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Resiliencia: Contexto no clínico para trabajo social

Ángela María Quintero Velásquez


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Resiliencia: Contexto no clínico para trabajo social

Ángela María Quintero Velásquez

· Resumen: Resiliencia es un término nuevo, mas no el fenómeno que representa.


El concepto que surge a mediados del siglo pasado, se adopta de las ciencias naturales
(física y osteología), y ya está incluido en el campo social.
La Resiliencia ofrece alternativas a todos los profesionales, pero todavía no es un
concepto homogéneo. La Resiliencia es un cambio de paradigma: privilegia el enfoque
en las fortalezas, no en el déficit o problema. Involucra a los individuos, familias,
grupos, comunidades e instituciones a que sean parte de la solución con el conjunto de
recursos internos y externos que permitan enfrentar situaciones críticas de todo tipo. Se
supera la noción de Resiliencia individual y se conceptualiza en América latina sobre la
resiliencia familiar o relacional, comunitaria, andina y empresarial.
La Resiliencia familiar implica: vínculo emocional significativo, conductas éticas,
soporte espiritual y contexto ecológico. Los factores resilientes de la familia son la
cohesión, la comunicación, la adaptación, la afectividad.
Para el Trabajo Social contemporáneo y otras profesiones del desarrollo humano, el
construccionismo sustenta el principio de fortalecer la habilidad de las personas para
sobrellevar las tareas y los problemas que enfrentan en la vida. Los profesionales de
estas áreas, están preparados para actuar en Contextos no Clínicos de atención socio-
familiar: recepción-orientación, evaluación, prevención, promoción, educación. Asumen
la resiliencia como enfoque y estrategia metodológica.
La producción teórica sobresaliente de Resiliencia en Trabajo Social está en
Colombia (Universidad de Antioquia), Costa Rica y España, pero es utilizada en gran
variedad de proyectos de desarrollo humano.
Palabras clave: Resiliencia, contextos no clínicos, contextos clínicos, trabajo social,
familia, multidisciplinariedad, sistémica.

· Resumo: Resiliência é um termo novo, mas não é o fenómeno que representa. O


conceito, que surge a meados do século passado, é tomado das ciências naturais (física
e osteología), e já está incluido no campo social.
A Resiliência oferece alternativas a todos os profissionais, porém ainda não é um
conceito homogêneo. A Resiliência é um câmbio de paradigma: privilegia o enfoque nas
fortalezas, não no déficit do problema. Envolve os individuos, familias, grupos,
comunidades e instituições para que sejam parte da solução com o conjunto de recursos
internos e externos que lhes permitam enfrentar situações críticas de diversa índole.
Superando a noção de Resiliência individual, conceitualiza-se na América Latina a
respeito da resiliência familiar ou reacional, comunitaria, andina e empresarial.
A Resiliência familiar implica: vínculos emocionais significativos, condutas éticas,
suporte espiritual e um contexto ecológico. Os fatores resilientes da familia são a
coesão, a comunicação, a adaptação, e a afetividade.
Para o Trabalho Social contemporâneo e outras profissões relacionadas ao
desenvolvimento humano, o construcionismo sustenta o principio de fortalecer a
habilidade das pessoas para asumirem as tarefas e os problemas que enfrentam na vida.
Os profissionais destas áreas estão preparados para agir em contextos não clínicos de
atenção socio-familiar: recepção-orientação, avaliação, prevenção, promoção, e
educação. Assumem a resiliência como linha e estrategia metodológica.
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A mais sobressaliente produção teórica a respeito de Resiliência no Trabalho Social


encontra-se na Colômbia (Universidad de Antioquia), na Costa Rica e na Espanha,
embora seja utilizada numa grande variedade de projetos de desenvolvimento humano.
Palavras chave: Resiliência, contextos não clínicos, contextos clínicos, trabalho
social, familia, multidisciplinaridade, sistémica.

· Abstract: Resilience is a new term, but not the phenomenon it refers to. This
concept, which arose by the middle of the last century, was taken from the natural
sciences but is already included in the social field.
Resilience offers research and intervention alternatives to all professionals, but it is
not yet a homogeneous concept. The concept of resilience represents a paradigm
change: it focuses on strengths, not on the deficit or problem. It involves individuals,
families, groups, communities and institutions, so that they become part of the solution,
together with the all internal and external resources available to them, in order to face
critical situations of all types.
In Latin America, the idea of individual resilience is left aside, and the idea of
familial or relational, communitarian, and even Andean and managerial resilience is
developed.
Family resilience implies significant emotional bonds, ethical conduct, spiritual
support and ecological context. The family's resilient factors are cohesion,
communication, adaptation and affectivity.
In contemporary Social Work and other Human Development professions, social
constructionism upholds the principle that people’s ability to endure tasks and problems
that they confront every day should be strengthened. Practitioners in these areas are
qualified to act in non-clinical contexts of socio-familial attention: reception-orientation,
evaluation, prevention, promotion and education. Resilience is assumed by them as an
approach and as a methodological strategy.
Key Words: Resilience, non-clinical context, clinical context, social work, family,
multidisciplinarity, systemic social therapy.
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Resiliencia: Contexto no clínico para trabajo social*

Ángela María Quintero Velásquez**

-I. Preámbulo. -I1. Comprensión moderna de la resiliencia. -III. Procurando la


resiliencia familiar. -IV. Convergencia entre resiliencia y Trabajo Social. –V.
Conclusiones. -Bibliografía.

Primera versión recibida noviembre 22 de 2004; versión final aceptada abril 4 de


2005 (Eds.).

Podrá caerse el cielo y del suelo no pasará


Podrán robarse algunos años pero nunca la eternidad
Podrán quebrarse las guitarras pero bambucos siempre habrá
Podrán destruirse las casas pero nunca el calor de hogar

Sueños de café, Andrés Peláez, 2001

I. Preámbulo

Al igual que muchos fenómenos humanos, la Resiliencia siempre ha estado presente


en la evolución del hombre, como un elemento que es consuetudinario a la condición no
sólo de sobrevivir, sino de construir proyectos de vida alternativos para superar
situaciones traumáticas o disfuncionales, en el ámbito individual, familiar y/o socio-
comunitario.
El concepto que lo distingue en las últimas décadas del siglo pasado, se adopta de las
ciencias naturales (física y osteología), para analizar dicha categoría en el campo social y
cultural. Ello demuestra la convergencia de las ciencias, la integralidad del cosmos y los
cambios de paradigma que permiten la cooperación de diversas áreas del conocimiento
para enfrentar los, cada vez más complejos, dilemas humanos.
La Resiliencia se establece en la agenda de los profesionales de Trabajo Social, como
un campo de acción social que en sus pasos iniciales ha estado desarticulado y

*
El presente artículo es fruto de la ponencia presentada en el X Encuentro Interinstitucional "Trabajo Social,
Resiliencia y dolor". Universidad de Guadalajara, Ciencias Sociales y Humanidades. México, Octubre 7de 2004.
**
Trabajadora Social. Magíster en Orientación y Consejería. Docente Departamento de Trabajo Social, Universidad
de Antioquia, Medellín. Email: jesus@epm.net.co
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disgregado. Son los esfuerzos y propuestas aisladas de Trabajadores Sociales1, (la


mayoría docentes e investigadores universitarios), que inauguran nuevas rutas teóricas e
instrumentales en dominios convergentes e incorporan nociones como las crisis de
diversa naturaleza que se afrontan a diario en los Contextos no Clínicos de atención
socio-familiar: recepción-orientación, evaluación, prevención, promoción, educación.
La formación universitaria en el continente, permite que el facultativo de Trabajo
Social maneje con pertinencia la Resiliencia como estrategia preventiva,
interdisciplinaria e integradora de los procesos individuales, familiares, comunitarios y
corporativos.
El análisis retoma las categorías generales de la Resiliencia en su dimensión
multidisciplinaria, expone la Resiliencia Familiar examinando elementos propios de la
profesión en su tradición centenaria con este sistema humano y finaliza con reflexiones
que integran Trabajo Social, las nociones sistémicas del conflicto y las crisis y la
asunción de la Resiliencia en los Contextos no Clínicos. Enuncia además, los principales
aportes teóricos disciplinarios sobre la resiliencia en Colombia, Costa Rica y España.
II. Comprensión moderna de la resiliencia
La Resiliencia es un fenómeno milenario, está inscrito en la estructura de la especie
humana. Ella explica la sobrevivencia y evolución del hombre primitivo, desde estadios
salvajes, hasta la tecnología de punta del siglo XXI de la era cristiana.
Del mismo modo que varios asuntos que han estado presentes en el proceso
filogenético, la Resiliencia es retomada por las ciencias sociales, a mediados del siglo
XX, de las investigaciones anglosajonas que analizaron la superación positiva de
experiencias vitales violentas o traumáticas, para sistematizar y proponer estrategias de
comprensión y enfrentamiento del estrés, el conflicto, el disfuncionamiento y las crisis,
como elementos ineludibles de la condición humana, pero también probabilísticos, en
tanto no afectan de la misma manera a todos sus componentes.
La etiología de la Resiliencia conecta diferentes áreas del conocimiento: medicina,
física, ingeniería, psicología, trabajo social, pedagogía y otras disciplinas afines. Esto
posibilita asumir una de las características esenciales de la Resiliencia: su capacidad
multidisciplinaria, que se ha formado de manera fluida y natural, siendo en el momento
actual, competencia de cualquier campo del desarrollo humano. Su establecimiento en
las ciencias sociales, corre de cuenta de la psicología, donde están reportados los textos
pioneros y clásicos de la literatura inglesa, traducidos y difundidos en el habla hispana.
En este sentido las disciplinas que añaden comprensión a la naturaleza de la
resiliencia incluyen psiconeuroinmunología, filosofía, física, psicología, medicina
oriental, neurociencias, etc. Los conceptos de Resiliencia y Resiliencialidad han
emergido como conceptos holísticos, capaces de convertirse en áreas interesantes de
investigación, que exploran las capacidades personales e interpersonales y las fuerzas
internas que se pueden desplegar para aprender y crecer a través de las situaciones de
adversidad (Villalba, 2003).
Con visos de posmodernidad (discusión que no está en el orden de este texto), la
Resiliencia es un juego sugestivo de la moda científica, pues en su esencia y sentido
primigenio es una reingeniería de la capacidad humana innata de enfrentar la adversidad.
Esto es un llamado a entender el trasfondo de los vocablos in y a desarrollar
competencias argumentativas que respalden la solidez terminológica y no simple
simpatía por el discurso innovador, aún éste no tenga el estatuto de cientificidad.

1
Sin ánimo de polemizar, con las teorías de género, el texto utilizará el genérico de los términos, que en
castellano es más conducente al masculino.
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No es objeto polemizar el asunto, pero sí es un deber académico, establecer que pese


a que el concepto de Resiliencia sea reciente, el fenómeno es propio de la condición
humana y como tal aparece con el homo sapiens y pervive históricamente, tal como está
demostrado con proliferación.
Habida cuenta de la evidencia del surgimiento del término Resiliencia en las ciencias
naturales y en los países industrializados, no han faltado las voces nacionalistas de
tildarlo de ser agente de dominación ideológica y política, que eximiría a los estados y
gobiernos de su responsabilidad ante la pobreza, la exclusión y las catástrofes producidas
directa o indirectamente por la misma acción anti-ecológica del hombre. Este análisis en
aras de neutralizar los avances científicos de otras latitudes, desconoce la validez de la
Resiliencia como enfoque y como dispositivo instrumental en América Latina.
La Resiliencia es un cambio de paradigma: privilegia el enfoque en las fortalezas, no
en el déficit o problema. Involucra a los individuos, familias, grupos, comunidades e
instituciones a que sean parte de la solución con el conjunto de recursos internos y
externos que permitan enfrentar situaciones críticas de todo tipo.
El lenguaje apreciativo, la recursividad y la autopoiesis, son términos desde el
constructivismo, el construccionismo y la teoría de la complejidad, que respaldan estas
nuevas dinámicas de acción social y se incorporan en la sistematización de la
Resiliencia, para asumirla tanto como concepto sustentado científicamente, como
estrategia metodológica:
El Enfoque apreciativo es una alternativa para la disolución de problemas
relacionales en la Familia y la Comunidad, divulgado por Bárbara Zapata Cadavid
(2001, notas personales): “Es una tendencia inspirada en el construccionismo social, que
busca superar la cultura del déficit, mediante la identificación, en el lenguaje y la acción,
de logros y capacidades que al ser desarrollados creativamente podrían facilitar el
cambio en las familias, los grupos y las comunidades”.
La autopoiesis: (Hernández, 1997, p. 36). Para Maturana, es la capacidad de los
sistemas vivientes para desarrollar y mantener su propia organización... significa
procesos interactivos específicos entre los componentes del sistema, los cuales producen
a su vez el sustrato constitutivo de sí mismos... El término en griego significa “algo que
se hace a sí mismo”.
El principio de recursión organizativa... Es una curva generadora en la cual los
productos y los efectos son ellos mismos productores y causantes de lo que los produce
(Morín, 1996, p. 13). Esto conecta con los recursos que la Resiliencia, define
esenciales.
La Resiliencia ofrece alternativas a todos los profesionales y en correspondencia con
su proceso de consolidación, no es todavía un concepto homogéneo: unos escritores lo
utilizan en singular, otros en plural (para referir, o bien sus siete características o la
diversidad de aplicación, según sea a individuos, familias, comunidades, etc.). Pero sí
hay coincidencia en esta segunda generación de investigadores y autores: es considerar la
Resiliencia como una estrategia de intervención social, de carácter preventivo-
promocional-educativo, sustentada en la interacción entre la persona y su entorno, útil a
los diversos sistemas humanos y sus contextos.
La Resiliencia, propicia modificaciones conceptuales importantes en las ciencias
sociales, humanas y naturales asumiendo el componente bio-psico-social-jurídico-
espiritual que ilumina y cohesiona los proyectos de avanzada. Conlleva una visión
holística, integradora de los dilemas humanos, pues plantea que la activación de factores
resilientes en individuos, genera también cambios en las familias y comunidades de las
cuales hacen parte (Quintero, 2001, p. 5).
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Las investigaciones y reflexiones iniciales sobre la Resiliencia estaban centradas en


el ámbito individual, siendo rebasadas y hoy en día, existen diferentes aplicaciones de la
Resiliencia, en el continente:
Resiliencia Familiar: la sistémica trasciende el enfoque individual y teoriza sobre las
características de la familia como un sistema relacional, con recursos y estrategias
propias e innatas, que le permiten sortear tanto las crisis normativas, como las no
normativas y descubrir sus “tesoros ocultos”, parafraseando a Emma Genijovich, que la
orientaran para cumplir sus objetivos vitales. La resiliencia familiar busca identificar y
fomentar procesos claves que facilitan a dichos sistemas, afrontar dificultades de manera
efectiva y adquirir fortalezas ante los desafíos.
Resiliencia Comunitaria: (Melillo & Suárez, 2001, p. 67 ss). La resiliencia
comunitaria desplaza la base epistemológica del concepto inicial modificando no sólo el
objeto de estudio, sino también la postura del observador y los criterios de observación y
validación del fenómeno. De manera similar al modelo de Wolin para la resiliencia
individual, plantemos un paradigma para lo colectivo y comunitario. Sus pilares
fundamentales son:
Autoestima colectiva: es la actitud y sentimiento de orgullo por el lugar en que se
vive,
Identidad cultural: es la persistencia del ser social en su unidad y “mismidad” a
través de cambios y circunstancias diversas.
Humor Social: es la capacidad de expresar en palabras, gestos o actitudes corporales
los elementos cómicos, incongruentes o hilarantes de una situación dada, logrando un
efecto tranquilizador y placentero.
Honestidad estatal: implica la existencia de una conciencia grupal que condena la
deshonestidad de los funcionarios y valoriza el honesto ejercicio de la función pública.
Resiliencia organizacional, también llamada laboral, corporativa, en/de los
recursos humanos: entendiendo el análisis sistémico de las organizaciones,
administradores, economistas y ejecutivos del recurso humano, han adherido al concepto
de Resiliencia y lo incorporan en la vida institucional, en todo el proceso, desde la
selección del personal (donde detectan fortalezas personales y familiares para superar las
crisis), hasta programas de educación continua para aprender a manejar en equipo y con
connotación positiva las dificultades y situaciones disfuncionales del ámbito corporativo.
Presenta desarrollos significativos en Brasil.
Resiliencia andina: vocablo propio también de Suramérica, rinde honor a los países
con tradición y alta concentración de población indígena: Ecuador, Perú y Bolivia, que
se han caracterizado por su lucha milenaria en conservar sus tradiciones, en adaptarse a
otras culturas de dominio y extinción, pero preservando su identidad y esencia
americana. De ello dan cuenta innumerables proyectos de desarrollo sostenible y de
supervivencia en nuestras cordilleras andinas.
La versión ecosistémica de la resiliencia se basa en la interacción y dinamismo de los
sistemas sociales y ecológicos. Esto fundamenta las opciones de aplicarse en programas
de desarrollo sostenible, para aumentar la capacidad de adaptación al cambio o incluso,
para utilizar el cambio de manera positiva para el logro de objetivos de largo alcance,
que garanticen mejores condiciones de vida a las personas, las familias y a la sociedad.
En Colombia se destacan varios programas pioneros donde la Resiliencia es activada:
Investigaciones recientes con Familias en situación de desplazamiento forzado,
excluidas de su territorio y/o cultura y afectadas por las diferentes formas de violencia
presentes en el país, concluyen sobre la activación de la Resiliencia: Esto refuerza la
acción resiliente de las familias, que como en el caso anterior, combinan el uso de
estrategias internas y externas con base en todos los recursos a su alcance, en especial la
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movilización de los propios, y aprovechan las fortalezas de cohesión entre sus miembros,
con la familia extensa o con los amigos y vecinos (López, 2004, p. 20).
El Programa de Aceleración del Aprendizaje, ha venido funcionando desde el año
2000; atendiendo más de 30 mil estudiantes desde entonces. El Programa se diseñó
originalmente en Brasil, pero el Ministerio de Educación Nacional, MEN, de Colombia
suscribió un convenio bilateral con ese país para adaptarlo al contexto nacional.
Corpoeducación fue la entidad encargada de adaptarlo, bajo la coordinación de la
psicóloga Isabel Fernández, y actualmente es el operador reconocido por el MEN para
hacerlo en todo el territorio nacional. Es un programa de nivelación de la primaria para
niños y jóvenes en extraedad. Uno de sus ejes de trabajo es el fortalecimiento de la
autoestima y de la resiliencia, pues la mayoría de los estudiantes atendidos han sufrido
tanto experiencias de fracaso escolar, como aquellas relacionadas con maltrato,
desplazamiento, vinculación a grupos armados y pandillas, etc. (Fernández, 2004).
La Crianza Humanizada, que ejecuta de manera interdisciplinaria el Grupo de
Puericultura de la Universidad de Antioquia, Facultad de Medicina, incluye la
Resiliencia como una de las diez metas del desarrollo infantil. Se entiende el concepto
como instrumento de acción en el campo de la promoción al desarrollo de las
potencialidades individuales, colectivas y del entorno orientado hacia la consecución de
una mejor calidad de vida. En la prevención, a las acciones para evitar que aparezcan
consecuencias indeseables. El proyecto de tipo promocional y preventivo, es pionero con
cobertura regional, tanto en la capital, como en las zonas rurales.
En 1999, se desarrolló en la Fundación Universitaria Luis Amigó, Medellín, un
proyecto para activar resiliencia en familias co-adictas vinculadas a la Comunidad
Terapéutica Convivencial Luis Amigó, que estuvieran en la fase de pre-comunidad, con
el fin de prevenir recaídas y aparición de nuevos eventos de farmacodependencia entre
sus miembros. La experiencia fue diseñada, ejecutada, evaluada y sistematizada por dos
Profesionales en Desarrollo Familiar. Al finalizar la experiencia se hizo una evaluación
de cada familia con el Coordinador del trabajo con familias dentro de la Comunidad: Los
obstáculos que originaron su remisión desaparecieron cuando participaron en el
proyecto. El proceso de recuperación se aceleró, en relación con el proceso tradicional
dentro de la Comunidad. La casi totalidad de los residentes participantes terminaron el
proceso, mientras que entre los demás suelen presentarse más deserciones. Seis meses
después de finalizada la experiencia, un seguimiento a las familias participantes reveló
que no se habían presentado recaídas, y que los cambios en la dinámica familiar se
mantenían, creando un clima mucho más acogedor y gratificante para todos (Puerta &
Quintero, 2001, pp.145-147).
A nivel continental, la Resiliencia es una estrategia utilizada con óptimos resultados
en Ecuador, Perú, Chile, Costa Rica y Guatemala, entre otros países, en el trabajo con
comunidades marginadas, de altos índices de pobreza y exclusión. También empieza a
ser considerada en la elaboración y diseño de las Políticas Públicas y Sociales, para
delinear acciones que comprometan todos los actores sociales: comunidades, familia,
organismos gubernamentales, organismos no gubernamentales, sector privado,
movimientos sociales, organizaciones de base, en esencia toda la sociedad civil.
... Algunos proyectos intentan aplicar explícitamente el concepto de resiliencia en la
planificación y evaluación de sus estrategias de intervención. Otros lo utilizan
implícitamente, para conservar la esperanza y el empuje positivo. Lo que más se intenta
es potenciar los recursos y los factores protectores de los individuos, familias y
comunidades, apoyándose en las salvaguardias de la sociedad y en la resiliencia
individual... Al no ser un concepto absoluto ni temporalmente estable, es preciso
fomentar la resiliencia, siempre en un marco cultural específico. Nunca podrá sustituir a
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la política social, sino ser para ella fuente de inspiración y, en ocasiones instrumento
reorientador (Kaluf & Maurás, 1998, pp. 220-221).
Los escenarios de aplicación de la Resiliencia en el continente en su primera
generación, han sido la pobreza, la exclusión social y los programas centrados en el
desarrollo de niños y adolescentes. La experiencia latina abre este abanico de opciones a
familias en situación de desplazamiento forzado, familias con un miembro desaparecido
(secuestro por grupos armados fuera de la ley o autoridades gubernamentales), niños en y
de la calle, violencia social y/o familiar, desastres naturales, sistema educativo (escuelas
de padres, mediación escolar), terapia familiar sistémica, adicciones, escenarios
empresariales y administrativos, grupos socioeducativos y… en fin… la creatividad
propia de la época y del profesional contemporáneo.

III. Procurando la resiliencia familiar

Bajo la égida del construccionismo, el objetivo básico del Trabajo Social


contemporáneo, y otras profesiones en la relación de ayuda, es fortalecer la habilidad de
las personas para sobrellevar las tareas y los problemas que enfrentan en la vida. La
verdad y la visión sobre el mundo no son autónomas del individuo, sino que dependen de
sus creencias, pensamientos y percepciones. Esto le infiere un carácter individual y
específico al modo de enfrentar las crisis y las adversidades, en tanto no todos los
sistemas humanos poseen los mismos dispositivos para la activación de la Resiliencia.
Además de ciertas características intersubjetivas que pueden ser innatas o adquiridas (por
auto asignación o competencias educativas), se requiere la concurrencia de habilidades o
factores relacionales, esto es de sentimientos o actitudes brindadas por la familia y/o el
contexto.
Considerando que la Resiliencia en uno de sus sentidos, no es algo innato y emerge
como resultado de la interacción entre los individuos y el entorno, en una conjugación de
factores primordiales, es función de la familia crear los vínculos afectivos seguros y
sólidos y un espacio funcional propicio para el desarrollo, capacidad de resistencia y
habilidades del conocimiento, entre otros.
La evolución de la Resiliencia, al igual que otros dominios científicos, incorpora de
manera sistémica la Resiliencia Familiar (Walsh, 1998, pp. 11-32). El enfoque basado
en la resiliencia examina a cada familia teniendo en cuenta sus particulares recursos,
limitaciones y los desafíos que se le plantean… La Resiliencia relacional incluye los
esquemas organizativos, los procesos de comunicación y de resolución de problemas, los
recursos comunitarios y la reafirmación de los sistemas de creencias… El enfoque de
resiliencia familiar va más allá de la resolución de los problemas, ocupándose de su
prevención, no sólo mediante la reparación actual de la familia sino también
preparándola para retos futuros.
Las funciones sistémicas de la familia, registradas en el modelo circumplejo de
Olson e incorporadas en el discurso profesional de los Contextos Clínicos y no Clínicos,
son elementos claves para activar la Resiliencia tanto en situaciones de crisis, como en
programas preventivos:
Contextos no Clínicos:
Refieren las interacciones en orientación/recepción, evaluación y prevención-
promoción-educación. Implican cambios de primer orden y acciones centradas en la
demanda específica, por lo cual no compromete modificaciones a la estructura de los
sistemas. Puntualiza campos de acción social propios de Trabajo Social, conocimientos,
estrategias metodológicas y destrezas adquiridas y asumidas en la formación básica
universitaria de pregrado.
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Contextos Clínicos:
Aluden a la Terapia Familiar Sistémica, con los cambios de segundo orden que ella
exige y que como tal modifican la estructura del sistema. En consonancia con lo
expuesto en el texto, la definición como terapeuta, pasa por formación posgraduada o
postítulos, que involucre no sólo la técnica, sino reflexiones sobre la familia de origen y
conocimientos universales de la familia y sus múltiples escenarios (Quintero, 2004, p.
14).
Cohesión: Es el vínculo que posibilita la interacción y unión del sistema familiar, a
través del soporte emocional, el manejo de los límites internos y externos, la división en
subsistemas, el compartir las actividades cotidianas, las alianzas y las coaliciones
intrafamiliares. La cohesión fluctúa entre desligada (muy baja), separada (baja a
moderada), conectada (moderada alta) y amalgamada (muy alta).
Afectividad: hace relación al sentimiento, el tono y el nivel de intimidad de la
familia, al ejercicio del poder y de las normas implícitas o explícitas, y a la toma de
decisiones. Es uno de los factores primordiales en la cohesión familiar.
Comunicación: comprende no sólo los contenidos verbales sino también el lenguaje
no verbal. Cada familia va desarrollando un estilo propio y único que opera en privado o
en público. La terapeuta y trabajadora social Virginia Satir identifica cinco modelos de
comunicación aprendidos en la familia de origen: aplacador o conciliador, culpador o
recriminador, distractor o impertinente, super razonador o computador, abierto o flexible
(Quintero, 1997, p.109).
Adaptación: le permite a la familia manejar la permeabilidad de sus límites internos
y externos, para asumir los cambios intra y extrafamiliares. La adaptabilidad de la
familia posibilita encarar las vicisitudes propias de su evolución y los ajustes
inesperados, que emergen en la interacción entre los subsistemas que la conforman y el
suprasistema al que pertenece.
Las funciones sistémicas mencionadas, son factores resilientes, en tanto preparan a la
familia para enfrentar y superar eventos traumáticos internos y externos. Aún las
situaciones más disímiles, inexplicables y contundentes, se asumen, de preferencia, en la
organización familiar con la que se convive y con los sistemas protectores
extrafamiliares. Esto es reconocido como las redes socio-familiares, tanto las formales o
secundarias, como las informales o primarias, siendo éstas las de mayor soporte psico-
afectivo e instrumental y que operan siempre en la vida familiar.
Acogiendo una cosmogonía holística, la Resiliencia es entendida como un evento
que permea a todos los sistemas humanos: individuos, familias, grupos, comunidades,
corporaciones. Los principios de la circularidad y la totalidad para entender a la familia
como un sistema complejo integrado por subsistemas (conyugal, parento-filial y
fraternal) e inmerso a su vez en un suprasistema social, que varía cuando alguna de sus
partes se afecta y viceversa, da cuenta de que la activación de la Resiliencia en
cualquiera de estas esferas compromete, no los componentes de forma aislada, sino a un
sistema relacional.
Los Recursos Resilientes Familiares, más registrados, son el espacio y apoyo
emocional con presencia de lazos afectivos y límites claros, permeables y consensuados.
Si los padres o parientes consanguíneos no proveen este clima, el apoyo puede originarse
en las redes informales: familiares, vecinos, profesores, religiosos, etc. De la importancia
y validez de las redes socio-familiares en la activación de la resiliencia, hay suficientes
reportes científicos que amplían el sustento teórico y metodológico de su accionar.

La Resiliencia Familiar liga los procesos familiares a los desafíos. La estrategia es


identificar las fortalezas y debilidades de las familias para enfrentar los desafíos de la
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vida. El enfoque sistémico de la Resiliencia, integra el pasado, el presente y el futuro de


las familias y de los miembros que la componen.

Características de la Resiliencia Familiar

• Presencia de un vínculo emocional significativo que puede ser el padre/madre


biológico o una figura parental, de orden psico-afectivo. Esto entroniza la importancia de
las redes primarias y secundarias.
• Soporte espiritual entendido éste como modelos o creencias en fuerzas superiores
que en la cultura judeo-cristiana se expresan en prácticas religiosas, de diversa
naturaleza. Ante el cambio de paradigmas, el hombre occidental busca la mirada al
equilibrio natural de oriente y rescata la dualidad e integralidad: mente-cuerpo, vida-
muerte, yin-yan.
• Conductas éticas, esto es el sentido del compromiso y responsabilidad consigo
mismo, con la familia y con la sociedad. La activación de la Resiliencia implica
conductas aceptadas social y culturalmente que no atenten contra el otro.
• Consideración ecosistémica: es el contexto relacional, donde los recursos o
fortalezas no provienen solamente del sistema familiar sino además, del entorno. Incluye
una perspectiva ecológica y evolutiva, expresada en las interacciones con el medio y el
cruce con la historia y transmisión multigeneracional de la familia, de características
propias para manejar los procesos adaptativos.
La crisis o el problema que enfrentan los grupos familiares puede ser causa para lo
peor o génesis de lo mejor, según sean los enfoques que se adopten frente a ellos: puede
producirse una resignación ante el riesgo o pueden generarse nuevos impulsos a partir
de la oportunidad que se ofrece. No se trata pues de simplificar los problemas,
encubrirlos o negarlos, sino de encontrar modos alternativos de explicarlos, asumirlos, y
solucionarlos (Zapata, 2001).

IV. Convergencia entre resiliencia y trabajo social

La naturaleza ya descrita del concepto relativamente nuevo de la resiliencia, mas no


del fenómeno que representa, es lo que faculta al Trabajo Social para incorporar la
Resiliencia en su repertorio cognitivo e instrumental, aportándole su experiencia
centenaria en el trabajo de campo (en Contextos no Clínicos), propia de su función y
misión profesional: orientación-recepción, evaluación, prevención-promoción-
educación, en su acervo metodológico clásico de intervención directa e intervención
indirecta con los métodos de caso, grupo y comunidad.
La evolución disciplinaria fluye ahora en los Contextos no Clínicos y Contextos
Clínicos, siendo los primeros de más uso en la acción social con familia, pero que son
comprensibles a todas las áreas de ejercicio profesional:
Trabajo Social tiene tradición en desarrollar programas enfocados a la pobreza y
exclusión socio-económica, ello le asigna prioridades y garantías para activar la
Resiliencia con los sectores marginados en América Latina, en los Contextos no
Clínicos. Cuando las personas tienen problemas, por lo general, olvidan que tienen
recursos y capacidades, es tarea de la intervención profesional crear una atmósfera que
facilite la identificación de fortalezas y habilidades, la mejor herramienta para hacerlo es
el lenguaje (Zapata, 2001).
Al igual que varios de los conceptos modernos en boga, el registro metodológico de
Trabajo Social está provisto de estrategias convergentes con la teoría reciente de la
Resiliencia. Ello corrobora el planteamiento que no es ajeno a nuestra disciplina, que
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estamos facultados para ser proveedores de su consolidación temática y que por su


misma naturaleza ha sido, es y será de competencia del Trabajo Social.
¿Con qué modelo se trabaja o se debería trabajar en Trabajo Social Familiar?[con]
Los factores resilientes, es decir, nos quedamos en la concepción de que la familia está
en crisis, sino que ¿qué factores a esas u otras familias les permite salir de esas crisis?
¿Cuáles son los gradientes en el fondo, que tienen estas familias para regenerarse y
reconstituirse? (Donoso & Saldías 1998, p.137).
El Trabajo Social como disciplina social, siempre ha generado acciones de tipo
evaluativas, preventivas, promocionales, educativas, orientadoras y de manera implícita
o explícita, su misión profesional es por tradición, el reconocimiento en las fortalezas o
recursos de los sistemas humanos con los que trabajó. Ello facilita la inclusión de la
Resiliencia (tanto como enfoque y como estrategia), en su repertorio profesional y en
todas sus acciones sociales.
El repertorio de los Contextos Clínicos (Terapia Familiar Sistémica), donde Trabajo
Social ha sido pionero en el orden mundial, aporta nociones novedosas, que unidas al
acervo clásico de los Contextos no Clínicos, enriquece la comprensión y aplicación de la
Resiliencia: crisis vitales o normativas, crisis no normativas (estructurales, desajuste,
desvalimiento), tensión, estrés, conflicto, recursos, fortalezas. Son innegables las
propiedades ontogenéticas (propias del hombre), del conflicto y la crisis, entendidas
como un dispositivo inherente al hombre y potenciadores de acciones mejoradoras.
El conocimiento científico contemporáneo redimensiona esta perspectiva y la asume
de otra manera: no es plantear posiciones utópicas de evitar el dolor, la crisis, etc., sino
de enfrentarlos con una connotación positiva. En los sucesos vitales inevitables como la
muerte, rupturas, pérdidas o egresos familiares, es entenderlos como posibilidades de
reorganización y adaptación estructurales. En situaciones inesperadas, traumáticas
(desplazamiento forzado, desastres naturales, violencia de todo tipo), la Resiliencia
considera a las personas afectadas como poseedoras de recursos internos de sobre
vivencia y constructoras de proyectos vitales y no sólo como víctimas. En estos eventos
no hay repertorios o improntas definidas, sino que de manera insospechada emergen los
mecanismos familiares y socio-comunitarios, para actuar y resurgir como Ave Fénix.
Es diferente la Resiliencia en su acepción preventivo-promocional, de su
consideración como estrategia de contingencia in suto. Esta se acompaña de otras
acciones que convocan distintos recursos metodológicos: intervención en crisis, grupos
(ayuda mutua, socio-educativos, socio-terapéuticos), terapia de redes, entre otros. El
dominio preventivo, identifica programas a mediano y largo plazo, que activan los
recursos resilientes como elementos protectores ante cualquier situación crítica
normativa o no normativa. Ello es preparar a los individuos, familias y comunidades, con
un repertorio que les permita fluir con connotación positiva en medio del caos y la
adversidad.
La información teórica y de investigación sobre resiliencia es tan amplia que se
puede conceptualizar como un enfoque teórico para la práctica del Trabajo Social,
enfoque que algunos autores llaman de conducta humana basada en resiliencia (Begun,
1993; Fraser & Galinsky, 1997; Gitterman, 1991, 1998; Saleebey, 1997a; Gilgun, 1996a,
1996b). Este movimiento conceptual, como afirman Greene y Conrad (2002) resulta de
las perspectivas teóricas renovadas, la experiencia de los supervivientes, y la sabiduría
de los profesionales expertos (Villalba, 2003).
El concepto está incluido en el repertorio disciplinario y se evidencia en las posturas
constructivistas: Una propuesta más estética nos lleva a reemplazar nuestra tendencia a
centrarnos en lo problemático, lo dificultuoso, lo que hace falta, por la generación de
nuevas salidas, el descubrimiento o la invención de fortalezas y alternativas que posee
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cada uno y la familia en su conjunto. Vista así, ésta es una práctica renovadora en nuestra
labor en cualquier marco institucional en el que estemos. Se trata no de prejuzgar la
naturaleza del problema que aqueja a una familia sino llegar con ella a la redefinición de
los problemas (Agudelo, 2000).
Para finalizar, se resaltan aportes de Olga Lucía López y Ángela María Quintero
(Universidad de Antioquia, Colombia), Cristina Villalba (España, Universidad Pablo
Olavide) y Helena Badilla, (San José de Costa Rica), todas ellas Trabajadoras Sociales,
docentes e investigadoras universitarias, que se aventuran en abrir caminos
multidisciplinarios y societales con la Resiliencia:
Olga Lucía López Jaramillo (Medellín, Colombia, Universidad de Antioquia), es
una autora pionera en presentar en eventos internacionales, la relación entre familias en
situación de desplazamiento forzado y la activación de la Resiliencia. En su condición
de terapeuta familiar de corte relacional, capta los planteamientos de Ángela Hernández,
quizás la primera investigadora sistémica del fenómeno en Colombia, que de manera
certera y taxativa recoge nociones básicas del paradigma moderno, las aplica y estudia en
familias en situación de estrés permanente. De allí se derivan conceptos que ingresan a la
fundamentación teórica de la Resiliencia: estrategias de afrontamiento, acumulación de
demandas, eventos estresores, recursos individuales, recursos familiares, recursos
comunitarios, capacidades (Hernández, 1997, pp. 36, 41, López, 2004, pp. 17-22).
Ángela María Quintero Velásquez (Medellín, Colombia, Universidad de Antioquia),
desde 1998 presenta en auditorios nacionales e internacionales la Resiliencia como un
enfoque metodológico y un proceso de competencia en los Contextos no Clínicos y
Clínicos del abordaje socio-familiar, viable para todas las áreas del conocimiento y
necesario de ser incluido en los programas de formación universitaria y formación
avanzada, tanto en pre-grado como posgrado. Facilita la convergencia entre Trabajo
Social y la Resiliencia, enfatizando sus nexos con las formas alternativas de enfrentar los
conflictos socio-familiares, en las redes socio-familiares, en la utilización de la
evaluación diagramática de las relaciones familiares (ecomapa, mapa de redes).
Cristina Villalba Quesada (España, Sevilla, Universidad Pablo Olavide). En la
disertación final de su doctorado en Psicología, la catedrática andaluza, sistematiza con
base en la literatura anglosajona que traduce, la evolución de la Resiliencia, su clásica
caracterización, orígenes, devenir multidisciplinario, el tránsito documental por EE.UU.,
Inglaterra y Francia, básicamente. Rescata esfuerzos diseminados de autores de TS, que
aportan una reflexión sobre el asunto y sistematiza las fases de la investigación en la
Resiliencia, proponiendo la denominación de Resiliencialidad. Pese a ello, España en los
Diplomados de TS, no reporta producción intelectual sobre el tema.
Helena Badilla Alán (San José de Costa Rica), producto también de una tesis
universitaria, la colega costarricense, trabaja la Resiliencia en un marco general dado lo
desconocido del asunto, y analiza su inclusión en Trabajo Social. Proponiendo elementos
metodológicos de utilidad tanto en contextos no clínicos, como en contextos clínicos.
Otras dos autoras colombianas que desde posturas construccionistas, incorporan
elementos de marco referencial e introducen un discurso innovador para conceptualizar
y activar la Resiliencia en los sistemas humanos, son: Bárbara Zapata Cadavid,
(Universidad Nacional de Colombia, Bogotá), con sus aportes sobre el lenguaje
apreciativo y la intervención centrada en soluciones. María Eugenia Agudelo Bedoya
(Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín), expone las opciones del
construccionismo en la acción social con las familias e individuos.
Este breve enunciado disciplinario, presenta dos conceptos novedosos que a futuro
serán de dominio de los profesionales que trabajen con Resiliencia:
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Esfera de resiliencia:
El ser humano “en resiliencia” o “Esfera de la Resiliencia”, se concibe como un
proceso dinámico de interacción entre factores o recursos personales y sociales que
conforman una serie de posibilidades tanto de respuesta al conflicto como de
potenciación de otras fuerzas personales y sociales con que las personas y comunidades
de éxito enfrentan su realidad… Es la persona que entra en una dinámica en la que
recursos personales y sociales se manifiestan interactuando de tal manera que
constituyen una amalgama de posibilidades que producen respuestas asertivas y
satisfactorias que permiten no sólo la solución de conflictos, sino también el desarrollo y
potenciación de otras posibilidades en las que se incluyen como aspectos fundamentales,
la comunicación interpersonal, la interacción e intercambio de recursos (capacidades,
habilidades, valores, convicciones, significados) que constituyen a su vez, el bagaje de
conocimientos prácticos con que las personas y comunidades de éxito enfrentan su
realidad (Badilla & Sancho, 1997).
Resiliencialidad:
Es el proceso de poder con estresores, adversidad y cambio u oportunidad de manera
que los resultados produzcan una identificación, fortalecimiento y enriquecimiento de los
factores de protección (Villalba, 2003).

V. Conclusiones

El equívoco suscitado con el desconocimiento del vocablo Resiliencia, ha llevado a


minimizar la naturaleza del fenómeno que interpreta. Es función de los investigadores y
catedráticos recuperar su naturaleza interdisciplinaria e incluirla en la formación de pre y
posgrado de todas las áreas del conocimiento, especialmente las involucradas en los
procesos de ayuda.
La Resiliencia implica un cambio de paradigma, porque enfatiza en las fortalezas y
en las soluciones, no en las carencias o los problemas. Permite que los recursos internos
que tienen todos los sistemas humanos (individuos, familias, comunidades,
organizaciones, etc), sean tenidos siempre en cuenta y activados ante situaciones
adversas o críticas de diversa índole. Esto es generar procesos de co-creación y
definición de nuevas estrategias en las acciones profesionales y socio-familiares.
La formación universitaria de pregrado de los profesionales de Trabajo Social y de
otras profesiones que operan con la relación de ayuda, los capacita para actuar la
Resiliencia en los Contextos no clínicos y les facilita luego el entrenamiento para
utilizarla en los Contextos Clínicos. El énfasis moderno es en acciones sociales
preventivas, promocionales, educativas, de corte multidisciplinario, rescatando los
recursos internos de todos los sistemas vivos.
Todo lo susodicho, esboza desarrollos disciplinarios, que a futuro abrirían las
opciones de activar la Resiliencia tanto en Contextos no Clínicos, como en Contextos
Clínicos…

Bibliografía

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