la jurisprudencia plenaria, como el Tribunal Oral Criminal 23 de Capital Federal en causa
“Menghini”.

Con posterioridad a ello, la Corte Suprema de Justicia de la Nación dictó el Fallo "Recurso de Hecho Acosta,
Alejandro Esteban s/infracción art.14, primer párrafo de la ley 23.737 – causa N° 28/05" S.C.A. 2186, L.XL -,
que receptó la tesis amplia y el principio pro homine; permitiendo así la aplicación de la probation (así
denominada tras una defectuosa traslación del instituto de derecho anglosajón denominado divertion) a
casos y situaciones que quedaban fuera de dicha instituto en el marco de la tesis restrictiva.
Concretamente en dicha causa la Sala I de la Cámara Nacional de Casación Penal declaró mal concedido en
recurso interpuesto contra lo resuelto por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de la Provincia de Santa
Fe, en cuanto no hizo lugar a la suspensión del juicio a prueba solicitada por el imputado Acosta. Contra
ese pronunciamiento la defensa del mismo interpuso Recurso Extraordinario cuya denegatoria dio lugar a
la articulación de la pertinente queja ante la C.S.J.N.

En el citado fallo nuestro máximo órgano jurisdiccional nacional sentó en el Considerando 7°: “Que, en
tales condiciones, cabe concluir que el criterio que limita el alcance del beneficio previsto en el artículo 76
bis a los delitos que tienen prevista una pena de reclusión o prisión cuyo máximo no supere los tres años
se funda en una exégesis irrazonable de la norma que no armoniza con los principios enumerados, toda
vez que consagra una interpretación extensiva de la punibilidad que niega un derecho que la propia ley
reconoce, otorgando una indebida preeminencia a sus dos primeros párrafos sobre el cuarto al que deja
totalmente inoperante”.

Desde ya que entendemos que esta tesis amplia recepcionada por la C.S.J.N. en el citado fallo es la
correcta. Así sostenemos que dicha interpretación es correcta y razonable, toda vez que el monto de la
pena del delito que se indilga en un caso concreto, no puede constituir obstáculo para el análisis y
concesión de la Probation.- En tal sentido compartimos lo sostenido por el Profesor Almeyra, en cuanto a
que más allá de la controversia así planteada respecto a que “…si la pena que ha de tomarse en cuanta
para la aplicación del instituto, es la que, en abstracto, se ha fijado en su máximo para el delito o por el
delito o por el contrario, la que se perciba como adecuada en el caso concreto y que pueda dar lugar a una
condena de ejecución condicional, aun cuando la escala penal para el delito atribuido supere dicho
máximo, tesis esta considera correcta” (PROBATION de Miguel Ángel ALMEYRA, Sup. De Jurisprudencia
penal a cargo de Francisco J. D ALBORA, s/nº Págs. 7 y ss.).
En apoyo de tal postura cabría recordar que similar disputa fue generada por la primitiva redacción del art.
26 del C. P. en relación a si el tope de 2 años – actualmente 3 año, ley 23.057 – se refería a la pena que en
abstracto se conminaba en la escala penal para el delito imputado o la concretamente fijada en la
sentencia, que en definitiva fue zanjada a favor de la segunda posición por el plenario “ARIAS, ENRIQUE”
del 07 de Agosto de 1923 (Fallo Plenario Pág. 191 y ss.) y por la Ley de fe de erratas 11.221. La mayoría
conformada en dicho plenario, excediendo el estrecho límite que la interpretación gramatical de la norma
ofrecía, adhirió a la tesis amplia – en coincidencia con el autor del Código penal Rodolfo MORENO (h) “El
Código Penal y sus antecedentes, T. II pág. 121 y siguientes H. A TOMASSI EDITOR, BS. AS 1922 – que
significó no tener en cuenta la gravedad objetiva del hecho sino a la pena individualizada en la sentencia,
señalando en tal oportunidad el Dr. D. J. FRIAS, que es una regla general del derecho que las leyes que
favorecen la libertad individual de las personas deben ser interpretadas de manera más amplia, a fin de
que se hagan realmente efectivos los principios de equidad y justicia que el legislador tuvo en vista al
sancionarlos.

Ante lo así expuesto, y frente a un detenido análisis del tema, persuade adherirse a dicha postura amplia,
por cuanto se advierte, que si se interpretara literalmente la expresión utilizada en el primer
párrafo del art. 76 bis del C.P., según ley 24.316, no se vería la razonabilidad de denegar el
beneficio al acusado de un delito, cuando de acuerdo a la naturaleza del hecho y sus condiciones
personales, merecería una condena de ejecución condicional y ello por la sola circunstancia de que
el máximo de la escala prevista para el mínimo excediera los tres años.

Una interpretación tan estricta estaría en pugna con los modernos principios que informan a la
oportunidad de la aplicación de la pena y su individualización, sin obtenerse, por el contrario, ninguna
utilidad. Siendo entonces el fundamento de la PROBATION sustituir el juicio sometiendo al acusado a un
régimen de control tras el cual la acción penal se extingue de una manera definitiva y congruente con el
fundamento del instituto de la condena condicional, es decir “…evitar las penas privativas de libertad de
corta duración” (Conf. Sebastián SOLER, DERECHO PENAL ARGENTINO T. II Pág. 497 y Sig. Ed. TEA 1992),
sometiendo al imputado a igual control (Art. 27 Bis y 76 del C. P. Ley 24316).

Cabe concluir conforme los fundamentos expuestos, que “…la pena que ha de tenerse en cuenta para
decidir sobre la procedencia del instituto es la que en concreto se perciba como adecuada y pueda dar
lugar a una condena de ejecución condicional aun cuando el máximo previsto para el delito atribuido
supere los tres años” (Conf. Julio DE OLAZÁBAL en SUSPENSIÓN DEL PROCESO A PRUEBA Pág. 43 y sig. Ed.
ASTREA 1994 y Miguel ALMEYRA Ob. Cit.).

UNIDAD X

UNIDAD X: CONCLUSIÓN DE LA INSTRUCCIÓN / INVESTIGACIÓN PENAL PREPARATORIA.

El proceso en general como medio legalmente regulado para realizar la administración de justicia,
compuesto de una serie sucesiva de actos entrelazados entre sí que se encaminan hacia la sentencia,
como medio de aplicar el derecho penal en el caso concreto de que se trate, supone la realización de un
trabajo y con él la conclusión del mismo.

Esa conclusión o agotamiento se alcanza cuando su finalidad se logra, o, por el contrario, se arriba a la
reflexión de que no se podrá alcanzar. Así, esa actividad se termina. Si se llega al final, esa terminación
será la forma normal de clausurarla; en tanto, si no se puede continuar, esa terminación será una clausura
anormal.
La actividad del proceso se cumple en torno al objeto o materia del mismo que es lo que constituye el
objeto procesal. Éste se integra con dos elementos: uno material que es el hecho producido por el
hombre, dentro del marco del derecho penal; el otro, respecto del hecho citado, el hombre que lo
produjo, como su propia obra, esto es, el responsable que es el elemento subjetivo. La existencia tanto del
uno como del otro debe ser acreditad (por los medios de prueba) en el proceso, de modo tal que ambos se
reconstruyan en el proceso como un presente permanente, apreciable en todo momento que las partes, el
juez o cualquiera que se asome al proceso, pueda conocerlo. Esa realidad reconstruida es la que luego de
poseerla se enfrenta con el Derecho de fondo y se la califica en función del mismo y se concluye su
consecuencia: si se concuerdan, la condena.

En el caso de que toda esa actividad pueda cumplirse, se lleva a la terminación normal del proceso en
todas sus etapas.

Pero en caso de que ello no se logre y se deba suspender su trámite por imposibilidad de continuación, esa
terminación es la anormal.

Esa anormalidad puede estar referida a insuficiencia de prueba, ya sobre el extremo objetivo o material
del objeto procesal (sobre el hecho), ya sobre el elemento subjetivo del mismo (la responsabilidad del
imputado).

El arribo a ese triunfo o a ese fracaso puede darse también en la etapa instructoria, en cuanto la
investigación arroje éxito sobre la totalidad de los elementos que constituyen su finalidad específica (art.
193, CPP), o, por el contrario, se frustre ya sobre la acreditación del hecho mismo y su carácter delictivo,
ya sobre la responsabilidad del o de los imputados.

En el primer supuesto la instrucción satisfecha concluye y se clausura con miras de continuidad (etapa de
"juicio"), en forma normal.

En el segundo también concluye, pero sin posibilidad de futuro, en forma anormal.

Clausura Normal

Requerimiento de Elevación de la Causa a Juicio:

La forma normal de terminación de la etapa instructoria del proceso penal está dada, o mejor,
concentrada en el auto de elevación de la causa ajuicio.

A éste se arriba cuando el juez de instrucción luego de tramitar el proceso y dispuesto, en la etapa a su
cargo, el procesamiento del imputado, lo cual por cierto supone una acreditación suficiente del hecho y de
la responsabilidad del sujeto, por cumplida la finalidad puesta a su cargo, debe darla por terminada. Para
esto confiere vista de lo actuado por tres días al actor civil para que interponga su demanda (arts. 87 y 93,
CPP).

Asimismo, deberá disponer vista al fiscal y a la parte querellante -si la hubiere-, por el término de seis días
para que ambas dictaminen sobre el mérito de las pruebas y se expidan sobre si siendo ellas insuficientes
se debe sobreseer o, por el contrario, si son positivas, se debe continuar con el proceso, pasando a la
etapa que le sigue que es la del "juicio".

Si fuere esta última la que se presenta, tanto el fiscal como el querellante se expedirán con un dictamen
que recibe el nombre legal de requerimiento de elevación.

En este acto se deben cumplir requisitos formales. Deben señalarse los datos personales del imputado,
una relación clara, precisa y circunstanciada de los hechos, su calificación legal, la responsabilidad del
agente y los motivos en que se funda para pedir (requerir) la elevación a "juicio". En síntesis, estos actos
constituyen la acusación.

Concretamente se le acuerda en el sistema federal (nacional) al Fiscal seis días para que dictamine,
término este que es meramente ordenatorio, en razón que si no existe requisitoria fiscal de elevación a
juicio o acusación, el Juez no podrá continuar entendiendo en la causa por propia iniciativa (ex officio).

Es por ello que el Código Nacional, al haber establecido términos perentorios e improrrogables para el
Juez y las partes, acuerdas seis días más al Agente Fiscal para que dictamine “en casos graves o
complejos”.

Es tal la importancia y trascendencia que la ley acuerda al requerimiento fiscal de elevación, que no
mediando el mismo no existe juicio. Y habiéndolo, formalmente válido, él es el que limita la actuación del
tribunal a la órbita del caso y las circunstancias que ese acusador plantea.

Constituido en presupuesto indispensable del cierre de la instrucción, el auto de clausura que lo haga debe
realizarse "conforme al pedido fiscal" cuando el juez resuelve en él la oposición de la defensa. No hacerlo y
apartarse del requerimiento fiscal importa cambiar de mano el ejercicio y sostén de la acción penal
pública, que tiene como titular al Ministerio Fiscal. Separarse de esa línea es apartarse de la normativa
procesal vigente.

Debe también tenerse presente que si el Fiscal considera que a instrucción está completa y requiere la
elevación a juicio, el Juez notificará al defensor y si éste no formula incidente de oposición, o dedujere
excepciones, el Juez decretará la elevación a juicio.

En consecuencia en el Código Procesal de la Nación, la clausura de la instrucción se produce de dos


maneras:

a) Si el Fiscal no propone diligencias y requiere la elevación a juicio, el decreto de elevación a juicio es la


resolución que clausura la instrucción (debe destacarse que esto ocurre cuando no hay incidente de
oposición a la elevación a juicio por parte de la defensa); y

b) Si hay oposición de la defensa al requerimiento de elevación a juicio, el auto de remisión a juicio que
resuelve la oposición, es la resolución que clausura la instrucción en esta segunda hipótesis.

No guardar congruencia con el requerimiento fiscal de elevación en el auto de elevación lleva


necesariamente a su nulidad, Sin requerimiento fiscal no puede haber elevación a juicio.

Tanto es así que, si por conferida la vista de mérito el fiscal se limita a pedir medidas probatorias, el juez
una vez aceptadas y cumplidas o rechazadas las mismas, debe correr nueva vista de mérito para que
específicamente el fiscal dictamine sobre la elevación. Si el juez no lo hiciere y dictare directamente el
auto de elevación, o remitiere el proceso a juicio, la resolución es nula.

Por su parte y en lo que hace al actor civil su demanda debe estar ajustada a las exigencias del Código
Procesal Civil (art. 93 del CPP).
Procedimiento en caso de desacuerdo del juez:

Lo que ocurre es que estos dictámenes (requerimientos), pueden no ser compartidos por el juez en cuanto
le pidan no continuar con el proceso y producir un cierre anormal del mismo – sobreseimiento-.

Todo se nuclea en definitiva en el dictamen del fiscal. Si éste y también el querellante piden el pase a
juicio, y el juez está de acuerdo así lo decreta, previo traslado a la defensa.

En cambio, si el fiscal pide el sobreseimiento y el juez no está de acuerdo porque piensa que debe pasar a
juicio o en el caso de que estuviere de acuerdo, pero hubiere querellante y éste pidiera, la ley obliga al
juez a pasar las actuaciones a la Cámara Criminal de Apelaciones en consulta, y ésta decide. Allí concurren
dos posibles soluciones al conflicto planteado:

1) Si dicho Tribunal de Alzada comparte el criterio del Fiscal de primera instancia, el dictado de
sobreseimiento es obligatorio para el Juez; o

2) Por el contrario, si la Cámara de Apelaciones entiende que corresponde elevar la causa a juicio,
apartará al Fiscal interviniente e instruirá en tal sentido al Fiscal que designe el Fiscal de Cámara o
al que siga en orden de turno (art. 348, segunda parte del C.P.P.N.).

Intervención de la defensa:

Siempre que el Fiscal requiera la elevación a juicio de una causa de instrucción formal, las conclusiones de
su dictamen serán notificadas al defensor del imputado.

Dicho traslado a la defensa se corre por el término de seis días –improrrogables-, plazo durante el cual el
defensor podrá:

a) Oponer las excepciones que estime proceder (las cuales se tramitarán de acuerdo con los incidentes de
previo y especial pronunciamiento); o

b) En su caso, oponerse a dicho requerimiento de elevación a juicio, y fundadamente solicitar el


sobreseimiento a favor del imputado; o

c) Ejercer la opción de ser juzgado por un tribunal colegiado o unipersonal –con la conformidad del
imputado-.

Si en el plazo así acordado, la defensa técnica del imputado no contestó dicho traslado y no optó por
plantear ninguna de las posibilidades previamente enunciadas; el juez deberá remitir por simple decreto
(sin necesidad de mayores fundamentaciones) la causa al Tribunal de Juicio, declarando clausurada la
instrucción.
Por el contrario, si hubiere habido articulación de la defensa, una vez resueltas las excepciones y en su
caso el pedido de sobreseimiento –en caso de rechazarse tal planteo-, en ese mismo auto fundado en
cuanto a hechos y sujetos, el tribunal ordenará la elevación a juicio.

Pero en este caso se le impone al juez bajo pena de nulidad que en dicho Auto de Elevación se coloque
fecha cierta, se haga una nómina de las partes -tanto penales como civiles, en el proceso-, se formule una
relación clara, precisa y circunstanciada de los hechos, de su calificación legal, de las pruebas; nombre los
responsables y sus pruebas; cite el derecho y ordene la elevación; indicando además si el imputado y su
defensor se expidieron en cuanto a la posibilidad de juzgamiento por un tribunal colegiado o unipersonal.

Así señala de manera expresa el Código Procesal Penal de la Nación:

Art. 349: Siempre que el agente fiscal requiera la elevación a juicio, las conclusiones de los dictámenes
serán notificadas al defensor del imputado, quien podrá, en el término de seis (6) días:

1. Deducir excepciones no interpuestas con anterioridad.

2. Oponerse a la elevación a juicio, instando el sobreseimiento.

3. Ejercer la opción, cuando corresponda, para la intervención de un tribunal colegiado o unipersonal, con
la conformidad del imputado.

Si no dedujere excepciones u oposición, la causa será remitida por simple decreto, que declarará
clausurada la instrucción, al tribunal que corresponda, en el término de tres (3) días de vencido el plazo
anterior.

Dicho decreto deberá mencionar si el imputado y su defensor se expidieron en los términos del inciso 3
del presente artículo.

Es absolutamente terminante la exigencia legal de fundamentación del auto de elevación, su concordancia


con el dictamen fiscal de elevación, su autosuficiencia y autonomía.

Tanto es así que ha sostenido pacíficamente la jurisprudencia en la materia que "es nulo el auto de
elevación a juicio que no cumple con las exigencias que —bajo expresa amenaza de nulidad— establece el
art. 351, CPP, al omitir una relación clara, precisa y circunstanciada de los hechos, sin ninguna referencia al
comportamiento que se endilga al encauzado, careciendo de los requisitos de autosuficiencia y
autonomía, al remitirse el juez para fundamentarlo, al auto de prisión preventiva, sin receptar siquiera el
acto de ejercicio de la acción penal —requerimiento fiscal de elevación a juicio”.

Decreto simple y auto de elevación:

Tanto este auto de elevación complejo como el otro simple citado anteriormente, cuando quedan firmes,
se comportan ambos como autos de clausura normal de la instrucción y el proceso sigue su marcha.
Por el contrario, cuando por aceptada la petición de sobreseimiento -dado el mérito negativo de lo
actuado en la instrucción-, el juez dicta el auto fundado que lo declara, este sobreseimiento cuando queda
firme, también se comporta como auto de clausura, pero anormal. Aquí y con él el proceso se termina y no
continúa por pase alguno a la etapa de juicio (art. 353, CPPN).

Recurso:

La clausura normal, esto es, el auto de elevación a juicio, es inapelable en el sistema del Código Procesal
Penal de la Nación.

En tanto que la clausura anormal por vía del sobreseimiento sí es apelable por el agente fiscal y por la
parte querellante –si la hubiere en el proceso- en el término de tres días de dictada (art. 353 del C.P.P.N.).

Dicho recurso se tramita por ante la Cámara de Apelaciones, y sólo si ésta confirma el Auto en cuestión,
será clausura. Sin trámite de la etapa de juicio porque allí termina todo.

Oposición ante el Juez de Garantías en algunos sistemas -Régimen establecido por el Código Procesal
Penal de la Provincia del Chaco-

Para ubicarnos en la temática corresponde recordar que en la Provincia del Chaco, a partir del dictado de
la Ley Provincial N° 4.538 (y modificatoria 7.143), se estableció el sistema de Investigación Preliminar
Fiscal -o Investigación Penal Preparatoria-, en el marco de la cual se estructura la actividad investigativa
preparatoria a cargo del Ministerio Público Fiscal, que como titular de la acción penal pública, es el
responsable de recabar los elementos probatorios sobre los que habrá de fundar su acusación. De tal
manera se ha avanzado hacia una mecánica acusatoria, se ha desplazado la instrucción inquisitiva y se ha
restituido a los sujetos procesales esenciales sus verdaderos y auténticos roles.-

En consecuencia la relación jurídico-procesal ha quedado definida a través del actor (fiscal y acusador
particular) y el accionado (imputado y su defensa, investidos de las garantías fundamentales y
correspondientes derechos) frente al tercero imparcial e impartidor (juez).

La característica esencial de todo el proceso acusatorio es la de conferir el ejercicio de la acción penal al


fiscal de investigación. El artículo 300 -segundo párrafo- del C.P.P. de la Provincia del Chaco, expresa que
“la investigación penal preparatoria será practicada por el Fiscal de Investigación y solo en el caso previsto
en el artículo 338 estará a cargo del Juez de Garantías”.

Cabe recordar que en el proceso mixto, esto es, en aquél que presenta una etapa de instrucción
predominantemente inquisitiva, reservando sólo el debate como etapa con ciertos elementos acusatorios,
la investigación se encuentra en cabeza del juez de instrucción que impulsa y comanda la investigación,
debiendo el fiscal –verdadero titular de la acción- “pedírsela prestada” a los fines de poder actuar.

En cambio en el sistema acusatorio las funciones de juez y fiscal se reordenan, abandonando aquél todo
impulso investigativo para centrarse únicamente en sus funciones de custodio o garante de la observancia
de los derechos del imputado. Precisamente ello es lo que ocurre en el sistema procesal penal de la
Provincia del Chaco a través de la figura del Juez de Garantías. Y por su parte es el fiscal de investigación,
quien sin ningún tipo de intermediación o permiso, ejerce la investigación.

Hecha tal aclaración, pasemos ahora a analizar cómo funciona en el sistema procesal penal del Chaco, el
trámite de oposición al requerimiento fiscal de elevación a juicio que hasta aquí hemos considerado a la
luz de las previsiones del Código Procesal Penal de la Nación.

Trámite:

Debemos señalar en primer lugar, que conforme señala el artículo 352 del rito provincial, el Fiscal de
Investigación es quien debe requerir la elevación a juicio cuando estimare cumplida la investigación
preliminar y siempre que hubiera elementos de convicción suficientes para sostener como probable la
participación punible del imputado en el hecho que oportunamente se le intimare al mismo.

En el caso que el Fiscal estimare que esos elementos de convicción son insuficientes o inexistentes, deberá
solicitar fundadamente el sobreseimiento del imputado.-

Ahora bien, en el primer supuesto, las conclusiones de ese requerimiento fiscal deben ser notificadas al
defensor del imputado y al querellante particular.-

En el caso de la defensa técnica del imputado, la misma podrá en el término de tres días de notificada,
oponerse instando el sobreseimiento o el cambio de calificación legal de la conducta atribuida a su
defendido.-

Por su parte, el querellante en igual término podrá oponerse al cambio de calificación legal –en caso de
que hubiere existido el mismo por parte del Fiscal- (art. 354 del C.P.P. del Chaco).

En cualquiera de los dos supuestos previamente enunciados (oposición de la defensa o del querellante),
las actuaciones serán remitidas de inmediato a conocimiento del Juez de Garantías.-

Allí el trámite a impartir a dichas oposiciones, será el establecido en el artículo 336 del rito:

Art. 336: Oposición. Trámite: “En los casos que la ley autoriza la oposición a una resolución,
requerimiento u otro acto de Fiscal de Investigación o de la Cámara en su caso, ésta será anunciada ante
quien la dictó y la audiencia será solicitada por escrito ante el Juez de Garantías en el término de tres días,
en la que deberán exponerse oralmente los fundamentos.

Audiencia: La oposición, el control jurisdiccional y la primera audiencia de flagrancia, se llevarán a cabo


ante el Juez de Garantías, con las partes interesadas que se encuentren presentes en una audiencia que
será fijada a los tres días hábiles a contarse desde el pedido. E

l Juez dará a conocer su decisión inmediatamente pudiendo diferir la lectura de los fundamentos hasta
cinco días. Su decisión será apelable por las partes cuando impliquen una restricción de la libertad del
imputado o impidan la continuación de la investigación preparatoria. Si la parte que solicito la audiencia,
no se presentare, se declarara desierta e irrenovable la cuestión suscitada”.
Dicha previsión normativa establecida en forma genérica para todas las oposiciones que se deduzcan ante
el Juez de Garantías a lo largo de la etapa de investigación, se ve complementada en lo que respecta a la
elevación a juicio con lo dispuesto por el artículo 355 del mismo rito, el cual señala que “El Juez resolverá
la oposición en el término de cinco (5) días. Si no le hiciere lugar, dispondrá por auto la elevación de la
causa a juicio. El auto deberá ajustarse a lo dispuesto por el Artículo 281. De igual modo procederá si
aceptase el cambio de calificación legal propuesto por la defensa”.

“Cuando hubiere varios imputados, la decisión deberá dictarse con respecto a todos, aunque en derecho
que acuerda el Artículo 354 haya sido ejercido solo por el defensor de uno”. “Cuando no se hubiere
deducido oposición, el expediente será remitido por simple decreto al Tribunal de juicio”.

Vale aclarar que el artículo 281 del mismo rito al cual remite la norma en cuestión, regula los requisitos
que debe contener el Auto de Prisión Preventiva bajo penal de nulidad (los datos personales del imputado
o los que sirvan para identificarlo, una sucinta enunciación de los hechos, los fundamentos de la decisión,
la calificación legal del delito con cita de las disposiciones aplicables y la parte resolutiva); los cuales en
líneas generales se condicen con los exigidos también por el artículo 351 del Código Procesal Penal de la
Nación para el Auto de Elevación a Juicio como anteriormente hemos visto.-

Cambio de calificación:

Como se desprende del análisis del artículo 355 del rito precedentemente efectuado, en caso de que
prosperase el cambio de calificación legal propuesto por la defensa, el Juez de Garantías allí mismo
dispone la elevación a juicio por auto fundado.-

Sobreseimiento:

Específicamente en lo que hace al pedido de sobreseimiento que se efectúa durante la etapa de Clausura
de la Investigación Preliminar Fiscal, establece el artículo 356 del rito provincial que:

“Si el Fiscal a cargo de la Investigación, solicitase el sobreseimiento y el Juez no estuviere de acuerdo, se


elevarán las actuaciones al Fiscal Coordinador. Si éste coincidiera con lo solicitado por el Inferior, el Juez
resolverá en tal sentido. En caso contrario, el Fiscal Coordinador formulará el requerimiento de elevación
de la causa a juicio, que tramitará con arreglo a este título”.

Podemos apreciar así que las previsiones de dicha norma constituyen el correlato provincial del ya
analizado artículo 348 del C.P.P.N.; ello con las particularidades propias del sistema de Investigación
Preliminar Fiscal (las actuaciones se elevan a conocimiento del Fiscal Coordinador y no de la Cámara de
Apelaciones).-

A los fines de una mejor intelección de la figura del sobreseimiento, corresponde recordar que se trata de
un instituto procesal penal que produce la suspensión del curso regular del proceso de modo tal que en
forma definitiva no se lo pueda continuar, produciéndose su clausura. Ésta, sin posibilidad alguna de
futuro procesal, es la que hemos rotulado como terminación anormal del proceso y dada su contundencia:
clausura anormal.

Procedencia del Sobreseimiento:

Esta extinción permanente del proceso funda su procedencia en extremos de naturaleza totalmente
diferentes, tal cual son:

1) Los que afectan la esencia misma del objeto procesal, en cuanto no se ha podido probar la existencia
del hecho que lo integra; o, en su defecto, que probado ello, éste no es constitutivo de delito alguno. Esto
es: la faz objetiva no existe;

2) O que por acreditado el citado extremo objetivo, no se haya probado la responsabilidad del imputado
por la comisión material del hecho;

3) O que probada ésta, se acredita a su respecto una causa de justificación, de inimputabilidad, de


inculpabilidad o una excusa absolutoria. No hay así faz subjetiva;

4) O que la pretensión penal se ha extinguido.

SEMANA 10 MÓDULO 10

Se ve claro de lo que antecede que lo que se ha extinguido es el objeto mismo del proceso en alguno de
sus extremos, por lo que carece de virtualidad para fundar reproche penal. Los motivos de procedencia
son de derecho de fondo; no puede actuar el derecho material.

En una palabra, el proceso ha existido, pero su contenido ha resultado definitivamente inocuo para fundar
la realización del derecho material.
Esta acreditación de inocuidad aparece en forma prematura y torna en inoperante desde su primera etapa
al proceso. Por ello es que hay que clausurarlo. Este tipo de sobreseimiento, fundado en causas
materiales o sustanciales, es medida propia y exclusiva de la etapa de investigación y puede ser dictado a
pedido de parte o de oficio.

El Código Procesal de la Provincia no prevé trámite alguno a producirse como consecuencia de una u otra
iniciativa, por lo que de ésta no se correrá vista previa a las partes como recaudo de su validez.

Puede a su vez ser total o parcial, por lo que podría abarcar, ya todos o algunos de los hechos endilgados a
un sujeto; o a todos o algunos de los sujetos procesados por un mismo hecho.

Respecto de los comprendidos, el proceso se extingue; en cambio, respecto de los no incluidos, el proceso
sigue su curso. Lo primero, cuando se hubiere dictado porque el hecho no existió, o existiendo no es
delito. Ello es válido para todo imputado presente o futuro. Por falta de base no puede haber imputados,
por lo que el sobreseimiento con el fundamento citado es absoluto; produce clausura definitiva.

Lo segundo, cuando existiendo el hecho delictivo, el imputado no es responsable, pero sí puede serlo otra
persona. Hay base fáctica para buscarla. Se sobresee con relación al primero, pero es posible encontrar el
segundo, por ello la clausura es relativa.

Totalmente diferentes a los extremos de procedencia hasta aquí analizados son los que, escapando a las
previsiones de fondo que excluyen la actuación del derecho sustantivo por lo que hemos nominado
inocuización del objeto procesal en alguno de sus extremos: hecho o sujeto, atacan al proceso mismo, en
su propia existencia, como medio de realización. Allí lo que desaparece es el proceso; desaparece la forma;
se trata de una extinción adjetiva (ya sea por la muerte del imputado; por la amnistía; por la prescripción,
por el pago total de la multa y la indemnización civil y por la renuncia del agraviado de los delitos de acción
privada)

En todos esos casos corresponde sobreseer en la causa. Pero no escapará a la consideración de nadie que
no hay pronunciamiento alguno con relación al hecho y la responsabilidad del imputado, la que resulta
una incógnita por la imposibilidad de abordar el objeto del proceso. Desapareció el proceso.

Por ello es que en este sobreseimiento no corresponde hacer la declaración de que no se afecta el buen
nombre y honor del procesado. Este tipo de sobreseimiento se puede dictar en cualquier etapa del
proceso, en el momento que se presente la causal. Bien en el transcurso del sumario, como también
durante todo el juicio, hasta el momento previo al dictado de la sentencia.

Formas y Efectos del Sobreseimiento:

En todos los casos el dictado de sobreseimiento lo será por auto fundado, en el que se analizarán las
causales previstas por la ley procesal en el orden que se las señalan, siempre que ello fuere posible.

Los efectos que el sobreseimiento produce en todos los casos es el de cerrar definitiva e irrevocablemente
el proceso con relación al imputado a cuyo favor se dicta. Lo que se complementa, por vía de
consecuencia, con la puesta en libertad inmediata del imputado si estuviere detenido, con la
correspondiente comunicación de ello al Registro Nacional de Reincidencia. A ello se suma que si el
sobreseimiento es total, esto es que no continúa el

SEMANA 10 MÓDULO 10

proceso respecto de persona alguna, se debe proveer de inmediato a la devolución de los efectos
secuestrados, como que luego de cumplido ello se archivarán las actuaciones.

Recursos:

Todo auto de sobreseimiento es recurrible vía apelación por el Ministerio Público y el querellante dentro
de los tres días de notificado el auto que lo dispone. Dicho recurso no impide que el auto de
sobreseimiento y sus efectos se cumplan, por cuanto no tiene efecto suspensivo.

La defensa, beneficiada por el sobreseimiento, no puede apelar por falta de agravio, salvo el caso de que
formalmente el auto no se ajuste al análisis de las causales previstas en el orden legal, o se derivare de la
imposición de ello una medida de seguridad contra el imputado.

Oportunidades en que se lo puede dictar durante el proceso:

En síntesis, las oportunidades en que se puede sobreseer en el proceso penal son: a) el fundado en
extinción de la acción penal, en todo el curso del proceso, en todas sus etapas (investigativa y juicio); b) el
fundado en referencia al objeto procesal, sólo en la etapa de investigación fiscal.

Comprobado el delito y no su responsable no procede sobreseer, sino, previa orden de individualización y


captura, archivar las actuaciones durante el lapso de prescripción, y luego de operada la misma recién
sobreseer.

UNIDAD XI

EL JUICIO PENAL COMÚN

1) Concepto. Etapa. Caracteres:

El juicio (o juicio plenario) es la etapa principal y jurisdiccional del proceso penal que tiene por fin
establecer si puede acreditarse con certeza, fundada en la prueba en él recibida, que el acusado es
penalmente responsable del delito que se le atribuye, lo que determinará una sentencia de condena y la
imposición de una pena; o si tal grado de convencimiento no se alcanza, una de absolución.
Si bien se predica de todo el juicio, en realidad su núcleo esencial, el debate, es el que deberá realizarse en
forma oral, pública, contradictoria y continua, con inmediación entre todos los sujetos (públicos y
privados) que en él actúen, ante un tribunal integrado por las mismas personas desde el principio hasta el
fin (identidad física del juzgador), que deberá garantizar la igualdad entre las partes y los derechos del
acusado, y decidir imparcialmente sobre la acusación.

Se trata de un espacio que se abre para la discusión plena de la prueba aportada, con el propósito de
determinar si se acredita o no la culpabilidad del acusado en un hecho determinado, tratando de evitar
procederes y decisiones arbitrarias. Es en este sentido que aparece, más que como un instrumento de
aplicación de la pena, como un sistema de garantías que aleja el peligro de la arbitrariedad (Vélez). Hoy
existe una tendencia para preservar el juicio común, oral y público, con Tribunal Colegiado, para aquellos
casos que, por su complejidad o importancia, realmente justifiquen el compromiso de recursos humanos y
materiales que su desarrollo importa. Si así no ocurriera, se propone recurrir a modelos de juicio
simplificados, o abreviados por acuerdo de partes, o a cargo de tribunales unipersonales.

Responsabilidad de la prueba de la acusación:

La base del juicio es la acusación, con la que culmina la investigación penal preparatoria: el “requerimiento
fiscal de citación a juicio” expresa y contiene a la acusación. Pero excepcionalmente puede ser ampliada o
modificada en las audiencias de debate en los supuestos previstos por la ley. La acusación es una exigencia
de nuestro sistema constitucional. Por un lado, la Constitución Nacional establece la secuencia de
“acusación, juicio y castigo” (arts. 60 y 115, CN); por otro, los tratados internacionales incorporados al
mismo nivel (art. 75, inc. 22 CN) hacen expresa referencia a ella como presupuesto del juicio (CADH, art.
8.1.; DUDH, art. 10; PIDCP, art. 14.1.; DADDH, art. XXVI), por lo que no puede existir un juicio válido si no
preexiste una acusación sobre la cual debe expedirse la jurisdicción en la sentencia (SCJN, caso
“Marcilese”, 2002). 632

Fases o Etapas del Juicio:

El juicio penal común se desenvuelve en tres fases: la preliminar, el debate y la sentencia.

Si bien cada una de ellas tiene sus propios fines, todas contribuyen a lograr una decisión del tribunal
actuante sobre el fundamento de la acusación, con la debida, igual y bilateral actuación de partes. Si bien
el debate es el núcleo del juicio, el mismo se encuentra precedido de una etapa destinada a su
preparación, y de otra destinada a la formación de la decisión que debe emitirse como consecuencia de lo
debatido. Las desarrollamos a continuación

2) Actos Preliminares:

Concepto:

La fase preliminar del juicio comprende el control, de la corrección formal de la acusación (no de su
fundamento probatorio), tanto en los requisitos internos que las leyes establecen cuidadosamente, como
de la correcta realización de actos procesales que son sus antecedentes necesarios.

Superado airosamente este examen, se desarrollarán luego una serie de actos preparatorios del debate,
primordialmente destinados a impedirlo definitivamente (v. gr., sobreseimiento) o provisionalmente (v.
gr., suspensión por fuga del acusado), o a posibilitar su realización (v. gr., ofrecimiento de pruebas para
receptar en el debate, que no sean manifiestamente impertinentes o superabundantes; recepción
anticipada de pruebas que no podrán ser recibidas en él), o a facilitar su desarrollo ordenado (v. gr.,
integración unipersonal o colegiada del tribunal; aceptación o rechazo de pruebas, unión o separación de
juicios, fijación de fecha del debate; rechazo y exclusión de oficio del actor civil, etc).
Los actos preliminares, si bien nunca podrán ser reservados para las partes, son escritos y pueden
cumplirse sin publicidad externa (la del público en general). En general, esta etapa es conducida por el
Presidente del Tribunal, cuando se actúa colegiadamente, debiendo decidirse en conjunto las cuestiones
relativas al control formal de la acusación, al rechazo de la prueba ofrecida y a los recursos planteados.

Recursos Durante la Etapa Preliminar:

El único recurso que el Código admite contra las resoluciones que se dicten en esta fase, es el de
reposición, el que, contrariamente a la regla general, se resolverá sin trámite (art. 440 del C.P.P.N.).

Se discute sobre esta limitación impugnativa en materia de encarcelamiento preventivo del imputado,
llegándose a admitir el recurso de casación (SCJN, “Rizzo”, La Ley 20/12/00).

En caso de que la reposición sea rechazada, siempre podrá hacerse reserva de recurrir en casación contra
la sentencia definitiva.

Control de la acusación:

El primer acto de la fase preliminar que el art. 354 del C.P.P.N. impone al tribunal de juicio en pleno es el
control de la observancia de las prescripciones de la etapa de investigación. En ese marco deberá analizar
la validez formal de la acusación. Ésta podría verse comprometida tanto por vicios de su estructura como
acto procesal conminados con sanción de nulidad (v. gr., falta de descripción circunstanciada del hecho
atribuido), como por la inexistencia o la invalidez de los actos que se regulan como sus presupuestos
necesarios (v. gr., nulidad en la declaración del imputado), o por la violación a disposiciones
constitucionales o legales relacionadas con la situación procesal, derechos y garantías del imputado (v. gr.,
que no se le haya permitido a su defensor oponerse a la elevación a juicio). También se deberá controlar
en esta oportunidad la congruencia (identidad fáctica sustancial) entre los hechos contenidos en la
acusación y los fijados en el auto de prisión preventiva (si lo hubiere), y los intimados en la declaración
indagatoria (todos los cuales constan en las actuaciones de la investigación penal preparatoria). Asimismo,
el control podrá abarcar cuestiones como la falta de acción (v. gr., si en realidad se tratara de un delito de
acción privada), o que ésta no pudo iniciarse (v. gr., si se trata de un delito dependiente de instancia
privada y ésta no se produjo), o no pudo proseguir (v. gr., si existiera algún obstáculo fundado en privilegio
constitucional, y que no fue removido); o debió haberse suspendido (v. gr., por existir una cuestión
prejudicial que no fue declarada), o se hubiere agotado en un proceso anterior terminado por
sobreseimiento o sentencia, o estuviere pendiente otro por el mismo hecho (non bis in ídem).

El aludido control se justifica principalmente como un modo de evitar que los defectos propios del acto
acusatorio o sus presupuestos, afecten el derecho de defensa del imputado.

Clasificación de la causa:

Si la acusación superara el control sobre su validez formal, de inmediato, el Tribunal en pleno clasificará la
causa a los fines de la asignación del ejercicio de la jurisdicción a una de sus tres Salas Unipersonales, o a la
Cámara en Colegio, según que el caso sea o no complejo. En el primer supuesto, cada Sala Unipersonal
procederá de acuerdo con las normas del juicio común, asumiendo respectivamente cada uno de los
Vocales plenamente la jurisdicción, en ejercicio de las atribuciones propias del Presidente.

Acto seguido, se notificará la clasificación efectuada al Ministerio Público Fiscal, al querellante y a la


defensa del imputado. Esta última deberá expresar su conformidad u oposición al ejercicio unipersonal de
la jurisdicción, y si existiere oposición, la integración colegiada será obligatoria.

Citación a Juicio:
Integrado el tribunal, se citará, bajo pena de nulidad, al Fiscal, a las partes y defensores, a fin de que en el
término común de diez (10) días comparezcan a juicio, examinen las actuaciones, los documentos y cosas
secuestradas, e interpongan las recusaciones que estimen pertinentes (art. 354, 3° párrafo del C.P.P.N.).

La citación a juicio tiene como objetivo que las partes puedan conocer quiénes son los jueces que
intervendrán en el juicio, a los fines de pedir su exclusión y apartamiento como tales si mediare alguna
causal que comprometa la imparcialidad de éstos; también permitirles un examen del proceso que les
facilite el ofrecimiento de pruebas para el juicio.

Ofrecimiento de pruebas:

Vencido el término de la citación a juicio, el Presidente notificará a las partes para que en el término
común de diez días ofrezcan prueba (arts. 354 y 355 del C.P.P.N.). El término para ofrecer pruebas es
perentorio, o sea que, si el derecho de ofrecerlas no se ejercita durante su transcurso, se pierde; y es
común, es decir, empieza a correr para todas las partes a contar desde la fecha en que se notifica a la
última de ellas, con el fin de resguardar la igualdad de las partes.

Requisitos:

El ofrecimiento de prueba del Ministerio Público y las partes deberá ser realizado por escrito, mediante la
presentación de una lista de testigos y peritos con indicación de sus datos personales, como nombre,
profesión y domicilio.

Testigos: Sólo si se tratase de testigos que no hayan declarado antes en el proceso (testigos nuevos) se
deberá expresar, bajo pena de inadmisibilidad, los hechos (o sea, los puntos, aunque no se exige un
cuestionario) sobre los cuales se les preguntará, para que tanto el tribunal como las otras partes conozcan
de antemano (sin sorpresas) sobre qué puntos va a versar el testimonio: el Tribunal para juzgar sobre su
pertinencia o superabundancia, y las partes para que puedan prepararse adecuadamente con miras a su
recepción, a los fines de un eficaz ejercicio del derecho a repreguntar.

Peritos: Las partes tendrán el derecho de proponer la realización de pericias, que el tribunal deberá
ordenar, salvo que versen sobre puntos que ya fueron motivo de pericia, o que se trate de pericias
siquiátricas o psicológicas sobre la personalidad psíquica del imputado o de la víctima, que pueden variar
con el correr del tiempo. En este caso, en lugar de los datos de los peritos (que serán designados por el
tribunal) habrá que consignar las cuestiones que se pretende elucidar. Tratándose de pericias ya realizadas
en la investigación penal preparatoria, éstas podrán ser ofrecidas para que se las lean en el debate y de tal
modo permitir que la sentencia se funde en ellas: en tal caso las partes tendrán la atribución de solicitar
que los expertos que las rubricaron sean citados a la audiencia a los efectos de hacer conocer sus
conclusiones y responder preguntas. También podrá ofrecerse la ampliación de la pericia ya realizada: ésta
consistirá en la proposición de nuevos puntos a los mismos peritos, además de los que fueron
originariamente propuestos y ya dictaminados. Y se admite, asimismo, cuando la primera pericia sea
insuficiente (insuficiencia derivada de omisiones, o de la defectuosa explicación de algún punto sometido a
la pericia, o la deficiencia de los fundamentos, o la falta de claridad, precisión o lógica de las conclusiones),
dubitativa, contradictoria (en sí misma, o con respecto a hechos notorios, normas de experiencia, u otras
pruebas), o cuando aparezca como falsa, que el dictamen ya producido sea sometido al examen (re-
examen) y la valoración (nueva valoración) por uno o más peritos nuevos; y si fuere factible y necesario,
éstos procedan a su renovación: ella consistirá en la realización de otra sobre los mismos puntos que
fueron objeto de la originariamente ordenada. Por cierto, el nuevo dictamen no sustituirá al primero
(salvo el caso de nulidad) y deberá valorárselo juntamente con él.

Otras pruebas: Si bien no se menciona expresamente en el artículo 355 del C.P.P.N., en este momento se
deberá ofrecer también cualquier otra prueba (v. gr., informativa; documental; reconocimiento de
personas o de cosas, designación de intérpretes, etc), para que sea recibida en la investigación
suplementaria, o en el debate, o incorporada a éste por su lectura.

SEMANA 11 MÓDULO 11

Comunidad de Prueba: En todo caso regirá el principio de la comunidad de la prueba, en virtud del cual, la
ofrecida por una de las partes deja de pertenecerle a partir de ese momento, y queda adquirida para el
proceso. Por ello, carecerá de eficacia toda renuncia a su producción o valoración emanada de quien la
propuso, salvo que medie consentimiento de las otras partes y del Tribunal.

Admisión y rechazo de Pruebas: El Código acuerda al Ministerio Fiscal y a los sujetos privados, un
verdadero derecho de ofrecer pruebas, al cual corresponde el deber del Presidente del Tribunal de
recibirlas (si fueran oportunamente ofrecidas), con la única excepción de que aquéllas fueran
evidentemente impertinentes o superabundantes. Si se diera este supuesto, la Cámara en pleno (en los
casos de integración colegiada) y por auto fundado, deberá rechazarla (art. 356).

Impertinencia y superabundancia: La superabundancia (exceso cuantitativo de la prueba ofrecida) surgirá


de la proposición o existencia previa de otras pruebas que contengan el mismo dato probatorio que la
rechazada por esa razón, y que a la vez aparezcan como eficientes para el esclarecimiento del punto al que
se refiere la rechazada, o éste fuera notorio o evidente (v. gr., se ofrecen ocho testigos para referir que el
auto usado en el delito es azul, cuando una filmación indubitable ya lo demuestra así). La impertinencia
surgirá de la falta de relación entre el hecho o circunstancia que se quiere acreditar y el elemento de
prueba que se ofrece para ello. La prueba será impertinente cuando el dato que implica no pueda
relacionarse con los extremos objetivo (existencia del hecho) y subjetivo (participación del imputado) de la
imputación delictiva, ni con cualquier hecho o circunstancia jurídicamente relevante del proceso (v. gr.,
agravantes, atenuantes o eximentes de responsabilidad; personalidad del imputado; existencia o
extensión del daño causado por el delito, responsabilidad del tercero civilmente demandado, etc) . Para
que el rechazo sea posible, la falta de estos requisitos, o sea, la superabundancia o la impertinencia
deberán ser evidentes (cierta, patente, sin la menor duda). También se rechazará la prueba ilegal.

Instrucción suplementaria:

La Instrucción Suplementaria o “Investigación Suplementaria” tiende a la recepción de pruebas que no


podrán ser recibidas en el debate, o no podrán serlo con la misma eficiencia. Sólo puede ordenarse a
pedido del Ministerio Público y de las partes privadas, nunca de oficio.

La posibilidad de que el tribunal no la acepte derivará de que la prueba de que se trate sea evidentemente
impertinente o superabundante, o porque entienda que la prueba puede ser recibida sin inconveniente en
el debate.
Alcances Su alcance ha quedado circunscrito a los "reconocimientos de personas" que no se hubieran
practicado durante la investigación penal preparatoria los que, por cierto, deberán ser ofrecidos en el
momento de pedirla; a la recepción de declaración de testigos que no podrán comparecer al debate; y a
pericias y demás actos que no pudieren realizarse en él (por un impedimento de tipo material, v. gr., toma
de fotografías o confección de la planimetría de un lugar; secuestro de prueba documental ofrecida, etc).
También se autoriza que por esta vía se lleven a cabo los reconocimientos de documentos privados
ofrecidos como prueba, disposición que recoge una práctica útil en orden a la celeridad procesal, ya
experimentada en las causas con intervención de partes civiles.

En caso de integración colegiada del tribunal, la investigación suplementaria podrá comisionarse a uno de
sus integrantes (lo que impide una retrogradación a la etapa preliminar).

Los actos que fueran practicados por esta vía deberán ser incorporados al debate mediante su lectura.

Excepciones: Conforme lo indica el artículo 358 del rito nacional, antes de fijarse la audiencia de debate
por parte del Tribunal, las partes podrán deducir aquellas excepciones que no hubieren sido planteadas
con anterioridad; debiendo dársele curso al tratamiento de las mismas, salvo aquellas que el Tribunal
considerase manifiestamente improcedentes, las que deberán ser rechazadas in limine.

Sobreseimiento Dictado durante esta Etapa Preliminar:

Durante los actos preliminares del juicio también se autoriza el dictado de oficio (o también a
requerimiento del imputado) del sobreseimiento por parte del tribunal de juicio (art. 361 del C.P.P.N.). Es
para evitar el desgaste jurisdiccional inútil que implicaría realizar el debate, cuando de antemano se
conoce indudablemente que este terminará con una absolución, por razones sobrevinientes o
simplemente acreditadas posteriormente (generalmente por prueba pericial o instrumental) a la
formulación de la acusación (de lo contrario el sobreseimiento se hubiese dictado en la investigación
preparatoria), y que no necesitan el desarrollo del debate para ser acreditadas.

Las causales para dictar el sobreseimiento en esta etapa:

a) si nuevas pruebas acreditaren que el acusado es inimputable (v. gr., partida de nacimiento que pruebe
la menor edad de algún acusado; nueva pericia que evidencia alguna de las alteraciones mentales del art.
34, CP).

b) si hubiere operado la prescripción de la acción penal (art. 59 inc 3, CP), en este caso, deberá estarse a la
calificación legal que el tribunal de juicio admitiera, aunque fuese diferente (por más benigna) a la
contenida en la acusación, o en el auto de elevación a juicio, que no lo vinculan (y tampoco a los fines de
considerar el cese de prisión preventiva, art. 283 que se pudiera plantear).

c) si se produjere otra causa extintiva de la prescripción de la pretensión penal (art. 59, CP) como, por
ejemplo si hubiese una ley de amnistía (inc 2), o se hubiera cumplido el término de la suspensión del juicio
a prueba (art. 76 ter, CP), o la aceptación del avenimiento en los delitos contra la integridad sexual (art.
132, CP), o la desincriminación penal de la conducta atribuida (art. 2, CP);

d) se verificara que concurre una excusa absolutoria (v. gr., se agrega una partida que demuestra el
parentesco del autor y la víctima de una defraudación, art. 185 CP); Queda claro que estas son las únicas
causales que autorizan el sobreseimiento en esta etapa y ellas deberán estar acreditadas de modo
evidente.

Designación de audiencia:

Vencido el término de citación a juicio y cumplida la investigación suplementaria, el Presidente fijará día y
hora para el debate (art. 359 del C.P.P.N.), con intervalo no menor de diez días, y ordenará la citación del
Fiscal, partes y defensores, y de los testigos, peritos e interpretes que deban intervenir. El intervalo (en
realidad, un término “dilatorio”), consiste en una “vacancia de actividad procesal” para que las partes
puedan prepararse para el debate; un período “de calma” que garantiza la concentración necesaria para el
estudio de la actividad a desarrollar en el curso del eje central y decisivo del juicio plenario.

3) El Debate. Oralidad y Publicidad:

Concepto:

El debate es el núcleo central del juicio, que se lleva a cabo en forma oral, pública, continua y
contradictoria y con la presencia conjunta y permanente de los integrantes del tribunal, el fiscal, el
imputado, su defensor y las demás partes, haciendo realidad las reglas de la inmediación y la identidad
física del Juez.

Tiene como fin que se conozca la acusación; se dé oportunidad para el ejercicio de la defensa material del
acusado; se proceda a la recepción de las pruebas ofrecidas y admitidas, con vigencia del contradictorio y
resguardo del derecho de defensa; y se produzcan los alegatos del fiscal, de los defensores del imputado,
de las partes civiles y del querellante, tendientes a demostrar el fundamento de la pretensión que han
ejercido o la falta de fundamentos, total o parcial, de la pretensión contraria, de conformidad a las
probanzas colectadas en el mismo y los argumentos jurídicos pertinentes.

Caracteres:

El debate se debe desarrollar con observancia de ciertos caracteres, que se analizan a continuación,
señalándose en qué consiste cada uno, cuál es el fundamento de su imposición y las excepciones que se
toleran legalmente y las sanciones que acarrea su inobservancia.

Oralidad

La oralidad (art. 363 del C.P.P.N.) implica que toda la actividad procesal del debate, es decir la producción
de las pruebas, las instancias y alegaciones de las partes, y las decisiones de mero

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trámite del tribunal, se cumplirán de viva voz. Ello potencia además “interactivamente” las virtudes
individuales y combinadas de la publicidad, la inmediación, el contradictorio y la identidad física del
juzgador, integrándolas en una unidad de funcionamiento en la realidad, que sólo puede separarse
conceptualmente. Y hará realidad el derecho del acusado a ser oído (percibido por los sonidos de palabras
pronunciadas de viva voz) públicamente por el tribunal que lo juzga, luego de obtener la comparecencia
de testigos de cargo y de descargo, peritos, u "otras personas que puedan arrojar luz sobre los hechos", a
interrogarlos en las mismas condiciones (tanto si son de cargo, como de descargo) (arts. 8.2.f, CADH;
14.3.e, PIDCP).

La oralidad asegura eficacia en el ejercicio del poder de acusar, efectiva posibilidad de contradicción y
control reciproco de las actividades de la contraparte, razonable y adecuada defensa de los respectivos
intereses y decisión final por parte de quienes asistieron al debate. Se ha sintetizado señalando que la
oralidad no es un fin en si mismo, sino el medio para lograr la vigencia plena de los principios esenciales
del juicio, (v. gr., inmediación, publicidad, contradicción, identidad física del juzgador) a los que se alude
precedentemente (Vélez).

Publicidad

La publicidad (art. 363 del C.P.P.N.), es regulada como la posibilidad de que cualquier persona pueda
presenciar el desarrollo total del debate y conocer luego los fundamentos de la sentencia. Esta
característica, derivada de la exigencia de publicidad de los actos de gobierno, propio del sistema
republicano, hoy tiene expresa vigencia como garantía para el acusado de máximo rango por la normativa
supranacional incorporada al nuevo sistema constitucional (v. gr., art. 14.1, PIDCP: "ser oído
públicamente"; art. 26, DADDH: "ser oído en forma... pública", art. 75 inc 22, CN) y permite el control
popular sobre la administración de justicia, formando su opinión sobre las decisiones de los jueces, basada
en lo que se vio y escuchó en un juicio.

La publicidad del juicio penal es altamente beneficiosa para asegurar un fallo justo, y evitar posibles
arbitrariedades judiciales, pues los presentes en el debate, o su conocimiento y difusión a través de la
prensa, pone a salvo a los jueces de eventuales presiones de los otros poderes del estado, o de grupos
políticos o sociales y de las suspicacias que puedan acechar a la justicia cuando ésta actúa entre “sordas y
mudas paredes” contribuyendo así a la transparencia de la función judicial y a la confianza en quienes la
cumplen. El acceso de la prensa al lugar de realización del debate, que permite conocer lo que en él ocurre
a un considerable número de ciudadanos, es en la actualidad y por imperio de la normativa supranacional
incorporada, un derecho de jerarquía constitucional (art. 14.1, PIDCP y 75 inc. 22 CN) que integra el
concepto de publicidad y lo enriquece en relación a su concepción histórica. Por cierto que los avances de
la tecnología y la globalización informativa determinan la necesidad de revisar y actualizar el concepto de
publicidad del juicio, pues aquellos fenómenos le acuerdan hoy una dimensión diferente a la que tenía
antes: pero “la publicidad del quehacer judicial no debe transformar a éste en un espectáculo, ni a sus
protagonistas en actores, lo que conspiraría contra el respeto que la magistratura merece, fincado en el
resultado de su gestión, no en la exposición pública de quienes lo llevan a cabo” (STJ de Cba., Acuerdo
Reglamentario n° 331, Serie "A" del 11/IX/96). Contradictorio

Continuidad

La continuidad (concentración temporal o unidad del debate) requiere la mayor aproximación temporal
posible entre los momentos en que se plantean las hipótesis de la acusación y la defensa, se recibe la
prueba, se argumenta sobre su resultado y se dicta la sentencia. De allí que el código (art. 365) exige que
el debate (núcleo del juicio) se desarrolle durante todas las audiencias consecutivas que sean necesarias
para su terminación (sin perjuicio de que se establezcan naturales intervalos entre una y otra sesión,
necesarios para el “reposo físico y mental” y para “ renovar energías). Apunta a garantizar la
simultaneidad de la actuación de todos los sujetos del proceso, favorecer un mejor conocimiento y
recuerdo de los datos probatorios y de los argumentos de los contendientes (pues en el ínterin se puede
“olvidar lo ya debatido”), y a evitar soluciones de continuidad entre el inicio del debate y el dictado del
fallo que comprometerían, además, la vigencia plena de los otros caracteres (v. gr., la dispersión temporal
de la atención general afectaría los fines de la publicidad; intervalos frecuentes o prolongados podrían
comprometer la inmediación, etc.).
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Inmediación

La inmediación es el contacto personal, directo y permanente del tribunal, las partes y defensores entre sí,
y con el imputado y los órganos de prueba. Es decir, entre los portavoces de los intereses en juego, los
portadores de los elementos que van a dar base a la sentencia, y quienes deben dictarla decidiendo sobre
aquellos intereses y en base a estos elementos. Sólo así tendrán sentido los derechos del acusado a “ser
oído” y a interrogar a los testigos de cargo o a otras personas que puedan echar luz sobre los hechos, ya
que ese tribunal, integrado por las mismas personas, será quien deba evaluar "el valor y la credibilidad" de
cada declaración (testimonal, pericial, etc.) y de toda otra prueba, para establecer su eficacia a los fines de
resolver sobre la acusación y su refutación (y demás pretensiones que pudieran haberse ejercido). Así se
podrá conocer lo que cada parte pretende, y apreciar la personalidad de los que declaran, preguntar y
contrapreguntar, aclarar el sentido de sus expresiones, mejorar el conocimiento de aspectos técnicos
(caso de peritos), formular y replicar conclusiones, etc. Permite, en síntesis, un contacto vital con los
protagonistas del hecho de la vida que se juzga, con sus innumerables y particulares características.

Identidad física de los jueces

La identidad física del juez exige que el mismo tribunal (las mismas personas que lo componen) que inició
el debate, escuchó la acusación y la defensa material del acusado, recibió inmediatamente las pruebas, y
escuchó las razones de las partes, sea quien inmediatamente después, pase, ante los ojos de todos, de la
sala de audiencia a la de deliberaciones para dictar allí la sentencia y luego retornar para darla a conocer
en público.

4) Actos del Debate:

Apertura. Lectura de la Acusación:

El debate se abre (art. 374 del C.P.P.N.) por declaración del presidente, luego de verificada la presencia de
todos los que deben intervenir en él. Simultáneamente a la declaración de apertura, se ordenará la lectura
a viva voz de la acusación contenida en el requerimiento fiscal de remisión a juicio (y, si existió, del auto
que la ordenó rechazando la oposición del defensor al progreso de la acusación), previa advertencia
formulada al imputado para que esté atento a lo que va a oír. De tal modo, el imputado será inicialmente
intimado públicamente del hecho que se le atribuye, de las pruebas que existen en su contra, y de las
razones en las que se basó el fiscal acusador. Asimismo, el público presente en la sala de audiencias se
enterará de estos aspectos, que serán el objeto del juicio al que asiste.

Dirección del debate. Poder de policía y disciplina:


La dirección (art. 375 del C.P.P.N.) y el poder de policía y disciplina del debate (art. 370 del C.P.P.N.) se
acuerdan al presidente del Tribunal (o vocal unipersonal, en su caso).

La dirección del debate se exterioriza en actos de comunicación y gobierno, y tiene numerosas


expresiones. Así, por ejemplo, “declarará abierto el debate”, ordenará las lecturas necesarias, siempre que
el Código las autorice (v. gr., la acusación), hará las advertencias legales (v. gr., sobre las penas del falso
testimonio a los testigos), recibirá los juramentos y declaraciones, etc.

El poder de policía es el de mantener el orden en las audiencias respecto de las personas que se
encuentran en ellas en razón de su realización.

El poder de disciplina es el de mantener el orden en las audiencias respecto de la conducta de las personas
que intervienen como partes, defensores, mandatarios o patrocinantes en el trámite del debate.

Estas atribuciones tienen un límite: no puede coartar el eficaz ejercicio de la acusación pública y privada
tendiente a acreditar el hecho delictuoso contenido en ella y la responsabilidad penal del acusado, ni la
libre actividad defensiva en sus aspectos material y técnico, incluida la cuestión civil (o sea, la cuestión de
la existencia y extensión del daño pretendido, y la responsabilidad civil del demandado).

Cuestiones preliminares:

La regulación legal sobre el planteamiento de “cuestiones preliminares” (art. 376 del C.P.P.N.) tiende a
evitar que la actividad del debate sobre las cuestiones de fondo que debe tratar (responsabilidad penal;
responsabilidad civil), sea entorpecida por cuestiones procesales como las previstas como “preliminares” y
hasta interrumpida o por su formulación posterior al inicio de aquél. Por eso se prescribe que tales
cuestiones deben formularse inmediatamente después (es decir, sin que exista actividad procesal alguna)
de abierto por primera vez el debate, o sea, después de la lectura de la acusación, y que, salvo ciertos
casos (v. gr., que la posibilidad de proponerlas no surja sino en el curso del debate), si no se plantean en
este momento, se pierde el derecho de hacerlo más adelante: en esto consiste la “sanción de caducidad”.

Las cuestiones preliminares son las siguientes:

a) Las nulidades relativas acaecidas en los actos preliminares del juicio.

b) La incompetencia por razón de territorio que deberá ser tratada y resuelta de inmediato.

c) La unión o separación de juicios, pidiendo que se lleven a cabo alguno de estos trámites o quejándose
por los ya ordenados.

d) La admisibilidad o incomparecencia de testigos, peritos o intérpretes. Aquí no puede pensarse que la


posibilidad de plantear estas cuestiones implique la autorización de repetir, “ex novo” el trámite de las
cuestiones probatorias que deberían haber sido ejercitadas durante los actos preliminares. Respecto de la
admisibilidad, no se trata de testigos, peritos o intérpretes que fueron ofrecidos como tales por el Fiscal o
las partes y rechazados por el tribunal. Se trata, en cambio, de los que fueron aceptados sin posibilidad de
oposición o de recurso del incidentista que no lo ofreció, pero que entiende que su intervención es
jurídicamente inadmisible (v. gr., el imputado puede plantear la inadmisibilidad de la declaración de un
testigo ofrecido por el querellante, argumentando que es su confesor).

e) La presentación o requerimiento de documentos públicos o privados. En este supuesto rige también la


aludida imposibilidad de repetir “ex novo” cuestiones probatorias agotadas durante los actos preliminares,
y sólo abarca a los documentos ofrecidos y aceptados como prueba, que no hubiesen sido presentados
por sus poseedores ante el requerimiento del tribunal; no a los que fueron rechazados.

Planteada que sea una cuestión preliminar, si el tribunal no resuelve diferir su tratamiento para más
adelante, se dará inmediata intervención al Fiscal y el defensor de cada parte, quienes podrán hablar
solamente una vez, por el tiempo (razonable) que establezca el Presidente. Si las cuestiones planteadas
fuesen varias, todas ellas deberán ser introducidas, tramitadas y resueltas en un solo acto, a menos que el
tribunal resuelva hacerlo sucesivamente (o sea, unas primero y otras después) o diferir alguna (incluso
para resolverla en la sentencia), según convenga al orden del proceso. El diferir para el momento de la
sentencia la resolución de una cuestión previa, generalmente se hace para no anticipar criterio y evitar al
tribunal colocarse en situación de tener que inhibirse o ser recusado por tal motivo.

Asistencia y representación del imputado:

Por respeto a su dignidad personal, se dispone (quizás tardíamente, pues hasta ese momento
generalmente ya habrá sido varias veces trasladado y exhibido por pasillos y tribunales, con el estigma de
las esposas) que el imputado asistirá a la audiencia libre en su persona, o sea, sin ataduras que impidan o
limiten sus movimientos físicos. Excepcionalmente se podrán disponer la vigilancia y cautelas necesarias
(v. gr., refuerzo de guardias) para neutralizar cualquier intento de fuga de aquél, o prevenir actos de
violencia (v. gr., para fugarse o agredir a algún testigo) en los que pudiera incurrir. Luego de que los jueces
hayan tomado conocimiento de “visu” del acusado y le hayan permitido exponer sobre sus condiciones
personales, como el acusado ya conoce la acusación (que le fue leída al comienzo del debate) y las pruebas
obrantes en su contra invocadas en su fundamento (incluidas en esa lectura), se autoriza, si él así lo
prefiere, que sea alejado de la sala de audiencia: en tal caso será, enviado y custodiado a una sala próxima,
y representado por su defensor a todos los efectos. Pero si posteriormente su presencia fuere necesaria
para practicar algún acto, podrá ser llevado nuevamente a la sala de audiencias, incluso compelido por la
fuerza pública.

Postergación del debate por inasistencia: La prohibición del juicio en rebeldía es un valor entendido en la
legislación procesal penal argentina, que presupone como integrante de la inviolabilidad de la defensa en
juicio, el derecho del imputado de intervenir personalmente en el debate de su caso, de "hallarse presente
en el proceso" (art. 14.3.d, PIDCP): Este derecho puede entenderse como un respaldo de nivel
constitucional (art. 75 inc. 22, CN) a la aludida prohibición del juicio en rebeldía. Consecuentemente, se
impide que se comience o prosiga el debate en caso de rebeldía del acusado, sea por su fuga (estando
detenido) o por su no comparencia al inicio del debate o a alguna de sus audiencias; en tales casos será
declarado rebelde y el inicio o continuación del debate será postergado hasta que sea habido.

Sospecha de fuga: Si antes de la fecha de iniciación del debate o durante su transcurso se advirtieren o
sobrevinieren motivos serios para presumir que el imputado procurará mediante su incomparecencia o
fuga, evitar su normal desarrollo (pues se exige su presencia física) podrá ordenarse su detención.

Declaración e intervenciones del imputado:

Después de la lectura de la acusación o de resueltas las cuestiones preliminares en el sentido de la


prosecución del juicio, se concede al imputado la posibilidad de ejercer su defensa material, o sea, la de
declarar. No darle la posibilidad de declarar o hacerlo sin observancia de las disposiciones que custodian
que el acto sea un medio de defensa y no de prueba, será causal de nulidad absoluta del debate. Así, el
Presidente le hará conocer que se va a proceder en tal sentido, a la vez que le advertirá que puede
declarar o abstenerse de hacerlo sin que su abstención implique una presunción de culpabilidad que
pueda hacerse valer en su contra, y que el debate proseguirá aunque no declare, y que igualmente se
dictará sentencia. Acto seguido, se procederá al “interrogatorio de identificación” y luego a la
“intimación”. Si el imputado manifestare su voluntad de prestar declaración sobre el hecho del que ha sido
acusado, el Presidente la recibirá, y, culminada la exposición, autorizará al Fiscal, las partes y los
defensores, a realizarle preguntas. Luego el Presidente y los vocales podrán formular preguntas, las cuales
sólo podrán tender a la mejor comprensión de la declaración. Como su declaración es un acto defensivo
por naturaleza, es conveniente que quien primero pregunte es aquél que ha elaborado con el imputado la
estrategia defensiva, o sea su abogado, sin perjuicio de que también lo haga después. Durante el curso de
su declaración no podrá hablar con su defensor, ni tampoco podrá hacerlo antes de responder a preguntas
que se le formulen; y nadie le podrá hacer sugestión alguna al respecto. Cuando hubiere declarado sobre
el hecho, se le podrán formular posteriormente, en el curso del debate, preguntas destinadas a aclarar sus
manifestaciones.

Negativa a declarar o contradicciones:

Si, en cambio, el imputado se negare a prestar declaración o incurriere en contradicciones sustanciales (no
de simple detalle) con otras declaraciones válidamente recibidas durante la investigación preparatoria
(ante los Jueces de Instrucción, de Menores y de Paz o ante el Fiscal de Instrucción), se autoriza que éstas
sean incorporadas al debate (en ese momento, o con posterioridad y a pedido de parte) mediante su
lectura, pudiendo ser valoradas luego en la sentencia. Previo a la incorporación se dispone que tales
contradicciones se le “hagan notar” al imputado, lo que, según del modo que se lleve a cabo, podrá
configurar una forma de reconvención prohibida por ser contraria a la libertad de declarar, o una precisión
para que se defienda convenientemente, la que ya estará posiblemente limitada por la advertencia que se
le dirige sobre que, si se abstiene de hacerlo, el debate proseguirá de cualquier modo, y por la información
que le proporcione su defensor sobre que, en caso de abstención, ingresarán a él las mencionadas
declaraciones anteriormente prestadas. En caso de negativa a declarar del imputado, no podrá
formulársele luego, en el curso del debate, pregunta alguna; pero si podrá hacer todas las declaraciones
que considere oportunas, del modo y con los límites previstos para el caso de que no se hubiere
abstenido.

Intervenciones Además, durante el desarrollo del debate, el imputado podrá hacer todas las declaraciones
que considere oportunas siempre que se refieran a su defensa; pero el Presidente le impedirá cualquier
divagación, y si persistiere en ella, podrá hasta alejarlo de la sala de audiencia por el tiempo que sea
necesario (art. 380 del C.P.P.N.); en tal caso, será representado por su defensor para todos los efectos. Por
cierto que la negativa a contestar todas o alguna de las preguntas que se le formulen, no podrá ser
utilizada como una presunción de culpabilidad en su contra, de lo que deberá ser informado por la
presidencia.

Ampliación de la acusación:

Sólo el Fiscal del juicio (no se autoriza a hacerlo al querellante) podrá, durante el curso del debate, ampliar
la acusación contenida en el requerimiento fiscal de citación a juicio. Esto será posible si con posterioridad
a la formulación de la acusación, advirtiera, a base de las pruebas recibidas en la investigación
preparatoria, o en la suplementaria, o en el debate, la continuación del delito atribuido (permanencia en la
conducta delictiva posterior al inicio del proceso), o circunstancias (objetivas o subjetivas) agravantes, no
contenidas en aquélla. Este último concepto abarca las circunstancias que, agregadas al tipo básico del
delito imputado, lo transforman en una figura calificada (v. gr., el uso de armas en el robo), y las que,
añadidas al hecho descrito en la acusación, y sin modificarlo esencialmente, permitan darle un
encuadramiento legal diferente (“retipificarlo”), es decir, más grave que el receptado en la acusación (v.
gr., intención de corromper en el abuso sexual simple de un menor, que puede transformarlo en
corrupción). Tal situación obliga, luego de formulada la ampliación, a poner formalmente en conocimiento
del imputado, durante el debate, el nuevo aspecto agravante mediante una información (intimación)
complementaria, dándole así, oportunidad de ejercer su defensa material con relación a aquél.

Por eso, antes de recibir declaración al imputado por la ampliación, habrá que darle oportunidad para que
pueda recibir el consejo de su defensor, aun disponiendo una interrupción del debate. Se acuerda
asimismo al defensor (y al fiscal) la posibilidad de pedir la suspensión del debate para ofrecer nuevas
pruebas (que podrán incluso ser llevadas a cabo por la vía de investigación suplementaria), o preparar la
acusación o la defensa, derecho del que deberán ser informados debidamente a los fines de que puedan
ejercitarlo.
Sólo así los hechos comprendidos en la ampliación podrán ser tomados válidamente en consideración en
la sentencia, pues fueron parte de la acusación y del juicio; lo contrario ocasionará la nulidad del fallo por
violación al principio de congruencia.

Hecho diverso:

Si del debate resultare que el hecho es diverso del enunciado en la acusación, el Tribunal dispondrá, por
auto, correr vista al Fiscal de Cámara para que proceda con arreglo al trámite de la ampliación de la
acusación, precedentemente enunciado (art. 381 del C.P.P.N.). El hecho será “diverso” si se trata de un
hecho que mantiene el núcleo fáctico originario, pero mutado en sus circunstancias penalmente
relevantes, por agregado, supresión o sustitución de algunos accidentes de lugar, modo o tiempo del
acaecer histórico de su comisión, no previstos expresamente en la acusación y que no constituyen simples
circunstancias previstas como agravantes o atenuantes del mismo por la ley penal (por ejemplo,
manteniéndose el núcleo fáctico –el acceso carnal– se descarta en el debate una circunstancia de aquél –la
violencia– pero aparece una nueva – inmadurez sexual de la víctima menor de 14 años–).

No se trata de “otro hecho” al punto de que si fuese objeto de una absolución por el tribunal de juicio, el
intento de posterior persecución por aquél (o sea, por el diverso), podría enervarse mediante invocación
excepcionante del principio “non bis in ídem”.

También atrapa aquella variación que, aun cuando cambie el desarrollo de la acción física atribuida en la
acusación o su elemento subjetivo, deja subsistente, por descripción o por implicancia, un tramo de ésta
que de por sí solo, o con al añadido de otras circunstancias, resulta configurativo de otro delito (v. gr., si
bien no se logró probar en el debate que el acusado haya desapoderado de la cosa robada a su dueño –
art. 164, CP– , como afirmaba el requerimiento de elevación a juicio, sí quedó probado que aquél tenía en
su poder esa cosa robada, a sabiendas de esa condición –art. 277 inc. 3°, CP–). Pero si el Fiscal discrepare
con el Tribunal al respecto, la sentencia decidirá sobre el hecho contenido en la acusación.

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SEMANA 11 MÓDULO 11

Recepción de la prueba ofrecida:

Luego de la declaración del imputado (o su negativa a hacerlo y la posible incorporación de la prestada en


la investigación preparatoria) el Presidente procederá a la recepción de la prueba (art. 382 del C.P.P.N.),
siguiendo el orden siguiente, que se establece de modo tentativo, pues puede ser alterado cuando aquél
lo considere necesario para un desarrollo más ordenado o más provechoso hacia el logro del cometido del
debate:

a) Pericial: El Presidente hará leer en el debate la parte sustancial del dictamen escrito presentado
oportunamente por los peritos (art. 392). En cualquier caso, los peritos presentes en el debate podrán ser
interrogados sobre su desempeño pericial, inclusive en conjunto si fuera necesario escuchar los
fundamentos sobre conclusiones contradictorias entre ellos. Si de los dictámenes leídos se advirtiera que
“resultaren insuficientes”, los peritos que los expidieron podrán ser citados a la audiencia (art. 383 del
C.P.P.N.), con el fin de procurar de ellos la correspondiente ampliación oral. Tal insuficiencia podrá derivar
de omisiones o de la defectuosa explicación de la conclusión sobre algún punto sometido a la pericia pero
no para que dictamine sobre puntos nuevos.

Ampliación y reexamen y renovación de la pericia: Si en el debate aparecen nuevos puntos a peritar, no


propuestos antes, se ordenará, a pedido de parte, la ampliación de la pericia a cargo de los mismos
peritos, para que practiquen las operaciones periciales necesarias, en acto continuo y en la misma
audiencia (lo que es poco frecuente, y se produce ante casos muy simples, v. gr., evolución de una herida;
funcionamiento mecánico de un arma, etc.).

Si las pericias leídas o practicadas en el debate resultaren insuficientes, o dubitativas, o contradictorias, los
exámenes y dictámenes producidos serán sometidos a examen (reexamen) y valoración (nueva valoración)
por uno o más peritos nuevos. Y si fuere factible y necesario, éstos procederán a su renovación.

Para permitir el mejor desempeño pericial, en cualquiera de los supuestos precedentemente previstos, el
Tribunal podrá disponer, a pedido de parte, que los peritos presencien los actos del debate.

b) Testimonial: El examen de los testigos (art. 384 del C.P.P.N.) será individual (uno tras otro) y estará
inicialmente a cargo del Presidente, quien lo hará en el orden que estime más adecuado para un
coherente y provechoso desarrollo del debate (v. gr., primero los relacionados con la cuestión penal y
luego con los relacionados con la cuestión civil); pero siempre deberá comenzar con la víctima, cuya
deposición contiene la tesis acusatoria, sobre cuya confirmación o refutación tratarán, generalmente, los
restantes testimonios (y que si actúa también como querellante o actor civil, tiene derecho a participar
personalmente, cuanto antes, en el debate).

El Presidente, previa las informaciones y admoniciones del caso, invitará al testigo a manifestar cuanto
conozca sobre el asunto de que se trate, o sobre los puntos para los que su declaración fue ofrecida,
pudiendo formularle indicaciones o preguntas que sólo podrán tener como fin ordenar mínimamente la
declaración.

Es claro que cada testigo declarará por separado para evitar que la deposición de uno influya sobre la de
otro, comprometiendo su sinceridad y espontaneidad; y esto facilitará el control de cada declaración y el
contradictorio de las partes. Con aquel propósito es que se impide la comunicación entre ellos antes de
que declaren y luego entre el que ya declaró y el que todavía no lo hizo, debiéndose procurar interceptar
cualquier medio que éste tenga para enterarse de lo dicho por aquél, lo que se dificulta cuando se
trasmiten las declaraciones por los medios periodísticos, gráficos o televisivos, o no se cuenta con una
adecuada sala de testigos que impida escuchar lo que acontece en la sala de audiencias.

Careo: La única posibilidad de declaración conjunta de dos o más testigos se produciría si ellos, en
declaraciones individuales anteriores, hayan discrepado acerca de hechos o circunstancias importantes. El
acto tendrá en tal caso el propósito de llamarles la atención sobre las discrepancias, a fin de que se
reconvengan o traten de ponerse de acuerdo. Se tratará de un careo, por lo que el Presidente les hará
conocer o se les leerá (si existieran constancias en el acta del debate o se hubieran incorporado las
declaraciones de la investigación preparatoria) la parte de las declaraciones que se reputen
contradictorias.

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SEMANA 11 MÓDULO 11

Testigos imposibilitados: Frente a la imposibilidad de asistir a la sala de audiencias (generalmente por


serias razones de salud), se libera al testigo de su obligación de comparecer y se permite que todos los
sujetos procesales (y auxiliares, v. gr., el secretario) actuantes se trasladen al lugar en que se encuentra, a
los fines de su examen, en el que regirán, por cierto, los derechos de interrogarlo en la forma prevista.
Pero se autoriza que, si nadie más desea asistir, su declaración sea recibida sólo por un vocal del tribunal
(que podrá o no ser el Presidente). En todo caso se labrará un acta que deberá ser leída en el debate para
resguardo del principio de publicidad, y de los derechos de las partes que no concurrieron.

Esta posibilidad es aplicable para el interrogatorio de niños víctimas o simples testigos menores de edad
mediante el procedimiento técnico de la “Cámara Gessell”.

Incorporación de testimonios por lectura: La posibilidad de prescindir de la presencia del testigo en el


debate, e incorporar por su lectura declaraciones prestadas fuera de éste, generalmente en la
investigación preparatoria, por el juez de instrucción o el fiscal se encuentra excepcionalmente autorizada,
bajo ciertas condiciones, mediante enumeraciones taxativas: más allá de ellas, se incurrirá en nulidad. Lo
cierto es que se admiten excepciones a la oralidad en materia de testimonios, restringiendo así el derecho
del acusado y el de su defensor de obtener la comparecencia al juicio de testigos de cargo y de descargo,
peritos, u "otras personas que puedan arrojar luz sobre los hechos", e interrogarlos en las mismas
condiciones (tanto si son de cargo, como de descargo) (arts. 8.2.f, CADH y 14.3.e, PIDCP).

Se admiten los siguientes casos:

1) Lecturas complementarias: Las aludidas declaraciones testificales podrán ser leídas si hubiere
contradicciones totales o parciales entre ellas y las prestadas en el debate, o fuere necesario ayudar la
memoria del testigo, por olvido o reticencia. En cualquiera de los supuestos la decisión del tribunal de
incorporarlas requiere la previa instancia de alguna de las partes; la hipótesis se explica, teóricamente,
frente a la obra del tiempo sobre la memoria (aunque no pueden descartarse otras razones del “olvido”);
pero no se debe abusar de su utilización.

2) Lecturas sustitutivas: La sustitución de la deposición personal del testigo en el debate por la lectura de
declaraciones prestadas fuera de su ámbito, se autoriza en los siguientes supuestos, bajo pena de nulidad:
a. Por acuerdo de partes y el tribunal. El derecho de las partes a contar con la presencia del testigo en el
debate es tan disponible como el de participar o no en un testimonio recibido por la vía de los actos
definitivos e irreproductibles: en ambos casos la declaración será leída, aun cuando no haya participado
ningún defensor; b. Si el testigo hubiera declarado por medio de exhorto o informe. Parece una
consecuencia lógica del régimen especial previsto para estos casos en los que el testigo no está obligado a
comparecer al tribunal, por distintas razones; c. Cuando habiéndose tomado todos los recaudos no se
hubiese logrado la concurrencia del testigo cuya citación se ordenó, o cuando el testigo hubiera fallecido,
estuviera ausente del país, se ignorase su residencia o se hallare imposibilitado por cualquier causa para
declarar (no se trata a cualquier imposibilidad, sino de alguna de origen físico o psíquico).

Elementos de convicción:

Se prevé imperativamente que en el curso de las declaraciones de imputados, otras partes privadas,
testigos o peritos, se les exhiban (objetos o imágenes de las que tratan en sus deposiciones) o se les hagan
escuchar (si se trata de sonidos, v. gr., la grabación de una conversación telefónica) elementos de
convicción que fueran pruebas ya incorporadas (secuestrados) en la causa, para su reconocimiento.

Luego del reconocimiento, se les invitará a declarar lo que consideren pertinente sobre esos elementos y
podrán formulárseles las preguntas autorizadas.

Nuevas pruebas:

Hoy sólo se autoriza al tribunal de juicio ordenar recepción de nuevos medios de prueba (art. 388 del
C.P.P.N.) si, en el curso del debate, resultaren indispensables o manifiestamente útiles para esclarecer la
verdad sobre los extremos de la imputación delictiva. Pero sólo cuando

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SEMANA 11 MÓDULO 11

medie requerimiento en tal sentido del Ministerio Público, del querellante o del imputado (no de las
partes civiles), nunca de oficio.

Los medios de prueba serán “nuevos”, no sólo cuando no se han conocido con anterioridad en el proceso
(v. gr., espectador que exclama en el debate conocer que un testigo está mintiendo; o se atribuye
participación en el delito que se juzga), sino también cuando sí lo han sido (supuesto que habiendo sido
recibidas en la investigación preparatoria, no fueron ofrecidas en el juicio, o que siendo ofrecidas no
fueron aceptadas). No es necesario que la prueba nueva “surja” (o sea, aparezca recién) en el debate:
basta que durante su desarrollo se haga indispensable o manifiestamente útil procurar su recepción, por
su pertinencia y potencial aptitud conviccional para esclarecer por sí sola o junto a otras, “la verdad sobre
los extremos de la imputación delictiva” (y cuya real aptitud para lograrlo sólo se podrá verificar luego de
su producción).

La exigencia de que el fiscal o las partes requieran la incorporación de la nueva prueba procura evitar que
el tribunal sea corresponsable de la “destrucción” del estado de inocencia, pues las pruebas nuevas
pueden ser o resultar (y generalmente lo son) de cargo, y por tanto útiles para probar la culpabilidad del
acusado, con riesgo para la imparcialidad del órgano jurisdiccional.

Otras lecturas permitidas -Actas y Documentos:

Esta es otra excepción autorizada a la oralidad, muchas veces determinada por la “naturaleza de las cosas”
(v. gr., los informes técnicos o los documentos “ no hablan”). Pero como se trata de leer registros sobre
elementos de convicción que no fueron recibidos por los jueces del debate, y en la mayoría de los casos a
espaldas de los defensores y de las partes, existe un serio compromiso de la inmediación y el
contradictorio, que debe determinar una interpretación sumamente restrictiva sobre los alcances de la
autorización de lectura, y una muy rigurosa valoración de su eficacia conviccional. Sobre todo porque es
mediante este procedimiento que quedan habilitados para dar fundamento a la sentencia.
Fallo Aníbal Leonel Benítez:

El mismo fue dictado por nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación en la Causa N° 1542 (Benítez,
Anibal Leonel s/ Lesiones Graves). Dicha causa llegó a conocimiento de nuestro máximo órgano
jurisdiccional nacional, como consecuencia del planteo recursivo de queja efectuado por la defensa del
imputado (luego que le fuera declarado mal concedido el Recurso de Casación y denegada la concesión del
Recurso Extraordinario que fueran oportunamente planteados).

La defensa técnica de Benítez, en lo fundamental, cuestionó la incorporación por lectura de testimonios


que fueron utilizados como prueba de cargo sin que esa parte hubiera tenido la oportunidad de interrogar
a los testigos, y consideró que una interpretación tan amplia de las excepciones a la inmediación y a la
oralidad previstas en el art. 391 del Código Procesal Penal de la Nación, además de desnaturalizar el
debate, había lesionado el derecho de defensa en juicio del imputado, y en particular, su derecho a
interrogar o hacer interrogar a los testigos, consagrado por los arts. 18 de la Constitución Nacional, 8.2.f
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y 14.3.e del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos.

En el marco de la misma y en lo sustancial, los miembros de la C.S.J.N., haciendo propio el contenido del
dictamen del Procurador General, consideraron que correspondía hacer lugar a la queja así planteada, ya
que “el tribunal de juicio fundó la sentencia de condena en prueba de cargo decisiva que la defensa no
tuvo oportunidad adecuada de controlar, en desmedro del derecho consagrado por los arts. 8.2.f, de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, y 14.3.e, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos” y que ; “la invocación de la imposibilidad de hacer comparecer al testigo no baste para subsanar
la lesión al debido proceso que significa que, finalmente, la parte no haya tenido siquiera la posibilidad de
controlar dicha prueba. Desde este punto de vista, lo decisivo no es la legitimidad del procedimiento de
incorporación por lectura, el cual, bajo ciertas condiciones, bien puede resultar admisible, sino que lo que
se debe garantizar es que al utilizar tales declaraciones como prueba se respete el derecho de defensa del
acusado (conf. TEDH, caso Unterpertinger vs. Austria, serie A, N°110, sentencia del 24 de noviembre de
1986, esp. párr. 31)”. Sostuvo

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asimismo por último “Que la palmaria lesión al derecho de defensa producida en el caso por la
incorporación por lectura de testimonios de cargo torna inoficioso el examen de los restantes agravios de
la recurrente, invocados desde la perspectiva de las exigencias constitucionales de oralidad, publicidad e
inmediación del debate”.

Resulta innegable que dicho fallo constituye un verdadero paradigma de la importancia de aplicar
correctamente en la etapa de plenario los principios procesales aquí expuestos.

Discusión final:
Concluida la recepción de las pruebas, el Presidente abrirá la “discusión” (art. 393 del C.P.P.N.), es decir, la
formulación de los alegatos por parte del actor civil, del fiscal, del querellante, de los defensores del
imputado, del demandado civil y del asegurador citado en garantía, en ese orden.

Éstos serán los protagonistas. El Presidente en uso de su atribución de dirección del debate, sólo
“moderará la discusión, impidiendo derivaciones impertinentes” sin “coartar por esto el ejercicio de la
acusación y la libertad de la defensa”.

Este es un momento imprescindible para la vigencia efectiva del principio del contradictorio, que tiene
como base la plena igualdad de las partes (incluso las civiles) en orden a sus atribuciones procesales, entre
las que se encuentran, no sólo las de afirmar y de refutar, las de ofrecer pruebas en apoyo de sus
posiciones e intereses y controlar su ingreso, sino también la de argumentar públicamente ante los jueces
que las recibieron sobre su eficacia conviccional (positiva o negativa) en orden a los hechos incriminadores
(penal o civilmente) contenidos en la acusación, o los exculpatorios (penal o civilmente) afirmados por la
defensa, y las consecuencias jurídico penales (y civiles, en su caso) de todos ellos. Sólo así podrá decirse
que tuvieron la igual oportunidad de intentar lograr una decisión jurisdiccional que reconozca el interés
que cada uno defiende.

Cada uno de los intervinientes procurará demostrar, valorándolas, que las pruebas recibidas en el debate
acuerdan suficiente fundamento a la pretensión que han ejercido, o la falta de fundamento de las
pretensiones contrarias, según sean sus respectivas posiciones.

Luego formularán sus “conclusiones”, es decir, sus concretos requerimientos de que el tribunal sentencie
de acuerdo a sus respectivas pretensiones.

Si bien no hay disposición legal sobre el contenido de los alegatos (salvo los de las partes civiles) éstos
deberán estar razonablemente relacionados con el contenido (y el orden) de las cuestiones que deben
resolverse en la sentencia. En ella se aprecia una concentración en el tiempo de los argumentos
relacionados a la cuestión penal.

Los alegatos deben ser realizados oralmente: no pueden ser leídos. Esta imposición atiende más a
garantizar el conocimiento público de ellos, propio de la publicidad popular que debe tener el juicio, que a
la finalidad de lograr una mejor sistematización de la exposición o una mayor comprensión de los
argumentos (o facilitar un más potente impacto de éstos sobre la convicción del tribunal).

Si bien no se autoriza que el tribunal pueda preestablecer, antes de que se realice, el tiempo de duración
de cada alegato, sí se establece que en caso “de manifiesto abuso de la palabra, el Presidente llamará la
atención al orador, y si éste persistiera, podrá limitar prudencialmente el tiempo del alegato, teniendo en
cuenta la naturaleza de los hechos en examen, las pruebas recibidas y las cuestiones a resolver”.

Vencido el término acordado, el orador deberá emitir sus conclusiones, so pena de incurrir en
“incumplimiento de la función” (si se tratara del Fiscal) o “abandono injustificado de la defensa”.

Réplica:

Se autoriza sólo el Ministerio Público y al defensor del imputado (no a las partes civiles, tampoco al
querellante de acción pública, aunque nada impide que el tribunal se lo permita) el derecho a replicar.

La réplica deberá limitarse a la refutación de los argumentos adversarios (penales o civiles) que antes no
hubieren sido discutidos. Esta posibilidad es una consecuencia natural del orden para la formulación de los
alegatos que el artículo impone, ya que el mismo hace posible que en uno posterior, se introduzcan
argumentos que en los anteriores no fueron tratados, tanto en descargo de la imputación (v. gr., los
introducidos por el defensor del imputado) como de cargo (v. gr., los introducidos por el defensor de un
coimputado que delega su responsabilidad en el defendido del abogado que habló previamente). También
en este último caso se tratará de “argumentos adversarios”. En cualquier caso, corresponderá al defensor
la última palabra (contra-réplica).

Última palabra:

Finalizados los alegatos, el tribunal concederá la “última palabra” al acusado, lo que por lo general
funciona como una simple formalidad, como un inútil ademán elegante de la ley, desprovisto de cualquier
incidencia real sobre la defensa material del imputado, sobre todo cuando los tribunales reducen la
pregunta a si tiene “algo más que agregar” o quiere decir “algo que no haya dicho durante el juicio” (que
no es lo mismo, por cierto, que preguntarle si “tiene algo que manifestar”).

Desde luego que en esta oportunidad el acusado podrá agregar cuanto crea conveniente a su defensa
(exculpación o atemperación de su responsabilidad jurídica penal); incluso puede admitir su
responsabilidad.

Cierre del debate:

Recién después el Presidente cerrará el debate. Si interviniera un tribunal colegiado, a continuación se


establecerá (sin necesidad del sorteo que se disponía antes) el orden en que sus miembros emitirán sus
votos.

Acta del debate:

Lo ocurrido en el debate oral deberá registrarse en un acta (art. 394 del C.P.P.N.), que el secretario del
tribunal labrará con la finalidad de “conservar para el futuro la prueba de la palabra hablada” (Beling). No
se exige un registro completo, sino que sólo deberá contener los datos que a continuación se detallan,
bajo pena de nulidad. Se trata de un instrumento público y como tal hace plena fe hasta que sea
redargüida de falsa por acción civil o criminal, ante el tribunal de casación u otro tribunal.

El acta debe registrar la identidad y roles procesales de las personas que han intervenido en el debate; por
eso se exige que en ella conste el nombre y apellido de los jueces, jurados, fiscales querellante particular,
de las otras partes (actor civil, tercero civilmente demandado, asegurador citado en garantía), defensores,
y mandatarios, testigos, peritos e intérpretes (respecto de estos tres últimos, con mención del juramento
que prestaren).

En relación al imputado deberán consignarse también sus demás condiciones personales de identificación,
para mejor control de su “identidad física”.

También dejará constancia de las circunstancias de lugar y tiempo (fecha de la audiencia, o de cada una de
ellas si fueran varias, con mención de la hora en que comenzó y terminó), de la iniciación, desarrollo
(cuartos intermedios, suspensiones, etc.) y conclusión del debate.

El acta del debate servirá, asimismo, para dejar constancia de la realización de los actos de postulación o
decisión importantes que se desarrollaron oralmente durante su transcurso, como las resoluciones del
tribunal o las “instancias” (v. gr., requerimiento de nuevas pruebas) recursos, reservas y protestas del
Fiscal y de las partes, y las “conclusiones” que éstas emitan, durante la discusión final.

Respecto de los elementos de prueba recibidos, tanto con la intervención personal de los órganos de
prueba, como los que se incorporen por su lectura, el acta deberá enunciar su producción o incorporación
en el debate, precisando los datos necesarios para su identificación y validez mínimos (v. gr., el nombre y
apellido de los testigos, peritos e intérpretes, con mención del juramento; la incorporación por lectura de
un acta de reconocimiento de personas, etc.), pues sólo aquellos podrán dar base a la sentencia.

Respecto a su concreto contenido probatorio (v. gr., lo que el testigo dijo) sólo será exigible que conste en
el acta aquel tramo o segmento que el Presidente ordenare, o solicitaren el Ministerio Público o las partes.
Causas de prueba compleja:

En las causa de prueba compleja (art. 395 del C.P.P.N.), a petición de parte o cuando la Cámara lo
estimare conveniente, y con el solo propósito de evitar que a las "palabras se las lleve el viento" se
autoriza al Secretario que resuma al final de cada declaración o dictamen la parte sustancial que deba
tenerse en cuenta. También se permite la registración de imágenes, sonidos y palabras de lo ocurrido en el
debate. Es que la oralidad no es un fin en si misma y en nada la desmerece que se conserven huellas fieles
de pruebas y expresiones que darán marco o fundamento a la sentencia. Estas registraciones permitirán la
efectividad del derecho a impugnar en casación por motivación falsa, bajo la vía de incidente de
redargución de falsedad de la sentencia, por discordancia entre las afirmaciones de la misma y lo ocurrido
en el debate, en cuanto a la producción y contenido de determinadas pruebas, de conformidad a lo
estatuido por el Código Civil.

La Sentencia:

Concepto:

La sentencia es el acto de voluntad razonado del tribunal de juicio, emitido luego del debate oral y público,
que habiendo asegurado la defensa material del acusado, recibido las pruebas ofrecidas con la presencia
continua de las partes, sus defensores y el fiscal, y escuchado los alegatos de estos últimos, resuelve
imparcial, fundadamente y en forma definitiva, sobre el fundamento de la acusación y las demás
cuestiones que hayan sido objeto del juicio, condenando, o absolviendo al acusado.

Ella deberá decidir objetivamente y en forma argumentada acerca de la regularidad y fundamento de


aquélla (la acusación) y su posible negación (total o parcial, descargo, aclaraciones, o circunstancias
eximentes o atenuantes de responsabilidad penal) planteadas por el acusado. Pero sólo la admitirá como
verdadera, y por ende la sentencia será de condena, cuando pueda inducir la culpabilidad del acusado de
concordantes pruebas de cargo aportadas al debate por los órganos de persecución penal (en el marco de
objetividad en el que deben cumplir sus funciones) o por el querellante particular, y que por no haber sido
enervadas por las de descargo eventualmente ofrecidas por el imputado y su defensor, llevan a los jueces
que la dictan a la convicción sobre que la acusación es verdadera, luego de considerar y dar respuesta a las
argumentaciones de todos ellos sobre su fuerza conviccional.

Si las pruebas no permitieran llegar a esa convicción, la sentencia será absolutoria. Si se hubiera ejercitado
la acción civil, resolverá si se hace lugar o no a la pretensión resarcitoria presentada y, en su caso, la
extensión de la indemnización que acuerde y los responsables de afrontarla. También decidirá sobre el
pago de las costas procesales.

En el Código se distinguen la deliberación, el contenido, la redacción y la lectura de la sentencia:

a) Deliberación: Deliberar es “considerar atenta y detenidamente el pro y el contra de los motivos de una
decisión, antes de adoptarla, y la razón o sinrazón de los votos antes de emitirlos”. Con este fin, cerrado
que fuera el debate, los integrantes del tribunal pasarán de inmediato a deliberar, en secreto, a un lugar
contiguo a la sala de audiencias, debiendo hacerlo sin interrupciones hasta tener redactada la sentencia,
que debe luego leerse íntegramente en aquella sala.

La continuidad de la deliberación con el debate, la no interrupción de aquélla y su secreto, se encuentran


previstas bajo pena de nulidad.

Estructura legal de la deliberación: El Código establece que la deliberación versará sobre las cuestiones
objeto del juicio. Esto impone que en ella se respete la siguiente estructura (art. 398 del C.P.P.N.):
Cuestiones a resolver: Las cuestiones objeto del juicio sobre las que se manda al tribunal deliberar antes
de resolverlas, son las incidentales que hubieran sido diferidas; las relativas a la existencia del hecho
delictuoso, con discriminación de las circunstancias jurídicamente relevantes; la participación del
imputado; calificación legal; sanción aplicable; la restitución o indemnización demandada y costas.

Estas cuestiones deben haber sido propuestas o planteadas por la acusación y la defensa (en las
oportunidades establecidas por la ley para hacerlo). Todas ellas, por haber sido planteadas, deberán ser
tratadas y resueltas en la deliberación, con reflejo en la parte dispositiva de la sentencia, bajo pena de
nulidad de ésta.

Auto-planteamiento de dichas cuestiones: La mecánica legal de la deliberación exige que el tribunal de


sentencia se autointerrogue sobre la existencia del hecho acusado, la participación del imputado, la
calificación legal y la sanción que correspondiera, y – correlativamente, frente a cada pregunta– responda
motivadamente, en lo fáctico y en lo jurídico, cada una de esas “cuestiones”, por sí o por no, mediante el
voto -al menos- de la mayoría de sus integrantes. Los jueces y jurados votarán sobre cada una de ellas,
cualquiera que fuere el sentido de sus votos anteriores. El principio de la decisión por mayoría se rompe
cuando en la votación sobre las sanciones que correspondan, se emitieren más de dos opiniones, caso en
que se aplicará el término medio (voto del medio o el medio de los dos extremos).

Cada respuesta positiva configurará una conclusión sobre la cuestión planteada, lo que dará paso al
siguiente interrogante (de los precedentemente reseñados), hasta responder a todos: allí quedará
elaborada la sentencia que, como consecuencia de estas operaciones intelectuales, resolverá condenar o
absolver, imponiendo la pena (o, en su caso, la medida de seguridad que corresponda), con invocación
expresa de la ley aplicada. Si se hubiere ejercido la acción resarcitoria, el tribunal deberá también
interrogarse y responder (para decidir) si corresponde o no hacer lugar a la demanda y, en caso afirmativo,
sobre la existencia y extensión del daño cuya reparación se reclama y la forma en que ésta será atendida,
la responsabilidad del tercero civilmente demandado que hubiese intervenido, y la extensión de los
efectos civiles del fallo al asegurador que hubiera sido citado en garantía.

Reglas: En la deliberación se deben respetar ciertas reglas referidas a las pruebas que deben ser valoradas
según el método de la sana crítica racional, que tiene una doble función en esta oportunidad: por un lado,
imponer a los tribunales un criterio “límite” para asignar eficacia conviccional a los elementos de juicio que
fundarán la sentencia, proporcionando a la vez una guía para la construcción de su motivación; y, por el
otro, sirve de herramienta de control de la racionalidad concreta de las conclusiones de aquélla a los fines
del ejercicio del derecho a recurrirla.

La sana crítica racional establece la libertad de convencimiento de los jueces, pero exige a éstos que las
conclusiones a que lleguen sean el fruto razonado de las pruebas en que se las apoye (y puedan mostrarse
y explicarse como tal). Y esa libertad acordada a los jueces del juicio incluye las facultades, primero, de
seleccionar y descartar, y después conceder o restar mayor o menor eficacia conviccional a las pruebas en
que fundan la sentencia. Pero esta no puede ser ni una atribución de ejercicio arbitrario, ni un pretexto o
mecanismo para resolver de acuerdo a su íntima convicción, voluntarismo o favoritismo.

Reapertura del debate:

Se prevé la posibilidad, excepcional, de que el tribunal, de oficio, interrumpa la deliberación de la


sentencia y reabra el debate (art. 397 del C.P.P.N.), cuando en el transcurso de aquélla encuentre
“absolutamente necesario” la ampliación de las pruebas producidas (pertinentes y especialmente útiles,
por cierto), buscando lograr nuevos o mejores datos de ellas que lleven al agotamiento o por lo menos a
un mayor o mejor conocimiento de su posible contenido o eficacia conviccional; y desde luego que el logro
de estos resultados debe aparecer como previsible consecuencia de la reapertura.
La prueba cuyo contenido pude ser ampliado debe haber sido ya producida o incorporada al debate por su
lectura; no hay limitación alguna respecto a su tipo. Pero nunca de nuevas pruebas no recibidas en el
debate. Como efecto de la interrupción por este motivo, el debate se reiniciará con arreglo a las normas
comunes, pero circunscrito al objeto de la reapertura; no obstante, y en ese límite, el imputado podrá
declarar si así lo quisiera y el Fiscal y la demás partes ejercitar todos sus derechos.

Luego de que la labor de ampliación probatoria concluya, deberá procederse nuevamente a escuchar los
alegatos del Fiscal y las demás partes: la discusión, en tal caso, quedará limitada “al examen de los nuevos
elementos” que la ampliación haya arrojado. Previa invitación al acusado a que diga la “ultima palabra”, el
debate reabierto, deberá ser formalmente cerrado nuevamente.

Redacción. Requisitos:

La redacción de la sentencia debe observar ciertos requisitos (art. 399 del C.P.P.N.).

Entre los descriptivos merece citarse la mención del Tribunal y fecha en que se dictare; el nombre y
apellido de los Jueces, Jurados, fiscales, partes y defensores que hubieran intervenido en el debate; las
condiciones personales del imputado. Se exige, asimismo, la firma de los Jueces y Jurados; pero si uno de
los miembros del Tribunal no pudiere suscribir la sentencia por impedimento ulterior a la deliberación,
esto se hará constar y aquélla valdrá sin esa firma (v. gr., se encuentra internado).

El hecho: La sentencia debe, básicamente, consignar el hecho que fuera objeto de la acusación (y
eventualmente, de su ampliación), y la determinación circunstanciada del que se haya acreditado en el
debate. El hecho es la conducta humana sustancial, que debe ser descripta objetiva y subjetivamente; las
circunstancias son sus accidentes de lugar, tiempo y modo (cuándo, dónde, quién, cómo y porqué ocurrió
tal conducta).

Tal descripción no puede ser sustituida por conceptos jurídicos (v. gr., no basta con decir que se actuó
engañosamente: hay que indicar los hechos o circunstancias consideradas engañosas).

El hecho fijado en la sentencia como acreditado en el debate siempre deberá ser idéntico en sus aspectos
esenciales con el fijado en la acusación (originaria o su ampliación), pero podrá ser completado con
detalles y circunstancias obtenidas durante el debate siempre que no lo cambien en su esencia.

Motivación: La sentencia deberá contener el voto de los jueces y jurados sobre cada una de las cuestiones
planteadas en la deliberación, con exposición concisa de los motivos de hecho y de derecho en que se
basen, sin perjuicio de que adhieran específicamente a las consideraciones y conclusiones formuladas por
el magistrado que votare en primer término.

Es decir, la sentencia demostrará mediante una serie de razonamientos y conclusiones los cómo y los por
qué de lo que ella resuelva, con resguardo de las reglas de la sana crítica racional.

La individualización de la pena: El Código Penal Argentino ha optado por un sistema de penas elásticas, o
relativamente indeterminadas, fijando un mínimo y un máximo, permitiendo al tribunal un punto dentro
de la escala como pena en concreto: esta tarea se debe realizar al dictarse la sentencia de condena. La
individualización de la pena es quizás la responsabilidad más ardua y la que más dificultades y dudas
plantea a los jueces, porque en realidad no se trata de cuantificar la cantidad de bienes jurídicos de los que
hay que privar al penado, sino de establecer cuál será el tratamiento resocializador al que debe
sometérselo, a la vez que la medida de la privación de libertad que deberá soportar (Vélez). Se ha señalado
que este es el campo más arbitrario en el ámbito de la practica tribunalicia y por consiguiente, fuente
tremenda de inseguridad jurídica: hay períodos “duros” y “blandos”, tribunales y jueces “duros” y
“blandos”. Además se critica que “en la cuantificación de las penas, las consideraciones teóricas no juegan
ningún papel importante, partiéndose frecuentemente en la práctica, de valoraciones generales, que en
muy amplia medida, dependen de consideraciones morales” (Zaffaroni).
La fijación de la pena debe consultar el principio de culpabilidad, la prevención general y la prevención
especial, y tomar como herramientas las pautas de los artículos 40 y 41 del C. Penal (y art. 21 en caso de
multa).

5) Parte dispositiva. Absolución. Condena. Acción Civil:

La sentencia debe culminar con una decisión concreta sobre la acusación y la acción civil que pudiera
haber intentado (la que no siempre correrá la misma suerte que la cuestión penal).

Si la sentencia fuera absolutoria (art. 402 del C.P.P.N.) en la parte dispositiva ordenará la inmediata
libertad del imputado que estuviere preso y la cesación de las restricciones cautelares impuestas
provisionalmente (v. gr., la caución,), aunque fuere recurrible (es un caso de excepción expresa al efecto
suspensivo propio, por ejemplo, del recurso de casación). Podrá ordenar la aplicación de medidas de
seguridad (si se fundara en la inimputabilidad del art. 34, CP), y también la restitución, indemnización o
reparación demandada, pues la absolución del acusado no impedirá que el Tribunal de juicio se pronuncie
(art. 26) sobre ella en la sentencia (v. gr., se absuelve al automovilista por no haberse acreditado su culpa
en las lesiones que ocasionó a un peatón, pero se lo condena civilmente a indemnizar a éste por los daños
sufridos, por el riesgo del uso de la cosa).

Si la sentencia fuese condenatoria (art. 403 del C.P.P.N.) fijará las penas y medidas de seguridad que
correspondan, y resolverá sobre el pago de las costas.

Y si la acción civil hubiere sido ejercida, dispondrá, con arreglo a lo reclamado, la restitución del objeto
material del delito, la indemnización del daño causado y la forma en que deberán ser atendidas las
respectivas obligaciones.

Y como esta clase de sentencia debe “hacer cesar los efectos materiales del delito”, podrá ordenar la
restitución aunque la acción civil no hubiere sido intentada.

Lectura de la sentencia. Efectos:

Redactada la sentencia con arreglo a lo precedentemente expuesto, será protocolizada, bajo pena de
nulidad, y se agregará copia al expediente. El Presidente (no es necesario que lo haga todo el tribunal) se
constituirá en la sala de audiencias, y ordenará por Secretaría la lectura pública del documento, bajo la
misma sanción, ante los que comparezcan (art. 400 del C.P.P.N).

Por lo general (y a pesar de que se prevé como un procedimiento excepcional para el caso de que la
complejidad del asunto o lo avanzado de la hora hicieran necesario diferir la redacción de la sentencia) en
dicha oportunidad se podrá leer tan sólo su parte dispositiva, fijándose audiencia posterior para la lectura
integral (en realidad, lo que interesará conocer en esa nueva audiencia son sus fundamentos). La lectura
se efectuará, bajo pena de nulidad, en las condiciones previstas en el párrafo anterior y valdrá siempre
como notificación para los que hubieran intervenido en el debate, aunque no comparezcan al acto
(siempre que hubieran sido citados efectivamente); y a partir de ese momento comenzará a correr el
término para recurrirla.

Nulidades. Congruencia entre Acusación y Sentencia:

El principio de congruencia globalmente considerado, se expresa como la necesaria identidad entre el


hecho delictivo sobre el que se dicta la sentencia, con el contenido en la acusación (tanto en la originaria,
como en su eventual ampliación), con el intimado al imputado al recibírsele declaración, y con el
expresado en la requisitoria fiscal de instrucción (si existiere). Entre ellos debe existir una correlación
fáctica esencial, en resguardo del derecho de defensa.
El aludido principio impedirá dar por válidamente incorporada en la acusación un hecho que no estaba
comprendido ni descrito en ella. Su manifestación final supone que el factum contenido en el documento
acusatorio sea trasladado, sin alteración de sus aspectos esenciales, a la sentencia, exigencia que se
justifica por la circunstancia de que el hecho que se atribuye al encartado marca el límite de la jurisdicción
del tribunal de juicio (debe fallar sobre ese hecho y no sobre otro), y también porque la sentencia debe
fundarse en el contradictorio, el cual desaparece si se condena por un hecho respecto del que el imputado
no pudo refutar ni "contra–probar", por no haber sido oportunamente informado sobre él (sería como una
"alevosía procesal").

La mutación esencial en la sentencia del factum contenido en la acusación, es incompatible con la legítima
intervención del imputado en el debido proceso, impuesto por el sistema Constitucional como
presupuesto de la pena (arts. 18 y 75 inc. 22 CN), lo que acarreará su nulidad. En cambio, las alteraciones
meramente circunstanciales (v. gr., la inclusión de una circunstancia agravante), sólo aparejarán tal
sanción, cuando no hayan sido oportunamente

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incorporadas al juicio por medio de la ampliación de la acusación, o no se haya garantizado la defensa


respecto de esa ampliación.

Conforme a lo establecido por el artículo 401 del C.P.P.N., respetándose estos requisitos, se autoriza a que
en la sentencia el Tribunal pueda dar al hecho contenido en la acusación una calificación jurídica distinta,
aunque deba aplicar penas más graves o medidas de seguridad, siempre que el delito no sea de
competencia de un tribunal superior).

6) Pedido de Absolución por parte del Fiscal. Efectos. Fallos de la C.S.J.N. “Tarifeño”, “García”,
“Cattonar”, “Montero”, “Marcilese” y “Mostaccio”:

Nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación ha dispuesto reiteradamente anular condenas dictadas no
obstante el pedido de absolución formulado por el fiscal, por considerarlas violatorias de las formas
sustanciales del juicio “en la medida que se ha dictado sentencia condenatoria sin que mediare acusación”
(CSJN, causa “Tarifeño, Francisco s/ Encubrimiento en Concurso Ideal con Abuso de Autoridad” del
28/12/1989 fue el primero de esos fallos).

El alto tribunal resolvió así, implícitamente, que el requerimiento fiscal de citación a juicio no configuraba
“acusación”, o no era la acusación que exigen las “formas sustanciales del juicio”, aspecto que dividió las
opiniones.
Muchos sostuvieron que aquella pieza es la acusación, y surte efectos como tal, aun “ultraactivos” a su
formulación, aunque no contenga (ni pueda contener) un expreso pedido de condena e imposición de
pena.

Otros, en cambio, entendieron que el requerimiento de elevación a juicio no es suficiente acusación, pues
esta quedará fijada de manera exclusiva y excluyente con la pretensión de la correspondiente sanción
(Frascaroli).

A la luz de ello debemos preguntarnos: El requerimiento fiscal de citación a juicio, ¿es la acusación?.

En orden a esta discusión se ha dicho que “sea que aceptemos que el sentido constitucional de la
acusación es el de fijar la condición de tercero del tribunal, para garantizar su imparcialidad, o bien que
pensemos que su finalidad constitucional es la de asegurar la defensa del acusado (que sólo sabiendo de
qué se lo acusa podrá defenderse), y limitar en lo fáctico la órbita jurisdiccional del tribunal de juicio (que
no podrá así condenar por un hecho distinto al contenido en la acusación), lo cierto es que el
requerimiento fiscal de elevación a juicio, formulado de acuerdo con las exigencias que disciplinan los
códigos, no parece manifiestamente insuficiente para satisfacer cualquiera de esas finalidades, o ambas a
la vez” (Cafferata Nores).

Se ha dicho así que un código podría establecer válidamente que si el fiscal del juicio pide la absolución del
imputado, el tribunal no podrá condenarlo (ni aplicarle una pena más grave que la pedida por aquél), sin
que ello importe acordarle un poder de disposición sobre la pretensión punitiva (que sería violatorio del
art. 71 del C. Penal) (Cafferata Nores).

Pareciera que no hay muchos argumentos para negar la posibilidad de que una ley procesal decida
extender esa solución también al caso del pedido de absolución del fiscal del juicio.

Es que si el Ministerio Público Fiscal puede impedir la condena (a través del acuerdo entre fiscal inferior y
superior) al impedir el inicio del proceso o la realización del juicio oral, al no requerir la instrucción o la
elevación a juicio; si puede impedir una posible condena de un tribunal de alzada al no recurrir la
sentencia absolutoria dictada después del juicio o al desistir del recurso contra ella, ¿por qué no podrá
establecerse que pueda impedir, con su pedido de absolución, que el tribunal de juicio condene al
imputado? No parece existir ninguna razón nueva e irrefutable, que invalide las que se invocan para
justificar estas restricciones admitidas al ejercicio de la jurisdicción (y menos alguna de jerarquía superior).
Sobre todo si se toma en cuenta que en nuestro sistema procesal los fiscales tienen que ser objetivos,
pues deben procurar la verdad y ajustarse a las pruebas sobre ella en sus requerimientos o conclusiones,
ya sea que resulte contraria o favorable al imputado.

Este deber de objetividad tiene su fuente concreta en los códigos que autorizan al Ministerio Público Fiscal
a pedir el sobreseimiento o requerir la absolución del imputado e, incluso, a interponer recursos en su
favor (hasta contra una sentencia condenatoria firme). El Ministerio Público Fiscal, entonces, no es un
acusador a ultranzas: sus requerimientos estarán orientadas por lo que “en derecho corresponda”, pues
sólo así cumplirá bien su función de promover la acción de la justicia “en defensa de la legalidad” (art. 120,
CN).

Lo cierto fue que en ese fallo “Tarifeño”, la Corte Suprema de Justicia de la Nación, puso de manifiesto
que, sin perjuicio de la inobservancia del requisito propio de la vía intentada, señalada en el dictamen del
Procurador General, la lectura del expediente pone al descubierto una transgresión a las garantías
constitucionales de la defensa en juicio y el debido proceso de tal entidad que, más allá de cualquier
imperfección en la habilitación de la competencia de la Corte para conocer de los agravios expresados
respecto de la sentencia apelada, afecta la validez misma de su pronunciamiento, circunstancia que debe
ser atendida y declarada con antelación a cualquier otra cuestión que se hubiera planteado.
De esta manera, la Corte focalizó su interés en un tema mucho más profundo que el exaltado por el
Procurador General y estaba, así, sentando jurisprudencia.

Textualmente, en su fallo, sostuvo “...En efecto, si bien es doctrina de este tribunal que sus sentencias
deben limitarse a lo peticionado por las partes en el recurso extraordinario (Fallos 297:133 ; 298:354 ;
302:346 , 656; 306:2088, entre muchos otros), constituye un requisito previo emanado de su función
jurisdiccional el control, aun de oficio, del desarrollo del procedimiento cuando se encuentran
involucrados aspectos que atañen al orden público, toda vez que la eventual existencia de un vicio capaz
de provocar una nulidad absoluta, y que afecta una garantía constitucional, no podría ser confirmada. Que
esta Corte tiene dicho reiteradamente que en materia criminal la garantía consagrada por el art. 18 CN.
exige la observancia de las formas sustanciales del juicio relativas a la acusación, defensa, prueba y
sentencia dictada por los jueces naturales (Fallos 125:10; 127:36; 189:34 , 308:1557 , entre muchos otros).
Que en el sub lite no han sido respetadas esas formas, en la medida en que se ha dictado sentencia
condenatoria sin que mediase acusación.

En efecto, dispuesta la elevación a juicio, durante el debate el fiscal solicitó la libre absolución del sujeto
pasivo del proceso, y, pese a ello, el tribunal de juicio emitió la sentencia recurrida, por lo que corresponde
decretar su nulidad y la de las actuaciones posteriores que son consecuencia de ese acto inválido.

Por ello, se resuelve: declarar la nulidad del fallo y de los actos procesales dictados en su consecuencia.
Hágase saber, incorpórese al principal y devuélvase a su origen para que se prosiga con la tramitación de la
causa conforme a derecho. Enrique S. Petracchi. Augusto C. Belluscio. Jorge A. Bacqué”.

De esta manera se abrió un largo camino de discusiones, encuentros y desencuentros en el seno de la


doctrina y jurisprudencia. La Corte, a partir de Tarifeño, adoptaba una posición clara y tajante en pos de
garantizar el derecho de defensa en juicio y mantener incólume la letra de nuestra Carta Magna: No
puede haber sentencia sin acusación. No habrá entonces, juicio penal constitucional sin acusación,
defensa, prueba y sentencia.

No podemos dejar pasar por alto que ese fallo fue anterior a la reforma constitucional de 1994, quién dio
nacimiento al Ministerio Público como un órgano extra poder. Sin dudas, será éste el eje sobre el cual se
asienta la acción penal pública que posiciona al Fiscal del juicio como actor fundamental e imprescindible
del juicio criminal.

El juez será entonces aquello que su denominación proclama, sólo "juez, nunca parte”.

En este mismo sentido se expresó también la Corte en el caso “García, José A.” del 22 de Diciembre de
1994.

La fuerte discusión que se planteó cuando la Corte Suprema dijo que el tribunal, frente al pedido de
absolución fiscal, no podía condenar al imputado, posteriormente quedó relegada a un plano puramente
especulativo pues ella misma la dejó sin efecto en el marco del Fallo “Marcilese” (CSJN, “Recurso de Hecho
–Marcilese, Pedro Julio y Otro s/ Homicidio Calificado-”, Causa N° 15.888/98, Fallo del 15/08/2002).

“Marcilese” significó en éste recorrido jurisprudencial, un verdadero paréntesis en la coherencia -si se


quiere-, que en la materia caracterizaba a los fallos de la Corte. El cambio de posición se basaba en admitir
al Requerimiento de Elevación a Juicio como factible para satisfacer la exigencia acusatoria que la
Constitución consagra con el principio del debido proceso, definido por el máximo Tribunal como aquél
que posee acusación, defensa, prueba y sentencia.

Cabe recordar que en la mencionada causa, el empresario Pedro Marcilese había sido detenido, procesado
y condenado a prisión perpetua en mérito de ser encontrado penalmente responsable del delito de
instigación del homicidio calificado por promesa remuneratoria y alevosía, ocurrido el día 12 de Junio de
1993 en perjuicio del abogado salteño Miguel de Escalada. La causa pasó por varios juzgados, hasta que en
1996 se hizo cargo el juez Abel Fleming. Luego de un año de investigación se logró la detención del
tucumano Urueña, quién confesó la autoría material del crimen en complicidad con su esposa. 18 Urueña
declaró haber matado a De Escalada por encargo de Marcilese, quién usó de intermediario a Angel Russo.
Ambos fueron detenidos en Abril de 1997. A mediados de Mayo, Urueña, Marcilese y Russo fueron
procesados por homicidio calificado, en tanto que Mónica Nucciarelli fue considerada autora de lesiones
gravísimas. La mujer declaró que su marido fue contratado para ―dar una paliza a De Escalada‖. La
defensa de Marcilese apeló la resolución de Fleming ante la Cámara de Acusación, la que meses más tarde
confirmó el procesamiento. El caso llegó a juicio en los primeros días de Agosto de 1998. El debate duró
cuatro meses, en cuyo transcurso Russo negó todo lo que había declarado contra Marcilese. Pero el
episodio más resonante, sin dudas fue el pedido de absolución a favor de Russo y Marcilese pronunciado
por el Fiscal Anuch. A pesar de ello, el 24 de Noviembre el tribunal condenó a prisión perpetua a los cuatro
procesados.

La defensa de Marcilese casó la sentencia ante la Corte de Justicia de la Provincia de Salta, que si bien fue
concedido por el tribunal de mérito y declarado parcialmente admisible desde el punto 19 de vista formal,
el 4 de Abril de 2000, por unanimidad, el máximo Tribunal Provincial confirmó la sentencia recurrida,
entendiendo que el pedido absolutorio del Ministerio Público no se encontraba debidamente fundado,
apoyándose en su sola voluntad, que no hubo afectación al derecho de defensa en juicio y que los
precedentes existentes, tanto en el orden local como nacional, no resultaban de aplicación al caso.

Así, Marcilese, a través de su Abogado Defensor, interpuso Recurso Extraordinario ante la Corte Suprema
de Justicia de la Nación, cuya denegatoria dio lugar a la articulación del correspondiente Recurso de Queja.

El fundamento por excelencia que utilizó la defensa de Marcilese, fue, claro está, la doctrina sentada por la
Corte en el fallo “Tarifeño”. El recurrente atribuye arbitrariedad al fallo apelado pues, a su entender, el a
quo efectuó una errónea interpretación de la doctrina de la Corte Suprema, sentada a partir del fallo
dictado en la causa "Tarifeño", vicio que apareja la afectación de las garantías del debido proceso y de
defensa en juicio en la especie. Para ello señala que la ampliación del requerimiento de elevación a juicio
no resulta suficiente -a los fines del cumplimiento de las formas sustanciales del juicio relativas a la
acusación, defensa, prueba y sentencia-, pues la acusación sólo puede considerarse integrada luego de
sustanciado el debate.

Lo cierto y concreto fue que en un fallo dividido confirmaron la condena de Marcilese, triunfando así la
postura de los ministros Julio Nazareno, Eduardo Moliné O’Connor, Carlos Fayt y Adolfo Vázquez, por
sobre la de Augusto Belluscio y Gustavo Bossert. En el fallo se destaca el voto de Fayt, en el que explicó
que “al acto instructorio del requerimiento de elevación a juicio le sucedió la ampliación de la acusación
en el marco propio del debate oral y tras ello sobrevino una solicitud absolutoria considerada infundada,
circunstancias que más allá de la recta interpretación que desde la perspectiva constitucional se
establecerá infra, permitió válidamente al a quo descartar el recordado criterio de este Tribunal,
preservando a su decisión de la tacha de arbitrariedad invocada sobre el punto”; “...La existencia de una
acusación así definida se verificó en el sub lite -materializada en el requerimiento fiscal de elevación a
juicio–, de lo contrario el tribunal oral actuante hubiera carecido de jurisdicción. Obviamente su ausencia
hubiera implicado la imposibilidad de dictar condena, pues no se hubiera cumplido con la exigencia
contenida en la garantía de la defensa en juicio y la imparcialidad del tribunal se vería seriamente
afectada. Por lo tanto, la requisitoria de elevación a juicio es la acusación indispensable para garantizar el
debido proceso legal...”.

De esta manera, la Corte redefinió el sentido de la exigencia constitucional del artículo 18 de la


Constitución Nacional y amplió un criterio por demás estricto al respecto.

Dos años fueron los que “Marcilese” mantuvo vigencia, en 2004 “Mostaccio” (“Mostaccio, Julio Gabriel s/
Homicidio Culposo”, del 17/02/2004) volvió a la senda de “Tarifeño”.
En la mencionada causa, el Cuarto Juzgado Correccional de Mendoza condenó a Julio Gabriel Mostaccio
Scafati a la pena de seis meses de prisión de efectivo cumplimiento y cinco años de inhabilitación especial
para conducir vehículos automotores, como autor penalmente responsable del delito de homicidio
culposo (art. 84 del Código Penal), no obstante que el fiscal -en oportunidad de alegar- se abstuvo y estimó
de aplicación el art. 4 del Código Procesal Penal local. Contra dicha sentencia la defensa de Mostaccio
Scafati dedujo recursos de inconstitucionalidad y casación que fueron admitidos. A su turno la Suprema
Corte de Justicia de Mendoza rechazó el recurso de casación en cuanto al fondo del asunto. Esta decisión
motivó la articulación del remedio federal, que fue concedido. La defensa fundó su recurso extraordinario
en la doctrina de la Corte sobre arbitrariedad de sentencia por violación de las garantías de defensa en
juicio y debido proceso y desconocimiento del criterio del Tribunal en los casos "Tarifeño", "García",
"Cattonar" , "Montero" y "Cáceres".

Luego de la singular doctrina consagrada por la Corte en el fallo “Marcilese”, el máximo Tribunal volvió a
dar un importante giro en sus conceptos, dejando de lado el postulado precedente, según el cual, el
Requerimiento de Elevación a Juicio bastaba para llenar la exigencia constitucional de la acusación en el
juicio criminal.

El requerimiento de elevación a juicio, por decisión mayoritaria de la Corte Suprema dejaba de satisfacer
las exigencias constitucionales y recuperaba su antiguo carácter. Así, éste auto procesal, consagrado con la
capacidad de poner fin al proceso instructorio y, asimismo, facultado para elevar la causa al juicio, no era
suficiente para determinar una formal acusación que garantizara un debido proceso legal. No queda con él
satisfecha la acusación pretendida por la letra de la Constitución.

Atento los fallos hasta aquí analizados, podemos concluir señalando que la exigencia constitucional del
debido proceso abarca la pretensión de consagrar un juicio que reúna los elementos sustanciales de
acusación, defensa, prueba y sentencia.

La garantía de defensa en juicio complementa el debido proceso y lo hace válido, en la medida que los
actores del juicio gocen de las garantías y derechos constitucionales. Así, el análisis de la jurisprudencia
más relevante en la materia, nos permite observar la evolución de los criterios adoptados por nuestro
máximo Tribunal, y por sobre todas las cosas, nos da la posibilidad de formar un concepto más acertado
del precepto en cuestión.

Nos manifestamos fervientemente por la defensa a ultranza de las garantías y derechos consagrados en
favor del imputado, sabiendo que, frente al aparato represivo del Estado, se sitúa en inferioridad de
condiciones. De allí en más, se transforma en tarea de vital importancia el garantir la defensa en juicio en
un pie de igualdad para todos los ciudadanos. No es menor el aporte que nuestra Corte hace a partir de la
doctrina “Tarifeño”.

Coincidimos con ella, en afirmar que ya no habrá sentencia condenatoria sin que previamente no se haya
esbozado un pedido acusatorio que pretenda pena fundada en alguno de los tipos legales previstos por
nuestra legislación penal. No obstante, el devenir histórico y la evolución, o al menos el transcurso del
tiempo, que ha marcado a nuestra sociedad, nos exige un trato adecuado a la víctima del delito llevado a
juicio. El nacimiento del querellante particular como actor secundario y adhesivo del proceso penal ha sido
un importante avance en este sentido. Igualmente, las limitaciones que la legislación pretendió para sus
funciones se han ido borrando por la misma fuerza de los hechos. La doctrina “Santillán” consagra al
querellante particular con la máxima facultad procesal de esgrimir un pedido acusatorio de pena que
satisfaga las exigencias constitucionales.

El devenir histórico nos lleva indudablemente hacia la consagración de un nuevo juicio criminal, donde el
juez sólo sea eso, juez, y nunca parte.
Donde el Ministerio Público represente al Estado-Nación llevando la voz de las pretensiones
institucionales. Donde también la víctima tenga el derecho, y por sobre todo la garantía, de exigir por
parte del Estado una sentencia justa, que ponga la luz de la justicia sobre la oscuridad de los hechos
llevados a juicio, muchas veces cargados de dolores insoportables.

Y fundamentalmente, donde el acusado, imputado en la comisión de un delito criminal, goce del respaldo
que todo el orden jurídico pueda brindarle para garantizar un debido proceso legal, que respete a
rajatabla el principio de inocencia consagrado magistralmente por el constituyente, permitiéndosele
conocer de qué se lo acusa, porque hechos, y bajo que norma legal se lo trae a juicio, gozando de la
representación necesaria de un profesional del derecho que lo asista.

Nulidad de Sentencia:

Se enumeran a continuación (art. 404 del C.P.P.N) los vicios intrínsecos de la sentencia que pueden
ocasionar su nulidad, si bien ésta puede proceder por otras razones extrínsecas o precedentes (v. gr., la
defectuosa constitución del tribunal, el exceso en el plazo máximo de suspensión del debate; la violación
del secreto de la deliberación, etc,).

En cualquier caso, la nulidad de la sentencia podrá ser requerida a través del recurso de casación, al
amparo de la causal de inobservancia de normas constitucionales o procesales

Causales de nulidad:

La sentencia será nula: a) Si el imputado no estuviere suficientemente individualizado; b) Si faltare la


enunciación del hecho que fuera objeto de la acusación, o la determinación circunstanciada del que el
Tribunal estime acreditado; c) Cuando se base en elementos probatorios no incorporados legalmente al
debate, salvo que carezcan de valor decisivo; d) Si faltare o fuere contradictoria la fundamentación de la
mayoría del Tribunal, o no se hubieran observado en ella las reglas de la sana crítica racional, con respecto
a elementos probatorios de valor decisivo; e) Cuando faltare o fuere incompleta en sus elementos
esenciales la parte dispositiva; f) Si faltare la fecha del acto o la firma de los Jueces o Jurados.

Analizamos las causales de nulidad:

Irregularidades de la base fáctica: La sentencia será nula si faltare la enunciación del hecho que fuera
objeto de la acusación. Es que si la base del juicio es la acusación, es natural que el hecho que la motiva
deba consignarse en la sentencia que le pone fin, y que sobre ella resuelve. Sólo así se podrá controlar si el
fallo decide sobre todas las cuestiones postuladas por la acusación o refutadas por la defensa, la
congruencia o correlación fáctica entre ambas (acusación y sentencia), el ámbito de la cosa juzgada y el
alcance del principio non bis in ídem. Aquella enunciación no podrá ser sustituida por la determinación
circunstanciada del hecho que el Tribunal estime acreditado luego del debate, el que no podrá contener
mutaciones sustanciales respecto del descrito en la acusación. En caso de que se hubiera ejercitado la
acción resarcitoria, la omisión de describir los extremos de la demanda civil podrá ocasionar la misma
sanción.

Ilegalidad de la prueba: La sentencia será nula en caso de fundamentación ilegal, tanto por valerse de
pruebas ilegalmente obtenidas (v. gr., confesión arrancada por medio de apremios) como por sustentarse
en pruebas ilegalmente incorporadas al debate (v. gr., testimonio recibido en la investigación preparatoria,
pero fuera de los casos taxativamente autorizados para su lectura). La prueba ilegalmente valorada
ocasionará la nulidad de la sentencia sólo si fuese dirimente.

7) Valoración de las Pruebas. Vicios de la motivación:


En términos generales, puede decirse que la sentencia será nula en caso de falta de fundamentación,
comprendiéndose en este vicio la ausencia total de fundamentos (v. gr., se resuelve así porque sí, sin
invocar prueba alguna – hipótesis de gabinete–); o las hipótesis de que los datos admitidos como
probatorios no pueden ser considerados tales (no son “ontológicamente” pruebas) por su incapacidad o
falta de idoneidad potencial para generar conocimiento (v. gr., la “visión” de una pitonisa, el testimonio de
un imbécil); o la fundamentación aparente (el fallo no se basa en pruebas, sino en opiniones o
valoraciones); o la fundamentación incongruente, cuando no contiene una adecuada referencia a los
hechos de la causa (la prueba que se invoca en sustento de una conclusión no tiene relación con ella); o la
fundamentación falsa (v. gr., la conclusión se funda en una inexacta reproducción de los dichos del
testigo), o la fundamentación global (no se especifica en qué prueba se fundamenta cada conclusión).
También se conmina con nulidad la fundamentación omisiva (cuando se omite valorar prueba dirimente,
que de haber sido valorada hubiese determinado una

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conclusión diferente a la arribada), la fundamentación contradictoria (v. gr., el mismo hecho es afirmado y
negado, simultáneamente en distintas partes de la misma resolución), y debe considerarse incluida la
fundamentación incompleta (valoración de una prueba aislándola del conjunto probatorio esencial, sin
referencia a sus posibles contrapruebas). Pero la nulidad se producirá sólo si los aludidos defectos afectan
a elementos probatorios dirimentes, o sea de valor decisivo.

La llamada insuficiencia de la fundamentación no es admitida por los tribunales de casación como causal
de nulidad porque se sostiene que aquélla se relaciona con la fuerza de convicción de la prueba y no con la
corrección del razonamiento

Violación a las reglas de las sana crítica: La nulidad que se conmina en relación a pruebas dirimentes, se
ocasiona por la violación a cualquiera de las reglas de la sana crítica, y no únicamente en los casos (como
entiende alguna jurisprudencia) de arbitrariedad, es decir, por una “decisión contraria a la justicia, la razón
o las leyes, dictada sólo por la voluntad, el capricho, o por el absurdo”, por un fundamento “contrario y
opuesto a la razón, que no tiene sentido; extravagante, irregular, chocante, contradictorio, irracional,
arbitrario o disparatado”. Es que los principios de la recta razón (los de la “sana crítica”), expresan mucho
más que mero capricho, extravagancia o disparate, que son los reducidos alcances de la arbitrariedad y el
absurdo: las reglas de la lógica, de las ciencias y de la experiencia común abarcan un universo de
posibilidades que exceden con holgura los supuestos extremos de arbitrariedad o absurdo, a los que
ciertamente incluyen, pero no pueden reducirse sólo a ellos (piénsese, por ejemplo, en la vulneración del
principio de razón suficiente y sus especiales requisitos tratándose de sentencias de condena frente a la
certeza apodíctica que le exige el principio de inocencia; o en las hipótesis de ejercicio abusivo de las
facultades de selección de la prueba por parte del tribunal de juicio). Casos Los más frecuentes defectos
lógicos de la motivación se relacionan con violaciones al principio de razón suficiente. Este principio
requiere que la prueba en la que se basen las conclusiones fácticas a que se arriben en las sentencias de
condena, sólo puedan dar fundamento a esas conclusiones y no a otras; que ellas deriven necesariamente
de los elementos de convicción invocados en su sustento. También quedará afectada la validez del
razonamiento si él se asienta en máximas de experiencia falsas (porque carecen de la “generalidad”
necesaria para adquirir esa condición, y sólo reflejan opiniones derivadas de experiencias particulares del
sentenciante), o les acuerda un valor certero cuando sólo puede invocarse de ellas una simple
probabilidad. Y también existirá nulidad de la motivación cuando sus conclusiones sean contrarias a reglas
de la ciencia en general (v. gr., que no es posible que la caída de un rayo ocasione un incendio) o de la
sicología en particular (v. gr., se niega la posibilidad de que las personas puedan evocar percepciones
sensoriales que han experimentado).

El “in dubio pro reo”: Hasta antes de la reforma constitucional de 1994 había margen para sostener que, a
pesar del mandato expreso de resolver a favor del acusado en caso de duda sobre cuestiones de hecho, no
se podía controlar la observancia del principio in dubio pro reo en la sentencia condenatoria, por ser un
simple precepto de carácter procesal, que por funcionar en el área de la valoración de la prueba resultaba
de incumbencia exclusiva de los tribunales de juicio; por eso se impedía tachar de nulidad a la sentencia,
bajo el argumento de que había desobedecido la ley procesal que establecía ese principio. Hoy, en cambio,
hay quien señala en doctrina que el in dubio pro reo es (por obra de la normativa supranacional) una
garantía de literal estirpe constitucional por ser de la esencia (pues es la contracara) del principio de
inocencia (art. 8.2, CADH; art. 14.2, PIDCP; art. 75, inc. 22, CN), que exige expresamente para que se pueda
dictar una sentencia de condena, que se pruebe la culpabilidad (art. 14.2, PIDCP) plenamente, es decir,
más allá de cualquier duda razonable, por lo que, su palmaria violación en la sentencia de condena puede
ocasionar la nulidad de ésta, aunque sólo fuera por el nivel constitucional del mandato y aun cuando el
Código no conmine expresamente con nulidad su inobservancia en la condena. Sin embargo, esta no es la
posición doctrinaria dominante, ni mucho menos la admitida por los tribunales de casación, aunque
debiera serlo por imperio del principio de inocencia y la necesaria aplicación operativa que tienen las
normas de los pactos internacionales sobre derechos humanos por parte de los tribunales argentinos.

Otros vicios formales: Como la sentencia debe resolver sobre todas las cuestiones que fueron objeto del
juicio, se conmina su nulidad en caso de que faltare o fuere incompleta en sus

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elementos esenciales la parte dispositiva. El primer defecto (que faltare) es una hipótesis casi de gabinete;
el segundo, concurrirá cuando aquélla (la parte resolutiva) no agote (como debería haberlo hecho) la
decisión sobre las cuestiones esenciales objeto del juicio, como por ejemplo, si en ella no se puede
establecer por qué hechos absuelve y por cuáles condena, o, en este último caso, no se pueda establecer
cuál es la calificación legal que adopta, o la especie o cantidad de la pena que impone, o el modo de su
ejecución, o por qué rubros acepta o rechaza la acción civil deducida, etc. Pero si el faltante no fuera
esencial, la nulidad no se producirá, sin perjuicio de la posibilidad de rectificación o aclaratoria .

Se sanciona también con nulidad, la sentencia en la que no estuviere suficientemente individualizado el


imputado, lo que tiende a excluir la posibilidad de que resulte condenado una persona física diferente (no
abarca el error sobre el nombre) a la que se quiso someter a juzgamiento (la nulidad aquí no se refiere a
que la persona condenada no sea la culpable).

Igual sanción se conmina para el caso que faltare la fecha del acto, o la firma de los Jueces o Jurados, salvo
que alguno de ellos no pudiere suscribir la sentencia por un impedimento ulterior a la deliberación, lo que
se hará constar y aquélla valdrá sin esa firma.

8) Conclusión anormal. El sobreseimiento por causas extintivas de la acción en el curso del Juicio:

Cuando en el transcurso de la realización del Plenario, nuevas pruebas demuestren de manera evidente
que el imputado actuó en estado de inimputabilidad , o exista o sobrevenga una causa extintiva de la
acción penal que hagan innecesaria la continuidad del juicio; o por aplicación de una ley penal más
benigna el imputado quedare exento de pena., así se declarará inmediatamente por parte del Tribunal de
Juicio.

9) Juicio abreviado. Requisitos del artículo 431 bis del C.P.P.N.:

La idea de abreviación, de lograr sentencias en un lapso razonable con fuerte ahorro de energía y recursos
jurisdiccionales y sin desmedro de la justicia, tradicionalmente aceptada para delitos leves, se ha
extendido también para el tratamiento de ilícitos de mediana entidad.

Respecto de esto ahora se admiten alternativas para abreviar el juicio oral y público, cuando su realización
completa no sea imprescindible para arribar a una sentencia que resuelva el caso, con respeto de los
principios de legalidad y verdad, y así lo acuerden el tribunal, el fiscal y el acusado. Condición sine qua non
(aunque no la única) para ello, será que la prueba reunida en la investigación preparatoria sea idónea a tal
fin, sin que sea necesario reproducirla en un debate, a criterio de los sujetos esenciales del proceso.

Procedencia:

El juicio abreviado procede en caso de confesión llana y circunstanciada del imputado, o su expresa
conformidad con la acusación; requiere el acuerdo del fiscal, el imputado y su defensor, y el tribunal de
juicio sobre su procedencia; permite omitir la recepción oral y pública de la prueba, y fundamentar
directamente la sentencia en las pruebas recibidas en la investigación preparatoria (que se consideran
idóneas para resolver el caso), no pudiendo imponerse –en tal supuesto– al imputado una sanción más
grave que la pedida por el fiscal, previamente acordada con aquél.

Justificación:

El juicio abreviado beneficia al Estado pues permite, por un lado, ahorrar el tiempo y el significativo costo
que insume la realización del juicio oral y público. También favorece al acusado pues, a cambio de su
colaboración (confesión o aceptación de la acusación) podrá obtener una pena inferior a la que podría
corresponderle en el juicio común, logrando –a la vez– una mayor personalización en la solución de su
caso, pues podrá librarse de la incertidumbre ínsita en todo juicio y participar en una decisión
trascendente sobre su vida y su
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futuro (la pena) que, en el procedimiento ordinario, le sería impuesta por la autoridad (“bajada”, se dice
en el lunfardo carcelario). Por cierto que será imprescindible una adecuada defensa técnica, sobre todo
cuando sea prestada por el Estado.

Trámites:

El acuerdo sobre el trámite abreviado es formal y exterioriza uno previo y de carácter material: el que el
fiscal y el imputado y su defensor hacen sobre la pena a imponer, que será más leve o la mínima, o de
ejecución condicional, como contrapartida del consentimiento para el trámite abreviado, o de la confesión
o aceptación de la acusación, y que el tribunal, si acepta esta vía, no podrá aumentar.

Acuerdos. Límites:

Como no hay un marco jurídico–penal que permita incorporar (formalmente) a este acuerdo, criterios de
oportunidad o concesiones hacia la verdad consensuada, el mismo debe circunscribirse a la cantidad o
calidad de la pena aplicable al caso concreto o a modalidades de su ejecución (v. gr., condena condicional),
de acuerdo a la calificación jurídica que corresponde al hecho acusado, que además de confesado o
reconocido por el imputado, debe encontrarse acreditado concordantemente por las pruebas de la
investigación preparatoria. No se trata, entonces, de que el acuerdo pueda libremente evitar la pena para
algunos delitos, reprimiéndose sólo otros, o que la pena a imponer sea inferior al mínimo de la escala
prevista para el delito acusado, o que se acepte una calificación legal más leve que la que corresponde, o
que se tenga como probado un hecho distinto del que ocurrió, o como existente uno que no está
acreditado que exista, o que el acusado participó en él (aun cuando, en la realidad, algunas de estas cosas
pueda ocurrir).

Se trata sólo de acordar un punto entre el mínimo y el máximo de la escala penal conminada para el delito
de que se trata (o la elección de una pena entre las previstas como alternativas o una modalidad de su
ejecución) que a criterio del acusado le resulte favorable, como contrapartida de su consentimiento al
procedimiento más rápido y económico, a través de su reconocimiento o aceptación de los hechos que se
le atribuyen. Este es el núcleo del juicio abreviado.

Su aceptación tampoco implica prescindir de la verdad histórica, o sustituirla por una verdad consensuada.
Basta reparar que la sentencia se fundará en las pruebas recogidas en la investigación preparatoria (que se
orienta hacia el logro de la verdad), y no en la confesión que pudiera haber prestado el acusado en el
marco del acuerdo, confesión que –es bueno recordarlo– deberá ser verosímil y concordante con aquellas
probanzas, lo que ratificará (reforzándolo) su valor conviccional.

La conformidad del tribunal. Controles:

La procedencia del juicio abreviado requiere la conformidad del tribunal (si no la presta, debe adoptarse el
trámite ordinario) que estará relacionada con su anuencia sobre los siguientes puntos: a) Que el hecho y la
participación confesada o reconocida por el imputado se encuentren suficiente y concordantemente
acreditados por las pruebas reunidas en la investigación preparatoria; b) Que la calificación jurídica
propuesta por el fiscal sea la adecuada, y la pena requerida y consentida sea acorde con ese
encuadramiento.

La conformidad del tribunal no debe condicionarse a su anuencia con la suficiencia de la pena (aunque la
disconformidad al respecto suele hacer que el tribunal igualmente se oponga, pero pretextando los
motivos legalmente autorizados para no prestar su anuencia).

El Tribunal deberá controlar especialmente que la confesión o aceptación de la acusación del acusado sea
voluntaria (sin coacción ni engaño, y prestada con pleno conocimiento de las consecuencias que le traerá,
y con una eficiente tarea de la defensa técnica al respecto.

Sentencia:

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SEMANA 11 MÓDULO 11

La sentencia que se dicte deberá reunir los mismos requisitos que se exigen para ella en el juicio común, y
deberá fundarse en las pruebas recibidas en la investigación preliminar y en la concordante aceptación de
responsabilidad por parte del acusado.

JUICIOS ESPECIALES:

Los códigos autorizan, a la par del juicio común, la realización de juicios especiales. Estos tienden,
tratándose de delitos de acción pública, a facilitar la simplificación y abreviación del juicio, bajo la premisa
que el desgaste jurisdiccional que implica el enjuiciamiento oral y público debe tener una cierta
proporcionalidad con la entidad del delito que se quiere juzgar, la complejidad de la prueba y la
aquiescencia del acusado. El argumento invocado para la simplificación es doble: por un lado, la mayor
facilidad probatoria de los delitos leves o de mediana gravedad (no procede si hay dificultades); por otro,
la imposibilidad de juzgarlos a todos –dada su gran cantidad– mediante el juicio común.

1) Juicio Correccional:

En este juicio especial (arts. 405 a 409 del C.P.P.N.) la simplificación consiste que se reducen algunos
plazos y el órgano jurisdiccional ante el que se ventile el juicio siempre será unipersonal.-

En el caso del Código Procesal de la Provincia del Chaco (que establece las previsiones para este tipo de
juicio en su artículo 412) a lo antedicho le suma -por extensión del principio nemo iudex sine actore, y
mayor garantía para el acusado frente a un juez individual de instancia única-, que éste no podrá condenar
al acusado si el Ministerio Público no lo requiere, ni imponerle una sanción más grave que la requerida por
éste.
En lo demás, el Juez Correccional procederá de acuerdo con las normas del juicio común, y tendrá las
atribuciones propias del Presidente y del Tribunal encargado de aquél.

Los términos que establecen los artículos 354 y 359 del C.P.P.N. serán de cinco (5) y tres (3) días
respectivamente; mientras que en el caso del Código Procesal de la Provincia del Chaco, los términos
establecidos en su artículo 364 serán de tres (3) a quince (15) días respectivamente.

Procedencia:

El juicio correccional en la Provincia del Chaco procede en casos de delitos de acción pública (dolosos y
culposos) que estuvieren reprimidos con prisión no mayor de cinco (5) años o pena no privativa de la
libertad y en los delitos de acción privada (art. 38 del C.P.P. de la Provincia del Chaco).

2) Juicio de Menores:

Regla General.:

Artículo 410 del C.P.P.N.: En las causas seguidas contra menores de 18 años se procederá conforme a las
disposiciones comunes a este código, salvo las que se establecen en este capitulo.

Detención y Alojamiento:

Artículo 411 del C.P.P.N.: La detención de un menor solo procederá cuando hubiere motivos para presumir
que no cumplirá la orden de citación, o intentara destruir los rastros del hecho, o se pondrá de acuerdo
con sus cómplices, o se inducirá a falsas declaraciones. En tales casos el menor será alojado en un
establecimiento o sección especial, diferentes a los de los mayores, donde se clasificara según la
naturaleza y modo de ejecución del hecho que se le

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SEMANA 11 MÓDULO 11

atribuye, su edad, desarrollo psíquico y demás antecedentes y adaptabilidad social. Toda medida a su
respecto se adaptara previo dictamen del asesor de menores.

Medidas Tutelares:

Artículo 412 del C.P.P.N.: El tribunal evitará, en lo posible, la presencia del menor en los actos de la
instrucción Y observara lo dispuesto a su respecto en el art.76. Podrá disponer provisionalmente de todo
menor sometido a su competencia entregándolo para el cuidado y educación a sus padres u a otra
persona o institución que, por sus antecedentes y condiciones, ofrezca garantías morales, previa
información sumaria, audiencia de los interesados y dictamen del asesor de menores. En tales casos, el
tribunal podrá designar un delegado para que se ejerza la protección y vigilancia directa del menor y
periódicamente le informe sobre la conducta y condiciones de vida de aquel.

Normas para el debate:

Artículo 413 del C.P.P.N.: Además de las comunes, durante el debate se observara las siguientes reglas:

1. El debate se realizará a puertas cerradas, pudiendo asistir el fiscal y las otras partes, sus defensores, los
padres, el tutor o guardador del menor y las personas que tengan interés legítimo en presenciarlo.

2. El imputado solo asistirá al debate cuando fuere imprescindible y será alejado de él en cuanto se cumpla
el objeto de su presencia.

3. El asesor de menores deberá asistir al debate bajo pena de nulidad y tendrá las facultades atribuidas al
defensor aun cuando el imputado tuviere patrocinio privado.

4. El tribunal podrá oír a los padres, al tutor o guardador del menor, los maestros, patrones o superiores
que este tenga o hubiera tenido y las autoridades tutelares que puedan suministrar datos que permitan
apreciar su personalidad. Estas declaraciones podrán suplirse por la lectura de sus informes. Se cumplirá
además con lo dispuesto a su respecto en el artículo 78.

Reposición:

Artículo 414 del C.P.P.N.: De oficio, o a petición de parte, el tribunal podrá reponer las medidas de
Seguridad y educación adoptadas con respecto al menor. A tal efecto se podrá practicar la información
sumaria conveniente y deberá oírse en audiencia a los interesados antes de dictar la resolución.

3) Juicio por delito de acción privada. Derecho de querella:

Toda persona con capacidad civil que se pretenda ofendida por un delito de acción privada (art. 73, CP),
tendrá derecho a presentar querella ante el Tribunal de juicio competente, y a ejercer conjuntamente la
acción civil resarcitoria. Igual derecho tendrá el representante legal del incapaz, por los delitos cometidos
en perjuicio de éste.

La persona ofendida es el titular del bien lesionado por el delito y tutelado por la ley penal, y no el
simplemente damnificado por el delito.

Las personas colectivas, es decir, las asociaciones con fines lícitos, con o sin personería jurídica, tienen
capacidad para querellar por delitos que atenten contra el buen nombre, la confianza o el crédito de que
gozaren o que violen sus secretos o impliquen una concurrencia desleal en su perjuicio.

La “querella” o acusación, no es una simple instancia del agraviado mediante la denuncia del delito, para
que el órgano público ejerza la acción penal, sino que implica el ejercicio de la acción penal emergente del
delito, y su autor queda ligado como parte al proceso. Por eso se establece que el querellante quedará
sometido a la jurisdicción del Tribunal en todo lo referente

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SEMANA 11 MÓDULO 11
al juicio por él promovido y a sus consecuencia legales (v. gr., se le puede exigir el patrocinio letrado o la
unificación de representación, se le puede imponer costas, queda sometido al poder disciplinario del
tribunal; y hasta puede resultar penal y civilmente responsable de acusación calumniosa).

Obedece también a tal circunstancia que, en esta clase de procedimiento especial, el requerimiento del
órgano público de la acusación queda excluido. Es una consecuencia directa de la ley penal de fondo (arts.
75 y 76 CP).

Además, la querella, a diferencia de la instancia del art 72 CP, no se extiende de derecho a todos los
partícipes del delito, sino que el ofendido puede elegir contra quién o quiénes dirigir la acción penal.

Cuando los querellante fueran varios, deberán actuar bajo una sola representación, la que se ordenará de
oficio si ellos no se pusieran de acuerdo (art. 416 del C.P.P.N.).

Forma y contenido de la querella:

La querella, que contiene ab initio la acusación dirigida contra el querellado y abre el proceso cuando es
jurisdiccionalmente admitida, será presentada:

a) Por escrito: porque a diferencia de la denuncia y de la instancia privada, la querella no puede ser verbal
y tampoco puede hacerse en simple diligencia, sino que debe presentarse, firmada, en un documento
formalmente acusatorio;

b) Con una copia para cada querellado: a fin de que el Tribunal se las remita al citarlos a la audiencia de
conciliación (art. 424 del C.P.P.N.);

c) Personalmente o por mandatario especial: si el querellante actúa personalmente o el mandatario no es


un abogado matriculado, debe actuar con el patrocinio de un abogado matriculado.

Además, la querella deberá expresar bajo pena de inadmisibilidad: 1º) El nombre, apellido y domicilio del
querellante y en su caso, también los del mandatario. 2º) El nombre, apellido y domicilio del querellado, o
si se ignorasen, cualquier descripción que sirva para identificarlo. 3º) Una relación clara, precisa y
circunstanciada del hecho, con indicación de lugar, fecha y hora en que se ejecutó, si se supiere. 4º) Si se
ejerciere la acción civil, la demanda para la reparación de los daños y perjuicios ocasionados. 5º) Las
pruebas que se ofrezcan, acompañándose: la nómina de los testigos con indicación del nombre, apellido,
profesión, domicilio, y hechos sobre los que deberán ser examinados. Cuando la querella verse sobre
calumnias o injurias, el documento que a criterio del accionante las contenga, si fuere posible presentarlo.
Esta exigencia se justifica en razón de la ausencia total de un período preparatorio de investigación que,
en nuestra ley, caracteriza a este procedimiento especial. Es que no hay, en los juicios por delito de acción
privada, una etapa procesal enderezada a reunir las pruebas útiles para dar base a la acusación. 6º) La
firma del querellante, cuando se presentare personalmente, o si no supiere firmar, la de otra persona a su
ruego, quien deberá hacerlo ante el Secretario (si la querella se presenta por mandatario especial, deberá
llevar la firma de éste). Aunque no se exige expresamente, la querella deberá consignar el encuadramiento
legal de los hechos a que se refiere.

La querella será rechazada cuando no se pueda proceder o cuando el hecho en ella contenido no encuadre
en una figura penal, pero si se refiere a un delito de acción pública será remitida al Fiscal de Instrucción (y
frente a éste, la querella valdrá como denuncia).

Renuncia:
El querellante podrá renunciar a su querella expresamente en cualquier estado del juicio, pero quedará
sujeto a responsabilidad por sus actos anteriores. Es una facultad que, sumada al criterio de oportunidad
que determina el inicio del procedimiento conforme la exclusiva voluntad discrecional del particular
ofendido y a los institutos de la conciliación y la retractación, pone en evidencia el marcado carácter
dispositivo de este juicio.

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SEMANA 11 MÓDULO 11

La renuncia de la querella implica el de la acción penal privada (art. 59, inc. 4º, CP). Por consiguiente, quien
hubiera desistido de querellar no puede volver a hacerlo en la misma causa o en otra.

Por otra parte, la renuncia por el querellante a la acción civil o su convenio sobre el pago del daño civil,
implica su renuncia a la acción penal privada (Núñez).

Se tendrá por renunciada (desistimiento implícito o tácito) la acción privada (art. 422 del C.P.P.N.): a) Si el
querellante o su mandatario no instaren el procedimiento durante un término de sesenta (60) días; b)
Cuando el querellante o su mandatario no concurrieren a la audiencia de conciliación o del debate, sin
justa causa, la que deberán acreditar antes de su iniciación si fuere posible, o en caso contrario, dentro de
los cinco (5) días posteriores; c) Cuando muerto o incapacitado el querellante, no compareciere ninguno
de sus herederos o representantes legales a proseguir la acción, después de los sesenta (60) días de
ocurrida la muerte o incapacidad.

Cuando el Tribunal declare extinguida la pretensión penal por renuncia del querellante, sobreseerá en la
causa y le impondrá las costas, salvo que las partes hubieran convenido a este respecto otra cosa (art. 423
del C.P.P.N.).

Procedimiento:

Presentada la querella, se convocará a las partes (al querellante o a su mandatario especial, y al querellado
o a su defensor con poder especial) a una audiencia de conciliación, remitiendo al querellado una copia de
aquélla. A la audiencia podrán asistir los defensores. Cuando no concurra el querellado, el juicio seguirá su
curso, porque si bien la convocatoria para la audiencia de conciliación es una condición de procedibilidad
de la querella, no lo es su realización.

Cuando el querellante ignore el nombre, apellido o domicilio del autor del hecho, o deban agregarse al
proceso documentos que no estén en su poder, se podrá ordenar una investigación preliminar para
individualizar al querellado o conseguir la documentación (art. 426 del C.P.P.N).

Conciliación y retractación:

Cuando las partes se concilien en la audiencia o en cualquier estado del juicio, se sobreseerá en la causa y
las costas serán por el orden causado, salvo que aquéllas convengan otra cosa.
Si el querellado se retractare en la audiencia o al contestar la querella, la causa será sobreseída, pero las
costas quedarán a su cargo.

Se ha señalado (Núñez) que la conciliación y la retractación son instituciones distintas. Ambas ponen
término a la querella, pero se diferencian en lo siguiente: a) la conciliación puede producirse durante la
audiencia de conciliación o en cualquier estado del juicio, mientras que la retractación puede producirse
en esa audiencia o al contestar la querella; b) la conciliación es compatible con cualquier delito de acción
privada, mientras que la retractación lo es únicamente con las calumnias o las injurias; c) la conciliación
consiste en el avenimiento del querellante y el querellado en razón de las manifestaciones, explicaciones o
excusas dadas por el segundo al primero y aceptadas por éste. La retractación no es un simple
avenimiento, sino el acto del querellado culpable que se desdice de lo dicho, escrito o hecho. d) la
conciliación depende de la libre voluntad del querellante y querellado. No ocurre así con la retractación,
que tiene existencia objetiva y cuya apreciación corresponde al Tribunal, y que, por consiguiente, es
admisible aunque no la admita el querellante. e) la conciliación tiene por finalidad evitar el juicio (porque
pone fin a la querella), en tanto la retractación tiende a evitar la pena (porque tiene la naturaleza de una
excusa absolutoria).

Publicidad de la retractación:

En los delitos contra el honor la retractación será publicada a petición del querellante, en la forma que el
Tribunal estimare adecuada. La norma procesal no distingue entre el caso en que el delito contra el honor
ha sido cometido públicamente y los supuestos en que lo ha sido por

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cualquier medio de difusión (que es el único en que el Código Penal le confiere al ofendido el derecho a la
publicación de la retractación –art. 114, párrafos 1º y 3º, CP-), o sin publicidad. Por eso se señala (Núñez)
que como la publicación es un medio accesorio a la sentencia condenatoria o a la retractación, para lograr
una reparación del honor “análoga a la ofensa”, su regulación corresponde al Código Penal y, por
consiguiente, el CPP local no puede ampliar su admisibilidad.

Es útil precisar que el art. 425 del C.P.P.N. no le confiere al querellante el derecho de exigir esa publicidad,
sino el de exigir que la retractación sea hecha conocer en la forma que el Tribunal, con arreglo a las
circunstancias del caso, estimare adecuada para el resguardo del honor del querellante. La publicación
será a cargo del querellado.

Prisión y embargo:

El Tribunal podrá ordenar la prisión preventiva del querellado, previo una información sumaria y su
declaración, sólo cuando hubiere motivos graves para sospechar que tratará de eludir la acción de la
justicia y concurrieren los requisitos previstos por los artículos 306 y 312 del C.P.P.N.
Cuando el querellante ejerza la acción civil podrá pedir el embargo de los bienes del querellado, respecto
de lo cual se aplicarán las disposiciones comunes.

Juicio:

Si el querellado no concurriere a la audiencia de conciliación o no se produjere ésta o la retractación, será


citado para que en el término de diez días comparezca a juicio y ofrezca prueba. Durante este término, el
querellado podrá oponer excepciones (las de previo y especial pronunciamiento).

Vencido el término de la citación a juicio y resueltas las excepciones en el sentido de la prosecución del
juicio, se fijará día y hora para la realización del debate, el cual se efectuará de acuerdo con las
disposiciones comunes. Su apertura se producirá con la lectura de la querella.

El querellante tendrá las facultades y obligaciones correspondientes al Ministerio Público; podrá ser
interrogado, pero no se le requerirá juramento.

Si el querellado o su representante no compareciere al debate, se procederá en la forma dispuesta por el


art. 367 del C.P.P.N.. Este artículo no desconoce el principio que no admite el juicio penal en rebeldía, sino
que supone que el querellado o su mandatario con poder especial se encuentran presentes en el Tribunal
el día y a la hora fijados para la realización del debate, pero optan por no estar presentes en la audiencia.
En este caso, el querellado o su mandatario será representado por un defensor de su confianza o por el
Asesor Letrado. Si, por el contrario, el querellado o su representante no hubiere comparecido al Tribunal,
el juicio deberá suspenderse hasta que se obtenga su comparecencia voluntaria o mediante su detención.

Ejecución y recursos:

La sentencia será ejecutada con arreglo a las disposiciones comunes. En el juicio por calumnias o injurias
podrá ordenarse, a petición de parte, la publicación de la sentencia a costa del vencido. La publicación sólo
procede en el caso del art. 114, párrafo 1º, del CP.

Con relación a los recursos, se aplicarán las normas comunes.

Respecto de la acción penal, el querellante puede recurrir si, en el caso, puede hacerlo también el
Ministerio Fiscal. Pero no puede recurrir a favor del imputado, porque no tiene la calidad de una parte
pública, a la que le corresponda, como al Ministerio Fiscal, velar por la justa aplicación de la ley penal. En
vinculación con la acción civil, al querellante le corresponden los derechos concedidos al actor civil. El
querellado puede recurrir como imputado y como demandado civil.

UNIDAD XII

UNIDAD XII: MEDIOS DE IMPUGNACIÓN –RECURSOS. NULIDAD INCIDENTAL.

1) Derecho de Impugnación Recursiva. Fundamento y Concepto:

Las resoluciones judiciales pueden ser contrarias al derecho y, por ende, ocasionar un perjuicio indebido a
los afectados.

Fundamento: Tal posibilidad, que deriva de la falibilidad propia de la condición humana de los jueces,
revela la necesidad de permitir una reexaminación y eventual corrección de sus decisiones, para evitar la
consolidación de la injusticia.

Esto se procura a través de los recursos, que constituyen una especie del más amplio género de las
impugnaciones, comprensivo a su vez de los múltiples remedios que se dan contra los actos jurídicos y se
concretizan, no sólo a través de los recursos, sino también de planteamientos de revocatorias, rescisiones
o nulidades, siempre que la corrección o subsanación del yerro no esté atribuida al órgano judicial por
actuación de oficio.

También se preocupan los Códigos por los perjuicios que, a la seguridad jurídica, pueda ocasionar la
jurisprudencia contradictoria, procurando soluciones en pro de la uniformidad de la interpretación judicial
de la ley a través de algunos recursos.

La legalidad y la justicia en la solución del caso concreto, a las que se agrega la seguridad jurídica, son,
entonces, los objetivos principales del sistema de recursos.

Concepto: Estas ideas básicas inspiran a los recursos, concebidos como vías procesales que se otorgan al
imputado, al Ministerio Público, al querellante y a las partes civiles, para intentar la corrección de
decisiones judiciales que, por ser de algún modo contrarias al derecho (constitucional, sustantivo o
procesal), ocasionan algún perjuicio a los intereses que encarnan o representan.

Para acercarnos a un concepto más estricto del instituto, podemos decir que, desde un punto de vista
sustancial, el recurso es una manifestación de voluntad de quien ataca una resolución judicial que
considera ilegal y agraviante, a fin de que el tribunal que la dictó u otro de grado superior (alzada),
mediante un nuevo examen, la revoque, modifique o anule (Ayán).

Caracteres:

Varias características, pues, definen el concepto de recurso. Primeramente, el recurso es una


manifestación de voluntad de quien está legitimado para interponerlo, lo que evidencia el aspecto más
sobresaliente de los recursos se revela en la actuación del principio dispositivo, que veda la posibilidad de
que la actuación oficiosa del órgano judicial supla la inactividad de quien tiene derecho a impugnar. Como
los recursos se conceden en favor de los afectados, las resoluciones judiciales sólo pueden examinarse
nuevamente si ellos manifiestan su voluntad en tal sentido, expresada de acuerdo a las formas exigidas
para cada caso. Pero incluso manifestada dicha voluntad, la misma puede ser enervada por una nueva
expresión de voluntad que, a través del desistimiento, exteriorice la conformidad con el fallo y proclame la
inexistencia de un interés capaz de sustentar la impugnación.

El concepto de recurso, entonces, rechaza el posible control de oficio de aquéllas, pues hoy no se concibe
un recurso “automático”, que, en verdad, traduce una forma de control jerárquico de los jueces inferiores
por parte de los ubicados en escalas burocráticas superiores. Aquella manifestación de voluntad, por su
parte, se realiza a través de una instancia en virtud de la cual el sujeto tiene el poder de influir en el
desarrollo del proceso penal.

A lo expuesto se suma que la interposición de un recurso determina la subdivisión del proceso en grados.
El primer grado corresponde el mismo juez que dictó la resolución impugnada (v. gr., reposición); el
segundo y el tercero, a los recursos con efecto devolutivo (v. gr., apelación y casación), que atribuyen
competencia funcional para el conocimiento de la impugnación a un tribunal diferente y de grado superior
al que dictó la resolución atacada

Titulares:

La facultad de recurrir se encuentra específicamente regulada por la ley, que establece límites expresos,
tanto en lo subjetivo cuanto en lo objetivo.

Con respecto a la persona a la que se reconoce la calidad de recurrente y las resoluciones judiciales
impugnables rige el principio de taxatividad, que establece que las resoluciones judiciales serán recurribles
en los casos expresamente establecidos por la ley, correspondiendo el derecho de recurrir tan sólo a quien
le ha sido expresamente acordado y tenga un interés directo (art. 432 del C.P.P.N.).
No está de más apuntar aquí que la noción de “interés directo” se corresponde con lo que se conoce por
“agravio” en el lenguaje técnico procesal, que exige que la resolución que se ataca tenga un contenido
desfavorable para el impugnante, a los efectos del ordenamiento jurídico, concretamente, y no según su
apreciación subjetiva (Ayán).

De ello se sigue que no hay recurso para corregir errores jurídicos inocuos, vale decir, en puro interés de la
ley. Ciertamente que, cuando la ley la acuerde tal derecho, el Ministerio Público puede recurrir a favor del
imputado, pues la objetividad que debe inspirar su actuación requiere que procure corregir posibles
injusticias en perjuicio de éste.

Fines:

Por último, el concepto propuesto comprende las particulares finalidades de los recursos.

En lo inmediato, el recurso se endereza a lograr un nuevo examen de la cuestión resuelta en el


pronunciamiento impugnado.

Mediatamente, aquél persigue la revocación, modificación o anulación de decisión impugnada, esto es, la
remoción de la desventaja proveniente de la decisión del órgano judicial.

Una finalidad adicional es dable adscribir a los recursos que, sin embargo, yace fuera del concepto
procesal de los mismos, y que se orienta al ya aludido aseguramiento de la seguridad jurídica. Se trata de
la función nomofiláctica tendente a la consecución de la interpretación uniforme de las normas jurídicas,
o, en otros términos, de la función política de unificación y de orientación de la jurisprudencia que, en
tanto objetivo remoto, se reconoce generalizadamente a los recursos.

Posibles resultados:

Con los recursos quien los interpone persigue un resultado: que el tribunal del recurso acepte la ilegalidad
de la resolución recurrida y la sustituya total o parcialmente por otra que decida sobre lo mismo, pero en
forma opuesta o diferente (revocación o modificación); o bien que, sin sustituirla, sólo deje sin efecto la
decisión recurrida (anulación), lo que, sobre todo tratándose de la sentencia definitiva, determinará el
envío (reenvío) a otro tribunal de la misma competencia y jerarquía, para que dicte una nueva.

Objeto recurrible:

Los recursos sólo se autorizan contra resoluciones judiciales, quedando excluidos de su ámbito los actos de
los órganos judiciales desprovistos de carácter decisorio y los actos de las partes.

El giro lingüístico “resoluciones judiciales”, por cierto, es comprensivo tanto de los actos de los órganos
jurisdiccionales con virtualidad decisoria, como de las resoluciones del Fiscal de Investigación durante la
investigación penal preparatoria a su cargo.

No obstante, la materia de esta unidad atañe sólo a los recursos contra las resoluciones jurisdiccionales,
por lo que al estudio de ellos nos acotaremos.

Las leyes establecen taxativamente cuáles de aquéllas son recurribles (impugnabilidad objetiva), como así
también por quiénes (impugnabilidad subjetiva) y mediante qué tipo de recursos, al tiempo que exigen la
observancia obligatoria de requisitos de tiempo (término para interponerlo) y forma (v. gr.,
fundamentación) para su interposición, que suelen variar según el recurso de que se trate.

En lo que a resoluciones jurisdiccionales se refiere, el art. 122 del C.P.P.N. prevé tres clases de decisiones:
sentencia, auto y decreto.
La sentencia es la resolución que se dicta para poner término al proceso; auto, la que se emite para
resolver un incidente o artículo del mismo; decreto, la que se pronuncia en los demás casos.

Aspectos a examinar nuevamente en el marco recursivo:

Según sea el recurso que se trate, abarcará un nuevo examen de la eficacia conviccional de las pruebas en
que se fundaron las conclusiones de hecho de la resolución cuestionada y el contralor de la observancia
del derecho constitucional, procesal y sustantivo –nota típica del recurso de apelación–, o sólo este último
tipo de control jurídico –nota típica del recurso de casación–.

El recurso de apelación se acuerda contra las decisiones que adopten los jueces encargados de realizar o
controlar la investigación preparatoria, en tanto el de casación se reserva, en general, para impugnar las
sentencias definitivas dictadas en el juicio oral y público.

La diferencia fundamental entre ambos radica en las atribuciones del tribunal de alzada (ad quem), que en
el caso de apelación puede valorar de otra forma las pruebas en que se fundaron las conclusiones de
hecho a que se llegó en la decisión recurrida, y modificar total o parcialmente estas conclusiones, llegando
a otras diferentes (v. gr., para el juez que dispone la elevación a juicio las pruebas reunidas permiten
estimar como probable la culpabilidad del imputado, pero el tribunal que entiende en la apelación puede
considerar lo contrario y disponer el sobreseimiento de aquél) posibilidad expresamente prohibida para el
recurso de casación.

Este último parte de la base de la imposibilidad de modificar (intangibilidad) los hechos fijados por el
tribunal que dictó la sentencia, limitando el control sobre ésta a verificar el correcto encuadramiento de
aquellos en el derecho sustantivo (calificación legal), o al respeto de normas constitucionales o procesales
esenciales (generalmente de raíz constitucional) que rigen el procedimiento previo al dictado del fallo (v.
gr., existencia de acusación previa) o a su estructura interna (v. gr., obligación de motivar).

Vicios de la resolución:

Tales resoluciones pueden ser objeto de recurso, con fundamento en la afirmación de la existencia de un
vicio o error en las mismas. Los vicios o errores, de buena fe o maliciosos, capaces de viciar una resolución
jurisdiccional pueden ubicarse en el juicio contenido en el pronunciamiento (vicio in iudicando) o en el
procedimiento a través del cual se produjo la decisión (vicio in procedendo).

Los vicios o errores in iudicando pueden ser in factum o in iuris. El error en el hecho de una decisión radica
en una equivocada fijación de la plataforma fáctica (errónea determinación del hecho), derivada de una
incorrecta apreciación de la eficacia conviccional de los elementos de prueba. El error de derecho, en
cambio, consiste en la inobservancia o errónea aplicación de la ley sustantiva penal o civil.

Por su lado, el vicio o error de procedimiento deriva de la inobservancia de normas constitucionales o


procesales que, en cuanto tales, reformulan o reglamentan derechos fundamentales (v. gr., tribunal
imparcial), tanto las relacionadas con el trámite previo a la decisión (v. gr., no se dio posibilidad de ser oído
al acusado antes de dictar la sentencia condenatoria), como las que regulan el dictado de ésta (v. gr., no se
obedeció el imperativo de fundamentar el fallo).

Inadmisibilidad y rechazo:

Una vez interpuesto el recurso ante el tribunal a quo, éste debe proceder a su examen para decidir acerca
de su procedencia, la que se supeditará a que la resolución sea recurrible, el recurso haya sido interpuesto
en tiempo y por quien tiene derecho.

Si el tribunal a quo considera satisfechas tales exigencias legales, concederá el recurso mediante un
decreto que abre la vía impugnativa aun cuando el tribunal de alzada tenga la atribución de declararlo
inadmisible sin pronunciarse sobre el fondo (art. 444 del C.P.P.N.), cuando estimara que ha sido
erróneamente concedido o cuando la inadmisibilidad resultara de una causa no contemplada como
motivo de improcedencia (v. gr., la forma de interposición del recurso).

Puede también rechazar el recurso cuando fuere evidente que es sustancialmente improcedente, lo que
implica entrar al fondo del asunto y disponer el rechazo antes de la sentencia, cuando la falta de
fundamentos de la impugnación sea palmaria, cierta, patente.

Efectos de su interposición:

La interposición de un recurso puede producir ciertos efectos, que se distinguen según se repare en el
órgano jurisdiccional competente para conocer del recurso, en la situación de los sujetos legitimados para
recurrir que no han ejercido tal derecho y en la ejecución de la resolución impugnada.

Tales criterios nos conducen, respectivamente, a los conceptos de efecto devolutivo, efecto extensivo y
efecto suspensivo.

Efecto devolutivo: Sobre el fundamento del recurso debe escrutar y expedirse, por regla general, un
órgano jurisdiccional distinto y de mayor jerarquía (tribunal “de alzada” o ad quem) que el que dictó la
resolución impugnada (tribunal a quo). Es el denominado efecto devolutivo. Generalmente se establece
que la integración de aquel órgano sea más numerosa que la de éste, lo que, unido a la mayor jerarquía
del primero, coadyuvaría a lograr mayores garantías de justicia. Se asevera que, acaso, este aspecto
merece una nueva reflexión, pues el mayor número de jueces encarece sensiblemente el servicio y no es,
necesariamente, mejor garantía de acierto. Con arreglo a la sistemática del Código, son devolutivos los
recursos de apelación, casación, inconstitucionalidad y revisión, en tanto que carecen de este efecto, los
recursos de reposición y de queja.

Efecto suspensivo: Para evitar que la posible injusticia de la resolución recurrida se comience a consolidar
durante el trámite del recurso, se dispone, de ordinario, que se suspenda la ejecución de lo resuelto por el
pronunciamiento recurrido, durante el plazo acordado para impugnar, y si esto ocurre, también durante el
tiempo de sustanciación del recurso. Así surge del efecto suspensivo de los recursos que, con carácter de
regla general, establece el art. 442 del C.P.P.N..

Si la resolución jurisdiccional no es recurrida durante el término perentorio acordado para hacerlo, o si


luego de serlo el recurso es declarado inadmisible o sustancialmente improcedente, o desistido, o
desestimado por el tribunal ad quem, aquélla queda firme. Si, por el contrario, el recurso es acogido, el
pronunciamiento atacado no producirá efectos, sea por su revocación o su anulación. Pero en todas estas
hipótesis cesará el efecto suspensivo de la impugnación.

Efecto extensivo: Tratándose de recursos a favor del imputado, si la decisión del tribunal ad quem le es
favorable, este efecto benéfico se extiende a los coimputados que no recurrieron, salvo que se sustente en
razones exclusivamente personales del recurrente (v. gr., inimputabilidad). La misma solución adopta la
ley para el caso del recurso interpuesto por el demandado civil, que favorecerá igualmente al imputado,
siempre que aquél alegue la inexistencia del hecho, niegue que el encartado lo cometió o que constituye
delito, sostenga que se ha extinguido la pretensión represiva o que la acción no pudo iniciarse o no puede
proseguir.

Ello obedece al efecto extensivo de los recursos, previsto en el art. 441 del C.P.P.N., que consagra una
excepción al principio de la personalidad y autonomía de la impugnación. Su fundamento estriba en
razones de equidad y coherencia jurídica, vale decir, razones de orden público, que se verían
comprometidas si, por la mera omisión de recurrir, se consolidase para el no recurrente la situación de
injusticia que el coimputado logró corregir mediante su impugnación. Más allá de lo señalado, se advierte
de lo expuesto que el efecto extensivo de los recursos es excepcional, ya que la comunicabilidad de la
impugnación procede sólo cuando la ley lo autoriza de modo expreso.
Adhesión:

Parece conveniente aclarar aquí que el efecto extensivo se diferencia de la adhesión al recurso ajeno, en
que la parte que adhiere a un recurso previamente interpuesto por otro debe manifestarlo de manera
expresa, pudiendo alegar sus propios motivos de agravio que pueden ser, por ello, diversos a los del
recurrente original. Nada de esto puede predicarse, claro está, en relación con el efecto comunicante de
los recursos. La adhesión, cuyo fundamento descansa en el principio de igualdad procesal, tiende a
favorecer a quien no recurrió pudiendo hacerlo, permitiéndosele que pueda impugnar la resolución fuera
de término, cuando así lo aconsejan los motivos del recurso concedido a la parte contraria (Núñez).
Consiste en la posibilidad que se acuerda a quien teniendo el poder de recurrir, no lo ejercitó en término,
para que, una vez abierto el trámite impugnativo con motivo del acto de interposición del recurso de una
de las partes, impugne la misma resolución dentro de un término que sobrepasa al fijado como regla y de
carácter subordinado.

La ley, en el art. 439 del rito nacional, supedita la procedencia del instituto a la satisfacción de distintos
requisitos: a) Primero, el adherente debe tener “derecho a recurrir”, en razón de pretender impugnar una
resolución recurrible y estar legitimado para atacarla; b) además, debe haberse operado, respecto de
aquél, la pérdida del poder de recurrir, por vencimiento del término perentorio que la ley establece para
impugnar el pronunciamiento; c) en tercer lugar, la instancia de adhesión debe producirse “dentro del
término del emplazamiento”, vale decir, dentro del plazo que dispone la ley para que los interesados
comparezcan ante el tribunal de alzada y constituyan domicilio especial dentro del radio de la sede del
órgano judicial, a los fines de las notificaciones, y durante el cual podrán examinar las actuaciones e
informarán por escrito sobre sus pretensiones, el que será agregado a los autos al vencimiento del
término.

La adhesión se realiza “al recurso concedido a otro”, quien, conforme la doctrina dominante, podrá sólo
ser el adversario del adherente y no su “co– parte”. Por tanto, no corresponde la titularidad del derecho
de adhesión a las partes con el mismo, afín o conexo interés que el adherente en el punto en cuestión. El
adherente, finalmente, debe expresar, bajo pena de admisibilidad, “los motivos en que se funda”. Debe
concretar los propios agravios, no estando constreñido, necesariamente, a impugnar los mismos puntos de
la resolución atacados por el recurrente, sino que puede introducir otras censuras que le convengan
(Ayán).

Límites del tribunal de alzada:

Por ser el recurso una instancia que depende de la voluntad del recurrente, y como consecuencia del
efecto devolutivo de los recursos, el tribunal ad quem no puede examinar nuevamente ningún aspecto de
la resolución impugnada que no haya sido objeto de agravio por parte de aquél (tantum devolutum
quantum apellatum), viendo así circunscripta su competencia revisora a los límites del gravamen mostrado
por el impugnante.

El recurso atribuirá al tribunal de alzada el conocimiento del proceso sólo en cuanto a los puntos de la
decisión a los que se refieran los agravios (art. 445, párrafo 1° del C.P.P.N.).

Más allá de ese coto el tribunal procede de oficio, sustituyendo indebidamente la voluntad del recurrente.
Una hipótesis particular excepciona la regla presentada, sobre la base de las notas caracterizantes de las
nulidades absolutas.

Precisamente, abierto el recurso, el tribunal ad quem puede escudriñar la resolución impugnada también
en lo que atañe al contenido de un agravio respecto del cual no se planteó o denegó el recurso, si la
materia de aquel corresponde al ámbito de las nulidades.
Lo expuesto es de tal manera habida cuenta que las nulidades absolutas deben ser relevadas de oficio en
cualquier estado y grado del proceso, comprendiendo la última de estas expresiones las diversas
subdivisiones del proceso determinadas por la interposición de recursos.

Prohibición de la “reformatio in peius”:

La competencia funcional del tribunal de alzada reconoce una limitación adicional a la que surge de las
fronteras determinadas por el agravio del recurrente. Una rígida prohibición se establece al tribunal de
alzada impidiéndole modificar la resolución impugnada en perjuicio del imputado, cuando hubiera sido
recurrida solamente por éste, o en su interés (por él, su defensor o, aún, por el Ministerio Público), y sin
que haya recurso acusatorio.

Es lo que se conoce como prohibición de la reformatio in peius, cuya recepción en la ley procesal penal
vigente se encuentra en el art. 445, párrafo 3° del rito nacional. El fundamento

SEMANA 12 MÓDULO 12

de esta interdicción reposa en la necesidad de garantizar al imputado la libertad de recurrir o, más


gráficamente, su tranquilidad para impugnar, la que existirá cuando él sepa que el recurso que intenta
nunca podrá perjudicarlo más que la propia sentencia atacada. Si existiera el peligro de que la
impugnación deducida en favor del imputado pudiera terminar empeorando su situación, el penalmente
perseguido podría resultar compelido a sufrir la sentencia a su criterio injusta, antes de correr el riesgo de
que ésta se modifique en su perjuicio. La ley acota la aplicación del principio “a la especie o cantidad de la
pena” y “a los beneficios acordados”, con lo que viene a introducir una confusión injustificada respecto a
su alcance (Ayán). No obstante, y a pesar de la redacción del art. 445, párrafo 3°, la mejor doctrina ha
extendido la vigencia de la prohibición a otros aspectos, tales como las medidas de seguridad y la
calificación legal del hecho.

Alcances: La prohibición de reformatio in peius alcanza al tribunal del reenvío en caso de que el recurso
del imputado hubiese provocado la nulidad de una sentencia dictada luego del juicio oral y público. En tal
supuesto, la nueva sentencia no podrá causarle al imputado mayor gravamen que el que le ocasionaba la
anulada. Es una consecuencia de que el juicio de reenvío no es un nuevo y originario juicio, sino más bien
una nueva fase que se vincula a la sentencia de anulación de la sentencia impugnada a través de los
recursos de casación o de revisión.

Distinta es la situación en los casos de recursos interpuestos por el Ministerio Público en disfavor del
imputado. Por imperio de la disposición del art. 445, párrafo 2°, todo recurso presentado por el órgano
público de la acusación contra el interés del perseguido penalmente, faculta al tribunal, no sólo para
empeorar la situación de éste (reformatio in peius), sino también para reformar la resolución a favor del
mismo (reformatio in melius). Es claro que se trata aquí sólo de la hipótesis de recursos interpuestos por el
Ministerio Público en perjuicio del imputado, habida cuenta que, como se sostuvo, las impugnaciones
deducidas por el primero a favor del último se encuentran incuestionablemente abarcadas por la referida
“prohibición de empeorar” la situación del acusado.

Clasificación de los Recursos:

La clasificación más generalizada y, a su vez, más útil de los recursos es la que distingue entre recursos
ordinarios y extraordinarios, según los aspectos de la decisión recurrida que puedan revisar.

Recursos ordinarios: Son recursos ordinarios aquellos que pueden interponerse por cualquier motivo y no
tienen más limitaciones ni se exigen más recaudos que los comunes para la impugnación en general y de
conformidad con la resolución que les sirve de objeto (Ayán).

Los motivos por los que proceden son ilimitados, en virtud de lo cual son aptos para reparar,
genéricamente, cualquier clase de error, tanto vicios in iudicando como defectos in procedendo.

Por ello, posibilitan una reexaminación de la eficacia conviccional de las pruebas en que se fundaron las
conclusiones de hecho de la resolución impugnada, como así también el contralor de su observancia del
derecho constitucional, procesal o sustantivo.

En la sistemática de la ley vigente, revisten carácter ordinario los recursos de reposición (art. 446),
apelación (art. 449) y queja (art. 476)

Recursos extraordinarios: Recursos extraordinarios, por su parte, son aquellos que únicamente pueden
interponerse por motivos específicos, taxativamente determinados en la ley (Ayán).

Consecuencia de tal característica es que la competencia del órgano competente para decidirlos está
limitada al conocimiento de determinados aspectos o puntos de la resolución impugnada. Manifestación
antonomástica de esta categoría es el recurso de casación (art. 456), aunque quedan igualmente
comprendidos los recursos de inconstitucionalidad (art. 474) y revisión (art. 479).

Se puede aseverar, igualmente, que este último es, además, un recurso excepcional, habida cuenta que se
trata de una vía impugnativa que resiste aun la cosa juzgada, permitiendo atacar las resoluciones después
del vencimiento de los plazos ordinarios para impugnar, cuando aquéllas han quedado firmes.

RECURSOS EN PARTICULAR:

El Código Procesal Penal regula los siguientes recursos:

 Reposición:

Concepto:

El recurso de reposición es un recurso ordinario, no devolutivo, dirigido contra resoluciones


jurisdiccionales limitadas genéricamente por la ley, por el cual la agraviada reclama al mismo tribunal que
dictó el pronunciamiento, su revocación o modificación por contrario imperio (Ayán).

Alcances:

Se discute si la reposición es o no propiamente un recurso, pues no se prevé que el nuevo examen de lo


resuelto lo realice un tribunal distinto y de jerarquía superior al que la dictó. Las notas definitorias del
concepto de recurso que expusimos al comienzo de esta unidad nos persuaden en favor de la primera
alternativa.

Objeto recurrible:
En cuanto al objeto impugnable, la interposición de la reposición se autoriza contra autos que resuelvan
sin sustanciación un incidente o artículo del proceso. Los autos son dictados sin sustanciación, cuando el
tribunal se pronuncia sin audiencia de los interesados en la cuestión decidida, sin que éstos puedan
exponer sus fundamentos.

El incidente del proceso que ellos resuelven es, en sentido propio, un planteamiento accesorio, de
naturaleza generalmente procesal, suscitado con ocasión del proceso y que abre una vía de trámite
distinta de la principal (v. gr., nulidad); el artículo del proceso que los autos dirimen, un trámite por
cuestiones que deben ser resueltas en forma definitiva o provisional para el progreso del procedimiento o
para su truncamiento (v. gr., rechazo de la prueba ofrecida para el juicio).

La reposición procura que el mismo órgano jurisdiccional que dictó la resolución, la deje sin efecto “por
contrario imperio”. Para algunos autores dicha expresión alude a la orden contraria del propio tribunal
que dictó el auto (Núñez,).

Otros, en cambio, entienden que revocar por contrario imperio significa que el tribunal no se desprende
de la jurisdicción respecto a lo resuelto, la mantiene para rever su propia resolución, por haber sido
impugnada como ilegal y agraviante (Ayán).

Trámite:

Se debe interponer dentro del tercer día, por escrito que lo fundamente (art. 447 del C.P.P.N.), salvo que
se presente en la audiencia de debate, durante la cual se deducirá oralmente inmediatamente después de
pronunciada la resolución.

Deducida la reposición durante la fase del debate, se correrá vista a los interesados presentes y, una vez
evacuada ésta, el tribunal resolverá sin suspender el debate, salvo que la naturaleza de la cuestión
determine la necesidad de un cuarto intermedio. La resolución que recaiga hará ejecutoria, vale decir,
adquirirá la consolidación propia de la cosa juzgada, a menos que la reposición hubiera sido deducida
junto con el recurso de apelación en subsidio, y ésta fuera procedente. La excepción presupone que el
acto de interposición del recurso de reposición se integre inicialmente con la manifestación de que se
interpone el de apelación en subsidio.

El principal ámbito de utilización de este medio impugnativo, cuyos motivos son siempre de naturaleza
procesal, es la fase de debate juicio oral y público.

 Apelación:

Concepto:

La apelación es un recurso ordinario, devolutivo, sin limitación de los motivos, dirigido contra las
resoluciones de los Jueces de Instrucción, siempre que expresamente sean declaradas apelables o causen
gravamen irreparable, por lo cual se reclama al tribunal de alzada, su revocación, modificación o anulación
(Ayán).

Alcances:

Permite una amplia reexaminación de la resolución recurrida, pues se proyecta tanto sobre la fijación de
los hechos mediante la nueva valoración de la prueba –lo que podrá dar como resultado que el tribunal ad
quem los fije de forma diferente–, como respecto del resguardo de la correcta aplicación del derecho
(constitucional, procesal o sustantivo). Capta errores de juicio in iure et in facto, al igual que errores in
procedendo, comprendiendo en consecuencia los vicios que afectan directamente a la resolución
impugnada y aquellos que afectan a los actos anteriores al pronunciamiento de la decisión.
De mucha importancia en los códigos que adoptan un sistema de enjuiciamiento con juicio escrito, que
admiten la apelación de la sentencia definitiva, la significación de este recurso es mucho menor en los que
receptan el juicio oral y público, los que, claro está, no aceptan aquella posibilidad. Éstos lo conceden sólo
contra las resoluciones dictadas por los jueces encargados de practicar o de controlar la investigación
penal preparatoria (según el modelo que se adopte), en especial, aquellas que se relacionan con la
situación procesal del imputado (v. gr., auto de procesamiento –art. 311 CPP de la Nación–) o su libertad
del imputado (v. gr., prisión preventiva), o con el fundamento de la acusación (v. gr., auto de elevación a
juicio).

Objeto recurrible:

La regla de taxatividad que impera en materia de impugnabilidad objetiva se concretiza, respecto de la


apelación, en función de tres criterios limitativos que consagra el art. 449 del C.P.P.N.

Conforme a lo ya expuesto, la apelación procede tan sólo contra las resoluciones de los jueces de
Instrucción. Pero no cualquiera de sus decisiones podrá ser objeto de embate, sino únicamente aquéllas
que expresamente sean declaradas apelables o causen gravamen irreparable.

Manifestaciones del primer grupo son la resolución que decide sobre una excepción, el rechazo de la
instancia de participación como querellante particular durante la investigación jurisdiccional, el auto que
confirma la prisión preventiva decretada por el Fiscal de Instrucción durante la investigación a su cargo, el
auto que rechaza el requerimiento fiscal de investigación jurisdiccional.

Resolución que cause gravamen irreparable, por su parte, es todo pronunciamiento que, de ser ejecutado,
ocasionaría al recurrente un perjuicio jurídico, procesal o sustancial, que no podría ser reparado luego en
el curso del proceso, incluida la sentencia que en definitiva se dicte (v. gr., cualquier decisión que importe
una privación de libertad para el imputado).

Trámite:

El recurso de apelación debe interponerse por escrito dentro del término de tres días y ante el mismo
tribunal que dictó la resolución (art. 450 del C.P.P.N.). No se exige la fundamentación del recurso,
solamente –bajo sanción de inadmisbilidad- la indicación de los motivos en que se base.

En todo otro supuesto, la apelación sólo deberá contener la específica indicación de los puntos de la
decisión que fueren impugnados (art. 449), siempre que, claro, se trate de una resolución que posea
puntos de decisión múltiples y no de una providencia que decide un solo punto.

Concedido el recurso, se elevarán las actuaciones a la Alzada y se procederá posteriormente a fijar


audiencia de informes en donde se podrá presentar memorial escrito u oral en la audiencia fijada a tal
efecto (art. 454), si así hubiese optado oportunamente el apelante.

La falta de presentación de informe por escrito o de informe oral en la audiencia aludida de la parte
apelante implicará el desistimiento del recurso (artículos 454 del C.P.P.N.). Esta forma de renuncia a la
instancia recursiva se da también cuando el Fiscal de Cámara no se expide en el término perentorio de tres
(3) días acerca del recurso interpuesto por su inferior, vale decir, el Fiscal de Instrucción

El tribunal de alzada deliberará y resolverá en la misma audiencia. En casos complejos podrá dictar un
intervalo de hasta cinco días para deliberar y resolver; debiendo en todos los casos – cuando revoque la
decisión del juez inferior- exponer sus fundamentos dentro de los cinco días de dictada la resolución.

No está de más reiterar que el conocimiento del tribunal ad quem queda circunscrito a los puntos de la
decisión impugnada a los cuales se refieran los agravios exhibidos por el apelante.
 CASACIÓN:

Concepto:

El recurso de casación es el medio de impugnación por el cual, por motivos de derecho específicamente
previstos por la ley, una parte postula la revisión de los errores jurídicos atribuidos a la sentencia de
mérito que la perjudica, reclamando la correcta aplicación de la ley sustantiva, o la anulación de la
sentencia, y una nueva decisión, con o sin reenvío a nuevo juicio (de la Rúa).

Nuevo examen jurídico:

Es el principal recurso que se admite contra las sentencias definitivas que se dictan tras el juicio oral y
público. La principal nota característica de la casación es que se refiere únicamente a las cuestiones de
derecho, sustantivo o procesal, lo cual implica la exclusión de las cuestiones de hecho y, por lo mismo, de
todo problema atinente a la valoración de las pruebas.

Ella autoriza tan sólo un contralor por parte del tribunal de alzada de la observancia del derecho en la
producción de la sentencia, sea que se trate del derecho constitucional y procesal que reglamenta la
actividad procesal en general, o la elaboración de aquélla en particular, o que se trate del derecho
sustantivo, penal o civil, que se aplicó en el caso concreto.

Es claro, entonces, que ella no permite un examen ex novo de la cuestión justiciable, en todos sus aspectos
de hecho y de derecho, por el tribunal ad quem, sino únicamente el examen por éste de la aplicación de la
ley procesal o sustantiva hecha, en el caso, por el tribunal a quo.

Intangibilidad de los hechos:

Hemos dicho ya, siguiendo la caracterización tradicional del recurso de casación, que se encuentra vedada
la posibilidad de cuestionar y controlar por su intermedio la eficacia conviccional que el tribunal de juicio
ha asignado a los elementos probatorios en los que apoyó sus conclusiones de hecho, esto es, no se puede
volver a valorar la prueba.

Por tanto, se prohíbe intentar la demostración de que una equivocada meritación de las pruebas ha
llevado a que tales conclusiones fácticas sean erróneas y pretender, en razón de ello, que se vuelvan a fijar
los hechos de una manera diferente a la establecida en la sentencia.

No puede procurarse la corrección del error in iudicando in factum por vía del recurso de casación.

La razón de mayor peso que justifica el carácter de incensurable del juicio de hecho contenido en la
sentencia, resulta de la eliminación de la segunda instancia que caracteriza a nuestro juicio oral.

Una regla de principio del juicio oral y público impone que sólo los jueces que presenciaron el debate
estén habilitados para deliberar y votar la sentencia. La regla de la inmediación, que se erige en
justificación central de esta limitación, así lo manda.

De aquí que se asevere que mediante la casación por vicios in iudicando se coordina la interpretación
unitaria de la ley de fondo, sometiendo en definitiva la interpretación de la ley al más alto tribunal de la
Provincia, ante el cual la causa llega con los hechos del proceso definitivamente fijados, para que
solamente se juzgue de la corrección jurídica con que han sido calificados.

Sin perjuicio de lo dicho, hay quienes entienden que la reseñada argumentación, aunque de peso, no sería
de imposible superación (Cafferata Nores). Con arreglo a las concepciones de tales autores, por ejemplo, si
el tribunal a quo reconoció expresamente en la sentencia, o surge claramente de su fundamentación, que
dudaba, pero no obstante condenó, podrá interponerse un recurso de casación para controlar la
observancia de la norma procesal de raíz constitucional que dispone que la duda sobre cuestiones de
hecho debe beneficiar el imputado (in dubio pro reo), el que será admisible con fundamento en la
inobservancia de la ley procesal de raíz constitucional que, en tal caso, prohíbe esa posibilidad.
Igualmente, si, fundándose sólo en pruebas intrínsecamente dubitativas (v. gr., indicio anfibológico,
testigo que dice que duda, etcétera), el tribunal dio por ciertos los hechos de la acusación, es posible, aun
en función de la regulación tradicional de la casación, que el recurso controle indirectamente la
observancia del principio in dubio pro reo, porque en tal supuesto debió admitir –aunque por razones
lógico formales– la existencia de la duda y, al no hacerlo, se vio imposibilitado de hacerla operar a favor
del acusado, obrando tal duda en definitiva en contra de éste.

La vía para introducir la cuestión será la descalificación de las conclusiones fácticas de la sentencia por ser
violatorias de una de las leyes de la lógica, que orientan la corrección del razonamiento: el principio de
razón suficiente, con base en el cual los hechos fijados en el fallo deben ser los únicos que pueden
inducirse de las pruebas invocadas en su sustento.

No debe confundirse la situación planteada con la hipótesis en la que el tribunal no admite expresamente
en la motivación que dudó, ni puede invocarse la incorrección lógica de la sentencia, pero el recurrente
pretende demostrar que aquél debió haber dudado, porque así lo imponía la insuficiencia conviccional de
la prueba del debate.

A este respecto, se ha señalado tradicionalmente que “si el tribunal de mérito no ha expresado su duda, la
casación no puede deducirla”, habida cuenta que el tribunal de alzada, por no haber tenido inmediación
con la producción de las pruebas, no puede valorar su eficacia conviccional, ni establecer si el tribunal a
quo debió dudar.

Pero este argumento, se ha sostenido (Cafferata Nores), no excluye la posibilidad de casos en los que no
sea necesaria inmediación alguna para admitir que el juez de mérito debió dudar, como los supuestos de
violación manifiesta, flagrante, del principio in dubio pro reo.

En el ámbito de la discusión doctrinaria, comienza a insinuarse ya el debate acerca de la viabilidad, en este


caso, de permitir la anulación del fallo por violación de normas constitucionales y procesales que imponen
a los tribunales la observancia de aquel principio, y el reenvío del proceso para hacer un nuevo juicio,
quedando, por cierto, descartada la posibilidad de que el tribunal ad quem dicte una nueva sentencia.

Causales de procedencia:

Sólo dos son los motivos por los que procede el recurso extraordinario de casación, y se clasifican en vicios
de juicio y vicios de actividad, o errores in iudicando y errores in procedendo, respectivamente.

Así, frente a las normas de derecho sustancial, la misión de la casación es declarar el derecho,
comprobando de qué manera los interesados lo han cumplido; frente al derecho procesal, su deber es
cumplirlo, adecuando a él su conducta y la de las partes (de la Rúa).

La casación por vicios in iudicando está contemplada en el art. 456, inciso 1° del C.P.P.N, que dispone que
aquel recurso pueda ser interpuesto con motivo de la inobservancia o errónea aplicación de la ley
sustantiva. La infracción jurídica que capta este motivo de impugnación se refiere a la ley que regula el
fondo del asunto y versa sobre el iuditio de subsunción del hecho en el derecho. La inobservancia de la ley
sustantiva consiste en la falta de aplicación, al resolver el fondo del caso o de la cuestión justiciable, de la
regla legal que corresponde aplicar. Su errónea aplicación, en cambio, en la mala, equivocada, inadecuada
aplicación de una regla, ya porque sustituye a otra, ya porque es producto de la incorrecta interpretación
de la ley aplicada. Con arreglo a tales distingos, pues, se advierte que la disposición no consolida, como se
ha pretendido (de la Rúa ), un pleonasmo tradicional.

La ley sustantiva que debe postularse como inobservada o erróneamente aplicada es la reguladora del
fondo del asunto cuestionado, sea como objeto principal del proceso, sea como objeto particular de un
artículo suyo, resultando irrelevante el organismo que haya sancionado la norma, su inclusión en una ley
nacional o provincial o su ubicación en una ley sustantiva o una ley procesal. Es, en suma, la materia que
rige la norma la que define su carácter, el que será sustantivo cuando se trate de la regla a tenor de la cual
el juez debe resolver la cuestión propuesta por las partes para su juzgamiento.

Un límite infranqueable tiene el recurso de casación por este motivo sustancial de censura. A través suyo
sólo se puede procurar una reevaluación jurídica del material fáctico establecido en la sentencia, tal como
en ella fue establecido. O sea, los hechos fijados por el tribunal que dictó la resolución impugnada son
intangibles, no pueden modificarse por el recurrente, lo que, a su vez, determina la imposibilidad de
valorar nuevamente las pruebas que los fundaron.

Por esto se sostiene que el tribunal de sentencia es “soberano” en el aspecto referido a la determinación
de los hechos.

La diferencia con el recurso de apelación surge evidente, ya que éste provoca un nuevo examen del caso
por parte del juez ad quem, tanto bajo el aspecto fáctico como bajo el jurídico, en tanto que el de
casación únicamente admite la posibilidad de que el tribunal realice un nuevo examen del objeto procesal
bajo el segundo aspecto, vale decir, una revisión jurídica de la sentencia.

La casación por vicios in procedendo, por su parte, está prevista en el art. 456, inciso 2° del C.P.P.N., que
consagra como causal de casación la inobservancia de las normas que ese Código establece bajo pena de
inadmisibilidad, caducidad o nulidad, siempre que, con excepción de los casos de nulidad absoluta, el
recurrente hubiera reclamado oportunamente la subsanación del defecto, si era posible, o hubiera hecho
protesta de recurrir en casación.

La violación de la ley, en este caso, se vincula con la ley que regula la actividad del juez y de las partes en
procura de la sentencia y atañe al procedendo de la actividad procesal realizadora.

Aunque la norma alude a la inobservancia de “normas” procesales, no se discute que el recurso se autoriza
sólo en relación con normas que establezcan formas procesales, comprendiendo esta última expresión
todos los requisitos que debe revestir un acto, sea en cuanto al modo en que debe ser cumplido (v. gr.,
relación clara del hecho en la acusación, oralidad de los actos del debate, fundamentación de la sentencia,
congruencia entre acusación y sentencia) o su contenido (v. gr., potestad jurisdiccional para disponer el
sobreseimiento), al lugar, a los actos que deben precederlo (v. gr., recepción de declaración al imputado
previa a la requisitoria de citación a juicio), rodearlo (v. gr., asistencia del defensor a la declaración del
imputado) o seguirlo (v. gr., deliberación secreta e inmediata al terminar el debate), y a su compatibilidad
con conductas procesales anteriores.

Pero tampoco la violación de cualquier forma procesal habilita el recurso. Sólo lo hace la violación de
formas procesales que, por ser consideradas como sustanciales o esenciales por la ley, hallan conminada
su inobservancia con una consecuencia jurídica que, por intermedio de la inadmisibilidad, la caducidad o la
nulidad, se concreta en la privación de efectos jurídicos al acto en que no se las respete.

Cuando el vicio sólo determina una nulidad de carácter relativo, es condición formal de la procedencia de
la casación la oportuna reclamación por el recurrente de la subsanación del defecto, siendo posible, o, en
caso de no serlo o de no haber sido acogido favorablemente el reclamo, la protesta de recurrir. Por cierto
que la exigencia no es aplicable respecto de las nulidades absolutas, habida cuenta que ellas pueden ser
relevadas aun de oficio, por lo que el tribunal de casación puede declararlas sin previa instancia de parte,
siempre que, desde ya, se haya abierto la vía de la casación.
Con respecto a los vicios que sustentan la casación por errores in procedendo, el tribunal ad quem realiza
un verdadero examen fáctico dirigido a comprobar si el juez de mérito cumplió e hizo cumplir a las partes
los preceptos jurídicos procesales reguladores de la actividad.

Objeto recurrible:

La resolución que, por antonomasia, puede ser objeto del recurso de casación es la sentencia definitiva
(art. 457 del rito nacional), vale decir, la resolución jurisdiccional que pone término al proceso.

Pero la ley equipara con la sentencia definitiva a los autos que pongan fin a la pena, o hagan imposible que
continúen, o que denieguen la extinción, conmutación o suspensión de la pena (mismo artículo 457).

Ponen fin a la pena los autos que aceptan una causal extintiva de ésta, la dan por compurgada u otorgan la
libertad condicional.

Hacen imposible que continúen las actuaciones los que, sin extinguir la acción penal, obstan a su
prosecución en el mismo proceso, como, por ejemplo, el auto del Juez de Instrucción que rechaza el
requerimiento fiscal de investigación jurisdiccional o el de la Cámara en lo Criminal que, conociendo de un
recurso de apelación, confirma el archivo de los autos ordenado por aceptarse una causal de excepción
dilatoria.

Finalmente, deniegan la extinción, conmutación o suspensión de la pena, los autos que sobre estos
aspectos se pronuncian en el curso de la ejecución y por medio de los cuales el tribunal resuelve
negativamente una instancia a favor del imputado.

Constituyen ejemplos del último grupo de casos las hipótesis de extinción de la condena por amnistía (art.
61 CP) o prescripción (art. 65 CP), o de suspensión de la misma por la concesión de la libertad condicional
(art. 13 CP).

Trámite:

La casación debe interponerse, en el plazo de diez (10) días de notificada la resolución atacada, mediante
escrito que, además, debe llevar firma de letrado y ser fundamentado (art. 463 del C.P.P.N.).

La exigencia de patrocinio letrado se endereza, indudablemente, a asegurar la corrección y precisión


conceptual del recurso, que por estar referido únicamente a las cuestiones de derecho, a la corrección
jurídica de la resolución impugnada, reclama ineludiblemente el concurso de un abogado.

La materia estrictamente jurídica del recurso, sumada a su carácter extraordinario, es la que justifica
también la exigencia de fundamentación del recurso.

Por imperio de estas notas distintivas de la casación, el escrito de interposición debe contener la cita
concreta de las disposiciones legales que se consideran violadas o erróneamente aplicadas y la expresión
de la aplicación que se pretende.

Deberá invocarse de manera clara y expresa una de las causales previstas por la ley procesal como motivo
legal para recurrir, e individualizarse el agravio, mediante la indicación del artículo de la ley que ha sido
mal aplicado en el caso concreto.

Es también necesario que se señale cuál es la norma que debió ser aplicada, y con qué alcance y sentido,
de manera de precisar la interpretación errónea que se atribuye al tribunal de juicio.

Cada causal de censura, por su parte, debe invocarse separadamente con sus fundamentos, esto es, con
las razones y argumentaciones que se pueda hacer en mayor o menor medida para demostrar que el error
que configura el motivo existe efectivamente.
--Presentado el recurso de casación, el tribunal que dictó la resolución procederá a su examen para decidir
acerca de su admisibilidad, el cual desemboca en un proveído que implica abrir o negar la vía impugnativa
provocada por el impugnante.

Declarará inadmisible la casación cuando la resolución impugnada no diera lugar al recurso, cuando éste
no hubiere sido interpuesto por quien puede recurrir o lo hubiera sido fuera del término prescrito.

Si, en cambio, tales exigencias hubieren sido satisfechas, concederá el recurso.

Al igual que en la apelación, el tribunal de alzada tiene atribución imperativa para declarar de oficio la
inadmisibilidad del recurso sin expedirse sobre el fondo, cuando considera que ha sido erróneamente
concedido o cuando la improcedencia resultara de una causa distinta de las precedentemente señaladas
como motivo de inadmisibilidad (v. gr., los requisitos de forma de interposición del recurso, cuya
observancia controla soberanamente el tribunal ad quem).

Deberá rechazar el recurso, expidiéndose sobre el fondo de la cuestión, cuando fuere evidente que es
sustancialmente improcedente.

Concedido el recurso, se emplazará a los interesados para que comparezcan ante el tribunal de alzada en
el plazo de tres (3) días, con el objeto de mantenerlo. Luego de ello, las actuaciones serán puestas en
término de oficina por diez (10) días para que los interesados puedan examinarlas y en base a ello puedan
durante dicho término ampliar sus fundamentos.-

No se producirá el desistimiento del recurso por falta de presentación de informe escrito o de informe
oral, como en el recurso de apelación, ya que la casación, a diferencia de aquél recurso ordinario, debe
interponerse con la indicación separada de cada motivo de impugnación con sus fundamentos.

Si ocurriera esta renuncia a la instancia, en cambio, cuando, habiéndose interpuesto el recurso por el
Ministerio Público, el Fiscal de Cámara no se expidiera en el término perentorio de tres días acerca de la
impugnación interpuesta por su inferior.

Luego de ello tendrá lugar la audiencia de debate, en el marco de la cual las partes harán uso de la palabra
para ampliar sus fundamentos (no los motivos)

El Tribunal dictará sentencia dentro de un plazo de veinte días (art. 469 del C.P.P.N).

La resolución del tribunal de casación podrá disponer el rechazo del recurso, el acogimiento del mismo o la
rectificación de errores de derecho en la fundamentación de la sentencia impugnada, que no hayan
influido en la parte resolutiva, vale decir, no esenciales, o de los errores materiales en la designación o el
cómputo de las penas.

El rechazo del recurso importa la confirmación de la sentencia definitiva, la ratificación de su contenido,


por lo que aquélla deviene expedita en su eficacia jurídica.

Resultados:

Los resultados de la admisión sustancial de la impugnación difieren conforme el motivo al que se refiera el
recurso:

a) Si la resolución impugnada hubiere violado o aplicado erróneamente la ley sustantiva (art. 456,
inciso 1° del C.P.P.N.), el tribunal la casará y resolverá el caso de acuerdo con la ley y la doctrina
aplicable (art. 470). Dejará sin efecto la sentencia en relación con los puntos de la decisión
impugnados y, sin alterar las conclusiones de hecho definitivamente fijadas por el tribunal de
juicio, aplicará la norma jurídica que corresponda para el adecuado encuadramiento jurídico del
hecho, aunque no sea la invocada por el impugnante.
En otros términos, el tribunal de alzada entrará sobre el fondo del asunto y casará la sentencia
definitiva, sustituyéndola total o parcialmente en sus aspectos jurídicos sustantivos por una nueva
resolución que, respetando los hechos en fijados en aquélla, decidirá el caso conforme al derecho,
aplicándolo correctamente. Procederá de tal modo dentro del estricto límite señalado por los
agravios contenidos en el recurso, que determinan su competencia funcional, y observando los
condicionamientos que surgen de la prohibición de la reformatio in peius.

Por virtud de este principio, si la calificación estimada correcta por el tribunal de alzada resulta más grave,
éste deberá, en ausencia de recurso acusatorio, limitarse a declarar el encuadramiento que considera
adecuado y mantener la pena aplicada en la sentencia impugnada, disponiendo el rechazo del recurso.

b) Pero cuando la sentencia impugnada no contuviera la determinación precisa y


circunstanciada del hecho que el tribunal de mérito hubiera estimado acreditado, la anulará y ordenará,
aún de oficio, el reenvío de la causa, para la correspondiente renovación del acto invalidado. En el caso de
la inobservancia de formas procesales prescritas bajo pena de inadmisibilidad, caducidad o nulidad, el
tribunal anulará la resolución impugnada (art. 471 del C.P.P.N.), o sólo alguna de sus disposiciones,
extendiendo la ley los efectos de la invalidación a todos los actos consecutivos que de ella dependan.

Al declararla, el tribunal establecerá, además, a qué actos anteriores o contemporáneos alcanza la nulidad
del pronunciamiento, por conexión con el mismo.

El tribunal podrá disponer el apartamiento del tribunal a quo e imponerle las medidas disciplinarias que le
acuerde la ley.

De esta última expresión legal surge de modo implícito la necesidad de remisión del proceso al tribunal
competente para la nueva sustanciación que se determine –juicio de reenvío– (Ayán), como así también,
aunque de manera expresa, la facultad del tribunal ad quem de disponer, o no, la prohibición de que los
jueces que concurrieron a dictar sentencia intervengan en el nuevo proceso.

Este apartamiento que prevé la ley es, a la vez que una sanción, una cautela, puesto que a través suyo se
busca impedir que los jueces que intervinieron en el primer juicio obren bajo el influjo de las impresiones
recibidas en el debate anterior, asegurando así que, según lo exigen los modelos procesales con juicio de
instancia única, el juez del mérito reciba original y primigeniamente sobre su ánimo, la impresión de las
pruebas y las razones de las partes (de la Rúa).

Se puede advertir, pues, que la verificación por parte del tribunal de alzada de la violación a disposiciones
constitucionales o procesales que atrapa este motivo de casación, sólo podrá tener como consecuencia la
anulación de la resolución impugnada y el reenvío del proceso a otro tribunal de juicio para que, luego de
un nuevo debate, dicte una nueva sentencia, que carezca de aquellos vicios.

En estas hipótesis, entonces, el tribunal de casación no puede resolver de otro modo sobre el fondo del
caso. No puede revocar ni reformar la resolución: sólo anularla.

La discusión sobre si satisface el derecho al recurso contra la condena. Propuestas:

La incorporación al sistema constitucional argentino de la Convención Americana sobre Derechos


Humanos (art. 8.2, h) y el Pacto Internacional de 804 Derechos Civiles y Políticos (art. 14.5), en virtud de la
reforma de la Constitución Nacional de 1994 (art. 75, inc. 22), al consagrar el derecho del condenado a
recurrir ante un tribunal superior el fallo condenatorio y la pena que se le haya impuesto, pone en crisis –
según algunos autores – la idea que el recurso de casación, en su señalada regulación tradicional de mero
control jurídico superior de la sentencia, sea suficiente para garantizar plenamente tal derecho (Cafferata
Nores).
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en su informe n° 24/92, ha resuelto, en relación con el
derecho al recurso consagrado por el art. 8.2, h de la CADDHH, que la casación, en tanto permite la
revisión del fallo por un tribunal superior, constituye en principio un instrumento efectivo para asegurar
tal derecho, siempre que no se lo regule, interprete o aplique con rigor formalista, sino que permita con
relativa sencillez al tribunal de casación examinar la validez de la sentencia recurrida en general, así como
el respeto debido a los derechos fundamentales del imputado. Este criterio es aceptado de modo general
por los tribunales superiores argentinos (ver, por todos, CSJN, caso Giroldi, 1993). Sin embargo, el Comité
de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, en la comunicación n° 701/96, del 20 de
julio de 2000, tuvo oportunidad de pronunciarse sobre el punto. Lo hizo con específica referencia al
sistema de casación español –básicamente coincidente con el nuestro– y al art. 14.5 PIDDCP, que
establece que toda persona declarada culpable de un delito tendrá derecho a que el fallo condenatorio y
la pena que se le haya impuesto sean sometidos a un tribunal superior, conforme a lo prescrito por la ley.
Pero dictaminó que la inexistencia de la posibilidad de que el fallo condenatorio y la pena del autor fueran
revisadas íntegramente, limitándose dicha revisión a los aspectos formales o legales de la sentencia, no
cumple con las garantías que exige el párrafo 5° art. 14, del Pacto. Es claro que la discusión sobre el tema
se encuentra lejos de agotarse.

Cabe señalar al respecto propuestas como la de ampliar los motivos que autorizan la casación,
incorporando como nuevas causales algunas de las que, según la sistemática del Código, permitirían luego
la revisión de la sentencia firme (v. gr., la invocación de hechos posteriores o pruebas conocidas después
del fallo que demuestren el error de éste), o la existencia de falsedades en la descripción del contenido de
la prueba (v. gr., se hace decir al testigo lo que éste no dijo) (Maier). Lo mismo ocurre con la inobservancia
manifiesta del principio in dubio pro reo en la valoración de la prueba sobre los hechos que fundan la
condena, precedentemente mencionada. (Cafferata Nores).

Por cierto que la casación admitida por alguno de estos nuevos motivos propuestos sólo podría
determinar la nulidad de la sentencia y el reenvío del proceso a otro tribunal de juicio para que, luego de
un nuevo debate oral y público, dicte una nueva sentencia, porque éste será el único modo de respetar los
principios de inmediación y de identidad física del juzgador que exige el juicio oral y público. Pero nunca su
revocación y el dictado directo de otra resolución.

Jurisprudencia contradictoria. Propuestas de solución:

Hemos ya adelantado que uno de los valores que, de ordinario, se adscribe al recurso de casación (e
incluso al de apelación o de inconstitucionalidad), es el de la certeza, asegurada por la tendencia hacia la
uniformidad en la interpretación de las leyes, que es una garantía del ordenamiento.

La variación e, incluso, la contradicción en la interpretación de la ley, constituyen un fenómeno puede


llevar a una incertidumbre social peligrosa, pues el hecho de que se extraigan de la misma ley
consecuencias contrapuestas provoca perplejidad jurídica, la que, a su vez, consolida una singular
manifestación de la inseguridad jurídica. Este estado de cosas ha generado diferentes propuestas dirigidas
a uniformar la interpretación jurídica de los tribunales (algunas de las cuales han sido tildadas por la crítica
de que violan la independencia de criterio de los jueces inferiores y de que impiden la evolución de la
jurisprudencia).

Las principales soluciones pergeñadas para evitar o remediar la contradicción interpretativa de la ley
son los fallos plenarios y el recurso de casación.

Fallos plenarios:

La finalidad de los fallos plenarios estriba en la obtención de una interpretación de la ley llevada a cabo
por todas las salas de un tribunal de alzada reunidas en pleno, que resulte de observancia obligatoria para
cualquier otro proceso diferente de aquel en el cual se elaboró.
Esta solución ha sido tachada de inconstitucional, sobre la base de los argumentos que es contrario a la
esencia del poder jurisdiccional y violatorio del principio republicano de separación de poderes el dictado
de normas generales y abstractas, y que una interpretación de la ley obligatoria para todos los casos,
tendría ese efecto práctico.

Pero, además, se ha puesto énfasis, según dijimos, en que las normas que imponen el acatamiento a la
jurisprudencia plenaria afectan la independencia de juicio de los jueces, al tiempo que provocan un
estancamiento de la dinámica progresiva del saber jurídico (Arce - Díaz Cantón). Sin embargo, el sistema
ha evidenciado una contribución importante a la garantía de la igualdad ante la ley, lo que, en algo,
disimula la tacha que se le formula.

Un argumento de peso que se postula para rebatir esta descalificación de los fallos plenarios, por su parte,
destaca que ellos facilitan el logro de un criterio único del tribunal de alzada, también único, y que sólo ha
dividido su oficio por los generales criterios de la competencia a través de distintas cámaras o salas,
resultando vinculante aquel criterio debido a razones prácticas, pues una interpretación contraria de un
juez sería seguramente corregida por cualquier tribunal de alzada, ya que todos los oficios integrantes de
éste intervinieron en el dictado del fallo plenario.

Unificación por casación:

El recurso de casación, en cambio, tiene un efecto unificador de la interpretación unitaria del derecho,
mediante la actuación de un único tribunal superior que controla la interpretación de la Constitución, de la
ley sustantiva o de la ley procesal, en cada caso sometido a su competencia funcional.

Aquel efecto se logrará a pesar de que la interpretación legal del tribunal ad quem no es legal y
jurídicamente obligatoria para otros casos, porque sus fallos siempre tendrán un valor ejemplar y
persuasivo.

Ellos deberían inducir a los tribunales inferiores a adoptarla de buena gana, no sólo por la creencia del
acierto de la interpretación del superior, sino por razones de orden, certidumbre jurídica y economía
procesal, evitando el desgaste jurisdiccional y los perjuicios consiguientes que se derivarían en caso de la
obligatoria tramitación de un recurso en el que, se sabe de antemano, se terminará finalmente
imponiendo el criterio ya conocido del tribunal de alzada.

Salvo, claro, que aquéllos introduzcan nuevos argumentos interpretativos no considerados en la decisión
de éste. Críticas y réplicas Pero lo cierto es, reiteramos, que todos los intentos unificadores suelen ser
acusados de avanzar sobre la libre interpretación de la ley, que se expone como de la esencia del poder
judicial.

No obstante, las desventajas que la vigencia indiscriminada de aquel principio ha acarreado, han venido
promoviendo propuestas de revisión de sus alcances a la luz de la seguridad jurídica, que no se compadece
fácilmente con caprichosos vuelcos interpretativos de la ley, por los cuales, a menudo, partes y defensores
quedan desconcertados.

A ello se suma que es difícil negar ciertos excesos de algunos tribunales inferiores que, amparándose en
sus atribuciones de interpretar libremente la ley, no vacilan en fallar reiteradamente en oposición a la
doctrina de los superiores, desconociendo no sólo el valor moral de las decisiones de éstos, sino también
su valor práctico, con los importantes 809 perjuicios que se han señalado.

Es claro que la independencia del Poder Judicial está íntimamente relacionada con la independencia de
cada uno de los jueces que lo integran, para solucionar los asuntos que son materia de su competencia,
sobre la base de la libre interpretación de la ley.

Sin embargo, pensamos que los propios jueces deben limitar racionalmente el ejercicio de esta potestad
frente a las exigencias que dimanan del valor seguridad jurídica, al que contribuye, sin dudas, el
acatamiento voluntario y general, aunque no ciego, de la doctrina de los fallos dictados por los tribunales
superiores, que facilita a los litigantes una interpretación cierta y previsible de la ley.

Posiblemente, la aplicación automática de la doctrina judicial de los tribunales superiores en aras de la


uniformidad podría entorpecer una sana evolución jurisprudencial tendiente a adecuar la interpretación
del derecho a las nuevas realidades sociales. Por esto, se prefiere la propia, libre y voluntaria limitación de
los tribunales inferiores, acatando los criterios que fijan la interpretación de los superiores, a la
obligatoriedad legal de esta última, ya que sólo la flexibilidad que propicia la primera alternativa permitirá
aquella saludable adecuación.

Recurso de Inconstitucionalidad en el Código Procesal Penal de la Provincia del Chaco:

Concepto:

El recurso de inconstitucionalidad es el recurso extraordinario, devolutivo, que versa sólo sobre cuestiones
de derecho, acordado para impugnar las sentencias o resoluciones equiparables a éstas, que hayan
decidido un caso constitucional, entendiéndose por tal a aquel que versa sobre la validez o invalidez de
una norma cuestionada como contraria a la Constitución de la Provincia.

Causales de procedencia:

Mediante el recurso de inconstitucionalidad se objeta la ley misma, por considerársela contraria a la ley
suprema de la Provincia, mientras que a través del recurso de casación se ataca la forma en que se la
interpreta o aplica.

Por ello, el primero se autoriza cuando se cuestiona la constitucionalidad de una ley, decreto, reglamento
o resolución que estatuyan sobre materia regida por Constitución de la Provincia, y la sentencia o el auto
impugnado fuere contraria a las pretensiones del recurrente (art. 477 del C.P.P. del Chaco).

La simple inobservancia en el proceso de garantías procesales establecidas por la Constitución de la


Provincia, en cambio, es materia propia del recurso de casación.

Con respecto a la impugnabilidad objetiva del recurso de inconstitucionalidad, la ley menciona las
sentencias definitivas y a los autos que pongan fin a la pena, o hagan imposible que continúen, o que
denieguen la extinción, conmutación o suspensión de la pena.

Trascendencia: La inconstitucionalidad tiene una función de trascendencia institucional, ya que se


endereza a preservar la supremacía de la Constitución provincial frente a las leyes, decretos, reglamentos
o resoluciones provinciales.

De aquí que deba tratarse de leyes de la Provincia, o de decretos, reglamentos o resoluciones dictados por
los poderes provinciales, puesto que, de tratarse de una cuestión constitucional por la violación por una
ley nacional de la Constitución nacional, debe ser resuelta en última instancia por la Corte Suprema de
Justicia de la Nación. También deben serlo las cuestiones por el conflicto de la Constitución local o de una
ley con una Constitución o ley de otra provincia, y la violación por una ley nacional de los poderes
reservados por las provincias.

Requisitos: Puesto que la ley exige que la resolución objeto de impugnación sea contraria a las
pretensiones del recurrente, no es suficiente, para la procedencia de este remedio, la invocación de un
agravio constitucional de orden local. Antes bien, es necesario que el impugnante haya discutido o
alegado, en el caso concreto, y durante el proceso, la constitucionalidad de tales leyes, decretos,
reglamentos o resoluciones. Pero, incluso, debe haberlo hecho de manera expresa, clara y precisa, en la
primera oportunidad que tenga el interesado en el proceso para hacerlo, con arreglo a las circunstancias;
esto es, apenas se suscite o se pueda prever que se suscitará.
Debe, por último, haber mantenido el recurso interpuesto en las oportunidades ulteriores en que se
suscitare la cuestión, ya que, de no hacerlo, aceptando implícitamente el interesado la aplicación de la ley,
decreto, reglamento o resolución que cuestiona, o en caso de aceptación expresa de esa aplicación, el
recurso no es admisible.

Por imperio de la previsión contenida en el art. 478 del C.P.P. de la Provincia, serán aplicables a este
recurso las disposiciones que regulan el procedimiento de la casación relativas al procedimiento y forma
de dictar sentencia.

Aunque la ley no lo establezca de modo expreso, al pronunciarse sobre el recurso el tribunal de alzada
declarará la constitucionalidad o inconstitucionalidad de la disposición impugnada y confirmará o revocará
el pronunciamiento recurrido.

QUEJA:

Concepto:

El recurso de queja es un meta–recurso destinado a impugnar la resolución jurisdiccional que deniega


indebidamente un recurso que procede ante otro tribunal, a fin de que éste –ante quien se interpone– lo
declare mal denegado (Arocena-Balcarce).

La queja, entonces, procede contra la resolución que deniega indebidamente un recurso que procede ante
otro tribunal.

El pronunciamiento que no concede un recurso es legal cuando la resolución impugnada es irrecurrible, el


recurso fue interpuesto fuera de término o por quien no tenía derecho.

Por el contrario, será indebida cuando la verificación de esas condiciones de procedencia de la


impugnación se ha llevado a cabo erróneamente o cuando la denegatoria procede del análisis de las
condiciones de forma de interposición del recurso que, como se infiere de lo expuesto, exceden tal
materia de control por el tribunal a quo para la concesión del recurso.

Se trata de un meta-recurso, de una impugnación de segundo grado, de un “recurso de recursos”, habida


cuenta que tiende a atacar las resoluciones jurisdiccionales del tribunal a quo que impiden ilegalmente la
consideración por el tribunal ad quem de los recursos con efectos devolutivos (apelación, casación e
inconstitucionalidad), permitiendo, de este modo, que el poder de recurrir sea desarrollado hasta el
momento de una resolución definitiva sobre la admisibilidad y–eventualmente– sobre el fondo. Por esto,
no pretende salvar el debido proceso en su totalidad formal y sustancial (acusación, defensa, prueba,
sentencia y recurso), sino el devenir “natural” de la vía impugnativa debidamente planteada.

Fines:

De cuanto venimos afirmando pueden extraerse la finalidad y la importancia de la queja. El objetivo de


este medio impugnativo es que el tribunal competente para conocer del recurso denegado, examine la
procedencia del recurso interpuesto ante el tribunal a quo y la resolución denegatoria de éste, y decida si
era procedente, con arreglo a las condiciones establecidas por la legislación adjetiva para aceptarlo.

La trascendencia del mismo descansa en su carácter de garantía de seguridad procesal en orden a evitar la
posibilidad de una arbitrariedad o de un exceso de discrecionalidad que prive a la parte del derecho a la
instancia superior.

Trámite:

La queja debe interponerse, ante el tribunal que debiera considerar el recurso indebidamente denegado
(art. 477 del C.P.P.), por escrito y en el término de tres (3) u ocho (8) días –según que los tribunales
actuantes residan o no en la misma ciudad– desde que la resolución denegatoria fuera notificada.
La doctrina y la jurisprudencia tienen dicho que, además, la queja debe ser fundada y bastarse a sí misma.

La fundamentación consiste en la demostración por el recurrente de la ilegalidad de la declaración de


improcedencia del recurso interpuesto, poniendo de manifiesto las razones de su pretensión a través de la
indicación precisa del error que se atribuye a la denegatoria (Arocena-Balcarce).

El requisito de la autosuficiencia de la queja surge como consecuencia de la necesidad del tribunal ante el
cual procediere el recurso denegado indebidamente de contar con los elementos necesarios que le
permitan juzgar acerca de la ilegalidad de la denegatoria y exige que el impugnante indique el proceso en
que se deduce la queja, la resolución recurrida, los puntos de esta decisión impugnados, los fundamentos
de la impugnación frustrada, los motivos en que ésta se basó si fuere un recurso extraordinario y las
razones denegatorias sustentadas por el tribunal a quo.

Cuando sea necesario para resolver el recurso de queja, el tribunal de alzada podrá requerir el expediente;
y se pronunciará por auto.

Si la queja fuera desechada, las actuaciones serán devuelvas sin más trámite al tribunal de origen (art. 478
del C.P.P.N). Este pronunciamiento importa la confirmatoria de la denegación del recurso originario
dispuesta por el tribunal ante el cual éste fue interpuesto. La queja podrá ser desechada con fundamento
en que la inobservancia de las condiciones formales de interposición la tornan formalmente inadmisible, o
a causa de que, no obstante haber satisfecho los requisitos de admisibilidad, el estudio de su contenido
sustancial no amerita la revocación de la resolución del tribunal a quo respecto del recurso denegado y
justifican el rechazo de la queja.

Cuando, por el contrario, se conceda la queja, se requerirán las actuaciones a fin de emplazar a las partes y
proceder según corresponda (art. 478. 2° párrafo del C.P.P.N.). Mediante este último acto procesal, se
reanuda el procedimiento impugnativo interrumpido por la denegatoria indebida remediada a través de la
queja. La vía del recurso principal quedará entonces abierta, sin perjuicio de una posterior declaración de
inadmisibilidad o rechazo sobre el fondo en la alzada (Ayán).

REVISIÓN PENAL:

Noción:

La revisión es un recurso excepcional, extraordinario, devolutivo, limitado a motivos generalmente de


hecho específicamente previstos por la ley, dirigido contra las sentencias condenatorias pasadas en
autoridad de cosa juzgada y que procede sólo en favor del condenado, por el cual se reclama al tribunal de
alzada su rescisión.

La principal nota característica de la revisión es el objeto impugnable a través suyo, que sólo puede ser la
sentencia condenatoria firme. Quedan excluidas todas las resoluciones que no son la sentencia que,
decidiendo sobre el fondo, pone término al proceso, como así también la sentencia absolutoria y la
sentencia condenatoria que no haya pasado en autoridad de cosa juzgada.

Causales:

Se la autoriza sólo por motivos específicamente determinados por la ley que, a diferencia de las causales
por las que procede la casación, no son jurídicos sino fácticos.

Dejando de lado el caso atípico de la revisión contra la sentencia fundada en una interpretación de la ley
que sea más gravosa que la sostenida por el Tribunal Superior y, quizás, el de la revisión por
consentimiento para el juicio abreviado no libremente prestado, se trata de circunstancias externas con
respecto al proceso ya concluido por condena firme, que no pudieron ser consideradas en ella por surgir o
advertirse después de haber pasado en autoridad de cosa juzgada (Clariá Olmedo).
El recurso deberá tender siempre a demostrar la inexistencia del hecho, que el condenado no lo cometió o
que falta totalmente la prueba en que se basó la condena, salvo que se invocare la existencia de nuevos
hechos o elementos de prueba que demostraren que el hecho cometido encuadra en una norma penal
más favorable o que la sentencia se funda en una interpretación de la ley más gravosa que la sostenida por
el Tribunal Superior, al momento de la interposición del recurso.

Los motivos de revisión penal, en nuestra ley, están previstos en el art. 479 del C.P.P.N., que dispone que
el recurso procederá cuándo: 1) los hechos establecidos como fundamento de la condena fueren
inconciliables con los fijados por otra sentencia penal irrevocable; 2) la sentencia impugnada se hubiera
fundado en prueba documental o testifical, cuya falsedad se hubiere declarado en fallo posterior
irrevocable; 3) la sentencia condenatoria hubiera sido pronunciada a consecuencia de prevaricato,
cohecho, u otro delito cuya existencia se hubiese declarado en fallo posterior irrevocable; 4) después de la
condena sobrevengan nuevos hechos o elementos de prueba, que solos o unidos a los ya examinados en
el proceso, hagan evidente que el hecho no existió, que el condenado no o cometió, o que el hecho
cometido encuadra en una norma penal más favorable; y 5) la sentencia se funda en una interpretación de
la ley que sea más gravosa que la sostenida por el Tribunal Superior, al momento de la interposición del
recurso.

Titulares Subjetivamente legitimados para deducir el recurso de revisión:

Se encuentran el condenado (o su defensor) y el Ministerio Público. Pero, además, es característico de la


revisión el ensanche de la titularidad para recurrir a personas que actúan, en su caso, como sustitutos
procesales del primero de los nombrados.

El representante legal lo hará en caso de incapacidad del condenado, y en la hipótesis de fallecimiento o


de ausencia con presunción de fallecimiento de éste, podrán recurrir su cónyuge, ascendientes,
descendientes o hermanos. Es una intervención iure proprio fundada en el vínculo afectivo de la familia
(Clariá Olmedo).

La revisión no tiene plazo de interposición y debe interponerse personalmente o mediante defensor, por
escrito que contenga, bajo pena de inadmisibilidad, la concreta referencia los motivos en que se basa y las
disposiciones legales aplicables. No se exige, como en el recurso de casación, que el escrito lleve firma de
letrado.

Sí es necesario, en cambio, que en la revisión deducida con fundamento en los incisos 1, 2, 3 y 5 del art.
479 del rito nacional, el recurrente acompañe copia de la sentencia pertinente. Pero si en el supuesto del
inciso 3 la pretensión penal estuviera extinguida o la acción no pudiere proseguir, el impugnante deberá
indicar las pruebas demostrativas del delito de que se trate.

En cuanto al procedimiento:

Se establece que en el trámite del recurso de revisión se observarán las reglas establecidas para el de
casación, en cuanto sean aplicables (art. 483 del C.P.P.N.). Durante la tramitación del recurso, el tribunal
podrá suspender la ejecución de la sentencia recurrida y disponer la libertad del imputado, con caución o
sin ella.

Efectos posibles:

Para el momento decisorio, es dable prever, como alternativas posibles, el rechazo del recurso o su
acogimiento, con o sin reenvío. De esta última manera surge de la propia ley, en cuanto establece que, al
pronunciarse en el recurso, el Tribunal Superior podrá anular la sentencia y remitir a nuevo juicio cuando
el caso lo requiera, o dictar directamente la sentencia definitiva.

El rechazo de la pretensión implica mantener la sentencia impugnada, por lo cual su ejecución continuará
si hubiere sido suspendida.
En la admisión sustancial de la revisión con reenvío, el tribunal ad quem anula la sentencia y remite la
causa a nuevo juicio ante el tribunal de mérito correspondiente, adquiriendo nuevamente el condenado su
calidad de imputado.

El acogimiento de la pretensión sin reenvío tiene lugar cuando el caso no requiere de éste, lo que sucede
cuando resulta innecesario un nuevo debate sobre el mérito de la causa (Palacio).

Si se remitiere un hecho a nuevo juicio, en éste no intervendrá ninguno de los magistrados que conocieron
del anterior, vale decir, los jueces que dictaron la resolución recurrida. En el nuevo juicio no se podrá
absolver por efecto de una nueva apreciación de los mismos hechos del primer proceso, con prescindencia
de los motivos que hicieron admisible la revisión. Si la sentencia dictada en el nuevo juicio fuere
absolutoria, podrá ordenarse la restitución de la suma pagada en concepto de pena y de indemnización. La
devolución de esta última, sin embargo, podrá disponerse sólo cuando haya sido citado el actor civil a los
efectos de la defensa de su interés. Con la restitución de lo pagado en concepto de pena carga el Estado,
que recibió ese valor. La restitución civil, en cambio, queda a cargo del actor civil.

Reparación del error judicial:

La sentencia rescisoria típica es la que declara la absolución del anteriormente condenado, cuyo contenido
implica un expreso reconocimiento acerca del error judicial en que se incurrió en el primer juicio (Clariá
Olmedo). La mayoría de los códigos modernos traen normas expresas que prevén los efectos reparatorios
del daño causados por ese error judicial, a los efectos de que el tribunal ordene la reparación de los daños
y perjuicios que hubiere causado el mismo, por parte del Estado.

Lo hace nuestro Código Procesal Penal de la Nación, estableciendo en el art. 488: “La sentencia de la que
resulte la inocencia de un condenado podrá pronunciarse, a instancia de parte, sobre los daños y
perjuicios causados por la condena, los que serán reparados por el Estado siempre que aquél no haya
contribuido con su dolo o culpa al error judicial. La reparación sólo podrá acordarse al condenado, o por su
muerte, a sus herederos forzosos”.

Es necesaria, según puede apreciarse, la verificación de algunas condiciones, entre las cuales se destaca la
oportuna instancia de parte y la ausencia de la contribución dolosa o culposa del condenado a la
provocación del error judicial. Puesto que la reparación es a cargo del Estado, su representante debe ser
oportunamente citado.

Reiteración:

Sobre la base del principio en cuya virtud del cual el derecho a probar la inocencia del condenado no
prescribe, ni está sometido a suspensión temporal alguna, ya que la revisión procede “en todo tiempo”, la
ley establece que el rechazo de un recurso de esa especie no perjudicará el derecho de presentar nuevos
pedidos fundados en elementos diversos (art. 489 del C.P.P.N.). La única condición para la admisibilidad
formal de un nuevo recurso, interpuesto con posterioridad a la desestimación de uno precedente, es que
el motivo invocado en la nueva impugnación se sustente en elementos de juicio distintos de los
presentados en el recurso desestimado.

Recurso Extraordinario Federal. Artículo 14 de la Ley Nacional N° 48:

El art. 31 de la Constitución Nacional establece que: "Esta Constitución, las leyes de la Nación que en su
consecuencia se dicten por el Congreso y los tratados con las potencias extranjeras son la ley suprema de
la Nación ...".
La finalidad esencial del recurso extraordinario es, precisamente, asegurar esa supremacía de la
Constitución, las leyes dictadas por el Congreso y los Tratados.

El control constitucional es ejercido, en principio, por el conjunto del Poder Judicial, es decir por todos los
jueces de cualquier categoría y fuero, ya que todos pueden interpretar y aplicar la Constitución y leyes de
la Nación, cuando así corresponda en la causas en las que les toque intervenir.

Pero, en definitiva, será la Corte Suprema de la Nación quien tendrá la interpretación final, a través de
este recurso.

El objetivo es, como ya se dijo, mantener la supremacía de la Constitución Nacional y fijar, además, la
interpretación que corresponde dar a sus cláusulas así como también a las normas contenidas en las leyes
federales y en los tratados celebrados con las naciones extranjeras. Como señalan Fenochietto-Arazi: "Se
impone, por tanto, mantener la supremacía de los preceptos constitucionales y asegurar una uniforme
interpretación de ellos. El medio para lograrlo es el recurso extraordinario ante la CSJN, que permite a
nuestro más alto tribunal una última y única interpretación final de la Constitución Nacional".

Decimos que se trata de un recurso "extraordinario" en razón de lo restringido de su objeto, ya que sólo es
admisible en los supuestos establecidos en el art. 14 de la ley 48 (la actual admisión del recurso en
aquellos casos de "sentencias arbitrarias", si bien amplió los casos en los que se admite el mismo, no le ha
hecho perder el carácter de "extraordinario", ya que también en este supuesto sigue siendo sumamente
restringida la intervención de la Corte, que se limita a actuar en aquellos casos de gravedad extrema).

Se trata, por otro lado, de cuestiones "de derecho", quedando las cuestiones de hecho, en principio,
excluidas del mismo (Más adelante veremos algunas de las excepciones que puede reconocer este
principio). De modo tal que la jurisdicción de la Corte queda limitada a establecer la interpretación que
corresponde dar a la cláusula constitucional o legal involucrada, o a determinar si alguna ley o decreto
resulta violatoria de la Constitución, sin entrar en el análisis de las restantes cuestiones de la causa.

Reiteramos que la admisión de la doctrina de la "arbitrariedad" ha ampliado en cierto modo estos


parámetros, pero en cualquier caso no ha desnaturalizado el objetivo final del recurso, que es el de hacer
privar la Constitución y los derechos y garantías que de la misma derivan.

La Corte Suprema, a lo largo de innumerables fallos ha ido delineando los requisitos que debe llenar el
recurso extraordinario. La doctrina ha sistematizado esos recaudos agrupándolos en tres categorías:
requisitos comunes, requisitos propios y requisitos formales.

Requisitos comunes
Son aquellos requisitos que deben existir para la procedencia, en general, de cualquier recurso judicial: a)
Actuación anterior de un tribunal de justicia: se requiere que haya existido la actuación previa de un
tribunal judicial. Es decir que la sentencia que se impugna debe emanar de un órgano del Poder Judicial,
sea nacional o provincial. También se ha reconocido igual carácter a las sentencias de los tribunales
superiores militares (art. 6º, ley 4055). Excepcionalmente, puede proceder contra una resolución dictada
por un funcionario administrativo, en aquellos casos en que éste desempeñe funciones de naturaleza
judicial, es decir, aquellas que en el orden normal de las instituciones se encuentran encomendadas a los
jueces. Se encuentran excluidas, en cambio, las resoluciones dictadas por los tribunales arbitrales, cuando
esta jurisdicción ha sido libremente pactada por las partes (Fallos 302-1280). b) Existencia de un juicio o
proceso: La sentencia impugnada debe haber sido dictada como culminación de un "juicio" o "proceso". Es
decir, "debe ser consecuencia de una actividad jurisdiccional, producto de una contienda entre
justiciables; cuestión instruida y decidida de conformidad con las reglas fijadas en los ordenamientos
procesales" (Fenochietto-Arazi). c) Existencia de una cuestión justiciable: Debe tratarse de una "cuestión
justiciable", es decir aquélla que en el orden normal de las instituciones corresponde decidir a los jueces
en el ejercicio de su específica función judicial. Quedan así excluidas aquellas cuestiones cuya decisión
corresponde a otros poderes del Estado (celebrar tratados de límites; fijar el valor de la moneda;
cuestiones concernientes a la promoción y calificación del personal militar; decisiones de las Universidades
en el orden disciplinario, administrativo o docente; etc.). Tampoco se consideran cuestiones justiciables las
"consultas" y las "resoluciones normativas de carácter general". Queda excluido, asimismo, el análisis de
cuestiones académicas o abstractas. d) Existencia de gravamen: La sentencia que se impugna debe causar
gravamen al apelante y el mismo debe ser actual, no siendo suficiente la alegación de un perjuicio
hipotético o potencial. e) Subsistencia de todos los requisitos al momento de fallar: Finalmente, todos
estos recaudos (en particular el gravamen o perjuicio) deben persistir al momento en que la Corte debe
dictar sentencia. De lo contrario se caería en lo que se ha definido como "actuación inoficiosa". Es decir
que, por ej., si la norma cuestionada como inconstitucional ha sido derogada para ese entonces, la Corte
no debe expedirse. Del mismo modo si la ley cuestionada suspendía los derechos del justiciable por un
determinado lapso de tiempo y el mismo se ha cumplido con anterioridad al dictado del fallo. O si el
arresto impugnado ha cesado antes de la sentencia (Fallos 303-543). Como ya señaláramos
precedentemente, están excluidas del recurso las "declaraciones abstractas", de allí que el gravamen o
perjuicio deba existir y mantenerse al momento de dictar sentencia.

Requisitos propios

Son los requisitos específicos del recurso extraordinario: a) Existencia de cuestión federal: El primer
requisito para la procedencia del recurso es que en el caso se encuentre en debate una "cuestión federal".
Se considera cuestión federal aquella que versa sobre la interpretación de la Constitución, leyes federales,
tratados o actos federales de autoridades nacionales, así como también los conflictos que puedan surgir
entre la Constitución Nacional y leyes nacionales o provinciales, o conflictos entre normas nacionales o
locales con respecto a otra norma federal preeminente. Como principio, se trata de cuestiones de
derecho. Excepcionalmente, puede entrarse en el análisis de los hechos de la causa, cuando éstos están
íntimamente vinculados a la cuestión federal y la misma no puede ser resuelta en forma independiente.
Otra excepción está dada por los casos de "sentencias arbitrarias" como veremos más adelante. De modo
tal que si en la causa se discuten sólo cuestiones de hecho, o el resultado del pleito puede ser decidido en
base a normas locales o de derecho común, la cuestión es ajena al recurso federal. Existen tres clases de
cuestiones federales: "Simples"; "Complejas directas" y "Complejas indirectas". Cuestión federal simple: Es
aquella que versa sobre la inteligencia de alguna cláusula de la Constitución Nacional, o de leyes federales,
tratados o de una autoridad o comisión ejercida en nombre de la Nación (ley 48, art. 14, incs. 3º y 1º). Nos
encontramos así en el terreno de la interpretación o la determinación del alcance que corresponde dar a
una determinada norma, sin que exista en el caso conflicto entre distintas normas. Si bien el art. 14 de la
ley 48 habla de la interpretación de una "ley del Congreso", corresponde aclarar que no todas las leyes
sancionadas por el mismo revisten el carácter de "federales". Sólo la interpretación de éstas últimas
habilita la instancia extraordinaria. Cabe recordar que el Congreso puede sancionar tres tipos diferentes
de leyes: 1) Las "comunes", es decir los códigos Civil, Comercial, Penal, de Minería y del Trabajo y
Seguridad Social (art. 75, inc. 12 C.N. -antes: art. 67, inc. 11-), así como las leyes que integran, modifican o
amplían el contenido de los mismos. Por lo tanto, las cuestiones regidas por estos códigos o sus leyes
complementarias quedan excluidas del recurso federal. 2) Leyes "locales" , o sea aquellas que fueron
sancionadas para ser aplicadas en el territorio de la Capital Federal (art.75, inc. 30 antes: art. 67, inc. 14-),
así como también las que en su oportunidad se dictaron para el Territorio Nacional de Tierra del Fuego,
Antártida e Islas del Atlántico Sur, también ajenas al recurso extraordinario. 3) Leyes "federales" que
serían, por exclusión, las restantes leyes dictadas por el Congreso. Sólo la interpretación de este último
tipo habilita la apertura del recurso. La reglamentación que se efectúe de las mismas habilita también la
instancia. También la interpretación de las normas contenidas en los tratados internacionales es cuestión
federal. En cierto momento la Corte Suprema hizo excepción a tal principio cuando éstos trataban
materias propias del derecho "común" (cuestiones civiles, comerciales, procesales, etc.), pero tal posición
ha sido abandonada en la actualidad, considerándose que la interpretación de los tratados internacionales
siempre suscita cuestión federal (LL 1996-C, 501). Por último, también existirá cuestión federal simple
cuando se trate de la interpretación de actos no normativos emanados de autoridades federales mediante
los cuales se constituye, reconoce, modifica o extingue algún derecho (según los términos del art. 14, ley
48, cuando se trate de "autoridad ejercida en nombre de la Nación" o "comisión ejercida en nombre de la
autoridad nacional"). La doctrina incluye dentro de este supuesto la interpretación de las propias
sentencias dictadas por la Corte Suprema de Justicia de la Nación (Palacio; FassiYañez). Cuestión federal
compleja directa. Se presenta en aquellos casos en que una norma o acto (sea nacional o provincial) es
cuestionada por ser contraria a la Constitución Nacional. Dentro de este supuesto cabe distinguir los casos
según que la norma impugnada sea o no federal. En el primer supuesto la Corte debe efectuar la
interpretación de la norma cuestionada y decidir si la misma es incompatible con la cláusula
constitucional. Si existe posibilidad de armonizar ambas normas a través de una exégesis razonable, no se
declarará la inconstitucionalidad. En cambio, cuando se trata de normas no federales, la Corte debe
atenerse a la interpretación que de las mismas hayan hecho los tribunales locales, debiendo resolver
solamente si esa interpretación es o no compatible con el precepto constitucional invocado (Palacio).
Cuestión federal compleja indirecta. En este caso debe resolverse la inconstitucionalidad de una norma
por ser incompatible con otra que, conforme el art. 31 de la Constitución, tenga carácter preeminente. Por
ej., conflicto entre una ley provincial y una ley federal.

b) Relación directa e inmediata de la cuestión federal con la cuestión debatida: El segundo de los
requisitos propios del recurso extraordinario exige que la cuestión federal planteada tenga relación directa
e inmediata con el tema debatido en la causa. Es decir, que la misma no pueda fallarse sin resolver dicha
cuestión federal. Por lo tanto, no basta la mera invocación de cláusulas constitucionales o normas
federales, si la decisión del caso no depende específicamente de la interpretación que se les dé a las
mismas, pudiendo ser resuelto conforme normas de derecho común o local. El art. 15 de la ley 48,
específicamente establece: "Cuando se entable el recurso de apelación que autoriza el artículo anterior,
deberá deducirse la queja con arreglo a lo prescripto en él, de tal modo que su fundamento aparezca de
los autos y tenga una relación directa e inmediata a las cuestiones de validez de los artículos de la
Constitución, leyes, tratados o comisiones en disputa, ... ". Corresponde al recurrente, por lo tanto,
demostrar claramente la relación existente entre la materia del juicio y la cuestión federal invocada.
c) Decisión contraria al derecho federal invocado: El tercer requisito dispone que la resolución cuestionada
haya sido contraria al derecho federal invocado. Es decir, que se haya declarado la invalidez de un tratado,
o de una ley o autoridad nacional en la que el peticionante fundaba su derecho (art. 14, inc. 1º). O que la
interpretación dada a alguna cláusula de la Constitución o de un tratado o ley federal haya sido contraria a
la validez del título, derecho, privilegio o exención fundado en dicha cláusula (art. 14, inc. 3º). Por último,
en los casos de conflictos entre una ley o autoridad provincial y la Constitución o la legislación federal, será
procedente el recurso si la decisión fuera a favor de la validez de la ley o autoridad provincial (art. 14, inc.
2º), pero no en el caso contrario.

d) El recurso debe estar interpuesto contra una sentencia definitiva: La resolución cuestionada debe ser
una sentencia definitiva. Se consideran tales aquellas que ponen fin a la litis o las que impiden su
continuación. También las que causan agravios de imposible o insuficiente reparación ulterior (Fallos 303-
1040). No encuadran en esta categoría aquellas resoluciones que sólo tienen carácter de cosa juzgada
formal, como las sentencias dictadas en casos de alimentos o en juicios ejecutivos (excepto en lo referente
a aquellas cuestiones que ya no pueden ser materia del juicio ordinario posterior). Tampoco habilitan la
instancia extraordinaria las sentencias referentes a medidas cautelares, o las que resuelven incidentes o
las que declaran la caducidad de la instancia.

e) Dicha sentencia debe haber sido dictada por el superior tribunal de la causa: El último requisito es que
la decisión recurrida haya sido dictada por el superior tribunal de la causa, entendiéndose por tal a aquél
cuyo fallo es insusceptible de ser revisado por otro tribunal en el orden local (Palacio). En tal sentido
dispone el art. 14 de la ley 48: " ... sólo podrá apelarse a la Corte Suprema de las sentencias definitivas
pronunciadas por los tribunales superiores de provincia en los casos siguientes ...". La Corte Suprema en el
caso "Strada, Juan" definió con precisión el concepto: "Tribunal superior de provincia, según el art. 14 de la
ley 48, es el órgano judicial erigido como supremo por la Constitución de la provincia, salvo que sea
incompetente en el caso, circunstancia que no podrá extraerse del carácter constitucional federal de la
materia que aquél suscite. En los supuestos en que por razones diversas de esta última naturaleza, el
órgano judicial máximo de la provincia carezca de aptitud jurisdiccional, aquella calidad la tendrá en
cuenta el tribunal inferior habilitado para resolver el litigio por una sentencia que, dentro del régimen
procesal respectivo, no sea susceptible de ser revisada por otro o, incluso, por el mismo.
Consecuentemente, los litigantes deben alcanzar a ese término final, mediante la consunción, en la forma
pertinente, de las instancias locales, a efectos de satisfacer el recaudo examinado (...) Cuando las partes
consideren que las vías previas previstas en el ordenamiento local quedan, para el caso concreto,
terminadas con la intervención de las instancias inferiores de la justicia provincial, deberán exponer las
razones pertinentes al interponer el recurso extraordinario federal, cuya concesión o denegación habrá de
fundamentar, también en este aspecto, el tribunal de la causa".

Requisitos de forma, tiempo y lugar:

El recurso extraordinario debe ser interpuesto por escrito ante el juez, tribunal u organismo administrativo
que dictó la resolución que lo motiva, dentro del plazo de diez días contados desde la notificación.

El escrito de interposición deberá fundarse en los términos prescriptos en el art. 15 de la ley 48 (art. 257,
Código Procesal). La cuestión federal debe haber sido introducida oportunamente en el pleito. Esto quiere
decir que el planteo constitucional debe haberse efectuado en la primera oportunidad posible.
Normalmente esto sucede en los escritos iniciales del proceso (demanda, reconvención y contestación de
ambas).

Si la cuestión federal surgiera en el trámite del juicio, deberá plantearse en la primera oportunidad
procesal válida (habitualmente en los alegatos o en la expresión de agravios contra la sentencia de primera
instancia). La introducción de la misma debe ser clara y en términos inequívocos. Debe, además, fundarse
la relación existente entre la misma y el tema en debate en el pleito. No sólo debe ser introducida
oportunamente, sino que debe ser mantenida expresamente en todas las instancias del juicio.

El fundamento de este requerimiento está dado por la necesidad de brindar la oportunidad a los jueces de
la causa de expedirse sobre la cuestión federal en debate. Se ha dicho, así, que "la cuestión federal debe
ser planteada en la primera oportunidad posible y sostenida en todas las instancias, desde que tanto la
aceptación como el rechazo de las pretensiones debatidas en juicio, constituyen hechos previsibles. La
finalidad de tal reserva es conferir a los jueces de la causa oportunidad para ponderar la cuestión y juzgar
la relación existente en su posible dimensión y el derecho constitucional cuya eventual valoración se
invoca" (LL 1992-E, 502). Sólo sería admisible la cuestión federal introducida en el mismo escrito de
interposición del recurso extraordinario, en el caso de tratarse de una sentencia definitiva "arbitraria", ya
que tal circunstancia no sería previsible. Pero la arbitrariedad debería surgir de esta última sentencia, ya
que si la misma sólo se remitiera a los argumentos de la de primera instancia confirmándola, la
introducción de la cuestión federal resultaría tardía.

El escrito en que se interpone el recurso debe estar fundado, debiendo ser autónomo. Esto quiere decir
que debe bastarse a sí mismo, sin efectuar remisiones a otros escritos u otras constancias del juicio.

En suma, debe contener el examen de todos los elementos necesarios para poder determinar la
procedencia del recurso. Tres pautas esenciales ha establecido la Corte Suprema para delinear este
carácter autónomo del escrito de apelación: a) debe contener un relato de los hechos relevantes de la
causa; b) debe efectuar mención precisa de las cuestiones federales en debate y de su vinculación con el
resultado de la causa; c) debe efectuar una crítica concreta y razonada de todos los argumentos utilizados
en la sentencia cuestionada.

Debe, además, incorporar todos los elementos que permitan determinar la admisibilidad y procedencia
del recurso, como ya dijéramos antes. Deberá, por lo tanto, justificar: personería del apelante; existencia
de interés jurídico concreto en el mismo; oportuna introducción de la cuestión federal; mantenimiento de
la misma en todas las instancias; que se está impugnando una sentencia definitiva emitida por el superior
tribunal de la causa; cumplimiento de los plazos procesales.

Otro requisito es que el recurso sea interpuesto en forma incondicional. Ha sido rechazado cuando se lo ha
interpuesto en forma condicional o subsidiaria en relación al resultado de otro recurso. El plazo de
presentación reviste carácter perentorio y no se interrumpe ni suspende por la deducción de otros
recursos declarados inadmisibles (Fallos 303-1146).
El plazo de gracia establecido por el rito en la materia, es también aplicable al recurso extraordinario.

Trámite:

Del escrito en que se interpuso el recurso extraordinario se dará traslado a las partes interesadas por diez
días. Dicho traslado debe ser notificado personalmente o por cédula. Es decir, que la sustanciación del
recurso se efectúa ante el mismo tribunal que dictó la sentencia recurrida. Dicho tribunal, una vez
contestado el traslado o vencido el plazo para hacerlo deberá expedirse sobre la admisibilidad del recurso.

Si lo concede, la resolución respectiva debe notificarse a las partes por cédula o personalmente y, dentro
de los cinco días de la última notificación, debe remitir los antecedentes a la Corte Suprema.

La recepción del expediente por la Corte implicará el llamamiento de autos.

Una vez analizada por la Corte la admisibilidad del recurso (es decir, si ha sido bien concedido por el
tribunal a quo), corresponde expedirse sobre el fondo del recurso. Si estima que el mismo no es
procedente, confirmará la sentencia recurrida. En aquellos casos en que su decisión revoque el fallo
impugnado, puede la Corte efectuar una declaración sobre la forma de resolver el punto cuestionado y
devolver (reenviar) la causa a fin de que se pronuncie nueva sentencia, o puede directamente dictar el
fallo correspondiente, expidiéndose sobre el fondo de las cuestiones planteadas (art. 16, ley 48).
Obviamente, en este último supuesto no hay reenvío de la causa.

La ley 23.774 introdujo una modificación en el art. 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,
en virtud de la cual la Corte podrá, según su sana discreción, y con la sola invocación de dicha norma,
rechazar el recurso extraordinario por falta de agravio federal suficiente o cuando las cuestiones
planteadas resultaren insustanciales o carentes de trascendencia.

QUEJA:

Si la presentación del recurso extraordinario fuera rechazada por el superior tribunal de la causa, el
interesado podrá recurrir directamente en queja ante la Corte Suprema.

El plazo para presentar la misma es de cinco días, con la ampliación que corresponda por razón de la
distancia, de acuerdo con lo dispuesto en el art. 158 del Cód. Procesal Civil y Comercial de la Nación (arts.
285 y 282, 2º párrafo, C.P.).

La queja debe presentarse por escrito y, nuevamente, se requiere que la misma cuente con
fundamentación autónoma, es decir que debe bastarse a sí misma. Por lo tanto, deberá efectuarse un
relato sucinto de los hechos de la causa, enunciar la cuestión federal involucrada en el caso y su
vinculación con el resultado del pleito, así como la crítica razonada de la sentencia dictada y de los
argumentos en que se basó la denegación del recurso extraordinario. Deberá, además, efectuarse un
depósito en el banco de depósitos judiciales a la orden de la Corte Suprema de Justicia. Si el recurrente
omitiere este depósito o lo efectuare en forma insuficiente, se le hará saber que debe integrarlo en el
plazo de cinco días. En caso de incumplimiento la queja será desestimada.

La Corte podrá rechazar la queja sin más trámite, exigir la presentación de copias o, si fuera necesario, la
remisión del expediente (art. 285, C.P.). Dicho artículo habilita también a la Corte a rechazar el recurso en
los supuestos y forma previstos en el art. 280, párrafo segundo del Código Procesal ("... según su sana
discreción, y con la sola invocación de esta norma, podrá rechazar el recurso extraordinario, por falta de
agravio federal suficiente o cuando las cuestiones planteadas resultaren insuficientes o carentes de
trascendencia").

En el supuesto de que la queja fuere declarada procedente y se revocare la sentencia, será de aplicación el
art. 16 de la ley 48, es decir, que puede la Corte efectuar una declaratoria sobre el punto disputado y
devolver la causa para que se dicte nueva sentencia o, directamente, resolver el fondo del asunto.

Declarada admisible la queja, el depósito efectuado será devuelto al interesado. Si fuere desestimada o si
se declarase la caducidad de instancia, el depósito se perderá y las sumas así recaudadas serán destinadas
a la dotación de las bibliotecas de los tribunales nacionales de todo el país.

SENTENCIAS ARBITRARIAS:

Los supuestos enumerados en los tres incisos del art. 14 de la ley 48 no cubren todos los casos en que la
Corte Suprema puede habilitar la instancia extraordinaria. A través de los años este Tribunal ha efectuado
el desarrollo pretoriano de la teoría de las "sentencias arbitrarias".

La Corte ha ampliado el marco de este recurso, creando un ámbito de excepción. Ha quedado definido, de
este modo, un ámbito "normal" de aplicación del recurso (supuestos del art. 14 de la ley 48) y un ámbito
"excepcional", constituido por aquellos casos en los que nos encontramos ante una sentencia arbitraria
(Carrió-Carrió). Y en este ámbito excepcional, puede la Corte entrar en la revisión de una serie de
cuestiones que en el ámbito normal están vedadas (cuestiones de hecho o de prueba, cuestiones regidas
por el derecho común o local, etc.). No se ha logrado hasta ahora dar una definición de sentencia
arbitraria abarcadora de todos los supuestos posibles.

En líneas generales cabe consignar que son aquellas sentencias que presentan defectos de tal gravedad y
entidad, que no pueden ser calificadas genuinamente como sentencias, aunque hayan sido suscriptas por
un juez o tribunal. Como ha dicho la Corte Suprema son aquéllas que presentan "omisiones y desaciertos
de gravedad extrema en que, a causa de ellos, las sentencias quedan descalificadas como actos judiciales"
(Fallos 302-1191). Se requiere, en general, un apartamiento inequívoco de la solución normativa prevista
para el caso o una decisiva carencia de fundamentación (Fallos 300-535). Se ha señalado (Carrió-Carrió),
que esta extensión del ámbito de aplicación del recurso extraordinario tiene los siguientes fundamentos
constitucionales:
1) La garantía de la propiedad: Atento disponer el art. 17 de la Constitución Nacional que ningún habitante
de la Nación podrá ser privado de su propiedad sin una sentencia fundada en ley, se ha decidido que no se
cumple con este requisito si la supuesta "sentencia" está simplemente fundada en la voluntad del juez.

2) Adecuado servicio de administración de justicia y

3) Garantía de la defensa en juicio (art. 18 CN). No se cumpliría con estos imperativos constitucionales si
no se corrigieran aquellas sentencias que presentan gruesas anomalías, pronunciamientos que no
satisfacen los requerimientos mínimos del debido proceso e importan, por ello, una frustración de la
garantía de la defensa en juicio. De todos modos, no debe olvidarse que esta extensión del ámbito de
aplicación del recurso extraordinario tiene carácter excepcional y absolutamente restringido. No se ha
creado una tercera instancia normal, ni se revisan por este medio los errores que puedan presentar las
sentencias, ni las divergencias del apelante con la doctrina sentada en las mismas. Siempre sigue siendo el
ámbito del recurso extraordinario, un ámbito de excepción, donde deben encontrarse en peligro la
vigencia de los principios constitucionales o donde sea estrictamente necesario uniformar la
interpretación dada a los mismos.

CAUSALES:

Diversos son los supuestos en los que la Corte ha aplicado el concepto de sentencia arbitraria. Veremos
algunas de las causales de mayor importancia:

Omitir pronunciarse sobre cuestiones oportunamente planteadas: En principio, la determinación de las


cuestiones comprendidas en la litis y el alcance de las peticiones de las partes, es materia de derecho
común reservada a los jueces de la causa. Sin embargo, la Corte ha descalificado aquellas sentencias en las
que se omitió toda consideración sobre cuestiones oportunamente planteadas por las partes y
conducentes para la solución del litigio. Se ha dicho, así, que "si bien los magistrados ordinarios no se
encuentran obligados a analizar pormenorizadamente todas las articulaciones de las partes, deben dar
cuenta de las razones por las que no lo hacen cuando ellas, prima facie, son aptas para variar el resultado
del juicio. Y si tales requisitos no aparecen cumplidos por el a quo respecto de las defensas cuya omisión
de tratamiento se le imputa, no obstante que es manifiesto que tales cuestiones revestían importancia
decisiva para el pronunciamiento, es procedente el recurso extraordinario interpuesto" (ED 99-283). "Las
sentencias que omiten considerar y decidir cuestiones oportunamente propuestas por las partes y
conducentes para la solución del litigio carecen de validez como actos jurisdiccionales y deben ser dejadas
sin efecto" (Fallos 303-944).

Omitir la consideración de pruebas decisivas para la solución del pleito: Las cuestiones referentes a la
selección de las pruebas y su interpretación y evaluación por los jueces son, por principio, ajenas a la
órbita del recurso extraordinario. Sin embargo, el mismo ha sido considerado viable en aquellos supuestos
en que se ha omitido toda consideración sobre pruebas evidentemente decisivas para la solución del caso,
o cuando se las ha interpretado de manera caprichosa. Por ejemplo, se ha hecho excepción a la regla
general cuando se ha prescindido de la casi totalidad de las declaraciones de los testigos del hecho y se ha
tomado, aislada y parcialmente, sin dar razón alguna, los dichos de uno de ellos (LL 1992-C, 589, nº 7774).
O cuando se ha omitido valorar un peritaje médico sin expresar concretamente las razones que
autorizaron esa actitud frente a la seriedad del informe y su incidencia en la solución de la causa (LL 1981-
A, 510, nº 5001). También cuando la sentencia ha descalificado toda la prueba testimonial en virtud de las
contradicciones en que incurrió uno de los testigos, omitiendo analizar los dichos coincidentes de otros
cuatro testigos (Fallos 304-1097). El apelante no sólo debe enunciar cuáles han sido las pruebas cuyo
análisis se omitió, sino que también deberá acreditar la aptitud de las mismas para modificar el resultado
del pleito.

Prescindir del texto legal aplicable: También han sido revocadas, por arbitrarias, sentencias que omitían
aplicar la norma jurídica que obviamente regía el caso, sin dar al respecto razón valedera alguna. Se ha
presentado con alguna frecuencia en casos de regulación de honorarios, donde se prescindió de aplicar las
reglas del arancel respectivo, sin dar fundamento alguno. También se han dado casos en los que las
sentencias revocadas habían efectuado una interpretación que equivalía, en los hechos, a la prescindencia
del texto legal, sin que hubiera mediado debate y declaración de inconstitucionalidad. Se dijo que la
exégesis de la norma, aún con la finalidad de adecuarla a los principios y garantías constitucionales, debe
practicarse sin violencia de su letra y de su espíritu (LL 1986-A, 366).

Fundamentación dogmática o sólo aparente: Reiteradamente ha señalado la Corte que las sentencias
deben ser fundadas, es decir que deben ser una derivación razonada del derecho vigente, con relación a
los hechos comprobados de la causa, y no un producto de la mera voluntad del juez. Han sido
descalificadas, por lo tanto, aquellas sentencias en que no se efectúa un concreto análisis del derecho
aplicable y de las constancias probatorias de la causa, limitándose el sentenciante a dar alguna pauta
meramente dogmática para fundar el fallo. También se ha dicho que, en estos casos, las sentencias sólo
cuentan con fundamentación aparente. Así, se dejó sin efecto un fallo en cuanto determinó las
indemnizaciones de cada uno de los accionantes basado sólo en la afirmación dogmática de que se
calcularon teniendo en cuenta las circunstancias personales de cada actor de acuerdo a las cartas poderes
obrantes en autos, sin dar ninguna otra razón de por qué se llegó a cada una de las sumas estimadas como
resarcitorias del daño acústico causado (Fallos 304-269). Es condición de validez de las sentencias
judiciales que ellas sean fundadas y que constituyan, por tanto, derivación razonada del derecho aplicable,
con referencia a los hechos comprobados de la causa, exigencia que no cumple el fallo impugnado en
cuanto se apoya en una afirmación dogmática para resolver un punto controvertido de derecho, sin
analizar las circunstancias concretas del caso y las específicas de la legislación aplicables ni las
argumentaciones de los afectados por las medidas impugnadas. ( LL 1980-A, 641 [35.410-S]).

Otras causales: Han sido consideradas sentencias arbitrarias, también, aquellas que se pronuncian sobre
cuestiones no planteadas; o cuando los jueces se arrogan el papel de legisladores; cuando se fundan en
normas derogadas o no vigentes; cuando invocan prueba inexistente; cuando son auto-contradictorias;
cuando incurren en excesos rituales; etc.

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