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Editado por Harlequin Ibérica.


Una división de Harper Collins Ibérica, S.A.
Núñez de Balboa, 5628001 Madrid
© 2018 Melanie O’Connor & Lisandro Sartino
© 2019 Harlequin Ibérica, una división de Harper Collins Ibérica, S.A.
“Ahora terminamos” 2019
Título original: It’s Now Over

Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.

Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial.
Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la
imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas,
vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son
pura coincidencia.
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I.S.B.N.: 974-84-1307-772-6
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Sinopsis:
León Raven era un Casanova profesional, dejando corazones rotos por
doquier. Hasta que se topó con una mujer cuya muralla de hielo podría
congelar todo el hemisferio. Cruzó con aquella enigmática dama en su bar
regular en un juego de pinball. Desde esa noche que no pudo más conciliar
sueño. "Avalon", es la única información que consigue de ella, un seudónimo
de juego que en realidad esconde su nombre real, Alexia Valentine Lonney
ex agente de la CIA. Bajo esa faceta de decoradora de ambientes, León
desconoce semejante secreto. Luego de cuatro años de convivencia y
matrimonio, León cree que le está engañando, inventando teorías en su
mente. Ella, cansada de sus celos irracionales y su trasntorno de ira (TEI)
decide pedir el divorcio. Ahora el temor de perderla para siempre, León
luchará por recuperar ese amor y pasión que una vez los unió. Además de
lidiar con los problemas estúpidos que le acarrea León, Valentine tiene a sus
espaldas enemigos que quieren liquidarla por completo. Emboscadas,
bombas, trampas, metralletas y balas por doquier, #ITSNowOVER es una
novela llena de acción, romance y comedia que les atraparán desde el
principio. Un trabajo creado por Melanie O'Connor con la participación de
Lisandro Sartino, quien le da voz a León Raven.
"¿Te vas a rendir tan fácil por mí, pidiendo el divorcio? No pienso dártelo.
-Entonces estás declarando una guerra"
Elenco pensado para ésta historia:
AVALON (Alexia Valentine Lonney) ---------------------------- Angelina Jolie
León Raven ------------------------------------------------------- Brad Pitt
Piere Devonne --------------------------------------------------------- Michael Fassbander
Jacqueline Petrova (Espía Rusa) ----------------------------------------- Gal Gadot
Rouge Lynne ------------------------------------------------------- Marion Cotillard
@ Copyright, derechos reservados de MelanieOConnorEscritora
Capítulo 1
Ésta historia inicia el último día de la semana, del año 2012. Un viernes
como cualquier otro, me dirigía a mi santuario nocturno, un bar latino en los
confines de Riverside, Los Ángeles. El calor y la humedad exterior lograban
que se adhiriera mi camisa blanca al cuerpo. Alguna aguardiente o tequila
me harían pasar el mal trago en la oficina. No hay nada que el alcohol no
solucione, me dije. Caminé hacia la taberna, me senté en uno de los
taburetes giratorios y ordené un Vodka para iniciar la noche.
Concentrando en las mujeres que siempre frecuentaban, no me percaté
de la belleza que estaba de pie ante el juego de Pinball. Alta,
aproximadamente un metro sesenta y cinco, cabello color chocolate largo,
llevaba una falda blanca por debajo de las rodillas y un top a juego. Me
causó mayor sed imaginarme tener aquella mujer en mis brazos. Varias
habían pasado por mi cama, pero aquella, lucía tan exótica y peculiar, como
el Amancay en primavera. Con cautela, caminé hacia ella.

-Disculpa...-Le toqué el hombro para ver su rostro, si aquella belleza física


compaginaba con su cara.
-¡¿Eres ciego?! ¿No ves que estoy jugando? ¡Mierda! ¡Por tu culpa, no
superé al pendejo de #Thor1313!- Logré verla mejor, ojos hazel, labios
gruesos, lindas cejas, ni muy finas ni muy gruesas, perfecta.
-Lo... Lo lamento... Mira, para disculparme te invito una cerveza ¿Qué
dices?- Entrecerró los ojos, como una fiera desconfiada.
-Estaré vigilando que no metas nada en mi botella.- Vi que anotaba su
puntaje bajo un apodo.
-No soy un pervertido. Avalon... ¿Qué clase de apodo es ese? Yo soy ese de
ahí, 3389.
-Al menos yo no me llamo #SuperDick2013. ¿Tu pene tiene superpoderes?
¿Brilla en la noche con luz de neón? Me sonrojé y sólo reí.
-No, pero tiene la habilidad del crecimiento.
-Eres un asco. Como todos.
-Yo no entré al bar escupiendo como si fuera el lejano Oeste. Te vi escupir.
-Es un tic, como el de los hombres por agarrarse el paquete.
-¡Ja, que fina, "paquete"!
-¡¿Acaso prefieres que diga que se rascan los huevos porque no se lavan?!-
La mesera y la cajera del bar explotaron en risas. No sabía dónde
esconderme.
-¿Satisfecha en hacerme pasar el ridículo?
-Si, por hacerme perder.
-¿Gustas un tequila? Yo invito. - Lo miré con desconfianza, era un sujeto
alto, un metro setenta, ochenta quizás. Era de esos que usaban sus ojos
claros para persuadir. Me brindó asiento y sonreí.
-Ah, tienes algo de caballeroso.
-Mi madre me crío bien.
-¿Alcoholizas a las mujeres en tu primera cita?- me preguntó mientras
revolvía la pequeña copa de un lado a otro.
-No a todas.
-Pediré un café, mejor.-Dejó el tequila en la mesa. Su manera de sentarse no
era de una damisela, me intimidaba que al conversar no me apartara los ojos
de encima. ¿Quién estaba atrapando a quién? ¿Yo a ella o ella a mí?
-Con que eres de virgo... Dicen que los virginianos son mujeriegos.
-Es el mismo prejuicio a los de Leo. ¿Qué hay de ustedes, las cabras?
-Capricornio no es un signo de coqueteo. Analiza primero y ve el rango de
posibilidades antes de meter la pata.
-¿Ah sí? ¿Me estás analizando ahora? ¿Qué piensas de mí?
-Mmm ...- Se acercó más hasta que estuvimos a un centímetro, casi rozando
la nariz.-Típico don Juan, inseguro, idiota, narcisista, tienes un ego grande....
Te crees cautivador por esos ojos que portas, seguramente herencia de tu
madre.
-Vaya que has acertado.-Iba a decirle lo que veía de ella pero me tomó la
mano.
-¿Bailas? ¿O eres de madera?
-Depende el ritmo.-respondí. Permaneció callada durante aquel breve baile.
Sólo intercambiamos miradas. Supe en ese instante que había química. Se
detuvo y me besó la mejilla.
-Un gusto conocerte, León. Debo irme.
-No me has dicho tu nombre.
-Con "Avalon" basta y sobra. Tengo prisa.
-¿Cuándo podré volver a verte?
-Cuando lo permita el destino, cowboy.-Había enlazado mis dedos a los
suyos pero ella con destreza se libró de mi mano.
-Hasta la próxima ocasión.
-¡¡¿Cuándo será eso?!!
-¡No presiones al destino! Él viene solo a ti. - me dijo, desapareciendo entre
la multitud.
Capítulo 2
Un mes tratando de ir al mismo bar, al mismo horario y sin rastros de
Avalon. Lo admito, me atrapó con esa mirada y ese modo varonil de
caminar. Había algo en su estilo diferente de todas las mujeres que había
conocido.
Trabajaba como vendedor de software para varias compañías electrónicas y
en julio debía viajar a México.
No creí que en la recepción del hotel lograría verla de nuevo.
El lobby estaba repleto de turistas y dos grupos estudiantiles. Iba apresurada,
yendo hacia donde estaba yo. Miro rápido hasta que sus ojos se detuvieron
en los míos.

"¿De nuevo éste sujeto en mi camino?", se preguntó Alexia. "Es apuesto y


todo, pero... No, ahora no es el momento adecuado de distraerse", pensó.
Un agente ruso la perseguía así que no tuvo alternativa en acercarse a León.
Le habló al oído.
-Hola- Alcanzó decir él cuando ella le tomó de la mano y lo llevó hacia un
cuarto de abrigos del personal. Ambos se apoyaron a la puerta.
-¿Y nos estamos escondiendo de... ? ¿Un ex novio rencoroso?
-Podría decirse que si.- agregó ella.
-Si quieres... Puedo salir y golpearle para que deje de perseguirte.
-Es cinturón negro.
-Igual que yo.- Alexia sonrío, tomándolo en broma.-Hablo en serio, tengo
cinturón negro.
-Claro. Y yo soy Xena.
-Podrías serlo... Digo... tienes un buen cuerpo y ...- Ella alzó una ceja.- Ya
tienes disfraz de Halloween.
-Prefiero una heroína que porte jeans, no falda corta.
-Tienes buenas piernas. No te quedaría mal.
-¿Y tú qué?
-¿Yo? Nunca me disfrazo en Halloween. ¿Qué crees que me quedaría bien?
-Mmm... No lo sé...-dejó de hablar para oír si podía salir de su escondite.
-¿Estás de paseo o por negocios?
-¿Tengo pinta de andar por trabajo?- La observó de jeans, una musculosa
blanca por la que se translucía su corpiño del mismo color, el cabello a
medio recoger y unas ballerinas planas.
-Luces magnífica, sea lo que sea que lleves puesto.
-Gracias.
-Si no estás muy ocupada .... Debo acabar unas ventas y más tarde podría
invitarte a cenar. Si quieres, por supuesto.
-Me gustaría, si.- Respondió impulsiva y se reprimió por dentro.- Ten, te has
ganado mi número.
-¿Por esconderme aquí contigo?
-Si. Un premio a tu ayuda. - Avanzó un paso más y me robó los labios con
un simple beso. Le tomé de la nuca para que no huyera y el beso fuese
duradero. Ambos casi sin aliento nos liberamos y mantuvimos la mirada fija
el uno al otro.
-A las nueve me llamas y me pasas a buscar, ¿Si?
-Por supuesto.- Dejó que fuera a darle un segundo beso y éste fue más lento
que el primero. Sentía fuego en mi interior. Saborear sus labios era como
tocar la miel con los dedos.
-Debo irme...
-También yo.- respondí. Fuera del hotel, cada cual tomó su camino.

Alexia se fue caminando, viendo a León de espaldas.


- ¿En qué sendero te estás metiendo, Alexia? - se preguntó en voz baja. Una
ex-CIA no tiene una vida normal. ¿Qué rayos estoy haciendo?
Capítulo 3
Londres

Había pasado un año desde que Alexia se había esfumado de Estados


Unidos debido a su vida secreta como ex agente de la CIA. Su refugio se
localizaba en una antigua mansión del siglo XVIII, donde entrenaba y vivía
la gran parte del año. Su mayordomo y mano derecha tocó la puerta del
estudio. Un hombre mayor de cabello blanco corto y unos ojos celestes
impenetrables se mantuvo de pie. Alexia permaneció sentada con los pies
sobre el escritorio.
-¿Novedades de Piere?
-Me temo que no. La KGB tampoco ha logrado capturarle. Aquí le traigo su
expediente. Disculpe mi atrevimiento pero di una mirada al prontuario,
Piere es un sicario profesional y muy peligroso.
-Lo sé, Roger. El año pasado casi me aniquila, de no ser porque me escondí.
¿Qué traes ahí?- preguntó por un sobre amarillo que llevaba encima de una
carpeta de archivos.
-Una nueva carta de León.
-¡Ash! Es perseverante ...
-Podría ser una vía de escape... Digo...- Alexia alzó la vista antes de seguir
leyendo las cursilerías que decía la carta.
-¿A qué te refieres?
-Bueno... Éste sujeto, León, es alguien común. Y si Piere le está acechando,
una alternativa podría ser que se case con León, mantenga una vida
corriente, hasta hallar la manera de ejecutar a Piere.
- ¡¿Te oyes bien?! ¿Casarme para ocultarme un tiempo? Mantener una vida
mundana y regular.... Interesante... Podría funcionar... Pero sabes bien que
pese a que sea ex agente, la CIA sigue recurriendo a mí.
-León no tendría por qué enterarse de su segunda identidad, mi señora.
Como usted me pidió, le he estado monitoreando y es bastante ingenuo.
-Bien. Debo darme un baño. ¿Dónde se encuentra León ahora?
-En México.
-Dile a Jack que prepare el jet.
-Sí, mi señora.
-Roger... Llevas diez años trabajando para mí. Deja de decirme señora.
-Es costumbre, Avalon.

Alexia pensaba bajo la ducha si el plan que había propuesto Roger podría
funcionar. Por un lado, le molestaba tener que guardar en secreto su vida de
espía, pero por el otro lado era necesario para resguardarse. León sería su
máscara, imaginaba que una vida juntos sería un nuevo reto para ella, ya que
nunca había convivido. Sus relaciones con el sexo opuesto habían sido
pasajeras hasta que se enamoró de un colega, el agente Richaud, quien luego
pereció en una misión que habían trabajado juntos. Cerró los ojos para que
el agua le ayudara a olvidar, pero su mente la llevaba siempre a Edinburgo,
sitio donde Richaud se había sacrificado por ella en mitad de un tiroteo con
una mafia rusa.
Respiró hondo y salió del baño, se secó el cuerpo y caminó desnuda hasta el
placard, buscando ropa limpia.

Roger tocó la puerta.-¿Se puede?


-No ¿Ocurrió algo?
-Es León, le llama por móvil.- Roger entreabrió la puerta y desde el suelo de
madera lanzó el teléfono, el cual llegó a sus pies.- Roger cerró y ella cogió el
móvil.
-¿Diga?
-Soy yo. ¿O acaso te olvidaste de mí tan fácilmente?
-No podría olvidar esa ronca voz de mis oídos. ¿Qué quieres León?
- ¿Por dónde andas? Es imposible de rastrear. No tienes ni Facebook, ni
registro de documento en internet.
-Donde vivo, no preciso de la tecnología.
-Pero tienes móvil, con código de Londres.
-Mi madre era inglesa.
-Oh, Ahora entiendo. ¿Estás allá ahora o en California?
-¿Por qué importa dónde esté?
-Porque quería proponerte una cita. Me dejaste plantado la última vez.
-Tuve un percance en el trabajo. No soy independiente, tengo una jefa muy
estricta.
-No sabía que ser decoradora de ambientes fuese un trabajo exigente.
-Pues, fíjate que no estoy ni en California ni en Londres. Ya sabrás de mí.
-Esperaré ansioso entonces.
-Podrás encontrarme. Sé que sí.
-Siempre encuentro lo que quiero.- Por una extraña razón, Alexia sonrió al
oír eso.
-He recibido tus cartas.
-¿Ah, sí? Pensé que quizás estaban en un cesto de basura junto a otras
posibles cartas de otros admiradores.
-No hay "otros". Y no soy de ese tipo de mujer.
-Lo sé, me di cuenta el primer día que te vi. Pero no diré todo lo que pienso
de ti por teléfono, así que esperaré hasta hallarte.
-Perseverante y paciente, vas avanzando bien, León.
-¿He pasado al casillero de "más citas y algo más"?
-Sólo al de "más citas". Lo de "algo más" llevará más tiempo.
León se mordió los labios.
-Okey... Vamos por la cita número ocho, así que ésta es la novena...
-Si. Di el lugar y la hora y estaré allí.
-No me dejes plantado como en la sexta cita.
-Como ya te dije, esa vez, tuve un percance.-Tenía una cicatriz en el
abdomen, producto de una puñalada por una misión de la que se reprochó
haber estado enferma y sus reflejos le habían fallado en aquella ocasión.
-Debo irme, dulzura, debo dejar unos softwares a dos empresas y haré
reserva para el sitio de nuestra reunión. Fue bello volver a escuchar tu voz.
-Lo sé. Tú también me cambiaste la mañana. - dijo con franqueza. A decir
verdad, Alexia estaba pasando por un mal momento en la agencia, los
reproches de sus superiores, quienes pese que le habían dejado libre de las
misiones en Europa, seguían llamándola para otras de mucho más riesgo.
Piere había sido un cabo suelto de una antigua misión y desde entonces ha
vivido con el fin de asesinarla a toda costa. Tanta presión y la presencia
omnisciente de Piere le carcomían la mente.

León y su patética vida le habían dado una bella distracción. Cada cita había
sido única, romántica, especial. Se sentía relajada y tranquila en sus brazos,
olvidando por esos momentos su vida de espionaje.
-Te quiero, Alexia.
-Y yo a ti.- solía aún mantener esa breve distancia, sin devolverle un "te
quiero".

Colgué, pensando bien un lugar exótico para llevarla a cenar, pero ¿dónde?
Ya se me iba a ocurrir algo. Hacía tiempo que no nos veíamos y, en cierto
modo, extrañé su cercanía, su presencia. Extrañaba mirar aquellos ojos y oír
su risa. Miré al techo del precario hotel donde me encontraba y me rasqué la
barba.
-¡Rayos! Estoy un asco. Debo asearme y lucir bien, parezco un borracho. -
Me dije y me encerré en el baño para afeitarme.
Alexia recibió un llamado de urgencia. Piere estaba cerca y debía abandonar
de inmediato la mansión. Empacó su ropa lo más rápido que pudo, le
entregó sus joyas a su mayordomo y le pidió que llevara sus cosas al jet.
-Creo que tendremos que apresurar el plan de querer ocultarme como la
señora Rivers- dijo. Mandó un mensaje a León, avisándole que lo de la cena
tendría que suspenderse por un viaje de trabajo.
Desde su jet privado no tuvo alternativa que detonar la bomba que destruyó
su anhelado refugio.
-Rayos.

Piere iba en una motocicleta. Al descender de ella, todo lo que halló fueron
ruinas, sólo escombros de un palacio de piedra.
-Ya te encontraré, Avalon.
Capítulo 4
Fue difícil para mí abandonar mi refugio y abrirme en el camino más
peligroso, convivir con un hombre, particularmente si se trataba de León
Raven.
Por su trabajo de programaciones de software más una tienda de armas de
cacería, él prácticamente vivía ocupado la mayor parte del día, hasta dadas
las ocho de la noche. Todo ese lapso, tenía la casa sola para mí. Era
acogedora, hogareña, una antigua casona remodelada cuyos cimientos, los
cuales databan de la guerra civil americana.
Colegas del espionaje y amigas de un escuadrón secreto me ayudaron a
decorarla y darle el estilo tradicional y victoriano que precisaba, luciendo
como una de las casas más elegantes de la manzana. Se mimetiza con las
demás del barrio, un suburbio privado en donde vivían principalmente
esposas de bancarios, empresarios, abogados y arquitectos.

Éramos la joven pareja casada del vecindario y León adoraba presentarme


en el barrio como si fuera un trofeo del que pudiera alardear.

Navidad 2015

Transcurrieron cinco años de matrimonio. La monotonía comenzaba a


perpetrarse lentamente. Conversábamos poco, nos veíamos sólo en la cena.
Tanto el cansancio por mis misiones como el trabajo de él, no
gesticulábamos palabra alguna,

La semana de Navidad de aquel año fue una locura. No tenía tiempo de


decorar ni el árbol ni la casa. Aproveché aquella mañana en asegurarme que
León fuese al trabajo así podría llamar a mi equipo a que me diera una
mano con los adornos por fuera y dentro de la casa.

Llegué tarde para la cena. Regresaba de una misión fuera de la agencia, la


cual debía deshacerme de un cabo suelto que había dejado un colega, un
mafioso ucraniano.
Corrí al baño a bañarme y quitarme la sangre en el rostro y los brazos.
Busqué el conjunto rosa pastel porque sabía que León me llevaría a ver a sus
amigos, el matrimonio Johnson.
Jonathan e Ingrid Johnson eran de Pennsylvania y vivían en Washington más
tiempo que León y yo.
Como tradición, los Johnson ofrecían una cena navideña a seis familias del
barrio, las más acaudaladas. Jonathan era muy amigo de León, se conocían
de la universidad.
No había logrado cambiar mi atuendo de espía del todo. Por suerte nadie se
percataba de mis medias negras que no combinaban en absoluto con el
vestido. León estaba reunido con los hombres invitados del vecindario
mientras yo me encontré rodeada de esposas perfectas que sabían hacer
pavo relleno, bordado y pilates, entre otras banalidades de la típica vida
marital.
-Alexia, querida. ¿Cómo haces para lucir tan fresca? Quiero decir... Cuidas
tu jardín, la casa y la cena para el cansado de León. No podría con todo.
-Me las apaño bien.-logré responder con una sonrisa espontánea.
-¡Ay, Juliana me acaba de vomitar mi falda! ¿Lo sostendrías mientras voy a
cambiarme? - No alcance a decir un no por respuesta cuando tenía en mis
manos a una bebé gordita de grandes ojos marrones y mejillas rosadas. Nos
mirábamos fijamente hasta que mis ojos se cruzaron con los de León.

Nunca tuve presente en mi vida ser madre. Tampoco quería serlo ahora con
esta faceta de mujer casada y una vida paralela de espía.
Me recordaba todos los días que esto era para protegerme de Piere y los
Rusos que me acechaban. Fruncí una sonrisa a León, quien seguramente
pensaría que lucía hermosa con un bebé en brazos. Luego que regresó su
madre, me levanté del sofá para huir hacia León.
-Dios... Son tan densas y con...
-¿Niños?
-Son lindos para ver, no para sostener.- dije con honestidad.
-Lucías adorable con la bebé de Ingrid.
-No lo creo.
-No quiero empezar a discutir. - agregó León y me tomó la mano. Detestaba
que me tomara por sorpresa con actos de cariño. Sin embargo, algo en mi
interior me hacía sentir protegida y a salvo cerca suyo. Él siempre me miraba
con atención, podía percibirlo cuando no lo veía. Causaba en mí un halo de
calidez que era nuevo para mí.
-Luces cansada.
- ¿Mm? No, estoy bien.
-Si gustas vamos a casa.
-Juega póker con los muchachos. Avísame por el móvil cuando terminen y
nos vamos.
-Ni hablar, nos vamos apenas termine la cena. Prefiero que descanses. - Posó
su mano en mi hombro, donde tenía una reciente herida. Sonreía, pero de
dolor.
Un par de horas más y regresaríamos a casa.
A lo lejos, alguien entre los arbustos vigilaba con binoculares infrarrojos.
Piere le había encontrado
Capítulo 5
Días después de aquella cena vecinal, León parecía distante. No parecía ser
el típico León un día martes por la tarde. Se acercó, me dio un beso en la
mejilla, cosa que me desconcertó.
-¿Cómo fue tu día?- pregunté, sosteniendo su mano, tenía nuestra alianza de
matrimonio pero algo me decía que estaba pasando...

¿Por qué está tan observadora? Me da miedo que lo note. Nunca me ha


mirado tanto, como escaneando mi cuerpo, viendo dónde podría haber
alguna fibra, una mancha, lo que fuera. Me toqué la nuca, pensando que
pudiera haber algo.
-¿Te duele algo?
-Estoy un poco contracturado. Iré a darme un baño antes de cenar, cariño.-
logré escapar de su mano que me retenía.

Algo no cuadraba bien... ¿Desde cuándo un baño antes de cenar? Mi olfato


de espía no descansaba nunca. Esperé a que sus pasos sonaran en el piso
superior, hasta el clic de la puerta del baño cerrándose. Hurgué en sus
papeles del maletín, nada sospechoso. Arrugué el ceño. ¿En qué había
vuelto a casa? No recordaba haber escuchado el sonido de mi auto. Busqué
en mi móvil un sonido de que estaba picando comida con mi voz
tarareando.
Con cautela, me fui al garaje. El auto estaba aparcado como lo había dejado,
la motocicleta no tenía su cobertor encima. La llanta tenía barro, en efecto la
había usado al sentir el motor tibio, casi enfriándose. Afuera llovía
copiosamente y se oían truenos a lo lejos.
Revisé el compartimento del asiento, unas bolsas de papel madera, un arma
de calibre 38, sabía que la tenía ahí por propia seguridad, y un brasier color
rojo con encaje. No tengo nada en color rojo, ni brasier ni pantaletas. Lo
tomé con el clip que tenía en el cabello, lo metí en la bolsa de papel,
apretándolo con fuerza.
Lo llevaría a mi equipo privado de compañeras a que lo examinen y
consigan un ADN de la intrusa, la vil perra con la estaba viéndose a mis
espaldas. Me sentí traicionada, algo dentro de mí como si hubiera sido
apuñalado, un filo retorciéndose en mis entrañas, engendrando una cólera
que nunca había experimentado.

Volví a la cocina como si nada, escondí el paquete en una gaveta secreta. Los
hombres jamás meten mano en la cocina, pensé.
León regresó con una expresión más relajada, como si se hubiese sacado la
culpa de encima.
"No te imaginas lo cruel que puedo ser contigo", pensaba mientras cortaba la
zanahoria en rodajas.

Escuchaba el estridente sonido mecánico del corte, a cada golpe me daba un


susto. Me volteé en el sofá.
-¿Te falta mucho, cariño?
-No, querido.-Me sonrió mientras daba una última cortada. ¡Dios! Imaginaba
que en lugar de esa verdura cortaba mi miembro.

-No me respondiste cómo te fue en el trabajo.


-Ah, todo tranquilo, lo de siempre, no quiero aburrirte... ¿Me pasas la sal?
-¿Le faltó a la sopa?- alzó una ceja mostrando ofensa.
-¿Eh? No, no, no. ¡Está deliciosa! Tu sabes que suelo añadirle un poco más
de sal
-El doctor te dijo que te cuidara de la sal ¿Recuerdas?- Volvió a alzar la ceja
izquierda, bajó la mirada a su plato y tomó su sopa.
-Tienes razón. Sería irresponsable de mi parte.
¿Qué hay de ti? ¿Cómo te ha ido?
-Por ahora el servicio de remodelación de casas está en hiatos. Ha
aumentado la materia prima y he tenido que subir mis precios.
-¿Por qué no congelas el precio?
-No ganaría.
-Mmm... Podrías ofrecerte de puerta en puerta. Así empecé con mi rubro.-
dijo él.
-Decoración de ambientes no es igual a lo que tú haces, León.
-¿Estás enojada... ? ¿O estás en tus...? ejem... días?
-¿Disculpa?
-Te noté un poco irritada cuando llegué.
-¿Y lo asocias a que pueda estar en mi regla?
¡Cielos! ¡¿Desde cuándo respondes como todos los hombres?!
-Perdón, no lo dije con mala intención... Te sentí irritada, es todo... No
hagamos de una tontera una avalancha.
-¡Ja! ¿Dices que lo exagero todo además?
-¡No quise decir nada! ¿Vale? ¿Podemos cenar en silencio siquiera? -
Prendió el televisor a ver un partido de los Lakers. Apreté el mute.
-¡¿Ahora qué, Valentine?! ¡¿Tampoco puedo ver el partido?!
-Me gustaría conversar. No nos vemos en toda la mañana. Sales temprano, a
la tarde también trabajas y te veo recién de noche.
-¡Lo siento pero recuerda que debemos pagar la hipoteca de esta casa hasta
el año entrante!
-¡Eso ya lo sé, León! ¿No te das cuenta lo que pasa, no?
-¡No! ¿Qué es? ¿Qué tienes?
-No es algo que sólo "yo" tenga. ¡¿Sabes qué?! ¡Olvídalo! - Se levantó,
llevándose sólo su plato, cubiertos y copa. Oí el estruendo de la loza en el
tacho de basura. Quedé desconcertado en el comedor, preguntándome qué
rayos le pasaba... O si se había dado cuenta de algo...

Cuando se hizo la hora de dormir, no estaba en nuestra habitación sino en la


de huéspedes.
Suspiré, estaba cansado. Abrí mi computadora, tenía una orden de asesinar
un buen blanco, no daba detalles el cliente pero por el precio me dio a
entender que debía ser alguien muy valioso.

Me quedé encerrada en la habitación de al lado, clavando las uñas en la


almohada.
-Juro que haré trizas a esa perra... y a ti también. Nadie se mete conmigo. -
Una lágrima rodó sobre la almohada.
Capítulo 6
Era extraño no recibir noticias de la ubicación de Piere desde Londres,
donde había quedado mi mano derecha y fiel mayordomo. Hablando del
diablo, me había llegado a la casilla del email una carta de mi fiel amigo,
dándome el alivio de que Piere se encontraba en Malasia. Estaba dejando
listo el almuerzo antes de salir y recibí la llamada que más ansiaba en ese
momento.
-¿Las demás pueden? No es necesario emplear un despliegue de vigilancia.
-Shepard anda mal de amores, Avalon. Le hará bien desquitarse también.
Nos veremos en el lugar de siempre. Ah, y ya tenemos los resultados.
Cambio y fuera. - Cooper era una fiel agente, retirada con honores de la
CIA, ahora en el FBI, casada, con un pequeño de cuatro años, le seguía
Jenkins, la más joven del equipo, colega de Cooper hace ya seis años.
Shepard y Dallas, ambas eran de mi edad, centradas en su trabajo en la DEA
y la KFI, una élite de agentes de Inglaterra. Al menos Shepard me
entendería por lo que estaba pasando.

-¿Un tráiler de hot dogs?- Me sorprendí al verlas bajar del vehículo.


-Dijiste que fuera disimulado.- contestó Jenkins.
-¡Bien, bien! Entremos antes que alguien nos vea.-dije y cerré la puerta a mi
espalda.-¿Qué hallaron por el ADN?
-Su nombre es Rouge Lynne... Lo curioso es que tu... Mm... León no sabe
realmente a qué se dedica. - respondió Cooper. Arrugué el ceño, extrañada.
-¿Qué quieres decir? ¿Es como nosotras?
-Mucho peor. Rouge Lynne trabajó para la KGB en Moscú, la expulsaron,
pero en los archivos no figura por qué. Se ha hecho pasar a los ojos de tu
marido como una gerente de banco, usando su nombre real de Rouge
Lynne con identificación en Francia.
-¿Estás segura que León no sabe?-le pregunté a Shepard, quien seguía a
León por hacker del celular.
-Los registros de llamadas son sólo llamadas casuales, mensajes triviales... No
creo que quieras leerlos...- De todos modos, le arrebaté el dispositivo de
hacker y leí los mensajes capturados.
-Le daremos de baja todos los inversores en el banco donde finge trabajar
para que la echen... Hagan todo para venga hacia a mí.
-¿Estás segura? Ésta mujer ha sido tan bien entrenada como nosotras... -
añadió Dallas.
- ¡He dado una orden! - grité. Me centré en la cámara de vigilancia que
grababa como Rouge Lynne cruzaba la calle. No era tan joven pero tampoco
parecía tener mis años, unos 28 años quizá. ¿Justo debía ser una ex-espía
también? Demasiada coincidencia.

- ¡Valentine! ¡Es una llamada de León a tu móvil! - Dallas me lanzó mi


celular y lo cogí con destreza. Todas guardaron silencio. Me asusté al saber
que me llamaba tan temprano. Tomé aire y contesté.
-¡Hola, amor! No esperaba que me llames tan temprano.
-¡Oh, lo siento! ¡¿Estas en cama aún?!
-No, no... Estoy con las chicas en la sucursal de Tina, ya sabes, arreglando
cambios de cortinas y tapizados... ¿Es por algo urgente?
-No... Bueno.... Es decir... Me quería disculpar por cómo te traté anoche...
No quise decir las cosas que dije... Te invito a cenar, en donde te di la sortija
de compromiso.- Shepard me asintió con la cabeza, Cooper decía que no,
Jenkins y Dallas igual.
-No lo sé... Voy a estar ocupada hasta tarde... Yo...
-A las ocho... Ocho treinta ¿Puedes? Por favor, déjame compensarte, fui un
imbécil anoche.
-Está bien. A las nueve.
-¡Genial! Paso a buscarte al trabajo.
-Ve primero al restaurant. Estaré allí a horario.
-Okey... Te amo, Valentine.
-Y yo a ti. - colgué.
-¡¡Hijo de perra, mentiroso!!- dijo Shepard, comiendo un hot dog caliente.
-Primero lo primero, hagamos añicos a Lynne.-contestó Cooper mirándome.

-HSBC, Habla Rouge...- Rouge Lynne, sentada en su despacho de dirección


de inversionistas, estaba atendiendo a un nuevo cliente cuando su superior
tocó desde el vidrio, pidiéndole que saliera. La mirada de su superior no era
para nada alentadora. Antes de ir, se alisó la falda color jade y la camisa
celeste, quitando las finas arrugas y abrió la puerta.
-¿Si, señor?
-¿Ha visto usted la sección de los viejos accionistas ésta mañana?
-Sí, señor Franklin. Estaba todo en orden... ¿Qué ha pasado?
-Las acciones que dejaron a nuestro cuidado desaparecieron, las cuentas de
ahorro han sido transferidas a nuestra competencia. ¡¡¿Me puede explicar
que mierda ha pasado?!!
-¡Lo solucionaré de inmediato!
-¡Ya es tarde! ¡Vaya juntando sus cosas, señorita Lynne, está despedida!
-¡Espere a averigüe lo que sucedió!- Lo jaló hacia su oficina para que nadie
los viera. Cerró las persianas, afuera de su oficina había el suficiente ruido
para que nadie escuchara.
-Hay nada que usted pueda hacer ahora.
-No. Claro que no.- Sacó de su cartera un arma con silenciador y le disparó a
la cien. - Gordo imbécil. - Lo arrastró hasta el baño y le dejó allí. Buscó en la
computadora sin éxito.
-¡Mierda! Debió de ser un hacker... O alguien enviado por Avalon. Ha
encontrado el brasier.- Llamó a su secuaz desde un móvil descartable.
-¡Vaya, vaya! con que ha funcionado que aparecieras. Necesitaba una
distracción para ella y ha picado el anzuelo.
-No te preocupes, descuida, sufrirá mucho más que unos cuantos arañazos
de mi parte en tu nombre.
-Ve al grano. Búscala y dale un poco de tu medicina.
-Con mucho gusto.- dijo sonriente.

-Valentine, ¿puedo hablar contigo un segundo?


-Si... ¿Qué pasa Cooper?
-Mm.. Soy tu amiga de toda una vida, prácticamente nos criamos juntas...
¿Realmente es necesario todo esto?
-Lo es. Necesito vengarme.
-Entonces realmente le amabas como para armar éste operativo contra
Rouge Lynne. ¡Val, estamos hablando de Lynne, tiene un prontuario alto en
Rusia!
-No me interesa su legajo ahora. La quiero hacer mierda, a ella y a él por
engañarme. Cuando estés en mi posición, me pedirás que haga lo mismo
que te estoy pidiendo ahora. Debo irme. Pueden irse todas a casa, han
hecho bastante por hoy.
-¿Volvemos mañana?
-Si, a la misma hora.... Y, por favor, cambien de tráiler, me da asco el olor a
mostaza.- dije antes de cerrar.

Era temprano, tenía tiempo de estar sola antes de ir a la cena. Me refugié en


el escondite de siempre. Tenía cerca una botella de brandy, me quedé
mirando el techo. La mente me jugaba en contra en ese momento,
recordando los años pasados con León.
¿Es así lo que se siente el corazón roto? Ahora lo sabía, por primera vez, es
como perder una parte de ti, sientes un vacío que no puede llenarse ni con
alcohol, un nudo en la garganta y un puñal que se retuerce en tus entrañas
sin cesar, cada vez más intenso.
El brandy me llevó a llorar desconsoladamente. Me incorporé a duras penas,
caminé descalza hasta encontrar mis zapatillas. Sentí un golpe en seco que
me tiró al suelo. Logré poner las manos en el piso frío color verde. El reflejo
del limpio azulejo me reveló que tenía a mis espaldas a Rouge Lynne en
persona.
-¡Qué patética imagen, borracha y melancólica!
-¿Cómo me encontraste?
-De la misma manera en cómo te hiciste cargo de dejarme sin trabajo.
-Ese no era tu verdadero trabajo.
- ¡Ah! ¿Sabes bien quién soy? ¿Mm? Yo creo que no... No sabes lo bien que
se me da acostarme con el hombre de otras.- La sobriedad volvió un poco
para ayudarme a defenderme, le arañé el rostro en la mejilla derecha y me
abalancé sobre ella.
-¡Pegas peor que un hombre, Valentine!- Su cabeza en mi cien no me la
esperaba, aturdió todo mi eje. Me tomó fuerte del cabello y me golpeó con
algo contundente en la espalda.
-¡¡Ah!!
- Tu sé tre fragile, mon amie
-¿Por qué León? ¿Por qué tú?
-Estás haciendo las preguntas menos acertadas.
-¿Quién te envío?-Me dio vuelta, apretándome el cuello.
-Bonjour, Avalon, déjate matar por mí. Será menos tortuoso de lo que él
podría hacerte.
-Piere... Él ... -Me sentía débil, me dolía el cuerpo, en especial la espalda.
Busqué la botella a duras penas, le di contra el piso y se la clavé al estómago.
-¿Nunca te dijo Piere que a mi nadie me ha podido matar? Mucho menos
una mujer como tú. Mon cherie.- Me incorporé despacio aun sosteniendo la
botella en su abdomen.
-Mandaré tu corazón a Piere como saludo.
-Mm... Al menos ya hice mi cometido... No podrás confiar nunca en nadie...
Ni siquiera de León.- dijo Rouge Lynne antes de que le rompiera el cuello.
-Cooper, soy yo. Ven a darme una mano. Y consígueme un vestido negro.
Me miré y tenía la sangre de la infeliz en mi ropa. Al menos en aquel
departamento tenía una ducha y ropa simple para cambiarme. Cuando salí
del baño, Cooper y Jenkins llegaron.
-¡¿Pero qué carajos pasó aquí?!! ¡¿Qué hiciste?!- Jenkins como siempre
alarmada al ver a Lynne en mi piso muerta con la media botella clavada.
-Calla y abre la bolsa que traje.- Cooper ladraba órdenes.- ¿Qué sucedió?
-Intentó matarme. La envío Piere.
-¡Joder! Jenkins. dale el vestido. Tu ve tranquila al encuentro con León,
nosotras nos encargaremos de ella. No confíes en nada de lo que León te
diga, no sabemos aún si es un cómplice de Lynne o de Piere. Ten cuidado.
-Lo tendré.

Estaba impaciente al ver que el reloj dictaba las nueve y cinco, no tenía ni
siquiera un mensaje de ella. Miré impaciente en la entrada, cientos de
personas iban y venían. Volví la vista, mirando en 360 grados por si aparecía
hasta que mis ojos se fijaron en la escalinata color bronce tapizada con una
fina alfombra roja. Ella bajaba con la mirada a los peldaños, el cabello suelto,
ese brunette que me había enamorado la primera vez, esos labios
pronunciados, perfectos, inmaculados. Observaba con detenimiento hasta el
ritmo de sus caderas al bajar el último escalón y la elegancia con la que se
movía hacia mí.
-Hola.
-Hola. Me alegra que vinieras- Me abrazó y ahogué el dolor que tenía en la
espalda.
-¿Tenía que ser justo aquí?
-Pues...Si. - Ofreció su brazo para que conduzca a la mesa reservada.
-No recuerdo el número de la cita que me diste el anillo de compromiso.- le
dije con sinceridad.
-No va al caso del por qué te traje hasta aquí. Tenías razón la otra noche,
que no hemos conversado lo suficiente. - Fingía escucharle, sólo deseaba
morfina para el dolor del cuerpo. El mesero nos sirvió vino y bebí todo el
contenido.
-¡Woa, despacio! ¿Pasó algo en el trabajo?
-Si. Un día muy difícil. Me ... Tropecé en la calle y caí de espalda... No me
siento bien.-Me tomó la mano de sorpresa.
-Tienes la mano congelada.-Vio los raspones, le dio un beso a mis nudillos.-
¿No te apetece bailar, como cuando éramos jóvenes?
-No... León... No creo que sea buena idea.
-Será despacio. Lo prometo.-Me extendió la mano.

-¿Confías en mí?
-¿A qué va esa pregunta? Creí que querías solo bailar en silencio.
-Te lo pregunto en serio. Quiero hablar, no seas sarcástica.
-No lo estoy siendo sarcástica. Confío en ti. ¿O vas a darme la razón de
desconfiar de la persona que duerme en mi cama?
-Bueno... Si vamos a ser sinceros ésta noche... Un tiempo atrás, cuando
estaba de viaje... Bueno... No tan tiempo atrás.... Admito que te fui infiel.
-¡Lo sabía!- le pise el pise con el stiletto- ¡Por eso estabas distante!
-¡Auu! ¡Oye, me estoy abriendo en una confesión! Peor sería si no lo dijera.
-¡¡¿Peor?!! ¡Tú eres de lo peor!
-¿Puedes bajar la voz, cariño?
-Cariño tus bolas.- Le apreté la entrepierna con una mano.
- ¡Ah, ahí no! Saca la mano, Valentine, no seas agresiva donde hay gente.
-¡¿Agresiva?! No he tenido un buen día, no me pidas lo que no puedo ser.
-Hay algo más que debes saber de mí que nunca te he dicho. - Me detuve
mirándolo fijamente. Él volvió a tomarme de la cintura para seguir bailando
despacio.
- ¿Qué quieres confesar? - "DILO YA" gritaba por dentro.
-Además de dedicarme a la informática... Yo.... Soy...
-Habla de una vez ¿Quieres?
-Soy un.... Caza fortunas. Me piden que mate a alguien y lo hago por un
buen sueldo.
-¿Eres un sicario?
-¿Qué dices? ¡No! No es lo mismo... Atrapo a los malos, gente mala que
quiere gente mala fuera, es todo.
-Entonces no sé si pueda confiar en ti.
-Oye... Espera... Yo jamás te haría daño.
- ¿Qué certeza tengo? Vienes y me cuentas en una noche todos tus secretos.
-Por lo menos he sido franco. Yo no sé si tu guardas secretos o no.
-¡Por favor! ¡No ésta noche! Mejor me largo.

-¡Valentine, espera! ¡¿Te puedes esperar?! Mierda que caminas rápido con
tacos...
-Ya está, León. Da lo nuestro por acabado.
-No puedo tirar a la basura siete años de todo lo que hemos vivido.... No voy
a rendirme... ¿Tu sí? Mírame, por favor.
-¿Por qué te acostaste con Lynne?
-No te dije su nombre.
-Lo averigüe por mi cuenta ¿Por qué?
-Quería saber si ya no sentía nada por ti pero me equivoqué. Lynne fue la
prueba de que sigo sintiendo algo por ti y es por eso que te cite aquí. Quiero
empezar de cero.
-No... No lo sé si tenga la fuerza suficiente... Sólo, llévame a casa, no me
siento bien.
-De acuerdo.
Llamé a un taxi, mañana recogería el auto. Valentine realmente lucía pálida,
sólo resaltaba el rosa oscuro en sus labios. Apoyó su cabeza en mi hombro
dentro del auto. Le corrí un mechón de cabello del rostro.
-Te amo más que a mi patética existencia.-Le di un beso en la frente antes de
escuchar decirle que me quería y que no me odiaba.
Capítulo 7
Era plena madrugada. Valentine dormía en nuestra habitación, yo estaba en
el cuarto de huéspedes. No podía conciliar el sueño, pensando en qué
depararía el día, si ella y su subconsciente ya tenían pensado en dejarme,
seguramente sí. Sabía que ella, una autosuficiente, no necesitaba un hombre
en su vida, al menos no alguien como yo. Maldecía en susurros por mi error,
era irreparable y no podía enmendarme de un día para otro. Escuché unos
pasos en la cocina, no parecían ser de Valentine. Me levanté con cautela,
cogí mi mejor aliada, una buena arma que solía guardar bajo aquella cama y
caminé sigilosamente a la cocina, de donde provenían los pasos. Tomé el
portarretrato de nuestro casamiento como espejo para ver quién era, parecía
mujer, no era Valentine. Vestida totalmente de negro, estaba dejando
abiertas las llaves del horno. Le apunté a la cien.
-Cierra esas hornallas o te vuelo la cabeza.-Tenía el dedo en el gatillo...
Hasta que un golpe suyo me descolocó, lanzando el arma lejos. Empezó una
lucha de karate que parecía no tener fin. Sus movimientos eran más ágiles
que los míos, sus patadas me estaban haciendo pedazos el estómago y la
cabeza.

Me desperté al escuchar ruidos provenientes de la planta baja. Hurgué mis


zapatos, busqué un revolver y bajé con precaución. No sabía qué podría
encontrar en el living, o en el comedor o la cocina.

-¡¡Jea!!-Era lo único que emitía ruido desde allá abajo. Desde la barandilla de
la escalera logré ver a León a duras penas luchando con una desconocida.
¿Era Lynne? Imposible, la había asesinado, seguramente una enviada de
Piere para matarme. Bajé para estar en un ángulo más próximo a la cocina.
Estaba por disparar cuando los ojos de León me vieron.
-¡¡No dispares!! - Fue lo único que logró decir ya que estaba esquivando los
golpes. - De todas maneras, disparé y el impacto encendió una llamarada en
la cocina que despidió a León y a la intrusa hacia el living. Corrí lo más
deprisa, otros tres sujetos irrumpieron por las ventanas del comedor,
disparando a diestra y siniestra. Tomé del brazo a León casi inconsciente y
nos resguardamos en la biblioteca.
-León... ¡Hey!- Estaba con el rostro con marcas y sangre en su mejilla
izquierda. -Mierda ¿Qué te ha hecho? - Sentía una inmensa culpa que
estuviera así por mi causa. Busqué entre los libros otro revolver, lo cargué y
dejé listo. León volvió en sí.
-¡Ah!
-¿Estás herido?- Le toqué el abdomen, preocupada que se hubiera lastimado
gravemente.
-No. Creo que no. ¿Quién es? ¿Qué quiere aquí?
-Luego te lo explicaré. Irrumpieron y no tuvimos otra alternativa que
defendernos, León usaba mi primer revolver y yo el de la biblioteca. Dos
quedaron heridos con un disparo en la cien, restaban la mujer y otro sujeto
más. Aunque estaba concentrada en disparar, era imposible no ver a León
devolviendo disparos lo suficientemente certeros al sujeto, hiriéndole en una
pierna y en el brazo derecho.

Le vi que sacaba una granada de la cintura, fue todo tan rápido que no dudé
en pensar. Tomé a Valentine de la cintura, me lancé del otro lado del sofá,
usándolo de escudo para protegernos de la detonación.

Un sonido monótono aturdió mis oídos, me sentía desorientada. No sabía


bien dónde estaba hasta que me vi en el suelo con León encima como una
coraza, protegiéndome. Conteníamos el aliento y nos miramos, sin
pestañear, igual a como había sido nuestro primer beso. En la intensidad de
aquellos ojos verdes vi determinación, que estaba decidido a suicidarse por
mí, a que haría lo que fuera con tal de no verme ni herida ni muerta.
Alguien lo jaló de la camisa, yo me arrastré hasta coger mi arma, sin pensar,
disparé en la cien al sicario. Ésta cayó al suelo, León estaba en shock, pero
no dudo en tomar un arma del suelo y apuntarla hacia mí. No baje la mía y
mantuve mi guardia.
-¿Quién eres? ¿Qué acaba de suceder aquí?
Por favor... No quiero más secretos... SI estuviste con un mafioso que ahora
quiere matarte, dilo ahora... Ya no puedes callar para siempre luego de
esto...- dijo. La casa era un campo de guerra, todo estaba destrozado.
-Soy Alexia Valentine Lonney, ex agente de la CIA y Piere, un ex agente
corrupto me quiere muerta.
- ¿Tanto tiempo te costó en decirme la verdad? ¡Dios! ¡Siete años sin
decírmelo!
-¡Tu tampoco fuiste honesto! ¡Eres un mercenario! ¡¿Quién dice si tal vez no
te ha pagado Piere para matarme?!
-¡¡¿Qué?!! ¡¿Cómo puedes pensar eso de mí?! ¡¡Jamás te querría muerta!!
¡Ni porque me pagasen un millón de euros! Es una lástima que no confíes
en mí cuando yo sí confío en tí.
-No hagas esto más difícil... Tengo demasiado peso que llevo cargando por
muchos años.
-Bien. Entonces dispárame, Valentine. ¡Vamos! ¡Tienes un millón de
razones para hacerlo! Soy machista, te metí los cuernos con Lynne, he sido
el peor marido que has tenido, el primero en defraudarte... Acaba conmigo,
no tengo nada que perder. Soy casi huérfano... Por si no lo sabías, perdí a mi
padre, a mi hermana, sólo tienes una suegra en Wisconsin. Por favor,
dispárame... No quiero seguir viviendo si tú me odias tanto. Si no lo haces,
pues, no me importa quien realmente seas, un espía. Esto, nosotros, fue muy
real, yo lo sentí. ¿Se acaba ahora? No, no voy a terminar contigo, Valentine.
Y si es preciso que me muera a tu lado, siendo un escudo humano, tu
escudo, no lo dudaría un segundo... Lo haría porque te amo, demasiado.
-No sigas...- Veía lágrimas en sus ojos. Nos miramos fijamente. Lancé mi
arma al suelo, me acerqué sin tener en cuenta que ella portaba su revólver, la
tomé del cuello y le di un beso. Creía que no iba a responder bien, pero lo
hizo, de hecho. Oía sus sollozos ahogados en mis labios. La abracé fuerte,
por primera vez la veía tan indefensa.
-No puedo más.
-Estoy aquí.

Un fuerte estruendo que destrozó la ventana rompió aquel momento. Una


bomba de humo había sido arrojada. Valentine gritó llamando a León, pero
no había respuesta. Salió de la casa hasta que logró ver cómo una camioneta
negra se alejaba, León estaba dentro peleando, pero alguien le había
noqueado fuertemente. Piere se dejó vislumbrar desde el vidrio del vehículo.
Descalza, Valentine corrió detrás hasta que no pudo más. Embravecida, no
apartó su vista de aquel sujeto.
-Me bañaré en tu sangre si le haces daño.

-He tomado lo más preciado que tiene, la única razón por la que sigue
viviendo una vida normal. Dejemos que venga a nosotros. Ya tenemos en
nuestras manos lo que más quiere. Pobre miserable, creía que sólo el amor
por este sujeto le protegería. - Decía Piere a otros cinco hombres en lo que
parecía ser una sala de reuniones. En otra habitación, León estaba
maniatado, el rostro malherido y la camisa que una vez fue blanca,
manchada con su sangre.
Capítulo 8
León llevaba el reloj que le había obsequiado en su cumpleaños y había
recordado que tenía en su mecanismo un rastreador. Supe en ese instante
que no le perdería, al fin y al cabo. Su ubicación me llevó hasta un viejo
edificio de la calle Saint Mark, en una antigua construcción de diez pisos
color ladrillo. Llevé conmigo el arsenal suficiente como para ingresar y salir
de allí con León a mis hombros si fuera necesario. Entré por el
compartimiento de una ventana del ala oeste que daba al callejón sin salida.
Agazapada, me adentré hasta un área que parecía ser un lobby, en donde
había cuatro hombres armados. Usé dardos para adormecerlos y seguí mi
rumbo, intentando vislumbrar signos que me llevaran a León. Escuché la
voz de una mujer dando órdenes, su acento me sonaba familiar. Volteé a
mirar y era una mujer de mi edad, más alta, de cabellera color azabache
atada en una coleta, vestida de negro y con abrigo de paño color borgoña.
-En pocos minutos estará seguramente por aquí. Estén atentos y ténganlo a
mano. – dijo en un tono suave. Se volteó, sintiendo mi presencia, pero yo ya
me había escondido, en lo alto de sus cabezas, por el sistema de ventilación.
Unos veinte pasos adelante, logré ver a León maniatado, la cara
ensangrentada y con un ojo en tinta. Un sujeto estaba frente suyo y había
otro en las sombras, Piere en persona.
- ¿Dónde tiene ella el pendrive? Debes saberlo… Después de todo… Eres su
esposo. –Indagó Piere.
-Exesposo. Y no, no compartía conmigo todos sus secretos. No sé de qué
pendrive me hablas.
-Valentine grabó ciertas cosas que no debía y está todo en ese pendrive. –
Ella sabía a qué se refería. En aquel almacenamiento se guardaban videos
del tráfico de mujeres por parte de hombres del ejercito de los “cascos
azules” y de la propia KGB y CIA, además de gente poderosa de ambos
gobiernos. Tenía la evidencia suficiente para relevar de sus cargos a varios
agentes, entre ellos Piere y su difunto compañero de la CIA. Piere había
acribillado a su compañero por traicionarle al recopilar aquellas cintas en el
pendrive, del que ella guardaba custodia. Lo tenía consigo, como trueque a
cambio de León. Obviamente, había hecho unas copias y el pendrive que
llevaba en el bolsillo de su pantalón era una copia del original. Valentine
esperó a que Piere se fuera por unos diez minutos. Al escuchar sus pasos
cada vez más lejos, lanzó desde su ubicación un sedante al matón que
vigilaba a León. De un brinco tocó el suelo, se acercó a León, posando su
mano en su rostro.
-Voy a culparme por esto el resto de mi vida… ¿León? Despierta. – Le
susurró. – Él abrió el ojo izquierdo, trató de sonreír, pero le dolía todo el
cuerpo y no podía hablar. Ella le acercó un poco de agua que había a su
derecha para que escupiera la sangre.
-Voy a sacarte de aquí, pero debes ayudarme a hacerlo ¿De acuerdo? –Él
asintió con la cabeza, estaba tan lastimado que sólo hacía gestos. Le dio
impulso a subir, luego le siguió y cerró la rejilla. Con cautela, se arrastraron
por toda la serpentina del conducto de aire. Valentine contenía la
respiración, en sus venas corría la adrenalina y el miedo de ser descubiertos,
sabía lo sádico que Piere podía ser. Estaban a tan poco de lograr la salida
cuando una parte se desprendió y ambos cayeron al suelo alfombrado.
- ¡Ah! - exclamó León del dolor. Un círculo de armas les rodeó.
- ¡Vaya! No creí que tan pronto acudirías a nosotros. – Valentine cruzó
miradas con Piere.
-Tengo el pendrive. Te lo doy y dejas a León irse en paz. Sabemos bien que
tu sólo me quieres a mí.
-Mmm… No sería divertido verte sufrir a ti sola. ¡Enciérrenlos por separado!
–Exclamó- A ella, la quiero en el “cuarto gris”- ordenó. Un golpe de Piere
en su rostro la dejó inconsciente.
Capítulo 9
- ¡Valentine! – grité al despertar, pero ella no estaba. Me encontraba
encerrado en un cuarto sucio y en ruinas. Me tiré a un lado con silla y todo,
logrando en poder desatarme de manos. Busqué la manera de poder
desatarme los pies hasta que finalmente pude hacerlo. Tenía las manos
laceradas, el dolor no importaba ahora, sólo tenía que buscar a Valentine
como sea. Miré al techo, el acueducto de ventilación estaba abierto, usé la
silla de escalera y me di impulso a entrar. Eran más de cinco recámaras,
pero parecía que esa planta estaba vacía. Salí de mi túnel de escondite y opté
por escalar la soga del ascensor averiado.
Llegué al tercer piso, donde parecía haber más movimiento. Estaba seguro
que me aproximaba hacia donde la tenían prisionera. Sigilosamente, pude
hacerme cargo de un vigilante y logré robarle el arma que llevaba consigo.
Pateé la puerta y allí estaba ella, rodeada de un círculo de hombres de traje.
Su mirada me mataba, como diciéndome “¡¿eres idiota?! ¡van a matarte!”
pero no hice caso a la señal de sus ojos. Apunté directamente a Piere.
- ¿Qué es lo que quieres con ella? ¡Déjale ir!
-No es asunto tuyo… Ya no. No te conviene jalar el gatillo…- A sus espaldas,
tenía a tres sujetos armados. No pensé dos veces y disparé a ellos, un tiro en
cada una de sus frentes. Los cuatro hombres de traje quedaron petrificados.
-Ya nos entregó el pendrive, Piere. - dijo el más anciano.
-No puedo dejarles con vida. – Apuntó su arma hacia mí. Valentine me
miró, sabía que tramaba algo. Tomó desprevenido a Piere, logrando
desatarse con una destreza sobrehumana. Yo aproveché y disparé a los
secuaces que estaban delante de mí. Ella corrió en mi dirección, me tomó la
mano mientras seguíamos disparando hacia Piere.
- ¿Confías en mí, ahora? - le pregunté.
- Ahora … No creo que es el momento de hablar de lo nuestro…- Como
siempre, tenía la excusa perfecta para no tratar el asunto.
- ¿Qué tenía ese pendrive?
- Algo muy turbio que será mejor que sólo uno de nosotros siga conociendo
su contenido. – Ocultos en una pared me enseñó que tenía uno,
seguramente el original. – Debo llevar esto a alguien que conozco, y vas a
ayudarme.
- ¡Hey! ¡Bastante estoy arriesgando mi cabeza! ¡Mi plan era salvarte, no salvar
el mundo de este sujeto que no deja de dispararnos!
- ¡¿O me ayudas o dimites con lo nuestro?! – Sus ojos hazel me mataron con
la mirada.
- ¡Bien, de acuerdo, lo haré!
Le seguí hasta un antiguo condominio de apartamentos al sur de la ciudad.
Ella tocó la puerta de uno de ellos del tercer piso, como si fuese en código
morse. Dentro, era una sala de operaciones al mejor estilo de la CIA, las
paredes cubiertas en laminado gris, las ventanas de un grosor que parecían
ser blindadas. Una esbelta mujer de cabello negro largo atado en una fuerte
coleta y vestida de negro se acercó a ella, abrazándose afectuosamente como
si fueran hermanas de toda una vida.
- ¡Jacqueline! Temía no poder llegar a tiempo.
- Imaginaba que hubo algún inconveniente en el camino… ¿Y él? ¿Quién
es? - Su mirada se volvió hostil al verme.
- Él es León.
- ¡Ah! Con que es él el famoso León. Jacqueline Petrova. - Nos dimos la
mano mientras me analizaba con la vista, de pies a cabeza.
- Ella es de fiar. Trabaja para la Interpol ahora. – Explicaba Valentine
mientras tomé asiento. Ella le pasó el pendrive a Jacqueline, ésta copió la
evidencia y le regresó el pendrive. – Tengo unos pasajes para ustedes dos,
con destino a Italia. Allí encontrarás a un amigo mío que podrá guardar ese
pendrive bajo llave.
- ¿Su nombre?
-John Wick.
- ¿Estamos hablando del mismísimo John Wick? –pregunté sorprendido.
- Así es. Una vez que te encuentres con él, les dará nuevas identidades.
Podrán empezar de cero.
- ¿Qué será de Piere? No pude acabar con él.
- No te preocupes, ésta evidencia ya está en manos del jefe general de la
KGB y de la CIA, será enjuiciado por alta traición y por el tráfico de
Filipinas en Rusia. Esto, Raven, queda y muere aquí. - me advirtió.
-Comprendo.
Epílogo

Dos años después


Tal como Jacqueline me lo había prometido, nos encontramos con John
Wick en Roma y nos dio nuevas identidades, como Jonathan y Jasmine
Smith, en las inmediaciones de un restaurante y pizzería. Una vez al año me
reunía con John Wick para estar al tanto de cómo estaba todo en América.
Mientras yo hablaba con él sí sabía de Piere y su procesamiento, León
paseaba a nuestra hija Leonora.
- ¡No se vayan muy lejos! – les grité.
-Me sorprende de ti, Avalon - me dijo John.
- ¿Qué?
- Que hayas elegido un destino diferente. – Luego posó su vista en León y
Leonora. – Creí que te jubilarías con un arma en la mano, en cambio, ahora,
mírate, con una familia y una pequeña. Cuídalos y protégelos con tu vida si
es necesario… No todos tenemos este lujo como tú.
-Lo sé. Te agradezco toda la ayuda que nos has brindado.
- Mi ayuda tendrá su precio a futuro.
- ¿A qué te refieres?
- El día que precise de tu ayuda, deberás estar allí, acompañándome, en
cualquier favor o misión que sea. Eres la mejor, Avalon. – Bajé la vista, luego
observé a León jugando con Leonora.
- Tienes mi palabra.
Sobre los autores:
Lisandro Sartino (30, Valparaíso, Chile) y Melanie O´Connor (29, San
Carlos de Bariloche, Argentina) son una pareja de escritores, conocidos por
sus trabajos de romance, fantasía y drama en la página online gratuita en
Facebook Unos segundos de novelas. Melanie es reconocida en Internet
gracias a su aclamada Saga Unos Segundos en el Paraíso, mientras que
Lisandro se dio a conocer por su bilogía de Matt Bommer “Your Love, My
Drug y Your Love My Need”.

Página en Facebook:
https://www.facebook.com/UnosSegdeNovelasdesde2Ago2013/

Página de Melanie O’Connor:


https://www.facebook.com/MelanieOConnorEscritora/

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