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COMPETITIVIDAD ORGANIZACIONAL DE LOS PAISES

COMPETITIVIDAD
A lo largo de la historia, la competitividad ha sido descrita por varios autores como un concepto
teórico, multidimensional y relativo, asociado con los mecanismos de mercado (Siudek y
Zawojska, 2014).
Una de las primeras aproximaciones al concepto de competitividad proviene de Smith (1977),
quien consideró que los esfuerzos sostenidos para el aumento de la exportación darían como
resultado un aumento de las entradas de metales preciosos, lo que repercutiría de manera positiva
en el bienestar nacional.
Cada parte implicada en el libre comercio puede obtener beneficios al especializarse en la
producción de bienes en los que se tiene una ventaja absoluta; en este sentido, es válido que cada
país exporte los bienes que produce al menor costo e importe los bienes que produce a los costos
más altos (Smith, 1977).
Sin embargo, la ventaja absoluta en la producción de un producto básico no es necesaria ni
suficiente para el comercio mutuamente beneficioso; un país puede experimentar una desventaja
absoluta en la producción de todos sus productos en comparación con otro país y, aun así, obtener
beneficios mediante el comercio internacional con otros diferentes países, esto ocurre debido a la
ventaja relativa comparativa en la producción mundial de algunos productos básicos. La ventaja
absoluta respecto de un país en la producción de un producto básico no es suficiente (Gupta,
2015).
Ricardo (1817) estableció, en su momento, que el término de ventaja comparativa hacía referencia
a la capacidad de producir bienes y servicios a un menor costo de oportunidad, esto no
necesariamente implicaba producir a un volumen mayor. Un país puede beneficiarse del comercio
exterior incluso si carece de una ventaja absoluta sobre sus socios comerciales en la producción
de bienes, ya que solo necesita tener una ventaja relativa en cualquier bien para poder venderlo
en el exterior.
De acuerdo con Ince, Kozanoğlu y Demir (2011), uno de los marcos conceptuales más influyentes
para el trabajo teórico y empírico sobre la competitividad es el modelo de HeckscherOhlin
propuesto en 1933, este considera que la ventaja comparativa cambia con el tiempo, dependiendo
de las diferencias entre los países de acuerdo con las dotaciones de los factores y los cambios en
la tecnología. El modelo Heckscher-Ohlin indica que el comercio aumenta la demanda de los
bienes producidos por el abundante recurso del país. Dado que el recurso abundante en la mayoría
de los países en desarrollo es la mano de obra, la predicción es un aumento en la demanda de
bienes de mano de obra intensiva (Ince et al., 2011). Por otro lado, la comercialización le brinda
a un país en desarrollo la oportunidad de aprender de las tecnologías más avanzadas del mundo
desarrollado (Ince et al., 2011).
Schumpeter (1943) afirmaba que, para la realidad capitalista, lo que cuenta en la competencia es
la nueva mercancía, las nuevas tecnologías, la nueva fuente de suministro, el nuevo tipo de
organización y la competencia que otorga un costo decisivo o una ventaja de calidad, ésta no
golpea los márgenes de los beneficios y los resultados de las empresas existentes, pero afecta sus
cimientos y su existencia.
La década de 1970 puede considerarse como el punto de inflexión en la visión de la globalización,
debido a que se produjo un aumento en las inversiones extranjeras directas de los países, lo que
causó un cambio en el segmento comercial de las empresas; por otro lado, la década de 1980
detonó el liberalismo de muchas políticas económicas en los países en desarrollo (Arslan y
Tatlıdil, 2012).
La competitividad es una variable determinante en el desarrollo económico y social de una nación.
Esto implica considerar algunos factores como la innovación, eficiencia, productividad y calidad;
además se ve influida por otros factores que tienen que ver con el entorno. La palabra
competitividad se ha convertido en un término genérico que se aplica a una gran variedad de
situaciones y ámbitos geográficos y que puede adjetivar a países, mercados, productos o
empresas; Rodríguez (2001). El interés existente respecto a las diversas cuestiones relacionadas
con la competitividad ha sido creciente y más pronunciado, tanto en empresas públicas como
privadas. A lo largo de las tres ultimas décadas los esfuerzos por definir y acotar el término
competitividad han sido numerosos y las definiciones aportadas varían sustancialmente entre
ellas. En la tabla se muestra un resumen de algunas de las definiciones más relevantes que se han
realizado en numerosas publicaciones:
Definiciones de competitividad.

AÑO AUTOR DEFINCIÓN

1985 Scott Es la capacidad de un país para producir y distribuir


bienes y servicios en la economía internacional en
competencia con los bienes y servicios producidos en
otros países, de forma que se gane una calidad de vida
creciente.

1988 Argandoña Representa, a corto plazo, la capacidad de crear,


producir y distribuir bienes y servicios en el mercado
internacional, en condiciones favorables para los
factores nacionales. A largo plazo, la competitividad
exige el aumento de aquella capacidad de crear,
producir y vender bienes y servicios en mejores
condiciones que los demás.

1988 Calleja Es la capacidad de producir y comercializar bienes y


servicios en los mercados internacionales en
competencia con otros países, de forma que
proporcione cotas crecientes de empleo y bienestar.

1988 Mochón y La competitividad tiene una perspectiva


Pajuelo macroeconómica, basada en el índice de precios y el
tipo de cambio y una perspectiva microeconómica,
condicionada por la productividad, la capacidad de
elaborar estrategias eficientes o la capacidad
organizativa.

1990 Porter La competitividad está determinada por la


productividad con que una nación, región o cluster1
utiliza sus recursos humanos, de capital y naturales.

1992 Tyson Es la habilidad de producir bienes y servicios que


cumplan los requisitos de la competencia internacional.

1993 Cuervo Es la capacidad para producir bienes y servicios para un


mercado abierto y cada vez más exigente, y al mismo
tiempo, crear valor; esto es, obtener una rentabilidad de
los capitales invertidos igual o superior a su costo de
oportunidad.

1995 Amin y Tomaney La competitividad depende de la habilidad para


sostener cambios en los factores que aumenten el
crecimiento de la productividad (tecnología, recursos
humanos, y otros.) y también la estructura de la
economía y cómo la política busca darle forma.

1996 Boltho Representa el tipo de cambio real que en conjunción


con las políticas nacionales apropiadas aseguran el
equilibrio interno y externo.

1996 Ciampi La competitividad no es un juego, en el que la mejora


de competitividad en un país se consigue a expensas de
otro. Al contrario, las mejoras de competitividad y
eficiencia en diferentes países pueden y deben ser
integradas y reforzarse mutuamente.

1997 Storper Es la habilidad de una economía (urbana) para atraer y


mantener empresas con cuotas de mercado estables o
crecientes en una actividad al tiempo que se mantienen
o se mejora la calidad de vida de los que participan en
ello.

2003 O´Mahony y Van La competitividad es el incremento sostenido de la


Ark renta real y la calidad de vida de las regiones y
naciones, y la existencia de trabajo para todos los que
desean encontrar empleo. La base de la mejora
de la calidad de vida está sobre todo, en la
productividad, ya que ésta es clave para sostener la
generación de empleo y lograr la eliminación de la
pobreza.

2004 Gardiner et al. Las fuentes de competitividad están formadas por


factores diversos, como las instituciones, las
infraestructuras y el capital humano, la inversión
extranjera, el desarrollo de las pymes y el desarrollo
tecnológico. Todo ello conduce a unas. cifras de
empleo y productividad que determinan el producto
regional bruto y la calidad de vida.

2005 Hernández El análisis de la competitividad implica indicadores de


precio, como los tipos de cambio e indicadores
estructurales, como las cuotas de mercado de las
exportaciones.

2005 Nadal La competitividad se puede analizar desde el punto de


vista de su saldo exterior, de sus flujos de comercio, del
tipo de cambio real, de la productividad y de las
inversiones directas.
2006 Sala y Torres La competitividad no se refiere únicamente a los
precios, sino que incorpora aspectos estructurales.
Entre los factores más determinantes para la
competitividad se encuentra la innovación.

2006 Simmie La definición operativa usual de competitividad es la


cuota de mercado de un determinado sector o industria.

2007 International La competitividad está basada en la habilidad de una


Institute for nación para crear y mantener un entorno que
Management proporcione mayor valor a las empresas y más
Development prosperidad a los ciudadanos.

2008 Foro Económico La competitividad nacional está determinada por el


Mundial conjunto de instituciones, factores y políticas que
determinan la productividad. El entorno
macroeconómico estable es condición necesaria para la
competitividad, pero no suficiente.

2008 Trichet La competitividad en un sentido amplio se puede


entender como la habilidad de los países para mejorar
en una economía internacional cada vez más integrada
y para embarcarse en un camino sostenido de alto
crecimiento del output que mejore el bienestar de las
personas.

2010 OCDE Es el grado en que, bajo condiciones de libre mercado,


un país puede producir bienes y servicios que superan
el examen de la competencia internacional y que
simultáneamente permiten mantener el crecimiento
sostenido del país".

Fuente: Elaboración propia.


Definida la competitividad, es necesario determinar los factores que la afectan en una localización
determinada, país, región, ciudad, clúster y, en consecuencia, identificar aquellos niveles en los
que se debe actuar para mejorarla. Además de conocer el nivel de análisis sobre el cual se va a
realizar el espacio y conocer como los agentes económicos se ubican de acuerdo a su nivel de
agrupación, “macro” y “micro”.
En el nivel macro se encuentran los agregados económicos; en este nivel se puede ubicar lo que
menciona la escuela tradicional, que considera a los países como una unidad de análisis, la cuál
se mide y define a la competitividad de una forma cuantitativa a través del rendimiento comercial,
su balanza de pagos, comportamientos de la tasa de cambio, entre otras medidas; y
cualitativamente, a través de la actividad científica y tecnológica del país o los resultados de las
instituciones de investigación y desarrollo.
En el nivel microeconómico podemos decir que encontramos a los sectores, empresas y productos
en los que se evalúa la competitividad. Este nivel de análisis es evaluado por lo que se podría
llamar la aproximación moderna de la competitividad. Algunas de las formas de medir y definir
la competitividad en este nivel se basan cuantitativamente en la participación del mercado,
generando indicadores de productividad y/o costo, márgenes de ganancia y/o beneficios netos. Al
igual que en el nivel macro, existen mediciones y definiciones de tipo cualitativo como la
investigación y desarrollo además de las estrategias gerenciales.
Las empresas son más productivas cuando el ambiente de negocios en el que operan es positivo.
Por ello, los países compiten ofreciendo ambientes apropiados donde las empresas puedan ser
altamente productivas.
ELEMENTOS DE LA COMPETITIVIDAD
Michael Porter, quien en el libro “La ventaja competitiva de las naciones” (1991); presentó las
bases de lo que sería una teoría de la competitividad, enuncia:
“La prosperidad de una nación depende de su competitividad, la cual se basa en la productividad
con la cual esta produce bienes y servicios. Políticas macroeconómicas e instituciones legales
sólidas y políticas estables, son condiciones necesarias pero no suficientes para asegurar una
economía próspera. La competitividad está fundamentada en las bases microeconómicas de una
nación: la sofisticación de las operaciones y estrategias de una compañía y la calidad del ambiente
microeconómico de los negocios en la cual las compañías compiten. Entender los fundamentos
microeconómicos de la competitividad es vital para la política económica nacional”.
Dicha definición distingue tres elementos importantes que son:
Productividad: la competitividad está determinada por la productividad con que un país usa sus
recursos. En el sentido amplio que utiliza Porter (1990), depende de la calidad y singularidad de
los bienes y servicios y de la eficiencia con la que ellos se producen. Es un proceso de largo plazo
que resulta en la prosperidad de los individuos y de la sociedad en su conjunto.
Empresa: la fuente primaria de creación de riqueza es la empresa. Por ello, la competitividad de
los países se basa en la capacidad que sus empresas tienen para competir. En la perspectiva de
Porter (1990), la base de la consecución de los fines a obtener descansa en la capacidad y
sofisticación de las organizaciones que operan en el país. Ninguno es competitivo si sus empresas
no lo son y, para ello, estas, más allá de poseer eficiencia operativa, deben tener un
posicionamiento de estrategias único. El Estado no crea riqueza, pero puede ayudar a crearla, de
la misma forma que puede alentar o desalentar la competitividad del país. El papel del mismo en
la economía cambia y se acomoda a las circunstancias particulares de cada país a través del
tiempo. Por tanto, concentrar la atención en la discusión entre el Estado
interventor versus el laissez-faire es simplista y no ayuda a entender el fenómeno de la misma.
Ejemplos de países que, en los últimos años, han logrado niveles de alta competitividad, como
Finlandia, Alemania, Singapur, entre otros, demuestran cómo el Estado, las empresas, las
instituciones de educación, de investigación, de innovación tecnológica y, en general, las de la
sociedad civil, pueden trabajar en conjunto para mejorarla.
Localización: un elemento crítico para la productividad de la empresa es la ubicación en la que
se encuentra. Porter (1990), plantea que, con la intensificación de la globalización, la localización
geográfica es más importante en lugar de serlo menos, como se suele afirmar. Las empresas,
conforme se internacionalizan, tienen que tomar decisiones respecto de la localización de sus
mercados, sus plantas industriales, laboratorios de investigación y outsourcing, entre otros. Esta
circunstancia las lleva a discernir sobre las características de los ambientes de negocio de los
países o regiones y evaluar factores como la calidad de la mano de obra, infraestructura, cantidad
y calidad de proveedores, nivel de sofisticación de los consumidores, regulaciones y otros. La
evaluación final de las empresas está orientada a elegir la localización que garantice el mejor
ambiente de negocios para lograr sus objetivos estratégicos, que le asegure un alto nivel de
rentabilidad en el largo plazo.
El crecimiento de la economía, es un incremento real del PIB, no implica que haya necesariamente
un aumento en la productividad. Los países más competitivos no son necesariamente los que
muestran mayor crecimiento del PIB; sin embargo, el crecimiento sostenido del mismo es una
condición necesaria, mas no suficiente, para el aumento de la competitividad. Un ejemplo de esto
es China quien ha tenido un crecimiento real promedio de su PIB de más del 10 por ciento en los
últimos treinta años, sin embargo, no se encuentra en los países más competitivos del mundo.
Como consecuencia del aumento de la productividad, los países más competitivos muestran un
gran dinamismo en el comercio internacional de bienes y servicios, flujos de inversión directa al
país y este al extranjero y, sobre todo, un alto grado de innovación tecnológica. Es la capacidad
innovadora de los países la que, en última instancia, sustenta el crecimiento de la productividad.
Países altamente competitivos como Suiza y Estados Unidos, entre otros, muestran altos niveles
de inversión en ciencia, tecnología y dinamismo en la producción de patentes.
DETERMINANTES DE LA COMPETITIVIDAD
Porter (1998), plantea que está determinada por la dotación de los recursos con los que cuenta un
país, los aspectos macroeconómicos que lo caracterizan, así como los microeconómicos que lo
sustentan. Además del conjunto de recursos naturales, la localización geográfica, el legado
histórico-cultural, entre otros. Esto se refiere a con los que cuenta un país. Esta dotación de
recursos es importante para aumentar la competitividad, ya que presenta la oportunidad de edificar
sobre ellos, como se muestra en la tabla 2.2 Sin embargo, también puede inhibirla si no se avanza
en los otros dos determinantes. Los países que compiten solo sobre la base de su riqueza en
recursos naturales no son altamente competitivos y sus niveles de crecimiento son erráticos.
México es un país débil en algunos de estos factores, principalmente porque no realiza innovación
tecnológica suficiente para crear ventajas competitivas que promuevan mejores niveles de
productividad, eficiencia y calidad. La competitividad de las empresas ha sido analizada
teóricamente por Porter en el llamado “Diamante de la Competitividad” en donde cuatro
determinantes interrelacionados (condiciones de los factores de producción; condiciones de la
demanda; estrategia, estructura y rivalidad; sectores conexos y de apoyo) y dos elementos
exógenos (gobierno y azar) determinan el potencial competitivo de una empresa, como se muestra
en la figura 2.3 La ventaja competitiva se encuentra en la tecnología como factor de producción,
que hace que los anteriores factores puedan desarrollarse e incluso, crearse nuevos.
Las condiciones de la demanda hacen referencia a la sofisticación de la demanda interna en la
cual las empresas pueden garantizar la máxima calidad y/o eficiencia de sus productos 1. La
estrategia, estructura y rivalidad de las empresas es el ambiente competitivo microeconómico.
Finalmente, en cuanto a los sectores conexos y de apoyo, las empresas buscan cooperar, pero a la
vez competir actuando como clúster, si se analizan intra sectorialmente (análisis horizontal), y
cadena de valor, si se hacen inter-sectorialmente (análisis vertical). Para Porter, el gobierno es
exógeno, es decir es un factor que se genera dentro de otro. Este afecta a los demás determinantes
pero no es afectado por los mismos. Como el gobierno, el azar afecta los determinantes de la
competitividad (p.ej., guerras, cambios climáticos etcétera), ya que no pueden ser controlados.
Lombana (2006), comenta que para hacer trascender a los clúster al ámbito internacional estos
deberán estar ligados a clúster que los apoyen hacia delante de su cadena de valor. Porter (2011),
establece que entre más sofisticada sea la demanda interna mayores son las posibilidades de
internacionalizar la producción.

LA COMPETITIVIDAD, UN CONCEPTO CON MÚLTIPLES PUNTOS DE VISTA:


PAÍSES, INDUSTRIA, EMPRESAS
La competitividad es un concepto complejo y amplio, sobre el cual, no existe una definición única
(Solleiro y Castañón, 2005; Saavedra, 2012); según la Real Academia Española (1992) el
concepto se define desde dos acepciones: la capacidad de competir y la rivalidad para la
consecución de un fin; a pesar de estos dos acentos, la palabra competitividad etimológicamente
proviene del vocablo competencia, el cual, solo se enfoca en la segunda acepción, es decir, que
se entiende como la “oposición o rivalidad entre dos o más que aspiran a obtener la misma cosa”
(Real Academia Española, 1992, p.523); teniendo en cuenta esto, la competitividad se puede
asociar como la capacidad para competir, en particular, de las firmas (Abdel & Romo, 2005);
dado que, son las empresas, las que compiten y no los países o territorios (Bejarano, 1995). Porter
(1991), reconoce que el significado de competitividad puede ser diferente cuando se habla de una
empresa, industria, una nación, región, o incluso, de acuerdo con la especialidad o enfoque que
se lo defina (Morales & Pech, 2000). Para el caso de países, según Krugman (1994a; 1994b),
definir competitividad, es una tarea un poco más compleja que si se define para la firma, apelando
a que los objetivos de ambos contextos son totalmente disímiles, mientras, que en un país el
objetivo es el bienestar social, en una unidad empresarial, el objetivo es el lucro individual.
Para el caso de los países, la competitividad se fundamenta en la productividad (Porter, 1991a),
la cual, tiene un fin que es la mejora en las condiciones económicas de sus ciudadanos. Desde
este enfoque la competitividad se puede concebir como la capacidad de un país para lograr
objetivos fundamentales de política económica, tales como, el crecimiento en el ingreso y el
empleo (Fagerberg, 1988). Una economía es competitiva en la producción de un determinado
bien cuando puede por lo menos igualar los patrones de eficiencia vigentes en el resto del mundo,
en términos de la utilización de recursos y de la calidad del bien (Urrutia, 1994). Según la Harvard
Business School, la competitividad de una nación consiste en la habilidad de un país para crear,
producir y distribuir productos o servicios en el mercado internacional, manteniendo ganancias
crecientes de sus recursos (Citado en Garay, 1998). De otro lado, Jones & Teece (1988), definen
la competitividad como el grado por el cual un país en un mundo de competencia abierta, produce
bienes y servicios que satisfacen las exigencias del mercado internacional y simultáneamente
expande su PIB, al menos tan rápidamente como sus socios comerciales.
A nivel de empresa, la competitividad se asocia con la capacidad para producir y comercializar
productos de calidad superior y menores costos, a los ofrecidos por la competencia (Garelli, 2006;
D’Cruz, 1992, citado en Ambastha & Momaya, 2010; Álvarez & Rendón, 2010). Según Villegas
& Toro (2010, p. 87-88), la competitividad de una empresa es: “…la capacidad de ésta para crear,
sostener e incrementar su presencia y participación en sus mercados locales e internacionales,
entregando un mayor un valor agregado para el cliente del que la competencia ofrece…”. De otro
lado, Alic (1987, citado en Ortiz & Arredondo, 2014) la define como la capacidad que tienen las
firmas de diseñar, desarrollar, producir y vender sus productos en competencia con las firmas de
otros países; Haguenauer (1989, citado en Mourão& Cohelo, 2009), por su parte, la considera
como la capacidad de una empresa de producir bienes de calidad, utilizando recursos en niveles
iguales o inferiores a los que prevalecen en industrias semejantes en el resto del mundo.
Para el caso de una industria, el concepto de competitividad, aunque sigue estando ligado a
capacidad, este se enfoca desde un punto de vista de vista macro, donde, lo que se considera es el
tejido empresarial, el cual, se encuentra cohesionado alrededor de cierto tipo de actividades,
bienes y/o servicios. La competitividad industrial es una medida de la capacidad inmediata y
futura del sector industrial para diseñar, producir y vender bienes cuyos atributos logren formar
un paquete más atractivo que el de productos similares ofrecidos por los competidores, siendo el
juez final, el mercado (European Management Forum, 1980, citado en Garay, 1998). La
competitividad a nivel de industria y país, cobra gran importancia en la medida, en que esta
capacidad, no se genera de forma individual, sino que representa un trabajo colectivo, donde,
convergen proveedores o industrias conexas, y cadenas de valor (Gracia, 2008). Para el caso de
las Pymes, la competitividad se podría pensar en la habilidad que tienen este tipo de compañías
para adaptarse y desarrollar su objeto social en mercados tanto nacionales, como internacionales;
es la capacidad para generar ventajas competitivas sostenibles, al crear valor compartido (Aragón
& Rubio, 2005; citado en Salas et al., 2013).
COMPETITIVIDAD EMPRESARIAL
Es generada a través de distintos elementos; todos ellos, encaminados a mejorar el desempeño de
la firma como: el capital humano, la localización, canales de distribución internos y externos,
insumos de calidad, entre otros. La competitividad genera una estrategia en la empresa, la cual
moldea a la cadena global de valor; en este contexto, existe la posibilidad de que la empresa elija
generar la mayor parte de sus insumos de manera interna o generar una cadena global de valor
que le brinde beneficios y una mejor posición en comparación a los competidores del mercado.
Existen cuatro panoramas que afectan a la cadena global de valor, basado en la estrategia
competitiva:
• Panorama de segmento. La variedad de los productos y la porción del mercado que se pueda
cubrir juegan papeles importantes en la competitividad. Al diversificar la gama de productos que
se ofrecen se puede llegar a más clientes.
• Grado de integración. Se refiere a cuántas empresas van a producir un bien o servicio para
satisfacer la demanda del mercado. Para realizar esta fase, las empresas realizan un análisis de las
ventajas y desventajas que se obtendrían si se decidiera realizar una integración.
• Panorama geográfico. De acuerdo a la cobertura que tiene la empresa y a los planes de
distribución que tiene la misma, es importante delimitar una zona geográfica para operar.
• Panorama industrial. Se refiere al número de interrelaciones que existen al interior de las
unidades de negocios las cuales pueden bajar el costo o elevar la especialización. (Porter, 2010).
MEDICIONES DE LA COMPETITIVIDAD: MICRO O MACRO
El concepto de competitividad, es un constructo amplio que puede tener distintos enfoques
dependiendo del contexto, y del objeto de su aplicación. Con este concepto se han realizado
clasificaciones y sub clasificaciones, con el objetivo de llegar a una mayor precisión; según,
Bianco (2007) existen diferentes enfoques de la competitividad: macroeconómica,
microeconómica, sectorial, regional, industrial, por lo alto, por lo bajo, genuina, auténtica,
espuria, precio, no precio, costo, no costo, estructural, sistémica, empresarial, interna¬cional,
comercial, revelada, potencial y global. En particular, la competitividad sistémica, tal como lo
expone Porter (1991) en su “diamante de la competitividad”, concibe a la empresa como un
sistema mutuamente auto reforzante, en el que sus componentes se encuentran interrelacionados
entre sí, y el desarrollo o actuación de uno siempre va a beneficiar o a afectar a los otros (Markús,
2006). Según esta óptica sistémica, la competitividad de una economía se sustenta en condiciones
y acciones a cuatro niveles del sistema: meta, macro, meso y micro; y en una visión
multidimensional de la competencia, donde, la toma de decisiones es compartida entre los
distintos grupos de interés (Esser et al., 1995).
De acuerdo al nivel de agregación desde que sea percibida la competitividad, ya sea macro o
micro, se pueden analizar distintos indicadores que permiten determinar el nivel de
competitividad; específicamente, en el nivel macro, es decir, para el nivel de país, se encuentran
como indicadores, los agregados económicos y algunas variables de ciencia, tecnología e
innovación; tales como, desde lo cuantitativo el rendimiento comercial, la balanza de pagos, el
comportamiento de la tasa de cambio, entre otras medidas; y, desde lo cualitativo, la actividad
científica y tecnológica del país o los resultados de las instituciones de investigación y desarrollo.
En este nivel se puede ubicar lo que sería la escuela tradicional (Lombana & Rojas, 2008). Desde
el nivel micro, son los sectores, empresas y productos en los que se evalúa la competitividad. Este
nivel de análisis es abordado por lo que se podría llamar la aproximación moderna de la
competitividad, el cual, es el enfoque acuñado por Porte; para él, la preocupación fundamental es
elaborar el concepto microeconómico de competitividad (Porter, 1991b). Algunas de las formas
de medir y definir la competitividad en este nivel se basan cuantitativamente en la participación
del mercado, indicadores de productividad y/o costo, márgenes de ganancia y/o beneficios netos
de las empresas. Al igual que en el nivel macro, existen mediciones y definiciones de tipo
cualitativo como la investigación y desarrollo, además, de las estrategias gerenciales (Cabrera,
López & Ramírez, 2011).
Las mediciones de competitividad a nivel macro, permiten comparar, el desempeño de regiones
y/o países (CPC & CEPEC, 2013). El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés),
publica desde 1979, de forma anual, el Reporte Global de Competitividad, y su principal
indicador, el Índice Global de Competitividad (IGC); el cual, otorga una calificación a los países,
de acuerdo a varios temas y grupos de variables (Schwab, 2014; 2015). Además del análisis
internacional de la competitividad, a nivel de país, se pueden evidenciar estudios y mediciones
sobre el tema; en el caso de Colombia, el análisis de competitividad para cada departamento, se
hace desde el Índice Departamental de Competitividad (IDC) del CPC y del Centro de
Pensamiento en Estrategias Competitivas de la Universidad del Rosario – CEPEC (CPC &
CEREC, 2012, 2013, 2014, 2015). En cuanto a mediciones e indicadores sobre este tópico, a nivel
de empresas, los desarrollos teóricos y metodológicos, han sido menos generalizados; en
particular, existen varios trabajos, como el realizado por Castaño & Gutiérrez (2011) para el
centro occidente colombiano, o el trabajo realizado por Schmuck (2007) para empresas en Pécs -
Hungría.
Para el caso de Pymes, hay varias investigaciones, que tienen por objeto evaluar los niveles de
competitividad en empresas pequeñas, incluso en algunos de éstos, se proponen índices o
indicadores relacionados con el tema. En particular, una de las metodologías pioneras para
intentar tener una medida de la competitividad empresarial, fue el denominado mapa de
competitividad del BID, el cual, consiste en indagar información de cada una de las áreas y sub
áreas de las compañías (planeamiento estratégico, cadena de valor, aseguramiento de la calidad,
merchandising mercado de exportación, contabilidad y finanzas, talento humano, gestión
ambiental y sistema de información), para luego hacer un diagnóstico y con base en éste, presentar
planes de mejora (Montoya, 2008); desde esta metodología se han planteado trabajos para el caso
de Pymes, como el de Saavedra (2012) o el de Saavedra, Milla y Tapia (2013); a parte de lo
anterior, existen otros trabajos que plantean indicadores alternativos al del BID para Pymes, tales
como el trabajo de Cabrera, López & Ramírez (2011), donde, se analiza la competitividad desde
un punto de vista sistémico.
HERRAMIENTAS PARA EL ANÁLISIS ESTRATÉGICO DE LA COMPETITIVIDAD
El modelo de las cinco fuerzas
Según Porter (2008, citado por Pérez, Bojórquez, Nuño y Santillana, 2014), la parte medular de
la formulación de la estrategia es el hacer frente a la competencia. En la lucha por un segmento
de mercado, la competencia no se manifiesta únicamente en los otros jugadores; la competencia
de una industria está enraizada en los fundamentos económicos y existen fuerzas competitivas
que van mucho más allá de los combatientes establecidos en el mercado. Clientes, proveedores,
competidores potenciales y productos sustitutos, son todos los actores que podrían tener una
mayor o menor prominencia dependiendo del mercado. El estado de la competencia de una
industria depende de cinco fuerzas básicas:
1. Amenazas de entrada. Nuevos competidores en una industria traen consigo nuevas capacidades,
el deseo de ganar una cuota de mercado y, frecuentemente, recursos substanciales. La seriedad de
la amenaza de entrada depende de las barreras que presente la industria y de la reacción de los
competidores existentes. Si las barreras de entrada son altas, los nuevos competidores pueden
esperar una fuerte represalia de los competidores existentes. Las seis principales barreras de
entrada son: las economías de escala, la diferenciación de productos, los requerimientos de
capital, las desventajas de costos, el acceso a los canales de distribución y las políticas
gubernamentales.
2. El poder de los proveedores. Estos actores pueden ejercer poder sobre los participantes en una
industria al elevar precios o reducir la calidad de los bienes y servicios que ofrecen. Este grupo
puede generar poder si:
a. El mercado está dominado por un grupo reducido de proveedores.
b. El producto que ofrecen es único.
c. No están obligados a contender con otros productores para vender en la industria.
d. Poseen una amenaza creíble de integración vertical hacia adelante en la industria respectiva.
e. La industria no es un cliente importante para el grupo de proveedores.
3. El poder de los compradores. La mayor parte de la fuente de poder de los compradores se
atribuye a los consumidores como grupo, así como a los compradores industriales y comerciales.
Los consumidores tienden a ser más sensibles frente a productos no diferenciados y a productos
que sean caros en relación con sus ingresos. Los compradores son poderosos si:
a. Se concentran o compran en grandes volúmenes.
b. Los productos comprados son estándares o no diferenciados.
c. El producto no le ahorra dinero al comprador.
d. Desarrollan una integración vertical hacia atrás para elaborar el producto.
4. Productos sustitutos. Los productos sustitutos limitan las ganancias en tiempos normales.
Dichos productos generan reducción de precios y mejoras en el desempeño.
5. Competidores existentes. Estos actores usan tácticas para defenderse, las cuales pueden basarse
en estrategias de precios, introducción de productos y peleas publicitarias. Una intensa rivalidad
está relacionada con la presencia de numerosos factores tales como:
a. La cantidad de competidores es numerosa o bien, son iguales en tamaño y poder.
b. El crecimiento de la industria es lento.
c. Al producto o servicio le hace falta diferenciación.
d. Las barreras de salida son altas.
e. Los costos fijos son elevados.
f. Los rivales son diferentes en estrategias, origen y personalidad.
EL DIAMANTE DE LA VENTAJA NACIONAL
Porter (2008, citado por Pérez et al., 2014), señala que en la búsqueda de respuestas a las
siguientes preguntas: ¿por qué ciertas compañías ubicadas en ciertas naciones son capaces de
conseguir innovación?, ¿por qué son capaces de superar las barreras del cambio y de la innovación
las cuales acompañan al éxito?, desarrolla este modelo, que se basa en cuatro atributos de una
nación, atributos que individualmente y como sistema constituyen el diamante de la ventaja
nacional, es decir, el campo de juego que cada nación establece y opera para sus industrias. Esos
atributos crean el entorno nacional en el cual las compañías nacen y aprenden a competir.
Además, Porter señala que cuando un entorno nacional permite y soporta una mayor acumulación
de activos especializados y de habilidades, las compañías ganan una ventaja competitiva; esto
también sucede cuando dicho entorno proporciona mejor información y puntos de vista en
relación con las necesidades de productos y de procesos. Finalmente, el autor también menciona
que, cuando el entorno nacional presiona a las compañías a innovar e invertir, éstas obtienen una
ventaja competitiva que pueden mantener a lo largo del tiempo.
Los atributos del diamante de Porter son los siguientes:
1. Las condiciones de los factores. Se refiere a la posición de una nación en relación a los
factores de producción, tales como su infraestructura o las habilidades de su mano de
obra, ésta es indispensable para competir en una industria determinada.
Los factores indispensables de la producción son aquellos que involucran una inversión
sostenida y abundante; para sostener una ventaja competitiva, un factor puede estar
altamente especializado para satisfacer necesidades particulares de la industria a la que
pertenece. Las naciones tienen éxito en industrias en donde son particularmente buenas
para la creación de factores; la ventaja competitiva proviene de la presencia de
instituciones de clase mundial que primero crean factores especializados y luego trabajan
continuamente para su actualización.
2. Las condiciones de la demanda. Se considera la naturaleza de la demanda del mercado en
relación a los productos o servicios de la localidad. Las naciones obtienen ventajas
competitivas en industrias donde la demanda local proporciona a las compañías
información clara sobre las nuevas necesidades de los compradores. También, se ganan
ventajas en industrias donde los compradores presionan a las compañías nacionales a
innovar de manera más rápida, lo que permite alcanzar ventajas competitivas sofisticadas
mayores en relación con los rivales extranjeros.
3. Industrias relacionadas y de apoyo. Se refiere a la presencia o ausencia, en una nación,
de proveedores para las diferentes industrias, así como de otras industrias relacionadas
que en el ámbito internacional son competitivas. Las empresas de una nación se
benefician cuando los proveedores son competidores globales, esto no significa que para
generar una ventaja competitiva todos tengan que serlo.
4. La estrategia de la empresa, la estructura y su rivalidad. Describe las condiciones que
rigen una nación en relación a cómo las compañías son creadas, organizadas y
administradas, así como la naturaleza de la competencia doméstica. La competitividad en
una industria específica resulta de la convergencia de prácticas de gestión y modelos
organizacionales en un país, así como de las fuentes de ventaja competitiva en la
industria. Los países difieren notablemente en las metas que sus compañías e individuos
pretenden alcanzar. Las compañías reflejan las características de los mercados nacionales
de capital, así como las prácticas compensatorias para los gerentes; la motivación
individual a trabajar y aplicar las habilidades, es también importante para desarrollar
ventajas competitivas. Las naciones tienden a competir en actividades que la gente admira
o de las cuales depende, es decir, aquellas en las que surgen héroes nacionales.
IDENTIFICACION DE LOS COMPONENTES

ESTANDARES DE LA COMPETITIVIDAD
BIBLIOGRAFIA
http://www.qartuppi.com/2019/ORGANIZACIONAL.pdf
file:///C:/Users/usuario/Downloads/Dialnet-CompetitividadEnLasOrganizaciones-6577503.pdf
http://www.eumed.net/tesis-doctorales/2014/jlcv/competitividad.htm

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