Buenos Aires, miércoles 11 de octubre de 2017 • ISSN 1666-8987 • Nº 14.
285 • AÑO LV • ED 274
D i a r i o
Contenido y valor probatorio de las actas notariales
en el Código Civil y Comercial de la Nación(*)
Sumario: A) Introducción. – B) Ubicación de las
escrituras públicas y las actas en el Código Civil y Co-
mercial de la Nación. Consecuencias. – C) La precisa
distinción entre escrituras públicas y actas. Doctrina
notarial y legislación. – D) Las actas de notoriedad.
– E) El valor probatorio de los documentos notariales
en general. – F) El valor probatorio de las actas nota-
riales. – G) Conclusiones.
A)
Introducción
El Código Civil y Comercial de la Nación (CCyCN)
incorpora la regulación de las actas notariales, con la sa-
ludable pretensión de superar la falta de organicidad del
Código Civil.
En consonancia con las incongruencias, contradiccio-
nes y silencios que caracterizan al nuevo cuerpo legal, el
propósito, loable por sí mismo, se corona con una serie de
preceptos con innegables aciertos y algunos lamentables
desatinos.
En ese ancho campo, vamos a centrarnos en su valor
probatorio, problemática que gira en torno al art. 312 del
CCyCN.
Nota de Redacción: Sobre el tema ver, además, los siguientes traba-
jos publicados en El Derecho: Las actas notariales, por Pablo Alejandro
Carrica, ED, 206-956; Derechos reales: ¿solamente se puede constituir
el derecho real de usufructo por escritura pública?, por H. Domingo C.
Cura Grassi, ED, 259-565; Apuntes sobre las reformas en materia de
derechos reales del Código Civil y Comercial de la Nación, por Eduar-
do Molina Quiroga, ED, 261-678; Derechos reales: publicidad pose-
soria y publicidad registral. Relaciones. ¿Qué hay de nuevo antiguo?,
por H. Domingo C. Cura Grassi, ED, 267-395; Definición y caracteres
de los derechos reales en el Código Civil y Comercial, por H. Domingo
C. Cura Grassi, diario nº 14.068 del 26-10-16; Derechos reales: publi-
cidad registral. Algunos interrogantes respecto a cuestiones de forma y
fondo, el Código Civil y Comercial y la ley 17.801, por H. Domingo
C. Cura Grassi, ED, diario nº 14.183 del 15-5-17. Todos los artículos
citados pueden consultarse en www.elderecho.com.ar.
(*) Corresponde con ligeras adaptaciones a la ponencia presentada
por el autor a la Comisión número 10 (Derecho notarial) de las XXVI
Jornadas Nacionales de Derecho Civil (La Plata, provincia de Buenos
Aires, 28 al 30 de septiembre de 2017), de la que fue Secretario.
(**) Profesor Protitular de Derechos Reales, Derecho Societario e
Instituciones de Derecho Comercial (Carrera de Abogacía) y de Dere-
cho Privado Notarial y Derecho Registral (Carrera de Notariado) en la
Universidad Católica Argentina (UCA).
CONTENIDO
DOCTRINA
Contenido y valor probatorio de las actas notariales en el Código Civil y Comercial de la Nación, por Marcelo Eduardo Urbaneja.................................................................. 1
JURISPRUDENCIA
Federal
Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas: Documento Nacional de Identidad: obligaciones y responsabilidades del Registro; ley 17.671; entrega de DNI bajo el
CUENTA Nº 13.547
número correcto; doble identificación. Persona: Derecho a la identidad: acceso al documento nacional; derechos sociales, cívicos y políticos. Costas: Imposición: acción de
hábeas data (CFed. La Plata, sala II, septiembre 7-2017)....................................................................................................................................................................... 3
Civil
Médico: Responsabilidad médica: carácter; existencia; prueba; apreciación; carácter restrictivo. Excepción de Prescripción: Procedencia. Multa Procesal: Temeridad y malicia:
requisitos de configuración (CNCiv., sala B, agosto 18-2017)................................................................................................................................................................. 5
CASA
Trabajo
ARG Trabajo: Riesgos del trabajo: ley 27.348; reglamentación; procedimiento administrativo; comisiones médicas; facultades; resolución 298/17 de la Superintendencia de Riesgos
C
del Trabajo; inconstitucionalidad (CNTrab., sala X, agosto 30-2017)...................................................................................................................................................... 7
d e D o c t r i n a y J u r i s p r u d e n c i a
por Marcelo Eduardo Urbaneja(**)
Con el fin de hallar una rigurosa respuesta, debemos
comenzar por ubicar a las actas en la clasificación de los
instrumentos públicos según el CCyCN, para pasar a con-
siderar el valor probatorio de estos últimos y ponderar sus
derivaciones para los documentos notariales en general, y
finalizar con el específico impacto en las actas.
B)
Ubicación de las escrituras públicas y las actas
en el Código Civil y Comercial de la Nación.
Consecuencias
Es antigua la distinción que la doctrina notarial ha esta-
blecido entre las escrituras y las actas, utilizando su conte-
nido como criterio clasificador. Así, mientras que las escri-
turas reflejarían “negocios jurídicos” (terminología euro-
pea equiparable, al menos por ahora, a “actos jurídicos”),
las actas reflejan la comprobación de “hechos”(1).
El Anteproyecto de Ley de Documentos Notariales, una
de las más logradas producciones científicas del notaria-
do nacional, nacido en el seno del Instituto Argentino de
Cultura Notarial (hoy Academia Nacional del Notariado),
se hizo cargo de esa tradición. Allí la escritura pública se
definía como “documento matriz que contiene un acto o
negocio jurídico” (art. 22), y el acta como “documento
matriz que tiene por objeto la autenticación, comproba-
ción y fijación de hechos, excluidos aquellos cuyo conte-
nido es propio de las escrituras públicas y los que tienen
designación específica” (art. 40).
Ambos constituyen los documentos notariales origina-
les protocolares autónomos o por su naturaleza(2), lo que
en líneas generales es receptado por las legislaciones no-
tariales locales.
Al diagramar la clasificación de los instrumentos públi-
cos cuyo autor sea el notario o quien haga sus veces por
decisión legislativa(3) el lenguaje del CCyCN resulta asis-
temático. Así, según el art. 289, incs. a) y b), ubicado en
el libro 1, título IV, capítulo 5 (“Actos jurídicos”), sección
4 (“Instrumentos públicos”), son “las escrituras públicas”
(1) Núñez Lagos, Rafael, Hechos y derechos en el documento públi-
co, Madrid, Instituto Nacional de Estudios Jurídicos, Ministerio de justicia
y Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1950, págs. 4/11.
(2) Pelosi, Carlos A., El documento notarial, Buenos Aires, Astrea,
1980, págs. 253 y 274.
(3) Así, en determinados casos, los cónsules: art. 20, incs. c) y d),
de la ley 20.597, de 1975.
Director:
Guillermo F. Peyrano
Consejo de Redacción:
Gabriel Fernando Limodio
Daniel Alejandro Herrera
Nelson G. A. Cossari
Martín J. Acevedo Miño
NUEVO CÓDIGO CIVIL Y
COMERCIAL DE LA NACIÓN
Análisis doctrinarios,
comentarios y apostillas
y “los instrumentos que extienden los escribanos (…) con
los requisitos que establecen las leyes”.
En la sección siguiente, titulada “Escritura pública y
acta”, se definen las escrituras y las actas. Así, mientras
que la escritura pública es el “instrumento matriz exten-
dido en el protocolo de un escribano público o de otro
funcionario autorizado para ejercer las mismas funciones,
que contienen uno o más actos jurídicos” (art. 299), las ac-
tas se definen como “los documentos notariales que tienen
por objeto la comprobación de hechos” (art. 310).
Fuera de las desprolijidades gramaticales por la utili-
zación del singular y del plural para aludir a dos especies
de un género común y el incorrecto plural del verbo en la
primera (“contienen”), la falta de definición de los “docu-
mentos notariales” es metodológicamente objetable, desde
que una de sus especies alude acertadamente a la expre-
sión (art. 310), pero no la otra (art. 299).
Se advierte que la forma documental no es relevante
para la distinción. Sin embargo, con estos parámetros se
vuelve un tema de sumo interés (aunque ajeno a lo que
ahora nos ocupa) determinar si con el CCyCN pueden
algunas actas de comprobación de hechos ser efectuadas
extraprotocolarmente. Por el tenor de nuestro objetivo, so-
lamente nos importa aquí la facción protocolar.
Así, las comprobaciones de hechos pasan a legitimarse
de manera genérica y solucionan el problema certeramen-
te vislumbrado por el maestro Pelosi(4), cuando rotulaba
“escrituras-actas” a aquellas que, por estar previstas en
la legislación local, no podían desatender las pautas del
Código Civil.
C)
La precisa distinción entre escrituras públicas
y actas. Doctrina notarial y legislación
La postulada diferenciación no ha de extremarse, como
ya lo sugería Núñez Lagos(5). Es que, en todos los casos,
(4) Entre varios estudios al respecto, destacamos el tratamiento del
tema en su obra cumbre: Pelosi, Carlos A., El documento notarial, Bue-
nos Aires, Astrea, 1980, pág. 252 y sigs.
(5) Núñez Lagos, Rafael, Efectos sustantivos de las actas notaria-
les, en Estudios de Derecho Notarial, I de E, Madrid, 1986, págs.
475/512, principalmente págs. 480 a 484. Corresponde a la lección
del 21-5-1964 en la Cátedra de Derecho Notarial, sección de Doctora-
do, de la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla, publicada
posteriormente en España y Argentina.
 2 Buenos Aires, miércoles 11 de octubre de 2017
el objeto del acto jurídico notarial es la declaración de
lo percibido por los sentidos (incluyendo aquí lo que el
propio notario realice). De allí que nuevamente Pelosi
acierte, con su pensamiento agudo y su magistral decir, al
señalar “escrituras y actas son casos instrumentales, y no
clase instrumental”(6).
Se discrepa en si cabe incluir a la percepción por cual-
quiera de los sentidos (Pelosi(7), Carminio Castagno(8)
y el Reglamento Notarial español en su art. 1º, postura a
la que adherimos) o solamente por la vista y el oído (Zin-
ny(9)). Para combatir esta última tesis, frente a cualquier
argumento que pretenda fundarse en la subjetividad del ol-
fato, el gusto y el tacto, basta advertir que nada obstaría a
que el notario percibiera que dos olores, sabores o texturas
no son idénticos.
Pero, de cualquier modo, la conclusión sobre “lo perci-
bible” abarca tanto a las escrituras públicas como a las ac-
tas, pues, en todos los casos, el contenido del acto notarial
es idéntico(10) (sea que se considere que son las declara-
ciones del oficial público(11) o su percepción sensorial(12)).
Ocurre que, en ciertos casos, la conjunción de diversos
hechos jurídicos (frecuentemente, en su especie, actos
jurídicos unilaterales) produce un acto jurídico bilateral.
Así, la suma de la declaración del transmitente con la del
adquirente (es decir, la suma de dos actos jurídicos unila-
terales) da lugar a un acto jurídico bilateral, que en este
caso es un contrato: el notario “percibe” las declaraciones
de las partes, pero no la compraventa.
Y es que las actas también pueden tener por objeto he-
chos jurídicos que configuren actos jurídicos unilaterales,
como es el caso del acta de notificación, específicamente
reconocida en el art. 311, inc. d), del CCyCN.
El preciso tenor de la distinción, entonces, estriba en la
consideración “residual” de las actas(13) (lo que coincide
con el criterio de la definición del Anteproyecto de Ley de
Documentos Notariales). Se trata de aquellos documentos
notariales cuyo objeto no sea la comprobación: a) de un
acto jurídico unilateral que implique constituir, modificar
o extinguir derechos subjetivos patrimoniales (v. gr., re-
nuncia de usufructo) ni atribuir facultades de representa-
ción (v. gr., un poder); ni b) de un acto jurídico bilateral.
Esta conclusión, doctrinariamente compartible, es hoy
avalada por la letra del CCyCN.
El art. 310 establece que las actas son “los documen-
tos notariales que tienen por objeto la comprobación de
hechos”, coincidiendo con la doctrina clásica y prescin-
diendo del aditamento de “jurídicos”. Esta última omisión
debe ponderarse a la luz de la actual definición de hechos
jurídicos (art. 257), pues ya no son los que sean “suscepti-
bles de producir” efectos jurídicos, sino aquellos que efec-
tivamente los produzcan.
Se armoniza la definición del art. 310 con la frase final
del art. 312, según la cual “las declaraciones deben refe-
rirse como mero hecho y no como contenido negocial”,
expresión que procura concluir en la determinación que
señalamos más arriba.
Aquí también el CCyCN hace gala de sus oscuridades
terminológicas: el término “negocio” no fue definido. Se
lo utiliza para nominar a la “gestión de negocios” y a los
“negocios en participación”, y ya, asistemáticamente, al
aludir a las facultades de los apoderados y los mandatarios
(arts. 366, 367 y 368, por un lado, y 1324 y 1329, por el
otro); a la rendición de cuentas (art. 858 y sigs.); a la órbi-
ta contractual, en general (arts. 974, 990 y concs., 1117 y
concs.), y a ciertos contratos en particular (como consig-
nación, corretaje, agencia, concesión, franquicia, mutuo y
fianza) y a las funciones del administrador de las sucesio-
(6) Pelosi, Carlos A., El documento notarial, cit., págs. 277 y 278.
(7) Pelosi, Carlos A., Las declaraciones como contenido del docu-
mento notarial (segunda parte), Buenos Aires, Revista del Notariado,
nº 733, 1974, págs. 185/247, principalmente págs. 212 y 213.
(8) Carminio Castagno, José C., Teoría general del acto notarial,
Buenos Aires, Revista del Notariado, nº 727, 1973, pág. 64.
(9) Zinny, Mario A., El acto notarial, 2ª ed. corregida y ampliada,
Buenos Aires, Depalma, 1990, págs. 50/55. Reconoce como antece-
dente la Constitución de Maximiliano I de Habsburgo (emperador del
Sacro Imperio Romano Germánico) del 15-8-1512.
(10) Carminio Castagno, José C., Algunas omisiones en el Código
Civil y Comercial, Buenos Aires, Revista del Notariado, nº 924, 2016,
págs. 49/78, principalmente pág. 57.
(11) Carminio Castagno, José C., Teoría general..., cit., págs. 63
y 73.
(12) Zinny, Mario A., El acto notarial, cit., pág. 41.
(13) Rodríguez Adrados, Antonio, Cuestiones de técnica notarial en
materia de actas, Edición de la Junta de Decanos de los Colegios Notaria-
les de España, Consejo General del Notariado, Madrid, 1988, pág. 8.
nes (art. 2353). Si bien estas menciones parecen inducir a
la equiparación entre “negocio” y contrato, en el ámbito
de la legislación nacional y a tenor del tema que nos ocu-
pa corresponde aludir a “acto jurídico bilateral” (sea o no
contrato). Sin embargo, la sistematización con los criterios
imperantes y con el texto del propio art. 310 exige exten-
der la prohibición a ciertos actos jurídicos unilaterales,
como señalamos más arriba.
De esta manera, pueden sistematizarse todas las nor-
mas vinculadas, pues las reglas del art. 311 (que provie-
nen del art. 83 de la ley 404, reguladora de la función
notarial en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires) aligeran varios de los recaudos de las escrituras
públicas en atención a la naturaleza de los hechos objeto
de la comprobación por acta. Así, lo que el ordenamiento
jurídico procura es, v. gr., que no se prescinda de la acre-
ditación notarial de la representación invocada (art. 307
del CCyCN y legislaciones locales concordantes) bajo el
argumento de tratarse de un acta.
Por supuesto que el documento notarial que fue reque-
rido como acta, puede luego “transformarse” en escritura
pública por adquirir contenido “negocial” y, en tal caso,
tendrá que cumplir con los recaudos propios, sin que nin-
guna norma legal siente un obstáculo al respecto.
D)
Las actas de notoriedad
La inclusión de las llamadas “actas de notoriedad” en la
definición del art. 310 del CCyCN podría ponerse en tela
de juicio, de considerarse que estas no tienen por objeto la
“comprobación de hechos”.
En rigor, se trata de un “hecho notorio”, como lo pos-
tuló el Anteproyecto de Ley de Documentos Notariales
en su art. 51, inclusive señalando el procedimiento para la
“comprobación” de estos; es decir, el mismo término que
utiliza el CCyCN.
En igual sentido lo ha entendido la legislación españo-
la: el Reglamento Notarial señala, en el art. 209, que el
acta de notoriedad “… tiene por objeto la comprobación y
fijación de hechos notorios…”.
No hay duda de que la declaración de “notoriedad” en-
cierra un juicio de valor que el notario debe realizar(14).
Sin embargo, tal proceder no resulta novedoso ni extraño
a la función, desde que con suma asiduidad se realizan
juicios, inclusive con carácter obligatorio. Allí están, para
atestiguarlo, el llamado “juicio de capacidad”(15), el análi-
sis de la suficiencia de las representaciones o el “examen
de la documentación” (art. 1902) que conforma el “estudio
de títulos” (art. 1138).
Y, si bien es cierto que allí se trata de escrituras pú-
blicas y aquí, de actas, no advertimos sustanciales dife-
rencias: siempre se comprueba un hecho a través de la
percepción de los sentidos. En las “actas de notoriedad”
se perciben declaraciones de diversos sujetos a través de
las cuales se arriba a una convicción. Ha dicho el maestro
Pelosi que afirmaciones de este tenor, naturalmente, no
están amparadas por la fe pública, porque se trata de jui-
cios que, como tales, configuran actos propios del notario,
del mundo interior. Son razonamientos que no pueden im-
pugnarse por falsos, ya que no están cubiertos por autenti-
cidad, sino que, simplemente, son exactos o inexactos(16).
La doctrina española, con amplia experiencia en la ma-
teria, concluye de manera equivalente en función de la
norma citada. Así lo vemos en De la Cámara(17) y Go-
má Salcedo(18), quienes también señalan que la existencia
del hecho notorio no está amparada por la fe pública, por
(14) Pelosi, Carlos A., Las declaraciones como contenido..., cit.,
principalmente págs. 213 y 214.
(15) Pese a algunas opiniones en contrario, no dudamos de su
persistencia, inclusive ahora vigorizada por su evidente inclusión en
el CCyCN, al aludirse a los “presupuestos y elementos del acto” (art.
301). Postulamos, además, conservar su nombre tradicional, pues no
existen innovaciones legislativas que sustenten alterarlo. Me he exten-
dido en los argumentos en Urbaneja, Marcelo E., Práctica notarial de
contratos usuales. 1, Buenos Aires, Astrea, 2ª ed., 2017, págs. 49/54.
(16) Pelosi, Carlos A., Las declaraciones como contenido..., cit.,
principalmente págs. 214/220.
(17) De la Cámara, Manuel, Valor jurídico y aplicaciones de las
actas notariales de notoriedad en el derecho español, ponencia al II
Congreso Internacional del Notariado Latino, Edición de la Junta de
Decanos de los Colegios Notariales de España, Consejo General del
Notariado, Madrid, 1975, t. I, pág. 429.
(18) Gomá Salcedo, José E., Derecho notarial, 2ª ed. ampliada y
puesta al día con la colaboración de Fernando e Ignacio Gomá Lan-
zón, Bosch, Barcelona, 2011, págs. 423 y 424.
motivos equivalentes a los ya expuestos. Esto no descarta,
claro, que los medios utilizados por el notario le atribuyan
particular estima al razonamiento final en sede judicial.
E)
El valor probatorio de los documentos notariales
en general
El documento notarial ha sido definido con toda pre-
cisión por el Anteproyecto de Ley de Documentos Nota-
riales (art. 4º) y por el Anteproyecto de Ley Notarial Ar-
gentina (art. 2º) como el “instrumento público autorizado
por notario, en ejercicio de sus funciones, dentro de los
límites de su competencia y con las formalidades de ley”,
lo que resulta enteramente compatible con el CCyCN. Con
pretensiones menos científicas, pero igualmente didácti-
cas, el XIV Congreso Internacional del Notariado Latino
(Guatemala, 1977) lo definió como “todo escrito que goza
de autenticidad corporal, autenticidad de autoría, de fecha
y de ideología, y, además, presenta la característica de su
incorporación al protocolo, lo que asegura su preservación
y la posibilidad de su eventual reproducción”.
Resulta, indudablemente, una de las tres especies de ins-
trumentos públicos en cuanto al origen de su autor, junto al
administrativo y al judicial, conforme pacífica doctrina que
aparece insinuada en el art. 1017, inc. a), del CCyCN.
Por integrar ese género, sus efectos probatorios son los
determinados en el art. 296, el que, con el rótulo de “efica-
cia probatoria”, señala: “El instrumento público hace ple-
na fe: a) en cuanto a que se ha realizado el acto, la fecha,
el lugar y los hechos que el oficial público enuncia como
cumplidos por él o ante él hasta que sea declarado falso
en juicio civil o criminal; b) en cuanto al contenido de las
declaraciones sobre convenciones, disposiciones, pagos,
reconocimientos y enunciaciones de hechos directamente
relacionados con el objeto principal del acto instrumenta-
do, hasta que se produzca prueba en contrario”.
Se diferencian así, también en total consonancia con
arraigadas convicciones doctrinarias y jurisprudenciales
ya consagradas en el Código Civil, aquellas manifesta-
ciones del autorizante del acto que están cubiertas por la
fe pública de aquellas que no lo están (distinción que, ha-
bitualmente, se indica como “hechos auténticos” y como
“hechos autenticados”).
En este sentido, he dicho con anterioridad(19): “La con-
secuencia más visible es la ‘fe pública’ que cubre a las
primeras (mientras puedan ser objeto de la misma) y no
a las segundas(20). Es lo que se desprende de la necesidad
de interponer la redargución de falsedad para lo que el no-
tario manifieste haber efectuado él o que ha acaecido en
su presencia (art. 296, inc. a, CCCN), mientras solo se re-
quiere simple prueba en contrario para las aseveraciones
acerca del contenido de las manifestaciones (art. 296, inc.
b, CCCN). Otro imprescindible estudio de Pelosi disciplinó
las categorías de declaraciones de cada uno, ponderando las
derivaciones prácticas de identificarlas adecuadamente”(21).
Examinando la temática, las XIII Jornadas Nacionales
de Derecho Civil (Buenos Aires, 1991), en línea con las
reflexiones de Zinny(22) (quien fue relator de la Comisión
pertinente), llegaron por mayoría a conclusiones que, por
su elocuencia, reproducimos:
- “1. A) Fe pública es creencia impuesta por la ley. En
cuanto tal, ella sujeta a todo el mundo, incluido el juez, a
creer en la autenticidad del documento y en la veracidad
del notario. O lo que es igual, que puestas las partes, los
terceros o el juez ante el documento notarial debe conside-
rarse probado: a) que el documento es obra del notario; b)
que lo narrado por el notario ha tenido lugar donde, cuan-
do y como este lo narra (C.C. 993)”; y
- “2. A) La fe pública solo cubre la existencia material
de los hechos que el notario ve y oye (C.C. 993). No se
extiende, entonces, a la validez de esos hechos (así, el no-
(19) Urbaneja, Marcelo E., Práctica notarial..., cit., págs. 1 y 2.
(20) La expresión “fe pública” en lugar de “plena fe”, que es la que
señala el art. 296, refleja el parecer prevaleciente de la doctrina, al
que adherimos. Fue prohijado también por la mayoría de las XIII Jor-
nadas Nacionales de Derecho Civil (Buenos Aires, 1991, comisión 1,
puntos 1 y 2). Hay quienes equiparan “fe pública” con “autenticidad”
(véase Pelosi, Carlos A., El documento notarial, cit., pág. 322 y sigs.).
(21) Pelosi, Carlos A., Las declaraciones como contenido del docu-
mento notarial, Revista del Notariado, Colegio de Escribanos de la Ca-
pital Federal, nº 732, 1973, págs. 2529/2557 (primera parte); nº 733,
1974, págs. 185/247 (segunda parte); nº 734, 1974, págs. 575/602
(tercera parte); nº 735, 1974, págs. 981/1012 (cuarta parte).
(22) Zinny, Mario A., El acto notarial, cit., pág. 75 y sigs.

tario da fe de que la compraventa se celebra en tal lugar
y tal día, porque en ellos ve y oye a las partes entregar la
escritura, pero no da fe que el contrato se celebra en for-
ma sincera y no simulada, o sin incurrir en error, o sin el
temor que la intimidación provoca, porque no puede ver ni
oír lo que las partes, en su fuero íntimo, quieren, piensan,
sienten o imaginan). La fe pública tampoco se extiende a
los juicios que el notario emite (así, los referidos a la ca-
pacidad de los otorgantes, la perfección de los títulos, las
facultades del poder)”.
Dada la ubicación del artículo en cuestión, esa “eficacia
probatoria” debe señalarse respecto de todas las especies
del género “instrumentos públicos”, entre los que se cuen-
tan los documentos notariales (comprendiendo, así, tanto a
las escrituras públicas como a las actas).
La denominación de “eficacia probatoria” del art. 296
es inconsistente con la elegida para normas equivalentes,
como los arts. 312 y 319, que aluden al “valor probatorio”.
Todas refieren a la misma circunstancia y, más allá de cuál
sea la terminología adecuada (de aquí en más me referiré a
la última, la cual prefiero), no debe confundirse con la lla-
mada por Núñez Lagos “estimación judicial”(23), es decir,
con la gravitación que el juez le asigne a los hechos cuya
percepción declaró el notario para dirimir la resolución del
conflicto que se le plantea.
Sin embargo, el art. 312 contiene menciones que pueden
distorsionar estas pacíficas nociones. A él nos abocamos.
F)
El valor probatorio de las actas notariales
El art. 312 del CCyCN dice: “Valor probatorio. El valor
probatorio de las actas se circunscribe a los hechos que el
notario tiene a la vista, a la verificación de su existencia y
su estado. En cuanto a las personas, se circunscribe a su
identificación si existe, y debe dejarse constancia de las de-
claraciones y juicios que emiten. Las declaraciones deben
referirse como mero hecho y no como contenido negocial”.
Como ya señalé, la última oración es una consecuencia
de lo previsto en el art. 310 y, pese a su eventual redun-
dancia, no produce ningún interrogante interpretativo.
Queda el análisis del resto del precepto, metodológica y
conceptualmente desacertado.
Establecer a lo que el valor de las actas se “circunscri-
be” sugiere una pretensa atemperación del valor probato-
rio de este singular documento notarial.
No se comprende la inclusión de específicas previsio-
nes en cuanto al valor probatorio de las actas, ya que estas
integran un género cuyos caracteres en el mismo tópico
cuentan con un categórico precepto (el citado art. 296).
Más aún cuando para la otra especie (escrituras públicas)
no existe un regla específica.
Acaso estas expresiones reconozcan su progenie en la
postura aislada que Elena Inés Highton sostuvo en las
señaladas XIII Jornadas Nacionales de Derecho Civil de
1991. En su voto señaló: “B) Disidencia de la Dra. High-
ton: Cuando el escribano se encuentra frente a un hecho
no negocial, no es más que un simple testigo. Y la fe pú-
blica que pertenece al Estado, no está dada por el Estado
para actuar el escribano como un testigo excepcionalmen-
te valioso. De ahí que en las actas de constatación, cuan-
do relata simples hechos, el notario no puede utilizar su
condición de tal y no se encuentra en ejercicio de la fe
pública. Por ello no constituyen plena prueba, ni siquiera
en cuanto a las atestaciones de los hechos ejecutados por
el escribano o en su presencia”.
La insólita postura nace de lo advertido en el apartado
anterior: la abierta confusión del valor probatorio del acta,
con la gravitación que el juez le asigne a los hechos cuya
percepción declaró el notario para dirimir la resolución del
conflicto que se le plantea. Así resulta del acertado desa-
rrollo de la postura mayoritaria, que estableció:
“A) La eficacia probatoria del documento notarial no
varía con el objeto de la dación de fe (C.C. 993). Ella es la
misma, sea que se trate de una escritura pública (donde el
objeto narrado es un negocio jurídico), de un acta (donde
el objeto narrado no es un negocio jurídico) o de la mera
certificación de una firma (donde el objeto que el notario
narra es la suscripción del documento privado). En materia
de actas, cabe tener presente que la fe pública no es incom-
patible con las garantías del debido proceso. Ello queda en
evidencia en cuanto se atiende a que una cosa es el efecto
(23) Núñez Lagos, Rafael, Hechos y derechos..., cit., págs. 39 y 53.
Buenos Aires, miércoles 11 de octubre de 2017
de la narración del notario (fe pública que sujeta al juez a
creer en su veracidad, esto es, a creer que el testimonio o
la pericia han sido emitidos donde, cuando y como él los
narra) y otra cosa son los efectos del acto narrado, los que
exclusivamente dependen del magistrado, que es libre para
asignar a ese testimonio o esa pericia extrajudicialmente
emitidos, el valor que su sana crítica le indique. Cabe ade-
más tomar en cuenta que esta materia, la de las actas, no
puede ser rigurosamente tratada si no se la vincula con el
tema de la validez (e invalidez) del acto del notario. Y es
que solo así resulta posible decidir en qué casos sí, y en
cuáles no, inviste el acta el carácter de prueba legal”.
Y es que, a despecho de cuál haya sido la intención de
sus autores, el art. 312 adquiere otro cariz leído a la luz del
art. 296. Así, cuando aquel señala que “(e)l valor probato-
rio de las actas se circunscribe a los hechos que el notario
tiene a la vista, a la verificación de su existencia y su esta-
do”, no se hace más que reiterar el inc. a) de este último,
pues, cuando dice “… los hechos que el oficial público
enuncia como cumplidos (…) ante él”.
Para ilustrar con un ejemplo, si el notario comprueba la
existencia de una construcción determinada (inclusive que
haga alusión al estado físico de esta o le tome fotografías),
el juez no puede desconocer dicha evidencia mientras no
sea “declarado falso en juicio civil o criminal”. Sin em-
bargo, puede restar significación a su relevancia en un pro-
ceso de usucapión, pues el demandado podría probar que
fue él quien la hizo, y no el actor que pretende esgrimirla
como acto posesorio. O, probada que fuera su edificación
por el actor, puede desestimar la gravitación en la preten-
sión de aquel, pues no hubo, a lo largo de veinte años, otro
acto posesorio, siendo insuficiente para reunir los recau-
dos legales.
En cuanto a la necesidad de dejar constancia de las “de-
claraciones y juicios” que emiten las personas (expresión
que podría encajar en la clasificación de las manifestacio-
nes como “de voluntad” y “de ciencia”, respectivamen-
te(24)), se superpone parcialmente con los incs. c) y d) del
art. 311, aunque, mientras estos aluden a los requeridos o
notificados, el art. 312 podría limitarse a los requirentes.
Tampoco su valor probatorio difiere de lo dispuesto en
los incs. a) y b) del art. 296, pues la existencia de la decla-
ración está amparada por la fe pública, pero no la sinceri-
dad de su contenido, que puede desvirtuarse por “prueba
en contrario”.
Finalmente, otra poco feliz derivación de la desproli-
jidad semántica del CCyCN empaña al art. 312 cuando
alude a los hechos que el notario tiene “a la vista”.
Una literal consideración de la expresión conduciría a
la reprochable supresión de un sentido como el oído, uná-
nimemente admitido como pasible de percepción notarial.
Pensamos que, dentro de la frecuente traición que la plu-
ma del legislador hizo a su espíritu, se quiso reflejar que
solamente podrán probarse los hechos que están dentro
de la “esfera de percepción” del notario (parafraseando la
“esfera de custodia” de Savigny). Como atinadamente se-
ñalaba Pelosi, es en las actas de comprobación en que con
mayor frecuencia intervienen los otros sentidos distintos
de la vista y el oído (gusto, tacto y olfato)(25).
De esta manera, además, no se mezquinaría el alcance
del resto de la oración, pues, en ciertas ocasiones, la ve-
rificación de la “existencia” y el “estado” de los hechos
hará ineludible la incorporación del oído (piénsese que se
requiriera del notario la comprobación del ruido emanado
de un artefacto), y, si se admite la tesis dominante, que
comparto, también del resto de los sentidos.
G)
Conclusiones
1. En todos los casos, el objeto del acto jurídico nota-
rial es la declaración de lo realizado por el notario y lo
percibido por sus sentidos. Esta conclusión abarca tanto a
las escrituras públicas como a las actas, pues, en todos los
casos, el contenido del acto notarial es idéntico.
2. Las actas son documentos notariales cuyo objeto no
es la comprobación: a) de un acto jurídico unilateral que
implique constituir, modificar o extinguir derechos subjeti-
vos patrimoniales ni atribuir facultades de representación;
ni b) de un acto jurídico bilateral.
(24) Pelosi, Carlos A., Las declaraciones como contenido..., cit.,
principalmente págs. 243 y 244.
(25) Ibídem, pág. 185 y sigs.
3
NOVEDADES 2017
Alberto Silvio Pestalardo
COLECCIÓN CÓDIGO CIVIL
Y COMERCIAL DE LA NACIÓN
Prescripción liberatoria
y caducidad
de los derechos
ISBN 978-987-3790-58-4
230 páginas
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3. Las actas “de notoriedad” están incluidas en la defini-
ción del art. 310 del CCyCN. La declaración de “notorie-
dad” encierra un juicio de valor que el notario debe reali-
zar, como en otros casos impone el ordenamiento jurídico,
incluso con carácter obligatorio. En estas actas se perciben
declaraciones de diversos sujetos a través de las cuales se
arriba a una convicción. Esta última, por tratarse de un
razonamiento, es un acto propio del notario del mundo in-
terior, que no puede impugnarse por falsedad por no estar
cubierto por la fe pública del art. 296, inc. a), del CCyCN.
4. Es inconsistente y asistemática la inclusión de espe-
cíficas previsiones en cuanto al valor probatorio de las ac-
tas, desde que, por tratarse de una especie del género ins-
trumento público, le son aplicables las directivas del art.
296, inc. a), del CCyCN, sin necesidad de ninguna espe-
cificación. Negar los efectos de ese precepto a las declara-
ciones del notario acerca de lo percibido en la realización
del acta notarial implica confundir el valor probatorio con
la gravitación que el juez le asigne a esas declaraciones
para dirimir la resolución del conflicto que se le plantea.
5. El valor probatorio de las actas no se limita a lo que
el notario perciba por el sentido de la vista, pese al texto
de la primera frase del art. 312 del CCyCN. Una interpre-
tación sistemática mueve a considerar que serán objeto del
acto notarial todos los hechos que el notario perciba por
sus sentidos. De esta manera, además, no se mezquinaría
el alcance del resto de la oración, pues en ciertas ocasio-
nes la verificación de la “existencia” y el “estado” de los
hechos hará ineludible la incorporación de otros sentidos
distintos de la vista.
VOCES: DERECHO CIVIL - DERECHOS REALES - CÓDIGO
CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACIÓN - REGISTRO
DE LA PROPIEDAD INMUEBLE - ESCRITURA PÚ-
BLICA - PRUEBA - ESCRIBANO
JURISPRUDENCIA
Registro del Estado Civil y Capa-
cidad de las Personas:
Documento Nacional de Identidad: obliga-
ciones y responsabilidades del Registro; ley
17.671; entrega de DNI bajo el número co-
rrecto; doble identificación. Persona: Dere-
cho a la identidad: acceso al documento na-
cional; derechos sociales, cívicos y políticos.
Costas: Imposición: acción de hábeas data.
1 – Corresponde confirmar la sentencia de grado que dispuso
que el Registro Nacional de las Personas proceda a entregar a
la actora su DNI con el número correcto, y que arbitre los re-
caudos necesarios a fin de que los organismos públicos o pri-
vados donde se haya consignado el DNI con el número erró-
neo tomen debido conocimiento de cuál es el número correcto
de la accionante, pues en el marco de la ley 17.671 la deman-
dada es el organismo competente del Estado en esta materia,
consignando entre sus funciones la expedición de documentos
nacionales de identidad, con carácter exclusivo, y la respon-
sabilidad para que resuelva las cuestiones que se susciten por
dobles y falsas identificaciones, o toda otra infracción que in-
cida en la formación de los registros electorales nacionales.
 4 Buenos Aires, miércoles 11 de octubre de 2017
2 – Resulta indispensable que el Registro Nacional de las Per-
sonas proceda a la corrección del error numérico del DNI de
la actora, extendiéndolo a todos los documentos en los que se
la haya identificado con el número que no le corresponde, y
proceda a comunicar a todos los organismos públicos y priva-
dos la identificación correcta de la accionante, pues se trató
de un error en la numeración que no es atribuible a la actora.
3 – Acceder a un documento nacional de identidad permite po-
der gozar de los derechos fundamentales reconocidos en la
Constitución Nacional, pues es el elemento que garantiza el
pleno ejercicio de los derechos sociales, cívicos y políticos
y se encuentra vinculado con el derecho a la identidad, pro-
tegido por documentos internacionales tales como el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, la Convención
Americana sobre Derechos Humanos y la Convención sobre
los Derechos del Niño.
4 – Garantizar la inscripción, el registro y la documentación de
las personas importa hacer efectivos los compromisos inter-
nacionales asumidos por nuestro país, como también evitar
la afectación de los derechos de las personas originados en la
falta de cumplimiento de dichos actos, y corresponde al Esta-
do Nacional el deber de velar por el pleno ejercicio de estos
derechos.
5 – Procede imponer las costas del proceso al Registro Nacio-
nal de las Personas, pues no es posible soslayar que, en la
génesis del caso, medió un error del organismo demandado
que dio lugar a que dos personas distintas tuvieran sus res-
pectivos documentos de identidad con la misma numeración,
y, desde esta perspectiva, la pretensión de autos no excede el
ámbito previsto para la acción de hábeas data deducida, sí
la mera existencia de la duplicidad mencionada implica una
situación irregular que la actora no podía solucionar por sus
propios medios (art. 33, ley 25.326). M.A.R.
59.624 – CFed. La Plata, sala II, septiembre 7-2017. – B., S. M.
c. Registro Nacional del Estado y Capacidad de las Personas s/
hábeas data.
La Plata, siete de septiembre de 2017
Autos y Vistos: este expte. nº FLP 35532/2015, cara-
tulado “B., S. M. c/Registro Nacional del Estado y Ca-
pacidad de las Personas s/hábeas data”, proveniente del
Juzgado Federal nº 3 de Lomas de Zamora;
Y Considerando:
El juez Lemos Arias dijo:
I. Llega este expediente a la Alzada en virtud del re-
curso de apelación interpuesto por la demandada Registro
Nacional de las Personas, a fs. 89/90, contra la resolución
de primera instancia, de fs. 84/87 vta., con contestación de
la actora de fs. 95/97.
La sentencia apelada rechazó la acción en cuanto a la
pretensión de la actora de que se le renueve el DNI ...,
manteniendo los datos actuales, e hizo lugar parcialmente
a la acción, ordenando a la demandada que proceda entre-
gar a la actora su DNI bajo el nº ..., en el plazo de 20 días
desde la notificación de la sentencia y bajo apercibimiento
de astreintes y de denuncia penal por desobediencia.
Asimismo, estableció que la demandada, también en el
plazo de 20 días, arbitre los recaudos necesarios a fin de
que los organismos públicos y/o privados donde se haya
consignado el DNI de la actora bajo el número erróneo,
tomen debido conocimiento de cuál es el número correcto
de la accionante.
Por último, impuso las costas a la demandada y difirió
la regulación de los honorarios profesionales.
II. Cabe señalar que S. M. B. promovió esta acción de
hábeas data contra el Registro Nacional del Estado y Ca-
pacidad de las Personas (Ministerio del Interior) por el
error en sus datos personales relacionado al número del
documento nacional de identidad.
En su presentación, la actora señala que en enero de
2015 al disponerse a efectuar la actualización del DNI nº ...
le informaron que no era posible ya que en el sistema sur-
gía un error, que había otra persona con el mismo núme-
ro de documento. Ante ello, explica que esta situación le
generó inconvenientes e incertidumbre con relación a sus
derechos fundamentales, máxime cuando la respuesta del
Estado es que a ella le corresponde otro número, el ..., dife-
rente al que utilizó desde que fue registrada cuando nació.
Al respecto, con su demanda acompaña constancias en
las que se observa que el número de registro que ahora le
dicen que corresponde a otra persona (el nº ...) figura en su
primer y segundo DNI, en el acta de su matrimonio, en las
partidas de nacimiento de sus hijas y en su título de docente.
Expresa, también, que su reclamo tiene por objeto el
cumplimiento de la obligación del Estado de preservar su
identidad y responder por el error que hubiera causado,
garantizándole la unicidad de su documento, rectificando
los datos erróneos.
III. El Registro Nacional de las Personas, en el informe
circunstanciado, solicitó el rechazo de la acción entablada.
En su escrito sostiene que la identificación de la actora
se encuentra establecida bajo el nº ... Manifiesta que es
el número que le corresponde, luego de la corrección ya
efectuada, respecto de la cual la interesada tiene formal
conocimiento.
Al respecto, reconoce que la actora desde su nacimien-
to (15/09/1969) hasta el año 1991, contó con un número
de identificación que no le correspondía, porque se le asig-
nó una numeración que ya pertenecía a otra persona.
La demandada explica que ello se debió a un error del
Registro Civil local (Jefatura de Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires) que consignó el número de la recién nacida
en el acta de nacimiento en forma correcta (...), pero entre-
gó una cartilla de DNI que remitió al Registro Nacional de
las Personas en blanco, bajo una numeración (...) que ya
había asignado a otra persona (J. L. H. B.), nacida con ante-
rioridad (el 17/08/1969, según constancias que acompaña).
Afirma que la actora omitió mencionar que conocía to-
das estas circunstancias desde el año 1985, cuando solicitó
la reposición del documento, invocando como propia la
matrícula ..., a través del expediente administrativo RNP
nº 41790/85 – A.L. nº 2398/85. Petición que le fue recha-
zada por el dictamen 879 del 16/10/1991, entre otras razo-
nes porque en su acta de nacimiento figura el número ...,
que dice la demandada que es el que le corresponde.
También indica que la actora ha actuado con propia tor-
peza, que lo único que busca es preconstituir prueba para
un eventual reclamo de daños y perjuicios, que se encuen-
tra prescripto.
Afirma que la acción, entonces, es extemporánea, abs-
tracta y debe ser rechazada.
IV. El juez a quo requirió, como medida para mejor
proveer, que la demandada informe si ha entregado a la ac-
tora el DNI ... y, en caso afirmativo, indique en qué fecha,
acompañando copia certificada del mismo (v. fs. 68).
A fs. 80 el RENAPER cumple la intimación e informa
que no posee constancias de entrega de ejemplar digital
del DNI ... a nombre de la actora, como tampoco constan-
cia de que la interesada haya solicitado su emisión.
V. Como señalé al principio de este voto, a fs. 84/87
vta., el a quo rechazó la acción entablada en cuanto a la
pretensión de la actora de que se le renueve el DNI ...,
manteniendo los datos actuales, e hizo lugar parcialmente
a la acción, ordenando al RENAPER que proceda entregar
a la accionante su DNI bajo el nº ..., con la obligación de
efectuar la debida comunicación de la corrección de los
datos de la actora ante los organismos públicos y privados
en los que se haya consignado el nº ..., con costas.
VI. A fs. 89/90 luce el recurso de apelación de la de-
mandada. El Registro Nacional de las Personas se agravia
de que si bien la sentencia de primera instancia rechazó la
pretensión de la actora y declaró que su número de DNI es
el ..., le ordena a su parte una conducta de cumplimiento
imposible. En tal sentido afirma que para entregar y ge-
nerar un DNI, éste debe ser requerido por su titular. Esta
circunstancia no se da en el caso, por cuanto entiende que
la actora nunca solicitó el trámite bajo el número correcto.
De modo particular, insiste en que para efectuar lo or-
denado debe primero comprobarse la identidad del solici-
tante y que, por ello, la orden de la sentencia no puede ser
cumplida en el plazo establecido, sino que la persona iden-
tificada y con su numeración debe proceder a solicitarlo.
También considera que el punto III de la sentencia, res-
pecto de las comunicaciones a los organismos en los que
deba ser rectificado el número de documento de la actora,
ya se encuentra cumplido.
Por último, se agravia de la imposición de costas a su
parte.
VII. Considero que la queja del apelante debe ser re-
chazada por cuanto el a quo aborda la cuestión de manera
correcta.
Resulta importante destacar que acceder a un docu-
mento nacional de identidad permite poder gozar de los
derechos fundamentales reconocidos en la Constitución
Nacional.
En tal sentido, ha de señalarse que es el elemento que
garantiza el pleno ejercicio de los derechos sociales, cívi-
cos y políticos y se encuentra vinculado con el derecho a
la identidad, protegido por documentos internacionales,
tales como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, la Convención Americana sobre Derechos Hu-
manos y la Convención sobre los Derechos del Niño.
Garantizar la inscripción, el registro y la documenta-
ción de las personas importa hacer efectivos los compro-
misos internacionales asumidos por nuestro país como
también evitar la afectación de los derechos de las per-
sonas originados en la falta de cumplimiento de dichos
actos.
Ante ello, considero que es el Estado Nacional el que
debe velar por el pleno ejercicio de estos derechos.
En este marco, la ley 17.671 se refiere a la demandada
como el organismo competente del Estado en esta materia.
En tal sentido, el art. 1 determina que el Registro Na-
cional de las Personas ejerce su jurisdicción en todo el
territorio de la Nación. Y, el art. 2, determina entre sus
funciones la expedición de documentos nacionales de
identidad, con carácter exclusivo (ver el inc. c).
Esta competencia es afirmada por el art. 11, que expresa:
“El Registro Nacional de las Personas expedirá, con
carácter exclusivo, los documentos nacionales de identi-
dad con las características, nomenclatura y plazos que se
establezcan en la reglamentación de esta ley”.
Esta competencia exclusiva, establecida legalmente,
puede efectuarla en forma directa o por intermedio de las
oficinas seccionales, consulares u otros organismos que
legalmente lo representen (art. 16, ley citada). Con esta
perspectiva, no caben dudas que los Registros Civiles lo-
cales cumplen una función subordinada al RENAPER en
la materia de autos.
Asimismo, de la lectura de la ley surge la responsabi-
lidad del órgano demandado para que resuelva “las cues-
tiones que se susciten por dobles y falsas identificaciones
o toda otra infracción que incida en la formación de los
registros electorales nacionales” (art. 18).
Con este marco legal, la demandada resulta la obligada
para la entrega a la actora del DNI correspondiente nº ...,
en los términos y con los apercibimientos dispuestos en la
sentencia apelada.
Por otra parte, considero indispensable que la correc-
ción del error numérico del DNI se extienda a todos los
documentos en los que se haya identificado a la actora
con el número que no le corresponde y, por ello, la propia
demandada debe proceder a comunicar a todos los orga-
nismos públicos y privados la identificación correcta de la
señora S. M. B.
Por último, en lo concerniente a las costas del proceso,
no es posible soslayar que en la génesis del caso medió un
error de la demandada que dio lugar a que dos personas
distintas tuvieran sus respectivos documentos de identidad
con la misma numeración.
Desde esta perspectiva, considero que la pretensión de-
ducida en autos no excede el ámbito previsto para la ac-
ción deducida, pues la mera existencia de la duplicidad
mencionada en el párrafo precedente implica una situa-
ción irregular que la actora no podía solucionar por sus
propios medios (art. 33 ley 25.326).
Por consiguiente, sin perjuicio de la conclusión a la que
llegó el a quo, respecto a que no corresponde otorgarle el
documento nº ..., sino que debe asignársele el nº ..., la de-
mandada debe efectuar la corrección respecto de un error
en la numeración que no es atribuible a la actora.
Por todas estas circunstancias estimo que las costas del
proceso deben ser soportadas por la demandada, ya que
fue su actividad defectuosa lo que generó tal situación.
Por lo expuesto, propongo al Acuerdo confirmar la sen-
tencia con costas de ambas instancias a cargo de la deman-
dada vencida (art. 70 del CPCC).
La jueza Calitri y el juez Álvarez dijeron:
Que adhieren al voto que antecede.
Por ello, se resuelve: Confirmar la sentencia con costas
de ambas instancias a cargo de la demandada vencida (art.
70 del CPCC.).
Regístrese, notifíquese y devuélvase. – Roberto A. Le-
mos Arias. – Olga Á. Calitri. – César Álvarez.

Médico:
Responsabilidad médica: carácter; existencia;
prueba; apreciación; carácter restrictivo. Ex-
cepción de Prescripción: Proceden-
cia. Multa Procesal: Temeridad y mali-
cia: requisitos de configuración.
1 – El eventual obrar culposo de los médicos se juzgará confor-
me a los parámetros previstos en los arts. 512, 902 y 909 del
cód. civil y 1724 y 1725 del cód. civil y comercial de la Nación.
2 – La responsabilidad del médico es subjetiva y se vincula con
el deber de diligencia en su obrar, por lo cual debe responder
por su negligencia, imprudencia o impericia cuando estas,
además, tuvieran relación de causalidad con un daño. Quien
echa en cara al médico su falta debe probarla (art. 377, cód.
procesal civil y comercial).
3 – La obligación asumida por el médico no es de resultado,
sino de medios, dado que no se compromete a sanar al enfer-
mo, sino solamente a atenderlo con prudencia y diligencia, a
proporcionarle todos los cuidados que, conforme a los cono-
cimientos científicos que su título presume, son conducentes
al logro de la curación, la que no puede asegurar.
4 – Es necesario aclarar que la diligencia y pericia que se exi-
girá a los médicos presentará ribetes especiales, pues, si bien
la ciencia médica tiene sus limitaciones y siempre existe un
área que puede escapar a las previsiones más prudentes, de
todos modos, cuando está en juego la vida o la salud de las
personas, hay una natural predisposición a juzgar con rigor
la actuación profesional.
5 – Dado que la diligencia de los médicos se ha de apreciar
con un criterio severo, se advertirá que en esta materia no se
han de excluir las “culpas pequeñas”, porque, al intervenir
valores tan trascendentes, la menor imprudencia, negligencia
o descuido tendrá una dimensión especial que le ha de con-
ferir una singular gravedad; susceptible de desencadenar la
responsabilidad profesional. Esto significa que se ha de exigir
una diligencia máxima, teniendo en cuenta la mayor capa-
cidad de previsión del profesional, que en todo tiempo debe
tener una posición de prevención, con el deber de adoptar
todos los recaudos que resulten indispensables para atender
a la seguridad del paciente.
6 – La calificación de la conducta de las partes como “temera-
ria” o “maliciosa” requiere la concurrencia en forma indubi-
table del elemento subjetivo que revele la intención de pertur-
bar el curso del proceso con articulaciones dilatorias o deslea-
les, ya que, de lo contrario, se correría el riesgo de restringir
el derecho de base constitucional de la defensa en juicio.
7 – Si bien en el caso de autos se analiza un único hecho ge-
nerador de responsabilidad, cuyas consecuencias dañosas
–aparentemente– continúan a años de la conducta disvaliosa
denunciada, no puede extenderse sine die el plazo de pres-
cripción, toda vez que las fluctuaciones en la contabilidad del
demandado pueden perder la relación de causalidad adecuada
con el hecho originario. Es decir, la acción por responsabili-
dad aquiliana podía ejercerse, ya que no se aprecia un caso
de actio non nata non praescribitur, y el perjuicio alegado en la
expresión de agravios no configura una obligación nueva per
se, que importe una acción autónoma. En tal inteligencia, toda
vez que no obran en estos autos constancias que prueben la
existencia de causales de suspensión o interrupción del plazo
prescriptivo, corresponde confirmar lo resuelto en la instancia
de grado en cuanto hizo lugar a la excepción de prescripción
respecto de la reconvención interpuesta por el accionado.
8 – Puesto que no existe malicia o temeridad en el litigante, si
sus defensas se encuentran dentro de un admisible ejercicio
de la garantía constitucional, máxime si pudo considerar-
se humana y razonablemente con derecho a pleitear, cabe
concluir que, en el caso, al no surgir en forma palmaria la
conciencia de la propia sinrazón para litigar por parte de
la actora, no debe hacerse lugar al pedido de aplicación de
sanciones procesales. R.C.
59.625 – CNCiv., sala B, agosto 18-2017. – R., M. A. y otros c.
Galeno S.A. y otros s/daños y perjuicios.
Buenos Aires, Capital de la República Argentina, a los
dieciocho días del mes de agosto de dos mil diecisiete,
reunidos en Acuerdo los Señores Jueces de la Excma. Cá-
Buenos Aires, miércoles 11 de octubre de 2017
mara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala “B”, para
conocer en los recursos interpuestos en los autos caratu-
lados: “R., M. A. y otros c/ Galeno S.A. y otros s/ daños
y perjuicios” respecto de la sentencia de fs. 1432/1448, el
Tribunal estableció la siguiente cuestión a resolver:
¿Es ajustada a derecho la sentencia apelada?
Practicado el sorteo resultó que la votación debía efec-
tuarse en el siguiente orden Señores Jueces Doctores: Clau-
dio Ramos Feijóo - Mauricio Luis Mizrahi - Roberto Parrilli.
A la cuestión planteada el Dr. Claudio Ramos Feijóo,
dijo:
I. La sentencia de fs. 1432/1448 hizo lugar a la preten-
sión incoada por M. A. R. y P. C. M. contra “Imagen Test
S.A.” y “AMSA S.A.” (hoy “Galeno Argentina S.A.”) –ha-
ciéndose extensiva a sus respectivas aseguradoras “Juncal
Compañía de Seguros de Autos y Patrimoniales S.A.”, “La
Buenos Aires Compañía de Seguros S.A.” y “Compañía
Argentina de Seguros S.A.”–. En consecuencia, condenó a
los demandados a abonarle a cada uno de los actores la su-
ma de $100.000, a lo que se deberá agregar sus intereses y
costas. Asimismo, la sentencia de grado rechazó la acción
intentada por parte de los actores contra “Sanatorio Mo-
delo de Caseros S.A.”, como así también la reconvención
incoada por el mentado nosocomio.
II. A fs. 1453 apelan dicho pronunciamiento los actores
y a fs. 1710/1721 fundan su recurso.
Su primer agravio versa sobre la conclusión a la que
arriba la a quo respecto de la presencia de un solo feto,
manifestando que todas las pruebas dan cuenta de la exis-
tencia de un embarazo gemelar.
Acto seguido, se queja del rechazo de la demanda res-
pecto de “Sanatorio Modelo de Caseros S.A.”.
En tercer lugar, le causa agravio el hecho de que la sen-
tencia de grado sostenga que no corresponde aplicar tasa
de interés alguna al capital de condena.
Asimismo, manifiesta que corresponde asignar una par-
tida por daño psicológico, como así también acceder al
pedido de daño moral sufrido por la menor A. M.
A fs. 1454 y 1455 apelan la sentencia “Juncal Compa-
ñía de Seguros S.A.” e “Imagen Test S.A.” respectivamen-
te; fundando conjuntamente sus agravios a fs. 1728/1730.
Su único agravio versa sobre la procedencia y el monto
de la partida rotulada como “Daño Moral”.
A fs. 1462 y 1484 apela el pronunciamiento de grado el
“Sanatorio Modelo de Caseros S.A.”, expresando agravios
a fs. 1750/1752 y 1758/1760.
Su primera presentación trata sobre el rechazo de las
sanciones por temeridad y malicia solicitadas contra los
accionantes, por entender que litigaron sin razón fundada
para hacerlo.
Segundo, se agravian de que la a quo haya hecho lugar
a la excepción de prescripción respecto de la reconvención
por ellos interpuesta, manifestando que existen periodos
no prescriptos.
Por último, a f. 1466 apela “Galeno Argentina S.A.”
(antes “AMSA S.A.”) y a fs. 1738/1749 funda su recurso.
En primer término refiere que no se ha tratado en la
instancia de grado la falta de legitimación para reclamar el
daño moral por parte de los actores M. A. y A. M. R.
Seguido, manifiesta que lo agravia el hecho de que la
sentencia en examen no establece la existencia de culpa
galénica.
Finalmente, se queja del rubro “Daño Moral”, por con-
siderarlo elevado e improcedente.
III. Es menester efectuar una advertencia preliminar: en
el estudio y análisis de los agravios he de seguir el rumbo
de la Corte Federal y de la buena doctrina interpretativa.
En efecto, claro está que los jueces no están obligados a
analizar todas y cada una de las argumentaciones de las
partes, sino tan sólo aquéllas que sean conducentes y po-
sean relevancia para decidir el caso (ver CSJN, “Fallos”:
258:304; 262:222; 265:301; 272:225; Fassi-Yáñez, “Códi-
go Procesal Civil y Comercial de la Nación, Comentado,
Anotado y Concordado”, Tº I, pág. 825; Fenocchieto-Ara-
zi. “Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Co-
mentado y Anotado”, T. 1, pág. 620). Asimismo, en senti-
do análogo, tampoco es obligación del juzgador ponderar
todas las pruebas agregadas, sino únicamente las que esti-
me apropiadas para resolver el conflicto (art. 386, in fine,
del ritual; CSJN, “Fallos”: 274:113; 280:3201; 144:611).
Es en este marco, pues, que ahondaremos en la cuestión
de fondo del caso sub examine.
5
FONDO EDITORIAL
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Cora Sara Macoretta
Ley de Contrato
de Trabajo comentada
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IV. En primer término corresponde tratar el agravio re-
lativo a la prescripción liberatoria respecto de la reconven-
ción intentada por el Sanatorio Modelo de Caseros.
Cuadra señalar liminarmente que la prescripción libera-
toria es el instituto en virtud del cual la inacción del titular
de un derecho durante los plazos establecidos por la ley,
produce la pérdida de la facultad de exigirlo compulsiva-
mente. Cierto es que, por derivar de su aplicación la pérdi-
da de una prerrogativa, es de interpretación restrictiva y en
caso de duda debe optarse por la solución que implique la
subsistencia del derecho.
Por otro lado, se ha destacado que el quid de la pres-
cripción liberatoria reside en la conveniencia general de
liquidar situaciones inestables y de mantener la paz de las
familias, que no debe ser alterada por la repercusión de
hechos ocurridos con mucha antelación. Si durante largo
tiempo el posible titular de una acción se ha abstenido
de ejercerla, la ley no admite que lo haga cuando ya se
han borrado de la memoria de los interesados las circuns-
tancias del acto, y hasta es factible la destrucción de los
documentos probatorios de la extinción del derecho. Impi-
diendo la utilización de la acción prescripta, se da seguri-
dad y fijeza a los derechos, y se aclara la situación de los
patrimonios que se ven descargados de las obligaciones
prescriptas. Por último, otro motivo a favor de la prescrip-
ción consiste en el probable abandono del derecho que
la inacción del titular hace presumir (CNCiv. Sala “D”,
“Santos, Manuel y otra c. Geofinca, S.A.”, 05/09/1979, La
Ley, 1980-B, 389).
Así, en atención a los fundamentos esgrimidos por la
demandada reconviniente, corresponde a la presente ac-
ción el plazo de prescripción bienal dispuesto en el art.
4037 del Código Civil, pues de trata de una pretensión por
responsabilidad civil extracontractual.
Sentado ello, debo señalar que el plazo de prescripción
no se inicia hasta la producción efectiva de las consecuen-
cias dañosas, o en su caso al conocimiento de su produc-
ción o magnitud por parte del damnificado (conf. Código
Civil de la República Argentina Explicado; Ed. Rubinzal-
Culzoni, Tomo VIII).
Esta circunstancia difiere cuando la obligación fuente
es de carácter contractual, toda vez que en una misma rela-
ción jurídica se pueden dar una serie de incumplimientos.
En el caso de autos se analiza un único hecho genera­
dor de responsabilidad, cuyas consecuencias dañosas –apa-
rentemente– continúan a años de la conducta disvaliosa
denunciada.
Sin perjuicio de ello, no puede extenderse sine die el
plazo de prescripción, toda vez que las fluctuaciones en la
contabilidad del demandado pueden perder la relación de
causalidad adecuada con el hecho originario. Es decir, la
acción por responsabilidad aquiliana podía ejercerse ya
que no se aprecia un caso de “actio non nata non praes-
cribitur” y el perjuicio alegado en la expresión de agravios
no configura una obligación nueva per se, que importe una
acción autónoma.
En tal inteligencia, toda vez que no obran en estos au-
tos constancias que prueben la existencia de causales de
suspensión y/o interrupción del plazo bienal, corresponde
confirmar lo resuelto en la instancia de grado con respecto
a la prescripción de la acción de reconvención interpuesta
por el demandado “Sanatorio Modelo de Caseros S.A.”.
 6 Buenos Aires, miércoles 11 de octubre de 2017
V. Respecto de la responsabilidad galénica, esta Sala
viene diciendo que el eventual obrar culposo de los médi-
cos se juzgará conforme a los parámetros previstos en los
artículos 512, 902 y 909 del Código Civil y 1724/1725 del
Código Civil y Comercial de la Nación.
Es que la responsabilidad del médico es subjetiva y se
vincula con el deber de diligencia en su obrar. Debe res-
ponder por su negligencia, imprudencia o impericia cuando
éstas además tuvieran relación de causalidad con un daño.
Quien echa en cara al médico su falta, es quien debe
probar la misma (art. 377 del Código Procesal Civil y Co-
mercial).
Para responsabilizar al galeno se debe tener en cuenta
el seguimiento de éste de las opciones que de ordinario
conducen a un resultado pero que de ninguna forma pue-
den asegurarlo (art. 20, inc 1 y 2 de la ley 17.132).
Aunque parezca contradictorio, se lo debe juzgar pues
por el camino elegido para llegar a mejorar la salud del
paciente y no por su obtención.
Un obrar contrario al arte de curar vigente, puede ori-
ginar un beneficio en la salud del paciente hasta ahora no
conocido y otro que siga dicho arte ocasionar a determi-
nado paciente un daño (esta Sala, en autos “Fenelli Atilio
Esteban y otros c/Instituto Antártida S.A.M.I.C. y otros s/
daños y perjuicios” del 30/7/13, Expte. nº 71.070/00).
Acerca de la cuestión, cabe precisar que si bien la culpa
se apreciará en concreto, en tanto que se analiza el accionar
del obligado en función de los hechos acontecidos y de-
más circunstancias, de todas formas podría sostenerse que
nuestro sistema en materia de culpa es mixto en buena me-
dida, dado que se confronta la actuación concreta del agen-
te con un tipo abstracto; en el caso, como hubieran desem-
peñado su labor, médicos prudentes. Vale decir que, para
juzgar la diligencia o negligencia en un comportamiento, la
comparación se realiza con un modelo que, por supuesto,
no existe en la realidad y debe ser imaginado (ver Trigo
Represas, Félix Alberto, Responsabilidad civil de médicos
y establecimientos asistenciales, LL, 1981-D-133).
Por lo tanto, la obligación asumida por el médico no es
de resultado, sino de medios, dado que no se compromete
a sanar al enfermo, sino solamente a atenderlo con pru-
dencia y diligencia, a proporcionarle todos los cuidados
que conforme a los conocimientos científicos que su título
presume, son conducentes al logro de la curación, la que
no puede asegurar (Conf. Trigo Represas, Félix Alberto,
Responsabilidad civil de los profesionales, pág. 81).
Sin perjuicio de lo descripto, es necesario aclarar que
la diligencia y pericia que se exigirá a los médicos presen-
tará ribetes especiales. Es que, si bien hace ya más de un
cuarto de siglo fue destacado que la ciencia médica tiene
sus limitaciones y que siempre existe un área que puede
escapar a las previsiones más prudentes, se subrayó de to-
dos modos que cuando está en juego la vida o la salud de
las personas, hay una natural predisposición a juzgar con
rigor la actuación profesional (ver CNCiv., Sala E, 19-12-
1977, LL, 1979-C-20).
Dado entonces que la diligencia de los médicos se ha
de apreciar con un criterio severo, se advertirá que en esta
materia no se han de excluir las “culpas pequeñas”. Ello
es así porque –como fuera expresado– al intervenir valo-
res tan trascendentes, la menor imprudencia, negligencia
o descuido, tendrá una dimensión especial que le ha de
conferir una singular gravedad; susceptible de desencade-
nar la responsabilidad profesional. Esto significa que lo
que se ha de exigir es una diligencia máxima teniendo en
cuenta la mayor capacidad de previsión del profesional; el
que en todo tiempo debe tener una posición de prevención,
con el deber de adoptar todos los recaudos que resulten
indispensables para atender a la seguridad del paciente (ver
CSJN, 13-10-89, “Amante c. Asoc. Mutual Transp. Auto-
motor”, ED, 136-679, y JA 1990-II-126; esta Sala, “Simo-
ne de Del Moral, Emilia Rosa y otros c/ Granja, Miguel
Ángel y otro s/ daños y perjuicios”, del 18-03-2008, Expte.
Libre Nº 488.465; íd., “Martín, Alicia Irene c/ Obra Social
Bancaria Argentina s/Daños y Perjuicios”, del 18-07-2008,
Expte. Libre Nº 492.538; íd., “Berard de Meligrana, Ma-
ría Beatriz c/ Medicus S.A. y otro s/ daños y perjuicios”,
del 08-04-2008, Expte. Libre Nº 472.151; CNCiv., Sala
A, 29-8-1989, “Abraham, Julio c/ Covaro, Jorge A.”, libre
Nº 43.828; CNCiv., Sala H, 21-6-1995, “Gutiérrez, Ma-
ría E. c/ Intermedics”, libre Nº 161.624; CNCiv., Sala A,
10-9-2001, “Romero, María Inés c/ M.C.B.A.”, libre Nº
307.751; Cám. Fed. Civ. y Com., Sala I, 10-8-84, ED, 111-
110 y LL, 1985-A-612, 36.757, S; CNCiv., Sala F, 29-2-
2008, “B., J. V. y otros c/ Gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires”, JA, 2008-IV, fascículo Nº 10, del 3-12-2008, p. 59).
V. [sic] Establecidas las bases sobre las que se analizará
el presente, corresponde abocarse a las pruebas produci-
das, a los fines de dilucidar la cuestión en litigio.
A fs. 779/784 figura la experticia médica, realizada por
el Cuerpo Médico Forense, y ampliada a fs. 943/989. En
dicho informe, manifiestan: “[…] En el caso de autos la
Sra. M. realizó su primer ecografía a las 8 semanas don-
de se visualizó un único saco gestacional con un único
embrión, edad gestacional donde es posible observar con
claridad la presencia de gestación múltiple […] ambos
fetos crecen de una manera distinta, es decir con biome-
tría diferente y por lo tanto nunca el peso es exactamente
igual como lo informado en las ecografías realizadas a la
actora ya que el reparto de los territorios vasculares es la
placenta monocorial es asimétrico. En este tipo de placen-
tación, se observa luego del nacimiento, la torta con sus
membranas (corion y amnios) y la presencia de dos cordo-
nes umbilicales, uno para cada feto, situación no observa-
da en el Informe de anatomía patológica del Departamen-
to Pericial de la Provincia de Buenos Aires” (f. 955) “[…]
Si bien del estudio de todos los certificados, constancias y
documentación médica del control del embarazo pudiera
surgir la creencia de un embarazo gemelar, al realizar el
estudio pericial especialmente ecográfico y genético se
deduce que no existió tal situación” (f. 958).
Luego, al responder los puntos de pericia formulados
por “Imagen Test S.A.”, y tras realizar un pormenorizado
desarrollo de lo que son las técnicas de análisis “estáticas”
y “dinámicas”, arriban a la conclusión de que en los dis-
tintos cuadros de las ecografías se observa prima facie un
solo embrión, confirmando la existencia de un único feto
(fs. 965, 966, 967, 970, 971, 978, 984 y 989).
Resáltase que, en materia de procesos de daños y per-
juicios, la prueba pericial deviene relevante ya que el in-
forme del experto no es una mera apreciación sobre la
materia del litigio, sino un análisis razonado con bases
científicas y conocimientos técnicos (CNCiv., Sala D, en
autos “Yapura, Gregoria Erminda c/ Transporte Automotor
Riachuelo S.A. s/ Ds. y Ps.”, expte. libre nº 77.257/98, del
8/10/02; íd., “Fiorito, José Luis c/ Petersen, José y otro s/
Ds. y Ps.”, expte. libre nº 105.505/97, del 20/09/91). Por
otro lado, deberá tenerse presente que la función de las
experticias es de asesoramiento, pues se trata de cuestio-
nes ajenas al derecho respecto de los cuales el Juez no
tiene conocimientos específicos. La solvencia técnica que
se desprende de cada profesión indica que los dictámenes
de expertos es lo que resulta más adecuado; y ello es así
porque es el fruto del examen objetivo de circunstancias
de hecho, de aplicación a éstas de los principios científi-
cos inherentes a la especialidad, y de los razonamientos
que siguen para dar respuesta a los temas sometidos a su
dictamen (CNCiv., Sala “D”, en autos “Quiros de Delga-
do, Nélida c/ Ferrocarriles Metropolitanos S.A. s/ Daños y
Perjuicios”, expte. libre nº 25.403/93 del 27/12/96).
Debe recordarse que los jueces tienen amplia libertad
para ponderar el dictamen pericial, pero la misma no im-
porta reconocerles una absoluta discrecionalidad: en efec-
to, si bien es verdad que por categórica o unánime que sea
la opinión del experto, carece de valor vinculante para el
órgano jurisdiccional, también lo es que el apartamiento
de las conclusiones establecidas en aquél debe encontrar
apoyo en razones serias, es decir, en fundamentos objeti-
vamente demostrativos de que la opinión de los expertos
se halla reñida con principios lógico-jurídicos o máximas
de experiencia, o de que existen en el proceso elementos
probatorios provistos de mayor eficacia para provocar la
convicción acerca de la verdad de los hechos controverti-
dos (conf. CNCiv. Sala “C”, LL-1979-B-112; íd. Sala “E”,
LL-1975-C-533, nº 1314; íd. Sala “F”, JA-1982-III-381).
En ese entendimiento, se ha sostenido que cuando el
peritaje aparece fundado en principios técnicos inobjeta-
bles y no existe otra prueba que lo desvirtúe, la sana críti-
ca aconseja, frente a la imposibilidad de oponer argumen-
tos científicos de mayor valor, aceptar las conclusiones
de aquél. Esto es así porque la función del perito es la
de suministrar al magistrado elementos técnicos que son
ajenos a su formación jurídica y que se supone son de
conocimiento de aquél (conf. esta Sala, LL-1975-D-396,
sum. 32.828, entre otros), pues si bien no están obligados
por los dictámenes periciales, tampoco deben ser dejados
de lado (conf. Falcón, “Código Procesal Civil y Comercial
de la Nación”, Anotado-Concordado-Comentado, T. III,
pág. 477 y sus citas).
Es que, no es dable admitir cualquier clase de impugna-
ción, sino sólo las fundadas objetivamente en la incompe-
tencia de quien lo emite, en errores o en el uso inadecuado
de los conocimientos técnicos o científicos en los cuales
pudiese haber incurrido. Dicho acto procesal debe consti-
tuir una “contraexperticia” y, por ende, contener también
como aquella una adecuada explicación de los principios
científicos o técnicos en los que se la funde, y no una mera
alegación de pareceres subjetivos o simples generaliza-
ciones, sin sustento en otros elementos de juicio ciertos y
serios arrimados al proceso (conf. esta Sala, expte. libre
Nº  465.991 “Gago Joaquín Florencio c/ Transporte Ideal
San Justo S.A. s/ Daños y perjuicios” del 25/06/07).
En tal inteligencia, considero acertadas las manifesta-
ciones vertidas por los expertos por cuanto sus informes
son claros al referirse al fondo de la cuestión, analizando
puntillosamente todas las constancias de autos.
De los estudios en cuestión se infieren, necesariamente,
dos situaciones que no dejan lugar alguno a la interpretación.
La primera es la presencia de un solo feto, lo que des-
cartaría la hipótesis de un segundo niño.
Y segundo, la existencia de un claro error en el diagnós-
tico efectuado por los dependientes de “Imagen Test S.A.”
que desencadenaron todos los hechos luctuosos abordados
tanto en este proceso como en las actuaciones penales.
En función de todo lo delineado, compartiendo el res-
to de las consideraciones del magistrado que me precedió
(que no han logrado ser revertidas por el apelante), habré de
proponer a mis colegas que se confirme la atribución de res-
ponsabilidad dispuesta en la sentencia de primera instancia.
VI. En relación al daño moral, hace falta aclarar que el
agravio moral es todo sufrimiento o dolor que se padece,
independientemente de cualquier repercusión de orden pa-
trimonial (Orgaz, “El daño resarcible”, Ed. Depalma, Bue-
nos Aires 1967, pág. 184), es así que a fin de justipreciarlo
se contemplan las afectaciones al espíritu, sentimientos
de dolor, angustia y padecimientos sufridos por quien los
reclama. Sin lugar a dudas, las circunstancias provocadas
por el evento dañoso, sus secuelas luctuosas, sorpresivas e
imprevisibles lo convierten en absolutamente procedente.
La indemnización del daño moral no requiere guardar
proporción con la del perjuicio material, pues responden
a razones de índole diferente, de tal forma no resulta la
materialización de los intereses morales gozando los ma-
gistrados de un amplio arbitrio para su determinación toda
vez que se tiene por acreditado por la sola comisión del
acto antijurídico, es una prueba in re ipsa y surge inmedia-
tamente de los hechos mismos.
Para meritar este rubro debe ponderarse la vinculación
entre la gravedad objetiva del hecho y las implicancias es-
pirituales que correlativamente suponen para las personas
damnificadas.
En fin, ponderando las características objetivas del me-
noscabo y sin descuidar el carácter predominantemente
resarcitorio de la partida, considero corresponde confir-
mar las sumas establecidas para los actores en la sentencia
recurrida. (arts. 163, incs. 5 y 6, 265, 386 del CPCCN y
1078 del Código Civil).
Resta aclarar en cuanto al rubro desarrollado que M. A.
R. resulta ser un damnificado directo del error de diagnós-
tico, respecto de los perjuicios espirituales justipreciados.
En cuanto al daño psicológico reclamado por los acto-
res y el daño moral solicitado para A. M. R., toda vez que
los agravios esgrimidos no cumplen bajo ningún concepto
con los lineamientos establecidos en el art. 265 del código
procesal y teniendo en cuenta que todos los profesionales
en la materia coinciden en que no se aprecia ningún tipo
de daño psicológico (fs. 1165, 1168 y 1174); la queja en
estudio no prosperará.
VII. Con relación a la tasa de interés aplicable, toda vez
que los actores introducen extemporáneamente la cues-
tión, acceder a dicho pedido violaría a todas luces un prin-
cipio liminar de nuestro ordenamiento como el derecho de
defensa en juicio. Por tal razón, se confirma lo decidido en
la instancia de grado con respecto al particular.
VIII. Finalmente, se agravia el Sanatorio Modelo de
Caseros por el rechazo del pedido de sanciones por teme-
ridad y malicia.
Los tribunales que integran el Poder Judicial de la
Nación cuentan con poderes sancionatorios, conferidos

en los arts. 34, inc. 6 y 45 del Código Procesal, 6 de la
ley 17.116 –texto según ley 21.708– y 18 del decreto ley
1258/58 –modificado por la ley 24.289–, que resultan in-
dispensables para conducir el proceso dentro de los carri-
les de la buena fe y mantener el buen orden y el decoro en
los juicios, así como el respeto debido a la magistratura y
los estrados en que se ventilan las causas judiciales.
Ahora bien, debe ponerse de resalto que para aplicar
este tipo de medidas, la gravedad de la falta debe aparecer
en forma incontestable, por cuanto de otro modo podría
verse conculcado el derecho de defensa en juicio, de rango
constitucional.
Por ello, este Tribunal se ha mostrado inclinado a ejer-
cer cautissimo modo la atribución legal de sancionar a los
litigantes (“Aumasque, José Juan c/ Mograbi, Darío Gas-
tón s/ Desalojo” del 13/02/2002). No se discute que los
órganos judiciales disponen –para la buena marcha de los
procesos– de la facultad de imponer sanciones que asegu-
ren el cumplimiento de las exigencias éticas a que debe
ajustarse la conducta de las partes y de quienes las pa-
trocinan (conf. art. 45 del Código Procesal; C.S.J.N., del
4/10/84, ED, 19-1206). No obstante, no es menos cierto
que tales sanciones deben aplicarse con suma cautela, para
no afectar el derecho de defensa que los asiste. Ello en
razón de que, de no ser así, se abriría una brecha peligrosa
que podría neutralizar la referida garantía constitucional,
cuya preservación es deber de los magistrados (esta Sala,
in re “Baieli c/ Callari e Hijos S.R.L. s/ ds. y ps.”, acu-
mulado a “Baieli c/ Resio s/ ds. y ps.”, del 26/4/2006). Se
trata, en definitiva, de una suerte de tensión entre la invio-
lable garantía de defensa en juicio (art. 18 de la Consti-
tución Nacional) y la necesidad de mantener reglas éti-
cas elementales en el debate judicial (ver Eisner, Isidoro,
“Sanciones por inconducta procesal”, LL, 1991-A-433).
Precisamente para resolver de modo equilibrado esta ten-
sión se requiere evaluar con un criterio cuidadoso la con-
ducta procesal de las partes o de sus letrados (esta Sala, in
re “López José Ricardo y otro c/ Robles José Luis y otro s/
daños y perjuicios”, del 10/10/2007).
Se ha decidido, con criterio que se comparte, que la cali-
ficación de la conducta de las partes como temeraria o mali-
ciosa requiere la concurrencia en forma indubitable del ele-
mento subjetivo que revele la intención de perturbar el curso
del proceso con articulaciones dilatorias o desleales, ya que
de lo contrario se correría el riesgo de restringir el derecho
de base constitucional de la defensa en juicio (CNCiv., Sala
F, 290.915, “L, M.C. s/inhabilitación”, del 10/7/00).
Cuadra señalar que no existe malicia o temeridad en el
litigante si sus defensas se encuentran dentro de un admi-
sible ejercicio de la garantía constitucional, máxime si pu-
do considerarse humana y razonablemente con derecho a
pleitear (esta Sala, LL 136-512; íd., Sala D, LL 135-308).
En consecuencia, no surgiendo en forma palmaria la
conciencia de la propia sinrazón para litigar, habrán de
desestimarse los agravios vertidos sobre el punto.
XI. [sic] A tenor de las consideraciones fácticas y jurí-
dicas desplegadas a lo largo del presente voto, propongo
al Acuerdo confirmar la sentencia de grado en todo lo que
fuera materia de agravios. En función de lo que se decide,
las costas de Alzada se imponen a los demandados venci-
dos; y por su orden las relativas al rechazo de la demanda
(conf. art. 68 CPCC). Así lo voto.
Los Dres. Mizrahi y Parrilli, por análogas razones a las
aducidas por el Dr. Ramos Feijóo, votaron en el mismo
sentido a la cuestión propuesta.
Y Vistos: Por lo que resulta de la votación que instruye
el Acuerdo que antecede, se confirma la sentencia apelada.
Las costas de alzada se imponen a la parte demandada por
resultar vencida, y en el orden de lo causado las relativas
al rechazo de la acción.
En atención al interés económico comprometido; labor
desarrollada, apreciada por su naturaleza, importancia, ex-
tensión, eficacia y calidad; etapas cumplidas; resultado ob-
tenido; que a efectos de meritar los trabajos desarrollados
por el experto se aplicará el criterio de la debida propor-
ción que los emolumentos de los peritos deben guardar
con los de los demás profesionales que llevaron la causa
(conf. C.S.J.N., Fallos 236:127; 239:123; 242:519; 253:96;
Interior: Bahía Blanca: Notas Jurídicas: Tel. (0291) 4527524 / La Plata: Eliana Roca Tel. (011) 1522570080 / Mar del Plata: Jorge Rabini Tel./Fax (0223) 4893109 / Córdoba: Alveroni Libros Jurídicos (0351) 4217842
Mendoza, San Juan, San Luis: José Graffigna Tel. (0261) 1534849616 / S. S. Jujuy: Librería Universitaria Tel./Fax (0388) 4237963 / San Miguel de Tucumán: Bibliotex Tel. (0381) 4217089
Noreste: Jorge Thea Tel. (011) 1564660335 / Patagonia: Nelson Ramírez Tel. (011) 1564629553
Buenos Aires, miércoles 11 de octubre de 2017 7
261:223; 282:361; CNCiv., esta Sala H.N.º 11.051/93, los del letrado apoderado de la citada en garantí HSBC La
in re: “Hernández c/ Jaramal s/ daños y perjuicios”, del Buenos Aires Seguros S.A., por su actuación en las audien-
17/12/97; íd., H.N.º 44.972/99, in re: “Álvarez c/ Sayago cias de fs. 931, 1052, 1070, 1085 y 1089, Dr. M. J. F.; los
s/ daños y perjuicios”, del 20/3/02; íd., H.N.º 363.134 in del letrado apoderado del codemandado Sanatorio Modelo
re: “Patri c/ Los Constituyentes s/ daños y perjuicios”, del Caseros S.A., por la excepción de prescripción de la recon-
23/6/04; íd., H.N.º 5810/05, in re: “Morandini c/ TUM S.A. vención opuesta, Dr. J. A. M.; los de la letrada apoderada
s/ daños y perjuicios”, del 28/12/07; íd., H.N.º 42.689/05, del codemandado Sanatorio Modelo Caseros S.A., por la
in re: “Godoy c/ Kañevsky s/ ordinario”, del 6/3/08; íd., excepción de prescripción de la reconvención opuesta, Dra.
H.N.º 87.303/04, in re: “Barrios Escobar c/ Transportes s/ R. B. R.; los del consultor técnico de la parte actora, Dr. S.
daños y perjuicios”, del 24/9/08; íd. H.N.º 40.649/02, in L. P.; los del consultor técnico de la parte demandada, Dr.
re: “Mazzeo c/ Romero s/ daños y perjuicios”, del 9/6/10; H. E. C.; los del consultor técnico de la parte actora, Dr. F.
íd. H.N.º 108.802/04, del 21/2/11, entre otros), así como O. C.; los de la consultora técnica de la parte actora, Licen-
la incidencia que la misma ha tenido en el resultado del ciada M. M. R. de M.; los del consultor técnico Dr. N. P. y
pleito; recursos de apelación interpuestos por bajos a fs. los del consultor técnico de la codemandada Imagen Test
1492, 1497, 1500, 1534 otrosí, 1543, 1587 y 1606 y por S.A., Dr. C. D. R.
altos a fs. 1529, 1534, 1606 y 1638 y de conformidad con Por su labor en la Alzada se fijan en pesos … ($…) los
lo dispuesto por los arts. 6, 7, 9, 10, 19, 33, 37, 38 y cc. honorarios del letrado apoderado de la parte actora, Dr.
de la ley de arancel Nº 21.839, con las modificaciones in- L. G. G.; en pesos … ($…) los del letrado apoderado del
troducidas en lo pertinente por la ley 24.432 y art. 478 del codemandado Sanatorio Modelo Caseros S.A., Dr. F. N.
Código Procesal, se modifican las regulaciones de hono- L. D.; en pesos … ($…) los del letrado apoderado de la
rarios practicadas a fs. 1458 bis/1459, 1525 y 1536 de la codemandada Imagen Test S.A., y de la citada en garantía
siguiente manera: los honorarios del letrado apoderado del Juncal Compañía de Seguros S.A., Dr. E. P. L. P.; en pesos
codemandado Sanatorio Modelo Caseros S.A., Dr. F. N. L. … ($…), en conjunto, los de los letrados apoderados de
D, se fijan en la suma de pesos … ($…); los de los letrados la parte demandada, Dr. P. S. y Dr. S. P. S. y en pesos …
apoderados de la parte demandada, en conjunto, Dr. P. S. y ($…), en conjunto, los de los letrados apoderados de la ci-
Dr. S. P. S., en pesos … ($…); los del letrado apoderado de tada en garantía HSBC La Buenos Aires Seguros S.A., Dr.
la parte actora, por las excepciones de falta de legitimación D. L. O. y Dra. B. N. N. (conf. arts. 14, 49 y cc. de la ley de
y prescripción planteadas por la parte demandada, Dr. J. arancel) los que deberán abonarse en el plazo de diez días.
M. R. P., en pesos … ($…); los del letrado apoderado de la Regístrese, protocolícese y notifíquese. Oportunamente
parte actora, por las excepciones de falta de legitimación y publíquese (conf. C.S.J.N. Acordada 24/2013). Fecho, de-
prescripción planteadas por la parte demandada, Dr. A. R. vuélvase. – Claudio Ramos Feijóo. – Mauricio L. Mizrahi.
P., en pesos … ($…); los del letrado apoderado de la parte – Roberto Parrilli.
demandada, por las excepciones de falta de legitimación y
prescripción, Dr. P. S., en pesos … ($…); los del letrado
apoderado de la parte actora, por la excepción de prescrip- Trabajo:
ción de la reconvención opuesta por el codemandado Sa-
natorio Modelo Caseros S.A., Dr. J. M. R. P., en pesos … Riesgos del trabajo: ley 27.348; reglamenta-
($…); los del letrado apoderado de la parte actora, por la ción; procedimiento administrativo; comisio-
excepción de prescripción de la reconvención opuesta por
el codemandado Sanatorio Modelo Caseros S.A., Dr. A. nes médicas; facultades; resolución 298/17
R. P., en pesos ($…); los del letrado apoderado de la parte de la Superintendencia de Riesgos del Traba-
actora, por la incidencia resuelta a fs. 1133, Dr. A. R. P., en
jo; inconstitucionalidad.
pesos … ($…); los del letrado apoderado del codemandado
Sanatorio Modelo Caseros S.A., por la incidencia resuelta Corresponde declarar la inconstitucionalidad de las dis-
a fs. 1133, Dr. F. N. L. D., en pesos … ($…); los de la peri- posiciones de la resolución 298/17 de la Superintendencia
to contadora M. F. A., en pesos … ($…) y los del consultor de Riesgos del Trabajo –reglamentaria de la ley 27.348– en
técnico de la codemandada Imagen Test S.A., Dr. M. N. A. cuanto ha implementado un procedimiento administrativo se-
J. C., en pesos … ($…) y se confirman los honorarios del gún el cual los médicos que integran las Comisiones Médi-
letrado patrocinante y luego apoderado de la parte actora,
hasta su renuncia al mandato de fs. 820, Dr. J. M. R. P.; los
EDICTOS
del letrado patrocinante y luego apoderado de la parte ac-
tora, Dr. A. R. P.; los de la letrada patrocinante de la parte
CITACIONES Circ:V-Secc:M-MZA:110-Parc:12
El Juzgado de 1ra Instancia en lo Pda. Inmobiliaria 58902. Matrícula
actora, desde su actuación de fs. 1328 hasta la revocación Contencioso Administrativo Nº 1 del 28568 del Pdo. de Ituzaingó (136),
Dpto. Judicial San Isidro, a cargo en autos: “ERREDIANOS S.A. c/
del patrocinio de fs. 1561, Dra. M. A. A.; los del letrado de la Dra. MARIA FERNANDA BI- CAMPO ARGENTINO S.A. INMO-
apoderado de la codemandada Imagen Test S.A. y la citada SIO, secretaría a cargo de las Dras. BILIARIA AGROPECUARIA COMER-
ANALIA HERAS MUSRI, VERONICA CIAL FINANCIERA y MANDATARIA
en garantía Juncal Compañía de Seguros S.A., Dr. E. P. L. DE IGARZABAL y MARIA NATALIA s/ PRESCRIPCION ADQUISITIVA
LARGA” Exp: MO-36934-2015. A
P.; los del letrado apoderado de la codemandada Imagen GOMEZ, sito en Bilbao 912 Piso 2do
tal fin, publíquense edictos por 2 días
de San Isidro, Provincia de Buenos
Test S.A. y la citada en garantía Juncal Compañía de Se- Aires en autos caratulados “ARANDA en el Boletín Oficial y en el diario El
DANIELA SUSANA y OTROS C/ NI- Derecho, de C.A.B.A., para que en
guros S.A., por su actuación en la audiencia de fs. 725, Dr. COLINI PAULA LUCILA y OTROS S/ el término de 10 días comparezcan
F. O. L. P.; los del letrado apoderado de la codemandada PRETENSION INDEMNIZATORIA” a hacer valer sus derechos en el pre-
expediente Nro. 22722, ha ordena- sente juicio, bajo apercibimiento de
Imagen Test S.A. y la citada en garantía Juncal Compañía do la publicación del presente edicto nombrar Defensor de Pobres y Au-
de Seguros S.A., por su actuación en la audiencia de fs. sentes para que los represente (Art.
durante dos (2) días en el periódico
341 del CPCC). Fdo. Aloé Juez. El
“EL DERECHO” emplazando a ALE-
923, Dr. L. A. T.; los del letrado apoderado del codeman- JANDRO DANIEL TRICERRI para presente edicto deberá publicarse por
dado Sanatorio Modelo Caseros S.A., Dr. J. A. M.; los de que en el término de cinco (5) días dos días en el Boletín Oficial y en el
comparezca bajo apercibimiento de diario El Derecho, de C.A.B.A. Mo-
la letrada apoderada del codemandado Sanatorio Modelo designársele un Defensor Oficial para rón, 5 de septiembre de 2017. Agus-
Caseros S.A., hasta su renuncia al mandato de fs. 596, Dra. que lo represente en caso de incom- tín César Aguerrido, sec.
parecencia.- Se deja constancia que I. 10-10-17. V. 11-10-17 6229
R. B. R.; los de la letrada patrocinante del codemandado la parte actora se encuentra tramitan-
do el respectivo Beneficio de Litigar CIUDADANÍA
Sanatorio Modelo Caseros S.A., desde su actuación de fs. Sin Gastos. Publíquese. San Isidro, El Juzgado Nacional de Primera Ins-
528, Dra. A. M. M.; los del letrado apoderado de la citada 26 de septiembre de 2017. Analía tancia en lo Civil y Comercial Fede-
Heras Musri, sec. ral N° 10, secretaría N° 20, sito en
en garantía Juncal Compañía de Seguros S.A., Dr. D. G. S. Libertad 731 9° Piso de esta ciudad,
I. 10-10-17. V. 11-10-17 6230
S.; los del letrado apoderado de la citada en garantía Jun- Por 2 días. El Jzdo de 1ra Instancia
informa que MOISES ALEJANDRO
OJEDA VILLEGAS de nacionalidad
cal Compañía de Seguros S.A., Dr. A. E.; los del letrado en lo Civ. y Com. nro. 9 del Dpto. venezolana con DU 95.398.348 ha
Judicial de Morón, a cargo de la Dra.
apoderado de la citada en garantía Compañía Argentina María Victoria Aloé, Secretaría Uca,
iniciado los trámites tendientes a obte-
ner la ciudadanía argentina. Por ello
de Seguros Visión S.A., Dr. J. A. G. M.; los de la letrada sito en la calle Colón 151 y Brown cualquier persona que tuviere conoci-
Piso 2do Cuerpo C (Edificio de Tri-
apoderada de la citada en garantía HSBC La Buenos Aires bunales de Morón), Pcia. de B.A.,
miento de algún acontecimiento que
estimara podría obstar a dicha con-
Seguros S.A., Dra. B. N. N.; los de la letrada apoderada de cita y emplaza a CAMPO ARGEN- cesión, deberá hacerlo saber a este
TINO S.A. INMOBILIARIA AGROPE- Juzgado. Publíquese por dos días.
la citada en garantía HSBC La Buenos Aires Seguros S.A., CUARIA COMERCIAL FINANCIERA Buenos Aires, 15 de septiembre de
Dra. A. G. L.; los del letrado apoderado de la citada en ga- y MANDATARIA, y a todos aquellos
que se consideren con derechos 2017. Matías M. Abraham, sec.
rantía HSBC La Buenos Aires Seguros S.A., Dr. D. L. O; sobre el inmueble objeto de autos I. 10-10-17. V. 11-10-17 6231

D i a r i o d e D o c t r i n a
cas cuentan con facultades que los habilitan a pronunciarse
sobre temas ajenos a su saber profesional, lo cual implica
dotarlos de atribuciones que competen a los jueces según las
leyes adjetivas, tal como la ley orgánica 18.345, aunque sin
los conocimientos jurídicos para ello. R.C.
59.626 – CNTrab., sala X, agosto 30-2017. – C., H. E. c. Swiss Me-
dical ART S.A. s/accidente - ley especial.
Buenos Aires, 30/8/2017
El Dr. Daniel E. Stortini dijo:
1º) Frente a un reclamo resarcitorio formulado con apo-
yo en la Ley de Riesgos del Trabajo, con planteo de incons-
titucionalidad sobre los arts. 1º y concordantes de la recien-
te ley 27.348, el actor viene a esta alzada en procura de la
revocatoria de la providencia dictada por el señor juez que
precede en cuanto desestimó la articulada inconstitucionali-
dad y le hizo saber que debería agotar la vía administrativa
previa a la cual alude la ley mencionada (fs. 63 y fs. 65/71).
2º) En orden a la cuestión suscitada, tal como he soste-
nido en anteriores pronunciamientos donde se ha articu-
lado la inconstitucionalidad de normas jurídicas, resulta
imperioso acudir al conocido principio de “razonabilidad”
para determinar, en cada caso concreto, la constitucionali-
dad o no de las normas cuestionadas y ello desde la óptica
que contempla nuestro Preámbulo de la Constitución Na-
cional en cuanto impone al Estado la meta –entre otras–
de “afianzar la justicia”. Es indispensable entonces que la
disposición jurídica para ser justa sea “razonable” en tanto
que lo opuesto a la razonabilidad es la arbitrariedad.
En ese sentido la razonabilidad puede conceptualizarse
–al decir del recordado maestro Bidart Campos– como una
valoración axiológica de justicia que nos muestra lo que se
ajusta a la justicia por el sentido común y por el sentimiento
racional de justicia de los hombres. Según el mentado autor,
es menester tomar como parámetro el art. 28 de la Consti-
tución Nacional en cuanto dispone que los derechos y ga-
rantías por ella reconocidos “no podrán ser alterados por las
leyes que reglamentan su ejercicio”. Es que, sobre tal base,
la doctrina del Alto Tribunal ha dicho que para determinar la
validez constitucional de una ley se impone la consideración
de su razonabilidad porque si es arbitraria vulnera esa regla
constitucional de no alteración que prevé el citado art. 28.
3º) Desde esa perspectiva constitucional de enfoque,
luego de un detenido examen de las normas en juego pa-
ra discernir la presente incidencia, anticipo mi voto en el
sentido de propiciar la declaración de inconstitucionalidad,
pero no de la ley 27.348 en cuanto dispone el previo y
obligatorio tránsito por la instancia administrativa, sino de
ciertas disposiciones de la resolución 298/2017 dictada por
la Superintendencia de Riesgos del Trabajo en cuanto ha
implementado un procedimiento administrativo en el cual
otorga facultades a ejercitar por las comisiones médicas.
En efecto, no es para nada irrazonable la ley 27.348
en cuanto establece la intervención de una instancia ad-
ministrativa anterior al acceso a la jurisdicción, como así
ocurre en los conflictos individuales o plurindividuales de
derecho del trabajo que obligatoriamente deben pasar por
el SeCLO antes de ser presentada la demanda judicial.
Reiteradamente la Corte Suprema de Justicia de la Nación
ha legitimado estos previos tránsitos por vía administra-
tiva, aunque con la condición insoslayable de que tengan
una breve duración y la posibilidad que los sujetos de ese
conflicto accedan a la revisión judicial (posibilidad a veces
mal llamada como “recurso”).
Precisamente la ley 27.348 determina un escaso lapso
temporal de duración y la posible revisión judicial, pero así
lo hace mediante una encorsetada y arbitraria reglamentación
que vulnera la garantía constitucional del debido proceso.
Nótese que el art. 3º autoriza a la referida Superinten-
dencia para dictar “las normas del procedimiento de actua-
ción ante las comisiones médicas jurisdiccionales y la Co-
misión Médica Central”. Pero aquí se encuentra, a mi ver,
la normativa reglamentaria que se torna lesiva a la Consti-
Buenos Aires, miércoles 11 de octubre de 2017 Nº 14.285 AÑO LV
Primer Director: Jorge S. Fornieles (1961 - 1978)
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y J u r i s p r u d e n c i a e-mail: elderecho@elderecho.com.ar • www.elderecho.com.ar
tución Nacional porque esa reglamentación le asigna a los En efecto, la reglamentación ha alterado de manera
médicos integrantes de las comisiones médicas jurisdiccio- arbitraria y excesiva el espíritu de la ley a poco que se
nales y de la Comisión Médica Central ciertas atribuciones considere que resulta “irrazonable” por no mediar una
que son netamente judiciales, pese a lo cual esas facultades proporcionalidad entre la finalidad perseguida por el le-
se las proporciona a los profesionales de la medicina que gislador de la 27.348 y el medio adoptado en la resolución
obviamente son desconocedores del derecho. 298/2017. La finalidad del legislador al sancionar la ley
27.348 ha sido la de dar un adecuado tratamiento a los
4º) Se trata, en definitiva, de un reglamento delegado
infortunios del trabajo ante la notable proliferación de li-
por el Congreso Nacional a un organismo de la Adminis-
tigios individuales que han amenazado con colapsar a la
tración, lo cual podría merecer la objeción de autorizada
justicia laboral de varias jurisdicciones.
doctrina al enfatizar que la delegación legislativa solo pue-
El legislador al sancionar la ley 27.348 ha adoptado un
de efectuarse a favor del Presidente de la Nación, aunque
razonable tránsito previo y obligatorio con una instancia
no a los ministros ni a organismos administrativos (Bidart
administrativa ante las comisiones médicas jurisdicciona-
Campos, Germán J., Manual de la Constitución Reforma-
les y la Comisión Médica Central. Sin embargo, lo que
da, tomo III, p. 247, ed. Ediar, 1999).
motiva la afectación constitucional al debido proceso le-
Pero aun soslayando este parecer del destacado consti-
gal es la arbitraria e inconstitucional reglamentación que
tucionalista, lo cierto es que la reglamentación ha exorbi-
ha objetivado la Superintendencia de Riesgos del Trabajo
tado la facultad conferida en el art. 3º por la ley 27.348 en
con el dictado de la resolución 298/2017 al determinar
la medida en que si bien –según antes se dijo– se estima
un procedimiento según el cual los médicos que integran
constitucionalmente válida la fijación de un paso previo y
esos organismos cuentan con facultades que los habilita a
obligatorio mediante una etapa administrativa en los con-
pronunciarse sobre temas ajenos a su saber profesional, lo
flictos derivados de infortunios del trabajo, en el caso que
cual implica dotarlos de atribuciones que competen a los
aquí se trata se aprecia un notorio exceso incurrido por la
jueces según las leyes adjetivas, tal como la ley orgánica
reglamentación de la Superintendencia de Riesgos del Tra-
18.345, aunque sin los conocimientos jurídicos para ello.
bajo de acuerdo con la enumeración de los artículos que se
Oído como ha sido el dictamen que antecede del Sr.
detallan a continuación:
Fiscal General del Trabajo, voto en consecuencia por: 1)
– Una vez que las comisiones médicas jurisdiccionales
Declarar únicamente la inconstitucionalidad de los artícu­
reciben la solicitud de intervención (sea del trabajador con
los indicados en los considerandos de este voto respec-
el correspondiente patrocinio letrado o de la ART) con-
to de la reglamentación implementada por la resolución
vocan a las partes a una audiencia para la realización del
298/2017 de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo,
examen médico y en esa solicitud o hasta el momento de la
los cuales se deciden inaplicables al presente caso y, en
audiencia médica “ofrecerán la prueba de la que intenten
consecuencia, revocar la resolución recurrida y admitir
valerse” y serán los médicos los que podrán rechazar “la
directamente el acceso a la jurisdicción laboral del ac-
prueba ofrecida que se considere manifiestamente impro-
tor mediante la acción interpuesta en el presente. 2) Cos-
cedente, superflua o meramente dilatoria” (arts. 6º y 7º, re-
tas de la incidencia en el orden causado por no existir
solución 298/2017). Ello se asemeja a la facultad del juez
­contradictorio.
del trabajo que dentro del proceso judicial dicta la conoci-
da “providencia de prueba” en la cual admite o deniega las El Dr. Gregorio Corach dijo:
ofrecidas por los litigantes (art. 80, ley orgánica 18.345). Por compartir los fundamentos del voto precedente, ad-
– Serán las comisiones médicas las que “de oficio po- hiero al mismo. El Dr. Enrique R. Brandolino no vota (art.
drán disponer la producción de prueba respecto de los he- 125 L.O.).
chos invocados y que fueren conducentes para resolver”
Por lo que resulta del acuerdo que antecede, el Tribunal
(art. 7º res. cit.). Aquí se asemeja a las medidas para mejor
resuelve: 1) Declarar únicamente la inconstitucionalidad
proveer o resolver que puede adoptar el juez del trabajo en
de los artículos indicados en los considerandos de este
cualquier estado del juicio (art. 80 ídem).
voto respecto de la reglamentación implementada por la
– Concluida la prueba, las partes a través de sus le-
resolución 298/2017 de la Superintendencia de Riesgos
trados podrán “alegar sobre la prueba producida” si lo
del Trabajo, los cuales se deciden inaplicables al presente
estiman conveniente, aunque ello ante los médicos inte-
caso y, en consecuencia, revocar la resolución recurrida
grantes de la respectiva comisión (art. 8º res. cit.). Idéntico
y admitir directamente el acceso a la jurisdicción laboral
al alegato que prevé el art. 94 de la ley orgánica, pero aquí
del actor mediante la acción interpuesta en el presente. 2)
direccionado a los médicos de la comisión pertinente.
Costas de la incidencia en el orden causado por no existir
– Luego las comisiones médicas –actuando como jue-
contradictorio. 3) Cópiese, regístrese, notifíquese, cúm-
ces– evaluarán las declaraciones de los testigos, la prueba
plase con lo dispuesto en el art. 1 de la ley 26.856 y con la
informativa a entidades públicas o privadas, etc. para pos-
Acordada de la CSJN Nº 15/2013 y devuélvase. – Daniel
teriormente dictar el “decisorio” (así lo denomina el Título
E. Stortini. – Gregorio Corach.
I del Capítulo II de la resolución) en el cual se determinará
si el déficit laborativo guarda o no nexo de causalidad ade-
NOVEDADES 2017
cuada con el infortunio del trabajo.
– Por último, las “áreas técnicas competentes calcula-
rán la liquidación mínima correspondiente de acuerdo a
las previsiones de la Ley de Riesgos del Trabajo 24.557 y
sus complementarias”. Pero para ello se tomará en cuenta
Amalia Fernández Balbis
“los salarios declarados por el empleador al Sistema Úni-
co de la Seguridad Social (S.U.S.S)” (art. 11 res. cit.). Tal Lecciones de Teoría
disposición ¿significa que se excluye en este procedimien- General del Proceso
to administrativo la posibilidad que el trabajador invoque
ISBN 978-987-3790-57-7
y pruebe un pago parcialmente marginal o “en negro”?
237 páginas
5º) De acuerdo con todo lo dicho, postulo la declara-
ción de inconstitucionalidad, pero no de la ley 27.348 sino
de los antes enumerados artículos que han sido reglados
por la Superintendencia de Riesgos del Trabajo en la re-
solución 298/2017 porque, según la doctrina de la Corte
Venta telefónica: (11) 4371-2004
Suprema de Justicia de la Nación, no existe en el caso “ra-
Compra online: ventas@elderecho.com.ar
zonabilidad” ante la ausencia de proporcionalidad entre la
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finalidad de la ley y el medio elegido.