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Conquista de américa

La conquista de América fue el proceso de exploración, conquista y asentamiento en el Nuevo Mundo realizado por España y
Portugal en el siglo XVI, y en la que participaron otras potencias europeas posteriormente, después de que Cristóbal Colón
descubriera América en 1492. La Conquista dio lugar a regímenes virreinales y coloniales muy poderosos, que resultaron en la
asimilación cultural de la mayor parte de poblaciones indígenas, y su sumisión a las leyes de las potencias conquistadoras.1

Las riquezas de América permitieron que toda Europa creciera, no solo España y Portugal. La Conquista dio lugar a la importación de
nuevos productos agrícolas en Europa como el tomate, el maíz, la papa o el cacao, productos que tuvieron un gran impacto también
en la economía y en los hábitos europeos de otros continentes. Igualmente, la llegada de las variedades agrícolas y diversidades
ganaderas de Eurafrasia produjo un cambio en el paisaje productivo y alimentario del continente americano. La introducción de
minerales americanos impulsó enormemente la economía europea pero al mismo tiempo creó situaciones de alta inflación. En los
siglos posteriores, el oro y la plata desempeñaron una función importante en el nacimiento del capitalismo, principalmente en los
Países Bajos, Gran Bretaña y Francia. La Conquista de América fue un proceso casi permanente, ya que algunas sociedades indígenas
opusieron una resistencia constante mientras que otras nunca fueron asimiladas completamente.

España fue la que empezó la colonización e incluso la que logró conquistar la mayor parte de América, debido a que fue el país que
obtuvo el patrocinio del viaje de descubrimiento por medio de los Reyes Católicos. Mediante una bula del papa Alejandro VI, se
declaró legítima la posesión española de todas las tierras encontradas más allá de trescientas leguas al oeste de las islas Azores.2
Más tarde, una ligera modificación repartió el continente americano entre las potencias de España y Portugal, lo cual quedaría
ratificado en el Tratado de Tordesillas. Sin embargo, otras potencias europeas se sumaron a la conquista y colonización en América
posteriormente, a menudo compitiendo entre ellas y con los imperios ya existentes. Entre ellas se encuentran Francia, Gran Bretaña,
los Países Bajos, y hasta Rusia y Dinamarca. También, se formaron pequeñas colonias efímeras de países escandinavos en la costa
oriental de lo que actualmente forman parte los Estados Unidos.

Varios pueblos americanos intentaron oponerse a la ocupación de los europeos,3 a pesar de encontrarse en desventaja desde el
punto de vista de la tecnología bélica. Las armas y las técnicas de guerra españolas eran más avanzadas respecto a las indígenas. Los
europeos conocían la fundición, la pólvora y contaban con caballos y vehículos de guerra. Los americanos, en cambio, contaban con
una tecnología lítica y carecían de animales de carga, a pesar de ser superiores en número y en conocimiento del territorio. No
obstante, el establecimiento de alianzas de los capitanes españoles con líderes nativos, fue decisivo para equilibrar el número de
combatientes .4 Las enfermedades que los europeos llevaron a América —para las cuales los indígenas carecían de defensas—
cobraron miles de vidas y fueron un factor que debilitó las sociedades americanas que, en medio de la guerra, tuvieron que
enfrentarse también con el desastre epidemiológico.[cita requerida] La historia de la Conquista de América ha sido relatada
principalmente desde el punto de vista de los europeos.[cita requerida] Salvo en el caso de los mesoamericanos, los pueblos
indígenas desconocían la escritura. De hecho, los registros de los hechos desde la perspectiva indígena consisten principalmente en
relatos recuperados algunos años después por los propios europeos. Se cuenta con ellos en los casos de Nueva España, Perú y
Yucatán.

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