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Lascartas

originales
de Pablo
S E N É N
VIDAL

lU
C O L E C C IÓ N E S T R U C T U R A S Y P R O C E S O S
S e r le R e lig ió n

© Senén Vidal, 1 9 9 6

© Editorial Trotta, S.A.. 1996


■Sogüsía, 33. 28004 Madrid
Teléfono: 593 90 40
Fox: 593 91 11

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Joaquín G alle g o

ISBN: 84-8164-101-4
Deposito Legol: VA-101 / 9 6

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Si moriros tdiciones, S:A.
Pol. Ind. San Cristóbal
C/ Estoño, parcela 152
4701 2 Volladolid
CONTENIDO
I

Presentación .......................................................................................................... 9

Mapa de la misión de P a b lo ............................................................................ 11

In tro d u c c ió n .......................................................................................................... 13
1. La trasmisión de las caitas de P a b lo ................................................ 13
a) La colección de las cartas paulinas............................................. 13
b) Los escriros paulinos p o steriores................................................ 15
c) La recopilación de las cartas auténticas.................................... 17
d) Las añadiduras p o steriores........................................................... 21
2. Las cartas auténticas en la misión de P ablo................................... 22
3. La redacción y el trasfondo de las cartas auténticas.................. 33
a) Las cartas y su re d a cció n ............................................................... 34
b) FJ trasfondo de las cartas .............................................................. 36
1) I.a base tradicional judía y helenista................................... 36
2) La tradición cristiana............................................................... 37
3) La reflexión de la «escuela» de P a b lo ................................ 38
4. Algunas indicaciones ............................................................................ 40
a) El texto griego y la traducción castellana................................ 40
b) Las notas ............................................................................................. 41
c) Orden de los textos en el canon del nuevo testam ento....... 41

Carta a la comunidad de Tesalóntca


(1 T e s ) ..................................................................................................................... 43

Carta a las comunidades de Galacia


CCál)......................................................................................................................... 71

Primera carta a la comunidad de Corinto


(Cor A: 1 Cor 6 ,1 -1 1 ; 1 0 ,1 -2 2 ; 1 1 ,2 -3 4 ; 15 ,1-58 ; 1 6 ,13 -1 8 ) ............ 119

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IN TRO D U C C IÓ N

1. La trasmisión de las cartas de Pablo

Pablo no contó con la permanencia de sus cartas, esos escritos oca­


sionales y simado na les. Lo que sí esperó fue que las comunidades
fundadas por él y sus colaboradores permanecerían hasta la “mani­
festación” final (parousia) del Señor. Ellas eran sus auténticas “car­
tas de recomendación” (2 Cor 3,1-3), ellas serían su “corona de ho­
nor” y su “motivo de orgullo” al presentarse ante el Señor (1 Tes
2 ,1 9 -2 0 ; Flp 2 ,1 6 ; 2 Cor 1,14), ellas eran, en efecto, la “novia” que
él guardaba “celosamente” para entregarla al Señor, el día de su ve­
nida (2 Cor 11,2). Pero el hecho es que son sus cartas las que se nos
han conservado, y no sus comunidades, que, en cuanto tales, des­
aparecieron durante la primera mitad del s. II, apenas cien años des­
pués de ser fundadas. Son, entonces, sus cartas el lugar en donde aún
nos podemos encontrar con la potencia de la actividad misional
paulina, si es que las devolvemos a aquel suelo fértil, vivo, en el que
surgieron. Pero tampoco las cartas se nos conservan como Pablo las
dictó o escribió.

a) La colección de las cartas paulinas

La colección de escritos paulinos tardó varios siglos en adquirir su


configuración actual en un corpus paulinum de catorce escritos (Rom,
1.2 Cor, Gál, Ef, Flp, Col, 1.2 Tes, L 2 Tim, Tit, Flrn, Heb). [.os
testimonios sobre una colección de cartas paulinas se remontan ya a
fines dei s. I: al final de esc siglo y durante la primera mitad del s. II,
tenemos testificada la existencia de nna colección indeterminada de

33
LAS CARTAS ORIGINALES O! PABLO

escritos paulinos; hacia mediados del siglo II, podemos fijar una co­
lección de diez escritos (con !a exclusión de 1.2 Tnn, Tit y Heb),
hacia el final de ese siglo, está testificada la ampliación de esa colec­
ción a trece escritos (con la exclusión de Heb); y, por fin (quizá para
completar el número de catorce: 7 + 7), se añadió a la colección
Heb, primero en las iglesias de oriente (s. III), y después, en las de
occidente (s. IV).

Mucho más difícil es fijar los orígenes y la configuración de la


colección primera. Los datos son imprecisos. Barajando diversas
noticias y la analogía con otras colecciones de cartas en la antigüe­
dad, podemos intentar una reconstrucción plausible.
Es natural que las comunidades conservaran las cartas que Pablo
les dirigió. Tenían carácter de autoridad para ellas, ya que se trataba
de cartas del “emisario” (apostolos). Su proclamación pública en las
asambleas (cf. 1 Tes 5 ,2 7), probablemente durante el “simposio” de
la “cena del Señor”, se siguió repitiendo, de seguro, con alguna fre­
cuencia. Tuvo que producirse también muy pronto el intercambio
de cartas entre las comunidades cercanas, al estilo de la noticia que
conserva Col 4,16 para el tiempo después de la muerte de Pablo. Las
cartas fueron adquiriendo así un carácter de universalidad, por en­
cima de la situación concreta de su origen.
Dentro de ese ámbito de las comunidades paulinas, hay que se­
ñalar un lugar clave para la conservación y utilización de las cartas
de Pablo. Se trata de la “escuela” que Pablo formó en torno a él en
sus centros misionales más importantes, especialmente en Corinto y
en Éfeso. Su existencia durante la vida de Pablo la testifican, además
de la noticia expresa de Hech 19,9, muchos textos de las cartas,
cuyo tono y configuración especiales los distancian del contexto in­
mediato y los remiten, como lugar de su origen, a una reflexión
mucho más serena y detenida que la que posibilita el ritmo del dicta­
do y de la escritura. Los escritos paulinos posteriores son testimo­
nios de la permanencia de esa “escuela’’ después de la muerte del
“maestro”, Pablo. Al estilo de las “escuelas” filosóficas del medio
ambiente, fue ella, ante todo, la que conservó y fue actualizando a
las nuevas situaciones la tradición del “maestro”, dentro de la cual
estaban sus cartas.
Según eso, podemos suponer que, después de la muerte de Pa­
blo, fueron surgiendo en algunas comunidades pequeñas colecciones
de sus cartas. Por el sucesivo intercambio de ellas, probablemente
hacia el final del s. I surgió una colección “ecuménica ” para todas las
comunidades paulinas. No conocemos ni su amplitud ni su configu­
ración. Es probable que la glosa ecuménica de 1 Cor 1,2b (“junto
con todos los que en todo lugar, el suyo y el nuestro, invocan el
nombre de nuestro Señor Jesucristo”) señale a 1 Cor como el co­

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IN T R O D U C C IÓ N

m ienzo de ella, y la añad id u ra de ía fó rm u la de alabanza de R om


1 6 ,2 5 - 2 7 , a la actual R om co m o la co n clu sió n de ella.

Más importante aun que la fijación concreta, siempre hipotéti­


ca, de las etapas de formación de la colección de escritos paulinos,
son las im plicaciones de ese lento proceso. Por la analogía con otros
procesos de recopilación literaria en la antigüedad, tanto en las co­
lecciones de cartas como en otro tipo de escritos, tenemos que supo­
ner, a priori , una trasformación de los textos originales, e incluso la
am plificación de ellos con otros posteriores. Ese proceso de
acomodación es aún más profundo y agudo si se trata de una tra­
dición viva dentro de una comunidad, como es el caso de las cartas
de Pablo. Dentro del campo bíblico, son numerosos los ejemplos de
ese fenómeno: piénsese, por ejemplo, en el lento proceso de forma­
ción del Pentateuco, del libro de Isaías o de Jeremías. Así como el
libro actual de Isaías es la recopilación de los textos de la “escuela”
isaiana, así el corpus paulinum actual contiene los textos de la “es­
cuela” paulina, cuyos orígenes, eso sí, se remontan al mismo Pablo.
Es el análisis literario de los textos actuales, que es lo que tenemos a
nuestro alcance, el que tendrá que intentar precisar las distinciones y
los límites concretos.
A co n tin u a ció n se reseñan tres cam p os en d ond e el análisis lite ­
rario ha fijad o algunos lím ites d en tro la co le cció n actu al de escrito s
paulinos: sep aració n en tre ca rta s au tén ticas de P ablo y escrito s p o s­
teriores, co m p o sició n de algunas ca rta s au tén ticas a base de varias
cartas in d ep en d ien tes, y glosas o añadiduras p o steriores d en tro de
ellas.

b) Los escritos paulinos posteriores

Ya la misma historia de la inclusión de H eb dentro del corpus


paulinum señala claramente el carácter no paulino de este escrito.
Así lo consideraron los cristianos de los tiempos antiguos, y ese es el
consenso absoluto de la crítica actual. La despedida epistolar de 13,22-
25 es una añadidura posterior al escrito original, probablemente con
la intención pseu do epigráfica de ligarlo a la “escuela” paulina. Real­
mente, el escrito es un “discurso teológico”, de fines del s. I. Su
recurrente interpretación alegórica y tipológica de la escritura (AT)
y su contraposición dualista entre el mundo terreno, de abajo, y el
mundo celeste, de arriba, lo asemejan grandemente a los tratados
explicativos de la escritura del judaismo helenista (cuyos testimonios
más importantes son los escritos de Filón). Tam o su estructura y
estilo, muy cuidados y de tono solemne, como su comprensión teo­
lógica, elaborando una rica tradición cristiana, reflejan una madura

15
LAS CARTAS ORIGINALES DE PABLO

y detenida reflexión, al estilo de la de una “escuela” teológica, en la


que la exégesis de la escritura ocupaba un lugar fundamental. Su
intención fue animar a las comunidades cristianas a mantener la fe y
la esperanza, frente al cansancio y al peligro de apostasía.

Aunque pertenecientes a la “escuela* paulina, también 2 Tes,


Col, Ef, 2-2 Tim y T it se demuestran como escritos no auténticos de
Pablo. Se trata de escritos pseudoepigráíicos: sus autores se presen­
tan como “Pablo”, dando a entender así que recurren a la autoridad
de la tradición paulina, pero tanto su vocabulario y estilo como su
concepción demuestran que ellos no son el Pablo autentico. Tienen
forma de carta, pero también ella aparece como artificial, imitando
el género literario de los escritos del “maestro”. Todos ellos reflejan
la situación y problemática de las comunidades paulinas desde fines
del s. 1 hasta bien entrado el s. II. En su trasfondo se descubre un
doble tipo de paulinismo: un “ultrapaulinismo”, con diversas ten­
dencias, contra el cual polemizan los escritos, y un paulinismo en
camino de integración dentro de la “gran iglesia” (iglesia universal
uniformada e institucionalizada), que es el propugnado por los auto­
res de los escritos.

2 Tes , probablemente de comienzos del s. II, es un escrito


polémico contra un entusiasmo de tipo “adventista” dentro de las
comunidades paulinas (cf. 2,1-2). El autor hace una “imitación” de 1
Tes; conoce ya, entonces, una colección de cartas paulinas (cf. 2 ,2 ;
3,17).

C ol y E f forman un conjunto especialmente poderoso. C ol , pro­


bablemente de fines del s. I, es un escrito polémico contra un
sincretismo dualista gnostizante. Su centro es Ja reflexión sobre la
figura de Cristo en dimensión cósmica. Ef, de comienzos del s. II,
depende literariamente de Col y desarrolla la concepción teológica
de ese escrito. Su interés es la eclesiología, en una dimensión univer­
sal, y la ética, a fin de dar respuesta a la problemática general de las
comunidades paulinas, frente a la amenaza de un sincretismo
helenizanre.

1.2 Tim- y Tit (“cartas pastorales”) constituyen un grupo unita­


rio; fueron escritos, con toda probabilidad, por un mismo autor,
como lo demuestran su forma, estilo, intención y concepción simila­
res. 2 Tim , en forma de “testamento”, concluía originalmente esa
pequeña colección. Su origen hay que fijarlo en un tiempo avanzado
de la primera mitad del s. II (no figuran en el “canon” de Marción).
Su centro de ínteres está en la organización institucionalizada de la
iglesia, como base de la polémica contra la “herejía’’. La organización

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IN T R O D U C C IÓ N

eclesial propugnada por ellos representa un estadio avanzado de


mstitucionalización: tanto en sus categorías teológicas de tradición
(“depósito”), sucesión “apostólica” y ordenación (por la “imposi­
ción de manos”), como en la fijación y estructuración de los oficios
eclesiales. Corresponde también a esa institucionalización eclesial el
intento de concreción de la ética {por medio de “catálogos” y “ejem­
plos”), al mismo tiempo que la tendencia a la acomodación de la
conducta cristiana a la. ética helenista. También la “herejía”, presen­
tada como un fenómeno generalizado y unitario, a pesar de sus
diferentes elementos, un tanto discordantes, refleja un estadio del
“ultrapaulinismo” sincretista mucho más avanzado que el de la “he­
rejía” de Col. Quizá se trata ya de un gnosticismo sistemático, con
un fuerte elemento especulativo mitológico y con una cierta fijeza en
la praxis ascética y en la organización,

c) La recopilación de las cartas auténticas

Al hacer la colección “ecuménica” de las cartas paulinas, el recopila­


dor unió, en alguna ocasión, varias cartas de Pablo, originalmente
independientes, en una única carta. Hay indicios de ese tipo de com­
posición en i . 2 C or (seis cartas), en Flp (dos cartas) y en Rom (dos
cartas). Se muestran como unitarias 1 Tes , Gál y Finí. Hn total, se
nos conservan trece cartas originales de Pablo.

1 C or
Estos son los indicios más importantes de recopilación:
1) La noticia en 5,9-11, sobre una carta anterior de Pablo,
no se refiere a una carta perdida, sino a una que hay que
concretar dentro de la actual 1 Cor.
2) Las indicaciones sobre los diversos informantes de Pablo
en 1 ,77 y en 16,15-18 apuntan a dos situaciones diferen-
-i tes- (L 1 6 es una glosa posterior para compaginar los da­
tos de 1,14 y 16,15).
3) Sin tener en cuenta las glosas posteriores, hay algunos tex-
Tv tos que rompen la secuencia epistolar y suponen una si­
tuación diferente:
t . a) 6,1-11-. el texto de 5,1-13 se liga temáticamente con
6 ,1 2 -2 0 ; y 5,12-13 está en tensión con 6,2-3 (motivo
del “juicio” a los de fuera). Por otra parte, 6,1-11 se
introduce artificialmente detrás de 5,1-13 por medio
de la palabra-grapa “juzgar” (cf. 5 ,1 2 -1 3 ; 6 ,lss), me­
dio literario típico para formar una colección. Ade­
más, la lista de vicios de 5,9-11 se repite (con alguna
,,,, . variante), chocantemente, en 16,9-10. El malentendi­

17
LAS CARTAS O K I G 1N A L E S DE PABLO

do corintio sobre la carta de Pablo, señalado en 5,9-


11, bien pudo referirse a textos como 6,1-11.
b) 10,1-22'. la respuesta a la cuestión sobre la participa­
ción en las comidas sagradas paganas dada en este tex­
to es diferente de la de 8,1 -9,2 7 y 10,23-11,1- Parece
que Pablo, al escribir 10,1-22, aún no tiene una infor­
mación suficiente sobre la actitud de los corintios; sí la
tiene más tarde, después de recibir una carta de ellos, a
la que contesta en 8,1-9,27 y 10,23-11,1.
c) í 1,2-34 : desde 7,1 Pablo va contestando a las diferen­
tes cuestiones planteadas en una carta de los corintios,
que se introducen con la expresión peri de (‘acerca
de’: 7 ,1 .2 5 ; 8,1; 12,1; 16,1 .1 2 ); no aparece esa fór­
mula para introducir este texto: Pablo tiene en ese mo­
mento sólo información oral (cf, ‘escucho’ en 11,18).
11,34c hace referencia, probablemente, al tema del
“simposio” al final de la “cena del Señor , que Pablo
piensa abordar en su próxima visita a la comunidad;
pero, de hecho, esa cuestión se trata inmediatamente
después, en los cap. 12-14: clara señal de que 11,2-34
(texto unitario) y los cap. 12-14 no pertenecen a la
misma carta.
d) 15,1-58 : tampoco se introduce con la expresión peri
de (‘acerca de’); al parecer, Pablo tiene sólo informa­
ción oral (cf. v, 12). 15,58 continúa perfectamente en
16,13, por encima ele 16,1-12.

Esos indicios apuntan a dos cartas en la actual 1 Cor, en este


orden cronológico:
Cor A; 6 ,1 -1 1 ; 10,1-22; 11 ,2 -3 4 ; 15,1-58; 1 6 ,1 3-18. Se ha con­
servado sólo fragmentariamente. Es una carta de advertencia sobre
algunos problemas de la comunidad, (a ella se refiere 5,9-11). Los
informantes de Pablo fueron Estéfanas y sus acompañantes, y ellos
mismos llevaron la carta a la comunidad de Corinto (1 6 ,1 5 -lji), El
recopilador introdujo algunos fragmentos de ella dentro de Cor B,
en los lugares que mejor le pareció, fijándose, ante todo, en la seme­
janza temática de los textos.
Cor B : 1 ,1 -5 ,1 3 ; 6 ,1 2 -9 ,2 7 ; 1 0 ,2 3 -1 1 ,1 ; 1 2 ,1 -1 4 ,4 0 ; 16,1-
1 2 .1 9-24 . Se nos ha conservado completa. Los informantes de Pablo
fueron “los de la casa de Cloe” (1,11), que le trajeron además una
carta de los corintios (cf. 7,1). Tiene dos partes: en la primera, Pablo
trata algunas cuestiones sobre las que le han informado oralmente
los de la casa de Cloe (1 ,10 -5 ,1 3 ; 6 ,1 2 -2 0 ); en la segunda contesta a
la carta de los corintios (a partir de 7,1). A pesar de su estructura
suelta, condicionada por los diversos tenias tratados, las dos partes

18
IN T R O D U C C IÓ N

están conexionadas y suponen una idéntica situación: cf., p. e., la


referencia a Apolo al comienzo (cap, 1-4) y al final (16,12), la indi­
cación dei viaje de Timoteo en 4 ,1 7 y en 1 6 ,1 0 -11, el proyecto de!
viaje de Pablo en 4,18-21 y en 16,5-9, la referencia al tiempo de
pascua en 5,7-8 (fórmula pascual) y en 16,8, la asunción del dicho
de 6 ,1 2 en 10,23 y de la fórmula de 6 ,2 0 en 7,23. No creo, enton­
ces, que haya razones para separar los cap. 1-4 (o los cap. 1-6) como
una carta independiente. El recopilador la tomó como base para la
composición de la actual 1 Cor.

2 Cor
Indicios de recopilación:
1) La noticia en 2,3-4 y 7,8.12, sobre una carta anterior de
Pablo escrita 'con muchas lágrimas', no puede referirse a
Cor A o a Cor B, sino a una dentro de la actual 2 Cor (10,1-
13,13).
2) El relato de 2,12-13 continúa perfectamente en 7,Sss: esos
textos tienen que pertenecer a la misma carta, con algo
anterior a 2,12-13 y algo posterior a 7,5.
3) El texto de 2,14-7,4, que interrumpe Ja secuencia entre
2,13 y 7,5, tiene una temática unitaria (apología de la
misión de Pablo): se trata de una carta independiente.
4) El cap. 9, sobre Ja colecta, es un duplicado del cap. 8: esos
dos textos no pueden pertenecer a la misma carta.
' 5) En 10,1-13,13 se da un cambio radical de tono con res­
pecto a lo anterior; aunque se vuelve sobre el tema trata­
do ya en 2 ,1 4 -7 ,4 , eí tono ahora es muy diferente, con
t" mucha más pasión y tensión. Es la carta ‘con muchas lá­
grimas’ indicada en 2,3-4 y 7,8 .1 2 . Por otra parte, según
12,14 y 13,1-2, esa carca fue escrita después de una se-
f‘ gunda visita de Pablo a la comunidad corintia y antes de
una tercera proyectada.

Esos indicios apuntan a cuatro cartas en la actual 2 Cor, en este


orden cronológico:
Cor C: 2,1 4 -7 ,4. Sólo se conserva el cuerpo de la carta: una apo­
logía de Ja misión de Pablo, frente a la acusación de unos misioneros
cristianos llegados a Corinto. La información la trajo Timoteo, a su
vuelta del viaje indicado en Cor B (1 Cor 4 ,1 7 ; 16,10-11). El recopila-
dor introdujo la carta dentro del motivo de un viaje misional de Pablo,
quizá para definir la misión como una “marcha triunfal” (cf. 2 ,14-16a);
además, 7,2-4 cuadra inmediatamente antes de 7,5ss (referencia en los
dos textos a la 'tribulación' y al consiguiente ‘consuelo’ y ‘alegría’).
Cor D: 10,1-13,13. Se nos conserva el cuerpo y el final de la
carta: un serio aviso a la comunidad y una dura polémica contra los

19
LAS CARTAS ORIGINALES DE PABLO

misioneros opositores. Es la carta ‘con muchas lágrimas (2,3-4;


7 8.12). Pablo la escribió a la vuelta de una visita fracasada a la co­
munidad corintia (cí. 1 2 ,14 ; 13,1-2). El recopilador la colocó al fi­
nal de la actual 2 Cor, quizá por el motivo tópico de que la “herejía ’
es un fenómeno de los tiempos finales (tiempo actual del recopilador).
Cor E: 1 ,1 -2 ,1 3 ; 7 ,5 -8 ,2 4 . Se conserva completa, excepto en el
final (¿pertenece a ella 13,11-13?). Es una carta de reconciliación; al
final se introduce una “credencial" para la colecta (8,1-24). Fue es­
crita a Ja vuelta de Tito de Corinto (2,1 2-13 ; 7,5-16); Tiro mismo y
dos hermanos acompañantes suyos fueron los portadores de ella
(8,16-24). El recopilador la tomó como base para la composición de
la actual 2 Cor.
Cor F: 9 ,1 -1 5 . Sólo se conserva el cuerpo de la carta. Es una
“credencial” para la colecta, dirigida a las comunidades de Acaya (cf.
9,2), del mismo tiempo que Cor E. Los portadores coinciden con los
de Cor E, que fueron los delegados para la colecta en Corinto y en
Acaya (9,3-5). El recopilador la colocó después del cap. 8 porque
trataba el mismo tema.

4,10-20 presenta una situación diferente y anterior a la seña-


lada en 2 ,2 5 -3 0 : en 4 ,1 0 -2 0 parece que Epafrodito acaba de
llegar con la ayuda enviada por los filipenses; en 2,2 5 -3 0 , sin
embargo, ya ha sufrido, estando con Pablo, una grave enfer­
medad, y en ese momento, después de su curación, Pablo lo
devuelve a su comunidad.
A mi entender, el texto de 3, Ib 4,1 no pertenece a una su­
puesta tercera carta a los filipenses: se trata de una añadidura
posterior, lo mismo que 4 ,8 -9 (cf. notas a esos textos).

Eso apunta a dos carias en la actual Flp, por este orden cronoló-
gíco:
Flp A: 4 ,1 0 -2 0 . Se conserva el cuerpo de la pequeña carta de
Pablo al recibir, por medio de Epafrodito, la ayuda que le envía la
comunidad fiUpense, al comienzo de su prisión en Efeso. Epafrodito
se queda con Pablo. El recopilador colocó la carta al final de la actual
Flp, quizi para realzar el gesto de los filipenses.
Flp B: 1 ,1 -4 ,9 .2 1 -2 3 . Se nos ha conservado completa. Fue escri­
ta con ocasión de la vuelta de Epafrodito, curado ya de su enfermedad,
a Filipos, estando ya avanzada la prisión de Pablo (2,25-30). El
recopilador la tomó como base para la composición de la actual Flp.

Rom 16,1-23 no pertenece a la carta dirigida a la comunidad


de Roma (Rom 1,1-15,33):

20
IN T R O D U C C IÓ N

I ) No es fácil de explicar la larga lista tic saludos (v. 3-


] óa.21'23) en una carta dirigida a una comunidad no
fundada ni conocida personalmente por Pablo.
¿S) Varias personas nombradas hay que localizarlas en
Efeso (v. 3-5). Cuadran también en esa ciudad ios nu­
merosos colaboradores de Pablo nombrados en la lis­
ta, ya que la misión de Pablo allí duró largo tiempo.
3) El texto está después de la bendición de despedida de
15,33, conclusiva de la carta dirigida a la comunidad
de Roma.
Rom l6 ,1 6 b -2 0 y 16,2 5-27 son glosas posteriores (cf. nocas a
esos textos).

Eso apunta a dos cartas en la actual Rom, una dirigida a la comu­


nidad de Efeso, y otra, a la comunidad de Roma.-
Rom A. 16,1-27. La corta carta se conserva completa, a excepción,
del prescripto y del proemio. Es una carta de comunicación dirigida
a la comunidad de Efeso, recomendando, al comienzo, a la portadora
de ella, Febe. Fue escrita desde Corinto (v. 1.21-23). El recopilador
la colocó al final de la carta dirigida a la comunidad de Roma (Rom
1,1-15,33), para introducir una larga lista de saludos' de Pablo en una
carta ran importante y para una comunidad tan distinguida.
Rom B : 1 ,1 -1 5 ,3 3 . Se nos conserva completa. Es una carta diri­
gida a Ja comunidad de Roma, para preparar la visita de Pablo a la
comunidad y para recomendar su misión en occidente. Fue escrita, lo
mismo que Rom A, durante la estancia de Pablo en Corinto, a la
espera de emprender el viaje con la colecta a Jerusaíén (15,22-32). El
recopilador la tomó como base para la composición de la actual Rom.
L , ■■
d) Las añadiduras posteriores

De acuerdo con su carácter de textos vivos, utilizados de continuo


por las comunidades y por la “escuela” paulinas, las cartas de Pablo
se interpretaron y se actualizaron a las nuevas situaciones. Un im­
portante medio literario en ese proceso fue la introducción de co­
mentarios y de nuevos textos. En la trasmisión textual no aparecen
rastros de ese proceso de acomodación (los casos de variación de!
texto en Jos manuscritos se deben a otras razones): las añadiduras
tuvieron que introducirse antes de la fijación definitiva del texto.
er° el análisis literario descubre un amplio material de esc cipo
neutro de h s cartas auténticas. En ia presentación del cexto griego y
c su traducción castellana ese material se señalará entre paréntesis,
en sangrado y con un tipo de letra más pequeño; las notas indicarán
su caracter y su sentido.

21
la s c a r t a s o r i g i n a l e s de p a blo

En algunos casos, se trata de pequeñas glosas o notas:


Gál 6 ,6 ; í Cor 1,2b; 1,16; 7,21b; 11,2; 11 ,1 9 ; 15,56; 2 Cor
1,1c; Flp 1,1c; 2 ,2 1 ; Rom 2,1 6; 6,17b ; 7,25b ; 10 ,1 7 ; 14,12;
15,4.
En otros casos, en cambio, se trata tic añadiduras de una cierta
amplitud:
1 Tes 2 ,1 5 -1 6 ; 5 ,1 -1 1 ; / Cor 2 ,6 -1 6 ; J2 ,3 1 b -1 4 ,íb ; 14,33b-
3 6 ; 15,9-10; 15,3 9 -41; 2 Cor 6 ,1 4 -7 ,1 ; Flp 3 ,lb - 4 ,l; 4 ,8 -9 ;
Rom 5,6 -7 ; 13,1-7; 16,16b-20; 16,25-27.

Aunque no son textos auténticos de Pablo, sí son importantes


con vistas a descubrir la evolución y los intereses de las comunidades
paulinas (y de las comunidades cristianas, en general) desde la muer­
te de Pablo hasta la primera mitad del s. II. Su semejanza, tanto en el
lenguaje como en los motivos, con los escritos paulinos posteriores
es, en muchos casos, muy marcada. Y lo mismo que sucede con esos
escritos, también en estos textos la evolución con respecto Pablo
llega, en ocasiones, incluso a la corrección de algunas concepciones
y prácticas testificadas en los textos auténticos. En varias añadiduras
aparecen unos intereses similares; pero no descubro unos motivos
fijos y uniformes, como para poder hablar de una revisión sistemáti­
ca y de un solo golpe: se trató de un proceso continuo, durante un
amplio espacio de tiempo, y en él intervinieron diversos autores.

2. Las cartas auténticas en la misión de Pablo

Las cartas de Pablo están ligadas esencialmente a su actividad misional.


Ese lugar de origen es clave para su comprensión. El siguiente cro­
quis general de la reconstrucción cronológica de la vida y misión de
Pablo intenta ofrecer una amplia perspectiva para la localización de
las cartas dentro de la situación histórica en la que surgieron. Todas
ellas se escribieron durante la primera mitad de la década de ¡os años
50 (desde el verano del 50 hasta la primavera del 55).

Vida en el ju d aism o:
com ienzos del s. í - 33 d. C.

com ienzos s, I - fe o ^ e c h a aproximada del nacimiento de Pablo: co-


mienzos del s. I (cf, Flm 9: “ya anciano”, es de­
cir, en !a década de sus 5 0 anos de edad). Naci­
miento de fam ilia judía pura, de la tribu de
Benjamín (2 Cor 11,22; Rom i 1,1; y la glosa de
Flp 3,5). Muy probablemente, en Tarso (Hech
9 ,1 1 ; 2 1 ,3 9 ; 22,3). Con doble nombre: el judío

22
IN T R O D U C C IÓ N

" S au lo ” (Saúl) y el helenista “P ablo” (cf. Hech


13,9; las cartas utilizan siempre el nombre de
“Pablo”). [Prob. no ciudadano rom ano (Hech
16,37-38; 2 2 ,2 5 -2 9 ; 23,27): el dato cuadra con
la tendencia de Hech, pero no con la noticia de
2 Cor 11,25],
O ficio artesanal (Hech 18,3: tejedor o guarni­
cionero) ,
Traslado a D am asco (cf. Gal 1,17).
[No fariseo (glosa de Flp 3,5 y Hech 23 ,6 ; 26,5):
cf. nota a Flp 3,5. Ni tampoco educación en Je-
rusalén (Hech 2 2 ,3 ; 26,4-5): cf. Gal 1,22j.

■30-3.3 Muerte de Jesús (probablemente, el 7 de abril


del año 30).
Fundación de la cotn unidad cristia nade D am asco.
Persecución de ella por parte de la colonia judía
de la ciudad, uno de cuyos miembros más acti­
vos era Pablo (Gal 1,1 3 .2 3 ; y las glosas de 1 Cor
15,9 y Flp 3,6). [Pero no persecución de las
comunidades de Jerusalén y de Judea, como afir­
ma Hech (7,58; 8 ,1 -3 ; 9 ,1 -2 .1 3 -1 4 .2 1 ; 2 2 ,4-5;
26 ,9-1 1 ): cf. Gál 1,22-23],

Primera misión :
33 - 49 d. C,

33 " Revelación ” (conversión-vocación) en Damas­


co (Gál 1 ,1 2 .1 5-16 ; 1 Cor 9,1; 15,8; las glosas
de 1 Cor 15,9-10 y de Flp 3 ,7 -1 1 ; y Hech 9,1-
19; 2 2 ,3 -2 1 ; 26,9-18).

‘ 35 M isión en D am asco y en “A rab ia” (Gál 1 ,1 6b-


17; diferente versión en Hech 9,19b-22).

3$ Huida de D am asco (2 Cor 1 1,32-33; diferente


versión en Hech 9,23-25).
Visita a Jerusalén durante quince días (Gál 1,18-
20 ; diferente versión en Hech 9,26-30).

3 5 -4 9 M isión en “las regiones de Siria y C ilicia ’' (Gál


1,21-24).
Ida a Tarso (Hech 9,30),
Miembro destacado de la comunidad cristiana

23
LAS CARTAS ORIGINALES DE PABLO

de Antioquía (Gál 2 ,1-14 ; cf. Hech 11,25-26;


13.1)- . . .
Misión desde Antioquía, como centro misional.
Entre otros viajes misionales, el efectuado, junto
con Bernabé, a C hipre, P an filia, P isidia y
Licaonia (Hech 13 -1 4 ; cf. 2 Tim 3,11). Esta
misión antioquena de Pablo la suponen Gál 2,2.7-
9 y 1 Cor 9,6. Quizá se refiere a este tiempo el
dato de 2 Cor 11,25: “una vez fui apedreado”
(cf, Hech 14,19: en Listra). Y quizá también en
este tiempo haya que fijar el origen de la enferm e­
dad crónica de Pablo {cf. Gál 4 ,1 3 -1 4 ; 2 Cor
12,7-9).
(40) Rapto extático al “tercer cielo” (2 Cor 12,2-4).
[La colecta para Jeru saíén narrada en Hech
11 ,2 7-30 v 12,25 no es de este tiempo: cf. Gál
2.1].

4g Asamblea en Jerusaíén (Gál 2 ,1 -1 0 ; Hech 15,1-


29). La colecta acordada (Gál 2,10) probable­
mente estuvo ocasionada por la escasez causada
por el año sabático del 47-48 (de otoño a oto­
ño; pero los efectos duraron hasta la cosecha del
49).

comienzos 49 C onflicto en Antioquía (Gál 2,11-14). Los en


viados por Santiago” traen, probablemente, el
“decreto” mencionado en Hech 15,23-29, para
que la comunidad de Jerusaíén pueda recibir la
colecta de los cristianos gentiles; la m ayoría de
la comunidad lo acepta, pero Pablo se opone a
él. Abandona entonces Antioquía, e inicia su
misión independiente (cf. Hech 15,36-40 y nota
a Gál 2,14).

M isión independiente:
49 - 58 d. C.

prim avera - Viaje hacia Europa (fuente del ‘‘itinerario’ en


otoño 49 Hech 15,36-16,1 i y datos de las cartas).

primavera 49 Salida de Antioquía, junto con Silvano (“Silas”


en Hech: Hech 15,36-40).
Atraviesan Sina y Cilicta. En Listra (Licaonia)

24
IN T R O D U C C IÓ N

se les une en la misión Tim oteo (Hedí 16,1-3; el


dato de la circuncisión de Timoteo no perece
ser histórico). Continúan por Frigia.

verano 49 Al llegar a C alad a, la detención obligada allí, a


causa de una enfermedad de Pablo, es la ocasión
para la misión en esa región, en la cual surgen
varias comunidades cristianas, las primeras
paulinas (Gál 1,2; 4,13-15).
Continuación deí viaje por Misia, alcanzando
Troas. Y de allí, por la ruta marítima ordinaria
(Samotracia), llegan a tierra europea en Neápolis.

otoño 49 - M isión en G recia (fuente del “itinerario” en


otoño S 1 Hech 1 6 ,1 2 -1 8,18a y datos de las cartas).

otoño 49 Fundación de la comunidad cristiana de Filipos.


Interrupción de la misión allí a causa de la perse­
cución (1 Tes 2 ,2 ; Flp 1,30; quizá apaleamiento
y prisión: Hech 16,19-4 0 ; cf. 2 Cor 11,23.25).

fines 49 - Viaje por la vía Egnacia, pasando por Anfipohs y


primavera 50 A polonia , hasta alcanzar Tesalónica , capital de
la provincia romana de Macedonia. Misión en
esta última ciudad, en la cual surge una comuni­
dad cristiana. Otra vez, la hostilidad interrumpe
la misión (1 Tes 1,6; 2 ,2 .1 8 ; 3 ,4 ; diferente ver­
sión en Hech 17,5-9).

primavera SO Desvío de la vía Egnacia, hacia el sur de Grecia.


Probablemente, Pablo tenía la intención de con­
tinuar su viaje misional hasta Rom a (cf. Rom
1,13-15; 15,22-23), pero se ve obligado a inte­
rrumpirlo.
Fundación de pequeñas comunidades cristianas
en Berea (cf. Hech 17,1 0-15 ; 20,4) y en Atenas
(cf. Hech 17,34).
•I
Desde Atenas, Pablo envía a Tim oteo y a Silvano
a visitar Jas recientes comunidades de Macedonia
-ir . (cf. nota a 1 Tes 3 ,1 -2 ; versión un poco diferen­
ir. te en Hech 17,14-15).
primavera SO - Estancia en Corinto, capital de la provincia roma­
otoño S 1 na de Acaya, de año y medio aproximadamente
i1í ; ii
(Hech 18,11).

25
LAS CARTAS ORIGINALES DE PABLO

inicio de la misión en Corinto, en donde, desde


la base de un pequeño grupo cristiano prepaulino
(cf. Hech 18,1 -3), surge una importante comu­
nidad cristiana plenamente configurada.
(verano 5 0) Ai poco tiempo de su estancia en Corinto, vuel­
ven de su visita a las comunidades de Macedo-
nia T im o teo y Silvano, junto con algunos
macedonios (de Filipos), que traen ayuda eco­
nómica para Pablo (cf. 1 Tes 3 ,6 ; Hech 18,5 y
las indicaciones de 1 Tes 1 ,8-9 ; 2 Cor 1,1 9 ;
11,9). Esta fue La ocasión para escribir 1 Tes,
que se envía por medio de esos macedonios, de
vuelta a su comunidad.
Misión desde Corinto en las regiones de su en­
torno. Surgen comunidades cristianas en Acctya
(cf. 2 Cor 1,1; 9,2); entre otras, la de Generes
(Rom 16,1).
(otoño 51) La estancia en Corinto tiene que interrumpirse
por causa de la hostilidad: cf. el incidente ante
Galión en Hech 18,12-18 (Galión fue procónsul
de Acaya desde el comienzo de junio del 51 has­
ta el final de mayo del 52: dato clave para la
reconstrucción de la cronología de la misión
paulina).

otoñ o 51 - M isión en Asta M enor (cf. la fuente del itine­


prim avera 54 rario” en Hech I8 ,1 8 b -1 9 ,4 0 y los datos de las
cartas).
El centro de esta etapa misional fue E feso, capi­
tal de la provincia romana de Asia, en la que
Pablo está de 2 a 3 años (H ech 1 8 ,1 9 -2 0 ;
1 9 ,8 .1 0 .2 2 ; 2 0,31). La misión en las regiones
de Asia Menor fue un am plio proceso, en el que
actuaron, junto a Pablo, numerosos colabora­
dores suyos. Las noticias que tenemos no nos
permiten hacer uns reconstrucción precisa, pero
nos señalan el éxito y la amplitud de la actividad
misional: cf. 1 Cor 1 6 ,9 .1 9 ; Flp 1,12-18; Flm 1-
2 .2 2 -2 4 ; Rom 16,3-15 (larga lista de colabora­
dores en Éfeso); Hech 19,10.26.
Tenemos datos sobre el surgimiento de com uni­
dades paulinas en este tiempo, además de en
É feso, en Colosas (Flm 1-2.22-24; cf. Col 1,7-8;
4 9 - 14.17), en L a o d k e á (cf. Col 4 ,15-16) y en
Troas (2 Cor 2 ,1 2 -1 3 ; Hech 2 0 ,5-12). También

2¡6
IN T R O D U C C IÓ N

habría que fijar en este tiempo el origen de la


mayor parte de las comunidades nombradas en
Ap 2-3, a fines del s. I (c] autor polemiza proba­
blemente contra un paúl mismo “liberalv: cf, Ap
2 ,1 4 .2 0 .2 4 -2 5 ), y aquellas a las que escribe Ig­
nacio de Antioquía, a comienzos del s. II.

otoñ o 51 T raslado desd e C orin to a É feso, junto con


T im o teo , ¿Silvano?, Áquila y Frisca (Hech
18,18b-19). [Los datos sobre el “voto” y el viaje
a Jerusaíén y a Antioquía en Hech 18,18b-22
son construcción del autor de Hech]
En Efeso ya existía luí núcleo cristiano prepüulino
(cf-^Hech 18,24-19,7: Apolo y los doce “baptis-
tas eran ya cristianos en la tradición utilizada
por el autor de Hech). Pablo se encuentra en
Éfeso, probablemente, con su antiguo conocido
Tito, que había venido de Antioquía {cf. Gál
2 ,1 ,3 ; Hech no lo nombra nunca).
Al poco tiempo, Pablo viaja a Galacia (cf. Gál
I 4 ,1 3 ; 5,7; Hech 18,23), junto con Tito (cf. Gál
2 ,1.3) y quizá otros acompañantes. Este viaje fue
también, de seguro, la ocasión para misionar en
algunas ciudades del camino.

fines d el 51 De vuelta a Éfeso, Pablo inicia su misión en esa


ciudad, en la que surge !a más importante comu­
j
nidad paulina. En ella funda también una espe­
rr cie de "escuela” teológica {Hech 19,9: reunio­
nes en un edificio público, probablemente la casa
de una asociación).
Pero pronto Pablo sufre un serio incidente de
hostilidad (1 Cor 15,32), que es preanuncio de
la dura oposición futura en la ciudad.

veratio 52 Pablo recibe información de la llegada a las co­


munidades de G alacia de unos m isioneros
judaizantes opositores suyos. Escribe entonces
G ál, que envía por medio de Tito (cf, la indica­
ción explícita de él en Gál 2,1.3).

otoño 52 A raíz del éxito de Gál, surge el proyecto de la


colecta para la comunidad de Jerusaíén. Pablo
-ín i .
lo pone en m archa en las com unidades de
Galacia, y al poco tiempo se amplía al resto de

2Z
LAS CARTAS ORIGINALES DE PABLO

c o m u n id a d e s paulinas (cf. nota a 1 Cor 16,1).


Pablo recibe la visita de los co rin tio s E stelarias y
sus a co m p a ñ a n tes (1 C o r 1 6 ,1 5 - 1 8 ) , que e in
fo rm an sob re la situ ación de la com unidad de
Corinto. C o n esta o ca sió n , escrib e C or A , que
envía p o r m ed io de esos m ism os c o rin tio s, de
vu elta a su com u nid ad . T ie n e el p ro y ecto de v i­
sitar él m ism o esa com u nid ad (1 C o r 1 1 , J 4 ) .

Vuelta de Apolo a Éfeso (cf. 1 Cor 16,12), des­


primavera 53
pués de su misión en Corinto (estanca allí pro­
bablemente, desde el otoño del M : ct. 1 L.or
3 ,5 -1 0 ; Hech 18,27-19,1). Pablo envía enton­
ces a Tim oteo, para visitar las comunidades de
M a c e d o n i a y Acá ya (1 Cor 4,17; 16,10-11), quiz
porque él mismo no puede hacerlo tan pronto
como pensaba al escribir Cor A.
Poco después, Pablo recibe una carta d eja comu­
nidad corintia (1 Cor 7,1), traída por los de la
casa de Cloe’\ que le i n f o r m a n ademas sobre al­
gunos problemas de la comunidad 1 C o r 1,1 i).
I s c r i b e entonces C o rB (cf. 1 Cor 6,8.19), y la
envía por medio de Tito, que es tam ben el encar­
gado de organizar la colecta en Corinto y en Acaya
(1 Cor 16,1-4; 2 Cor 8 ,6 ,1 0 ; 9,2; 12,17-18).
Pablo tiene el proyecto de un viaje por Macedo­
nia v Acaya, a la vuelta de Tito, para recoger ia
colecta y enviarla a Jerusalén por medio de dele­
gados elegidos por las comunidades, a quienes
acompañaría él mismo, si se juzgase conveniente
(1 Cor 4 ,1 9 ; 16,3-7). Se acerca, en efecto, el ano
sabático del 5 4 -5 5 , y es previsible una especial
escasez para ese tiempo en las comunidades
palestinas. Pero, de hecho, el proyecto de este
viaie sufrirá varias trasformaciones mas tarde.
Continúa con éxito la misión en Efeso, pero tam­
bién arrecia la hostilidad (1 Cor 16,9),

Tim oteo vuelve a Éfeso, después de su viaje visi­


verano 53
tando las comunidades de Macedonia y Acaya, e
informa a Pablo de la llegada a Corinto de unos
misioneros opositores de Pablo, que están conmo­
viendo a la comunidad de allí. Pablo escribe en­
tonces C or C , cuyo portador es quizá el mismo
jLi ■' >■ Timoteo.

28
IN T R O D U C C IÓ N

otoño 53 Pablo, en compañía de Tito, ya de vuelta a Éfeso,


hace una visita a Corinto {cf. 2 Cor 12,14; 13,1 -
2). Se trata del inicio del viaje, que estaba pro­
yectado ya en la primavera, para recoger la c o ­
lecta (1 Cor 4 ,1 9 ; 16,3-7); pero ahora, con la
modificación de iniciarlo con la visita a la comu­
nidad de Corinto, por causa de la situación pro­
blemática de esa comunidad, para continuarlo
después por M acedonia y volver de nuevo a
Corinto, y desde allí ir a Jerusalén con la colecta
I (cf. 2 Cor 1,15-16). Pero esta visita a Corinto
significó un rotundo fracaso para Pablo; encon­
tró a la comunidad en abierta rebeldía contra él
y se le acusó de fraude en la colecta {2 Cor 12,16-
18), recibiendo incluso una grave afrenta en pú­
blico (cf. 2 Cor 2,5; 7,12).
•rt Interrumpe el viaje proyectado, y vuelve a Efeso
(cf. 2 Cor 1,15-16.23). Desde esta ciudad escri­
be inmediatamente a la comunidad corintia Cor
i D; que envía por medio de Tito (cf. 2 Cor 12,17-
18). Este viaje de Tito durará hasta el verano del
5 4 , tiem po en que Pablo lo encontrará en
Macedonia (2 Cor 7 ,5-16). De hecho, Pablo es­
tará sin la compañía de Tito durante su prisión
en Éfeso (cf. Flp 1,1; 2 ,1 9 -2 0 ; Flm 1,23-24) e
inmediatamente después de ella (2 Cor 2 ,1 2 -1 3 ;
7,5). Tito, entonces, tuvo que recibir el encargo,
además del de llevar la carta Cor D y de pacifi­
car la comunidad de Corinto, de visitar las co­
munidades de Macedonia y de Acaya, para ani­
mar la colecta, asunto que no pudo hacer Pablo,
al interrumpir en Corinto el viaje proyectado.

fines 53 - Prisión de Pablo en E.feso, junto con otros colabo­


primavera 54 radores suyos (Flp 1,7.12-26; Flm 1,9,10.13.23;
2 Cor 1,8-9; Rom 16,3-4.7). Quizá la causa fue el
incidente narrado en Hech 19,23 -40 (cf. la noticia
sobre Gayo y Aristarco en Hech 19,29; y Flm 24;
Col 4,10). Hacía el final de ella, Pablo contó con
su muerte (2 Cor 1,8-9), y probablemente fue, de
hecho, condenado (cf. nota a Rom 16,3-5a).
La prisión no fue impedimento para la continua­
ción de la m isión , aunque se produjeron disen­
siones entre los cristianos de Efeso con respecto
a la actuación de Pablo (Flp 1,12-18).

29
LAS CARTAS ORIGINALES DE PABLO

(fines del 53) Al comienzo de la prisión, Pablo recibe, lo mis­


mo que había sucedido en otras ocasiones, ayu­
da económica de la comunidad ele Filipos, traída
por Epairo dito y otros filipenses que le acompa­
ñan (Flp 4 ,18). Pablo agradece la ayuda escri­
biendo la pequeña carta Flp A, que envía por
medio de los filipenses acompañantes de Epafro-
dito, quedándose este con Pablo.
(com ienzos del 54) Epafrodito cae gravemente enfermo, y, cuando
está va curado, Pablo lo quiere devolver a su
comunidad de Filipos (Flp 2,2.5-30); Pablo ha
recibido también información sobre algunos pro­
blemas dentro de esa comunidad. Con esa oca­
sión, escribe F lp B, que porta Epafrodito al vol­
ver a Filipos. La prisión está avanzada, y Pablo
tiene proyectado un viaje de Tim oteo y de él
mismo, cuando consiga la libertad, a Macedonia
(Flp 1,25-26; 2,19-24).
Durante la prisión, Onésimo, un esclavo de
Filemón, que era un miembro de la comunidad
paulina de Colosas, acude a Pablo para que este
interceda por éí, probablemente después de ha­
ber cometido un desfalco en la casa de su señor.
Pablo, después de convertirlo a la fe cristiana (Elm
10), lo devuelve a la casa de Filemón, su señor,
con una preciosa carta de apoyo: Flm. La pri­
sión está ya muy avanzada (Flm 1 .9 .1 0 .1 3 .2 3 ), y
Pablo piensa conseguir pronto la libertad y po­
der visitar la comunidad de Colosas (Flm 22),
antes de emprender el viaje a Macedonia (Hp
2,24).
(primavera 54) Aún en la prisión, Pablo envía a Tim oteo a visi­
tar las comunidades de Macedonia (cf. Flp 2,19-
2 3 ; Hech 19,22).

prttnavera 54 Por fin, Pablo es liberado de la prisión por una


intervención arriesgada de Prisca y Áquila (Rom
16,3-4), probablemente después de haber sido
condenado (2 Cor 1,8-9); por eso, Pablo no po­
drá volver a Éfeso (cf. Hech 20,16-17).

prim avera 54 - V iaje de la colecta (cf. la fuente del “itinerario”


prim avera 55 en Hech 2 0 ,1 -2 1 ,2 6 y los datos de las cartas).
Pablo hace un largo viaje por Asia Menor, M ace­
donia y Acaya, para recoger la colecta y llevarla

30
I N T R O D U C C IÓ N

a Jerusalén. Hay que tener en enema la escasez


en las comunidades palestinas producida por el
año sabático del 54-55. El proyecto de este viaje
fue un proceso largo y sufrió modificaciones su­
cesivas (cf. nota a 1 Cor 16,1). Se trata del viaje
proyectado por primera vez en la primavera del
53 {1 Cor 4 ,1 9 ; 16,3-7), iniciado ya, pero con
alguna modificación y además interrumpido, en
el otoño del 5.3 (2 Cor 1,15-16,23), y proyectado
otra vez, pero de nuevo con alguna modifica­
ción, hacía el final de la prisión en Éfeso (Flp
2 ,2 4 ; Flm 22).

primavera 54 Visita rápida a algunas comunidades de Asia


M enor ; entre otras, a la de C alosas (cf. Flm 22).

primavera ¡ Estancia y misión en Troas (2 Cor 2,12-13). Pa­


verano 54 blo esrá angustiado por le retraso de Tito, que
tiene que volver de Corinto (2 Cor 2,12-13; 7,5).

verano - otoño 54 Estancia en M acedonia. Pablo se encuentra con


Tim oteo, que lo acompañará desde entonces en
el viaje de la colecta (2 Cor 1,1; Rom 16,21;
Hech 20,4).
(verano 54) También allí se encuentra, por fin, con Tito, que
le trae consoladoras noticias sobre la comuni­
dad de Corinto (2 Cor 7 ,6-16). Escribe enton­
ces C or E (2 Cor 2 ,1 2 -1 3 ; 7,5-16; 8 ,1 -2 ; “el
año pasado” de 8,10 se refiere a 1 Cor 16,1-4).
Los portadores de la carta son Tito y otros dos
hermanos delegados para la colecta (2 Cor
8,6.16-24).
En esa misma situación (2 Cor 9 ,2 ,4 ), Pablo es­
cribe C or F, una carta circular a las comunidades
de Acaya , cuyos portadores son los mismos que
los de Cor E, delegados también para la colecta
en las comunidades de Acaya (2 Cor 9,3-5).

invierno 54 - Estancia en Corinto (Hech 20,3), a la espera de


prhnavera 55 poder efectuar el viaje a Jerusalén con la colecta.
(comienzos del 55) Pablo escribe Rom A, carta de comunicación con
la com unidad de Éfeso, con una pequeña reco-
- mendación al comienzo para la portadora de ella,
, . Febe (cf. Rom 16,1.21-23).
(Primavera 55) Pablo escribe Rom B, una larga carta dirigida a
LAS CARTAS ORIGINALES DE PABLO

la com unidad de R am a , intentando preparar su


próxima visita a esa comunidad y recomendar
su consiguiente misión en occidente (cf. Rom
15,22-32). Es la última carta que se nos conser­
va de Pablo.

primavera 55 Viaje a Jerusalén con la colecta (cf. la fuente del


“itinerario” en Hech 2 0 ,3 -2 1 ,2 6 ), en primavera
(Hech 20,16). Acompañan a Pabio los delegados
de las comunidades (Hech 20,4). La fuente del
“itinerario” tiene noticias detalladas sobre la ruta ,
sobre las com unidades cristianas del camino
(Troas, Mileto, Tiro, Tolemaida, Cesarea), so­
bre los anfitriones (todos cristianos judeo-hele-
nistas: Felipe en Cesarea, Nasón en Jerusalén) y
sobre algunos personajes (Felipe y sus cuatro hi­
jas profetisas, el profeta Agabo).
En Jerusalén Pablo y sus acompañantes se en­
cuentran con recelos y acusaciones por parte de
algunos miembros de la comunidad cristiana
(Hech 21,2 0-21 ). Como condición para aceptar
la colecta, que venía de cristianos gentiles, se le
impone a Pablo participar en el sacrificio con­
clusivo del voto de nazireato de cuatro cristia­
nos, costeando sus gastos (Hech 21,22-26). Du­
rante los preparativos, Pablo es apresado, sin
poder cumplir la condición impuesta. No se sabe
qué sucedió con la colecta. Pero, en cualquier
caso, parece que significó un conflicto: se cum­
plió lo que Pablo temía (cf. Rom 15,31). Así se
explica el silencio, muy curioso, de Hech sobre
ella (sólo una indicación velada y de pasada en
2 4 ,1 7, pero ninguna cuando narra el viaje a j e ­
rusalén).

prim avera 5 5 58 Prisión y m uerte (cf. las noticias tradicionales


en Hech 2 1,27-2 8 ,3 1 ).

primavera - Prisión y proceso en Jerusalén y Cesarea (Hech


otoñ o 55 2 1,2 7 -2 6 ,3 2 ). Los “dos años” de Hech 2 4 ,2 7 se
refieren, al menos en la tradición utilizada, al
tiempo del gobierno del procurador Félix (des­
de la primavera del 53 hasta el verano del 55),
(primavera - Tum ulto en el templo contra Pablo, a quien se
verano 55) acusa de introducir a un gentil dentro del recin-

32
IN T R O D U C C IÓ N

to prohibido para los gentiles (Hech 2 1 ,27-30).


Pablo es apresado por la guarnición romana
(Hech 21,31 ss).
ju icio ante el Sanedrín (Hech 22,30ss), proba­
blemente con una injuria al sumo sacerdote
Ananías (47-59 d, C.). Conjura contra Pablo
(Hcch 23,12ss; ¿sobrino de Pablo en Jerusaíén:
Hech 2 3 ,1 6 ss r). Traslado a C esarea (H ech
23,23ss).
(verano - otoñ o 5 5 ) Al comienzo del gobierno del procurador Festo
(que gobierna desde el verano del 55 hasta el
^ 62), proceso contra Pablo, en el que intervienen
las autoridades judías de jerusaíén (Hech 25, Iss).
Quizá condena por '‘sedición”. Pablo apela al
tribunal del em perador (Hech 25,10-12).

otoño 55 - Viaje a Roma. Noticias históricas en Hech 27,1-


primavera 56 5; 28,1 ss.l 1-16: personajes (el centurión Julio,
Aristarco), ruta detallada. Estancia en M alta du­
rante “tres meses” (Hech 28,11).

primavera 5 6 - 5 8 Prisión en R om a durante “dos años” (Hech


2 8 ,3 0 ). Se trataba de una cu stodia libera et
aperta, y no de carcer o vincula (Hech 28,16.3 0):
Pablo vivió bajo custodia, pero con cierta liber­
tad y “a su propia costa”, probablemente ejer­
ciendo su oficio artesanal, para cubrir sus pro­
pias necesidades y pagar al soldado que lo
vigilaba.

$8 Condena por el tribunal del emperador y m uer­


t e : eso es lo que supone Hech (20 ,2 2 -2 5 .3 7 -3 8 ;
2 1 ,1 0 -1 1 ), aunque, por sus intereses apologéti­
cos, no narra el desenlace (tampoco habla de la
absolución de Pablo); cf. 1 Clem ente 5,5-7.

3. La redacción y el trasfon do de las cartas auténticas

Los escritos de Pablo no son tratados, sino cartas misionales. Kso


quiere decir que son escritos ocasionales y condicionados por las
situaciones concretas de la actividad misional. Únicamente desde ese
ámbito, desde la experiencia y problemática de la misión paulina, se
pueden entender adecuadamente. A eso remite, concretamente, el
género literario utilizado: la carta.

33
LAS CARTAS O R IG IN A L E S DE PABLO

a) Las cartas y su redacción

La carta es un género esencialmente com unicativo. Es sustitutiva del


diálogo ora] (el termino griego e p is to le [‘carra’] significó original­
mente una comunicación oral trasm itida por un mensajero), y, en
cuanto tal, remite inmediatamente a la presencia y comunión perso­
nales. Su enorme flexibilidad ofrece, además, la posibilidad de asu­
mir dentro de ella cualquier tipo de com unicación. Es normal, en­
tonces, que Pablo utilizase la carta c o m o el medio más apropiado y
manejable para la comunicación con sus comunidades.
Pero Pablo no fue el inventor de) g én ero: sus cartas están enmar­
cadas dentro de una amplia y variada tradición helenista. Su facilidad
y flexibilidad convirtieron a la carta en un género muy querido y
utilizado dentro del mundo helenista. Las colecciones de papiros
descubiertas en estos dos últimos siglos, las inscripciones y las obras
literarias nos han trasmitido una gran cantidad y variedad de ejem­
plos de ese tiempo: desde las cartas elementales del pueblo llano
hasta las carras literarias bien cuidadas; desde las cartas sobre asuntos
cotidianos (cartas familiares, de am istad o de amor, de petición, de
recomendación, comerciales) hasta las cartas oficiales y filosóficas.

El género de carta está determ inado por J o s polos. En la base de


toda carra está, por una parte, la form alidad de los tópicos, configu­
rados poco a poco en el decurso del tiempo, detrás de los cuales se
descubre el mundo de las convenciones y de las expectativas socia­
les. Al campo tópico pertenecen el form ulario epistolar, que enmarca
la carta, los diferentes tipos de estilo , sirviendo a intereses específi­
cos, y los diversos motivos que se rep iten con frecuencia y con una
cierta fijeza. Todo ese formalismo era materia de enseñanza en la
escuela helenista. El análisis retórico intenta precisarlo y descubrir
su función y trasfondo sociales.
Pero, por otra parte, la carta está inmersa en la ocasión concreta.
Su genero literario ofrece un am plísim o margen de acomodación a
cada situación; y así, incluso lo tó p ic o puede convertirse en algo
vivo y nuevo. Esta capacidad de acom odación, al misino tiempo que
su típica flexibilidad para adoptar diversas formas e incluso absorber
otros géneros literarios, hacen del gén ero de carta algo casi imposi­
ble de delimitar. Es el análisis cuidadoso el que tiene que determi­
nar, en cada caso, el trasfondo y el sentido del texto.

Ese entramado aparece también en las cartas de Pablo. Hilas uti­


lizan gran cantidad de formas y m otivos tópicos, pero los manejan y
trasforman con habilidad y variedad. Pablo se muestra ahí como un
hombre con una no pequeña cultura helenista y, al mismo tiempo,
con una gran sensibilidad. Sus te x to s nos trasmiten aún e] impacto

34
I N T R O D U C C IÓ N

eje ja situación en Ja que surgieron. No en vano los corintios habla­


ban de la fuerza de sus cartas (2 Cor 10,10).
Las cartas paulinas 110 se dejan catalogar en tipos fijos; en muchas
de ellas se da, más bien, una mezcla de diversas formas y estilos. Pero
sí se descubren diferentes tonos y motivos dominantes. Así, en 1 Tes,
Flp B, Cor E y Rom A predomina el tono de la amistad, con una
intención de exhortación serena (1 Tes y Flp B), de reconciliación
(Cor E), o de simple comunión (Rom A); en Cor A y Cor B predomina
el tono de la sena advertencia; en G ál , Cor C y Cor D, el fuerte tono
apologético y polémico; C o rF y la segunda parte de Cor E (2 Cor 8)
tienen ei carácter de la carta “crcdcnciaí” oficiai; Flp A es una carta de
agradecimiento, aunque muy particular; F lm , una carta de interce­
sión o petición, aunque también con un carácter especial; y en Rom B
domina el tono deliberativo, con una intención de persuasión.
Mucho más importante que la catalogación es descubrir el p ro­
ceso de redacción de las cartas. Al parecer, Pablo escribió el mismo
las pequeñas cartas de Flp A (cf. Flp 4,18) y de Flm (cf. Flm 1.9).
Pero ordinariamente las dictó a un amanuense, probablemente pa­
labra por palabra (cf. Rom 16,22); él mismo escribía sólo las últimas
palabras de ellas, al estilo de una firma autentificadora (cf. Gál 6,11;
1 Cor 16,21). El proceso de escritura podía durar, según la longitud
de la carta, varios dias o semanas; también dependía, por supuesto,
de la urgencia del asunto y del tiempo disponible. Podemos imaginar
que Pablo repasaría en varias ocasiones lo escrito anteriormente;
pero el análisis de los textos nos señala claramente que no hizo nin­
gún borrador: aparecen frases sin conclusión (anacolutos), saltos,
repeticiones, digresiones, e incluso autocorrecciones. Ese hecho tuvo
que estar ocasionado, además de por la premura del tiempo, por las
posibilidades económicas para conseguir material de escritura. Y gra­
cias a esas deficiencias, los textos de las cartas nos descubren, en
algún caso con gran viveza, su mismo proceso de formación. Antes
de comenzar una carta, Pablo tenía en su mente un esquema general
de lo que iba a decir; pero ese esquema no era una estructura fija. Al
ritmo del dictado, un tema tratado evocaba otro nuevo, que se intro­
ducía en ese momento, para volver de nuevo ai tema guía anterior,
aunque en alguna ocasión la secuencia se complicaba...; y. de ese
n.iodo, se iba alargando y diversificando el tratamiento de un tema
concreto y la misma carta. Creo que es muy importante, y en algún
C;lso>decisivo, tener en cuenta ese proceso real de redacción, para
comprender el alcance de los textos, y también, concretamente, para
j^o dejarse llevar por puras especulaciones, a la hora de intentar fijar
a estructura”, supuestamente bien trabada, de un texto.
Hay que tomar en consideración, además, el carácter oficial y
Publico de las carras paulinas (incluida Flm). Estaban escritas por el
emisario” (y su equipo misional) y debían ser proclam adas pública­

35
LAS CARTAS ORIGINALES DE PABLO

m ente en las asambleas de las comunidades, probablemente durante


el “simposio” conclusivo de la ucena del Señor (cf. 1 Tes 5,27). La
proclamación suponía la declamación (con la entonación y los ges­
tos). Lsa situación de proclamación pública se tuvo en cuenta a la
hora de redactar las cartas. Aunque el estilo es normalmente concen­
trado (excesivamente, a veces), y no se parece a! ampuloso y so­
lemne de los escritos paulinos posteriores, sí aparecen medios típi­
cos de la retórica, para ganar a la audiencia, atrayendo su atención,
provocando su conmoción o su asentimiento público. Y, sobre todo,
el centro de atención de las cartas es siempre la comunidad en su
conjunto, y no los individuos.

b) El trasfondo de las cartas

Muchos textos paulinos no pudieron surgir, sin más, en el momento


de la redacción de las cartas. Su forma, tono y motivos apuntan a
una lenta configuración y a una serena reflexión, inexplicables en el
momento del dictado y de la escritura.

1) La base tradicional judía y helenista


En el estrato más básico de las cartas descubrimos, por supuesto,
la tradición del judaism o helenista , que configuraba el mundo reli­
gioso y cultural del judío helenista Pabío, también después de su
“conversión” a la fe cristiana. De ella se sirve Pablo para expresarla
nueva experiencia cristiana. Y, de hecho, la profundidad de su len­
guaje y de sus concepciones se debe, en gran medida, a la utilización
de esa riquísima tradición judeohelenista.
Pero el trasvase de la tradición judía y helenista (conjuntadas en
el judaismo helenista) al nuevo cauce cristiano no siempre se produ­
jo sin fricciones. En muchos casos sólo se pudo hacer después de una
profunda trasformación e incluso corrección de la tradición. Era fá­
cil, por ejemplo, asumir la tradición ética, aunque había que purifi­
carla de su referencia a la ley del judaismo,- era fácil utilizar el m éto­
do exegético, aunque había que acomodar, e incluso corregir, algunas
interpretaciones judías de la escritura. Pero mucho más complicada
era, por ejemplo, la utilización de la categoría fundamental ‘carne-
Espíritu’, si no se corregía antes su carácter dualista; o la aplicación
cristológica de la reflexión sobre “d hombre original” o sobre “los
dos hombres”, si no se trasformaba profundamente... Muchos tex­
tos paulinos están surcados por esa dialéctica: utilizan terminología
y motivos de la tradición judeohelenista, pero en sentido diferente, c
incluso opuesto, al de aquella. Es decisivo ahí distinguir claramente
ios límites, si no se quiere tergiversar el sentido de los textos paulinos.
Detrás vislumbramos la dura lucha del Pablo “emisario” de Cristo

36
IN T R O D U C C IÓ N

Jesús con el Pablo de profundas raíces judías y helenistas. Un ejem­


plo aleccionador de esa lucha es 1 Cor 11,2-16, en donde el trata­
miento de un tema, aparentemente trivial, se convierte en un precio­
so testimonio de la costosa trasto rmación in fieri de una parte del
mundo simbólico del Pablo judeohelenista.

En la presentación del texto griego y de su traducción castellana,


esa tradición judía y helenista se señala (en pequeña sangría) sólo
cuando se trata de fórmulas fijas o de tradición configurada. Las
notas irán indicando, en cada caso, su carácter y sentido. Se reseña a
continuación (los textos entre corchetes son glosas posteriores):
Gál 2,6 ; 3 ,2 0 ; 4 ,1 8 ; 5 ,9 ; 1 Cor 4,6; 4, 9-13; 4,19; 5,6; 9,10;
9 ,2 4 .2 5 ; 1 2 ,2 6; 14,9; 15,32; 1 5 ,33 ; 16,7; 2 C.or 1,9; 4,8-9;
6,4-10; 7,3; 8,21; 9,6; 9 ,7 ; 9 ,1 0 ; 11,23-33; 12,10; 12,12;
12,14; Flp 1,19; [3,16]; 4 ,1 2 ; Rom 1,14; 2,2; 2,6; 2,1 1; 2,19-
22; 2 ,2 8 -2 9 ; 3 ,4 ; 3 ,1 0 -1 8 ; 3 ,1 9 ; 4 ,1 5 ; 4 ,1 7 ; [5,7]; 5 ,1 3 ; 6,7;
7 ,1 ; 7 ,8 ; 7 ,1 2 .1 4 ; 8 ,2 2 ; 8 ,2 8 ; 8 ,3 5 ; 8,3 8 ; 1 1 ,1 6 ; 15 ,1 9 ;
[16,19].

2) L a tradición cristiana
El segundo estrato en la base de las cartas paulinas tiene una
configuración más precisa que el anterior. Se trata de la tradición
formada poco a poco dentro de las comunidades cristianas helenistas.
Detrás intuimos, ante todo, la comunidad clave de Anrioquía, a la
cual perteneció Pablo durante aproximadamente 16 años. Las cartas
paulinas son el testimonio más importante de esa tradición cristiana
de los primeros tiempos. Sin ellas, no podríamos imaginar ia poten­
cia reflexiva y configuradora de esas primeras comunidades helenistas,
que, en uu corto tiem po, llegaron a formular, con gran viveza, los
centros fundamentales de su experiencia creyente.
La fijación de esa tradición es una labor muy difícil. Pablo la
señala expresamente sólo en un par de ocasiones; normalmente la
introduce sin citarla y la acomoda al contexto, dándole en algún
caso una nueva interpretación. Es el análisis minucioso el que tiene
que ir rastreándola a través de los textos. En algunos casos, podrá
descubrir piezas más o menos formadas; pero, en otros, tendrá que
contentarse con algún resto, que quizá ío pueda guiar más adelan­
te--. El trabajo en esa dirección tiene sus frutos importantes. Y no
sólo para la comprensión de los textos paulinos, sino también para
a reconstrucción de la historia y de la vida de las comunidades de
aquellos tiempos antiguos.

Se ha descubierto un num eroso y variado material tradicional de


ese tipo en las cartas de Pablo. En la presentación del texto griego y
L“la traducción castellana se señala en sangría (en gran sangría, si se

.37
LAS CARTAS ORIGINALES DE PABLO

trata de fórmulas o de tradiciones más configuradas; en sangría más


pequeña, si se trata sólo de motivos y de tradiciones menos forma-
das); las notas indicarán, en cada caso, su carácter y su sentido. Se
reseña a continuación, según su uso comunitario y sus contenidos
principales (la catalogación es simplemente indicativa, y no estricta,
ya que algunos textos pertenecerían a varios grupos; las glosas figu­
ran entre corchetes):
Fórmulas bautismales: 1 Tes 2 ,1 2 ; 2,1 9 ; 3,1.3; 4 ,8 ; [5,4-8];
5 .2 3 -2 4 ; G ál 3 ,2 6 -2 8 ; 4 ,6 -7 ; 1 C or 1,8-9; 1,30; 3 ,1 6 ; 4 ,2 0 ;
6 ,1 1 ; 6,1 5 ; 6 ,1 9 .2 0 ; 7 ,2 3 ; 12,13; 2 C or 1,21-22; 3 ,1 8 ; 4,6;
5 ,5 ; 5 ,1 7 ; [6,14-7,1 ]; Flp 1,1 0 -1 1 ; 2 ,1 5 ; 4 ,7 ; [4,9]; Rom 4,5 ;
5 ,5 ;6 ,3 ; 8,9; 8,14-17; 8,29-30; 12,2a; 13,12-13; 14,17; 15,13.
Tradición ética (reflejando, en muchos casos, tradición bau­
tismal): 1 Tes 4 ,3 -8 ; 5 ,1 3 -2 2 ; Gál 5,1 4 ; 5 ,1 5 ; 5 ,1 9 -2 1 .2 2 ;
5 ,2 5 -6 ,8 ; 7 Cor 5 , 1 0 - l l ; 6,9-10; 7 ,2 9 -3 1 ; [13,1-13]; 16,13-
14; 2 Cor í 2,20.21; 13,11; Flp 2,14.16; 4,4-6; [4,8]; 4,18;
Rom 1,2 9 -3 1 ; 12,1; 12,2b; 12,9-21; 13,8-14.
Piezas ex.egéticas: Gál 4 ,2 2 -2 7 .3 1 ; 1 C or 10,1-11; 2 Cor 3,7-
9.13-1 8; Rom 15,9-12.
Tradición apocalíptica: 1 Tes 4 ,1 6 -1 7 ; [5,2-3]; 1 Cor 6,2-3;
1 5.23-24; 1 5,42-43; l.S,5 0 -5 2 ; 2 Cor 4 ,1 4 ; 4,1 8 ; 5,1-4; 5,6 ;
5,7; Rom 5 ,3-4; 8,24.
Aclamaciones, fórmula», de alabanza e himnos: Gál 1,5; 1 Cor
8,6; 12,3; 12,6; 15,28; 2 Cor 1,3; 2 ,1 4 ; 4 ,4 ; 7 ,6 ; 8,9; 11,31;
Flp 2 ,6 -1 1 ; [3,20-21]; 4 ,1 9 -2 0 ; Rom 1,25; 3 ,3 0 ; 7,25a; 8,27;
9,5; 10,9a; 11,36; [16,25-27].
Fórmulas de bendición: 1 Tes 1,1; 5 ,2 8 ; G ál 1,3; 6,1 6 ; 6,18;
1 Cor 1,3; 1 6 ,23; 2 Cor 1,2; 13 ,1 1 ; 13,13; Flp 1,2; 4,23;
Flm 3; 2 5 ; Rom 1,7; 15,5-6; 15,33; [16,20].
Fórmula litúrgica de exclusión: 7 Cor 16,22.
Sentencias y dichos fijos: G ál 5 ,6 ; 6 ,1 5 ; 1 Cor 3,2 2 -2 3 ; 7,19;
1 1,3; 14,38; 2 Cor 3 ,1 7 ; Flp 1,21; Rom 14,8; 14,14; 14,23.
Listas de carismas o servicios comunitarios: 1 Cor 12,8-10;
12,28; Rom 12,6-8.
Sumario de proclamación misional: 1 Tes 1,9-10.
Tradiciones específicas sobre la muerte y la resurrección de
Jesús: 1 Tes 4 ,1 4 ; [5,10]; G ál 1,1; 1,4; 2 ,2 0 ; 1 Cor 5,7-8;
6 ,1 4 ; 10,16; 1 1 ,23-2 5 ; 1 5 ,3 -5 ; 2 Cor 5 ,1 4 ; 5 ,1 8 -1 9 ; 5 ,2 1 ;
13,4; Rom 1,3-4; 3 ,2 5 -2 6 ; 4 ,2 4 ; 4 ,2 5 ; 5 ,8 ; 8,11; 8 ,3 2 ; 8,34;
10,9b; 14,9.
Fórmula cíe envío: G á! 4 ,4 -5 ; Rom 8,3.

3) La reflexión de la “escuela" de Pablo


La noticia de Hech 19,9, la existencia de una “escuela” paulina
después de la muerte de Pabio (cf. anteriormente, en el cap. 1) y la

3$
IN T R O D U C C IO N

analogía con las escudas filosóficas y teológicas de la época nos ha­


cen inferir la existencia de una “escuda” paulina ya durante la vida
de Pablo. Pero el argumento principal son las mismas cartas de Fa-
blo. En ellas aparecen algunos textos especiales, con eí típico carác­
ter paulino, pero con un cierto distanciamiento del contexto inme­
diato; su tono, configuración y manejo de la escritura suponen una
reflexión y maduración con un detenimiento mucho mayor del que
es posible en el momento de la confección de la carta. Detrás de ellos
está el estudio y la discusión en las sesiones de la “escuela” fundada
Y guiada por Pablo. Como lugares principales podemos pensar en
los centros misionales de Corinto, en donde Pablo estuvo aproximada­
mente un año y medio, y, sobre todo, de Éfeso, en donde desarrolló
su misión durante dos años y medio aproximadamente.

Se lia descubierto material de ese tipo en varios textos de la co­


rrespondencia dePabJo con Corinto (Cor A y Cor B), p ero «p ed al-
mente en G ál y en Rom fí; de hecho, esta última carta se puede
caracterizar como una gran recopilación de la reflexión más impor­
tante de la “escuela” de Pablo. El cotejo de esos textos nos desvela
algo sobre d trasfondo , el m étodo y los centros de interés de esa
“escuela”. La hase en que se apoya es, como cabía esperar, la tradi­
ción del judaismo helenista y la cristiana. AI igual que en las escuelas
filosóficas helenistas, podemos imaginar sus sesiones con un inter­
cambio de opiniones y una viva discusión de ellas; varios textos re­
flejan algo de eso, al utilizar el estilo dialogal o de “diatriba”, cuyo
lugar de origen no fue, como frecuentemente se ha pensado, la procla­
mación pública (diálogo entre el predicador y el público), sino la
discusión dentro de la escuela filosófica. Un campo importante de
estudio de !a "escuela” paulina fue la interpretación de la escritura;
como método exegético asumió el del judaismo helenista (tipología,
alegoría, comparación de textos, medios especiales); eso hace que
los textos escriturísticos (citados ordinariamente conforme a su tra­
ducción griega: LX X ) figuren disociados de sus contextos y, en ca­
sos, incluso con un sentido contrario al suyo original. De todos mo­
dos, eJ pinito ele partida de su interpretación no fue la escritura, sino
la experiencia de la salvación en Cristo Jesús.
La comparación de los textos de Gál y de Cor A y B con sus
similares de Rom B apunta a una evolución dentro de la “escuela”
paulina: los textos de Rom B reflejan una reflexión más estructurada
v matizada. La experiencia misional y la discusión con los opositores
(ante todo, con Jos crm ianos “judaizantes”) tuvo que ir madurando
lá reflexión de aquella “escuela” misional, determinada por los inte­
reses y por Ja problemática de Ja misión. F.sto quiere decir que su
tradición debió de ser siempre muy fluida y en continuo proceso de
lenovación. De hecho, en Ja base de esos textos de Gá J. Cor A, C or B

39
LAS CARTAS ORIGINALES DE PABLO

y Rom B no se descubren piezas plenamente configuradas, sino ex­


presiones, motivos e intereses recurrentes con una cierta fijeza.

Estos son los textos más significativos:


G ál 2 ,1 5 -2 1 ; 3 ,6-29; 5 ,1 6 -2 4 ; 1 Cor 1,18-25; 9 ,7 -1 8 ; 15,21-
22.4 4 b -49 ; 1 5 ,2 3 -28; 1 5 ,50-5 5 ; Rom 1,18-3,20 (varias pie- ,
zas); 4 ,1 -2 5 ; 5 ,1 2 -2 1 ; 6,3 -11; 7,7 -2 5; 8,1-39 (varias piezas); !
9,6 -2 9 ; 9 ,3 0 -1 0 ,2 1 ; 11,7-10; 11,33-36.
I

4. Algunas indicaciones

a) El texto griego y la traducción castellana

El texto griego coincide con e) de la 2 6 .a ed. de Nestle-Aland, excep­


to en catorce ocasiones en cuanto a los términos y en muchas más en
cuanto a la puntuación. Las notas indicarán, en cada caso, las razo­
nes de la elección.
La estructuración del texto griego y castellano no tiene una in­
tención estética, sino de ayuda a la comprensión del texto. Los epí­
grafes señalan la estructuración general de las cartas. Se utiliza la
sangría para los textos especialmente configurados (sangría menor),
para los que citan dichos (entre comillas) y para los que asumen I
tradición (sobre sus diversos tipos y su señalización, con sangría pe­
queña o mayor, cf. cap. anterior). Las citas del AT figuran en sangría
y en cursiva. Las añadiduras posteriores están entre paréntesis, en
sangría y con un tipo de letra más pequeño.

Son bien conocidas las dificultades para la traducción de un tex­


to antiguo, que ha surgido en una lengua y en un mundo social,
cultural y simbólico muy diferentes del nuestro. Esas dificultades se
agudizan, creo yo, cuando además se trata de textos manoseados (y
manipulados) de continuo y con intereses específicos, desde su ori­
gen hasta hoy, como son las cartas de Pablo. Lo decisivo en ese tra­
bajo no son las reglas generales, sino el conocimiento sobre el origen
y el sentido de los textos concretos y la sensibilidad del traductor.
La traducción que presento ha intentado recuperar la frescura e
im pacto del texto original, cuando fue escrito y proclamado por
primera vez. Ei problema se ha planteado, ante todo, con respecto
a la gran cantidad de términos y de expresiones que se han con­
vertido en lenguaje fijo cristiano. Especialmente en esos numerosos
casos, la traducción “al pie de la letra” se demuestra como la menos
fiel al texto original, ya que esa terminología tiene para nosotros
unas connotaciones muy diferentes de las que tenía para los cristia­
nos de tos primeros tiempos. Según eso, la traducción no ha utiliza-

40
IN T R O D U C C IÓ N

do términos o expresiones formalistas (como, por ejemplo, ‘igle­


sia', ‘san ro’ y sus derivados, ‘gracia’, ‘gloria’, ‘justicia’ [en sentido
religioso] y sus derivados, ‘evangelio’, ‘apóstol’, ‘carne’, e tc .; o ‘en
C risto 7, ‘en el Señor’, ‘en el Espíritu’, ‘en la carne’, etc.). También
ha planteado problemas, en muchas ocasiones, el estilo elíptico, e x ­
cesivam ente concentrado, o complicado del texto griego. En esos
casos, se ha intentado una traducción un tanto parafrástica, para
aclarar el sentido del texto paulino... Las notas irán justificando la
traducción aceptada.

b) Las notas

Las notas tienen el doble carácter de nota puntual y de com entario.


Algunas de ellas, especialmente las introductorias de las unidades
(señaladas con un asterisco), tratan en ocasiones temas globales de
las cartas. Están redactadas en un estilo concentrado, a veces telegrá­
fico; se ha intentado presentar en el menor espacio posible los datos
fundamentales para la comprensión del texto. Por esa misma razón,
las referencias a los documentos de la antigüedad son ordinariamen­
te de tipo general, citando únicamente los más significativos.
Las referencias literales a la traducción castellana se presentan
entre comillas y en cursiva; los términos griegos figuran en cursiva, y
su correspondencia literal castellana u otras posibles traducciones,
entre comillas simples (‘ ’).

Cada lector sabrá escoger el modo de lectura del libro que me­
jor le convenga. Quizá sea bueno, para conseguir la perspectiva,
hacer en un primer momento una lectura seguida del texto de cada
carta, y volver después a una lectura más detenida siguiendo las
notas,

c) Orden de los textos en el canon del nuevo testamento

El orden cronológico de las cartas originales de Pablo que aquí se


S1gue (justificado anteriormente, en los cap. 1.-2) no coincide con el
orden actual del canon del N T, El cuadro siguiente puede facilitar ta
localización rápida de un texto dado.

°rden N T carta original página

Rom
1.1-15,33 Rom B 374
16.1-27 Rom A 360

41
LAS CARTAS ORIGINALES DE PABLO

í Cor
1.1-5,13 Cor B 156
6,3-11 Cor A 122
6,12-9,27 Cor B 176
10.1-22 Cor A 124
10,23-11,1 Cor B 198
11.2-34 Cor A 130
12 .1-14 ,4 0 Cor B 200
15.1-58 Cor A 138
16.1-12 Cor B 214
16,13-18 Cor A ISO
16,1 9 -2 4 Cor B 218

2 Cor
1.1-2,13 C o rE 33 0
2,1 4 -7 ,4 Cor C 224
7 ,5 -8 ,2 4 Cor E 338
9 .1-15 C o rF 352
10.1-13,13 C o rD 256

Gál Gál

Flp
1,1 4 9 Flp B W í:
4 , 10-20 F lp A 28^
4,21-23 F lp B 31 6

1 Tes 1 Tes 46

Flm Ilnx 32 0

42
CARTA A LA C O M U N ID A D D E TESALÓ N ICA
(1 Tes)

El origen de la carta lo señala J Tes 2,17-3, 1Ó. En la primavera del año 5 0 ,


después de haber interrumpido la misión en Tesalónica, a causa de la hos­
tilidad, Pablo envía desde Atenas a Tim oteo y a Silvano a visitar las com u­
nidades recientemente fundadas en M acedonia (cf. nota a 1 Tes 3 ,1 -2 ). En
el verano de ese año, aún en los comienzos de la misión en Corinto, Tim oteo
y Silvano vuelven de su viaje, acompañados de algunos inacedonios (de la
comunidad de Filipos), que traen ayuda económ ica para Pablo (conjun­
ción de las noticias de 1 Tes 1,7-9; 3 ,6 ; 2 Cor 1,19; 11,9 y de H edí 18,5);
desde la inform ación de esos, Pablo escribe la carta a la comunidad de
Tesalónica. Los portadores de ella fueron los filipenses venidos con Tim oteo
y Silvano, de vuelta a su comunidad.
Surgió así la primera carta de Pablo (y el primer escrito cristiano, en
absoluto) que se nos ha conservado. El origen de la carta en los inicios de
la misión paulina independiente la señala como un testimonio precioso de
las concepciones y prácticas de la comunidad antioquena, a la que Pablo
había estado ligado, hasta hacía muy poco, durante muchos años. La com ­
paración de esta carta con el resto de cartas paulinas destaca, efectiva­
mente, a 1 Tes com o una carta especial de Pablo. Detrás de ella sentimos
aún la frescura de las comunidades helenistas de los primeros tiempos, y
también la problem ática de algunas de sus concepciones, sobre todo la
referente a la esperanza escalolágica. Toda la carta testifica esa tensión de
la espera del inminente final; pero las representaciones apocalípticas de la
tradición judía, en las que se vertía la nueva esperanza cristiana, crearon
problemas en la comunidad tesalonicense, y Pablo mismo, al ritmo de la
experiencia misional, las tendrá que reinterpretar e incluso corregir en
cartas posteriores.

La finalidad de la carta fue " solucionar las deficiencias de la fe ” de la


comunidad de Tesalónica (3,10). Una "deficiencia” global era la tentación

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