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Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la
imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas,
vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son
pura coincidencia.
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I.S.B.N.: 974-84-1307-772-6
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Sinopsis:
León Raven era un Casanova profesional, dejando corazones rotos por
doquier. Hasta que se topó con una mujer cuya muralla de hielo podría
congelar todo el hemisferio. Cruzó con aquella enigmática dama en su bar
regular en un juego de pinball. Desde esa noche que no pudo más conciliar
sueño. "Avalon", es la única información que consigue de ella, un seudónimo
de juego que en realidad esconde su nombre real, Alexia Valentine Lonney
ex agente de la CIA. Bajo esa faceta de decoradora de ambientes, León
desconoce semejante secreto. Luego de cuatro años de convivencia y
matrimonio, León cree que le está engañando, inventando teorías en su
mente. Ella, cansada de sus celos irracionales y su trasntorno de ira (TEI)
decide pedir el divorcio. Ahora el temor de perderla para siempre, León
luchará por recuperar ese amor y pasión que una vez los unió. Además de
lidiar con los problemas estúpidos que le acarrea León, Valentine tiene a sus
espaldas enemigos que quieren liquidarla por completo. Emboscadas,
bombas, trampas, metralletas y balas por doquier, #ITSNowOVER es una
novela llena de acción, romance y comedia que les atraparán desde el
principio. Un trabajo creado por Melanie O'Connor con la participación de
Lisandro Sartino, quien le da voz a León Raven.
"¿Te vas a rendir tan fácil por mí, pidiendo el divorcio? No pienso dártelo.
-Entonces estás declarando una guerra"
Elenco pensado para ésta historia:
AVALON (Alexia Valentine Lonney) ---------------------------- Angelina Jolie
León Raven ------------------------------------------------------- Brad Pitt
Piere Devonne --------------------------------------------------------- Michael Fassbander
Jacqueline Petrova (Espía Rusa) ----------------------------------------- Gal Gadot
Rouge Lynne ------------------------------------------------------- Marion Cotillard
@ Copyright, derechos reservados de MelanieOConnorEscritora
Capítulo 1
Ésta historia inicia el último día de la semana, del año 2012. Un viernes
como cualquier otro, me dirigía a mi santuario nocturno, un bar latino en los
confines de Riverside, Los Ángeles. El calor y la humedad exterior lograban
que se adhiriera mi camisa blanca al cuerpo. Alguna aguardiente o tequila
me harían pasar el mal trago en la oficina. No hay nada que el alcohol no
solucione, me dije. Caminé hacia la taberna, me senté en uno de los
taburetes giratorios y ordené un Vodka para iniciar la noche.
Concentrando en las mujeres que siempre frecuentaban, no me percaté
de la belleza que estaba de pie ante el juego de Pinball. Alta,
aproximadamente un metro sesenta y cinco, cabello color chocolate largo,
llevaba una falda blanca por debajo de las rodillas y un top a juego. Me
causó mayor sed imaginarme tener aquella mujer en mis brazos. Varias
habían pasado por mi cama, pero aquella, lucía tan exótica y peculiar, como
el Amancay en primavera. Con cautela, caminé hacia ella.
Alexia pensaba bajo la ducha si el plan que había propuesto Roger podría
funcionar. Por un lado, le molestaba tener que guardar en secreto su vida de
espía, pero por el otro lado era necesario para resguardarse. León sería su
máscara, imaginaba que una vida juntos sería un nuevo reto para ella, ya que
nunca había convivido. Sus relaciones con el sexo opuesto habían sido
pasajeras hasta que se enamoró de un colega, el agente Richaud, quien luego
pereció en una misión que habían trabajado juntos. Cerró los ojos para que
el agua le ayudara a olvidar, pero su mente la llevaba siempre a Edinburgo,
sitio donde Richaud se había sacrificado por ella en mitad de un tiroteo con
una mafia rusa.
Respiró hondo y salió del baño, se secó el cuerpo y caminó desnuda hasta el
placard, buscando ropa limpia.
León y su patética vida le habían dado una bella distracción. Cada cita había
sido única, romántica, especial. Se sentía relajada y tranquila en sus brazos,
olvidando por esos momentos su vida de espionaje.
-Te quiero, Alexia.
-Y yo a ti.- solía aún mantener esa breve distancia, sin devolverle un "te
quiero".
Colgué, pensando bien un lugar exótico para llevarla a cenar, pero ¿dónde?
Ya se me iba a ocurrir algo. Hacía tiempo que no nos veíamos y, en cierto
modo, extrañé su cercanía, su presencia. Extrañaba mirar aquellos ojos y oír
su risa. Miré al techo del precario hotel donde me encontraba y me rasqué la
barba.
-¡Rayos! Estoy un asco. Debo asearme y lucir bien, parezco un borracho. -
Me dije y me encerré en el baño para afeitarme.
Alexia recibió un llamado de urgencia. Piere estaba cerca y debía abandonar
de inmediato la mansión. Empacó su ropa lo más rápido que pudo, le
entregó sus joyas a su mayordomo y le pidió que llevara sus cosas al jet.
-Creo que tendremos que apresurar el plan de querer ocultarme como la
señora Rivers- dijo. Mandó un mensaje a León, avisándole que lo de la cena
tendría que suspenderse por un viaje de trabajo.
Desde su jet privado no tuvo alternativa que detonar la bomba que destruyó
su anhelado refugio.
-Rayos.
Piere iba en una motocicleta. Al descender de ella, todo lo que halló fueron
ruinas, sólo escombros de un palacio de piedra.
-Ya te encontraré, Avalon.
Capítulo 4
Fue difícil para mí abandonar mi refugio y abrirme en el camino más
peligroso, convivir con un hombre, particularmente si se trataba de León
Raven.
Por su trabajo de programaciones de software más una tienda de armas de
cacería, él prácticamente vivía ocupado la mayor parte del día, hasta dadas
las ocho de la noche. Todo ese lapso, tenía la casa sola para mí. Era
acogedora, hogareña, una antigua casona remodelada cuyos cimientos, los
cuales databan de la guerra civil americana.
Colegas del espionaje y amigas de un escuadrón secreto me ayudaron a
decorarla y darle el estilo tradicional y victoriano que precisaba, luciendo
como una de las casas más elegantes de la manzana. Se mimetiza con las
demás del barrio, un suburbio privado en donde vivían principalmente
esposas de bancarios, empresarios, abogados y arquitectos.
Navidad 2015
Nunca tuve presente en mi vida ser madre. Tampoco quería serlo ahora con
esta faceta de mujer casada y una vida paralela de espía.
Me recordaba todos los días que esto era para protegerme de Piere y los
Rusos que me acechaban. Fruncí una sonrisa a León, quien seguramente
pensaría que lucía hermosa con un bebé en brazos. Luego que regresó su
madre, me levanté del sofá para huir hacia León.
-Dios... Son tan densas y con...
-¿Niños?
-Son lindos para ver, no para sostener.- dije con honestidad.
-Lucías adorable con la bebé de Ingrid.
-No lo creo.
-No quiero empezar a discutir. - agregó León y me tomó la mano. Detestaba
que me tomara por sorpresa con actos de cariño. Sin embargo, algo en mi
interior me hacía sentir protegida y a salvo cerca suyo. Él siempre me miraba
con atención, podía percibirlo cuando no lo veía. Causaba en mí un halo de
calidez que era nuevo para mí.
-Luces cansada.
- ¿Mm? No, estoy bien.
-Si gustas vamos a casa.
-Juega póker con los muchachos. Avísame por el móvil cuando terminen y
nos vamos.
-Ni hablar, nos vamos apenas termine la cena. Prefiero que descanses. - Posó
su mano en mi hombro, donde tenía una reciente herida. Sonreía, pero de
dolor.
Un par de horas más y regresaríamos a casa.
A lo lejos, alguien entre los arbustos vigilaba con binoculares infrarrojos.
Piere le había encontrado
Capítulo 5
Días después de aquella cena vecinal, León parecía distante. No parecía ser
el típico León un día martes por la tarde. Se acercó, me dio un beso en la
mejilla, cosa que me desconcertó.
-¿Cómo fue tu día?- pregunté, sosteniendo su mano, tenía nuestra alianza de
matrimonio pero algo me decía que estaba pasando...
Volví a la cocina como si nada, escondí el paquete en una gaveta secreta. Los
hombres jamás meten mano en la cocina, pensé.
León regresó con una expresión más relajada, como si se hubiese sacado la
culpa de encima.
"No te imaginas lo cruel que puedo ser contigo", pensaba mientras cortaba la
zanahoria en rodajas.
Estaba impaciente al ver que el reloj dictaba las nueve y cinco, no tenía ni
siquiera un mensaje de ella. Miré impaciente en la entrada, cientos de
personas iban y venían. Volví la vista, mirando en 360 grados por si aparecía
hasta que mis ojos se fijaron en la escalinata color bronce tapizada con una
fina alfombra roja. Ella bajaba con la mirada a los peldaños, el cabello suelto,
ese brunette que me había enamorado la primera vez, esos labios
pronunciados, perfectos, inmaculados. Observaba con detenimiento hasta el
ritmo de sus caderas al bajar el último escalón y la elegancia con la que se
movía hacia mí.
-Hola.
-Hola. Me alegra que vinieras- Me abrazó y ahogué el dolor que tenía en la
espalda.
-¿Tenía que ser justo aquí?
-Pues...Si. - Ofreció su brazo para que conduzca a la mesa reservada.
-No recuerdo el número de la cita que me diste el anillo de compromiso.- le
dije con sinceridad.
-No va al caso del por qué te traje hasta aquí. Tenías razón la otra noche,
que no hemos conversado lo suficiente. - Fingía escucharle, sólo deseaba
morfina para el dolor del cuerpo. El mesero nos sirvió vino y bebí todo el
contenido.
-¡Woa, despacio! ¿Pasó algo en el trabajo?
-Si. Un día muy difícil. Me ... Tropecé en la calle y caí de espalda... No me
siento bien.-Me tomó la mano de sorpresa.
-Tienes la mano congelada.-Vio los raspones, le dio un beso a mis nudillos.-
¿No te apetece bailar, como cuando éramos jóvenes?
-No... León... No creo que sea buena idea.
-Será despacio. Lo prometo.-Me extendió la mano.
-¿Confías en mí?
-¿A qué va esa pregunta? Creí que querías solo bailar en silencio.
-Te lo pregunto en serio. Quiero hablar, no seas sarcástica.
-No lo estoy siendo sarcástica. Confío en ti. ¿O vas a darme la razón de
desconfiar de la persona que duerme en mi cama?
-Bueno... Si vamos a ser sinceros ésta noche... Un tiempo atrás, cuando
estaba de viaje... Bueno... No tan tiempo atrás.... Admito que te fui infiel.
-¡Lo sabía!- le pise el pise con el stiletto- ¡Por eso estabas distante!
-¡Auu! ¡Oye, me estoy abriendo en una confesión! Peor sería si no lo dijera.
-¡¡¿Peor?!! ¡Tú eres de lo peor!
-¿Puedes bajar la voz, cariño?
-Cariño tus bolas.- Le apreté la entrepierna con una mano.
- ¡Ah, ahí no! Saca la mano, Valentine, no seas agresiva donde hay gente.
-¡¿Agresiva?! No he tenido un buen día, no me pidas lo que no puedo ser.
-Hay algo más que debes saber de mí que nunca te he dicho. - Me detuve
mirándolo fijamente. Él volvió a tomarme de la cintura para seguir bailando
despacio.
- ¿Qué quieres confesar? - "DILO YA" gritaba por dentro.
-Además de dedicarme a la informática... Yo.... Soy...
-Habla de una vez ¿Quieres?
-Soy un.... Caza fortunas. Me piden que mate a alguien y lo hago por un
buen sueldo.
-¿Eres un sicario?
-¿Qué dices? ¡No! No es lo mismo... Atrapo a los malos, gente mala que
quiere gente mala fuera, es todo.
-Entonces no sé si pueda confiar en ti.
-Oye... Espera... Yo jamás te haría daño.
- ¿Qué certeza tengo? Vienes y me cuentas en una noche todos tus secretos.
-Por lo menos he sido franco. Yo no sé si tu guardas secretos o no.
-¡Por favor! ¡No ésta noche! Mejor me largo.
-¡Valentine, espera! ¡¿Te puedes esperar?! Mierda que caminas rápido con
tacos...
-Ya está, León. Da lo nuestro por acabado.
-No puedo tirar a la basura siete años de todo lo que hemos vivido.... No voy
a rendirme... ¿Tu sí? Mírame, por favor.
-¿Por qué te acostaste con Lynne?
-No te dije su nombre.
-Lo averigüe por mi cuenta ¿Por qué?
-Quería saber si ya no sentía nada por ti pero me equivoqué. Lynne fue la
prueba de que sigo sintiendo algo por ti y es por eso que te cite aquí. Quiero
empezar de cero.
-No... No lo sé si tenga la fuerza suficiente... Sólo, llévame a casa, no me
siento bien.
-De acuerdo.
Llamé a un taxi, mañana recogería el auto. Valentine realmente lucía pálida,
sólo resaltaba el rosa oscuro en sus labios. Apoyó su cabeza en mi hombro
dentro del auto. Le corrí un mechón de cabello del rostro.
-Te amo más que a mi patética existencia.-Le di un beso en la frente antes de
escuchar decirle que me quería y que no me odiaba.
Capítulo 7
Era plena madrugada. Valentine dormía en nuestra habitación, yo estaba en
el cuarto de huéspedes. No podía conciliar el sueño, pensando en qué
depararía el día, si ella y su subconsciente ya tenían pensado en dejarme,
seguramente sí. Sabía que ella, una autosuficiente, no necesitaba un hombre
en su vida, al menos no alguien como yo. Maldecía en susurros por mi error,
era irreparable y no podía enmendarme de un día para otro. Escuché unos
pasos en la cocina, no parecían ser de Valentine. Me levanté con cautela,
cogí mi mejor aliada, una buena arma que solía guardar bajo aquella cama y
caminé sigilosamente a la cocina, de donde provenían los pasos. Tomé el
portarretrato de nuestro casamiento como espejo para ver quién era, parecía
mujer, no era Valentine. Vestida totalmente de negro, estaba dejando
abiertas las llaves del horno. Le apunté a la cien.
-Cierra esas hornallas o te vuelo la cabeza.-Tenía el dedo en el gatillo...
Hasta que un golpe suyo me descolocó, lanzando el arma lejos. Empezó una
lucha de karate que parecía no tener fin. Sus movimientos eran más ágiles
que los míos, sus patadas me estaban haciendo pedazos el estómago y la
cabeza.
-¡¡Jea!!-Era lo único que emitía ruido desde allá abajo. Desde la barandilla de
la escalera logré ver a León a duras penas luchando con una desconocida.
¿Era Lynne? Imposible, la había asesinado, seguramente una enviada de
Piere para matarme. Bajé para estar en un ángulo más próximo a la cocina.
Estaba por disparar cuando los ojos de León me vieron.
-¡¡No dispares!! - Fue lo único que logró decir ya que estaba esquivando los
golpes. - De todas maneras, disparé y el impacto encendió una llamarada en
la cocina que despidió a León y a la intrusa hacia el living. Corrí lo más
deprisa, otros tres sujetos irrumpieron por las ventanas del comedor,
disparando a diestra y siniestra. Tomé del brazo a León casi inconsciente y
nos resguardamos en la biblioteca.
-León... ¡Hey!- Estaba con el rostro con marcas y sangre en su mejilla
izquierda. -Mierda ¿Qué te ha hecho? - Sentía una inmensa culpa que
estuviera así por mi causa. Busqué entre los libros otro revolver, lo cargué y
dejé listo. León volvió en sí.
-¡Ah!
-¿Estás herido?- Le toqué el abdomen, preocupada que se hubiera lastimado
gravemente.
-No. Creo que no. ¿Quién es? ¿Qué quiere aquí?
-Luego te lo explicaré. Irrumpieron y no tuvimos otra alternativa que
defendernos, León usaba mi primer revolver y yo el de la biblioteca. Dos
quedaron heridos con un disparo en la cien, restaban la mujer y otro sujeto
más. Aunque estaba concentrada en disparar, era imposible no ver a León
devolviendo disparos lo suficientemente certeros al sujeto, hiriéndole en una
pierna y en el brazo derecho.
Le vi que sacaba una granada de la cintura, fue todo tan rápido que no dudé
en pensar. Tomé a Valentine de la cintura, me lancé del otro lado del sofá,
usándolo de escudo para protegernos de la detonación.
-He tomado lo más preciado que tiene, la única razón por la que sigue
viviendo una vida normal. Dejemos que venga a nosotros. Ya tenemos en
nuestras manos lo que más quiere. Pobre miserable, creía que sólo el amor
por este sujeto le protegería. - Decía Piere a otros cinco hombres en lo que
parecía ser una sala de reuniones. En otra habitación, León estaba
maniatado, el rostro malherido y la camisa que una vez fue blanca,
manchada con su sangre.
Capítulo 8
León llevaba el reloj que le había obsequiado en su cumpleaños y había
recordado que tenía en su mecanismo un rastreador. Supe en ese instante
que no le perdería, al fin y al cabo. Su ubicación me llevó hasta un viejo
edificio de la calle Saint Mark, en una antigua construcción de diez pisos
color ladrillo. Llevé conmigo el arsenal suficiente como para ingresar y salir
de allí con León a mis hombros si fuera necesario. Entré por el
compartimiento de una ventana del ala oeste que daba al callejón sin salida.
Agazapada, me adentré hasta un área que parecía ser un lobby, en donde
había cuatro hombres armados. Usé dardos para adormecerlos y seguí mi
rumbo, intentando vislumbrar signos que me llevaran a León. Escuché la
voz de una mujer dando órdenes, su acento me sonaba familiar. Volteé a
mirar y era una mujer de mi edad, más alta, de cabellera color azabache
atada en una coleta, vestida de negro y con abrigo de paño color borgoña.
-En pocos minutos estará seguramente por aquí. Estén atentos y ténganlo a
mano. – dijo en un tono suave. Se volteó, sintiendo mi presencia, pero yo ya
me había escondido, en lo alto de sus cabezas, por el sistema de ventilación.
Unos veinte pasos adelante, logré ver a León maniatado, la cara
ensangrentada y con un ojo en tinta. Un sujeto estaba frente suyo y había
otro en las sombras, Piere en persona.
- ¿Dónde tiene ella el pendrive? Debes saberlo… Después de todo… Eres su
esposo. –Indagó Piere.
-Exesposo. Y no, no compartía conmigo todos sus secretos. No sé de qué
pendrive me hablas.
-Valentine grabó ciertas cosas que no debía y está todo en ese pendrive. –
Ella sabía a qué se refería. En aquel almacenamiento se guardaban videos
del tráfico de mujeres por parte de hombres del ejercito de los “cascos
azules” y de la propia KGB y CIA, además de gente poderosa de ambos
gobiernos. Tenía la evidencia suficiente para relevar de sus cargos a varios
agentes, entre ellos Piere y su difunto compañero de la CIA. Piere había
acribillado a su compañero por traicionarle al recopilar aquellas cintas en el
pendrive, del que ella guardaba custodia. Lo tenía consigo, como trueque a
cambio de León. Obviamente, había hecho unas copias y el pendrive que
llevaba en el bolsillo de su pantalón era una copia del original. Valentine
esperó a que Piere se fuera por unos diez minutos. Al escuchar sus pasos
cada vez más lejos, lanzó desde su ubicación un sedante al matón que
vigilaba a León. De un brinco tocó el suelo, se acercó a León, posando su
mano en su rostro.
-Voy a culparme por esto el resto de mi vida… ¿León? Despierta. – Le
susurró. – Él abrió el ojo izquierdo, trató de sonreír, pero le dolía todo el
cuerpo y no podía hablar. Ella le acercó un poco de agua que había a su
derecha para que escupiera la sangre.
-Voy a sacarte de aquí, pero debes ayudarme a hacerlo ¿De acuerdo? –Él
asintió con la cabeza, estaba tan lastimado que sólo hacía gestos. Le dio
impulso a subir, luego le siguió y cerró la rejilla. Con cautela, se arrastraron
por toda la serpentina del conducto de aire. Valentine contenía la
respiración, en sus venas corría la adrenalina y el miedo de ser descubiertos,
sabía lo sádico que Piere podía ser. Estaban a tan poco de lograr la salida
cuando una parte se desprendió y ambos cayeron al suelo alfombrado.
- ¡Ah! - exclamó León del dolor. Un círculo de armas les rodeó.
- ¡Vaya! No creí que tan pronto acudirías a nosotros. – Valentine cruzó
miradas con Piere.
-Tengo el pendrive. Te lo doy y dejas a León irse en paz. Sabemos bien que
tu sólo me quieres a mí.
-Mmm… No sería divertido verte sufrir a ti sola. ¡Enciérrenlos por separado!
–Exclamó- A ella, la quiero en el “cuarto gris”- ordenó. Un golpe de Piere
en su rostro la dejó inconsciente.
Capítulo 9
- ¡Valentine! – grité al despertar, pero ella no estaba. Me encontraba
encerrado en un cuarto sucio y en ruinas. Me tiré a un lado con silla y todo,
logrando en poder desatarme de manos. Busqué la manera de poder
desatarme los pies hasta que finalmente pude hacerlo. Tenía las manos
laceradas, el dolor no importaba ahora, sólo tenía que buscar a Valentine
como sea. Miré al techo, el acueducto de ventilación estaba abierto, usé la
silla de escalera y me di impulso a entrar. Eran más de cinco recámaras,
pero parecía que esa planta estaba vacía. Salí de mi túnel de escondite y opté
por escalar la soga del ascensor averiado.
Llegué al tercer piso, donde parecía haber más movimiento. Estaba seguro
que me aproximaba hacia donde la tenían prisionera. Sigilosamente, pude
hacerme cargo de un vigilante y logré robarle el arma que llevaba consigo.
Pateé la puerta y allí estaba ella, rodeada de un círculo de hombres de traje.
Su mirada me mataba, como diciéndome “¡¿eres idiota?! ¡van a matarte!”
pero no hice caso a la señal de sus ojos. Apunté directamente a Piere.
- ¿Qué es lo que quieres con ella? ¡Déjale ir!
-No es asunto tuyo… Ya no. No te conviene jalar el gatillo…- A sus espaldas,
tenía a tres sujetos armados. No pensé dos veces y disparé a ellos, un tiro en
cada una de sus frentes. Los cuatro hombres de traje quedaron petrificados.
-Ya nos entregó el pendrive, Piere. - dijo el más anciano.
-No puedo dejarles con vida. – Apuntó su arma hacia mí. Valentine me
miró, sabía que tramaba algo. Tomó desprevenido a Piere, logrando
desatarse con una destreza sobrehumana. Yo aproveché y disparé a los
secuaces que estaban delante de mí. Ella corrió en mi dirección, me tomó la
mano mientras seguíamos disparando hacia Piere.
- ¿Confías en mí, ahora? - le pregunté.
- Ahora … No creo que es el momento de hablar de lo nuestro…- Como
siempre, tenía la excusa perfecta para no tratar el asunto.
- ¿Qué tenía ese pendrive?
- Algo muy turbio que será mejor que sólo uno de nosotros siga conociendo
su contenido. – Ocultos en una pared me enseñó que tenía uno,
seguramente el original. – Debo llevar esto a alguien que conozco, y vas a
ayudarme.
- ¡Hey! ¡Bastante estoy arriesgando mi cabeza! ¡Mi plan era salvarte, no salvar
el mundo de este sujeto que no deja de dispararnos!
- ¡¿O me ayudas o dimites con lo nuestro?! – Sus ojos hazel me mataron con
la mirada.
- ¡Bien, de acuerdo, lo haré!
Le seguí hasta un antiguo condominio de apartamentos al sur de la ciudad.
Ella tocó la puerta de uno de ellos del tercer piso, como si fuese en código
morse. Dentro, era una sala de operaciones al mejor estilo de la CIA, las
paredes cubiertas en laminado gris, las ventanas de un grosor que parecían
ser blindadas. Una esbelta mujer de cabello negro largo atado en una fuerte
coleta y vestida de negro se acercó a ella, abrazándose afectuosamente como
si fueran hermanas de toda una vida.
- ¡Jacqueline! Temía no poder llegar a tiempo.
- Imaginaba que hubo algún inconveniente en el camino… ¿Y él? ¿Quién
es? - Su mirada se volvió hostil al verme.
- Él es León.
- ¡Ah! Con que es él el famoso León. Jacqueline Petrova. - Nos dimos la
mano mientras me analizaba con la vista, de pies a cabeza.
- Ella es de fiar. Trabaja para la Interpol ahora. – Explicaba Valentine
mientras tomé asiento. Ella le pasó el pendrive a Jacqueline, ésta copió la
evidencia y le regresó el pendrive. – Tengo unos pasajes para ustedes dos,
con destino a Italia. Allí encontrarás a un amigo mío que podrá guardar ese
pendrive bajo llave.
- ¿Su nombre?
-John Wick.
- ¿Estamos hablando del mismísimo John Wick? –pregunté sorprendido.
- Así es. Una vez que te encuentres con él, les dará nuevas identidades.
Podrán empezar de cero.
- ¿Qué será de Piere? No pude acabar con él.
- No te preocupes, ésta evidencia ya está en manos del jefe general de la
KGB y de la CIA, será enjuiciado por alta traición y por el tráfico de
Filipinas en Rusia. Esto, Raven, queda y muere aquí. - me advirtió.
-Comprendo.
Epílogo
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