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ENSAYO:
¿DERECHA o IZQUIERDA?:
Ethos y Pathos de la filiación política

Autor: Sergio Mura Rossi


Santiago Chile 2008
smurar111@yahoo.com
Registro de Propiedad Intelectual Inscripción N°: 208685
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EDICIÓN ACTUALIZADA 9/2011

dibujo: Sergio Mura Rossi


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Años atrás, durante las postrimerías o fase terminal del “gobierno militar” chileno (dictadura, dictablanda, régimen autoritario,
tiranía, república protegida etc. ...) me encontré con uno de mis antiguos compañeros de universidad, a quien no veía desde aquel
entonces. La conversación derivó prontamente hacia la situación política del país, sobre cuyas características, antecedentes y
“especificaciones técnicas” concordamos ampliamente, sin mayores discusiones sobre lo que había sucedido y dejado de suceder,
causas, prelaciones, factores desencadenantes y hechos objetivos. Concluidos los comentarios descriptivos me pareció pertinente
sintetizar mi “sentimiento” al respecto temiendo que tanta diplomática concordancia inhibiera y aniquilara mi profundo sentir, que
me importaba más que el lógico pensar; proponiendo la siguiente imagen alegórica (solo una alegoría expresiva y más bien
“estética”...): una secuencia de horcas dispuestas a todo lo largo del eje Alameda-Providencia-Apoquindo; una cada diez metros
aprox., y destinadas a los miembros más connotados del bando “X”. Mi amigo aprobó la idea sin mayores cambios pero usándola para
los del bando “Y”... El asunto era suficientemente preciso y claro, no ameritando mayores controversias por lo que continuamos
conversando de otros tópicos, amistosa y pacíficamente por cierto!. Lo interesante es que ambos proveníamos de familias de clase
media, con idénticos o muy similares valores y creencias, mismo pasado nuñoíno, educación en escuelas y liceos de la misma clase y
orientación, formación e información discretamente parecida e incluso similar bio-tipo!... A menudo recuerdo esta anécdota que me
hecho reflexionar desde entonces sobre las verdaderas y reales condiciones, condicionamientos o factores causantes de eso que a
falta de mejor nombre denominaré “filiación política” (opción, simpatía, empatía, preferencia etc.). ¿Porqué dos historias personales
tan paralelas y para nada divergentes concluían en calificaciones tan antagónicas?...; ¿porqué no habiendo siquiera diferencias
notorias en la apreciación de los hechos objetivos, se terminaba en dos “tomas de posición” diametralmente contrapuestas?...;
¿simple afectividad, pasionalidad o “subjetividad”?...; difícil aceptarlo porque lo que estaba y está en juego es la clásica distinción
“moral”, la gran y perenne alternativa: Bien vs. Mal, los “buenos y los malos”; y ello no es un juego porque brutal o sutilmente, esa
simple y total polaridad es la que mantiene funcionando el motor humano de la “política”; y si alguien me lo objetara tomaría diez
toneladas de diarios, libros, revistas y folletos académicos dedicados a la contingencia demostrando que (casi) en su totalidad y sea
cual sea el estilo lingüístico o moda semántico-hermenéutica adoptada, se empieza y termina con una solemne, implacable y
absolutista sentencia “contra” los malos y su “sistema de poder” actual o propuesto.
El problema es que este aspecto nunca (insisto: “nunca”!) es considerado, ponderado, atendido o discutido por los politólogos y
politócratas; lo cual es a decir poco sospechoso, inquietante y ....
He seguido pensando el tema y problema, concluyendo con un “pack” de explicaciones elementales, bastante obvias por lo demás
porque hice mi mejor esfuerzo por evitar las trampas solipsistas y tautológicas del discurso racionalista-racionalísticamente correcto,
atrapado en sus interminables reflejos y que en el mejor de los casos termina hablando sobre el hecho de hablar, y de hablar sobre
ello!... Nada muy original por cierto pero que quisiera compartir y en cierta forma publicar-publicitar porque excepto en cierta
discursística analítica intra-académica, esta clase de realidades/verdades son mantenidas cuidadosa y férreamente ocultas, no dichas.
Y por algo será.

INTRODUCCIÓN:
¿Es usted de derecha o izquierda?....; pregunta improcedente, anacrónica, obsoleta y ajena al estilo de lo social y políticamente
correcto. Decir o preguntar eso no es “polite” en ninguna circunstancia como dirían los anglosajones, excepto usemos esas categorías
para zaherir o descalificar o caricaturizar al “adversario” (técnicamente hablando, es lo que los estrategas comunicacionales
concertacionistas han hecho, con relativo éxito, para desmantelar la operación “nueva cara” que la “oposición” intenta desde hace
décadas, hasta sumirla en una profunda y en cierto modo graciosa confusión porque luego de intentar infructuosamente evitar asumir
el fatídico mote de “derechista”, recién ahora advirtieron, un poco tarde quizás, que ello era una ingeniosa trampa reversible sin tanta
dificultad... siempre y cuando se auto-convencieran que ser la “derecha” no es una maldición ni un estigma incuestionable, pero…).
Mejor hablar de progresistas vs. neo-liberales, liberales vs. conservadores y un amplio listado de expresiones dualistas más sutilizadas
y eufemizadas que se han apropiado de la terminología oficial, pública y “mediática” nacional e internacional y que cada quien utiliza
con extrema soltura y desparpajo según sea la ocasión o la conveniencia circunstancial y por cierto, “mediática”; aunque en lo
profundo de aquella sincera sinceridad que emerge después del segundo whisky o el tercer pisco-sour, la distinción pre-apocalíptica
resurge con inusitado vigor y feroz precisión: o se es un infame derechista o un maldito izquierdista, no aceptándose posiciones
intermedias, centristas o conciliatorias aunque éstas expresaren el sentir y pensar y querer del 95% de la población pasada, presente y
futura.
¿Cuál es la verdad subyacente en este antagonismo nominal, si es que la hay?...; ¿manifiesta aunque sea parcial y “relativamente” una
polaridad y alternativa objetiva o expresa una inaceptable o inconveniente o insana escisión afectiva?...
Por comodidad, economía y sinceridad usaré los términos proscritos no por alguna nostálgica nostalgia sino porque me consta que
subyacen y comienzan a re-surgir augurando próximos “explayamientos” y “emplazamientos” que a decir verdad me entusiasman
poco y más bien nada; sea por razones, sentimientos y disposiciones de ánimo personales y/o porque no sería la primera vez que esta
clase de tensionamientos “sociales”, provenientes de soterradas “fuerzas” de incalificable e incontrolable poder (individuales y
colectivas) eclosionen como destructivas y compulsivas arremetidas en pos del “poder”, difundiendo eso que Jung denominara
“epidemias psíquicas” a propósito de la incubación e incipiente germinación del nacional-socialismo a la zaga del internacional-
socialismo ya advenido.
Alternativas objetivas para los más, ¿o simples sentimentalismos?...; porque hay cierto consenso en suponer que las propias creencias
políticas presuponen una determinada y específica “sensibilidad”, supuesto que a su vez pre-supone un esquema funcional psico-
cultural simple, efectivo y efectivamente erróneo: las ideas abstractas requieren el condimento de la pasión para convertirse en
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acción... (no niego que ello suceda, pero es un mecanismo inicuo o des-equilibrado que frustra de raíz cualquier posibilidad de
inteligente integración). Por ejemplo:
La cuestión ecológica en su versión actual: para el neo o novel “izquierdista” o progresista (al menos en esto el nombre es impropio
porque olvidando amnésicamente su matriz marxista, sufre una fuerte alergia a toda noción de progreso), hay un grave problema
mundial causado por la codicia y la insensibilidad propia del “derechista-conservador-retrógrado-explotador-expoliador-destructor” a
quien le resulta tan ajeno e indiferente la condición de su obrero-asalariado como la de un bosque o un río o el equilibrio bio-climático
mundial del cual depende el futuro inmediato y el destino de nuestros hijos y la naturaleza misma; a punto de ser irremediablemente
arruinada por esta despreciable minoría de capitalistas-tecnócratas-monetaristas tan embrutecidos que ni siquiera piensan en el
planeta que le heredarán a sus sobrinos... Por su parte el derechista-conservador replica que estos ecologistas extremistas son en el
mejor de los casos unos románticos sesgados, unos fanáticos, tránsfugas de añejos grupúsculos pseudo-revolucionarios fallidos
obsesionados en contra del trabajo y el progreso; que al ver fracasar sus antiguas e insensatas utopías revolucionaristas han buscado
un nuevo nicho igualmente retrógrado y destructivo que les permite otro modo de combatir el progreso y la libre iniciativa que
detestan por simple inopia e incapacidad para trabajar seriamente y competir libremente, los mismos que jamás levantaron un dedo
ante los colosales desastres ecológicos en el área soviética o maoísta y que nada entienden de ecología, de economía ni de ciencia ni
de la vida porque no le han trabajado un día a nadie y son capaces de condenar a la miseria a miles de millones de personas por
aceptar irracionalmente los mitos de cierta retórica naturalista etc. .... No quiero pecar de centralismo... pero me parece indudable
que en ambas posturas y haciendo piadoso caso omiso del apasionamiento destructivo o de adopción acrítica e irracional de “clichés”
o consignas ideológicas patentadas, hay algo de verdad!... Pero: ¿qué tanto?... Y: ¿porqué les cuesta tanto reconocerlo y se
empecinan en posiciones de trinchera tan absolutistas (no absolutas, absolutistas; no ecológicas o anti-ecológicas, ecologistas o anti-
ecologistas).
Aclarando que estos comentarios se limitan al contexto local-nacional, que no obstante globalizaciones y mundializaciones en curso
sigue siendo suficientemente local-localizado y bastante peculiar; diré que para bien y/o mal, las antiguas polaridades -aquellas que
caracterizaban el apogeo de la “guerra fría”- han desvanecido o han perdido la mayor parte de su carga tensional “real” (aquella que
correspondía a procesos reales en curso, o alternativas de cambio real, de modificación de la realidad actual (revolucionarios-
innovadores) o de sus alteraciones posibles (reaccionarios-conservadores)). No obstante y aun cuando parezca inarrestable la
progresión acelerada y un tanto caótica del conjunto de dinámicas culturales, sociales, productivas y económico-financieras que
imponen y trasponen poderosas fuerzas transversales que debiesen fortalecer la consolidación de la gama “media” e intermedia (al
menos para caracterizar a la gran “masa” consumidora-usuaria-productiva y a la gran comunidad pasiva/sufriente), la “centralidad”
sigue siendo una contradictoria opción que mientras más se consolida más sigue atemorizando tanto a políticos profesionales cuanto
a estamentos sociales varios y a muchos connotados especialistas que sienten una peculiar aversión a la posibilidad de “retornar al
supuestamente obsoleto esquema de los tres tercios” que otrora colapsara nuestra institucionalidad al propiciar una condición de
equilibrio inicuo o “desequilibrado/desequilibrante” culminante en una metástasis progresiva de inestabilidad e ingobernabilidad,
preludio de soluciones categóricas que de momento nadie dice querer, no oficialmente (en esto confieso sentir cierto aprecio hacia tal
hipocresía...). En palabras simples: estarían dadas las condiciones para el fortalecimiento de esa “clase media” que para muchos sigue
siendo una frase prohibida, incómoda y políticamente blasfema; excepto para partidos o conglomerados que históricamente
expresarían mejor su sentido, pero que en parte debido al desvanecimiento de dichas polaridades “extremas”, paradójicamente han
visto mermar el atractivo de su oferta y postura “media” e inter-media; como si en un contexto social tendiente a la uniformización y a
la totalización de cierto standard, dicha uniformidad latente sufriera cierta tendencia natural a re-polarizarse al menos anímica y
pasionalmente, reproduciendo dentro de su propia estabilidad extendida las antiguas emergencias polares, radicales o extremas;
como si éstas fuesen indispensables para mantener un mínimo de vitalidad y “animosidad”, antídoto cultural y moral contra la mortal
aquiescencia del “nuevo orden”, aun si dicha neo-polaridad repropone antagonismos que históricamente ya perdieron su “razón de
ser”, si es que alguna vez lo tuvieron lo cual es difícil saber porque la inmensa mayoría de los analistas, politólogos e “historiólogos”
están situados en uno de los antiguos bandos políticos en conflicto y por ende ven, sienten, piensan e imaginan la realidad histórica
solo en función de sus propios esquemas mentalizados, asumidos e insumidos precisamente con abundancia de pasión y escasísima
escasez de razón y razonamiento crítico (son pocos los humanos que se atreven a “vivir” prescindiendo de acomodamientos egoicos a
los roles sociales oficialmente aceptados y reconocidos). Y el hecho, política y culturalmente más incomprensible de lo que suele
admitirse, se traduce finalmente en un resurgimiento inquietante de una versión actualizada, de un up-grade bastante
descontextualizado de la gran y conflictiva escisión entre “derecha e izquierda”, pero caracterizado precisamente por aquel sector
social medio e inter-medio que más ajeno, indiferente u hostil debiese ser a tal polaridad que en teoría no expresa, representa ni
defiende sus “intereses” reales o presuntos; y ni siquiera grafica su visión imaginativa del “mundo”, excepto si traspuestos al plano
abstracto y “arquetípico” de las grandes antinomias y polaridades del discurso simbólico universal (lo de “universal” no atañe al
universo-cosmos sino a cierta relativa totalidad del fenómeno cultural humano, que a lo largo de la historia y de su historia muestra
ciertas invariantes).
Y como bien sabemos -ha de ser uno de las escasísimos e incompletos aportes de la filosofía “moderna”: el destacar la no-neutralidad
del lenguaje-, imposible pensar bien si no empleamos correctamente la textualidad, evitando el menos las maldiciones o mal-
dicciones, esas que están al servicio de la mistificación, la confusión y el equívoco (por eso es tan importante diferenciar entre
ecología y ecologismo, islam e islamismo, teoría de la evolución y evolucionismo etc.; aunque basta hojear un periódico cualquiera
para sentir que esta batalla está casi perdida...). ¿Cuestión de estilo o buenas maneras?..., además; pero la intrínseca correlación entre
el pensar y el hablar implica el tema y problema de la correspondencia causal entre el pensamiento “lógico” (aquel que pro-viene del
Logos primigenio, el factor constitutivo de la realidad/mundo) y su primera materialización que es el lenguaje textual o la
textualización primaria de la “idea”, del razonamiento mental discursivo.
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Al margen:
La política polar tradicional siente olímpica indiferencia ante los “intereses reales” y la realidad misma y este no es un comentario
“centrista” ni alguna enésima apología a la “mayoría silenciosa”, sino una constatación de la caracteropatía mórbida inherente a
quienes ejecutan el fatídico entremezclaje y la conjunción espuria de una caricatura ideológica, una adhesión oficial a una institución
de “poder oficial” y un rol egoico o “personalidad” (máscara) pre-dispuesto para personalizar la nueva y propia condición: en un
extremo están quienes ignoran la Realidad (las “res” o “cosas”) por exceso de voluntarismo invencionista, y en el otro también...,
prefiriendo inventarla a fin de evitar intratables discordias entre dicha “realidad” y los modelos conceptuales-ideológicos que predicen
su consistencia y evolución... (sí, lo admito: éste fue un lapsus centrista).
Antecedentes:
Ya no..., antes tenía cierta gracia recurrir a la memoria “mental” combinada sagazmente con los archivos bibliográficos “de papel”
para compilar esa retahíla de citas referenciales que adornan las ponencias, aportando información y patente cultural a predicados
que no siempre subsistirían sin estos apoyos. Pero con Internet y Google resulta demasiado fácil... Aunque no para mí porque no
tengo “banda ancha” por ahorrativo y porque detesto toda forma de cautividad en “planes-contratados” que ya sufrí y que no deseo
re-sufrir porque he comprobado científicamente que es posible vivir sin contratos-mensuales de telefonía celular, internet high speed,
triple o cuádruples pack que incluyan tv-cable y tarjetas de crédito y otros servicios como la telefonía normal que nos cuesta diez
veces más cara que a cualquier europeo que gana diez veces más que nosotros (será la materia prima...). Y en esto me diferencia de
izquierdistas-derechistas-centristas y de la mayor parte de ciertos especímenes anti-sistema que odian el sistema solo porque no
pueden entrar al sistema y eso sí lo entiendo hasta cierto punto!... (desde ya anuncio y regalo la idea: tarjetas de crédito anti-crédito y
anti-tarjeta para hacer anti-compras con anti-planes. No bromeo).
Miles, millones de papers, folletos, panfletos, artículos, libros se han escrito sobre este tema desde casi todos los puntos de vista
culturalmente correctos: sociológicos, antropológicos, historiológicos, etnológicos, semiológicos, cuasi-psicológicos, psicoanalíticos y
lingüísticos en general; excepto ....
Este ensayo evita y elude esos antecedentes no por razones metodológicas, ontológicas o fenomenológicas..., sino porque quiero
hablar de la realidad concreta y consistente de la filiación política a inicios del tercer milenio, tal como la estamos viviendo y tal como
la he experimentado desde que tengo uso de razón (no mucha por cierto, pero cierta lucidez crítica se termina perfeccionando malgré
tout, años y fracasos mediante); y hacerlo diciendo aquello que politólogos y opinólogos imperantes callan por ignorancia o
conveniencia o simple y superficial indiferencia.
Resumo el contenido de esta reflexión en una pregunta que puede parecer menos que tonta o ingenua:
¿Porqué un mismo estrato socio-económico se divide entre izquierdistas y derechistas?...; porqué dos individuos de similar formación,
condición e intereses terminan separados por antagonismos tan radicales?... La respuesta parece igualmente simple y obvia: todo un
conjunto de condicionamientos psico-culturales, familiares, sociales, genéticos, inconscientes, alimenticios (ese alimento material y
espiritual que nos configura y conforma) etc. etc. y muchísimos más etcéteras que se han acumulado tanto en la historia acumulativa
de la crítica oficial que terminan esclerotizándola; siendo un hecho que esa simple pregunta no tiene respuesta porque hace al menos
20 años que no he escuchado un solo discurso, una sola explicación, un solo comentario de un solo político o politólogo nacional que
lo explique o siquiera lo mencione.
Como dije, la pregunta parecerá insensata pero más insensato es que prácticamente todos supongan que se es “de izquierda o
derecha” (o de centro-izquierda o centro-derecha) porque unos están en lo cierto y los demás en el error, porque unos adoptaron la
verdad y los otros se equivocaron, porque unos son inteligentes y los otros tontos, porque unos son buenos y los otros malos... Y eso
no es todo, habiendo algo peor: de lo anterior concluir que no hay verdad objetiva alguna y que todo es una cuestión de preferencias
u “opciones”, importando un soberano comino si dichas opciones man-tienen algún indicio de correspondencia o equivalencia con la
verdad, con la verdad de la realidad, con la verdad de la Verdad. ¿Estoy caricaturizando?... Ni un ápice: pregúntesele a un
“conservador” qué piensa y siente de aquellos que votan concertación: lo más amable que dirá es que son unos tarados o unos
resentidos sociales o unos irracionales de nacimiento; o pregúntesele a un izquierdista-progresista porqué los dos partidos
mayoritarios son de derecha y de centro (el orden es intercambiable): lo más suave que comentará es que tienen más dinero para el
show electoral (y por ende que los votantes son unos perfectos idiotas porque no piensan como él estima debiesen hacerlo, y no
actúan según las pautas de acción y actuación que él determina como válidas, convenientes o “correctas”).
¿Estamos en el auge y en el seno de la cultura post-moderna?... La élite académicamente correcta europea y -en menor grado-
norteamericana así lo cree, aceptando incluso y off-the-record que ello es circunstancial y síntoma inequívoco de decadencia terminal;
pero no obstante nuestra obsesiva tradición mimética, vivimos una condición diferente; o quizás podríamos hacerlo aprovechando
nuestro relativo aislamiento y ajenidad para observar cautelosa, sagaz y sigilosamente esas historias y condiciones, a fin de intentar
aprovechar algo de lo aprovechable y evitar desbarajustes y crisis habidas o por haber. Lo digo porque según mi humilde y
personalísima apreciación, el ambiente político nacional muestra un peligroso y gradual incremento del tono agresivo y descalificador
(que históricamente presagia “conflictos” de mal pronóstico) y una contradicción objetiva: una “clase media” cada vez más extendida
no obstante los desequilibrios patentes y “escandalosos”, y un rechazo compulsivo al valor de la centralidad. No se infiera de esto que
abogo por ello como modelo, solución u objetivo histórico; solo menciono hechos y solamente intentaré descifrar alguna de las claves
del misterio de la pasionalidad “política”, diciendo aquello que quienes tienen la posibilidad de “hablar” (en los medios de
comunicación y en las ágoras formativas, políticas o culturales) callan.

LA PREGUNTA ES:
¿De qué estamos hablando?..., ¿solo distorsiones afectivas o “subjetivas” de una alternativa objetiva, de una elección aplicada a
modelos de realidad, a opciones políticas determinantes?... Incluso si el pathos de la filiación política fuese solo eso, cabría
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preguntarse sobre la validez y el sustento de un “sistema” que tanto depende de un proceso electivo-eleccionario cuya concreción
depende a su vez de un colosal despliegue de expresiones “subjetivas”, aplicado a un enorme aparataje sistémico que pretende ser
“objetivo”. Porque de ser así, la duda es más que legítima: ¿qué valor tiene un mecanismo político que se ha consolidado como una
especie de dialéctica permanente entre el engaño y el auto-engaño?..., ¿hay algún modo de “despertar” y cambiar realmente el
“curso de la historia” que ha de seguir siendo necesariamente nefasto si consiste solo en un baile de máscaras, en juegos especulares,
en un ilusionismo infinitamente compartido y reproducido y tergiversado para sustentar la gran e ilusoria imagen de una ficción, mito
y mentira que denominamos “democracia”?....
Cualquier sujeto “alternativo”, “underground”, “anti-sistémico”, “neo-anárquico y pseudo-anárquico” o simplemente “marginal”
contestaría que todo está corrompido-podrido, que toda la realidad humana-social hiede, que es un gran caldero de hipocresías,
falsedades y maldades y que solo resta la rebelión pura, el cambio radical, la destrucción total o “tabula rasa” etc.; discurso y actitudes
que antecedieron precisamente esa clase de revolucionarismo secularista que ya tuvo una y miles de oportunidades históricas y que
no lo logró, que fracasó y que salvo honrosas excepciones (las habrá, aunque no conozco ninguna) terminó agravando, enquistando y
totalizando los mismos males que denunciaba y combatía.
También aclaro desde ya que en lo personal, considero el “sistema republicano-representativo” como la mejor o la menos-peor forma
de gestión gubernamental, a ser cuidada y simultáneamente “protegida de sus peligros internos-externos” e incentivada en clave
creativa; desarrollando permanentemente la tensión vital texturizada entre la conservación-continuación evolutiva y la
transformación progresiva y creativa, cuya única razón y justificación y animación es “una” o “la” Meta; pero ello no obsta para
reflexionar críticamente sobre su real consistencia o su “dudosa realidad”.
Uso deliberadamente la palabra “protección”, sabiendo que causa justificadas e injustificadas reacciones alérgicas porque en su
nombre se cometieron abusos y excesos; y lo hago porque alude a una necesidad y “mecanismo” transversal, una válvula de seguridad
que ya viene incluida en el sistema operativo histórico; restando solo la posibilidad de gestionarla bien o mal. Asunto que grafico con
el siguiente ejemplo anecdótico, escuchado en una radiotransmisión reciente:
Los padres observan a su hijo pequeño quien, provisto de un alambre, se apresta a introducirlo en un tomacorrientes sosteniéndolo con
una mano… ¿Qué deben hacer?...; ¿qué hacen?...; ¿será diferente la reacción o acción de un padre derechista o izquierdista?...
No, no lo será aunque las diferencias aparecen cuando los analistas analíticamente correctos analizan el caso, siendo evidente que la
atención se desplazará al tipo de educación (formación e información), al mejor o más conveniente modo de enseñar a los hijos a
comportarse, al equilibrio entre libertad y disciplina, al predominio de la formación explicativa sobre la educación restrictiva etc. etc.
Detallando: el izquierdista dirá que el problema está y radica en al “antes” y el “después”, no en el “durante”, porque si el niño ha
recibido una formación y formación inteligente, que apela a su sentido de la responsabilidad y al conocimiento objetivo de la realidad,
las probabilidades que intente electrocutarse accidentalmente disminuyen bastante haciendo innecesaria la reactividad paternal
restrictiva y prohibitiva; y si el infante todavía no tiene “uso de razón”, igualmente hay un problema preventivo (empezando por el
diseño arquitectónico de la casa, la ubicación de los enchufes, la elección de modelos protegidos etc.). Y lo que no alcance a ser
resuelto preventivamente deberá suscitar una reflexión crítica analítico-técnica para efectuar las correcciones del caso y evitar que
estas situaciones se repitan. El derechista por su parte, objetará que lo anterior no se discute pero en la realidad contingente suceden
diariamente millones de situaciones conflictivas ante las cuales hay que reaccionar y “accionar” oportuna y pronta o súbitamente y si
es necesario, en forma suficientemente drástica para evitar que el accidente, desastre o catástrofe ocurra; porque el discurso del
“preventivismo” y la crítica al “represivismo” son solo retórica o buenas e idealistas intenciones, dependientes por lo demás de
teorías, doctrinas o ideologías sobre las cuales no hay consenso alguno, no siendo racional, sensato ni inteligente dejar que un hijo
sufra una desgracia o un pueblo una catástrofe mayor solo porque en teoría se pudo y podría haberlo evitado aplicando recetarios
cuya efectividad es más que dudosa. ¿Entonces?..., ¿ambos tienen un poco de razón?...; ¿hay que dosificar sabia y prudentemente
algo de prevención con otro tanto de represión o conducción?...; es lo que por simple sentido común o instinto casi todo el mundo
hace al menos a escala cotidiana y personal-familiar; pero indudablemente el problema subsiste a escala colectiva, social y por cierto,
política. Nótese que “la” o “una” notable diferencia radica en la ponderación, consideración y actitud ante el Factor Tiempo: los unos
privilegiando la apreciación del pasado-futuro, los otros atendiendo lo presente; y en esto no vale la solución conciliatoria o ecléctica,
sino algo muchísimo más radical: la noción misma de Realidad & Actualidad, que comentaré sucintamente al final del ensayo.
Al referirme a nuestra local y nacional y actual realidad, me limito a su consistencia explayada, a la “realidad aparente”
(fenomenológicamente hablando…) que muestra -hay que decirlo- rasgos esquizoides y la ya dicha polaridad-polarización que ya ni
siquiera parece responder objetivamente a la clásica dualidad “Bien – Mal”, sino a un pálido reflejo y asonante resonancia de un
antagonismo que otrora tuvo cierto sentido pero que hoy subsiste y subyace con una intensidad políticamente inexplicable, lo que
impele a buscar la explicación “en otra parte”, si es que la hay porque conviene evitar sobremanera el prejuicio racionalísticamente
correcto del imperativo explicacionista, derivado a su vez de la compulsión modélico-ideológica que todo lo aduce, adscribe e inscribe
en el esquema-caricatura del mecanicismo determinista (que es una “opción” psico-moral, una posibilidad afectiva basada en el temor
y a veces pavor que provoca la incertidumbre; y que solo después se traduce a términos doctrinarios, en formas, formulismos y
formalidades culturales). La Realidad es consistente (sobre su grado y ley de consistencia discuten filósofos, científicos y teólogos)
pero también incluye un poderoso pack de agentes disociadores, entropías e instancias de corrupción/desorden que por definición no
responden a los cánones de lo consistente; y el mejor modo de entenderlo es aceptándolo sin forzar teorizaciones modélicas (no hay
que buscarle un “sentido” al infierno, que por definición es la ausencia de sentido, de valor y de significancia).
No preguntaré acaso se justifica decir hoy que se es de “izquierda o derecha” porque libertad mediante, podemos decir eso o lo que
se nos ocurra o antoje!..., pero sí me interesa saber si tal afirmación de identidad corresponde a algo o es solo una etiqueta patentada
que falsea o falsifica otra clase de caracterización y a menudo, de caricaturización.
A todo esto: ¿Cuál es el origen de esta dualidad, antinomia o antagonismo patentado?...
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Otro recuerdo...: durante mi infancia vi un film de “capa y espada” titulado “Scaramouche” y ambientado en la Francia pre-revolución,
protagonizado por Mel Ferrer. En cierta escena aparecía un gran salón donde sesionaba la asamblea, parlamento o lo que fuese,
explicándose que el grupo de representantes populares (vestidos ad-hoc) se situaba a la “izquierda” mientras los aristócratas llenos de
pelucas y emperifollamientos varios, lo hacían a la derecha, supongo que respecto a un observador externo (¿”punto de vista”
imparcial?...). La evocación no ha de ser muy exacta porque excepto en casos de esclerosis, enquistamiento o rigidización memorial
anormal, la memoria no es un archivo muerto de copias perceptivas, sino un organismo vivo y bastante vulnerable a la fluencia
existencial con sus cimas y simas en constante y más o menos exasperado y a veces exasperante diálogo; pero el hecho es que nunca
olvidé esta primera caracterización y caricaturización de la “eterna” (históricamente hablando) alternativa: los buenos y los malos. En
el cap. 4 de “Leftism Revisited”, la obra magna de Kuehnelt-Leddinhn que luego comentaré, se ofrece un resumen de esta tradición
que al menos en Europa terminó consolidando la ubicación de las bancadas opositoras (al gobierno monárquico o aristocrático
principalmente), a la izquierda de la mesa central; subentendiéndose que en aquellos tiempos de monarquías más o menos absolutas,
la oposición correspondía siempre a una mixtura de pre-republicanos, pre-socialistas, populistas, revolucionarios o simplemente
adversarios del antiguo orden encuadrables en el marco de lo que hoy se entiende por “izquierdismo” ´genérico (sea o no “la
enfermedad infantil del comunismo” como decía Lenin). Esta caracterización “espacial” plantea una interesante cuestión, porque si en
el origen de la definición de los representantes “situados a la derecha o a la izquierda” hubiese sido determinante una simple
costumbre nominativa basada en el “punto de vista” casual del observador externo, estaríamos ante una mera arbitrariedad
semántica, y bien pudo suceder que se hubieran invertido los términos y el actual derechista se llamara izquierdista y viceversa. Pero
lo dudo porque el “punto de vista” es determinante y la posición del observador calificador es su “condición”, que determina el
sentido de su apreciación y el valor de la nomenclatura empleada: “izquierda y derecha” son términos cuya consistencia semántica es
suficientemente precisa y por lo demás coincide con la consistencia práctica: el mismo referente bíblico que tan categóricamente
identifica lo “siniestro” con el mal, es parcialmente adoptado por los movimientos "revolucionaristas" que a partir del siglo 18 asumen
el protagonismo de un confuso enfrentamiento con ciertas estructuras de poder que también confusamente funden y con-funden lo
“terrenal” con lo “celestial”, lo humano y lo divino, involucrando una parte del estamento eclesiástico en la gestión gubernamental
inmanente, lo cual contribuye a intensificar cierto matiz anti-clerical que a su vez se funde y con-funde más confusamente aún con la
veta anti-religiosa en general y anti-cristiana en particular que objetivamente caracteriza a la reacción laicista-positivista. Es decir: es
razonable suponer que ese “opositor” asumió más o menos conscientemente la expresión luciferina de su rebelión, aceptando el
mote y título de “izquierdo-siniestro”, connotación que con todas las variaciones y adecuaciones del caso y de la historia, subsiste
hasta hoy, aunque muy atenuada.
¿ESTÁ TODO DICHO?...
Baste consultar en Google las voces “izquierda+derecha+política” (para evitar informes sobre problemas musculares o manuales
geométricos) y aparecerá un listado que sumando solo las referencias en inglés y español, supera el millón de artículos; y si hacemos
el experimento de repetir este “chequeo” en una semana más, constataremos que la cantidad ha variado, no así la calidad y menos la
cualidad porque la mayoría de los artículos o comentarios -por no decir todos- repiten o re proponen las viejas discusiones de
trinchera o intentan alguna elegante elipsis que permita a sus autores simular decir algo inteligente pero que no comprometa su
status académico-financiero; lo cual no es muy heroico pero humanamente comprensible. ¿Vale la pena intentar decir algo nuevo o al
menos novedoso, y buscar una perspectiva inexplorada para enfocar la misma temática?, o más prudente y productivo sería intentar
alguna síntesis informativa que permita a otros explorar este inter-medio de extensión creciente?... Mi respuesta es la razón y
motivación que causa y justifica este ensayo: discurrir y discutir la persistente, obsesiva y agresiva a-racionalidad que con renovados y
más oscuros bríos parece posesionarse de mentes, corazones y almas, sumiendo nuestro país en un delirio paranoide que ni las
tentaciones compulsivas del neo-hedonismo logran atemperar; exacerbando no “antiguas pasiones políticas” (que pocos conocen y
entienden a cabalidad), sino apetencias, reactividades y obsesiones cuya carga disociadora aumenta su fuerza en proporción directa a
la mistificación que de su expresión pseudo-política hacen los unos y los otros. Y dado que este ensayo explora la componente
prohibida-cohibida de la filiación política, infaltable es la mención al psicoanálisis tradicional que es la corriente psicologista que
mayor vínculo estableció con la cultura, ideología y praxis política, o al menos con su vertiente “progresista” (en esto los extremos casi
se tocan, porque las castas hiper-dominantes del nacional-socialismo y el internacional-socialismo sentían similar temor ante los
escudriñadores de lo interior):
Freud & Marx: ¿dos caras de la misma moneda?... Pocos encuentros o escasísimo diálogo porque ambos estaban adheridos: uno
adosado al otro, pero “de espaldas” y nunca se vieron la cara (así debía ser): uno hacia lo interior, el otro hacia lo exterior; mismo
objetivo-finalidad y mismo objetivo-enemigo (no la derecha, no el capitalismo, no la opresión ni la explotación, no los enemigos
históricos del proletariado…, otro es su objetivo confeso). El mismo extrañamiento caracteriza a sus seguidores, continuadores y
apologetas porque no hay “enfrentamiento” posible entre dos “máscaras” o personalidades egoicas, que rehúyen por diferentes y
complementarias razones asumir la consistencia y realidad actual-potencial del Yo individual y colectivo “real” (en cuanto fundamento
no de la realidad sino de la conciencia real-personal de mundo). En este predicamento y disposición era y es inevitable el
explayamiento progresivo de una indiferencia fingida entre los subjetivistas-subjetólogos y los objetivistas-objetólogos, asumida y
soportada en pos del objetivo común. Los racionalistas del materialismo histórico evitan obsesivamente toda consideración
subjetivista de la realidad objetiva, mientras los racionalistas del psico-análisis materialista ignoran o reducen la objetividad de lo
objetivo a sus patrones psico-analíticos sutilmente re-orientados para encuadrar diagnósticos y pronósticos en el marco esquemático
del “progresismo de izquierda”, para conformar y configurar finalmente ese tono cultural-crítico y críptico respecto a la burguesía, a la
misma burguesía de la cual ellos son parte intrínseca y en la cual tendrán flamante membrecía multi-valente porque esta especie de
pseudo-alquimia moral más que acomodaticia sirve para sobrevivir y a menudo super-vivir en los cenáculos académicos e
institucionales del “sistema”, manteniendo al mismo tiempo un vínculo casi mágico con el revolucionarismo combativo, al cual
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aportan un caudal inagotable de referencias y argumentos discursivos “contra el enemigo”, no de clase pero sí de condición e
intención. Y en esto las diferencias con los “derechistas” son inmensas porque éstos ignoran, desprecian o temen el “mundo de la
cultura”; sea porque tienden naturalmente a preferir el campo de la pro-acción “empresarial” (luego analizaré el mecanismo psico-
moral de ambas predilecciones) desdeñando aquello que por tradición reciente sienten como territorio perdido irremisiblemente, o
porque -y en complemento a lo anterior-, la gestión del aparato cultural que hace la “izquierda” se encarga de amplificar ese
sentimiento de ajenidad e impotencia hasta caricaturizarlo al extremo, lo cual resulta funcional a la disposición anímica y práctica de
ambos sectores: los unos podrán dedicarse sin interferencias ni competencia a conquistar y explotar todos los bastiones culturales, y
los otros a sus negocios… (los unos al “ocio” y los otros al “no-ocio” o negación compulsiva del ocio).
La literatura analítica del “psicoanálisis político” es más que abundante, oscilando entre la formulación claramente antagónica que
busca “infamar” al adversario demostrando “científicamente” su patología personal y los efectos mistificadores de su condición socio-
económica en el estado psíquico y moral de la sociedad (estableciéndose un puente con la teoría marxista de las superestructuras,
poco transitado eso sí (excepto Gramsci o el psicoanálisis derivado o inspirado en la escuela neo-marxista de Frankfurt, que deriva y
finalmente encalla en el abstraccionismo y el racionalismo especular o auto-referente, cómplice el auge tentador de las escuelas
hermenéuticas)), y las derivaciones racionalistas “puras” del materialismo histórico que intentan confusas y sincréticas actualizaciones
al calor del estructuralismo, el semiologismo, el “culturalismo” e incluso la fenomenología husserliana que a diferencia de su
culminación heideggeriana resulta casi comprensible!. Sobre estos temas se podrían escribir algunos millones de ensayos y muchos
más y más aún. Pero -y hago la pregunta no obstante su candor y su simpleza y su sabor a conversación de taberna (o cybercafé…)-:
¿Hay un solo ser humano existente cuya vida o condición de vida haya mejorado un mísero ápice gracias a las teorías de Lacan o al
concepto de mundo-ser de Heidegger?..., descartando claro está a los centenares de miles de académicos-académicamente-correctos
que vivieron y viven de ello. Nótese que menciono a los más incontaminados, porque si alguien cita a Sartre entonces la respuesta es
clara (pregúntesele por ej. a cualquiera de los dos millones (un millón y medio admitido según sus autores) de masacrados a golpes de
azadón por los entusiastas miembros del Khmer Rouge, cuyo primer director e ideólogo fue un tal Khieu Samphan, admirador profeso
y confeso de la obra de J.P. Sartre (¿Sartre no tuvo la culpa que un demente hallara en sus escritos perversa y distorsionada fuente de
“inspiración”?..., culpa o responsabilidad, tema abierto, gran tema que pudiese y debiese suscitar una amplia, objetiva, racional y
bien-intencionada revisión histórica de la relación entre ciertos horrores y ciertos autores; que por cierto nunca se efectuará -no por
parte humana…- porque el izquierdismo teme ser nuevamente “indexado” y el derechismo prácticamente ignora el tema y problema;
salvo las consabidas honrosas excepciones que hay de parte y parte).
Estoy comentando el porqué del seno del psicologismo clásico, predominantemente “freudiano” (Jung nunca sistematizó “sus
pensamientos” dificultando generar una escuela doctrinaria propiamente tal, Adler “salió de escena” sin casi entrar en ella por causas
diversas, y quien pudiese haber realizado un formidable aporte moral, cultural y científico -Frankl- continúa siendo injusta e
inútilmente ignorado), no emerge una reflexión integral sobre el pathos de la filiación política, pudiendo y debiéndose, porque era y
es posible y porque ello -quizás- tal vez pudo atemperar, morigerar, atenuar y reducir al menos la intensidad cuantitativa de los
horrores recientes vividos por la humanidad, que en buena parte nacen de, en y por la Mentira y sus mistificaciones, una de las cuales
es precisamente el enmascaramiento sistemático de las obsesiones pseudo-políticas con la careta de la ideología (que otrora quiso
incluso ser patentada como ciencia objetiva).
¿Porqué el psicologismo no psico-analizó en profundidad y objetivamente la patología de la filiación y praxis político-ideológica?... La
pregunta es atinente porque sin necesidad de grandes profesiones ni adhesiones es palmariamente evidente que de ello provinieron
grandes catástrofes y horrores como nunca antes había conocido nuestro mundo (es decir: en el pasado remoto los humanos
teníamos la costumbre de resolver diferencias y disputas mediante exterminios masivos, pero nunca habíase sistematizado técnica e
institucionalmente el horror). Por lo tanto había y hay razones más que sustanciales y esenciales para estudiar esas profundidades
obscuras del alma y el “corazón” humano, no solo del presunto enemigo de clase, de raza, de nacionalidad o de casta-tribu; buscando
algún atisbo de verdad y no la degradación-difamación-descalificación del adversario, práctica objetivamente inútil y acumulante de
tensiones que preludian violencias mayores y que sigue vigente (baste una simple “ojeada” a cualquier puesto callejero de periódicos-
revistas-pasquines para constatar el grado de idiotismo e idiotez (en el sentido griego del término…) que subsiste indiferente a las
penosísimas “lecciones de la historia”). ¿Porqué entonces la naciente ciencia psicológica no ejercita su afición analítica con la política y
los políticos, tal como lo hace-hizo con el arte, la religiosidad y la cultura en general?...
Al menos por tres “razones” (motivaciones por interés:
1.- Bases equívocas:
El primer psicologismo nace en pleno seno del cientificismo positivista del cual asume solo el impulso beligerante y un aspecto de la
mitología del materialismo “duro”; intentando proponer una alternativa intermediacionista tanto al espiritualismo metafísico cuanto
al fisiologismo puro; lo cual conduce a la invención de un modelo de psiquismo situado en una inconsistente “tierra de nadie”; que
centrará su planteamiento en nociones de psiquis-mente-inconsciente que voluntaria e involuntariamente buscan mantener la nueva
pseudo-ciencia fuera de la metafísica y lejos de la física: “ni animismo ni cerebralismo” … No al alma espiritual y no al cerebro, ¿sí a
qué?... El problema es patéticamente simple: en este mundo-realidad-universo-cosmos y sea cual sea el punto de vista o creencia o
doctrina solo “hay-son-existen” entes y realidades físicas y/o metafísicas; materiales y/o espirituales; sea en clave dualista (lo uno y lo
otro, lo uno y no lo otro), o integral (el principio hilemórfico: el alma que existe “como” cuerpo, la esencia(lidad) que se
manifiesta/expresa o “realiza” como existencia(lidad)). Mente y “corazón” son palabras prototípicas históricamente consignadas por
su significancia metafórica, pero “el” o “lo” inconsciente ni son ni existen por definición propia; y si se acepta que son neologismos
prácticos que designan o denotan complejas realidades fenoménicas del psiquismo, entonces terminamos donde no se quiso
comenzar porque el fisiólogo dirá que no necesita ningún concepto intermedio para explicar (en realidad describir) algo que no
excede los límites de la fenoménica cerebral, y el “psicólogo” puro (el estudioso de la psiquis-alma) dirá algo similar: lo que el fisiólogo
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describe es la somatización (acciones) de los actos anímicos, del psiquismo superior, de la espiritualidad humana. Y ambos
concordarán en que no necesitan de inconscientes ni libidos.
2.- Beligerancia:
Al adoptar una postura cultural y “políticamente” beligerante, por muy comprensibles que sea la contextualidad y los
condicionamientos (la crisis de la primera modernidad industrial, la crisis post-primera guerra mundial, la crisis post-segunda guerra,
la crisis del socialismo real o irreal o de la burguesía hiper-real o de la caída del muro berlinesco o …), la pseudo o sub o para-ciencia
deja de ser incluso aquello o pierde la única oportunidad “genética” de ingresar al menos al ámbito de las ciencias naturales, lo cual
tratándose del “estudio de la psiquis” ya sería discutible.
3.- Antagonismo:
Aun obviando lo anterior, la nueva-ciencia-del-alma (lo sea o no) solo “psicoanaliza” al adversario y por ello se redujo -en principio- a
mera arma ideológico-cultural para descalificar, denostar, infamar, desautorizar al antagonista individual y colectivo; pero, y el detalle
es importante, no a la mentalidad-tradición de la “clase dominante” (de ello se encargó y encarga cierto arte utilitario o “aplicado”,
mediante la permanente caracterización-caricaturización paródica), sino de la contraparte pequeño-burguesa, aquella que se opone al
revolucionarismo de la élite “de izquierda” y que sí fue objeto de un despiadado “análisis” autópsico, contraviniendo el o un postulado
central del materialismo histórico que presupone que el morbo conductual-cultural de ciertas clases-castas es un sub-producto o
epifenómeno de las estructuras económicas, no una patología y patogénesis de consistencia propia; no una “maldad intencional e
intencionada” que califica a quien la practica como una fatídica combinación de perversidad objetiva y anormalidad subjetiva. Porque
con ello se proporcionan justificativos, argumentos o un ambiente-matiz cultural sumamente apreciado por los nuevos inquisidores y
los nuevo verdugos de las policías políticas o los ejércitos intra-nacionales, “optimizando” las condiciones ambientales que facilitan las
políticas de represión y exterminio; porque se impone en la mentalidad colectiva (en el sector más activo de la “masa”) el esquema
paranoide que en forma pseudo-maniquea identifica al enemigo como un monstruo de maldad en todo sentido y a todo efecto; que
merece el peor de los tratamientos y más aún!. Esta “anti-lógica infernal” desata no una espiral sino un muy inestable y susceptible
“hoyo negro” de violencia inarrestable que se alimenta de la propia “odiosidad” proyectada y consume a todo su entorno antes de
comenzar a auto-fagocitarse inhibiendo su presencia activa, no su carga tensional que permanece latente al menos en esta fase de la
historia humana. Y está latente con sus peligros y amenazas; lo está también aquí y ahora y por eso digo lo que estoy diciendo; para
que al menos se reflexione al respecto.
Es decir: el psicologismo (especialmente en su estampa freudiana) intuyó, sintió, presintió o identificó una contextualidad agónica y
antagónica y por motivaciones que no viene al caso mencionar, optó por uno de los bandos; en parte por convicción y en parte por
conveniencia (la mayoría de los humanos existentes tiende a identificarse-incorporarse a lo que visualizan como bando ganador por
simple instinto de conservación …, algo muy comprensible. No así el cinismo acomodaticio de ciertas élites que pudiesen y debiesen
discriminar entre el bien-mal. Rectifico: algunos -quizás muchos- lo hacen, el problema es que optan por el mal!... Así es el espléndido
y terrible drama de la libertad; que solo se consumará cuando se consuma el tiempo y finalicen “los” tiempos en su fin/final/finalidad).
Hay una cuarta motivación derivada de lo anterior: si se psicoanaliza objetiva, seria y des-apasionadamente al “adversario” según los
patrones y paradigmas del primer psicologismo cientificista, el “enemigo” deja de ser tal porque “aparece” como un enfermo, y los
enfermos necesitan tratamiento, no aniquilamiento … (en la URSS se resolvió este dilema en forma trágicamente ingeniosa: el
“tratamiento” psiquiátrico a los disidentes). Por lo demás cabe preguntar si acaso el concepto mismo de psico-análisis no conlleva ya
el germen del desquiciamiento, el principio nominalmente confeso del desmembramiento o “análisis” del cuerpo psíquico que en toda
condición, circunstancia y especialmente afección/aflicción clama por una re-integración (de por sí ningún procedimiento analítico es
conocimiento o lo genera ni posibilita, a no ser que tras el desmontaje del reloj se practique una post-hermenéutica reconstructiva
que no solo permita al operador entender más y mejor su mecánica, sino que lo deje funcionando más y mejor que antes…).
En síntesis: un psicoanálisis de “barricada” o de “trinchera”, mal fundado, mal orientado y reducido a simple arma ideológica, termina
ofreciendo tácticas y métodos más apropiados al comisario político (ese neo-inquisidor que ahora ni siquiera quiere “salvar el alma”
de su víctima, sino anonadarla) que a la ciencia; perdiendo legitimidad y valencia, si es que alguna vez la tuvo o insinuó buscarla. En
consecuencia resulta más que difícil hallar siquiera un informe mínimamente objetivo sobre las “caracteropatías” propias de la
“mentalidad de izquierda y derecha” (o viceversa...). Y es lo que intentaré bosquejar -solo bosquejar!...- en este breve ensayo-
comentario.
Podría agregarse una quinta causa, ya insinuada: la convivencia incestuosa entre el pathos objetivista y subjetivista, basada en la
común obsesión contra su “enemigo histórico”, y que solo puede producir y de-generar productos espurios o bastardos, de uno y otro
cariz, en uno y otro extremo; que no son lo mismo aunque el sufrimiento de ser encarcelado-torturado-asesinado no depende del
uniforme y el título oficial del verdugo; a no ser que cometamos esa infame, absurda y criminal discriminación de distinguir entre
torturadores “buenos y malos”, entre criminales buenos y malos. Y con esta aseveración anticipo uno de los caracteres de la patología
politicista, porque hasta el día de hoy hay quienes, en ambos “extremos del espectro político”, desearían aniquilar o exterminar al
bando contrario y justifican todas las tropelías que se cometen contra “los otros” como la famosa relación medios-fines que
normalmente implica que se empleen medios criminales para conseguir fines ídem.
A todo esto: ¿en qué se diferencia un torturador derechista de uno izquierdista?. Depende del “punto de vista”:
Según los torturados las diferencias han de ser irrelevantes, porque el abismo de dolor y sufrimiento que ambos padecen desvanece y
aniquila posibles y presuntas distinciones contextuales y motivacionales. Según el derechismo es mejor hablar lo menos posible de ese
desagradable asunto, y según el izquierdismo nada hay de qué hablar porque solo los “otros” hacen esas cosas. Un observador
externo en cambio apreciaría de inmediato que ambos son personas técnicamente enfermas (entre la psicopatía y la psicosis),
cultores del sado-masoquismo algunos o del sadismo otros, abundando los casos transversales de torturadores que torturan a
“diestra y siniestra” usando lo político como un mero pretexto aunque la caracterización y matización contingente impone ciertos
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patrones caracteriales basados en discursos-de-realidad disímiles que atraen patologías y disposiciones de ánimo diferentes; que en
última instancia concretizan un paquete de odiosidad re-concentrada, inestable e insoportable porque su objeto-objetivo es
precisamente esa parte enferma del sí mismo que el sujeto no controla, no reconoce, no asume; extrovirtiéndola (ello proporciona
una ilusión fugaz de alivio) mediante una proyección en alguna clase de “otro” que por cualquier razón presente una imagen propicia
para recepcionar dicha proyección (para aceptar ser el portador externo de aquella interioridad propia rechazada. Entonces el
“sufriente” agrede o ataca en el otro ese “mal” interno del cual cree haberse liberado, aunque presiente que sigue activo allí afuera-
frente-a-él. Esta no pretende ser la explicación de la causa de esta aberración, sino uno de sus mecanismos constitutivos).
Ese mismo observador externo e imparcial (un marciano inteligente…) constataría que incluso en el 99.99% de los casos en que por
razones de seguridad o interés colectivo urgía obtener cierta información a fin de evitar -por ej.- la explosión de una bomba que haría
una hecatombe de civiles, ello se pudo lograr sin torturas ni “apremios ilegítimos”, utilizando ciertos recursos técnicos y tecnológicos
(desde el famoso “pentotal” o sus equivalentes actuales hasta la hipnosis), que son recursos coercitivos inaceptables en condiciones
normales pero que en estos casos extremos podrían justificarse como mal menor. Porque la (casi) totalidad de la tortura humana es
puro y simple sadismo y ni siquiera responde parcialmente a una justificación técnica, sino al impulso o pulsión “demoníaca” (sin duda
interviene el “demon” interno) por degradar, sojuzgar y reducir al “otro” a su mínima y peor expresión, al extremo opuesto a todas las
cualidades del hombre “Imago Dei”; y disfrutar haciéndolo.
Claro está que estos discursos valen en la perspectiva valórica que reconoce la dignidad-cualidad actual y potencialmente absoluta del
ser humano existente; porque si solo fuésemos un animal sofisticado o un organismo biológico más; nada sería lo suficientemente
relevante y significante y todo se reduciría a un problema práctico de conveniencia egoísta: “mientras no me torturen a mí o a los
míos…”.
Volviendo al tema: lo que sí hizo el psicoanálisis y con feroz entusiasmo, fue ensañarse encarnizadamente con otros estamentos
culturales históricos: la religión-religiosidad y el arte. Conocidos son los psico-análisis de la producción y la personalidad de
connotados artistas como Miguel Ángel o Leonardo, soslayando inaceptablemente la consistencia objetiva de la obra (su Valor
estético, testimonial, expresivo) con las presuntas afecciones o patologías del creador, mal enfocadas, mal diagnosticadas, mal
apreciadas por los prejuicios y errores radicales de la teoría-doctrina psicológica aplicada. Porque el valor consistente del “Moisés” o
de la Novena sinfonía o del Réquiem mozartiano es un “en sí” propio, autónomo y objetivamente válido en cuanto tal, que bajo la
tenaz e insidiosa pseudo-descripción analítica del psicoanálisis cientificista tiende a difuminarse y finalmente desaparecer en cuanto
referente y antecedente objetivo (el edificio arquitectónico que está allí, ocupando una ubicación y condición en la tesitura urbana, es
un “algo” que vale en cuanto tal, no por las motivaciones y condicionamientos “subjetivos” del arquitecto que lo diseñó, el ingeniero
que lo calculó o el constructor que lo edificó; que interesan en otro orden de cosas y de conocimiento). Y ni hablar de la religiosidad y
los religiosos, uno de los objetivos “analíticos” (desintegrantes, disolutorios, aniquilantes) de cierto psicologismo, tal como se aprecia
hoy con el tratamiento “mediático” que ha suscitado la publicación de los diarios de la madre Teresa de Calcuta (como parte del
proceso de beatificación), que testimonian su crisis profunda, esa “noche oscura” esencial en el proceso y procedimiento de la ascesis
mística; que el psicoanálisis redujera otrora a mera depresión endógena y que actualmente es re-presentada en clave “disacratoria” o
reductiva (en especial por ciertos medios de “comunicación” que ven en ello un simple tema sensacionalista). Lo que no hizo ni hace
el psicologismo es psicoanalizar a los propios, solo a los “otros” lo cual sería aceptable si al menos lo hiciera con un mínimo de
objetividad “científica”, de rigurosidad metódica o siquiera con algo de “inspiración” o certera intuición; lo cual serviría al menos para
entender porqué un multimillonario no cierra todas sus empresas y se dedica a vivir soberbiamente de sus proficuas rentas durante
los siguientes mil años él y toda su descendencia; porqué algunos parecen continuar incrementando su “capital”, su imperio
financiero o industrial; porqué a veces parece predominar el “afán de poder”, o la afición a la notoriedad, a la manía propia del
coleccionista, o la obsesión por “hacer algo” o “tenerlo todo”, o la simple y clásica “codicia” en sus múltiples expresiones más o menos
compulsivas y/o “idolátricas”; porque un mejor conocimiento de la “caracterología” de los “poderosos” (políticos, económicos,
culturales, deportivos etc.) ayudaría a saber dialogar mejor con ellos, algo tan concreto y necesario como bien lo saben los
participantes en las usualmente improductivas y estériles sesiones de discusión entre representantes gubernamentales, empresariales
y sindicales que por lo general ignoran la mentalidad, sensibilidad, necesidades y motivaciones del “otro”; la misma clase de
ignorancia y ajenidad que tal vez no causa pero sí favorece el funesto advenimiento de conflictos destructivos incontrolables.
Nota al margen: por si no se ha notado: uso las cursivas o las “comillas” tanto para destacar significados ambiguos o críticos, cuanto para neologismos o palabras
inventadas…

LA PALABRA AL POLITÓLOGO POLITOLÓGICAMENTE CORRECTO:


Otrora y antes del desate de la revolución-progresión industrial y tecnológica, los “mandantes”, los poderosos, los gobernantes o
jerarcas se comunicaban con sus dependientes mediante voceros, heraldos o simples repartidores de edictos en forma de volantes o
avisos estampados en muros y árboles, amén de festividades varias donde más que los discursos, el poderío se re-presentaba a sí con
“espectaculares” puestas en escena. Hoy en día, una legión de analistas y “opinólogos-politólogos” más o menos especializados, más o
menos formados e informados y operando siempre en los niveles intermedios del discurso (algo más que la conversa de bar, algo
menos que el estudio profundo), se encarga de mediatizar e intermediatizar esa especie de éter inexistente y pseudo-consistente que
media entre los que ejercen los poderíos y sus afiliados o dependientes; lo que según algunos es simplemente la gestión de la mentira
elevada a categoría de sistema y modo cultural. Esta clase de divulgador o neo-heraldo depende de una patente oficial de credibilidad
que en parte está supeditada al tono, modo y moda politicista imperante que determina el matiz y formalidad de lo “políticamente
correcto” vigente, y en parte depende de la objetivación de lo subjetivo o simplemente del no cuestionamiento de esa confusión
permanente establecida por la prohibición tácita de criticar, cuestionar o reconocer el peso de lo “subjetivo” y sus afectividades en la
decisionalidad política; porque ni el politólogo ni el político tienen interés alguno en que se sepa o se diga que ese ciudadano que lo
apoya o vota por él, lo hace por una sumatoria de complejos, recelos, resentimientos, sentimientos y pasiones inconfesadas que poco
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o nada tienen que ver con la retórica oficial con la cual el político ofrece su propuesta. Porque el “sistema” cree o presiente que si se
supiera la verdad (que el elector no siempre vota “usando la cabeza”, y de hecho casi nunca lo hace), la un tanto escasa credibilidad y
legitimidad remanente de ese mismo “sistema” podría colapsar y vaya uno a saber si de ello emergería o decantaría una república
optimizada o una crisis terminal que propiciaría el advenimiento de algún neo-pseudo-caudillo, como los que están apareciendo por
aquí y por allá!. La inquietud y cautela es razonable y atendible, pero la solución no pasa por el mantenimiento de una gran
mistificación colectiva, si de eso se tratara; y para saberlo no hay que temer a la verdad porque la verdad libera, siempre y sin
excepciones (siempre que sea la verdadera verdad…, algo que Pilatos no tenía muy claro). O al menos conversemos al respecto, así
sea “off the record” para comenzar … Entonces y suponiendo convencemos al proto-politólogo (representante oficial de todos) para
tratar el asunto:
¿Qué diría este sagaz, sensato, cauteloso, astuto e incluso -tal vez- inteligente analista ante el peligro de un desplazamiento de la
discusión al pantanoso terreno de lo subjetivo?... Considerando que dicho pensador-divulgador vive o al menos sobrevive en el
contexto y seno de un determinado esquema que por las razones que sean es antagónico o conflictivo bi-polar; y no estará
naturalmente propenso a reconocer la posibilidad de un cambio que podría serle prácticamente desfavorable (sería como proponerle
a un comentarista deportivo el desaparecimiento del Colo-Colo y la U. de Chile).
Tendría y tiene dos caminos prudentemente conservadores, si pretende conservar el corazón del antagonismo, el mismo antagonismo
que permite cuestionar y atacar el (su propio) conservadurismo; y si persiste en mantener al menos las apariencias de racionalidad:
a.- Retroceder de inmediato al terreno objetivista-racionalista y rehuir de raíz cualquier consideración a lo subjetivo, por considerarla
una excrecencia irrelevante e insignificante, a riesgo claro está de contradecir uno de los lineamientos del laicismo radical hoy por hoy
pre-dominante: la negación dogmática al dogma de la verdad objetiva (riesgo menor porque en dicho terreno ideologizante se
permite o ignora la fluencia de toda clase de contradicciones lógicas y metodológicas).
b.- Reconocer la importancia del factor subjetivo; admitiendo que lo afectivo-sentimental-emocional-pasional es un elemento
constituyente de la realidad personal, familiar y social y que al tenor de la herencia subjetivista-relativista que el primer post-
modernismo nos legara, no tiene sentido insistir en la clásica contraposición (purificada y patentada por el marxismo) objetividad &
subjetividad, que ni siquiera constituye una pulsión dialéctica a no ser que se aprecien sus muy banales efectos y productos como
“síntesis”. Ni Lukacs ni Fromm ni Marcuse ni Horkheimer (Gadamer es una notable excepción) lograron ir más allá de las intenciones
gramscianas, que no obstante su sana y un tanto cínica dosis de realismo, tampoco pudieron describir mínimamente la contingencia
humana que sigue resistiéndose a toda esquematización o confinamiento modélico. Por lo tanto quedan dos vías: inventar nuevos
“modelos de realidad” que de una buena vez discurran entre el polo subjetivo y objetivo, en todo sentido y a todo efecto; tarea más
que ardua porque entre otras metas requeriría intentar la imposible integración entre ontología y fenomenología (si es que la palabra
“fenomenología” ya no es contradictoria de por sí); o -camino más cómodo y rápido- renunciar a todo modelo de realidad
renunciando previamente al principio mismo de realidad-mundo-verdad. Pero cualquiera de estas alquimias y transmutaciones intra o
exo-filosóficas chocan contra el peso irreductible de la más evidente y procaz evidencia empírica, con sus apasionamientos
doctrinarios indiferentes a explicacionismos varios.
Podría entonces recurrir a soluciones de compromiso y de ser posible, estilar y compilar un “stock” de frases de alto impacto
mediático y multimediático que jueguen con alguna instancia de explicación profunda “ma non troppo”..., sentenciando por ejemplo
que todo se reduce a una tensión crítica entre: conciencia e inconsciencia... No muy original que se diga pero son tiempo de re-mix y
revivals y recauchajes varios.
¿Serviría?... No, no realmente porque “en realidad” el “inconsciente” no es ni existe. No “es” en cuanto entidad espiritual o metafísica,
por definición propia de quienes acuñaron y patentaron este término (no me refiero a Bergson sino a los Freud y cía.), y no “existe” en
cuanto entidad material porque las neurociencias se han encargado de demostrarlo. Y si hablamos de “lo” inconsciente como hacía
Jung más sagazmente, entonces retrocedemos a la noción más o menos simbólica y metafórica de “mente”, o a los neologismos del
discurso intermedio que asignan a esa palabra un conjunto de acciones, reacciones, sistemas y utilerías operativas del psiquismo
superior etc.; lo cual no resuelve el problema porque volvemos a la clásica disyuntiva “real”: o dichos sistemas-funcionalidades son
algo material, posibilidad nuevamente negada por el fisiologismo o “cerebralismo” quien afirma no necesitar teorización sistémica
intermedia alguna, o son algo espiritual, propio del Alma ídem, supuesto rechazado por el psicologismo de matriz materialista (hablar
del “software” cerebral es solo trasponer o traspasar el mismo discurso a un contexto discursivamente más actualizado).
Volvemos entonces al mismo punto del cual nunca partimos...: la ultra clásica dualidad y paridad y antinomia “Razón & Pasión” (por
algo la premio Nobel de medicina Rita Levi M. sostenía que desde la antigua Grecia, la psicología había progresado poco o nada). No
cuestiono la verdad/realidad o el “realismo” de dicha polaridad, que halla abundante confirmación en la evidencia, ni me detendré en
los callejones ciegos donde desembocan (casi) todas las escuelas psicologistas y fisiologistas; pero destaco algo que a mi entender sí es
importante:
Si el par “Razón & Pasión” fuese reconocido como la dualidad constitutiva de la psiquis humana y sus expresiones culturales (política
incluida por cierto), de ello derivaría un modelo de realidad diferente a los modelos unívocos conocidos (incluyendo el mismo
relativismo subjetivista, propuesto e impuesto como el más dogmático de los dogmas) bastante extraño; porque deberíamos terminar
prescindiendo de la calificación antagónica que se suele derivar de esa aparente antítesis, o desechar la acepción discriminatoria (la
valorización clasicista/idealista de la Razón vs. la apreciación impulsiva/intuitiva de la Pasión, que ha caracterizado por ej. tantos
movimientos artísticos). Y terminar asumiendo que la estructura íntima y radical de la mismísima Realidad-Mundo es tal que dualiza la
interacción entre ella y la condición humana existente; no como antítesis excluyente, dialéctica o dialógica sino como polaridad
alternante, como “motor de dos tiempos” que marca rítmicamente la pulsión psico-moral y cultural del ser humano. Porque es tan
universal y persistente y constante la manifestación de esa dualidad que cuesta creer sea solo la contraposición entre lo superior-
evolucionado (la racionalidad) y lo primitivo-inferior (la pasionalidad afectiva). Los “románticos” aprecian, destacan y cultivan esa
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“pasionalidad” pero dado que renuncian por principio y afición/aflicción a discutir el punto con los racional-racionalistas (falta un
lenguaje común-comunicante), se limitan a concretar una simple opción o decisión voluntaria, una preferencia por lo pasional hecha
en términos puramente ... pasionales; lo cual obviamente no es aceptado por sus contrincantes y el diálogo de sordos prosigue y
proseguirá hasta el fin de los tiempos o hasta la eclosión de un nuevo salto evolutivo-cualitativo hacia lo superior; que quizás ya
sucedió aunque una parte de la humanidad opta por su negación y por “la” negación y sus negatividades…
Para responder a estas dudas o cuestiones es indispensable re-iniciar el trabajo “filosófico-científico” integral e integrador, que había
comenzado prometedoramente con pensadores tan históricamente precoces como san Agustín, iniciando una progresión fructífera
que en mi opinión se quebró catastróficamente con las sucesivas escisiones culturales que marcan el advenimiento de una
“modernidad” que pareciera desplegar su elán vital mediante una secuencia de conflictos autofagocitantes y autodestructivos, una
pseudo-dialéctica que salta de contradicción en contradicción obviando tesis y antítesis (es un decir: no creo haya dialéctica en la
historia ni la naturaleza, y ni siquiera en la mente de quienes inventaron este concepto).
De momento seguimos sumidos en el “dualismo”, en enésimas versiones de antinomias con fuerte y rancio sabor maniqueísta; que
por sobre cualquier disquisición ofrecen un panorama histórico de aplicaciones y derivaciones altamente destructivas (violencia,
compulsión, muerte y más muerte, guerras, conflictos, catástrofes psíquicas, morales, económicas, ecológicas ...). Y eso no está bien,
de hecho está mal e incluso muy mal, horrible e infernalmente mal. Y por eso escribo este ensayo aprovechando la oportunidad para
hacer una simple advertencia sobre algo que no por ser costumbre ha perdido su connotación “conflictiva”, y no me refiero a los
conflictos reales que subyacen en nuestra organización social, económica, cultural etc.; sino a ese tipo de “energías arquetípicas” que
no disipan, integran o transforman su componente agresivo por el hecho que uno de sus términos históricos parezca ser pre-
dominante o mayoritario (soterrando, cohibiendo o cuasi aniquilando a lo otro y a los “otros” que lo encarnan); “fuerzas”
subterráneas y emergentes; como las que en los años 30 detectara C.G. Jung (el resurgimiento del arquetipo de Wotan) avisando
“proféticamente” la inminencia de una catástrofe colectiva y especificando con señera claridad la perversión intrínseca del nacional-
socialismo (lo cual no evitó que fuera acusado de pro-nazi).
._”... nuestros tiempos demostraron lo que significa abrir las puertas del inframundo ... desde entonces el mundo permanece en estado de esquizofrenia. No solo la
civilizada Alemania vomitó su terrible primitivismo...”._ C.G. Jung “El hombre y sus símbolos”.
Lo nuestro es más simple, modesto, escaso..., pero la carga de violencia-agresividad-odiosidad aumenta y está siendo ni siquiera
manipulada sino amplificada por medios de formación/información insensatos que no saben con qué están jugando y no imaginan la
tremenda “cantidad de energía” negativa que un simple título o encabezado de periódico puede causar (uso la palabra “energía”
metafóricamente, nada más!, como por lo demás hace la mismísima ciencia física por economía expresiva, costumbre y sentido
poético, porque no hay un solo fenómeno energético que no pueda ser descrito en términos particulares-mecánicos).

ENTRANDO EN MATERIA:
Mateo 25,41 ._”... Entonces dirá también a los de su izquierda: "Apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre,
y no me dieron de comer ...”._
Esta sentencia categórica sigue complaciendo a ciertos “derechistas” para quienes el mensaje está más que claro..., aunque ciertos
“izquierdistas” replican que el punto de vista o ubicación del observador determina quien está realmente a la izquierda o la derecha, y
que por lo demás son ellos quienes siempre se han preocupado del hambriento ... Nótese sin embargo que esta descripción
simbolista del banquete escatológico distingue estructuralmente entre un lado derecho y un lado izquierdo, sin opciones centristas
porque el centro-centralidad es la ubicación o “condición” del propio Verbo encarnado. O sea: una alternativa inequívoca e ineludible,
la misma que siempre a-parece ante el ser humano existente en cada momento significativo de su vida; la misma que especularmente
enfrenta la raíz misma e interior de la Libertad Moral, a su proyección externa, a su “realidad”, al camino progresivo en la realidad y
hacia la plenitud. Pero si el Verbo encarnado es la Imago Dei primigenia que sustenta, justifica y causa la propia condición humana
(que es imago Dei con-cedida, particular y refleja), ante la cual se re-presenta a sí misma además como el referente catalizante del Sí
mismo; entonces el imperativo moral que induce y conduce a enfrentar la disyuntiva asume una posicionalidad “central” propia, algo
naturalmente evidente (excepto alguien postule que el “sí mismo” está a la derecha o a la izquierda del alma!...).
En fin!, la discusión es ya “clásica”, pero hay algo en lo que concuerdan especialmente ciertos nostálgicos del enfrentamiento radical,
que terminan recordando otra sentencia igualmente clásica:
Libro del Apocalipsis 3,15 ._”... Conozco tu conducta: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!; Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a
vomitarte de mi boca ... “._
El vidente inspirado no quiso hacer una apología del antagonismo destructivo aunque este segundo mensaje no demuestra excesivo
aprecio por las posiciones intermedias, cómodas, falsamente complacientes o hipócritamente equilibradas. Como sea, hoy estamos
viviendo lo que posiblemente sea el auge, el cenit crepuscular y el inicio del final de la ilusión post-modernista con sus ilusorios
sincretismos y sus insostenibles relativismos (lo dice Gadamer desde el seno mismo de la laicidad); lo cual promete la eclosión de algo
más consistente tanto como advierte el peligro del resurgimiento de irracionales y regresivas violencias, que alguna vez creímos
ingenuamente superadas. Pero muchos siglos antes, otro redactor inspirado sentenció:
AT Eclesiastés 10,2 ._” … El sabio tiene el corazón a la derecha, el necio tiene el corazón a la izquierda… “._
¿Qué quiso decir?..., ¿a la derecha o izquierda de sí, de sí mismo, del “sí mismo”?...
Aprovecho esta última cita para establecer un link a un tratado que en la perspectiva del pensamiento liberal, a veces preocupado por
esta temática y sus expresiones semánticas actuales, recupera cierta vigencia e incluso notoriedad. Me refiero a “Leftism revisited” de
Erik von Kuehnelt-Leddihn; extenso estudio sobre la historia y los fundamentos teóricos de la izquierda política. Esta obra es hoy difícil
de encontrar en el mercado editorial (Amazon.com -por ej.- ofrece solo 4 ejemplares usados). Me basaré en un artículo de Juan
Ramón Rallo (6/6/2005) titulado “Todo un hombre de estado” y publicado en “Liberalismo.org”.
Erik Maria Ritter von Kuehnelt-Leddihn (1909 - 1999) -inspirador de las teorías de Hans-Hermann Hoppe-, en el capítulo 4 titulado “La
mente izquierdista”, intenta dilucidar el sentido histórico y político de la tradicional división “izquierda - derecha”. Es interesante
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revisar someramente la “taxonomía” política de Kuehnelt-Leddinhn, intelectual austríaco que se auto-definía como un “conservador
extremo y archi-liberal”, o un “monárquico enemigo de toda forma de totalitarismo”!... Y lo invocaré especialmente porque fue un
férreo opositor a cierta costumbre que persistía y persiste en igualar o equiparar los “extremos”; peligro subjetivo y objetivo que
efectivamente acecha a cualquier intento “centrista”, si es que se limita al equilibrismo de conveniencia o comodidad.
Así define “izquierda y derecha”:
En Occidente la tradición asigna(ba) a la derecha connotación positiva y viceversa:
._” … En todas las lenguas europeas (incluyendo el húngaro y el eslavo) derecha se ha relacionado con "derecho" (ius), con corrección (rightly), legitimidad (rightful) -en
alemán gerecht (justo), en ruso pravo (ley) y pravda (verdad). La izquierda, por otro lado, es gauche en francés, que también significa torpe, lerdo (en búlgaro,
levitsharstvo). La palabra italiana sinistro pueden significar izquierda, desafortunado o calamitoso. La palabra inglesa sinister puede significar izquierda o amenazante.
La húngara derecha es jobb, que también significa mejor, mientras izquierda (bal) se usa en los nombres compuestos con un sentido negativo: balsors es infortunio. El
mismo sentido prevalece en el sánscrito (daksina, vamah) y en el japonés (hidarimae, que significa "en frente de la izquierda" o adversidad)…”._
Agrego que en las lenguas latinas, lo izquierdo es lo “siniestro” (la “sinistra” italiana), palabra que al margen de connotaciones
políticas es sinónimo de “ominoso”, significado parcialmente asumido por el revolucionarismo radical. Antes de proseguir con el
autor, hago una fugaz incursión etimológica:
Varios diccionarios consultados concuerdan en que “derecha e izquierda” son términos corporales referidos especialmente a las
manos y a su uso; siendo protagónica también la ubicación del “corazón”, que al menos en el contexto “occidental” es situado a la
“izquierda” (el órgano corporal); lo cual no molesta a su equivalencia política que de buen grado asume el simbolismo histórico que -
en la tradición judeo-cristiana- identifica “corazón” con centralidad, identidad, alma, esencia de lo personal/anímico y más
reductivamente, pasionalidad o “sentimentalidad”. Pero ello repropone la cuestión del “punto de vista” aunque aquí el dilema es
menor porque el corazón está a la izquierda de quien lo tiene!, perspectiva determinante dado que no es un objeto visible para un
observador externo. Y si alguien se pregunta por qué alguna vez se denominó “izquierda y derecha” a esos lados del cuerpo, tendrá
que disponer de un modelo de realidad que resuelva el tema de la simetría y su incidencia en el problema de la alternativa moral; y
desde ese modelo discurrir hasta la conciencia de sí que tiene el ser humano existente, que estructura su propio discurso vinculante
esa conciencia con la conciencia-de-mundo o “realidad”. A propósito: Según el “Vocabolario Etimologico” de Ottorino Pianigiani,
cuando los romanos miraban hacia el sur, tenían el sol levante a la izquierda y por eso identificaban los augurios y buenos auspicios
con la “sinistra”, mientras que los griegos practicaban sus ritos vueltos hacia el norte, con el sol poniente a la izquierda que así
adquiere connotación y denotación de lo infausto, lo infeliz, lo triste; traspasando este sentido a los latinos y por ellos, al resto de la
Europa latinizada y las lenguas romance.
Kuehnelt-Leddinhn analiza la costumbre o tradición de los parlamentos europeos decimonónicos que situaban a la derecha los
representantes conservadores y liberales, y critica ácidamente lo que según él fue un grave error del conservadurismo monárquico o
la “derecha” en general que siendo anti-nacionalista, después de la primera guerra mundial aceptó que el nacional-socialismo fuera
calificado como “derechista”, distinguiendo entre el nacionalismo racial y el “patriotismo” que según él es multi-étnico porque
valoriza el concepto genérico de “país”, sin referencia alguna a la raza o las tradiciones y cultura etno-racial, lo cual coincide con el uso
más o menos instrumental y retórico que el mismo internacionalismo socialista hace de la voz “patria”.
En este predicamento, Kuehnelt-Leddinhn recuerda la tradición bíblica y asigna significancia inequívoca a la escena apocalíptica del
Juicio Final que sitúa a los justos a la derecha y los condenados a la izquierda…, lamentando que tal clara distinción se haya
tergiversado tanto hasta concluir en el escenario-esquema del Reichstag luego universalizado, con los socialistas-anarquistas-
comunistas bien situados a la izquierda, y el sector derecho posesionado impropiamente por nacional-socialistas y fascistas. Y es aquí
cuando Kuehnelt-Leddinhn define su pensamiento contrario a lo que según él es un deplorable equívoco y confusión “semántica y
lógica”, impuesta por cierta actitud centrista que se oponía a todo extremismo-extremo, igualando “rojos y pardos”, siendo que “los
extremos nunca se tocan” y que el extremo reaccionario es bien diferente del extremo revolucionario, siempre y cuando se hayan
entendido correctamente lo esencial de la postura de izquierda y derecha; porque la filiación-pasado socialista de Mussolini no es
casual, como tampoco lo es la mentalidad colectivista de Hitler y su aversión a las plutocracias; o las analogías y antilogías que
relacionan el nacional-socialismo con el internacional-socialismo, que según Kuehnelt-Leddinhn comparten similar vocación totalitaria
y tiránica por su común aversión a la libertad individual y a ese “lebensraum” indispensable para que el individuo personal pueda
desarrollarse libre de constricciones sistémicas que sojuzgan y asfixian su potencialidad, la posibilidad de perfeccionarse personal y
espiritualmente, ideal e ideario de cierto liberalismo. Kuehnelt-Leddinhn critica todos los “ismos” que en nombre del estado, el
proletariado, el progreso, la raza, la justicia-igualdad o la misma libertad terminan imponiendo un nuevo orden totalizante, restrictivo
y represivo que anula toda expresión de libertad real, sin la cual el “progreso” es solo una palabra vacía que llena los informas
oficiales. Según él, la derecha auténtica es progresista porque mira hacia el futuro sobre la base real del pasado y el presente,
evitando ese regresionismo nostálgico inherente a esas utopías fundadas en el mito del regreso o retorno a una mítica Edad Dorada o
pasado paradisíaco: En el resto del capítulo hace un diagnóstico histórico, político, cultural y en menor grado psicológico de lo que fue
y es la izquierda y la derecha en Europa, comparando sus respectivas visiones y nociones de la economía, la religión, la educación, la
organización territorial (centralismo vs. federalismo) y otros parámetros o tópicos, haciendo una especie de apología moral del
liberalismo, aunque él profesa su inequívoca intención de rescatar el valor de la palabra “derecha” como sinónimo de “bien”, sin
insinuar preferencia alguna por el término “centro”. Al margen de las simpatías o antipatías que este autor suscite, cabe preguntar:
¿qué tan vigente o “actual” (y por ende potencial) es su modo de entender y “decir” el problema-tema?.
Al margen: por si alguien lo ignora, esta clase de sitio Web concluye con una interesante retahíla de opiniones enviados por los internautas , comentando el artículo (y
cualquier otra cosa…), lo cual permite “testear” la sensibilidad actual ante la temática planteada.
Ahora hago un salto en el tiempo y en la orientación política, comentando otro artículo Web titulado “Análisis político de los términos
derecha e izquierda”, escrito por Xavier Marín el 18/5/2006.
Este comentarista retoma el discurso “progresivamente correcto” y afirma sin ambages que el bien y los buenos están a la “izquierda”,
en términos funcionales, sociales, económicos, políticos, científicos, morales etc.; caracterizando al derechista-conservador como un
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ser retrógrado, reaccionario, opuesto al progreso y a la justicia social etc.; y por eso recuerda el conocido dicho español: “no hay nada
más tonto que un obrero de derechas”, aforisma inventado por algún pequeño-burgués que sin pudor alguno supuso que su doctrina-
ideología era la verdad absoluta que calificaba a toda la humanidad en dos bandos, evidente parodia inmanente del Juicio Final
escatológico (la obsesión anti-religiosa de algunos anti-clericales causa una especie de vacío emocional-semántico que induce a
replantear y re-utilizar el vocabulario significante de lo negado). El contenido del artículo resulta in-comentable porque incurre en
imprecisiones y despropósitos demasiado exagerados, como caracterizar a la izquierda en clave racional-racionalista y a la derecha por
lo irracional-irracionalista incluyendo todas las religiones y la religiosidad histórica; antiguo cliché polémico del antiguo anti-
clericalismo anarco-materialista, inaceptable para la data del artículo (2006), cuando está en pleno auge la discusión entre una parte
del laicismo radical post-moderno que cuestiona precisamente la creencia en el objetivismo racionalista, y el pensamiento católico
que reivindica la razón y su racionalidad objetiva (el vínculo entre el Logos y su impronta estructural en la naturaleza); lo cual sugiere
cuando menos la imperiosa necesidad y urgencia de un up-grade mental y afectivo que permita sostener la discusión -si eso es lo que
se quiere- en términos mínimamente actuales y actualizados.
Lo interesante es constatar la subsistencia de las antiguas y muy apasionadas (pasionales y para nada racionales) diatribas,
controversias y disputas entre fanáticos izquierdistas y derechistas que comparten un profundo nivel de ignorancia, una capacidad
discursiva muy limitada y una ferocidad agresiva que si no superada, suele terminar en estallidos infernales -el calificativo de bestial
insulta impropiamente a las bestias- de violencia criminal y genocida; alimentada y aprovechada o direccionada por los especuladores
de la oscuridad que siempre están allí, esperando su oportunidad; y a los cuales no conviene proporcionar pretextos ni
favorecimientos.

PREÁMBULO ACLARATORIO:
Antes que nada y para disipar tempranamente toda “sombra de equívoco”: ¿cómo me identifico políticamente a mí mismo?...,
¿derechista, izquierdista, centrista, indiferente?..., ¿o rechazo esta polaridad por considerarla obsoleta, desquiciante, esquizoide?...,
¿o recurro a esos des-calificativos para eludir el compromiso y mantenerme cómodamente situado en alguna postura etérea?..., en
algún supuestamente elusivo, evasivo y cómodo centro-centro de recontra centro?...
Espero que al final del ensayo la duda obtenga natural respuesta en el eventual lector, aunque el objetivo no es descubrir mi filiación
sino suscitar una reflexión consistente, contundente y crítica sobre el tema de las filiaciones pasivas y activas.
De momento aclaro que el tema, temática y problemática -como decíase antes- es de peculiar interés y actualidad; al menos así lo
pienso y siento y sufro porque tengo la dudosa suerte de vivir o convivir en un contexto parental-social donde abundan los que tienen
posturas claramente definidas, con tanta claridad, énfasis y convencimiento que razonar objetiva, racional y apaciblemente con ellos
(me) resulta poco menos que imposible o requiere un desgaste anímico, emocional y sentimental superior mis escuálidas fuerzas y
paciencias; resultando que los unos me sitúan en el bando de los otros y viceversa; y cuando concedo la razón a unos por creer que la
tienen, éstos creen que ha comenzado finalmente mi conversión al bando de los “buenos”, lo cual aumenta mi ya moderado “stress”
(aunque ello me preocupa menos porque el stress es similar al inconsciente: explica muchas cosas, demasiadas para algo que tiene el
pequeño y gran defecto de no ser ni existir). Ello me impulsa a compartir una reflexión sobre el “porqué” de esta especie de polaridad
un tanto anacrónica; dadas las circunstancias históricas del país y del mundo y de la historia. No estamos en 1870 ni en 1970 y sin
embargo pareciera que no obstante el indiferentismo, el pseudo-hedonismo y el superficialismo imperantes, “ser de derecha o de
izquierda” fuese un imperativo más que categórico y una ley de realidad-verdad absoluta e insoslayable, como si correspondiese a una
alternativa real y objetivamente objetiva!... Y confieso desde ya que no hallo en la “realidad objetiva-externa” razones suficientes para
tan frenética y un tanto esquizoide separación y antagonista diferenciación. Y no es un problema de “subjetividad” vs. “objetividad”
solamente. Como sea, el hecho es que me propongo una breve revisión al panorama “local” de las filiaciones políticas, con el único fin
de “decir algunas cosas” que por razones diversas y un tanto enigmáticas, pocos dicen (suponiendo haya alguien que lo haga, que
siendo bien sincero desconozco).
Y continuando con esta sinceridad, contaré que el detonante que causó mi decisión de escribir algo sobre esta posible y probable mala
costumbre de calificar y des-calificar al prójimo por su actitud y gusto político fue la pregunta que me hizo un sobrino cuando le
mostré un ensayo de largo aliento en el cual trabajo hace siete años, en nada relacionado con la cuestión política; ya que aun
sabiéndolo me preguntó si era “de derecha o de izquierda” lo cual me hizo sentir el desagradable impulso de la ira, porque sabía que
en el fondo él quería saber si el conjunto de tesis, hipótesis y presuntas verdades “dichas” apuntaban en una dirección o en la otra;
cosa que inevitablemente hacen no porque la verdad está a un lado o al otro, sino porque los lados mantienen conflictiva vinculación
con la verdad lo cual hace imposible evitar el “compromiso” y el terminar siendo calificado-catalogado-enjuiciado-sentenciado por los
unos o los otros excepto se opte por callar por no pensar por no reflexionar, viviendo como un apacible cerdo complacido y
complaciente; posibilidad que no descartaría si no fuese inviable e inconveniente por razones varias!...
Entonces fue cuando comencé a pensar seriamente en el asunto y a esperar una oportunidad concreta para decir algunas cosas que
tenía y tengo en mente, y que quisiera compartir. En aquel entonces me pregunté si decir que “2+2=4” es una afirmación de derecha o
de izquierda?... , ¿la verdad es de derecha o de izquierda?... ¿Responder que la resultante de la suma-ecuación es “3” sería
conservador mientras que “5” sería una solución más audaz, revolucionaria o irreverente?... El ejemplo parecerá burdamente
infantiloide, pero las caracterizaciones-calificaciones politicistas del “adversario” no destacan precisamente por su complejidad,
veracidad y sutileza.
Se dirá que esto nada tiene que ver con la verdad..., que la única verdad es cuestión de interés político contingente o intereses a secas
etc. Y en cierto modo así es o así se está practicando, pero ello supone que política y verdad pertenecen a órdenes distintos de
realidad... ¿¿¿???... Ello también es cierto, por desgracia; por suma desgracia porque cuando una instancia cultural humana se divorcia
de la Verdad, lo hace también de la Bondad y de la Belleza, y ello no constituye una ofensa a la memoria de los aristotélico-tomistas
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sino el preludio de la degradación y corrupción progresiva de la tesitura cultural, social y humana; y eso inevitable e invariablemente
termina mal; pésimamente mal para todos y en todas las formas “imaginables”.
Que un asalariado mísero sea algo más de izquierda y un empresario multimillonario se incline a la derecha se entiende aunque no es
regla fija, pero... Recuerdo nuevamente la anécdota narrada al comienzo: esa conversación con el antiguo compañero de universidad
y la imagen compartida de la Alameda y la fila de horcas destinadas a los unos y a los otros (¿cuantos de los terceros otros lo
agradecerían?...). Ambos de similar origen, biotipo, educación, contexto familiar-ético, creencias etc. Ninguna discusión sobre
antecedentes objetivos... Claramente una cuestión “personal”, o ¿subjetiva?...
He meditado mucho sobre gente que conozco, familiares, parientes, amigos, conocidos...., la mayoría categóricamente situada -al
menos de palabra- en un extremo u otro, sin intermedios para el caso chileno cuyo referente emocional es el pasado del gobierno
autoritario o militar para unos, la dictadura para otros.... Y he reflexionado lo más objetiva, racional y “científicamente” sobre los
caracteres o “caracteropatías”, sobre el temperamento, la “personalidad” (máscara egoica o rol socio-personal), sobre aquello que
termina caracterizando “ideológicamente” esta clase de filiación, adopción y finalmente “creencia” de esa inmensa mayoría de
individuos y familias cuya condición socio-económica actual y potencial tiende “naturalmente” a estabilizarse en un estrato medio e
intermedio entre los extremos de la élites y ante élites de la extrema riqueza y extrema pobreza que para muchos sirven de
advertencia y referencia respectivamente. La verdad es que me basta mirar fugazmente a un individuo para decir con un 90% de
precisión cuál es su postura política: desde la ropa hasta el peinado o su mismo rostro me lo indican, lo cual no es ninguna novedad
pero tan evidente y notoria verdad explícita resulta absolutamente irrelevante para analistas, politólogos, comentaristas, opinólogos y
expertos en política varios, que siguen discurriendo en el plano superior de lo políticamente correcto, lo académicamente correcto, lo
sociologística y racionalísticamente correcto... Soslayando un aspecto consistente de la verdad/realidad, no el único pero al menos
uno. Que no debiese ser ignorado porque se termina construyendo un mito que concluye en una solemne e inútil, cuando no
perjudicial falacia, que alimenta y sostiene una auténtica ficción y mistificación “superestructural” que todo lo ofusca, distorsiona y
pervierte, incluyendo “políticas” sociales, educativas, informativas y ....
Haciendo otro anticipo, recuerdo un familiar cercano -muy de “clase media” como mi familia y yo y casi todos- que no obstante sentir
una aversión sincera, profunda y categórica hacia cualquier expresión de izquierda, socialismo o comunismo, decía que no le habría
disgustado vivir en la antigua Unión Soviética, sin lujos, sin libertades políticas, culturales o cívicas e incluso sin el bienestar mínimo
que el mínimo de la condición humana existente requiere, pero libre de la compulsión neurotizante de los “países libres” con su
permanente ascensor de posibilidades de ascender y descender, de triunfar y de fracasar. El ideal del perfecto empleado que canjea
libertad por seguridad, creatividad por “orden”; opción que también prefiere mi sobrino ultra-políticamente correcto que considera la
“libre iniciativa” como el terreno propicio para los depredadores, los violentos, los cínicos, los destructores, los implacables…; algo que
entiendo perfectamente aunque no comparto por razones puramente “subjetivas-personales”; prefiriendo el caos y el relativo des-
orden que al menos me permite seguir soñando y fantaseando; y esta alternativa no es política aunque lo termina siendo porque mi
sobrino terminará votando a favor de propuestas que prometan estabilidad y uniformidad para todos; y yo haré lo contrario. El
problema -uno de tantos- es que soy “libre pensador” sin ser masón, y cuando comienzo a pensar me cuesta detenerme y termino
preguntándole al sobrino porqué no se va a vivir a Cuba que según él es un sistema de vida y gobierno más que aceptable, y al
responderme que ojalá-pudiera le aclaro que no hay impedimento alguno, que lo recibirían con los brazos abiertos y olvidando el
imperativo de la “caridad antes que la verdad” termino sentenciando que hay un notorio problema de distribución poblacional, con
millones de cubanos que morirían por dejar la isla y muchos miles de latinoamericanos que al parecer gustarían de visitarla; y
divisiones sin fin por razones de tradiciones, culturas, razas, costumbres, idiomas, religiones…; y millones que en cada país singular
pasan su vida discutiendo si acaso la libre empresa o centrismo, sobre si capitalismo o socialismo y entonces cometo el segundo error
y olvidando la gran sentencia sobre el “trigo y la cizaña” pregunto qué sucedería si re-distribuimos para que los unos se junten con los
unos y los otros con los otros a ver como les va!..., ya sin molestas oposiciones ni interferencias. Pero no sucederá, para bien y para
mal porque el objetivo “político” no es “perder de vista” la imagen de los otros, sino aniquilarla, haciendo que los otros dejen de serlo
y sean como los unos, como uno, como los Hunos… Lo cual no solo no está bien sino que es un imposible aún mayor porque el germen
de la división y la escisión es interno, y por no identificarlo, reconocerlo, conocerlo y “tratarlo” lo exteriorizamos haciendo que los
otros terminen siendo pura y odiosa ajenidad, condición casi perfecta para la institucionalización y sistematización del odio primero y
la muerte después.

EL PROBLEMA:
Tema complicado y complicante!, la temperatura emocional del ambiente político-social muestra preocupantes señales de
“recalentamiento”, aumento de la tasa de humor corrosivo, acidez, violencia latente en diarios y pasquines etc., y como dijo P.
Johnson a propósito del humor “anti-enemigos” en los albores del nacional-socialismo, ello es un mal presagio y una señal de
agresividades que terminan haciéndose destructiva realidad.
¿Derecha vs. izquierda?..., ¿ricos vs. pobres?, ¿los ricos que quieren eliminar a la pobreza o a los pobres?..., ¿pobres que quieren
eliminar a los ricos o repartir la riqueza?..., esquemas burdos e inútiles, irracionales y propicios solo para la manipulación grosera de
las tácticas electoralistas...
Hora de proponer una pizca de racionalidad, de sentido común y de sentido, sea o no común. Miento..., hora de decir algo de verdad,
la cruda y tan menoscabada verdad que al parecer a nadie interesa porque esto se ha convertido en un juego delirante y compulsivo
de “lugares comunes” y mistificaciones a cual más grotesca, agresiva y falaz.
Oficialmente y ateniéndonos a la retórica imperante, los ricos quieren que no haya pobres y todos sean como ellos (en el peor de los
casos y dado que todavía no hay robots o autómatas suficientes, están los inmigrantes...), mientras la izquierda querría suprimir la
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pobreza por decreto o si ello no resulta (no resulta), suprimir a los ricos o mejor dicho, a la imagen de los ricos. ¿Utopías vs.
entelequias? ... ¿de qué estamos hablando?...
Algunos casos realmente reales, que conozco bien:
.- Familia media de clase media: madre ultra-derechista e hijos ultra-progresistas llenos de sensibilísima sensibilidad social. Pero los he
visto 100 veces y 99 de ellas, la madre estaba allí trabajando de sol a sol y los hijos leyendo, viendo tele, comiendo, tomando tecito...
En términos estrictamente político-económicos, los hijos y según sus propias categorías, serían unos malditos explotadores y parásitos
sociales ...
.- Familia media-media centrísimamente de centro y viviendo en el centro.... Jamás votarían por la Alianza o la derecha no importando
qué tanto mejoraría su situación, porque se los he preguntado y no niegan que ello pudiese suceder, pero... pero si ello es a costa que
los “ricos sean cada vez más ricos”..., entonces absolutamente no aun cuando sus preferencias vayan a quienes niegan sus valores o
paquete valórico. O sea, el más puro y descarado “resentimiento social”, que no es odio a los que tienen más sino un inconfesado
sentimiento de culpa por algo que presienten como un fracaso personal y que al no ser asumido, se extrovierte en quienes encarnan
la expresión insoportable de ello: los “exitosos”.
¿Y en el otro bando?...
.- Familia acomodada cuyas cabezas trabajan en el rubro inmobiliario, donde ganan muchísimo haciendo poco (a veces muy poco),
excepto la “gestión inmobiliaria” y me consta, haciendo las cosas muy mal pudiendo hacerlas bien sin grandes sacrificios. Obviamente
ven al resto social como una amenaza incomprensible, injustificable e intolerable, y si pudieran pagarles la mitad a sus asalariados lo
harían porque ellos no existen, son un fantasma molesto que solo interfiere; trabajadores que trabajan poco, mal y de mala gana, no
mereciendo siquiera lo poco que reciben etc.
Conclusión 1:
Porqué los ricos son de derecha (la pregunta es esquemática y caricaturesca pero la reproduzco tal como es formulada por quienes
piensan dentro de ese esquema y sus parámetros): ¿Defensa de los propios intereses de clase?...
No exactamente: ateniéndome a las más puras categorías del análisis marxista, en la economía financiera y productiva actual no hay
razones suficiente para que por ej. un multimillonario deba seguir en el campo empresarial. Estos “ricos” podrían retirarse ahora y
vivir el resto de sus vidas de rentas, y con un altísimo nivel o standard material, liberándose de las permanentes tensiones que su
actividad les causa por el exceso de competencia o por los conflictos sociales o las incertidumbres del mercado. Pero quieren seguir a
riesgo de terminar perdiéndolo todo (a veces sucede) porque... Porque es su “modo de vivir” y no saben hacer otra cosa y viven
aterrorizados ante la posibilidad de un colapso total social, económico, político o ..., otra vez la “proyección”: su insatisfacción interna,
su “pobreza” interna se extrovierte como carencia, lo cualitativo ausente se manifiesta como imagen de sí traducida a lo cuantitativo,
a lo que falta sumar, adicionar, que siempre será casi todo respecto al todo. ¿Ergo?... el clásico pathos de la codicia, la “idolatría”, la
mitificación del “dinero” como poder mágico que todo lo resuelve y que no solo no lo hace sino que engendra más problemas e
insatisfacciones.
Y estos “pobres” están aprisionados en su condición que en parte es real-objetiva porque es un hecho que estamos muy lejos del
standard internacional de los países “desarrollados”, aunque los políticos nunca dicen que -por ej.- la productividad per cápita nuestra
es un cuarentavo de la de un europeo medio, incluyendo el cobre además!.
Sería la predominancia irrestricta o bastante incontrastada del factor subconsciente, de ese “el” o “lo” inconsciente que como ya dije
tiene el pequeño y gran problema: no existe ni es, porque en nuestro mundo o realidad o universo o cosmos, solo son y/o existen
entidades o fenómenos físicos y metafísicos, materiales y espirituales, naturales y sobrenaturales. No hay más, lo uno o lo otro, lo uno
y lo otro, y el “inconsciente” es un neologismo que designa algo que no existe materialmente (las neurociencias no hallaron rastros de
ello) ni espiritualmente, por definición (no está en el cerebro material ni en el alma espiritual, y lo que no está no existe, verdad
elemental que hasta Heidegger entendía!).
Entonces el problema es más grave aún..., porque lo que podría explicarlo es un simple fantasma mental. A falta de una buena
explicación, una que satisfaga a los unos y a los otros (aunque sea un poco…), sigamos cotejando derecha vs. izquierda en base a
temas, tópicos y asuntos concretos. Por ej. el muy actual asunto de los “derechos humanos” que en perspectiva dual, queda
equiparado ipso facto a los “deberes humanos”:

DERECHOS HUMANOS y DEBERES HUMANOS.


En esto la diferencia aparece de inmediato y con prístina claridad: el izquierdista opera mental, emocional y moralmente en términos
de “derechos”, mientras que el “derechista” siente natural propensión a entender la vida como “deber”. Pero si se trata de
caracterizar la actitud hacia los “otros”, la dualidad es aplicada en términos dualistas: ambos creen que por ser los “buenos” son
merecedores a todos los derechos, reservando los deberes a los otros (en el mejor de los casos, suponiendo les concedan el derecho a
la existencia evitando ese extermino o anatema masivo que históricamente tendía a limitarse por razones pragmáticas: una vez
eliminada la parte más combativa o “pensativa” del adversario, un resto sumiso servía como simple masa laboral o “esclavos”). Pero
volviendo a la caracterología política, hay una alternativa psico-moral que sin degenerar necesariamente en patología o desequilibrio
funcional crítico, diferencia fuertemente a los humanos en cuanto a su conformación y disposición existencial, haciendo que unos
sientan la realidad como una fuerza-potencia que por misteriosas razones es deudora con ellos (¿culpable?...) y por ende reivindican
siempre y en todo sentido el “tener derecho a”; lo cual exigen al gobierno, a la ONU, a Dios, a los santos, a los antepasados, a las
energías cósmicas, a sus padres, a los ministerios o a quien sea, a cualquier “poder” natural o sobrenatural o infranatural; lo cual
conduce a la caricaturización y perversión de los ritos intermediadores, que degeneran prontamente en “magia” o en cultos
propiciatorios más o menos serviles. Es lo que en sentido positivo apreciaba E. Fromm al valorizar la gratuidad, esencial en el
catolicismo y -según él- en el socialismo. En el otro extremo está el “derechista” para quien todo depende de su iniciativa, trabajo,
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creatividad o -es lo negativo- voluntad; porque ello conduce prontamente a esa inflación egoica denominada voluntarismo. Jung y
Frankl coincidieron parcialmente en proclamar la necesidad insoslayable de equiparar ese equivalente del par derecho-deber que es la
dualidad Libertad & Responsabilidad (Frankl decía que en la costa oeste de Estados Unidos debía erigirse una Estatua de la
Responsabilidad, complementaria a la Estatua de la Libertad). Volveré sobre esta importante cuestión.

“KAOS” vs. CONTROL:


Quien no recuerda el incomparable “super agente 86”?...: su organización se llamaba “CONTROL”, eternamente opuesta a los pérfidos
planes de su oponente: “KAOS”, esa asociación de perversos y malignos malvados dedicados al mal. Esquema preciso cuya única nota
discordante era el gran jefe de “Kaos”, un alemán que según los esquematismos caricaturescos imperantes, por su teutónica
condición debiese ser un amante del orden. ¿Quiénes eran allí los derechistas y los izquierdistas?... Nunca lo supe y a decir verdad
nunca me importó. Menciono este recuerdo anecdótico porque los nombres en cuestión denotan una antinomia que subyace incluso
en las raíces de la misma ciencia física y la cosmología; y me refiero a esa anomalía nunca explicada (los físicos la describen, y no es lo
mismo) que causó la primera irregularidad en el mismo Big Bang, esa ínfima pero decisiva alteridad que des-ordena y des-simetriza la
historia física del Inicio y la condición moral del Origen; y que descarta por completo cualquier hipótesis cosmológica cíclica o
“simetrista”; causando ese matiz irregular, des-equilibrado o “inicuo” de nuestra historia que físicamente se expresa como entropía y
tendencias hacia la a-formalidad, y que moralmente se expresa como per-versión anti finalista. Sin este conflicto pseudo-dialéctico
entre la Ley y sus ordenamientos unívocos y estables y el factor de alteridad o desordenamiento, sin esta oposición entre la forma y el
caos, no estaríamos hablando de izquierdas y derechas porque todo se desarrollaría como un todo siempre unificado y centralizado
sin historia y por supuesto, sin el estupendo y doloroso drama de la Libertad. Libertad ante la cual se dividen notoriamente las
actitudes y “sentimientos”:
Hay quienes la temen y quienes la veneran. ¿Quiénes son?... las apariencias pueden ser engañosas, porque en primera instancia
cabría suponer que el progresista-izquierdista-revolucionarista es un amante de todas las libertades e incluso libertinajes; mientras
que el conservador-derechista es por naturaleza y vocación un temeroso que tema los riesgos y los imprevistos de la vida, y por ende
un cauteloso para quien las libertades son más una amenaza que una posibilidad. Pero la traducción política de ambas actitudes
plantea una solemne paradoja, porque los “conservadores” privilegian el liberalismo, el “laissez faire”, el desata irrestricto de las
iniciativas personales, mientras que los “liberalistas-progresistas” terminan favoreciendo o causando el establecimiento de sistemas
gubernamentales que son maquinarias implacables de control mecanicista, donde la libre iniciativa, creatividad y libertad en
cualquiera de sus formas, termina siendo uno de los peores enemigos del “sistema” que se auto-confirma y reafirma por su lucha
continua contra su propio temor, su vulnerabilidad interna fruto de ese temor a la libertad, a la vida, a la creatividad. Solo en las fases
revolucionarias funciona la caricatura esquemática, cuando grupos, élites o movimientos pequeño-burgueses utilizan el desorden y el
“libertinaje” como arma cultural y social destructiva y relativo des-ahogo. Pero una vez conquistado y sistematizado el “poder” y tal
como se aprecia en todos los experimentos conducidos por el comunismo internacional, deviene una rigidización y esclerotización
inédita por su ferocidad; incluyendo el aniquilamiento de todos los grupos, facciones y sectores “revolucionaristas” y el
establecimiento, entre otras cosas, de un moralismo victoriano insoportable incluso para la mismísima reina Victoria!.
EL SÍNDROME DEL CUADRO TORCIDO:
¿Cuál es el origen, causa, génesis de estas diferencias caracteriales que nacen en lo más profundo de la subjetividad y personalidad y
terminan materializándose como alternativas sociales, filosóficas y políticas?..., porque es evidente que no solo no habrá consensos o
acuerdos, sino que ni siquiera será posible un diálogo mínimo si estas actitudes, disposiciones de ánimo y creencias no son
reconocidas por/en su origen, ya que el no hacerlo impedirá asumir su “pasionalidad”, lo cual mantiene la adhesión irracional y
“fanática” a la propia postura, correlativa al odio visceral hacia la contraparte. Es la reacción instintiva e inmediata ante el cuadro
colgado en la pared, que casi siempre está levemente torcido: unos ni lo notan o si lo hacen pueden soportarlo sin mayor esfuerzo;
otros en cambio no lo soportan y sienten la irrefrenable e incontrolable compulsión por “enderezarlo”, y si no lo hacen sufren. Si les
preguntamos a los unos y a los otros el porqué de su actitud, la mayoría invocará razones y explicacionismos de circunstancia, siendo
muy inusual -al menos en nuestro occidental ámbito- que alguien reconozca ser un maniático del orden o del desorden. ¿Acaso un
reflejo pro-activo del Desorden interno vs. Orden interno?...
Hasta cierto punto, en lo personal soy un concentrado de perturbaciones internas pero mis lugares de estar-trabajo, dormitorio
incluido, son una apología al desorden, sin embargo la “ley” se cumple porque “instintivamente” siento cierto “agrado” al ver un
desfile uniformado y profunda desazón al ver las escenas de una asonada, motín o “manifestación” callejera caótica, des-ordenada y
des-ordenante..., sin necesidad de pensar o racionalizar la escena. Suele decirse que estas “pasionalidades” o subjetividades son el
producto de un conjunto de antecedentes, variables, condicionantes o determinantes de índole genético, alimenticio (alimento
material y espiritual…), ambiental, social, familiar, cultural, biológico etc. etc.; y esto pareciera ser tan obvio que más obvio no podría
ser!...; pero no hay un solo modelo-de-realidad y de humanidad que permita transitar desde la descripción fenoménica hasta la
expresión anímica; y las relaciones y prelaciones de causa-efecto que casi todos invocan, expresan un notorio error de razonamiento
(metodológico y gnoseológico), una confusión inaceptable entre la descripción fenomenológica (fenoménica) y la explicación
ontológica, error que casi todos practican con un desparpajo digno de mejor causa. Por lo demás debiese llamar la atención que en
una misma familia suceda que dos hermanos de edad similar y formación similar y contexto socio-cultural similar y constitución
morfo-genética similar, terminen por ej. situados en los extremos opuestos de la política (o adhiriendo a equipos de fútbol
antagónicos o cualquier otra polaridad beligerante). Ante ello, el analista mecanicista solo reaccione buscando más mecanismos
causales porque está pre-obsesionado con hallar explicaciones deterministas y causalistas para todo fenómeno humano; lo cual
sugiere la presencia o injerencia de un factor interior, quizás esa misma fobia al desorden que obliga a enderezar el cuadro o a espiar a
todos los ciudadanos para identificar a probables y posibles “enemigos del régimen”. No niego existen e intervengan esas
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condicionantes y determinantes; pero ello es exactamente y siempre la mitad de la realidad personal: la otra mitad es la libertad
moral, la posibilidad pura ante la alternativa, la disyuntiva o bifurcación en el camino, que ontológicamente es y solo puede ser no una
opción dual, sino un reflejo especular que causa la ilusión de la alternativa. La verdadera alternativa no se enfrenta, se construye y es
la tercera mitad que también es una posibilidad y potencialidad constante: la Libertad Creativa: cualidad esencial del ser humano
existente en cuanto Imago Dei. En cada “momento de realidad” enfrentamos la alternativa moral y creativa, la ilusión y la posibilidad,
el error, el acierto y la invención!.

OTROS PRECEDENTES:
Me refiero a sucesos, pequeños detalles acumulativos que terminan conformando y constituyendo esos grumos significacionales que
estructuran operativamente la memoria y que tarde o temprano “llaman” con sus voces internas que si bien atendidas, pueden
constelizar en una reflexión y subsecuente discurso crítico. Recuerdo por ej. al Decano de la facultad donde ejercía mi primera
experiencia como profesor: eximio conservador y defensor del gobierno militar, bastaba verlo para contemplar la imagen misma de
ese “estilo de autoridad y autoritarismo” inconfundiblemente “derechista”, en su expresión más intensa y radical. Pues bien: cierto
día, después de saludar y despedir a los alumnos de su clase, que por natural tendencia isostática y anamórfica eran todos de ideas y
filiación política similar a la suya, cuando se marcharon comentó su sorpresa, desconcierto y en parte decepción por el hecho que esos
jóvenes fueran tan conservadores a una edad que según él debía motivar a comportamientos más críticos y rebeldes; dado que él
mismo, cuando estudiante había militado en un grupo de extrema-izquierda. Ésta es otra caracterización del pathos politicista, que lo
redimensiona en clave temperamental-cronológica y si bien no es una ley natural ni sobrenatural explica un aspecto (solo uno) del
fenómeno porque es evidente que a los 15 o 20 años se tiene una “imagen de la vida-realidad” fuertemente impregnada de
entusiasmos, ideales, anhelos, deseos y primeras maduraciones de los mismos sueños que alimentaron las vivencias infantiles; y que
en general inducen a una actitud más o menos crítica ante una “realidad” que comienza a mostrar sus escasos encantos y farragosas
condiciones y condicionamientos; siendo igualmente “natural” que a los 30 o 40 años cuando entre otros muchos conflictos se sufre el
comienzo del fin de la juventud y las interminables cuentas por pagar y las incertidumbres propias y familiares y los hijos y los padres y
los gobiernos que no resuelven ni atenúan ni uno solo de los problemas concretos que dramatizan la cotidianeidad, se tienda a
posturas y actitudes y sentimientos más “conservadores” o timoratos porque hay momentos cuando -especialmente para la “clase
media”-, pareciera que la realidad contingente es un concentrado creciente de riesgos, amenazas, peligros y espantos. Esto parecerá
de “perogrullo” o un vulgar y manido cliché, pero no por ello deja de ser cierto, con las consabidas excepciones que son casi
mayoritarias o al menos paritarias. En todo caso lo importante es que sea como sea que enfoquemos el asunto, la importancia del
“factor subjetivo” se confirma cada vez más y permite que de vez en cuando nos atrevamos a una que otra pregunta políticamente
incorrecta. Por ejemplo:
¿Cuál es la diferencia entre un comisario político KGB, un Gestapo y un Inquisidor pseudo-religioso?, ¿es lo mismo un torturador de
derecha que uno de izquierda?..., no del todo pero los hechos muestran que estos personajes cambian de bando con suma facilidad.
Las preguntas fluyen inarrestables y dado que los políticos y politólogos las detestan, más probabilidades hay que contengan algún
indicio de verdad incómoda. Porque los mistificadores del engaño y el auto-engaño dejaron de razonar y asumieron una retórica
pseudo-dogmática basada en un repertorio escuálido de términos y vocablos, como la palabra “democracia” que se ha convertido en
un “factor X” que todo lo dice, explica, sentencia y califica y descalifica; asumiendo connotaciones y denotaciones de tabú hiper-
incuestionable y solo decible con absoluta, temblorosa y servil devoción; y es bien sabido que esta clase de multi-uso termina
desvalorizando y vaciando el término de significancia, hasta reducirlo a mero e inservible fonema. Y es entonces cuando llegan “otros
otros” que estuvieron allí esperando su oportunidad, sin saberlo porque la fuerza que re-presentan no es visible ni es explícita. Por eso
hay que cesar con el idiotismo semántico y hacer ese dificilísimo esfuerzo de pensar racionalmente según la más elemental lógica
formal (solo un poco, tampoco exageremos). Ello evitaría tonterías tan notables como la respuesta de alguien que ante un crítico de la
situación actual que objetaba el incremento de la delincuencia y otros males, dijo: ._”… sí!, pero en democracia!...”; con lo cual
sentenció una extraña ley: no importa si nos morimos de hambre o nos humillan o nos esclavizan o nos torturan o matan, siempre que
sea “en democracia”, y dado que en democracia no debieran suceder esas cosas, si suceden es porque la democracia no es tal o no es
lo que su mitología adjunta supone, o simplemente no es en modo alguno sino un término retórico que justifica el mantenimiento de
un estado a-crítico y pseudo-religioso de veneración abyecta a todas las mentiras y tropelías y corrupciones posibles que cometen
quienes usurpan el título y la gestión de una forma de gobierno que no es mágica ni sagrada ni incuestionable: esa república
representativa-electoral que sin duda alguna es lo mejor o lo menos peor que históricamente podemos tener y practicar; y que
depende de un mínimo de conciencia cívica mínimamente racional, razonable y crítica y autocrítica para no degenerar en esa clase de
farsa colectiva que ya sabemos cómo terminan: mal. Prosigo comentando otras expresiones bi-polares, otros pares antitéticos que de
momento subsisten en puro antagonismo, sin integraciones ni síntesis.

REVOLUCIONARIOS-FUTURISTAS Y CONSERVADORES:
¿Todo revolucionario es futurista?... No históricamente porque la palabra misma confunde a los “revolucionarios” con los
“involucionarios”, símiles en su común aversión-fobia hacia la realidad-actual-tal-como-está; y es un hecho que los principales
experimentos rupturistas o de “cambio total” limitaron su componente auténticamente futurista o al menos futorológica o futurofílica
a ciertas élites minoritarias del ámbito artístico o “vanguardias”. La revolución verde de Khadaffi, la revolución islámica de Khomeini, la
revolución popular-campesina del maoísmo chino o khmer y tantas otras carecen de referentes o “imágenes de futuro” (excepto algún
discurso pseudo-retórico insumible solo por personalidades limítrofes), limitándose a un odio visceral hacia la realidad-actual y su
factor humano (que expresa o de-muestra algún factor “pasado” causante de re-sentimientos incontrolados e inconfesables), y al
intento por “materializar” una formulación abstracta (una imagen interna de realidad) que intuyen como radicalmente a-real,
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intuyendo en consecuencia que han de aniquilar la realidad/verdad porque ésta no podrá ser domeñada, adaptada o cambiada; lo
cual implica a su vez aniquilar, prohibir, inhibir toda referencia a los factores constitutivos de la “actualidad”: pasado & futuro; sea en
su expresión institucional, cultural o humana.
La polaridad psico-moral se extiende a todos los registros del ámbito cultural. En arquitectura por ejemplo y por sobre filiaciones o
adscripciones políticamente oficiales, las grandes antinomias entre “revolucionarismo” y “conservadurismo” aparecen y reaparecen
en todos los contextos históricos; reflejando indirectamente el problema de la Gestión de la Memoria que implica el Factor-Tiempo de
la mismísima Conciencia-de-Mundo. Es por eso que -por ej.- la arquitectura vanguardista (proto-racionalismo y Movimiento Moderno
en general) surge y goza de cierto aprecio, sostenimiento y difusión tanto en los primeros años del fascismo italiano (la obra más
emblemática del primer “racionalismo” modernista italiano es la “Casa del Fascio” de Terragni) cuanto en los albores del estado
soviético (los experimentos “vanguardistas” del suprematismo y el constructivismo ruso); la misma génesis y de-génesis que concluye
ambos experimentos en los pomposos y retóricos estilos historicistas que terminan marcando el arte y arquitectura oficial de los
regímenes fascista mussoliniano, nacional-socialista hitleriano e internacional-socialista estaliniano.
Pasado y Futuro son los dos verbos que conjugan anímica y culturalmente el tiempo presente; lo cual marca tendencias, disposiciones
de ánimo (de alma) y actitudes de individuos, comunidades y “sistemas de gobierno”. En esto sí se aprecia una distinción “filosófica”
clara pero no por sus lineamientos ideológicos sino por ese “zeit geist” o “Esprit du temp” que refleja la concreción de cierta integral
difusa de proyecciones anímicas personales, más o menos direccionadas, aprovechadas, interpretadas o manipuladas por los
“sistemas de poder” vigentes y el uso que éstos hacen de los medios formativos, informativos o en la jerga reciente, “mediáticos” (re-
presentacionales). Hay momentos anímico-morales claramente desbalanceados hacia la noción, imagen y “voluntad” de futuro y otros
que optan por la regresión o la conservación de la “imagen de pasado”. El ethos futurista es un impulso hacia alguna de las enésimas
versiones paródicas e “imaginativas” de la Meta, del auténtico fin/final/finalidad trascendente, y conlleva usual e inevitablemente los
residuos y excrecencias que constituyen su pathos, consistente en el temor fóbico al fundamento pasado de la realidad actual; porque
uno de los ardides psico-morales más simples e ilusoriamente eficaces para evitar enfrentar la “realidad” con su acumulación de
antecedentes y precedentes, que incluyen aquellos “errores” o “pecados” cuyas consecuencias hay que asumir y corregir o reparar, es
precisamente el olvidarnos del pasado-presente, hacer “tabula rasa” y proyectar toda nuestra atención y “energía” en un futuro que
garantiza esa novedad total que en parte concretiza el impulso natural-sobrenatural hacia lo nuevo, hacia la gran transformación
salvífica, y en parte promete borrar toda huella o vestigio del pasado con sus/nuestros errores-culpas (una pseudo-catarsis). En el otro
extremo, el conservadurismo teme el cambio-transformación no porque sea menos audaz o menos creativo (eso es simple retórica),
sino porque su rechazo a la realidad-presente asume el modo-actitud opuesta a la del futurista: solo aprecia los bienes, bondades y
aciertos de su imagen idealizada-internalizada de pasado y querría eternizarlos en un eterno presente, en una imagen congelada de
presente-pasado que disipe las brumas confusionarias de un futuro “incierto” y aniquile esas mismas consecuencias culposas,
seleccionando solo los componentes patentados y garantizados de lo bueno-ya-sucedido y por ende lo único-real-garantizado.
Ello implica a su vez la polaridad psico-moral ante el gran tema de la Libertad Creativa y su facticidad histórica: el futurista la aprecia,
invoca y anhela pero rehúsa el “trabajo” de transformación material que dicha libertad implica, como diálogo histórico o
transfiguración continua del antecedente/precedente “real” (acepta destruirlo todo y comenzar de nuevo, no transformar, adaptar,
modificar, adecuar, “evolucionar”, acción ciertamente más ardua, laboriosa y dificultosa); lo cual obviamente plantea una serie de
limitaciones, compromisos y responsabilidades sumamente penosas, complejas y complicadas, que la ilusión de la “tabula rasa”
parece obviar (el arquitecto futurista dinamitaría la ciudad histórica para construir su imagen-ilusión de ciudad-ideal-nueva, y lo
propio hace el político “revolucionario” con el antecedente social, practicando el exterminio sistemático y no la “purificación de la
memoria” sino su vaciamiento radical, mediante el “lavado de cerebro” metódico a escala individual, familiar y colectiva). El
conservadurismo por su parte siente una inconfesable aversión hacia el desate incondicional de la Libertad Creativa (si desvinculada
de la Libertad Moral que siente como mecanismo controlador) que identifica como impulsión y compulsión más o menos crítica hacia
el “cambio” del referente real (pasado-presente); una agresión hacia el consistente mnésico cuyos contenidos referenciales han sido
adoptados como elemento determinante de su conciencia-de-sí y conciencia de realidad/mundo. Ese temor se auto nutre y auto
confirma degenerando prontamente en fobia hacia toda expresión de transformación, cambio, mutación y riesgos subsecuentes.
¿Cuál es la solución?..., pensando claro está en la orientación de los sistemas formativos e informativos. ¿Una sana mezcla-equilibrio
entre ambos extremos?..., es lo que a escala particular o individual recomiendan la mayoría de las escuelas psicologistas “realistas”
(excluyendo doctrinas y posturas que asumen el predicado subjetivista-ilusionista sea en versión occidental-racionalista u oriental-
simbolista, espiritualista o “poética”). Este equilibrismo tiene la ventaja de reconocer que la realidad objetiva-subjetiva es una tensión
dialógica entre antinomias aparentes, entre factores genéticos igualmente válidos; porque una sociedad medianamente sana y
dinámica (tal como un individuo) no debe yacer en la nostálgica contemplación de los “recuerdos del pasado” so pena de comenzar a
vegetar y finalmente colapsar por esclerosis múltiple, así como no le conviene des-equilibrarse excesivamente hacia una noción, visión
e imagen mitificada y desequilibrante de futuro que tensiona tanto las estructuras-condiciones de lo real-actual que termina
rompiéndolas provocando un desgarro catastrófico que des-vincula pasado de presente y de futuro. Me parece evidente que está en
juego algo situado en el extremo proyectivo de esa escala que comenzamos reconociendo y describiendo en lo psicológico (por ser
dicha descripción una acción psíquica): el modelo de realidad, de mundo, de universo y cosmos; y en tal sentido la propuesta cristiana
en general y cristiano-católica en particular (incluyendo algunas versiones, emanaciones, adaptaciones e imitaciones laicistas, no
incluyendo su versión in-versa cual fue y es el marxismo-leninismo) no es equilibrista porque todo lo remite al fin/final/finalidad al
entender la historia como la expresión/manifestación de un proyecto, propósito o plan-invitación inherente al principio espiritual de
esa realidad, el factor constituyente “de sí” que se proyecta como materialidad dinámica, como “proceso de realización” tendiente a
una o “la” Meta trascendente, el siguiente meta punto inflexivo cuya imagen (el “punto omega” cristocéntrico teilhardiano) tensiona,
anima, justifica la realidad/historia hacia adelante y hacia arriba. Esto que digo es una constatación objetiva, sea que se la acepte o
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rechace como parte de esa Libertad Moral que muchos -demasiados- rechazan porque ni siquiera aceptan reconocer la formulación
propia de los discursos afirmativos; ante los cuales se puede optar solo si identificados correctamente (no tiene sentido discutir sobre
la realidad-verdad y “bondad” de algo si a-priori lo calificamos de ilusión, o de la ilusión de un reflejo de un engaño imaginado por un
auto-engaño…; dado que esa fantasmagórica y diluyente pseudo-imagen es un constructo interno, un efectismo ilusionista inventado
por nuestro propio desvarío estructural y funcional).
Las experiencias históricas en ambos sentidos son inequívocas y quisiera rematar el punto con un comentario políticamente correcto
(para re-conciliarme con el eventual lector), pero y no obstante ser emocionalmente proclive a los experimentalismos y creacionismos
desatados, debo atenerme a la fría evidencia estadística, a la “cantidad de muertos” y a la “cantidad de sufrimiento y desastres” que
han costado ambos extremos y extremismos, y la balanza no está en equilibrio. Luego ejemplificaré el punto.
Dicho todo esto porque la contraposición futurismo-conservadurismo es un par o una polaridad psico-moral que expresa otra versión
de la clásica oposición derecha-izquierda.

¿QUIÉN SUEÑA PEOR?...


EL onirólogo Kelley Bulkeley afirma haber efectuado una investigación estadística, analizando los sueños de un grupo de políticos
republicanos y demócratas (USA). El resultado fue predecible y “oníricamente correcto”: los republicanos tuvieron tres veces más
pesadillas!... ¿Cómo interpretar esta información (después de verificar antecedentes, metodologías etc.) sin caer en la caricatura o lo
obviamente aparente? (no antes de tiempo, no descartándose que lo aparente sea verdadero). Porque: desde el punto de vista
“liberal-progresista-izquierdista”, el bando contrario es neurótico, compulsivo y obsesivo por tradición y afición y constitución; y ese
mismo rigorismo moralista que le induce a ser tan represivo y constructivo, personal e interiormente implica patrones conductuales y
caracteriales auto-forzados, artificiosos y en definitiva “pesadillescos” para propios y extraños, no extrañando que esta falta de
fluidez, naturalidad y capacidad para “vivir la vida” sin tantas constricciones e intolerancias, cause entre otros efectos un soñar más
perturbado de lo normal; a diferencia del “liberal” que se adapta mejor a la realidad dinámica y a los matices de gris, sin ese
obsesionismo perfeccionista (conlleve o no ingredientes de “sentimientos culposos”). Por su parte, el “conservador” replica que al
margen del hecho que sus parlamentarios no son precisamente el mejor y más sano exponente de su tradición y “estilo de vida”,
efectivamente sufre más y se es-fuerza más porque la realidad contingente requiere no solo de relajación y “laissez faire” sino
también de trabajo, planes, metas y ese mismo perfeccionismo que a la larga es el que ha permitido alcanzar aquellos niveles de
progreso material que el liberal aprovecha sin mayores méritos, parasitando y disfrutando los frutos del trabajo-sufrimiento ajeno y
dándose el lujo de disfrutar la vida sin mayores penas ni compulsiones gracias justamente a los bienes y beneficios obtenidos por los
neuróticos-obsesivos-pesadillescos, porque si todos fuesen como él, ese relajo terminaría pronto. ¿Quién tiene la razón?..., ¿Cuál es el
mejor modo de vida, la mejor actitud hacia la existencialidad?... Entiéndase que estas disquisiciones en particular se limitan al
estrecho ámbito de la pequeña y media burguesía de las comunidades más “desarrolladlas”, porque para la mayoría de la humanidad
sufriente, el dilema se reduce a opciones más elementales: terminar el día sin que alguien haya degollado o bombardeado o
dinamitado a la familia, o darle un pedazo de pan y un vaso de agua limpia a sus hijos. No obstante y dado que disfrutamos -con
mérito o no es tema a discutir- de una cierta tranquilidad y normalidad, el asunto es atinente al problema de fondo. Mientras escribo
esto escucho en la radio un “tip” informativo que anuncia tal o cual descubrimiento en no recuerdo cual laboratorio: habrían hallado
cierta área cerebral que sería la responsable de la diferencia entre los individuos “reflexivos” e “impulsivos”…, lo cual explicaría todo y
resolvería de raíz el problema del comportamiento humano y sus filiaciones políticas y sus gustos, disgustos y acciones y reacciones….
No es así!..., no porque el cerebro sea más complejo de lo que se cree o porque falte mucho para conocer todos sus secretos, sino
porque las células, las moléculas y los órganos biológicos o la sinapsis cerebral son realidades fenoménicas cuya descripción no
constituye explicación y menos significancia. Las células no sienten ira ni nostalgia, el cerebro-cuerpo es la expresión material o
“realización” de un factor constituyente formal o “espiritual” y esto es lógica pura, discutible sin necesidad siquiera de adscribir a una
determinada cosmo-creencia; porque dicha distinción es apreciable inicialmente a nivel puramente lingüístico: el vocabulario,
sintaxis, gramática y semántica que “habla” de neuronas y axones y dendritas y conexiones sinápticas, es un discursa perfecta y
totalmente diferente al discurso significacional que habla de “estados de ánimo”; y no es cuestión de expresión textual porque
mezclando o vinculando impropiamente ambos planos, se comete el terrible error de asignar cualidad de explicación y significado a la
mera descripción de lo fenoménico; y ello conduce a la gran mistificación -hoy por hoy casi universal- que desde el seno de la
significancia, se rebaja a negarse su propia consistencia asignando valor causal a lo que si no es el mero efecto, es la simultánea
manifestación material de lo que en origen es cuando menos “anímico”. La actitud del individuo “más racionalista” no es efecto ni
producto de su “hardware” cerebral porque el cerebro es exactamente lo que parece ser (apariencia = fenómeno), indispensable para
la condición del ser-existente, cuya esencialidad potencial se expresa y manifiesta “como” materialidad (el subrayado es importante
para evitar el equívoco dualista, sea materialista o espiritualista).
No obstante esta invocación a la ley hilemórficaa y al meta-causalismo, más de alguien podría objetar que experimentalmente es
posible intervenir un cerebro física o químicamente y provocar determinados comportamientos o reactividades. Ello es parcialmente
cierto, y por eso es tan importante el alimento material y espiritual que damos a nuestro cuerpo y alma!...; pero tales
experimentalismos, si bien entendidos solo confirman la asimétrica bi-direccionalidad del vínculo estructural que liga las expresiones
existenciales de esa dualidad manifiesta: forzando y alterando el Soma, se fuerza a una reacción de la Psique para sostener la
consistencia de la unidad-dual completa, que debe reaccionar y así sea imperfecta, mala y forzadamente, ya que para mantener el
principio de unidad debe responder de algún modo, incluso remedando o simulando un estado anímico que justifique dicha
somatización más o menos espuria o “improcedente”.
Nota al margen: no quiero ser autorreferente pero el punto es demasiado importante y debí sintetizar en un par de frases lo que constituye el fondo de otro ensayo
hiper-extenso que -casi terminado-, inicié en el año 2000.
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DUALIDAD Y DUALISMOS; “POLARIDADES PSÍQUICAS”:


Sin entrar en el meollo del tema, me limito a recordar el título de algunas de las más conocidas antinomias culturales históricas, que
expresan antagónica y a veces belicosamente, simples versiones afectivas o afectadas de alternativas abstractas asumidas
“pasionalmente” sin criterio ni sentido crítico alguno:
.- Iconoclastas e iconofílicos:
Ese antiguo enfrentamiento que desembocara en una guerra fratricida (¿cuántos de sus entusiastas partícipes sabían lo que hacían?)
expresó una alternativa puramente anímica o si se prefiere, “psicológica” que como siempre degeneró y se extrovirtió en un
enfrentamiento que concitaba otras animosidades, intereses y conflictos varios, más o menos re-direccionados para dirimir otra clase
de problemas. Pero en esencia es el mismo tipo de alternativa que hoy enfrenta a los abstraccionistas contra los figurativistas, al
“minimalismo” opuesto a la exuberancia figurativa; polaridad que durante toda la historia del Arte e incluso de la Moda y sus
modismos, ha generado incontables controversias, disputas, discusiones y enfrentamientos; siendo que cada momento anímico-
cultural personal y colectivo propicia, favorece y alienta ciertos extremos en perjuicio de otros; provocando la invariable acción más o
menos subrepticia y oculta de las vanguardias que reaccionan contra el status quo o simplemente anticipan el siguiente cambio de
modalidad; según sean las condiciones contextuales y los mismos recursos tecnológicos porque es evidente que en la Europa post-
guerra con su afán reconstructivo y la escasez generalizada de recursos, servía más la ideología-bauhaus que la profusión desatada del
art-nouveau o de algún postmodernismo neo-barroco. Esto no es novedad alguna, como tampoco lo es el problema subyacente que
no consiste en dilucidar cuál es el arte o modalidad re-presentacional y creacional más valedera, sino el persistir en ignorar el origen
causal, o la componente “psíquica” de algo cuya objetividad es la otra parte, no primaria y no secundaria pero no la única. Al menos
en nuestra “occidental” tradición objetivista y exteriorista, solemos “doctrinizarlo” todo sin asumir el control del factor “interior”, y
ello es insuficiente, inconsistente y fuente permanente de discordias absurdas, colosales pérdidas de tiempo, trabajo y “energía” que
si se dan las condiciones, pueden ahondar otra clase de diferencias e “intereses” desatando brutalidades poco convenientes!.
Escuchar por ej. la discusión entre un partidario de la pintura abstracta y neo-realista es asistir al mismo diálogo de sordos que
normalmente contrapone al “derechista” con el “izquierdista”, incluso en estos tiempos cuando se ha perfeccionado el pseudo-arte
de simular indiferencia a cuentas de una mítica pluralidad y tolerancia que o bien enmascara el vacío conceptual y la ignorancia supina
(sin un punto de vista y una “condición” asumida y sin un interés, nada hay que discutir, y de hecho las plantas no discuten), o disimula
la más cínica hipocresía porque la acción descalificadora o beligerante o sanamente combativa queda desplazada a otros terrenos
menos explícitos y por ende más destructivos.
La “guerra de los iconoclastas” es la misma que contrapone a las escuelas psicológicas “imaginativas” vs. las “cognitivas”, a Adolf Loos
vs. Viollet le Duc, a los “abstractos” contra los “realistas” etc. etc. etc.; es la falsa antinomia maniqueísta entre la materia visible y el
espíritu invisible y en esto no cabe eclecticismo ni sincretismo alguno sino un Modelo Integral que reconozca la unidad latente en la
dualidad explícita de la condición existencial, apreciando y valorizando el rol de la Imagen como expresión de su propio principio
constitutivo-formal. Lo demás son afecciones pseudo-filiales que solo oficializan desequilibrios afectivos internos, exteriorizándolos
con el aval oficial de doctrinologías de similar e igualmente a-racional origen oscuro.

.- Racionalistas vs. románticos:


La misma contraposición entre el racionalista-analítico y el pasional, concretiza modalidades culturales muy acendradas; en especial
cuando el momento histórico privilegia ciertos cambios compulsivos (sucedió en el siglo 19) en desmedro de tradiciones o modos
cultural-existenciales que reaccionan ante esas imposiciones que si bien expresan un posible salto cualitativo, no respetan la identidad
e idoneidad de los beneficiados, propiciando reacciones pendulares negativas (por ej.: el auge del ocultismo y el espiritismo en el siglo
de la Ilustración; o el “culto a la personalidad” como sucedáneo paródico al culto divino oficialmente prohibido en los “socialismo
reales”; donde el nuevo orden supuestamente “democrático” produce esos engendros de caricatura perversa y delirante del antiguo
rey-tirano; sometiendo a los “liberados” a un grado de cautividad y abyección como nunca antes conociera la historia; y eso sigue
sucediendo!).
.- Naturalistas vs. Artificialistas
Variante de la antinomia romanticismo-racionalismo, derivaría de una de las emociones primarias y paradigmáticas: la nostalgia del
edén perdido ante la cual hay una alternativa radical: la regresión hacia la naturaleza-madre-pasado idílico extraviado o la progresión
hacia el fin/final/finalidad de la historia, que discurre por una línea inventiva, creativa “artificial” (por eso la cosmogénesis judeo-
cristiana culmina en la Ciudad Santa que corona la Nueva Tierra y el Nuevo Cielo apocalíptico: inicio en el “jardín de Edén, fin/final en
la Nueva Ciudad). ¿Quién tiene la razón?..., esta vez la alternativa no es simétrica y es mi personal creencia que el sentido de la
historia es progresivo, inventivo y creativo; no cíclico, no ilusorio. Pero la compulsión puede ser muy destructiva, no extrañando que
los desastres ecológicos del “socialismo real” -obsesivamente artificialista- sean tan escandalosos (el mito del “paraíso en la tierra” es
un delirio artificialista propio de cierto revolucionarismo racionalista, que como el Marxismo-Leninismo-Maoísmo constituye y
presenta la versión paródica y técnicamente inversa de la cosmogénesis religiosa, invirtiendo -y pervirtiendo, por confesión y admisión
propia de fines- casi todos sus términos, valores y “principios”). El vector final ha de señalar una dirección inequívoca “hacia adelante
y hacia arriba” (no solo hacia delante (voluntarismo prometeico, materialismo etc.), no solo hacia arriba (espiritualismo)); y en dicha
progresión histórica hace falta cierta dosis “menor” (para evitar el frustrante y esterilizante equilibrio isostático, o “equilibrismo
moral-moralista”) de sensibilidad regresiva, conservadora, romántica-naturalista; a no confundir con el romanticismo creativo del
“sturm und drang”, que se contraponía al clasicismo purista no por ser regresivo sino por enfatizar el rol del caos-drama en la
creatividad, contraponiendo un tanto inicuamente (des-equilibradamente) la Libertad Creativa a la Libertad Moral.
.- Nacionalistas vs. Internacionalistas:
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Nótese que no hablo de “nacionalismo e internacionalismo”, porque lo que me interesa destacar es precisamente la raíz personal, no
su “posterior” formulación doctrinaria (sofisticada o panfletaria que sea). En esto la historia reciente muestra diferencias
importantes, al menos en cuanto al discurso oficial. En todo caso, no es la filiación política lo que nos hace más sensibles a la “patria”
o más proclives al internacionalismo, sino lo contrario: una mezcla indiscriminada de aficiones, temores, recuerdos, anhelos,
nostalgias y referentes mnésicos propios y colectivos terminan caracterizando cierta actitud/disposición -más o menos natural o
artificiosa- hacia la contextualidad y “ambientalidad”, aquella locación y definición espacio-temporal que en sentido amplio conforma
y configura la mismísima “condición”, ese ser-existir y estar insoslayable, porque los humanos somos “seres existentes”, y me refiero a
esa acepción tan apreciada por el fenomenologismo que entiende la existencia “también” como ex - sistencia, ese “estar fuera de sí”
que reconoce el factor genético de la interioridad y la realidad constituida del “estar-en-el mundo” y como-mundo, constituyendo la
exterioridad objetiva y subjetiva; ante la cual se polarizan y extreman ciertas reacciones y actitudes; aquello que apreciamos en el
clásico derechista-ultra-nacionalista (sea en versión abstracta o “étnica”) o su equivalente inverso: el internacionalista que evita la
patología inherente a la obsesión fóbica “contra el extraño” y lo extraño (lo ajeno al contexto ambiental objetivo y afectivo) aunque
no puede -no tendría por qué hacerlo- evitar la re proposición transmutada de las mismas filiaciones, mediante los cambios
semánticos de rigor: La revolución en vez de La patria, el mundo en vez del país etc. Las grandes identidades concretas existen a
escala familiar, parental y local: la aldea natal, la ciudad y cuando mucho la región; porque las identidades nacionales se han
consolidado más o menos forzada, artificial y artificiosamente gracias incluso a instancias aglutinantes no muy gloriosas o no muy
profundas, como el mismísimo fútbol (hay países europeos donde ni siquiera la lengua oficial concita tanta unificante unificación
como la “selección nacional”); o una retórica populista majaderamente enseñada y reiterada desde los primeros años escolares, con
todas sus mistificaciones, falsedades, leyendas, mitos y sueños; lo cual no es necesaria y totalmente negativo porque sirve como
factor de unión y de condensación cultural, facilitando la caracterización funcional y en especial una “imagen de realidad propia” que
de momento, la cultura humana necesita como interfase vinculante con la realidad genérica y la “conciencia de mundo”.
.- Extrovertidos e Introvertidos:
Recomiendo la lectura de “Tipos psicológicos”, donde Jung ofrece su mayor esfuerzo de sistematización teórica con un notable
tratado sobre el carácter y las actitudes del psiquismo, que no obstante el anacronismo de muchos supuestos y términos, conserva
notable actualidad y dosis nada desdeñables de -es mi opinión- “verdad” (lo digo por un motivo muy simple: al leer ese libro entendí
una gran cantidad y cualidad de hechos personales propios y ajenos, con una claridad meridiana e incluso con sorprendentes
diagnósticos proyectivos o anticipatorios). Especialmente importante es la combinación de las “funciones” (intelectual, perceptiva,
emocional e intuitiva) con los tipos de “actitud” (introvertida y extrovertida) que conforma un repertorio de “tipos psicológicos”
suficientemente amplio y preciso para entender buena parte de las caracterizaciones “temperamentales” de los humanos, las mismas
que terminan produciendo complejas formulaciones teóricas, modélicas o doctrinarias; usadas a su vez como pre-texto y justificativo
objetivista para luchas y conflictos diversos. Esto no apologiza el subjetivismo o el relativismo, muy por el contrario: cada “tipo”
corresponde a un modo de ser-existir-estar en el espacio tiempo, en la historia y “como” historia; y estas modalidades permiten entre
otras cosas, perfeccionar vinculaciones con el Mundo que finalmente posibilitan conocimientos específicos limitados pero válidos. No
verdades diferentes o multivalentes, sino aspectos y matices de la verdad objetiva; y conociendo el origen motivacional de tales
predilecciones y especializaciones, se evitarían muchos enfrentamientos destructivos e inútiles. No se trata obviamente de ir por la
vida con un psicoanalista al lado, sino de saber que el apasionamiento por tal o cual creencia es independiente de su validez objetiva;
y si queremos convencer en vez de vencer, necesitamos un diálogo abierto, racional y objetivo, desplazando el apasionamiento no a la
beligerancia sino hacia cualquier filiación “amable y amante”, unitiva y no destructiva (incluyendo por cierto la philo-sophia). Amemos
la posibilidad de conversar, el anhelo de plenitud y verdad, la intuición profunda de la radical belleza y bondad de esa verdad con la
cual mantenemos un vínculo menor pero potencialmente creciente. El espiritualismo oriental tiene o tenía el problema contrario:
puro interiorismo sin vínculo alguno con la exterioridad objetiva (actual y/o potencial que sea), cayendo finalmente en el subjetivismo
personal y cosmológico (me refiero a las castas especializadas en lo interior-espiritual, porque matiz más o menos, el campesino del
alto Tíbet en poco se diferencia del campesino de Paine, misma similitud que comparten el ciudadano de Buenos Aires, París o
Santiago).

Las alternativas plantean opciones reales y “asuntos de verdad”, pero el problema radica en la adopción fanática de abanderamientos
irracionales, los mismos que terminan enemistando mortalmente Capuletos y Montescos, Blancos y Azules (desde Bizancio hasta el
Santiago hodierno), rojos y negros y blancos (me refiero a ciertas coloraturas políticas…) etc.. El objetivo no es atenuar la pasionalidad,
ni atemperar y ni siquiera morigerar los entusiasmos que necesitamos para vivir y progresar hacia la Meta, esfuerzo heroico y
sacrificial que entre otros aditamentos, condimentos y complementos también necesita ese impulso potente que nunca
proporcionará la razón-razonamiento (no por sí sola) ni los genes que únicamente materializan la constitución pre-existente o
potencial-virtual de cada quien. Lo que realmente necesitamos es canalizar, direccionar, optimizar el “sentido” de esa pasionalidad
que mueve y con-mueve; y que permite activar el ejercicio “real y realizante” de la voluntad (que es el verbo activo de la libertad),
evitando los extremos inicuos del inmovilismo yoico y el voluntarismo egoico. Retorno al caso prototípico del “empresario”, que
encarna, expresa y re-presenta uno de los referentes icónicos más señeros para “unos” y “otros”:
¿Porqué hace lo que hace?..., ¿defiende solo intereses de clase respondiendo a una ciega, mecánica, determinista y fatalista lógica de
realidad?... (la inteligencia y sensibilidad psicológica nunca fue el fuerte de Marx, personal ni teóricamente). ¿Qué razón y/o
motivación tiene para persistir en una labor y actividad no exenta de tensiones, odiosidades, incomprensiones y animadversiones que
se remontan al origen de los tiempos culturales porque si bien la antigua moral veterotestamentaria identificaba riqueza con bondad,
y no obstante la valorización que la Reforma hace de esta misma ley en clave determinista o predestinacionista, la tradición discurre
mayoritariamente por esa mezcla de aversión-envidia y sospecha ante el éxito pecuniario que por razones técnicas difícilmente se
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obtiene amando al prójimo o contemplando atardeceres: Entonces: si la mayoría de los “empresarios acaudalados” podría retirarse a
vivir cómodamente por 1000 años ellos y sus descendientes, evitando toda la acrimonia y hostilidad que al menos en los países
“latinos” suele rodearles; ¿porqué no lo hacen si aparentemente les conviene?...
No lo hacen y no quieren hacerlo, porque en contra de ese mito urbano reciente que sintetiza la historia del universo, el cosmos y la
humanidad doliente en el “pasarlo bien” (para mi “gusto” es la frase más tonta que conozco, y la que más entontece); el gran objetivo
primario del humano existente en clave extrovertida o pro-activa, es “hacer algo significativo que le proporcione sentido y valor
(significancia) a su vida, haciéndole sentir que es alguien”; lo que es mayoritariamente resuelto -a escala social funcional- mediante la
adopción de roles egoicos o “personalidades”, que cada momento cultural ofrece concretizadas en una gama limitada que sentencia
lo que es socialmente aceptable y apreciable, y lo que no lo es (por ej.: en estos tiempos, la imagen del poeta-maldito-tuberculoso no
es muy apreciada que digamos).
Vamos al otro extremo: ¿Y el obrero?..., ¿porqué el 99% de los pequeño-burgueses progresistas políticamente correctos, de aquellos
que en todas las discusiones defienden “a brazo partido” el modelo cubano, si se les invita a ir a vivir a ese país (los recibirían
encantados), descartan absolutamente esa posibilidad?... O bien: ¿porqué insisten en criticar el “sistema” sabiendo a ciencia cierta
que según sus “intereses de clase” todas las comparaciones favorecen precisamente a sus antagonistas?; porque si comparamos
“socio-económicamente” USA vs. URSS, Chile vs. Cuba, Alemania Occidental vs. Alemania oriental, Corea del Sur vs. Corea del Norte,
China vs. Taiwán (antes de la fórmula mágica del “1 país 2 sistemas”…; primera aplicación “continental” de la esquizofrenia a efectos
funcionales y productivos…), Europa Occidental vs. Europa del Este etc. etc., las diferencias son abismales: la clase trabajadora y media
que vive en un país “capitalista” goza de niveles materiales de vida y libertades cívicas inmensamente superiores a sus contrapartes;
en contra de todas las predicciones y previsiones e intenciones, obligando a invocar, para justificar lo injustificable, los tres
“fabulosos” enemigos que mencionaba J.F. Revel: interior, exterior y anterior (proyección de un triduo paranoico claramente interno).
No obstante estas evidencias objetivas y empíricas, la aversión subsiste y es intensa... ¿A nivel de obreros o trabajadores
proletarios?... No, sino a nivel de la inefable clase media, un sector de la pequeña burguesía, cierta élite intelectual situada en el limbo
intermedio entre los trabajadores empresarios y los trabajadores proletarios y no pretendo igualarlos ni mucho menos porque a
diferencia de lo que creía Levi-Strauss, que Juan ame u odie a María no es lo mismo, y no es lo mismo vivir en un edificio-bloque más
alucinante que el paisaje de Birkenau, que hacerlo en una hermosa casa rodeada de jardines. Las distinciones son objetivas, pero no
quieren ser entendidas ni reconocidas ni conocidas; ni por los unos ni por los otros porque y vaya a saber uno cual es la verdadera
razón, el mundo pareciera estar regido no solo por una peligrosa mezcla de maldad e idiotez, sino principalmente por la Mentira. Y tan
mentira es que ello no es verdad, solo una ilusión de apariencia, una falsa imagen, el efecto especular de la Imago Mundi y su factor
causal: la Imago Dei primordial; y ese efecto causa el efecticismo que finalmente encontramos en el camino hacia el Camino, como
ilusión especular que “parece” mostrar y demostrar una bifurcación: o a la derecha o a la izquierda!, la primera y permanente
alternativa moral que o es tal o es -como sospecho- un espejismo, una trampa mortal!.
Estamos ante una cuestión subjetivamente emocional y objetivamente racional de “imagen!.
Recuerdo nuevamente a E. Fromm: el esquema polar del socialismo-catolicismo vs. el capitalismo-protestantismo tiene un leve atisbo
de verdad pero no es esa ley categórica que sugiriera M. Weber, Tawney y cía., tal como lo han comenzado a discutir pensadores
como Berman, Skinner y otros. Era la creencia tradicional -compartida (razones y/o motivaciones diversas) por muchos católicos y
anticatólicos...- sobre la identidad-vinculación entre el desarrollo-progreso capitalista mittel-europeo y protestante vs. la Europa
mediterránea-católica, que satisfacía algunas necesidades afectivas en un sentido como en el otro: cierta tradición anti-católica y anti-
“latina” latente en el ámbito centro-europeo disfrutaba con esta supuesta verdad causal que permitía descalificar creencias, razas y
“estilos de vida” odiados y por ende, subliminalmente admirados y deseados; mientras que en ciertos sectores del “progresismo”
católico se veía con buenos ojos esta identificación entre el protestantismo septentrional y el capitalismo avieso. Todos contentos…
pero no era verdad!. Sin embargo hay otras doctrinas a calificar y descalificar.
A todo esto veo otro problema que esta clase de oposiciones afectivas y bastante “neuróticas” oculta o desplaza, por ejemplo las
alternativas que suscita la Libertad y ante las cuales la humanidad se ha dividido siempre entre quienes aceptan y los que rechazan el
desafío, quienes veneran la vida o la muerte, la creatividad incierta e inventiva o la relativa seguridad de lo ya constituido e invariable:
fatalismo, predestinacionismo, causalismo mecánico, mecanicismo, ley de kharma/dharma etc.,, cosmología cíclica y eternista, vida
como ilusión yoica de libertad. ¿Estas negaciones e involuciones favorecen o son propias de la mentalidad de derecha o izquierda?....
Marx es un voluntarista pero también un mecanicista en versión “dialéctica”, y Adam Smith también entiende la realidad como un
campo ya constituido de posibilidades. Ambos definen la realidad/mundo como lo determinante, como el todo existente según leyes
invariables que todo lo explican y condicionan excepto a ellos mismos, porque al “decirlo” se sitúan perfecta y absolutamente “fuera”
de esa exterioridad, y por lógica de doble negación, “dentro”. Pero al interior de qué: ¿de sí mismos, de la interioridad genérica del
mundo?. El amor y el temor a la libertad, esa excelsa cualidad divina sin la cual nada se entiende y nada existiría, que nos cualifica por
gracia con-cedida, es una pulsión alternante que requiere un pronunciamiento, una definición, una respuesta y una acción. Libertad
requiere responsabilidad, creatividad y positividad; y por supuesto que estemos “vivos”, nosotros mismos y todos los “otros” porque
no hay un solo otro que no sea también un Yo propio, como nuestro propio Yo; que es un en sí actual y potencial y también un vínculo
indisoluble e irrenunciable a los otros, sin discriminación alguna.
ENTRANDO EN MATERIA:
Aquel que inquiere si lo que pensamos, decimos o hacemos es de “izquierda o derecha”, y lo hace no por legítima curiosidad o
pretexto dialogante sino por afán, impulso y decisión; es quien califica/descalifica política/ideológicamente primero para luego
efectuar-ejecutar la correspondiente sentencia (mismo procedimiento psíquico-cultural de cualquier inquisidor o comisario político).
La calificación-juicio-sentencia no es simétrica ni equitativa porque es un hecho que predomina un bando calificador; y se sub-
entiende que si lo calificado es de “izquierda” (o al menos de centro-izquierda, suma y piadosísima concesión...), es válido, y viceversa.
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Es decir: el contenido o sustancia interesa absolutamente nada, la verdad vale o importa menos que un cero absoluto (menos, de
hecho es sospechosa, y sospechoso es proclamar filiación o simpatía alguna hacia ella, porque contradice o contraviene varios anti-
dogmas del fundamentalismo laicista laicísticamente correcto). Yo me pregunto: la afirmación “2+2=4”, ¿es de derecha o izquierda?...
(hay matemáticos y analistas lógicos que cuestionan los silogismos “evidentes”, pero eso es otro tema); o la mismísima verdad, o la
Verdad de la verdad, ¿cómo se sitúa en el espectro político-esquizoide clásico?... Me lo he preguntado seriamente y sin ironía alguna,
porque me cuesta entender este modo de ponderar las cosas, que corresponde a maniqueísmo puro y no pretendo disimular ni
atenuar las alternativas políticas que son real y terriblemente importantes; pero afirmo que nada tienen que ver con la verdad ni con
cuestión filosófica o científica alguna; sino a la simple lucha por “conquistar el Mundo” o más bien por extender el dominio que ya se
tiene, quien lo tiene, cuando lo tiene. Afán de poderío cuya principal estrategia es la mentira, porque el poder que se ansía es ilusorio,
falso o cuando mucho fugaz, y dicha falsía falsea todo lo demás, incluyendo la mistificación de las filiaciones políticas, más fácilmente
manipulables si reducidas a esquematismos ideológicos “externos” o falsamente objetivos.
Sería fácil bosquejar una psico-patología política, para -por ej.- entender porqué dos ciudadanos pertenecientes a la misma clase o
contexto socio-económico-cultural, con formaciones similares e intereses casi idénticos, se sitúan en lados opuestos de la barricada
ideológica, con un apasionamiento que revela claramente la matriz afectivo-sentimental de sus posturas; pero no sería políticamente
correcto...
A veces incluso me dejo influenciar por esta cuasi-locura y me convenzo que si persigo el descubrimiento y difusión de la verdad-
verdad, he de estar en el “centro”..., porque -lo reitero- el conservador temeroso preferirá creer que 2+2=3, mientras que el audaz e
irreverente revolucionario correrá el riesgo y jurará que 2+2=5.... Tonterías?..., aunque de las perspectivas integrales y “totales” surge
casi siempre una interesante valorización de la Centralidad.
Según cierta parte del “alma conservadora” -la más lúcida-, el actual “progresismo de izquierda” ha adoptado casi completamente el
modelo socio-económico basado en lo que antes se denominaba “capitalismo” (la actual “economía de mercado” o, más
socialísticamente, “economía social de mercado”); y ello le causa una especie de “complejo y sentimiento de culpa”, una desazón
profunda y una contradicción interna que por lo insoportable termina siendo extrovertida o proyectada, buscando el alivio que no
llega. Y dicha proyección distorsiona incluso los esquematismos históricos que no obstante su desacierto e irrealidad, al menos eran
simples y coherentes. Ahora en cambio, olvidando sus originales preocupaciones por la condición de los oprimidos, explotados y
marginados, el izquierdista parece concentrar sus armas culturales, ideológicas, mediáticas, institucionales, políticas y legales en
propagar, promocionar, legalizar e imponer un extraño programa-plan que pretende legalizar y sistematizar la práctica social e
individual de la muerte-asesinato, aniquilar la familia biológica y psico-moral como núcleo organizante de la comunidad, legalizar
todos (“todos”, ya se verá) los vicios & perversiones y prohibir la libertad de expresión (concedida solo a “ellos”) en general y la
libertad religiosa en particular. Este panorama apocalíptico... no es exageración mía, sino la simple síntesis de lo que “ellos” dicen,
vociferan o susurran día a día, en todos los medios de comunicación. ¿Es este el estado actual de la voluntad y programa de
“izquierda”?..., No, y son miles, centenares de miles, millones los “izquierdistas de tradición y corazón” que observan con inquietud
creciente esta progresión progresísticamente incorrecta, comenzando a sentir un principio de inquietud, porque la comparación entre
ciertos planes “socialistas” con los objetivos del nacional-socialismo, ha dejado de ser un argumento efectista y comienza a mostrar
signos de preocupante realidad.

Ateniéndome a lo experimentado y “visto”, no tengo mayores dudas en cuanto a gracias y desgracias, vicios y virtudes, verdades y
falacias, positividades y negatividades de la tradicional “izquierda” y “derecha” tal como se expresa personificada en los respectivos
“izquierdistas y derechistas” en las grandes comunidades urbanas-occidentales y en nuestro medio en particular; y conozco bastante
bien los respectivos ambientes psico-culturales porque “estuve” íntimamente relacionado con ambos por circunstancias diversas; y en
términos puramente “sentimentales” debo confesar que ya no me siento suficientemente bien en ninguno de ambos “clubes”, con los
cuales compartí emocionantes y muy disímiles entusiasmos durante ciertas fases un tanto des-equilibradas (“inicuas”) de mi
existencia; lo cual me permite “saber de qué estoy hablando” ese mínimo suficiente que sostiene subjetiva y objetivamente cualquier
discurso, proporcionando la confianza en que el eventual lector compartirá dicha humilde certeza.
Y no tanto por concordancia explícita o empatías y antipatías ídem, sino por la invocación a esa verdad cuya primera epifanía es
precisamente la libertad que “sin duda alguna” tenemos para aceptarla, intuirla o incluso negarla. Y esto es parte de la gran
alternativa y es anterior a su resolución y por ende precede cualquier caracterización y caricaturización, derechas-izquierdas más que
incluidas!.|
Si se trata de evaluar el contenido del tema de este ensayo, hay que ser absolutamente objetivos, todo lo que se pueda...; lo cual no
implica hacer un esfuerzo por convertirnos en una especie de máquina expendedora de razonamientos puros, sino en atenuar y
reducir la tasa de autoengaño bajo el umbral o límite que marca la diferencia entre la verdad y la mentira. Con eso basta. Y en tal
predicamento hago otra humilde confesión de relativa soberbia…: mi estilo argumental y narrativo suele ser muy pasional, apasionado
y -espero- apasionante (quiero decir “entretenido”...), y por eso disfruto tanto con el estilo literario de Oriana Fallaci incluso cuando
afirma cosas contrarias a mis creencias (y lo hace a menudo!); pero tratándose de una racionalización de la pasionalidad he debido
morigerarme, adecuarme y en cierto modo inhibirme y purificarme para decantar una textualidad cuya tipografía semántica fuese
mínimamente coherente con la significancia del predicado. De todos modos, por sobre y bajo mis expresionismos más o menos
afectivos, interesa la mayor o menor verdad, veracidad, acierto y “lógica” de lo aseverado porque lo que está en dramático juego es la
verdad y la Verdad de la verdad; y eso no es cuestión de calificación ideológica ni de consensos pseudo-democráticos porque la
realidad de Dios o el cálculo de la masa de los electrones o la mecánica del cambio climático no se define por opiniones, gustos,
tendencias sociológicas o manipulaciones mediáticas. El cómo gestionamos social, familiar e individualmente la “realidad” y la relación
entre su virtualidad y la Verdad de la verdad, eso sí puede ser un asunto de conveniencia y convivencia, sujeto a los acuerdos,
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preferencias y consensos de rigor; pero incluso esas discusiones y negociaciones requieren un ámbito de libertad moral y absoluta
libertad de expresión política, cultural y religiosa. Cualquier condición inferior a ello es pura y simple dictadura, tiranía, cautividad; por
muy sutil y elegante que sea su sistematización institucional. Y ello no es aceptable.
Digo todo esto porque conozco muchas personas que sin atreverse a explicitar frontal y sinceramente la clásica y pérfida pregunta:
“¿es de izquierda o derecha?...”, tienen ese esquema esquizoide tan “internalizado” que si no lo dicen frontalmente lo piensan,
calificando o descalificando en los mismos términos. Acepto el “juicio” pero no el “enjuiciamiento”, porque estamos en “guerra
permanente” pero ésta no es entre la derecha y la izquierda, sino entre el Bien y el mal, entre la Virtud y el Vicio, entre la Verdad y la
mentira, entre la Vida y la muerte; una guerra interior y exterior, racional y pasional; que constituye una gran paradoja porque
perdemos casi todas las batallas ya que el triunfo final está garantizado. Pero hay costumbres y perezas mentales & emocionales que
están demasiado enraizadas en la cultura contemporánea.
Entonces reitero la simple, cándida e irritante pregunta; que los especialistas consideran una solemne tontería pero nunca responden,
excepto claro está con esos habituales cantinfleos usados para -mediante prodigiosas elipsis y parábolas- terminar diciendo nada o
menos aún (el calificativo es impropio: Cantinflas era bastante consistente en sus expresiones verbales): ¿es la Verdad de izquierda o
derecha?..., está más en la izquierda o en la derecha o en el centro?... Las coordenadas espaciales político-ideológicas son una cuestión
de rendimiento, conveniencia, utilidad personal, familiar y social; y nada tienen que ver con la cuestión de la verdad excepto
reeditemos antiguas ideologías -tipo marxismo- con pretensiones de filosofía, epistemología, historiología, sociología y cosmología
todo junto y revuelto invocando el único y solipsista detalle que la gran teoría no explica: el porqué la historia del proletariado y de la
humanidad iba a ser explicada y solucionada por un pequeño burgués que nunca quiso poner el pié en una fábrica, no obstante la
insistencia de su amigo y financista Engels. El problema cultural es otro, porque la mayoría de las personas -incluyendo muchos
expertos-, no distinguen mayormente entre la “realidad de las cosas”, la “verdad de la realidad”, la “dicción textual de esa verdad” y la
imagen de tales reflejos y modelos internos. Dejo piadosamente a un lado el relativismo-subjetivismo que tanto éxito, difusión y
apreciación está teniendo en las castas pequeño-burguesas de las comunidades más económicamente “desarrolladas”, porque es una
( ) …; indigna de tanta fama (niegan haya una verdad objetiva, lo niegan absolutamente, excepto... excepto dicha afirmación que se
auto-presenta como categórica, absoluta, dogmática, incuestionable, irrefutable, indiscutible...), y sintetizaré telegráficamente los
principales tópicos del tema “verdad”:
.- la verdad no es la realidad, no como la entendemos cultural o filosófica/científicamente los humanos existentes. Pero: ¿es parte de
ella o un reflejo modélico interior y textualizado en virtud de la lógica emanada del Logos, que por alguna sorprendente razón
podemos intuir y “decir”?... La respuesta depende del cómo es dicha, expresada, asumida y vivida por la humanidad existente que
reflexiona críticamente sobre su condición actual y potencial; dado que toda la cultura humana, filosofía y ciencia incluida, es un
pensar sobre el misterio de la propia realidad, tal como aparece en el momento de pensar, tal como fue y podría ser, llegar a “ser”?...
Fenomenología y Ontología.
.- la verdad humana se despliega como un amplio espectro de sintonías, sincronizaciones y simpatías & empatías entre la “realidad de
las cosas” y la conciencia humana, la inteligencia humana, la reflexión humana, la inteligencia humana, la intuición humana, los
sentimientos humanos...; y de estas relaciones deriva, surge, decantan construcciones textuales que “dicen algo al respecto”; y ese
algo es distinto al objeto de lo dicho y diferente a quien lo dice e incluso diferente al modo cómo lo dice, siendo por ende algo
“nuevo”, no necesariamente verídico, acertado o positivo. Al margen: los actos/acciones cognoscitivas son siempre operaciones
psíquicas integrales, más o menos afectivas pero que necesariamente han de incluir la percepción óntica (intuición) que permite
aprehender contenidos verbales puros u ónticos, la percepción sensorial que vincula a lo fenoménico-figurativo, el intelecto racional
que permite “decir” el relato y/o la formulación más o menos abstracta del caso, y la correspondiente Síntesis que antecede el
registro mnésico; y cuyas afecciones o tensionamientos conocemos como “afectos” y en su versión más numinosa, “sentimientos”. Las
construcciones racional/intelectivas puras sirven, si acaso, para resolver problemas de lógica pura o cálculo matemático. Sin esta
integración vivencial predominará el discurso racional abstracto y abstraído “en demasía” (racionalismo), o la intuición (intuicionismo
o idealismos varios), la percepción sensorial (empirismos y materialismos varios).
.- debido a la confusión post-babélica (uno de los eventos “en origen” secundarios, subsecuente a la “caída”, causa de ese “factor de
imperfección” que muchos consideran erróneamente inherente a la naturaleza o al “mundo”), no tenemos un lenguaje único,
completo, perfecto..., y el “modo cómo se dicen las cosas referente a las cosas” es importante, porque el o los “lenguajes no son
neutros”; aunque todos (me refiero a idiomas, tipos y estilos expresivos: una cosa es pensar y escribir en japonés o español, otra
hacerlo en prosa o “poéticamente”, otra en términos lógicos o metafóricos, otra en estilo purista o expresionista etc.) conservan
suficiente potencia, fuerza, precisión y eficacia para re-nominar las cosas, porque son el eco lejano y distorsionado pero aún
consistente, de la Palabra creadora del Logos (de su discurso constructivo…).
.- la “realidad de las cosas” se entiende en perspectiva dual y paradójica: primero distinguiendo entre las realidades esenciales o “ya
constituidas” (Dios, un “ángel”, un acto de amor, una ley lógico/verbal etc.) y la realidad existente que es condicional, virtual,
potencial; que está en “proceso de realización” o si se prefiere, tendiendo hacia su plenitud, hacia la o una o su meta trascendente.
.- por eso, las verdades “dichas” por los humanos son discursos textuales oscilantes entre la formulación abstracta
(lógico/matemática) y la narración textual que a su vez varía entre el relato descriptivo (de lo fenoménico -ciencia- o de lo óntico -
“visión”-) o el despliegue (explicación) analítico; y ello es posible gracias a esa cualidad cognoscitiva y re-cognoscitiva que disfrutamos
por ser Imago Dei (hecho cualitativo “óptimo”, aceptable incluso por un no-creyente, agnóstico o ateo-ateísta), por compartir
analógica e isomórficamente un fragmento reflejo del Logos creador divino, porque el Mundo es “lógico” aunque está alterado,
perturbado y corrompido debido a otros agentes, hechos, factores relacionados con el mal ejercicio de la Libertad. Es la ley y
estructura y sistema dual que define la realidad como un proceso real, la historia como una tensión entre el Principio Espiritual, su
materialidad-materialización explícita o “aparente” (el fenómeno) y su Meta; y es por esto y sobre esto y en esto y desde esto que la
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mente humana puede efectuar operaciones “verbales” (“lógicas”) y materializarlas textualmente, para “decir algo” sobre el efecto de
la Palabra que causa, estructura, materializa y anima el universo. Y eso lo dice con “palabras”..., intentando “decir la Verdad”..., pero
no solo con palabras: también con actos co, pro y re-creativos que suman sus aportes a la verdad actual y potencial de la realidad,
“haciendo realidad” y por ende “haciendo verdad”. Y también con imágenes re-productivas o inventivas.
.- porque siendo nuestro Mundo un proyecto en curso de realización, la verdad no solo es algo a descubrir, sino a co-crear, a
completar, a construir (Marx lo entendió pero per-versamente). Entonces, las formulaciones abstractas de la verdad valen y sirven,
limitadas a la “dicción” de las leyes ónticas del Principio Espiritual (de la Paradoja Mundo), como la lógica y las matemáticas; y sirven
también para conceptualizar modelos referenciales de lo cósmico, de la verdad de la Verdad; pero para lo contingente, material-físico,
fenoménico y/o figurativo; corresponde la descripción textual, figurativa, imaginativa..., la re-presentación y también la formulación y
dicción de las potencias en acto, de la verdad subyacente en los movimientos de lo aparente.
.- la co-creatividad de la cultura y existencialidad humana implica también -además de entender la Libertad como una construcción o
encaminamiento inventivo y novedoso hacia la plena realización- reconocer los límites inherentes a su diálogo con la “realidad”. Es un
equivalente del conocido “principio de incertidumbre” en física teórica: incluso en términos monistas, cualquier formulación o dicción
sobre la “verdad de la realidad”, constituye “algo” que antes no existía en dicha realidad, y por ende en el mismo momento y acto en
que se “dice”, la modifica invalidando lo dicho porque aquello que explicó y/o describió, al hacerlo ya cambió y ya no corresponde a lo
explicado o dicho... Esto que parece una sofisticación argumental intrascendente, se entiende mejor apreciando los errores y horrores
de ciertas filosofías convertidas en ideologías, aplicadas a su vez por la fuerza, el terror y la violencia extrema a una “realidad” que se
resistía a coincidir con sus descripciones, análisis y proyecciones/predicciones. Esta mecánica determinista ofrece la peor versión del
voluntarismo situándose en las antípodas de toda verdad y realidad; no distinguiéndose entre su versión derechista e izquierdista,
excepto claro está si nos importase que quien nos golpea o tortura o asesina dice ser de izquierda o de derecha, y hay varios a quienes
sí les interesa saber “de qué lado viene el golpe”.
.- la verdad de la Verdad, la Verdad de la verdad... Por eso el Verbo encarnado, al asumir la condición material y humana, dijo y dice:
“Yo soy el camino, la verdad y la vida…”. Una afirmación más que interesante y que no discrimina al oyente porque es una invitación,
no una explicación, estando destinada tanto a la “mente” cuanto al “corazón”; al entendimiento, al sentimiento, a la voluntad que lo
conmueve y mueve activando esa libertad cuyo primer desafío es enfrentar la trampa de su propia ilusión imposible, pero visible.
Esta breve reflexión no proviene de teoría, modelo o hipótesis alguna, sino de la constatación empírica, formalizada claro está por el
conjunto de creencias y referencias que constituyen mi acervo “mental y senti-mental”.
Observando el comportamiento “histórico” de las personas pertenecientes a mi “primer círculo” (familiares, parientes, amistades),
noto que grosso modo hay una característica caracterial que distingue el “modo de vivir” entre quienes podrían ser tildados de
“izquierdistas” y los “derechistas”(me atengo a los criterios calificativos de uso común, que comparto poco o nada). Porque como dije
desde el principio, el objeto de mi interés es el misterio de ciertos antagonismos que se manifiestan en personas de similar condición
social, económica, cultural e incluso bio-psicológica.
En tal perspectiva vuelvo al tema de los deberes-derechos: El “izquierdista” o el “progresista” genérico, cree instintivamente en los
“derechos”, mientras que el “derechista” cree voluntariosamente en los “deberes”. El primero pre-supone que “tiene el derecho a ser
feliz”, tanto como el otro post-supone que “debe ser feliz”. Ello causa una sucesión de actitudes diferenciadas que terminan
caracterizando roles-personalidades-personajes bien disímiles; que corresponden a caracterologías (y a veces “caracteropatías”)
igualmente distintas (es evidente que hay un conjunto de patrones, condiciones y disposiciones psico-morales que inducen a unos y
otros para que adopten finalmente dichos roles sociales y “políticos”, pero en algún instante óntico que se repite continua y
“eternamente”, el Alma opta, escoge, decide “libremente” aunque ello se exprese sumido en la apariencia determinista de la
apariencia material o fenoménica de lo existente). El progresista que exige se cumpla su “derecho” a ser feliz, tiende a ser pro-pasivo y
a entender la realidad/mundo como una dialéctica antagónica entre quienes “debieran” proveerle gratuitamente esa felicidad (el
estado, el gobierno, la nación, la madre patria, la revolución, la madre naturaleza, los padres etc.), y los “enemigos” que impiden,
obstaculizan, obstruyen tal posibilidad (el sistema, el capitalismo, las multinacionales, los ricos, la burguesía, los conservadores, los
derechistas etc.). El derechista es por su parte pro-activo y no le interesan mayormente aliados ni adversarios, solo que se den las
condiciones para que pueda actuar y “cumplir su voluntad” que considera factor suficiente para “realizar sus metas”; lo cual
distinguirá entre quienes y por razones “subjetivas” verán el mundo como un gran campo siempre abierto de oportunidades
explícitas, y quienes (la botella medio vacía…) lo sienten como un territorio conquistable pero hostil. El izquierdista se arroga para sí
los derechos, lo cual lo fuerza a asignarle a los otros los deberes (tiene que comer...); y demás está decir que ello puede conducir al
parasitismo y a cierta forma un tanto paranoide de fatalismo positivo o negativo según sea el matiz. El derechista incurre en un
desequilibrio opuesto: la obsesión por el “deber-poder” degenera fácilmente en compulsión voluntarista y su connatural
egocentrismo & egoísmo; y en algunos males subsecuentes: esa falta de “sensibilidad” (personal, social ecológica) que caracteriza a
los hiper-activos, que es totalmente transversal porque no distingue entre el empresario-emprendedor industrial o revolucionario que
arrasan cuanto obstáculo interfiera su voluntad (la transversalidad es de hecho una constante, pero cuesta apreciarla porque estamos
entrenados para caracterizarlo todo en términos no duales pero si dualistas y -peor aun- maniqueístas).
El “derechista” tiende con mayor facilidad a la insensibilidad egoísta hacia lo demás y los demás (y también hacia sí mismo, porque
está tan posesionado por un rol egoico que mejor interpreta su voluntarismo pro-activo que se desvincula de su propia identidad y
consistencia psíquica yoica); y por eso tiende también a despreciar a quienes no son como él, “empresarios-emprendedores”
voluntariosos, hiper-eficientes y exitosos; considerando que todo es una cuestión de voluntad y cuando mucho de “capacidad” (en
ello subyace cierto fatalismo predestinacionista, afectividad que “explica” míticamente el porqué algunos son como él tanto aprecia, y
otros no). Y por ende, en los no voluntariosos-emprendedores solo sabe ver desidia, pereza, incompetencia etc.
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El pro-pasivo y el pro-activo; el cazador o buscador incansable de empleos “culturales” en instituciones estatales o públicas (su mayor
anhelo es primero la beca eterna y luego trabajar en una ONG internacional que le asegure un puesto de por vida y sueldo en dólares
o euros (no ironizo, lo he escuchado muchas veces)); y el empresario o emprendedor-realizador implacable de sus propios designios
que no se detendrá ante nada con tal de “hacerlos realidad” (le cuesta respetar las condiciones de lo otro y los otros: las condiciones
de la naturaleza humana o animal o climática le parecen molestas interferencias a su voluntad egoica; y ello es más que simple “falta
de sensibilidad”, tal vez un conflicto estructural entre la conciencia de mundo propia del Yo (real) y la ilusión-de-mundo propia del
Ego). A decir verdad, esta caracterización psicológica corresponde con bastante exactitud al pequeño-burgués o al ciudadano medio;
aquel tipo social que se expresa en esta política dual-dualista, haciendo que uno se pregunte una vez más: ¿porqué dos personas
pertenecientes al mismo estrato socio-económico, nacidas en contextos familiares similares, alimentadas material y espiritualmente
en modo parecido, viviendo en el mismo barrio, con similar experiencia académica, formativa e informativa, terminan situadas en los
extremos del espectro político y son capaces de transcurrir toda su vida sosteniendo posiciones antagónicas y un diálogo de sordos
que incluso puede degenerar en enfrentamiento fratricidas?... Más o menos por lo mismo que dos ciudadanos adhieren a los dos
equipos de fútbol locales y en lo deportivo se transforman en fieros e irracionales adversarios.
Hacer psico-patología política es relativamente fácil, pero hay que saber apreciar también lo positivo, lo “bueno” o lo rescatable en
ambas actitudes, no por afán temerosamente conciliatorio sino “en honor a la verdad”, para empezar. Por ej.: lo apreciable en el
derechista es su capacidad de acción, el ejercicio productivo de la voluntad o “fuerza de voluntad” y las adecuaciones concomitantes
(ordenamiento funcional, disciplina moral etc.). En el progresista en cambio destaca su sentido de la gratuidad que lo torna un ser
sociable, solidario y en condiciones normales, muy apacible, no presionado ni presionante. Y lo negativo ya lo insinué: el derechista
tiende a estereotiparse en un rol-personalidad oficial, rígida, compulsiva y más o menos egocéntrica; cuya hiper y pro-actividad es a
costa de la maduración psico-moral y de la “sensibilidad ante lo real” interior y exterior a sí; a menudo incurriendo en una exagerada
extroversión y/u objetualismo pragmatista y sensorialista (este controlar, dominar y reprimir la propia consistencia psíquica causa
neurosis y a veces, “doble vida” y esa clase de comportamiento socio-moral que denominan “doble standard”). El progresista por su
parte, exagera en su liberalismo-indiferentismo y suele tener hijos libres de las manías, rigideces y estereotipaciones usuales en los
hijos de los empresarios-emprendedores (no me refiero solo a los “ricos”), pero excesivamente “relajados”, ajenos a moralismos y
fariseísmos pero también indiferentes ante toda verdad-legalidad auténtica; inconsistentes, inhábiles para asumir su condición
existencial y tener un “proyecto de vida”; que fácilmente caen en la disipación bohemia o siguen modas “alternativas” que en
definitiva los convierten en cautivos-dependientes parasitarios, incapaces de “ganarse el pan de cada día”, “exigidores” (más que sus
progenitores) de derechos y pensiones y becas y financiamientos varios... (en cuanto a vicios y adicciones, drogas fuertes incluidas,
ambos extremos comparten similar vulnerabilidad y propensiones).
El problema es que en una perspectiva integral, resulta más o menos fácil reconocer ventajas y desventajas; pero a la hora de
implementar sistemas formativos e informativos, el asunto se complica porque aún si se adopta un criterio eclecticista (tomar lo
mejor de ambas partes e integrarlo “lo mejor que se pueda”); falta un modo y método para aplicarlo!..., y eso sí resulta imposible de
inventar porque sin un modelo-de-realidad coherente e integral no se puede integrar y no habrá metodologías ni métodos, solo
tácticas efectistas. Porque los humanos somos caracterial y psíquicamente diferentes y cualquier profesor de primaria sabe que
tendrá a su cargo niños que ya están funcionalmente predispuestos; y prácticamente es imposible que los educadores atiendan cada
caso específicamente (excepto en el pre-kinder...), algo difícil de lograr incluso en el seno familiar. Tal vez sea más importante que
haya una sociedad y cultura social capaz de aprovechar lo mejor de cada temperamento, carácter, mentalidad y disposición psico-
moral. Algo así es lo que se practica “por las buenas o las malas”, pero subsiste un esquematismo antagónico que consume
demasiadas energías en este permanente enfrentamiento destructivo, por el cual cada “sector” aborrece, detesta, desprecia y en
parte envidia al otro; generándose naturalmente un clima de odiosidad, tensión y belicosidad que para nada bueno sirve y la historia
lo demuestra majaderamente. Alguien diría: ¿y las diferencias económicas, y la explotación, y las injusticias?... Son un hecho y no
tienen nada de psicológico!. Es cierto y ése es un aspecto técnico-objetivo del problema, que ha de ser enfrentado como tal y resuelto
o morigerado cuanto más y mejor se pueda. Pero la dualidad “derechista-izquierdista” (progresista-conservador etc.) aparece y
reaparece en todo contexto político, cultural o religioso, porque expresa una polaridad psíquica profunda y estructural/sistémica. De
eso hablaba.

Podría extender el comentario a una serie de temas específicos que muestran matices y modalidades diferentes de la polaridad
política: sexualidad, delincuencia, historia, memoria, religión, patria-nación, arte, música, deporte…, o antinomias “clásicas”: libertad
vs. determinismo, iniciativa privada vs. planificación estatal, tolerancia vs. intolerancia, disciplina vs. “relajo” etc. etc.; lo cual
permitiría hacer una compilación bastante exhaustiva de los mayores y peores clichés que unos y otros usan para des-calificar e
infamar al adversario, o para -tanto o más negativo es- sustituir el penoso esfuerzo de pensar seria, profunda, objetiva y
“amablemente” la realidad interior y exterior a cada quien, con una colección artificiosa de lugares comunes a cual más insensato,
falaz, injusto y en definitiva “tonto”, que sustituye el modelo-de-realidad, teoría, doctrina o formulación consistente que debiese
sostener la “creencia” y actitud.
No desarrollaré esos tópicos para no extender demasiado este comentario, limitándome a uno en particular:
La “corrupción”:
Me refiero a ese fenómeno que diarios, revistas y programas de TV tratan y muestran diariamente haciéndonos pensar y temer que la
gente-normal-decente vive inmersa en una especie de masa densa, asfixiante y ululante de ladrones, timadores, estafadores y
“engañadores” de toda clase y laya, casi como si ellos fuesen la mayoría y la columna vertebral de la actividad económica!... Porque el
repertorio de inventos aviesos o amenazas que nos acechan -sin contar la delincuencia explícita!- es realmente impresionante: puede
ser una llamada telefónica, un robo de identidad por internet, innumerables ofertas fraudulentas de ventas, beneficios, premios y
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opciones varias, incontables engaños burocráticos a beneficio de propios y extraños, legiones de técnicos reparadores que falsean
todos los informes para cobrar por trabajos que no hacen y muchos etcéteras, expertos y “laicos” especializados en falsear cuentas,
fichas de isapres y afp y pensiones y contribuciones y cuanto título legal o burocrático hay incluyendo créditos y planes de cuanta
posibilidad haya o sea imaginable para hacer o perder dinero, y ni hablar de las mega-estafas que ciertos funcionarios de gobierno o
contratistas coludidos hacen a costa del erario nacional que son nuestros dineros; o el nunca tratado (ignoro el motivo) tema de las
prácticas abusivas que algunas mega-empresas de servicios hacen con sus clientes, al límite de lo delictual (o traspasándolo
impunemente). Y en este océano de maldad-al-acecho quiero testimoniar genéricamente mi experiencia en relación al tema y
destacar algo positivo: sí, la corrupción ha perfeccionado su accionar hasta constituir una de las escasísimas expresiones de la
imposible, mítica y auténtica democracia, porque y así lo atestiguo verazmente, he sido engañado, estafado o “defraudado
financieramente” por izquierdistas, derechistas y centristas que con similar entusiasmo y habilidad se han quedado con nada
despreciables cantidades de dineros pertenecientes a mi humilde persona; con técnicas, modos y estilos muy variados, ingeniosos,
creativos y pluralistas. No me quejo mayormente porque en modo similar a la labor sacrificial que los bancos hacen para liberarnos de
la codicia materialista (comentada más adelante), estos defraudadores me salvaron de ciertas obsesiones monetarias que en alguna
fase de mi terrenal existencia amenazaban arruinar mi alma y no ironizo (aunque si solo me hubiesen pagado un 20 o 30% de lo
adeudado o posesionado, quizás igual me hubiese salvado pero con algunas penurias técnicas menos). Obviamente hay matices y
modos-modalidades-modas; tal como suelo explicarlo a ciertos amigos “concertacionistas” quienes creen que si la oposición estuviera
en el “poder” robaría tanto o más que ellos (no ellos mismos se entiende, algunos de ellos, sean cuantos sean y quienes sean); a lo
cual otros amigos “aliancistas” rebaten que en primer lugar tienen menos hambre de dinero que los otros porque tienen más dinero
(aunque esta clase de apetito puede ser incontenible), y en segundo lugar tienen otro estilo de hacer las cosas y de valorizar el honor-
decencia-dignidad etc. etc.; lo cual es cierto aunque ese cambio estilístico no siempre evita explorar otras formas de corrupción, tal
vez menos descaradas pero igualmente malévolas.
También me referiré sucintamente a una importante cuestión: la “PARTICIPACIÓN CIUDADANA”:
Hipocresía compartida con estilos diferentes: la “derecha” no aceptaría jamás consultas plebiscitarias sobre temas macro-
estructurales por suponer que la retórica populista es demasiado cautivante y lesiva para los “intereses del país” o “sus intereses”
según el bando contrario, mientras que la “izquierda” jamás consultaría la voz del pueblo si por ej. se plebiscita la reducción drástica
de los sueldos de los “honorables” o la aplicación de mano dura contra la delincuencia. Ambos comparten un desprecio sistemático,
endémico y conceptual hacia aquello que oficialmente propugnan con dosis relativas de escaso convencimiento, porque son
conscientes de ser élites directivas, conductivas o gestoras, encargadas de educar, formar, informar y conducir a la ciudadanía hacia
estados mejores de existencia y convivencia; tal como siempre fue desde que “mundo es mundo” (históricamente la democracia tuvo
una y solo una oportunidad prototípica y paradigmática: el Juicio a Jesús dirigido por el procurador del Imperio, y la consulta
plebiscitaria con participación activa de todos los estamentos involucrados, incluyendo presiones, juegos de interés, manipulaciones
afectivas de opinión y la gran alternativa: escoger entre vida y muerte, entre el Hijo del Padre y su imagen in-versa/per-versa o reflejo
especular ficticio: ese “Barrabás” o “Bar-abbá” el falso “hijo del padre” contrapuesto al Hijo. De allí en adelante el curso de la historia
quedó formal y funcionalmente sentenciado en cuanto mundanal gestión de la justicia).

Ahora bien, buscando un “ejemplo” paradigmático que muestra y demuestra la inconsistencia de ciertas pasionalidades a-racionales
contrabandeadas como posturas, ideas o creencias ideológicas, acudo a un caso que algún día será clásico, a riesgo de ser malamente
mal-entendido y mal-interpretado; y lo haré desde una perspectiva no centrista sino objetivista, asumiendo el rol de un turista
proveniente de la lejana Alfa-Centauro.
Haré una comparación entre dos gobiernos, dos autócratas, dos “dictadores-dictaduras” que para bien y/o mal han consolidado una
imagen patentada a nivel mundial. Porque la gran controversia derecha-izquierda ya disfruta de una importante posibilidad: “mirar
hacia atrás” y ponderar objetivamente aciertos y desaciertos de las respectivas aplicaciones históricas, algo imposible de hacer cuando
liberalismo-capitalismo y socialismo-comunismo recién asomaban en el horizonte y sus experimentos demasiado recientes no podían
ser evaluados con equidad y rigor. Pero ya cambiamos de siglo y ciertas cosas ya se saben y por ende las comparaciones serán odiosas
pero se justifican. Como ya dije, hay que comparar condiciones y contextos mínimamente símiles; porque sería ridículo confrontar el
sistema cubano-castrista con la república francesa, pero sí vale enfrentar USA y la URSS, o ateniéndome a nuestra historia, la Cuba de
Castro y el Chile de Pinochet. El problema no radica en la información, que abunda y no deja lugar a muchas dudas, sino al
apasionamiento realmente extremo que unos y otros muestran ante esta alternativa, indiferentes a cualquier dato o información
objetiva. Conozco gente que niega de raíz que en el caso chileno haya habido torturados o ejecutados y lo mismo hacen algunos
adoradores de la “revolución” cubana; pero eso no constituye mayor problema porque es el mismo pathos afectivo que hace que
algunos nieguen la Shoah, o los genocidios estalinistas, o el extermino camboyano, o el genocidio armenio. Es un bloqueo para-
sicótico que encapsula un sector de la Memoria y lo blinda, afección diferente a la de quienes hoy hacen caso omiso -por comodidad o
mala intención- de ciertos horrores en curso en diferentes regiones del mundo. El problema, otro aspecto del gran problema de la
Verdad, es la costumbre de estructurar el propio psiquismo y la Conciencia de Mundo (interior y exterior) prescindiendo por completo
y “absolutamente” del imperativo de la verdad; y cuando ello sucede el mal queda consignado y concretizado. Y los males derivados
emanan con prodigalidad digna de mejor causa, porque todo queda contaminado, arruinado o pervertido; lo que se siente, lo que se
piensa, lo que se imagina y lo que se hace. Se entiende-no está bien pero…- que muchas veces y por razones contingentes varias,
callemos así sea para “no darle el gusto” al eventual oponente que tememos haría mal uso de nuestra sincera admisión de la
“verdad”; pero cualquier persona mínimamente informada y mínimamente pensante conoce bien cuáles son los errores y horrores,
aciertos y desaciertos de ambas experiencias históricas; y dependerá de cada quien valorizarlas en un sentido u otro. Lo inquietante es
cuando se ignora deliberadamente la simple verdad descriptiva para no afectar el mito o la mistificación. Lo ejemplificaré con una
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conversación real. Hablando con alguien cercano y que es una buena persona, leal, honesta, confiable e incluso virtuosa (sí, es alguien
real, existente; y no es el único), probando con algo de terapia socrática para intentar liberarlo siquiera un poco de su ciega fe en una
pseudo-religión de lo políticamente correcto en versión local (cada contexto, nación o región tienen su propia modalidad), le pedí que
me dijera si creía que era “mejor” Castro o Pinochet, o si prefería despersonalizar el cuento, sus regímenes-experiencias; y que lo
explicara brevemente . Con el rostro demudado por la sorpresa que tal absurda pregunta le causaba (como si le preguntara si acaso el
agua está mojada), nada respondió, temiendo tal vez que yo estuviera sufriendo un anticipo de crespucularidad invalidante. Entonces
le dije que sabía muy bien que para él no había comparación alguna etc. etc.; pero que me interesaba sinceramente conocer sus
argumentos dado que para otros la cosa no estaba tan clara etc. etc. No se recuperó totalmente pero logró musitar algunas palabras
para señalar que excesos a parte, Castro era un líder popular que había dedicado su vida y gobierno al pueblo, a los pobres y los
oprimidos, mientras que Pinochet representaba los peores intereses de la oligarquía y el capitalismo nacional e internacional etc.
Entonces le pregunté si era un problema de intenciones-motivaciones o de hechos objetivos, porque su apreciación encajaba -más o
menos- en el marco del análisis histórico marxista, para el cual las motivaciones e intenciones son del todo irrelevantes, interesando
solo los vulgares y concretos hechos; y le propuse compilar un listado de parámetros elementales para hacer una primera
comparación (no lo niego: ya tenía en mente un esquema expresivo intencionalmente “escandaloso” y contrario a la creencia afectiva
del interlocutor, procedimiento un tanto sádico que a veces hago no debiendo porque es preferible el diálogo franco, sin “tácticas
subliminales” que el otro percibe o pres-siente, lo cual arruina la posibilidad dialógica y degenera el encuentro en enfrentamiento
afectivo, justo aquello contra lo cual predico. Y lo hago con ambos extremos, aprovechando para destacar detalles que en mi opinión
no son apreciados en su justa medida, como el que hasta el advenimiento de Büchi, las políticas económicas del régimen militar
fueron una sucesión de experimentos fallidos que hicieron perder, al propio régimen, muchos años a costas de sufrimientos colectivos
que pudieron ser evitados con cierta facilidad). Entonces a comparar le dije: pero no alcancé a desarrollar mucho mi perorata sobre el
hecho que la dictadura militar había apostado al caballo históricamente ganador y que al final de su periplo y no obstante
desequilibrios, injusticias y coerciones a granel, habían actualizado, modernizado y potenciado el sistema económico y productivo a
diferencia de su contraparte isleña que había fracasado en toda la línea habida cuenta de cuanto antecedente, atenuante y
condicionante adversa se considerara (objetivamente, al margen de la mitología fabricada y sostenida por el komintern y su
complaciente red internacional), porque cortó prontamente admitiendo que algo de eso podía reconocerse pero que el costo social
era inaceptable y el asunto de los derechos humanos era determinante a la hora de cualquiera evaluación. Entonces, no obstante
recordar que según el análisis marxista o “izquierdista puro” (y según su postura-predicamento no hay otro admisible) ello era
irrelevante, desplacé la comparación a ese terreno, siempre en términos cien por ciento objetivos. Me preguntó si yo reconocía los
muertos-torturados-exiliados por la dictadura militar y le dije que sí y sin duda ni atenuante alguno; y más aún: me constaba
personalmente que durante el auge de ese “poderío” imperó un gran desprecio hacia los “vencidos”, patente en la actitud
sumamente soberbia, arrogante, agresiva, despiadada e implacable de quienes creían ser los nuevos y eternos “amos”; por lo que no
tenía problema alguno en colocar en los platillos de la balanza hechos reales y verdades concretas: ¿asesinados?: 3 o 4 mil en Chile y
en Cuba entre 16.000 (según estimaciones de analistas de centro-izquierda) o 30.000 según el conteo “contra-revolucionario”. Similar
des-proporción en cuanto al número de encarcelados, torturados, perseguidos y agraviados; y un desequilibrio mayor en el tema
exiliados: dos millones de cubanos. Él respondió que no era lo mismo, siendo comprensible que la burguesía no soportara haber
perdido sus injustos privilegios etc.; a lo cual repliqué que estimaciones razonables calculaban que hoy por hoy, entre 5 y 7 millones
de otros cubanos abandonaría la isla de inmediato de poder hacerlo; siendo un tanto extraño que en un país de población similar al
nuestro, el porcentaje de burgueses-explotadores fuera mayoritario lo cual es un imposible económico, técnico y político. También le
pregunté porqué de Cuba querían y quieren salir mientras que la mayoría de los exiliados chilenos reclamaban por no poder volver, o
porqué el flujo migratorio entre los dos Berlines tenía una sola dirección y así en todas las otras equivalencias; pero insinuó algo sobre
las campañas de la CIA y no recuerdo cual otra explicación, sin entrar en lo que estimo habría sido el meollo de la discusión y del tema,
quizás no por negatividad fanática sino por algo que frustra la mayoría de los diálogos incipientes (y en eso confieso parte de
responsabilidad): cuanto sentimos que al frente hay un oponente que quiere vencernos más que con-vencernos, o que no defiende la
verdad sino una posición antagónica excluyente, nos cerramos y encerramos en nuestra posición y terminamos fortificando incluso
aquello que sabemos es un error o una falsedad. Siendo bien sincero, los diálogos con exponentes extremos del otro bando fueron
tanto o más estériles porque a poco andar ya insinuaron la sospecha que le estaba haciendo el juego a los comunistas o emergía mi
nunca superado inconsciente izquierdista de mis épocas estudiantiles. Entonces termino descorazonado, amargado, deprimido y con
ganas de no tener más ganas o de limitarme a conversar de fútbol (no, tampoco, la polaridad es feroz), de farándula o del
calentamiento global, problema en el cual he vuelto a creer tras superar la crisis profunda que me causó el sr. Gore con sus millonarias
campañas y la legión de adoradores bobalicones que lo veneran incrementando su nada despreciable fortuna (¿envidia?..., algo).
Entiendo que hay un problema de imagen, la omnipresente y ultra-potente imagen que desde hace décadas y con la complicidad
anuente del marketing mercantilista acostumbró a las mayorías consumidoras a sustituir el pensamiento analítico con la apreciación
“sensible e imaginativa”, que debió complementarlo y “materializarlo”, no reemplazarlo. Esa imagen que convierte personajes
históricos reales como el Che Guevara en un ícono-stencyl eterno no importando absolutamente nada de nada quien era ni qué hizo,
la misma imagen que se posiciona en el (inexistente) “inconsciente colectivo”, de un Castro guerrillero-romántico, el apasionado líder
que libera a su pueblo no obstante uno que otro exceso, y la imagen de Pinochet con sus gafas negras y su expresión severa y huraña
que termina siendo poco menos que el símbolo patentado del dictador implacable que extermina o esclaviza a su pueblo para
favorecer un puñado de ricos. “Burdas caricaturizaciones?, sin duda, pero marcan el sentir, en pensar y actuar de las mayorías, esas
mismas “masas” que reducidas a tal estado de irracionalidad superficial, resultan fácilmente manipulables y direccionables cuando los
frágiles márgenes de la república representativa colapsan y aparecen los caudillos o más recientemente, la parodia del caudillo lo cual
ya es mucho decir y mucho soportar. Pero no solo las masas indiferenciadas e “incultas”: ¿porqué para la mayoría del izquierdismo
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“medio”, de buen nivel cultural y medianamente bien informado, Castro sigue siendo un referente aceptable y casi encomiable,
mientras que Pinochet se ha consolidado como imagen de lo inicuo, de lo absolutamente perverso?... La pregunta alude a una
temática y “problemática” (como se decía antes) compleja que presenta una serie sucesiva de “capas”, que recorren prácticamente
todo el espectro visible de la cultura humana colectiva y el psiquismo individual. Solo he revisado unas cuantas y de momento solo
puedo decir que para bien y/o mal, la mayoría parece apreciar la intención nominal, no los resultados; como lo hace una familia amiga
que siempre vota por la centro-izquierda (preferirían una DC independiente, un centro puro, pero…), y con quienes hablo mucho de
política sin que tangamos discrepancia alguna sobre los hechos y ni siquiera sobre el diagnóstico, y tampoco sobre el pronóstico
porque si por ej. les razono razonablemente que con tal o cual exponente de la centro-derecha mejoraría la gestión del “modelo
actual” y en consecuencia mejoraría la condición material del pueblo en general y de ellos mismos, aun concediendo que así podría
suceder no le darían ni darán jamás su voto por una simple razón: si ese mejoramiento implica “también” que los ricos serán cada vez
más ricos…, entonces no, definitivamente no. Este pensar o más bien sentir involucra un sentimiento que superficialmente sabe a eso
que antes se denominaba “resentimiento social”; pero intuyo que hay una causa más profunda, universal y “arquetípica”, tal vez una
conjunción de apetencias y aversiones que determinan esa actitud y que muy al final de un sucesivo recorrido de exteriorizaciones,
termina convertida en posición política y en un voto específico en las urnas. Y mientras tengamos esas urnas y no las otras, todo
estará bien, o no tan mal. Porque y sin ánimo de escudriñar vidas, conciencias y almas ajenas, no puedo evitar constatar que el
“destino” de esta familia quedó marcado décadas atrás cuando su cabeza, teniendo la oportunidad de obtener un renombrado título
profesional, despilfarró esa oportunidad única por acciones y opciones varias, no haciendo lo que otros en similares condiciones sí
hicieron y quedando “condenado” a transcurrir su entera vida laboral como asistente, ayudante o “segundón” de esos otros de cuya
casta pudo formar parte. De allí en adelante -es una conjetura razonable- incubó un desasosiego creciente hacia sí mismo, hacia lo
que en parte pudo y puede sentir como un insoportable fracaso, que como suele suceder, terminó “proyectándose” en aquello que
mejor lo expresa; ese otro profesional-exitoso, y de allí a terminar detestando el “mundo aparte” de todos esos otros, simbólicamente
visualizable en los que “viven de plaza Italia hacia arriba” (la expresión, mezcla de crítica y sarcasmo, se la escuché decir numerosas
veces en son acusatorio), el trecho es lamentable y naturalmente corto, lo cual no obsta para que la traducción final de ese simple e
interior re-sentimiento se traduzca en un discurso cuyas connotaciones y anotaciones críticas tengan cierta validez objetiva.
Al margen: presiento que la herencia del régimen militar ha sido asumida forzosa y odiosamente, porque sus herederos fueron sus
vencedores pero venciéndolo perdieron parte de su identidad al tener que asumir una variación histórica que contradecía todas sus
antiguas y apasionadas creencias y anhelos y proyectos de sociedad. Fueron sagaces e incluso inteligentes en entender el cambio
histórico mundial, pero el “corazón” quedó resentido. Saben que la “dictadura” hizo el “trabajo sucio” allanándoles el camino..., , y
ahora ello causa un colosal “complejo de culpa” y sentimiento de auto-engaño que se traduce en un furibundo ataque a la imagen del
padre, a ser destruida para facilitar cierta unión incestuosa con la madre-democracia?..., algo de eso hay, solo algo.
La pregunta apunta a un diagnóstico que únicamente pretende explorar un matiz del asunto, dado que no se trata de psicoanalizar a
la política y los políticos para hacer con ellos lo mismo que el psicoanálisis intentó aviesamente hacer con los contenidos culturales:
¿porqué para el izquierdista solo cuentan los muertos-torturados-encarcelados de un bando?... Porqué aun sabiendo estas realidades
persiste en su adoración o veneración absoluta hacia sus líderes-sistemas-partidos?... Es ciertamente una adhesión pasional
totalizada, similar a la fe religiosa profunda con un detalle negativo: la idolatrización y absolutización de algo que por definición propia
es contingente, se traduce en una mistificación interna y externa, un pathos de engaño y auto-engaño progresivamente más
irracional, fanático, frenético y compulsivo, que pocos logran superar, porque lo que está en juego es una de las grandes y más
antipáticas paradojas, fácilmente personalizable o de-mostrable en la antítesis Pinochet – Castro: el ultra antipático, el defensor de los
ricos, el que desprecia a los pobres y los trata como cifras o carne de cañón, es quien logra estructurar un sistema socio-económico
que no obstante sus fallas e inequidades, punto a punto es incomparablemente superior al del “simpático-carismático-popular”. Pero
el apasionado político nada le reconoce al primero porque siente que “no lo quiso y no lo quiere”, haga lo que haga, mientras que
identifica al segundo como un padre protector y afectuoso y bien intencionado (el otro bando invierte la caracterización pero con otro
parámetro calificativo y otra simbología retórica: patria vs. revolución etc.). ¿Tema para un psicoanálisis clásico?.... El padre, matar al
padre!...: quienes heredaron su sistema lo intentan porque tienen un “complejo de culpa” (diferente al sentimiento ídem) no
superado: por haber recibido tal herencia, por no haberla cambiado radicalmente y sobre todo, por aceptar de mala gana que esa
herencia es mejorable pero básicamente incuestionable, ya que la historia así lo sentenció ,porque todos sus “ideales” se derrumban -
eso solo causaría nostalgia- porque no eran tales porque ellos se equivocaron y porque tal error involucra un quiebre antagónico y
agónico en su modelo de mundo interior y exterior!... Y por eso se termina persiguiendo toda manifestación visible de ese “padre”
odiado y asumido simultáneamente, derivando en un puritanismo extremo o anti-icónico.
Esto me recuerda una clásica e igualmente antipática paradoja: el gran éxito “popular” de los artistas egocéntricos contra el fracaso de
sus equivalentes “generosos”: Mozart, Beethoven o Brahms han difundido la belleza en el mundo, han elevado la creatividad a niveles
increíbles de cualidad y trascendencia y sin ellos el mundo sería peor y todos seríamos menos y peores de lo que somos-existimos. Su
aporte fue generoso, aun cuando personalmente eran un dechado de mitomanías, soberbias y afecciones egoicas. Lo mismo sucedió
en la arquitectura urbana: en los años 70 surgieron varias escuelas (en Bélgica principalmente) cuyos arquitectos rechazaban la
profesión-arte por considerarla elitista, desarrollando una línea programática, metódica y proyectual que involucraba a los usuarios en
el diseño de sus soluciones habitacionales. Loable propósito que naufragó, como fracasaron otros intentos “sociales” a escala a barrio,
comunidades, aldeas y ciudades (desde las New Towns inglesas hasta los horrores de Brasilia), mientras las ciudades sí se enriquecían
y cualificaban con las obras de “artistas” obsesionados con su personalísimo arte, indiferentes a la ciudad y sus habitantes. Una falsa
paradoja que en lo personal no me agrada porque “ojalá” los oficialmente buenos fueran los que hacen las cosas buenas, lo cual solo
se cumple en el campo ético (y político!) donde los santos hacen santidades y los malos puras maldades sin confusión alguna.
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Vuelvo al ejemplo anterior: quisiera saber porqué la retórica populista y el estilo “mediático” de Castro es aceptado tan acríticamente,
porqué gente con educación completa e incluso universitaria se resiste a el más mínimo análisis reflexivo serio?..., porque les guste o
no, ambos mantienen y fortalecen esa carga tensional histórica que ya una vez desembocó en tragedia, con la misma violencia
soterrada, porque ambos creen sinceramente que vivirían mejor sin “los otros”.
Nuevamente aparece un poderoso factor subliminal que se traduce en una doble y dualista polaridad:
.- el progresista-izquierdista que ama la imagen de la marcha tumultuosa.
.- el conservador-derechista que goza viendo el avance ordenado y corrector de las “fuerzas del orden”.
Pero el “des-ordenado” aprecia o finge apreciar el desfile igual o más férrea y marcialmente ordenado de la milicia republicana o
ejército rojo o guardia revolucionaria ya “uniformada”; o tal vez no lo hace y es la otra componente que re-aflora, en parte en él
mismo, en parte en otros otros?...

Otra temática que se presta para intensificar y caricaturizar las discrepancias de “mentalidad, sensibilidad y actitud” de unos y otros,
es la Delincuencia: tanta es la diferencia que cualquier cosa se diga al respecto difícilmente elude lo caricaturesco (lo “recargado”). Por
ej.: dícese que el izquierdista busca eliminar la delincuencia mientras el derechista cree que ello es una entelequia abstracta siendo
más eficaz eliminar a los delincuentes … Unos ven la expresión concreta, el síntoma identificado con el mal, otros sienten un rechazo
alérgico a las soluciones-de-fuerza si van dirigidas contra aquel sector poblacional que ellos siguen ”visualizando” como la imagen
encarnada y romántica de sus antiguas creencias y afectos. Unos invocan la necesidad de buscar las verdaderas causas y enfocar el
mal en su origen, mediante prevención, educación y desarrollo, con algo de razón (no toda porque condicionan su análisis a un
causalismo limitado a los esquematismos obsoletos, insuficientes y erróneos de cierto sociologismo de matriz marxistoide y los restos
difusos de psicologismo empirista, ligados peligrosamente a el emergente fisiologismo que avisa la inminencia del Gran-Gran
Hermano). El derechista por su parte clama por reglas claras, un sistema policial que las haga cumplir y un sistema judicial que
encarcele y si necesario, elimine al infractor impenitente sin perder el tiempo en disquisiciones semánticas o sensiblerías causalistas;
siempre y cuando el delincuente sea de los “otros”; porque cuando quienes delinquen son los hijos-de-papá (y lo hacen con mucha
frecuencia y estilo diverso) o los mismos papás, entonces interviene el dinero y los contactos y …. Y entonces se confirma uno de los
peores y más burdos lugares comunes del discurso intermedio (peor porque es parcialmente cierto!...), según el cual la ley y el orden
rigen exclusivamente para la clase media, la única que paga las multas… Porque en los extremos poblacionales rige similar
salvoconducto e impunidad para infringir la ley; imagen de realidad exagerada pero no exenta de una cierta dosis de antipática
verdad.
Estas cosas son desagradables y ácidas de decir; poco amables y poco propicias para el amor que todo lo une, integra, resuelve,
dignifica y transforma; y está más que claro que nuestra realidad contingente y poco actual (poco actualizante) no está centrada en el
amor y ni siquiera en la amabilidad superficial, que sería mejor que nada. Antes fue la “lucha de clases”, paroxismo inducido y artificial
de la odiosidad, hoy son las categorías mercantiles, expresión sistematizada de la iniquidad o in-ecuidad e in-ecuanimidad: nivel ABC
1, nivel F 16 … A todo esto: ¿el amor es de derecha o izquierda?... Grandes enamorados de la historia: Abelardo y Eloísa, Romeo y
Julieta, Di Caprio & Kate Winslett ... “no estaban ni ahí” con esta clase de oposición aunque materializaban otras ... ¿Suprema ilusión?
…. Ahora que lo pienso, el tema de los bandos irreconciliables en Verona o en el Bronx o en el Titanic, necesita una versión más
neurótica y desquiciada, en la cual no haya diferencias reales de status, riqueza o nivel cultural o características étnicas o tradiciones
culturales o filiaciones religiosas, sino la simple y pura distinción entre un izquierdista y una derechista (o viceversa). ¿Podría hacerse
una obra convincente y exitosa y universal con tal polaridad?... Lo dudo muchísimo, y eso es decidor (que no se pueda, no que yo lo
dude). Y para salir prontamente del amor que es la antítesis de todo antagonismo aun cuando estructuralistas y deconstructivistas se
empeñen en sostener lo contrario, descendamos al tema “dinero”:

EL SISTEMA FINANCIERO:
Tratándose de diferencias y divisiones políticas, infaltable es la mención al asunto del Dinero, ese excremento del diablo que rige y/o
extravía buena parte de la historia humana individual y colectiva, suma codicia e idolatría cuya real y perversa “ley” no ha sido
estudiada con suficiente profundidad, inteligencia y originalidad -así lo presiento-; y que tal vez esté relacionada con la antinomia
entre la fuerza de lo abstracto-invisible y su aplicación inversa o perversa a esa materialidad que debiese manifestarla, no sufrirla
posesivamente. ¿Algo que decir?..., demasiado y demasiado evidente la común y comunicante obsesión por el vil dinero que aúna,
integra o asemeja unos y otros que para bien (algo que los una) y para mal (la corrupción y degradación se extiende), en estos tiempos
comparten, si bien con modos distintos, similar afición y afección por el ingreso monetario bien, regular o malamente habido.
Aprovecho este tópico para rendir un sentido homenaje a la Banca y a los Bancos, que a costa de sufrir la hostilidad, el desprecio, la
animadversión, el enojo e incluso la odiosidad, acometieron la sacrificada, heroica y nunca reconocida loable tarea de unir derechistas
e izquierdistas, algo que por cierto no han podido lograr filosofías ni políticas culturales del más alto nivel. Porque cuando moros y
cristianos descubrieron que ese mismo dinero que con tanto sacrificio y eludiendo el persistente y obsesivo y compulsivo lavado de
cerebro ahorraron (superando las insidias del consumismo comunista (común a todos)) es usado por el mismo banco que lo recibe -
dando a cambio un interés real cercano al cero absoluto- para prestarlo a los mismos ciudadanos a tasas de interés que comienzan en
un 15% y prosiguen hasta las alturas matemáticas de los pseudo-bancos que financian las compras-a-crédito a sus propias empresas;
entonces comenzaron a sentir ese sentimiento profundo que no distingue entre derechistas e izquierdistas y que tiene una serie de
nombres que el buen decir impide decir (al menos en estos escritos escriturísticamente correctos). Claro, sería muy fácil conformarnos
con una primera lectura que atendiendo solo a las viles apariencias concluyese sentenciando que el sistema financiero descubrió que
si bien la gente no es necesariamente tonta, está lo suficientemente entontecida para soportar casi cualquier cosa; pero
profundizando en las honduras inefables de las motivaciones excelsas, descubriremos que hay algo más, algo que con “altura de
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miras” ha de ser no solo positivo sino benéfico y mejor aún, dado que su efecto final es como dije, la gran unificación de la familia
chilena en torno a este sentimiento avulsivo casi universal, que las finanzas asumen cual sacrificio transformador por el bien común. Y
eso no es todo, porque si profundizamos hasta lo más profundo de esa verdad, aparecerá entonces la verdadera finalidad que es
inconmensurablemente más gloriosa: lo que el sistema financiero busca es nuestra ascesis espiritual, liberándonos de las insidias y
perfidias de la obsesión materialista en general y del dinero en particular. Y como además son humildes, no lo dicen y cuando se les
enrostra -mayor humildad- lo niegan, ofreciendo si es necesario mil toneladas de sofisticadísimas explicaciones economicistas y
economilógicas (porque además son inteligentes. ¿O muy astutos?...).
Amor y dinero, vida y muerte, urnas y “urnas”:

¿URNAS vs. URNAS?...


La urna mortuoria vs. la urna electoral... En esto derechistas e izquierdistas intransigentes comparten un objetiva y técnicamente
comprensible desprecio hacia la “expresión libre del pensamiento y los deseos populares”; porque al margen de ideologismos
contingentes y modas intelectualistas (como el “pensamiento” débil”, la “ideología de género”, el “relativismo subjetivista” etc.),
saben, creen o intuyen que la verdad no depende de gustos, modas, costumbres, malos entendidos o campañas de des-información
pública que ellos mismos contribuyeron a perfeccionar. Sus dudas se limitan a saber si la “gente” es cretina congénitamente o si está
cretinizada por agentes y causales varias, que obviamente no pretenden superar sino manipular; porque tal como ha sucedido desde
que “mundo es mundo”, las élites creen que además del poder tienen la razón (o que con el poder no hace falta la razón, o que la
razón es una inútil ilusión, una de tantas (los ilusionismos egoicos que desembocan en el voluntarismo ciego!...). Esa fórmula admite
incontables variantes, algunas más sutiles e insidiosas: el poder otorga la razón etc.). Por lo demás hay relativo consenso en que
débese combatir la verdad objetiva y la adhesión objetiva a la verdad ídem..., porque por no muy misteriosas razones, esa verdad no
conviene a los unos ni a los otros y por favor no se entienda que estoy propiciando alguna “tercera vía” o algo más esoterista!. ¿O
acaso la existencia de Dios depende de la opinión mayoritaria?, o hay que plebiscitar la teoría de la Relatividad o el Principio de
Incertidumbre cuántico o el comportamiento de los electrones a bajas temperaturas?... Lo opinión mayoritaria es eso y solo eso y
nunca olvidemos que el primer acceso de Hitler al poder fue logrado triunfando en un plebiscito normal y legal, con el 98% de los
votos libremente emitidos y sin conculsión alguna porque el partido nazi no tenía aún los medios ni la injerencia para hacerlo. Esto
que digo parece caricaturesco y de “perogrullo”, pero evidencia una realidad o “fenómeno” espeluznante: la gestión política de la vida
nacional ha cortado todo vínculo con el terreno sustantivo de la cultura humana y su trinomía trilógica: nada que ver y nada que hacer
con la Ciencia-Ética-Estética, divorcio perfecto y total entre la “política de la política” y las verdades naturales y sobrenaturales, la
ontología y la fenomenología, la ciencia ya la epistemología, la física y la metafísica. ¿Cual realidad trata entonces?... Una de las
razones que causan el advenimiento del relativismo laicista (contrario a la laicidad) es precisamente este alejamiento o
distanciamiento aversivo, que la élite politicista intuye y presiente, y ante lo cual inventa “inconscientemente” un explicacionismo
cómodo y espurio: el relativismo, que la historia de la filosofía conocerá como uno de los chistes de mal gusto o de humor negro más
grandes de la historia.
Ahora parece algo natural pero no lo es: ¿porqué la ciencia política se independizó de la ontología y la fenomenología, la ciencia y la
epistemología, la física y la metafísica, la zoología y la ecología, la psicología y la antropología y la etno-logía.... ¿De qué mundo-
realidad hablan entonces?... La génesis de este quiebre es parcialmente apreciable en la crisis de convicciones-convencimientos que
sufre la élite de la izquierda intelectual; ya bastante conmovida tras la segunda guerra mundial y cuyos sustitutos (neo/post-
marxismo, marxismo-existencialista, marxismo-nihilista, marxismo-psicoanalítico, marxismo-estructuralista, marxismo-
deconstructivista etc.) no sobrevivieron a la “caída del muro de Berlín” y el desenmascaramiento final de la verdadera cara del
“socialismo real”. Este colapso ruinoso de las antiguas y ciegas creencias, “ideales” y respectivas “utopías” que sostenían la
pasionalidad o adhesión afectiva al extremo revolucionarista de la modernidad; no fue cabalmente asumido ni digerido con la
necesaria “conversión”; y causó una mezcla insoportable de angustia, desazón, mal-estar, nostalgia y un inconfesado pero no por ello
menos intenso “complejo de culpa” porque cuando uno descubre que ha sacrificado toda su vida en pos de una “fe” cuyos
fundamentos resultaron erróneos y catastróficos, no puede evitar sentir “pena” por ello que en su versión positiva constituirá un
“sentimiento de culpa” benéfico y prometedor de una salvífica transformación, o un maléfico complejo-grumo que enquistado en el
corazón del Alma del psiquismo, solo engendrará bastardos espurios (ecologismo-radical, ideología de género, anarquismo anti-
sistémico etc.) tanto o más equívocos, inicuos y destructivos que la gran pseudo-religión perdida, de la cual perdieron la impecable
rigurosidad metódica y esa discutible pero más o menos sólida consistencia propia.
Y uno de estos sub-productos residuales es precisamente el relativismo-subjetivismo que responde a una ecuación simple: “¿yo perdí
mis creencias?..., ¿mis creencias nada valían?..., entonces que nadie se regocije: dado que mis verdades eran las únicas aceptables, ya
nadie tendrá derecho a creer y se decreta oficialmente el fin de toda verdad objetiva y de toda creencia (excepto ésta se entiende)!...”.
Como anticipé, el objeto-objetiva de esta reflexión compartida es el medio nacional; lo cual podría parecer demasiado restrictivo,
autoconfinante e incluso solipsista en estos tiempos de mundialización y globalización. Entonces hago un paréntesis:

UN REFERENTE EXTERNO:
Siempre me ha “llamado la atención” el notable paralelismo que se aprecia entre el curso reciente de la historia política chilena y su
equivalente Itálico: el fin de una dictadura antes hiper-dominante y luego execrada hasta constituir el fulcro de la nueva mitología que
todo lo remite a ese “pasado” para justificar todo aquello que nominal y figurativamente parezca contradecirlo, lo que otorga
inmediata patente de validez, legitimidad e incluso bondad. Luego largas décadas de apreciable progreso tecnológico, económico y
financiero, modernización sostenida de las infraestructuras visibles, y una gestión gubernamental que por decisión electoral queda
entregada a un conglomerado que aúna los sectores más razonables y “renovados” del antiguo centro y la antigua izquierda: el
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“pentapartito” o la “concertación”, con las diferencias de rigor: el contexto de la guerra fría en Europa que potencia el atractivo de la
opción centrista-progresista contra la presencia ominosa de los extremos (más o menos real por el PC pro soviético, de notable
envergadura y poder, y la otra presencia un tanto más espectral y fantasmagórica del neo-fascismo cuya peligrosidad es recordada
oportunamente con algunos tentativos “golpistas” de menor cuantía). En Chile, este camino comenzó casi coincidente con el fin de la
gran polaridad mundial tras el derrumbe del imperio soviético, pero natural y artificialmente se ha mantenido la imagen del peligro
espectral-bipolar, en este caso enfatizando más la sombra de la extrema-derecha como referente anímico porque el PC está
demasiado disminuido para sostener una imagen aplicada de “alto riesgo”. La pregunta es: ¿terminará esta experiencia en modo
análogo?, con ese equivalente del Juicio Final practicado por la “Operación Manos Limpias” que arrasó con el antiguo orden forzando
incluso la disolución de los grandes partidos históricos?... El contexto es parcialmente diferente; algunos de estos partidos se están
auto-deshaciendo por falta de un up-grade cultural y moral. En Italia sobrevino la era-Berlusconi; ¿sucederá algo similar aquí?... En eso
sí están dadas las condiciones, aclarando que la historia nunca se repite aunque sí puede producir efectos reflejos limitados.
Pero mientras tanto hay problemas contingentes que presionan e impresionan a unos y a otros que por razones y sentires diferentes,
se sienten amenazados directa o indirectamente, como esa expresión mediatizada y re-formateada de la delincuencia que son las
asonadas urbanas que se desatan en ocasión de eventos conmemorativos, fechas simbólicas, manifestaciones públicas y/o pretextos
varios (pre-textos):

SENSIBILIDAD y REACTIVIDAD ACTUAL:


Típica es la reacción ante los disturbios callejeros que ya son un mal endémico, creciente y desencadenante según algunos (la realidad
y mito del “estallido social”), secundario e irrelevante o in-significante según otros. Estos fenómenos suscitan reactividades similares
al problema de la delincuencia común (y para muchos no es más que eso, o así lo desean no queriendo admitir esa clase de “temores
inconfesados” que revelan vulnerabilidades mayores).
¿Orden vs. Caos?, ¿falta de oportunidades reales?, ¿permisivismo complaciente y cómplice ante el mal?, ¿injusticia social o
disgregación socio-moral de la cual estos males son solo el síntoma y el síndrome?... Unos ven la injustificable tolerancia y
permisividad ante el mal en su expresión pura, ante la violencia ciega y absurda, ante el destructivismo irracional; otros centran la
atención en las causas, en los factores primarios y secundarios que propician este estado de cosas. Los primeros lo resolverían todo
aniquilando la expresión del mal con una drástica “tolerancia cero”, los segundos reaccionan antitéticamente y se acercan más al
“nada hacer” por la obsesión que tienen de no ser asimilados a los “otros”, debido a los esquematismos caricaturescos impuestos por
esa especie de pseudo-religión que tiene un altar blanco y uno negro, para adorar la “palabra democracia” y execrar la “palabra
dictadura”, con sus respectivas imágenes icónicas (el todo y como siempre, sustituyendo la reflexión racional y objetiva, que a nadie o
pocos parece interesar porque en este baile frenético de intereses, la verdad no está invitada).
¿Cuál es la verdad?... Es evidente que ambos tienen razón parcial, pero no es cosa de sumar ni de concertar una política dosificada con
un poco de represión + un poco de prevención + un poco de planificación a futuro, porque ello difumina los esfuerzos y diluye la
percepción activa y pro-activa del problema.

Y a propósito de altares y religiosidad me pregunto y pregunto: DIOS: es de derecha o izquierda?..., inquietud que invitaría a
reflexionar sobre la ubicación y condición divina respecto a la realidad de la cual es causa estructural y constitutiva; tema que me
recuerda a Borges quien citando a no recuerdo cual esoterista-cabalista afirmaba que la divinidad es una esfera con centro meta-
ubicuo; metáfora simbolista del problema físico-metafísico de la centralidad y las asimetrías dinámicas. De hecho teístas y ateístas no
discuten la centralidad de la sustancia, persona, potencia y consistencia divina, y el problema retorna a su inicio: saber quien se sienta
a la derecha y a la izquierda del “trono”!... (moralmente implica controlar o mejor aún, superar la ambición por asegurar o pre-
determinar tal disposición).
Hechas estas disquisiciones y habiendo extendido suficientemente la tesitura del problema, vuelvo al meollo del tema:

¿RAZÓN + PASIÓN?...
Suele ser la fórmula conciliatoria más comúnmente adoptada por expertos y por el “vulgo”, aceptando más o menos involuntaria y
acríticamente que el ser humano es una mezcla irregular y quizás momentánea de racionalidad pura y pasionalidad ídem, de
objetividad y subjetividad..., otra polaridad de origen dual legítimo pero de expresión dualista que termina constelizando otro gran
equívoco, que como muchos es una distorsión y en parte per-versión de una gran verdad; y que también deriva de un par arquetípico:
el hombre como tensión escindida entre el Ángel y la Bestia.
Pero: ¿qué se entiende por pasión, sentimiento, impulso?..., ¿cuál es la verdad subyacente e inherente a esta polaridad antinómica
que también conocemos por ej. en la contraposición entre clasicismo y expresionismo (racionalismo vs. romanticismo etc.); y lo digo
por un solo motivo: subsiste un “olímpico” desprecio o menosprecio por la pasionalidad, de parte de los racionalistas-objetivistas se
entiende (que son quienes logran controlar-sublimar o simplemente ocultar, reprimir o rehundir sus afectividades), variante del
tradicional desprecio filosoficista y cientificista por lo “subjetivo”, periódicamente contrarrestado por los pendulares estallidos
pasionales o “románticos”, históricamente regresivos pero liberadores no de una “energía psíquica” o psico-cultural reprimida, sino de
una cierta “verdad” que pugna por emerger e integrarse al gran discurso “total”.
.- ¿Razón vs. Pasión?...; ¿racionalidad & sentimentalidad?...; ¿solo una polaridad subjetiva o “interior”?, ¿solo expresión de las
debilidades humanas o, si fuese una formalidad “interior” estructural, cabría suponer que es la expresión defectuosa de una polaridad
mayor o incluso de una ley cósmica, de alguna mecánica inherente a la constitución misma de la “realidad”, sea actual o potencial?...
De momento conformémonos con la dicción simple del par elemental: razón & pasión: Es un modo de decirlo, pero de ello y por
ningún motivo se recaiga en el antiguo y obsoleto des-calificativo dualista que contrapone lo racional a lo pasional pre-suponiendo
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que todo lo interior-subjetivo-pasional-inconsciente es la parte “irracional”, “anti-racional”, primitiva y en definitiva “animalesca”,


supuesto basado en una gran verdad histórica pero que tiende a ser mal-interpretado, mismo error que cometió parte del
psicologismo “clásico” al contraponer las terapias o psico-análisis “lógicos” contra las “imaginativas”.
.- ¿Nuevo psicologismo político?..., ¿nuevo psicoanálisis de la política y de los políticos?..., en modo alguno (excepto alguien lo
requiera o necesite…), muy por el contrario: se trata de reconocer que las motivaciones, pulsiones, impulsiones y reactividades a-
racionales no son el tan despreciado factor subjetivo y tampoco un “mal menor” o inevitable, sino la expresión de un componente
elemental no solo del psiquismo humano, sino de la consistencia misma de lo Real, sea cual sea; y ni siquiera eso, porque al menos
por lo que concierne a este ensayo, el objetivo es evidenciar una colosal falacia y mistificación, un gran engaño y autoengaño
compartido, asumido, aceptado casi universalmente y que ha degenerado la gestión pública de lo político hasta reducirla a ese “show”
multimediático que en poco se diferencia de las prácticas más banales, superficiales y cínicas del mercadeo; aclarando desde ya que
esto no se resuelve leyendo muchos libros ni acumulando muchos títulos y post-títulos, sino por información y formación, mediante
un perfeccionamiento cultural individual y colectivo orientado hacia la integridad, la integralidad y la integración (y no lo digo en
sentido “new age” por si acaso!...).
.- ¿Subjetivación reaccionaria?... Objeción anacrónica pero siempre vigente y siempre latente, porque cualquier racionalista-oficial
siente un temor incontrolado y compulsivo hacia cualquier instancia conductual que escape al “pack” estereotipado de esquemas
analíticos o “comprensivos”; lo cual es parcialmente aceptable, natural y positivo siempre y cuando no degenere en fobia y en sus
efectos: la pura y simple represión-coerción hacia lo pura e inmediatamente humano. Para el “izquierdista” tradicional con vocación o
instinto (congénito o adquirido) de comisario político, toda expresión pasional-subjetiva-interior o simplemente “personal”, es
inmediatamente sospechosa y probablemente hostil, mientras que su contraparte “derechista” -que asume el rol egoico del
“inquisidor”- siente un temor similar aunque caracterizado diversamente.

.- ¿Qué se pretende entonces?... Para expresarlo en forma simple y concisa, digamos que uno de los grandes objetivos es disminuir
sustantiva y sustanciosamente la tasa de “idiotez” en el sentido griego del término. Ello sería beneficioso para todos y en todo
sentido, y a nadie perjudicaría excepto a los mercaderes de la mentira, a los obsesos por el “poder” o más bien a quienes los
representan e interpretan pública y “políticamente”. Entonces lo que convendría es:
.- Situar el discurso en el plano objetivo, lo más que se pueda…
.- Lo anterior requiere un “up-grade mental” de objetividad integrada, no la adopción de un conjunto artificioso y oficioso de
paradigmas objetivistas, porque eso es lo que hizo el racionalismo provocando una permanente reacción pendular hacia los
extremos del irracionalismo, claramente compensatoria (necesitamos objetividad, no objetivismo!).
.- En tal perspectiva, contribuir a disipar las peligrosas brumas del “subjetivismo, que se está incrementando y de no haber
cambios, promete un estallido colosal de irracionalismo, de lo cual hay muchas señales; sea en forma de violencia
espontánea (brutalismo de grupo, de clan, de “barra”) o sistematizada (los horrores organizados que caracterizaron
“infernalmente” el siglo 20).
.- Porque hay una “fuerza oscura” que promueve, intensifica, propaga, gestiona este fenómeno, se crea en ella o no.
Para ejemplificarlo sin tanta abstracción, más adelante sintetizaré esta crítica con un film “clásico”, y de clase B…
DIÁLOGO:
Piense por ej. el lector y sea sincero: ¿se cree más “listo”, más inteligente, mejor formado e informado, más culto, sagaz y sapiente
que los “otros”?..., pocos lo admitirán pero es casi una constante en cuanto a creencias, opiniones y convicciones genéricas, en cuanto
a visión y modelo de realidad, porque no es una cuestión de mayor o menor inteligencia, sino de armonía mínima entre nuestra
consistencia interior y su reflejo y resonancia en y con el mundo exterior, y ello se traduce, entre otras muchas instancias psico-
morales, en una reflejo que finalmente cristaliza como Imagen de sí, de esa relación, y por ende queda constituida como “imagen de
realidad” que termina asumiendo ropajes, características psico-funcionales, determinaciones volitivas y un sinfín de etiquetas
textuales que en conjunto conforman y configuran ese “modelo” ya traducido a discurso “oficial”; algo que debemos asumir y
disponer como fundamento no de nuestro modo de pensar, sino de ser-existir y por eso es normal y natural creer que creemos y que
lo hacemos no solo bien, sino absolutamente bien y mejor que cualquier otro sea quien sea y sea cual sea su nivel intelectual o
académico. Ésta es la base, luego viene la ascesis y la ascensión integral hacia la verdad, la conquista progresiva de la sapiencia, la
recepción refleja de la sabiduría y otra virtudes aun más excelsas.
Sin embargo, ese convencimiento “íntimo” conlleva además una vulnerabilidad: el síndrome del pistolero en el far-west..., no
importando cuan rápida y certera sea su capacidad de disparo, tarde o temprano aparecerá alguien mejor y entonces será su fin.
Siempre que se mantenga en el esquema dualista antagónico se entiende.
Pero hay otro peligro y trampa, peor y más insidiosa; que ofrece una sugestiva y efectista ilusión de poder superar o trascender la gran
alternativa y sus dramáticas consecuencias: reducirlo todo a una cuestión de “opción y consenso”. Porque ello difumina hasta tornarla
irreconocible la imagen de la verdad objetiva o lo que es casi lo mismo, la imagen refleja del ser existente y su potencialidad de ser.
Ello implica una regresión que nos retrotrae al estado individual y colectivo pre-yoico o indiferenciado, ya que consagra como verdad
absoluta la negación de la verdad absoluta....; rompiendo su ley estructural, esa resonancia legal entre el (mundo) interior y el
(mundo) exterior que entonces queda -ahora sí- oficialmente patentado como un juego de niveles: lo subjetivo y lo objetivo, como si
fuesen dos realidades auto-consistentes o substanciales. De hecho, el relativismo subjetivista podrá ser una moda muy de moda...,
pero es práctica y políticamente insostenible e inaplicable, y por eso vemos que en el seno de sociedades regidas por castas
minoritarias que han adoptado esa pseudo-ideología como tema dominante e imperativo socio-cultural, toda la retórica relativista (y
sus sub-productos: pseudo-tolerancia etc.) solo desplaza el esquema dualista/antagonista y lo re-aplica con inusitado furor e
implacable tiranía, reproponiendo otras polaridades tanto o más destructivas, discriminatorias o simplemente “conflictivas”; con un
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agravante: dejan de ser expresión de alternativas históricas y se reducen a simple política de exterminio-anulación-del-enemigo; o
sea, en mistificación al servicio de una estrategia de poder.
La trampa del pseudo-relativismo parece ofrecer una respuesta sensata y superiorizante también al ya clásico antagonismo derecha &
izquierda (que de momento la mayoría de los movimientos o agrupaciones de izquierda adopten esta postura, es solo el signo
emergente de la contradicción subyacente); pero no resuelve el problema, solo lo sumerge par re-emergerlo enmascarado y
reforzado. En consecuencia:
Quienes mantienen la polaridad y polarización “izquierda vs. derecha”, extendida a prácticamente cuanta instancia, temática y
problemática cabe pensar e imaginar, rehúsan tanto adscribir-elevar la respectiva discusión al tema “verdad” (rechazando invocar la
suprema y “lógica” objetividad) cuanto descender al para ellos pantanoso terreno del “subjetivismo” con -siempre para ellos- sus
insoportables “verdades oscuras”. Pero entonces: ¿de qué están hablando?...., de una “meta-verdad”?..., ni soñarlo.
En definitiva: ¿están hablando de algo, están diciendo algo?...
OBJECIÓN: “no se debe generalizar ...”.
¿ENTONCES?... :
Un día antes de los atentados a las Twin Towers de N. York, ¿cuántos de los diez millones de analistas, politólogos y opinólogos de
“asuntos internacionales” siquiera pre-intuyeron el giro radical que tendría la situación mundial?.... Ciertamente no están allí los
“profetas”. ¿Y hoy?... Lo resumiré con una referencia atípica:
Uno de los clásicos del cine de terror-horror, “Dawn of the dead” de G. Romero (del cual se hizo recientemente un aceptable remake,
dirigido por Jack Snyder), ofrece una imagen profética o más bien clarividente de lo que comienza a suceder ahora; entre las tramas
invisibles de la estrategia fatalista de los “cultores de la muerte” y la escena explícita de la asonada callejera que se desata con
cualquier pretexto sin discriminar entre ciudades ricas y pobres, entre primer y tercer mundo (“le tiers monde”), entre motivaciones
pseudo-políticas o pseudo-deportivas o pseudo-delincuenciales. Ese film anticipó, predijo y previó nuestro hoy; con ese mundo de
apariencia normal cuya consistencia material y moral colapsó engendrando la sombra ominosa del horror que consume e inhabilita
todo terror; con esas masas de muertos-vivientes en crecimiento exponencial que deambulan arrasando todo y matando la vida para
sostener su último resto de mortal ilusión viviente. En el film original se “explica” que les queda un 5% de capacidad mental/cerebral,
y por eso los “zombies” acuden en masa al Mall, que penetran y recorren remedando torpe y patéticamente lo que hacían en vida,
que no es muy diferente a lo que hacen o a lo que hacemos ahora!... Harían bien los expertos en re-visar esta obra “profética”
estudiándola acuciosamente. Tal vez entenderían algo más y algo mejor esa realidad que tan adversa, ajena e incomprensible les
resulta.
A todo esto, constato que si derechistas e izquierdistas comparten el mismo pathos y ethos confusionario y acríticamente regido por
cúmulos reconcentrados de pasionalidad nunca asumida por lo que es sino por su valor adjunto y post-asignado por la causa que
sostienen, defienden e impulsan, hay una temática transversal que requiere urgente y renovado tratamiento analítico, filosófico,
científico, cultural y moral!, porque de ello depende el que entendamos el valor y significancia de las filiaciones políticas para precisar
cuánto hay de rescatable en ellas, esperando lo haya y mucho para no terminar cediendo ante el cinismo y el escepticismo que puede
servir como amarga medicina para despertar mentes-almas-corazones, no para cristalizar una cultura negativa y des-animada. Por eso
vuelvo al gran tópico de la:

Razón vs. Pasión (2):


No obstante “toda el agua que ha corrido bajo los puentes” de la historia cultural, filósofos, científicos y psicólogos siguen sin resolver
la gran duda, alternativa y conflictividad entre la Razón-racionalidad y la Pasión-pasionalidad, justificándose la ligazón entre el
nominativo sustantivo y su extensión genérica; primando cierto consenso en cuanto a la conveniencia práctica de conciliar, armonizar,
equilibrar ambos “extremos”, tanto en la educación o formación cuanto en la información y la gestión cultural en general; porque en
otros campos como el artístico subsisten la “antigua” antinomia que opone o contrapone clásicos vs. románticos, racionalistas vs.
pasionalistas, abstraccionistas vs. figurativistas, reflexivos vs. impulsivos etc. Incluso en los terrenos de la doctrinología y la dogmática
cristiana (católico-protestante y ortodoxa) se ha soslayado el tema y problema, invocando alternativa e integradamente el valor de la
Razón y de esa Pasionalidad que mueve y conmueve, o que permite practicar aquello que la racionalidad pura es incapaz de suscitar,
suponiéndose -y ello tiene sentido- que la pasión activa la voluntad que a su vez es el motor que realiza la libertad. Es la importancia
de los “sentimientos” en general y del ejercicio de la Libertad & Voluntad que permite canalizarlos en función de los planes o
propósitos morales, tendientes -es de esperar- a alcanzar la ansiada Meta, inmanente y trascendente la vez. Pero -y en principio no lo
cuestiono-, al margen de los ambientes “bohemios” o “apasionados” que rehúyen la racionalidad y sus racionalidades
racionalísticamente correctas más o menos neurotizantes, y debido al desgaste de las teorizaciones que apologizan el subjetivismo
(aunque lo hagan en forma más que objetivista!), en los ambientes y cenáculos académicos o especializados, prima sin contrapeso el
aprecio categórico de la racionalidad y cierto desprecio igualmente rotundo por la pasionalidad, como si ésta fuese un nivel
secundario, primitivo o inferior de comportamiento humano, remanencia de nuestro supuesto “pasado animal” (a no confundir Teoría
de la Evolución con evolucionismo!); calificación o descalificación comprensible especialmente en un mundo tecnificado-tecnicista y
escasamente propicio para la valorización de lo intuitivo, lo “sentimental” o todo lo que no sea estrictamente lógico-mecánico-causal.
Obviamente ello genera un caudal de necesidades, pulsiones o tensiones “oscuras” que requieren satisfacción o alguna clase de
compensación, para lo cual estas sociedades ofrecen un amplio mercado “paralelo y secundario”: desde los esoterismos “new age”
hasta el neo-hedonismo con sus juegos y adicciones no muy reflexivas que digamos. Es la “fiebre del sábado por la noche”, y todas las
“movidas” o “carretes” permitidos o tolerados siempre que no interfieran el funcionamiento normal-oficial de la comunidad
productora-consumidora. Es el inefable dr. Spock de la televisiva serie Stars Trek, detestado por su “falta de humanidad” pero
reconocido y a veces envidiado por su efectiva-efectista capacidad “pura de razonamiento” sin molestas interferencias subjetivas o
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afectivas… Es la admiración que causa el computador, prolongación de la parte más “lógica” de la mente humana, y la apreciación
siempre confusa, siempre discutible, siempre inexacta, siempre incontrolable y escasamente aprovechable de la Intuición y su caudal
de genialidades e ingeniosidades supuestamente necesarias “de vez en cuando” o a escala coloquial o en ciertos momentos… Se
podrían escribir libros sobre esta temática y se ha hecho…, millones de textos, “papers”, estudios, tesis… Pero seguimos sin aclarar a
ciencia cierta cuál es el modelo o la condición modélica de un ser humano existente; presintiéndose que no somos una mente
aprisionada en un cuerpo, pero intuyéndose que ese conjunto de pulsiones, condicionantes y determinantes congénitas, genéticas e
in-conscientes no justifican el comportamiento irracional, a-racional o anti-racional, aunque lo causan o provocan en buena medida. El
problema es que el psicoanálisis y la psicología analítica y racional-materialista en general, tuvieron a su disposición prácticamente
todo el siglo 20 y no lograron explicar, controlar, sublimar ni integrar ese “lado oscuro” (Lacan y Piaget y cía. Intentaron disolver y re-
solver el dilema abstraccionando su imagen y el modo de textualizarla, pero eso solo lo desvanece hasta tornarlo irreconocible y por
ende, intratable, “como si no existiera”); y ni siquiera se ha podido compilar un modelo de realidad y de humanidad que precise la
consistencia moral de la libertad humana; porque la otra mitad del problema es precisamente la definición del rol que la Voluntad y la
Libertad tienen en la acción personal-individual y colectiva (interna y externa). ¿Qué sucedería si eliminamos todo lo afectivo en el
psiquismo humano?... Mejor dicho: ¿Cuál es exactamente la funcionalidad psíquica remanente si la limpiamos de excrecencias
afectivas o subjetividades afectadas, perturbaciones, traumas, prejuicios, pseudo-creencias adquiridas, tradiciones etno-culturales
claramente a-racionales y conflictos intra-mnésicos, determinismos impulsivos y compulsivos de origen genético o biológico e
irregularidades varias?... La respuesta cabal no se obtiene por simple conciliación o integracionismo acrítico (“un poco de todo sin
exagerar…”), sino por el entendimiento preclaro de la condición “actual y potencial” del ser humano existente, porque sin una
perspectiva finalista o teleológica, sin un objetivo, proyecto de vida o Meta, es evidente que nada importa realmente y solo resta
acordar algún esquema pragmático de consenso para que la vida no sea más pesadillesca de lo que es y para que el “sistema siga
funcionando” al menos hasta que algo nuevo suceda o “hasta que la muerte nos separe”.
Solo sabemos que ni el dr. Spock ni el pseudo-artista delirante y al límite de la locura implican un modelo de verdad-realidad
integral…; conviniendo -lo reitero- recuperar el aprecio por la direccionalidad, por el “sentido” de la vida a fin de discriminar qué
conviene y qué no; para saber si todo se resuelve mediante simples dosificaciones de ingredientes funcionales diferenciadas según el
rol social o profesión (arquitectos más creativos, ingenieros más analíticos) o si es posible algo más claro y contundente!.
Ahora bien: ¿Cuál es el fondo del mito del hombre perfectamente racional, del inefable e insoportable Sr. Spock?... Este personaje
encarna o personaliza la creencia afectiva en el mito del universo determinado y determinante; la clásica ilusión del materialismo
mecanicista que mal-interpretando los descubrimientos de las ciencias naturales, supuso que la “Realidad” era un campo definido o
finito de partículas elementales, regido por leyes mecánicas-causalistas estables racionalmente conocibles; un universo cuantitativo,
particular y cabalmente constituido o “ya realizado” y por ende consistente en un “campo limitado de posibilidades”, respecto al cual
se justificaba imaginar una mente lógica capaz de conocer todos sus elementos constitutivos y dinámicas limitadas, como el analista
ante el juego de ajedrez. Solo en esta perspectiva ingenua tiene sentido el sr. Spock … con su lógica mecanicista y pura-absolutamente
cuantitativa, casualista y determinista; que el Principio de Incertidumbre, para mencionar un solo antecedente “científico”
universalmente aceptado, se encargó de desmitificar y aniquilar sin gentileza alguna. Pero el Mundo es un proyecto, una realidad en
proceso de realización, el gran drama de la vida, la libertad, el amor…, la potencia creativa divina que culmina cualitativamente en el
ser humano existente Imago Dei, invitado a la co-creatividad hasta la culminación de su virtualidad en la Meta trascendente. Por lo
tanto, en un campo indeterminado e indeterminante donde rige la ley de la vida, la libertad, la creatividad continua y progresiva y el
Amor, la mente y mentalidad del sr. Spock solo sirve para analizar o estudiar problemas técnicos de alcance limitado. El resto de la
“realidad” escapa a su facultad cognoscitiva porque la pura racionalidad formalizada en su propio discurso no accede a las
significancias explícitas y tampoco a lo sustancial, careciendo del apoyo funcional de la Intuición y de la Imaginación, y dado que todos
los entes del Mundo y el Mundo mismo responden a la ley paradójica, sin imaginación no hay imagen y sin ello el conocimiento es
imposible!.

Mi sugerencia u ocurrencia es la siguiente:


Por un lado no hay que confundir la dualidad y presunta antinomia Razón & Pasión con los efectos históricos del Factor de
Imperfección (que muchos asignan erróneamente a la naturalidad, para lo cual hace falta un modelo integral-contradictorio de
momento no disponible, si es que fuese posible y no lo parece), que atañen y afectan tanto a la racionalidad cuanto a la pasionalidad;
y no solo a lo “subjetivo” como tiende a creer quien asume fanáticamente una creencia cualquiera, razonando así: “si mi creencia,
idea, ideología o doctrina es verdadera, y si ésta es racional, entonces todo lo que no sea racional interfiere, molesta y es fuente
permanente de error, de equívocos y extravíos (es la discutible lógica del 2+2=4 como única opción, e infinitas posibilidades de error,
no lógicas y por ende “subjetivas”. Es decir: lo discutible no es el silogismo o la ecuación primaria, sino el equiparar los errores
posibles a la imagen de infinitud de lo natural, que en cuanto tal no es infinito ni equívoco aunque esté “afectado” de raíz). Pero hay
otro modo de entenderlo, igualmente simple y claro pero más integral e “inteligente”, que se puede resumir así:
Lo Afectivo es la resultante del “roce” entre la potencialidad del ser humano existente (como género e individualidad singular) y su
condición histórica con todos los impedimentos y condicionamientos internos y externos -subjetivos y objetivos-; lo cual genera ese
estrato psico-emocional cuyo efecto y producto más puro y consistente es el Sentimiento, que podría definirse como la Imagen
interna y refleja que el sí mismo y el corazón, centralidad o motor psíquico tiene de la relación “ambiental” entre sí y su condición
histórica o existente; o si se prefiere: la Imagen que la Conciencia (de Sí y de Mundo, interiorizada y exteriorizada) tiene de la relación
entre sí, el Mundo y su vínculo con ese mundo/realidad. Ello queda concretizado como una especie de complejo “sistema operativo”
paralelo y continuamente cambiante o adaptativo, en y por el cual el psiquismo gestiona el uso o aplicación de sus facultades
anímicas: Libertad, Voluntad, impulso o “energía” vital y Amor (capacidad de amor-amar). El o los Sentimientos que finalmente
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experimentamos como efecto vivencial “actual” de dicha relación-roce (que en este mundo siempre es crítica y conflictiva, condición
natural-normal de la proto-pareja expulsada de Edén o de su condición armoniosa-integrada y “paradisíaca” que es también una
imagen primordial y arquetípica de la perfecta armonía), no son entonces parte de la subjetividad-afectividad, sino la disposición re-
integrada, adaptada y aplicada del psiquismo anímico, según dos lineamientos: la relación entre sí y su condición histórica y el manejo
que de ello se “realiza” vía las facultades anímicas superiores: libertad-voluntad + sentido vital + amor y en función de la Meta (del
cómo la entendemos, reconocemos, asumimos moral y prácticamente). Porque sin una Meta y sin “la” Meta, nada tiene sentido (las
direccionalidades o finalidades se sustentan “categóricamente”) y lo afectivo pierde su instancia de control y gestión, posesionándose
o difundiéndose por el psiquismo hasta -entre otras acciones negativas- posesionarse del Ego (ésta es otra versión de la génesis del
reflejo egoico).

CONCLUYENDO:
¿Este ensayo es de derecha o izquierda?...
¿Tan simple como eso?... sí, como simple es esa aparente inmensa paradoja: la inmensa mayoría de las acciones y reacciones
humanas, de individuos, familias, comunidades y “sociedades” están motivadas por un conjunto de pulsiones, por “causas” que nada
tienen que ver con el inexistente inconsciente ni con lo genético que solo describe apariencias/expresiones fenoménicas, ni con
factores sociales o ambientales o culturales que solo condimentan y ambientan la escena y la actuación de quienes no estamos
actuando ni re-presentando; sino existiendo para llegar a “ser”. ¿Cómo es posible que toda nuestra cultura histórica intente explicar
racionalmente la lógica de eso que parece irracional y que los románticos intentan consagrar como tal?..., ¿está toda nuestra realidad
estructurada y funcionalizada como un juego absolutamente desquiciado entre la Razón y la Pasión?..., ¿es así como Dios sella su
impronta en su criatura excelsa, en el ser humano existente hecho a su imagen-y-semejanza?...., ¿o estamos ante una meta-lógica,
una sub-meta-racionalidad y una meta-sub-pasionalidad no comprendida por 3 o 4 siglos de ilusión e ilusionismo racionalista, la
oscuridad de las luces artificiales encendidas en pleno día, el resplandor cautivante de la tiniebla de la luz negra?...
Para que se entienda un ejemplo, igualmente simple:
El premiado film “La vida de los otros” (F. Henckel), que ya ha provocado torrentes de artículos ideológicos comentando un film
supuestamente ideológico-político, containers de comentarios políticos analizando esa pretendida reflexión crítica sobre ... Ello tiene
tanto sentido como afirmar que la ópera “Aida” es una reflexión crítica sobre las relaciones sociales y la gestión gubernamental en el
antiguo Egipto; porque “La vida de los otros” usa como “telón de fondo” una imagen poética (y asaz eufemizada a decir verdad) de la
fenecida DDR, pero su tema es similar al de esa excelente novela de O. Fallaci: “Inshallah”: una bellísima historia de amor, un destello
de luz inapagado e inapagable en pleno infierno.
Y aprovecho la mención a esa misma “opera prima” de F. Henckel para ejemplificar un aspecto de lo aseverado en este ensayo:
Una primera “lectura” y ponderación, pura y correctamente politicista, apreciaría que el “derechista” disfruta viendo una historia que
finalmente muestra algo del infierno de los gobiernos comunistas, si bien en una versión un tanto estilizada y dulcificada porque evita
cuidadosamente mostrar el brutalismo explícito, prefiriendo la alegorización kafkiana; mientras que el “izquierdista” sufrirá ante la
evidencia de algo que en el fondo sabía pero que nunca quería admitir etc. Una segunda lectura, situada en los niveles medios de la
profundización, notará que más en el fondo aún, el derechista no podrá evitar sentir cierta empatía hacia un mundo-ordenado y
totalmente reglamentado, que proscribe o evita todas esas expresiones del caos, el desorden, la irregularidad, la desobediencia, la
irreverencia (y sus efectos notorios: delincuencia, violencia espontánea etc.); mientras que el izquierdista sentirá una natural aversión
hacia ese mismo ordenamiento maniático y paranoico que sojuzga toda instancia de vitalidad revolucionaria, de espontaneismo, de
libertades irrestrictas, de creacionismo etc. Pero si profundizamos algo más… observaremos que las aficiones y aversiones parecieran
estar cruzadas y contrapuestas en doble sentido: porque el derechista ama el orden y la expresión figurativa explícita del
ordenamiento, pero ello implica una condición-de-mundo radicalmente opuesta a su categórica afición a esa libertad de iniciativa
individual que es la condición elemental del “sistema capitalista”, del “libre mercado” y de todos los liberalismos socio-económicos; lo
cual evidencia una contradicción que está en la raíz del ethos y el pathos “conservador”; mientras que el revolucionario-de-alma sufre
cierto equivalente de la misma disociación porque ese orden asfixiante que reproduce en forma absolutizada las peores formas y
formalidades de tiranías y opresión que su doctrina-creencia cuestionaba, es también el “sistema” que inhibe y aniquila ese
liberalismo individualista tan detestado subjetiva y objetivamente por las mentalidades proclives al “estilo socialista-comunista”. En
una de las últimas escenas del film se observa la ciudad en su estado post “caída del muro”; y aparte la calle llena de vehículos nuevos
lo que más destaca son las paredes embadurnadas de graffiti; precisamente ese tipo de libertad-libertinaje que tanto necesita y
detesta el “derechista” y que tanto detesta pero necesita el “izquierdista”!.
Esta doble, simultánea y esquizoide contradicción establece cierta paridad y equivalencia transversal entre ambos extremos y
extremismos; mostrando que la gran división y contraposición antagonista refleja algo muy distinto a lo que ideólogos y opinólogos e
historiólogos han intentado hacernos creer; vaya uno a saber con qué intención!...

En otras palabras: el gran dilema involucra el “sentido” o direccionalidad significante (“moral”) de la propia situación-en-el-tiempo,
que es la condición existencial integral e integrante del referente “pasado” en función del “futuro” entendible a su vez como Meta,
pero no una Meta pre-determinada (imagen reductiva propia de todo determinismo mecanicista o causalista, que comparten
materialistas ingenuos, creacionistas inerrantes, evolucionistas paranoicos y espiritualistas mecanicistas), sino una posibilidad creativa
e inventiva del ser humano existente, como cualidad y facultad inherente a sí mismo, a su “sí mismo” virtual o potencial, reflejo de la
mismísima libertad creativa divina que nos ha sido con-cedida por reflejo particular. De ello deriva que para cualquier estudio o
ponencia referida a cuestiones de formación, educación y análisis, la noción de “realidad” está íntimamente vinculada al principio de
“actualidad”, entendido como el “estado de actualización” presente, el “momento actual”, la condición presente del progreso de la
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tendencia hacia la Meta, aquello que explica y justifica y anima la historia y toda historia personal, colectiva o “total” porque la
“realidad” no es un hecho constituido sino un “proceso de realización” en función de la meta, de alguna meta, de un referente
categórico y suficiente para animar el movimiento histórico de ese ser ex-sistente, que “está-fuera-de-sí” buscando afuera la clave
interior de esa interioridad propia que lo constituye y que se origina en un exterior-objetivo que es el comienzo de toda interioridad
latente o potencial; ley dinámica y mecánica definida creativamente por la potencialidad inherente a la humanidad existente (y al
universo mismo o Paradoja Mundo). Sin considerar la potencialidad genérica y su momento actual o estado de actualización, nada
tiene “sentido” (direccionalidad-finalidad). Es decir: no hay “actualidad” alguna sin “potencialidad”, por lo que sin el referente de la
Meta, el factor tiempo resulta inentendible e intratable; y ninguna política o plan, proyecto o propósito será consistente y “realista”
sin inteligir la “realidad” como el estado presente del proceso de actualización de la potencialidad, desde su extremo inferior-natural
hasta la cima del Proceso Moral libre, voluntario, vital y creativo, regido por el imperativo del Amor. Mucha, muchísima distancia
separa al obsoleto, anacrónico, esquizoide y negativo esquema politicista, de la verdadera realidad, de la verdad-de-la-realidad.
Entonces: ¿Cuál es la “postura política” más actual y actualizante, menos sesgada, más racionalmente objetiva y positiva, pensando
claro está en nuestro particular y peculiar contexto?..., ¿dedúcese de todo lo que dije, desdije y no dije que la verdad está en el
centro?... No!: la Verdad es el centro, y la verdad de la Verdad proviene del centro y su reflejo causal: la centralidad.

¿De qué puede servir superar esta especie de trastorno bipolar?..., de todo y para casi todo y como muestra, un ejemplo:
Se habrá notado la permanente especulación que ambos bandos hacen del tema del “sistema binominal”, al respecto de lo cual no
emitiré juicio alguno porque los mismos medios informativos que me atiborran de justificaciones o cuestionamientos a “eso”
prácticamente nunca se han tomado la molestia de explicarlo con precisión; y es un hecho que la mayoría de quienes apoyan o
rechazan tajantemente tal sistema, tendrían serios problemas si tuvieran que explicar de qué están hablando (me consta);
limitándome a sugerir una idea diferente, una “ocurrencia” elemental que me doy el gusto de imaginar, pensar y transmitir porque
entre mis escasas virtudes está el de hacer solemne caso omiso de la retórica imperante. Entonces: el problema del
perfeccionamiento y optimización del sistema de gobierno republicano-representativo (romántica y retóricamente denominado
“democracia”) no depende del cambio de ciertos formulismos matemáticos, aunque estas formalidades son importantes a efectos de
gobernabilidad-estabilidad (a favor del binominal…) y representatividad (en contra…) y ocasional válvula de retención contra eventos
luctuosos (Paul Johnson cree que un esquema binominal al estilo británico habría evitado la llegada legal y electoral de Hitler al
gobierno). El punto es que, la verdad es, la evidentísima verdad es que resulta absurdo, injusto, inicuo (des-equilibrado y des-
equilibrante) que un candidato o un partido o conglomerado de tales obtenga el 100% del poderío gubernamental nominal gracias al
55 o el 75 o el 35% de la votación popular (menos aún si consideramos la abstención, mal creciente respecto al cual derecha e
izquierda muestran la misma fingida indiferencia, por razones que convendría estudiar). Esta desproporción distorsiona por completo
el ambiente político, imponiendo una extraña y perversa ley-condición que reduce y en parte degenera el sistema electoral hasta
transformarlo en una especie de meta-lotería con un solo ganador que se lleva el premio mayor y todos los otros premios!... (en Italia,
país afligido por una especie de crisis permanente de ingobernabilidad formal, el anterior gobierno inventó un correctivo que
caricaturiza aún más este absurdo: cuando el grupo triunfador obtiene una mayoría mínima en el parlamento, se le concede
automáticamente un “plus”, una cierta cantidad adicional de diputados “regalados”… Parecerá ridículo pero no lo es más que el
sistema mismo). Pues bien: la solución es igualmente simple y categórica: que el ganador obtenga exactamente el porcentaje de
cargos gubernamentales de asignación equivalente a su porcentaje electoral, y el resto a quien corresponda. ¿Qué sería imposible de
aplicar prácticamente?..., en Francia sucede a veces que co-exista el presidente “de los de acá” con el primer-ministro “de los de allá”
y ello ha funcionado bastante bien.
Hablo de un nuevo modo de pensar la política y pensar políticamente, aplicando -para comenzar- unas cuantas dosis de razonamiento
primario, de lógica elemental; de la misma simple y simplísima racionalidad que por ej. emplea el ingeniero para diseñar y calcular
estructuras portantes que eviten que el edificio colapse antes de ser terminado, la misma lógica con la cual se hace el pan o se
cultivan lechugas o se cuida al hijo recién nacido; porque esta pre-racionalidad no está presente en la intra-cultura del mundillo
político que nos gobierna. Y eso no es bueno.
No hablo de una nueva meta-trans teoría de la hermenéutica post-de-constructivista del discurso político, sino de comenzar al menos
a arrojar a la papelera de reciclaje esa increíble cantidad de tonterías que se han enquistado en la mente y la mentalidad de los
tutores y gestores y administradores y profitadores de la cosa pública, y comenzar a re-pensar ciertos problemas muy elementales y
hacerlo en forma muy elemental, lo suficiente para eludir las incontables trampas de lo políticamente correcto e incorrecto; y
reconocer verdades tan simples como el que si bien no hay límites para la iniciativa-creativa empresarial “privada e individual”, sí los
hay en la agricultura y la piscicultura y cualquier cultura que requiera tierra o territorio, porque si el territorio es propiedad privada y
absolutamente privada de un puñado de individuos, es evidente que por muy trabajador y empeñoso y emprendedor y audaz y
creativo e inventivo que alguien sea, no podrá cultivar un campo que solo existe en su mente; y razonando así descubriremos por ej.
que es igual e intolerablemente absurdo e injusto (y más absurdo aún…) que los grandes recursos naturales del planeta sean
propiedad casual y accidental de naciones o países de origen más que dudoso (como (casi) todos), que por esos azares del destino
(que son cualquier cosa menos azares del mítico hado) están justo allí debajo de sus … pies. No va a cambiar en demasía la realidad
pero hay que comenzar por decir las cosas, libremente y sin esas constricciones e inhibiciones que impone la paranoia pseudo-política
y que son peores que las peores políticas de “protección cultural” de las tiranías que al menos eran tan burda y violentamente
explícitas que dejaban el alma y el “corazón” libre. Esa libertad es intransable e invaluable; la misma libertad que me permite reiterar
por ej. que el galardonado film “La vida de los otros” es una hermosa historia de amor, quizás el primer relato kafkiano que incorpora
el amor, quedando la propuesta política en un discreto y discutible segundo plano, dado que en contra de lo afirmado por el 99,99%
de los críticos cinematográficos, esta obra es más una gentil, amable y nostálgica -al límite de la apología- remembranza del stalinismo
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versión sistémica-DDR que una crítica propiamente tal. Cuando digo esta clase de cosas, el eventual oyente escucha horrorizado y si es
que dice algo, pronuncia la clásica sentencia: “… esa es tu opinión!...”; ¡Obvio que es mi opinión si soy yo quien la dice!... De todos
modos y para verificarlo, volteo la cabeza a “diestra y siniestra” para ver si algún hiper-ventrílocuo me está usando. Y no, no lo hay; y
si lo hay ni siquiera proyecta sombra.

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autor: Sergio Mura Rossi
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OTRAS PUBLICACIONES DEL MISMO AUTOR, DISPONIBLES (GRATUITAMENTE POR LO QUE ME CONCIERNE!) EN:
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que exceda la mera lectura personal deberá contar con la autorización explícita del autor)

1. TEATRO: " LA PUERTA"


http://es.scribd.com/doc/65669266/Teatro-La-Puerta-autor-Sergio-Mura-Rossi
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http://www.lulu.com/content/e-book/la-puerta-obra-de-teatro/11236224

2.- ENSAYO breve: " DERECHA & IZQUIERDA"


http://es.scribd.com/doc/65675055/ENSAYO-Derecha-Izquierda-Autor-Sergio-Mura-Rossi
https://www.bubok.es/tienda/buscar/Derecha-e-Izquierda
http://www.lulu.com/content/e-book/derecha-e-izquierda/11236264

3.- NOVELA: " EL LIBRETO"


http://es.scribd.com/doc/65677141/Novela-El-Libreto-autor-Sergio-Mura-Rossi
https://www.bubok.es/tienda/buscar/El-Libreto
http://www.lulu.com/content/e-book/el-libreto/11236077

4.- CUENTO: "INCIDENTE EN LA LÍNEA 8"


http://es.scribd.com/doc/65673575/CUENTO-Incidente-en-la-linea-8-Autor-Sergio-Mura-Rossi
https://www.bubok.es/tienda/buscar/Incidente-en-la-l%C3%ADnea-8
http://www.lulu.com/product/ebook/incidente-en-la-l%C3%ADnea-8/17275962

5.- CRÓNICA HUMOR: "COCODRILOS EMBALSAMADOS"


http://es.scribd.com/doc/65671936/CRONICA-NOVELADA-Cocodrilos-Embalsamados-autor-Sergio-Mura-Rossi
https://www.bubok.es/tienda/buscar/Cocodrilos-Embalsamados
http://www.lulu.com/content/e-book/cocodrilos-embalsamados/11235074]

6.- ACTUALIDAD: "LA VIDA DE LUIS REMOLACHA"


http://es.scribd.com/doc/65526118/La-Vida-de-Luis-Remolacha
https://www.bubok.es/tienda/buscar/Juan-Remolacha
http://www.lulu.com/content/e-book/la-vida-de-luis-remolacha/11235014

7.- Guión: "CLOUDS: The Film"


http://es.scribd.com/doc/65675916/Guion-Script-Clouds-The-Film-Autor-Sergio-Mura-Rossi
https://www.bubok.es/tienda/buscar/Gui%C3%B3n%22-Cloud
http://www.lulu.com/content/e-book/clouds-the-film/11237462

8.- Guión: "16 ½" o "FROM THE OUT OF INSIDE" (versión en español)
http://es.scribd.com/doc/65679104/Guion-cine-16-1-2-From-the-Inside-en-espanol-autor-Sergio-Mura-Rossi
https://www.bubok.es/tienda/buscar/16-1/2
http://www.lulu.com/content/e-book/16-12-from-the-out-of-the-inside/11236125

9.- Guión: "16 ½" o "FROM THE OUT OF INSIDE" (versión en italiano)
http://es.scribd.com/doc/65680554/16-1-2-From-the-Inside-italiano-autore-Sergio-Mura-Rossi
https://www.bubok.es/tienda/buscar/from-the-out-of-inside
http://www.lulu.com/content/e-book/16-12-from-the-out-of-the-inside/11236189

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IMPORTANTE: ENSAYO EXTENSO PUBLICADO EN:

"Sueños, Significado y Paradoja" (VERSIÓN "WHITE"):


http://es.scribd.com/doc/65956637/SUENO-SIGNIFICADO-PARADOJA
http://www.lulu.com/content/e-book/sue%c3%91o-significado-paradoja/11238495

"Sueños, Significado y Paradoja" (VERSIÓN "BLACK"):


http://www.lulu.com/content/e-book/sue%c3%91o-significado-paradoja-%28versi%c3%b3n-black%29/11253974
http://es.scribd.com/doc/66428702/SUENO-SIGNIFICADO-PARADOJA-version-black
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registro propiedad intelectual inscripción N°: 208685


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