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El Cine - Moon-Watcher
El Cine - Moon-Watcher
Si los
hermanos Lumière se concentraron en registrar documentalmente lo que pasaba en nuestro
planeta, Georges Méliès dirigió su cámara a lo que pasaba entre los selenitas. Los Lumière
registraron a los obreros saliendo de fábricas, mientras que Méliès rodó una premonición
del primer alunizaje (Viaje a la Luna, 1902), con una nave espacial, en forma de misil,
impactando en un ojo-cráter del sorprendido satélite.
No es por casualidad, por tanto, que en 2001, una odisea del espacio, el simio que
protagoniza la primera parte de la película, hace unos 3.000.000 de años, se llame Moon-
Watcher, el observador de la Luna. El simio encuentra un monolito que le induce una
inteligencia mayor, gracias a la cual desarrolla la capacidad de fabricar instrumentos. La
película de Kubrick se estrenó en 1968, un año antes de la llegada del Apolo XI a la Luna, y
propone toda una visión de cómo podrían ser los viajes espaciales en una fecha que
entonces parecía lejana y cercana a la vez, 2001. Como en su apuesta por la IA, Kubrick y
Clarke, el autor del libro, fueron unos optimistas tecnológicos. La segunda parte de la
película relata el viaje en transbordador espacial de una investigación científica a una base
lunar ubicada en un cráter. Allí encuentran enterrado un monolito semejante al que
encontró el primate hace millones de años, el cual emite, al ser puesto a la luz del amanecer
el sol, una señal de radio que llega a otro satélite, esta vez alrededor de Saturno. Con
destino a la Luna (1950, Pichel) y De la Tierra a la Luna (1958, Haskin) fueron los
precedentes de la película tótem de Kubrick.
Existe todo un subgénero consistente en los viajes que tenían como misión llegar a la Luna.
Paradójicamente, la película más famosa no relata la llegada del Apolo XI sino el fracaso del
Apolo XIII, una odisea de los tres astronautas protagonistas no para alcanzar la Luna sino
para poder llegar a la Tierra tras haber sufrido un accidente. La frase que pronuncia Tom
Hanks (Apollo 13, Ron Howard, 1995) es una de las más célebres de la historia del cine:
“Houston, tenemos un problema”.
A la epopeya más grande la humanidad no le podía faltar una paranoia del tamaño de la
Luna. En este caso, el cine es protagonista porque es simplemente genial la propuesta de
que todas las imágenes que hemos visto sobre el alunizaje de Armstrong no es, en realidad,
sino una película de ¡Stanley Kubrick! Recordemos que el año anterior el genio
norteamericano había rodado 2001 con planos también de un desembarco en la Luna.
Peter Hyams recogió el testigo que había lanzado el escritor Bill Kaysing en su libro Nunca
fuimos a la Luna (1974), para en Capricornio uno (1978) imaginar cómo habría sido el timo
que la NASA habría organizado aunque sustituyendo Marte por la Luna.
En la misma senda conspiranoica, Operación Luna es una ficción pero realizada como si
fuese un documental realizado por William Karel en 2002. Manipulando auténticas
imágenes de archivo, mezclando datos verdaderos y falsos, Karel parodia el delirio de que
Nixon montó un fraude con lo de la llegada del Apolo XI a la Luna. Pero del mismo modo
que hubo gente que se creyó el ficcional noticiero de Orson Welles respecto a una invasión
alienígena de la Tierra, así muchos se tomaron en serio el docuficción de Karel a pesar de
que era evidente (para un CI que no cayese bajo la línea de la infradotación intelectual) su
carácter bromista y juguetón.