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OBLIGACION DE MOTIVAR LAS SENTENCIAS - LA MOTIVACION DE LAS SENTENCIAS

MOTIVACION DE RESOLUCIONES JUDICIALES.-

El concepto de motivación se refiere a la justificación razonada que hacen jurídicamente aceptable a una decisión judicial.
La motivación, “es sinónimo de justificación y por ello la esencia de este concepto se encuentra en que su decisión es
conforme a derecho y ha sido adoptada con sujeción a la ley”. No basta entonces que se explique cuál ha sido el proceso
psicológico, sociológico para llegar a la decisión sino demostrar o poner de manifiesto que las razones por las que se tomó
una decisión son aceptables desde la óptica del ordenamiento.

En el mismo sentido, la motivación “es una exigencia formal de las sentencias, en cuanto deben expresar las razones de
hecho y de derecho que las fundamentan, es decir el proceso lógico jurídico que conduce a la decisión o fallo.

Ahora bien, en el ordenamiento peruano, el Tribunal Constitucional ha señalado que “la motivación de una decisión no solo
consiste en expresar la norma legal en la que se ampara, sino fundamentalmente en exponer suficientemente las razones
de hecho y el sustento jurídico que justifican la decisión tomada”. En ese sentido, al igual que el TC español o la doctrina
citada, el TC incide en la necesidad que los fallos judiciales establezcan una justificación razonada y no solo una explicación
de los argumentos por cuales llega a tomar una decisión en un caso concreto.

Asimismo debemos señalar que la motivación es un deber de los jueces y un derecho de los justiciables, cuestiones que
pasaremos a analizar en el siguiente apartado.

"Nihil est sine ratione cur potius sit, quam non sit"(nada existe sin una razón de ser).-

"Nadie ignora que existen dos puertas por las cuales las opiniones pueden entrar en el alma: el entendimiento y la voluntad.
La puerta más natural parece ser la del entendimiento, porque jamás se debiera consentir sino en las verdades
demostradas; pero la más ordinaria, aunque contra natura, es la de la voluntad; porque los hombres son inclinados a creer,
no aquello que se les prueba sino aquello que les place".

La fundamentación conlleva dos condiciones: consignar el material probatorio describiendo su contenido y merituarlo
debidamente. Modernamente, con criterio, existe una firme tendencia a interpretar, motivar y argumentar desde la
Constitución y los Pactos Internacionales.

Por esto cuando hago referencia a LA MOTIVACIÓN entiendo que debe tenerse en cuenta lo señalado por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos al decir que la motivación “es la exteriorización de la justificación razonada que
permite llegar a una conclusión”.

La motivación de las resoluciones es una garantía exigible en la administración de justicia, para los ciudadanos inmersos
en procesos judiciales o administrativos, en el marco de una sociedad democrática. El deber de motivar las resoluciones
es una garantía vinculada con la correcta administración de justicia, que protege el derecho de los ciudadanos a ser
juzgados por las razones que el Derecho suministra, y otorga credibilidad de las decisiones jurídicas en el marco de una
sociedad democrática.

La motivación de la sentencia es una garantía de defensa de las partes frente al posible arbitrio judicial, y al mismo tiempo,
una consecuencia lógica de un sistema político basado en la publicidad de los actos de gobierno y la responsabilidad de
los funcionarios públicos que los cumplen. Esto exige que se puedan conocer las razones de las decisiones que se toman.
Cumplir este requisito es rendir culto al principio de razonabilidad constitucional, postulado opuesto a la arbitrariedad, pues
lo arbitrario es lo no razonable. La expresión de las decisiones judiciales debe ser hecha con claridad, las razones
expuestas deben ser comprensibles. La presentación confusa e ininteligible de las razones que motivaron una decisión,
puede constituir arbitrariedad. Se exige una explicación racional de las cuestiones de hecho y de derecho que componen
la decisión. Esto es, las razones por las que se arribó a tales conclusiones en virtud de las pruebas consideradas según
la sana crítica racional; y el porqué de las consecuencias jurídicas atribuidas a los hechos acreditados.

La motivación fáctica exige la concurrencia de dos condiciones. Por un lado, que se describa expresamente el material
probatorio en que se fundan las conclusiones, y por el otro que éstos sean merituados, demostrando su ligazón racional
con las afirmaciones o negaciones sobre los hechos. El no consignar la sustancia del material probatorio impide verificar
si existieron o no y, obviamente, tampoco permiten controlar si son lógica, psicológica y experimentalmente aptos para
fundar las conclusiones a las que se arribaron.

"La exigencia de que toda sentencia esté fundada puede tener dos sentidos. En sentido estricto, una sentencia es fundada
cuando tiene fundamento y éste se expresa en la sentencia. En sentido lato, una sentencia es fundada cuando existe un
fundamento expresable, aunque de hecho, ese fundamento no esté expresado. Podemos concluir, por consiguiente, que
la exigencia de que las sentencias sean fundadas en el sentido estricto, comprende a la mayoría de las sentencias y, en
el sentido lato, a todas las sentencias y resoluciones judiciales en general."

¿QUÉ REQUISITOS DEBE CUMPLIR LA MOTIVACIÓN DE UNA SENTENCIA?

Una sentencia judicial debe basarse una motivación fundada en derecho, es decir, que vaya en concordancia con el
derecho y los valores y principios consagrados en el ordenamiento jurídico. Por ello es que podemos solicitar o exigir al
juzgador razonabilidad y racionalidad en su decisión, así como establecer determinados criterios que los jueces deben
tomar en cuenta al momento de motivar una sentencia. Los requisitos de motivación de la sentencia pueden definirse como
límites a la actividad motivadora del juez. Y es que el juez u órgano jurisdiccional no podrá justificar decisiones que no
calcen o no cumplan estos requisitos.

Racionalidad.- Aquí, Colomer evalúa si la justificación es fundada en Derecho, tanto sobre los hechos del juicio (selección
de hechos probados, valoración de las pruebas, método de libre apreciación) como del derecho aplicado.

Sobre este segundo aspecto, se precisa los siguientes sub requisitos: Primero, que la decisión sea fruto de una aplicación
racional del sistema de fuentes del ordenamiento jurídico; es decir, evaluar que la norma seleccionada sea vigente, válida
y adecuada a las circunstancias del caso; que tal norma haya sido correctamente aplicada y que la interpretación que se
le haya otorgado sea válida (adecuada utilización de los criterios hermenéuticos, interpretación judicial y principio de
legalidad). En segundo lugar, se analiza que la motivación respete los derechos fundamentales (aquí, será relevante la
interpretación realizada tanto el TC como la Corte Interamericana de Derechos Humanos y toda aquella interpretación que
se siga de los principios especiales que asisten a este tipo de derechos, como el de desarrollo progresivo, y el motivación
cualitativa en casos de restricción, por ejemplo). En tercer lugar, está la adecuada conexión entre los hechos y las normas
que justifican la decisión.

Coherencia.- Es un presupuesto de la motivación que va de la mano y en conexión inescindible con la racionalidad. Ahora
bien, la coherencia en un sentido interno de la motivación se refiere a la necesaria coherencia que debe existir en la
justificación del fallo, y en un sentido externo, la coherencia debe entenderse como la logicidad entre motivación y fallo, y
entre la motivación y otras resoluciones ajenas a la propia sentencia.
En relación a la coherencia interna, podemos señalar que la misma se hace patente cuando establece exigencias de
coherencia lingüística - prohibición de errores gramaticales, errores de ortografía, errores sintácticos que presenten tal
grado de incoherencia que impiden la adecuada compresión para el auditorio técnico y general-.

También la coherencia interna se traduce en la exigibilidad de que la justificación de la sentencia tenga coherencia
argumentativa. Por lo tanto, se prohíbe la existencia de:

A. contradicciones entre los hechos probados dentro de una misma motivación de una sentencia;

B. contradicciones entre los fundamentos jurídicos de una sentencia, es decir, que no haya incompatibilidad entre los
razonamientos jurídicos de una resolución que impidan a las partes determinar las razones que fundamentan la
decisión ;

C. contradicciones internas entre los hechos probados y los fundamentos jurídicos de una sentencia .

En relación a la coherencia externa de la motivación la sentencia, esta exige que en el fallo:

A. No exista falta de justificación de un elemento del fallo adoptado,

B. Que la justificación tenga en cuenta únicamente todos los fallos del caso y no incluya alguno ajeno al mismo,

C. Que la motivación esté conectada plenamente con el fallo, con lo cual se prohíbe que haya una motivación ajena
al contenido del fallo,
D. que las conclusiones de la motivación no sean opuestas a los puntos de decisión de la sentencia”.

Asimismo, la coherencia externa supone que el juez se encuentra vinculado por sus decisiones previas en casos análogos.
Esto, se sustenta en la vocación de “universalización” en la adopción de una sentencia, que luego condicionará al juez
para la solución de casos similares posteriores. Esto busca asegurar que el juez optó por la decisión correcta o que más
se adecua al derecho, la cual será luego universalizable.

Razonabilidad.- La exigencia de razonabilidad se predica respecto de todas las resoluciones judiciales. Al respecto, que
pueden haber decisiones racionales y coherentes pero que las mismas puedan ser irrazonables. La razonabilidad según
este autor tiene que ver con la aceptabilidad de la decisión por el común de las personas y el auditorio técnico.

De otro lado, otro sector de la doctrina señala que los requisitos de la adecuada motivación son: que la motivación sea
expresa, clara, que respete las máximas de la experiencia, y que respete los principios lógicos.

MOTIVACIÓN EXPRESA

Cuando se emite una sentencia, el juzgador debe hacer expresas las razones que respaldan el fallo al que se ha llegado.
Ello, como hemos señalado, es requisito indispensable para poder apelar, comprender el sentido del fallo, en líneas
generales, para controlar las decisiones del juez.

Ahora bien, hay casos en los que se admite la motivación por remisión, es decir, que el juez superior, por ejemplo, confirme
una sentencia de primera instancia estableciendo “por sus propios fundamentos” en referencia a la motivación que ha
realizado el “a quo”.
El Perú es un país en el que sucede esto, en efecto el artículo 12 de la Ley Orgánica del Poder Judicial señala “Todas las
resoluciones, con exclusión de las de mero trámite, son motivadas, bajo responsabilidad, con expresión de los fundamentos
en que se sustentan, pudiendo éstos reproducirse en todo o en parte sólo en segunda instancia, al absolver el grado”.

MOTIVACIÓN CLARA

La motivación clara puede establecerse como imperativo procesal en la medida que las partes que estos son los
destinatarios directos de la resolución de un conflicto ante el Poder Judicial. Y es que como bien señalan Castillo Alva y
otros, la exigencia de motivar las resoluciones deviene del principio de impugnación, lo que supone que sea indispensable
que las partes conozcan que es lo que se va a impugnar pues de otra forma el derecho a la defensa de las mismas se
vería restringido de modo irrazonable.

La motivación debe respetar las máximas de la experiencia

Las máximas de la experiencia se constituyen a partir de las reglas de la vida, las vivencias personales o transmitidas, el
sentido común.

Todos estos son elementos que los magistrados deben tomar en cuenta al momento de la elaboración de las premisas que
lo llevaran a una determinada conclusión. Y es que de lo contrario, existiría un grave defecto de o vicio en la motivación.

Ahora bien, debemos tener en cuenta que las máximas de la experiencia son elementos abstractos que se obtienen a partir
de elementos constantes en hechos o experiencias anteriores.

El alcance de la máxima de la experiencia dependerá de los medios fácticos que se analizan también se presentan en los
hechos que representan experiencias anteriores para el juzgador .

La motivación debe respetar los principios lógicos.

En efecto, las resoluciones deben respetar el principio de “no contradicción” por el cual se encuentra prohibida la afirmación
y negación, a la vez, de un hecho, de un fundamento jurídico, etc. Igualmente, se debe respetar el principio de “tercio
excluido” que señala que “entre dos cosas contradictorias no cabe término medio, es decir, si reconocemos que una
proposición es verdadera, la negación de dicha proposición es falsa, en ese sentido, no caben términos medios.

De otro lado, se debe respetar el principio de “identidad” cuyo contenido supone que si atribuimos a un concepto
determinado contenido, el mismo no debe variar durante el proceso del razonamiento

¿Cuándo se afecta la debida motivación?

El Tribunal Constitucional Peruano ha señalado y desarrollado los supuestos en los que se afecta la debida motivación:

A. inexistencia de motivación o motivación aparente:

A decir del TC, este supuesto se da cuando no hay motivación o cuando esta no da razones mínimas del sentido del fallo,
que no responde a las alegaciones de las partes, o porque intenta únicamente dar cumplimiento formal de la motivación
(motivación aparente).
B. Falta de motivación interna de razonamiento

Este supuesto ocurre cuando hay incoherencia narrativa en la motivación de tal forma que no se puede comprender las
razones en las que el juez apoya su decisión. Igualmente, hay falta de motivación interna cuando existe invalidez de una
conclusión a partir de las premisas que ha establecido en juez en la motivación.

C. Deficiencias en la motivación externa

Aquí el TC ha señalado que nos encontramos ante un caso de este tipo cuando las premisas de las que parte el juez no
han sido confrontadas con la validez fáctica (de los hechos) o jurídica existentes para el caso en concreto.

D. La motivación insuficiente

Se refiere al mínimo de motivación exigible para que la decisión esté motivada adecuadamente y para que satisfaga el
derecho del justiciable y de la sociedad de conocer las razones que apoyan la decisión judicial. Por otra parte la suficiencia
es un criterio para evaluar las resoluciones que se encuentran en medio de una motivación completa y una motivación
inexistente.

E. La motivación sustancialmente incongruente

Los órganos judiciales están obligados a resolver las pretensiones de las partes de manera congruente con los términos
en que han sido planteadas, sin ir más allá de lo solicitado por las partes, otorgar algo distinto a lo solicitado por las partes,
u omitir pronunciarse sobre algún pedido de las partes.

Esto último debe matizarse con el principio “iura novit curia” (el juez conoce el derecho) que establece que órgano
jurisdiccional competente debe aplicar el derecho que corresponda al proceso, aunque no haya sido invocado por las partes
o lo haya sido erróneamente. A decir del TC, “esta actuación no representará una extralimitación de las facultades del
juez, siempre que éste proceda de conformidad con los fines esenciales de los procesos”.

CONSTITUCIONALIZACION DEL DEBER DE MOTIVAR LAS SENTENCIAS

ASPECTO GENERAL

El deber de los jueces de motivar sus decisiones es un elemento fundamental del Derecho de los Estados constitucionales.
En los ordenamientos jurídicos de tipo romano-germánico supone, por lo demás, una práctica relativamente reciente, que
contrasta con la de los sistemas de common law, en donde las decisiones judiciales han sido siempre motivadas; la
explicación es que sin una adecuada explicitación de las rationes decidendi de las sentencias, un sistema basado en el
precedente no podría funcionar.

Ahora bien, definir lo que es motivar y establecer ciertas exigencias sobre cómo motivar es una tarea más simple que la
de fijar criterios precisos que puedan permitirnos conocer cuándo existe una motivación (o una buena motivación) y cuándo
no. Esta última cuestión es, precisamente, la que se aborda en el capítulo tercero de este libro (en los anteriores capítulos,
los temas tratados son: el razonamiento jurídico, en general; y la ponderación y la proporcionalidad en la interpretación
constitucional).

Edwin Figueroa está de acuerdo con la decisión del Tribunal Constitucional (y también con los criterios que se acaban de
señalar) y tan sólo dirige a la sentencia una crítica que se refiere a los excesos verbales, al lenguaje poco considerado
utilizado por ese Tribunal lo que, en su opinión, implica la infracción de un “deber de lealtad”. Con ello hace alusión al
empleo de expresiones (por parte del Tribunal Constitucional y referidas a la motivación de la Corte Suprema) como las
siguientes: [la sentencia es] “fruto de un decisionismo inmotivado antes que el producto de un juicio racional y objetivo” o
“la sentencia impugnada forma parte de aquellas que se caracterizan por el hábito de la declamación demostrativa de dar
ciertos hechos por probados; luego de lo cual tales hechos son declarados de manera sacramental y sin ninguna pretensión
explicativa como constitutivos de un ilícito penal como si de una derivación mecánica se tratase”.

Pues bien, el análisis anterior que constituye el núcleo del libro de Figueroa plantea, en mi opinión, dos cuestiones. Una
es la de si el autor tiene razón al sostener lo que sostiene en relación con ese caso. A mí me parece que sí. Aunque mi
conocimiento del mismo no sea de primera mano, todo hace pensar que la motivación de la Corte Suprema incurría en
errores graves y que estaba justificado anular la sentencia (y exigir a la Corte que volviera a motivar el fallo) por haber
vulnerado un derecho fundamental de los individuos. También me parece que tiene razón al sugerir que el lenguaje de las
decisiones judiciales debe ser comedido y sobrio, si bien el hablar de un “deber de lealtad” podría dar lugar a algún
malentendido.

La segunda cuestión, de carácter más general, se refiere a cómo establecer los requisitos que permitan determinar que
una decisión no está suficientemente motivada y, en consecuencia, supone la transgresión de un derecho fundamental.
Por un lado, el concepto de “motivación suficiente” tiene una mayor connotación que el de “motivación” a secas; es lo que
viene a decir el Tribunal Constitucional peruano (Figueroa) cuando establece que la ausencia de motivación (incluida la
simple apariencia de motivación) es condición suficiente (pero no necesaria) para considerar que se ha vulnerado ese
derecho fundamental. Pero, por otro lado, el concepto de “motivación suficiente” no coincide tampoco con el de “motivación
óptima” o incluso con el de “buena motivación”.

Es decir con ello que el Tribunal Constitucional, puesto que (como lo aclara el autor del libro) no es una tercera instancia,
esto es, no puede entrar en el fondo del asunto como lo haría un simple tribunal de apelación, podría considerar que una
determinada motivación no es la mejor posible (que adolece incluso de ciertas deficiencias) pero, sin embargo, sí es una
motivación “suficiente”, en el sentido de que no supone la infracción de un derecho fundamental (a una decisión motivada).
Los criterios establecidos por el Tribunal Constitucional (y suscritos por Figueroa) se dirigen a precisar ese concepto de
“motivación suficiente” que vendría a ser algo así como “una buena motivación.

Podría aceptarse que “ausencia de motivación” o “motivación meramente aparente” son nociones razonablemente claras,
al igual que también lo es la de “falta de motivación interna” (que podríamos entender en el sentido de comisión de errores
de tipo estrictamente lógico). Pero el problema es que raramente una sentencia incurre en ese tipo de deficiencias. Lo
usual es más bien que lo que haya que aplicar sean los otros elementos del test: “deficiencias en la motivación externa” y
“motivación sustancialmente incongruente” (no incluyo el de “motivación insuficiente”, pues me parece que ese es
precisamente el concepto –genérico- que hay que determinar con ayuda de los otros). Y estas nociones necesitan todavía
de un análisis cuidadoso y, desde luego, nada fácil de llevar a cabo. O sea, la pregunta que sigue abierta sería ésta: ¿cómo
de buena tiene que ser una motivación para poder ser considerada como suficiente?

MANUEL ATIENZA RODRÍGUEZ - La motivación como exigencia constitucional

La exigencia constitucional de motivar se mantiene vigente en todo el proceso de construcción de una decisión judicial: el
juez deberá aplicar la sindéresis de la lógica, evitando contradicciones en su razonamiento y he aquí que per se, subsiste
una particularidad del deber de motivar en el sentido de no construir decisiones manifiestamente contradictorias, ajenas a
la lógica de la norma y de las premisas fácticas. De igual forma, al perfilar los argumentos que han de servir de sustento a
la decisión, el deber constitucional alude, en este caso, a ceñirse a la verdad de las premisas.

En ese mismo íter, constitucionalmente la interpretación deberá ceñirse, cuando menos suficientemente, a los principios
de interpretación que contempla como valores axiológicos la Constitución.

La motivación de la decisión judicial constituye el paso final en las tareas del decisor racional. Sin embargo, debemos
atender a un aspecto importante: es una tarea final en los pasos esenciales que sigue el Razonamiento Jurídico, mas no
en el esquema procedimental concerniente a la comunicación de la decisión judicial. En efecto, a la etapa de motivación,
le debemos sumar la necesidad de comunicar la decisión a las partes a fin de que éstas ejerzan su derecho respecto a la
decisión final.

Pero, ¿qué implica la motivación como tal? Ignacio Colomer al referirse a los requisitos respecto del juicio de derecho,
señala hasta tres requisitos, los cuales pasamos a detallar:

La justificación de la decisión debe ser consecuencia de una aplicación racional del sistema de fuentes del ordenamiento.
La motivación debe respetar derechos fundamentales;

Ignacio Colomer

Exigencia de una adecuada conexión entre los hechos y las normas que justifican la decisión. Así, una motivación válida
es aquella que pone en contacto la cuestión fáctica con la cuestión juris.

La justificación de la decisión, prosigue Colomer, debe cumplir con las operaciones que integran una aspiración racional
del sistema de fuentes, entre las cuales encontramos las siguientes:

La selección de la norma a aplicar. Es decir, el juez no goza de libertad absoluta sino que se encuentra contenido por
diversos límites: a) que la norma seleccionada sea vigente y válida. Bajo esta pauta, el juez debe comprobar que el precepto
no haya sido derogado o abrogado del ordenamiento (validez formal) y verificar su constitucionalidad y legalidad (validez
material); b) Que la norma seleccionada sea adecuada a las circunstancias del caso. El límite esencial es el respeto de la
congruencia exigida a toda resolución jurisdiccional.

Correcta aplicación de la norma. Los jueces deben realizar un control de legitimidad respecto a la aplicación en contra de
la norma. La finalidad de este control es verificar que la aplicación de las normas al caso concreto es correcta y conforme
a derecho. El control de legalidad, acota Colomer, es estático, en cuanto se encarga de analizar la norma al margen de su
posible aplicación. Este control verifica la vigencia de la norma y que su contenido no contradiga la norma constitucional.

Válida interpretación de la norma. La interpretación viene a ser el mecanismo utilizado por el juez para dar significado a la
norma previamente seleccionada.

El esquema graficado por Colomer con relación a la motivación, nos resulta muy práctico en el desarrollo de la decisión
final. Si en su momento analizamos las implicancias lógicas del problema y si luego delimitamos las variables
argumentativas respectivas, así como cumplimos con desarrollar la interpretación de la norma y hechos aplicables al caso
concreto, por la motivación estamos en condición de expresar nuestra decisión a través de un armazón organizativo-
racional de las razones que nos inclinan a estimar o desestimar una pretensión.
Diez Picasso nos refiere el concepto de “operación total”, a través del cual no se puede decidir primero cuál es la norma
que se va a aplicar y después someterla a una interpretación puesto que también para decidir que una norma no se aplica,
es preciso interpretarla previamente, pues existe una íntima interrelación entre la interpretación y aplicación de las normas.

El deber de motivar las resoluciones judiciales en nuestro ordenamiento jurídico

Con el presente artículo, no pretendemos zanjar el tema de la motivación de las resoluciones judiciales; sino de exponer
su contenido y sobretodo enfatizar, que éste es un derecho fundamental de los justiciables para conocer tanto los
fundamentos fácticos y jurídicos acogidos y esgrimidos por el Juez para resolver un caso concreto.

Empecemos a deslindar conceptos. Por un lado, motivar, en palabras sencillas significa explicar; y, por otro lado, las
resoluciones judiciales pueden ser decretos, autos y sentencias.

Entonces de lo mencionado, podemos decir que; motivar una resolución judicial consiste en explicar de manera clara y
precisa los hechos y el derecho que se aplica a un caso concreto, es decir, que motivar una resolución judicial no solo
consiste en el simple manejo de explicar los hechos y el derecho que se aplica al caso concreto, ni solo basta el simple
hecho de que una mera cita de la norma encaje dentro de los supuestos dados en la realidad, sino que la motivación
conlleva a efectuar razonamientos más complejos, lógicos, coherentes, concatenados y precisos por los cuales se llega a
una decisión firme.

Por lo que al señalarse que las resoluciones judiciales pueden ser decretos, autos y sentencias; los primeros al ser de
mero trámite y dar impulso al proceso, no necesitan motivación; empero, no sucede lo mismo con los autos y las sentencias;
pues éstos por expresar decisiones, deben de estar fundamentados en hechos y en derecho bajo sanción nulidad.

La motivación como derecho fundamental.

La Constitución Política del Perú, en su artículo 139 inciso 5, consagra como principio y derecho de la función jurisdiccional,
la motivación escrita de las resoluciones judiciales en todas las instancias excepto los decretos de mero trámite con
mención expresan de la Ley aplicable, y los fundamentos de hecho en que se sustenten.

Es decir, la motivación de las resoluciones judiciales es un derecho fundamental de todos los justiciables y constituye una
de las garantías que forma parte del contenido del debido proceso; asimismo, es un presupuesto fundamental para el
adecuado ejercicio a la tutela judicial efectiva. Es así que nuestro Código Procesal Civil en el artículo 122 incisos 3 y 4,
hace referencia a determinados requisitos que deben cumplir las resoluciones para que éstas no sean pasibles de nulidad.

Estudio de las disposiciones legales relativas a la motivación

La motivación como explicación del proceso lógico, como instrumento que sirve de enlace para demostrar que unos hechos
inicialmente presuntos han sido realmente realizados y que conllevan la solución del caso y también como garantía del
justiciable de que la decisión tomada no lo ha sido de manera arbitraria encuentran respaldo en diferentes disposiciones
de nuestro ordenamiento jurídico.

En el correspondiente apartado dedicado a la jurisprudencia constitucional se realiza un estudio de las líneas llevadas a
cabo por el Alto Tribunal con sentencias adjuntas y remisiones donde se percibe que la motivación es tratada como parte
del contenido esencial del derecho a la tutela judicial efectiva y por tanto tratada como un derecho fundamental susceptible
de ser defendido mediante recurso de amparo.
Asimismo establece que los Jueces y Tribunales de conformidad con el principio de tutela judicial efectiva deberán resolver
siempre sobre las pretensiones que se formulen y sólo podrán desestimarlas por motivos formales, cuando el defecto fuese
insubsanable o no se subsanare por el procedimiento establecido en las leyes.

En el encabezamiento deberán expresarse los nombres de las partes y cuando sea necesario, la legitimación y
representación en virtud de las cuales actúen, así como los nombres de los abogados y procuradores y el objeto del juicio.

En los antecedentes de hecho las pretensiones de las partes o interesados, los hechos en que las funden y que hubiesen
sido alegados en relación con las cuestiones que hayan de resolverse, las pruebas que se hubiesen propuesto y practicado
y los hechos probados, en su caso.

En los fundamentos de derecho se expresarán en párrafos separados y numerados, los puntos de hecho y de derecho
fijados por las partes dando las razones y fundamentos legales del fallo que haya de dictarse con expresión concreta de
las normas jurídicas aplicables al caso.

La motivación es la única garantía para proscribir la arbitrariedad. La razonabilidad es el criterio demarcatorio de la


discrecionalidad frente a la arbitrariedad ya que si la potestad discrecional consiste en elegir una opción entre un abanico
de posibilidades razonables no hay potestad discrecional cuando es sólo una la solución razonable y por tanto no hay
posibilidad de elección.

La motivación garantiza que se ha actuado racionalmente porque da las razones capaces de sostener y justificar en cada
caso las decisiones de quienes detentan algún poder sobre los ciudadanos. En la motivación se concentra el objeto entero
del control judicial de la actividad discrecional administrativa y donde hay un duro debate sobre hasta donde deben fiscalizar
los jueces.

Según Saban Godoy, el juez no sólo debe ser imparcial, sino que es preciso que la imparcialidad pueda ser verificada en
cualquier decisión concreta: la decisión no es imparcial en sí, sino en cuanto demuestra serlo.

Importa mucho que el órgano sea imparcial pero lo determinante es que sea imparcial su decisión, para ello está la
motivación que garantiza que la decisión lo sea.

EL DEBER COMO DERECHO Y GARANTIA. EL DERECHO FUNDAMENTAL A UNA DECISION DEBIDAMENTE


JUSTIFICADA

Reconocimiento constitucional del derecho a la debida motivación

En efecto, la motivación tiene dos aristas en relación a su reconocimiento constitucional. Y es que la debida motivación es
una obligación y al mismo tiempo un derecho fundamental de los individuos.

En el ordenamiento peruano el artículo 139.5 de la Constitución señala que son principios y derechos de la función
jurisdiccional “la motivación de las resoluciones judiciales en todas las instancias con mención expresa de la ley y los
fundamentos de hecho en que se sustentan”.

El postulado constitucional que acabamos de mencionar, si bien ha sido señalado en un sentido univoco, es decir no
podemos distinguir si se ha formulado como un derecho o una obligación, podemos interpretar que el mismo se ha
establecido o debemos entenderlo en los dos sentidos mencionados. Y es que la debida motivación de las resoluciones
se constituye como un punto esencial del Estado Constitucional de Derecho en ambos sentidos, en la medida que coadyuva
a garantizar otros derechos de los justiciables y algunos principios fundamentales de la actividad jurisdiccional, así como
controlar que la actividad jurisdiccional no sea arbitraria ni abuse del poder.

La obligación de la debida motivación como garantía

La obligación de motivar debidamente como dice (Colomer, 2003 p.60-71), “es un principio constitucional y pilar esencial
de la jurisdicción democrática”. Y es que a diferencia del Antiguo Régimen, en el que los órganos judiciales no estaban
llamados a dar cuenta de la interpretación y aplicación del Derecho, esto no puede considerarse admisible en una sociedad
democrática, en la que justicia, igualdad y libertad ascienden a la dignidad de principios fundamentales.

La obligación de motivar cumple la finalidad de evidenciar que el fallo es una decisión razonada en términos de Derecho y
no un simple y arbitrario acto de voluntad de quien está llamado a juzgar, en ejercicio de un rechazable - en nuestra opinión-
absolutismo judicial (Millione, p. 16)

Ahora bien, en términos concretos la obligación de motivar es una garantía del principio de imparcialidad, en la medida que
mediante ella podemos conocer si el juez actuó de manera imparcial frente a las partes durante el proceso. En el mismo
sentido, la motivación es una garantía de independencia judicial, en la medida que garantiza que el juez no determine o
solucione un caso por presión o intereses de los poderes externos o de los tribunales superiores del Poder Judicial.

Igualmente, la obligación de motivar se constituye como límite a la arbitrariedad del juez, permite además constatar la
sujeción del juez a la ley y que las resoluciones del juez puedan ser objeto de control en relación a si cumplieron o no con
los requisitos y exigencias de la debida motivación.

Y es que en tanto garantía de la “no arbitrariedad”, la motivación debe ser justificada de manera lógica. De ahí que la
exigencia de motivación, como señala Colomer, no sea el mero hecho de redactar formalmente, sino que la justificación
debe ser racional y lógica como garantía de frente al uso arbitrario del poder” (Colomer, 2003, p. 96).

En el mismo sentido, en relación a la sujeción a la ley, la motivación permite constatar que la decisión del juez es dictada
conforme a las exigencias normativas constitucionales, legales, reglamentarias del ordenamiento. Ello finalmente
contribuye a que la sociedad en general tenga confianza en la labor que ejerce el Poder Judicial en la resolución de
conflictos. En efecto, el TC ha señalado que “la exigencia de que las decisiones judiciales sean motivadas garantiza que
los jueces, cualquiera que sea la instancia a la que pertenezcan, expresen la argumentación jurídica que los ha llevado a
decidir una controversia, asegurando que el ejercicio de la potestad de administrar justicia se haga con sujeción a la ley;
pero también con la finalidad de facilitar un adecuado ejercicio del derecho de defensa de los justiciables” (Ibídem, pág.
97)

la obligación la debida motivación como derecho

La otra cara de la moneda es la de la debida motivación como derecho. En efecto, la motivación de las resoluciones
judiciales es una garantía esencial de los justiciables, en la medida que por medio de la exigibilidad de que dicha motivación
sea “debida” se puede comprobar que la solución que un juez brinda a un caso cumple con las exigencias de una exégesis
racional del ordenamiento y no fruto de la arbitrariedad (Tribunal Constitucional, 1992, fundamento jurídico 3).

Ahora bien, el derecho a la motivación de las sentencias se deriva del derecho al debido proceso. En efecto, si realizamos
una interpretación sistemática entre el artículo 139, 5 y el artículo que puede leerse de la siguiente manera, “la obligación
de motivar las resoluciones, puesta en relación con el derecho al debido proceso, comprende el derecho a obtener una
resolución debidamente motivada” (Tribunal Constitucional Peruano, Exp. N° N. º 02424-2004-AA/TC).

El TC además ha señalado en constante jurisprudencia que “El debido proceso presenta dos expresiones: la formal y la
sustantiva; en la de carácter formal, los principios y reglas que lo integran tienen que ver con las formalidades estatuidas,
tales como las que establecen el juez natural, el procedimiento preestablecido, el derecho de defensa y la motivación
(…)”(Tribunal Constitucional Peruano , Exp. N.° 8125-2005-PHC/TC, FJ. 11).

En efecto, en otra de las sentencias el TC ha indicado que “no de los contenidos del derecho al debido proceso es el
derecho de obtener de los órganos judiciales una respuesta razonada, motivada y congruente con las pretensiones
oportunamente deducidas por las partes en cualquier clase de proceso” (Tribunal Constitucional Peruano, Exp. N° 05401-

De otro lado, de modo similar al de la obligación de motivar, el derecho a la debida motivación se constituye como un límite
a la arbitrariedad en la que los jueces puedan incurrir por medio de sus decisiones. Y es que a decir del TC peruano, “toda
decisión que carezca de una motivación adecuada, suficiente y congruente, constituirá una decisión arbitraria y, en
consecuencia, será inconstitucional” (Tribunal Constitucional Peruano. Exp. N° 0728-2008-PHC/TC, FJ 8 y 9a carta
fundamental”).

Procesos constitucionales para proteger el derecho a la debida motivación

En el Estado Constitucional, el reconocimiento de derechos fundamentales dentro de los textos constitucionales


necesariamente implica la creación de mecanismos o procesos constitucionales para la defensa de dichos derechos y, en
fin de cuentas, del carácter vinculante de la Constitución (Tribunal Constitucional Peruano, Exp. N.° 7022-2006-PA/TC,
FJ.10). Ahora bien, cuando hablamos del derecho a la debida motivación de las resoluciones judiciales, nos encontramos
frente a un derecho de rango constitucional y por tanto el mismo tendría que ser objeto de protección por medio de los
procesos constitucionales consagrados en la Constitución y el Código Procesal Constitucional.

En efecto, cuando realizamos un análisis sobre el tipo de proceso constitucional que corresponde aplicar cuando se vulnera
el derecho a la debida motivación, en primer término pensamos en el proceso de amparo. Y es que este tipo de proceso,
se encuentra destinado a proteger los derechos reconocidos en la constitución con excepción del derecho a la información
que es protegido por el proceso de habeas data, y el derecho a la libertad personal y derechos conexos, objeto de
protección de los procesos de habeas corpus.

En concreto, en el ordenamiento peruano, la Constitución ha establecido en el artículo 20 inciso 2 que “la Acción de Amparo,
que procede contra el hecho u omisión, por parte de cualquier autoridad, funcionario o persona, que vulnera o amenaza
los demás derechos reconocidos por la Constitución.

Así, cabría decir que existe la posibilidad de que las resoluciones judiciales puedan ser cuestionadas en un proceso de
amparo por la vulneración de derechos constitucionales, pero ello ha sido cuestión ampliamente debatida, principalmente
porque el artículo 200, 2 también señala que “(…) No procede contra (…) resoluciones judiciales emanadas de
procedimiento regular”.

Frente a ello, el TC ha sentado jurisprudencia sobre el tema en cuestión en el sentido de admitir este supuesto, todo ello
sobre la base de la interpretación de los dispositivos constitucionales y legales que abordan el tema. Al respecto de como
debe leerse o entenderse este dispositivo, el TC considera inadmisible que el artículo 200,2 de la Los procesos
constitucionales también pueden denominarse garantías de la propia constitución en la medida que son mecanismos
destinados a asegurar la observancia, aplicación y estabilidad de la ley Fundamental. ( GOMEZ , 2005, p. 859-860).

Constitución pueda significar o interpretarse como una limitación a la competencia rationae materia del amparo contra
resoluciones judiciales (Tribunal Constitucional Peruano. Exp N° 3179-2004-AA/TC, FJ. 14).

En ese sentido, debemos descartar el supuesto que niega la posibilidad del amparo contra resoluciones judiciales, por el
contrario debemos situarnos en el caso de un supuesto limitado en la medida que se prohíbe el amparo contra resoluciones
de procesos regulares , más no de fallos emitidos dentro de un proceso judicial irregular. Con ello quedaba como
interrogante la definición de lo que es un proceso irregular y se establecía una puerta de entrada para la procedencia de
los amparos contra resoluciones judiciales.

Ahora bien, sobre el punto, se ha pasado de reconocer que una resolución emanada de procedimiento irregular se refería
“a aquella que afectaba al debido proceso o la tutela jurisdiccional efectiva, derechos reconocidos en el 139, 3 de la
Constitución”, a la tesis que señala que una resolución irregular es aquella en la cual se afecta cualquier derecho
fundamental.

En el caso Apolonia Collca, el TC afirmó que atendiendo a la eficacia vertical de los derechos fundamentales, es decir, a
la vinculación de los derechos hacia cualquiera de los poderes, y en general, órganos públicos, “la tesis según la cual el
amparo contra resoluciones judiciales procede únicamente por violación del debido proceso o la tutela jurisdiccional
efectiva, confirma la vinculatoriedad de dichos derechos en relación con los órganos que forman parte del Poder Judicial.
Pero constituye cuna negación sobre la vinculatoriedad de los “otros” derechos fundamentales que no tengan naturaleza
de derechos fundamentales procesales” (Tribunal Constitucional Peruano. Exp N° 3179-2004-AA/TC, FJ. 18)

Así, el TC ha admitido la procedencia de los amparos contra resoluciones judiciales para la afectación de cualquier derecho
constitucional pues todos esos casos configurarían un proceso irregular. Otro de los argumentos utilizados por el TC es
que atendiendo a los artículos 1.1 y 1.2 de la Convención Derechos Humanos y a la jurisprudencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, los estados tienen la obligación de ofrecer a las personas sometidas a su
jurisdicción, un recurso judicial efectivo contra actos violatorios de sus derechos fundamentales (Corte Interamericana de
Derechos Humanos, 1987, párrafo 23.). A decir del ordenamiento peruano, este recurso se configura a través del amparo.

Igualmente, de una lectura del artículo 25.1 de la Convención, referido al derecho a un recurso sencillo y rápido que
amparen a la persona contra las violaciones a sus derechos, quedaría claro que no hay derecho fundamental que no pueda
ser objeto de protección por parte del Estado en toda circunstancia, sin excepción alguna.

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