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EL PODENCO ANDALUZ EN LA CAZA MENOR

(Manuel Pedrosa Valverde)

HISTORIA DE LA RAZA

Así como en otras razas de perros de caza podemos hablar de fechas y de


personas que las crearon o contribuyeron decididamente a su impulso, el origen del
Podenco se pierde en los balbuceos de la historia del Hombre de nuestras latitudes. No
es este un perro de laboratorio, que se creara haciendo cruces a propósito con otros tipos
de perros como ocurrió por ejemplo con el pointer o el braco. Hemos de pensar que es
producto de una evolución natural, partiendo de un primer cánido salvaje domesticado
al que se le aplicó la más directa y efectiva selección, consistente en que el animal que
no servía para aportar alimento a su dueño era sacrificado a las primeras de cambio.

Todo parece indicar que el podenco, de la misma familia que el Cirneco del Etna
–la palabra cirneco deriva de cyrenaico o natural de Cirinea- y el Pharaon Hound está
emparentado de forma muy cercana con otras razas africanas como el Basénji, siendo el
tronco común de todos ellos un perro ya extinguido, al que las tribus africanas próximas
al llamado Cuerno de África llamaban Tesem , con características muy primitivas en
cuanto a su relación con el hombre, con el cual compartía prácticamente sólo las horas
de caza, viviendo como animal semisalvaje el resto del tiempo en los alrededores de los
poblados.

Evidentemente, no buscaba el hombre por aquel entonces un compañero bello o


exótico, si no más bien, un animal fuerte, resistente y rápido, es decir, práctico en la
caza que fuera modelado por la propia evolución natural a lo largo de millones de años.
Y esas son las bases de nuestro podenco, de rusticidad acusada, entendiendo como tal su
adaptación al medio, su funcionalidad para la caza de todo tipo de piezas, desde el
rapidísimo y ágil conejo hasta el más robusto y duro jabalí pasando por toda suerte de
cérvidos, bóvidos y cualquier otro animal susceptible de constituir alimento para el
hombre.

Juan de Dios Olías, nos dice en su magnífico libro, El perro de los Dioses, que el
ancestro totalmente salvaje del Tesem, es decir de nuestros podencos, pudiera ser el
Canis Simensis o Chacal Etíope, a punto de extinguirse ya, quedando solamente unos
cientos de ejemplares en las zonas más inaccesibles de Etiopía y otros países cercanos al
mentado Cuerno de África. Es muy posible que, partiendo de esa región y llevados por
el río Nilo abajo hasta el mismo Egipto, donde sus virtudes venatorias y su elegante
porte cautivaron a las altas clases sociales y a la realeza egipcia, llegando a ser su
animal de compañía preferido, hasta el punto de que el dios Annubis se representa con
la efigie de este animal.

Aunque no está del todo claro, se atribuye a los comerciantes fenicios la


expansión de este tipo de perro por toda la cuenca mediterránea ya que, al parecer, se
hacían acompañar de ellos en sus viajes en barco para que, una vez en tierra les sirviera
como auxiliar imprescindible en la caza, necesaria como fuente proteínica. Y a la vez
eran estos canes moneda de cambio en sus transacciones comerciales con los pueblos a
los que visitaban.

La pieza de caza más abundante y accesible en todos los países europeos


ribereños al Mare Nostrum y particularmente en España ha sido sin duda, el conejo. Del
término fenicio shaphan –tierra de conejos- parece ser que deriva el origen de la
palabra España. Hay que concluir, por tanto, que el conejo ha sido durante milenios la
EL PODENCO ANDALUZ EN LA CAZA MENOR
(Manuel Pedrosa Valverde)

pieza principal por antonomasia del protagonista de nuestro libro, siendo difícil de
encontrar otro perro especialista que cace esta pieza con maestría similar al podenco.

En diversas pinturas rupestres de yacimientos arqueológicos repartidos por la


cuenca mediterránea y región sahariana podemos observar, en escenas de caza, perros
cuyas siluetas en poco o en nada se diferencian de la de un podenco actual. Según D.
Manuel C. Jarén Nebot, gran estudioso y conocedor de las razas autóctonas andaluzas,
el podenco ha evolucionado tan poco desde que empezó a acompañar al hombre en sus
labores de caza, porque sencillamente no lo necesita, es un prodigio de adaptación a
nuestro clima, flora y fauna.

Aunque no está clara la etimología de la palabra podenco, apuntándose por


varios autores un origen germánico del término, sí está sobradamente documentado, de
forma escrita y a través de pinturas y esculturas, el devenir de nuestro protagonista junto
a los sucesivos habitantes de nuestra entrañable Piel de Toro. Aparecen en los adornos
de vasijas íberas y romanas. En los primeros textos impresos de los albores de nuestra
literatura en castellano, que hay que reseñar que en gran parte fueron libros de caza,
tenemos innumerables citas a los podencos y sus usos, tanto en monterías reales como
en las cacerías de plebeyos y villanos. También son representados en candiles y otros
utensilios de la época califal cordobesa. Y más recientemente, en cuadros de cacerías de
nobles y reyes de los siglos XVI al XVIII, aparecen podencos con una morfología ya
idéntica a la actual.

Como apunta Jarén Nebot, en el año 1864 es publicado en Madrid el "Tesoro


de los perros de caza o arte de conocer las razas de perros". Esta obra recopilada fue
editada por una sociedad de cazadores de la cual no conocemos ni su sede ni su
denominación y en los párrafos dedicados al podenco, podemos leer:

"El podenco ha de ser muy ligero, aunque no tanto como el galgo, y ha de tener la
cabeza ancha, el hocico agudo, las orejas como el lobo, derechas hacia arriba, la cola
enroscada y muy poblada de pelo por la parte inferior. Este perro es muy mañoso y
sutil y de un olfato sobresaliente para los rastros: Mata los conejos en los más espesos
jarales, y caza también las liebres de noche, lo que no hacen los galgos, porque no son
de tanto viento y rastro. Generalmente se emplea al podenco para toda clase de ojeos, y
para adiestrarle basta sacarle a menudo a caza".

Y así hasta nuestros días y con muy pocas variaciones, el podenco es una
auténtica reliquia viva de nuestra propia historia que ha convivido y sobrevivido a los
sucesivos pobladores humanos de la península ibérica, a sus guerras y a sus mezclas,
sirviéndoles fielmente a todos ellos y permaneciendo como denominador común de
muchas etapas de nuestra memoria.

Son muchos autores, especialistas cinegéticos o no, los que han hablado del
Podenco en sus escritos. Cerramos esta breve reseña histórica con la frase que le dedica
Antonio Corvasí, uno de los más grandes cazadores de nuestra historia reciente

"El rey de los perros de la montería es siempre y será en la caza mayor, el


podenco. Valiente en la lucha, incansable para la fatiga, duro, obediente y ágil como
una ardilla, noble y leal para su amo; reúne todas las buenas condiciones de un
magnífico perro de caza mayor".
EL PODENCO ANDALUZ EN LA CAZA MENOR
(Manuel Pedrosa Valverde)

Patrón Racial y pruebas de trabajo.

La raza Podenco Andaluz, como tal, queda reconocida por la Real Sociedad
Central de Razas Caninas en España con fecha 29 de marzo de 1.992 con la aprobación
de su patrón racial oficial. Este patrón racial posiblemente sea el primero que esté
avalado por un grupo de investigación sobre morfoestructura del perro de una
universidad española y es fruto de unos trabajos presentados por primera vez a un foro
científico en el transcurso del II Symposium sobre Razas Caninas Españolas celebrado
en Córdoba en Marzo de 1992.

En el apéndice final del libro viene detallado el estándar fijado entonces, así
como el reglamento de pruebas de trabajo ambos documentos por gentileza del Club
Nacional del Podenco Andaluz.

Desde mi punto de vista, respetando el trabajo técnico que supuso la elaboración


de dicho patrón racial y siendo consciente de que cuando se intenta acotar o definir algo,
siempre hay partes que se tienen que quedar fuera, expongo como alegación a ese
estándar el haber dejado fuera del mismo a muchos de los podencos que, desde siglos
atrás han sido compañeros de los cazadores del sur de la península ibérica. Se han
quedado sin encuadrar los podencos achocolatados y oritos, color marrón chocolate liso
o manchado con blanco los primeros y negro y fuego los segundos, con la misma
estructura morfológica que fija el patrón racial sólo que con capas y trufas diferentes.

Es un hecho constatado que esos podencos excluidos han sido y siguen siendo
tan buenos para la caza como los que entran dentro del patrón, dándose el caso de
cazadores vecinos de la misma calle del mismo pueblo, que de padre a hijos han venido
criando podencos achocolatados en una familia y canela en la otra. ¿Quién le dice ahora
a uno de ellos que los suyos no son podencos y los del vecino sí?

Carácter del Podenco Andaluz.

El podenco andaluz tiene un carácter muy adecuado para la convivencia con


personas. Es un perro algo tímido, que no quiere decir cobarde o asustadizo ya que el
valor lo tienen más que demostrado en su uso en la caza mayor desde hace siglos, sino
más bien respetuoso con su dueño y quizás algo más serio que otras razas. No obstante,
si hacemos la prueba de criar un podenco mediano o chico desde cachorro en el seno
familiar, observaremos que poco variará su carácter respecto al de cualquier otro perro
de compañía. Lo que ocurre que el uso tradicional para la caza que se ha dado a los
podencos y el hecho de que normalmente estén encerrados en sus perreras o cubiles con
poco contacto humano, ha marcado el carácter un tanto solitario e independiente de
nuestro protagonista.

Es muy fiel con su dueño y nunca olvida a su criador si este lo tuvo el tiempo
suficiente. Se dan casos de podencos que cambian de propietario por alguna
circunstancia y en cuanto se presenta la ocasión, recorren muy largas distancias para
volver con el que consideran su jefe. Es por tanto aconsejable, si adquirimos un
podenco ya adulto, un largo periodo de adaptación en estrecho contacto con el animal,
no inferior a un mes antes de campearlo suelto con plenas garantías. En dicho periodo le
proporcionaremos un trato exquisito, caricias, paseos con correa, cepillado del pelo,
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(Manuel Pedrosa Valverde)

ofrecer alguna golosina en la mano, es decir, un trato que pueda vencer su timidez
inicial y que permita que nos reconozca como su nuevo dueño.

No es en absoluto un perro peligroso con las personas. No recuerdo ningún caso


descrito en el que un podenco, ni siquiera de talla grande, que llegan a tener unas
mandíbulas poderosísimas y gran fuerza, haya atacado a una persona. No obstante sí
pueden ser pendencieros con otros perros, incluso de la misma rehala, por lo que se
aconseja tener sumo cuidado a la hora de agruparlos en las perreras para no poner juntos
ejemplares incompatibles. Este problema reacentúa con los machos de talla grande,
aunque también se da entre ejemplares del mismo sexo de todas las tallas, pudiendo
llegar a peleas que resulten fatales para uno de los dos contendientes. Especial cuidado
hay que tener cuando incorporamos un nuevo ejemplar a una rehala ya formada, porque
puede darse el caso de agredir varios perros de la misma al nuevo miembro.

El podenco andaluz es extremadamente listo y no suele tropezar dos veces en la


misma piedra, por ello, no se recomienda para su adiestramiento prácticas que incluyan
algún tipo de engaño, ya que en cuanto lo descubra, cambiara el comportamiento que
hemos intentado inculcarle. Debido a ello, sirve de poco, por ejemplo, intentar
adiestrarlo en el cobro con algún tipo de señuelo, porque cuando llegue la hora y con
caza real, el sabrá lo que tiene que hacer si está suficientemente compenetrado con su
dueño. No soporta bien las tareas repetitivas que incluye el aprendizaje de cualquier
raza de muestra, como es el intentar que lacee delante del cazador, el que se eche a la
orden en una situación de caza, o que respete la salida de la pieza sin intentar atraparla.
Por ello y como describiremos más adelante, su adiestramiento para la caza es muy
distinto al de otras razas.

El mayor regalo que le podemos hacer a un podenco es darle horas de libertad en


el campo. Los ejemplares de esta raza aman profundamente los espacios abiertos y el
poder recorrerlos durante horas desenvolviéndose a su antojo –de forma siempre
controlada por nosotros, aunque sin agobiarle-. Nunca dejemos a nuestro perro
encerrado en la perrera cuando se acabe la temporada de caza, ya que el necesita correr
por el campo tanto como el alimento. De esta manera, además de mantener su forma
física en estado óptimo, conseguiremos un perro equilibrado psicológicamente,
cuestiones ambas que se convertirán en satisfacciones para nosotros cuando llevemos al
perro a cazar.

Es un perro muy resistente a las enfermedades y, si está correctamente vacunado


y desparasitado, suele vivir muchos años con envidiable salud y practicando la caza
hasta avanzada edad.

Líneas de podencos de caza menor.

Influenciados por el terreno donde han cazado, generación tras generación, los
podencos de una determinada zona con una cobertura vegetal más o menos abierta y una
orografía más o menos llana, se han ido cincelando líneas de trabajo distintas dentro de
los podencos andaluces. Aunque hay casos en que estas líneas no están muy marcadas,
sí podemos observar, sobre todo en podenqueros cuya manera de cazar y cazaderos son
los mismos de padres a hijos, que sus perros poseen una línea de trabajo muy marcada y
que se transmite a cada nueva camada.
EL PODENCO ANDALUZ EN LA CAZA MENOR
(Manuel Pedrosa Valverde)

Es el caso, por ejemplo, de Antonio García, de Nueva Carteya, provincia de


Córdoba, cazador de arroyos y zarzales desde varias generaciones atrás. Sus cachorros
entran todos a las zarzas en cuanto dejan de mamar, dejándose la piel para sacar un
conejo corriendo o entre sus dientes.

Básicamente existen dos líneas en las que encuadrar a la generalidad de los


podencos andaluces de talla media y chica, habiendo ejemplares no definidos por
ninguna en concreto, sin que esto quiera decir que no sean buenos perros, ya que alguno
de ellos hace, según el terreno que encuentre, el trabajo de una línea o de la otra. Estas
líneas se han dado en llamar de levantadores puros la primera y de la que abundan más
ejemplares y de medio rastro o de castigo la otra.

Los ejemplares levantadores, cazan más cerca de la escopeta, y laten menos,


solamente cuando llevan la pieza por delante, mientras que los perros de medio rastro o
de castigo tienen un trabajo más parecido al de los sabuesos, relatiéndose por el rastro y
siguiendo mucho más a las piezas.

Diferencias con otros podencos.

Indudablemente, todos los podencos de la península y sus islas y alguno más de


allende nuestras fronteras, proceden del mismo tronco común, pero su aislamiento
geográfico y su adaptación a cada terreno han ido modelando las distintas variedades
que, a parte de las diferencias morfológicas que nos marcan los respectivos estándares,
presentan significativas diferencias en su forma de cazar y su comportamiento en el
campo.

El podenco ibicenco es un perro hecho para cazar sin escopeta, en terrenos con
pocas huras y abundantes veredas por donde su potente oído sigue la carrera del conejo
a la perfección mientras ejecuta imponentes saltos en suspensión para ver y escuchar
mejor a la pieza. Sus extremidades son largas y poderosas, siendo su cuerpo ligero,
como un atleta de triple salto o de medio fondo. El ibicenco sigue al conejo por la vista
y oído, no agachando la nariz durante la persecución, aunque sí lo hace antes de levantar
la pieza. Su aerodinámico cráneo dolicocéfalo y su largo hocico, recuerdan al del galgo,
como una enorme pinza preparada para lanzar el mortal pellizco.

El podenco canario, se asemeja más al ibicenco que al andaluz, aunque de menor


alzada que el primero y más alto que al andaluz de talla media, también posee un cuerpo
más estilizado y cola más larga que nuestro protagonista. La cola la emplea para jugar
con el equilibrio en los difíciles quiebros sobre suelo rocoso. Quizás sea el canario el de
mejor olfato entre todos los podencos ibéricos e insulares, capaz de descubrir al conejo
en las mismas entrañas de la tierra, a varios metros de la superficie, en majanos
naturales o grietas de terreno volcánico. También es un perro usado mayormente para
coger el conejo a diente, una vez que lo ha desalojado de su cubil el hurón. Sus pies son
distintos a los de todos los demás podencos, mucho más anchos y resistentes a
jaspeaduras, ya que están forjados para aguantar largas jornadas pisando rocas cortantes.
También sus orejas son más grandes, por término medio, que las del resto de los
podencos para escuchar los pasos del conejo incluso antes de salir este a la superficie
desde su escondite subterráneo, dándose espectaculares lances donde podemos ver al
podenco canario correr en la dirección por la que va a aparecer el conejo entre las rocas,
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(Manuel Pedrosa Valverde)

antes de que este sea visible. No es un perro hecho a vegetación espesa y zarzales. Su
piel es más fina y su pelo más ralo que los del resto de podencos.

El portugués es quizás el que guarde más similitud con el andaluz, aunque algo
más lento en su cazar, es un auténtico especialista del matorral duro, donde supera al
andaluz con las normales excepciones. Sin embargo, nuestro podenco usa más el
conocimiento del terreno y la astucia para llegar a las piezas, dando antes con ellas y
apretándolas más en su huida. Morfológicamente existen multitud de diferencias,
dándose en el portugués muchos ejemplares braquicéfalos –cráneo más ancho que
largo- con trufa negra y ojos totalmente redondos y oscuros, al contrario que el podenco
andaluz que es mesocéfalo –cráneo aproximadamente igual de ancho que de largo-, con
trufa color carne y ojos color miel con párpados en forma almendrada. En el portugués
se da con mayor frecuencia el pelo duro en talla media y chica, al contrario que en el
podenco andaluz.

Personalmente, opino que el podenco andaluz, entre todos los podencos, es el


mejor todo terreno para cazar con la escopeta.

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