Está en la página 1de 1

SEMANA SANTA

(EDITORIAL)

Estos días de máxima importancia en el calendario cristiano católico deben


servirnos para reflexionar sobre los bienes del cielo, pero también para pensar
sobre nuestra ardua tarea en la tierra, aquí donde se necesitan muchas manos,
muchos brazos, muchas voluntades para hacer resurgir del fango, la destrucción
y el polvo a nuestra región.
Es tiempo de fe, ciertamente, pero también es tiempo de solidaridad. Es tiempo
de reconocer que cada ciudadano, cada paisano, cada habitante de esta región
inmensa, hermosa y de altísimos potenciales, es nuestro hermano y le debemos
protección, tanta como a nosotros mismos. Es tiempo de reconocer que no
somos nada estando solos, sino cuando nos damos la mano y comprometemos
todo nuestro esfuerzo para sobrellevar los capítulos siguientes a la adversidad
climática que nos tocó vivir hace poco. Es tiempo de amor, de amor sin medida
que es capaz de llevarnos a dar la vida por otros.
No hagamos tanto; bastará con que ese amor humano nos permita -esta vez sí-
plantearnos a Piura como una auténtica comunidad dedicada al crecimiento y al
desarrollo conjunto. Las lluvias e inundaciones nos afectaron en tremenda
medida porque nos sorprendieron aislados, despreocupados, malgastando
presupuestos, pagando planillas a funcionarios con cuatro o cinco cargos,
desentendiéndonos de los problemas urbanos y rurales, confiando en que otro
hará lo que nosotros debimos hacer. Pero tenemos la opción de cambiar,
tenemos la opción de ser mejores, de ver nuevamente la luz luego de tres días
en la sombra de nuestra necedad. Cambiemos de una vez por todas.

También podría gustarte