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LOS HELENISMOS

DEL ESPAÑOL

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G RE DOS
BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA
BIBLIOTECA ROM ANICA HISPANICA
FUNDADA POR
DÁM ASO ALONSO
III. MANUALES. 83

© JORGE BERGUA CAVERO


€> EDITORIAL GREDOS, 2004
Sánchez Pacheco, 85, Madrid
www.editorialgredos.com

Diseño gráfico e ilustración:


Manuel Janeiro

Depósito Legal: M. 14096-20CT4


ISBN 84-249-2710-9
Im preso en España. Printed in Spain
Encuadem ación Ram os
Gráficas Cóndor, S. A.
Esteban Terradas, 12. Polígono Industrial. Leganés (M adrid), 2004
LOS HELENISMOS DEL ESPAÑOL

HISTORIA Y SISTEMA

<$>
G R E D OS
BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA
A mis padres
SÍMBOLOS FONÉTICOS Y SIGNOS DIACRÍTICOS

> da como resultado (por ejemplo lat. apicula > esp. abeja)
< procede de
* forma no atestiguada o hipotética
{} grafemas (signos gráficos)
// fonemas
[] realizaciones fonéticas
: vocal larga (por ejemplo en /i:/)
/c / palatal africado sordo, como ch en chico
N predorsal africado sonoro, como z en ant. esp. amenaza
/0/ fricativo interdental, como z en zapato
/kh/ oclusivo velar aspirado (del griego antiguo)
/kw/ consonante labiovelar indoeuropea (y latina)
/]/ palatal lateral, como 11en calle
/ph/ oclusivo labial aspirado (del griego antiguo)
/r/ vibrante tenso, como en perro
/§/ prepalatal fricativo sordo, como sh en inglés shine
/s/ dental sibilante velarizado (en árabe)
/th/ oclusivo dental aspirado (del griego antiguo)
/‘s/ predorsal africado sordo, como z en alemán Zeit
/ü/ vocal central alta labializada (u francesa, ü alemana)
/w/ semiconsonante, como en inglés wash
/xJ fricativo velar sordo, como j en jamón
lyl palatal africado sonoro, como y en mayo
Izl silbante sonoro, como 5 en francés poison
/z/ prepalatal fricativo sonoro, como j en francés jardín
[b, g] realización fricativa de las oclusivas correspondientes
ABREVIATURAS BIBLIOGRAFICAS MAS FRECUENTES

DCECH = Coraminas, J. & Pascual, J. A., Diccionario crítico etimológico


castellano e hispánico, 6 vols., Madrid, 1980-91.
DELG = Chantraine, P., Dictionnaire étymologique de la langue grec-
que. Hisloire des mots, 2 vols., París, 1984.
DELL = Emout, A. & Meillet, A., Dictionnaire étymologique de la lan­
gue latine. Hisloire des mots, París, 1985.
DESE - Pharies, D., Diccionario etimológico de los sufijos españoles y

de otros elementos finales, Madrid, 2002.


GDLE = Gramática descriptiva de la lengua española, 3. Entre la ora­
ción y el discurso/Morfologia, dir. por I. Bosque y V. Demonte,
Madrid, 1999.
OED = The Oxford English Dictionary, 2.a ed. preparada por J. A. Simp-

son & E. S. C. Weiner, 20 vols., Oxford, 1989.


TLF = Trésor de la langue frangaise. Dictionnaire de la langue du XlXe
et du XXe siécle (1789-1960), CNRS, París, 1971-1994.
INTRODUCCIÓN

Es ya un tópico ampliamente difundido y profusamente repetido


destacar la importancia que han tenido las lenguas clásicas para el en­
riquecimiento del léxico de las lenguas europeas modernas, incluido
el español. No creemos, por tanto, que haga falta justificar el interés
de un estudio riguroso sobre los helenismos del español y en general
sobre la influencia del griego en esta lengua a todos los niveles, como
aquí nos proponemos — aunque somos muy conscientes de que es un
poco arbitrario separar lo griego de lo latino, hasta tal punto la histo­
ria de los helenismos españoles está incardinada dentro del latín.
El único trabajo de cierta extensión que se ocupa de una forma
coherente de este aspecto de la lengua española — que es también,
huelga decirlo, un aspecto de la propia lengua grieg a— es la exce­
lente contribución de Manuel Fernández Galiano en la Enciclopedia
Lingüística Hispánica (vol. II, Madrid, 1967, p. 51-77); allí se trazaba
una breve historia de los helenismos españoles, además de dar atina­
das indicaciones relativas a la transcripción y adaptación al español
de palabras griegas.
Nuestra intención en un primer momento fue, sobre la base de es­
te trabajo pionero, elaborar una historia de los helenism os léxicos
españoles mucho más completa y circunstanciada, pues sin duda el
asunto da para un libro considerable. Pero pronto nos encontramos
con un escollo infranqueable: para escribir una obra de este tipo se
necesita ante todo tener una gran cantidad de material previo, es de-
Los helenismos del español

cir, contar con un trabajo lexicográfico tan abundante y exacto como


sea posible, cosa de la que, desgraciadamente, carece el español.
Con un diccionario del estilo del Oxford English Dictionary — pro­
bablemente el mejor que se haya escrito nunca de lengua alguna— y
las técnicas modernas de búsqueda informática, la labor sería bastante
más sencilla, pues podría disponerse, de partida, de un corpus com­
pleto de palabras de origen griego, con su fecha de entrada en el
idioma y abundantes citas que den cuenta de su evolución fonética,
morfológica y semántica, cuando las haya habido.
Pero de momento nuestra lengua carece de una obra de esta natu­
raleza, y según parece habrá que esperar bastantes años hasta que se
complete el Diccionario histórico de la lengua española, proyectado
por Julio Casares y empezado a publicar por la Real Academia Espa­
ñola en 1960 (todavía va por la letra B). Y la verdad, causa cierto
sonrojo que una lengua como el español, cuyas autoridades políticas y
lingüísticas no se cansan de vocear sus muchos millones de hablantes
repartidos por el orbe, carezca de una obra de este tipo, indispensable
para el historiador de la lengua1. Es verdad que ya hay a disposición
de los investigadores algunas colecciones de textos informatizados,
como el A D M Y T E (Archivo digital de manuscritos y textos españoles,
C D -R O M , M adrid, M icronet, 1992-), o com o el fichero inform ático
relativo a historia del español (el C O R D E o «Corpus diacrónico del
español», que se puede consultar en www.rae.es), pero de ahí a un
diccionario bien organizado y redactado (incluyendo la redacción de
entradas correspondientes a prefijos y sufijos) hay todavía un abismo.
Por otra parte, contamos con la obra monumental de J. Coram i­
nas, el Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, en seis
volúmenes (Madrid, Gredos, 1980-91; hay también una versión abre­
viada), que es siempre de gran utilidad pero que tiene un gran pro­
blema para nuestros intereses: aunque suele dar fechas de la primera

1 No se entienda con esto, ni mucho menos, que menospreciam os la parte publica­


da de dicho diccionario; al contrario, se trata de unos m agníficos fascículos, cuyo mé­
rito es todavía m ayor si se tienen en cuenta las precarias condiciones en que se han
llevado a cabo.
documentación (fechas que en muchos casos hay que adelantar bas­
tante), no presta apenas atención a los cultismos, cuyas etimologías
suelen ser transparentes y no ofrecen los problemas de identificación
que plantean muchas voces de origen vulgar o prerromano (aunque,
como veremos, en realidad los cultismos griegos presentan muchas
particularidades fonéticas, morfológicas y semánticas que merecen
comentario); tampoco ofrece entradas para prefijos y sufijos, que,
como veremos en el caso de los de origen griego, plantean a veces ar­
duos problemas históricos al lingüista.
Somos, asimismo, conscientes del peligro que se corre al escribir
una obra sobre historia de los helenismos léxicos del español, y es el
de estar presentando largas listas de palabras, según las épocas en que
dividamos convencionalmente nuestra historia (el artículo menciona­
do de Fernández Galiano tampoco se libraba de ello; aparte de que su
idea de seguir un orden de aparición cronológica de los helenismos en
el latín de Hispania o en el castellano quizá sea menos útil que una
distinción general por vías de entrada, que pueden explicar mejor las
particularidades fonéticas de los helenismos, y que es lo que hemos
intentado hacer en §§ 6-9). Hay que poseer la maestría expositiva y los
conocimientos de un Rafael Lapesa para ir describiendo de una forma
coherente y a la vez amena los aportes de vocabulario que ha recibido
en una época determinada de su historia el español (nos referimos cla­
ro está, a su Historia de la lengua española).
Siguiendo con las obras de lexicografía, también cumplen su fun­
ción los diccionarios de helenismos publicados en español; pero ha­
bría mucho que decir al respecto. El más voluminoso que conocemos,
el de J. M. Quintana Cabanas (Raíces griegas del léxico castellano,
médico y científico, Madrid, Dykinson, 1997), recoge más de 28.000
helenismos, y está concebido como una herramienta pedagógica de
gran utilidad, con índices de diversas clases; pero no está escrito por
un filólogo, y sus errores son numerosos y en ocasiones graves2.
Además, tanto esta obra como otras varias de este tipo (por ejemplo el

2 Remito a mi reseña de este libro en Epos 14 (1998), p. 709-11


Diccionario etimológico de helenismos españoles de C. Eseverri,
Burgos, 4.a ed., 1988, o el ya veterano de R. Mendizábal, incluido en
su libro Lengua griega, M adrid, 1963, por no m encionar los de ca­
rácter más elemental), presentan serias lagunas, y es que, más allá de
su utilidad principal — indicar qué significa miriápodo, p. ej., o cuá­
les son los helenismos españoles en los que aparece una raíz griega
determ inada— , se suelen desentender de otras cuestiones fundamen­
tales para el historiador de la lengua, como son, además de la fecha de
la primera documentación en español: ¿un helenismo español com­
puesto o derivado está tomado como tal del griego antiguo o se ha
formado modernamente a partir de dos elementos griegos?; en el c a ^
de que el resultado español no se atenga a las normas comunes
transcripción, ¿cuál ha sido su vía de transmisión: evolución popu,
medieval, mediación árabe o de otras lenguas, etc.?; la palabra espa­
ñola, ¿ha sufrido algún tipo de evolución o cambio semántico respec-

Por todo ello, y a la espera de contar con un buen diccionario


histórico del español, pensamos que sería más coherente abordar el
estudio razonado de los helenismos españoles por niveles lingüísticos
(incluyendo la escritura o grafemática), adoptando en principio un
planteamiento sincrónico, aunque, claro está, haciendo referencia cons­
tante a cuestiones históricas, cada vez que el asunto lo requiera (por
ejemplo, al tratar de las variantes que presenta la transcripción de un
grafema griego). Se puede decir que, hasta ahora, casi todo lo que se
ha hecho en este terreno se ha referido a los problemas de transcrip­
ción, generalmente desde un punto de vista puramente descriptivo y
normativo, pero prestando poca o ninguna atención a los problemas
específicos — gráficos, fonotácticos, morfológicos, sintácticos, léxi­
cos, pragmáticos— que plantea la incardinación de los helenismos en
el sistema de la lengua española.
En este sentido, llama la atención el desconocimiento casi abso­
luto en los trabajos mencionados de la bibliografía básica relativa al
p r é s t a m o lingüístico, un campo que, tras superar el estigma que le
infligió de Saussure al condenarlo al ámbito de la «lingüística externa»
y diacrónica, ha experimentado un gran desarrollo en los últimos de­
cenios y en el que, a grandes rasgos, se pueden distinguir dos tenden­
cias principales. De un lado estaría la «escuela europea», de tendencia
histórico-cultural y centrada sobre todo en el préstamo léxico entre
las grandes lenguas de cultura de Europa; el libro más completo y re­
presentativo de esta tendencia es probablemente el de L. Deroy,
L ’emprunt linguistique, 2.a ed., París, 1980, muy rico en datos y que
cualquiera que se ocupa de préstamos (en este caso los helenismos)
haría bien en leer para tener una visión general del asunto.
De otro lado, hay que mencionar a la «escuela norteamericana»,
desarrollada a partir de los años 50, que adoptó un método rigurosa­
mente estructural-sincrónico, desentendiéndose, por lo menos al prin­
cipio, de cuestiones de tipo histórico-cultural y «extralingüístico». Los
lingüistas más destacados de esta escuela fueron E. Haugen y U. Wein-
reich, a quienes se debe, entre otras cosas, el desarrollo del im por­
tante concepto de «interferencia». El problema fundamental es que la
escuela americana se ha centrado en el estudio de las situaciones de
contacto de lenguas y sobre todo de bilingüismo propias de los Esta­
dos Unidos y el Canadá, situaciones que tienen bastante poco que ver
con la del griego y el latín — lenguas ante todo escritas, de tradición
culta— con relación a las lenguas europeas, en nuestro caso el espa­
ñol. Eso hace que la aplicación de la metodología estructural de estos
autores resulte bastante problemática en el caso que nos ocupa, aun­
que sin duda ha de ser fructífera aplicada a situaciones de auténtico
bilingüismo en las que ha estado involucrado el griego antiguo, con­
cretamente el caso de Italia en época imperial romana; sólo que esto
es algo que cae lejos de los intereses inmediatos de este libro (aunque
hagamos alguna referencia a ello en la parte dedicada al estudio de la
fonética).
Otro problema que plantea la metodología estructural mencionada
al estudioso de los cultismos griegos es que, en sentido estricto, un
helenismo se define por su historia, es decir, por el hecho de ser una
palabra de origen griego, y ello va en contra del dogma básico de di­
cha escuela, para la que hay que estudiar los préstamos «en función
de los rasgos estructurales que los separan de las palabras patrimonia­
les y [...] no en función de criterios etimológicos e historicistas»3. De
todos modos, en algunas secciones (ver sobre todo § 4, § 5, § 11.1.5)
hemos intentado, en la medida de lo posible — pues no hay apenas
trabajos en que apoyarse— , cum plir con dicho requisito estructura-
lista, tratando de aislar las particularidades fonotácticas, prosódicas o
de otro tipo que denuncian per se el origen foráneo de algunos hele­
nismos, pero no de todos, ni mucho menos.
Pero, en todo caso, esta forma de ver las cosas por fuerza ha de
verse complementada con un tratamiento propiamente diacrónico,
histórico, del problema, por las razones que ya hemos apuntado. Por
poner un ejemplo: no basta con consignar la alternancia de {j} y {x}
en helenismos como paradoja y ortodoxo, cuyo segundo elemento es
la misma palabra griega (8ó£a «opinión»), sino que hay que explicar
esa alternancia, y la única explicación posible es la que acude a la
historia fonética del español (§ 6.3), no la que busca criterios de tipo
estructural-sincrónico.
Además, resulta que bastantes aspectos de los helenismos espa­
ñoles están muy lejos de haber sido investigados en profundidad; a
veces ni siquiera es posible encontrar una exposición aunque sea es­
colar de determinados procesos histórico-lingüísticos. Pensemos en el
caso de los prefijos y sufijos españoles de procedencia griega, cuyos
orígenes, trasplante al latín y desarrollo histórico en el español y otras
lenguas europeas son aspectos muy mal descritos en general, aunque,
por lo que se refiere en concreto a la sufíjación, podemos contar ahora
con el útilísim o D iccionario etimológico de los sufijos españoles y
otros elementos jinales de David Pharies (Madrid, Gredos, 2002)4; en
cambio, en el plano estrictamente sincrónico contamos con muy bue­
nas obras en este campo, sobre todo la impresionante monografía de

3 Gómez Capuz, 1998, 123 (este libro es una introducción muy recom endable al
problema general del préstamo lingüístico y sus métodos de estudio).
4 Cf. nuestra reseña en Epos 18 (2002), 413-419, centrada en los sufijos de origen
griego.
Rainer (1993)5. Así, nos encontramos con que algunos sufijos de ori­
gen griego son mal identificados de forma reiterada en obras lexico­
gráficas serias (incluso en el propio diccionario de la R A E ; ver p. ej.
§ 12.2.6 sobre -ido); y que, en general, para tener una información his­
tórica medianamente completa sobre prefijos hay que acudir a obras
extranjeras, especialmente al O E D y al T L F (donde, lógicamente, se
describe la situación en inglés y francés, respectivamente, que suele
ser parecida a la del español pero nunca exactamente igual). Noso­
tros, aprovechando también la aparición del D E SE , hemos tratado de
remediar un poco esta situación, dentro de nuestras enormes limita­
ciones en lo que al manejo de material fechado se refiere (recuérdese
lo dicho antes sobre la falta de un diccionario histórico del español;
también esperamos que se publique pronto la segunda parte del ma­
nual de gramática histórica española de P. M. Lloyd, que deberá ocu­
parse de la formación de palabras y la sintaxis).
Creemos que tanto este como otros apartados del libro, como el
que se refiere a la historia de las letras y de la notación prosódica, o el
relativo a fonotáctica, son una novedad en el panorama de estudios
sobre los helenismos españoles, y que pueden ser de utilidad tanto pa­
ra hispanistas como para helenistas interesados en esta «segunda vi­
da» del griego clásico en las lenguas modernas; y esperamos que
puedan espolear la investigación en este campo, donde hay todavía
mucho por hacer.
Así, en este libro no se aborda la consideración propiamente so­
ciológica de los cultismos greco-latinos, es decir, una exposición que,
más allá de la consabida reivindicación de la «aportación de las lenguas
clásicas al enriquecimiento del español», dé cuenta de los condicio­
nantes sociales que han hecho posible ese flujo de cultismos greco-
latmos a las distintas lenguas europeas, y del papel que estos cultismos
han desempeñado y desempeñan — a todos los niveles: ortográfico, fo­
nético, léxico, prag m ático— en la «economía de los intercam bios

5 Sin olvidar tampoco la gran monografía de Peytard (1975) sobre la prefijación


en francés.
lingüísticos», entendidos éstos no sólo como actos de comunicación
destinados a ser descifrados por medio de un código determinado
(Saussure), sino también y ante todo como «relaciones de poder sim­
bólico donde se actualizan las relaciones de fuerza entre los locutores
y sus respectivos grupos»6.
No sólo hemos tenido que prescindir de una perspectiva socioló­
gica en el estudio de los helenismos españoles. Tampoco ha sido po­
sible — por limitación de tiempo y espacio— prestar la atención
debida a la sintaxis y a la semántica y lexicología, de las que quizá
podamos ocupamos algún día. Hay que advertir, de entrada, que la
parte de sintaxis presenta problemas muy arduos (nosotros, al menos,
no sabemos muy bien cómo podría abordarse), y la de lexicología y
terminología es tan amplia que lo más lógico es que recibiera un tra­
tamiento particularizado para cada campo o especialidad (aparte de
que para abordar los campos específicamente científicos — biología,
zoología, etc.— haría falta una formación de la que carecemos); para
la léxico-estadística, puede verse el breve trabajo de Quilis (1984). En
cambio, para la parte de semántica sí puede y debe intentarse al me­
nos esbozar una tipología general de los cambios semánticos experi­
mentados por los helenismos, un asunto que ha de dar sin duda bas­
tante de sí.
Por lo demás, este libro pretende ser ante todo una obra de síntesis
y de introducción al estudio de los helenismos, razón por la que, en las
notas, nos hemos limitado en general a dar las referencias bibliográfi­
cas básicas, apoyándonos siempre en los manuales y monografías más
acreditadas y accesibles de las distintas especialidades involucradas: la
lexicografía clásica (Buck-Petersen, D E L G , D E L L , Gradenwitz, Krets-
chmer-Locker), española (Bosque-Pérez, D C E C H , D E SE ; Corriente para
los arabismos) o de otras lenguas (O E D , T LF; Lüdtke para el léxico ro­
mánico en general); la fonología (Alarcos, Alcina-Blecua) y la fonéti­

6 P. Bourdieu, ¿Qué significa hablar? Econom ía de los intercambios lingüísticos,


trad. esp., Madrid, 1999, p. 11 (la traducción es tan deficiente que resulta más aconse­
jable acudir al original francés, del que hay una nueva edición en el volumen titulado
Langage et pouvoir symbolique, París, 2001).
ca y morfología históricas españolas (Alvar-Pottier, Lloyd); la forma­
ción de palabras (Alemany, Almela, G D L E , Rainer) y la historia de la
lengua española (Lapesa); la formación de palabras en griego (Chan-
traine, D E L G ) y en latín (André, D E L L ); el préstamo lingüístico (De-
roy, Weinreich; Weise y Biville, 1990-95, para helenismos dei latín);
los helenismos españoles (ante todo F. Galiano, 1967 y 1969; R.
Adrados, 1999, añade poco a lo aportado por aquél); los galicismos
en español (García Yebra).
En cuanto al estudio de los helenismos en otras lenguas moder­
nas, la verdad es que no hemos encontrado mucha ayuda en Ja biblio­
grafía extranjera, y lo que hay está casi siempre centrado en el nivel
léxico. Apenas podremos mencionar aquí alguna breve contribución
sobre los helenismos del francés (Biville, 1985, 1995), el librito de
Dornseiff sobre helenismos del alemán (1950) o el interesante trabajo
de Janni sobre los helenismos en el italiano contemporáneo, espe­
cialmente en los medios de comunicación (1994); para el inglés he­
mos manejado la aceptable síntesis de Kent, ya más que veterana (la
primera edición data de 1926). Finalmente, el volumen editado por
Munske y Kirkness (1996) contiene algunas interesantes contribucio­
nes sobre helenismos del ruso, alemán, inglés y francés.
Nuestra intención al escribir este libro ha sido doble: por un lado,
intentar que los helenistas y estudiantes de filología clásica en general
descubran un aspecto de la historia del griego que no suele tener ca­
bida en los planes de estudio de la especialidad, y que ofrece un cam­
po de investigación muy rico y poco menos que inédito en muchos
aspectos. Por otro lado, ofrecer a los estudiantes de hispánicas o ro­
mánicas una visión oblicua del español y su historia, centrada en los
cultism os7, además de proporcionar a cualquier interesado un reperto­

7 Nos permitimos recordar la observación de R. Menéndez Pidal: «en el estudio


histórico-cultural del idioma los cultismos tienen una importancia principalísima,
siendo lamentable que su conocim iento esté hoy tan atrasado. La ciencia habrá de
aplicarse cada vez más intensamente a investigar la fecha, causas de introducción y
destinos ulteriores de cada uno de estos préstamos, para que la historia lingüística ad-
rio manejable de fenómenos y de elementos lingüísticos relacionados
con el griego (prefijos, sufijos, etc.). Como se podrá comprobar en
seguida, lo único que se requiere para leer este libro con provecho es
un conocim iento elem ental de la fonética y la m orfología griegas y
latinas y unas cuantas nociones de lingüística española (histórica y
estructural; en general se utiliza una terminología accesible a cual­
quier filólogo); contamos, por lo demás, con que su lectura también
pueda servirle al estudiante para familiarizarse e interesarse por fe­
nómenos y procesos histórico-lingüísticos más o menos comunes.
La primera versión de este libro, que llevaba por título Introduc­
ción al estudio de los helenismos del español, se publicó en 2002 co­
mo número 15 de la serie «Monografías de Filología Griega» que pu­
blica el Area de Filología Griega (Departamento de Ciencias de la
Antigüedad) de la Universidad de Zaragoza; aprovechamos para dar
aquí las gracias a los responsables de la serie, Carlos Schrader, José
Vela y Vicente Ramón, por haber acogido el libro en su colección.
También queremos reiterar nuestro más profundo agradecimiento a
M aría Antonia Martín Zorraquino, catedrática de Lengua Española en
la Universidad de Zaragoza, que tuvo la amabilidad de leer minucio­
samente el manuscrito de esta obra; sus numerosas críticas y observa­
ciones, tanto sobre la forma como sobre el fondo, ayudaron sin duda a
que el resultado final de este trabajo sea mucho menos imperfecto.
Para esta segunda edición del libro hemos podido leer algunas re­
señas (aún en prensa) de la primera, cuyo texto nos han facilitado
amablemente sus autores: David Serrano-Dolader en Verba, Ramón
Almela en Myrtia y Raquel Martín Hernández en Cuadernos de Filo­
logía Clásica (E. Griegos e indoeuropeos). A todos ellos, gracias.

quiera su pleno valor» (Manual de gram ática histórica española, 13.a ed., Madrid,
1968, p. 14-15; ef. también el estudio de Bustos Tovar, 1974).
Ca p ít u l o I

GRAFEMÁTICA
ALGUNAS RELACIONES ENTRE EL SISTEMA GRÁFICO DEL
GRIEGO ANTIGUO Y EL DEL ESPAÑOL ACTUAL

En esta primera parte — que también podría ser la última o figurar


en apéndice— vamos a tratar de exponer una serie de hechos que
afectan no a la lengua propiamente dicha (el español en este caso), si­
no a la escritura, a los grafemas o signos gráficos con los que refle­
jam os por escrito el español. Se trata de hacer ver, por un lado, cómo
algunas incongruencias gráficas de nuestra escritura — y de otras len­
guas de nuestro entorno— remontan en último término al griego an­
tiguo, a través del alfabeto y los usos gráficos latinos; y por otro, de
esbozar brevemente los problemas que plantea el reflejo por escrito
del acento y otros elementos prosódicos o suprasegmentales, pues
también aquí los antecedentes griegos ayudan mucho a entender los
hechos modernos del español.

§ 1. G e n e r a l id a d e s s o b r e e s c r it u r a y f o n o l o g ía

Empezaremos por dejar clara la diferencia entre escritura y fono­


logía: una cosa son las convenciones ortográficas de una lengua de­
terminada (si las tiene, pues hay muchas lenguas sin tradición escri­
ta), y otra su sistema fonológico en un momento dado. Debido al ca­
rácter esencialmente conservador de la escritura, el grado de adecua­
ción entre ésta y la fonología de una lengua puede ser muy variable,
como demuestra sin ir más lejos el caso de la notación de las vocales
y diptongos en el inglés o el español: mientras en el segundo caso la
equivalencia entre escritura y fonología es casi total — debido en gran
parte, probablemente, al gran parecido entre el sistema vocálico latino
y el español— , en el caso del inglés el desajuste es tan grande que,
por poner un solo ejemplo, la vocal larga /u:/ puede verse reflejada en
la escritura hasta de siete formas diferentes: boot, move, shoe, group,
flew , blue, rude, con el consiguiente problema para niños autóctonos
y adultos de todo el orbe. Lo mismo se puede decir, en un plano dia-
crónico, del propio griego: lo que en su origen fue un alfabeto casi
perfectamente fonemático acabó, en época bizantina y moderna, por
el conservadurism o ya m encionado, convirtiéndose en un enorm e
abismo entre la escritura consagrada por el uso clásico y la pronun­
ciación efectiva de vocales, diptongos, acentos, etc. (la introducción
oficial, hace unos decenios, de la dhimotikí o griego hablado en la es­
critura de todo tipo de documentos — prensa, adm inistración— no ha
cambiado demasiado esta situación).
Centrándonos aquí en el mundo de escritura alfabética — pues los
sistemas de tipo ideográfico o silábico, como el chino y el japonés,
plantean problemas muy distintos— , es bien sabido que nuestro abe­
cedario latino deriva de una variedad occidental del alfabeto griego,
por mediación del etrusco; la adaptación por parte de los griegos, allá
por el siglo x a. C., del alfabeto consonántico fenicio añadiendo sig­
nos específicos para las vocales (que en las lenguas semíticas como el
fenicio o el hebreo no tienen un estatuto fonológico comparable al de
las consonantes, y así las breves no se escriben), fue un hecho de im­
portancia capital para la historia cultural de Europa y de sus lenguas,
y por extensión para el mundo entero1. La gran virtud del primitivo
alfabeto (o mejor, de las variedades de alfabeto) griego era precisa­

1 Cf. Haarmann, 2001, 303 ss.


mente que cumplía en gran medida el ideal económico de cualquier
escritura de este tipo, a saber, que a cada fonema le corresponda un
solo grafema y que cada grafema represente siempre el mismo fone­
ma, con las ventajas para el aprendizaje y el manejo del alfabeto que
ello supone.
En este sentido, el español, lo mismo que todas las lenguas euro­
peas, tiene una gran deuda con el griego clásico — ha de quedar claro,
en todo caso, que esta deuda es exterior a la lengua, puesto que la es­
critura como tal no forma parte del sistema de las lenguas.
Sin embargo, es bien sabido que en la escritura del español hay
una serie de inconsecuencias, en el sentido antes apuntado de falta de
correspondencia biunívoca entre fonemas y grafemas; pues bien, si
nos preguntamos por el origen o la causa de estas irregularidades de
nuestra ortografía española, veremos que buena parte de ellas tienen
su explicación última en el griego antiguo, o mejor dicho, en el tras­
vase de una lengua a otra a través del paso intermedio por el latín.
Vamos a tratar de explicar con la mayor claridad posible estos proce­
sos históricos, centrándonos en aquellos grafemas o letras que tienen
una relación directa con nuestro tema.

§ 1.1. E l d íg r a f o {ch}

Empezaremos por el dígrafo {ch} — incoherente en la medida en


que se utilizan dos grafemas o letras para representar un único fone­
m a2— , que procede en última instancia de la trascripción latina culta
de la oclusiva velar aspirada griega /%/, por ejem plo en monarchia
< jiovap^íot. A partir del siglo n a. C., el latín literario recurrió a este
procedimiento por carecer la lengua de este tipo de fonemas, las oclu­

2 Además, hasta hace poco se lo ha alfabetizado como letra independiente, detrás


de la {c} (lo que no dejaba de ser coherente, pues al fin y al cabo representa un fone­
ma distinto de la {c}), pero esto ya ha cambiado en el propio DRAE (ya antes en el
Diccionario de María Moliner) para adaptarse a los usos generales en los demás paí­
ses, cf. Lodares-Salvador, 1996, 47 ss.
sivas aspiradas, que, por cierto, en algunas variedades alfabéticas grie­
gas ya se habían escrito de forma similar (como {KH}, es decir, con
la oclusiva en cuestión seguida de la marca de la aspiración)3.
Al pasar al español, las palabras latinas de origen griego que te­
nían esta {ch} perdieron la {h}, recuerdo lejano de la aspiración en
griego y en la pronunciación culta en latín clásico (así, por ejemplo,
monachalis, derivado del griego |iOvaxó<; «monje», se convierte en
esp. monacal), aunque lo cierto es que las grafías latinizantes con
{ch} fueron frecuentes en español hasta comienzos del siglo xrx (chi-
mera, chaos, máchina, etc.), cuando, con muy buen criterio, la Real
Academia instituyó la norma vigente hoy en día, según la cual el fo­
nema /k/ se escribe siempre {qu} delante de timbre Id , /i/ (monar­
quía, catequesis) y {c} en los dem ás casos (caos, cloro, cosmos,
cuerda)*.
Por otra parte, ya en el siglo xi y por influencia francesa se adoptó
también la grafía {ch} para representar la palatal africada sorda espa­
ñola /el, inexistente en latín, resultado de la evolución de diversas se­
cuencias del latín vulgar (/-ct-/ en pecho, /-(u)lt-/ en mucho, etc.)5.
Sobre el uso francés de {ch} para representar la africada no he podido
encontrar explicaciones en la bibliografía francesa, pero supongo que
pudo tener su origen en palabras de origen griego como chimére
(«quimera»), que conservaban la grafía culta de su modelo latino
(chimaera), pero se pronunciaban con /c/ (en el francés de hoy con
/§/), de donde el dígrafo pudo extenderse a otras palabras patrimonia­
les como chien, chanter, etc. (< lat. canis, cantare), cuya consonante
inicial también se había palatalizado.
Y en castellano, una vez bien establecida la grafía {ch} para /c/ se
dio algún caso en que la pronunciación africada se extendió a latinis­

3 Así en los alfabetos de Tera y Melos, cf. Jeffery, 1990, 35 (recordamos que las
grafías griegas las escribirem os siempre en mayúsculas, para evitar confusiones con
las latinas o españolas).
4 Cf. Lapesa, 1981, § 102.2; también puede consultarse F. M arcos M arín, Reform a
y modernización d el español, Madrid, 1980.
5 Grafías primitivas en M enéndez Pidal, 1980, 282 ss.
mos de origen griego en los que en principio no correspondía, como
archivo (< lat. archivum < gr. áp^eíov; el resultado lógico sería ar~
quivo); o como el prefijo archi-6 (< gr. ápxi-)> lo que explica la pre­
sencia de palabras como archiduque frente al cultismo regular arqui­
tecto1.

§ 1.2. E l grafem a {x }

En el caso de la {x} pasa lo contrario de lo que hemos visto para


la {ch}: la notación en un solo grafema de dos fonemas, uno velar y
otro silbante (/k/+/s/). La anomalía de utilizar un solo signo para dos
fonemas se remonta al alfabeto helénico (£, E en su versión clásica;
X, X en alfabetos occidentales), que probablemente tomó el signo de
la fenicia samek pero atribuyéndole el valor fonológico de shin (/§/),
que debía de ser muy parecido a la pronunciación jónica del grupo
/k s/8. El latín adoptó — de un alfabeto griego occidental, a través del
etrusco—^ el grafema {%} con la misma función (y ocupando la mis­
ma posición en el alfabeto que la letra griega), y de ahí procede nues­
tra inconsecuente equis.
En las palabras patrimoniales españolas esa secuencia latina /ks/
se palatalizó y se convirtió en /s/, notada como {x} hasta el siglo xvn
(fixo, texer, Quixote); pero cuando, en el curso de ese siglo, tanto la
/§/ de fixo (< lat.fiixus) como la /z/ de hijo (< \2X .f 1 lius) convergieron
en la fricativa sorda actual /x/, poco a poco se adoptó para todos los
casos el grafema {j} (fijo, hijo, tejer). El grafema {x} quedó en prin­

6 En este caso la pronunciación III se debe a que el prefijo (sobre el cual ver §
12.1) se extendió a otros países a partir de Italia (cf. ital. arciduca, etc.), conservándo­
se en España la grafía original {ch}, que ya servía para sim bolizar ese fonema leí.
1 Y, además, la evolución esperada en el español medieval en arcipreste, arzobis­
po, argidiano (< lat. archidiaconus). No explica mucho Corominas en este caso; cf.
DCECH s. v. archi-.
8 Cf. Jeffery, 1990, 32. Otros alfabetos griegos arcaicos escribían simplemente
{KZ}, que es en principio lo más lógico; también en latín se encuentran grafías como
lucs (= lux) o legs (= ¡ex).
cipio vacante, y hubiera desaparecido de no ser por los numerosos
cultismos latinos (máximo, inconexo, explicar, etc.) y en menor me­
dida griegos (galaxia, ortodoxo), cuya secuencia /ks/, por lo demás,
sigue siendo más o menos ajena al sistema fonotáctico español (cf.
§ 4.4) 9.

§ 1.3. E lg rafem a {z }

La {z}, equivalente de la C mayúscula griega (procedente a su vez


de la fenicia zayin), se usaba en latín clásico exclusivamente para
transcribir palabras de origen griego (zona, Amazones, zephyrus,
etc.); este uso marginal la relegó al último lugar del abecedario, don­
de sigue.
Durante la Edad Media este grafema {z}, de tan poco rendimiento
en latín, se utilizó para notar la predorsal africada sonora /dz/, pro­
ducto de la palatalización de diversas secuencias del latín vulgar (por
ejemplo, en amenaza < lat. m inada, o en rozar < lat. *ruptiare).
Cuando, en tomo al 1600, tanto esta P tJ como su correlato sordo /'s/
(por ejemplo, en plaga < lat. platea) se convirtieron en la fricativa
sorda actual /0/, se produjo un caos considerable en el uso escrito de
{c}, {z} y {q} (que en su origen era mera variante gráfica de {z}),

g Es sintomático que {x} sea el únieo grafema del alfabeto español cuyo nombre
(«equis») no contiene el sonido en cuestión (/ks/). La {x} da lugar, además, a pinto­
rescos malentendidos, como cuando la grafía arcaizante México incita a más de uno a
pronunciar [Méksiko], cuando lo cierto es que en su origen esa {x}, pronunciada /s/ en
el siglo xvi, trataba de reflejar un sonido del náhuatl que nada tenía que ver con /ks/;
cf. Lodares-Salvador, 1996, 243-45. Cf. tam bién Alcina-Blecua, 1975, i¡ 2.5.20, donde
se recuerda que, hasta 1927, en la ortografía chilena se escribía {s¡ y no {x } ante con­
sonante (esplicar). m ientras la r a e se negó en 1864 a tom ar esa medida porque «so
color de suavizar la pronunciación de aquellas sílabas se desvirtúa y afemina» (c f
también A. Rosenblat, «El fetichismo de la letra», en Nuestra lengua en ambos m un­
dos, Barcelona, 1971); y que en algunas partes de Am érica (M éjico, Perú, Ecuador) la
pronunciación /ks/ se ve favorecida por la existencia de esa com binación de consonan­
tes en lenguas indígenas.
hasta que en 1726 acabó por instituirse la norma actual —Tan simple
como arbitraria— de usar {z} ante vocal /a/, /o/, fu/ o en final de síla­
ba o palabra, y {c} ante /e/, /i/ (son incongruentes las grafías como
Zeus, zeugma, e tc .!0; aunque a veces puede servir para distinguir dos
palabras distintas que suenan igual, como el adverbio encima de la
enzima de la biología).
Mientras tanto, los cultismos y semicultismos de origen griego
entrados a través del latín se seguían escribiendo en español con {z}
(bautizar, etc.; aunque en textos muy tempranos pueden encontrarse
grafías como Amasón). Pero, mientras en la Edad Media la pronun­
ciación de esta {z} era bastante parecida a la original de la C (que de­
bió de oscilar en época arcaica griega entre /zd/ y /dz/), con la evolu­
ción comentada de la /dz/ española y la introducción de gran número
de helenismos se llegó a una situación extraña; pues mientras en fran­
cés, por ejemplo, la {z} de zoologie se pronuncia como una silbante
sonora /z/, con valor fonemático en francés y muy cercana a la pro­
nunciación helenística y moderna de la £, o en alemán como /s/, tam­
bién cercano a /dz/, en español la conversión en una fricativa sorda /0/
resulta bastante paradójica, aunque comprensible por la evolución fo­
nética comentada.

§ 1.4. E l g rajfem a {y}

La {y} o «i griega» (u, Y), que otras lenguas europeas — a imita­


ción del latín— utilizan por prurito culto para notar la u etimológica
de palabras de origen griego (fr.physique, ing. Physics, a partir de lat.
Physica < (pixnicri), se acabó por convertir, en español, por un lado en
notación de la consonante fricativa o africada /y/ (en mayo, conyugal,
etc.), resultando así muy útil; y por otro en mera variante gráfica — y
como tal innecesaria— de la semivocal /i/, limitada hoy en día a los

10 Estaríamos ante lo que Humbley (1974, 53-54) llama «préstamo grafemático»:


la grafía Zeix; provoca la española Zeus, que conculca las normas habituales de la or­
tografía de esta lengua.
diptongos finales del tipo de rey, muy, hay, hoy y a la conjunción co­
pulativa y 11.

§ 1.5. E l grafem a {k}

La {k}, descendiente directa de la kappa griega, desapareció


pronto del alfabeto latino en beneficio de la {c}, quedando su uso re­
legado a alguna que otra palabra del vocabulario oficial, como kalen-
dae, o en topónim os com o K arthago. El rom ance hispánico, tras
usarla en los primeros textos (por ejemplo, en las Glosas Silenses y
Emilianenses, del siglo x, aparecen grafías como ke, karreira, Urra-
ka), prescindió a partir del siglo xn de esta letra perfectamente inútil,
a pesar de algunos intentos frustrados por rehabilitarla y extenderla,
como el de Gonzalo Correas — o K orreas— en el siglo xvn; sin em­
bargo, se conservó viva en la escritura de las lenguas germánicas, ya
desde el alfabeto gótico creado por Ulfilas en el siglo iv de la E ra 12.
Su reaparición en español en tiempos modernos se debe precisa­
mente a algunos helenismos. El despropósito se remonta, según creo,
a 1795, cuando los franceses instituyeron el sistema métrico vigente y
acuñaron kilométre, kilogramme, etc.; puesto que se trata de deriva­
dos de xíAioi «mil», debería haber resultado quiliom étre o chilio-
métre, en vez del desafortunado — por su ortografía y su formación—
kilométre, que fue no obstante el que acabó imperando en todas
las lenguas europeas (aunque en algunas haya variantes que prescin­
dan de la {k}, así ital. chilometro junto a kilometro; en español, en
todo caso, sería mucho más razonable — y así lo aconseja la Acade­
m ia— escribir quilo-, igual que escribimos quimera o quelonio).
Además, esta inopinada {k} sirvió para abrir la puerta a muchas otras
venidas de otros países; y si es más o menos justificable su uso en ad­
jetivos derivados de nom bres propios, como krausista, kantiano,

11 Cf. para más detalles Lodares-Salvador, 1996, 251 ss.


12 Cf. Haarmann, 2001, 463 ss.
A ello viene a añadirse el dígrafo {qu}. El origen de nuestra {qj
es la koppa griega (la qoph fenicia), utilizada en los alfabetos griegos
arcaicos para notar la oclusiva velar /k/ ante vocales de timbre /o/, /uf,
pero abandonada poco a poco durante el siglo vi a. C. en beneficio de
la kappa, de forma que ya no aparece en el alfabeto jónico-ático clá­
sic o 14. Los romanos aprovecharon este signo griego para escribir,
junto con la {u}, su fonema Jabiovelar /kw/, heredado del indoeuropeo
(quis, equus, etc.) y perdido en el griego, y lo conservaron incluso
después de que /kw/ dejara de ser un solo fonema y pasara a se r sim­
plemente /k /+ /u /15. El español y otras lenguas románicas conservaron
por prurito etimológico esta grafía, al principio de forma regular
(quatro, cinquenta, quales, etc.) y limitada hoy en día a los grupos
-que- y -qui-. Así tenemos en español hasta tres formas diferentes
({c}, {qu}, {k}) de representar por escrito un único fonema, / k l l6.

Finalmente, la {h}. Este grafema del alfabeto fenicio (heth) fue


adoptado por gran parte de los alfabetos griegos arcaicos para repre­
sentar la aspiración inicial de palabra, pero en áreas psilóticas — es
decir, en las que se había perdido dicha aspiración inicial— se lo uti­
lizó para notar la /e/ larga y abierta (eta), que es el uso clásico; final­
mente, del grafema {H} se desgajó una m itad para la aspiración ini­

13 Por no hablar de las concesiones al nacionalism o en grafías como eu sk era , ex.


Sobre otros usos (festivos, contraculturales) de la {k}, c f Lodares-Salvador, 1996.
I23-24.
14 Jeffery, 1990,33-34.
15 Sobre el carácter monofonem ático de /kw/ latino, cf. las explicaciones de S. Ma-
riner, en su apéndice a Bassols, 1962, § 316.
16 Véase la curiosa defensa que hace G. Salvador del grafema {q}, pensando sobre
todo en «algún futuro reajuste fonológico», en Lodares-Salvador, 1996, 169 ss.
cial y la otra para la ausencia de aspiración, es decir, para lo que lla­
mamos respectivamente «espíritu áspero» y «espíritu suave» (que
acabaron adquiriendo su forma redondeada actual en la minúscula bi­
zantina del siglo x i) 17.
Sin embargo, ya se ha dicho que otras variantes del alfabeto grie­
go conservaron la {H} con su valor original de aspiración, y de ahí lo
tomó el latino para representar su fricativa laríngea, resultado de la
evolución de varios fonemas indoeuropeos (así en homo, veho, etc.;
nótese que, a diferencia del grafema griego, el latino también podía
aparecer en posición interior de palabra). Pero este fonema latino dejó
de pronunciarse como muy tarde en el siglo i a. C., y sólo por conser­
vadurismo gráfico se siguió escribiendo en las palabras que lo habían
tenido; del mismo modo que dejó de pronunciarse la aspiración ini­
cial en griego, a pesar de lo cual en el griego bizantino y moderno se
siguieron escribiendo espíritus ásperos durante siglos, hasta hace po­
cos años.
Algo similar ha ocurrido en el castellano. En época medieval son
normales las grafías como omne (hombre), aver (haber), etc., que re­
flejan la pronunciación real de esas palabras; caso distinto es el de la
/h-/ procedente de lí-l (hacer < lat.facere, hijo < \al.filius, etc.), pues
durante mucho tiempo esa {h} representó una aspiración efectiva­
mente pronunciada, y conservada todavía hoy en ciertas partes de Es­
paña y América. Pero una vez perdida esa aspiración en la m ayor
parte del castellano peninsular, el grafema {h} era y sigue siendo
francamente inútil, lo que no impidió que el impulso cultista y eti-
mologizante del siglo xvm restituyera en la escritura la mayor parte
de estas haches, incluidas algunas que nunca hubo en latín (huevo
< ovum, hueso < ossum, e tc.)18, mientras lenguas como el italiano
procedían con mayor coherencia al suprimirla casi por completo (cf.
abitare, uomo, onore, ipotesi, etc.).

17 Jeffery, 1990, 28-29.


IK Aunque en estos casos la inserción de la h- responde a la voluntad de señalar el
carácter vocálico y no consonántico de esa u- inicial.
§ 1. 7. R e c a p i t u l a c i ó n

Estas son las incongruencias gráficas del español que tienen una
relación más o menos directa con el griego, como se ha visto, mien­
tras que las demás tienen orígenes distintos y por tanto caen fuera del
interés de este libro (/g/ representado tanto por {g} como por {gu};
/x/ por {g} y por {j}; f b / por {b} y por {v }; el grafema {w} en voces
de origen germánico; /[/ y Ir/ representados respectivamente por los
dígrafos {11} y {rr} )19.
De entre todas estas anomalías, por otra parte, es claro que unas
son más graves que otras; el hecho de que, por ejemplo, /k/ pueda re­
flejarse en la escritura de tres formas distintas ({c}, {k}, {qu}), pare­
ce cosa bastante más arbitraria que el uso de un dígrafo para notar un
fonema simple, por ejemplo /c/ por {ch}, pues al menos en este caso
hay siempre correspondencia biunívoca (el dígrafo en cuestión siem­
pre representa el mismo fonema y viceversa, el fonema en cuestión
sólo puede escribirse por medio del dígrafo), mientras que IkJ puede
escribirse de tres formas y por ejemplo {c} puede representar tanto
/k/ (casa) como /0/ (cirio).
Estas incongruencias, por otra parte, son la que están detrás de los
numerosos y muy diversos proyectos de reforma ortográfica que se
han propuesto desde Nebrija hasta ayer mismo, pasando por Gonzalo
Correas en el siglo xvn, Andrés Bello en el xix o Jesús Mosterín hace
pocos años. Proyectos que, al menos en los últimos dos siglos (desde
la última reforma académica importante, la de 1815), no han encon­
trado apenas eco en las autoridades encargadas de estos asuntos, es
decir, la Real Academia española; lo que no ha impedido que algunos

19 Respecto a la /f/, Alarcos (1965. § 104 ss.) considera que en español se traía de
un fonema propiamente dicho; en cambio, en el caso del latín se considera /rr/ sim ­
plemente como la forma geminada de la /r/ (cf. el Apéndice de fonem ática Iatina de
S. Mariner, en Bassols, 1962, § 318), y lo mismo dice de /pp/ Lejeune (1972, § 139).
Si esto es asi, la incoherencia gráfica sería sólo asunto del español.
escritores hayan aplicado algún tipo de reforma parcial por su cuenta
(el caso más notorio es el de Juan Ramón Jim énez)20.
En todo caso, parece que tanto los reformistas acérrimos (afectos
al principio fonológico) como los defensores del actual status quo
ortográfico (en que se mezcla el etimologismo con la mera sanción
del uso establecido) tienen sus buenas razones; podríamos decir, pa­
rodiando el refrán, que a veces la escritura tiene razones que la razón
fonológica ignora. Es indudable que el peso de la tradición — y tam­
bién de la inercia— es muy fuerte en toda escritura, pero nunca estará
de más recordar las observaciones de F. de Saussure, que, aun sin ser
partidario de generalizar el uso de una escritura fonológica, reconocía
que cuando hay desacuerdo entre la lengua y la ortografía, «la forma
escrita obtiene casi fatalmente el triunfo, porque toda solución que se
atenga a ella es más cómoda; la escritura se arroga de esta ventaja una
importancia a que no tiene derecho», y así «la escritura vela y empaña
la vida de la lengua: no es un vestido, sino un disfraz»21; en este or­
den de cosas Julio Casares (académico, por cierto) hablaba del «ridí­
culo fetichismo de la escritura».

§ 2. C u e s t io n e s d e n o t a c ió n p r o s ó d ic a

Aparte de estas anomalías gráficas que hemos señalado — debi­


das, como se ha visto, casi más a la evolución del latín y el español
que al propio alfabeto griego— , hay otro aspecto de la herencia grá­
fica griega que conviene destacar, y es el de la notación, aun parcial,
de elementos prosódicos de la lengua, como son los acentos de pala­
bra — por medio del signo {'} (tilde)— ; y también la notación de las
pausas sintácticas (comas, puntos, etc.), entonaciones de frase (inter­
rogativa), etc.

20 Se puede encontrar amplia información sobre las propuestas mencionadas y so­


bre muchas otras en M artínez de Sousa, 1991.
21 Saussure, 1983, 95, 97 y 103.
§2.1. A centos

La introducción de acentos en la escritura del griego se debe a los


gramáticos alejandrinos, en el siglo ni a. C., aunque lo cierto es que
hasta el siglo x de la era no se empezó a aplicar de una forma más o
menos sistemática; Aristófanes de Bizancio (c. 255-C.180 a. C.) fue
con toda probabilidad el primero en acentuar los textos homéricos y
otros, creando los tres tipos de acento (circunflejo, agudo y grave)
con que se editan tradicionalmente los textos clásicos griegos. Se trata
de una invención de gran importancia, que rompe la figuración uni­
dimensional de la escritura — de izquierda a derecha en nuestras len­
guas— y refleja en parte, como hace la música al subir y bajar en el
pentagrama, la dimensión melódica del lenguaje, con subidas y baja­
das en el tono o la intensidad.
El latín ignoró por completo este tipo de signos prosódicos (los
acentos), lo que es comprensible si se tiene en cuenta que su acento
era «fijo», pues dependía estrictamente de la cantidad de la penúltima
sílaba; lo que no es tan comprensible es que no se notaran las canti­
dades vocálicas (aunque hubo varios intentos en este sentido, por
ejemplo, escribir las vocales largas como dobles)22. En todo caso, la
mayoría de lenguas europeas modernas se escribieron durante toda la
Edad Media sin acentos ni signos para la cantidad (en el caso de que
esta última fuera fonológica), y muchas de ellas han heredado hasta
hoy esta desidia prosódica, con los problemas que ello acarrea al lec­
tor, especialmente si es extranjero (pienso sobre todo en la acentua­
ción inglesa).
Pero a partir del siglo xv empezaron a circular de nuevo los textos
griegos, primero por Italia y poco a poco por el resto de Europa, al
principio manuscritos y después en ediciones impresas. Las lenguas
modernas descubrieron en el sistema de escritura griego una forma de
remediar sus deficiencias en la notación prosódica, aunque los resul­

22 Cf. Bassols, 1962, § 3 8


tados fueron bastante diferentes. El francés, por ejemplo, dada la po­
sición fija de su acento al final de palabra, adaptó los tres acentos
griegos con fines diversos: el agudo para distinguir /e/ cerrada de /e/
muda (ble, me), el grave en varios tipos de situación (voilá, á, pére,
etc.) y el circunflejo, entre otros usos, para notar la desaparición de
una /s/ (tete < teste, etc.)23.
El español, por su parte, se limitó a adoptar el acento agudo (tilde)
para notar el acento prosódico de palabra. Tras muchos años de uso
caótico, se acabaron por instituir las normas vigentes hoy en día, ar­
bitrarias pero bastante sencillas y económicas: poner tilde en todas las
palabras esdrújulas, en las llanas acabadas en consonante excepto /n/,
/s/, y en las agudas acabadas en vocal, diptongo, /n/, /s/; decimos ar­
bitrarias porque lo lógico sería, com o hace en general el griego,
acentuar gráficamente todas las palabras que efectivamente llevan
acento de palabra. Y si bien es cierto que el sistema español es proba­
blemente el más desarrollado y coherente de las lenguas de nuestro
entorno, también es verdad que aún se podría mejorar algo, sobre to­
do en lo referente a distinguir entre usos de la misma palabra como
átona o tónica — por ejemplo, entre el pues átono de Pues me voy y el
tónico de A sí pues-, entre puesto (que) conjunción y puesto participio
de poner o sustantivo; palabras que pueden ser preposiciones (átonas)
o formas verbales (tónicas), como entre, para, bajo, etc.— , del mis­
mo modo que a veces se utiliza para distinguir monosílabos tónicos
de átonos (te/té, mas/más, de/dé, etc.).

§ 2 .2 . S i g n o s d e p u n t u a c i ó n y d e m o d a lid a d d e o r a c ió n

Por otra parte, no hay que confundir la acentuación — que forma


parte del aparato o sistema de la lengua— con la puntuación o inter-
punción (separación de sintagmas, de frases, de párrafos; notación de
modalidades oracionales: interrogación, exclamación, etc.), ya pre­

23 Grevisse, 1991, 90 ss. y 2754 ss.


sente en parte en algunas de las más antiguas inscripciones griegas,
aunque también mejoró considerablemente en época alejandrina (ya
Aristóteles, en Retórica 1407b 12, señala su importancia para la com­
prensión de textos difíciles, como el de Heráclito).
Así que, por influjo griego, también en las lenguas europeas se
fueron introduciendo poco a poco signos de puntuación no menos
importantes que los acentos: F. Gregh ha llamado acertadamente a la
puntuación «la respiración de la frase»24. En el siglo xvi se usaban ya
la coma (gr. KÓwia, «corte, cesura», introducida en la minúscula
griega del siglo ix), el punto (gr. aTiyiifi, «punción»), los dos puntos,
el paréntesis, las comillas y el signo de interrogación (ya existente en
griego desde el siglo ix, aunque con otra forma); en el xvu se intro­
dujeron el punto y coma y el signo de exclamación (desconocido en
griego clásico), así como, algo más tarde, los puntos suspensivos y
algunos otros signos de menos uso.
Todo ello sin contar con otras propuestas que no llegaron a en­
contrar aceptación, como la pintoresca de Alcanter de Brahm de un
«point d ’ironie» — aunque si un lector no detecta por sí solo la ironía
en un texto, su explicitación por medio de un signo sería como expli­
car un chiste a quien no lo ha entendido a la prim era25.

24 Cit. por Grevisse, 1991, 2754 (también aquí sobre el «point d ’ironie» que se
m enciona en seguida).
25 Si se considerase pertinente, también sería mucho lo que se podría mejorar en
este sentido en español, sobre todo en lo referente a las distintas m odalidades de ora­
ción (mando, ruego, amenaza, etc.). Véase por ejemplo, aplicado a un texto latino, el
«Ensayo de puntuación fiel a las prosodias de la lengua hablada», recogido ahora en
García Calvo, 1989, 229-37. El libro de M. B. Parkes, Pause and Effect. An Introduc-
tion to the History o f Pimctuation in the West, Aldershot, 1992, sólo trata de la pun­
tuación en el mundo latino (a partir del siglo vi) y europeo, pero desgraciadamente no
dice nada de los antecedentes griegos.
C a p ít u l o II

FONOLOGÍA
HUELLAS DEL SISTEM A FONOLÓGICO DEL GRIEGO
ANTIGUO EN EL ESPAÑOL

En este segundo capítulo vamos a estudiar el préstamo lingüístico


desde el punto de vista de la fonología, viendo, por un lado, cómo y
por qué algunos fonemas griegos existentes en el latín culto no tuvie­
ron continuación en el latín vulgar y por tanto tampoco en castellano;
y, por otro lado, estudiaremos las importantes consecuencias que ha
tenido la llegada masiva de helenismos cultos para la conformación
de la fisonomía fonotáctica del español, fundamentalmente en lo que
se refiere a la silabación de grupos de consonantes.

§ 3. G e n e r a l id a d e s s o b r e e l p r é s t a m o d e f o n e m a s

Como se ha dicho, una cosa es la escritura y otra el sistema fono­


lógico de una lengua. Por cierto que éste, contra lo que pueda pensar­
se a veces, no es ajeno a las influencias foráneas, y si las lenguas se
prestan entre sí elementos pertenecientes a todos sus niveles (morfo­
lógico, sintáctico, léxico, incluso prosódico), los fonemas no son una
excepción

1 Cf. en general Davis, 1994, 2273-76; Deroy, 1980, 87-91 y 239 ss.; W einreich,
1974, 41 ss. («interferencias fónicas»).
Pues bien, cuando una lengua recibe de otra un p r é s t a m o — una
palabra, un prefijo, un sufijo— que contiene un fonema desconocido
para ella2, tiene básicamente tres opciones: puede eliminarlo sin más;
puede sustituir dicho fonema por alguno similar de que disponga en
su sistema (por ejemplo, al convertir el inglés shilling, con /§/ inicial,
en chelín, con /c/), o puede conservar dicho fonema, añadiéndolo a su
lista (por ejemplo, el inglés antiguo tomó del francés el fonema Izl a
través de préstamos como rouge, beige; el francés medieval tomó del
fráncico germánico la aspiración inicial de palabra /h/, que luego fue
desapareciendo poco a poco). Lo normal en este último caso es que
esos nuevos fonemas queden restringidos a las propias voces foráneas
tomadas en préstamo, sin llegar a ser productivos en la lengua.
En condiciones de bilingüismo «equilibrado» (por ejemplo, entre
las clases cultas romanas), lo lógico es que los préstamos entre las dos
lenguas en cuestión mantengan sus fonemas intactos, mientras que la
adaptación sistemática es más propia de situaciones m onolingües3; tal
fue siempre el caso del griego, muy reacio a adoptar palabras forá­
neas sin adaptarlas previamente a su fonología (y a su morfología).
También el español ha mostrado siempre una fuerte tendencia a
asimilar los fonemas extranjeros a los propios — otra cosa es que la
escritura refleje esa asimilación o conserve la grafía original— , in­
cluso tratándose de nombres propios, aunque en los últimos tiempos
esta tendencia está en franco retroceso, al menos en el español están­
dar de los medios de comunicación, invadido a diario por palabras

2 Como señala Weinreich (1974, 30), en realidad, desde un punto de vista estruc­
tural ista coherente, todos los fonemas de una lengua son en sentido estricto «descono­
cidos» para la otra lengua, pues, por poner un ejem plo sencillo, fkJ griega (escrita {k})
y /k/ latina (escrita {c}) no son el «mismo» fonema, ya que cada uno de ellos se define
por oposiciones distintivas propias dentro de su sistema fonológico (la f\ü sorda griega
se opone, además de a la sonora /g/, a la oclusiva sorda aspirada que escribimos {x},
mientras que la /k/ latina no conoce esta oposición; etc.). Claro que, de hecho, los
hablantes de latín identificaban ambos fonemas por encima de los límites de los dos
sistemas fonológicos, y en este sentido sí se puede decir con toda razón que, en los
préstamos, fkJ griega = í\ü latina.
3 Cf. W einreich, 1974, 67.
procedentes de los idiomas más diversos del globo; recuérdese cómo
antiguamente se españolizaban sistemáticamente los nombres de ciu­
dades o países para hacerlos fácilmente pronunciables (Mastrique por
Maustricht, Perusa por Perugia, etc.), e incluso se traducían nombres
de pila (Luis Bccthoven, Juan Jacobo Rousseau) y excepcional mente
también apellidos (como cuando Quevedo llamaba a Montaigne «el
Sr. de M ontaña»)4.
Algo parecido puede decirse de las combinaciones de fonemas (lo
que en ingles se llama Phonotactics); si un préstamo conculca las
combinaciones normalmente admitidas en la lengua receptora, una de
dos: o bien se modifica su silabación para adaptarla (como en Es-tras-
bur-go, con vocal inicial y final ausentes en Stras-bourg, o en el anti­
guo nombre español de Frank-furt am Main, Fran-co-for-te del M e­
nú), o bien se mantiene tal cual la secuencia, que revela así el carácter
foráneo de la palabra (por ejemplo, en sandwich, pronunciado con
frecuencia en español con una /c/ final que va contra la norm a5). Y lo
mismo puede ocurrir con el acento: el préstamo puede adaptarse a las
norm as acentuales de la lengua de llegada (como ocurría norm al­
mente con los helenismos en latín, cf. § 6.7) o puede conservar la
acentuación original, que por ser anómala en ¡a lengua receptora de­
nuncia el origen foráneo de la palabra.
Pero claro, en todos estos casos se trata de contacto entre lenguas
vivas, habladas, mientras que en el caso de la inmensa mayoría de los
helenismos españoles, que es el que nos ocupa, estamos ante un fe­
nómeno diferente, pues los préstamos vienen de una lengua escrita,

1 Algo sim ilar ocurría en francés, cf, Deroy, 1980, 249-50. En los últimos tiempos
el delirio identitario de los nacionalism os «periféricos» ha llevado a excesos algo ridi­
culos, corno la pretensión del Parlamento español de que el nombre oficial en español
de algunas ciudades contenga un fonema desconocido para sus hablantes (caso, por
ejem plo, de Girona, que no habrá más remedio que pronunciar Yirona o incluso Chi­
vona. con los chuscos m alentendidos que puede propiciar esta última variante). No pa­
rece que sea competencia de un parlamento la introducción de fonemas extraños en
una lengua, aunque sea en un nombre propio; cf. tam bién l.azaro Carreter, 1997, 674.
' Aunque la tendencia natural, sobre todo si el hablante desconoce el inglés, es a
pronunciar sangüis. En Sudam érica se utiliza (y se escribe) el plural sánguses
ya no hablada; de ahí que no quepa hablar de préstamo de fonemas
griegos al español, sino más propiamente de transcripción, como se
verá (§ 6).
Muy diferente era la situación en la Antigüedad, pues el latín en­
tró en contacto directo con la población hablante de griego, primero
en el sur de Italia y después en la Grecia continental e insular (y en la
propia Roma); y, dado que el bilingüismo estuvo bastante extendido
entre los rom anos6, no es de extrañar que, al menos en un nivel culto
y a partir sobre todo del siglo n a. C., se adoptasen varios fonemas
ajenos a la lengua latina: así las oclusivas aspiradas, transcritas como
{ph}, {ch}, {th} y pronunciadas como tales oclusivas seguidas de as­
piración; la u, transcrita como {y} y pronunciada de forma similar a
la {u} francesa; la {z}, representando una silbante sonora perdida ya
en latín por efecto del rotacismo.
Pero todos estos préstamos no tuvieron consecuencias duraderas
en la fonología latina, y el latín popular ignoró estas distinciones, co­
mo demuestran tanto las inscripciones y algunos textos tardíos como
la propia evolución y resultado de numerosas palabras románicas;
veámoslo en cada caso concreto (aun a costa de repetir parcialmente
algunos puntos señalados en § 1).

§ 3 . 1. L O S FONEM AS / t h/, / k h/

Las oclusivas aspiradas dental (/th/) y gutural (/kh/), escritas como


{th} y {ch} respectivamente, como se ha dicho, se pronunciaban en
los círculos cultivados romanos con su aspiración original; esta aspi­
ración acabó por convertirse en algo de buen tono, lo que provocó
que, en el habla de algunos indoctos, se extendiera incluso a palabras
latinas en las que nada tenía que hacer (de ello se burla Catulo en su
poema 84, que empieza Chommoda dicebat, si quando commoda...).
Pero en el habla popular esas palabras griegas simplemente perdieron

6 Ver fCaimio (1979); y la bibliografía que cita Laguna, 1995, 10-14,


la aspiración7, comportándose en latín vulgar como meras oclusivas
sordas: cf. axoA.f| > sc(h)ola > escuela (fr. école, it. scuola, etc.),
0r|CTaupóc; > t(h)esaurus > tesoro, etc.

§ 3.2. E l fo n e m a /ph/

La oclusiva aspirada labial /ph/, escrita como {ph}, perdió tam­


bién la aspiración en algunas palabras como KÓtaxqxx; > colap(h)us >
golpe (fr. coup, it. colpo, etc.) o como pácpavoc; > rap(h)anus > rá­
banos. Sin embargo, ya desde el siglo i a. C. hay pruebas de pronun­
ciación fricativa de /ph/ en algunas partes del Imperio (grafías como
Dafne en vez de Daphne en Pompeya), y esta pronunciación fricativa
líl, favorecida por la existencia en latín de este sonido en palabras in­
dígenas — y quizá por la propia evolución contemporánea de todas
las aspiradas griegas hacia fricativas— , es la que acabaría imponién­
dose para los helenismos en todas las lenguas europeas, tanto para los
patrimoniales (como esp. huérfano < lat. orphanus < ópcpavóc;) como
para los cultismos modernos (como, p. ej., filología), independiente­
mente de cuál sea la grafía elegida ({f} en español e italiano, {ph}
etimológica en francés, alemán e inglés).
Esta evolución fonética explica la anomalía de que, teniendo tanto
el griego medieval y moderno como el español fricativas interdenta­
les, labiodentales y velares (/0/, líl, /x/)9, los helenismos españoles
modernos presenten por un lado la fricativa líl y por el otro las oclu­
sivas /t/ y Ikl, en vez de las fricativas correspondientes; de no ser por
el proceso histórico descrito, encontraríamos en español o bien toda la
serie fricativa (es decir, *zeólogo, *antízesis, *brajicéfalo, que es, por
lo demás, como se pronuncian estas consonantes al leer hoy los textos
clásicos griegos; y como se suelen transcribir en nombres propios del

7 Así ocurría también en los préstam os más antiguos; ver § 8.


8 Para la cronología de este fenómeno, ver § 8.
9 Tanto la /0/ como la /x/ estaban plenamente impuestas a principios del siglo xvn
(cf. Lapesa, 1981,374, 379).
griego moderno, como Zeodorakis, Janiá, Jristodulos, etc., cf. § 6.5),
o a la inversa, toda la serie oclusiva (en cuyo caso, junto a antítesis y
braqui- tendríamos *acépalo, *pilosopía, etc.).

§ 3.3. E l fonem a /üJ

La vocal griega u, escrita {y} y pronunciada en registro latino cul­


to como /vi/ (es decir, como la {u} francesa o la {ü} alemana), en
el habla popular de época imperial se asimiló en la mayoría de casos a
la /i/, según demuestran grafías como misteriis (gr. jiuaifipiov), y tal
es la pronunciación que ha prevalecido hasta hoy en las lenguas euro­
peas, independientemente de que escriban {i} o {y} (la única excep­
ción es, creo, el alemán, donde Physik suena [fuzík], frente al francés
physique que suena [fízík]).
En algunos casos la vocal griega se asimiló a la /u /10, lo que ex­
plica palabras castellanas com o tumba (< TÓ|ipo<;) o dobletes con
evolución culta y popular, como lince < Xí)y£ frente a onza, que pre­
supone una forma latina *luncea (con posterior deglutinación de la ÍU
inicial)11; cripta (lat. crypta < KpÚ7trr|), frente a gruta (< lat. vulgar
crupta, por intermedio de un dialecto italiano), etc.

§ 3.4. E l fonem a /z J

La C griega presenta mayores problemas. Sin duda este grafema


sirvió en griego para representar diversas combinaciones de sonidos,
pero parece que en época helenística su valor era el de una doble sil­
bante sonora /z/; ello explica las transcripciones arcaicas o plautinas

10 Para cuestiones cronológicas remitimos a Biville, 1990-95, II, 255-319, y al § 8


de este libro.
11 Ver DCECH s. v. lince (para C orom inas la etim ología de onza aludida e s
incierta).
del tipo de massa (ná^a) o sona (t¿bvr|), con /s/ por carecer ya el latín
de la silbante sonora Izl después del rotacismo del siglo ív a .C l2. Y
mientras los gramáticos latinos no arrojan mucha luz sobre la pronun­
ciación real de este grafema en el latín culto (que la transcribía ya re­
gularmente como {z}), las inscripciones y algunos textos de época
imperial revelan una pronunciación palatalizada [dj] o [dz] 13 en latín
vulgar (baptidyare por baptizare, Iosimos por Zcbai|ao<;, etc.), lo que
aclara la etimología de las poquísimas palabras románicas de origen
griego en las que aparecía la por ejemplo occitano y cat. gelós, it.
geloso, fr. jaloux (lat. zelosus, formado sobre gr. £j|A,0<;)M; jengibre,
tomado del occitano o del francés gingibre (lat. zingiber < gr.
£iYYÍ3ePl<¡); 0 el francés jujube ‘azufaifa’ (< lat. ziziphum < í%U(pov;
la azufaifa española procede de la misma palabra griega, pero a través
del árabe)l5; en todas ellas la consonante inicial se ha comportado
igual que otras que resultaron de la palatalización propia del latín
vulgar.
Por otra parte, los cultismos o semicultismos de origen griego
(como bautizar16, zodiaco, cizaña) entrados en la Edad Media en es­
pañol a través del latín escrito se transcribieron normalmente con {z}
y pasaron a pronunciarse como / dz/ (que era como sonaba la {z} de
amenaza o de fazer), y ese sonido evolucionó hasta convertirse en el
Siglo de Oro en la actual fricativa interdental /0/ con la que pronun­
ciamos helenismos modernos como zoología, céfiro o polirrizo (cf.
antes, § 1.3).

12 Cf. Biville, 1990-95, I, 112 ss. (sobre los verbos plautinos en -isso (graecisso,
purpurisso), ver después, § 12.2.3).
13 Biville, 1990-95,1, 133.
14 El castellano celo ha sufrido la influencia del latín celare, ver DCECH s.v. (espe­
raríamos *yelo o *gelo).
15 Ver DCECH s. v. azufaifa. En el difícil caso de zum o (gr. £conó<;), habrá que su­
poner el paso por el árabe, ver DCECH y Corriente, 1999, s. v. zumo.
16 La forma popular, atestiguada ya en Berceo, es batear (en francés la forma po­
pular era baloyer, en catalán batejar, etc.).
§ 3.5. D ip t o n g o s .

No vamos a entrar aquí en detalle en el complicado problema de


la adaptación latina de los diptongos griegos, para lo cual hay que te­
ner en cuenta tanto la evolución de éstos en época helenística y roma­
na como la de los propios diptongos latinos en ]a misma época. Dire­
mos simplemente que, salvo algunas excepciones aisladas, se obser­
van las correspondencias que se verán en el apartado de transcripción
(§ 6.2.), es decir:
a i > lat. /ae/ (> esp. /e/)
ei > lat. /i:/ (> esp. /i/)
oí > lat. /oe/ (> esp. /e/)
au > lat. /au/ (> esp. /au/, /oí)
eu > lat. /eu/ (> esp. /eu/, /oí)
ou > lat. /u :/ (> esp. luí).

Como decíamos, hay algunas excepciones aisladas (algunas en


préstamos preliterarios, sobre los cuales cf. § 8), no siempre fáciles de
explicar; algunas de ellas no afectan al resultado final español (como
el caso de <JKT)vr) > lat. scaena > e sc e n a /1, otras sí: KpavnáXr\ > lat.
crapula, Tioivf] > lat. puniré, (poíviE, > lat. Punicus, 5ioücr|au; > lat.
diócesis, Tiapoucía > lat. par(r)ochia,8.
Pero, aparte de esos casos, se observan las correspondencias men­
cionadas, de tal forma que es claro que en el latín vulgar tampoco hu­
bo ningún diptongo griego que no se adaptara al sistema vocálico la­
tino, y de ahí los resultados españoles. Un caso especial es el de /au/
y /eu/: el prim ero m onoptongó en /o/ en las voces patrim oniales
(Griaaopóc; > lat. thesaurus > tesoro), siendo reintroducido después
por los cultismos latinos (claudicar) o griegos (traumático); /euI era
un diptongo prácticamente inexistente en latín, y también monopton-

17 Ver BiviIle, 1990-95,11, 326 ss.


18 Cf. Biville, 1990-95, II, 320 ss., 334 ss.
gó en /o/ en castellano en algún que otro helenismo temprano (como
romadizarse, romadizo < lat. rheumatizare < gr. peunaTÍ^co), pero
aparece sin monoptongar en bastantes helenismos entrados por vía
culta (terapeuta, seudónimo, etc.). Todos estos procesos fonéticos del
latín vulgar — que, como se ha visto, no contó con ningún fonema de
importación griega— son, en definitiva, los que explican la forma
habitual de transcribir las palabras o lexemas griegos al castellano (el
caso de la {z}, como se ha visto, es bastante especial; también el de
los diptongos /au7, /eu/). Hay que tener en cuenta que en los siglos
medievales muchos de los cultismos de origen griego alojados en el
latín de la Iglesia pasaban fácilmente al lenguaje común, donde los
fonemas en cuestión (escritos como {ph}, {ch}, {th}, etc.) se pronun­
ciaban como se ha dicho (es decir, como /f7, /k/, líl, etc.); incluso el
propio latín eclesiástico se pronunciaba, lógicamente, de acuerdo con
la fonética vulgar, y así se ha hecho siempre en la misa católica en la­
tín (con variantes según los países). Así se entiende que, con estos
precedentes, los numerosos cultismos llegados por vía escrita al espa­
ñol a partir del siglo xiii se hayan amoldado en general a estos princi­
pios y, en el caso de los griegos, se hayan transcrito como se especifi­
ca en § 6 .

§ 4. C o m b in a c io n e s d e f o n e m a s o f o n o t á c t ic a

Hay un terreno en el que los helenism os sí han m odificado en


parte la situación del español — del español estándar culto— , y es el
de la «fonología combinatoria» o fonotáctica (en ing. Phonotactics),
especialmente en lo que se refiere a la estructura silábica, que, como
señaló Diego Catalán, es uno de los capítulos de la fonología más
descuidadosl9. Y es que los numerosos cultismos griegos, indisocia-
bles en este aspecto de los latinos, reintrodujeron en la pronunciación

19 Cf. Catalán, 1971,77.


del español culto (y en su ortografía) una serie de combinaciones fone-
máticas que habían desaparecido de la lengua hablada en la Edad Me­
dia, y que en muchos casos siguen resultando ajenas a la pronunciación
coloquial castellana, a pesar de «la presión normativa y etimologizante
ejercida por la Academia desde el siglo xvjii» 20. Intentaremos dar un
repaso sistemático a todas estas combinaciones, distinguiendo — de
una forma algo rudimentaria si se quiere— entre «grupos no proble­
máticos» (aquellos que, aun en el caso de que hayan desaparecido en
las palabras patrimoniales del idioma, no parecen ofrecer ningún pro­
blema articulatorio al hablante común) y «grupos problemáticos»
(aquellos que se mantienen, mejor o peor, por la mencionada presión
normativa; algunos, de uso casi siempre escrito, virtualmente impro­
nunciables).

§ 4 .1 . D is t r ib u c ió n d e v o c a l e s y c o n s o n a n t e s

Por lo que respecta a la distribución de vocales en la palabra, hay


que señalar que, por la evolución de las vocales finales en el castella­
no medieval, es muy rara la presencia de /i/ o /u/ en sílaba final átona,
y que una gran parte de las palabras que presentan /i/ en esa situación
son helenismos, especialmente los sustantivos en -sis como crisis,
síntesis, neurosis, etc., o los términos médicos con el sufijo -itis (fa­
ringitis, otitis, etc.)21.
Y respecto a la distribución de consonantes se puede decir algo
similar: que los cultismos latinos y griegos han Jhecho que aumente
considerablemente el número de oclusivas sordas intervocálicas con­
servadas en español, frente a la tendencia general a la sonorización en
los primeros siglos del idioma (cf. infra, § 4 . 5 ) ; basten como ejemplo
los cientos de sustantivos o adjetivos griegos o latinos en -/co, como

20 M arcos, 1965, § 163.


21 Alarcos, 1965, § 95; puede comprobarse fácilmente lo que decim os consultando
el Diccionario inverso de Bosque & Pérez Fernández, 1987.
lógico o político (frente al resultado medieval: amicus > amigo, toxi-
cum > tósigo, etc.).
También se podrían señalar numerosas palabras de origen griego
que, entre otras cosas, denuncian su carácter de cultismos por su ex­
tensión anormal (paralelepípedo, biocitoneurología) o por presentar
secuencias consonanticas de difícil pronunciación, propias casi de un
trabalenguas (tetrástrofo; cf. en cambio lo ocurrido en trastocar <
trastrocar).

§ 4.2. G r u p o s d e c o n s o n a n t e s e n p o s ic ió n in ic ia l

No ofrecen problema articulatorio las combinaciones de oclusiva


o /fí seguidas de /l/ o /r/, aunque lo cierto es que la mayoría de las
palabras que empezaban por /pl/, /k1/, /fl/, íb\l y /gl/ sufrieron en el
tránsito al castellano la pérdida de la oclusiva, con o sin palataliza­
ción de la N (cf. lat. pluvia .■ lluvia; clamare .' llamar; jíam m a .'
llama; blastemare > lastimar; glattire > latir). Así, tenemos casi to­
dos estos grupos iniciales representados en helenismos españoles: /br/
(bromatología), /pr/ (pragmático), /ir/ (frase), /dr/ (drama), /tr/ (trau­
ma < xpaüna, trombo < 9pó(i3°<í), /gr/ (gramática), /kr/ (cromático <
XPCOnaxiKÓq, cripta > KpÚTtiri), /bl/ (blenorragia), /pl/ (plástico), /fl/
(flema), /gl/ (glosa), ftd! (clero < K>apo<;, cloro < x^íopó^)22.
Los grupos problemáticos son: /ps/ (psicología, simplificado a
veces en sicología, de forma regular en seudónim o22), /ks/ (xilófono),
/m n/ (mnemotécnico, también nemotécnico), /gn/ (gnóstico), /kn1 (cni-
dario), /pn/ (pnigofobia; simplificado en neumonía, neumático, etc.),
/pt/ (pterodáctilo-, simplificado en tialina < 7Ciúa^ov «saliva»), PoáJ

12 El grupo /ti-/, que en español está en general limitado a algunos m ejicanismos


donde representa una oclusión lateral del náhuatl (tlacoyo, tlacote, etc.), sólo aparece
en algunas raras voces científicas de origen griego, como tlipsis (< GXüyu;) o llexero
(form ado sobre el verbo tXáco, «tolerar»); no había en griego palabras que empezaran
por el grupo /SX/.
23 Ver bibliografía en F. Galiano, 1969, 14-15.
(bdelomorfo; resuelto en bedelio < (38é>Aiov), /kt/ (ctenóforo), /ft/
(Ftía, nombre propio), /tmI (tmesis); quizá haya alguno más en nom­
bres propios.
Finalmente, todos los grupos iniciales griegos de /s/ más oclusiva
o /m/ han desarrollado en español una /e/ protética para facilitar la ar­
ticulación, excepto alguna que otra palabra de penetración temprana
en que ha caído la /s/ (como cncnTtTpov > getro > cetro\ craaajió<; >
pasm o, ya en lat. vg.pasmus; cisma < etc.). Así, tenemos re­
presentados grupos iniciales griegos como /ene/ (escéptico), fa x / (es­
quizofrenia), /(J0/ (estenógrafo), /ctt/ (estático), lo n l (espasmo), /ccp/
(esfera), /crup/ (estrofa); también el grupo /aji/ (esmeralda < ajiápay-
8o<;).

§ 4 .3 . G r u p o s in t e r io r e s n o p r o ­
b l e m á t ic o s (h e t e r o s il á b ic o s )

En posición implosiva — es decir, en final de sílaba seguida de


consonante— el español sólo admite de forma natural los fonemas
/s/, /0/ y los archifonemas /L/, /R/, /N/; es decir, los mismos que se
admiten normalmente en final de palabra24. Todas estas consonantes
finales de sílaba pueden combinarse con cualquier otra consonante en
la sílaba siguiente, si exceptuamos algún grupo inestable de nasales o
laterales (como /mn/, resuelto por disimilación y epéntesis enjpala-
bras patrimoniales: lat. homine(m) > omne > hombre).
Casi todas estas combinaciones aparecen en helenismos españo­
les, aunque algunas pocas sólo están atestiguadas en nombres propios

24 En final de palabra, en realidad, sólo el nasal /n/, el lateral ¡M y la /r/ fricativa,


adem ás de /s/ y /0/; cf. Alarcos, 1965, § 115 ss. (para el concepto de arebifonema, §
26). Por lo demás, entiéndase que la situación descrita se refiere al español estándar
del norte de la Península Ibérica, pues en toda la parte meridional lo normal es la neu­
tralización de /s/ y /0/ implosivas, por un lado (realizada como aspiración /h/)> y tam ­
bién la de /r/ y t\l implosivas (realizada como /vi), con tendencia latente a la desapari­
ción de todas las implosivas; cf. Catalán, 1971.
o en tecnicismos de muy poco uso: /Np/ (emporio), /Nb/ (trombosis),
/Nf1 (ánfora), /Nt/ (síntesis < aúvGeaic;, antítesis < áviíGeau;), /Nd/
(espondeo), /N0/ (quiromancia), /Nc/ (concha), /Ns/ (pansofismo), /Nk/
(ornitorrinco), /Ng/ (laringólogo), /NxJ (ángel), /NI/ (panléxico)25, /Nr/
(panrománico); /Lp/ (Melpómene), /Lb/ (Olbia), /Lf/ (alfabeto), /Lt/
(peristáltico), /Ld1 (polialdo), /L0/ (helcistro), /Ls/ (alsófilo), /Lk/
(Cólquide), /Lg/ (algofobia), /Lx/ (analgésico), /Lm / (platelminto);
/Rp/ (carpo), /Rb/ (euforbio), /Rf/ (morfema), /Rt/ (carta), /Rd/ (cuer­
da), /R0/ (hipercinesia), /Re/ (archivo), /Rs/ (tirso), /Rk/ (sarcófago),
/Rg/ (ergonomía), ÍRxJ (metalurgia), /Rm/ (fármaco), /Rn/ (cibernéti­
ca), /RJ/ (hiperlipemia); /sp/ (espora), /sb/ (asbesto), /sf/ (asfixia), /st/
(místico), /sd/ (disdipsia), /s0/ (discinesia), /sk/ (menisco), /sg/
galactia), /sx/ (disgenia), /sm/ (cosmos), /sn/ (disnea), /si/ (dislexia),
/sr/ (disritmia).
Por las propias posibilidades fonotácticas del griego, no están re­
presentados en helenismos españoles grupos como /Ln/, /Lr/; tampo­
co combinaciones con /0/ cerrando silaba (sí en palabras de otros orí­
genes: alnafe, alrededor, bizco, juzgar, jazmín, rebuzno), a no ser en
algún caso aislado y temprano en que ha habido alteraciones fonéticas
de importancia, como en bizma < bidma < lat. epithema < éní0e|ia
«em plasto»26.

§ 4 .4 . G r u p o s in t e r io r e s p r o b l e m á t ic o s (h e t e r o s il á b ic o s )

Junto a estos grupos interiores, perfectamente adaptados a la fo-


notáctica española, hay otros mucho más problemáticos, fundamen­
talmente las combinaciones con una oclusiva como cierre de sílaba,

25 Ya se entiende que algunos de estos grupos sólo aparecen en com puestos mo­
dernos, a veces híbridos de latín y griego (como panrománico), pero serían imposibles
en griego (donde grupos consonánticos como -vX-, -vp-, etc., se asimilaban y daban
como resultado -XX-, -pp-, etc.).
26 Quizá también en gazpacho, si se acepta la etimología propuesta por Corriente,
1999, s. v. (vendría de yaCocpuXátaov «cepillo de iglesia»).
entre las que las más frecuentes son probablemente /Bt/, /Gt/ /G0/ y
/Gs/. Todos estos grupos desaparecieron muy pronto de las palabras
castellanas patrimoniales — en ciertos casos ya en el latín tardío—■, en
virtud de diversos procesos fonéticos: palatalización (noctem > no­
che; texere > texer [teser] > tejer), caída de la oclusiva (scriptum >
escrito), vocalización de la oclusiva (captivum > cautivo, civitatem >
cibdad > ciudad), metátesis (catenatum > cadnado > candado), etc.
Y la tendencia a resolver este tipo de grupos inestables era tan
fuerte que afectó también a los cultismos latinos o griegos introduci­
dos en la baja Edad M edia y los siglos xvi y xvn; así nos encontra­
mos constantemente en la literatura del siglo de Oro, en escritores po­
co sospechosos de «vulgaridad», con palabras como lición (lección),
afición (afección), efeto (efecto), conceto (concepto), dino (digno),
etc., que reflejan la pronunciación habitual de estos cultismos, quizá a
veces con una geminación similar a la que se produce en italiano (que
no vio mayor problema en reflejarlo así por escrito: concetto, massi-
mo, esatto, soggetto, etc.).
Pero tras la fundación de la Real Academia en 1713 se va impo­
niendo la restitución etimológica — no sólo en la ortografía, sino
también en la pronunciación de las clases cultivadas— de gran canti­
dad de estos grupos cultos, aunque de una forma arbitraria y desorde­
nada27; en parte eso explica, por ejemplo, que los derivados españoles
del verbo latino iacio «lanzar» presenten formas tan diversas como
objeto, sujeto, abyecto (obiectum, subiectum, abiectus), objeción, su­
jeción, proyección. interjección (obiectio, subiectio, proiectio, inte-
riectio)2%y lo que provoca inevitables dudas en el hablante y explica
también las formas hipercorrectas (es frecuente oír y leer cosas como
discrección < lat. discretio, concrección < lat. concretio, etc.). Diego
Catalán ha descrito este proceso general con toda claridad:

27 Cf. Lapesa, 1981, § 102; cf. también M artínez de Sousa, 1991, 146 ss.; o el
Manual del español correcto de L. Gómez Torrego, Madrid, 1988.
28 Una lista más completa en DCECH s. v. abyecto.
En el siglo xvin las minorías cultivadas aceptaron el principio de
que la «corrección» lingüística debía prevalecer sobre la costumbre.
En consecuencia, intentaron sujetar su habla a las normas de pronun­
ciación recomendadas por la erudición. La escritura impuso su impe­
rio sobre la palabra. Este predominio de la letra vino a minar, en la
lengua culta, la norma estructural que limitaba a -n, -l, -r, -s y -z el
inventario de los fonemas con valor distintivo en el margen implosivo
de la sílaba. Los hispano-hablantes cultivados del s. xvin comenzaron
a pronunciar los «grupos cultos» de consonantes en los préstamos la­
tinos (y en otros extranjerismos); después, la progresiva democratiza­
ción de la cultura ha conseguido difundir esta nueva norma de pro­
nunciación entre un número cada vez mayor de usuarios de la lengua
española. Creo, sin embargo, que las nuevas consonantes implosivas
no se hallan perfectamente integradas en la estructura de la lengua y
que en una descripción fonológica del español es preciso seguir dis­
tinguiendo entre las implosivas tradicionales y las «cultas». Estas, por
lo general, siguen estando adscritas a unas secciones del léxico de
empleo muy restringido29.

En efecto, hasta el día de hoy todos estos grupos siguen repug­


nando al sentido de la silabación del hablante común (que es, por
cierto, quien acaba conformando a la larga la gramática de una len­
gua); y cualquier fonetista reconoce que en la lengua hablada la ma­
yoría de los sufridos hispanohablantes evitan estas combinaciones de
una forma o de otra: prescindiendo por completo de la oclusiva ([es-
plicar], como escribía Juan Ramón Jiménez, [ausilio]), pronuncián­
dola en el «habla esm erada» como fricativa ([esagto], [concebto]),
vocalizándola ([káusu!a]=eá/«w/a), recurriendo a la geminación ([tén-
nica], [ammóffera], muy frecuente en Andalucía) o incluso sustitu­
yendo la oclusiva por una de las consonantes comunes como cierre de
sílaba: así se explica, por ejemplo, que los antiguos sustantivos en
-adgo (< lat. -aticu) terminen hoy en día en -azgo (mayorazgo, har­
tazgo, etc.); se observa que la /©/ tiende a neutralizar en algunas par­

29 Cf. Catalán, 1971,84.


tes a /B/, /D/ y /G/, así en pronunciaciones «vulgares» como [azvertir],
[esazto], [helicóztero], [aztitud], [corruzto], etc.)30.
Claro que tampoco faltan pronunciaciones recalcitrantes del tipo
de [eksakto], y numerosas formas hipercorrectas como [ekspektador]
(lat. spectator) o, en ciertos países americanos, [auktomóbil]; pero
todo esto, por decirlo con palabras de Saussure, entraría ya dentro de
la categoría del «caso teratológico» (o sea, de la galería de mons­
truos)31.
Pues bien, en los cultismos de origen griego hay una nutrida re­
presentación de estos grupos «intrusos» con oclusiva en final de síla­
ba, algunos más pronunciables que otros: /B t/ (helicóptero), /B d/
(molibdeno), /Bs/ (elipsis, ábside), /Bn/ (hipnosis); /DmI (cadmio,
ritmo), /Dn/ (étnico, equidna), /DI/ (atleta); /Gp/ (ecpiesis), /Gb/ (ec­
bólico) , /Gf/ (sinecfonesis), /Gt7 (práctico), IGáJ (amígdala, sinécdo­
que), /G0/ (eccema), /Gs/ (exótico), /Gm/ (enigma, dracma), /GwJ
(diagnóstico, técnica). A ellos habría que añadir combinaciones como
/mn/ (himno; simplificado en Agamenón < ’AyajiSiivcov) y los muy
raros /ft/, /fn/ (difteriaf Dafne); no están representados, afortunada­
mente, los grupos /Gk/, /Gg/, /Gx/.
Por otra parte, las geminadas griegas (141, vv, XX, a a , nn, t t , kk)
no suponen problema ya que se simplifican siempre en español, ex­
cepto en el caso de /r/ (catarata/catarro), ver infra, § 6 .5 .

§ 4 .5 . G r u p o s f n t e r io r e s t a u t o s il á b ic o s

El español admite los mismos que hemos visto a principio de pa­


labra, por más que algunos de ellos sufrieran cambios en el tránsito al
castellano (por ejemplo, la sonorización de oclusivas sordas en lat.
capra > cabra, patre(m) > padre, lucrare > lograr). Así, tenemos re­

30 Puede verse la descripción detallada de muchos de estos casos en T. Navarro


Tomás, M anual de pronunciación española, Madrid, 26.a ed., 1996.
31 Saussure, 1983, 99; sobre la tendencia general a la hipercorrección como algo
típicamente «pequeño-burgués», cf. Bourdieu, 1999, 37.
presentados en helenism os españoles: /pr/ (lepra), /p 1/ (omóplato),
/br/ (tríbraco), PoV (problema), /fr/ (perífrasis), /fl/ (endojlebitis), /kr/
(policromía), /kl/ (heteróclito32), /gr/ (pentagrama), /gl/ (diglosia),
/tr/ (metro), /dr/ (hipódromo). El grupo /ti/, como se ha visto en § 4.4,
es muy poco frecuente y tiende a ser heterosilábico en español (at­
leta, at-las, etc.; en la pronunciación común es frecuente suprimir la
/t/, como en Ale ti, por AtlétifcoJ de Madrid).
Conviene señalar, por otra parte, que el griego antiguo no siempre
coincidió con este tipo de silabación en los grupos de oclusiva segui­
da de nasal o lateral. Así, los textos métricos más antiguos demues­
tran que el límite silábico se sentía entre ambas consonantes, de for­
ma que la primera sílaba, aunque tuviera vocal breve, contaba como
larga: nax|póc;, ánó n |p o 0ev (como si el español dividiera cab-ra o
chic-le, o más bien cah-bra, chf-cle). Y si bien en el ático y en el
griego helenístico la silabación de estos grupos era en general como
la latina y española — lo que suele llamarse correptio Attica, «abre­
viación ática», por contar como breve la sílaba que precede al grupo
en cuestión, siempre que tenga vocal breve— , hay que señalar que
algunas combinaciones con IV se seguían sintiendo normalmente co­
mo heterosilábicas (así -3X-, -yX-), mientras que, a la inversa, podían
funcionar como tautosilábicos grupos que en español nunca podrían
serlo (así, algunas com binaciones con /m / y / n/, por ejem plo en
xéicvov)33.

§ 4.6. G r u p o s in t e r io r e s d e t r e s

C O N SO N A N T E S ( h E T E R O S IL A B IC O S)

De entre los que tolera sin problemas el español, aparecen en he­


lenismos los siguientes (muchos sólo en compuestos de uso muy es­

32 En algún caso muy raro puede sentirse como tal el prefijo, y hacerse la división
silábica: ec-lampsia (< EK>.amja<;).
33 Pueden verse más detalles en cualquier buen manual de métrica griega, p. ej. en
M. L. West, Greek Metre, Oxford, 1982, p. 16-17.
pecializado): /Npr/ (empráctico), /Nbr/ (embrión), /Nfr/ (en/ráctico),
/N tr/ (filántropo), /N dr/ (síndrome), /N kr/ (sincronizar), /N gr/ fe/7-
grafia), /Npl/ (emplasto), /Nbl/ (emblema), /Nfl/ (enflisis), /Nkl/ (sin-
clinal), /Ngl/ (ganglio); /Rpr/ (hiperprosexia), /Rtr/ (artritis), /Rkr/
(hipercrítico), /Rpl7 (hiperplasia); /spr/ (disproteinemia), /sfr/ (paros-
fresia), /str/ (gástrico), /skr/ (escrología, discrasita), /sgr/ (disgrafia),
/spl/ (displasia), /ski/ (disclímax), /sgl/ (disglosia).
Los demás grupos triconsonánticos resultan más o menos proble­
máticos: /Btr/ (dioptría), /Gtr/ (eléctrico), /Gtl/ (ectlipsis), /Gkl/ (ec-
clipsis), /Gst/ (éxtasis), /Gs0/ (excéntrico), /Nkt/ (plancton; simplifi­
cado en esfínter < cípiyKTip), /Nps/ (panpsiquismo), /Npn/ (panpneu-
matismo), /Ntl/ (entlasis), /Nmn/ (panmnesia), /Nsp/ (panspermia),
/Rmn/ (hipermnesia), /Rkt/ (árctidos; simplificado en ártico, antárti-
co), /sDm/ (istmo, pronunciado habitual mente [ismo]), /smn/ (dismne-
mia), /sGn/ (disgnosia). Algún grupo se ha simplificado, para alivio
del hablante, como el de /Npt/ en síntoma (< aúiiTtTcojia).

§ 4 .7 . C o n s o n a n t e s f in a l e s

De las admitidas normalmente en castellano (/s/, /n/, /r/, /I/, /0/,


hasta cierto punto /d/), tenemos en helenismos ejemplos en /s/ (caos),
InJ (esternón), Ixl (mártir); la /l/ sólo aparece en casos en que ha habi­
do apócope de /o/: apóstol(o), ángel(o), pues el griego no admitía esta
consonante en final de palabra y el único tema en ¡\í era aXx;, clXóq,
«sal, m ar»)34.
Hay también algún caso aislado de helenismos con /d/ final, como
áspid < ácmú;, áaTÚSoc; (aunque hay variantes antiguas como aspe y
áspido). Sería más coherente la variante áspide (o incluso áspiz), pues

34 Son muy raros en castellano los casos de /x/ final; entre eJlos son de origen
griego reloj (lat. horologium < cbpoXóyiov; cf. § 9.2.3.) y carcaj, palabra de etim olo­
gía e historia bastante complicadas, cf. DCECH (y también § 9.1.). Por lo demás, hasta
el siglo xm el castellano aceptaba muchas otras consonantes o grupos de consonantes
en final de palabra, cf. Catalán, 197 U 80-8 I.
lo cierto es que el español moderno tolera a duras penas la /d/ final
(de palabra y de sílaba). En los primeros siglos del idioma algunas /d/
finales se mantenían bien, pues procedían de la sonorización de /t/ y
debían de tener todavía una articulación fuerte (así en vid < vite, sed <
site, amad < amate). Pero hoy en día ya no es así, y el español tiende
a rechazarla en posición final de sílaba (cf. § 4.4) o de palabra, bus­
cando soluciones diversas35:
a), neutralizar la oposición con la fricativa /©/, que es bastante fre­
cuente en final de palabra (paz, pez); esta neutralización, muy ex­
tendida por España, se resuelve en favor de la /©/, así en realiza­
ciones llamadas «vulgares» como [Madriz], etc.;
b), suprimirla en posición final de palabra, que es con mucho lo más
habitual en voces como [usté], [verdá], etc., y que es un fenómeno
atestiguado ya en el siglo xvi (grafías como navidá, etc.);
c), sustituirla por /r/, como es normal en el caso de los imperativos de
segunda persona del plural («Hacer lo que queráis»), aunque se
han propuesto otras explicaciones de este fenómeno;
d), en final de sílaba (cf. § 4.4), resolver el grupo por metátesis, como
en las antiguas formas de imperativo dalde (dadle), dandos (dad­
nos), decildo, etc., o en palabras como lindo (< lidmo < legitimu),
candado (< cadnado < catenatu), etc.

Finalmente, hay unas cuantas torpísimas transcripciones que van


contra la norma castellana de no aceptar más de una consonante en
final de palabra. Nos referimos a unos cuantos helenismos terminados
en /ks/, como tórax (y sus derivados: neumotorax, etc.), ántrax, fénix,
cóccix, clímax y unos pocos más, que, debidamente transcritos a par­
tir del acusativo, sonarían mucho mejor como torace/toraz (ac.
Bcbpatca), fenice/feniz (ac. cpoiviica), clímace/clímaz (ac. icXíjiáica),
etc., igual que del lat. felix, felicem se deriva feliz (ant. también fe li­
ce). Lo mismo se puede decir de algún nombre propio como Ayax

35 Cf. Catalán, 1971, 82-83 y A. Alonso, De la pronunciación medieval a la m o­


derna en español, I, Madrid, 1955, 73-91.
(tomado del latín Aiax, Aiacis), que parece que va cayendo en desuso
en favor del más razonable Ayante (gr. Aía<;, AiavTog)36.

§ 5. H e l e n is m o s y p r o s o d ia e s p a ñ o l a

Otro aspecto destacable de los helenismos españoles es la gran


abundancia de esdrújulos — y la escasez de agudos— en esta catego­
ría de palabras; sin ir más lejos, son esdrújulos los adjetivos en -ico:
biológico, político, etc., los compuestos en -logo: biólogo, filólogo,
etc., en -metro: cronómetro, kilómetro, etc., y tantos otros grupos que,
junto con cultismos latinos del tipo de cálido, íntegro, lívido, magní­
fico, depósito, etc., han supuesto un contrapeso considerable a la ten­
dencia natural del español a la palabra llana y aguda. Esta tendencia
tiene su origen en los diversos fenómenos del latín vulgar — algunos
presentes ya en el latín primitivo y clásico— que barrieron práctica­
mente todas las esdrújulas del léxico más específicamente «vulgar»:
síncopa de vocales postónicas (apíc(u)la > abeja, póp(u)lus > pueblo,
cóm(i)te > conde, etc.)37, desplazamiento del acento a la penúltima
sílaba (íntegrum > entero, cáthedra > cadera; a veces por analogía
con el verbo simple, como en rétinet > retiene, cóntinet > contiene),
etc.38.
Así que tanto los cultismos latinos como los griegos han cambia­
do un tanto el paisaje prosódico del español, sobre todo del culto y
científico, pues lo cierto es que en el habla común las palabras es­
drújulas siguen teniendo una presencia muy limitada; el tipo más fre­
cuente de esdrújulo, el trisílabo (como lógico), apenas supone un
0,95% del total de tipos léxicos acentuales, a enorme distancia de las

36 Los finales en /ps/ están limitados a nom bres científicos y técnicos de muy poca
circulación, como fó rcep s o triceratops (nombre de un dinosaurio).
37 Excepto si se trataba de la vocal /a/: huérfano, órgano, rábano, cantábamos,
cantaríamos, etc.
38 Cf. Lloyd, 1993, 191 ss. '
palabras átonas, llanas y agudas. Esto explica, por otra parte, que los
esdrújulos gocen del prestigio de lo raro (o, en términos sociológicos,
que sean portadores de un gran capital simbólico), lo que, unido a
otros factores com plejos que entran dentro de lo que se llama el
«campo asociativo», puede dar cuenta de desplazamientos acentuales
esporádicos como el d e périto (cf. médico, químico, etc.)39.
Sobre las normas de acentuación de los helenismos cultos españo­
les, véase después, § 6.7.

39 Cf. Alcina-Blecua, 1994, § 2.8.1.5. y 2.8.1.6. De la tendencia a abusar del cul­


tismo esdrújulo (de origen griego o latino) ya se burló amablem ente Tomás de Iriarte
en el siglo xvrn, en el conocido poema que empieza así: Ello es que hay anim ales muy
científicos/ en curarse con varios específicos,/y en conservar su construcción orgáni­
c a ,/ como hábiles que son en ¡a botánica,/pues conocen las hierbas diuréticas, / catár­
ticas, narcóticas, em éticas,/ febrífugas, estípticas, prolíficas,/ cefálicas y también su ­
doríficas.
C a p ít u l o III

CLASIFICACIÓN DE LOS HELENISMOS ESPAÑOLES SEGÚN


SUS VÍAS DE ENTRADA Y SU FORMA FONÉTICA

Una vez abordadas las cuestiones generales que afectan a la fo­


nología, tanto desde el punto de vista de los fonemas individuales
como de la silabación y la prosodia, pasamos en esta tercera parte a
exponer una clasificación de los helenismos españoles atendiendo a
su vía de entrada en el idioma, es decir, a si han entrado por vía escri­
ta o por vía oral, y a través de qué lengua o lenguas intermediarias
(latín clásico y vulgar, árabe, italiano, francés, etc.), pues en general
se puede decir que apenas hay en español helenismos llegados direc­
tamente del griego antiguo: nó los hay llegados por vía oral, por razo­
nes evidentes (cuando empieza a existir conciencia del castellano, en
tomo a los siglos ix-x, hace mucho que el griego antiguo o clásico ha
dejado de ser tal), y apenas los hay llegados por vía escrita porque,
para nuestra vergüenza, la gran mayoría de helenismos técnicos y
científicos adoptados o creados en los últimos siglos (como teletipo,
fonología o fotografía) lo han sido primero en las lenguas de los paí­
ses europeos o americanos que han estado y siguen estando a la cabe­
za de la investigación en casi todos los campos (es decir, fundamen­
talmente el francés, inglés y alemán), de tal modo que palabras como
las recién citadas han llegado al español procedentes no de los pro­
pios textos griegos, sino de las lenguas de nuestros industriosos veci­
nos del Norte (y por eso mismo son tanto helenismos como anglicis­
mos o galicismos).
Por otra parte, si incluimos aquí — entre la fonología y la morfo­
logía— esta sección de carácter ante todo histórico, es porque, como
vamos a ver, el aspecto fonético de un helenismo español está direc­
tamente condicionado por el camino — escrito u oral, a través de una
u otra lengua— que ha recorrido hasta Llegar a alojarse en nuestro
idioma; de ahí que, para dar cuenta de ello, necesitemos hacer un po­
co de historia cultural y lingüística.

§ 6. Los CU L T ISM O S DE O R IG E N G R IE G O ! P R IN C IP IO S
DE T R A N S C R IP C IÓ N Y DE A C E N T U A C IÓ N

La gran mayoría de los helenismos españoles son c u l t i s m o s


puros, es decir palabras que «se atienen con fidelidad a la forma [...]
escrita, que guardan sin más alteraciones que las precisas para aco­
modarla a la estructura fonética o gramatical rom ance»'. Esta adapta­
ción o peaje mínimo es lo que distingue a un cultismo latino (que
aquí llamaremos simplemente «latinismo») como lapso de un lati­
nismo «en crudo», por usar la expresión de Américo Castro, como
humus, rictus, lapsus, por no hablar de las numerosas expresiones la­
tinas utilizadas con frecuencia en nuestra lengua, como sine die, in
extremis y mil más; o, en el caso del griego, distingue a un cultismo
como epiceno (¿7Ú k o i v o <;) de una palabra o expresión griega utilizada
tal cual o simplemente transí iterada, como cuando se habla en gramá­
tica de «construcción apó koinú (ano tcotvoü)» o de «el artista tcax’
é^oxTiv (por excelencia)».
En todo caso, y centrándonos ya en los cultismos de origen grie­
go, esas alteraciones más o menos superficiales no impiden que la
mayoría de los helenismos españoles resulten transparentes para quien

1 Lapesa, 1981, 109.


conozca bien e) griego clásico, lo mismo que ocurre con los latinis­
mos para quien domine el latín. Y es que los cultismos son voces
«privilegiadas», que suelen entrar por vía escrita en el idioma — mu­
chas de ellas apenas salen de ese registro— y que por lo general no
sufren el desgaste que conlleva para el léxico común el andar cada día
en boca de las gentes, cultas o de a pie.
Así que podemos dar por buena la definición de cultismo de La-
pesa, aunque haciendo dos salvedades: primera, que no todos los cul­
tismos entran por vía escrita en el idioma (pensemos por ejemplo en
voces procedentes de la liturgia cristiana); y segunda, que la ausencia
de alteraciones fonéticas importantes no equivale necesariamente a
cultismo, pues hay palabras que, aunque hubieran entrado muy pronto
en el castellano hablado, no ofrecían en principio en su estructura na­
da susceptible de alteración, por ejemplo bárbaro2.
En definitiva, son varios aspectos, y no sólo el fonético, los que
hay que considerar a la hora de catalogar una voz como cultismo: la
índole del significado, es decir, el campo semántico al que pertenece;
el ambiente de procedencia (la Iglesia, la Universidad o la escuela, la
ciencia); la propia historia de la palabra en la lengua posterior, el tipo
de textos en que aparece (escritos o hablados, técnicos o no, etc.)3.
Aparte, naturalmente, de que tampoco hay que considerar estas cate­
gorías como departamentos estancos, pues, por poner un ejemplo, una
voz como político era un cultismo puro cuando se introdujo en espa­
ñol en el siglo xv, pero hace ya tiempo que, por razones obvias, es de
uso común entre toda la población; y los ejemplos podrían multipli­
carse fácilmente (el papel de los modernos medios de comunicación
de masas ha sido fundamental en este aspecto).

2 El ejemplo es de Dámaso Alonso, cf. Bustos, 1974, 39. Recuérdese que la única
vocal postónica que no se sincopaba en castellano era la /a/ (órgano, huérfano, etc.;
cf. Lloyd, 1993, 324).
3 En una perspectiva amplia, lo mismo ocurre en el estudio e identificación de los
préstam os en general, conjugándose el criterio histórico o arqueológico con los crite­
rios fonéticos, m orfológicos o sem ánticos (cf. Deróy, 1980. 47-65).
Hemos dicho que los cultismos de origen griego han llegado al
español fundamentalmente por vía escrita y casi siempre a través de
otras lenguas, sobre todo a través del latín durante los siglos medie­
vales y el Renacimiento, y a través del francés y el inglés en los últi­
mos tres siglos. Por tanto, puesto que se trata de un préstamo por vía
escrita y su origen último es una voz escrita en otro alfabeto, el grie­
go, lo apropiado es hablar de transcripción; y son las normas o prin­
cipios que regulan esa transcripción las que vamos a tratar de exponer
ahora (apenas haremos alusión a los nombres propios por ser asunto
tratado de forma exhaustiva y muy juiciosa por M. Fernández Galia­
no)4.
En general, cuando se trata de adoptar en una lengua una palabra
o un giro procedente de otro idioma que se escribe con alfabeto distinto
(o con un sistema gráfico no alfabético, caso por ejemplo del chino o
del japonés), hay cuatro posibilidades: la traducción, la transcripción,
la transliteración y la reproducción de la grafía original.
La t r a d u c c i ó n de palabras extranjeras, especialmente si son
compuestos (por ejemplo: ing. foot-ball > balom-pié; ing. tele-vision
> al. Fem-sehen), es un fenómeno no tan raro como podría pensarse,
y que, para el caso concreto de los helenismos, se verá en su lugar, al
tratar de la formación de palabras (§ 12.6, calcos de formación). Pero
lo cierto es que la inmensa mayoría de palabras españolas de origen
griego no han recurrido a este procedimiento, en muchos casos por
pura imposibilidad; pues, si es posible al menos imaginar amalenguas
o lenguamante en vez de filólogo, parece más problemático «tradu­
cir» al español palabras culturalmente tan pregnantes como música,
drama, teatro, comedia o lírico. Lo cierto, decíamos, es que la mayo­
ría de esas voces españolas han tomado la palabra o la raíz griega,
adaptándola al español, como se verá a continuación5.

4 F. Galiano, 1969, passim , y 1967, § 74-83.


5 Sobre traducción de nom bres propios, cf. F. Galiano, 1969, § 2; se puede dar en
el caso de apelativos, epítetos, etc. (que estarían a m edio cam ino entre los nombres
propios y los comunes), cf. las observaciones de A. García Calvo en el prólogo a su
versión de la Iliada, Zamora, 1995.
Dejar la palabra o la frase en cuestión en el a l f a b e t o g r i e g o
es un recurso lógico y recomendable cuando se cita, con la finalidad
que sea, en libros y artículos destinados en principio a helenistas, filó­
sofos, estudiantes de lenguas clásicas, etc.; pero ya se entiende que, si
se pretende que una palabra tenga curso normal en español, lo prime­
ro será despojarla de su ropaje alfabético exótico y vestirla a la mane­
ra del país.
En cuanto a la t r a n s l i t e r a c i ó n , consiste en trasladar al al­
fabeto latino (normalmente en letra cursiva) la fonética exacta — o
casi— de la palabra en cuestión, según un sistema de equivalencias
previamente establecido (y, en gran medida, tan convencional como
es la forma en la que se pronuncian en clase los textos griegos anti­
guos o la propia edición de éstos). En el caso del griego, y dejando
aparte aquellos fonemas que no presentan problema alguno (a = { a }7
3 = {b}, etc.), lo normal es atenerse a las equivalencias £= {z}, 0 = {th},
x={k}, £={*}, u = {y} ({u} en diptongo), (p={ph), x={ch} (0 {kh}),
V={ps}. Se señalan también el espíritu áspero (con una {h} delante
de la vocal o diptongo que lo lleva en griego) y las cantidades largas
de T| y a) ({§}, {5}); se distinguen gráficam ente los tres tipos de
acento (grave, agudo y circunflejo), e tc .6.
De este modo, un sintagma como 7to8ápKT|<; ’AxiM-eú; queda
transliterado como podárkés Achilleús.
La transliteración, lógicamente, sólo se utilizará si, teniendo que
citar una palabra o frase griega, los imperativos editoriales (falta o ca­
restía de tipos griegos, o miedo a que el lector se acuerde de aquello
de «Graecum est, non legitur», etc.) o el tipo de público al que va
destinada la obra obligan a recurrir a ello. Por ejemplo, en un libro
sobre historia de la ética destinado a un público general puede estar
justificado que se cite bien transliterado un concepto como el de kalo-
kagalhía («hombría de bien»), en vez de darlo en griego (esto entraría
dentro de la categoría de los «ocasionalismos», como se los llama a
veces en la bibliografía sobre el préstamo lingüístico). O, por poner

Cf. F. Galiano, 1966. y 1969, § 5.


otro ejemplo, en la segunda edición del benemérito Diccionario de
uso del español, de María Moliner, los étimos griegos se dan transli-
terados en vez de darlos en alfabeto griego (cosa que no a todos habrá
gustado, desde luego).
Pero ya se entiende que este procedimiento sólo es válido en ca­
sos especiales como los mencionados, pero no parece de recibo para
palabras ya avecindadas en español o que aspiran a estarlo, aunque
sea en el léxico más especializado; y es bastante ridicula y molesta la
costumbre, inspirada al parecer en los usos del alemán y extendida en
ciertos m edios universitarios, de sem i-transliterar nom bres propios
griegos en vez de transcribirlos (nos referimos a horrores como «Kal-
límachos escribió tal cosa» o «el culto de Diónysos en tal sitio», re­
chazables entre otras cosas «por el hirsuto y exótico aspecto que la
proliferación de haches, equis y kaes da a ciertos libros científicos»7).
No es este el lugar para hablar de la transliteración o transcripción
de otras lenguas, como el árabe (Omeyas frente a Ummayah, etc.);
por no hablar de los arduos problemas que plantea la «romanización»
del chino (con la actual coexistencia de dos sistemas distintos, el pin-
yin y el de Wade-Giles), aunque bien es verdad que en todos estos ca­
sos se trata casi exclusivamente de nombres propios (personas, luga­
res, etc.).
Muy distinto es el caso del griego, que ha proporcionado al espa­
ñol millares de palabras comunes. Pues bien, frente a otras lenguas
europeas, como el francés, el alemán o el inglés, más inclinadas a se­
mi-transliterar las palabras griegas — normalmente con alguna adap­
tación a la morfología autóctona (cf. fr. physiologie, al. Physiologie,
ing. physiology, de (pucioX.oyía)— , las lenguas románicas (español,
italiano, portugués), entre otras razones por su mayor familiaridad
con el latín, principal vía de llegada de helenismos en ios primeros si­
glos de esos idiomas, han tendido más bien a la t r a n s c r i p c i ó n ,
es decir, a incorporar esas palabras a los sistemas gráfico, fonético y
morfológico de cada lengua, «haciendo en lo posible que cada palabra

7 F. Galiano, 1969, § 12
adquiera, con el uso, carta de ciudadanía en ella»8, sin tener que estar
denunciando constantemente — al menos en su grafía— su origen fo­
ráneo (cf. también § 3).
Ahora bien, en el paso de los cultismos del griego al castellano
hay que contar siempre, sea de forma efectiva, comprobable históri­
camente, sea de forma teórica, con un paso intermedio, el del latín;
ello no es sino un reflejo del hecho de que, como hemos dicho, du­
rante buena parte de su historia, los helenismos llegaron al castellano
casi siempre de la mano de textos escritos en dicha lengua9.
En cuanto a la transcripción de las diferentes vocales, diptongos
y consonantes o grupos de consonantes griegos, se observan las si­
guientes correspondencias (cuando difieren de las del castellano, se
dan entre corchetes las equivalencias en latín),0.

§ 6 .1 . V ocales

— a (larga o breve) > {a}. Ejemplo: Kaxá7tA.aana > cataplasm a


— e > {e}. Ejemplo: aúvGeau; > síntesis
— r| > {e}. Ejemplo: npó(3X.r|}ia > problem a11
— o > {o}. Ejemplo: cpiXoX.óyo<¡ > filólogo
— co > {o}. Ejemplo: 0pó|J.(3coCTi<¡ > trombosis
— i (larga o breve) >{i}- Ejemplo: A.í0o<; > lito-grafía, mono-lito
— u (larga o breve) > {i}. Ejemplo: cpuaiicfi > física [lat. physica\

* F. Galiano, 1969, § 9.
9 Por eso, cuando el español moderno recibe del inglés un helenism o, hace caso
omiso de su acentuación o de sus peculiaridades m orfológicas, y lo adopta como si lo
hubiera recibido directam ente de latín.
111 Prescindimos de hacer mención de grafías antiguas o modernas «aberrantes»,
así como de palabras que, por su peculiar historia y evolución fonética, se apartan de
estas normas (cf. §§ 7-9); entiéndase como las normas unánim emente aceptadas en el
español del siglo xx.
11 Sobre las terminaciones en /-a/, /-e/ (silaba/ágape), véase la parte de morfología
(§ 11.1.1).
En alguna ocasión se ha planteado, respecto de la u (ípsilon), la
posibilidad de transcribirla como {u} cuando se trata de nombres que
aparecen en textos dialectales no jónico-áticos (como los poemas de
Safo y Alceo, en cuyo dialecto lesbio esa letra sonaba todavía como
/u/); por la misma razón Agustín García Calvo ha llegado incluso a
traducir (magníficamente, por cierto) la Iliada transcribiendo siempre
los nombres propios con {u} (Olumpo, Oduseo, Lucia, etc.). Pero cree­
mos que esto, si se aplica de forma coherente, llevaría a un callejón
sin salida, pues habría que tener en cuenta, en cada texto traducido, la
pronunciación exacta de cada vocal, cada diptongo y cada consonante
en la época del autor en cuestión, y ello — en caso de que fuera posi­
b le— daría lugar a varias transcripciones diferentes para cada nom­
bre; aparte de que se plantearían problemas insolubles de cronología
(por ejemplo, cuándo hay que empezar a transcribir la r| como {i},
etc.). Con tales experimentos se olvida algo fundamental, y es que el
sistema de transcripción que utilizamos es en gran medida conven­
cional y no corresponde a ningún estadio determinado de la fonética
griega, ni siquiera al de la koiné helenística, sino que responde histó­
ricamente a la adaptación latina regular de las palabras griegas y a la
posterior evolución del latín al españoll2.
En cuanto a la transcripción de la i (iota), una excepción de cierta
importancia la constituye el caso de palabras griegas con iota inicial
ante vocal, que en griego clásico funcionaba como sílaba autónoma:
’IcoviKÓg (tetrasílabo), ’láacov (trisílabo). La transcripción más apro­
piada en español — donde es insólita esa silabación— sería con la
consonante más cercana, la {y}, de lo que hay algunos ejemplos
(yambo < íaiipog, yatromancia, Yocasía), pero también los hay de
{i}, lo que resulta cuando menos anómalo, como en iota, ión, hieráti-
co (pronunciado [yerático], etc.).
Pero junto a ello tenemos el uso de {j} en palabras como jónico,
jaspe, jerarquía, jeroglífico o Jasón. La explicación de esta anomalía
parece ser la siguiente: dado que algunas de estas palabras entraron
bastante pronto en español (jaspe, galicismo más que probable, está

12 Cf. F. G aliano, 1969, § 32. Sobre un caso excepcional com o glucosa (gr.
yXutax; «dulce»), cf. García Yebra, 1999, s. v.
documentado ya en el siglo xui, jerarquía y jerarca en el xv, aparte
de nombres propios como Jesús o Jerónimo), es probable que su con­
sonante inicial se pronunciara como la de voces castellanas del tipo
de juego (> lat. iocum), es decir, como una /z/ que posteriormente
evolucionó hasta convertirse en la fricativa /x/ actual. Si a ello añadi­
mos la gran vacilación que hubo durante siglos en la escritura entre
{j-} e {i-} (de hecho, en su origen la letra {j} no es más que una
variedad gráfica de la { i} )13, se com prenden resultados como los
mencionados (aunque en el caso de algunos nombres propios, como
Jasón, Jápeto, entrados en fecha más tardía en español, esa transcrip­
ción parece más desidia que otra cosa). Así, en algún caso una misma
raíz (tepo-) tiene dos transcripciones distintas, una de origen medieval
(jer-arquía, jero-glífico) y otra moderna (hierático, hiero-fante) l4.
Tenemos también un caso aislado en que la u inicial ha resultado
{j} en español: jacinto (atestiguado en el siglo xv), del gr. üczkivGoí;,
lat. hyacinthus, frente a la transcripción culta de, por ejemplo, hiena,
pronunciado [yéna] (gr. üaiva).
En cuanto a las vocales largas con iota suscrita, se transcriben sin
que quede rastro de la iota: J/úov > zoo-logia, 0páiao<; > tracio, etc.
(recuérdese que en casos como trocaico o estoico no había en griego
ni diptongo ni iota suscrita, sino división silábica por medio de la dié­
resis: aT(úÍKÓ<;, TpoxcÜKÓ<;).

§ 6 .2 . D ip t o n g o s

— su > {eu}. Ejemplo: peüjaa > reuma (o reúma) 15


ou > {u} (lat. /u:/). Ejemplo: jjouaucn > música
— au > {au}. Ejemplo: Tpaujaa > trauma

13 Puede leerse su historia en Lodares-Salvador, 1996, 107 ss.


14 También palabras o raíces latinas con y o d inicial seguida de vocal tienen un do­
ble resultado en el español m edieval: y a (< iam)/janiás (< iam-magis). yunta/junta
(< ¡uñeta), etc. Cf. Lloyd, 1993. 398 ss.
15 Pero /-eo/ en los nombres propios en -eug, para adaptarse a la morfología espa­
ñola: Aquileo. Odisea. Ante vocal, consonantiza en {v¡: evangelio (eúayyéXiov); lo
mismo con el diptongo /au/ en Agave.
— ei > {i} (lat. /i:/). Ejemplo: Eeipf)v > sirena16
— 01 > {e}. Ejemplo: oi8r|jia > edema [lat. oedema] 17
— ai > {e}. Ejemplo: aí'viyjia > enigma [lat. aenigma] 18
— ui > {i}. Ejemplo: "Aprtuia > (h)arpía [lat. Harpyiá]

Es decir, que también la transcripción de los diptongos responde a


la transcripción regular latina19 y el posterior resultado en castellano
de estas secuencias (cf. por ejemplo, para /od ,fo e te r e > heder, para
/ae/, faenum > heno), con la excepción de /au/ y /eu/. El primero de
estos diptongos monoptongó en /o/ en español, como atestigua algún
helenismo entrado en fecha muy temprana (tesoro < thesaurus); el
diptongo /eu/ era muy raro en latín y también monoptongó en algún
semicultismo medieval de origen griego, como romadizarse, romadi­
zo < lat. rheumatizare < gr. peujiaií^co (incluso en español parece que
hay cierta tendencia a deshacer este diptongo cuando lleva el acento:
re-ú-ma, E-ú-frates, etc.).

§ 6.3. Co nso nantes

Se observan las siguientes correspondencias (para el caso de <p, x,


9, cf. las explicaciones fonéticas que se han dado antes, § 3.1 y 3.2):

16 Alguna excepción aislada con /ei/ (seísmo, deíctico, caleidoscopio), cf. García
Yebra, 1999, s. v. En cuanto a las term inaciones en -eio ^ -eta, ya en latín se fluctuaba
entre /éa/, /éus/ y /Ta/, /lus/, lo que explica palabras españolas como liceo, odisea, trá­
quea, espondeo, gineceo, mausoleo (cf. § 12 .2.23). Sobre vacilaciones en su acentua­
ción, cf. § 6. 7.
17 Alguna excepción aislada ante vocal (poeta < lat. poeta < noirynrn;; la iota in­
tervocálica se perdía ya en la pronunciación del propio griego). La iota consonantiza
ante vocal en algún caso (Troya < T poía).
18 Es relativamente frecuente la consonantización de la iota ante vocal (Ayante,
náyade, etc.).
19 Para esta cuestión, que se ha tratado de forma sumaria en § 3 (es complicada
porque habría que tener en cuenta cómo se pronunciaban realmente los diptongos
griegos en época helenística), cf. ante todo Biville, 1990-95, II, 320-72.
— 3 > {b}. Ejemplo: paicxipiov > bacteria
— n > {p}. Ejemplo: rcoíriau; > poesía
— (p > {f}. Ejemplo: (pitaxrocpía > filosofía [lat. philosophia]
— Y > {g} (/g/, 1x1). Ejemplos: yaXa^íac; > galaxia; yépwv > ge-
ronto-cracia
---K > {c} (/k/, /0/). Ejemplos: Ká0o8o<; > cátodo; KecpaA.fi > ce-
faló-podo20
> {qu} (ante timbre Id , /i/). Ejemplo: ppa^úc; > braqui-céfalo
[lat. brachy-]21
> {c} (/k/, ante timbre /a/, /o/, /u/). Ejemplo: xáoc, > caos [lat.
chaos]
— 8 > {d}. Ejemplo: 8épjia > dermató-logo
— x > {t}. Ejemplo: xéxavoc; > tétanos
— 0 > {t}. Ejemplo: 0eoA.oyía > teología [lat. theologia]
— H > {m}. Ejemplo: )iínr|ai<; > m imesis
— v > {n }. Ejemplo: veüpov > neur-osis
— X > {1}. Ejemplo: XaX.iá > dis-lalia
— P > {r}. Ejemplo: 7iepí)iexpo<; > perím etro [en posición inicial,
lat. rh: pr|Xopitcf| > lat. rhetorica\
— a > {s}. Ejemplo: ctgictjíóí; > seísmo
— ' (espíritu áspero) > {h }. Ejemplo: ójióAx>yo<; > h o m ó lo g o 22.

Una excep ción de cierta importancia para la tau la constituyen


palabras en las que figuran las secu en cias - n a , -xicx; o -xeia, -xeicx;,
transcritas con la fricativa {c } (/0/) en v o ces com o 8rp oicp axía > de-

20 Alguna excepción aislada debida a influjo francés (cf. Garcia Yebra, 1999, s.
v.) com o anquilosis, anquilosar (gr. üytcú/VüXTu;), queratina, queroseno, esqueleto,
quiste (frente al regular cisti-tis < kúotu;), autarquía (también existe la forma regular
autarcía).
21 Ver § 1.1 sobre casos excepcionales con {ch} (archivo, archi-); algún caso
aislado con /9/ debido a calco del francés, como selacio, trocisco, batracio (debería
ser *batraqueo < paxpáxeiot;), cf. García Yebra, 1999, s. v.
22 Se ha perdido la hache en casos como armonía, arpía, endecasílabo, etc. En in­
terior de palabra se pierde, excepto en algún caso aislado como an-hídrido (con esta
grafía irregular ya en inglés y francés).
mocracia (y otras como aristocracia, plutocracia, etc.), nspiTreTeia >
peripecia, jiavTSÍa > quiro-mancia, carto-mancia, etc.;setrata de ca­
sos en los que la terminación se ha asimilado a la detantos cultismos
latinos — también nombres de abstractos— acabados en -acia, -ecia,
-icia, -ocia, -ucia, -ncia: gracia (< gratia), justicia (< iustitia), argu­
cia (< argutia), ciencia (< scientia), etc.23.
Finalmente, la digamma (/w/), letra y fonema desaparecidos muy
pronto del jónico-ático, no figura en ningún helenismo español; tan
sólo se plantea el problema de su transcripción cuando se trata de tex­
tos micénicos o de inscripciones dialectales arcaicas, en cuyo caso se
suele transliterar como {w} (wa-na-ka, gr. clásico áva!;, etc.).

§ 6.4. Co nso nantes dobles

— E, > {x}. Ejemplo: to^ ikóc; > tóxico


> {j}. Ejemplo: rcapáSo^a > paradoja.

En principio — y prescindiendo de algún semicultismo temprano


como tósigo (< to ^ ik ó v )— , encontramos la transcripción con {j} en
palabras incorporadas antes del siglo xvn, época en que se consumó
el paso de /z/ y /§/ a la fricativa velar actual /x/ (cf. 1.2); tal es el caso
de palabras como paradoja, paralaje, apoplejía, algunos nombres
propios, etc. Pero hay que contar, por un lado, con muchas vacilacio­
nes en la grafía por lo menos hasta 1825 (por ejemplo, durante todo el
siglo xvin se sigue escribiendo Xenofonte (< Hsvotpwv) en vez del
moderno Jenofonte, Alexandro, etc.)24. Por otra parte, también ha po­
dido haber alguna que otra refección debida al influjo culto latino, co­
mo en ortodoxo (documentado ya en el xvi; esperaríamos ortodojo,

2i Son cultism os pues el resultado popular era justeza, pereza, etc. En algunos
nombres propios y gentilicios nos encontram os con el mismo fenómeno con las se­
cuencias -9io<; (M elando, Eustacio; pero en cambio corinlio) y -tuoi; (Ticio < Ti-
tucx;), cf. F. Galiano, 1969, § 88 y 98, para otros casos.
24 Cf. Lapesa, 1981,423.
como quería Unam uno25). Todo ello explica que algunas raíces o in­
cluso palabras griegas tengan una doble transcripción en español,
como ocurre con paradoja/ortodoxo (gr. 8ó^a «opinión»), Jenofonte
y xenofobia (^évoq «extranjero»), paralaje y paralaxis, apoplejía y
cataplexia.
— \j/ > {ps}. Ejemplo: carcovj/ia > autopsia. En posición inicial la
grafía suele simplificarse en {s}: seudópodo, (p)sicología,
etc. (cf. § 4.2)
— C > {z} (ante timbre /a/, /o/, /u/). Ejemplo: pl^a > poli-rrizo,
rizó-podo
> {c} (ante timbre Id , /i/). Ejemplo: Zé<pupo<; > céfiro.

En algunos pocos casos, por influjo de la grafía griega o de la


transcripción latina, se transcribe como {z} ante vocal Id , /i/: Zeus,
zeugma, enzima, etc. (cf. § 1.3). Por lo demás, incluimos aquí la £
griega entre las «consonantes dobles», como es tradicional hacerlo,
aunque su pronunciación haya conocido diversas variantes a lo largo
de la historia del griego antiguo, hasta convertirse en el moderno en
una simple silbante sonora Izl (cf. § 1.3 y § 3.4)26.

§ 6 .5 . C o n s o n a n t e s g e m in a d a s

En los helenismos del latín las geminadas se conservaban siempre


(grammatica, etc.), entre otras cosas por el valor distintivo que tenían
en voces indígenas: summus «altísimo»/ sumus «somos», annus «año»/
anus «vieja», etc.; por prurito etimologizante se han conservado tam­
bién en varias lenguas europeas (fr. grammaire, ing. grammar, etc.),
aunque en el caso del italiano (grammatica) la geminación se pronun­
cia de forma efectiva. Pero dado que el español ha eliminado — o ca­

25 Cf. Lodares-Salvador, 1996,242.


26 Cf. Lejeune, 1972, § 102-108, sobre el origen y pronunciación de también
Theodorsson, 1979.
si— todo rastro de la geminación heredada del latín, las geminadas
griegas, con buen sentido, se han simplificado en la pronunciación y
en la escritura:
’A ttikict)í Ó(; > aticism o
ÍTnuKÓg > hípico
8KKXr)<TÍa > eclesi-ástico
ypajijiaxiKT| > gramática
3Xévva «mucosidad» > bleno-rragia
CTuXXoyiauÓQ > silogism o
Ttepiaaóg «impar» > periso-dáctilo

Los grupos -T0-, -7up- y -kx-, que suelen ser resultado de una ge­
minación de tipo expresivo, también se simplifican, ateniéndose a la
transcripción que corresponde a la oclusiva aspirada: Icmtpcb > Safo,
sáfico; Batcxucóc;, Bátcxai > báquico, bacantes-, üiiGeóc; > Piteo.
La excepción la constituye la {rr} intervocálica, debido a que, en
español, en esa situación se da la oposición con valor distintivo, fo­
nológico, entre /r/ y ¡x! (pero/perro)21\
núppot; > Pirro, pírrico [lat. Pyrrhus] / rcupóg (gen. de rcüp
«fuego») > piró-mano.

Recuérdese, por otra parte, que la grafía {yy} no representa en


griego una geminada (sí en latín: agger), sino que es la forma con­
vencional de representar la combinación del archifonema /N/ ante una
oclusiva velar (como en 6YkukXo<;, de év + kúkAxx;; o en ¿Y^eipéco,
de év + xeíp). De ahí la transcripción por {ng} en todas las lenguas,
latín incluido: áyyekoc, > lat. ángelus > ángel.

Estas son las normas que afectan a los cultismos derivados del
griego clásico28. En cuanto a la transcripción del griego moderno

27 Cf. Alarcos, 1965, § 104-106.


28 Para otras combinaciones de consonantes, cf. supra, § 4; y también F. Galiano,
1969, § 105-136 y 1967, § 71-73.
— que afecta básicamente a nombres propios, pues los préstamos de
esta fase de la lengua griega en español son escasísim os29— , es asun­
to que no vamos a tratar aquí. Diremos simplemente que, como es ló­
gico, se suele seguir un sistema distinto al que hemos visto, reflejando
la pronunciación moderna de la lengua (así Kapá(pr|c; = Cavafis o
Kavafis, Xax^i6áKr|c; - Jalsidakis, ©co6oipátcr|c; = Zeodorakis, etc.);
como límite entre ambos sistemas se suele tomar como referencia el
Diyenís Akriias (Aiyevric; ’AKpíxac;), poema épico del siglo x-xi d.
C., considerado como el primer testimonio de la literatura neogriega,
aunque el límite de aplicación entre un sistema y otro por fuerza ha de
tener algo — o m ucho— de arbitrario30.

§ 6 .6 . C o n v e r g e n c i a u h o m o n im ia

En virtud de los principios recién expuestos, es lógico e inevitable


que se den casos de convergencia fónica y gráfica (hom onim ia)31 en
castellano de palabras o lexemas griegos claramente distintos, con los
consiguientes problemas para el no iniciado; pues si en el caso de
palabras españolas corrientes el contexto suele despejar cualquier
ambigüedad (¡Oué cara [tienes]'./¡Qué cara [es esta camisa]\), los
compuestos y derivados de origen griego pueden resultar más pro­
blemáticos: así, por ejemplo, cenotafio y cenozoico, tanto por ser voces
técnicas o poco frecuentes, como por carecer el español del correlato
simple de sus lexemas homónimos, de forma que en principio al ha­
blante común o incluso al culto ceno- «no le suena a nada» (esto es,

29 Caso aparte es el de los bizantinismos. llegados al español medieval general­


mente por vía oral; ver § 9.2.
3U Véanse las normas de transcripción propuestas por Goyita Núñez en su versión
española de la Historia de la literatura griega moderna de L. Politis, Madrid, 1994,
pp. 13-15. Cf. también Bádenas (1984) y Egea ( 19 9 1-92).
31 El término «homofonía» se reserva para aquellos casos en que dos palabras,
aunque suenan igual, se escriben de forma distinta: por ejemplo, en español, vo­
lar/botar.
por lo demás, un problema general de los helenismos, convergentes o
no). Sirvan como ejemplos de homonimia lexemática los siguientes:
kevóc; « v a c ío » > c e n o - ta f io
koivóc ; « c o m ú n » > c e n o - b io
kcuvóc; « r e c ie n te » > c e n o - z o ic o

<pílo<; « a m ig o , a f ic io n a d o » > b i b lió - f ilo


(p C lo v « tr ib u , lin a je » > f ilo - g é n e s is
(púXkov « h o ja ( v e g e ta l) » > f ilo - x e r a
)iü<;, |iu ó g « m ú s c u lo , r a tó n » > m io - c a r d io
HÚco « c e r r a r » > m i - o p í a 32
ja e io v « m e n o s » > m io - c e n o

kcdXo v « c o lo n ( p a r te d e l in te s tin o ) » > c ó lic o


XoA.f) « b ilis » > m e la n - c ó l i c o , c o l- e s te r o l

y o v f | « c r e a c ió n » > c o s m o - g o n ía
y c o v ía « á n g u lo » > g o n ió - m e tr o

o ÍK o g « c a s a » > e c o - n o m ía
f)X(b « e c o , r e s o n a n c ia » > e c o - g r a f í a 33.

Este tipo de homonimias pueden provocar a veces curiosos ma­


lentendidos, como es el caso de policlínica, compuesto moderno que
en su día (a principios del siglo xtx) se acuñó en alemán con el senti­
do de «hospital ciudadano» (de rcóXu; «ciudad»); pero en algún m o­
mento a su primer elemento se lo asoció con el elemento poli- (< no-
Xix; «mucho») tan frecuente en los helenismos modernos (polígrafo,
polígono, etc.), y así hoy en día una policlínica es un «estableci­
miento privado con diversas especialidades médicas y quirúrgicas»
(D R A E )34.

32 Aquí no se puede hablar, en sentido estricto, de «convergencia de lexemas»; pe­


ro en la práctica, al no saber el hablante común dónde hay que cortar el compuesto
(mio-cardio/mi-opía), el resultado es el mismo.
33 Más casos, aunque no siempre bien explicados desde el punto de vista lingüísti­
co, en Quintana, 1997, 29 ss.
34 Cf. Janni, 1994, 132.
Un caso especial, aunque poco frecuente, sería el de algunas pala­
bras que ya en griego, partiendo de orígenes etimológicos distintos,
presentaban en su raíz la misma secuencia de vocales y consonantes,
diferenciándose sólo por el acento o por la terminación gramatical (o
por ambos), y que lógicamente también convergen como lexemas de
compuestos modernos, como es el caso de:
o ü p o v « o r in a » > u r ó - lo g o
o ú p ó « r a b o , c o la » > a n - u r o , u r o - d e lo

Es, en fin, rarísimo que se dé la homonimia total entre dos pala­


bras tomadas del griego (escolio «comentario erudito» < axóX.iov/
escolio «poema simposíaco griego» < ctkóA.iov); o entre dos com­
puestos castellanos modernos — y no sólo en uno de sus formantes,
como en los casos anteriores— , es decir, casos como homofilia («afi­
nidad -(piX.ía- entre personas del mismo sexo») y homofilia («paren­
tesco genético -(püA.ov- entre dos organismos»).

§ 6.7. P r in c ip io s d e a c e n t u a c ió n d e

LOS H E L E N IS M O S C U L T O S E S P A Ñ O L E S

Decíamos antes que en los helenismos cultos españoles hay que


contar con un paso intermedio, efectivo o teórico, por el latín. Una de
las consecuencias de esta m ediación es la que afecta a la acentua­
ción35. Es bien sabido que el acento latino, a diferencia del griego o el
español, no era «libre», sino que estaba rígidamente condicionado por
la configuración prosódica de la penúltima sílaba: si ésta tenía vocal
larga, diptongo o era sílaba trabada, recibía el acento y por tanto la
palabra era llana; si tenía vocal breve y no era sílaba trabada, el
acento se desplazaba a la antepenúltima, siendo esdrújula la palabra;
no había palabras agudas, ni sobresdrújulas. Los cultismos españoles
de origen latino han conservado en general el acento clásico:

35 Algo sobre los préstam os y la acentuación (en general) en Deroy, 1980, 243-44
b e l l í c ó s u s > b e lic o s o
m e r ltu m > m é r ito
m o m e n t u m > m o m e n to

Recuérdese que, en el caso de los sustantivos de la tercera decli­


nación latina, la forma española deriva de la forma del acusativo, con
o sin pérdida ulterior de la vocal final:
v e r ita te m > v erd ad (e)
p e r v e r s ió n e m > p e r v e r s ió n ( e )
a m a n te m > a m a n te

Pues bien, al adoptar las palabras griegas, el latín culto se atenía


de forma escrupulosa a sus propias tendencias acentuales, y ello ex­
plica la acentuación regular española:
<puCTioX.óyog > p h y s i o l ó g u s > f is ió lo g o
7 ip ó p x .rin a > p r o b le m a > p r o b le m a
n p ó y p a n n a > p ro g rá m m a > p ro g ra m a
y íy a q , a c . y í y a v x a > g ig á n te m > g ig a n te

Un caso especial es el que constituyen las palabras cuya penúlti­


ma vocal era breve e iba seguida de una oclusiva más una «líquida»
(/l/, /r/) o nasal (/m/, /n/). Ya se ha visto en § 4.5 que en griego había
diferencias en la silabación de esas secuencias, considerándose en
unos casos como sílaba trabada y en otros como sílaba libre. En latín
parece que la silabación de los grupos de oclusiva seguida de /l/ o /r/
era en general como en español (es decir, como en ca-ble, pie-dra,
etc.), en cuyo caso el acento, de acuerdo con las leyes latinas antes
expuestas, debía ir en la antepenúltima sílaba: génetrix, cáthedra, ín-
tegrum, etc. La escansión de los textos métricos apoya esta idea; sirva
como ejemplo el hexámetro con que empieza el De rem m natura de
Lucrecio: Aeneadum genetrix... (dos dáctilos y la mitad del tercero).
Ahora bien, todos los indicios apuntan a que en el latín popular ese
tipo de palabras se pronunciaban como llanas, como demuestra su
evolución al español (cathedra > cadera, integrum > entero, tene-
brae > tinieblas), cf. también § 7.1 (sección 9).
Pues bien, en el caso de los helenismos en los que aparecen di­
chas secuencias, esperaríamos la acentuación esdrújula propia del la­
tín culto, y así ocurre en una gran parte de los casos (cf., por ejemplo,
todos los compuestos esdrújulos en -metro < (iéipov: cronómetro, p e ­
rímetro, etc.; nombres propios como Sófocles, etc.). Sin embargo, no
son pocos los casos en que se da la acentuación llana: hemiciclo, te­
traedro; y especialmente en nombres propios como Pericles, Cleo-
patra, Meleagro, Patroclo, etc.36
Esto por lo que se refiere a los grupos de oclusiva seguida de /l/ o
/r/. En cuanto a los grupos con /m/ o /n/, ya en griego tenían una
fuerte tendencia a constituir sílaba trabada; grupos como yn, yv, 5ja,
8 v siempre se comportaron así, mientras en otros casos (como k v en
létcvov) es más frecuente que se sientan como sílaba no trabada. Por
lo que hace al latín y al español, semejantes combinaciones habrán de
considerarse siempre como sílabas trabadas, y por tanto la acentua­
ción normal será la llana, como en equidna (exiSva), tetradracma (xe-
Tpá8paxJiO<0, 0 en nombres propios como Menecmo, Teognis (©éoy-
vic;), etc.
Pues bien, dejando aparte este problema especial de los grupos de
oclusiva seguida de «líquida» o nasal, la acentuación culta latina será
la norma por la que — salvo excepciones e incongruencias más o me­
nos numerosas que iremos viendo— se rige la acentuación de los he­
lenismos cultos españoles. Dos consecuencias saltan a la vista: la pri­
mera es el aumento muy considerable de esdrújulos en el caudal léxico
español, ya comentado brevemente en § 5; aunque en ciertos casos de
vocales en hiato, el español tiende naturalmente a diptongar (cf. lat.

36 Cf. F. Galiano. 1969, § 168, que defiende la generalización de la acentuación


llana en este tipo de nombres propios (aunque puede parecer incongruente prom over
una acentuación para los nom bres propios y otra esdrújula — como en cronómetro —
para los comunes).
iudice > ju ez > juez), con lo que la palabra esdrújula se convierte en
llana: Iliada/Iliada, amoniaco, zodiaco, olimpiada, etc.37.
La segunda consecuencia es la ausencia casi total de helenismos
con acentuación aguda; el único grupo de cierta importancia son los
sustantivos de tema en -cov, como Platón (gen. n^áxcovoc;, lat. Plató-
nis), Solón, Partenón, guitón, etc., cuyo acento agudo se ha extendido
a veces analógicamente en español a temas en -ov como Jasón (gen.
’lácovot;), Ixión, Hiperión y otros. Aparte de este grupo, hay algunas
excepciones aisladas, que se pueden explicar por su origen peculiar
(diapasón > 8tá rcaacov se. xovcóv «a través de todos [los tonos]»),
por influencia de la acentuación francesa (cf. infra) o por otras razo­
nes, como dragón (gr. Spáiccov, SpctKOVTOc;) y león (gr. A¿cov, A¿ov-
toc;), que se explican por haber tomado esas palabras ya en latín las
formas draco, -ónis y leo, -dnis); y tampoco hay que olvidar, en gene­
ral, la abundancia de la terminación -ón en español, siendo en cambio
inusitados los finales en -on.
En todo caso, no deja de resultar curioso, aunque comprensible,
que una lengua como el español, con acento libre en cualquiera de las
tres últimas sílabas38, renuncie por este tipo de razones históricas, im­
puestas por la prosodia latina, a incorporar palabras agudas a su cau­
dal léxico; con ello el desequilibrio es enorme entre el porcentaje de
agudas en griego (bastante elevado) y el que hay en el vocabulario
español de origen griego (prácticamente nulo, si prescindimos de nom­
bres propios)39.

37 Cf. F. Galiano, 1969, § 144; García Yebra, 1999, s. v. -iaco, sospecha que hay
influencia francesa en la term inación -iaco, en vez de la etim ológica -iaco.
38 Aunque la m ayoría de los agudos en español son «tardíos», pues en latín no ha­
bía: proceden de la pérdida de -e en canción(e), capital(e), amar(e), partir(e), etc.; de
locuciones perifrásticas como en cantaré, cantará; de la productividad de sufijos pro­
pios como cabez-ón, etc.; todo lo cual supuso una reorganización de la prosodia espa­
ñola.
39 Cf. A. García Calvo, en el prólogo a su versión de la lliada, Zamora, 1995, p.
49; el propio García Calvo ha intentado, en los nombres propios, contrarrestar algo di­
cha tendencia con audaces transcripciones com o H eraclés ( ’HpaKXf^), Patroclés,
Letó, Safó (Zam pá).
Respecto a las incongruencias en la acentuación de cultismos
griegos (para los helenismos populares o semicultos, que han podido
sufrir diversas alteraciones acentuales, cf. § 7.1, secc. 9), se trata a
veces de excepciones sin más, debidas a simple descuido o a razones
coyunturales de otro tipo. Ahora bien, hay ciertos fenómenos que me­
recen comentario por afectar a sufijos determinados o a compuestos

Uno de los más notables es el que afecta al sufijo -ía para formar
abstractos femeninos, donde observamos una situación francamente caó­
tica (también en los nombres propios, cf. F. Galiano, 1969, § 73-74):
en unos casos nos encontramos con la acentuación esperada (8rpo-
Kpcma ^ lat. democratía ' democracia, CtjiVT](JiCt ' amnesia, iQTOpíCt
> historia), en otros muchos se acentúa aparentemente «a la griega»
haciendo caso omiso del latín ((piAocxxpía > lat. philosóphia > filo so ­
fía , (piAoXoyía > filología, ópSoypatpía > ortografía). Y en el caso
especial de los sustantivos en -eia, que deberían terminar siempre en
-ía (a través del latín -ia, con /i:/), ocurre lo mismo, tenemos trans­
cripciones correctamente acentuadas (é^eyeíci > elegía, éTUtpáveia >
epifanía) junto a otras en principio injustificadas (0epa7teía > terapia,

Desde luego, dada la importancia y frecuencia de esta terminación


-ia, es lógico que haya habido en las lenguas modernas influjos ana­
lógicos o igualaciones entre los dos grupos, así como con los cultis­
mos latinos (formados en latín con el mismo sufijo indoeuropeo -ia /
-ia), como malicia, milicia, justicia (y sus correlatos vulgares en -eza:
justeza, maleza), soberbia, audacia, etc. Y así en otras lenguas se ha
impuesto una regularidad más o menos estricta: en italiano este tipo
de helenismos acaban casi siempre en -ía (democrazía, filosofía, ele­

40 Algo parecido pasa con telescopio (debería ser telescopio) y otras palabras en
-scopio, seguramente por influjo de las que term inan en scopia (como estetoscopia, c f
gr. -aKOTÚct).
gía, terapia, frente a milizia, audacia); en francés, como era de espe­
rar, en -i(e) (philosophie, pron. [filozofi], etc.); lo mismo en alemán;
en inglés, de acuerdo con sus tendencias acentuales, resultan siempre
esdrújulos (philólogy, élegy, thérapy, demócracy). Frente a esta re­
gularidad, resulta desconcertante el caos del español; de todos modos,
la posible explicación histórica de esta vacilación se verá al hablar del
sufijo -ía (§ 12 .2 .1.9).
Hay muchos otros casos de palabras aisladas, cuya mala acentua­
ción hay que achacar bien a simple incuria o ignorancia de quien la
puso en circulación, bien a influjos «perversos» de la acentuación de
otras lenguas, ante todo la francesa (lo que para algunos sería otra mo­
dalidad de incuria). Por una razón o por otra, son bastante numerosas
las palabras y nombres propios de origen griego que andan acentual­
mente «desfigurados» en español. En unos casos se trata de llanas que
deberían ser esdrújulas, como por ejemplo anatema, anodino, ateo, ba­
tiscafo, cancerbero, diatriba, esqueleto, monolito, prototipo, Doroteo,
Edipo, Elena, Esquilo, Timoteo. También frecuente es el caso inver­
so, debido sobre todo a la pedantería esdrujulista (a veces puede de­
berse a imitación de la acentuación griega): así, entre otras muchas,
polígono, teléfono y demás compuestos en -fono (dictáfono, gramó­
fono, alófano, etc., pero en cambio interfono), síntoma, filántropo,
cerámica, plétora, Arquímedes, Heráclito, Arístides; en muchos casos
el D R A E registra con buen sentido las dos formas, llana y esdrújula,
así en atmósfera, cíclope, exégesis, exégeta, osmosis, políglota, etc.,
que deberían ser todas llanas.
También, como ya se dijo, hay un pequeño grupo de helenismos
agudos en los que hay que suponer también el influjo francés (lengua
que, como es bien sabido, acentúa siempre la última sílaba): acmé,
argón, electrón, fo tó n (cf. § 12.2.1 sobre -ón y -trón), enquiridión,
odeón, neón, orfeón, panteón, frenesí, peroné y algunos otros.
Tampoco falta algún ejemplo de lo que García Yebra clasifica co­
mo «acentuación de élite», es decir, que una palabra reciba su acento
en español dejándose llevar no por la pronunciación real en francés,
como en los ejemplos agudos anteriores, sino por la ortografía de esa
lengua, en la que el acento agudo no tiene una función prosódica sino
fonológica (distingue, en sílaba abierta, la /e/ cerrada de la /e/ muda):
así se explica un helenism o com o catéter, que debería ser agudo
(< gr. genitivo Ka0eTfjpo<;, lat. gen. cathetéris), pero que ha sufrido la
influencia gráfica de fr. cathéter (que suena [katetér])41.
Mucho se ha discutido sobre la conveniencia o no de restaurar
acentos que llevan a veces varios siglos mal colocados («mal» en re­
lación a las normas antes expuestas de paso por la prosodia latina);
las posturas van desde la política de hechos consumados (la más fre­
cuente: es la más cómoda) hasta el integrismo etimológico más furi­
bundo. Hay quien piensa que muchos de estos «desaguisados» aún
tienen remedio; de hecho, el libro de Manuel Fernández Galiano so­
bre los nombres propios tuvo un efecto beneficioso considerable en
este sentido, ayudando a desterrar casi por completo y en pocos años
algunas transcripciones bastante horrísonas; y las recomendaciones en
diccionarios o gramáticas diversos (María Moliner, D R A E ) también
han tenido su efecto, lento pero seguro, en algunas palabras. Es evi­
dente que en muchos casos es imposible la corrección: por ejemplo,
un cultismo como teléfono está tan instalado en el idioma cotidiano
de las gentes que sería absurdo querer reformarlo a estas alturas (aun­
que ese no es el caso de alófano, por ejemplo). Pero lo cierto es que
buena parte de los helenismos mal acentuados siguen siendo cultis­
mos de difusión limitada, a veces tecnicismos desconocidos para el
no especialista, y por eso mismo susceptibles de reforma «desde arri­
ba»; y puesto que fueron los doctos de otros siglos, o de éste, los res­
ponsables de ponerlos en circulación, debería — dirán algunos— ser
responsabilidad de los sabios de ahora deshacer algunos de estos en­
tuertos.
Claro que el asunto es bastante peliagudo por lo que se refiere a la
influencia francesa, que hemos visto que es la responsable de una

"" Cf. García Yebra, 1999, 38; en su diccionario, en la parte correspondiente a


«galicismos prosódicos» (p. 31-98), se encontrará una cantidad considerable de hele­
nismos (la mayoría pertenecen a la categoría de palabras llanas que deberían ser es-
drújulas).
gran parte de esas acentuaciones «incorrectas». Y es que parece lo
más natural asumir el papel de intermediario del latín en la adaptación
de los helenismos españoles, con las consecuencias prosódicas que
hemos visto; sin embargo, se diría que el pecado de galicismo es m u­
cho más inconfesable que el de latinismo, por razones históricas y
psicológicas en las que no vamos a entrar aquí. Así, nadie se rasga las
vestiduras de que, por influencia latina, digamos lógico y no logicó
(gr. Ax)yiKÓc;), pero hay quien se escandaliza de que, por influencia
francesa, digamos anodino y no el «correcto» anodino (reduciendo de
este modo, dicho sea de paso, el número de helenismos esdrújulos, cf.
§ 5). Aun reconociendo las ventajas evidentes que ofrece la transcrip­
ción regular a través del latín, así como el hecho innegable de que
muchas de esas acentuaciones galicadas se deben a simple ignorancia
o incuria de nuestros escritores, ¿no encubre esta actitud purista un
profundo complejo de inferioridad respecto del francés, cuyo influjo
en nuestra lengua, por lo demás, ha sido abrumador a lo largo de mu­
chos siglos de la Historia?
Quede claro, en todo caso, que la eventual restitución de acentos
sólo habría de afectar a los cultismos más o menos recientes, nunca a
helenismos patrimoniales que han sufrido en épocas remotas un cam­
bio de acento por razones diversas (como cadera < cathedra, llana ya
en latín vulgar, cf. §7.1, secc. 9; casos de etimologías populares, etc.);
pues esta parte del léxico no es susceptible de regulación desde arri­
ba, y en todo caso eso sería tan absurdo como querer restaurar ahora
la prosodia latina.

§ 7 . H e l e n is m o s p a t r im o n ia l e s y s e m ic u l t is m o s

Pasamos ahora a ocupamos de un grupo, relativamente reducido,


de helenismos españoles que no pertenecen a la categoría del cultis­
mo, sino a la de las voces patrimoniales y a la de los semicultismos.
V o c e s p a t r i m o n i a l e s son aquellas que, heredadas directa­
mente del latín vulgar hablado en Hispania, han evolucionado a lo
largo de siglos hasta dar al castellano la fisonomía que le es propia
entre las lenguas románicas, como ojo, bueno, comer, dentro, esto o
así; hay pocos helenismos que puedan incluirse con seguridad en esta
categoría, sobre la que, por otra parte, no siempre hay acuerdo entre
los estudiosos del español.
S e m i c u l t i s m o s son aquellas palabras que, entradas en el idio­
ma por vía culta (es decir, generalmente escrita) en una época tem­
prana, han sufrido parte de los fenómenos fonéticos propios del ro­
mance español, pero no todos, pues la presión culta del latín — lengua,
no lo olvidemos, que ha servido de intermediaria entre griego y espa­
ñol a lo largo de toda la Edad Media y en buena medida también
después— ha obrado como freno de dicha evolución, restituyendo
además con mucha frecuencia formas cultas y haciendo desaparecer
las sem icultas42. El número de helenismos en esta categoría es consi­
derable, la mayor parte acuñados en época medieval, y ello por dos
razones: la primera, porque en esa época el prurito cultista en la es­
critura era mucho menor de lo que habría de ser después, especial­
mente del siglo xvtii en adelante; la segunda, porque la mayoría de
los fenómenos fonéticos de que se hablará a continuación estaban
plenamente vigentes en la Edad Media, por lo que resultaba difícil in­
cluso para palabras tan privilegiadas como éstas salir indemnes de su
paso por labios castellanohablantes. En muchos casos asistimos du­
rante Jos siglos xm -xv, e incluso más tarde, a la coexistencia en espa­
ñol de variantes cultas y semicultas de una misma palabra (por ejem­
plo, baptizar y bautizar, epitafio y pitaflo, etc.), hasta que acaba por
prevalecer una de las dos; o coexiste un semicultismo con la forma
plenamente patrimonial (bautizar junto a la patrimonial batear; eglesia.
iglesia como formas semicultas junto a las más evolucionadas igrexu.
igreja, y junto a un cultismo puro como eclesiástico), con el mismo re­

42 Ver Liidtke, 1974, § 5.3.4., donde se matiza esta división tripartita tradicional
(voces etim ológicas o patrimoniales, sem icultismos y cultismos) que utilizarnos aqui.
sultado43. En este apartado, como de lo que se trata es de ilustrar
con ejemplos los fenómenos fonéticos romances, trataremos indistin­
tamente semicultismos y voces patrimoniales.

§ 7 .1 . T ip o l o g ía d e c a m b io s f o n é t ic o s

Para lo que aquí nos interesa, podemos distinguir los siguientes


tipos de cambio fonético44:

a) Asimilación: un sonido o clase de sonidos adopta un rasgo fonéti­


co (modo de articulación, punto de articulación) presente en un
sonido o sonidos vecinos. Será asimilación regresiva (o anticipa­
ción), cuando es el segundo sonido el que transmite el rasgo foné­
tico al primero, como en este caso la sonoridad:
¿KxXrioia > lat. ecclesia > eclesia > iglesia;

y asimilación progresiva (o dilación), el caso contrario, también


aquí con la sonoridad:
évtu(3o<; > endibia45;

ambos tipos se dan al mismo tiempo en el caso de la sonorización


de consonantes sordas intervocálicas — todas las vocales son por
definición sonoras— , como en:
lat. clericus (de KrXfjpoc;) > clérigo
póupavoc; > lat. rapanus > rábano
á7io0fiicr| > lat. apot(h)eca > bodega;

43 El francés del siglo xvn tam bién sufrió num erosos «retoques» para acercar grá­
ficamente determ inadas palabras a su origen latino (así claire, antes cler; doigt, antes
doit, etc.), cf. Deroy, 1981, 124.
44 Seguimos fundamentalmente a Lloyd, 1993, 9-15; puede verse también el libri-
to de J. Jim énez (1993) recogido en la bibliografía.
45 Ver DCECH, s. v.; es dudoso que la forma española venga realmente del griego
(a través del latín).
un caso especialmente importante de asimilación es la palataliza­
ción, responsable en buena medida de la reorganización del siste­
ma consonántico romance; consiste en que una consonante adopta
el carácter palatal de un sonido vecino, generalmente una /i/ o /y/,

también las geminadas latinas podían convertirse en palatales sim-

b) Disimilación: un sonido pierde un rasgo articulatorio que com­


parte con otro vecino para parecerse menos a él (como en (3ajma-
|íóq > bautismo, o en jiáp|aapov > lat. marm or4b > mármol); otras
veces el sonido disimilado desaparece por completo, como en el
caso de la simplificación de geminadas, de otros grupos consonán-
ticos o la desaparición de consonantes intervocálicas:

la dismilación también puede producirse a distancia, como hemos


visto en el caso de mármol, o como ocurre con la segunda lál, di-

c) Metátesis: simple si es un solo sonido el que cambia de posición


en la palabra (como en la pronunciación vulgar prespectiva, en

Jí' Ver § 8, sobre el parentesco y la posible dependencia entre la palabra griega y


la latina.
vez de perspectiva), recíproca si son dos sonidos los que inter­
cambian su posición, como en:
7iapaPoA.ii > lat- parábolo > palabra
YAutcúppi^a > lat. liquiritia > regaliz(a);

d) Síncopa: es la pérdida de un sonido o de varios en el interior de la


palabra. Podemos distinguir aquí la síncopa de vocales postónicas
y protónicas, fenómeno general en el paso del latín al español:
epr||ioq > lat. vg. éremus (postón.) > yermo
épnnÍTriq > lat. eremita (protón.) > ermita
8iápoXxDq > lat. diábolus (postón.) > diablo;

la síncopa puede afectar de rebote a una consonante, al quedar en


una situación que dificulta su articulación:
énÍCTKonoq > lat. episcopus > obispo;

e) Apócope: es la pérdida de algún elemento al final de la palabra,


como en:
ánóaxoXoQ > lat. apostolus > apostólo (Berceo) > apóstol47;

f) Aféresis: es la pérdida de elementos fónicos en principio de pala­


bra, muchas veces por deglutinación por parte del artículo (como
en el lumbral > el umbral); así tenemos aféresis de la vocal inicial
en:
Ó7to0TiKT| > lat. illa apotheca > la bodega
á7ió£e|ia > lat. apozema > pócima;

g) Prótesis: adición de algún elemento a principio de palabra, muy


frecuente en español para permitir la silabación de ciertos grupos

47 Sobre la importancia de este fenómeno en relación con la m orfología, ver §


1 1.1.3. y sigs. Para el posible origen francés o provenzal de apóstol y ángel, cf.
DCECH, s. v. (y tam bién § 9 .2 .3 ).
iniciales del griego (y no sólo en voces patrimoniales, sino en to­
das: cf. § 4.2), como en:
crxoA.ii > la t. sc h o la > escuela
O T iá0r| > lat. sp a lh a > e s p a d a 4*;

en algunos casos el grupo consonántico inicial se funde por palata­


lización en una sola consonante, con lo que no es necesaria la pró­
tesis:
aK T |7iTpov > lat. s c e p ir u m > ^ e p tro , c e tr o ;

h) Diferenciación: cuando se rompe la continuidad articulatoria en el


curso de la emisión de un sonido o grupo de sonidos. Se puede dis­
tinguir aquí entre epéntesis y anaptixis; la primera consiste en la
inserción de algún elemento consonántico nuevo en el interior de
la palabra para facilitar 1a. articulación de un grupo problemático,
como en
UeX.íutiX.ov > lat. melimelum > *m em rillo > m em brillo 49;

aunque a veces ocurre sin razón aparente (se habla entonces de


consonantes intrusas o parásitas), como en estos ejemplos:
(páar|A.o<; > lat. phaseolus > frijol
0r|actupó<; > lat. ihesaurus > fr. trésor;

se prefiere el nombre de anaptixis cuando es una vocal la que se


inserta en la palabra, como en:
Tct x p o v u r á > la t. chronica > c o r ó n ic a ( g r a f ía c o m ú n m e d ie v a l y re ­
n a c e n tis ta ) ;

48 En realidad se trata de un fenómeno ampliam ente atestiguado ya en el latin im­


perial, cf. Biville. 1990-95, 11.338-41.
jg Ver D C E C H s. v. membrillo (sobre la posible influencia de otras palabras, como
mimbre); también s. v. frijol para la /r/ «parásita» que se menciona a continuación.
un caso especial de diferenciación es la que tiene como consecuen­
cia la diptongación de una vocal, que en español afecta de forma
sistemática a Id , /o/ tónicas, convirtiéndose en /ue/, í\d , respecti­
vamente:
eprinog > lat. vg. éremus > *¡ermo > yermo
ópcpavóg > lat. órphanus > huérfano
KÓ(pivo<; > lat. cóp(h)inus > cuévano;

i) Alteraciones prosódicas, es decir, que afectan a la posición del


acento, como es el desplazamiento de éste en palabras como:
tcaBÉSpa > lat. cáthedra > lat. vg. *catédra > cadera;

en este contexto hay que decir que el reforzamiento del carácter


intensivo del acento latino en época imperial (siglos iii- iv ) y la
pérdida gradual de la oposición cuantitativa (entre sílabas largas y
breves) tuvo como consecuencia que algunas palabras griegas con­
servaran en latín el acento en su lugar original, produciéndose ade­
más abreviamientos de vocales largas átonas (a veces con poste­
rior síncopa), así en
eprino<; > lat. ér(e)mus > yermo
ei'SwXov > idólum (abrev.) > ídolo50.

A estos tipos más o menos bien definidos habría que añadir una
serie de fenómenos cuya explicación no es puramente fonética, sino
que tiene que ver con cruces entre palabras de origen etimológico di­
ferente, pero en las que el hablante común — que no sabe de etimolo­
g ías— siente que hay una relación. Así se explica, por ejemplo, la
palabra asco: antiguamente era usgo «odio, tirria» (< lat. *osicare, de
odi «odiar»), pero la presencia en el idioma del adjetivo asqueroso (<

50 Ver en general Biville, 1990-95,11,418-19.


*escharosus < eschara < gr. s a ^ á p a «costra») provocó la alteración
de usgo en asco, además con un cambio sensible de significado51.
A este tipo de cruces, provocado generalmente por la presencia en
el habla de voces a las que el hablante no puede relacionar con clari­
dad con ninguna otra, se lo suele llamar «etimología popular» o tam­
bién «atracción paronímica», y son bastante frecuentes; baste como
ejemplo el de
icoi|ir|Tripiov > la t . coemeleriwn > cementerio (cf. fr. cimiliére),

donde parece que, ya en el latín tardío, se ha relacionado el lexema


(gr. Koipáco «dormir, descansar»), sin paralelos en el idioma, con
caementum\ el caso de tifón, procedente según parece del portugués
tufao (< chino tafong «gran viento»), con deformación por recuerdo
del personaje mitológico Tifón o Tifoeo52; o el muy moderno consis­
tente en pronunciar telesférico en vez de teleférico (que, por cierto,
bien formado sería telefoneo), sin duda por asociación de ideas con
esférico.

§ 8. H e l e n is m o s t e m p r a n o s e n l a t ín

Hasta ahora hemos visto, por un lado, los principios que han regi­
do la transcripción regular de los cultismos de origen griego al caste­
llano, sin entrar apenas en consideraciones cronológicas (§ 6); por
otro, las alteraciones fonéticas que han experimentado en la Edad
Media aquellas palabras de origen griego que estaban alojadas en el

51 Ver DCECH s. v. asco. Algunos de estos cruces y a se habían producido en latín:


asi ópEÍxct^-KO g > aurichaicum (> esp. oricaico), por influencia de aurum «oro»; lan-
terna (de donde esp. linterna) es posible que sea un cruce entre gr. Xan7iTT]p y lat. lu­
cerna', o panaricium (de donde esp. panadizo), alteración de paronychium (> rcapeo-
v u ^ í a ) por influencia probable de pamts «absceso», cf. Biville, 1990-95, II, 2 17.
52 Cf. Deroy, 1980, 288, quien señala con razón que esto, más que una etimología
popular, es una deformación «pseudo-savante» («seudo-erudila»).
latín vulgar hablado en Hispania (palabras patrimoniales) o que se in­
corporaron al romance hispánico en fecha muy temprana, sufriendo al
menos parte de dichas alteraciones (semicultismos) (§ 7). Pues bien,
ahora es momento de hacer alusión a un grupo, relativamente peque­
ño pero históricamente significativo, de palabras de origen griego que
presentan características especiales — y son en principio difíciles de
reconocer como helenism os— por haber entrado en el latín por vía
oral y en una fecha muy temprana, anterior al siglo 111 a. C.
Los contactos de los habitantes del Lacio, y de los pueblos itálicos
en general, con el mundo de habla griega deben de remontarse al 11
milenio a. C., es decir, hasta época micénica, aunque estos contactos
tan tem pranos son poco menos que im posibles de dem ostrar en el
plano lingüístico (ver infra). Lo que es seguro es que las relaciones
del Lacio con el mundo griego se intensificaron enormemente a par­
tir del siglo vm a. C., época en la que empieza el gran movimiento
de colonización griega por todo el Mediterráneo y asistimos a la fun­
dación de todas las colonias situadas en lo que llamamos la Magna
Grecia (Sicilia y parte meridional de la península italiana).
A partir, pues, de estas fechas, algunos de los términos que anda­
ban en boca de los marinos y colonos griegos empiezan a difundirse
entre las rudas lenguas itálicas (incluidas las no indoeuropeas como el
etrusco), y la lengua de Roma no había de ser una excepción. Y, aun­
que el latín contaba con un alfabeto — adaptado del etrusco— desde
por lo menos el siglo vn a. C., todos los préstamos griegos de que
vamos a hablar penetran en la lengua por vía exclusivamente oral,
adaptándose por tanto a la fonología latina sin ningún tipo de prurito
ortográfico (como será, en cambio, la norma en el latín culto a partir
del siglo i a. C.) y experimentando algunos cambios fonéticos impor­
tantes, hasta el punto de quedar muchas veces enmascarado su origen
griego y ser por ello consideradas por el hablante de la época republi­
cana avanzada como voces puramente latinas, totalmente integradas
en la lengua.
No será hasta los siglos ii - i a. C. cuando, embarcados los latinos
en la tarea de forjar una gran literatura escrita sobre el modelo de la
griega — recuérdese que el comienzo simbólico de la literatura latina
se asocia con la figura de Livio Andronico, a mediados del siglo m a.
C .— , los helenismos empiecen a entrar en tropel en la lengua, pero
casi siempre respetando de forma escrupulosa la ortografía y la pro­
nunciación del griego (aunque no la acentuación, como se ha visto),
aun a costa de introducir nuevas letras en el alfabeto y nuevos fone­
mas en el latín de las clases cultivadas (ver § 1 y 3). Esta actitud ro­
mana hacia los helenismos ha sido de importancia trascendental para
el futuro de todos estos términos en las lenguas europeas, y, como se
ha visto, así se explican las líneas fundamentales que presiden la
transcripción culta de palabras griegas al español (ver § 3 y 6).
Sin embargo, a medida que avanza la época imperial y que el Im­
perio va dando señales de descomposición, encontramos, por debajo
de la transcripción culta, literaria, «oficial», de los helenismos, nume­
rosos testimonios de cómo se adaptaban y pronunciaban realmente
muchas palabras de origen griego en el latín hablado común. De esa
forma podemos constatar, por un lado, la pervivencia de ciertos fe­
nómenos ya conocidos en época preliteraria (antes del siglo iv-m a.
C.), como la conversión de x y 0 en /k/ y /t/ respectivamente; por otro,
la aparición de fenómenos nuevos en la evolución del latín y también
del griego, como el itacismo o la conversión de cp en líl latina.
Lógicamente, aquí lo que nos interesa son sólo aquellas palabras
griegas que, entradas en latín en época preliteraria, han seguido utili­
zándose a lo largo de los siglos y están por tanto representadas tam­
bién en español; éstas no son más que un pequeño porcentaje del to­
tal, que en todo caso tampoco alcanza una cifra elevada (quizá unas
150). Para esta cuestión de los helenismos preliterarios en latín, que
plantean problemas arduos tanto de identificación como de cronolo­
gía — estamos hablando de siglos en los que no hay apenas testimo­
nios escritos en latín— y que han sido campo abonado para las hipóte­
sis más fantásticas, seguiremos ante todo el gran trabajo de F. Biville,
Les em pnm ts du latín au grec. Approche phonétique, 2 vols., Lovai-
na-París, 1990 y 1995.
¿Cuáles son los criterios fonéticos que, sumados a criterios de otro
tipo, como el semántico o la fecha de los primeros testimonios, per­
miten atribuir fecha preliteraria a un helenismo del latín? Fundamen­
talmente se pueden señalar los siguientes:
— sonorización de oclusivas sordas griegas o viceversa, ensordeci­
miento de oclusivas sonoras (se trata de un fenómeno esporádico y
de difícil explicación), como en
yÓYYPOi; > c o n g e r (> congrio)
K u P ep v áco ( « p ilo t a r u n a n a v e » ) > g u b e m a r e (> gobernar);

— las oclusivas aspiradas (desconocidas en latín) pierden su aspira­


ción, quedando reducidas a la sorda correspondiente, como en
álicpopeíx; > a m p u ll a ( d im i n u ti v o ) (> ampolla ) 53
X aX ácü ( « s o lta r » ) > c a l a r e (> calar);

— la C (silbante sonora en época helenística) se reproduce por medio


de una doble /s/ en latín, como en Jiá^a > massa (esp. masa);

— resolución de ciertos grupos consonándoos griegos, ya sea por


anaptixis (inserción de una vocal de apoyo), ya por eliminación de
una de las consonantes, como en
| i v a ( n o m b r e d e u n a m o n e d a ) > m in a (> id .)
7maávr| > tisana (> id.);

— síncopa de vocales breves que siguen a la sílaba inicial acentuada,


como en
P a A a v e ü o v > b á l( i ) n e u m ( c o n a p o f o n ía ) > b a ln e u m (> baño);

— el fenómeno más característico y mejor atestiguado en los hele­


nismos preliterarios — según Biville afecta a más de una tercera
parte de ellos— es sin duda la apofonía (alteración del timbre vo­

53 Frente al cultismo latino posterior amphora (> esp. ánfora).


cálico), que, probablemente a causa del fuerte acento inicial de
palabra, afecta a las vocales y diptongos en interior de palabra54, y
que es responsable, entre otros muchos, de casos como
sA.aíwa > lat. oliva, c o n / i : / (> oliva)
icpauráA.r| > crapula ( > crápula)
p a x a v á ( d o r .) > m a c ( h ) in a (> m á q u in a )
> s c o p u l u s (> escollo, a tr a v é s
ctkÓ71e A.oc; d e l it. scoglio)
¿7tiC7ToA.fi > e p i s tu l a (> epístola)
KaTCOTéA.Tr|<; > c a t a p u l t a (> catapulta)
TÓXavTOv > t a le n tu m (> talento);

— a ello podríamos añadir diversas alteraciones del timbre de las vo­


cales, ya sea en sílaba inicial, caso de
éX.alwa > o liv a ( v e l a r iz a c ió n e n c o n ta c to c o n !\í)
3oA.pó<;> b u l b u s (> bulbo) ( c ie r r e a r tic u la to r io ) ;

ya en sílaba interior, por ejemplo la abertura articulatoria en


ayicupa > lat. ancora (> ancla) (esperaríamos lat. *ancura);

— en el tratamiento de las vocales griegas destaca sobre todo la re­


producción de u siempre por luí latina (todavía no se había arbitra­
do el expediente de la {y}, pronunciada /ü/, cf. § 3.3), como en
K u P ep v áco > g u b e r n a r e 55;

— por lo que respecta a los diptongos, en sílaba inicial encontramos


evoluciones distintas de /oi/, como en
Ttoivf) > p o e n a (> pena ‘c a s t i g o ’)
> p u n ir é (>punir, impune. punición)ib.

íJ Cf., en general, Bassols. 1962, § 122-128.


S5 Directamente del griego (a través del inglés) procede el cultismo moderno ci­
bernética.
5I’ Cf. Bassols, 1962, § 104.
Como se ve, abundan los términos asociados con el mar y la na­
vegación (conger, gubernare, calare, scopulus, ancora, etc.), como
no podía ser menos teniendo en cuenta que la colonización griega fue
ante todo marítima; también está bien representado el mundo vegetal
y agrícola (oliva, quizá vinum, etc.) y los términos técnicos (catapul­
ta, machina, quizá norma, etc.).
Todos estas palabras pueden adscribirse con mayor o menor segu­
ridad a época preliteraria, antes por tanto del siglo in a. C.; algunos
investigadores han intentado precisar más la cronología de ciertos prés­
tamos, e incluso ha habido quien se ha empeñado en fechar en época
micénica (n milenio a. C.) un grupo relativamente nutrido de pala­
bras, aunque en general estos intentos no hayan podido ir mucho más
allá de las especulaciones57.
No menos especulativos han sido muchas veces los intentos de
explicar un helenismo del latín asumiendo el paso intermedio a través
de otra lengua itálica, indoeuropea o no (se trata en todos los casos de
lenguas con testimonios exclusivamente epigráficos, a veces en nú­
mero exiguo, con lo que las posibilidades de demostración son escasí­
simas). Sin pretender entrar en detalle en esta cuestión — entre otras
cosas porque el número de palabras españolas involucradas es míni­
m o— , mencionaremos aquellas casos de lenguas en las que es por lo
menos probable que hayan servido de intermediarias entre el griego y
el latín.

a) E t r u s c o . Como es bien sabido, los etruscos ejercieron una


profunda influencia sobre la Roma primitiva, especialmente entre los
siglos vil y v a. C., siendo, entre otras cosas, su escritura la interme­
diaria entre el alfabeto griego y el latino; por otra parte, los etruscos
habían experimentado una intensa helenización desde muy pronto, así
que en principio nada tiene de extraño que pudieran transmitir cierto
número de helenismos a la lengua latina. Ahora bien, en la práctica,

57 Nos referimos (para los posibles micenismos) sobre todo a E. Peruzzi, cuyos
trabajos se reseñan y discuten en Biville, 1990-95, II, 384 ss.
son muy pocas las palabras que se pueden atribuir con visos de pro­
babilidad a esta transmisión, y con mucha frecuencia la hipótesis de
una mediación etrusca no ha sido más que la confesión de nuestra ig­
norancia ante palabras de difícil explicación ; «el papel del etrusco en
la transmisión de palabras griegas al latín se reduce a muy poca cosa,
si nos atenemos a las hipótesis fundadas lingüísticamente sobre crite­
rios fonéticos o m orfológicos»58.
Los criterios que pueden apuntar a esta mediación etrusca son
fundamentalmente el ensordecimiento de oclusivas (el etrusco carecía
de oclusivas sonoras), la sustitución de /n/ por /r/, la confusión entre
Jo/ y /u/y la síncopa de vocales breves en interior de palabra. Las pa­
labras que a nosotros nos interesan aquí (por estar representadas en
español) son:
0 7rupí8a (ac. de orcupú;) > lat. sp o r ta (con sín c o p a de /i/, e n s o rd e c i­
m ie n to de /d/ y c o n v e rsió n de /u / en /o /) (> e sp u e rta );
7tp ó o co 7 to v > etr. /persu > lat. p e r s o n a (> p e r s o n a ) 59.

Tam bién vale la pena m encionar, aunque se trate de casos bas­


tante más dudosos, los de
y v < i)|io v a (ac. de yvcbiicov) > lat. n o rm a « e sc u a d ra , re g la , regla de
c o n d u c ta » (con c aíd a de la c o n so n a n te in ic ial, sín c o p a de la /o /
b re v e , d ism ila c ió n de / n/ en /r/ y m e tá te sis d e /m r/ e n /rm /), de
d o n d e esp. n o rm a .
(iopcpfi > lat. fo r m a (al p rin c ip io con el se n tid o c o n c re to de « h o rm a,
m olde»), fo rm u la , fo rm o s u s (> esp .fo r m a , horm a, fó rm u la , h e r ­
m oso. etc.).

Para otras palabras latinas de origen griego a las que se ha atri­


buido mediación etrusca, pero que se pueden explicar de otra forma

Biville, 1990-95. 11,482.


La relación entre la voz griega y la etrusca (que debió de ser un tecnicismo con
el sentido de «m ás cara de teatro») no es d em asiad o clara; por otra p an e, en lat. perso­
na es posible que haya habido una asociación de ideas con el verbo p e rso n o «reso­
nar». cf. D E L L , s. v.
más lógica (por el origen dialectal griego, por la evolución del propio
latín, por ser préstamos «mediterráneos»), sin recurrir a dicha media­
ción, remitimos a Biville (II, 476-77), donde se discuten casos como
caduceus (> caduceo), cupressus (> ciprés), cisterna (> id.), lanterna
(> linterna), urtica (> ortiga), littera (> letra), etc.).

b) S í c u l o . Tenemos tres palabras involucradas, aunque, en vista


de lo poco que se sabe sobre esta lengua indoeuropea hablada en Si­
cilia, es muy difícil determinar si el parecido entre una voz latina y
otra griega (del griego de Sicilia) se debe a que el latín la ha tomado
del griego siciliota, sin más; a un préstamo paralelo del sículo al grie­
go y al latín; o a la mediación del griego siciliota entre el sículo y el
latín. Los términos que nos interesan aquí son
K Ó p K ap o v , la t.carcer (> cárcel)
nummus ( q u e h a in f lu id o
v ó jio g , v o ü u h o í;, la t. a su v ez en numisma <
g r. v ó tiic ru a , d e d o n d e e s p . numismática)
K Ú P n o v , la t. cubitus (> codo).

c) I l i r i o - m e s a p i o . Las dos palabras griegas representadas


en español que podrían haber llegado al latín a través de este grupo
indoeuropeo son
(páXXaiva > la t. ballaena (> ballena) ( la t. ballaena ta m b ié n p o d r ía
s e r s i m p le m e n te u n p r é s ta m o m e s a p io )
T Ú ppu; > la t. turris (> torre).

d) P r é s t a m o s o r i e n t a l e s y « m e d i t e r r á n e o s » . Con fre­
cuencia se da el caso de que encontremos en griego y en latín palabras
con formas muy similares o incluso idénticas, pero a las que no se pue­
de encontrar ninguna etimología indoeuropea convincente; si estas pa­
labras hacen referencia a objetos y productos que históricamente han
procedido de Oriente o del Mediterráneo oriental, se puede suponer con
cierta verosimilitud que esas palabras se han tomado de una tercera
lengua, y en algunos casos esto se puede verificar en alguna lengua
oriental (fenicio, hebreo, egipcio, etc.), en cuyo caso se habla de «prés­
tamos orientales». Cuando no se encuentra ningún punto de apoyo en
otras lenguas, se suele recurrir a un hipotético «sustrato mediterráneo»
que explicaría la presencia de esas palabras en griego y en latín (sin
que sea posible muchas veces determinar si el latín la tomó directa­
mente de dicho «sustrato» o la recibió por mediación griega).
En cuanto a los préstamos «orientales» — algunos de los cuales,
por cierto, caen en realidad fuera del límite cronológico de este apar­
tado— , está claro que muchos han pasado efectivamante a través del
griego, ya procedan de lenguas de la India (como beryllus > berilo,
costum > costo, zingiber > jengibre, etc.), del iranio (como arsenicum
> arsénico, tigris > tigre), del egipcio (como ibis, nitrum, sinapi «mos­
taza») o de lenguas semíticas (sesamum > sésamo, canna > caña,
etc.). En otros casos, en cambio, la mediación griega es dudosa o im­
posible de demostrar, según Biville, como ocurre en
KÓjijii, lat. gum m i., c u m m i (> esp. g o m a ) (o rig e n e g ip c io )
rcopcpúpa, lat. p u r p u r a (> p ú rp u r a ) (o rig en in cierto );

en algunos se impone la conclusión de que se trata de préstamos in­


dependientes en griego y en latín, como en
XITCüv, lat. túnica (> túnica) (o rig en fe n ic io p ro b a b le ).

En el caso de los préstamos «mediterráneos», que carecen de eti­


mología indoeuropea ni camito-semítica, la situación es todavía más
oscura, teniendo en cuenta lo difuso que resulta el concepto mismo de
«sustrato mediterráneo»; lo que no quita para que pueda atribuirse
con cierta verosimilitud este origen a determinadas parejas de pala­
bras griegas y latinas, especialmente si hacen referencia a objetos,
plantas, animales, etc., que, por su distribución geográfica en el mun­
do mediterráneo, debieron de carecer de designación en el indoeuro­
peo común, y que pudieron muy bien entrar en el griego y en el latín
de forma independiente y en fechas muy distintas (y a veces también
con sentidos algo distintos). Nos referimos a casos como
jiívGct, lat. m e n ta (> m en ta )
KÉSpoc; (> e s p . cedro), la t. citrus (> e s p . cidro, cítrico)
cupressus (> ciprés)
K u n á p i a a o c ;, la t.
c tü k o v , \i\l.ficus (> higo, hígado, e tc .)
n ú ^ o c ;, la t. buxus (> boj)
kcúPióc;, la t. gobio, gobius (> gobio, n o m b r e d e u n p e z )
ó p u i;, la t. orea (> orea) ( e s p o s ib l e la m e d i a c ió n e tr u s c a )
p u x ri, la t. ruta (> ruda, n o m b r e d e p la n ta )
oívo<;, la t. vinum ( > vino)
p ó 8 o v , la t. rosa (> rosa)
8á< pvr|, Axi<pvr|, e tc ., la t. laurus (> laurel).

Para terminar con este apartado, se pueden mencionar, por un la­


do, algunas palabras latinas que es posible que tengan un étimo grie­
go, pero es imposible demostrarlo de forma categórica; por otro, al­
gunas parejas griego-latín que deben de rem ontar a una etim ología
indoeuropea común; finalmente, una serie de palabras latinas a las
que se ha solido atribuir etimología griega, pero que Biville (II, 376-77,
para la lista) descarta con razones más o menos fundadas.
En el primer caso estarían voces como gr. áyxóvri, lat. angina (>
angina), gr. Ttúpycx;, lat. burgus (muy dudoso; esp. burgo), gr. KÍpicoc;,
KpÍKOc;, lat. circus, circa (> circo, cerca), gr. 07107711, acpóyYO<;, lat.
fu n g u s (> hongo). En el segundo, algunas como gr. epeóp, lat./w r (>
hurto, furtivo), gr. 7taXá|iT|, lat. palma (> palma), gr. ápáxvri, lat. ara-
nea (> araña) o gr. év8oyevfi<;, lat. indígena (> indígena). En el tercero,
palabras latinas como amuletum (> amuleto), bucina (> bocina), calx,
calcis (> cal), cáncer (> cáncer, cangrejo), colubra (> culebra), ele­
menta (> elemento), fucus (> fuco ‘alga’, fucí-voro), funda (> funda,
honda), gibbus (> giba), pulmo (> pulmón), rapum «nabo» (> rabo),
taeda (> tea), tus, turis «incienso» (> turiferario), urtica (> ortiga).
Lo que es claro, en todo caso, es que el griego ha tenido un papel
muy importante en la transmisión al latín de numerosas palabras, mu­
chas del tipo de las «palabras viajeras», tanto de origen oriental como
del sustrato mediterráneo pre-indoeuropeo.
Volviendo ahora al esbozo cronológico que hacíamos al principio
de este apartado, ya hemos dicho que en el latín culto de finales de
época republicana y de la era imperial los helenismos se adoptaron casi
siempre respetando de forma escrupulosa la ortografía y la pronun­
ciación del griego, por lo que, lógicamente, no plantean problemas de
identificación. Pero por debajo de la transcripción culta, «oficial», de
los helenismos, tenemos pruebas de que el latín hablado común siguió
ateniéndose en gran medida a las tendencias que hemos visto en épo­
ca preliteraria (antes del siglo iv -iii a. C.), como son:

— la conversión de x Y 0 en M y /t/ respectivamente, que se han


mantenido en el latín vulgar — aunque hay testimonios esporádi­
cos de fricativización— y en la transcripción común del griego al
español (tesoro, escuela, etc.; cf. § 3.1);
— la simplificación de ciertos grupos consonanticos (como en thisi-
cus < gr. cpSiCTiKÓ^), metátesis y disimilaciones varias;
— la transcripción de u por /u/, típica de época preliteraria, todavía
se documenta en fechas bastante tardías, a pesar de que la trans­
cripción con /i/ empiece a aparecer a partir del siglo i d. C. Así
podrían explicarse algunos casos como esp. onza, it. lonza (<
*luncea < «lince») o tumba (< lat. tumba < TÚjjpo*;; lat. tum­
ba debe de ser un helenismo cristiano y no está atestiguado antes
del siglo iv), aunque, lógicamente, que una palabra no esté docu­
mentada antes de cierta fecha no significa que no haya podido en­
trar mucho antes en la lengua.

Junto a estos rasgos de mera continuidad con la época preliteraria,


asistimos a la aparición de fenómenos nuevos en la evolución del
griego y del latín, y que van a empezar a reflejarse en los helenismos
del latín hablado, como son, ante todo:
— la conversión de (p en líl latina, frente a la /p/ de los préstamos
preliterarios (ver supra) y la esmerada {ph} del latín culto. El
primer testimonio epigráfico de esta fricativización — que debió
de verse favorecida por la existencia en latín de este fonema labial
fricativo— data del año 88 a. C., aunque no empezará a ser fre­
cuente hasta el siglo siguiente; poco a poco se hará general, lo que
explica que esta líl sea lo que encontremos tanto en los helenis­
mos patrimoniales españoles (huérfano, etc.) como en la trans­
cripción de los cultismos (fdosofia, etc.), cf. § 3.2;
— también el itacismo, es decir, la pronunciación como /i/ de una se­
rie de vocales y diptongos griegos, empezará a manifestarse en los
helenismos del latín desde comienzos de la época imperial (por lo
tanto, no es ni mucho menos un rasgo exclusivo de los «bizanti-
nismos», cf. después, § 9.2). Según Biville, puede establecerse
cierta precisión cronológica entre las distintas vocales y diptongos
involucrados: el itacismo de u podría fecharse a partir del siglo i
d. C. (p. ej. panadizo < panaricium < gr. rcapcovuxíci), el de r) a
partir sobre todo del m d. C. (limosna lat. elemosina ^ gX£I]^io_
oúvri) y el de oí a partir del iv d. C. (fr. cimitiére < tcoi|if]Tr|piov).
Por otra parte, los resultados concretos no serán siempre los mis­
mos en todas las lenguas románicas, registrándose además doble­
tes según la fecha de adopción o el origen dialectal de la voz en
cuestión (p. ej. bodega/botica < árcoGritcr], tapiz/tapete < táriric;.,
TamriTiov); por lo demás, a diferencia de lo que ocurre con la líl,
el itacismo no tendrá reflejo en la transcripción de los cultismos
griegos del español, con la excepción de la u (cf. § 6.1 y 6.2);
— las síncopas de vocales átonas, que serán de capital importancia en
la fisonomía de las lenguas rom ánicas, y que tam bién suponen
cierta continuidad con la época preliteraria, sólo que ahora (a partir
del siglo m-rv d. C.) estarán íntimamente unidas a la desaparición
de las oposiciones de cantidad en latín (cf. § 7.1 para el español);
— otro fenómeno que habrá de marcar la evolución fonética de las
lenguas románicas es la palatalización de determinadas consonan­
tes en contacto con vocales de timbre /i/, /e/ (constatable ya en el
siglo II d. C. para te y y), lo que permite hacer inferencias crono­
lógicas respecto a la fecha de entrada en el latín hablado de de­
terminadas palabras griegas. Por ejemplo, por lo que respecta a la
te seguida de u, su palatalización en una palabra española indicará
su entrada en latín a partir del i d. C. (aproximadamente), como en
cima (antes gima) < lat. cyma < KÜjia; mientras que su conserva­
ción como oclusiva / k/ indicará una entrada más temprana en la­
tín, como en codeso < lat. cutisus < KÍmooq (fr. cyíise remonta a
]a variante culta latina cvtisus). Sobre Ja pronunciación palatal de
la C, cf. § 3.4.

Con todos estos fenómenos entramos ya de lleno en la historia fo­


nética del español, que, para lo que a los helenismos se refiere, hemos
visto ya en otro lugar (§ 7 y 7.1). Si nos hemos internado en este
apartado en el latín imperial ha sido sobre todo para mostrar cómo
buena parte de los fenómenos que afectan a los helenismos del latín
de esta época no hacen sino continuar las tendencias que estuvieron
vigentes en el latín preliterario (lo que, por otra parte, hace que las
dataciones sean muchas veces muy problemáticas).
En todo caso, algunos fenómenos nuevos como ej itacismo o la
fricativización de <p hará que el grupo de helenismos latinos prelitera-
rios que hemos visto — marcados en gran medida por las alteraciones
provocadas por la apofonía— quede en cierto modo aislado dentro
del conjunto de los helenismos del latín, como testigos de una época
remota y peculiar (y por Jo demás totalmente integrados en Ja lengua,
olvidado por completo su origen foráneo).
Por otra parte, hay que señalar que estos helenismos tempranos
han corrido Juego suertes muy vanadas en Jas lenguas románicas y
concretamente en español: algunos han desaparecido por completo de
la Romanía o al menos se han perdido en castellano (y por eso no nos
hemos ocupado aquí de ellos, p. ej. culigna < kuAáxvt) «copa»)60;
otras siguieron vivas en el latín vulgar y han llegado al español por
vía patrimonial o por préstamo de otra lengua románica (como baño,
escollo, plaza, ancla, etc.), experimentando por tanto cambios tan tí­
picamente castellanos como es por ejemplo la diptongación de /e/ y
/o/ tónicas (p. ej. cmupLSa > lat. sporta > espuerta); finalmente, algu­
nas desaparecieron del latín hablado y por tanto del español primitivo.

60 Record am os al lector que se puede co m p rob ar rápidam ente si una palabra latina
ha tenido descenden cia en español consulta ndo el Romonisches etymologisches Wór-
terbuch de W. Meyer-Lübke.
pero entraron más tarde como cultismos, caso por ejemplo de máqui­
na (siglos xv-xvi) o de norma, documentado en español a principios
del siglo xvri (en ocasiones tenemos dobletes del tipo de hor­
ma/forma, la primera por vía popular y la segunda por vía culta o se-
miculta).

§ 9 . H e l e n is m o s m e d ie v a l e s n o p a t r im o n ia l e s

§9.1. H e l e n is m o s l l e g a d o s a t r a v é s d e l á r a b e

Un grupo importante y relativamente numeroso de helenismos


medievales en español es el constituido por las palabras llegadas a
través del árabe escrito y sobre todo del hablado en la Península Ibé­
rica a lo largo de la Edad Media. Se trata de una parcela que, lógica­
mente, resulta difícil para quien no conoce el árabe (como es nuestro
caso); afortunadamente, contamos ahora con el excelente Diccionario
de arabismos y voces afines en iberorromance de F. Corriente (Ma­
drid, 1 9 9 9 ) , y la lista de palabras griegas que aparece al final nos ha
sido de enorme utilidad para la redacción de este apartado (sin olvi­
dar, claro está, a J. C oram inas)61, en el que nos limitaremos a las pa­
labras castellanas (en la obra de Corriente se incluyen también el ca­
talán, portugués, aragonés, etc.).
Por las razones antes señaladas, no será posible dar cuenta de una
forma razonada y sistemática de los principios fonéticos que presiden
el paso del griego al árabe y de éste (en su variedad andalusí) al cas­
tellano62. Además, hay que tener en cuenta que el paso del griego al
árabe se ha verificado, en la mayoría de los casos, a través de otra
lengua intermedia, que ha sido el arameo o el siriaco. La explicación
histórica de este hecho es sencilla: el arameo (lengua semítica occi­

61 Ni tampoco A Diclionary o f A ndalusi Arabic de F. Corriente, Leiden-N. York,


Brill, 1997, con lista de palabras griegas en p. 593-99.
62 Para esta cuestión remitimos ante todo a Alvarado e Ivanova, 1995.
dental, por tanto pariente cercano del árabe) y su alfabeto fueron,
desde el siglo v a. C. hasta por lo menos el v-vi d. C\, la lengua y la
escritura más importantes y difundidas por todo el Oriente Próximo y
Medio, desde las costas de Fenicia hasta el actual Paqujstán; esta len­
gua, por otra parte, adoptó muchas palabras griegas, pues a partir de
las conquistas asiáticas de Alejandro Magno (siglo ív a. C.) tuvo que
convivir con la lengua y la cultura griegas en aquellas zonas que es­
tuvieron bajo control griego — y después romano y bizantino— más
o menos directo (Fenicia, Siria, Palestina, Mesopotamia durante un
tiempo). Así que, cuando el árabe, ya antes de Ja expansión islámica,
entró en contacto con la lengua de prestigio internacional que era el
arameo, éste tenía ya alojadas en su léxico buena cantidad de voces
de origen griego.
Algo similar ocurre con el siriaco, que, por lo demás, en su origen
no es más que una variedad del arameo, concretamente la hablada en
la zona de Edesa (hoy Urfa, Turquía sudoriental). El siriaco es im­
portante por haberse generado desde muy pronto (siglo n d. C.) una
abundante literatura en esta lengua, y no sólo literatura cristiana, aso­
ciada al impulso evangelizador, sino también numerosas traducciones
de autores griegos clásicos. Pues bien, cuando, en el curso de los si­
glos viii y ix sobre todo, los califas de Bagdad se propusieron traducir
a su lengua aquellas parcelas del saber griego que más les interesaban
(fundamentalmente la filosofía y las ciencias), resultó mucho más
cómodo traducir las obras de Aristóteles, Galeno, Euclides o Tolomeo
del cercano siriaco que no directamente del griego (por ejemplo, de
Galeno sólo se tradujeron directamente del griego nueve obras, frente
a las 130 vertidas a partir del siriaco)6'. De este modo entraron en el
léxico árabe gran cantidad de términos griegos, especialmente de bo­
tánica, como veremos; y estas palabras no tardaron en llegar a la Pe­
nínsula, pasando algunas de ellas al romance andalusí y luego al cas­
tellano.

Cf. Walzer. 1962: F. Rosenthah Das Fortleben dcr Am ike in Islam. Z ú nch
Stuttgart. 1965: y sobre todo Vernci. 1999. 1 17 ss. («la técnica de las traducciones»)
Según los datos que hemos recogido del diccionario de Corriente,
son poco más de cien los helenismos españoles llegados a través del
árabe, lo que supone un porcentaje muy pequeño sobre el total de he­
lenismos (decenas de miles); y hay que decir además que no pocos de
ellos están ya en franco retroceso o en total desuso (cosa que ocurre
en general con el léxico español de origen árabe).
Si nos fijamos en la distribución de estas palabras por campos se­
mánticos, el grupo más abundante es el constituido por los nombres
de plantas, tanto las cultivadas como las silvestres: acelga, acemite,
adelfa, ajenabe, albaricoque, alberge/albérchigo, alcamonías, alcane-
ría, alcaparra, alcaravea, alfóstigo, alharma, alhuceña, almáciga, ai-
maro, altramuz, azufaifa/o, anfión, arroz, bellota, cazuz, estragón, sán­
dalo, zanahoria (cf. después sobre esta palabra).
También son numerosos los términos técnicos relacionados con la
construcción, nombres de objetos e instrumentos, etc.: abitaque, ación,
alcaduz, alcántara, alcartaz, alconcilla, alcribís, aliara, aljez, almo­
cárabe, azulaque, balate/albalate, calibre, candil, carrazón, colcótar,
corma, falquía, fanal, gálibo, matraz.
Otros grupos menos abundantes serian los relacionados con el
mundo animal, especialmente los peces (atiin, calamón, chema, jibia,
jurel), con las pesas y medidas (adarme, almudín, alquez, arrale, cahíz,
quilate, quintal), con la indumentaria y las telas (albornoz, alcorque,
botarga, cendal, enjalma, jamete, mandil, marlota, zaragüelles), con
el mundo militar y náutico (alcázar, alefriz, almajaneque, almirante,
carcaj, carraca, tifón), con las ciencias (alambique, álcali, alquimia,
amalgama, calamita, elixir, guarismo y algoritmo, jaqueca, mazacote,
natrón, safena), con las piedras preciosas (abalorio, abenuz, talismán,
zafiro), con los alimentos (albóndiga, arroz, azúcar, gazpacho, maza­
pán, mazamorra, zumo), con la música (guitarra, tambor, quizá tecla)
o con el comercio y las profesiones (albéitar, alcaicería, albóndiga);
sin contar con algunos gentilicios como copto, quizá andaluz, o nom­
bres propios como Almagesto (nombre de una obra de Tolomeo).
Hay que decir que no todas las palabras mencionadas tienen una
etimología segura; hay bastantes casos dudosos, y el lector podrá en­
contrar no pocas divergencias si consulta las dos obras de referencia
que hemos utilizado, es decir, los diccionarios de Corominas y de Co­
rriente. En todo caso, no es ni mucho menos nuestra intención co­
mentar una por una Jas etimologías de todas esas voces, sino más bien
tratar de establecer una t i p o l o g í a entre los helenismos españoles
de transmisión árabe (o al menos relacionados de algún modo con
esta lengua), pues los orígenes y vías de llegada de todas esas pala­
bras ofrecen bastante variedad. Creemos que, a modo de ensayo, se
podrían distinguir los siguientes casos:
a) Palabras de origen griego adoptadas por el árabe (normalmente
por intermedio del arameo o siriaco, ver supra) y llegadas así al
romance peninsular (ya sea por vía oral o escrita), ocasionalmente
también a otras lenguas europeas, a través de España. Ejemplos64:
XUjisíct > ár. el. fámiyá (a t r a v é s d e l s ir .) > and. > al-quimia (in g . al-
chemy, fr. alchimie, e tc .)
píppoc; > ár. el. h u m u s > a n d . a lb u rn ú s > a lb o r n o z .

Este es sin duda el grupo más importante y numeroso, aunque,


como se ha dicho, hay bastantes casos en los que puede plantearse
la duda de si una palabra castellana de origen griego ha llegado a
través del árabe o del latín vulgar (caso, por ejemplo, de zumo, gr.
Cco|íóq, neoárabe züm, pero la palabra no está atestiguada en árabe
andalusí; veáse Corriente y Corominas s. v. zumo). Por otro lado,
algunos de los étimos griegos involucrados son de origen semítico
u oriental, por ejemplo acemite (‘flor de harina’, ár. el. samid < gr.
aejaíSaXu;, de origen acadio).
En otros casos, F. Corriente desmiente categóricamente el su­
puesto origen griego de la palabra árabe de la que procede la cas­
tellana; véanse por ejemplo las entradas correspondientes a ala­
crán (‘ictericia’), alcofa, algaderas, andrómina.

M Abrev iatura s para lo que sigue: ár. el. = árabe clásico; aram. = arameo; and.
árabe andalusí; sir. - siriaco; romand. ■=■ rom ance andalusí; cast. = castellano; blat.
bajo latín.
b) Palabras de origen griego adoptadas por el árabe y entradas en
castellano a través de otras lenguas europeas (francés, portugués,
italiano, etc.). Sirva como ejemplo talismán, tomada del francés
en el siglo xvm (la voz francesa procede del neopersa, que la to­
mó del árabe y éste del griego TÉ^xana «rito religioso»)65.
c) Palabras de origen griego en las que se ha supuesto el paso por el
árabe, pero que en realidad es más probable (según F. Corriente)
que hayan entrado en castellano a través del latín vulgar o de otras
lenguas románicas (como el italiano); tal sería el caso de endibia
(gr. evTUpoc;), gúmena (gr. fiYOU)iévr| scilicet «cuerda») o tecla (<
thecula, dim. de 0tikt| «caja»; pero cf. DCECH 5. v.).
d) Palabras de origen griego entradas en el latín vulgar y cuya forma
castellana refleja la pronunciación o la morfología (o ambas) de
dicha palabra en el árabe andalusí o en el romance andalusí; así se
explicaría, por ejemplo, la variante jibia, frente a sepia (< ar|7Úa),
o también voces como almorranas (< *haemorreuma < aijióp-
poia), alcaparra (gr. ícárcrcapu;; la conservación de la /p/ de­
muestra que el préstamo no se hizo en Oriente), alcaneria (‘alca­
chofa’, gr. tcivápa), ju re l (and. suríl, formado sobre saurus <
aaüpoc;), enjalma (formado sobre blat. salma < sagma ' gr. ckíyuu )
o la discutida gazpacho (según Corriente, procedente de un ro-
mand. gazpelaco que derivaría en última instancia del gr. yai¡o-
cpuXáiciov «cepillo de iglesia», ver Corriente, v. para la evolu­
ción semántica).
e) Palabras de origen árabe que han entrado en castellano (y normal­
mente también en otras lenguas) a través del griego medieval; se­
ría el caso por ejemplo de
almirante < blat. amiratus < gr. med. ámpót; < ár. el. amlr «coman­
dante»

0 Latinismos del griego que han llegado al castellano a través del


árabe (con paso intermedio por el arameo o siriaco), como es el

h- Ver Corriente, 1999, s. v. anfión, natrón, calibre, estragón (entre otras)


caso de quintal (lat. centenarius), almudín (lat. modius), alquez
(lat. sextarius > gr. ^éairic;), candil (lat. candela), alcaicería (lat.
Caesar > gr. K a ia áp eia) o
a lc á z a r < ár. el. qa$r < gr. m ed. i c a a ip o v < lat. c a stra « c a m p a m e n to
m ilita r» 66.

g) Palabras de origen griego que están doblemente representadas en


español — a veces con sentidos distintos— , según hayan entrado
a través del griego/latín, de otras lenguas románicas o a través del
árabe:
fo n d a /a lb ó n d ig a < gr. 7i a v 80K£L0 v (fonda a trav é s p rob. de la lingua
franca, a lb ó n d ig a del ár. oX .funduq).

En algunos casos se trata de palabras de origen latino (como


mantel/mandil, la primera directamente del lat. mantele, la segun­
da a través del griego y después del árabe); en otros se trata de vo­
ces de origen oriental, como es el caso de berilo/abalorio (la pri­
mera tomada directamente del gr. PrpuXXoc;, de origen dravídico;
la segunda es de origen árabe en español, aunque no es seguro si
el árabe lo tomó del griego o de otra lengua, en todo caso remonta
al mismo étimo dravídico) o de ébano/abenaz (la primera del gr.
é'Pevoc;, de origen africano, quiza nubio; la segunda tomada por el
árabe al griego).
h) Palabras de origen oriental, a veces no bien conocido (en todo ca­
so ni griego ni árabe), cuya vía de entrada en Europa no siempre
se conoce con detalle y que son con frecuencia del tipo de lo que
se ha dado en llamar «palabras viajeras», por estar atestiguadas en
numerosos idiomas (algunas son tecnicismos, por ejemplo en rela­
ción con la joyería y otras técnicas).
Aquí entrarían voces españolas como arroz (gr. opu^a, and.
arráwz\ ambas proceden en última instancia del tamil, lengua drá-
vida), sándalo (gr. aávxaXov, ár. sandal; ambos de origen sáns­

b6 Sobre esta palabra ver tam bién Lüdtke. 1974, 158-59


crito), berilo (ver apartado anterior), azúcar/sacarina (gr. ctó k%o.~
pov, ár. sukkar, ambas de origen indio), zafiro (gr. aá7i(peipo<;, de
origen semítico, ár. sajirj, zaragüelles (gr. aapá(3apa, and. Sa-
ráwil; el origen es persa, es probable que el árabe haya tomado la
palabra del griego), cendal (etimología dudosa, quizá relacionado
con gr. CTivScbv, de origen oriental), carcaj (en última instancia,
procedente del persa larkash, aunque los detalles de su penetra­
ción en Europa a través del griego bizantino y del papel del árabe
en la forma castellana no están demasiado claros, ver D C E C H y
Corriente, 1999).

i) Son frecuentes en las voces llegadas a través del árabe las conta­
minaciones semánticas, las etimologías populares y, en general,
las palabras que han sufrido una gran deformación. Pondremos va­
rios ejemplos (en la medida en que tengan que ver con el griego):
— algoritmo. Originalmente, alguarismo. guarismo, procedente
del nombre del sabio del siglo ix Alxuwarizmi, autor de una
importante obra matemática que se tradujo en Toledo con el tí­
tulo de De numero Indorum. Posteriormente se produjo en el
propio latín medieval la contaminación con el gr. aritmo- «nú­
mero», dando lugar a algoritmo (estamos ante lo que L. Deroy
llamaría una etimología «seudo-erudita»)67;
— almocárabe ‘adorno arquitectónico’, un caso realmente com­
plicado. Hay que partir del ár. el. muqarnas, que está relaciona­
do con qurnas (< gr. Kopcovú; «curva»); de ahí. por cruce se­
mántico con qarbás «construir» (< gr. Kpr|7Ú<; «fundamentos de
una construcción»), resulta el and. almuqárbas. de donde, por
contaminación con árabe, la forma castellana final;
— zanahoria. Del gr. aTCKpuWvri áypía «zanahoria silvestre» de­
riva el muy deformado and. safannáryah, de donde la voz cas­
tellana.
j) Finalmente, hay al menos un caso de una voz española que es el
resultado del calco probable en árabe de una palabra griega: j a ­

' Deroy. 1980. 288 (sobre tifón, palabra que ya hem os visto en § 7 . 1)
queca, cuyo étimo en árabe clásico (saqlqah) significa «lado o mi­
tad exacta de un objeto doble», y debe de ser un calco o traduc­
ción del gr. f]|iiicpavía, formado con rjjai- «la mitad» y icpavtov
«cráneo» (por afectar sólo a la mitad del hemisferio craneano; de
la voz griega procede esp. migraña).

Esto es, en apretada síntesis, lo que podemos decir sobre la apor­


tación de helenismos al castellano por mediación árabe; como se ve,
la contribución al léxico científico y filosófico, más allá de algunos
términos muy señalados (alquimia, elixir, amalgama) es escasa — lo
que se explica, entre otras cosas, por la propia técnica traductoria ára­
b e— , destacando en cambio todo lo relacionado con la agricultura y
la técnica de la construcción.

§ 9 .2 . B iz a n t in ís m o s , it a l ia n is m o s , g a l ic is m o s

§ 9 .2 .1 . Bizantinismos
Terminaremos este apartado haciendo referencia a otros grupos de
helenismos medievales que son lo suficientemente nutridos como pa­
ra dedicarles cierta atención. Entre ellos están los «bizantinism os»68,
es decir, palabras en uso en el griego bizantino y que han llegado al
español medieval por vías diversas, unos a través del latín (eclesiásti­
co, científico, etc.), otros a través de otras lenguas románicas (como
los distintos dialectos italianos) o incluso directamente del griego (los
que han entrado a través del árabe se han visto en § 9.1).
Hay que decir que, en parte, esta categoría de los bizantinismos se
solapa con lo que hemos llamado helenismos patrimoniales y semi-
cultos (cf. § 7), pues en ocasiones es imposible decir si tal palabra ha
entrado en el latín en época imperial (antes del siglo v) o ya en tiem­
pos bizantinos. También hay que guardarse de atribuir origen bizanti­
no a cualquier palabra que exhiba muestras de itacismo, pues, como

68 Cf. F. Galiano, 1969, § 27-32; Lüdtke, 1974, § 3.6; Kahane, 1966 y 1972; R.
Adrados. 1999. 230 ss.; algo en Biville. 1985.
hemos visto en § 8, este fenómeno ya está ampliamente documentado
en helenismos de época imperial (a partir del siglo i d. C.).
Por lo demás, las razones históricas que explican la entrada de to­
das estas palabras en castellano son bien conocidas: desde la ocupa­
ción de una parte de la península Ibérica por los bizantinos en los si­
glos vi-vn, pasando por las expediciones de los cruzados al Medite­
rráneo oriental (a partir del siglo xi) y acabando con la ocupación de
algunas partes de Grecia por parte de la Corona de Aragón (siglos
xiv-xv), ya en tiempos del incipiente Humanismo, fueron muchas las
ocasiones para este tipo de trasvases léxicos.
Entre los bizantinismos más o menos seguros en español tenemos:
algalia (< épya^eiov), almidón (< ajaiAov. con influjo del articulo
árabe), anís (< áv iaov). besante (< pu^áviiov, moneda de Bizancio),
botica (< ánoGíiKT); ef. 7.1, f, para bodega), carabela (< rápapot;),
carestía (< ^apiaTeia), carnaval (< a través del italiano, del lat. car-
nelevare, calco de ánÓKpecot;; cf. esp. carnestolendas), catastro (<
KdTácmxov), endibia (< evxupov, cf. DCECH), escala (< a tc á /.a ), es­
clavo (< aicXá(3o<;), faisán (< Oacuavót;, del río Fasis), galera (<
yaXéa), galimatías (< icaiá M aiBaiovj, letanía (< /atav e ía ), mcüva-
sía (< de la ciudad de Monembasiá), matizar (< XrpjjaTÜ/o), nólit(o)
'flete' (< vaüXov, a través del catalán), paráclito (< 7tapáicXr)TO(;, de­
signación del Espíritu Santo), petróleo (< TtexpéXaiov, con contami­
nación de lat. oleum), protocolo (< TtpoúTÓKoXXov). quemar (< icáijja,
de Kaíeiv), romero (< poo)jaío<;), sándalo (< aávT a^ov, quizá a través
del árabe), tapiz (< TcmfiTiov, dim. de tánrit;, a través del francés),
tortuga (< TapTapoOxot;), trabajo (< lat. tripaliunu que podría ser un
calco de TpiTráacraXov «instrumento de tortura»), trisagio (< Tpicrá-
yiov). zampoña (< au)J(pcovía),

^ 9.2.2. Italianismos

En muchas de estas voces griegas llegadas al castellano es clara­


mente detectable la mediación italiana. Esto se explica ante todo por
el papel fundamental que ciudades como Venecia, Génova o Pisa de-
desempeñaron en lo que Lüdtke llama la «revolución comercial» de
la Baja Edad Media (sobre todo en los siglos xm-xiv), originada en el
norte de Italia y cuyos efectos se dejaron sentir en todas direccio­
nes69. Además, los dialectos italianos formaron la base principal de la
«lingua franca», una especie de koiné comercial de difusión por todo
el Mediterráneo, en la que también había bastante léxico griego, ára­
be, catalán, etc.; de ahí que predominen en este capítulo los términos
relacionados con la navegación y el comercio (Venecia y Génova
eran ante todo potencias marítimas y comerciales).
Así entraron en el castellano voces como anchoa (< á<púr|5 ver
D C E C H para los detalles), archipiélago ( < archi-, ní'kayoq), el sufijo
archi- (cf. § 1.1), quizá archivo (< ápxeíov), bronce (< *3póvnov,
relacionado con la ciudad de Brindisi), brújula (< rcu^íc;), calma (<
Kaüjia), chusma (< K¿A£uana «voz rítmica del cómitre»),/¿/7¿// (< (pa-
vápi, quizá a través del árabe), góndola (< Kovxoúpa), gruta (<
KpUTiTT], cf. § 3.3 para la /u/), mostacho (< jioucrcáiciov), piloto (<
*7tr|8(bTr|<;, de rcr|8óv «timón»), póliza (< á7CÓ8ei^i<; «prueba, demos­
tración»).

§ 9.2.3. Galicismos
Finalmente, es considerable el número de helenismos que han lle­
gado al castellano medieval procedentes de Francia, desde los présta­
mos más tempranos (lo que se ha dado en llamar influencia galorro-
mánica), pasando por la intensa influencia lingüística experimentada
a raíz de la reforma cluniacense, la apertura del camino de Santiago
(pensemos en términos como canonjía, ángel hereje, monje) y la con­
siguiente presencia de «francos» en la península70. Incluimos aquí, por
tanto, tanto el francés propiamente dicho (la langue d'oil) como el

69 Lüdtke, 1974, § 3.6.


70 En general, cf. Lüdtke. 1974, $ 3.5.4. («pré stam os de vocabular io franceses y
provenzales en español») y Lapesa, 1981. $ 42 y 51; aparte de D CEC 'H , donde se ex p li­
ca detalladam ente la historia de todas estas voces. Sobre los galicism os españoles
(prosódicos y morfológicos), véase García Yebra, 1999.
provenzal u occitano, y en ocasion es el catalán. Los principales indi­
cio s de origen ultrapirenaico son, aparte del acento (cf. § 6 .7 .1 ), el fi­
nal en /-e/ en sustantivos m asculinos, frente al esperado en /-o/; y la
apócope de la vocal final (cf. §7. 1) .
P odem os m encionar las siguientes palabras (en general om itim os
la v o z latina intermedia): ángel (< áyyeXcx;), apóstol (< ánÓCTToXoq,
quizá occitanism o), (arcipreste (< n p eaP ú iep oq ), avestruz (< crrpou-
0ÍCOV, occitanism o), canonjía y calonge (< KavoviKÓc;), chimenea (<
KÓtjiivcx;), cisne (< kúkvcx;), codoñate ‘d u lce de m em b r illo ’ (< ku-
Scúviov; a través del catalán según C orom inas), cofre (< KÓcptvoq),
coral (< Kopá>Aiov), cristal (< tcpúaioAXoc;, posiblem ente galorro-
m ánico), gazafatón (< KOtKéjicpaTOV «cosa m alsonante»), goldre (su ­
poniendo que venga de lat. corytus < ycopuióc; «carcaj»), golfo (< KÓX-
no<;, quizá a través del catalán), golpe (< KÓÁXKpoc;), gozne (< yón<po<;),
hereje (< aípeiiKÓí; «m iem bro de una secta»), jengibre (< ¡¡tyyíPepu;,
cf. § 3.4), metal (< n éiaX X ov, a través del catalán; sobre medalla, cf.
D C E C H ), monje (< n ovaxót;), papel (< nánupoc;, a través del catalán),
perejil (< neipoCTÉXivov, occitanism o), reloj (< cbpoXóytov, a través
del catalán), rima (< pu0nó<;, occitanism o; hay otras formas m ed ie­
vales com o rimo), timbre (< T Ú nnavov, de donde también tímpano y
témpano), trébol (< ipí(pu>A ov) y algunos nombres de pila (Jorge,
Esteban, Cosme, Ginés, etc.).
LA ADAPTACIÓN DE LOS HELENISMOS A LA MORFOLOGÍA
FLEXIVA ESPAÑOLA

§ 10. E l pr ésta m o y las cla ses d e pa l a b r a s

Entramos ahora en el siguiente nivel de lengua en el que se efec­


túan préstamos entre las lenguas, en este caso del griego al español: el
de las palabras paradigmáticas y los morfemas gramaticales. Lo prime­
ro que cabe preguntarse es qué clases de palabras se prestan con mayor
facilidad de unas lenguas a otras. Antes de establecer distinciones gra­
maticales, podría hablarse del «vocabulario básico» de las lenguas,
concepto formalizado por primera vez por M. Swadesh y R. Lees en los
años 50 en el marco de sus investigaciones sobre «glotocronología lé­
xico-estadística» (sobre la tasa de cambio en el vocabulario de una len­
gua a lo largo de los siglos). Se trata de palabras o en su caso morfemas
como: pronombres personales (yo, tú, nosotros); deícticos (esto, aguí,
allí); conjunciones (que, y); cuantifícadores (mucho, poco, todo); sus­
tantivos como hombre, mujer, pez, árbol, sol, luna, piedra, camino,
hueso, sangre; partes del cuerpo (mano, pie, cabeza); adjetivos como
grande, largo, bueno, redondo, frío, caliente; colores básicos (blanco,
negro, rojo); verbos como comer, ver, dormir, saber, morir, andar, vo­
lar, sentarse, hablar'. Se trata, como puede comprenderse fácilmente,

1 Puede verse una lista de cien palabras en D. Crystal, Enciclopedia del lenguaje,
ed. esp., Madrid, 1994, p. 331.
de nociones presentes en todas las lenguas del mundo, por lo que en
principio no hay razones para que una las tome prestadas de otra; sin
embargo, son muchas las excepciones que se documentan, sobre todo
por razones de prestigio social de una lengua, de tabúes diversos, etc.2
Si consideram os ahora las palabras por categorías o clases3, re­
sulta comprensible que las más fácilmente exportables de una lengua
a otra sean los sustantivos, pues el préstamo típico entre dos lenguas
es el que afecta a un objeto o concepto desconocido para la receptora
(un producto natural o manufacturado, un animal exótico, una institu­
ción, un concepto filosófico, científico o religioso, etc.; así, por ejem­
plo, en el español del siglo xvi el objeto «patata» del náhuatl o, en el
del xx, el concepto de «cibernética» del inglés)4. Entre los adjetivos
será más fácil que se exporten los derivados de un sustantivo (como
filosófico, teológico) que los radicales, que designan cualidades bási­
cas (por ejemplo los españoles bueno, grande, alto, verde); pero, co­
mo se ha dicho, puede haber muchos factores que induzcan a la adop­
ción de un adjetivo «básico»: así, el español blanco es un préstamo

2 Es decir, lo que Deroy, 1980, cap. VII, llama genéricam ente «raisons du coeur»,
para distinguirlos de los préstamos por «necesidad práctica».
3 Puesto que se va a hablar de lenguas indoeuropeas (griego, latín, español), da­
mos por buena, a efectos prácticos, la división tradicional por categorías (sustantivo,
adjetivo, pronombre, artículo, verbo, preposición, conjunción, adverbio, intelección);
pero téngase en cuenta que, en el m omento en que este tipo de estudios se extiende a
lenguas tipológicam ente alejadas de las nuestras, distinciones como la de sustanti­
vo/adjetivo o incluso la de nom bre/verbo quedan en entredicho o son sencillamente
inútiles y hay que proceder con otro tipo de categorías más abstractas. Cf. por ejemplo
J. C. M oreno Cabrera, La lingüística teórico-tipológica, M adrid, 1995; cf. también
Villar, 1996, 262 ss. (sobre lenguas con un número exiguo de adjetivos).
4 Puede verse un porcentaje de helenismos del latín, por categorías gramaticales,
en André, 1971, 117; sobre una posible escala de «adoptabilidad», cf. Laguna, 1995,
9. Tam bién puede ser de interés consultar los porcentajes que ofrece E. Haugen («The
Analysis o f Linguistic Borrowing», Language 26, 1950, 210-31), referidos al sueco y
al noruego hablados en los Estados Unidos (71-75% para los nombres, 18-23% para
los verbos, 3-4% para los adjetivos, 1% para preposiciones y adverbios, 1% para inter­
jecciones).
del germánico blank (cuyo sentido primario es el de «brillante»), que
desbancó al original albo (lat. albus).
Y algo parecido cabe decir de los verbos: es mucho más fácil im­
portar verbos ingleses o franceses del tipo de informatizar, mecani­
zar, nacionalizar que no los que designan acciones o procesos básicos
como los mencionados en la lista anterior. Aparte de esto, es mucho
más fácil importar verbos cuando la conjugación es similar en ambas
lenguas (caso del griego y latín), o cuando se comparte un sufijo ver­
bal (como -izar y sus equivalentes en otras lenguas europeas); así se ex­
plica la ausencia de verbos entre los arabismos españoles, por la gran
diferencia que hay entre la conjugación semítica del árabe y la in­
doeuropea del español.
Estas tres categorías — sustantivo, adjetivo, verbo— son con mu­
cho las más frecuentes en el préstamo. Las demás — es decir, adver­
bio, artículo, conjunción, preposición, pronombre— son, si bien se
mira, palabras sin apenas significado propio, meros índices gramati­
cales, cuyo campo de alcance se limita al «mundo en que se habla»
(por usar los términos de A. García Calvo), no al «mundo de que se
habla»; cuanto más gramatical (y menos léxico) sea el elemento en
cuestión, más difícil o improbable será el préstamo. De ahí que el
préstamo de conjunciones, preposiciones, pronombres y adverbios sea
raro, aunque se pueden citar ejemplos de todos ellos (normalmente en
situaciones de bilingüismo): así, está documentado el uso habitual de
las conjunciones españolas pero, porque y otras en náhuatl (lengua
indígena de Centroamérica), y de las francesas parce que, mais en
lenguas del Africa francófona; los pronombres personales ingleses
they, them están tomados del escandinavo medieval, etc. 5
Por la misma razón, es relativamente difícil la exportación de pre­
fijos, sufijos o interfijos, aunque también aquí hay que distinguir en­
tre, por ejemplo, sufijos para la formación de sustantivos, de adjetivos
o de verbos, y morfemas específicamente flexivos, como pueden ser
los que marcan número o caso en los nombres, o los que señalan la

Más cas os en Deroy, 1980, 71 -72


persona, tiempo, modo, etc. en los verbos. Así, mientras son muy nu­
merosos los ejemplos de lo primero, gracias a su presencia previa en
un número considerable de préstamos léxicos (sufijo -í^co en verbos
españoles como humanizar, socializar, -ikóc; en adjetivos como cár­
nico; sufijo inglés -ing, etc.; cf. § 12.2), son muy raros los de lo se­
gundo, como es el caso del préstam o por parte del verbo rumano
(dialectal) de dos desinencias personales del verbo búlgaro6.
Por lo demás, es fácil hacerse cargo de que el caso del latín con
respecto a las lenguas romances, o del sánscrito con respecto a las
lenguas indoarias modernas, es considerablemente diferente de la si­
tuación de, pongamos por caso, los préstamos entre lenguas no empa­
rentadas entre sí, como el persa y el árabe, o incluso entre lenguas de
la misma familia indoeuropea pero separadas del origen común por
miles de años de evolución propia, como el latín y el celta o el ruma­
no y el búlgaro. En el caso del latín y el español, el préstamo culto de
la lengua madre ha sido tan constante a lo largo de los siglos, en todos
los niveles de la lengua, que, al menos durante los primeros tiempos,
se puede hablar, más que de préstamos de una lengua a otra, de una
auténtica diglosia7; lo que no deja de ser importante para nuestro es­
tudio, si tenemos en cuenta el papel mediador que ha tenido el latín
en la adopción de helenismos en todas las lenguas europeas.
Una vez dicho esto, podemos pasar a estudiar los helenismos lé­
xicos españoles por categorías gramaticales, empezando por la más
numerosa, la de los nombres (sustantivos y adjetivos); ahora nuestra
atención, lógicam ente, se centrará ante todo en explicar el tipo de
adaptación morfológica que han tenido que sufrir para incorporarse al
sistema español (para las cuestiones de transcripción, cf. § 6).

6 Citado por Heath, 1994, 388; cf. también W einreich, 1974, 78. Sobre la posible
adopción por parte del latín del 11 milenio a. C. de la desinencia griega en -ai para el
nominativo plural de los femeninos (antes en -as), cf. Villar, 1996, 534.
7 Lüdtke, 1974, § 5.1., considera que la diglosia latín-románico terminó en la épo­
ca de Carlom agno (siglo l x ).
§ 1 1 . A d a p ta c ió n d e lo s h e le n is m o s a l a

M O R F O L O G ÍA E S P A Ñ O L A

Del mismo modo que los helenismos en general han tenido que
acoplarse a las condiciones fonemáticas del español, así los sustanti­
vos y adjetivos en particular han tenido que sufrir algunas modifica­
ciones para entrar en el sistema flexivo de nuestra lenguas. En gene­
ral la adaptación no supone demasiados problemas, y ello tanto por la
cercanía tipológica de ambas lenguas (herencia común del indoeuro­
peo) como por el precedente que supone la adopción de numerosos
helenismos en latín. Esta adaptación, por lo demás, es de hecho una
reducción, si comparamos los cinco casos, los tres géneros y los tres
números del griego con la declinación española, reducida a la oposi­
ción singular/plural y con presencia del género neutro sólo en el sis­
tema pronominal (en otros casos puede ser al contrario, como cuando
los lituanos de los Estados Unidos, al escribir su lituano americaniza­
do, declinaban una palabra como strike casi como lo habría hecho el
indoeuropeo, con siete casos y tres números, incluyendo el dual)'\

§ 1 1 . 1 . S u s t a n t i v o s 10

De los cinco tipos de temas que hay en latín, en -a, en -o, en con­
sonante (incluidos los temas en -i), en -u y los de la «quinta», el espa­
ñol — a través del latín vulgar— ha suprimido los dos últimos tipos,
convirtiendo los pocos sustantivos supervivientes en temas en -o (los
de la 4.a: fructus > fru to , manus > mano) y en temas en -a (los de la

s En general sobre el pr oblem a de la adaptación m or fológica de los préstam os (in­


cluyendo el problem a del género, a veces agudo entre lenguas tipológicam ente d istan ­
tes), cf. Deroy, 1980, 252 ss.
" Cit. por Deroy, 1980, 256-7.
111 Para los n om bres propios re m itim os a F. Galiano. 1969, i; 169-250.
5.a: dies > día, rabies > rabia). Los únicos restos de estas declinacio­
nes son algunos cultismos como espíritu. ímpetu o tribu y algún que
otro «latinismo en crudo» como lapsus, rictus o caries. Así que nos
quedamos en español con temas en -o, en -a y en -e (o en consonante
n, r, l, s, d, z, por apócope de la -e). Además de esto, se pierde en sus­
tantivos y adjetivos el género neutro, relegado como categoría grama­
tical al sistema pronominal (esto, eso, aquello, ello, lo).

§ 11.1.1. Temas en -a
Pues bien, como hemos dicho, los sustantivos griegos se adaptan
sin mayor dificultad a estas condiciones morfológicas. Los t e m a s
e n -a (larga o breve) pasan a ser temas en -a, femeninos en su m a­
yor parte (áyopá > ágora). Los masculinos griegos con nominativo en
-ríe;, de acuerdo con el precedente latino, se convierten en general
en masculinos en -a, pasando a engrosar la categoría de sustantivos
del tipo de homicida, colega, etc. (así 7totr|TTi<; > lat. poeta > poeta);
el único grupo que en español pasa regularmente al género femenino
es el de los nombres de minerales, gemas, etc. (pirita, antracita, etc.)".
Respecto a los femeninos con -a larga, que en ático y la koiné
aparece como -r| (excepto ante e, i, p), el español ha tenido dos op­
ciones: una, convertirlos sin más en temas en -a (rcapapoXfi > lat. pa-
rabola > palabra, parábola); la otra, conservarlos como temas en -e,
confundiéndose así con la categoría de sustantivos de origen latino
com o parte, nave, etc. (por ejem plo, SiaaxoXri > diástole, sístole,
etc.). En algún que otro caso coexisten ambas posibilidades, con sig­
nificados distintos: así hipérbole (en retórica) e hipérbola (en mate­
máticas), ambas de ürcppoXr), o síncope (en medicina) y síncopa (en
gramática y música), ambas de CTuyK07iri. A veces se ha producido
cambio de género, como en avárcri (fem.) > ágape (mase.), favoreci­
do sin duda por el comienzo por /a/ tónica (cf. el águila, etc.).
En estos temas en -a tampoco faltan casos en que lo anómalo de la
terminación española se debe a influjo de la voz francesa correspon­

11 Véase para más detalles la parte relativa al sufijo -ita, -isla, § 12.2.1.1.
diente, por ejemplo molibdeno (gr. noA.úp8cava, fr. molybdéne), ocre
(gr. &XPa ! fr- ocre), omóplato (gr. ctyKmA.áTr|, fr. omoplate), e tc .I2.

§ 11.1.2. Temas en -o
Los t e m a s en -o, masculinos, femeninos o neutros, pasan en
español a ser temas en -o masculinos: ó ecpripoq > el efebo, ij ^eOoSoq •
el método, TÓ CTKrjTiTpov > el cetro.
Hay unos cuantos cultismos (neutros en griego) que han conser­
vado su -n final del singular: asíndeton, colon, épsilon, hipérbaton,
isquion, polisíndeton, tetragrámaton y algunos más; sobre la acentua­
ción aguda anómala (en casos como enquiridión, cronicón, panteón,
esternón), véase § 6.7.1. Otros se utilizan sólo en plural, y así no pre­
sentan problemas en la terminación: propileos, Paralipómenos, pro­
legómenos.
En cuanto a los masculinos, hay bastantes casos en que, por in­
fluencia francesa, nos encontramos con la terminación -a o -e. Algu­
nos ejemplos en -a: estratega (gr. CTTpaTriyót;, fr. stratége), rapsoda
(gr. paycoSóq), psiquiatra y demás compuestos en -iatra (gr. icrcpóq
«médico»), Rodas (gr. 'PóSoc;, fr. Rhodes); hay casos más bien raros,
como navarca o polemarca (gr. vaúapxoc;, TtoXóiapxoc;), en que se
cruza la influencia francesa (navarque, polémarque) con la analogía
con otras palabras terminadas en -arca (monarca < lat. monarcha <
^ovápxriQ, etc.). Ejemplos con -e: Chipre (gr. KÚTtpoq), etc.; muchos
de ellos son muy antiguos, y algunos como golpe pueden incluso re­
montar a época galorrománica (cf. § 9.2.3).
Hay también una serie de nombres propios, la mayoría de ciuda­
des o islas, que han conservado (con vacilaciones) la -s original del
nominativo, probablemente por imitación del francés: Amorgos, Les-
bos, Tartesos, Claros, Pafos, Cronos, Helios, etc. El único nombre
común que presenta esta particularidad es cosmos (fr. cosmos) u .

'■ Cf. García Yebra. 1999. bajo las voces correspondientes.


13 Para los n o m b r es propios, cf. F. Galiano. 1969, § 190-92; cf. tam bién García
Yebra. 1999. s. v. Amorgos y cosmos.
Finalmente, tampoco faltan ejemplos de temas en -o cuyos plura­
les neutros en -a han acabado por convertirse en singulares femeninos
en español (cf. lat .folia > hoja, ligna > leña, etc.), como en el caso de
xa pipXía > Biblia, de xa. ctvéxSoTa > anécdota, de xá xpovixá >
crónica, o de x e p á a ia (pl. de xepácnov) > cereza. 14 De los temas
contractos (como voüg) no ha quedado rastro en español.

§ 11.1.3. Temas en oclusiva


Los sustantivos españoles descendientes de los temas de la tercera
declinación latina sufrieron en la Edad Media apócope de la -e, fenó­
meno casi general durante los siglos xn y xm (cf. vite(m) > vid, pace
> paz, mare > mar, solé > sol, mense > mes, pane > pan), del que sólo
se salvaron aquellos en los que la -e iba precedida en castellano de
dos o más consonantes (hombre, puente, muerte, orbe, carne).
Los temas griegos e n o c l u s i v a , por su parte, deberían aco­
modarse en principio a la categoría española de sustantivos en -e, mas­
culinos y femeninos, sin sufrir apócope — que provocaría un incómo­
do fmal en oclusiva— más que en algún que otro caso excepcional
(como áspid; hay variantes antiguas como aspe y áspido, cf. § 4.7).
Como ocurre con las palabras patrimoniales, se toma como base de
derivación el acusativo singular en su forma latina; así tenemos:
yíyctt;, -vxoc; > ac. gigantem > gigante (mase.)
X^-Ctuíx;, -úSot; > ac. chlamydem > clámide (fem.).

Pero lo cierto es que muchos de estos femeninos, que deberían


terminar en -e, se han pasado a los temas en -a, como es el caso de
égida (aiyíc;, ac. lat. aegidem), siringa, nereida, carótida, olimpiada,
miríada, mónada, tríada, algún masculino como nómada, etc. Tenien­
do en cuenta que algunas de estas voces están atestiguadas ya en épo­
ca medieval, hay que descartar la idea de que haya podido influir en
ello el hecho de que el acusativo griego termine en -a (aiyí8a); en

14 Tam bién algunos nom bres de fiestas antiguas (pero siempre en plural en espa­
ñol), como Dionisios, Panaleneas, etc., cf. F. Galiano, 1969, § 203-5.
realidad, como casi siempre, la explicación hay que buscarla en el
francés, cuya terminación habitual -e (tríade, Olvmpiade) es muy fre­
cuente que se convierta en -a en español. También el francés debe de
ser responsable de algún que otro sustantivo que se ha pasado a los
masculinos en -o, aunque fuera originalmente femenino en griego
(como eA.|iiV(;, -ivOoc; «gusano» > plat-elminto, en vez de *platelmin-
te; o como bólido, gr. poAÁc; «objeto arrojadizo»)l5.
Respecto a los temas en gutural torpemente transcritos del nomina­
tivo, con el consiguiente problema para la articulación (0(bpa£, > tórax,
etc.), ya hablamos de ello en § 4.7. No suponen problema articulatorio,
en cambio, otras formas excepcionales tomadas del nominativo de los
temas en -8 o - v t y ya muy aclimatadas en español, como iris (< tpu;,
ipiSoc;), Artemis (mucho más común que Artémide y en todo caso pre­
ferible a Artemisa), atlas (con otro sentido, atlante), etc.
Finalmente, mencionaremos el caso de los compuestos de rcoúc;
(«pie»). Por un lado tenemos dos casos en los que ya la declinación
latina seguía los temas en -o, como no^únouc;, gen. rcoA.úrco8o(; > lat.
polvpus, -i > pólipo, pulpo; lo mismo con el nombre de Edipo (Oedi-
pus, -i, «el de los pies hinchados»). Por otro lado, en los compuestos
cultos esperaríamos en general la terminación que vemos en trípode <
Tpírcouc;, Tpírco8o(; (lat. tripus, tripodis), pero lo cierto es que casi to­
das estas palabras terminan en -podo (artrópodo, cefalópodo, miriá-
podo, etc.), sin duda por influjo, una vez más, del francés (arthropo-
de, etc.), influjo que, con otro resultado, también se puede detectar en
antípoda(s) 16

§ 11.1.4. Temas en nasa! y en /r/


Dado que en español ha habido apócope generalizada en las pala­
bras derivadas de temas latinos en -n (canción, pan, fin , etc.), los cul­
tismos griegos se atienen a la misma norma (sobre el acento cf. § 6.7):
kcivcüv, - ó v o q > la t. canónem > canon
Parthenónem > Partenón
ria p G e v c b v , -covoc; > la t.

Hay algunas excepciones en que ha habido paso — por hiperca-


racterización— a los temas en -o y -a, muy arraigadas: sirena (ya en
latín tardío; gr. Ieipr]V, -f¡vo<;), heleno ("EAAriv, -r|VO<;), amazona
( ’Ana£cbv, - ó v o q ), icono (eíiccóv, -óvoq)17.
Respecto a los temas griegos en -p, se comportan en español igual
que los sustantivos latinos de tema en /i/ precedida de /r/, es decir, su­
fren también apócope (cf. mare > mar): así, por ejemplo, nápruq,
(iápTupog > lat. martyrem > mártir, lo mismo en néctar, etc.; a veces
la acentuación es irregular, como en tcácrccop, -opoq > lat. castórem >
castor.

§ 11.1.5. Temas en /s/, en /u/, en /i/, en diptongo; heteróclitos


Los temas en -o (como yévog), en diptongo (como pctcnA^úq), en
-u (como ix6üg) no tienen representación en español más que entre
los nombres propios, por lo que remitimos a F. Galiano (1969, § 241
y siguientes).
Los temas en -i, en cambio, tienen una representación numerosa,
aunque fuera de algún caso aislado (como o a sis; com puestos de
nóXiq como necrópolis, metrópolis, acrópolis), pertenecen todos ellos
a la categoría de los abstractos de acción verbal en -sis, -esis, -osis,
-iasis (tesis, crisis, dosis, éxtasis, praxis, catarsis, elipsis; diócesis,
diuresis; trombosis, cirrosis; soriasis, elefantiasis; cf. § 12.2.1.4. so­
bre este sufijo) o bien a los términos médicos en -itis (rinitis, etc., el
§ 12.2 . 1.2 ).
En el latín, aparte de los casos de calco (como ónóGecng > suppo-
sitio, cf. § 12.6), los numerosos préstamos de este tipo se integraron
sin demasiado problema en la declinación de los temas en -i (meta-
thesis, diaeresis, etc.), como veremos después (§ 12.2.1.4).
Ahora bien, en español, si prescindimos de unos cuantos casos
tem pranos en que se ha solucionado el problem a — a veces ya en
latín (pausa, de formación dudosa) o en el propio griego tardío ( útco-
KpiCTÍa en vez del clásico úrcóicpiau;)— convirtiéndolos por hiperca-
racterización en femeninos en -a (poesía, hipocresía, pleuresía, sines-
tesia, e tc .)18, en español, decíamos, dado que los temas latinos en -i
que no han sufrido apócope se han incorporado normalmente a los
temas en -e (nave, monte, parte, etc.), esperaríamos que ocurriera lo
propio con los helenismos en -sis (y en -itis), dando como resultado
*crise, *hipótese, etc.; o incluso que sufrieran también apócope, según
el modelo de mensis > messe > mes (en este caso esperaríamos solucio­
nes extrañas como *cris, *hipóles; cf. la forma popular paralís) l9.
Y no faltan ejemplos, en general anteriores al siglo xvm , de la
primera opción, que es la más «natural» dede el punto de vista morfo­
lógico: frase, fase, base (y basa), elipse, eclipse, paralaje (napáX-
Xa^u;)20, y que es también la que se ha impuesto en todos los casos
en francés (crise, hypothése, thrombose, etc.). Esta solución tiene la
gran ventaja morfológica de acoplarse sin problemas a la categoría de
femeninos en -e, con la excepción de algún masculino, como eclipse
(cuyo cambio de género respecto al griego se debe, según el D CECH ,
a que antiguamente los femeninos que empezaban por /e/ llevaban el
artículo el, como ocurre hoy con los que empiezan por /a/ tónica).
En cuanto a la terminación en -(s)is, que es la que se ha impuesto
en general en los cultismos modernos, presenta dos problemas: el pri­
mero, no poder distinguir formalmente singular de plural (el/los aná­
lisis), circunstancia que afecta a pocos sustantivos españoles (com­
puestos del tipo de paraguas, limpiabotas, pisapapeles, cumpleaños,
etc.; antiguos genitivos como martes > lat. Mariis dies, lunes, miér­

18 Por influencia indudable de las voces francesas correspondientes (pleurésie.


etc.), cf. García Yebra, 1999. s. v.
19 Recuérdese que en latín todo tema en /vocal+s/ sufría rotacismo: arbos. arboris,
gemís, generis, etc. Por cierto que la variante cris era la preferida de Pedro el cabrero
(Quijote, I, X I1. 37). aunque no para designar la crisis, sino el eclipse.
coles, jueves, etc.). Hay algún caso en que se intentó, por formación
regresiva, utilizar un singular como crisi frente al plural crisis (Balta­
sar Gracián llama así a sus capítulos del Criticón); tal como se ha he­
cho en general en italiano, donde se dice crisi, ipotesi, eclissi, etc.
(pero en esta lengua, a diferencia del español, los finales en /i/ átona
no son ni mucho menos raros, al ser -i el morfo característico del
masculino plural: uomini, etc.).
Por otra parte, estas formaciones plantean un segundo problema:
que la terminación en -i(s) para sustantivos rompe el esquema funda­
mental -a(femenino)/-o(masculino)/-e(masc./fem.) de la declinación
nominal española, aparte de suponer una anomalía desde el punto de
vista fonotáctico, pues es extraña al español la presencia de /i/ atona
en sílaba final (cf. § 4.1), mientras que los finales en -/, -íes son algo
más frecuentes, sobre todo gracias a préstamos del árabe (zahori, ta­
halí, maravedí; ceutí y demás gentilicios de países o ciudades).
Así que, en este caso, para resolver la anomalía señalada, quizá
hubiera sido por una vez bienvenida la influencia regular francesa,
favoreciendo formas como *trombose, *hipótese, *catarse y *crise,
igual que decimos fase, frase, eclipse y base (esto es lo que ocurre en
portugués: análise, apódose, esclerose, etc.)21.
Finalmente, quedan los temas heteróclitos neutros en -na, -naioc;,
que no ofrecen mayor problema que el de proporcionar al español una
cantidad considerable de masculinos en -a, por lo demás no demasia­
do frecuentes en la lengua (tema — del que hay atestiguados usos an­
tiguos como femenino— , fonema, sintagma, plasma, hematoma, etc.;
cf. también § 12.2.J.5). En algunos casos la influencia francesa ha
hecho que estos sustantivos pasen a la categoría de masculinos en -o
(com o gram o, fr. gram m e, gr. y p á |i^ a , o cromo, fr. chrom e, gr.
Xpcóna).

Si hemos dejado fuera de este rápido repaso los nombres propios,


que por lo demás están tratados de forma exhaustiva en el libro de
Manuel Fernández Galíano (incluidos gentilicios), es por la sencilla
razón de que se trata de una clase de palabras en realidad bastante al
margen de lo que es propiamente la gramática de una lengua: basta
pensar en los topónimos de cualquier parte del mundo de uso habitual
en el español periodístico de hoy, apenas adaptados a la fonología ni a
la morfología española (Munich, Novosibirsk, Tashkent y mil más).
Pero también en este aspecto hay diferencias, pues en las lenguas
antiguas, como el griego y el latín, los nombres propios extranjeros
sufrían mayor adaptación fonética y además también se declinaban
(excepto algún caso aislado como son los nombres hebreos en los Se­
tenta — traducción griega del Antiguo Testamento— y en parte en el
Nuevo Testamento), de ahí que tuvieran necesidad de adaptarlos a su
morfología; mientras que en una lengua como el español, en la que la
declinación nominal está reducida a la oposición singular/plural (y
generalmente el plural de los nombres propios no se usa), no hay en
principio tal necesidad. En este sentido, poco problema puede supo­
ner que nombres propios griegos transcritos tengan term inaciones
más o menos infrecuentes en la morfología española (por ejemplo, los
singulares terminados en -es: Feríeles, Sófocles, etc.), siempre, claro
está, que sean pronunciables (cf. § 4.7).

§ 11.2. A d je t iv o s

La mayoría de adjetivos griegos prestados al español pertenecen a


la llamada «primera clase», que sigue la declinación de los temas en
-o y en -a, ya mantengan la distinción formal para los tres géneros
(cpiXoaocpncóc;, -f], -óv), ya distingan entre género animado (masculi­
no y femenino) e inanimado (así 7t0Xúya|i0<;, -ov). Dado que el espa­
ñol ha prescindido de la categoría del neutro en sustantivos y adjeti­
vos — aunque con la posibilidad de sustantivaciones como lo bueno,
lo increíble— , el resultado será en ambos casos el mismo, adjetivos
de dos terminaciones: filosófico, -a, polígamo, -a. Los tipos más fre­
cuentes son, con mucho, los adjetivos esdrújulos en -ico (sobre los
cuales, cf. § 12.2.2.1) y los compuestos (véanse los ejemplos mencio­
nados, respectivamente).
Algunos de estos adjetivos griegos de dos terminaciones se han
convertido en español en adjetivos en -a, sin variación genérica: auto­
didacta (gr. aí)To8í5atcrcx;, -ov), políglota (gr. 71oA.úyAxútto<;, -ov),
ana- y hermafrodita, etc. La explicación hay que buscarla sin duda en
el francés (autodidacte, polyglotte, etc.)22, aunque no se puede des­
cartar que haya habido algún tipo de analogía inconsciente con los
muchos sustantivos invariables terminados en -ta (del tipo de poeta,
protagonista, cosmopolita, etc.; de hecho, esos adjetivos tienden a
usarse casi exclusivamente como sustantivos: «Eres un autodidacta»,
«Es un políglota»).
Aparte de esto, hay un número bastante reducido de adjetivos to­
m ados de la llam ada «segunda clase» griega, especialm ente de los
temas en /ea/. Dejando aparte los nombres propios (Diógenes, Hermó-
genes, Demóstenes, etc.), es sumamente raro que se conserve un ad­
jetiv o de esta clase con su term inación original, como ocurre en
isósceles (iaocnceA-fic; «que tiene las piernas iguales») o en anofeles
(ávco<peA.íi(; «pernicioso»; la voz española debería ser esdrújula). Lo
normal, en cambio, es que se evite esa terminación y se recurra a la
habitual en -ol-a, ya sea como en el caso de homogéneo y heterogé­
neo (gr. ójioyevfií;, ya en latín tardío homogeneus, heterogeneus), ya
como en el caso de diáfano, patógeno, electrógeno, isómero, polím e­
ro, etc., donde las formas francesas correspondientes son, en general,
las que explican esta terminación española (gr. noA-upeprií;, fr. po-
lymére, isomére, etc.)23.
Un grupo de comportamiento especial es el de los adjetivos com­
puestos griegos cuyo segundo elemento es -eiSfiq («que tiene forma o
aspecto de»), que en principio no tienen mayor problema en incorpo­
rarse a la categoría española de adjetivos en -e, como grande, fuerte,

22 Cf. García Yebra, 1999, s. v.


23 En el caso de -geno, a veces aparece sufijado en -ico, como en orogénico, onto­
génico, etc. (en estos casos suele haber ya en la lengua un sustantivo en -genia, como
orogenia, fologenia, etc.).
ilustre, con formas comunes para masculino y femenino: así romboide,
geoide (algunos se usan sólo como sustantivos: asteroide); también hay
algún caso de hipercaracterización para convertirlos en temas en -o/-a:
mastoideo, romboideo. Finalmente, hay unos cuantos ejemplos del len­
guaje médico (sustantivados, pues son nombres de huesos, glándulas,
etc.) que han conservado la forma original griega con /s/ final: etmoi-
des, tiroides, hioides, etc. (al designar objetos singulares en el cuerpo
humano o de otros animales, rara vez se usan en plural). Sobre la histo­
ria de este sufijo -oide en español, cf. también § 12.2.4.
Finalmente, vale la pena mencionar el caso de las palabras termi­
nadas en -crata y Lpata (dem ócrata, aristócrata, sicópata, cardió­
pata, etc.), cuyo origen último son los adjetivos griegos compuestos
en -KpaTf)<; y -7ia0fi<;, como aí)TOKpaTfi<; («que gobierna por sí mis­
mo, de acuerdo con su voluntad») o Ójioio7ta0ií<; («que se ve afectado
de la misma forma»), Pero resulta que los étimos griegos de demó­
crata o aristócrata, es decir, 8r|jiOK:páTr|<; y ápiCTTOKpáir|(;, son voces
rarísimas en esta lengua (sólo están atestiguadas en Aspasio, un co­
mentarista de Aristóteles), por lo que cabe sospechar que se trate en
realidad de formaciones regresivas, hechas sobre el modelo de aüio-
xpatrii;, a partir de sustantivos (demócrata de ¿rpotcpcm a, cuyo ad­
jetivo de relación en griego no es *8r|jiOK:paTfi<; sino SrpoKpcmKÓi;);
y el origen de estas formaciones regresivas es con toda probabilidad
el francés, lengua en que aristocrate, por ejemplo, se documenta ya
en 1550, y cuya terminación en -e será la responsable de la -a espa­
ñola (como ocurría en el caso de autodidacta, cf. supra)2"1. Por lo de­
más, estas formas novedosas en -crata han acabado por dar lugar a un
útil sistema tripartito virtualm ente desconocido como tal en
griego— en el que se distingue el régimen o clase social (aristocra­
cia, burocracia), el adjetivo correspondiente («un comportamiento
aristocrático», «un lío burocrático») y Ja persona que forma parte de
una clase o grupo o defiende un régimen determ inado (burócrata,
plutócrata, etc.; demócrata es de los pocos que se usan también como
adjetivos, sobre todo en la expresión «el partido demócrata»),
§ 1 1 .3 . V erbo s

Los pocos verbos griegos tomados como préstamo por el español


pertenecen casi todos a la categoría de los en -í£gü, que ya en latín pa­
saban a conjugarse como verbos en -izare (y en -idiare en latín vul­
gar) y así han pasado a engrosar la categoría de los españoles en -ar,
que es con mucho la más numerosa y activa de nuestra lengua (casos
como PartTÍ^eiv > baptizare/baptidiare > bautizar/batear; e^opicíC®
> exorcizar; catequizar, evangelizar, helenizar, hebraizar y unos cuan­
tos más). De todas formas, la importancia de estos préstamos léxicos,
más que en su número, radica en que a partir de ellos se haya exten­
dido, tanto en español como en otras lenguas europeas, el sufijo -izar,
que como tal sufijo español se estudiará más adelante (§ 12.2.3).
Aparte de esto, apenas hay algún que otro verbo de otras conjuga­
ciones griegas representado en latín (también con la terminación en
-are) y después en español, como el contracto P>.acj(pr|^éco > lat.
blasphemare > blasfemar/lastimar (véase DCECH para la explicación
de este último).

§ 1 1 .4 . L a s dem ás cla ses d e pa la b r a s

De las restantes clases de palabras, ya se ha dicho que son rara


vez objeto de préstamo; nada hay que decir de artículos ni de pro­
nombres (sobre el uso de aüxót; en compuestos cf. § 12.1.2 y 12.3).
En cuanto a las preposiciones y adverbios, el único préstamo no­
table del griego al latín vulgar — y de ahí a las lenguas rom ances—
es el uso distributivo de la preposición r a i á , origen del español cada.
Según el modelo de construcciones del tipo de k c it ’ sviauxóv («a lo
largo del año»), tcaxá xpsü; («cada tres», «de tres en tres»), etc., se
usaron en el latín popular construcciones paralelas como annum cata
annum o unum cata unum, frente a las del latín culto del tipo de
quinto quoque anno «cada cuatro años», tem os equos habent «tienen
tres caballos cada uno», cotidie «cada día», quotienscum que «cada
vez que», etc.; con el tiempo las construcciones como cata unum aca­
baron por conferir a cada el valor de adjetivo que tiene hoy, aunque
el hecho de que no admita variación de género ni de número denuncia
a las claras su origen preposicional, con un uso a veces no muy dis­
tinto del de la preposición por en frases como «toca a tanto por cabe­
za/por persona», «se baña una vez por semana». En otras lenguas la
construcción con cata sufrió contaminación con quisque: asi fr. cha-
cun, it. ciascuno (y las antiguas formas españolas quiscadaitno, ca-
dascuno, cascuno)2*.
También podría mencionarse el caso del adverbio encima, que
remonta a la locución en cima (el sustantivo cima < lat. cyma < gr.
KÜna «ola, hinchazón, brote, renuevo»); o el del adverbio cerca < lat.
circa (si es que el grupo latino de circa, circum, circus es realmente
un préstamo del griego tcíptcoc;, Kpíxo<; «anillo», véase D E L G s.v.).
Finalmente, hay un caso en el que una conjunción española ya
caída en desuso tiene su origen probable en una palabra griega: se tra­
ta de la concesiva maguer, «aunque». Partiendo del vocativo, muy
frecuente en textos clásicos griegos cú (iatcópie «querido amigo»,
«hombre dichoso», la exclamación cobró el sentido de «dichosamen­
te», «ojalá», y con este sentido pasó a la lengua popular de una parte
de la Romania, siendo todavía detectable en dialectos italianos y en
un pasaje del Libro de buen amor (1034d). Finalmente, «pasó a tomar
valor concesivo, por una especie de cortesía demostrada al interlocu­
tor afectando desear que suceda lo que él nos objeta» (DCECH), en
frases como podría ser ésta: «Ojalá sea verdad lo que dices, yo no me
lo creo» > «Aunque sea verdad...». El uso de maguer o maguera
(maguer es grafía errónea y moderna) fue abundante hasta el siglo
xiv, pero ya en el xvi era una auténtica rareza26.

" Cf. DCF.CH s. v. cada: R. J. Cuervo, Diccionario de construcción y régimen de


la lengua castellana. Bogotá. 1994. vol. II. s. v. cada.
26 Ver D C E C H s. v.; F. Galiano ( 1967. i¡ 12) menciona también, siguiendo a Coro-
minas. la antigua interjección ¡aba!, que vendría de lat. apage (< gr. a7taye «quita»),
pero cf. Corriente. 1999. s. v., que la hace derivar del árabe.
LA APORTACIÓN DEL GRIEGO ANTIGUO A LA FOR­
MACIÓN DE PALABRAS EN ESPAÑOL

PREFIJOS, SUFIJOS, COM POSICIÓN

§ 12. L a f o r m a c ió n d e p a l a b r a s

Una vez vistas las distintas clases de palabras como tales (es de­
cir, lo que se llama «préstamos léxicos» o «de vocabulario»), corres­
ponde ahora estudiar los sufijos y prefijos griegos productivos en es­
pañol, así como el problema especial de la composición y el calco.
Convendrá antes de nada aclarar una serie de cuestiones básicas.
Prescindiremos de los morfemas flexivos (los que marcan catego­
rías gramaticales como el género y el número en el nombre, o el
tiempo, la persona, etc., en el verbo), pues, como queda dicho, no ha
habido trasvases entre el griego y el español que afecte a esta clase de
m orfem as1. Sí lo ha habido, en cambio, de afijos (sufijos y prefijos),
es decir, de aquellos morfemas derivativos que, en número limitado
en una lengua, sirven para formar nuevas palabras a partir de otras ya

1 Con la única excepción, si se quiere considerar asi, del sufijo de femenino -isa/
-esa, cf. infra, § 12.2.1.8. La posible influencia de ciertas formaciones perifrásticas
griegas en las lenguas románicas entraría más bien en la parte de sintaxis (cf. por
ejemplo Lapesa, 1981, § 11.4 y el artículo de E. Coseriu, 1977).
existentes, por ejemplo — en el caso de los sufijos— sustantivos a
partir de sustantivos (sombra > sombr-ero), de adjetivos (negro >
negr-ura), de verbos (cocer > coci-miento); verbos a partir de sustan­
tivos (saco > saqu-ear), de adjetivos (blanco > blanqu-ear), etc.

§ 1 2 .1. P r e f i j o s

Para el estudio de los prefijos y sufijos españoles de origen griego


nos guiaremos por el criterio de lo que es — o se considera habitual­
mente que es— prefijo y sufijo en español, y no por lo que se entien­
de por tal en el caso del griego antiguo; nuestras guías principales pa­
ra el español serán la GDLE (vol. 3, capítulo 76, por Soledad Varela y
Josefa Martín García), Almela (1999, 50-70) y sobre todo Rainer
(1993, 299-379, el que ofrece una casuística más com pleta)2.
Los rasgos más destacados de un prefijo español son: que no se
integra en la base (no se funde con la raíz, se mantiene claramente
delimitado respecto de ella, hasta el punto de mantener incómodos
hiatos, al menos en la escritura: anti-imperialista)2; que no cambia
ninguna de las características formales de la base y que preserva la
categoría gramatical de aquélla (atacar, contra-atacar; ataque, con­
tra-ataque).
En griego antiguo la situación era similar, pero con algunas dife­
rencias dignas de mención. Respecto a los casos de hiato entre el pre­
fijo y la base, a veces ambos elementos se mantienen claramente se­
parados, como en español (cf. ávTi-áveipa «equivalente a un varón»),
pero lo normal es que haya elisión en el prefijo para evitar el hiato
(7iap-áA.A.r|A.o<; de Ttapá y bXkr\k- «uno al lado de otro»). En cuanto a
la alteración de las características formales (morfológicas), resulta que
en griego se da una clara diferenciación morfológica entre adjetivos
derivados por sufijación, por un lado, y prefijados y compuestos, por

2 Muy poca cosa en Alvar-Pottier. 1983, § 260-61, generalidades sobre el présta­


mo de prefijos en Deroy, 1980, 73-77.
3 Cf. G D Lfc, (j 76.3.1 («Procesos fonológicos»).
otro; y es que los primeros suelen admitir morfemas distintivos de los
, tres géneros, mientras los del segundo grupo siguen en principio la
declinación animado/inanimado:
"hbyoc, > Xoy-iKcx;, -ti, -óv (sufijación)
ttoAax;, Xóyoc, > noXv-Xoycx;, -ov (compuesto)
Se^ió<;, Se^iá, Se^ióv > 7ispi-Sé^io<;, -ov (prefijo preposicional)
á-, Xóycx; > afooyoq, -ov (prefijo adverbial)4.

Todavía hay otro aspecto en el que las palabras prefijadas se com ­


portan igual que las compuestas, y es el conocido fenómeno prosódi­
co por el que la vocal breve inicial del segundo elemento se alarga
cuando sigue sílaba breve (o ligera, si se prefiere este término):
5ua-, ovojia > 5ua<ñvu|iO<; «de nombre ominoso» (pref.)
\yeü5o<;, áyopeúco > yeuSfiyopo<; «mentiroso» (comp.),

au n q u e esto no o cu rre en el c a so de los prev erb io s:

tcará, áyopeúoj > Kaxayopeixo5.

§ 12.1.1. Prefijos preposicionales


Hechas estas salvedades, es evidente que las preposiciones son,
tanto en griego antiguo como en español, el grupo más importante de
palabras que pueden actuar como prefijos. Ahora bien, encontraremos
que también aquí hay una diferencia sensible entre ambas lenguas.
Mientras en principio el griego puede anteponer, por ejemplo a un
verbo, cualquier preposición (cf. á|i<piPáAA<ú, ávaJ3áAA(0, ávupáXXoo,
áTropáXXco, SiapáXXoo, étcPáXXco, y así hasta completar las dieciocho
preposiciones griegas), el español no puede anteponer a un verbo co­

4 Para más detalles, cf. por ejem plo M eillet-Vendryes, 1953, § 798.
5 Cf. M eillet-Vendryes, 1953, § 642 (sobre el alargam iento de compuestos). Por
todo esto, parece coherente, al hablar del griego, tratar conjuntamente la prefijación y
la composición; pero dado que en español las cosas son algo distintas, y para conser­
var cierta claridad expositiva, seguirem os la clasificación tradicional (prefijación, sufi­
jación, composición).
mo poner casi ninguna de las suyas (diecisiete si prescindimos de ca­
be y so, en franco desuso), sino que tiene que recurrir sobre todo a
cultismos latinos para esas nociones complejas (anteponer, com po­
ner, contraponer, deponer, disponer, exponer, imponer, interponer,
oponer, posponer, proponer, reponer, suponer, trasponer; en des­
uso aponer, pero cf. aposición, apósito; incluso un caso como so-
breponer(se) apenas parece una adaptación superficial de superpo-
n o )b. De hecho, entre las preposiciones españolas hay varias — todas
muy cercanas a la forma latina original— que parecen demostrar
productividad como prefijos (a, ante, con, contra, entre, etc.)7, mien­
tras que otras — de origen románico— son inusitadas con esa función
(desde, hacia, hasta, para, según, etc.).
La explicación de este hecho tiene que ver, al menos en parte, con
la evolución lingüística general del grupo indoeuropeo. Las preposi­
ciones eran originalmente palabras similares a los adverbios, indepen­
dientes en la frase y tónicas (como se ve todavía en sánscrito, en anti­
guo irlandés o en los poemas de Homero, e incluso en textos griegos
posteriores); en el indoeuropeo, por otra parte, las preposiciones, dada
su especial relación con el verbo, eran las únicas palabras que podían
combinarse con él para dar como resultado otro verbo (no había la
posibilidad de formar verbos compuestos con un sustantivo, salvo ex­
cepcionalmente, como el caso de lat. anim-advertere «prestar aten­
ción»)8. En el curso de la evolución lingüística, lo mismo en griego
que en latín y en las lenguas neolatinas, las preposiciones fueron per­
diendo su autonomía y en cierto modo su «peso léxico», hasta el pun­
to de acompañar siempre a un nombre y depender prosódicamente de
él (todas las preposiciones son proclíticas), y ello debe de ser la razón

6 D eroy, 1980, 73, recuerda la situación del francés m oderno: «nous n ’avons
guére que des préfixes savants, c ’esl-á-dire em pruntés au grec et au latin. Presque
partout, les form es héréditaires ont été élim inées systém atiquem ent par les formes
savantes: em rerom pre est devenu inlerrompre et pourmener, prom ener [...]».
7 C f Almela, 1999,65-70.
8 Para toda esta cuestión cf. Villar, 1996, 2 3 l;ta m b ié n M eillet-Vendryes, 1953, §
843-44.
por la que en lenguas modernas como el español o el propio griego
moderno su capacidad de actuar como prefijos es mucho más reduci­
da que la que tenían en griego antiguo o en el propio latín, como he­
mos visto.
Si nos fijamos ahora en el comportamiento de las preposiciones
griegas en español, veremos que todas aparecen en helenismos léxi­
cos, heredados: ct|icpí (anfiteatro), ovó. (analogía), ávxí (antinomia),
á n ó (apología), 8iá (diámetro), eü; (episodio, gr. én-eia-óSiov), etc
(eccema), ev (endémico), ení (epidemia), tcaxá (catálogo), |i£ iá (me-
tabólico), n ap á (paráfrasis), nepí (periplo), npó (prólogo), rcpóc; (pro­
sodia), ctúv (sinfonía), únép (hipérbole), vnó (hipótesis).
Claro que una cosa es esto y otra muy distinta es que el hablante
medio tenga siquiera conciencia de su existencia (como en ep-is-odio),
o en todo caso de su exacto valor prefíjal en esas palabras, y todavía
más que alguna de estas preposiciones tenga rendimiento como pre­
fijo en español; y aun en este caso convendría distinguir entre las que
se han utilizado sobre todo en el lenguaje científico, casi siempre com­
binadas con lexemas griegos (alguna vez con latinos, formando «hí­
bridos»), y aquellas otras que, aunque sea con un rendimiento limita­
do, se comportan como auténticos prefijos españoles, anteponiéndose
a cualquier tipo de palabra, independientemente de su origen.
En el primer caso estarían, con rendimiento variable, aunque en
general escaso9: ana (anageotropismo), anfi (anfígeno, anfipodo), apo
(apofonía, apocromosis), dia (diatópico, diastrático, diacrónico; en
el caso de diapositiva parece que la presencia del prefijo se debe a la
influencia de diáfano), ec/ex (ecsomático, exosmosis), en (enostosis,
sobre el modelo de e^óctxcoou;), epi (epitelio, epizoario), cata (cata-
génesis; ya en latín tenemos el híbrido gr.-lat. catacumbae), hipo (hi­
potensión, hiposulfito, hip o función), peri (perihelio, perinatal), p r o 10

9 En la term inología científica especializada pueden encontrarse m uchas rarezas,


cf. Quintana, 1997, y Rainer, 1993, s. v. de cada preposición.
10 Es decir, upó «antes de, delante de» (sus equivalentes de origen latino produc­
tivos en español serian pre- y ante-); no hay que confundirlo con pro- de origen latino,
que en español puede tener el valor de «en lugar de» (procónsul), «a favor de» (pro­
(prognatismo «el hecho de tener salientes las mandíbulas», prosimio,
protónico), pros (prosénquima, prosencéfalo), sin (sincéfalo). No co­
nozco ningún ejemplo con eis/es, que era ya poco frecuente como
prefijo en el propio griego y que además en helenismos modernos su­
fre hasta cierto punto la concurrencia lógica de endo (lo mismo que
ec/ex la de exo, como veremos en seguida).
Frente a esto, algunas preposiciones griegas han llegado a funcio­
nar con el tiempo como auténticos prefijos españoles (y también en
otras lenguas europeas), es decir, que se pueden anteponer en princi­
pio a todo tipo de palabras. Aquí hemos de advertir que no podemos
entrar a explicar detenidamente los distintos valores de estos prefijos
— en su origen preposicionales— en los helenismos modernos (com­
parados con los valores más amplios y complejos de dichas preposi­
ciones en griego); para una información detallada al respecto recomen­
damos las entradas correspondientes del Oxford English Dictionary,
una auténtica mina de información y también de ejemplos que suelen
tener su correspondencia en voces españolas. Diremos simplemente,
recordando la imagen del «cuello de botella» propuesta por Jan n i11,
que en general se observa una reducción de los valores originales de
la preposición griega (por ejemplo de peri-, de la que se retiene úni­
camente el significado de «en tomo a, alrededor»), y que a partir de
ese significado básico el prefijo puede conocer una gran productivi­
dad y eventualmente desarrollar nuevos valores o matices, desconoci­
dos en griego antiguo.
En español, los prefijos de origen griego (preposicional) que han
resultado más productivos son:

palestino), « p r o g r e s ió n » (proseguir), aunque según G D L E . § 76.5.1.1., hay casos en


que significa «delante de. hacia delante» (proveer, propasarse, etc.), lo que complica
más las cosas. Por lo demás, ambas preposiciones tienen el mismo origen indoeuro­
peo, cf. D E L L S. v. pro.
11 Janni, 1990. 108 (también analiza el comportam iento de peri en helenismos ita­
lianos modernos).
§ 12.1.1.1. A n t i- (gr. ávxí). Unido con frecuencia a lexemas grie­
gos (antihéroe, antiparásito) y también a latinos cultos (anticoncepti­
vo), ha acabado por anteponerse a voces de cualquier origen o regis­
tro, con dos usos básicos, el de designar las características opuestas a
las expresadas por la base (antihéroe) y el que señala la oposición a lo
expresado en la base, o la anulación de su efecto (anticaspa, antifas­
cista, antibalas, etc.). Ha resultado enormemente productivo y tiende
incluso a desplazar muchas veces a su correlato de origen latino con­
tra (cf. anticonceptivo y contracepción, etc.).
Un aspecto interesante de este prefijo es que cada vez son más
abundantes las formaciones del tipo de campaña antialcohol, remedio
antigripe, persona antisistem a, etc., que aunque parecen adjetivos,
presentan problemas para ser considerados como tales: no permiten
marcar el género (un hombre/una persona antisistema), no hay marca
visible de su paso de la categoría de sustantivo a la de adjetivo (alco­
hol/antialcohol, frente a alcohol/alcohól-ico), etc. Por ello, podrían
considerarse muy cercanos a los sintagmas preposicionales, y se po­
dría afirmar que anti se comporta casi como una preposición españo­
la, pero con algunas limitaciones muy significativas: 1 a diferencia
de las varias posibilidades de las preposiciones propiamente dichas,
anti sólo parece funcionar relacionando un sustantivo con otro; y 2.,
no permite intercalar el artículo u otros determinativos (* champú anti
la caspa); por todo ello ocuparía una zona difusa entre preposiciones
y prefijos, en la «periferia» de los sistemas lingüísticos más estructu­
rados 12.

§ 12.1.1.2. H i p e r- (gr. úrcép «por encima de, exceso de»). Lo en­


contramos en términos cultos relacionados con la medicina o la sico-

12 Cf. sobre todo GDLE, § 76.5.3.1 y 72.2.3 (p. 4736-41 para los problem as morfo-
sintácticos mencionados); tam bién Rainer, 1993, 306-8. Recuérdese, por otra parte,
que en casos como antifaz o antiparras anti- no es más que una variante o alófono de
ante (y que es un burdo error decir antidiluviano en vez de antediluviano «de antes del
diluvio»).
logia (hipertensión, hipersensible, hiperactividad) o con otros campos
(hipercorrección, hipercritico e hiperónimo, en lingüística; etc.), y ha
acabado por extenderse a otros tipos de palabras (hipermercado, hi-
perespacio, hipertexto), cobrando en ocasiones un valor simplemente
intensivo («muy grande, muchísimo»), como demuestran ciertos usos,
sobre todo orales o publicitarios, en los que parece contender con
otros prefijos similares como mega o super (hiperoferta, hiperintere-
sante, hiperchulo y otras creaciones por el estilo, no se sabe si efíme­
ras o n o )l3.

§ 12.1.1.3. M e t a - { gr. nerá). En principio limitado a cultismos


científicos con base griega donde suele significar «detrás» o «des­
pués» (metatarso, metatrófico, metacentro), ha conocido cierto éxito
en palabras como metalenguaje, metalógica, metapsiquico, metalite-
rario, etc., en las que se advierten al menos dos sentidos o matices
distintos: uno de «más allá de, que trasciende tal límite» (así en meta-
psíquico «fenómeno psíquico cuya explicación está más allá del al­
cance de la ciencia convencional») y otro de «ciencia o disciplina de
orden superior, fundamentos de una ciencia» (así en metateoría, me­
talógica «fundamentos de la lógica», metalenguaje «lenguaje que se
emplea para explicar el lenguaje mismo», metamatemáticas, metarre-
glas, e tc.)14; en un caso como metaliteratura tiene quizá un matiz li­
geramente distinto («literatura dentro de la literatura», «literatura que
toma como objeto el propio hecho literario»).
Lo que parece seguro es que este sorprendente desarrollo del pre­
fijo meta en las lenguas modernas se debe a la Metafísica de Aristó­

13 Para la historia de este y de otros sufijos intensivos (ultra, super, etc.) en fran­
cés, cf. G uilbert & Dubois, 1961, 100-103 (detectan su crecim iento sobre todo a fi­
nales del siglo xix, en estrecha relación con el vocabulario de la sicología). Para el
español, cf. GDLE, § 76.5.4.1; Rainer, 1993, 338; Lázaro Carreter, 2003, 41-44 («Su­
pe rtriste»),
14 Pueden verse varias de estas voces muy bien comentadas en el Diccionario de
Filosofía de J. Ferrater Mora, Barcelona, 1994.
teles. Como es bien sabido, de su modesto significado original — jiexá
xa (puCTitcá «(los libros que van) después de la Física (en la ordena­
ción de las obras del filósofo)» — se pasó a interpretar metafisico co­
mo «sobrenatural, transnatural, que está en un plano superior al de los
fenómenos físicos»; en autores griegos antiguos ya hay algún caso de
esta mala interpretación («mala» porque jiexá no tenia ningún sentido
de «trascendencia»), pero es sobre todo en la escolástica bajomedie-
val donde se afianza el «error» — Santo Tomás de Aquino traduce
metaphysica por transphysica — , y de ahí derivan sin duda nuevos
usos como los de ing. metatheology (en John Donne, siglo xvn), ing.
metapolitics (siglo xvm ) o metalógica (acuñado a principios del siglo
xix), que si no me equivoco son los más tempranos de toda la serie
m encionada15.

§ 12.1.1.4. P a r a - ( g r . Kapá). Esta preposición, que ya hemos


visto en helenismos tomados directamente del griego antiguo (pará­
frasis, paralelo, parásito), se ha utilizado como prefijo en la forma­
ción de algunos cultismos científicos, con valores diversos (parati-
roides «glándulas junto al tiroides», partiría «trastorno en la emisión
de orina», etc.), pero su desarrollo como prefijo español se debe ante
todo a su uso con el valor de «ajeno pero a la vez próximo a algo; que
parece una cosa sin serlo realmente», como ocurre en paraestatal, pa-
rafarmacia, parafascista, paramédico, paramilitar, parapolicial, etc.
En otros casos, el prefijo tiene un sentido que recuerda al que hemos
visto de meta, así en parapsicología o paranormal. Por lo que sé, este
desarrollo de para — bastante comprensible si se tienen en cuenta los
complejos valores de la preposición griega— es muy reciente, data-
ble no antes de los años 20 del siglo x x l6.

15 Cf. Janni, 1990, 113-16 (donde tam bién se habla del intento de H. Reiner de
dem ostrar que el sentido de «trascendencia» estaba ya en Aristóteles o en sus discípu­
los inmediatos). Para el español, Rainer, 1993, 345-46.
16 Cf. OED, s. v. param ilitary, parapsychology; Rainer, 1993, 353. S obreparalim-
pico, cf. infra, § 12.5.
§ 12.1.2. Otros prefijos

Dejando ya las preposiciones propiamente dichas, también nos


podemos encontrar voces cuyo primer elemento no es una palabra in­
dependiente (al menos gráficamente), sino un «morfema trabado»: así
en griego, por ejemplo, la á - privativa (áA.oyo<;, -ov «irracional»); o
el prefijo 8ua-«mal» (8uacbvu)io<;, -ov «cuyo nombre es de mal agüe­
ro»), que, a diferencia de eú- «bien», no puede aparecer como palabra
independiente. Lo mismo ocurre en español (y en latín) con in- nega­
tivo (im-parable), re- (re-tomar) o dis/des- (dis-gregar, des-confiar,
des-hora), etc. Pues bien, está claro que en estos casos nos encontra­
mos ante elementos prefijos, de los cuales, en español, los de origen
griego son los siguientes:

§ 12.1.2.1. A- negativa (an- ante vocal; gr. á-/áv-): es muy fre­


cuente en palabras ya formadas en griego (ateo, amorfo, an-orexia,
an-arquíaxl\ hay algún caso aislado de a- ante vocal: a-oristo «in­
definido»), También lo encontramos en helenismos de nuevo cuño
(agenesia, e tc .)18; de aquí se extendió a raíces latinas (asocia!, amo­
ral, anormal, avitaminosis, agramatical, asexuado, etc.), sin que haya
llegado a ser común, pues sufre la competencia natural de in- (insen­
sato, insociable, inmoral; rara vez con palabras griegas: inarmónico),
des- (desnutrición), sin- (sinsentido, sinvergüenza), no- (nonato) o in­
cluso de sufijos expresivos como -ón (rabón, pelón) l9.

17 No hay que confundirlo con an(a)- (de la preposición á v á ) en aná-lisis, aná­


logo, an-agógico, etc.
18 En ocasiones no se observa la norma antihiática del griego: ahislórico (espera­
ríamos más bien *anislórico).
19 Cf. M. L. Montero C unel, La prefijación negativa en español, Univ. de Extre­
m adura, Cáceres, 1999 (p. 107-15 sobre a-): Rainer, 1993. 211-12 (que distingue entre
negación contraria y contradictoria) y 299-300; GDLE, § 76.5.3.4 (y § 76.5.3.3. sobre
usos con valor de contrariedad). El uso de oü en utopia (form ación aberrante respecto
al griego, acuñada en 1516 por T. Moro) no ha tenido continuidad (con la única ex­
cepción del raro ucronia).
Desde el punto de vista histórico, el trasvase de este prefijo griego
a raíces latinas parece remontarse al adjetivo anormalis, atestiguado
en latín medieval, y en francés ya en el siglo xin (en español es un
galicismo entrado en el siglo xrx); este anormalis parece ser un cruce
entre anomalus (> gr. ¿tvcoiicttax; «desigual, irregular») y abnormis
(lat. ab-normis «que se sale de la norm a20»; cf. inglés abnormal). Las
formaciones como asocial o amoral son sin duda mucho más recien­
tes en las lenguas europeas (Alemany, 1920, 173, recoge amoral co­
mo voz de acuñación todavía muy reciente en el español de su tiempo).

§ 12.1.2.2. D i s - (gr. 8ucr- «mal»)/eM- (gr. eú «bien»): se trata de


dos prefijos de significado opuesto (aunque, ya lo hemos dicho, en
griego eú aparece tam bién como adverbio independiente). Eu- está
mejor representado en español, aplicándose en muy diversos campos
(eufonía, eufemismo, eutanasia, eugenesia, helenismos modernos co­
mo euterios, etc.), mientras que dis-, presente en voces heredadas
como díscolo (originalmente «que tiene mal carácter»), se usa sobre
todo en la terminología médica para designar el mal funcionamiento
de un órgano o sistema determinados: dispepsia, dislexia, disnea, etc.21
Ambos prefijos, por lo demás, se usan sólo con raíces o combinemas
griegos no independientes en español (no existen *lexia, *pepsia,
etc.), mientras que los prefijos comunes en español son bien- y mal-
(bienestar, malestar, etc.)22.

20 Curiosamente, lat. norma es un posible helenismo temprano en latín, entrado a


través del etrusco; cf. § 8.
21 No hay que confundir este dis- de origen griego con el dis-/di- que aparece en
m uchos cultism os o neologism os de base latina, con valores muy diversos (separa­
ción, negación, etc.): dis-gustar, dis-conforme, di-símil, dis-gregar, etc., y cuyo corre­
lato vulgar es des- (des-hacer); a ello se añade de- (de-generado), procedente del latín
dé- y que ya en la baja latinidad tendía a confundirse con di-/dis- (cf. por ejem plo el
doblete deforme/disforme). Etim ológicam ente no hay ninguna relación entre el prefijo
griego 8 u a - y el latino dis-, cf. DELL s. v. dis- (que estaría relacionado más bien con
8 iá ) y DELG s. v. 8 u a - (sobre el prefijo griego cf. también M. M artínez Hernández,
Semántica del griego antiguo, Madrid, 1997, p. 201-58).
22 Cf. GDLE, § 76.5.6.2 (no se incluyen dis- ni eu-); Rainer, 1993, 327 y 332, que
incluye el ejemplo curioso de disfunción, en el que cabe dudar de si estamos ante el
Finalmente, tenemos otros casos que suelen considerarse prefijos
españoles, pero ante los que puede suscitarse la duda de si son prefi­
jos o primeros elementos de compuestos (cf. § 12.3). Es el caso de:

§ 12.1.2.3. A r c h i - , Este prefijo, cuyos aspectos gráficos y foné­


ticos ya se han visto (§ 1.1), procede de palabras que, en griego anti­
guo, eran compuestos con un primer elemento de contenido clara­
mente verbal: sobre apx® «ser el prim ero, m andar», se formaban
compuestos cuyo primer elemento podía ser tanto ápxe- (cf. ápxétu-
noc, «que constituye un modelo, arquetipo») y ápx- ante vocal (ápx-
áyye'koc, «jefe de ángeles, arcángel») como, sobre todo, ápxi- con el
valor de «que está al mando de, jefe», así en ápxi-TÉKTCOV «jefe de
obra, arquitecto».
La proliferación de estos compuestos en el griego y el latín cris­
tianos — archidiócesis, arzobispo (< archiepiscopus), arcediano (< ar-
chidiaconus), arcipreste (< archipresbyter), archimandrita en la Igle­
sia griega— es lo que explica que este elemento archi- se extendiera
después a dignidades seculares (archiduque) y, ya en el siglo xvi, co­
brara el significado intensivo — y a menudo negativo— que tiene
hoy: archibribón, archipobre (Quevedo usa esta expresión), archimi­
llonario, etc.23; incluso aparece el prefijo en su variante «vulgar» en
una voz técnica como archifonema, creada por la lingüística estructu­
ral del siglo xx (esperaríamos más bien la forma culta arquifonema;
también existen archilexema, archisemema, etc.). Por todo ello, y a
pesar de su origen, parece claro que hay que considerarlo ya como un
mero prefijo intensivo español (e italiano, francés, etc.), olvidada por
completo su naturaleza verbal originaria24.

único caso de dis- de origen griego antepuesto a una voz no griega («mal funciona­
miento»), o si, como creo, se trata más bien de dis- latino con valor negativo, como el
de disconform e, por ejemplo. .
23 Este valor intensivo debió de desarrollarse primero en italiano, de donde se ex­
tendería al español, francés, etc. (eso explica, como ya hemos visto en § 1.1, la pre­
sencia de la palatal ch, frente al resultado esperado en castellano, que es el de arce­
diano, arzobispo, etc.).
24 Cf. GDLE, § 76.5.4.2 y Rainer, 1993, 308-9.
Otros posibles prefijos españoles tienen su origen en adverbios
griegos, así:
§ 12.1.2.4. E n d o-/ex o-, que corresponden a los adverbios evSov
«dentro» y e^co «fuera». A partir de su aparición en helenismos ya
formados en griego, como exótico, exotérico, endógeno (gr. évSoye-
vrn;), han conocido bastante éxito en la terminología científica (fon­
endoscopio, endorreico, exosfera, exorrizo) y ocasionalmente en otros
ámbitos (endogamia), aunque siempre antepuestos a raíces griegas25.

Tenemos también una serie de prefijos cuantificadores de origen


griego, como son:
§ 12.1.2.5. D i- (gr. 8i- «dos»), h e m i- (gr. rp i- «la mitad»), m o-
n o- (gr. j í o v o - «uno, uno solo»), p a n- (gr. nav- «todo»), p o l i - (gr.
rto^u- «m ucho»)26. Entre ellos hay algunos que normalmente sólo
funcionan con raíces griegas (como hemi- y di-: hemíptero, hemisfe­
rio, didelfo, diglosia), mientras que los otros tres — y sobre todo mo­
n o — no sólo se añaden a raíces griegas o latinas cultas (monóculo,
pancrónico, polivalente), sino a palabras de cualquier origen, cobran­
do a veces posibilidades de construcción nuevas con respecto a los
que tenían en griego (cf. monopatín, monoplaza, panarabismo, pan-
europeo, polideportivo; sobre policlínica cf. § 6.6)27. Un caso curioso
es el de pan-, que con esa forma es un prefijo de bastante uso con gen­
tilicios (también lo era en griego, con todo tipo de bases), mientras
que en la forma panto- sólo aparece en voces ya formadas en griego
(pantocrátor) o en tecnicismos científicos (pantógrafo).

25 Podrían añadirse eso- (gr. éaw «dentro», que aparece en voces como esotérico,
esoforia) y ecto- (gr. éictó<; «fuera», en ectoplasma, ectoparásito). Cf. G D L E . §
76.5.1.1 y Rainer. 1993. 328 (ecio), 330 (endo) y 334 (exo).
26 Estos son los que incluye Almela. 1999, 65-70.
21 En el caso de mono se constata la formación de adjetivos de difícil caracteriza­
ción morfológica (gobierno monocolor, automóvil monovohtmen). que recuerdan bas­
tante al problem a que hemos visto al tratar de anti en § 12.1.1 (campaña antialco-
ho!. etc.).
§ 12.1.2.6. P r o t o - (gr. npcÓTOV, «primero, en primer lugar»). Es­
te elemento lo encontramos en helenismos ya formados en griego (pro­
totipo, protagonista, protocolo), pero además ha tenido cierto éxito en
voces cultas con el sentido de «fase, estadio inicial o inmediatamente
anterior a algo, albores de un periodo» (como el alemán ur-), así en
protohistoria, protolengua, protoindoeuropeo, protorrománico, p ro ­
tozoos, etc.; también en otras palabras ya en desuso como protonota-
rio, protomédico (aquí con un sentido muy cercano al que hemos
visto originalmente en archi-).
Este «prefijo» de carácter adjetival ya plantea ciertos problemas,
pues si se lo considera un prefijo, aunque sea culto y por tanto de ren­
dimiento limitado, en buena lógica también habría que incluir aquí
deutero- «segundo» (deuteronomio, deuteragonista, deuterología, deu-
terocanónico, etc.), trito- «tercero» (tritóxido), etc.; y si se incluyen
los ordinales, no se ve muy bien por qué habría que excluir los cardi­
nales (de hecho ya hemos incluido los equivalentes a «uno», «medio»
y «dos», mono-, hemi-, di-) y considerarlos «parte de compuestos»,
como hace por ejemplo Almela con tri-, tetra-, penta-, deca-, hecto-,
etc., a pesar de que alguno de ellos lo encontramos unido a voces no
cultas (tetracampeón, tetrabrik, etc.)28.

§ 12.1.2.7. El mismo problema se plantea con m a c r o - , m e ­


g a ( l o) - , m i c r o - ; en principio es difícil decidir si se trata de prefi­
jos o de primeros elem entos de com puestos. Su origen adjetival en
griego, su presencia m ayoritaria en voces científicas y cultas (ma­

28 Cf. Almela, 1999, 155, donde se defiende la clasificación como prefijos de ar­
chi, eu, hemi, mono, p a n , etc. por ser «formas que, aun procediendo de adjetivos o ad­
verbios, gozan de semas poco específicos»; pero es que el sema de mono o de hemi
(«uno», «la mitad») en principio es tan «específico» como el de tri o penta («tres»,
«cinco»). Más coherente es en este sentido GDLE, § 76.5.6.1 («Cuantificadores»),
aunque en cam bio no se ve muy bien por qué no incluye los ordinales como proto. Por
su parte Rainer, 1993, de acuerdo con sus criterios, no se pronuncia sobre si son o no
prefijos propiam ente dichos, y los incluye todos (véanse i. v.).
croscópico, macrobiótica29, megaterio, megalomanía, microcosmos),
incluso el hecho de que al menos uno de ellos pueda aparecer tam­
bién como segundo término de compuesto (p. ej. quiro-megalia «cre­
cimiento anormal de las manos»), todo ello aconsejaría considerarlos
elementos de compuestos cuya frecuencia, por otra parte, ha acabado
facilitando que se los pueda anteponer a todo tipo de palabras (ma-
croconcierto, microchip, microbus). Sin embargo, si nos fijamos en
usos más o menos claramente intensivos del tipo de megaéxito, po­
dríamos muy bien considerarlos como prefijos cabales, comparables a
otros como archi-, re-, etc.30.
Algo similar podría decirse de n e o - (gr. véoq, «joven, nuevo»),
a u t o - (del pronombre de identidad aOxóc; «el mismo») o de s e u d o-
(gr. \ye08oc; «m entira»), entre otros elem entos que la GDLE llama
«prefijos calificativos» (§ 76.5.6.3, donde se incluyen también homo,
iso, hetero y paleo). Constatamos su uso en cultismos (neotenia, neo­
lítico, autofagia, sendópodo), neo- incluso puede aparecer como se­
gundo término de compuesto (misoneísmo «odio a las novedades») y
auto- ha llegado a constituir una base de derivación en autismo, au-
tista (lo que es insólito entre los prefijos españoles); sin embargo, se
puede plantear la duda si consideramos su uso frecuente antepuesto a
cualquier tipo de palabras, así en neorrealista, neoconservador, auto­
bombo, autolavado, seudocientífico, seudorreligioso, etc.31
Valgan estos ejemplos para mostrar cómo la línea que separa un
prefijo de un primer elemento de compuesto es muy borrosa y en gran

29 Como nota semántica, recordarem os que macro se suele usar en compuestos


modernos con un sentido distinto del que tenia en griego, que era el de «largo» (como
en macrobiótica, formado a partir de naKpó0io<; «longevo»), y no el de «grande» (que
es el que tiene en macrocosmos, macroscópico, macroeconómico, etc.); cf. Janni,
1994, 93-97.
30 Cf. GDLE, § 76.5.4.1; Rainer, 1993, 344, 345 y 346; Almela, 1999, 68 (que in­
cluye, a nuestro juicio sin causa justificada, meso-).
31 Cf. Rainer, 1993, 309-13 (auto), 349-50 (neo) y 366 (seudo). Por cierto que
neos (por neocatólicos) se usó tam bién en el siglo xix (cf. § 12.5, sobre «acortam ien­
tos» y tam bién sobre fenómenos como el de telenovela «novela que se emite por la te­
levisión»).
medida arbitraria; léase, por ejemplo, la introducción de S. Varela y J.
Martín García al capítulo dedicado a la prefijación en la GDLE (76.1).
Suele decirse que en los compuestos los formantes guardan entre sí
una relación de tipo atributivo o copulativo, mientras que en la prefi­
jación la relación es de tipo adverbial; pero en cuanto nos salimos de
las preposiciones (que en su origen remoto, ya se ha dicho, eran tam­
bién adverbios) y entramos en el campo del adverbio, inevitablemente
estamos ya cerca del nombre (sustantivo y adjetivo). Y es que, visto
en perspectiva diacrónica, muchos adverbios griegos no son más que
casos fosilizados del nombre o del adjetivo (como oí'k oi «en casa»,
con la vieja desinencia de locativo), o simplemente su forma neutra
(así 7ipcÓTOV «por primera vez», de 7tp<I>TO<; «primero»), como tam­
bién ocurre en español (ahora>ablativo hac hora , luego > locó, etc.).
Esta falta de acuerdo respecto a lo que es o no un prefijo en espa­
ñol se refleja en las obras que venimos citando en este capítulo. Ya
hemos tenido ocasión de criticar en varias ocasiones los criterios de
Almela, no siempre claros, y tampoco podemos compartir la opción
de Rainer — coherente, por lo demás, con su planteam iento— de in­
cluir en los prefijos elementos como bio-, cardio-, ciclo-, etc., que pa­
ra nosotros son elementos de composición, aunque sea de un tipo es­
pecial, culto, de com posición32; en cuanto a la GDLE, Varela y Martín
García dicen:
«en nuestro inventario de prefijos españoles incluiremos ciertos ele­
mentos del griego o del latín que, aunque no sean preposiciones, in­
troducen en el español moderno contenidos semánticos de modifica­
ción semejantes a los prefijos propios (así, auto-, los cuantificadores
tri-, deca-, mili-... o pluri-, hemi-) y algunas preposiciones de esas
lenguas hoy sólo usadas en el vocabulario culto o en creaciones oca­
sionales, de bajo rendimiento (ecto-, endo-, epi-)» (p. 4998).

12 Por su parte, Alemany, 1920, 173-213, trata la prefijación com o un capítulo


dentro de la composición, por lo que no tiene mucho interés para la cuestión que nos
ocupa; sí es interesante comprobar, en cambio, que m uchos de los desarrollos que he­
mos visto en este capítulo son tan recientes que Alemany no los m enciona siquiera en
su libro (por ejem plo los relativos a para-, meta-, hiper-, proto-).
Y, de acuerdo con estos criterios, incluyen en su lista, como he­
mos visto, cuantificadores y además «calificadores» como neo, sendo,
helero, homo, iso; pero, cuando se entra en este terreno, claramente
adjetival, puede uno preguntarse por qué, si se incluye iso «igual», no
se incluyen por ejemplo alo «otro» (alomorfo, etc.) y horneo «pareci­
do» (homeóstasis, etc.); si se incluye paleo «antiguo», por qué no me­
so «medio» (mesolítico, mesocracia) o arqueo «antiguo» (arqueoliti-
co, etc.); por qué seudo «falso» pero no, por ejemplo, cripto «oculto»
(criptojudaismo, etc.), y así sucesivamente.
Por todo ello, en el caso de que se quisiera dar con un criterio
drástico, lo más coherente sería excluir de la categoría de prefijos es­
pañoles a todos los elementos de carácter claramente adjetivo o ad­
verbial, es decir, los cuantificadores, cardinales y ordinales como
pan-, poli-, mono-, proto-, etc.; los adverbiales ecto-, exo- y endo-;
los adjetivales micro-, macro-, mega-, neo-, seudo-; o el pronominal-
reflexivo auto-; todo ello con la reserva de que algunos de estos ele­
mentos puedan cobrar, en palabras de nueva creación, valores o m ati­
ces que los acerquen notablemente a los «verdaderos» prefijos (como
mega- en su acepción puramente intensiva).
Se podrían conservar, por tanto, como prefijos españoles de ori­
gen griego los derivados de preposiciones (anti-, hiper-, meta-, para-)
y además el intensivo archi-, el privativo a- y finalmente, con muchas
vacilaciones, los adverbiales dis- y eu- (muy poco productivos los dos
últim os)33. Es decir, que, del mismo modo que para definir lo que es
un prefijo o un sufijo en español es requisito básico su falta de inde­
pendencia gráfica o prosódica en la frase (gráfica en el caso de re- o
-miento, prosódica en el caso de las preposiciones), en el caso que nos
ocupa, si queremos conservar la distinción clara entre prefijación y
composición, tenemos que recurrir a un criterio histórico, a saber, el
de la falta de independencia gráfica o prosódica de esos elementos (á-,

33 Se podría rechazar eu- y admitir dis- porque este último no tiene autonomía
como palabra en griego; pero esto sería adoptar un criterio de carácter históríco-
etimológico, ajeno a su funcionamiento actual en la lengua española.
ávxí, etc.) en el propio griego antiguo, excluyendo por tanto todos
aquellos formantes que no son más que variantes o alófonos en com­
posición de palabras independientes a todos los efectos en griego
(como lo es 81- de 8í<; «dos veces», 710A.U- de 7ioAax; «mucho», veo-
de véo<; «nuevo», etc.)34, y que por tanto en buena lógica habrá que
incluir dentro de la categoría de los temas de composición de origen
griego (como leuco-, cardio-, -algia, -metria, etc., de los que nos
ocuparemos en § 12.3).
La otra opción drástica, ya lo hemos dicho, es la de Rainer (total­
mente ajena a razones diacrónicas), que en su lista de prefijos lo
mismo incluye a- o hiper- que bio- y cardio-, de igual modo que en la
de sufijos incluye -isla o -itis junto a -ómelro u -ologia, pues ninguno
de esos elementos tiene independencia como palabra en español; es
una opción coherente, pero tiene el inconveniente de obviar el hecho
de que en español, lo mismo que en otras lenguas europeas, existe un
tipo especial de composición, aquella que opera a partir de temas o
raíces greco-latinas, y que nosotros creemos que merece ser tratada
como tal (cf. § 12.3).

§ 12 .2 . S u f i j o s

Veamos ahora los sufijos griegos que han encontrado acomodo en


el español, en algunos casos con un altísimo grado de productividad
(recordemos que la sufijación es el procedimiento más eficaz que tie­
ne el español para la formación de palabras); tendremos que exponer,
aunque sea brevemente, los antecedentes griegos y latinos, pues de lo
contrario es imposible entender la historia y el uso actual de estos su­
fijos en las lenguas modernas. Por otra parte, recordamos al lector que
desde hace muy poco contamos con un buen diccionario histórico-
etimológico de los sufijos españoles, el D E SE de David Pharies, lo

34 Las única excepciones serían archi-, incluido entre los prefijos por las razones
expuestas, y hemi-, que no es palabra independiente en griego; sobre dis- y eu-, cf. su-
que nos ha permitido en este apartado — a diferencia del dedicado a
la prefijación— algo más de precisión en lo referente a la datación de
los primeros ejemplos en castellano de voces con los sufijos respecti­
vos.
A diferencia de los prefijos, que, como hemos visto, no suelen
modificar la base ni imponerle ningún tipo de morfema flexivo o de
categoría gramatical, el sufijo «modifica generalmente y de una ma­
nera sistemática la clase de la palabra base»35, convirtiéndola en un
sustantivo, un adjetivo, un verbo, etc.
Para nuestra exposición distinguiremos, siguiendo a Almela, entre
sufijos exocéntricos — aquellos que alteran el semema de la palabra
base, como en cocina > cocinero— y endocéntricos — que solamente
alteran una parte del semema (es lo que suele llamarse «sufijos apre­
ciativos», del tipo de ventana > ventanico). Dentro de los exocéntri­
cos distinguiremos entre los sustantivadores, los adjetivadores y los
verbalizadores, según la clase de palabra a la que pertenezcan las vo­
ces formadas con dichos sufijos36.

§ 12.2.1. Sufijos exocéntricos-sustantivadores


§ 12.2.1.1. -ta, -i t a, - ( i ) s t a . Este sufijo español, en sus diversas
variantes, remonta al griego -xr|<;, que servía para formar nombres de
agente masculinos (generalmente de persona) a partir de raíces ver­
bales (como en icA¿7t-Tr|<; «ladrón», de «robar») o nominales
(como en 7roXí-Tr^ «ciudadano», de TtóXu; «ciudad»)37. En el jónico-
ático se convirtió en el sufijo de agente por excelencia y fue enorme­
mente productivo (hay unos 4.500 ejemplos). Según el lexema al que
se pospusiera, daba lugar a diversas terminaciones, como -r|ir|<;

35 AJmela, 1999,75.
36 Cf. Almela, 1999, 71-119; GDLE, capítulos 69 (Derivación nom inal, por R. San­
tiago Lacuesta y E. Bustos Gisbert), 70 (Derivación adjetival, por F. Rainer), 71 (De­
rivación apreciativa, por F. A. Lázaro Mora), 72 (Derivación verbal y parasíntesis,
por D. Serrano-Dolader).
37 Cf. Chantraine, 1933, 310 ss.; Buck-Petersen, 1945, 544-73.
(TcoiTiT'nc; «poeta»), -txr|c; (7toX.ixr|c; «ciudadano»), -oxr|c; (Í7trcÓTr|c; «ca­
ballero»), -aairic; (épaaific; «am ante»), -tarric; (ypctmacmaTTic; «pro­
fesor de primeras letras»), - icottic; (iStónric; «particular»), etc.; el acen­
to, com o se ve, no ocupaba un lugar fijo en estos derivados.
En latín hay atestiguados cerca de doscientos helenismos que in­
cluyen este sufijo, entre ellos idiota, nauta, poeta, sophista, athleta,
pirata, propheta, troglodyta, hoplites, hypocrita, proxeneta, apostata,
baptista, evangelista, exorcista, coenobita, eremita, anachoreta, an­
tagonista, asceta, catechista, allegorista, panegirista, patriota 38. Esta
categoría de helenismos se integraba sin problemas en la declinación
latina, convirtiéndose en masculinos de la primera (en -la, -tae, como
las voces autóctonas del tipo agrícola, -ae), aunque ocasionalmente
se conserve el nominativo griego en -tes, sobre todo en autores técni­
cos.
Por lo que respecta a la productividad del sufijo en el propio latín,
no es mucho lo que se puede decir. Y es que en latín estaban muy vi­
vos sufijos como -tor y -tarius (cf. el caso de paKxeurric; convertido
en lat. bacchator, o la concurrencia entre baptista y baptizator); el
préstamo de helenismos en -icttt|c; era más fácil cuando había también
un verbo paralelo en -íí¡co (como en agonizo/agonista, catechizo/cate-
chista, etc.).
Como puede verse por la lista que hemos citado antes, eran mu­
chos los términos cristianos que incluían este sufijo en latín, y fue
precisamente en este terreno donde -ta conoció cierta productividad a
partir del siglo m d. C. Nos referimos a los nombres de sectas cristia­
nas en -itae/-istae/-astae, casi siempre formados ya en griego (Chi-
liastae, Encratitae, etc.), pero que en algunos casos añadían el sufijo
griego a raíces latinas (como en Binionitae, Unionitae y alguno más)
o a antropónimos no griegos (Montanistae, Priscillianistae, etc.). Este
uso del sufijo es importante porque anuncia el uso moderno de -ista
aplicado a miembros o simpatizantes de partidos políticos, confesio­

3,1 Cf. André. 1971, 73 ss. (recordamos que el estudio de este autor abarca desde
los orígenes del latín hasta el año 600 d. C.).
nes religiosas y grupos de todo tipo (ver infra), uso que se ha visto
favorecido por la existencia de abstractos en -ismo (sufijo del que ha­
blaremos en seguida); además, el uso de este sufijo para designar
sectas heréticas explica en parte que -icrrr|<;, que en su origen era to­
talmente neutro, sin ningún tipo de connotaciones, tenga muchas ve­
ces en las lenguas modernas (como -ista en español) un valor peyora­
tivo más o menos claro (piénsese en casos como arribista, felipista,
etc.).
Por otra parte, también en la AJta Edad Media empiezan a apare­
cer ya voces que anuncian el abundante uso moderno de -ista con ba­
ses no griegas para designar profesiones u ocupaciones, así iocista
«que hace juegos de palabras» (siglo vn) o computista «el que calcu­
la» (siglo vni)
En español tenemos ampliamente representado el sufijo -ta en sus
diferentes variantes (se trata de palabras ya formadas en griego, si no
se indica expresamente lo contrario)39:
— ata', en helenismos heredados como apóstata, próstata (ya en gr.
aplicado a esta parte del cuerpo), pirata, el caso curioso de acró­
bata40, gentilicios como crotoniata o espartiata, etc. (y el moder­
no keniata, que tiene su origen en un nombre propio). Está además
el caso especial de homeópata, sicópata, demócrata, autócrata, que
no son originalmente nombres de agente en -ata; pero cabe supo­
ner que estas formaciones regresivas (cf. § 11.2) se han visto favo­
recidas por la gran cantidad de sustantivos masculinos terminados
en -ta, con los que quizá el hablante común los asimila;
— eta: ampliamente representado en helenismos heredados como as­
ceta, profeta, exegeta o exégeta, atleta, cometa, planeta, proxene-

39 Nuestra fuente principal es el diccionario inverso de Bosque-Pérez, 1987 (he­


mos revisado todas las palabras term inadas en -ta).
40 Curioso porque cuando se acuñó en francés acrobate (de donde esp. acróbata)
no estaba atestiguada todavía la voz griega correspondiente átcpo3árr|<; (documentada
epigráficamente en el siglo xx), cf. R. Adrados, 1997, 314, y también García Yebra,
1999, s. v. acróbata.
La aportación del griego antiguo a la form ación de palabras... 149

ta. poeta, esteta, anacoreta, metreta , el gen tilicio egineta (y el mo-

— (i)ota: poco representado: idiota, patriota , algún gentilicio co m o

— euta/-aula: poco representado: córenla, terapeuta, hernieneuta, nau-

— nta : sólo tenem os el caso de un par de com puestos de (paívco, hie-


rojánte (donde, por influencia del francés, ha cam biado la termi-

— asta: representado en palabras com o escoliasta, iconoclasta, gim ­


nasta, pederasta, entusiasta (usado com o adjetivo en lugar de en­
tusiástico), con su term inación original en el caso excepcional de
Eclesiastés. El único caso m oderno que con ozco en que se ha usa­
do esta variante del sufijo es cineasta (fr. cinéaste , docum entado
en 1922); la raíz de cine es griega. KÍvrpa «m ovim ien to», pero la
form a ción del térm in o m odern o, con su hiato /e a / y su a corta­
m iento léxico (cf. § 12.5), así com o su propio sign ificad o denun-

— ita\ en griego esta term inación (-iTrig) podía ser sim plem ente el re­
sultado de añadir el sufijo de agente -xr|<; a un tema en N larga o
breve (así rcoXÍTr|<; de nóXiq «ciudad», útcokpitíi<; de Kpívco «juz­
gar», etc.; en algún caso se ha añadido -ixr|<; a otro tem a, com o en
ótcXítt|<; de ok Xov «arm a»), y así tenem os en español cosmo-

Pero adem ás la term inación -ixr|<; era frecuente com o tal en g en ti­
licios (com o ’A38r|pÍTr|<; «ciudadano de Abdera», ZipapÍTriq, etc.);
también se la utilizaba, con valor adjetival, para nombres de piedras y

41 Cf. Rainer. 1993. 416.


4: Hay al menos un caso en que -ilu representa en un helenismo español el añadi­
do del sufijo a una raiz en /u/: iroglodiiafs) < lat. Troglodyiae < Tpü)yXo8ÚTai (cf
DfcLG s. v. Tpwyoj sobre los problemas que plantea esta palabra).
minerales, acompañando normalmente a AÁGoq «piedra» (A.í0o<; áv-
0paicÍTr|<; «piedra antracita», creA.r|VÍTr|<;, etc.)43.
Su uso con gentilicios explica que los traductores de la Biblia he­
brea al griego (la Septuaginta o LXX, siglos in-n a. C.), al haber ade­
más en hebreo muchos nombres de persona y de lugar terminados en
/i/, utilizaran con profusión la term inación -ixrig, generalm ente en
plural (como en Aeuixai «miembros de la tribu de Leví», Eo8o|iírai,
T apariH xai, McoaPíxai «habitantes de Moab», etc.). De aquí pasó
fácilmente al griego cristiano, designando nombres de sectas (como
MovotpuoÍTai, ver antes)44 o palabras comunes (como varias que ha­
cían alusión al modo de vida, como épTinírric; «eremita», etc.).
Con estos antecedentes, encontram os en español la term inación
-ita en algunos gentilicios griegos (sibarita, que ha desarrollado un
sentido específico, más allá del original de «habitante de Síbaris»;
estagirita, abderita, etc.; un caso especial es el de selenita «habitante
de la Luna», utilizado ya por Luciano en su Historia verdadera) y en
muchas palabras relacionadas con el judaism o y el cristianismo, ya
formadas en griego (eremita, cenobita45, Areopagita, israelita, sodo­
mita, levita — la persona y la prenda—, monojisita, etc.), pero tam­
bién se observa su uso bastante abundante con bases léxicas del ori­
gen más diverso, ya sea en puros gentilicios (como moscovita, semita,
vietnamita, sefardita o hitita; urbanita «habitante de la ciudad» debe
de haberse tomado del inglés, donde ya aparece a finales del siglo
xix), ya en voces relacionadas con la religión cristiana medieval o
moderna (jesuíta, cusita, carmelita, etc.).
En cuanto al uso griego de -ixr|<; con nombres de minerales y ge­
mas (también atestiguado en helenismos latinos gracias sobre todo a
Plinio el Viejo), ha tenido su continuación en el léxico moderno del
español y demás lenguas europeas, donde tenemos tanto palabras he­

43 Cf. Redard, 1949,49-65 (piedras) y 118-222 (gentilicios).


44 Lista muy com pleta en Redard, 1949, 214-222.
45 Cf. André, 1971, 87 para esta palabra en concreto.
redadas del griego (antracita, pirita, clorita < x^wpÍTu;, etc.) como
muchas formaciones nuevas, relacionadas con la mineralogía (bauxi-
ta, baquelita, azurita, calcita, grafito con cambio de género, etc.), los
fósiles (a veces conservando la terminación -tes, como trilobites), la
química, especialmente para nombres de explosivos (dinamita, trilita)
o de determinadas sales de ácidos (sulfito, nitrito, etc., con cambio de
género; cf. fr. sulfite, ing. sulphite, nitrite, etc.)46;
— i s t a : aunque esta terminación, asociada en griego a los verbos en
-íCco, está presente en unos cuantos helenismos heredados (aticista,
helenista, sofista, exorcista, etc.), su productividad ha sido tal en
español y en las demás lenguas europeas que la encontramos como
sufijo añadido a cualquier tipo de base léxica (unos 800 ejemplos
en Bosque-Pérez, 1987). Respecto a la historia de este sufijo, ya
hemos hablado antes de la importancia que tuvo su uso para desig­
nar sectas cristianas heréticas (montañistas, donatistas, priscilia-
nistas, etc.); diremos también que, en la transición entre los usos
antiguos y modernos del sufijo, tuvo especial relevancia su uso en
la filosofía escolástica (para designar escuelas como los nomina­
listas, los tomistas, los realistas, etc.), y así, extendiéndose poco
a poco a bases no griegas (por ejemplo en fr. oculiste, docum en­
tado en 1503), llegamos a los usos actuales en español, donde
— siguiendo fundamentalmente a Rainer— se pueden distinguir:
a) oficios y ocupaciones, especialmente en el campo de las ar­
tes y las ciencias, aunque está abierto a otros muchos secto­
res, incluidos los delictivos (violinista, novelista, oculista,
jurista, arabista, germanista, escayolista, mayorista, peris­
ta, etc.). Dentro de esta categoría podría incluirse el subtipo

46 Para explicaciones más precisas sobre estos usos científicos del sufijo, cf. ante
todo OED s. v. -ite. Para los distintos usos de -ita en español, cf. Alemany, 1920, 92;
Rainer, 1993, 575-76; GDLE, § 70.3.1.2-3 (adjetivos deonomásticos de persona y de
lugar); DESE s. v. -ita (con algunas im precisiones históricas sobre el sufijo griego) e
-ito (con datos sobre sus usos en la química).
que designa a participantes o miembros (asambleísta, ate­
neísta, huelguista, etc.), incluyendo las miembros de equi­
pos deportivos (como en «los jugadores zaragocistas»);
b) partidarios de todo tipo de agrupaciones, ya sean grupos de
carácter religioso (quietista, milenarista, metodista, taoísta,
calvinista, etc.), escuelas filosóficas y artísticas (dadaísta,
modernista, vanguardista, materialista, averroísta, etc.), par­
tidos políticos y otras agrupaciones de naturaleza diversa
(racista, fascista, nudista, europeísta, socialista, etc.);
c) formas de ser, actitudes, defectos, etc. (egoísta, hedonista,
cobista, arribista, fetichista, bromista, juerguista, sablista,
hablista, covachuelista, alarmista, camorrista, cuentista,
etc.); como se puede observar, en este grupo hay muchas
formaciones de carácter humorístico o despectivo. Quizá
podrían incluirse aquí las voces que designan a personas con
particularidades lingüísticas, en la medida en que éstas sue­
len considerarse como «defectos» (leísta, laísta, dequeísta,
yeísta, etc.).

Muchas de estas palabras — que presentan forma única para mas­


culino y femenino (salvo casos excepcionales como modisto), cf.
§ 11.1.1 — tienen sus correlatos abstractos en -ismo (socialismo, taoís-
mo, etc.) y algunas tienen correlatos verbales en -izar, no siempre con
el mismo sentido (socializar, feminizar, etc.); las excepciones más
notorias a esta tendencia son la mayoría de los nombres de oficios
(artista) y muchas de las que hemos incluido en el apartado c) (bro­
mista, sablista).
Por otra parte, el grupo a) es el único en que se conserva el valor
puramente neutro del sufijo de agente griego -xr|<;, que designaba en
principio a una persona que desempeñaba una actividad determinada;
mientras que en los demás grupos es frecuente que haya una connota­
ción peyorativa o humorística, aunque a veces esté ya muy difumina-
da o incluso olvidada (recuérdese cómo muchos nombres de escuelas
o tendencias artísticas y literarias fueron acuñados por sus enemigos
con intención peyorativa, desde los neoléricos en la época de Cicerón
hasta los impresionistas en el siglo x ix )47.

§ 12.2.1.2. - i t i s . Dedicamos un apartado propio a este sufijo, aun­


que en realidad en su origen, en griego antiguo, no era sino la forma
de femenino del sufijo -(t)Tr|<; que acabamos de ver (por ejemplo en
KUvriYéiu;, fem. de tcuvr|YéTr|<; «cazador», o en 7iapáKom<; «esposa»,
fem. de napaKOÍxriq «m arido»)48. Pero ya en griego esta terminación
-m q conoció algunos usos específicos, entre ellos el que se ha per­
petuado en español y demás lenguas europeas, es decir, su uso adjeti­
val para designar una parte del cuerpo afectada por algún tipo de pa­
tología (así en vóaoq ápGpmq «enfermedad de las articulaciones»; a
menudo se elidía el sustantivo vóaoq, y de ahí deriva el uso moderno
del sufijo -itis como formador de sustantivos)49.
Respecto a su uso moderno, hay que señalar que se trata en princi­
pio de un sufijo culto restringido al campo de la medicina, donde, por
cierto, ha cobrado un sentido más concreto que el que tenía en griego, a
saber, el de «inflamación» de la parte u órgano en cuestión; las voces
españolas que lo llevan son o bien heredadas del griego (artritis, pleu­
ritis, etc.) o bien de nueva formación a partir de raíces griegas (otitis,
rinitis, etc.) o latinas (apendicitis, sinusitis, etc.); sin embargo, también
hay algunos casos esporádicos de uso humorístico-despectivo del sufi­
jo, así titulitis, medallitis, mieditis, reunionitis, etc., donde las afeccio­
nes fisiológicas se han sustituido por defectos morales50. Sobre su ina­
daptación morfológica en español, cf. § 11.1.5.

47 Cf. en general Alemany, 1920, 91-92; Rainer, 1993, 486-87 (sobre la rivalidad
entre -ero e -ista), 566-72 (tam bién para cuestiones formales) y 575 (sobre -isto);
GDLE, § 69.2.25 (como form ador de sustantivos) y 70.3.1.2, 70.3.4 (como form ador de
adjetivos); Romero Gualda (1981); DESE s. v. -ista.
48 Cf. Chantraine, 1933, 339-40; lista en ICretschmer-Locker, 1963, 325-27; para
el latín, Gradenwitz (1966), que recoge unos 120 helenismos.
49 Lista en Redard, 1949, 101-105 (algunas de esas palabras sólo están atestigua­
das con la terminación -íxrig).
50 Por eso Almela (1999, 1 19) incluye -itis entre los sufijos apreciativos; cf. tam ­
bién Alemany, 1920, 93; Rainer, 1993, 576-77; DESE s. v.; no figura en GDLE. En OED
s. v. -itis se citan casos como fiscalitis. suffragitis (1906), etc.
§ 12.2.1.3. - i s m o . En griego hay muchas palabras formadas con
el sufijo nasal -hoq (como puGnóg > ritmo), pero aquí lo que nos inte­
resa son las terminadas en -ouóq y especialmente en -aanóg e -ictuóq,
pues es el grupo más importante y productivo ya en griego, donde
suele estar en relación con verbos en -á^co e -tico51, y es el único (en
la forma -ismo) productivo como tal sufijo en español y en otras len­
guas modernas.
En latín aparecen unos ochenta helenismos terminados en -smus
(la gran mayoría en -ismus), lo que no es mucho comparado con los
casi 1.600 que hay en griego52; muchas de estas palabras latinas han
llegado también como cultismos al español, así barbarismus, soloe-
cismus, idiotismus, metaplasmus, rheumatismus, spasmus, schematis-
mus, syllogismus, baptismus, christianismus, exorcismus, iudaismus,
asteísmos, atticismus, etc. Estos préstamos se adaptaban sin proble­
mas a la declinación latina en -us, -i, aunque ocasionalmente pudieran
conservar terminaciones griegas (nom. asteísmos, ac. en -on, etc.).
Las actividades a las que se referían todas estas palabras eran sobre
todo las intelectuales, especialmente la gramática y la retórica; la m e­
dicina, y el léxico cristiano (donde era frecuente que junto al abs­
tracto en -ismus hubiera también el verbo en -izare y el nombre de
agente en -ista: catechismus/catechizare/catechista, etc.).
Por lo demás, su uso como sufijo productivo en latín fue mínimo,
reducido a paganismus (como opuesto a Christianismus) y denaris-
mus (nombre de un impuesto). Desaparecidas la mayoría de las pala­
bras mencionadas del léxico primitivo de las lenguas románicas, esta
terminación — que seguía estando presente en los textos latinos me­
dievales de retórica, de medicina, etc.— reapareció poco a poco, con
algunas nuevas creaciones muy significativas, como catolicismo (si­
glos x v i-x v ii)53, y ha tenido un éxito enorme en las lenguas modernas
europeas (y no sólo europeas: está documentado su uso en japonés),

51 Cf. Chantraine, 1933, 135 ss.; Buck-Petersen, 1945, 184-85 y 200-209.


52 André, 1971, 58 ss.
53 Sobre el caso discutido de abismo (< ñfiuaaoc;), ya en el siglo xm , ver DCECH
hasta el punto de llegarse a hablar en el siglo xx de ismos (es muy in­
frecuente que un sufijo acabe convirtiéndose en un sustantivo por de­
recho propio).
En español, y prescindiendo de otros helenismos heredados en los
que se aprecia el sufijo básico -jioq (rit-mo, borborig-mo, logarit-mo,
ist-m o, etc.), quedan unas cuantas palabras griegas term inadas en
-asmo (sarcasmo, orgasmo, entusiasmo, quiasmo, metaplasmo, pleo­
nasmo, espasmo/pasmo, marasmo) y apenas alguna que otra en -esmo
(tenesmo en m edicina)54.
Pero, como ya hemos dicho, el único sufijo productivo en español
ha sido -ismo (hay cerca de 800 ejemplos en Bosque-Pérez, 1987)55.
Desde el punto de vista semántico hay que decir que ya en griego se
observan usos bastante distintos del sufijo, pues, resumiendo, por un
lado -iCTjióg puede servir para designar simplemente un proceso, una
acción completa o su resultado (como en óaTpctKiatióq «acción y
efecto de desterrar a un ciudadano», o en CKpopiajióq «delimitación,
definición»); por otro, desde muy pronto se ha especializado para in­
dicar la adhesión a una causa política o de otro tipo Oir|Sia|ió<; «el he­
cho de simpatizar por los persas»), una forma determinada de hablar
o de comportarse (éA.A.r|via|ió<; «el hecho de escribir o hablar un grie­
go correcto»), etc.
Así, en español tenemos bastantes muestras del primer uso, pero
casi siempre se trata de palabras heredadas; en este sentido el sufijo
ha sido poco rentable:
a) Palabras heredadas: aforismo, ostracismo, paralelismo, silo­
gismo, cataclismo (ver nota), paroxismo, términos médicos
como reumatismo, cateterismo. Voces de creación moderna:
vulcanismo, magnetismo, en medicina paludismo, metabo­
lismo, etc. (quizá habría que incluir aquí los colectivos, uti­

54 Sobre el origen de cosmos, véase DELG s. v.


55 En algún caso aislado el final en -ismo no procede de -iojíóc; sino de -u-CT(ióg (ca­
taclismo < KaxaKX.UCT(ió<;, de KaiaK^ú^o) «inundar»).
lizados en lingüística, vocalismo y consonantismo ‘conjunto
de vocales o consonantes de una lengua’).

En cambio -ismo, en correspondencia muchas veces con -ista (ver


antes, en este sufijo) e -izar, ha sido y sigue siendo enormemente pro­
ductivo para el segundo uso, es decir para designar:
b) la adhesión a grupos religiosos, sectas, escuelas filosóficas o
económicas, tendencias artísticas, partidos políticos, corrien­
tes o agrupaciones de naturaleza diversa (brahmanismo,
nominalismo, librecambismo, krausismo, surrealismo, libe­
ralismo, fem inism o, etc.), incluyendo además la designación
de formas de organización social y de gobierno (feudalismo,
capitalismo, totalitarismo, etc.);
c) peculiaridades lingüísticas (cultismo, dialectalismo, eolismo,
anglicismo, leonesismo, etc.);
d) conductas y actitudes generales (egoísmo, arribismo, despo­
tismo, nepotismo, etc.); a menudo la base ya designa una ac­
titud por sí misma (patriotismo, pasotismo, esnobismo, cos­
mopolitismo, etc.)56.

Respecto a la relación entre -ismo e -ista, de la que ya hemos di­


cho algo antes, es lógico que los sustantivos del grupo a), en la me­
dida en que designan procesos sin intervención humana, no tengan
correlato en -ista (p. ej. vulcanismo, cuyo «correlato» seria vulcanó-
logo), mientras que suele ocurrir lo contrario con los del grupo b)
(nominalista, feminista) y con algunos del d) (egoísta, arribista).
Respecto al grupo c), es curioso observar cómo los nombres de
agente en -ista que hemos clasificado antes (§ 12.2. 1. 1) en el apartado
c) designan normalmente a quien comete algún tipo de «error» en su

56 Como señala Rainer, 1993, 563-64, ésta es una de las categorías en que estamos
muy cerca de auténticos nom bres de cualidad, del tipo de los en -(i)dad, como urbani­
dad, etc.; otro grupo sería el de los nombres de enferm edades ya mencionado, sobre
todo en casos como nerviosismo (tam bién se usa nerviosidad), infantilismo, etc.
forma de hablar (laista, etc.)57, mientras que los en -ismo tienen un
carácter más neutro, indicando normalmente la mera procedencia de
una palabra o expresión (eolismo, latinismo, provenzalismo, etc.;
aunque también hay laísmo, yeísm o, etc.)58.

§ 12.2.1.4. -si s, - o s i s . El sufijo -ti-, ampliamente atestiguado en


las lenguas indoeuropeas, está representado en griego por la termina­
ción -xit;, que, desde el punto de vista fonético, sufre asibilación (con
algunas pocas excepciones, como |iávxi<; «adivino» y sus compues­
tos, esp. quiromante, nigromante, etc.) y se convierte en y desde
el punto de vista semántico, se especializa en la formación de abs­
tractos verbales (procesos, acciones), que ocasionalmente pueden co­
brar un sentido concreto (por ejem plo páait; «acción de andar» >
«base»)59.
De los más de 5.600 términos en -aig atestiguados en griego clá­
sico, en latín se han registrado unos 300 préstamos. Los campos me­
jo r representados son el de la medicina, fundamentalmente designan­
do nombres de enfermedades (phthisis, psoriasis, etc.; a veces el
préstamo se debía a la pura imposibilidad de nombrar en latín deter­
minadas partes del cuerpo) y el de la gramática y la retórica (términos
como prolepsis, metathesis, arsis, diaeresis, etc.). Estas palabras, co­
mo temas en /i/ que eran, no tenían ningún problema para adaptarse a
la declinación latina correspondiente (sobre este problema en español,
cf. § 11.1.5.).
De todas formas, este sufijo no tuvo ninguna productividad en la­
tín, donde había un sufijo equivalente -tío, -tionis (probado; a veces
en la forma -sio, -xio: suspensio, annexio) con la misma función de
crear abstractos verbales, y cuyo gran rendimiento, por lo demás, se

57 Y un arabista o un germanista no son personas que hablen de una forma de­


terminada, sino gente que se dedica a una profesión.
58 Cf. en general Alemany, 1920, 90-91; Rainer, 1993, 560-66; GDLE, § 69.2.24;
DESE, s. v.; algunas observaciones en Lázaro Carreter, 2003, 106 (resultadismo).
59 Cf. Chantraine, 1933, 275 ss.; Buck-Petersen, 1945, 574-608; y la monografía
de Holt (1941).
debe en gran parte al influjo indirecto de las palabras griegas en -cnx;
(cf. § 12.6). En las lenguas románicas primitivas quedaron muy pocas
palabras en -sis, y en las lenguas europeas modernas este sufijo ha te­
nido un rendimiento limitado al léxico de la medicina, como veremos
(en la forma -osisf-iasis).
En español hay numerosos helenismos con esta terminación, to­
dos formados ya en griego si no se afirma lo contrario. Podemos dis­
tinguir, según los temas a los que se ha añadido el sufijo en cuestión:
-sis precedido de consonante: gutural en profilaxis, sintaxis, anapti-
xis, praxis; labial en elipsis, sinopsis, prolepsis, silepsis, epana-
lepsis, apocalipsis-, Ixl en catarsis',
-sis precedido de diptongo o de /i/ (< griego /i/ o /u/): enfiteusis, crisis
(gr. Kpícnx;), anagnórisis, tisis, apófisis, hipófisis, análisis (gr. ává-
A.uaicj y demás compuestos en -lisis (parálisis, catálisis, etc.);
-esis. Las palabras españolas con esta terminación proceden bien del
gr. -£-cn.<;, bien de -r|-cn.<;. En el primer caso están helenismos co­
mo génesis, aféresis, sinéresis, tesis (gr. Gé-aicj y todos sus com­
puestos (antítesis, síntesis, paréntesis, metátesis, hipótesis, etc.),
que son siempre esdrújulos en el caso de tener más de dos sílabas
(cf. § 6.7).

En el segundo caso están voces cuyos étimos griegos suelen ser


abstractos verbales en -tictu; derivados de verbos contractos en -eco y
más raramente en -áco, y que en principio serán llanas (aunque hay
bastantes excepciones): diuresis (gr. 8ioúpr|cn.<;, de Sioupéco «ori­
nar»), catequesis, diaforesis, sindéresis (mal acentuado, gr. ctuvtti-
pr|cn.<;), catacresis (gr. Ka'ráxP'ncn.c;, de K axaxpáonai), exegesis o
exégesis, diócesis (acento y transcripción irregulares, cf. § 8). En al­
gún caso aislado la voz griega no procede de verbos contractos sino
que la ¡r\¡ formaba parte de la raíz (anamnesis < gr. ává-nvr|-cn.c;, de
Hi-Hvfi-cK(o «recordar»);
-asis, -iasis. Las palabras terminadas en -asis proceden simplemente
de voces griegas con una a breve en la raíz (con la excepción de
crasis < Kpcíaic;), por lo que serán esdrújulas en caso de tener más
de dos sílabas: tenemos ejemplos como anábasis, catábasis (com­
puestos de base < gr. pó-cnc;; sobre el final en -e, cf. § 11.1.5),
antífrasis, perífrasis (compuestos de fra se < gr. (ppácnc;), prótasis,
metástasis, homeóstasis, éxtasis, etc.

En cambio la terminación -iasis aparece en palabras griegas rela­


cionadas con la medicina, generalmente designando enfermedades.
Así, ya en griego había grupos como
<p0eíp «piojo» > cpGeipiáoo > (pGeipíaau; ([tiriasis)
ycbpa «sama» > ycúpiáoo > ycopíccaic; (psoriasis).

A partir de estos y otros ejem plos antiguos (com o satiriasis o


elefantiasis), el sufijo -iasis ha tenido cierto rendimiento en el voca­
bulario médico (anquilostomiasis, amibiasis, etc.)60, aunque mucho
menor que el de -osis\
-osis. Si exceptuamos unas pocas palabras cuyos étimos griegos te­
nían /o/ (como Só-ctk; > dosis y su compuesto apódosis), las pala­
bras españolas con esta terminación proceden de voces griegas de­
rivadas de verbos denominativos en -óco, como
HOpcpf) «forma» > (j.eTapop(pów «hacer que algo cambie de forma» >
peTapópcíXü-oic; «transformación»

Claro que ya en el propio griego -come; tuvo cierta autonomía co­


mo sufijo, pudiéndose crear en algunos casos el abstracto verbal di­
rectamente a partir del sustantivo base, sin necesidad del paso inter­
medio del verbo:
Gpójipoc; «coágulo» > Gpójip-cooi^ «coagulación»
avGpaí; «carbón» > ávGpátc-üxru; «antracosis»

Con estos precedentes, tenemos en español, por un lado, numero­


sas palabras heredadas del griego, que serán normalmente llanas:
epanadiplosis, metempsicosis, apoteosis, simbiosis, gnosis/diagno-
sis/prognosis (estos últimos casos no proceden de un verbo en -óco,
sino que la /co/ estaba en la raíz de yv-yvcb-(jKCo «conocer»), etc.
Por otro lado, el sufijo -osis ha tenido un rendimiento como tal
sufijo en español y en otras lenguas europeas, aunque restringido al
campo de la medicina, donde ha servido para designar sobre todo
procesos patológicos. Así, a los helenismos heredados (como trombo­
sis, artrosis, fimosis, etc.) se han venido a añadir bastantes más, for­
mados generalmente sobre raíces griegas (cirrosis61, encefalosis, etc.)
y en algunos casos latinas cultas (silicosis, tuberculosis, avitaminosis,
halitosis, etc.)62.

§ 12.2.1.5. -ma, - e ma, -orna. El sufijo -|icr, -naTog (con el mis­


mo origen indoeuropeo que el latín -men, -minis) servía en griego pa­
ra formar sustantivos de significado concreto que señalaban que la
acción en cuestión estaba terminada, como
ypctcp-co «escribió) > ypá|i-|ia «letra, dibujo, inscripción»
noié-co «hacer, crear» > noír|-|ia «poema»63.

De los más de 3.700 derivados griegos en -|icr, en latín hay atesti­


guados cerca de 300, entre ellos lacrima, cataplasma, diadema, em­
blema, glaucoma, schema, poema, aenigma, etc.; los campos mejor
representados son el de la medicina (enfermedades, síntomas, trata­
mientos) y el de la literatura, la retórica y la filosofía. Estas palabras
tenían básicamente dos opciones a la hora de encuadrarse en la decli­
nación latina: la primera, convertirse en femeninos en -a, -ae (caso de
los préstamos más antiguos, como lacrima <gr. Scucpujicr), y la se­
gunda, formar una declinación heteróclita en -ma, -m atis64.

61 Formado sobre iappó<; «amarillento»; es incorrecta la etimología que da el


DCECH s. v. cirro.
62 Cf. Rainer, 1993, 645; DESE, s. v -osis.
63 Cf. Chantraine, 1933, 175-90; Buck-Petersen, 1945,221-44.
64 Más detalles en André, 1971, 19-24. Sobre su adaptación a la m orfología espa­
ñola, cf. § 11.1.5.
La concurrencia de -men y -mentum explica que este sufijo griego
no fuera productivo en latín (aunque se puede rastrear su influencia
indirecta en los calcos, cf. § 12.6). En las lenguas románicas primiti­
vas quedaron muy pocos helenismos con esta terminación, y varios de
ellos — o de algunos que entraron en la lengua en los siglos medie­
vales— están bastante deformados en español, aunque siga siendo
visible el sufijo original, así bizma (gr. éníOe-na), pócima (gr. cmóCe-
jiot), chusma (gr. biz. KéXeuCT-jaa), calma (gr. tcaü-jia), flem a (gr.
(pAéy-Ua), cisma (gr. a^La-na).
La entrada masiva de helenismos en los últimos tres siglos no ha
conseguido hacer de este sufijo un elemento productivo en español,
exceptuando los usos técnicos y muy restringidos de -ema y -orna.
Entre los helenismos heredados podemos distinguir:
-ma precedido de consonante: gutural (diafragma, apotegma, sintag­
ma, zeugma, estigma, dogma, enigma, paradigma), /r/ (esperma),
/s/ (plasma, miasma, fantasma, sofisma, melisma, carisma, cris­
ma, aneurisma, prisma, asma < a a 0)ia, de etimología poco clara);
-ma precedido de diptongo, /i/ (< gr. /i/ o M ), /a/: trauma, reuma,
neuma, clima, parénquima (gr. 7iapéyx'JMa ). leima, lágrima (a tra­
vés del latín), panorama, todos los compuestos con -grama (ana­
grama, programa, etc.), amalgama (cf. § 9.1), dram a65, etc.;
-ema. Si prescindimos de algún caso en que hay /e/ en griego (tema <
0é-|ia; compuestos como anatema, apotema deberían ser esdrúju­
los en español), las palabras terminadas en -ema, siempre llanas,
pueden ser — por su origen— L, sustantivos derivados de verbos
en -écú, como edema (oi'8rpa, de oi8étú «hincharse»), poema, es­
tratagema, teorema, diadema, etc.; 2 ., derivados de raíces termi­
nadas en /ti/, como problema, sistema (gr. aú-crrr|-|ia), etc.; 3., re­
sultado de la simplificación de geminadas griegas, como lema (gr.
^rp-nct, de la raíz de >xt|i|3ávcú) y dilema.

65 Se entiende que el hecho de que dos helenismos españoles term inen por ejem ­
plo en -ama no significa que su formación sea la misma en griego: program a <
7tpóypa|i-|ia (con sim plificación de geminadas en español), drama < 8pa-|ia.
Esta terminación -ema, por otra parte, ha conocido en el siglo xx
cierto rendimiento en la terminología lingüística internacional, y es
que partiendo de algunos ejemplos antiguos como fonema, epifonema
o glosema, se han formado, sobre raíces casi siempre griegas, gran
cantidad de términos — unos de uso más generalizado que otros—
que designan un elemento perteneciente a un nivel o aspecto determi­
nados de la lengua: grafema, tonema, prosodema, morfema, semema,
semantema, lexema, sintema, combinema; e incluso se ha extendido,
aunque muy tímidamente, fuera del campo estrictamente lingüístico,
donde a partir de antecedentes griegos como mitologuema y filosofe-
ma se han creado también teologuema, mitema y algunos otros66;
-orna. Aunque esta terminación, asociada normalmente en griego a
verbos denominativos en -óco, aparece en palabras de campos se­
mánticos muy diversos (idioma, axioma, rizoma, diploma), su
único rendimiento como sufijo español es el que tiene en la termi­
nología médica, donde, sobre el modelo de bastantes voces for­
madas ya en griego y muchas veces asociadas con abstractos ver­
bales en -osis (cf. supra, 12.2.1.4), como hematoma, sarcoma,
carcinoma, glaucoma, estafiloma, se han creado modemamante
muchas otras en las que -orna tiene el sentido específico de «tu­
mor», así en tracoma, osteoma, fibroma, papiloma, etc. 67 En al­
guna ocasión el sufijo es sólo aparente, como en genoma (acuñado
en alemán en 1920 como amalgama entre gen y cromosoma) 68.

§ 12.2.1.6. - i do. Incluimos aquí este sufijo, a pesar de tener un


campo de aplicación bastante restringido, por tratarse de un caso fre­

66 Cf. R ain er, 1993, 471 (se citan creacio n es paró d icas efím eras com o tostonema
o cretinema); DESE s. v.
67 La especialización de -orna en el sentido de ‘tum or’ se remonta ya en buena
medida al latín, donde, por otra parte, vemos aparecer en el siglo ív un derivado como
canceroma, adaptación de gr. Kaptdvcana.
68 Cf. Alemany, 1920, 106; Rainer, 1993, no incluye -orna en su lista; DESE s. v.
M artín Zorraquino, 1997, 334, cita el uso paródico-jergal de cochonome «tum or m a­
ligno» entre los m édicos franceses (cochon es «cerdo»).
cuentemente mal explicado en diccionarios y obras sobre morfología
del español.
Como es bien sabido, el sufijo -ido se utiliza en la taxonomía
zoológica para designar familias (cánidos, félidos, camélidos, etc.) y a
veces también para designar clases (arácnidos) o phyla (anélidos); su
uso en la botánica ha sido mucho menor, por lo que sé 69. Las explica­
ciones que se pueden encontrar sobre este sufijo en obras de referen­
cia suelen ser erróneas, en unos casos porque se lo relaciona con gr.
eíSoq «forma, aspecto» — como si el sufijo -ido significara «que tiene
el aspecto o la forma de»— , cuando lo cierto es que el griego tenía
para ello los compuestos en -o-ei8fi<; (representados en español por
las palabras terminadas en -oide(o), ver después, 12.2.4, sobre este
sufijo)70.
Otra explicación igualmente incorrecta es suponer que en estos
casos estamos ante el sufijo latino -idus, que conservamos en español
en adjetivos cultos como cálido, férvido, mórbido, plácido, etc71. Esto
no tiene ningún sentido, dado que dicho sufijo latino siempre forma
adjetivos, no sustantivos.
Lo cierto es que este sufijo -ido (que es -ide(s)/-idés en francés,
-id en inglés) procede del patronímico griego -Í5r|<;, a través de su
adaptación latina -idae (en plural)72. Este sufijo, conocido ya desde
los textos homéricos, se usó en griego ante todo para designar a al­
guien como «hijo de», así n p ia n í8r|<; «hijo de Príamo», ’Axpeí8r|<;
«hijo de Atreo», etc., adoptando en algún caso la forma -ia8r|<;, como
en A aepxiá8r|<; «hijo de Laertes», o también -a8r|<;; rara vez se utilizó

69 El caso de óxido y otras voces de la química es distinto, pues en su acuñación (a


finales del xvm ) se tomó como modelo el adjetivo latino ácido, cf. O E D s. v. oxide.
70 Esta m ala explicación aparece, entre otros m uchos sitios, en Quintana (1997,
s. v. eidos). Alm ela (1999, 115), y en la 19.a ed. del D R A E (1970), por ejem plo s. v.
équido.
71 Así por ejemplo en D E S E , s. v.; O. Iglesias, De dónde vienen las palabras, Ma­
drid, 1996, s. v., o en la penúltima ed. del D R A E (1992), s. v. équido.
72 Bien explicado en el Diccionario de M. M oliner (2." ed.), en t l f , s . v . -ide (1) e
-idés, y en O E D , s. v. -id (3).
para nombres comunes (como eÚ7iaTpí8r|c; «de familia noble»)73. El
uso patronímico original explica que también se haya utilizado para
designar a todos los descendientes — por vía de sangre o por vía ins­
titucional— de una persona determinada, por ejemplo del fundador
de una dinastía (los Lágidas de Egipto, por Tolomeo Lago, los Seléu-
cidas, etc.; modernamente en casos como los Lusiadas de Camoens,
los abasidas, sasánidas, aqueménidas, etc.), de una escuela (los Ho-
méridas, etc.) u otro tipo de instituciones.
Con estos precedentes — que, com o se ha visto, en español
adoptan la term inación en -a que tenían en latín estas palabras, cf.
§ 11.1.1 — , la ciencia de los siglos xvrrr y xrx decidió utilizar el su­
fijo — que en latín toma la forma del plural -idae— para designar fa­
milias de animales a partir del «animal-tipo» correspondiente, lo que
no deja de ser bastante congruente con los valores originales del su­
fijo griego (los cánidos no son propiamente los descendientes del pe­
rro, pero sí todos aquellos animales que comparten con él un antepa­
sado común en la línea evolutiva). Por lo que yo sé, -idae fue
introducido hacia 1830 en la ornitología por Vigors y Lesson, exten­
diéndose poco a poco, con vacilaciones gráficas que no interesan
aquí, a todo el dominio zoológico; así, en 1845 I. Geoffroy de Saint-
Hilaire utiliza ya lemuridés, suidés, etc.74. Lo que no sé, y valdría la
pena que alguien lo aclarara, es si esto fue realmente invención de los
naturalistas franceses mencionados o si había ya, como supongo, al­
gún antecedente en el latín científico del siglo xvrri, especialmente en
Linneo. En español, en todo caso, como ha ocurrido con muchos
otros préstamos franceses, la terminación en -e(s) se ha convertido en
-o(s) (cánido, etc.), lo que sin duda ha provocado entre algunos sabios
los despistes que hemos reseñado hace un m om ento75.

73 Cf. Chantraine, 1933, 362-63; Schwyzer, 1 9 3 9 ,1, 509-10; Buck-Petersen, 1945,


441-43, que citan un trabajo de Angerm ann (Curtius Studien, vol. 1) que no hemos
podido consultar.
74 Tomam os estos datos del TLF, s. v. -idés.
75 Cf. Rainer, 1993, 527 (-ida) y 532-33 {-ido; se cita algún uso paródico ocasio­
nal, como en «la familia de los censóridos»); GDLE, § 70.3.1.2 {-ida); DESE s. v.
§ 12.2.1.7. -te r i o. En griego había algunos sustantivos que eran
simplemente el resultado de añadir el sufijo -tov a una palabra forma­
da con el sufijo -Tip (p. ej. HOTip > noifipiov «copa»); pero, en jó ­
nico-ático, vemos cómo pronto se independiza un sufijo autónomo
-n p io v , que se aplica a campos diversos: nombres de objetos o ins­
trumentos (Guiiicmpiov «incensario», Kpirnpiov «instrumento del que
uno se sirve para juzgar algo», etc.), de lugares (SucaaTfipiov «juzga­
do», icoi|ií)Tr|piov «cementerio», el humorístico (ppovnaTipiov o
«pensadero» de Aristófanes, etc.), de actos relacionados con las fies­
tas o los sacrificios (jiucuipiov, etc.), etc., hasta un total de cerca de
300 palabras76.
En latín hay unos trienta préstamos de este tipo (cauterium, dicte-
rium — en realidad un híbrido greco-latino— , ergasterium, criterium,
monasterium, mysterium, psalterium, etc.), y del latín algunos pasa­
ron a las lenguas románicas, a veces con alteraciones en su forma o
su significado (como filatería, filatero < lat. phylacterium <- cpuXxxK-
n p io v «amuleto», cf. DCECH para la evolución semántica; sobre ce­
menterio cf. § 7.1).
También tenemos en español unos cuantos cultismos, heredados
del griego, como misterio (s. xm), climaterio, cauterio, dicterio, ela­
terio, salterio, etc. Que yo sepa, los únicos usos productivos del sufi­
jo -terio, indicando nombre de lugar en palabras de nueva acuñación,
son falansterio (del francés phalanstére, compuesto algo irregular a
partir de falange, creado por Fourier en el siglo xix) y, hasta cierto
punto, beaterío (formado sobre el modelo de monasterio y documen­
tado por primera vez en 1726). Otras palabras terminadas en -terio
son sólo casos aparentes que pueden inducir a error, como presbiterio
(npeoPúrepiov, formado sobre npeaPÚTepcx;, comparativo de npéaPix;
«anciano») o algunas palabras de origen latino como magisterio, mi­
nisterio (magister > magister-ium, minister > minister-ium, cuyo sen­
tido concreto de «edificio» es reciente)77.

76 Cf. Chantraine, 1933, 62-64; Buck-Petersen, 1945, 47 y 101-104.


77 Cf. Alemany, 1920, 118-19; Rainer, 1993, 484 (-erio, con segm entación y
ejem plos muy discutibles); DESE s. v.
De todos modos, no se puede descartar que este uso relativamente
frecuente de -terio para nombres de lugar, algunos de tanto uso como
cementerio, haya influido en parte en el gran desarrollo del adjetival
-torio (< latín -torius, desarrollo paralelo al del griego -Tipiov) para
designar modernamente nombres de lugar (crematorio, ambulatorio,
locutorio, auditorio, tanatorio con raíz griega)78; el correlato «vul­
gar» de -torio sería -dero (lavadero, abrevadero, etc.); sobre calcos e
influencias indirectas, cf. § 12.6.

§ 12.2.1.8. - i s a / - e s a . Es el único caso en que un sufijo griego


específicamente gramatical — puesto que sirve para derivar sustanti­
vos femeninos a partir de un m asculino— ha tenido algún rendi­
miento en español y en otras lenguas europeas, por lo que creemos
que vale la pena explicar su origen y evolución79.
El origen de este sufijo en griego hay que buscarlo en ciertos
gentilicios de tema en gutural, en cuyos femeninos, formados con el
sufijo común /ya/, se producía una palatalización cuyo resultado era
-croa:
KÍA.IÍ;, K íXikoí; «natural de Cilicia», fem. *KiXix-ya > KíXiaaa
dJoívii;, Ooi.vn.K0c; «fenicio», fem. *í>oiviK-ya > «JJoíviaaa.

A partir de aquí, se creó analógicamente un sufijo -icrcra, cuyo


primer testimonio es pacríX iaaa «reina», que sustituye a pacríXeia y
otras voces (aparece ya en Jenofonte, en el siglo iv a. C.). Este sufijo
conoce cierta expansión en la koiné, crece ampliamente en época bi­
zantina y se generaliza en griego m oderno80.
En latín están atestiguadas, a partir del siglo iii d. C., unas cuantas
palabras con esta terminación, algunas ya acuñadas en griego (diaco-
nissa); pero hay otras en las que el latín ha aplicado por su cuenta el

78 Cf. Rainer, 1993, 660.


79 Almela (1999, 104) excluye de su listado los «alom orfos específicos de gén
ro», por tanto tam bién el que nos ocupa.
80 Cf. Chantraine, 1933, 109; Buck-Petersen, 1945,741-43.
sufijo, ya sea a palabras griegas (como haemorrhoissa, pythonissa,
prophetissa, abbatissa)Hl, ya latinas (sacerdotissa, fratrissa). Su ren­
dimiento en latín, en todo caso, ha sido muy limitado, como lo ha si­
do también en griego antes de la época bizantina, y aparece circuns­
crito al ámbito religioso — cristiano o pagano— para designar
generalmente a una mujer que ejerce una función análoga a otra ejer­
cida por un hombre.
Pero el uso del sufijo -issa sigue creciendo lentamente en la Edad
Media latina, y aparecen ducissa, archiducissa, baronissa, comitissa,
marchionissa, canonissa, minorissa, etc.; el sufijo acaba resultando
bastante productivo en lenguas como el italiano, el rumano y el fran­
cés (cf. para este último princesse, poétesse, déesse, etc.; a través del
francés ha pasado al inglés: shepherdess, mistress, etc.)82.
En español, aparte de unas cuantos cultismos heredados que con­
servan la terminación -isa (diaconisa, pitonisa, sacerdotisa, profetisa,
canonisa; algunas creaciones o préstamos de fechas diversas como
papisa, clarisa, poetisa), es la variante vulgar del sufijo (-esa) la que
ha tenido algún rendimiento, como demuestran los casos de juglaresa
(siglo xni), princesa (< fr. princesse, siglo xv), deesa (ant.), alcalde­
sa (1780), abadesa (siglo xn), baronesa, canonesa, duquesa, conde­
sa, guardesa, diablesa, consulesa, tigresa, sastresa, infantesa, chofe-
resa, vampiresa y alguno m ás83. De todos modos, no parece que sea
un sufijo activo en español, a pesar de que en los últimos tiempos son
muchas las profesiones antes exclusivamente masculinas que son
ejercidas por la mujer, y por tanto muchas las posibilidades potencia­
les de uso del sufijo -esa*4.

81 Para los detalles de cada una de ellas, cf. André, 1971, 107 ss.
82 Cf. TLF s. v. -esse y OED s. v. -ess; también Deroy, 1980, 77-78.
83 En el caso del reptil llam ado salamanquesa el sufijo es sólo aparente, al existir
el gentilicio salamanqués ( = salmantino); sobre la relación entre el animal y Sala­
manca, cf. DCECH s. v. salamandra.
84 Cf. Alemany, 1920, 62-63; Rainer, 1993, 494 (-esa) y 553 (-isa); DESE, s. v.
-esa e -isa.
§ 12.2.1.9. -ia. También merece breve comentario el sufijo espa­
ñol -ía. El sufijo /ia/, /iá/, ampliamente conocido en las lenguas in­
doeuropeas, servía, tanto en latín como en griego85, para derivar sus­
tantivos o adjetivos femeninos:
CTOcp-ó-<; «sabio» > ao<p-ía «sabiduría»
(iéXa<; «negro» (raíz neXav-) > fem. *neXav-ta > (iéXaLva «negra»
lat. miles, militis «soldado» > milit-ia «milicia».

Como ya vimos en § 6.7.1, la acentuación de los helenismos es­


pañoles con esta terminación es muy irregular: en unos casos nos en­
contramos con la acentuación esperada, a través de la prosodia latina
(8r|jiOKpaTÍa > democracia, ájavr]aía > amnesia, ío io p ía > historia),
en otros muchos se acentúa «a la griega» haciendo caso omiso del la­
tín (cpi^OCTOcpía ■’philosophia filosofía, (piXoXoyLCi ' filología, op~
Goypacpía > ortografía); en el caso especial y menos numeroso de los
sustantivos en -eia, que deberían terminar siempre en -ía (a través del
latín -ia, con ív.í), ocurre lo mismo, tenemos transcripciones regulares
(éXeyeía > elegía, émcpáveia > epifanía) junto a otras anómalas (0e-
pcmeía > terapia, jiávTeia > quiro-mancia).
También se explicó en § 6.7.1 que, en realidad, la proliferación de
esas terminaciones paroxítonas en -ía en voces en que esperaríamos
-ia se debe, según parece, a dos causas o momentos históricos distin­
tos. El primero sería aquel en el que «sobre todo el Cristianismo hizo
que del griego entraran en el latín escrito y en la lengua habitual de
las personas cultas gran cantidad de palabras en -ía acentuadas [...]
como as tro logia » 86, de forma que pudiera acabar sintiéndose como
un sufijo latino y por extensión romance (de hecho se puede constatar
su desarrollo en castellano, italiano y francés).

85 Para el griego, véase la lista (unas 7.500 palabras) en Buck-Petersen, 1945,


120-69.
86 W. Meyer-Lübke, Grammaire des langues romanes, II, París, 1895, p. 497; cit.
en DESE s. v. -ia.
A ello habrá que añadir seguramente, en una segunda fase, un
fuerte influjo francés que empezó ya en época muy temprana, en tor­
no al siglo xi (el francés exhibe el sufijo -ie en helenismos como
théologie, géométrie, etc., así como en voces de otros orígenes como
compagnie, garande, etc., siempre con acento en la /i/)87.
El caso es que este -ía acabó por convertirse en un sufijo vivo y
muy productivo en español, utilizándose pronto para derivar sustanti­
vos abstractos a partir de adjetivos (alegría, cortesía, villanía) o de
sustantivos (hombría, señoría), designando tam bién «nom bres de
cargos, senaduría, alcaldía, y, por metonimia de éstos, de lugar, al­
caldía, tesorería, vicaría, extendido a otros nombres, confitería, mon­
jía; caballería del nombre de cargo ha pasado al colectivo y éste al
individual; es rara la derivación verbal, valía»u .

Hasta aquí los sufijos sustantivadores de origen griego que nos ha


parecido que merecían comentario. Quedan fuera de los intereses de
este libro (y de los conocimientos de su autor) los sufijos científicos
especializados que aparecen en series terminológicas y cuyo rendi­
miento, por tanto, es muy limitado (pero cf. supra, sobre -ido, -orna y
-em a)89.
A modo de ejemplo ilustrativo, mencionaremos el caso de -ón y
-trón, utilizados en la física. El primer término involucrado fue ión,

87 Cf. García Yebra, 1999, 99-120 (que, sin embargo, no m enciona la primera fase
de la que hemos hablado, y por ello se equivoca al atribuir este sufijo -ía exclusiva­
mente a la influencia francesa medieval). El sufijo en cuestión tam bién se difundió en
alemán (cf. Abtei «abadía», Báckerei «panadería», etc.), véase Lüdtke, 1974, 216.
88 García de Diego, 1951, 264-65 ; los prim eros ejem plos de productividad de -ía
en el castellano pueden verse en D. G. Pattison, Early Spanish Sujjíxes. A Functional
Study o f the Principal Nominal Sujjixes o f Spanish up to 1300, Oxford, 1975, p. 122­
23. Cf. tam bién Alemany, 1920, 70-73 (con explicación errónea de la acentuación);
Alvar-Pottier, 1983, § 285 (lo mismo); Rainer, 1993, 511-13; GDLE, § 69.2.21 (útil pa­
ra los aspectos sem ánticos); DESE s. v. -ía.
89 Alm ela (1999, 113) los excluye a todos de su listado; por cierto que también
habrá que excluir de él -oteca, que es claram ente un segundo elem ento de compuesto.
En DESE puede verse la entrada correspondiente a -ona (cf. acetona, testosterona,
etc.), relacionado hasta cierto punto con el griego.
creado en inglés por Faraday en la década de 1830 (gr. ióv, participio
de íévai «ir»), y a finales del siglo xrx aparece electrón en su acep­
ción moderna (gr. fíXeicrpov «ámbar»; electro se había usado ya en
español en la acepción griega). A partir de estos dos términos se
crean, utilizando el «sufijo» -ón, protón, neutrón, fotón; y a partir de
elec-trón se desgaja un «sufijo» -trón perceptible en posi-trón, ciclo­
trón, etc. El acento agudo que llevan en español todas estas palabras
podría deberse a varias causas: al hecho de que la primera — crono­
lógicamente— de ellas se pronuncie a veces como un monosílabo
(ión, pronunciado [yon]), a la influencia más que probable de la
acentuación francesa90 y finalmente al hecho de que los finales en -on
átonos, si exceptuamos el paradigma verbal, son muy raros en espa­
ñol, mientras que son frecuentísimos los en -ón (varios miles de en­
tradas en Bosque-Pérez, 1987).
También tenemos que aludir brevemente a unas cuantas termina­
ciones que Pharies incluye en su D E SE ; se trata de una curiosa serie
de terminaciones átonas de orígenes muy heterogéneos, como son
-ago, -alo, -ano, -aro, terminaciones que han conseguido «extender­
se, por analogía, a un pequeño grupo de palabras en las que parecen
desem peñar el papel de una am pliación sem ánticam ente vacía» 91.
Entre los diversos antecedentes de esas terminaciones españolas apa­
recen algunos helenismos latinos (espárrago, estómago, piélago y tár­
tago; búfalo, címbalo, crótalo, escándalo, sándalo y algunos más; rá­
bano, cuévano, huérfano, órgano y varios m ás; ásaro,, bárbaro,
cántaro, cítara, lámpara, etc.). Desde el punto de vista adoptado por
el diccionario de Pharies quizá esté justificado dedicarles una entrada
propia; pero desde el punto de vista histórico del griego, se trata o
bien de terminaciones relativamente poco productivas, y cuya presen­
cia en unos pocos helenismos españoles difícilmente hubiera bastado
para hacer de ellos sufijos propiamente dichos, como -aXo- (cf.
ánakóq, ójiaXóc,, jie y-ako-, 8i8ácnc-aXog, etc.), -a v o - (cf. Pox-ávri,

90 Cf. García Yebra, 1999, s. v. electrón.


91 Cf. DESE, p . 82.
ru0-avó<;, etc.) y -a p o - (cf. ve-apó<;)92, o bien, en el caso de -ago,
vemos que se mezclan algunas voces griegas realmente terminadas en
-a y o - (espárrago, piélago) con otras en las que esa terminación es
resultado de la evolución fonética romance (como estómago < lat.
stomachus < axónaxo*;) u otro tipo de alteraciones.

§ 12.2.2. Sufijos exocéntricos-adjetivadores


§ 12.2.2.1. -i c o, -i a c ó , - í s t i c o. De los sufijos griegos en gutu­
ral, el más importante en la historia de esta lengua fue -ikóq, -f), -óv,
que servía para formar adjetivos derivados de nombres; se trata de un
sufijo indoeuropeo, conocido también en latín, sánscrito, etc.93. En
griego, el uso más antiguo parece que fue el de derivados de nombres
de pueblos, así de neXacryoí «pelasgos» > rieXaayiKÓ<; «pelásgico».
En Homero son todavía muy raros estos adjetivos, y su desarrollo en
época arcaica es bastante lento, creciendo algo en los autores trágicos,
especialmente Eurípides. El impulso definitivo le vino de los sofistas
jónicos y áticos y luego de los rétores del siglo iv, así como de los
filósofos (son abundantísimos en Platón y Aristóteles), lo que explica
que ya Aristófanes recurriera a estos adjetivos para parodiar la lengua
de los «intelectuales» de su tiempo (véase Caballeros, versos 1375-81).
Desde el punto de vista semántico, su uso es muy flexible. Indica
una relación, al principio sobre todo con nombres de cosas; con los
sofistas se usa mucho para indicar aptitudes o disposiciones de las
personas. Por lo demás, al difundirse enormemente se uso (aunque
tuvo que competir con otros sufijos como -io<; y -co5r|<;), éste se hizo
también menos preciso, más banal.
Respecto a la formación, conviene destacar que cuando se añade a
nombres terminados en -io<; o -ía, el sufijo toma la forma - icxkó<;
(Kopív0io<; > Kopiv0iaKÓ<;, tcapSía > Kap8iaKÓ<; «cardiaco»). Aparte
de a sustantivos, ocasionalmente puede añadirse a adjetivos (áa0evíi<;
> áa0eviKÓ<; «asténico») e incluso a verbos (YpacpiKÓQ, de ypácpco).

92 Sobre estas term inaciones en griego, cf. Schwyzer, 1939, 481-84,489-90.


93 Cf. Chantraine, 1933, 384-396; Buck-Petersen, 1945, 636-7 y 638-71.
P o r otra p a r te , a partir d e l s i g l o v , p o r in flu jo d e la s o f is t ic a , a p a r e c e
u n a s u b - c a t e g o r ía , la d e lo s a d j e tiv o s e n -tik ó < ; ( - lc ttik ó c ;, -a c m ic ó c ;,
-euxiKÓc;, e t c .) , fo r m a d o s al p r in c ip io s o b r e n o m b r e s e n (c o m o
7toXÍTr|<; > noX m K Ó <;) o a d j e t iv o s e n -tó<;.
P o r lo q u e r e s p e c ta a l la tín , h a y e n e s ta le n g u a b a s ta n te s p a la b r a s
te r m in a d a s e n -icus y en -ticus q u e n o s o n p r é s t a m o s d e l g r ie g o . E n e l
p rim er g r u p o , c o m p u e s t o p o r a d je tiv o s d e n o m ín a le s , e n c o n tr a m o s u n o s
c u a n to s c u y a b a se e s un n o m b re c o m ú n (civicus, bellicus, classicus,
hostícus, publicus, exilicus, dominicus, tenebricus, modicus, e tc .), ju n to
a o tr o s d e r iv a d o s d e n o m b r e s p r o p io s o é t n ic o s (africus, gallicus, e tc .).
E n c a m b io lo s te r m in a d o s e n -ticus, q u e fo r m a n u n g r u p o a p a r te p o r
r a z o n e s ta n to f o r m a le s c o m o s e m á n t i c a s , p u e d e n s e r ta n to d e n o m i -
n a le s (silvaticus, umbraticus, vineaticus, viaticus, rus ticus, domesticus,
(erraticus, venaticus, volaticus, donaticus, e tc .);
e t c .) c o m o d e v e r b a le s
e s ta te r m in a c ió n -aticus s i g u i ó s ie n d o p r o d u c tiv a e n la b a ja la tin id a d ,
y e n e lla h a y q u e b u sc a r e l o r ig e n d e la s r o m á n ic a s -atic (r u m a n o ),
-age/-atge ( fr a n c é s , p r o v e n z a l y c a ta lá n , y a tr a v é s d e e lla s e n e s p a ñ o l
-aje), e s p a ñ o l -adgo/-azgo (pontazgo, mayorazgo, e tc .).
P o r o tra p a r te , m á s d e u n a v e z s e h a in te n ta d o e x p lic a r to d a s e s ta s
p a la b r a s la tin a s e n -icus y -ticus p o r in flu jo d e l s u f ij o g r ie g o c o r r e s ­
p o n d ie n te (p . e j. civicus s e r ía u n c a lc o d e gr. noXiTiKÓt;, e t c .) , p e r o
d e s p u é s d e lo s tr a b a jo s d e I s e n r in g y F r u y t, p a r e c e m á s q u e d e m o s ­
tr a d o q u e e l la tín h e r e d ó ta m b ié n d e l in d o e u r o p e o e l s u f ij o e n c u e s ­
tió n , q u e la s f o r m a c io n e s q u e h e m o s v i s t o s o n a n tig u a s e n la tín y q u e
l o s p r é s ta m o s g r ie g o s ( c o m o rhetoricus, poeticus, athleticus y m u­
c h o s m á s ) n o h ic ie r o n m á s q u e e n g r o s a r la lis ta d e a d je tiv o s e n -icus,
a d a p tá n d o s e ta n to m á s f á c ilm e n t e al la tín c u a n to q u e n o d ife r ía n d e
la s f o r m a c io n e s in d íg e n a s n i e n la fo r m a n i e n e l u s o 94.
-icus, y a s e tratara d e v o c e s p u ­
E n e l tr á n sito a l e s p a ñ o l, e l s u f ij o
(dominicus, famelicus), y a d e h e le n is m o s d e l la tín
r a m e n te la tin a s
(clericus, canonicus), su fr ía o b ie n s ín c o p a d e la v o c a l p o s t ó n ic a , c o n
s o n o r iz a c ió n d e la o c lu s iv a :
famélico >jamelgo
médico >mege (ant.), metge (catalán)
gálico > galgo
dominico > domingo
mánica > manga;

o b ie n s o n o r iz a c ió n d e la /k / p e r o c o n s e r v a n d o la v o c a l / i / (e n e s t o s
c a s o s s e trata c a s i s ie m p r e d e s e m ic u lt is m o s ) :

canónico > canónigo


clérico > clérigo
tóxico > tósigo
Áfrico > ábrego
arábico > arábigo.

P o r e ll o , la p r e s e n c ia e n e l e s p a ñ o l d e h o y d e g r a n c a n tid a d d e a d ­
je tiv o s en -ico (u n o s 1 .7 0 0 en el d ic c io n a r io de B o sq u e -P é r ez ,
1 9 8 7 ) 95 s e d e b e , p o r u n la d o , a la e n tr a d a p r o g r e s iv a d e c u lt is m o s e n
la le n g u a , ta n to g r ie g o s (y a e n e l s i g l o x m e n tr a n e n c a s t e lla n o h e l e ­
n is m o s c o m o dialéctica, retórica, aritmética, lógica, música, e tc .;
d e s p u é s m u c h ís im o s o tr o s: métrico, silábico, yámbico, e t c .) c o m o la ­
t in o s (clásico, famélico, público, e tc .).
P o r o tr o la d o , e l s u fij o -ico, q u e , c o m o h e m o s v is t o , tu v o u n r e n ­
d im ie n t o lim ita d o e n la tín (a l m e n o s c o m p a r a d o c o n e l g r ie g o ) , h a r e ­
su lta d o e n o r m e m e n te p r o d u c tiv o e n e l e s p a ñ o l m o d e r n o ( y e n o tr a s
le n g u a s e u r o p e a s ), d o n d e s u e le fo r m a r a d je tiv o s d e r e la c ió n , y a se a
a p lic a d o

— a r a íc e s g r ie g a s : p o r e j e m p lo e n e l c a s o d e p a la b r a s c o m p u e s t a s
q u e , s ie n d o a d je tiv o s e n g r ie g o , s e u s a n n o r m a lm e n te s u s ta n tiv a ­
d a s e n e s p a ñ o l, p o r l o q u e s e r e c u r r e a l s u f ij o - / c o p a r a c r e a r e l
a d j e tiv o c o r r e s p o n d ie n te (p o r e j e m p lo , pedófilo y pedofilico, sicó-

95 Claro que el hecho de que una palabra esdrújula term ine en -ico no significa
forzosamente que se haya formado con este sufijo; por eso se equivoca Almela (1999,
115) al incluir en su lista científico (un compuesto donde -jico representa el verbo fa ­
ció, lo mismo que en magní-fico, paci-fico, etc.); lo mismo en DESE s. v. -ico.
pata y sicopático, autócrata/autocrático, e tc .; c f . § 1 1 .2 p ara lo s
atómico, higiéni­
d o s ú lt im o s t ip o s ). O tr o s m u c h o s c a s o s a is la d o s :
co, oceánico, misantrópico, automático, eufónico, paradójico, e tc .;
— a r a íc e s la tin a s c u lta s: genérico, numérico, desértico, púbico, es­
cultórico, pictórico, carbónico, lúdico, vírico, volcánico, e tc .;
— a r a íc e s d e c u a lq u ie r o tr a le n g u a : algebraico, cúfico, totémico, ra-
bínico, rúnico, cárstico, e tc .;
— a n o m b r e s p r o p io s o é t n i c o s ( s ig u ie n d o e l e j e m p lo d e l p r o p io g r ie ­
g o : platónico, jónico, ático, e tc .): mahomético ( s i g l o x v ) , satáni­
co, maquiavélico, napoleónico, sádico, pantagruélico, dravídico,
mongólico, gaélico, balcánico, e tc .

E n to d o c a s o , s e trata d e u n s u f ij o n e ta m e n te c u lt o e n e s p a ñ o l, q u e
rara v e z s e a ñ a d e a v o c e s c o m u n e s , y q u e , a u n e n e s e c a s o , s u e l e te n e r
u n u s o r e s tr in g id o al r e g is tr o e le v a d o , c u a n d o n o a b ie r ta m e n te e s p e ­
c ia liz a d o ( c f. p o r e j e m p lo carne > cárnico)96.
P o r lo q u e r e s p e c ta a a lg u n o s s u b t ip o s d e e s t e s u f ij o , c o n v i e n e d e ­
c ir lo s ig u ie n t e so b re :

-iaco/íaco. C o m o h e m o s v is t o a n te s , e s t a v a r ia n te p r o c e d e d e l
p r o p io g r ie g o , y a p a rte d e u n o s c u a n t o s h e le n is m o s h e r e d a d o s
(c o m o heliaco, cardiaco, demoniaco, dionisiaco, isiaco, e t c .) , s e ha
a p lic a d o e n a lg u n o s o tr o s c a s o s , f u n d a m e n ta lm e n te a n o m b r e s d e
p e r s o n a y d e p a ís e s t e r m in a d o s e n -ía(s) o -ia (jeremiaco, siriaco,
egipciaco, policiaco, bosniaco, austríaco, e t c . 97). R e s p e c t o a la
a c e n tu a c ió n , e l e s p a ñ o l tie n e u n a fu e r te te n d e n c ia a h a c e r d ip to n ­
g o e n e s t o s c a s o s , p o r lo q u e e s m á s c o m ú n p r o n u n c ia r amoniaco

96 Cf. Alemany, 1920, 74-75; Rainer, 1993, 520-26 (con clasificación sem ántica y
adem ás am plio tratam iento de las cuestiones form ales de derivación); GDLE, repartido
entre 70.3.1 (adjetivos de relación derivados de nombre común, deonom ásticos de
persona y de lugar), 70.3.2 (adj. de semejanza: cadavérico), 70.3.3 (adj. de posesión:
abúlico) y 70.3.5 (adj. de efecto: simpático); DESE s. v. (tam bién para su uso especia­
lizado en la química).
97 En estos dos últimos casos no sé hasta qué punto se cruza el sufijo en cuestión
con el -acó tan frecuente en países eslavos: polaco, eslovaco, cosaco, valaco, etc.
que amoníaco, a u n q u e e l d ic c io n a r io d e la A c a d e m ia s u e l e r e c o ­
g e r la s d o s f o r m a s p ara e s t a s p a la b r a s 98.
-ístico. E s ta te r m in a c ió n , y a p r e s e n te e n g r ie g o (-K m K Ó q ) e n a d je ­
t iv o s a s o c ia d o s a v e r b o s e n -ü¡a>, a s u s ta n tiv o s e n - i c t t t k y a a b s ­
tr a c to s e n -iO |ióc; ( c f. helenístico, heurístico, e t c .) , h a c o n o c id o
t a m b ié n u n g r a n é x it o e n e s p a ñ o l, h a s ta e l p u n to d e q u e R a in e r
c o n s id e r a q u e , d e s d e u n p u n to d e v is t a s in c r ó n ic o , s e c o m p o r ta e n
m u c h o s c a s o s c o m o u n a u té n t ic o s u fijo .
-ístico n o
E n e f e c t o , e n c o n tr a m o s c a s o s e n q u e e l a d je t iv o e n
-ista d e la q u e h u b ie r a p o d id o
s e c o r r e s p o n d e c o n n in g u n a b a s e e n
d e r iv a r s e (característico, silogístico, memorístico, escrituristico,
e t c . " ) ; y p o r o tr o la d o , a u n e n e l c a s o d e q u e h a y a u n s u s ta n tiv o
en -ista, h a y c a s o s e n q u e e s tá c la r o q u e e l a d j e tiv o s e r e fie r e n o a
a q u é l s in o a su b a s e ( c o m o e n « b e l le z a paisajística», r e fe r id a al
p a is a j e y n o a lo s p a is a jis ta s ; e n « s e c to r automovilístico», e tc .; e n
o tr o s c a s o s e s im p o s ib le d e te r m in a r si s e r e fie r e al s u s ta n tiv o o a
la b a s e : « e s t i lo periodístico», p r o p io d e lo s p e r ió d ic o s /d e lo s p e ­
r io d is ta s ) 10°.

P o r o tr a p a r te , h a y q u e d e c ir q u e , a u n q u e s e trata d e u n s u f ij o a d ­
j e t iv a l, la fo r m a f e m e n in a e n -i c a h a d a d o lu g a r , y a d e s d e la A n t i­
g ü e d a d , a s u s ta n tiv o s , e s p e c ia lm e n t e d e s ig n a n d o a r tes y c ie n c ia s . A s í,
m u y p r o n to ( e n P ín d a r o , s i g l o s v i - v a. C .) a p a r e c e e n g r ie g o j í o u c t u c t i
u tiliz a d o c o m o s u s ta n tiv o ( « m ú s ic a » ) , y le s e g u ir á n p r o n to m u c h o s
o tr o s , q u e o r ig in a lm e n te e r a n a d je tiv o s a c o m p a ñ a d o s d e l s u s ta n tiv o
T¿Xvr| « a r te , c ie n c ia » (p rixop iicfj, 7roir|TiKT), ypan/iccnKTi, e t c .) . D e a h í
la e x is t e n c ia e n e s p a ñ o l d e m u c h o s n o m b r e s d e a r te s, c ie n c ia s y d i s ­

98 Cf. Rainer, 1993, 514; GDLE, § 70.3.1.1-2-3; DESE s. v. (es erróneo lo que se di­
ce acerca de la doble acentuación).
99 Aunque en griego ya existen x a PaKTnplaTlKó<; o ouXXoyicmKCx;, que son de­
rivados norm ales de los verbos en -í£a> correspondientes (xaponcrr|pí£a>, üL'XXoyí^a)),
como memorístico lo es de memorizar.
100 Cf. Rainer, 1993, 573-74: GDLE, § 70.3.1.1; DESE s. v. -ístico (da com o prim e­
ra forma con base no griega estadístico, en 1765).
c ip lin a s d iv e r s a s c o n e s ta te r m in a c ió n , y a e s t é n b a s a d a s e n p a la b r a s
fisica, dinámica, genética, ci­
g r ie g a s o e n v o c e s d e o tr o s o r íg e n e s :
bernética, acústica, terapéutica, óptica, estética, patrística, balística
( 1 7 0 9 ) , casuística, estadística, lingüística, robótica, e tc .
P o r o tr a p a r te , a l c o n v e r tir s e e n s u s ta n tiv o s , a lg u n o s d e e ll o s h a n
e x p e r im e n ta d o — e n o c a s i o n e s y a e n la t ín — u n a n u e v a s u f ij a c ió n p a ­
ra c re a r e l a d je tiv o c o r r e s p o n d ie n te a la c ie n c i a o arte e n c u e s tió n :
gramatic-al, music-al, e t c ., p e r o e n e s p a ñ o l, e n g e n e r a l, n o s e h a d a d o
e s t e f e n ó m e n o , c o in c id ie n d o la fo r m a d e s u s t a n tiv o y d e a d j e tiv o (ló-
gico/Lógica, óptico/Óptica, e t c .) . E n c a m b io e l i n g lé s h a r e c u r r id o
s is t e m á t ic a m e n t e a e s ta n u e v a s u f ij a c ió n a d je tiv a l: logical, technical,
physical, historical, e tc .
P o r lo d e m á s , e s t a p r o life r a c ió n d e s u s ta n tiv o s e s d r ú ju lo s e n ica.
-tica, -ística, j u n to c o n la a f ic ió n a lg o p e d a n te s c a a la s p a la b r a s lar­
g a s , d e b e d e s e r la r e s p o n s a b le d e la a p a r ic ió n e n e s p a ñ o l, e n t ie m p o s
m u y r e c ie n t e s , d e a lg u n o s m o d is m o s b a s ta n te r id íc u lo s , a u n q u e c a d a
v e z m á s c o m u n e s ( e n p a r te p o r in flu jo a n g lic is t a ) , c o m o s o n e l u s o d e
problemática e n v e z d e problema(s), analítica e n v e z de análisis, te­
mática p o r tema, e tc . (ta m b ié n e l m u n d o a c a d é m ic o h a a p o r ta d o su
g r a n o d e a r e n a a e s t e f e s t iv a l e s d r u ju lis ta , h a b la n d o d e « la n o v e lís t ic a
i n g le s a » , « la c u e n t ís t ic a la tin o a m e r ic a n a » y d e c o s a s p o r e l e s t i l o ) ,01.

§ 1 2 .2 .2 .2 . - e s c o, -i s e o. L a h isto r ia d e l s u fijo p a n e u r o p e o -esco/


-esque e s b a s ta n te c o m p lic a d a , y n o e s t á d e l t o d o c la r a la p a r te q u e le
c o r r e s p o n d e a l g r ie g o e n su d if u s ió n . R e m o n tá n d o n o s a l g r ie g o a n ti­
g u o , v e m o s q u e e n e s ta le n g u a e l s u f ij o -icnccx;, s in d u d a d e o r ig e n in ­
d o e u r o p e o ( d o n d e d e b ía d e s ig n if ic a r « d e l g é n e r o d e , q u e s e p a r e c e
a » ) , s e u t i l i z ó s o b r e t o d o p a r a fo r m a r s u s t a n t i v o s c o n v a l o r d i m i ­
n u t iv o , h i p o c o r í s t i c o y a v e c e s d e s p e c t i v o , e n c o n c u r r e n c ia c o n

101 No m uy distinto es el uso de climatología en vez de clima, sintomatología en


vez de síntomas, etc.; véanse los estim ulantes com entarios al respecto de F. Lázaro
Carreter, 1997, 607-8, entre otros lugares; cf. tam bién Janni, 1994, 153-56 (sobre tec­
nología). Sobre -ística con valor sustantivados Rainer, 1993, 572-73 (cita ejemplos
tan pintorescos com o «la operística argentina»); DESE, s. v. -ístico, -ística.
- i o v ; a p artir d e é p o c a h e le n ís t ic o - im p e r ia l s e u s ó b a s ta n te p o c o l02.
C o m o h e r e n c ia d ir e c ta d e l g r ie g o t e n e m o s e n e s p a ñ o l lo s s u s ta n tiv o s
asterisco (« e s t r e llit a » ) , obelisco, menisco, lemnisco, trocisco, centris-
co, basilisco, e n lo s q u e , l ó g ic a m e n t e , e l h a b la n te c o m ú n n o p e r c ib e
y a la e x is t e n c ia d e s u f ij o a lg u n o ( c o n la p o s ib le e x c e p c ió n d e asteris­
co, r e la c io n a b le c o n astro).
E s te s u f ij o g r ie g o , s e g ú n p a r e c e , c o n o c ió c ie r ta d if u s ió n e n e l la ­
tín p o p u la r , e s p e c ia lm e n t e e n e l l é x i c o r u r a l103, y d e a h í a rran ca lo
q u e M a lk ie l lla m a la p r im e r a f a s e d e su h isto r ia e n la s le n g u a s e u r o ­
p e a s , la « p a le o - r o m a n c e » , e n la q u e e l s u f ij o t ie n e u n v a lo r p u r a m e n te
r e la c io n a l, s in c o n n o t a c io n e s d e n in g ú n tip o , y q u e e s t á a m p lia m e n te
a te s tig u a d a e n le n g u a s c o m o e l r u m a n o , e l sa r d o , e l ita lia n o , e l p r o -
v e n z a l, e l fr a n c é s m e d ie v a l y lo s d is t in to s r o m a n c e s h is p á n ic o s d e la
E d a d M e d i a l04. P o r lo q u e r e s p e c ta a l c a s t e lla n o m e d ie v a l y m o d e r n o ,
q u e e s lo q u e n o s in te r e s a a q u í, e n c o n tr a m o s e s t e s u f ij o , a p a rte d e u n
parentesco ( 1 2 7 5 ; p o s ib le ita lia n is m o s e g ú n
s u s ta n tiv o a is la d o c o m o
morisco ( s i g l o s x - x i ) , berberisco, levan­
P h a r ie s ), e n a d je tiv o s c o m o
tisco, ponentisco, serranisco, arenisco (1490), e t c . 105.
L o p r im e r o q u e lla m a la a t e n c ió n d e e s ta s p a la b r a s e s la c o n s e r ­
v a c ió n d e la / i / la tin a , e x c l u s iv a d e l r o m a n c e h is p á n ic o , c u a n d o la f o ­
n é t ic a r o m a n c e n o s h a r ía e sp e r a r / e / ( - esco); u n a p o s ib le e x p lic a c ió n
e s la in f lu e n c ia d e lo s a d j e t iv o s d e o r ig e n á ra b e e n -í, e x c l u s iv o s ta m ­
b ié n d e la P e n ín s u la . O tra c o s a q u e lla m a la a t e n c ió n e s la a b u n d a n c ia

102 Cf. Chantraine, 1933, 406-413; Buck-Petersen, 1945, 637-8 y 675-6.


103 Por cierto que varios nombres latinos de plantas y árboles term inados en este
sufijo son de etim ología muy difícil, probablem ente «m editerránea» (lentiscus, mal-
vaviscus, tamariscus, turbiscus, todos ellos representados en español), lo que no deja
de plantear problemas; cf. Malkiel, 1972, 371, nota 17; DELL, s. v. correspondientes; y
Orioles, 1980-81.
104 Cf. M alkiel, 1972, 361-72.
105 Más ejem plos en DESE s. v. -isco. No podemos com entar aquí en detalle voces
como ventisca, pedrisco, por no hablar de la relación de -isco con sufijos aparente­
mente afines como -asco (chubasco, peñasco; cf. DESE s. v. -asco) o -usco (pedrusco)
o con sufijos verbales como -iscar, -uscar (ventiscar, etc.; a veces sin relación con el
sustantivo, como oliscar, lamiscar, mordiscar, etc.); cf. M alkiel, 1972, 370-71.
d e g e n t i li c io s o s im ila r e s , u n d a to q u e h a h e c h o q u e s e p la n te e la
c u e s t ió n d e la p o s ib l e in f lu e n c ia d e l s u f ij o g e r m á n ic o -isk(o).
E n e f e c t o , e n e l a n t ig u o a lto a le m á n y e l a n t ig u o s a jó n v e m o s e l
-isk(o) e n a d je tiv o s , s u f ij o q u e h a d a d o c o m o
a b u n d a n te u s o d e l s u f ij o
r e s u lta d o m o d e r n o-isch e n a le m á n (Franzós-isch, prakt-isch, e t c .) e
-ish e n in g lé s (lavish, Engl-ish, e t c .) . E s te s u f ij o g e r m á n ic o -isk(o),
q u e ló g ic a m e n t e s e r á d e h e r e n c ia in d o e u r o p e a y p o r ta n to e sta r á e m ­
p a r e n ta d o c o n e l -icncoc; g r i e g o 106, te n ía u n u s o e s p e c íf ic a m e n t e g e n ­
t i l i c i o e n l e n g u a s g e r m á n i c a s a n t i g u a s , l o q u e h a c e p l a n t e a r s e la
c u e s t ió n d e s u p o s ib le in f lu e n c ia e n la s le n g u a s r o m a n c e s , d o n d e s e
h a b ría c r u z a d o c o n e l -iscus d e o r ig e n g r ie g o q u e h e m o s v is t o . A s í , y a
S a n I s id o r o e n s u s Etimologías ( X V I I I , 6 , 9 ) d e c ía d e l a d j e t iv o Fran-
ciscus, l u e g o c o n v e r t id o e n n o m b r e d e p ila :

Secures [...] quas Hispani ab usu Francorum per derivationem


Franciscas vocant.
[Unas hachas [...] que los hispanos, por el hecho de usarlas los
francos, llaman por derivación franciscas] 107.

N o s e r ía d e s c a r r ia d o , p o r ta n to , p e n s a r q u e e n c a s o s d e l tip o d e
mor-isco ( < lat. Maurus « h a b ita n te d e la M a u r ita n ia » ), q u e a p a r e c e y a
e n e l Cid e in c lu s o a n te s ( e n d o c u m e n t o s d e lo s a ñ o s 9 6 6 y 1 0 9 5 c o ­
m o M aurisco y Mauriskelo), e s t a m o s a n te u n i n f l u j o g e r m á n ic o
m u y te m p r a n o d e d ic h o s u f ij o g e n t i li c io , o e n t o d o c a s o a n te u n c r u c e
o a m a lg a m a c o n e l -iscus g r e c o -la tin o ; y a s í lo h a n d e f e n d id o s a b io s
c o m o M e y e r - L ü b k e , R o h lf s o M a r o u z e a u .
S in e m b a r g o , r e s u lta q u e e n e l la tín ta r d ío s e c o n o c e n y a a lg u n o s
e j e m p lo s d e -iscus c o n v a lo r g e n t i li c io (Syríscus « s ir io » , Threciscus

106 Así se afirm a en OED, s. v. -ish.


107 Cf. tam bién Ch. du Cange, Glossarium mediae et infimae Latinitatis, París,
1843, s. v. Francisci: «Hanc vero enuntiationem mutuati videntur populi orrmes a
Longobardis aut Sclavis, qui gentilitia et appellativa nom ina efferebant plerum que in
isc. [...] A Sclavis Anglo-Saxones hauserunt eum morem, apud quos Romanisc est
Romanus».
« t r a c i o » ) 108; y , p o r o tr a p a r te , e n c o n t r a m o s e l s u f ij o e n c u e s t ió n e n
le n g u a s q u e , p o r r a z o n e s h is tó r ic a s y g e o g r á f ic a s , n o e x p e r im e n ta r o n
u n a in f lu e n c ia g e r m á n ic a p e r c e p tib le e n su v o c a b u la r io ( c o m o e l sa r ­
d o ). P o r e s o , c o m o s e ñ a la b a M a lk ie l e n 1 9 7 2 , « h o y , la in f lu e n c ia
g e r m á n ic a s e d e ja d e la d o o e n to d o c a s o s e v a lo r a e n té r m in o s b a s ­
ta n te m á s m o d e s t o s » 109.
S ig u ie n d o c o n la h is to r ia d e l s u f ij o , e n tr a r ía m o s e n la s e g u n d a f a ­
s e , e n la q u e , c o m o c o n s e c u e n c ia d e l R e n a c im ie n t o , la in f lu e n c ia it a ­
lia n a h a c e q u e e l s u f ij o -esco, q u e h a te n id o u n n o ta b le d e s a r r o llo e n
e s a le n g u a , c o n o z c a u n g r a n é x it o e n m u c h a s le n g u a s d e E u r o p a , n o
s ó l o r o m á n ic a s s in o ta m b ié n g e r m á n ic a s ( c f . -esque e n fr a n c é s e in ­
g lé s , -esk e n a le m á n , e t c .) . D e e s a é p o c a ( s i g l o s x v - x v u ) d a ta n ita lia -
n is m o s c a s t e lla n o s c o m o mercantesco ( 1 4 9 0 ) , soldadesco ( 1 5 1 7 ) ,
grotesco ( 1 5 5 0 ) , arabesco ( 1 5 6 7 ) , burlesco (e n L o p e d e V e g a ) , ca­
balleresco ( 1 6 0 5 ) , e t c . 110, q u e m a r c a n e l c o m ie n z o d e la h is to r ia
m o d e r n a d e l s u f ij o , m ie n tr a s -isco d e ja d e s e r p r o d u c tiv o .
E n e l e s p a ñ o l a c tu a l, s ig u ie n d o a R a in e r , p o d e m o s d is tin g u ir d o s
u s o s fu n d a m e n ta le s d e -esco ( a m b o s d e o r ig e n ita lia n o ), a sa b e r , u n o ,
la f o r m a c ió n d e m e r o s a d j e t iv o s d e r e la c ió n , e n p r in c ip io s in c o n n o ­
t a c io n e s d e n in g u n a c l a s e , d e r iv a d o s d e n o m b r e s p r o p i o s , e s p e c i a l ­
m e n te d e e s c r ito r e s , p e r s o n a j e s lite r a r io s o a r tista s ( « e s t u d io s celesti­
nescos», « la o b r a valleinclanesca», e tc .; ta m b ié n h a b r ía q u e in c lu ir
a q u í dieciochesco, juglaresco, trovadoresco, e tc .); y d o s , la fo r m a ­
c ió n d e a d je tiv o s d e s e m e j a n z a e n l o s q u e e s p e r c e p tib le , si n o u n
m a tiz a b ie r ta m e n te p e y o r a t iv o , sí p o r lo m e n o s la id e a d e a lg o q u e e s
e x tr a v a g a n te , c ó m ic o , p in t o r e s c o o c a p r ic h o s o , r a z ó n p o r la q u e q u iz á
p o d r ía in c lu ir s e e l s u f ij o e n tr e l o s e n d o c é n t r ic o s o a p r e c ia tiv o s ( c f. §
1 2 .2 .4 ) . E n tr e e s t o s a d j e t iv o s d e s e m e j a n z a p o d e m o s d istin g u ir :

108 G. Rohlfs, Grammatica storica della lingua italiana e dei suoi dialetti. III.
Sintassi e form azione delle parole, Turín, 1969, p. 437-439, creía que había que contar
aquí con un influjo «ilirio».
109 Malkiel, 1972,359.
110 Lista más completa en DESE s. v. -esco.
— d e r iv a d o s d e n o m b r e s p r o p io s , y a s e a n d e a r tis ta s r e a le s o d e p e r ­
(churrigueresco, dantesco, goyesco, perogru­
s o n a je s d e f i c c ió n
llesco, sanchopancesco, e tc .);
— d e r iv a d o s d e n o m b r e s d e o f i c i o s o tip o s s o c i a le s , y a s e a n o f i c i o s e n
s í m is m o s « n e u t r o s » (cancilleresco, frailesco, oficinesco, e tc .; to ­
ta lm e n te le x ic a liz a d o y s in a p e n a s c o n n o t a c io n e s n e g a t iv a s e n
pintoresco), y a a c t iv id a d e s m a r c a d a s d e p o r s í n e g a t iv a m e n t e (ce­
lestinesco, rufianesco, bufonesco, e tc .);
— d e r iv a d o s d e n o m b r e s d e a n im a le s (gatesco, simiesco, e tc .);
— d e r iv a d o s d e b a s e s n o a n im a d a s , e s p e c ia lm e n t e e n e l á m b ito d e l
arte y la lite ra tu ra , y a s e a n b a s e s e n p r in c ip io s in c o n n o t a c io n e s
e s p e c ia l e s (novelesco, libresco, noventayochesco, m á s d u d o s o e n
folletinesco, sainetesco, e t c .) , y a s e trate d e p a la b r a s q u e e v o c a n
d e p o r s í a l g o p i n t o r e s c o , l l a m a t i v o o e x t r a v a g a n t e (burlesco,
grotesco, carnavalesco, e t c ., q u e , c o m o h e m o s v i s t o , e n tr a r o n m u y
p r o n to e n e l c a s t e lla n o , y a a c u ñ a d o s e n i t a li a n o ) 11'.

A s í q u e e s t e s u f ij o e s in te r e sa n te p o r v a r ia s r a z o n e s . H is tó r ic a ­
m e n t e , p o r lo q u e h e m o s v i s t o d e su p o s ib le a m a lg a m a c o n s u e q u i­
v a le n te g e r m á n ic o (ta m b ié n in d o e u r o p e o ), y p o r p o d e r e s tu d ia r s u s
a v a ta r e s a l o la r g o d e v a r io s m i le n i o s y d e m u c h a s le n g u a s .
D e s d e o tr o p u n to d e v is t a , e l d e s u c la s if ic a c ió n , p o r q u e p u e d e
p la n te a r s e la d u d a d e s i e s t a m o s a n te u n s u f ij o a p r e c ia t iv o ( e n c u y o
c a s o s e r ía d e l o s p o c o s s u f ij o s d e e s t e tip o q u e c a m b ia n la c la s e d e la
b a s e , d e s u s ta n tiv o a a d je tiv o : burla > burlesco). E n r e a lid a d , e l p r o ­
b le m a q u e s e p la n te a a q u í e s e l d e d is tin g u ir e n tr e apreciación mor-
fémica (co m o en comid-ucha o com istrajo, d o n d e la in fo r m a c ió n n e ­
g a tiv a la a p o r ta c la r a m e n te e l s u f ij o ) y apreciación lexémica ( c o m o
en el ca so de pega-j-oso, e n q u e la s c o n n o t a c io n e s d e s i g n o n e g a t iv o
v i e n e n d e la b a s e , n o d e l s u fijo ; c f. esplendor-oso).

111 Más ejem plos en Rainer, 1993, 494-96, en el que nos basam os para la clasifi­
cación propuesta; cf. también Alemany, 1920, 63 y 89; GDLE, § 70.3.1.3 (gentilicios
como tobosesco) y 70.3.2 (adjetivos de semejanza).
En el ca so de -esco, p a r e c e q u e n o a c a b a d e en tra r e n n in g u n a d e
la s c a te g o r ía s d e lo s s u f ij o s a p r e c ia tiv o s ( c f . infra, 1 2 .2 .4 ); h a y m u ­
c h o s c a s o s e n lo s q u e e l s e n t id o n e g a t iv o p a r e c e q u e p r o c e d e m á s
b ie n d e la b a s e (rufianesco, chulesco) y p o d r ía n h a c e m o s p e n s a r q u e
-esco e s u n m e r o s u fij o fo r m a d o r d e a d j e t iv o s d e s e m e ja n z a . P er o
ju n to a e ll o t e n e m o s c a s o s c o m o libresco, e n lo s q u e p u e d e p la n te a r se
la d u d a d e s i s u c a r á c te r d e s p e c t iv o p r o c e d e d e u n a d e p r e c ia c ió n c o -
y u n tu r a l d e u n a b a s e e n p r in c ip io n e u tr a ( e l libro c o m o a lg o d e s p r e ­
c ia b le ) o s i e s e l p r o p io s u f ij o -esco e l q u e a p o r ta e s a in f o r m a c ió n n e ­
g a tiv a .

§ 1 2 .2 .2 .3 . -eo. O tra te r m in a c ió n a d je tiv a l t íp ic a d e p a la b r a s d e


o r ig e n g r ie g o , p e r o q u e n o h a te n id o a p e n a s r e n d im ie n to e n e s p a ñ o l,
es -eo ( c o n a c e n t u a c ió n lla n a ), q u e p u e d e c o r r e s p o n d e r ta n to a l g r ie g o
-c a o g c o m o a -eio<; " 2. A s í , e s tá n e n e l p r im e r g r u p o arameo, hime­
neo, troqueo, amebeo, e t c ., y e n el seg u n d o museo, asclepiadeo, gine-
ceo, espondeo, liceo, mausoleo, e tc .; m u c h a s d e e s t a s p a la b r a s, c o m o
s e v e , s e u s a n e n e s p a ñ o l s ó lo c o m o s u s ta n tiv o s , p e r o e n g r ie g o su
o r ig e n e s s ie m p r e c la r a m e n te a d je tiv a l. E l ú n ic o u s o q u e h a te n id o
m o d e r n a m e n te e s t a te r m in a c ió n e n e s p a ñ o l h a s id o e l d e fo r m a r a d je ­
t iv o s d e r iv a d o s d e n o m b r e s p r o p io s g r ie g o s (sofocleo, tucidideo,
plutarqueo, e t c .) .
E n c a m b io lo s a d je tiv o s e s p a ñ o le s d e o r ig e n la tin o e n-eo s o n
sie m p r e e sd r ú ju lo s: férreo, cerúleo, pétreo, hercúleo, apolíneo, ígneo,
etc.; rara v e z a p a r e c e c o n b a s e s g r ie g a s , c o m o laríngeo (gr. X ap uyY i-
kóc,), faríngeo, estentóreo o , p o r h ip e r c a r a c te r iz a c ió n , heterogéneo (c f.
§ 1 1 .2 ). E n a lg u n o s c a s o s la te r m in a c ió n y la a c e n tu a c ió n e s p a ñ o la s d e
h e le n is m o s s o n a n a ló g ic a s , p o r in flu jo d e lo s e je m p lo s m e n c io n a d o s o
p o r e s d r u j u lis m o , a s í e n etéreo <aetherius < a iG é p io g , Elíseo <E ly-
sium < ’H X ú a io v ( c f. espúreo e n v e z d e l c o r r e c to espurio) 113.

112 Cf. Chantraine, 1933,46 ss., 49 ss.; Buck-Petersen, 1945,44-45, 48-54, 64-72,
113 Cf. A lem any, 1920, 58; R ainer, 1993, 475; GDLE, § 70.3.1.2-3; DESE s. v
eo y -eo.
E s to s s o n lo s s u f ij o s a d je tiv a d o r e s q u e , e n n u e s tr a o p in ió n , m e r e ­
c e n c o m e n ta r io . N o c r e e m o s q u e v a lg a la p e n a in c lu ir o tr o s , c o m o ia
te r m in a c ió n -io d e g e n t i li c io s c o m o lesbio, corintio, samio, e t c ., p o r
n o s e r p r o d u c t iv a e n e s p a ñ o l U4; o c o m o -íneo y su v a r ia n t e v u lg a r
-eño, e n c u y o a n t e c e s o r la tin o -ineus in flu y e r o n a lg u n a s v o c e s g r ie g a s
e n -ivo<; ( c f . la t. cerineus « d e l c o lo r d e la c e r a » < cerinus o c p p iv o q
<K t|pó<; « c e r a » ) “ 5; s o b r e -izante, c f . e l a p a r ta d o s ig u ie n t e .

§ 1 2 .2 .3 . Sufijos exocéntricos-verbalizadores
L o s ú n ic o s s u f ij o s v e r b a le s d e o r ig e n g r ie g o q u e tie n e e l e s p a ñ o l
son -izar y su v a r ia n te v u lg a r -ear.
P o r lo q u e r e s p e c ta a -izar, su o r ig e n e s e l -í£(ú ( in f in it iv o en
- í í e i v ) d e l g r ie g o a n tig u o . E n e s t a le n g u a , l o s v e r b o s e n -£(0 (s o b r e
to d o e n -ííc o , -ái¡cú) e ra n e n su o r ig e n v e r b o s e n gu tu ra l (/yf) o en
d e n ta l ( / 8 /) c u y o p r e s e n te s e fo r m a b a c o n yod, d a n d o la c o m b in a c ió n
c o m o r e s u lta d o KJ (p o r e j e m p lo , CKpáCco « d e g o lla r » , d e la ra íz a c p a y -).
P e r o m u y p r o n to la t e r m in a c ió n -íCco s e in d e p e n d iz ó c o m o s u f ij o p ara
la fo r m a c ió n d e v e r b o s a p artir d e to d o tip o d e s u s ta n tiv o s o a d je t iv o s ,
e in c lu s o d e v e r b o s , c o n o c ie n d o u n g r a n r e n d im ie n to e n la le n g u a a
partir d e é p o c a c lá s ic a y s o b r e to d o h e l e n í s t i c a 116.
E s to s v e r b o s , n o r m a lm e n te d e n o m ín a le s o d e a d j e t iv a le s , p o d ía n
s e r ta n to in tr a n s itiv o s c o m o tr a n s itiv o s ; e n e l p r im e r c a s o t e n e m o s lo s
m u c h o s fo r m a d o s s o b r e g e n t i li c io s o n o m b r e s p r o p io s , q u e in d ic a b a n
u n a fo r m a d e c o m p o r ta r s e o d e h a b la r, la p e r t e n e n c ia a u n g r u p o p o ­
lít ic o , a u n a s e c ta f i lo s ó f ic a , e tc . ( a s í p a p p a p í^ co « h a b la r o c o m p o r ta r ­
s e c o m o u n b á r b a r o /e s ta r d e s u la d o e n la g u e r r a » , O ilin n íC c o « s e r
p a r tid a r io d e F ilip o d e M a c e d o n ia » , e tc .). E n e l s e g u n d o c a s o e sta r ía n
m u c h o s o tr o s , c o m o p o r e j e m p lo G ricau p í^ tó « a te s o r a n ) (fo r m a d o s o ­

114 Cf. Rainer, 1993, 550; GDLE, § 70.3.1.3; DESE s. v. -io.


115 Cf. DESE s. v. -íneo y -eño.
116 No se ocupan de este sufijo, lógicamente, ni Chantraine (1933) ni Buck-
Petersen (1945); puede verse la larguísima lista de verbos en Kretschm er-Locker
(1963), por los finales -i£ff> e -í£onai.
b re G riaaupóc; « t e s o r o » ) o e^optcí^co « o b lig a r a a lg u ie n a p r e sta r j u ­
r a m e n to » .
E n e l la tín c r is tia n o h a b ía y a b a s ta n te s h e le n is m o s d e e s t e tip o ,
-izare,
q u e p a s a b a n a la p r im e r a c o n j u g a c ió n la tin a c o m o v e r b o s e n
baptizare, evangelizare, catechizare, scandalizare, anathematizare,
a sí
christianizare, iudaizare, a lo s q u e p r o n to s e a ñ a d ie r o n o tr o s c o m o
daemonizare, canonizare, syllogizare, e t c ., c o n v ir t ié n d o s e d e h e c h o
e n e l p r o c e d im ie n t o n o r m a l p a r a la tin iz a r v e r b o s g r ie g o s o p a r a fo r ­
m a r o tr o s n u e v o s s o b r e b a s e s la tin a s, s ig u ie n d o e l e j e m p lo d e l g r ie g o
( l o s e j e m p lo s m á s te m p r a n o s d e e s t o d e b e n d e s e r c a s o s c o m o paga­
nizare, auctorizare, praeconizare, pulverizare e inthronizare, e s te ú l­
tim o m e r a a d a p ta c ió n d e gr. évG p oví^ to) " 7.
P o r lo q u e r e s p e c ta a la s le n g u a s m o d e r n a s , n o t e n g o m u c h o s d a ­
to s s o b r e la h is to r ia d e l s u fijo ; e l p r o c e s o d e e x p a n s ió n p u d o e m p e z a r
s im u ltá n e a m e n te e n v a r ia s le n g u a s r o m á n ic a s , p o r e j e m p lo e n fr a n c é s
(e n la fo r m a -iser), d o n d e e n e l s i g l o x v i y a e s t á n a t e s t ig u a d o s civili-
ser, mécaniser y humaniser, q u e a n u n c ia n c la r a m e n te la p r e fe r e n c ia
p o r d e te r m in a d a s b a s e s a d je t iv a le s .
E n e s p a ñ o l t a m b ié n c o n ta m o s c o n e j e m p lo s b a s ta n te te m p r a n o s,
ta n to c o n b a s e s g r ie g a s — martirizar ( s i g l o x m ) , narcotizar ( 1 5 5 2 ) ,
metaforizar ( s i g l o x v u ) , e t c . — c o m o c o n b a s e s la tin a s: fertilizar
( 1 4 5 4 ) , españolizar ( 1 6 1 2 ) , solemnizar ( 1 6 1 6 ) , fam iliarizar (s . x v n ) ,
moralizar ( s . x v n ) 118; y y a C o r r e a s ( e n e l s i g l o x v n ) d ic e q u e « e n izo
s a le n q u a n to s [ v e r b o s ] q u is ié r e m o s f o r m a r » 119, l o q u e n o q u ita q u e
m u c h a s d e la s n u e v a s f o r m a c io n e s lle g a r a n a tr a v é s d e l fr a n c é s , p o r
lo q u e h e p o d id o c o m p r o b a r . E n c u a lq u ie r c a s o , la v e r d a d e r a e x p l o ­
s i ó n d e e s t e s u f ij o e n la s d is t in t a s l e n g u a s e u r o p e a s n o s e p r o d u jo
h a sta e l s i g l o x x , s ie n d o , p o r lo d e m á s , u n s u f ij o c u lto , q u e r e c h a z a
b a s e s « e x c e s i v a m e n t e t r iv ia le s o c o t id ia n a s » 120.

117 Cf. Gradenwitz (1 9 6 6 ), y J. F. Niemneyer, Mediae Latinitatis Lexicón minus,


Leiden, 1976.
118 Más ejem plos en DESE s. v. -izar.
119 Cit. por Alvar-Pottier, 1983, § 311.
120 GDLE, § 7 2 .1 .1 .3 .
S ig u ie n d o a R a in e r , p o d e m o s d is tin g u ir e n e l e s p a ñ o l c o n t e m p o ­
r á n e o lo s s ig u ie n t e s tip o s ( e l d ic c io n a r io in v e r s o d e B o s q u e - P é r e z ,
1 9 8 7 , r e c o g e u n o s 4 7 0 e j e m p lo s ):

§ 1 2 .2 .3 .1 . Verbos deadjetivales (tipo «legalizar»).- V e r b o s tran ­


s i t i v o s c o n b a s e a d je tiv a y s e n t id o f a c tit iv o , e s d e c ir , q u e s ig n if ic a n
« h a c e r q u e e l o b j e t o d ir e c t o s e a o s e c o n v ie r t a e n x » , p o r e j e m p lo
idiotizar « h a c e r d e a lg u ie n u n id io ta » . S o n m u y n u m e r o s o s y s e o b ­
se r v a u n a m a r c a d a p r e fe r e n c ia p o r lo s a d je tiv o s , c a s i s ie m p r e d e l re ­
g is t r o c u lto , te r m in a d o s e n -al (legalizar), -il (esterilizar), -ble (cul-
pabilizar), -ano (humanizar), -(t)ico (problematizar, automatizar),
e n tr e o tr o s m e n o s u s u a le s .
D e s d e e l p u n to d e v is ta s e m á n t ic o , d e s t a c a e l g r u p o d e lo s d e r iv a ­
d o s d e g e n t i li c io s , a v e c e s c o n r e s o n a n c ia s p o lít ic a s m á s b ie n o m in o ­
sas (americanizar, germanizar, castellanizar, euskaldunizar, e t c .); la s
(suavizar, tran­
d e m á s f o r m a c i o n e s s e b a s a n e n a d j e t iv o s c o m u n e s
quilizar, radicalizar, e t c .) , y a v e c e s p a r e c e n n o te n e r m á s r a z ó n d e
s e r q u e la m a n ía a lg o p e q u e ñ o -b u r g u e s a d e a la rg a r la s p a la b r a s (p o r
e j e m p lo e n f i a s e s c o m o « T a l a s u n to patrimonializó la r e u n ió n d e l
C o n s e j o d e m i n i s t r o s » ) 121.

§ 1 2 .2 .3 .2 . Verbos deadjetivales (tipo «profundizar»).- V e r b o s


(fraternizar, profun­
d e a d j e t iv a le s s in v a lo r fa c tit iv o , m á s b ie n r a ro s
dizar, a m b o s in tr a n s itiv o s ) , o c u y o s e n t id o f a c tit iv o e s tá m á s o m e n o s
d ifu m in a d o p o r u n p r o c e s o a v a n z a d o d e le x i c a li z a c i ó n (contabilizar,
exteriorizar, finalizar, localizar, naturalizar, utilizar, e t c .) .

§ 1 2 .2 .3 .3 . Verbos denomínales.- V e r b o s d e n o m ín a le s , m e n o s
fr e c u e n te s q u e l o s d e a d j e t iv a le s , y e n l o s q u e s e p u e d e n d is tin g u ir a l­
g u n o s s u b tip o s s ig n if ic a t iv o s :

estigmati­
a ) lo s q u e s ig n if ic a n « p r o v e e r d e x , p o n e r x » , c o m o
zar, evangelizar, motorizar, obstaculizar, señalizar, oscari-
zar, e tc .;
b ) v e r b o s r e s u lta t iv o s q u e s ig n if ic a n « c o n v e r tir a lg o /a lg u ie n e n
x ( o p a r e c id o )» , c o m o s e v e e n carbonizar, colonizar, escla­
vizar, monopolizar, pulverizar, e tc .;
c ) v e r b o s c a u s a t iv o s q u e h a c e n r e fe r e n c ia a p r o c e s o s f í s i c o s o
s íq u ic o s , c o m o hipnotizar, horrorizar, martirizar, paralizar,
ruborizar, e tc .;
d ) v e r b o s d e s e n tid o d ir e c c io n a l, d e « m e te r a lg o /a lg u ie n e n x » ,
co m o en hospitalizar o computerizar;
e n e l a n g lic is m o
tiranizar «tratar a a lg u ie n
e ) v e r b o s d e tip o « a g e n t iv o » , c o m o
c o m o haría u n tir a n o » , protagonizar, h a s ta c ie r to p u n to ta m ­
b ié n simbolizar;
f ) v e r b o s tr a n s itiv o s q u e n o s e d e ja n in c lu ir e n n in g u n o d e lo s
s u b tip o s m e n c io n a d o s , c o m o autorizar, organizar, canoni­
zar (q u e p o d r ía q u iz á in c lu ir s e e n d ), o ta m b ié n c o n s id e r a r lo
d e a d je tiv a l, fo r m a d o a partir d e canónico), o lo s fo r m a d o s
c o n n o m b r e s p r o p io s c o m o galvanizar o pasteurizar;
g ) v e r b o s in tr a n s itiv o s , e n tr e l o s q u e d e s ta c a u n g r u p o r e la c io ­
n a d o c o n f o r m a s d e h a b la r, d e e s c r ib ir o s im ila r e s : dogmati­
zar, gongorizar, moralizar, vocalizar, e tc .; o tr o s v e r b o s e s ­
tán m á s b ie n a is la d o s d e n tr o d e e s t e s u b g r u p o (agonizar,
cristalizar, rivalizar).

P a s a n d o a o tra c o s a , r e c o r d a r e m o s a q u í q u e e l s u fijo v e r b a l -ear,


tan p r o d u c tiv o e n e s p a ñ o l, tie n e su o r ig e n r e m o to e n lo s v e r b o s g r e ­
c o - la t in o s e n -izare; y e s q u e , c o m o y a v i m o s ( c f. § 3 .4 y 1 1 .3 ), e n e l
la tín p o p u la r d e é p o c a im p e r ia l y ta rd ía , q u e n o p r o n u n c ia b a la KJ
com o lo h a c ía el la tín c u lto , d ic h a t e r m in a c ió n se c o n v e r tía en
-idiare, c o n p a la t a liz a c ió n ( c f. g r a fía s c o m o baptidiare), y d e ahí pro­
c e d e n fo r m a s y a o b s o le t a s c o m o batear (« b a u tiz a r » ; c f. c a ta lá n bate-
jar) y, e n g e n e r a l, la t e r m in a c ió n -ear, c u y a h is to r ia te m p r a n a , p o r lo
d e m á s , n o s é si s e ha d e s c r it o d e fo r m a p o r m e n o r iz a d a 122.

122 Cf. Alemany, 1920, 144-45 (-izar) y 147-48 (-ear); García de Diego, 1951,
279-80 (-ear); Rainer, 1993, 458-65 (-ear) y 592-96 (-izar, con material muy abun­
Y p a r a te r m in a r , m e n c io n a r e m o s e l c a s o d e lo s a d je t iv o s e n
-izante, q u e R a in e r c o n s id e r a c o m o u n a u t é n tic o s u f ij o a d je tiv a l e s p a ­
ñ o l, o e n to d o c a s o u n « S u f íix c lu s t e r » . E n e f e c t o , j u n t o a v o c e s c o m o
paralizante o suavizante, q u e s o n a to d a s lu c e s a d j e t iv o s d e r iv a d o s d e
v e r b o s e n -izar, c o n v a lo r d e m e r o s p a r t ic ip io s a c t iv o s , e n c o n tr a m o s
o tr o tip o d e f o r m a c io n e s r e c ie n t e s q u e a v e c e s n o e s tá n b a s a d a s e n un
verb o en -izar ( c o m o e n « la lín e a socialdemocratizante d e l G o b ie r ­
n o » ) , y q u e , a u n e n e l c a s o d e q u e e x is t a e l v e r b o c o r r e s p o n d ie n te e n
-izar, tie n e n u n s e n tid o d is tin to , n o e l f a c tit iv o s in o e l d e « c o n in c lin a ­
c ió n a x , q u e s e c o m p o r ta c o m o x ( s in s e r lo r e a lm e n te )» ; c f. p o r
e j e m p lo la d if e r e n c ia e n tr e liberalizar « h a c e r q u e a lg o s e a ( m á s ) l i ­
b r e » y « u n a p o lít ic a e c o n ó m ic a liberalizante», d o n d e e l m a tiz n e g a t i­
v o e s m á s o m e n o s p e r c e p t ib le , c o m o lo e s e n anarquizante, esteti-
zante, fiaseis tizante, barroquizante, e t c ., y q u e a c e r c a n o t a b le m e n t e
e s t e « s u f ij o » a lo s v a lo r e s q u e v e r e m o s a c o n tin u a c ió n e n -oide, aun­
q u e e n g e n e r a l n o s e a ta n p e y o r a t i v o 123.

§ 1 2 .2 .4 . Sufijos apreciativos o endocéntricos: - o i d e

C o m o y a h e m o s d ic h o a n te s ( 1 2 .2 ) , e s tr a d ic io n a l d is tin g u ir e n tr e
s u f ij o s a p r e c ia tiv o s — ta m b ié n lla m a d o s e v a lu a t iv o s , a f e c t i v o s , p a te -
m á t ic o s , e x p r e s iv o s , h o m o g é n e o s , e n d o c é n t r ic o s , e t c . — y no apre­
c ia t iv o s , e s p e c ia lm e n t e e n e s p a ñ o l, q u e e s u n a d e la s le n g u a s e u r o ­
p e a s c o n u n s is t e m a s u fija l m á s r ic o e n e s t e a s p e c t o , al q u e s e le h a n
d e d ic a d o in n u m e r a b le s e s tu d io s .
E n c u a n to a lo s s u f ij o s a p r e c ia t iv o s , q u e s o n lo s q u e in te r e sa n
a h o r a , si a d m it im o s su e x is t e n c ia c o m o g r u p o d e f in id o (p u e s h a y lin ­
g ü is ta s p a ra lo s q u e s o n u n o s a c c id e n t e s g r a m a tic a le s m á s , c o m o e l
g é n e r o y e l n ú m e r o ) , in c lu ir ía n lo s s u b tip o s d e h ip o c o r ís t ic o s (Roci-
ito, Carm-iña), d im in u t iv o s (chiqu-it-ín), a u m e n ta tiv o s (perr-azo) y
(periodic-ucho), a u n q u e a lg u n o s p u e d e n s e r
d e s p e c t iv o s v a r ia s c o s a s

d ante); GDLE, § 7 2 .1 .1.2 (-ear) y 72.1.1.3 (-izar); DESE s. v. -izar y -e(ar) (con datos
de interés p ara la h isto ria tem p ran a de este sufijo).
123 Cf. Rainer, 1993,591-92.
al m i s m o t i e m p o 124. L o s s u f i j o s a p r e c i a t iv o s s e d i s t i n g u e n b á s i c a ­
m e n te d e lo s q u e n o lo s o n e n q u e « é s t o s c o n v ie r t e n u n a p a la b r a e n
o tra d is tin ta , m u c h a s v e c e s c o n c a m b io ta m b ié n d e c la s e ; c o n lo s
a p r e c ia tiv o s la p a la b r a s ig u e s ie n d o la m is m a , y su e m p le o o b e d e c e a
la v o lu n ta d lib r e d e l q u e h a b la e n e s e m o m e n t o » , e n p a la b r a s d e M a ­
n u e l S e c o 125.
E l ú n ic o s u f ij o a p r e c ia t iv o d e o r ig e n g r ie g o e n e s p a ñ o l e s -oide.
E ste s u f ij o e s p a ñ o l tie n e su o r ig e n e n l o s n u m e r o s o s a d je tiv o s g r ie g o s
c o m p u e s t o s c o n la r a íz w e i 8 - (g r . e íS to « v e r » , e l8 o g « fo r m a , a s p e c t o
e x te r io r » ), c u y o s e n t id o era « q u e t ie n e e l a s p e c t o o la f o r m a » d e lo
q u e d e s ig n a e l p r im e r té r m in o d e l c o m p u e s to ; p o r e j e m p lo e n á v 0 p c o -
TioeiSTiQ, r e f e r id o a d i o s e s « q u e t ie n e n a s p e c t o h u m a n o » (antropo-
mórficos, d ir ía m o s h o y ) 126.
D e l o s m u c h o s a d j e t iv o s g r ie g o s fo r m a d o s d e e s t e m o d o , e n la tín
a p e n a s h a y a te s tig u a d o s u n o s tr e in ta , e s p e c ia lm e n t e e n e l á m b ito d e la
(rhomboides, discoides, hyaloides,
g e o m e t r ía y la c ie n c i a e n g e n e r a l
dendroides, sphaeroides, polygonoides, e t c .) , c o n s e r v a n d o la te r m i­
n a c ió n g r ie g a o r ig in a l; e s d e c ir , q u e e l tip o c o m o ta l n o fu e p r o d u c ti­
v o e n l a t í n 12?.
Y e s t a se r ía d u ra n te m u c h o t ie m p o la s it u a c ió n e n e l la tín m e d i e ­
v a l y m o d e r n o , y p o r e x t e n s ió n e n le n g u a s m o d e r n a s c o m o e l c a s t e ­
lla n o : a p e n a s u n o s c u a n t o s t e c n ic is m o s h e r e d a d o s y c o n s e r v a d o s s o ­
bre to d o e n e l l é x i c o d e la g e o m e t r ía y d e la m e d ic in a . E n e l c a s o d e
la m e d i c i n a , a d e m á s , s e d a la p a r t ic u la r id a d d e q u e e s t á n n o r m a l­
m e n te su s ta n tiv a d o s ( s o n n o m b r e s d e h u e s o s , g lá n d u la s, a p ó fis is , e tc .)
y c o n s e r v a n la te r m in a c ió n g r ie g a ta l c u a l: etmoides, hioides, cora-
coides, tiroides, escafoides, e tc . ( a l d e s ig n a r o b j e t o s s in g u la r e s e n e l
c u e r p o h u m a n o o d e o tr o s a n im a le s , rara v e z s e u s a n e n p lu ra l; p o r lo
d e m á s , su fo r m a c ió n e s o p a c a p a ra q u ie n n o s e p a g r ie g o ) .

124 Cf. Rainer, 1993, 198-202 («Evaluative W ortbildungskategorien») y GDLE, ca­


pítulo 71 («La derivación apreciativa», por F. A. Lázaro Mora).
125 Cit. en Almela, 1999, 83.
126 Cf. Buck-Petersen, 1945, 697-8 y lista (unos 600 ejemplos) en páginas 703-707.
127 Puede verse la lista com pleta en e l diccionario inverso de Gradenwitz (1966).
J u n to a e l l o s t e n e m o s a lg u n o s e j e m p lo s e n la g e o m e t r ía (romboi­
de, geoide, paraboloide, elipsoide, esferoide, e t c .) y t a m b ié n e n o tr a s
c ie n c ia s (asteroide e n a s tr o n o m ía , alcaloide, albuminoide e n q u ím ic a ,
celuloide, e tc .); c o m o s e v e , e n e s t o s c a s o s , s u s ta n tiv a d o s o n o , se
a d o p ta la te r m in a c ió n e n -e, m á s a c o r d e c o n la m o r f o lo g ía c a s te lla n a
( c f. § 1 1 .2 ). P e r o ta m b ié n h a y b a s ta n te s c a s o s d e h ip e r c a r a c te r iz a c ió n
p ara c o n v e r tir lo s e n te m a s e n -o/-a y a s í p o d e r d is tin g u ir fo r m a lm e n te
e l s u s t a n tiv o d e l a d je tiv o : mastoideo, romboideo, e tc .; e n u n o s c u a n ­
to s c a s o s s e h a r e s u fija d o c o n la te r m in a c ió n la tin a -al (esferoidal,
helicoidal, e t c .) .
P e r o p o c a im p o r ta n c ia h u b ie r a te n id o e s t e e le m e n t o e n e s p a ñ o l si
n o h u b ie r a s a lid o d e e s o s c a m p o s tan e s p e c ia liz a d o s , d o n d e a d e m á s
c a s i s ie m p r e s e a ñ a d e a r a íc e s g r ie g a s , c o n p o c a s e x c e p c io n e s ( c f. al­
caloide, ovoide). S u a u t é n tic o p u n to d e a rra n q u e p ara c o n v e r t ir s e e n
u n v e r d a d e r o s u f ij o e s p a ñ o l ( y e u r o p e o ) c o m o ta l f u e la z o o lo g í a y la
a n tr o p o lo g ía f ís ic a , u n á m b it o p o r ta n to y a m u c h o m á s c e r c a n o al
h om b re.
E n e f e c t o , e n la ta x o n o m ía z o o l ó g i c a s e lo u tiliz a a r b itr a r ia m e n te
p a ra d e s ig n a r la s s u p e r fa m ilia s y lo s s u b ó r d e n e s (e n la tín Feloidea,
Conoidea, Cervoidea, e t c .) , e n tr e e ll o s a q u e l al q u e , s e g ú n la te o r ía d e
la e v o lu c i ó n , p e r te n e c e e l h o m b r e , lo s s i m i o s antropoideos o antro-
poides (la t. Anthropoidea; c o m o h e m o s v i s t o , la p a la b ra y a e s ta b a
a c u ñ a d a e n g r ie g o , a u n q u e r e fe r id a e n p r in c ip io a d i o s e s ) . E n in g lé s
e s tá d o c u m e n ta d o e s t e u s o d e antropoide y a e n 1 8 3 7 (« a n th ro p o 'íd
a p e s » , s e g ú n e l OED), y d e a h í p u d o fá c ilm e n t e e x te n d e r s e a la a n tr o ­
p o l o g í a f ís ic a , a la n o m e n c la tu r a d e la s r a z a s h u m a n a s ( e n i n g lé s se
d o c u m e n ta negroid e n 1 8 5 9 , mongoloid e n 1 8 6 8 , caucasoid e n 1902,
negroide e s e s p e c ia lm e n t e in te r e s a n te p o r te n e r
e t c .) . E l c a s o d e com o
b a s e n o u n s u s ta n tiv o g r ie g o , c o m o t o d o s l o s e j e m p lo s m e n c io n a d o s
h a s ta a h o r a , s in o u n a d je tiv o (s u s ta n tiv a d o c o n fr e c u e n c ia ) , y a d e m á s
n o g r ie g o s i n o la t in o ( c f . d e s p u é s ) ; t a m b ié n p o d r ía c it a r s e e n e s t e
c o n te x to el c a so d e crétinoide, té r m in o m é d i c o a t e s t ig u a d o e n fr a n c é s
e n 1 8 7 3 , y ta m b ié n fo r m a d o s o b r e u n a d j e t iv o n o g r ie g o .
Y y a q u e e s t a m o s b o s q u e ja n d o la p r e h isto r ia d e e s t e s u f ij o e n la s
le n g u a s e u r o p e a s , t a m p o c o h a y q u e o lv id a r e l c a s o m u y te m p r a n o d e
androide. L a p r im e r a v e z q u e a p a r e c e e s ta v o z (fr. androide) e s en un
lib r o d e l fr a n c é s G a b r ie l N a u d é , e n 1 6 2 5 , r e fe r id a a u n a m a r a v illo s a
c a b e z a p a r la n te fa b r ic a d a p o r A lb e r t o M a g n o , u n a e s p e c ie d e a u tó ­
m a ta c o n a s p e c t o h u m a n o ; p o r c ie r t o q u e la v o z e s tá m a l a c u ñ a d a ,
c o n u n error p r o p io d e u n h a b la n te d e u n a le n g u a q u e , c o m o e l fr a n ­
c é s o e l e s p a ñ o l, in c lu y e e n hombre ta n to a l v a r ó n c o m o a lo s h u m a ­
n o s e n g e n e r a l, c o s a q u e n o h a c e n e l g r ie g o , e l la tín n i e l a le m á n (c f.
á v ip /a v 0 p o m o < ; , vir/homo, Mann/Mensch; a s í q u e N a u d é d e b e r ía h a ­
b e r lo lla m a d o anthropoide). E n c u a lq u ie r c a s o , la p a la b r a t u v o c ie r to
e c o , y a p a r e c e c ita d a p o r P ie r r e B a y l e e n 1 6 9 5 , e n i n g l é s h a c ia 1 7 2 5 ,
lle g a n d o h a s ta n u e s tr o s d ía s , e n q u e , c o m o e s b ie n s a b id o , h a t e n id o
b a s ta n te u s o e n la c i e n c i a - f i c c i ó n (ju n to c o n o tr a s d e a c u ñ a c ió n m á s
r e c ie n te c o m o humanoide, e t c . ) 128.
E l c a s o e s q u e e s ta e x t e n s ió n d e -oide a l á m b ito d e lo h u m a n o e s
lo q u e h a p r o p ic ia d o , y a e n f e c h a s m u y r e c ie n t e s , e l d e s a r r o llo e n e s ­
p a ñ o l d e u n m a t iz e s p e c íf ic a m e n t e a p r e c ia tiv o (h a b itu a lm e n te p e y o ­
r a t iv o ) ; u n d e s a r r o ll o , p o r c ie r t o , q u e e s c a r a c t e r í s t i c o d e l e s p a ñ o l,
m ie n tr a s q u e e n o tr a s le n g u a s e u r o p e a s e s p o c o c o m ú n , s in q u e e s t é n
c la r a s la s r a z o n e s d e e s ta p r e f e r e n c i a 129.
S i, d e ja n d o d e la d o lo s n e o l o g is m o s m o d e r n o s d e c a r á c te r c ie n t í ­
fic o (espermatozoide, esquizoide, hemorroides, e tc .; a lg u n o s e n lin ­
prefijoide, sufijoide, verboide, e t c .) , n o s fij a m o s a h o r a
g ü ís t ic a , c o m o
en lo s u s o s a p r e c ia t iv o s d e -oide e n e l e s p a ñ o l d e h o y , c a s i s ie m p r e
c o n b a s e s a d j e t iv a le s y e n u n r e g is tr o c u lt o o s e m i- c u lt o , e n c o n tr a m o s
n u m e r o s o s e j e m p lo s q u e t ie n e n q u e v e r c o n c a m p o s c o m o e l d e la
(cretinoide, imbeciloide, niñoide, infan-
in t e lig e n c ia o la fa lta d e e lla
tiloide, genialoide, e t c .) , la m ilita n c ia p o lít ic a (anarcoide, fascistoide,
marxistoide, e t c .) o , m á s e n g e n e r a l, c o n c o r r ie n te s a r tís tic a s , a c titu ­

128 Para toda esta cuestión, cf. Janni, 1994, 5-9.


129 Cf. de Bruyne, 1989, 127-28 (sobre francés y alemán); en OED, s. v. -oid, no se
mencionan usos apreciativos; tampoco en TLF, s. v. -ide (2), -oide.
d e s g e n e r a le s , e tc . (flamencoide, intelectualoide, liricoide, sentimen-
taloide, e t c . ) I30.
E n c u a n to a lo s v a lo r e s s e m á n t ic o s d e l s u f ijo , n o s o n d e m a s ia d o
f á c il e s d e d e f in ir c o n e x a c t itu d , a u n q u e e n g e n e r a l e s p e r c e p tib le u n a
id e a n e g a tiv a d e m in o r a c ió n , d e a lg u ie n o a l g o q u e p a r e c e o q u ie r e
p a r e c e r u n a c o s a s in lle g a r a s e r lo r e a lm e n te ; e n e s te s e n t id o , p u e d e
r ec o r d a r e n o c a s i o n e s a o tr o s e le m e n t o s d e o r ig e n g r ie g o c o m o para-
(c f. § 1 2 .1 .1 .4 ) o -izante ( c f . § 1 2 .2 .3 ) m .
A s í q u e e ste s u f ij o -oide e s in te r e s a n te p ara e l h e le n is t a p o r v a r ia s
r a z o n e s . P r im e r o , p o r h a b e r d e s a r r o lla d o e n f e c h a s m u y r e c ie n t e s e s te
m a tiz p e y o r a t iv o ta n a c u s a d o , c o s a m á s b ie n e x c e p c io n a l e n tr e l o s s u ­
fij o s d e o r ig e n g r ie g o q u e h e m o s v is t o (a u n q u e y a s e ñ a la m o s e n su
m o m e n t o a lg u n o s m a t ic e s d e e s ta c la s e e n -ista, en -esco o en -izante,
y p o d r ía n s e ñ a la r s e o c a s io n a lm e n t e e n a lg ú n o tr o ).
Y s e g u n d o , p o r s e r e l ú n ic o c a s o e n q u e u n e le m e n t o c la r a m e n te
c o m p o s ic io n a l e n g r ie g o ( - o - e i8 f ig ) h a te r m in a d o p o r s e r u n p u ro s u ­
f ij o e n e s p a ñ o l (c o m p a r a b le e n e s te s e n t id o a l c a s o d e archi- e n tr e lo s
p r e fijo s , c f. § 1 2 .1 .2 .3 ); a u n q u e h a y q u e r e c o r d a r q u e y a e n e l p r o p io
g r ie g o h a y in d ic io s d e q u e p u d ie r a e m p e z a r a fu n c io n a r c o m o a lg o
p a r e c id o a u n s u f ij o , c o m o d e m u e s tr a n la s a b u n d a n te s fo r m a s p a r a le ­
la s e n -ó)8r|g (p o r e j e m p lo , aijiaTcbSric; y a íiia x o e iS f ig , « s a n g u in o le n ­
t o » ) 132.

130 M uchos ejem plos en Rainer, 1993, 626-29, de quien tom am os la clasifica­
ción; y, sobre todo, en de B ruyne (1975 y 1989). Cf. tam bién GDLE, § 70.3.2; DESE
s. v. -oide.
131 Cf. Rainer, 1993, 627-28, y de Bruyne, 1989, 123-27 (una pequeña encuesta
sobre el significado exacto de comunisloide).
132 Lo curioso del caso es que el sufijo -0)51%, tan frecuente en griego, era en su
origen un segundo elem ento de compuesto, relacionado con el verbo oCfü «oler» (cf.
lat. odor), pero que m uy pronto empezó a funcionar com o sufijo de semejanza, olvi­
dada la noción original de «que huele a x»; cf. Chantraine, 1933, 429; DELG, s. v. ó£w;
Buck-Petersen, 1945, 698. Alguna observación general en este sentido (la oposición
entre diacronía y sincronía en la consideración del préstam o de sufijos) en Deroy,
1980, 84.
§ 12.3. C o m p o s ic ió n

E l g r ie g o a n tig u o , c o m o e s s a b id o , s e c a r a c te r iz a p o r su p a s m o s a
fa c ilid a d p ara la c o m p o s ic ió n ; e s u n r a s g o q u e c o m p a r te c o n e l s á n s ­
c r ito y q u e d e b e d e s e r u n a c a p a c id a d d e s a r r o lla d a p o r e s t a s le n g u a s
d e s p u é s d e su s e p a r a c ió n d e l tr o n c o c o m ú n in d o e u r o p e o , m á s q u e u n a
h e r e n c ia d ir e c ta d e la p r o t o l e n g u a 133. E n c a m b io e l la tín — y p o r e x ­
te n s ió n la s le n g u a s r o m a n c e s — n u n c a tu v o n i m u c h o m e n o s e s ta fa ­
c ilid a d , a p e s a r d e l o s in te n to s m u y te m p r a n o s d e l o s p o e t a s r o m a n o s
p o r im ita r la le n g u a p o é t ic a g r ie g a , ta n r ic a e n c o m p u e s t o s .
A p e s a r d e e ll o , la a f lu e n c ia c o n s ta n t e d e h e le n is m o s , m u c h o s d e
e ll o s c o m p u e s t o s , a la s le n g u a s e u r o p e a s m o d e r n a s , a c a b ó p o r n a tu ­
ra liz a r y g e n e r a liz a r e n to d a s e lla s u n tip o e s p e c ia l d e c o m p o s ic ió n ,
d e c a r á c te r n e t a m e n te c u lt o y e s p e c ia lm e n t e a d a p ta d o a la s n e c e s id a ­
d e s t e r m in o ló g ic a s d e la s c ie n c ia s , ta n to h u m a n a s c o m o n a tu r a le s.
P o r ta n to , l o q u e a q u í n o s in te r e s a s o n la s r a íc e s , te m a s o le x e m a s
d e o r ig e n g r ie g o (y , p a r a s e r c o h e r e n te s , h a b ría q u e in c lu ir ta m b ié n
las la tin a s c u lt a s ) q u e s e u s a n e n e s p a ñ o l p a r a fo r m a r p a la b r a s q u e ,
com o mesocracia o parasitología, s o n a to d a s l u c e s c o m p u e s t o s , p u e s
c u m p le n lo s r e q u is ito s b á s ic o s d e la c o m p o s ic ió n : s o n i n d e s c o m p o n i­
b le s; n o a d m ite n e le m e n t o s in te r c a la d o s ; a d o p ta n v a r ia c io n e s m o r fe -
m á tic a s in d e p e n d ie n te s d e la s q u e te n d r ía n lo s le x e m a s c o m p o n e n t e s
e n e s p a ñ o l; su s i g n i f i c a d o n o e s d e d u c ib le d e l s i g n if ic a d o d e s u s c o m ­
p o n e n te s , n i e s a je n o a l m i s m o l34.
C la r o q u e h a y u n a d if e r e n c ia q u e s a lta a la v is t a e n tr e lo s c o m ­
p u e s t o s g e n u in a m e n t e e s p a ñ o le s (sacacorchos, cejijunto) y lo s q u e

133 Cf. Villar, 1996, 230-31. Sobre los principios y tipos básicos de la com posi­
ción en griego, pueden consultarse los tratam ientos sintéticos de M eillet-Vendryes,
1953, § 630-646, y de I. Rodríguez Alfagem e, Nueva gram ática griega, Madrid,
1988, 53-61.
134 Cf. Almela, 1999, 130, 137-38; cf. también GDLE, capítulo 73 (La composi­
ción, por J. F. Val Alvaro; en 73.1.5 se cita el criterio expuesto por H. M archand en
The Categories and Types o f Present-Day English Word-Formation, M unich, 1969).
n o s ocu p a n ahora (mesocracia, braquicéfalo), y e s q u e , m ie n tr a s e n e l
c a s o d e l o s p r im e r o s l o s c o m p o n e n t e s t ie n e n e x is t e n c ia a u t ó n o m a e n
la le n g u a (sacar, corcho, e t c .) y p o r ta n to s u s e n t id o e s e n p r in c ip io
tr a n sp a r e n te p ara c u a lq u ie r h a b la n te , e n e l c a s o d e lo s s e g u n d o s n o e s
a s í, s in o q u e n o s h a lla m o s a n te r a íc e s lig a d a s , n o a u t ó n o m a s (meso-,
-céfalo, e t c .) y n o in m e d ia ta m e n te c o m p r e n s ib le s .
E sta e s la r a z ó n p o r la q u e e s t o s e le m e n t o s g r ie g o s o la tin o s h an
r e c ib id o n o m b r e s m u y d iv e r s o s : s e u d o s u f ij o s , s u f ij o id e s , e le m e n t o s
s e m ia u t ó n o m o s , r a íc e s c u lt a s , te m a s g r e c o - la t in o s , b a s e s lé x i c a s l ig a ­
d a s, e tc .; y ta m b ié n e x p l ic a la s a b u n d a n te s d i s c u s i o n e s s o b r e la v e r ­
d a d e r a n a tu r a le z a d e e s te p r o c e d im ie n to d e f o r m a c ió n d e p a la b r a s e n
e s p a ñ o l y e n o tr a s le n g u a s m o d e r n a s , q u e a lg u n o s a u to r e s c o n s id e r a n
m á s c e r c a n o a la a fija c ió n (p r e fija c ió n y s u f ij a c ió n ) q u e a la c o m p o s i ­
c ió n .
P ara n o s o tr o s , c o m o p ara o tr o s m u c h o s a u to r e s, e s c la r o q u e e s t o s
e le m e n t o s e s tá n m á s c e r c a d e lo s fo r m a n te s d e c o m p u e s t o s q u e d e lo s
a f ij o s ( s u f ij o s y p r e f ij o s ), y a q u e 135:

— e ll o s m i s m o s p u e d e n a p a r e c e r s u f ij a d o s y p r e fija d o s , lo q u e n o
o c u r r e c o n lo s a f ij o s p r o p ia m e n te d ic h o s : lóg-ico, métr-ico, aut-
ismo, a-morfo, e tc .;
— n o s o n tan p r o d u c tiv o s c o m o lo s a f ij o s , y h a b itu a lm e n te s e ju n ta n
d o s d e e ll o s p ara fo r m a r u n a p a la b ra n u e v a (podó-logo), c o s a d e la
q u e ta m p o c o s o n c a p a c e s a q u é llo s ;
— p r o c e d e n c a s i s ie m p r e d e s u s ta n tiv o s , a d j e t iv o s y v e r b o s g r ie g o s
(andró- de á v r p «varón», leuco- d e XeuKÓq « b la n c o » , -fago de
(p a y e ív « c o m e r » , e t c .) , y su a p o r ta c ió n s e m á n t ic a e s d e tip o le x é -
m i c o , m u y d istin ta e n e s e s e n t id o a la d e lo s a u t é n tic o s p r e fij o s y
s u fijo s ;
— m u c h o s p u e d e n o c u p a r ta n to la p r im e r a p o s ic ió n c o m o la s e g u n d a
d el c o m p u e sto (logo-centrismo, flló-logo; micro-cosmos, cosmo­
nauta, e tc .); y , s i e n g e n e r a l tie n d e n a o c u p a r u n a p o s ic i ó n d e te r ­

135 Nos basamos ante todo en Almela, 1999, 157-58; véase también la gran m ono­
grafía de Peytard, 1975.
m in a d a , h is t ó r ic a m e n te e l l o n o e s s in o c o n s e c u e n c ia d e la s le y e s
d e c o m p o s i c ió n g r ie g a s , q u e p r e s c r ib e n , p o r e j e m p lo , q u e lo s a d ­
j e t i v o s v a y a n n o r m a lm e n t e e n p r im e r lu g a r ( c f . bari-tono « d e to n o
g r a ve», paqui-dermo « d e p ie l g r u e s a » , e tc .);
— a lg u n o s d e e ll o s e x is t e n a d e m á s c o m o p a la b r a s in d e p e n d ie n t e s e n
la le n g u a ( c f . terapia e hidroterapia, cosmos y microcosmos, tono
y barítono, manía y dipsomanía, e t c .) , c o s a q u e e s tá v e d a d a e n
p r in c ip io a s u f ij o s y p r e fijo s .

P o r to d o e ll o , e s tá n m u y c e r c a n o s a lo s fo r m a n te s d e c o m p u e s to s ;
p e r o , c o m o h e m o s d ic h o , su c a r á c te r c u lt o y su fa lta d e in d e p e n d e n c ia
e n la le n g u a h a n h e c h o q u e s e p r o p o n g a n p ara e l l o s d e n o m in a c io n e s
e s p e c íf ic a s . D a d a su c e r c a n ía a l o s fo r m a n te s d e c o m p u e s t o s , n o n o s
p a r e c e n m u y a fo r tu n a d a s e tiq u e ta s c o m o « s e u d o s u f ij o s » o « p r e f ij o i-

P o r su p a r te , A lm e la p r o p o n e lla m a r lo s « p r o - c o m p u e s t o s » l36, y
p o d ría a c e p ta r s e e s t a d e n o m in a c ió n , s i n o fu e r a p o r q u e n o e s tá m u y
pro-', ¿ e s e l
c la r o q u é s e n t id o t ie n e a q u í p r e fijo g r ie g o c o n e l s e n t id o
de « a n te s d e » ? ; ¿ o e s e l pro- la tin o c o n e l s e n t id o d e « e n lu g a r d e » ?
(c f. § 1 2 .1 .1 ) . O tra p r o p u e s ta r e c ie n te e s la d e A . C . K ir k n e s s , q u e
h a b la d e « c o m b in a c io n e s n e o c lá s ic a s » (neo-classical combinations),
a u n q u e c o n s id e r a q u e ta m b ié n s e lo s p o d r ía lla m a r « e u r o p e ís m o s »
(europeanisms) o « in t e r n a c i o n a l i s m o s » 137; d e s d e l u e g o , s e le p u e d e
c r itic a r l o d e « n e o c lá s ic o » o lo d e « in te r n a c io n a l» p o r recu rrir a su
o r ig e n o a su d if u s ió n g e o g r á f ic a para e x p lic a r la fu n c ió n s in c r ó n ic a
de e s t o s e le m e n t o s e n la le n g u a , a u n q u e lo c ie r t o e s q u e lo m á s c a ­
r a c t e r ís t ic o d e e s t o s e l e m e n t o s e s p r e c i s a m e n t e e l h e c h o d e te n e r
e q u iv a le n t e s c la r a m e n te r e c o n o c ib le s e n la m a y o r ía d e la s le n g u a s e u ­
r o p e a s y h a b e r a c o m p a ñ a d o al s u r g im ie n t o d e la c ie n c i a y la t e c n o lo ­
g ía m o d e r n a s e n E u r o p a y p o r e x t e n s ió n e n e l r e s to d e l m u n d o . E n
fin , q u iz á s e lo s p o d r ía lla m a r s im p le m e n t e « c o m b in e m a s c u lt o s » .
S i n o s fij a m o s a h o r a e n e s t e tip o d e c o m p u e s t o s e n e s p a ñ o l, s i e m ­
p re s u s t a n tiv o s o a d je tiv o s , e n c o n tr a r e m o s r e p r e se n ta d a s la s d is tin ta s
c a te g o r ía s o b s e r v a b le s e n lo s c o m p u e s t o s « n o r m a le s » ( s e g u ir e m o s la
c la s if i c a c i ó n d e A lm e la , q u e t ie n e u n a b a s e m o r f o l ó g i c a ) 138.

§ 1 2 .3 .1 . Compuestos por yuxtaposición


I n c lu ir e m o s e n e s te a p a r ta d o a lo s yuxtapuestos , o c o m p u e sto s
p r o p ia m e n te d ic h o s , d e n tr o d e lo s q u e c a b e d is tin g u ir e n tr e heterólo-
gos, c u a n d o e l c o m p u e s t o p e r te n e c e n e c e s a r ia m e n te a u n a c a te g o r ía
d is tin ta d e la d e l n ú c le o (q u e s u e l e ir e n p r im er a p o s ic ió n e n lo s c o m ­
p u e s t o s e s p a ñ o le s ) , y homólogos, c u a n d o n o tie n e p o r q u é h a b e r e s e
c a m b io d e c a te g o r ía .

§ 1 2 .3 .1 .1 . Heterólogos de complementación y heterólogos de atri­


bución.- E n tre lo s h e te r ó lo g o s p o d e m o s d istin g u ir d o s tip o s. P o r u n a
p arte, lo s heterólogos de complementación, q u e s o n a q u e llo s e n lo s q u e
h a y u n e le m e n t o v e r b a l, s ie n d o e l tip o m á s c o m ú n el c o m p u e s t o d e
v e r b o y su s ta n tiv o (quitanieves, sacacorchos; e n tr e lo s c u ltis m o s la ti­
n o s , c o n o r d e n in v e r s o , pesticida,
cavernícola, flamígero ) l39.
E n tr e l o s m u c h o s h e le n is m o s q u e s e p u e d e n a d s c r ib ir a e s t e g r u p o
c ita r e m o s e j e m p lo s c o m o necrófago ((p a y e ív « c o m e r » ) , semáforo
(<péptú « p o r ta r » ), antologo (ktyw « e s c o g e r » ) , e tc . O b s é r v e s e q u e , e n
el c a so d e lo s d o s ú lt im o s , h a y a p o fo n ía d e la r a íz v e rb a l (d e / e / a /oí),
d e a c u e r d o c o n u n p r o c e d im ie n to m o r f o l ó g i c o d e o r ig e n in d o e u r o p e o
t o d a v ía m u y v i s i b l e e n e l g r ie g o h is t ó r ic o , p e r o d e l q u e a p e n a s h a y
r a stro s e n la tín ( m e n o s a ú n e n la s le n g u a s r o m á n ic a s ) l4°.

138 Cf. Almela, 1999, 146 ss.; haremos alusión también a los tipos que distingue
Rainer, 1993, cuyo tratam iento de la com posición española figura en las páginas 245­
98. Cf. también GDLE, § 73.4 (compuestos nom inales con temas grecolatinos) y 73.6.5
(comp. adjetivos).
139 Cf. Rainer, 1993, § 3.1.1.6 (sustantivos) y 3.1.2.2.1 (tipo de hispanohablante).
140 Cf. M eillet-Vendryes, 1953, § 642.
T a m b ié n h a y q u e se ñ a la r q u e , m ie n tr a s e n e s p a ñ o l e s t e tip o d e
c o m p u e s t o s s o n s u s ta n tiv o s ( s i e x c e p t u a m o s e l tip o la tin iz a n te , m á s
b ie n m a r g in a l, d e hispanohablante, causahabiente, altisonante, e t c .) ,
e l tip o g r ie g o e n e l q u e s e b a s a n l o s c o m p u e s t o s c u lt o s e ra n n o r m a l­
m e n te a d j e t iv o s ( c o m o lo s c ie n t o s d e c o m p u e s t o s e n -cpopoc;, « q u e
lle v a /p o r ta x » ) , a u n q u e e v e n tu a lm e n te p u d ie r a n su s ta n tiv a r s e ; sin
e m b a r g o , e n e s p a ñ o l e s t a s p a la b ra s s u e le n fu n c io n a r c o m o s u s ta n tiv o s
(semáforo).
N ó t e s e ta m b ié n , y e s t o e s v á lid o p ara t o d o s lo s t ip o s d e e s t a c la s i ­
f ic a c ió n , q u e e l g r a d o d e l e x i c a li z a c i ó n d e l o s c o m p u e s t o s e s m u y v a ­
r ia b le: e s m ín im o e n necrófago ( « q u e s e a lim e n ta d e c a d á v e r e s » ) y
m uy grande en antologo (lit e r a lm e n te , « r e c o le c t o r d e f lo r e s » , a u n q u e
en e s p a ñ o l s e r ía i n s ó lit o su u s o e n s e n t id o lite r a l).

E l s e g u n d o g r u p o e s e l d e lo s heterólogos de atribución, ta m b ié n
d e n o m in a d o s e x o c é n t r ic o s : n o c o n t ie n e n v e r b o ; e l n ú c le o s u e le s e r u n
s u s ta n tiv o , q u e e s c a lif ic a d o p o r e l o tr o e le m e n t o , n o r m a lm e n te u n
a d je tiv o (cejijunto, pelirrojo, e t c . ) 141.
A lg u n o s e j e m p lo s d e e s t e t ip o e n h e le n is m o s e s p a ñ o le s se r ia n :
braquicéfalo y dolicocéfalo ( « q u e t ie n e e l c r á n e o c o r t o /a la r g a d o » ),
artiodáctilo/perisodáctilo ( « q u e tie n e u n n ú m e r o p a r /im p a r d e d e d o s
o p e z u ñ a s » ) . C o m o o c u r r ía e n e l g r u p o a n te r io r , e s t o s c o m p u e s t o s
fu n c io n a n c o n m u c h a fa c ilid a d c o m o s u s t a n tiv o s ( « e l o r d e n d e l o s ar-
t io d á c t ilo s » , e tc .).

§ 1 2 .3 .1 .2 . Homólogos determinativos y homólogos copulativos.-


En e l á m b ito d e l o s c o m p u e s t o s y u x t a p u e s t o s h o m ó l o g o s p o d e m o s
d is tin g u ir , p o r u n la d o , l o s homólogos determinativos, qu e se carac­
te r iz a n p o r q u e e n tr e l o s c o m p o n e n t e s s e e s t a b l e c e u n a r e la c ió n d e
d e p e n d e n c ia d e t e r m in a t iv a , p u d ié n d o s e d a r d iv e r s a s c o m b i n a c io n e s ,
c o m o s u s ta n tiv o y s u s t a n tiv o (bocacalle, aguanieve), s u s ta n tiv o y a d ­
je tiv o (nochebuena, mediodía), e t c . I42. E s fr e c u e n te q u e e n tr e lo s d o s
c o m p o n e n t e s s e e s t a b le z c a u n a r e la c ió n d e c o m p a r a c ió n (hombre-
rana), c o m o y a ocu rría e n g r ie g o e n c a s o s c o m o CT(pupo7iéXeicix; « m a r ­
tillo - h a c h a » , i. e ., « m a r tillo q u e e s c o m o u n h a c h a » , o , c o n m e n o s c la ­
rid a d , e n (iTiTpÓ7ioXi(¡ « c iu d a d q u e e s c o m o la m a d r e ( d e la s c o lo n ia s
c o r r e s p o n d ie n te s )» .
E n tr e lo s h e le n is m o s e s p a ñ o le s q u e o b e d e c e n a e s t e tip o d e c o m ­
p o s ic ió n m e n c io n a r e m o s e j e m p lo s c o m o fotografía ( « f ij a c ió n d e la
lu z » ) , ortografía (« e s c r itu r a c o r r e c ta » ), cardiopatía ( « a f e c c ió n d e l
c o r a z ó n » ), metrópolis ( « c iu d a d -m a d r e » , l e x ic a liz a d o e n e l u s o a c tu a l
d e la p a la b r a ), e tc .
D e s d e e l p u n to d e v is ta m o r f o ló g ic o , lo s c o m p u e s t o s c o n c o m b i-
n e m a s g r ie g o s s e c a r a c te r iz a n p o r te n e r u n a v o c a l d e u n ió n (q u e s u e le
se r / o /) , m ie n tr a s q u e e n lo s c o m p u e s t o s a u t ó c t o n o s lo n o r m a l e s la
m e ra y u x t a p o s ic ió n d e l o s fo r m a n te s (ciempiés, vanagloria, punta­
pié), s ie n d o m á s b ie n m a r g in a l e l tip o d e s u s ta n tiv o + / i / + s u s t a n tiv o ,
q u e se r ía e l m á s c e r c a n o a lo s c o m p u e s t o s q u e e s t a m o s d e s c r ib ie n d o
(manicura, puticlub; c f. R a in e r , § 3 .1 .1 .3 ) .
P o r o tra p a r te , la a d s c r ip c ió n d e u n a p a la b ra a l g r u p o d e lo s d e ­
t e r m in a tiv o s ( e l q u e n o s o c u p a ) o a o tr o — e s p e c ia lm e n t e al d e lo s
h e t e r ó lo g o s d e c o m p l e m e n t a c ió n — d e p e n d e fu n d a m e n ta lm e n te d e si
s e a d o p ta u n p u n to d e v is ta h is tó r ic o o f u n c io n a l- s in c r ó n ic o . A s í, p o r
e je m p lo , e n e l c a s o d e t o d o s lo s c o m p u e s t o s e n -grafía, -grama o
-grafo, d e s d e e l p u n to d e v is t a g e n é t ic o d e l g r ie g o e s t a m o s a n te u n a
ra íz v e r b a l (ypáípco « e s c r ib ir , g r a b a r » ), y u n a v o z c o m o ¿7UCTToXo-
ypá<po<; ( « s e c r e t a r io » ) h a y q u e in terp reta rla c o m o p e r te n e c ie n te e n
g r ie g o a l g r u p o d e s u s ta n tiv o + v e r b o ( c o m o si al s e c r e ta r io lo lla m á ­
ram os en esp a ñ o l escribecartas), p u d ié n d o s e d e r iv a r d e s p u é s e l s u s ­
ta n tiv o e n -ía (-grafía) o e l a d je tiv o e n -ico (-gráfico). S in e m b a r g o ,
d esd e el p u n to d e v is t a d e l e s p a ñ o l, e s c la r o q u e e l e le m e n t o -grafía
f u n c io n a d e fo r m a a u tó n o m a c o m o u n s u s t a n tiv o e q u iv a le n t e a « e s ­

142 Cf. Rainer, 1993, § 3.1.1.1-2-3 (sustantivo y sustantivo; distingue m uchos sub­
tipos) y 3.2.1.2 (tipo de nochebuena, que considera com puestos sintagmáticos).
critu ra, d e s c r ip c ió n , f ij a c ió n p o r o tr o s m e d io s » , y e n e s e s e n tid o etno­
grafía e s s im p le m e n t e « d e s c r ip c ió n d e p u e b lo s ( p r im it iv o s ) » , p o r
ta n to , d e l tip o h o m ó l o g o d e l q u e e s t a m o s tr a ta n d o ( d o s s u s ta n tiv o s ,
u n o d e l o s c u a l e s e s t á d e t e r m in a d o p o r e l o tr o c o m o u n s in t a g m a
e n g e n it iv o ) . Y e s t o e s a p lic a b le a m u c h o s d e lo s fo r m a n te s g r ie g o s
m á s p r o d u c tiv o s , c o m o logo/logía (Xéyco « d e c ir , r a z o n a r » ) , fago/fagia
(cp ayeív « c o m e r » ) , pata/patía ( n á o x o ) « s u fr ir » ), scopio/scopia (c tk o -
7téco « o b s e r v a n » ), e t c . I43.
P o r lo q u e r e s p e c ta a lo s e le m e n t o s c u a n tific a d o r e s , s i, c o m o h e ­
m o s h e c h o , n o s e lo s c o n s id e r a c o m o p r e fijo s ( c f . § 1 2 .1 .2 ) , h ab rá q u e
in c lu ir lo s e n la c o m p o s i c ió n , d is t in g u ie n d o , e s o s í, e n tr e lo s q u e c o ­
r r e sp o n d e n a e s t e a p a r ta d o , c o m o decálogo, tetragrámaton (« c u a tr o
le tr a s» ) o pentapodia ( « c o n j u n to d e c in c o p ie s » , e n m é tr ic a ), y lo s
q u e , al m e n o s e n su o r ig e n , s o n a d j e t iv o s d e l tip o d e lo s h e t e r ó lo g o s
d e a tr ib u c ió n (polígono « q u e tie n e m u c h o s á n g u lo s » , tridáctilo «que
t ie n e tr e s d e d o s » , e tc .).

E n tre lo s c o m p u e s t o s h o m ó l o g o s c a b e d is tin g u ir , a s im is m o , lo s
homólogos copulativos ( lla m a d o s dvandva e n la tr a d ic ió n g r a m a tic a l
in d ia ), q u e s e c a r a c te r iz a n p o r q u e e n tr e lo s d o s c o m p o n e n t e s h a y r e ­
la c ió n d e c o o r d in a c ió n , d e su m a , c o m o e n claroscuro, sordomudo,
agridulce (a v e c e s e s c r it o s c o n g u ió n : físico-químico) l44.
L o s e je m p lo s e n h e le n is m o s e s p a ñ o le s s o n e s c a s o s y g e n e r a l­
m e n te e s tá n a c u ñ a d o s y a e n g r ie g o : andrógino (« h o m b r e y m u je r » ),
tragicómico ( c o n h a p lo lo g ía d e la s íla b a co), hermafrodita ( « H e r m e s
y A fr o d ita » , m a s c u lin o y f e m e n in o ) , q u iz á e n pitecántropo (q u e p u e ­
d e a n a liz a r s e c o m o « h o m b r e y m o n o » , p e r o ta m b ié n c o m o « h o m b r e
q u e e s ( t o d a v ía ) c o m o u n m o n o » , d e l tip o c o m p a r a tiv o v is t o e n el
g r u p o d e lo s h o m ó l o g o s d e te r m in a tiv o s ).

143 Aunque desde el punto de vista del indoeuropeo, una raíz como leg-/log- es
verbal y nominal al m ismo tiempo, cf. Villar, 1996, 227.
144 Cf. Rainer, 1993, § 3.1.1.1.3.2.1 (tipo actor-bailarín), 3.1.1.3 (tipo sopicaldo),
3.1.2.1.1 (tipo ético-moral) y 3.1.2.1.2 (tipo rojinegro).
§ 1 2 .3 .2 . Compuestos sintagmáticos y preposicionales

J u n to a l o s c o m p u e s t o s y u x ta p u e s t o s , c a b e d is tin g u ir u n s e g u n d o
g r u p o , e l d e l o s d e n o m in a d o scompuestos sintagmáticos y preposi­
cionales; e s d e c ir , c o m p u e s t o s d e l tip o d e fuego fatuo, llave inglesa, y
orden del día, palabra de honor, r e s p e c t i v a m e n t e 145.
E n e l c a s o d e lo s h e le n is m o s , e s m u y p o c o lo q u e s e p u e d e in c lu ir
e n e s ta c a te g o r ía , si p r e s c in d im o s d e lo s f e n ó m e n o s d e c a lc o ( e x p r e ­
s io n e s o fr a s e s h e c h a s tr a d u c id a s d e l g r ie g o , c o m o ley no escrita, ar­
gumento cornudo, e tc .; c f. § 1 2 .4 ). P o d r ía n in c lu ir s e a q u í, e n to d o c a ­
s o , p a la b r a s c o m o hipopótamo, c u y o o r ig e n n o e s u n c o m p u e s t o
g r ie g o p r o p ia m e n te d ic h o ( p u e s e n e s te c a s o e s p e r a r ía m o s m á s b ie n e l
o r d e n in v e r s o , *potamipo), s in o e l s in ta g m a , fo r m a d o p o r s u s ta n tiv o
+ a d je tiv o , ircrcog n o i á j i i o g « c a b a llo d e r ío » , q u e , y a le x ic a liz a d o , d io
o r ig e n e n e l p r o p io g r ie g o al c o m p u e s t o s in t a g m á t ic o í n n o n ó i a j i o í ; ,
d e d o n d e p r o c e d e la v o z e s p a ñ o la .
E n c u a n to a lo s c o m p u e s t o s p r e p o s ic io n a le s , p o d r ía m o s in c lu ir
a q u í e l c a s o d e lo s té r m in o s m u s ic a le s diapente, diapasón, diatesa-
rón, q u e p r o c e d e n d e s in t a g m a s p r e p o s ic io n a le s g r ie g o s — d e f) 8 i á
r c é v ie x o p 8 c ó v c n jjiíp o m a « ( e l a c o r d e ) a tr a v é s d e c in c o (c u e r d a s o
t o n o s ) » , e t c . — , q u e y a e n e l p r o p io g r ie g o o s c ila b a n e n tr e la e sc r itu r a
e n u n a s o la p a la b r a o la fo r m a a n a lític a ; ta m b ié n s e p o d r ía in c lu ir e l
a d v e r b io encima, c u y o o r ig e n e s u n a lo c u c ió n p r e p o s ic io n a l, en cima
(tcü jia « h in c h a z ó n , b r o te v e g e t a l, c o p a d e u n á r b o l, c u m b r e , c im a » , c f.
§ H .4 ) .

§ 1 2 .3 .3 .Diferencias entre compuestos españoles y compuestos con


combinemas griegos
P a s a m o s a h o r a a o c u p a m o s d e a lg u n a s d if e r e n c ia s e n tr e lo s c o m ­
p u e s t o s e s p a ñ o le s y lo s f o r m a d o s c o n c o m b in e m a s g r ie g o s . E n u n

145 Téngase en cuenta que hay bastantes discrepancias a la hora de delim itar la
clase de los com puestos sintagm áticos, cf. Rainer, 1993, § 3.2; Almela, 1999, p. 150
ss.; y GDLE § 73.8.
p la n o g e n e r a l , u n a d e la s d i f e r e n c i a s m á s n o t a b le s e n tr e l o s c o m ­
p u e s t o s e s p a ñ o le s a u t ó c t o n o s y lo s c u lt o s g r e c o - la t in o s e s q u e é s t o s ,
y a s e a n h e r e d a d o s d e l g r ie g o o d e a c u ñ a c ió n m o d e r n a , a d m ite n c o n
s u m a fa c ilid a d la s u f ij a c ió n p ara c a m b ia r d e c a te g o r ía g r a m a tic a l o d e
c la s e n o m in a l, d e tal m o d o q u e , c o m o h e m o s v is t o , l o s c o m p u e s t o s
c o n e l v e r b o ypácpco « e s c r ib ir » a d m ite n la p o s ib ilid a d d e p a sa r d e l
n om b re d e a g e n te e n -grafo a l a b s tr a c to e n -grafía o al c o n c r e t o e n
-grama, y ta m b ié n al a d je t iv o e n -gráfico. E n c a m b io , lo s c o m p u e s t o s
e s p a ñ o le s , e n g e n e r a l, n o t ie n e n e s t a s p o s ib ilid a d e s d e d e r iv a c ió n ; p o r
e j e m p lo , n o s e p u e d e n d e r iv a r a d j e t iv o s d e lo s s u s ta n tiv o s quitanieves
o cumpleaños, n i u n s u s t a n tiv o d e c u a lid a d a p artir d e a d j e t iv o s c o m o
pelirrojo o alicaído ( la *pelirrojez o la *alicaidad), a u n q u e h a y e x ­
baloncesto > baloncestista, y a u n e n
c e p c i o n e s a e s t a te n d e n c ia (p . e j.
e s te c a s o la s u f ij a c ió n n o d e ja d e r e s u lta r a lg o p e s a d a ) . E s ta p r o te ic a
c a p a c id a d p ara la c o m p o s i c ió n y a l m is m o tie m p o p a r a la d e r iv a c ió n ,
tan c a r a c te r ís tic a d e l g r ie g o , e s , s in d u d a , u n fa c to r q u e h a y q u e te n e r
m u y e n c u e n ta s i s e q u ie r e e x p lic a r e l é x it o e x tr a o r d in a r io q u e h a n t e ­
n id o e n lo s ú lt im o s s i g l o s lo s c o m p u e s t o s g r e c o - la t in o s e n to d a s la s
le n g u a s e u r o p e a s , in c lu id o e l e s p a ñ o l.
C e n tr á n d o n o s a h o r a e n o tr o a s p e c to , e s in te r e s a n te d e s ta c a r q u e
e n lo s c o m p u e s t o s c o n te m a s g r ie g o s (ta m b ié n c o n lo s la t in o s ) s e o b ­
se r v a p o r lo g e n e r a l e l o r d e n in v e r s o al q u e r ig e e n lo s c o m p u e s t o s
c o n v o c e s a u tó n o m a s e s p a ñ o la s :

— e n e l c a s o d e l o s h e t e r ó lo g o s d e c o m p le m e n t a c ió n ( c f . § 1 2 .3 .1 .1 ) ,
e n v e z d e s e g u ir s e e l o r d e n v e r b o + s u s t a n tiv o (zampa-bollos), se
s ig u e e l in v e r s o (necró-fago « m u e r t o s - c o m e » ; lo m is m o c o n lo s
c o m p u e s t o s la tin iz a n te s d e l tip o d e maléfico/benéfico « q u e c a u s a
o h a c e e l m a l/b ie n » , o d e l t ip o d e eausahabiente o terrateniente).
L a r a z ó n e s m u y s e n c illa : s i e l p r im e r tip o r e fle ja e l o r d e n SVO
(s u j e t o - v e r b o - o b j e t o ) q u e e s e l c o m ú n e n e s p a ñ o l y e n o tr a s le n ­
g u a s m o d ern a s (« J o se te za m p a m u c h o s b o llo s » ), el se g u n d o re­
fle ja e l o r d e n SO V, típ ic o — h a s ta c ie r to p u n t o — d e l g r ie g o a n ti­
g u o y d e l l a t ín , y c a r a c t e r í s t i c o s i n d u d a d e l i n d o e u r o p e o ( c f .
fr a s e s d e l tip o d e lat. Matronae moeros complent « la s m a tr o n a s
la s m u r a lla s l l e n a n » ) l46;
— lo m is m o p u e d e d e c ir s e e n e l c a s o d e lo s h e t e r ó lo g o s d e a tr ib u c ió n
(c f. § 1 2 .3 .1 .1 ) y h o m ó l o g o s d e te r m in a t iv o s (c f. § 1 2 .3 .2 ): la d i f e ­
r e n c ia q u e s e d a h a b itu a lm e n te , a u n q u e n o s ie m p r e , e n e l o r d e n d e
lo s le x e m a s (braqui-céfalo — a d je tiv o + s u s t a n tiv o — fr en te a cue-
lli-corto) o b e d e c e a la s d ife r e n c ia s s in tá c tic a s en tre e l g r ie g o ( y e l
la tín ) y le n g u a s m o d e r n a s c o m o e l e s p a ñ o l. A s í p o r e j e m p lo e n e l
c a s o d e lo s d e t e r m in a tiv o s e n q u e s e e s t a b le c e u n a r e la c ió n e q u i­
p a r a b le a la d e l n o m b r e y su c o m p le m e n t o e n g e n itiv o : cardiopa-
tía ( « d e l c o r a z ó n a f e c c ió n » ) fr e n te a telaraña o bocacalle , d e l
m is m o m o d o q u e t e n e m o s ’A 0 r |v a íío v n o X m ía ( « D e lo s a t e n ie n ­
s e s c o n s t it u c ió n » ) o De rerum natura ( « S o b r e d e la s c o s a s la n a tu ­
r a le z a » ) fr e n te al o r d e n n o r m a l d e e s o s s in ta g m a s e n e l e s p a ñ o l.

§ 1 2 .3 .4 . Composición griega antigua y composición moderna


C o m o s e v e , la s le n g u a s m o d e r n a s c o m o e l e s p a ñ o l n o s ó l o h a n
to m a d o e n p r é s ta m o n u m e r o s o s c o m p u e s t o s g r ie g o s , s in o q u e , a partir
so b r e to d o d e l s i g l o x v m , h a n a s u m id o la c o m p o s i c ió n a p artir d e lo s
te m a s o c o m b in e m a s g r ie g o s y ta m b ié n la tin o s c o m o u n r e c u r so m á s
d e la le n g u a (c u lta y c ie n t íf ic a ) ; y p o r c ie r to q u e la h is to r ia d e ta lla d a
d e e s te p r o c e s o e s tá p o r d e sc r ib ir .
A h o r a b ie n , e s t o n o d e b e h a c e m o s o lv id a r q u e to d o s e s t o s c o m ­
p u e s to s d e n u e v o c u ñ o h a n s u r g id o y fo r m a n p a rte in te g r a l d e otras
le n g u a s q u e no s o n e l g r ie g o a n tig u o , y , d e s d e e s te p u n to d e v is ta , p o ­
c o p o d r á e x tr a ñ a r q u e s e p u e d a n d e te c ta r e n d ic h o s c o m p u e s t o s to d o
tip o d e a n o m a lía s o m u t a c io n e s (p u e s n o tie n e m u c h o s e n tid o h a b la r
d e « e r r o r e s » ) c o n r e s p e c to a lo q u e eran la s n o r m a s d e c o m p o s i c ió n
p r o p ia s d e l g r ie g o c lá s ic o .

146 S obre los orígenes indoeuropeos de estos com puestos, cf. V illar, 1996, 230.
Por lo d em ás, esta reg la no se cum ple en el caso del inglés, que teniendo un orden SVO
form a co m p u esto s al m odo del griego y el latín (p. ej. man-eater « co m e-hom bres»,
long-tailed «de co la larga», etc.).
H a y q u e in s is tir e n e s t e p u n to , c o m o h a c e p o r e j e m p lo D o m s e i f f ,
y r ec o r d a r q u e e l g r ie g o a n t ig u o h a te n id o u n a p e r v iv e n c ia d o b le , p o r
un la d o e n e l g r ie g o b iz a n tin o y m o d e r n o , y p o r o tr o e n lo q u e é l lla ­
m a e l « e s p e r a n t o g r e c o id e » d e la s le n g u a s e u r o p e a s , u n a d e n o m in a ­
c ió n a m i j u i c i o a fo r tu n a d a q u e q u ie r e h a c e r v e r ta n to e l c a r á c te r e m i ­
n e n te m e n te in te r n a c io n a l ( y e n b u e n a m e d id a a r t ific ia l) d e e s te l é x i c o
c o m o s u s d iv e r g e n c ia s e in n o v a c io n e s c o n r e s p e c t o a l g r ie g o c lá s ic o
(d e a h í lo d e grecoide, c o m o si d ijé r a m o s u n g r ie g o q u e q u ie r e se r
c lá s ic o p e r o n o lo e s , n o p u e d e y a s e r l o ) 147.
S in p r e te n d e r , n i m u c h o m e n o s , la e x h a u s t iv id a d , q u e c o n v e r tir ía
e s te lib r o e n u n d ic c io n a r io h is t ó r ic o d e h e le n is m o s , s e ñ a la r e m o s a l­
g u n o s d e lo s p u n to s e n q u e l o s h e le n is m o s c o m p u e s t o s m o d e r n o s se
ap artan , r e g u la r u o c a s io n a lm e n t e , d e la s n o r m a s h a b itu a le s e n g r ie g o
c lá s ic o , o e n o tr o s c a s o s o b s e r v a n e s a s r e g la s c o n u n a r e g u la r id a d e s ­
tricta q u e n o s e d a b a e n g r ie g o (ta m b ié n h a r e m o s a lg u n a a lu s ió n e n e l
m is m o s e n t id o a la p r e fij a c ió n y s u f ij a c ió n ) .

§ 1 2 .3 .4 .1 . P o r lo q u e r e s p e c ta a l o s c o m p u e s t o s c o n u n te m a v e r ­
b a l, y a h e m o s v i s t o (§ 1 2 .3 .1 .1 : h e t e r ó lo g o s d e c o m p le m e n t a c ió n ) q u e
e n lo s h e le n is m o s m o d e r n o s e l e le m e n t o v e r b a l v a s ie m p r e e n s e g u n ­
d a p o s ic i ó n (semá-foro « p o r t a - s ig n o s » ) , P e r o lo c ie r to e s q u e e n g r ie ­
g o , j u n t o a e s t e tip o , e x is t ía ta m b ié n e l in v e r s o , h e r e d a d o ta m b ié n d e l
in d o e u r o p e o , c o n e l v e r b o al p r in c ip io : p o r e j e m p lo , áp^ étcatcoc; « i n i ­
c ia d o r d e m a le s » , T tepaértoX u; « d e s tr u c to r d e c iu d a d e s » , liia ó S r p o c ;
« q u e o d ia al p u e b lo » , (pepéoiKOi; « q u e lle v a la c a s a a c u e s t a s ( c o m o e l
c a r a c o l o a lg u n o s p u e b lo s n ó m a d a s ) » 148.
P u e s b ie n , e n g e n e r a l l o s h e le n is m o s m o d e r n o s n o h a n h e c h o u s o
d e e s t e s e g u n d o tip o , g e n e r a liz a n d o e l u s o d e l p r im e r o . L a s p o c a s e x ­
c e p c io n e s q u e s e p u e d e n e n c o n tr a r s e d e b e n n o r m a lm e n te a q u e e l le -
x e m a e n c u e s t ió n s ó l o a p a r e c ía e n p r im e r a p o s ic ió n e n lo s c o m p u e s ­
to s h e r e d a d o s , p o r lo q u e s e h a s e g u id o e l ú n ic o m o d e lo d is p o n ib le ,

147 Cf. Dom seiff, 1950, 8-9.


148 Cf. M eillet-Vendryes, 1953, § 641.
p o r e j e m p lo e n j iia o - y u v o c ; « q u e o d ia a la s m u j e r e s » , q u e h a s id o e l
m o d e lo d e l c o m p u e s t o m o d e r n o misoneísmo ( « a v e r s ió n a la s n o v e d a ­
d e s» ).
E n e s t e c o n t e x to v a le la p e n a m e n c io n a r e l c a s o d e lo s c o m p u e s ­
to s c o n filo. E n g r ie g o , e s ta r a íz era u n s u s t a n tiv o q u e ta m b ié n p o d ía
te n e r v a lo r a d je tiv a l ((p & o g , « a m ig o , q u e r id o » ; e l v e r b o (piXéco « q u e ­
r er» e s u n d e n o m in a t iv o , d e r iv a d o d e a q u é l), y lo s c o m p u e s t o s m á s
a n t ig u o s e r a n d e tip o p o s e s iv o (c f. 1 2 .3 .1 .1 : h e t e r ó lo g o s d e a tr ib u ­
c ió n ) , c o m o (piXó&ivoq « (p e r s o n a ) a la q u e le e s c a r o s u h u é s p e d » .
S in e m b a r g o , m u y p r o n to s e s in t ió e s e p r im e r e le m e n t o c o m o u n te m a
v e r b a l ( « q u e a m a o g u s ta d e x » ) , c o m o d e m u e s tr a e l d e s a r r o llo c o m ­
p le m e n t a r io d e lo s c o m p u e s t o s d e s e n tid o o p u e s t o e n ¿ n a o - , y a m e n ­
c io n a d o s . A s í, t e n e m o s e n g r ie g o m u c h ís im o s c o m p u e s t o s d e e s t e ti­
po, con (piXo- e n p r im e r a p o s ic i ó n , m ie n tr a s q u e e l tip o in v e r s o e s
m u c h o m e n o s a b u n d a n te ( c o m o e n TiovTpócpiAoc; « q u e tie n e a f i c i ó n a
lo s s i n v e r g ü e n z a s » ) y a v e c e s t ie n e u n s e n t i d o d is t in t o ( c o m o e n
OeócpiAxx;, q u e n o e s « q u e a m a a D i o s » , s in o « c a r o a lo s o j o s d e
D i o s » ) 149.
P u e s b ie n , la s le n g u a s m o d e r n a s , a p e s a r d e e s a m a r c a d a p r e f e ­
r e n c ia d e l g r ie g o p o r e l tip o d e filósofo, filólogo, e tc ., a p e n a s h a n c u l ­
t iv a d o e s t a m o d a lid a d d e c o m p u e s t o ( s e p u e d e n c ita r a lg u n o s c a s o s
com o filarmónico, filatelia o filodramático), d e c a n tá n d o s e p o r e l tip o
in v e r s o , s e n t id o p o r a n a lo g ía c o n o tr o s c o m p u e s t o s c o m o e l m á s
« g r ie g o » d e lo s d o s d e s d e e l p u n to d e v is t a s in tá c t ic o , y a s í h a n s u r g i­
d o g r a n c a n tid a d d e c o m p u e s t o s e n -filo (alsófilo, germanófilo, bi­
bliófilo, e t c . ) 150.

§ 1 2 .3 .4 .2 . P o r lo q u e r e s p e c ta a la v o c a l d e u n ió n , p u e d e d e c ir s e
a lg o sim ila r : e n g r ie g o lo n o r m a l e s q u e fu e r a / o / , p e r o n o e s ta b a n n i
m u c h o m e n o s e x c lu id a s o tr a s p o s ib ilid a d e s , p o r e j e m p lo la / a / la r g a o

149 C f d e lg , s. v. (píXog.
150 Más información en Janni, 1994, 32-35, quien señala además la paradójica al­
ternancia entre filoinglés y anglofilo, filofrancés y francófilo, etc. (aunque, por lo me­
nos es español, el prim er tipo es poco utilizado hoy en día). .
/ t |/ e n s u c a s o ; c f . p o r e j e m p l o viK ti-cpópoc; « q u e tr a e la v i c t o r ia
(v íx r i) » fr e n te a N ix ó -8 r ||iO (; « N i c o d e m o » , o y e v e a - X o y í a « g e n e a lo ­
g ía » , d e y e v e á . T a m b ié n p o d ía d a r se la a u s e n c ia d e v o c a l, c o m o e n el
tip o d e Te^SCT-tpópoc; « q u e lle v a a su c u m p lim ie n t o (xéXoc,)».
S in e m b a r g o , lo s c o m p u e s t o s m o d e r n o s h a n r e g u la r iz a d o e s ta s i ­
t u a c ió n , u t iliz a n d o s ie m p r e / o / para lo s te m a s g r ie g o s ( in c lu id o s c a s o s
d e c o m p u e s t o s « h íb r id o s » c o m o fümoteca, sociología burocracia,
o
bureaucratie) e / i /
fr. para lo s la tin o s (in c lu id o s h íb r id o s c o m o voltí­
metro o amperímetro, p o r in f lu e n c ia d e altímetro, calorímetro, e t c .) .
D e ahí q u e, por e j e m p lo , c u a n d o e n in g lé s s e a c u ñ ó psychedelic
(d e « a lm a » y 8r|A.óco « r e v e la r , h a c e r v i s i b l e » ) e n lo s a ñ o s c in ­
c u e n ta , su r g ie r a n c r ític a s a su fo r m a c ió n , c o m o s i tu v ie r a n e c e s a r ia ­
m e n te q u e s e r psychodelic (q u e e s la fo r m a q u e h a p r e v a le c id o e n e s ­
p a ñ o l, (p)sicodélico); e n c a s o s c o m o é s t e , lo s p u r ista s d e la fo r m a c ió n
d e p a la b r a s p r e te n d e n s e r m á s g r ie g o s q u e lo s p r o p io s g r ie g o s c lá s i ­
c o s l5‘.

§ 1 2 .3 .4 .3 . S e o b s e r v a n m u c h a s a n o m a lía s e n lo q u e s e r e fie r e a la
e v it a c ió n d e h ia to s e n c o m p u e s t o s o e n v o c e s p r e fija d a s. E l g r ie g o era
e n e s te s e n t id o m u c h o m á s e s tr ic to (c f. § 1 2 .1 ), m ie n tr a s q u e e n la s
le n g u a s m o d e r n a s — e n e l p r o p io la tín h a y a te s t ig u a d o a lg ú n c a s o
com o pseudoevangelista — p a r e c e p r e o c u p a r m á s la tr a n sp a r e n c ia d e l
c o m p u e s t o q u e e l c o n ta c to e n tr e v o c a le s : c f . p o r e j e m p lo protohisto-
ria (p o r *protistoria), ahistórico ( p o r *anistórico), microorganismo,
macroeconómico, antiestético, e tc .
T a m b ié n lla m a n la a te n c ió n lo s c a s o s d e h a p lo lo g ía (q u e e n p r in ­
c ip io e s un fe n ó m e n o d e l le n g u a je p o p u la r ) e n c o m p u e s t o s c o m o
simbología (p o r *simbolología), idolatría, mineralogía, morfonolo-
gía, tragicómico, e tc .

§ 1 2 .3 .4 .4 . E n un te r r e n o a m e d io c a m in o e n tr e la m o r fo s in t a x is y
la s e m á n tic a , h a y q u e se ñ a la r la g r a n arb itra ried a d q u e s e o b s e r v a e n
la c r e a c ió n d e m u c h o s té r m in o s , e s p e c ia lm e n t e c ie n t íf ic o s ; c o s a , p o r
otra p a rte, q u e n o h ab rá d e e x tra ñ a r, p u e s u n a d e la s c a r a c te r ís tic a s d e
e s e lé x i c o e s p r e c is a m e n t e la im p o r ta n c ia d e la lla m a d a « d e r iv a c ió n
fa b r ic a d a » , e n la q u e « e l c r e a d o r d e la p a la b ra recu rre a fo r m a n te s
q u e s e d e f in e n c o n s c ie n t e y v o lu n ta r ia m e n te e n e l m o m e n to e n q u e se
in s t itu y e a q u é lla » , fr e n te a la d e r iv a c ió n « e s p o n tá n e a » q u e e s la p r o ­
p ia d e l l é x i c o c o m ú n o p a tr im o n ia l d e u n a l e n g u a 152.
E je m p lo p a r a d ig m á tic o d e e s ta a r b itra r ie d a d e s la q u e d e m o s tr a ­
ron a fin a le s d e l s i g l o x v m lo s c r e a d o r e s d e l s is t e m a m é tr ic o h o y v i ­
g e n te , al d e c id ir q u e lo s c o m b in e m a s g r ie g o s s ig n ific a r a n m u lt ip lic a ­
c ió n (decámetro , kilogramo , hectolitro , e tc ., c o n un fo r m a n te hecto
arb itrario ta m b ié n e n su fo r m a , p u e s e n g r ie g o e s e i c a i ó v ) y Jos la ti­
n o s d iv is ió n (centímetro , decímetro , e t c .) , c o n un u s o q u e e v id e n t e ­
m e n te n a d a t ie n e q u e v e r c o n e l q u e s e o b s e r v a e n lo s c o m p u e s t o s la ­
tin o s g e n u in o s ( c f. centimanus « q u e tie n e c ie n m a n o s » , centuplicar ,
e t c . ) l53.
P o r otra p a rte, a v e c e s e s la r e g u la r id a d p r o p ia d e las s e r ie s te r m i­
n o ló g ic a s la q u e p r o v o c a u n a fo r m a c ió n a n ó m a la d e s d e el p u n to d e
v is ta d e l g r ie g o , c o m o o c u r r e p o r e j e m p lo e n e l c a s o d e morfema , q u e
s e in se r ta a sí e n la s e r ie d e té r m in o s lin g ü ís t ic o s e n -ema (§ 1 2 .2 .1 .5 ),
o b v ia n d o e l h e c h o d e q u e e s p e r a r ía m o s *morfoma (gr. jióp (p co|ia, d e
jiopcpóco, c f . meta-morfo-sis).

§ 1 2 .3 .4 .5 . T a m b ié n h a b ría m u c h o q u e d e c ir so b r e la e le c c i ó n d e
la fo r m a d e l o s te m a s g r ie g o s , p o r e j e m p lo e n e l c a s o d e lo s h e te r ó -
c li t o s e n - |i a , -|ia x o < ;. E n e f e c t o , e n c o n t r a m o s a v e c e s v a c il a c io n e s
morfémico y morfemático, fonémico y fonemático,
e n tr e, p o r e j e m p lo ,
lexémico y lexemático , e tc . Y lo c ie r to e s q u e e n g r ie g o , al m e n o s e n
lo s c o m p u e s t o s , ta m b ié n s e p u e d e n c o n s ta ta r v a c il a c io n e s e n tr e la
fo r m a e n -jícxt- y la sim p le : c f. p o r e j e m p lo 8ep|iaT0-<póp0<; fr e n te a

152 Cf. Martín Zorraquino, 1997, 324, y la bibliografía que cita.


153 Janni, 1994, 102, cita la pintoresca explicación que dieron los sabios franceses
respecto a ese inopinado hecto: «Les savants sauront que hecto est ici une abréviation
de hecato; les autres ne s ’en embarrasseront guére».
8epnó-7tTepo<; (como en español dermató-logo frente a dermó-ptero,
hemato-crito frente a hemo-globina, espermato-zoide frente a es-
perm-icida, etc.)- En este sentido, no está justificada la protesta contra
formas como semáforo, que algunos consideraron en su día «bárba­
ro», tratando de imponer sematóforo.
Evidentemente, casos como el señalado de fonem a > foném -ico
en lugar de fonemát-ico no son más que una prueba del avanzado
grado de naturalización de esos combinemas en las lenguas moder­
nas, como lo es también el hecho de que se regularice la sufijación en
casos como prótesis > protésico, utilizado en medicina frente al grie­
go «correcto», pero irregular desde el punto de vista español, protéti-
co (usado en lingüística; gr. npoOeriKÓi;)154.
Un caso curioso y similar a éstos — hasta cierto punto— sería el
de hídrico («recursos hídricos»), sin base morfológica en griego, don­
de el adjetivo relativo al agua es úScmKÓc; *hidático, pero que se
comprende por el gran número de compuestos en hidro- 155.
De todos modos, las anomalías o irregularidades en la sufíjación
moderna de helenismos son muy abundantes, aunque los diccionarios
no siempre den cuenta de ellas; cf. por ejemplo la caprichosa alter­
nancia entre mon-arqu-ía, an-arqu-ia, por un lado, y matri-arc-ado,
patri-arc-ado (sobre el modelo de exarcado), por otro; la resufíjación
de palabras para evitar el resultado de la transcripción regular, como
ocurre por ejemplo en etnia, tomado del fr. ethnie (finales del siglo
xix), cuya sufíjación y consiguiente paso al femenino se debe proba­
blem ente al deseo de evitar una transcripción regular *ethne (gr.
e0vo<; «pueblo, tribu»), monosilábica y de difícil pronunciación; aun­
que en más de una ocasión las vacilaciones se remontan ya al propio
griego, por ejemplo en el caso de los sustantivos prefijados y com­
puestos en -sis (cf. § 12.2.1.4), cuyos resultados en español oscilan

154 Cf. Rainer, 1993, 523-24, que cita otros casos como genésico, diatésico, sin-
láxico, sinestésico, etc. Tam bién se podría incluir aquí un caso com o traumado, por
traumatizado.
155 Cf. Janni, 1994, 80-82.
e n tr e -sis y -sia/-sía (anestesia, dispepsia , apoplejía, e t c ., f r e n te a
catalexis, profilaxis, e t c . ) 156.

§ 1 2 .3 .4 .6 . E n e l c a s o d e a lg u n a s r a íc e s g r ie g a s m u y p r o d u c tiv a s ,
e l c o m p o r ta m ie n t o d e lo s c o m p u e s t o s g r ie g o s g e n u in o s e s m u y d is ­
tin to e n v a r io s s e n t id o s d e lo s h e le n is m o s m o d e r n o s . R e c u é r d e s e p o r
e j e m p lo lo q u e h e m o s s e ñ a la d o ( e n § 1 1 .2 ) a p r o p ó s it o d e la p a la b r a s
te r m in a d a s e n -pata, -patía, -pático y -crata, -cracia, -orático.
P e r o h a y f a m ilia s lé x i c a s b a sta n te m á s e m b r o lla d a s ( e n lo fo r m a l
y e n lo s e m á n t ic o ) , y lo s d ic c io n a r io s n o s ie m p r e d a n in fo r m a c ió n d e
fia r al r e s p e c t o , e n e l c a s o d e q u e d e n a lg u n a . M e n c io n a r e m o s , a m o ­
d o d e e j e m p lo , e l c a s o d e la r a íz in d o e u r o p e a gen-/gon-/gn- « lle g a r a
se r , e n g e n d r a r » , a m p lia m e n te r e p r e se n ta d a ta n to e n g r ie g o y la tín
( y í y v o |i a i , y é v o g , y ó v c x ;, e t c .; gigno, genus, generatio, e t c .) c o m o e n
c u lt is m o s e s p a ñ o le s .
L o s c o m p u e s t o s la tin o s c o n e s ta r a íz n o e ra n m u y f r e c u e n te s , y
s u s d is tin to s tip o s n o h a n r e s u lta d o p r o d u c t iv o s e n e s p a ñ o l, a sa b er ,
l o s t e r m in a d o s e n -gena ( e s p . indígena, alienígena), e n -genus ( c o m o
multigenus; e s p . alienígeno , terrígeno), -genius (primigenio) y -gnus
(benigno, maligno) 157.
E n c a m b io e n g r ie g o e n c o n tr a m o s gra n c a n tid a d d e a d je tiv o s c o m ­
p u e s t o s c o n la m is m a r a íz . H a y q u e d is tin g u ir , p o r u n la d o , lo s m á s d e
d o s c ie n t o s c o m p u e s t o s e n -y e v f)^ , q u e p o d ía n te n e r d o s s e n t id o s b á s i­
c o s , e l d e « n a c id o » (S io y e v n fc « n a c id o d e Z e u s » , euysvT|<; « b ie n n a c i­
d o , n o b le » ) y e l d e « d e tal c la s e » (ó jio y sv iV ; « d e la m is m a c la s e
q u e » ); d e e s t o s a d je tiv o s , a d e m á s , s e d e r iv a b a n lo s s u s t a n tiv o s d e
c u a lid a d c o r r e s p o n d ie n te s e n - y s v e i a ( e o y é v e ia , a u y y e v e i a , e tc .) . P o r
o tr o la d o e s ta b a n lo s c o m p u e s t o s e n -y o v o c ;, d e n u e v o c o n d o s s e n t i­
d o s d is tin to s , e l d e « n a c id o » (7 c a X a iy o v o ^ « n a c id o h a c e m u c h o , v i e ­
j o » ) y e l a c t iv o d e « q u e e n g e n d r a » (á v 5 p o y ó v o < ; « q u e e n g e n d r a v a r o ­
n e s » ; n ó t e s e e l c a m b io e n la p o s ic i ó n d e l a c e n to ).

156 Para la situación en griego, bastante complicada, cf. Holt, 1941, 61-63; para el
español, cf. también García Yebra, 1999, s. v. poesía.
157 Cf. DELL, s. v. geno.
C o n e s t o s a n t e c e d e n te s , r e s u lta e n p r in c ip io s o r p r e n d e n te la fo r ­
m a c ió n d e h e l e n is m o s m o d e r n o s c o m o patógeno ‘q u e p r o d u c e e n ­
fe r m e d a d ’, p u e s , c o m o a c a b a m o s d e v e r , lo s ú n i c o s c o m p u e s t o s c o n
s e n t id o a c t iv o d e « e n g e n d r a r , p r o d u c ir » e r a n a lg u n o s d e l o s g r ie g o s
e n - y o v o g . L a r a z ó n fu n d a m e n ta l q u e h a lle v a d o a d e sc a r ta r -gono
c o n e s ta f u n c ió n e n lo s c o m p u e s t o s m o d e r n o s p a r e c e f á c il d e a d iv i­
nar: la h o m o n im ia ( e n la tr a n s c r ip c ió n m o d e r n a , c f . § 6 .6 ) c o n lo s
c o m p u e sto s e n -gono < g r . y í o v ía « á n g u lo » , c o m o polígono (g r . n o -
X ó y ío v o g , - o v ) , e t c .; e l ú n i c o r e s t o d e l o s c o m p u e s t o s g r i e g o s e n
-y o v o g e s epígono « s u c e s o r » , d e f o r m a c ió n o p a c a p ara e l h a b la n te
, i <0
com ú n .
E n t o n c e s , ¿ d e d ó n d e h a s a lid o e s e e le m e n t o -geno c o n e l s e n t id o
tr a n s itiv o d e « p r o d u c ir , p r o v o c a n ) ? L a r e s p u e s ta , c o m o e n ta n ta s o c a ­
s i o n e s , la d a c o n m a r a v il l o s a e x a c t i t u d y c o n c i s i ó n e l O E D , s . v .
-gen 159. E l o r ig e n d e e s t a s f o r m a c io n e s h a y q u e b u s c a r lo e n e l fr a n c é s
-gene, c o n c r e ta m e n te e n oxygéne e hydrogéne, v o c e s c r e a d a s p o r L a -
v o is ie r y o tr o s h a c ia 1 7 8 0 - 9 0 y q u e , s e g ú n s u s c r e a d o r e s , s ig n if ic a b a n
« q u e e n g e n d r a e l á c id o » y « q u e e n g e n d r a e l a g u a » , r e s p e c tiv a m e n t e .
E l c a s o e s q u e , tras a lg u n a s v a c il a c io n e s f o r m a le s e n tr e -gene y
-gine, p r e v a le c ió la p r im e r a fo r m a , y a p r e s e n te e n h e l e n is m o s h e r e d a ­
d o s (homogéne, e t c .) , « a n d th e fa c t th a t th e s u f f ix -y e v fjg in G r e e k
w o r d s w a s n o t c a p a b le o f m e a n in g ‘th a t w h ic h p r o d u c e s ’ w a s o v e r -
lo o k e d o r n e g l e c t e d » , y é s t e e s s in d u d a e l o r ig e n d e lo s c o m p u e s t o s
m odernos c o m o nitrógeno, halógeno, cancerígeno, lacrimógeno, e tc .,
g r ie g o s p o r su f o r m a c ió n p e r o n o p o r s u s e m á n tic a (s o b r e la te r m in a ­
c ió n e s p a ñ o la e n -o/a a p artir d e la fr a n c e s a e n -e, c f . § 1 1 .2 ).
P o r l o d e m á s , e s t o s c o m p u e s t o s e n p r in c ip io a d je t iv a le s e n -gene
p r o v o c a r o n la c r e a c ió n , y a e n e l s i g l o x i x , d e s u s t a n tiv o s a b s tr a c to s
en -génie (orogénie, e t c ., c o n b a s e e n l o s g r ie g o s e n - y é v e i a q u e h e ­

158 A cam bio de eso, gono se ha utilizado en biología com o prim er elem ento de
compuesto, con el sentido tam bién griego de «esperm a» (gonorrea, gonococo, etc.).
159 M ientras por ejem plo el DRAE (19* ed.), lo relaciona con y e w á u «engendrar»,
lo que carece de base alguna en la m orfología griega (aparte de que, de ser así, en len­
guas com o el francés tendríam os -genne y no -gene).
m o s m e n c io n a d o a n t e s 160) y ta m b ié n d e a d j e t iv o s e n - génique , y e s te
s is t e m a b i- o tr ip a rtito , s e g ú n lo s c a s o s , s im ila r a l d e -crata/-cracia/
-critico , s e c o p ió e n o tr a s d e m á s le n g u a s d e l e n to r n o , d e d o n d e e s p .
orogenia/orogénico, ontogenia/ontogénico, e tc . ( c o n f r e c u e n te s d o ­
b le t e s d e l tip o d e orogenia/orogénesis).

B a s te n e s t o s p o c o s e j e m p lo s , e s c o g id o s p o r su v a lo r r e p r e s e n ta ti­
v o , para v e r c ó m o la fo r m a c ió n d e p a la b r a s e n la s le n g u a s m o d e r n a s a
partir d e e le m e n t o s g r ie g o s d e p a r a m u c h a s s o r p r e s a s a q u ie n s e d e t ie ­
n e a o b s e r v a r la c o n u n p o c o d e a te n c ió n , c o s a q u e rara v e z s e h a c e ; y
e s t e d e s in te r é s s e c u la r s e a c a b a r e fle ja n d o c o n d e m a s ia d a fr e c u e n c ia
e n lo s d ic c io n a r io s , e t im o l ó g i c o s o n o , e s p a ñ o le s y e x tr a n je r o s, q u e ,
so b r e to d o e n e l c a s o d e lo s c o m p u e s t o s , s e s u e le n c o n te n ta r c o n e x ­
p lic a c io n e s e x p e d it iv a s ( « d e l g r ie g o x y d e l g r ie g o y») q u e e n r e a lid a d
e x p lic a n m u y p o c o la g é n e s i s d e la p a la b ra e n c u e s t ió n .

§ 1 2 .4 . S o b r e l a p a r a s ín t e s is

L a p a r a s ín t e s is (g r. 7 ia p a a ú v 0 ec n < ;) c o n s i s t e e n fo r m a r u n a p a la ­
bra n u e v a p r e fija n d o y s u fij a n d o al m is m o t ie m p o u n a b a s e y a e x i s ­
te n te , p o r e j e m p lo e n barranco > em-barranc-ar, diestro > a-diestr-
ar, pedazo > des-pedaz-ar , o alma > des-alm-ado. S i n o s a t e n e m o s al
c r ite r io e s t r ic t o d e p a r a s ín te s is d e f e n d id o p o r a lg u n o s a u to r e s ( e s d e ­
c ir , q u e n o e x is t a p r e v ia m e n te e n la le n g u a n i la fo r m a p r e fij o + b a s e
— * desalma — n i ta m p o c o la fo r m a b a s e + s u f ij o — *almado — ), n o s
e n c o n tr a m o s c o n q u e e s te p r o c e d im ie n t o e s b a s ta n te raro e n la fo r m a ­
c ió n d e h e le n is m o s m o d e r n o s e n e s p a ñ o l, lim ita d o p r á c tic a m e n te a
d e te r m in a d a s f o r m a c io n e s v e r b a le s e n la s q u e in t e r v ie n e n b a s e s e s p a -

160 Pero cf. OED, s. v. -geny: «The suffix m ay be regarded as representing Gr.
-yéveia [...] But in al I probability it was actual ly from the root gen - in genesis [...]
(vaguely apprehended as meaning ‘to produce’) + -y , French -ie». Sobre la acentua­
ción de los com puestos españoles, cf. García Yebra, 1999, s. v. -genia.
ñ o la s y e l s u fijo -izar (p o r e j e m p lo luna > alunizar, tierra > aterri­
zar; rata > desratizar; carne > encarnizar (se), e t c .) , lo q u e e s sin
d u d a u n a p r u e b a d e la v it a lid a d d e d i c h o s u f ij o , q u e h e m o s v i s t o e n
§ 1 2 .2 .3 161.
P e r o s i s e s ig u e u n c r ite r io m á s a m p lio ( y s in c r ó n ic o ) d e lo q u e e s
p a r a s ín t e s is , c o m o e s l o m á s fr e c u e n te , e s tá c la r o q u e te n d r ía m o s m u ­
c h í s i m o s c a s o s e n l o s q u e e sta r ía n in v o lu c r a d a s b a s e s (lib r e s o l ig a ­
d a s ), p r e fij o s y s u f ij o s d e o r ig e n g r ie g o : anti-pirét-ico, anti-grip-al,
ex-céntr-ico, para-polici-al, e tc .; h e m o s s e ñ a la d o e l r e q u is ito d e q u e
s e o b s e r v e u n c r ite r io s in c r ó n ic o , p u e s d e s d e e l p u n to d e v is t a d ia c r ó -
n ic o e s c la r o q u e l o s e j e m p lo s c it a d o s n o s o n m á s q u e a d j e tiv o s s u f i-
j a d o s a l o s q u e s e a n te p o n e u n p r e f ijo , y e s te n o e s s in o u n tip o e n tr e
o tr o s v a r io s q u e s e p o d r ía n c it a r 162.
P o r o tr a p a r te , n o e sta r á d e m á s r ec o r d a r q u e e n e l p r o p io g r ie g o
a n tig u o h a b ía u n tip o d e a d j e t iv o s q u e s e a tie n e n e x a c t a m e n t e a l c r ite ­
r io e s tr ic to d e p a r a s ín te s is q u e h e m o s m e n c io n a d o (a u n q u e lo s lib r o s
d e g r a m á tic a g r ie g a n o s u e le n h a c e r r e f e r e n c ia e x p r e s a a e s t e c o n ­
c e p to ). N o s r e fe r im o s a lo s a d je tiv o s d e d o s te r m in a c io n e s e n -rig, -te,
d e l tip o d e 8uayevTi<;, á a s0 f|< ;, eixp orig, e ó n e v fig , TtepucaX A iig, e tc .,
fo r m a d o s g e n e r a lm e n te a p artir d e u n a r a íz ( y e v - , a e 3 - , e t c .) c o n u n
p r e fijo ( p r e p o s ic io n a l o a d v e r b ia l) y c o n e l s u f ij o -ecr-; e n e ll o s s e
c u m p le n lo s r e q u is it o s q u e a n te s m e n c io n á b a m o s , p u e s n o e x is t e n e n
g r ie g o n i e l a d j e tiv o s im p le c o r r e s p o n d ie n t e (*yevfi< ;, * n e v fig , e t c .) n i
ta m p o c o u n a fo r m a n o m in a l o v e r b a l d e la q u e s e h u b ie r a n p o d id o d e ­
riv a r a q u é lla s p o r s u f ij a c ió n (*5ÚCTyevog o * 8 iX T y íy v o u a i), a u n q u e

161 Sobre la parasíntesis cf. GDLE § 72.1.2 (parasíntesis verbal, por D. Serrano-
Dolader); y Almela, 1999, 187-96, con discusión de otras propuestas teóricas. Entre
las demás categorías gramaticales, concretam ente entre los sustantivos, podría citarse
quizá algún raro tecnicism o com o en-ost-osis «tum or en el canal m edular de un hue­
so», form ado prefijando y sufijando al m ismo tiempo la base ost(eo) «hueso» (no
existe ni *enosto ni *ostosis), aunque sobre el modelo previo de gr. é^óaTüxnc;.
162 Cf. en general GDLE, § 72.2 (se discute especialmente la cuestión de los adjeti­
vos form ados con anti-).
h a y a lg ú n c a s o e n q u e s í e x is t e u n v e r b o p r e fija d o p a r a le lo (éji<pavr)<;
ju n t o a é jiíp a ív c o )163.

§ 1 2 .5 . O t r o s p r o c e d i m i e n t o s d e f o r m a c i ó n
de p a la b ra s : a c o rta m ie n to s y a m a lg a m a s .

T e r m in a r e m o s la s e c c i ó n d e d ic a d a a la c o m p o s i c ió n m e n c io n a n d o
b r e v e m e n te o tr o s d o s p r o c e d im ie n t o s d e f o r m a c ió n d e p a la b r a s q u e ,
a u n q u e s o n m a r g in a le s e n e s p a ñ o l, tie n e n c ie r ta r e la c ió n c o n lo s h e l e ­
n is m o s .
E l p r im e r o d e e l l o s e s e l lla m a d o « a c o r ta m ie n to l é x i c o » (e n la b i­
b lio g r a fía in g le s a , clipping), e n v irtu d d e l c u a l « u n a u n id a d lé x i c a [...]
v e r e d u c id o su s ig n if ic a n t e r e te n ie n d o e l m is m o s ig n if ic a d o y c a t e g o ­
ría g r a m a t i c a l» 164. T e n ie n d o e n c u e n ta la c o n s id e r a b le lo n g itu d d e
m u c h o s h e l e n is m o s c o m p u e s t o s , n o e s d e e x tr a ñ a r q u e e s t e p r o c e s o
lin g ü ís tic o a fe c t e e s p e c ia lm e n t e a e sta c a te g o r ía d e p a la b ra s, c o m o d e ­
m u e str a n lo s c a s o s d e auto(móvil), bici(cleta), cine(matógrafo), esté-
reo(fónico), foto(grafia), metropolitano), pom o (gráfico), taxi (metro),
televisión), zoo(lógico), p o r c ita r lo s m á s c o m u n e s ; o b s é r v e s e la
m a r c a d a p r e fe r e n c ia p o r lo s b is íla b o s , a u n a e x p e n s a s d e la e t im o l o ­
g ía (cinemató-grafo, bi-cicl-eta).
A u n q u e e n p r in c ip io la s v o c e s c o r r e s p o n d ie n t e s p e r te n e c e n a un
r e g is tr o c o lo q u ia l, lo c ie r to e s q u e p u e d e n a c a b a r d e s p la z a n d o a la s
fo r m a s p le n a s , h a s ta h a c e r la s p o c o m e n o s q u e in s ó lit a s (p o r e j e m p lo
cinematógrafo) o e n to d o c a s o p r o p ia s d e u n r e g is tr o e le v a d o , y , lo

163 Cf. en general Chantraine, 1933, 424 ss., que señala que ya los gramáticos an­
tiguos se habían percatado de la singularidad de este tipo de adjetivos, siempre com ­
puestos (como etipo-oOevÍK; o ánapro-£7CÍK;) o prefijados (los citados arriba). Cf. tam ­
bién M eillet-Vendryes, 1953, § 644, sobre otro tipo parasintético en griego y latín.
164 GDLE, § 78.1, p. 5077 (el capítulo 78, sobre acortam ientos, acronim ia y otros
procesos morfológicos, es obra de M. Casado Velarde); cf. también Rainer, 1993,
697-701; Almela, 1999, 202-3.
q u e e s m á s , p u e d e n c o n v e r tir s e e lla s m is m a s e n e le m e n t o s d e c o m p o ­
auto
s ic ió n c o n e l s i g n if ic a d o d e la fo r m a p le n a , c o m o o c u r r e c o n
(auto-pista « p is ta para a u t o m ó v ile s » ) , cine (ciné-filo), cinema (cine­
m ascope), foto (foto-novela « n o v e la f o t o g r á f ic a » ) , tele (tele-concur­
so « c o n c u r s o q u e s e e m it e p o r t e le v is i ó n » ) , e t c . I6S.
E l s e g u n d o f e n ó m e n o q u e a q u í n o s in te r e s a m e n c io n a r e s la a m a l­
g a m a ( e n in g lé s , blending), « p r o c e d im ie n t o m o r f o l ó g i c o c o n s is t e n t e
e n la fo r m a c ió n d e u n a p a la b ra a p artir d e d o s [...] u n id a d e s lé x ic a s ,
e s ta n d o r e p r e se n ta d a , al m e n o s u n a d e e ll a s , p o r u n fr a g m e n to (u n a o
m á s s íla b a s ) d e su s i g n i f i c a n t e » l66, y q u e ta m b ié n p u e d e a fe c ta r a b a ­
s e s d e o r ig e n g r ie g o , p o r la m is m a r a z ó n q u e v e ía m o s e n lo s a c o r ta ­
m ie n t o s . A s í o c u r r e p o r e j e m p lo e n euro-cámara (Europa, europeo),
informática (información + matemática, q u e a su v e z h a d a d o lu g a r a
u n a e s p e c ie d e s u f ij o g r e c o id e -mática: ofimática, telemática), dio­
rama, cinerama ( c o n la te r m in a c ió n , a r b itr a r ia m e n te s e g m e n t a d a , d e
panorama), ciberespacio, cibernauta (cibernética, gr. K u P ep v á to « d i­
rigir, p ilo ta n )), paralímpico (e n q u e p a r e c e n c r u z a r se e l p r e fijo para
+ olímpico, c o n f o r m a c ió n d e f e c t u o s a — e n e s e c a s o d e b e r ía s e r pa-
rolímpico — , c o n la in te n c ió n e v id e n t e d e c r e a r u n a a m a lg a m a e n tr e
parapléjíco o paralítico y olímpico), e t c . I67.
E n a lg u n a s d e e s t a s c r e a c io n e s , p o r l o d e m á s , e s d if í c i l d e te r m in a r
a n te q u é tip o d e p r o c e d im ie n t o e s ta m o s ; p o r e j e m p lo e n e l c a s o d e
narco- (g r. v a p tc ó to « a d o r m e c e n » , vaptcam tcóc; « q u e a d o r m e c e » ), p u e s
si e n narco-tráfico p a r e c e c la r o q u e s e trata d e u n a a m a lg a m a (narcó­
ticos + tráfico) l68, e n narco-dólares e l p r im e r e le m e n t o (q u e e n tr e ­

165 Ya llamó la atención sobre este fenómeno Lüdtke, 1974, 142-45; cf. también
Alvar Ezquerra, 1978 y 1995. Podría incluirse también en esta categoría eco- = ecoló­
gico (ecotasa, ecoturismo), a pesar de no usarse como palabra independiente.
166 GDLE, § 78.3, p. 5085 (que lo llama acronimia).
167 Cf. GDLE, § 78.3; Rainer, 1993, 701-2 («W ortm ischung»); Almela, 1999, 205­
10 (que lo llama acronimia); Janni, 1994, 28 (cinerama) y 157 (telemática); García
Yebra, 1999, s. v. paralímpico.
168 Aunque en este caso la supresión de -tico no deja de recordar a lo que es un
procedimiento frecuente en la derivación (cf. por ejem plo cerám-ica > ceram-ista,
protagon-ista > protagón-ico), como destaca Rainer en muchas entradas dedicadas a
ta n to h a p a s a d o a u s a r s e ta m b ié n c o m o v o z a u tó n o m a , los narcos) no
s ig n if ic a y a « d e n a r c ó t ic o s » s in o « ( c o n s e g u i d o s p o r m e d io d e l) tr á fi­
c o d e n a r c ó t i c o s » l69.

§ 1 2 .6 . E l c a lco d e f o r m a c ió n

T e r m in a r e m o s la p arte d e d ic a d a a la fo r m a c ió n d e p a la b r a s h a ­
c ie n d o b r e v e r e fe r e n c ia al p r o c e d im ie n to q u e r e c ib e e l n o m b r e g e n é ­
r ic o d e calco y q u e c o m p r e n d e d is t in to s t ip o s , d e a c u e r d o c o n la c la s i ­
f ic a c ió n p r o p u e s ta p o r e l a le m á n W . B e t z ( 1 9 4 9 ) :

1) E l c a lc o d e l e s q u e m a (Lenhbildung), d e n tr o d e l q u e p u e d e n d is t in ­
g u ir s e , s e g ú n e l g r a d o d e fid e lid a d c o n q u e s e c o p ia la c o n s tr u c ­
c ió n o r ig in a l: a ), e l c a lc o p o r tr a d u c c ió n (Lenhübersetzung), cuando
s e tr a d u c e c o n e x a c titu d , m ie m b r o a m ie m b r o , la v o z e n c u e s t ió n ,
p o r e j e m p lo e n 7 ip ó-0e-ai< ; > lat. prae-posi-tio, c o n c o r r e s p o n d e n ­
prae), l e x e m a s v e r b a le s (T Í0r||ii,
c ia e x a c t a e n tr e p r e v e r b io s (Ttpó,
pono) y s u fij o s fo r m a d o r e s d e a b stra c to s v e r b a le s (-a u ;, -tio); b ), e l
« c a lc o lib r e » (Lenhübertragung), e n e l q u e la tr a d u c c ió n y o r d e ­
n a c ió n d e lo s c o m p o n e n t e s d e la p a la b r a n o e s tan e str ic ta c o m o
e n e l c a s o a n te r io r , p o r e j e m p lo c u a n d o e l a le m á n c o n v ie r t e ma­
míferos ( c o m p u e s t o d e r e c c ió n v e r b a l, « q u e lle v a n m a m a s » ) e n
Sáugetiere (sáugen « c h u p a r , m a m a r » , Tier « a n im a l» ); y c ), la
c r e a c ió n in d u c id a (Lenhschópfung), q u e e s u n a « im it a c ió n ib re,
to ta lm e n te fo r m a l, d e u n m o d e lo e x tr a n je r o , c o m o , p o r e j e m p lo , e l
n e o l o g is m o d e l a n tig u o a lto a le m á n findunga , q u e r e p r o d u c e e l la ­
tín experimentum » 170.
2 ) E l c a lc o s e m á n tic o (Lehnbedeutung), c o n s is t e n t e e n q u e u n a p a la ­
bra y a fo r m a d a e n u n a le n g u a c o b r a u n n u e v o s e n tid o p o r in f lu e n ­

los sufijos españoles (este autor lo llama Tilgung «cancelación», cf. en general p. 171­
75 de su libro).
169 Sobre el procedimiento llamado «sustracción» y la posibilidad de incluir en él
com puestos en -ólogo, -ógrafo y otros, cf. Rainer, 1993, § 6.2, p. 694-97.
170 Lüdtke, 1974, 23.
c ia d e u n a p a la b ra e x tra n je r a ; p o r e j e m p lo , c u a n d o lat. ars, artis se
e m p e z ó a u tiliz a r p ara tr a d u c ir gr. x é x v r |, c o b r a n d o a sí e l s e n tid o
e s p e c ia liz a d o d e « d is c ip lin a , tr a ta d o , m a te r ia d e e s t u d io » (ars p o é­
tica, artes liberales, e t c . ) 171.
3 ) E l c a lc o f r a s e o l ó g i c o (Lenhwendung), c u a n d o s e tr a d u c e to d a u n a
e x p r e s ió n o fr a se h e c h a , y e l s in tá c tic o (Lenhsyntax), c u a n d o se
c o p ia u n t ip o d e c o n s t r u c c ió n p r o p io d e la le n g u a e n c u e s t ió n (p o r
e j e m p lo , e l « a c u s a t iv o g r ie g o » e n e l v e r s o d e G a r c ila s o los ale­
manes, el fiero cuello atados . . . ) 172.

E l tip o q u e n o s in te r e s a a q u i e s e l 1, e n s u s d is tin ta s m o d a lid a d e s


(q u e n o s ie m p r e s e p u e d e n d e lim ita r c o n ta n ta c la r id a d ); m ie n tr a s q u e
lo s t ip o s 3 y 2 c o r r e s p o n d e r ía n m á s b ie n a la s p a r te s d e d ic a d a s a la
s in t a x is y la s e m á n t ic a , r e s p e c tiv a m e n te .
E l c a lc o d e f o r m a c ió n e s , e n c u a lq u ie r c a s o , u n p r o c e d im ie n to
m á s e n tr e l o s v a r io s d e q u e d is p o n e n la s le n g u a s p ara a c r e c e n ta r su
l é x i c o , y q u e s e d is t in g u e d e l p r é s ta m o p r o p ia m e n te d ic h o ( o p r é s ta ­
m o l é x i c o ) e n q u e e n e s t e c a s o la in f lu e n c ia e x tr a n je r a n o e s p e r c e p ti­
b le a s im p le v is ta , s in o q u e e stá p o r a sí d e c ir la te n te e n la c o n s tr u c c ió n
d e l n u e v o té r m in o . D e a h í q u e e l c a lc o d e f o r m a c ió n s e h a y a p r a c ti­
c a d o so b r e to d o e n a q u e lla s le n g u a s q u e , p o r r a z o n e s d iv e r s a s (s o b r e
to d o p o lít ic a s , e n s e n t id o a m p lio ) , h a n m a n t e n id o p o s tu r a s d e f e n s iv a s
(p o r p u r is m o , p o r n a c io n a lis m o ) fr e n te a lo s p r é s ta m o s ; e l c a s o m á s
c la r o e n tr e la s le n g u a s d e n u e s tr o e n to r n o e s e l d e l a le m á n , d e l q u e s e
p o d r ía n c ita r c e n te n a r e s d e c a s o s , d e s d e e l a n tig u o a lto a le m á n h a sta
h o y m is m o , y a s e trate d e c a lc a r v o c e s d e o r ig e n g r ie g o ( c f . 8 ió - |í£ -
xpov > Durch-messer), la tin o (manualis (liber) > Hand-buch), fr a n ­
cés (court-ois > hóf-lich), e t c . 173.

171 Cf., para el ámbito grecolatino, Nicolás, 1996; en general, Deroy, 1980, 93 ss.
172 Sobre el influjo griego en la sintaxis latina, cf. Brenous, 1895; en general sobre
el calco sintáctico y fraseológico, Deroy, 1980, 102-110 y 222-23.
173 Véase, por ejemplo, el m agnífico ejem plo de una frase aparentem ente en «puro
alem án» que cita y comenta Lüdtke, 1974, 153-55. Para el inglés antiguo, cf. Scheler,
1996 (cita ejem plos del siglo xi com o syllaba > staefgefeg, etc.).
C e n tr á n d o n o s e n lo q u e e s n u e s tr o te m a , el la tín r ec u r rió e n u n a
m e d id a c o n s id e r a b le a e s t e p r o c e d im ie n t o p a ra n a tu r a liz a r m u c h o s
c o n c e p t o s g r ie g o s — q u e le e ra n n e c e s a r io s para la f ilo s o f ía , la g r a ­
m á tic a , la c i e n c i a — , e v ita n d o d e e s e m o d o q u e la in v a s ió n d e h e l e ­
n is m o s l é x i c o s r esu lta ra d e m a s ia d o a b r u m a d o ra . E s d e c ir , q u e m u ­
c h a s p a la b r a s q u e s o n a p a r e n te m e n te « p u r o la tín » n o s o n e n r e a lid a d
s in o c a lc o s d e v o c e s d e l g r ie g o c lá s ic o y h e le n ís t ic o .
D e to d a s fo r m a s, n o p o d e m o s e x te n d e r n o s d e m a sia d o e n e s te
a s u n to p o r q u e , al fin y al c a b o , el c a lc o la tin o d e p a la b r a s g r ie g a s e s
u n f e n ó m e n o q u e c a e fu e r a d e lo s lím it e s d e e s t e lib ro ; y e s q u e , a d i­
fe r e n c ia d e l la tín , e l e s p a ñ o l (y la s le n g u a s r o m á n ic a s e n g e n e r a l) n o
ha r ec u r r id o a p e n a s al c a lc o d e h e le n is m o s — sí a v e c e s al d e g a l i ­
c is m o s o a n g l i c i s m o s ( c f . foot-ball > balom-pié) — , s in o q u e lo s h a
t o m a d o c o m o p r é s ta m o s , c o n la s a d a p ta c io n e s g r á fic a s , f o n é t ic a s y
m o r f o ló g ic a s n e c e s a r ia s e n c a d a c a s o .
H a y v a r ia s r a z o n e s im p o r ta n te s p a ra e llo . L a p r im e r a e s q u e lo s
h e le n is m o s c u lt o s e m p e z a r o n a en tra r e n c a s t e lla n o — e n t o m o al s i ­
g l o x m — c o m o m e r o s la tin is m o s , p u e s s e n c illa m e n t e e s a s p a la b r a s
(c o m o geometría , teología , e t c .) fo r m a b a n p arte d e l l é x i c o la tin o p r e ­
s e n te e n lo s a u to r e s a n t ig u o s y m e d ie v a le s , y n o h a b ía r a z ó n p ara
a p lic a r le s u n a p o lít ic a d istin ta d e la q u e s e o b s e r v a b a c o n lo s c u l t is ­
m o s la t in o s ( c o n lo s q u e , p o r r a z o n e s d e c e r c a n ía lin g ü ís it ic a y ta m ­
b ié n d e p r e s t ig io , n o r m a lm e n te n o h a b ía lu g a r a l c a lc o , s in o a la m e r a
a d a p ta c ió n ); ap a rte d e q u e e l p r o p io a n te c e d e n te d e l la tín , d is p u e s t o a
a lo ja r n u m e r o s o s h e le n is m o s l é x i c o s , p r e d is p o n ía a la s le n g u a s m o ­
d e r n a s a h a c e r lo p r o p io .
A d e m á s , s e h a d e s ta c a d o a m e n u d o q u e e l c a lc o , f e n ó m e n o e s tr e ­
c h a m e n t e e m p a r e n ta d o c o n la tr a d u c c ió n , e s m u c h o m á s fr e c u e n t e e n
s it u a c io n e s d e b ilin g ü is m o m u y a c e n tu a d o , c o m o fu e p o r e j e m p lo e l
c a s o d e la R o m a ta r d o -r e p u b lic a n a e im p e r ia l (u n g r a d o e le v a d o d e
b ilin g ü is m o e s im p r e s c in d ib le p o r la s e n c illa r a z ó n d e q u e , d e lo c o n ­
trario, n o e s p o s ib le c o m p r e n d e r c a b a lm e n te la e str u c tu r a d e la p a la ­
bra q u e s e trata d e c a l c a r ) l74; e n e s t e s e n tid o , p o c a s p o s ib ilid a d e s h a -
h a b ía d e q u e se c a lc a r a n h e le n is m o s e n lo s s i g l o s x m , x r v y x v , d a d o
q u e e l g r ie g o e r a u n a le n g u a v ir tu a lm e n te d e s c o n o c i d a e n e l O c c i ­
d e n te la tin o ( e n E sp a ñ a la p r im e r a c á te d r a d e g r ie g o , e n la U n iv e r s i ­
d a d d e S a la m a n c a , d a ta d e 1 4 9 5 ).
O tro fa c to r s in d u d a im p o r ta n te e s d e o r d e n t i p o l ó g ic o , y e s q u e , a
d if e r e n c ia d e l g r ie g o , c o n su e n o r m e f a c ilid a d p ara la c o m p o s i c ió n , e l
c a s t e lla n o y d e m á s le n g u a s r o m á n ic a s s o n s o b r e to d o le n g u a s d e r iv a ­
tiv a s , c o n p o c a in c lin a c ió n a la c o m p o s ic ió n ; e l l o p u e d e e x p lic a r q u e ,
a n te u n o d e lo s m u c h o s h e le n is m o s c o m p u e s t o s (p . e j. p p a x u X o y ía ) ,
la r e s p u e s ta m á s « n a tu r a l» s e a e l p r é s t a m o ta l c u a l(braquilogía) y n o
e l c a lc o (*cortidicho o *breviloquio, c f . lat. breviloquium). T a m b ié n
a s í s e e x p lic a , a l m e n o s e n p a r te , la te n d e n c ia d e l a le m á n a l c a lc o , d a ­
d a su g r a n fa c ilid a d p ara la c o m p o s ic ió n .
P o r lo q u e r e s p e c ta a lo s c a lc o s la tin o s d e l g r ie g o , n o s in te r e sa r e ­
c o r d a r q u e a fe c ta n e s p e c ia lm e n t e a l v o c a b u la r io f i l o s ó f i c o , g r a m a ti­
c a l, r e tó r ic o y c ie n t íf ic o ; p o r n o a la r g a m o s d e m a s ia d o , n o s lim ita r e ­
m o s a m e n c io n a r u n o s c u a n to s c a s o s d e c a lc o ( m á s o m e n o s e x a c t o )
e n la t e r m in o lo g ía g r a m a tic a l, q u e lo s r o m a n o s e n c o n tr a r o n y a m u y
d e sa r r o lla d a e n g r ie g o (la lis ta p o d r ía a la r g a r se fá c ilm e n te ) :

xcx m>u-<P<Dva > con-sonantes


fl npoa-co8ía > ac-centus (< *ad-cantusj
f) kXí-ou; > de-clina-tio
fl ou-^uy-ía > con-j uga-tio
¿irí-Geiov > ad-jectivum
aína-TiKfi > accusa-tivus
rcXr|0i)v-TiKÓ<; > plur-alis
il ávT-covuuía > pro-nomen
tó fipGpov > articulus
TtpocnaK-TiKfi > impera-tivus
ó oúv-Seo-uog > con-junc-tio.

Y , m á s a llá d e l o s m u c h o s e j e m p l o s q u e s e p o d r ía n c ita r e n d i s ­
tin to s á m b it o s l é x i c o s , e l c a lc o d e l g r ie g o tu v o u n a e s p e c ia l im p o r ta n ­
c ia p ara e l d e s a r r o llo d e l s is te m a s u fija l la tin o , y p o r e x t e n s ió n e l d e
las le n g u a s r o m á n ic a s (e n su r e g is tr o c u lto ); m ie n tr a s q u e , c o m o y a
s e ñ a la m o s , e l la tín n u n c a p u d o a s im ila r y h a c e r s u y a la fa c ilid a d d e l
g r ie g o para la c o m p o s i c ió n (a p e s a r d e lo s in te n to s d e lo s p o e ta s ro ­
m a n o s y d e lo s c a s o s r e la tiv a m e n t e a b u n d a n te s d e c a lc o , c o m o ovi-
parus < cp0-TÓK0<;, quadr-angulus < x e ip á -y c o v o c ;, e tc .).
E n e l c a s o d e lo s s u f ij o s , a lo la r g o d e § 1 2 .2 h e m o s te n id o o c a ­
s ió n d e h a c e r a lu s ió n a la e s c a s a o n u la p r o d u c tiv id a d e n la tín d e s u ­
f ijo s c o m o -sis, -ma, -ismus, -izare , e t c ., y h e m o s s e ñ a la d o e n m á s d e
u n a o c a s ió n q u e la in f lu e n c ia d e l s u f ijo g r ie g o e n c u e s t ió n n o s e h a
v e r if ic a d o p o r m e d io d e su p r é s ta m o c o m o tal s u fij o e n v o c e s la tin a s,
s in o p o r h a b e r e s p o le a d o e l u s o d e s u f ij o s a u tó c to n o s la tin o s e q u iv a ­
le n te s (a v e c e s d e s c e n d ie n t e s d e l m is m o e le m e n t o in d o e u r o p e o ), e s
d e c ir , p o r c a lc o . E n tre lo s m á s s e ñ a la d o s e n e s te s e n tid o m e n c io n a ­
r e m o s:

-tas, -tatis (e sp . -dad, -tad), e q u i v a l e n t e e x a c t o d e l g r i e g o -x r |g ,


-tr|TO<;, u t iliz a d o p a ra d e r iv a r s u s t a n tiv o s a b s tr a c to s (p o r e j e m p lo
e n e l v o c a b u la r io d e la f ilo s o f ía : TioióiriQ > qualitas , TioaÓTTy; >
quantitas, K O ivórriQ > communitas). P o d r ía n i n c l u i r s e t a m b i é n
a q u í o t r o s s u f ij o s l a t in o s c o n f u n c i ó n s im ila r , c o m o - tus ( g e n .
-tutis), -tudo, -itia/-ities.
-tio , -sio, -xio (d e d o n d e e s p . -ción, -sión, -xión), c o m o fo r m a d e r e ­
p r o d u c ir l o s a b s tr a c to s v e r b a le s g r ie g o s e n -ene; (c f. p o r e j e m p lo
aia0r|<Ti<; > sensatio, 7cp ó0scn g > praepositio); e n o tr o s c a s o s s e
p r e fie r e e l s u f ijo-(nt)ia (a s í e n a u v -e íS r |-a i< ; > con-scient-ia o e n
T cepí-ara-O K ; > circum-stant-ia).
-men, -minis ( y -mentum, -i, e s p . -mentoZ-miento), e q u i v a l e n t e s d e g r.
- |i a , - iiclto <; ( c o m o e n v ó r m a >cogitamen, T c a íS e u jia >erudimen-
tum, e tc .) .
— e l c a s o d e lo s a d je t iv o s e n - icus y -ticus y s u r e l a c i ó n c o n e l g r i e g o
y a s e h a d i s c u t i d o c o n c ie r to d e t e n i m i e n t o e n § 1 2 .2 .2 .; a u n q u e ,
p o r o t r a p a r t e , m u c h o s a d j e t i v o s g r i e g o s e n - ( t ) ucóc; s e h a n t r a d u ­
c id o ( c a l c a d o ) e n l a t í n c o n -(t)ivus ( c f. a í n a - x i i c f ] > accusa-tivus),
-bilis o -torius, c o n trib u y e n d o a sí al d e s a rr o llo d e e s to s s u fijo s ,
ig u a lm e n te a b u n d a n te s e n e s p a ñ o l {-tivo, -ble, -torio).
— lo m is m o p u e d e d e c ir s e d e -osus (e s p . -oso), m u y fa v o r e c id o p o r
e l c a lc o p a r c ia l o to ta l d e m u c h o s a d j e t iv o s e n -ó e u ; y s o b r e to d o
e n -tó&ry; ( c a lc o s ó l o d e l s u f ij o e n XerrpcoSric; > leprosus; t o ta l e n
KapKiV(ó8r|<; > cancerosus, ó8uvco8r|<; > dolorosus, (p>x3cb8r|<; >
venosus, e tc .).
— p o r lo q u e r e s p e c ta a la d e r iv a c ió n v e r b a l, n o h a y m u c h o q u e d e ­
c ir , e x c e p t o q u e e n a lg u n a o c a s i ó n s e h a a tr ib u id o a la in f lu e n c ia
d e l o s n u m e r o s ís im o s v e r b o s g r ie g o s e n -í£cd e l g r a n d e s a r o llo d e
l o s la tin o s e n -ficare (magnificare, sanctificare, amplificare, gra­
tificare, e t c .) , e s p e c ia lm e n t e e n e l la tín c r is tia n o , q u e lo s e n c o n ­
tra b a e x p r e s i v o s 175.

B a s t e n e s t a s p o c a s o b s e r v a c io n e s p a r a d e s ta c a r la g r a n im p o r ta n ­
c ia q u e tie n e e l c a lc o d e c o n s t r u c c ió n p ara u n e n te n d im ie n to c a b a l d e
la e str u c tu r a d e l l é x i c o la tin o y p o r e x t e n s ió n d e l l é x i c o c u lto e u r o ­
p e o , c u y o s o r íg e n e s h a y q u e b u s c a r c o n m u c h a f r e c u e n c ia e n la koiné
h e le n ís t ic a ; s e trata, p o r lo d e m á s , d e u n p r o c e s o m u c h o m á s d if í c i l d e
d e te c ta r q u e e l p r é s ta m o l é x i c o c o n v e n c io n a l, n o s ie m p r e id e n t if ic a -
b le c o n to ta l s e g u r id a d (a v e c e s e s im p o s ib le a se g u r a r q u e ta l v o z la ­
tin a s e a r e a lm e n te u n c a lc o d e o tr a g r ie g a ) y q u e , e n to d o c a s o , lo s
d ic c io n a r io s h is t ó r ic o s y e t im o l ó g i c o s rara v e z s e p r e o c u p a n d e in ­
c lu ir e n la h is to r ia d e la v o z c o r r e s p o n d ie n t e , a p e s a r d e q u e , s in e l
e s t ím u lo d e la p a la b r a e n c u e s t ió n , n u n c a h u b ie r a n lle g a d o a e x is t ir (y
e n e s e s e n t id o e s p e r fe c ta m e n te le g ít im o a fir m a r q u e , p o r e je m p lo ,
lat. conscientia e s u n a p a la b r a q u e procede de gr. a u v e íS r ic r u ;)176.

175 Cf. DELL, s. v. fació (aunque aquí no se alude a esa posible influencia griega).
176 Para los calcos latinos del griego, cf. sobre todo André, 1971, 129-33, con bi­
bliografía; en general, cf. Deroy, 1980, 215-23 (con ejem plos de otras lenguas); y
W einreich, 1974, 114 ss.
C O N C L U S IO N E S

L le g a m o s a s í a l fin a l d e e s t e r e c o r r id o p o r lo s d is t in to s n i v e le s
l in g ü ís t ic o s e n q u e s e h a v e r if ic a d o — g e n e r a lm e n te a tr a v é s d e otra
l e n g u a — la in f lu e n c ia d e l g r ie g o so b r e e l e s p a ñ o l. C o m o y a d ijim o s
e n la in tr o d u c c ió n , q u e d a r á n p a r a m e jo r o c a s ió n la p a rte d e d ic a d a a la
s i n t a x i s , d e m u y d i f í c i l a b o r d a j e , y q u e e n g r a n m e d i d a h a b r ía d e
c e n tr a r se e n e l in f lu jo s in t á c t ic o d e l g r ie g o e n la p r o s a y la p o e s ía la ­
tin a s , y d e é s t a s e n e l e s p a ñ o l; y la p a r te d e d ic a d a a la s e m á n tic a y la
le x i c o lo g í a , e n la q u e s e trataría d e e s t a b le c e r al m e n o s u n a t ip o lo g ía
d e lo s c a m b io s s e m á n t ic o s e x p e r im e n ta d o s p o r lo s h e le n is m o s ( in c lu ­
y e n d o p r e fij o s y s u fijo s ): p é r d id a d e m a t ic e s , s im p lif ic a c ió n d e l s e n ­
tid o o r ig in a l, tr a n s fe r e n c ia a o b j e t o s o n o c i o n e s s im ila r e s , e v o lu c i ó n
s e m á n tic a d e n tr o d e la le n g u a d e lle g a d a , e tc .; e n e l c a m p o d e la l e x i ­
c o lo g í a , h a b r ía q u e in te n ta r al m e n o s v a lo r a r e n u n p la n o g e n e r a l la
im p o r ta n c ia d e l l é x i c o g r ie g o e n la c o n s t it u c ió n d e lo s l é x i c o s e s p e ­
c ia liz a d o s d e la s d is tin ta s c ie n c ia s , d e s d e la s q u e h a n h e c h o y s ig u e n
h a c ie n d o u s o c o n s t a n t e d e a q u é l ( c o m o la z o o lo g í a o la m é tr ic a ) h a s ta
la s q u e , p o r r a z o n e s d iv e r s a s , r ec u r re n p o c o a la « r e s e r v a » g r e c o -
la tin a (p o r e j e m p lo la in fo r m á tic a ).
P o r lo d e m á s , e s t e e s t u d io tie n e p o r o b je to p r in c ip a l h a c e r v e r q u e
e l g r ie g o o c u p a u n a p o s ic i ó n ú n ic a e n la h is to r ia lin g ü ís t ic o -c u ltu r a l
d e O c c id e n te : n o s ó l o e s la le n g u a c o n la m á s la rg a c a d e n a d e d o c u ­
m e n t a c ió n e s c r ita ( d e s d e e l s i g l o x i v a. C . h a sta h o y ) , s in o q u e e l e x ­
tr a o rd in a rio c r e c im ie n t o y d e s a r r o llo d e su l é x i c o e n la A n t ig ü e d a d
fu e u n f e n ó m e n o c a s i to ta lm e n te a u tó n o m o ; e l g r ie g o c l á s i c o e s p r o ­
b a b le m e n t e , e n tr e la s g r a n d e s le n g u a s d e c u ltu r a d e l m u n d o , la q u e
c u e n ta c o n m e n o r n ú m e r o d e p r é s ta m o s e x tr a n je r o s , g e n e r a lm e n te d e
t ip o t é c n ic o o r e fe r id o s a o b j e t o s e x ó t ic o s (a u n q u e m u c h o s d e e ll o s
d a ta n d e t ie m p o s p r e h e lé n ic o s y s o n p o r ta n to m u y d i f í c i l e s d e id e n ti­
fic a r c o n se g u r id a d ).
E l e s t u d io s o d e la h is to r ia d e l g r ie g o a n t ig u o p u e d e a s is tir a la
c r e a c ió n y d e s a r r o llo s in a p e n a s in f lu e n c ia s fo r á n e a s d e u n s is t e m a
s u m a m e n te f l e x i b l e d e c o m p o s i c ió n y d e r iv a c ió n q u e p e r m itió e l su r­
g im ie n t o d e u n e x t e n s o y c o m p le j o v o c a b u la r io f i lo s ó f ic o , r e tó r ic o -
l in g ü ís t ic o y c ie n t í f i c o , e l d e la ¡coiné h e le n ís t ic a , q u e ib a a s e r la b a s e
d e t o d o e l l é x i c o c u lt o e u r o p e o ( y , e n g r a n m e d id a , m u n d ia l) d u ra n te
v e in t e s i g l o s . E n e s te s e n tid o , l o m is m o q u e s e h a b la a v e c e s d e l e n ­
g u a s q u e s o n « p a r a ís o s d e l p r é s t a m o » ( c o m o e l r u m a n o o e l tu r c o ),
ta m b ié n la s h a y q u e s o n e x p o r ta d o r a s m a s iv a s d e e le m e n t o s lin g ü ís t i­
c o s ( y p o r ta n to c u lt u r a le s ), y e l g r ie g o a n t ig u o , c o m o e l s á n s c r ito e n
e l á m b ito d e la s le n g u a s in d o a r ia s y d r á v id a s , e s tá s in d u d a e n tr e la s
m a y o r e s d e e s ta c la s e , c o n u n á m b ito in te r n a c io n a l d e d ifu s ió n ; y se
d a a s í la c ir c u n s ta n c ia in s ó lit a d e q u e e l g r ie g o m o d e r n o s ig a e n r iq u e ­
c ié n d o s e h o y c o n p a la b r a s c lá s ic a s ( o fo r m a d a s c o n e le m e n t o s y p r o ­
c e d im ie n t o s c lá s ic o s ) q u e le lle g a n a c u ñ a d a s d e fu e r a d e G r e c ia .
E n c o m p a r a c ió n c o n e s ta so r p r e n d e n te a u to n o m ía d e l g r ie g o a n ti­
g u o , la h is to r ia d e l l é x i c o c u lt o d e la s d e m á s g r a n d e s le n g u a s e u r o ­
p e a s e s e n g r a n m e d id a la h is to r ia d e su a b s o r c ió n d e e s a ¡coiné h e le ­
n ís t ic a , y a s e a p o r p r é s ta m o d ir e c to , y a p o r c a lc o s ( y n o c r e o q u e h a g a
fa lta d e s ta c a r e l p a p e l c e n tr a l q u e la s tr a d u c c io n e s h a n d e s e m p e ñ a d o
e n e s e p r o c e s o '); y e l l o e m p e z a n d o c o n e l la tín y s ig u ie n d o d e s p u é s
c o n e l fr a n c é s , e s p a ñ o l, ita lia n o , in g lé s , a le m á n , e t c ., c a d a u n a d e
e lla s c o n c a r a c te r ís tic a s y te n d e n c ia s p r o p ia s.

1 En el caso del castellano, em pezando por las del taller alfonsí, en las que vemos
aparecer m uchos helenismos del latín acom pañados de su definición castellana, para
así poder luego usarlos com o algo ya conocido: «fizieron los príncipes de Roma un
corral grand redondo a que llamaban en latín teatro», etc. (ejemplo citado por Lapesa,
19 8 1 ,2 4 4 ).
E n g e n e r a l, e sta p r o fu n d a h e le n iz a c ió n y la t in iz a c ió n n o s ó lo d e l
lé x ic o d e la s le n g u a s m o d e r n a s , s in o ta m b ié n e n g r a n m e d id a d e su
s is t e m a o r to g r á fic o (§ 1 -2 ), fo n o t á c t ic o y p r o s ó d ic o (§ 4 - 5 ) , a s í c o m o
d e su s is t e m a d e r e c u r s o s p ara la fo r m a c ió n d e p a la b ra s (§ 1 2 ), s e ha
c o n s id e r a d o c o m o u n e n r iq u e c im ie n to in d u d a b le d e e s t a s le n g u a s ,
q u e d e lo c o n tr a r io , s e s u p o n e , n o h u b ie r a n p o d id o sa lir d e su « in f a n ­
c ia » c o n c e p t u a l y n u n c a h u b ie r a n lle g a d o a se r g r a n d e s le n g u a s n a ­
c io n a le s d e c u ltu ra .
P e r o la c o s a ta m b ié n p u e d e v e r s e d e s d e o tr o p u n to d e v is ta , c o m o
u n a in te r fe r e n c ia , o in c lu s o c o m o u n a i n v a s ió n d e lo q u e , d e a c u e r d o
c o n d e S a u s s u r e , e s la e str u c tu r a d e u n a le n g u a d a d a . P o r e j e m p lo , si
p e n s a m o s e n la s c o n v e n c io n e s o r to g r á fic a s (q u e s o n e x t r a - lin g ü ís t i­
c a s , al m e n o s h a s ta e l m o m e n to e n q u e la im a g e n g r á fic a e m p ie z a a
c o n s t it u ir s e e n m o d e lo d e l h a b la ), r e s u lta q u e e l c a s t e lla n o d e la é p o ­
c a d e A l f o n s o X te n ía u n s is t e m a d e e sc r itu r a c a s i to ta lm e n te f o n é m i-
c o , a d a p ta d o a la f o n o l o g í a c o n te m p o r á n e a d e la le n g u a (q u e p a r e c e
lo l ó g ic o e n u n s is t e m a d e e sc r itu r a ), y q u e , e n e s t e s e n tid o , u n o n o v e
m u y b ie n e n q u é s e n t id o p u e d e c o n s id e r a r s e la in tr o d u c c ió n p o s te r io r
d e u n a o r to g r a fía m á s la tin iz a n te , d e o r ie n ta c ió n e t im o l ó g i c a ( c o n su s
h a c h e s in ú tile s , s u s e q u is , s u s in c o n g r u e n c ia s e n e l u s o d e { g } y { j } ,
{ c } y { z } , e t c .) c o m o u n a v a n c e o u n e n r iq u e c im ie n t o . L o m is m o
p u e d e d e c ir s e d e la in tr o d u c c ió n p r o g r e s iv a e n la p r o n u n c ia c ió n e s p a ­
ñ o la d e lo s g r u p o s c u lt o s q u e h e m o s d e s c r ito e n § 4: p u e d e v e r s e c o ­
m o u n e n r iq u e c im ie n to , si s e q u ie r e , p e r o ta m b ié n c o m o u n a tr a ic ió n
fa ls a m e n te ilu str a d a a lo m á s ín tim o d e u n a le n g u a ( y u n a tr a ic ió n n a ­
d a in o c e n t e , p o r s u p u e s to , p u e s d e s d e e l p u n to d e v is ta s o c ia l e s o s
g r u p o s d e d i f í c i l p r o n u n c ia c ió n s o n u n in d ic a d o r p r iv ile g ia d o d e e s ­
ta tu s s o c ia l, c o m o lo e s ta m b ié n la o r t o g r a f ía 2).

2 Decía Unamuno: «Si se adoptase una ortografía fonética sencilla, que, aprendida
por todos pronto, hiciera imposibles, o poco menos, las faltas ortográficas, ¿no des­
aparecería uno de los modos de que nos distingam os las personas de buena educación
de aquellas otras que no han podido recibirla tan esmerada? Si la instrucción no nos
sirviera a los ricos para diferenciam os de los pobres, ¿para qué nos iba a servir?»
D e s d e e l p u n to d e v is t a d e l l é x i c o , la e n tr a d a m a s iv a d e h e l e n is ­
m o s y l a t in is m o s e n e l e s p a ñ o l ta m b ié n p u e d e v e r s e — s in q u e e s o
s u p o n g a c a e r n i r e m o ta m e n te e n a c titu d e s n a c io n a lis t a s — c o m o u n
p r o c e s o e s e n c ia lm e n t e lim ita d o r , c a s i d ir ía m o s c a str a d o r , d e la c a p a ­
c id a d e x p r e s iv a d e la le n g u a . P o r e j e m p lo , R a fa e l L a p e s a n o s r e c u e r ­
d a c ó m o e l ta lle r d e A l f o n s o X , e n fr e n ta d o c o n la n e c e s id a d d e te n e r
un m ín im o v o c a b u la r io a b s tr a c to y c ie n t íf ic o , r ec u r re a m e n u d o a
p r é s ta m o s d e l á r a b e o d e l la tín ,

pero siempre que pueden aprovechan las disponibilidades del caste­


llano, y las incrementan foijando derivados sobre la base de palabras
ya existentes, como ladeza ‘anchura, latitud’, longueza ‘longitud’,
asmanza ‘opinión, creencia’, eñadimiento ‘aumento’, paladinar ‘pu­
blicar’, procedentes de lado ‘ancho’, luengo, asmar ‘creer’, eñader
‘añadir’, paladino 3.

T a m p o c o h a n fa lta d o e s t u d io s o s d e o tr a s le n g u a s q u e h a n s e n t id o
e s ta in v a s ió n g r e c o - la t in a c o m o u n a m e r m a , m á s q u e c o m o u n e n r i­
q u e c im ie n t o d e s u l é x i c o ( y y a h e m o s c ita d o e n m á s d e u n a o c a s i ó n e l
c a s o d e l a le m á n , c o n s u fu e r te te n d e n c ia a l c a lc o c o m o d e f e n s a a n te
e s a in v a s ió n ) . P a ra n o e x t e n d e m o s , n o s lim it a r e m o s a c ita r a L o u is
D e r o y a p r o p ó s ito d e la la t in iz a c ió n c a s i c o m p le t a d e l s is t e m a d e d e ­
r iv a c ió n fr a n c é s:

Nous n’avons presque ríen gardé du magnifique provignement de


l’ancien franjáis qui, de plante, avait tiré planter, planteur, plante-
resse, plantement, plantance, plantis, plantier, plantin, plantelete,
plantoison, plantón, etc. II y avait lá les outils linguistiques nécessai-
res pour créer des mots nouveaux. Mais il était tellement plus facile et
mieux consideré de transposer mécaniquement des mots latins tout
préparés et riches du prestige d’un long passé litteraire4.

(«Observaciones sobre la reform a de la ortografía», 1896, cit. en M artínez de Sousa,


1991,37).
3 Lapesa, 1981, 244.
4 Deroy, 1980, 122-23.
E n e s te s e n tid o , la u tilid a d p a lp a b le d e c ie r to s p r e fijo s o s u f ij o s d e
o r ig e n g r ie g o n o d e b e h a c e m o s cerrar lo s o j o s a n te lo s m u c h o s a b u ­
s o s a q u e d a n p i e c o tid ia n a m e n t e . A m e n u d o su u s o n o r e s p o n d e m á s
q u e al p e d a n t e s c o a fá n p o r a la r g a r in n e c e s a r ia m e n t e la s p a la b r a s ( c o ­
m o s e ñ a la c o n g r a c ia L á z a r o C a rreter, « d e s d e e l la tín v u lg a r , la d e s ­
n u tr ic ió n id io m á t ic a p r e fie r e lo la r g o a lo c o r t o » ) , y d e s d e lu e g o , e s
d if íc il a le g r a r s e d e la p r o life r a c ió n e n e l e s p a ñ o l a c tu a l d e c r e a c io n e s
com o alertizar (« lla m a r la a t e n c ió n » ) , constitucionalizado (« r e c o n o ­
c id o e n la C o n s t i t u c ió n » ) , vehiculizar ( « s e r v ir c o m o v e h í c u l o » ) , pe-
riferizar, e t c ., p e n o s o s h o m e n a j e s a l p o lis íla b o y a la e x p r e s ió n s in t é ­
t ic a e n v e z d e la a n a lít ic a , m u c h o m á s a c o r d e c o n e l e s p ír it u d e la
l e n g u a 5.
P ero -izar e s u n s u f ijo c u lto , d e o r ig e n g r ie g o , y e s o le c o n f ie r e
sin m á s u n g r a n p r e s t ig io . Y a h í e s tá la c la v e , e n el p r e s t ig io c u ltu r a l
d e l la tín y a n te s d e l g r ie g o . P o r e s o h a y q u e d e s ta c a r u n a y otra v e z
q u e la v e r d a d e r a im p o r ta n c ia d e l g r ie g o c lá s ic o e n la h is to r ia lin g ü ís ­
tic a d e O c c id e n t e n o r a d ic a ta n to e n la c a n tid a d d e p a la b r a s, le x e m a s
y s u f ij o s q u e n o s h a le g a d o , a u n q u e s e c u e n t e n p o r d e c e n a s d e m ile s
e n e s p a ñ o l, s in o , a n te s q u e n a d a , e n el h e c h o d e q u e e l g r ie g o , y m á s
c o n c r e t a m e n te la ¡coiné h e le n ís t ic a , fu e la p r im e r a le n g u a d e p r e s tig io
in te r n a c io n a l p r o v is ta d e u n a g r a m á tic a n o r m a tiv a « q u e tie n d e a la
u to p ía o id e a l d e fija r la l e n g u a » 6; e l la tín n o h ará m á s q u e im ita r e s te
id e a l im p o s ib le , y d e s p u é s lo h arán a q u e lla s le n g u a s q u e , p o r r a z o n e s
p o lít ic a s , lle g u e n a c o n v e r tir s e e n le n g u a s n a c io n a le s im p o r ta n te s.
D e s d e e s t e p u n to d e v is ta , s e p u e d e d e c ir e n b u e n a ló g ic a q u e ,
d e s p u é s d e la c o n s t it u c ió n d e l g r ie g o h e le n ís t ic o , n o h a h a b id o e n E u ­
r o p a m á s q u e u n a le n g u a y u n a c u ltu r a q u e , al tr a d u c ir s e , s e r e p ite a sí
m ism a :

En la medida que ha recibido el griego, lo propio es decir que el


latín es el griego mismo, con mucha más razón que la que habría para

5 Cf. Lázaro Carreter, 2003, 242 (para la frase citada; para las voces en -izar cita­
das, véase el índice de palabras).
6 López Eire, 1998, 7.
decir que el griego moderno es el griego antiguo [...] Y en efecto, el
latín, convertido en lengua de cultura, con todas las adaptaciones se­
mánticas y sintácticas que tal cosa requiere, no sería sino la forma en
que el griego se ha transmitido para el Occidente, y sería el griego
bajo su forma latina lo que habría servido de fundamento a la actual
icolvi] de las lenguas europeas1.

E s im p o r ta n te e n te n d e r e s t o s i s e q u ie r e h a c e r u n a v a lo r a c ió n c a ­
b a l d e lo q u e h a n s u p u e s to la s le n g u a s c lá s ic a s p a ra e l d e s a r r o llo d e
l e n g u a s m o d e r n a s c o m o e l e s p a ñ o l. N o s e trata, d e s d e n u e s tr o p u n to
d e v is ta , d e r e c h a z a r e n b lo q u e e l e le m e n t o c u lt o g r e c o - la t in o (a to d o s
lo s n i v e le s lin g ü í s t i c o s ) e n n o m b r e d e u n a s u p u e s ta le n g u a p o p u la r
o p r im id a , p u e s e s t o , e n c a s o d e q u e fu e r a p o s ib le , n o d e ja r ía d e se r ,
c o m o d ir ía u n s o c i ó l o g o , u n « e f e c t o d e d o m in a c ió n » ( e s d e c ir , o p e r a r
u n a in v e r s ió n d e v a lo r e s q u e , e n r e a lid a d , c o n s i s t e e n la a s u n c ió n d e l
e s t ig m a c o m o s i g n o d e i d e n t id a d ) 8.
P e r o ta m p o c o s e trata d e lo c o n tr a r io , e s d e c ir , d e sa c r a liz a r e s e
e le m e n t o g r e c o - la t in o , c o m o s e h a c e ta m b ié n c o n ta n ta fr e c u e n c ia e n
lo s e s t u d io s d e tr a d ic ió n c lá s ic a , la s tr a d o s p o r c ie r to t o n o a p o lo g é t ic o .
E l o b j e t iv o d e b e r ía s e r c o m p r e n d e r e n to d a s s u s im p lic a c io n e s — q u e
n o s o n « m e r a m e n te l in g ü ís t ic a s » p o r u n la d o y « s o c i a l e s » p o r o tr o ,
s in o to d o a l m i s m o t i e m p o — la p r e s e n c ia y la in f lu e n c ia d e l o g r e c o -
la tin o e n n u e s tr a s le n g u a s ; e s d e c ir , e n n u e s tr a s v id a s .

7 García Calvo, «Apuntes para una historia de la traducción», § 48 (incluido en


García Calvo, 1973).
8 Cf. P. Bourdieu, «Los usos del pueblo», en Cosas dichas, trad. esp., Barcelona,
•996, p. 152-57.
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ÍN D IC E D E P A L A B R A S G R IE G A S

á -, 130, 137, 145 -aXo-, 170


’Ap&pÍTTK, 149 aXoycx;, 130, 137
a(3uaao<;, 154 fiXc,53
’Ayanénvcov, 51 ’AnaCcbv, 120
áyáTtTi, 116 ájiapToemfe, 210
fiyyeXcx;, 70, 110 áuipág, 104
áyKÚtaoau;, 67 ánvT|cna, 77, 168
ótyKupa, 91 &HuAov, 108
-ayo-, 171 áncpí, 132
á y o p á ,116 áncpi3áX>xo, 130
áyopeúco, 130 án(popeúc¡, 90
áyxóvTi, 96 áv-, 137
-á^co, 154,182 á v á , 132
Aíag, 55 ávaPáXXtú, 130
aüyu;, 118 áváX.uau;, 158
aíGépicx;, 181 áváuvr|oi<;, 158
aiw y n a, 66 &va£, 68
aínaToeiSfK, 190 ávSpoyóvog, 206
aQiaT(b6Ty;, 190 ávéicSoTot, 118
atyióppoia, 104 ávfjp, 189, 192
-aicx;, 181 ávGpatcírric;, 150
aipenicó^, 110 ávGpáicaxTu;, 159
oác&naK;, 216 avGpaí;, 159
a tn a ru ríi, 215,216 áv0pamoeiSri<;, 187
áicpopáTTK, 148 ávOpamcx;, 189
234 Los helenisi

a v ia o v , 108 ótcmú;, 53
-a v o -, 170 -acm iccx;, 172
á v r í, 132, 134, 145 ’A ipeíSrig, 163
á v n á v a p a , 129 ’A m ia a u c x ; , 70
ávxipáA ^ a), 130 am o8í8aK T og, 124
ávTÍBecru;, 48 aüTOKpcmV;, 125
ávT ü)vu|iía, 215 aüTÓ<;, 142
ávcojiaAxx;, 138 a u t o v í a , 69
ávaxpeXfic;, 124 ácpopiajióc;, 155
ajcaye, 127 á(pÚT], 109
a r ó , 132
áTcaXcx;, 170 p a ic n p io v , 67
árcoPáXAxo, 130 B á K x a i, 7 0
áKÓSei^u;, 109 paicx£UTT]<;, 147
a r c ó l a , 84, 161 PaK^ncóg, 70
á7to0Tiicri, 82, 84, 9 8 , 108 p aX a v eío v , 90
árcó k o iv o u , 58 pa7CTÍCeiv, 126
áTiÓKpeax;, 108 paTiTiajióc;, 83
árcócrroAxx;, 84, 110 P apPapííco, 182
áp á x v ri, 96 p a o íX a a , 166
ápOpíxic;, 153 p a a iA m ;, 120
ápGpov, 215 p a a ílic r a a , 166
ápidTOKpáxrig, 125 P á a ig , 157, 159
-a p o -, 171 paxp áxeioc;, 67
ftpTtuia, 66 p S é M io v , 4 7
&PXáYYeXo<;, 139 pflpuM xx;, 105
á p x e -, 139 pip ^ ía , 118
á p x e ío v , 2 5 , 109 píppog, 103
ápxéK<XKO<;, 201 PXaacprinécú, 126
ápxéiDTioc;, 139 PA évva, 70
á p X i-,2 5 , 139 PoX3ó<;, 91
ápXlTÉKTCOV, 139 poXú;, 119
apxco, 139 P o iá v r i, 170
á a e p f^ , 2 0 9 P p a x u ^ o y ía , 215
áaG evfK , 171 p p a x ú í, 67
áaG m iccx;, 171 *PpÓVTlOV, 109
á a 6 (ia , 161 p i ^ á v u o v , 108
-aajicx;, 154
yaCocpuAxíiaov, 48, 104 8ri|iO K p a T Ía , 6 7 , 7 7 , 1 2 5 , 168
yaXa^íaq, 67 8r||iOKpaTiKCx;, 125
yaXéa, 108 5 i- , 1 4 0 , 145
yeveá, 203 8 i á , 1 3 0 , 138
yeveaXoyía, 203 S ia p á X X ü ), 130
-yéveia, 206, 207, 208 8iáp o X o < ;, 8 4
-yevfig, 206, 207 8 iá |i£ T p o v , 2 1 3
yevváco, 207 8 i á rra o c ó v , 7 6
yévoq, 120, 206 8 iá tcévte , 198
yépíúv, 67 8 iao T o X .fi, 116
yíyag, 74, 118 S iS á c n c a X o g , 170
yíyvonai, 206 S iK a o x f ip io v , 165
y iy v cix jK íú , 160 8ioyevfi<;, 2 0 6
yXuicúppiCa, 84 8 io ík t |o i ^ , 43
yX.utcíx;, 64 S io u p é íú , 158
yv(b|i(úv, 93 S io ó p T ia ig , 158
yóyypcx;, 90 S ó ^ a , 16, 6 9
yó|i<po<;, 110 S ó o ig , 159
yovf), 72 SpÓ K íúv, 7 6
yóvog, 206 5 p 5 |i a , 161
-yovcx;, 206, 207 5 u o - , 130, 1 3 7 , 138
ypanna, 122, 160 S u a y e v f ig , 2 0 9
ypapnamcri, 70, 175 S u o c b v u n o g , 1 3 0 , 137
ypannaxiarÍK, 147
ypa(piKÓ<;, 171 épevog, 105
ypcupco, 160, 171, 196, 199 eyicuK X o^, 7 0
yoovía, 72, 207 é y x e ip é íú , 7 0
ycopUTÓg, 110 e0vo<;, 2 0 5
- e i a , 6 6 , 7 7 , 168
Sáicpuiia, 160 etSog, 163, 187
5á(pvr|, 96 e í 5( ú , 187
Se^icx;, 130 eiScüXov, 86
Sépua, 67 eÍKíbv, 120
Sepuaxocpópog, 204 -eiog, 6 6 , 181
SepuÓKTepog, 205 e ü ;, 132
StiXóíú, 203 ék, 132
*5ruiOKparn<;, 125 ¿K axóv, 204
S rp O K p c m y ;, 125 ÉKpáXAoo, 130
¿KicAjioía, 70, 82, 83 euuevfig, 209
£icA.a|iyu;, 52 eü7iaTpí&n<;, 164
¿ktcx;, 140 eupüoOevfic;, 210
¿Xaíwa, 91 -eimicóg, 172
étayeía, 77, 168 evxpufic;, 209
¿Xermoaúvri, 98 g(pr|3og, 117
"E U tiv, 120 fyiSva, 75
éXlrivia^ióc;, 155 -eco, 158, 161
bXvlivq, 119
¿ji(paívco, 209 Zeú;, 27
éjiípavnfc, 209 Zéípupcx;, 69
év, 132 CñXoc;, 42
év8oy£vf](;, 96, 140 CiyyíPepu;, 42,110
£v8ov, 140 CLCixpov, 42
évOpovíCco, 183 Ccduó^, 42, 103
£vxü3og, 82, 104, 108 Cíbvri, 42
é£opKÍ£a), 126, 183 Ccpov, 65
¿^ócttoxtk;, 132, 209 Z óctijíoc;, 42
££(ü, 140
éneiaó&ov, 132 fiyoüjiévri, 104
é n l, 132 riXeicrpov, 170
ércíGena, 48, 161 ’HAaxjiov , 181
¿7ií0erov, 215 ruii-, 140
ércÍKOivcx;, 58 ípiicpavía, 107
¿7110X0710^, 84 ' HpaKXfíc;, 76
¿TuaxoXf), 91 fixcb, 72
é7iLoroXoYpá(pog, 196
¿TCKpáveia, 77, 168 Géjia, 161
épaaTTK, 147 0£oyvi(;, 75
épyaXeíov, 108 08o8íopáicr^ (mod.), 71
éprinÍTTig, 84, 150 GeoXoyía, 67
£prtfio<;, 84, 86 GeóípiXoc;, 202
¿ a x á p a , 87 Oeparceía, 77, 168
Saco, 140 Géaic;, 158
eu-, 138 0f|KT|, 104
euaYY0A,iov, 6: Oriaaupü^o, 182
euyéveia, 206 Oriaaupóc;, 40, 43, 85, 183
suYevnfe, 206 GXíyic;, 46
©Pqikicx;, 65 ixGü;, 120
Bpónpog, 46, 159 ííoviKÓg, 64
0pón3oxju;, 63, 159
Buiiiaxiípiov, 165 Kapácprig (mod.), 71
0(bpa^, 54, 119 icaGéSpa, 83, 86
Ka0T)Tf)p, 79
-ía, 77, 168 ss. icáGoSog, 67
-ió Stk, 163 Kaíeiv, 108
-laiccx;, 171 Kaina, 108
CauPoQ, 64 icaivóg, 72
'Ióctíúv, 64, 76 K a ia á p e ia , 105
iaxpóg, 117 KaicéncpaTov, 110
- i6 tk, 163 Kánivog, 110
iSuorry;, 147 Kávvapig, 83
íévai, 170 KavoviKÓg, 110
íepo-, 65 K aváv, 120
-í^eiv, 182 K annapu;, 104
-í£(ú, 114, 126, 147, 154, 175, 182 Kápapog, 108
ss., 217 KapSía, 171
-ikcx;, 114, 171 ss., 216 KapSiaKÓg, 171
-ivcx;, 182 icápicapov, 94 /
-iov , 165, 177 Kaptav(ó6TK, 217
ióv, 170 Kapicívcúna, 162
Í717UKCX;, 70 KÓCTTpOV, 105
Í7i7i07iÓTaMCx;, 198 KÓCTTCOp, 120
Í7i7icx; noxániog, 198 Kaxá, 126, 130, 132
Í7t7tÓTr)<;, 147 KaTayopeixM, 130
ípig, 119 K a T a K ^ o j, 155
-icnccx;, 176 ss. KaxaK>.UCTHóg, 155
-lapcx;, 154, 155, 175 Kaxá M aiGaiov, 108
ÍCTOOKEXf)g, 124 KaTanéA-Ttig, 9 1
'IapariXiTai, 150 K aTánXaana, 63
-iCToa, 166 ss. kotócttixov, 108
-iCTtfig, 147, 175 K aiá Tpeü;, 126
-icmKÓg, 172, 175 K axaxpáonai, 158
iCTTopía, 77, 168 KaxáxpTloig, 158
-trng, 149 ss. KCtx ’ éviauxóv, 126
-m g , 153 KCrt ’ é^OXTIV, 58
icauna, 109, 161 Kpíjccx;, 96, 127
KÉ6po<;, 96 Kplai^, 158
icéXeixj^a, 109, 161 Kpixfypiov, 165
icevcx;, 72 Kpü7lTTl, 41, 46, 109
Kepáaiov, 118 KpÓCTTdX^CK;, 110
K£(paXf), 67 KDpepváco, 90, 91, 211
ktipivck;, 182 KÚplTOV, 94
KTpcx;, 182 Ku&bviov, 110
KDLi^, 166 kúkvck;, 110
K íXiaaa, 166 kuA.íxvt), 99
íavápa, 104 K^xa, 98, 127, 198
icívruia, 149 KDvriyéxTK;, 153
icípkck;, 96, 127 KDvriYÉTu;, 153
Kippcx;, 160 KUKápiaacx;, 96
KXé7irr|(;, 146 Kúrcpcx;, 117
kAjípcx;, 46, 82 kúotu;, 67
tcXíjia^, 54 kútictck;, 99
kAIctu;, 215 icco3 ick;, 96
koivótt|<;, 216 kcúXov, 72
KOijiáa), 87
K0i¿ir|xf|pi0v, 87, 98, 165 Xxi^páva), 161
koivck;, 72 AaepxiáSry;, 163
KÓXatpoc;, 40, 110 XxxXiá, 67
KÓX.7CCK;, 110 Xa|i7CTT)p, 87
KÓ|i|ia, 35 XapuYYiiccx;, 181
kówii, 95 XcupvTi, 96
Kovxoúpa, 109 X¿y<o, 194, 197
KopáXXiov, 110 XercpcbSTK, 2 17
KopivGiaicóc;, 171 Aeuíxai, 150
KopívGicx;, 171 Xzokcx;, 192
Kopovú;, 106 Xécov, 76
Kcxpivcx;, 86, 110 A.fp|ia, 161
Kpai7ráX.Ti, 43, 91 Aj|wiaxíC<o, 108
Kpavíov, 107 XíOck;, 63, 150
Kpáau;, 158 Xixaveía, 108
-Kparnc;, 125 Xoyijccx;, 80, 130
KpriTCÍ^, 106 Xó yoq,
Kpívco, 149 X úy£,41,97
-Ha, -(icticx;, 160, 204, 216 MÜg, 72
uaCa, 42, 90 HlXTTTlplOV, 41, 165
(iatcápie, 127 HÍxo, 72
taatcpópicx;, Mcoapiiai, 150
jaavTEÍa, 68, 77, 168
(aávru;, 157 vapKÓco, 211
nápjaapov, 83 vapKCOTiKCx;, 211
nápxix;, 120 vaúapxo<;, 117
na% avá,91 vaüXov, 108
|ié0o8cx;, 117 veapcx;, 171
Ií e í o v , 72 veo-, 145
\xzkac,, néAxnva, 168 véo<;, 142, 145
ueXípnXov, 85 veOpov, 67
uexá, 132, 135 VÍKT|, 203
(íétoXXov, 110 viKT((pópo<;, 203
UETOJiOp<pÓ(ú, 159 NiKÓ8ri|iO<;, 203
)aeTa)ióp<(xoau;, 159 vórina, 216
Uti8iohó<;, 155 vó)aiana, 94
|iTiTpÓ7toXu;, 196 vóuoc;, 94
UÍMnCTi?, 67 vócto<;, 153
(aiiavTicjKCú, 158 voü)i)ao<;, 94
jaívGa, 95 voüg, 118
(iiao-, 202
Uiaóyuvo<;, 202 ^évog, 69
Uiaó8r|no<;, 201 Hevoqxov, 68
Uva, 90 ^ éarng, 105
UoXúP8aiva, 117
UOvápxtK, 117 óSuvcbSry;, 217
uovapxía, 23 -oei8fi<;, 124, 163, 187 ss.
Uovaxcx;, 24, 110 -óeig, 217
novo-, 140 6£co, 190
Movocpuavrai, 150 oiSécú, 161
uopcpf), 93, 159 oiBrina, 66, 161
(iopcpóff), 204 oíxoi, 143
UÓp<p(0na, 204 oÍKog, 72
-UO<;, 154, 155 oívcx;, 96
UOuaiKTi, 65, 175 óiaaXcx;, 170
(iouCTiátaov, 109 óiíoyevtk, 124, 206
6|iOiO7ia0f]c;, 125 neAxxayiicóc;, 171
ójió^oyog, 67 n eX acryoí, 171
óttXíttk;, 149 rcepí, 132
ótcXov, 149 TiepiSé^icx;, 130
ópáxaXíCoc;, 87 nepucaA ^íig, 2 0 9
ópOoYpatpía, 77, 168 7rspúiETpo<;, 67
opu^a, 105 Tiepuiéxeia, 68
opu^, 96 TTspiaaóg, 70
ópcpavóc;, 40, 86 Tiepíaxacnc;, 2 1 6
ócnrpaiciCTjióg, 155 TiepaéTcoXi^, 201
oí>, 137 rcexpéAmov, 108
oupá, 73 7iexpoaéA .ivov, 110
otopov, 73 7ir|6óv, 109
- o íd , 159, 162 *7ir)6ó)TTK, 109
mOavcx;, 171
-natirfc, 125 nixGeíx;, 70
TiaíSeu^ia, 216 rcXaxeía, 83
rcaXaÍYOvo<;, 206 n X á iítív , 7 6
TiaXá^r), 96 7iA.t|0uvxikó<;, 2 15
rcav-, 140 7ió8iov, 83
7iav5oK£iov, 105 Tioiétó, 160
rccmupoí;, 110 Tioirma, 160
Trcxpct, 132, 136 TioÍTiaig, 67
7iapa3oA.fi, 84, 116 TCOiTixfK, 6 6 , 116, 147
TiapáSeiaoc;, 83 7tOlT|Xl1cf), 175
TiapáSo^og, 68 Tioivf), 4 3 , 91
TiapáKXriToc;, 108 ttoióxtk;, 2 1 6
7rapaKOÍTT|<;, 153 rcoXéjiapxcx;, 117
rcapáicoiTu;, 153 71ÓA.U;, 7 2 , 120
rcapáXXa^u;, 121 noXívK, 146, 149, 172
TrapáAAnXoq>, 129 ttoXixikóc;, 172
napaaúvGeaic;, 208 rcoA.u-, 140, 145
Trapéyx^ct, 161 TroXír/a^cx;, 123
napGevobv, 120 7roA.ÓYXíoxxoc;, 124
rcapoiicía, 43 7roXÚYcovo<;, 2 0 7
Tiaptovuxta, 87, 98 tioXóXoyoc;, 130
Tráaxco, 197 rcoA.i)UEpíi(;, 124
TiéXayoc;, 109 ttoAúttoix;, 119
KoXvq, 72 ' Pó8o<;, 117
TiovripóípiXcx;, 202 puxfi, 96
7iop<púpa, 95 puGpcx;, 110
rcoaÓTTK, 216 pcopaüo<;, 108
165
k o ttip ,
TIOTTIPIOV, 165 aáypa, 104
tioíx;, 119 CTáic^apov, 106
7ipéa(3u<;, 165 CTávxaXov, 105, 108
rcpeafhrcépiov, 165 aáTKpeipcx;, 106
TipeoPÚTepcx;, 110, 165 Earopcb, 70, 76
npiapíSTK, 163 aapáPapa, 106
rcpó, 132, 212 aaüpcx;, 104
rcpópArina, 63, 74 Leipfiv, 66, 120
TIpOyVOXTTIKÓV, 83 aaojicx;, 67
TtpÓYpawia, 74, 161 oeXrivÍTTK, 150
TtpóGeau;, 212, 216 CTe|ii5aXu;, 103
7ipo0exiicó<;, 205 OTlrtia, 104
rcpcx;, 132 Zi3apÍTTK, 149
TipooTCocntcn, 215 cnv&bv, 106
TipoacpSía, 215 -ctu;, 157 ss., 212, 216
Tipóacojrov, 93 OKátax, 108
TiptDTÓicoXXov, 108 CTKT)Vfl, 43
rcptúTOv, 141, 143 cnciÍJrTpov, 47, 85, 117
TmaávTi, 90 ctkXA(3o<;, 108
TixúaXov, 46 CTKÓX.IOV, 73
nu^ú;, 109 OKÓrceXcx;, 91
7tú^o<;, 96 CTKOTIÉCO, 197
rcüp, 70 onápaY6o<;, 47
rcúpYO<;, 96 XoSoiiiTca, 150
núppcx;, 70 ao(pía, 168
ao<pó<;, 168
pácpavcx;, 40, 82 CT7lá0T|, 85
paycpSóg, 117 cmaonót;, 47
fievua, 65 fTTtóyyri, 96
peuiiaxíCü), 44,66 cntupi;, 93,99
pritopiKTi, 67, 175 CTTa(puX.ívTi, 106
pí£a, 69 CTTiYtifi, 35
pó6ov, 96 CTió|iaxo<;, 171
242 ¿ 0 5 helenismos

CTTparr|YÓ<;, 117 xé^vT], 175, 213


CTXpOuGÍCÚV, 110 -xrip, 165
OTCÚÍKÓg, 65 -xíipiov, 165 ss.
auyyéveia, 206 -xtk, 146, 152, 153, 172
(TUyKOTCf), 1 16 -xtk, -xrixog, 216
ai^Dyía, 215 xíGrmi, 212
auicov, 96 -xu;, 157
auAAoyü/o, 175 -xiKÓg, 172, 216
auAAoyiajióc;, 70 xkáa), 46
auA^oyumicóc;, 175 xo^ ikóv , 68
aú|i7CT(o^a, 53 xol;iiccx;, 68
aúji(pü)va, 215 -xóg, 172
auncpcovía, 108 xpaujia, 46, 65
oúv, 132 xpiTiáaaaXov, 108
oúv6£cjuo<;, 215 xpírcoix;, 119
a\)veí8r|aig, 216, 217 xpiaáyiov, 108
aúvOeau;, 48, 63 xpúpuXXov, 110
auvxíipriau;, 158 T poia, 66
aúaxrm a, 161 xpoxaiicóí;, 65
a<páCco, 182 xpíbyo), 149
a<piyKxfip, 53 TpcoyAxtóúxai, 149
a<póyyo<;, 96 xú^Poc;, 41, 97
a(pi)p07iéXeiax;, 196 xújiTcavov, 110
axícnia, 47, 161 xúppu;, 94
ax°^í> 40, 85
axóAiov, 73 Oaiva, 65
üáiavGcx;, 65
xákavxov, 91 ú&miccx;, 205
xcnrry;, 98, 108 foiép, 132, 134
Tcmírnov, 98, 108 07cep3oA.fi, 116
Tapxapouxog, 108 u ñ ó ,132
xéicvov, 52, 75 únóBeau;, 120
xéAsojia, 104 Ú7COKpiaía, 121
xetaacpópoc;, 203 ÚTuÓKpiau;, 121
xétoc;, 203 U7COkpixti<;, 149
xéiavcx;, 67
xexpáyoovcx;, 216 <payeív, 192,194, 197
xerpáSpaxMO^, 75 (paívco, 149
cpáXXaiva, 94 (pcbp, 96
cpavápi, 109
<pácrr|Xcx;, 85 XaXáco, 90
<I>aaiavó<;, 108 Xáog, 67
(pepéoiKog, 201 XapaKTnpí^co, 175
(pepeo, 194 XapaKTTipioTiKÓg, 175
<p0rip, 159 Xapicrtáa, 108
(pOeipíaau;, 159 XaT^iSáicrK (mod.), 71
(pOeipiáco, 159 XÍA-ioi, 28
(pOiaiKÓg, 97 XiTáv, 95
(J>iXui7tü¡cú, 182 xXanú;, 118
(piXo-, 202 xXcopiTu;, 151
(píXog, 72, 202 Xtaopcx;, 46
(piXéco, 202 XoXf), 72
(piXoXoyía, 77, 168 XpovaKá, 85, 118
(piXoXóyog, 63 XPWMa,122
(piXó^eivog, 202 XPConaxiKÓ<;, 46
(piXoaoípía, 67, 77, 168 XU)ieía, 103
(piXoacxpiKÓg, 123
(pXffkbSTE, 217 veufifiyopoq, 130
(pXéyua, 161 VEÜSoq, 130,142
<Doíva£, 43, 54, 166 VUXñ, 203
<t>oíviooa, 166 \ycbpa, 159
-(popa;, 195 Voopíaau;, 159
cppáau;, 159 Voopiácú, 159
(ppovxum piov, 165
(puXaiCTTipiov, 165 -íóStk;, 171, 190,217
(púXXov, 72 íúnoJiXátTi, 117
(püXov, 7 2,73 cpOTÓKOc;, 216
(pixnKT), 2 7,63 (bpoXóyiov, 53, 110
(pixnoXoyía, 62 -oxju;, 159
(pixnoXóyog, 74 c&xpa, 117
IN D IC E D E P A L A B R A S E S P A Ñ O L A S , L A T IN A S
Y DE OTRAS LENGUAS

(las españolas van en redonda, las latinas en cursiva; de las demás se señala
entre paréntesis su origen: al. = alemán, ár. = árabe, cat. = catalán, fr. = francés,
ing. = inglés, it. = italiano, occ. = occitano o provenzal, port. = portugués)

a, 131 accentus, 215


a-, § 12.1.2.1 accusativus, 215, 216
aba, 127 acelga, 102
abadesa, 167 acemite, 102, 103
abalorio, 102, 105 acetona, 169
abásidas, 164 ácido, 163
abbatissa, 167 ación, 102
abderita, 150 acmé, 78
abeja, 55 acróbata, 148
abenuz, 102, 105 acrobate (fr.), 148
abismo, 154 acrópolis, 120
abitaque, 102 acústica, 176
abitare (it.), 30 adarme, 102
abnormal (ing.), 138 adelfa, 102
abnormis, 138 -adgo, 50, 172
ábrego, 173 adiestrar, 208
abrevadero, 166 adjectivum, 215
ábside, 51 aegidem, 118
Abtei (al.), 169 aenigma, 66, 160
abyecto, 49 aetherius, 181
aféresis, 158 albus, 113
afición, 49 alcaduz, 102
aforismo, 155 alcaicería, 102, 104
Áfrico, 173 alcaldesa, 167
africus, 172 alcaldía, 169
Agamenón, 51 álcali, 102
ágape, 116 alcaloide, 188
Agave, 65 alcamonías, 102
-age (fr.), 172 alcanería, 102, 104
agenesia, 137 alcántara, 102
agger, 70 alcaparra, 102, 104
-ago, 170 alcaravea, 102
agonizar, 185 alcartaz, 102
ágora, 116 alcázar, 102, 104
agramatical, 137 alchemy (ing.), 103
agrícola, 147 alchimie (fr.), 103
agridulce, 197 alcofa, 103
aguanieve, 195 alcohólico, 134
ahistórico, 137, 203 alconcilla, 102
ahora, 143 alcorque, 102
-ai, 114 alcribís, 102
Aiax, 55 alefriz, 102
-aje, 172 alegría, 169
ajenabe, 102 alertizar, 222
-al, 184 Aleti, 52
alacrán, 103 Alexandro, 68
alambique, 102 alfabeto, 48
alarmista, 152 alfóstigo, 102
albalate, 102 algaderas, 103
albaricoque, 102 algalia, 108
albéitar, 102 algebraico, 174
albérchigo, 102 -algia, 145
alberge, 102 algofobia, 48
albo, 113 algoritmo, 102, 106
albóndiga, 102 al guarismo, 106
albornoz, 102, 103 alharma, 102
albuminoide, 188 alhóndiga, 102, 105
albumús (ár.), 103 alhuceña, 102
aliara, 102 amicus, 46
alicaído, 199 amígdala, 51
alienígena, 206 amigo, 46
alienígeno, 206 amir(ár.), 104
aljez, 102 amiratus, 104
allegorista, 147 amnesia, 77, 168
almáciga, 102 amoniaco, 76, 174
A Imagesto, 102 amoral, 137, 138
almajaneque, 102 amorfo, 137, 192
almaro, 102 Amorgos, 117
almidón, 108 amperímetro, 203
almirante, 102, 104 amphora, 90
almocárabe, 102 amplificare, 217
almorranas, 104 ampolla, 90
almudín, 102, 104 ampulla, 90
almuqárbas (ár.), 106 amuleto, 96
-alo, 170 amuletum, 96
alo-, 144 an-, § 12.1.2.1
alófono, 78, 79 ana-, 132, 137
alomorfo, 144 anábasis, 159
alquez, 102, 104 anachoreta, 147
alquimia, 102,.. 103 anacoreta, 149
alsófilo, 48, 202 anafrodita, 124
altímetro, 203 anageotropismo, 132
altisonante, 195 anagnórisis, 158
altramuz, 102 anagógico, 137
alunizar, 209 anagrama, 161
*amalenguas, 60 analgésico, 48
amalgama, 102, 161 análise (port.), 122
amante, 74 análisis, 137, 158, 176
Amasón, 27 analítica, 176
amazona, 120 analogía, 132
Amazones, 26 análogo, 137
ambulatorio, 166 anamnesis, 158
amebeo, 181 anaptixis, 158
amenaza, 26 anarcoide, 189
americanizar, 184 anarquía, 137, 205
amibiasis, 159 anarquizante, 186
anatema, 78, 161 anomalus, 138
anathematizare, 183 anorexia, 137
anchoa, 109 anormal, 137
ancla, 91, 99 anormalis, 138
ancora, 91, 92 anquilosar, 67
*ancura, 91 anquilosis, 67
andaluz, 102 anquilostomiasis, 159
andrógino, 197 antagonista, 147
androide, 189 antártico, 53
androide (fr.), 189 ante, 131
andrómina, 103 ante-, 132, 134
anécdota, 118 antediluviano, 134
anélidos, 163 anteponer, 131
anestesia, 206 anthropo'íd (ing.), 188
aneurisma, 161 anthropoíde (fr.), 189
anfi-, 132 Anthropoidea, 188
anfígeno, 132 anti- ( = ante-), 134
anfión, 102, 104 anti-, § 12.1.1.1,209
anfípodo, 132 antialcohol, 134, 140
anfiteatro, 132 antibalas, 134
ánfora, 48, 90 anticaspa, 134
ángel, 48, 53,70, 84, 110 anticonceptivo, 134
ángelus, 70 antidiluviano, 134
angina, 96 antiestético, 203
angina, 96 antifascista, 134
anglicismo, 156 antifaz, 134
anglofilo, 202 antífrasis, 159
anhídrido, 67 antigripal, 209
animadvertere, 131 antigripe, 134
anís, 108 antihéroe, 134
*anistórico, 137, 203 antiimperialista, 129
annexio, 157 antinomia, 132
annus, 69 antiparásito, 134
-ano, 184 antiparras, 134
-ano, 170 antipirético, 209
anodino, 78 antípoda(s), 119
*anódino, 80 antisistema, 134
anofeles, 124 antítesis, 48, 158
antologo, 194, 195 árabe, 106
antracita, 116, 151 arabesco, 179
antracosis, 159 arábico, 173
ántrax, 54 arábigo, 173
antropoideos, 188 arabista, 151, 157
antropoides, 188 arácnidos, 163
anuro, 73 arameo, 181
anus, 69 aranea, 96
aoristo, 137 araña, 96
apage, 127 -arca, 117
apendicitis, 153 arcediano, 139
apíc(u)la, 55 archi-, § 12.1.2.3, 25, 67, 109, 141,
apó koinú, 58 142, 190
apo-, 132 archibribón, 139
apocalipsis, 158 archidiaconus, 25, 139
apocromosis, 132 archidiócesis, 139
apódose (port.), 122 archiducissa, 167
apódosis, 159 archiduque, 25, 139
apófisis, 158 archiepiscopus, 139
apofonía, 132 archifonema, 139
apolíneo, 181 archilexema, 139
apología, 132 archimandrita, 139
aponer, 131 archimillonario, 139
apoplejía, 68, 69, 206 archipiélago, 109
aposición, 131 archipobre, 139
apósito, 131 archipresbyter, 139
apostata, 147 archisemema, 139
apóstata, 148 archivo, 25, 48, 67, 109
apóstol, 53, 84, 110 archivum, 25
apóstolo, 53, 84 argidiano, 25
apostolus, 84 arciduca (it.), 25
apotegma, 161 arcipreste, 110, 139
apotema, 161 arcipreste, 25
apoteosis, 160 arzobispo, 25
apot(h)eca, 82, 84 árctidos, 53
apozema, 84 arenisco, 177
aqueménidas, 164 Areopagita, 150
Aquileo, 65 argón, 78
argucia, 68 arzobispo, 139
argumento cornudo, 198 asambleísta, 152
Arístides, 78 ásaro, 170
aristocracia, 68, 125 asbesto, 48
aristócrata, 125 asceta, 147
aristocrate (fr.), 125 asceta, 148
aristocrático, 125 asclepiadeo, 181
aritmética, 173 -asco, 177
aritmo-, 106 asco, 86
armonía, 67 asexuado, 137
-aro, 170 asfixia, 48
arpía, 66, 67 asíndeton, 117
arqueo-, 144 asma, 161
arqueolítico, 144 asmanza, 221
*arquifonema, 139 asmar, 221
Arquímedes, 78 -asmo, 155
arquitecto, 25 asocial, 137, 138
*arquivo, 25 aspe, 53, 118
arrate, 102 áspid, 53, 118
arráwz(ár.), 105 áspide, 53
arribismo, 156 áspido, 53, 118
arribista, 148, 152, 156 asqueroso, 86
arroz, 102, 105 -asta, 149
ars, 213 -astae, 147
arsénico, 95 asteísmos, 154
arsenicum, 95 asterisco, 177
arsis, 157 asteroide, 125, 188
Artémide, 119 astro, 177
Artemis, 119 astrología, 168
Artemisa, 119 astronauta, 149
arthropode (fr.), 119 -ata, 148
ártico, 53 ateneísta, 152
articulus, 215 ateo, 78, 137
artiodáctilo, 195 aterrizar, 209
artista, 152 -atge (cat.), 172
artritis, 53, 153 athleta, 147
artrópodo, 119 athleticus, 172
artrosis, 160 -atic (rumano), 172
aticismo, 70 autorizar, 185
aticista, 151 averroísta, 152
ático, 174 avestruz, 110
-aticu, 50, 172 avitaminosis, 137, 160
atlante, 119 axioma, 162
atlas, 52, 119 Ayante, 55, 66
atleta, 51,52, 148 Áyax, 54
atmósfera, 78 -azgo, 50, 172
atómico, 174 azúcar, 102, 106
atticismus, 154 azufaifa, 42, 102
atún, 102 azulaque, 102
auctorizare, 183 azurita, 151
audacia, 77
audacia (it.), 78 bacantes, 70
auditorio, 166 bacchator, 147
aurichalcum, 87 Báckerei (al.), 169
aurum, 87 bacteria, 67
austríaco, 174 bajo, 34
-auta, 149 balate, 102
autarcía, 67 balcánico, 174
autarquía, 67 bál(i)neum, 90
autismo, 142, 192 balística, 176
autista, 142 ballaena, 94
auto, 210 ballena, 94
auto-, § 12.1.2.7 balneum, 90
autobombo, 142 balompié, 60, 214
autócrata, 148, 174 baloncestista, 199
autocrático, 174 baño, 99
autodidacta, 124, 125 baptidyare, 42, 126, 185
autodidacte (fr.), 124 baptismus, 154
autofagia, 142 baptista, 147
autolavado, 142 baptizar, 81
automático, 174 baptizare, 42, 126, 183
automatizar, 184 baptizator, 147
auto(móvil), 210 baquelita, 151
automovilístico, 175 báquico, 70
autopista, 211 barbarismus, 154
autopsia, 69 bárbaro, 59, 170
barítono, 193 bizma, 48, 161
baronesa, 167 blanco, 112
baronissa , 167 blank (germ.), 113
barroquizante, 186 blasfemar, 126
basa, 121 blasphetnare , 126
base, 121, 159 blasfemare, 46
basilisco, 177 -ble, 184,216
batear, 42, 81, 126, 185 blenorragia, 46, 70
batejar (cat.), 42, 185 bocacalle, 195, 200
batiscafo, 78 bocina, 96
batoyer (fr.), 42 bodega, 82, 84, 98, 108
batracio, 67 boj, 96
bautismo, 83 bólido, 119
bautizar, 27, 42, 81, 126 borborigmo, 155
bauxita, 151 bosniaco, 174
bdelomorfo, 47 botánica, 56
beaterío, 165 botarga, 102
bedelio, 47 botica, 98, 108
beige (ing.)> 37 brachy-, 61
bellicosus , 74 brahmanismo, 156
bellicuSy 172 braquicéfalo, 67, 192, 195, 200
bellota, 102 braquilogía, 215
benéfico, 199 *breviloquio, 215
benigno, 206 breviloquium , 215
berberisco, 177 bromatología, 46
berilo, 95, 105 bromista, 152
beryllus , 95 bronce, 109
besante, 108 brújula, 109
Biblia, 118 bucina , 96
bibliófilo, 72, 202 búfalo, 170
bici(cleta), 210 bufonesco, 180
bidma, 48 bulbo, 91
bien-, 138 bulbus, 91
bienestar, 138 bureaucratie (fr.), 203
-bilis, 216 burgo, 96
Binionitae , 147 burgus, 96
bio-, 143, 145 burlesco, 179, 180
biocitoneurología, 46 bumus(ár.), 103
burocracia, 125, 203 cáncer, 96
burócrata, 125 cancerbero, 78
burocrático, 125 cancerígeno, 207
buxus, 96 canceroma, 162
cancerosus, 217
caballeresco, 179 cancilleresco, 180
caballería, 169 candado, 49, 54
cabe, 131 candela, 105
cabezón, 76 candil, 102, 105
cabra, 51 cangrejo, 96
cada, 126, 127 cánidos, 163, 164
cadascuno, 127 canis, 24
cadera, 55, 75, 80, 83, 86 canna, 95
cadmio, 51 *cannamus, 83
cadnado, 49, 54 Conoidea, 188
caduceo, 94 canon, 120
caduceus, 94 canonem, 120
caementum, 87 canonesa, 167
Caesar, 105 canónico, 173, 185
cahíz, 102 canonicus, 172
cairota, 149 canónigo, 173
cal, 96 canonisa, 167
calamita, 102 canonissa, 167
calamón, 102 canonizar, 185
calar, 90 canonizare, 183
calare, 90, 92 canonjía, 110
calcita, 151 cantábamos, 55
caleidoscopio, 66 cantare, 24
calibre, 102, 104 cántaro, 170
cálido, 55, 163 caña, 95
calma, 109, 161 cáñamo, 83
calonge, 111 caos, 24, 53, 67
calorímetro, 203 capitalismo, 156
calvinista, 152 capra, 5 1
calx, 96 cápsula, 50
camélidos, 163 captivum, 49
camorrista, 152 carabela, 108
cáncer, 96 característico, 175
carbónico, 174 catacresis, 158
carbonizar, 185 catacumbae, 132
carcaj, 53, 102, 106 catagénesis, 132
cárcel, 94 catalexis, 206
carcer, 94 catálisis, 158
carcinoma, 162 catálogo, 132
cardiaco, 174 cataplasma, 63
cardio-, 143, 145 cataplasma, 160
cardiópata, 125, 200 cataplexia, 69
cardiopatía, 196 catapulta, 91, 92
carestía, 108 catapulta, 91
caries, 116 catarata, 51
carisma, 161 catarro, 51
carmelita, 150 catarsis, 158
Carmiña, 186 catárticas, 56
carnaval, 108 catastro, 108
carnavalesco, 180 catechismus, 154
carnelevare, 108 catechista, 147, 154
carnestolendas, 108 catechizare, 147, 154, 183
cárnico, 114, 174 catenatum. 49, 54
carótida, 118 catequesis, 24, 158
carpo, 48 catequizar, 126
carraca, 102 catéter, 79
carrazón, 102 cateterismo, 155
cárstico, 174 cáthedra, 55, 74, 83, 86 _
carta, 48 catheter, 79
cartomancia, 68 cathéter (fr.), 79
cascuno, 127 cátodo, 67
castellanizar, 184 catolicismo, 154
castor, 120 caucasoid (ing.), 188
castorem, 120 causahabiente, 195, 199
castra, 105 cauterio, 165
casuística, 176 cauterium, 165
cata annum, 126 cautivo, 49
cata unum, 126 Cavafis, 71
cata-, 132 cavernícola, 194
catábasis, 159 cazuz, 102
cataclismo, 155 cedro, 96
cefálicas, 56 chelín, 37
-céfalo, 192 chema, 102
cefalópodo, 67, 119 chien (fr.), 24
céfiro, 42, 69 Chiliastae, 147
cejijunto, 191, 195 chiliométre (fr.), 28
celare, 42 chilometro (it.), 28
celestinesco, 179, 180 chimaera, 24
celo, 42 chimenea, 110
celuloide, 188 chimera, 24
cementerio, 87, 165, 166 chimére (fr.), 24
cendal, 102, 106 Chipre, 117
ceno-, 71 chipriota, 149
cenobio, 72 chiquitín, 186
cenobita, 150 chlamydem, 118
cenotafio, 71, 72 choferesa, 167
cenozoico, 71, 72 Christianismus, 154
censóridos, 164 christianizare, 183
centenarius, 105 chrome (fr.), 122
centimanus, 204 chronica, 85
centímetro, 204 chubasco, 177
centrisco, 177 chulesco, 181
centuplicar, 204 churrigueresco, 180
peptro, 85 chusma, 109, 161
cerámica, 78 ciascuno (it.), 127
ceramista, 211 cibdad, 49
cerca, 96, 127 ciberespacio, 211
cereza, 118 ciberaauta, 211
cerineus, 182 cibernética, 48, 90, 112, 176, 211
cerinus, 182 cíclope, 78
cerúleo, 181 ciclotrón, 170
Cervoidea, 188 cidro, 96
5etro, 47, 117 ciempiés, 196
cetro, 47, 85 ciencia, 68
ceutí, 122 científico, 173
chacun (fr.), 127 cima, 98, 127
chanter (fi.), 24 pima, 98
chaos, 24 címbalo, 170
chaos, 67 cimitiére (fr.), 87, 98
cine, 210 cler (fr.), 82
cineasta, 149 clericus, 82, 172
cinéaste (fr.), 149 clérigo, 82, 173
cinéfilo, 211 clero, 46
cinema, 211 clima, 161, 176
cinemascope, 211 climaterio, 165
cinema(tógrafo), 210 climatología, 176
cinerama, 211 clímax, 54
-ción, 216 clorita, 151
ciprés, 94, 96 cloro, 24, 46
circa, 96, 127 cnidario, 46
circo, 96 cobista, 152
circumstantia, 216 cóccix, 54
circus, 96, 127 cochonome (fr.), 162
cirro, 160 codeso, 99
cirrosis, 160 codo, 94
cisma, 161 codoñate, 110
cisne, 110 coemeterium, 87
cisterna, 94 coenobita, 147
cisterna, 94 cofre, 110
cistitis, 67 cogítament 216
cítara, 170 colap(h)us, 40
cítrico, 96 colcótar, 102
citrus, 96 colega, 116
ciudad, 49 colesterol, 72
civicus, 172 cólico, 72
civiliser (fr.), 183 colon, 117
civitatem, 49 colonizar, 185
cizaña, 42 colpo (it.), 40
clamare, 46 Cólquide, 48
clámide, 118 colubra, 96
clarisa, 167 combinema, 162
Claros, 117 comedia, 60
claroscuro, 197 cometa, 148
clásico, 173 comiducha, 180
classicus, 172 comistrajo, 180
claudicar, 43 cóm(i)te, 55
Cleopatra, 75 comitissa, 167
communitas, 216 corma, 102
compagnie (fr.), 169 coránica, 85
componer, 131 cortesía, 169
computerizar, 185 *cortidicho, 215
computista, 148 corytus, 110
comunistoide, 190 cosaco, 174
conceto, 49 Cosme, 110
concetto (it.), 49 cosmogonía, 72
concha, 48 cosmonauta, 192
concrección, 49 cosmopolita, 149
conde, 55 cosmopolitismo, 156
condesa, 167 cosmos, 24, 48, 117, 155, 193
confitería, 169 cosmos (fr.), 117
conger, 90, 92 costo, 95
congrio, 90 costum, 95
conjugatio, 2 15 cotidie, 127
conjunctio, 2 15 coup (fr.), 40
conscientia, 216, 217 courtois (fr.), 213
consonantes, 2 15 covachuelista, 152
consonantismo, 156 -cracia, 206, 208
constitucionalizado, 222 crapula, 43, 91
consulesa, 167 crápula, 91
contabilizar, 184 crasis, 158
contiene, 55 -crata, 125, 206, 208
cóntinet, 55 -crético, 206, 208
contra, 131 crematorio, 166
contra-, 134 cretinema, 162
contraatacar, 129 cretinoide, 189
contraataque, 129 crétinoíde (fr.), 188
contracepción, 134 cripta, 41, 46
contraponer, 131 cripto-, 144
conyugal, 27 criptojudaísmo, 144
cóp(h)inus, 86 *cris, 121
copto, 102 cris, 121
coracoides, 187 *crise, 121, 122
coral, 110 crise (fr.), 121
coreuta, 149 crisi, 122
corintio, 68, 182 crisi (it.), 122
crisis, 45, 122, 158 dadaísta, 152
crisma, 161 daemonizare, 183
cristal, 110 Dafne, 40
cristalizar, 185 Dafne, 51
criterium, 165 dalde, 54
cromático, 46 dandos, 54
cromo, 122 dantesco, 180
cromosoma, 162 de-, 138
crónica, 118 de-, 138
cronicón, 117 deca-, 141
cronómetro, 75 decálogo, 197
Cronos, 117 decámetro, 204
crótalo, 170 decildo, 54
crotoniata, 148 decímetro, 204
crupta, 41 declinatio, 215
crypta, 41 deesa, 167
ctenóforo, 47 déesse(fr.), 167
cubitusy94 deforme, 138
cuellicorto, 200 degenerado, 138
cuentista, 152 deíctico, 66
cuentística, 176 democracia, 67, 77, 168
cuerda, 24, 48 demócracy (ing.), 78
cuévano, 86, 170 demócrata, 125, 148
cúfico, 174 democratia, 11
culebra, 96 democrazía (it.), 77
culigna, 99 demoniaco, 174
culpabilizar, 184 Demóstenes, 124
cultismo, 156 denarismus, 154
cummiy95 dendroides, 187
cumpleaños, 199 deponer, 131
cupressus, 94, 96 depósito, 55
cusita, 150 dequeísta, 152
cutisus, 99 dermatólogo, 67, 205
cyma, 98, 127 dermóptero, 205
cytise (fr.), 99 -dero, 166
cytisus, 99 des-, 137, 138
desalmado, 208
desde, 131
desértico, 174 diatópico, 132
deshacer, 138 diatriba, 78
desnutrición, 137 dictáfono, 78
despedazar, 208 dicterio, 165
despotismo, 156 dicterium, 165
desratizar, 209 didelfo, 140
deuteragonista, 141 dieciochesco, 179
deutero-, 141 dies, 116
deuterocanónico, 141 difteria, 51
deuterología, 141 diglosia, 52, 140
deuteronomio, 141 dilema, 161
di-, § 12.1.2.5 dinámica, 176
día, 116 dinamita, 151
dia-, 132 dino, 49
diablesa, 167 diócesis, 43
diablo, 84 diócesis, 158
diábolus, 84 Diógenes, 124
diaconisa, 167 dionisiaco, 174
diaconissa, 166 Dionisias, 118
diacrónico, 132 dioptría, 53
diadema, 160 diorama, 211
diadema, 161 diploma, 162
diaeresis, 157 dipsomanía, 193
diáfano, 124, 132 dis- (gr.), § 12.1.2.2.
diaforesis, 158 dis-(lat.), 137, 138
diafragma, 161 discinesia, 48
diagnosis, 160 disclímax, 53
diagnóstico, 51 discoides, 187
dialectalismo, 156 díscolo, 138
dialéctica, 173 disconforme, 138, 139
diámetro, 132 discrasita, 53
diapasón, 76, 198 discrección, 49
diapente, 198 disdipsia, 48
diapositiva, 132 disforme, 138
diástole, 116 disfunción, 138
diastrático, 132 disgalactia, 48
diatesarón, 198 disgenia, 48
diatésico, 205 disglosia, 53
disgnosia, 53 ec-, 132
disgrafia, 53 ecbólico, 51
disgregar, 138 eccema, 51, 132
disímil, 138 ecclesia, 82, 83
dislalia, 67 ecclipsis, 53
dislexia, 48, 138 eclampsia, 52
dismnemia, 53 Eclesiastés, 149
disnea, 48, 138 eclesiástico, 70, 81
dispepsia, 138, 206 eclipse, 121
displasia, 53 eclissi (it.), 121
disponer, 131 eco-, 211
disproteinemia, 53 ecografía, 72
disritmia, 48 école (fr.), 40
diuresis, 158 economía, 72
diurético, 56 ecotasa, 211
dogma, 161 ecoturismo, 211
dogmatizar, 185 ecpiesis, 51
doit (fr.), 82 ecsomático, 132
dolicocéfalo, 195 ectlipsis, 53
dolorosus, 217 ecto-, 140, 141
domesticas, 172 ectoparásito, 140
domingo, 173 ectoplasma, 140
dominicus, 172 edema, 66, 161
donaticus, 172 Edipo, 78, 119
donatistas, 151 efebo, 117
Doroteo, 78 efeto, 49
dosis, 159 égida, 118
dracma, 51 egineta, 149
dracoy 76 egipciaco, 174
dragón, 76 eglesia, 81
drama, 46, 60, 161 egoísmo, 156
dravídico, 174 egoísta, 152, 156
ducissa, 167 eis-, 133
duquesa, 167 [eksakto], 51
Durchmesser (al.), 213 [ekspektador], 51
elaterio, 165
-ear, § 12.2.3 eléctrico, 53
ébano, 105 electro, 170
electrógeno, 124 endorreico, 140
electrón, 78, 170 enfiteusis, 158
elefantiasis, 159 enílisis, 53
elegía, 77, 168 enfráctico, 53
elegía (it.), 77 English (ing.), 178
élegy (ing.), 78 engrafía, 53
elementa, 96 enigma, 51, 66, 161
elemento, 96 enjalma, 102, 104
elemosina, 98 enostosis, 132,209
Elena, 78 enquiridión, 78, 117
elipse, 121 entero, 55, 75
elipsis, 51, 158 entlasis, 53
elipsoide, 188 entre, 34, 131
Elíseo, 181 entrerompre (fr.), 131
élite, 78 entusiasmo, 155
elixir, 102 entusiasta, 149
Elysium, 181 entusiástico, 149
-ema, § 12.2.1.5, 169, 204 enzima, 27, 69
embarrancar, 208 eñader, 221
emblema, 53 eñadimiento, 221
emblema, 160 -eño, 182
embrión, 53 -eo (< lat.), 181
eméticas, 56 -eo, § 12.2.2.3
emplasto, 53 eolismo, 156, 157
emporio, 48 epanadiplosis, 160
empráctico, 53 epanalepsis, 158
en-, 132 epi-, 132
encamizar(se), 209 epiceno, 58
encefalosis, 160 epidemia, 132
encima, 27, 127, 198 epifanía, 77, 168
Encratitae, 147 epifonema, 162
endecasílabo, 67 epígono, 207
endémico, 132 epírota, 149
endibia, 82, 104, 108 episcopus, 84
endo-, § 12.1.2.4, 133 episodio, 132
endoflebitis, 52 epístola, 91
endogamia, 140 epistula, 91
endógeno, 140 epitafio, 81
epitelio, 132 escuela, 40, 85, 97
epithema , 48 escultórico, 174
epizoario, 132 esfera, 47
épsilon, 117 esférico, 87
equidna, 51, 75 esferoidal, 188
équido, 163 esferoide, 188
equus, 29 esfínter, 53
eremita, 150 -esis, 158
eremita , 84, 147 -esk(aL), 179
éremuSy 84, 86 eslovaco, 174
ergasterium , 165 esmeralda, 47
ergonomía, 48 esnobismo, 156
ermita, 84 eso-, 140
-ero, 153 esoforia, 140
erraticus , 172 esotérico, 140
erudimentum , 216 espada, 85
es-, 133 españolizar, 183
-esa, § 12.2.1.8, 128 espárrago, 170, 171
escafoides, 187 espartiata, 148
escala, 108 espasmo, 47, 155
escándalo, 170 esperma, 161
escayolista, 151 espermatozoide, 189, 205
escena, 43 espermicida, 205
escéptico, 47 espíritu, 116
eschara , 87 esplendoroso, 180
*escharosus, 87 esplicar, 26, 50
esclavizar, 185 espondeo, 48, 66, 181
esclavo, 108 espora, 48
esclerose (port.), 122 espuerta, 93, 99
-esco (it.), 179 espúreo, 181
-esco, § 12.2.2.2, 190 espurio, 181
escoliasta, 149 -esque (fr.), 176 ss.
escolio, 73 esqueleto, 67, 78
escollo, 73, 91, 99 Esquilo, 78
escribecartas, 196 esquizofrenia, 47
escrito, 49 esquizoide, 189
escriturístico, 175 -ess (ing.), 167
escrología, 53 -esse (fr.), 167
estadística, 175, 176 eurocámara, 211
estafíloma, 162 europeísta, 152
estagirita, 150 euskaldunizar, 184
estático, 47 euskera, 29
Esteban, 110 Eustacio, 68
estentóreo, 181 -euta, 149
estenógrafo, 47 eutanasia, 138
estéreo(fónico), 210 euterios, 138
esterilizar, 184 evangelio, 65
esternón, 53, 117 evangelista, 147
esteta, 149 evangelizar, 126, 184
estética, 176 evangelizare, 183
estetizante, 186 ex-, 132
estetoscopia, 77 exarcado, 205
estigma, 161 excéntrico, 53, 209
estigmatizar, 184 exégesis, 78, 158
estípticas, 56 exégeta, 78, 148
estoico, 65 exilicus, 172
estómago, 170 exo-, § 12.1.2.4, 133
estragón, 102, 104 exorcismus, 154
Estrasburgo, 38 exorcista, 147
estratagema, 161 exorcista, 151
estratega, 117 exorcizar, 126
estrofa, 47 exorrizo, 140
-eta, 148 exosfera, 140
etéreo, 181 exosmosis, 132
ethnie (fr.), 205 exotérico, 140
etmoides, 125, 187 exótico, 51, 140
etnia, 205 experimentum, 212
étnico, 51 explicar, 26
etnografía, 197 exponer, 131
eu-, § 12.1.2.2. éxtasis, 53, 159
eufemismo, 138 exteriorizar, 184
eufonía, 138
eufónico, 174 facere, 30
euforbio, 48 faenum, 66
Eufrates, 66 -fagia, 197
eugenesia, 138 fago, 192, 197
264 Los helenismos a

faisán, 108 filatelia, 202


falange, 165 filatería, 165
falansterio, 165 filatero, 165
falquía, 102 filius, 25
famélico, 173 filmoteca, 203
famelicus, 172 -filo, 202
familiarizar, 183 filo-, 202
fanal, 102, 109 filodramático, 202
fantasma, 161 filofrancés, 202
faríngeo, 181 filogénesis, 72
faringitis, 45 filoinglés, 202
fármaco, 48 filología, 77, 168
fascista, 152 filólogo, 60, 63, 192, 202
fascistizante, 186 filosofema, 162
fascistoide, 189 filosofía, 67, 77, 168
fase, 121 filosofía (it.), 77
félidos, 163 filosófico, 112, 123
felipista, 148 filósofo, 202
felix, 54 filoxera, 72
feliz, 54 fimosis, 160
Feloidea, 188 finalizar, 184
feminismo, 156 findunga (al.), 212
feminizar, 152 fiscalitis (ing.), 153
fénix, 54 física, 63, 176
Femsehen (al.), 60 físico-químico, 197
férreo, 181 fisiólogo, 74
fersu (etrusco), 93 fixo, 25
fertilizar, 183 fixus, 25
férvido, 163 flamencoide, 190
fetichista, 152 flamígero, 194
feudalismo, 156 flamma, 46
fibroma, 162 flema, 46, 161
-ficare, 217 foetere, 66
-fico, 173 folia, 118
ficus, 96 folletinesco, 180
fijo, 25 fonda, 105
filántropo, 53, 78 fonema, 162
filarmónico, 202 fonemático, 204, 205
fonémico, 204, 205 fur, 96
fonendoscopio, 140 furtivo, 96
-fono, 78
fonología, 57 gaélico, 174
football (ing.), 60, 214 galaxia, 26, 67
fórceps, 55 galera, 108
forma, 93 galgo, 173
forma, 93, 100 gálibo, 102
formosus, 93 galimatías, 108
formula, 93 gallicus, 172
fórmula, 93 galvanizar, 185
foto, 210 ganglio, 53
fotogenia, 124 garantie (fr.), 169
foto(grafía), 196,210 gástrico, 53
fotón, 78, 170 gatesco, 180
fotonovela, 211 gazafatón, 110
frailesco, 180 gazpacho, 48, 102, 104
Franciscus, 178 gelós (cat.), 42
francófilo, 202 geloso (it.), 42
Francoforte, 38 gen, 162
Franzósisch (al.), 178 -gen (ing.), 207
frase, 46, 121 -gena, 206
fraternizar, 184 -géne (fr.), 207
fratrissa, 167 generatio, 206
frenesí, 78 genérico, 174
frijol, 85 genésico, 205
fructus, 115 génesis, 158
fruto, 115 genética, 176
Ftía, 47 génetrix, 74
ftiriasis, 159 -genia, 208
fucívoro, 96 genialoide, 189
fuco, 96 -génie (fr.), 207
fucus, 96 -génique (fr.), 208
fuego fatuo, 198 -genius, 206
funda, 96 -geno, 124, 207
funda, 96 genoma, 162
funduq (ár.), 105 -genus, 206
fungus, 96 genus, 206
-geny (ing.), 208 goniómetro, 72
geoide, 125, 188 -gono, 207
geometría, 214 gonococo, 207
géométrie (fr.), 169 gonorrea, 207
germanista, 151, 157 goyesco, 180
germanizar, 184 gozne, 110
germanófilo, 202 gracia, 68
gerontocracia, 67 graecisso, 42
giba, 96 grafema, 162
gibbus, 96 -grafía, 196, 199
gigante, 74, 118 -gráfico, 196, 199
gigántem, 74, 118 grafito, 151
gigno, 206 -grafo, 196, 199
gimnasta, 149 -grama, 161, 196, 199
-gine (fr.), 207 gramática, 46, 70
gineceo, 66, 181 gramatical, 176
Ginés, 110 grammaire (fr.), 69
gingibre (fr.), 42 grammar (ing.), 69
Girona, 38 grammatica, 69
glaítire, 46 grammatica (it.), 69
glaucoma, 160 gramme (fr.), 122
glaucoma, 162 gramo, 122
glosa, 46 gramófono, 78
glosema, 162 gratificare, 217
glucosa, 64 grotesco, 179, 180
gnosis, 160 gruta, 41, 109
gnóstico, 46 guardesa, 167
-gnus, 206 guarismo, 102, 106
gobernar, 90 gubernare, 90, 91, 92
gobio, 96 guitarra, 102
gobio, 96 gúmena, 104
gobius, 96 gummi, 95
goldre, 110
golfo, 110 hablista, 152
golpe, 40, 110, 117 hacer, 30
goma, 95 hacia, 131
góndola, 109 *haemorreumay 104
gongorizar, 185 haemorrhoissa, 167
halitosis, 160 hermoso, 93
halógeno, 207 hetero-, 142
Handbuch (al.), 213 heteróclito, 52
harpía, 66 heterogéneo, 124, 181
Harpyia, 66 heterogeneus, 124
hartazgo, 50 heurístico, 175
hasta, 131 *hidático, 205
hay, 28 hídrico, 205
hebraizar, 126 hidro-, 205
hecto-, 204 hidroterapia, 193
hectolitro, 204 hiena, 65
heder, 66 hierático, 64, 65
hedonista, 152 hierofante, 65, 149
helcistro, 48 hígado, 96
helenista, 151 higiénico, 174
helenístico, 175 higo, 96
helenizar, 126 hijo, 25
heleno, 120 himeneo, 181
heliaco, 174 himno, 51
helicoidal, 188 hioides, 125, 187
helicóptero, 51 hiper-, § 12.1.1.2.
Helios, 117 hiperactividad, 135
hematocrito, 205 hipérbaton, 117
hematoma, 122, 162 hipérbola, 116
hemi-, § 12.1.2.5, 141 hipérbole, 116, 132
hemiciclo, 75 hiperchulo, 135
hemíptero, 140 hipercinesia, 48
hemisferio, 140 hipercorrección, 135
hemoglobina, 205 hipercrítico, 53, 135
hemorroides, 189 hiperespacio, 135
heno, 66 hiperinteresante, 135
Heraclés, 76 Hiperión, 76
Heráclito, 78 hiperlipemia, 48
hercúleo, 181 hipermercado, 135
hereje, 110 hipermnesia, 53
hermafrodita, 124, 197 hiperoferta, 135
hermeneuta, 149 hiperónimo, 135
Hermógenes, 124 hiperplasia, 53
hiperprosexia, 53 homólogo, 67
hipersensible, 135 honda, 96
hipertensión, 135 hongo, 96
hipertexto, 135 hoplita, 149
hípico, 70 hoplites, 147
hipnosis, 51 horma, 93, 100
hipnotizar, 185 horologium, 53
hipo-, 132 horrorizar, 185
hipocresía, 121 hospitalizar, 185
hipócrita, 149 hos ticus, 172
hipódromo, 52 hoy, 28
hipófisis, 158 huelguista, 152
hipofiinción, 132 huérfano, 40, 55, 86, 170
hipopótamo, 198 hueso, 30
hiposulfíto, 132 huevo, 30
hipotensión, 132 humaniser (fr.), 183
*hipotes, 121 humanizar, 184
*hipótese, 121 humanoide, 189
hipótesis, 132, 158 humus, 58
hispanohablante, 195 hurto, 96
historia, 77, 168 hyacinthus, 65
historical (ing.), 176 hyaloides, 187
hitita, 150 hydrogéne (fr.), 207
hóflich (al), 213 hypocrita, 147
hoja, 118 hypothése (fr.), 121
hombre-rana, 196
hombría, 169 -í, 122
horneo-, 144 -ia (indoeur.), 77, 168
homeópata, 148 -ía, § 12.2.1.9,77
homeóstasis, 144, 159 iacio, 49
Homéridas, 164 -iaco, § 12.2.2.1,76
homicida, 116 -iasis, 158-159
homo, 30 -iatra, 117
homo-, 142 ibis, 95
homofilia, 73 -ica, 176
homogéne (fr.), 207 -ico, § 12.2.2.1,45, 55, 123
homogéneo, 124 icono, 120
homogeneus, 124 iconoclasta, 149
-icus, 172, 216 infantilismo, 156
-id (ing.), 163 infantiloide, 189
-idae, 163-164 informática, 211
-ide(s) (fr.), 163-164 informatizar, 113
-idés (fr.), 163-164 -ing (ing.), 114
-idiare, 126, 185 inmoral, 137
idioma, 162 insensato, 137
idiota, 147 insociable, 137
idiota, 149 íntegro, 55
idiotismus, 154 integrum, 55, 74
idiotizar, 184 intelectualoide, 190
-ido, § 12.2.1.6, 17, 169 interfono, 78
idolatría, 203 inteijección, 49
ídolo, 86 interponer, 131
idolum, 86 interrompre (fr.), 131
-idus, 163 inthronizare, 183
iglesia, 81, 82 -io, 182
ígneo, 181 iocista, 148
igreja, 81 iocum, 65
igrexa, 81 ión, 64, 169-170
-il, 184 Iosimos, 42
Iliada, 76 iota, 64
Ilíada, 76 -(i)ota, 149
imbeciloide, 189 ipotesi (it.), 121
imparable, 137 iris, 119
imperativus, 215 -isa, § 12.2.1.8, 128
ímpetu, 116 -iscar, 177
imponer, 131 -isch (al.), 178
impresionistas, 153 -isco, § 12.2.2.2
impune, 91 -iscus, 178
in-, 137 -iser (fr.), 183
inarmónico, 137 -ish (ing.), 178
inconexo, 26 isiaco, 174
indígena, 96 -isk(o) (germ.), 178
indígena, 96, 206 -ismo, § 12.2.1.3, 152
-íneo, 182 ismos, 155
-ineus, 182 -ismus, 154, 216
infantesa, 167 iso-, 142, 144
isomére (fr.), 124 jerarca, 65
isómero, 124 jerarquía, 64, 65
isósceles, 124 jeremiaco, 174
isquion, 117 jeroglífico, 64, 65
israelita, 150 Jerónimo, 65
-issa, 167 jesuíta, 150
-ista, § 12.2.1.1, 154, 156, 175, 190 Jesús, 65
-istae, 147 jibia, 102, 104
-ístico, § 12.2.2.1 jónico, 64, 174
istmo, 53, 155 Jorge, 110
-ita, § 12.2.1.1 Jristodulos, 41
-itae, 147 juego, 65
-itia, 216 juerguista, 152
-ities, 216 juez, 76
-itis, § 12.2.1.2,45, 120 juglaresa, 167
-ito, 151 juglaresco, 177
iudaismus, 154 jujube (fr.), 42
iudaizare, 183 junta, 65
Ixión, 76 jurel, 102, 104
-izante, 186, 190 jurista, 151
-izar, § 12.2.3, 113, 126, 152, 209, justeza, 68
222 justicia, 68
-izare, 126, 154, 183,216
kafkiano, 29
jacinto, 65 kalendae, 28
jaloux (fr.), 42 Kallímachos, 62
jamás, 65 kalokagathía, 61
jamelgo, 173 kantiano, 28
jamete, 102 karaoke, 29
Janiá, 41 kárate, 29
Jápeto, 65 karreira, 28
jaqueca, 102, 106 Karthago, 28
Jasón, 64, 65, 76 Kavafis, 71
jaspe, 64 keniata, 148
Jatsidakis, 71 kimiya (ár.), 103
jazmín, 48 kilogramme (fr.), 28
jengibre, 42, 95, 110 kilogramo, 204
Jenofonte, 68 kilométre (fr.), 28
kilómetro (ital.), 28 leo, 76
koala, 29 león, 76
krausismo, 156 leonesismo, 156
krausista, 28 lepra, 52
kurdo, 29 leprosus, 217
lesbio, 182
lacrima, 160 Lesbos, 117
lacrimógeno, 207 letanía, 108
ladeza, 221 Letó, 76
Lágidas, 164 letra, 94
lágrima, 161 leuco-, 145, 192
laísmo, 157 levantisco, 177
laísta, 152, 157 levita, 150
lamiscar, 177 lexema, 162
lámpara, 170 lexemático, 204
lantema, 87, 94 lexémico, 204
lapso, 58 ley no escrita, 198
lapsus, 58, 116 liberalismo, 156
laríngeo, 181 liberalizante, 186
laringólogo, 48 librecambismo, 156
lastimar, 46, 126 libresco, 180, 181
latinismo, 157 liceo, 66, 181
latir, 46 lición, 49
laurel, 96 ligna, 118
lauras, 96 limosna, 98
lavadero, 166 lince, 41
lavish (ing.), 178 lindo, 54
legalizar, 184 lingüística, 176
legitimus, 54 linterna, 87, 94
legs (=lex), 25 liquiritia, 84
leima, 161 lírico, 60
leísta, 152 liricoide, 190
lema, 161 lisboeta, 149
lemnisco, 177 -lisis, 158
lemuridés (fr.), 164 litografía, 63
♦lenguamante, 60 Huera, 94
lentiscus, 177 lívido, 55
leña, 118 llama, 46
llamar, 46 macroscópico, 142
llave inglesa, 198 magister, 165
lluvia, 46 magisterio, 165
localizar, 184 magisterium, 165
loco, 143 magnetismo, 155
locutorio, 166 magnificare, 217
logaritmo, 155 magnífico, 55, 173
-logia, 197 maguer, 127
lógica, 173, 176 magüer, 127
logical (ing.), 176 maguera, 127
*logicó, 80 mahomético, 174
lógico, 46, 176, 192 mais (fr.), 113
-logo, 55, 197 mal-, 138
logocentrismo, 192 maléfico, 199
lograr, 51 malestar, 138
long-tailed (ing.), 200 maligno, 206
longueza, 221 malvasía, 108
lonza (it.), 97 malvaviscus, 177
lucerna, 87 mamíferos, 212
Lucia, 64 man-eater (ing.), 200
lucrare, 51 mandil, 102, 105
lucs (= lux), 25 manga, 173
lúdico, 174 manía, 193
luego, 143 mánica, 173
luengo, 221 manicura, 196
lumbral, 84 mano, 115
*luncea, 41, 97 mantel, 105
Lusiadas, 164 mantele, 105
manualis9213
-ma, 160, 216 manuSy 115
-ma, § 12.2.1.5 maquiavélico, 174
mac(h)ina> 90, 92 máquina, 90, 100
máchina, 24 marasmo, 155
macro-, §12.1.2.7 maravedí, 122
macrobiótica, 142 marchionissa, 167
macroconcierto, 142 marlota, 102
macrocosmos, 142 mármol, 83
macroeconómico, 142, 203 marmor, 83
martes, 121 melancólico, 72
mártir, 53, 120 Meleagro, 75
martirizar, 183, 185 melimelum, 85
martyrem, 120 melisma, 161
marxistoide, 189 Melpómene, 48
masa, 90 membrillo, 85
massa, 42, 90 memorístico, 175
massimo (it.), 49 *memriüo, 85
mastoideo, 125, 188 -men, 160, 161,216
Mastrique, 38 Menecmo, 75
materialista, 152 menisco, 48, 177
-mática, 211 menta, 95
matizar, 108 menta, 95
matraz, 102 -mentó, 216
matriarcado, 205 -mentum, 161, 216
Maurisco, 178 mercantesco, 179
Mauriskelo, 178 meritum, 74
Maurus, 178 meso-, 142, 144, 192
mausoleo, 66, 181 mesocracia, 144, 191
máximo, 26 mesolítico, 144
mayo, 27 meta-, § 12.1.1.3, 136
mayorazgo, 50 metabólico, 132
mayorista, 151 metabolismo, 155
mazacote, 102 metacentro, 135
mazamorra, 102 Metafísica, 135, 136
mazapán, 102 metafisico, 136
mécaniser (fr.), 183 metaforizar, 183
mecanizar, 113 metal, 110
medalla, 110 metalenguaje, 135
medallitis, 153 metaliterario, 135
médico, 56, 173 metal iteratura, 135
mediodía, 196 metalógica, 135, 136
mega(lo)-,§ 12.1.2.7, 135 metalurgia, 48
megaéxito, 142 metamatemáticas, 135
megalomanía, 142 metamorfosis, 204
mcgaterio, 142 metaphysica, 136
mege, 173 metaplasmo, 155
Melando, 68 metaplasmus, 154
metapolitics (ing.), 136 mina, 90
metapsíquico, 135 minada, 26
metarreglas, 135 mineralogía, 203
metástasis, 159 minister, 165
metatarso, 135 ministerio, 165
metateoría, 135 ministerium, 165
metátesis, 158 minorissa, 167
metatheology (ing.), 136 miocardio, 72
metathesis, 157 mioceno, 72
metatrófíco, 135 miopía, 72
metempsicosis, 160 miríada, 118
metge (cat.), 173 miriápodo, 14, 119
metodista, 152 misantrópico, 174
método, 117 misoneísmo, 142, 2C
metreta, 149 misíeriis, 41
-metría, 145 misterio, 165
métrico, 173, 192 místico, 48
-metro, 55, 75 mistress (ing.), 167
metro, 52 mi tema, 162
metrópolis, 196 mitologuema, 162
metropolitano), 210 mnemotécnico, 46
México, 26 modernista, 152
miasma, 161 modicus, 172
micro-, § 12.1.2.7 modisto, 152
microbus, 142 modius, 105
microchip, 142 molibdeno, 51, 117
microcosmos, 142, 192 molybdéne (fr.), 111
microorganismo, 203 momentum, 74
mieditis, 153 monacal, 24
-miento, 144 monachalis, 24
migraña, 107 mónada, 118
milenarista, 152 monarca, 117
miles, 168 monarcha, 117
mili-, 143 monarchia, 23
militia, 168 monarquía, 24, 205
milizia (it.), 78 monasterio, 165
mimesis, 67 monasterium, 165
mina, 90 mongólico, 174
mongoloid (ing.), 188 narcos, 212
monje, 110 narcóticas, 56
monjía, 169 narcotizar, 183
mono-, § 12.1.2.5, 141 narcotráfico, 211
monocolor, 140 natrón, 102
monóculo, 140 naturalizar, 184
monofisita, 150 nauta, 147
monolito, 63, 78 nauta, 149
monopatín, 140 navarea, 117
monoplaza, 140 navarque (fr.), 117
monopolizar, 185 navidá, 54
Montanistae, 147 náyade, 66
montañistas, 151 necrófago, 194, 195, 199
Montaña, 38 necrópolis, 120
moralizar, 183, 185 néctar, 120
mórbido, 163 negroid (ing.), 188
mordiscar, 177 negroide, 188
morfema, 48, 162, 204 nemotécnico, 46
morfemático, 204 neo-, § 12.1.2.7
morfémico, 204 neoconservador, 142
*morfoma, 204 neolítico, 142
morfonología, 203 neón, 78
morisco, 177, 178 neorrealista, 142
moscovita, 150 neos, 142
mostacho, 109 neotenia, 142
motorizar, 184 neotéricos, 153
mucho, 24 nepotismo, 156
multigenus, 206 nereida, 118
muqamas (ár.), 106 nerviosidad, 156
museo, 181 nerviosismo, 156
música, 60, 65, 173 neuma, 161
musical, 176 neumático, 46
muy, 28 neumonía, 46
mysterium, 165 neumotorax, 54
neurosis, 67
nacionalizar, 113 neutrón, 170
napoleónico, 174 nigromante, 157
narcodólares, 211 niñoide, 189
nitrite (ing.), 151 odi, 86
nitrito, 151 odisea, 66
nitrógeno, 207 Odiseo, 65
nitrum, 95 odor, 190
no-, 137 Oduseo, 64
noche, 49 oedema, 66
nochebuena, 196 Oedipus, 119
noctemy 49 oficinesco, 180
nólit(o), 108 ofimática, 211
nómada, 118 -ógrafo, 212
nominalismo, 156 -oid (ing.), 189
nominalistas, 151, 156 -oide (fr.), 189
nonato, 137 -oide, § 12.2.4, 125, 163
norma, 92, 93 Olbia, 48
norma, 93, 100 oleum, 108
novelesco, 180 olimpiada, 76, 118, 119
novelista, 151 oliscar, 177
novelística, 176 oliva, 91, 92
noventayochesco, 180 oliva, 91
-nta, 149 -ología, 145
nudista, 152 -ólogo, 212
numérico, 174 Olumpo, 64
numisma, 94 olympiade (fr.), 119
numismática, 94 -orna, § 12.2.1.5, 169
nummus, 94 -ómetro, 145
Omeyas, 62
oasis, 120 omne, 30
obelisco, 177 omoplate (fr.), 117
obispo, 84 omóplato, 52, 117
objeción, 49 -ón, 78, 137, 169-170
objeto, 49 -ona, 169
obstaculizar, 184 ontogenia, 208
oceánico, 174 ontogénico, 124, 208
ocre, 117 onza, 41, 97
ocre (fr.), 117 operística, 176
oculista, 151 oponer, 131
oculiste (fr.), 151 óptica, 176
odeón, 78 óptico, 176
orea, 96 paganismus, 154
orea, 96 paganizare, 183
orden del día, 198 paisajístico, 175
orfeón, 78 palabra, 84, 116
orgánica, 56 palabra de honor, 198
organizar, 185 paladinar, 221
órgano, 55, 170 paladino, 221
orgasmo, 155 paleo-, 142, 144
oricalco, 87 palma, 96
ornitorrinco, 48 palma, 96
orogénesis, 208 paludismo, 155
orogenia, 124, 208 pan-, § 12.1.2.5
orogénico, 124, 208 panadizo, 87, 98
orogénie (fr.), 207 panarabismo, 140
órphanus, 86 panaricium, 87, 98
ortiga, 94, 96 Panateneas, 118
ortodojo, 68 pancrónico, 140
ortodoxo, 16, 26, 68 panegyrista, 147
ortografía, 77, 168, 196 paneuropeo, 140
oscarizar, 184 panléxico, 48
*osicare, 86 panmnesia, 53
-osis, § 12.2.1.4, 162 panorama, 161, 211
osmosis, 78 panpneumatismo, 53
-oso, 217 panpsiquismo, 53
osteoma, 162 panrománico, 48
ostracismo, 155 pansofismo, 48
-osus, 217 panspermia, 53
-oteca, 169 pantagruélico, 174
otitis, 153 panteón, 78, 117
oviparus, 216 panto-, 140
ovoide, 188 pantocrátor, 140
oxide (ing.), 163 pantógrafo, 140
óxido, 163 panus, 87
oxygéne (fr.), 207 papel, 110
papiloma, 162
pacífico, 173 papisa, 167
padre, 51 paquidermo, 193
Pafos, 117 para, 34, 131
para-, § 12.1.1.4, 190,211 parentesco, 177
parabola, 84, 116 paréntesis, 158
parábola, 116 par(r)ochia, 43
paraboloide, 188 parolímpico, 211
paráclito, 108 paronychium, 87
paradigma, 161 parosfresia, 53
paradisus, 83 paroxismo, 155
paradoja, 16, 68 Partenón, 76, 120
paradójico, 174 Parthenonem, 120
paraestatal, 136 paniria, 136
parafarmacia, 136 pasmo, 47, 155
parafascista, 136 pasmus, 47
paráfrasis, 132, 136 pasotismo, 156
paraguas, 121 pasteurizar, 185
paraíso, 83 -pata, 125, 197, 206
paralaje, 68, 69, 121 patata, 112
paralaxis, 69 -patía, 197, 206
paralelepípedo, 46 -pático, 206
paralelismo, 155 patógeno, 124, 207
paralelo, 136 patrem, 51
paralímpico, 136, 211 patriarcado, 205
Paralipómenos, 117 patrimonializar, 184
paralís, 121 patriota, 147
parálisis, 158 patriota, 149
paralizante, 186 patriotismo, 156
paralizar, 185 patrística, 176
paramédico, 136 Patroclés, 76
paramilitar, 136 Patroclo, 75
paramilitary (ing.), 136 pausa, 121
paranormal, 136 pecho, 24
parapolicial, 136, 209 pederasta, 149
parapsicología, 136 pedofílico, 173
parapsychology (ing.), 136 pedófilo, 173
parásito, 136 pedrisco, 177
parasitología, 191 pegajoso, 180
paratiroides, 136 pelirrojo, 195, 199
parce que (fr.), 113 pelón, 137
parénquima, 161 pena, 91
penta-, 141 phthisis, 157
pentagrama, 52 phylacterium, 165
pentapodia, 197 Physica, 27, 63
peñasco, 177 physical (ing.), 176
perejil, 110 physics (ing.), 27
pereza, 68 Physik (al.), 41
peri-, 132, 133 Physiologie (al.), 62
Pericles, 75, 123 physiologie (fr.), 62
periferizar, 222 physiólogus, 74
perífrasis, 52, 159 physiology (ing.), 62
perihelio, 132 physique (fr.), 27, 41
perímetro, 67, 75 pictórico, 174
perinatal, 132 piélago, 170
periodicucho, 186 piloto, 109
periodístico, 175 pintoresco, 180
peripecia, 68 pirata, 147
periplo, 132 pirata, 148
perisodáctilo, 70, 195 pirita, 116, 151
perista, 151 pirómano, 70
peristáltico, 48 pírrico, 70
périto, 56 Pirro, 70
pero, 70, 113 pitaflo, 81
perogrullesco, 180 pitecántropo, 197
peroné, 78 Piteo, 70
perrazo, 186 pitonisa, 167
perro, 70 pla?a, 26, 83
persona, 93 plácido, 163
persona, 93 plancton, 53
persono, 93 planeta, 148
Perusa, 38 plantance (fr.), 221
perversión(e), 74 plante (fr.), 221
pesticida, 194 plantelete (fr.), 221
pétreo, 181 plantement (fr.), 221
petróleo, 108 planter (fr.), 221
phalanstére (fr.), 165 planteresse (fr.), 221
phaseolus, 85 plantear (fr.), 221
philólogy (ing.), 78 plantier (fr.), 221
philosophia, 67, 77, 168 plantin (fr.), 221
280 Las helenismos de

plantis (fi\), 221 polaco, 174


plantoison (fr.), 221 polemarca, 117
plantón (fr.), 221 polémarque (fr.), 117
plasma, 161 poli-, § 12.1.2.5,72
plástico, 46 polialdo, 48
platea, 26, 83 policiaco, 174
*platelminte, 119 policlínica, 72, 140
platelminto, 48, 119 policromía, 52
*platia, 83 polideportivo, 140
Plato, -oniSy 76 polígamo, 123
Platón, 76 políglota, 78, 124
platónico, 174 polígono, 72, 78, 197, 207
plaza, 83, 99 polígrafo, 72
pleonasmo, 155 polímero, 124
plétora, 78 pólipo, 119
pleuresía, 121 polirrizo, 42, 69
pleurésie (fr.), 121 polisíndeton, 117
pleuritis, 153 político, 59
pluralis, 215 polivalente, 140
pluri-, 143 póliza, 109
plutarqueo, 181 polyglotte (fr.), 124
plutocracia, 68 polygonoides, 187
plutócrata, 125 polymére (fr.), 124
pluvia, 46 polypus, 119
pnigofobia, 46 ponentisco, 177
pócima, 84, 161 pono, 212
podium, 83 pontazgo, 172
-podo, 119 póp(u)lus, 55
podólogo, 192 pomo(gráñco), 210
poema, 161 positrón, 170
poema, 160 posponer, 131
poena, 91 pourmener (fr.), 131
poesía, 67, 121 poyo, 83
poeta, 66, 116, 124, 149 práctico, 51
poeta, 66, 116, 147 prae> 212
poétesse (fr.), 167 praeconizare, 183
poeticus, 172 praepositio, 212,216
poetisa, 167 pragmático, 46
praktisch (al.), 178 propalestino, 132
praxis, 158 propheta, 147
pre-, 132 prophetissa, 167
prefijoide, 189 propileos, 117
presbiterio, 165 proponer, 131
prespectiva, 83 pros-, 133
preste, 110 proseguir, 133
primigenio, 206 prosencéfalo, 133
princesa, 167 prosénquima, 133
princesse (fr.), 167 prosimio, 133
priscilianistas, 151 prosodema, 162
Priscillianistae, 147 prosodia, 132
prisma, 161 próstata, 148
pro- (< gr.), 132, 193 protagónico, 211
pro- (< lat.), 132, 193 protagonista, 124, 141
pro, 133 protagonizar, 185
probatio, 157 prótasis, 159
problema, 52,63,74, 161, 176 protésico, 205
problema, 74 prótesis, 205
problemática, 176 protético, 205
problematizar, 184 *protistoria, 203
procónsul, 132 proto-, § 12.1.2.6
profeta, 148 protocolo, 108, 141
profetisa, 167 protohistoria, 141, 203
profilaxis, 158, 206 proto-indoeuropeo, 141
profundizar, 184 protolengua, 141
prognatismo, 133 protomédico, 141
prognosis, 160 protón, 170
prognosticum, 83 protónico, 133
programa, 74, 161 protonotario, 141
prográmma, 74 protorrománico, 141
prolegómenos, 117 prototipo, 78, 141
prolepsis, 157 protozoos, 141
prolepsis, 158 proveer, 133
prólogo, 132 provenzalismo, 157
promener (fr.), 131 proxeneta, 147
pronomen, 215 proxeneta, 148
pronóstico, 83 proyección, 49
psalterium, 165 quatro, 29
pseudo-evangelista, 203 quelonio, 28
psicología, 46, 69 quemar, 108
psiquiatra, 117 queratina, 67
psoriasis, 157 queroseno, 67
psoriasis, 159 quiasmo, 155
psychedelic (ing.), 203 quietista, 152
psychodelic (ing.), 203 quilate, 102
pterodáctilo, 46 quiliométre (fr.), 28
púbico, 174 quilo-, 28
público, 173 quimera, 28
publicus, 172 químico, 56
pueblo, 55 quintal, 102, 105
pues, 34 quiromancia, 48, 68, 77, 168
puesto, 34 quiromante, 157
pueyo, 83 quiromegalia, 142
pulmo, 96 29
pulmón, 96 quiscadaúno, 127
pulpo, 119 quisque, 127
pulverizar, 185 quiste, 67
pulverizare, 183 quitanieves, 194, 199
punición, 91 quitón, 76
Punicus, 43 Quixote, 25
punir, 91 quotienscumque, 127
puniré, 43, 91 qumas (ár.), 106
puntapié, 196
purpura, 95 rábano, 40,55,82, 170
púrpura, 95 rabia, 116
purpurisso, 42 rabies, 116
puticlub, 196 rabínico, 174
Pyrrhus, 70 rabo, 96
pythonissa, 167 rabón, 137
racista, 152
qarbás (ár.), 106 radicalizar, 184
qa§r(ár.), 105 rap(h)anus, 40, 82
quadrangulus, 216 rapsoda, 117
qualitas, 216 rapum, 96
quantitas, 216 re-, 137, 142
realistas, 151 rouge (ing.), 37
regaliz(a), 84 rozar, 26
reloj, 53, 110 ruborizar, 185
reponer, 131 ruda, 96
resultadismo, 157 rufianesco, 180
retiene, 55 rúnico, 174
rétinet, 55 *ruptiare, 26
retomar, 137 rusticus, 172
retórica, 173 ruta, 96
reuma, 65, 66, 161
reumatismo, 155 sablista, 152
reunionitis, 153 sacacorchos, 191, 194
rey, 28 sacarina, 106
rhetorica, 67 sacerdotisa, 167
rhetoricus, 172 sacerdotissa, 167
rheumatismus, 154 sádico, 174
rheumatizare, 44, 66 safannáryah (ár.), 106
Rhodes (fr.), 117 safena, 102
rhomboides, 187 sáfico, 70
rictus, 58, 116 safir (ár.), 106
rima, 110 Safo, 70
rimo, 110 Safó, 76
rinitis, 153 sagma, 104
ritmo, 51, 154, 155 sainetesco, 180
rivalizar, 185 salamandra, 167
rizoma, 162 salamanquesa, 167
rizópodo, 69 salma, 104
robótica, 176 salmantino, 167
Rociito, 186 salterio, 165
Rodas, 117 samid (ár.), 103
romadizarse, 44, 66 samio, 182
romadizo, 44, 66 sanchopancesco, 180
Romanisc, 178 sanctificare, 217
romboide, 125, 188 sandal (ár.), 105
romboideo, 125, 188 sándalo, 102, 105, 108, 170
romero, 108 sandwich, 38
rosa, 96 sánguses, 38
rosa, 96 saqiqah (ár.), 107
saráwil (ár.), 106 sepia, 104
sarcasmo, 155 serranisco, 177
sarcófago, 48 sésamo, 95
sarcoma, 162 sesamum, 95
sasánidas, 164 seudo-, § 12.1.2.7, 144
sastresa, 167 seudocientífico, 142
satánico, 174 seudónimo, 44, 46
satiriasis, 159 seudópodo, 69, 142
Sáugetiere (al.), 212 seudorreligioso, 142
saurus, 104 sextarius, 105
scaena, 43 shepherdess (ing.), 167
scandalizare, 183 shilling (ing.), 37
sceptrum, 85 -sia, 206
schema, 160 -sía, 206
schematismus, 154 sibarita, 150
schola, 40, 85 siciliota, 149
scoglio (it.), 91 sicodélico, 203
-scopia, 77, 197 sicofanta, 149
-scopio, 77, 197 sicología, 46, 69
scopulus, 91, 92 sicópata, 125, 148, 174
scriptum, 49 sicopático, 174
scuola (it.), 40 silábico, 173
sefardita, 150 silepsis, 158
según, 131 silicosis, 160
seísmo, 66, 67 silogismo, 70, 155
selacio, 67 silogístico, 175
selenita, 150 silvaticus, 172
Seléucidas, 164 simbiosis, 160
semáforo, 194, 205 simbolizar, 185
semantema, 162 simbología, 203
sematóforo, 201, 205 ♦simbolología, 203
semema, 162 simiesco, 180
semita, 150 simpático, 174
senaduría, 169 sin-, 137
sensatio, 216 sin- (< gr.), 133
sentimentaloide, 190 sinapi, 95
señalizar, 184 sincéfalo, 133
señoría, 169 sinclinal, 53
síncopa, 116 socializar, 152
síncope, 116 sociología, 203
sincronizar, 53 sodomita, 150
sindéresis, 158 sofisma, 161
síndrome, 53 sofista, 151
sine die, 58 sofocleo, 181
sinécdoque, 51 Sófocles, 75, 123
sinecfonesis, 51 soldadesco, 179
sinéresis, 158 solemnizar, 183
sinestesia, 121 soloecismus, 154
sinestésico, 205 Solón, 76
sinfonía, 132 sona, 42
sinopsis, 158 sophista, 147
sinsentido, 137 sordomudo, 197
sintagma, 161 spasmus, 154
sintáxico, 205 spatha, 85
sintaxis, 158 spectator, 51
sintema, 162 sphaeroides, 187
síntesis, 63, 158 sporta, 93, 99
síntoma, 53, 78, 176 staefgefeg (ing.), 213
sintomatología, 176 stomachus, 171
sinusitis, 153 stratége (fr.), 117
sinvergüenza, 137 strike (ing.), 115
-sio, 157, 216 suavizante, 186
-sión, 216 suavizar, 184
sirena, 66, 120 suffragitis (ing.), 153
siriaco, 174 sufijoide, 189
siringa, 118 suidés (fr.), 164
-sis, § 12.2.1.4, 45, 120, 121, 205, sujeción, 49
216 sujeto, 49
sistema, 161 sukkar (ár.), 106
sístole, 116 sulfito, 151
-smus, 154 sulphite (ing.), 151
so, 131 summus, 69
soberbia, 77 sumus, 69
sobreponerse), 131 super-, 135
socialdemocratizante, 186 superpono, 131
socialista, 152 supertriste, 135
suponer, 131 tele, 210
suppositio, 120 teleconcurso, 211
suril (ár.), 104 teleférico, 87
surrealismo, 156 teléfono, 78, 79
suspensio, 157 ♦teleférico, 87
syllaba, 213 telemática, 211
syllogismus, 154 telescopio, 77
syllogizare, 183 telesférico, 87
Symcws, 178 teletipo, 57
tele(visión), 210
-ta, § 12.2.1.1 televisión (ing.), 60
-tad, 216 tema, 122, 161, 176
taeda, 96 temática, 176
tafong (chino), 87 témpano, 110
tahalí, 122 tenebrae, 75
talento, 91 tenebricus, 172
talentum, 91 tenesmo, 155
talismán, 102, 104 Teognis, 75
tamariscus, 177 teología, 67, 214
tambor, 102 teológico, 112
tanatorio, 166 teologuema, 162
taoísta, 152 teorema, 161
tapete, 98 terapeuta, 44, 149
tapiz, 98, 108 terapéutica, 176
-tariuSy 147 terapia, 77, 168, 193
tarkash (persa), 106 terapia (it.), 78
tártago, 170 -terio, § 12.2.1.7
Tartesos, 117 terrateniente, 199
-tas, 216 terrígeno, 206
taxi(metro), 210 tesis, 158
tea, 96 tesorería, 169
teatro, 60, 219 tesoro, 40, 43, 66, 97
technical (ing.), 176 teste (fr.), 34
tecla, 102, 104 testo sterona, 169
técnica, 51 tétanos, 67
tecnología, 176 tete (fr.), 34
tejer, 25, 49 tetra-, 141
telaraña, 200 tetrabrik, 141
tetracampeón, 141 -tivo, 216
tetradracma, 75 -(t)ivus, 216
tetraedro, 75 tlacote, 46
tetragrámaton, 117, 197 tlacoyo, 46
tetrástrofo, 46 tlexero, 46
texer, 25, 49 tlipsis, 46
texere, 49 tmesis, 47
thecula, 104 tobosesco, 180
them (ing.), 113 tomistas, 151
theologia, 67 tonema, 162
théologie (fr.), 169 tono, 193
thérapy (ing.), 78 -tor, 147
thesaurus, 40, 43, 66, 85 tórax, 54, ! 19
they (ing.), 113 -torio, 166, 216
thisicus, 97 -torius, 166, 216
Threciscus, 178 torre, 94
thrombose (fr.), 121 tortuga, 108
-ti- (indoeur.), 157 tósigo, 46, 68, 173
tialina, 46 tostonema, 162
Ticio, 68 totalitarismo, 156
-ticus, 172, 216 totémico, 174
tifón, 87, 102 tóxico, 68, 173
Tifón, 87 toxicum, 46
tigre, 95 trabajo, 108
tigresa, 167 tracio, 65
tigris, 95 tracoma, 162
timbre, 110 tragicómico, 197,203
Timoteo, 78 tranquilizar, 184
tímpano, 110 transphysica, 136
tinieblas, 75 tráquea, 66
-tio, 157,212,216 trasponer, 131
tiranizar, 185 trastocar, 46
tiroides, 125, 187 trauma, 46, 65, 161
tirso, 48 traumado, 205
tisana, 90 traumático, 43
tisana, 90 trébol, 110
tisis, 158 trésor (fr.), 85
titulitis, 153 tri-, 141
tríada, 118 ucronía, 137
tríade (fr.), 119 ultra-, 135
tríbraco, 52 umbral, 84
tribu, 116 umbraticus, 172
triceratops, 55 Ummayah, 62
tridáctilo, 197 Unionitae, 147
trilita, 151 ur- (al.), 141
trilobites, 151 urbanidad, 156
tripa lium, 108 urbanita, 150
trípode, 119 urodelo, 73
tripus, 119 urólogo, 73
trisagio, 108 Urraka, 28
trito-, 141 urtica, 94, 96
tritóxido, 141 -uscar, 177
trocaico, 65 -usco, 177
trocisco, 67, 177 usgo, 86
troglodita, 149 utilizar, 184
troglodyta, 147, 149 utopía, 137
trombo, 46
trombosis, 48, 63, 160 valaco, 174
-trón, 78, 169-170 valia, 169
troqueo, 181 valleinclanesco, 179
trovadoresco, 179 vampiresa, 167
Troya, 66 vanagloria, 196
tuberculosis, 160 vanguardista, 152
tucidideo, 181 vehiculizar, 222
-tudoy 216 veho, 30
tufao (port.), 87 venaticusy 172
tumba, 41, 97 venosus, 217
tumba, 97 ventanica, 146
túnica, 95 ventisca, 177
túnica, 95 ventiscar, 177
turbiscus, 177 verboide, 189
turiferario, 96 verdad(e), 74
furris, 94 viaticus, 172
t e , 96 vicaría, 169
-te , 216 vietnamita, 150
villanía, 169
vineaticus, 172 yeísmo, 157
vino, 96 yeísta, 152
vinum, 92, 96 yermo, 84, 86
violinista, 151 Yocasta, 64
vírico, 174 yunta, 65
vocalismo, 156
vocalizar, 185 zafiro, 102, 106
voilá (fr.), 34 zahori,122
volaticus, 172 zampabollos, 199
volcánico, 174 zampoña, 108
voltímetro, 203 zanahoria, 102, 106
vulcanismo, 155, 156 zaragocista, 152
vulcanólogo, 156 zaragüelles, 102, 106
zelosus, 42
wanaka (mic.), 68 Zeodorakis, 41,71
zephyrus, 26
xenofobia, 69 zeugma, 27, 69, 161
Xenofonte, 68, 69 Zeus, 27, 69
xilófono, 46 zingiber, 42, 95
-xio, 157, 216 ziziphum, 42
-xión, 216 zodiaco, 42, 76
zona, 26
y, 28 zoología, 42, 65
ya, 65 zoo(lógico), 210
yámbico, 173 zoologie (fr.), 27
yambo, 64 zum (ár.), 103
yatromancia, 64 zumo, 42, 102, 103
ÍN D IC E G E N E R A L

Págs.
S ím b o l o s f o n é t ic o s y s ig n o s d i a c r í t i c o s ........................................... 9

A b r e v ia t u r a s b ib l io g r á f ic a s m á s f r e c u e n t e s ............................. 10

In t r o d u c c ió n ............................................................................................................... 11

C a p . I .- Grafemática: algunas relaciones entre el sistema grá­


fico del griego antiguo y el del español a ctual................... 21

§ 1. G e n e r a lid a d e s s o b r e e sc r itu r a y f o n o l o g í a .................................... 21

§ 1 .1 . E l d íg r a fo { c h } ................................................................................. 23
§ 1.2 . E l g r a fe m a { x } ................................................................................... 25
§ 1.3 . E l g r a fe m a { z } ................................................................................... 26
§ 1 .4 . E l g r a fe m a { y } ................................................................................... 27
§ 1 .5 . E l g r a fe m a { k } ................................................................................... 28
§ 1 .6 . E l g r a fe m a { h } ................................................................................... 29
§ 1 .7 . R e c a p i t u l a c i ó n .............................................................................. .... 31

§ 2 . C u e s t io n e s d e n o ta c ió n p r o s ó d i c a ..................................................... 32

§ 2 . 1 . A c e n t o s .................................................................................................. 33
§ 2 .2 . S i g n o s d e p u n t u a c ió n y d e m o d a lid a d d e o r a c ió n . . . 34

C a p . II.- Fonología: huellas del sistema fonológico del griego


antiguo en el español ................................................................................. 36
Págs.
§ 3 . G e n e r a lid a d e s so b r e e l p r é s ta m o d e f o n e m a s .............................. 36

§ 3 . 1 . L o s f o n e m a s /th/ , /k h/ ...................................................................... 39
§ 3 .2 . E l fo n e m a /p h/ ...................................................................................... 40
§ 3 .3 . E l fo n e m a ! ü l ...................................................................................... 41
§ 3 .4 . E l fo n e m a / z / ...................................................................................... 41
§ 3 .5 . D i p t o n g o s ............................................................................................. 43

§ 4 . C o m b in a c io n e s d e f o n e m a s o f o n o t á c t i c a ...................................... 44

§ 4 .1 . D is tr ib u c ió n d e v o c a le s y c o n s o n a n t e s .............................. 45
§ 4 .2 . G r u p o s d e c o n s o n a n t e s e n p o s ic i ó n i n i c i a l .................... 46
§ 4 .3 . G r u p o s in te r io r e s n o p r o b le m á t ic o s ( h e t e r o s ilá b ic o s ) . 47
§ 4 .4 . G r u p o s in te r io r e s p r o b le m á t ic o s ( h e t e r o s ilá b ic o s ) ___ 48
§ 4 .5 . G r u p o s in te r io r e s t a u t o s i l á b i c o s ............................................. 51
§ 4 .6 . G r u p o s in te r io r e s d e tr es c o n s o n a n t e s ( h e t e r o s ilá b i­
c o s ) ............................................................................................................ 52
§ 4 .7 . C o n s o n a n te s f i n a l e s ...................................................................... 53

§ 5. H e le n is m o s y p r o s o d ia e s p a ñ o l a .......................................................... 55

C a p . III.- Una clasificación de los helenismos españoles según


sus vías de entrada y su form a fo n é tic a ....................................... 57

§ 6 . L o s c u lt is m o s d e o r ig e n g r ie g o : p r in c ip io s d e tr a n sc r ip c ió n
y d e a c e n t u a c i ó n ............................................................................................. 58

§ 6 .1 . V o c a l e s .................................................................................................. 63
§ 6 .2 . D i p t o n g o s ............................................................................................. 65
§ 6 .3 . C o n s o n a n t e s ........................................................................................ 66
§ 6 .4 . C o n s o n a n te s d o b le s ...................................................................... 68
§ 6 .5 . C o n s o n a n te s g e m in a d a s ............................................................... 69
§ 6 .6 . C o n v e r g e n c ia u h o m o n im ia ....................................................... 71
§ 6 .7 . P r in c ip io s d e a c e n tu a c ió n d e lo s h e le n is m o s c u lt o s
e s p a ñ o l e s ................................................................................................ 73
§ 6 .7 .1 . I n c o n g r u e n c ia s e n la a c e n t u a c ió n ................................. 77
Págs.
§ 7 . H e le n is m o s p a tr im o n ia le s y s e m i c u lt i s m o s ................................... 80

§ 7 .1 . T ip o lo g ía d e c a m b io s f o n é t i c o s ............................................. 82

§ 8. H e le n is m o s te m p r a n o s e n l a t í n ............................................................ 87

§ 9 . H e le n is m o s m e d ie v a le s n o p a t r i m o n i a le s ...................................... 100

§ 9 .1 . H e le n is m o s lle g a d o s a tr a v é s d e l á r a b e ............................ 100


§ 9 .2 . B iz a n t in is m o s , it a lia n is m o s , g a l i c i s m o s ............................ 107
§ 9 .2 .1 . B i z a n t i n i s m o s ........................................................................... 107
§ 9 .2 .2 . I t a l i a n i s m o s ................................................................................ 108
§ 9 .2 .3 . G a l i c i s m o s ................................................................................... 109

C a p . I V .- La adaptación de los helenismos a la morfología


flexiva española ....................................................................... 111

§ 10. E l p r é sta m o y la s c la s e s d e p a la b r a s ............................................. 111

§ 1 1 . A d a p ta c ió n d e lo s h e le n is m o s a la m o r fo lo g ía e s p a ñ o la . . 115

§ 1 1 .1 . S u s t a n t iv o s ..................................................................................... 115
§ 1 1 .1 .1 . T e m a s e n - a ........................................................................... 116
§ 1 1 .1 .2 . T e m a s e n - o ........................................................................... 117
§ 1 1 .1 .3 . T em as en o c l u s i v a ............................................... 118
§ 1 1 .1 .4 . T em as en n a s a l y e n / r / ..................................... 119
§ 1 1 .1 .5 . T em as en /s /, e n / u /, e n / i/ , e n d ip to n g o ; h e te -
r ó c l i t o s ..................................................................................... 120
§ 1 1 .2 . A d j e t iv o s ........................................................................................ 123
§ 1 1 .3 . V e r b o s ............................................................................................... 126
§ 1 1 .4 . L a s d e m á s c la s e s d e p a la b r a s ............................................. 126

C a p . V .- La aportación del griego antiguo a la formación de


palabras en español: prefijos, sufijos, com posición ............ 128

§ 12. L a f o r m a c ió n d e p a l a b r a s .................................................................... 128

§ 1 2 .1 . P r e f i j o s ............................................................................................. 129
Págs.
§ 1 2 .1 .1 . P r e f ijo s p r e p o s i c i o n a l e s ................................................ 130
§ 1 2 .1 .1 .1 . A n ti- ................................................................................... 134
§ 1 2 .1 .1 .2 . H iper- ................................................................................ 134
§ 1 2 .1 .1 .3 . M e t o - ................................................................................. 135
§ 1 2 .1 .1 .4 . P a r a - ................................................................................. 136
§ 1 2 .1 .2 . O tr o s p r e f i j o s ...................................................................... 137
§ 1 2 .1 .2 .1 A -/a n - ................................................................................ 137
§ 1 2 .1 .2 .2 . Dis-, eu - ............................................................................ 138
§ 1 2 .1 .2 .3 . A rch i- ................................................................................ 139
§ 1 2 .1 .2 .4 . Endo-, e x o - .................................................................... 140
§ 1 2 .1 .2 .5 . Di-, hemi-, mono-, pan-, p o li- ............................ 140
§ 1 2 .1 .2 .6 . P roto- ................................................................................ 141
§ 1 2 .1 .2 .7 . Macro-, mega(lo)-,micro-, auto-, e t c ............. 141
§ 1 2 .2 . S u f i j o s ................................................................................................ 145
§ 1 2 .2 .1 . S u f ij o s e x o c é n t r ic o s s u s t a n t i v a d o r e s ................... 146
§ 1 2 .2 .1 .1 . -ta, -ita, -ista ............................................................... 146
§ 1 2 .2 .1 .2 . -itis ...................................................................................... 153
§ 1 2 .2 .1 .3 . - is m o ................................................................................ 154
§ 1 2 .2 .1 .4 . -sis, -o s is ......................................................................... 157
§ 1 2 .2 .1 .5 . -ma, -ema, -o rn a ........................................................ 160
§ 1 2 .2 .1 .6 . -id o ...................................................................................... 162
§ 1 2 .2 .1 .7 . - t e ñ o ................................................................................ 165
§ 1 2 .2 .1 .8 . -isa, - e s a ......................................................................... 166
§ 1 2 . 2 . 1 . 9 . - ¿ a ........................................................................................ 168
§ 1 2 .2 .2 . S u f ij o s e x o c é n t r ic o s a d j e t iv a d o r e s ....................... 171
§ 1 2 .2 .2 .1 . -ico, -iaco, - ís tic o ..................................................... 171
§ 1 2 .2 .2 .2 . -esco, - is c o .................................................................... 176
§ 1 2 .2 .2 .3 .-e o ..................................................................................... 181
§ 1 2 .2 .3 . S u f ij o s e x o c é n t r ic o s v e r b a liz a d o r e s .................. 182
§ 1 2 .2 .3 .1 . V e r b o s d e a d je tiv a le s (tip o le g a liza r) .......... 184
§ 1 2 .2 .3 .2 . V e r b o s d e a d j e t iv a le s ( t i p o profundizar ) . . . 184
§ 1 2 .2 .3 .3 . V e r b o s d e n o m í n a l e s ................................................ 184
§ 1 2 .2 .4 . S u f ij o s a p r e c ia tiv o s o e n d o c é n t r i c o s .................. 186
Págs.
§ 12.3. C o m posición............................................................... 191
§ 12.3.1. Compuestos por yuxtaposición.......................... 194
§ 12.3.1.1. Heterólogos de complementación y
heterólogos de atribución..................................... 194
§ 12.3.1.2. Homólogos determinativos y homólogos
cop ulativo s..................................................... 195
§ 12.3.2. Compuestos sintagmáticos y preposicionales . 198
§ 12.3.3. Diferencias entre compuestos españoles y
compuestos con combinemas g rie g o s.............. 198
§ 12.3.4. Composición griega antigua y composición
m o d ern a................................................................. 200
§ 12.4. Sobre la parasíntesis ................................................. 208
§ 12.5. Otros procedimientos de formación de palabras:
acortamientos y am algam as..................................... 210
§ 12.6. El calco de fo rm a c ió n ............................................... 212

C o n c lu s io n e s ..................................................................................... 218

B ib lio g ra fía ..................................................................................... 225

Ín d ic e d e p a la b r a s g r i e g a s ......................................................... 233

Ín d ic e de p a la b ra s e s p a ñ o la s , la t i n a s y de o tra s le n ­
g u a s ............................................................................................... 245
BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA

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