Italia y el Equilibrio de la Desconfianza

Robert Putnam, en su bien conocido libro Para que la democracia funcione,

demostró empíricamente la relación entre diferentes tipos de compromisos cívicos
(capital social) y la calidad de los gobiernos y la relación directa entre clientelismo
de larga duración y malos gobiernos.

Además, Putnam encontró que el capital social se generó en ciudades

históricamente autogobernadas donde se cultivaban virtudes cívicas como la
lealtad y la confianza, características que de no ser desarrolladas se convierten,
luego, en sentimientos de desconfianza y disputas que pueden manifestarse en la
nula relación con el Estado igualmente donde los individuos no confían en éste.

En este caso, el sur de Italia dicha desconfianza propició la creación de La Mafia,

una organización de emprendedores privados que brindan protección a los
derechos individuales de propiedad cuando el Estado no lo hace y lo que
repercute en la degradación moral de la sociedad ya que este fenómeno
generalmente conlleva al uso desproporcionado de la fuerza en intereses privados
y genera redes de extorción, tráfico de drogas y prostitución, entre otras. Prácticas
que siguen socavando el capital social de los individuos.

Por otro lado, la apertura democrática en un Estado no moderno generó redes

clientelares que encontraron los contactos políticos y la capacidad de manipular el
Estado como un medio para conseguir riqueza personal, reforzando así la brecha
entre norte-sur que ni siquiera las prestaciones económicas para industrialización
pudieron superar.

De este modo, la confianza también influye en cómo utilizan sus recursos las
comunidades donde la mala percepción de los otros genera costos innecesarios a
comparación de comunidades donde no se debe preocupar y gastar esfuerzos por
que los otros le generen daños, ya sea que le roben algo de la propiedad o
atenten contra su integridad física.

Así mismo, este fenómeno se puede manifestar en cómo se relacionan los

individuos con el gobierno generando un «problema de acción colectiva» donde la
confianza es contraproducente socialmente y no hay incentivo para tenerla,
generando un «equilibrio de bajo nivel» donde ésta se retroalimenta e impide que
alguien tome el primer paso para rechazar un soborno o que pague sus
impuestos, por ejemplo.