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El goce de lalengua y el discurso

Hebe Tizio(ELP, Barcelona)

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Lacan en el Seminario IIIi afirma que antes de hacer el diagnóstico de psicosis debemos
exigir la presencia de los trastornos de lenguaje. Sin duda que la enseñanza de Lacan
ha transitado por diferentes momentos y se puede afirmar que siempre se preocupó
por el tema en toda su amplitud: lenguaje, discurso y escritura como constantes han
tomado distintos matices. Sin embargo, hay algo que se mantiene desde el inicio, un
punto freudiano tomado por Guiraud y por Lacan tempranamente, en palabras
actuales el goce de lalengua y el discurso.
*
Jacques Lacan como psiquiatra se interesó por el lenguaje y la escrituraii en la
psicosis. La psiquiatría francesa de ese momento se preocupa por la relación entre
lenguaje y locura para encontrar una nueva perspectiva diagnóstica que permitiera
hallar su mecanismo. Se trataba de una reflexión fenomenológica y de una causalidad
orgánica.
En Acerca de la causalidad psíquica Lacan señala que el problema de la locura no
puede separarse del lenguaje, de la palabra como nudo de significación. Se trata de
una articulación de la estructura psíquica con la estructura del lenguaje tomada desde
la significación.
“Emprendamos este camino para estudiar las significaciones de la locura, como nos
invitan a hacerlo los modos originales que muestra el lenguaje, esas alusiones verbales,
esas relaciones cabalísticas, esos juegos de homonimia, esos retruécanos que han
cautivado el examen de un Guiraud, y diré ese acento de singularidad cuya resonancia
necesitamos oír en una palabra para detectar el delirio, esa transfiguración del término
en la intención inefable, esa fijación de la idea en el semantema (que tiende aquí,
precisamente, a degradarse en signo), esos híbridos del vocabulario, ese cáncer verbal
del neologismo, ese naufragio de la sintaxis, esa duplicidad de la enunciación, pero
también esa coherencia que equivale a una lógica, esa característica que marca, desde
la unidad de un estilo hasta las estereotipias, cada forma de delirio, todo aquello por lo
cual el alienado se comunica con nosotros a través del habla o de la pluma.” iii
Se trata de un párrafo que requiere ser estudiado en profundidad. La referencia a
Guiraud es de Les formes verbales de l’interpretation délirant que ya había sido citado
por Lacan en su tesis. En Acerca de la causalidad psíquica Lacan agrega a las variedades
de Guiraud las dificultades con la sintaxis y la duplicidad de la enunciación lo que
apunta a lo que serán los recorridos posteriores y lo ubica en el marco comunicacional.
Para Guiraud las formas verbales de la interpretación delirante debían ser abordadas
desde el punto de vista de la clínica y del mecanismo psicológico. Clínicamente formula
las siguientes variedades: alucinaciones verbales, relaciones cabalísticas, homonimias,
juego de palabras. Respecto al mecanismo psicológico trata de ubicar los que son
formadores de las interpretaciones verbales. Establece la diferencia entre las
interpretaciones con justificación lógica que tienen ciertas analogías con algunas
teorías paracientíficas y las interpretaciones sin justificación lógica.
En el primer grupo se observan las siguientes características: la polarización de la
asociación de palabras por el estado afectivo, la pérdida localizada del sentido crítico,
un ensayo de armonización entre la nueva certitud afectiva y la inteligencia.
En el segundo se trata de interpretadores verbales que no construyen ningún sistema.
El lenguaje deviene silogístico pero no hay detrás del mismo ninguna sistemática sino
solo la certitud de la evidencia.
Sin duda que la influencia freudiana se hace presente. Guiraud señala que lo que
domina en esos procesos es la intensidad del potencial afectivo. Las distintas
variedades de la interpretación las relaciona con la modalidad del discurso en su
vertiente sistemática y señala que cuando domina la intensidad del potencial afectivo
hay menor organización lógica. Este punto será una constante para Lacan expresada de
diferente manera según el momento de su enseñanza.
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En el Seminario III Lacan hará del Nombre del Padre el anclaje subjetivo con la
estructura del lenguaje por eso escribe en De una cuestión preliminar a todo
tratamiento posible de la psicosis, que la neurosis o la psicosis dependen de lo que
tiene lugar en el Otro. Lacan señala que a partir de que el sujeto habla existe el Otro,
que es aquí el Otro del lenguaje. En la psicosis está excluido y lo que concierne al
sujeto es dicho por el pequeño otro. El Nombre del Padre es el significante que en el
Otro funciona como ley. Lacan separa los trastornos del lenguaje de los que aparecen
en el plano imaginario por la ausencia de la significación fálica, así hace el diagnóstico
del lenguaje delirante por el funcionamiento de las palabras y lo califica por la
intensidad del goce en juego. Se trata de un “sabor particular en el que ciertas
palabras cobran un énfasis especial, una densidad que afecta la forma del
significante”iv. Se refiere con esto a los neologismos en la paranoia, a los dos
fenómenos de la intuición y la fórmula. El énfasis especial de las palabras permite
hablar de palabras claves.
A nivel del significante, en su carácter material, el neologismo con los dos tipos de
fenómenos mencionados, detiene la significación. La intuición tiene un carácter pleno
que inunda al sujeto y la fórmula se repite como estribillo. En el nivel de la significación
no hay remisión, es una significación irreductible, es el peso de lo inefable.
Lacan propone no tomar esto como otro lenguaje sino tratar la economía del discurso
que es lo que permite afirmar que se trata de un delirio:
-la relación de significación a significación.
-la relación con el ordenamiento lógico que es común en el discurso.
Nuevamente encontramos la doble referencia, el funcionamiento de las palabras en
relación al goce y la relación del ordenamiento a la ley. La metáfora delirante, a falta
de la metáfora paterna, estabilizaría la relación significante significado. En este
momento, al fallo de lo simbólico responde la proliferación imaginaria.
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La enseñanza de Lacan con el punto de capitón, el objeto a, la distinción enunciado
enunciación, da elementos para ubicar las particularidades del discurso, especialmente
en el caso de la psicosis como fuera de discurso. Es el efecto de la castración forcluida
que impide el punto de capitón, la extracción del objeto a y la división
enunciado/enunciación.
Millerv ha señalado los efectos de la falta del punto de capitón en el discurso en
relación al fenómeno de la “nebulosa”, que impide la puesta a punto del significado
generando la dimensión de eterno presente. En la psicosis hay la imposibilidad de la
memoria porque la alteración del eje temporal impide la historización.
De este modo uno de los registros discursivos que es poder hablar del pasado, queda
aplastadovi. No es lo mismo la historia que el relieve, no es lo que se cuenta sino lo que
se muestra de las marcas del funcionamiento. Lacan precisó que el relieve lo da el plus
de gocevii que incluye la castración.
Hay que recordar que es la experiencia con la psicosis lo que lleva a Lacan a extraer la
función del objeto mirada y el objeto voz. Millerviii precisa que “la palabra anuda el uno
al otro, el significado o mejor el a-significar, lo que está por significar y el significante”.
Ese anudamiento comporta siempre como tercero la voz, áfona y fuera de sentido. La
voz es una dimensión de toda la cadena significante. Hay que recordar sobre este
punto el ejemplo de ¡Marrana! del Seminario III.
La Sra. M. presenta un discurso coherente, podría decirse un poco excesivamente
culto, pero carente de relieve, sin matices. Las palabras toman un solo sentido y se
inquieta frente a los juegos de lenguaje. La literalidad es el mecanismo para fijar el
discurso, “si dijo a, es a” y todo deslizamiento la molesta porque el otro no cumple con
lo que dice. Es decir, se le presentifica de alguna manera el goce el Otro.
Lacan ya había señalado en el Seminario XVII que el tejido tiene relieve, encierra algoix,
es una construcción lógica que se enuncia y es por la enunciación que se muestra el
funcionamiento.
La enunciación es la posición respecto a los propios dichos y permite la localización del
decir, se trata de lo que resalta, lo que tiene realce. En cierta medida la enunciación
puede hacerse equivaler a una versión sobre lo real porque, si bien sostiene un
enunciado al mismo tiempo lo descompleta y toca el cuerpo. La distancia
enunciado/enunciación hace existir el A barrado. En la psicosis hay muchos matices
que evidencian las dificultades con esta cuestión.
El Sr. B, una paranoia muy discreta, está dedicado a la supuesta enunciación del otro
mientras que la suya aparece totalmente borrada.
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Lacan diferencia, en los años 70, las dos vertientes del lenguaje –la de la palabra y la
del signo-, y elabora con lalengua una lengua que no es para la comunicación sino para
el goce. El lenguaje es un derivado de lalengua que es definida como la palabra antes
de ser ordenada gramatical y lexicográficamente. Lalengua es la palabra disjunta de la
estructura del lenguaje. Cabe recordar la lengua fundamental de Schreber hecha de
neologismos.
La división del lenguaje en lalengua y el vínculo social vuelve a poner, más allá del
Nombre del Padre el elemento regulador. El fuera del discurso de la psicosis cuestiona
el vínculo social que junta la singularidad de lalengua con el elemento estandarizado.
Se puede decir que el discurso del amo intenta “normalizar” lalengua.
La última enseñanza hace del nudo una escritura desenganchada de la palabra. Pero la
escritura ha estado siempre presenta para Lacan. En “Escritos inspirados:
esquizografía”, xlos autores parten del concepto de “esquizofasia” para señalar que en
algunos casos sólo se manifiesta en el lenguaje escrito. La concepción de déficit
aparece claramente explicitado: cuando el pensamiento es pobre el automatismo
suple el déficit y es juzgado como válido porque apela a una emoción.
Sin embargo, se establece la relación con el surrealismo y el reconocimiento del valor
poético de ciertos escritos. En el panorama de la concepción deficitaria se inscribe un
plus de creatividad.
Esta será la línea que seguirá Lacan en su Tesis. Efectivamente en el caso Aimée analiza
sus escritos a los que adjudica un valor clínico que permitiría estudiar las relaciones del
delirio con la personalidad y en este caso, un valor literario reconocido que se extingue
a posteriori.
El análisis del texto de Schreber le da un carácter de testimonio que se aproxima por su
rigurosidad al discurso científico mientras que en el texto de Wittgenstein ubica la
ferocidad psicótica. Señala lo notable que ha sido que la universidad inglesa le haya
dado un lugar aparte, aislado, que le permitía retirarse y volver “con ese discurso
implacable”xi para salvar la verdad.
Es fundamental la lectura que Lacan hace de Joyce .En Joyce señala que su escritura
tendría la función del síntoma en el sentido borromeo al anudar los registros real,
simbólico e imaginario por un cuarto redondel. El uso de la escritura expresa su
singularidad sintomática hasta el punto de producir lo ilegible. El estilo de Joyce con la
escritura hace que desarticule la lengua inglesa, la tritura. Esta escritura tiene por
función corregir el error de su nudo y hacerse un Ego con ella y mantener una relación
muy particular con la propia imagen. Esto plantea su dificultad con lo imaginario y hace
que real y simbólico entren en coalescencia.
Joyce da a la lengua un uso distinto al ordinario, por medio de la escritura descompone
la palabra. Lacan abre el interrogante sobre si se trata de liberarse del fenómeno
palabrero o dejarse invadir por propiedades fonemáticas.
La función del escrito como operación sobre el goce pone en primer plano la cuestión
del estilo para la que Lacan tuvo una sensibilidad desde los inicios con su trabajo sobre
el problema del estilo y las formas paranoicas de la experiencia.
Son los casos de fuera de discurso los que muestran que, si bien el lenguaje es una
defensa que se puede utilizar de distinta manera, el discurso permite el lazo social y
ayuda con un cierto saber hacer que da apariencia normalizada.
Esta nueva partición reactualiza lo planteado por Lacan desde el principio, la relación
de la singularidad del uso de la lengua con el vínculo social que implica el discurso
común. De este modo aparece la idea de que todo el mundo delira pero sin embargo, y
siguiendo a Lacan, se trata siempre de ver la “economía del discurso” y los efectos
creadores y de invención para mantener la tensión entre esos dos aspectos.

i Lacan, J. Seminario III: Las Psicosis. Paidós, p.113.


ii Cabe recordar el trabajo en colaboración “Escritos inspirados: esquizografía” su Tesis
“De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad” 1933. ”El problema del
estilo y la concepción psiquiátrica de las formas paranoicas de la experiencia”.
iii Lacan, J. “Acerca de la causalidad psíquica”, en Escritos 1. Siglo XXI, 1990, p.158
iv Lacan, J. Seminario III Las Psicosis, Op.cit., p.51.
v Miller, J.-A. Los inclasificables de la clínica psicoanalítica. Paidós, p.346-47.
vi Lacan, J. 13-11-73. Inédito.
vii Lacan, J. 13-1-71. Inédito.
viii Miller, J.-A. “Jacques Lacan y la voz”. En Freudiana 21, 1997, p.11.
ix Lacan, J. Seminario XVII: El reverso del psicoanálisis. Paidós, p.57.
x Lacan, J., Migault, P., Levi-Valensi, A.: “Ecrits ‘ins p irés ‘: Schizo g raphi”, en: Annales
Medico-psychologiques.T.II.pp.5 0 8- 22.
xi Lacan, J. Seminario XVII. Op. cit., p.66.

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