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Un acercamiento místico para resolver problemas

Por Edward Y. Breese


Revista El Rosacruz A.M.O.R.C.

Hay un método que he usado para tratar con problemas que varían desde alguna
molestia trivial a crisis mayores. Está a su disposición si únicamente usted estuviera
decidido a probarlo y lo dejara trabajar para usted. Será efectivo en contra de
problemas que usted puede tener ahora o en el futuro. Tendrá, aun éxito en terminar
problemas que le pueden haber parecido indisolubles por un largo número de años.

Pese a que muy poca gente sabe de este método hoy día, realmente no hay nada secreto
acerca de él. Ha sido conocido y usado por los grandes maestros y místicos y sus
discípulos, a través de todas las edades. Los archivos están disponibles para quien
quiera buscarlos.

Como todos los grandes principios de la sabiduría y el sabio vivir, éste es uno
esencialmente simple. Puede ser descubierto por cualquiera acostumbrado a pensar de
ciertas maneras. Es desconocido para la mayoría de la gente solamente porque no se
han entrenado a estos modos y hábitos de pensamiento. Cuando se usa, es
absolutamente seguro de ser efectivo.

Obtendrá resultados ¡Funciona! Esa es la cosa más maravillosa de él. Funcionará para
cualquiera que esté deseoso de probarlo. Los problemas, dificultades, odios,
resentimientos y temores, son disipados tan pronto como es usado. La confianza, la
serenidad y la maravillosa paz interna del alma están entre sus resultados. Cuando se
sabe que este método funciona, la creencia ayuda a hacerlo más rápida y fácilmente por
supuesto. Me resolvió un problema muy grave la primera vez que lo utilicé, aunque en
ese entonces tuve dudas graves de que fuera efectivo.

Muy bien, dice usted, ¿qué es éste método maravilloso? Es simplemente esto: No
importa cuál sea su problema, en el momento que usted perciba su presencia, siéntese
calladamente y de gracias a Dios de que ya haya sido resuelto.

Haga esto tan sincera y agradecidamente como posiblemente pueda. Hágalo aun si está
asombrado, asustado o perplejo y desanimado por el principio del problema.

¿Cómo puede usted hacerlo? Suponga que el problema involucra una enfermedad
repentina o severa o la muerte de un ser querido; que usted acaba de experimentar un
aplastante revés financiero; que usted ha sabido que aquel a quien amaba y confiaba se
ha vuelto en contra suya o lo ha traicionado; que usted es una víctima de las
maquinaciones injustas de un enemigo; o que, debido a la ignorancia o por ir
deliberadamente en contra de su mejor juicio, ha cometido un terrible error que es
probable que le cueste muy caro ahora o en los años venideros.
Si usted tiene cualquiera de estos problemas u otros igualmente graves y han llegado
recientemente a usted, ¿puede realmente dar gracias por su solución? ¿Puede usted
hacer esto aun cuando no puede ver ningún rayo de luz en la oscuridad circundante?
¿Puede hacerlo aun cuando usted no ha recibido la menor idea de cómo saldrán las
cosas?

Este es exactamente el momento cuando usted debería hacerlo. Ciertamente es justo el


momento cuando usted debería hacerlo. Usted debe volverse hacia adentro con un
corazón agradecido y cariñoso y con el absoluto conocimiento de que su problema ha
sido ciertamente resuelto en amor y para los mejores intereses de todos los
involucrados en él. Recuerde que, no importa bajo qué denominación usted adora a
Dios, este poder es omnipotente, omnipresente, omnisciente, no está limitado por el
tiempo y el espacio.

Desde el punto en que usted se sienta como un ser humano, limitado por las cifras del
espacio y tiempo que son aplicables al planeta Tierra y a su propio periodo de vida en
particular, este problema acaba de comenzar. Su comienzo es parte de su AHORA. El fin
y la solución al problema están en alguna parte en un futuro imponderable en cuanto a
usted concierne. Usted puede intelectualmente comprender que habrá un fin eventual
a este problema particular.

Usted puede aun usar su cerebro y su poder de razonamiento para tratar y predecir
cuál será esa solución. Usted puede especular, aun cuando sus pensamientos están
destinados a ser afectados por las esperanzas y temores del momento. A menos que
usted esté dotado de la facultad de clarividencia, sin embargo, no puede realmente
SABER cuál va a ser la respuesta.

La mayoría de nosotros no tenemos el don de la profecía; aún más particularmente no


lo tenemos en cuanto a nuestras propias vidas. Estamos demasiado involucrados
emocionalmente como para ver bastante claramente aquí aun cuando tratamos de
predecir al razonar las cosas. Nos olvidamos de confiar y por eso no estamos
satisfechos de dejar que la respuesta se desarrolle como debería. Nos volvemos per-
plejos o asustados o coléricos o resentidos en la presencia de un problema. Mientras
más serio es el problema, más dejamos que estas dañinas emociones nos tomen a su
cargo. Eso es exactamente lo que no deberíamos hacer. Cuanto peor es el problema,
más deseosos debemos estar de aceptar la solución con el corazón agradecido y lleno
de amor.

Es muy duro oír la voz interna por encima del clamor demoníaco del odio y el temor. Es
difícil ver a través de una pared sólida erigida por medio del resentimiento, la
confusión y el pánico. Tenemos la tendencia a olvidar a Dios bajo tal tensión e
intentamos forzar nuestra propia solución en la situación. Interferimos con el patrón
de Dios y solamente tenemos éxito en hacer las cosas mucho más difíciles para
nosotros mismos que lo que serían de otra forma.
El maravilloso secreto para tratar con todos los problemas realmente es confiar en
Dios

SABER con nuestras emociones tanto como con nuestras mentes que Dios es
todopoderoso y amante y que el problema ha sido ya resuelto para nosotros. Una vez
que hacemos esto, muchas cosas muy maravillosas comienzan a suceder en nosotros y
en nuestro alrededor.

Toda la situación, cualquiera que sea, cambia, y cesará de preocuparnos que la solución
no haya sido revelada aún a los ojos y mentes mortales. En el lugar de las dudas y los
temores vendrá una confianza fuerte y serena que destruirá el poder de la crisis o
problema para abrumarnos o destruirnos. Tan pronto como ha sido experimentada la
verdadera gratitud para Dios, encontraremos nuevos poderes para ayudarnos a hacer
nuestra parte en producir la solución. Seremos capaces de sentarnos tranquilamente y
dejar que Dios nos diga por medio de la voz interna qué es lo que debemos hacer.

Esto es cierto, no importa qué nombre usemos para llamar a Dios o cómo visualicemos
el Poder Último. El método es igualmente exitoso para los miembros de todas las
religiones, seguidores de todos los credos, filosofías, dogmas y senderos de crecimiento
espiritual. Aun el agnóstico que sabe que Dios es, sin ser capaz de definir este Poder,
puede aun usar y aplicar el método. Recuerde que los maestros de antaño tuvieron
muchos credos y matices de creencias. En cualquier cosa que creamos, cualquier
sendero que escojamos seguir a través de la eternidad, el método trabajará para
nosotros como lo hizo para ellos.

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