humanidad. Todo lo que el ser humano hace, piensa, dice, proyecta y hasta lo que no hace es cultura. Va desde la velocidad con la que hablas hasta los grandes descubrimientos científicos, todo es cultura. Tradicionalmente la cultura es asociada a los "marcadores étnicos", es decir, sólo a aquellas manifestaciones que diferencian a un grupo de otro, como la ropa, gastronomía, lenguaje o costumbres en general; sin embargo, como ya te estaba diciendo antes, la cultura es TODO lo que hacemos, excepto lo que hacemos por instinto (como el comer, dormir o defecar) pero incluso esto también esta matizado por la cultura (no toda la humanidad come igual, ni duerme igual). La cultura nos otorga los rasgos que nos caracterizan como ser humanos "racionales", pues es la que nos diferencia claramente de los animales que sólo actúan por instinto. Por lo tanto, la cultura es una manifestación racional del hombre en cuanto a su adaptación al medio ambiente y social que lo rodea, por eso es que las culturas son distintas según el tipo de clima, la latitud o el color de piel, ya que toda manifestación cultural no es más que la adaptación al medio ambiente como ya había dicho antes. Ahora, está relacionada con el desarrollo de la humanidad porque la cultura está asociada al tipo de conocimiento y tecnología que produce el hombre. Por ejemplo, la cultura occidental tiene una cultura muy científica, por ello es que bajo esa lógica es como las sociedades se volvieron "modernas". En cambio, las culturas tribales, como las africanas, los llevan más a la convivencia con el medio ambiente. No son materialistas, ni le dan valor a lo que nosotros si se lo demos. Por ello, es que desde nuestra perspectiva cualquiera que no apuesta a la ciencia y tecnología como el camino de mejora de la humanidad está "retrasado", aunque ya sabemos que esto no es necesariamente cierto ni real.
La cultura como una parte constitutiva del desarrollo.
Podemos comenzar por la pregunta elemental: ¿para qué sirve el desarrollo? El fortalecimiento del bienestar y de las libertades a que aspiramos por medio del desarrollo no puede sino incluir el enriquecimiento de las vidas humanas a través de la literatura, la música, las bellas artes y otras formas de expresión y práctica culturales, que tenemos razón en valorar. Cuando Julio César dijo sobre Casio, "Él no escucha música: sonríe poco", esto no pretendía ser una loa a la forma de vida de Casio. Tener un alto PNB per capita pero poca música, pocas artes, poca literatura, etcétera, no equivale a un mayor éxito en el desarrollo. De una u otra forma, la cultura envuelve nuestras vidas, nuestros deseos, nuestras frustraciones, nuestras ambiciones, y las libertades que buscamos. La posibilidad y las condiciones para las actividades culturales están entre las libertades fundamentales, cuyo crecimiento se puede ver como parte constitutiva del desarrollo. No sólo sucede que los factores culturales figuran entre los fines y medios del desarrollo: también sucede que tienen un papel central incluso en la formación de los valores. Esto, a su vez, puede influir en la identificación de nuestros fines y el reconocimiento de instrumentos practicables y aceptables para alcanzar dichos fines. Por ejemplo, el debate público abierto — él mismo un logro cultural importante — puede influir poderosamente en el surgimiento de nuevas normas y prioridades por considerar. En realidad, la formación de valores es un proceso interactivo, y la cultura de hablar y escuchar puede tener un papel significativo en el momento de hacer posible la interacción. Conforme surgen nuevos patrones de conducta, es el debate público, así como la emulación inmediata, lo que puede diseminar las nuevas normas a través de una región y, en última instancia, entre las regiones. Las normas surgidas para fomentar bajos índices de fertilidad, o la ausencia de discriminación entre niños y niñas, o el enviar a los niños a las escuelas, en fin, no constituyen tan sólo rasgos importantes del desarrollo: pueden estar influidas en gran medida por una cultura del debate público y de la discusión libre, sin obstáculos políticos ni represión social. Explica la relación existente de manera fundamentada entre la diversidad cultural y el aspecto psicológico. El avance de la psicología como ciencia y profesión constituye la base de la misión institucional de organizaciones como la American Psychological Association, algo que resulta lógico y fácil de entender tanto desde una perspectiva científica como profesional. Sin embargo, no siempre se entiende que ese desarrollo implica un cuerpo de conocimientos basado en leyes universales que expliquen el comportamiento humano y los factores subyacentes más allá de lo observado en el contexto cultural en que se investigan. Dada la evidencia empírica actual respecto del rol de la cultura en los procesos psicológicos y la conducta, en áreas como salud (e.g., Betancourt, Flynn & Ormseth, 2011; Flynn et al., 2015) y neurociencia cultural (e.g., Han et al., 2013), es imposible concebir una psicología científica sin considerar los factores culturales, ya que estos influyen en el comportamiento, ya sea directamente o a través de su impacto en los procesos y disposiciones psicológicas. De otra manera, explicar fenómenos conductuales sin considerar la estructura de las relaciones entre los factores psicológicos y culturales relevantes podría conducir a errores equivalentes a lo que ocurriría en física si se espera que la ebullición del agua en ciudades como La Paz o Zürich ocurra a una temperatura de 100 grados Celsius, que es lo observado a nivel del mar. Es decir, estaríamos suponiendo que una observación puntual representa un principio universal, cuando en realidad se trata solo de la forma en que este se manifiesta en el contexto cultural en el cual fue originalmente estudiado. Sin embargo, hay áreas de la psicología en las que el papel de la cultura y la diversidad sigue siendo ignorado. Hay una variedad de factores que históricamente han dificultado el avance de la investigación en psicología sobre cultura y diversidad. Entre estos destacan la confusión conceptual, la falta de modelos teóricos que guíen la investigación y desafíos metodológicos asociados a la naturaleza multivariada de las relaciones entre cultura, procesos psicológicos y conducta. Estos problemas fueron el foco de una serie de publicaciones de hace ya más de 20 años (Betancourt, Hardin & Manzi, 1992; Betancourt & López, 1993), en las que se analizan los problemas asociados al estudio de la cultura en la psicología estadounidense y se proponen soluciones tanto conceptuales como metodológicas. Específicamente, como forma de responder a la falta de claridad conceptual se propone una definición de cultura que apunta a aspectos relevantes a la ciencia y práctica psicológica, enfoques metodológicos apropiados a su medición e investigación, como así también una serie de proposiciones que apuntaban a especificar la manera en que la cultura se relaciona, por un lado, con antecedentes concebidos como fuentes de variación cultural y, por otro, con fenómenos psicológicos y conductuales. Tales fundamentos teóricos constituyen la base del modelo integrador para el estudio de la cultura en psicología. Este modelo, sobre todo en su versión adaptada para investigar cultura y comportamiento en el ámbito de la salud, ha guiado gran parte de mi trabajo en el área, junto a un número de colaboradores durante casi dos décadas (e.g., Betancourt et al., 2011; Betancourt & Flynn, 2009; Betancourt, Flynn, Riggs & Garberoglio, 2010; Flynn, Betancourt & Ormseth, 2011). Por lo tanto, es en esta perspectiva que se enmarcan mis comentarios sobre los artículos incluidos en esta sección especial. La diversidad de factores estudiados y la evidencia acumulada sugieren que el análisis de modelos causales podría resultar en avances significativos para ayudar a entender de manera efectiva la estructura de relaciones entre la variedad de factores estudiados. Esto permitiría extender este tipo de estudios a otras regiones de América Latina, donde las afinidades y diferencias culturales y socio- estructurales podrían contribuir al desarrollo de modelos más generales.