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LA TEORÍA DE ERIK ERIKSON

CONDICIONES CULTURALES DEL SIGLO XX

CRISIS DEL RACIONALISMO

El existencialismo evidenció las limitaciones del poder de la razón humana.

El psicoanálisis destacó la importancia de los factores no racionales en la


personalidad.

El vitalismo de Nietzsche ha sido irracional.

RELATIVISMO CULTURAL

Con el descubrimiento de otras culturas el hombre occidental concluye que su


civilización no es la superior en la Tierra.

ANTECEDENTES INTELECTUALES

EL PSICOANÁLISIS Y LOS ESTUDIOS DE LA CULTURA

Los neopsicoanalistas se caracterizaron por privilegiar los aspectos ambientales, el


situacionismo y el policulturalismo contrariamente al hereditarismo, los factores
genéticos y el análisis monocultural propios del psicoanálisis.

Malinowski estudió la cultura de los habitantes de las islas Trombiand y halló


diferencias en la expresión del complejo de Edipo.

Los neopsicoanalistas ensancharon los horizontes del psicoanálisis y concluyeron


que en gran parte las fases del desarrollo de Freud dependen de factores culturales.

PSICOANÁLISIS

Erikson siempre se consideró psicoanalista.

Aplicó el psicoanálisis a nuevas áreas: a la antropología, psicología y otras ciencias


sociales.

No se hizo llamar neopsicoanalista sino postfreudiano.

ESTUDIO DE OTRAS CULTURAS


En compañía de algunos antropólogos estudia grupos culturales minoritarios en
Norteamérica.

En Dakota del sur estudia la apatía de los Siux (cultura con valores contradictorios
al del típico norteamericano, pues ellos no valoraban las posesiones) Por el
contrario el estudio de la comunidad Yoruks eran pescadores que valoraban las
pertenencias y el ahorro a diferencia de los Siux

ERIK ERIKSON: TEORÍA PSICOSOCIAL

Erik Erikson nació el15 de junio de 1902 en Fráncfort del Meno, Alemania. Su padre
biológico fue un danés desconocido que abandonó a su madre antes del nacimiento
de Erik. Su madre, Karla Abrahamsen, fue una joven judía que lo crió sola durante
los tres primeros años, momento en el cual se casó con el Dr. Theodor Homberger,
pediatra de Erik y se mudaron al sur de Alemania.

Al finalizar el bachillerato, abandonó el hogar en busca de su propia identidad y viajó


sin rumbo por Europa. En su juventud estudió arte, terminando como profesor en
una escuela de Viena que atendía a los hijos de los pacientes de Freud, hecho que
lo hizo aproximarse a los niños y al psicoanálisis, siendo uno de los primeros
psicoanalistas en tratar la psiquiatría infantil, aun cuando no era médico titulado. En
este período conoció a Joan Serson, psicoanalista, con quien se casó y tuvo tres
hijos.

En 1933, emigró a los Estados Unidos donde, como profesor de la Universidad de


Harvard, presentó la teoría del desarrollo psicosocial que abarca el ciclo vital
completo de la persona, reconstruyendo las ideas de Freud a partir de la
Antropología Cultural.

En 1950 escribe “Childhood and Society” (Infancia y Sociedad), libro que contenía
artículos de sus estudios de las tribus norteamericanas Sioux y los Yoruks, así como
una discusión de la personalidad estadounidense y las bases argumentales de su
versión sobre la teoría freudiana.

Durante el reinado del senador Joseph McCarthy en 1950, Erikson abandona


Berkeley, a partir de este momento, pasa 10 años trabajando y enseñando en una
clínica de Massachussets y posteriormente otros 10 años más de vuelta en Harvard.
Allí es nombrado Profesor emérito. A partir de su jubilación en 1970, no deja de
escribir e investigar durante el resto de su vida. Fue miembro de la Clínica
Psicológica de Harvard y de otros Institutos, donde realizó sus investigaciones.
Murió el 12 de mayo de 1994, a los 92 años de edad

LA FORMULACIÓN DE SU TEORÍA

Relación con el psicoanálisis:

Discípulo de Freud, no obstante, discrepó de él, en algunos aspectos básicos:

1. Que las personas son seres activos buscando adaptarse a su ambiente, más que
pasivos esclavos de impulsos.

2. Explicitó profundamente las etapas de desarrollo psicosexual de Freud,


integrando la dimensión social y el desarrollo psicosocial.

3. Extendió el concepto de desarrollo de la personalidad para el ciclo completo de


la vida, de la infancia a la vejez.

3. Freud había dejado muy claro que los padres de un niño influían en su desarrollo
de forma espectacular. Erikson señaló que los niños influyen en el desarrollo de sus
padres también.

4. Amplía el concepto freudiano del “yo”, considerándolo una fuerza vital y positiva,
capaz de solucionar las crisis que surgen del contexto genético, cultural e histórico
de cada individuo.

Conceptos básicos:

a) Diferencias individuales: los individuos difieren en cuanto a las fuerzas internas;


hombres y mujeres presentan diferencias de la personalidad debidas a las
diferencias biológicas.

b) Adaptación y ajustamiento: un “yo” fuerte es la llave para la salud mental; deriva


de una buena resolución de las ocho fases de desarrollo del “yo”, con predominancia
de las fuerzas positivas sobre las negativas.
d) Sociedad: modela la forma con que las personas se desenvuelven (de ahí el
término “desarrollo psicosocial”); las instituciones culturales dan soporte a las
fuerzas del “yo”.

e) Influencias biológicas: los factores biológicos son determinantes en la formación


de la personalidad; las diferencias de sexo en la personalidad son fuertemente
influenciadas por las diferencias del “aparato genital”.

f) Crisis: punto de viraje o perspectiva de cambio en la vida del individuo, cuando un


nuevo problema debe ser enfrentado y dominado. La resolución de estos conflictos
y los problemas asociados con cada periodo de la vida ayuda a hacer posible el
desarrollo normal.

g) Virtud: es el equilibrio entre la tendencia negativa y la positiva ante las exigencias


de una crisis.

h) Identidad: Término que se refiere a una “integración de papeles” que comprende


un sentido de individualidad, unidad, de totalidad y de solidaridad social.

Principales planteamientos de su teoría:

La teoría del desarrollo psicosocial de Erikson hace un seguimiento de la


personalidad a través de la vida, enfatizando las influencias sociales y culturales
sobre el yo en cada uno de los ocho períodos. Cada etapa del desarrollo gira en
torno a una "crisis” en la personalidad que involucra un conflicto mayor diferente, un
punto crucial relacionado con un aspecto de importancia a lo largo de la vida. Las
crisis surgen de acuerdo con el nivel de maduración de una persona en un momento
determinado. Si la persona se ajusta a las exigencias de cada crisis, el yo se
desarrollará adecuadamente en la siguiente etapa, pero si una crisis no es resuelta
satisfactoriamente, la persona continuará luchando con ella y ésta interferirá con el
desarrollo saludable del yo. La solución exitosa de cada una de las ocho crisis
necesita un equilibrio entre un rasgo positivo y uno negativo correspondientes.
Aunque la cualidad positiva debería predominar también se necesita cierto grado
negativo. El resultado exitoso de cada crisis incluye el desarrollo de una "virtud" en
particular.
Etapas psicosociales de Erikson:

1. Confianza básica versus desconfianza básica (del nacimiento a los 12-18


meses):

En la primera crisis los bebés desarrollan un sentido de qué tan confiables son las
personas y los objetos en su mundo. Necesitan desarrollar el equilibrio entre la
confianza (que les permite crear relaciones íntimas) y la desconfianza (que les
permite protegerse a sí mismos). Si las escalas pesan más del lado de la confianza
(lo que es favorable según Erikson) los niños desarrollan lo que él llama la virtud de
la esperanza: la creencia de que pueden satisfacer sus necesidades y obtener sus
deseos. Si predomina la desconfianza, los niños verán el mundo como hostil e
impredecible y tendrán problemas al establecer relaciones íntimas.

Erikson se interesa en las interacciones entre madre e hijo en cuanto a la


satisfacción apropiada de sus necesidades básicas.

2. Autonomía versus vergüenza y duda (de los 18 meses a los 3 años):

En esta crisis, los niños necesitan lograr el equilibrio justo entre la autonomía y/o el
control externo. Necesitan aprender lo que pueden y deben hacer, lo que es seguro
de hacer, y qué clase de guía necesitan aún de sus padres. La virtud de la voluntad
surge de esta etapa: los niños aprenden a actuar bajo sus propias decisiones, a
ejercitar la autorrestricción y seguir sus propios intereses.

La maduración juega un papel importante a medida que los niños utilizan los
músculos para hacer cosas por sí mismos, caminar, alimentarse y vestirse solos. El
entrenamiento para ir al baño es un logro importante en el aprendizaje de control y
de autodeterminación; así mismo lo es el lenguaje: a medida que los niños aprenden
a expresar sus deseos, se vuelven más capaces e independientes.

Para lograr autonomía, necesitan suficiente control y guía por parte de los adultos.
Demasiada o muy poca ayuda puede volverlos compulsivos al controlarse a sí
mismos. El miedo de perder el autocontrol puede inhibir la autoexpresión, crearles
la duda con respecto a sí mismos, avergonzarlos y sufrir de pérdida de la
autoestima.
3. Iniciativa versus culpabilidad (de los 3 a los 6 años):

El niño desarrolla la iniciativa al intentar cosas nuevas y no se deja abatir por el


fracaso. La necesidad de autonomía se vuelve más coordinada, eficiente,
espontánea y dirigida hacia un objetivo. El principal logro del ego es el sentido de
iniciativa y fracasar en esta tarea se interpreta como culpabilidad. Los niños que
aprenden a regular esta crisis desarrollan la virtud de propósito, el valor de prever
y perseguir metas, sin estar inhibidos por la culpa o el miedo al castigo.

Los padres pueden ayudar a sus hijos a hacer un balance favorable entre un sentido
de iniciativa que puede llevarlos a exagerar las cosas nuevas y una tendencia a
volverse reprimidos y culpables. Pueden hacer esto dando a los niños
oportunidades de hacer las cosas a su modo, mientras los respaldan con guía y
límites firmes, de manera que lleguen a ser personas responsables y a disfrutar de
la vida.

4. Laboriosidad versus inferioridad (de los 6 años a la pubertad):

El niño debe aprender destrezas de la cultura o enfrentar sentimientos de


inferioridad. Las fantasías e ideas mágicas de la infancia deben ceder el paso a la
tarea de aprender las habilidades para el trabajo productivo que su medio cultural
exige. Los niños en todas las culturas tiene que aprender las habilidades y
conocimientos que necesitan para sobrevivir; la especificación depende de lo que
es importante en una sociedad. Estos esfuerzos por lograr habilidad pueden ayudar
a los niños a formarse un concepto positivo de sí mismos. La virtud que se desarrolla
con la exitosa solución de esta crisis es la competencia, una visión del yo como
capaz de dominar y dar culminación a las tareas. Al comparar los niños sus propias
habilidades con las de sus compañeros se forman un juicio de quiénes son. Si se
sienten incapaces en comparación con los demás se aislaran y sentiran inferiores.
Si por el contrario, se vuelven demasiado laboriosos, pueden descuidar sus
relaciones con las otras personas y ser un esclavo en posición de ser explotado.

5. Identidad versus confusión de identidad (de la pubertad a la temprana


edad adulta):
La “búsqueda de la identidad” es una preocupación siempre presente a lo largo de
toda la vida, alcanza su punto crítico durante la adolescencia, ya que en esta etapa
hay muchos cambios significativos en toda la persona, pero especialmente en el yo:
aún es un niño en algunos aspectos, aunque con necesidades de adulto, aún es
dependiente, pero se espera que se comporte con independencia, ya es
sexualmente maduro, pero incapaz de satisfacer sus necesidades sexuales, por lo
que el adolescente no sabe quién es en realidad.

Para formar una identidad, el yo organiza las habilidades, las necesidades y los
deseos de la persona y ayuda a adaptarlos a las demandas de la sociedad (para
llegar a ser un adulto con un papel importante en la vida).

Con base en su propia vida y su investigación con adolescentes en varias


sociedades. Erikson concluyó que el aspecto crucial de la búsqueda de la identidad
es decidir una carrera.

En sus intentos de alcanzar su sentido de identidad, puede experimentar confusión


de papeles. El adolescente “juega” con diferentes papeles animado por la esperanza
de encontrar uno que le “quede”. También pueden expresar confusión regresando
a la niñez para evitar resolver conflictos o comprometiéndose ellos mismos
impulsivamente en rumbos de acción malos e irreflexivos, muy a menudo tales
compromisos juveniles darán forma a la vida de una persona por muchos años
venideros. Estos compromisos son a un mismo tiempo ideológicos y personales y,
en la medida en que la gente joven pueda ser fiel a ello, determina su habilidad para
resolver la crisis de esta etapa.

La "virtud" fundamental que surge de esta crisis de identidad es la virtud de la


fidelidad. Implica un sentido de pertenencia e identificación con un conjunto de
valores, una ideología, una religión, un movimiento, o un grupo étnico, un
compañero, etc. La autoidentificación emerge porque el individuo ha seleccionado
las personas y los valores que considera justa antes que aceptar los de sus padres.

6. Intimidad versus aislamiento (temprana edad adulta):

Las interacciones sociales son significativas lo largo de la vida, pero durante la


adultez temprana alcanzan un punto crítico. La mayoría de las personas tienen un
anhelo profundo de relacionarse íntimamente con un miembro del sexo opuesto y
el matrimonio es el medio usual mediante el cual se satisface esta necesidad donde
debe haber mutualidad y reciprocidad; cada uno debe querer lo que el otro puede
dar y, a su vez, ser capaz de dar lo que el otro desea o necesita. Cada uno desiste
de una parte de sus deseos por los del otro.

Erikson atribuye dos virtudes importantes a la persona que se ha enfrentado con


éxito al problema de la intimidad: afiliación (formación de amistades) y amor (interés
profundo en otra persona). Evitar la intimidad, temiendo el compromiso y las
relaciones, puede conducir al aislamiento, a la soledad, y a veces a la depresión.

7. Generatividad versus estancamiento (edad adulta intermedia):

El adulto maduro se preocupa por consolidar y guiar a la siguiente generación.


Establecemos nuestras carreras, una relación, comenzamos nuestras propias
familias y desarrollamos una sensación de ser parte de algo más amplio. Aportamos
algo a la sociedad al criar a nuestros hijos, ser productivos en el trabajo, y participar
en las actividades y organización de la comunidad. Si no alcanzamos estos
objetivos, nos quedamos estancados y con la sensación de no ser productivos.

No alcanzar satisfactoriamente la etapa de generatividad da lugar a un


empobrecimiento personal. El individuo puede sentir que la vida es monótona y
vacía, que simplemente transcurre el tiempo y envejece sin cumplir sus
expectativas. Son personas que han fracasado en las habilidades personales para
hacer de la vida un flujo siempre creativo de experiencia y se sienten apáticos y
cansados. Las personas generativas encuentran significado en el empleo de sus
conocimientos y habilidades para su propio bien y el de los demás; por lo general,
les gusta su trabajo y lo hacen bien.

8. Integridad versus desesperanza (vejez):

La integridad del ego, que es la tarea principal de este periodo, implica una
unificación de toda la personalidad. La persona de edad avanzada logra un sentido
de aceptación de su propia vida, aceptando la muerte o, por el contrario, cayendo
en sentimientos de inutilidad, aislamiento y desesperación, dependiendo de si han
cumplido con éxito o no las tareas de las etapas previas.

Durante este periodo contemplamos nuestros logros y podemos desarrollar


integridad si consideramos que hemos llevado una vida acertada. Si vemos nuestras
vidas como improductivas, nos sentimos culpables por nuestras acciones pasadas,
o consideramos que no logramos nuestras metas en la vida, nos sentimos
descontentos con la vida, apareciendo la desesperación, que a menudo da lugar a
depresión.

Erikson culmina señalando que los ancianos son la personificación de la sabiduría


tradicional de una cultura particular.

BIBLIOGRAFÍA

Di Caprio, N. S (1996) Teorías de la personalidad. Mc Graw Hill. Segunda Edición.


México

Erikson, E. (1978) Infancia y sociedad. Paidós. Buenos Aires. Séptima Edición

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