Entre los inmediatos estar�an la onda expansiva, el pulso de calor, la radiaci�n
ionizante y el pulso electromagn�tico (EMP[PEM en espa�ol]). En el grupo de los
retardados estar�an los efectos sobre el clima, el medio ambiente as� como el da�o generalizado a infraestructuras b�sicas para el sustento humano. A pesar de la espectacularidad de los primeros son los da�os secundarios los que ocasionar�an el grueso de las muertes tras un ataque nuclear. Pero los da�os no solo deben medirse por separado ya que en muchos casos act�an efectos sin�rgicos es decir, que un da�o potencia el otro. Por ejemplo, la radiaci�n disminuye las defensas del organismo y, a su vez, agudiza la posibilidad de infecci�n de las heridas causadas por la explosi�n aumentando as� la mortalidad. Es precisamente esa multitud de efectos y sinergias lo que hace de las armas nucleares las m�s destructivas que existen.
La emisi�n inicial de energ�a se produce en un 80% o m�s en forma de rayos gamma
pero �stos son r�pidamente absorbidos y dispersados en su mayor�a por el aire en poco m�s de un microsegundo convirtiendo la radiaci�n gamma en radiaci�n t�rmica (pulso t�rmico) y energ�a cin�tica (onda de choque) que son en realidad los dos efectos dominantes en los momentos iniciales de la explosi�n. El resto de la energ�a se libera en forma de radiaci�n retardada (lluvia radiactiva o fallout) y no siempre se suele contar a la hora de medir el rendimiento de la explosi�n. Las explosiones a gran altitud producen un mayor da�o y flujo de radiaci�n extrema debido a la menor densidad del aire (los fotones encuentran menos oposici�n) y, consiguientemente se genera una mayor onda expansiva. Durante tiempo antes de la invenci�n de la bomba algunos cient�ficos creyeron que su detonaci�n en superficie podr�a provocar la ignici�n de la atm�sfera terrestre gener�ndose una reacci�n en cadena global en la que los �tomos de nitr�geno se unir�an para formar carbono y ox�geno. Este hecho pronto se demostr� imposible ya que las densidades necesarias para que se produzcan dichas reacciones han de ser mucho m�s elevadas que las atmosf�ricas y si bien es posible que haya reacciones adicionales de fusi�n en el coraz�n de la explosi�n estas no aportan energ�a suficiente para amplificar y propagar la reacci�n nuclear al resto de la atm�sfera y la producci�n de elementos pesados cesa enseguida. A pesar de todo, esta idea persiste en la actualidad como un rumor malentendido entre mucha gente.