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simplones eventos, demostrando tales pasa-


jes la poca capacidad de Lemebel para cam-
Tengo miedo torero biar de tema y abordar, sin caricaturas,
De Pedro Lemebel. Seix Barral. 217 páginas.
asuntos más complejos.
Traspublicar celebrados volimenes de crónicas (“Loco afán”, Como sea, su arte prosístico muestra
fuerza y honestidad, confirmando al autor
“Deperlas y cicatrices”),Lemebel incursiona por
como un notable artífice de las palabras.
primera vex en la novela. Una historia que podría parecer monóto-
na, se convierte en una variada gama de
matices románticos, cómicos, desespera-
dos y efervescentes, consiguiéndose un to-
do abigarrado, aunque extrañamente ar-
mónico. Pocos escritores nacionales pue-
CAMILO M A R K S den elaborar, como lo hace Lemebel, una
representación erótica que evoca deseo y
La Loca del Frente se llama así por la vergüenza, inseguridad y anhelo, en la
ubicación de su casa y su inconsciente par- descripción de un amor imposible. El (o
ticipación en el grupo extremista más cono- ella) se sabe equivocado y la sobreexposi-
cido de Chile, sobre todo a partir del aten- ción emocional llega a ser algo mucho más
tado a la comitiva presidencial, en septiem- oscuro y doloroso, hasta alcanzar el pánico
bre de 1986. La Loca se desvive por Carlos, y el convencimiento de que la pasión con-
dulce muchacho cuya fachada oculta a un duce a la locura.
terrorista consumado. La (o el) protagonis- Tengo miedo torero no es un libro más
ta carece de ideas políticas claras. Borda de Lemebel y su carácter subversivo reside
. preciosos manteles para esposas de genera- tanto en la manera agitada e histriónica, co-
les y complementa los ingresos derivados mo en la serie de monólogos en tercera
de la prostitución con beneficios que recibe persona, escritos con la honda convicción
de encopetadas señoras del régimen mili- de alguien a quien le bastan unas líneas pa-
tar. Y los amigos (mejor dicho, amigas) de ra sumergirnos en un mundo de lugares y
la Loca tienen tendencias muy derechistas. seres diferentes. Como ha sucedido antes,
Sin querer queriendo, la heroína (o héroe) el prosista no muestra cariño con los perso-
se hace la lesa, mientras Carlos y otros ca- najes y parece que sintiera, sin darse cuen-
maradas usan su hogar para entrar y salir ta él mismo, una considerable dosis de odio
con bultos repletos de armas y explosivos. o desprecio hacia el medio que dibuja y que
Sólo a Pedro Lemebel podría habérsele ha recreado literariamente, subrayado por
ocurrido una novela como Tengo miedo to- los excesos esperpénticos en que incurre.
rero, en parte la obra más destacada de su En esta primera tentativa novelística, la Lo-
innegable talento. En pocas páginas se per- ca, apenas un cuarentón, lleva placa dental
cibe que continúa siendo un gran intérprete que a cada rato se le cae, es casi calva, no
de la sensibilidad popular barroca, tan ex- presenta atractivos físicos y un sinnúmero
presiva en las crónicas Loco afán y De per- de detalles grotescos y macabros la harían
las y cicatrices. Pero ha perdido la originali- repelente, si no conquistara al lector.
dad y frescura de esos textos. A poco an- Esto acontece porque Lemebel crea un
dar, parece incómodo en su propio estilo, sentido escenográfico, rodeando los episo-
se repite en la utilización de los mismos re- dios con genuinos sentimientos. La simpli-
cursos y la prosa se torna neurótica, chi- cidad anecdótica desaparece gracias al
rriante, angustiosa, lo que no encaja con el compromiso con esos estados de ánimo y
material narrativo. Ello es manifiesto en el Tengo miedo torero supera el relato de un
contrapunto a las aventuras de la Loca, incidente cualquiera, si bien la trama se re-
cuando la primera dama de la época parlo- laciona con la apartada trastienda de un he-
tea con su famoso marido y éste imagina cho histórico que conmovió al país. qp

88 QUE PASA 12 DE MAYO DE 2001 ,q T S i ;

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