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Desacatos

Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social


desacato@juarez.ciesas.edu.mx
ISSN (Versión impresa): 1405-9274
MÉXICO

2005
Ricardo Pérez Montfort
RESEÑA DE "CUERPO VESTIDO DE NACIÓN. DANZA FOLCLÓRICA Y
NACIONALISMO MEXICANO (1921-1939)" DE PABLO PARGA
Desacatos, septiembre-diciembre, número 019
Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social
Distrito Federal, México
pp. 189-192
Breves comentarios al libro
Cuerpo vestido de nación
Ricardo Pérez Montfort

PABLO PARGA, 2004

Cuerpo vestido de nación. Danza folclórica


y nacionalismo mexicano (1921-1939)
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes-Fondo Nacional 4 
para la Cultura y las Artes, México.

H ace poco menos de treinta años


Jaime del Palacio, al reflexionar
acerca de la “historia, el folclor y la
cial es consciente de estas oposiciones
y a menudo las observa y las estudia:
de su examen ha nacido el folclor, que
poesía folclórica mexicana”, hacía la si- no es sino la apropiación oficial de la
guiente aseveración: “Así como la his- cultura popular que, sobre todo, los ro-
toria popular existe por oposición a la mánticos contribuyen a establecer de prejuicios que ha permeado buena
de la sociedad oficial, la cultura del la manera en que hoy la conocemos.”1 parte de la reflexión acerca de la cons-
pueblo puede ser determinada por su Esta asociación entre el romanticis- trucción y de la expresión del arte po-
oposición con la cultura oficial.” Con- mo y la fabricación de lo “típico” o lo pular en México. Sin embargo, existe
tinuaba Del Palacio: “La sociedad ofi- “auténtico” es sin duda uno de los otro elemento que también interviene
en esa construcción y que, más que
ubicarse dentro de los afectos, como
RICARDO PÉREZ MONTFORT: Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropo-
logía Social-Distrito Federal, México.
rpmont54@yahoo.com.mx 1 Jaime del Palacio, “Historia, folclor y poesía
. folclórica mexicana”, Cambio, vol. 5, núm. 1 /
Desacatos, núm. 19, septiembre-diciembre 2005, pp. 189-192. 11, octubre, noviembre y diciembre, 1976.
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José Guadalupe Posada (1852-1913), Baile del pueblo.

suele sucederle al romanticismo, está etc., también es cierto que mucho de Sin embargo, hubo una época en que
un tanto más cerca de lo pragmático. esto se creó con el fin de justificar los estos recursos discursivos tuvieron un
¿Cuántas veces no se han usado ma- intereses económicos y políticos de al- sentido distinto, que justamente tran-
nipuladas referencias a lo “típico” para gunos grupos, dándoles una pátina po- sitó de lo romántico folclorizante a lo
obtener algún beneficio inmediato, ya pular a muchas de sus acciones con- pragmático nacionalista.
sea de índole económica o política? cretas, aunque fueran claramente El libro de Pablo Parga, Cuerpo ves-
Un breve acercamiento a ciertos fenó- contrarias a las demandas populares. tido de nación. Danza folclórica y na-
menos artesanales, o incluso a ciertos En México, y en muchas otras partes cionalismo mexicano (1921-1939), tra-
discursos inclinados a ensalzar los va- del mundo, una buena parte del dis- ta precisamente de este periodo y se
lores populares, podría demostrarnos curso político y económico, sobre todo ubica en el quehacer de las danzas po-
que la apelación a lo “auténticamente durante los primeros cincuenta años pulares estudiadas, manipuladas y
mexicano” también tiene una carga de del siglo XX, se llenó la boca de con- recreadas por ciertos sectores oficiales
usura o intercambio. ceptos como “la voluntad popular”, durante los años posrrevolucionarios
Si bien el romanticismo establecía “los sacrificios del pueblo”, “las autén- con el fin de convertirlas en un recur-
que lo típico y lo auténtico relacionado ticas necesidades nacionales” o “las tí- so identitario nacional.
con el pueblo mexicano era aquello picas demandas de nuestras clases Basándose en fuentes de diversa ín-
que se presentaba incontaminado, co- populares”. Cierto que mucho de esto dole, entre las que se ponderaron sobre
mo las artesanías, el lenguaje, las ex- se identificó como “populismo” y hoy todo las hemerográficas, este autor ini-
presiones artísticas de lo cotidiano, las en día tal concepto hasta parece que cia su estudio en 1921 con el gran fes-
leyendas, los atuendos, la gastronomía, tiene una severa carga satanizadora. tival de la celebración del centenario
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de la consumación de la independen- bierto a su país y, más importante, nocimiento e instauración de la danza


cia y lo concluye con la llegada de Ana creía en él.”4 folclórica mexicana, entre las que des-
Sokolow y Waldeen a los escenarios Lo interesante de esta situación es taca la Escuela de la Plástica Dinámi-
mexicanos hacia 1939 y 1940. Durante quién, cómo y por qué se decidía que ca, pasando desde luego por el teatro
este periodo es cierto que hubo una algo era “mexicano” popular o típico y popular, el teatro oficial y, finalmente,
enorme preocupación por todo aque- qué no lo era. El asunto resultaba par- la Escuela de Danza.
llo que fuera folclórico o “típico” o, si ticularmente difícil si tomamos en A lo largo del libro el lector puede
se quiere, “auténticamente nacional”. cuenta que muchos de estos criterios seguir la secuencia que, con altibajos,
En sus ya clásicas Memorias, Daniel los establecían personajes que se con- vivió la institucionalización inicial de
Cosío Villegas recordaba que en los sideraban muchas veces por encima lo que hoy llamamos danza folclórica
años inmediatamente posteriores a la de aquello tan típico y tan mexicano. mexicana y que eventualmente asocia-
violencia armada revolucionaria “lo Pienso en personajes como el mismí- ríamos con figuras como Amalia Her-
verdaderamente maravilloso […] fue simo José Vasconcelos y algunos de nández o Josefina Lavalle. Si bien en
la explosión nacionalista que cubrió sus seguidores más conspicuos. esta secuencia da la impresión de que
todo el país. Desde luego, era un na- El libro de Pablo Parga da pistas faltan algunas figuras importantes co-
cionalismo sin la menor traza de xe- acerca de este fenómeno, orientado mo Luis Márquez en la invención
nofobia, no era anti nada, sino pro específicamente a la danza, y muestra de “lo folclórico” mexicano a fines de
México”.2 Este nacionalismo se orien- la enorme importancia que en este la década de 1920 y principios de la
tó con el afán de reconocer la validez proceder tuvieron figuras que sí se de 1930, lo mismo que algunos acon-
cultural de las expresiones populares comprometieron con algunos valores tecimientos también determinantes,

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planteadas a partir de una especie de populares, pero que también se atre- como las Semanas Nacionalistas de
introspección que ya tenía por lo me- vieron a recrearlos y teatralizarlos co- 1930, 1931 y 1932 en México, o el ad- 
nos un par de lustros en el medio mo las hermanas Gloria y Nelly Cam- venimiento del cine folclórico también
político, en el académico, pero sobre pobello, Rafael M. Saavedra, Hipólito desde finales de la década de 1920 y
todo en el artístico nacional.3 Sin em- Zybne, Carlos González, Linda y Ame- toda la de 1930, el trabajo de Pablo
bargo, para muchos este fenómeno lia Costa, Luis Felipe Obregón, Ignacio Parga es una propuesta puntual que
adquirió un tono especial a partir de Acosta, Carlos Mérida y muchos más. estudia los prolegómenos de la oficia-
la década de 1920. “De la noche a la Si bien el texto se remonta, como ya lización del folclor mexicano o, si se
mañana —vuelve a decir Cosío Ville- decíamos, a las responsabilidades de quiere, de “lo típico”, que no tardaría
gas—, como se produce una aparición quienes echaron a andar las fiestas en insertarse de manera un tanto oro-
milagrosa, se pusieron de moda las de aquel centenario de 1921, como pelesca en el discurso nacionalista de
canciones y los bailes nacionales, así fueron Luis Quintanilla, Martín Luis las décadas de 1940 y 1950.
como todas las artesanías populares Guzmán y Adolfo Best Maugard, hay Este libro da cuenta de cómo al ofi-
[…] Y no hubo casa en que no apare- un sereno seguimiento del quehacer cializar o, dicho de otra manera, al
ciera una jícara de Olinalá, una olla de dancístico, sobre todo del que se lleva academizar las expresiones populares
Oaxaca o un quexqueme chiapaneco. a cabo en la ciudad de México y con el mexicanas se contribuyó al estableci-
En suma, el mexicano había descu- apoyo de ciertas autoridades culturales miento de un “deber ser” que permeó
en el país. Este seguimiento va desde —y aún hoy lo hace— todo aquello
2 Daniel Cosío Villegas, Memorias, Joaquín
el ambiente escolar hasta la formación que se identifica como “típico” en to-
Mortiz, México, 1976, p. 91. de las primeras instituciones de reco- do el territorio nacional y por regio-
3 Carlos Monsiváis, “Notas sobre la cultura
nes. Siguiendo ese planteamiento muy
mexicana en el siglo XX”, en Historia general
de México, El Colegio de México, México, centralista y un tanto patriarcal, de se-
1976. 4 Cosío Villegas, op. cit., p. 92. llo fuertemente vasconceliano, a los
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creadores populares se les llegó a decir nas y más charros infantiles de los que de camisa de fuerza ató las posibilida-
cómo tenían que ser populares o re- jamás he encontrado en Jalisco o en des de la inventiva en ese ámbito, y la
gionales. Recuérdense el famoso Ma- Puebla. Este donaire musical es el pri- repetición ad nauseam en festivales
mer indicio, por ventura general, de
nual de pintura para artesanos de Best escolares, y hasta en el mismísimo re-
que nuestras escuelas son diferentes.5
Maugard o los métodos de enseñanza cinto nacional de las Bellas Artes, con-
de baile impuestos en las primarias lo- De esta manera podemos percibir la virtió a la danza folclórica mexicana
cales y rurales. Tan fue así que he aquí paulatina imposición de una serie de en un gigante de cartón. Este gigante
un ejemplo testimonial de Moisés valores identificados como populares —muy vistoso es cierto, pero bastante
Sáenz, subsecretario de Educación a través de los vehículos oficiales. La vacío de contenidos populares— con-
Pública, durante su visita a las escuelas intención, me atrevería a decir, no era tribuyó en mucho a la estereotipifica-
federales de San Luis Potosí en 1927. sólo dar a conocer estos fenómenos y ción de “lo mexicano” por medio del
Al llegar a El Mezquite, por ejemplo, la fomentar la creatividad escolar sino, espacio teatral y del movimiento. Pre-
maestra local organizó una recepción, y sobre todo, que sirvieran como el tendiendo mostrar algo “típico” y
que el mismo Sáenz describió de la establecimiento de ese “deber ser” representativo devino acartonado
siguiente manera: de la mexicanidad impuesta por un y hueco. De ser una expresión lúdica,
Estado en formación. amorosa y popular, pasó a una especie
Dos músicos amenizan tocando sones
vernáculos; hay recitaciones, muchas
Esto no solamente planteó la cons- de regla inmóvil que servía para poder
canciones populares dichas con ge- trucción de estereotipos nacionales identificar a los mexicanos.
nuino sabor de la tierra, marchas, evo- como el “charro” y la “china poblana”, En su epílogo, sin embargo, el mis-
luciones, ejercicios de gimnasia calis- el “indito” o el “revolucionario”, sino mo Parga plantea que nada hay de ma-

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ténica y un bello cuadro de jarabe que también estableció una extraña lo en tratar de romper con ese deber
tapatío. ¡Con qué ardor y con qué gen-
norma que consistió en que el centro ser y fomentar la recreación y la crea-
tileza bailan estos charros diminutos
y estas chinas de Liliput! político y económico del país, es decir: ción en materia musical y dancística
la ciudad de México, y más concreta- mexicana a partir de los parámetros
Más adelante, la reflexión general del mente, algunas de sus élites, sanciona- folclóricos. Creo, con él, que mucho se
subsecretario establecía este asunto co- rían cuál debía ser la representación puede lograr cambiando la actitud
mo un elemento diferencial de los re- folclórica regional. Así, desde el cen- intolerante y solemne del “deber ser”,
cintos escolares oficiales, como un fe- tro se decidió prácticamente cómo que lamentablemente sigue permean-
nómeno que apelaba al valor que ya se debían ser los jarochos, los huastecos, do mucho del quehacer artístico y fol-
le estaba dando a lo popular dentro de los norteños, etcétera, etcétera. clórico nacional, por una propuesta
las instituciones, un tanto ajenas a los Aún cuando de la manera más menos rígida y más lúdica, más creati-
distantes estudiosos del folclor. Decía: amistosa se le podría pedir un poco va y más comprometida con su tiem-
más de crítica a lo expuesto en su li- po, tal como lo propone este autor.
Las escuelas federales, y con ellas qui-
bro, Pablo Parga lleva al lector, como Quizás sea tiempo de renovar el vesti-
siéramos significar la escuela nueva, se
han caracterizado cantando. Es la li- ya decíamos, por la senda de los estu- do de este cuerpo nacional, pero me-
bertad para cantar, no ya los amanera- dios del folclor hasta la oficialización jor aún, quizás también sea tiempo de
dos y pueriles coros escolares, sino la del mismo, para mostrarnos que, una que se renueven sus bailes y se pro-
canción vernácula nuestra en versio- vez logrado esto último, una especie pongan nuevos derroteros, basados,
nes originales, sin el artificio con que tal como se hace en este libro, en un
la revisten a veces los resucitadores del
folclor. Cantan y bailan los niños de
5 Moisés Sáenz, Escuelas federales en San reconocimiento del pasado con claras
Luis Potosí. Informe de la visita practicada vistas a comprometerse con el pre-
nuestras escuelas. No se ruborizan, por el subsecretario de Educación Pública en
gracias a Dios, de entonar sus sones noviembre de 1927, Talleres Gráficos de la sente que, por cierto, mucha falta nos
rancheros y ahí vi más chinas pobla- Nación, 1928. hace hoy en día.

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