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La Caza Menor PDF
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HISTORIA DE LA RAZA
Todo parece indicar que el podenco, de la misma familia que el Cirneco del Etna
–la palabra cirneco deriva de cyrenaico o natural de Cirinea- y el Pharaon Hound está
emparentado de forma muy cercana con otras razas africanas como el Basénji, siendo el
tronco común de todos ellos un perro ya extinguido, al que las tribus africanas próximas
al llamado Cuerno de África llamaban Tesem , con características muy primitivas en
cuanto a su relación con el hombre, con el cual compartía prácticamente sólo las horas
de caza, viviendo como animal semisalvaje el resto del tiempo en los alrededores de los
poblados.
Juan de Dios Olías, nos dice en su magnífico libro, El perro de los Dioses, que el
ancestro totalmente salvaje del Tesem, es decir de nuestros podencos, pudiera ser el
Canis Simensis o Chacal Etíope, a punto de extinguirse ya, quedando solamente unos
cientos de ejemplares en las zonas más inaccesibles de Etiopía y otros países cercanos al
mentado Cuerno de África. Es muy posible que, partiendo de esa región y llevados por
el río Nilo abajo hasta el mismo Egipto, donde sus virtudes venatorias y su elegante
porte cautivaron a las altas clases sociales y a la realeza egipcia, llegando a ser su
animal de compañía preferido, hasta el punto de que el dios Annubis se representa con
la efigie de este animal.
pieza principal por antonomasia del protagonista de nuestro libro, siendo difícil de
encontrar otro perro especialista que cace esta pieza con maestría similar al podenco.
"El podenco ha de ser muy ligero, aunque no tanto como el galgo, y ha de tener la
cabeza ancha, el hocico agudo, las orejas como el lobo, derechas hacia arriba, la cola
enroscada y muy poblada de pelo por la parte inferior. Este perro es muy mañoso y
sutil y de un olfato sobresaliente para los rastros: Mata los conejos en los más espesos
jarales, y caza también las liebres de noche, lo que no hacen los galgos, porque no son
de tanto viento y rastro. Generalmente se emplea al podenco para toda clase de ojeos, y
para adiestrarle basta sacarle a menudo a caza".
Y así hasta nuestros días y con muy pocas variaciones, el podenco es una
auténtica reliquia viva de nuestra propia historia que ha convivido y sobrevivido a los
sucesivos pobladores humanos de la península ibérica, a sus guerras y a sus mezclas,
sirviéndoles fielmente a todos ellos y permaneciendo como denominador común de
muchas etapas de nuestra memoria.
Son muchos autores, especialistas cinegéticos o no, los que han hablado del
Podenco en sus escritos. Cerramos esta breve reseña histórica con la frase que le dedica
Antonio Corvasí, uno de los más grandes cazadores de nuestra historia reciente
La raza Podenco Andaluz, como tal, queda reconocida por la Real Sociedad
Central de Razas Caninas en España con fecha 29 de marzo de 1.992 con la aprobación
de su patrón racial oficial. Este patrón racial posiblemente sea el primero que esté
avalado por un grupo de investigación sobre morfoestructura del perro de una
universidad española y es fruto de unos trabajos presentados por primera vez a un foro
científico en el transcurso del II Symposium sobre Razas Caninas Españolas celebrado
en Córdoba en Marzo de 1992.
En el apéndice final del libro viene detallado el estándar fijado entonces, así
como el reglamento de pruebas de trabajo ambos documentos por gentileza del Club
Nacional del Podenco Andaluz.
Es un hecho constatado que esos podencos excluidos han sido y siguen siendo
tan buenos para la caza como los que entran dentro del patrón, dándose el caso de
cazadores vecinos de la misma calle del mismo pueblo, que de padre a hijos han venido
criando podencos achocolatados en una familia y canela en la otra. ¿Quién le dice ahora
a uno de ellos que los suyos no son podencos y los del vecino sí?
Es muy fiel con su dueño y nunca olvida a su criador si este lo tuvo el tiempo
suficiente. Se dan casos de podencos que cambian de propietario por alguna
circunstancia y en cuanto se presenta la ocasión, recorren muy largas distancias para
volver con el que consideran su jefe. Es por tanto aconsejable, si adquirimos un
podenco ya adulto, un largo periodo de adaptación en estrecho contacto con el animal,
no inferior a un mes antes de campearlo suelto con plenas garantías. En dicho periodo le
proporcionaremos un trato exquisito, caricias, paseos con correa, cepillado del pelo,
EL PODENCO ANDALUZ EN LA CAZA MENOR
(Manuel Pedrosa Valverde)
ofrecer alguna golosina en la mano, es decir, un trato que pueda vencer su timidez
inicial y que permita que nos reconozca como su nuevo dueño.
Influenciados por el terreno donde han cazado, generación tras generación, los
podencos de una determinada zona con una cobertura vegetal más o menos abierta y una
orografía más o menos llana, se han ido cincelando líneas de trabajo distintas dentro de
los podencos andaluces. Aunque hay casos en que estas líneas no están muy marcadas,
sí podemos observar, sobre todo en podenqueros cuya manera de cazar y cazaderos son
los mismos de padres a hijos, que sus perros poseen una línea de trabajo muy marcada y
que se transmite a cada nueva camada.
EL PODENCO ANDALUZ EN LA CAZA MENOR
(Manuel Pedrosa Valverde)
El podenco ibicenco es un perro hecho para cazar sin escopeta, en terrenos con
pocas huras y abundantes veredas por donde su potente oído sigue la carrera del conejo
a la perfección mientras ejecuta imponentes saltos en suspensión para ver y escuchar
mejor a la pieza. Sus extremidades son largas y poderosas, siendo su cuerpo ligero,
como un atleta de triple salto o de medio fondo. El ibicenco sigue al conejo por la vista
y oído, no agachando la nariz durante la persecución, aunque sí lo hace antes de levantar
la pieza. Su aerodinámico cráneo dolicocéfalo y su largo hocico, recuerdan al del galgo,
como una enorme pinza preparada para lanzar el mortal pellizco.
antes de que este sea visible. No es un perro hecho a vegetación espesa y zarzales. Su
piel es más fina y su pelo más ralo que los del resto de podencos.
El portugués es quizás el que guarde más similitud con el andaluz, aunque algo
más lento en su cazar, es un auténtico especialista del matorral duro, donde supera al
andaluz con las normales excepciones. Sin embargo, nuestro podenco usa más el
conocimiento del terreno y la astucia para llegar a las piezas, dando antes con ellas y
apretándolas más en su huida. Morfológicamente existen multitud de diferencias,
dándose en el portugués muchos ejemplares braquicéfalos –cráneo más ancho que
largo- con trufa negra y ojos totalmente redondos y oscuros, al contrario que el podenco
andaluz que es mesocéfalo –cráneo aproximadamente igual de ancho que de largo-, con
trufa color carne y ojos color miel con párpados en forma almendrada. En el portugués
se da con mayor frecuencia el pelo duro en talla media y chica, al contrario que en el
podenco andaluz.