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Resumen
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“TEMPORALIDAD, MEMORIA E IMAGEN FOTOGRÁFICA: UNA
APROXIMACIÓN A LA OBRA DE MARCELO BRODSKY”.
Introducción
El propósito del trabajo que voy a exponer es explorar las posibles articulaciones que
pueden hacerse entre temporalidad, representación del pasado e imagen fotográfica, o
dicho de otra manera, entre el uso de la fotografía en cuanto documento social y la
construcción de la memoria. A tal fin tomamos como eje de análisis la obra “Nexo” de
Marcelo Brodsky.
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Esto último se debe a las características técnicas del dispositivo fotográfico, en donde la
luz que refracta lo fotografiado entra por el objetivo de la cámara y se imprime sobre
una superficie sensible a ella, dejando su huella.
Estas propiedades de la imagen fotográfica permiten a Roland Barthes afirmar que ante
una fotografía: “nunca puedo negar que la cosa haya estado allí” y que tal imperativo
debe ser considerado su esencia misma. El noéma de la fotografía implica, por lo tanto,
una doble posición conjunta, de realidad y de pasado: “Esto ha sido” 5 . Puesto que, y
como bien afirma el autor: “la fotografía es literalmente la emanación del referente” 6 .
Asimismo esta esencia de la fotografía nos permite interpretarla como una evidencia de
los hechos, o al menos de la existencia incontrovertible de que lo que se extiende
delante del objetivo fotográfico existió, realmente estuvo ahí. A esto mismo se refiere
Susan Sontag al afirmar que “algo que conocemos de oídas pero de lo cual tenemos
dudas parece irrefutable cuando nos lo muestran en una fotografía…” 7 .
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En resumen, podemos decir que la fotografía es la imagen de un instante arrancado de la
duración real, huella de lo que se extiende delante del objetivo, fijeza de un fragmento y
de un instante que están condenados a no ser ya, por lo tanto y como bien afirma Philip
Dubois, la fotografiar consiste en “cortar en vivo para perpetuar lo muerto” 8 .
Si toda fotografía es, como decíamos anteriormente, del pasado, toda imagen foto es por
lo tanto la imagen de una ausencia. De aquello que inevitablemente deviene a no ser ya.
Se relaciona de esta forma con aquello que llamamos recuerdo, que como bien explica
Aristóteles: todo recuerdo implica un conocimiento y/o una sensación tenida
precedentemente 9 . Y asimismo se relaciona con lo expuesto por Paul Ricoeur en torno a
la relación que puede establecerse entre ausencia y memoria, en donde lo ausente parece
devenir presente en el recuerdo.
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Será Aristóteles quien en “De la memoria a la reminiscencia” 10 se pregunte cuál es el
objeto del recuerdo si uno no puede recordar ni el porvenir ni el presente: siendo el
primero el objeto de una opinión y una esperanza y el segundo de una sensación. La
memoria, siguiendo a este filósofo, correspondería al pasado.
Por otra parte, Aristóteles explica que lo que distingue al animal hombre de otros
animales no es la memoria sino la reminiscencia, puesto que la memoria consiste en el
recuerdo imprevisto, un recuerdo que adviene al pensamiento, mientras que la
reminiscencia es un recuerdo buscado en el pasado, un acto activo de recuerdo.
Esto último nos permite introducir una cuestión, a nuestro entender, clave para
comprender el acto de recuerdo mediante una fotografía. Como bien explica Aumont:
“Las imágenes mantienen una relación infinitamente variable con el tiempo” 11 , ante una
imagen fotográfica nos encontramos con dos espacio diferentes: el espacio de quien
mira la fotografía y el de la imagen, son dos espacios diferentes: nuestro espacio
cotidiano y el espacio de una imagen, al que entramos haciendo funcionar determinados
conocimientos.
Sobre esto mismo explica Jean-Marie Schaeffer que quien mira la imagen fotográfica le
añade un saber relacionado a la génesis de la imagen, sobre su modo de producción, su
arché, y precisamente si la fotografía es capaz, como decíamos anteriormente de
certificar la experiencia, es gracias al conocimiento de su arché. Antes de formar una
imagen, la fotografía es un proceso: la acción de la luz sobre ciertas sustancias a las que
hace reaccionar químicamente, y que se llaman por esta razón fotosensibles; superficie
que tiene la capacidad de conservar la huella de la acción de la luz.
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Tomando la idea de Barthes de que “la fotografía es un lenguaje sin códigos”, pues
proporciona una información sin tener un lenguaje propio, podemos entender lo que
John Berger quiere decir al afirmar que “la fotografía no puede mentir porque la
fotografía no tiene un lenguaje propio, porque cita más que traduce. No puede mentir
porque imprime directamente” 12 . A partir de lo cual especifica que la imagen
fotográfica se produce instantáneamente, por ello citan las apariencias, para comprender
lo que una imagen fotográfica nos muestra necesitamos saber algo de lo fotografiado.
Puesto que el significado no es instantáneo, sin una historia no hay significado:
solamente un acontecimiento adquiere sentido cuando le damos un antes y un después.
Y he aquí la relación entre relato e imagen, la diferencia entre ambos es que en el relato
hay una continuidad temporal. En el relato los acontecimientos son relacionados entre sí
según un antes y un después, a través de un nexo significante que orienta su sentido, da
pautas de lectura y de interpretación. La fotografía como especificamos anteriormente,
opera a la inversa, del fluir del tiempo corta literalmente un instante, por lo tanto para
atribuirle un sentido a la imagen necesitamos restituirla a una duración. Sólo así la
fotografía puede reconducirnos a un presente, al después de ese instante, a sus causas y
devenires.
Podemos plantear en este punto una diferencia importante. En cuanto a su uso privado
la fotografía tiene la capacidad de transportarnos a la experiencia vivida, el álbum
familiar, por ejemplo, reúne en un universo de imágenes los recuerdos de una vida que
está siendo vivida, diría Berger. En su uso público, la fotografía nos devuelve un
acontecimiento que queda enmarcado y eternizado para otras generaciones, deja una
marca visual y tangible a la vez, de hechos que tampoco pueden volver a vivirse, pero
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sobre los cuales las sociedades deciden reflexionar. Momentos imborrables de un
tiempo histórico que deben ser recordados y sobre los que la fotografía nos devuelve la
huella y mediante las cuales podemos recordar cosas que no vivimos, sucesos que
tuvieron lugar mucho tiempo antes de que naciéramos, que ocurrieron del otro lado del
mundo, pero que nos implican como miembros de un grupo social que nos precede.
Podemos ver que en su uso privado, las fotografías, aunque nacidas del corte espacio-
tiempo, permanecen ligadas al marco de significancia en el que fueron creadas. En
cambio en su dimensión social nos muestran un suceso que no nos atañe de manera
directa o que están lejos (al recibirlas) del marco de significancia original, ofreciendo
información, pero una información ajena a la propia experiencia. La diferencia se basa,
por lo tanto, en la continuidad, y la continuidad está dada por el conocimiento y el
recuerdo de quien recibe la imagen fotográfica y la integra en su propio universo
interpretativo.
Precisamente, la obra de Marcelo Brodsky 13 tiene que ver con el tiempo, con una
recomposición temporal del tiempo pasado. El pasado y el presente se reconfiguran a
partir de la palabra y el relato de la experiencia vivida. Como su mismo título nos indica
el propósito de estas imágenes es hacernos crear ante ellas aquel hilo invisible que las
une según la ausencia, las consecuencias de un pasado que han producido un quiebre
profundo en la historia argentina.
Se trata del relato y las imágenes de un pasado reciente que espera su historia, una
historia que aún espera memoria. La Memoria en el caso argentino es, como explicaba
Nicolás Casullo, un dilema en cuanto a la relación conflictiva que mantiene con el
pasado, relación patologizada, conflictiva y encontrada con un pasado cercano,
inmediato. Se trataría de una memoria que no está en el pasado, sino en el futuro: “no
duerme más atrás… sino que está adelante, inhabitada todavía, aguardándonos” 14 .
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donde exilio y recuerdo entran en tensión en una suerte de reconstrucción de espacios
no habitados, de rostros borrados, de ausencias que se hacen presentes…
Notas:
1
DIDI-HUBERMAN, Georges. Ante el tiempo. Adriana Hidalgo Editora. Buenos Aires, 2006, pág. 12.
2
BAZIN, André. “Ontología de la imagen fotográfica” en ¿Qué es el cine? Rialp. Madrid, 2004, pág. 27.
3
Nos referimos a Referente Fotográfico tomando la definición de Roland Barthes, según el cual debemos
entender por Referente fotográfico: “no a la cosa facultativamente real que remite a una imagen o a un
signo, sino a la cosa necesariamente real que ha sido colocada ante el objetivo y sin la cual no habría
fotografía”. En BARTHES, Roland. La cámara Lúcida, Paidós, 1989, pág. 135.
4
VV.AA. Introducción a los lenguajes: la fotografía. Laborde. Rosario, 2004, pág. 55.
5
BARTHES, R. Ob. Cit. Pág. 135.
6
Ibíd. pág. 142.
7
SONTAG, Susan. Sobre la fotografía. Sudamericana. Buenos Aires, 1977, pág. 15-16.
8
DUBOIS, Philip. El acto fotográfico. De la representación a la recepción. Paidós. Barcelona, 1994,
pág. 149.
9
ARISTÓTELES. “De la memoria y de la reminiscencia” en Parva Naturalia. Alianza. Madrid. 1993.
10
Ibíd., pág. 68-69.
11
AUMONT, Jacques. La imagen. Paidós. Barcelona. 1992, pág. 171.
12
BERGER, John “Apariencias” en Berger, John y Mohr, Jean (1996) Otra manera de contar. Editorial
Mestizo. 1996, pág. 96.
13
Sitio Web oficial de Marcelo Brodsky: http://www.marcelobrodsky.com/
14
CASULLO, Nicolás. “La memoria de las cosas” en MARTÍNEZ, José (comp.) Observatorio Siglo XXI.
Reflexiones sobre arte, cultura y tecnología. Paidós. Buenos Aires, 2007, pág. 107.
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BIBLIOGRAFÍA