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El desplazamiento de una idea de que los hechos y las pruebas importan, por la idea de
que todo se reduce a intereses subjetivos y perspectivas es - después de las campañas
políticas estadounidenses - la manifestación más prominente y perniciosa de anti-
intelectualismo en nuestro tiempo.
El escándalo Sokal (1996) fue un bulo editorial que el físico de la New York University
Alan Sokal hizo a los editores y los lectores de Social Text, una revista académica de
estudios culturales posmodernos que por entonces no tenía revisión por pares. En 1996,
como experimento para probar la integridad editorial (comprobación de hechos, revisión
por pares), el profesor Sokal presentó un artículo pseudocientífico —proponiendo que
la realidad física es una construcción social— para ver si Social Text «publicaría un
artículo generosamente salpicado con disparates, si: (a) sonaba bien, y (b) halagaba los
prejuicios ideológicos de los editores».8 9 Como intelectual público, el profesor Sokal
dijo que su engaño era una acción de protesta contra la tendencia contemporánea hacia
el oscurantismo, o sea, la escritura abstrusa, esotérica e imprecisa de las ciencias
sociales:
En pocas palabras, mi preocupación por la propagación del pensamiento subjetivista es
tanto intelectual como político. Intelectualmente, el problema con tales doctrinas es que
son falsas (o al menos carentes de sentido). Hay un mundo real; sus propiedades son
algo más que construcciones sociales; hechos y pruebas deben tenerse en cuenta.
¿Qué persona en su sano juicio sostiene lo contrario? Y sin embargo, mucha de la teoría
académica contemporánea consiste precisamente en intentar emborronar estas
verdades evidentes; lo más absurdo de todo es que se esconde a través de un lenguaje
oscuro y pretencioso.