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Disonancia cognitiva

"La zorra y las uvas", una fábulade Esopo. Cuando la zorra no consigue alcanzar
las uvas, decide que no las quiere.
En psicología, el término disonancia cognitiva (o disonancia cognoscitiva)
hace referencia a la tensión o desarmonía interna del sistema de ideas, creencias
y emociones (cogniciones) que percibe una persona que tiene al mismo tiempo
dos pensamientos que están en conflicto, o por un comportamiento que entra en
conflicto con sus creencias. Es decir, el término se refiere a la percepción de
incompatibilidad de dos cogniciones simultáneas, todo lo cual puede impactar
sobre sus actitudes.
El concepto fue formulado por primera vez en 1957 por el psicólogo
estadounidense Leon Festinger, en su obra A Theory of Cognitive
Dissonance (edición en español, Teoría de la disonancia cognoscitiva 1).2 La
teoría de Festinger plantea que, al producirse esa incongruencia o disonancia de
manera muy apreciable, la persona se ve automáticamente motivada para
esforzarse en generar ideas y creencias nuevas para reducir la tensión hasta
conseguir que el conjunto de sus ideas y actitudes encajen entre sí,
constituyendo una cierta coherencia interna.
La manera en que se produce la reducción de la disonancia puede tomar
distintos caminos o formas. Una muy notable es un cambio de actitud o de ideas
ante la realidad.

Índice

 1Reducción de la disonancia
o 1.1Mentalidad retributiva
o 1.2Ejemplos
 2Críticas
 3Interpretación a partir de los componentes afectivos y cognitivos de la actitud
 4Condiciones de existencia
 5Referencias
 6Bibliografía
 7Enlaces externos

Reducción de la disonancia[editar]
La motivación para la reducción de la disonancia se debe a la tensión psicológica
que un individuo tiene que soportar cuando su sistema cognitivo presenta una
gran disonancia o incoherencia interna. Por ejemplo, una persona con valores y
creencias morales inculcadas desde su infancia puede verse envuelta en
acciones que él mismo rechazaría (guerras, muertes, torturas,...), por lo que se
ve motivada a introducir nuevos valores que justificarían su actitud: la defensa
de la Patria, el evitar males mayores, etcétera.
Mentalidad retributiva[editar]
En la toma de decisiones, es también muy importante [cita requerida] el efecto de la
disonancia cognitiva. Cuando hay un esfuerzo o se produce un coste, lo
consistente es que a este costo o penalidad le siga una recompensa apreciable.
Toda persona busca el éxito [cita requerida], que no es otra cosa que la recompensa
ante el esfuerzo[cita requerida]. Por el contrario, el fracaso es disonante; ocurre
cuando al esfuerzo o costo no le sigue la recompensa. En estos casos, el
individuo puede reducir la consiguiente disonancia buscando otra posible
recompensa futura: Sólo se aprende del error, esto servirá para evitar futuros
errores... Otras veces, cuando se ha elegido una alternativa que no ha resultado
lo satisfactoria que se pensaba, se pueden encontrar ventajas que antes no se
habían detectado. Por eso, después de una compra importante, el comprador
suele valorar mejor el producto adquirido que antes de la compra [cita requerida].
En filosofía, sin embargo, tal tipo de disonancia cognitiva no se interpreta como
un fenómeno inherente al ser humano, sino como una mentalidad procedente
del pensamiento religioso como respuesta al malestar o al dolor [cita requerida]. Tal
mentalidad se conoce como mentalidad retributiva, debido a que se comprende
como una retribución moralmente necesaria al esfuerzo, sacrificio y dolor que
per se carecen de valoración. Es lo común [cita requerida] en el conjunto de las
religiones de todo el mundo y forma parte como residuo en la mentalidad
moderna en numerosos momentos de nuestra vida [cita requerida].
Ejemplos[editar]
Un experimento clásico realizado por Leon Festinger demostró la existencia de
la disonancia cognitiva. El experimento consistió en pedir a una serie de sujetos
que realizasen una tarea muy aburrida. Al concluir la tarea, dividió a los sujetos
en tres grupos, les preguntó qué les había parecido la tarea y todos opinaron que
les resultó muy aburrida. A los sujetos del primer grupo, el grupo de control, les
dijo que el experimento había concluido y que se podían ir. A los sujetos del
segundo grupo, les dijo que afuera se encontraba una persona que tenía que
realizar la tarea, pero que no estaba muy convencida, así que les daría 1 dólar
si le decían que la tarea fue muy divertida. Con los del tercer grupo hizo lo mismo,
pero en vez de un dólar les dio 20. Posteriormente, a los integrantes del segundo
grupo se les informaría que los del tercer grupo recibieron una suma mayor de
dinero.
Al cabo de una semana, Festinger llamó a todos los sujetos para preguntarles
de nuevo qué les pareció la tarea. Los del primer y tercer grupo reafirmaron su
anterior respuesta, que la tarea había sido muy aburrida. Sorprendentemente,
descubrió que los del segundo grupo creían que la tarea fue divertida. La
explicación de por qué el segundo grupo cambió de opinión es que al saber que
recibieron menos dinero que el tercer grupo, se vieron obligados a cambiar su
pensamiento, dado que no tenían justificación.
En el ámbito del mercado, se refiere al cambio de parecer al saberse estafado o
engañado después de una compra, "De cualquier forma me sirve para...
Pensándolo bien, es lo que necesito para.. ".

Críticas[editar]
La teoría de la disonancia cognitiva de Leon Festinger fue un campo de la
psicología con infinidad de estudios y aplicaciones tanto en el terreno de
la psicología intrapersonal (el individuo en sí) como de numerosos intentos de
extrapolación a lo interpersonal (psicosociología). Sin embargo, los avances de
la psicología hacia el terreno social evidenciaron problemas inherentes en este
enfoque. Principalmente, comprender la disonancia como un procedimiento
interno, mental, es un proceso de abstracción y operacionalización que no puede
permitir tal caracterización "no ambigua" de los sucesos cognitivos. La psicología
contemporánea ha desarrollado que los significados o las creencias son
procesos sociales, por lo que la contradicción en esos significados no puede
reducirse a un proceso individual interno. Una persona se encontraría en una
situación disonante si su comportamiento le resulta injustificable o
incomprensible. Pero para comprender el significado no hay que mirar dentro del
sujeto. Festinger sabía esta dependencia de lo social, pero no ofreció una
alternativa, por lo que terminó cayendo en un subjetivismo y en una explicación
circular.
Entre los principales sobreentendidos de la disonancia cognitiva como teoría
sobre los procesos mentales, está la consideración de que la coherencia o la
consonancia son características esenciales del pensamiento humano. Sin
embargo, la lógica de racionalización humana ha avanzado hacia
postulados retóricos que no buscan estas fórmulas tan esencialistas en la
ciencia psicológica.
Algunos críticos de la disonancia cognitiva son Franz Rosenblatt y Daryl Bem.
La teoría de la disonancia no ha sido superada o rechazada por la existencia de
una evidencia empírica que la descalifique o falsee, sino que más bien ha ido
perdiendo el favor de los científicos, que han encontrado otros paradigmas más
atractivos de legitimación académica.3

Interpretación a partir de los componentes afectivos y cognitivos de la


actitud[editar]
La disonancia cognitiva implica cierta falta de coherencia entre actitud y
acción. Robert A. Baron y Donn Byrne escribieron: “Desgraciadamente, la
disonancia cognitiva es una experiencia muy común. Cada vez que dices cosas
que realmente no crees, que tomas una decisión difícil o descubres que algo que
has comprado no es tan bueno como esperabas, puedes experimentar
disonancia. En todas estas situaciones, hay un salto entre nuestras acciones y
nuestras actitudes que tiende a hacernos sentir bastante incómodos”. 4
Teniendo presente que nuestra actitud característica está constituida tanto por
componentes afectivos como cognitivos, puede decirse que la falta de
coherencia que experimentamos en la disonancia se debe a la falta de
coincidencia entre nuestro querer y nuestro pensar. Así, si de improviso se nos
presenta una persona conocida con la cual hemos tenido cierta desavenencia
previa, debemos adoptar una postura definida: no saludarla, por ejemplo, o bien
fingir que uno siente que no ha pasado nada. Si tenemos tiempo de prever la
situación, es posible que la disonancia sea menor, mientras que, si la situación
se presenta en forma repentina, es posible que luego recapacitemos por no estar
del todo convencidos con la actitud adoptada. De ahí que pueda considerarse
que toda disonancia se produce cuando existe un conflicto interno entre nuestros
componentes afectivos y cognitivos. Este conflicto nos lleva a cambiar nuestra
actitud.
Desde este punto de vista, podríamos hablar de la disonancia cognitiva-afectiva,
que tiene otras implicaciones, como la de ser, posiblemente, el sustento
psicológico de la conciencia moral. Imaginemos una situación en que nos
favorecemos en forma egoísta perjudicando simultáneamente a alguien. El
conocimiento de los efectos de nuestra acción nos hará sentir culpables. De ahí
que la disonancia o incoherencia entre las componentes de la actitud aparecerá
en todo individuo que tenga desarrollada su conciencia moral. Y por eso es
posible identificarlas.

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